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Revista Investigaciones en Educación, Vol.

VII, Nº 1: 39-39, 2007 39

DESARROLLO, APRENDIZAJE Y EDUCACIÓN EN LA


PSICOLOGÍA EDUCACIONAL CONTEMPORÁNEA

Marco Antonio Villalta Páucar1

Abstract

The present document offers global and related vision of the concepts of
development, learning and education, in three subjects of interest for the 21st
century educational psychology; 1) to explain the complexity of learning, 2) to
understand the relation between learning and culture, and 3) to comprehend the
transforming interaction between learning and human experience.

The progress and interaction of these concepts enhance the reflection and
practice of educational psychology, forming new subjects to be considered for the
improvement of educational processes. The main point in these subjects is the
generation and innovative arrangements of the communicative interactions in
education-learning contexts.

Resumen

En el presente documento se ofrece una visión global y relacionada de los


conceptos desarrollo, aprendizaje y educación, en tres temas de interés para la
psicología educacional del siglo XXI: 1) para explicar la complejidad del
aprendizaje, 2) para comprender la relación entre aprendizaje y cultura, y 3) para
comprender la interacción transformadora entre aprendizaje y experiencia humana.

1
Doctor en Ciencias de la Educación. Universidad Católica del Maule. Talca. Chile. E-mail:
mvillalt@ucm.cl
40 Revista Investigaciones en Educación, Vol. VII, Nº 1:40-40, 2007

El progreso e interacción de estos conceptos enriquece la reflexión y práctica


de la psicología educacional, configurando nuevos temas a considerar para el
mejoramiento de los procesos educativos. Estos temas tienen como eje la generación
y gestión innovadora de las interacciones comunicativas en contextos de enseñanza-
aprendizaje.

Introducción

Los conceptos, cuanto más procuran explicar la realidad objeto de


conocimiento y su variabilidad, se hacen más abstractos, complejos y,
paradójicamente, acotados. En otras palabras, aquel conocimiento que dichos
conceptos hacen posible, pierden amplitud, pero ganan profundidad en las realidades
que estudian. Algo de ésto ha pasado con los conceptos: desarrollo, aprendizaje y
educación.

Hasta inicios del siglo XX, el desarrollo humano era explicado con
categorías prestadas de las teorías biológico-evolucionistas en su carácter lineal y
continuo de complejidad progresiva de organización de los organismos; el
aprendizaje, definido como comportamiento ligado a la experiencia, era explicado
con categorías conceptuales prestadas de la psicología experimental; y la educación,
-en las políticas de expansión educativa- como los saberes y prácticas sociales que
las personas tienen que adquirir para estar integrados a la sociedad. La
complejización de dichos conceptos y los vínculos entre ellos, ha dado sentido y
campo de aplicación a la psicología educacional.

La Psicología educacional se consolida a lo largo del siglo XX, y su campo


de estudio se ha vinculado con todas las disciplinas dedicadas a la tarea de enseñar y
aprender. Los primeros psicólogos educacionales empezaron indagando los
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mecanismos del aprendizaje en su dimensión conductual y, casi simultáneamente,


estudiando el contexto institucional que influye en esta acción.

A mediados de siglo XX, los enfoques denominados humanistas de la


psicología norteamericana - que integran al psicoanálisis con la filosofía y terapias
orientales - se aplican al campo educativo, interesados en los factores vivenciales y
emocionales implicados en el proceso de aprender, posicionando como tema de
estudio entre los especialistas, el papel de los afectos y la motivación en los logros
cognitivos.

Asimismo, a lo largo del siglo XX se consolida la epistemología genética,


sacando al concepto de desarrollo desde el marco mecánico y de determinismo
lineal del proceso evolutivo, para colocarlo en la interacción con los sucesos del
entorno social, teorizando sobre el carácter construido del conocimiento y del
soporte biológico, en constante transformación, que lo hace posible (Piaget, 1986).

Se consolidan las teorías constructivistas, que dan valor protagónico a la


participación del sujeto para incorporar y transformar lo que aprende, cómo aprende
y para qué aprende e incluso, transformarse a sí mismo en este proceso. Con este
marco de referencia se desarrollan los enfoques cognitivos, cognitivos-conductuales,
y socioculturales, cuyas propuestas, sustentadas en los estudios de disciplinas como
la neuropsicología, antropología y psicología aplicada, han relativizado la
independencia de los campos de estudio asociados a los conceptos desarrollo,
aprendizaje y educación, y apuestan a su integración para analizar diversos
fenómenos y situaciones educativas.

