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Rachel Pollack

Los 78 Grados de
Sabiduría del Tarot
Arcanos Menores y Lecturas

EDICIONES URANO

Argentina - Chile - Colombia - España


México - Venezuela

1
Rachel Pollack se ha especializado
en el estudio del Tarot desde un
punto de vista psicológico y sus
obras, publicadas en el Reino
Unido, se reeditan
permanentemente. Ademas de LOS
SETENTA Y OCHO GRADOS DE
SABIDURÍA, ARCANOS MAYORES
y ARCANOS MENORES y
LECTURAS, ha publicado también
la obra THE OPEN LABYRINTH,
en la que, utilizando ejemplos
concretos de su experiencia,
describe en detalle algunas lecturas
de Tarot.

En esta colección

SETENTA Y OCHO GRADOS DE SABIDURÍA


Arcanos Mayores

2
Título original: Seventy-Eight Degrees of Wisdom. A Book of
Tarot. Part II: The Minor Arcana and Readings
Editor original: The Aquarian Press Limited
Traducción: Marta I. Guastavino

Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente


prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del
Copyright, bajos las sanciones establecidas en las leyes, la
reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o
procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento
informático, así como la distribución de ejemplares mediante
alquiler o préstamo públicos.

© 1983 by Rachel Pollack


© 1987 by EDICIONES URANO, S. A. Aribau, 142, pral.‐
08036 Barcelona info@edicionesurano.com

ISBN: 84-86344-40-9 (obra completa) Depósito legal:


B.24.8591998

Fotocomposición: Buky Torres Villarroel, 15 08011


Barcelona

3
Impreso por Puresa, S. A. - Girona, 206 - 08203 Sabadell
(Barcelona)

Impreso en España - Printed in Spain

4
Versión epub por Rogelio Cruz Rojas
cruzrogelio09@live.com

Creado en Sigil 0.9.14


México, 2019

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Para Joan Goldstein,
que sabe que las mejores
cartas son las que dicen
la verdad.

6
Introducción

El mazo Rider

En 1910 la Rider Company, de Londres, publicó


un nuevo mazo de Tarot, diseñado por el conocido
ocultista Arthur Edward Waite y dibujado por Pamela
Colman Smith, una artista menos conocida, pero
dotada de lo que se suele llamar «poderes psíquicos».
Aparentemente, el propio Waite no esperaba que las

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nuevas cartas hallasen mucho público; como todas
sus obras, su libro sobre el Tarot se dirige
principalmente a personas ya interesadas por la
tradición ocultista. Y sin embargo el mazo Rider —‐
así terminó por ser llamada la baraja— se conoce hoy
en el mundo entero, no sólo en su versión original,
sino en ediciones piratas, en mazos «nuevos» apenas
modificados, en varios tamaños diferentes publicados
solamente por Rider, en ilustraciones para novelas,
libros de psicología, historietas y programas de
televisión. La sorprendente popularidad de este Tarot
esotérico en particular, con preferencia a centenares
de otros mazos, tanto tradicionales como modernos,
se deriva en gran parte de un aspecto de los naipes
que el propio Waite apenas si parece haber advertido:
los dibujos de Pamela Colman Smith, que
revolucionaron los Arcanos Menores.

En la apología que hizo de su mazo, Waite se


esforzó por defender ciertos cambios que introdujo en
el diseño y en la numeración de las cartas en los
Arcanos Mayores. Sin embargo, quienes se acercan
por primera vez al Tarot, en su mayoría, al comparar
el mazo Rider (figura al centro) con el mazo más
tradicional del Tarot de Marsella, por ejemplo (figura
izquierda), tendrán que poner mucha atención para
poder observar la mayor parte de tales cambios. Por
el contrario, en los Arcanos Menores verán
inmediatamente la diferencia. En todos los mazos

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diseñados antes del Rider, las cartas que van de los
números 1 al 10 de los cuatro palos llevan dibujos
geométricos que incluyen el número correspondiente
de espadas, bastos, oros o copas. En esto se parecen a
sus descendientes, los habituales naipes de juego. En
la mayor parte de los mazos, estos diseños son
simples y repetitivos. Como una excepción se destaca
entre ellos el trabajadísimo mazo Crowley (figura de
la derecha). El mazo WaiteSmith, sin embargo, lleva
una ilustración en cada naipe.

Preocupado principalmente por los Arcanos


Mayores, más esotéricos, Waite no cayó
aparentemente en la cuenta de cómo esta rica
diversidad de escenas podía cautivar al espectador
común que buscaba tener una experiencia del Tarot.
En cierto sentido, la novedad misma de las cartas
aumenta su encanto. Allí donde los Arcanos Mayores
nos sorprenden al mismo tiempo con la antigüedad y
con la complejidad de su simbolismo, los Menores, al
no responder a una tradición pictórica, se nos
aparecen como escenas tomadas directamente de la
vida o, en algunos casos, de la fantasía.

El hecho de que Smith las dibujara en un estilo


seudo medieval no parece molestar a la mayoría de
las personas, pues la sensación de vivacidad les
parece más importante. Casi todos los Arcanos
Mayores nos muestran una figura de pie o sentada;

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sólo el Loco y el Mundo se mueven. Es más, danzan.
Pero en los Arcanos Menores, todas las escenas
muestran algo que está sucediendo, como si fuera un
fotograma tomado de una película.

El contraste no es accidental. Los Arcanos


Mayores representan más bien fuerzas arquetípicas
que personas reales. El Loco y el danzarín del Mundo
se mueven porque sólo ellos encarnan plenamente
tales principios. Pero los Arcanos Menores muestran
aspectos de la vida tal como realmente la vive la
gente. En los cuatro palos, y más especialmente en
las combinaciones que las cartas forman cuando las
disponemos para una consulta, encontramos un
panorama de la experiencia que nos da una
penetración constantemente renovada de las
maravillas de la naturaleza humana y de este mundo
mágico.

Debido precisamente a que nos muestra la vida


corriente y no un sistema formal, el mazo Rider no
interesa a muchos ocultistas. Mientras que muchas
barajas posteriores han copiado, con más o menos
variaciones, el mazo Rider, hay otras incluyendo las
que podríamos caracterizar como «más serias», como
el mazo de Crowley o el BOTA (Builders of the
Adytum o Constructores del Santuario) que han
vuelto a los antiguos diseños para los Arcanos
Menores. Ello se debe a que a sus creadores el Tarot,

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ya sea como instrumento o en cuanto fuerza viviente,
les interesaba como un sistema de organización y
estructuración de prácticas esotéricas. Para ellos, el
Tarot constituía un vínculo vital con los sistemas
místicos.

El más importante de estos vínculos es el que


conecta los cuatro palos con los cuatro mundos que
describe la Cábala. Los cabalistas consideran que el
universo existe en cuatro fases, de las cuales la más
próxima a nosotros (y la más alejada de la unión
directa con Dios) es el mundo material, llamado
Assiyah, el «Mundo de la Acción». Para mejor
entenderlos, los teósofos medievales describieron
cada mundo como encarnado en un Árbol de la Vida,
un diagrama de la ley cósmica. Ahora bien, la
estructura del Árbol no cambia en los diferentes
mundos. Cada árbol contiene diez sephiroth, o
arquetipos de la emanación. (En el Diez de
Pentáculos se encontrará el diseño más común del
Árbol.) Y aquí, por cierto, interviene el Tarot. Como
cada uno de los cuatro palos contiene diez cartas
numeradas de uno a diez, podemos colocar las cartas
sobre las sephiroth para tener así una ayuda concreta
en la meditación. Y como las sephiroth representan
fuerzas arquetípicas, la mayor parte de los ocultistas
prefieren diseños abstractos para simbolizarlas. Para
ellos, una escena en la que se ven personas que hacen
algo —tres mujeres bailando o un grupo de

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muchachos que pelean— sólo sirve para apartar la
atención del simbolismo eterno.

Algunos ocultistas van aún más lejos: creen que


los diseños geométricos de las cartas son portadores
de un poder psíquico que les es propio, y que,
mirando en profundidad esos diseños en sus colores
especiales, podemos producir en el cerebro ciertos
efectos bien definidos.

Muchas personas sin especial inclinación hacia el


esoterismo seguirán prefiriendo los antiguos mazos a
cualquiera de las interpretaciones modernas, incluso a
las geométricas. Para ellas, el sentido de una
tradición, con significados que han ido
enriqueciéndose durante siglos, lleva consigo un
poder que ninguna edición revisada puede igualar. En
las lecturas, se remiten a las antiguas fórmulas, y para
ellas las escenas detalladas del mazo Rider
constituyen una distracción. Con frecuencia, los
lectores con más poderes psíquicos se valen de las
cartas antiguas, ya que encuentran que el propio
carácter abstracto de los naipes numerados les ayuda
a activar la facultad clarividente.

Sin embargo, para la mayoría de nosotros los


diseños repetitivos limitan muchísimo el desarrollo
de la intuición que puede generarse ya sea
exclusivamente en el estudio de las cartas o

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usándolas en tiradas y consultas. Una vez que hemos
memorizado las fórmulas relacionadas con cada
naipe, se nos hace difícil ir más allá. En este libro he
intentado crear lo que yo llamo un Tarot
«humanista», derivado no solamente de las verdades
esotéricas, sino también de las intuiciones de la
moderna psicología postjunguiana, para dar así una
imagen más completa de quiénes somos, cómo
actuamos y cuáles son las fuerzas que nos configuran
y nos dirigen. En una visión tal del Tarot, el objetivo
no son los significados fijos, sino más bien un
método mediante el cual cada persona pueda obtener
una mayor penetración en la vida. Por más que el
análisis de cada carta provenga en parte de su uso en
las lecturas, con los significados que corresponden a
la posición normal y a la invertida, lo que tal análisis
revelará principalmente es la forma en que esa carta
enriquece nuestro conocimiento de la experiencia
humana.

Como el mazo Rider presenta escenas tan


vívidas, las fórmulas o comentarios referentes a cada
carta sirven solamente como puntos de partida.
Podemos meditar sobre las propias imágenes y sobre
la forma en que se combinan con las otras que las
rodean. En cierto sentido, entre estas figuras y la
imaginación (y la experiencia) de cada persona se
establece algo así como una sociedad. En todas las
lecturas, lo mismo que en cada meditación o

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reflexión, podemos ver en cada carta una experiencia
nueva. Así como las barajas más esotéricas funcionan
mejor para las disciplinas ocultistas, y las más
antiguas para decir la buenaventura, el mazo Rider es
el indicado para quienes usamos las cartas
principalmente para tomar conciencia de nosotros
mismos y del mundo que nos rodea.

Las imágenes de Smith ejercen su atractivo sobre


la gente por efecto de su acción, equiparable a la de
una historieta. Nos fascinan a lo largo del tiempo
gracias a la realidad de los significados que
contienen. Se pregunta uno cómo hizo su trabajo
Pamela Smith. Por lo que sabemos, fue creando sus
imágenes sin apoyarse en tradición alguna. En mi
libro sobre los Arcanos Mayores expresé la opinión
de que probablemente Waite no especificó estos
diseños con la misma claridad con que lo hizo para
los naipes Mayores. En su libro no hay referencia
alguna a sus orígenes, y tampoco defiende el cambio
radical introducido, tal como defendió los cambios
existentes en los Arcanos Mayores. Sus
interpretaciones, además, no utilizan de manera
importante las nuevas imágenes. Aunque describe
brevemente cada una de ellas, sus explicaciones son
por lo común fórmulas y frases hechas («deseo,
voluntad, determinación, proyecto»), que no difieren
sustancialmente de los significados que se les
atribuye en los mazos anteriores.

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Algunos autores han afirmado (aunque yo no he
encontrado ninguna prueba de ello en los escritos del
propio Waite) que Smith dibujó las figuras como si
fueran cuatro libros de historietas, uno para cada
palo. La calidad del palo determinaba el carácter del
relato, en el cual los naipes que representan figuras
cortesanas constituían una familia, y las restantes
cartas, numeradas del 1 al 10, eran las cosas que les
sucedían. El llamado Tarot marroquí, basado con
mucha fidelidad en el mazo Rider, se ajusta a este
sistema. Pero esta explicación de las imágenes por la
historieta configura una petición de principio. Lo
importante sigue siendo la relación de la imagen con
el significado.

Sospecho que Waite dio a Smith las fórmulas que


él quería ver ilustradas y quizá consultó con ella
cómo sería la imagen, y que después la condición de
artista de Smith prevaleció, operando en ocasiones
con el simbolismo superficial, en tanto que otras
veces su funcionamiento trascendía el nivel de la
opción consciente. Las fórmulas de Waite se derivan
de diversas fuentes. El propio Waite habla en
ocasiones de significados contradictorios, como si
hubiera consultado a diferentes adivinos. Su
disposición de las cartas cortesanas también muestra
la influencia de la Orden del Alba Dorada, una
sociedad secreta de magos místicos a la cual
pertenecieron en su momento tanto Waite y Smith

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como Crawley y Paul Foster Case, el diseñador del
mazo BOTA.

En muchos casos, naturalmente, las imágenes


son muy simples y se relacionan directamente con los
significados que debían ilustrar. El Cuatro de
Pentáculos, por ejemplo, muestra la imagen de un
avaro, de alguien que se «aferra» a la «seguridad de
las posesiones». Pero cabe preguntarse si es
coincidencia o deliberación que esos cuatro
pentáculos cubran la coronilla, el corazón y la
garganta, y las plantas de los pies, todo lo cual
sugiere interpretaciones más profundas que la simple
avaricia. Y en muchos casos, la imagen toca algo que
hay dentro de nosotros y que trasciende el significado
oficialmente relacionado con ella. Fijémonos en el
Seis de Espadas: se supone que es «un viaje por
agua». El silencio onírico y la tristeza implícita en la
imagen sugieren el mítico viaje de las almas a través
del río Estigio.

No es mi intención presentar a Waite como


desabrido ni como insensible a las imágenes de su
propio mazo. Hay ocasiones en que sus comentarios,
especialmente los referentes a las figuras, llevan
nuestro entendimiento más allá de la simple lista de
significados. En el Seis de Espadas observa que «la
carga es ligera», y esto, unido al comentario de Eden
Gray, quien señala que «las espadas no hunden la

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barca», nos lleva a la contemplación de la imagen de
un viaje espiritual o emocional, en el cual cargamos
con nuestros recuerdos y pesares. En el Dos de Varas,
Waite propone dos significados opuestos, y después
dice que la imagen «da una clave» para resolverlos.
En otras ocasiones, sin embargo, el significado
propuesto contradice a la imagen, como en el Dos de
Espadas, donde se nos dice que una poderosa imagen
de aislamiento y defensa representa la «amistad».

Desde que apareció la baraja Rider, algunos otros


diseñadores de Tarots intentaron incluir una escena
en cada carta. Casi todos han rendido tributo a las
imágenes de Pamela Smith, algunos aproximándosele
en forma muy estrecha, mientras que otros
transformaban imaginativamente las ilustraciones del
mazo Rider. No hay nada que los obligue a usar esas
imágenes, que no están revestidas de la autoridad de
una antigua tradición, como los Arcanos Mayores. Su
autoridad se deriva de un logro creativo. No se sabe
por qué, estas figuras, burdamente dibujadas, torpes,
con frecuencia fuera de toda proporción o
perspectiva, basadas en unas ideas sentimentales de
la Edad Media, han guiado a millares de personas a
una comprensión nueva, no sólo de las cartas, sino de
sí mismas. De un solo trazo, Pamela Smith creó una
tradición nueva.

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Los cuatro palos
Si bien en su presentación de las cartas
individuales Waite se apartó de la práctica anterior,
en su disposición de los palos y de sus emblemas se
mantuvo próximo a los mazos precedentes... con una
única excepción. Allí donde los viejos mazos,
remontándose nada menos que hasta el siglo XV y la
baraja Visconti-Sforza, usaban Varas (o Bastos),
Copas, Espadas y Oros, el mazo Rider sustituyó estos
últimos por Pentáculos, es decir, estrellas de cinco
puntas encerradas en discos de oro. Waite introdujo
este cambio por dos razones. La primera, porque
quería que su cuarto palo representara el alcance
cabal del mundo físico y no simplemente el estrecho
materialismo del dinero y los negocios. Y en segundo
lugar porque quería que los cuatro palos fueran
portadores de los cuatro instrumentos básicos de la
magia ritual. En realidad, las dos razones se reducen
a una. Waite sabía que los magos usaban esos
objetos, en parte, porque simbolizan en forma
concreta los diversos aspectos del universo
físico/espiritual.

La asociación de estos cuatro emblemas tanto


con la práctica de la magia como con la verdad
espiritual subyacente en la vida se remonta por lo
menos hasta la Edad Media, época en la que

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encontramos sus equivalentes en los objetos
simbólicos de que son portadoras las doncellas del
Graal. El propio Waite conocía estos objetos por su
experiencia en las órdenes mágicas. El mazo Rider
también los representa dispuestos sobre la mesa que
hay delante del Mago en los Arcanos Mayores.

En el Tarot, como en la magia, los cuatro


emblemas representan el mundo mismo y la
naturaleza humana, al mismo tiempo que el acto de la
creación (tanto la creación de cosas específicas como
la creación continua de la evolución). Que ocupen un
lugar sobre la mesa del Mago significa que éste —o
ésta— ha alcanzado el señorío del mundo físico. En
un sentido, tal señorío alude a los poderes reales
sobre la naturaleza que muchas personas buscan en la
magia. Quienes usan el Tarot como disciplina
esotérica sostienen a veces que la meditación y el
ritual con los Arcanos Menores darán al adepto el
control de las fuerzas de la naturaleza. En su novela
The Greater Trumps [Los triunfos mayores], basada
en el Tarot, Charles Williams lleva esta idea a un
extremo dramático cuando el héroe genera un
huracán sacudiendo, juntas, todas las cartas asociadas
con el viento. En términos psicológicos, el dominio o
«señorío» sobre los Arcanos Menores significa haber
llegado a comprender, en nosotros mismos y en el
mundo que nos rodea, todas aquellas experiencias y
fuerzas que aparecen representadas en las cartas. Un

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«señor» es una persona que tiene control sobre su
vida, que es dueña —o dueño— de sí misma.

Un objetivo tal es mucho más difícil de alcanzar


de lo que mucha gente podría pensar. Significa saber
realmente quiénes somos, tanto en los niveles
inconscientes como en los conscientes. Significa
saber por qué actuamos como lo hacemos, conocer
nuestros verdaderos deseos en vez de las nebulosas
ideas que la mayoría de las personas tienen de sus
objetivos en la vida. Significa advertir las conexiones
entre experiencias cuyo vínculo se nos aparece como
meramente aleatorio. El Tarot puede, por lo menos,
ayudarnos a incrementar el entendimiento que
tenemos de todas estas cosas. Y el punto a que cada
persona llegue depende, entre otras cosas, de la
relación que establezca con las cartas.

El número cuatro ha figurado en forma muy


destacada en los intentos humanos por entender la
existencia. Como nuestro cuerpo nos sugiere este
número (el frente y la espalda, los lados derecho e
izquierdo), tendemos a organizar nuestras
percepciones del mundo, siempre cambiante,
clasificando las cosas en cuatro. La visión del año
como formado por cuatro estaciones proviene
también de los dos solsticios y de los dos
equinoccios. (Las culturas que no tienen
conocimientos astronómicos suelen dividir el año en

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las dos estaciones básicas, verano e invierno, o
también a veces en tres estaciones.)

El zodíaco contiene doce constelaciones, tres


veces cuatro; por ende, encontramos los signos de la
astrología divididos en cuatro grupos de tres. Un
signo «fijo» en cada grupo nos da los cuatro «puntos
fuertes» del cielo. Son los cuatro que vemos
representados en los Arcanos Mayores, en las cartas
del Mundo y de la Rueda de la Fortuna, como las
cuatro figuras que aparecen en los cuatro ángulos de
los naipes. (La forma misma de las cartas, y para el
caso la mayoría de las viviendas occidentales, dan
testimonio de nuestra tendencia a lo cuadrilateral. En
la antigüedad, los chinos jugaban con naipes
circulares.) Las cuatro criaturas simbolizan el
zodíaco, pero se derivan de forma más directa de la
visión de Ezequiel en el Antiguo Testamento,
repetida posteriormente en la Revelación.

De los cuatro simbolismos, los dos que se


refieren más directamente a los Arcanos Menores son
los cuatro elementos de la alquimia medieval y las
cuatro letras del nombre de Dios en hebreo, el
Tetragrámaton. Nuestro moderno concepto de los
elementos atómicos se deriva de una idea más
temprana (que se originó en la antigua Grecia), según
la cual todas las cosas en la naturaleza se han
formado a partir de cuatro constituyentes básicos:

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fuego, agua, aire y tierra. Y no solamente
encontramos esta idea en Europa, sino también en
culturas tan diversas como las autóctonas de China y
de América del Norte. Los elementos cambian en
ocasiones; a veces, los números cambian también de
cuatro a cinco, agregando el «éter» o Espíritu a los
cuatro elementos de la naturaleza (de la misma
manera que muchas culturas agregan el «centro»
como una quinta dirección). El concepto básico, sin
embargo, sigue siendo el mismo: que todo puede ser
reducido a sus partes básicas, que el mundo combina
esas cualidades fundamentales de infinitas maneras.

En la actualidad llevamos mucho más lejos esa


idea; reducimos toda la materia a partículas
subatómicas (dejando totalmente de lado la idea de
Espíritu, a no ser en ciertas teorías rarificadas de la
física contemporánea) y consideramos
desdeñosamente los «elementos» medievales como
combinaciones químicas muy complejas. Sin
embargo, estamos muy equivocados si pensamos que
el antiguo sistema ya no puede enseñarnos nada. Pues
algo que caracteriza a la antigua visión —y, de hecho,
a las visiones de casi todas las culturas previas a la
nuestra occidental y moderna— es la no-separación
entre teorías y valores de orden físico, espiritual,
moral y psicológico. Para nosotros, el significado
espiritual del elemento helio, digamos por poner un
ejemplo, es mínimo, cuando no simplemente

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inexistente. Para los pensadores medievales, el
elemento Fuego sugería una vasta gama de
asociaciones. Evidentemente, sería un error rechazar
los grandes logros cognoscitivos de lo que llamamos
la ciencia moderna, pero tampoco deberíamos
rechazar las intuiciones de épocas anteriores.

En el Tarot, los cuatro elementos se presentan


como Fuego-Varas (Bastos), Agua-Copas, Aire-
Espadas y Tierra-Pentáculos (Oros). Los diferentes
autores suelen dar variaciones de este ordenamiento,
de las cuales la más frecuente es intercambiar Varas y
Pentáculos, sobre la base de que las varas crecen de
la tierra y las monedas se funden sobre el fuego.
Debido a las asociaciones más amplias del fuego y de
la tierra, yo prefiero mantener el ordenamiento más
común. El fuego no es simplemente una herramienta
del hombre, sino una gran fuerza de la naturaleza,
que se muestra de la manera más poderosa en el sol
que hace brotar las varas del suelo. La tierra no sólo
representa el suelo, sino que es, tradicionalmente,
todo el universo material, del cual los Oros no
representan más que una pequeña parte, y los
Pentáculos una mucho mayor.

Si deseamos ver el mundo en función del número


cinco en vez del cuatro, incluyendo el Espíritu como
centro, entonces los, Arcanos Mayores representan el
quinto elemento, el Eter. El hecho de que lo situemos

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aparte de los cuatro elementos Menores simboliza la
intuición de que, de alguna manera, el Espíritu existe
en un nivel diferente del nivel del mundo ordinario.
Al mismo tiempo, el hecho de que para las lecturas
los mezclemos todos nos ayuda a ver que, en
realidad, el Espíritu y la totalidad de los elementos de
la materia operan constantemente juntos. Trabajar
con el Tarot nos ayuda a entender las formas
dinámicas en que el Espíritu confiere significado y
unidad al mundo material. Un verdadero
entendimiento de esta relación tanto en teoría como
en la práctica, constituye un gran paso en el avance
hacia ese «señorío» a que antes hicimos referencia.

Muchos lectores conocerán la simbología de los


cuatro elementos por la astrología, con sus cuatro
«triplicidades»: el Fuego (Aries, Leo, Sagitario), el
Agua (Cáncer, Escorpio, Piscis), el Aire (Géminis,
Libra, Acuario) y la Tierra (Tauro Virgo,
Capricornio). También la psicología junguiana utiliza
los cuatro elementos, relacionándolos con maneras
básicas de vivenciar el mundo. El Fuego representa la
Intuición, el Agua el Sentimiento, el Aire el
Pensamiento, y la Tierra la Sensación.

En la astrología y en el pensamiento junguiano,


los elementos representan tipos y características. En
el Tarot vemos estos tipos reflejados en las cartas
cortesanas. Los palos, como totalidad, muestran más

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bien actividades y cualidades de la vida que rasgos de
la psicología individual. Dicho de otra manera, que si
en una lectura dominan las Varas no diremos que la
persona tiene un carácter «fogoso» sino más bien que
en ese momento está pasando por muchas
experiencias de Fuego. Si estudiamos los cuatro palos
por separado, es precisamente para aprender qué es lo
que queremos decir al hablar de experiencias de
Fuego, Agua, Aire o Tierra. Y en las lecturas los
estudiamos juntos para aprender de qué manera la
vida abarca y combina, en la realidad, todos los
elementos.

A manera de breve resumen, las Varas/Fuego


representan la acción, el movimiento, el optimismo,
la aventura, la lucha, los negocios en el sentido de la
actividad comercial antes que en el de las
mercancías, los comienzos. Las Copas/Agua
representan la reflexión, las experiencias tranquilas,
el amor, la amistad, el júbilo, la fantasía, la pasividad.
Las Espadas/Aire representan el conflicto, las
emociones coléricas o alteradas, la tristeza, pero
también la actividad mental, la prudencia, el uso del
intelecto para entender la verdad. Los
Pentáculos/Tierra representan la naturaleza el dinero,
el trabajo, las actividades rutinarias, las relaciones
estables, los negocios en el sentido de las cosas que
se hacen y se venden. Además, porque los Pentáculos
son signos mágicos, representan lo mágico de la

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naturaleza y lo maravilloso de la vida ordinaria, lo
que no siempre se percibe, pero que con frecuencia
está oculto bajo la superficie.

Si comparamos el Tarot con otro conocido


sistema simbólico, las Varas y las Espadas
representan situaciones «yang» o «activas», en tanto
que las Copas y los Pentáculos representan las que
son «yin» o «pasivas». También podemos sustituir,
con referencia a los Arcanos Mayores, el yang por el
Mago y el yin por la Suma Sacerdotisa. Sea cual
fuere la terminología, estas distinciones se aclaran en
virtud del simbolismo de las imágenes. Tanto las
varas como las espadas se utilizan para golpear; las
copas, por otra parte, cumplen su función recibiendo
y conteniendo el agua, y a su vez los pentáculos, ya
sea en cuanto signos mágicos o en cuanto dinero,
pueden influir sobre el mundo sin moverse
físicamente. De modo similar, el fuego y el aire están
en constante movimiento, mientras que el agua y la
tierra tienden más a la inercia.

Un poco de reflexión, acompañada de un vistazo


a las figuras, nos hará ver cómo estas categorías
separadas se mezclan efectivamente en la realidad.
Tanto las Varas como los Pentáculos tienen que ver
con los negocios, pero tanto las Varas como las
Espadas indican conflicto. Copas y Varas tienden a
las experiencias felices y positivas, en tanto que

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Pentáculos y Espadas suelen representar los aspectos
más difíciles de la vida. Al mismo tiempo, Copas y
Espadas abarcan la gama general de las emociones,
en tanto que Pentáculos y Varas hacen referencia a las
actividades más físicas. Antes que mostrar
separaciones rígidas, las cartas tienden a formar
combinaciones y a la difuminación de todas las
distinciones.

En la primera parte expresé que el estudio de las


lecturas del Tarot nos enseña, por encima de todo,
que ninguna cualidad es buena ni mala, a no ser
dentro del contexto de una situación real. De las
lecturas aprendemos también que ninguna situación,
cualidad ni característica personal existe en forma
aislada, sino solamente en combinación con otras. En
una lectura atendemos primero a las cartas
individuales en sus posiciones individuales, pero
entendemos lo que la lectura nos dice cuando vemos
de qué manera las cartas se fusionan para formar un
diseño completo. De modo similar, estudiamos
individualmente las cartas, pero sólo las entendemos
plenamente cuando las vemos en funcionamiento.

Los diferentes elementos no sólo representan


experiencias diferentes, sino también diferentes
maneras de encarar la vida. Una razón para estudiar
los palos como totalidad es que así se ven las ventajas
y los problemas que plantea cada enfoque. Para cada

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palo, veremos un «problema» y un «Camino hacia el
Espíritu». A modo de ejemplo, el problema para las
Copas es la pasividad, el Camino hacia el Espíritu es
el amor. Por mediación de las diferentes imágenes
vemos cómo las experiencias relacionadas con las
Copas hacen aflorar estas cualidades.

Al disponer las cartas he seguido el ejemplo de


Waite, descendiendo desde el Rey hasta el As, en vez
del procedimiento contrario. Ya que los reyes (como
símbolos tradicionales antes que como realidad
política) tienen la responsabilidad del mantenimiento
de la sociedad, y puesto que el rey da una imagen de
madurez, cada uno de los cuatro Reyes simboliza la
versión más estable y sociable de su palo. Los Ases,
por su parte, significan unidad y perfección. Por lo
tanto, los Ases representan los elementos en su forma
más pura. El As de Varas representa al Fuego como
tal, y todo lo que éste significa, mientras que las otras
trece cartas de Varas muestran algún ejemplo
específico del Fuego, ya sea en una situación (cartas
2-10) o como un tipo de personalidad (las cartas
cortesanas).

En el mazo Rider vemos cada As sostenido por


una mano que sale de una nube. Este símbolo, que se
ve también en otros mazos, nos muestra que cada
elemento es capaz de conducirnos al misterio
espiritual. Nos enseña también que toda experiencia

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es un don, proveniente de una fuente que no podemos
conocer conscientemente, a menos que realicemos el
profundo viaje espiritual que nos mostraron los
Arcanos Mayores. Por esta razón he puesto fin a cada
palo con el As.

El Tetragrámaton
Aparte los cuatro elementos, deberíamos ver
también el otro símbolo implícito en los cuatro palos,
es decir, el del nombre de Dios. Encontramos las
cuatro letras, Yod-Heh-Vau-Heh, dispuestas en la
Rueda de la Fortuna, la décima carta de los Arcanos
Mayores. Con grafía europea, las escribimos YHVH,
o en ocasiones IHVH. Dado que la Biblia no da
vocales para el nombre, de hecho no podemos
pronunciarlo; por lo tanto, simboliza la naturaleza
incognoscible de Dios, la separación esencial entre
Dios y el hombre, característica de la religión
occidental. Distintos autores han asignado los
nombres de Jehová, Jah o Jahvé a estas letras, pero
esto conduce a la confusión. Cuando consultamos los
escritos de los cabalistas descubrimos que las letras
no forman un «nombre», en el sentido humano de
una etiqueta que representa a una persona, sino que

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enuncian una fórmula. Y esa fórmula describe el
proceso de la creación.

El Tetragrámaton y los cuatro elementos no


forman en realidad dos sistemas separados, sino que
son, de hecho, un símbolo unificado. Cada uno de los
elementos pertenece a una letra: Yod-Fuego, Heh-
Agua, Vau-Aire, Heh-Tierra,[1] y cuando aplicamos el
nombre de Dios a los elementos estamos
completando el significado de sus diferencias
simbólicas.

El proceso se desarrolla de la siguiente manera:


Yod, o el Fuego, simboliza el comienzo de cualquier
empresa, la primera chispa creativa, la energía
necesaria para arrancar. En términos míticos, Yod
indica que la chispa divina emerge del Dios
incognoscible. En términos psicológicos, representa
el impulso a empezar algún proyecto específico o una
nueva forma de vida. La primera letra Heh Agua‐
simboliza el comienzo real, cuando la chispa es
«recibida» dentro de un modelo. Míticamente, esto se
refiere al Fuego de Dios que toca las «Aguas de lo
profundo», es decir, el caos existente antes de que
Dios comenzara a reordenar el universo.
Psicológicamente, entendemos que nuestros planes y
esperanzas serán vagos e informes hasta que la
energía del fuego los penetre y nos ponga,
efectivamente, a hacer algo. Al mismo tiempo, la

30
energía inquieta de las Varas no puede beneficiarnos
a menos que le demos un propósito definido.

La tercera letra, Vau, conectada con el Aire,


simboliza el desarrollo del plan, el movimiento
dirigido y con sentido que hace que todo cobre
forma. En su significado sagrado, es el estadio de la
creación en que Dios dio al mundo su forma
fundamental. El aire representa el intelecto, y
psicológicamente Vau indica el proceso mental de
pasar desde un propósito a un verdadero plan que
lleve a la realización del proyecto.

Finalmente, la segunda letra Heh Tierra‐


representa la creación terminada, la cosa misma. En
términos religiosos significa la materia, el universo
físico, aquello que Dios creó por mediación del
proceso de las otras letras. En términos humanos,
significa la consumación del objetivo.

Tomemos el ejemplo de un poema, que no se


puede iniciar sin un impulso hacia la poesía y sin el
deseo de expresar algo. Al mismo tiempo, un deseo
tal no va a ninguna parte a menos que podamos
escoger un tema determinado. En cierto sentido, el
tema «recibe» el impulso de escribir.

Aun así, el poema jamás se realizará a menos que


trabajemos sobre él, valiéndonos del intelecto y

31
escribiendo varios borradores para resolver los
problemas que plantean las imágenes, el ritmo, etc.
Finalmente, el proceso acaba cuando podemos tener
ante los ojos el poema terminado y dárselo a leer a
otros. Un poco de reflexión nos demostrará que la
misma evolución se da respecto de cualquier acción,
ya sea construir una casa, fabricar vino o hacer el
amor.

Es obvio que el último elemento, Tierra, está un


tanto aparte de los otros. El matemático y ocultista P.
D. Ouspensky ha expresado esta relación en el
diagrama siguiente:

Una mirada a las letras hebreas nos ayudará


también a entender el simbolismo. Leídas de derecha
a izquierda, son:

32
‫יהוה‬
Obsérvese cómo Yod, la letra de Fuego, apenas si
tiene forma; se asemeja más bien a un punto, al
destello de un primer impulso. Obsérvese también
que las dos letras Heh recuerdan vagamente tazas o
jarros puestos boca abajo. La primera «recibe» el
impulso, la segunda «recibe» la totalidad del proceso,
y le da forma física. Finalmente, nótese cómo la
tercera letra, Vau, es la extensión de la primera, Yod.
El intelecto —Aire— toma la energía del Fuego y le
imprime una dirección definida.

Al principio puede parecer que el cuarto


elemento, Tierra, puede existir independientemente.
Sin embargo, para que podamos encontrar algún
significado en nuestras posesiones debemos entender
los procesos creativos que les dieron el ser. Cuando
estudiamos los «problemas» que se relacionan con
cada palo, vemos que cada uno se plantea únicamente
cuando apartamos el palo de su relación con los
otros. O, en otros términos, cuando nos volcamos
demasiado hacia una sola dirección en la vida. El
problema del materialismo de la Tierra se

33
contrarresta agregándole Copas para darle
apreciación emocional. En la sección sobre las
lecturas estudiaremos la manera en que se «añade»
un palo a otro.

Las cartas Portales


Si los Arcanos Menores de la baraja Rider nos
sirven principalmente como un comentario de la vida
corriente, no por eso ignoran percepciones más
profundas ni nos apartan de ellas. Por el contrario, la
tendencia filosófica de los naipes nos lleva siempre
en la dirección de las «fuerzas ocultas» que confieren
forma y significado a la experiencia ordinaria. Una
visión verdaderamente realista del mundo (por
oposición a la ideología estrechamente materialista a
la que por lo común se considera «realismo») habrá
de reconocer ta energía espiritual siempre presente
dentro de las pautas continuamente cambiantes del
mundo. Hoy por hoy, gran parte de las principales
corrientes científicas están apartándose de la idea de
que fuerzas tales como el electromagnetismo sean
estáticas y mecánicas, y encaminándose hacia una
imagen que nos las presenta como dinámicas y
constantemente creativas.

34
El mazo Rider estimula positivamente esta
manera de ver, cuya celebración se nos presenta en el
Diez de Copas, y la vemos en la forma más directa en
los Ases, donde cada elemento está presentado como
un don.

Pero el mazo Rider hace algo más que


enseñarnos esta actitud. Ciertas cartas, si se las torna
de la manera correcta pueden ayudar a producirla.
Antes nos referimos ya a la creencia ocultista en que
la contemplación de ciertos diseños geométricos tiene
efectos sobre el cerebro. De modo similar, la unión
meditativa con determinadas cartas de los cuatro
palos nos aportará experiencias que van más allá de
los significados específicos de los naipes.

Son éstas las cartas que yo llamo Portales, debido


a la forma en que nos abren una senda que va desde
el mundo ordinario al nivel interior de las
experiencias arquetípicas. Cada palo posee por lo
menos uno de estos naipes, y donde hay más es en los
Pentáculos. Todas ellas comparten ciertas
características: significados complejos y con
frecuencia contradictorios, y una Extrañeza mítica
que ninguna interpretación alegórica puede penetrar
del todo. Al escoger ciertas cartas para que
desempeñen esta función no intento dar a entender
que otras no puedan hacerlo, sino solamente que

35
según mi experiencia estas cartas, en particular,
actúan de esa manera.

En ocasiones, la Extrañeza de un Portal se hallará


en la superficie, pero en otros naipes sólo se pone de
manifiesto después de haber analizado
intelectualmente la carta. Estos últimos casos
demuestran algo muy importante, a saber, que las
percepciones externas e internas no se oponen entre
sí, sino que más bien se refuerzan. La mejor manera
de aproximarse a una carta Portal es empezar por el
conocimiento de los significados literales y
simbólicos del naipe. Cuando los hayamos recorrido
hasta donde ellos puedan llevarnos, llegaremos a la
senda de la Extrañeza que permite trascenderlos.

El Tarot demuestra muchas cosas, algunas de


ellas muy inesperadas. Estas cosas emergen mediante
la interpretación de las imágenes de sus naipes,
nuestra unión con dichas imágenes en la meditación,
y también mediante la visión de las combinaciones
que se forman en las lecturas. Si se las toma por
separado, las cartas de los Arcanos Menores nos
presentan un vasto panorama de las experiencias
humanas. Juntas, y en unión con las arquetípicas
cartas Mayores, nos conducen a un conocimiento
cada vez más amplio de la cambiante maravilla que
es la vida.

36
LOS ARCANOS MENORES

37
1
Las Varas

De una manera u otra, los seres humanos hemos


tomado virtualmente a la totalidad de la naturaleza
como símbolo de la esencia espiritual de la vida. De
todos los símbolos naturales, el fuego se destaca
como el más poderoso. Hablamos de la «chispa
divina» del alma, de que alguien está «ardiendo de
impaciencia» y, cuando una persona está amargada o
desilusionada, decimos que su entusiasmo «se ha
apagado». Cuando Dios desterró a Adán y Eva del
Jardín del Edén, alejándolos del Árbol de la Vida,
instaló en las puertas un querubín con una espada

38
llameante para guardar la entrada. Con su Caída, los
primeros seres humanos se habían alienado del fuego
celestial. Cuando los yoguis, mediante la meditación
y el ejercicio, hacen que se eleve la kundalini, o
fuerza espiritual, experimentan este ascenso como un
gran calor que sube por la columna vertebral. Y en el
mundo entero, los chamanes demuestran su poder
espiritual convirtiéndose en señores del fuego,
danzando entre las llamas o llevando brasas ardientes
en la boca.

El fuego representa la esencia vital de la vida,


que anima nuestro cuerpo. Sin él nos convertimos en
cadáveres. El famoso fresco de la Creación, de
Miguel Ángel, nos muestra una chispa que pasa del
dedo de Dios al de Adán. Para describir los cambios
químicos que sufre la comida en el estómago
decimos que el cuerpo «quema combustible». El
fuego simboliza la energía misma de la existencia.
Porque se eleva, tendiendo constantemente hacia lo
alto, el fuego representa el optimismo, la confianza,
la esperanza. Para dar a los seres humanos un toque
de inmortalidad e inmunizarlos ante las amenazas de
aniquilación de Zeus, Prometeo dio a los hombres el
fuego.

Como los Arcanos Menores se ocupan


principalmente de la variante externa de la
experiencia, las Varas tienden a enseñar cómo se

39
muestra el fuego interior en la vida ordinaria.
Además del conocimiento específico que de él se
obtiene, un estudio de los Arcanos Menores
demuestra cómo la experiencia terrenal se deriva de
una base espiritual.

Las Varas, pues, representan antes que nada el


movimiento. Ya sea que pierdan o que ganen, las
Varas están en una pugna constante, no tanto a causa
de problemas u objetivos reales, sino por simple amor
al conflicto, a la ocasión de usar toda esa energía. En
cuestiones de negocios, las Varas representan el
comercio y la competencia; en amor simbolizan el
romance, la declaración amorosa, el acto de conquista
de un enamorado, antes que la propia emoción
amorosa. Las Varas nos inducen a encarar la vida
activamente y con ilusión.

Cuando el éxito de las Varas es demasiado, como


sucede con el Rey o con la figura del naipe Dos,
puede adueñarse de ellas la melancolía, porque las
recompensas del éxito pueden inmovilizarlas. En
otros momentos, como con el Nueve o el Diez, hacen
que el hábito de pelear o de asumir todos los
problemas las ciegue para otras alternativas más
pacíficas.

Sin embargo, la influencia de las Varas nos


muestra sobre todo gente que gana sus batallas.

40
Mediante las Varas encontramos el Camino hacia el
Espíritu en el movimiento, la acción, el vivir por el
gozo de vivir. Encuentran su expresión más poderosa
en el Cuatro, al salir danzando de la ciudad
amurallada para celebrar el poder vivificante del Sol.

Y sin embargo, con toda esa energía vitalizadora


que se expresa en el poder del Sol para extraer,
literalmente, la vida de la tierra, el fuego también
destruye. Si no se la controla y se la dirige, esa
energía calcina el mundo. Por eso vemos que todas
las cartas cortesanas de Varas están, de pie o
sentadas, en un desierto. A pesar de su optimismo y
de su avidez, las Varas necesitan la influencia
suavizante de las Copas, porque sin agua, el sol del
verano no aporta más que sequía. De las Copas
proviene, pues, un sentido de profundidad así como
la capacidad de sentir y no sólo de actuar. De las
Espadas obtenemos un sentimiento de planificación y
dirección para toda la energía. De las Espadas
proviene también una conciencia del dolor y del
sufrimiento, que equilibra el optimismo de las Varas
y su espíritu de conquista. Y de los Pentáculos nos
viene un sentimiento de estar arraigados en el mundo
real, una capacidad de disfrutar de la vida y no
solamente de triunfar sobre ella.

41
El Rey

Tradicionalmente, en las lecturas, las cartas


cortesanas de cada palo representan personas que han
de influir sobre la vida del sujeto, pero aunque con
frecuencia es realmente así, estos naipes también
pueden simbolizar al propio consultante. Si se las
toma aisladamente, es decir, fuera del contexto de
lecturas específicas, las dieciséis cartas cortesanas
ofrecen un abanico más amplio de caracteres
humanos. Ya sea en una lectura o tomada
aisladamente como objeto de estudio, cualquiera de
las cartas cortesanas indica una persona que tiene o
expresa las cualidades simbolizadas por el naipe.

42
Un Rey (o un Caballero, o un Paje) no significa
necesariamente un hombre, ni una Reina una mujer.
Muestran, más bien, las cualidades y actitudes
simbolizadas tradicionalmente por esas figuras. Las
funciones sociales específicas de un rey, de una reina
o de un caballero evocan determinadas experiencias y
responsabilidades, que son las que las cartas
simbolizan con no menor frecuencia que la edad o el
sexo.

También debemos evitar la idea de que una carta


podría simbolizar a un individuo durante toda la vida,
en el sentido de que se pueda decir de alguien «Es la
Reina de Varas», creyendo que así se resume la vida
de la persona. Alguien puede pasar durante un mes
por una fase de Reina de Espadas, y al mes siguiente
convertirse en un Caballero de Copas, o bien tener
simultáneamente ambas vivencias en diferentes
aspectos de su vida.

Un rey es un gobernante, responsable del


bienestar de la sociedad. En el mazo Rider los cuatro
Reyes llevan debajo de la corona lo que Waite llama
un cap of maintenance[2]. Tradicionalmente, al rey le
corresponde la responsabilidad del mantenimiento
[maintenance] de su pueblo. Por consiguiente, todos
los Reyes representan al mismo tiempo el éxito
(porque el rey, finalmente, es supremo) y la
responsabilidad social.

43
El Rey de Varas expresa estas cualidades en los
términos que le marca su palo. Indica una persona de
mentalidad fuerte, capaz de dominar a otros mediante
su fuerza de voluntad. Su poder se deriva de una
sólida fe en su propia justicia. Él sabe la verdad; sabe
que su método es el mejor, y considera simplemente
natural que los demás lo sigan.

Al mismo tiempo, muestra la energía de las Varas


controlada y convertida en proyectos útiles o en
carreras a largo plazo. La naturaleza aventurera de las
Varas puede hacer que una persona así se sienta
incómoda en este papel. El Rey se inclina hacia
adelante en su trono, como si quisiera levantarse de
un salto para correr en busca de experiencias nuevas.

Es sincero por naturaleza, ya que no ve razón


para mentir ni valor en las mentiras. Es positivo y
optimista por la misma razón; la energía de las Varas
arde con tanta fuerza en él que no entiende por qué
nadie habría de expresar actitudes negativas.

Una personalidad tan fuerte puede mostrar


tendencia a la intolerancia; es incapaz de entender la
debilidad o la desesperación, porque son cosas de las
que él mismo no ha tenido experiencia. Este lado
impaciente del Rey podría definirse con el lema: «Si
yo puedo, tú también.» En cierta ocasión, en una
lectura, vi una expresión muy justa de lo que se solía

44
llamar «la brecha generacional»: el Rey de Varas y el
Loco, ambos llenos de energía, y sin embargo, uno de
ellos es la esencia de la responsabilidad, y el otro la
pura imagen del instinto y de la libertad.

Dos símbolos dominan la carta: el león, emblema


de Leo, y la salamandra, un lagarto legendario del
que se creía que vivía en el fuego. Los dos
representan lo terrenal y lo espiritual, ya que mientras
que Leo indica los rasgos de personalidad que
pertenecen al Fuego, la salamandra era uno de los
símbolos favoritos de los alquimistas. En su mejor
aspecto, el Rey es el señor del Fuego creativo. Con su
sentido del compromiso social, lo ha domesticado y
puesto a nuestro servicio. Obsérvese que las
salamandras que adornan el manto se muerden la
cola. El círculo cerrado significa madurez y
completamiento. Compárese esta imagen con la
túnica del Caballero, donde la boca de las
salamandras no les llega a la cola.

Invertida

Cuando invertimos una carta alteramos en algún


sentido su significado principal, como si el impacto
original se hubiese bloqueado o vuelto a canalizar, o
en algunos casos, como si hubiera sido liberado.

45
Algunos comentaristas del Tarot prefieren hacer caso
omiso de los significados invertidos, y es verdad que
en la meditación o en la actividad creativa
consideramos generalmente todas las cartas como si
estuvieran en posición normal. Pero para las
consultas o el estudio, los significados invertidos
duplican con creces los significados posibles en el
mazo. Al mostrarnos el naipe desde un ángulo
diferente, nos dan una comprensión más amplia de lo
que éste realmente significa.

En una lectura, si una carta cortesana se refiere a


una persona específica (por su tipo físico, digamos,
más bien que por las cualidades del naipe), al
aparecer invertida indica que esa persona está
perturbada o bloqueada, o quizá que tiene una
influencia negativa sobre el sujeto. Por otra parte, si
consideramos las cualidades de la carta, cuando está
invertida muestra dichas cualidades alteradas.

En posición normal, el Rey nos muestra a alguien


poderoso e imponente, que sin embargo suele ser
intolerante con las debilidades ajenas. Si está
invertida, la carta nos muestra ese fuego natural
después de que ha tropezado con obstáculos e
inconvenientes que podrían haber asustado o volcado
hacia el cinismo a una persona menos enérgica. Pero
como él es el Rey de Varas, no pierde su fuerza sino
que la atempera, muestra más comprensión hacia los

46
otros y, al mismo tiempo, se endurece en su actitud
hacia la vida, que ya no se le aparece como una
contienda tan fácil. Aquí es muy adecuada la fórmula
de Waite: «Bueno pero severo, austero a la vez que
tolerante.»

La Reina

La Reina representa el yin, es decir, las


cualidades receptivas de cada elemento. Muestra más
bien una apreciación de ese elemento que el uso
social que el Rey hace de él. Esto no significa que las
Reinas indiquen debilidad, ni tampoco inacción, sino
que el elemento se ha traducido en sentimiento y
comprensión.

47
Repitamos que no hay por qué aplicar estas
cualidades solamente a las mujeres. Si en una lectura
vemos que la Reina identifica a una persona sólo por
el tipo físico, entonces naturalmente la Reina
significa una mujer. Pero si deseamos aplicar las
cualidades simbólicas a alguien, entonces cualquiera
de las cartas cortesanas puede representar una mujer
o un hombre. Y aparte de las lecturas, la Reina de
Varas representa una apreciación determinada de la
vida.

