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1 Con el fin de aproximarnos a una comprensión de la polis, hemos de prestar atención a


tres de sus rasgos característicos. En primer lugar, el de la preeminencia de la palabra. Este se
genera con el nacimiento de las polis, donde produce un cambio en el sistema de interacción
social y de relaciones de poder. Anteriormente, la palabra se conectaba con rituales religiosos o
monárquicos mediante los que se ejercía el poder y la dominación del pueblo. Sin embargo, a
partir del surgimiento de la polis, la palabra se transforma en la herramienta más importante
dentro del entramado filosófico: surgen el debate, la discusión y la argumentación, lo cual da paso
a la función política. La fuerza persuasiva de los discursos ha de ser puesta a consideración de un
público que tomará una decisión en base a qué orador haya sido más convincente. Así, el debate
político consiste en un ejercicio del lenguaje en la discusión y fue utilizado, por ejemplo, en la
asamblea para imponer un pensamiento determinado. El logos, entonces, se encuentra
estrechamente vinculado con la política. Asimismo, la retórica y la sofística establecen una lógica
del saber teórico, basada en el análisis de las formas del discurso, frente a la lógica de lo verosímil,
propia de la práctica.

En segundo lugar, se destaca el rasgo de plena publicidad en la vida social de la polis. Esta consiste
en la difusión de ideas que responden a un interés común dentro de una sociedad, mediante
prácticas abiertas que exponen las conductas, los procedimientos y los conocimientos de los
individuos a la vista de todos. De esta manera, se define un pensamiento democrático y de
divulgación de los saberes, los valores e incluso las técnicas mentales. Todos estos elementos
dejan de pertenecer de manera secreta a las tradiciones familiares —y de servir, así, como
garantías de poder— y pasan a conformar una cultura común, por lo cual son llevados a la plaza
pública para someterlos a la crítica, la discusión y la polémica. A su vez, la ley de la polis se ve
obligada a demostrar su rectitud mediante procedimientos dialécticos y no mediante la simple
imposición. Si, como hemos señalado, la palabra constituía el instrumento por excelencia de la
vida política, la escritura servirá como medio de difusión y publicidad de los saberes y los
conocimientos antes reservados para unos pocos. Finalmente, la permanencia y la fijeza de la
palabra escrita dan lugar a la redacción de leyes para el desarrollo de un estado de derecho común
para todos.

En tercer lugar, el rasgo de igualdad viene a derribar el esquema de relaciones jerárquicas de


sumisión y dominación, tornándose estas en un sistema de equilibrio compuesto por la ley y cuyas
normas establecen equidad en la sociedad. Todos los ciudadanos tendrán igual participación en el
ejercicio del poder y sus ideas podrán ser escuchadas para luego concluir en una resolución social
instrumentada por la ley. Es decir que, la unidad de la polis está fundada por la semejanza entre sí
de todos los individuos: en el plano político, sin importar las diferencias que puedan tener en la
vida social, estos son considerados como “unidades intercambiables dentro de un sistema cuyo
equilibrio es la ley y cuya norma es la igualdad” (Vernant, 1965: p. 47). Veremos en el apartado 3
cómo este rasgo se puede comprender mejor si se lo relaciona con el concepto de philía.

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1.2 Términos desconocidos del capítulo:

Ágora: plaza pública, asamblea.

Arkhé: sustancia permanente que origina todo y a la cual todo regresa una vez cumplido un
inexorable ciclo cósmico.

Basiléis: o Basileo, palabra griega para Rey.

Démos: Pueblo. Conjunto de individuos que forman una unidad política.

Diké: En la mitología griega, personificación de la justicia en el mundo humano.

Exégesis: Del griego exḗgēsis “explicación”, “relato”. Explicación, interpretación.

Hippeis: guerrero, caballería.

Hybris: desmesura.

Logos: discurso, palabra, razón, definición. Término procedente del griego "léghein", que fue
utilizado con múltiples significados, siendo los fundamentales los de "cálculo" y "discurso" y que
en filosofía se suele traducir por "razón" o "pensamiento". En Platón, el Logos es el discurso
articulado que permite dar razón de una cosa. En Aristóteles, al entender que la lógica se ocupa
del discurso declarativo (del discurso que afirma o niega) éste pasa a constituirse en el objeto de la
lógica como "logos apophantikós" ("discurso declarativo").

Paideia: Término técnico de la filosofía y la pedagogía, que significa aproximadamente educación


o formación integral, o también sistema de principios, reglas y artes para una educación.

Prómakhoi: combatir en primera fila

Sophrosyne: autocontrol

Themis: En la mitología griega significa “ley de la naturaleza”.

Tykhe: Azar o fortuna.

Thymos: fuerza, energía, mente, carácter. Alma como fuerza vital.

Xóana: o Xoanon, escultura de madera vinculada a los templos/ objeto de culto.

