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ACTUALIZACION DEL DICTAMEN MEDICO FORENSE

POR EMBRIAGUEZ *

María Dolores Sánchez Prada ** Ricardo Mora Izquierdo ***

INTRODUCCION

El auxilio pericial que continuamente brinda la Medicina Legal a la administración de


justicia, debe ser apreciado en su verdadero valor probatorio, por parte de los funcionarios
que laboran en esta área.

Los criterios para poder dar “mayor o menor” valor a las pruebas periciales se fundamentan
en el conocimiento actualizado que tenga el juez sobre los procedimientos científicos y
sobre las normas de ciencia médico – forense para cada actuación pericial.

En esta oportunidad trataremos sobre el dictamen de embriaguez, por ser la solicitud que
últimamente ha generado el mayor número de consultas, por parte de los funcionarios, a
las oficinas médico-legales, puesto que la confusión existente en la interpretación de esta
experiencia genera todo tipo de controversias que ameritan ser aclaradas.

En los procesos judiciales son múltiples los casos que relacionan de una u otra forma con
el estado de embriaguez de alguno de los sujetos implicados, pues es común en nuestro
medio que el licor sea el compañero indispensable de cualquier actividad social; se puede
llegar a afirmar que la intoxicación etílica es la única intoxicación aceptada socialmente a
nivel universal, debido a la gran distribución, comercialización y fácil adquisición de las
bebidas alcohólicas. Este fenómeno origina que ordinariamente cuando se habla de
“embriaguez”, se relacione esta situación con alcohol etílico, olvidando que existen
también muchas otras sustancias capaces de ocasionar un fenómeno de embriaguez en el
individuo que las utiliza.

Desde el punto de vista normativo, son también variadas las referencias que existen en el
Código Penal, en el código de Procedimiento Penal, en el Código de Tránsito y en los
códigos de Policía sobre el uso de alcohol y sustancias depresoras del Sistema Nerviosos
central y sobre el “estado de embriaguez”.

DEFINICION

En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española encontramos la definición de


embriaguez que dice: “ es la perturbación de las facultades mentales, causadas por la
abundancia con que se ha bebido vino u otro licor”. Esta definición pobre e incompleta
favorece a la comunidad considere casi como término sinónimos los de alcohol y
embriaguez y que pueda llegar a concluir, por lo tanto, que es imposible determinar la
embriaguez de un sujeto si no se conocen las cifras de concentración de alcohol en sangre.
En este trabajo pretendemos también aclarar este punto.

*
Trabajo presentado en las IX Jornadas Internacionales de Derecho Penal. Universidad externado de
Colombia, Bogotá. 1987.
**
Bacterióloga Universidad Javeriana-Medica Cirujana. Universidad Nacional. Profesora de Medicina Legal
en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia, Jefe de la sección de reconocimientos
forenses del Instituto de Medicina Legal de Colombia.
***
Médico cirujano Universidad Nacional. Especialista en Psiquiatría universidad Nacional. Profesor de
Medicina Legal de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional y en la Facultad de derecho de la
Universidad Santo Tomás. Profesor de Psiquiatría Forense del curso de Especialización en Derecho Penal de
la Universidad Externado de Colombia. Coordinador Científico Instituto de Medicina Legal de Colombia.
En el lenguaje técnico médico, la embriaguez se define como “estado de alteración
psicosomática producido por el uso o abuso de sustancias embriagantes”.

La redacción utilizada en nuestros Códigos Penal, Policivo, Militar, de tránsito, etc., es


clara en el sentido de señalar la ebriedad con el término exacto de embriaguez y
disposiciones como la derogada ley segunda de 1984, en su artículo 45, le han adicionado
el adjetivo de “aguda”, por lo anterior, la verdadera definición de embriaguez desde el
punto de vista médico-forense sería la siguiente: “embriaguez aguda es aquel estado de
alteración de las potencialidades psiquícas y somáticas, de carácter grave y de corta
duración en el tiempo, ocasionada por la ingestión uso o abuso de alcohol o cualquier
sustancia psicotrópica”.

El análisis de la definición anteriormente propuesta, permite concluir que la intoxicación


puede ser acusada por cualquiera de los psicofármacos, incluyendo el alcohol, postula que
las perturbaciones psíquicas, neurológicas y orgánicas en general para ser calificadas como
graves se deben poder detectar fácilmente en un examen médico general, que, como medio
científico puede evaluar entre cosas las capacidad del individuo para realizar labores de
cuidado y trabajos de precisión. Estas alteraciones deben ser de carácter transitorio, puesto
que se exige en la definición que sean “agudas” y como ya se mencionó anteriormente,
pueden ser ocasionadas por cualquier sustancia que intoxique el Sistema Nervioso central.
En nuestro medio el tóxico que aunque los últimos años se ha detectado un incremento
notable de la embriaguez cocaína, marihuana y barbitúrica.

Por las consideraciones anteriores, el médico –forense debe aplicar sus conocimientos
clínicos para detectar y evaluar el estado de embriaguez, puesto que esta es una situación de
intoxicación que tiene diversos grados e intensidades y su diagnóstico debe realizarse como
en cualquier caso típico de intoxicación aguda, mediante un examen físico y luego,
dependiendo de los resultados del mismo, el médico determinará si se necesitan o no
exámenes paraclínicos complementarios. Este es el procedimiento recomendado y
utilizado en el Instituto de Medicina Legal, en donde se ha podido comprobar que el 90%
de los ebrios son intoxicados por alcohol etílico.

El hecho de que en Colombia exista una gran proporción de delitos cometidos bajo la
influencia del alcohol.

Y que no sean raros los hallazgos de altas concentraciones de alcohol en la sangre de los
occisos que llegan al Instituto de Medicina Legal para que se les practique la necropsia
forense, nos obliga a tratar detalladamente el tema de etanol, su absorción, distribución,
metabolismo, eliminación y efectos que causa en el cuerpo humano, para de esta manera
poder comprender claramente los procedimientos periciales y lograr la correcta
interpretación de los resultados del dictamen forense.

TOLERANCIA

Cuando se estudian los efectos del alcohol en el organismo, es indispensable tener presente
el fenómeno llamado tolerancia, definido como “aquella capacidad del organismo para
asimilar cada vez una mayor cantidad del fármaco, experimentando los mismos efectos”.
Esto significa que adultos habituados al uso del alcohol, sólo presentan signos clínicos de
embriaguez cuando han ingerido cantidades importantes de licor, mientras que los sujetos
no acostumbrados a beber, cuando lo hacen, presentan la sintomatología de la embriaguez
alcohólica con dosis bastante más pequeñas que las usadas por los individuos tolerantes.

En cuestiones médico – legales, esta tolerancia orgánica de etanol, tiene implicaciones


importantes, pues es pecisamente por este fenómeno, que la correlación entre los signos
clínicos de la intoxicación etílica y los niveles de alcohol en sangre (alcoholemia), no es
siempre constante, pues se ve modificada de acuerdo con la susceptibilidad personal del
sujeto.
Vale la pena extendernos un poco más en esta explicación: adultos normales, o sea
bebedores ocasionales, al contacto con el alcohol presentan una serie de manifestaciones,
cuya intensidad es directamente proporcional a la cantidad de licor ingerido. Con base en
lo anterior se han adelantado estudios científicos que clasifican los estadios o grados de la
embriaguez teniendo en cuenta los niveles de alcoholemia. Autores como Ladd y Gibson,
trabajaron extensamente sobre la intoxicación alcohólica y elaboraron una tabla
alcoholimétrica que lleva su nombre, la cual fue utilizada como base para dosificar la
sanción en las contravenciones de tránsito, hasta enero de 1986, cuando la ley 33 de ese año
la abolió.

Actualmente la clasificación de la embriaguez se hace teniendo en cuenta la intensidad de


las manifestaciones clínicas que se puedan correlacionar con determinadas cifras de
alcoholemia y es así como tenemos los cuatro estadios de la intoxicación.

a) Embriaguez Leve, denominada de primer grado, en la cual se encuentran niveles de


alcoholemias entre 50 y 149 miligramos por ciento.
b) Embriaguez moderada o de segundo grado, con cifras de alcoholemia entre 150 y 299
miligramos por ciento.
c) Embriaguez severa o de tercer grado, que reporta cifras de 300 a 399 miligramos por
ciento y
d) Embriaguez grave o de cuarto grado, con cifras superiores a los 400 miligramos por
ciento. Niveles de alcoholemia superiores a los 500-600 miligramos por ciento son
letales para el organismo humano.

Gracias al fenómeno de la tolerancia se ha podido comprobar que dos sujetos con iguales
cifras de alcoholemia, por ejemplo 80 miligramos por ciento no siempre presentan el
mismo grado de embriaguez. Los bebedores ocasionales, que no han desarrollado aún
tolerancia presentarán con estas cifras de alcoholemia mayor cantidad de signos d
embriaguez que aquellos bebedores habituales (tolerantes), quienes escasamente
presentarán algunos signos leves, o inclusive puede darse el caso que no presenten signos
clínicos de la embriaguez.

Además de lo anterior, tal como se postuló al comienzo del artículo, el individuo puede
embriagarse con un variado número de sustancias diferentes al alcohol. Como es obvio, en
estos casos, los niveles de alcoholemia serán negativos.

Por todo lo anterior se recomienda que la valoración pericial para dictaminar embriaguez se
realice mediante un cuidadoso examen físico, registrando los signos clínicos del examinado
y únicamente en casos específicos, a criterio del perito, se deben tomar muestras de sangre
para determinar alcoholemia.

Este criterio evita ciertos problemas en la interpretación de los resultado de las muestras de
sangre enviadas indiscriminadamente al laboratorio, puesto que los signos clínicos que
presenta una persona tolerante, es decir, el estado de embriaguez, que tiene es diferente al
que puede presentar una persona no tolerante, aunque las cifras de alcoholemia sean
bastantes similares en los dos.

En general puede aceptarse que niveles de alcoholemia entre 50 y 100 miligramos permitan
sospechar la presencia de embriaguez. Cifras mayores de 100 miligramos por ciento de
alcoholemia, son conclusivas de embriaguez. Lo anterior debido al hecho de que por más
tolerante que sea un individuo es imposible que se pueda asimilar, sin presentar signos
clínicos, cifras superiores a los 100 miligramos por ciento de alcohol en sangre.

EFECTOS DE ALCOHOL EN EL ORGANISMO

El etanol causa efectos muy variados y amplios sobre el organismo humano, puesto que
alcanza todos los órganos y tejidos corporales, pero como el objetivo de este escrito es
aportar información sobre la técnica del examen médico- legal, nos limitaremos a
mencionar aquellos efectos psicosomáticos cuya manifestación clínica permite al perito
evaluar la embriaguez del sujeto y determinar el grado de la misma.

Las alteraciones presentes en los cuadros de intoxicación alcohólica aguda se detectan en


tres áreas principales denominadas área psíquica, neurológica y general.

Las primeras manifestaciones de la intoxicación alcohólica se detectan en el aérea


psicológica, por impregnación de corteza cerebral del lóbulo frontal, si la ingesta continúa
se afectan los lóbulos parietales, temporales, occipital, cerebelo y médula espinal. En
cualquier caso, el alcohol se comporta como una sustancia depresora del Sistema Nerviosos
Central, tanto que cuando hay sobre- dosificación lleva al coma y a la muerte por paro
respiratorio. Paradójicamente por los efectos psicológicos iniciales, muchas personas creen
que el alcohol es un estimulante, pues a dosis bajas se presentan tempranamente efectos
como reducción de la tensión, euforia y breve descarga de las inhibiciones . Los efectos a
nivel del área psíquica se pueden manifestar de manera diferente en cada individuo,
dependiendo de su temperamento y de la circunstancias que rodean el momento. Por esta
razones no es posible predecir la conducta de un individuo que se expone al alcohol. Con
los primeros ascensos de los niveles de alcohol, se presenta sensación de confort, gozo y
vivacidad , pero a medida que aumenta la impregnación se inician otros fenómenos menos
deseables como son la locuacidad o logorrea, las manifestaciones pendencieras y/o
amorosas para luego dejar paso a la depresión manifiesta generalmente por somnolencia y
en lagunas ocasiones por sentimientos de tristeza y lentificación de la actividad motora.
También disminuye la capacidad de reflexión, de atención y observación. El humor
usualmente es poco controlado y se pueden presentar característicos sentimientos de
tristeza injustificada, desamparo, menorvalía o inclusive agresividad.

Resulta fácil entender que esta sintomatología es de difícil evaluación dentro del esquema
de la peritación médico-legal, si se tiene en cuenta que algunos de estos signos pueden ser
controlados voluntariamente por el examinado, sobre todo en su presentación inicial. Por
otra parte el perito médico, no tiene antecedentes sobre el comportamiento, el lenguaje y la
forma de ser del sujeto que está examinando, por el contrario el examen pericial para
embriaguez resulta en la mayoría de los casos, el primero y el único contacto del
examinado con el perito. Teniendo en cuenta lo anterior y en vista de la dificultad para
evaluar estos signos y para apreciarlos objetivamente, aconsejamos que se les de a los
mismos un valor relativo y que aunque deben anotarse dentro del dictamen forense, no se
utilicen para sacar conclusiones sobre la presencia de embriaguez ni el grado de la misma.

Algunos investigadores que han estudiado los efectos cuantitativos del alcohol, demuestran
que las manifestaciones de la intoxicación alcohólica a nivel del Sistema Nervioso Central
son las más útiles en la valoración de un individuo que ha ingerido alcohol.

Tanto las respuestas motoras como las sensoriales y sensitivas se ven afectadas
dependiendo de la concentración de alcohol en sangre y el umbral de susceptibilidad del
sujeto.

En realidad las alteraciones neurológicas son las que incapacitan más seriamente a un
individuo para realizar labores de responsabilidad y de cuidado, como sería conducir un
vehículo automotor. La impregnación de alcohol en el cerebro, ocasiona perturbaciones que
al comienzo son discretas pero que luego, dependiendo de la cantidad de licor ingerido se
van manifestando cada vez con mayor intensidad. En adultos normales los signos de
alteración neurológica pueden empezar a ser manifiestos con cantidades de 50 miligramos
de alcohol en sangre. Con estas cifras de alcoholemía se altera primordialmente la
capacidad de coordinar movimientos, sobre todo aquellos que exigen precisión en su
realización. Este signo se denomina incoordinación motora. El perito se puede valorar en
un examen este signo, mediante pruebas clínicas que califica como leve, moderada o
severa, según la intensidad con la cual se presente la mencionada incoordinación motora.
El test digital, el test de Golden o el test de Bourden, permiten evidenciar la incoordinación
motora leve que corresponde al primer grado de embriaguez aguda; los test de movimientos
rápidos alternos califican la incordinación motora moderada y la marcha sirve para evaluar
la incoordinación motora severa.

Con cifras superiores a los 50 miligramos, por ciento de alcohol, se produce en el cerebro
una influencia vasomotora, sobre el equilibrio de los centros funcionales vestibulares del
tronco cerebral, que se evidencia con la presencia del nistagmus postural. El término
nistagmus se refiere a un movimiento involuntario horizontal de los globus oculares como
respuesta refleja a un estímulo. En este caso el perito produce el estímulo consistente en
hacer girar al paciente sobre un propio eje, en movimientos de rotación, a una velocidad
máxima de cinco vueltas en diez segundos, para que posteriormente fije su mirada en un
objeto colocado a veinte centímetros de su nariz (veinte centímetros de distancia focal). Si
el examinado está bajo la influencia del alcohol, presentará un movimiento ocular
horizontal que se clasifica de leve a intenso. El nistagmus postural es un signo clínico al
que debe dársele gran credibilidad, desde que la prueba esté correctamente realizada, puesto
que por ser una respuesta refleja (involuntaria), no es posible evitarla ni tampoco
precipitarla voluntariamente, El examen clínico se continúa con la observación del
equilibrio y de la marcha, lo cual se denomina técnicamente como observación del polígono
de sustentación.

