INTRODUCCIÓN
Este tema muy importante en el cual nos preguntamos ¿Cuál es la naturaleza jurídica del
Código de Ética del Abogado (el “¿Código de Ética”) y del Reglamento del Procedimiento
Disciplinario de los Órganos de Control Deontológico de los Colegios de Abogados del
Perú” (el “¿Reglamento”), aprobados por el Colegio de Abogados de Lima (“CAL”)?
¿Contienen únicamente postulados morales o verdaderas normas jurídicas? ¿Son normas
privadas que establecen relaciones entre los abogados y el CAL o son normas de derecho
público que trascienden el ámbito privado? ¿Tienen rango legal o meramente
reglamentario? ¿Basta su aprobación por el CAL para ser obligatorios o deben ser
publicados en el Diario Oficial El Peruano? Estas son algunas de las inquietudes que
buscamos dilucidar en este ensayo.[2]
La relevancia del Código de Ética radica en que es la norma que establece los parámetros
bajo los cuales debe ejercerse la abogacía en el Perú y cualquier abogado que patrocine
procesos en el país (aún si fuera extranjero) está en la obligación de cumplirlos. De allí
que el tema que abordamos sea esencial para comprender cómo se encuentra
[6]
actualmente regulado el control disciplinario de la abogacía en el Perú.
El Código de Ética y su Reglamento vigentes fueron elaborados sobre la base del Código
[7]
Voluntario de Buenas Prácticas del Abogado de la Red Peruana de Universidades y del
Proyecto de Código de Ética y Responsabilidad del Profesional en Derecho.[8]
En el año 2012, la Junta de Decanos, instancia cuya función es unificar criterios, promulgó
el Código de Ética y el Reglamento. El CAL, en una decisión que desde la academia
[10]
debemos aplaudir, los aprobó en el 2013; no obstante, no todos los demás colegios de
,[11]
abogados lo hicieron aparentemente bajo el entendido de que su promulgación por la
[12]
Junta de Decanos bastaba para su entrada en vigencia.
Es preciso indicar que las normas del Código de Ética y el Reglamento -al igual que
ocurre con otras normas jurídicas- recogen consideraciones de carácter ético,
particularmente, en este caso, de carácter deontológico. Sin embargo, ello no desvirtúa
que sean normas jurídicas, puesto que tienen origen en procedimientos legalmente
establecidos y están respaldadas por la fuerza del Estado. Por eso, se distinguen de las
normas morales cuyo incumplimiento únicamente genera un remordimiento o, en todo
[30]
caso, una crítica social.
Lo expuesto nos lleva a preguntarnos si el Código de Ética más que un código de “ética”
profesional es, en realidad, un código disciplinario.[31] Si bien ambos aluden a un
conjunto de postulados referidos al ejercicio de una profesión -a manera de guías o
directrices de conducta-, el primero carece de coerción[32] mientras que el segundo está
respaldado en el poder sancionatorio del Estado[33] y, por tanto, su aplicación debe
ofrecer las garantías propias al ejercicio del ius puniendi.[34]
Si bien admitimos que esta cuestión puede dar lugar a más de una interpretación, nos
inclinamos a pensar que es un código disciplinario, pues tiene origen en una “institución
autónoma con personería de derecho público” a la cual la ley le reconoce potestades
sancionadoras sobre sus miembros[35] sujetas al control del Estado.[36] Dicho ello,
cabría preguntarnos lo siguiente: ¿qué rango normativo tiene el Código de Ética?
.[45]
(administrativa, económica y normativa) “no puede devenir en autarquía”
Al respecto, debe tenerse en cuenta el Artículo 51 de la Constitución, que señala que “La
publicidad es esencial para la vigencia de toda norma del Estado”, y el Artículo 109 del
mismo cuerpo normativo, que dispone que “La ley es obligatoria desde el día siguiente de
su publicación en el diario oficial, salvo disposición contraria de la misma ley que posterga
[48]
su vigencia en todo o en parte”.
Considerando lo establecido en dichas normas, pensamos que cabrían al menos las
siguientes interpretaciones:
“Si bien dicho precepto constitucional [refiriéndose al Artículo 51] establece que es la “ley”
la que tiene que ser publicada, el Tribunal Constitucional considera que en dicha frase
debe entenderse, prima facie, a cualquier fuente formal del derecho y, en especial,
aquellas que tienen una vocación de impersonalidad y abstracción. A juicio de este
Colegiado, la publicación de las normas en el diario oficial El Peruano es un requisito
esencial de la eficacia de las leyes y de toda norma jurídica, a tal extremo que, una norma
no publicada, no puede considerarse obligatoria […] La Constitución no deja al ámbito
de la discrecionalidad del legislador reglamentario la regulación de esa efectiva
oportunidad de conocer las normas jurídicas. Exige, por el contrario, y
.[50]
mínimamente, que éstas tengan que ser publicadas en el diario oficial” (Énfasis
agregado)
¿Cómo quedarían entonces las sanciones impuestas por el CAL a sus agremiados?
¿Podrían los abogados sancionados cuestionar la falta de publicación del Código de Ética
y su Reglamento? Pasemos a analizar la otra interpretación.
Cabría agregar que en nuestro ordenamiento jurídico rige el principio según el cual la ley
[53]
se presume conocida por todos. Por ello, no cabría que los abogados aleguen el
desconocimiento del Código de Ética y su Reglamento para cuestionar sanciones
impuestas por su incumplimiento. Como resaltó el Tribunal Supremo español en un caso
en el que se discutía la necesidad de publicación del Estatuto General de la Abogacía,
este principio debería entenderse aplicable con mayor razón a los abogados con relación
[54]
a las normas de su profesión.
Por tanto, el Código de Ética del Abogado, es el fiel reflejo de varios años de trabajo de
docentes y estudiantes de Derecho de las universidades, de estudios de abogados del
país y el aporte de los decanos miembros de la Junta de Decanos de los Colegios de
Abogados del Perú.
CONSIDERANDO:
Que, la abogacía es una profesión liberal que cumple una función social al servicio del
Derecho y la Justicia, siendo su objetivo esencial la convivencia social de los hombres
como fuente fecunda de paz, libertad, progreso y bienestar general.
Que, el honor, la dignidad y el decoro son bases fundamentales del patrimonio moral de la
abogacía, rigiendo la ética, el derecho y la justicia, la conducta del abogado;
Que es necesario, que los Colegios de Abogados cuenten con un solo Código de Ética,
habiendo para el efecto, la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú,
aprobado en su Asamblea General Extraordinaria de la ciudad de Puno, el 24 de febrero
del 2012, el Código de ética del Abogado, elaborado por la Comisión Encargada de la
redacción del Código de Ética del Abogado de la Junta de Decanos, que está en base al
Código Voluntario de Buenas Practicas del Abogado elaborado por la Red Peruana de
Universidades, así como del Proyecto de Código de ética y Responsabilidad del
Profesional en Derecho, elaborado por un centenar de abogados, donde además
participaron el Grupo de Estudios sobre temas de ética y Responsabilidad Profesional del
Abogado de asociaciones de estudiantes de Derecho, así como estudios jurídicos del
país, siendo el Código de ética del Abogado, el fiel reflejo del trabajo de varios años de
docentes y estudiantes de Derecho de las universidades, de estudios de abogados del
país y el aporte de los decanos miembros de la Junta de Decanos de los Colegios de
Abogados del Perú.
