Pulkeria Alejandrovna y Abdocia Romanovna (Dunia) se encuentran frente a
Raskolnikov quien pasa de una emoción a otra. Le dice a su hermana que
corrió a su pretendiente, que jamás permitirá el enlace y que no quiere que se case y sacrifique su vida por él. La madre y la hermana no reconocen del todo a su hijo. Es obvio que una enfermedad se ha apoderado de su mente. Razumikhin las convence de dejarlo solo y se ofrece a acompañarlas al lugar donde se aposentan. La madre se niega a dejar a su hijo pero termina cediendo. En el camino, Razumikhin les dice que ira por su amigo médico y en cuanto tenga su diagnóstico, las iría a visitar. Les promete no abandonar a Raskolnikov y apoya su postura contra el presumido pretendiente, sobre todo cuando llega al cuarto de mala muerte que había alquilado para su novia y futura suegra. La belleza de Dunia lo impresiona. Razumikhin cumple con todo e impresiona a las mujeres. A la mañana siguiente, Razumikhin amaneció crudo y arrepentido de varias cosas que había dicho por su avanzado estado de ebriedad. Raskolnikov duerme. Al visitar a Dunia y a su madre y ser recibido como todo un héroe se reconforta su ego. Razumikhin reconoce que su pobreza es evidente. La madre le enseña a su salvador, una carta de Pedro Petrovich en la cual se disculpa por no haberlas ido a recoger y les informa la indignante forma en que Raskolnikov lo echo, además de presenciar como daba el dinero a una mujer de dudosa reputación, –se refiere a Catalina, esposa de Marmeladov cuando murió-que con tantos sacrificios le mandaba. La madre rompía en llantos. Dunia propone visitar a Raskolnikov y cuenta la noticia de la muerte de Marta Pretovna (La señora que la corrió de su casa pues creía que sostenía idilio con su esposo y que después redimió públicamente) Cuando llegaron encontraron al médico atendiéndolo. Raskolnikov se sentía mucho mejor. El médico le sugiere –aprovechando su lucidez-que piense en su rehabilitación. Una reconciliación familiar sucede, Raskolnikov le pide perdón a su madre por haber regalado el dinero que le envió y platica lo sucedido. La noticia de la muerte de Marta Pretovna resurge y se comenta que su esposo Aracadio Svidigrailovla golpeó la noche que murió. Raskolnikov se irrita y surge otra discusión familiar. La madre enseña la carta de Lujin a Raskolnikov y éste sospecha más de aquel personaje radicalizando su postura. Lujin no es un abogado, es un farsante. Mañana habrá una reunión familiar a la que asistirá Lujin; Raskolnikov y Razumikhin –invitado por Dunia-. Sonia llega imprevistamente. Raskolnikov la desconoce de momento y luego la invita a pasar. Sonia llega con el propósito de invitarlo a los servicios funerarios de su padre y a una comida en honor a él que su madrastra Catalina ofrece. La joven se deshace en elogios. Dunia y Pulkeria invitan por su parte a Razumikhin a comer y parten de ahí. Una vez solos, Raskolnikov pregunta a su amigo, que si conoce al juez Porfirio Petrovich –quien trabaja en el caso de los asesinatos-pues quiere recuperar las prendas que un día antes empeñó. Razumikhin asiente. Sonia y los amigos bajan y entonces un personaje que pasaba por ahí, al escuchar el nombre de Raskolnikov, miró rápidamente el lugar y se puso a seguir a Sonia. El burgués de alrededor de cincuenta años que seguía a Sonia, lo hacía con pleno convencimiento de conocerla. Sonia siente su presencia y al llegar a su casa el burgués la saluda pues vive en el mismo edificio, en el departamento de al lado. De camino a casa de Porfirio Petrovich, Raskolnikov siente indecisión sobre lo contraproducente de ir y levantar sospechas. Pero en el camino, al notar que Razumikhin se había esmerado en su arreglo personal, y sospechando que la razón era su hermana, comenzó a burlarse sin piedad. El juez Porfirio Petrovich los recibe con gusto y cuestiona –siempre con agudeza, siempre certero-a Raskolnikov. Para Raskolnikov no hay duda: Porfirio Petrovich sospecha de él considerando que el mismo Petrovich conservaba un artículo de su reciente época de estudiante, donde Raskolnikov cuestionaba la moral del asesino con respecto a personas indeseadas y la misión qué algunos llevan acuestas. Porfirio es sagaz y platica con doble sentido con