Cuando el examinado está embriagado, separa sus pies para caminar, para lograr así
mantener el equilibrio, lo cual ocasiona una marcha tambaleante (atáxica). Este signo se
anota en el reporte pericial como “ aumento del poligono de sustentación”, de carácter
discreto o evidente según la intensidad del mismo.

Otro signo que se evalúa durante el examen clínico por embriaguez es la dificultad en la
pronunciación de las palabras, llamado disartría. Es producto de la incoordinación de los
movimientos linguales, necesarios para la articulación correcta de la palabra.

Los hallazgos hasta aquí descritos son suficientes para evaluar el estado de ebriedad del
examinado, no obstante lo anterior, se presenta muchas otras alteraciones neurológicas a
saber: hay una lentitud en la respuesta refleja generalizada, la sensopercepción se altera, se
disminuye la agudeza visual y auditiva, hasta en un 35% en el primer período de la
embriaguez, se pierde progresivamente la visión periférica al igual que la capacidad de
convergencia ocular voluntaria y si la embriaguez es avanzada se puede presentar “
diplopia”. (visión doble). En general se observa que el ebrio, por la interferencia que hace
el alcohol en la conducción eléctrica de los nervios periféricos, lentifica sus movimientos y
las respuestas motoras. La intoxicación alcohólica también puede ocasionarle analgesia. El
alcohol puede causar otros efectos depresores como alteraciones en el estado de la
conciencia que fluctúan desde la somnolencia, la obnulación y la confusión hasta el estupor
y el estado de coma. En la situación de ebriedad avanzada, es característico encontrar a un
individuo incapaz de responder a los estímulos medio.ambientales, y si la dosis ingerida fue
muy elevada se puede ocasionar estado de coma e inclusive la muerte por parálisis
respiratoria de nivel central.

El dictamen para valorar si una persona está o no embriagada, debe entonces explorar
fundamentalmente el área neurológica, puesto que en conjunto esta signología es
específica, constante, e independiente de la voluntad del examinado, lo cual es de gran
valor y credibilidad diagnóstica.

En cuanto al área general se refiere, por ser las sustancias alcohólicas tan solubles en el
organismo humano, pueden penetrar e impregnar todos los aparatos y sistemas orgánicos,
dando efectos en variados sitios. Es así como el embriagado tiene un aspecto, o facies
característica: pupilas de diámetro aumentado (midriasis), ojos rojos (vasodilatación
conjuntival), rubicundez facial (Vasodilatación Cutánea), que consideramos en conjunto,
sirven como signos de apoyo complementarios para el diagnóstico de la embriaguez, de la
misma forma que lo hace el aliento alcohólico o tufo. Aunque el alcohol puede ocasionar
muchas otras alteraciones orgánicas, como aumento en la diuresis, náuseas, vómito, etc, no
es indispensable la comprobación de estas durante el examen pericial por ser síntomas de
poca objetividad.
CORRELACION CLINICA

Con los conceptos teóricos explicados anteriormente, se puede realizar un resumen que
correlaciones la signología clínica con el diagnóstico médico de la embriaguez en la
siguiente forma:

a) si el examinado presenta aliento alcohólico, incordinación motora leve, aumento


discreto del polígono o sustentación y nistagmus postural se le calificará como una
embriaguez aguda de primer grado, la cual puede o no estar, acompañada de otros
signos que no es tan indispensable determinar.

b) Si se observa un sujeto con el aliento alcohólico, incoordinación motora moderada,


aumento evidente del polígono de sustentación, nistagmus postural y disartria, se le
diagnosticará como segundo grado de embriaguez aguda.

c) El tercer grado de embriaguez es un estadio tan deteriorante que ocasiona alteraciones


depresoras severas en el Sistema Nervioso Central como estupor, incoordinación
motora severa, imposibilidad para la marcha y otros signos que hacen fácil este
diagnóstico.

d) El cuarto grado de embriaguez se caracteriza por presentar una depresión neurológica


tan severa que el sujeto se encuentra en estado de coma.

ALCOHOLEMIA

Tal como se ha mencionado anteriormente, se denomina alcoholemia a la determinación de


la cantidad de alcohol que se encuentra en la sangre circulante. Se expresa en cifras de
miligramos de alcohol por ciento o en gramos de alcohol por mil (mg% o g%). La
alcoholemia es la prueba técnica que podría remplazar el examen clínico en los casos en los
cuales no es posible realizar este, ya sea porque se trata de un cadáver o de una persona
politraumatizada, enyesada o inconsciente, quien no puede colaborar con la exploración
semiológica descrita.

La alcoholemia informa la cantidad de alcohol que hay en el organismo, pero no puede


reportar la intensidad de los efectos concretos que este alcohol ha producido en la persona
efectos que son diferentes de acuerdo al umbral de tolerancia individual del sujeto.

Al tener en cuenta el cuadro clínico y cada uno de los estadios descritos, se puede hacer un
cálculo aproximado de la cantidad de alcohol presente en un individuo, tal como se anotó
anteriormente.

La alcoholemía se solicita con criterios definidos para complementar el diagnóstico clínico,


sobre todo en aquellos casos en donde hay alguna patología neurológica sobreagregada que
hace difícil el diagnóstico, cuando por diversas razones el paciente no colabora con la
práctica de las pruebas clínicas o cuando los hallazgos son dudosos.

La cantidad de sangre que se necesita para realizar la prueba química, oscila entre 5 y 7 c.c.
deben tomar ciertas precauciones como por ejemplo, no realizar la limpieza del área de
punción con antisépticos que contengan alcohol, pues hay algún riesgo de contaminar la
muestra, se debe adicionar una sustancia anticoagulante y preservativa para evitar la
contaminación bacteriana ya que el crecimiento y metabolismo de las bacterias puede
producir alcohol por fermentación adulterándose la muestra; se aconseja el uso de fluoruro
de sodio (F/Na) que cumple muy bien estas funciones. Es recomendable que la sangre
permanezca refrigerada hasta que sea procesada en el laboratorio.

El resultado es reportado en concentraciones de mg% y se debe interpretar teniendo en


cuenta los factores señalados de tolerancia y las tablas de correlación clínico.- toxicológicas
ya enunciados, sin olvidar que las cifras que oscilan entre 50 y 100 mg% son de difícil
interpretación.

METODOS INDIRECTOS PARA DETERMINAR LA ALCOHOLEMIA

Ya se mencionó cómo el alcohol es excretado por la respiración, y también se explicó que


se ha calculado una constante que permite determinar que la relación entre la alcoholemia y
la cantidad de alcohol en el aliento son directamente proporcionales, de tal forma que si se
conoce la cantidad de alcohol contenida en un litro de aire espirado, se calcula entonces la
concentración de alcohol presente en la sangre, teniendo en cuenta el coeficiente de
repartición; este es el fundamento que permite el uso de lo varómetros.

A medida que la tecnología avanzada estos métodos se han ido perfeccionando, se inició su
uso son los conocidos borrachómetros o alcotest que informaba de manera cualitativa si
existe o no alcohol en el vaho del examinado; hasta las actuales que incluyen micro-
computadores que permiten saber cuantitativamente la concentración de etanol presente
informada en mgr%. La descripción de estos instrumentos no es el objeto del presente
escrito.

Vale la pena aclarar que estos instrumentos funcionan con base en la propiedad reductora
del etanol, por lo cual no son específicos sólo para esta sustancia, con la posibilidad de dar
falsos resultados, cuando son utilizados con otros compuestos reductores, como el humo del
cigarrillo, gasolina, etc. motivo por el cual la interpretación de resultados puede ser
discutible dentro de los procesos judiciales.
..
..
.. NUEVOS CONCEPTOS MEDICO LEGALES
.. SOBRE EL DICTAMEN DE LESIONES PERSONALES
..
María Dolores Sánchez Prada*

RESUMEN

Se propone una nueva definición de incapacidad médico-legal, teniendo en cuenta además


de elemento de reparabilidad, el de gravedad de lesión, para que el perito pueda actuar en
concordancia con la voluntad del legislador.

Igualmente se proponen algunas ideas respecto a la valoración de secuelas médico –


legales, las cuales serán de utilidad para los profesionales que deben laborar en esta área de
Medicina Legal.

La investigación del delito de “lesiones personales” encuentra una valiosa prueba en el


reconocimiento médico –legal, pues en este documento se plasma la evidencia de la
infracción penal, pudiéndose afirmar que este dictamen “materializa” el delito. El bien
jurídico en este caso “integridad personal” se encuentra vulnerado y es precisamente en el
informe pericial donde se señala la naturaleza de la lesión y la gravedad de la misma que
son los elementos fundamentales que le permiten al juzgador conocer la magnitud del
hecho punible y ajustar sus decisiones punitivas a la realidad procesal.

De la “incapacidad para trabajar o enfermedad” nos encontramos aquí uno de los conceptos
fundamentales de la pericia médica en el dictamen de “lesiones personales”. El legislador
en su sapiencia quiso graduar la punibilidad del actor, haciendo corresponder las penas
menores a las lesiones más leves y de menor compromiso vital, a la vez que reservó las
penas mayores para las lesiones más severas y de mayor gravedad; cuestión que quedo
plasmada en el texto del artículo 332 que a la letra dice “incapacidad para trabajar o
enfermedad” “ si el daño consiste en incapacidad para trabajar o enfermedad que no pase de
30 días, la pena será arresto de 2 meses a 2 años y multa de cien a un mil pesos. Si pasare
de 30 días sin exceder de 90, la pena será de 6 meses a 3 años de prisión y multa de un mil
a cinco mil pesos. Si pasaré de 90días, la pena será de 18 meses a cinco años de prisión y
multa de un mil a diez mil pesos”, entonces, el concepto de “incapacidad” debe manejarse
con claridad meridiana, pues es el lenguaje indirecto que el perito utiliza para informar al
juez sobre la magnitud del hecho punible, por lo tanto el médico forense no sólo debe tener
como criterio para fijar la incapacidad, el aspecto meramente clínico de la reparación
biológica de una lesión sino que su dictamen debe comprender el aspecto jurídico para ser
consecuente con la intención del legislador.

Una de las causas que genera interpretaciones erróneas en cuanto a las conclusiones de este
dictamen en lo referente a la incapacidad, es la redacción ambigua que utilizó el legislador
al encabezar el artículo 332 del Código Penal, así: “Incapacidad para trabajar o enfermedad
“que permite hacer dos interpretaciones diferentes. Primero, puede ser que al utilizar la
conjunción “o” infiera que el término “incapacidad para trabajar” es sinónimo de
“enfermedad”, cuestión esta que no resiste una crítica juiciosa pues es evidente que estos
términos no significan lo mismo, “incapacidad para trabajar” es el tiempo en que por
alteración orgánica o mental, el sujeto no puede desempeñar en su actividad laboral, en
cambio, “enfermedad” es un estado de alteración en la salud orgánica o mental de carácter
leve, moderado puede afirmar que una lesión leva, la cual ocasiona a un tejido un tiempo
corto de enfermedad, no incapacita en ningún momento al sujeto en su desempeño laboral.

Por lo anterior es obligante optar por la segunda interpretación, para la cual ubicaremos la
norma dentro del contexto legal. El título 13, capítulo segundo, del ordenamiento penal,
*
Médico Forense- Instructor Asociado facultad de Medicina U. Nacional, Jefe de Reconocimientos Médicos.
Instituto de Medicina Legal.
tutela el bien jurídico denominado “integridad personal. El artículo 332 que se refiere a la
“incapacidad para trabajar o enfermedad”, no protege el derecho al trabajo ni la capacidad
laboral, por lo que la designación “incapacidad para trabajar” no se refiere a la ejecución de
un “trabajo laboral”, sino debe interpretarse como referente al desarrollo de un “trabajo
funcional” de un tejido. De esta manera la conjunción “o” estará bien utilizada, pues ahora
sí se puede afirmar que la incapacidad de un tejido para desempeñar su “trabajo funcional”
normal y pleno se puede homologar el término enfermedad . Si la interpretación de los
términos anotados, no fuera esta última, ¿Qué pasaría con el desempeño o el menor de edad
que no trabaja y fuesen víctimas de una lesión personal? ¿ No ameritarían incapacidad para
trabajar? Con la interpretación hecha en segundo lugar no existe ninguna duda respecto a la
respuesta, es evidente que si sus tejidos fueron lesionados, necesitarán un tiempo para
recuperarse, que el perito fija sin tener en cuenta la situación laboral del lesionado.

Este punto de vista lo aclaró el legislador cuando en la reforma al código Penal de 1980,
sería una buena oportunidad para despejar plenamente estas dudas, si se utilizara en el
artículo 332 la denominación de “incapacidad médico –legal o incapacidad penal”, que la
diferenciaría completamente de la “incapacidad para trabajar” o “incapacidad laboral”.

INCAPACIDAD MEDICO LEGAL

En aras de la claridad y después de lo ya expuesto, en adelante utilizaré el término


“Incapacidad médico legal”.

Cuando un sujeto es víctima de una agresión física o psíquica, desde el punto de vista
medico y jurídico se ve expuesto a dos consecuencias: la primera sería el tiempo de
incapacidad y la segunda las secuelas, agrupadas por el legislador en los artículos 33 y
siguientes del Código Penal.

Tradicionalmente se ha definido la “incapacidad médico – legal” como el tiempo expresado


en días, que tarda un tejido lesionado para lograr su recuperación biológica primaria”, en
muchos casos esta definición basada en elementos meramente clínicos, se ajusta a la
realidad procesal pero en no pocos casos se queda corta y no satisface la intención punitiva
que tuvo el legislador al utilizar el tiempo de la incapacidad como medida indirecta de
dosificar la sanción según se tratara de un ataque menor o mayor a la integridad personal
del ciudadano.

Esta consideración obliga al médico forense a fundamentar su concepto de incapacidad en


dos criterios objetivos que serán los pilares esenciales de la peritación; el tradicional ya
mencionado: el tiempo que gasta un tejido para repararse, y el otro que tiene que ver con el
propósito de la norma de utilizar la incapacidad como se denominaré “gravedad de lesión”,
que traducida al lenguaje “días de incapacidad” sería así: el ataque leve a la integridad
personal se manifiesta con incapacidad menor de 30 días que se sanciona con penas
menores: arresto de 2 meses a 2 años y multa de cien a mil pesos; pero si la lesión
compromete seriamente la integridad del sujeto de incapacidad será mayor de 30 días y
acarreará penas mayores. Prisión de 6 meses a 3 años y aún más, si esta incapacidad es
mayor de 90 días el tiempo de prisión aumentará hasta cinco años.

Estos dos criterios “tiempo de reparación” y “gravedad” de la lesión los debe tener en
cuenta el médico legista para emitir un concepto útil a la administración de justicia, pues si
olvida uno de ellos, es posible que emita una conclusión errada. Esta situación la ilustraré
mucho mejor con un ejemplo: si una persona recibe una herida profunda en el músculo
cuadriceps del muslo, amerita una incapacidad propia de tejidos blandos, pues se calcula
que se reparará antes de 30 días, además se trata de un daño corporal que no pone en
peligro la vida del lesionado ni la vitalidad de sus órganos o miembros por lo que se
confirma la incapacidad menor de 30 días. Pero si se tratase de esa misma herida en otro
músculo, en este caso el miocardio, la situación cambia, pues a pesar de que el músculo
cardiaco también es tejido blando y logrará su recuperación biológica en tiempo menor de
30 días, la gravedad de la lesión y la magnitud del compromiso vital obligan a fijar una
incapacidad superior a los 30 días.

Lo anterior hace perfectamente válida la proposición de ampliar la tradicional definición de


incapacidad médico-legal, incluyendo el elemento “gravedad”, de lo cual resultaría que el
término “incapacidad médico –legal” denota: “Tiempo expresado en días, que fija el
médico perito, teniendo en cuenta la duración y gravedad de la lesión”.

La “duración de la enfermedad” (para utilizar idéntico lenguaje al usado en el artículo 363


del C.P.P.) debe interpretarse como el tiempo que tarda un tejido lesionado en lograr una
reparación biológica primaria, y “gravedad” denota: la magnitud, compromiso, riesgo y
severidad de la lesión.

