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U na c iu da d e n la penins ula
COORDINADORA
Ivett García
Colección
BICENTENARIO
Campeche Solidario
Campeche, México.
2010
Comité Organizador de la Conmemoración del
Bicentenario del Inicio del Movimiento de Independencia Nacional
y del Centenario del Inicio de la Revolución Mexicana
COORDINADORA
Ivett García
Colección
BICENTENARIO
Campeche Solidario
P r e s e n tac i ó n
Ivett García
“La historia, entendida como ideología y fuente de
inspiración, tiene una gran tendencia a convertirse
en un mito que hace posible la autojustificación.
[…] Es tarea de los historiadores tratar de arrancar
dichas vendas o, por lo menos, levantarlas alguna
que otra vez; y, en la medida en que lo hagan, es-
tarán en condiciones de decirle a la sociedad con-
temporánea algunas cosas de las que podrá be-
neficiarse, incluso en el caso de que se resista a
aprenderlas.”
Sobre la historia, Eric Hobsbawm
P r e s e n tac i ó n
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Colección Bicentenario Campeche Solidario
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salida de buques fue cobrando cada vez mayor importancia, esta idea
continua vigente, cien años después de su desaparición, los proyectos
gubernamentales incluyen la ampliación y la construcción del muelle
como uno de los puntales para mejorar la economía local. Campe-
che y el puerto, la construcción de un pasado mítico, de Ivett García
reconstruye el proceso por el cual la idea de un pasado de riqueza
ligado a la actividad portuaria fue fortaleciéndose a lo largo del siglo
XIX, como parte fundamental del imaginario colectivo campechano.
La mancha urbana puede ser más o menos grande, sin embargo
existen ciertos espacios que van cobrando importancia, ya sea porque
se transforman en sitios de reunión o porque su carga simbólica es
muy alta, en algunos casos ambos elementos coinciden y estos luga-
res se configuran como iconos representativos de la ciudad, y por lo
mismo en el espacio preferido por los grupos de poder para plasmar
su discurso político. Tal es el tema de El malecón: espacio simbólico
del poder político. Campeche siglo XX, de Fausta Gantús, quien nos
muestra el malecón como un referente inevitable al servir de punto
de reunión social y límite geográfico, más o menos permanente, de
la ciudad. Circunstancia que lo convierte en continente y generador
de relaciones personales y simbólicas, elemento fundamental en la
construcción de la identidad colectiva de la ciudad y por consiguiente
en “el espacio donde el poder se concreta”, y se materializa podría-
mos agregar. La autora nos muestra que en el malecón campechano,
al igual que en el resto de los malecones del mundo, toman cuerpo
y especificidad ideas universales como las del Estado benefactor, el
higienismo, la búsqueda por la participación ciudadana, que acaban
convirtiendo a este paseo marítimo en el receptor y transmisor de un
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Colección Bicentenario Campeche Solidario
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Ivett García 19
El l e n g ua j e d e l a
s o l i c i tu d ( a m oro s a )
en la Península de
Y uc at á n d ur a n t e
e l v i rr e i nato
Pedro Ángel Ramírez Quintana
Pedro Ángel Ramírez Quintana
I n tro d ucc i ó n
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Corpus
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4 "... los religiosos se nos presentan simplemente como hombres sujetos a las mismas pasio-
nes y flaquezas de la carne que los demás de su sexo", Lavrin, La Sexualidad, 2005, p.508.
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a. El solicitador
clusivo para los clérigos que realizan tal acción. Los solicitadores en la
Península de Yucatán, durante el virreinato, pertenecían a una deter-
minada orden religiosa, como franciscanos o jesuitas, principalmente,
lo cual está vinculado con las órdenes que habitaban este territorio.
Los sacerdotes que instan a sus feligreses al acto sexual o a "cosas
torpes" –según una de sus denominaciones registradas– presentan
un vínculo estrecho con estos: en la mayoría de los casos, son sus
confesores. La 'familiaridad' del párroco en la vida cotidiana de los
pobladores, le permite convivir en los espacios públicos –la iglesia– y
en los privados –la casa de la persona solicitada–.
A pesar de las proposiciones de solicitud, la imagen social del
sacerdote continuaba relacionándose estrechamente con la divinidad:
"y esta testigo le respondió que mirase que hera saçerdote y alçaba la
ostia y el cáliz en el altar" [DLNEgm, 1609, 54],7 "no padre que heres
Christo de la tierra y como a tal te respecto” [Proceso, 1761]. El papel
social del clérigo le permitía persuadir o realizar ciertos tocamientos,
incluso, el propio acto sexual a sus feligreses. De esta forma, la pre-
sencia cotidiana del sacerdote entre los hogares de la población, se
convertía, en algunos casos, en acoso o acercamiento sexual.
Entre los clérigos solicitantes se encuentran los siguientes: Cris-
tóbal Moreno, Mateo González, Cristóbal de Valencia, Pedro Verga-
ra, José Franqui, Pablo Raymundi, Alfonso Pérez, Juan Raymundo
Rodríguez, Pedro de Ortega, José Manzanilla, entre otros.8 La edad
7 Los contextos van acompañados de corchetes, dentro de los cuales se especifica la fuente,
el año de escritura y el número correlativo del documento dentro de la compilación referida;
para la documentación consultada en archivos, solo se anota la palabra clave del documento
y el año de escritura.
8 En la denuncia anónima compilada por Chantal Melis en los DLNEgm (documentos 149
y 150) se presenta una lista de apellidos de curas solicitantes, sin especificar el nombre: padre
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b. La solicitada (o)
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c. Los testigos
cierta socialización del hecho. De tal forma que los testigos podían
conocer las intenciones y observar los hechos del solicitante sin con-
traponerse o reparar en la gravedad de las acciones, como se aprecia
en los contextos de (1).
(1) a Y ella ygnorante del mal fin con que la avía llamado, entró y subió,
acompañada de una muger que vive con ella, llamada Ysidora Días
[DHFEC, 1757, 63].
b estando ella presente, después de haverlas estando avrasando, se
sentó a el lado de la enunciada Paulina Fernández, y sentó sobre sus
muslos a la otra hermana, Roverta Fernández, arriva sitada. Y advirtió la
declarante, cómo tomando la mano derecha de la enunciada Roverta
se la metió dentro de sus calsones; y despedido que fue el padre don
Pablo, le dixo Roverta a su madre, la declarante, lavándose las manos,
que el sitado padre don Pablo, le havía puesto no sé qué cosa expesa
en las manos" [DHFEC, 1786, 78].
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a. Confesionario
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d. Otros espacios
Los contextos antes expuestos revelan que las medidas para evitar la
solicitud no limitaron a los clérigos para llevarla a cabo. La prohibición
de la Inquisición, escrita desde 1625, para que los párrocos no oyeran
confesiones en las casas o lugares cerrados, así como la ordenanza de
colocar rejas en el confesionario para evitar la visibilidad entre confe-
sor y confesado durante el sacramento, no consiguieron erradicar el
delito de solicitud entre su ministros religiosos.
Estrategias de solicitud
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b. Acto solicitante
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Con una estrategia distinta a las anteriores, fray Joseph de Frías se au-
todenuncia de haber realizado un acto de solicitud, que consistió en
mover la silla-confesionario a un espacio donde pudiera ser visto por
una mujer con quien mantenía relaciones: "siendo ya confessor, pasé
en una ocasión la silla del confessonario, donde yo avía de confessar a
los fieles, en parte en donde pudiesse verme una muger que pasaba
por la calle, con quien yo trataba mal" [Joseph, 1714]. Este contexto
–al igual que los anteriores– ejemplifica la diversidad de actos que los
clérigos realizaban para persuadir.
c. Recompensas
d. Condicionamiento
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e. Amenazas
15 Coçes: 'golpe que da una persona moviendo el pie con violencia hacia atrás', por contexto,
refiera a 'patadas', específicamente con el talón, según la etimología de la palabra. DRAE, s.v. coz.
