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La industria se define como la actividad que tiene por finalidad transformar las materias
primas en productos elaborados o semielaborados utilizando una fuente de energía. Además
de materias primas, para su desarrollo, la industria requiere de maquinarias y recursos
humanos organizados habitualmente en empresas por su especialización laboral.
La industria fue el sector motor de la economía desde el siglo XIX y, hasta la Segunda Guerra
Mundial, la industria era el sector económico que más aportaba al Producto Interno Bruto
(PIB), y el que más mano de obra ocupaba. Desde entonces, y con el aumento de la
productividad por la mejora de las máquinas y el desarrollo de los servicios, ha pasado a un
segundo término. Sin embargo, continúa siendo esencial, puesto que no puede haber servicios
sin desarrollo industrial.
Gracias a la revolución industrial las regiones se pudieron especializar, sobre todo, debido a la
creación de medios de transporte eficaces, en un mercado nacional y otro mercado
internacional, lo más libre posible de trabas arancelarias y burocráticas.
En los países del tercer mundo, y en algunos países de industrialización tardía, el capital lo
proporciona la inversión extranjera, que monta las infraestructuras necesarias para extraer la
riqueza y las plusvalías que genera la fuerza de trabajo, sin liberar de las tareas agrícolas a la
mano de obra necesaria, sino solo a la imprescindible. En un principio hubo de recurrirse a la
esclavitud para garantizar la mano de obra, pero el cambio de la estructura económica, y la
destrucción de la sociedad tradicional, garantizó la disponibilidad de suficientes capitales.
equipos. Las industrias de bienes de equipo son aquellas que se dedican a transformar los
productos semielaborados en equipos productivos para equipar las industrias, esto es
fabricación de maquinaria, equipos electrónicos, etc. Finalmente, las industrias de bienes de
consumo, que son aquellas que fabrican bienes destinados al uso directo por parte del
consumidor (textiles, productos farmacéuticos, electrodomésticos, etc.).
Según el tonelaje de las materias primas que utiliza en el proceso productivo, las industrias se
clasifican en industrias pesadas, semiligeras y ligeras. La industria pesada trabaja con
grandes cantidades de materia prima las cuales convierten en productos semielaborados, por
ejemplo la siderurgia, que transforma el mineral de hierro en láminas o bloques de hierro que
serán usados en otras industrias para elaborar productos finales. La industria semiligera en la
cual se trabaja con productos semielaborados, por lo que su peso es menor; suelen ser las
industrias de bienes de equipo, esto es la fabricación de maquinaria, automoción, u otras. Y
finalmente la industria ligera, donde el peso de la materia prima con la que se trabaja es
reducido, facilitando así su transformación, por lo general no requieren de grandes
instalaciones, y suelen estar localizadas próximas al mercado de destino; entre este tipo de
industria podemos clasificar las textiles, químicas, calzado, y en general todas aquellas que
producen bienes de consumo.
Según su grado de desarrollo, las industrias se clasifican en industrias de punta, aquellas que
están en plena expansión y crecimiento de su producción (actualmente este tipo de industrias
son las relacionadas con la informática, las telecomunicaciones y la electrónica en general) y
las industrias clásicas o maduras que son aquellas que han llegado a su máximo desarrollo,
habiéndose estancado su producción, debido principalmente al uso de tecnología anticuada.
En el mundo desarrollado, este tipo de industrias suelen ser las pesadas, tales como las
metalurgias, astilleros, etc.
Finalmente, según su tamaño (el número de trabajadores que emplea), las industrias pueden
ser pequeña industria (aquellas en las que trabajan hasta 50 empleados), mediana industria
(trabajan entre 50 y 1000 empleados) y las industrias grandes (las que tienen más de 1000
trabajadores).
Se estima que la industria química contribuye con cerca del 10% al comercio total del mundo
y cerca del 5% al total de ingresos, emplea alrededor de 10 millones de trabajadores y genera
más de tres trillones de dólares. Los procesos de manufactura de muchos de los productos
mencionados son críticamente dependientes del uso de catalizadores. En años recientes, las
investigaciones sobre catalizadores han tenido un gran desarrollo por dos razones principales.
En primer lugar, se ha encontrado que muchos de los productos químicos existentes y de los
procesos tienen efectos adversos sobre el ambiente y esto ha estimulado investigaciones para
alternativas que sean eco-amigables. Segundo, la catálisis ayuda a un ahorro energético y a
evitar la formación de productos no deseados (subproductos). Así, el uso de catalizadores para
nuevos procesos químicos los hace comercialmente atractivos.
