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CARL THEODOR DREYER

Carl Theodor Dreyer, 1889-1968, director de cine, fue un personaje único en la cinematografía
danesa. Contrario a las concesiones y perfeccionista en extremo, fue considerado como uno de
los principales creadores del arte cinematográfico. Debutó como director de largometrajes para
Nordisk Films Kompagni, en 1919, con la dramática saga familiar El Presidente (Præsidenten), a
la que siguió Páginas del libro de Satán (Blade af Satans Bog, 1921). Esta película resultó
demasiado sombría para Nordisk Film, por lo que Dreyer tuvo que realizar sus siguientes cinco
películas con la ayuda de otras productoras, suecas, alemanas y danesas. El amo de la casa (Du
skal ære din Hustru), de 1925, le supuso ser contratado por una productora francesa, con la que
rodó su célebre La pasión de Juana de Arco (La passion de Jeanne d´Arc, 1928), una de las obras
más completas del cine mudo. Esta película contribuyó a la consolidación internacional de Dreyer,
pero su productora tuvo problemas económicos, con lo que, sólo gracias a un mecenas, Dreyer
pudo realizar su siguiente película, Vampiro (Vampyr, 1932). En 1934, Dreyer regresó a
Dinamarca, donde lo esperaba un período marcado por las dificultades y los proyectos fallidos.
Finalmente, en 1943, logró realizar su siguiente largometraje, Dies Irae (Vredens Dag), una
historia de amor trágico que transcurre durante el período de la caza de brujas del siglo XVII.
Durante los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, Dreyer contribuyó a la producción
danesa oficial de cortometrajes con una serie de películas, entre ellas, Llegaron al ferry (De
naaede Færgen, 1948), aunque volvería a pasar mucho tiempo antes de realizar su siguiente
largometraje, La palabra (Ordet, 1955), adaptación magistral de una obra de teatro de Kaj Munk
que consolidó aún más, si cabe, su reputación internacional. Su última película, Gertrud (1964),
que fue muy discutida tras su estreno, ha sido considerada posteriormente como una de las obras
maestras del cine moderno.
© Martin Drouzy -Filmmuseet-

Durante los primeros años del siglo XX, el cine se consolida de una forma notoria en los países
nórdicos, en esa época se desarrolla la etapa más creativa de grandes maestros como Sjöström,
Stiller y Dreyer. La plástica de la luz y la sombra se plasma en esas obras, logrando una estética
de extraordinaria belleza.
Dreyer fue la figura más importante del cine danés, siempre tuvo en mente llevar a cabo un
proyecto sobre la vida de Cristo, murió sin poder realizarlo, pero dejó una importante obra
caracterizada por la búsqueda de verdades espirituales y de una admirable belleza.
En la última década del cine mudo filma nueve películas, luego con la llegada del cine sonoro
filmó solo cinco películas y algunos cortos, en cuarenta años de trabajo. La causa fue la enorme
presión de la industria cinematográfica y así un gran talento quedó desperdiciado.

ORDET (1955)
Dreyer nace el 3 de febrero de 1889, sus comienzos están dedicados a escribir guiones para otros
directores, hasta que en 1919 escribe el guión de su primera película: El presidente (1919)
-Praesidenten-, es una película larga y sentimental, la película demostraba un precoz dominio de
los primeros planos de los rostros, característica fundamental en su madurez; él decía: Todo lo
humano se expresa a través de la cara, pues la cara es el espejo del alma. Luego filmaría Páginas
del Libro de Satán (1920) -Blade af Satans Bog-, basado en la novela de Marie Corelli, esta
película muestra los males causados por Satán en cuatro períodos históricos distintos, en este
trabajo fue notoria la influencia ejercida por "Intolerancia" de Griffith. La película siguiente sería
su primer obra maestra La mujer del parroco (1920) - Prästänkan-, la historia está ambientada
en una parroquia campestre, en la que un nuevo párroco llega para ocupar su puesto. Se ha
llevado a su prometida, pero las costumbres dictaminaban que el nuevo párroco debería casarse
con la viuda del anterior. Por lo tanto sería el cuarto marido de la dama en cuestión, siendo esta
muy mayor. La historia se puede resumir en temas como el amor, la vejez y la muerte.
En 1922 rodó Los marcados - Die Gezeichneten-, es la historia de una aldea rusa durante la
Revolución de 1905, esta película estuvo mucho tiempo perdida y para los cinófilos que la han
podido ver, la consideran como una de las películas más fascinantes de Dreyer. Luego de filmar
Érase una vez - Der var engang-, que es una película perdida y que poco se sabe de ella, viaja a
Alemania para filmar Michael(1924), esta película es la historia de un pintor que se siente
traicionado y engañado por su modelo. Es un trabajo representativo de la obra de Dreyer: la
contemplación plácida y en profundidad de una crisis en la vida de dos personas y de su
resolución a través de la muerte. Su próximo trabajo sería El amo de la casa (1925) - Du skal
aere din hustru-, relato irónico de como un marido exigente termina en manos de la vieja criada