SECUELAS MEDICO LEGALES

Se ha enunciado que la segunda consecuencia de una lesión personal es la secuela, definida


desde tiempo atrás, como “aquella alteración en la forma y/o en la función, que persiste una
vez cumplido, el tiempo de incapacidad”.

Considero que también este concepto debe adecuarse un poco más a la realidad, con los
siguientes comentarios. Si bien es cierto que a las alteraciones que perduran después que el
tejido lesionado se ha reparado, la lengua española las denomina secuela, esto no siempre
es valido para la aplicación del término jurídico en la medicina legal. La práctica forense
nos expone continuamente ante la decisión de calificar o no como secuela aquella
alteración que observamos al día siguiente de cumplida la incapacidad y que sabemos
desaparecerá en un corto tiempo. Esta situación presenta dos opciones: Primera: aumentar
el tiempo de incapacidad hasta la desaparición total y completa de la lesión. Segunda:
Dictaminar esa alteración como una secuela de carácter transitorio. Cualquiera de estas dos
salidas no tendría problema alguno si fuésemos únicamente médicos clínicos y aplicáramos
las definiciones tradicionales.

Pero recordemos que no podemos obviar el contenido de la norma ni la intención punitiva


de ésta, y es precisamente esta connotación la que dificulta al perito tomar la decisión.
Nuevamente utilizaré un ejemplo para ampliar el concepto: una persona recibe en una
agresión algunas escoriaciones (rasguños) en las mejillas, al ser valorada por el perito se
considera que se trata de una lesión de carácter leve que tardará unos cinco (5) días en
repararse. Efectuamos el segundo reconocimiento el día número 8 después de los hechos y
observamos que aunque la lesión se reparó, aún sigue el tejido en proceso de recuperación,
pues vemos las cicatrices en plena evolución: hipocrómicas y con eritema subyacente.

Al momento de este examen se pueden calificar de ostensibles y notorios pero conociendo


cuál es la evolución natural de esa lesión lo más probable es que en dos semanas habrá
desaparecido la cicatriz sin dejar huella. Entonces fijamos a una sencilla lesión que carece
de toda gravedad 30 días o más de incapacidad, para de esta manera cubrir la resolución
total de la lesión? La respuesta que salta a la vista es NO, pues no estaríamos
contradiciendo con los conceptos que antes expresamos. ¿optamos por la alternativa y
calificamos como secuela de “deformidad física en el rostro de carácter transitorio” esa
lesión tan leve? Si aplicamos para esta deducción los mismos elementos discutidos sobre la
magnitud del delito y el criterio de gravedad de la lesión y punibilidad (que en este caso
según el artículo 333 del C.P. sería una pena y de prisión que excede de 9 años) la respuesta
lógica también sería NO:

Esta situación se resuelve adoptando los siguientes criterios: El tiempo de duración de una
lesión se refiere al número de días que necesita el tejido para lograr su reparación primaria
que no incluye todo el período necesario hasta la resolución absoluta, sino únicamente el
tiempo indispensable para que haya acumulación y proliferación de fibroblastos dentro del
tejido conectivo con regeneración y queratización de la superficie, tal como lo menciona el
doctor Ricardo Mora Izquierdo en su artículo sobre actualización del dictamen de lesiones
personales, es a ese período al que llamamos tiempo de reparación y lo utilizamos como
uno de los criterios para dictaminar la incapacidad médico –legal. El fenómeno biológico
de evolución de la cicatriz lo denominaré tiempo de recuperación, corresponde al período
de observación de la evolución que no se traduce ni como incapacidad ni como secuela,
pues no es ni una cosa ni la otra, es el período de latencia durante el cual la lesión se
recobra en una alteración importante, indicativa de gravedad respecto del daño de la
integridad personal.

Es difícil señalar el número de días exacto para llamarlo tiempo de recuperación u


observación, pero intentaremos hacerlo con elementos de juicio diferentes para las secuelas
estéticas y para las secuelas funcionales.

Primero: El concepto de maduración de la cicatrización sería útil para tenerlo en cuenta


como tiempo de observación después de que se ha logrado la unión de los bordes de la
herida y por un tiempo aproximado de un mes la cicatriz queda constituida en tejido
conectivo aún vascularizado, pero sin infiltrado inflamatorio, y este es el período que
podríamos utilizar para observar la cicatriz y después de ello definir si se trata o no de una
secuela,

En casos como el mencionado el perito dictamina emitiendo su concepto sobre la


incapacidad definitiva y anotando al juez que debe enviar al lesionado nuevamente al cabo
de los 30 días, para valorar con objetividad la ostensibilidad de la alteración estética y
poder determinar si hay o no una deformidad física.

Al realizarse este segundo dictamen (después del mes) se valora nuevamente la alteración y
si persiste su notoriedad se dictaminará la secuela. Pero aún después de este lapso de
observación, no siempre es fácil conocer con certeza el carácter transitorio o permanente de
ella, motivo por el cual se dará un plazo no menor a 3 meses, necesario para poder saber si
esta deformidad con el sólo paso del tiempo desapareció o perdió sus características
ostensibles, o si por el contrario las conserva alterando en manera importante la estética,
simetría y belleza del sujeto.

Segundo: Cuando la lesión altera una función, el tiempo de recuperación sería el necesario
para observar si esa dificultad funcional es realmente secuela o corresponde al período que
requiere ese órgano o miembro para recobrarse de la inmovilización o del tratamiento
médico quirúrgico. Este caso también debo ilustrarlo con un ejemplo: Si la lesión consiste
en una fractura de antebrazo la incapacidad médico – legal es de 60 días, tiempo que puede
coincidir con el período en que el miembro superior estará inmovilizado con yeso. Si
valoramos por segunda vez a este sujeto el día número 61, cuando apenas hace 2 o 3 días se
retiró el yeso, observamos que tiene limitaciones para el movimiento, lo que de ninguna
manera indica que existe una perturbación funcional de la extremidad, pues es necesario
conceder el llamado “tiempo de recuperación” que podrá ser también de unos 30 días para
que la función se rehabilite y después de esto sí sabremos si existe o no la alteración.

Para valorar la presencia de la secuela, pasado el tiempo prudencial de la recuperación y


teniendo siempre presente el criterio gravedad, se debe tener en cuenta lo recomendado por
los ilustres maestros de la medicina legal en el sentido de sopesar la importancia de la
alteración, la cual debe ser “ostensible” en el caso de lo estético y realmente “limitante” en
el caso de lo funcional.

Se puede afirmar con base en lo anterior que no toda cicatriz constituye una deformidad, al
igual que no toda disfunción se dictamina como perturbación funcional.

Otro cuestionamiento que afrontamos en lo relativo a la fijación de la incapacidad y


secuelas médico- legales, se presenta cuando el lesionado es sometido a tratamiento
quirúrgico para manejo del trauma del que se ha sido víctima. La pregunta que de
inmediato surge es la siguiente: “¿El tiempo de recuperación de la cirugía se tiene en cuenta
para aumentar la incapacidad penal?, ¿cómo influye la cirugía con respecto a las secuelas?.
Para aclarar este planteamiento debemos distinguir los objetivos del manejo quirúrgico que
para este caso son dos: uno el de la cirugía que se efectúa para tratar la lesión, mejorarla y
de esta manera disminuir el riesgo de que genere secuelas. El otro constituye la cirugía que
se realiza para manejar una secuela ya establecida, con intención de disminuirla o
mejorarla. Si es posible establecer esta diferencia, lo aconsejable es que el tiempo de
reparación post-quirúrgico en el primer evento, se incluya dentro de los términos de
incapacidad médico-legal, pero en el segundo caso la reparación post-quirúrgica constituye
por sí misma una secuela que podría ser transitoria o permanente de acuerdo con los
resultados finales. Para ilustrar estos conceptos recurriré nuevamente al ejemplo: el
agredido recibe una lesión en abdomen que compromete el colon, el tratamiento consiste en
practicar una cirugía que aboca un extremo del colon a la pared abdominal (colostomía)
orifico que permanecerá abierto durante dos o tres meses, tiempo después del cual será
sometido a segundo acto quirúrgico y cerrará definitivamente las heridas intestinales. Aquí
se fijará una incapacidad que cubre el tiempo de reparación primaria de la lesión y la
generada por el tiempo de recuperación de la primera cirugía, que de acuerdo con su
gravedad será más o menos de 40 días. El tiempo de reparación de la segunda cirugía
estará incluido en la escuela “ perturbación funcional del órgano” que en este caso será de
carácter transitorio; o sea, la incapacidad de 40 días incluye el tiempo de reparación que
necesita el tejido lesionado por repararse de la lesión primaria y la cirugía que se efectuó
para manejarla. La segunda cirugía se realizó para tratar la secuela de perturbación
funcional del órgano de la digestión, que hubiese sido de carácter permanente si jamás se
hubiese realizado el segundo acto quirúrgico.

Es válido otro ejemplo: Un individuo sufre una herida de antebrazo que secciona un
tendón, el manejo que se eligió es realizar una tenorrafia (sutura de tendón, 10 días después,
cuando el proceso inflamatorio haya desaparecido. Este paciente tendrá su miembro
inmovilizado durante un período de cuatro semanas. Si consideramos que la cirugía se
efectuó para corregir la escuela inherente a la sección tendinosa, tendremos que dictaminar
una incapacidad de tejido blando (aproximadamente 20 días), que correspondería al tiempo
de reparación primaria de esa lesión sin cirugía, pues es evidente que la cirugía se hace con
el propósito de evitar que la sección tendinosa ocasione alteraciones funcionales
permanentes, por lo tanto, el tiempo de recuperación dependiente dependiente de la cirugía,
no influye sobre la incapacidad sino afecta directamente el diagnóstico de secuelas. Esta
cirugía reconstructiva posiblemente logrará que la perturbación funcional del miembro, que
sin tratamiento sería permanente pase a ser transitoria. Por lo tanto al finalizar el
tratamiento este dictamen podrá informar incapacidad definitiva de 20 días. Como secuela,
perturbación funcional transitoria del miembro superior.

No quisiera este capítulo sin antes comentar que el período médico forense en el
desempeño de su difícil tarea, se continuará enfrentando a casos nuevos, en donde no se
pueden aplicar los lineamientos propuestos y deberá seguir primando su criterio clínico-
científico y su experiencia pericial. Es por lo anterior que reafirmo la imposibilidad de
generalizar pautas de conducta idénticas para todos los casos, ya que en los inusuales la
sabia decisión la tomará el perito con base en la claridad conceptual que posea.

BIBLIOGRAFIA

- Arenas Vicente, Comentarios al Código Penal Colombiano, sexta edición. 1996.


- Código Penal Colombiano, Decreto 100 de 1980.
- Código de procedimiento Penal. Decreto 50 de 1987.
- Giraldo G. Cesar A. Medicina Forense señal editora 1987
- Mora Izquierdo Ricardo, Actualización del dictamen médico forense por lesiones
personales, Revista Instituto Nacional de Medicina Legal de Colombia, Volumen VI,
No. 1 y 2, de 1981 y 1982 páginas 11 a 51.
- Pérez Luis Carlos. Derecho Penal. Temis .1984
- Uribe. C. Guillermo. Medicina Legal, toxicología y psiquiatría forense. Temis. Bogotá,
1971.
- Remolina A. Néstor, Comentarios Penales.
ACTUALIZACION DEL DICTAMEN MEDICO-FORENSE POR LESIONES
PERSONALES

RICARDO MORA IZQUIERDO *

RESUMEN

Se revisan los fundamentos jurídicos del dictamen médico-legal, en casos de lesiones


personales en referencia al nuevo Código Penal de 1980.

Se dan las bases para la realización del dictamen pericial y se interpretan las figuras
forenses que trae el nuevo Código Penal Colombiano en relación al delito de lesiones
personales.

Se discuten las consecuencias o secuelas médico-legales y se comentan los criterios para


fijar la incapacidad médico-forense o enfermedad, subsecuente al daño en el cuerpo o en la
salud.

* Médico Psiquiatra. Profesor de Medicina Forense de las Facultades de Medicina de las


l1niversidades Nacional, Javeriana y Rosario. Coordinador Científico del Instituto Nacional
de Medicina Legal.

Nosotros, al tener en cuenta el significado forense de la acepción, hemos propuesto la


siguiente definición del término lesiones personales: Es cualquier daño del cuerpo o de la
salud orgánica o mental de un individuo llamado lesionado, causado externa o
internamente. por procedimientos físicos, químicos, biológicos o psicológicos, utilizados
por un agresor, sin que se produzca la muerte del ofendido.
Decimos "daño en el cuerpo o en la salud orgánica o mental de un individuo" siguiendo los
delineamientos del nuevo Código Penal Colombiano, que en su artículo 331, del capítulo
segundo, De las lesiones personales, perteneciente al título XIII, DELITOS CONTRA LA
VIDA Y LA INTEGRIDAD PERSONAL, dice: "Lesiones. El que cause a otro daño en el
cuerpo o en la salud, incurrirá en las sanciones establecidas en los artículos siguientes". El
anterior Código Penal, de 1936, tipificaba el delito de lesiones personales así, artículo 371:
"El que sin intención de matar cause a otro un daño en el cuerpo o en la salud o una
perturbación psíquica, incurrirá en las sanciones de que tratan los artículos siguientes".
Como puede apreciarse en la fórmula nueva se excluyó la parte de la intencionalidad, útil
para diferenciar un delito de lesiones personales de uno de tentativa de homicidio y de
homicidio preterintencional, pero realmente no indispensable en la definición del delito de
lesiones personales, puesto que en el artículo 59 se menciona la culpabilidad como
prerrequisito de la punibilidad y el artículo 35 establece claramente las formas de la
culpabilidad.
La otra modificación importante que se hizo en el nuevo texto fue suprimir la "perturbación
psíquica" como uno de los presupuestos del delito de lesiones personales. Como
psiquiatras, estamos de acuerdo con esta modificación, pues considerábamos el texto del
antiguo artículo 371, redundante, puesto que la salud comprende tanto la salud orgánica
como la salud mental o psíquica y por 1o tanto un "daño en la salud" comprenderá tanto las
alteraciones físicas como las psicológicas.
Al continuar con las explicaciones de nuestra definición decimos: "causado interna o
externamente", para significar que la agresión puede efectuarse dentro del cuerpo o la
mente del ofendido, por ejemplo cuando se le suministra un cáustico por vía oral, cuando se
le aplica un tóxico por inyección parenteral, cuando se le da un veneno en la bebida o
cuando ejercen presiones psíquicas o se le somete a procedimientos lesivos que alteran el
funcionamiento mental, o puede efectuarse sobre el cuerpo de la víctima en forma exterior
y visible como sería una herida, una quemadura o una equimosis. .

Decimos en la definición: "por procedimientos físicos, químicos, biológicos o psicológicos"


para resumir los diferentes agentes vulnerantes, tal como se explicará posteriormente.

Mencionamos "utilizados por un agresor" para significar que el agente activo debió actuar
con dolo o culpa.
Finalmente agregamos en la definición: "sin que se produzca la muerte del individuo" para
excluir las lesiones, médicamente descritas que configuran el delito de homicidio.

Si seguimos a Irureta Goyena (8), tendríamos que DAÑO EN EL CUERPO es "el ataque a
la integridad anatómica del sujeto", nosotros agregaríamos, de carácter macroscópico. El
DAÑO EN LA SALUD sería: "El ataque a la integridad fisiológica", agregaríamos, o a la
constitución psíquica del individuo, y que puede significar una alteración funcional o
anatómica de tipo microscópico.

1. CLASE DE LESIÓN: El funcionario deberá indagar al perito sobre la clase de lesión o


lesiones infligidas al agredido, como prueba del cuerpo del delito y para confrontar la parte
objetiva, que es el dictamen pericial, con las versiones de los testigos, el ofendido, el
denunciante y la diligencia indagatoria del sindicado. Además, tal como veremos más
adelante, las características de la lesión sirven, para deducir el tipo de arma utilizada por el
agresor.

