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QUEMA

Propuesta de Dirección.

La paradoja del canto es que da voz a lo que aspira al silencio.


Tal es la profundidad de su logos

El dios que baila.

El canto en la dramaturgia de “Quema” es “un juego serio”, su


voz produce pero no hace existir algo; en la obra, el pasaje
del no-ser al ser de la representación, posee un estatuto
problemático. Ante la obligación de ser visibles,
cognisibles, las vidas despliegan ficciones de existencias y,
es en virtud de este carácter paradójico de su producir, que
la poesía de “Quema” es trágica. Trágica es esta obra que no
puede convertirse en algo real, trágico es este pasaje del
no-ser al no-ser. El habla de “Quema” es un habla antigua
que, en ningún caso puede olvidar u ocultar la nobleza de su
pasado. Ahí su profundidad, su epígrafe, en la insistencia de
su revuelta, en la espera de sus versos como gloriosas
flechas - sonidos del corazón. Qué hace el poeta con su
canto, nos preguntamos al recibir sus primeras complicidades;
producir el vacío respondimos con el habla, la abertura en el
que las voces puedan existir. Vidas, almas en conflicto con
ellas mismas, agujeros negros devenidos casa. Ficciones que,
ante lo visible y lo audible de este “gran teatro”, hacen
vibrar los cuerpos con una voz común más profunda. Canto que
reúne al silencio con la noche, huella imperceptible –
inaudible canto – que crea, canta y se encanta, en el –
inaudito - momento en que manifiesta lo ausente. Sí por un
momento la puesta en escena fuese el “refugio” que cuida a
los dioses allí donde son, cuando no aparecen. El lugar de
este arte es utopia.

De este arte es imposible hacerse una imagen, ella secreta


una huella, su mito no podría renacer, pero lo imposible
puede ser oído. Quema, así es una puesta en escucha de
pensamientos poético – musicales. Concepción musical de la
puesta en cuerpo, figura invisible de su ficción, lugar de un
no-lugar. Un arte u – topico en medio del desierto, un arte
de la escucha, de los mensajeros silenciosos de Dionisio. ¿No
es acaso toda habla transgresora, cuando llega al alma del
silencio? Solo en el corazón de este silencio esta protegida
la palabra viva. Pero sabemos que para guardar silencio es
primero necesario tener algo que decir, esto que la
dramaturgia quiere decir, la dirección no buscará
descifrarlo, sino por el contrario buscará profundizar en una
interrogación abierta sobre un campo de trabajo indefinido;
en efecto, un trabajo interminable.

Para leer el proyecto de escritura de Quema, los actores y el


equipo debemos tener los sentidos abiertos, entregando toda
nuestra atención a su profunda oscuridad, a la fugacidad y
evanescencia de su canto. El habla de Quema trae consigo una
atmosfera de sujetos ajenos a “este mundo”, voces anónimas de
sujetos extraños que se refugian en lo indescifrable, sujetos
que guardan con ellos el secreto más antiguo de todo
verdadero arte; a la muerte y a la belleza no se le puede
mirar directamente al rostro, ellas son conquistadas, en los
subrepticios del texto, por la sombra. Y es que el placer que
trae lo bello - de esta obra - es el más bello padecer.

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