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Publicado originalmente en: El Dolor, Asociación Chilena para el Estudio del Dolor, Año 7, N° 28, 1999, 10-17

Incorporación de la Terapia Hipnótica en el Manejo del Dolor

Ps. Mario Pacheco León*

Resumen

Este artículo analiza los siguientes tópicos: la hipnosis como un fenómeno de la consciencia
humana; enfoques actuales en su concepción y utilización clínica; las características de un
trance hipnótico y los fenómenos hipnóticos asociados; estrategias hipnóticas en el control del
dolor. Algunas de esas estrategias se ejemplifican en dos reportes clínicos.

Palabras cave: Hipnosis, trance hipnótico, dolor.

Abstract

This article analyzes the following topical: the hypnosis as a phenomenon of the human
conscience; current approaches in their conception and clinic utilization; describe the
characteristics of a hypnotic trance and the associated hypnotic phenomena; and hypnotic
strategies in the control of the pain. Some of those strategies are exemplified in two clinical reports.

Key words: Hypnosis, hypnotic trance, pain.

* Psicólogo Clínico. Co-Director del Instituto Milton H. Erickson de Santiago. General Salvo 173, f: 2352580,
Providencia, Santiago

1
Introducción
El fenómeno de la hipnosis y su uso clínico –desde su aparición en Occidente bajo la
denominación del "magnetismo animal" de Mesmer– ha experimentado un vaivén de popularidad
y descrédito en los últimos doscientos años. Esto, debido en gran parte a que la "hipnosis" ha sido
concebida –en forma errónea– como un medio para "programar" la mente humana, y se le ha
rodeado de un halo de misterio y misticismo.
La historia de la hipnosis registra en el siglo 19 los nombres de Braid (médico escocés, que
acuñó el término "hipnosis), Bernheim (médico francés, líder de la escuela francesa de Nancy),
Charcot y Janet (líderes de la escuela de Salpetriere). Todos ellos dieron origen a lo que se conoce
en la actualidad como el enfoque tradicional de la hipnosis, que utiliza rituales para llevar al
paciente al estado hipnótico y cuyos acercamientos terapéuticos son bastante autoritarios y
orientados al tratamiento directo de la sintomatología. Bernheim y Charcot diferían en sus puntos
de vista respecto a la hipnosis, en donde el primero la entendía como un fenómeno psicológico
natural, dependiente de la capacidad de "sugestionabilidad" de los sujetos; y para Charcot era un
fenómeno más bien patológico, asociado a la histeria y la inmadurez emocional.1
En la historia de la hipnosis en este siglo que termina, encontramos los nombres de
investigadores experimentales y clínicos relevantes como Clark Hull, Milton Erickson, Leslye LeCron,
T.X. Barber, Ernest Hilgard y André Weitzenhoffer, gracias a cuyos esfuerzos este fenómeno ha
adquirido reputación científica y se lo ha transformado en una herramienta útil en la clínica
psicológica y la medicina. En la década de los años 1950, las Sociedades de Medicina Británica y
Estadounidense, recomendaron la incorporación de la hipnosis como una técnica auxiliar en
medicina.2
Sin embargo, la confusión iniciada en el siglo pasado respecto a la naturaleza y el uso de la
hipnosis aun se ha mantenido. Muchos médicos todavía continúan usando los métodos autoritarios
propios de la tradición clásica, con resultados clínicos muy variados.
En este siglo, se desarrollaron dos vertientes para el estudio y aplicación de la hipnosis.3,4
Una es la denominada tradición de utilización de la hipnosis (conocida como hipnosis
"ericksoniana"), desarrollada por el psiquiatra norteamericano Milton H. Erickson, quien concebía a
este fenómeno como un estado especial de consciencia normal, que pueden experimentar todas
las personas, al cual se puede acceder si el clínico es el lo suficientemente hábil para usar los
comportamientos, creencias, actitudes, y síntomas del paciente; de modo que para llevarlo al
estado hipnótico no se utilizan rituales de "inducción" de trance, sino que el terapeuta adecua su
comportamiento y lenguaje a cada paciente en particular. Erickson desarrolló innovadoras
estrategias clínicas usando hipnosis, a la cual consideraba como un medio para obtener una
disposición acrecentada de respuesta del paciente a las sugerencias del clínico.
La segunda tradición es la denominada hipnosis "estandarizada", y que deriva de los
trabajos experimentales de Hilgard y Weitzenhoffer. Estos investigadores acuñaron el concepto