En uso de sus atribuciones establecidas en el inciso b) del Artículo 31º del Estatuto de la
Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú;
RESUELVE:
Artículo 1º.- PROMULGAR el Código de Ética del Abogado que consta de VIII Secciones,
XVII Capítulos, 111 Artículos y Tres Disposiciones Finales, que forman parte de la
presente resolución.
Ica, 14 de abril
del 2012.
SECCIÓN PRIMERA
DISPOSICIONES GENERALES
Artículo 1º.- Las disposiciones contenidas en este Código, son obligatorias para los
abogados inscritos en los Colegios de Abogados de la República, miembros de la Junta
de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú, cualesquier sea el ámbito o función
que desempeñen.
Todos los abogados sin distinción alguna, deben observar el presente Código, sea que
el acto violatorio de las normas éticas se haya cometido en el ejercicio de la profesión,
en la actividad pública o privada, cual fuere el cargo que desempeñe, así este provenga
de elección popular o por designación.
En consecuencia, el ejercicio del patrocinio judicial y/o administrativo, la consultoría o
asesoría, la función jurisdiccional o notarial y cualquier otra para la cual se exija el título
de abogado, queda comprendido en los alcances del presente Código.
Artículo 2º.- La Abogacía es una profesión liberal. Cumple una función social al
servicio del Derecho y la Justicia. Su objetivo esencial es la convivencia social de los
hombres como fuente fecunda de paz, libertad, progreso y bienestar general.
SECCIÓN SEGUNDA
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
Misión del abogado, deberes y prohibiciones fundamentales
Artículo 3º.- Misión de la profesión
La abogacía tiene por fin la defensa de los derechos de las personas y la consolidación
del Estado de Derecho, la justicia y el orden social.
La probidad e integridad de la conducta del abogado, cualquiera fuere el ámbito en el
que se desempeñe, es esencial para el adecuado funcionamiento del sistema de
justicia, la vigencia del Estado de Derecho y la vida en sociedad. La trasgresión de los
principios éticos agravia a la Orden.
El abogado debe obedecer la ley, no debe inducir a otros a que la infrinjan, ni aconsejar
actos ilegales. Debe promover la confianza del público en que la justicia puede
alcanzarse con el cumplimiento de las reglas del Estado de Derecho.
Artículo 8º.- Probidad e integridad
El Abogado debe inspirar con sus actuaciones la confianza y el respeto de la
ciudadanía por la profesión de abogado. Debe abstenerse de toda conducta que pueda
desprestigiar la profesión.
Artículo 9º.- Deber de veracidad
En sus manifestaciones, el abogado debe exponer con claridad los hechos, el derecho
aplicable al caso, y las pretensiones de su cliente. No debe declarar con falsedad. El
Abogado no debe realizar citas doctrinarias o jurisprudenciales inexistentes.
SECCIÓN TERCERA
LA RELACIÓN CON EL CLIENTE
CAPITULO I
REGLAS GENERALES
El Abogado de una persona jurídica, pública o privada, patrocina los intereses de ésta y
no los de sus funcionarios, directores, gerentes, empleados, accionistas u otras
autoridades o miembros de la organización. En asuntos donde exista conflicto con los
intereses de la organización, se aplican las reglas sobre conflicto de intereses de este
Código.
CAPITULO III
Renuncia del Patrocinio
SECCIÓN CUARTA
DEBERES CON EL CLIENTE
CAPITULO I
Competencia y diligencia profesional
Es deber del abogado defender el interés del cliente de manera diligente y con un
elevado estándar de competencia profesional.
CAPITULO II
Información Oportuna
CAPITULO III
Secreto profesional
CAPITULO IV
LEALTAD Y CONFLICTO DE INTERÉS
Los bienes que reciba el abogado en el marco del patrocinio, deben ser administrados
y conservados con cuidado, diligencia y honradez, atendiendo estrictamente a las
instrucciones recibidas de su cliente. Ante la falta de instrucciones, el abogado debe
actuar en interés del cliente, con las atribuciones y responsabilidades de un depositario.
Los fondos dinerarios u otros bienes fungibles que el abogado reciba en el marco del
patrocinio deberán estar siempre a disposición del cliente o de sus causahabientes,
informando prontamente al cliente de los bienes que reciba en el marco del patrocinio,
solicitándole instrucciones al respecto.
Cuando el abogado prevea que hay un riesgo inminente para el cobro de cualquier
crédito que tenga frente al cliente derivado del Patrocinio, podrá excepcionalmente
retener los bienes del cliente para garantizar su cobro siempre que los bienes guarden
relación con dicho servicio. En ningún caso, procede la retención de documentos de
identidad ni de cualquier tipo de documentación que el cliente requiera para asegurar
su derecho de defensa en un proceso, incluyendo la defensa frente al abogado.
Fuera del caso de cuota litis pactada por escrito con anterioridad a su intervención
profesional, el abogado, su cónyuge y parientes hasta el primer grado de
consanguinidad no pueden adquirir derechos patrimoniales por contrato, legado o
subasta pública, directamente o indirectamente, que recaen sobre los bienes que son
objeto de un litigio en el que intervengan o hayan intervenido por razón de su profesión,
hasta después de un año de concluido en todas sus instancias.
La misma prohibición rige para el abogado, así como para su cónyuge y parientes
hasta el primer grado de consanguinidad, que dictamina o informa sobre bienes, hasta
después de un año de emitido el informe.
SECCIÓN QUINTA
HONORARIOS PROFESIONALES
SECCIÓN SEXTA
RELACIONES CON LAS AUTORIDADES
CAPITULO I
Deberes Generales
El abogado podrá acudir a los medios de comunicación social cuando vea conculcados
sus derechos o los de su cliente en un proceso, siempre y cuando se limite a denunciar
la irregularidad que lo afecta.
Sin perjuicio de las responsabilidades legales a que haya lugar, incurre en grave
responsabilidad a la ética profesional el abogado que lleva a cabo actos de corrupción,
soborno, cohecho u ofrece, aporta o entrega bienes o servicios u otro tipo de beneficios
de cualquier índole a la autoridad. El abogado debe instruir a su cliente que no debe
ofrecer, directa o indirectamente, regalos, prestaciones en especie, ni otras dádivas o
beneficios de cualquier índole a la autoridad. Si su cliente incurre en esta inconducta, el
abogado tiene el deber de renunciar al patrocinio, conforme a lo previsto en el artículo
18° del presente Código.
