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VI

MARIA, LA MADRE DE JESÚS

Alabanzas a María

649 ¡Oh Virgen bendita! ¡Cómo te puedo yo ensalzar,


cómo podré yo decir públicos elogios de ti, cuando ni toda
la milicia celestial de los ángeles, hecha lenguas, bastaría
para ensalzarte como mereces? Mi alma está ansiosa de
alabarte. Mi corazón se abrasa en un increíble fuego de
amor por ti; pero me faltan las fuerzas, no me vienen a la
boca los elogios. Que mi silencio te sirva de alabanza,
porque soy incapaz de ensalzarte como quiero. (265,9,
201-206).

650 Me basta, oh Virgen bendita, y es para mí el


mayor de los premios, con que se me haya permitido, por
don tuyo, sin mérito alguno por mi parte, hablar de ti en
una reunión de creyentes y acercarte a los corazones de
tus fieles devotos (265,9, 206-209).

651 Cuando el hombre haya terminado de hablar de la


Virgen, entonces empieza; es más, se da cuenta de que
todavía no ha empezado (285,12, 457-458).

652 Guarden silencio todas las musas, cállense las


famosas camenas de los gentiles; enmudezca la Sibila
furiosa, y la farragosa poesía, y la dulce sirena, cállese
también el parlero ruiseñor; permanezcan en silencio
todos los cantos de alabanza armoniosa de hombres y
aves. Suena la cítara del Rey: canta la Virgen Madre de
Dios (279,4, 204-207).

653 Los impulsos de tu corazón, oh Virgen, superan


nuestras pretensiones: has volado más alto de lo que al-
canza nuestra vista. Tu vida no era para ser escrita, sino
meditada, porque, adonde no llega el sentimiento, ¿cómo
llegará la pluma? (285,12, 460-463).
SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

654 María es cedro por la altura, palma por su


atractivo, olivo por el aceite de la misericordia, plátano
por su decoro, bálsamo por la fragancia y la incorrupción
de sus virtudes, mirra por su poder preservativo (274,1,
33-36).

655 ¿Qué manera mejor de destacar la altísima


dignidad de María que llamándola inescrutable, sellada,
cerrada, escondida, impenetrable, inaccesible, inefable, y
esto por boca de su propio Hacedor, que conocía
perfectísimamente a la que era obra de sus manos?
(276,1, 26-29).

656 Todo cuanto quieras saber o comprender


referente a la Virgen, todo está encerrado en esta breve
frase: De ella nació Jesús (267,9, 347-349).

Concepción inmaculada

657 Eva nos mató, María nos dio la vida; aquella nos
trajo la muerte, ésta la vida; aquella fue hechura de Dios,
ésta, Madre de Dios; aquella trajo la ruina al mundo, ésta,
el remedio; aquella fue formada, sin pecado, de una
costilla, ésta, concebida sin pecado y nacida de padres
naturales (262, 2, 75-79).

658 De la ausencia de pena se puede concluir en la


carencia de culpa. Ahora bien, la conversión en polvo fue
la pena del pecado […]. Por tanto, así como creemos
firmemente que la Virgen no se convirtió en polvo, sino
que vive en cuerpo y alma en el cielo, con la misma
convicción y piedad creemos que fue concebida sin
mancha original, pues, si no hubiera estado exenta de
pecado, no lo estaría de castigo (262,3, 140-145).

659 A la Virgen se la llama “espejo sin mancha”,


porque lo mismo que en un espejo, para que refleje la
imagen, se requieren dos cosas, a saber, cristal y plomo
(azogue), así también en la Virgen se dio el cristal de la
pureza y el azogue de la humildad, gracias a lo cual se

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ANTOLOGÍA DE TEXTOS

hizo visible en ella la imagen bendita de Dios Padre


hecha carne (262,4, 188-191).
660 Lo mismo que el ángel y Adán fueron creados en
gracia, así también la Virgen fue concebida en gracia. Por
tanto, no se atuvo al modo y condición de la naturaleza
corrupta, sino a los de la naturaleza al ser creada (262,6,
236-238).

661 María conservó intacta por siempre la gracia que


recibió en el principio […]. Lo mismo que la piedra imán
atrae el hierro, así el pecado tira del alma y de la voluntad
férrea; pero, si en sentido contrario se le enfrenta el
diamante de la gracia, éste no permite que el imán del
pecado arrastre hacia sí la voluntad. Así pues, la gracia
que a otros purifica del pecado, a María la preservó de él,
de cometer pecado propio y de contraer el original, por un
singular privilegio de aquel que la escogió por madre
(262,6, 246-252).

662 Nótese que ninguno de los santos está exento de


pecado, sino solamente la luz, es decir, Cristo, por su
propia naturaleza, y la aurora, esto es, la Virgen María,
por privilegio. Por tanto, aquí se habla no del nacimiento
del vientre, sino del nacimiento de la aurora en el vientre,
pues también Juan y Jeremías estaban santificados en el
momento de nacer (262,9, 364-367).

663 La dignidad de no haber cometido la Virgen


pecado, es la más grande que puede haber, mayor
incluso que la de haber dado a luz a Dios. Por tanto, si
este privilegio no se contradice con nada, y además
aparece como probable, esa gracia no se le puede negar
a la Virgen (262, 11, 439-442).

664 Es María una protección de santidad para los


justos, para los pecadores una sombra contra el
abrasador sofoco de la lujuria, un abrigo contra el ímpetu
del torbellino, es decir, la vanagloria. A todos nos hace
bien; así pues, todos debemos celebrar gozosamente su
concepción (264,4, 58-61).

