Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Hacía años que no tenía contacto alguno con otro ser humano, no
sabría decirles cuántos, así que decidí cederle al otro la iniciativa del
encuentro. Sentía la respiración del intruso en mi espalda, apenas a
un par de metros. El tampoco dijo nada durante unos minutos. Sin
duda estaba eligiendo las palabras adecuadas.
Señalé con la cabeza una silla desvencijada que una vez formó parte
de mi comedor. El desconocido se sentó sin mostrar aprensión
alguna, lo cual me agradó. ¿Debía contarle mi historia?
Probáblemente para él no tendría sentido, me tomaría por loco. El –
hube de recordármelo- sólo quería sacarme de mi encierro y si acaso
encajarme en alguna clasificación, hacerme un perfil, convertirme en
una concatenación cronológica de causas y efectos con que rellenar
un puto informe.
– Tiene aquí una buena despensa, señor Faus- dijo sin atisbo de
ironía el joven mientras abarcaba con un gesto la montaña de latas.
– ¿Qué me pasará ahora?
– Nada que usted no quiera que le pase.
– ¿Eso incluye la posibilidad de quedarme aquí?
– Sabe que eso no es posible.
– ¿Por qué? Esta es mi casa
– No. No lo es.
– ¡Miente!
– Demuéstremelo – dijo.
Le seguí con la vista hasta que giró a la derecha tras la que fuera mi
casa, hacia el este. Entonces lo perdí.
Erre Medina
Relatos .pro