2
"hipnotizabilidad" o "susceptibilidad hipnótica" para indicar un rasgo más o menos perdurable de la
persona que le puede facilitar la experiencia hipnótica. Este concepto les permitía homologar a sus
sujetos experimentales, y experimentaban con hipnosis haciendo uso de procedimientos estándar
aplicables a todos los sujetos. Según ellos, los sujetos que obtienen un puntaje alto o moderado en
las pruebas de susceptibilidad hipnótica (Escalas de Susceptibilidad Hipnótica de Stanford), pueden
obtener provecho clínico de la hipnosis.2,5
Las diferencias más obvias entre esos dos enfoques modernos de la hipnosis, se refieren a la
importancia mayor o menor que se coloca en la relación médico-paciente, y en el tipo de
estrategias utilizadas.6 Mientras que en el enfoque ericksoniano se coloca el acento en el aspecto
relacional de la hipnosis, el enfoque estandarizado o experimental coloca la responsabilidad de los
resultados en la mayor o menor capacidad del sujeto para experimentar trance hipnótico.
Asimismo, mientras que en el enfoque ericksoniano las estrategias clínicas se adecuan a cada
paciente en particular, y el trabajo es directo o indirecto (según el tipo de paciente); en el enfoque
estandarizado los procedimientos clínicos son menos individualizados y más directos.

¿Qué es la hipnosis?
Definir este fenómeno no es una tarea fácil, puesto que hasta el día de hoy no están claros
sus fundamentos neurofisológicos. Entre las teorías acerca de sus bases biológicas se encuentran
aquellas que lo relacionan con la asimetría cerebral7, y un mayor o menor predominio de la
actividad del hemisferio no dominante mientras el individuo está en trance hipnótico 8
Desde el punto de vista clínico, algunas definiciones útiles de hipnosis son las siguientes:
Puede concebirse al trance hipnótico como un estado especial de consciencia, en el cual
el sujeto está más dipuesto a seguir las directivas del clínico, para explorar potenciales
psicológicos, fisiológicos, psicofisiológicos y conductuales.9,10,11
Puede entenderse a la hipnosis como una experiencia en la cual el individuo está más
susceptible a la influencia terapéutica.12
Puede definirse a la hipnosis como una condición o estado de consciencia que permite
atender a los estímulos y responder a las sugestiones (sugerencias) en una forma que no es
usualmente posible.13
En general, cuando una persona se encuentra en estado hipnótico presenta diversos
cambios14:
Procesos psicofisiológicos: frecuencia cardíaca; flujo sanguíneo periférico (enrojecimiento o
empalidecimiento; pestañeo y motilidad ocular: respuestas pupilares; reflejo de deglución; ritmo
respiratorio; pérdida o exageración de la respuesta de sobresalto.
Comportamiento motor: latencia de respuesta; tonicidad muscular disminuida; economía
de movimientos; cualidades vocales alteradas; inmovilidad del cuerpo.
Comportamiento sensorio-perceptual: relejación y comodidad; ilusiones espontáneas;
fenómenos alucinatorios.

3
Comportamiento social: respuesta de disposición a atender al terapeuta; expectación;
"sugestionabilidad" (entendida ésta como una tendencia a actuar o hacer realidad las
sugerencias del hipnotista).
Comportamiento cognitivo: Sentimientos de disociación; amnesia; literalidad; ideación y
fantasía autónomas; distorsión de tiempo y retraso temporal en el uso de conceptos.
Una de las características del trance que más llama la atención a los sujetos que no han
experimentado amnesia del proceso de trance, es que han actuado en forma involuntaria
(disociada) los fenómenos sugeridos por el terapeuta . Este es el criterio que permite diferenciar a
un estado hipnótico de una relajación profunda (aunque puede llevarse a un sujeto desde el
estado de relajación al de trance hipnótico).
En el estado de trance hipnótico los sujetos pueden experimentar en forma espontánea -o
ser sugeridos por el terapeuta- una serie de fenómenos denomimados "fenómenos hipnóticos
clásicos". Hasta el día de hoy no hay certeza de las bases neurofisiológicas de esos fenómenos.
Los fenómenos hipnóticos son los siguientes 4,9:
• Alucinaciones y alteraciones sensoriales: Las alucinaciones hipnóticas se denominan
alucinación positiva (percibir un estímulo que objetivamente no está presente) y la
alucinación negativa (dejar de percibir estímulos que objetivamente están presentes).
Las alucinaciones negativas son fenómenos más fáciles de obtener.
• Amnesia: Consiste en el olvido de las experiencias vividas durante el trance hipnótico.
Aunque puede aparecer en forma espontánea, es un fenómeno que necesita ser
inducido o evocado por el terapeuta experimentado.
• Analgesia y anestesia: La analgesia se refiere a la reducción de la sensación de dolor,
mientras las sensaciones asociadas a esa parte del cuerpo permanecen intactas. La
anestesia es la eliminación total o casi total de todas las sensaciones de esa parte del
cuerpo.
• Catalepsia: Es un fenómeno que aparece espontáneamente en la mayoría de las
personas que experimentan trance, y consiste en la inhibición de los movimientos
voluntarios del cuerpo, permaneciendo el paciente con el cuerpo totalmente inmóvil,
incluso en posiciones muy incómodas (para el sujeto en estado de vigilia usual).
• Disociación: Puede definirse a la disociación como la fragmentación de la experiencia
en sus partes componentes, amplificándose la consciencia de una parte mientras
disminuye para las otras. Algunos autores han definido a la experiencia hipnótica como
la disociación de los estímulos del entorno, para concentrarse intensamente (asociarse)
en la experiencia interna. Al igual que la catalepsia, la experiencia de disociación está
presente en todos los trances hipnóticos.
• Distorsión de tiempo: Implica la distorsión del tiempo subjetivo; se define a la expansión
de tiempo como la percepción el tiempo del reloj como más tiempo que el objetivo, y
la contracción de tiempo, en la cual la vivencia del tiempo es menor que el tiempo
indicado por el reloj.