2. La ambigüedad que caracteriza a los orígenes de la filosofía se da a causa del entorno. Por un
lado, esta se relaciona con el espíritu secreto de las sectas, dada su iniciación en los misterios;
mientras que, por otro lado, se vincula con la publicidad del debate, las contradicciones y las
controversias que caracterizan al ágora y, en consecuencia, a la actividad política. En algunas
ocasiones, el filósofo se sentirá capaz de dirigir el estado y reformar la vida social; otras veces, se
retirará del mundo para su meditación personal, renunciando a la vida pública y tratando de llegar
a un conocimiento superior. Así, según los momentos, la filosofía se organizará de manera

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restringida, casi secreta, como lo hizo la secta pitagórica, o se integrará en la vida pública de
manera plena, como lo hicieron los sofistas. En relación con los rasgos asignados a la polis en la
pregunta número uno, esta posición ambigua de la filosofía en sus inicios puede ponerse en
diálogo con el concepto de publicidad ya que este hace referencia a la relación del filósofo con la
sociedad: el carácter fuertemente divulgativo de la polis implica que su sabiduría y sus
conocimientos no han de permanecer ocultos o limitados a un grupo, sino que deben ser llevados
a la plaza pública.

3. El concepto de philía ayuda a explicar el tercer rasgo de la polis: el de la unidad basada en la


similitud de los hombres entre sí. Es decir, quienes componen la ciudad —independientemente de
que difieran en sus lugares de origen, sus funciones o sus categorías— son semejantes y esa
semejanza se basa en el hecho de encontrarse mutuamente unidos por la philía o “espíritu de
comunidad” (Vernant, 1965: p. 49). De esta manera, como ya hemos señalado anteriormente, la
asociación en una misma comunidad dará lugar a una transformación de las relaciones jerárquicas
y de dominación que caracterizaban a los vínculos de hombre con hombre y a la consecuente
aparición de formas reversibles y recíprocas de relación. La participación en el Estado implica la
definición de todo hombre como hómoni (semejante) y, más adelante, como isoi (igual). En este
sentido, resulta relevante prestar atención al concepto de isonomía para señalar que —ya antes
del siglo VI, cuando hace referencia a la igual participación de todos los ciudadanos en el ejercicio
del poder— tradujo aspiraciones comunitarias que se remontan a los orígenes de la polis. Los
testimonios indican que los términos isonomía e isocratía designaban a un régimen oligárquico en
el cual la arkhé se reservaba para los miembros de una selecta minoría que debían compartirla de
manera igualitaria. Es decir que, la tradición igualitaria de la polis, aunque excluyente de las masas
en sus inicios, se remonta a períodos antiquísimos. Con el paso del tiempo, en todos los planos de
la vida social comenzaron a rechazarse las conductas tradicionales de la aristocracia tendientes a
exaltar el prestigio y a reforzar el poder de los individuos —como el lujo en el vestir, la suntuosidad
en los funerales y los comportamientos llamativos o audaces— para encomiar un estilo de vida
austero y severo, que esfumaba las diferencias de costumbres y condiciones entre los ciudadanos
a fin de aproximarlos los unos a los otros.

5. Después de realizado este breve trabajo de introducción a los orígenes del pensamiento
filosófico, y en consonancia con lo que sostiene Vernant (1965), podemos concluir que el
advenimiento de la polis griega y el nacimiento de la filosofía son dos fenómenos vinculados de
manera tan estrecha que su disociación resulta prácticamente imposible al momento de intentar
estudiar cualquiera de los dos. Dado que fue sólo dentro del régimen de la polis que los primeros
filósofos pudieron cuestionar y problematizar los órdenes instituidos, consideramos relevante
reseñar brevemente sus nombres junto con los problemas que los ocuparon. Así, debemos señalar
que fueron “los primeros Sabios quienes pusieron en discusión el orden humano, trataron de
definirlo en sí mismo, de traducirlo a fórmulas accesibles a la inteligencia y de aplicarle la norma
del número y de la medida” (Vernant, 1965: p. 145). De esta menra, el pensamiento político se
independizó de la religión y convocó conceptos, principios y visiones teóricas propios. Como
consecuencia, cuando nace en Mileto, la filosofía está enraizada en este pensamiento pero

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relativamente rápido se afirma con independencia. Entre los que Cordero (2008) denomina los
primeros que filosofaron, podemos nombrar a: Tales de Mileto, conocido como astrónomo,
ingeniero y matemático, y quien sostenía que el principio de la realidad se encontraba en lo
húmedo; Anaximandro, oyente de Tales, cuya respuesta a la pregunta por el principio establecía
que el principio de todo es indefinido, es decir, carente de ninguna cualidad definida; Anaxímenes,
a su vez seguidor de Anaximandro, y quien propuso el aire como principio de todas las cosas;
Pitágoras, quien creía que los principios de la matemática eran los principios de todas las cosas; y
Jenófanes, iniciador de un movimiento que fue continuado por Parménides y otros filósofos, que,
a través de su poética, se dedicó a cuestionar la religiosidad de su tiempo y su concepción de la
divinidad.

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Bibliografía:

Cordero, N. (2008) La invención de la filosofía. Una introducción a la filosofía antigua. Biblos:


Buenos Aires.

Vernant, J.P. (1965) Los orígenes del pensamiento griego. Eudeba: Buenos Aires.

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