Constituye grave infracción a la Ética Profesional que el abogado trate asuntos que
patrocina con la autoridad que conoce de éstos, al margen de los medios y
procedimientos permitidos por la ley.
CAPITULO II
Patrocinio debido
Artículo 59°.- Medios alternativo
Falta a la ética profesional el abogado que abusa de los medios procesales para
obtener beneficios indebidos o procura la dilación innecesaria del proceso.
Podrá pagar los gastos de traslado y viáticos del testigo, siempre que se lo comunique
a la autoridad con antelación a la declaración, pudiendo solicitar que sean
considerados como costos del proceso.
El abogado no debe utilizar medios que representen una injerencia para el ejercicio
imparcial e independiente de la autoridad, sin perjuicio del ejercicio de su derecho a la
libertad de expresión. Asimismo, el abogado debe instruir a su cliente que no debe
ejercer influencia sobre la autoridad apelando a vinculaciones políticas, familiares, de
amistad, o de otro tipo que sean ajenas al patrocinio.
CAPITULO I
Publicidad y competencia
Artículo 65°.- Publicidad del Abogado
El Abogado puede anunciar y ofrecer directamente sus servicios, siempre que los
realice y actúe con decoro.
Los abogados deben mantener debido respeto y consideración con los demás colegas
y la parte contraria.
El abogado debe esforzarse por ser un ejemplo de idoneidad ética para sus colegas, en
especial para los futuros profesionales del Derecho.
SECCION NOVENA
PROCESO DISCIPLINARIO
CAPITULO I
Disposiciones Generales
Artículo 80°.- Investigación de oficio o a solicitud de parte
Los Colegios de Abogados del Perú, a través de sus órganos de Dirección y
Deontológicos, investigan de oficio o a solicitud de parte, los actos contrarios a la ética
profesional en que incurran los abogados y las abogadas e imponen las sanciones a
quienes resulten responsables.
CAPITULO II
Órganos disciplinarios
Los fallos del Consejo de Ética y del Tribunal de Honor serán adoptados por mayoría
simple. En caso de empate dirime el Presidente.
CAPITULO III
Principios del Procedimiento Disciplinario
Son principios que deben observarse en todos los procedimientos disciplinarios: los
principios de debido proceso, imparcialidad, razonabilidad, proporcionalidad, celeridad,
non bis in idem, presunción de licitud, buena fe procesal y todos aquellos aplicables
según la Constitución y las demás normas del ordenamiento jurídico.
En el caso de una denuncia de parte, las partes podrán conciliar en cualquier estado
del procedimiento, inclusive hasta en la Audiencia Única. El Consejo de Ética está
facultado para promover la conclusión del procedimiento mediante conciliación.
El Consejo de Ética puede decidir la continuación de oficio del procedimiento, si del
análisis de los hechos denunciados se advierte una afectación severa a la ética
profesional.
Los órganos de control disciplinario no sólo tienen el deber de reprimir las conductas
que contravengan las normas de responsabilidad profesional, sino que deberán
también prevenir la comisión de futuras infracciones.
El Consejo de Ética puede dar lineamientos que deberán ser observados en los
posteriores procedimientos. Asimismo, el Tribunal de Honor tiene la potestad de
establecer cuando lo estime pertinente, precedentes de observancia obligatoria para
los demás órganos disciplinarios.
Los miembros del Consejo de Ética y del Tribunal de Honor deberán excusarse de
intervenir si se presentan los supuestos regulados en los artículos relativos al conflicto
de intereses, o cuando se presentara alguna otra causal suficientemente grave.
Las partes podrán recusar a los miembros del Consejo de Ética y del Tribunal de Honor
por las razones señaladas en el párrafo precedente, dentro del plazo establecido para
la absolución de la denuncia o de la apelación, sin excepción alguna y según
corresponda, debiendo presentar los medios probatorios que estimen convenientes a
afectos de acreditar la causal invocada.
La recusación podrá ser interpuesta con posterioridad, siempre que se funde en hechos
nuevos.
Cuando la denuncia fuese presentada por una persona natural, no requiere contener la
calificación mencionada.
El Tribunal de Honor deberá resolver la apelación en un plazo de diez (10) días hábiles
de recepcionada la causa.
El Consejo de Ética puede desestimar de plano aquellas denuncias que versen sobre
aspectos no relativos al ejercicio profesional, que carezcan manifiestamente de
fundamento o si se hubiese producido la prescripción para el ejercicio de la potestad
disciplinaria. La resolución que al respecto emita el Consejo deberá estar
adecuadamente motivada.
Artículo 95°.- Régimen de notificaciones
Las notificaciones serán remitidas al domicilio procesal y real del registrado por el
Abogado en su respectivo Colegio y al que haya indicado el denunciante.
Supletoriamente se les notificará mediante correo electrónico.
Una vez que las partes señalen un domicilio procesal, las notificaciones serán dirigidas
a este último.
El Consejo de Ética fijará fecha de Audiencia Única, con citación a las partes para
establecer los puntos controvertidos, admitir, rechazar y actuar las pruebas ofrecidas.
Durante el procedimiento disciplinario, las partes pueden aportar los medios probatorios
adicionales que consideren convenientes hasta antes que resuelva el Consejo.
Contra la resolución del Consejo las partes pueden interponer recurso de apelación
ante el Tribunal de Honor, en un plazo de cinco (05) días hábiles de notificada la
resolución.
La interposición de la apelación dentro del plazo señalado suspende los efectos de la
resolución impugnada hasta la culminación del procedimiento en segunda instancia.
Vencido el plazo para interponer la apelación, lo resuelto por el Consejo de Ética
quedará consentido.
El Consejo de Ética dentro del día hábil siguiente de interpuesto el recurso elevará los
actuados al Tribunal de Honor, el mismo que, inmediatamente después de recibir la
documentación mencionada notificará del mismo a las partes interesadas para que en
los siguientes diez (10) días hábiles, presenten sus oposiciones.
Con o sin respuesta de la parte interesada, el Tribunal de Honor, dentro del tercer día
hábil de vencido el plazo para la presentación de las oposiciones, fijará una fecha
improrrogable para la realización de la audiencia con informe oral de las partes.
La fecha para dicha audiencia deberá ser fijada dentro de los diez (10) días hábiles del
vencimiento del plazo de las oposiciones señalado anteriormente.
Las sanciones establecidas en los incisos a), b), c) y d) del artículo precedente se
aplicarán teniendo en consideración la gravedad del hecho y el perjuicio causado.
El monto correspondiente a las multas, debe destinarse para fines de difusión de temas
relativos a la ética y responsabilidad profesional del abogado.
Se considerará falta grave la comisión del mismo tipo de infracción ética de manera
reiterada. En estos casos, la sanción aplicable no podrá ser menor que la sanción
precedente.
