La discriminación, los estereotipos, la xenofobia, el
etnocentrismo y demás, son cosas que escuchamos todos los días y que muchas veces nos hacemos ajenos a estas situaciones. Estamos en un mundo con mas de seis mil millones de personas y es común ver miles de culturas alrededor del mundo ¿Cuántas conoces tu? ¿Estarías dispuesto a conocerlas? Debemos ser conscientes que así como nos lo indica la Antropología Cultural (la cual se centra en el estudio del ser humano por medio de su cultura, la cual es el reflejo de los grupos sociales) que conocer una cultura implica más allá de saber que existe, debemos comprenderla y analizarla no de un punto objetivo si no mas amplia, aunque sea difícil, pues entender cómo son otras culturas nunca ha sido algo fácil, y más teniendo en cuenta que nadie se puede desvincular de su propia cultura para tratar de ver con la mayor objetividad a los demás grupos culturales. Esto lo hemos visto a lo largo de la historia, una antropología cultural que al principio no trataba de entender a las otras comunidades, si no de demostrar cuan superior era una cultura frente a otra, y esto se debe a que no podían apartar de su mente el indudable sesgo que tenían en su percepción del mundo, pues para conocer otra cultura, debes dejar a un lado tu percepción del mundo para adoptar otra. Es así como aparece el método antropológico, con la observación participante, en donde el investigador se familiariza con la nueva cultura obteniendo información directa y entendiendo su contexto. Pues como sabemos el entorno, el contexto en donde se desarrolle la persona, influye de manera directa en la forma de ser, de pensar y comportase. Es por ello que debemos dejar atrás ese orgullo y egoísmo, para adoptar valores como la solidaridad, el respeto y la empatía para entender una cultura es algo más allá que simple costumbres y hábitos, son personas, que al igual que todos, necesitan ser entendidas y no deben ser tomadas como inferiores. Basta dar una mirada hacia el pasado para recordar la necedad de tiempos en donde lo blanco se instituyó como el color del poder, el racismo tuvo sus teóricos para justificar el tráfico de personas. Durante la Revolución Francesa cientos de mujeres fueron guillotinadas por reclamar también para ellas “libertad, igualdad y fraternidad”. Dejar los estereotipos que construyen lo “Uno” entendido como único en universal, de esta forma se construye en detrimento a lo “otro”, las “minorías”, “los diferentes” y se vuelve necesario romper la imagen que devuelve el falso espejismo del “Uno” para construir un nosotros que nos devuelva lo humano, la diversidad. Todos somos personas, pero con diferente contexto, eso no significa que debamos despreciar a otros por ser diferente, pues la diversidad es lo que nos hace únicos.