En contraste con la ansiedad y la impaciencia del


Rey, la Reina ocupa su trono como si estuviera
plantada en él. Su corona está en flor, el vestido es
del color del sol. Entre todas las Reinas, ella es la
única que está sentada con las piernas separadas,
como signo de la energía sexual. Muestra una
apreciación de la vida muy propia del Fuego, cálida y
apasionada, muy sólidamente puesta en el mundo.
Como el Rey, es sincera y directa; para ella no tienen
sentido el engaño ni la mala fe. Más sensible que el
Rey, se permite amar la vida y al prójimo, y
considera que el control y la dominación no tienen
más valor que el cinismo.

Un gato negro vigila el trono. En el folklore


cristiano, el Diablo dio a una bruja un gato negro para
que la salvaguardara de ataques. Aquí, el significado
es menos melodramático. A veces, si una persona

48
ama la vida, parece que el mundo le respondiera,
protegiéndola de daños y proporcionándole
experiencias jubilosas. No somos capaces de entender
cómo sucede tal cosa sin alcanzar el complejo
conocimiento interior del universo que simbolizan las
últimas cartas de los Arcanos Mayores. Sin embargo,
es algo que puede suceder, y el gato negro nos
muestra esta respuesta de la naturaleza a alguien que
se aproxima a ella inundado de fogoso júbilo.

Invertida

Como sucedía con el Rey, cuando la Reina


aparece invertida muestra la reacción de una persona
así ante la contrariedad y el dolor. La naturaleza
básicamente buena y las actitudes positivas de la
Reina, lo mismo que su energía, la vuelven
inapreciable en situaciones de crisis o desastre.
Podemos ver en ella el tipo de persona que se hace
cargo de llevar una casa cuando sus habitantes pasan
por un momento de crisis, y que al mismo tiempo les
ofrece consejo, ayuda y apoyo emocional, todo ello
como fruto de un impulso natural y no de un
sentimiento del deber.

Al mismo tiempo, esta naturaleza bondadosa


exige que la vida le responda de manera positiva.

49
Demasiados desastres o una oposición demasiado
encarnizada de la vida (y el punto débil de estas
personas puede ser la tendencia a considerar que la
vida es «injusta») suelen hacer que aflore una vena
peligrosa: la persona puede amargarse, empezar a
mentir, ser infiel o ponerse celosa.

El Caballero

Los Caballeros traducen la cualidad de cada palo


en movimiento. La energía que en el Rey veíamos
como un logro, y como conciencia en la Reina,
irrumpe aquí en una etapa previa. En los Caballeros
vemos las maneras de funcionar de cada elemento. Al
mismo tiempo, los Caballeros carecen de la seguridad
y la estabilidad de los Reyes y las Reinas.

50
Porque el Fuego mismo simboliza el
movimiento, el Caballero de Varas muestra esta
cualidad en forma extrema. Dicho con palabras de
algunos comentaristas, es «Fuego de Fuego» o
«Fuego exaltado». Representa la ansiedad, la acción,
el movimiento por el movimiento mismo, la aventura
y los viajes. Sin alguna influencia que la ate a la
tierra, toda esta excitación puede disiparse mientras
el Caballero intenta volar en todas las direcciones a la
vez. En conjunción con un sentimiento de finalidad y
con la ayuda de alguna influencia de Aire en la
planificación, el Caballero de Varas puede
proporcionar la energía y la confianza en sí mismo
necesarias para un logro importante.

Obsérvese que las salamandras de su túnica no se


muerden la cola, lo que simboliza una acción
incompleta, planes que no llegan a cobrar forma. En
contraste con el Rey, el Caballero no ha hecho más
que iniciar sus aventuras.

Invertida

Imaginémonos al joven Caballero. A diferencia


del guerrero experimentado, el joven busca el
combate a la menor oportunidad, porque necesita
demostrar y demostrarse su coraje y su fuerza. Y sin

51
embargo, es fácil desmontarlo de su caballo. Al no
haberse puesto aún a prueba, toda esa ansia está
teñida de cierta fragilidad. La oposición lo confunde,
e incluso es causa de que sus grandes proyectos se
desplomen estrepitosamente en torno de él. Como
espera que todo caiga ante él, es probable que se
encuentre básicamente en desarmonía con las
personas o las situaciones que lo rodean. Sus
acciones se ven interrumpidas a medida que se
encuentra con que su naturaleza básicamente buena
no concuerda con las personas y las situaciones. En
una lectura, por lo tanto, el Caballero invertido es
símbolo de con fusión, proyectos que se desvían,
colapso y desarmonía.

El Paje

52
Los Pajes representan la cualidad de cada palo en
su estado más simple, en el puro disfrute de sí mismo
de una manera más leve y más juvenil que la de la
madura Reina. Físicamente, los Pajes hacen
referencia a niños. En relación con los adultos,
indican un momento en que una persona experimenta
algún aspecto de la vida simplemente como tal, sin el
condicionamiento de presiones externas. En cuanto
son niños, los Pajes suelen simbolizar los comienzos,
el estudio, la reflexión, las cualidades de los jóvenes
estudiantes.

Como las Varas simbolizan el comienzo, el Paje


de Varas indica especialmente la iniciación de
proyectos, y en particular un anuncio, dirigido al
mundo y a nosotros mismos, de que estamos
preparados para iniciar algo, que puede ser un
«proyecto» (lo que puede referirse tanto a una
relación como a un plan práctico) o una nueva etapa
de la vida. En un nivel más simple, el Paje puede
representar un mensajero, un mensaje o una
información. En situaciones emocionales, la simple
ansia del Paje alude a fidelidad en el amor o en la
amistad.

Invertida

53
Más calmo que el Caballero, al Paje los
problemas no lo sacuden tanto, pero sí lo sumen en la
confusión y la indecisión. Su ansia por comenzar
tropieza con complejidades, cuando no con una
oposición directa que lo deja asustado e incapaz de
expresarse. Como sus cualidades básicas son la
simplicidad y la fidelidad (obsérvese que muchas de
las salamandras de su traje están cerradas, lo que no
significa proyectos terminados como en el caso del
Rey, sino más bien una simple integridad del ser),
cuando está indeciso puede mostrarse inestable y
débil. La persona a quien apunte esta carta necesita
ya sea alejarse de la complejidad o bien alcanzar la
madurez suficiente para enfrentarse con ella. La
indecisión continuada no puede conducir más que a
un mayor debilitamiento de la resolución y de la
confianza en sí mismo.

El Diez

54
Al estar tan relacionadas con el movimiento y la
acción, las Varas suscitan problemas. Constantemente
en conflicto, llegan a atraer enemigos y dificultades.
Esto proviene en parte de la falta de propósito y de
plan, pero también del placer secreto que las Varas
obtienen de cualquier contienda.

El Diez nos muestra, superficialmente, la imagen


de una persona cargada y oprimida por la vida, y
especialmente por la responsabilidad. La avidez
propia de las Varas la ha llevado a complicarse en
tantas situaciones que ahora, paradójicamente, esa
misma energía está aplastada por los compromisos y
los problemas. El hombre quiere ser libre de viajar,
de buscar la aventura y compromisos nuevos, pero en
cambio se encuentra, como el joven universitario de
un barrio periférico, atrapado en una red de
responsabilidades interminables —financieras,

55
familiares, laborales— que el mismo se ha creado. Y
no es que lo haya planeado; todo eso creció en torno
de él.

Vemos aquí el gran problema de las Varas. La


energía del Fuego actúa sin pensar, aborda problemas
nuevos simplemente porque éstos la estimulan. Pero
esas situaciones y responsabilidades no desaparecen
cuando la persona se aburre de ellas y quiere pasar a
algo nuevo. Se mantienen, y son capaces de anegar el
fuego que pareció conquistarlas.

En las situaciones emocionales, la carta nos


muestra a la persona que carga con todo el peso de
una relación. Hombre o mujer, y sean cuales fueren
los problemas, los conflictos y la insatisfacción, es
ella quien intenta suavizarlos. Con la espalda
inclinada, se esfuerza por mantener en marcha la
relación, en tanto que probablemente, la(s) otra(s)
persona(s) ni reconoce(n) siquiera lo que está
pasando.

Tanto en las situaciones prácticas como en las


emocionales, la persona ha asumido sobre sí la carga.
Es ella —o él— quien ha creado la situación, y es
necesario que se dé cuenta de que todavía son
posibles otras formas de abordarla. En situaciones
así, es probable que las cargas no sean del todo
reales, o por lo menos que se las pueda evitar; de

56
hecho, pueden servir como excusa para no hacer nada
realmente constructivo, como podría ser apartarse de
una situación negativa.

Invertida

Como muchas cartas, ésta tiene más de un


significado posible, especialmente cuando está
invertida. En una lectura es Posible determinar
parcialmente el significado más apropiado (aunque a
veces puede ser válido más de uno, como en el caso
de una opción) por mediación de las otras cartas y en
parte también mediante una intuición que sólo puede
desarrollarse con la práctica. En el estudio, esta
diversidad de significados demuestra el hecho de que
una situación puede cambiar de múltiples maneras.

En el caso más simple, el Diez de Varas invertido


indica que las cargas se han incrementado en número
y en peso, hasta tal punto que pueden aplastar, ya sea
física o emocionalmente, a la persona. Al mismo
tiempo, el naipe puede significar que la persona se ha
liberado de las cargas (quizá porque se le habían
hecho excesivas para soportarlas). A partir de aquí, la
situación vuelve a ramificarse. El o la consultante,
¿arroja los palos porque se ha dado cuenta de que
puede usar para mejor fin la energía? ¿O solamente

57
se rebela contra las responsabilidades, sin hacer en
realidad nada constructivo? Una mujer a quien una
vez le hice una lectura describió la situación como
cuestión de tirar los palos hacia adelante o hacia
atrás. Si los tiramos hacia atrás, intentamos seguir
una dirección nueva; tirarlos hacia adelante en
cambio, significa que volveremos a recogerlos y
seguiremos avanzando penosamente por el mismo
camino.

El Nueve

Los Nueves enseñan la forma en que cada palo


encara los problemas y los compromisos que éstos
exigen. El Fuego implica gran fuerza, poder físico y
un estado de alerta mental. Emocionalmente, sin

58
embargo, esta predilección por la pelea puede atrapar
a las Varas en pautas conflictivas. En el Nueve
volvemos a ver la imagen de alguien que se ha
enfrentado con mucha oposición de los otros y de la
vida; pero en vez de aceptarla, se ha defendido. El
hecho de pelear ha desarrollado sus fuerzas, y por eso
el naipe nos muestra un hombre musculoso y de
mirada atenta. Las Varas que hay detrás de él pueden
representar los recursos con que cuenta en la vida, o
también los problemas que le acechan. Sea como
fuere, él está listo para la próxima pelea.

Obsérvese, sin embargo, la rigidez de la postura,


el hombro contraído y levantado. Obsérvese también
la venda que le rodea la cabeza, indicando una herida
psíquica. El combatiente no es una persona completa.
Ya sea por necesidad o por hábito, ha excluido toda
conciencia de una vida más allá del conflicto, y ahora
no busca otra cosa que la próxima pelea, mientras sus
ojos ven únicamente al enemigo, a veces incluso
después de que el enemigo se ha rendido.

Invertida

Nuevamente, alternativas. En primer lugar, la


defensa falla. Los obstáculos y los problemas crecen
demasiado para que él, con su fuerza, pueda

59
mantenerlos a raya. Existe, sin embargo, otro
significado: ir en busca de un enfoque diferente.

No debemos dar por sentado que la carta nos


aconseja siempre que abandonemos la lucha.
Abandonar la actitud defensiva significa correr un
gran riesgo, porque, ¿qué su cede si los problemas
que hemos mantenido a distancia durante tanto
tiempo se precipitan sobre nosotros? El contexto lo es
todo, y en ocasiones el contexto exige esos hombros
poderosos y esos ojos penetrantes. Y sin embargo,
obsérvese cuánta energía desperdicia la persona en el
simple hecho de mantenerse tensa y dispuesta para el
combate. En consultas específicas, las verdaderas
implicaciones de este naipe sólo pueden aclararse
viendo cómo se combina con las otras cartas.

El Ocho

60
El fuego implica rapidez y movimiento. Y
aunque en ocasiones este movimiento carezca de
dirección, aquí vemos la imagen de un viaje que toca
a su fin, o de cosas que se completan. Cuando el
Fuego encuentra su objetivo, los proyectos y las
situaciones llegan a un final satisfactorio. Las Varas
han llegado a tierra. Por consiguiente, la imagen de
esta carta implica la adición de Pentáculos como
fundamento de la energía de las Varas.

Con disposición romántica, Waite las llama


«flechas de amor». Podemos verlo especialmente con
un significado de acción que se emprende en un
contexto amoroso o de seducción, o de declaraciones
formuladas y aceptadas.

Invertida
61
Si está dada vuelta, la imagen pasa a ser de
continuidad, de una situación en que nada finaliza,
especialmente cuando se desea un final. Una
situación o actitud que simplemente se mantiene sin
que se aviste conclusión alguna. Si no se puede evitar
una situación así, entonces es bueno reconocerla y
aceptarla, en vez de permitir que nos cause
frustración o decepción. Por otra parte, hay ocasiones
en que nosotros mismos podemos producir esa
calidad «de estar en el aire», esperando que una
situación siga sin resolverse. Una de las posiciones
más importantes en una lectura es la que se llama
«Esperanzas y Temores»: con mucha frecuencia,
resulta ser una profecía que se autorrealiza.

Las flechas de amor, cuando están invertidas, se


convierten en flechas de discusión y de celos. Los
celos pueden provenir de la incertidumbre y de la
confusión, tanto en nuestros sentimientos como en
los de la otra persona.

El Siete

62
Como el Nueve, ésta es una carta de conflicto,
pero aquí vemos la batalla como tal, y el efecto es
estimulante. Con la fuerza y el carácter positivo que
les son propios, las Varas esperan ganar, y
generalmente ganan. Por obra del conflicto activo, la
figura representada en este naipe se alza, por encima
de cualquier depresión, en el aire claro y
embriagador. En cierto sentido, esta carta muestra un
antecedente del Nueve. Nos ponemos a la defensiva y
nos comprometemos a pelear gracias a una
experiencia anterior victoriosa, de estar en la cima.
Mientras la pelea continúa, disfrutamos de ella.
Quienes están bajo la influencia de las Varas
necesitan saber que están vivos, precisan esa descarga
de adrenalina que les muestre que el Fuego sigue
circulando en sus venas. Sólo más tarde llega a
aislarlos el hábito constante de la batalla.

63
Invertida

Tal como lo sugiere la imagen, la persona está


usando la excitación del conflicto para superar la
incertidumbre y la depresión. La carta invertida
indica estar sumido en la ansiedad, la indecisión, la
confusión. En la posición normal, expresaba no tanto
que el sujeto tuviera el control de su vida como que
conseguía «mantenerse a flote» sobre ella. En la
posición invertida, ya no puede seguir postergando
las contradicciones. Por encima de todo, la carta
previene contra la indecisión, y sugiere que, si la
persona puede dar a la acción un rumbo definido, la
natural confianza en sí mismo de las Varas volverá a
superar las ansiedades y los problemas externos.

El Seis

64
A medida que van descendiendo hasta el As, las
Varas se fortalecen. El acento se desplaza de los
problemas a la alegría, de la actitud defensiva al
optimismo, hasta que con el As llegamos a
unificarnos con el Fuego dador de vida. El Seis
señala un punto de inflexión. En el sistema del Alba
Dorada, la carta lleva el nombre de «Victoria», y en
ella vemos realmente un desfile de victoria, en que el
héroe, coronado de laureles, va rodeado por sus
seguidores. Sin embargo, no ha llegado todavía a su
destino. (Esto es, naturalmente, una ficción; lo mismo
podría estar regresando a casa. En este punto sigo a
Waite.) Está dando por sentada la victoria. El
optimismo produce, precisamente, el éxito que espera
y desea.

Con frecuencia, aunque no siempre por cierto, se


requiere solamente una auténtica fe en nosotros

65
mismos para encontrar la energía necesaria para
realizar lo que queremos. Es más, es esa fe lo que ha
de inspirar a nuestros seguidores. El Seis (de
cualquier palo) tiene que ver con la comunicación y
los dones. Aquí, las Varas otorgan a la gente que las
rodea la fe que el Fuego tiene en la vida.

Invertida

El verdadero optimismo crea la victoria. El falso


optimismo, que encubre nuestras dudas con la
fanfarronería o el autoengaño, conduce al miedo y a
la debilidad. La actitud que muestra la carta cuando
está en posición normal no puede ser fingida, porque
cuando el optimismo no funciona se convierte en su
opuesto: en derrotismo, en la sensación de que los
enemigos nos abrumarán, o de que la vida —o una
persona determinada— habrá de traicionarnos de
alguna manera. Esta actitud se convierte con
demasiada frecuencia en una profecía que se
autorrealiza, porque la sospecha puede inducir a la
traición.

El Cinco

66
Nuevamente aparece el conflicto, pero más leve.
Es parte de la naturaleza de las Varas ver la vida
como una batalla, pero en su mejor sentido la batalla
se convierte en una pugna emocionante, que se busca
ansiosamente. Los Cincos, en general, muestran
alguna dificultad o pérdida, pero el elemento Fuego
convierte los problemas en competidores, viéndolas
como una manera que tiene la gente de comunicarse
con la sociedad, y también entre sí. Los jóvenes
pelean, pero no para hacerse daño. Como niños que
jugasen a los caballeros, golpean unos con otros sus
palos sin pegar realmente a nadie. No tienen la
intención de destruir, sino sólo de competir por el
puro gozo de la acción.

Invertida

67
En posición normal, la incitante competición
lleva implícito un sentimiento de las reglas y del
juego limpio, porque sin acuerdos conocidos se
vuelve imposible hacer de la pugna un juego.
Invertido, el naipe indica que se abandonan las
reglas, que de hecho la batalla ha asumido un carácter
más grave y peligroso. El sentimiento del juego se
convierte en amargura o desilusión en la medida en
que los participan tes tratan efectivamente de hacerse
daño unos a otros. La actitud del Fuego,
especialmente cuando no se ve fortalecida por la
comprensión y la prudencia de las Espadas, exige que
la vida responda positivamente y que no muestre su
aspecto más cruel. El Cinco de Varas invertido vuelve
a traer a la memoria aquello de «el fuego se ha
extinguido».

El Cuatro

68
El número cuatro, con su imagen de la plaza,
implica estancamiento o solidez. Sin embargo, la
irreprimible energía de las Varas no necesita vallas
protectoras como, por ejemplo, los Pentáculos. Es
una energía que no se dejará contener, y por eso
vemos a la gente marchando extáticamente hacia la
más simple de las estructuras, confiando en que el sol
disipará con su ardor cualquier nube perturbadora. La
carta representa un ambiente doméstico rebosante
con el optimismo, la exaltación y el regocijo del
Fuego. Lo mismo que en el Seis, vemos que hay
gente que sigue a los danzarines, pero a diferencia de
lo que pasaba en aquel naipe, donde los soldados
seguían al líder carismático, aquí la gente va
transportada por el júbilo.

Salen de una ciudad amurallada en busca de la


enramada abierta, o dicho de otra manera, su espíritu

69
y su coraje los llevan de una actitud defensiva a otra
de apertura. Podemos contraponer esta imagen a la de
la Torre (figura derecha). Las dos figuras del Arcano
Mayor están vestidas de manera muy similar (incluso
en lo que se refiere a las túnicas azul y roja) a las dos
que aparecen en el Cuatro de Varas. En sus
significados menos esotéricos, la Torre muestra la
explosión que resulta cuando la gente deja que una
situación represiva o desdichada se mantenga hasta
alcanzar un nivel intolerable. En el Cuatro de Varas,
el optimismo y el amor a la libertad llevan al pueblo,
unido, a salir de su ciudad amurallada antes de que
ésta se les convierta en una prisión como la Torre.

Invertida

Waite dice que esta carta no cambia aunque esté


al revés. El júbilo es tan poderoso que no se lo puede
bloquear. Pero igualmente podríamos añadir que el
Cuatro Invertido seguramente indica, como el Sol en
los Arcanos Mayores, que la felicidad en el ambiente
no es tan obvia. Como sucede con la familia del Diez
de Pentáculos, es probable que las personas que este
naipe simboliza necesiten aprender a apreciar lo que
tienen. Existe otra posibilidad: que la felicidad en el
medio que rodea a la persona sea fuerte, pero no

70
ortodoxa, por lo menos en relación con las actitudes y
expectativas de otras personas

El Tres

El número tres, en cuanto une en una nueva


realidad al uno y al dos (como la Emperatriz en los
Arcanos Mayores), indica combinaciones y logros.
En cada palo, muestra el elemento que le es propio en
su madurez. Con las Varas, esto significa realización.
La figura se nos muestra fuerte, pero calma, no
amenazada. Los jóvenes competidores del Cinco han
alcanzado el éxito, especialmente en los negocios, la
carrera, etc., aunque la carta implica también
madurez emocional. El ansia de las Varas no
desaparece, pero aquí el personaje envía sus naves a

71
explorar nuevos territorios mientras él se queda atrás.
En contraste con el Caballero, la imagen hace pensar
en mantener una base sólida en lo que ya hemos
realizado, mientras seguimos abriendo en nosotros
mismos territorios e intereses nuevos. A veces, en
una lectura, esto puede significar el mantenimiento
de un compromiso básico con las relaciones
existentes, sin por eso dejar de buscar nuevos amigos
o amantes.

Algunas cartas del Tarot adquieren significados


especiales que solamente son válidos para situaciones
específicas. A una persona perturbada por el pasado o
que está aún en pugna con él, el Tres de Varas puede
indicarle que llegará a hacer las paces con sus
recuerdos, que son como barcos que atraviesan un
ancho río para después salir al mar. El sol poniente,
símbolo de satisfacción, ilumina el río —que
simboliza la vida emocional de una persona— con
una cálida luz dorada.

En el Tres de Varas vemos la primera de las


cartas Portales (el palo de Varas, con su énfasis
puesto en la acción, contiene menos de estas cartas
«intimistas» que cualquiera de los otros).
Metafísicamente, el mar siempre ha suscitado en los
seres humanos la sensación de la vastedad y del
misterio del universo, mientras que los ríos
simbolizan la experiencia del ego al disolverse en ese

72
inmenso Mar. Los barcos representan aquella parte de
nosotros que se aventura en la experiencia profunda,
en tanto que el hombre expresa la importancia de
haber echado raíces en la realidad ordinaria antes de
intentar ningún tipo de viaje metafísico. Esta
explicación esquemática no nos da más que una débil
sombra intelectual de los verdaderos significados del
naipe. Un significado que aflora en la experiencia de
unirnos con la imagen hasta que las naves nos lleven
a los ámbitos desconocidos del sí mismo, del ser
interior. Significativamente, es la adición del Agua y
la Tierra —en la forma del mar y de la roca— lo que
encamina las imágenes hacia el máximo potencial del
Fuego. Pero, pese a ello, la cualidad especial de este
Portal —la de la exploración de lo desconocido—
pertenece al Fuego.

Invertida

Varios significados reflejan la compleja


naturaleza de la carta en posición invertida. Por una
parte, puede aludir al fracaso de cualquier
«exploración» o proyecto (ya sea práctico o
emocional), debido a «tormentas», esto es, a
problemas mayores de lo que habíamos previsto o
esperado. Pero además puede significar llegar a
interesarnos en nuestro medio después de un período

73
de distanciamiento y reflexión, pues la imagen en
posición normal transmite cierta sensación de
aislamiento. Finalmente, puede indicar que a uno le
perturban los recuerdos.

El Dos

Nuevamente una carta de éxito, en mayor medida


aún que el Tres, ya que aquí un hombre está de pie en
un castillo y tiene el mundo en sus manos. Sin
embargo, la carta no es portadora de la misma
satisfacción que el Tres. El hombre está aburrido; sus
logros no le han servido más que para aprisionarlo
(una situación muy desagradable para el Fuego), y el
mundo que sostiene es muy pequeño. Waite compara
ese abatimiento con el de Alejandro, de quien se

74
decía que lloró después de haber conquistado el
mundo conocido, porque entonces ya no se le ocurría
qué más hacer con su vida (su muerte, acaecida poco
después, dio indudablemente más pábulo a esta
leyenda).

El comentario de Waite sugiere que, una vez que


la batalla está ganada, el amor al combate y al
desafío, característico de las Varas, puede dejarlo a
uno sin ninguna satisfacción real por lo efectivamente
logrado. Es obvia la comparación con el Cuatro (lo
mismo que con el Diez), en donde varias personas
danzan, juntas, al salir de una ciudad amurallada.
Aquí, una persona está sola, encerrada por la muralla
de su propio éxito.

Invertida

Aquí encontramos una de las mejores


formulaciones de Waite: «Sorpresa, maravilla,
encantamiento, turbación y miedo.» Todos estos
términos describen a alguien que de un salto se
precipita directamente en la experiencia nueva.
Cuando dejamos atrás las situaciones seguras y los
éxitos pasados para adentrarnos en lo desconocido,
liberamos tanta emoción y energía que no podemos
evitar ni la maravilla ni el encantamiento ni tampoco

75
el miedo que a ambos acompaña. El naipe habla muy
especialmente a las personas que han vivido durante
largo tiempo en alguna situación desagradable o
insatisfactoria, y que finalmente deciden hacer un
cambio en forma imprevista.

El As

Un don de fuerza, de poder, de gran energía


sexual, de amor a la vida. Las hojas brotan con tal
abundancia que se desprenden, convirtiéndose en
Yod, la primera letra del nombre de Dios. La
presencia de letras Yod en todos los Ases, salvo el de
Pentáculos, indica que recibimos estas importantes
experiencias como un don de la vida. No podemos
causarlas ni producirlas por medios normales; nos

76
llegan como manos que salieran de las nubes. Sólo
llegando a los supremos estados de conciencia que
nos muestran las últimas cartas de los Arcanos
Mayores podemos entender las fuentes de esas
irrupciones de energía elemental, pero en las
situaciones ordinarias basta con que sepamos
experimentarlas y apreciarlas.

En los inicios de una situación, ninguna carta


podría señalar mejor comienzo. El As da disposición
favorable y fuerza. Al mismo tiempo, es una carta
que enseña humildad, porque nos recuerda que en
última instancia no hemos hecho nada, moralmente,
para merecer el optimismo y la sobreabundancia de
energía que a veces nos permiten superar a los demás.

Invertida

Un As invertido implica en cierto modo el


fracaso de esa experiencia primaria. Esto puede
significar simplemente que la situación se vuelve en
contra de nosotros o bien, especialmente con las
Varas y las Espadas, que se nos hace imposible
aferrarnos a esa fuerza y usarla de manera benéfica.
Por consiguiente, el As de Varas invertido puede
significar el caos, cosas que se desmoronan, ya sea
porque simplemente todo ha salido así o porque

77
nosotros lo hemos echado a perder con demasiada
energía mal dirigida. Esto puede suceder en un nivel
práctico, por exceso de actividad, por comenzar
demasiadas cosas nuevas sin consolidar los logros
pasados; en el emocional, por haberse confiado
excesivamente en la amistad o simplemente por ser
despótico; o, finalmente, en el sexual, por la negativa
a dominar un apetito sexual demasiado fogoso.

Waite incluyó una lectura mucho más suave para


el As de Varas invertido: «Alegría que se nubla.»
Entonces, este naipe se vuelve como el Cuatro o el
Sol; la maravilla y la felicidad existen aun cuando
nosotros no podamos, o no queramos, verlas ante
nosotros.

78
2
Las Copas

Si el Fuego simboliza la fuerza espiritual que da


vida al universo, el Agua significa el amor que
permite al alma recibir esa fuerza. El sol hace que la
semilla salga del suelo, pero solamente cuando antes
el agua la ha ablandado y alimentado. El Fuego
representa la acción, el Agua la ausencia de forma o
la pasividad. El Agua no es símbolo de debilidad;
más bien representa el ser interior, y ese lento
advenimiento a la vida de la semilla. En situaciones
extremas, fuego y agua son enemigos naturales; una
riada extinguirá un incendio, mientras que una llama

79
puesta debajo de un recipiente convertirá en vapor la
sustancia, de suyo informe, del agua. Al mismo
tiempo, la vida no puede existir ni crecer sin una
generosa mezcla de estos dos primitivos opuestos.

Esta paradoja llevó a los alquimistas y a otros


estudiosos a describir la transformación —que no es
simplemente un cambio, sino una evolución súbita de
un estado fragmentario a uno integrado— como una
unificación del Fuego y el Agua, que se muestra en la
imagen del hermafrodita (en la sociedad tradicional,
con su identificación estricta del sexo y del papel
sexual, ¿qué símbolo de los opuestos podía haber,
más poderoso que el hombre y la mujer?) y, más
simbólicamente, en la estrella de seis puntas. En esta
antigua imagen (muy anterior a su uso moderno
como emblema del judaísmo), el triángulo de Fuego,
que apunta hacia arriba, se une al triángulo de Agua,
en equilibrio sobre el vértice, para formar una imagen
de la vida que se extiende en todas direcciones a
partir de un centro unificado.

Como el agua en un río cambia constantemente,


y sin embargo el río mantiene siempre su carácter
básico, los ríos simbolizan el ser verdadero que se
mantiene constante por debajo de todos los cambios
externos en la vida de una persona. Así, en tanto que
el Fuego simboliza lo que hacemos, el Agua
representa lo que somos.

80
Todos los ríos van a dar a la mar. Por más que
nuestro ego insista en nuestra separación del resto de
los vivientes, nuestros instintos —el lado de Agua
que todos tenemos— nos recuerdan nuestra armonía
con el universo. La cultura occidental ha puesto el
acento en la idea del individuo como algo único y
separado del mundo. El Tarot no niega el carácter
peculiar del individuo —más bien insiste en él,
subrayando estrictamente la intransferibilidad de las
lecturas—, pero describe en cambio al individuo
como una combinación de elementos (una carta
astrológica, con sus doce signos y sus doce casas, nos
enseña la misma lección). Y uno de esos elementos
sigue siendo la conexión básica de la persona con el
resto de la vida.

El palo de Copas muestra una experiencia íntima


que fluye en vez de definir, que se abre en vez de
restringir. Las Copas representan el amor y la
imaginación, el júbilo y la paz, un sentimiento de
armonía y de maravilla. Nos muestran que el amor es
la Vía hacia el Espíritu; tanto el amor que damos a
los demás como el que recibimos de ellos, y de la
vida misma en sus momentos más felices.

En las ocasiones en que la vida exige acción, ya


sea emocional o física, las Copas representan el
problema de la pasividad. Todos los intentos de hacer
algo, o de resolver algún problema complicado, se

81
disuelven en la vaguedad y la apatía, o se quedan en
sueños vacíos. Las Varas confieren energía a las
Copas, las Espadas definen y orientan esa energía
emocional, ayudándole a entender las cosas (aunque
una tormenta de Aire agitará la disposición pacífica
del Agua), mientras que los Pentáculos vuelven a
llevar las fantasías al nivel de los proyectos reales.

82
El Rey

Como el Rey de Varas, el de Copas representa a


su palo en lo que tiene de responsabilidad social,
realización y madurez. Y, como sucedía con el Rey
de Fuego, tampoco para éste su posición de
«mantenedor de la sociedad» es una prenda que le
caiga muy cómoda. Las Copas simbolizan la
imaginación creativa, y para alcanzar el éxito, el
personaje ha tenido que disciplinarse hasta el punto
de llegar a suprimir sus sueños. El pez, símbolo de la
creatividad, le cuelga del cuello, pero no es más que
un ornamento artificial. El Rey ha orientado sus
poderes creativos en busca de logros socialmente
responsables. Waite lo describe como un hombre «de

83
negocios, de derecho, de religión». En cierto sentido,
el Rey ha vencido a su palo; pero el agua necesita
fluir, no estar confinada.

Detrás de su trono, un pez vivo se eleva de un


salto entre las olas, señalando que la imaginación
creativa se mantiene viva aun cuando la hayamos
relegado al último rincón. De modo similar, su trono
flota sobre el mar viviente, y sin embargo, el Rey no
toca el agua (compárese con la Reina), lo que indica
que su éxito se deriva en última instancia de la
creatividad, por más que él haya configurado su vida
de tal manera que lo separe de su propia imaginación,
juguetona y poética.

En su alcance extremo, la imagen hace pensar en


alguien que ha embalsado sus emociones y su
imaginación. Muestra también, con más moderación,
a una persona que expresa esas cualidades, pero no
hace de ellas el centro de su vida. La responsabilidad
está antes que la expresión de sí mismo.

El Rey no está mirando su copa; la sostiene de la


misma manera que sostiene el cetro, símbolo de su
poder. Algunos comentaristas ven en este Rey a una
persona de emociones perturbadas, incluso colérica y
violenta, que habitualmente suprime estos
sentimientos hasta el punto de no tener conciencia de
ellos, y que mantiene siempre un exterior calmo. Esta

84
interpretación proviene de la idea de que los reyes
representan el Aire y, consiguientemente, el Rey de
Copas es Aire de Agua, las emociones perturbadas
del Aire cubiertas por la influencia benigna del Agua.

En algunos contextos, especialmente artísticos, el


Rey asume un significado muy diferente. Como es el
líder de su palo, es capaz de simbolizar el éxito, el
logro, la maestría y la madurez en el trabajo artístico.

Invertida

Más complejo, y probablemente más perturbado


que el Rey de Varas, el Rey de Copas invertido tiende
a la deshonestidad. Cuando está en posición normal,
usa su creatividad para su trabajo; invertido, orienta
sus talentos al vicio o a la corrupción. Los
estafadores también se valen de la creatividad para
progresar en su carrera, pero no diríamos de ellos que
son «responsables».

La carta puesta del revés puede significar que las


emociones violentas del Aire emergen de su calma
exterior, debido quizás a la presión de los
acontecimientos externos. Visto desde un ángulo
romántico, el Rey de Copas invertido puede apuntar a

85
un amante —en ocasiones una mujer, pero con más
frecuencia un hombre— deshonesto y dominante.

Finalmente, en relación con las artes el naipe


invertido puede sugerir que el logro de un artista ha
resultado ser insignificante, o que una persona no ha
madurado todavía y no tiene tras de sí una obra
significativa. En una lectura, este significado final se
destacaría enérgicamente si la carta apareciera en
relación con ciertos Pentáculos invertidos, tales como
el Ocho o el Tres.

La Reina

La de mayor éxito y la más equilibrada de las


Copas, y en ciertos sentidos de todos los Arcanos

86
Menores, la Reina es casi una versión mundana del
danzarín del Mundo. Situada entre la responsabilidad
exterior del Rey y la pasividad del Caballero, muestra
la posibilidad de fundir la imaginación y la acción, la
creatividad y la utilidad social. Su trono, decorado
con sirenas en forma de querubes, se apoya en tierra,
lo que indica su conexión con el mundo exterior y
con las otras personas, una relación más real que la
del Rey. Al mismo tiempo, el agua fluye sobre sus
pies y se confunde con su vestido, lo que significa la
unidad del sí mismo con la emoción y la
imaginación. El agua sugiere también fuerzas
inconscientes —las pautas espirituales subyacentes
que nos muestran los Arcanos Mayores— que
alimentan la vida consciente. La unidad del agua, la
tierra y la Reina implica que no alimentamos a la
Imaginación dándole total libertad de vagabundear a
su antojo, sino más bien encauzándola hacia una
actividad valiosa, una idea que la mayoría de los
artistas suscribirían, y que vuelve a aparecer con más
fuerza en el Nueve de Pentáculos, emblema de las
disciplinas creativas.

Waite describe la copa que la Reina tiene en la


mano como creada por ella misma. Es
(independientemente de lo que podamos pensar de su
estilo) la más elaborada de todas las copas, y
simboliza el logro obtenido mediante el uso de la
imaginación. Obsérvese que tiene forma de iglesia.

87
Hasta la edad moderna (y todavía hoy, en las culturas
más arcaicas), todas las formas del arte expresaban y
glorificaban la experiencia espiritual. La reina mira
con fija intensidad la copa, mostrando el poder de la
voluntad que dirige y modela la fuerza creativa, sin
suprimirla. Al mismo tiempo, su mirada sugiere que
la persona creativa deriva su inspiración para la
actividad futura de sus logros pasados. Compárese la
fiereza de su mirada con el aire soñoliento del
Caballero o con las nebulosas fantasías del Siete.

El poder de la voluntad por sí solo no llegará a


unir la imaginación y la acción. Únicamente el amor
puede dar significado a las acciones de la Reina y
realizar sus objetivos. Estos objetivos no son
simplemente creativos en el sentido estricto del arte,
sino en el otro, más amplio, de hacer algo íntegro y
vivo a partir de las oportunidades y de los elementos
que nos da la vida. Y pueden incluir metas
emocionales, especialmente la familia, porque si el
Rey simboliza la sociedad, la Reina —tanto para los
hombres como para las mujeres— simboliza la
familia.

Lo que es más importante es que en ella se unen


conciencia y sentimiento. Sabe lo que quiere y dará
los pasos necesarios para conseguirlo. Y sin embargo,
actúa siempre teniendo en cuenta el amor.

88
Waite habla de «inteligencia amante y de ahí el
don de la visión», palabras que sugieren que una
visión tan jubilosa de la vida sólo puede llegarnos
como un don, pero el amor puede abrirnos a la
recepción de ese don y permitirnos reconocer su
existencia. Con la inteligencia unida al amor
devolvemos el regalo, adueñándonos de la visión
para hacer con ella algo real y perdurable.

Invertida

En posición invertida, la Reina de Copas rompe


esa unidad de visión y acción. Vemos a una persona
poderosa y con ambiciones, que sin embargo es
peligrosa porque no se puede confiar en ella. El amor
se ha perdido, y con él el compromiso con valores
más elevados que el propio éxito. Si la persona se
aparta un poco más del equilibrio, puede llegar a la
deshonestidad, e incluso a la depravación, por que
sus fuerzas creativas están lanzadas fuera de control.

El Caballero

89
En cuanto figura menos desarrollada que la
Reina o el Rey, el Caballero no ha aprendido a dirigir
su imaginación hacia el mundo. Por lo tanto, los
sueños dominan esta carta, con sus imágenes de una
montura lenta y un jinete perdido en las seducciones
de su copa, símbolo de la imaginación. Al mismo
tiempo, la fuerza creativa es menos poderosa aquí
que en cualquiera de las otras cartas cortesanas de
Copas. Sólo un estrecho río fluye a través de una
tierra reseca. El Caballero no ha aprendido que la
verdadera imaginación se nutre de la acción antes que
de la fantasía. Con esto quiero decir que si no
hacemos nada con ellos, nuestros sueños seguirán
siendo vagos y careciendo de relación con el resto de
nuestra vida.

Algo más podemos señalar en relación con la


ensoñación del Caballero, si nos preguntamos de qué

90
se alimenta. ¿De principios interiores, como en el arte
basado en mitos o arquetipos, o de complacencia en
sí mismo, como sucede con el soñar despierto y con
el arte escapista, ya sea en el cine o en la literatura?
El poeta inglés Samuel Taylor Coleridge distinguía
entre «imaginación» y «fantasía». Ambas apartan la
mente de la experiencia y de las percepciones
ordinarias. Sin embargo, mientras que la primera se
deriva de una percepción de la verdad espiritual
subyacente y conduce a ella, la segunda no produce
más que caprichos que pueden interesar y excitar,
pero que en última instancia carecen de auténtico
significado. Provienen del ego, más que del
inconsciente.

De su copa (compárese con la del Paje) no se


asoma nada. Tampoco el personaje le ha dado la
forma de algo más grande de lo que era, como ha
hecho la Reina. Un Caballero es una figura
comprometida con la acción. El Agua, por otra parte,
simboliza la pasividad. El simbolismo —Fuego de
Agua en el sistema del Alba Dorada— indica que los
elementos no están reconciliados. Al negar este
compromiso básico con el mundo, el Caballero no
permite que su imaginación produzca nada.

Porque es un Caballero, el mundo exterior de la


acción y del sexo puede atraerle incluso mientras él
va en pos de sus pensamientos y fantasías. Su

91
pasividad puede, en ocasiones, ser una pose, casi
exagerada con el propósito de negar las tentaciones y
los deseos que perturban su paz. Desde el punto de
vista del amor, el Caballero puede representar un
enamorado o enamorada que no quiere
comprometerse, que es quizás atractivo, pero al
mismo tiempo pasivo, retraído o narcisista.

Estas duras imágenes del Caballero se refieren


todas a sus conflictos. Al mismo tiempo, el yelmo y
los pies tienen alas, el caballo es brioso en su
lentitud. Y el Caballero se parece a la Muerte (figura
a la derecha), símbolo de transformación. Si no se ve
tironeado por la responsabilidad o el deseo, si va en
pos de una visión auténtica en vez de tratar de eludir
los compromisos externos, entonces el Caballero
puede penetrar muy profundamente dentro de sí
mismo, convirtiendo la energía que le es propia en
una exploración de su propio mundo interior.

Invertida

De diversas maneras vemos que el Caballero


reacciona frente a las exigencias en aumento del
mundo que lo rodea. Ello puede significar
simplemente que se anima a la acción, o bien que
sigue sus deseos más físicos. También puede aludir a

92
que una persona pasiva se ve empujada a la acción o
a un compromiso, y que eso no le agrada. Aun sin
resistirse exteriormente, la persona puede rechazar
esas exigencias. El resultado puede ser una muralla
que se alza entre el Caballero y las personas que le
están haciendo asumir sus responsabilidades. Esta
actitud puede dar como resultado una tendencia
hipócrita o manipuladora y, en ocasiones, mentiras y
jugarretas.

El Paje

Al ser más joven de espíritu, como un niño, el


Paje no sufre el mismo conflicto con la
responsabilidad ni con el deseo sensual. Indica un
estado o un momento en el cual la contemplación y la

93
fantasía son muy adecuadas para una persona. No hay
exigencias externas que perturben la tranquilidad de
su contemplación. Como resultado, el pez de la
imaginación lo mira desde el interior de su copa. Y
él, entretenido, lo mira a su vez sin la necesidad que
tenía el Caballero de penetrar tan profundamente
dentro de sí mismo. Aquí, la imaginación es su propia
justificación.

El pez puede simbolizar también sensibilidad y


poderes psíquicos. Y como los Pajes tienen cierta
condición estudiantil, el de Copas puede señalar a
alguien en quien están desarrollándose estos poderes,
ya sea mediante un programa de estudio y meditación
o porque esos talentos están apareciendo por sí solos,
pero de manera pacífica.

Invertida

En la posición normal hemos visto a una persona


que dejaba burbujear ante sí su imaginación. Como el
personaje no hace nada con ellas, sus fantasías no le
traen problemas. Pero si intenta actuar en función de
ellas, pueden conducirle al error. Invertida, por tanto,
la carta significa seguir nuestras inclinaciones, actuar
sin pensar o permitir que nuestros deseos inmediatos
nos seduzcan, especialmente si van en contra de

94
nuestro sentido común. Vemos el Paje invertido cada
vez que compramos algo que no necesitamos y que,
en realidad, ni siquiera queremos; lo vemos cuando
hacemos promesas que no podemos cumplir o
asumimos compromisos que en realidad no significan
nada.

En otras situaciones, si el Paje se refiere a una


evolución psíquica o a verdaderas visiones, cuando
aparece invertido nos muestra a una persona
perturbada por ese tipo de visiones. Es probable que
mucha gente, en nuestro mundo racionalizado, se
asuste ante el surgimiento súbito de talentos
psíquicos —aun cuando hayan sido deliberadamente
buscados mediante un entrenamiento—. El Paje
invertido refleja ese miedo y nos recuerda que
debemos calmarnos y mirar tranquilamente el pez
que se asoma de la copa que somos nosotros mismos.
En relación con Pentáculos, el naipe indica la
necesidad de que el consultante se afirme en la
realidad exterior para que no se vea arrastrado por sus
fantasías o visiones.

El Diez

95
Por ser el número más alto, el Diez significa en
su plenitud la cualidad del palo. En las Varas veíamos
un exceso de cargas; en las Copas encontramos el
júbilo y la maravilla de la vida que se extienden a
través del cielo. El Santo Graal, símbolo del amor y
de la gracia de Dios, constituye la base de este naipe,
que nos muestra cómo el amor, la imaginación y la
alegría llegan a nosotros como dones. La Biblia nos
dice que Dios hizo el arco iris como una promesa de
que el mundo no volvería jamás a sufrir una
inundación de destrucción. Pero el arco iris es
además portador de otra promesa todavía más
positiva: que la vida nos da felicidad y no sólo una
ausencia de dolor.

El hombre y la mujer que muestra la figura


entienden de estas cosas. Abrazados, miran hacia
arriba mientras celebran el arco iris. Pero los niños

96
danzan sin mirar hacia arriba: simbolizan la
inocencia, que toma la felicidad como la condición
natural de la vida. Los niños esperan la felicidad,
pero no la dilapidan. Al mostrar una familia, la carta
se refiere principalmente a la felicidad doméstica,
pero puede indicar cualquier situación que provoque
un brote de júbilo. Se refiere en especial al
reconocimiento de las cualidades valiosas de una
situación. Este significado se relaciona especialmente
con las lecturas en que el Diez de Copas aparece en
contraste con el Diez de Pentáculos.

Invertida

Hay aquí dos variantes básicas. Primero, toda la


emoción se vuelve contra sí misma. Alguna situación
muy cargada, por lo común de orden romántico o
doméstico, se ha descaminado y produce
sentimientos violentos, de cólera o engaño. En la
práctica, el Diez invertido puede significar
simplemente que una persona no reconoce o no
aprecia la felicidad que la vida le ofrece.

El Nueve

97
Del regocijo profundo pasamos a los placeres
más simples de las festividades y el contentamiento
físico. Como ya vimos antes, los Nueves representan
los compromisos que hacemos con la vida. Las Varas
mostraban una defensa fuerte; las Copas, más
benignas, muestran la actitud de evitar la
preocupación y los problemas, concentrándose en los
placeres ordinarios. A veces la gente reacciona con
antagonismo ante esta carta, quizá porque desea verse
a sí misma más allá de la superficialidad. En
ocasiones, especialmente después de haber pasado
por problemas o por un período prolongado de
trabajo duro, nada puede venirnos mejor que
simplemente pasarlo bien.

Invertida

98
Por una vez, el significado de la carta invertida
representa una mayor toma de conciencia o, para
decirlo con la fórmula de Waite, «verdad, lealtad,
libertad». En relación con lo que significa la carta en
posición normal, estas palabras implican un rechazo
de los valores superficiales, pero se refieren también
a situaciones muy enmarañadas u opresivas, en las
que, siguiendo empeñosamente el hilo de la verdad, o
manteniéndonos leales a nosotros mismos —o a los
demás, o a un propósito—, podemos alcanzar la
victoria y la liberación.

El Ocho

La naturaleza apacible de las Copas tiende a


adormecernos, apartándonos de lo que tenemos que

99
hacer. El Ocho comienza (o termina) una serie de
cinco cartas que se ocupan del problema que tiene el
Agua con la acción. En esta carta vemos a alguien
que da la espalda a una doble hilera de Copas, todas
de pie, que simbolizan una situación que no sólo ha
sido fuente de felicidad, sino que sigue siéndolo
efectivamente. En contraste con el Cinco, todas las
Copas están en pie; ninguna ha sido volcada. Y sin
embargo, la persona sabe que ha llegado el momento
de irse. La imagen sugiere uno de los verdaderos usos
del instinto del Agua: la capacidad de percibir cuándo
algo se ha terminado, cuándo es el momento de irnos,
sin esperar a que todo se seque o se desmorone a
nuestro alrededor.

Vemos que la persona va trepando una colina,


hacia un terreno más elevado; ello implica pasar de
una situación menos significativa a otra que lo es
más. Obsérvese la semejanza de la persona con el
Ermitaño (figura derecha). Para llegar a alcanzar las
alturas de la sabiduría del Ermitaño, debemos
empezar por dejar a nuestras espaldas las cosas
ordinarias de la vida.

El Ermitaño nos recuerda que la imagen de la


tierra no significa necesariamente acción o
compromiso en el sentido ordinario, sino que puede
sugerir casi lo opuesto: es decir, un retraimiento de la
actividad externa para buscar una mayor conciencia

100
de sí mismo. Al principio, parece que la escena
tuviera lugar de noche; pero cuando miramos mejor,
vemos que en realidad representa un eclipse, en que
la luna pasa a través del sol. Una fase de la luna, esto
es, un período de percepción interior, ha prevalecido
sobre la actividad dirigida desde afuera. Al unir la
imaginería lunar a una escena de movimiento, la carta
nos enseña que cultivar un sentimiento más profundo
de sí mismo es también una acción. Recuérdese que
el Ermitaño, al invertir la polaridad sexual de la
Suma Sacerdotisa (véase el libro sobre los Arcanos
Mayores), combina la acción y la intuición en un
programa preciso de conocimiento de sí.

Ya sea que interpretemos la figura en el sentido


de que se aleja del mundo o de que se acerca a la
acción, la carta simboliza el abandono de una
situación estable. En su nivel más profundo, esta
carta actúa como un Portal, similar en ciertos sentidos
al Tres de Varas. Ambas elaboran la imagen de un
viaje hacia lo desconocido, pero mientras que la carta
de Fuego es atraída hacia el Agua, la carta de Agua
es atraída hacia el Aire. El Tres de Varas descompone
el ego y libera el espíritu de investigación, mientras
que el Ocho de Copas avanza desde la vaguedad del
Agua hacia el conocimiento específico de los
principios abstractos, simbolizado por el ascenso a la
montaña del Ermitaño.