Las primeras dos filosofías están ejemplificadas por dos procesos catalíticos prototipo de la
química del monóxido de carbono: la hidroformilación de olefinas y la reacción Fischer-
Tropsch. En el primer caso, se conoce que la estructura molecular del catalizador homogéneo
RhH(CO)(PPh3)3 es una bipirámide trigonal y la disociación reversiblemente de trifenilfosfina
está bien documentada (ec. 1.1). En contraste, la química Fischer-Tropsch requiere de
catalizadores heterogéneos con estructuras que no son conocidas con precisión (ec. 1.2); como
resultado de esto, no se ha proporcionado un mecanismo molecular para esta reacción.
Teniendo estos detalles en mente, no es sorprendente que exista un compromiso entre ambas
filosofías para inmovilizar catalizadores homogéneos. Sin embargo, muchos experimentos
con catalizadores homogéneos soportados (anclados) han fallado debido a problemas de
lixiviación. La pregunta de Heinemannn si las catálisis homogénea y heterogénea tienen una
frontera común o son un territorio común permanece aún sin respuesta.
En cuanto a los biocatalizadores, son los catalizadores que tienen los seres vivos dentro de
cada una de sus células para llevar a cabo las reacciones biológicas, de una forma
energéticamente eficaz. Generalmente los enzimas son proteínas, cuyo mecanismo de
funcionamiento es complejo, pero puede simplificarse con el modelo llave-cerradura (Figura
1.2). Las enzimas tienen un sitio activo donde el sustrato se une. En ese sitio activo, el
sustrato establece una serie de enlaces con la proteína, del mismo modo que los dientes de una
llave encajan perfectamente en los huecos de una cerradura. Si el sustrato no “encaja” en el
centro activo, la reacción no se produce o se produce de forma mucho menos eficaz. Una vez
que la reacción se ha producido, la puerta se abre y se liberan los productos. La analogía es
muy útil para comprender por qué muchos enzimas son tan específicos. Una enzima que
sintetiza almidón funcionará sólo si la “llave” es glucosa, y no si la llave es cualquier otro
azúcar.
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Se han mencionado dos términos que son necesarios definir: actividad catalítica y
selectividad. La actividad catalítica se define como una medida de la capacidad y la eficiencia
de un catalizador para realizar la transformación deseada. Las unidades más comunes de la
actividad catalítica son el porcentaje de conversión de un sustrato a un tiempo determinado, el
“turnover number” (TON, que es la cantidad de sustrato convertido por cantidad de
catalizador, generalmente expresado en moles), la frecuencia catalítica (turnover frequency,
TOF = TON/unidad de tiempo) la velocidad de reacción que es la variación con que
desaparece el sustrato o aparece un producto por unidad de tiempo (generalmente se mide la
velocidad inicial de reacción calculándose a un porcentaje de conversión menor de 5 %), o a
través de la constante de velocidad de reacción o de la constante observada.
En cuanto a la selectividad, este término se emplea para describir la preferencia para obtener
un producto determinado cuando existe la posibilidad de obtener varios productos; cuando la
selectividad es superior al 95 % se dice que la reacción es específica. Se han establecido al
menos cuatro tipo de selectividades: selectividad del sustrato, regioselectividad,
quimioselectividad y enantioselectividad.
vegetal (lino, algodón, madera, fique, celulosa, cereales, frutas y verduras, semillas, trigo), las
de origen animal (pieles, lana, cuero, seda, leche, carne), las de origen mineral (hierro, oro,
cobre, silicio, plata), las de origen líquido o gaseoso (agua, hidrógeno, oxígeno, aire,
nitrógeno) y las de origen fósil (gas natural, petróleo).
Las materias primas sirven para fabricar o producir un producto, siendo necesario, por lo
general que sean refinadas para poder ser usadas en el proceso de elaboración de un producto.
Por ejemplo, la magnetita, o la pirita serían una materia prima en crudo, y el hierro refinado y
el acero serían materias primas refinadas, o elaboradas. De los cinco grupos de materias
primas, tres se consideran renovables, el grupo vegetal, el animal y el líquido y gaseoso.
valor agregado son manufacturados por procesos catalíticos homogéneos, algunos de los
cuales se indican en la Fig. 1.4.
El propileno puede reaccionar con gas de síntesis para dar butiraldehido y alcoholes; esta
reacción es llamada hidroformilación de alquenos o Proceso OXO, una reacción catalizada
industrialmente por complejos de cobalto y rodio. Por otra parte, la reacción entre el
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La ingeniería química trata de concebir, calcular, proyectar, construir y hacer funcionar las
instalaciones donde se lleva a cabo a escala industrial una reacción química cualquiera o una
operación de separación inmediata. De esta definición se desprende que la ingeniería química
se ocupa tanto de la transformación de reactivos en productos (reacción química) como de los
procesos de cambio de fase (fusión, evaporación, etc.) y de solubilidad, así como de las
instalaciones donde estas transformaciones han de realizarse, de la adecuación de las materias
primas a utilizar, de los productos formados y de los factores económicos implicados.
