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6 Armentrout Jennifer L.-Apollyon (IV) PDF
6 Armentrout Jennifer L.-Apollyon (IV) PDF
Staff Capítulo 20
Capítulo 1 Capítulo 21
Capítulo 2 Capítulo 22
Capítulo 3 Capítulo 23
Capítulo 4 Capítulo 24
Capítulo 5 Capítulo 25
Capítulo 6 Capítulo 26
Capítulo 7 Capítulo 27
Capítulo 8 Capítulo 28
Capítulo 9 Capítulo 29
Capítulo 10 Capítulo 30
Capítulo 11 Capítulo 31
Capítulo 12 Capítulo 32
Capítulo 13 Capítulo 33
Capítulo 14 Capítulo 34
Capítulo 15 Capítulo 35
Capítulo 16 Capítulo 36
Capítulo 17 Capítulo 37
Capítulo 18 Créditos
Staff
Moderadores
Fenix Dafne Candice Chienne Alpha
Traductores
Fenix Jeyly Carstairs
Dafne Arcangel
Jess Cin
Ysandre Sofh
Correctores
Dafne MaryJane
Esperanza.nino Patricia.01
M
i sangre punzaba por una pelea. Mis músculos gritaban que
querían participar. Mis pensamientos estaban cubiertos en
una embriagadora neblina ámbar de poder. Yo era el
Apollyon. Ejercía control sobre los cuatro elementos, y sobre el quinto y el
más poderoso akasha. Yo alimentaba al Dios Asesino. Yo era su gran
poder, el as en la manga. Yo era el principio y él era el final. Y juntos,
éramos todo.
Sin embargo, lo único que podía hacer era caminar de un lado a otro.
Enjaulada e impotente debido a las marcas grabadas en el cemento que
había encima de mí y por las barras elaboradas por un dios.
—Alex.
Por supuesto, no estaba sola. Oh no. Mi propio infierno personal era una
fiesta para dos. Bueno, en realidad era un trío... cuarteto de clases. Sonaba
más divertido de lo que era. Voces... habían tantas voces en mi cabeza.
—¿Te acuerdas?
Incliné mi cabeza hacia la derecha, sintiendo el estiramiento de los
músculos y el crujido de mis huesos. Luego repetí el mismo movimiento
hacia la izquierda, moví los dedos: el meñique, el anular y el medio... una y
otra vez.
—Alex, sé que puedes oírme.
Miré por encima de mi hombro, mi labio encrespándose por lo que
veía. Hombre, lo que haría con ese purasangre si tuviera un hueso de
TRex1. Aiden St. Delphi estaba al otro lado de los barrotes. Allí, él era una
fuerza inamovible. Pero sin las protecciones de Hefesto o Apolo entre
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nosotros, él se convertiría en algo intrascendente.
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1 TRex: abreviatura de Tiranosaurio Rex. Es una especie terrestre carnívora y muy peligrosa de
dinosaurios.
Mi mano voló por impulso propio hacia la rosa de cristal, sintiendo los
bordes suaves y delicados. Él lo era todo.
Sentí dolor agudo en mis sienes, y gruñí. Enviándole una mirada de
odio, le di la espalda, enfrentándome a la pared de cemento desnudo. —
Deberías haberme mantenido en el Elixir.
—Nunca debería haberte puesto en el Elixir —respondió él—. Ese no era
el camino para llegar a ti.
Me reí con frialdad. —Oh, ¿quieres llegar hasta mí?
Hubo una pausa.
—Sé que todavía estás ahí, Alex. Bajo esta conexión, sigues siendo tú:
la mujer que amo.
Abrí la boca, pero no había palabras, sólo recuerdos de estar parada
junto a la corriente diciéndole a Aiden que lo amaba. Y un sinfín de
pensamientos y acciones centradas en él. Meses —sino años— de
recuerdos, una y otra vez, hasta que ya no podía distinguir entre el
pasado, el presente y lo que iba a ser de mi futuro.
Como si sintiera que mis pensamientos se habían ido, él dijo—: Hace
unos días me dijiste que me amabas.
—Y hace unos días yo era tan alta como un cometa y me escondía en
armarios, gracias a ti —Me di la vuelta, justo a tiempo para verlo
estremecerse. Bien—. Tú me pusiste en el Elixir.
Aiden aspiró una bocanada de aire, pero no apartó la mirada por
vergüenza o culpa. Juntó fuerzas y sostuvo mi mirada, bloqueando en sus
ojos lo que sabía que él odiaba con cada fibra de su ser. —Lo hice.
Respiré profunda y pesadamente. —Voy a salir de aquí, finalmente,
Aiden. Y te voy a matar. Lentamente.
—Y asesinarás a todos los que me importan. Lo sé. Hemos hablado ya
de eso. —Se apoyó en los barrotes. Esta vez no había ni un rastro de barba
en su rostro. Estaba usando su uniforme de Centinela; todo negro. Pero
había sombras oscuras bajo sus llamativos ojos.
—Sé que no me harás daño si sales —continuó—. Creo en eso.
—Triste.
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—¿Qué cosa?
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—Él está ahí ahora, ¿verdad? —La ira se profundizó en la voz de Aiden.
Las barras se sacudieron otra vez. Al paso que estaba yendo, sus nudillos se
iban a hacer papilla. Al igual que mi cerebro—. No le hagas caso, Alex.
La risa de Seth era como astillas de hielo. ¿Sigue ahí? Miéntele, Ángel. A
continuación, corre. Nadie podrá detenerte.
Tiré de mi cabello hasta que delgadas agujas apuñalaron mi cuero
cabelludo.
—Alex, mírame. —El filo de desesperación en la voz de Aiden alcanzó
una parte de mí con la que no estaba del todo familiarizada. Mis ojos se
abrieron y se dispararon a los suyos. Eran plateados al igual que la luna.
Ojos hermosos—. Juntos podemos romper el vínculo entre tú y Seth.
Dile que no quieres romper el enlace.
Era increíble... y escalofriante lo mucho que Seth podía ver y oír cuando
nos conectábamos. Era como tener a otra persona viviendo dentro de mí.
—Alex —dijo Aiden—. Incluso si tú se lo dieras, él te drenaría como lo
haría un daimon. Tal vez él no querría hacerlo, pero lo haría.
Mi corazón tropezó. Había sido advertida antes por mi madre, hace
unos meses. Fue una de las razones por las que había querido que me
transformara en un daimon. Una razón completamente ilógica, pero aun
así...
Yo nunca te haría eso, Alex. Todo lo que quiero es mantenerte a salvo,
para hacerte feliz. Liberar a tu padre es lo que quieres, ¿no? Juntos
podemos hacer eso, pero sólo juntos.
—No voy a renunciar —dijo Aiden. Un bendito silencio se extendió
durante unos instantes—. ¿Oyes eso, Seth? Eso no va a suceder nunca.
Él es molesto.
Ambos son molestos. Entonces dije en voz alta—: No hay nada a qué
renunciar, Aiden.
Sus ojos se estrecharon. —Hay de todo.
Esas palabras me parecieron extrañas. “Todo” era un fantasma de lo
que fue y nunca podría ser. Todo había cambiado en el momento en que
me había conectado a mi Seth. Era difícil de explicar. Meses atrás, cuando
había tenido problemas para dormir, la conexión entre nosotros había
calmado mi cuerpo y mente. Bueno, esto era como eso.
No había un yo en esto. Algo así como no había sabido de Seth antes
de que hubiera Despertado. Entendí eso ahora. Cuánto había luchado
por estar cerca de mí, luchando por no dejarse atrapar por lo que me
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estaba pasando. Ahora éramos sólo nosotros, un solo ser que existe en dos
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Pero mi imagen de Seth floreció antes que yo. Tenía el pelo rizado
alrededor de sus mejillas y del color de un tejido de oro. Me recordaba a
las pinturas de Adonis. Pero Adonis no era rubio. A través del conocimiento
de los Apollyons anteriores, sabía que su cabello había sido castaño.
¿Dónde estás? le pregunté.
Yendo hacia el norte, Ángel. ¿Estás en el norte?
Suspiré. No sé dónde estoy. Hay bosques que me rodean. Y un arroyo.
No es de utilidad. Hubo una pausa, e imaginé la sensación de su mano
en mi mejilla, trazando la curva del hueso. Me estremecí. Te extraño, Ángel.
Esas semanas cuando estabas oculta de mí, me volvía loco.
No respondí. No había extrañado a mi Seth. Mientras había estado bajo
la influencia del Elixir, ni siquiera había sabido que existía.
Seth se rió entre dientes. Haces maravillas para mi autoestima. Se
supone que tienes que decir que también me extrañaste.
Rodando sobre mi espalda, traté de ejercitar la torcedura de mi pierna.
¿Cómo va a ser cuando te transfiera mi poder?
Hubo una pausa y empecé a ponerme nerviosa. No dolerá, su voz era
un susurro. Será como cuando nos tocamos antes, cuando aparecieron las
runas. Te gustó eso.
Lo hizo.
Hay algunas palabras, nada enorme, y luego voy a tomar tu poder. No
te voy a vaciar, Alex. Yo nunca haría eso.
Y yo le creí, así que me relajé. ¿Cuál es el plan, Seth?
Sabes cuál es el plan.
Él quería sacar a los Doce Olímpicos antes de que encontraran una
manera de deshacerse de nosotros. La leyenda decía que sólo éramos
vulnerable a otro Apollyon, pero ninguno de los dos estaba confiábamos
en esa creencia. Las leyendas y los mitos menos conocidos eran algo que
todos los Apollyons habían tratado de descubrir. Pero una vez que los
dioses estuvieran fuera de la imagen, nosotros gobernaríamos. O Lucian
gobernaría. Ni lo sabía ni me importa. Todo lo que quería era estar cerca
de mi Seth. Yo estaba teniendo un caso loco de ansiedad por separación.
No. ¿Cuál es el plan para que podamos estar juntos?
La aprobación de Seth me recorrió como el cálido sol de verano. Yo
disfrutaba de ella, como un buen cachorro con el estómago lleno. Con el
tiempo, van a mostrar una debilidad. Siempre lo hacen. Especialmente St.
Delphi. Tú eres su debilidad.
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Me retorcí. Lo soy.
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12
Página
Dos
Traducido por Dreams of Glass
Corregido por Mar¡Cipriano
T
iempo después —no sabía si era de noche o de día, o cuánto
tiempo había dormido—, estaba sola. Aiden no estaba
sentado en la silla mirándome. Seth no estaba en el otro extremo
del lazo color ámbar. Eso era un lujo.
Mis pensamientos estaban claros.
Me levanté y caminé hacia las barras. Parecían normales, titanio
plateado, pero era la malla fina que le rodeaba el problema.
La cadena de Hefesto era una verdadera perra.
Respirando profundamente, agarré los barrotes y apreté. Un destello
de luz azul llegó por encima de las barras, ondeando a lo largo del techo y
sobre la marca, como humo lleno de brillo.
—Maldición —murmuré, retrocediendo.
Traté de llamar al akasha. Nada se movió dentro de mí, ni siquiera un
destello. Levantando la mano, opté por algo más pequeño. Bueno,
pequeño para mí.
Llamé al fuego.
Yyyyyy... no había nada.
Cuando había despertado, el poder había estallado libre, inundando
mis venas; un poder tan alto que podría haber tirado el techo. Tenía el
éter que los daimons anhelaban. Había tenido sólo una muestra de ello. Y
no lo había sentido desde que Apolo me había golpeado con su maldita 13
ráfaga de dios.
Imbécil.
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estaban allí.
Fueron separados completamente. Se habían ido con el capricho del
pasado...
Aiden era mi pasado.
No. No. No. Esa pequeña voz estaba de vuelta. Aiden es el futuro. Por
alguna razón pensé en ese maldito oráculo, la Abuela Piperi. Saber la
diferencia entre la necesidad y el amor, había dicho ella. No había
ninguna diferencia. ¿No podría haber tratado de enseñarme cómo salir de
estos barrotes?
Aiden me soltó, sus ojos tan duros como los muros de cemento.
Retrocedió mientras yo llevaba mi comida para el colchón.
Sorprendentemente, me dejó comer en silencio.
Después… no tanto.
Hoy Aiden quería hablar de nuestra primera sesión de entrenamiento y
lo mucho que aparentemente le había molestado porque yo no paraba
de hablar. Cuando llegó a la parte en la que imité su voz, empecé a
sonreír. Él había estado irritado e inseguro de cómo manejarme.
Los ojos de Aiden brillaron al mismo tiempo que mis labios temblaban.
—Dijiste que sonaba como un padre.
Lo hice.
—También dijiste que ibas a tener que dejar tu hábito de crack cuando
mencioné las reglas. —Aiden sonrió.
Mis labios casi respondieron ante eso. Y no me gustó. Hora de
cambiar de tema. —No quiero hablar de esto.
Aiden se reclinó en la silla plegable de metal. La cosa tenía que ser
incómoda. —¿De qué quieres hablar, Alex?
—¿Dónde ha estado Apolo? Ya que es mi gran-lo que sea, me siento
poco querida.
Se cruzó de brazos. —Apolo no está por aquí.
Oh, interesante descubrimiento. Mis pequeños y viejos oídos se
agudizaron. —¿Y por qué no?
Su mirada estaba igualada. —¿Realmente crees que voy a decírtelo
cuando irás corriendo de vuelta para decirle a Seth?
Puse mis pies descalzos en el frío suelo y me levanté. —No voy a decir
una palabra.
Aiden me lanzó una mirada suave. —Llámame loco, pero no te creo.
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Caminando hacia las barras, mantuve un ojo en su expresión. Mientras
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voluntad, ¿no?
—Sí —dije lentamente, cada vez más incómoda.
—¿Cómo te hizo sentir eso?
Mis manos se apretaron en los barrotes. —¿Qué eres ahora? ¿Un
psicólogo?
—Sólo responde la pregunta.
Cerrando mis ojos, me apoyé en los barrotes. Podría mentir, pero no
había realmente una razón. —Lo odiaba. Traté de matar a Lucian con un
cuchillo de carne. —Obviamente eso no había salido como planeaba—.
Pero no entendía entonces. Lo hago ahora. No tengo nada que temer.
Silencio, y luego Aiden estaba justo en frente de mí, su frente
tocando la mía a través de los barrotes. Sus grandes manos estaban sobre
las mías y cuando habló, su aliento era cálido. No me aparté, y no
entendía por qué. Estar tan cerca de él no estaba bien en muchos niveles.
—Nada ha cambiado —dijo en voz baja.
—Yo lo he hecho.
Aiden suspiró. —No lo has hecho.
Abrí los ojos. —¿Alguna vez te aburrirás de esto? Tienes que hacerlo,
con el tiempo.
—Nunca —contestó.
—Porque no te rendirás conmigo, ¿no importa lo que te diga?
—Exactamente.
—Eres muy terco.
Los labios de Aiden formaron una media sonrisa. —Yo solía decir lo
mismo de ti.
Mi ceño se frunció. —¿Y ahora no puedes?
—A veces no sé ni qué decir. —Llegó a través de los barrotes y las
puntas de sus dedos rozaron mi mejilla. Un momento después, apoyó toda
su mano contra mi mejilla. Me estremecí, pero él no quitó su mano—. Y hay
momentos en los que dudo de todo lo que hago.
Él inclinó mi cabeza hacia atrás para que mis ojos se encontraran con
los suyos. —Pero no dudo ni por un segundo, que lo que estoy haciendo
ahora, es lo correcto.
Muchas réplicas salieron a la superficie, pero se desvanecieron cuando
una pequeña voz dentro de mí intervino. Yo lo daría todo por ti...
Un nudo se formó en la parte posterior de mi garganta. De repente,
esta celda era demasiado pequeña. El sótano era demasiado apretado y
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la poca distancia entre Aiden y yo me ahogaba. Mi corazón estaba
Página
2 Charmed: (Hechiceras) Serie de televisión que narra el cambio en la vida de las tres
hermanas Halliwell —Prue, Piper y Phoebe.
Aiden soltó una risa seca. —Cuando los olímpicos derrocaron a los
Titanes, la mayoría fueron encarcelados en el Tártaro. Phoebe no era uno
de ellos. Y tiene un cariño especial por sus hijos.
Destrozándome los sesos para recordar quien era ella, me encontré con
las manos vacías. —¿Quién?
—Leto —respondió—. Quién a su vez dio a luz a Apolo y Artemisa.
Me quejé. —Por supuesto. ¿Por qué no? ¿Entonces Apolo pidió a su
abuela un poco de sangre? Genial. Pero no entiendo cómo funciona. —
Hice un gesto a mí alrededor. —¿Cómo está reteniendo mis poderes?
—La sangre de Titán es muy poderosa. Sabes que las dagas bañadas
en sangre de Titán pueden matar a un Apollyon. —Cuando le envié una
mirada duh, su sonrisa se estrechó—. Mezclar eso con la sangre de su
propio linaje, bueno, tiene la capacidad de evitar que te lastimes a ti
misma.
—O de lastimarte a ti —le espeté.
Aiden se encogió de hombros.
La ira bombeaba a través de mi sangre como un veneno; sin ninguna
forma de expulsarla, estaba seriamente a segundos de volverme loca.
Estiré mis piernas, luego mis brazos. En mi cabeza, me imaginé a mí
misma corriendo y pateando a Aiden en la espinilla.
Hubo un suspiro desde el otro lado de los barrotes.
A veces me preguntaba si tenía la habilidad de leer la mente.
—Odio esto —admitió Aiden en voz tan baja que no estaba segura de
que lo hubiera escuchado. Se volvió, dándome la espalda—. Odio que
Seth no ha hecho otra cosa que jugar contigo —mintiéndote— y que tú
has confiando en él. Odio que esta conexión sea más importante que todo
lo demás que está pasando ahí afuera.
Yo estaba a punto de discutir, pero mi Seth sí me había mentido.
Probablemente había estado jugando conmigo desde el momento en que
había descubierto que era el segundo Apollyon. No hay duda de que
Lucian lo había hecho.
La inquietud se deslizó por mi espina dorsal, dejando escalofríos a su
19
paso.
Página
20
Página
Tres
Traducido por Ysandre
Corregido por Dafne
C
uando mi Seth decidió presentarse en el otro lado del arco iris,
yo estaba de mal humor y él estaba... bueno, no estaba
precisamente irritado. Hubo, uh, cosas que dijo a través de la
conexión que no estaban bien.
¿Me distrajo? Sí.
¿Aceptable en mi estado de ánimo? No.
Quiero salir de aquí, le dije mentalmente, sorprendiéndolo. No puedo
soportarlo más. Aiden... él...
La desaprobación de Seth era como hojas de afeitar dando vueltas en
mi cabeza. ¿Aiden qué?
¿Qué podía decirle a mi Seth? ¿Qué Aiden me estaba haciendo
pensar? Aiden habla mucho.
Su risa cosquilleó en mi nuca. Lo hace. Ángel, esto no va a durar
mucho. Lucian nos ha hecho un gran favor.
¿Con quién? ¿El club Bata Blanca del Mes?
Otra risa agradable me erizó. Digamos que me ha dado un
interminable suministro de carnada e influencia.
Rodé los ojos mentalmente. Sí, no lo entiendo.
Hubo una pausa, y pude sentir lo que Seth quería a través de la unión.
Estaba de un humor juguetón, pero esta conversación era demasiado
importante para joder. Finalmente, me respondió. Los puros que se han 21
resistido contra nosotros han demostrado ser útiles.
¿Cómo es eso?
Página
inocentes...
Alejé mis pensamientos rápidamente, a punto de perder la conexión
con mi Seth.
Ángel, ¿cómo crees que los daimons se metieron en Catskills en primer
lugar? Viste la seguridad allí. ¿Y el salón? Sólo había dos entradas, y ambas
estaban custodiadas. Una de las puertas pertenecía a la guardia de
Lucian.
Sospechando que Lucian había estado detrás de estos ataques era
una cosa —yo no puse nada más allá de ese hombre— ¿pero mi Seth? Él
no podía estar de acuerdo con eso. Creer que el formó parte de todas las
muertes de estas personas inocentes era aceptar algo horrible. Lo que mi
Seth quería, yo lo quería, pero los daimons... ellos eran y siempre serían el
enemigo.
Los enemigos pueden ser aliados en la guerra, Ángel
Oh, mis dioses. Una enorme, maldita, parte de mí del tamaño de un
cráter no podía procesar lo que estaba diciendo mi Seth. Luché contra la
fuerza de sus emociones, emergiendo como si me estuviera ahogando,
luego tragando aire.
Había tanta gente inocente, razoné. Imágenes espantosas de la
masacre llegaron una tras otra; los sirvientes en el salón con las gargantas
desgarradas, los Centinelas y Guardias a los que les habían sacado las
vísceras y luego arrojados a través de ventanas.
Ellos no importan, Ángel. Sólo nosotros importamos, sólo lo que
queremos importa.
Pero esas personas si importaban. Nosotros podríamos haber sido
asesinados, Seth. Mi padre podría haber sido asesinado.
Pero no lo fue, y yo nunca dejaría que te pasara nada. Nada lo hizo.
Habíamos estado separados durante el ataque. Y si mi memoria no
fallaba, había estado a punto de ser pisoteada hasta la muerte. Por no
hablar de que había tenido que luchar sola contra las Furias. No estoy
segura de cómo había exactamente impedido mi muerte en todo eso.
Ángel, necesitábamos que esto pasara. Los daimons me ayudarán a
llegar ti. ¿No querías eso? ¿Para que estuviéramos juntos?
Sí, pero…
Entonces confía en mí. Queremos las mismas cosas, Ángel.
Las palabras de Aiden volvieron a mí, y me retorcí en mi propia piel.
¿Seth? Tú... tú no estás haciéndome querer algo ¿no? ¿No me estás
23
influyendo?
Página
***
Aiden regresó con la comida, y trajo compañía con él esta vez: mi tío
Marcus. El hombre de hecho estaba siendo medio decente conmigo.
Irónico. Comí y bebí mi agua como una buena cautiva.
Y ni siquiera grité algo insultante.
Pensé que merecía una recompensa, como tiempo fuera de la celda o
algo, pero eso era pedir demasiado. En su lugar, Marcus me dejó para ir a
ver lo que los otros estaban haciendo. Tan pronto como se cerró la puerta
de arriba, Aiden se sentó con su espalda apoyada contra los barrotes.
Valiente, hombre valiente... o realmente estúpido; era como echar una
moneda al aire. Yo podría fácilmente transformar la sábana en un lazo y
deslizarla alrededor de su cuello antes de que él tuviera oportunidad de
reaccionar.
Pero me senté, mi espalda casi contra la suya. Las llamaradas azules de
las cadenas parecieron más débiles. El silencio se extendió, extrañamente
reconfortante. Pasaron los minutos y los tensos músculos de mi espalda se
relajaron. Antes de darme cuenta, estaba apoyada contra los barrotes... y
la espalda de Aiden.
Mi anterior conversación con Seth me había dejado un sabor extraño
en la garganta y una bola de nudos en mi estómago. ¿Tal vez era por eso
que no sucumbía ante mi instinto asesino de poner la sabana alrededor del
cuello de Aiden? Oportunidad perdida, supuse.
Bajando la barbilla, suspiré. Lo que mi Seth quería, yo lo quería, pero...
¿daimons? Froté mis manos sobre mis rodillas dobladas y suspiré de nuevo,
más fuerte, como un niño malhumorado. 24
La espalda de Aiden se torció mientras él giraba su cabeza. —¿Qué,
Alex?
Página
—Nada —murmuré.
—Hay algo. —Se recostó, inclinando su cabeza contra la barra—. Tienes
ese tono.
Le fruncí el ceño a la pared. —¿Qué tono?
—El tono “tengo algo que quiero decir pero no debería”. —Había un
poco de humor filtrado en su voz—. Estoy muy familiarizado con él.
Bien… maldición. Mi mirada cayó sobre mis manos. Los dedos estaban
bien, supongo. Pero mis uñas estaban estropeadas y cortas. Manos de una
Centinela—una Centinela que ha matado daimons. Empujé hacia arriba la
manga de mi suéter. Pálidas marcas blancas de mordidas cubrían mi brazo
derecho. Las marcas en forma de media luna eran un dolor que ocultar y
estaban en ambos brazos, así como en mi cuello. Eran tan feas, un
repugnante recordatorio de cuando fui atrapada por ellos.
Y no importaba lo mucho que lo intentara, no podría eliminar de mi
cabeza los rostros de todos aquellos mestizos degollados en Catskills... u
olvidaría la mirada en el rostro de Caleb cuando vio la hoja incrustada en
su pecho—una hoja que había sido esgrimida por un daimon.
Caleb estaría tan… decepcionado que ni siquiera podía imaginarlo, si
no decía algo.
Pero mi Seth estaría cabreado. Especialmente si husmeaba en mis
recuerdos, y quería que estuviera feliz conmigo. Quería—
No quería trabajar con daimons. Sería como una bofetada en la cara a
todos aquellos que habían muerto a manos de ellos —mi mamá, Caleb, los
sirvientes inocentes— y mis cicatrices.
Mi Seth... él sólo tendría que entenderlo. Él lo haría, porque me amaba.
Decisión hecha, tomé una respiración profunda. —Solo para que lo
sepas, no estoy diciéndote esto porque tenga algo que ver contigo. ¿De
acuerdo?—
Se rió sombríamente. —Yo nunca pensaría una cosa tan loca.
Hice una mueca. —Sólo te estoy diciendo porque no creo que sea
correcto. Va contra algo... inherente a mí. Tengo que decir algo.
—¿Qué, Alex?
Cerrando mis ojos, respiré profundamente. —¿Te acuerdas de cómo
Marcus pensó que había más en los ataques daimon, especialmente en el
de Catskills?
—Sí.
25
—En cierto modo me pareció que era Lucian, especialmente en la
Página
reunión del Consejo. Tomó sentido. Crear caos y lo que sea hace que sea
más fácil para la gente que quiere derrocar y tomar el control. —Pasé un
dedo sobre la parte carnosa de mi codo—. De todos modos, los ataques
daimon, aparentemente, han sido orquestados por Lucian y... Seth.
La columna vertebral de Aiden se puso rígida contra la mía. No hubo
respuesta. Se quedó callado durante tanto tiempo que me removí
alrededor. —¿Aiden?
—¿Cuántos? —Su voz era ronca.
—Todos ellos, creo —le dije, la culpa masticaba en mi interior. Estaba
traicionando a mi Seth, pero no podía quedarme callada—. Han
encontrado una manera de controlar a los daimons.
Bajó su cabeza y sus grandes hombros rodaron. —¿Cómo?
Apoyada en mis rodillas, me agarré de los barrotes ignorando el débil
pulso de la luz azul.
—Ellos... ellos están utilizando puros como motivación. Los que están en
contra de ellos—nosotros, quiero decir nosotros.
Aiden se giró tan rápido, que solté los barrotes y me tiré hacia atrás. Sus
ojos ardían plateados. —¿Sabes dónde están manteniendo a esos
puros?—
Sacudí mi cabeza.
Sus pestañas bajaron. —¿Sabes por qué ellos harían algo como esto?
El disgusto en su voz era comprensible. Froté mis palmas sobre mis
muslos. ¿Por qué estaban haciendo esto? Para crear discordia, era
evidente. Con daimons atacando por la izquierda y derecha, el Consejo
estaría distraído. Los dioses tenían dudas desarrolladas sobre la capacidad
de los puros para controlar las hordas de daimons y había enviado furias
como resultado. Y ahora, me serviría como una distracción para escapar.
Como ellos iban a manejar eso no lo sabía. Y si la tenue luz azul era una
indicación, no sería necesario.
—No. No lo sé.
Sus ojos se encontraron con los míos y nuestras miradas se trabaron. —
¿Por qué me dices esto? Estoy seguro que Seth no lo apreciará.
Aparté la vista. —Te lo dije. No es justo. Esos puros...
—¿Son inocentes?
—Sí, y Caleb... él fue asesinado por un daimon. Mi madre fue
convertida por uno. —Mi respiración se transportó a través de mí y me
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quedé quieta—. Yo quiero lo que Seth quiere, pero no puedo apoyarlo en
Página
esto. Él lo entenderá.
Aiden echó la cabeza hacia atrás. —¿Lo hará? Sabes que yo voy a
enviar esta información. Se obstaculizarán sus planes.
Envolví mis brazos alrededor de mi cintura. —Él lo entenderá.
Tristeza fluyó en su expresión y bajo su mirada. —Gracias.
Por alguna razón, la ira desbordó y quise atacar. —No quiero tus
gracias. Es la última cosa que quiero.
—Las tienes. —Se paró en un fluido movimiento—. Y tienes mi
agradecimiento más de lo que crees.