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SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

María, la llena de gracia

665 A nosotros nos pasa lo que a ciertos paños, que


después de pasados por el tinte, cogen el color. La
Virgen, empapada desde el principio por el tinte de la
gracia, la embebió de tal manera que no puede ya
perderlo; nosotros, sin embargo, con muchísima
frecuencia perdemos muy pronto la tintura de la gracia
que recibimos tardíamente (262,4, 183-187).

666 En una de tantas visiones suyas, vio Isaías al


Señor sentado sobre un trono alto y elevado. El trono es
la Virgen. Los otros espíritus son el asiento de Dios.
Desde el solio de Salomón y desde el trono la tierra se
veía llena de su majestad (Is 6,2), pues Dios llenó a los
demás de sus dones, pero a la Virgen la llenó de sí
mismo (277,1, 10-13).

667 A las demás almas, Dios las llena de sus dones; a


la Virgen, en cambio, la llenó de sí mismo, de su
majestad. La Virgen María no sólo está llena de gracia,
sino que además está llena de Dios (275,1, 31-34).

668 No te desconcierte el hecho de que en la Escritura


a la Virgen se la denomina con frecuencia nube ligera; es,
sí, ligera respecto del pecado, pero pesada en méritos, y
de tanto mayor peso en gracia, cuanto más ligera de
culpa (265,12, 317-319).

669 Que una persona humana de carne y hueso haya


sido tan circunspecta y cuidadosa en todas sus obras,
palabras y pensamientos, que en nada se desviara de la
rectitud y de la voluntad de Dios ni por exceso, ni por
defecto, ni por ignorancia, ni por negligencia, ni por
pereza, olvido o concupiscencia; que exista, digo, una
criatura tan prudente que en todos sus comportamientos
guarde todos los detalles, lo provea todo, no descuide
nada…, ¿no es esto un milagro?, ¿no es algo prodigioso?
Sin duda que sí, María: tú eres un prodigio, dignísima

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ANTOLOGÍA DE TEXTOS

eres de toda admiración. El que sepa lo fácil que es pecar


venialmente y lo pronto que caemos, se dará mejor
cuenta de este milagro en la Virgen (75,1, 16-27).

670 Entre todas las criaturas puras, la Virgen es con


mucho más amiga de Dios que ninguna otra. Entre ella y
el resto de seres humanos hay la misma diferencia que
entre las rosas y las espinas […]. Rosa sin mancha ella,
rosa tierna y delicada, que no tiene espinas que pinchan.
Ya en su nacimiento la preservó el Padre para que no se
manchara con la culpa original, y le regaló todos sus
dones para que ella los repartiera (34,1, 12-18).

671 María es realmente hermosa, y hermosa por


partida doble: hermosa por su cara, pero más hermosa
por su fe; bella de cuerpo, y bella de alma; hermosa por
la ale-gría interior, y hermosa por su servicialidad exterior;
hermosa al ser concebida, y hermosa cuando concibió;
hermosa en el destierro a Egipto, y bellísima en el reino
de los cielos (284,6, 249-253).

672 Aquí está lo maravilloso de la Virgen, aquí


sobresale en grado eminente la sabiduría del Creador, en
que una hija de Adán, semejante por naturaleza a las
demás mujeres, no sólo se asemeja por naturaleza, sino
que incluso supera a los espíritus angélicos en pureza, en
hermosura, en gracia y en valía. Todo un espectacular y
sorprendente prodigio (262,1, 31-35).

673 La plenitud de la gracia no dejó en María resto


alguno de fragilidad espiritual, ni de imperfección, y de tal
forma la consolidó en todo lo bueno, que no pudiera en
absoluto recaer jamás sobre ella el más mínimo defecto,
ni cosa alguna que la obligara a excusarse (262,12, 468-
472).

674 Al heredero mayor de una familia importante, por


ejemplo, al hijo de un rey o emperador, antes incluso de
tener de hecho la herencia, se le suele preparar un mag-
nífico palacio-residencia, decorado y provisto de toda
suerte de enseres de gran valor […]. Por eso el Padre,

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SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

preparó a su Hijo, antes de que llegara el momento de


heredar, un domicilio todo especial, una casa de oro, la
Virgen sacratísima, dotada de todas las virtudes como de
prendas valiosísimas (262,11, 413-422).

675 ¡Oh Virgen Madre de Dios! ¿Quién será capaz de


medir tu perfección y tu excelsitud, y de encontrar suelo a
tanta profundidad? Sola la sabiduría divina que alcanza
de un confín a otro, que lo comprende todo, que conoce
las perfecciones de las criaturas, que sabe lo que
depositó en cada una de ellas, puede encontrar suelo en
la Virgen y medir su profundidad (38,1, 25-30).

676 En un retrato perfecto, cada cual resalta una cosa:


uno los ojos, otro el ropaje, otro la agilidad, etc., y, por
más que todo él sea una belleza, sin embargo se destaca
alguna peculiaridad. Lo mismo nos pasa con la Virgen
María: aunque toda ella es perfecta, sin embargo a Dios
le encantó, de ella, la humildad (211,1, 9-12).

677 Dios construyó una torre altísima, muy bien


dotada y fortísima […], y no quiso que pagara tributos ni
impuestos a nadie, ni tampoco que estuviera sometida a
otro, ni que otro se ocupara de guardarla. Él en persona
quiso ser su guardián permanente, durante nueve meses
en el vientre y por siempre en el corazón (264,1, 17-25).

678 El Espíritu Santo vendrá sobre ti. Rodeada de


Dios e inundada de Dios; es su alimento el pan vivo en su
vientre; son fuentes y arroyos los ríos de gracias; son sus
abundantes vituallas, los manjares de las virtudes. Todos
reciben de ella, y ella permanece siempre llenísima
(264,2, 34-36).

