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abogado
Por Alexis Luján, bachiller en Derecho por la Pontificia Universidad Católica del Perú y ha sido
asistente del curso de Ética y Responsabilidad Profesional del Abogado en la Facultad de Derecho
de la PUCP y en la Facultad de Derecho de la Universidad del Pacifico [1].
¿Cuál es la naturaleza jurídica del Código de Ética del Abogado (el “Código
de Ética”) y del Reglamento del Procedimiento Disciplinario de los Órganos
de Control Deontológico de los Colegios de Abogados del Perú” (el
“Reglamento”), aprobados por el Colegio de Abogados de Lima (“CAL”)?
¿Contienen únicamente postulados morales o verdaderas normas jurídicas?
¿Son normas privadas que establecen relaciones entre los abogados y el
CAL o son normas de derecho público que trascienden el ámbito privado?
¿Tienen rango legal o meramente reglamentario? ¿Basta su aprobación por
el CAL para ser obligatorios o deben ser publicados en el Diario Oficial El
Peruano? Estas son algunas de las inquietudes que buscamos dilucidar en
este ensayo.[2]
Es preciso indicar que las normas del Código de Ética y el Reglamento -al
igual que ocurre con otras normas jurídicas- recogen consideraciones de
carácter ético, particularmente, en este caso, de carácter deontológico. Sin
embargo, ello no desvirtúa que sean normas jurídicas, puesto que tienen
origen en procedimientos legalmente establecidos y están respaldadas por
la fuerza del Estado. Por eso, se distinguen de las normas morales cuyo
incumplimiento únicamente genera un remordimiento o, en todo caso, una
crítica social.[30]
6. Conclusión
____________________________________________________________
____________
[1]
El autor agradece los valiosos comentarios de la profesora Beatriz Boza,
coordinadora del curso de Ética y Responsabilidad Profesional del Abogado
en la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Además, deja constancia de que las opiniones expresadas en este ensayo,
así como cualquier error u omisión, son de su exclusiva responsabilidad y
que, de ninguna manera, comprometen la opinión de las organizaciones
que conforma. Cualquier crítica, sugerencia o comentario con relación al
contenido del presente ensayo puede ser dirigido al correo
electrónico alexis.lujan@pucp.pe.
[2] Valga aclarar que en este ensayo no analizamos el nivel de
cumplimiento del Código de Ética y su Reglamento, las razones de su
incumplimiento o temas similares, aspectos que ameritan una investigación
de otra naturaleza.
[3]
Como bien explica Savater, “En todas las disciplinas y profesiones, en
cualquier trabajo u oficio, existe una especie de ética privada o particular
que la pedantería académica llama Deontología […] que quiere decir lo
conveniente, lo apropiado para una profesión determinada”. SAVATER,
Fernando. Ética para la empresa. Barcelona. Conecta. 2014, p. 67-68.
[4]
La tesis de Alonso Acosta y Adriana Tapia confirma con fuentes objetivas
que en el Perú algunas importantes facultades de Derecho no contemplan
un curso obligatorio de ética y responsabilidad del abogado, que otras
ofrecen un curso electivo (léase voluntario), y que, entre las que lo hacen,
algunas no enseñan las instituciones del Código de Ética como son el
secreto profesional, la lealtad con el cliente, el patrocinio debido, el cuidado
de los bienes del cliente o la responsabilidad profesional. Cfr. Acosta, Otto y
Tapia, Adriana. La enseñanza del Código de Ética en las facultades del
derecho del Perú. Tesis de licenciatura en Derecho. Lima: Pontificia
Universidad Católica del Perú, Facultad de Derecho. 2016.
[5]
Marcial Rubio explica que este rasgo diferencia a la norma jurídica de
otras como las normas morales que tienen un respaldo confesional, social o
incluso individual o las normas de uso social. Rubio, Marcial. El sistema
jurídico: Introducción al derecho (10th ed.). Lima, Perú: Fondo Editorial,
Pontifica Universidad Católica del Perú. 2009, 84.