Un reactor químico es un equipo en el que se generan productos por reacción química a partir
de materias primas. En muchas reacciones, la presencia de hace que la reacción tenga lugar a
mayor velocidad, y con mayor selectividad hacia los productos deseados. Aunque
desconocidos para el gran público, los procesos catalíticos son fundamentales para el
bienestar que disfrutamos en los países desarrollados. Sin ellos, beneficios que damos por
sentados, como la disponibilidad de alimentos abundantes, alta esperanza de vida, movilidad,
o posibilidad de acceso generalizado a la cultura, serían imposibles. En efecto, los procesos
catalíticos son la base de la fabricación de productos tan dispares como fertilizantes,
combustibles, fibras textiles, productos de limpieza o medicamentos, imprescindibles en
campos tan distintos como la agricultura, la industria, o la vida diaria.
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Los reactores, en los cuales se fabrican productos químicos en la industria, varían en tamaño
desde unos pocos cm3 a vastas estructuras que a menudo se encuentran en plantas industriales.
El diseño del reactor está determinado por muchos factores, pero de particular importancia
son la termodinámica y la cinética de las reacciones químicas que se llevan a cabo.
Los tipos principales de reactores son los reatores “batch” o “discontinuos”, los reactores
continuos, los semicontinuos y los reactores de membranas.
Los reactores discontinuos, por carga o “batch” se utilizan para la mayoría de las reacciones
llevadas a cabo en un laboratorio. Son reactores en los que los reactivos, el catalizador y otros
componentes se cargan juntos, se calientan a la temperatura deseada para que la reacción
tenga lugar y después que la reacción se haya completado, y finalmente los productos se
enfrían. Estos productos se vierten y, en caso de ser necesario, se purifican. Este
procedimiento también se lleva a cabo en la industria, la diferencia clave radica en el tamaño
del reactor y en las cantidades de reactivos. Estos reactores pueden ser desde balones de
reacción, mpollas de presión o reactores Fischer Porter, hasta reactores de tanque agitado
(STR, por sus siglas en inglés “Stirred Tank Reactor”), también denominados reactores de
mezcla completa (Fig. 1.5).
Los STR están provistos de una camisa para el calentamiento o enfriamiento del medio de
reacción. La temperatura del medio dentro del tanque es generalmente uniforme. La velocidad
de transferencia de calor depende del área de transferencia de calor, la diferencia de
temperatura entre el medio de reacción y el fluido y del coeficiente de transferencia de calor.
Numerosos tipos de agitadores se utilizan en la práctica (Fig. 1.6), tales como los agitadores
de hélice, de ancla y de turbina.
Una alternativa a un proceso “por carga” es alimentar continuamente por un punto del reactor
los reactivos correspondientes, permitir que la reacción tenga lugar y retirar los productos por
otro extremo. Debe haber una velocidad de flujo igual de reactivos y productos. Los reactores
continuos rara vez se utilizan en el laboratorio. Se utilizan normalmente cuando se están
produciendo grandes cantidades de un producto químico. Es importante que el reactor pueda
operar durante varios meses sin detenerse. El tiempo de residencia en el reactor está definido
por la velocidad de alimentación de los reactivos al reactor.
El producto tiende a ser de mayor calidad en un reactor continuo debido a que los parámetros
de reacción (es decir, tiempo de residencia, temperatura y presión) están mejor controlados
que en los procesos discontinuos o tipo “batch”. También producen menos residuos y
requieren un almacenamiento de materias primas y productos mucho menor, resultando en
una operación más eficiente, y, en consecuencia, los costos por tonelada de producto
producido son más bajos. La principal desventaja es su falta de flexibilidad una vez que el
reactor se ha construido, pues sólo en casos raros se puede utilizar para llevar a cabo una
reacción química diferente.
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La industria utiliza varios tipos de reactores continuos: reactores tubulares, reactores de lecho
fijo (fixed bed), reactores de lecho fluidizado (fluid bed) y reactores de tanque agitado
continuo.
Los reactores tubulares pueden ser de diferentes tipos: de lecho empacado (“packed bed”), de
lecho húmedo (“trickle bed”) y de columna de burbujeo (“bubble column”).