101
Invertida

En ocasiones, el Ocho invertido indica


simplemente la negación de la imagen básica de la
carta: una negativa a abandonar alguna situación, una
determinación a aferrarnos aun cuando en lo
profundo de nosotros mismos sepamos que hemos
recibido todo lo que podíamos recibir de ella. Tal
descripción caracteriza a muchas relaciones.

Generalmente, sin embargo, la carta invertida


mantiene su cualidad de percepción y de respuesta
correcta. Significa que el momento de partir no ha
llegado, que la situación seguirá brindándonos júbilo
y teniendo sentido.

Una última posibilidad: la timidez, el abandonar


una situación porque a la persona le falta valor para
proseguir en ella y sacarle todo el partido posible.
Mucha gente hace de esta actitud una pauta en su
vida; inician relaciones, trabajos, proyectos, etc., y
después huyen de ellos, ya sea cuando surgen
dificultades o cuando llega el momento de un
compromiso auténtico.

El Siete

102
Con el Siete, el problema de las Copas aparece
en su forma más directa. La emoción y la
imaginación pueden producir visiones maravillosas;
pero sin un fundamento, tanto en la acción como en
las realidades externas de la vida, esas imágenes
fantásticas no pasan de ser ensoñaciones, «fantasías»
sin valor ni significado auténtico. Obsérvese que las
visiones abarcan la gama completa de las fantasías,
desde la riqueza (las joyas) a los laureles de la
victoria, pasando por el miedo (el dragón), la
aventura (el castillo) e incluso los arquetipos de la
mitología: un rostro divino, una misteriosa figura
radiante y una serpiente, símbolo universal de la
sabiduría psíquica. Es un error pensar que las
ensoñaciones no tienen sentido a causa de su
contenido; por el contrario, es frecuente que surjan de
necesidades e imágenes arquetípicas profundas.

103
Carecen de significado porque no se relacionan con
nada exterior a ellas mismas.

Invertida

Esta carta, invertida, significa una determinación


a hacer algo con los sueños. No significa rechazar las
fantasías, sino más bien hacer algo con ellas.

El Seis

En cuanto cartas de emoción benévola y de


sueños, las Copas significan dulces recuerdos. Hay
veces en que esos recuerdos representan
verdaderamente el pasado; otras, es probable que

104
idealicemos el pasado y lo veamos a través de un
velo de seguridad y felicidad. El emblema de esta
segunda actitud es la infancia, representada como una
época segura, en la cual los padres, o los hermanos y
hermanas mayores, nos protegían y nos daban todo lo
que necesitábamos. A veces, una actitud así puede
producir un sentimiento de cálida seguridad que
ayuda a la gente a enfrentar sus problemas actuales.
En este sentido, la carta muestra cómo el pasado (el
enano) hace una ofrenda de recuerdos al futuro,
simbolizado por la niña. Otras veces, sin embargo,
una fijación en el pasado puede impedir que una
persona enfrente sus problemas actuales. El pasado
puede distraer del presente tanto como las fantasías
pueden distraer del futuro.

El Seis tiene otros significados, además del


recuerdo. Tanto éste como los de los otros palos
muestran relaciones basadas en dar y recibir. Aquí
vemos la imagen de un maestro o protector que da
prudencia y seguridad a alguien que podría ser un
miembro de la familia, un estudiante o un amigo.

Invertida

Como el Siete, el Seis invertido indica un


movimiento hacia la acción. Específicamente, alude a

105
mirar más bien hacia el futuro que hacia el pasado.
Las dos cartas invertidas son muy similares; la
diferencia es que el Seis muestra una actitud, en tanto
que el Siete indica pasos que se dan efectivamente.

En otras ocasiones, según cuál sea el significado


en posición normal, el Seis invertido indica recuerdos
perturbados (compárese con el Tres de Varas
invertido), o un sentimiento de alienación frente al
pasado. También puede mostrar el colapso de una
relación basada en que una de las personas proteja o
enseñe a la(s) otra(s).

El Cinco

106
Los Cincos hacen referencia a la pugna, y en
ocasiones al dolor. Con las Varas veíamos la aventura
de la competición; las Copas nos enseñan la reacción
emocional ante la pérdida. La imagen representa
sufrimiento, pero también aceptación. Tres copas
yacen derramadas, pero dos permanecen en pie, aun
cuando por el momento la figura se concentre sobre
las otras tres. En las lecturas he visto con frecuencia
que esta carta se vincula ya sea con el Tres de Copas
en cuanto felicidad o esperanza que ha fracasado, o si
no, con el Tres de Espadas; las dos copas que siguen
en pie han sido referidas con frecuencia al Dos de
Copas, es decir, el apoyo recibido de un amante o un
amigo.

La mujer (o el hombre; el carácter andrógino de


la figura indica que el dolor unifica los sexos) está de
pie, rígida, envuelta en un manto negro, el color del
duelo. Necesita aceptar que alguna felicidad se ha
desvanecido de pronto, que un golpe la ha
derramado. Todavía no puede darse cuenta de que
algo queda, porque primero tiene que entender y
aceptar la pérdida. Se pregunta uno si no ha volcado
ella misma las copas, ya sea por temeridad o porque
eran hasta tal punto parte de su vida que ya no las
percibía. En el sentido de toma de conciencia, la carta
se relaciona con la Justicia, emblema de la verdad y
de la aceptación de la responsabilidad. En la postura
y la vestimenta, recuerda al Ermitaño, que se

107
envuelve en la capa de la sabiduría para que lo
sostenga en su empresa de mirar dentro de sí en
busca de una visión de su vida, la visión que aceptará
en la Justicia.

El río representa el fluir del dolor, pero el puente


simboliza la conciencia y la determinación. Conduce
del pasado (la pérdida) al futuro (el nuevo comienzo).
Cuando haya aceptado su pérdida, la figura podrá
volverse, recoger las dos copas restantes y atravesar
el puente en dirección a la casa, símbolo de
estabilidad y continuidad.

Con su profunda evocación de la nostalgia y el


dolor, la carta constituye otro Portal, que nos aporta
ese sentimiento de pérdida y separación espiritual que
en el mundo entero ha dado origen a los mitos de una
caída o un exilio del Paraíso.

Invertida

El significado básico de la carta puede cambiar


de tres maneras distintas cuando aparece invertida.
Primero, puede significar que no se acepta la pérdida,
y como consecuencia de ello, implica falsos
proyectos o errores. Segundo, puede indicar apoyo
proveniente de otros, amistad, ocupaciones e

108
intereses nuevos después de algún acontecimiento
triste o inquietante. Y finalmente, puede acentuar la
conciencia de lo que sigue siendo importante y
permanente frente al dolor. En este sentido, la mujer
se vuelve de las tres copas a las dos. Aquí las dos
copas simbolizan la base sólida de la vida de una
persona; se mantienen en pie porque no son tan
fáciles de derribar. Y la conciencia de ello indica que
las tres copas caídas simbolizan algo menos
importante de lo que pudo parecer inicialmente, en el
momento de su destrucción.

El Cuatro

En ocasiones, la pasividad de las Copas puede


conducir a la apatía. Lo que podemos llamar la

109
«imaginación negativa» nos hace verlo todo aburrido
o sin valor. No parece que haya nada por lo cual
valga la pena levantarse, nada que valga la pena
hacer, nada digno de ser examinado.

Las tres copas simbolizan la experiencia pasada


de la persona. Aburrido por lo que la vida le ha dado,
el joven no reconoce las oportunidades nuevas que le
ofrece la cuarta copa. El parecido entre esa copa y el
As hace pensar que las nuevas posibilidades pueden
conducir a la felicidad y la satisfacción. La carta
apunta a veces a la apatía resultante de un ambiente
opaco y nada estimulante.

Invertida

También aquí la inversión del naipe nos saca de


nosotros mismos, nos despierta para el mundo y sus
posibilidades. Se nos ofrecen cosas, relaciones e
ideas nuevas. Y, lo que es más importante, la carta
invertida muestra entusiasmo y el aprovechamiento
de oportunidades.

El Tres

110
El Tres muestra una apreciación del significado y
del valor del palo. Debido a que el Graal está en la
base del palo, el Tres de Copas indica júbilo,
celebración y, sobre todo, compartir la maravilla de la
vida. Como si hubiéramos pasado la crisis de la
acción, las tres cartas finales en su totalidad, de
acuerdo con sus números, rebosan felicidad. Aquí
vemos a las mujeres celebrando, como en una
cosecha. O bien ha terminado una crisis, o el trabajo
ha producido buenos resultados.

Las tres mujeres están de tal manera entrelazadas


que se hace difícil decir de quién es cada brazo. Tanto
en los buenos momentos como en los malos, la carta
muestra un compartir la experiencia.

Invertida
111
También aquí se presentan varios significados.
Antes que nada, la carta en esta posición puede
mostrar la pérdida de algo que daba felicidad. Con
mucha frecuencia indica que lo esperado no se ha
producido. Puede significar también el fracaso de una
amistad y la desilusión de descubrir que los amigos
no nos han apoyado cuando los necesitábamos, o la
dispersión de un grupo de amigos.

Otro significado muestra una corrupción del


original. En vez de una celebración compartida de los
gozos de la vida, encontramos lo que Waite,
curiosamente, llama «exceso en el goce físico y en
los placeres de los sentidos». Es obvio que con ello
quería decir que se ignoraban los valores más
profundos. Vale la pena observar, sin embargo, que a
la mayoría de las personas esta frase, especialmente
en cuanto predicción, no les parece en modo alguno
displacentera.

El Dos

112
En muchos sentidos, esta carta actúa como una
versión menor de los Enamorados. En tanto que el
triunfo enseña el gran poder de las relaciones
sexuales maduras, el Arcano Menor pone el acento en
el comienzo de una relación. El Dos puede mostrar
en las lecturas una unión o una amistad que se
prolonga, quizás en un nivel más ligero que el de los
Enamorados. Sin embargo, en el estudio, y muy
comúnmente en la práctica, el naipe significa
promesa de amistad, comienzo de una relación
amorosa.

En el triunfo vemos el Ángel, símbolo de la


superconciencia. En el Dos de Copas vemos el león
alado por en cima del caduceo de Hermes, símbolo
de curación y sabiduría. En ambos casos, la carta
muestra cómo dos personas, al unir sus distintas
cualidades y capacidades por mediación del amor,

113
producen en sus vidas algo que trasciende lo que
cualquiera de las dos habría logrado sola. El león
simboliza la sexualidad, las alas el Espíritu. El amor
engrandece el significado del impulso sexual que nos
acerca a él.

En el libro sobre los Arcanos Mayores vimos


cómo la carta de los Enamorados puede servir como
un diagrama de la unificación del sí mismo. De una
manera similar podemos entender el Dos de Copas.
En tanto que el hombre simboliza la acción y el
movimiento, la mujer simboliza la emoción, la
sensibilidad y una apreciación de la experiencia. Al
unir estas dos cualidades, damos valor a nuestra vida.

Obsérvese la semejanza del hombre con el Loco.


En una lectura en que salieron juntas ambas cartas, la
consultante era una artista que quería saber qué
dirección debía seguir su obra. Le preocupaba
especialmente investigar si su arte provenía de un
auténtico centro en su vida, o si era un mero ejercicio
intelectual. Ahora bien, otros naipes indicaban que la
consultante había alcanzado un nivel de dominio
técnico de lo que venía haciendo, en tanto que el
Loco, como resultado, la mostraba dando el salto a un
territorio nuevo. Pero el Dos de Copas mostró que
encontraría el éxito si vinculaba sus indagaciones y
su capacidad técnica con el fundamento espiritual
simbolizado por la mujer.

114
Invertida

De diferentes maneras, la carta invertida muestra


el desmoronamiento de los ideales que simboliza
cuando está en posición normal. Puede aludir a una
relación amorosa o de amistad que de alguna manera
se ha agriado, especialmente debido a celos y pérdida
de confianza. Puede significar, simplemente, el final
de una relación. Según cuáles sean las cartas que la
rodean, el Dos de Copas puede referirse a una
relación que se encuentra en peligro debido a
presiones internas o externas. Otra posibilidad es un
encaprichamiento en el que las personas fingen, para
los otros y para sí mismas, que la relación amorosa
tiene más importancia de la que en realidad alcanza.
En una vena similar, la carta invertida puede apuntar
a personas que actúan como si estuvieran viviendo
una auténtica relación amorosa, aun que en realidad,
para una de ellas o para las dos, no tiene importancia.

Si consideramos que la carta significa el sí


mismo, entonces al salir invertida indica una escisión
entre lo que hacemos y lo que sentimos. entre la
acción y la emoción.

El As

115
A partir de las emociones conflictivas del Rey, y
pasando por diversos grados de equilibrio entre
celebración y pasividad, llegamos finalmente al As,
emblema del amor que apuntala la vida. El As de
Copas tiene el significado inmediato de una época de
felicidad y amor, un don de júbilo. De la misma
manera que el fuego hace el mundo, el amor le
confiere valor.

La imagen de Smith, con la paloma y la hostia,


muestra específicamente el Santo Graal, del que se
decía que contenía la presencia física del Espíritu
Santo tal como opera en el mundo. En las versiones
más sutiles de la leyenda del rey Arturo, no era
realmente la caballería —esto es, una estructura
moral— lo que mantenía unido el glorioso reino de
Arturo, sino más bien la presencia secreta del Santo
Graal oculto en la tierra. Cuando el Graal desapareció

116
(porque los caballeros de Arturo no supieron
acercársele con un talante espiritual), el reino se
desintegró. La alegoría nos cuenta que el mundo
funciona principalmente no por sus leyes, su orden
moral y sus estructuras sociales, sino más bien por la
base espiritual que da significado a todas estas cosas
y las protege de la corrupción. Cuando consideramos
la existencia como algo que está destinado a ser
conquistado (la forma en que los caballeros de Arturo
fueron en pos del Graal), no alcanzamos más que el
caos. Las Copas —el Agua— simbolizan la
receptividad. Al amor, y en última instancia a la vida,
no se lo puede atrapar, sino solamente aceptarlo.

Invertida

El As invertido siempre trae perturbación. Aquí


vemos infelicidad, violencia, destrucción; es decir,
las condiciones mismas representadas en la leyenda
del rey Arturo cuando el Graal abandonó el reino. La
carta invertida puede indicar simplemente que los
tiempos se han vuelto contra nosotros y que no nos
queda más que aceptar que la vida trae tanto
problemas como júbilo. La carta puesta del revés
puede indicar también que nosotros mismos
ocasionamos nuestra desdicha al no reconocer lo que

117
nos ofrece la vida, o bien al reaccionar violentamente
cuando lo que necesitamos es calma.

118
3
Las Espadas

En muchos sentidos, las Espadas son el palo más


difícil. El objeto mismo, un arma, significa dolor,
cólera, destrucción, y la imagen que pintan las
Espadas es principalmente la de estas experiencias. Y
sin embargo, una espada también puede simbolizar
cortar con ilusiones vanas y problemas complicados.
Galahad, el caballero que alcanzó el Santo Graal, no
podía empezar su búsqueda espiritual mientras no
hubiera recibido su espada mágica de manos de
Merlín, el guía del reino. De modo similar, tampoco
podemos empezar nuestra propia indagación del

119
valor y el significado de la vida mientras no hayamos
aprendido a reconocer y aceptar la verdad, por más
dolorosa que sea.

Las Espadas pertenecen al elemento de Aire, el


viento, al que se considera con frecuencia el más
próximo al Éter o Espíritu. La palabra «espíritu» se
relaciona directamente con la palabra «aliento», y en
hebreo la misma palabra quiere decir «espíritu» y
«viento». Así como el aire está en constante
movimiento, la mente no descansa jamás, se retuerce
y gira, a veces con violencia, otras con calma, pero
siempre en movimiento. Cualquiera que haya
intentado meditar sabrá la persistencia con que se
mueve la mente.

Relacionado con las Espadas está el problema de


«pensar sin fundamento», o lo que podríamos llamar
«complejo de Hamlet». La mente ve tantos aspectos
en una situación, tantas posibilidades, que se le hace
imposible entenderla, y más aun actuar en ella. Dado
que nuestra cultura ha insistido siempre sobre la
racionalidad, muchas personas ven hoy el
pensamiento, en general, como la causa de todos los
problemas de la vida. Con sólo que pudiéramos dejar
de pensar, nos dicen, todo funcionaría perfectamente.
Pero aun si eso fuese posible, nos advierte el Tarot,
no nos beneficiaría en absoluto. No superamos el
problema de un elemento proscribiéndolo o

120
reemplazándolo por otra cosa, sino más bien
combinándolo con otros elementos. El hecho es que
cuanto más confundidos estamos más necesidad
tenemos de nuestra mente, porque ninguna otra cosa
puede distinguir la verdad. Sin embargo, necesitamos
también combinar el Aire con el Agua, es decir, la
emoción con la receptividad. Precisamos combinarlo
con el Éter, con el Espíritu: con los valores profundos
arraigados en la verdad espiritual/psicológica, que
vemos encarnados en los Arcanos Mayores. Entonces
el problema del Aire se transforma en el Camino, la
sabiduría.

El problema más obvio que nos muestran las


Espadas es el del sufrimiento, el dolor, la cólera: el
lado tormentoso del Aire. Son cosas que no podemos
superar ignorándolas, pero podemos añadir a las
Espadas el optimismo de las Varas, y usar los
Pentáculos para evadirnos de nuestras emociones
mediante un compromiso con el trabajo, la naturaleza
y el mundo exterior.

121
El Rey

En cuanto sostén de la estructura social, el Rey


representa la autoridad, el poder y el juicio. Se
adueña de la energía mental del Aire y la usa para
sostener y gobernar el mundo con la agudeza de su
mente y la fuerza de su personalidad. Su corona es
amarilla, del color de la energía mental, en tanto que
el manto es púrpura, el color de la sabiduría. El
tocado que le cubre la cabeza, una especie de
caperuza, es rojo, el color de la acción. El intelecto
del Rey no existe por sí solo, sino más bien por lo
que puede hacer, en cuanto instrumento de autoridad.
De modo similar, su espada a diferencia de la de la
Reina de Espadas o la de la Justicia no apunta

122
directamente hacia arriba, hacia la pura sabiduría,
sino que se inclina ligeramente hacia la derecha, el
lado de la acción. La exigencia de actuar según sus
juicios tiende a desvirtuar el poder del juicio mismo,
un hecho que podemos observar si comparamos la
situación de un observador teórico de la política con
la de alguien que gobierna un país.

Además, el énfasis en un «realismo» de intención


social puede estrechar su punto de vista, llevándolo a
un materialismo muy limitado. Podemos ver al Rey
de Espadas en el hombre —o en la mujer— que se
enorgullece de tener un fuerte sentido común que no
le deja tiempo para «tonterías místicas». Estas
personas ignoran generalmente hasta qué punto su
pensamiento depende, más que de la observación de
la vida, de preconceptos y prejuicios.

Obsérvese la semejanza de la figura con la del


Emperador. Podemos decir que el Rey es el
representante del Emperador en el mundo real. En
tanto que el triunfo encarna el arquetipo del orden, el
derecho y la sociedad, el Rey de Espadas mantiene
estos principios en la práctica.

Dos pájaros, el emblema animal de las cartas


cortesanas de Espadas, pasan volando por detrás del
trono. El pájaro simboliza la capacidad de la mente
para llevarnos hacia el elevado aire de la sabiduría,

123
lejos de la pasión fogosa, de las emociones acuosas y
de la terrestre corrupción material. El número dos,
por otra parte, simboliza la opción, la tensión
constante entre el pensamiento abstracto y la acción
que es menester emprender en el mundo.

Pero si los pájaros simbolizan la capacidad de la


mente para volar por encima del mundo, representan
también el alejamiento que puede producir una
actitud semejante. Obsérvese que parece que el trono
del Rey estuviera en las nubes. Como el Rey de
Varas, el de Espadas puede tender a la arrogancia, ya
que el poder de su mente y de su voluntad lo colocan
por encima de las personas que lo rodean, por lo
general más confundidas. En términos sociales, la
imagen sugiere la tendencia de gobernantes y
mandatarios a divorciar sus juicios de las necesidades
reales de la población. En términos más personales,
vemos a este Rey remoto en aquellos hombres o
mujeres que son ásperos y fríos en su tendencia a
juzgar. Cuando aparece como marido o amante, el
Rey de Espadas indica con frecuencia una persona
dominante o controladora.

En su mejor sentido, el Rey de Espadas evoca la


Justicia, la carta que en los Arcanos Mayores está
directamente debajo del Emperador. Cuando se
conecta con este triunfo, el Rey representa la justicia
social, las leyes prudentes, y sobre todo un

124
compromiso con la honestidad intelectual, y la
necesidad de poner en práctica el conocimiento. Al
igual que la Justicia, y en esto es la única entre todas
las cartas cortesanas, nos clava directamente la
mirada, como un maestro de sabiduría que nos obliga
a reconocer y defender la verdad.

Invertida

En posición normal, el Rey marcha por una


estrecha línea entre el intelecto comprometido y el
poder por el poder mismo. Invertido, tiende a caer
hacia el lado negativo de esa línea. Es la autoridad
corrompida, la fuerza usada para sus propios fines de
poder y de dominio.

En las lecturas debemos tener siempre en cuenta


esta imaginería en toda su fuerza. El Rey invertido (o
cualquier carta cortesana invertida) puede aludir
simplemente a alguna persona en dificultades. En
relación con la Reina o el Caballero, puede aludir a
una relación difícil o a falta de madurez (véanse, en
la sección sobre lecturas, las relaciones entre las
cartas cortesanas del mismo palo). Cuando sale
aisladamente, sin embargo, simboliza la arrogancia
de una mente poderosa vuelta sobre sí misma y que
reconoce solamente su propio deseo de control.

125
La Reina

En cuanto representa el aspecto yin de su palo, la


Reina de Espadas simboliza experiencias tanto de
dolor como de sabiduría, y especialmente de la
relación entre ambas. Tras haber sufrido el dolor (en
ocasiones, la carta significa viudedad) y haberlo
enfrentado con coraje, aceptación y sinceridad, la
Reina ha encontrado la sabiduría.

La borla que le cuelga de la muñeca izquierda (el


lado de la experiencia) hace pensar en una cuerda
cortada (compárese con el Ocho de Espadas). Ella ha
usado la espada del intelecto para liberarse de la
confusión, la duda y el miedo; ahora, por más que se
enfrente al mundo con el ceño fruncido, abre hacia él
la mano. Aunque las nubes se juntan a su alrededor,
su cabeza se mantiene por encima de ellas, en el claro

126
aire de la verdad. Un solo pájaro, símbolo de la
pureza de su sabiduría, vuela muy alto por encima
suyo. Su espada, como la de la Justicia y como la del
As, se eleva directamente hacia arriba.

En el sentido de que las mujeres sin poder sufren


con frecuencia a causa de las acciones de los
hombres, la carta se refiere específicamente a las
mujeres. Por su carácter, puede representar a
personas de cualquiera de los dos sexos, ya que ni el
sufrimiento ni el coraje son exclusivos de ninguno de
ellos.

Invertida

La Reina invertida puede indicar una insistencia


excesiva en el dolor, alguien que hace que la vida
parezca mucho peor de lo que es, sin hacer caso de
las cosas buenas que hay a su alrededor. Puede
también indicar una mentalidad fuerte que se ha
vuelto mala, especialmente como reacción ante el
dolor o las presiones provenientes de personas o
situaciones desagradables. En ocasiones, la Reina
representa una persona tan enérgica que no sólo
espera, sino que exige que cuantos la rodean —e
incluso la vida misma— hagan lo que ella quiere.

127
Cuando la gente se le opone, la Reina se vuelve
malévola, intolerante, fanática y, como el Rey, usa
sus actitudes para imponer su personalidad a las
gentes que la rodean. Ya sea que represente un exceso
de dolor o de egoísmo, ha perdido el compromiso con
la verdad que caracteriza a este naipe en posición
normal.

El Caballero

El joven Caballero, cuya juventud hace que esté


más libre de responsabilidades sociales que el Rey y
al mismo tiempo menos atemperado por la
experiencia, cabalga directamente hacia el interior de
la tormenta, blandiendo la espada en su afán por
superar todas las dificultades. Aunque es valiente,

128
hábil y fuerte, tiende también a la violencia, e incluso
al fanatismo. No reconoce límites.

Y sin embargo, con frecuencia no sabe cómo


mantener una lucha prolongada. Desea hacerse cargo
de sus enemigos y de los problemas de la vida, pero
no puede manejar una situación que exige un
esfuerzo lento y laborioso.

Su ansia sugiere cierta inocencia, como la de un


joven caballero que jamás ha perdido una batalla. Su
bravura, su habilidad, su disposición a atacar todos
los problemas, pueden a veces ocultar el miedo de
perder esa inocencia, esa fuerte creencia en sí mismo.
Pues, por dentro, él sabe que todavía le falta enfrentar
y superar las grandes dificultades de la vida. Opuesto
en muchos sentidos al Caballero de Copas, dirige
hacia afuera toda su energía; quizá se siente nervioso
cuando tiene que quedarse en silencio y a solas
consigo mismo.

Invertida

Como sucedía con el Rey y la Reina, sus


debilidades le ganan. Es extravagante, descuidado,
excesivo. Su carga se convierte en una carrera

129
desaforada, una respuesta errónea a una situación que
requiere un enfoque más tranquilo y más cuidadoso.

El Paje

Una carta mucho más leve que las otras Espadas


cortesanas, el Paje representa un acercamiento a los
problemas muy diferente al del Caballero (obsérvese
que, en tanto que el Rey y la Reina insisten en la
sabiduría, las dos cartas «más jóvenes» tienen que ver
en forma más inmediata con la cualidad de conflicto
propia de las Espadas). En vez de atacarlos, el Paje
cree que es suficiente con ponerse por encima de
ellos, para encontrarse en un nivel más alto. En vez
de resolver los conflictos o de enfrentar la oposición,
el Paje se distancia de todo ello.

130
Si la situación es tal que requiere ser encarada
con displicencia, entonces la actitud desapegada del
Paje es muy beneficiosa. Pero si está en juego un
problema más difícil, entonces la actitud del Paje se
hace difícil de mantener. Exige «vigilancia», por
decirlo a la manera de Waite, asegurarse.de que la
gente o las situaciones no se nos aproximen
demasiado. Gran parte de la energía del Paje se le va
en mirar por encima del hombro. Como estudiante ya
un poco mayor, Hamlet encarnaba la actitud de
observación e ironía del Paje. Su situación, sin
embargo, requería la manera agresiva de encararla del
Caballero.

Debido a esta calidad de desapego, el Paje puede


en ocasiones complacerse en espiar a otras personas
—ya sea en forma literal o figurada—, como una
actitud hacia la vida. Dicho de otra manera, es
probable que considere la vida humana como una
especie de espectáculo curioso en el cual espera no
participar.

Invertida

Aquí vemos el efecto de la actitud distante del


Paje en una situación que requiere más fuerza. La
vigilancia se convierte en paranoia; parece que todos

131
fueran enemigos. Lo que empezó como un
sentimiento de «Yo estoy por encima de todo esto, no
necesito preocuparme por ello», se con vierte en una
obsesión con los problemas y en una aparente
incapacidad de hacer nada para resolverlos. Esos
sentimientos de debilidad son endémicos en las
Espadas, que necesitan de las Varas para tener coraje
y optimismo.

El Diez

De los cielos azules de las cartas cortesanas a la


sombría negrura del Diez y del Nueve. Así como en
el Diez de Copas se nos mostraba un desbordamiento
de júbilo, el Diez de Espadas nos colma de dolor.
Pese a la crudeza de la imagen, el naipe no representa

132
la muerte, ni siquiera una especial violencia.
Significa una reacción ante los problemas más que
los problemas mismos.

Para matar a alguien no se necesita más que una


espada. Las diez espadas en el cuerpo del hombre,
incluida ta que tiene en el oído, hacen pensar en la
histeria, en la actitud adolescente de «nadie ha
sufrido jamás tanto como yo», «mi vida está
acabada», y cosas semejantes. Obsérvese que, en
contraste con el Nueve, el cielo se aclara a lo lejos y
las nubes negras abren paso al sol, y en contraste con
el Dos o con el Cinco, el agua está plácida y
tranquila. La situación no es tan mala como parece.

Invertida

Si damos vuelta el naipe, podemos imaginar que


las espadas se desprenden de la espalda y caen. Waite
describe esta posición como un éxito y una ventaja,
aunque no permanentes. Estas ideas sugieren que
cuando una situación cambia, es probable que los
problemas desaparezcan momentáneamente. Sin
embargo, la persona debe ahora sacar partido de este
alivio introduciendo en su situación un cambio real
—ya sea mental o práctico, según la necesidad— de
modo que las cosas no vuelvan a estar como estaban.

133
La carta guarda relación con el Diez de Varas
invertido, donde veíamos el peligro de volver a
recoger los palos una vez que la situación se ha
calmado.

El Nueve

La imagen del sufrimiento más profundo, del


más tremendo dolor mental. Allí donde la Reina se
libera convirtiendo el dolor en sabiduría, y el Tres
sugiere la calma de la aceptación, el Nueve muestra
el momento de la agonía, de la disolución. Las
Espadas no se clavan en la espalda de la figura, sino
que están suspendidas en la oscuridad por en cima de
ella. Muchas veces, el Nueve no se refiere a algo que

134
nos sucede directamente, sino a alguien a quien
amamos.

El amor es, de hecho, lo que colma la carta y le


da sentido. El dibujo de la colcha muestra rosas,
símbolo de la pasión, alternadas con los signos del
zodíaco. En su sentido más profundo, el naipe alude a
una mente que toma sobre sí todos los sufrimientos
del mundo, el Lamed Vav (Hombre Justo) de la
leyenda judía.

¿Podemos ver alguna salida a un dolor tan


terrible? Tanto Buda como Cristo vieron en el mundo
un lugar de sufrimiento interminable, y sin embargo
ambos dijeron también que la tragedia no es más que
una verdad a medias, que el universo visto en su
totalidad nos brinda júbilo y paz. Y Nietzsche habló
de abrazar la existencia en forma tan completa, con
sinceridad tan total y extática, que estemos
alegremente dispuestos a repetir, interminablemente,
cada momento de nuestras vidas, a pesar del
sufrimiento.

Invertida

Para el Nueve invertido, Waite ofrece una de sus


fórmulas más sugerentes: «Aprisionamiento,

135
sospecha, duda, miedo razonable y vergüenza.» Estas
palabras configuran un esta do de ánimo, o más bien
una progresión de estados, que se da cuando la gente
se retira dentro de sí para huir de algún problema que
no se atreve a enfrentar.

Lo mismo que con la carta en posición normal, el


naipe invertido alude a nuestra reacción ante algo
exterior a nosotros, pero aquí ese algo es la opresión
antes que la tragedia. La expresión clave es «miedo
razonable», que puede referirse, por ejemplo, a la
opresión política, como la de las minorías raciales o
sexuales, o a la opresión social, al sentimiento de ser
un chivo emisario por razones de apariencia, idioma
o lo que fuere; o, simplemente, a la opresión personal
de una familia o un cónyuge dominante. Lo
importante es que el problema es real, pero como no
podemos abordarlo directamente tendemos a
refugiarnos en nosotros mismos, reprimiendo nuestra
cólera y nuestro resentimiento.

La cólera vuelta sobre sí misma se convierte en


depresión, y ésta en sospecha. La persona de quien se
rieron cuando era niña porque tenía la nariz grande
cree que to dos la miran. El negro cree que cualquier
observación a su trabajo es un menosprecio racial. Y
la sospecha conduce fácilmente a que uno dude y se
avergüence de sí mismo. Con frecuencia ni siquiera
sirve de ayuda, por lo menos no del todo, saber

136
racionalmente que no hay razón para sentir nos
avergonzados, que en realidad la vergüenza deberían
sentirla los que nos han oprimido o ridiculizado. A
menos que la persona oprimida e insegura de sí se
decida a actuar, expresando su enojo, e introduzca en
su vida cambios reales, la vergüenza profundamente
reprimida no desaparecerá.

El Ocho

Del Nueve invertido pasamos a una imagen aún


más clara de la opresión. Vemos a una persona atada,
rodeada de espadas, y tras ella hay un castillo,
símbolo de autoridad; la mujer está de pie en el
fango, imagen de la humillación y de la vergüenza.
Obsérvese, sin embargo, que las espadas, de hecho,

137
no la encierran, y que las cuerdas no le inmovilizan
las piernas, en tanto que quienes la han atado no
aparecen en la carta. En pocas palabras, que nada le
impide que se vaya, sin más ni más.

La clave de esta carta está en la venda que le


cubre los ojos, y que simboliza la confusión, las ideas
opresivas, el aislamiento respecto de otras personas
que estén en situaciones similares; lo que los
liberacionistas políticos llaman «mistificación», esto
es, mantener sojuzgada a la gente no por la fuerza
directa, sino enseñándole a creer en su propio
desvalimiento. Dentro de esta forma notable que
tiene el Tarot de resumir una situación compleja, el
naipe casi podría representar un diagrama de la
condición de los oprimirlos.

En un nivel muy diferente, el Ocho de Espadas


actúa como un Portal que se abre hacia una forma
especial de conciencia. Al identificarnos con ella
llegamos a percibir nuestra propia condición de
ignorancia, algo que muchas personas reconocen
intelectualmente (paradoja de paradojas), pero que en
realidad no aceptan. Sin la iluminación, o lo que
algunos sufíes y otros ascetas llaman «evolución
consciente», jamás podremos conocernos realmente a
nosotros mismos ni al mundo; jamás podremos decir:
«Esta es la verdad; así es como son realmente las
cosas.» El reconocimiento de la ignorancia es el

138
primer paso hacia el verdadero conocimiento y, con
frecuencia, el más difícil de dar.

Invertida

La libertad comienza cuando nos arrancamos la


venda de los ojos, cuando vemos con claridad cómo
hemos llegado a la situación en que estamos,
cualquiera que ésta sea, qué hemos hecho nosotros,
qué han hecho los otros (en particular, aquellos que
nos han inmovilizado, pero también otros en
situaciones similares), y qué podemos hacer ahora. El
Ocho invertido significa, en general, liberación de
alguna situación opresiva; principalmente, se refiere
al primer paso de una liberación tal, es decir, a ver las
cosas con la mayor claridad posible.

El Siete

139
El tema de la lucha continúa. Aquí vemos la
imagen de alguien que emprende una acción contra
los problemas. A veces, el naipe significa
simplemente un acto de osadía, incluso un golpe que
mella el filo de la oposición. Con más frecuencia,
representa un acto impulsivo cuando lo que se
requiere es un plan cuidadoso.

La imagen nos muestra a alguien que con una


sonrisa sardónica se marcha con las armas de sus
enemigos. No ha atacado el campamento, y ni
siquiera puede llevarse todas las espadas. La carta
alude a proyectos y acciones que no resuelven nada.
No tan obvio, pero en ocasiones más importante, es el
sentimiento de aislamiento que implica. El hombre
actúa solo, sin haber podido —o querido— conseguir
que nadie lo ayudase. Si vamos un paso más allá, esta
carta puede indicar astucia, pero con la mácula de

140
ocultar habitualmente, y con frecuencia sin ninguna
razón válida, nuestros verdaderos planes o
intenciones.

Invertida

El aislamiento completa un giro hasta convertirse


en comunicación, en particular en la búsqueda de
consejo sobre lo que hemos de hacer con nuestros
problemas. Por más valiosas que puedan ser las
orientaciones específicas, igual mente importante es
la disposición de la persona a escuchar y a buscar
ayuda. La carta puede referirse algunas veces al acto
de encontrar ayuda, como cuando se consulta con un
intérprete, un terapeuta, o simplemente con amigos.

Como siempre, el valor de la imagen depende del


contexto. Allí donde se requiere confianza en sí
mismo, el Siete de Espadas invertido puede apuntar a
una dependencia excesiva de otras personas, de
quienes esperamos que nos digan qué debemos hacer.
Cuando la carta invertida aparece en oposición con el
Loco o con el Colgado, debemos atender a las otras
cartas para determinar qué proceder —la
independencia o la búsqueda de consejo— producirá
los mejores resultados.

141
El Seis

Una imagen extraña y poderosa, esta carta es,


más que ninguna otra, la que ejemplifica cómo las
ilustraciones de Pamela Smith van más allá de las
fórmulas de Arthur Waite. The Pictorial Key [La
clave gráfica] dice «viaje por agua, ruta, camino,
medio». Pero la imagen de una balsa crepuscular que
transporta figuras ocultas a una isla boscosa sugiere
un viaje más espiritual; en el mito, Caronte
transportaba a los muertos a través de la laguna
Estigia. Un gran silencio llena esta carta, un silencio
como el de los cuadros de Salvador Dalí.

Generalmente, esta carta no significa muerte,


aunque puede indicar duelo; tampoco muestra
transformación, en el sentido en que la muestra la
Muerte en los Arcanos Mayores. Representa más

142
bien un pasaje tranquilo por una época difícil. Waite
dice: «La carga es ligera», y Eden Gray escribe: «Las
espadas no hunden el bote». Aunque carguemos con
nuestros problemas, nos hemos adaptado a ellos: no
nos hundirán ni nos aplastarán. En un nivel simple, el
naipe significa funcionar en alguna situación difícil
sin abordar los problemas. Puede referirse a un
problema inmediato o a una situación que se ha
prolongado durante años. Si miramos más
profundamente vemos la imagen de un dolor —del
cual el duelo es un ejemplo, pero no el único— que
una persona ha padecido durante tanto tiempo que ya
no la hace sufrir, sino que se ha convertido en parte
de su vida.

Hay otro significado, menos perturbador: el de


un pasaje tranquilo, ya sea físico (ciertamente, no hay
que olvidar el significado literal de un viaje) o
espiritual, una época de transición fácil. Obsérvese la
pértiga negra del botero. El negro indica
potencialidad; allí donde no ha sucedido nada
decisivo, todas las cosas siguen siendo posibles. Si
nos mantenemos calmos, no desperdiciaremos ni
energía ni oportunidades.

El Seis de Espadas es un Portal. Si lo miramos


con ánimo sensible y después nos introducimos en la
imagen, producirá primero un efecto tranquilizador

143
sobre la mente, y después, lentamente, un sentimiento
de movilización del sí mismo.

Invertida

En un sentido, el equilibrio y la paz se perturban;


el pasaje ya no es sereno, porque el agua, símbolo de
la emoción, resulta removida. Así, la carta invertida
puede sugerir un viaje tormentoso, física o
espiritualmente. Puede referirse también a la idea de
que cuando intentamos atacar un problema que viene
de lejos, especialmente uno aceptado por el consenso
común de los interesados, agitamos la situación.
Oigamos, por ejemplo, que una situación
insatisfactoria u opresiva puede prolongarse
tranquilamente durante años, mientras uno de los
miembros no decida hacer algo al respecto. Tratar de
retirar las espadas de la barca puede ser causa de que
ésta se hunda, ya que, después de todo, las espadas
están tapando agujeros.

En otro sentido, el Seis invertido puede mostrar


comunicación, recordándonos que en su posición
normal las personas mantienen su compostura sin
mirarse ni hablarse entre ellas. Si las espadas
simbolizan recuerdos desdichados, contra los cuales
el silencio es una defensa, entonces la comunicación

144
puede ser dolorosa. También puede dar comienzo a la
curación.

El Cinco

Una de las cartas más difíciles, y una de las


razones por las cuales algunas personas encuentran
demasiado negativo el mazo Rider. Y sin embargo,
refleja una situación real que la mayoría de nosotros
tiene que vivir en algún momento.

Todos los Cincos muestran conflicto o pérdida, y


las Espadas llevan esta idea al extremo de la derrota.
En ocasiones, el significado del naipe se concentrará
en la figura grande del triunfador, que aparece en
primer plano. Pero más común es que nos

145
identifiquemos con las dos figuras vueltas de
espaldas, que han perdido alguna batalla, y ahora el
mundo entero les pesa: el agua inquieta, el cielo
turbulento. Un sentimiento de humillación y de
debilidad acompaña a su derrota.

La imagen de un enemigo puede referirse a una


persona real, a una situación general o a un íntimo
sentimiento de inadaptación. Una vez hice una
lectura para dos personas que habían sufrido a manos
de un jefe perturbado y vengativo, y que querían
saber si debían llevarlo ante los tribunales.
Decidieron no hacerlo cuando el Cinco de Espadas
indicó que perderían el juicio, como pasó
efectivamente a otras dos personas que sí lo
demandaron.

Invertida

La cualidad dolorosa se mantiene, aunque el


acento puede estar puesto en otra parte. Así como el
naipe en posición normal indica el momento de la
derrota, la posición invertida se extiende al
sentimiento de desesperación que viene después. Es
un estado difícil de superar, aunque otras influencias,
especialmente las simbolizadas por las Varas, pueden
ser una ayuda.

146
Las Espadas dan una visión más pesimista que
ninguna carta de los Arcanos Mayores. Tornados
aisladamente, ninguno de los palos Menores puede
mostrar el verdadero equilibrio de la vida;
descomponen la experiencia en partes y,
consiguientemente, la deforman y exageran. Un
exceso de cartas de Espadas necesita, más que
cualquier otro palo, del equilibrio de experiencias y
actitudes provenientes de los otros palos.

El Cuatro

Los Cuatros se relacionan con la estabilidad; para


las desdichadas Espadas, esto se expresa como
descanso o incluso como simple retiro. La imagen no
es de muerte, sino de retraimiento. A veces, la gente

147
reacciona ante las dificultades aislándose,
ocultándose literalmente en su casa, o simplemente
atenuando sus reacciones emocionales para refugiarse
dentro de sí misma. Esta carta apareció una vez en
una lectura para un hombre acostumbrado a tratar
enérgicamente a todos los que le rodeaban. La carta
le hizo ver que cuando su agresividad fracasaba, o
cuando la máscara de seguridad se le hacía
demasiado pesada, se ocultaba del mundo antes que
mostrar otro aspecto de sí mismo o de intentar
colaborar con los demás.

Sin embargo, si el propósito no es ocultarse, sino


recuperar fuerzas, el retraimiento también puede
conducir a la curación. El naipe puede significar que
se evita una pelea hasta que haya más posibilidades
de ganarla. De modo similar, al retirarse durante un
tiempo después de haber recibido una profunda
herida, una persona se concede la posibilidad de
recuperarse.

Obsérvese que el caballero yace en una iglesia, y


que el ventanal muestra a Cristo dando su bendición
curativa a un suplicante. La imagen evoca al Rey
Pescador de la leyenda del Graal, cuya herida física
reflejaba la dolencia espiritual del reino, y recuerda
también a la Bella Durmiente. Ambas figuras
necesitaban que un extraño las despertara. El Rey
siguió enfermo hasta que Galahad le trajo la

148
bendición del Graal, y la princesa, símbolo del miedo
neurótico a la vida, durmió hasta que el príncipe, no
permitiendo que la maraña de espinas lo detuviera (
el neurótico se vale de la fuerza de su personalidad
para erigir barreras contra las demás personas), la
despertó por medio de la vitalidad de la energía
sexual (con un beso en la versión de Disney, con el
contacto sexual en los cuentos populares). El
retraimiento, aun cuando su propósito sea la
recuperación, puede aislar a una persona del mundo,
creando una especie de hechizo que sólo una energía
exterior es capaz de romper.

Invertida

Si aparece invertida, la carta señala un retorno al


mundo. Que esto se produzca de manera tranquila o
espectacular depende de la situación. A veces, la
carta se refiere a la prudencia, como si el caballero
saliera cuidadosamente de su santuario. En otras
ocasiones, el Cuatro invertido puede representar a
otras personas que perciben la muralla e irrumpen a
través de ella: el príncipe que viene en busca de la
Bella Durmiente.

El Tres
149
El título que da a este naipe el Alba Dorada es
«Dolor». De todos los naipes de Espadas, el Tres es
el que representa más abiertamente el dolor de un
corazón destrozado. Sin embargo, con todo lo que
tiene de sombría, la imagen transmite cierta calma
con la simetría de sus espadas. Ante el verdadero
dolor no podemos tener más que una respuesta:
guardarlo en nuestro corazón, aceptarlo y superarlo.
El Nueve planteaba la cuestión de cómo seguir
adelante después de una gran angustia. El Tres nos
dice que no debemos apartar de nosotros el dolor,
sino hallar la forma de interiorizarlo profundamente
hasta que se transforme por obra del coraje y del
amor.

Una vez, en una lectura que hice para mí misma,


después de una muerte en mi familia, el Tres de
Espadas salió cruzado por el Tres de Copas. Primero

150
pensé que eso significaba contraponer la alegría y la
amistad al dolor. Dos car tas del mismo número, sin
embargo, significan con frecuencia una
transformación. Y la carta que cruza a la primera
suele emerger de ella de alguna manera. Al
profundizar en la lectura, vi que las dos se
relacionaban, no se oponían. La aceptación y el amor
pueden convertir el dolor en un re cuerdo gozoso, en
un abrazar la vida.

Invertida

El proceso curativo se bloquea cuando nos


negamos a la aceptación. Si algo en la vida se nos
aparece como demasiado doloroso, es probable que
lo apartemos, que intentemos no pensar en ello y que
evitemos todo lo que nos lo recuerde. Tal actitud hace
que el dolor permanezca siempre en nosotros, y en
realidad incrementa su poder. Waite escribe:
«alienación mental desorden, confusión». Una lectura
que hice para una mujer mostró en ella un gran
potencial para evolucionar en muchos terrenos, y sin
embargo el resultado aparecía muy mediocre y débil.
En la posición de fondo estaba el Tres de Espadas
invertido. Y ella había hablado antes de cómo no
había conseguido jamás superar la muerte de su
padre.

151
El Dos

Un método para enfrentar problemas o


contrariedades es recluirlo todo detrás de una muralla
emocional. Si no dejamos que nada se nos acerque,
nada podrá herirnos. En contraste con el Ocho, aquí
la venda en los ojos no significa estar confundido,
sino cerrarlos deliberadamente. La figura se ha
puesto la venda para no tener que escoger entre el
amigo y el enemigo, pues esa opción se convierte en
el primer paso que volverá a relacionarla con otras
personas. Las espadas están listas para golpear a
cualquiera que intente acercarse. Representan el
equilibrio precario que se crea entre la cólera y el
miedo; la primera quiere golpear, el segundo quiere
ocultarse, y así, entre los dos, la persona se mantiene
en tensión.

152
Obsérvese, sin embargo, el efecto que tiene esta
postura sobre la mujer. Ante todo, los brazos
cruzados excluyen y aíslan el corazón. La imagen de
las emociones bloqueadas se continúa en la forma en
que el vestido gris parece confundirse con el asiento
de piedra. Al mismo tiempo, el peso de las espadas
eleva el centro de gravedad desde el plexo solar al
pecho. Cuando una persona contiene sus emociones,
la respiración se vuelve superficial y el cuerpo se
pone rígido. Paradójicamente, el intento de frenar la
emoción vuelve más emotiva a la persona, en cuanto
no piensa ni actúa a partir de su centro, sino desde el
pecho constreñido, y en vez de ver el mundo, ve su
propia imagen por detrás de la venda que le cubre los
ojos.

Compárese el Dos de Espadas con la Suma


Sacerdotisa, el número 2 de los Arcanos Mayores.
Ambas figuras están sentadas en posturas similares,
pero mientras que la Sacerdotisa aparece relajada, la
tensión envuelva a la mujer del Dos de Espadas. Un
velo separa a la Sacerdotisa de las aguas del
inconsciente, oculto tras ella; a la mujer de los ojos
vendados ningún velo la protege del lago desapacible
de sus emociones. Y sin embargo, ese estanque
superficial no es la misma agua que hay detrás de la
Sacerdotisa.

153
El peso de las espadas puede fácilmente
desequilibrar a la mujer y hacerla caer en las aguas
agitadas. Al hacer que nos concentremos en las
emociones, una actitud defensiva nos hace más
propensos a los estallidos, la cólera y la histeria.

Invertida

El equilibrio se ha perdido... o ha sido


abandonado. O bien la persona sucumbe ante la gente
o los problemas que acosan sus defensas, o renuncia
a la venda, ya sea para ver la verdad o para
comunicarse. Esta última experiencia puede ser muy
intensa, e incluso desgarradora para la persona, si no
recibe ayuda del exterior.

El As

154
La última (o primera) carta de Espadas nos
devuelve a la verdadera esencia del palo, es decir, al
intelecto. Apuntando directamente hacia arriba en
busca de la percepción verdadera, la espada traspasa
la corona del mundo material. La sabiduría nos lleva
más allá de las engañosas ilusiones y las limitaciones
que la vida impone a la verdad espiritual. Muchas
cartas de Espadas se resienten de la falacia de que la
vida no contiene más que sufrimiento y dolor. Las
montañas simbolizan la «verdad abstracta», los
hechos objetivos de la existencia, que no dependen
del punto de vista ni de la experiencia personales.
Los Arcanos Mayores nos presentan esta verdad, y‐
más que ninguna otra de las cartas Menores el As de
Espadas consigue llegar hasta el quinto elemento. Sin
embargo, el intelecto solo, divorciado de la intuición,
no hará más que llevamos a nuevas falacias. Para
encontrar la verdad necesitamos el As de Copas, es

155
decir, el amor; y sin embargo, sólo el intelecto puede
llevarnos más allá de la experiencia inmediata.

