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Uno de los representantes de nuestra Escuela Bíblica en el África, nos envió este
informe:
"Hace cinco años recibí un pedido para visitar a un prisionero --estudiante de uno
de los cursos bíblicos por correspondencia--. Las autoridades dieron su
autorización, y tuve la oportunidad de visitarlo con frecuencia.
"Cerca de seis meses después de mi visita inicial, el preso pidió ser bautizado y
unirse a la iglesia. Los oficiales de la cárcel acordaron proveer los medios para que
el bautismo tuviera lugar en la prisión. Los guardias y otros prisioneros se
reunieron para presenciar uno de los bautismos más emocionantes en los que
alguna vez haya oficiado.
"Poco tiempo después, nuestro hermano fue puesto en libertad, aunque todavía le
faltaba bastante tiempo para cumplir su condena. Cuando pregunté por qué, se me
dijo que su vida había cambiado de una manera tan drástica y que testificaba tanto
de su Señor y de su religión, que ya no se lo podía tratar como a un prisionero.
Este hombre se reunió con su familia y ahora es un líder en una de nuestras
congregaciones más grandes".
"El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios... el que no naciere
de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios". -- S. Juan 3:3. (A
menos que se indique algo diferente, los textos bíblicos en esta Guía de Estudio
son de la versión Reina-Valera revisada en 1960.)
De acuerdo con Jesús, debemos nacer "de agua y del Espíritu". "Nacido del
Espíritu" significa entrar a una nueva vida, ser objeto de un cambio de mente y de
corazón. Es más que el remiendo de una vieja vida; se lo llama nuevo nacimiento.
El bautismo por agua es la representación externa y simbólica de un cambio
interno. El prisionero mencionado antes se bautizó como un reconocimiento de su
entrega a Cristo y como símbolo de la transformación que el Espíritu Santo había
comenzado a hacer en su carácter.
2. ¿POR QUÉ DEBO BAUTIZARME?
"¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos
sido BAUTIZADOS EN SU MUERTE? Porque somos SEPULTADOS
JUNTAMENTE CON ÉL PARA MUERTE POR EL BAUTISMO, a fin de
que COMO CRISTO RESUCITÓ DE LOS MUERTOS por la gloria del
Padre, así también NOSOTROS ANDEMOS EN NUEVA VIDA". --
Romanos 6:3-4.
Cristo murió por nuestros pecados, fue sepultado y se levantó de la tumba para
darnos una nueva vida de justicia. El hecho de ser bautizado muestra, de manera
simbólica, que podamos participar de la muerte, la sepultura y la resurrección de
Jesús. El bautismo significa morir al pecado con Cristo, sepultar la vieja vida
de pecado con Cristo, y levantarse con Cristo para "vivir una nueva vida". La
muerte de Cristo y su resurrección llegan a ser nuestra muerte y nuestra
resurrección. Dios nos puede hacer morir al pecado, como si hubiésemos sido
crucificados. Puede darnos vida en las cosas del Espíritu, como si hubiésemos
resucitado de los muertos.
Cuando me identifico con la crucifixión de Cristo por medio del bautismo, invito a
una fuerza poderosa a entrar en mi vida, porque "Cristo vive en mí".
"De modo que si alguno está EN CRISTO, NUEVA CRIATURA ES; las
COSAS VIEJAS pasaron; he aquí todas son hechas NUEVAS. Y todo esto
proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo". -- 2
Corintios 5:17.
"Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros
fuésemos hechos justicia de Dios en él." -- 2 Corintios 5:21.
Todas las evidencias sugieren que en su bautismo Cristo fue sumergido; no fue
rociado con agua. Juan lo bautizó en el río Jordán "porque había allí MUCHAS
AGUAS" (S. Juan 3:23). Cuando Jesús vino a Juan para ser bautizado, bajó al
agua, y "después de ser bautizado [sumergido según el griego original], subió
luego del agua" (S. Mateo 3:16).
Y el reformador Juan Calvino, dijo: "Es cierto que la inmersión fue la práctica de
la iglesia primitiva" -Institutes of the Christian Religion, Libro 4, cap. 15, secc. 19.
Jesús sólo menciona una excepción: el ladrón en la cruz. Para él era imposible
dejar la cruz para ser sumergido en el agua como testimonio de su conversión.
Ante esas circunstancias, Jesús le prometió que estaría con él en el reino (S. Lucas
23:42-43). Para el ladrón, ser "nacido de agua y del Espíritu" representó la sangre
de Jesús que había sido derramada para limpiarlo de sus pecados. San Agustín
observó: "Hay un caso de arrepentimiento registrado en el lecho de muerte, para
que nadie se desanime: el del ladrón penitente; y sólo un caso, para que nadie
presuma".
Jesús mismo hizo esta solemne advertencia:
"El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere [y por lo
tanto no se bautiza], será condenado". -- S. Marcos 16:16.
"Cada día muero" (1 Corintios 15:31). Al apartarnos del egoísmo, somos cada vez
más sensibles a la voz de Cristo.
El rito del bautismo, como el de bodas, debería ser el comienzo de una relación
creciente y maravillosa. Para crecer sin cesar necesitamos entregarnos cada día a
Cristo a fin de recibir una dosis diaria de nueva vida por medio de la oración y del
estudio de la Biblia.
Cuando Cristo mora en nosotros por medio del Espíritu Santo, tenemos un
profundo sentido de seguridad y certidumbre. Esta segura relación con Dios nos
proporciona muchos beneficios, pero no garantiza la ausencia de problemas. De
hecho, el enemigo a menudo presenta la mayor cantidad de dificultades a aquellos
que se han comprometido con Cristo. No obstante, cuando estamos en las manos
de Dios podemos saber que él usará todo lo que nos pase, sea bueno o malo, para
enseñarnos y ayudarnos a crecer (ver Romanos 8:28).
Una joven señora hizo la decisión de entregar su vida a Cristo y ser bautizada, a
pesar de las amenazas de divorcio de su esposo. Él no compartía su nueva fe, pero
ella se aferró a Jesús y trató de ser una esposa mejor de lo que había sido hasta
entonces. Por algún tiempo el esposo trató de hacerle la vida difícil pero
finalmente fue ganado por un argumento que no podía refutar: la vida
transformada de su esposa. Entonces rindió su vida a Cristo y también fue
bautizado.
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