Este punto deberá ser contestado por el perito incluyendo los subtemas siguientes:

a) La identificación de la lesión. El perito deberá estar en capacidad de reconocer las


lesiones por sus características e identificarlas de acuerdo con la definición forense de
cada una. Con respecto a este acápite, como mínimo el perito deberá saber identificar
las lesiones más frecuentes que son: herida, escoriación, abrasión, erosión, cicatriz,
fractura, esguince, luxación, edema, equimosis, petequia, hematoma, inflamación,
infección, hemartrosis y anquilosis. Así mismo el funcionario deberá tener una idea
clara de cada una de estas definiciones forenses para poder comprender el dictamen. No
sobra advertir que la definición forense de estas lesiones es la misma acepción que
utiliza la medicina clínica.

b) La descripción de la lesión. Una vez reconocida e identificada la lesión, el perito


procederá a describirla, anotando su forma (regular, irregular, alargada, circular,
elíptica, de forma de estrella, etc.), su tamaño (puede medirla con una regla, con una
cinta métrica o hacer un cálculo aproximado de sus medidas), en este último caso
anotará en el dictamen: "de aproximadamente x cms de larga", por ejemplo, y las
características como dirección (supere-inferior, ánteroposterior, oblicua, intero-externa,
etc.), profundidad (medida en centímetros o anotando superficial, profunda, de
profundidad intermedia, etc.), y las peculiaridades de los bordes (regulares, irregulares,
en bisel, desgarrados, de difícil afrontamiento, etc.).

c) La localización de la lesión. Para efectuar este literal, el perito procederá a situar la


lesión con referencia a la llamada "posición anatómica normal", es decir, considerando
el cuerpo del lesionado en posición erecta, de frente al examinador, con los pies juntos
y las palmas de las manos hacia adelante y los dedos pulgares hacia afuera y
describiendo lo que es anterior, posterior, proximal, distal, medial, sagital, interno,
externo, superior, inferior, etc.

d) Los puntos de referencia de la lesión. Este literal sirve para situar un poco más
descriptivamente la lesión, refiriéndola a sitios anatómicos conocidos y de fácil
localización. Como el resto del primer numeral, está redactado en un lenguaje no
técnico, los puntos de referencia deberán escribirse en lenguaje sencillo y corriente,
diciendo por ejemplo: "a dos centímetros por encima de la tetilla izquierda" o "cuatro
centímetros por debajo de la rodilla derecha, etc.".
El literal sobre los puntos de referencia usualmente es muy apreciado por los funcionarios,
quienes lo entienden más fácilmente por estar redactado en lenguaje corriente, no técnico.

Cuando durante los hechos se hayan causado varias lesiones al ofendido, el perito
procederá a identificar, describir, localizar y dar puntos de referencia de cada una de ellas,
tal como se mencionó antes, pero para mayor claridad deberá numerarlas. En esta forma, en
dictámenes posteriores se referirá a cada lesión nombrándola con el número asignado en el
primer reconocimiento. Además este procedimiento facilita al funcionario la solicitud de
ampliación, explicación o aclaración del dictamen porque se puede referir por ejemplo a "la
herida número dos, etc.".

Cuando al practicar un reconocimiento médico-forense por lesiones, el perito encuentre


lesiones antiguas que no fueron causadas en el mismo acto agresivo que originó la solicitud
del reconocimiento presente, deberá describirlas, identificadas y localizadas, de acuerdo
con las pautas mencionadas, pero agregará que son lesiones antiguas que no son
contemporáneas con las lesiones del examen actual y se abstendrá de considerarlas al fijar
la incapacidad médico-forense, tal como se explicará Juego. En esta forma se evitan errores
y discusiones posteriores. 1 Además se llevará un archivo alfabético de los lesionados, que
deberá consultarse cada vez que se solicite un nuevo reconocimiento. De esta manera se
buscará la tarjeta del reconocido con los dictámenes anteriores y se podrá establecer
claramente la cronología de las lesiones y distinguir cuáles pertenecen al presente proceso y
cuáles son antiguas o pertenecen a otros sumarios.

2. TIPO DE ARMA: Para la justicia es muy importante conocer el tipo de arma que causó
la lesión, porque en esta forma podrá correlacionar esta parte objetiva de la investigación
con las versiones de los testigos, el ofendido y el sindicado, y con las armas que se hayan
incautado durante la investigación.

Sin embargo, el dictamen médico-forense nunca podrá precisar exactamente cual fue el
arma agresora, puesto que el perito no estuvo en el lugar de los hechos, se limitará a
deducir, a partir de las características de la lesión y teniendo en cuenta el mecanismo de
producción de la misma, en una forma genérica, el tipo de arma causante.

Mecanismos causantes de las lesiones

En general los mecanismos productores de lesiones personales o de sus secuelas o


consecuencias médico-forenses se pueden agrupar en cuatro clases:
a) De orden físico. Es decir que causan el daño en el cuerpo y, o en la salud por la acción
de elementos físicos sobre el ser humano. Dentro de esta clase estarían las armas
cortantes, punzantes, corto punzantes, contundentes, corto-contundentes, armas de
fuego, medios físicos, onda explosiva y radiaciones, etc.

b) De orden químico. Que causan la lesión o daño por acción de sustancias químicas que
se ponen en contacto con la superficie corporal o que se ingieren o son colocadas dentro
del organismo por vía parenteral, o por inhalación.

c) De orden biológico. Que pueden ser microorganismos patógenos capaces de producir


envenenamientos o enfermedades, colocados en contacto con el organismo humano,
pero podrían ser macroorganismos como un animal entrenado para atacar (un perro, por
ejemplo).

1
Hemos observado casos en los cuales no se siguió este procedimiento en el reconocimiento inicial y
luego, cuando era imposible distinguir la antigüedad de las lesiones, el lesionado reclamaba al médico por no
haber tenido en cuenta "estas otras heridas que también me hizo el mismo día".
d) De orden psicológico. Como amenazas, presiones psíquicas y en general
procedimientos no materiales capaces de causar perturbaciones psíquicas en la persona
víctima del delito, es decir, idóneos para causar un daño en la salud mental del
ofendido.

Clasificación de las armas en Medicina Forense.

A continuación mencionaremos brevemente la definición de las armas, su mecanismo de


acción y las características principales de las lesiones que producen.

1. Instrumento de tipo cortante. Denominados así por tener filo, es decir, una arista
capaz de cortar o escindir los tejidos. Usualmente las armas cortantes causan
heridas poco profundas, más importantes en extensión que en profundidad, cuyos
bordes son regulares, nítidos, correspondientes y de fácil afrontación. Como
ejemplos podríamos citar cuchillas de afeitar, vidrios, barberas, uñas, etc.

2. De tipo punzante. Tienen un extremo muy agudo (punta) y penetran los tejidos en
profundidad perforándolos. Causan usualmente heridas puntiformes, de gran
profundidad y poca extensión en la superficie. En ocasiones causan heridas que
ponen en comunicación una cavidad real o virtual, interna con el exterior. Ejemplos
de ellas son leznas, clavos, puntil1as, agujas, etc.

3. Armas de tipo corto-punzantes. Combinan las características de las dos anteriores,


es decir punta y filo; usualmente se les conoce. como armas blancas, por el fulgor
acerado-blanquecino de su hoja. Además de perforar los tejidos, los escinden
longitudinalmente, como ejemplos. podríamos citar cuchillos, navajas, puñaletas,
etc.

4. Instrumentos de tipo contundente. Tienen bordes romos y masas de volumen y


pesos variables. Causan daño al golpear el cuerpo al estrellarse contra una
superficie corporal a una determinada velocidad. Las equimosis (moretones) y el
edema (hinchazón) son lesiones características de estas armas, sin embargo,
también pueden causar heridas, llamadas contusas, cuyos bordes son irregulares, de
difícil afrontación, desgarrados y la forma es también irregular, generalmente
estrellada. Las armas contundentes pueden llegar a ocasionar fracturas. Como
ejemplos tendríamos: garrotes, varillas, piedras, puños, puntapiés, vehículos
automotores, etc.

5. De tipo corto-contundente. Asocian las características de las armas cortantes y de


las contundentes. Causan daño por escisión de los tejidos y además por
aplastamiento de los mismos, generalmente dan heridas de formas irregulares, de
bordes nítidos y también desvanecidos, con los tejidos circundantes aplastados,
edematosos y equimóticos, piedras con aristas, hachas, machetes, "cascos" de
botellas rotas, etc., son ejemplos de esta clase de arma.

6. Armas de fuego. Son aquellas capaces de lanzar un proyectil único o múltiple, a


través de un tubo metálico por la acción defIagradora de la pólvora. La lesión que
causan se debe al impacto del proyectil sobre el cuerpo del lesionado, con
consecuencias muy variables. Las características de la lesión dependen de la
distancia del disparo, del número de proyectiles, de la fuerza y velocidad de los
mismos, del ángulo de incidencia, etc. Como ejemplos tendríamos: revólveres, cara-
binas, pistolas, metralletas; fusiles, escopetas, etc.

7. Armas de aire comprimido. Lanzan un proyectil único a través de un tubo metálico,


por acción de la liberación brusca de aire comprimido, las lesiones son variables
según se explicó en el numeral anterior. Como ejemplos citaremos rifles y pistolas
de aire comprimido.

8. Los medios físicos. Como calor, frío, electricidad, etc., causan lesiones
generalmente de tipo quemadura, variables en extensión y profundidad.

9. La onda explosiva. De las bombas atómicas, granadas, dinamita, pólvora detonante,


nitroglicerina, etc., causa daño generalmente por uno o varios de los mecanismos
siguientes:
a) Lesiones por impacto de esquirlas;
b) Lesiones por la onda sonora;
c) Lesiones por desplazamiento, lanzamiento del cuerpo contra superficies duras
vulnerantes;
d) Lesiones por contusión causadas por objetos o partes de objetos que se estrellan contra
el cuerpo humano.

10. Las irradiaciones. Que se desprenden de material radiactivo, (rayos X, infrarrojos,


ultravioletas, gamma, etc.), pueden causar lesiones por quemadura, necrosis tisular,
mutaciones genéticas, entre otras.

11. Los agentes químicos. Como venenos, ácidos y bases fuertes son capaces de causar
intoxicaciones internas o quemaduras y erosiones internas o externas, según sean
ingeridas o usadas tópicamente sobre la piel.

12. Los agentes biológicos. Como bacterias y en general microorganismos patógenos


pueden ser usados como medios lesionantes para producir intoxicaciones y
enfermedades infecciosas. Un perro entrenado para atacar puede ser un arma muy
efectiva, que generalmente causa lesión cortante (por mordedura), una serpiente
venenosa, un arácnido o un escorpión, introducido furtivamente en el lecho de un
durmiente puede ser también una poderosa arma que causa lesión por acción local
y/o sistémica.

13. Las amenazas, Las coacciones. Las extorsiones, los chantajes, los secuestros y en
general las presiones de orden psíquico, llamada por algunos autores, violencia
moral o mental, son capaces de causar daño en la salud psíquica del ofendido dentro
de la figura forense de la perturbación psíquica, de la cual nos ocuparemos en el
aparte de las secuelas médico-forenses del delito de lesiones personales.

Conocido por el médico forense el mecanismo productor de las lesiones, por una parte y las
características de las mismas por la otra, se puede proceder a dictaminar sobre el tipo de
arma lesionante, lo cual corno ya vimos es de gran utilidad para la claridad del proceso.

Es necesario aclarar que en algunos casos, las característica de la lesión no permiten


asegurar que fue causada con un determinado tipo de arma, en estos casos el perito puede
proceder a hacer su apreciación agregando la palabra "probablemente" causada por... En
otras circunstancias definitivamente no se puede dilucidar el tipo de arma agresora y
entonces el perito lo hará constar así expresamente en su dictamen, diciendo por ejemplo:
"en el estado actual de la lesión, no hay elementos clínicos suficientes que permitan inferir
el tipo de arma con la cual fue causada".2
2
Hemos visto en algunos casos dictámenes que dicen: "Al decir del lesionado, la herida fue causada con
elemento corporal humano (puño) o (puntapié)". No aconsejamos en absoluto esta práctica puesto que
pensamos que el dictamen pericial debe ser lo más objetivo posible y en él solamente deben constar los
signos clínicos de lesión observados por el médico-perito y la apreciación del tipo de arma, de acuerdo con las
pautas que acabamos de estudiar, pero no lo dicho por el lesionado o por cualquier otra persona. Además
desde un punto de vista científico no es posible dilucidar por ejemplo cuando una equimosis, ha sido
En el caso de existir varias lesiones, causadas por diferentes tipos de armas, al numerarlas,
tal como se mencionó antes, deberá dictaminarse sobre el instrumento lesionante para cada
una.

3. INCAPACIDAD PARA TRABAJAR O ENFERMEDAD: El articulo 332 del Código


Penal dice: "Si el daño consistiere en incapacidad para trabajar o enfermedad que no pase
de treinta (30) días, la pena será arresto de dos (2) meses a dos (2) años y multa de cien
(100) a un mil (1). 000) pesos. Si pasare de treinta (30) días sin exceder de noventa (90), la
pena será de seis (6) meses a tres (3) años de prisión y multa de un mil (1.000) a cinco mil
(5.000) pesos. Si pasare de noventa (90) días, la pena será de dieciocho (18) meses a cinco
(5) años de prisión y multa de un mil (1.000) a diez mil (10.000) pesos.

Es procedente entonces fijar el concepto de incapacidad para trabajar o enfermedad. La


Corte Suprema de Justicia, dijo (12): "En diversas ocasiones la Corte ha sostenido que
cuando se causa una lesión o herida en el organismo humano, la primera consecuencia que
se observa en el ofendido es la incapacidad para trabajar como antes, que se traduce en el
tiempo que éste necesite para recuperar su salud y volver a ocuparse de sus labores
ordinarias. De ahí que la incapacidad se defina en Medicina Legal como el tiempo
necesario que se requiere para hacer entrar la parte enferma en las condiciones que
constituyen la salud".

La mayoría de autores en Medicina Legal están de acuerdo en que la incapacidad para


trabajar debe entenderse como la imposibilidad de realizar un trabajo material o psíquico
cualquiera y no específicamente el mismo trabajo que venía efectuando e1 lesionado. De
esta forma la incapacidad médico-legal, a diferencia de la incapacidad laboral no se fija
teniendo en cuenta la ocupación ni la profesión de un individuo, como sí se realiza en ésta.
Por ejemplo si un psiquiatra, el portero del Instituto de Medicina Legal y un pianista sufren
una herida en el pulpejo de un dedo, con pérdida de sustancia, todos tres (3) tendrán la
misma incapacidad médico-legal; en cambio, la incapacidad laboral será diferente en los
tres (3) casos, más alta para el pianista, puesto que necesita la integridad de su dedo para
ejecutar su trabajo, un poco menor para el portero, porque aunque requiere del dedo para
abrir y cerrar la puerta, puede ejecutar su labor más o menos adecuada aun con el dedo
vendado. Finalmente el psiquiatra tendría la incapacidad laboral menor en este caso, porque
podría trabajar perfectamente bien aunque su dedo no estuviese absolutamente sano y
restablecido en sus condiciones normales.

Giraldo (13), define la incapacidad médico-legal como "la consecuencia natural y directa,
expresada en días de duración como el tiempo que tarda un organismo en cicatrizar o sanar,
luego de una lesión".

En el "Tratado de Derecho Penal" de José Vicente Concha (14), aparece: "No determina la
ley cual sea la especie de enfermedad o incapacidad que se ha de tener en cuenta para medir
el castigo. En esta materia hay opiniones diferentes: unos creen que la incapacidad de
trabajar se refiere a las tareas habituales o profesionales, otros piensan que se refiere al
trabajo corporal. La segunda opinión es la que prevalece entre los autores y en la
jurisprudencia para la imposición de la pena, en atención al carácter de las heridas, que se
gradúa por el término que dura el individuo inhábil para trabajar corporalmente. De otra
manera sucedería que el mayor o menor castigo no dependerá sino de la profesión u oficio
del individuo lesionado, cosa inadmisible a todas luces". Por otra parte, agregaríamos
nosotros, el individuo que no desempeña ningún trabajo, por estar desempleado o el que

producida por una contusión por un garrote o por una contusión por puntapié. En ambos casos el dictamen
debe decir únicamente: "ocasionada por elemento contundente"; en esta forma se auxilia a la justicia en orden
a la estricta verdad científica observada y analizada. Si el perito está suficientemente seguro de que' la lesión
fue causada por uña o por mordedura, debe proceder a decir: "causada por elemento cortante, probablemente
uña o diente", según el caso, pero se abstendrá de dictaminar: "por uña humana o por mordedura humana"
pues esta forma de redacción le quita objetividad al dictamen y aumenta el riesgo de equivocación.
vive de su renta, podría ser lesionado y sería muy difícil fijarle incapacidad para trabajar, si
prevaleciera el criterio de esperar hasta que estuviese en capacidad de desempeñar su
actividad laboral específica.