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(11) Y que le dijo que hera muy hermosa y que a la noche le viniese a ver
[DLNEgm, 1609, 54]
g. Solicitudes escritas
sonas involucradas.
(12) dixo que presume ser por aver allado una carta en poder de su muger
Josepha Nabarro escrita de el bachiller Alfonso Péres a dicha Josepha
Nabarro que finalisaba diciendo "tu amigo"; y preguntándole a dicha
su muger que por qué causa la trataba con aquel término, y que le
dijese la verdad si se avía mesclado con dicho bachiller Alfonso Péres,
que él le prometió no haserle nada, dijo que era cierto averse mescla-
do una ocación con él [Manuel, 1750].
Los estudios sobre vida cotidiana han permitido traer a la mesa del in-
vestigador aquellas escenas y personas –ignoradas anteriormente por
la historia tradicional– como elementos indispensables para recons-
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Por esta razón, las denuncias ante la Inquisición contra el acto de so-
licitud constituyen un valioso material escrito que conserva, en la me-
dida de lo posible, un estado de lengua cercano al coloquial; además
de ser testimonio de los valores religiosos, sociales y morales que
definían a la sociedad virreinal de la Península de Yucatán.
El léxico sexual, en contraste con otros grupos léxicos, depende de la
idiosincrasia de los hablantes; a través de esta, una comunidad decide
si utiliza determinada palabra en su discurso coloquial o si la destie-
rran del habla para anexarla a la lista de términos censurados, por re-
lacionarla con cierto 'valor negativo'. Al respecto, Montero Cartelle21
afirma que "su constitución y evolución (del léxico erótico) responden
a causas tan sutiles como la aceptación o rechazo que la comunidad
ha experimentado ante determinados temas y, sobre todo, ante sus
formas de expresión". En este sentido, no se censura una palabra,
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Relación sexual
26 "Todo el proceso de constitución y renovación del léxico sexual está fuertemente media-
tizado por la situación comunicativa en que tiene lugar y, dentro de ella, por los papeles que
desempeñan sus participantes. De hecho, tras las bambalinas de los términos concretos hay
un juego de relaciones bastante complejo, que, obviamente, condicionan la construcción
del discurso y se refleja en las opciones lingüísticas elegidas", Montero, La lingüística, 2010,
pp.539-540.
27 En una comparación entre el verbo italiano fottere y el español joder, Elisa Martínez
expresa que son "lexemas que nos hablan claramente de una visión violenta y falocrática de
la sexualidad, en donde el enunciador-varón, sujeto de la enunciación, al situarse del lado
de la acción violenta, del ejercicio de la guerra, de la caza o de la corrida (en el caso español)
concibe a las mujeres como objetos y destinatarias pasivas de la acción sexual, Martínez,
Breves, 2008, pp.172-173.
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29 Desde una perspectiva diacrónica, Emilio Montero afirma que "el análisis de las formas
de expresión del 'acto sexual' deja entrever que tampoco en este caso ha cambiado la actitud
de la Iglesia, antes bien reitera las pautas que se percibían en las anteriores", Montero, La
Iglesia, 1999, p.71.
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lidad.30
A manera de conclusión
30 Actualmente, las expresiones mayas referentes a lo sexual pueden ser compiladas a tra-
vés del discurso oral, en contextos donde los hablantes se desenvuelven con suma confianza.
A continuación un primer inventario de formas lingüísticas vinculado a la sexualidad: jo-
lok’ ('fogoso'), jach poch pel ('golosa'), poch kep ('goloso'), it ('culo'), boboch ('trasero'), chi wol
('tarántula', 'vulva'), ix majan naj ('papalota', 'vulva'), pépen ('vulva'), pirix ('vulva'), peel
('vulva'), andar chocó it ('anda caliente de "ahí"'), chokoj it ('mujer fácil'), ta ku peets’ ('que
quiere coger'), k’eech ('amante'), chum ('amante'), kakbach ('prostituta'), ts’iits ('coger', 'sexo')
hacer loch ('tener relaciones sexuales'), entre otros (comunicación personal de Ana Fierros,
Cessia Chuc y Gonzalo Maas).
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Bibliografía
a) Corpus
[DHFEC] Ramírez Quintana, Pedro Ángel, Documentos para la his-
toria filológica del estado de Campeche, tesis de maes-
tría, México: UNAM, 2009.
1747, 59, denuncia de María Limilla. Campeche.
1747, 60, información de Joseph Manuel de Nájera. Cam-
peche.
1757, 63, denuncia de Felipa Torres. Campeche.
1780, 73, denuncia de Juana de Bossa. Campeche.
1781, 74, denuncia de María Valvina. Campeche.
1785, 76, información de Josef de Zavalegui. Champotón.
1786, 77, declaración de Paulina Fernández. Champotón.
1786, 78, declaración de María Magdalena Hernández.
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Champotón.
1789, 97, declaración de María Magdalena Hernández.
Champotón.
[DLNEgm] Melis, Chantal y Agustín Rivero Franyutti, Documentos
lingüísticos de la Nueva España. Golfo de México, México: UNAM,
2008.
1598, 48, denuncia de María Cocom. Motul.
1609, 54, denuncia de Clara Pot. Hocabá.
1774, 149, denuncia anónima I. Mérida.
1774, 150, denuncia anónima II. Mérida.
1797, 176, denuncia de Sebastián Pinto. Mérida.
D i cc i o na r i o s
Bibliografía
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co, 1994.
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C o n s u lta s e l e ctr ó n i c a s
P á g i na s e l e ctr ó n i c a s
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Apuntes pa r a u na
h i s tor i a
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Por ejemplo, Alonso Tenorio obtuvo –en la segunda mitad del siglo
XVI, del entonces alcalde mayor de Yucatán– la merced de una enco-
mienda situada en Dzitbalchén. Durante el gobierno de Luis Céspedes
y Oviedo, Alonso Tenorio adquirió las tierras donde fundó la estancia
Bolá, cercana al pueblo de Chiná; la cual, para fines del siglo XVIII y
principios del XIX, se estableció como una de las haciendas más ex-
tensas e importantes de la región. Otros ejemplos fueron Fernando y
María Centeno quienes, durante el siglo XVII, fueron beneficiados con
una encomienda situada al sur de Campeche; algún tiempo después,
don Fernando fundó las estancias Nohakal al este, muy cerca de la
villa de Campeche. Por último, Pedro Fernández quien, además de
encomendero, fundó y fue dueño de la estancia Nilchí, en las proximi-
dades del Camino Real.11
Las estancias ganaderas se establecieron en territorio campe-
chano en las últimas décadas del siglo XVI. Millet Cámara, de acuerdo
a la Estadística de Campeche de 1859, dice que las tierras de la finca
de Boholá, ubicadas cerca del poblado de Chiná, le fueron concedi-
das a Alonso de Tenorio, vecino de Campeche, por el gobernador
Luis de Céspedes de Oviedo (1565-1571); y que otras como Boxol,
Umul –ubicadas cerca de Lerma–, Hontul y su anexa Chuymasché, se
fundaron en los últimos años del siglo XVI. Apunta también: “...estas
estancias y otras que probablemente daten del mismo siglo se fueron
estableciendo cerca de los pueblos de Chiná, Hampolol, Lerma, Tix-
mucuy y Pocyaxum”. 12
Se puede considerar, de acuerdo a datos obtenidos en el Ar-
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chivo General del Estado de Campeche, que para esta misma época
existían –además de las ya mencionadas– algunas otras muy cercanas
a la villa de Campeche, como Multunchac, Olá, Chulbac, Uayamón y
Mucuychakán; además, por las inmediaciones del Camino Real, esta-
ban Nazareno y Chavi. En el siguiente siglo se fundaron otras como
Kastamay, Kalá, Nilchí, Chivic, Nohakal, Ucuchil, Haltunchén, Nache-
há, Xcumcheil y Chilib, algunas cercanas a la villa pero otras localiza-
das cerca de Champotón, Hopelchén y Tenabo.