Raskolnikov. Se despiden y Porfirio lo cita para mañana y ver el asunto de las prendas. Raskolnikov se despide de Razumikhin y le jura sentirse bien. En su cuarto duerme un poco bajo el cuidado de Anastasia. Las pesadillas se vuelven a presentar. Al despertar, un hombre que no conocía lo miraba con atención El hombre se presentó Arcadio Svidrigailov. Raskolnikov no puede creer que el recientemente viudo de Marta Pretovna y antiguo jefe de su hermana estuviera ahí. En efecto, Arcadio fue a conocerle y a pedir que intercediera por él para un nuevo encuentro con Dunia. El cinismo de Arcadio con respecto a sus pretensiones con Dunia y acusaciones sobre los golpes que propinó a Marta la noche de su muerte, sorprende a Raskolnikov. Su reciente llegada a San Petersburgo tiene varios fines ofrece dinero para impedir la boda entre Lujin y Dunia pues no le conviene y sus propias nupcias con una joven novia. Arcadio se despide con la noticia de que su difunta esposa dejó dinero para Dunia. Al despedirse se encuentra con Razumikhin. Raskolnikov y Razumikhin caminan rumbo al hospedaje de su madre, en el camino, Raskolnikov le platica a su amigo los antecedentes de Arcadio. Al llegar encontraron a Lujin quien mantuvo su actitud de indignación. Raskolnikov le dice a Dunia que su antiguo patrón se encuentra en la ciudad y Razumikhin le ofrece su apoyo pues la joven teme a las intenciones del viejo. Lujin desprestigia a Arcadio pues, además de haber golpeado a Marta Pretovna, sabe que estuvo implicado en el suicidio de otra jovencita. Nuevas disputas familiares pasan. Lujin y Raskolnikov se enfrentan. Lujin termina por contrariarse constantemente y sale corrido ahora por Dunia. En el camino piensa en su venganza. La familia platica sobre las ofertas de Arcadio. La madre se alegra del dinero dejado por la señora Petrovna. Todos temen sin embargo, con la llegada de Arcadio. Durante la plática, Razumikhin ofrece empezar un negocio de ediciones con ese dinero y parte que pedirá prestado. Los ojos de Dunia brillan ante la propuesta. Raskolnikov siente contrariados sus emociones y parte de ahí ante la sorpresa de todos. Razumikhin lo sigue a pesar de que Raskolnikov lo trata con extrema agresividad. Le pide que no lo siga y entonces, con una penetrante mirada, Razumikhin comprende que su amigo está implicado de alguna manera en los asesinatos. Razumikhin regresa con la madre y hermana y las calma diciendo que lo mejor para Raskolnikov en estos momentos, es estar solo. Raskolnikov llega a casa de Sonia y se entera de que un pequeño apartado de la casa le es rentado. La joven lo recibe con entusiasmo pero Raskolnikov llega con el propósito de despedirse. La joven lo nota turbado y lo trata de calmar. Sonia platica de Catalina y sus continuos desvaríos a causa de la tuberculosis. Raskolnikov es cruel y le contesta que los días de Catalina están contados por su avanzada enfermedad y que ella tendrá que cuidar a sus hermanastros. Sonia se asusta pues su pobreza es extrema. Raskolnikov besa los pies de Sonia y muestra su aspecto más escéptico. Raskolnikov le pide huir con él. Sonia se siente confundida. Raskolnikov se despide con la promesa de regresar mañana y decirle quien fue el asesino de su amiga Isabel. Del otro lado de la pared, un hombre escucha con atención la plática: Arcadio Svidrigailov. Raskolnikov regresa con Porfirio Petrovich para el asunto de sus prendas. Porfirio Petrovich lo recibe y platica con Raskolnikov sobre su pasado de estudiante. Raskolnikov se convence de que Porfirio sospecha de él y le extraña su extrema amabilidad. Se exaspera y le exige que lo interrogue si es preciso. Porfirio contesta siempre con sarcasmo y risas. Su ambiguo discurso desconcierta y desarma a Raskolnikov sobre todo por qué sabe que visitó el lugar del crimen y preguntó sobre las manchas de sangre. Porfirio no considera sospechoso –de momento a Raskolnikov-y lo invita con su habitual ironía a retirarse. Una inesperada visita interrumpe la entrevista. EL pintor sospechoso de haber matado a las mujeres entra de pronto declarándose culpable. Porfirio se muestra nervioso y hace sacar al enloquecido obrero. Despide a Raskolnikov que se va convencido, de que fue torturado para hacerlo confesar.