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PODER JUDICIAL
Corte de Apelaciones Penal del Circuito Judicial Penal del Estado Mérida
Mérida, 18 de Noviembre de 2005
195º y 146º
Para producir tal decisión, el Juez del Tribunal a quo, luego de explanar todos
y cada uno de los hechos que consideró acreditados, actuando con fundamento
en su libre convicción, basado en la sana critica, tomando en cuenta
especialmente las reglas de la lógica, las máximas de experiencia y los
conocimientos científicos; tal como lo establece expresamente el Articulo 22 del
Código Orgánico Procesal Penal, llego a la siguiente conclusión:
Al respecto llama la atención el hecho de que el Tribunal haya indicado que tales
funcionarios fueron contestes en sus declaraciones, cuando tales funcionarios
actuantes en el procedimiento, de lo que puede desprenderse de las
trascripciones, quisieron minimizar su actuación, ya que de dicha actuación resultó
lesionado el acusado, por lo tanto, no podía el tribunal haber señalado que había
contesticidad en las declaraciones de los mismos funcionarios, pues ello no se
ajusta a lo que quedó plasmado en las actas de debate.
En tal sentido, tal actitud debió por lo menos llamar la atención del Tribunal, ya
que la experiencia cotidiana, nos muestra infinidad de procedimientos policiales
plagados de irregularidades, y abusos y sólo los órganos jurisdiccionales pueden
poner un alto a tal situación, porque el sentido común indica que donde hay
irregularidades, pueden haber vicios en el procedimiento y no son pocos los casos
en los que los funcionarios policiales por demostrar efectividad, involucran a
personas inocentes en diversos delitos.
Asimismo, llama la atención que el testigo promovido por la fiscalía Cesar Enrique
Quintero Mendoza, dice que vio cuando golpearon al acusado, que no vio nada, lo
cual refuerza la tesis de que los funcionarios ocultaron información al tribunal en
relación a la forma como llevaron a cabo el procedimiento.
Llama también la atención, el análisis hecho respecto de la declaración del testigo
promovido por fiscalía, Ender Alexander Peña Gaviria, quien señaló tener dos
meses conociendo al acusado, porque estudiaban en la misión Ribas,
circunstancia que le pareció al tribunal suficiente para desconfiar del testimonio de
este ciudadano, pero curiosamente ambos testigos coinciden en afirmar que el
acusado fue golpeado por los funcionarios y que no vieron mayor cosa del
procedimiento.
Tal situación debió ser analizada con más detalle por el tribunal de la recurrida,
puesto que la experiencia común, muestra que los testigos presenciales de los
allanamientos, declaran lo que observan, sin ánimo de perjudicar o favorecer al
acusado, y en este caso las declaraciones de los testigos de fiscalía no son
contestes con las declaraciones ofrecidas por los funcionarios.
De manera que tal circunstancia, debió haber por lo menos sembrado la duda en
el juzgador de primera instancia, y preguntarse porque los testigos del
allanamiento no ratificaron lo expresado por los funcionarios: pueden haber varias
hipótesis: una sería que los funcionarios se excedieron con el procedimiento y los
testigos como muestra de su descontento, no ratificaron las actuaciones de
aquellos, otra hipótesis nos lleva a pensar que efectivamente, no estuvieron en
todo el procedimiento, por lo que el mismo estaría viciado; una tercera hipótesis
podría ser que los testigos querían favorecer al acusado.
Pero ante tantas dudas, puesto que el juzgador debe plantearse todas las
hipótesis posibles, debió haberse favorecido al acusado, porque como dice el viejo
adagio, quien tiene al juez por acusador, debe tener a Dios como defensor, es
decir que si el juez que debe ser un árbitro imparcial y objetivo, no le concede el
beneficio de la duda al acusado, y ciega y cerradamente, solo valora la postura
que favorece la actuación policial en detrimento de aquél, sin siquiera considerar
una posibilidad distinta, debemos entonces sentir piedad por un acusado, que de
antemano está destinado a ser condenado, porque no tiene posibilidad alguna de
ser juzgado imparcialmente.
Por otra parte, de la revisión del careo efectuado entre el funcionario Douglas
Sánchez y los testigos César Enrique Quintero, y Ender Alexander Peña Gaviria,
encontramos que el funcionario policial señala a éste último que había firmado un
acta de entrevista, y que Peña Gavidia sostuvo su posición de que durante el
procedimiento vio esposado al acusado, y ratificó que no había visto la droga. Por
su parte el testigo Quintero Mendoza insiste en que hubo disparos durante el
procedimiento, mientras el funcionario lo niega.
Tal careo ratifica la evidente contradicción entre los funcionarios y los testigos
presenciales del procedimiento, circunstancia que debió haber sido apreciada a
favor del acusado, y no como erradamente señaló el Tribunal de la recurrida, que
su convicción se formaba en las declaraciones contestes de los funcionarios,
obviando las contradicciones rotundas de los testigos.
DISPOSITIVA
En consecuencia, esta Corte de Apelaciones del Circuito Judicial Penal del Estado
Mérida, administrando Justicia en nombre de la República y por Autoridad de la
Ley, realiza los siguientes pronunciamientos:
1. Declara con lugar la apelación interpuesta por los abogados Iad Koteiche e
Imad Koteiche, a favor de su defendido TIRSO PARRA.
2. Anula la decisión del Tribunal de Primera Instancia en Funciones de Juicio
No 01, que condenó al ciudadano TIRSO PARRA, a cumplir la pena de diez
años de prisión por haberlo hallado culpable del delito de Ocultamiento de
Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas, previsto en el artículo 34 de la
derogada Ley de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas.
3. Acuerda al ciudadano TIRSO PARRA una medida cautelar sustitutiva de
libertad, prevista en el ordinal 3° del artículo 256 del Código Orgánico
Procesal Penal, consistente en presentación periódica cada ocho días ante
el Tribunal de Juicio que le corresponda por distribución el presente asunto.
4. Notifíquese a las partes,
LA SECRETARIA
Sria.
ARCD/DACE/PRML/MASdeP