Varios elementos testimonian no solo la existencia sino también
la vitalidad de estas estancias; esta vitalidad, en algunos casos, las
hizo víctimas de calamidades, como la indeseada irrupción de corsa-
rios y piratas. En 1685, los corsarios Grammont y Lorencillo además
de atacar al puerto de Campeche extendieron sus fechorías a varios
pueblos y estancias: “El enemigo anduvo haciendo entradas en la es-
tancia de Multunchac, Chivic, Ebulá, Castamay, Xarabchén, Uayamón,
Lobón, Machichil, Yaxamtchi, Kobén, Suyukak y en los pueblos de Ju-
lam, San Pedro, Chiná, San Diego, Santa Rosa, Lerma, Zmul y Cholul,
Xampolol y trapiche de D. García...” 13
Seguramente aquel incidente pirático ocasionó severos daños
en poblados y estancias. Es muy posible que el constante asedio a las
costas campechanas y los continuos ataques a la villa de Campeche y
sus alrededores, fueran unos de los factores que no permitieron ma-
yor prosperidad para este tipo de propiedades, en comparación con
el gran número de las demás provincias de la península.
En realidad, para esta época, la estancia ganadera no ocupaba
el papel dominante en la economía local; pues, al igual que durante
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isla. Años después, los españoles la bautizarían como Isla del Carmen,
en homenaje a la advocación mariana y en cuyo día de celebración, 16
de julio de 1717, los ingleses fueron definitivamente expulsados de la
isla y tierras adyacentes.15
En 1717 se inicia un fuerte contrabando de palo de tinte y ma-
deras preciosas. En esta actividad, los campechanos establecen acuer-
dos con algunos marinos, comerciantes y cortadores ingleses, de Be-
lice y Jamaica, para abastecerlos de carne fresca y otros productos.
Sin embargo, el comercio del palo de tinte fue secundario en la
economía local por su escasa demanda en España. Hubo que esperar
el último tercio del siglo XVIII para que se impulsara el gran negocio
en que, para el siglo XIX, llegaría a convertirse la explotación y comer-
cio de los tintales campechanos.16 Entonces, a la par del interés de
la metrópoli y de algunos de sus países amigos, creció el capital de
mercaderes y navieros asentados en el puerto e Isla del Carmen.
Para esta época, en la región del palo de tinte había estancias
dedicadas al corte y explotación de la preciada tintórea; aunque tam-
bién se practicaba la ganadería, el corte de maderas preciosas y, en al-
gunos casos, el cultivo de la caña de azúcar y del maíz, entre las cuales
podemos mencionar a Haltunchén, Sihó, Río Verde, Ysacam, Boxol, y
Umul. Algunos de estos asentamientos, ubicados en los márgenes del
río Champotón y en las zonas aledañas a la Laguna de Términos, na-
cieron a fines del siglo XVII; sin embargo, la mayoría apareció durante
el siglo XVIII. Tuvieron varias diferencias con las estancias ganaderas,
como lo diversificado de su producción; ya que además de la explota-
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Campeche, una ciudad en la península
17 Archivo Histórico Nacional de Chile, Fondo: Jesuitas, vol. 292, exp. 1, f.1.
Campeche fue, desde sus orígenes, una región con poca población
indígena, aun cuando los demás grupos tampoco crecieron con de-
masiada rapidez. Fue durante el siglo XVIII cuando la villa de Cam-
peche y sus barrios aumentarían significativamente su población; en
la segunda década se cuantificaron alrededor de 19,000 personas,
mientras que para fines del mismo siglo había una población calcula-
da en cerca de 30,000 habitantes.
Campeche continuaba siendo el principal puerto de la Goberna-
ción, era el centro mercantil de la costa caribe de Guatemala, Tabasco
y de la propia Península de Yucatán. El puerto recibía y redistribuía
mercancía europea y de otras partes de América; los receptores prin-
cipales eran las clases dirigentes del mismo puerto, Mérida y Vallado-
lid. Existía un comercio triangular de Campeche con Villahermosa y la
Isla del Carmen; además con Veracruz y La Habana. De los primeros se
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Bibliografía
Contreras Sánchez, Alicia del C., El palo de tinte, historia de una tin-
tórea olvidada. El proceso de explotación y circulación del palo de
tinte, 1750-1807. Universidad Autónoma de Yucatán, Mérida, Yuca-
tán, 1990.
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I n tro d ucc i ó n
Cemento, cal, arena, tierra, madera, metal… Estos podrían ser los ele-
mentos para construir cualquier rincón de alguna ciudad. Sin embar-
go, la construcción de espacios urbanos es más profunda y compleja
que la albañilería de nuestros tiempos. Implica, entre otras cosas, una
apropiación física y mental de un área determinada, la cual va siendo
dotada de características palpables y abstractas. Mientras las primeras
pueden apreciarse en la arquitectura o en el mobiliario urbano, las
segundas se encuentran en poemas, ilustraciones o canciones. Odas,
melodías o imágenes que pueden reflejarnos la construcción simbóli-
ca de una ciudad entera o de un sector de ella, como son los barrios.
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más. Una de ellas fue la de Santa Ana Holkap que aglutinó a habitan-
tes mayas no peninsulares, principalmente de Guatemala. Aunque su
iglesia actual fue edificada en el siglo XVIII, es entre 1548 y 1552 cuan-
do surge esta parcialidad.7 Otro barrio fue Santa Lucía Calkiní, que
al igual que Campechuelo reunía a mayas nativos de la región. Ahí,
antes de concluir el siglo XVI, el encomendero Pedro García mandó a
construir una pequeña ermita como iglesia principal del área, del cual
tomó su nombre la parcialidad.8
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19 En 1678, la Corona Española autorizó que las Islas Canarias, situadas al sur de la Pe-
nínsula Ibérica, cercana a la costa africana, comerciaran permanentemente con puertos
americanos, entre ellos Caracas, La Habana y Campeche. A cambio de esta concesión, pues
anteriormente sólo Sevilla estaba autorizada para el intercambio comercial, las Islas tenían
por obligación transportar a cinco familias canarias por cada 100 toneladas de mercancía o
pagar un equivalente. El propósito era que los inmigrantes se establecieran en las regiones
donde los canarios tenían permitido comerciar y Campeche fue una de las zonas que recibió
algunos de estos grupos. García, Economía, 2005, p. 9.
20 Más de la mitad de los registros de fallecidos por una epidemia en la zona eran varones y
casados, lo que sugiere que la mayoría habían emigrado sin sus mujeres. Sánchez, Canarios,
2004, p. 31.
21 Ibid
El advenimiento borbónico
22 Carta del gobernador Manuel Salcedo, 1731, Archivo General de Indias (en adelante
A.G.I.), México, exp. 892.
