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Carl Theodor Dreyer, 1889-1968, director de cine, fue un personaje único en la cinematografía
danesa. Contrario a las concesiones y perfeccionista en extremo, fue considerado como uno de
los principales creadores del arte cinematográfico. Debutó como director de largometrajes para
Nordisk Films Kompagni, en 1919, con la dramática saga familiar El Presidente (Præsidenten), a
la que siguió Páginas del libro de Satán (Blade af Satans Bog, 1921). Esta película resultó
demasiado sombría para Nordisk Film, por lo que Dreyer tuvo que realizar sus siguientes cinco
películas con la ayuda de otras productoras, suecas, alemanas y danesas. El amo de la casa (Du
skal ære din Hustru), de 1925, le supuso ser contratado por una productora francesa, con la que
rodó su célebre La pasión de Juana de Arco (La passion de Jeanne d´Arc, 1928), una de las obras
más completas del cine mudo. Esta película contribuyó a la consolidación internacional de Dreyer,
pero su productora tuvo problemas económicos, con lo que, sólo gracias a un mecenas, Dreyer
pudo realizar su siguiente película, Vampiro (Vampyr, 1932). En 1934, Dreyer regresó a
Dinamarca, donde lo esperaba un período marcado por las dificultades y los proyectos fallidos.
Finalmente, en 1943, logró realizar su siguiente largometraje, Dies Irae (Vredens Dag), una
historia de amor trágico que transcurre durante el período de la caza de brujas del siglo XVII.
Durante los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, Dreyer contribuyó a la producción
danesa oficial de cortometrajes con una serie de películas, entre ellas, Llegaron al ferry (De
naaede Færgen, 1948), aunque volvería a pasar mucho tiempo antes de realizar su siguiente
largometraje, La palabra (Ordet, 1955), adaptación magistral de una obra de teatro de Kaj Munk
que consolidó aún más, si cabe, su reputación internacional. Su última película, Gertrud (1964),
que fue muy discutida tras su estreno, ha sido considerada posteriormente como una de las obras
maestras del cine moderno.
© Martin Drouzy -Filmmuseet-
Durante los primeros años del siglo XX, el cine se consolida de una forma notoria en los países
nórdicos, en esa época se desarrolla la etapa más creativa de grandes maestros como Sjöström,
Stiller y Dreyer. La plástica de la luz y la sombra se plasma en esas obras, logrando una estética
de extraordinaria belleza.
Dreyer fue la figura más importante del cine danés, siempre tuvo en mente llevar a cabo un
proyecto sobre la vida de Cristo, murió sin poder realizarlo, pero dejó una importante obra
caracterizada por la búsqueda de verdades espirituales y de una admirable belleza.
En la última década del cine mudo filma nueve películas, luego con la llegada del cine sonoro
filmó solo cinco películas y algunos cortos, en cuarenta años de trabajo. La causa fue la enorme
presión de la industria cinematográfica y así un gran talento quedó desperdiciado.
ORDET (1955)
Dreyer nace el 3 de febrero de 1889, sus comienzos están dedicados a escribir guiones para otros
directores, hasta que en 1919 escribe el guión de su primera película: El presidente (1919)
-Praesidenten-, es una película larga y sentimental, la película demostraba un precoz dominio de
los primeros planos de los rostros, característica fundamental en su madurez; él decía: Todo lo
humano se expresa a través de la cara, pues la cara es el espejo del alma. Luego filmaría Páginas
del Libro de Satán (1920) -Blade af Satans Bog-, basado en la novela de Marie Corelli, esta
película muestra los males causados por Satán en cuatro períodos históricos distintos, en este
trabajo fue notoria la influencia ejercida por "Intolerancia" de Griffith. La película siguiente sería
su primer obra maestra La mujer del parroco (1920) - Prästänkan-, la historia está ambientada
en una parroquia campestre, en la que un nuevo párroco llega para ocupar su puesto. Se ha
llevado a su prometida, pero las costumbres dictaminaban que el nuevo párroco debería casarse
con la viuda del anterior. Por lo tanto sería el cuarto marido de la dama en cuestión, siendo esta
muy mayor. La historia se puede resumir en temas como el amor, la vejez y la muerte.