Confundida, le devolví la mirada. —No lo entiendo.
La sonrisa de Aiden era estrecha, teñida con esa tristeza que estaba
presente siempre que me miraba, como si yo fuera una desafortunada
criatura que provocaba dolor dondequiera que fuera. Detrás de esa
tristeza, sin embargo, no había más que pura determinación.
—¿Qué? —le dije, cuando no contestó.
—Me has dado la esperanza que necesito.
***
Mi Seth no estaba loco porque se me había ido la lengua. Yo ni siquiera
había intentado esconderlo de él. Tan pronto como nos conectamos, le
dije lo que había hecho. En todo caso, parecía que lo había esperado. Y
eso no lo entendía, pero de cualquier manera, él no quería hablar al
respecto.
Me contó acerca de su infancia, era un Seth diferente, un lado de él
que raramente había visto. Cuando empezó a hablar de su madre, la
vulnerabilidad se filtraba a través de la conexión, como si hablar de su
madre lo desconcertara.
¿Cuál era su nombre? le pregunté.
Callista.
Bonito.
Ella era muy hermosa. Alta y rubia, como una diosa. Sus palabras
quedaron dormidas por un momento. Teniendo en cuenta la referencia en
tiempo pasado, supuse que ella había muerto. Pero ella no era amable, 27
Ángel. Era fría e inaccesible, y la mayoría de las veces, cuando me
miraba, había siempre odio en sus ojos.
Página
29
Página
D
espués de que la comida fuera servida al día siguiente,
deambulé sola por mi celda. Algo estaba pasando arriba—
puertas se abrían y se cerraban de un portazo, golpeteos de
pies y gritos felices.
Curiosa, fui a los barrotes y me esforcé por oír más. La conversación
estaba demasiada amortiguada como para inventar ideas o cuentos
sobre quién era, pero alguien había llegado. Y no era un dios. Lo sabría si lo
fuera. Su esencia era fuerte, algo que podía sentir dentro de mí.
El contacto con los barrotes, me dio la respuesta. El resplandor azul
estaba desvaneciéndose. Toma eso, Seth. ¿Significaba eso que la marca
anterior también se desvanecería sin un refuerzo? Buenos dioses, eso
esperaba. Busqué por la conexión, deseando contarle sobre el nuevo
descubrimiento. Seth estaba allí, pero no hablaba. Estaba con Lucian, al
menos sabía eso. Lo que fuera que estaba siendo discutido estaba mudo
para mí.
Mi aversión se elevó inmediatamente en respuesta a la presencia de
Lucian. Obviamente tendría que superarlo, pero iba a ser difícil. Yo nunca
sería una fan de mi padrastro.
Saliendo de la conexión, me pregunté qué estaba haciendo Aiden. Él
por lo general dedicaba gran parte de su día a estar sentado en esa silla
plegable, meditando frente a mí.
Me has dado la esperanza que necesito.
¿Esperanza de qué? ¿Un "felices para siempre" para nosotros?
30
Me encontré a mí misma en el pequeño y blanco baño, mirando en el
apestoso espejo sobre el lavabo. La cosa estaba prácticamente
Página
estaba cerca de empujarme a una esquina. — ¿De verdad crees que eso
es lo que va a suceder una vez que tengan éxito en la erradicación de
todos los Consejos? ¿Qué Lucian va a liberar a los mestizos y todo el mundo
va a amarse los unos a los otros?
Abrí la boca, pero él siguió. —Y vamos a pretender que eso no es
absurdo y todos estaremos en lo alto en píldoras de la felicidad. Los dioses
nunca van a permitirlo. Ellos se arriesgarán exponiéndose a todo el mundo
mortal para detenerte. Personas inocentes morirán. Tú morirás.
Mi corazón se aceleró un poco. —¿Así que no debería hacer nada?
—No ¿No lo sabes? La suprema arte de la guerra es someter al
enemigo sin lucha.
—Y quienquiera que propuso eso era un completo y absoluto idiota.
Para ganar la guerra, el enemigo debe ser despojado de su esqueleto y
destruido.
Sus ojos se estrecharon. —Eres una idiota.
Mis labios temblaron. —Cállate.
Caleb desvió la mirada. —Alex, tienes que romper el vínculo con Seth.
Rómpelo y entenderás todo.
—No. —Retrocedí, pasando mis manos lo largo de mis caderas—. Tú me
dijiste que no renunciara a Seth. ¿Y ahora quieres que lo haga?
—No quiero que renuncies a él —dijo él, su voz adquirió un filo
suplicante—. Aún hay esperanza para él, pero sólo si realmente puedes
llegar a él. Y siendo el jefe del Club de fans de Seth no vas a hacerlo.
Me reí entonces. —Eso fue lo eras cuando estabas… ya sabes,
alrededor. Tú realmente estabas flechado con él.
—Y todavía lo estoy. Él es bastante impresionante, pero ahora él está en
lo más alto de su poder. Como un adicto a las anfetaminas. No. Mejor aún.
Un adicto al crack y un adicto a las anfetaminas todo en uno. Está fuera
de control. Buen Dioses, ¡está trabajando con Daimons! Y si tú sales de aquí
y te conectas con él; ¿transferirás tu poder a él? Eso será todo, Alex. Te
drenará hasta secarte sin intención.
Di un grito ahogado. —Nunca haría eso.
—El podrá no pensarlo, Alex. Pero lo hará. Y una vez que lo haya hecho,
se convertirá en un Dios Asesino y nadie te necesitará. —El agitó su cabeza
con tristeza—. Eso es si tú siquiera llegas a él. Apolo te detendrá. Cada dios
vendrá aquí para detenerte.
34
Sacudiendo mi cabeza, me negué a creer eso. Mi Seth nunca me
Página
35
Página
1MarioGo Kart: es un videojuego de carreras para Nintendo Wii en la que aparecen los
personajes de la serie (también de videojuego) de Mario.
Cinco
Traducido por Ysandre
Corregido por Mar¡Cipriano
T
uve la impresión de que Caleb había fallado de alguna manera
después de que él se fue, y solo esperaba que no lo castigaran. No
pensé que Apolo le haría algo, pero de nuevo, ¿qué sabía yo?
La visita de Caleb me dejó hecha trizas. Encerrada y sin manera de
expulsar la energía, me paseaba por la celda. Una parte de mí quería
enfurecerse y gritar. Otra parte de mí quería sentarse y llorar como un
bebé. Ver a Caleb fue como un regalo, pero todo lo que habíamos hecho
fue discutir. Eso me dejó una piedra en el estómago que seguía tirando de
mí hacia abajo, muy abajo.
Cuando Aiden apareció con una bolsa de comida rápida, casi me
lancé hacia él, porque me estaba muriendo de hambre. Y... tuve el
impulso más extraño de hablarle de Caleb.
—¿Quién está aquí? —le pregunté entre un bocado y otro de una
misteriosa carne.
Él no contestó.
Rodé mis ojos, terminando mi hamburguesa. Hurgando en la bolsa,
saqué unas papas fritas de tamaño extra-grande. Con el poco ejercicio
que estaba haciendo, mi escape implicaría que me fuera rodando de
aquí. —Sé que alguien ha aparecido.
Un puñado de patatas fritas entró en mi boca, y luego otro. Sal y grasa
recubrían mis dedos. Yum. —¿No vas a hablar? ¿Sólo te sentarás y me 36
mirarás como un merodeador6?
Aiden esbozó una media sonrisa. —Tú me llamaste así una vez.
Página
—Vi a Caleb.
Su boca se abrió, y lo que fuera que ella podría haber dicho había sido
olvidado. —¿Qué?
—He visto a Caleb dos veces desde que él... pasó. —Tenía que sacar
esto, y entonces hacer lo que tenía que hacer. Mi Seth llamaría a esto una
debilidad y lo era, ya que estaba perdiendo un tiempo precioso, pero
Olivia necesitaba saber. Había prometido a Caleb que se lo diría a ella, y
después de que me escape no tenía idea de si volvería a verla—. La Orden
me atacó cuando todavía estaba en el Covenant. Uno de sus miembros
me mató. Fui al Inframundo…
— ¿Tú moriste?
Hice una mueca. —Sí, estaba muerta, y a la vez no lo estaba. Larga
historia. Pero vi a Caleb.
Una mano voló a su pecho. —¿Estás jugando conmigo? Porque te juro
por los dioses, Alex, que voy a hacerte daño.
Lindo, teniendo en cuenta que no podía tocarme, pero sonreí. —Caleb
está bien. Está realmente bien. Pasa la mayor parte de su tiempo jugando
a la Wii, y se veía muy bien. Nada como... —La parte posterior de mi
garganta quemaba. —Está muy bien.
Sus ojos brillaban en la penumbra. —¿De verdad lo viste?
Asentí con la cabeza. —Él quería que yo te dijera algo. No tuve la
oportunidad, con todo lo que está pasando.
—Comprensible. —Ella ahogó una carcajada—. ¿Qué... qué te dijo?
Olivia siempre había tenido las manos cuidadas, pero su esmalte
estaba agrietado y viejo. Mantuve mis ojos en ella. —No sé lo que esto
significa, pero me dijo que te dijera que habría elegido Los Ángeles.
Hubo una inhalación aguda, y el silencio se prolongó tanto tiempo que
eventualmente eché un vistazo, y cuando lo hice, casi deseé no haberlo
dicho.
Las lágrimas corrían por las mejillas de Olivia, corriendo sobre sus dedos
ahora presionados contra sus labios. Una emoción subió a través de mi
garganta y me mordí el labio. Los Ángeles deben de haber significado
algo realmente importante. Me hubiera gustado estar en el otro lado de
estas barras, no para escapar, sino para abrazarla. Pero tenía que estar en
el otro lado de las barras, y tenía que escapar. No había más tiempo.
—Olivia —le dije, y mi voz era diferente, incluso a mis propios oídos; era
más suave y lírica. El poder tarareaba.
40
Ella se tensó, y luego sus manos salieron de su boca, sus ojos se clavaron
Página
en los míos. Las lágrimas se aferraban a sus pestañas gruesas, pero ellas no
eran lo que hacía que sus ojos brillasen ahora. Era la compulsión en mi voz,
una habilidad que se había convertido innata al Despertar. Una parte de
mí aborrecía lo que estaba haciendo. Olivia era mi amiga. Usar una
compulsión en ella estaba mal, pero no había otra manera. Tenía que
llegar a mi Seth. Con el tiempo, ella lo entendería.
—¿Sabes dónde están las llaves, Olivia?
Ella asintió lentamente.
—Bueno. Eso es muy bueno. —Me estiré a través de los barrotes,
haciéndole un gesto para que viniera hacia mí. Cuando ella puso su mano
fría en la mía, apreté suavemente—. ¿Dónde están?
—Con Aiden. — Sus palabras eran lentas.
Maldición. Eso no era bueno—. ¿Y dónde está Aiden?
—Él está con tu tío y Laadan. —Un suspiro escapó de sus labios.
Mierda. No había manera de que ella pudiera conseguir las llaves. Mi
mirada se deslizó hasta la puerta de la jaula y surgió una idea. Soltando su
mano, agarré las barras y vi el resplandor de la luz. Era débil y no
alcanzaba la marca Titán en el techo.
—Olivia, ¿puedes ayudarme? —Usé todo el poder que tenía en mi voz,
y sus ojos se abrieron—. Me ayudarás, ¿verdad?
—Sí.
—Genial. — Sonreí mientras me apresuraba hacia la puerta. El punto
más débil era el lugar donde estaba la cerradura; si las dos trabajábamos
al mismo tiempo, tal vez sería suficiente—. Necesito que tires de la puerta,
Olivia, lo más fuerte que puedas.
Se acercó a la puerta en un sueño, colocando obedientemente sus
manos en el mango.
—Pon todo en ella —le rogué en voz baja—. Tira. Tira con fuerza.
Y lo hizo. Los mestizos eran increíblemente fuertes, y tanto el suelo como
las barras se sacudieron. Olivia se dobló por la cintura, cavando con sus
botas. Di un paso atrás, deseando tener unos zapatos, porque esto
realmente iba a doler.
—Sigue tirando —le ordené, y luego respiré profundamente.
Retrocediendo medio camino, me di la vuelta y planté mi talón en la
cerradura. El dolor se dividió en mi pie mientras brillante luz azul destellaba
y luego desaparecía rápidamente. Un pequeño hueco apareció entre la
41
puerta y las barras.
Página
E
n el momento en que la luz del sol tocó mi piel, vacilé un paso. Se
sentía como si hubieran pasado años desde que había sentido el
calor de la luz natural. Mis sentidos volvieron a la vida. El pasto
estaba frío bajo mis pies, y húmedo. Gruesos y altos olmos se difuminaban
cuando me lancé a través de un pequeño camino de tierra, alrededor de
un Hummer7, y entré a los grandes bosques que rodeaban la cabina.
Con mis piernas y brazos bombeando, seguí corriendo. Mi cabello fluía
detrás de mí, y empujaba con fuerza, poniendo atención, en busca de
alguna señal de dónde estaba. No había nada.
Una planta de semillero se arraigó. Salté a través de un árbol caído, mis
pies patinaron sobre afiladas agujas de pino. ¿Cómo iba a decirle a mi
Seth donde estaba cuando no tenía ni idea?, pero malditos árboles…
—Alex, ¡Detente!
Mi respiración se detuvo y me atreví a mirar hacia atrás.
Era él: Aiden.
—Mierda —escupí, acelerando.
Más adelante, había un arroyo: el arroyo. Me acordé de eso. Miles de
años de Apollyons y sus habilidades se apresuraron a través de mí.
Aprovechar la capacidad era tan fácil, como deslizarse en jeans
desgastados, era irritante teniendo en cuenta la formación atroz que había
atravesado en la preparación del despertar y por supuesto, mi Seth habría 44
sabido. Idiota.
Extendiendo un brazo, convoqué al agua, dispuesta que respondiera a
Página
mí.
El agua se agitó, y luego una corriente de agua saltó por el aire, un
arco alto por encima de mí. La pared de agua seguía llegando, drenando
para siempre.
Mi mirada cayó entre nosotros. El collar rosa se había deslizado hacia
fuera, expuesto por el cuello roto de mi camisa. Un rayo de luz atrapo los
bordes de cristal de color rojo oscuro de la rosa en la flor… tal cosa
delicada, creado por las manos de un verdadero guerrero.
El aire dejó mis pulmones y mi brazo comenzó a temblar.
Estamos en esto juntos, Alex, hasta el final. Esas palabras no eran de
Seth, pero esto era el final. Mis ojos ardían como si estuviera lloviendo
ácido, pero los cielos estaban claros. Yo estaba a segundos de la libertad...
pero tantos, tantos recuerdos empezaron a pasar por mi cabeza.
No podía dejar de mirar la rosa.
Imágenes de la primera vez que había visto Aiden mientras yo había
estado entrenando con Caleb, luego otra vez cuando había llegado a
través de la pared de fuego y me salvó, salvó mi vida. Los recuerdos de su
paciencia, su apoyo, incluso su frustración conmigo.
Seth me llamó, pero le dio un manotazo lejos. Estos recuerdos eran
importantes. Querían decir algo, todo, para mí, ¿no? No había habido
ningún sentimiento unido a ellos antes, pero ahora estaban empapados
con emociones. Me concentré en ellos, recordando cómo se había
preocupado por mí después de Gatlinburg, cómo había estado allí para mí
cuando me vine abajo después de que mamá... mi mamá. La primera vez
que me sostuvo—que me besó. Nunca hubo ningún juicio en los ojos de
Aiden, como si yo fuera su igual.
Yo siempre había sido un igual para Aiden.
Mi pecho se levantó bruscamente. El día en el zoológico se apoderó de
mí, y luego el Día de San Valentín. El amor que habíamos compartido.
Tenía que decir algo.
No podía respirar.
Yo daría todo por ti.
Seth me llamó de nuevo, pero me estaba rompiendo a pedazos.
Rompiendo. Todo venía. Piezas de quien solía ser fueron repelidas por lo
que me había convertido. El pasado y el presente no podían coexistir en el
futuro.
Estaba dividida en dos.
Seth gritaba ahora, su voz rugiendo en mi cabeza, y no había manera
de escapar. Estaba en todas partes, en todas mis células, pensé, y él tiró de
mí. Pero no podía respirar, y él estaba debajo de mí y no podía pensar con
50
claridad. Hubo de nuevo tantas voces. Muchas eran diferentes, algunas
Página
sobre su piel de forma tan natural... la piel marcada por los golpes y rayas
de color carmesí. Los moretones que le había dado, pero que aún tenía la
belleza masculina que siempre me deshacía.
Aiden se estremeció, y luego apretó mis mejillas. Sus ojos grises buscaron
los míos. Estaban cubiertos de un fino brillo de lágrimas, pero Aiden nunca
lloró. —Alex... oh, dioses, Alex, ¿estás aquí?
Me largué a llorar.
52
Página
Siete
Traducido por Jess
Corregido por Dafne
S
í, yo no iba a parar de llorar pronto. Estás eran los más grandes,
temblorosos y vergonzosos tipos de sollozos. Realmente, no podía
pensar ni ver a mi alrededor—Demonios, incluso no podía respirar.
Aiden me sostuvo contra él, sus brazos un extraño y contacto terrenal. Él
murmuró unas palabras en griego antiguo. Entendí agapi mou varias
veces, y el resto tenía tanto sentido como las palabras que traté de decir
entre los sollozos. Sabía que ahora yo podía entenderlas si no estuviera
ahogándome en mis lágrimas, pero apenas podía entender el inglés por el
momento.
Empapé la camisa de Aiden.
Y aun así me abrazó contra su pecho mientras se apoyaba contra el
árbol, apartándome el cabello, apretando su mejilla contra la parte
superior de mi cabeza. Él nos meció. Los dos lo necesitábamos, creo.
Hubo pasos y voces en algún punto y me tensé en sus brazos. No sabía
quién venía, pero sentí a Aiden sacudir la cabeza, y luego los pasos se
retiraron.
Dioses, podía pensar —realmente pensar—, después de lo que parecía
una eternidad. Todo pensamiento se vio ensombrecida por el dolor dentro
de mí. El fuerte pinchazo que había sentido en el baño, lo comprendí
ahora. Mi corazón y mi alma habían estado gritando, tratando de llegar a
mí. Ese dolor estaba en todas partes ahora, golpeándome desde todos 53
lados.
No podía escapar de todas las cosas que había dicho y hecho desde
Página
—No. —Su voz era firme, sus ojos plata pura—. Era una sombra de ti,
Alex. Estabas allí, en el fondo, pero no eras tú. No era la Alex que amo,
pero ahora estás aquí y eso es todo lo que importa. Eso es. Nada más lo
hace.
Su fe ciega en mí, su aceptación y su perdón, dio a luz a una nueva
ronda de lágrimas. Lloré tanto que no creía que pudiera llorar de nuevo, y
cuando por fin había terminado, no podía levantar la cabeza de su
pecho.
El sol comenzaba a ponerse, y la temperatura estaba bajando cuando
Aiden apretó sus labios contra la parte superior de mi cabeza. —¿Estás
lista?
No, quería decir, porque estaba segura de que nunca estaría lista para
hacer frente a todos. Además de convertirme en la Malvada Alex, también
había sido drogada, y había sido la Alex-que-se-ocultaba-en-armarios.
Pero respiré y me sentí bien, incluso genial. —Está bien.
—Está bien —repitió, y se paró, manteniéndome acurrucado contra su
pecho, mi mejilla apoyada en su hombro.
Aiden dio un paso y una fisura de energía antinatural rodó por mi
espina dorsal; energía divina. Las marcas del Apollyon rugieron a la vida,
azotando mi piel. Sus brazos se tensaron alrededor de mí y se volvió,
levantando la cabeza hacia el cielo. Los dioses podían escudar su
presencia si querían —Apolo lo hizo durante meses— pero ambos sentimos
la oleada de energía.
—Esto no está bien —dije, agitándome en sus brazos.
Me puso sobre mis pies, las manos en mis caderas. Una mirada en sus
ojos tormentosos y supe que estábamos pensando lo mismo.
Antes de que él pudiera abrir su boca, un gemido agudo había
entrechocado las ramas. El aire alrededor de nosotros se aquietó, y luego
el sonido del batir de alas empujó el aliento fuera de mis pulmones en una
carrera dolorosa.
Aiden me empujó detrás de él; realmente me empujó detrás de él. —
Vuelve a la casa ahora, Alex. Las salas los mantendrán fuera.
¿Qué? ¿Y dejarlo? Estaba loco. Con mi corazón saltando en mi
garganta, negué. —No. No…
Otro grito volvió mi sangre en hielo. Luego, un gran aullido arremetió a
través de los árboles, soplando mi cabello fuera de mi cara.
55
Las furias llegaron, lanzándose a la tierra como misiles de búsqueda con
Página
"Alex", escrito por todos lados. Cada una cayó al suelo en cuclillas,
levantando nubes de polvo y pequeñas piedras.
Eran hermosas, las dos furias. Su piel era brillante y pálida, y su largo
cabello fluía en rizos rubios que se levantaban al mismo tiempo, sus
cuerpos moviéndose sinuosamente mientras daban un paso adelante. Sus
pies desnudos hundiéndose profundamente en el suelo.
Truenos estallaron en el aire y un destello de luz cegadora explotó.
Levantando el brazo, me tropecé hacia atrás y extendí la mano hacía
Aiden. Con mi pulso acelerado, mis dedos se cerraron alrededor de su
grueso antebrazo.
Cuando se desvaneció la luz, un dios se paró entre las dos furias, y mi
corazón se sentía como si se hubiera detenido en ese mismo momento. Lo
había visto antes. Oh, dioses, lo había visto.
Cabello color miel llegaba a sus hombros, enmarcando un mentón
cuadrado, y desafiante, y unos rasgos que eran angelicales y puros; incluso
pacíficos.
Tánatos.
Electricidad emanaba por sus ojos blancos. —No seré capaz de
matarte, Apollyon, pero puedo asegurarme de que no puedas llegar al
Primero.
—¡Espera! —Aiden gritó, con una mano encrespada alrededor de la
empuñadura de la daga. Ella romp—
Las furias volaron hacia adelante, la piel luminosa yéndose y revelando
el horrible cutis gris, que las hacía parecer cadáveres que había estado
flotando en el agua por muuucho tiempo. El largo y brillante peló se arrugó
y se convirtió en serpientes apretadas que mordían el aire con feroces
colmillos alrededor de sus esqueléticos rostros. Se formaron garras, garras
que podrían rasgan a través del hueso y los tejidos como si fueran de
papel.
Vinieron hacia nosotros.
Aiden se tambaleó hacia un lado y giró hacia mí. —¡Alex! —Lanzó una
de las dagas.
Saltando, la agarré mientras la primera furia alcanzaba a Aiden, sus
uñas afiladas teniendo como objetivo su garganta. Él giró, sacando una
hoja curva. En un movimiento suave y elegante que trajo el filo de la hoja
hacia abajo, cortando el brazo de la furia.
56
El grito que lanzó era una mezcla de un bebé con una hiena mientras
Página
suelo, pero no tenía necesidad de ver lo que sucedía para saber que
Apolo había perdido la paciencia. El viento se levantó y la tierra tembló.
Los dos dioses chocaron con un crack.
Cerré los ojos y esperé que Apolo hubiera ganado esta ronda, ya que
no había manera de que yo siguiera luchando. De ninguna manera.
El cuerpo de alguien se estrelló contra el suelo, seguido por una rápida
sucesión de chasquidos. El aire crujió con electricidad, y luego hubo
silencio, un grandioso silencio.
Unas fuertes manos agarraron mis brazos y suavemente me rodaron
sobre mi espalda. Miré a unos ojos de plata. —¿Alex?
—Estoy bien. Sólo... sólo un poco nerviosa. ¿Y tú?
Aiden había visto en mejores días. La sangre corría por la comisura de
su boca. Un moretón aparecía en su mandíbula y la parte delantera de su
camisa estaba rota, pero estaba vivo y estaba bien.
Su mirada me examinó y entonces él me levantó, sin siquiera molestarse
en ponerme de pie. Sosteniéndome cerca, me dio la vuelta y revisó los
daños.
Solos y Marcus estaban cerca de Apolo, quien agarraba una de las
dagas del Covenant en su mano. La sangre goteaba del borde y me
quedé mirándola.
Apolo miró hacia abajo y se encogió de hombros. —Él lo conseguirá.
Cambié el enfoque y la lo miré fijamente.
—Pero voy a tener que responder por eso, creo. —Apolo entregó la
daga a un magullado Solos. —Y es posible que pasen unos días...
Apolo avanzó, deteniéndose frente a nosotros, y Aiden me puso abajo
y se interpuso entre nosotros. El dios sonrió. —Sé que ella ha roto el vínculo.
Es bueno tenerte de vuelta, Alex.
—Sí —le susurré.
Volvió su atención a Aiden. —Mantén las guardas de la casa hasta que
regrese. Mientras tanto, prepárense para la batalla.
¿Batalla? ¿Qué demonios se creía que acababa de hacer?
Aiden asintió.
El dios respiró y flexionó sus manos. —Y tenías razón. Yo estaba
equivocado.
—Lo sé —dijo Aiden, y lo miré, confundida.
Apolo se volvió hacia los otros hombres y asintió. Su forma comenzó a
desvanecerse. —Espera —lo llamé. Tenía muchas preguntas, pero lo único
60
que hizo él fue mirar por encima del hombro y sonreír.
Página
Ocho
Traducido por Jeyly Carstairs.
Corregido por Martina pederzoli
N
o recuerdo mucho del regreso a la cabaña. En algún momento,
me moví lo suficiente para conseguir ser libre y caminar, pero
me estaba moviendo tan lenta y patéticamente que Aiden
finalmente dejó de quejarse en voz baja y eligió ayudarme.
No luché contra él después de eso. Sobre mis pies, yo era un estorbo.
La cabaña estaba tranquila a nuestro regreso. Marcus y Solos salieron
cojeando, sin duda para cuidar de sus lesiones. De alguna manera, el resto
de los ocupantes sabía que ahora no era el mejor momento para una
bienvenida al mundo de la cordura y la lógica. Aiden me cargó por las
escaleras y por el estrecho pasillo hacia el dormitorio en el que él había
dormido cuando yo había estado bajo el Elixir. Recordé que incluso
cuando había estado en lo alto con la bebida feliz, había buscado su
presencia y me había acurrucado contra él en el sofá. Mi corazón tropezó.
Aiden se dirigió hacia la cama, pero lo detuve. —Ducha —le dije con
voz ronca—. Necesito una ducha.
—Sí, tú la necesitas bastante; los dos. —Girando alrededor, se dirigió al
baño. Allí me puso sobre mis pies, sus ojos ensombrecidos por la
preocupación cuando me tambaleé un poco—. ¿Estás bien?
—Sí, solo cansada. No hay nada realmente mal conmigo. —Y eso era
cierto. Estaba magullada y dolorida, pero eso era todo. Y tuve suerte,
teniendo en cuenta que sólo habíamos estado en un combate a muerte 61
con un dios de la muerte y dos furias—. ¿Estás...?
—Estoy bien. —Se quedó mirándome un momento y luego presionó un
Página
N
o importaba lo complicada que mi vida se había vuelto, una
cosa seguía siendo la misma: mi cabello parecía como si una
zarigüeya bebé se hubiera refugiado en ella, invitado a algunos
amigos y hecho una fiesta. Eso es lo que pasa cuando duermo con el pelo
mojado.
Lo amarré en una gruesa trenza y respiré hondo.
Lo admitía, me había visto mejor en otros días, bueno, mi cara por lo
menos. La mayor parte del daño me lo había hecho yo misma. Aiden no
me había levantado la mano en todo el tiempo que habíamos estado
peleando. Sólo se había defendido a sí mismo, pero ambos tuvimos suerte
de aún estar de pie después de habernos enfrentado a Tánatos y a las
furias.
Mi reflejo se estremeció.
Aiden ya se había ido para el momento en que me arrastré fuera de la
cama. Quería estar entre las sábanas, inhalando su aroma único de mar y
hojas quemadas, sosteniendo la almohada que había utilizado cerca de
mi pecho. Quería esperar allí hasta su regreso, así podría envolverme
alrededor de él, haciendo una repetición de la noche anterior.
Pero la realidad es que no iba a hacer una pausa o esperar por
nosotros. Había demasiado que hacer y, además, necesitaba hacer frente
a todos. Me tomó un largo suspiro y me aparté del espejo. Mirando 66
fijamente mi cara durante horas no iba a solucionar nada.
Encontré la bolsa de la ropa que había llevado conmigo cuando me
Página
Rodé mis ojos, pero metí mis manos bajo el agua tibia. —¿Aiden?