Uribe Cuana (15), expuso: "Entre nosotros, en el Instituto de Medicina Legal seguimos esta
teoría, y así, al fijar la incapacidad para trabajar que producen las heridas, no nos referimos
a incapacidad profesional, sino a incapacidad en general para cualquier trabajo, físico o
intelectual".

Por todo 1o anterior parece más adecuado considerar LA INCAPACIDAD MÉDICO-


LEGAL como el tiempo expresado en días que gastan Los tejidos lesionados para volver a
su estado de integridad previo, o mejor, para Lograr su reparación biológica primaria. En
el caso de las heridas se debe considerar hasta que cicatrizan perfectamente, en el de las
fracturas hasta que se forma el callo óseo primario.

Pero los criterios para fijar la incapacidad médico-forense no pueden ser arbitrarios, sino
que deben ser criterios con bases científicas que tengan en cuenta las distintas etapas de la
cicatrización de los tejidos y las posibles complicaciones que puedan presentarse. Al
respecto dice Giralda: "La duración de la incapacidad, que el Código textualmente refiere
como incapacidad para trabajar, está fundamentada en el tiempo en que se demora el
proceso de cicatrización, y aunque éste no lo podemos definir con a exactitud de los
minutos, sí es posible tener un parámetro claro de la duración de la incapacidad de una
manera que sirva a la justicia para fijar sanciones. En cuanto a la duración de la incapacidad
es útil tener un derrotero, porque sería nefasto que la incapacidad fuera dada a capricho del
médico examinador. Es también importante saber que algunos estados anteriores de salud
llegan a modificar la duración de la incapacidad, de tal manera que una determinada lesión
produciría en una persona previamente sana, y bajo un tratamiento oportuno una
incapacidad, pero esa misma lesión en una persona con un compromiso de salud previo
produce una incapacidad mayor; estas circunstancias el médico ha de comunicárselas al
funcionario que conoce de la causa (16). Según el artículo 38 del Código de Procedimiento
Penal, los procesos
en los cuales la incapacidad no exceda de 15 días y no produzcan consecuencias son de
competencia de las autoridades de policía. Si la incapacidad excede de 15 días la
competencia será de un Juez Municipal o de un Juez de Circuito, dependiendo de las
secuelas que quedasen (artículos 36 y 37 del Código de Procedimiento Penal).

Si la incapacidad no pasa de treinta (30) días la pena será arresto, pero si excede los treinta
(30) días, la pena será prisión. Así mismo, a mayor cantidad de días de incapacidad
corresponde una suma mayor de multa (artículo 352 del Código Penal). Finalmente, si la
lesión sólo produjera incapacidad para trabajar o enfermedad que no pase de treinta (30)
días, la acción penal se extinguirá a petición del ofendido; es decir, hay Jugar al
desistimiento (artículo 342 del Código Penal).

En su 1ibro "Medicina Forense", el doctor César Augusto Giraldo, médico jefe del Instituto
Seccional de Medicina Legal de Antioquía da unos criterios generales sobre la forma de
fijar la incapacidad médico-legal, en cuanto a días de duración se refiere. Nosotros com-
partimos, en general, estas pautas, pero debemos advertir que deben tornarse como
derroteros genéricos y que cada caso deberá estudiarse en particular por aquello que "no
hay enfermedad sino enfermos" y que el dictamen pericial es propio para cada individuo, en
un momento dado y teniendo en cuenta determinadas circunstancias exclusivas de él.
En Medicina Laboral las incapacidades reciben los nombres de permanente, transitoria,
parcial y total, según incapaciten al individuo en una forma perdurable, o sólo por un
tiempo, o sólo para efectuar un porcentaje de sus actividades laborales, o le impidan
desarrollar toda su capacidad de trabajo, respectivamente.

En Medicina Legal, las incapacidades se dividen en provisionales y definitivas. Se


denomina PROVISIONAL, aquella incapacidad que el médico-forense fija cuando aún
está en evolución la reparación biológica primaria. Es una apreciación presuntiva sobre la
forma de cicatrización y, consolidación de los tejidos, que es susceptible de modificarse en
reconocimientos posteriores. Esta apreciación se efectúa presuponiendo que la lesión tendrá
buen tratamiento médico y que no presentará complicaciones, pero si éstas aparecieren, es
obvio que en los reconocimientos posteriores, se hará constar este hecho y se tendrá en
cuenta para aumentar la incapacidad médico-forense.

Generalmente en el primer reconocimiento por lesiones se fija una incapacidad provisional,


pero, si en este reconocimiento se aprecia que ya terminó el período de reparación biológica
primaria, se puede proceder a colocar la incapacidad definitiva. Si en los reconocimientos
posteriores al primero, el perito cree que es procedente modificar la incapacidad provisional
fijada previamente, puede hacerlo, expresando claramente la razón de su nueva apreciación.
En este caso se puede aumentar o disminuir la incapacidad, pero en todo caso el perito
procederá a fijarla "a partir de la fecha en la cual se causaron las lesiones". Lo anterior
quiere decir, por ejemplo, que si en un primer reconocimiento se fijó una incapacidad
provisional de 6 días y luego en un segundo reconocimiento el perito quiere aumentarla en
8 días más, "escribirá en su dictamen: "Se fija una nueva incapacidad provisional de 14 días
a partir de la fecha en la que fue causada la lesión. Igual fórmula se deberá seguir en el caso
en el cual haya de disminuir la incapacidad anteriormente fijada.

Otra regla práctica que se debe observar es la de no practicar un nuevo reconocimiento


hasta tanto no se haya vencido el término de la incapacidad fijada anteriormente, para tener
más tiempo para volver a valorar la evolución de la lesión. Así, por ejemplo, si en un
reconocimiento se fijó una incapacidad provisional de 14 días a partir de la fecha de
haberse causado la lesión, cuestión que sucedió el día anterior a la práctica del examen y 6
días más tarde viene nuevamente el lesionado con la orden para que se le practique una
segunda valoración, el médico perito deberá recibir la orden y citarlo para que comparezca
una semana después, cuando ya habrán pasado 14 días desde que se causó la lesión; en esa
fecha procederá a practicar el nuevo reconocimiento y a dictaminar a continuación.
De lo anterior debe entonces deducirse que es el perito la persona que define en primer
lugar cuántos reconocimientos se le han de practicar al lesionado y además cual será el
intervalo entre uno y otro; por esto es una costumbre sana anotar en cada dictamen, la
época aproximada en la cual el juzgado deberá volver a remitir al ofendido para el examen
subsiguiente.

Si un individuo se presenta a examen médico-forense después de 6 meses de causada una


herida, por ejemplo, y se observa que hay completa cicatrización el perito escribirá en su
dictamen, después de describir y situar la cicatriz y de pronunciarse sobre el tipo de arma, si
es posible: "le causó una incapacidad definitiva de ocho (8) días a partir de la fecha en la
cual se produjo la lesión".

LA INCAPACIDAD DEFINITIVA, es aquella que fija el médico-perito cuando estima,


que las lesiones ya terminaron su reparación biológica primaria y que cesó el proceso
macroscópico de cicatrización. Esta incapacidad usualmente no debe ser susceptible de
modificaciones ulteriores, a no ser, claro está, que en un examen posterior se detecte que se
cometió un error notable al fijarla y que, por supuesto, debe corregirse en provecho de la
recta administración de justicia. En este caso el perito hará constar en su dictamen
expresamente las explicaciones pertinentes.

La Corte Suprema de Justicia en sentencia de 1929 expresó: "El reconocimiento principal y


más valioso no es el que se da a raíz de producida la lesión, cuando en realidad la fijación
del tiempo que haya de tener la incapacidad constituye una simple probabilidad; sino el
que, cuando por consecuencia de la significación (o resultado) y
Habiendo seguido el curso de la enfermedad, se emite como definitivo sobre apreciaciones
precisas y directas" (17).

En el caso que existan varias lesiones simultáneamente, la incapacidad no se determina


sumando los días correspondientes a cada una de ellas, sino que se fija teniendo en cuenta
los días de incapacidad que se le deben colocar a la más grave, y dentro de este plazo
mayor, con seguridad quedarán comprendidos los tiempos de cicatrización del resto de
lesiones. . . .

Además, la incapacidad definitiva debe ser el requisito indispensable para poder entrar a
dictaminar sobre secuelas o consecuencias médico-legales. En otras palabras, hasta tanto se
haya fijado la incapacidad definitiva, deberá el perito proceder a dictaminar sobre las
secuelas en los artículos 333, 334, 335 y 336 del Código Penal. 3

Un asunto que se discute ampliamente por los distintos autores es el punto de si en la


incapacidad debe tenerse en cuenta las complicaciones que presenten las lesiones o por el
contrario, deba hacerse caso omiso de ellas al dictaminar sobre incapacidad.

Uribe CualIa dice que en las heridas hay que tener en cuenta unos factores intrínsecos y
otros extrínsecos. Entre los intrínsecos coloca la longitud, la profundidad, la hemorragia, la
clase de tejidos y órganos interesados, su importancia fisiológica, la regularidad o
irregularidad de los bordes, las pérdidas de sustancia, su unidad o multiplicidad, la
diseminación o confluencia la clase de arma empleada, la facilidad de infectarse o
contaminarse, el peligro en que se haya puesto la vida del agredido, etc. Al respecto dice:
"Estas son las principales circunstancias que se desprenden de la misma naturaleza de las
heridas y que las harán de mayor a menor gravedad. Todos estos elementos harán cambiar
sustancialmente la duración del proceso de reparación de las lesiones y por consiguiente de
la incapacidad para el trabajo” (18).

Los factores extrínsecos los divide en individuales y generales, según se deban a


circunstancias propias del sujeto o atribuibles al medio ambiente circundante. Entre los
factores extrínsecos individuales señala: la edad, el sexo, la constitución orgánica, y el
estado de salud previo a la lesión. Entre los generales menciona el clima, las estaciones, los
recursos científicos, el estado sanitario y las complicaciones.

Según este autor, el perito médico deberá tener presente los factores intrínsecos al fijar las
incapacidades, cuestión que nosotros compartimos por tratarse de variables que
corresponden a la esencia misma de la lesión. En cuanto a los factores extrínsecos, el
profesor Uribe pensaba que se dividían en ocultos y manifiestos, entre aquellos colocaba
lesiones cardíacas más o menos compensadas, diabetes, aneurisma de la aorta, osteitis del
cráneo, etc. Al respecto creía que dichos factores no debían de tenerse en cuenta por el
perito al fijar la incapacidad y argumentaba así: "Estas enfermedades permanecen latentes,
a veces con muy pocos signos manifiestos. Por consiguiente, un agresor no tiene por qué
conocer las cuando produce una herida y no puede deducirse responsabilidad en que por
estas causas se prolongue un período de cicatrización, como sucede en el diabético, en que
con dificultad se cierran las heridas, o se agrave la insuficiencia cardíaca desconocida o se
produzca la ruptura de un aneurisma de la aorta o se fracturen los huesos del cráneo atacado
de osteitis, y esto con golpes insignificantes que no guardan proporción entre su
insignificancia y los efectos graves producidos".

3
Hemos visto dictámenes en donde se describe una herida por mordedura de perro (1), en los cuales no se
procede a dictaminar sobre incapacidad. Esta clase de experticia ha sido efectuada por peritos que sostienen
que "el perro no va a ir a la cárcel". Al respecto debemos dejar claro que desde que el perito describa una
lesión está en la obligación da fijar la incapacidad correspondiente. Unicamente cuando no haya signos
clínicos de lesión se abstendrá de colocar incapacidad médico-forense. En estos casos la redacción del
dictamen deberá decir: "no se aprecian signos clínicos de lesión que nos permitan dictaminar sobre
incapacidad y consecuencias" u otra fórmula semejante.
Además, si volvemos al ejemplo citado anteriormente, ya vimos que es bastante difícil dilucidar si una lesión
por mordedura es humana, canina o proveniente de otro animal, por una parte y por otra, sabemos también
que un perro puede ser usado como una arma poderosa, de tipo biológico, capaz de causar daña en el cuerpo
y, o en la salud y por lo tanto, el delito de lesiones personajes. Aunque el perro no haya recibido la orden de
atacar, la apreciación de la incapacidad médico-forense será de gran utilidad en el caso de haberse cometido el
delito de lesiones personales de tipo culposo, por otra parte, aun en procesos civiles, la determina ción de la
incapacidad médico-legal, en estos casos, es de gran utilidad para tasar la indemnización correspondiente.
Nosotros discrepamos por completo del concepto del ilustre profesor Uribe, pues pensamos
que el papel del médico-perito es el de pronunciarse sobre realidades clínicas del
examinado y no sobre hechos hipotéticos. Si la herida proferida a un diabético se demora
más tiempo en cicatrizar, a nuestro modo de ver la incapacidad médico-forense también
debe prolongarse, puesto que si bien es cierto que el agresor no conocía el estado
premórbido del ofendido, no es menos cierto que la realidad clínica muestra que éste tiene
una herida abierta, que se ha demorado x tiempo en cicatrizar y por lo tanto, ateniéndonos a
la definición de incapacidad médico-forense que dimos antes, el tiempo que gastan los
tejidos lesionados para obtener su reparación biológica primaria es el que se debe tener en
cuenta como incapacidad médico-forense.

Claro está que en ésta, como en las demás eventualidades mencionadas antes, el perito
deberá consignar en su dictamen aquello que le conste como antecedente, concomitante o
sobreviniente de la lesión que está describiendo, evaluando y dictaminando. Es al Juez al
que le corresponde hacer las disquisiciones jurídicas del caso y no debe ser el perito quien
se apropie de las funciones del juzgador, disminuyendo la incapacidad médico-forense real,
para considerar hipótesis teóricas, desconociendo realidades clínicas obvias. .

Estos factores podrían corresponder a lo que en el Código Penal de 1936 se llamaban


concausas (articulo 366) del delito de homicidio, que de acuerdo con la filosofía que inspiró
el Código Penal de 1980 quedaron abrogadas. Pensamos entonces que la misma filosofía
debe tenerse presente en cuento al delito de lesiones personales se refiere.

Creía el profesor Uribe que aquellos factores extrínsecos, individuales y manifiestos, tales
como la edad, el estado anémico, el embarazo, el estado de "pobre convaleciente", la
sordomudez, la demencia, la "degeneración", si se debían tener en cuenta por el perito al
fijar la incapacidad médico-forense porque: "por estar manifiestos en el agredido puede
apreciarlos un agresor". Al respecto, nuevamente debemos manifestar que no estamos de
acuerdo con el connotado tratadista, pues el perito debe evaluar la realidad de la lesión que
se somete a su dictamen y calcular, de acuerdo con los criterios de la ciencia médica, el
tiempo que van a gastar los tejidos lesionados para retornar a su integridad física anterior,
entendida, tal como se ha dicho, como reparación biológica primaria. No es procedente
entonces aumentar la incapacidad de una lesión porque se haya inferido a una embarazada o
a un sordomudo, pues estas condiciones no retardan la cicatrización, de por sí. Claro está
que, si en cada caso concreto, los tejidos se demoran x tiempo en sanar, esa será la
incapacidad médico-forense.

Nos parece que proceder en otra forma es salirse del papel de perito para adueñarse de las
funciones del Juez.