DISPOSICIONES FINALES
PRIMERA. - El presente Código será de aplicación obligatoria para todos los abogados
miembros de los Colegios de Abogados de la República y entrará en vigencia a partir
de la publicación de la resolución de promulgación conteniendo el Código, en la página
web del Colegio de Abogados correspondiente o en el Diario Judicial de su jurisdicción.
TERCERA. - Facúltese a los Colegios de Abogados del Perú a adecuar sus Estatutos a
las disposiciones del presente Código de Ética del Abogado, dentro del plazo de
noventa (90) días calendarios desde la fecha de su promulgación. En el mismo plazo
se aprobará el Reglamento del Procedimiento Disciplinario de los Órganos
Disciplinarios de Control de los Colegios de Abogados del Perú.
GLOSARIO DE TÉRMINOS
Para efectos del presente Código de Ética del Abogado, se utilizan las siguientes
definiciones:
El Código de Ética del Abogado que la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados
del Perú ha aprobado en su Asamblea General Extraordinaria de la ciudad de Puno, el
24 de febrero del 2012, está en base al Código Voluntario de Buenas Prácticas del
Abogado, elaborado por la Red Peruana de Universidades, integrada por las
Facultades de Derecho y Ciencias Políticas de las universidades Pontificia Universidad
La Católica del Perú, Universidad Nacional de Trujillo, Universidad Nacional de San
Antonio Abad del Cusco, Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa,
Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga de Ayacucho, Universidad
Católica de Santa María de Arequipa, Universidad Nacional de la Amazonía Peruana,
Universidad Nacional Hermilio Valdizán de Huánuco, Universidad Nacional de
Cajamarca, Universidad Nacional de Piura, así como del Proyecto de Código de Ética y
Responsabilidad del Profesional en Derecho, coordinado por la Dra. Beatriz Boza
Dibós, donde en su revisión y elaboración participaron 95 abogados en un esfuerzo
coordinado por los doctores Jorge Avendaño Valdez, Mario Pasco Cosmópolis y Javier
de Belaúnde López de Romaña.
Además, se contó con la participación del Grupo de Estudio sobre Temas de Ética y
Responsabilidad Profesional del Abogado de las siguientes asociaciones de
estudiantes de Derecho: Círculo de Derecho Administrativo, Derecho virtual, Foro
Académico, Ius et Veritas, Ius Inter Gentes y Themis, así como de las gerencias legales
de las principales empresas del país y el Vance Center del Colegio de Abogados de
Nueva York.
Por tanto, el Código de Ética del Abogado, es el fiel reflejo del trabajo de varios años de
docentes y estudiantes de Derecho de las universidades del país y el aporte de los
decanos miembros de la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados del Perú y de
estudios de abogados del país.
COMISIÓN ENCARGADA DE LA REDACCIÓN DEL CÓDIGO DE ÉTICA DEL
ABOGADO
Dr. Jesús Antonio Rivera Oré, Decano del Colegio de Abogados de Lima Sur,
Presidente.
Dr. Eric Escalante Cárdenas, Decano del Ilustre Colegio de Abogados del Cusco.
Miembro.
Dr. Eddy Ramiro Misari Conde, Decano del Colegio de Abogados de Junín. Miembro.
Dr. Alberto Calle Enríquez, Decano del Colegio de Abogados de Piura. Miembro.
Dr. Eric Escalante Cárdenas, Decano del Ilustre Colegio de Abogados del Cusco. Dra.
Illián Hawie Lora, Directora de Ética Profesional y Presidenta del Consejo de Ética del
Colegio de Abogados de Lima.
CONCLUSIÓN
Existen sólidos argumentos para defender que la falta de publicación del Código de Ética
y su Reglamento en El Peruano no desvirtúan su obligatoriedad. Bajo dichos argumentos,
no cabría que se revoquen las sanciones impuestas en su aplicación (sería vergonzoso
que algo así ocurriera); sin embargo, pensamos que el CAL debería disponer de todas
formas su publicación en el diario oficial en pro de una mejor publicidad.
En el Perú, el Código de Ética constituiría la principal fuente normativa que define cuáles
son los estándares de conducta y, por ende, las “reglas de juego” que debe respetar todo
abogado al ejercer la profesión. Se trata entonces de la principal norma que deben
respetar quienes conocen las leyes mejor que nadie y tienen la loable misión de ayudar a
los ciudadanos a entenderlas, cumplirlas y defender sus derechos.
Finalmente, nótese que la conclusión a la que llegamos en este ensayo, motiva una serie
de cuestiones adicionales: ¿cuándo la conducta de los abogados está sujeta a las normas
del Código de Ética del Abogado[56] (Código de Ética)? ¿están sujetos a dichas normas
aun cuando no ejercen la abogacía? ¿están todos los abogados sujetos a las mismas
reglas del Código de Ética? Resulta preciso analizar estas cuestiones para contribuir a
definir una institucionalidad acorde con las demandas que nuestra sociedad (la de hoy)
impone a la abogacía.
[1]
El autor agradece los valiosos comentarios de la profesora Beatriz Boza, coordinadora
del curso de Ética y Responsabilidad Profesional del Abogado en la Facultad de Derecho
de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Además, deja constancia de que
las opiniones expresadas en este ensayo, así como cualquier error u omisión, son de su
exclusiva responsabilidad y que, de ninguna manera, comprometen la opinión de las
organizaciones que conforma. Cualquier crítica, sugerencia o comentario con relación al
contenido del presente ensayo puede ser dirigido al correo electrónico
alexis.lujan@pucp.pe.
[2] Valga aclarar que en este ensayo no analizamos el nivel de cumplimiento del Código
de Ética y su Reglamento, las razones de su incumplimiento o temas similares, aspectos
que ameritan una investigación de otra naturaleza.
[3]
Como bien explica Savater, “En todas las disciplinas y profesiones, en cualquier trabajo
u oficio, existe una especie de ética privada o particular que la pedantería académica
llama Deontología […] que quiere decir lo conveniente, lo apropiado para una profesión
determinada”. SAVATER, Fernando. Ética para la empresa. Barcelona. Conecta. 2014, p.
67-68.
[4]
La tesis de Alonso Acosta y Adriana Tapia confirma con fuentes objetivas que en el
Perú algunas importantes facultades de Derecho no contemplan un curso obligatorio de
ética y responsabilidad del abogado, que otras ofrecen un curso electivo (léase
voluntario), y que, entre las que lo hacen, algunas no enseñan las instituciones del Código
de Ética como son el secreto profesional, la lealtad con el cliente, el patrocinio debido, el
cuidado de los bienes del cliente o la responsabilidad profesional. Cfr. Acosta, Otto y
Tapia, Adriana. La enseñanza del Código de Ética en las facultades del derecho del Perú.
Tesis de licenciatura en Derecho. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, Facultad
de Derecho. 2016.