23 Calderón, Fortificaciones, 1984, p. 275.
24 Ibid, p. 280.
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31 Cálculo de Fernando Francisco Escobedo del año 1671. Rubio, Noticias, 1975, p.112.
32 La cifra es de las estadísticas que proporcionó en 1766 el gobernador y capitán Mariscal
Don Cristóbal de Zayas. El total aproximado fue de 18,000 personas, de las cuales 1200 eran
españoles europeos, 5000 españoles americanos, 8000 mestizos, 800 indios y 3000 negros y
mulatos (Rubio, Noticias, 1975, p. 38). Años más tarde, en 1789 se realiza otro censo titulado
“Discurso sobre la constitución de las provincias de Yucatán y Campeche”, el cual arroja
también un total de 18 mil personas, incluyendo ciudadanos y no ciudadanos. (Sholes, Do-
cumentos, 1938, p. 99) Por su parte, Manuel Lanz (Lanz, Compendio, 1905, p. 83) dedujo que
para 1705 existían 13,216 habitantes, pero no se refiere claramente a los vecinos españoles,
lo cual sería poco probable porque el crecimiento que se registra antes de esa fecha aún es
lento. Lo más probable es que se refería a todos los grupos, incluyendo a los negros, los cua-
les en el siglo XVIII eran numerosos en Campeche.
33 Censo del Curato de Campeche, 1817-1818, Archivo Histórico del Arzobispado de Yuca-
tán (en adelante A.H.A.Y.), arreglos parroquiales, vol. 1, exp. 31.
34 Carta de José Duque del Estrada del Ayuntamiento de Campeche al Obispo de Yucatán,
1818, A.H.A.Y., arreglos parroquiales, vol. 3, exp.31, f. 3.
35 Esta cantidad es muy aproximada, pues en una carta al obispado se dice que hay 18,000
almas sólo en los barrios, es decir, 48% de crecimiento con respecto a los 12,172 de 1817 y
1818, crecimiento que si aplicamos a los 5218 del centro de los mismos años arroja un aproxi-
mado 7717, que en total de la ciudad vendría a ser 25,717. Aunque hay que aclarar que la
cifra hay que tomarla con cautela y entenderla sólo como un acercamiento a la realidad por
la naturaleza de la carta, pues el Ayuntamiento buscaba la creación de otro curato y justifi-
car el número de pobladores es decisivo. Sin embargo, el cálculo se acerca mucho cuando el
obispo dice que sólo en intramuros hay 7000 almas. Carta de miembros del Ayuntamiento de
Campeche al Obispo de Yucatán, 1821, A.H.A.Y., arreglos parroquiales, vol. 1, exp. 33, f. 4.
36 El censo demuestra un crecimiento significativo de habitantes hispanos, que pasaron de
los 6200 del censo de 1766, a casi 9000 en 1810. Censo de Población, Ramo Censos y Padro-
nes, 1810, Archivo General del Estado de Yucatán (en adelante A.G.E.Y.), Vol. 2, Exp. 1. Ver
también Mañé, Noticias, 1975, p. 38.
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Campeche, una ciudad en la península
El cisne urbano
beneficio que ellos creen ideal para el espacio que habitan. Uno de
estos ideales es la construcción de otras mansiones que dieran belleza
y armonía a las principales calles del barrio, logrando estas ser parte
del rostro que ellos deseaban dar al barrio.39
Las casas que se convertirían en las más representativas de la
zona fueron construidas por los vecinos guadalupanos en ese perio-
do. Dotaron a sus casas de grandes zaguanes, con ventanales verti-
cales con guardapolvos, y portales que incluían bodegas para que
pudieran cargar y descargar mercancías de forma práctica, entre otras
cosas. Como zona preferida, los nuevos habitantes construyeron estas
casas sobre la denominada Calle Real de Guadalupe, la cual venía
directamente de la Puerta del mismo nombre,40 cruzaba la pequeña
plaza del barrio guadalupano y continuaba hasta la plaza principal de
San Francisco. La vía, que seguramente era muy transitada por los de
intramuros y los del barrio de San Francisco, se convirtió también en
la calle preferida para el comercio, aglutinando la mayor parte de las
casas-tiendas de los pudientes comerciantes del barrio de Guadalupe.
Este poder económico que adquirieron los habitantes de Gua-
dalupe y que se visualizó en las grandes casonas, los ayudaría a sobre-
vivir durante las guerras internas de mediados del siglo XIX como un
vecindario de clase alta.
A finales del siglo decimonónico, la boyante condición del ba-
39 En 1836, se autorizó la construcción de otra casa, pero sin polémicas ni demandas. Esta
edificación de portales se ubicó en el terreno contiguo a la muralla, conocido como la zona
de campaña en la cual no debía de construirse. A pesar de ello, el ayuntamiento autorizó la
obra. La casa era de las más vistosas y aún da una buena vista a la entrada de las calles del
barrio. Balán, Guadalupe, 2005, p.62.
40 Nombre que también prestaba al puente de piedra y al descampado o campo de tiro que
le correspondía a la muralla y que se localizaba frente al barrio guadalupano.
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Campeche, una ciudad en la península
46 De hecho, el barrio fue uno de los primeros en recibir compañías foráneas. En 1884 se
instaló frente al templo de Nuestra Señora de Guadalupe la Compañía Dramática Sabino
Sotomayor presentando el drama “Francia y México”. Dos años después el Teatro Provi-
sional de Guadalupe, organizado por los mismos vecinos, inició funciones con la obra “El
Abuelito”, bajo la dirección de Luis Acevedo, combinando en su repertorio sainetes, bailes
y cantos. También se presentaron carpas trashumantes que coincidían con la fiesta barrial.
Estas compañías errantes se instalaron en el descampado del vecindario, exactamente junto
al Paso Porfirio Díaz. Esta misma función tuvo el anexo de la Iglesia de Guadalupe, don-
de se presentaron tradicionales pastorelas durante el mes de diciembre. Los vecinos no se
limitaron a esos escenarios y recurrieron muchas veces a sus propiedades. Lanz, Campeche,
2002, p. 119.
47 Pedro F. Rivas escribió que de las procesiones de Semana Santa en la ciudad, en el barrio
de Guadalupe destaca el que se realiza durante el martes santo, pues se pasea a una mara-
villosa imagen del divino maestro, Señor de la Cena, el cual está dotado de los vestidos más
finos y joyas de oro. Pérez, Diccionario, 1997, p. 593. De hecho, mientras la fiesta del Cristo
Negro del Barrio de San Román es considerada como una fiesta popular, donde la autoridad
siempre recibe llamados para mantener el orden, en la fiesta de Guadalupe las actividades
son consideradas como llenas de pompa, rodeadas de suntuosidad, con juegos lícitos y donde
prevalece el recreo ordenado. Incluso en la invitación que hace el reproductor campechano
para la fiesta del barrio dice que durante la fiesta se divertirán tanto “el rico como el pobre…
el poderoso como el desvalido”, remarcando la diferencia de clases que durante la celebra-
ción no será un obstáculo, mientras que para la fiesta de San Román dice que será para que
se divierta el pueblo, reafirmando su carácter popular. El Reproductor Campechano, 13 de
diciembre de 1896, H.U.A.C, Núm. 432, f. 3.
este punto, las mejoras urbanas del gobierno y demás obras públicas,
de pequeñas o grandes dimensiones, fueron festejadas especialmen-
te en el barrio. Todas estas acciones oficiales merecieron el tiempo y
la presencia de los vecinos, quienes celebraban el progreso al que el
régimen los llevaba, siendo su barrio el mejor ejemplo. Estas obras
públicas y sus festejos representaron el valor simbólico del poder del
régimen presente en el barrio de Guadalupe y que logró darle perso-
nalidad definitiva al vecindario.