Igual criterio debe aplicarse a la cuestión de las complicaciones de las lesiones. A nuestro
modo de ver, las complicaciones aumentan la incapacidad y las secuelas. Así por ejemplo,
si en el primer reconocimiento se fijó una incapacidad provisional de ocho días a una herida
y después de una semana se observa; en el segundo reconocimiento, que hay presencia de
pus en la misma y que se ha vuelto a abrir por dehiscencia de dos puntos de la sutura, en el
segundo reconocimiento deberá aumentarse la incapacidad médico-forense y fijar una
nueva incapacidad provisional de 18 días, por ejemplo, a partir de la fecha en que fue
causada la lesión. Creemos que este procedimiento debe aplicarse en todos los casos
independientemente de la causa de la complicación, que podría ser debida a que el arma
agresora estaba infectada, a que el lesionado se descuidó y no se hizo tratar oportunamente
la herida o aun, a que se aplicó "tierra" encima, con el fin de perjudicar a su agresor.
Dilucidar esta cuestión es un problema de la investigación criminal, que compete al
funcionario instructor. Claro está que es obligación del perito hacer constar en su dictamen
todo aquello que le conste en relación a la evolución anormal de la lesión, ya que los
criterios de la ciencia médica le permitirán, por ejemplo, escribir: "la herida no ha recibido
ningún tipo de tratamiento, o, la lesión ha recibido un tratamiento adecuado, o en la historia
clínica figura que el lesionado no ha asistido a curaciones, o, el ofendido no se ha aplicado
la droga prescrita, o, hay evidencias de que el examinado se quitó el vendaje de yeso
prematuramente y por su propia cuenta, etc.". Pero el perito no podrá desconocer la realidad
clínica que se le pone de presente y fijar una incapacidad menor, pensando que "el pobre
agresor no tiene porque pagar por la complicación de la infección, porque él no se la causó
directamente". Este tipo de raciocinio deja traslucir la usurpación de las funciones dei Juez
por parte del perito, quien es un auxiliar de la justicia, pero no la persona que debe
administrarla. Por tales motivos, el médico deberá ayudar al esclarecimiento de los hechos,
dando cuenta al funcionario de las causas de las complicaciones, si le constan o puede
deducirlas razonablemente; pero no deberá disminuir la incapacidad médico-forense para
tratar de hacer justicia por su propia mano, pues ese sería un procedimiento poco imparcial,
anticientifico y fuera de lugar dentro del contexto pericial.

La anterior forma de pensamiento está en abierta contradicción con el criterio del doctor
Uribe Cualla, quien escribió: "Han opinado algunos que los agresores deben ser
responsables de todas las complicaciones que sobrevengan a un agredido, por razón de las
heridas recibidas, desde la simple infección hasta la muerte, y para defender esta teoría
extrema, argumentan que sin la producción de determinada herida no habrían sido posibles
dichas consecuencias; que por esta puerta de entrada o punto vulnerable de los tejidos se
expone al paciente a todas las posibles complicaciones, benignas o muy graves". y
continuaba:

"A nuestro modo de ver, este criterio peca por exagerado y envuelve una grande injusticia,
desde luego que siempre debe existir relación de causa a efecto, es decir, entre la naturaleza
de una herida y sus consecuencias. Si, por ejemplo, en una herida en que sólo se ha
interesado el espesor de la piel y la experiencia científica demuestra que suturada
oportunamente y haciendo las curaciones del caso, cicatrizan normalmente en 8 días; si se
presenta supuración abundante, que prolonga el período de cicatrización, esto no puede
cargársele al agresor, puesto que el perito reconocedor debe apoyarse en las reglas
generales de la normalidad de los fenómenos y no en los hechos excepcionales.

En otras ocasiones una herida no se trata científicamente, y se descuida; entonces


necesariamente viene la infección, y es claro que el agresor no tiene por qué ser responsable
de este descuido y abandono emanado del agredido". Hasta aquí la opinión del profesor
Uribe (18).

Nosotros compartimos la tesis de que el agresor no causó directamente la infección y que


este hecho debe ser tenido en cuenta en el momento de aplicar la pena, como algo que
sucedió realmente y que no debe desconocerse; pero nos apartamos del criterio de que
deba ser el perito el que resuelva esta cuesti6n fijando una incapacidad menor que la que
realmente le correspondería a la lesi6n complicada. En cambio, pensamos que este asunto
le compete al Juez exclusivamente. Una vez que el perito ha dictaminado sobre una
realidad clínica objetiva y ha aportado las anotaciones del caso sobre las causas de dichas
complicaciones.

La discusión de si se tratan de hechos o reglas "generales" o más bien de excepciones no


nos parece pertinente. Pensamos que se trata de hechos reales, ocurridos, diagnosticables,
evidenciales, que retardan el proceso de reparación biológica primaria y que como tales
deben ser tenidos en cuenta por el perito, quien debe fijarles la incapacidad que les
corresponde realmente y no eludir la cuestión acudiendo a la tan manida fórmula de "con
buen tratamiento y sin complicaciones le causa una incapacidad de x días"; puesto que las
complicaciones ya están presentes y resulta poco objetivo desconocerlas o hacer suposi-
ciones sobre su aparición. En este punto de las complicaciones creemos que es válido el
raciocinio que hicimos cuando hablamos de la similitud de las concausas, al tratar el tema
de los factores intrínsecos, individuales y ocultos.
César Augusto Giralda, expone una tesis semejante a la nuestra (16).

En aquel1os casos en los cuales el estado actual de las lesiones no le permita al perito
inferir razonablemente la evolución que han presentado y la rea1idad de los órganos
internos afectados, se debe recurrir a la historia clínica, la cual debe solicitarse, por
intermedio de la autoridad Competente, al sitio donde ha sido atendido el lesionado. Es
conveniente pedir que el resumen de la historia sea hecho en máquina, para facilitar su
lectura y obviar el problema de las letras ilegibles y los errores en la comprensión de dichos
manuscritos. Así mismo, el médico-perito deberá recurrir a todos los exámenes paraclínicos
del caso y, o, solicitar las interconsultas pertinentes con los especialistas, con el fin de
aclarar por completo su diagnóstico y poder fijar la incapacidad médico-legal con los
mayores fundamentos científicos y técnicos.4

Además, el perito debe aconsejar en su dictamen el tratamiento correspondiente a la lesión,


anotando al final, por ejemplo, "el absceso requiere drenaje quirúrgico en hospital o centro
de salud adecuado".

Esta es una. conducta médica apropiada que sirve mucho al lesionado y sugiere a la
autoridad el procedimiento que debe seguirse .5
En ciertas oportunidades se solicita a los peritos dictaminar sobre la época de ocurrencia de
los hechos o sobre el tiempo de evolución que tiene determinada lesión.

El asunto es bastante comp1icado y difícil de resolver casi siempre, puesto que el médico
no posee usualmente los elementos de juicio indispensables para poder contestar
objetivamente esta cuestión. La consulta de la historia clínica del lesionado es de gran
utilidad e dichos casos, sin embargo, algunos de estos ofendidos no recibieron tratamiento
institucional, y entonces la situación permanece confusa. Sin embargo, intentaremos dar
algunas pautas muy generales que pueden ayudar en algo.

Una herida pequeña no complicada, cicatriza usualmente en cinco a siete días. El eritema
(enrojecimiento) y el edema (hinchazón) de los bordes de una herida hacen presuponer un
mínimo de 12 horas de evolución. La infección de una herida, con la aparición de pus, debe
hacer suponer un mínimo de 36 horas de evolución. La formación de costra en una herida
pequeña presupone una evolución de 24 horas aproximadamente.

Así mismo las equimosis van cambiando de color con el paso del tiempo, a medida que se
degrada la hemoglobina de la sangre; recién aparecidas son de color rojo, luego pasan a
violeta, más tarde a café rojizo, luego a verdoso para terminar en amarillento.

Estos criterios generales pueden servir, en algunos casos, para precisar lo que el examinado
dice sobre el tiempo de ocurrencia de la lesión y desde este ángulo, también pueden ser
útiles al funcionario.
4
Desafortunadamente, en nuestro país aún se carece en varios sitios de las facilidades de los laboratorios y del
concurso de médicos especialistas, lo cual dificulta mucho, no sólo el dictamen pericial, sino la misma
conducta terapéutica del caso.
5
En no pocos casos hemos observado lesionados Que vienen al Instituto de Medicina Legal o acuden a la
oficina seccional con la herida abierta, manando sangre, en el convencimiento de que en esa forma obtendrán
una incapacidad mayor, que la que les fijarían si se presentan con la herida ya suturada y tratada
científicamente. Aún más, hemos podido detectar procedimientos en los cuales la autoridad competente ha
aconsejado al ofendido "ir a donde los médicos legistas lo más pronto posible, antes de ir al hospital, para que
le pongan más días de incapacidad al ver la herida tan grande que tiene". Esta situación sólo refleja la gran
ignorancia que existe en cuestiones de medicina clínica y de medicina forense; pues por una parte, la demora
en la atención médica adecuada aumenta el riesgo de las complicaciones, una herida abierta está, más
propensa a infectarse y, por otra, la incapacidad médico legal no se cambia porque el dictamen se realice antes
o después de la sutura, puesto que siempre se calcula con base en la reparación biológica inicial y en los casos
poco claros se debe, tal como ya se mencionó, solicitar la historia clínica.
En la actualidad estamos trabajando en unas tablas que servirán de guía para poder fijar las
incapacidades médico-legales dentro de unos criterios generales; finalizaremos este aparte
con la transcripción de una sentencia de la Corte Suprema "la determinación del tiempo de
incapacidad producida por la herida debe estar debidamente comprobada. Sería arbitraria,
peligrosa y expuesta a error cualquier duración de incapacidad que por su cuenta
pretendiera hacer la autoridad judicial: aquí no tienen cabida las aproximaciones ni los
términos medios" (19).

4. CONSECUENCIAS O SECUELAS MÉDICO- FORENSES: Este es el cuarto y último


punto del dictamen médico-legal por lesiones personales y para poder contestarlo, el perito
deberá saber con precisión la definición de cada una de dichas consecuencias.

Cuando se causa una lesión, el organismo desarrolla diversos mecanismos de repamci6n


que pueden llevar a la resolución completa de la lesión, en cuyo caso la incapacidad
médico-legal será la única consecuencia de la misma, en otros casos se inicia un proceso
de cicatrización que comprende mecanismos internos y externos, si la cicatrización no
altera ni la forma ni la función de un órgano o un miembro, la única consecuencia de la
lesión será, de nuevo, la incapacidad. Pero si la, cicatrización llegare a alterar la forma,
la función o las dos simultáneamente, estaremos en presencia de las secuelas o
consecuencias médico-forenses.

El artículo 333 del Código Penal dice: "Si el daño consistiere en deformidad física
transitoria, la pena será de uno (1) a seis (6) años de prisión y multa de tres mil a diez mil
pesos. Si fuere permanente, la pena será de dos (2) a siete (7) años de prisión y multa de
cuatro a doce mil pesos. Si la deformidad afectare el rostro, la pena se aumentará hasta de
una tercera parte". El artículo 373 del Código Penal de 1936 hablaba de desfiguración facial
y de deformidad física reparables y permanentes; el nuevo Código suprimió la figura
forense de la desfiguración facial y quitó el término reparable, habiéndolo reemplazado por
el de transitorio.

Muy probablemente el ánimo del legislador, en referencia al Código de 1936, fue el de


dejar abierta la posibilidad de que el agresor costeara el tratamiento al agredido, y por este
motivo hablaba de reparabilidad, que lleva implícita la noción de tratamiento o intervención
médica o quirúrgica, para disminuir o aun borrar las huellas deformantes de la lesión.

Sin embargo, esta intención se tergiversó puesto que el calificativo de "reparable" en


contraposición al de "permanente" daba una pena mucho menor y entonces el agresor no se
sentía ya motivado a facilitar los medios para "reparar" realmente la lesión, deformidad o
desfiguración, sino que se quedaba en la cuestión hipotética.

Desde otro ángulo, los términos reparable y permanente no son contrarios, sino que,
inclusive pueden llegar a ser complementarios. Además, con los adelantos de la Medicina,
podríamos decir que casi cualquier lesión es susceptible de reparación, sería entonces
"reparable"; otra cosa es el juicio de valor sobre lo bien, regular o mal reparada que quedó
la lesión, después de aplicado el tratamiento respectivo. Por las anteriores razones, estamos
plenamente de acuerdo con la supresión del tan nombrado término de "reparable". Sin
embargo, como veremos más adelante, el calificativo "transitorio", con el cual se sustituyó,
tampoco es el más adecuado para aplicarse a las consecuencias médico-forenses de las
lesiones.

La Corte Suprema de Justicia se pronunció sobre el tema anterior, cuando dijo: "No son lo
mismo la desfiguración facial transitoria y la desfiguración facial reparable, pues aquello es
lo pasajero o temporal, y para las heridas, lo que evoluciona y se subsana por él solo,
mientras que lo reparable es lo que implica intervención del médico o cirujano para que no
queden huellas desfiguradoras o deformantes (20). .
También la Corte, definió la deformidad física en una sentencia que dice: "Por deformidad
física se entiende aquel defecto que altera la armonía o proporción de las partes del cuerpo
humano, o cambia su configuración exterior, citándose en los textos como ejemplo típico
de los primeros las muti1aciones de los miembros de locomoción y aprehensión, y de lo
segundo las cicatrices visibles en el rostro (21).

César Augusto Giraldo al hacer una definición de deformidad física escribió: "Es toda
cicatriz o mutilación que altere la configuración del cuerpo, percibida a través del vestido.
En la deformidad existe diferencia en los sexos: una cicatriz de 8 centímetros, por ejemplo,
no es deformidad en el tercio inferior del muslo o pierna de un hombre, pero sí en el de una
mujer; igualmente recibirá ese calificativo una cicatriz en miembros superiores, según el
sexo. Siempre que una cicatriz o defecto dé 1ugar a un apodo, no habrá duda de su
calificativo como secuela" (22).

Uribe Cúalla, al tratar el tema dijo: "En Medicina Legal, y de acuerdo con nuestras leyes
penales, debe entenderse por deformidad física todo efecto que cambie la integridad, la
proporción, el orden o la armonía que normalmente tienen o guardan entre sí las partes
constitutivas del cuerpo humano en su configuración exterior. Es decir todo aquello que
altere la modalidad normal con la que proporcionadamente intervienen los elementos
objetivos de la belleza en la constitución de lo que acostumbramos llamar las formas,
constituye una deformidad física. Este cambio puede afectar la hermosura del semblante, o
bien la esbeltez, soltura y elegancia del cuerpo en reposo o en movimiento, que es lo que
constituye la deformidad propiamente dicha. En la práctica se emplea genérica e
indiferentemente la expresión deformidad física para calificar uno cualquiera de estos
defectos estéticos. De tal suerte que toda imperfección en las relaciones, contextura y
conexiones que constituyen la modalidad de las formas, es considerada como una
deformidad física" (23).

Este autor exige que haya visibilidad de la cicatrización, "para que las demás personas se
den cuenta de que en realidad existe una alteración de orden estético", pero sigue la misma
tesis de que debe considerarse el vestido para dictaminar sobre este asunto.

Nosotros llamamos DEFORMIDAD FISICA a cualquier efecto importante, que altere


externamente, de manera ostensible, la forma, la simetría o la estética corporal en reposo
o en movimiento.

Consideramos que el examen debe efectuarse con el individuo desnudo, por ese motivo no
le damos ninguna importancia al hecho de que las ropas tapen o no el defecto físico, pues
pensamos que esa no pudo ser la filosofía de la 1ey, puesto que el diagnóstico forense de la
secuela variaría con la moda, cuestión esta que suena absurda por completo. Tampoco
estamos de acuerdo con la visión de considerar que el sexo de la persona lesionada deba
tenerse en cuenta para diagnosticar la secuela, puesto que volveríamos a la discusión del
vestuario de uno y otro género.