En 1922 rodó Los marcados - Die Gezeichneten-, es la historia de una aldea rusa durante la
Revolución de 1905, esta película estuvo mucho tiempo perdida y para los cinófilos que la han
podido ver, la consideran como una de las películas más fascinantes de Dreyer. Luego de filmar
Érase una vez - Der var engang-, que es una película perdida y que poco se sabe de ella, viaja a
Alemania para filmar Michael(1924), esta película es la historia de un pintor que se siente
traicionado y engañado por su modelo. Es un trabajo representativo de la obra de Dreyer: la
contemplación plácida y en profundidad de una crisis en la vida de dos personas y de su
resolución a través de la muerte. Su próximo trabajo sería El amo de la casa (1925) - Du skal
aere din hustru-, relato irónico de como un marido exigente termina en manos de la vieja criada
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de la familia. Luego edita La novia de Glomdal(1926), -Glomdalsbruden- película menor que no
obtiene demasiados éxitos.
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Dreyer fue uno de los más grandes directores escandinavos su obra se caracteriza por la
búsqueda de verdades espirituales y de una admirable belleza. En la última década del cine mudo
filma nueve películas, luego con la llegada del cine sonoro filmó solo cinco películas y algunos
cortos, en cuarenta años de trabajo.
Dreyer nace el 3 de febrero de 1889, sus comienzos están dedicados a escribir guiones para otros
directores, hasta que en 1919 escribe el guión de su primera película: EL PRESIDENTE (1919)-
Praesidenten-, es una película larga y sentimental, la película demostraba un precoz dominio de
los primeros planos de los rostros, característica fundamental en su madurez. Luego filmaría
PÁGINAS DEL LIBRO DE SATÁN (1920) -Blade af Satans Bog-, basado en la novela de Marie
Corelli, esta película muestra los males causados por Satán en cuatro períodos históricos
distintos, en este trabajo fue notoria la influencia ejercida por "Intolerancia" de Griffith. La
película siguiente sería su primera obra maestra LA MUJER DEL PARROCO (1920) - Prästänkan-,
la historia está ambientada en una parroquia campestre, en la que un nuevo párroco llega para
ocupar su puesto. Se ha llevado a su prometida, pero las costumbres dictaminaban que el nuevo
párroco debería casarse con la viuda del anterior. Por lo tanto sería el cuarto marido de la dama
en cuestión, siendo esta muy mayor. La historia se puede resumir en temas como el amor, la
vejez y la muerte.
En 1922 rodó LOS MARCADOS - Die Gezeichneten-, es la historia de una aldea rusa durante la
Revolución de 1905, esta película estuvo mucho tiempo perdida y para los cinéfilos que la han
podido ver, la consideran como una de las películas más fascinantes de Dreyer. Luego de filmar
ÉRASE UNA VEZ - Der var engang-, que es una película perdida y que poco se sabe de ella, viaja
a Alemania para filmar MICHAEL (1924), esta película es la historia de un pintor que se siente
traicionado y engañado por su modelo. Su próximo trabajo sería EL AMO DE LA CASA O HONRA A
TU ESPOSA (1925) - Du skal aere din hustru-, relato irónico de como un marido exigente termina
en manos de la vieja criada de la familia. Luego edita LA NOVIA DE GLOMDAL (1926),
-Glomdalsbruden- película menor que no obtiene demasiados éxitos.
GERTRUD (1964)
Pero se decide rodar otra película, se llamará GERTRUD (1964), resultando ser otra obra maestra.
El film narra la vida de Gertrud, una cantante que tras un romance con un poeta abandona su
carrera profesional para casarse con un candidato a político.
La poca atención por parte de su marido conduce a frustraciones y un romance con un músico,
que empieza a cosechar sus primeros éxitos y para el cual ella solo significa una aventura
pasajera. La reaparición del antiguo novio poeta que quiere que reanuden su relación, hace que
Gertrud decida vivir en soledad y llegar a la conclusión de que ninguno de los tres la amaron.