Un catalizador heterogéneo se utiliza con frecuencia en la industria en la que fluyen los gases
a través de un catalizador sólido (que es a menudo en forma de pequeños gránulos para
incrementar el área superficial); este diseño de reactor se describe a menudo como de lecho
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fijo (fixed bed), Fig. 1.8. Entre los ejemplos de su uso está la fabricación de ácido sulfúrico (el
proceso de contacto con el óxido de vanadio como catalizador), la manufactura de ácido
nítrico y la fabricación de amoníaco (el proceso Haber, con hierro como catalizador). Un
ejemplo adicional de un reactor de lecho fijo está en el reformado catalítico de nafta para
producir alcanos de cadena ramificada, cicloalcanos e hidrocarburos aromáticos utilizando
generalmente platino o una aleación de platino-renio sobre un soporte de alúmina.
Un reactor de lecho fluidizado (Fig. 1.9) se utiliza cuando las partículas del catalizador, que
son muy finas se colocan en una placa distribuidora; cuando los reactivos gaseosos pasan a
través de la placa, las partículas se van con los gases formando un fluido. Esto asegura muy
buena mezcla de los reactivos con el catalizador, con alto contacto entre las moléculas
gaseosas y el catalizador y una buena transferencia de calor. Esto da lugar a una reacción
rápida y una mezcla uniforme, reduciendo la variabilidad de las condiciones del proceso.
En un reactor de tanque agitado continuo (“Continuous Stirred Tank Reactor”, CSTR, Fig.
1.10), uno o más reactivos -por ejemplo, en solución o como una suspensión- se introducen en
el reactor equipado con un impulsor (agitador) y los productos se extraen continuamente. El
impulsor agita los reactantes vigorosamente para asegurar una buena mezcla de tal modo que
hay una composición uniforme en todo el sistema. Una variación del CSTR es el reactor de
bucle que es relativamente simple y barato de construir.
Otro tipo de reactores que pueden tener una aplicación potencial a futuro se denominan
reactores de membrana. Una membrana es básicamente una película polimérica orgánica
insoluble que puede tener un espesor variable. Este tipo de reactor ha sido utilizado
exitosamente en la comercialización de procesos para la manufactura basadas en
biocatalizadores (enzimas). El catalizador puede estar enlazado en el interior de la membrana
o en su superficie. En este último caso, la membrana permite la migración de los productos
pero evita el paso del catalizador, lo cual es una gran ventaja de este tipo de reactores (se
lleva a cabo la reacción y la separación del catalizador); la separación esta basada en las
dimensiones moleculares. El material de la membrana actua como catalizador o como una
barrera física. En el primer caso, el material de la membrana puede tener actividad catalítica o
el catalizador puede estar inmovilizado dentro de la membrana. Un ejemplo de aplicación de
este tipo de reactor es la producción de la L-metionina (75% de su producción global se basa
en este tipo de reactor).
pérdida del catalizador, el cual es muy costoso. De manera tal que los reactores deben ser
fabricados de materiales que son resistentes a la corrosión. Dos materiales son el acero
inoxidable 316 (que contiene 16-18% Cr, 10-14% Ni, 1-3% Mo, < 0,1% de C y el resto de Fe)
y el “Hastelloy C” (que contiene 14-19% Mo, 4-8% Fe, 12-16% Cr, 3-6% W y el resto de
Ni). Este último material es ideal para reacciones con cloruros y ácidos pero es de tres a
cuatro veces más costoso que el acero inoxidable.
Para reacciones catalíticas homogéneas que involucran al menos un gas como reactante, el
diseño del reactor requiere la introducción del reactante gaseoso en una solución que contiene
el catalizador. Puesto que las reacciones son generalmente exotérmicas (liberan entre 120 y
210 kJ/mol), el medio liquido bien agitado ayuda usualmente a la remoción de calor del
reactor. Las condiciones de reacción tales como temperatura, presión y solvente afecta la
selectividad de la reacción. A temperatura constante, la solubilidad de los gases en el medio
líquido incrementa con la presión de acuerdo a la ley de Henry. Esta es una de las razones
para que las reacciones gas-liquido catalizadas homogéneamente se realicen a presiones entre
5 y 100 atm; generalmente, la solubilidad del gas en un líquido decrece con el aumento de la
temperatura.
Las reacciones catalíticas que se llevan a cabo en varias fases requieren que los reactantes
gaseosos sean transferidos eficientemente a la fase líquida, lo cual es seguido por la difusión
de la especie reactante al catalizador. Este proceso de transferencia de masa depende de la
hidrodinámica del burbujeo, de la temperatura, de la actividad del catalizador y de las
propiedades físicas de la fase liquida (densidad, viscosidad, solubilidad y tensión superficial,
entre otras).