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de la familia. Luego edita La novia de Glomdal(1926), -Glomdalsbruden- película menor que no
obtiene demasiados éxitos.

DIES IRAE (1943)


Después se traslada a Francia para filmar su película más conocida La pasión de Juana de Arco
(1928), a Dreyer no le interesan ni la exactitud histórica ni los detalles pintorescos, sino el drama
psicológico y el progreso espiritual del alma de Juana. Este film fue aclamado por la crítica, pero
fue un fracaso económico. Esto generó que se mantenga inactivo hasta 1932, año que gracias al
apoyo económico del Barón Nicolás de Gunzburg (interpretó el papel protagónico) filma Vampyr,
esta película fracasa ante el público y solo es reconocida tardíamente por la crítica. Pasarán once
años para que Dreyer pueda rodar otra película. Esto sería en 1943 con Dies Irae -Vredens Dag-,
con la que consigue un merecido éxito internacional: la película esta ambientada en Dinamarca,
mostrando la crueldad en la quema de una supuesta bruja y las repercusiones en la familia de un
pastor. Abundan los pasajes líricos y penetra en las agonías de almas sometidas a tormentos
espirituales.
Dos años después filma Dos seres, -Tvaa människor- algunos documentales y en 1955 la
excelente versión cinematográfica de la obra teatral de Kaj Munk La palabra (Ordet). Pasaron
varios años más, durante los cuales Dreyer se convierte en gerente de una sala de cine y todo
indicaba que su carrera había terminado. Pero se decide rodar otra película, se llamará
Gertrud(1964), resultando ser otra obra maestra. Siendo su última película, se la puede
considerar como un resumen de todo su arte, para terminar como los grandes. A Dreyer no le
gustaba la popularidad y no estaba dispuesto a hacer concesiones para poder filmar, esa ética fue
la base de todos sus trabajos. Finalmente muere en 1968, sin poder llevar a la práctica su gran
proyecto de filmar la vida de Cristo.

CARL THEODOR DREYER (3 de Febrero de 1889 (Copenhague, Dinamarca) - 20 de Marzo de 1968)


Uno de los grandes cineastas escandinavos, después de ejercer como periodista, en 1912
comenzó a trabajar para la productora de cine Nordisk Filmkompagni como escritor de intertítulos
para películas mudas. Al año siguiente pasó a ser supervisor de guiones y más tarde a dirigir
PRAESIDENTEN (El presidente-1919) y BLADE AF SATANS BOG (Páginas del libro de Satán-
1920). A continuación, inició una carrera errante, propiciada por la decadencia del cine danés,
dirigiendo películas en Noruega, Alemania, Dinamarca, Francia y Suecia. Influido por el trabajo
de Victor Sjöström, regresó a Dinamarca para realizar una obra clave: DU SKAL AERE DIN
HUSTRU (Amo y Tirano/ Honrad a vuestra esposa-1925), donde ya aparecen esa preocupación
por la composición y el reposo en las acciones que se convertirían en rasgos propios de su estilo.
Después vendría una de sus obras maestras, LA PASSION DE JEANNE D'ARC (La pasión de Juana
de Arco-1928), que enfatizaba la composición descentrada y las propiedades visuales de la
pintura plana, y VAMPYR (1932), que captaba la atención mediante el uso del espacio fuera del
cuadro.
El espacio y el tiempo cinematográficos fueron sistemáticamente investigados en la serie de obras
dramáticas que Dreyer dirigió en la última parte de su carrera, etapa iniciada con DIES IRAE
(Días de Ira-1943), que alcanza su apogeo en ORDET (La palabra, 1955). En este periodo emplea
elaborados travellings (que en Ordet son movimientos de grúa panorámicos), junto con planos
muy generales, como elementos básicos para señalar la duración y resaltar el plano como entidad
espaciotemporal con sentido propio. En GERTRUD (1964), empleó los planos generales, la
presentación frontal y la composición simétrica, así como la inclusión de espacios fuera del cuadro
a través del uso del espejo buscando un efecto arcaizante. Ordet y Gertrud siguen siendo
consideradas dos obras cumbre del cine mundial. En 1955 obtuvo el León de Oro en el Festival de
Venecia.
Pensemos en Carl T. Dreyer, que arrastró durante toda su vida el drama de su madre, obligada
por el amo que la había dejado encinta a entregar a su hijo Carl a unos extranjeros, para luego
pasar a otros y a otros. Dreyer, que ya nunca volvió a verla, lleva el dolor inconcebible de su
madre humillada y desagarrada en el fondo de su corazón. Por ello, cuando en 1954 tiene en sus
manos ese milagro de Ordet (La palabra), ve la posibilidad única de resucitar a una madre -su
madre- sufriente y llena de amor en el lecho de muerte; y con una genialidad artística sin igual,
reflejo de la Belleza y Gracia del Creador, con el pincel de una luz sobrenatural retrata el milagro
de la resurrección de Inger, gracias a la fe de Johannes y Maren.