[5]
Marcial Rubio explica que este rasgo diferencia a la norma jurídica de otras como las
normas morales que tienen un respaldo confesional, social o incluso individual o las
normas de uso social. Rubio, Marcial. El sistema jurídico: Introducción al derecho (10th
ed.). Lima, Perú: Fondo Editorial, Pontifica Universidad Católica del Perú. 2009, 84.
[6]
La naturaleza jurídica y no moral de las normas del Código de Ética del CAL de 1982
(versión anterior al Código de Ética de 1997) fue brevemente analizada por el profesor
cusqueño Ferdinand Cuadros. Al respecto, señaló: “El código de ética profesional, debiera
ser normativa del carácter estrictamente moral. Sin embargo, por las sanciones que
conlleva se convierte en norma jurídica. La diferencia generalizada entre moral y derecho
es que mientras la moral no tiene sino el contralor [sic] de la conciencia del propio
individuo, el derecho lleva consigo la sanción. Esto es que la coercibilidad diferencia
ambas normas. Mientras el derecho es coercible, la moral no lo es”. Ferdinand Cuadros
Villena, Carlos. Ética de la abogacía y deontología forense. Editora Fecat. Lima. 1994. p.
336.
[7]
Liderada por Facultad de Derecho de la PUCP e integrada también por las Facultades
de Derecho (y Ciencias Políticas) de las siguientes universidades: Universidad Nacional
de Trujillo, Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, Universidad Nacional
de San Agustín de Arequipa, Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga de
Ayacucho, Universidad Católica de Santa María de Arequipa, Universidad Nacional de la
Amazonía Peruana, Universidad Nacional Hermilio Valdizán de Huánuco, Universidad
Nacional de Cajamarca y Universidad Nacional de Piura.
[8] Versión anterior al Código Voluntario de Buenas Prácticas del Abogado de la Red
Peruana de Universidades que resumía los aportes recabados en la consulta pública
liderada por Beatriz Boza profesora de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
[9]
Para la revisión y elaboración del Proyecto de Código participaron 95 abogados en un
esfuerzo coordinado por los doctores Jorge Avendaño Valdez, Mario Pasco Cosmópolis y
Javier de Belaúnde López de Romaña contándose además con la participación del Grupo
de Estudio sobre Temas de Ética y Responsabilidad Profesional del Abogado dirigido por
Beatriz Boza, así como las siguientes asociaciones de estudiantes de Derecho: Círculo de
Derecho Administrativo, Derecho virtual, Foro Académico, IUS ET VERITAS, Ius Inter
Gentes y Themis, así como de las gerencias legales de las principales empresas del país
y el Vance Center del Colegio de Abogados de Nueva York. Además, para la redacción
final del Código de Ética y el Reglamento participaron los miembros de la Comisión
Encargada de la Redacción del Código de Ética del Abogado de la Junta de Decanos de
los Colegios de Abogados del Perú, la Directora de Ética profesional y Presidenta del
Consejo de Ética del Colegio de Abogados de Lima y algunos estudios de abogados:
Barrios & Fuentes Abogados; Benítez, Forno, Ugas & Ludowieg, Andrade; Estudio Grau;
Estudio Olaechea; Estudio Osterling; García Sayán Abogados; Hernández & Cía.
Abogados; Miranda & Amado; Muñiz, Ramírez, Pérez-Taiman & Olaya; Payet, Rey, Cauvi;
Rodrigo, Elías & Medrano; Rubio Leguía Normand y Escalante Abogados.
Se señala por ello que “el Código de Ética del Abogado, es el fiel reflejo del trabajo de
varios años de docentes y estudiantes de Derecho de las universidades del país y el
aporte de los decanos miembros de la Junta de Decanos de los Colegios de Abogados
del Perú y los estudios de abogados del país”. Cfr.: Documento “Fuentes para la
redacción del Código de Ética del abogado” de la Comisión Encargada de la Redacción
del Código de Ética del Abogado de 24 de febrero de 2012.
[10]
Por Asambleas Generales Extraordinarias de Delegados del Ilustre Colegio de
Abogados de Lima, de fechas 15 de junio de 2013 y 06 de julio de 2013, se aprobaron
ambas disposiciones, así como la adecuación a la nueva normativa de los procesos
disciplinarios en trámite.
[11]
Decimos esto, ya que, pudimos corroborar que en las páginas web de dichas
instituciones fueron publicadas dichas normas indicándose como vigentes sin indicación
del acuerdo de asamblea mediante el cual se incorporó al respectivo colegio de
abogados.
[12]
Consideramos que, conforme al marco legal vigente, la obligatoriedad y efectiva
aplicación de dichas normas para los abogados agremiados a un colegio de abogados
depende de que estos las aprueben de acuerdo con lo dispuesto por sus Estatutos. Ello,
puesto que entre las competencias que le fueron asignadas por Ley a la Junta de
Decanos no existiría alguna que le habilite a aprobar normas de carácter obligatorio para
los colegios de abogados o sus miembros.
[13]
La exposición de motivos de dicho decreto legislativo señala: “dicha disposición otorga
fuerza de ley al Código de Ética del Abogado, aprobado mediante Resolución de
Presidencia de Junta de Decanos No. 001-2012-JDCAP-P, de fecha 12 de abril de 2012
la cual establece que todos los colegios de abogados deben de contar con un Consejo de
Ética y un Tribunal de Honor, y deben de cumplir de forma obligatoria con el Código de
Ética del Abogado”.
[14]
No obtuvimos una respuesta oficial al cierre de la elaboración de este artículo. Sin
embargo, el personal de los colegios de abogados de Arequipa, Cusco, Loreto, Tacna,
Piura y Puno que nos respondió por vía telefónica no tenía conocimiento sobre la
aprobación del Código de Ética a nivel de la asamblea del colegio de abogados
respectivo.
[15]
Como explica el profesor Neves Mujica, “mientras los productos normativos constituyen
reglas generales y abstractas, es decir, universales en lo referente al destinatario y a la
acción, respectivamente; los no normativos forman decisiones particulares y concretas,
esto es, singulares en ambos casos”. Neves Mujica, Javier. Introducción al Derecho del
Trabajo. Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima. 2009. P. 27.
[16]
El TC ha señalado, respecto de los colegios profesionales, que “se trata de entidades
creadas para tutelar intereses públicos, cuyos fines guardan estrecha relación, o están
directamente conectados, con los intereses profesionales propios de sus integrantes.
Puede afirmarse entonces que su finalidad esencial, pero no la única, es el control del
ejercicio profesional de sus miembros. […] En síntesis, para el Tribunal Constitucional
queda claro que, si bien la actividad de los colegios profesionales persigue la promoción
de los legítimos intereses de los profesionales titulados que las componen, también
busca, esencialmente, controlar la formación y actividad de aquellos para que la práctica
de la profesión colegiada responda a los parámetros deontológicos y de calidad exigidos
por la sociedad a la que sirven”. (Énfasis agregado) Cfr. Fundamentos 8 y 12 de la
sentencia recaída en el Expediente No. 3954-2006-PA/TC.