En el caso de una reacción catalítica heterogénea que consiste de reactantes líquido y gaseoso
y un catalizador sólido, existen cinco factores que se requieren considerar para una efectiva
transferencia del gas (Fig. 1.11): 1. Difusión del gas en la interface gas-liquido; 2.
Movimiento a través de la película gas-liquido; 3. Difusión a través del líquido; 4.
Movimiento a través de la película liquido-sólido y 5. Adsorción del sólido.
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Para reacciones catalíticas en fase homogénea, obviamente los dos últimos factores no forman
parte del proceso.
La transferencia de un gas a un líquido puede ser incrementada por: un aumento del área
superficial entre las dos fases o incrementando la velocidad de transporte de las moléculas del
gas a través de la interface. Un área superficial mayor se puede obtener esparciendo el gas
uniformemente en la fase líquida en forma de pequeñas burbujas. Existen agitadores
diseñados especialmente para ayudar a romper las burbujas en burbujas más pequeñas. Una
mayor velocidad de ruptura de las burbujas se puede lograr por la adición de algunas
sustancias químicas que disminuyen la tensión superficial (tensoactivos o surfactantes). Un
buen contacto gas-liquido en reactores tubulares se puede obtener empacando el reactor con
un material inerte con un área superficial grande. Incrementando la velocidad de flujo del gas
y del líquido en reactores tubulares también ayudan a tener una mejor transferencia de masa.
En reactores de carga completa, la velocidad de transporte entre las fases se puede
incrementar seleccionando un agitador adecuado o incrementando la velocidad de agitación.
En las últimas tres décadas surgió la catálisis bifásica liquida-liquida que dio un gran auge a
las aplicaciones industriales de los catalizadores organometálicos. En la Fig. 1.12 se presenta
un sistema catalítico donde el catalizador está disuelto en una fase polar (agua, por ejemplo) y
en los reactantes y productos en otra fase. En el primer caso, la fase que contiene los
reactantes es muy poco miscible con la fase que contiene el catalizador y la reacción puede
ocurrir en una de las dos fases o en la interface y los parámetros de reacción como la
velocidad de agitación y el coeficiente de transferencia de masa son esenciales para el control
de la actividad y selectividad; en este caso es importante que la difusión esté controlada y por
lo tanto se hace necesario realizar la reacción bajo condiciones en las cuales la velocidad de
difusión no sea la etapa lenta del proceso, esto es determinante de la cinética global de la
reacción. Al final del proceso los productos son separados generalmente por decantación y la
fase que contiene el catalizador puede ser usada nuevamente. En el segundo caso, en el
proceso se obtiene una única fase y la reacción ocurre en medio homogéneo y el proceso de
difusión no es tan importante como en el caso anterior; al final de la reacción, las dos fases s
forman nuevamente y el proceso de separación y reciclaje del catalizador se efectua como en
el caso anterior.
Se pueden usar varias fases móviles (solventes) que se pueden usar para la inmovilización del
precursor catalítico. Por ejemplo, los alcoholes disuelven muchos complejos de metales de
transición y poseen muy poca miscibilidad con hidrocarburos, siendo por lo tanto candidatos
potenciales para actuar como solventes para catálisis bifásica. Entre los solventes
ecológicamente aceptables destacan el agua, los hidrocarburos perfluorados, los líquidos
supercríticos (en particular el dióxido de carbono) y las sales fundidas (también denominadas
líquidos iónicos).
Los sistemas catalíticos bifásicos en agua poseen, en la mayoría de los casos, fosfinas
sulfonadas (Fig. 1.13) necesarias para garantizar la solubilidad del catalizador en la fase polar;
estas fosfinas son obtenidas generalmente por sulfonación directa de la fosfina respectiva con
ácido sulfúrico fumante (oleoum).
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H2
fase
R R fase
no polar
no polar
fase M M
polar fase
polar
dos fases
O2
fase fase
no polar R no polar
R
fase M M fase
polar polar
una fase
PR3 C7F15
OC O
Rh H
K Ru
R3P
PR3 O
C7F15
R = CH2CH2(CF2)5CF3 3
Un solvente poco usual, aceptable desde el punto de vista ecológico y de elevada importancia
para la industria es el dióxido de carbono supercrítico. Cuando los líquidos o gases son
sometidos a temperaturas por encima de sus temperaturas críticas y por debajo de sus
presiones críticas, se obtiene un estado denominado supercrítico, donde no existe ninguna
diferencia entre el estado líquido y el gaseoso. Las fases líquidas y gaseosas son idénticas
desde el punto de vista de la densidad y de todas las otras propiedades. El dióxido de carbono
supercrítico (Tc = 31°C, Pc = 73 bar) es empleado generalmente a 40°C y presiones entre 80
y 200 bar para la extracción de productos naturales (remoción de cafeína del café, por
ejemplo). En algunos casos, es posible extraer biomoléculas, como por ejemplo proteinas. La
principal ventaja del empleo de CO2 supercrítico reside en la facilidad de remoción por la
simple reducción de la presión. El empleo de CO2 supercrítico como solvente para catálisis
homogénea bifásica ha dado sus primeros resultados, indicando que el empleo de este fluido
ecológico como solvente posee un gran potencial.