Epílogo
118
Campeche, una ciudad en la península
A rc h i vo s :
120
Campeche, una ciudad en la península
Bibliografía:
Balán, Ileana del C. y Tello Colli, Tomas del C., Guadalupe Señorial.
Devenir histórico del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe y de
su Barrio Tradicional. (s. e.), Campeche, 2005.
Blázquez Domínguez, Carmen, “Comerciantes y desarrollo urbano: La
Ciudad y puerto de Veracruz en la segunda mitad del siglo XVIII” en
La ciudad Colonial Tiempos de América. N. 5-6, España, 2000, pp.
21-36.
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Campeche, una ciudad en la península
124
La p e rc e p c i ó n i m ag i na r i a
de los campechanos:
La a l a m e da y e l
s i s t e m a d e f ort i f i c ac i o n e s
d ur a n t e e l s i g l o
XIX
Adely Mendoza Novelo
ADELY MENDOZA NOVELO
I n tro d ucc i ó n
brar más fuerza. En este sentido, el presente estudio sobre las mu-
rallas y la alameda de Campeche constituye un acercamiento sobre
estas dos edificaciones arquitectónicas ante al proceso modernizador.
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Campeche, una ciudad en la península
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Campeche, una ciudad en la península
de una invasión se hacía cada vez más lejano; lo que provocó la in-
viabilidad de las murallas, así como la visible preponderancia de lo
moderno. Las palabras progreso y mejora fueron las constantes. Cabe
mencionar que ambos términos son inminentes a la modernización
decimonónica en el mundo, como medio y fin de cualquier sociedad
que pretendiera denominarse moderna.
Tras finalizar la dominación española, al cesar los ataques piratas
y llegar las décadas finales de siglo XIX, la mirada a los recintos amu-
rallados de los puertos caribeños se inscribió dentro de un contexto
diferente, donde la preocupación prioritaria no sería más la insegu-
ridad e incertidumbre que representaban las murallas. Muestras de
esto fueron los derrumbes de las fortificaciones pertenecientes a los
puertos caribeños, llevados a cabo prácticamente en fechas cercanas,
bajo un argumento semejante: la modernización.
Un claro ejemplo se registró en Veracruz, pues el derrumbe de
sus murallas comenzó el 14 de julio de 1889, por gestiones que hizo
la junta designada para llevar a cabo obras mejoras a la ciudad. En La
Habana se solicitó el derrumbe desde 1841 y comenzaron los traba-
jos en agosto de 1863; años después, en San Juan se tomó la misma
decisión: en abril de 1897, en medio de grandes festejos, se procedió
a demoler la puerta de Santiago y parte de la muralla. En el Caribe,
como en Campeche, las ideas, imágenes y prácticas se transformaron.
Las murallas que alguna vez fueron símbolos de defensa se convirtie-
ron en construcciones opuestas a la tan ansiada modernización.
132
Campeche, una ciudad en la península
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136
Campeche, una ciudad en la península
del antiguo régimen del que pretendían borrar sus huellas. Por estas
razones, los destinos de la alameda y la muralla continuaban en sen-
tidos divergentes: en 1884, la alameda, al ser un edificio congruente
con la idea de ciudad moderna, fue reparada.
El discurso pronunciado por el gobernador de Campeche Juan
Montalvo, en la apertura del primer periodo de sesiones ordinarias de
11ª Legislatura, afirmaba que “todo se ha remediado; las calles y los
paseos se han compuesto y hoy se hallan en un estado de buen uso y
perfecta conservación”.13
Por otra parte, en 1882, el tema de las murallas fue retomando
en una publicación bajo la autoría del señor Francisco C. Cicero,14
donde se describía la percepción –en ese momento– sobre las mu-
rallas. El autor afirmaba que si bien la importancia histórica de las
murallas era escasa, al desaparecer la piratería como causa, también
debería hacerlo el efecto, es decir, las murallas; pues nada podrían
hacer ante los elementos destructores de las naciones civilizadas por
esas fechas. Señalaba la repugnancia hacia las calles contiguas a los
lienzos, el poco vecindario; describía que este era un lugar de casas
abandonadas y, en algunos casos, arrendadas a bajo costo a personas
menesterosas y de equivoca conducta; también vinculaba las fortifi-
caciones con concepto de prisión, y se quejaba de la falta de higiene
que ocasionaban.
El autor proponía: “si fuésemos higienistas este sería el lugar
que hubiésemos escogido para probar de una manera científica la
inconveniencia de ese cerco estrecho que nos humilla poniéndonos
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Campeche, una ciudad en la península
15 Ibid
16 Ibid
17 Álvarez, Anales, 1991, tomo II. p.213.
18 Blengio. Soneto, 1891 p. 271.
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Consideraciones Finales
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Campeche, una ciudad en la península
Bibliografía
Lezama, José Luis, Teoría social, espacio y ciudad. 2da edición, Méxi-
co. Colegio de México, Centro de Estudios Demográficos y Desarrollo
Urbano, 2002.
HEMEROGRAFÍA
148
Campeche, una ciudad en la península
Molina, Marcelo, “Parte Oficial”, La Nueva Era, año II, núm. 90, Cam-
peche, 8 de marzo de 1878.
_______, “La Alameda del barrio de Santa Ana”, Periódico oficial del
gobierno del estado libre y soberano de Campeche, año XII, núm.
1113, Campeche, 9 de Enero de 1894.
2010 se iniciaron las labores para ampliar las instalaciones con una in-
versión de $330 727 000.00 3. En la ceremonia de inicio de las obras,
el gobernador expresó:
“Todos los días digo que Campeche tiene prisa por caminar y
por crecer, y por eso estamos tomando esta decisión de ampliar
el puerto, redimensionarlo y tomarlo como uno de los elemen-
tos estratégicos para hacer crecer la economía del Estado (sic).”4
666 157.08 de gastos de ampliación. Fuente: presupuesto de egresos, 2007, 2008, 2009,
Administración Portuaria Integral de Campeche S.A. de C.V., página electrónica: campsps.
campo.gob.mx
3 Más de 330.7 mdp para el puerto de Seybaplaya, , http://www.carmenhoy.com/Noticias/
Noticias/Generales/, 6 de junio de 2010
4 Ibid
5 Un ejemplo de lo anterior puede verse en http://reflexion-oar.blogspot.com/2010/08/los-
retos-de-campeche-puertos-de.html
6 De acuerdo con lo manejado por la prensa, la falta de apoyo de PEMEX, sus filiales y
proveedores es un factor relevante en ese sentido.
7 La justificación geoeconómica para la existencia del puerto de Seybaplaya, no es del todo
clara, dada la cercanía de los puertos del Carmén y Progreso. Para 2010 Seybaplaya, según
154
Campeche, una ciudad en la península
declara el director de APICAM contó con 135 arribos y un flujo de 7 659 toneladas de carga,
en el mismo período Progreso tuvo 559 arribos y movió 4 021 000 toneladas de carga. http://
www.comunicacampeche.com.mx/Php/noticiacomlocal.php?id=75572 y Administración
Portuaria Integral de Progreso S.A. de C.V:
8 San Francisco de Campeche es la capital política del estado de Campeche, sin embargo la
ciudad de Mérida funciona como centro financiero, de comunicaciones e incluso médico de
la península.
9 Diccionario de la lengua Española, 22 Ed, versión electrónica.
156
Campeche, una ciudad en la península
158
Campeche, una ciudad en la península
dores y comerciantes.