[6]
La naturaleza jurídica y no moral de las normas del Código de Ética del
CAL de 1982 (versión anterior al Código de Ética de 1997) fue brevemente
analizada por el profesor cusqueño Ferdinand Cuadros. Al respecto,
señaló: “El código de ética profesional, debiera ser normativa del carácter
estrictamente moral. Sin embargo, por las sanciones que conlleva se
convierte en norma jurídica. La diferencia generalizada entre moral y
derecho es que mientras la moral no tiene sino el contralor [sic] de la
conciencia del propio individuo, el derecho lleva consigo la sanción. Esto es
que la coercibilidad diferencia ambas normas. Mientras el derecho es
coercible, la moral no lo es”. Ferdinand Cuadros Villena, Carlos. Ética de la
abogacía y deontología forense. Editora Fecat. Lima. 1994. p. 336.
[7]
Liderada por Facultad de Derecho de la PUCP e integrada también por las
Facultades de Derecho (y Ciencias Políticas) de las siguientes
universidades: Universidad Nacional de Trujillo, Universidad Nacional de
San Antonio Abad del Cusco, Universidad Nacional de San Agustín de
Arequipa, Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga de
Ayacucho, Universidad Católica de Santa María de Arequipa, Universidad
Nacional de la Amazonía Peruana, Universidad Nacional Hermilio Valdizán
de Huánuco, Universidad Nacional de Cajamarca y Universidad Nacional de
Piura.
[9]
Para la revisión y elaboración del Proyecto de Código participaron 95
abogados en un esfuerzo coordinado por los doctores Jorge Avendaño
Valdez, Mario Pasco Cosmópolis y Javier de Belaúnde López de Romaña
contándose además con la participación del Grupo de Estudio sobre Temas
de Ética y Responsabilidad Profesional del Abogado dirigido por Beatriz
Boza, así como las siguientes asociaciones de estudiantes de Derecho:
Círculo de Derecho Administrativo, Derecho virtual, Foro Académico, IUS ET
VERITAS, Ius Inter Gentes y Themis, así como de las gerencias legales de
las principales empresas del país y el Vance Center del Colegio de
Abogados de Nueva York. Además, para la redacción final del Código de
Ética y el Reglamento participaron los miembros de la Comisión Encargada
de la Redacción del Código de Ética del Abogado de la Junta de Decanos de
los Colegios de Abogados del Perú, la Directora de Ética profesional y
Presidenta del Consejo de Ética del Colegio de Abogados de Lima y algunos
estudios de abogados: Barrios & Fuentes Abogados; Benítez, Forno, Ugas &
Ludowieg, Andrade; Estudio Grau; Estudio Olaechea; Estudio Osterling;
García Sayán Abogados; Hernández & Cía. Abogados; Miranda & Amado;
Muñiz, Ramírez, Pérez-Taiman & Olaya; Payet, Rey, Cauvi; Rodrigo, Elías &
Medrano; Rubio Leguía Normand y Escalante Abogados.
Se señala por ello que “el Código de Ética del Abogado, es el fiel reflejo del
trabajo de varios años de docentes y estudiantes de Derecho de las
universidades del país y el aporte de los decanos miembros de la Junta de
Decanos de los Colegios de Abogados del Perú y los estudios de abogados
del país”. Cfr.: Documento “Fuentes para la redacción del Código de Ética
del abogado” de la Comisión Encargada de la Redacción del Código de Ética
del Abogado de 24 de febrero de 2012.
[10]
Por Asambleas Generales Extraordinarias de Delegados del Ilustre
Colegio de Abogados de Lima, de fechas 15 de junio de 2013 y 06 de julio
de 2013, se aprobaron ambas disposiciones, así como la adecuación a la
nueva normativa de los procesos disciplinarios en trámite.
[11]
Decimos esto, ya que, pudimos corroborar que en las páginas web de
dichas instituciones fueron publicadas dichas normas indicándose como
vigentes sin indicación del acuerdo de asamblea mediante el cual se
incorporó al respectivo colegio de abogados.
