Es importante saber que el periodo de incubación dura semanas, la evolución es
crónica y lenta y puede presentarse tanto en pacientes inmunocompetentes como en los inmunodeprimidos.
Las lesiones cutáneas en un 40% son polimorfas y se observan en partes
expuestas, siendo localizadas o diseminadas.
Entre estas lesiones se han descrito pápulas; nódulos; placas eritematosas,
eritematoescamosas, infiltradas o verrugosas; vesículas o placas eccematosas, abscesos y lesiones exudativas o costrosas con ulceraciones.
Se presenta una modalidad consecutiva a las intervenciones
quirúrgicas, en especial del túnel del carpo, la cual da lugar a tenosinovitis supurativa (es la inflamación del tendón y de la membrana sinovial que lo recubre), que no es sospechada en primera instancia. También se ha documentado como consecuencia de tratamientos esclerosantes con instrumental contaminado.
La localización articular (50%) predomina en la región retroolecraneana
(región posterior del codo); existe bursitis (Consiste en inflamación de la bolsa serosa olecraniana) con dolor e inflamación y salida ocasional de exudado hematopurulento.
La presentación generalizada o sistémica es excepcional; se manifiesta por
lesiones cutáneas o de órganos internos. Hay una modalidad intestinal (esprue tropical: anomalías en el revestimiento del intestino Delgado que producen malabsorción y déficits de muchos nutrientes.), y una peritoneal, secundaria a contaminación de catéteres o soluciones de diálisis.
En la forma diseminada, los principales órganos afectados son la piel,
tejidos subcutáneos, intestino, peritoneo, bazo y sangre.
En el SIDA, se comporta como infección oportunista y da manifestaciones
cutáneas y meníngeas. Se ha informado “algaemia” (se refiere a la condición en la que las algas verdes se encuentran en la sangre), secundaria a la infección de catéteres; se manifiesta por fiebre, escalofríos y sepsis.
Tratamiento
No existe uno específico, ni hay guías dada su poca frecuencia. Lo mejor, cuando resulta factible, es la extirpación quirúrgica.
Se han usado tetraciclinas, rifampicina, pentamidina, griseofulvina,
nistatina, ketoconazol, anfotericina B, yoduro de potasio, itraconazol (por un mínimo de cinco meses) y voriconazol. Los fármacos más eficaces son la anfotericina B y los derivados triazólicos, como el posaconazol. Esto se explica ya que casi 4% de los componentes de la membrana celular de los microorganismos se compone de ergosterol y porque el citocromo P-450 de estas algas es bloqueado por estos medicamentos.
Hay resistencia al fluconazol, 5-fluorocitosina y recientemente también
algunos casos en China han empezado a mostrar poca respuesta a itraconazol.
En formas diseminadas y sistémicas se emplea anfotericina B; no se ha
establecido la duración óptima del tratamiento. En presencia de peritonitis, se retira el catéter infectado, si es que lo hay, y se realizan instilaciones de anfotericina, con o sin itraconazol.