679 Aunque la santísima Virgen, igual que los demás


santos, sea evidentemente una piedra preciosa por su
nacimiento, sin embargo, por su condición, es una perla,
pues nació con un brillo deslumbrante, sin que precisara
la labor del cincel […]. Así pues, lo mismo que Cristo, Hijo
de Dios y del hombre, tiene a gala lo que recibió de María
llamándose “Hijo del hombre”, así la Virgen se gloría

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ANTOLOGÍA DE TEXTOS

también de lo que recibió de él. Ella no es una simple


piedra preciosa, es una perla, porque por naturaleza es
piedra, pero por gracia es perla finísima (271,3, 118-125).

680 Sola la Virgen es perla, llena a rebosar del rocío


de la gracia celeste: celestial por su concepción, por su
nacimiento, por su educación, su vida, su muerte, su
resurrección y ascensión. Toda ella, una perla producto
del cielo (271,4, 187-190).

681 Cosa santa es el cuerpo de Cristo, por lo que se


ha de dar únicamente a los que son dignos de él. Del
mismo modo, es una perla la Madre de Cristo nuestro
Señor, pues igual que las perlas encerradas en las
conchas se las encuentra en las profundidades del mar,
así también la coexistencia de la virginidad y la
maternidad en una misma persona constituye un arcano y
profundísimo misterio de fe. Y como no todos los
hombres son ca-paces de sumergirse y sacar de las
profundidades las perlas, sino solamente un experto en la
materia, así tampoco pueden todos abismarse en la
hondura de los sagrados misterios y encontrar allí perlas
ocultas, sino sólo aquel que por su vida y costumbres
esté bien imbuido de fe católica (271,8, 333-341).

682 ¿Cómo te imaginas será la virgen a la que el


Altísimo envía un ángel? ¡Qué pura, qué distinguida, qué
hermosa será la que pudo complacer de esa manera a su
Creador! En los personajes ficticios de los poetas
encontramos a una cierta Pandora, que por su
deslumbrante belleza dejó estupefactos a sus propios
creadores. Esta Pandora nuestra, más que estupefacto,
dejó a su Dios enamorado. Lo dejó prendado de ella por
su virginidad, lo cautivó por su pureza, lo subyugó por su
humildad, lo dejó en fin encantado por sus virtudes de
toda clase (272,1, 30-37).

683 El Señor está contigo, María. ¿Y de qué manera


está contigo? Ciertamente no como conmigo, sino como
no lo está en ninguna otra parte. Contigo está en el
cuerpo, contigo en el pensamiento, contigo en el alma,

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SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

contigo en tus decisiones, contigo en tu seno, contigo


protegiéndote, contigo al nacer, contigo al partir, contigo
en el final, contigo sin fin (272,2, 60-64).

María, la Madre de Dios

684 Según la carne, puso su cimiento en los patriarcas


y profetas. Pero en cuanto al espíritu, tiene un
fundamento más sólido. “La casa de Dios está bien
asentada sobre roca firme” (Liturgia). El Verbo de Dios es
el fundamento de la madre, que lo lleva en su seno
(264,3, 45-49).

685 ¿Qué mayor excelencia que ser Madre de Dios?


Pues, ¿qué hay después de Dios sino la Madre de Dios?
(269,2, 28-29).

686 Como perla dentro de una concha, así es el Verbo


en el seno de la Virgen. Los demás santos son piedras
preciosas, el Verbo es una perla (271,2, 106-108).

687 Engendra al Creador del universo, y a este Dios lo


acuesta en un pesebre. ¿Qué es esto? ¿De modo que
estimas más el pesebre que tus propias entrañas? ¿Te
tienes a ti misma por indigna de concebir a Dios, y una
vez que ha nacido, lo pones en un pesebre? Éstos son
sin duda indicios que expanden perfumes de sabiduría de
la Virgen y que demuestran claramente que ella es, por
privilegio divino, el arca de los secretos de Dios (228,1,
37-43).

688 María fue la sonda marina que, enviada desde el


cielo, sacó en su vientre virginal, unida a ella, la tierra de
nuestra carne (38,1, 31-32).

689 Entre las cosas que debemos a la Santísima


Virgen hay una que las supera a todas: que de ella se
tomó la preciosa perla del cuerpo del Señor. Tierra
ciertamente fértil eres, María, que dio un pan tan
excelente y del que come todo el mundo. Había sin duda
trigo en la tierra, el que germinó en su seno y de sus

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ANTOLOGÍA DE TEXTOS

propias entrañas por obra del Espíritu Santo y que fue


cocido al calor del mismo Espíritu (154,1, 9-15).
690 Al Hijo han de levantarlo los clamores de la
madre, al modo que a los cachorrillos semimuertos
suelen despertarlos los rugidos de la leona. La Virgen,
con sus virtudes, trajo del cielo a Dios; ella misma, con
sus ruegos, le hizo regresar de nuevo desde los abismos
(160,5, 189-192).

691 ¿Quién ha visto nunca que la humildad no haya


sido enaltecida? María, porque se llamó a sí misma
esclava, se convirtió en madre (205,11, 233-234).

692 María camina aprisa. Está embarazada, pero no


por eso está torpe; grávida, sin el peso de la gravidez.
Pues ¿cómo iba a resultar gravoso en el seno de su
madre el Verbo de Dios que lo sustenta todo? (279,11,
439-441).