En la actualidad, pocos especialistas negarían, por ejemplo, el aporte de la


teoría y práctica de inspiración constructivista en la educación, el carácter
multidimensional y contextualizado de la intervención educativa, el papel de la
resiliencia en el logro educativo, o la espiritualidad como una dimensión de la
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existencia que debe ser apoyada en su desarrollo desde la escuela. Los esfuerzos por
la integración conceptual representan el desafío teórico y práctico de la psicología
educacional del siglo XXI, en el conocimiento de las personas en contextos
educativos.

En el presente artículo se ofrece una visión global del estado de arte sobre el
vínculo entre los conceptos desarrollo, aprendizaje y educación. Se toma como
criterio organizador de la información, el carácter integrador o macrocomprensivo
presente entre los investigadores y especialistas contemporáneos.

En dicha perspectiva, se sostiene que los esfuerzos actuales de integración se


pueden dividir en tres tipos, considerando sus objetivos tácitos o explícitos: 1)
Integración para explicar un fenómeno educativo específico; 2) Integración para
explicar el vínculo del sujeto con los contextos sociales; y 3) Integración para
explicar la transformación del sujeto y su contexto.

Desarrollo, Aprendizaje y Educación, en Tres Esfuerzos de Integración


de la Psicología Educacional

Los términos desarrollo, aprendizaje y educación se integran en diferentes


ámbitos para explicar determinados fenómenos de la realidad que interesan a la
educación: el aprendizaje, el carácter social de la educación y el sentido trascendente
que tiene la educación para el individuo y para la sociedad. En ese orden se
desarrollan los temas.

Integración para Explicar un Fenómeno Educativo Específico: El Aprendizaje

Se comprenden aquí los enfoques de carácter psico y socio-cognitivo del


desarrollo y el aprendizaje humano. Estos enfoques, cuyo mayor desarrollo se da en
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la segunda mitad del siglo XX, aparecen como opción diferente a los modelos
conductuales en educación.

La línea cognitiva desarrollada por Piaget se convirtió hasta fines del siglo
XX en el modelo conceptual y operativo para evaluar y orientar la acción educativa
de sala de clase. En esta perspectiva, autores como David Ausubel (1998), ponen el
acento en el aprendizaje como resultado de la interacción entre estructuras de
conocimiento presentes en el sujeto y las nuevas informaciones a las que se enfrenta.
Ausubel distingue el aprendizaje significativo en oposición al aprendizaje
memorístico de la psicología experimental clásica. El aprendizaje significativo se
produce cuando se establece una relación sustancial entre lo nuevo y las estructuras
previas de conocimiento del sujeto.

Por otra parte, el enfoque conductual revisa e integra a su modelo teórico los
aspectos internos implicados en el aprendizaje individual, configurando una línea
cognitiva en su reflexión e investigación. Se puede citar en esta perspectiva a Robert
Gagné (citado en Vidal, 1992), como uno de los autores que desarrolla una teoría del
aprendizaje que, desde una perspectiva cognitivo-conductual interpreta el proceso
instruccional como la confluencia de Factores Internos (información anterior,
habilidades intelectuales y estrategias anteriores), es decir propios del individuo, y
Factores Externos (contigüidad, repetición y refuerzo), que refieren a las actividades
pedagógicas del docente.

Los avances en la neurociencia, específicamente en los estudios de


neuropsicología dinámica impulsados desde los años 1980, fundamentan y enfatizan
la interacción entre cerebro y conducta, cognición y funcionamiento cerebral,
consolidando las ciencias cognitivas (Portellano, 2005) en su explicación del
proceso de aprender.
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En la actualidad, se han diversificado las redes interdisciplinarias que


estudian el aprendizaje. Y algo similar sucede con los modelos teóricos. Se han
consolidado los enfoques del procesamiento de la información en el estudio de
temas como: la memoria, la metacognición y el pensamiento. Los hallazgos en
neuropsicología ofrecen bases conceptuales y empíricas para postular la
modificabilidad y adaptación de las estructuras cognitivas, como lo postula
Feuernstein. Por su parte, autores como Gardner han ampliado el concepto de
inteligencia y, con ello, resignificado el vínculo entre aprendizaje y emociones.
Pocos autores dudarían del papel que juega el entorno socio-cultural como elemento
modulador y que otorga sentido al proceso de aprender (Solar, 2002).