Muchas personas sostienen que solamente


nuestras emociones expresan lo que somos realmente,
que sólo las reacciones emocionales nos conducirán a
la verdad. Con frecuencia, sin embargo, las
emociones son exageradas y egotistas, o se
complacen excesivamente en sí mismas. Pero
tampoco el intelecto solo aporta un verdadero
conocimiento. Tanto la verdad como la conciencia de
ella deben provenir de un nivel más profundo de la
experiencia y los valores espirituales. Por eso la
mano viene de las nubes, conduciéndonos de nuevo
al Espíritu.

El simbolismo de la verdad es igualmente válido


para las experiencias mundanas. En situaciones tales
que nos hacen sentir confundidos, oprimidos o
emocionalmente perturbados, la mente puede
traspasar las brumas y desatar los nudos para darnos
una clara comprensión de los hechos reales. El As
expresa la verdad en su forma más valiosa. En otro
nivel, la carta significa simplemente la fuerza
emocional, tanto el amor como el odio en sus formas
extremas. Obsérvese la tensión del puño. Las
emociones también son un don que nos permite
experimentar intensamente la vida, pero siempre son
difíciles de contener, y más difíciles aún de dirigir.

156
Invertida

La tensión del puño falla y da cabida a delirios,


ideas y sentimientos confusos, emociones
avasalladoras. Los sentimientos más violentos
dominan a los benévolos. Sin tener un claro sentido
de la realidad, la mente puede ser presa de los errores
creados por la emoción. Los problemas se exageran;
todo, incluso las atracciones, parece más importante
de lo que en realidad es. En situaciones así, el As de
Espadas invertido nos dice que nos dominemos e
intentemos hallar un sentido equilibrado de la
realidad.

157
4
Los Pentáculos

Nuestra cultura tiene una larga historia de


desprecio del mundo físico. Vemos como una
humillación el hecho de que Adán haya sido creado
de barro... «de polvo eres, y al polvo volverás». En
inglés, por ejemplo, dirt significa «suciedad» y
también «tierra», y se utiliza como insulto. A las
emociones y los pensamientos abstractos se los
considera «superiores» a cualquier cosa que exista en
la realidad. Y sin embargo, así como un cuadro es el
resultado final de la concepción de un artista, también
podernos ver el mundo moral como producto de la

158
fuerza creativa de Dios. Para nosotros, la creación
significa el mundo de nuestros sentidos. Por más
lejos que podamos llegar en nuestras meditaciones
espirituales, debemos iniciar y terminar esos viajes
aquí... o, si no, perdemos en el proceso.

Un famoso cuento cabalístico ilustra esta


necesidad de un «fundamento». Mediante el estudio y
la meditación, cuatro rabinos entraron en el Paraíso.
El rabino Ben Azai alcanzó un éxtasis tal que
inmediatamente cayó muerto. El rabino Ben Zoma,
abrumado por la intensidad de la experiencia, se
volvió loco. El rabino Ben Abuysh tuvo una visión de
algo que parecían dos dioses, en contradicción con el
dogma básico del monoteísmo, y se convirtió en
apóstata. Sólo el rabino Akiba entró pacíficamente en
el Paraíso y en paz salió de él. El cuento se puede
explicar en función del simbolismo del Tarot. El
rabino Ben Azai fue demasiado lejos en la dirección
del Fuego, y se calcinó. El rabino Ben Zoma dejó que
sus emociones (Agua) prevalecieran sobre la razón.
El rabino Ben Abuysh, abrumado por la energía de
las Espadas, tomó demasiado al pie de la letra lo que
vio y lo que había leído en las Escrituras. El rabino
Akiba, al ser capaz de equilibrar los otros elementos
en la Tierra, entendió su experiencia tal como debía
entenderla.

159
En su forma inicial de Oros, los Pentáculos
representaban principalmente el materialismo, en el
estrecho sentido del dinero y el trabajo. En el mazo
Rider siguen viéndose estas importantes cualidades, y
de hecho los Pentáculos dan expresión al problema
de llegar a interesamos tanto por estas cosas que nos
olvidemos de todo lo demás: lo contrario, en cierto
sentido, de lo que le sucedió al rabino Akiba. El
mazo Rider, sin embargo, añade al cuarto palo la
dimensión, más vasta, de la naturaleza. No sólo
echamos raíces en nuestro trabajo, sino en el amor
por el mundo que nos rodea.

En cuanto signo mágico, los Pentáculos


simbolizan la «magia» de la creación ordinaria.
Tornado en sus términos más simples, esto significa
la belleza de la naturaleza, el júbilo de un trabajo
satisfactorio. Pero el simbolismo es portador de un
significado más profundo, que se insinúa en la
historia del rabino Akiba. El místico o el mago no
fundamenta simplemente el sí mismo de manera
negativa, usan do el mundo como opuesto de la
experiencia espiritual. Más bien porque es portador
de una realidad más firme que la de los otros
elementos, porque no conduce tan fácilmente a la
confusión, la concepción errónea o el abuso el mundo
natural nos abre el camino a nuevas experiencias
místicas.

160
El mismo carácter terrenal de la vida cotidiana
asegura, en virtud de una especie de ley de
reciprocidad, que tales cosas posean una «magia»
mayor que las atracciones más inmediatas de los
otros elementos. Es esta una paradoja que no
podemos entender inmediatamente; necesitamos
sopesarla y experimentarla. Hay dos hechos, ambos
referentes a los Pentáculos/Tierra, que apuntan a su
verdadero valor. Primero, al estudiar las cartas de los
líderes religiosos antiguos y modernos, el astrólogo
Ronnie Dreyer ha descubierto que entre ellos
predominan los signos de Tierra. Segundo, el palo de
Pentáculos contiene más cartas Portales que ninguno
de los otros.

El Rey

161
El carácter mundano de los Pentáculos va muy
bien con la responsabilidad social del Rey, que nos
presenta la imagen misma del hombre que triunfa en
los negocios o en su profesión. La despreocupación
con que está sentado en su trono y el afecto con que
mira a su pentáculo que es aquí el símbolo de su
capacidad y de sus logros muestran que está
satisfecho con la vida. Es generoso, e incluso
valiente, aunque no especialmente dado a la aventura.
El rol de Rey no lo frustra, como frustra al Rey de
Varas y al de Copas. Quizás en una etapa anterior de
su vida y de su carrera pueda haber sufrido por obra
de la impaciencia o de la duda. Ahora, su éxito ha
justificado su vida, y le permite relajarse y disfrutar
de ella.

Disfrutar de la vida significa también estar


próximo a la naturaleza. Aunque en el fondo se eleva
su castillo símbolo del lugar dominante que ocupa en
la sociedad, él está sentado en su jardín, con flores en
la corona y el manto decorado con uvas, símbolo de
la dulzura de la vida. Incluso las hojas y las flores
dan la impresión de fundirse con el manto, así como
el agua se mezclaba con el vestido de la Reina de
Copas. Para él, la vida es buena, y tiene la intención
de disfrutarla.

Hubo una vez que en una lectura el Loco salió


cruzado por el Rey de Pentáculos (las dos cartas se

162
parecen mucho en su combinación de colores). La
conjunción forma un buen ejemplo de lo que yo
llamo tiempo vertical y tiempo horizontal, esto es, los
mundos interior y exterior. El Rey simboliza la
actividad ordinaria, los logros, la posición social, el
éxito, mientras que el Loco representa la libertad
espiritual interior que permite a una persona disfrutar
de tales cosas y edificar sobre ellas sin verse atrapada
en una estrecha visión materialista. Considérense dos
personas con el mismo mundo exterior: ambas
triunfadoras, respetadas, adineradas. Y sin embargo,
interiormente una de ellas puede estar tensa, frustrada
o temerosa, en tanto que la otra no ha perdido su
júbilo ni su paz.

Si vemos en el Loco el comienzo de los Arcanos


Mayores, y al Rey de Pentáculos como la carta final
de los Menores, entonces los dos están en los
extremos opuestos del Tarot. Pero esta polaridad sólo
es válida si vemos las cartas alineadas. Si las
imaginamos en círculo, entonces el Loco y el Rey de
Pentáculos llegan a unirse.

Invertida

El Rey está destinado al éxito. Invertido, tiene


una connotación de fracaso, o simplemente de

163
mediocridad. La falta de realización genera
insatisfacción, sentimientos de debilidad, y duda. Si
lo tomamos de otra manera, podemos ver que el Rey
invertido simboliza la corrupción de la idea del éxito,
la imagen de un hombre o de una mujer que recurre a
cual quier medio para conseguir sus objetivos.

Si describimos al Rey de Pentáculos como


alguien que necesita una conexión vital con la
naturaleza (y, pese a los supuestos contemporáneos,
no todos la necesitan), el Rey en posición invertida
representa el estado de un ser amputado de ese fluir
rejuvenecedor. El resultado de la ruptura es
insatisfacción, debilidad e incluso peligro psíquico.

La Reina

164
Así como el Rey está sentado delante de un
castillo, el trono de la Reina, enmarcado de rosas,
está en medio de un campo. Mientras que el Rey
simplemente mira su Pentáculo, ella lo sostiene con
ambas manos, plenamente consciente de la magia de
la naturaleza y de la fuerza que obtiene de ella. Más
que cualquier otra de las cartas Menores, ésta
representa el amor por el mundo y la unidad con él.
El conejo que aparece en el ángulo inferior derecho
no sólo representa la fertilidad sexual, sino también la
fructificación espiritual de una vida que ha
encontrado su propio ritmo en el mundo que la rodea.

Sus cualidades, lo mismo que el simbolismo


sexual, la relacionan con la patrona de los Pentáculos,
la Emperatriz. Al mismo tiempo, en cuanto figura
Menor, es portadora de un atributo que falta en el
triunfo arquetípico de la pasión: la conciencia de sí.
La Reina se conoce y cree en sí misma, y en la magia
de su vida. En las lecturas, esta cualidad de confiar en
sí misma es, con frecuencia, la más importante.

Si el Rey estaba junto al Loco, la Reina combina


con el Mago. Como él, lleva una túnica roja sobre
una camisa blanca; los dos están rodeados de hojas y
flores; un cielo amarillo vierte su luz sobre ambos.
Así como el Mago manipula las fuerzas ocultas en el
mundo, la Reina de Pentáculos se une con "dichas

165
fuerzas, permitiéndoles que a través de ella fluyan al
interior de su vida cotidiana.

Invertida

En las lecturas, la Reina en posición invertida


puede significar que, en alguna situación específica,
el consultante no confía en sí mismo. De modo más
general, se refiere a debilidad psíquica, porque
separar a la Reina de su conexión vital con la tierra
produce, más aún que en el caso del Rey, nerviosidad
y confusión. Se genera así miedo e incluso fobia,
desconfianza de los otros y especialmente de sí
misma, lo cual la lleva a dudar de sus capacidades y
de su valor como persona. Esta separación significa
algo más que estar aislada de las plantas y de los
animales. Alude más bien a una pérdida del ritmo
diario en la vida, a una insatisfacción con la totalidad
del medio, y a una incapacidad de apreciar lo que éste
tiene para ofrecer.

En una lectura, la Reina invertida no sólo señala


estas características en el sujeto, sino que sugiere un
doble reme dio. Primero, un refuerzo de la confianza;
la persona ha de insistir en sus logros y buenas
cualidades, y puede hacerlo mediante la meditación
sobre la Reina en posición normal. Segundo, un

166
arraigo de las emociones en las cosas naturales, en
los placeres comunes, en un trabajo satisfactorio.

El Caballero

La responsabilidad de la acción recae en el


Caballero, destacando las cualidades prácticas del
palo. Al mismo tiempo, negar la natural tendencia del
Caballero a la aventura tiende a deformar y limitar su
actitud hacia la vida. El Caballero es responsable,
trabajador, estoico. En su mejor sentido, está
profundamente arraigado en el mundo exterior y en la
simplicidad, una cualidad sugerida por la forma en
que el caballo se planta firmemente en el suelo,
mientras su jinete permanece erguido.

167
Aunque también él sostiene un Pentáculo, no lo
mira, sino que en cambio observa fijamente por
encima de él. El simbolismo hace pensar que ha
perdido de vista la fuente y el significado de su
fuerza en la vida. Al dedicarse a cuestiones
puramente prácticas, se ha aislado de las cosas más
profundas de la Tierra.

Invertida

A veces, el naipe en posición invertida significa


un despertar de esas otras formas de conciencia, pero
más frecuente es que muestre un fracaso o una
exageración de las virtudes más evidentes del
Caballero. Su firmeza se intensifica hasta convertirse
en inercia, su tesonera responsabilidad cede el paso a
la ociosidad. Una personalidad apacible, si va
demasiado lejos, se debilita y se deprime,
especialmente si su placidez encubría un deseo
reprimido de aventura o de progreso.

El Caballero de Pentáculos, invertido, puede


ocasional mente indicar una crisis. Si una persona ha
dedicado su vida a un trabajo o a otra actividad
externa similar, y se ve despojada de ese significado‐
por un despido o una jubilación, por ejemplo, es
probable que el desaliento y la de presión la abrumen.

168
Otro ejemplo sería una mujer que haya dedicado su
vida a sus hijos, y que se encuentre ahora con que
han crecido y se han alejado de ella.

Aunque es ciertamente raro que significados tan


extremas se den en lecturas reales, no por eso dejan
de estar implícitos en la paradoja básica de este
naipe: profunda mente enraizado en la magia que lo
sustenta, pero sin tener conciencia de ella, el
Caballero se identifica con sus funciones. Necesita
descubrir la verdadera fuente de su fuerza, dentro de
sí mismo y en la vida.

El Paje

169
En contraste directo con el Caballero, el Paje no
mira nada más que su pentáculo, que sostiene
delicadamente en el aire. Así como el Caballero es el
trabajador arquetípico, el Paje representa al
estudiante, perdido en sus estudios, fascinado, que
poca preocupación siente por ninguna otra cosa. Y
sin embargo, participa de la naturaleza práctica del
palo, en cuanto simboliza el trabajo efectivo del
estudiante, el estudio y la erudición, por
contraposición con la inspiración, simbolizada por el
Paje de Copas.

El estudiante funciona aquí como un símbolo; no


es que el Paje tenga que referirse a alguien que
efectivamente estudia, sino simplemente a alguien
que aborda cualquier actividad con esos atributos de
fascinación, de compromiso extremo, de importarle
menos la posición social y otras gratificaciones que el
trabajo como tal.

Invertida

Una vez más el Paje aparece como lo contrario


del Caballero. En realidad, los dos se reparten las
dobles cualidades de los Pentáculos: el espíritu
práctico y la magia. Así como el Caballero, sin su
trabajo, se desalienta y cae en la inercia, el Paje, sin

170
su sentido del esfuerzo, se entrega a la extravagancia
y la disipación, lo que Waite llama la «prodigalidad».
En ocasiones, sin embargo, la carta puede significar
simple mente que uno se relaja después de una tarea
difícil, como un estudiante después de los exámenes.

El Diez

Una de las cartas Menores más simbólicas y en la


que se superponen más significados, el Diez nos
muestra la imagen misma del Portal que se abre a las
experiencias ocultas en las cosas ordinarias. Como el
Diez de Copas, se ocupa de la vida doméstica, pero
mientras que en el naipe de Copas hombres y mujeres
celebran el don, aquí la familia no advierte la magia
que los rodea. Superficialmente, la carta representa el

171
hogar establecido, la vida buena, una posición
cómoda y segura en el mundo. Sin embargo, pare ce
que las personas en cuestión dieran por sentada toda
esa comodidad; la seguridad se les hace aburrida o
sofocante. En contraste con el Diez de Copas (las dos
cartas suelen aparecer juntas en las lecturas), aquí no
parece que hubiera comunicación entre los miembros
de la familia. El hombre y la mujer están mirando en
sentido contrario, aunque la mujer dirige una mirada
ansiosa al hombre, por encima del hombro. El niño se
cuelga nerviosamente de su madre, pero aparta la
vista. Y ninguno de ellos advierte al anciano que está
más allá de la arcada.

Aunque la carta expresa una escena mundana,


está cubierta de signos mágicos. Los diez pentáculos
forman el Árbol cabalístico de la Vida, que no
aparece en ninguna otra parte en el mazo. Obsérvese
también la varita mágica apoyada en la arcada, que
no aparece tampoco en ninguna otra carta Menor.
También la arcada muestra, en relieve, una balanza en
equilibrio (justamente por encima de la cabeza del
anciano). Ahora bien, la balanza representa la
Justicia, y además, las fuerzas sutiles que impiden
que el mundo cotidiano se desintegre en el caos. Al
hablar de «fuerzas sutiles» no me refiero sólo a las
llamada leyes «ocultas», como la de polaridad, ni a la
ley de las correspondencias (como es arriba, así es
abajo). La expresión se aplica además a las formas de

172
operar generalmente más aceptadas de la naturaleza,
como la gravedad o el electromagnetismo. No porque
los aprendamos en la escuela debemos considerar
menos maravillosos esos fenómenos. El hecho es que
no damos importancia al universo simplemente
porque funciona tan bien.

Más aún que las otras imágenes, el anciano evoca


la magia. Se asemeja a la imagen, presente en todas
las culturas, del dios o del ángel que viene, disfrazado
de mendigo o de viajero, a visitar a una familia, y que
tras haber puesto a prueba sus virtudes de
hospitalidad y generosidad, les deja un regalo
mágico. En el caso de Abraham y Sara, los ángeles
les dieron un hijo, Isaac. En muchos relatos de este
tipo, sólo los perros reconocen al visitante (así como
en otros cuentos los perros son los únicos que huyen
del Diablo cuando éste se aparece disfrazado). Dado
que no han sepultado sus instintos en el escéptico
racionalismo humano, los perros son capaces de
sentir la llamada de lo maravilloso.

Ahora bien, la mayoría de estos relatos insisten


en la moraleja: «Sé amable con todo el mundo, que
nunca sabes a quién puedes estar rechazando.» Pero
podemos dar a la historia una interpretación más
sutil. Al actuar de cierta manera, las personas crean
en sí mismas la capacidad de reconocer y de recibir
las bendiciones del mundo que las rodea.

173
Todas esas maravillas, todos esos signos ocultos,
apuntan al tema básico de los Pentáculos: el mundo
cotidiano contiene una magia mayor de lo que
ninguno de nosotros habitualmente puede ver. La
magia nos rodea por todas partes, en la naturaleza, en
el hecho mismo de que la vida exista y de que este
vasto universo no se nos desintegre.

Dentro de la arcada vemos un día común de sol;


afuera predominan los tonos más oscuros, incluso en
el abrigo multicolor del anciano, con sus signos
astrológicos y de magia ritual. La familia, de pie bajo
la arcada, tiene una cierta pose teatral. Con toda su
firme realidad, el mundo de todos los días, la vida
cómoda que aceptamos sin cuestionarla, e incluso los
problemas y las desdichas que con frecuencia nos
quitan el sueño, no son más que una comedia en la
que todos representamos los papeles que nos han
marcado nuestra educación y la sociedad (reconocer
que somos un producto de nuestro condicionamiento
es el primer paso para liberarnos de él).

La verdadera realidad no deja de ser antigua,


oscura y misteriosa. Por más que miremos a través de
la arcada, la perspectiva de la carta nos coloca fuera
de ella, donde está el visitante. Al fundirnos con esta
carta podemos encontrarnos a nosotros mismos más
allá del Portal, contemplando los pequeños dramas de
nuestra propia vida cotidiana. Y si nos adentramos

174
más en ella podemos vivenciar ese universo
fantástico y vibrante que existe en el centro mismo de
lo ordinario.

Cuando el héroe Ulises llegó a su hogar después


de haber vagado por el mundo feroz y lleno de
monstruos que se extendía más allá de la Grecia
civilizada, venía disfrazado de mendigo. Sólo su
perro lo reconoció. Aunque vistiera de harapos, eran
harapos gloriosos (muy a la manera de la chaqueta
remendada del visitante) porque se los había dado la
diosa Atenea. Ulises volvía del mundo fantástico al
doméstico; destruyó el mal que encontró en su casa y
restableció el orden moral. Sin embargo, antes tuvo
que pasar por la vivencia de lo que había más allá,
donde también el Diez de Pentáculos nos lleva.

Invertida

Si el sentimiento de estar aburrido de la vida va


en aumento, puede llevarnos a correr riesgos,
especialmente financie ros o emocionales. En
ocasiones, según cuáles sean los con textos o los
resultados previstos, los riesgos se justifican; por
ejemplo, el Loco junto al Diez de Pentáculos invitaría
al juego. Otras veces, los riesgos no provienen tanto
de la necesidad como de la impaciencia con lo que ya

175
tenemos. Esta situación se agudiza cuando el Diez de
Pentáculos aparece con el Diez de Copas.

El paralelismo con Ulises se acentúa más cuando


la carta sale invertida. La mayoría de los problemas
de aquel héroe se derivaron de una vena de temeridad
que lo llevaba a cometer actos de osadía
precisamente en los peores momentos. La necesidad
de jugárselo todo estaba en contradicción con sus
cualidades básicas de cautela, habilidad y previsión.
Y sin embargo, la insensatez mantenía el equilibrio.
Sin ella, Ulises no habría visto el mundo más allá del
hogar y de la familia a los cuales finalmente regresó.

El Nueve

176
En cuanto cartas materiales, los Pentáculos se
refieren al éxito y a lo que éste significa en la vida de
una persona. A diferencia de la figura que aparece en
el naipe Diez, aquí la mujer tiene clara conciencia de
las cosas buenas que hay en su vida. Su mano se
apoya en los Pentáculos, con el pulgar enganchado en
un tallo de la vid. Uno de los significados básicos de
la carta es la conciencia; especialmente, conciencia
de sí y de la capacidad de distinguir lo que tiene
importancia en la vida, los objetivos que realmente
nos exigen nuestro mejor esfuerzo. La carta significa
éxito, pero no simplemente beneficios materiales;
significa igualmente el sentimiento de seguridad, la
certidumbre que da el saber que uno ha hecho las
opciones correctas y ha llevado a cabo las acciones
necesarias para alcanzarlas. Los pentáculos que
crecen en los arbustos simbolizan una vida
productiva y activa.

Aquí el «éxito» no significa tanto logros


mundanos como triunfar en la «creación» de nosotros
mismos a partir de los materiales que nos
proporcionan las circunstancias y las condiciones de
nuestra vida. Y la «certidumbre», en su sentido más
fuerte, quiere decir algo más que mirar hacia atrás y
ver que hemos hecho lo que debíamos. Significa
también la capacidad de saber allí donde los otros
sólo pueden conjeturar. El Nueve de Pentáculos
representa el emblema de esta cualidad, el verdadero

177
sello de la persona evolucionada (un tema que se
profundizará al final de la sección sobre lecturas); por
consiguiente, el estudio y la meditación sobre esta
carta nos ayudarán a conseguir esa certidumbre.

Hemos visto que los Nueves muestran


compromisos y opciones, un tema que aparece
también en los Pentáculos. La mujer está sola en su
jardín. Para lograr lo que tiene, ha tenido que
renunciar a la compañía habitual. En las lecturas, este
simbolismo no significa que la carta aconseje
inevitablemente renunciar a una relación, pero sí que
exhorta a confiar en sí mismo y a refugiarse en una
cierta soledad para perseguir los objetivos.

La imagen de la derecha, ligeramente diferente


de la versión oficial del mazo Rider (figura
izquierda), proviene de una edición norteamericana
de hace varios años. En este Nueve de Pentáculos una
sombra oscurece el rostro de la mujer y las uvas que
hay al lado derecho de la carta. Es evidente que la
figura se aparta del sol. El simbolismo sugiere un
sacrificio. Para hacer de su vida lo que ella quiere,
esta mujer ha tenido que renunciar no solamente a la
compañía, sino también a cosas tales como la
espontaneidad, las distracciones y la temeridad. Si el
sacrificio nos parece demasiado grande, quizás eso
signifique que no valoramos lo suficiente las

178
gratificaciones que proporciona el cultivo de sí
mismo.

La imagen del ave lleva más lejos estas ideas.


Cazador por todo lo alto, el halcón simboliza el
intelecto, la imaginación, el espíritu. La caperuza, sin
embargo, lo somete a su señora, es decir, a la
voluntad consciente. Por consiguiente, aunque a
primera vista el naipe signifique éxito, con un
conocimiento más íntimo este significado primario
pasa a ser el de disciplina. Y la entrada por el Portal
de esta carta nos ayudará a alcanzar el júbilo de la
verdadera disciplina, la que no mutila, sino que eleva.

Invertida

Las cualidades de la carta quedan negadas o


trastocadas: de ello se derivan falta de disciplina y
fracaso; proyectos que se emprenden y después se
abandonan; una incapacidad de canalizar la energía y
orientarla hacia fines útiles. En esta posición, la carta
puede significar que no sabemos lo que queremos o
lo que es realmente importante para nosotros. La falta
de conocimiento de sí mismo genera
irresponsabilidad y perfidia, tanto hacia los otros
como hacia nosotros mismos.

179
El Ocho

Para los Pentáculos, el camino hacia el Espíritu


no pasa tanto por el éxito, ni siquiera por la
percepción del valor de las cosas ordinarias, como
por el trabajo que nos permite llegar a apreciarlas. El
Nueve nos muestra la disciplina; el Ocho nos muestra
el entrenamiento que nos aporta a la vez disciplina y
habilidad.

El trabajo, ya sea físico, artístico o espiritual (el


sufí Idries Shah habla del «trabajo» como de la más
básica de las doctrinas del sufismo), no puede
alcanzar éxito si la persona no piensa más que en el
resultado final. Muchos artistas y escritores han dado
testimonio de este hecho, advirtiendo a los
esperanzados que si sólo quieren enriquecerse o

180
llegar a ser famosos, jamás lo conseguirán. Tiene que
importarnos el trabajo mismo.

Por eso vemos al aprendiz perdido en su tarea. Y


sin embargo, el trabajo necesita también tener alguna
relación con el mundo exterior. Por más que sigamos
nuestras propias normas y nuestros instintos, o que
busquemos nuestro propio desarrollo, el trabajo que
hagamos carecerá de significado si no sirve a la
comunidad. Por consiguiente, detrás de su tienda‐
aunque a la distancia se alza una ciudad, con un
camino amarillo (el amarillo representa la acción
mental) que permite ir de la ciudad al taller y
viceversa.

Invertida

Cuando sale invertida, la carta sugiere


principalmente impaciencia y las situaciones que de
ella resultan: frustración, ambiciones no cumplidas,
envidia o celos. Estas cosas pueden provenir de la
actitud que lleva a fijarse solamente en el éxito y no
en el trabajo que lo consigue. También pueden
originarse en un trabajo insatisfactorio, es decir, una
actividad o carrera que no requiere habilidad ni
compromiso personal alguno, ni da motivos de
orgullo.

181
El Siete

De la imagen del trabajo pasamos a la de su


recompensa. Como el Nueve, el Siete muestra los
pentáculos como un resultado viviente del esfuerzo
de la persona. Un trabajo significativo aporta algo
más que beneficios materiales; la persona también
crece. El Siete enseña ese momento en que se puede
mirar con satisfacción lo que se ha logrado, que
puede ser tan vasto como una carrera, o tan simple
como un proyecto inmediato. La carta da a entender
que, sea lo que fuere lo que se haya construido
{incluso relaciones entre personas), ha llegado a un
punto en que puede crecer por sí mismo, y que la
persona puede tomar distancia frente a su obra sin
que ésta se desplome.

182
Invertida

Para muchos, un trabajo significativo es algo


inaccesible. En general, el Siete invertido apunta a
una insatisfacción que lo impregna todo, a esa
sensación de estar atrapado que nos producen los
trabajos o los compromisos insatisfactorios. Además,
el Siete invertido puede significar cualquier
insatisfacción o ansiedad específica, en particular
proveniente de algún proyecto que no marcha bien.

El Seis

Las dos cartas siguientes, relacionadas por su


simbolismo, destacan entre las más complejas de los
Arcanos Menores, e incluso de todo el mazo.

183
Demuestran al mismo tiempo la diferencia entre
niveles de interpretación y esa dimensión extra que
yo llamo el Portal, porque mientras que el Cinco
permite múltiples significados, el Seis nos muestra el
propio mecanismo del Portal.

Superficialmente, el Seis de Pentáculos ilustra la


idea de repartición, de generosidad, de caridad.
Obsérvese sin embargo que los personajes forman
una jerarquía en que uno está por encima de los otros
dos. La carta, por consiguiente, significa una relación
en la cual una persona domina a las otras. Es cierto
que ésta da, pero siempre desde una posición de
superioridad. La balanza está equilibrada: esas
relaciones suelen ser muy estables, precisamente
porque las personas están bien emparejadas. Así
como una de ellas desea dominar, la(s) otra(s)
desea(n) que la(s) dominen. La posición inferior no
implica realmente debilidad; es frecuente que la
persona dominada instigue a la relación, y de hecho
insista sutilmente en mantenerla, cuando la que
desempeña el papel dominante quizá quiera cambiar.

A veces la jerarquía no indica una persona, sino


más bien una situación —de índole emocional,
económica o lo que sea— que domina a una persona
o a un grupo. Es pro bable que les dé muy poco, pero
lo suficiente para impedir les que busquen otra cosa.
Esto puede suceder con un trabajo que da beneficios

184
materiales, pero escasa satisfacción o poca
probabilidad de progresar; o con una relación en que
las personas son desdichadas, pero se sienten cómo‐
das; o con una situación política en que la gente
reconoce que está oprimida, pero no quiere poner en
peligro la poca seguridad que tiene.

La carta tiene una relación (deformada) con todas


aquellas de los Arcanos Mayores (el Hierofante, los
Enamorados, el Diablo y otras) en que alguna fuerza
reúne o reconcilia los opuestos de la vida. Aquí nada
se reconcilia verdadera mente, pero la situación se
mantiene equilibrada y en mar cha.

Hasta ahora, los significados subrayan a los dos


mendigos, pero, ¿qué hay del donante? Aunque
muestra generosidad, el equilibrio de la balanza
indica que no da espontáneamente, sino que calcula
qué es lo que cree poder permitirse. Dicho de otra
manera: da lo que no echará de menos.
Emocionalmente, esto simboliza a una persona que se
relaciona con verdadera facilidad con las otras, y sin
embargo, siempre contiene sus sentimientos más
profundos.

Como ya dijimos, la relación se genera por


ambas partes. Muchas personas no aceptan de los
demás más que «dones» limitados. Es probable que
una demostración de afecto muy intensa, por

185
ejemplo, las avergüence o las asuste. Lo mismo
puede ser válido para quienes se ofenden por la
«caridad» e incluyen en esa categoría cualquier
ofrecimiento de ayuda. Por lo tanto, el Seis de
Pentáculos puede indicar que se da a la gente lo que
ésta es capaz de recibir.

He subrayado estas palabras porque implican


algo que va más allá de su significado literal.
Inconscientemente, la mayoría de las personas
calculan lo que dan de acuerdo con lo que los demás
esperan de ellas; así evitan sentirse incómodas o
hacer que los demás se sientan incómodos. Por otra
parte, para poder conscientemente dar a la gente lo
que necesita y puede usar (y no lo que tal vez cree
querer), uno debe haber alcanzado un alto grado de
conocimiento de sí mismo y de la psicología humana
en general. Son realmente pocas las personas que
alcanzan este nivel al dar; muchos creen percibir lo
que el otro necesita cuando en realidad están
proyectando sobre esa persona sus propias exigencias
y sus miedos. En cuanto fuente de información más
objetiva, el Tarot puede ayudarnos a entender
nuestras propias necesidades o las de los demás.
Debido a estos significados, el Seis de Pentáculos se
relaciona con el Nueve en el contexto de aquella carta
como emblema de la certidumbre.

186
La idea de dar a la gente lo que es capaz de
recibir tiene también un significado religioso. Tanto
los místicos como los esoteristas suelen decir que la
verdad oculta en el seno de una religión determinada
puede ser casi lo opuesto de lo que esa religión
parece decir en la superficie. Por ejemplo, mientras
que quizá la doctrina nos enseñe a controlar nuestros
deseos con pensamientos piadosos, tal vez el ocultista
intente hacer aflorar sus necesidades más ocultas para
trabajar con ellas. Esta escisión existe porque la
mayoría de las personas no sólo son incapaces de
toda forma de trato con las enseñanzas religioso-
psicológicas en su forma no suavizada, sino que no
están dispuestas a intentarlo siquiera. E incluso
muchas de las que lo intentan, encuentran que la
verdad les es imposible de asimilar. Recuérdese al
rabino Ben Abuysh, que perdió la fe cuando le
pareció ver dos Dioses.

Idries Shah nos cuenta la fábula de dos hombres


que llegan a una tribu sumamente temerosa de las
sandías, a las que consideraban demonios. El primer
viajero intenta decirles la verdad, y lo lapidan por
hereje. El segundo acepta su ortodoxia, se gana la
confianza de la gente y lentamente va educándola.
Como este relato, el Seis de Pentáculos indica la
forma en que la religión, lo mismo que las enseñan‐
zas esotéricas, nos da lo que somos capaces de
recibir. Waite, al describir esta carta, dice «una

187
persona con aspecto de mercader»: no un mercader,
sino una persona «con as pecto» de serlo. Y
Nietzsche, en As{ hablaba Zaratustra, hace que un
ermitaño diga a Zaratustra: «Si quieres acercarte a
ellos, no les des más que una limosna, y deja que te la
pidan.» Si les das más, nadie te escuchará.

Sin embargo, ¿quién es esta persona con


«aspecto» de mercader? ¿Es simplemente un maestro
o representa una doctrina religiosa o psicológica? La
balanza sugiere algo más: la Justicia, que representa
la verdad, no sólo en cuanto «información correcta»,
sino como fuerza viviente que mantiene unido al
universo y lo equilibra. En el Diez de Pentáculos
vimos esta fuerza representada por el anciano en la
arcada; aquí se nos aparece como el mercader. La
huida nos da lo que necesitamos, lo que podemos
usar. Especialmente cuando nos colocamos en
posición de recibir.

La gente que trabaja con meditación o con el


Tarot, o con disciplinas similares (lo mismo que
quienes hacen un trabajo artístico), observan con
frecuencia un fenómeno curioso. Parece como si la
vida conspirase para darles lo necesario para
ayudarles en su camino. No es que les dé un
empujón, pero sí apenas un empujoncito en el
momento preciso. He aquí un ejemplo. En la época
en que estaba trabajando con estos significados del

188
Seis de Pentáculos, me hice a mí misma una lectura
de Tarot, en la que el Seis salió cruzando al Caballero
de Copas. Lo entendí en el sentido de que sería
beneficioso para mí mantener una disposición
anímica meditativa. Ahora bien, esto sucedió algunos
meses después de la muerte de mi madre, y mientras
visitaba a mi padre empecé a usar una mezuzah (una
especie de amuleto judío) de mi madre. La mezuzah
llevaba una inscripción con el nombre Shaddai, en el
que reconocí uno de los nombres de Dios, aunque no
sabía qué significaba. Dos o tres días después de la
lectura asistí con mi padre en una sinagoga a los
oficios del Sábado (algo que yo no habría hecho por
mi cuenta). Por el camino vi el nombre Shaddai en
una joya expuesta en un escaparate y mencioné mi
curiosidad respecto de su significado.

Cuando miré el pasaje de la Biblia


correspondiente a la lectura de ese día, descubrí una
nota que explicaba el significado de Shaddai.
Traducida como «Todopoderoso», la palabra
proviene de una raíz hebrea que significa
«subyugar», pero se relaciona también con una
palabra árabe que quiere decir «benevolencia,
donación de regalos». El libro no sólo respondió a mi
pregunta inmediata, sino que me dio una mayor
comprensión del Seis de Pentáculos. El «mercader»
simboliza la fuerza de la vida, que no sólo nos da lo
que necesitamos y podemos recibir, sino que también

189
puede subyugarnos (aunque ordinariamente no lo
haga si no lo deseamos) con el milagro espiritual. Y
toda esa comprensión intuitiva (que, por haberla
experimentado, significaba más para mí de lo que
habría significado intelectualmente, como idea), la
había alcanzado yo poniéndome literalmente en
posición de recibir, es decir, yendo con mi padre a la
sinagoga.

El Seis de Pentáculos nos enseña que el valor de


estudiar el Tarot u otras disciplinas no reside
simplemente en el conocimiento específico que de
ello se obtiene, sino también en la disposición de
ánimo que se crea por el acto de hacerlo. El trabajo
mismo nos cambia. Mediante el mecanismo de las
cartas Portales podemos cultivar consciente y
deliberadamente esos cambios. Al contemplar las
figuras y unirnos a ellas nos permitimos recibir sus
dones.

Invertida

Los significados posibles se relacionan con los


de la carta en posición normal. Indican falta de
generosidad y egoísmo cuando lo que se espera es
compartir. En ocasiones, esto se refiere a una
situación en que la persona está en una posición de

190
superioridad. Entonces, el (o la) donante es capaz de
dar con mayor libertad, sin calcular lo que puede o no
permitirse, sino compartiendo realmente. Otras veces,
la carta señala el resentimiento de las personas que
reciben la caridad, o su contrapartida, la piedad.

Con frecuencia, el Seis invertido indica que


alguna situación estable, pero básicamente desigual o
insatisfactoria, se ha roto. Que esto dé o no origen a
otra más libre o más equilibrada dependerá de
diversos factores, entre los cuales no es el menos
importante el deseo y el valor de los participantes
para seguir adelante con un proceso que ha sido
iniciado por ellos mismos o por algún agente exterior.

Finalmente: como es natural, la carta en esta


posición significa no estar en posición de recibir, ya
sea porque nos aislamos espiritualmente o porque
dejamos pasar alguna oportunidad práctica, quizás a
causa de nuestra arrogancia o nuestra desconfianza de
los motivos ajenos.

El Cinco

191
Los diversos significados de esta carta ilustran
una vez más el problema de la certidumbre que
analizaremos en la sección destinada a las lecturas.
¿Cómo podemos saber con seguridad qué significado
es válido para una situación real? Al mismo tiempo,
los significados muestran cómo una situación puede
encaminarse por direcciones muy diferentes.

Los Cincos ilustran algún género de conflicto y


pérdida; cuando se trata de Pentáculos, esto significa
sobre todo problemas materiales, como pobreza o
enfermedad. Obsérvese que los personajes, aunque
encorvados y tullidos, sobreviven. Esta carta puede
indicar amor, especialmente el de dos personas que se
mantienen unidas en una mala situación. Puede darse
el caso de que las penurias se hayan convertido en
uno de los principales factores que las man tienen
juntas, de modo que el alivio de sus problemas

192
materiales puede poner a prueba su unidad; también
es probable que las personas crean que eso puede
suceder, y que por eso teman al cambio.

Obsérvese que las figuras pasan delante de una


iglesia. Pues bien, como lugar de asilo, la iglesia
representa descanso y alivio ante la tormenta. Las dos
personas, sin embargo, no la ven. Los seres humanos
pueden acostumbrarse a cualquier cosa, y cuando
esto sucede, es frecuente que no vean las
oportunidades de cambiar, y que se resistan incluso a
poner término a sus problemas. Si comparamos estas
personas con los mendigos arrodillados del naipe
Seis, vemos que el Cinco representa el orgullo y la
independencia, lleva dos en ocasiones al punto de la
estupidez ante un auténtico ofrecimiento de ayuda.

Al examinar más atentamente la carta podemos


descubrir otros significados alternativos, y hasta
opuestos. La imagen no muestra ninguna puerta de la
iglesia. Como sucede hoy con muchas iglesias que
cierran sus puertas cuando no hay oficios religiosos,
parece que ésta hubiera dejado fuera a la gente. El
asilo no ha servido de nada. Vemos aquí ante todo un
comentario sobre la religión moderna, a la que
muchos acusan de haber fracasado en la tarea de
consolar y curar las almas perturbadas de los fieles.
En un nivel más simple, en muchos países las iglesias
se han enriquecido a expensas del pueblo. Aquí

193
también cabe comparar el Cinco con el Seis. Allí, el
mercader puede simbolizar la iglesia secular
moderna, que da la asistencia material que puede (o
que quiere), en tanto que de las necesidades
espirituales de la gente nadie se ocupa.

Podemos decir que el párrafo anterior nos ofrece


una interpretación «sociológica» de la iglesia sin
puerta. Si, en cambio, ponemos el acento en las
personas, tendremos una visión psicológica. A veces
podemos encontrarnos en una situación en que las
fuerzas externas las instituciones sociales, la familia,
los amigos, etc. no pueden ayudarnos, y debemos
enfrentarnos solos con el problema.

Podemos extender esta idea a una interpretación


«mágica» u ocultista. En el libro sobre los Arcanos
Mayores analicé cómo el mago o maga, al
embarcarse en un curso de evolución personal, se
enfrenta con la Iglesia establecida, que
tradicionalmente actúa de intermediaria entre los
seres humanos y Dios. La opción puede traer
consecuencias tanto prácticas como políticas. Si el
mago tropieza con fuerzas psíquicas peligrosas,
entonces la religión tradicional no puede (por no
hablar de que no quiera) ayudarle a vencerlas.
Compárese el Cinco de Pentáculos con el Hierofante,
el número 5 de los Arcanos Mayores. Allí (figura
52b), dos suplicantes se someten a una doctrina que

194
los orienta en todas las situaciones. Aquí (figura 52a),
las personas han rechazado esas doctrinas, o
simplemente han descubierto que no venían al caso.

Invertida

El significado que da Waite es «caos, desorden,


ruina, con fusión». Esto sugiere que las cosas tal
como se las veía en la posición normal se han
desbaratado. Las personas ya no sobreviven. Por más
que la situación inmediata pueda parecer mucho peor,
a veces conduce a una mejora. Cuando la gente se
acostumbra al sufrimiento, es probable que un
colapso la libere. El que ahora puedan o no construir
algo más positivo depende parcialmente de ellas
mismas, y parcialmente de la influencia y de las
oportunidades que las rodeen.

El Cuatro

195
Lo primero que vernos es la imagen de un avaro,
y por extensión, el hecho de depender, para sentirse
seguro, de la comodidad y la estabilidad materiales
simbolizadas por el número Cuatro. A manera de
respuesta a los problemas y dificultades que nos
mostraba el naipe anterior, el hombre se ha provisto
de una capa protectora contra cualquier problema
económico (o de otra índole) que pudiera surgir en el
futuro. Sin embargo, así como en el Cinco veíamos
dos personas, aquí hay una sola, cuya necesidad de
seguridad personal excluye a los demás.

En cuanto signos mágicos, los Pentáculos


simbolizan la energía psíquico-emocional básica.
Aquí, el hombre usa sus pentáculos para aislarse del
mundo exterior. Con ellos se ha cubierto los puntos
más vitales: la coronilla (que aquí es literalmente una
corona), la garganta y el corazón, y las plantas de los

196
pies. La gente que hace meditación con los chakras
reconocerá que los dos primeros son puntos vitales de
conexión con el Espíritu y con las demás personas.
Cubrirnos los pies simboliza un bloqueo que nos
separa del mundo circundante. Sin embargo, el
hombre no puede protegerse la espalda. Siempre
seguirnos siendo vulnerables a la vida, por más
centrados en nosotros mismos que procuremos estar.

En ciertas situaciones, el Cuatro, considerado


generalmente como una «carta problema», puede ser
muy apropiado. Cuando la vida se ha desintegrado en
el caos, el Cuatro indica la creación de una estructura,
ya sea por mediación de las cosas materiales u
orientando hacia adentro la energía mental y
emocional. La carta sigue siendo una imagen del
egoísmo, pero a veces el egoísmo puede ser
precisamente lo que se necesita. Generalmente, la
gente que medita con el aura, al término de cada
meditación cumple con el ritual de «sellar» el aura en
los puntos de los chakras. Esta práctica impide a la
vez las filtraciones de su propia energía, y que el sí
mismo se vea anegado por influencias externas.

Finalmente, en un nivel muy profundo, el Cuatro


de Pentáculos simboliza la forma en que la mente
humana estructura y confiere significado al caos del
universo material. Esta idea no contradice el
concepto de fuerzas que equilibran la naturaleza, tal

197
como las describen el Diez y el Seis. Más bien lo
complementa, al mostrar que la gente no sólo percibe
aquellas fuerzas, sino que de hecho las ayuda a
funcionar. El que los seres humanos existamos en el
universo como creadores y no como meros
observadores pasivos constituye uno de los puntos de
encuentro entre las enseñanzas místico-esotéricas y la
física contemporánea.

Invertida

Aquí la energía se libera. El acto puede significar


generosidad y libertad si la posición normal indica
avaricia o encierro dentro de nosotros mismos, pero
también puede representar la incapacidad de
establecer un lazo que mantenga unida nuestra vida y
la estructure. Una vez más, recordemos que en cada
situación concreta el significado depende de otras
influencias.

El Tres

198
Volvemos aquí al tema del trabajo, visto tanto en
su sentido literal como en cuanto símbolo de
evolución espiritual. El hombre situado a la izquierda
es un escultor, un maestro de su arte. La carta aparece
a veces en relación con el Ocho de Pentáculos, lo que
significa que el esfuerzo y la dedicación laboral han
dado como resultado o lo darán el dominio y la
maestría.

A la derecha están de pie un monje y un


arquitecto, que sostienen los planos de la iglesia.
Juntas, las tres figuras significan que el mejor trabajo
combina la habilidad técnica (Aire) y la comprensión
espiritual (Agua) con la energía y el deseo (Fuego).
Obsérvese cómo los pentáculos forman un triángulo
de Fuego, con la punta hacia arriba, que nos muestra
cómo el trabajo puede elevarnos a niveles superiores,
en tanto que debajo de ellos hay una flor situada

199
dentro de un triángulo de Agua, que apunta hacia
abajo y simboliza la necesidad de que ese trabajo
arraigue en la realidad del mundo y en las
necesidades de la comunidad. En cuan to reflejo de
esta dualidad, la carta como el Nueve hace referencia
al trabajo concreto, y sin embargo puede ser también
un símbolo del ser interior evolucionado. Estos dos
significados no se excluyen recíprocamente. Como
observamos antes, el trabajo manual, hecho a
conciencia y con ánimo comprometido, puede ser el
vehículo de la evolución del sí mismo.

Parte del significado de esta carta reside en el


hecho de que un simbolismo tal de la evolución
psíquica haya de darse en el ámbito mundano de los
Pentáculos, y no en las imágenes, con frecuencia más
exóticas, de los otros palos.

Invertida

Mediocridad: el trabajo, físico o espiritual, va


mal, con frecuencia debido a ociosidad o debilidad.
En ocasiones, el significado se extiende a una
situación general en la que poco sucede: las cosas
continúan, ya sea empeorando o mejorando, siempre
al mismo paso lento.

200
El Dos

Como el Dos de Espadas, el Dos de Pentáculos


se mantiene en un equilibrio precario, aunque en
general éste es más feliz. En realidad, lo que vemos
en la imagen del juglar es la idea misma del
equilibrio. Hay veces en que la carta significa hacer
malabarismos con la vida misma, manteniéndolo todo
en el aire al mismo tiempo. Pero más simplemente,
expresa la idea de disfrutar de la vida, pasándolo
bien, de manera similar a como la muestra el Nueve
de Copas, aunque más ligera: aquí vemos una danza
antes que una fiesta.

Como tantos Pentáculos, la carta implica que hay


una magia oculta en sus placeres ordinarios. El juglar
sostiene sus emblemas mágicos dentro de un lazo o
cinta que forma el signo de infinito, el mismo que

201
aparece por encima de la cabeza del Mago, y de la
mujer en la Fuerza. Hay gente que cree que el
desarrollo espiritual se produce sólo en momentos de
seriedad. Pero el placer y la diversión también
pueden enseñarnos mucho, siempre y cuando les
prestemos atención.

Invertida

Aquí el juego se vuelve forzado: Waite dice


«disfrute simulado». Enfrentados con algún problema
que no queremos enfrentar, o con la presión social
que nos exige no armar por ello un alboroto, es
posible que finjamos, tanto ante nosotros mismos
como ante los demás, que nos tomamos todo a la
ligera. Pero lo más probable es que fracasemos en
este acto de malabarismo.

El As

202
El don de la Tierra: naturaleza, riqueza,
seguridad, vida gozosa. Sólo en este As no hay
ninguna letra Yod cayendo del cielo. La Tierra, en su
totalidad y en su sólida realidad, produce su propia
magia.

Hemos visto con las otras cartas (principalmente


con el Diez) cómo la magia se mantiene muchas
veces oculta a nuestros ojos simplemente porque
vemos sus resultados como algo muy habitual. Aquí,
la mano ofrece sus dones en un jardín, un lugar al
abrigo del mundo silvestre que se ve más allá de él.
Mediante la obra de la civilización, la humanidad da
forma a la materia prima de la naturaleza,
convirtiéndola en un medio seguro y cómodo.

El trabajo espiritual nos encamina al


reconocimiento de la magia en las cosas normales,

203
tanto en la naturaleza como en la civilización, y
después nos anima a trascenderlas, aproximándonos a
ese conocimiento más vasto que simbolizan las
montañas. La salida del jardín forma un arco muy
similar al laurel de la victoria que rodea al danzarín
del Mundo. Al término de los Arcanos Menores, el
As de Pentáculos nos muestra una vez más cómo,
cuando estamos listos el Portal se abre siempre hacia
la verdad.