A finales del siglo XIX, frente a la escasa actividad económica
solo la alta burocracia presentaba una oportunidad de empleo para
los grupos dominantes, José Vasconcelos, entonces habitante de la
ciudad, describiría posteriormente este escenario en su obra Ulises
Criollo.
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Campeche, una ciudad en la península
16 Sala Capitular de Campeche a Felix Ma. Calleja, Archivo General del Estado de Yucatán,
en adelante (AGEY), Fondo colonial, Ayuntamientos, Campeche, f1.
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19 Ibid, 126
20 Existe abundante bibliografía sobre el comercio del Henequén en Yucatán, para un aná-
lisis de la conformación social de los hacendados henequeneros, Pérez, Savarino, el cultivo,
2001.
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168
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28 Ibid
29 Waldeck, Viaje, 1996, p.70
30 Pérez, Diccionario, p. 134
170
Campeche, una ciudad en la península
Clases Textos
Preparatoria Algebra por Salazar
Geometría por Ciscar
Trigonometría plana y esférica por Fontecha
Profesional Astronomía por Fontecha
Movimientos de bajeles por Roldan
Huracanes por Lobo
Meteorología por Chacon y Orta
Geografía física del mar por Viscarrondo
Navegación y Ordenanzas navales Fontecha
Hidrografía por Ciscar
Derecho internacional marítimo por Sierra.
31 Ibid
Desde inicios de la Colonia y hasta las primeras décadas del siglo XIX,
Campeche fue el puerto de la península Yucateca e incluso de Tabas-
co, era el centro por el cual salían los productos destinados al comer-
cio externo y por el cual entraban las mercancías tanto de lujo como
de primera necesidad que abastecían a la península. Sin embargo, la
mayor parte de los productos agrícolas que se exportaban provenían
de las haciendas del interior, cuyos dueños en su mayoría habitaban
en la ciudad de Mérida. Las casas comerciales de Campeche regu-
laban mediante las llamadas “contratas”, la explotación de recursos
naturales como las maderas preciosas y el palo de tinte, actividades
llevadas a cabo en la zona de los ríos y la laguna de Términos.
Cuando Campeche recibió por parte de la Corona el título de
puerto menor, que le concedía numerosos privilegios, el futuro pa-
recía prometedor, pero poco después la elite meridana conseguía la
apertura del puerto de Sisal para la entrada y salida de sus mercancías;
al principio, Campeche no resintió el impacto pues se encontraba en
pleno auge de la explotación del palo de tinte, cuatro décadas des-
pués los campechanos lograban separarse políticamente de una muy
empobrecida, a consecuencia de la guerra de Castas, Mérida, evento
que constituye la piedra fundacional de la identidad campechana.
172
Campeche, una ciudad en la península
Bibliografía
174
Campeche, una ciudad en la península
H e m e ro g r á f i c a s
D ocu m e n ta l e s
V i rtua l e s
reflexión-oar.blogspot.com
www.carmenhoy.com
www.comunicacampeche.com.mx
www.puertosyucatan.com
www.rae.es
Fausta Gantús
I n tro d ucc i ó n
Antecedentes
180
Campeche, una ciudad en la península
4 Sobre el tema de la sanidad y la higiene en algunos lugares del Caribe recomendamos las
obras de José Ronzón León, Sanidad, modernidad y desarrollo en los puertos del Alto Caribe,
1870-1915, México: El Colegio de México, 2000, Tesis de doctorado; y, Sanidad y moderni-
zación en los puertos del Alto Caribe 1870-1915, México: A. Porrúa, Universidad Autónoma
Metropolitana, Unidad Azcapotzalco, 2004.
5 En efecto, durante la etapa colonial, el siglo XIX y la primera mitad del XX, la Plaza
constituyó el punto alrededor del cual se encontraban dispuestos los edificios que alberga-
ban a las representaciones de los poderes civiles, eclesiásticos y militares; asimismo, era el
centro de reunión de la sociedad. Sobre el tema véase, Leal Sosa, La Plaza, 1991.
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Campeche, una ciudad en la península
184
Campeche, una ciudad en la península
9 En 1926, en su Informe del tercer año de gobierno, apuntaba en un par de líneas que “el
malecón en construcción a la orilla del mar que ve al Paseo de los Héroes ha importado hasta
hoy $ 2009.60”, Informe de gobierno de Ángel Castillo Lanz, 1926, AGEC.
10 Con su realización se “saneó en gran medida la acumulación de lodo y los malos olores
que se desprendían; en gran parte también fueron sellados los desagües que daban al mar”.
Pino Castilla, “Los malecones de Campeche”, en Crónica, 13 de febrero de 1999.
186
Campeche, una ciudad en la península
11 Segundo informe de gobierno de Benjamín Romero Esquivel, 1933, AGEC. Las cursivas
son mías.
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Campeche, una ciudad en la península
malecón.
La primera propuesta de ese tipo se presentó durante el go-
bierno de Alberto Trueba Urbina (1955-1961), a finales de la década
de los cincuenta e inicios de los sesenta, cuando se forjó la creación
del “Campeche Nuevo”. Se trataba de un proyecto urbanístico que
pretendía crear todo un espacio dedicado al crecimiento y desarrollo
modernizador de la ciudad, compaginado con el rescate histórico, y
en el cual el malecón tenía un papel central. En efecto, en ese periodo
se construyó la cuarta etapa del malecón al que se denominó “Adolfo
Ruiz Cortines”; siguiendo la lógica gubernamental descrita en el caso
de Lavalle Urbina, Trueba pagaba tributo al imperio del poder ejecu-
tivo federal y reforzaba sus vínculos con el Presidente.
Convencido de que “a los gobiernos se les recuerda por las
obras”,21 Trueba Urbina se propuso establecer las diferencias entre
su proyecto y los de los anteriores gobiernos, destacando las cuali-
dades de su modelo como “un espacio en el que confluirían los di-
versos rubros del desarrollo”.22 El proyecto de Trueba Urbina resulta
significativo desde varias perspectivas. Primero, porque se pretendía
que operara como el motor que impulsaría el desarrollo, el cambio
y la transformación de todo el Estado; así la construcción del nuevo
malecón –que incluía remodelación del anterior, así como una amplia-
ción– formaba parte de un proyecto incluyente que pretendía modi-
ficar la fachada marítima mediante el azolvamiento, creando entre el
194
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Campeche, una ciudad en la península
198
Campeche, una ciudad en la península
30 También se dio a la tarea de construir el malecón de Ciudad del Carmen: “En Ciudad del
Carmen, hemos dispuesto 5 millones de pesos como aportación inicial para los trabajos de
rehabilitación del Centro Histórico y la primera etapa del Malecón, viejo anhelo de los car-
melitas. Dichos trabajos se iniciarán próximamente, al terminar de definirse el proyecto.”
Primer informe de gobierno de Antonio González Curi, 1998, AGEC.
31 “Expuesto siempre a los fenómenos meteorológicos, como las mareas, los nortes y los
huracanes, que lo han azotado en el transcurso de los últimos 10 años, este sitio presentaba
una imagen y un estado físico muy deteriorados a pesar de los constantes trabajos de repa-
ración y mantenimiento que se le han prestado”. Primer informe de gobierno de Antonio
González Curi, 1998, AGEC.
32 Por otra parte, el creciente aforo vehicular y limitado número de avenidas con que se
cuenta para desahogar el tránsito en dirección norte-sur y viceversa, hacen de toda la aveni-
da costera una arteria vital para la ciudad, desde el monumento a la Solidaridad Nacional,
en el norte, hasta el monumento al Resurgimiento de Campeche, en el sur. Por ello, nos abo-
camos a ampliar y modernizar esta vía en su tramo más transitado, que es el comprendido
entre los monumentos a Don Pedro Sainz de Baranda y a Don Justo Sierra Méndez. "Primer
informe de gobierno de Antonio González Curi, 1998, AGEC.