El desarrollo humano, implica desarrollo psicológico, y es una potencialidad


extragenética que tiene en la cultura y, específicamente en la educación, la
oportunidad para el desenvolvimiento de las potencialidades latentes del ser
humano. La finalidad de la educación en esta perspectiva es favorecer el crecimiento
intelectual, afectivo y social del niño, considerando que éste es resultado de procesos
endógenos que se pueden intervenir cuidando las condiciones necesarias del entorno
para su desarrollo (Bruner, 1998).

Entonces, el aprendizaje, además de consistir en un conjunto de conductas


adquiridas, como lo definían los conductistas ortodoxos, es una construcción de
estructuras internas que está en interdependencia con el entorno, definiendo el nivel
de desarrollo cognitivo de los educandos.

En tal sentido, la acción educativa consiste no solamente en la mera


transmisión de conocimientos y saberes culturales por parte de los adultos hacia los
educandos, sino en favorecer procesos de asimilación activo, participativo y
constructivo. El aprendizaje, en tanto desarrollo de estructuras para el conocimiento,
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está ligado a un medio social o cultural que lo favorece o lo dificulta. El fin de la


educación, es precisamente, ser un medio favorecedor de aprendizajes.

En síntesis, en la actualidad se entiende el aprendizaje como cambio en el


comportamiento a consecuencia del ejercicio o experiencia, que implica un proceso
individual en un medio cultural e interpersonal específico (Mietzel, 2003). Este
proceso está condicionado por el entorno y por las experiencias y expectativas del
sujeto, como lo han demostrado los enfoques cognitivos.

Cabe insistir en que la concepción del aprendizaje como proceso, integra de


mejor manera el carácter dinámico de las estructuras cognitivas y de las mediaciones
socioculturales, siendo la enseñanza una modalidad especializada de tal mediación,
configurando identidades y estados de conciencia de carácter personal y cultural.

Integración para Explicar el Vínculo Entre Aprendizaje y Contexto Educativo

La calidad y magnitud de la relación sujeto-entorno socioeducativo, es campo


privilegiado de estudio de las teorías que ponen el acento en el carácter socio-
histórico-cultural que tiene la realidad social. Se ubican aquí autores provenientes
de la sociología educativa y la psicología de orientación sociocultural. Entre éstos se
ubica el trabajo pionero de Vygotski, quien desde la psicología soviética de inicios
del siglo XX, desarrolla la psicología de la Actividad cultural.

Vygotski desarrolló una teoría en la que considera la actividad como el


núcleo central del aprendizaje y la humanización. La actividad es entendida como
proceso de transformación de la realidad a través de instrumentos mediadores. Esta
mediación se lleva a cabo a través de herramientas, que el sujeto utiliza para actuar
directamente sobre el entorno cultural, y signos que el sujeto incorpora,
transformándolo y transformando su acción en la cultura. El ejemplo prototipo es el
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lenguaje. Se puede señalar entonces que, en esta perspectiva, aprender es el paso de


la dependencia a la autonomía de la acción social.

El psicólogo Jerome S. Bruner, retoma a Piaget y a Vygotski y los integra a la


tradición psicológica experimental norteamericana. Para Bruner el desarrollo es una
realidad esencialmente cultural y el desarrollo cognitivo es necesariamente asistido
desde fuera (Bruner, 1998). La cultura es un mediador del desarrollo cognitivo.

Bruner describe el aprendizaje desde los conceptos de: variables de entrada o


“input” (motivación, memoria, potencia intelectual); variables de constructo o
“proceso” (maduración, adquisición de técnicas) y variables de salida o “respuesta”
(compatibilidad con los sistemas internos de representación enativa, icónica o
simbólica, y aplicación de conocimientos aprendidos). En la perspectiva de Bruner
el crecimiento cognitivo consiste en el dominio de técnicas que permiten resolver
problemas, denominando su teoría como aprendizaje por descubrimiento.