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Recientemente, una nueva clase de compuestos (los líquidos iónicos o sales fundidas) se han
empleado con gran éxito como solventes para reacciones (orgánicas y organometálicas) y en
procesos de extracción. Las sales fundidas o líquidos iónicos pueden ser definidos como
líquidos que presentan estructura iónico-covalente. En esta definición están incluidos desde
compuestos puramente inorgánicos hasta compuestos organominerales. Estos materiales,
principalmente los derivados de asociación del catión 1,3-imidazolio y aniones coordinantes
(Fig. 1.15), presentan propiedades muy atractivas: a) sus características de líquidos iónicos en
los cuales los hidrocarburos son muy pocos solubles y su elevada densidad lo cual facilita la
separación entre los productos y la solución catalítica; b) su compatibilidad química con
compuestos de tipo alquilo de aluminio, conocidos co-catalizadores en sistemas Ziegler-Natta,
empleados en oligomerización y polimerización de olefinas; c) su relativa polaridad que los
hace buenos solventes para complejos de metales de transición; d) su elevada estabilidad
térmica y electroquímica, así como también su baja presión de vapor, lo cual los hace
ecológicamente atractivos; y e) fácilmente accesibles y presentan la posibilidad de modular
sus propiedades fisicoquímicas a través del cambio de los radicales del catión imidazonio y
del tipo de anión.
Dentro de las varias sales basadas en el catión 1,3-dialquilimidazonio, se destacan las que
contiene los aniones BF4 y PF6, debido a sus propiedades fisicoquímicas diversas. Estos
líquidos iónicos pueden ser considerados como fases polares y sus propiedades como
solventes siendo determinadas en gran parte por la habilidad de la sal de actuar como donador
y/o receptor en enlaces de hidrógeno y también por la gran localización de cargas de los
aniones. En la mayoría de los casos, los líquidos iónicos basados en el catión 1,3-
dialquilimidazonio son solventes extremadamente ordenados a través de enlaces de hidrógeno
y están siendo empleados con gran éxito como agentes de inmovilización de catalizadores de
metales de transición. En este sentido, la sal BMI.PF6 y el agua siguen la misma tendencia
que los coeficientes de partición obtenidos entre el 1-octanol y el agua. También se ha
demostrado que compuestos aromáticos que poseen poca solubilidad parcial en la sal
BMI.PF6 y pueden ser fácilmente removidos de la sal empleando CO2 supercrítico.
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Para separar las partículas sólidas de un líquido en el que están dispersas se puede usar un
sedimentador (Fig. 1.16), el cual consiste en un recipiente de anchura considerable alimentado
con una suspensión. La diferencia de densidades entre las partículas sólidas y el líquido hace
que las partículas sólidas se depositen en el fondo, de donde son eliminadas de modo continuo
en forma de lodos. Las moléculas de líquido,
aceleradas por contacto con el sólido, transmiten su
movimiento a las capas de líquido más alejadas. La
operación de sedimentación está controlada por el
transporte de la cantidad de movimiento. Este
proceso tiene aplicaciones en plantas de tratamiento
Fig. 1.16. Esquema de un sedimentador.
de aguas.
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Las operaciones unitarias relacionadas con la transferencia de calor son las que conciernen a
los principios que gobiernan la acumulación y transferencia de calor de un lugar a otro. El
calentamiento y enfriamiento de reactantes y productos se realizan generalmente en
intercambiadores de calor tubulares o de bobina. Dos fluidos a diferentes temperaturas fluyen
en el tubo y la capa lateral del intercambiador y la transferencia de calor toma lugar desde el
fluido caliente al frio. Un ejemplo típico de operación unitaria con transferencia de calor es el
evaporador (Fig. 1.17).
Otros aparatos utilizados para suministrar o eliminar calor son los intercambiadores de calor,
los hornos, los acumuladores de calor y las placas solares.
Por otro lado, el objetivo de una operación unitaria de transferencia de materia es separar los
componentes de una mezcla que se encuentran en dos fases. Cuando se ponen en contacto dos
fases que tienen diferente composición, es posible que ocurra la transferencia física de alguno
de los componentes de una de las fases hacia la otra. Si se permite que las dos fases entren en
contacto íntimo durante un tiempo suficiente, se alcanzará la condición de equilibrio, bajo la
cual ya no se producirá más transferencia de materia; terminado el proceso se procederá a la
separación de las fases. Entre las principales operaciones de este tipo se encuentran la
destilación, la extracción líquido-líquido y la cristalización.