4
• Progresión de edad: Es un fenómeno que implica utilizar la tendencia a proyectarse a
futuro de las personas. Cuando este fenómeno se evoca o construye en forma
cuidadosa, el paciente puede experimentar vívidamente situaciones futuras como si
estuvieran ocurriendo ahora.
• Regresión de edad: Este fenómeno implica una intensa utilización experiencial de la
memoria. Se describen dos variedades de este fenómeno: a) Revivir hipnótico o
vivification, en donde el sujeto vuelve a experimentar hechos de su pasado como si
estuvieran ocurriendo aquí y ahora; y b) Hipermnesia: en el cual hay un recuerdo vívido,
pero el individuo no está inmerso en la experiencia.
• Respuestas ideodinámicas: Se denomina de este modo al fenómeno (usual en la vida
cotidiana) consistente en que una idea puede transformarse en un acto motor
involuntario (respuesta ideomotora), o en una sensación (respuesta ideosensoria), o en
un afecto (respuesta ideoafectiva). Estas experiencias de la vida cotidiana se
amplifican en el trance hipnótico, vivenciándose como fenómenos ocurriendo por si
mismos (disociados).
Las intervenciones terapéuticas hipnóticas hacen uso de estos fenómenos hipnóticos (entre
otras estrategias) para suministrar experiencias terapéuticas a los pacientes.

Hipnosis y control del dolor


Los reportes del uso de hipnosis para el control al dolor se remontan a las primeras décadas
del siglo pasado. En 1821, en Francia, Recaimer reportó una cirugía mayor en la cual se usó hipnosis
como anestésico15. En Inglaterra, en 1842, un médico apedillado Ward reportó la amputación de
una pierna mientras el paciente estaba hipnotizado, y aunque reportó sus exitosos resultados a la
Sociedad Médica, sus colegas no le dieron crédito16. En 1846, James Esdaile, un cirujano escocés
reportó 345 cirugías mayores efectuadas por él en la India usando hipnosis como único
anestésico14.
Sin embargo, recién a mediados de este siglo es que se ha venido popularizando la
incorporación de la hipnosis como una herramienta valiosa en la terapia del dolor.
El uso de estrategias hipnóticas para el control del dolor no implica el reemplazo de las
técnicas anestésicas químicas, sino que se recomienda el uso de las técnicas hipnóticas cuando
han los anestésicos comunmente utilizados no han dado buenos resultados, o cuando el uso de
anestésicos puede dañar al paciente. Existen casos en los cuales los tratamientos hipnóticos
también fracasan22,32 , y el dolor puede ser francamente intratable.
Según Barber16 la hipnosis es una herramienta útil en el control del dolor, puesto que:
1. Puede eliminar, o al menos reducir significativamente el dolor.
2. No posee efectos colaterales demostrados.
3. Facilita los otros tratamientos que está recibiendo el paciente.
4. Permite que el paciente aprenda a usar por si mismo el tratamiento (autohipnosis), lo
cual lo hace menos dependiente de los cuidados de otras personas.