—¿Qué? Tendrás manos pegajosas y estarás tocando todo. —Él roció el
jabón perfumado de manzanas en mis manos—. Dejarás pequeñas huellas
por todo el lugar.
Vi a mis manos desaparecer bajo las suyas, más grandes y olvidé lo que
estaba preguntando. ¿Quién pensaría que lavarse las manos pudiera ser
tan… perturbador?
—¿Estás al tanto de la visita del CSI?
—Nunca puedes saberlo.
Lo dejé terminar, porque quién era yo para detener su momento
obsesivo compulsivo; luego sequé mis manos. —Eso no es lo que quise
decir. ¿Estás bien?
—¿Lo estás tú?
Puse mis manos limpias en puños. —Sí, estoy bien. Responde mi
pregunta.
Él inclinó su cabeza hacia un lado. —¿Qué quisiste decir antes sobre ser
capaz de sentir a Seth?
¿Entonces esto era lo que lo tenía tenso? —¿Tú sabes lo que es cuando
estás en una casa con la TV muda? ¿Puedes sentir esa extraña sensación?
—Cuando el asintió, sonreí—. Es como eso. Está justo allí, pero él no puede
alcanzarme.
Una pausa.—¿Has tenido algún dolor de cabeza? —me preguntó.
Confundida, sacudí mi cabeza. —No, ¿por qué preguntas?
—Por nada —él dijo y sonrió—. Estoy bien Alex. Soy la última persona por
la que deberías preocuparte.
—Pero sí me preocupo. —Había mucho por lo cual preocuparse.
Volviendo a la nevera, me estiré para agarrar una botella de agua.
Mientras bajaba una, encontré otra botella, pero era diferente.
El contenido había sido tirado y reemplazado con líquido azul vibrante.
La inhalación fuerte de Aiden fue como una ráfaga de aire frío. —
Alex…
Ignorándolo, solté mi botella y alcancé la otra. Con mis manos
temblando, envolví mis dedos alrededor del plástico. Yo sabía lo que
estaba en la botella. Sabía que un derrame inofensivo tendría un aroma
repugnantemente dulce y podría hacerme olvidar quién era en cuestión
de minutos.
73
Aiden maldijo por lo bajo. Enfrentándolo, levanté la botella. —¿Este es
Página
el Elixir, no es así?
Su mano se cerró en su costado. —Lo es.
Miré hacia la botella. Tenía dos temores en la vida: perderme a mí
misma por Seth y perderme a mí misma por el Elixir. Ambos habían ocurrido,
y de alguna forma regresé de aquellos agujeros de conejo. Pero
sosteniéndolo en mis manos, no pude negar el sabor crudo del miedo
construyéndose en la parte trasera de mi garganta.
Era como sostener una bomba, una bomba diseñada para derrumbar
mi mente.
Aiden la miraba como si quisiera quitarla de mis manos, y le di una
sonrisa débil. —¿Deberíamos conservarla?
—¿Qué?
Tensión saliendo de él, y algo más. ¿Asco? Recuerdos y piezas de
momentos de cuando estuve bajo el Elixir que no eran bonitos.
—¿Qué si lo necesitamos otra vez? —pregunté, luchando contra el frío
bulto en mi garganta—. ¿No es por eso que ustedes… todos estuvieron
guardándolo?
—No, lo puse allí y me olvidé de él.
Entonces él lo sacó fuera de mis manos. Moviéndose rígidamente, lo
llevó al fregadero y desenroscó la tapa.
—¿Aiden?
Sin decir una palabra, arrojó lo que quedaba del Elixir. Dulzura llenó el
aire, desapareció cuando abrió el grifo. Esperé que él no estuviera
cometiendo un error.
Puse mi mano en su brazo.
Músculos se tensaron mientras se acercaba a mí, rozando las puntas de
sus dedos en mi mejilla, pero antes de que pudiera hacer algo, alguien
aclaró su garganta tras nosotros. Me volví, Solos estaba espiando en la
puerta.
—Solo estoy asegurándome de que ustedes dos están bien —dijo,
guiñando un ojo.
Una ola de vergüenza y culpa golpeó mi estómago. —No voy a
matarlo y a esconder su cuerpo en la nevera.
—Es bueno saber eso —murmuró Aiden.
—Uno nunca puede estar tan seguro —replicó Solos—. Vamos, vamos
chicos, la gente está poniéndose quisquillosa.
Suspiré. —Dioses, como que extraño a Apolo. Al menos él no pensaba
74
que yo quería matarlos.
Página
75
Página
Diez
Traducido por Dafne
Corregido por Esperanza.nino
D
espués de que forcé a Aiden a soltar esa pequeña bomba,
fuimos a la gran sala de estar. Estaba entumecida. ¿Apolo
podía matarme? ¿Apolo quería matarme? ¿Entonces por
qué....? Dioses, ¿por qué estaba tratando de ser lógica sobre esto? Apolo
era un dios. ¿Quién sabe?
Me senté al lado de Deacon y decidí por el momento dejar de lado el
tema de Apolo. —Bueno, ¿puedo empezar de a poco? ¿Qué fecha es
hoy?
Marcus se apoyó delante de un escritorio. En ese momento me di
cuenta de que estaba en jeans y no podía pensar en una ocasión en que
lo hubiera visto tan casual. —Hoy es 5 de Abril.
Parpadeando un par de veces, me recliné. Un mes... básicamente
había perdido un mes entero. Dioses, ¿qué estaba pasando en el mundo,
fuera de esta cabaña? Aclaré mi garganta. —¿Y dónde estoy? Si los hace
sentir mejor, me pueden decir sólo el estado.
—Apple River —dijo Aiden, mientras seguía mirando por el gran
ventanal.
Crucé los brazos, una especie de dolor.
—Está bien, sé que te tuviste que inventar ese nombre.
Una leve sonrisa se formó en los labios de Aiden. —Es real. Estás en
Illinois. 76
—¿Illinois? —Mi cerebro estaba atascado en el nombre Apple River
siendo real.
Página
—Podría estar detrás de eso mientras alguien trae una DS o una Wii —
bromeó Deacon, pero cayó de bruces—. O no...
Hubo una pausa y luego Lea dijo—: Por favor, dioses, dime que tú no
sigues en contra de matar a Seth.
—Ahora probablemente no es el mejor momento para ir ahí —dijo
Marcus.
—¿Qué? —La escuché ponerse de pie y su ira llenó la habitación—.
Alex, tienes que entender, especialmente después de todo lo que te ha
hecho.
—Lea —saltó Aiden, metiéndose finalmente en la conversación.
—No me digas "Lea". Seth tiene que morir, ¡y Alex es la única persona
que puede hacerlo!
Dejando caer el collar, los enfrenté.
—Lo sé... que él tiene que ser tratado. Entiendo eso.
Todos, incluyendo Aiden, me miraron fijamente. Él empezó a hablar,
pero cerró su boca. Dicha sea la verdad, en este punto detestaba la idea
de matar cualquier cosa. No quería decir que no fuera a confrontar a un
daimon de nuevo, y aunque Seth había sido un verdadero bastardo
respecto a algunas cosas, sabía que muy en lo profundo él no era más que
un niño no amado que quería aceptación. Y sí, tenía una importante
adicción al akasha, pero también era un víctima de todo esto. La única
persona que yo disfrutaría quitar, solo un poquito, era Lucian. Si, podía ir
detrás de eso.
Pero ir por Lucian no iba a pasar.
—Alex —dijo Marcus suavemente.
Tomé aire, incapaz de poner fuera las palabras necesarias para lo que
tenía que ser dicho. —¿Qué hacemos? —Miré a Aiden y a Solos. Ellos eran
los Centinelas expertos aquí. Era tiempo para algunas estrategias de
batalla, lo cual no era mi punto fuerte, porque yo era más de un tipo
"primero corre hacia las cosas de frente y planta la cara como una pared"
de luchador—. Tenemos que detener a Seth y a Lucian, pero no podemos
sólo caminar hacia ellos. Tenemos que ser capaces de acercarnos sin que
ellos lo sepan y nosotros… yo necesito saber cómo luchar con Seth sin
transferirle mi poder.
Aiden lucía como que no le gustaba como sonaba eso, pero se volvió
hacia Solos y asintió. —Apolo dijo que podía tardar unos días en volver,
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pero pidió que no dejáramos las guardias hasta que él viniera a vernos.
Página
Esas guardas evitan que nos encuentren, y ahora mismo son la única cosa
que impide a los dioses que nos encuentren.
—¿Cómo hizo Tánatos para encontrarme? —pregunté con curiosidad.
—Fuiste afuera, pasando las guardas —dijo Aiden—. Ojalá Apolo pueda
decirnos más cuando regrese.
—¿Así que esperamos aquí hasta entonces y no hacemos nada? —Lea
se hundió sobre el cojín, cruzando sus brazos. Una mirada petulante cruzó
su cara.
—No nos vamos a sentar sin hacer nada —dijo Solos, mirando a la
chica—. Necesitamos entrenar y prepararnos para lo que... para lo que
viene. Eso es lo que Apolo quería.
Porque algo estaba viniendo, y era una guerra.
—Con suerte, Apolo podrá convencer a los dioses de salir —dijo Aiden,
su mandíbula trabajando—. Ahora mismo, necesitamos a los dioses de
nuestro lado.
—De acuerdo —dijo la mitad de la habitación.
La esperanza brilló en mi pecho. —¿Tú piensas que ellos se detendrán
en la mitad este... apocalipsis zombie?¿Estoy de vuelta en el Equipo No-
Locos?
Nadie lucía realmente esperanzador, pero Aiden me sonrió, y sabía que
lo hizo para hacerme sentir mejor, porque eso era lo que quería oír. Tomó
todo de mí no cruzar la habitación y saltar sobre él.
Prioridades, Alex, prioridades…
Todos estaban de acuerdo en empezar el entrenamiento lo antes
posible. Y tenía sentido. Luchar no era como andar en bicicleta. Músculos
debilitados, reflejos lentos. Honestamente, no teníamos otra opción.
Ojalá no se muestren otros dioses, repartiendo una gran ira de dios. Me
senté en el borde del sofá y empecé a manosear de nuevo la rosa. Sabía
que todos estaban esperando oír cualquier plan que Seth hubiera
compartido conmigo. Iban a estar decepcionados. —Lo único que Seth
me contó fue lo de los daimons, y él sabía que después se lo conté a
Aiden. No creo que estuviera muy preocupado. Realmente no me dijo
nada más. Los planes que él... los planes que hicimos era sobre liberar a mi
padre.
Los ojos de Laadan se humedecieron, y deseé que pudiéramos hablar
pronto. Había tanto sobre lo que quería preguntarle.
Solos ni siquiera trató de ocultar su desagrado. —Bueno, eso no es
81
realmente útil.
Página
M
e quedé frente al televisor toda la noche, cansada pero sin
sueño. Aiden se había dormido en el sillón reclinable al lado
del sofá alrededor de la tres de la mañana. Dudé del porque
estaba tan tranquilo con estar a mi lado por largos períodos de tiempo. No
sabía si estaba preocupado de que me convirtiera en la Malvada Alex otra
vez, o si sólo necesitaba estar cerca de mí. De cualquier manera, yo me
consolaba con sus suaves ronquidos. Creo que él estaba esperando a que
renunciara a mi fascinación mórbida por las noticias, pero no lo hice.
Cada presentador tenía algo diferente para agregar. Más fotos se
mostraban para que las vieran en todo el mundo. Los mortales lanzándose
a las calles de Los Angeles, disturbios y saqueos, pero en el Medio Oriente,
cayeron de rodillas en las calles y oraron.
Sujetando el control remoto hasta que mis nudillos dolieron, intenté,
realmente intenté, imaginar lo que debía sentirse para todos esos mortales.
Estar atrapado en algo mucho más grande de lo que ellos sabían, y en
cualquier momento, todo podría ser arrancado lejos de ellos.
Tenía más en común con ellos de lo que pensaba.
Realmente parecía como el fin del mundo. Ningún mortal podría
explicar la serie de eventos catastróficos que, en su limitado conocimiento,
podrían no estar relacionados entre sí.
Lo que estaba sucediendo ahí fuera estaba más allá de lo horrible, y la 84
destrucción se debía a Seth y a mí. Tal vez no hubiera llegado a esto, si
Seth no hubiera atacado al Consejo. Tal vez los dioses nos hubieran dejado
Página
—¿Él todavía está allí? —Cuando ella asintió con la cabeza, quise
levantarme y encontrar la manera de llegar a Nueva York, pero la lógica
se filtró en mí. Sería casi imposible llegar a él. ¿Y con Seth por ahí, en busca
de nosotros? Sería realmente estúpido salir corriendo.
—Cuando el Elixir dejó de funcionar, había mucha confusión entre los
sirvientes. Hay muy pocos como él que se resistieron a las compulsiones.
Aquellos que están pasando por su propio despertar de ese tipo, necesitan
un líder, y ese es tu padre. Hay mucha agitación allí, con el reciente
ataque y con lo que el Primero está haciendo.
Pero yo quería gritar que lo necesitaba aquí conmigo. ¿No era yo más
importante? ¿Su hija perdida? Fruncí el ceño. Bueno, era bueno ver que
algo de mi egoísmo ingenuo todavía estaba presente.
—¿Él todavía ama a mi madre? —le pregunté, mirándola fijamente.
Su expresión era cautelosa. —Creo que una parte de él siempre la va
amar.
—¿Lo amas? —solté.
Laadan tragó saliva y siguió una larga pausa. En el silencio, oí que
alguien se movía alrededor de la cocina.
Empecé a sonreír. —Te gusta.
Apartó la mirada, con los labios fruncidos.
Le di un codazo. —Te gusta mucho.
Ella se irguió. —Tu padre…
—¿Es el amor de tu vida?
—Alexandria —espetó, pero no había enojo real en su tono.
Me reí mientras me apoyaba contra el cristal frío. Sabía que mis padres
tenían esta maravillosa y prohibida historia de amor que comenzó mucho
antes de que mi padrastro hubiera entrado en la imagen. Y si no hubiera
sido por la Orden… la maldita Orden de las Razas, todavía estarían juntos.
Dioses, tantas cosas serían diferentes. Quizá mi madre... todavía estaría
viva, porque apuesto a que mi padre era como Aiden. Él jamás habría
permitido que le pasase nada a mi mamá.
Los labios de Laadan se curvaron hacia arriba. —Eres tan parecida a tu
padre. Su dureza y tenacidad. —Su mirada se dirigió a la puerta cerrada. El
olor a café recién hecho creció—. Y al igual que tu padre, te atreviste a
amar a un puro.
Mi boca se abrió. Touché. —Bueno, como que caminamos dentro de
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eso.
Página
Pensé que ella se reiría, pero tenía que estar equivocada, porque eso
sería tan impropio en una dama como ella.
Por alguna extraña razón, parte del peso se levantó de mis hombros y
me pasó venganza, aunque de forma más madura, Alex, la chica
femenina en menos de dos segundos. —Yo lo amo. De verdad. Más de...
más de lo que probablemente debería.
Ella acarició mi mano. —Nunca se puede amar a alguien más de lo
que probablemente debería.
No estaba segura sobre eso.
—Él te ama con la misma fuerza. Era obvio para mí desde el principio.
—¿Lo era?
—El Aiden que conocía, la vez anterior al ir a Atlanta para encontrarte,
siempre había respetado y visto por igual a los mestizos, pero él nunca
hubiera tomado tiempo fuera de sus funciones de Centinela para ayudar a
cualquier mestizo.
Sabiendo lo que le habían hecho a sus padres delante de él cuando
era un niño, podía ver dónde iba a parar eso. Convertirse en un Centinela
y vengar a sus padres se había convertido en todo para él.
—Y entonces vi la forma en que estaba a tu alrededor, en Nueva York.
—Su sonrisa se volvió melancólica de nuevo—. Todo está en la forma en
que te miraba, la forma en que siempre te mira. Tú eres su mundo,
probablemente antes de que ninguno de ustedes se diera cuenta de eso.
—¿Puedes decir todo eso por la forma en que me miraba? —Quizás
sonaba escéptica, pero oh, guau, esa chica femenina estaba saltando y
temblando en mi interior.
Laadan se rió entonces, el sonido era como campanas de viento. —Él
te mira como un hombre hambriento y como si tú fueses lo único que
pudiese satisfacer su hambre.
Mis ojos saltaron y mi cuerpo se tiñó de alrededor de mil tonos de rojo.
—Oh, guau…
Eso fue TMI10. ¿Cómo es que más gente no se había dado cuenta de
eso? Y entonces me di cuenta. Laadan sabría, porque era la forma en que
ella miraba a mi padre... y, probablemente, había sido testigo de mi padre
mirando a mi madre de la misma manera.
Repentinamente me sentí muy triste por ella.
Acercándome rápidamente a ella, envolví mis brazos alrededor de sus
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delgados hombros. Fue difícil al principio, porque seriamente yo daba los
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Página
Doce
Traducido por Fenix
Corrección por patricia01
U
nas pocas horas más tarde, estaba parada en el claro protegido
por la cabaña, cubierta de barro y enfriada hasta los huesos. A
mi alrededor, los sonidos de gruñidos y caídas hacían eco a
través del originalmente silencioso bosque.
Vi mis manos sucias y suspiré. Estaba mugrienta. Tal vez tomaría varias
duchas más tarde. Mi mirada se encontró con la silueta de Aiden. Estaba
luchando con Luke. En otras palabras, él estaba pateando repetidas veces
el trasero de Luke.
Dudaba que las duchas estuvieran en el menú.
Una aguda punzada de insatisfacción se formó en la parte de trasera
de mi garganta. Realmente pensé que, dado que se suponía que estaba
entrenando, terminaría con Aiden y sería como en los viejos tiempos; con
muchos más toques y sentimientos de por medio. Chico, estaba
equivocada.
Solos exhaló con fuerza. —¿Cuándo tiempo vas a estar mirando tus
manos? No me estoy haciendo más joven por aquí.
Pero oh no, en el momento en que puse un pie fuera, Aiden se había
emparejado con Lucas y Olivia, y Lea con Marcus. Deacon y Laadan
estaban dentro, supuestamente preparando la cena.
Ahora estaba en pleno modo gimoteo interno.
Me moví hacia delante, haciendo una mueca de dolor cuando mis 93
jeans fríos irritaron mi piel. —No creo que este sea el tipo de entrenamiento
que Apolo tenía en mente.
Página
97
Página
Trece
Traducido por Jeyly Carstairs
Corrección por patricia.01
S
eth.
Oh dioses, estaba mirando a Seth. Él estaba aquí. Imposible, pero
él estaba aquí conmigo.
Mi corazón latió a un ritmo caótico mientras me alejaba. Estaba tan
asustada, tan aterrorizada por su repentina aparición, que no podía
respirar.
Sus brazos forman una jaula a mi alrededor. No me atrevía a moverme,
su piel estaba demasiado cerca de la mía, sus labios a una fracción de
pulgada de distancia. Sus ojos ámbar brillaban bajo sus gruesas pestañas
rubias oscuras. Las marcas del Apollyon corrían por su cuello,
extendiéndose sobre sus mejillas en una ola de vibrante azul sobre su tez
dorada. Mis propias marcas respondieron a su proximidad, haciendo que
mi piel hormigueara. El lazo crujió a la vida.
La fuerza de la presencia de Seth estaba en todas partes, invadiendo
mi cuerpo y pensamientos, pero cuando por fin respiré, el olor estaba mal.
Era tierra con una pizca de sal marina. Aiden.
Los labios de Seth se curvaron en una sonrisa de satisfacción y puso su
boca cerca de mi oído. —Te lo dije, Alex. Yo te encontraría en cualquier
lugar.
Mi boca se abrió, pero mi grito fue estrangulado por el nudo de terror
en mi garganta mientras me torcía hacia un lado y salté despierta... 98
despierta.
Con mi pulso golpeteando, me incorporé y la habitación lentamente se
Página
algo tan terrible como eso. —Hubo una pausa—. Lo siento, Alex.
Asentí, apretando mis ojos cerrados. Teníamos que hacer algo sobre el
Orden de la raza, y sabía que Aiden estaría de acuerdo; pero hablar de
algo tan político a las dos de la mañana parecía fuera de lugar.
Estirándome puse mis labios sobre los de Aiden, pero el beso resultó más
casto que la caliente y húmeda acción que yo quería. Su brazo se apretó
sin embargo, y un ligero temblor recorrió su cuerpo como si estuviera
luchando contra la atracción entre nosotros.
Confundida, dejé mi intento de seducirlo, ya que realmente no estaba
funcionando, y me acomodé hacia abajo, con el corazón acelerado de
nuevo. ¿Por qué no me había devuelto el beso? ¿Estaba todavía molesto
sobre mi mocosa demostración temprano mientras entrenaba con Solos? Si
era así, vaya, no había nada que pudiera hacer para arreglar eso. ¿O era
algo más? ¿Cómo el pesar y tristeza que brillaba en sus ojos grises?
Fuera del silencio que cayó en la habitación una vez más, Aiden dijo: —
Te amo.
No había desaparecido el pesado hilo de emoción en su voz. Me cortó
la respiración. Incluso con mi fallido intento de seducción, escucharlo decir
esas tres pequeñas palabras era algo de lo que nunca conseguiría
cansarme. —Te amo, también.
Poco tiempo después, el constante aumento y la caída del pecho de
Aiden se profundizaron. Me quedé en sus brazos, mirando desde la cama,
a través de la oscuridad, a la pared vacía por lo que parecieron horas
antes de que me desenredara cuidadosamente de sus brazos y me
deslizara fuera de la cama.
Incapaz de dormir o quedarme en el mismo sitio, encontré un par de
sudaderas en la oscuridad y me las puse, enrollando los puños en la parte
inferior.
Mis pies descalzos pisaban con suavidad en los pisos de madera
mientras me deslizaba fuera de la puerta y me dirigía escaleras abajo.
La casa estaba silenciosa y fría como una tumba. Doblando mis brazos,
fui a la cocina, aunque no estaba hambrienta o sedienta. Inquieta y
completamente despierta, sin tener ni idea de qué hacer, caminé hacia la
terraza.
Hacía más frío allí, pero de una manera extraña, rodeada de todas las 100
plantas y ventanas con nada más que la oscuridad cerniéndose fuera, era
tranquilo.
Página
cosa.
Sus hombros se relajaron—. Y yo no lo quería decir de la manera que
salió.
Me eché a reír y el sonido me sorprendió. No era obligado o sarcástico,
sólo divertido. —Sí, lo hiciste, y lo conseguiste. He estado montada en el
tren Alex-es-importante desde hace bastante tiempo.
Arqueó una ceja.
El impulso de reír se repitió, pero me detuve y puse mi mejilla en mis
rodillas. —He estado… uh, he estado siendo una persona problemática,
eso lo sé. La mayoría de las veces era a propósito.
—Lo sé —fue todo lo que él dijo.
—¿En serio?
Marcus asintió. —Eres como un niño.
—No soy un niño.
Sus labios se curvaron en las esquinas. —Eras como un niño que
buscaba un lugar para encajar. Es especialmente duro para los mestizos.
Muchos de ustedes vienen de hogares infelices, o sin hogares en absoluto.
El entorno en el que son criados es violento y agresivo. He visto tantos... —
Sacudió la cabeza ligeramente—. De cualquier modo, tú eras diferente, sin
embargo.
Le hice la obvia pregunta. —¿Por qué?
—Para empezar, eres mi sobrina.
—Guau... —Parpadeé, aflojando el agarre en mis piernas—. Estoy
sorprendida de que la primera cosa no sea que tu sabías que yo era el
Apollyon.
Los ojos de Marcus se abrieron y encontraron los míos. —Eso nunca fue
primero, segundo o tercero. Tú eres mi sobrina, eres la hija de mi hermana.
Y tú eres tan parecida a ella... —Suspiró por la nariz, su mandíbula
tensándose—. Eras tan parecida a ella cuando regresaste al Covenant... e
incluso ahora, tengo un mal rato mirándote sin ver a mi hermana.
Algo... algo se descontroló en mi pecho. Marcus nunca había sido tan
abierto conmigo. Y para mí, había parecido más probable bailar el vals
alrededor de la sala de estar con un daimon antes de que Marcus me
hablara de mi madre; pero allí estaba. 103
Santo trasero de daimon, nosotros estábamos escalando la montaña.
Mi respiración era un poco ronca.
Página
—No estoy en desacuerdo. —Se acercó, pasando sus dedos sobre una
planta frondosa cercana—. Tu padre no pareció reconocerme. Hace
poco me enteré por Laadan, que eso debió haber sido un acto.
Entonces me di cuenta, trayendo recuerdos a mi siempre enamoradiza
cabeza. La conversación que había oído entre él y Telly había resurgido.
Marcus se había puesto furioso con Telly. —Telly quería que me entregaras,
¿verdad? Él incluso te ofreció un puesto en el Consejo.
Me miró bruscamente.
Sonreí. —Los escuché chicos.
Mirándome un momento, sacudió la cabeza. —Él lo hizo.
—Y tú te negaste.
—Sí. —Su mirada decía: ¿cómo podría haber hecho otra cosa?
Guau. Las cosas ahora tenían sentido, después de tanto tiempo. Yo le
recordaba a mamá y la echaba de menos, lo que probablemente le
hacía sentirse incómodo a mi alrededor. Y Marcus no era una persona muy
sociable, de todos modos. No sabía lo de mi padre hasta que fue
demasiado tarde. Yo creía eso. Y él no me había entregado a Telly.
Recordé cómo me había recogido y llevado después de que Seth había
atacado el Consejo y yo había estado enferma.
Cómo, igual que Aiden, él no había renunciado a mí.
Marcus... se preocupaba por mí. Y eso significaba mucho. Además de
mi padre, que estaba fuera de mi alcance, Marcus era lo último de mi
familia; de mi sangre.
—Gracias —le dije. Y luego, impulsivamente, a pesar de que él no era
un hombre de abrazos, salté hacia adelante antes de que supiera lo que
venía y lo abracé. Fue rápido; sin embargo; no quería asustar al hombre.
Me acomodé en mi lugar mientras él me miraba con los ojos muy
abiertos. Supongo que sí lo había asustado.
—¿Por qué me das las gracias? —preguntó lentamente.
Me encogí de hombros.
—Eres una chica extraña.
Riendo, recliné contra los cojines en el asiento de la ventana. —Apuesto
a que mamá era una chica extraña.
—Ella lo era.
—¿Me dirás lo que sabes sobre mi padre? Quiero decir, si no estás
cansado o algo. 106
—Hay algunas historias que podría contarte. —Él imitó mi posición—. Y
no estoy cansado. Para nada. —Su sonrisa era tentativa, pero real, y no
Página
107
Página
Catorce
Traducido por Ysandre
Corregido por Mar¡Cipriano
D
urante los siguientes tres días, nuestro pequeño grupo, entró al
ritmo de la clase. Las cosas se habían estabilizado en el mundo.
No había más desastres naturales y el Monte St. Helens parecía
haberse calmado. Apolo seguía en un plan no-mostrarse y la cabaña, en
medio de la nada, se había convertido en una zona libre de dioses. Era
algo bueno, pero me di cuenta que sólo esperábamos una explosión de
algo, muy probablemente en la cama de Deacon o algo así, donde
estaríamos desprevenidos, donde menos lo esperáramos. Pero a pesar de
que no hubo ninguna interferencia divina, era como mirar el reloj de
cuenta atrás en una bomba de tiempo. Todos estábamos esperando.
Cada día había estado lleno de entrenamiento, entrenamiento y más
entrenamiento. Eran peores que los días en el Covenant, porque todo el
mundo se detuvo a mirar cuando llegó el momento de usar el akasha.
Marcus y Solos enfilaron varias piedras grandes que habían encontrado
esparcidas, y mi trabajo era hacer con ellas pequeñísimas piedras. Y eso
funcionó de cerca. Es decir, como a unos metros de distancia. Pero cuanto
más lejos llegué, peor era mi objetivo.
Sudando bajo la térmica de Aiden, gruñí mientras sacaba el akasha de
donde descansaba, justo debajo de mi caja torácica. El poder de los
dioses se estremeció mientras el quinto elemento crujía en mis nudillos.
Bajo el dosel de los árboles, Aiden y Olivia detuvieron su entrenamiento
para ver.
Centrándome en el elemento, sentí que mis sentidos se agudizaban.
108
Usar el akasha era como estar conectado directamente con la Tierra:
como correr y abrazar a los árboles, conectado con ellos. Podía sentir las
Página
vibraciones de la hierba y el suelo bajo mis pies, así como las decenas de
olores que viajaban en el gemido del viento, y podía sentir el aire
deslizándose por mi piel como dedos fantasmales.