CARL THEODOR DREYER


Todo lo humano se expresa a través de la cara, pues la cara es el espejo del alma.

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Dreyer fue uno de los más grandes directores escandinavos su obra se caracteriza por la
búsqueda de verdades espirituales y de una admirable belleza. En la última década del cine mudo
filma nueve películas, luego con la llegada del cine sonoro filmó solo cinco películas y algunos
cortos, en cuarenta años de trabajo.
Dreyer nace el 3 de febrero de 1889, sus comienzos están dedicados a escribir guiones para otros
directores, hasta que en 1919 escribe el guión de su primera película: EL PRESIDENTE (1919)-
Praesidenten-, es una película larga y sentimental, la película demostraba un precoz dominio de
los primeros planos de los rostros, característica fundamental en su madurez. Luego filmaría
PÁGINAS DEL LIBRO DE SATÁN (1920) -Blade af Satans Bog-, basado en la novela de Marie
Corelli, esta película muestra los males causados por Satán en cuatro períodos históricos
distintos, en este trabajo fue notoria la influencia ejercida por "Intolerancia" de Griffith. La
película siguiente sería su primera obra maestra LA MUJER DEL PARROCO (1920) - Prästänkan-,
la historia está ambientada en una parroquia campestre, en la que un nuevo párroco llega para
ocupar su puesto. Se ha llevado a su prometida, pero las costumbres dictaminaban que el nuevo
párroco debería casarse con la viuda del anterior. Por lo tanto sería el cuarto marido de la dama
en cuestión, siendo esta muy mayor. La historia se puede resumir en temas como el amor, la
vejez y la muerte.
En 1922 rodó LOS MARCADOS - Die Gezeichneten-, es la historia de una aldea rusa durante la
Revolución de 1905, esta película estuvo mucho tiempo perdida y para los cinéfilos que la han
podido ver, la consideran como una de las películas más fascinantes de Dreyer. Luego de filmar
ÉRASE UNA VEZ - Der var engang-, que es una película perdida y que poco se sabe de ella, viaja
a Alemania para filmar MICHAEL (1924), esta película es la historia de un pintor que se siente
traicionado y engañado por su modelo. Su próximo trabajo sería EL AMO DE LA CASA O HONRA A
TU ESPOSA (1925) - Du skal aere din hustru-, relato irónico de como un marido exigente termina
en manos de la vieja criada de la familia. Luego edita LA NOVIA DE GLOMDAL (1926),
-Glomdalsbruden- película menor que no obtiene demasiados éxitos.

LA PASION DE JUANA DE ARCO (1928)


Después se traslada a Francia para filmar su película más conocida LA PASION DE JUANA DE
ARCO, fue aclamada por la crítica pero había sido un absoluto fracaso de taquilla, a Dreyer no le
interesan ni la exactitud histórica ni los detalles pintorescos, sino el drama psicológico y el
progreso espiritual del alma de Juana.
Era una película muda sobre un juicio en que los intérpretes están filmados en primeros planos
sin maquillage para que se advirtieran bien las manchas de la cara, los poros, los granos y las
verrugas.