[12]
Consideramos que, conforme al marco legal vigente, la obligatoriedad y
efectiva aplicación de dichas normas para los abogados agremiados a un
colegio de abogados depende de que estos las aprueben de acuerdo con lo
dispuesto por sus Estatutos. Ello, puesto que entre las competencias que le
fueron asignadas por Ley a la Junta de Decanos no existiría alguna que le
habilite a aprobar normas de carácter obligatorio para los colegios de
abogados o sus miembros.
[13]
La exposición de motivos de dicho decreto legislativo señala: «dicha
disposición otorga fuerza de ley al Código de Ética del Abogado, aprobado
mediante Resolución de Presidencia de Junta de Decanos No. 001-2012-
JDCAP-P, de fecha 12 de abril de 2012 la cual establece que todos los
colegios de abogados deben de contar con un Consejo de Ética y un
Tribunal de Honor, y deben de cumplir de forma obligatoria con el Código
de Ética del Abogado».
[14]
No obtuvimos una respuesta oficial al cierre de la elaboración de este
artículo. Sin embargo, el personal de los colegios de abogados de Arequipa,
Cusco, Loreto, Tacna, Piura y Puno que nos respondió por vía telefónica no
tenía conocimiento sobre la aprobación del Código de Ética a nivel de la
asamblea del colegio de abogados respectivo.
[15]
Como explica el profesor Neves Mujica, “mientras los productos
normativos constituyen reglas generales y abstractas, es decir, universales
en lo referente al destinatario y a la acción, respectivamente; los no
normativos forman decisiones particulares y concretas, esto es, singulares
en ambos casos”. Neves Mujica, Javier. Introducción al Derecho del
Trabajo. Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima. 2009. P. 27.
[16]
El TC ha señalado, respecto de los colegios profesionales, que “se trata
de entidades creadas para tutelar intereses públicos, cuyos fines guardan
estrecha relación, o están directamente conectados, con los intereses
profesionales propios de sus integrantes. Puede afirmarse entonces que su
finalidad esencial, pero no la única, es el control del ejercicio profesional de
sus miembros. […] En síntesis, para el Tribunal Constitucional queda claro
que, si bien la actividad de los colegios profesionales persigue la promoción
de los legítimos intereses de los profesionales titulados que las componen,
también busca, esencialmente, controlar la formación y actividad de
aquellos para que la práctica de la profesión colegiada responda a los
parámetros deontológicos y de calidad exigidos por la sociedad a la que
sirven”. (Énfasis agregado) Cfr. Fundamentos 8 y 12 de la sentencia
recaída en el Expediente No. 3954-2006-PA/TC.
[17]
Tan claro es que no tutelan únicamente intereses privados que el
Reglamento admite que la Dirección de Ética del CAL realice investigaciones
de oficio (inciso 2 del Artículo 9 del Reglamento) y somete los acuerdos
conciliatorios entre el denunciante y denunciado a la aprobación del
Consejo de Ética del CAL.
[18]
Cumplen, por tanto, con el esquema lógico de toda norma jurídica
(supuesto de hecho, nexo lógico y consecuencia) reconocido en la doctrina.
Cfr.: Rubio Correa, Marcial. Op. cit. p. 76.
[19]
Así, por ejemplo, cuando el Artículo 6 del Código de Ética señala como
deber fundamental del abogado “actuar con sujeción a los principios de
lealtad, probidad, veracidad, honradez, eficacia y buena fe; así como del
honor y dignidad propios de la Profesión” más que recoger una “regla”
estaría estableciendo una serie de “principios”. Cabe recordar que, a
diferencia de las reglas, los principios pueden cumplirse progresivamente y
no como las reglas que pueden se acatan o no, además tienen una
dimensión de peso o ponderación y se valoran en casos concretos en
relación con otros principios. Cfr.: Cárdenas Gracia, Jaime. Introducción al
estudio del derecho. Instituto de Investigaciones Jurídicas. Universidad
Autónoma de México. México. 2009, p. 110.