693 Las riquezas de la Virgen son las virtudes y las


gracias […]. Tan pronto como se hizo madre del Creador,
se convirtió también en madre de las criaturas, y sus
riquezas privadas pasaron a ser públicas (303,1, 25-29).

694 ¿Quién es ésta? Es el templo de Dios, el sagrario


del Espíritu Santo, el tálamo del Hijo de Dios; ella es la
morada de la Trinidad, la púrpura del Rey; ella es el arca,
ella la urna, el maná, ella el arca del Testamento, ella la
tiara dorada del Pontífice en que está grabado el santo
nombre de Dios. ¿Qué os puedo decir, ángeles santos?
¿Quién es ésta? Es la Madre de Dios, es la esposa de
Dios, es la hija de Dios, el paraíso de Dios; es la Reina
del cielo, la columna del mundo, la puerta del paraíso; por
ella entró Dios en el mundo, para que algún día entre el
pecador en el cielo; por ella Dios se hizo hombre, y de
ese modo fue redimido el hombre (283,11, 425-434).

695 Lee la genealogía y comprenderás la profecía. [La


genealogía de Jesús se escribió] en atención a la Virgen,
a la que su piadoso hijo quiso magnificar no sólo ante los
ángeles, sino también ante los hombres; y por eso Dios

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SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

se escogió una madre, pobre sí y humilde, pero de la más


distinguida alcurnia, mucho más noble y limpia según la
carne que pudiera serlo cualquier otra mujer ilustre de
entonces; pues él traía su origen desde antiguo, a través
de muchos siglos y de una larga línea sucesoria de
patriarcas, y reyes, y sacerdotes (267,5, 186-194).

696 Vírgenes, lo confieso, podrás encontrar algunas;


madres, muchas; pero sólo hay una que es madre y
virgen a la vez; una virgen que engendra, una grávida sin
corrupción, una que alumbra sin dolor. Adoran a Dios los
ejércitos celestes, lo honran las generaciones humanas,
se le someten todas las criaturas: has encontrado
servidores, pero ¿acaso has encontrado progenitores?
Sólo ella engendró a su Hacedor, sólo ella fue elegida por
madre, sólo ella distinguida con el honor de la
maternidad, elegida y preseleccionada para que en ella
se hiciese hombre el mismo Altísimo que la fundó
(265,10, 245-252).

697 Cristo, que procedía totalmente de la madre, sin


padre en lo físico, fue semejante en todo a la madre, y no
sólo en su fisonomía. En efecto, los que vieron sus
rostros al vivo, aseguran que jamás hubo un hijo tan
parecido a su madre en la cara y en las costumbres, en el
hablar y en el porte exterior. Ella fue humilde, humilde
también él; ella apacible, apacible él; amable ella, amable
él; pobre ella, paupérrimo él; purísima ella, purísimo él;
prudentísima ella, prudentísimo él […]. En fin, la madre
no fue en todo otra cosa que el retrato sombreado de su
hijo, y el hijo la perfecta imagen de su madre (268,4, 144-
154).

698 Cristo fue parecidísimo a su madre, más que


cualquier otro hijo a la suya, de tal suerte que, igual que
en el cielo, cual es el Padre tal es el Hijo, también en la
tierra, cual es la madre así es el hijo. Según eso, siendo
cierto que las costumbres y cualidades de la madre se
transfieren al hijo, ¿cómo tuvo que ser aquella madre de
la cual debía nacer y originarse aquella forma celestial e
ideal del mundo, aquel espejo brillantísimo en que todos

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ANTOLOGÍA DE TEXTOS

se mirarían, aquella belleza que todos deben emular? Si


Juan Bautista, sólo por el testimonio que había de dar
acerca de Cristo, fue tan perfecto, ¿cómo debió ser la
Virgen madre que había de engendrarlo semejante a ella
y que debía transmitirle sus costumbres y su vida?
(268,4, 171-181).

699 La fuente de vida es el Verbo de Dios, la herrada,


el alma. ¡Qué ánfora el vientre sagrado de María, vientre
lleno de Dios, alma a rebosar! Bebamos, pues, de esta
plenitud, no temamos que ella no quiera (277,1, 32-35).

700 El ángel está esplendoroso, pero en este


resplandor no se halla el Señor, porque el Señor se
encuentra en el seno de la Virgen. Se sobresalta la
Virgen, pero el Señor no está todavía en el sobresalto. Se
queda asombrada la Virgen y dice: ¿Cómo se hará eso,
pues no conozco varón? Pero el Señor no está todavía
en el asombro. Está esperando la suavísima palabra en
la brisa de un amable coloquio, y allí sí estará el Señor.
Por fin da su palabra, y recibe a la Palabra; da la suya
pasajera, y recibe la inmortal (278,4, 72-78).

701 Nuestra Madre la Virgen convirtió al Verbo en


carne, pensando en nosotros que éramos muy pequeños,
para que luego la carne se haga pan y de esa manera
podamos saborear a Dios de modo inefable (278, 5, 83-
85).

702 ¡Oh flor del campo, al que nadie nunca aró, nadie
sembró! Flor del campo, no de huerto; flor blanca y roja,
escogida entre mil, flor en la que desean mirarse los
ángeles (1Pe 1,12), y con cuyo olor resucitan los
muertos. ¡Oh Virgen, vástago sublime, que cuanto más
hondas hincas las raíces, tanto más altas elevas tus
ramas! Así como Aarón metió en un horno los zarcillos y
salió un ídolo, de modo parecido del oro de la divinidad,
introducido en el seno de la Virgen –horno mucho más
ardiente-, por obra del Espíritu Santo, salió Dios hecho
hombre verdadero (237,3, 71-78).