Invertida

Como los dones materiales existen de una


manera en que no existen los dones de los otros Ases,
en este caso son más susceptibles de abuso. El As de
Pentáculos invertido puede significar todas las
formas en que la riqueza corrompe a la gente: el
egoísmo, la competencia desenfrenada, la
desconfianza, la dependencia excesiva de la
seguridad y el confort.

Tomado de otra manera, el jardín puede


representar a veces una protección, proveniente de
los acontecimientos o de otras personas, frente a los
problemas de la vida. Si la carta está invertida, indica
que esta protección se ha terminado, y que la persona
debe hacer frente a sus problemas; o que la persona

204
desea seguir aferrándose a ese refugio una vez
llegado el momento de abandonarlo. Como el
Ermitaño invertido, puede simbolizar una negativa a
crecer, y específicamente, a independizarnos de
nuestros padres.

En otras ocasiones, sin embargo, el As invertido


puede significar el reconocimiento (como el Ocho de
Copas en posición normal) de que ha llegado el
momento de dejar atrás lo familiar y de atravesar el
Portal que nos conduce a las montañas de la
sabiduría.

205
LAS LECTURAS

206
5
Introducción a la adivinación por el
Tarot
El uso de los naipes de Tarot para hacer lecturas
—o «adivinación», para dar a la práctica su
verdadero nombre— ha sido motivo de controversia
por lo menos desde el siglo XVIII, época en que los
ocultistas iniciaron, desde su punto de vista, el
estudio «serio» de las cartas. Paradójicamente, al
mismo tiempo que muchos ocultistas miran con
desdén la adivinación, la mayoría de las personas no
saben que pueda haber otro propósito en el estudio
del Tarot.

Muy al comienzo de su historia, las cartas de


Tarot fueron a parar a manos de los zíngaros o
gitanos, probablemente cuando éstos entraron en
España, provenientes del norte de África
(aparentemente, las cartas habían llegado a España
desde Italia o Francia). Los zíngaros no nos han
aportado información alguna sobre ningún uso
particular o secreto que hayan podido hacer de las
cartas. Públicamente, por cierto, las usaban para

207
hacer dinero diciendo la buenaventura: a los ricos en
cámaras privadas donde nadie pudiera enterarse de
sus secretos, a los pobres en tiendas y caravanas,
durante ferias y festivales.

En la actualidad muchas personas siguen


creyendo que los zíngaros inventaron el Tarot, pese a
que hay claras pruebas en contra de esta teoría. La
asociación entre gitanos y naipes sigue siendo tan
fuerte que en algunos países las mujeres que se
dedican a leer profesionalmente acostumbran a llevar
pañuelos multicolores, faldas con volantes y
pendientes de oro (y los hombres, pantalones
bombachos, chalecos de brocado y un solo
pendiente), y adoptan nombres como «Madame
Sosostris» para satisfacer al público.

Es probable que la larga asociación de las


lecturas del Tarot con puestas en escena baratas
explique, por lo menos en parte, el desprecio o la
falta de interés que muchos estudiosos del Tarot han
mostrado hacia la adivinación. En cuanto ven en el
Tarot un diagrama y un instrumento de la evolución
consciente, los ocultistas y quienes se interesan por el
esoterismo rechazan automáticamente el uso de las
cartas como anuncio de «extranjeros altos y
morenos» o de herencias misteriosas. Y sin embargo,
al ver únicamente los abusos, y no las posibilidades
más profundas que ofrecen las lecturas, son esos

208
mismos ocultistas quienes limitan el verdadero valor
del Tarot.

He aquí el comentario de Arthur Edward Waite


sobre la adivinación, en su libro The Pictorial Key to
the Tarot [La clave gráfica del Tarot]: «La asignación
de un aspecto adivinatorio a estas cartas es la historia
de una prolongada impertinencia.» Esto nos conduce
a una interesante paradoja. Porque desdeñaban el
aspecto adivinatorio, Waite y otros que pensaban
como él extendieron el abuso de las lecturas. La
forma despectiva en que escribieron sobre el tema ha
fijado en la mente de muchas personas la imagen de
intentos triviales de predecir el futuro. En cuanto a la
mera cuestión de por qué escribieron sobre el tema,
sólo podemos conjeturar que ellos o sus editores
supusieron que el público esperaba este enfoque.
Después de todo, incluso hoy a la mayoría de las
personas que toman un libro sobre el Tarot les
interesan más los mensajes misteriosos que nada que
tenga que ver con el logro de una transformación
psíquica. Por cierto que los libros sobre Tarot que
mejor se venden dan las fórmulas más simples para
los significados de las cartas; y al mismo tiempo,
prometen la totalidad del conocimiento.

Más importante que dilucidar por qué se


molestaron en escribir sobre el tema es el simple
hecho de que pocos especialistas en esoterismo hayan

209
intentado disipar la imagen trivial de la adivinación.
Esta indiferencia se ha extendido incluso a la
totalidad de los Arcanos Menores. Como las cartas
Menores van asociadas con las lecturas, muchos
libros serios sobre el Tarot las tratan muy a la ligera,
si es que las tratan (el comentario de Waite se
aplicaba solamente a los Arcanos Mayores). El libro
de Paul Foster Case sobre el Tarot sólo da las
fórmulas más escuetas en una especie de apéndice al
final. Otros libros no tratan más que las cartas
Mayores. La obra de Crowley The Book of Toth [El
libro de Toth] es prácticamente el único de los
estudios esotéricos modernos que profundiza en el
significado de los Arcanos Menores, relacionándolos
con un complicado sistema astrológico.

En cuanto a los métodos para hacer las lecturas,


los estudios esotéricos más importantes no nos han
dado más que una pobrísima información, consistente
en unas pocas «tiradas» o diseños para disponer las
cartas, con unas fórmulas a modo de explicación de
las diferentes posiciones. En esto también, la
excepción es Crowley, quien presenta un sistema
complicado de lecturas, mediadas por un «reloj»
astrológico.

El impacto de la psicología profunda y de la


astrología humanista ha llevado a muchos autores
contemporáneos a buscar un uso más serio de la

210
adivinación. Desdichadamente, al tratar las lecturas
de manera tan displicente, los primeros autores
crearon una tradición formada por fórmulas de las
cuales a los modernos les ha resultado difícil
desprenderse. Así, nos seguimos encontrando el
mismo tipo de explicaciones para los Arcanos
Menores, en el estilo de «Todo no se ha perdido
todavía; aún puede haber buena suerte» (Douglas); y
con las mismas descripciones breves de las tiradas,
con explicaciones del tipo de «el mejor resultado
posible» para las posiciones. En la línea iniciada por
Crowley y otros, varios libros contemporáneos han
intentado ampliar el significado de los naipes
vinculándolos no solamente con la astrología y la
Cábala, sino con el I Ching, la psicología junguiana,
el tantrismo e incluso con las mitologías de América
Central. Establecer estas vinculaciones ayuda al
entendimiento, especialmente a las personas con un
conocimiento previo del otro sistema (sería
interesante ver un libro, digamos, sobre psicología de
la gestalt que explique su tema en función de la
correspondencia con el Tarot, y no a la inversa). Aun
así, en cualquier estudio cuidadoso del Tarot se ha de
seguir poniendo el énfasis en las cartas mismas, y en
el uso que les cabe en la meditación y en las lecturas.
En esta sección del libro esperamos dar una idea de
lo complejo y profundamente instructivo que puede
ser el Tarot en cuanto instrumento adivinatorio.

211
El sentido común

Mucha gente dice que las lecturas del Tarot «le


dan miedo». A lo que aluden con eso es, primero, a la
incomodidad de que algo pueda dejar al descubierto
sus experiencias, al mismo tiempo que sus miedos y
esperanzas más íntimos; y en segundo lugar, a que un
mazo de cartas pueda hacer tal cosa. Esas personas
suelen acercarse inicialmente al Tarot como si fuera
un juego, especialmente si es un amigo o un pariente
quien echa las cartas, y no tienen que pagar por la
lectura. Entonces barajan los naipes con una sonrisa
forzada, porque se sienten tontos; el lector hace la
tirada, tal vez buscando los significados en un libro, y
llega lo increíble: ahí aparece el trabajo nuevo, o el
amante infiel o —si el lector lo encara con un poco
más de sutileza— el miedo a la enfermedad o una
dolorosa rebelión contra uno u otro de los padres.

—Esto lo estás sacando de lo que ya sabes de mí


dicen, o si no—: Eso ya lo sabías con mirarme, ¿no?
En realidad, no es que lo hayas visto en las cartas.

Y entonces, a la vez siguiente que alguien les


habla de tirar las cartas, se ríen y contestan que no,
gracias, que a ellos esas cosas les dan miedo.

La verdad es que el futuro le da miedo a mucha


gente que no espera que le suceda nada bueno. Se

212
conforman con que las cosas sigan igual, en un
equilibrio de dolor y felicidad con una gran dosis de
aburrimiento y frustración y un nivel mínimo de
desdicha; pero incluso una estabilidad así se les
aparece como improbable. A los ojos de la mayoría,
las cosas no pueden menos que empeorar; y lo más
probable es que empeoren.

Las lecturas del Tarot nos enseñan muchas cosas


más allá de la información determinada que
obtenemos de ellas. Una de esas cosas es el
predominio del pesimismo. Si todas las cartas de una
persona salen positivas, radiantes de promesas de
felicidad, la persona dirá probablemente:

—¿Ah, sí? Pues lo creeré cuando lo vea.

Pero si una sola carta expresa una insinuación de


dificultades o de enfermedad, la respuesta se
convierte en:

—Oh, si yo ya lo sabía. Y ahora, ¿qué voy a


hacer?

Con una actitud tal, imagínese el lector cómo


crece el miedo, y quizás el resentimiento, cuando la
temida información les llega a partir de un mazo de
naipes.

213
Hay también otro aspecto en esta cuestión de
aceptar las cartas. La gente que va a hacerse leer el
Tarot, con frecuencia tiene la actitud de querer que le
«muestren» algo. Como consideran que la
adivinación es algo «mágico» (aunque en realidad no
sepan lo que eso significa), quieren que el lector les
demuestre que tiene poderes mágicos. Para ellos, el
valor de la lectura reside en la precisión con que
armonice con lo que ellos ya saben de su vida, con el
agregado, naturalmente, de un pelín de información
nueva. Para asegurarse de que el lector —o la lectora
— es «honesto», le ocultan de su vida todo lo
posible. Recuerdo una mujer que vino a pedirme
consejo por cuestiones de trabajo. Durante toda la
lectura me miró (o miró las cartas) con aire
inexpresivo, sin darme indicación alguna de si lo que
yo le decía tenía algún sentido para ella. Después, sin
embargo, repasó una por una las cartas,
explicándome cómo se relacionaban directamente
con su experiencia del momento.

En otra ocasión yo había prometido a una amiga


que le haría una lectura en Árbol de la Vida (véase
sección Tipos de lecturas) como regalo por su
vigésimo primer cumpleaños. Cuando le contó a
alguien en el despacho que se iba a hacer leer las
cartas, la mujer le aconsejó, alarmada:

214
—Oh, pero no debes hacer eso. No sabes las
cosas que hace esa gente. Se van al ayuntamiento y al
registro civil para averiguar todos tus datos, cuándo
naciste, dónde vives ...

Mi amiga no le dijo que yo ya sabía todas esas


cosas.

A esas personas no parece ocurrírseles que


cuando pierden su tiempo y su dinero es cuando sólo
han aprendido cosas que ya sabían, junto con una
maraña de hechos nuevos. Parece que se olvidaran de
que no han pedido la entrevista para poner a prueba
al lector, sino para buscar consejo. Cuánto más podría
haber aprendido la mujer sobre su carrera, si me
hubiera dado oportunidad de profundizar en las
relaciones entre las cartas, en vez de limitarse a
verificar hasta qué punto me aproximaba yo a los
hechos.

Detrás del miedo y del escepticismo se oculta el


mismo problema: las cartas del Tarot ofenden al
«sentido común», es decir, a la imagen del mundo
que tenemos en común y que es, generalmente, la que
nos enseña la sociedad. A esa imagen la
consideramos «científica», aunque sólo en el estricto
sentido histórico de esa palabra, en cuanto significa la
visión propagada por los científicos oficialmente
reconocidos (lo que excluye, por ejemplo, a los

215
astrólogos y los yoguis) desde el siglo XVII.
Irónicamente, las propias ciencias naturales, y en
especial la física, se están apartando de la idea de un
universo estrictamente mecanicista. Sin embargo, el
retraso cultural asegura que la mayoría de las gentes
sigan pensando en la ciencia en términos del siglo
XIX.

Es decir que la visión «con sentido común» del


mundo que se generó en una cultura —la europea—
ha predominado durante no más de unos doscientos o
trescientos años, y ha empezado ya a desvanecerse.
Es imposible negar los logros alcanzados por esta
visión, sean cuales fueren sus inconvenientes. La
mayor parte de las personas que denuncian la ciencia
no pueden ofrecer nada en reemplazo de ella, a no ser
la nostalgia de un pasado visto a través de los ojos del
romanticismo, pero que jamás existió. El peligro que
actualmente representa la humanidad para la
naturaleza da un irónico testimonio de la medida en
que la raza humana ha conseguido superar las
grandes amenazas —el hambre, las fieras, la
enfermedad, etc.— que, en su momento, representó
para ella la naturaleza. Pero aceptar los logros de la
ciencia no nos obliga a proscribir todas las demás
contribuciones al conocimiento humano.

La ciencia occidental moderna se inició como un


movimiento conscientemente ideológico, que se

216
oponía en forma deliberada a la visión religiosa del
mundo de su época. Los primeros en practicarla y en
teorizar sobre ella, como Francis Bacon, se
consideraban revolucionarios que proponían una
relación totalmente nueva con la naturaleza, una
relación que iría más allá de ensanchar y enriquecer
el conocimiento. La ciencia, predicaban, crearía un
mundo nuevo. Incluso hoy, en cuanto institución, la
ciencia conserva un carácter dogmático y evangélico.
La fama y la popularidad de Immanuel Velikovsky se
derivaron, en parte al menos, del histerismo con que
lo atacaron los científicos (que en Holanda, la tierra
de la tolerancia, intentaron conseguir que el gobierno
prohibiera los libros de Velikovsky). Y recuérdese
también la organización formada recientemente por
Carl Sagan, Isaac Asimov y otros con el fin de atacar
la popularidad de la astrología.

Lo interesante es que al mismo tiempo que la


reputación de la ciencia tradicional pasa por
momentos difíciles, su visión del mundo sigue, en
términos generales, sin ser cuestionada. Con cierta
justificación y cierta confusión, la gente culpa a los
científicos por las diversas amenazas que pesan sobre
la vida en la tierra. Y sin embargo, el «sentido
común» sigue aludiendo al mundo creado por la
ciencia de los siglos XVIII y XIX: tal es el poder del
condicionamiento.

217
¿Cómo podemos caracterizar, pues, este sentido
«común» (compartido, ordinario)? Pues porque
insiste, principalmente, en que entre acontecimientos,
objetos o pautas no puede existir más que una sola
forma de relación, que es la de causa física directa. Si
empujo algo, se cae. Eso tiene sentido. ¿Tiene sentido
que si pienso en algo, se caiga? ¿O que se caiga un
edificio si golpeo una maqueta?

La persona «con sentido común» dice que no,


que si las cosas suceden así eso es coincidencia,
palabra que significa que dos o más cosas tienen una
relación en el tiempo; han coincidido, pero no tienen
ninguna otra relación. La causalidad sigue estando
limitada a la acción física observable.

Pero la ciencia, incluso en su período más


mecanicista, durante los dos últimos siglos, tuvo que
ampliar este concepto a límites dudosos para poder
explicar el mundo observable. La Tierra y los otros
planetas se mueven alrededor del sol. Esto es un
hecho demostrable. Podemos calcular las relaciones
matemáticas de estos cuerpos en movimiento hasta
tal punto que descubramos otros cuerpos nuevos
gracias a un movimiento irregular de los ya
conocidos (Neptuno y Plutón fueron descubiertos de
esta manera). Pero los hechos no explican cómo
sucede esto. No hay manos gigantescas que empujen
a la Tierra ni tiren de ella para hacerla girar alrededor

218
del sol. Sin embargo, la regularidad del movimiento
no nos permite que lo llamemos coincidencia. Por
ende, los científicos se inventaron conceptos tales
como los de «leyes naturales» y «campos de fuerza».
A la misma persona que nos dice que «no tiene
sentido» que alguien derribe una silla con el
pensamiento le parecerá perfectamente sensato que la
«gravedad» haga que la tierra gire alrededor del sol.

¿Qué decir, pues, del antiguo punto de vista, el


de la «correspondencia», para el cual la relación entre
objetos y acontecimientos es de similitud? Para él
«tiene sentido» que, empujando un modelo en escala,
alguien pueda derribar una silla. Y tiene sentido que
la posición de los planetas en el momento del
nacimiento haya de influir sobre la personalidad.

De hecho, en la actualidad coexisten ambos


puntos de vista, aunque el que afirma la
correspondencia sigue siendo el menos respetable.
Ciertas plantas se asemejan a órganos humanos. Hay
personas (especialmente los sanadores alternativos o
de la «nueva era») que afirman que tiene sentido que
tales plantas ayuden a mantener sanos los órganos
que se les parecen. Otras personas dirán que lo que
tiene sentido es que las dos cosas no tengan nada ver
una con otra. El «sentido» de los dos grupos no tiene
nada en común.

219
A pesar de esta «no-comunidad», los dos puntos
de vista se superponen a veces. La gente que desea
justificar la astrología a los ojos de la mayoría suele
invocar la «ley» de la gravedad para explicar las
influencias astrológicas, pese al hecho de que el tipo
de influencia que se atribuye a cada planeta depende
en gran medida de las asociaciones mitológicas que
las antiguas civilizaciones asignaron a cada uno de
ellos.

Supongamos que aceptamos el antiguo sentido


común; ¿nos ayuda eso a aceptar el hecho observable
de que las lecturas del Tarot reflejen con precisión la
vida de una persona? De hecho, las interpretamos de
acuerdo con el concepto de correspondencias: la
pauta de las cartas barajadas refleja la pauta de los
acontecimientos. Sin embargo, para muchos que
creen firmemente en el sentido de la astrología, el
Tarot sigue siendo ofensivo. Los planetas forman una
pauta fija y específica en el momento del nacimiento,
una pauta determinada retrospectivamente por el
momento de la creación, cuando la gravedad los
colocó en sus órbitas predecibles. Pero en los naipes
barajados no existe tal determinación. Además, los
planetas son seres poderosos, que se mueven
trabajosamente por el cielo, y las cartas parecen tan
triviales que se pregunta uno cómo podemos
aceptarlas.

220
Para muchas personas, la autoridad de la
astrología se deriva de la vastedad del cosmos y, en
última instancia, de Dios. Tiene «sentido» que algo
tan pequeño como un ser humano haya de recibir su
personalidad de los vastos movimientos de los
planetas. Y por más que la gente pueda avergonzarse
de decirlo, sabemos quién empezó poniendo en
movimiento las estrellas y los planetas. Pero a los
naipes los barajan gentes como nosotros. Y si
vuelven a barajarlos, el diseño que obtienen es
diferente. Entonces, ¿cómo es posible atribuirles
ningún significado serio?

Tras esta última pregunta se oculta un supuesto


muy importante: que solamente las pautas fijas son
reales. El hecho es que la visión del mundo basada en
la idea de correspondencia puede mostrar igual
tendencia a adoptar actitudes mecanicistas que la que
se basa en la idea de ley natural. Ambas dan por
supuestas sin fundamentarlas la cuestión de Dios o la
de las causas primeras. Así como ninguna de las dos
explica cómo llegó a existir el mecanismo —las leyes
naturales o las pautas del zodíaco—, tampoco
ninguna exige realmente que nos preocupemos por
ello. Dios ya puede haberlo puesto todo en
movimiento, pero ahora el mecanismo funciona solo.
Aunque un buen astrólogo se vale de su intuición
para interpretar un horóscopo, la carta puede
levantarla cualquiera que tenga cierto entrenamiento.

221
El Tarot, en cambio, es más bien dinámico que
determinista. Ninguna regla fija rige la forma en que
una persona ha de barajar las cartas, y siempre es
posible volver a barajarlas. (Yo he llegado a hacer
hasta seis lecturas para una pregunta, y cada vez
obtuve básicamente la misma respuesta, aunque con
variaciones importantes, pero muchas de las cartas
volvían a aparecer en cada una de ellas. La
observación de que algo funciona, de todas maneras,
no explica cómo funciona.)

En la década de los años treinta, Carl Jung y


Wolfgang Pauli decidieron estudiar las
«coincidencias significativas». Jung se interesó en el
tema a partir de la astrología y de los experimentos
con el I Ching, que lo asustaron de modo muy
semejante a como el Tarot asusta a la mayoría de las
personas. Pauli abordó el tema desde una
participación mucho más personal, ya que parecía
perseguido por las coincidencias como por un perro
fiel y con frecuencia torpe.

Las investigaciones de ambos no llegaron en


realidad mucho más allá de la etapa de proclamar que
tales coincidencias existen, y que tras ellas debe de
haber alguna especie de principio subyacente. Los
autores añadieron, sin embargo, una palabra nueva a
los lenguajes del mundo: sincronicidad. Los
acontecimientos son sincrónicos cuando no los

222
conecta ninguna causa observable y, sin embargo,
existe entre ellos un significado. Por ejemplo, si
necesitamos consultar cierto libro inhallable, y sin
tener noticia de tal necesidad alguien se nos aparece
en casa con un ejemplar del libro, a esta conjunción
la llamamos sincrónica.

Con frecuencia, la gente usa la palabra


«sincronicidad» a la manera de un conjuro contra las
dificultades filosóficas planteadas por los
acontecimientos que no tienen causa aparente.
Cuando sucede algo aparentemente imposible,
decimos: «Es la sincronicidad», y esquivamos así el
agravio al sentido común. Jung y Pauli, por supuesto,
veían algo más que eso en el término. Estaban
tratando de sugerir la posibilidad de que un
«principio acausal» conectase los acontecimientos de
manera tan segura como los principios causales de las
leyes naturales. Dicho de otra manera, que si
reunimos informaciones en forma aleatoria y libre de
las conexiones causales de la dirección consciente,
entonces la sincronicidad acausal las vinculará de
manera significativa. Lo importante aquí es observar
que el principio de sincronicidad sólo puede actuar en
un terreno previamente despejado de la influencia del
principio causal. O, con otras palabras: para dar al
principio ocasión de que funcione se necesita un
método cualquiera de producir pautas aleatorias, que
tanto puede ser barajar naipes como arrojar monedas.

223
En cierto sentido, la adivinación se deriva
realmente de una visión del mundo más antigua aún
que la de las correspondencias. Una visión que
llamamos «arcaica», y en la que Dios o los dioses
están presentes en cada momento, tomando parte
activa en el destino y en el funcionamiento del
universo. En un mundo así, nada sucede obedeciendo
a ninguna ley, sino más bien porque Dios decide
hacer que suceda. Para esta concepción no es la
gravedad, sino la Gran Madre, lo que hace que la
primavera siga al invierno. E igualmente podría hacer
que no fuera así.

Para los pueblos que partían de este punto de


vista, la comunicación con los dioses no sólo era
posible, sino necesaria. No solamente querían
mantener felices a los dioses, o por lo menos evitar su
cólera, sino que era útil tener alguna idea de qué era
lo que éstos se proponían. Aquellas gentes que no
confiaban en que las leyes naturales pudieran
predecir ni en los movimientos mensurables de los
planetas, tenían que preguntar y pedir.

Podían comunicarse con los dioses de dos


maneras. Primero, era (y es) posible entrar en trance
y visitar a los dioses en sus retiros celestiales, tal
como han hecho siempre los grandes chamanes. Más
fácil —y menos peligroso— era dejar que los dioses
hablaran en código, es decir, mediante la adivinación,

224
valiéndose de los dados, las entrañas de los animales,
el vuelo de los pájaros, los tallos de aquilea o las
cartas.

Pero, ¿por qué estas pautas obtenidas al azar han


de configurar el discurso de Dios? Lo mismo que con
la sincronicidad, la respuesta es porque son
aleatorias, porque ofenden a nuestro racional sentido
común; saltan por encima de la manera ordinaria,
momentánea, que tiene la gente de experimentar la
vida. Como los sueños, se aventuran fuera del
lenguaje, aherrojado por la lógica, de la humanidad
consciente. Y al salirse así de él, lo trascienden.

Para esta visión arcaica, Dios está presente en


todas las cosas y en todos los acontecimientos. Dios
está continuamente hablándonos. Pero nuestra
percepción limitada nos impide percibir esta
comunicación. Y está bien que esta limitación exista.
Como les enseñó la experiencia a los tres rabinos que
entraron con el rabino Akiba en el Paraíso, el
discurso de Dios nos avasalla, nos ciega. La verdad,
como vimos en la primera parte de este libro, es que
el velo del ego no sólo existe como una limitación
embarazosa, sino como algo que
misericordiosamente nos separa y nos salva del
verdadero poder del universo. El propósito del
trabajo esotérico no es simplemente retirar el velo,
sino más bien entrenar al sí mismo para que sepa

225
hacer el uso adecuado del cegador relámpago que es
la palabra de Dios. Si pese a todo queremos, en
cuanto personas normales, obtener alguna
información proveniente de Dios —es decir, de más
allá de nuestras propias y limitadas percepciones—
necesitamos una manera de ver del otro lado de las
anteojeras que nos aíslan del mundo de la Verdad.
Necesitamos producir la sincronicidad.

Cualquier artificio que produzca una pauta


«aleatoria» servirá a esta función. Es posible que
todos los trebejos que la gente usa para los juegos de
azar hayan servido originariamente para la
adivinación, y por la misma razón. Los dados, los
naipes, las ruletas que giran, todos pasan a través del
control que la mente consciente puede ejercer sobre
el resultado.

Identificar algunas de las antiguas raíces del


Tarot (y no estoy sugiriendo que el Tarot como tal se
remonte a los tiempos antiguos, sino que sí lo hacen
los conceptos subyacentes en su funcionamiento) no
basta para explicarlo a las mentes modernas. Sin
embargo, ciertos aspectos de la visión arcaica del
mundo han comenzado a reaparecer, ataviados
adecuadamente con la moderna terminología de la
física y de la psicología profunda, y ya no con el
lenguaje mitológico que habla de dioses y diosas. Y
uno de esos términos es «sincronicidad».

226
La moderna teoría de los quanta sugiere que, en
el nivel más básico, la existencia no sigue ninguna
regla o ley determinada. Las partículas interactúan al
azar, y lo que observamos como leyes naturales son
de hecho agregados de probabilidad que dan la
apariencia de determinismo, de manera semejante a
como una moneda arrojada al aire el número
suficiente de veces dará como resultado un número
parejo de caras y cruces, de modo tal que alguien
podría pensar que una «ley» del equilibrio requería
una distribución pareja. (De hecho, mucha gente cree
que la «ley del promedio» puede regir el resultado de
algún acontecimiento en particular —«Ya has fallado
tantas veces que por la ley del promedio esta vez
tiene que salirte bien»—, cuando lo que señala la
probabilidad es precisamente lo opuesto, es decir, la
imposibilidad de predecir acontecimientos
específicos.)

Al mismo tiempo que la física va carcomiendo el


universo de las leyes fijas, también la psicología
moderna (o por lo menos algunas de sus ramas) ha
empezado a tener en cuenta las teorías no-racionales
del conocimiento. Allí donde los pueblos arcaicos
hablaban de los «otros mundos» o de la «tierra de los
dioses», hoy en día hablamos del «inconsciente». Los
términos cambian, pero la vivencia que designan es la
misma: un ámbito del ser donde no existe el tiempo y
donde el conocimiento no se limita a las imágenes

227
que nos transmiten los sentidos. Y los métodos
usados para «contactar con el inconsciente» no han
cambiado desde los que se empleaban hace miles de
años para hablar con los dioses: son los sueños, el
trance (del cual la libre asociación freudiana es una
especie de versión menor), el arrojar monedas.

Así llegamos a la noción de que el Tarot funciona


precisamente porque no tiene sentido. La información
existe, y nuestro inconsciente ya la conoce. Lo que
necesitamos es algo que actúe como un puente para
llevarla a la percepción consciente.

Como ya señalamos, alcanzar este nivel de


conexión, esta sincronicidad del sentido no-común,
no depende del sistema que usemos. El Tarot, el I
Ching, los dados, las hojas de té, todo sirve en
realidad a la misma función; todos producen
información aleatoria. Quizás en el futuro aparezcan
formas más «modernas» de producir pautas
aleatorias. La más «pura» podría ser un sistema de
adivinación basado en los movimientos y en los
saltos energéticos de las partículas subatómicas,
porque es en este nivel, el más básico, donde
podemos ver la implicación más importante de la
sincronicidad: que la existencia no sigue leyes
deterministas rígidas en las cuales todos los
acontecimientos se deriven de causas fijas. Y sin
embargo, al mismo tiempo los acontecimientos tienen

228
significado. O mejor dicho: el significado emerge de
los acontecimientos. De todos los precipitados y
súbitos torbellinos de partículas emerge la materia
sólida. De las acciones y experiencias separadas que
forman la vida de una persona emerge una
personalidad. Del acto de mezclar las cartas del Tarot
emerge una toma de conciencia.

Si cualquier artilugio puede proporcionar un


significado, ¿por qué el Tarot? La respuesta es que
cualquier sistema nos dirá algo, pero la cualidad de
ese algo depende de los valores que contenga el
sistema. El Tarot contiene una filosofía, un esquema
de cómo evoluciona la conciencia humana, y un vasto
compendio de la experiencia del hombre. Al barajar
las cartas establecemos un interjuego de todos esos
valores.

Podríamos objetar que al asignar una filosofía a


las cartas se destruye su objetividad en la función
predictiva de acontecimientos. Los valores y las
interpretaciones del hombre se han inmiscuido en un
sistema que, eso aparte, es puro. Creo que una idea
así proviene de un malentendido respecto de lo que es
«objetividad». El Tarot es objetivo porque no se
contamina con la decisión consciente, pero no es
imparcial. Por el contrario, tiende a impulsarnos en
ciertas direcciones: hacia el optimismo, la

229
espiritualidad, la creencia en la necesidad y en el
valor del cambio...

Los significados para las cartas que este libro


ofrece dejan amplio margen a la interpretación del
lector; más aún, la exigen. Y esto se debe a que la
lectora o el lector experimentado aporta a su trabajo
mucho más que un conocimiento detallado de los
naipes y de sus significados tradicionales. No menos
importante es su sensibilidad, con respecto a las
imágenes y a la persona que, nerviosa y emocionada,
está ahí mirando fijamente las cartas. Un buen lector
no se limita simplemente a repetir los significados
fijos tradicionales, sino que más bien encuentra
interpretaciones y significados nuevos que ensanchan
esas pautas.

En tanto que algunas personas desean una lectura


objetiva y desconfían de la interpretación, otras
sostienen que un lector no debe usar ningún
significado definido, sino trabajar siempre a partir de
lo que él o ella «siente» que son las imágenes en ese
momento. Sin embargo, esta actitud limitará al lector
a la reducida variedad de sus propias percepciones,
que provendrán siempre, parcialmente al menos, de
sus propias experiencias y de su condicionamiento
cultural. Muy pocas personas han alcanzado un nivel
de conciencia en el cual puedan escapar del prejuicio
de su propia historia. A la mayoría de nosotros, las

230
emociones nos nublan la intuición. El subconsciente
cierra el paso al inconsciente. (En la nota 3 se aclara
la diferencia entre «inconsciente» y «subconsciente.)

A un lector que confía en los sentimientos se lo


puede apartar de la verdad tanto como encaminarlo
hacia ella. Pero hay otra razón por la que debemos
trabajar con los significados tradicionales
pertenecientes a las imágenes. Si no usamos la
sabiduría que otros han incorporado a las cartas,
estamos privándonos de su experiencia y de su
conocimiento. El entrenamiento para la lectura reside
en parte en el simple estudio de las cartas, pero
también depende de ir cultivando un sentimiento
personal de ellas mediante la práctica, la meditación
y el trabajo creativo.

Las lecturas del Tarot nos enseñan muchas cosas.


Una de las más valiosas es ese necesario equilibrio de
lo subjetivo y lo objetivo, de la acción y la intuición.
Recientemente, la ciencia experimental ha
«descubierto» que las dos mitades del cerebro no
desempeñan la misma función; el hemisferio
izquierdo (que rige el lado derecho del cuerpo) se
ocupa de las actividades racionales y lineales, en
tanto que el hemisferio derecho (que rige el lado
izquierdo del cuerpo) se encarga de las actividades
intuitivas y creativas. (Aparentemente, los zurdos
funcionan en el sentido inverso, y en ellos el lado

231
derecho del cuerpo se ocupa de la intuición y el
izquierdo de la racionalidad.) Este «descubrimiento»
trae a la memoria la discusión sobre si fue Colón,
Leif Ericson o san Brendan quien descubrió América.
Así como los indios llevaban miles de años viviendo
allí, los practicantes del esoterismo conocían desde
hacía siglos la escisión del cerebro.

Cuando una persona ha mezclado las cartas del


Tarot, el lector, si es diestro, las toma con la mano
izquierda y las dispone con la derecha. Lo hacemos
así para dar un poco más de énfasis a la necesaria
combinación de intuición y conocimiento consciente.
La mano izquierda ayuda a canalizar la sensibilidad,
pero damos vuelta las cartas con la derecha porque
queremos que el cerebro racional explique de manera
intuitiva el diseño.

En mi libro sobre los Arcanos Mayores señalé


que las lecturas participan tanto del principio del
Mago como del de la Suma Sacerdotisa, de la
conciencia y de la intuición. Podemos ir más allá y
decir que hacer lecturas del Tarot ayuda a alcanzar el
equilibrio y la unidad de estos principios en sus
estados prácticos de voluntad y de apertura. Cada vez
que hacemos una lectura afirmamos nuestra voluntad
para imponer significado a las pautas diseñadas por el
caos. El acto no solamente hace pensar en el Mago
(el número 1), sino también en la Rueda de la Fortuna

232
(el número 10). Esta última carta ofrece una visión
del mundo en el tiempo (recuérdese la versión de
Wirth, en que la Rueda descansa en una barca —la
conciencia— que flota sobre el mar de la existencia).
Sin embargo, el significado impuesto por la
conciencia sólo alcanza verdadero valor si nos
abrimos a las imágenes y al influjo que éstas ejercen
sobre nosotros. Por consiguiente, las lecturas del
Tarot sugieren la Suma Sacerdotisa (número 2), pero
también el Colgado (número 12), imagen de una
conexión tan íntima con la vida que dejamos de
vernos como algo separado de ella o que se le opone.
Y la carta que relaciona los triunfos 10 y 12 puede
también representar el emblema mismo de las
lecturas del Tarot: la Justicia, con su balanza
eternamente equilibrada, no por una cuidadosa
ponderación de los opuestos —tanto de intuición por
tanto de conocimiento objetivo—, sino por un vivo
compromiso con la verdad.

233
6
Los tipos de lecturas

Los primeros pasos

Los lectores que tienen verdaderos dones


«psíquicos» (más raros de lo que mucha gente cree)
pueden simplemente tomar unas pocas cartas de
cualquier parte del mazo, disponerlas sin ajustarse a
ninguna pauta determinada y usarlas como estímulo
para entrar en trance, o simplemente para liberar la
información proveniente de fuentes inconscientes.

Para la mayoría de las personas, sin embargo, una


tirada es una ayuda para encontrar el significado en
una consulta. A medida que va sacando los naipes de
la parte superior del mazo, el lector los coloca en
posiciones específicas, cada una de las cuales tiene sus
propios significados, como «influencia pasada» o
«esperanzas y temores». El concreto significado de
esa carta es entonces una combinación de la imagen y
de la posición. A partir de los significados simbólicos

234
de todas las cartas ha de emerger —eso esperamos—
una pauta orgánica.

Sea cual fuere la disposición que use el lector, lo


primero, antes de mezclar las cartas, es la elección de
una de ellas que represente al sujeto o «consultante»,
como se suele llamar a la persona que las mezcla.
Escogemos la carta del consultante y la dejamos
aparte por dos razones. Primero, para que la persona
que mezcla pueda concentrarse en la imagen y evitar
que la atención se disperse. Segundo, para que el
mazo se reduzca entonces a setenta y siete, que es
siete, el número de la voluntad, multiplicado por once,
el número del equilibrio.

Algunos autores sugieren que en todas las lecturas


se use el Loco para representar al consultante. Con
frecuencia los lectores escogen alguna otra carta
Mayor, según sus favoritas. Yo generalmente no
apruebo esta práctica, porque las cartas Mayores
simbolizan fuerzas arquetípicas, en tanto que el sujeto
es una persona viva que existe en un tiempo y en un
lugar específicos. Además, sacar un triunfo del mazo
hace desaparecer la probabilidad de que esa carta
aparezca en algún momento de la lectura.

La mayor parte de los lectores prefieren usar


alguna de las cartas cortesanas para representar al
consultante. Tradicionalmente, los Pajes han

235
representado niños (hay quien ve en la pérdida de la
virginidad la frontera entre la niñez y la edad adulta),
los Caballeros hombres jóvenes, las Reinas mujeres y
los Reyes hombres mayores y más maduros.

Quienes han leído la Clave gráfica de Waite


recordarán su desconcertante equiparación de los
Caballeros con hombres mayores de cuarenta años, y
los Reyes con hombres más jóvenes. Este sistema
proviene del Tarot Cabalístico del Alba Dorada, en
cuyo mazo los Caballeros representan el Fuego, y el
Fuego, tal como cabía esperar de una orden de magos,
se encuentra a la cabeza de los palos. Por
consiguiente, los Caballeros del Alba Dorada
representan hombres maduros. Pero el mazo del Alba
Dorada (como el Tarot de Crowley) no contiene
Reyes, ni Pajes, para el caso; consta de Caballero,
Reina, Príncipe y Princesa. Es coherente que un
Príncipe represente a un hombre menor que un
Caballero, pero no lo es que lo haga un Rey, y la
mayoría de los lectores no se ajustan en este punto a
las instrucciones de Waite, aun cuando usen su mazo.

El sistema tradicional contiene un símbolo para


un hombre joven, pero ninguno para una mujer joven.
Como las mujeres no pasan de la niñez a la plena
madurez en forma más brusca que los hombres, a mí
me resulta útil hacer que los Caballeros, como los
Pajes, representen a los dos sexos. De hecho, como los

236
Reyes y las Reinas simbolizan valores diferentes y
distintas maneras de enfocar la vida, también ellos
pueden representar tanto a un consultante varón como
a una mujer. Una ex alumna mía, una psicoterapeuta
que se vale del Tarot como aproximación a los
problemas de sus clientes, sigue esta práctica. A
menos que vea una clara indicación en contrario, yo
escojo generalmente a una Reina para representar a
una mujer, y a un Rey para un hombre. Recuerdo, sin
embargo, a un hombre que me impresionó fuertemente
como la Reina de Espadas, con su gran sentimiento de
tristeza. Cuando le enseñé la carta y se la describí, se
mostró totalmente de acuerdo.

Una vez que el lector y el cliente se han puesto de


acuerdo sobre la figura, deben escoger el palo. Esto lo
hace generalmente el lector, siguiendo uno de los
métodos siguientes. El primero es el color. Las Varas
—o en todo caso, el palo que representa el Fuego—
representan personas rubias o pelirrojas, las Copas
gente de pelo y ojos castaño claro, las Espadas pelo y
ojos castaño oscuro, los Pentáculos pelo y ojos negros.
No hace falta pensar mucho para ver las desventajas
de este sistema. Además de ser generalmente
arbitrario, convierte a la mayoría de los chinos en
Pentáculos, a la mayoría de los suecos en Varas, y así
sucesivamente.

237
Un sistema más objetivo se vale de los signos
astrológicos. Tal como ya se dijo, los cuatro elementos
significan signos zodiacales, además de los palos del
Tarot. La mayoría de las personas conocen su signo
solar, y si no, el lector puede determinarlo fácilmente
preguntando la fecha del cumpleaños. Por cierto que
la mayoría de los astrólogos dicen que el signo solar
no es más que una duodécima parte de la carta de una
persona, y es probable que otro elemento domine.

En mi trabajo me resulta útil estimular el interés


del sujeto dejando que sea él —o ella— quien escoja
el palo. Después de haber decidido yo el nivel (Reina,
Rey, Caballero o Paje), retiro del mazo los cuatro
naipes adecuados y los coloco delante de la persona.
Si ésta conoce en parte el simbolismo del Tarot, le
pido que no tenga en cuenta los atributos formales y
escoja basándose simplemente en su reacción ante las
imágenes.

Por lo común no interpretamos esta carta, que


llamamos el «Significador». Representa a la persona
en su totalidad, antes que ningún aspecto relacionado
con esa carta. En algunas situaciones, no obstante, la
elección adquiere importancia. Supongamos que una
mujer casada elija para representarse a sí misma a la
Reina de Copas; si el Rey de Copas aparece en la
lectura, es probable que represente al marido, o más
exactamente —puesto que la lectura contempla la

238
situación desde el punto de vista del consultante—, la
influencia que el marido ejerce sobre ella. Si el marido
tiende a ser inmaduro o a depender de la mujer,
entonces es posible que aparezca el Caballero en vez
del Rey.

Otras cartas del mismo palo también pueden


representar al sujeto y no a otra persona. Si el sujeto
elige para representarse al Rey de Varas, entonces la
aparición de la Reina puede indicar el asomarse de un
aspecto más «femenino», de apreciación y
receptividad. Si el consultante es un Caballero,
entonces la aparición del Rey o de la Reina puede
representar inmadurez o regresión, o una actitud más
juvenil.

En estos casos podemos hablar de cambios


«verticales», es decir, que se mueven hacia arriba y
hacia abajo por el mismo palo. Los cambios
«horizontales» están constituidos por la aparición de
una o más cartas del mismo nivel, pero de diferentes
palos. Si la persona ha escogido la Reina de Espadas,
la aparición en la lectura de la Reina de Copas puede
indicar un cambio en ella. Estas «transmutaciones»,
que así las llamo, suelen ser portadoras de gran
significado.

La cuestión de cómo interpretar las cartas


cortesanas —si como alguien más o como un aspecto

239
del sujeto— no deja de ser, para la mayoría, uno de los
elementos más difíciles en el momento de leer el
Tarot. Generalmente, hace falta experiencia y una
intensa sensibilidad hacia las cartas para que le ayuden
a uno a dar la interpretación correcta, e incluso los
lectores con mucha práctica se encontrarán con
frecuencia frente a alternativas desconcertantes.

Después de la elección del Significador se


procede a mezclar las cartas. Si la persona no viene a
hacer una pregunta determinada, le indico que haga un
vacío mental y se concentre en sus manos, o
simplemente en el Significador. Si la lectura se refiere
a una cuestión específica, le pido que se concentre en
ella, e incluso que la formule en voz alta para grabarla
más firmemente en la mente.

El método con el cual se baraje no tiene


importancia, siempre y cuando se lo haga a
conciencia; es menester que algunas cartas sean
puestas del revés para permitir la aparición de
significados invertidos. Un método que suelo
recomendar consiste en extender las cartas sobre la
mesa o el suelo (muchos lectores hacen siempre sus
lecturas sobre el pañuelo de seda que usan para
envolver el mazo), y después, con ambas manos,
desparramarlas todas sin orden ni concierto, como un
niño que juega en el barro. Después le digo a la
persona que vuelva a reunir los naipes. Además de ser

240
muy completo, este método encarna un valioso
simbolismo. Cualquier lectura del Tarot representa
una pauta personal que emerge del caos de las
combinaciones posibles. Incluso si no leemos más que
diez cartas, el mazo todo lleva la impronta de la
persona que lo mezcló por última vez. Al desparramar
el mazo, lo devolvemos al caos; cuando volvemos a
juntarlo, está configurado por la nueva pauta.

Una vez mezcladas las cartas, el sujeto debe


separarlas en tres pilas, de la siguiente manera. Con la
mano izquierda, saca una pila de la parte superior del
mazo y la coloca a la izquierda; después, de esa pila
vuelve a quitar otra y la coloca a la izquierda.

Ahora interviene el lector, y también en este


punto hay desacuerdo sobre la forma de volver a
componer el mazo. Hay quienes simplemente levantan
la pila de la derecha con la mano izquierda, la colocan
sobre la del medio, y después ponen estas dos pilas
sobre la de la izquierda. Otros suspenden la mano
izquierda a unos centímetros por encima de cada pila
hasta que les parece percibir una emanación cálida de
una de ellas, y la colocan entonces sobre las otras dos.

De cualquier manera que sea, cuando se ha vuelto


a formar el mazo, el lector empieza, valiéndose de la
mano derecha, a dar vuelta las cartas y a colocarlas en
la tirada o disposición que haya decidido seguir. De

241
ellas hay centenares, y de las tres que se presentan
aquí, una es invención mía, en tanto que las otras dos
son variaciones sobre temas tradicionales. Cualquier
libro sobre el Tarot seguramente ofrecerá al lector
otras disposiciones.

La Cruz Celta

A lo largo del tiempo, esta disposición ha


resultado ser la más popular. La Cruz deriva su
nombre de su forma: una cruz de brazos iguales (una
carta a cada lado del centro), con cuatro cartas
alineadas de abajo arriba a modo de Báculo.

242
Tal como cabía esperar, los comentaristas no están
de acuerdo sobre el significado de las distintas
posiciones y la descripción que dan de ellas. Algunos,
como Waite y Eden Gray, sugieren al lector una
especie de ritual que se ha de pronunciar mientras se
disponen los naipes: «Éste lo cubre» o «Éste está
debajo de él». Otros prefieren una fraseología más

243
convencional. El sistema que usemos no tiene
importancia, en tanto que sea siempre el mismo. Los
significados, tal como los describo a continuación, son
los que yo uso. Se ajustan al sistema tradicional,
aunque con algunos cambios.

La cruz pequeña

De cualquier manera que se tire la Cruz Celta, las


dos primeras cartas forman con la primera de todas —
el Significador— una cruz pequeña. La carta Cubierta
se coloca directamente encima del Significador, y la
segunda se atraviesa horizontalmente encima de ella.

Ahora bien, generalmente la carta Cubierta


representa alguna influencia básica sobre el sujeto,
una situación general o punto de partida para la
lectura. La segunda, que siempre se lee en posición
normal, sin tener en cuenta cómo haya salido del
mazo, representa en los sistemas tradicionales una
«influencia opositora», que va en contra de la primera.
En la práctica, es posible que la carta Oposición
constituya una segunda influencia que refuerce la
primera.

Por ejemplo, supongamos que la carta Cubierta


fuese el Loco, que indica la condición de seguir los
instintos a despecho de lo que pudiera parecer una

244
conducta más sensata. Si el Loco estuviera cruzado
por la Templanza, podríamos hablar de oposición, ya
que la Templanza se refiere generalmente a cautela.
Pero si el que lo cruza es el Caballero de Varas, las
dos cartas tenderían a reforzarse recíprocamente, y de
hecho seria posible que los naipes restantes señalaran
la necesidad de una influencia más apaciguadora para
equilibrar tanta ansiedad.

En mi trabajo he llegado a considerar de una


manera ligeramente diferente las dos primeras cartas,
a las que no llamo Cubierta y Oposición, sino Centro
y Cruce. Respecto de su significado, las llamo los
aspectos «interior» y «exterior»; o, en ocasiones, las
considero como el tiempo «vertical» y «horizontal» o,
simplemente, como «ser» y «hacer». La carta Centro
muestra alguna cualidad básica de la persona, o bien la
situación de la persona. La carta Cruce muestra de qué
manera afecta esa cualidad a la persona, o cómo se
traduce en acción. Dicho de otro modo: la primera
muestra qué es la persona, la segunda cómo actúa.

Considérese el ejemplo ilustrado en la figura


siguiente. El Loco indicaría una persona con una
tendencia a correr el albur, a seguir el instinto. Si la
Templanza lo cruza, eso significaría que, cuando se
trata de actuar, la persona tiende a una actitud más
cuidadosa, en la que la energía instintiva se combina
con consideraciones más prácticas.

245
Otro ejemplo ayudará a aclarar este punto, el más
valioso en la lectura de una Cruz Celta. El As de
Copas en el Centro indicaría una época de felicidad en
la vida de una persona, o más exactamente, una
probabilidad de ser feliz, ya que los Ases representan
oportunidades. Si el Diez de Copas cruzara el As, los
dos juntos darían a entender que la persona reconoce
las oportunidades y es capaz de usarlas. Pero si el As
estuviera cruzado por el Cuatro de Copas, de ello se
desprendería un significado diferente: una actitud
apática impide que la persona aprecie lo que le ofrece
la vida. La apatía, sin embargo, no anularía la
oportunidad.