5
Las estrategias de tratamiento para el dolor variarán de acuerdo al tipo de dolor que
presenta el paciente. Por lo tanto, es necesario que el terapeuta esté interiorizado en la naturaleza
del dolor que presenta o presentará el paciente.
En los casos de dolores persistentes es necesaria una evaluación médica y psicológica del
paciente; a la vez que es necesario investigar respecto a cómo vivencia éste el dolor17,18,19,20,21, 22.
Esta evaluación implica hacer un diagnóstico correcto que permita el desarrollo de las estrategias
terapéuticas más apropiadas para ese caso en particular, y la incorporación de otras estrategias
médicas y psicológicas para una intervención terapéutica más amplia, cuando sea necesario.
La literatura describe las siguientes aplicaciones del tratamiento hipnótico del dolor:

1) Dolor Agudo: El dolor agudo surge generalmente de heridas accidentales o procedimientos


médicos que implican heridas. En ambos casos, el dolor es tratado con analgésicos o anestesia
general y local. Sin embargo, hay situaciones en los cuales los medicamentos son insuficientes,
inapropiados o no están disponibles. En estos casos, el manejo psicológico y las intervenciones
hipnóticas son de utilidad.
Distinguiremos dos situaciones generales en las cuales intervenir con técnicas hipnóticas, y cuyo
enfrentamiento es distinto:
a) La primera situación es aquella en la cual la persona está experimentando actualmente el
dolor, como una herida en un accidente, una fractura, quemaduras.
Son distintivos de este tipo de dolor el shock, la sorpresa y el miedo; y en algunos casos,
debido a la intensidad del dolor y la situación, el paciente presenta características de un
estado alterado de consciencia, similar al trance hipnótico23. Debido a esto, la persona
está más proclive a seguir directivas que lo alivien; y si el terapeuta considera las
inquietudes y sentimientos particulares generados en la situación, puede construir
rápidamente el rapport con el paciente.
En general, la "inducción" de trance es relativamente fácil si se toman en cuenta los
comportamientos que presenta la persona en ese momento; la literatura describe cómo
técnicas útiles el "acompañar y dirigir"24,25, el uso de la distracción y la confusión26. En
general, se trata de absorber y dirigir la atención del paciente hacia una realidad distinta a
la del dolor.
Suele usarse la disociación y la anestesia como fenómenos hipnóticos para alterar la
experiencia dolorosa del paciente27. Según la naturaleza de la dolencia del paciente,
pueden entregarse sugestiones posthipnóticas de modo que vuelva a experimentar los
fenómenos hipnóticos cuando el dolor se acreciente.
b) Una segunda situación es la preparación hipnótica para prevenir dolores agudos, como
ocurre con la preparación hipnótica para el parto, hipnosis en odontología,27, 28
procedimientos médicos dolorosos como las punciones6,29, y curaciones dolorosas 12,30.
También se han diseñado intervenciones para prevenir dolores postoperatorios, en la
preparación para la cirugía.

6
En estos casos, las intervenciones se realizan antes del procedimiento médico, y pueden
realizarse desde una a cuatro o cinco sesiones de entrenamiento.
En general, se enseña al paciente a experimentar trance hipnótico, se evocan los
fenómenos hipnóticos que le serán útiles (disociación, anestesia, distorsión de tiempo, por
ejemplo), y se le enseña a entrar en trance hipnótico por si mismo (autohipnosis), se
entregan sugestiones posthipnóticas que incluyan estímulos que se encontrarán presentes
en el procedimiento médico, de modo que al ingresar el paciente a la sala de trabajo de
parto, o antes de ir a la sala de curaciones o el quirófano, ya se encuentre en trance
hipnótico y se hagan realidad las sugerencias entregadas en el entrenamiento.
El terapeuta necesitará establecer un buen rapport con el paciente, elegir un método de
inducción de trance que se adecúe a aquel, respetar el estilo y velocidad de respuesta del
paciente, y lo más aconsejable es utilizar las experiencias de la vida cotidiana –que sin
duda el paciente ha experimentado– para evocar los fenómenos hipnóticos.