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SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

703 ¡Oh qué apretada quedó la eternidad en la figura


de un bebé de un día! ¡Qué ceñida la sabiduría en un
infante, el poder en un recién nacido, la fortaleza en un
parvulito, la magnificencia en un pobre, la divinidad en un
hombre, la gloria de los ángeles en el cuerpercito de una
criatura balbuciente! (282,4, 145-149).

704 Dios preparó a la Virgen para, en ella, hacerse él


hombre; para que ella se haga madre de su Hacedor,
para que de ella nazca el creador del cielo y de la tierra,
para que ella sea la madre de su Padre. ¡Que altísima
dignidad la de esta criatura! Dios la hizo fuerte, para él
hacerse débil en ella; la hizo rica, para en ella él hacerse
pobre; la hizo excelsa, para hacerse en ella humilde; la
hizo libre, para él hacerse en ella esclavo: porque toda
exaltación de la criatura es bajeza comparada con Dios
(264,7, 115-120).

705 En el libro de los justos, el escribano es Dios; la


pluma es el Espíritu Santo; el seno de la Virgen es el
pergamino; la tinta, su sangre purísima. En su seno fue
escrito este libro, compaginado y encuadernado. De su
san-gre se formó el sacratísimo carácter del Verbo divino
(266,6, 273-277).

706 El Espíritu Santo no describió por escrito a la


Virgen, sino que esperó a que tú la pintaras interiormente,
para que te dieras cuenta de que a ella no le faltó gracia
ninguna, ni perfección, ni gloria de cuantas la mente es
capaz de imaginar en pura criatura, sino, al contrario, ella
superó de hecho a toda inteligencia creada. Y ante eso,
donde había plenitud, no había por qué describir una
parte, a fin de que nadie fuera a creer que tal vez carecía
de aquello que no se detallaba […]. Así pues, todo cuanto
quieras saber o comprender referente a la Virgen, todo
esta encerrado en esta breve frase: De ella nació Jesús
(267,9, 330-349).

707 En ti, María, y por ti, y como parte tuya y por tu


medio, hoy se nos entrega Dios vestido de carne, hecho
carne (275,3, 121-123).

196
ANTOLOGÍA DE TEXTOS

708 Es un gran milagro que se crea en la encarnación,


pues, si fue un milagro que padeciera el impasible, lo es
también que se crea lo increíble (275,5, 235-237).

709 Dios escogió y preparó a María para que fuera su


madre, su casa, su morada, para en ella y de ella hacerse
hombre el mismo que lo hizo todo por el hombre (276,3,
102-104).

710 De entre todos los amores de la vida presente, no


hay ninguno tan grande como el de la madre a su hijo. Es
normal que las madres amen tan apasionadamente a sus
hijos, aun a los deformes, que hasta las más serias
matronas parecen haber perdido totalmente el sentido del
ri-dículo, a causa del amor, cuando parlotean con sus
niños de pecho en el regazo. ¡Qué cosas les dicen! ¡Qué
cosas hacen! ¿Hay parlanchín más agradable que una
madre para su niño? Ciertamente la divina providencia
insertó en el corazón de las madres esa fuerza del amor,
a fin de que, pese al monótono quehacer diario, no les
faltara na-da para la vida a sus queridas prendas de corta
edad y difícil educación. Porque, de no ser así, ¿quién
sería capaz de soportar con ánimo sosegado los
incordios de los niños, sus llantinas, sus enfermedades,
sus frecuentes y variadas suciedades, tan continuas y
dilatadas molestias? […]. Si esto es así, ponderad,
vírgenes devotas, cómo sería el amor de la Virgen madre
a su hijo unigénito y únicamente suyo (267,11, 415-437).

711 El ángel ama a Dios, pero lo ama como a su


Señor; lo ama la Virgen, pero como a su hijo; y por eso
mismo, él corresponde amando al ángel, pero como a un
servidor, mientras que a la Virgen la corresponde con
amor de hijo a su madre. Por las dos cosas es ella feliz:
por amar de esa manera, y porque de esa manera es
amada por él (267,12, 464-467).

712 Entró Jesús en cierta aldea. Su entrada es su


encarnación, la puerta por donde entró es la Virgen
María. Ella es la puerta del mundo, la puerta del cielo: por
ésta entra Dios en el mundo, y por la misma entra el

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SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

pecador en el cielo; por ésta descendió Dios al hombre, y


por la misma ascendió el hombre a Dios (287,3, 101-
106).

713 María es Marta que vistió a Dios de su carne, que


siendo incorpóreo lo hizo corpóreo, y grande y extenso,
siendo invisible (287.4, 132-134).

714 ¿Quién podía conocer a Dios bajo la figura de un


hombre? Dios en un hombre, repito, ¿quién osaría
sospecharlo siquiera? Sólo esta avisadísima mujer,
María, sólo ella lo reconoció, sólo ella lo alojó, sólo ella lo
adoró, lo vistió, lo ungió, lo alimentó, lo cuidó, y. cual otra
Marta fidelísima, estuvo de continuo a su servicio. Ella lo
acogió en su casa, en su seno, dentro de sus entrañas;
ella hospedó en su tálamo virginal al Rey de la gloria en
su peregrinaje por la tierra y, cual otra Sunamita, preparó
al Profeta supremo, al Rey de los profetas, la mesa, el
candelero y el lecho: el lecho en su seno, la mesa en su
pecho, y el candelero en su entendimiento. En su seno él
descansó, a sus pechos se alimentó, y por la inteligencia
de ella fue reconocido (282,3, 86-96).