Otros autores como Gartón (1994) y Rogoff (1990), desarrollan la


perspectiva histórico-cultural de Vygotski en estudios que ponen en evidencia que
los grupos humanos se constituyen en un proceso integral, dinámico y continuo de
convencionalizar significados que hacen posible la comunicación. A esta
comprensión compartida se la suele llamar “espacio intersubjetivo” (Rogoff, 1990),
que al ser contexto intermental común, permite la construcción o
convencionalización de nuevos significados.

El niño participa en su cultura en sus relaciones sociales cotidianas, siendo la


observación, la imitación y la práctica, las modalidades comunes de aprender en
diversos contextos culturales (Rogoff, 1990; Vásquez, 2006). El adulto cumple un
rol de facilitador de la participación del niño en la cultura ofreciendo “andamiajes”,
es decir, procesos de enseñanza que faciliten el aprendizaje.
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Entonces, es el aprendizaje el que orienta el desarrollo de las potencialidades


humanas, entendidas como significados culturales históricamente establecidos, que
el educando alcanza, apropia y transforma, según los valores o principios que
orientan de modo dominante la acción social.

Se educa en interacción permanente con el contexto cultural. La cultura o el


entorno social no es entonces el espacio pasivo donde el sujeto aprende, sino es el
eje central para este proceso que simultánea y progresivamente constituye al ser
humano como tal. El concepto de desarrollo humano en estas teorías es explicado en
interdependencia con las dinámicas sociales. Es decir, se ha redescubierto la
capacidad del sujeto para aprender y discernir los cambios que son necesarios hacer
en sí mismo o en su entorno (Covey, 2001).

Se ha consolidado entonces un cuerpo de conocimientos que sostiene que, la


relación sujeto-contexto educativo no es lineal, sino compleja, que abre o cierra
posibilidades de desarrollo humano y sociocultural, según como se construyan las
mediaciones socioeducativas.

En esta perspectiva se ubican también las teorías de carácter socio-crítico que


conciben a la educación como espacio permanente de diálogo, conflicto y consenso
sobre los fines de la acción social (Bonal, 1998). Asimismo, estas perspectivas
redefinen la relación de subordinación que suele existir en la escuela entre los
contenidos a transmitir por sobre la relación pedagógica. Contenido educativo y
relación pedagógica se comprenden como las dos caras de una misma moneda: la
producción / transformación de la cultura y de la persona.

Integración para Explicar la Transformación de la Experiencia Humana

La psicología evolutiva de fines del siglo XX está fuertemente influenciada


por la perspectiva histórico cultural de vygotskianos y neo-vigotskianos, siendo un
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referente necesario para comprender de modo renovado el desarrollo humano y,


específicamente, el desarrollo psicológico.

En tal sentido, no puede ser ajeno a la psicología educacional contemporánea


el impacto de los cambios culturales vinculados al actual contexto de globalización
económica, en la experiencia de los estudiantes y el proceso de enseñanza-
aprendizaje. La globalización está transformando las identidad y tradiciones de las
organizaciones educativas (Vásquez, 2006).

Los conceptos Desarrollo, Aprendizaje y Educación, se enriquecen


recíprocamente esta vez para desarrollar modelos teóricos capaces de explicar la
experiencia humana. Este nuevo foco de integración conceptual se ve enriquecido
con los enfoques humanistas, transpersonales y bioecológicos.

El desarrollo psicológico es resultado de múltiples influencias, en las que


“los rasgos individuales no quedan perdidos, pero están lejos de ser los únicos”
(Palacios, 1999:28). La maduración biológica va imponiendo limitaciones y
abriendo posibilidades, en las cuales influye la cultura, que impregna el desarrollo
psicológico según el momento histórico expresado en el marco normativo de cada
época. Asimismo, cada grupo social se apropia de modo particular de las normas de
convivencia y, por su parte, el individuo incorpora la cultura de un modo que
comparte con su grupo social, y también de modo propio, acorde con su particular
proceso bio-socio-experiencial (Palacios, 1999).