2) Dolor Recurrente: Barber31 lo define como el producto de una enfermedad que produce una
estimulación nociva repetidamente a lo largo del tiempo. Ejemplo de este tipo de dolores son
la artritis, el dolor en el cáncer, jaquecas, dolor del miembro fantasma.
Las intervenciones en este tipo de dolor son más complejas que en el enfrentamiento del dolor
agudo. La complejidad de estos acercamientos se debe a que la historia del dolor y los modos
en que el paciente lo ha afrontado juegan un papel importante. Es importante que el
terapeuta se percate de los significados temporales, emocionales, psicológicos y somáticos
que tiene el dolor para el paciente21, y construya un acercamiento hipnótico individualizado,
tanto en el modo de inducir trance hipnótico como en la entrega de las sugerencias
hipnóticas.
El tratamiento variará de acuerdo a la variable temporal de ocurrencia del dolor, puesto que el
dolor puede ser constante con empeoramientos, o puede haber períodos de alivio (como
ocurre en las jaquecas).
Cuando el dolor es constante, las estrategias pueden estar destinadas a modificar la dimensión
intensidad del dolor o el sufrimiento asociado (y esto dependerá de cada caso). Se han
descrito diversas técnicas que pueden servir a este propósito, y suele usarse una combinación
de ellas, dependiendo de la vivencia del dolor, su localización y la respuesta del paciente.
También se incluyen en estas intervenciones los modos de afrontamiento que ha venido
utilizando el paciente.
Algunos tipos de estrategias usadas son las siguientes21,26: anestesia hipnótica, reemplazo o
sustitución hipnótica de sensaciones, desplazamiento hipnótico del dolor, disociación hipnótica
(desorientación del tiempo y del cuerpo), reinterpretación hipnótica del dolor, distorsión
hipnótica del tiempo, disminución pregresiva del dolor, anestesia y analgesia en guante,
inducción de sueños, alucinaciones hipnóticas, sugestiones posthipnóticas. En aquellos casos en
que el paciente puede utilizarla, se le enseña a inducirse trance hipnótico (autohipnosis).

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En aquellos casos en los cuales hay períodos de alivio más prolongados y el paciente se
percata de cuándo va a comenzar su dolor (como ocurre en muchas jaquecas), se enseña al
paciente a entrar en autohipnosis cuando perciba las señales que anticipan su dolor, estado en
el cual pueden hacerse realidad las sugerencias entregadas por el terapeuta.

3) Dolor Crónico: Puesto que el síndrome de dolor crónico benigno ha sido definido como un dolor
y sufrimiento asociado que persiste más allá de la estimulación producida por la herida o la
enfermedad original 31, se hace necesaria una evaluación psicológica mucho más profunda
que en el dolor recurrente.
Pueden haber múltiples variables de índole psicosocial que ejercen influencia en la mantención
del síndrome: depresión, desórdenes de ansiedad, pautas de relación familiar y de pareja
disfuncionales, reforzamiento de los otros significativos de las conductas de dolor, ganancias
económicas y laborales debido al dolor.
El tratamiento de este tipo de dolor debe ser integral cuando se hace evidente que las
variables psicosociales tienen un rol importante en la mantención del dolor. Es probable que el
tratamiento hipnótico sintomático del dolor, como único tratamiento esté destinado al fracaso.
El hipnoterapeuta con experiencia en psicoterapia hipnótica o psicoterapia, puede construir
tratamientos que abarquen esas variables psicosociales y el dolor al mismo tiempo32.
Cuando la evaluación del paciente permite suponer que las variables psicosociales juegan un
rol menor en el síndrome, puede realizarse un tratamiento sintomático individualizado que suele
ser similar al efectuado en los dolores recurrentes continuos.

La literatura33 reporta que es probable que el tratamiento sintomático de los dolores


persistente de tipo psicógeno31 fracase.
En los casos de dolores recurrentes y dolor crónico benigno, es muy importante que el
terapeuta realice una acuciosa entrevista para averiguar lo que más pueda respecto a cómo el
paciente vivencia el dolor, y a la vez evalúe el modo de respuesta de éste y sus expectativas (cuál
puntaje en la EVA sería más soportable); puesto que es necesario diseñar una intervención en la
cual pueda haber algún grado de éxito en la primera sesión. Esto con dos objetivos: (1) evitar
suscitar o crear resistencias en el paciente hacia el tratamiento, y (2) si un dolor disminuye, aunque
sea un poco, eso implica indirectamente que puede continuar disminuyendo.
La duración de las sesiones y el número de ellas –si el terapeuta ha diseñado un
acercamiento individualizado– dependerá del progreso del paciente. En general, la primera sesión
es la más larga, puesto que en ella se inducirá el primer trance hipnótico y el tiempo que toma
entrar en trance es variable. En las sesiones posteriores, el paciente irá entrando en trance hipnótico
cada vez más rápido.