715 ¿Cómo podrá una niña ser portadora de la


divinidad aposentada en su seno, si el mismo Dios no
templa con una sombra su propio resplandor? A no ser
que se prefiera ver en esta sombra protectora la
formación del cuerpo del Señor, ya que, utilizando una
metáfora muy adecuada, a la carne santísima de Cristo
se la llama ”sombra de la divinidad”: pues, lo mismo que
la sombra sigue los movimientos y la figura del cuerpo,
así aquella santísima humanidad no se desvió un ápice
de las indicaciones de la divinidad, sino que a donde iba
el espíritu, allí le acompañaba también el cuerpo (273, 4,
143-150).

716 Para que la Virgen supiera que este hecho


admirable que iba a tener lugar en su seno, no era sólo
obra del Espíritu Santo sino en virtud de toda la Trinidad,
añadió sabiamente: Y la virtud del Altísimo te cubrirá con
su sombra. El Altísimo es, en efecto, el Padre, y la virtud

198
ANTOLOGÍA DE TEXTOS

del Altísimo el Verbo del Padre, con cuyo poder indiviso


iba a realizarse la encarnación, no de toda la Trinidad,
sino sólo del Verbo (273,4, 164-169).

717 No lo llama varón, ni hombre santo, sino


simplemente santo. Tampoco dice: el santo que nacerá
de ti, sino lo santo que nacerá de ti, designando la
palabra, más que la persona, la naturaleza, insinuando
con ello que Dios había de tomar no la persona sino la
naturaleza, pues aquella humanidad había de sustentarse
no en su propia persona sino en la divina, de modo que
naciera de la Virgen un hombre santo, y ése fuera
asumido por el Verbo; pero de la Virgen había de tomar
un cierto fruto santo, en virtud de cuya toma nacería de
ella el Hijo de Dios (273,5, 174-182).

718 Tú tendrás, oh Virgen, un hijo común con Dios, y


serás la madre de aquel que tiene por padre a Dios:
serás madre del Hijo, esposa del Padre, morada del
Espíritu Santo, sagrario de toda la Trinidad. Serás la
madre de tu Creador, y tú misma concebirás a tu
Hacedor; y si eres madre del Creador, con plenísimo
derecho eres Señora de toda criatura, Reina de cielos y
tierras, superior en dignidad a todos los ángeles (273,5,
193-198).

719 Estaba todo en un sostenido silencio, y los astros


en su ocaso desaparecían del hemisferio, cuando la
Virgen santa, entregada a Dios, abrasándose en espíritu,
clavadas en el suelo sus rodillas y fijos los ojos en el
cielo, dando al Altísimo su asentimiento, con su palabra
de mujer concibió a la Palabra de Dios (273,6, 217-223).

María, siempre virgen

720 La Virgen fue como un cristal a través del que


pasa la luz, y aunque ella era ya pura y nítida, sin
embargo, cuando fue puesta dentro de ella la lámpara del
Verbo, se volvió mucho más clara y hermosa (173,1, 24-
27).

199
SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

721 Poned atención en la Virgen recién hecha madre,


vaciada y no viciada, disfrutando del gozo de ser madre y
del honor de ser virgen (230,6, 241-242).
722 Como el rayo de luz que atraviesa el cristal y no lo
perfora, como tallo que florece y no pierde su verdor, y
como flor que por su aroma no pierde su primor cuando
exhala su perfume, así, tú, oh Virgen, tampoco pierdes el
candor de la virginidad cuando el Creador nace de ti. ¡Oh
flor del campo, al que nadie nunca aró, nadie sembró!
(237,3, 67-72).

723 Al oír estas palabras -se nos dice- se turbó. ¡Oh


pudor sin igual! ¡Qué increíble honestidad! ¡Qué
excelentísima timidez! Aprended, mujeres, aprended,
jovencitas, de la Virgen a no conversar con el cuello
estirado, descaradamente, pues hay muchas que a la
poca vergüenza la llaman destreza y la consideran toque
de distinción (274,2, 72-76).

724 El proyecto de la sabiduría divina consiste en ir


perfeccionando poco a poco y no de una vez lo que ha
creado. Así, el ángel fue creado glorificable, pero no
glorioso; así también, el firmamento fue creado sin astros
y el agua sin peces. En fin, en la obra de los seis días se
observa un doble periodo de tiempo, a saber, el tiempo
de la creación en sí y el tiempo del ornato. Lo mismo
Dios: formó este cielo, la Virgen, purísima, sin mancha,
resplandeciente y bella: desde el primer momento se la
llamó cielo; pero, después que brillaron en ella los astros
de las virtudes y las gracias, después que la dotó Dios de
múltiples dones y dádivas gratuitas, entonces puso en
ella el cielo de la justicia, y entonces al cielo se le dio el
nombre de firmamento (269,4, 68-78).

725 En plena noche esparcen su luz las estrellas; en la


madrugada, el lucero; después, la aurora, y por fin, el sol.
La noche era el tiempo de la luz, y las estrellas fueron los
profetas. Ellos no pudieron disipar con su claridad las
tinieblas del pueblo, tan sólo mitigarlas. Llegó para esto
Juan, que era el lucero, y la aurora, que es la Virgen, de

200
ANTOLOGÍA DE TEXTOS

la cual nació el Sol. De modo que Cristo nuestro Dios lo


iluminó todo y todo lo puso en ascuas (269,8, 118-120).