He insistido sobre la cruz pequeña debido a su


importancia. En algunas lecturas, las dos primeras
cartas alcanzan a contar toda la historia, y el resto de

246
ellas proporcionan los detalles. Tal como se ve en mi
libro sobre los Arcanos Mayores, las expresiones
«tiempo vertical» y «tiempo horizontal» se derivan de
ciertas interpretaciones simbólicas de la crucifixión,
para las cuales la Eternidad, encarnada en Cristo en
cuanto Hijo de Dios, interseca el movimiento
«horizontal» de la historia, esto es, la muerte de un ser
humano único. A los místicos cristianos, el hecho de
la crucifixión les permite —mediante la meditación
sobre la cruz y otros métodos de identificación con
Cristo— introducir un sentido del tiempo «vertical»
en los hechos horizontales de su propia existencia
física. En muchas otras culturas, la imagen de una
cruz simboliza las cuatro direcciones horizontales a lo
largo de la superficie terrestre, en tanto que el centro,
el lugar de encuentro de las cuatro, sugiere la
dirección esencialmente vertical del centro. La cruz,
por consiguiente, simboliza también al propio Tarot:
los cuatro brazos son los cuatro palos, y el centro los
Arcanos Mayores.

En función de las lecturas. el simbolismo de la


cruz puede enseñar de qué manera la sustancia, o sea
el ser interior de una persona, puede fundirse con la
forma en que ésta actúa en el mundo. Vale la pena
repetir aquí el ejemplo original que me sugirió el
simbolismo del tiempo cruzado. Fue una lectura hecha
para un hombre inseguro sobre la dirección de su vida.
En ese momento tocaba a su fin una antigua relación

247
amorosa, y su carrera como cantante profesional no se
había concretado. La lectura se inició con la Suma
Sacerdotisa, cruzada por el Hierofante. Ahora bien,
estos dos naipes, a los que en ocasiones se llama la
Papisa y el Papa, representan a primera vista valores
contradictorios. La Suma Sacerdotisa es la imagen del
instinto, el misterio, la inmovilidad, en tanto que el
Hierofante, como predicador de una doctrina por la
cual la gente puede regir su vida, representa la
ortodoxia, la conducta planificada, la claridad.
Consiguientemente, parecía que los dos simbolizaran
enfoques incompatibles de la vida. Pero cuanto más
miraba yo ambas figuras, con su imaginería religiosa,
más tendía a pensar en conjunciones y no en opuestos.
Casi parecía que los dos prescribieran una manera de
hacer frente a la vida. La Suma Sacerdotisa indicaba
que, dentro de sí, ese hombre llevaba cualidades de
instinto y entendimiento que quizá no pudieran aflorar
nunca por completo, pero que podían dar sustancia a
su vida. El Hierofante, por su parte, mostraba que en
su vida diaria el consultante necesitaba un plan de
acción más racional; necesitaba organizarse y tomar
decisiones definidas para lograr lo que quería. Pero
esos planes y esa actitud práctica funcionarían mejor
si estaban respaldados por sus propios instintos y por
su conciencia íntima que apoyándose en ideas
convencionales acerca de los fines y los
comportamientos adecuados. Cuando intenté
explicarle cómo podían complementarse esas

248
cualidades, el hombre me dijo de pronto cómo se veía
a sí mismo en una oposición constante, oscilando
entre dos polos, cediendo primero a sus deseos —o,
simplemente, a su pasividad— para después pasar al
otro extremo, a una acción ortodoxamente dirigida,
como podía ser buscarse un trabajo «responsable», en
vez de insistir en su vocación de cantante. Parte de la
misión que me cupo en la lectura fue enseñarle cómo
podían colaborar esas cualidades.

La Base

Después de la cruz pequeña, el lector dispone la


carta siguiente directamente debajo del Centro. Esta
posición representa la Base de la lectura, es decir una
situación o suceso —generalmente, aunque no
siempre, perteneciente al pasado— que ha ayudado a
crear la situación actual. Dada la forma en que
estamos configurados por nuestro pasado, hay veces
que esta carta explica y relaciona entre sí a todas las
otras. En una ocasión hice a una mujer una lectura
significativa sobre las dificultades que tenía para
relacionarse con su marido; el Emperador en la
posición de Base indicaba que la relación de la
consultante con su padre seguía aún dominando su
sexualidad inconsciente, y le impedía resolver sus
problemas presentes.

249
Generalmente, la Base no muestra un tema tan
amplio, pero con frecuencia indica efectivamente una
situación previa, en especial si existe una relación con
el número o el palo de una de las dos primeras cartas.
Considérense estas tres cartas: el Mago cruzado por el
Cinco de Copas, y debajo de ellas el Cinco de Espadas

250
(ver figura). El Mago, en cuanto representa lo que es
la persona, muestra una personalidad fuerte,
sumamente creativa y dinámica. El Cinco de Copas,
sin embargo, indica que la persona está en ese
momento preocupada por alguna pérdida, de modo
que esa personalidad poderosa está amortiguada. Si lo
expresamos en función de las imágenes, diríamos que
el Mago ha recubierto su deslumbrante vestimenta
roja y blanca con una capa negra. El Cinco de
Espadas, sin embargo, muestra que la pérdida se inició
como una derrota humillante y dolorosa. Esta derrota
es lo que ha oscurecido el fuego del Mago. Pero el
paso de Espadas a Copas muestra que se ha iniciado
ya un proceso de renovación. La persona puede
empezar a ver que la situación es motivo de pesar y no
de vergüenza. Lo que hace posible este movimiento
son las cualidades del Mago, actualmente ocultas,
pero todavía activas en la vida de la persona.

El Pasado Reciente

La carta siguiente se coloca a la izquierda de la


cruz pequeña, y lleva el título de Pasado Reciente. El
nombre, en realidad, no es adecuado, porque la
diferencia entre esta posición y la Base no reside tanto
en la dimensión temporal como en su influencia sobre
la persona. El Pasado Reciente se refiere a hechos o

251
situaciones que afectan al sujeto, pero que han perdido
importancia o la están perdiendo. Generalmente, se
refiere en efecto a sucesos recientes, pero hay veces
que puede aludir a alguna cosa que se remonta a
mucho tiempo o tuvo gran importancia. En el ejemplo
que citamos, de la mujer cuyo padre la afectaba con
tal intensidad, si el Emperador hubiera aparecido en el
Pasado Reciente y no en la Base, habría indicado que
el bloqueo estaba diluyéndose en su vida, y que ya no
la afectaría tanto en el futuro.

El Desenlace Posible

La carta siguiente va directamente encima de la


cruz pequeña. Hay quienes llaman a esta posición el
Mejor Desenlace Posible. Sin embargo, con cierta
práctica se ve que este título optimista peca de
limitado. Si aquí aparece, pongamos por caso, el
Nueve de Espadas, mal se lo puede llamar el «mejor»
resultado. Por eso, como muchos otros, yo designo
simplemente a esta posición como el Desenlace
Posible. Ahora bien, como a la carta final la llamamos
el Desenlace, es probable que haya quien se
desconcierte ante los dos términos. Por «posible»
entendemos, en primer lugar, una tendencia más
general que puede resultar de las influencias que nos
muestra la lectura, pero que por el momento sigue

252
siendo vaga y que quizá nunca llegue a realizarse.
Significa simplemente que la persona marcha en esa
dirección.

A veces, la relación entre el Desenlace Posible y


el Desenlace incluye causa y efecto. El Desenlace
Posible puede resultar del Desenlace. A modo de
ejemplo, supongamos que el Desenlace muestra el
Ocho de Pentáculos, y el Desenlace Posible muestra el
Tres. El Ocho indica que la persona pasará por un
período de trabajo duro y de difícil aprendizaje. El
Tres indica que es probable que ese esfuerzo produzca
el resultado deseado: una gran habilidad y el éxito.

En ocasiones el Desenlace Posible indica un


resultado más tentativo que el Desenlace. He aquí un
ejemplo, tomado de una lectura que hice hace varios
años para una mujer que se había presentado a
solicitar un trabajo, y quería saber qué probabilidades
tenía de conseguirlo. La carta del Desenlace indicaba
demoras e incertidumbre, pero el Desenlace Posible
anunciaba el éxito. Cuando la mujer fue a informarse,
le dijeron que habían tomado a otra persona, pero la
habían puesto a ella en lista de espera. Varios días
después, la llamaron para decirle que la otra persona
había cambiado de parecer, y que querían contratarla a
ella. Lo posible se había realizado.

253
Hay otra manera de comparar el Desenlace
Posible con el Desenlace, en especial si los dos, en
vez de complementarse, como en los ejemplos citados,
se contradicen, o si muestran una relación directa,
como puede ser el mismo palo o el mismo número. En
estas situaciones, leo el Desenlace Posible como algo
que podría haber pasado, pero que no sucederá. En ese
caso, hay que estudiar las otras cartas para hallar la
razón de que haya de producirse, en cambio, el
Desenlace.

Supongamos que en la posición del Desenlace


Posible salga la Estrella, indicando que la persona
puede terminar sintiéndose muy libre, llena de
esperanzas, abierta a la vida. Supongamos además que
entonces sale el Diablo como Desenlace efectivo,
indicando sumisión a una situación opresiva. ¿Qué es
lo que ha fallado? Si, por ejemplo, tuviéramos el
Nueve de Espadas en la posición de la Base, eso nos
daría un indicio, porque diría que la persona lleva
dentro de sí un sentimiento de vergüenza y de
humillación que proviene de debilidades y miedos del
pasado, y que el «aprisionamiento» simbolizado en el
Nueve le impide realizar las potencialidades de la
Estrella.

Estos ejemplos nos ayudarán a ver que el


verdadero significado de una lectura del Tarot no se

254
deriva de las cartas específicas, sino de las
configuraciones que éstas forman al unirse.

El Futuro Inmediato

El último brazo de la Cruz se sitúa a la derecha


del motivo central. Colocado en oposición al Pasado
Reciente, lleva la designación de Futuro Inmediato, y
muestra alguna situación que la persona tendrá que
enfrentar pronto. No alcanza la misma dimensión de
totalidad que el Desenlace, sino que más bien
constituye otra influencia, en este caso la de los
acontecimientos. Si una situación se inicia de cierta
manera, pero termina de otra muy diferente, entonces
la razón puede estar en que el Futuro Inmediato
introduce una situación o una persona nueva, que
cambia la dirección. Por otra parte, si el Desenlace es
muy diferente, en cuanto a su carácter, del Futuro
Inmediato, esto podría indicar que la situación
venidera no tendrá efectos perdurables. Por ejemplo,
si aparece el Cinco de Varas en el Futuro Inmediato, y
el Tres de Copas en el Desenlace, eso puede indicar
que la persona pasará por un período de conflicto con
sus amigos, pero que ese conflicto no durará mucho, y
dejará lugar a la cooperación y a vínculos más
estrechos. Con frecuencia una información así puede
ayudar mucho a una persona, en cuanto le asegura que

255
la situación no durará. Y si se diera el caso opuesto (es
decir, una situación feliz que dejará paso a una
desdichada), el lector puede esperar simplemente que
la persona pueda usar bien la información. Las malas
noticias son siempre más difíciles de dar que las
buenas.

Después de haber formado la Cruz, el lector da


vuelta las cuatro últimas cartas, que va disponiendo de
abajo hacia arriba, a la derecha de la Cruz. El diseño
final es el siguiente:

El Consultante

La carta inferior del Báculo representa al


Consultante, y no se refiere a la persona en su
totalidad, sino a alguna forma en que ella contribuye a
la situación. ¿Qué actitudes muestra el sujeto? ¿Qué es
lo que está haciendo, que pueda afectar a la situación
que describen las otras cartas? Supongamos que en
una lectura que se inició con el Dos de Copas, en la
posición del Consultante aparece el Dos de Espadas.
Esto haría pensar que al sujeto se le hace difícil abrirse
a la nueva relación indicada por la primera carta. Su
comportamiento tenso, e incluso hostil, afecta en gran
medida a la situación general. El Desenlace indica el
resultado del conflicto.

256
El Ambiente

Así como el sujeto afecta a la lectura, la afectan


también las personas y las situaciones generales en
que aquél se encuentra. A la octava carta la llamamos
el Ambiente o la influencia de los «otros». Si una
carta cortesana aparece en esta posición, señalará
generalmente una persona que influye sobre el sujeto.
De no ser así, la carta puede mostrar ya sea el efecto
de una persona importante o de una situación más
general. Con frecuencia, indicará si el ambiente
favorece u obstruye la dirección en que se encamina el
sujeto. Por ejemplo, en una lectura referida al trabajo,
el Cinco de Varas invertido en la posición del
Ambiente sugeriría que una atmósfera de hostilidad,
fraude y traición competitiva está haciendo
desagradable ese trabajo.

En ocasiones, el Ambiente indica más bien al


propio consultante que a otras personas. Muestra de
qué manera reacciona el sujeto frente a su medio. En
una lectura que hice hace algún tiempo, el Cuatro de
Espadas en el Ambientarte reveló el hábito de la
persona de retraerse ante cualquier conflicto con
quienes la rodeaban.

Las Esperanzas y los Temores

257
Por encima del Ambiente se encuentra una
posición similar al Consultante, pero definida en
forma más nítida. Es la que llamamos Esperanzas y
Temores, porque muestra de qué manera afectan las
actitudes que la persona tiene hacia el futuro a la
forma en que llegan a resolverse las cosas. Es
frecuente que esta carta domine, o poco menos, la
lectura, especialmente si el Desenlace es muy
diferente del Desenlace Posible e indica que lo que
parece probable, finalmente no sucederá. La influencia
que se expresa en esta carta puede actuar en favor o en
contra de la persona. Supongamos que la lectura se
refiere a una relación amorosa, y que la mayoría de las
cartas tienden al éxito, con el Dos de Copas como
Desenlace Posible. Sin embargo, el Desenlace muestra
a los Enamorados en posición invertida, un claro signo
de que la relación anda mal. Si la carta de Esperanzas
y Temores era el Tres de Espadas, señalaría en el
consultante un miedo al sufrimiento que le ha
impedido asumir el compromiso emocional necesario.
Otras veces, una carta muy positiva en esta posición,
tal como pueden ser la Estrella o el Seis de Varas
(ambas cartas significan esperanza), indicaría que la
actitud de la persona puede condicionar el éxito.

Hay ocasiones en que esta posición y la de la


Base o el Consultante colaboran muy estrechamente, y
entonces la Base explica los orígenes de las actitudes
del sujeto hacia el futuro. Por ejemplo, si en la

258
posición de Esperanzas y Temores apareciera el Dos
de Copas invertido, y el Ocho de Espadas fuera la
Base, esto indicaría que un trasfondo de celos provoca
una actitud muy negativa para la continuación de la
relación.

Obsérvese en este último ejemplo que el Dos de


Copas invertido podría representar un temor, pero
también podría representar una esperanza. Llamamos
a esta posición Esperanzas y Temores, en vez de darle
el nombre más habitual de Esperanzas o Temores. La
terminología escogida refleja el hecho de que con
frecuencia ambos van juntos (algo que me señaló por
primera vez mi alumna-terapeuta). En situaciones de
trabajo es frecuente que la gente desee y tema
simultáneamente el éxito, en tanto que en las
relaciones personales son muchos los que temen al
amor que buscan, o los que —a medias
conscientemente— albergan la esperanza de ser
rechazados. La dualidad de Esperanzas y Temores se
muestra en su forma más enérgica en aquellas cartas
que se refieren al cambio, o bien cuando de
situaciones encerradas y sofocantes se sale hacia otras
más abiertas.

La Muerte, el Ocho de Copas, el Dos de Espadas


invertido y el Cuatro de Espadas se refieren todas a
estos temas de la libertad y el cambio. Algunas otras
son el Diablo invertido, el Ocho de Espadas y la

259
Estrella. Muy frecuentemente, si el sujeto y el lector
examinan juntos la actitud del primero de ellos hacia
una de estas imágenes en la posición de Esperanzas y
Temores, se revela una ambivalencia. El encierro es
más seguro que la libertad. Como el componente
desagradable el miedo al amor (o al éxito), o la
esperanza del rechazo (o del fracaso) se mantiene con
frecuencia oculto para los deseos conscientes, el
descubrimiento de esta ambivalencia puede ayudar al
sujeto a crear lo que él —o ella— realmente quiere.

Ver cómo funciona reiteradamente esta dualidad


en sucesivas lecturas enseña al lector algunos hechos
básicos referentes al condicionamiento. El
subconsciente —el material reprimido al cual
podríamos considerar el estrato inferior del ego (y
volvemos a remitir a la nota 3)— es básicamente
conservador, e incluso reaccionario. No sólo se resiste
a cualquier cambio, sea éste deseable o desagradable,
sino que también prefiere manejarse en todas las
situaciones de la misma manera que se manejó en
situaciones similares del pasado. Para muchas
personas, cada amigo o amante nuevo se convierte en
el escenario para la repetición de la historia con mamá
y papá. Encaramos cada problema o cada tarea nueva
tal como aprendimos a hacer lo de pequeños. No
importa si aquella forma de hacerlo nos condujo al
éxito; eso cuenta menos que la seguridad de tener una
pauta fija para aferrarnos a ella. El subconsciente

260
empieza por atender a la seguridad, antes de tener en
cuenta otras consideraciones. Y la seguridad se
obtiene mediante la repetición.

Ahora bien, este mecanismo oculto de repetición


de las pautas pasadas tiene un intrínseco valor de
supervivencia. Cuando se plantean problemas nuevos,
podemos manejarlos porque automáticamente el
subconsciente los compara con los problemas
anteriores, y después los adjudica a la respuesta ya
confeccionada. A menos que la persona desee
embarcarse en un programa deliberado de crecimiento
personal (como el que se diseña en los Arcanos
Mayores), este sistema funcionará bastante bien, y es
probable que no sea necesario entremeterse con él. Sin
embargo, si la persona se encuentra con que sus
relaciones amorosas naufragan una y otra vez en el
mar de la amargura y de los celos, o si se queda en
repetidas ocasiones sin trabajo, haría bien en examinar
la forma en que el subconsciente insiste en disponer
situaciones nuevas que reiteran los modelos del
pasado. Una manera de, por lo menos, iniciar una
investigación tal pueden ser las lecturas del Tarot, con
su énfasis en la experiencia pasada y en qué es
realmente lo que esperamos y lo que tememos.

El Desenlace

261
Viene, finalmente, el Desenlace. Esta carta reúne
y sintetiza todas las otras. Más aún, las equilibra y
muestra qué influencias son las más fuertes, y de qué
manera colaboran en la producción del resultado. En
ocasiones, el Desenlace será un acontecimiento.
Entonces, la cuestión importante es cómo se produjo,
y no solamente en qué consiste. Si el sujeto lo
considera un acontecimiento desagradable, puede‐
mirar las otras cartas para ver qué influencias trabajan
en esa dirección, con la esperanza de poder modificar
la situación. Si el Desenlace se le aparece como
deseable, una observación similar puede ayudarle a
fortalecer aquellas influencias, ya marcadas, que
puedan tender a ese resultado.

La Cruz Celta, como cualquier otra disposición,


consiste en un número fijo de cartas. Si el lector y el
sujeto encuentran que la respuesta es ambivalente,
pueden dar vuelta algunas cartas más, sin ajustarse a
una pauta fija, o bien hacer una nueva lectura. Cuando
saco más cartas, generalmente procuro no pasar de
cinco (pidiendo a veces al sujeto que escoja el
número), aunque hay veces que la lectura inicial me
ha servido de base para dar vuelta la mayor parte del
mazo. Por lo común al lector principiante se le hace
más difícil interpretar cartas sacadas al azar, y por
consiguiente evita usarlas.

262
En algunos casos podemos hacer lecturas
ulteriores para obtener más información sobre una
carta específica en la primera lectura. Podríamos tener
que preguntar algo sobre una persona a la que se hace
referencia en la posición del Futuro Inmediato. En esta
situación, algunos lectores usan la carta en cuestión
como Significador para la lectura siguiente. Así como
el Significador original ayudó a la persona a
concentrarse en sí misma, la nueva carta le ayuda a
concentrarse en la pregunta que ahora se formula.

Ejemplo de una lectura

Antes de dejar el tema de la Cruz Celta me


gustaría presentar como ejemplo una lectura que hice
algunos meses antes de escribir este libro. (Es mi
deber aclarar que la consultante me dio su
consentimiento para incluirla.)

Hice esta lectura para una mujer que acababa de


graduarse de abogada, había iniciado recientemente
una nueva relación amorosa y, en general, daba la
impresión de ser feliz y de estar satisfecha de su vida.
Pese a ello, cuando fui dando vuelta las cartas tuve
una sensación inmediata de tristeza. Como confío más
en las cartas que en mi impresión consciente, pregunté

263
a la consultante si últimamente se había sentido triste.
Para sorpresa mía, me dijo que sí.

Las cartas habían salido de la siguiente manera:


como Significador, la mujer escogió la Reina de
Pentáculos. Las dos primeras cartas eran el Tres de
Varas cruzado por el Caballero de Copas. La Base era
la Muerte, el Pasado Reciente el Nueve de Espadas, el
Desenlace Posible el Cinco de Espadas invertido, y el
Futuro Inmediato el Mundo invertido. La Consultante
era el Seis de Copas invertido, el Ambiente el Tres de
Copas, las Esperanzas y los Temores la Torre, y el
Ermitaño el Desenlace.

264
265
Empecé dando a la consultante una interpretación
general Ella estaba pasando por una época de
transición en la cual muchas pautas y modelos
antiguos iban agonizando. El efecto de todo ello era
no sólo euforia, sino también miedo. La tristeza se
originaba en la comprensión de lo que había perdido,
como también en el hecho de que había crecido y
cortado los vínculos con su niñez. La situación no se
resolvería con demasiada rapidez, y existía incluso la
probabilidad de que evolucionara mal, en especial si la
consultante se dejaba asustar por el Futuro Inmediato,
que indicaba estancamiento, y adoptaba una actitud
muy negativa. Sin embargo, las personas que la
rodeaban le brindaban muchísima apoyo, pero en
última instancia era ella quien debía hallar la solución.

Claro que todo aquello era muy general. Después


pasamos a estudiar las cartas una por una. La que
cubría al Significador —el Tres de Varas— indicaba
en primer lugar sus logros inmediatos, y no sólo
haberse graduado en Derecho, sino haber obtenido
matrícula de honor. Porque mientras hablábamos de lo
que había hecho, la mujer me contó cómo, antes de
haber ido a la facultad de derecho, nunca se había
tomado muy en serio su vida ni sus propias
capacidades. Ahora había alcanzado un punto en el
que no sólo tenía conciencia de su propia fuerza y de
su inteligencia, sino que el hecho de haber logrado
terminar su carrera de manera brillante le había dado

266
una base sólida para buscar trabajo en el futuro. Ya
antes de que profundizáramos en estos hechos, lo que
ellos significaban se hacía patente en la imagen del
hombre de pie sobre el acantilado, mientras envía sus
barcos a explorar nuevas tierras.

Pero el Tres de Varas tiene también otro


significado, muy adecuado a esta lectura. Implica una
actitud contemplativa mientras una persona pasa
revista a sus recuerdos. De hecho, esa mirada
retrospectiva sobre su vida provenía de la sensación
de realización. Las cosas logradas hacían que la
consultante cobrara conciencia de que su antigua vida
se había acabado. Al mismo tiempo, los barcos que se
aventuran en aguas desconocidas simbolizaban su
situación de no saber realmente qué haría a
continuación, ni siquiera qué forma habría de tomar su
vida en el futuro.

La imagen de realización y de exploración estaba


vinculada con otros aspectos de la vida de la mujer, y
no solamente con la carrera. La consultante había
iniciado recientemente una psicoterapia, y se había
incorporado además a un grupo de apoyo, llamado «el
círculo de curación». Estas dos actividades
incrementaban la sensación de novedad y de cosa
desconocida, pues, aunque le dieran confianza y fe en
sí misma, también le dificultaban el empeño de seguir
aferrándose a las antiguas pautas.

267
Ahora bien, el Caballero de Copas estaba
cruzando el Tres de Varas, y aquí el segundo naipe
aparecía en gran medida como una consecuencia del
primero, porque el Caballero de Copas significa
interés por uno mismo, mirar hacia adentro. Juntas, las
dos cartas decían que en el centro de su vida, en aquel
momento, la mujer estaba contemplando el pasado,
pensando en lo que había sido su vida y esperando el
futuro. Pero, de todos los Caballeros, el de Copas es el
menos relacionado con la acción; cuando se trataba de
dar pasos prácticos, la consultante se sentía muy
indecisa.

Debajo de la cruz pequeña apareció la Muerte, la


primera carta Mayor. La Muerte subrayaba la
experiencia de ver cómo se extinguía el pasado.
Durante toda su vida, la mujer había mantenido ciertas
pautas, ciertas formas de relacionarse con el mundo,
con las otras personas, consigo misma. Ahora, en
virtud de sus logros, esas antiguas formas ya no le
servían. Casi sin aviso previo, se encontraba aislada
de los modelos seguros, sin tener mucha idea de cómo
enfrentar el futuro. Estas pautas se aclararon más al
considerar los naipes que representaban a la
Consultante y el Desenlace, pero en ese momento, lo
importante era, simplemente, ver que lo viejo —fuera
cual fuese la forma que hubiera adoptado— se había
extinguido.

268
Obsérvese el parecido del Caballero de Copas con
la Muerte. Como el triunfo se encontraba en la Base
—el pasado—, y la carta Menor en el presente,
podemos decir que el Caballero era una evolución
práctica a partir del arquetipo de la Muerte. Es decir,
que en lo profundo ella experimentaba la pérdida de
su vida anterior, pero en la superficie se encontraba
falta de confianza, tanto en el nivel emocional como
en el práctico, sobre cómo debía actuar en ese
momento.

El Pasado Reciente provenía directamente de la


Base, y demuestra cómo las dos posiciones pueden
existir casi en el mismo marco temporal. Dicho de
otra manera, que la Base no apareció primero para
después ceder el paso al Pasado Reciente, sino que,
como la cruz pequeña, el Pasado Reciente provenía de
la pauta general que se mostraba en la Base. Ahora
bien, el Nueve de Espadas indica dolor, sufrimiento.
En ocasiones, puede ser símbolo de duelo. En este
caso, podemos entender lo del «duelo» como una
metáfora. La persona por quien la consultante estaba
de duelo era ella misma, porque ya hemos visto en la
Base que algo había «muerto», algo que no era dañino
sino que, simplemente, había perdido significado. Sin
embargo, el hecho de que su vida lo hubiera superado
no impedía que la consultante echara de menos ese
algo: su antigua forma, segura y cómoda, de tratar con
el mundo. Tampoco la carta sugiere que en realidad

269
echara de menos su manera de ser anterior porque
temía a la vida. La tristeza era aquí más auténtica y, de
hecho, coexistía con el júbilo y la emoción, no menos
reales, que yo había percibido ya antes de la lectura.

Las cuatro primeras cartas han insistido sobre su


vida interior; las dos siguientes muestran la capacidad
del Tarot para indicar tendencias y acontecimientos, y
en particular para hacer una advertencia. Primero, el
Desenlace Posible. El Cinco de Espadas invertido
indica una derrota que produce vergüenza y
humillación. Su presencia aquí mostraba que, pese a
todo lo que la mujer ya había conseguido, todavía sus
esfuerzos podían quedar en nada. Ahora bien, a veces
la carta del Desenlace contradice obviamente al
Desenlace Posible, señalando que, por alguna razón,
la posibilidad no se convertirá en realidad. Aquí, la
relación era más sutil. El Ermitaño era un buen
indicador de que la consultante no perdería lo que
había ganado, pero no garantizaba nada. La mostraba
como bien encaminada, pero señalaba que aún no
había llegado, por lo menos en el sentido práctico. Por
ende, el Cinco de Espadas seguía siendo una
posibilidad, y el Tarot advertía a la mujer que hiciera
todo lo posible —recurrir al apoyo de sus amigos, no
ceder a sus miedos, especialmente durante los
períodos de estancamiento— para evitar ese resultado.

270
El Mundo invertido representa el no-movimiento,
la falta de éxito y la incapacidad de organizar las
cosas. Como el Futuro Inmediato, indicaba que su
vida seguiría siendo inestable durante algún tiempo,
sin que avanzara mucho en su carrera ni en otros
sentidos. Vemos, por ende, que ese nuevo ser que se
mostraba como posible podía resultar derrotado si no
llegaba a alcanzar resultados prácticos. El hecho de
que el Tarot hubiera advertido a la consultante de ese
período de estancamiento podía ayudarle a superarlo,
lo mismo que el hecho de saber que se trataba sólo del
Futuro Inmediato y no del Desenlace.

Después de la Cruz viene el Báculo. La primera


de las cuatro cartas, el Seis de Copas invertido, estaba
en la posición de la Consultante. Y aquí encontramos
una indicación más clara de qué era lo que se había
extinguido. El naipe, cuando está en posición normal,
muestra una niña en un jardín, con una figura de
mayor tamaño que le hace un regalo. Implica
protección y seguridad, y alude al niño cuyos padres
se ocupan de todas sus necesidades. Aquí, sin
embargo, la carta aparecía invertida. Junto con las
otras cartas, especialmente la Muerte y el Ermitaño, la
imagen daba a entender que la consultante había
abandonado aquella forma de vida aislada y protegida.
Al analizar esta carta se vio con claridad que en
realidad la mujer había pasado casi toda su vida con
los padres, que la trataban como su «hijita», y que les

271
había permitido esa actitud por la seguridad que
representaba para ella. Y ni siquiera en ese momento,
según me explicó, sus padres —y especialmente el
padre— podían aceptar que la hija había crecido, y
que debía tomar sus propias decisiones y correr sus
propios riesgos. Y a ella misma, naturalmente, el
cambio se le había hecho difícil de aceptar. Ir a la
facultad de derecho había sido el primer paso, antes
del cual ella nunca se había tomado a sí misma con la
seriedad suficiente para hacer algo importante. Al
mismo tiempo, la universidad había sido otro «jardín»,
es decir, una situación en la que no tenía que tomar
decisión alguna, sino que se limitaba a seguir una
pauta estricta que le imponían desde afuera. Cuando le
llegó el momento de examinarse, se asustó, y la
verdad era que acudió a un terapeuta para que le
ayudase a aprobar. Y la terapia la ayudó, pero hizo
además otras cosas: le hizo ver que ya no era una niña
que podía dejar que otros decidiesen por ella. De esa
pérdida provenía la tristeza.

La carta siguiente era, en algunos sentidos, la más


importante, como también la más sencilla de
interpretar de toda la lectura. El Tres de Copas en la
posición del Ambiente indicaba gran apoyo de sus
amigos, y representaba en particular al «círculo de
curación» y al terapeuta. Su importancia residía en el
hecho de que mostraba hasta qué punto podía contar
con el apoyo exento de toda crítica de aquellas

272
personas, un apoyo especialmente importante ante la
posibilidad de verse derrotada por un período de
estancamiento. El Tres de Copas no muestra, en modo
alguno, apoyo en el sentido de caridad ni de sacrificio
de sí. Las tres mujeres están bailando juntas. La gente
que rodeaba a la consultante la fortalecía,
simplemente, por estar con ella, por compartir sus
experiencias y dejarse, a su vez, apoyar por ella.
Obsérvese también el contraste entre el Tres y el Seis.
Aquí las mujeres son todas iguales; el naipe no
transmite ninguna sensación de protección ni de
mimos.

El Tres de Copas tenía una conexión «horizontal»


con el Tres de Varas en el Centro. Algunas de las
influencias básicas en esa imagen —la figura
firmemente plantada en lo alto de la colina— se
derivaban del apoyo que le brindaba el medio. Aun
cuando la mirada retrospectiva sobre su vida y la
exploración de posibilidades nuevas fueran
actividades esencialmente solitarias, la consultante
podía extraer fuerzas y valor de la gente que la
rodeaba.

En la posición de Esperanzas y Temores estaba


una de las imágenes que más miedo inspiran en el
Tarot: la Torre, que significa destrucción, derrumbe,
experiencia dolorosa. Es evidente que representaba el
temor de la mujer de que, sin saber cómo, todo lo que

273
había logrado se dispersara. Un miedo que podía
fácilmente convertirse en una profecía, que podía
autorrealizarse, conduciendo al Cinco de Espadas
invertido, en especial si un éxito inmediato no venía a
tranquilizar y animar a la consultante.

El miedo exagerado remitía al Seis de Copas y al


hecho de que el naipe apareciera invertido. Bien podía
la consultante haber renunciado a una actitud infantil
en que se sentía protegida; bien podía haber estado
considerando su vida con emocionada expectativa; en
ella seguía habiendo una parte que pensaba: «¿Cómo
puedo hacer algo así? Ahora estoy sola. Ya nadie me
protege, y tengo que tomar mis propias decisiones.» Y
de aquí se pasa a: «No puedo hacer esto. No tengo
fuerzas para tanto, todo se me va a desmoronar.»
Cuando surgiera oposición o demora, el miedo podría
adueñarse de ella, haciendo que la situación se
pareciera al presentido desastre, y entonces el
pensamiento a medias consciente podría ser: «¿Veis?
Si yo sabía que no podía hacerlo. ¿Por qué habré
renunciado a aquella protección?» Durante la lectura
analizamos la posibilidad de que la Torre representara
también una esperanza subconsciente. El
subconsciente, un órgano a la vez muy conservador y
muy estúpido,[3] se negará con frecuencia a aceptar la
pérdida de una situación que considera segura. No
importa que la persona sepa, conscientemente incluso,
que jamás podrá regresar a la protección parental. El

274
subconsciente no acepta la realidad, y fácilmente
puede convencerse de que el fracaso de los planes
actuales tendrá por resultado un retorno a aquella
seguridad.

Tomar conciencia de esas actitudes ocultas es un


paso muy importante para llegar a superarlas, porque
el subconsciente depende en gran medida del
ocultamiento; ello es evidente si pensamos en las
veces que hemos abrigado alguna angustia secreta,
sólo para descubrir, cuando la expresamos en voz alta,
que la banalidad misma de la idea basta para hacer que
se nos borre de la mente. Una lectura del Tarot puede
actuar de esta manera en cuanto identifica el material
oculto y nos hace ver sus posibles consecuencias: en
este caso, el Cinco de Espadas.

En la posición del Desenlace aparecía el


Ermitaño. Lo primero que hay que observar respecto
de esta carta es que no anuncia éxito ni fracaso. En
contraste con el Tres de Varas y el Cinco de Espadas,
no indica probables consecuencias prácticas, sino que
apunta en cambio a aquellas cualidades de la propia
consultante que nos mostrarán, a su vez, de qué
manera enfrentaba la nueva situación.

El significado más obvio del Ermitaño se deriva


de su nombre y de su imagen básica. En este caso
mostraba a la consultante enfrentando la vida sola.

275
Ahora bien, esto no quería decir que perdiera o
rechazara el apoyo proveniente de su medio. En todo
caso, indicaba la necesidad de valerse de tal apoyo
todo lo posible. Porque el Ermitaño señalaba que, por
más que otros pudieran ayudarle, ella debía tomar sola
las decisiones. Como la figura en el Tres de Varas, el
Ermitaño está solo, de pie en lo alto de su montaña.

La soledad del Ermitaño, sin embargo, no existe


como un fin en sí. En los Arcanos Mayores simboliza
el acto de distanciar la conciencia del mundo y de los
acontecimientos externos para considerar su
significado. Y por cierto que la idea de significado se
adecua perfectamente bien a esta lectura en
particular.Tener el Ermitaño como Desenlace
significaba que los miedos, las demoras y las posibles
derrotas no importaban tanto en realidad ... una vez
que la consultante aceptara su situación. Es más, el
Ermitaño simbolizaba directamente la psicoterapia.

Al mismo tiempo, apuntaba también al éxito de su


aceptación de la nueva vida, porque en su aspecto más
arquetípico esta carta significa sabiduría, verdadero
conocimiento del alma, obtenido mediante el retiro y
la introspección. La montaña del Ermitaño, lo mismo
que el árbol del Colgado, representa la conexión de la
mente consciente con la sabiduría y la energía vital del
inconsciente.

276
En cuanto Desenlace, por lo tanto, el Ermitaño
indicaba que la mujer llegaría a entender y a aceptar
los cambios que ella misma, a medias
conscientemente, había introducido en su vida. El
simbolismo de la montaña relacionaba la última carta
con la primera, el Tres de Varas. La relación, a su vez,
señalaba el éxito, tanto emocional como práctico.

Finalmente, el Ermitaño, que significa también


madurez, mediante su conciencia, llevaba adelante el
proceso que se había iniciado en el Seis de Copas
invertido, el desmantelamiento de la dependencia
infantil. Mostraba a la consultante que la situación se
resolvería cuando ella resolviera su vacilación y sus
miedos. A la larga, la montaña del Ermitaño no
representaba en modo alguno el aislamiento, sino
simplemente una cualidad que la mujer, entonces,
apenas estaba empezando a hacer consciente: la
seguridad en sí misma, la confianza en su propia
capacidad y en sus juicios.

Como el Desenlace mostraba más bien una


conjetura que un resultado, decidí dar vuelta una carta
más para tener una indicación de cómo podrían
finalmente concretarse los acontecimientos. La carta
fue otro tres, el Tres de Pentáculos. Como indicadora
de logro y de maestría, mostraba el éxito a largo plazo
que se veía demorado en el Futuro Inmediato.

277
El Ciclo del Trabajo

Pese a su poder, la Cruz Celta funciona


principalmente como un instrumento descriptivo, que
nos muestra las diferentes influencias que obran sobre
una situación, aunque a menudo lleve implícita la
acción («Encara cuidadosamente el problema,
procurando organizarlo todo antes de pasar a la
acción», o «Con esta persona las cosas no irán bien. Si
dejas que se aleje volverás a ser tú mismo»). Pero en
ocasiones, el o la consultante se encuentra sin
respuesta a la pregunta: «¿Qué debo hacer?» Y aunque
no es frecuente que el Tarot ofrezca sugerencias tan
concretas como «Ponte a estudiar alfarería» o «Ve a
visitar a tu abuela», sí puede indicar el tipo de acción
o el punto de vista que necesita una persona, dejando
que sea ella quien resuelva los detalles específicos.
Como ejemplo sencillo, el Ocho de Pentáculos puede
aconsejar a alguien: «Sigue empeñándote en lo que
estás haciendo, que, aunque te lleve tiempo,
finalmente dará buen resultado.»

Hay otras cuestiones, más sutiles, que se plantea a


veces la gente después de una lectura hecha según la
Cruz Celta: ¿Y si tuviera en cuenta otras influencias
diferentes? ¿Y si no tomara precisamente esta actitud
hacia el futuro, o atendiera a algo diferente en mi
pasado? ¿Cómo modificaría eso el desenlace? O,

278
dicho de otra manera: ¿Cuáles son los cambios
posibles que puedo introducir?

Para que se destaquen más las posibilidades de


orientación y consejo, he ideado una nueva
disposición de las cartas, basada en parte en la Cruz
Celta y en parte en mi propia distribución de los
Arcanos Mayores, en la que aparecen tres
innovaciones. Primero, todo el enfoque tiende más a
aconsejar que a describir. Segundo, la tirada es abierta:
después de haber llegado a la última posición, el lector
puede seguir sacando cartas, hasta diez veces la
cantidad inicial. Claro que eso se puede hacer en
cualquier lectura, pero no en posiciones definidas. La
estructura del Ciclo del Trabajo, como llamo a esta
tirada, permite que el lector repita varias veces las
posiciones originales. El efecto es permitir que se
pueda considerar la situación desde diferentes
ángulos.

La tercera innovación se refiere a que las cartas


Se leen combinadas. Hay muchas tiradas (aunque por
cierto no todas, y un ejemplo es la disposición en
Árbol de la Vida, que estudiaremos luego) en las que
se leen las cartas individualmente, aunque intentemos
combinar sus significados como en la Cruz. En el
Ciclo del Trabajo, sin embargo, las posiciones
incluyen la idea de combinaciones. Los lectores que
conozcan mi libro sobre los Arcanos Mayores

279
recordarán que mi interpretación divide los triunfos,
una vez puesto aparte el Loco, en tres líneas de siete
cartas cada una; en esta división, cada línea representa
una etapa de evolución diferente. Quizás el lector
recuerde también que cada línea se descompone
además en tres partes. Las dos primeras cartas
significan el punto de partida de la línea, los
arquetipos o cualidades básicas que la persona debe
usar para ir pasando por las experiencias que muestra
esa línea. Las tres cartas del medio representan el
trabajo principal de la línea, lo que la persona debe
aprender o superar. Y las dos últimas cartas nos
enseñan el resultado. Así, por ejemplo, en la primera
línea el Mago y la Suma Sacerdotisa indican los
arquetipos básicos de la vida; la Emperatriz, el
Emperador y el Hierofante muestran los diferentes
aspectos del mundo exterior que hemos de enfrentar
cuando crecemos, y los Enamorados y el Carro
simbolizan el desarrollo y el triunfo del individuo. El
Ciclo del Trabajo se adueña, adaptándola, de esta
estructura tripartita.

La disposición: posiciones y significados

La lectura se inicia escogiendo el Significador y


mezclando los naipes de la misma manera que con la
Cruz Celta. De modo similar, las dos primeras cartas

280
forman una cruz pequeña, que se interpreta de manera
muy semejante a la de la disposición anterior,
acentuando quizás algo más, en este caso, que la carta
que cruza al Centro es un desenlace o desarrollo de la
primera.

Después de la cruz pequeña, el lector da vuelta


siete cartas y las dispone en hilera debajo del
Significador, y no alrededor de éste, colocando la
carta del medio debajo del Significador y del Cruce
(figura 61).

Esta línea forma el ciclo básico, y la lectura puede


limitarse a estas nueve cartas. Sin embargo, si después
de haber interpretado esta línea el lector y el
consultante desean más información, o simplemente
ver las cosas desde otro ángulo, el lector da vuelta una
segunda línea de siete cartas directamente debajo de la
primera, y así sucesivamente hasta que el significado
se aclare.

En cada línea, las dos primeras cartas forman el


punto de partida. Sus significados específicos se
derivan de la Cruz Celta; la primera es la Experiencia
Pasada, que se interpreta casi como la carta Base en la
disposición anterior. La segunda representa las
Expectativas, la actitud de la persona hacia el futuro.
En la práctica, interpretamos esta carta de manera muy
semejante a la posición de Esperanzas y Temores en la

281
Cruz Celta. Las dos cartas, juntas, muestran lo que ha
sucedido y lo que la persona espera, teme o
simplemente cree que sucederá.

Las tres cartas siguientes se apartan más


decididamente de la Cruz Celta. Muestran lo que yo
llamo el Trabajo, es decir situaciones, influencias o
actitudes que la persona puede usar o debe superar. En
la Cruz, las posiciones representan pautas bastante
fijas. Las cosas son como son. En el Ciclo, las cartas
indican posibilidades, e incluso oportunidades. Es un
sistema que insiste en la forma en que la persona crea
la situación, y en cómo puede cambiarla.

Cuando empecé a practicar esta forma de lectura


asigné un significado a cada posición. La carta del
centro representaba al Consultante, la que estaba a la
izquierda a los Otros, y la de la derecha los
Acontecimientos. No tardé en descubrir que era mejor
no asignar a ninguna una cualidad específica, sino más
bien interpretarlas en conjunto, simplemente como
aquello con que la persona tiene que trabajar en la
situación de que se trata, una combinación de
posibilidades. Al mismo tiempo, vale la pena tener
presentes las tres designaciones, porque cualquiera de
ellas puede ser útil para delimitar el significado en
determinadas lecturas.

282
Trataré ahora de dar un ejemplo de las tres como
combinación. Supongamos que el tema de una lectura
es ese antiguo motivo favorito: un nuevo idilio. Una
mujer ha conocido a alguien que le gusta, pero no sabe
qué es lo que el hombre en cuestión siente por ella, ni
si ella debe hacer algo con sus sentimientos. En la
lectura, la sección del Trabajo muestra el Cinco de
Varas, el Ermitaño en posición invertida y el Dos de
Copas (figura 62).

Es evidente que el Dos de Copas indica que el


hombre siente por ella algo similar, lo mismo que
sucedería en la Cruz Celta. Pero aquí, además, la carta
aconseja a la mujer que hable con el hombre de sus
sentimientos. Sugiere también que es mucho lo que
ella tiene que ganar estando con esa persona, y que la

283
relación amorosa, independientemente de lo que dure,
afectará intensamente su vida.

El Ermitaño refuerza estas ideas. Aquí, su


posición invertida no significa inmadurez, sino más
bien la idea de que no es éste el momento para la
soledad. En cambio, como más ganará la mujer es
comprometiéndose en la relación. El Cinco de Varas,
sin embargo, señala que la situación incluye un
conflicto. Como este naipe aparece en posición
normal, no indica amargura, ni siquiera una
perturbación grave que la mujer deba tratar de evitar.
Muestra, en cambio, una cualidad vivificante en la
pelea de los personajes, algo que los exalta en vez de
agotar sus fuerzas. Y como todo esto ocurre en la
sección del Trabajo, implica que ella debe, antes que

284
empeñarse en evitar el conflicto, usar la energía que
por mediación de él se libera.

Que el Ermitaño aparezca entre las dos cartas


indica quizá que la mujer se ha pasado algún tiempo
apartada del trato con otras personas, y que ahora
desea (o necesita) regresar al mundo. Por una parte,
puede usar su nueva relación para que la ayude a salir
de sí misma. Por otra, se encontrará con que el
contacto con otras personas es motivo de disputas y
competencia, y que debe aprender no sólo a aceptar
esas cosas, sino a usarlas.

Obsérvese que las tres cartas no se limitan a


mostrar lo que es, sino que señalan direcciones y
potencialidades, cosas con las que hay que trabajar.
Consideremos ahora dos posibles puntos de partida
para esta lectura imaginaria, y las diferentes maneras
en que modifican las cartas del Trabajo. Ante todo,
consideremos el significado si las dos primeras cartas
fuesen el Cinco de Copas y el Tres de Copas, ambas
relacionadas por la imagen de las tres copas. La
primera de las cartas, en la posición de la Experiencia
Pasada, indica la pérdida de algo —muy
probablemente el final de una relación amorosa— y
constituye el antecedente del Ermitaño. Por lo tanto, la
Experiencia Pasada nos dice que la etapa del Ermitaño
se produjo como reacción ante un acontecimiento,
pero es una reacción que ahora la mujer puede dejar

285
detrás de sí. El Tres refuerza esas ideas de un nuevo
compromiso, y muestra una actitud muy optimista,
que le permitirá superar los conflictos que se planteen.

Supongamos en cambio que el punto de partida


hubieran sido Espadas, y específicamente el Ocho,
seguido por el Cuatro. El Ocho indica una historia de
represión, aislamiento y confusión, en tanto que el
Cuatro hace pensar que esa situación pasada ha dejado
cicatrices a la consultante, ya que al estar en la
posición de las Expectativas muestra un deseo de
esconderse del mundo y de evitar comprometerse con
otras personas. Al mismo tiempo, el Cuatro representa
el temor —o la creencia— de tener que pasar la vida
sola, sin que nadie irrumpa en la iglesia cerrada para
despertarla de su sueño y devolverla al mundo.

Con un punto de partida así, las cartas del Trabajo


indican una oportunidad importante para la persona,
diciéndole que esa relación podría sacarla de su
solitaria condición de Ermitaño. Ha llegado el
momento de salir, y si hacerlo significa conflictos y
discusión, es menester aceptarlos, e incluso usarlos
para comprometerse más con la vida.

Las dos últimas posiciones en la línea vuelven a


destacar la idea de combinación. En cuanto Desenlace
y Resultado, van más allá del uso único que la Cruz
Celta hace del Desenlace como resumen de la lectura.

286
El Desenlace indica cómo evolucionarán
probablemente las cosas. Por su parte, el Resultado
indica la reacción de la persona ante tal evolución o el
efecto que ésta tendrá sobre la vida de la persona. Este
efecto puede ser tanto una experiencia como una
actitud. Por ejemplo, puede indicar un acontecimiento
o una modificación ulterior que se produce a causa del
Desenlace. El Cinco de Copas seguido por el Ocho de
Copas significa que la persona pierde algo, o que algo
termina mal, y como resultado de ello, la persona
decide abandonar la empresa, irse a otra parte o iniciar
una nueva fase en la vida.

O bien la carta que está en la posición del


Resultado puede mostrar el efecto que tiene
psicológicamente el Desenlace. Un ejemplo clásico es
la Torre seguida por la Estrella, lo que indica que una
explosión en la vida de la persona conducirá a una
liberación de esperanza y energía. Este ejemplo ilustra
también la gran importancia potencial que tiene el no
ver solamente el Desenlace, sino también lo que viene
tras él. Si una lectura sólo mostrase la Torre y no,
como resultado de ella, la Estrella, dejaría al
consultante con un sentimiento de devastación.

Es muy frecuente que la primera línea dé una


imagen tan fuerte que la persona ya no necesite más
información, pero hay otras veces en que, tras haberla
leído, se queda un poco confundida, o simplemente

287
desea ver la situación desde un punto de vista
diferente. En un caso así, el lector puede disponer otra
línea de cartas directamente debajo de la primera. Las
posiciones siguen siendo las mismas, y las siete cartas
siguen estando relacionadas con la cruz pequeña
originaria, que delineó la situación básica. Y sin
embargo, como empezamos desde un punto de partida
distinto, la línea nos permite ver la situación de
diferente manera.

Además de la nueva información obtenida, este


método ayuda a resolver una cuestión que plantean
muchas personas respecto de las lecturas del Tarot:
«Si volviera a hacerlo, saldrían cartas diferentes, de
modo que ¿cómo es posible que estas que han salido
signifiquen realmente algo?» La respuesta es que las
nuevas cartas nos permitirán ver la misma situación
desde un punto de vista distinto.

