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Otro punto importante a recordar es que la evolución no funciona como una hilera de seres que se

van sucediendo unos a otros, en el caso de la evolución humana cada vez menos encorvados y con
más cosas en la mano. Todas las especies actuales, por decirlo de una manera clara, tenemos la
misma edad. Como muy bien dice Juan Ignacio Pérez «Todos los seres vivos retrotraemos nuestro
linaje hasta las primeras formas de vida que aparecieron sobre la faz de la Tierra y fueron capaces
de dejar descendencia tras de sí generación tras generación. Todos somos herederos de aquellas
formas y, por lo tanto, todos los linajes, sean del reino que sean, del filo que sean o de la familia o
género que sean, tienen la misma antigüedad, tanta como la vida terrestre tiene».

Curiosamente, la idea del cerebro reptiliano ha aterrizado en un mundo alejado del de la ciencia:
los tribunales de justicia. Hay un conjunto de técnicas para litigar que se conocen como la
estrategia del reptil. Los estudiosos del debate jurídico explican que estas metodologías legales
buscan apelar al cerebro reptiliano de jueces y jurados «pulsando el botón del miedo». Según
Keenan y Ball, cuando el Reptil ve un peligro para su supervivencia, incluso uno pequeño, protege
sus genes, y exige a todo el mundo a su alrededor que le proteja a él y a la comunidad. El concepto
de comunidad es importante, porque es enormemente flexible, lo que es útil en un proceso legal.
El sistema es muy básico: generar una sensación de peligro que ponga a los jurados en modo
«supervivencia»: el demandado, aunque es posible que no haya hecho nada, pudo causar un
enorme peligro. En segundo lugar mostrar que el peligro afecta a toda la comunidad, incluyendo el
jurado, su familia y sus amigos. Por lo tanto el jurado ya no es un observador independiente sino
una posible víctima de la acción del acusado, tanto él como sus seres queridos. En tercer lugar,
argumentar que una enorme compensación económica es el único sistema de protección de la
comunidad. Algunos autores calculan que la teoría del reptil ha conseguido unas compensaciones
muy superiores a las estimadas como sensatas, un exceso de más de 7.500 millones de euros
desde 2008, y en las escuelas de práctica jurídica se enseña cómo aprovecharla y cómo
desmontarla. Ya lo dijo el biólogo David Attenborough «A veces vemos a los reptiles como
primitivos, sosos y lerdos. De hecho pueden ser letalmente rápidos, espectacularmente bellos,
sorprendentemente cariñosos y muy sofisticados». Y esos sí que tienen un cerebro reptiliano.

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