En nuestra definición exigimos que el efecto sea importante, es decir notorio a simple vista,
detectable por un observador cualquiera, no calificado y sin que tenga que aproximarse a
menos de un metro de distancia del lesionado. Decimos "que altere externamente" para
hacer énfasis en que la deformidad debe hacer relación a la modificación de la
configuración externa del cuerpo; así no se calificará dentro de esta secuela la pérdida de un
riñón, por ejemplo, pues aunque está alterada la integridad y la función, no lo está la forma
corporal externa. Mencionamos "de manera ostensible" para significar que no toda cicatriz
llena los requisitos para ser considerada deformidad, sino que el defecto debe ser lo
suficientemente importante corno para ser notado fácilmente.

Hacemos extensivo el defecto a la simetría y a la estética y no lo circunscribimos


únicamente a la forma, puesto que en muchos casos la conformación externa general está
conservada, pero se ha alterado la belleza o la armonía simétrica del cuerpo. Finalmente,
postulamos "en reposo o en movimiento" por estar de acuerdo con lo expresado por la
Corte Suprema cuando dijo: "La deformidad física que puede quedar por consecuencia de
una herida, o sea la lesión que contribuye a perjudicar la estética del cuerpo humano, puede
referirse no só1o a la armonía de las formas en reposo permanente, sino también a la
armonía de los movimientos" (24).

Pensamos, por ejemplo, que una cicatriz de laparotomía de 20 centímetros de longitud,


notoria y antiestética, que quedó como consecuencia de una intervención quirúrgica
motivada por una herida perforante en el abdomen, podría llenar los requisitos de la
definición mencionada antes y ser entonces calificada como deformidad física. Otra cosa es
que el perito deba aclarar en su dictamen que la cicatriz corresponde a la intervención
quirúrgica y no a la herida infligida. Una cicatriz queloide ilustraría este ejemplo. Es el Juez
quien debe dilucidar el asunto jurídico al graduar la pena, teniendo en cuenta el dictamen
pericial, pero creemos que el médico-forense no debe apropiarse de las funciones del Juez y
pretender que porque la cicatriz queloidiana grande, se debe a la herida quirúrgica o no a la
herida delictiva, es procedente desconocer la realidad clínica objetiva que se le pone de
presente y entonces no dictaminar ese grave defecto como deformidad física. Igual
raciocinio podría hacerse en el caso de unas quemaduras extensas por ácido, en el tórax de
un hombre, quien normalmente no anda por la calle torsi-desnudo, pero quien sin lugar a
dudas tiene una deformidad física en los términos forenses que estamos discutiendo.

El calificativo de PERMANENTE O TRANSITORIO se le adjudicará a la deformidad


física, dependiendo ya no del tratamiento médico o quirúrgico que pudiese eventualmente
recibir la lesión, ni del criterio de su posible reparabilidad, sino de la consideración de
que una vez causada no desaparecerá ya más, o por el contrario que el sólo paso del
tiempo o el tratamiento médico realmente efectuado la haya borrado y hecho desaparecer
por completo, respectivamente.

El artículo 373 del Código Penal viejo hablaba de desfiguración facial, que podría ser
también, como la deformidad física, reparable o permanente. Consideramos que el término
era redundante, pues la palabra desfiguración según el diccionario de la Real Academia
Española es: "Desemejar, afear, ajar la composición, orden y hermosura del semblante y de
las facciones", de manera que el calificativo "facial" sobraba realmente. En el artículo 333
del nuevo Código se suprimió el vocablo "desfiguración facial" y se reemplazó por el de
deformidad física que afecta el rostro. EL ROSTRO para la Medicina.-Forense es el
espacio anatómico delimitado por la línea de implantación del cabello, por arriba, el
borde del maxilar inferior, por abajo, y los pabellones auriculares a los lados. Cualquier
defecto que altere de manera importante la belleza, la simetría o la forma del rostro
deberá entonces ser calificado como DEFORMIDAD FISICA EN EL ROSTRO. Aquí es
necesario hacer la precisión siguiente: no toda cicatriz dentro del rostro deberá ser
calificada como deformidad física, sino que es necesario evaluar su longitud, su apariencia,
el sitio de localización y comprobar si realmente afecta de manera notoria la forma, la
simetría o la estética facial.

Además es importante tener en cuenta que puede existir deformidad física en el rostro, sin
que haya cicatriz, en una parálisis del nervio facial, por ejemplo, a consecuencia de una
lesión traumática. En este caso se altera ostensiblemente la simetría y la estética facial.

Tanto la deformidad física, como la deformidad física en el rostro y cualquiera otra de las
consecuencias o secuelas médico-forenses, deberá diagnosticarse únicamente cuando ya
haya terminado el período de la reparación biológica primaria y se haya fijado la
incapacidad médico-legal definitiva. Lo anterior debido al mismo concepto de SECUELA
entendida corno una alteración en la forma y/o en la función, que persiste una vez que ha
culminado la incapacidad médico–legal.

La discusión que se hizo antes sobre la aplicación de los calificativos de permanente o


transitoria para la deformidad física, es válida para la deformidad física en el rostro y aun
para la perturbación funcional y la perturbación psíquica, como se tratará posteriormente.
El artículo 334 del nuevo Código Penal dice: "PERTURBACIÓN FUNCIONAL. Si el daño
consistiere en perturbación funciona1 transitoria de un órgano o miembro, la pena será de
veinte (20) meses a siete (7) años de prisión y multa de tres mil a doce mil pesos. Si fuere
permanente, la pena será de dos (2) a ocho (8) años de prisión y multa de cinco mil a veinte
mil pesos".

En Medicina Forense se llama ÓRGANO al conjunto de tejidos y componentes anatómicos


que tienen una función definida. Así por ejemplo los dos riñones son el órgano de la
excreción y los dos ojos son el órgano de la visión, etc. Igualmente, el vocablo MIEMBRO,
designa, en Medicina Forense, a cada una de las cuatro extremidades y al órgano viril.

De acuerdo con lo anterior la PERTURBACIÓN FUNCIONAL debe entenderse como


cualquier alteración orgánica producida como consecuencia de una lesión personal que
signifique una disminución o desmejoría de las condiciones funcionales, fisiológicas u
homeostáticas del individuo, sin que se pierda o anule la función.

Uribe Cualla definió la perturbación funcional como: "Todo aquello que altere (aunque sea
en mínima parte) o suprima una función orgánica, sin que entonces haya que tener en
cuenta la imperfección estética ni la alteración de las formas". Sin embargo, el artículo 336
del nuevo Código Penal, al hablar de "pérdida de la función de un órgano o miembro"
restringió al sentido de disminución el término de perturbación funcional.

Giraldo, trae una definición más genérica cuando dice: "Una perturbación funcional es una
definida alteración fisiológica que coloca en inferioridad el organismo o altera la
homeoestasis" (26).

La Corte Suprema de Justicia (27), al respecto dijo: "Si las lesiones producen una
perturbación funcional transitoria, el hecho se reprime por la disposición del artículo 374
del Código Penal, no por la circunstancia de que la perturbación funcional transitoria
desaparezca en virtud de una intervención médica, o porque ella se extinga por "uso y
hábito de la función del órgano", sino por la sola modalidad de haber producido la lesión
una perturbación funcional de carácter transitorio, porque es propio de lo transitorio
terminar por cualquier causa". Y agrega: "Tampoco es exacta la afirmación de que el
artículo 374 es aplicable sólo para el caso de que la lesión produzca la perturbación
funcional transitoria de un órgano completo y no la de una parte del mismo. Porque tales
expresiones, en el campo del derecho penal, hacen referencia a la función que el órgano o
miembro desempeña, y no al sentido anatómico que le asigna la medicina en general".

De acuerdo con lo anterior se le aplicará el calificativo de PERMANENTE a la


perturbación funcional que continúa existiendo en el individuo y que hace que nunca más
pueda volver a recuperar la totalidad de la función, que tenía, antes de haber sufrido la
lesión personal. En cambio se llamará TRANSITORIA la perturbación funcional que el
solo paso del tiempo, independientemente del tratamiento que se aplique, la hace
desaparecer y en este caso se recobra, la funcionalidad total del órgano o miembro, tal
como existía antes de haber sido lesionado. Claro está que si se ha efectuado realmente un
tratamiento, que haya servido para devolverle al órgano o miembro su condición funcional
previa, también se calificará este tipo de perturbación como transitoria.

Tal como dijimos antes, el diagnóstico de la secuela médico-legal sólo será válido cuando
ha terminado el período de la reparación biológica primaria, y el médico perito ha fijado
1a incapacidad definitiva.

El artículo 335 del Código Penal de 1980, dice: "PERTURBACIÓN PSIQUICA. Si el daño
consistiere en perturbación psíquica transitoria, la pena será de dos (2) a siete (7) años de
prisión y multa de cuatro mil a quince mil pesos. Si fuere permanente, la pena será de
nueve (9) años de prisión y multa de cinco a veinte mil pesos".

Los tratadistas de Medicina Forense tradicionalmente han considerado la perturbación


psíquica únicamente como una consecuencia de los traumatismos encéfalo-craneanos, por
este motivo se puede considerar novedoso el aporte que hicimos en 1978 y que fue
publicado en la revista del Instituto Nacional de Medicina Legal de Colombia (28).
En esa oportunidad postulamos que hay tres variedades de perturbación psíquica a saber:
1. PERTURBACION PSÍQUICA PRIMARIA: definida Como un daño en la salud
psíquica del ofendido causado sin que medie un daño físico ni orgánico. Como
ejemplo podríamos citar las perturbaciones psíquicas derivadas de un gran strees, al
que se ha sometido un individuo por medio de amenazas, coacciones, o
infundiéndole temores u obligándolo a vivir alguna experiencia frustrante y lesiva,
que desborda la capacidad de adaptación del yo del ofendido y por lo tanto se
convierte en una experiencia vivenciada como maltratante y causante o desencade-
nante de una situación de enfermedad mental o por lo menos de un síndrome
psíquico.

En este caso podrían estar, en ocasiones, las víctimas de los delitos de chantaje, de
extorsión, de secuestro, de violencia carnal, etc.

2. PERTURBACIÓN PSIQUICA SECUNDARIA A UN DAÑO DEL SISTEMA


NERVIOSO CENTRAL, definida como la alteración de la salud psíquica debido a
una lesión física que comprometió una estructura del sistema nervioso central y en
donde es posible correlacionar directamente el daño estructural con la
sintomatología clínica-psiquiátrica, valiéndonos de los conceptos de la neuro-
patología.

En esta eventualidad el examen clínico-neurológico y los exámenes paraclínicos como


análisis del líquido cefalorraquídeo, el electroencefalograma, el neumo-encefalograma, la
arteriografía cerebral, la escanografía y las pruebas psicológicas, ayudan mucho al médico
que está estudiando el fenómeno.

Este sería el caso considerado por los tratadistas clásicos como perturbación psíquica.

3. PERTURBACIÓN PSÍQUICA SECUNDARIA A UNA LESIÓN CORPORAL QUE


NO INTERESA EL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL: Se define como una: alteración
de la salud psíquica causada por una lesión orgánica (daño en el cuerpo o en la salud
física) en un sitio revestido de especial importancia psicológica como serían la cara, los
genitales, los senos, los miembros, etc. En este caso los signos y síntomas del trastorno
psicológico se deben al conflicto mental que se desarrolló o se desencadenó en el individuo
a causa de verse lesionado en su integridad o en su salud física.

Se ha discutido si se debe considerar como perturbación psicológica únicamente a la


alteración de la salud mental, que ocurre como consecuencia directa del procedimiento
lesionante, o si, por el contrario es necesario incluir en esta denominación, además de lo
anterior, las alteraciones de la salud mental que se desencadenan por el procedimiento
lesionante, aunque no sea la causa directa y única de la manifestación psicopatológica.

Somos del parecer de considerar ambas eventualidades al elaborar un dictamen sobre el


artículo 335 del Código Penal, puesto que por una parte, desde hace mucho tiempo se sabe
que la enfermedad mental es multicausal e involucra corno factores etiológicos eventos de
orden biológico, psicológico y social y por otra parte, es perfectamente posible que un
individuo con algunas alteraciones de su personalidad, que en este caso serían también
debidas a multitud de factores, pero que a pesar de la estructura misma de su carácter, no
hace síntomas clínicos y puede desempeñar sus actividades-labores de manera más o menos
adecuadas y convivir en un ambiente familiar y social en una forma más o menos
equilibrada y tolerada por sus allegados; no llegue nunca a presentar signos ni síntomas de
alteración psicológica, si no se encuentre con una causa desencadenante que ponga
manifiesta su patología psiquiátrica, que hasta ese día venia cursando subclínica, larvada o
asintomática.

Debemos anotar que es necesario aclararle suficientemente al funcionario que solicita el


dictamen si la patología detectada puede atribuirse directamente a la lesión recibida, con
relación de causa a efecto o si, por el contrario, el acto lesionante fue solamente un desen-
cadenante, que al poner en juego una serie de factores psicológicos intrincados y
complejos, causó un conflicto intrapsíquico que en un determinado momento se manifestó
con signos y síntomas de enfermedad mental, que puso de presente la ruptura del equilibrio
psíquico del sujeto.

Corresponde al Juez evaluar el dictamen pericial y utilizar en la mejor forma la información


que le suministra el perito y es este uno de los casos en los cuales la .recta administración
de justicia se logra en la medida en que el perito haya sido suficientemente claro.

Como la gran mayoría de médicos generales y médicos forenses; no tienen conocimientos


muy sólidos en psiquiatría forense, aconsejamos que al hablar de perturbación psíquica se
coloque una nota explicativa, solicitando en casos difíciles la intervención del psiquiatra
forense, quien deberá en últimas, reformar o confirmar el diagnóstico.

Esto último debe tenerse en cuenta en todos los casos en los cuales se sospeche simulación.

En estas situaciones, una cuidadosa historia psiquiátrica, elaborada a lo largo de varias


entrevistas clínicas, la información recibida por los familiares o personas que conocieron al
ofendido antes de producirse la lesión o el accidente, un examen mental profundo y deta-
llado y la ayuda invaluable de otros profesionales como el neurólogo forense y el psicólogo
forense, sirven para dilucidar el problema y poder detectar la simulación.

Resumiendo tendríamos que la PERTURBACIÓN PSIQUICA se define como cualquier


alteraci6n que signifique desmejoría de la salud mental que tenía el individuo, previa a la.
lesión.

Según el Código, la perturbación psíquica puede ser PERMANENTE o TRANSITORIA


según perdure durante toda la vida del individuo, o por el contrario, el sólo paso del
tiempo, independientemente del tratamiento, sea, capaz de restablecer el equilibrio del yo
y su salud mental. Al igual que la discusión que hicimos en el caso de la perturbación
funcional, si un tratamiento psiquiátrico logra corregir la situación patológica y en el nuevo
reconocimiento médico-legal ha desaparecido la perturbación psíquica, no hay ninguna
duda de que ésta se dictaminará como transitoria por el médico-forense.

En no pocos casos es necesario posponer el dictamen final sobre la permanencia o


transitoriedad de una perturbación psíquica, dado lo complejo del cuadro clínico y de su
evolución y en estos casos aconsejamos siempre la intervención del especialista en
psiquiatría forense.

No sobra volver a mencionar aquí la importancia de considerar los mecanismos de tipo


psíquico como capaces de producir alteraciones en al salud mental de un individuo y por lo
tanto causantes del delito de lesiones personales. Infortunadamente, seguimos todavía
viviendo la tendencia de considerar "daño en la salud" únicamente los atentados contra la
salud orgánica del individuo, olvidándose de la salud psíquica.
El articulo 336 del Código Penal dice: "PÉRDIDA ANATÓMICA O FUNCIONAL DE
UN ÓRGANO O MIEMBRO. Si el daño consistiere en la pérdida de la función de un
órgano o miembro, la pena será de cuatro (4) a diez (10) años de prisión y multa de diez
mil, a cincuenta mil pesos. La pena anterior se aumentará hasta en una tercera parte en caso
de pérdida anatómica del órgano o miembro".

