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LA COAGULACION

El proceso de coagulación más propiamente dicho, consiste en la transformación de una


sustancia presente en el plasma, llamada fibrinógeno, en otra llamada fibrina. Esta reacción se
produce por obra de la trombina, que se forma a partir de la protrombina, bajo la influencia de
la tromboplastina. En condiciones normales, no existe trombina (pero está presente un
precursor inactivo suyo, la protrombina, que es una proteína de origen hepático) ni
tromboplastina, pues de lo contrario, la sangre se coagularía habitualmente en los vasos con
graves consecuencias.

Por lo tanto, en la coagulación podemos distinguir tres momentos:

 1) formación de la tromboplastina

 2) transformación de la protrombina en trombina

 3) transformación del fibrinógeno, proteína soluble en fibrina insoluble.

La formación de la tromboplastina es muy compleja; se debe a la activación de diversos


factores presentes en el plasma y en los tejidos; la activación de uno de ellos repercute sobre
el inmediatamente siguiente no activado todavía, como en una reacción en cadena.

El punto de partida de este proceso es doble: es decir, el proceso es puesto en marcha tanto
por factores contenidos en el plasma, como por otros presentes en los tejidos (factores
plasmáticos y factores tisulares), que se liberan a raíz de la salida de la sangre. Una vez
formada, la tromboplastina actúa rápidamente sobre la protrombina y la transforma en
trombina; de este modo, termina también la segunda fase de la coagulación y comienza la
tercera, en la que la trombina actúa sigue y lo transforma en fibrina, sustancia, por el
contrario, insoluble en el plasma (parte líquida de la sangre). El fibrinógeno es una gruesa
proteína en forma de agujas, que se modifica bajo la acción de la trombina. Muchos elementos
de fibrinógeno así modificados se unen por los extremos, dando lugar a larguísimos filamentos
muy delgados. Éstos se reúnen en haces de mayor espesor, que se agrupan entre sí, formando
una densa red visible de fibrina, entre cuyas mallas se encuentran aprisionados glóbulos rojos,
glóbulos blancos y restos de plaquetas. Este es el coágulo.

Si examinamos este proceso en un tubo de ensayo, observaremos que, una vez que se ha
formado, el coágulo se retrae y sobre él aparece un líquido amarillento, llamado suero. Es
decir, la sangre se ha transformado en una parte coagulada, a expensas del plasma y de los
elementos corpusculares aprisionados en la red de fibrina y en otra líquida, llamada suero. Por
lo tanto, el suero no es sino plasma que ha sufrido el proceso de coagulación, es decir, plasma
sin fibrina. En el proceso de coagulación el calcio es indispensable ya que interviene tanto en la
formación de la tromboplastina como en la transformación de la protrombina en trombina.
Basta eliminarlo para que ya no se produzca la coagulación.

También es muy importante la vitamina K; sin ella, la protrombina o algunos factores que
contribuyen a formar la tromboplastina no pueden ya ser fabricados por el hígado.

Las alteraciones de este mecanismo tan delicado pueden producirse a distintos niveles, y
cualquier alteración representa un obstáculo insalvable para el desarrollo de la coagulación.
Entre estas, se encuentran la hemofilia, que se debe a falta de uno de los dos factores
antihemofilicos (factor antihemofilico A y factor antihemofilico B) que entran en la formación
de la tromboplastina, y, sin tromboplastina, no puede iniciarse la coagulación, las trombosis,
las coagulopatías, etc

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