Con la destilación se logra la separación de los componentes de una mezcla líquida que tienen
puntos de ebullición muy diferentes por medio de una ebullición basada en las diferencias de
presión de vapor. Esta se puede lograr a través de una destilación instantánea (“flash
distillation”), donde la mezcla líquidos con puntos de ebullición muy diferentes se convierte
en vapor usualmente a presión reducida y se condensa en un receptor sin permitir que el vapor
regrese al recipiente original, o a través de una destilación con reflujo o rectificación, donde
parte del condensado retorna, entrando en contacto con el vapor que se encuentra
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Fig. 1.18. Columna de destilación fraccionada contínua. Fig. 1.19. Torre de destilación industrial.
Secado: separación de líquidos volátiles, por lo general agua, de los materiales sólidos.
Lixiviación: consiste en el tratamiento de un sólido finalmente molido con un líquido
que disuelve y extrae un soluto contenido en el sólido.
Adsorción: se utiliza para eliminar de forma individual los componentes de una
mezcla gaseosa o líquida. El componente a separar se une física o químicamente a una
superficie sólida. El sólido recibe el nombre de adsorbente y el componente que se
adsorbe en él se denomina adsorbato. Los requisitos que debe cumplir el adsorbente
son: debe adsorber un solo adsorbato, tener una gran superficie específica (gran
porosidad) y tener una buena capacidad de regeneración.
En cuanto a los dos primeros aspectos, muchas técnicas modernas están disponibles para
identificar peligros y problemas de operatividad y algunos de los más comunes son estudios
sistematizados de operaciones peligrosas (HAZOP, que proviene de “hazardous operations”)
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Así, por ejemplo, las reacciones de carbonilación catalizada por sistemas de metales de
transición se realizan generalmente a altas temperaturas y presión. Los carbonilos metálicos y
el monóxido de carbono son tóxicos y requieren de un almacenamiento y manipulación
segura. Las reacciones que involucran etileno y oxigeno (por ejemplo el proceso Wacker para
la manufactura de acetaldehído en fase homogénea) necesitan medidas de seguridad
apropiadas, puesto que estos dos gases pueden formar una mezcla explosiva; esto restringe la
proporción de la composición de con la cual los dos gases se cargan y la conversión en el
reactor. Aunque la adición de nitrógeno molecular reduce el riesgo de explosión, la
acumulación de gas inerte conlleva a impurezas en la corriente de productos. Similarmente, en
las reacciones de auto-oxidación se forman peróxidos y estos pueden explotar durante su
descomposición, por lo que la velocidad de acumulación de peróxidos y su descomposición
son controladas muy cuidadosamente dentro de los límites de seguridad.
Los problemas ambientales como el cambio climático, la contaminación del aire y de los
recursos hídricos, la erosión, la deforestación, el declive de la biodiversidad, y el deterioro de
la capa de ozono, entre otros, han avanzado de forma progresiva en los últimos años,
afectando la calidad de vida de los habitantes del planeta y la integridad de su patrimonio
natural, lo cual ha generado la necesidad de promover acciones tendientes a preservar el
medio ambiente. Gran parte de estos problemas se genera por la industria química, por los
procesos químicos, uso indiscriminado de recursos naturales, manejo inadecuado de residuos
industriales, agrícolas y domésticos.
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En primer lugar, muchos compuestos químicos y solventes orgánicos usados son tóxicos y
peligrosos y pueden tener un efecto perjudicial sobre el ambiente, por lo evitar su uso o
minimizarlo es lo más adecuado; el uso de compuestos orgánicos volátiles como solventes,
por ejemplo, debe ser minimizado o evitado donde sea posible.
Finalmente, gases como el CO2, metano y óxido nitroso son los que generan el efecto
invernadero y sus niveles en la atmósfera se ha incrementado de manera alarmante por la
combustión indiscriminada de combustibles fósiles. El óxido nitroso y los compuestos
clorofluorocarbonados producen la destrucción de la capa de ozono, la cual apantalla la parte
perjudicial de la radiación ultravioleta de los rayos solares. Por lo tanto, la industria química
debe buscar materias primas, productos terminados y procesos de manufactura que minimicen
o eliminen el impacto ambiental adverso de todos estos gases.
verde para reducir el impacto ambiental de los residuos industriales y lograr un manejo
adecuado de los recursos ambientales.