VAMPYR, LA BRUJA VAMPIRO (1932)


Dreyer estaba con problemas de financiación, llevaba 4 años inactivo cuando tuvo la suerte de
coincidir en una fiesta con el barón Nicolas de Gunzburg, un aristócratas de la época aficionado al
cine. El barón en cuestión tenía una ambición: ser actor, por lo cual ofreció 750.000 francos a
Dreyer para filmar una película en la que él seria el protagonista; no había otra condición: podía
filmar lo que quisiera, como quisiera y con quien quisiera.
Alan Grey recibe un libro sobre vampirismo de parte del padre de dos hermosas hijas. El filme es
sobretodo fascinante por la fotografía y es una adaptación de la novela de Sheridan Le Fanu
"Carmilla", en esta película no hay sangre, ni colmillos, ni murcielagos... solo luces y sombras.
VAMPYR es una de las películas de horror más hermosas que se han filmado, un ejemplo
magistral que la Universal no tardaría en copiar se rodó como un filme mudo, siendo sonorizado
después (de forma bastante rudimentaria).

DIES IRAE (1943)


Pasarán once años para que Dreyer pueda rodar otra película. Esto sería en 1943 con DIES IRAE
-Vredens Dag-, con la que consigue un merecido éxito internacional: la película esta ambientada
en Dinamarca, mostrando la crueldad en la quema de una supuesta bruja y las repercusiones en
la familia de un pastor.
La bruja amenazará al pastor con revelar que su joven esposa es también una bruja, al final la
bruja es quemada y no contará nada de lo que amenazaba hacer. Mientras eso ocurre la esposa
del pastor se enamora del hijo de éste, ella provocará la muerte de su marido y entonces será
acusada de bruja por todos.
En este filme abundan los pasajes líricos y penetra en las agonías de almas sometidas a
tormentos espirituales.
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ORDET-LA PALABRA (1955)
Dos años después filma DOS SERES, -Tvaa människor- algunos documentales y en 1955 la
excelente versión cinematográfica de la obra teatral de Kaj Munk Ordet - LA PALABRA.
El filme es un drama místico sobre el hijo de un campesino jutlandés, el cual se considera a sí
mismo como una reencarnación de Jesucristo y hace resucitar a su cuñada muerta.
La película posee las formas sombrías típicas de él(iluminación tipo Rembrant).
Pasaron varios años más, durante los cuales Dreyer se convierte en gerente de una sala de cine y
todo indicaba que su carrera había terminado.

GERTRUD (1964)
Pero se decide rodar otra película, se llamará GERTRUD (1964), resultando ser otra obra maestra.
El film narra la vida de Gertrud, una cantante que tras un romance con un poeta abandona su
carrera profesional para casarse con un candidato a político.
La poca atención por parte de su marido conduce a frustraciones y un romance con un músico,
que empieza a cosechar sus primeros éxitos y para el cual ella solo significa una aventura
pasajera. La reaparición del antiguo novio poeta que quiere que reanuden su relación, hace que
Gertrud decida vivir en soledad y llegar a la conclusión de que ninguno de los tres la amaron.
Siendo su última película, se la puede considerar como un resumen de todo su arte, para
terminar como los grandes. A Dreyer no le gustaba la popularidad y no estaba dispuesto a hacer
concesiones para poder filmar, esa ética fue la base de todos sus trabajos. Finalmente muere en
1968, sin poder llevar a la práctica su gran proyecto de filmar la vida de Cristo.