Es muy frecuente, cuando un lector lee una Cruz


Celta y después vuelve a mezclar los naipes para hacer
una nueva lectura, que en ella aparezcan muchas de
las mismas cartas u otras de significado similar. En un
par de lecturas que hice para un matrimonio
(separadas por otra, hecha para una persona diferente),
seis de las diez cartas fueron las mismas, y la carta del
Ambiente, en la lectura de la mujer, era la misma que
se usó como Significador para el marido. El Ciclo del
Trabajo, como de hecho excluye la posibilidad de que

288
vuelvan a aparecer las mismas cartas, tiende más a
mostrar diferentes aspectos de la situación.

A veces, la segunda línea será casi un espejo de la


primera, lo que indica que la situación está tan
encaminada en ese sentido que a la persona no le será
fácil cambiarla. Otras veces el Desenlace-Resultado
mostrará una alternativa para la primera línea, y
entonces el lector deberá estar atento a los puntos de
partida y a las cartas del Trabajo.

Ejemplo de una lectura

Una vez hice una consulta para una mujer que


tenía un amante celoso. En teoría, ninguno de los dos
esperaba que el otro fuese monógamo, pero la mujer
sabía que si ella iba con alguien más —y había
aparecido alguien más— su amante se alteraría.
Quería que la aconsejara sobre lo que debía hacer, e
hicimos la lectura con el Ciclo del Trabajo (ver
figura).

Antes de la lectura comenté con la consultante


que en situaciones así es frecuente que aparezca el
Tres de Copas, en posición normal si las cosas van
bien, e invertido en el caso contrario. La tirada se
inició con el Tres de Copas invertido, cruzado por el
As de Copas. La combinación mostraba que, pese a

289
los celos y las discusiones, la consultante podía
obtener gran felicidad de la situación si conseguía
resolverla en forma adecuada. La primera línea se
iniciaba en forma muy positiva con el As de
Pentáculos como la Experiencia Pasada, y el Sol como
una Expectativa sumamente optimista para el futuro.
Ahora bien, el As de Pentáculos, además de mostrar
felicidad y placer, transmite también un clima de
seguridad, de una situación protegida y aislada.
Durante algún tiempo, la mujer y su amante no se
habían relacionado mucho con otras personas,
construyendo en cambio, como lo muestra el
simbolismo del As, un recoleto «jardín» emocional en
torno de ellos (estaban, de hecho, viviendo en una
remota casa en la campiña galesa).

El Sol muestra a un niño que sale a caballo de un


jardín. La mujer esperaba ahora tener mayor libertad

290
para aventurarse en experiencias más abiertas. Y como
el As de Pentáculos se había convertido en el
momento de la consulta en el As de Copas, por lo
menos como posibilidad, las cartas mostraban que la
consultante había comenzado a aflojarse y a dejar fluir
sus emociones sin tener en consideración la seguridad.

El Trabajo acentuaba aún más la sugerencia de


libertad. La Estrella, la Torre y el Mundo, todas cartas
de la última línea, mostraban en primer lugar la
potencia de la situación. En el centro, la Torre
simbolizaba las tormentosas batallas y las emociones
abrumadoras puestas en juego. Sugería también el
peligro de que la seguridad de su relación quedara
deshecha por los rayos de los celos y del
resentimiento. Ahora bien, en este caso particular la
Estrella no indicaba una liberación que se alcanza
después de la Torre, como habría sido en el caso de
estar al final de la línea. Más bien, advertía a la
consultante que necesitaría optimismo y una actitud
sumamente abierta en lo referente a sus propios
deseos y emociones. El Mundo indicaba también
optimismo, e implicaba la posibilidad de combinar los
objetivos opuestos, a la vez una relación estable y la
libertad.

Y sin embargo, pese a todas esas influencias


positivas, las cartas finales parecían muy poco
promisorias. El Ocho de Espadas seguido por el

291
Diablo daba a entender que la consultante haría un
intento de liberarse de las cualidades sofocantes de su
situación. El Resultado, sin embargo, mostraba que
probablemente no lo conseguiría. La feliz y cómoda
seguridad del As de Pentáculos se había convertido en
una represión diabólica, en virtud de la cual ella y su
primer amante estaban encadenados a una situación
que ninguno de los dos quería realmente.

En procura de obtener otro punto de vista —y


además, de entender qué era lo que había ido mal en la
primera línea—, dispusimos una segunda hilera de
naipes (figura siguiente).

Esta línea empezó de manera más sobria. En la


Experiencia Pasada aparecía el Siete de Espadas,
indicador de intentos no muy entusiastas de salir del
encierro de su vida. Ello implicaba que anteriormente
la consultante nunca había planteado con firmeza la
cuestión ni se había enfrentado con los problemas
reales que ésta implicaba. Esta carta sola apuntaba a
las razones por las cuales el Diablo conseguía hacerse
valer: la mujer jamás había intentado resolver qué era
lo que debía hacer; nunca se había enfrentado con su
amante ni con los problemas que existían entre ellos.

292
La segunda carta llevaba más lejos esta idea. La
Justicia no sólo mostraba la esperanza de que todos
fueran más bien «justos» antes que represores o
egoístas, sino también un deseo de verlo todo con
claridad y de enfrentar su propia verdad, es decir, lo
que ella había hecho con su vida y, además, las
reacciones de los otros. Con una actitud mucho más
dura e implacable que la del Sol, la Justicia
simbolizaba un compromiso con la realidad, con la
creación de un verdadero futuro para sí misma.
Obsérvese que el Sol nos presenta un niño, libre y sin
responsabilidades: el opuesto de la Justicia.

El Trabajo en esta línea —el Nueve de Copas, el


Cuatro de Pentáculos, la Rueda invertida—
continuaba el tema del realismo. El Nueve de Copas
mostraba la necesidad de equilibrar la presión
emocional con algún placer ligero. Por otra parte, la
Rueda invertida indicaba la capacidad de abrirse paso
entre las confusiones en juego. Mostraba igualmente
la necesidad de controlar la situación, de negarse a
permitir que la Rueda de los acontecimientos se
adueñara de ella, llevándola allí donde acertara a

293
rodar. La Justicia se convertía entonces no en una
mera esperanza, sino en el camino principal para
apartarse de la pasividad y la subjetividad.

De las tres cartas del medio, el Cuatro de


Pentáculos resultó ser la más interesante,
especialmente al compararla con la Torre, situada
encima. Allí donde el triunfo había mostrado a la
consultante desintegrándose bajo el impacto de los
intensos sentimientos ajenos, el Cuatro de Pentáculos
la mostraba autoprotegiéndose. La mostraba
aferrándose a sus propias necesidades, a su propia
comprensión de la situación, a pesar de la presión que
sobre ella ejercían sus dos amantes. Las dos cartas que
rodean a la central le indicaban dos maneras de
hacerlo; primero, disfrutando, y valiéndose de ese
placer para mantenerse íntegra, y en segundo Jugar,
entendiendo lo que había sucedido, y por qué había
sucedido. La Rueda invertida a la derecha indicaba la
necesidad —y la oportunidad— de poner
efectivamente en juego su esperanza de Justicia, es
decir, de esforzarse por entender el verdadero
significado de todos los cambios que estaban
ocurriendo en su vida.

Mientras analizábamos estas dos líneas, la mujer


dijo que le daba la impresión de que la primera era lo
que debería querer, y la segunda lo que realmente
quería. La gente que la rodeaba hablaba tanto de

294
«libertad» y de relaciones abiertas sin consecuencias
dolorosas que ella se sentía presionada para desear ese
tipo de comportamiento «solar». Pero en realidad, le
importaba mucho más la Justicia, la verdad. El
resultado del punto de partida de la segunda línea, más
áspero y realista, mostraba el sentido de lo que decía
la consultante. En la posición del Desenlace estaba la
Reina de Varas, con el Seis de Varas como Resultado.
La Reina indicaba que, al considerar antes la Justicia
que un Sol excesivamente optimista, la mujer
encontraría la alegría y el sentido de su propia fuerza.
Llegaría a depender más de sí misma que de la
situación externa, y de ello obtendría la confianza y la
fe del Seis, un optimismo capaz de arrastrar consigo a
otras personas.

El Árbol de la Vida

Cualquier lectura del Tarot se origina en un


momento determinado; al describir las influencias y
tendencias, se extiende hacia el pasado y el futuro. Las
formas más breves tienden a extenderse sólo lo
suficiente para esclarecer alguna situación
determinada. Pero cuando empezamos a conocer
mejor las cartas, podemos buscar un método que nos
dé una imagen más amplia del lugar que una persona
ocupa en el mundo. Ese entendimiento más completo

295
es lo que nos proporciona la lectura que sigue, el
Árbol de la Vida, en la que nos valemos de todo el
mazo, y cuyo alcance es similar al de la carta natal
astrológica (aunque quizá se concentre más
estrictamente en el dominio espiritual/psicológico).

La imagen del Árbol proviene de la Cábala, y en


el mazo Rider podemos verla en el Diez de
Pentáculos, dibujado de la siguiente manera:

En la meditación con los Arcanos Mayores


usamos principalmente las veintidós posiciones o vías
entre las diferentes sephiroth (las diez posiciones). En
adivinación usamos las propias sephiroth, adaptando
sus connotaciones y nombres clásicos para que puedan
servir como posiciones en una tirada, similares a la
Base, el Consultante, etc., de una Cruz Celta, pero de
alcance mucho más amplio. Las descripciones y los

296
títulos cabalísticos son necesariamente abstractos;
contienen una descripción mística de la creación y de
la estructura del universo, e igualmente un camino
hacia un mayor conocimiento de Dios. Por eso
quienes, como yo, usamos el Árbol de la Vida para
practicar la lectura del Tarot, hemos escogido
significados más terrenales.

La estructura del Árbol

Hay dos pautas básicas:

El diagrama (a) destaca los niveles de conciencia.


El triángulo superior es el que se mantiene más
próximo a Dios, de quien emanó el punto original de

297
luz para crear la primera sephirah. A medida que la
luz de la creación viajaba a través de los diferentes
triángulos, se diluyó —e incluso hay quienes dicen
que se corrompió— cada vez más, hasta que en la
última y solitaria sephirah quedó contenida dentro del
mundo físico de carne, rocas y agua. (Por cierto que
una descripción tan breve desfigura enormemente la
filosofía cabalística, y si la doy aquí es sólo para dar
cierta visión del fundamento de la lectura que sigue el
Árbol de la Vida.)

El concepto de un descenso de la luz se usa en


adivinación de la siguiente manera: como lo que
queremos es describir la vida de una persona,
consideramos que cada triángulo es un aspecto de esa
persona, usando un sistema tripartito similar a las tres
líneas de los Arcanos Mayores. El triángulo superior
significa la existencia espiritual de la persona, y
apunta hacia arriba, señalando el potencial más
elevado del sujeto. El del medio apunta hacia abajo,
hacia la manifestación, y representa las maneras que
tiene la persona de enfrentarse con el mundo exterior
y los asuntos prácticos de la vida. El triángulo inferior
vuelve a apuntar hacia abajo, pero esta vez hacia los
ámbitos secretos del sí mismo. Representa los
impulsos inconscientes y la energía imaginativa.
También podemos referirnos a los triángulos como
superconsciente, consciente e inconsciente.

298
La posición inferior, situada aparte, no representa
una cualidad personal, como las otras, sino el mundo
exterior donde vive la persona. Podemos considerarla
similar al Ambiente en la Cruz Celta, pero en un nivel
mucho más amplio.

El diagrama (b) se deriva de la idea de polaridad o


de fuerzas opuestas. En la Cábala, los lados derecho e
izquierdo del Árbol significan la forma en que Dios
dirige la existencia. El pilar derecho, el de la Gracia,
tiende a la expansión. Sus cualidades abren y
ensanchan. El pilar izquierdo, llamado de la
Severidad, tiende a la contracción, acentuando las
cualidades que limitan. Uno de ellos da, el otro quita,
y así contribuyen a la conservación de la energía. Pero
si sólo existieran estas dos fuerzas, el universo
oscilaría descontroladamente entre ambas,
expandiéndose y contrayéndose sin pausa. Por eso el
pilar del medio representa la Reconciliación, una
mezcla y armonización de los dos principios.
Obsérvese que la última sephirah, que simboliza la
existencia física, cae en el pilar del medio. En el
mundo material, los elementos arquetípicos se funden
en una forma estable.

La imagen de las tres columnas aparece en forma


menos abstracta en la versión que da el mazo Rider (lo
mismo que en varias otras) de la Suma Sacerdotisa. El
pilar oscuro representa la Severidad, el claro significa

299
la Gracia. La Suma Sacerdotisa cumple la función de
la Reconciliación, equilibrando en su perfecta
inmovilidad los opuestos del yin y el yang.

Así como necesitamos una versión «práctica» de


los triángulos, nuestro propósito requiere también una
interpretación más directa de los tres pilares. Por
consiguiente, usamos una pauta recurrente para cada
triángulo. La posición de la izquierda tiende hacia los
problemas que se originan en ese nivel, la de la
derecha presenta los beneficios o una dirección
positiva. La posición del medio describe la cualidad
misma, en la que las oposiciones se confunden. Estas
distinciones se aclararán cuando consideremos
individualmente las sephiroth.

Algo más hay que decir sobre la estructura. Los


cabalistas dibujan el camino recorrido por la luz de la
creación como un zigzag, al que a veces se hace
referencia al hablar del rayo de Dios. Un zigzag que
comienza más allá de la primera sephirah (porque la
verdadera esencia de Dios sigue siendo incognoscible
y trascendente), y cuyo recorrido es éste:

300
En la meditación usamos esta imagen
principalmente 6 para ayudarnos a ascender a través
de las sephiroth hacia la unión con aquel aspecto de
Dios que experimentamos en el éxtasis místico. Dicho
de otra manera, a través de la meditación desandamos
el camino del rayo, como si estuviéramos
desenmarañando el universo para llegar a su fuente. El
rayo que se abate sobre la Torre en los Arcanos
Mayores 10 simboliza esta luz de la iluminación.

Otra forma de meditación, que se combina con la


magia ceremonial, intenta seguir hacia abajo el
camino del rayo, o más bien, atraerlo sobre la persona.
Este uso de los principios cabalísticos para la magia,
llamado la «Cábala Práctica», basa buena parte de su
operación en la idea de que el ritual y la meditación

301
adecuados pueden atraer sobre el mago un relámpago
no sólo de comprensión, sino también de gran poder.
A quien sigue estas prácticas ocultas se le advierte que
no ha de buscar ese poder para su ventaja personal,
sino solamente con fines que sirvan a la comunidad.
(Estas advertencias en contra de posibles abusos le
dan a uno a veces la impresión de ser similares a las
advertencias que aparecen en los libros pornográficos:
«Este material es exclusivamente para uso médico»)

La tirada

En adivinación seguimos el recorrido del rayo de


manera mucho más mundana, como método para
disponer las cartas. Para hacer una lectura según el
Árbol de la Vida, se saca primero el Significador
como en los otros métodos, y se lo coloca en lo alto de
la superficie de lectura (como es obvio, para disponer
setenta y ocho cartas se necesita mucho espacio).
Cuando el sujeto ha mezclado y cortado el mazo, el
lector dispone las cartas boca abajo, así:

302
El Significador permanece expuesto por encima
de la lectura. Cuando ya están dispuestas las diez
primeras cartas, el lector dispone sobre ellas otras
diez, y así sucesivamente, hasta que en cada lugar
haya una pila de siete cartas. Ahora bien, al haber
sacado el Significador, en el mazo quedan setenta y
siete cartas, once veces siete. Por ende, al lector le
quedarán siete cartas extra. Muchos cabalistas hablan
de una undécima sephirah «invisible», a la que se
conoce como Daath, o Conocimiento. Generalmente,
los cabalistas colocan esta sephirah extra en el pilar
del medio, entre las sephiroth primera y sexta, es
decir, entre el triángulo superior y el del medio. En las
lecturas del Tarot la situarnos al costado, o bien en la
parte inferior, y la leernos después de todas las otras.
El hecho de que no la vayamos disponiendo
ordenadamente con las otras cartas, sino que
simplemente usemos para ella las siete cartas

303
«sobrantes», subraya su peculiaridad. La pila de Daath
no pertenece a ninguna de las áreas generales de
influencia, y algunos lectores piensan que se refiere al
futuro inmediato.

Cuando empecé a hacer lecturas basadas en el


Árbol de la Vida, usaba la pila Daath como un
comentario general, una información adicional que se
aplicaba a la totalidad de la lectura. Desde entonces le
he encontrado un significado más específico, que es el
de Transformación.

En mi libro sobre los Arcanos Mayores describí la


idea, derivada tanto de la Cábala como de la moderna
mecánica cuántica, de que un cambio no se produce
como una alteración gradual, sino como un salto de un
estado a otro. Podemos ir aproximándonos a los
cambios con años de preparación gradual, pero el
cambio real y efectivo se da como un salto a través de
un abismo. Dejamos de ser una cosa y nos
convertimos en otra. En esos momentos de
transformación podemos, en ocasiones, percibir la
Nada esencial que subyace en toda existencia fija. Hay
quienes describen a Daath como aquel aspecto que
percibe esta verdad del abismo. Otros apuntan que
Daath relaciona la Sabiduría (sephirah 2) y el
Entendimiento (sephirah 3) por mediación de sus
cualidades de conciencia y reflexión. De hecho,
«Daath» significa «Conocimiento».

304
Sin perder de vista estos significados, descubrí
que era un valioso recurso usar la pila Daath como
una descripción de los medios por obra de los cuales
cambia una persona. Relacionada con la totalidad de
la lectura, esta sephirah destaca las conexiones que
establece una persona entre los diferentes niveles. Las
diferentes sephiroth/posiciones tienden a mostrar
distintos niveles y condiciones del ser. La pila Daath
nos ayuda a ver de qué manera nos movemos entre
ellos. Por eso le he dado el nombre de
Transformación.

Las posiciones y los significados

¿Cuáles son, pues, las posiciones específicas de


las sephiroth? La lista siguiente es la que yo uso,
basada en parte en sugerencias tomadas de diversos
comentarios. La ofrezco como guía y como un sistema
posible, pero quienes quieran trabajar específicamente
con el Árbol de la Vida querrán formular sus propias
posiciones. Usando la pauta numérica que aparece en
la figura anterior, las posiciones son:

1 Kether o la Corona
La suprema evolución espiritual Con esto aludimos a
las cualidades mejores y más auténticas de la persona,
y a los caminos por los cuales ésta llega a tales

305
niveles. La Corona no siempre mostrará cualidades
muy positivas o jubilosas. Algunas personas alcanzan
lo mejor de su evolución mediante la lucha o la
tristeza. Recuerdo una lectura en que la Torre ocupaba
el centro de la línea Kether, con la Estrella a dos cartas
de distancia. Al consultante se le hacía muy difícil
evolucionar de manera estable. Tendía siempre a pasar
por ciclos de tensión, explosión y liberación, un tema
que resonaba durante toda la lectura, hasta el final, en
que el Diablo aparecía en el centro de su línea Daath.

2 Hokmah o la Sabiduría
La segunda sephirah, Hokmah o la Sabiduría,
representa la Inteligencia Creativa, las formas en que
la persona avanza hacia el objetivo de la Evolución
Suprema. Relacionada generalmente con la línea de la
Corona, esta sephirah destaca más bien el proceso de
la evolución que su resultado. Por ejemplo, si el Sol
aparece en la línea de la Corona, lo interpretaremos
como júbilo y libertad, apreciados por sí mismos. Si
apareciera en la Inteligencia Creativa, pensaríamos en
aquellas cualidades como medios para alcanzar
cualquier cosa que hubiéramos visto en la Corona.
Como la primera línea, la Inteligencia Creativa
también puede incluir cartas difíciles o desagradables,
como representación de lo que la persona usa para
crecer.

306
Cuando aparecen tales cartas, es importante
considerarlas no solamente en relación con su función
—para ver cómo la persona puede usarlas de manera
creativa—, sino también en relación con las otras
cartas de la línea. Por ejemplo, supongamos que el
Nueve de Varas apareciera en Hokmah. El lector
insistiría primero en la fuerza y la determinación, más
que en la rigidez inherente al naipe. Pero supongamos
que en la misma línea apareciera también el Cuatro de
Varas; entonces, hay que ver el Nueve como parte de
un ciclo de defensa y apertura, en que ambas se
ayudan y fortalecen recíprocamente. Y como aparecen
en la segunda línea del triángulo del Espíritu,
pensaríamos en ellas no simplemente como un ciclo
que repite una y otra vez la misma experiencia, sino
como una espiral que conduce a las imágenes, sean las
que fueren, que aparecían en Kether.

Se ha de tener en cuenta que, obviamente, la


lectura del Árbol de la Vida exige mucha experiencia
con las cartas y con la adivinación para obtener
resultados adecuados. El lector no sólo debe
interpretar siete cartas para cada posición, sino que
cada posición debe relacionarse con las otras.

3 Binah o el Entendimiento
El triángulo se completa con Binah, el Entendimiento.
En la Cábala, la diferencia entre Sabiduría y
Entendimiento se refiere principalmente a la forma en

307
que el alma contempla a Dios y se autocontempla. En
la experiencia, más terrenal, de una lectura, podemos
considerar como Entendimiento aquellas experiencias
que frenan nuestra evolución, es decir, las Penas y las
Cargas. Aquí, las cartas muestran las limitaciones de
la persona, y esta vez es necesario adaptar las
imágenes más positivas a los términos de la línea. Al
mismo tiempo, el título original, el Entendimiento,
nos lleva a considerar la forma en que pueden ser
superadas estas limitaciones.

El triángulo del medio representa los aspectos


más corrientes de la vida, y aquí comenzamos con los
dos lados y terminamos en el medio.

4 Gevurah o el Juicio
En la posición opuesta a los Logros Terrenales se
encuentra Gevurah, o el Juicio, que representa las
Dificultades. Éstas pueden incluir cualquier cosa,
desde problemas de dinero a soledad. En una lectura,
la Reina de Espadas en esta línea me indicó que la
consultante era viuda.

5 Hesed o la Misericordia
La quinta sephirah representa los Logros Terrenales,
lo cual significa aquello que la persona ha de alcanzar
en la vida en los dominios del trabajo, el hogar, el
dinero, los amigos, etc. Por lo común, la línea
acentuará factores de éxito antes que de fracaso.

308
También puede indicar las maneras en que los Logros
Terrenales afectan al carácter de la persona. Los tres
triángulos forman un diseño único, un hecho que por
lo común se pone cada vez más de manifiesto a
medida que se avanza en la lectura y las relaciones se
muestran con más fuerza. Por lo tanto, será frecuente
que las preocupaciones triviales de los Logros
Terrenales reflejen la conciencia espiritual de la
Fuerza Creativa que está por encima de esta posición.
Muchas veces, la comprensión de las posiciones
inferiores en el Árbol será la clave que permita volver
atrás e interpretar las superiores.

6 Tifereth o la Belleza
La punta del triángulo representa a Tifereth, la
Belleza. En las lecturas, me valgo de esta posición
para indicar la Salud. Usar el Tarot para diagnosticar
problemas físicos específicos puede ser una operación
muy engañosa, aunque hay sugerencias para hacerlo,
relacionando por lo general las cartas con aspectos
astrológicos o con otros sistemas. Según mi
experiencia, es mejor obtener de la línea un cuadro
más general, que no tenga en cuenta solamente el
estado físico, sino también la salud emocional y
espiritual.

Una recomendación: obsérvese cuáles son los


elementos que dominan. La abundancia de Varas
sugiere buena salud general durante toda la vida de la

309
persona, aunque, naturalmente, naipes como el Diez o
el Nueve de Varas, lo mismo que cuando las cartas de
este palo aparecen invertidas, pueden indicar lo
opuesto. Las Copas y Espadas tienden a revelar la
condición emocional y espiritual de la persona, en
tanto que los Pentáculos suelen señalar una salud más
débil, o la necesidad de ocuparse más del cuerpo. El
Cinco, por ejemplo, sería una clara advertencia. Un
predominio de Arcanos Mayores en la línea es más
difícil de interpretar, y su significado depende de las
cartas que aparezcan. La Fuerza, naturalmente,
indicaría buena salud en general, la Templanza una
enfermedad evitada mediante precauciones, en tanto
que el Diablo podría significar malestar o hipocondría.
A veces, una única carta Mayor puede simbolizar
alguna situación especial que ha aparecido o aparecerá
en la vida de la persona. Las secuencias temporales en
esta línea, y en el Árbol en su totalidad, son un
problema difícil, especialmente para el lector
principiante.

El tercer triángulo tiene que ver con el


inconsciente, y en particular con las pulsiones
imaginativas y sexuales. En el volumen sobre los
Arcanos Mayores consideramos la idea de que el
superconsciente, o energía y conciencia espiritual,
consista en el inconsciente, transformado y vuelto
consciente. A este respecto, es frecuente que el Árbol
muestre conexiones muy fuertes entre los triángulos

310
superior e inferior, en tanto que el nivel medio —las
experiencias conscientes de la persona— forma un
vínculo entre los dos.

Antes describí al subconsciente como el lado


reprimido del ego, distinto del inconsciente, que es la
energía vital de la persona. Ninguno de estos
triángulos aborda específicamente este sentido del
subconsciente. Este material mantenido en secreto
puede aparecer en cambio a lo largo de toda la lectura,
dejando al descubierto problemas, agresividad o
deseos insatisfechos. Lamentablemente, la amplitud
del tema no me permite dar ejemplos detallados. (Y
me disculpo por caer en algo que se asemeja a las
oscuras insinuaciones que encuentra uno a menudo en
los libros de ocultismo: «Aquí no puedo decir ya más
sobre el tema.») Sólo quiero señalar que podemos ver
el funcionamiento del subconsciente en las
contradicciones aparentes, por ejemplo, del Dos de
Espadas, que aparece como un bloqueo en la línea de
la Fuerza Creativa.

7 Netzach o la Eternidad
La séptima sephirah, Netzach, significa la Eternidad.
En este sistema, la he usado como representación de la
Disciplina, las formas en que la persona puede poner
en funciona miento su imaginación. Al decir
«disciplina» no me refiero al tipo de reglas estrictas
que normalmente evoca la palabra, sino a la dirección

311
y al entrenamiento deliberados que simboliza el
halcón encapuchado del Nueve de Pentáculos. Bajo
una disciplina tal, el poder creativo no resulta
confinado ni se debilita, sino que, estimulado, se
libera. Ello ocurre porque el beneficio que rinde a
nuestra vida esta cualidad del inconsciente se
incrementa más cuanto más la dirigimos. Esto es algo
que saben bien la mayoría de los artistas y las
personas que han trabajado seriamente en ocultismo.

La mayoría de las personas que no trabajan


deliberadamente con la energía inconsciente se
encuentran con que permanece simplemente latente.
Es posible que lleven una vida que parezca monótona,
o que se consideren personas carentes de toda
creatividad. En algunos casos, sin embargo, el
inconsciente es tan fuerte que puede hacer irrupción
por sí solo, provocando el caos o incluso la locura.
Recuerdo una lectura (no era un Árbol de la Vida) que
hice a un hombre que había pasado por un colapso
nervioso grave después de una serie de intensas
experiencias psíquicas. En la lectura apareció el
Nueve de Pentáculos, pero también el Ermitaño, como
indicación de que un maestro capaz podría canalizar la
energía que tan dolorosamente había irrumpido en su
vida. La disciplina, en el mejor de los sentidos,
representa el proceso de elevar el inconsciente y
transformarlo en energía creativa.

312
Como la mayor parte de las personas no se
sienten movidas, ni menos aún impulsadas, a trabajar
en el dominio de lo «psíquico» o del ocultismo,
generalmente encontramos preocupaciones más
corrientes reflejadas en esta posición, posición que
puede referirse, aunque no necesariamente, al trabajo
artístico. Para algunas personas, el inconsciente se
expresa en una carrera, o en la creación de un hogar
acogedor y cálido para su familia. Lo importante en
esta línea es que muestre la formación o el trabajo
necesarios para que la persona haga algo con potencial
creativo. Si en esta línea aparecen cartas bloqueadas,
como el Ocho de Espadas, eso puede ser muy
significativo para toda la lectura, ya que una parte
muy importante de nuestra vida depende de la
liberación de la energía inconsciente.

8 Hod o la Reverberación
Del otro lado del triángulo encontramos la octava
sephirah, la Reverberación. El título adivinatorio para
esta línea —Amor y Sensualidad— hace generalmente
que el consultante se ponga alerta y escuche con gran
atención. Esta línea muestra el impulso sexual del
individuo y la forma en que sus necesidades funcionan
en la práctica, es decir, lo que quiere y lo que obtiene.
Según las personas, esta línea puede ser también la
clave para todas las otras, aunque tal vez no con tanta
frecuencia como cabría esperar.

313
Obsérvese que la posición del Amor y la
Sensualidad se encuentra en el lado restrictivo del
Árbol, en tanto que la Disciplina aparece del lado de
la expansión. Esta construcción refleja el hecho de que
con frecuencia nuestros impulsos sexuales nos
dominan, haciéndonos hacer cosas que de otra manera
evitaríamos, o impidiéndonos la liberación de
potencialidades pertenecientes a otros campos. La
Disciplina, por otra parte, se vale de la energía
imaginativa, orientándola en la dirección de la
transformación hacia lo espiritual. Es dable que las
cartas sexuales no aparezcan en la posición de Amor y
Sensualidad, sino en la de Disciplina, lo que sugiere
que la persona evoluciona por mediación del amor, tal
como lo simboliza el ángel que se eleva entre el
hombre y la mujer en los Enamorados. Para personas
así, el amor es tanto una disciplina como una tentación
o una debilidad.

Debo añadir que la aparición del Amor y la


Sensualidad en el lado de la Restricción no exige que
la interpretemos como un problema. Si las cartas
muestran satisfacción y libertad, entonces es
ciertamente ése el sentido en que debemos
interpretarlas.

9 Yesod o el Fundamento
La novena sephirah, Yesod o el Fundamento,
representa la Imaginación, que de muchas maneras

314
constituye el auténtico fundamento del sí mismo. Para
la mayoría de las personas, que no se plantean
programas de autocrecimiento, et inconsciente jamás
llega a hacerse consciente. No por eso deja de ser la
fuente y la fuerza impulsora de la
personalidad.Tenemos un atisbo de esta energía en
actividades tales como los sueños, las fantasías, los
deseos ... dicho de otra manera, lo que habitualmente
llamamos la imaginación. Pero al llamar Imaginación
a la línea del Fundamento, de hecho aludimos a
mucho más que esas manifestaciones. El término
representa aquí la energía misma, enroscada por
debajo de la personalidad consciente, que envía sus
destellos hacia el mundo exterior. Los naipes que
salen en esta línea revelan la configuración y el ánimo
del inconsciente de la persona. Con frecuencia se
relacionan muy directamente con la línea de la
Evolución Suprema, situada por encima de ellos.

10 Malkuth o el Reino
Debajo de la Imaginación se encuentra Malkuth, o el
Reino, es decir, el mundo que rodea a la persona. Aquí
vemos las influencias externas, las otras personas, las
situaciones personales tanto como las sociales y
políticas. Generalmente, por cierto, las indicaciones de
estas fuerzas exteriores aparecen en el curso de toda la
lectura. En una lectura que hice, el Emperador —
representante del marido dominante de la mujer—
apareció en el centro mismo de la línea de la Salud, es

315
decir, en el centro exacto del Árbol Sin embargo, la
última línea destaca las influencias externas y
demuestra, además, el efecto de éstas sobre el sujeto.
Podemos considerar esta posición como similar al
Ambiente en la Cruz Celta, pero mucho más
expandida.

Daath
Finalmente llegamos a Daath. Aunque la dejamos
aparte del Árbol al sacar las cartas, muchos lectores
preferirán situarla debajo de Malkuth, con lo que se
obtiene un Árbol simétrico que, al mismo tiempo,
demuestra gráficamente cómo hay conexiones
subyacentes en todas las posiciones.

A veces estas cartas harán clara referencia a una


situación determinada que aparece arriba, en uno de
los tres triángulos. Generalmente, a las cartas que
salen en la posición de Daath no les asignamos una
función específica, como lo hacemos con las otras
líneas. Como el Loco en los Arcanos Mayores, Daath
se mueve entre todas ellas, uniendo entre sí las cosas,
ayudando a que la pauta general se aclare más en la
mente del lector y del sujeto.

La imagen del Árbol en su totalidad, las setenta y


ocho cartas de brillantes colores, puede ser un
espectáculo increíble; a veces lo he fotografiado,
haciendo una copia para mí y otra para el sujeto. Yo

316
recomendarla a los lectores que se hicieran un
esquema del Árbol, marcando las posiciones y los
naipes individuales. A la mayoría de las personas
también les resulta útil grabar una cinta de cassette,
que vuelve accesible en cualquier momento esa
enorme cantidad de información.

Si el lector y el consultante han iniciado un


programa regular de lecturas, entonces grabar y
registrar por escrito un Árbol de la Vida puede ayudar
a que aquéllas sean más efectivas. ,Con frecuencia, es
mejor no hacer inmediatamente el Árbol, sino más
bien empezar por una o dos lecturas «pequeñas» para
hacerse una idea de cuáles son los problemas en la
vida de esa persona. Entonces, un Árbol de la Vida
ofrecerá una visión amplia del sujeto, que tanto éste
como el lector podrán usar como punto de referencia
en sucesivas lecturas.

Para hacer una lectura de este tipo se necesita un


gran conocimiento de las cartas y de las formas en que
éstas se combinan. Recuérdese que el astrólogo que
prepara una carta natal puede, generalmente,
levantarla por anticipado y estudiar sus características
antes de tener que explicárselas al sujeto. Pero una
lectura del Árbol de la Vida, como cualquier lectura
del Tarot, funciona mejor cuando interpretamos las
cartas a medida que vamos tirándolas.

317
Recuérdese también que cada línea contiene siete
cartas. Cada línea constituye, en sí misma, una lectura.
En ocasiones, las siete cartas se presentan como un
grupo de experiencias individuales, pero lo más
frecuente es que se forme un diseño dentro de la línea.
Nuestra comprensión de la línea puede ir, digamos, de
izquierda a derecha, casi como si leyéramos un relato;
o podemos concentrarnos en la carta central como
tema dominante, e interpretar parcialmente las cartas
que la rodean de acuerdo con sus posiciones. Con
frecuencia me he encontrado con una clave importante
en la simetría: las cartas uno y siete se relacionan entre
sí, lo mismo que la dos y la seis, etc. O bien las tres
cartas de la derecha pueden mostrar una característica,
en tanto que las de la izquierda apuntan a alguna otra,
posiblemente contradictoria. Cada línea es portadora
de su propio movimiento, de su propia perfección.

318
7
Cómo usar las lecturas del Tarot
El valor de una lectura depende, por lo menos
para el consultante, de lo que éste haga después con
ella. A las personas que vienen a hacerse una lectura
por curiosidad, o como si se tratara de un juego, lo
más probable es que no las afecte vitalmente, como si
se tratara de un espectáculo que ven desde la platea.
Pero éste es un espectáculo que les concierne, y si la
lectura significa algo real, querrán sacar de ella alguna
utilidad práctica.

Lo primero de todo es que ni el lector ni el sujeto


pueden sacar provecho alguno de la lectura a menos
que la entiendan. Por consiguiente, el lector debe
cultivar su habilidad para la interpretación, y la mejor
manera de conseguirlo es la práctica. Un principiante
no puede presuponer una gran profundidad de
conocimiento; se trata simple mente de continuar con
la práctica. No te preocupes si no puedes ver cómo
armonizan entre sí las cosas, ni te sientas confundido
por todas las interpretaciones posibles de una caria
aislada. Después de un tiempo, empezarás a darte

319
cuenta de cosas que te habrían pasado inadvertidas
cuando apenas comenzabas.

Estudia. Apréndete los significados que te ofrezca


cualquier libro que te impresione como valioso, y
después comienza con el proceso de hacerte tu propio
libro. Cómprate un buen cuaderno y ve anotando en él
tus descripciones, así como los sentimientos y las
vivencias que te movilice cada carta. Puedes hacerlo
con palabras, imágenes, diagramas o cualquier medio
que signifique algo para ti. En el mismo cuaderno —o
en otro— resume las lecturas que hagas y lo que hayas
aprendido de ellas. Si alguna lectura te enseña algo
nuevo, referente a alguna carta, a alguna combinación
de ellas o a todo el mazo, anótalo también.

No des por sentado que sabes lo que ya has


aprendido. Todos tenemos ciertos prejuicios, y con el
correr del tiempo tendemos a recordar algunos
significados y a olvidar otros. Con frecuencia, parece
que una carta no tuviera sentido porque, llevados por
el hábito, insistimos en interpretarla de determinada
manera, cuando otro significado que quizás hemos
olvidado aclararía inmediatamente el mensaje. Por lo
tanto, de cuando en cuando, incluso cuando ya creas
que conoces de memoria todas las cartas, vuelve a
pasar revista a tus notas y tus libros. Te quedarás
sorprendido ante lo mucho que sigues aprendiendo.

320
Llevar un cuaderno de notas sirve también a otro
fin. Tal como ya dijimos, las lecturas del Tarot nos
ayudan a alcanzar el equilibrio entre la intuición y la
acción, entre la Suma Sacerdotisa y el Mago. Tomar
notas es una manera práctica de lograrlo, porque en
ella se combinan nuestras propias impresiones con las
ideas que hemos aprendido en los libros. Y hacer tu
propio libro es especialmente importante si eres de
esas personas que creen en lo que aprenden de un
libro o de un maestro. El lector eres tú, y en cualquier
situación las cartas estarán frente a ti y frente a nadie
más. Sin la capacidad de responder instintivamente a
las imágenes, jamás serás capaz de escoger entre las
interpretaciones posibles, y mucho menos de
encontrar un significado nuevo que sea precisamente
el que requiere esa lectura.

Todos poseemos la capacidad de responder


intuitivamente, pero —como cualquier otra facultad—
este tipo de percepción nos exige que la cultivemos. Y
para eso también sirve un cuaderno. Además de
recopilar algo permanente a lo que podemos
remitirnos más adelante, el hecho mismo de ponerlas
por escrito da más consistencia a las ideas. O bien
puede ser que encuentres que las ideas originarias van
ampliándose porque, al escribirlas, se te ocurren cosas
nuevas.

321
También puedes ejercitar la intuición dedicando
tiempo a las imágenes, mirándolas, mezclándolas,
combinando relatos con ellas, y sobre todo
olvidándote de lo que se supone que significan.
Olvídate del simbolismo cuando prestas atención a los
colores, las formas, el tacto y el peso de las cartas.

A medida que el lector se va haciendo más


competente, las lecturas se vuelven más valiosas. El
principal elemento que obtenemos de una lectura es
información, pero la información puede ser de
diferentes tipos. A las personas capaces de percibir las
tendencias ocultas que van configurando toda nuestra
vida, el Tarot puede enseñarles qué forma especial van
asumiendo esas tendencias en un momento dado. A
otras, las lecturas pueden mostrarles los resultados
pro bables de determinada situación o decisión.
Buscar un trabajo nuevo, iniciar una relación amorosa,
escribir una novela, son todas actividades terrenales,
aparentemente muy alejadas de las preocupaciones
místicas de los Arcanos Mayores. Sin embargo, son
éstas las cosas que la mayoría de las personas buscan
en las lecturas del Tarot; y de hecho, son también las
maneras en que verdaderamente crecemos, porque son
las formas en que nos comprometemos con la vida, y
constituyen la realidad que emerge de las tendencias
espirituales subyacentes. Una lectura puede ayudarnos
a examinar las posibles consecuencias de tales
acciones y decisiones.

322
Las lecturas del Tarot pueden, por ende, darnos
información. Pero actuar de manera acorde con esa
información, especialmente si va en contra de nuestros
deseos, sigue siendo muy difícil.

Podemos recurrir a innumerables subterfugios


para negar la validez de las lecturas del Tarot.
Podemos decirnos, por ejemplo, que no es más que un
mazo de naipes. Pero incluso quienes no hacen de
lado tan fácilmente las predicciones del Tarot pueden
pensar: «Ahora que ya sé lo que dice, puedo tomar
mis medidas para asegurarme de que las cosas no
salgan así» Por la época en que empezaba yo a usar
los naipes de Tarot, hice una consulta sobre algo que
quería hacer, aunque reconocía que era peligroso. Las
cartas indicaron un desastre, precisando además muy
claramente la forma que éste asumiría. «Bueno, ahora
que ya he visto cuáles son los peligros —me dije—,
puedo hacer lo necesario para evitarlos.» Seguí
adelante con lo que me proponía, y la situación
resultó, hasta el último detalle, tal como lo habían
predicho las cartas. Como evidentemente yo no había
aprendido la lección, volví a tirármelas, no con la
esperanza de que me dijeran la verdad, sino en busca
de algún mensaje tranquilizador. Por aquel entonces
estaba usando un libro de significados, y cuando
busqué el de la carta que estaba en la posición de la
Base, el texto me dio como interpretación: «Has
dejado de seguir un buen consejo.»

323
El problema que se plantea al tomar una decisión
basada en una lectura del Tarot es que nunca sabemos
cómo habrían sido las cosas en caso de haber actuado
de otra manera. Supongamos que una estudiante
piensa en dejar la universidad y las cartas le señalan
inequívocamente que no debe hacerlo. Si la
consultante sigue el consejo, jamás sabrá qué podría
haber sucedido si, en cambio, hubiera obrado según
sus deseos. Claro que todo el sentido de la lectura
reside en que efectivamente nos dice lo que habría
sucedido. Pero siempre podemos preguntarnos: «¿Y si
no hubiera sido cierto?» Una predicción,
especialmente si proviene de un mazo de naipes,
jamás puede transmitir el mismo impacto que una
experiencia real. La curiosidad, por sí sola, puede
llevarnos a hacer cosas desastrosas.

Hace falta valor para superar la curiosidad y el


deseo. Hace algunos años leí que el poeta Allen
Ginsberg y una mujer que era su amante estaban
pensando en tener un niño. Hicieron una lectura, no
recuerdo si con el Tarot o con el I Ching, y como
recibieron una predicción negativa, renunciaron a la
idea. No sé hasta qué punto deseaban realmente tener
un hijo, pero recuerdo que me admiró su fuerza para
resistirse al deseo. En una ocasión, no fui a una
conferencia que me parecía valiosa, porque las cartas
me anunciaron consecuencias desagradables.
Reconocía que, por lo menos en relación con lo que

324
yo podía haber aportado a la situación, lo que las
cartas indicaban era verdad. Pero, aun así, se me hizo
difícil hacer caso de la predicción y no seguir adelante
con el proyecto.

Podemos inventarnos unas excusas


verdaderamente maravillosas para evitar la flagrante
verdad de una lectura. Si las cartas nos merecen
demasiado respeto para declarar simplemente que lo
que dicen es un disparate, con frecuencia buscaremos
ciertas «falsas» imágenes para no dar crédito a la
lectura. ¿No parece acaso que la carta del Desenlace
no tiene nada que ver con la situación? En vez de
interpretarla a la luz de las otras, preferimos rechazar
la lectura en su totalidad.

Algunos libros aconsejan que jamás se haga uno


sus propias lecturas, para no caer en la falta de
objetividad. Durante largo tiempo, una amiga y yo nos
leíamos las cartas una a otra, porque ninguna de las
dos estaba demasiado segura de ser capaz de
interpretar objetivamente sus propias tiradas. Y
cuando yo empecé a hacer mis propias lecturas,
todavía se me hacía difícil no caer en diversas trampas
mentales para esquivar las imágenes desagradables.
Mi treta fa. varita funcionaba de la siguiente manera:
no podía ignorar las cartas que no me gustaban, o
simplemente declarar que mentían o exageraban,
porque me habría parecido demasiado burdo.

325
Entonces, buscaba en la lectura alguna imagen muy
positiva, como podía ser el As de Copas, y me decía:
«Esto no puede ser verdad, de semejante follón no
puede salir nada bueno.» Y entonces, sobre la base de
que si esa carta no tenía sentido ninguna de las demás
podía tenerlo, restaba importancia a toda la lectura.
Otra treta a la que recurría era echar las cartas en
forma muy despreocupada, de modo que si aparecía
algo malo podía decirme: «Bueno, esta tirada en
realidad no vale, no la estaba haciendo en serio.» Sólo
pude empezar a hacer mis propias lecturas cuando
empecé a tratarlas de la misma manera que trataba una
lectura para un tercero: a mezclar cuidadosamente las
cartas, a trabajar con las imágenes, a tratar de sacar
alguna orientación respecto a lo que tenía que hacer (o
no hacer).

Una lectura no siempre dará un sí o un no


inequívoco en respuesta a una pregunta. Puede,
simplemente, mostrar una compleja trama de
tendencias e influencias. En ocasiones, la lectura no
implica una elección, debido a una situación existente
que no es fácil de evitar. Entonces hay imágenes y
significados específicos que adquieren gran
importancia. El Tarot puede ayudarnos a precisar
cuáles son los elementos importantes en la situación,
aquellos sobre los cuales es preciso trabajar más para
cambiar o producir el desenlace predicho.

326
La gente puede usar la idea de «Ahora que sé lo
que dice ya puedo hacer algo al respecto» como
excusa para obrar según sus deseos. Sin embargo, lo
dicho sigue siendo válido. Quizá tengamos una actitud
muy pesimista, o un miedo exagerado, o una
esperanza irrazonable. Reconocer estas cosas nos
ayuda a tener una perspectiva más clara. Tal vez
nuestra experiencia pasada rija nuestro
comportamiento o confunda lo que esperamos del
futuro. Saber conscientemente todo esto puede ser el
primer paso para superarlo. También puede ser que las
cartas nos muestren los celos o el ánimo vengativo de
alguna persona, y entonces podremos hacer lo
necesario para liberarnos de su influencia. O, si las
cartas nos muestran el amor y el apoyo de alguien,
sabremos que podemos confiar en esa persona.

Todas estas cosas exigen algún tipo de respuesta


que las vuelva reales. No podemos esperar valernos de
la amistad de alguien, si nosotros mismos no nos
abrimos a esa amistad. Siempre que sea posible, el
lector debe tratar de indicar al sujeto los pasos
definidos que este último puede dar para sacar mejor
partido de la información. Si el lector no puede
recomendar una línea de acción concreta, debe
entonces señalar el ámbito en el cual tiene que trabajar
el sujeto.

327
Por encima de todo, el lector debe aprender a
sacar de la lectura una pauta coherente. Con
frecuencia, los lectores principiantes se aprenden las
cartas y avanzan hasta el punto en que tienen la
habilidad necesaria para interpretar cada imagen en su
posición específica. Al final de la lectura, el sujeto se
encuentra ante una maraña de puntos diferentes y sin
ninguna idea clara de cómo se ensambla todo eso. Un
buen lector es capaz de resumir en unas pocas
oraciones lo que expresa la lectura. Yo, generalmente,
intento hacerlo tanto al comienzo como al final de la
lectura, para imprimir en la mente del sujeto los
puntos más importantes. El Ambiente, ¿es un apoyo o
un obstáculo? Las Expectativas de la persona, ¿[a
ayudan o le hacen daño? ¿El Desenlace aportará un
Resultado valioso? El sujeto necesita que estas
cuestiones le sean respondidas, no solamente en toda
su complejidad, sino también de una manera tan
simple como sea posible. ¿y cómo se deriva una cosa
de otra? ¿De qué manera colabora el pasado en la
formación del futuro? ¿Qué es lo que la persona
aporta a la situación global?

Junto con la coherencia existe la necesidad de un


enfoque positivo. No es suficiente con pintar las cosas
como son. La persona quiere saber qué tiene y qué no
tiene que hacer. Si las cartas muestran algo bueno, el
sujeto todavía necesita saber cómo ayudar a que eso
suceda. Y si lo que muestran es un desastre, el lector

328
debe decirlo, pero también puede decir qué es —si
hay algo— lo que puede hacer la persona. ¿Qué es lo
que produce ese Desenlace desagradable? ¿No se
pueden alterar o evitar esas influencias? ¿Cómo se las
puede contrarrestar, o por lo menos amortiguar? ¿Qué
elementos hay que muestren otras posibilidades?
¿Podemos esperar que en la situación se origine algo
bueno? Si el Desenlace se genera en alguna línea de
acción determinada, ¿debe abandonarla la persona?
Cuando hacemos una lectura de Tarot para alguien,
asumimos la responsabilidad de tratar de orientar a esa
persona en una dirección positiva.

Más allá de las sugerencias específicas de hacer


esto antes que lo otro, se encuentra un campo más
vasto de acción posible, derivado de las maneras en
que se equilibran entre sí los palos. En la introducción
a cada palo consideramos sus problemas y la forma en
que podíamos «añadir» otros palos/elementos. En la
práctica, esta adición es con frecuencia difícil de
lograr, porque significa alterar la pauta que se mostró
en la lectura misma. Sin embargo, por esta misma
razón vale la pena intentarla en situaciones en que la
lectura muestra un callejón sin salida si la persona se
queda con los elementos dados.