La química verde fue adoptada como una propuesta novedosa para reducir y/o eliminar los
problemas ambientales derivados de actividades industriales. Según la US Environmental
Protection Agency (EPA), la química verde es el “uso de la química para la prevención de la
contaminación, y el diseño de productos químicos y procesos benéficos para el ambiente. La
química verde plantea 12 principios (Fig. 1.25) para conseguir sus objetivos:
11. Monitorear los procesos químicos en tiempo real para evitar la contaminación. Debe
crearse sistemas de control y monitorización continuos para prevenir la producción de
sustancias peligrosas durante los procesos.
12. Prevenir accidentes. Diseñar los procesos químicos, utilizando métodos y sustancias
que reduzcan los accidentes (emisiones, explosiones, incendios, entre otros), y
minimizar los daños cuando se produzca un accidente.
∑
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Para un proceso industrial, debe ser tomado en cuenta el rendimiento del producto aislado, así
como también la perdida de solvente o de otro material debe ser adicionado al termino de los
residuos (numerador) en el factor E.
El biodiesel se obtiene por transesterificación de aceites vegetales con metanol (ec. 1.11),
obteniéndose glicerol como sub-producto, lo cual crea un gran excedente de este compuesto.
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El costo de la manufactura de un producto incluye el costo del proceso (costos directos), los
costos indirectos de producción (“overhead”) y los gastos generales administrativo. El costo
del proceso incluyen los costos de materia prima, los contenedores y los costos de operación;
este costo depende de la cantidad de la producción. Los costos indirectos de producción
pueden incluir el salario de los empleados, servicios médicos, gastos administrativos, seguros
e impuestos, y no dependen de la cantidad de material que está siendo manufacturado.
Finalmente, los gastos generales consisten de costos por flete y entrega, así como los costos
de inversión en investigación y desarrollo (I + D).
Un proceso rentable es aquel que recupera estos costos y tiene un margen de ganancia; como
regla general, el precio de venta es usualmente entre 1,5 y 3 veces el costo de la materia prima
(reactantes y catalizador). En procesos catalíticos homogéneos donde intervienen complejos
de metales de transición, el costo del catalizador es un componente importante en el costo
total del proceso. Como el margen de ganancia de un proceso para la manufactura de
productos que se obtienen en tonelajes grandes (“bulk chemicals”) es usualmente bajo, la
pérdida del catalizador debe ser mínima.
Para diseñar un dado proceso químico se sigue más o menos el esquema mostrado en Fig.
1.27. Lo primero que debe surgir es la idea, esta puede provenir de una persona afiliada a la
empresa, del departamento de investigación y desarrollo o del directorio de la compañía y la
misma surge como una necesidad bien sea de producir o mejorar un producto químico de
importancia comercial o la de proveer un producto inexistente, para ese momento, en el
mercado. Naturalmente, esta idea tiene que estar respaldada por la potencialidad de la
empresa de erigir una nueva planta, repotenciar o modificar las instalaciones existentes, tener
acceso a las materias primas tanto desde el punto de vista geográfico como el económico y
por supuesto tener garantía de mercado.
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Una vez que la idea es aprobada, pasa al departamento de investigación y desarrollo donde un
equipo calificado de especialistas en el campo, procede a revisar la literatura existente,
referencias, publicaciones y patentes y a realizar todas las consultas indispensables para
garantizar el éxito de la idea; seguidamente, se harán los estudios de factibilidad técnica y
económica. Si esta evaluación resulta favorable se procederá a efectuar los estudios a nivel de
laboratorio con el objeto de optimizar los diferentes parámetros cinéticos y termodinámicos.
Con estos datos, el Ingeniero de Procesos procederá a hacer los diseños preliminares de planta
de manera secuencial, a escala semi-piloto, piloto e industrial hasta que se construye la planta
industrial.
Más del 80% de los productos químicos son manufacturados con la ayuda de un
catalizador.
Entre el 15 y el 20% de las actividades económicas en países industrializados
dependen directamente de la catálisis.
El valor comercial de los catalizadores producidos anualmente oscila alrededor de 14
billones de dólares.
Para 2005, los valores de bienes producidos con el uso de catalizadores ascendió a 900
billones de dólares aproximadamente.
Tomando en consideración estas cifras, se debe mantener en mente que los catalizadores
empleados en procesos para la disminución del impacto ambiental (catálisis ambiental) no
producen ningún bien de valor económico. Un desglose del uso de catalizadores en sectores
industriales indica que hay una distribución a través de cuatro diferentes sectores: industria de
polímeros (21%), industria de petróleo, carbón y gas (22%), manufactura de productos
químicos (27%) y aplicaciones ambientales (30%).
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Bibliografía