LA PALABRA (1955) basada en la obra teatral de Kaj Punk


Una pequeña comunidad de la Jutlandia occidental, hacia 1930. El viejo Morten Borgen dirige la
granja de Borgensgaard. Tiene tres hijos: Mikkel, Johannes y Anders. El primero está casado con
Inger y tiene dos hijas pequeñas, aunque en estos momentos Inger está embarazada y esperan
el tercero. Johannes es un antiguo estudiante de teología que, por haberse imbuído en sus
estudios (sobre todo en Kierkegaard), e identificarse constantemente con la figura de Jesucristo,
es considerado por todos como un loco. El tercero, Anders, está enamorado de la hija del sastre,
líder intransigente de un sector religioso rival. Tal circunstancia revitaliza la discordia que siempre
ha existido entre las dos familias, ya que ninguna ve con muy buenos ojos que sus hijos
contraigan matrimonio. Sin embargo, Morten Borgen decide ir a casa del sastre para exponerle la
situación y tratar de convencerle con el fin de que disminuya su intransigencia. La tentativa
termina en un gran fracaso, y las familias quedan más enfrentadas, si cabe. Durante la charla
que ambos padres mantienen, suena el teléfono: es Inger que está dando a luz. Morten y su hijo
se apresuran a retornar a su casa y se encuentran al doctor, que les expone las dificultades que
está teniendo para llevar a buen fin el alumbramiento, ya que el niño está muerto y va a ser
difícil salvar la vida de Inger. El viejo Borgen reza, pero sus peticiones no surten efecto: Mikkel,
apesadumbrado, anuncia a todos la muerte de su esposa. El día del funeral, llega el sastre a
Borgensgaard con su mujer y su hija para reconciliarse con Borgen y conceder la mano de Anne a
Anders, También están presentes el doctor y el pastor de la comunidad. Éste pronuncia una
pequeña homilia por el descanso de la finada y, en el momento en que se disponen a cerrar el
ataúd, entra en la estancia Johannes, que reprocha a todos su falta de fe: ninguno de ellos pide a
Dios que devuelva la vida a Inger, ya que ninguno cree de verdad. Toma la mano de su sobrina
mayor, a quien Johannes prometió que su madre resucitaría, y ordena a la muerta, en nombre de
Jesucristo, que vuelva a la vida. De inmediato, Inger abre sus ojos y se incorpora en el ataúd.
Abraza y besa a su esposo con gran pasión.

El problema de la fe, que ocupara buena parte de la reflexión danesa durante el siglo XIX y que
diera a luz al filósofo de la religión Søren Kierkegaard, es también una de las principales fuentes
de inspiración del cine nórdico. En Dinamarca nació y vivió uno de los directores más importantes
del siglo pasado, Carl Theodor Dreyer, cuya Juana de Arco es una de las obras capitales del
período mudo y cuyo film La palabra (Ordet, 1955) es una de las películas religiosas más
hermosas e impresionantes de la historia del cine. Carl Theodor Dreyer, llevó a la pantalla la
pieza del pastor y dramaturgo Kaj Munk estrenada en el teatro Betty Nansen de Copenhague en
1932. En ella Johannes, su protagonista, que en su juventud enloqueció por su excesivo celo en
el estudio de Kierkegaard, cree ser Jesucristo, y operará, gracias a la fe de su pequeña sobrina, el
milagro de la resurrección de su cuñada y madre de la niña, quien dando a luz prematuramente
su tercer hijo había muerto en el parto. La ciencia, representada por el expeditivo médico, y la

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religión oficial, encarnada en el nuevo pastor del poblado, descreen de cualquier milagro y del
poder de la fe. No así la niña, cuya confianza en su tío suscitará gracias al milagro- no sólo la
reconciliación entre las dos familias que por su disidencia en cuestiones religiosas no dejaban que
sus respectivos hijos se casasen -y así, con la conciliación, el matrimonio de los jóvenes
enamorados-, sino también la apertura a la fe del padre de la niña, un agnóstico, pero muy
cercano a Dios por su bondad, según el decir de su creyente esposa, quien confiaba en la eficacia
de la oración y por ello sabía que su marido abrazaría la fe.
La película fue presentada en el Festival de Cine de Venecia, en la que el cineasta danés obtuvo el
León de Oro por este film y por todo el conjunto de su obra. En la actualidad, está considerada
como una de las mejores películas de la historia del cine.