8
Ejemplo 1: Tratamiento de un dolor del miembro fantasma
Hace algún tiempo, un psiquiatra con el cual vemos pacientes en conjunto, me solicitó
atención para una paciente suya que debido a un accidente vascular había tenido que sufrir la
amputación de la pierna derecha a la altura del muslo. Aunque la operación había resultado un
éxito y habían logrado salvarle la pierna izquierda, y su estado de salud general estaba bastante
bien, la paciente se quejaba de tener un intenso dolor permanente en la pierna amputada, con un
gran sufrimiento asociado y alteración de toda su vida cotidiana. Debido a que los tratamientos
intentados (analgésicos) habían fracasado, la paciente estaba dispuesta a probar otros
tratamientos.
El psiquiatra me advirtió que la paciente era muy "neurótica", y estaba en tratamiento con
él debido a una serie de alteraciones, a los cuales se sumaba el dolor del miembro fantasma.
Acordé tener una sesión con ella junto a su psiquiatra. Puesto que mi amigo la había
descrito como una paciente difícil, consideré que en esa primera sesión debía ser muy cuidadoso
para construir una intervención que tuviera un grado razonable de éxito (para ella).
La sesión fue bastante larga, aproximadamente de cuatro horas; y el procedimiento fue el
siguiente:
1) La primera media hora aproximadamente fue utilizada para obtener una descripción lo
más detallada posible de cómo ella experimentaba su dolor: localización,
características sensoriales, cómo se imaginaba la pierna que le dolía; y se exploraron
sus expectativas. Ella quería lograr con la sesión algún alivio, aunque fuera mínimo.
2) La próxima media hora fue utilizada para conversar acerca de la ocurrencia de ciertas
experiencias en la vida cotidiana que se asocian con experiencias hipnóticas.
Específicamente aquellos momentos en los cuales las personas se quedan fijas mirando
hacia algún punto, absortas en si mismas y "desconectadas" del ambiente ("trance
común de cada día"12,15). Conversamos acerca de fenómenos comunes relacionados
con la alucinación positiva y la negativa. También se incluyeron temas respecto a los
fenómenos de analgesia y anestesia que ocurren en forma cotidiana.
El objetivo de esta charla preliminar a la experiencia de trance (o fase de
preparación12) tenía como objetivo disponer trenes de asociaciones cognitivas y
experienciales de los fenómenos hipnóticos que se utilizarían posteriormente. Las
investigaciones muestran que cuando se procede de este modo (pre-inducción o
siembra34,35), las respuestas hipnóticas se obtienen con mayor facilidad.
3) Luego, sin que hubiera aviso que intentaríamos un trance hipnótico, se la invitó a
participar en una experiencia en la cual podría percatarse de la existencia de procesos
mentales involuntarios, inconscientes, que podrían ayudarla. Se procedió a realizar una
inducción hipnótica no ritual (en el sentido que mis frases se adaptarían a las respuestas
de ella), en la cual se le pidió estar con los ojos abiertos y concentrar su atención en sus
manos. El procedimiento utilizado combina el uso de preguntas hábiles destinadas a

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evocar fenómenos ideomotores (movimientos disociados, que confunden a la mente
consciente y dejan al paciente proclive a seguir con facilidad las sugerencias). Esta
inducción de trance duró aproximadamente una hora y media. Cuando se obtuvieron
respuestas consideradas lo suficientemente buenas, se evocó una anestesia en guante
en una mano (recordándole la falta de sensaciones que ocurren en las manos cuando
se tiene hielo en una mano). Luego se le indicó que podía traspasar esa ausencia de
sensaciones a aquella parte de su cuerpo que necesitaba sentirse cómoda (no es
conveniente usar la palabra "dolor", para evitar suscitar asociaciones negativas). La
paciente dirigió lentamente su mano al muñón en su pierna derecha, y se relajó
profundamente su cuerpo, cerró los ojos, se acomodó en el asiento y parecía dormir.
4) Se aprovechó esa respuesta de trance profundo para ir hilvanando breves historias que
entregaban sugerencias respecto a fenómenos que podrían serle de utilidad. Se
construyó una historia referente a cómo se distribuía la anestesia química a través del
torrente sanguíneo en las partes del cuerpo que necesitaban calmarse. Ya que la
paciente no es una profesional del área de la medicina, no hubo respuestas de
desacuerdo con el contenido de la historia, la cual no correspondía en lo absoluto al
verdadero proceso anestésico. Otra historia tenía relación con fenómenos que
implicaban alucinaciones negativas; y una tercera relativa a cómo los niños usaban
gomas de borrar cuando necesitaban eliminar alguna parte de sus dibujos, o
agregaban colores para disimular fallas en sus producciones. Estas historias fueron
relatas en forma lenta, descriptiva, colocándose énfasis en algunas palabras. Durante
el relato de estas metáforas36 la paciente tenía movimientos involuntarios en dedos de
su mano derecha, los mismos que comenzaron a moverse durante la inducción de
trance y que se habían asociado con una respuesta afirmativa de su mente
inconsciente para ayudarla.
5) Antes de orientarla con lentitud al estado de vigilia, se le sugirió que cuando las
personas duermen profundamente y sueñan, al despertar, por más que intentan
recordar lo que soñaron, sólo tienen la sensación que han ocurrido cosas importantes
en los sueños, pero los detalles de los sueños se esfuman. Este proceso estaba destinado
a evocar amnesia del trabajo de trance.