El Akasha crepitaba en mi brazo derecho mientras lo lanzaba fuera de
mí. Un rayo de luz surgió de mi mano, disparado a través de los tres metros
y relamiéndose en el borde derecho de la roca. Con un fuerte crujido, lo
astilló.
Luke se lanzó fuera del camino, pero seguía la lluvia de escombros. Se
dobló, a punto de besar el suelo.
—Ups. —Hice una mueca—. ¿Perdón?
Frotando su espalda, se estremeció y cojeó hacia donde Deacon
estaba tratando de ocultar su risa. —Cállate —refunfuñó.
—Deberías haberlo pensado mejor antes de estar tan cerca —
respondió Deacon.
Suspiré y me volví para Solos. —Tengo problemas terribles con mi
objetivo.
Solos asintió. —Está un poco fuera
—¿Un poco?—Levanté mis cejas.
—Estás golpeando el objetivo, y supongo que eso es todo lo que
importa.
Eché un vistazo a Aiden, y encontré que su atención estaba ahora en el
combate de Lea y Olivia. Las dos chicas eran combatientes maravillosas y
muy igualadas, y Aiden estaba en modo de Instructor completo, gritando
órdenes con su voz profunda, curiosamente musical. Me encontré perdida.
Ugh, estaba perdiendo una gran cantidad de atención.
Una cosa era cierta. En los últimos tres días, algo estaba definitivamente
raro con Aiden. No era que me evitaba. Todas las noches se me unía en la
cama, se me acercaba y me abrazaba. Nada progresó más allá de eso, a
pesar de que podía sentir que él quería más. Él simplemente no quería
hacer otro movimiento, y no tenía ni idea de por qué. Estaba bastante
segura que la forma en que terminé enrollada alrededor de él era la
prueba de que estaba fuera de servicio por algunos momentos felices.
Me mordí el labio mientras me volvía a la última roca, sacudiendo mis
hombros. No hubo otra pesadilla de Seth, gracias a los dioses. Una parte de 109
mí sospechaba que tenía algo que ver con el hecho de que dormía
después de que Aiden lo hiciera. Tal vez el hecho de saber que él estaba
Página
allí ayudaba, pero él no podía venir a dormir sino hasta más tarde, que por
lo general significaba un par de horas para mí a la deriva, y cuando
despertaba al amanecer acababa enloqueciendo, así que yo también lo
hacía. Desde que hacía el ejercicio de akasha a diario, estaba agotada,
como una víctima daimon.
Pero rechacé la fatiga. Al igual que Marcus había dicho una vez, yo era
un montón de cosas, pero no estúpida. Sabía por qué Apolo quería que
trabajara con el akasha. Él me estaba preparando para luchar contra
Seth. Y yo necesitaría todo en mi arsenal para evitar la transferencia de
energía que terminaría todo.
Había un problema inherente en la formación de combate cara a cara
con Seth. ¿Cómo se supone que iba a pelear con él cuando todo lo que
tengo de él era un toque y algunos susurros de palabras en griego?
Sí, estábamos condenados al fracaso.
El pánico me golpeó en el pecho mientras mi mirada se desviaba a los
que me rodeaban. Si algo salía mal, que era lo más probable, todos ellos
estaban en riesgo. Lea podría terminar como su hermana, Olivia como
Caleb. Luke y Solos, como todos los Centinelas que habían sido asesinados
por Lucian y su ejército. Marcus podría terminar como mi mamá.
Mis ojos se posaron sobre Aiden.
Deacon se había levantado y estaba de pie junto a su hermano mayor.
Bajo la luz del sol, sus rizos rubios eran de platino pálido. Los hermanos
compartían el mismo color de ojos impresionante, pero eso era todo. Eran
como el yin y el yang, noche y día, de pie uno al lado del otro.
Las manos de Deacon fueron ahuecadas alrededor de algo, y cuando
levantó la cabeza, una genuina sonrisa se extendía en sus labios y sus ojos
grises brillaban. Aiden se rió de lo que sea que Deacon había dicho.
Ellos podrían terminar como sus padres.
El miedo hizo que mi piel fuera firme, y sustituyó el pánico. Me forcé a
respirar de manera uniforme. No iban a morir. No habría más muertes. No
podía ser. Todos habían sufrido bastante.
Pero era el Destino. No había tal cosa como el pago de las cuotas
cuando venía el Destino. Simplemente no le importaba, o no reconocía las
experiencias pasadas.
Sabiendo eso, me dieron ganas de tumbarme en el frío, la hierba
húmeda y llorar como un gordo bebé enojado. 110
—¿Alex? —La suave voz de Solos me sacó de mis molestos
pensamientos.
Página
115
Página
Quince
Traducido por Dafne
Corregido por Mar¡Cipriano
M
ás tarde esa noche, estaba de cacería y Aiden era mi presa.
Después del entrenamiento, él desapareció. Después de
almorzar, desapareció de nuevo, y hacía horas que no lo veía.
Eran unos minutos después de la medianoche, y sabía que no estaba
patrullando. Solos lo estaba haciendo, y la sospecha persistente de que
Aiden me estaba evitando me estaba convirtiendo en una paranoica en
toda regla.
Rondaba a través de la planta baja, esperando poder quemar la
mayor parte de la energía nerviosa y evitar el inicio de un dolor de cabeza.
Ahora mismo, era solo un aburrido dolor detrás de mis ojos, pero sentía que
se iba a convertir en una partición de cabeza.
Hubo otra larga noche por delante, empeorada por a donde estaban
yendo mis pensamientos. De todas las cosas de las que debería haber
estado preocupada en este momento, ninguna era él, pero odiaba el
muro que había salido de la nada. Era un extraño muro que...
Desgastado por el tiempo, un terrible recuerdo de Aiden mirando
fijamente una botella de Elixir me vino a la mente. Me mantuve en la
cocina después de mi primera cena en el mundo de los cuerdos. ¿Estar
viendo el Elixir le recordó que él había tomado parte en eso? Él no podía
estar... sintiéndose culpable sobre ponerme en el Elixir, ¿o sí? Estoy bastante
segura de que todos en el mundo estarían de acuerdo en que era
necesario.
—Luces enojada. —La voz de Lea traqueteó sacándome de mis
116
pensamientos.
Me quedé fuera de un pequeño estudio que sólo tenía un sofá y un
Página
estaba en casa.
Así que, naturalmente, habíamos estado celosos.
La habíamos perseguido constantemente sobre su amor a su
madrastra. Destruí el vestido que ella le había comprado a Lea
derramando jugo de arándano en él. Oculté el pequeño álbum de fotos
que Lea llevaba con ella todo el tiempo.
Había sido de lunares con rayas de color rosa, llena de esas imágenes
de ella y Dawn, su media hermana purasangre. Una vez encontré una
carta que la madrastra de Lea le había escrito, escondido en uno de sus
libros de texto.
La había rasgado a pedazos en frente de Lea, riendo mientras ella
lloraba.
Entonces, un día, cuando estábamos corriendo unas vueltas, Lea se
detuvo para mirar a un pura-sangre miembro del Consejo. Su rostro tenía
ese brillo que ninguno de nosotros entendía. Lo miraba con respeto y
admiración. Pero eso no podía ser cierto. Porque, como mestizos, no
miramos a los puros con abierta admiración, como si pudiéramos cortarnos
el brazo para ser como ellos.
Después de clases, había encontrado a Lea sentada en el patio con sus
amigos. Seguida por Caleb y algunos otros, asalté su círculo y me paré en
el centro. Y dije lo más malo que jamás podría haber dicho a otro mestizo.
—Hay más sangre pura dentro tuyo que mestiza.
La misma cosa que Seth me dijo una vez tiempo atrás.
Ahora que lo pensaba, creo que iba a escupir sobre ella, también.
Lea más o menos me odiaba después de eso, y honestamente, no sé
cómo pude haberlo olvidado. Por otra parte, probablemente elegí olvidar
qué comenzó nuestro odio de caja de arena. Siempre atribuí la
animosidad de Lea como un producto de su mala onda en general,
cuando en realidad no fui nada más que una matona.
Parecía muy tarde para disculparse ahora, y conociendo a Lea, no iba
a cambiar nada, no era que esperaba que lo hiciera.
Lea me miraba ahora, la cabeza inclinada hacia un lado como si
supiera donde estaban yendo mis pensamientos. Sonrió con fuerzas. —
Levantaste el elemento aire mientras estábamos peleando.
Mi boca calló abierta, pero ella siguió atacando. 118
—Sentí que disminuía la presión y no me di cuenta de inmediato lo que
hiciste, pero lo he descubierto —dijo ella, como si quisiera probar que
Página
¿Tenemos algún Tylenol por aquí? —Otro corte de dolor, como fuego
fuerte y labios expresivos, ojos como ámbar líquido y una belleza que era
demasiado perfecta. Siempre me recordaba a las esculturas hechas a
imagen de los dioses.
Él arqueó una ceja burlona. —¿Qué? ¿Estás sin palabras? Eso sería una
primera vez.
—¿Cómo? —dije con voz ronca, el corazón acelerado dolorosamente.
—Aún estamos conectados, y he estado esperando el momento justo
para... ¿cómo puedo decirlo? ¿"Hacer una llamada a larga distancia a
través de nuestra unión"? —Él sonrió con esa presumida media-sonrisa—
. Escudo o no, todavía puedo llegar a ti... con una pequeña ayuda de mis
amigos en lugares altos.
El dios... —¿Hermes?
Seth asintió. —Él siempre ha estado a favor mío. Traerte a mí
seguramente iba a enojar a algunos de los otros dioses, lo cual fue todo lo
que me tomó para convencer a Hermes de hacerlo. Y antes de saltar a la
equivocada conclusión, Hermes no es el dios responsable de mí.
El hecho de que Seth hubiera tenido a Hermes precipitándose me
sacaba de mis casillas, pero no tenía sentido. ¿Cómo pudo encontrarme
Hermes? Confusión me inundó, pero había algo que sabía cómo sangre
detrás de eso. —No entiendo. ¿Dónde estoy?
—Tú estás donde quiero que estés. —Dio un calculado paso hacia
delante.
Retrocedí. —Eso no es mucho de una respuesta.
Seth inclinó la cabeza hacia un lado, sus ojos estrechándose mientras
seguía acercándose. —¿Piensas que mereces una respuesta?
Ahora sabía que era lo que sabía cómo metal en la parte trasera de mi
garganta. Ira. —¿Estoy soñando, Seth?
Él rió; cuando estábamos conectados, él había reído un montón, pero
ahora me daba cuenta de que había una diferencia entre el Seth real y la
versión fantasma de él. Su presencia era potente; su voz tenía un tono
ronco, una cualidad musical con un leve acento. Y su risa... su risa era
profunda y petulante.
—No estás soñando, Alex. Como dije, usé nuestra conexión, y Hermes
ayudó. Esto...—Extendió sus brazos, y la piel dorada estaba cubierta de
símbolos en movimiento—. Esto es aquí. —Golpeó un dedo en su cabeza.
Mi mano se moría de ganas de golpear esa sonrisa de su cara. — 122
¿Entonces esto no es real?
—Oh, es real hasta cierto punto.
Página
Sus labios temblaron en una sonrisa cruel. —No hay nada que puedas
hacer, Alex. Tienes que aceptar lo que va a pasar, aceptar nuestro Destino.
Fuiste hecha para mí, y te encontraré. Y si alguien está en mi camino, no
pensaré dos veces en tirarlo abajo.
Di un grito ahogado, enfermo, triste y un poco perturbado al oírle decir
eso. Él había hecho muchas cosas horribles, pero oír eso, para ver como de
lejos estaba, cortó profundo en mí. —Seth...
Se lanzó hacia adelante, apretando los lados de mi cabeza. —Así que
adelante y escúdame fuera todo lo que quieras. Como puedes ver, aun así
puedo llegar a ti. —Presionando su frente contra la mía, respiró
profundamente—. Nos estaremos viendo pronto.
Seth cambió de nuevo y sentí sus labios cepillar mi frente un segundo
antes de que la luz explotara alrededor de mí.
126
Página
Dieciséis
Traducido por Martina pederzoli
Corregido por Mar¡Cipriano
C
on mis pulmones ardiendo como si estuvieran debajo del agua,
respiré profundamente y me sacudí. Esta vez, cuando la luz se
desvaneció, unos ojos grises se clavaron en los míos.
—¿Alex? —El alivio sonaba en el tono de Aiden, haciendo su voz más
profunda y fuerte. Sus ojos estaban ensombrecidos por la
preocupación, pero había una punzada de enojo en el fondo de ellos—.
Dios, Alex, pensé…
Parpadeé un par de veces mientras mi entorno empezaba a enfocarse.
Era donde Lea y yo habíamos estado antes. Los brazos de Aiden me
rodeaban, y yo estaba mitad en el piso, mitad en su regazo. Empecé a
sentarme pero pasó sus manos por mis mejillas, acercando mi cabeza
hacia la suya.
—Aguanta ahí por unos minutos —dijo cambiando de posición, de
modo que su espalda estaba contra la parte inferior del sofá—. ¿Estás
bien?
—Sí. —Aclaré mi garganta esperando que el ritmo de mi corazón
bajara—. Eso… eso fue engañoso. ¿Dónde está Lea?
—Afuera de la habitación con todos los demás. —Su pulgar trazo un
círculo calmante sobre mis pómulos—. Cuando te desmayaste, ella vino a
buscarme. Dijo que te quejaste sobre un dolor en la cabeza antes de que
127
te desmayaras. Eso…eso la enloqueció. ¿Segura que estás bien?
¿Me desmayé? Caray, Seth no solo podía extenderse y tocarme,
Página
¿también podía hacerme sentir débil como una cobarde? —Sí, el dolor de
cabeza se fue. Sólo me siento un poco fuera de mí.
Al sentarme, me retorcí en el abrazo de Aiden para enfrentarlo. —
¿Cuánto tiempo he estado fuera?
—Unos pocos minutos. —Sus ojos buscaron los míos—. Alex, tú… tú dijiste
el nombre de Seth. Pensé…—Negó con la cabeza y sus pestañas se
abatieron, ocultando sus ojos.
—¿Qué? —Apoyé mi mano en su suave mejilla y luego me di
cuenta. Mi respiración se detuvo—. ¿Pensaste que me había conectado
con Seth de nuevo?
No respondió inmediatamente. — Lo pensé, sí, especialmente
cuando te escuché decir su nombre. Saqué a todos afuera de la
habitación. —Aiden miró hacia arriba, su mirada encontrándose con la
mía. — No sabía que iba a hacer…
El Elixir no habría sido una opción. Él había tirado lo último que
quedava por el desagüe. ¿Qué podría haber hecho? La mirada en sus
ojos me destrozó.
Me incline, presionando mi frente en la suya. Eso me recordó a Seth,
pero era mucho más diferente, significaba mucho más. —Vi a Seth, pero
no me conecte con él.
Aiden llevó sus manos a cada lado de mi cara. Hubo un leve temblor
en sus fuertes brazos. Ninguno habló por varios segundos. Mi corazón se
aceleró en un tipo diferente de latido. —¿Qué pasó? —preguntó
finalmente.
—Hermes... Maldito Hermes —dije—. No entiendo realmente como lo
hizo, pero siguió la conexión entre Seth y yo y me introdujo en el
subconsciente de Seth, o algún tipo de basura por el estilo.
Estaba segura de que Aiden estaba callado porque estaba tan
enojado que no podía formar palabras.
Tomando una respiración profunda, envolví mis manos alrededor de
sus muñecas y le conté todo. Con cada palabra, la furia de Aiden crecía
hasta que se convirtió en algo tangible en la habitación; era espesa como
el humo.
Terminé bajando sus manos, manteniendo las mías alrededor de las
suyas. — Era real… pero no lo era. No sé si él va a ser capaz de hacerlo 128
de nuevo, o si Hermes lo volverá a ayudar. O si había algo que yo estaba o
no haciendo que lo volvió más fácil.
Página
Seth.
13 Polly Positiva: “Positive Polly” en el inglés original, Alex se está refiriendo a que está
siendo una Polly (abreviación de Apollyon) positiva, intentando ver el lado bueno de la
situación.
Ver a Aiden perder el control era algo que siempre encontraba
terrorífico, principalmente porque él nunca lo pierde, pero a veces
olvidaba que él estaba lejos de ser perfecto o santo. Él tenía un
temperamento no tan loco como el de Seth o el mío, pero el fuego
zumbaba en su sangre.
Crucé mis brazos, repentinamente sintiéndome fría. —Pero tiene que
haber una razón para que él únicamente sea capaz de hacerlo ahora. Y
—y— él te escuchó diciendo mi nombre. —La esperanza despertó en mí—.
Su control en mí no era tan fuerte.
—Apuesto que estaba emocionado con eso.
Recordando la forma en que Seth se veía cuando escuchó la voz de
Aiden, estaba segura de que él había estado malditamente cerca del
asesinato. —Tiene que haber algo Aiden. Solo tenemos que averiguarlo.
Aiden me observó con una mirada sombría mientras atravesaba la
habitación, parando frente a la ventana.
Me mordí el labio. — Nosotros podemos. Nosotros siempre podemos.
No dijo nada, con la espalda rígida de forma antinatural. —¿Estás
segura de que estas bien?
—Sí —dije irritada—. ¿Puedes dejar de preguntarme eso? Estoy
perfecta. Estoy bien. Esta noche fue un pequeño retraso, pero—
—Lo sé. —Miró sobre su hombro, su voz bajó mediblemente—. Lo sé,
Alex, perdón.
—No tienes nada por lo que disculparte.
Dejó escapar una pequeña risa. —Tengo mucho sobre lo que
disculparme.
Lo miré fijamente. Esto se trataba de algo más de lo que acababa de
ocurrir con Seth. Si, estaba enojado, principalmente para mi beneficio y
apreciaba eso, pero esto era algo más. Pensé en la extraña brecha entre
nosotros en los últimos días.
La irritación pinchaba mi piel. — ¿Cuál es tu problema?
—No sé de lo que estás hablando. 130
—¿No sabes? —Me enfrente a él y extendí la mano hacia su cara. Él se
apartó y sentí eso como una punzada en mi pecho—. ¡Eso! Eso es de lo
Página
135
Página
Diecisiete
Traducido por Jess
Corregido por Esperanza.nino
T
uve una sonrisa estúpida en mi cara la mayor parte del día
siguiente. A pesar de que estaba helada, cubierta de barro por el
entrenamiento y cansada por usar el akasha y los elementos,
parecía que había sido golpeada con un palo.
Sólo un par de veces lo hice deslizarse, y fue entonces cuando pensé
en Seth y el truco que había logrado sacar ayer. Después de que Aiden y
yo... bueno, cuando habíamos empezado realmente a usar nuestras bocas
para hablar otra vez, acordamos mantener lo que había sucedido entre
nosotros y Marcus. No había ninguna razón para enloquecer a todos los
demás, y yendo por el camino por el cual Marcus hubiera reaccionado,
había sido una decisión inteligente.
Marcus no había lanzado nada, pero había estado tan enojado como
Aiden.
Y yo sabía que esa era la razón por la que Marcus había cambiado con
Solos cuando llegó al entrenamiento de hoy. Pero era extraño golpear a mi
tío.
Cada vez que nuestro grupo se tomaba un descanso, Aiden estaba a
mi lado. Hubo momentos en los que se convertía en alguien insoportable y
tranquilo, y sabía que estaba pensando en lo que había hecho con el Elixir.
Él estaba tratando sin embargo, y eso era lo que importaba.
Terminamos el día y cojeamos hacia adentro, siendo recibidos por el
aroma del guiso que Laadan había cocinado. Subí a lavar la mugre del día
y Aiden me siguió.
136
Una vez dentro de la habitación, le lancé una mirada tímida sobre mi
hombro. Al menos, pensé que era tímida, pero probablemente parecía
Página
*** 138
Más que unos minutos más tarde, Aiden y yo entramos a la gran sala de
Página
estar con todos los demás. Apolo estaba ocupado con un tazón del
guisado que Ladaan y Deacon habían hecho.
—¿Hambriento? —le pregunté, después de varios momentos de un
incómodo silencio.
Él levantó la vista. —En realidad no, pero es delicioso.
Ladaan casi sonrió desde el sofá. —Gracias.
—No sabíamos —dijo Aiden. Estaba apoyado contra la pared, con los
brazos cruzados.
Los labios de Apolo se extendieron en una sonrisa. —Lo siento. Voy a
tratar de venir después de la cena la próxima vez. —El cuenco
desapareció de sus manos, y me pregunté a donde había ido—. Bueno, es
bueno ver la pandilla de Scooby15 en una sola pieza. Calienta mi corazón
y todo eso, pero vamos a al punto.
—Hagamos eso —murmuré mientras me subía encima de la mesa,
dejando que mis pies colgaran fuera del borde—. Dijiste que teníamos que
hablar.
—Lo haremos —Apolo se desvió hacia donde Olivia y el Deacon
estaban sentados recatadamente junto a Ladaan. Los miró un largo rato,
como si pudiera ver algo más allá de lo que nuestros ojos fueran capaces,
y luego se dio la vuelta—. Primero, necesito que me digas todo lo que el
Primero ha compartido contigo.
Golpee las piernas a un lado de la mesa, le di la versión rápida y sucia
de los eventos. No había mucho que contar, y Apolo no pasó por alto ese
hecho.
—¿Eso es todo? —Él ni siquiera intentó ocultar su irritación y
decepción—. Ustedes tienen este vínculo inquebrantable que casi destruye
el mundo entero, y todo lo que me puedes decir es que crees que va
hacia el norte, ¿no crees que es algo que ya sé?
Mis labios se fruncieron. Qué manera de hacerme sentir como un
fracaso épico de un Apollyon.
—No es su culpa —dijo Aiden bruscamente, sus ojos brillantes como el
mercurio—. Él mantuvo la mayor parte de sus planes para sí mismo.
—Probablemente porque temía que pudiera eventualmente romper el
vínculo —dijo Marcus—. Así que la pregunta sigue siendo, ¿qué hacemos
con la información que tenemos?
—¿Y espero que tengas algún tipo de información para traer a la 139
mesa? —Puse una mirada inocente en mi cara—. Eso sería un buen
cambio de ritmo.
Página
15 Scooby Doo: Serie de televisión de dibujitos animados que trata sobre un grupo de
amigos que son investigan casos sobrenaturales.
—¿Puede decirnos cómo Tánatos fue capaz de descubrirnos? —
preguntó Marcus.
—Sí, eso es bastante fácil. La pequeña visualización de akasha de Alex
mientras combatía con Aiden atrajo a Tánatos a ella.
Fruncí el ceño ante el recuerdo. —Pero yo he estado practicando con
él desde entonces.
—Practicar con akasha es una cosa, Alex. Ni siquiera se registra en
nuestra escala, especialmente si te quedas dentro del límite de la casa. —
Sus ojos se deslizaron hacia Aiden—. En cambio si lo usas para tratar de
matar a alguien es como lanzar una señal de emergencia.
Retrocediendo, aparté la mirada. —¿Estás diciendo que no use akasha
entonces?
—Tengo un trabajo en torno a eso —Apolo tendió la mano y el aire
alrededor de ella brilló en un azul eléctrico. Un segundo más tarde, un
pequeño medallón apareció en su palma, conectado a una cadena que
colgaba de sus dedos. Una presumida sonrisa de satisfacción se estiró en
los labios de Apolo—. Tomé el casco de Hermes, derretí la cosa, y aquí
tienes. Un encanto de invisibilidad sólo para ti.
Apolo dejó caer el collar en mi palma. Era de un color dorado rojizo, y
tenía un ala grabada en ella. —Ja —dije—. Es como Harry Potter y su capa
de invisibilidad.
Todo el mundo se me quedó mirando.
Rodé los ojos—. Lo que sea. ¿Así que seré invisible si me pongo esto?
Apolo se rió como si hubiera hecho la pregunta más estúpida. —No. Su
energía sólo te ocultara de los dioses, todos —menos yo— incluso si utilizas
akasha.
—Oh —dije, sosteniendo el collar—. Útil.
Mientras Aiden se acercaba y me ayudaba a cerrar el collar, le
preguntó—: ¿Qué más fuiste capaz de averiguar?
—Oh, ya sabes, no he estado haciendo nada. —dijo Apolo
mirándonos—. Me las he arreglado para convencer a mis hermanos y 140
hermanas para detener tu destrucción lo suficiente para darnos una
oportunidad de hacer lo correcto, pero no se mantendrán así por mucho
Página
los Apollyons anteriores. —La mirada de Apolo brilló para mí—. ¿Qué has
aprendido al Despertar?
Estaba algo sorprendida por la fe de Apolo en mi capacidad de
bloquear a Seth. Dudaba de que la fe se mantuviera si le hablaba de Seth
y Hermes.
Todavía balanceando mis piernas, me encogí de hombros. —Mucho de
eso se trata de sus vidas, y hay muchas. Es como ver cada episodio de una
serie de televisión que ha estado encendida por un milenio. Es difícil
ordenar a través de todo. A veces, algo se dice y se retuerce como un
recuerdo.
Una mirada indiferente cruzó las facciones de Apolo.
Bueno, no era como si esperara un abrazo de él. —La mayor parte es
cómo utilizar los elementos y el akasha. Y griego, puedo leer griego ahora.
La mayoría de la habitación no parecía impresionada con eso, pero
Aiden atrajo mi atención y me sonrió tranquilizadoramente. Le sonreí de
vuelta. Leer griego era una maldita cosa grande para mí.
—Bueno, eso es todo fino y elegante —dijo Apolo, dejando escapar un
exagerado suspiro.
Pateé la mesa más duro de lo normal; mi pierna rebotó.
Aiden me deslizó una mirada. —¿Qué podemos hacer desde aquí? Es
evidente que los dioses esperan que hagamos algo.
—Los dioses esperan que ella haga algo. —Apolo hizo un gesto con la
barbilla hacia mí.
—Pero ¿cómo puede luchar contra él sin tocarlo? —Aiden se apartó de
la pared y se dirigió al centro de la habitación—. Los dioses tienen que
entender eso.
—Lo hacen —Los ojos de Apolo se entrecerraron hacía mí—. Pero tenía
la esperanza de que hubiera algo alrededor de su cerebro que tuviera la
respuesta a ese pequeño problema. Pero…
Apolo golpeó su mano sobre mi pierna—. ¿Siempre tienes que estar
moviendo alguna parte de tu cuerpo?
Lo miré mientras quitaba no tan suavemente su mano. El contacto de
su cuerpo contra el mío trajo las marcas de Apollyon fuera, como ninguna
otra cosa. Y sabía que él los vio por la forma en que sus ojos se movían
sobre mi cara. —No te hace daño a ti —le dije.
—Es muy molesto. 142
—Tú eres molesto —le respondí.
A nuestra izquierda, Aiden rodó los ojos. —Muy bien, niños, de nuevo a
Página
—C
aleb —susurró Olivia, hablando por primera vez.
Cuando asentí, ella se puso de pie—. Quiero ir.
Apolo arqueó una ceja —Dos personas entrando
en el Inframundo tratando de encontrar una sola alma entre millones, es
demente y peligroso, nadie más puede ir.
Olivia se volteó ampliamente, mirándome con ojos suplicantes. —Yo
tengo que ir. Debo ser yo. Necesito…
—Y ese es el por qué no puedes ser tu —respondió Apolo antes de que
yo pudiera decir algo—. Estarás concentrada en encontrar a Caleb, en vez
de de la misión que tenemos en mano.
Sus manos se curvaron hasta convertirse en puños. —¿Cómo es eso tan
diferente de Aiden? ¡Él estará concentrado en Alex!
Deslice mi mirada hacia la persona en cuestión, pero Aiden tenía la
misma expresión que Apolo. Posiblemente habría muchas suplicas y
lágrimas, pero estaba fuera de debate.
—Y eso es lo que necesitamos —dijo Apolo casi gentil. Por un momento,
estaba casi convencida de que él sentía pena por ella. No de una mala
manera, más bien como si simpatizara con ella, lo cual sería asombroso ya
que los dioses eran deficiente en el departamento de simpatía—. No hay
garantía de que ellos van a encontrar a Caleb, pero de cualquier manera,
necesitamos que Alex regrese del Inframundo con la información que 147
necesitamos. Viva.
Algunos de los otros dioses probablemente no se sentían de aquella
Página
manera.
Apolo miró fijamente a Aiden otra vez. —¿Darías tu vida por ella?
No me gustaba esa pregunta del todo y abrí mi boca, pero Aiden
respondió sin vacilar. —Sí.
El dios asintió —Yo sé que tú también lo harías Marcus, pero Aiden…
Marcus lucía menos que complacido pero asintió. —Se a lo que te
refieres.