Este artículo creó la figura forense de PÉRDIDA FUNCIONAL DE UN ÓRGANO O


MIEMBRO, que no figuraba en el Código Penal de 1936 y que se define como la supresión
completa de la función de un órgano o un miembro, como la conservación. de la estructura
anatómica del mismo. Según los criterios del antiguo Código Penal, la abolición de la
función se catalogaba dentro de la perturbación funcional, pues la pérdida se consideraba
únicamente desde el punto de vista anatómico. En este aspecto, el nuevo estatuto penal
representa un paso adelante y la corrección de un problema médico-legal y jurídico.

Como ejemplo de la pérdida funcional de un miembro podríamos citar la amputación de la


mano derecha de un individuo, a consecuencia del delito de lesiones personales. En este
caso subsiste físicamente la presencia de más del 80% del miembro superior derecho, pero
la función del mismo se ha perdido por completo, además de haberse causado, como es
obvio, una deformidad física.

Si una persona recibe una lesión por proyectil de arma de fuego, a nivel de la quinta
vértebra lumbar, con sección completa de la médula espinal, se producirá una paraplejía
que debe dictaminarse como pérdida funcional del órgano de la locomoción o de los dos
miembros inferiores, que sin embargo siguen anatómicamente presentes en el organismo
humano. Igual cosa ocurriría en el caso de una lesión irreversible de tipo tóxico, por alcohol
etílico, por ejemplo, sobre los nervios ópticos. Aunque el individuo sigue conservando el
órgano de la visión (los dos ojos), desde el punto de vista anatómico, el diagnóstico del
dictamen médico-forense deberá decir: "pérdida funcional del órgano de la visión".

LA PÉRDIDA ANATÓMICA DE UN ÓRGANO O MIEMBRO, se refiere a la


extracción. del órgano (par o impar), o a la amputaci6n del miembro a nivel de su
articulación con el cuerpo humano o por lo menos a nivel del tercio proximal del mismo.
En el artículo 337 del Código Penal, dice: "UNIDAD PUNITIVA. Si como consecuencia
de la conducta se produjeren varios de los resultados previstos en los artículos anteriores,
sólo se aplicará la pena correspondiente al de mayor gravedad".

Este artículo es concordante con el número 377 del antiguo Código Penal y representa la
consignación de lo expuesto varias veces en la jurisprudencia (27), (30), (31), (32).

El artículo 338 del Código Penal dice: "LESIONES SEGUIDAS DE PARTO


PREMATURO O ABORTO. Si a causa de la lesión inferida a una mujer, sobreviniere
parto prematuro que tenga consecuencias nocivas para la salud de la agredida o de la
criatura, o sobreviniere el aborto, las penas imponibles según los artículos precedentes, se
aumentarán de una tercera parte a la mitad". Este artículo heredó la filosofía del artículo
376 del antiguo Código Penal y su texto es muy parecido.

El dictamen médico-legal en estos casos deberá orientarse a la demostración de los


siguientes puntos:

A. Que la examinada estuvo realmente en estado de embarazo. Esta cuestión suele poder
despejarse por el examen de la víctima o el parto prematuro. En estas ocasiones se
encontrarán signos clínicos inequívocos de haber estado embarazada y de haber expulsado
el contenido uterino, a saber: útero aumentado de tamaño y palpable por encima de pubis
(útero en involución), cuello uterino reblandecido y entreabierto, en ocasiones con
pequeños desgarros. Presencia de secreciones sanguinolentas (loquios) en el canal vaginal.

Cuando el examen no se efectúa tempranamente, es necesario recurrir al estudio de la


historia clínica del sitio en el cual fue atendida la mujer, la cual se debe solicitar por
intermedio de la autoridad competente.

A. Que la examinada abortó o tuvo un parto prematuro. Cuestión que se comprueba


siguiendo los mismos pasos descritos en el punto A. El examen del feto expulsado es de
gran utilidad en estos casos.

B. En el caso de parto prematuro, que éste haya tenido consecuencias nocivas para la
salud de la madre y, o, del feto. Este asunto se debe deducir también del examen
cuidadoso de la víctima, del recién nacido y del estudio de la historia clínica.

C. Que haya existido el antecedente de lesión personal. Este punto debe quedar resuelto en
el dictamen actual, de acuerdo con los criterios expuestos antes, o es posible obtenerlo
de un dictamen anterior por lesiones, en el cual debieron describirse las mismas,
efectuarse la apreciación sobre el arma agresora y fijarse la incapacidad provisional,
siguiendo las pautas que hemos venido discutiendo en el presente escrito.

E. Que se compruebe una relaci6n causa o efecto, no sólo desde el punto de vista
cronológico, sino como mecanismo desencadenante o productor del aborto o parto
prematuro, entre la lesión injerida y el resultado de la misma.

En el caso de no existir copia de la historia clínica, ni signos físicos que permitan seguir el
procedimiento anotado, el médico-forense deberá informarlo así a la autoridad, haciendo
énfasis en la ausencia de suficientes elementos de juicio para la adecuada elaboración del
dictamen pericial solicitado. En dichos casos será la investigación criminal la encargada de
resolver el asunto.

Es importante anotar que la Corte Suprema de Justicia estableció lo siguiente: "La lesión
que produjo como consecuencias incapacidad para el trabajo y aborto, se sanciona en
consideración a éste" (33).

El cuadro sinóptico siguiente resume las consecuencias o secuelas médico-legales de las


lesiones personales:

CONSECUENCIAS O SECUELAS MEDICO-LEGALES


DE LAS LESIONES PERSONALES
RELACIONES MEDICO LEGALES

Se da el nombre de relaciones medico legales a los conceptos emitidos por el medico


forense, sobre bases diferentes al examen actual del individuo ofendido. En el caso de la
investigación del delito de lesiones personales, las relaciones medico legales se hacen a
solicitud de la autoridad competente, quien ante la imposibilidad de localizar y hacer
comparecer al ofendido ante los médicos forenses, decide solicitar que se haga un
dictamen con base en la historia clínica del sitio donde fue atendido el lesionado, y , o
los dictámenes médico-legales previos.

Ala autoridad investigadora, le interesa de todas formas obtener un dictamen medico legal
por lesiones, de tipo definitivo, con el cual procederá a cerrar la investigación y fallar sobre
el caso.

Para proceder a efectuar un dictamen médico-forense del tipo “ relación medico legal” el
perito deberá tener en cuenta los siguientes puntos:
1) Es necesario que solicite por intermedio de la autoridad competente, la historia o la
copia de la historia clínica del sitio donde fue atendido el lesionado. Si no existe dicha
historia, por no haber sido atendido el lesionado en ninguna institución de salud, deberá
solicitarse una constancia del medico tratante particular. En el caso de no haber recibido
tratamiento alguno, la cuestión se torna más complicada.

2) Los reconocimientos medico forenses anteriores, practicados al lesionado, son de gran


utilidad para poder efectuar el dictamen por relación medico legal. En estos casos el
perito deberá tener en cuenta el ultimo dictamen médico-legal realizado, procediendo
entonces ha hacer la apreciación solicitada.

Si en los reconocimientos anteriormente efectuados, no se dictaminó sobre incapacidad


definitiva, este será el punto básico que debe dilucidar el perito que contesta la relación
médico-legal. Para proceder a emitir este dictamen, el perito supondrá que las lesiones
descritas en el ultimo reconocimiento médico legal han seguido una evolución regular y
satisfactoria y que no se han presentado complicaciones. En el dictamen deberá hacer
constar este hecho.

Se procede entonces a efectuar una apreciación teórica del caso y a colocar la incapacidad
médico-legal definitiva que le correspondería a las lesiones descritas, teniendo en cuenta
los postulados anteriormente escritos.

Si en el dictamen que se practicó por última vez al reconocido, se hizo ya la apreciación de


la incapacidad médico-legal definitiva, es posible que la autoridad competente solicite al
perito una relación médico-legal para consecuencias o secuelas. En este caso, como en el
anterior, el perito deberá, si el caso lo permite, hacer una apreciación teórica sobre las
posibles consecuencias que le quedarán al ofendido, teniendo en cuenta la evolución
corriente de las lesiones descritas en el último reconocimiento médico-legal.

El dictamen por relaciones médico-legales sobre consecuencias o secuelas, es mucho más


difícil de efectuar que el de incapacidad definitiva. Cuando el perito no encuentre bases
suficientes en los dictámenes que se someten a su consideración, o en la historia clínica que
le ha enviado la autoridad solicitante, deberá contestar su dictamen en referencia a estos
hechos. Así por ejemplo dirá: "No existen suficientes bases científicas para proceder a fijar
las consecuencias o secuelas médico-legales sin tener presente al ofendido".

Hay algunos casos en 1os cuales las lesiones descritas son suficientemente claras para que
el perito no tenga ninguna duda sobre el tipo de secuela o consecuencia médico-legal que le
ocasionó la lesión; en estos casos procederá a fijar las consecuencias o secuelas por relación
médico-legal.

En los casos de. relación médico-legal por lesiones se supone que existe una conducta
cierta y claramente definida como lesiones personales, hecho que no solamente ha sido
advertido por los testigos sino por el propio Juez instructor, quien solicita el dictamen
médico-legal. La ley procesal penal, trae varias formas o actuaciones de carácter simbólico
que tienen el mismo valor probatorio que si se practicaran con la presencia de las personas
o sobre las cosas ciertas. El articulo 415 del Código de Procedimiento Penal, por ejemplo,
permite la diligencia de careo con testigo ausente. El avalúo simbólico de una cosa o un
bien hurtado a su propietario y cuya desaparición sobrevino por ser de naturaleza fungible o
simplemente porque no se encuentra, también suele aplicarse, como ejemplo de. los casos
mencionados. En tales procedimientos el precio fijado por los peritos, en una forma teórica
y simbólica es el que el juzgador debe tomar como base y el que determina el daño y sirve
de base para la sanción.
En todo caso para proceder a dictaminar sobre legiones personales por relación médico-
legal, el perito deberá ser muy cuidadoso y ceñirse estrictamente a la información
consignada en la historia clínica del ofendido y, en los reconocimientos médico-legales,
practicados anteriormente al, lesionado y que obran en el proceso.
Si el estudio de la historia clínica y de los dictámenes anteriores no permite tener bases
científicas suficientes para hacer, por inferencia, el dictamen solicitado, "relación médico-
legal", el perito deberá informar a la autoridad competente de este hecho en forma clara y
escueta.

CONCLUSIONES

1- LESIÓN PERSONAL es cualquier daño en el cuerpo o en la salud orgánica o mental de


un individuo llamado lesionado, causado externa o internamente por procedimientos
físicos, químicos, biológicos o psicológicos, utilizados por un agresor, sin que se
produzca la muerte del ofendido.
2- El lesionado debe comparecer ante el perito-médico para la práctica del examen por
lesiones personales y no al revés, es decir, que el médico visite al lesionado.
3- Los exámenes hospitalarios, carcelarios y domiciliarios para dictaminar lesiones
personales, son excepciones a la norma y tienen unos requisitos que deben. llenarse,
antes de proceder a su realización.

4- Un dictamen médico-legal por lesiones personales deberá constar de:

a) Clase de lesión;

b) Tipo de arma;

c) Incapacidad médico-forense, y

d) Consecuencias o secuelas médico-legales y cada uno de estos tópicos debe investigarse


y dictaminarse de acuerdo con una metodología específica y dentro de criterios
determinados.
5 -LA INCAPACIDAD médico-legal es el tiempo expresado en días que gastan los
tejidos lesionados para volver a su estado de integridad previo, o mejor, para lograr su
reparación biológica primaria.
6 -SECUELA es una alteración en la forma y, o, en la función, que persiste una vez que
ha culminado la incapacidad médico-legal.
7- El perito médico deberá, al igual que el funcionario judicial, saber la definición
exacta de cada una de las consecuencias o secuelas médico-legales.

8- En ciertas ocasiones especiales en las cuales no es posible la localización y posterior


comparecencia del lesionado ante los peritos médicos, pueden estos, a solicitud de la
autoridad competente, proceder a hacer su dictamen pericial dentro de la modalidad de
RELACIONES MÉDICO-LEGALES, de acuerdo con las normas estipuladas al respecto.
REFERENCIAS

1. Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.19 edición, Madrid, 1970,


página 797.

2. LOMBRANA BARRENECHE, José María. Circular sobre evaluación de las


incapacidades en Medicina Legal, citado por Uribe Cuana en "Medicina Legal y
Psiquiatría Forense", 9. edición, Editorial Temís, Bogotá, 1971, página 232.

3. FILIPPI, Medicina Legal, citado por Uribe Cuana, op. ci.t., página 232.
4. PUJIA y SERRATRICE, citados por Uribe CuaIla, op. cit., página 232. 5.

5. LEGRAND DU SALLE, citado por Uribe Cuana, op. cit., página 232.

6. ROJAS, NERIO. Lesiones. Estudio médico-legal, 2. edición, Editorial "El Ateneo",


Buenos Aires, 1935.

7. Corte Suprema de Justicia. Auto del 24 de octubre de 1980. "Gaceta Judicial", Vol.
XCIII, página 848.

8. IRURETA GOYENA, citado por Ortega Torres Jorge en "Código Penal Comentado",
14 edición, Editorial Temis, Bogotá, 1975, página 315.

9. Corte Suprema de Justicia. Casación del 11 de julio de 1946. "Gaceta Judicial", Tomo
LXI, página 142.

10. Corte Suprema de Justicia. Sentencia del l8 de julio de 1958. "Gaceta Judicial Tomo
L"\XVII, página 587..

11. GIRALIJO G., César Augusto. Medicina Forense. Imprenta Nacional, 'Bogotá 1978,
página 20.

12. Corte Suprema de Justicia. Sentencia del14 de julio de 1958. "Gaceta Judicial", Tomo
LXXV, página 709.

13. GIRALDO G., César Augusto. Obra citada, página 14.

14. CONCHA, José Vicente. Tratado de Derecho Penal, citado por Uribe Cuana.
Obra citada, página 248.

15. URIBE CUALLA, Guillermo. Obra citada, página 249.

16. GIRALDO G., AUGUSTO. Obra citada, página 14.

18. URIBE CUALLA, Guillermo. Obra citada, páginas 252-255;

19. Corte Suprema de Justicia. Sentencia del 80 de julio de 1928; "Gaceta Judicial",
Tomo XXXV, página 493.

20.Corte Suprema de Justicia. Sentencia del 9 de mayo de 1950. “Gaceta Judicial”, Tomo
LXVII, página 281.

21. Corte Suprema de Justicia. Sentencia del 8 de Noviembre de 1954. "Gaceta Judicial",
Tomo LXXIX, página 314.

22. GIRALDO G., Cesár Augusto. Obra citada, página 18


23. URIBE CUALLA, Guillermo. Estudio sobre el concepto y clasificación de las lesiones
en medicina legal, en relación con el Código Penal colombiano. En “cuestiones medico
legales y Criminológicas”. Universidad Nacional de Colombia, 1951, página 79

24. Corte Suprema de Justicia. Casación del 29 de abril de 1950. "Gaceta Judicial", Tomo
XXXVII, página 587.

25. URIBE CUALLA, Guillermo. Estudio sobre... Obra citada, página 85.

26. GlRALDO, César Augusto. Obra citada, página 18.

27. Corte Suprema de Justicia. Casación del 28 de octubre de 1946. "Gaceta Judicial",
Tomo LXII, página 148.

28. MORA IZQUIERDO, Ricardo. La perturbación psíquica como una consecuencia de las
lesiones personales. En Revista del Instituto Nacional de Medicina Legal de Colombia, año
3, Volumen 111, número 1, julio de 1978, páginas 93 a 105.

29. GIRALDO, César. Augusto. Obra citada, página 19.


30. Corte Suprema de Justicia. Casación del 81 de mayo de 1918. "Gaceta Judicial", Tomo
LV, página 365.

31.Corte Suprema de Justicia. Sentencia del 26 de octubre de 1948. "Gaceta Judicial",


Tomo LXV, página 133.

32. Corte Suprema de Justicia. Sentencia del 5 de abril de, 1951. "Gaceta Judicial", Tomo
LXIX, página 598.

33. Corte Suprema de Justicia. Sentencia del SI de marzo de 1950. "Gaceta Judicial", Tomo
LXVII, página 245.

34. OSORNO MUÑOZ, Gabriel. Comunicación personal.


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