Nótese que la autonomía que la Constitución garantiza al CAL se traduce, para tales
efectos, en la potestad de aprobar el Código de Ética y el Reglamento. Cfr.: Fundamento
9 de la Sentencia recaída en el Expediente No. 3954-2006-PA/TC. Desde nuestro punto
de vista al aprobar dichas normas actuaría como Administración Pública. Sobre este
asunto, nos remitimos a lo que hemos señalado en un artículo anterior. Luján, Alexis. El
Colegio de Abogados de Lima como Administración Pública: A propósito de la Comisión
Odebrecht y la resolución de la Comisión de Barreras Burocráticas del Indecopi. Portal
jurídico enfoque-derecho. 14 de julio de 2017.
[17]
Tan claro es que no tutelan únicamente intereses privados que el Reglamento admite
que la Dirección de Ética del CAL realice investigaciones de oficio (inciso 2 del Artículo 9
del Reglamento) y somete los acuerdos conciliatorios entre el denunciante y denunciado a
la aprobación del Consejo de Ética del CAL.
[18]
Cumplen, por tanto, con el esquema lógico de toda norma jurídica (supuesto de hecho,
nexo lógico y consecuencia) reconocido en la doctrina. Cfr.: Rubio Correa, Marcial. Op.
cit. p. 76.
[19]
Así, por ejemplo, cuando el Artículo 6 del Código de Ética señala como deber
fundamental del abogado “actuar con sujeción a los principios de lealtad, probidad,
veracidad, honradez, eficacia y buena fe; así como del honor y dignidad propios de la
Profesión” más que recoger una “regla” estaría estableciendo una serie de “principios”.
Cabe recordar que, a diferencia de las reglas, los principios pueden cumplirse
progresivamente y no como las reglas que pueden se acatan o no, además tienen una
dimensión de peso o ponderación y se valoran en casos concretos en relación con otros
principios. Cfr.: Cárdenas Gracia, Jaime. Introducción al estudio del derecho. Instituto de
Investigaciones Jurídicas. Universidad Autónoma de México. México. 2009, p. 110.
Por otro lado, es preciso mencionar que el Código de Ética contiene también normas que
tienen un estándar aspiracional; es decir, que buscan servir como un recordatorio para los
abogados sobre la importancia de ciertas conductas, aunque no habilitarían por sí solas a
los colegios de abogados para sancionarlos. A manera de ejemplo, pueden verse las
siguientes normas:
El abogado […]. Debe promover la confianza del público en que la justicia puede
alcanzarse con el cumplimiento de las reglas del Estado de Derecho.
[20]
Que en su Artículo 11 reitera que el abogado debe actuar en todo momento, conforme
a lo establecido en el mismo.
[21]
El Artículo 102 del Código de Ética señala lo siguiente:
Estas sanciones rigen en todo el territorio nacional y son de observancia obligatoria para
todos los Colegios de Abogados del Perú”
Por su parte el Artículo 109 del Código de Ética señala que “Las sanciones deberán ser
estrictamente acatadas por los abogados. Su no acatamiento constituye falta grave que
dará lugar a la imposición de la sanción más severa y, de ser el caso, la denuncia penal
correspondiente”.
[22]
Es importante observar que no solo puede dar lugar a una sanción disciplinaria el
incumplimiento de aquellas disposiciones del Código de Ética que son expresas en
señalar que una conducta constituye una “falta” (Ver Artículos 59 sobre aconsejar litigios
innecesarios y 60 sobre abuso de medios procesales) o “falta grave” (Ver Artículos 55
sobre denuncia maliciosa, falsedad, difamación, daño indebido contra autoridad, 56 sobre
soborno a autoridad, 109 sobre no acatamiento de sanciones y 110 sobre reincidencia) a
la ética profesional sino, en general, el incumplimiento por parte de un abogado de
cualquiera de sus disposiciones.
[23]
Nótese que de acuerdo con lo señalado en los Artículos 103 y 104, las sanciones de
amonestación, suspensión por 2 años o separación por 2 años se aplicarán teniendo en
consideración la gravedad del hecho y el perjuicio causado, mientras que la sanción de
expulsión se aplicará: (i) en los casos en que se incurra o promuevan violaciones de los
derechos y libertades fundamentales, sea cual fuere el cargo que desempeñe el
abogado; y, (ii) en los casos de hechos ilícitos o delictivos.
[24]
Esta característica es fundamental para decir que una norma es una norma jurídica.
Explica Marcial Rubio que “la norma jurídica es un mandato, es decir, la enunciación de
una conducta que debe ser seguida por las personas que conforman el pueblo del Estado
respectivo (en nuestro caso el Estado Peruano) o que residen en él, pero perteneciendo
al pueblo de otros estados (por ejemplo, un turista extranjero que está de paso por el
Perú)”.
Rubio Correa, Marcial y Arce, Elmer. Teoría esencial del ordenamiento jurídico peruano.
Colección lo esencial del Derecho. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica
del Perú. Lima. 2017. P. 49-50.
[25]
En forma particular, el Código de Ética contiene normas sistematizadas en los
siguientes capítulos: (i) principios generales [de la actuación del abogado]; (ii) la relación
del abogado con sus clientes; (iii) la relación del abogado con las autoridades; (iv) la
relación del abogado con otros colegas y terceros; y, (v) la responsabilidad del abogado.
[26]
El Artículo 363 del Código Penal sanciona el ejercicio ilegal de la profesión. El Poder
Judicial confirmó sanciones por este delito, por ejemplo, en las ejecutorias supremas de
22 de setiembre de 1998 y de 4 de diciembre de 1997, a un bachiller que prestaba
asesoramiento legal, confeccionaba escritos y asistía a diligencias judiciales y al
practicante de un Juzgado de Paz Letrado. Cfr. SALINAS SICCHA, Ramiro. Delitos contra
la Administración Pública. Editora y Librería Jurídica Grijley EIRL. Lima. 2014. P. 63.
[27]
El Artículo 363 del Código Penal titulado “Ejercicio ilegal de profesión” señala lo
siguiente: “El que ejerce profesión sin reunir los requisitos legales requeridos, será
reprimido con pena privativa de libertad no menor de dos ni mayor de cuatro años. El que
ejerce profesión con falso título, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de
cuatro ni mayor de seis años. La pena será no menor de cuatro ni mayor de ocho años, si
el ejercicio de la profesión se da en el ámbito de la función pública o prestando servicios
al Estado bajo cualquier modalidad contractual”. (Énfasis agregado)
[28]
Publicado el 16 de diciembre de 2016.
[29]
De acuerdo con lo dispuesto en el Código de Ética y el Reglamento las sanciones que
pueden imponerse a un abogado son de amonestación escrita, amonestación con multa,
suspensión hasta por dos años, separación hasta por 5 años y expulsión definitiva del
colegio profesional.