Gertrud (1964)
Gertrud fue la última película de Carl Theodor Dreyer y se considera la obra que resume todo su
cine. La película narra el trayecto de una mujer que vive obsesionada por el amor absoluto.
Estéticamente, Gertrud es una muestra de que Dreyer supo cómo dotar de dimensión y cuerpo a
conceptos, como el espíritu, que no se pueden visualizar. Dreyer nos presenta a Gertrud
(interpretada por Nina Pens Rode) la esposa de un político, con una carrera de cantante
abandonada a sus espaldas. Una mujer, por tanto, sensible y con inclinaciones artísticas.
Frustrada por la frialdad de su matrimonio y azuzada por los impulsos pasionales de su amante,
un conocido pianista, Gertrud se enfrenta resignada a su separación. En ese momento aparece un
poeta, antiguo novio de Gertrud, que le trae recuerdos del pasado y le propone retomar su
antigua relación. Entre esos tres hombres de su vida oscila Gertrud, pero acaba con el
convencimiento de que ninguno puede amarla como ella está dispuesta a hacerlo, de un modo
absoluto y sin concesiones, ya que los tres anteponen al amor otras necesidades. El film acontece
en un ambiente burgués, donde predominan las relaciones frías y el rigor institucional. No hay
espacio para la calidez de los sentimientos, o así nos lo presenta Dreyer, mediante una puesta en
escena que impone un severo distanciamiento entre los personajes, y entre éstos y el espectador.
La emotiva Gertrud destaca de forma casi obscena en este ambiente. Sus ansias de amor y
verdad (para ella ambas cosas son equivalentes) representan un grito rebelde de mujer en un
mundo regido por la frialdad de lo masculino. Es inevitable que encontremos en Gertrud una
reminiscencia a la Nora de Henrik Ibsen, la beligerante protagonista de Casa de muñecas.
La película se inspira en una obra teatral de 1906 escrita por el dramaturgo sueco Hjalmar
Söderberg. Los cuadros que compone Dreyer en Gertrud son, indudablemente, de inspiración
teatral. Los diálogos son sobrios y contenidos, con profusión de sentencias lapidarias que los
personajes dejan escapar de vez en cuando, desde sus posiciones hieráticas. Dreyer no tiene
reparos en utilizar el silencio a su favor. No hay que olvidar que es un cineasta cuya andadura
empezó en la época del cine mudo. De alguna manera, Gertrud ilustra que para poder decir cosas
importantes no basta con el lenguaje convencional de la palabra. Hay otras formas de expresión
cuyo dominio es sólo de los maestros como Dreyer que además del cine, lo son de la construcción
escénica y también, por qué no, pictórica. Dreyer se sirve de la mirada de los personajes, del
espacio representado y también del no representado sino sugerido: el fuera de campo. Y todo ello
para expresar algo que está en permanente abstracción, que está en el ambiente y lo rige, pero
como hemos dicho antes, no se visualiza. Dreyer pretendía realizar esta película en color, pero
acabó haciéndola en un contundente blanco y negro que ayuda a la sordidez del ambiente y al
rigor de los espacios; vacíos y desapacibles, a pesar de su lujo. La iluminación en los interiores es
selectiva y cuidada. Gertrud es una película ascética propia quizá del artista que ve cerca el final
de su vida. A pesar de la contención de la dramaturgia, la protagonista lleva al límite sus
aspiraciones, ahogadas a lo largo del filme. Al final, lo da todo por perdido y acaba por tomar una
decisión tan radical como la misma puesta en escena de Gertrud. En virtud de que en el mundo
solo existen dos cosas, el amor y la muerte a la desafortunada heroína sólo le queda recluirse
para morir.
© Elena Díaz (texto)

GERTRUD.
T.O.: "Gertrud" (Dinamarca, 1964).
Director: Carl Theodor Dreyer. Argumento: la obra de Hjalmar Söderberg. Guión: Carl Theodor Dreyer. Fotografía:
Henning Bendtsen (B/N). Música: Jorgen Jersild. Interpretes: Nina Pens Rode (Gertrud), Bendt Rothe (El abogado Gustav
Kanning), Ebbe Rode (El poeta Gabriel Lidman), Baard Owe (El compositor Erland Jansson), Axel Strobye (El doctor Axel
Nygren). Duración: 113 min.
El danés Carl Theodor Dreyer puso el broche final a su corta y selecta filmografía con esta
película, realizada tras el Everest de su carrera cinematográfica, La palabra (Ordet, 1954),
siendo, en palabras del crítico francés André Bazin, una "tragedia teológica" que ha explorado
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como pocas la frontera entre lo humano y lo sobrenatural. Fiel a ese estilo metafísico, tan
arraigado en el cine nórdico, Gertrud es una obra seca y ascética, hecha a base de prolongados
primeros planos e interiores abandonados tan sólo esporádicamente para salir a algún jardín.
Inspirada por una obra teatral de su compatriota Hjalmar Söderberg, la película transcurre a
comienzos del siglo XX en Copenhague y es el retrato de una mujer, Gertrud, a través de los
hombres que han marcado su vida. Tras abandonar a su marido, la protagonista será la amante
de un poeta y de un prestigioso abogado, manteniendo también relaciones sentimentales con un
compositor musical. Al final acabará encerrada en la soledad, siendo una mujer que a veces ha
tomado decisiones desacertadas, que ha podido ser irritante, pero que como las heroínas de Max
Ophüls también puede llegar a ser digna de admiración. Describir la película con palabras es una
labor imposible, ya que bajo su puesta en escena sencilla y transparente ofrece una gran riqueza
de significados, un aluvión de sensaciones que van creciendo en cada nueva visión. A pesar de
ello, en el momento de su estreno este sublime melodrama tuvo una acogida comercial y crítica
bastante fría, no siendo en absoluto un bocado para todos los paladares. Ahora sin embargo
aparece como un hito capital del cine, una obra que como todas las de su autor es atemporal,
alejada de modas y corrientes, una de esas películas que a diferencia de las actuales hay que
contemplar en una actitud de silencio y recogimiento.