Siendo su última película, se la puede considerar como un resumen de todo su arte, para
terminar como los grandes. A Dreyer no le gustaba la popularidad y no estaba dispuesto a hacer
concesiones para poder filmar, esa ética fue la base de todos sus trabajos. Finalmente muere en
1968, sin poder llevar a la práctica su gran proyecto de filmar la vida de Cristo.
El problema de la fe, que ocupara buena parte de la reflexión danesa durante el siglo XIX y que
diera a luz al filósofo de la religión Søren Kierkegaard, es también una de las principales fuentes
de inspiración del cine nórdico. En Dinamarca nació y vivió uno de los directores más importantes
del siglo pasado, Carl Theodor Dreyer, cuya Juana de Arco es una de las obras capitales del
período mudo y cuyo film La palabra (Ordet, 1955) es una de las películas religiosas más
hermosas e impresionantes de la historia del cine. Carl Theodor Dreyer, llevó a la pantalla la
pieza del pastor y dramaturgo Kaj Munk estrenada en el teatro Betty Nansen de Copenhague en
1932. En ella Johannes, su protagonista, que en su juventud enloqueció por su excesivo celo en
el estudio de Kierkegaard, cree ser Jesucristo, y operará, gracias a la fe de su pequeña sobrina, el
milagro de la resurrección de su cuñada y madre de la niña, quien dando a luz prematuramente
su tercer hijo había muerto en el parto. La ciencia, representada por el expeditivo médico, y la
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religión oficial, encarnada en el nuevo pastor del poblado, descreen de cualquier milagro y del
poder de la fe. No así la niña, cuya confianza en su tío suscitará gracias al milagro- no sólo la
reconciliación entre las dos familias que por su disidencia en cuestiones religiosas no dejaban que
sus respectivos hijos se casasen -y así, con la conciliación, el matrimonio de los jóvenes
enamorados-, sino también la apertura a la fe del padre de la niña, un agnóstico, pero muy
cercano a Dios por su bondad, según el decir de su creyente esposa, quien confiaba en la eficacia
de la oración y por ello sabía que su marido abrazaría la fe.
La película fue presentada en el Festival de Cine de Venecia, en la que el cineasta danés obtuvo el
León de Oro por este film y por todo el conjunto de su obra. En la actualidad, está considerada
como una de las mejores películas de la historia del cine.
Gertrud (1964)
Gertrud fue la última película de Carl Theodor Dreyer y se considera la obra que resume todo su
cine. La película narra el trayecto de una mujer que vive obsesionada por el amor absoluto.
Estéticamente, Gertrud es una muestra de que Dreyer supo cómo dotar de dimensión y cuerpo a
conceptos, como el espíritu, que no se pueden visualizar. Dreyer nos presenta a Gertrud
(interpretada por Nina Pens Rode) la esposa de un político, con una carrera de cantante
abandonada a sus espaldas. Una mujer, por tanto, sensible y con inclinaciones artísticas.
Frustrada por la frialdad de su matrimonio y azuzada por los impulsos pasionales de su amante,
un conocido pianista, Gertrud se enfrenta resignada a su separación. En ese momento aparece un
poeta, antiguo novio de Gertrud, que le trae recuerdos del pasado y le propone retomar su
antigua relación. Entre esos tres hombres de su vida oscila Gertrud, pero acaba con el
convencimiento de que ninguno puede amarla como ella está dispuesta a hacerlo, de un modo
absoluto y sin concesiones, ya que los tres anteponen al amor otras necesidades. El film acontece
en un ambiente burgués, donde predominan las relaciones frías y el rigor institucional. No hay
espacio para la calidez de los sentimientos, o así nos lo presenta Dreyer, mediante una puesta en
escena que impone un severo distanciamiento entre los personajes, y entre éstos y el espectador.
La emotiva Gertrud destaca de forma casi obscena en este ambiente. Sus ansias de amor y
verdad (para ella ambas cosas son equivalentes) representan un grito rebelde de mujer en un
mundo regido por la frialdad de lo masculino. Es inevitable que encontremos en Gertrud una
reminiscencia a la Nora de Henrik Ibsen, la beligerante protagonista de Casa de muñecas.