Esto se expresa en el enfoque ecológico de Bronfenbrenner (1979, citado en


Papalia, 1996 y Palacios, 1999). El papel del contexto cobra importancia, expresado
en la sucesión de esferas interpenetradas: microsistema (familia, amigos, escuela),
referido a los agentes directos de socialización; el mesosistema (semejanzas y
diferencias entre los microsistemas), que refiere a las relaciones entre los agentes
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directos de socialización; exosistema (influencias indirectas desde las redes de


padres, profesores, servicios comunitarios, etc.), referido a agentes indirectos que
influyen en el proceso de socialización; y el macrosistema (que incluye las
anteriores, y tiene que ver con normas, leyes imperantes, cultura y cambios
históricos), que refiere a los patrones culturales que organizan la vida de pueblos.

La perspectiva ecológica ha sido aplicada para interpretar la experiencia


humana como síntesis de procesos de apropiación colaborativa de saberes en
procesos y contextos educativos específicos (Gómez, 1999; Herrera, Mathiesen,
Merino, Villalón y Suzuki, 2001; Mathiesen, Herrera, Recart y Merino, 2004).

El enfoque humanista apunta al desarrollo humano integral. Uno de los


pioneros del enfoque humanista que ha impactado profundamente en la educación es
el psicoterapeuta norteamericano Carl Rogers, quien denomina autorrealización a la
cúspide del desarrollo humano. Para Rogers, el aprendizaje no sólo es un proceso
cognitivo en un contexto apropiado, sino también es apasionarse por el
conocimiento, implica la promoción de un ambiente positivo que favorezca la
educación en tanto experiencia de libertad y creatividad (Rogers, 1996).

Asimismo, vinculado a los enfoques humanistas y transpersonales, Naranjo


(2004) propugna una educación holística que desarrolla la totalidad de la persona:
cuerpo, emociones, intelecto y espíritu. En tal perspectiva, el desarrollo humano es
el desenvolvimiento de todas estas dimensiones, y el aprendizaje, una experiencia
significativa que la integra de modo armónico. Esta perspectiva se concreta en la
propuesta del programa SAT – que por una parte alude a las palabras sánscritas
“ser” y “verdad” y, por otra, a las iniciales Seekers After Truth – que recoge dos de
los cuatro principios señalados por la UNESCO como propuesta de aprendizaje para
la educación actual: educación afectiva (“para la convivencia”) y educación
espiritual (“para ser”).
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La educación, en esta perspectiva, resignifica la transmisión de saberes


culturales en combinación armoniosa con las dimensiones afectivas, valóricas,
éticas y reflexivas de alumnos y profesores. Los especialistas de la educación
denominan al horizonte de esta combinación armoniosa de experiencias
intelectuales, afectivas y valóricas, como Objetivos Transversales, que se logran en
la experiencia de los participantes del proceso educativo y, también, en formas
vitalizantes de la vida colectiva en la escuela y desde la escuela al entorno social.

El concepto de educación amplía su campo de reflexión en el terreno


cognitivo para considerar la acción intencionada de promover los valores de libertad
y creatividad. El concepto de aprendizaje se interpreta como experiencia humana de
transformación integral. El concepto de desarrollo humano se entiende como el
despliegue de las potencialidades socio-psico-bio-espirituales. Esto ha dado nuevo
impulso a los estudios sobre temas como: la promoción de conciencia ambientalista
en los actores educativos (Toledo, 2003), el mejoramiento de la convivencia escolar
(Zegpi, 2005), el autoconocimiento, re-educación interpersonal y el cultivo espiritual
para el desarrollo de las potencialidades humanas (Naranjo, 2004).

A MODO DE CONCLUSIÓN

Los teóricos del paradigma de la complejidad señalan que los tiempos


actuales requieren nuevas formas de entender y construir conocimiento: “vivimos en
un mundo cada vez más complejo, interconectado, cambiante y lleno de
incertidumbres” (Morin y Kern, 1993; Laszlo, 1997; Touraine, 1997; Giddens,
1997; Castells, 1998, en Guillaumín, 2001). A decir de Guillaumín (2001) los
actuales cambios, propios de un mundo globalizado y tecnológico, configuran una
nueva realidad, que ha puesto en jaque a las instituciones y sus prácticas
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tradicionales. Hay una metamorfosis de los saberes, las ideas y los valores, sobre los
cuales se sostiene la cultura.