Reflexiones sobre mi oficio


Autor: Carl Theodor Dreyer Editorial: Paidós Año:Barcelona, 1999
París 1926. Un director de cine danés ha logrado una autorización para contemplar el rodaje de
Napoleón, la grandiosa película de Abel Gance. Se llama Carl Theodor Dreyer, tiene 37 años y es
rubio, y serio. Por sus ojos azules desborda la pasión, el ascetismo de un hombre dispuesto a
todo con tal de no disociar dos palabras que nunca quiere separar: cine y arte. Humilde,
observador y reflexivo, Dreyer, aprende de todo y perfila su genio. El genio de un iluminado, de
un explorador que se maravilla ante el trabajo de otro gran aventurero: Abel Gance dirige la gran
escena de la reunión del Club de los Franciscanos, en la que el Corso escucha, por vez primera, la
Marsellesa. Cuando concluye la visita, Dreyer vuelve al decorado contiguo, pared con pared, para
volver a su trabajo, a su película. Es una película que lleva a sus últimas consecuencias aquello
de que el estilo es el vestido de los pensamientos. Dreyer iluminaba La Pasión de Juana de Arco.
Paidós publica, en su recién iniciada colección La Memoria del Cine, un libro imprescindible para
conocer las aportaciones de Dreyer (1889-1968) al lenguaje del cine. Se trata de la versión
española del original francés de título homónimo, editado por Cahiers du Cinéma. El libro alberga
varias entrevistas con el director danés, así como algunos de sus artículos, declaraciones, cartas
y críticas cinematográficas. La edición se completa con los testimonios de varios colaboradores de
Dreyer. Se echa en falta un breve apunte biofilmográfico, que no habría supuesto mucho
incremento de páginas, y hubiera enriquecido el texto para los neófitos.
Cuando José Luis Garci, después de repetidas tentativas, logró pasar Ordet (1955) en su
programa Qué grande es el cine, pudo comprobar -con legítima satisfacción- la enorme sacudida
que causó la película de Dreyer en una multitud de espectadores jóvenes, que no habían podido
verla al momento de su estreno. Muchos, que no pudieron asistir a los ciclos de la Filmoteca
Nacional, la Universidad de Navarra o el Cine-Club sevillano de la UGT, escriben a Garci para
pedirle que cumpla su promesa de poner Gertrud (1965).
La gozosa lectura de este libro lleno de sutileza ayudará a conocer mejor las opiniones de un
creador excepcional, convencido de que la vida no tiene sentido sin el amor. Dreyer padeció una
infancia sin amor y vivió en una Europa surcada por la injusticia y la violencia. Quizás por eso, y
por su condición nórdica, se propuso utilizar el cine para indagar en los comportamientos morales
y en las consecuencias del calvinismo y el protestantismo en la religiosiosidad cristiana de los
países nórdicos. Dreyer rechazó el cine como entretenimiento industrial y buscó el realismo
metafísico como herramienta para alzar historias de gran calado espiritual, que ayudasen a
resolver las grandes preguntas del ser humano. Su excepcional dirección de actores exige
siempre un pensamiento debajo de cada gesto, aunque el ritmo se ralentice o las palabras se
pronuncien con sabor de liturgia. Con buen humor, y consciente de que su aprecio por el
existencialismo religioso y moral de Kierkegaard podía pesar a más de un espectador, Dreyer
respondía así a la última pregunta de un periodista, que le entrevistaba con motivo de su
cincuenta cumpleaños :
- ¿Quiere usted decirnos algo sobre sí mismo?
- Sí, sólo una palabra: paciencia...
Alberto Fijo

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