[20]
Que en su Artículo 11 reitera que el abogado debe actuar en todo
momento, conforme a lo establecido en el mismo.
[21]
El Artículo 102 del Código de Ética señala lo siguiente:
Por su parte el Artículo 109 del Código de Ética señala que “Las sanciones
deberán ser estrictamente acatadas por los abogados. Su no acatamiento
constituye falta grave que dará lugar a la imposición de la sanción más
severa y, de ser el caso, la denuncia penal correspondiente”.
[22]
Es importante observar que no solo puede dar lugar a una sanción
disciplinaria el incumplimiento de aquellas disposiciones del Código de Ética
que son expresas en señalar que una conducta constituye una “falta” (Ver
Artículos 59 sobre aconsejar litigios innecesarios y 60 sobre abuso de
medios procesales) o “falta grave” (Ver Artículos 55 sobre denuncia
maliciosa, falsedad, difamación, daño indebido contra autoridad, 56 sobre
soborno a autoridad, 109 sobre no acatamiento de sanciones y 110 sobre
reincidencia) a la ética profesional sino, en general, el incumplimiento por
parte de un abogado de cualquiera de sus disposiciones.
[23]
Nótese que de acuerdo con lo señalado en los Artículos 103 y 104, las
sanciones de amonestación, suspensión por 2 años o separación por 2 años
se aplicarán teniendo en consideración la gravedad del hecho y el perjuicio
causado, mientras que la sanción de expulsión se aplicará: (i) en los casos
en que se incurra o promuevan violaciones de los derechos y
libertades fundamentales, sea cual fuere el cargo que desempeñe el
abogado; y, (ii) en los casos de hechos ilícitos o delictivos.
[24]
Esta característica es fundamental para decir que una norma es una
norma jurídica. Explica Marcial Rubio que “la norma jurídica es un mandato,
es decir, la enunciación de una conducta que debe ser seguida por las
personas que conforman el pueblo del Estado respectivo (en nuestro caso
el Estado Peruano) o que residen en él, pero perteneciendo al pueblo de
otros estados (por ejemplo, un turista extranjero que está de paso por el
Perú)”. Rubio Correa, Marcial y Arce, Elmer. Teoría esencial del
ordenamiento jurídico peruano. Colección lo esencial del Derecho. Fondo
Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima. 2017. P. 49-
50.
[25]
En forma particular, el Código de Ética contiene normas sistematizadas
en los siguientes capítulos: (i) principios generales [de la actuación del
abogado]; (ii) la relación del abogado con sus clientes; (iii) la relación del
abogado con las autoridades; (iv) la relación del abogado con otros colegas
y terceros; y, (v) la responsabilidad del abogado.
[26]
El Artículo 363 del Código Penal sanciona el ejercicio ilegal de la
profesión. El Poder Judicial confirmó sanciones por este delito, por ejemplo,
en las ejecutorias supremas de 22 de setiembre de 1998 y de 4 de
diciembre de 1997, a un bachiller que prestaba asesoramiento legal,
confeccionaba escritos y asistía a diligencias judiciales y al practicante de
un Juzgado de Paz Letrado. Cfr. SALINAS SICCHA, Ramiro. Delitos contra la
Administración Pública. Editora y Librería Jurídica Grijley EIRL. Lima. 2014.
P. 63.
[27]
El Artículo 363 del Código Penal titulado “Ejercicio ilegal de profesión”
señala lo siguiente: “El que ejerce profesión sin reunir los
requisitos legales requeridos, será reprimido con pena privativa de libertad
no menor de dos ni mayor de cuatro años. El que ejerce profesión con falso
título, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de cuatro ni
mayor de seis años. La pena será no menor de cuatro ni mayor de ocho
años, si el ejercicio de la profesión se da en el ámbito de la función pública
o prestando servicios al Estado bajo cualquier modalidad contractual”.
(Énfasis agregado)
[28]
Publicado el 16 de diciembre de 2016.