33 El malecón de la ciudad de Campeche ha sido tradicionalmente, el lugar de esparci-
miento para las familias y jóvenes que acuden a él, desde muy temprana hora del día hasta
avanzadas horas de la noche. Las actividades que realizan son diversas. Para hacer ejercicio,
caminar, platicar, contemplar nuestras hermosas puestas de sol y desarrollar competencias
deportivas, el malecón resulta el lugar adecuado". Primer informe de gobierno de Antonio
González Curi, 1998, AGEC.
34 Primer informe de gobierno de Antonio González Curi, 1998, AGEC.
200
Campeche, una ciudad en la península
hacia el nuevo siglo con una imagen que complementa lo que fui-
mos, con lo que somos y simboliza nuestras aspiraciones futuras, en
una admirable conjugación de lo antiguo con lo moderno”35. Y en
años posteriores volvería sobre la misma idea, así insistía en que esa
obra representaba la conjunción de “un pasado digno y un porvenir
alentador”.36 Como en casos anteriores –con Trueba Urbina o Carri-
llo Zavala–, el malecón sirvió como espacio para la consolidación de
la identidad local pero también para la afirmación del nacionalismo,
pues en ella y “como un atractivo más, se instal[ó] en el malecón, una
monumental Asta Bandera [de] 60 metros de altura”.37
Otro argumento al que apelaría el gobierno para justificar la im-
portancia que se le daba a la construcción del malecón fue la de “ofre-
cer una mejor calidad de vida a los campechanos”.38 Según destaca-
ba el gobernador en sus informes, a tres años de iniciados los trabajos
en el área de la franja costera, el malecón se había “convertido en el
eje de la vida social de los campechanos”.39 El gobernador parecía
olvidar que, al menos, desde los años sesenta y durante los siguientes
cuatro décadas el malecón había ido ganando importancia y centra-
lidad como el “escenario de la convivencia familiar, el paseo favorito
de varias generaciones, de niños, jóvenes y adultos, el lugar ideal para
la caminata y los deportes, el espacio para admirar las puestas de sol,
202
Campeche, una ciudad en la península
Consideraciones finales
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Campeche, una ciudad en la península
206
A n e xo
ETAPAS DE CONSTRUCCIÓN DEL MALECÓN
Fausta Gantús
auguración gobierno
en que se
realizó
Jardín Costero “Paseo del Gral. Rivera” 1914 1913-1914 Manuel Rivera
Del Paseo Gral. Rivera al Baluarte San Carlos 1er Malecón, “Justo Sierra” 1932 1931-1935 Benjamín Ro-
mero Esquivel
Zona de sotavento, hacia el barrio de San Román 2º Malecón, “Justo Sierra” 1941 (7 de 1939-1943 Héctor Pérez
agosto) Martínez
Campeche, una ciudad en la península
Zona barlovento, hacia el barrio de San Francisco 3er Malecón, “Miguel Ale- 1949 (15 de 1944-1949 Eduardo Lava-
mán” septiembre) lle Urbina
Proyecto Campeche Nuevo 4to Malecón, “Adolfo Ruiz 1960 (7 de 1955-1961 Alberto Trueba
Cortines” agosto) Urbina
Continuación del proyecto Campeche Nuevo. Cons- 1961-1967 José Ortiz Ávila
trucción de edificios (Palacio de Gobierno y Cámara
de Diputados) y plazas (de la República, de las Amé-
ricas, Moch Couoh)
Construcción de la Avenida Costera Relleno sanitario 1979-1985 Eugenio Eche-
verría Castellot
Construcción de parques: La Novia del Mar y Plaza 4 Relleno Sanitario 1985-1991 Abelardo Carri-
de Octubre; y monumento: Pedro Sainz de Baranda llo Zavala
Reconstrucción después de los huracanes Opal y 1991-1997 Salomón Azar
Roxanne García
Reconstrucción total del viejo malecón y ampliación Nuevo Malecón. Proyecto 1999 (11 de 1997-2003 Antonio Gonzá-
del mismo desde la altura de la avenida Agustín Mel- Campeche Siglo XXI febrero) lez Curi
gar hasta el Muelle fiscal
207
Colección Bicentenario Campeche Solidario
Siglas
Documentos
Castillo Lanz, Ángel.
1926 Informe del gobernador. Campeche, Camp.
González Curi, José Antonio.
1998 Primer Informe de gobierno. Campeche, Camp.
1999 Segundo Informe de gobierno. Campeche, Camp.
2000 Tercer Informe de gobierno. Campeche, Camp.
2001 Cuarto Informe de gobierno. Campeche, Camp.
2002 Quinto Informe de gobierno. Campeche, Camp.
2003 Sexto Informe de gobierno. Campeche, Camp.
Lavalle Urbina, Eduardo.
1943 Programa de gobierno, 1943-1949. Campeche, Camp.
1949 Sexto informe de gobierno. Campeche, Camp.
Ortiz Ávila, José.
1966 Quinto informe de gobierno. Campeche, Camp.
Pérez Martínez, Héctor.
1940 Once meses al servicio de Campeche, Informe de go-
bierno. Campeche, Camp.
Rivera, Manuel
1914 Informe de gobierno. Campeche, Camp.
Romero Esquivel, Benjamín.
1933 Segundo informe de gobierno. Campeche, Camp.
Trueba Urbina, Alberto.
1957 Segundo informe de gobierno. Campeche, Camp.
208
Campeche, una ciudad en la península
Referencias
Silvestri, Graciela, El color del río. Historia cultural del paisaje del Ria-
chuelo, Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2003.
P e r i ó d i co s
Crónica.
Periódico Oficial.
Fuentes e l e ctr ó n i c a s
210
Rojo Amanecer
Ó rg a n o d e D i f u s i ó n
d e l P a rt i d o S oc i a l i s ta
Agrario de Campeche
Ángel Omar May González
ÁNGEL OMAR MAY GONZÁLEZ
Rojo Amanecer
Órgano de Difusión del Partido Socialista Agrario de Campeche 1
Ángel Omar May González
3 El Partido Socialista Agrario de Campeche siempre mantuvo una vinculación muy es-
trecha con el Partido Socialista de Yucatán (PYS). Sin embargo, en 1921 se convocó a un
II Congreso Socialista Obrero en la ciudad de Izamal (el primero se realizó en Motul), al
que asistieron representantes de todas las organizaciones socialistas en la península. En el
caso de Campeche, asistieron algunos representantes que acordaron fusionar al Socialista
Agrario de Campeche al de Yucatán. Así, el PSY quedaba como la Liga sede de la península,
mientras que los demás asumían el nombre de Liga Central de Resistencia del Partido So-
cialista del Sureste. Paoli, Socialismo, 1980, pp. 139-140 y 188-217. Sin embargo, las fuentes
consultadas utilizan indistintamente ambos nombres para referirse al partido socialista en
Campeche, por lo que, para los fines de la presente investigación y para no prestarse a con-
fusiones, se usará el nombre de Partido Socialista Agrario de Campeche.
214
Campeche, una ciudad en la península
Libertad’.4
Como se puede inferir del lema del partido, el gobierno ‘socia-
lista’ prestó especial atención a la tenencia de la tierra y al latifundio.