La forma más directa de hacer intervenir una


influencia exterior es valerse de simples sugerencias.
Si la lectura indica la necesidad de la influencia

329
cimentadora de los Pentáculos, el sujeto puede tratar
de hacer cosas de tipo físico, como pueden ser
deportes o jardinería, o de prestar más atención a
actividades más terrenales, tales como el trabajo, el
estudio o las labores de la casa. Si la lectura muestra
una necesidad de las cualidades acuosas de las Copas,
entonces el lector pude enfatizar los sueños y las
fantasías del sujeto, y puede sugerir actividades como
la meditación o el dibujo. Una persona puede
satisfacer una necesidad de Varas vol viéndose
físicamente más activa, compitiendo con otras
personas o empezando proyectos nuevos. Y la
necesidad de Espadas requiere que la situación del
sujeto sea abordada de manera sensata y
cuidadosamente sopesada. Lo importante de estas
recomendaciones es que pueden ir más allá de la
lectura. Se ocupan tanto de las cartas que no apa recen
como de las que sí lo hacen. Por consiguiente, los
lectores principiantes deben usar cuidadosamente este
método, para no dar por sentado demasiado
conocimiento y control de su parte.

La meditación

Hasta ahora, hemos considerado las respuestas


prácticas a la información obtenida de una lectura.
Pero una lectura de Tarot no es exactamente la serie de

330
palabras que la describen; es más bien una serie de
imágenes. Y la respuesta más directa a una lectura
depende de que se trabaje con las imágenes mismas.
Para la gente que conoce bien las cartas, o que tiene
cierta experiencia con la meditación, se hace posible
trabajar directamente con las imágenes para ayudar a
la concreción de los efectos asociados con ese naipe.
No hay nada de impreciso ni de misterioso en este
proceso. Exige tanto concentración como sentimiento
instintivo, y no reemplaza los pasos prácticos, aunque
ayuda a que se vuelvan más accesibles. Si en una
lectura aparece la Fuerza como algo necesario para
nuestra vida, ¿por qué no dejar que la carta misma nos
ayude a dárnosla?

Además de la meditación como tal, yo suelo


recomen dar a la gente que lleve consigo una carta
determinada, y que trate de mantenerse consciente de
que la tiene consigo, sacándola de cuando en cuando
para mirarla y considerando su significado. Esa
conciencia constante también ayuda a mantener en
foco la totalidad de la lectura.

La meditación también puede ayudarnos a


introducir nuevas influencias desde fuera de la lectura.
Supongamos que la Estrella no aparezca en la lectura,
pero que nosotros, como lectores, creamos que debería
estar presente. Dicho de otra manera, nos parece que
el arquetipo de la Estrella simboliza exactamente

331
aquellas cualidades que necesita la persona. Entonces
podemos mostrarle la carta, y hablar con ella de las
ideas asociadas con la imagen. Sin embargo, vale más
darle la posibilidad de una vivencia directa de la carta.

El método es, brevemente, el que sigue.


Empezamos por llevar al sujeto a un estado
meditativo, ayudándolo a que se relaje, a que respire
profundamente, y a liberar así todos los pensamientos
y las tensiones que obstruyen su conciencia. Cuando
el sujeto ha alcanzado este nivel (que con cierta
experiencia podremos percibir), empezamos a
ofrecerle sugerencias que lo lleven a adentrarse en la
carta. Las sugerencias pueden ser una descripción de
la carta para montar la escena (con la Emperatriz, por
ejemplo: «Estás en un jardín lleno de flores, a través
del cual corre un río. Hay una mujer reclinada en un
diván ... ») o, más simplemente, imágenes básicas
como el sol, el agua, el viento, que pertenezcan a las
cualidades arquetípicas del naipe.

Por lo común, lo mejor es que esas sugerencias


iniciales sean tan simples como sea posible. Al
describir la carta, no debemos tratar de incluir todos
los detalles. Es mejor dejar que el sujeto cree sus
propias impresiones, mientras el lector se limita a
funcionar como un guía que lo anima a continuar.

332
Podemos mantener la experiencia en este nivel
básico, o bien llevarla más lejos, haciendo sugerencias
más complejas o empezando a hacer preguntas («Qué
ves?», «¿Qué está haciendo la persona?», «¿Puedes
oír algo?»), de manera que el consultante empiece a
fantasear más allá de nuestras directivas. A veces, la
meditación permite que la persona tenga una vivencia
nueva y diferente de los elementos arquetípicos. En
otras ocasiones, las cosas pueden ir aún más lejos: las
imágenes se transformarán, liberando algún contenido
de especial intensidad dentro de la persona. Varias
veces, después de haber dirigido una meditación en
grupo, trabajando con una clase, alguien ha venido a
decirme que la meditación le había permitido resolver
algún problema o bloqueo emocional que arrastraba
desde hacía tiempo. Estos aparentes descubrimientos,
como es natural, se originaban en las personas
mismas. que ya estaban preparadas —y lo habían
estado durante cierto tiempo— para pasar de su estado
presente a otro nivel, pero no podían decidirse a dar el
salto.

La meditación les permitía hacerlo sin que se


dieran cuenta hasta que ya había sucedido. La
meditación también puede ayudar al sujeto a entender
en forma más profunda y más personal una carta
determinada. Cierta vez hice una meditación con una
consultante para quien el Emperador constituía una
imagen remota, casi aterradora, y en todo caso nada

333
atractiva. Empecé por montarle la escena: le estrecha
imagen de un desierto de piedra que daba sobre una
vasta llanura donde se amontonaban los súbditos del
Emperador. Cuando le pedí que describiera a esas
gentes, la mujer las vio a todas encapuchadas —es
decir, sin cara— e inclinadas, ocupadas en tareas que
las hacían parecer robots. La expresión cruel y
colérica del Emperador hacía que la gente no se
atreviera a mirarlo. El pueblo simbolizaba a la mujer y
su mala disposición a aventurarse más profundamente
en el naipe.

Entonces le dije que hiciera precisamente eso, no


limitarse a mirar al Emperador, sino encaminarse
directamente hacia él. Cuando la consultante actuó esa
fantasía, sucedió algo extraño. El despótico
Emperador se convirtió en una especie de títere
inofensivo, en tanto que por detrás de él se elevaba
algo así como un gran fantasma o figura espiritual,
hermosa y benévola. La reacción de miedo y aversión
ante la estructura social que simboliza el Emperador
había cedido el paso a un sentimiento de la estructura
espiritual subyacente en el universo.

Esta experiencia no sólo dio un sentido mucho


más amplio de la significación profunda del
Emperador a la consultante, sino que tuvo el mismo
efecto para mí. Con ella pude ir más allá de la imagen
del Emperador en cuanto sociedad y llegar al

334
significado más oculto de la carta en cuanto simboliza
al propio cosmos. Cada vez que proponemos a alguien
una meditación, nosotros mismos participamos en
ella.

Al mismo tiempo, sólo podemos guiar a otras


personas en este tipo de ejercicios después de haber
tenido nosotros cierta experiencia con ellos. Quien sea
un principiante en meditación debe darse cuenta, sobre
todo, de que se trata de una actividad que tiende a
funcionar mejor cuanto más se la practica. Si nunca se
ha intentado meditar, puede ser que produzca un
poderoso efecto la primera vez, pero lo más probable,
sin embargo, es que resulte difícil concentrarse, o
simplemente que uno se encuentre físicamente
incómodo al tratar de estar sentado sin moverse. Hay
que seguir intentándolo, y si es posible, recurrir a un
maestro que nos enseñe los elementos básicos de la
respiración y de la postura.

No es mi intención recomendar ninguna técnica


específica para alcanzar un estado meditativo. Sobre el
tema abundan los libros y las clases, y muchas
personas se encentrarán con que necesitan ensayar un
poco hasta encontrar el método que mejor responda a
sus necesidades. Aunque la mayor parte de estas
técnicas se pueden adecuar para trabajar con el Tarot,
las más fácilmente adaptables son aquellas que ponen
en juego la visualización (a diferencia de las que se

335
apoyan en salmodiar [un mantra o una melodía] o en
lograr un completo vacío mental).

Son muy diferentes los métodos usados para


incorporar las cartas a la meditación. Algunas
personas empiezan con los ojos cerrados, y no miran
el naipe mientras no han alcanzado cierto estado; otras
hacen lo contrario: comienzan mirando atentamente la
carta hasta alcanzar cierta unidad con ella, y después
cierran los ojos y dejan que a partir de ahí sigan
fluyendo las imágenes. Otras sostienen la carta frente
a ellas con el brazo extendido y la van acercando
lentamente hacia el plexo solar, para «incorporarla al
aura».

De cualquier manera que se comience,


recomiendo al lector que trabaje con las imágenes y
los sentimientos que le movilice la carta, y no con el
simbolismo que haya aprendido a asociar con ella, que
procure dejarse afectar por la imagen, permitir que sus
reacciones afloren a la superficie y dejar luego que se
alejen de él antes de que lleguen a bloquear
experiencias ulteriores. A veces, para mí ha sido una
ayuda mirar la carta sin enfocar los ojos, de modo que
los símbolos y las formas concretas se disuelvan en
colores y figuras.

En otras ocasiones, especialmente cuando doy un


tema de meditación a alguien, prefiero ignorar la

336
imagen y sugerir alguna escena asociada con ella. Por
ejemplo, con el Loco, en vez de ese personaje
específico con su vestimenta multicolor, suelo usar
una imagen más simple, la de la cima de una montaña
iluminada por el sol. Es más importante conseguir que
el sujeto (o uno mismo) se sitúe en la escena que
ajustarse exactamente a la carta.

También el movimiento o la postura puede ayudar


en la evocación de ciertas cartas. Para el Mago, está la
posibilidad de ponerse de pie —o de sentarse— con
un brazo levantado «hacía el cielo» y el otro
apuntando a la tierra.

Hay veces que la meditación no irá más allá de


una toma de contacto con el naipe, o del
descubrimiento de nuevas ideas sobre la carta y sobre
uno mismo. Otras, nos encontraremos
«adentrándonos» en la carta, es decir, encontrándonos
a nosotros mismos dentro de la imagen, participando
activamente en alguna situación con los personajes de
la figura. Esto puede suceder de una forma tal que nos
arrebate y nos encontremos con todo nuestro ser
puesto allí, y no aquí. Pero lo más probable es que lo
vivenciemos como una fantasía que transcurre delante
de nosotros, sin que perdamos la conciencia de
nosotros mismos sentados en el suelo o reclinados en
la cama. De cualquiera de las dos maneras, son
vivencias intensas que se hace difícil expresar con

337
palabras. Encarnan un significado a la vez personal y
arquetípico, ya que mientras que las cartas nos
presentan imágenes de un significado muy profundo,
lo que nosotros hagamos con tales imágenes resulta de
nuestras propias necesidades y experiencias.

Varias personas, entre ellas P. D. Ouspensky y


Joseph d'Agostino, han intentado poner por escrito sus
meditaciones con el Tarot para que sirvan como
ejemplo o guía. En mi opinión, esas descripciones no
transmiten realmente la vivencia de la carta que cobra
vida, del practicante que se convierte en parte de la
imagen. Cada persona experimenta cosas diferentes en
esos momentos. Por ejemplo, con la Fuerza podría ser
que te encontraras corriendo con el león, o que te
vieras envuelto por el chal floreado de la mujer, o que
te convirtieras en la mujer o en el león; incluso, como
me sucedió una vez, podría pasar que la mujer soltara
al león para que éste te saltase encima, clavándote las
garras y mordiéndote.

Puedo ofrecer algunas sugerencias más. Si no hay


una imagen determinada que te atraiga para trabajar
con ella, puedes hacer una lectura, o simplemente ir
recorriendo el mazo hasta que una carta te «atrape» y
te encuentres dentro de ella. Entonces ponla delante de
ti y comienza una meditación normal. Toma
conciencia de la imagen, dejando de lado cualquier
idea previa que puedas tener sobre ella. Puedes tener

338
los ojos cerrados o abiertos; eso depende de lo que sea
mejor para ti; la mayor parte de las personas
encuentran que prefieren tener los ojos cerrados, por
lo menos cuando la fantasía se inicia. Procura ver y
sentir que tú mismo estás allí, en ese lugar, con esas
personas y esos animales.

Como ya dijimos, si estás haciendo hacer una


meditación a otra persona debes darle sugerencias que
le permitan entregarse a la imagen. También es
posible que después de experimentar un poco quieras
usar tú mismo tales sugerencias. Para trabajar con el
Colgado, yo recurro con frecuencia a la imagen de ir
trepando por un árbol grande, deteniéndome a
distintas alturas para mirar hacia la tierra y el mar que
van quedando por debajo de mí, y al cielo y las
estrellas que hay arriba. También puedes simplemente
querer una descripción de la carta, que puedas
escuchar con los ojos cerrados. Si quieres trabajar con
este tipo de guías, podría resultarte útil grabar antes
una cinta, para que tu mente consciente no tenga que
estar ocupada recordando qué viene luego. Procura
hacer la grabación de modo que queden suficientes
espacios de silencio para permitirte reaccionar.
También podrías incluir en la cinta el comienzo de la
meditación, es decir, las instrucciones para la
relajación, para respirar profundamente, etc., o bien
dejar simplemente un prolongado silencio inicial. De
cualquiera de las dos maneras, la mayoría de las

339
personas prefieren poner en marcha la grabación al
comienzo y dejar que lleguen las instrucciones sin
tener que tomar una decisión consciente. Por supuesto,
puedes usar una y otra vez la misma cinta, preparando
pies [como se dice en teatro], para las diferentes
cartas. O también puedes hacer una grabación general,
con las instrucciones para relajarte, entrar en contacto
y unirte con el naipe, y así sucesivamente.

Lo más importante es procurar no dirigir ni


controlar lo que vaya surgiendo. Esto es válido tanto
para guiar las meditaciones de los demás como para
las propias. Aquí, la línea divisoria es muy tenue. Si la
dirección es muy débil, la atención no se mantendrá;
si es excesiva, no se permitirá que la imaginación del
sujeto vaya creando su propio mundo. Lo mismo que
sucede en otras situaciones, la experiencia es la mejor
guía. Tanto si trabajas solo como si lo haces con otros,
procura no anticipar tus vivencias, y no temerles. La
mayoría de las personas no tienen suficiente respeto
por su imaginación; creen que pueden entender
cualquier cosa que ella les muestre. Si ven de pronto
imágenes de monstruos o demonios, o de muerte,
creen que eso significa algo terrible que viene desde
su propio interior, algo con lo que no quieren
enfrentarse. Pero la imaginación es mucho más sutil
que ellas, y funciona a su manera, de acuerdo con sus
propias reglas. Es frecuente que lo que en un primer
momento pareció inquietante se convierta luego en

340
motivo de inspiración. Jung llamaba a la imaginación
«el órgano del inconsciente». Si se la deja que se
adueñe de nuestra cabeza, nos llevará allí donde a la
mente consciente no se le habría ocurrido ir ... o no se
habría atrevido.

Todo esto es válido especialmente para las cartas


Portales, lo mismo que para los Arcanos Mayores,
cuya silenciosa cualidad de Extrañeza nos lleva
mucho más allá de los significados literales que se
asocian con ellos. Al mismo tiempo, como representan
efectivamente ciertas cualidades, pueden también
ayudarnos a lograr esas cualidades. Si es útil que uno
lleve consigo una carta, lo es más aún llevar un
Arcano Mayor o un Portal. Son imágenes poderosas
que tienen un efecto propio. El acto de mirar el Nueve
de Pentáculos y dejarse penetrar por él le ayuda a uno
a crearse una disciplina, así como llevar el Seis de
Pentáculos o la Suma Sacerdotisa, y mirarlos, ayuda a
enfocar la conciencia de manera receptiva.

La creación de un «mandala»

Hasta el momento hemos considerado las maneras


de integrar en nuestra vida la influencia de cartas
aisladas. Pero una lectura contiene muchas cartas que
funcionan en conjunto. Para hacer que una lectura

341
cobre vida, encuentro que es un valioso recurso la
creación de lo que yo llamo un «mandala», una pauta
o diseño formado por varias cartas, entre las cuales es
posible incluir no solamente las de la lectura, sino
otras cuyas cualidades refuercen la dirección de las
orientaciones que ésta ofrece. Este acto de añadir
deliberadamente naipes que no son parte de la lectura
vuelve a extender el equilibrio entre consciente e
inconsciente. La lectura se ha adentrado en los
dominios inconscientes del conocimiento para
presentar una imagen de la situación tal como existe
ahora. Por mediación del mandala, y de la
introducción de nuevas cartas sacadas
deliberadamente del mazo, podemos extender o
transformar la situación.

He aquí un ejemplo de un mandala en el que no


fue necesario sacar más cartas, porque la propia
lectura nos ofreció todas las imágenes que
necesitábamos. El siguiente Ciclo del Trabajo hacía
referencia a una mujer que se sentía aislada de la gente
que la rodeaba, a pesar de tener algunas amistades
aparentemente buenas.

342
La Cruz ejemplificaba perfectamente la situación:
el Dos de Pentáculos cruzado por el Seis de Espadas
mostraba su situación central de fingir que disfrutaba
de la vida y de sus relaciones con otras personas (el
Dos de Pentáculos), con lo que daba la sensación de

343
funcionar bien («las espadas no hunden el bote»), en
tanto que mantenía su incapacidad para relacionarse
con la gente que la rodeaba. Como la mujer del bote,
permanecía silenciosamente envuelta en su sudario.

Brevemente, interpreté las otras cartas de la


siguiente manera: el Ermitaño invertido en la posición
de la Experiencia Pasada mostraba la realidad de las
amistades. Al mismo tiempo, ta comparación del
Ermitaño con la Suma Sacerdotisa, que apareció al
final, sugería que la consultante no había aprendido a
usar creativamente su sentimiento de soledad, a
desarrollar su individualidad. El Ocho de Espadas
invertido en la posición de las Expectativas mostraba
un deseo de entenderse a sí misma y de entender la
situación, para así poder liberarse de ésta. Reflejaba
también el lado político del problema, ya que buena
parte del aislamiento de la mujer provenía de que era
miembro de un grupo minoritario, cuyas experiencias
ninguno de sus amigos compartía. En cierto nivel, se
encontraba sola. Pero, en vez de apreciar su propia
peculiaridad entre la gente que la rodeaba, la
consultante se empeñaba en ocultar sus propias
experiencias en su intento de armonizar con esa gente.

Las tres cartas en la posición del Trabajo eran el


Rey de Varas invertido, la Muerte invertida y el Diez
de Pentáculos invertido. El hecho de que hasta ese
momento hubieran salido todas las cartas invertidas, y

344
sin embargo varias de ellas —como el Ocho de
Espadas invertido— sugiriesen una lectura positiva,
mostraba la necesidad de cambio. El Rey describía
una actitud que la consultante debía tomar hacia sí
misma y hacia los demás: decidida, y sin embargo,
tolerante con la confusión y la debilidad. La Muerte
invertida, en cuanto inercia, indicaba el peligro de no
hacer nada. La necesidad de ponerla en posición
normal quedó subrayada cuando la comparamos con
el Seis de Espadas, situado por encima de ella. Esa
carta nos muestra un viaje cuyo modelo es el viaje de
las almas muertas. Para liberarse del bote del
aislamiento, del sentimiento de estar viva a medias, la
consultante tendría que completar su viaje
«muriéndose», es decir, renunciando a esa
personalidad que se había acostumbrado a las
relaciones superficiales y al aislamiento íntimo. El
Diez de Pentáculos invertido indicaba que para
conseguirlo tendría que poner sobre el tapete la
seguridad de su situación presente, y forzar a sus
amistades, cómodas pero limitadas, a alcanzar niveles
de mayor intensidad.

El As de Espadas, en la posición del Desenlace,


mostraba tanto la actitud fuerte como la mentalidad
aguda y perceptiva que la consultante necesitaría y
encontraría para movilizar su situación. El Resultado
de ese Desenlace, el Ocho de Varas, indicaba el éxito
en la empresa. La carta es portadora de sugerencias de

345
amor y amistad. Simboliza un viaje —el viaje
espiritual, que se hace por agua— que va llegando a
su fin. Y en forma más directa, significa que la
represión del Ocho de Espadas se transforma en
energía positiva.

Entonces dimos vuelta cinco cartas más,


disponiéndolas en una pauta de tres por debajo de las
cartas del Trabajo, y después una y una debajo del
Centro. (No había ninguna razón especial para
proceder así en vez de disponer otra línea; fue
simplemente una opción intuitiva, y al seguirla se
comprobó que valía la pena.) Las tres cartas sugirieron
nuevas actitudes y maneras de encarar la situación.
Primero, la Rueda de la Fortuna invertida indicaba los
cambios que quería hacer la consultante. La posición
invertida sugería dificultades, y reforzaba el elemento
de riesgo implícito en el Diez de Pentáculos
(recuérdese que la Rueda es también 10). El Cuatro de
Pentáculos aparecía debajo de la Muerte invertida.
Implicaba a la vez la idea de liberar energía y la de
mantener una estructura en su vida, al tiempo que la
consultante cuestionaba el modelo de sus amistades.
La tercera carta continuaba con este significado. Al
salir debajo del Diez de Pentáculos invertido, el Diez
de Copas insistía en que, al mismo tiempo que corría
esos riesgos, la mujer debía seguir teniendo
conciencia del amor auténtico que sentían por ella sus
amigos. Se refería también a la idea de que no debía

346
dudar de la persona con quien convivía, porque en esa
relación recibía un apoyo total, y a ese don debía
responder con su confianza.

La Suma Sacerdotisa indicaba que, en cierto


sentido, la mujer seguiría estando sola, ya que todavía
la gente que la rodeaba no compartiría su formación ni
sus experiencias. El silencio de la Suma Sacerdotisa,
sin embargo, no es el silencio del Seis de Espadas.
Aunque silenciosa hacia los otros, en la Suma
Sacerdotisa se adivina una intensa comunicación
interior, una aceptación y un conocimiento del sí
mismo, de esa parte de su ser que una persona no
puede expresar a los demás en términos racionales y
concretos. La carta se dirigía especialmente a la mujer,
que era poeta y había escrito recientemente un poema
en que se valía de la metáfora de un lenguaje privado
para expresar, precisamente, esa idea de un
conocimiento profundo que no es accesible más que
para el propio sujeto.

Debajo de la Suma Sacerdotisa salió la


Emperatriz, el otro aspecto del arquetipo femenino.
Tal como explico en mi libro sobre los Arcanos
Mayores, las dos cartas se complementan, porque la
Emperatriz significa un apasionado compromiso con
la vida y la amistad, no como oposición a la
percepción interior de la Suma Sacerdotisa, sino como
resultado de ella. Desde una posición de aceptación de

347
sí misma, la mujer podría entregarse abiertamente a
las personas que la rodeaban.

Tras una lectura tan poderosa, la mujer quiso


seguir trabajando con las imágenes. Construimos
entonces un mandala (figura siguiente) para la
meditación y el estudio. Empezamos con la Muerte
como el centro, ya que la transformación seguía
siendo la clave. Debajo de la Muerte venía la Suma
Sacerdotisa a la izquierda, lo que aludía al hecho de
que la comunicación interior debe ser parte del
proceso para que la Muerte produzca verdaderos
resultados. El As de Espadas a la derecha representaba
la agudeza mental. Y arriba estaba la Emperatriz, para
asegurar la deseada nueva manera de relacionarse con
el mundo exterior.

348
349
Acto seguido, colocamos cartas en los cuatro
ángulos, en torno de la estructura, empezando por el
Seis de Espadas y el Ocho de Varas en la parte
inferior, a la izquierda y a la derecha. Las cartas
mostraban el viaje y su anticipado final. Para los
ángulos superiores usamos el Ocho de Espadas
invertido y el Rey de Varas invertido: la acción que se
deseaba realizar y la actitud que se necesitaba para
producirla. Finalmente, como «patas» del mandala
colocamos el Diez de Copas debajo del Ocho de
Varas, y el Diez de Pentáculos invertido debajo del
Seis de Espadas. Las imágenes quedaron entonces
como se puede ver en la página siguiente:

Si tienes un mazo de naipes del Tarot Rider,


colócalos como en el diagrama y míralos un rato.
Observa que para la meditación puedes concentrarte
en una carta, romo podría ser la Muerte en el centro, o
bien dejar que la totalidad de la estructura se instale en
la mente, quizá moviendo un poco las imágenes.
Como el mandala contiene lodos los elementos, con
los triunfos en el medio, la mujer podía mantener el
equilibrio asimilando la imagen.

Si estudias cuidadosamente una disposición,


empiezan a aparecer relaciones nuevas entre las cartas.
El Ocho de Espadas y el Ocho de Varas forman
evidentemente una pareja, lo mismo que el Diez de
Copas y el Diez de Pentáculos Invertido. También el

350
Ocho de Varas y el Rey de Varas invertido nos darán
nuevos significados al considerarlos juntos, lo mismo
que el Ocho de Espadas invertido y el Seis de
Espadas. Como hemos vuelto a distribuir la lectura en
un diseño geométrico, podemos trazar líneas,
triángulos, etc., que constantemente nos descubren
ideas y pautas nuevas. En cierto sentido, el mandala
crea lecturas nuevas para las mismas imágenes.

Para construir un diseño de esta clase, escoge las


cartas más importantes de la lectura y ve trabajando
desde el centro hacia afuera, tratando de construir la
imagen en forma orgánica. Coloca las cartas que se
necesiten como apoyo en la base, y las que simbolicen
objetivos en la parte alta. No dudes en introducir
cartas que no hayan aparecido en la lectura original si
sientes que hay una fuerte necesidad de las cualidades
que ellas representan. Si ves que se necesita la
Templanza, por ejemplo, colócala debajo del centro; o
si la lectura muestra un déficit en el cultivo de la
fuerza de voluntad y de la disciplina, podrías disponer
por encima del mandala, a modo de objetivo, el Carro
junto al Nueve de Pentáculos. De esa forma te haces
cargo de la lectura y la abres, de manera que te
permita incluir lo que tu intuición te dice que necesita
el consultante.

351
8
Lo que aprendemos de las lecturas del
Tarot
La mayor parte de las personas consultan el Tarot
en busca de información específica. Quien entiende
un poco más las cartas quizá considere la lectura
como un medio de encontrar orientación. Y quien
sigue una serie de lecturas segura mente ve en ellas
un método para mantenerse en armonía con las
pautas cambiantes de la vida. Pero pasarse largo
tiempo leyendo las cartas es descubrir muchas cosas
que van más allá de la información personal.

Hemos visto ya algunas de estas cosas. Una es la


reaccione pesimista de la gente ante las lecturas.
Otra, más importante, es la forma en que las lecturas
del Tarot exigen —y por ende crean— un equilibrio
entre lo subjetivo y lo objetivo, lo intuitivo y lo
racional, la impresión inmediata y el conocimiento
establecido, los lados derecho e izquierdo del
cerebro. No podemos crear un equilibrio tal por el
solo hecho de quererlo. Tenemos que permitirle que

352
crezca, y las lecturas del Tarot ayudan a que eso
suceda.

Pero el Tarot nos enseña también otras cosas.


Nos enseña a prestar atención. Cuando empezamos a
aprender de qué maneras actúa la gente, y de qué
maneras actúa el mundo sobre ella, nos afirmamos
cada vez más en el hábito de observar lo que otros
hacen y lo que nosotros mismos hacemos.
Supongamos que una persona se enferme cada vez
que se aproxima un día de fiesta o unas vacaciones.
Eso puede prolongarse durante años sin que ella
establezca la relación y vea todas esas dolencias
como una treta subconsciente con que intenta evitar
algún problema o algún temor asociado con las
vacaciones. Una lectura de Tarot puede hacer que
tome conciencia de ese problema ... y hace que el
lector tome conciencia de un ejemplo más de
maniobras inconscientes. Precisamente, la práctica de
leer el Tarot nos ayudará a descubrir esas tretas del
comportamiento, tanto en nosotros mismos como en
los demás.

Una vez que empezamos a prestar atención a lo


que hacemos y a lo que sucede como resultado,
advertimos toda clase de cosas, y no solamente en las
lecturas, sino también en la vida diaria; pautas de
cólera y confianza, de esperanza y miedo; la forma en
que nuestra reacción ante diversas situaciones puede

353
provenir de nuestro propio interior antes que de la
situación misma. Nos volvemos más conscientes de
la forma en que nos manejamos con el trabajo y con
los amigos, de nuestras tendencias a desplazar la
responsabilidad, ya sea alejándola de nosotros («No
es justo» o «Mira lo que me hiciste») o atrayéndola
sobre nosotros («Es todo culpa mía»). Observaremos,
por ejemplo, que con frecuencia decir «Es todo culpa
mía» no es más que una treta para no tener que ver lo
que realmente hemos hecho. Al convertirlo en una
situación de todo o nada, hacemos que sea fácil evitar
una auténtica evaluación de la situación.

Prestar atención hace que sea un poco más difícil


deprimirse o manipular a otras personas. A medida
que observamos las sutiles razones por las cuales la
gente llora o se enfada o acusa a tos demás, sabremos
por lo menos un poco sobre nosotros mismos cuando
hacemos esas cosas.

Las lecturas del Tarot hacen que tomemos


conciencia de la maravillosa variedad de la naturaleza
humana. A medida que las mismas cartas aparecen en
interminables combinaciones diferentes, se nos hace
claro que la gente siempre puede producir algo
nuevo. Al mismo tiempo, la nove dad se superpondrá
siempre a las pautas subyacentes. Mediante las
lecturas aprendemos, en general, las formas en que el
pasado afecta a las personas, las formas en que sus

354
esperanzas y sus miedos ayudan a crear el futuro.
Pero lo que siempre nos sorprenderá son tanto las
situaciones pasadas como las expectativas futuras
específicas.

También aquí aprendemos el hábito de prestar


atención, porque si empezamos a interpretar
automáticamente las cartas sobre la base de libros
autorizados o de lecturas anteriores, perdemos de
vista la verdad, y las lecturas se vuelven superficiales
y confusas. Llevemos un registro de lecturas pasadas,
claro que sí, pero no simplemente para usarlo en
busca de ejemplos para el trabajo futuro; puede, en
cambio, ayudarnos a tener presentes la variedad y la
no vedad constante del comportamiento humano.

Obsérvese que, como cuando crea un equilibrio,


el Tarot no se limita simplemente a ayudarnos a
prestar atención: nos obliga a que lo hagamos, si
queremos que nuestras lecturas den buenos
resultados. Las lecturas del Tarot actúan como una
especie de programa de ejercicios psíquicos que
refuerzan los músculos perceptivos.

Lo que la gente hace con la información que


obtiene de las lecturas del Tarot puede enseñarnos
algunas lecciones importantes sobre el libre albedrío.
Muchas personas consideran que la cuestión del libre
albedrío es una cuestión absoluta; o bien hacemos

355
elecciones constantes, o actuamos de acuerdo con el
destino. Para plantearlo en un contexto más moderno,
¿hacemos lo que hacemos como una elección
deliberada de ese momento, o como resultado de toda
una vida (o de muchas vidas) de condicionamiento?

Desde el punto de vista del Tarot, esto se


convierte en una cuestión práctica. Si en cualquier
momento actúo libremente, ¿cómo es posible que las
cartas puedan predecir lo que haré? ¿Qué significado
puede tener la lectura si mi elección sigue estando
totalmente abierta hasta el momento en que hago
algo? ¿O es que algún poder me obliga a actuar de la
manera que han predicho las cartas?

Estos problemas se resuelven si renunciamos a


enfocar la cuestión de manera absoluta, viéndolo todo
en función de blanco o negro. Entonces diremos que
podemos retener siempre el libre albedrío, pero que
raras veces lo usamos. Nuestro condicionamiento,
nuestra experiencia pasada, y sobre todo nuestra
ignorancia de todas estas cosas, tienden a
encaminarnos en ciertas direcciones. La lectura
refleja estas influencias y nos muestra cuál es su
resultado posible. Las cartas no obligan a que la
situación tenga determinada salida. Simplemente,
reflejan la manera en que se combinan las influencias
en la vida real. Cuando llega el momento de actuar,
podemos tomar una decisión diferente, y sin

356
embargo, no lo hacemos. Una y otra vez en la vida,
con poco conocimiento consciente, renunciamos a
nuestra libertad de elección, dejamos que sean
nuestros condicionamientos y nuestra historia los que
nos muevan. Lo hacemos, en parte, por ignorancia, y
en parte por dejadez. Es mucho más fácil seguir un
condicionamiento que actuar basándose en decisiones
verdaderamente conscientes.

Cuando yo «dejé de seguir un buen consejo»,


cuando me dije: «Ahora que ya hice la lectura, puedo
asegurarme de que esas cosas malas no me sucedan»,
cuando seguí adelante con mi proyecto original y di
margen a que se plantearan los problemas
anunciados, demostré que no estaba usando mi libre
albedrío; lo evitaba al mismo tiempo que aparentaba
estar actuando en función de él. Este tipo de cosas se
repiten una y otra vez, y el acto de hacer lecturas del
Tarot nos muestra en forma muy vívida las múltiples
maneras en que la gente niega su libertad. Y esta
relación entre libertad y condicionamiento es una de
las formas de conocimiento más valiosas que nos
aporta el Tarot.

El Tarot nos enseña además la importante lección


del contexto. Por más valiosa que nos parezca una
cualidad considerada en forma abstracta, en realidad
nos afecta únicamente en el contexto de otras
influencias. Las lecturas nos lo demuestran en forma

357
práctica, como en el caso de la mujer que buscaba
cómo hacer frente a los celos de su amante. Un naipe
al que habitualmente se considera positivo, como el
Sol, tendía en realidad a un mal resultado. porque al
estar esperando el Sol la consultante no se enfrentaba
con las exigencias de la situación, y dejaba que las
ideas de los otros se impusieran a lo que ella quería.

Junto con el contexto aprendemos las formas en


que se equilibran entre sí los elementos de la vida.
Ante todo, vemos cómo los palos y las cartas
específicas se combinan para formar una situación
unificada, en la cual ningún palo es mejor ni peor que
ninguno de los otros. A menudo, los astrólogos se
encuentran con que los clientes esperan que ciertos
signos dominen en su carta, y se muestran
decepcionados e incluso avergonzados si aparecen
otros.

De modo similar, algunas personas que saben un


poco de Tarot se sentirán reconfortadas si en una
lectura predominan las Varas o las Copas, se
asustarán si hay muchas Espadas, y la encontrarán
trivial e incluso insultante si el predominio es de los
Pentáculos. Algunos aceptarán sola mente una lectura
que tenga muchos Arcanos Mayores, porque sólo les
parecen importantes los triunfos, con sus
implicaciones de poder y de conciencia espiritual.

358
Pero incluso los Arcanos Mayores no constituyen
más que un elemento que carece de sentido sin los
otros. Los estudiamos aisladamente para precisar su
sabiduría y su poderosa descripción de la existencia,
pero en la práctica, para entender el mundo hay que
mezclar lo espiritual con lo mundano, lo feliz con lo
triste, el amor con la cólera.

Las cartas nos enseñan aún otro equilibrio, uno


que se insinúa en la balanza de la Justicia. ¿Cómo se
relaciona el pasado con las posibilidades futuras?
¿Cómo combinamos los efectos de nuestra propia
decisión con las influencias del mundo exterior?
¿Qué queremos decir cuando afirmamos asumir la
responsabilidad de nuestra propia vida? ¿Significa
eso que creamos o controlamos todo lo que nos su‐
cede? Tal como en el caso del libre albedrío, a
muchas personas les gusta pensar en la
responsabilidad en un sentido absoluto. O bien el
mundo nos configura por entero, o tenemos un
control total de nuestras vidas. Las lecturas del Tarot
nos hacen dar cuenta cabal de que la situación de una
persona en cualquier momento dado se deriva de una
combinación de todas estas circunstancias. Así como
alguien de muy baja estatura no puede esperar
convertirse en jugador profesional de baloncesto,
tampoco debe considerar que toda su vida estará
dominada por su estatura.

359
Aquellos que aceptan esta idea en teoría bien
pueden preguntar: ¿Qué es lo que pesa más, la
situación o la responsabilidad personal? ¿Cuál es la
que realmente controla al individuo? Pero las lecturas
del Tarot nos demuestran qué poco sentido tienen
esta pregunta y otras similares. En algunas lecturas,
la posición del Consultante y la de Esperanzas y
Temores predominan claramente. En otras, los
factores determinantes resultan ser la Base o el
Ambiente; todo esto depende de la persona y de la
situación.

Las lecturas del Tarot nos ayudan a cultivar la


confianza en nuestras propias percepciones. En parte,
esto se debe al conocimiento obtenido, y en parte a la
necesidad de hacer opciones y atenerse a ellas. ¿Cuál
de los significados de un naipe es válido para un caso
determinado? Una carta cortesana, ¿hace referencia al
sujeto, a alguna otra persona o a un principio
abstracto, como el Rey de Espadas que simboliza la
ley y la autoridad, o la Reina de Copas que representa
la creatividad? A medida que vamos haciendo más
lecturas, nos encontramos con que nos sensibilizamos
más para las respuestas a estas cuestiones y a otras
similares. Como resultado, la confianza en nuestro
entendimiento y nuestra intuición va en aumento.

Otra cuestión es qué período abarca una lectura.


Con la Cruz Celta o el Ciclo del Trabajo, la respuesta

360
puede incluir desde unos pocos días a algunos años,
no solamente hacia el futuro, sino también hacia el
pasado. A veces, para un adulto, ta lectura puede
extenderse hacia atrás hasta la infancia. También el
Árbol de la Vida, por más que general mente dé una
visión global de la vida, en ocasiones puede referirse
a un período más breve, si la persona está pasando
por una época de cambio intenso.

Los diferentes períodos que abarcan las lecturas,


especialmente las más breves, dependen de dos
elementos. Primero, de la situación de la persona y de
la pregunta que formule. Algunas cuestiones, tales
como asuntos prácticos o jurídicos y ciertas
situaciones emocionales, pueden dar como resultado
una respuesta que se concreta en cuestión de pocos
días. Con otras —la resolución de conflictos
emocionales, las relaciones profundas, la evolución
espiritual o artística— puede ser necesario más
tiempo hasta que la lectura se concrete, lo cual no
significa que hayan de pasar años sin que las lecturas
«se cumplan». Aquí no estamos hablando de
predicciones, sino del desarrollo de pautas que se
despliegan lentamente a medida que pasa el tiempo.

En segundo lugar, están los diferentes niveles


que puede tocar el consultante mientras mezcla las
cartas. A veces, éste evoca situaciones superficiales
que no duran más que muy breve tiempo; otras, la

361
persona puede barajar el mazo y, no se sabe por qué,
llegar al centro mismo de la experiencia. E incluso,
en este caso, puede ser que la lectura muestre en toda
su profundidad el pasado o que refleje el potencial de
evolución personal futura.

También puede ser que el nivel alcanzado no


dependa en absoluto de la actitud de la persona que
mezcla las cartas. Pero, generalmente, esta actitud
tiene su importancia. Lo más probable es que alguien
que ve una lectura como una broma o un juego
condicione una lectura superficial; la persona que
considera en profundidad una pregunta, que mezcla
cuidadosamente los naipes e intenta percibir el
momento exacto para detenerse y cortar el mazo
obtendrá, generalmente, una lectura más o menos
significativa. Sin embargo, hay veces en que ni
siquiera una tesitura tan cuidadosa conseguirá
profundizar por debajo de los acontecimientos más
superficiales del futuro inmediato, mientras que en
otras ocasiones, con la más desaprensiva de las
mezclas, el consultante se encontrará repentinamente
enfrentado con una poderosa imagen de su vida
entera. Para el lector, momentos así son fuente de
interés y emoción.

Incluso es dable que la pregunta misma no tenga


importancia. A veces alguien pregunta cómo va su
trabajo, y recibe una respuesta referente a su nueva

362
relación amorosa ... especialmente si esa cuestión le
ocupa más espacio mental que la efectivamente
formulada. O, como sucedió en el caso de la mujer
que descubrió que su sexualidad estaba bloqueada
por sus conflictos con el padre, la lectura puede
responder aportando material de algún otro sector.

¿Cómo sabemos, pues, qué es lo que nos dice la


lectura? Algunas cosas se hacen obvias ya al ver las
imágenes de los naipes. Si preguntamos por trabajo, y
nos aparecen los Enamorados y el Dos de Copas, es
probable que la lectura no se refiera al trabajo, sino al
amor. Como lector principiante, sin embargo, no
puedes contar con que descubrirás todas las sutilezas.
Sólo la experiencia te ayudará a abrirte paso hasta el
corazón mismo del laberinto. A medida que sigas con
las lecturas, irás percibiendo estas cosas. Y la
intensificación perceptual se hará extensiva a otras
partes de tu vida.

A veces, sean cuales fueren nuestra experiencia y


la agudeza de nuestra intuición, cometeremos errores.
Podría suceder que considerásemos simbólicamente a
los Enamorados, cuando están anunciando una
relación amorosa con una persona a quien el
consultante no ha conocido todavía. En realidad, de
esta incapacidad de saber exactamente qué es lo que
significan las cartas podemos aprender una lección
muy valiosa: podemos tomar conciencia de la

363
Ignorancia. Y si he escrito la palabra con mayúscula
es para subrayar su cualidad esencial. En tanto que la
mayor parte del conocimiento que vamos reuniendo
en la vida es, en realidad, muy superficial y externo,
la Ignorancia está en la base misma de nuestra
existencia. Ante todo, somos ignorantes de la
verdadera naturaleza de las cosas. Lo que sabemos
del mundo está sujeto a la limitación de nuestros
órganos sensoriales. Para que veamos las palabras
que hay en esta página, es menester que se refleje en
ella la luz que han de recibir nuestros ojos. Entonces,
el nervio óptico transmite los impulsos al cerebro,
que los convierte en otros y los dispone en pautas
significativas que nuestra conciencia en tiende como
un lenguaje. Pero no podemos conocer directamente,
en el sentido de fundirnos con algo que está ahí fuera.
Sólo podemos convertir el universo en impulsos,
pautas, símbolos.

De modo similar, porque existimos en forma


física, debemos ir planteando y resolviendo nuestra
vida dentro de los límites del tiempo. Esto significa,
entre otras cosas, que no podemos realizar todos
nuestros potenciales, porque siempre debemos optar
por hacer una cosa y no otra, dentro de los pocos
años de que disponemos. Una persona que tenga
capacidad para ser tanto bailarín como hombre de
negocios tendrá que escoger entre lo uno y lo otro. Y,
sea lo que fuere lo que elija, tendrá que trabajar

364
muchos años antes de llegar efectivamente a su
objetivo. El tiempo significa también que muchas
veces no podemos saber las consecuencias de
nuestras acciones, por la sencilla razón de que por lo
menos algunas de ellas tal vez no se hagan evidentes
hasta muchos años después. A veces, las
consecuencias de nuestras acciones no se nos
aparecen a nosotros, sino a otras personas. Algo que
hacemos en cierto Jugar puede afectar a personas que
vivirán allí mucho después de que nos hayamos
mudado, o incluso de que hayamos muerto. En la
forma más simple: el tiempo significa que las cosas
deben suceder antes de que podamos conocerlas.

La meditación con el Ocho de Espadas como


Portal puede incrementar nuestra conciencia de la
Ignorancia. Las lecturas del Tarot —y los errores que
cometemos al tratar de interpretarlas— pueden
demostrar en forma más directa la Ignorancia. Una
lectura llega, de hecho, más allá del tiempo,
destacando la auténtica pauta que incluye el pasado y
el futuro. El diseño aleatorio de los naipes nos lleva a
saltar por encima de las limitaciones de la conciencia.
Y sin embargo, esa conciencia limitada es la que debe
interpretar la lectura. Experimentamos a la vez el
verdadero estado del universo, en el cual todas las
cosas existen juntas, y nuestro propio conocimiento
de él, sumamente esclavizado al tiempo.
Experimentamos a la vez la verdad y la ignorancia.

365
El otro lado de la Ignorancia es la Certidumbre,
el estado de conocimiento de la realidad, y no de las
impresiones y los símbolos que nuestra limitada
conciencia se forma de ella. Mucha gente considera
que el éxtasis, la unidad con la luz de Dios, es el
objetivo supremo del místico o del ocultista. Pero,
como lo demuestran los Arcanos Mayores del Tarot,
el relámpago del éxtasis no es más que un paso a lo
largo del camino. La meta es la Certidumbre, el
estado de conocimiento allí donde antes sólo
podíamos conjeturar.

¿Cuál es la verdadera causa de cualquier acción


aislada? ¿Cuáles serán sus consecuencias, no sólo
para la persona que ha actuado, sino para otras, tanto
conocidas como desconocidas? Las pocas personas
que han alcanzado la Certidumbre pueden ver las
causas y consecuencias en el seno de la acción
misma. Los demás sólo podemos hacer conjeturas,
tanto respecto de esto como de mil cosas más.
Seguimos siendo Ignorantes.

Pero aun cuando no podamos acertar con la


verdadera interpretación de una lectura del Tarot, la
lectura, como tal, trasciende ese estado Ignorante y
sometido al tiempo. La lectura, independientemente
del lector, es vehículo de Certidumbre. Y si
trabajamos lo suficiente con las cartas, comparando
nuestras interpretaciones con los acontecimientos

366
subsiguientes, entregándonos cada vez más a las
imágenes, cultivando nuestra intuición, entonces a
veces podemos llegar a experiencias de Certidumbre,
de conocimiento del verdadero significado de algo. Y
si bien tales experiencias tienen su propio valor,
como más nos sirven es dándonos un sentido de la
orientación. Nos ayudan a percibir qué es lo que
queremos lograr.

Finalmente, la práctica de las lecturas del Tarot


nos en seña aún algo más. Como no son neutrales en
su actitud hacia la vida, como encaman ciertos puntos
de vista y ciertas creencias y renuncian a otros, los
naipes nos cambian. Con el tiempo —siempre con el
tiempo— empezamos a ver el equilibrio de las cosas,
la armonía estable en el seno del constante fluir y
cambiar de la vida. Tornamos conciencia de lo
Extraño que está siempre a la espera más allá de
nuestra experiencia ordinaria, aprendemos a
reconocer los dones que hemos recibido de la
existencia, y nuestra propia responsabilidad de
entenderlos y de usarlos. Y por encima de todo,
empezamos a captar la verdad que el Tarot trata de
transmitirnos: el universo está vivo, y lo que
podemos saber de nosotros mismos podemos saberlo
de todo.

367
Notas
[1]Estosvínculos provienen de la tradición del Tarot.
Algunos cabalistas usan un orden ligeramente
diferente.<<<
[2]Gorro que solía usarse como símbolo de dignidad
oficial o alto rango. (N. de la T.)<<<
[3]No se ha de confundir el «subconsciente con el
«inconsciente», entre cuyos atributos se cuenta
tanto el coraje como el verdadero conocimiento.
Del uso de estos términos como sinónimos ha
resultado una gran confusión. Aquí me valgo del
término «subconsciente para designar el material
—deseos, angustias, miedos, esperanzas—
reprimido por la mente consciente en su trato con
las realidades externas de la vida. El
«inconsciente» alude a la energía básica de la vida.
un ámbito del ser que trasciende el ego personal. El
subconsciente, a pesar de sus cualidades secretas,
es en realidad una extensión del ego En un sentido,
abarca el dominio absoluto del ego. aquel ámbito
donde éste no tiene ningún compromiso con la

368
realidad Porque no le preocupan las consecuencias,
el subconsciente es el que, con tal de evitar una
conversación desagradable, nos lleva a cruzar la
calle sin ver que viene un camión. El inconsciente,
por otra parte. nos equilibra y nos brinda apoyo al
unirnos con la gran fuente de vida que trasciende
nuestro ser individual. En los Arcanos Mayores, el
Colgado nos ofrece una poderosa imagen de esta
conexión vital.<<<

369
Índice
Arcanos Menores y Lecturas 1
Introducción 7
El mazo Rider 7
Los cuatro palos 18
El Tetragrámaton 29
Las cartas Portales 34
LOS ARCANOS MENORES 37
1 Las Varas 38
El Rey 42
La Reina 47
El Caballero 50
El Paje 52
El Diez 54
El Nueve 58
El Ocho 60
El Siete 62
El Seis 64
El Cinco 66
El Cuatro 68
El Tres 71
El Dos 74

370
El As 76
2 Las Copas 79
El Rey 83
La Reina 86
El Caballero 89
El Paje 93
El Diez 95
El Nueve 97
El Ocho 99
El Siete 102
El Seis 104
El Cinco 106
El Cuatro 109
El Tres 110
El Dos 112
El As 115
3 Las Espadas 119
El Rey 122
La Reina 126
El Caballero 128
El Paje 130
El Diez 132
El Nueve 134
El Ocho 137

371
El Siete 139
El Seis 142
El Cinco 145
El Cuatro 147
El Tres 149
El Dos 152
El As 154
4 Los Pentáculos 158
El Rey 161
La Reina 164
El Caballero 167
El Paje 169
El Diez 171
El Nueve 176
El Ocho 180
El Siete 182
El Seis 183
El Cinco 191
El Cuatro 195
El Tres 198
El Dos 201
El As 202
LAS LECTURAS 206
5 Introducción a la adivinación por el Tarot 207

372
El sentido común 212
6 Los tipos de lecturas 234
Los primeros pasos 234
La Cruz Celta 242
La cruz pequeña 244
La Base 249
El Pasado Reciente 251
El Desenlace Posible 252
El Futuro Inmediato 255
El Consultante 256
El Ambiente 257
Las Esperanzas y los Temores 257
El Desenlace 261
Ejemplo de una lectura 263
El Ciclo del Trabajo 278
La disposición: posiciones y
280
significados
Ejemplo de una lectura 289
El Árbol de la Vida 295
La estructura del Árbol 297
La tirada 302
Las posiciones y los significados 305
7 Cómo usar las lecturas del Tarot 319
La meditación 330
La creación de un «mandala» 341

373
8 Lo que aprendemos de las lecturas del
352
Tarot

374

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