[29]
De acuerdo con lo dispuesto en el Código de Ética y el Reglamento las
sanciones que pueden imponerse a un abogado son de amonestación
escrita, amonestación con multa, suspensión hasta por dos años,
separación hasta por 5 años y expulsión definitiva del colegio profesional.
[30]
De la Torre, Javier. Deontología de Abogados, Jueces y Fiscales.
Biblioteca Comillas. Universidad Pontificia Comillas. Madrid. 2008. P. 103.
[36] Según viene siendo interpretado por el TC, las sanciones impuestas
por los colegios de abogados a sus agremiados por el incumplimiento de las
normas que regulan su conducta están sujetas al control de la jurisdicción
contencioso administrativa, así como al de la jurisdicción constitucional
ante la cual cabe recurrir ante la vulneración de derechos o principios
constitucionales con motivo de la actuación de los colegios de abogados
(como, por ejemplo, la adecuada motivación de las resoluciones) más no
así para cuestionar el fondo de una controversia. Cfr.: las sentencias del TC
recaídas en los Expedientes No. 5691-2008-AA/TC; 3285-2010-PA/TC; y,
3954-2006-PA/TC.
[37]
Luján, Alexis. Op. Cit. Loc. Cit.
[38]
Nótese que el origen de estas normas en una persona jurídica no estatal
pone a prueba la clásica distinción entre Ley y reglamento. Reconocemos
que esta cuestión exige un análisis más extenso, sin embargo, parecería
razonable categorizarlos como reglamentos extra legem. El TC ha señalado
sobre los denominados reglamentos extra legem, independientes,
organizativos o normativos son “los que se encuentran destinados a
reafirmar, mediante la autodisposición, la autonomía e independencia que
la ley o la propia Constitución asignan a determinados entes de la
Administración, o, incluso, a normar dentro los alcances que el
ordenamiento legal les concede, pero sin que ello suponga desarrollar
directamente una ley”. Cfr. Fundamento 15 de la Sentencia recaída en los
Expedientes Acumulados No. 0001/0003-2003-AI/TC.
[39]
Bajo nuestro entendimiento, la autonomía garantizada a los colegios de
abogados permitiría una delimitación de competencias (la formulación de
dichos parámetros deontológicos quedaría, en principio, fuera de la
competencia de los poderes del Estado) más no de jerarquía normativa (la
Constitución no estaría delegando los colegios de abogados la potestad de
emitir normas con rango de Ley).
[40]
Nótese que el Artículo 104 de la Constitución señala que el
Congreso “puede delegar en el Poder Ejecutivo la facultad de legislar
[…]” no contemplándose en este precepto el caso de una delegación a
organizaciones autónomas como son los colegios de abogados.
[41]
De ello se derivaría que el Código de Ética y el Reglamento requieren ser
compatibles con las normas con rango de Ley como, por ejemplo, las
normas sobre publicidad, libre competencia y represión de la competencia
desleal sin que ello suponga, por supuesto, dejar sin efecto la autonomía
con la que cuentan los colegios de abogados para delimitar los parámetros
deontológicos que regulan la actuación de los abogados.
[42]
Pensamos que en la medida que el CAL apruebe y aplique el Código de
Ética y el Reglamento de conformidad con lo establecido en su Estatuto,
estará actuando en armonía con lo dispuesto en la Constitución. Por ello, no
cabría alegar que la tipificación de sanciones en el Código de Ética del CAL
incumpla el principio de legalidad en materia sancionatoria.
[43]
Como explica Abruña refiriéndose al reglamento en general, “el
Reglamento se sujeta completamente a la Ley: está dotado únicamente de
una presunción iuris tantum de legalidad y es controlable por el Poder
Judicial”. ABRUÑA, Antonio. Delimitación jurídica de la Administración
Pública en el ordenamiento peruano. Colección Jurídica: Universidad de
Piura. Palestra Editores. Lima. 2010. P. 104.