Regresó lentamente al estado de vigilia (como ocurre generalmente en los trances


profundos), abrió sus ojos y su cara estaba radiante, ya que por primera vez en semanas no sentía
su pierna. Relató que se había quedado dormida lo cual le había proporcionado mucho descanso.
Acordamos una sesión al día siguiente, en compañía de su esposo.
Al día siguiente llegó muy contenta, y relató que la noche anterior había sentido de
improviso un dolor agudo en el dedo gordo del pie, pero que en ese momento se había venido a
su mente la idea de unas cosas que yo le había dicho respecto a la anestesia viajando por las
venas y los vasos sanguíneos, y el dolor se había pasado totalmente.

10
La vi en dos oportunidades posteriores para tratar los sentimientos de pérdida de su pierna.
Nos hemos encontrado en situaciones sociales en varias oportunidades después, y cuando le he
preguntado por su pierna me ha indicado que a veces le duele, pero es una sensación soportable
y pasajera, pues le ocurre algo que no puede explicar que aleja el dolor.

Ejemplo 2: Tratamiento de dolor en cáncer


Un profesional paramédico, que sufría de un cáncer óseo generalizado, solicitó mis servicios
como hipnoterapeuta para tratar el intenso y molesto dolor que sentía en todo su cuerpo,
especialmente cuando estaba sentado o acostado.
Este paciente quería que se utilizaran técnicas hipnóticas en su caso porque, como
profesional de la salud, sabía que su estado iría empeorando y los dolores serían cada vez más
intensos y constantes. Deseaba mantenerse al frente de su negocio lo más posible, y aunque sabía
que iba a morir, hecho que había aceptado, quería morir con "las botas puestas."
Durante la entrevista, presté atención a indicadores de su comportamiento que me
indicaban que no sería difícil inducirle trance hipnótico (presentaba una gran atención a mis
palabras, su cuerpo se mantenía relativamente inmóvil, y su cabeza se movía en asentimiento a mi
conversación).
Dadas esas características de su estilo de respuesta, decidí intentar un acercamiento
conversacional 11 (no ritual), atrayendo su atención con una conversación interesante que versó
respecto a la experiencia de trance (usando ejemplos de la vida cotidiana), y fui incluyendo en mi
tema los comportamientos sutiles que él presentaba (fijación de atención, alteraciones en el ritmo
respiratorio, inmovilidad corporal, pestañeo, etc.).
En unos pocos minutos sus ojos se habían cerrado (en forma espontánea), e introduje la
idea que la mente inconsciente, esa parte del cerebro (sic) que siempre funciona podía enviarnos
señales de cooperación, sugiriendo movimientos involuntarios en los dedos de la mano o incluso
una mano levantándose por si misma (esto con el objeto de contar con una señal inconsciente de
disposición a cooperar y aumentar el estado de disociación alcanzado).
Comenaron a moverse en forma hipnótica (leves movimientos, como "tironcitos") algunos
dedos de la mano derecha. Profundicé la experiencia de trance preguntándome si a medida que
la mente inconsciente lo llevara a un estado de trance lo suficientemente profundo para que
obtuviera provecho terapéutico, esos dedos se moverían más y más por si mismos. Los dedos
comenzaron a moverse, y al mismo tiempo su respiración se hizo más profunda y pausada y su
cuerpo que acomodó más en el asiento.
A partir de ese momento introduje tres sugerencias hipnóticas utilizadas en control de dolor,
hilvanadas en una conversación del mismo tipo con que había iniciado la inducción de trance.
La primera idea tenía relación con el fenómeno de la disociación mente/cuerpo, dando
ejemplos de la vida cotidiana en los cuales dejamos de preocuparnos del cuerpo para atender a
otra realidad.