La diversidad, la variedad de conceptos y teorías en psicología educacional,


dan cuenta de los avances de las diversas corrientes de pensamiento por conocer la
realidad humana y educativa en sus variantes y complejidad. Todo esfuerzo
integrador debe dar cuenta de esta diversidad. Educación, desarrollo y aprendizaje
se integran en tanto componentes de la experiencia humana, hacia los cuales deben
apuntar las acciones educativas con el fin de revolucionar la aptitud del sujeto para
organizar y crear conocimiento sensible al sentido trascendente de su experiencia.

La concepción de desarrollo se ha alejado de sus raíces biológico-evolutivas


para considerar, con los avances de la neurociencia, el carácter permeable e
integrador del ambiente que se plasma en estructuras cognitivas que tienen correlato
en formas aún poco exploradas del funcionamiento neuronal, configurando la
experiencia humana o estado de conciencia en el ámbito individual que,
simultáneamente, junto a otros individuos configura la cultura. Sin cultura no sería
posible hablar de desarrollo humano propiamente tal.

La concepción de aprendizaje se aleja de los procesos especializados de la


memoria y la resolución de problemas para integrar los aspectos afectivos y
motivacionales que sostienen sus resultados. El aprendizaje propiamente humano no
es un hecho aislado sino interactivo intra e inter sujetos donde se encuentra que el
vínculo con otros es un vasto campo aún no explorado. Las investigaciones recientes
ponen en evidencia que los logros de aprendizaje de los alumnos no se explican
directamente desde la transmisión de contenidos sino de la reelaboración participada
de los mismos (Balocchi et al., 2004).
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La concepción de educación se aleja de las coordenadas históricas que


definen sus metas así como los límites de la misma, para promover el entusiasmo
por el conocimiento. En tal sentido, la meta es recuperar la utopía por la búsqueda
del saber, cuyo valor instrumental es sólo un elemento más, y no el determinante de
la acción del psicólogo educacional. Devolver o descubrir el valor de estimular la
razón es, en si misma, la meta de la Psicología Educacional.

En este momento social, caracterizado como sociedad del conocimiento, urge


que la educación promueva el desarrollo humano que equilibre el conocimiento
general y la especialización. La inter y la transdisciplinariedad deberán ser los
nuevos referentes del trabajo educativo de los docentes.

En efecto, el concepto de desarrollo, actualmente refiere a lo cognitivo


integrado a todas las otras dimensiones que los enfoques humanistas y
transpersonales denominan como holístico. Asimismo, el aprendizaje humano se
entiende como un proceso de apropiación de experiencias, lo que implica síntesis
personales de la interacción con los pares y educadores; de modo complementario,
la educación da significado y valor social a dicho proceso.

Así, desarrollo, aprendizaje y educación se vinculan para comprender y dar


respuesta a dos demandas que la sociedad y el sistema educativo plantean al sujeto
que aprende: a) el incremento de conocimientos y habilidades, y b) la puesta en
práctica de valores ciudadanos de respeto y tolerancia favorables a la convivencia
social. Estos aspectos componen la realidad educativa en la que interactúan los
profesores con sus colegas, con los directivos y con los alumnos, a la vez que
dichas interacciones sostienen y transforman la forma de dar respuesta desde la
escuela a dichas demandas (Villalta, 2000; Díaz, Marx y Villalta, 2003).
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En la actualidad son muchas las interrogantes cuyas respuestas permiten


revisar las prácticas pedagógicas de los docentes como promotoras del desarrollo
humano, aprendizajes significativos y educación integral: ¿Cómo los actores
educativos describen y valoran la forma y el contenido que comunican? ¿Qué
espacios de reflexión y meditación sobre la práctica educativa se dan? ¿Qué diversas
formas de entender el desarrollo individual y grupal están presentes? La psicología
Educacional contemporánea viene desarrollando reflexiones e investigación
orientada a responder al desafío actual de revitalizar el papel de la educación como
experiencia humanizadora de las personas y de las organizaciones que éstas
constituyen en su interacción comunicativa.

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Artículo Recibido : 03 de Mayo de 2007


Artículo Aprobado : 05 de Junio de 2007

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