Un sabor amargo se arrastró por mi garganta y mi corazón dio un
vuelco. Ir al Inframundo sería locamente peligroso, y la idea de Aiden
arriesgando su vida asustaba toda la mierda dentro de mí, pero mientras
mi mirada se paseaba por el cuarto, supe que de todo el mundo él era el
más hábil.
Dándose cuenta de que no cambiaría la opinión de nadie, Olivia no
dijo nada mientras salía de la habitación con la cabeza en alto. Dolor
atravesó mi pecho, tan fuerte como el miedo. Pero no era miedo.
Deseaba que Olivia y Caleb hubieran podido tener un momento más
juntos antes de que todos sus futuros momentos les fueran robados.
Después de que Olivia saliera, los planes fueron rápidamente hechos
para nuestra partida. El grupo permanecería atrás, mientras fuera seguro
para ellos, y Aiden y yo partiríamos por la mañana hacia... Kansas. Otra
aparente puerta para entrar al Inframundo. No tenía ni idea de que había
en Kansas. ¿Bolas de heno? ¿Dorothy?18
—Hay algo más —le dije a Apolo antes de que el grupo se dispersara.
Aiden permanece detrás, cerrando la puerta, pareciendo saber qué es lo
que estaba tratando de decirle a Apolo.
—No puedo esperar para oír —dijo Apolo secamente.
Respiré profundamente. —Vi a Seth ayer
Las cejas de Apolo se alzaron mientras abría la boca, pero ninguna
palabra salió. Probablemente debía explicarme. —Lo que quiero decir es
—dije rápidamente—, algo así.
—¿Algo así?
Asentí —Él era capaz de meterme… dentro de su cabeza. Se veía y se
sentía real, y también era como si estuviera soñando... pero no era así.
Sus cejas comenzaron a levantarse. —Eso no tiene sentido, Alex.
—Ella estaba hablando con Lea y comenzó a dolerle la cabeza justo
antes de que pasara, como antes, cuando estaba bajo el Elixir —explico 148
Aiden, ya que obviamente yo no podía formar una frase coherente—. Alex
se desmayó…
Página
vez eso tiene que ver: con lo cansada que estás ahora.
—Tiene sentido. Supongo que sólo necesito mi sueño de belleza.
Aiden no lucía impresionado. —Esa es la mejor teoría que tengo.
—En realidad tiene sentido —Apolo estiró su cabeza hacia un lado, su
llamativa cara se tensó con molestia—. Ustedes dos todavía están
conectados, y aunque estés protegida de la mayor parte de esa conexión,
él podría ser capaz de atraparte cuando estés débil, con o sin Hermes.
—Como un radio de dos vías de mierda —murmuré.
—Exactamente. En especial si Hermes crea un camino hacia ti.
A mí realmente no me gustaba como sonaba eso.
Apolo sonrió hacia Aiden. —No hace falta decirlo, pero creo que sabes
cuán importante es que permanezcas cerca de Alex.
—Como si hiciera falta que lo dijeras —respondió Aiden.
Apolo sonrió satisfecho. —El viaje al Inframundo no va a ser nada fácil, y
eso sin tener en cuenta las nuevas tendencias narcolépticas19 de Alex.
Rodé mis ojos ¿qué parte de "no estaba dormida" no entendieron?
—Y si esto sucede de nuevo, tal vez creas que él no puede recoger
ninguna información importante, pero debes ser cuidadosa y no le
permitas saber lo que estás haciendo, especialmente ahora con esta
nueva misión.
—Lo sé —dije, mirando a la desgastada silla al lado del dios—. Estoy
bastante segura de que él no sabe lo que Solaris estaba planeando
hacerle al Primero, pero él sabía que había algo. Y tal vez tengamos suerte.
Puede que Seth no sea capaz de hacerlo otra vez.
Ninguno de ellos parecía convencido.
—Bueno, volviendo al gran problema que tenemos. Con el cual puedo
ayudarte —dijo Apolo dirigiéndose al escritorio y tomando una hoja y un
lápiz—. El portal Stull debería dejarlos más allá de la entrada al Inframundo,
al inicio de los Campos de Asfodel. Puede que realmente no sean campos,
o sí. —Hizo una pausa mirando por encima de sus hombros—. Lo habían
cambiado cada vez que fui allí. Algunas veces está vacío, otras no lo está.
Las almas que encontrarán allí son... relativamente inofensivas.
Me deslice más cerca mirando por encima de su hombro. Él estaba
dibujando un mapa. Reconocí el río Estigio. El resto lo hubiera reconocido,
si hubiera prestado atención en clase.
—Habrá túneles por los cuales deberán entrar. Deberían ser capaces 150
de encontrar un lugar para descansar por unas pocas horas ya que las
almas no pueden viajar a través de ellos. Lleguen antes de que sea de
Página
19
Acá, Apolo se refiere a que Alex está consumiendo drogas y que por eso Alex se siente tan cansada y se
duerme. Simplemente es una broma.
Esperé a que diera más detalles y cuando no lo hizo intercambié una
mirada con Aiden.
—Ustedes no querrán recorrer ninguna parte del Inframundo por la
noche —el lápiz de Apolo se precipitó sobre el papel—. Desde allí, ustedes
cruzaran el Valle del Luto.
—Oh, eso suena divertido —dije.
Apolo sonrió. —Eventualmente llegarán a un cruce de caminos. Un
camino los llevara al Tártaro, el otro los llevara a los Campos Elíseos, esta
sería la Llanura del Juicio. Ustedes querrán hacerse tan invisibles como sea
posible. Y no me refiero a un collar de invisibilidad —Él apoyó el lápiz y le
dio el mapa a Aiden—. Yo puedo hacerles el favor de hablar con Caleb y
pedirle que se encuentren allí. Pero a partir de ese momento...
—Estamos por nuestra cuenta —Cuando Apolo asintió, me mordí mi
labio—. Está bien.
—Espera —dijo Aiden, sus ojos estrechándose mientras veía el mapa—.
¿No está la Llanura del Juicio cerca del palacio de Hades?
—Como dije ustedes querrán hacerse tan invisibles como sea posible.
Tengo fe de que Hades estará en el Olimpo, pero él tiene ojos guardianes
en el palacio —Los brazos cruzados de Apolo lucían como troncos de
árboles—. Necesito que ambos entiendan que ir al Inframundo será muy
peligroso. Caleb podría estar en cualquier lugar y no será como la última
vez, cuando tu llegada fue notoria. Verán cosas que no podrán entender.
Cosas por las cuales querrán intervenir pero no podrán.
Tragué ante la seriedad de su tono. —Entiendo.
—¿Lo haces? Porqué has mostrado muy poco control de tus impulsos
en el pasado, Alex. Los cuales no serán bienvenidos allí. Y no es sólo el
Inframundo —Su dura y fría mirada pasó a Aiden—. Las puertas están muy
bien protegidas.
—Entendemos —respondió Aiden calmadamente.
Agudo conocimiento estalló en los ojos del dios. —Sean cuidadosos. La
mayoría de los que entran al Inframundo no logran salir, y los que lo hacen 151
quedan irrevocablemente cambiados luego de la experiencia
Apolo se desvanecía a medida que lo mirábamos, no había duda de
Página
con los míos; radiantes y fuertes como las dagas de titanio que llevábamos.
—Solamente que te amo.
Diecinueve
Traducido por Arcangel
Corregido por Esperanza.nino
K
ansas era... llano y verde.
Tan lejos como el ojo podía ver, no había nada más que
campos llanos con hierba amarillenta y altos juncos. A lo lejos, el
horizonte parecía reunirse con la tierra, de un gris azulado muy oscuro y
siniestro mientras la noche se acercaba, cubriendo la hierba alta de color
marrón y las flores silvestres blancas.
"Tierra de la pradera", de acuerdo a la improvisada lección de historia
de Aiden, pero lo que capté fue que estábamos conduciendo
directamente al Tornado Alley. Teniendo en cuenta todas las cosas,
probablemente no era el mejor lugar para estar, especialmente cuando
tenía una vista completa de alguna de las más recientes destrucciones
causada por los dioses bipolares.
Ciudades enteras arrasadas. Campos y calles llenas de escombros. Las
consecuencias de tantas vidas arrancadas, y sabiendo que tenía algo que
ver conmigo: la respuesta a mi incapacidad inicial para combatir la
influencia de Seth.
Resultaba difícil ver más allá de eso, pero sabía que no podía
ahogarme en la culpa ahora mismo o analizar el sueño que acababa de
tener como si estuviera desarrollando un caso loco del TOC22. Necesitaba
mi A-game. Estábamos demasiado cerca de Cementerio Stull.
Nerviosa energía zumbaba a través de los dos. Incluso con la guía de 159
Apolo sobre las puertas y el Inframundo, ninguno de nosotros realmente
sabía lo que íbamos a enfrentar.
Página
22
TOC: Siglas para Trastorno Obsesivo Compulsivo.
Al anochecer, la calle principal, que parecía ser la única calle, estaba
completamente abandonada. Ninguno de los negocios estaba abierto. La
gente no se paseaba por las aceras. No había nada. Hombre,
definitivamente estábamos en la zona rural de Kansas.
—Muy espeluznante —susurré.
—¿Qué?
—No hay ni un alma en la calle —Me estremecí completamente.
—Tal vez están todas en el cementerio —Cuando le lancé una sucia
mirada, se rió—. Alex, estamos a punto de entrar al inframundo. Una
ciudad aparentemente vacía no asusta demasiado.
Llegamos a una parada de tres vías y Aiden giró a la derecha. —Sabes,
Luke estaba diciendo que sólo hay como veinte personas que viven aquí y
que se cree que no son de la Tierra —dije, mirando a Aiden—. ¿Crees que
son dioses?
—Podría ser. Quizás Stull es su casa de verano.
Miré de nuevo a las bajas casas de aspecto antiguo. —Un lugar de
vacaciones bastante extraño, pero bueno, los dioses son extraños.
—Eso es lo que son —Aiden se inclinó hacia el volante, entrecerrando
los ojos—. Ahí está.
Siguiendo su mirada, sofoqué un grito ahogado. Una docena de metros
bajando por la calle, a la derecha, estaba el Cementerio Stull. No era una
entrada al infierno, pero si al Inframundo.
Y con el sol ocultándose y la oscuridad creciendo, era espeluznante
como el infierno.
—Espero que nadie intente echarnos —murmuré, mientras Aiden
guiaba el Hummer a través de la estrecha entrada de la cerca de
alambre. Estábamos planeando dejar el Hummer en el interior del
cementerio. No estaría allí mucho tiempo, el tiempo en el mundo terrenal
transcurre diferente. Horas eran medio segundos aquí. Días serían minutos.
Semanas serían horas.
—Por alguna razón, no creo que tengamos algún problema. —Aiden 160
estacionó el auto a un lado y apagó el motor. Las luces se apagaron.
Mirando las lapidas, me estremecí.
Página
23 La Noche de los Muertos Vivientes: Película de terror estrenada en 1968, en la que un grupo de
personas se encierra en una granja cuando empiezan a aparecer zombis (muertos vivientes).
iglesia. Quería mirar detrás de mí, pero realmente esperaba encontrar una
multitud de zombies come-cerebros de pie allí.
Me acerqué alrededor de una lápida de aspecto solitario y di un paso
cerca de Aiden. Estábamos a no más de un pie de distancia de la piedra
triturada.
Aiden enderezó las correas de la mochila mientras inclinaba la cabeza
hacia un lado. —Por lo tanto, ¿ves algo…
Repentinamente, el viento cesó. Como, por completo.
Una quietud antinatural impregnaba el aire, levantando los vellos de mi
nuca. Bajo el térmico negro, pequeños bultitos rozaron mi carne. Un rancio
y almizclado olor se filtraba de la nada. Dejé salir un respiro entrecortado y
una pequeña y espumosa nube blanca se formó.
—Está bien —susurré, apretando mi agarre en la hoja—. No es normal.
El aliento de Aiden permanecía en el aire, también. Manteniendo una
mano entre nosotros, él asintió hacia la espesa arboleda amontonada
cerca de los restos de la iglesia. Dos sombras oscuras estaban a unos
metros, casi indistinguibles entre el follaje.
Mis músculos se tensaron. ¿Guardias? ¿Fantasmas? No estaba segura
de qué era peor.
—Hora del show—dijo Aiden, en silencio deslizando la mochila fuera. La
colocó cerca de una pequeña cruz de piedra.
Asentí. —Yeppers peppers24.
Las dos figuras flotaban hacia adelante. Estaban encapuchadas y sin
forma, y me di cuenta de que sus pies —si es que tenían pies, ya que
flotaban en el aire— no tocaban el suelo. Sus túnicas de color rojo oscuro
se arrastraban una pulgada por encima de la hierba.
Lentamente, sus brazos se levantaron y el material retrocedió. Un crujido
extraño seguido del movimiento. Delgados, pálidos y blancos dedos
alcanzaron las capuchas, echándolas hacia atrás.
Oh... oh, vaya.
Bajo las capuchas no eran más que huesos. Huesos blancos, pálidos y 162
vacíos; con una inmensa negrura donde deberían estar las cuencas de los
ojos y la nariz. Las bocas... las mandíbulas dependían de conexiones
Página
sueltas, por lo que las bocas se abrían por completo. No había piel,
ninguna carne o pelo. Eran esqueletos; flotantes y monstruosos esqueletos.
24 Yeppers peppers: Son dos palabras sinsentido que se usan para corroborar una afirmación.
No tan aterrador o peligroso como lo zombis, pero aun así, eran
escalofriantes.
Me quedé mirándolos, con ganas de mirar a otro lado pero no pude.
Fue espeluznante... sus ojos. No eran más que agujeros, pero cuanto más
me miraban, algo... algo se movía en el interior ellos, pequeñitos, pequeños
puntos de luz parpadeante.
Mis dedos se aflojaron alrededor de la hoja curva. —Yo podría...
estallarlos con akasha.
—Tu idea ha sido analizada y se descarta.
—Oh, vamos.
—Usar akasha te cansaría demasiado ¿no? —dijo sin alterarse, con sus
ojos fijos en las cosas—. ¿Por qué no usarlo para algo más que un saco de
huesos?
—Oh. Buen punto.
Esos "sacos de huesos" se metieron dentro de sus ropas al mismo tiempo.
Arqueé una ceja. —Espero que no vengan hacia nosotros. Realmente
no quiero ver a un esqueleto pe…
Y entonces aparecieron dos asas gruesas y brillantes. Me pregunté si
iban a tirar de las asas hacia nosotros, admití que estaba bastante
decepcionada por los guardias. No es de extrañar que los mortales
hubieran descubierto la entrada cuando todo lo que se interponía entre
ellos y el portal eran dos decoraciones de Halloween caminando.
—Alex —murmuró Aiden.
Mi barbilla se alzó, mientras que chispas volaban de las asas, brillantes e
intensas en la oscuridad. El fuego se extendió rápidamente, de color rojo
vivo y potente, cada uno tomando forma de una larga y letal hoja.
—¿Qué demon...? —Mis ojos se abrieron.
Volaron hacia nosotros, sus huesos sacudiéndose y golpeándose en un
espantoso coro. Aiden pasó por debajo de la primera hoja ardiente.
Girando alrededor limpiamente, plantó un pie en la parte trasera de un
esqueleto. 163
El otro se abalanzó hacia mí, deslizando la hoja tan cerca de mi cuello
que sentí el calor. Lanzándome a un lado, levanté la hoja curva en un
Página
¿verdad?
La mirada de Aiden se deslizó por mi cara y luego bajó. Aspiró una
bocanada de aire. —Estás herida.
—No es nada —esquivé la mano que buscó mi hombro. La quemadura
ya se había entumecido—. Estoy bien. Es solo baba del perrito. No te
acerques demasiado, huelo a perro del infierno húmedo. Estoy
realmente…
—Lexie.
El nombre —el sonido de la voz— no era de Aiden, pero lo reconocí en
mi corazón y en mi alma. No podía ser, pero lo era. Mi respiración se
detuvo. Mis piernas se sentían débiles cuando le di la espalda a un
aparentemente conmocionado Aiden. Mi corazón, mi corazón ya conocía
la fuente de esa maravillosa, suave y hermosa voz.
Retrocedí un pasó, repentinamente inundada de una emoción que
oprimía mi pecho y me robaba el aliento. La confusión siguió mientras
negaba. Las lágrimas surgieron de mis ojos. Mi pecho se abrió, porque esto
no podía ser real.
—¿Mamá?
167
Página
Veinte
Traducido por Jeyly Carstairs
Corregido por Esperanza.nino
E
lla no se veía como la recordaba.
Cuando la había visto por última vez —cuando la maté— ella era
un daimon, con agujeros oscuros donde sus ojos deberían haber
estado y una boca llena de dientes afilados, con la piel tan pálida y
traslucida que se le veían las venas.
Esa imagen había empañado mis recuerdos de ella. Algo de lo que
había estado muy avergonzada para realmente profundizarlo. El hecho de
no poder recordar como era de hermosa me horrorizaba, pero ella…
Ella era hermosa ahora.
Cabello castaño oscuro caía sobre sus hombros, enmarcando su rostro
ovalado. Su piel era ligeramente más oscura que la mía, de un oliva
natural. Se parecía a mí, pero mejor —más refinada y hermosa— y sus ojos
eran de un brillante, color esmeralda. Incluso en la oscuridad podía verlos,
estaba atraída por el calor en ellos.
Me tambalee dando un paso adelante, librándome del agarre de
Aiden. —¿Mamá?
—Bebé —dijo, y un pedazo de mi mundo destrozado respondió a su
voz—. No deberías estar aquí. No puedes estar aquí.
No me interesaba el “aquí” o lo que sea. Lo único que importaba era
que era mi mama, y yo la necesitaba, necesitaba sentir uno de sus
abrazos, porque hacían que todo fuera mucho mejor y había estado
necesitando uno por tanto, tanto tiempo.
Tropecé por la pendiente, dejando caer la hoja curva en la maleza
168
espinosa. —Mamá. Mami…
—Alex —grito Aiden, su voz dolida. Y no podía entender por qué.
Página
Él debería estar feliz por mí. Por conseguir ver a mi mamá otra vez, algo
que yo secretamente esperaba que ocurriera mientras nosotros estábamos
en el Inframundo, así que verla tan pronto, antes de que incluso
atravesáramos las puertas, era tan…
Entonces recordé la advertencia de Apolo. Habría espíritus, ¿pero mi
mamá? Me detuve en seco, de pie a unos metros de ella. Eso… eso era
demasiado cruel, hasta para los dioses.
Ella inclinó su cabeza hacia un lado, una pequeña y muy triste sonrisa
formándose en sus labios. —No deberías estar aquí. Aléjate antes de que
sea demasiado tarde.
Parpadee, incapaz de moverme. ¿Era realmente ella? ¿O era algún
tipo de táctica? Con el corazón acelerado, abrí mi boca repentinamente
seca, pero entonces su forma parpadeó, al igual que la de Caleb en la
celda. Ella era una sombra —por lo que no habría abrazos— ¿pero era
ella?
Aiden llego a la colina detrás de mí, parándose antes llegar a mi lado.
—Alex, es…
—No lo digas —Sacudí mi cabeza, porque no podía lidiar con esto
ahora mismo. Lo intentaba y estaba fallando en ver esto objetivamente—.
Por favor, no lo digas.
La forma de mi mamá parpadeó de nuevo. —Tienes que volver. Deja
este lugar antes de que sea demasiado tarde. No puedes ir allí. Nunca
volverías.
Mi garganta trabajó para soltar un sollozo. Baje mi barbilla, cerrando mis
ojos. Era ella, pero… no lo era. Déja vu, pensé con amargura. Casi podía
verlo; mi mamá y yo de pie, yo sosteniendo el arma apuntando
directamente a ella, mi brazo temblando, incapaz de hacer lo que
necesitaba hacerse.
Y podríamos haber muerto en ese momento o en el transcurso del
tiempo en Gatlinburg. Caleb podría haber muerto entonces, en lugar de
meses más tarde, dentro de la falsa seguridad del Covenant. Yo había
fallado entonces y estaba a punto de fallar de nuevo. Y esta vez, ¿seria
Aiden quien moriría a causa de mi incapacidad para ver más allá de lo
que era verdad?
Esta no era mi mamá. Esto era solo una guardia para impedirnos 169
alcanzar las puertas. Con mi pecho apretándose, levanté mis húmedas
pestañas.
Página
murió, por lo menos en todos los sentidos que importa, en Miami. Y eso fue
para mantenerte a salvo. Por lo tanto, eso era también tu culpa. Tres es un
encanto, ¿verdad? ¿Y crees que puedes hacerlo? ¿Y qué? Eso no significa
nada. Tú no has visto nada todavía.
La parte posterior de mi garganta quemaba cuando di otro
tambaleante paso hacia delante, levantando mi brazo.
—Tú no traes nada más que muerte a los que te rodean —continúo ella
—. Nunca deberías haber nacido, porque matas a tus seres queridos, de
una u otra manera.
Esas palabras cavaron profundo, clavándose en las profundidades de
mi corazón. Sin decir una palabra, porque sabía que no importaba, llevé la
hoja hacia abajo.
Barrí limpiamente a través de ella. Hubo un destello de luz opaca, y
luego su forma se desvaneció como si no fuera nada más que humo y
espejos. En cuestión de segundos, fue como si nunca hubiera estado allí, y
solo las crueles, castigadoras palabras quedaron.
—Bueno —dije un poco insegura—. No puede ponerse peor que eso.
Y lo hizo… en un segundo.
Dos formas aparecieron más allá de los cimientos rotos, tomando forma
rápidamente. Sin tener idea de qué o a quién la puerta iba a lanzar sobre
nosotros ahora, me quedé junto a Aiden y esperamos mientras las sombras
fantasmales se convertían en dos personas.
Aiden contuvo el aliento y se irguió. No me di cuenta del significado al
principio. Las dos sombras eran desconocidas para mí, un hombre y una
mujer. Ambos eran altos y de aspecto elegante, llevaban un aire de puros.
La mujer tenía un ligero, pelo rizado del color de la seda del maíz hilado y
el hombre era de cabello oscuro con unos ojos plateados
sorprendentemente familiares…
Los había visto antes… en un marco de una foto en una habitación en
la casa de Aiden; en casa de sus padres.
El hombre y la mujer eran su padre y madre.
—Oh, dioses —dije en voz baja, bajando la hoja curva.
Al ver a los padres de Aiden —la aparición de nuestro seres queridos
fallecidos— de repente tenía sentido. No era una pelea física lo que
custodiaba las puertas, no como los guardias y perros del infierno. Esto era 171
a un grado emocional y mental, una táctica diferente para conseguir que
retrocediéramos, porque si no lo hacíamos, nosotros tendríamos que
Página
enfrentar lo impensable.
Aiden no dijo nada mientras los miraba. Nunca lo había visto tan quieto,
ni siquiera después de la primera vez que me vio limpia, después de que lo
golpeara en la cara y luego le diera un beso. O incluso cuando las furias
atacaron el consejo, o después de que se dio cuenta que había matado a
un puro. Ni siquiera cuando se había mantenido encima de mi cama,
esperando a que me despertara después de que Linard me hubiera
apuñalado.
Nunca había visto a un Aiden como este; su cara completamente
desprovista de emociones, pero sus ojos agitados en gris y plata. Tensión
irradiaba de cada uno de sus trabados miembros. Tras ser testigo de lo que
yo había pasado, él sabía que esto no iba a ser bueno.
Y quería detenerlo antes de que incluso iniciara el dolor brutal, las
palabras hirientes que lanzaran abrirían viejas heridas que sobraban. Pero
cuando me acerqué, él regresó a la vida.
—No lo hagas —dijo, con la voz ronca—. Quiero escuchar esto.
Lo miré como si estuviera loco.
—Por supuesto que sí —dijo el padre de Aiden—. Mi hijo no es ningún
cobarde. Tonto, pero no cobarde.
Me sacudí hacia el sonido de su voz. No podía creer lo mucho que
sonaba como Aiden.
La sonrisa de su madre parecía lo suficientemente cálida. —Hijo mío, no
quieres hacer esto. Las respuestas que buscas no existen donde deseas
pisar.
—Tengo que hacerlo —respondió Aiden fríamente.
Su padre alzó su barbilla. —No. Lo que tienes que hacer, lo que debes
hacer, es dar la vuelta y salir de este lugar. —Cuando Aiden no respondió,
su padre flotó más cerca y su voz era severa, implacable. —Tienes que
hacer lo correcto, Aiden. Nosotros te enseñamos a hacer siempre lo
correcto.
Aiden asintió con rigidez. —Lo hicieron, y es por eso que tengo que
hacer esto.
Los ojos del hombre se estrecharon y yo sabía que estaba a punto de
presenciar un drama familiar épico. —Lo correcto hubiera sido que
tomaras tu lugar en el Concejo, como te criamos para hacerlo.
Oh no… 172
Un musculo saltó en la mandíbula de Aiden.
—¿Crees que puedes lograr algo como un Centinela? — preguntó su
Página
estupideces. Tú…
—Lo que están diciendo es real. —Aiden tragó saliva, dándome una
breve mirada—. Pero no lo dicen ellos.
No lo entendí al principio, porque dudaba que sus padres fueran unos
imbéciles tan grandes en la vida, pero me di cuenta.
—Lo que mi madre dijo… somos nosotros. —Me volví hacia él
lentamente—. Lo que ellos están diciendo ¿Es lo que tú realmente piensas?
Cuando Aiden no dijo nada, creo que estaba más aterrorizada por eso
que por todo lo demás que había sucedido hasta ahora. ¿Él pensaba esas
terribles, horribles cosas sobre sí mismo? ¿Y cuánto tiempo había estado
llevando eso con él? ¿Años?
—¿Y tu hermano? —dijo su padre, sacudiendo la cabeza mientras la
preocupación aparecía en su cara.
Yo iba a destripar a sus padres.
—Él está desprotegido en este momento —agregó su madre—. Tú
deberías estar allí, no aquí, persiguiendo una tontería. Él va a morir,
también, como nosotros, y será tú…
—¡Basta! —rugió Aiden, lanzándose hacia delante.
Yo ni siquiera había visto o sentido que el tomara la hoz de mis dedos,
pero él la tenía. La hoja se arqueó por el cielo oscuro.
—Te arrepentirás —dijo su madre, un segundo antes de que la hoja
cortara a través de sus padres.
Como mi madre, ellos se separaron en finas hebras de colores tenues y
humo, y luego desaparecieron, dispersándose en el aire a su alrededor. Y
al igual que con mi madre, sus palabras permanecieron.
Aiden estaba de espaldas a mí. Sin decir palabra, el golpeo el
disparador en la hoz y con un suave sonido de succión esta desapareció
en el tubo de la empuñadura. No había peligro ahora. Habíamos superado
tres protecciones: los guardias, el perro del infierno y los espíritus.
Pero no podía controlar mi acelerado corazón. —¿Aiden?
Sus hombros se tensaron y volvió la cabeza hacia un lado. Su perfil era
sombrío, la línea de su mandíbula dura. —He pensado en esas cosas desde
hace mucho tiempo. Convertirme en Centinela era lo correcto para mí, lo
que quería y necesitaba, ¿pero era realmente lo correcto?
No sabía cómo responder a eso. —Pero tú no estás eludiendo tus
deberes o lo que sea. Tú aun estás haciendo algo muy importante, Aiden. 174
Y un día, si tú quieres tomar tu asiento… tú podrías. —Esas palabras dolía
decirlas más de lo que deberían y por una razón puramente egoísta. Si
Página
C
uando pisamos dentro del vacío, casi creí que caeríamos de
lleno en nuestras caras. Pero el suelo permaneció debajo de
nuestros pies mientras continuábamos en la oscuridad, que
eventualmente dio camino a una niebla tan densa como una sopa.
Lanzando un vistazo sobre mi hombro, me esforcé por encontrar la
puerta antes de que la niebla nos tragara enteros, pero se había ido y la
niebla era aún más pesada. Agarré la mano de Aiden mientras rizos se
filtraban entre nosotros, envolviéndonos como una especie diferente de
capa alrededor nuestro. Ni siquiera podía ver a Aiden… o dos pies en
frente mío. Una punzada de pánico se desenrolló en mi pecho.
—Estoy justo aquí. —La profunda voz de Aiden partió el velo y él apretó
mi mano—. Sólo sigue agarrada.
Brevemente consideré usar el elemento aire para dispersar algo de la
niebla, pero si la niebla se suponía que estuviera aquí, podrían ser malas
noticias si de repente se levantara y desapareciera.