11
La segunda idea fue una metáfora relativa al cerebro y el sistema nervioso periférico como
una central telefónica (símil del interruptor eléctrico27), y que en esa central pueden estar
encendidas muchas luces indicando que vienen mensajes de diversas partes, y que cuando
sabemos el origen de esos mensajes y lo que probablemente nos dirán, podemos apagar
interruptores para que esas luces molestas dejen de parpadear, y concentrarnos en los mensajes
realmente importantes (recuérdese que el paciente estaba resignado a morir, dado lo avanzado
del cáncer).
La tercera idea utilizó sus conocimientos de biología humana. Mi monólogo versó respecto
a la existencia de ciertas sustancias producidas en una verdadera "usina" cerebral y que estaban
asociadas con la relajación, el placer y la comodidad (a propósito no mencioné la palabra
"endorfinas", para dejarle a él la posibilidad de responder de acuerdo a sus conocimientos);
también mencioné situaciones de la vida cotidiana en los cuales sufrimos pequeñas heridas y
rasguños, sin que nos percatemos hasta más tarde. Mencioné que esa usina podía producir los
anestésicos que necesitábamos en todo momento, y que era cuestión que la dejáramnos hacer su
trabajo.
Durante el relato de las dos últimas ideas, sus dedos de la mano derecha estuvieron
moviéndose en diversas oportunidades, lo cual evalúe como una buena respuesta hipnótica de
asentimiento a mis palabras.
Para sacarlo del trance le indiqué que cuando uno descansa profundamente no se
necesita hacer ningún esfuerzo para retornar a la vida cotidiana, sino que es la mente inconsciente
la que nos despierta, como ocurre cuando tomamos una siesta. No introduje ideas de amnesia por
considerarlo innecesario, dada la buena respuesta obtenida.
Al rato después se orientó a la vigilia, estaba desorientado en el tiempo, y al solicitarle que
mirara su reloj se asombró de haber estado un poco más de una hora sin moverse. Indicó que en los
últimos días no podía estar sentado inmóvil más de uno o dos minutos debido el dolor. Reportó en
forma espontánea que se había sentido muy relajado, y que sabía que yo le hablaba, pero no me
había prestado atención porque era más grato experimentar la comodidad. Su dolor en el cuerpo
había disminuido mucho, a niveles que no le incomodaban.
Acordamos una nueva sesión para la semana entrante. En esa sesión reportó haber
experimentado mucho alivio de su dolor, tanto en el día como en la noche; había necesitado
ingerir una menor cantidad de anestésicos. Se le veía más descansado, menos tenso. Después de
llevarlo muy rápidamente al trance hipnótico, centré mis sugerencias en las experiencia de
disociación, especialmente durante la noche, y en los diversos procesos automáticos del cuerpo,
de modo que no había que gastar energías en preocuparse de él, puesto que la mente
inconsciente sabía cómo ocuparse de nuestro cuerpo.
Lo orienté a la vigilia en una forma similar a la sesión anterior, reportando gran bienenestar,
y dando evidencias de haber experimentado un trance más profundo aun.
Acordamos una tercera sesión de "reforzamiento" para la semana siguiente. Cuando nos
vimos nuevamente se sentía muy bien, las dosis de analgésicos que había necesitado habían

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disminuido aun más; y me reportó asombrado que había visto en vídeo toda la película "Lo que el
viento se llevó" sin haber necesitado levantarse del asiento en ningún momento; en realidad ni
siquiera se había preocupado de su cuerpo.
En esa sesión, que fue la última, después de haberlo llevado a la experiencia hipnótica
introduje la idea que la mente inconsciente podía percatarse por si misma, de las señales
provenientes del cuerpo y que alteraban la comodidad habitual, llevando esas sustancias
anestésicas a esos lugares que necesitan sentirse cómodas. Asimismo, volví a dar énfasis a los
procesos de la disociación; e introduje ejemplos de cómo cuando nos quedábamos absortos en
pensamientos o realidades externas, no era necesario preocuparse del cuerpo, puesto que esa era
tarea de la mente inconsciente.
Después de retornar al estado de consciencia usual, acordamos suspender el tratamiento,
puesto que él se sentía con recursos para enfrentar por si mismo los dolores. Días después salí de
vacaciones, y al regresar a Santiago después de casi un mes, me enteré que había fallecido pocos
días antes que yo regresara a la ciudad. Casi no necesitó anestésicos, se quejaba de poco dolor, y
era capaz de permanecer ensimismado, con aspecto relajado, varias veces al día (¿en un trance
hipnótico espontáneo?).

Referencias:

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