El amor que se profesaron César Vallejo y Georgette fue, simplemente, un
amor de leyenda. Más allá de las dificultades económicas que tuvieron, además de algunas diferencias en el aspecto político en un inicio, el amor cruzó los linderos de la cotidianidad y se elevó hasta plasmarse en versos inolvidables. Un inspirado Vallejo le escribió a su amada de ojos glaucos: "¿Qué me importan los fusiles? / escúchame: / escúchame, ¿qué importánme, / si la bala circula ya en el rango de mi firma? / ¿Qué te importan a ti las balas, / si el fusil está ya humeando en tu olor? / Hoy mismo pasaremos / en los brazos de un ciego nuestra estrella / y, una vez que me cantes, lloraremos. / Hoy mismo, hermosa, con tu paso par / y tu confianza a que llegó mi alarma, / saldremos nosotros, dos a dos. / ¡Hasta cuando seamos ciegos! / ¡Hasta / que lloremos de tanto volver!” (poema “Palmas y guitarras”). “¡Amada en la figura de cola irreparable, / amada que yo amara con fósforos floridos, / quand on a la vie et la jeunesse, / c’est déjá tellement! / Cuando ya no haya espacio / entre tu grandeza y mi postrer proyecto / amada, / volveré a tu media, has de besarme / bajando por tu media repetida, / tu portátil ausente, dile así…” (poema “Dulzura por dulzura corazona”).
Una enamorada Georgette, le escribió al poeta, después de su abrupta partida el 15 de
abril de 1938:
TÚ QUE HAS VENIDO
Tú que has venido con tu dolor y tus manos entreabiertas sólo tus párpados hechos blanca ceniza podían colmarse de tanta desgracia Agachada sobre tu cóncavo esqueleto he sabido que yo te había amado como deberían amar las piedras y a la hora vencida de tu muerte he levantado alto y amado tu derrota TÚ MI VIDA Tú mi vida tú mi dolor toda mujer eternamente mece un niño He nevado tanto para que duermas y llorado hasta disolver tu ataúd