Cuanto más nos movíamos dentro de la niebla, se hacía más
desconcertante estar ciego. Y luego hubo otro sonido además de mi
golpeteante corazón, una especie de sonido de arrastramiento de pies,
como pies y ropas arrastrándose alrededor de nosotros, y un bajo tarareo,
como un suave, interminable grito apagado de un gemido, que incluso no
quería saber que era. Siguiendo el camino del brazo de Aiden, di un paso
más cerca de él, tan cerca que estaba sorprendida de que no lo hice
tropezar.
177
Después de varios minutos de nada excepto una ciega caminata a
través de la niebla y ese terrible arrastrar y el sonido gimiente, la niebla
Página
—Pero…
—Recuerda lo que dijo Apolo. No podemos intervenir.
Miré fijamente al niño, luchando contra las ganas de liberarlo. —Está
mal.
El agarre de la mano de Aiden se intensificó. —Lo sé, pero no hay nada
que podamos hacer.
Mi corazón dolió mientras miraba al niño tallar una luna al lado del sol,
desatento a la lluvia o a las otras almas que casi lo pisoteaban. Quería
estar enojada y lo estaba, incluso con Aiden, porque estaba en lo
correcto. No había nada que pudiéramos hacer. Y habría más como este
niño… más almas perdidas.
Peleando de vuelta con el escocer de las lágrimas, tiré mi mano
liberándola de la de Aiden pero no salí corriendo. Caí en un paso junto a él
mientras pasábamos más allá del pobre chico, navegando el interminable
campo de almas que habían sido o dejadas atrás o arrojadas a un lado.
***
Tomó horas pasar a través de los Campos de Asfodel. Para el momento
en que dejamos el barro hasta las rodillas y nuestras botas tocaron
dispersos parches de hierba, estábamos empapados y congelados,
nuestras capas caían pesadas. La lluvia de alguna manera se había
colado dentro de mi bota y, con cada paso, mi pie chapoteaba atrás y
adelante. El agotamiento me perseguía, y probablemente también a
Aiden, pero ninguno de nosotros se quejó. Viajando a través del campo de
todas estas almas servía como un recordatorio de que las cosas siempre
podían ser peor.
La lluvia había cesado un poco, cambiando a una constante, estable
llovizna. El cielo era ahora un oscuro naranja, señalando que la noche
estaba al alcance de la mano. Delante, las montañas verdes conducían a
una gruesa, casi impenetrable pared color pizarra. Iba a ser una empinada
ascensión.
—¿Quieres tomar un respiro? —Preguntó Aiden desde detrás de su 180
capa mientras contemplaba las montañas—. Luce relativamente seguro.
Podemos tomar un…
Página
nuestro, los colmillos brillando, levantando dos de sus patas e hizo chillido
como cuando alguien pasa el dedo por un pizarrón.
25 Silla pelota: Consiste en un cojín en forma de pelota apoyado sobre una silla. La silla pelota es un
dispositivo terapéutico creado para aquellas personas que pasan gran parte de su tiempo sentadas.
Chillando, salté hacia atrás, golpeando a Aiden mientras la enorme
araña corría por el suelo. Aiden me empujó a un lado y sacó una daga.
Tirando hacia arriba, él estrelló la espada hasta la empuñadura en el
centro de la araña.
Rodé hasta mis rodillas y me levanté, captando la vista de miles de
patas negras corriendo precipitadamente a través de la tierra.
Peso se estrelló en mi espalda, empujándome de cara en el barro y en
la húmeda tierra. Agudo dolor cortó a través de mi labio y probé la sangre
en mi boca, pero eso era nada cuando sentí el pesado, espeluznante peso
de la araña en mi espalda.
Sus patas cavaron a través de la capa mientras silbaba en mi oreja.
Llamando al poder que descansaba dentro de mí sentí… sentí nada.
Mierda.
Cavando mis rodillas, me impulsé fuera del suelo y tiré a la araña.
Aterrizó en su espalda unos pocos pasos lejos, las patas sacudiéndose en el
aire mientras siseaba.
—Dioses, odio, odio las arañas.
Aiden se inclinó, enganchando su mano alrededor de mi brazo. Me jaló
hasta mis pies y me empujó hacia delante. —Este podría ser un buen
momento para usar akasha.
Cientos de burbujeantes ojos rojos nos miraron. —No puedo. No creo
que funcione aquí abajo.
Con sus manos en mi espalda me empujó arriba de la montaña,
jurando debajo de su aliento. —Todavía puedo sentir el elemento fuego.
¿Tú puedes?
Levantando mi mano embarrada, estaba sorprendida y aliviada al
encontrar una diminuta chispa. —Sí.
—Bien. A la cuenta de tres, despejaremos un camino hasta las rocas de
adelante. —Cortó, golpeando fuerte con la hoz a una araña que se había
aventurado muy cerca. Patas volaron en todas direcciones—. ¿Ves la
grieta en esa roca de ahí? 183
La vi. También vi alrededor de cien arañas entre nosotros y la delgada
grieta. —Uh-uh.
Página
184
Página
Veintidós
Traducido por Belu Malu
Corregido por Dafne
V
iajamos por lo que se sintieron como horas a través de un
estrecho túnel, tan oscuro que hasta mis ojos tuvieron
dificultades para ajustarse. Aiden lanzaba una pequeña bola de
llamas cada pocos minutos, pero ninguno de los dos queríamos
arriesgarnos en la luz por mucho tiempo. ¿Quién sabía que podría haber
aquí abajo? Esas arañas no podrían caber por las angostas grietas, pero,
conociendo nuestra suerte, probablemente tenían bebés que estarían más
que ansiosos por encontrarnos en el laberinto del túnel de trabajo.
Exhaustos y empapados hasta los huesos, nos detuvimos donde el túnel
se ensanchaba en lo que parecía ser la entrada a una caverna. Aiden se
movió lentamente hacia ella mirando de cerca a la negrura. Mientras me
movía hacia delante para echar un vistazo, me retuvo con su mano.
—Déjame ver que hay primero, ¿está bien? —me preguntó.
Controle la urgencia de empujarlo a un lado y ayudar. —Adelante. Si
hay un oso del Inframundo ahí dentro, que te coma a ti primero.
Lanzándome una sonrisa irónica, sacudió su cabeza y se deslizó hacia
dentro, daga en mano. La pequeña bola de llamas que lanzó fue tragada
por la oscuridad. Quedarme fuera de la caverna tomo todo mi
autocontrol, literalmente.
Me apoyé contra la desapercibida pero probablemente lodosa roca,
entumecida en mi ropa empapada. Ni siquiera estaba segura de si
todavía tenía todos mis dedos. Era algo bueno el que Aiden me amara y
pudiera pasar por alto mi apariencia. Sin duda parecía la reina de la
185
graduación de la semana pasada después de una noche infernal.
Aiden regresó, con sus dagas envainadas, por ahora. —Todo
Página
Aiden asintió.
Me estremecí.
—Eres tan intensa. —Se paró delante de mí, inclinando su cabeza hacia
un lado mientras colocaba las puntas de sus dedos en mi barbilla—. Y tan
valiente, pero las arañas te envían en caída.
—Esas arañas eran el doble del tamaño de un Rottweiler, Aiden. No
eran arañas normales
—Aun así, arañas —murmuró, bajando su cabeza. Sus labios rozaron los
míos. El gentil toque fue fugaz, pero poderoso—. Pero si te quitas la ropa,
estoy seguro de que podría conseguir que se secara.
Mis ojos se abrieron como platos. —Guau. ¿Estás tratando de que me
desnude?
Su mirada plateada encontró la mía. —¿Realmente necesitas que
responda a eso?
Un caliente sonrojo coloreó mis mejillas. Cuando era así, abiertamente
coqueto y completamente sexy, yo era lamentable. No creo que alguna
vez lo sea y hay algo emocionante en ello. Pero lo miré fijamente,
atrapada entre las imágenes jugando en mi cabeza y el verdadero
hombre parado delante de mí.
Aiden rió entre dientes. —Deberías verte ahora mismo.
Recuperándome de mis pensamientos, esperaba que mi expresión
luciera como Alex la Diosa del Sexo y no como Alex la Tonta. —¿Cómo me
veo?
Su sonrisa era pequeña y casi oculta. —Linda.
—¿Linda?
—Mm-hmmm. —Moviéndose hacia la esquina de la caverna,
buscando en las sombras los dioses saben qué—. Pero en serio, si te quitas
esa ropa, puedo secarla.
Pero estaría completamente desnuda. No había necesidad de que
estuviera tímida alrededor de él, pero algo acerca de eso, aquí…
Se quitó la capa y se encogió de hombros ante la mochila. Como si
leyera mi mente arqueó una ceja. —Empaque dos mantas. No es mucho,
pero son suficientemente grandes como para cubrirte.
Mis labios se extendieron en una sonrisa. Sip, Aiden pensó en todo. —
Eres asombroso.
La mirada que lanzó sobre su hombro, me dijo que lo sabía. –Sé que la 187
ropa te está incomodando.
—No lo está.
Página
perdidas; algunas de las que sería casi imposible seguir adelante y superar,
pérdidas que robarían una parte de nosotros. Que este momento juntos,
podríamos no tenerlo de nuevo.
Había dejado de hablar.
Aiden vino tan rápido desde la pared que el agua reaccionó en un
frenesí de burbujas. Él, nosotros, estábamos en un frenesí. Sus brazos me
estrellaron contra él, su boca demandando, diciendo esas dos palabras
una y otra vez sin decirlas. Aiden me levantó, enterrando una mano
profundamente en mi cabello, la otra presionando la parte baja de mi
espalda, ajustándonos el uno al otro. Se dio vuelta y mi espalda estaba
presionado el borde y él estaba en todos lados a la vez, robando mi
aliento, mi corazón, mi alma. No había que separarse por aire, ni tampoco
un control de límites. No había vacilación en el borde. Nos sentíamos de
cabeza. En sus brazos, en la forma en que el agua burbujeaba y se movía
con nuestros cuerpos, perdí el ritmo del tiempo, pero gané una pequeña
parte de mí. Gané una parte de él que mantendría cerca por el resto de
mis días, no importa que tan largos o cortos resultaran ser.
193
Página
Veintitrés
Traducido por Jeyly Carstairs
Corregido por Dafne
M
ientras dormía, Aiden se las había arreglado para secar
nuestra ropa sin tostarla. Si me hubiera dejado hacerlo a mí,
probablemente las habría convertido en una antorcha. Dormí
un poco más de cuatro horas, despertando antes de lo que él me dijo. Me
cambié y luego me acomodé a su lado en una de las dos mantas
delgadas. Ambos olíamos a jazmín, que era mejor que el olor a humedad
del inframundo.
Aiden yacía de costado, su pesado brazo sobre mi cintura. — Podrías
haber dormido más tiempo.
Yo jugaba distraídamente con la mano que apoyaba en mi estómago.
—Estoy bien. Es tu turno. Voy a mantener un ojo en las cosas, me asegurare
de que no haya arañas encima tuyo. Él presionó sus labios en mi mejilla y
suelta una risita. — Estoy preocupado si pasa algo entre yo y una araña, yo
podría estar jodido.
— Me enfrentaría a una horda de arañas por ti, nene. — Sonreí ante el
sonido de su risa otra vez—. En serio.
—Eso es amor verdadero allí. Algunas cosas serias, — bromeó él.
—Lo es.
Hubo una pausa y luego dijo—: Mientras dormías, estaba pensando en
lo que dijo Apolo acerca de que hay otro dios involucrado.
Mi curiosidad despertándose, incliné mi cabeza hacia atrás para poder ver
su rostro. — ¿Si?
—Sé que Seth no ha revelado el secreto de quien podría ser, pero
194
Marcus tiene sus apuestas en Hermes, y desde que el ayudó a Seth…
—Siempre es Hermes. Él es como el saco de boxeo de los dioses. La
Página
gran broma.
—Exactamente. —Aiden apartó un mecho de cabello húmedo de mi
frente—. Parece demasiado obvio que sería él. Y a pesar de que Hermes
ha sido conocido por tirar algunos trucos, sus acciones suelen ser
relativamente inofensivas. Esto; lo que se ha hecho a todo el mundo, el
olimpo incluido, es más grande que él, casi como si fuera personal.
Tenía un punto. —Apuesto a que ser el blanco de las bromas del
Olimpo podría hacer las cosas personales después de unos pocos miles de
años.
—Es cierto, pero no sé… —Él bostezó—. Sigo pensando en Seth, en su
personalidad.
—Oh, querido…
Una sonrisa cansada apareció. —Así tú quieras admitirlo o no, llevas
algunos de los rasgos de Apolo. Así que lógicamente, Seth llevaría algunos
de su propio linaje.
Había cosas peores que ser comparada con Apolo. —Seth es arrogante
y petulante. Eso realmente no reduce la lista. —Ante el cansado
asentimiento en acuerdo de Aiden, apreté sus manos—. Ve a dormir.
Vamos a resolver esto en la mañana.
Aiden insistió en que no estaba cansado, pero no tomó más que unos
momentos antes de que su respiración se hiciera más profunda y
constante. Me quedé en sus brazos, con mid ojos pegados a la entrada.
Todavía estaba cansada y el dolor de cabeza había regresado de nuevo
al momento en que me desperté, extendiéndose desde mis sienes, pero
era manejable.
Reflexionando sobre lo que Aiden había dicho, tuve que conceder la idea
de que había algo personal detrás de esto algo de credibilidad. Pero el
único problema con eso era el hecho de que todos los dioses
probablemente tenían una maldita buena razón para causar discordia.
Apolo siquiera había dicho una vez antes que, después de miles de años
de estar juntos, ellos no tenían nada mejor que hacer que molestarse entre
ellos.
Teníamos que averiguar quién estaba detrás de esto, pero ¿qué
podíamos hacer? Eliminar a un dios era algo inaudito. Incluso los Titanes
habían sido sepultados, no asesinados. La pérdida de cualquier dios 195
acarreaba consecuencias cósmicas. El mundo no dejaba de girar, pero
todos los dioses se debilitarían si uno caía. Esa era probablemente la única
Página
cosa que les impedía absolutamente matarse unos a otros, pero… Un gran
problema a la vez…
Seth y Lucian eran nuestro mayor problema. Con suerte encontraríamos a
Solaris y ella tendría la respuesta para detenerlos. Una parte de mí no había
renunciado al pequeño trozo de esperanza que de alguna manera Seth
podría ser salvado – que podría ser arreglado. Sinceramente creía que, sin
Lucian y la influencia del éter, el no habría hecho las cosas que hizo.
Pero, ¿quién era yo para decir que lo absolvía de sus pecados? Si un
adicto a la drogas mataba a alguien bajo su influencia, todavía era
culpable. Seth había hecho lo que había hecho y se sentía como si no
hubiera vuelta atrás de eso.
El dolor era como lodo en mi sangre, sucio y desordenado, porque se
sentía fuera de lugar.
Como si me sintiera mal por un asesino…
Empujando mis pensamientos sobre Seth a un lado, acaricié los dedos
de Aiden y me pregunté si alguna vez escucharía a Aiden tocar la guitarra
otra vez. Eso esperaba. Tal vez incluso haría que cantara, porque tenía una
bonita voz.
No estaba segura de cuánto tiempo pasó, pero no podía haber sido más
de una hora. El cielo asomándose a través de los agujeros en el techo de
la caverna era todavía de un azul profundo y mi dolor de cabeza… había
aumentado sin parar. Ahora palpitaba detrás de mis ojos.
No podría engañarme a mí misma. Sabía lo que significaba. Seth
estaba en el otro extremo de la conexión y estaba tratando de
alcanzarme. El veneno del pánico me dio una fuerte mordida. Este no era
el momento para que él tirara este tipo de basura. Un maldito ejército de
arañas podría descender sobre nosotros, mientras yo estaba con él. Peor
aún, podríamos ser descubiertos por Hades.
Moviéndome con cuidado me liberé del abrazo de Aiden, me empuje en
mis pies y me fui a la piscina, sacando el agua con olor a jazmín y
salpicándola sobre mi cara. Parecía haberme ayudado antes, pero tuve la
sensación de que estaba más allá de ayudar.
Me senté, concentrándome en mi respiración. Podía sentir el cordón
ahora. Todavía dormía, pero el zumbido era más fuerte, más potente. Puse
mi cabeza en mis manos, apreté mis ojos cerrados y espere. Una parte de
mí ya sabía que nada podía parar esto. 196
Seth era increíblemente fuerte y era terriblemente determinado cuando
quería serlo.
Página
Así que esperé el dolor por venir, pero nunca lo hizo. En cambio el zumbido
del cordón se hizo más y más fuerte, hasta que sentí como si todo mi
cuerpo vibrara. Entonces del ruido claro llenando mi cabeza, un murmullo
creció hasta que pude distinguir las palabras y reconocer la voz.
Es bueno verte… o escucharte de nuevo, Alex.
—Seth.
Mis ojos se abrieron de golpe y a diferencia de la última vez, no me
sentía transportada mentalmente en algún lugar por Hermes. El muelle
estaba todavía frente a mí. Podía oír las profundas respiraciones de Aiden y
sentir el ligero frio en el aire de la caverna.
Sé que puedes oírme, Alex. Puedo sentirlo.
Me quejé. Estoy realmente empezando a molestarme con esto.
A través del cordón, podía sentir su petulancia. Era como antes, cuando
habíamos estado conectados. Sus emociones fluían a través de mí y
viceversa. Apuesto a que si cerraba los ojos podía verlo claramente de pie
frente a mí, pero no estábamos conectados.
En el fondo te gusta, dijo él.
Uh, no. Metiendo mi cabello mojado hacia atrás, deje escapar un
suspiro bajo. No entiendo cómo eres capaz de hacer esto. No estamos
conectados.
Después de nuestra última pequeña visita social, es más fácil aprovechar
la conexión. Cada vez que te sientes muy agobiada o emocional, puedo
llegar a ti. Creo que sería lo mismo si estuvieras en dolor. Hubo una pausa y
juro que sentí un destello de preocupación. ¿Tienes dolor?
Rodé los ojos. Las buenas noticias eran que Apolo debería tener una
pequeña charla con Hermes. No, pero eres un dolor en el culo. ¿Eso
cuenta?
La risa de Seth todavía tenía esa extraña sensación de calor.
Al menos de esta manera no me puedes golpear.
Golpear a Seth todavía se sentía como una opción viable. No tengo
tiempo para esto ahora mismo.
Curiosidad se filtraba a través de la conexión. ¿Qué es lo que estás
haciendo en este momento, Alex?
¿Qué estás haciendo TÚ en este momento, Seth?
Estaba riendo de nuevo. Era una risa agradable. No tenía el mismo
efecto que la de Aiden, pero era rica y profunda y me recordaba a Seth. El 197
Seth pre-matanza-alboroto es decir.
Tú dime primero.
Página
Frustrada ahora, cerré los ojos y suspire. Tal vez no me conoces tan bien
como tú crees. Sé que no te importa nadie más que tú mismo, pero
realmente me tengo que ir.
Pinchazos de irritación eclipsaban el calor de la diversión y la arrogancia.
Quiero hablar. Inmediatamente cautelosa, abrí y cerré mis manos. ¿Qué es
lo que quieres hablar?¿Que tan mal estas?
Era una buena cosa que Hermes no hubiera aparecido, porque mi
mano picaba por conectarse con su cara. Oh, dioses… Seth, no puedo
hacer esto…
Me preocupo por ti dijo él sorprendiéndome. Negué con la cabeza,
queriendo negarlo, porque me despojaba de mi capacidad para tomar
mis propias decisiones, era un infierno de la manera en que él lo
demostraba pero era la verdad. Pero me acorde de aquella noche en la
casa de Telly, ese momento en que había visto la indecisión en sus ojos, la
vulnerabilidad.
Él no había querido hacerme daño, pero yo creía que lo que el necesitaba
abrumaba lo que quería. Lo sé, dije, porque en el fondo sabía que le
importaba.
Aún más sorprendente, había una brecha repentina en la conexión. No es
que pudiera leer cualquiera de los pensamientos de Seth, pero había una
vulnerabilidad que no había estado allí antes. No hubiera estado mal entre
nosotros, incluso si nunca conectaba conmigo. No hubiera sido horrible.
Mi pecho se sentía pesado y me dolía, porque también había algo de
verdad en eso.
Pero nunca hubiera sido suficiente añadió, y de una manera extraña, se
sentía cada vez más cerca, como si estuviera a mi lado. Soy lo
suficientemente hombre para admitirlo. Aunque he luchado bastante por
ti… y porque confíes en mí, Aiden no tiene nada que hacer contra mí
cuando estoy decidido—al final, lo que sentías por mí hubiera sido sobras.
Tú nunca has sido realmente mía. Siempre lo he sabido.
Apreté mis manos hasta que me dolían las articulaciones. Entonces ¿Por
qué querías estar conmigo?—en las Catskills, me pediste que te diera una
oportunidad. ¿O es que era una gran parte de tu plan maestro?
¿Plan maestro? Seth se rio, pero sin humor. ¿Por qué no habría de 199
preguntarlo? Me siento atraído por ti, Alex. No se necesita mucho para
darse cuenta de eso. Y aún hay más. He estado atraído por ti, desde que
Página
anaranjado. —El Valle del Luto — dijo Aiden—. Estamos cerca del Llano del
Juicio.
—Esperemos que Apolo le haya hablado a Caleb. —Salí. La hierba gris
crujió debajo de mis pies—. No debería tomar mucho.
Y no lo hizo, tomando solo media hora descender la colina y entrar en
la neblina, que dio paso como humo agitado, revelando el Valle.
El lugar era tan deprimente como sonaba.
Árboles desnudos salpicaban el paisaje. Sus ramas se curvaban hacia
abajo en las puntas, como si pesaran por el sufrimiento que se filtraba en el
aire. Losas de roca gris se levantaban desde la hierba y un pequeño
arroyo, su agua oscura y triste, dividía la llanura.
La gente estaba en todos lados.
Algunos estaban junto al arroyo, yaciendo apáticos a sus orillas. Sus
dedos viajaron dentro del agua, sus cuerpos estremeciéndose una y otra
vez con profundos, pesados suspiros. Otros estaban sentados encima de
rocas, sollozando abiertamente, manos agarradas a sus pechos. Unos
pocos se sentaban al pie de los árboles, metidos en bolas mientras
gritaban.
El Valle del Luto era un pozo negro de angustia y sufrimiento, el último
lugar de descanso para aquellos que murieron infelices en amor.
No podía dejar atrás a esta gente lo suficientemente rápido. Aunque
nadie se nos acercó, ya que parecían demasiado perdidos en su miseria
para siquiera notarnos, el bulto que había tenido en mi garganta toda la
mañana creció rápidamente.
Depresión era el aire que se respiraba aquí. Pena llenaba el río. Dolor
eran las raíces de los árboles muertos en ese lugar. Incluso los pasos de
Aiden parecían pesados, como si estuviéramos caminando a través de los
Campos de Asfodel empapados por la lluvia.
—No quiero estar aquí —dije finalmente, acercándome más a él.
Aiden me alcanzó, encontrando mi mano debajo de la capa. —Lo sé.
Ya casi terminamos.
Un hombre volteó su cara surcada por las lágrimas al cielo, dejando
salir un ronco grito. Cerca de él, una mujer colapsó contra la tierra, llorando
y escupiendo histéricamente, palabras ininteligibles que nadie estaba para
escuchar. Esa era probablemente la peor parte respecto al Valle. Todas 203
estas almas estaban aquí debido al amor infeliz, pero a nadie le
importaba. Estaban solos en su miseria, como probablemente lo habían
Página
estado en vida.
Pero no éramos parte del Valle, así que viajamos, capaces de hacer lo
que estas pobres almas habían sido incapaces de hacer en vida y
muertos. Nos movimos, más allá de los deseos y necesidades que nunca
habían llegado a buen término, más allá del amor que había sido perdido,
o que nunca había sido suyo para agarrar.
Algo del peso se disipó con la neblina y delante nuestro había una
carretera de adoquines que honestamente vinieron de ningún lado
mientras el cielo clareaba al raro naranja quemado.
Pero no estábamos solos. Cientos, si no miles, de almas recorrían el
mismo camino que nosotros. Toda clase de gente: jóvenes y viejos, puros y
mestizos, viajaban hacia su Juicio. Diferenciar a los Centinelas y Guardias
era fácil, aunque sus uniformes no estaban cubiertos de sangre coagulada
como habían sido cuando había estado en el limbo. Todas estas almas
habían sido enterradas.
Aiden y yo salimos.
Muy pocas almas viajaban vestidos con capas de cualquier tipo,
siendo obvio que esa no era la tendencia de moda sobre la superficie. Si
cualquiera había fallecido en una capa, estaría curiosa de el cómo y el
por qué. La mayoría estaba en ropa de calle. Algunos incluso tenían gorras
de beisbol, y tal vez deberíamos permanecer lejos de algunos de esos.
Alguien incluso estaba balanceando un sombrero de vaquero.
De cualquier manera, esto no estaba bien.
Los guardias de Hades estaban puestos a lo largo del camino, encima
de sus caballos negros. Ellos mantenían a los viajeros en orden y al camino
moviéndose. Probablemente era un interminable y aburrido trabajo. Nos
movimos hacia el centro del grupo, esperando perdernos con los
Centinelas altos en las masas. Algunos de ellos nos pasaron miradas
superficiales, pero nadie nos habló. Al sonido de un bajo relincho y el
acercarse de los cascos, mi corazón se disparó mientras ponía mi mano en
la daga debajo de mi capa. Sentí a Aiden moverse para hacer lo mismo.
Pero el grande caballo de guerra sopló pasándonos, el guardián
recorriendo mínimamente por encima de su espalda. La gente se
precipitaba fuera del camino; si no lo hacían, serían pisoteados debajo de
los potentes cascos. 204
La inquietud floreció en la boca de mi estómago, pero no era como si
pudiéramos volver atrás ahora.
Página
Cerca del Llano del Juicio, era difícil no notar el brillo rojizo
extendiéndose a lo largo del horizonte, y cuanto más lejos viajábamos, más
grande el… el fuego crecía.
El Tártaro.
Guau, no quería estar en cualquier parte cerca de ese lugar. Y
realmente esperaba que no nos capturaran y nos lanzaran al Tártaro.
Mi corazón estaba tirándose a sí mismo contra mis costillas para el
momento en que entramos en los abiertos Llanos del Juicio. La gran
cantidad de gente atestando el cruce era enorme y había guardias por
todos lados, posicionados sólo en caso de que alguien sentenciado al
Tártaro tratará de huir de él.
Aiden se quedó cerca de mi lado. —¿No llegas a ver a Caleb?
Reí secamente mientras escaneaba sobre la gente.
La multitud era tan densa que no tenía idea de cómo podría ver a
alguien en esa muchedumbre.
Y tuve un momento difícil no mirando al palacio, que parecía muy
cerca.
Más de una fortaleza medieval que una casa, el palacio de Hades se
levantaba como las montañas a través de las cuales habíamos viajado,
arrojando una sombra oscura a través del Llano del Juicio. Cuatro torres
llegaban al anaranjado cielo, una en cada esquina de la fortaleza.
Aunque esperaba que los Campos Elíseos ofrecieran un mejor
escenario, no podía imaginar despertarme cada mañana y mirar fuera por
una de las muchas ventanas para ver… todo esto.
Concentrándome en la cosa importante, me uní a Aiden en la
búsqueda para encontrar una familiar cabeza rubia. Había un montón de
rubios, pero ninguno de ellos era Caleb.
—¿Qué si la palabra no ha llegado a él? —le pregunté a Aiden,
temerosa de decir el nombre de Apolo aquí abajo.
—Él tiene que saber —me aseguró, escaneando la creciente pila de
personas—. Dioses, ¿cuánta gente procesan aquí en un día?
Miles, al parecer.
Continuando, me di cuenta de que era bastante inútil en la búsqueda
de Caleb. Al ser tan baja, todo lo que podía ver era la parte posterior de
las cabezas. Mi malestar creció incontrolable. Mientras más tiempo 205
permaneciéramos aquí, más peligroso era. Volví a pensar en el guardia
que había corrido por delante de nosotros. Mi boca se secó.
Página
Me giré, como hizo todo el resto, hacia el Tártaro. El olor a azufre creció
hasta que era espeso y asfixiante. Miedo explotó en mis entrañas. Aiden
estaba al lado mío en un instante, su mano presionando en mi espalda. —
¿Qué está pasando? —pregunté.
—Ya verás —respondió Caleb, dejándome totalmente perpleja.
Le disparé una mirada, pero entonces una bola de fuego voló derecho
en el aire sobre el Tártaro, girando y agitándose mientras rescoldos volaban
en todas direcciones. El fuego cambió, mientras continuaba
derramándose dentro del cielo. El embudo de fuego quedó inmóvil por un
momento. En cada lado, el fuego creció, extendiéndose en alas gigantes
que parecían alcanzar cada esquina del Inframundo. En el centro, la
cabeza de un dragón apareció.