726 María es toda ella y en todos los aspectos virgen:


virgen en la carne, virgen en su mente, virgen en la
mirada, virgen en el tacto, virgen en sus pensamientos,
virgen en sus afectos, virgen en sus palabras, virgen en
sus actos, virgen en el espíritu, virgen en los
sentimientos, virgen perfectísima, virgen incontaminada;
sin tacha en su cuerpo, sin tacha en su alma, sin tacha en
su pensamiento, limpia no sólo de la sensualidad, sino
también de cualquier mota de pecado y de cualquier
salpicadura de los vicios […]. Era un caso sorprendente y
una gracia digna de admiración: siendo bellísima sin igual
y de rostro en extremo encantador, no sólo no hacía daño
con su hermosura a los ojos de quienes la miraban, sino
que los hacia más castos y santos con su honestidad y
belleza (272,6, 208-220).

727 ¿Qué purificación cabía en ti, oh Virgen, tú que


concebiste al Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo y lo
diste a luz permaneciendo virgen sin mancha? El parto de
la Virgen es el nacimiento de Dios; la que da a luz es la
Virgen; el que nace, Dios. ¿Contrae acaso mancha
alguna el sol al irradiar su luz, o la flor al despedir su
aroma? Así es la flor brotada de la vara de Jesé, así el
aroma nacido de la flor, Cristo Jesús (281,2, 40-46).

728 ¡Con qué comedimiento se emplea el ángel


Gabriel al manifestar el misterio! […]. Temía por si
llegaba a poner un tropiezo a la fe de la Virgen y que
escandalizara a una tierna chiquilla con un sacramento
de tanta envergadura, haciendo que ella -que hasta
entonces no sabía lo que era el pecado- incurriera con
esto en la culpa de incredulidad […]. Así pues, echa
mano de su hábil sabiduría para revelarle el misterio, no
desvelándolo todo de golpe, para no ahogar su fe, sino
bordeándolo poco a poco y declarándolo mediante
circunloquios (273,3, 86-97).

201
SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

729 Acompañad, vírgenes, a la que lleva dentro a


Cristo, llenas también de Cristo, porque no puede correr
hacia las alturas la que no lleva con María a Cristo
(279,10, 395-397).
730 No estaba bien que Dios naciera más que de la
Virgen, ni que la Virgen diera a luz sino a Dios (277,7,
156-157).

731 Imitad, como vírgenes que sois, a la Virgen, como


nobles a la noble; imitad, repito, a la única fundadora de
vuestra profesión, porque ella es la maestra e iniciadora
de esta vida de perfección que lleváis. Ella fue, en efecto,
la primera que enseñó el celibato entre los hombres, la
primera que descubrió la vida angélica en carne humana;
por la fuerza de su ejemplo, destellan pureza una tan
ingente multitud de vírgenes […]. Este vuestro sagrado
Colegio compite sobre todos los de España en emular a
la Virgen bendita, pues no sois solamente vírgenes como
las otras, sino además sois todas nobles como lo fue la
Virgen más noble. Así pues, ya que la seguís en su
virginidad, imitadla también en su humildad (267,6, 226-
247).

732 Dios en persona quiso ser guardia permanente de


la Virgen, durante nueve meses en el vientre y por
siempre en el corazón (264,1, 24-25).

733 Rodeada María de Dios e inundada de Dios, es su


alimento el pan vivo en su vientre (264,2, 34-35).

734 Cristo tiene ya como compañera en la gloria a la


Virgen, que al fin es criatura humana; y aunque sea la
Madre de Dios, no es Dios sin embargo. Todo hombre
puede aspirar a llegar a donde sabe ha sido sublimado un
semejante suyo (287,10, 445-448).

735 Se llama a la Virgen ladera del Norte, porque ella


es la cercanía de Dios, y así como el Hijo “está sentado a
la derecha del Padre”, así la madre tiene su trono a la
derecha del hijo (264,5, 81-83).

202
ANTOLOGÍA DE TEXTOS

736 María no rompió el silencio hasta saber que el


anuncio tenía relación con el pudor (272,5, 161-162).

737 A la naturaleza humana se une hipostáticamente


la divinidad y, mediante un nexo admirable y un artificio
sorprendente, se funden dos formas distintas llegando a
constituir entre ambas una sola persona. Como un
prodigio nunca visto, ante el pasmo de la naturaleza y el
estupor de los cielos, apareció en el mundo un Dios-
hombre, un hombre-Dios: Dios oculto en el hombre, y el
hombre inserto en Dios (273,8, 306-311).

María, madre de la Iglesia y nuestra

738 Tú, María, tienes lo que eres por nosotros,


nosotros tenemos por ti lo que somos. Porque, si no
hubiera habido por nuestra parte una trasgresión, no
hubiera venido nuestra redención, y si no hubiéramos
necesitado ser redimidos, tú no hubieras necesitado dar a
luz (179,1, 27-30).

739 Todo lo que Dios había decidido dar a los


hombres, se lo da por manos de María (265,14, 383-385).

740 Es una reacción natural de los niños pequeños,


siempre que alguien les pega o los asusta, ir a refugiarse
junto a sus madres y cobijarse debajo de su manto,
pidiéndoles ayuda y protección. Eso somos nosotros en
esta vida: niños y parvulitos, a quienes todo nos altera,
nos sobresalta y asusta y, muchas veces, como niños
chicos, temblamos de miedo donde no hay razón para
temer. Por tanto, siempre que nos sorprenda alguna
tribulación, algún apuro, alguna perturbación o miedo,
acudamos todos rápidamente a la Virgen santa. Ella es
nuestro único baluarte, nuestro único refugio y consuelo
(180,1, 10-17).

741 Así como al crear el mundo se concretó en el


hombre un como compendio de todos los seres creados y
por eso se le llama microcosmo (o sea, un mundo en
pequeño), de igual manera, al rehabilitar el mundo, se

203
SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

resumió en la Virgen la Iglesia entera y toda la perfección


de los santos, por lo que podemos llamarla microcosmo
de la Iglesia (268,8, 333-337).