[30]
De la Torre, Javier. Deontología de Abogados, Jueces y Fiscales. Biblioteca Comillas.
Universidad Pontificia Comillas. Madrid. 2008. P. 103.
[31] Se explica, por ello, que “La responsabilidad propiamente deontológica es la relativa
a reglas básicas de la profesión, sin que su incumplimiento genere por sí mismo una
responsabilidad profesional disciplinaria, a menos que en forma adicional se establezca
expresamente el sistema sancionatorio para su determinación”. Sandoval, Helber,
Ceballos, Berta y López Germán. El régimen disciplinario del abogado en Colombia.
Universidad Cooperativa de Colombia. Colombia. 2007. P. 31.
[34] En ese entendido, se ha pronunciado Fidel Rojas, explicando que, entre un grupo de
casos que la doctrina identifica excepcionalmente como derecho disciplinario público,
aplicado sobre no-funcionarios, se apreciaría a las sanciones disciplinarias aplicadas a
profesionales titulados a través de sus colegios profesionales, como los colegios de
abogados. Señala, por ello, que “esta manifestación del derecho sancionador en nuestro
país puede ser identificada como una manifestación del ius puniendi, pues no se trata de
una expresión privada del derecho sancionador. Nótese cómo sus sanciones pueden
inhabilitar a un profesional de la misma manera como lo hace el Derecho administrativo
sancionador, el Derecho disciplinario o incluso el Derecho Penal. No se trata pues de
sanciones que tengan un efecto al interior del gremio profesional, sino que trasciendan a
la esfera de lo público. Por las mismas razones, estas sanciones deben estar sujetas a las
garantías del ius puniendi”. Op. Cit., p. 63-64.
[35] En ese sentido se ha pronunciado Rojas Rodríguez señalando, además, que “el
Estado otorga a favor de los gremios una suerte de delegación de facultades
sancionadoras, sobre la base de su necesidad de establecer garantías para los
ciudadanos (sobre el correcto ejercicio profesional de los titulados) y en virtud de la
competencia deontológica de los colegios profesionales, que evidentemente no puede ser
ejercida directamente por el Estado”. Ver. Rojas Rodríguez, Fidel. Fundamentos del
derecho administrativo sancionador. Instituto Pacífico. Primera Edición. Lima. 2015. P. 62-
63.
[36] Según viene siendo interpretado por el TC, las sanciones impuestas por los colegios
de abogados a sus agremiados por el incumplimiento de las normas que regulan su
conducta están sujetas al control de la jurisdicción contencioso administrativa, así como al
de la jurisdicción constitucional ante la cual cabe recurrir ante la vulneración de derechos
o principios constitucionales con motivo de la actuación de los colegios de abogados
(como, por ejemplo, la adecuada motivación de las resoluciones) más no así para
cuestionar el fondo de una controversia. Cfr.: las sentencias del TC recaídas en los
Expedientes No. 5691-2008-AA/TC; 3285-2010-PA/TC; y, 3954-2006-PA/TC.
[37]
Luján, Alexis. Op. Cit. Loc. Cit.
[38]
Nótese que el origen de estas normas en una persona jurídica no estatal pone a
prueba la clásica distinción entre Ley y reglamento. Reconocemos que esta cuestión
exige un análisis más extenso, sin embargo, parecería razonable categorizarlos como
reglamentos extra legem. El TC ha señalado sobre los denominados reglamentos extra
legem, independientes, organizativos o normativos son “los que se encuentran destinados
a reafirmar, mediante la autodisposición, la autonomía e independencia que la ley o la
propia Constitución asignan a determinados entes de la Administración, o, incluso, a
normar dentro los alcances que el ordenamiento legal les concede, pero sin que ello
suponga desarrollar directamente una ley”. Cfr. Fundamento 15 de la Sentencia recaída
en los Expedientes Acumulados No. 0001/0003-2003-AI/TC.
[39]
Bajo nuestro entendimiento, la autonomía garantizada a los colegios de abogados
permitiría una delimitación de competencias (la formulación de dichos parámetros
deontológicos quedaría, en principio, fuera de la competencia de los poderes del Estado)
más no de jerarquía normativa (la Constitución no estaría delegando los colegios de
abogados la potestad de emitir normas con rango de Ley).
[40]
Nótese que el Artículo 104 de la Constitución señala que el Congreso “puede delegar
en el Poder Ejecutivo la facultad de legislar […]” no contemplándose en este precepto el
caso de una delegación a organizaciones autónomas como son los colegios de abogados.
[41]
De ello se derivaría que el Código de Ética y el Reglamento requieren ser compatibles
con las normas con rango de Ley como, por ejemplo, las normas sobre publicidad, libre
competencia y represión de la competencia desleal sin que ello suponga, por supuesto,
dejar sin efecto la autonomía con la que cuentan los colegios de abogados para delimitar
los parámetros deontológicos que regulan la actuación de los abogados.
[42]
Pensamos que en la medida que el CAL apruebe y aplique el Código de Ética y el
Reglamento de conformidad con lo establecido en su Estatuto, estará actuando en
armonía con lo dispuesto en la Constitución. Por ello, no cabría alegar que la tipificación
de sanciones en el Código de Ética del CAL incumpla el principio de legalidad en materia
sancionatoria.
[43]
Como explica Abruña refiriéndose al reglamento en general, “el Reglamento se sujeta
completamente a la Ley: está dotado únicamente de una presunción iuris tantum de
legalidad y es controlable por el Poder Judicial”. ABRUÑA, Antonio. Delimitación jurídica
de la Administración Pública en el ordenamiento peruano. Colección Jurídica: Universidad
de Piura. Palestra Editores. Lima. 2010. P. 104.
[44]
A la misma concluyó llegó Ana Piñeyro en el 2008 sosteniendo incluso la sujeción de
los colegios de abogados a normas de rango distinto al legal. Al respecto, sostiene: “El
Código de Ética solo puede desenvolverse dentro de los límites impuestos por la
Constitución, las leyes, los reglamentos y toda otra norma de mayor jerarquía, más si de
derechos fundamentales se trata. Recordemos que no pocas veces el Tribunal
Constitucional ha sostenido que ‘en nuestro sistema constitucional, los derechos
fundamentales vinculan tanto al Estado como a los particulares’”. Piñeyro, Ana. ¿Pueden
los abogados hacer publicidad? Análisis a la regulación profesional de la publicidad y sus
efectos. Tesis para obtener el título de abogado. Pontificia Universidad Católica del Perú.
2008. P. 80-85.
[45]
Cfr. Fundamento 6 de la Sentencia recaída en el Expediente No. 3954-2006-PA/TC.