[44]
A la misma concluyó llegó Ana Piñeyro en el 2008 sosteniendo incluso la
sujeción de los colegios de abogados a normas de rango distinto al legal. Al
respecto, sostiene: “El Código de Ética solo puede desenvolverse dentro de
los límites impuestos por la Constitución, las leyes, los reglamentos y toda
otra norma de mayor jerarquía, más si de derechos fundamentales se trata.
Recordemos que no pocas veces el Tribunal Constitucional ha sostenido que
‘en nuestro sistema constitucional, los derechos fundamentales vinculan
tanto al Estado como a los particulares’”. Piñeyro, Ana. ¿Pueden los
abogados hacer publicidad? Análisis a la regulación profesional de la
publicidad y sus efectos. Tesis para obtener el título de abogado. Pontificia
Universidad Católica del Perú. 2008. P. 80-85.
[45]
Cfr. Fundamento 6 de la Sentencia recaída en el Expediente No. 3954-
2006-PA/TC.
[46] El artículo 200 de la Constitución señala lo siguiente: “Son garantías
constitucionales: […] 5. La Acción Popular, que procede, por infracción de la
Constitución y de la ley, contra los reglamentos, normas administrativas y
resoluciones y decretos de carácter general, cualquiera sea la autoridad de
la que emanen”.
[47]
Podría pensarse que esta cuestión es trivial dado que anteriormente el
TC se ha pronunciado con relación a la aplicación de sanciones por el
incumplimiento del Código de Ética de 1997 asumiendo que se trataba de
una norma eficaz obligatoria; sin embargo, es relevante porque en dichos
casos no se discutió la necesidad de su publicación. Cabría agregar que no
tenemos conocimiento de algún caso en el que el TC se haya pronunciado
ya con relación al Código de Ética y Reglamento vigentes.
[48]
Solo como referencia, cabe mencionar que el Tribunal Supremo español
sostuvo que si bien es innegable que las normas deben ponerse en
conocimiento fácil, preciso y exacto de sus destinatarios la constitución
española no exigiría que sean publicadas en el diario oficial sino que tengan
publicidad.
[49]
El TC declaró fundadas diversas demandas de amparo contra sanciones
impuestas a cadetes de la escuela de Chorrillos sustentadas en un
reglamento disciplinario no publicado que contenía disposiciones que
sustentaron tanto la sanción como el procedimiento para su aplicación. Así,
por ejemplo, pueden verse las Sentencias recaídas en el Expediente No.
06402-2007-PA/TC (sobre la sanción a un cadete por haberse apropiado
supuestamente de un equipo celular), No. 3901-2007-AA/TC (sobre la
sanción a una cadete por mantener relaciones amorosas fuera de la escuela
militar de Chorrillos) y No. 02098-2010-AA/TC (sobre una sanción por
mantener relaciones amorosas dentro y fuera de la escuela militar de
Chorrillos).
[50]
Nos referimos a la Sentencia recaída en el Expediente No. 2050-2002-
AA/TC en la que el TC declaró inaplicable la resolución mediante la cual se
resolvió pasar a un policía de la situación de actividad a la de retiro por
medida disciplinaria, ya que el reglamento que contemplaba el régimen
disciplinario bajo el cual fue sancionado no fue publicado en el diario oficial
El Peruano sino únicamente la norma que lo aprobó. Algo similar ocurrió en
las Sentencias recaídas en los Expedientes No. 10287-2005-PA/TC y
No.00017-2005-AI en las que, aunque no llegó a explicar con claridad la
diferencia entre “existencia”, “constitución”, “vigencia”, “validez” y
“eficacia”, el TC no reconoció como obligatorias las normas contenidas en
ordenanzas municipales cuyo texto íntegro no fue publicado sino
únicamente la norma que las aprobó.