La boca se abrió, omitiendo otro espeluznante grito, y luego se
precipitó hacia abajo. El impacto sacudió el suelo mientras la ardiente cola
azotaba a través del aire.
Luego se calló.
—Santo Hades —murmuré.
—Es como la fiesta de bienvenida para aquellos sentenciados al Tártaro
—explicó Caleb—. Ocurre cada vez. Te acostumbras después de un
tiempo.
—¿Qué demonios…? —murmuré. No había manera de que me
acostumbrara a ver eso.
—Vamos, tenemos que ir. —Caleb se deslizó frente a nosotros—. Les
puede tomar años encontrar a Solaris, pero conozco justo la cosa que…
Cuatro sementales negros separaron la multitud, sus jinetes altos e
imponentes, vestidos en cuero. Espadas —espeluznantes espadas—
estaban niveladas a sus lados. Nos rodearon en segundos, juntándonos a
los tres hasta que nuestras espaldas se presionaban unas contra otras.
Aiden sacó su daga y acabó con el asunto final de una espada
apuntando a su garganta. La mirada en el rostro del guardia gritaba que
él no estaba asustado de usarla.
—Mierda —murmuré.
Estábamos tan jodidos.
207
Página
Veinticinco
Traducido por Arcangel
Corregido por Esperaza.nino
E
l brazo del guardia no temblaba. —Muévete, y no te moverás de
nuevo.
Aiden se congeló, y creo que yo no respiraba. Estaba bastante
segura de que Caleb tampoco estaba respirando, pero de nuevo, él no
necesitaba respirar, ya que estaba muerto. Pero eso no significaba que se
iría sin castigo. Fuimos capturados. Él fue capturado, y lo único en lo que
podía pensar era en el dragón que habíamos visto. La culpa me atravesó
como un fuego salvaje.
El guardia dirigió su mirada hacia Aiden. —Levanta tus manos.
—Me dijo que no me moviera, así que no estoy seguro de cómo puedo
levantar mis manos —fue la respuesta seca de Aiden.
Contuve una risa que no habría sido apreciada.
Sin divertirse, el guardia deslizó la espada dentro de la capucha de
Aiden. La espada se levantó, llevando el material hacia atrás. El guardia
sonrió cuando la cara de Aiden se reveló y un hilillo de sangre se filtraba
por su mejilla.
Caliente y ardiente furia me quemó, y no quería nada más que golpear
su trasero fuera de su caballo, pero la espada estaba demasiado cerca
del cuello de Aiden.
—Levanta las manos. —El guardia hervía.
Una sonrisa cruzó sus labios mientras lentamente levantaba sus
manos. —¿Esto es suficiente?
—Ustedes tres van a venir con nosotros —anunció otro guardia mientras
208
envainaba su espada—. Si no obedecen, se nos ha dado el permiso de
usar cualquier método necesario. Tengan por seguro que una muerte en el
Página
que colgaban.
Los guardias se detuvieron y, sin palabras, se dejaron caer sobre una
rodilla y bajaron la cabeza. Un segundo más tarde, las puertas de titanio,
que iban del suelo al techo de oro y que se encontraban junto a los tronos,
se abrieron. A pesar de que Hades se suponía que se encontraba en el
Olimpo, yo esperaba al dios caminar a través de la puerta, listo para
lanzarnos a nosotros tres en los hoyos ardientes del Tártaro.
Débil en mis rodillas, me obligué a mantener mis ojos fijos hacia delante.
Los Centinelas no sentían miedo... mi rosado trasero mestizo.
Pero a medida que la figura se acercaba, supe que no era Hades. Ni
siquiera era un hombre. Era una mujer… y era una diosa.
Ella era hermosa, alta, malditamente cerca de dos metros. Olas de pelo
rizado de color rojo caían hacia una cintura imposiblemente estrecha. Sus
ojos eran blancos, sus pómulos altos, sus labios rellenos y su nariz
respingona.
Y estaba prácticamente desnuda.
Su vestido era de gasa blanca y se podía ver a través de él
completamente. Tuve una buena idea de su talla de sujetador... si ella
tuviera puesto uno, lo que no hacía. La ropa interior debía ser opcional
aquí.
Aiden miraba fijamente. También Caleb, a pesar de que parecía que
estaba muy acostumbrado a todo esta... mujer en la pantalla. Diablos,
incluso yo estaba mirando.
Ella cruzó el gran salón, sus largas piernas separando la gasa de su
falda, jugando al escondite. Queridos dioses, sentí que mis mejillas
comenzaban a arder, pero aún no podía apartar la mirada. Mientras se
acercaba, sus ojos totalmente blancos brillaron, y luego se atenuaron.
Aparecieron dos ojos brillantes, de color esmeralda.
Caleb se relajó a mi lado, una lenta sonrisa se arrastró a través de su
hermoso rostro, el rostro que yo tanto había extrañado. —Hola, Perséfone.
Mis ojos se abrieron en la hermosa diosa. Así que este era la famosa
Perséfone. Aunque yo era del “Team Boy”26, podía ver por qué Hades se
había enamorado tanto de ella, yendo tan lejos como para secuestrarla y
traerla hasta el Inframundo.
El primer guardia —no el que había cortado a Aiden— levantó la
cabeza. —Los capturamos como queríais. 211
“Capturamos” no era para nada una palabra cálida y difusa.
—Ustedes tres lucen sorprendidos. —Los exuberantes labios de
Página
atendido. Pero rara vez estoy en el Olimpo y tengo muy poco interés en la
política de quién ha enojado a quien lo suficiente como para acabar con
el mundo tal como lo conocemos en esta ahora.
Aiden se aclaró la garganta. —¿Esto sucede cada tanto, entonces?
Perséfone sonrió, y cuando lo hizo, ni siquiera podía respirar. —Más de lo
que nunca sabrás. El mundo ha estado al borde de la destrucción total
varias veces por una razón u otra. Pero ahora... es como cuando nos
enfrentamos a los Titanes. Ha ido más allá de unas pocas palabras bonitas
utilizadas para encubrir un insulto percibido. —Dejó escapar un pequeño
suspiro—. Pero de todos modos, tengo muy poco que hacer, y si ésta Solaris
puede ser de alguna ayuda para ustedes, entonces ella será de alguna
ayuda para mi marido. Síganme.
Cuando giró con gracia sobre sus talones, estaba demasiado
sorprendida para moverme al principio. Que Perséfone nos ayudara no era
algo que había planeado.
Aiden sonrió. —Esto es bueno.
—Muy bueno. —Me volví hacia Caleb—. Eres grandioso.
—Lo sé. —Él me dio un rápido y fuerte abrazo—. Te extrañé.
Sosteniéndolo más cerca, tragué lágrimas de felicidad. —Yo también te
extrañé.
Caleb besó la parte superior de mi cabeza, y luego se alejó. —Vamos.
Vamos a poner en marcha este espectáculo.
Los tres seguimos a la diosa. Pobre Aiden, estaba tratando de mirar a
todas partes excepto a ella, pero por debajo de todo, él era un hombre.
Extrañamente, no estaba celosa —probablemente más divertida que
cualquier otra cosa— porque él estaba haciendo su mayor esfuerzo por
mantener los ojos al norte.
Deslizando mi mano sobre la suya, apreté. Cuando su mirada se desvió
a la mía, sonreí y él me dio una torcida sonrisa de disculpa.
Mientras nos dirigíamos por un pasillo largo y oscuro cubierto de tapices
de terciopelo negro, Caleb miró hacia Aiden y a mí y una mirada extraña
cruzó su rostro.
—¿Qué? —le pregunté.
Él sacudió su cabeza. —¿Ustedes realmente están haciendo esto; la
relación abiertamente y todo eso? 214
La mano de Aiden se envolvió más fuerte alrededor de la mía. —Creo
que en este momento el mundo tiene problemas más grandes que un puro
Página
supongo.
Había algo extrañamente familiar en el cabello. No eso de cortarla y
colgarla en las paredes, ya que, gracias a los dioses, eso era extraño para
mí. Pero había algo que asomaba en mi memoria.
—Conocen a Ares—dijo Perséfone, dirigiéndonos más adentro en el
cuarto de guerra—. Para él, todo es acerca de la guerra y de sus despojos.
La paz prácticamente lo castra. Él cree que nunca hay que dar la espalda
a la guerra... —Su voz se desvaneció y se encogió de hombros—. Debería
estar emocionado ahora, con todo esto.
—Él probablemente es un campista muy feliz —dijo Caleb, lanzándome
una mirada de ¿qué demonios?
Me encogí de hombros, pero esa extraña sensación estaba ahí,
molestándome. ¿Perséfone quería decir nunca dar la espalda a Ares,
también conocido como "Mr. Guerra ", o simplemente a la guerra misma?
—Aquí estamos. —Ella se detuvo frente a un pedestal de mármol. Caras
demoníacas estaban grabadas en el mármol del cuenco y el agua de
color rojo rubí la llenaba—. Todo lo que tienes que hacer es pararte
delante de él y llamar al alma con la que se desea hablar —cualquier
alma— y será convocada aquí.
—¿Cualquier alma? —Se me cortó la respiración mientras una imagen
de mi madre llenaba mi cabeza.
—Sí, pero sólo puedo permitir que la utilices una vez. Así que elige
sabiamente. —Perséfone rió—. Siento como si estuviera en Indiana James y
el Arca Perdida29.
Aiden dirigió su mirada al suelo, flexionando la mandíbula para ocultar
su sonrisa.
Caleb rodó los ojos. —Es Indiana Jones y la Última Cruzada30.
—Oh. —Ella se encogió de hombros—. Es lo mismo.
Mi mirada cayó al cuenco. El nombre de mi madre estaba en la punta
de mi lengua, y yo sabía sin mirar a Aiden que él estaba pensando en sus
padres. Cualquiera de nosotros probablemente daría cualquier cosa por
verlos, sobre todo después de lo equivocado que los espíritus habían
estado en el portal.
La mirada de Perséfone se volvió conocedora. —Ah, la oportunidad de
ver a un ser querido es algo difícil pasar por alto. 216
—Usted lo sabrá —dijo Aiden en voz baja.
Página
29 Indiana Jones y la Última Arca Perdida: Una de las tantas películas que componen la saga de
Indiana Jones, un arqueólogo que sufre diversas aventuras.
30 Indiana Jones y la Última Cruzada: Otra de las películas de Indiana Jones. En este caso,
Perséfone cita una frase de la película, de ahí que se siente como si estuviera en la película.
Su sonrisa se desvaneció lentamente—. Lo hago. Tal vez algunos
puedan encontrarme egoísta por las decisiones que he tomado y el
impacto que han tenido.
Recordando el mito de Perséfone, sacudí mi cabeza. —No. Tú fuiste
inteligente. Te aseguraste de que ambos podrían tenerte; Hades y tu
madre.
Si se sentía arrogante por cómo resultó todo al final, toda la división del
tiempo y las estaciones del año, no lo mostró. Sorprendente, ya que los
dioses no eran un grupo de gente humilde.
Girándose hacia el cuenco, juntó las manos delante de ella. —Es hora
de que elijas, y luego deberán irse.
Miré a Aiden, quien asintió. Había un dejo de tristeza en sus ojos,
reflejando lo que ya sabía que brillaba en los míos. Caleb puso su mano en
mi hombro. Por mucho que yo quería ver a mi madre, por mucho que
quería regalarle a Aiden la oportunidad de ver a sus padres, ninguno de
nosotros podría ser tan egoísta.
Dando un paso hacia el cuenco, me quedé mirando el agua roja, que
me recordó a la sangre. En realidad, era espesa como la sangre, y había
un débil olor metálico. Ew.
Un segundo pasó, y entonces dije—: Solaris.
No pasó nada al principio, y luego el agua se agitó como si hubiese
soplado suavemente sobre ella. Una parte de mí esperaba que su rostro
apareciera en el cuenco, pero el agua se estabilizó de nuevo. Luego hubo
una repentina grieta de energía que se arrastraba por las paredes y
rodaba por los suelos. Los pequeños pelos de mi cuerpo se erizaron y un
estremecimiento se abrió camino a través de mí. Hubo un grito ahogado
de sorpresa y me volví.
Solaris había llegado.
217
Página
Veintiséis
Traducido por Dafne
Corregido por Mar¡Cipriano
C
uando entré en el Inframundo, realmente no sabía que esperar.
La misma cosa se podía decir para Solaris. Realmente no tenía
ninguna pista, y aun así me quedé asombrada.
Solaris se paró directamente en frente de Caleb y se veía mucho mejor
que lo que pensé que sería. Por alguna razón, había esperado que ella y el
Primero estuvieran sirviendo en el Tártaro, pero su blanca toga estaba
prístina e intacta. Su cabello rubio plateado, largo y delicado, asentado
sobre delgados hombros. Ella era alta y esbelta y sus ojos eran como los
míos; un radiante color ámbar. Sus delicadas, facciones de porcelana me
recordaron a una frágil, exótica flor, cosa que no había estado esperando.
Tal vez estaba cargando un infierno de ego o algo, pero había pensado
que ella se vería como yo.
Era el completo opuesto de mí.
Solaris miró alrededor de la habitación, sus pálidas cejas levantándose
mientras se daba cuenta de dónde estaba. Sorpresa y un poquito de
miedo revolotearon a través de su rostro, pero cuando sus ojos aterrizaron
en mí, una gran incomprensión se filtró dentro de esos cenicientos ojos. Una
sensación de familiaridad me recorrió, reflejada en su expresión.
Caminando hacia adelante, Solaris se detuvo a un simple pie de mí, su
cabeza inclinada inquisitivamente. Cuando habló, su voz era suave. —Tú
eres el Apollyon.
No había mucho tiempo para imaginar cómo sabía ella lo que yo era.
—Soy una de ellos.
218
Otro parpadeo de sorpresa se disparó a través de su rostro, seguido
rápidamente por dolor. —¿Así que hay dos de nuevo?
Página
Asentí.
Ella echó un vistazo sobre su hombro. —Y ninguno de ellos es él. Lo
puedo decir. Uno de ellos está muerto. Uno de ellos es un pura sangre.
Ignoré la mirada ofendida de Caleb.
—No. El Primero no está aquí.
Solaris me enfrentó, sus cejas fruncidas. —Tú has Despertado. Puedo ver
las marcas del Apollyon.
—¿Puedes? —Miré hacia abajo, sorprendida de encontrar que mi piel
descubierta estaba toda marcada. Ni siquiera las había sentido.
—¿Cómo puedes estar Despierta y no estar con el Primero? No estás
muerta.
Aún. —Es complicado. Ese es el por qué vinimos para hablar contigo.
—Oh. —El dolor se profundizó y sus pestañas bajaron rápidamente—. ¿Él
es como el mío?
Todos en la habitación, incluso Perséfone, estaban fijos en Solaris, pero
ella parecía totalmente inconsciente de ellos ahora. Tomé un aliento y
luché contra el repentino estrujamiento en mi garganta. La pena
proveniente de Solaris era palpable.
—Sí. —Mi voz sonaba ronca—. Él es como el tuyo.
Volteándose lejos, ella envolvió sus brazos alrededor de sí misma. —
Entonces no hay nada que pueda hacer por ti.
La miré fijamente. —Pero no hemos preguntado nada.
—Si él se ha perdido a sí mismo por el éter, por la llamada del Akasha,
no hay nada por hacer. —Su barbilla se inclinó, causando que su cabello
se deslizara hacia delante, escudando su cara—. Y no hay nada para
hacer por ti. Yo traté… pero el poder se transfirió.
***
Estuve sobre Caleb por los siguientes quince minutos más o menos,
mientras Aiden se ocupó en estudiar las armas y Perséfone limaba sus uñas
o lo que sea.
Mientras nos sentábamos en el suelo del cuarto de guerra, nuestras
rodillas presionándose juntas, Caleb me contó acerca de algunas de las
cosas que estaba haciendo aquí abajo para pasar el tiempo y le conté
cuanto Olivia quería verlo. No hablamos sobre lo que pasaría después.
Estaba bastante segura de que Caleb era consciente de todas las locas
cosas ocurriendo y ninguno de nosotros quería deslustrar estos preciosos
minutos.
—¿Le dijiste a ella lo que te pedí? —preguntó él. 223
Asentí. —Ella lloró, pero creo que fueron lágrimas de felicidad.
La sonrisa de Caleb era comprensiva. —La extraño, ¿pero puedes
Página
225
Página
Veintisiete
Traducido por Jesslovenly
Corregido por Esperanza.nino
E
l Hummer estaba donde lo habíamos dejado, y de acuerdo con el
reloj en el tablero, sólo habían pasado tres horas, tres horas para
el reino mortal, cuarenta y ocho horas en el inframundo y toda
una vida para mí y Aiden.
Me ofrecí a conducir de vuelta, pero Aiden insistió en que estaba bien y
me di cuenta que él quería que yo durmiera. Sabía que debía hacerlo —
para evitar que Seth usara la conexión—, pero no me parecía justo. Aiden
tenía que estar agotado.
Pero era una batalla que no iba a ganar pronto, por lo que me
acurruqué en el asiento del copiloto y traté de dormir un poco. El único
problema era que mi cerebro no se apagaba. Desde que había estado en
la sala de guerra, algo me seguía molestando. Lo que había dicho
Perséfone, las colas de caballo en la pared, todo parecía familiar, pero no
podía recordar cómo o por qué. Y era más que eso. Las palabras de
despedida de Solaris eran inquietantes y estaban aún en mi cabeza.
Lo que no podía entender era por qué Apolo me había mantenido con
vida, una vez que Seth había ido por todos los del Consejo. O por qué
Artemisa había detenido a Hades de llevarme al Inframundo. Los dioses —
o, al menos, todos ellos excepto uno— temían el traspaso de poder, ya
que cuando eso sucediera no habría forma de parar a Seth.
Sacarme del cuadro antes de que yo hubiera Despertado, o
eliminarme después, tenía sentido.
Pero mantenerme con vida no lo hacía.
226
Pero me acordé de lo que Artemisa había dicho en esa tienda
mientras enfrentaba a Hades. Las profecías pueden cambiar, y no tenía
Página
que dar un salto de lógica para saber eso, que si me convertía en el Dios
Asesino, la profecía iba a cambiar.
La inquietud floreció en mi pecho. ¿Apolo y los demás sabían que esto
era posible? Entonces me sentí tonta por siquiera cuestionar eso. Los
oráculos pertenecían a Apolo, y aunque no sabía de todas sus visiones, la
porción que había dicho el oráculo a Solaris podría haberlo compartido
con Apolo. Lo cual tenía sentido ya que Apolo había sido un gran apoyo
para que bajara a verla.
Una parte de mí era tan inocente como para esperar que no fuera el
caso, porque eso significaba que Apolo tenía que dar algunas
explicaciones. La otra parte de mí era más analítica al respecto, más
razonable. Apolo había dicho antes que necesitaban detener al dios que
obviamente estaba trabajando con Lucian. Y, ¿cómo podrían detenerlo?
Necesitaban el Dios Asesino.
El verdadero truco de toda esta situación de mierda era que Lucian
controlaba a Seth, y este dios —quien quiera que fuese— controlaba a
Lucian, y por lo tanto él o ella controlaba a Seth y todos los que estaban
siguiendo a Lucian. Así que si Seth tenía éxito y mi energía se transfería a él,
este dios entonces controlaría al Dios Asesinio. Arriesgándose, porque Seth
siempre podía volverse en su contra, pero al final, una vez que el dios
hiciera que Seth hiciera lo que él quería, estaba segura, sería
suficientemente creativo para encontrar alguna manera para mantenerlo
bajo control. Posiblemente eso significaba mantener a un miembro de la
Orden de resguardo, lejos, sano y salvo.
Mis músculos se tensaron por reflejo mientras pensaba en eso. Nada de
eso se veía bien. Y Seth estaba siendo manipulado desde todas las
direcciones y no tenía ni idea. Infierno, él se negó a pensar que ese era el
caso.
A medida que los kilómetros entre Kansas e Illinois desaparecían, no
podía olvidarme de lo que Solaris había dicho acerca de los dioses
usándome, y lo que eso significaría. Tampoco podía dejar de lado la
sensación de que, al aprender cómo transferir el poder a mí, había sellado
mi destino.
El repentino peso de la mano de Aiden en mi rodilla me llamó la
atención. Sus ojos estaban fijos en la oscura carretera. —No estás 227
durmiendo.
Sonreí cuando puse mi mano sobre la suya. —¿Cómo lo sabes?
Página
—Solo lo sé. —Me envió una breve sonrisa—. ¿Qué estás pensando?
Todo estaba en la punta de mi lengua —mis sospechas, mi
preocupación acerca de lo que Solaris había dicho y lo que ahora sabía
que Apolo estaba ocultando—, pero cuando Aiden me miró otra vez, me
di cuenta que no podía decirle.
Él no sabía nada de lo que había dicho Solaris, y por encima de todo,
no quería preocuparlo con esto. Si mis sospechas eran correctas, si todo
estaba conduciendo a una cosa...
Tomando una respiración profunda, me centré en las líneas blancas
que partían la oscuridad. —Estaba pensando en cómo voy a llegar lo
suficientemente cerca de Seth para transferir su poder a mí. Parece
imposible, ¿verdad?
—No me gusta, Alex. Voy a ser honesto, creo que es una locura. Para
mí, es como acercarse sigilosamente a una cobra. No va a funcionar.
—Lo sé, pero ¿qué otra opción tenemos? Además, no sólo tenemos
que encontrar la manera de acercarme lo suficiente a él. Si no a todos los
centinelas y guardias que lo están apoyando.
Aiden me apretó la mano. —Vamos a necesitar un ejército.
Lentamente lo miré. —¿Y dónde vamos a conseguir uno?
—Buena pregunta. —Soltó una breve carcajada—. Lo que necesitamos
saber es exactamente cuántos Lucian tiene respaldándole...
—Siempre puedo pedirle a Dionisio que haga algo de exploración. —La
voz de Apolo tronó desde el asiento trasero.
Grité, saltando hacia adelante, golpeando mis rodillas contra el tablero.
La mano de Aiden se sacudió en el volante, desviando el Hummer en el
carril de la izquierda, afortunadamente vacío.
Aiden maldijo entre dientes. —Tú necesitas una maldita campana.
Me di la vuelta en el asiento, lista para golpear la sonrisa de la cara del
dios. Ya estaba bastante cabreada con él sin que nos diera un ataque al
corazón. —¡Podrías haber causado un accidente!
Apolo se inclinó hacia delante, apoyando los brazos en la parte
posterior de los asientos. —Pero no lo hice. Aiden tiene los reflejos de un
perro del infierno.
Haciendo una mueca, sacudí la cabeza. —¿Cómo lo hiciste, hacer
solo... pop por aquí?
Me dio una mirada de duh soy-un-dios. —Estos guardias hacen tu poder 228
invisible a los dioses; no los mantienen afuera. Llevas mi linaje. Te encuentro
cuando quiero.
Página
—¿Y el dios que está moviendo los hilos? —dije, incapaz de evitarlo—.
Nos pondremos en contra de él o ella, ¿no?
Los ojos azules vibrantes de Apolo se encontraron con los míos y sostuvo
mi mirada. —Sí. Lo haremos.
Justo en ese momento quería gritarle, pero lo único que me detenía era
Aiden... y esa parte de mí, la pequeña parte que Laadan había
asegurado, estaba creciendo, cada vez más madura. Ella como que
entendía.
—Pero tengo que hablar con Dionisio. —Apolo todavía me estaba
mirando, y sabía que iba a verlo muy pronto—. Los compruebo más tarde.
Y luego se fue.
Aiden me dirigió una mirada de reojo. —A veces, realmente lo odio.
—Ambos lo hacemos —murmuré.
***
Llegamos a Apple River justo cuando el cielo sobre nuestras cabezas
estaba pasando de negro a un color azul oscuro. La cabaña estaba a
oscuras, mientras bajábamos del Hummer y el canto lejano de las aves era
el único sonido.
Aiden se estiró, arqueando su espalda mientras se sacaba las
torceduras. Se detuvo, atrapándome mirándolo desde el otro lado del
vehículo. —Ven aquí.
Él era probablemente la única persona en el mundo que podía
exigirme algo y que yo escucharía. Demasiado obediente, me dirigí por la
parte delantera de la Hummer y me detuve frente a él. —¿Qué? —le
pregunté, reprimiendo un bostezo.
Aiden ahuecó mis mejillas e inclinó mi cabeza hacia atrás. —No has
dormido en absoluto.
—Tú tampoco lo hiciste.
Apareció una sonrisa cansada. —Yo estaba conduciendo.
Puse mis manos en sus muñecas. Nuestros ojos se encontraron. —No
puedo creer que fuimos al Inframundo y volvimos. 231
—Yo tampoco. —Sus pulgares trazaron a lo largo de la curva de mis
pómulos—. Estuviste perfecta.
Página
fue hacia el cielo azul profundo—. Es casi de mañana. Ustedes dos deben
descansar.
Aiden me miró. —Íbamos hacia allá.
Me aparté, mirando a Apolo. —Voy a entrar en unos pocos segundos.
Quiero hablar con Apolo.
Dudó, enviándome una mirada interrogativa. Odiaba mantenerlo en la
oscuridad acerca de esto, pero no había otra manera, porque si Aiden
sabía, iba a parar, y entonces el mundo se iría a la mierda.
—Está bien. —Sonreí—. En seguida entro.
Aiden miró a Apolo y dejó escapar un suspiro bajo. —Está bien. Iré... a
despertar a Deacon o algo así.
—Estoy segura de que apreciará eso. —le dije.
Apareció una breve sonrisa. —Es cierto.
Al sonido de la puerta principal cerrándose detrás de Aiden, miré a
Apolo y sentí deslizarse la máscara que había estado tratando de ocultar.
Nuestras miradas se encontraron y Apolo suspiró. —Alexandria...
—Sabía que había algo que me habías estado ocultando. Que había
una razón más grande para que todos me mantuvieran viva cuando sería
mucho más fácil matarme. Arreglaría el problema con Seth, así que no
entiendo por qué correr el riesgo.
Me dio una mirada perdida sin nada que decir. Genial, había dejado a
un Dios sin palabras. Un punto para mí. Iba a ir por el punto dos. —
Necesitas al Dios Asesino.
Pasó un largo momento. —Tenemos que evitar que esto vuelva a
suceder.
—Me necesitas para matar al dios responsable. —Ira creció dentro de
mí, y me estaba lastimando, y ese dolor había aparecido desde que
habíamos dejado el Inframundo. No sabía por qué. Apolo podría estar
relacionado a mí por sangre, pero él era un dios y había perdido
completamente el tren entero de simpatía, pero todavía dolía mucho.
Era un corte profundo.
Porque al final, yo era el león y el cordero; yo podría matar y luego ser
sacrificado. Apolo no lo dijo, pero lo vi en lo que no dijo.
—No podemos correr el riesgo de este tipo de destrucción otra vez,
Alexandria. Miles de personas inocentes han muerto, y habrá más. Y aún si
detenemos al Primero, esto volverá a suceder. —Puso su mano en mi 233
hombro y era pesada—. No nos podemos matar los unos a los otros.
Necesitamos lo único que nos puede matar. Necesitamos al Dios Asesino:
Página
te necesitamos.
Lo miré fijamente, estupefacta. —No quieres que mate a Seth,
entonces.
Resopló. —Casi todos los días lo hago, pero debes tomar su poder, y él
tiene que estar vivo para eso. Necesito que seas capaz de derrotarlo y
transferir su poder a ti.
Mis manos se cerraron en puños y necesite todo de mí para no agarrar
sus mechones dorados y arrancarlos. —Has estado mintiéndome todo este
tiempo.
—No lo he hecho. —Él ni siquiera parpadeó.
—¡Mentiroso! ¡Antes me dijiste que querías que matara a Seth! Ya sabes,
¿jugo de uva y el pastel de Spider-man?
—Quiero que mates a Seth, pero no es lo que necesito.
Mi boca se quedó abierta. —¡Eso ni siquiera es semántica!
—Y yo no sabía a ciencia cierta entonces que había una manera de
transferir su poder a ti —argumentó con calma—. Tenía mis sospechas.
También las tenía mi hermana, pero no podíamos estar seguros. De
cualquier manera, él no puede tomar tu poder. Si no puedes derrotarlo y
tomar su poder, entonces debes matarlo.
Apolo hacía que todo sonara tan simple, como si me estuviera pidiendo
ir a la tienda y recoger Cheetos Crujientes y si no los tenían, conseguir Puffs
Cheetos. Demente.
