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P. Sendon and D. Villar Eds. Al Pie de L PDF
P. Sendon and D. Villar Eds. Al Pie de L PDF
tinerarios
EDITORIAL
tinerarios
EDITORIAL
Pablo F. Sendón y Diego Villar (eds.)
Al pie de los Andes. Estudios de etnología, arqueología e historia
218 p.; ilus (Colección “Scripta autochtona”, 11)
ISBN:
D.L.:
© Itinerarios Editorial
Calle Junín 464 – Cochabamba
Casilla 334; Tel. +591.4.4586028
itinerarios.edit@gmail.com
Fotografías de la tapa: Altar andino con cañas y elementos de tierras bajas (Pablo Sendón); Chacobos
tocando zampoña (Diego Villar); Restos mortuorios del piedemonte jujeño (Gabriela Ortiz); Indígenas
en el Ingenio La Esperanza (reproducción de García 1920)
Agradecimientos............................................................................................... vii
Introducción
Pablo F. Sendón y Diego Villar............................................................... 1
ESTUDIOS COMPARATIVOS
ESTUDIOS DE CASO
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Compadrazgo y dinámica reticular en Valle Grande, Jujuy
Juan Pablo Ferreiro................................................................................ 109
Bibliografía......................................................................................................... 187
iv
Figura 11. La gobernación de Santa Cruz de la Sierra a fines del siglo XVIII..... 94
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AGRADECIMIENTOS
vii
INTRODUCCIÓN
Pablo F. Sendón y Diego Villar
Han pasado ya los tiempos en que podían oponerse las tierras altas y bajas
sudamericanas como universos independientes e incluso antagónicos. Los
queros andinos rebosan de chunchos mientras los mitos panos, tacanas y arawak
vuelven una y otra vez sobre unos incas misteriosos cuyo perfil opaco jamás
termina de aclararse, como tampoco lo hace el origen acuático-selvático de los
seres presolares evocados en los mitos de muchos pueblos andinos. No se trata
sólo de representaciones. Técnicas alfareras, metales, textiles, plumas, coca,
curare, alimentos, especias, bienes suntuarios, topónimos, gentilicios, rituales,
cónyuges, categorizaciones étnicas, conocimientos terapéuticos, mano de obra,
dialectos, lenguas francas: las ciencias sociales no cesan de toparse con redes de
circulación, intercambio y alianza en el sentido más amplio del término. Durante las
fases preincaica, incaica, española y republicana, una sucesión intermitente pero
continua de oleadas migratorias une lo alto y lo bajo por causas múltiples: presiones
demográficas, la ampliación productiva a nuevos “pisos” o “nichos” ecológicos, la
propia pulsión expansiva de la organización sociopolítica indígena, la búsqueda
utópica de riquezas fabulosas, guerras, epidemias o aun la puja inflexible de los
frentes colonizadores, que incrementa la complejidad inicial combinándola con las
lógicas de funcionamiento propias de los mercados coloniales y republicanos.
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No puede decirse que sea una novedad. Al procurar restablecer los puentes entre
lo alto y lo bajo, las ciencias sociales revisitan aquello que ya habían insinuado
otras voces más tempranas. La premisa de que la organización sociopolítica
(económica, cosmológica, étnica, etc.) de las poblaciones de las tierras altas no
puede comprenderse cabalmente disociada de su homóloga de las tierras bajas,
y viceversa, no es prerrogativa exclusiva del americanismo una vez que supo
sacarse de encima el manto de las “áreas culturales”. De manera más o menos
explícita está bien presente en las mismas fuentes y registros que posibilitaron el
surgimiento mismo de los estudios sobre el tema. No es difícil encontrar referencias
relativas a tipos físicos, costumbres morales, hábitos culinarios, ornamentos,
pautas matrimoniales, mitos, relaciones comerciales o utopías milenaristas que
involucran a los universos sociológicos de las tierras altas y las tierras bajas en la
gran mayoría de las fuentes que entre los siglos XVI y XVIII se pronunciaron sobre
historias dinásticas, procesos judiciales, geografías morales, rituales formularios,
potencialidades fiscales, extirpación de idolatrías y demás. El largo siglo XIX es
testigo fiel del crecimiento de la geografía –por entonces sinónimo de cartografía–
como disciplina científica, con el paulatino avance de exploradores, aventureros,
empresarios, militares, hombres de ciencia, religiosos, funcionarios gubernamentales
y diplomáticos que procuraban satisfacer intereses científicos, políticos, religiosos
y de conquista –o más probablemente, todo ello a la vez. El vacío de conocimiento
sobre los territorios de las poblaciones amerindias fue precisándose en la medida
en que estos pioneros se adentraban en sus geografías, conocían a sus habitantes,
comenzaban a comprender sus lenguas y en algunos casos hasta se maravillaban
con sus obras. Más o menos sistemáticas, estas incursiones constituyen un
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Introducción
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relativizar ciertas oposiciones canónicas (ej. tierras altas: memoria: culto a los
ancestros: tierras bajas: ritualidad: abolición de la memoria de los muertos) (Ortiz).
De forma inversa, el estudio etnográfico de un altar mortuorio en el valle peruano de
Marcapata contextualiza una serie de prácticas rituales y concepciones mitológicas
que permiten cotejar comparativamente las modalidades mortuorias identificadas
en el caso del noroeste argentino (Sendón).
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