[51]
En la Sentencia recaída en el Expediente No. 02098-2010-AA/TC el TC
concluyó que la falta de publicación del reglamento conforme al cual se
sancionó a un cadete, por mantener relaciones amorosas dentro y fuera de
la escuela militar de Chorrillos, afectó el debido proceso del demandante. El
vocal César Landa al emitir su voto en discordia sostuvo, refiriéndose a la
regla que exige la publicación de las normas en el diario oficial, que
“existen casos concretos que pueden constituir una modulación”. Señala
como ejemplo el caso analizado en dicha resolución, pues la demandante
no podía desconocer el reglamento disciplinario, ya que al ingresar a
estudiar se puso este en su conocimiento junto con otras normas de
importancia en el desarrollo de su actividad académica militar.
[52]
Según señala el Artículo 3 del Reglamento de Incorporaciones del Ilustre
Colegio De Abogados de Lima en ceremonia solemne se presta el
juramento o promesa siguiente: “JURO CUMPLIR LA CONSTITUCION Y EL
ORDENAMIENTO JURIDICO DE LA NACION, RESPETAR Y DEFENDER LOS
DERECHOS FUNDAMENTALES, OBSERVAR FIELMENTE LAS DISPOSICIONES
DEL ESTATUTO Y EL CODIGO DE ETICA, ASI COMO OBSERVAR LOS
DEBERES PROFESIONALES CON MORALIDAD, HONOR, LEALTAD Y
DILIGENCIA PARA LOS FINES SUPERIORES DE LA JUSTICIA”.
[53]
Este principio ha sido reconocido por el Tribunal Constitucional, por
ejemplo, en el Fundamento 6 de la sentencia emitida en el Expediente No.
06859-2008-PAITC publicada el 26.04.2010.
[54]
El Tribunal Supremo español considerando que el Código Civil de dicho
estado consagra el principio de que la ignorancia de las leyes no excusa de
su cumplimiento, sostuvo que “ello sí que es predicable sin excusa alguna
de un profesional del derecho y más todavía respecto de las normas que
son específicas de su profesión, como es el Estatuto General de la Abogacía
[…]”. De esto da cuenta Nielson Sánchez refiriéndose a la Sentencia del
Tribunal Supremo, Sala Tercera, Sección Primera de 29 de septiembre de
1989, Ponente señor Jiménez Hernández, Aranzadi 1989/6723.
Además, según explica dicho autor en otra sentencia (Sala tercera, Sección
Sexta de 9 de Julio de 2001 (Ponente señor Gonzales Navarro), Aranzadi
2001/8005) el Tribunal Supremo español sostuvo que si bien es innegable
que las normas deben ponerse en conocimiento fácil, preciso y exacto de
sus destinatarios la constitución española no exigiría expresamente que
sean publicadas en el diario oficial (como sí ocurre en Perú, como ya hemos
adelantado) sino que tengan publicidad. Al respecto, explica que la
Constitución española sólo consagra “la publicidad de las normas” (artículo
9.3) pero no señala el medio por el que debe darse cumplimiento a ese
requisito y los términos “publicidad y publicación” no son sinónimos.
Nielson Sánchez Stewart, Nielson. La Profesión del Abogado (Deontología,
Valores y Colegios de Abogados). Tomo I. Difusión Jurídica. Madrid. 2008.
208-2014
[55]
Haciendo referencia al régimen legal español Darnaculleta y Gardella
explica que “[…] incumbe a los Colegios Profesionales la determinación que
regula la actividad de sus colegiados. En este campo sí que se ha
producido, debido a la naturaleza de Corporaciones de Derecho Público, una
juridificación de la ética profesional. Los códigos de conducta profesional
son aprobados en forma de reglamentos y las sanciones disciplinarias que
se imponen por su incumplimiento son, a pesar de su contenido, sanciones
administrativas. En principio, pues, la ética profesional es fruto de la
regulación pública y no, como ocurre en otros modelos de derecho
comparado, de la autorregulación. […] Esta afirmación es predicable,
obviamente, de las profesiones colegiadas”. Cfr.: DARNACULLETA y
GARDELLA, Ma Merce. Autorregulación y derecho público: la
autorregulación regulada. Marcial Pons, ediciones jurídicas y sociales.
Madrid. 2005. P. 272-273.