La película se inspira en una obra teatral de 1906 escrita por el dramaturgo sueco Hjalmar
Söderberg. Los cuadros que compone Dreyer en Gertrud son, indudablemente, de inspiración
teatral. Los diálogos son sobrios y contenidos, con profusión de sentencias lapidarias que los
personajes dejan escapar de vez en cuando, desde sus posiciones hieráticas. Dreyer no tiene
reparos en utilizar el silencio a su favor. No hay que olvidar que es un cineasta cuya andadura
empezó en la época del cine mudo. De alguna manera, Gertrud ilustra que para poder decir cosas
importantes no basta con el lenguaje convencional de la palabra. Hay otras formas de expresión
cuyo dominio es sólo de los maestros como Dreyer que además del cine, lo son de la construcción
escénica y también, por qué no, pictórica. Dreyer se sirve de la mirada de los personajes, del
espacio representado y también del no representado sino sugerido: el fuera de campo. Y todo ello
para expresar algo que está en permanente abstracción, que está en el ambiente y lo rige, pero
como hemos dicho antes, no se visualiza. Dreyer pretendía realizar esta película en color, pero
acabó haciéndola en un contundente blanco y negro que ayuda a la sordidez del ambiente y al
rigor de los espacios; vacíos y desapacibles, a pesar de su lujo. La iluminación en los interiores es
selectiva y cuidada. Gertrud es una película ascética propia quizá del artista que ve cerca el final
de su vida. A pesar de la contención de la dramaturgia, la protagonista lleva al límite sus
aspiraciones, ahogadas a lo largo del filme. Al final, lo da todo por perdido y acaba por tomar una
decisión tan radical como la misma puesta en escena de Gertrud. En virtud de que en el mundo
solo existen dos cosas, el amor y la muerte a la desafortunada heroína sólo le queda recluirse
para morir.
© Elena Díaz (texto)
GERTRUD.
T.O.: "Gertrud" (Dinamarca, 1964).
Director: Carl Theodor Dreyer. Argumento: la obra de Hjalmar Söderberg. Guión: Carl Theodor Dreyer. Fotografía:
Henning Bendtsen (B/N). Música: Jorgen Jersild. Interpretes: Nina Pens Rode (Gertrud), Bendt Rothe (El abogado Gustav
Kanning), Ebbe Rode (El poeta Gabriel Lidman), Baard Owe (El compositor Erland Jansson), Axel Strobye (El doctor Axel
Nygren). Duración: 113 min.
El danés Carl Theodor Dreyer puso el broche final a su corta y selecta filmografía con esta
película, realizada tras el Everest de su carrera cinematográfica, La palabra (Ordet, 1954),
siendo, en palabras del crítico francés André Bazin, una "tragedia teológica" que ha explorado
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como pocas la frontera entre lo humano y lo sobrenatural. Fiel a ese estilo metafísico, tan
arraigado en el cine nórdico, Gertrud es una obra seca y ascética, hecha a base de prolongados
primeros planos e interiores abandonados tan sólo esporádicamente para salir a algún jardín.
Inspirada por una obra teatral de su compatriota Hjalmar Söderberg, la película transcurre a
comienzos del siglo XX en Copenhague y es el retrato de una mujer, Gertrud, a través de los
hombres que han marcado su vida. Tras abandonar a su marido, la protagonista será la amante
de un poeta y de un prestigioso abogado, manteniendo también relaciones sentimentales con un
compositor musical. Al final acabará encerrada en la soledad, siendo una mujer que a veces ha
tomado decisiones desacertadas, que ha podido ser irritante, pero que como las heroínas de Max
Ophüls también puede llegar a ser digna de admiración. Describir la película con palabras es una
labor imposible, ya que bajo su puesta en escena sencilla y transparente ofrece una gran riqueza
de significados, un aluvión de sensaciones que van creciendo en cada nueva visión. A pesar de
ello, en el momento de su estreno este sublime melodrama tuvo una acogida comercial y crítica
bastante fría, no siendo en absoluto un bocado para todos los paladares. Ahora sin embargo
aparece como un hito capital del cine, una obra que como todas las de su autor es atemporal,
alejada de modas y corrientes, una de esas películas que a diferencia de las actuales hay que
contemplar en una actitud de silencio y recogimiento.