[47]
Podría pensarse que esta cuestión es trivial dado que anteriormente el TC se ha
pronunciado con relación a la aplicación de sanciones por el incumplimiento del Código de
Ética de 1997 asumiendo que se trataba de una norma eficaz obligatoria; sin embargo, es
relevante porque en dichos casos no se discutió la necesidad de su publicación. Cabría
agregar que no tenemos conocimiento de algún caso en el que el TC se haya
pronunciado ya con relación al Código de Ética y Reglamento vigentes.
[48]
Solo como referencia, cabe mencionar que el Tribunal Supremo español sostuvo que si
bien es innegable que las normas deben ponerse en conocimiento fácil, preciso y exacto
de sus destinatarios la constitución española no exigiría que sean publicadas en el diario
oficial sino que tengan publicidad.
Al respecto, explica que la Constitución española sólo consagra “la publicidad de las
normas” (artículo 9.3) pero no señala el medio por el que debe darse cumplimiento a ese
requisito y los términos “publicidad y publicación” no son sinónimos.
[49]
El TC declaró fundadas diversas demandas de amparo contra sanciones impuestas a
cadetes de la escuela de Chorrillos sustentadas en un reglamento disciplinario no
publicado que contenía disposiciones que sustentaron tanto la sanción como el
procedimiento para su aplicación. Así, por ejemplo, pueden verse las Sentencias recaídas
en el Expediente No. 06402-2007-PA/TC (sobre la sanción a un cadete por haberse
apropiado supuestamente de un equipo celular), No. 3901-2007-AA/TC (sobre la sanción
a una cadete por mantener relaciones amorosas fuera de la escuela militar de Chorrillos)
y No. 02098-2010-AA/TC (sobre una sanción por mantener relaciones amorosas dentro y
fuera de la escuela militar de Chorrillos).
[50]
Nos referimos a la Sentencia recaída en el Expediente No. 2050-2002-AA/TC en la que
el TC declaró inaplicable la resolución mediante la cual se resolvió pasar a un policía de la
situación de actividad a la de retiro por medida disciplinaria, ya que el reglamento que
contemplaba el régimen disciplinario bajo el cual fue sancionado no fue publicado en el
diario oficial El Peruano sino únicamente la norma que lo aprobó. Algo similar ocurrió en
las Sentencias recaídas en los Expedientes No. 10287-2005-PA/TC y No.00017-2005-AI
en las que, aunque no llegó a explicar con claridad la diferencia entre “existencia”,
“constitución”, “vigencia”, “validez” y “eficacia”, el TC no reconoció como obligatorias las
normas contenidas en ordenanzas municipales cuyo texto íntegro no fue publicado sino
únicamente la norma que las aprobó.
[51]
En la Sentencia recaída en el Expediente No. 02098-2010-AA/TC el TC concluyó que
la falta de publicación del reglamento conforme al cual se sancionó a un cadete, por
mantener relaciones amorosas dentro y fuera de la escuela militar de Chorrillos, afectó el
debido proceso del demandante. El vocal César Landa al emitir su voto en discordia
sostuvo, refiriéndose a la regla que exige la publicación de las normas en el diario oficial,
que “existen casos concretos que pueden constituir una modulación”. Señala como
ejemplo el caso analizado en dicha resolución, pues la demandante no podía desconocer
el reglamento disciplinario, ya que al ingresar a estudiar se puso este en su conocimiento
junto con otras normas de importancia en el desarrollo de su actividad académica militar.
[52]
Según señala el Artículo 3 del Reglamento de Incorporaciones del Ilustre Colegio De
Abogados de Lima en ceremonia solemne se presta el juramento o promesa siguiente:
“JURO CUMPLIR LA CONSTITUCION Y EL ORDENAMIENTO JURIDICO DE LA
NACION, RESPETAR Y DEFENDER LOS DERECHOS FUNDAMENTALES, OBSERVAR
FIELMENTE LAS DISPOSICIONES DEL ESTATUTO Y EL CODIGO DE ETICA, ASI
COMO OBSERVAR LOS DEBERES PROFESIONALES CON MORALIDAD, HONOR,
LEALTAD Y DILIGENCIA PARA LOS FINES SUPERIORES DE LA JUSTICIA”.
[53]
Este principio ha sido reconocido por el Tribunal Constitucional, por ejemplo, en el
Fundamento 6 de la sentencia emitida en el Expediente No. 06859-2008-PAITC publicada
el 26.04.2010.
[54]
El Tribunal Supremo español considerando que el Código Civil de dicho estado
consagra el principio de que la ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento,
sostuvo que “ello sí que es predicable sin excusa alguna de un profesional del derecho y
más todavía respecto de las normas que son específicas de su profesión, como es el
Estatuto General de la Abogacía […]”. De esto da cuenta Nielson Sánchez refiriéndose a
la Sentencia del Tribunal Supremo, Sala Tercera, Sección Primera de 29 de septiembre
de 1989, Ponente señor Jiménez Hernández, Aranzadi 1989/6723.
Además, según explica dicho autor en otra sentencia (Sala tercera, Sección Sexta de 9 de
Julio de 2001 (Ponente señor Gonzales Navarro), Aranzadi 2001/8005) el Tribunal
Supremo español sostuvo que si bien es innegable que las normas deben ponerse en
conocimiento fácil, preciso y exacto de sus destinatarios la constitución española no
exigiría expresamente que sean publicadas en el diario oficial (como sí ocurre en Perú,
como ya hemos adelantado) sino que tengan publicidad. Al respecto, explica que la
Constitución española sólo consagra “la publicidad de las normas” (artículo 9.3) pero no
señala el medio por el que debe darse cumplimiento a ese requisito y los términos
“publicidad y publicación” no son sinónimos. Nielson Sánchez Stewart, Nielson. La
Profesión del Abogado (Deontología, Valores y Colegios de Abogados). Tomo I. Difusión
Jurídica. Madrid. 2008. 208-2014
[55]
Haciendo referencia al régimen legal español Darnaculleta y Gardella explica que “[…]
incumbe a los Colegios Profesionales la determinación que regula la actividad de sus
colegiados. En este campo sí que se ha producido, debido a la naturaleza de
Corporaciones de Derecho Público, una juridificación de la ética profesional. Los códigos
de conducta profesional son aprobados en forma de reglamentos y las sanciones
disciplinarias que se imponen por su incumplimiento son, a pesar de su contenido,
sanciones administrativas. En principio, pues, la ética profesional es fruto de la regulación
pública y no, como ocurre en otros modelos de derecho comparado, de la
autorregulación. […] Esta afirmación es predicable, obviamente, de las profesiones
colegiadas”. Cfr.: DARNACULLETA y GARDELLA, Ma Merce. Autorregulación y derecho
público: la autorregulación regulada. Marcial Pons, ediciones jurídicas y sociales. Madrid.
2005. P. 272-273.
[56] Código de Ética del Abogado – Aprobado por Asambleas Generales Extraordinarias
de Delegados del Ilustre Colegio de Abogados de Lima, de fechas 5 de junio de 2013 y 06
de julio de 2013.