No obstante, cuando el afianzamiento del PSAC fue una realidad, su
influencia se palpó tanto en el campo como en la ciudad. Los con-
flictos laborales entre obreros y patrones también adquirieron impor-
tancia fundamental, sin dejar de lado la educación y la mayor parti-
cipación de las masas populares en el desarrollo político del estado,
como se analizará más adelante. Así mismo, fue importante el impulso
al sector femenino, a quien se le pretendía sacar de su ostracismo e
incorporarla —a través de ligas y la educación— en la construcción del
destino de los campechanos.
Hay que subrayar que este trabajo de investigación, además
de ser resultado de una consulta en el Archivo General de la Nación
(AGN), en el Archivo General del Estado de Campeche (AGEC) y de
la bibliografía existente acerca del periodo, se ha elaborado, prin-
cipalmente, a partir de la lectura del periódico Rojo Amanecer, que
fungía como órgano oficial de difusión del Partido Socialista Agrario
de Campeche (PSAC). A través del análisis de algunos de sus artículos,
reportajes y notas incluidas en sus páginas, se puede comprender lo
que los políticos campechanos entendían como socialismo, el orden
de sus prioridades de las temáticas sociales y su relación con el resto
del país.
4 Para mayor información en el tema, consúltese: Abud, Campeche, 1992, y Rodríguez, Cam-
peche, 2010.
216
Campeche, una ciudad en la península
presas y las relaciones que éstas mantienen con el entorno social; c) el origen y la formación
de los profesionales, así como sus inclinaciones políticas; d) las condiciones de trabajo en las
que los profesionales desarrollan su actividad y las particularidades de las tareas informa-
tivas de los mismos; e) la cultura profesional, las modas y las influencias de la época y f) la
coyuntura del denominado campo periodístico. Mompart, “Planteamientos”, 2000, p. 411.
7 Pérez-Rayón, México, 2001, p. 14.
8 Ibid, p. 25.
9 Álvaro Matute señala que la prensa es un fenómeno neto de las ciudades y que las so-
ciedades rurales y los pueblos pequeños no la necesitaban. Matute, “Prensa”, 1994, p. 64.
218
Campeche, una ciudad en la península
El Rojo Amanecer
Rojo Amanecer fue una publicación que contó con el respaldo del
gobierno socialista posrevolucionario en Campeche y que, a través
sus líneas, buscaba difundir el proyecto económico, social y político
de quienes conformaban dicha administración. El primer número de
Rojo Amanecer apareció en agosto de 1921 y su vida editorial conclu-
ye en 1934. Al parecer, la candidatura de Ramón Félix Flores a la gu-
bernatura fue la ocasión ideal para la fundación de un periódico que
promoviera su plataforma política y la del Partido Socialista Agrario
de Campeche.
Las oficinas del periódico se encontraban en la esquina de las
calles Pablo García y Colón, en el actual centro histórico de la ciudad
de Campeche. Se publicaba en cuatro páginas, salvo algunas excep-
ciones como aniversarios políticos nacionales y estatales, actos espe-
ciales, etc. El formato era de cuatro columnas, donde se insertaban
ilustraciones, xilograbados y clasificados cuya función era anunciar
eventos políticos, culturales y noticias relativas al socialismo campe-
chano. Mención aparte merece el hecho de que cuando eran tiempos
de elección, se colocaban retratos de los candidatos del PSAC en
primera plana, así como sus propuestas políticas.
Un análisis exhaustivo de Rojo Amanecer permite reconocer la
atención que se prestaba a los problemas políticos, económicos y so-
ciales que aquejaban a las clases trabajadoras de la entidad y del país,
en general. También, era importante efectuar una cobertura amplia y
efectiva de las elecciones estatales y municipales, pero una vez pasa-
dos estos periodos, los escritores del periódico se abocaban a difun-
dir críticas al sistema económico imperante en el mundo.
220
Campeche, una ciudad en la península
222
Campeche, una ciudad en la península
17 José M. Buaiz, “El socialismo no es sino…” Rojo Amanecer, 29 de octubre de 1921, año
I, núm. 10, p. 4.
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Campeche, una ciudad en la península
18 Un amigo ajeno, “La gente baja gobierna?”, Rojo Amanecer, 3 de diciembre de 1921, año
I, núm. 15, pp. 1 y 4.
19 Ibid
20 Ibid
21 Ibid
22 Ibid
23 Doeduard Ñape, “Los vencidos”, Rojo Amanecer, 10 de diciembre de 1921, año I, núm.
16, pp. 1 y 4.
24 Ibid
226
Campeche, una ciudad en la península
25 Ibid
26 Espartaco, “Nuestra tarea. Nos la imponemos voluntariamente”, Rojo Amancecer, 10 de
diciembre de 1921, año I, núm. 16, pp. 1, 3 y 4.
27 Ibid
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Campeche, una ciudad en la península
28 Ibid
29 Rojo Amanecer, agosto 12 de 1922, año II, núm. 28, p. 2.
30 Véase, May, Conflicto, 2001.
31 José Loría Ceballos, “Ante las verdades eternas”, Rojo Amanecer, 7 de agosto de 1923,
año III, núm. 94, p. 9.
32 Henry Barbusse, “La supresión de las clases”, Rojo Amanecer, 11 de marzo de 1922, año
II, núm. 28, p. 3.
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33 Ibid
34 Ibid
35 Eduardo Lectru, “La democracia”, Rojo Amanecer, 7 de enero de 1922, año I, núm. 19,
p.3 y 14 de enero de 1922, año I, núm. 20, pp. 2 y 4.
36 Ibid
37 Ibid
38 Ibid
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C o n c lu s i o n e s
Como se observa, el socialismo que se proponía en Campeche a ini-
cios de los años veinte era muy diferente a la idea común del socialis-
mo marxista o ruso, por ejemplo. La cooperación y la igualdad eran los
objetivos primordiales que perseguía el Partido Socialista Agrario de
Campeche, haciendo a un lado la intención de destruir la propiedad
privada. En ese sentido, se reconocía la imposibilidad de tal acción;
aunque, eso sí, se luchaba por la repartición equitativa de los bienes
entre todos los integrantes de la sociedad. Se perseguía que todos
los hombres disfrutaran de los frutos de su trabajo, dejando atrás la
explotación del hombre por el hombre.
En cuanto al área de la política, se proponía el establecimiento
de la igualdad entre los ciudadanos y la incorporación de las masas
populares en el diseño de las políticas a seguir por los gobiernos. Por
ello fue importante la creación de las Ligas de Resistencia, las cuales
agruparon a obreros, agricultores, profesores, marinos, tranviarios, en-
tre otros; encontrando en ese organismo un medio para expresar sus
problemas y buscar una solución.
Finalmente, a pesar de que este texto se concentró en lo que
se pensaba como socialismo en el periódico Rojo Amanecer, este no
es el único tema interesante susceptible de estudio. Incisos como el
39 Ibid
H e m e ro g r a f í a
Rojo Amanecer, 1921-1923, Campeche, Campeche.
R e v i s ta s
Covo, Jaqueline, “La prensa en la historiografía mexicana: problemas
y perspectivas”, en Revista de Historia Mexicana, El Colegio de Méxi-
co, núm. 3, enero-marzo, 1993, pp. 689-710.
Bibliografía
Abud Flores, José Alberto, Campeche: Revolución y movimiento so-
cial (1911-1923), México, INEHRM/UAC, 1992.
-------------------------, “Después de la Revolución (Los caciques y el nue-
vo Estado: en Campeche 1923-1943)”, Tesis de doctorado en Cien-
cias Políticas, México, UNAM, 2002.
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Ah-Kin-Pech, 1961.
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