742 María es la puerta feliz por la que Dios entró en el


mundo, y por la que el hombre entra en el cielo. ¡Puerta
del cielo y puerta del mundo! Por esta puerta entra Dios
en el mundo, por ella entra el justo en el cielo. Para todos
se hizo puerta la Madre de Dios (276,5, 272-275).

743 María es paloma por su sencillez, plateada por su


pureza virginal. Y las dos alas, con las que protege a toda
la Iglesia y la defiende contra cualquier arremetida del
enemigo, son su benignidad y su humildad, pues, al ser
misericordiosa, se compadece de nuestras flaquezas y,
como humilde, no desdeña echar una mano a los que
compadece (262,10, 360-366).

744 ¿Cómo María va a mostrársenos como madre, si


no es probándonos que tiene un hijo, y un tal hijo? (317,1,
37-38).

María, maestra

745 ¡Cómo gozaba en estos días de Pentecostés la


Virgen santísima! Una inmensa alegría inundó su alma
cuando, una vez hecho público el misterio de la
encarnación y dado a conocer el arcano de la redención
humana, pudo constatar en la Iglesia los crecientes
logros de su hijo. Se acercaban a ella cristianos de todas
partes a visitar al santuario del Señor, la santísima Madre
de Dios, a la Virgen elegida del Altísimo, bendita entre
todas las mu-jeres, dechado de virtudes, espejo de
santidad, esplendor y modelo único de toda honestidad,
cuya vida y magisterio iluminó sobremanera a la Iglesia
de Dios en sus albores; y con cuyo favor y cercanía esta
misma Iglesia seguirá creciendo a diario y prosperando
hasta el fin del mundo y por toda la eternidad (183,9,
422-432).

204
ANTOLOGÍA DE TEXTOS

746 María, como tenía muy buena y detallada


preparación, el celestial Maestro, estando ya para
regresar al Padre de donde había venido, la dejó al cargo
de su escuela y de su cátedra, no por supuesto para
gobernar como Pedro a sus ovejas, sino para que
instruyera a sus discípulos en la celestial doctrina que de
él había aprendido, porque, tanto por la viveza de su
ingenio, como por la asidua y prolongada asistencia a la
escuela, se la consideraba mucho más sabia y preparada
que todos los condiscípulos (284,7, 281-288).

747 ¡Qué feliz escuela, en que Dios, el Hijo, hacía de


maestro, y la madre virgen de discípula! En un tiempo tan
dilatado, con una escucha tan continuada, con una
enseñanza tan constante, ¿qué no aprendiste, Virgen, de
un maestro tan reputado? ¿Qué no lograste de un señor
tan poderoso? (282,6, 251-254).

748 ¿Dónde habías leído, dónde habías aprendido


que a Dios le agrada tanto la virginidad, sino porque la
Palabra todopoderosa de Dios fue para ti, María, antes
maestro que hijo, porque te tuvo por discípula antes que
fueras su madre, porque llenó tu espíritu antes que tu
vientre? (272,5, 185-187).

María, modelo de vida

749 Esta Virgen santísima destella por todos los lados,


resplandece en todo, relumbra por igual en toda clase de
virtudes, tan fiel como prudente, tan prudente como justa,
tan justa como continente, tan continente como ardorosa,
tan ardorosa como limpia. Y de ese modo, aunque las vir-
tudes sean específicamente unas mayores que otras y
por eso se las llama grados del alma, en la Virgen sin
embargo se hallan tan igualadas, que posee en sí la
plenitud de todas ellas; está como ataviada con el traje
glorioso y la gradación inmutable de todas las virtudes,
está como ataviada con el traje glorioso y la gradación
inmutable de todas las virtudes (265,13, 338-346).

205
SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA

750 Puede llamarse firmamento a la Virgen, pues,


hablando de cielos, se llama firmamento al cielo
estrellado; y la Virgen, respecto a los demás santos, es
como el firmamento donde están todas las estrellas con
respecto a los otros cielos, en cada uno de los cuales ella
es como el único astro. En las demás vírgenes,
efectivamente, se infunde la gracia en porciones, en
cambio en María se derrama toda la plenitud de la gracia.
Y lo mismo que del firmamento se derivan influencias
sobre los demás, así de la Virgen fluyen torrentes de
gracias sobre la Iglesia (253,1, 30-36).

751 María es una suma abreviada de las gracias que


están repartidas entre todos los demás santos. Es un mar
profundo, cuyo fondo es insondable, donde no hay tierra.
Sus pensamientos, sus deseos son todos elevados,
celestiales, en suma, divinos. No hay en ella tierra, es
toda celestial, toda espiritual (38,1, 14-18).

752 Las puertas de un alcázar suelen estar bien


custodiadas y protegidas, sobre todo si están
atrincheradas contra los enemigos. La puerta es la
Virgen, la puerta del mundo y la puerta del cielo […]. Está
equipada con armas indestructibles […]. Ella es escudo
para todos los que la invocan, armadura de todo tipo para
los valientes, modelo de toda virtud. Las armas de
nuestra milicia son espirituales. Dice un salmo: Me has
ceñido de valor para la guerra. En los demás santos, uno
tiene una clase de armadura, otro otra, según los dones
de Dios y la situación de la persona: en la Virgen está
toda la armadura, todas las clases de virtudes de los
santos (210,1, 13-23).

[Para un estudio más detallado y profundo de “María, la


Madre de Dios”, véase preferentemente el tomo VII de nuestra
edición (en prensa), conciones 262-292].

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