—No quiero terminar como tú temes, pero hay mucho que puedo
hacer para permanecer en manos de otros.
—Sí, porque después de tomar a este dios, si averiguamos quién es, hay
una buena probabilidad de que los dioses se vuelvan en mi contra, porque
voy a ser una amenaza. Y apuesto a que tienen un miembro de la Orden
sólo tirado por allí, ¿verdad? Incluso si no hago nada, ¿van a actuar como
un juez y culparme en un crimen que no he cometido?
Hizo esa maldita pausa otra vez y luego dijo—: Todo el mundo muere,
pero al final todo se reduce por lo que están dispuestos a morir, Alexandria.
Dioses, había una parte de mí —una gran parte de mí— que quería
patear a Apolo en las bolas, pero me detuve. Como un desastre que era,
lo entendía. Y tal vez por eso yo no estaba saltando sobre él. La pérdida de 234
una vida, tal vez dos, valía la pena por la seguridad de miles de millones.
Pude ver eso y si estaba totalmente imparcial sobre esto —lo que dijo, que
Página
237
Página
Veintiocho
Traducido por Jeyly Carstairs
Corregido por Esperanza.nino
P
ara el momento en que Apolo reapareció más tarde esa noche,
yo realmente no había llegado a un acuerdo con todo. Quiero
decir, ¿cómo podría? Pasando por todo esto, enfrentando a solo-
los-dioses-sabían-qué, había un 99% de posibilidades de que fuera a morir
al final y realmente no ayudaba con todo el factor de motivación. Así que
me decidí a hacer la única cosa que podía hacer.
Olvidarme del resultado final.
Probablemente no era el método más sabio, pero era la única manera
de poder hacer esto y mantener la cordura, porque en este momento no
sabía cómo cambiar nada de eso.
Apolo no regresó solo. Cuando él vino a la sala de estar, trajo consigo a
Dionisio. Era la primera vez que veía al dios. Parecía un chico de
fraternidad con su camisa hawaiana y pantalones cortos.
Dionisio se dejó caer en el sofá en una perezosa, arrogante y
desgarbada postura. Su mirada de párpados pesados se movió sobre las
mujeres en la sala, mirándolas de arriba abajo como uno mira un menú.
Cuando sus extraños ojos se posaron en mí, yo arqueé una ceja.
Él sonrió. —Así que este es el Apollyon.
—Esa soy yo.
—Por alguna razón, esperaba que fueras más alta.
¿Qué demonios? Doblé los brazos, lanzándole una mirada suave. —No
sé por qué la gente sigue diciendo eso.
Aiden se apoyó contra la mesa en la que me había sentado. —Tú eres
238
bastante petisa.
Mi altura no era nuestro mayor problema. Afortunadamente Marcus tiró
Página
espalda.
—Eso no es lo que es. —Miré a Apolo, pero maldita sea, ese globo le
fascinaba—. Si va haber un dios haciendo fuego por mi trasero…
—Es un hermoso trasero —murmuró Aiden mientras estudiaba la punta
de sus botas. Una pequeña sonrisa estaba en su rostro.
Lo miré por un momento. —Además, Seth está en mí búsqueda, esto…
esto va a ser muy peligroso. No quiero que ustedes arriesguen sus vidas por
mí.
Lea resoplo. —Maldita sea, Alex, tu ego esta fuera de control. Tú me
conoces. Yo antes te arrojaría frente a un daimon cualquier otro día, pero si
te mantenemos lejos de ellos significa salvar millones de vidas, entonces
estoy en tu equipo. Así que esto es más grande que tú.
—Sé que esto es más grande que yo. —Mis mejillas ardían, y la sonrisa
idiota de Deacon no estaba ayudando—. Y sé que me tirarías en frente de
un daimon, pero no quiero ver que ninguno de ustedes salga herido.
—Aquí todo el mundo conoce los riesgos, Alex. —La voz de Marcus era
severa, me recordaba a los días atrás en el Covenant cuando el pasaba la
mayor parte de su tiempo gritándome—. Nadie está obligado a hacer
esto.
—Y ninguno de nosotros haría cualquier otra cosa. —Olivia ofreció una
sonrisa vacilante—. Todos nosotros hemos perdido personas debido a los
que está pasando. Todos tenemos razones para hacer que esto se
detenga y no vuelva a ocurrir.
—Incluso yo —dijo Deacon—. No he recibido mis regulares 12 horas de
sueño desde que todo esto se fue abajo, y eso es malditamente trágico.
Aiden rodó sus ojos.
—Todo el mundo está dispuesto a luchar. —Laadan cruzó la sala,
sonriendo mientras se colocaba junto a Marcus—. Esta no es sólo tu
batalla.
—Esta nunca fue sólo tu batalla —corrigió Solos.
—En otras palabras —dijo Marcus, sus ojos color jade encontrando los
míos—, tú no estarás sola en esto. Nunca lo estuviste.
—Y no lo vas a estar —terminó Aiden calmadamente.
Guau. Creo que en cierto modo amaba a todos en esta habitación
ahora mismo, incluso a Lea. Las lágrimas quemaron mis ojos y me incliné
hacia adelante para que nadie pudiera ver. La cosa es que, desde que 243
me di cuenta de cómo todo esto podría terminar —probablemente
terminaría— nunca me había sentido más sola. Pero aquí sentada,
Página
escuchándolos…
—Tiempo de abrazo grupal —sugirió Deacon.
—Cállate —le dije, pero me reí.
Aiden deslizó un brazo alrededor de mis hombros y atrajo hacia él. Justo
en frente de toda la habitación llena de mestizos, puros y un dios, besó mi
cien.
—Tú solo vas a tener que aceptar que esto no lo vas a hacer sola.
Vamos a hacerlo todos nosotros.
Levanté la cabeza y los miré a todos, perdida en cuanto a qué decir.
Luke sonrió. —Lo sé. Somos impresionantes.
Me reí de nuevo.
—Y hemos nacido para hacer esto —dijo Olivia, encogiéndose de
hombros—. Nosotros estaríamos haciendo esto en un mes más o menos, de
todos modos. Estamos listos.
Lea deslizó a Olivia una sonrisa que decía que ella estaba más que lista.
—Vamos.
244
Página
Veintinueve
Traducido por Martina pederzoli
Corregido por Dafne
S
olo había conseguido un par de horas de sueño para cuando el
sol apareció entre las cortinas a la mañana siguiente. Escuchar a
todo el mundo decirme que estaban listos para enfrentar lo que
fuera lanzado en nuestro comino… incluso horas mas tarde no podía
encontrar las palabras adecuadas para lo mucho que significaba. Pero un
peso invisible también se había instalado en mis hombros y había crecido
durante la noche, presionándome hacia abajo a través del colchón. No
podía detener a ninguno de ellos —y no lo haría al igual que ninguno de
ellos me lo haría a mí— pero mil cosas se agolpaban en mi cabeza.
Y los principales pensamientos estaban centrados en que cualquiera de
ellos podía perder la vida en esto. Muchos ya habían muerto, y no importa
cuan Positiva Polly tratara de ser, yo sabía en lo profundo de mí que algo
terrible, algo violento, esperaba en el futuro. La Muerte había llegado
mucho antes de lo que se comprometieron a ver, y estaba en el otro lado
de la puerta, o en otro estado, esperando con paciencia, porque nada
era tan inquebrantable como la Muerte. Probablemente tenía la mayoría
del tiempo en el mundo.
A pesar de que ya sabía lo que les esperaba —lo que nos esperaba a
todos nosotros— en el Inframundo, no podía soportar la idea de ver que
alguno de ellos cayera. Si pudiera, me encantaría encerrarlos a todos en la
caja de abajo, incluso a Aiden.
No cabe duda de que no iría bien, pero sabía que, entre lo que Apolo
necesitaba de mí, lo que Solaris me había advertido y lo lejos que Seth se
245
había ido, esto terminaría en un desastre.
Cuando Aiden se movió a mi lado y dejó caer un brazo en mi cintura,
Página
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She-Ra: She-Ra es una seria animada estadounidense de 1985 cuyo personaje principal es She-Ra, la mujer
más poderosa del universo.
32 600 millas: Equivalen a 965.6 km
Apollyon, pero con Aiden, no tenía necesidad de fingir. Sin embargo, a
veces olvidaba eso.
—Tener miedo, Alex, está bien. Lo que estamos enfrentando es algo
aterrador… mierda.
Sonreí. —Insultaste.
—Lo hice.
Mi sonrisa se desvaneció rápidamente, porque íbamos a enfrentarnos a
alguna mierda aterradora. Mierda sobre la que Aiden ni siquiera sabía la
mitad. —¿Tienes miedo?
Por un momento, él no respondió. Lo único que se oía era el lento y
constante tic-tac del reloj antiguo de pared y el canto lejano de las aves
fuera de las paredes de troncos rústicos. —Sí.
Oírle admitir eso era un alivio y a la vez aterrador. —Nunca tienes
miedo.
Aiden negó con la cabeza, su sonrisa se transformó en una irónica. —
Sabes que eso no es cierto. Hay un montón de cosas que me aterran, Alex.
Lo miré a los ojos. —Dime.
Estirándose a mi lado, me jaló de forma que mi mejilla quedaba
presionada contra su pecho. —Tengo miedo de que Deacon salga
herido… o peor. Tengo miedo de perder más gente. —Hubo una pausa, y
sus latidos aumentaron bajo mi mejilla—. Estoy aterrorizado de lo que vas a
tener que enfrentar; lo que vas a tener que hacer y cómo te va a afectar.
Mi respiración se detuvo en torno a una negación mientras curvaba mis
dedos alrededor de sus caderas. —Voy a estar bien. — Esas palabras
sonaban amargas en mi lengua.
Su pecho subió bruscamente. —No quiero que estés bien.
Levanté mi cabeza para poder ver sus ojos. Eran de un color gris oscuro
y sombrío. Él trató de sonreír, pero como la mía antes, pareció dolido.
—Yo quiero que estés más que bien. —Aiden ahuecó mi mejilla con
suavidad—. No quiero que tengas pesadillas por el resto de tu vida, y que
veas la cara de Seth en vez de la de tu madre. No quiero que esto te 247
persiga.
Repentinamente, todo pareció tan real y yo estaba muy cerca. Me
Página
era una parte de mí —una parte media loca— pero aun así. Me iba a
cambiar de una manera que no podría comprender. Justo como con mi
mama. Pero esta vez era diferente.
Apollo no quería que matara a Seth; quería que lo despojara de su
poder. Conociendo a Seth, probablemente preferiría morir. Y si averiguaba
lo que estaba a punto de hacer, vendría tras de mí. Así que tendría que
detenerlo, matarlo. Matar a Seth sería la única manera de salir de esto con
vida
—¿Alex? —susurró Aiden—. Háblame, agapi mou.
—No tengas miedo. —Mi voz era ronca—. Voy a estar bien.
Su mano se aferró a mi nuca, y me sostuvo como si me pudiera
mantener así para siempre. —Me vas a decir que vas a estar bien. Y vas a
actuar como si estuvieras bien, pero…
Cerré los ojos con fuerza. Aiden sabría mejor. Pasaron unos segundos en
silencio. La verdad estaba en la punta de mi lengua, me quemaba desde
adentro hacia afuera. Quería decirle lo que podía suceder, yo realmente
lo necesitaba, pero dejarle eso a él no era justo. El tiempo se estiró, pero no
era suficiente.
—Vas a matar a aquellos que ames. —Mi risa era seca y quebradiza—.
Odio a ese maldito oráculo.
Los dedos de Aiden se extendieron por mi mejilla. —Si pudiese cambiar
esto, lo haría. Haría lo que fuera por salvarte de esto.
—Lo sé. —Incliné mi cabeza hacia un lado y lo besé suavemente—.
Pero el destino es una perra.
—O un bastardo —dijo a la ligera
Me reí, porque cada vez que Aiden insultaba, no podía evitarlo.
Sonaba mal saliendo fuera de su lengua, pero seguía siendo elegante de
alguna manera. Como un británico maldiciendo. De cualquier manera, ya
no podía hablar más de esto. Ni siquiera quería tener que pensar sobre
esto, pero iba a necesitar un lavado de cerebro para arreglar eso.
Inclinándome hacia delante, enrollé mis brazos alrededor de su cuezo y
me subí a su regazo. — ¿Podemos hablar de otra cosa?
Aiden parecía a punto de discutir, pero asintió.
Mirándolo fijamente a los ojos, me acordé de los días en los que solía
aparecer y verme entrenar. Eso me hizo sonreír. — Solía pensar que eras la
fuente de mi fracaso. 249
—¿Qué? —arqueó una ceja mientras envolvía sus brazos en mi cintura.
—Nunca podía hacer las cosas bien cuando estabas alrededor,
Página
interrumpiendo algo?
Aiden rodó los ojos y me dio una sonrisa. —Para nada, hermano.
—Genial, porque ustedes chicos mejor ponen sus traseros en marcha.
Nos estamos yendo en una hora. —Deacon cruzó sus tobillos, dejando
escapar un suspiro contenido—. Tiempo de enfrentar la carretera.
Metí mi cabello atrás, preguntándome cuanto café había tomado esta
mañana y esta hiperactividad. — Eres tan antinatural cuando estás así.
—Estoy emocionado —replicó—. Estoy esperando que este viaje en
carretera sea como un juego en la vida real de la Ruta de Oregón.
Levanté mis cejas — ¿Vas a atrapar la fiebre tifoidea?
—En realidad, estaba pensando en romperme una pierna o ahogarme.
—Siempre puedes morirte de hambre —Mis labios se separaron en una
sonrisa—. O puedes conseguir ser secuestrado por indios.
Los ojos de Deacon se abrieron considerablemente. —Ellos me querrían
por mis gloriosos rizos rubios.
— Es hora de que alguien corte tu pelo. —Aiden despeinó los ya
ingobernables rulos y luego tiró las mantas—. Voy a estar tomando una
ducha.
La mirada que Aiden me dirigió me decía que el no tenía planeado
hacerlo solo, y mi estómago hizo todo tipo de giros y vueltas locas. Y no
ayudé que él hubiera cruzado la habitación con toda su gloria con el torso
desnudo. El calor que subió a través de mis venas era difícil de negar, pero
al parecer Deacon no se iba a ninguna parte.
Esperé hasta que Aiden cerrara la puerta y escuché el silbido de la
ducha antes de mirar a su hermano menor. —¿Qué?
Sus labios se inclinaron hacia un lado. —Tenemos que hablar.
No teniendo idea de lo que iba a salir de su boca, probablemente algo
entretenido, me moví hacia abajo y me tendí junto a él. —Está bien, ¿Sobre
qué?
—Tienes que seguir con vida.
De acuerdo, no era lo que estaba esperando. —No estoy planeando
suicidarme, Deacon.
—No, pero tienes esa mirada de alguien que está mirando la muerte y
prácticamente incluso la espera. —Deacon hizo una pausa, y su mirada
fue a las vigas descubiertas en el techo—. Sé cómo es. Lo vi en el espejo
por un largo tiempo. 251
Mi boca se abrió, pero no pude encontrar ninguna palabra
Rió secamente. —Odiaba vivir después de haber visto lo que le paso a
Página
mis padres y a toda esa gente. Si no hubiera sido por Aiden no hubiera
sobrevivido. No debería haber sobrevivido. Tampoco él. —Me dio un
ladeado encogimiento de hombros—. Supongo que tenía algún caso loco
de la culpa del sobreviviente o algo como eso. Cada vez que bebía o me
drogaba, secretamente deseaba excederme, ¿sabes?
A medida que sus palabras se hundían, mi pecho dolió. Estiré mi mano
colocándola en su brazo. —Deacon…
—Ah, estoy bien ahora. Creo que lo estoy, por lo menos. ¿Pero sabes
porque nunca me sobrepase? —Deacon volvió su cabeza hacia mí y yo
sabía lo que quería decir—. No estaba asustado de la muerte, pero estaba
asustado de lo que mi muerte le haría a él.
Deacon asintió hacia la puerta del baño y seguí su mirada. No podía
ver a Aiden pero sabía que no podía oírnos, pero mi corazón latía como si
hubiese corrido un millón de pasos.
—Él no superaría perderte —le dije, tragando saliva—. Es muy fuerte,
pero…
—Eso lo mataría. Lo sé. Perderte a ti lo mataría.
Un escalofrío se apoderó de mí, como si hubiera entrado en un
congelador. Sentándome rápidamente, tiré mi pelo sobre mi hombro. —
¿Por qué me estás diciendo esto?
—Tienes la misma expresión desde que volviste del Inframundo. — Hubo
una pausa y me miró con toda seriedad que nadie le daba el crédito de
tener, y en ese momento me recordó mucho a Aiden—. Hagas lo que
hagas, no rompas el corazón de mi hermano. Tú eres su mundo. Y si lo
dejas, lo destruirás.
252
Página
Treinta
Traducido por Cin
Corregido por Mary Jane
N
uestro Hummer era el auto fiestero, el guay. O al menos eso
creía. Entre Luke y Deacon, las diez horas de manejo a las tierras
de Dakota del Sur no fueron tan malas. Pobre Marcus que lucía
como si quisiera cerrar las bocas de los dos chicos con cinta adhesiva
luego de dos horas de su resumen sin final de la última temporada de
Supernatural. Yo no me quejaba. Entonces, Luke pasó a este programa
nuevo sobre tronos y dragones, el cual trató de explicar a Aiden.
Considerando que Aiden es un fan de los programas de tv en blanco y
negro, Luke no iba a llegar muy lejos.
Marcus lucia como si tuviera un dolor de cabeza, el cual reflejaba
como me sentía. No tenía nada que ver con la charla de los chicos, o los
juegos de autos ridículos pero graciosos que insistieron en jugar. Y estaba
bastante segura que, si Deacon se inclinaba entre los asientos y golpeaba
el brazo de Aiden cada vez que veía un escarabajo, Aiden detendría el
auto y lo estrangularía.
Estaba segura también de que Marcus lo sujetaría. El hombre debería
tener un cardenal tremendo en su pierna por el último golpe que Deacon
le había dado.
Pero luego de la cuarta hora, sentí la inquietud. A minutos de
amenazar a los chicos con girar el auto en la carretera y volver, traté de
tener algo de descanso. No fue como si el paisaje tuviera mucho para
mirar. Muchos campos. Después muchas colinas. Luego un montón de
árboles. El aburrimiento picaba en mi piel, mientras miraba las guardas,
253
marcadas en sangre de Titán a lo largo de todo el auto, que impedían a
los dioses sentirme. Pero el hecho de que estuviera atrapada en el vehículo
Página
—Lo sé. —Me lanzó una mirada. –Pero conociendo nuestra suerte,
alguien te reconocerá.
—Pero tengo que usar el baño—
—Aguántalo —dijo Luke, abriendo la puerta del auto. —Te traeré algo
para picar y algo de agua, un montón de agua.
Lo miré. —Eso es cruel.
Todos excepto yo se precipitaron fuera del Hummer y me arrojé contra
el asiento, cruzando mis brazos. Entendí que no necesitábamos otra paliza
de dios en el medio de la estación de gas, pero maldición…
Aiden se dirigió hacia el otro Hummer mientras Marcus cargaba el gas.
Aquí estaba yo, la enloquecida Apollyon, y no podía siquiera ir adentro
para conseguir una bolsa de carne seca por mí misma. Caray.
Unos momentos después, Aiden vino a mi lado del auto. Me debatí
sobre dejar la ventana levantada, pero la bajé. Él se apoyó, descansando
en sus antebrazos.
—Oye —dijo él, sonriendo.
Yo sabía que estaba poniendo mala cara, pero no podía sentir mi
trasero.
—Olivia y Lea están revisando el baño. Luce como si estuviera afuera y
en la parte de atrás.
—Oh, gracias a los dioses. —Me hundí en mi asiento.
Su sonrisa se extendió a un lado. —Me aseguraré de que Luke te traiga
otra cosa además de agua.
—Eres el mejor. —Lo besé rápidamente—. Lo digo en serio.
En su camino al pasarnos, los ojos de Marcus se estrecharon. —Siento
como si necesitara separarlos a ustedes dos.
Las mejillas de Aiden se ruborizaron mientras tragaba y se aclaraba su
garganta.
Marcus se detuvo a su lado, cruzando sus brazos. —Especialmente los
arreglos para dormir. Y no soy tan ingenuo como—
—¡Guau! —Interrumpí—. No es un tema en el que esté dispuesta a
profundizar.
Marcus me dirigió una mirada amable. —Tú eres mi sobrina y yo soy tu
guardián…
—Tengo 18.
—Y todavía eres demasiado— 255
— ¡Olivia! ¡Charla de baño!—Abrí la puerta, casi golpeando a Marcus.
Lanzando a mi tío una sonrisa rápida, me moví a su alrededor.
Página
33
Skittles: Es una marca de caramelos masticables de fruta producidos y comercializados por Mars.
Todavía estábamos a cuatro horas, pero eso no era nada luego de estar
tanto tiempo en el auto.
La Universidad estaba inmersa en las Black Hills de Dakota del Sur. No
cerca del Monte Rushmore, pero en la parte conocida como las Colinas
del Norte. Era un desierto fuertemente protegido, solo alcanzable en
vehículos como en el que estábamos. La gente tenía que saber que
estaban buscando para ver siquiera la entrada a la escuela.
Nunca había visto la Universidad en persona, pero sabía que parecía
como algo salido de Grecia. Como todos los Covenants, los mortales
creían que la escuela era parte de una élite, un sistema de educación sólo
con invitación. Aunque yo estaba algo excitada por ver la escuela, mis
nervios cantaban por una razón diferente.
Mi padre podría estar allí, o podría estar en camino hacia aquí.
La esperanza se disparó en mi pecho y me sentí mareada por unos
segundos. No pude saber que haría si lo veía, probablemente
abalanzarme y taclear al hombre, y esperaba que no chillara como un
bebé y me avergonzara a mí misma.
Sabía que no debería hacerme esperanzas. Mi padre quizás no
estuviera allí. Él quizás nunca se mostraría por allí. Podría estar muerto.
Mi estómago se hundió, y por un momento pensé que iba a vomitar.
La cosa era —y lo que estaba tratando de decirme a mí misma— que
no lo sabía. Y no había razón para preocuparse de cualquier manera. Y
tenía cosas más importantes en las que concentrarme, por ejemplo como
en el infierno convencería a un grupo de Centinelas y Guardias de tomar
el riesgo de morir contra Seth y un dios.
El teléfono de Aiden sonó, y la mirada en su cara mientras escuchaba
no era buena.
—¿Qué? —pregunte, sintiendo mi estómago caer de nuevo. Me
pregunté si tendría una úlcera….o si eso era posible siquiera.
—Lo tengo—dijo él al teléfono, y después lo apagó—. Nos están
siguiendo. 258
Me giré en mi asiento, igual que Marcus y Luke lo hicieron. Los faros del
Hummer de Solos estaban justo detrás de nosotros. Eché un vistazo. Detrás
Página
de varios autos había otro par de faros. No era una experta en esas cosas,
pero se parecía mucho a otro Hummer.
Los Centinelas y los Guardias amaban conducir Hummers. El más
grande era mejor y todo ese disparate probablemente era por otra cosa.
Los mortales también conducían Hummers, pero cada sentido estaba
diciéndome que era una cuestión del Covenant y no una amigable.
Mierda.
— ¿Por cuánto tiempo? —pregunté.
—Desde que pasamos Sioux Falls —replicó Aiden, sus ojos ojeando el
espejo retrovisor.
—Hay una salida cerca: tómala. Necesitamos bajarnos del camino
principal.
Marcus se tensó mientras se reclinaba, sacando una Glock. —Las
buenas noticias son que el camino estará libre de mortales. Las malas son
que los caminos estarán despejados.
No habría nadie alrededor para que nos preocupáramos por
exponernos, si ellos estuvieran incluso despreocupados sobre eso.
—Dile a Solos que nos siga —dijo Marcus—. Y que se acerque a
nosotros.
Mientras Aiden pasaba el mensaje a Solos, mantuve mis ojos pegados
al camino extendido detrás de nosotros mientras golpeábamos la rampa y
volábamos hacia el oscuro, camino de regreso. Entonces vi lo que Aiden
no había dicho, y lo que Marcus debió reconocer una vez que Solos se
movió en el otro lado.
No era solo un Hummer; eran dos, y estaba segura que ambos estaban
cargados.
Doble mierda.
Luke estaba intentando tener una mejor vista. —No podemos dejarlos
informarles, chicos. Si no lo han hecho ya. Estamos demasiado cerca de la
Universidad.
—¿Entonces ustedes piensan que son de Lucian? —preguntó Deacon,
agarrando el respaldo de mi asiento.
Aiden asintió. —Todo está bien, sin embargo. Tenemos esto.
La fuerza en sus palabras, la determinación de sacar a todos de esto,
era tan propio de él. Sin importar qué, él lo afrontaba juntos. Quizás le 259
faltaban uno o dos tornillos, pero él resistía los golpes y nunca se daba por
vencido. No conmigo. No con su hermano. Y nunca con la vida. Dioses, no
Página
Se levantó en dos ruedas, las llantas girando en el aire mientras los faros
atravesaban el cielo oscuro. El Hummer se sostuvo allí un segundo, y luego
se volteó sobre el segundo vehículo. A través del aire se ladeó una y otra
vez; algo fue arrojado desde una de las ventanas, una persona quizás.
Los cinturones salvan vidas.
El primer Hummer yacía sobre su techo. El metal crujía y gemía, luego
cedió. El otro dio vueltas hacia la derecha para evitar una colisión directa.
Volaban chispas de color ámbar.
Las puertas del segundo se abrieron y conté seis Centinelas vestidos de
negro. Eran mestizos, jugando en el lado equivocado del campo.
Uno avanzó, y lo lancé contra los gruesos olmos que cubren el camino
con un giro de mi muñeca. Hubo un chasquido nauseabundo al impactar
que diría que ese estará fuera de servicio por un tiempo.
Un segundo arrojó dos dagas del Covenant mientras se dirigía
directamente hacia mí. —Ven con nosotros y dejaremos vivir a tus amigos.
Ladeé mi cabeza y sonreí. —Bien, ¿no está ese dicho muy quemado
ya? ¿Qué tal esto? Váyanse y quizás yo los deje vivir.
Aparentemente el Centinela no entendía inglés, porque se abalanzó
sobre mí. Me moví al costado, estirándome y agarrándolo. Lo llevé hasta
abajo hasta que mi rodilla se levantó, haciendo contacto justo sobre el
codo. Huesos se quebraron y el Centinela gritó. Balanceándome detrás de
él, tomé su otro brazo y lo torcí. Su espalda se inclinó y la daga cayó al
suelo.
Marcus apareció frente a nosotros. Sin parpadear empujó una daga
dentro del pecho del Centinela. El hombre ni siquiera hizo un sonido.
Lo solté, y su cuerpo cayó en la calle.
Mis ojos encontraron a los de mi tío. Un segundo después tenía su Glock
lista y apuntando. Estaba tan cerca que vi la pequeña chispa mientras
jalaba el gatillo. Jadeando, me di la vuelta.
La bala golpeó entre los ojos de una mujer Centinela.
—Caray —dije, retrocediendo.
—Ellos saben que no pueden matarte. —Marcus agarró mi brazo y me
condujo hacia el Hummer—. Pero creo que quieren llevarte, no importa
cuál sea tu condición.
—Estoy comenzando a ver eso.
Solos y Aiden estaban ocupados con dos Centinelas. Detrás de mí, vi 262
que Olivia y Lea tenían arrinconados a dos más. Mi atención se fijó en el
Hummer destruido.
Página
34 Aunque no me parece que haga falta aclararlo, Solos se refiere a Star Wars donde en una de las
películas uno de los Jedi convence a un enemigo de que no hay nadie y que se vaya, esa frase es
FAMOSA.
caídos, y en minutos nada quedó excepto cenizas. El aire se llenó con el
aroma picante de la sangre, carne quemada y metal.
Dakota del Sur jamás había olido tan asquerosa.
Cuando Aiden se dirigió hacia los dos Hummers, me volví y vi un cuerpo
cerca de la cola de nuestro auto. Tragando el sabor amargo
construyéndose en mi garganta, fui hacia el Centinela y me arrodillé. Tan
débil como sonaba, no pude mirar a su cara mientras pasaba mi mano
sobre el hombro inmóvil. También se convirtió en cenizas.
Con el corazón pesado, me paré. —Lo siento.
Aiden regresó, tomando mi mano. — ¿Estás bien?
Asentí. —¿Tú?
—Sí. —Su mirada se movió hacia la pila de cenizas y su mano apretó
más fuerte—. Necesitamos continuar.
En el otro lado del Hummer, dos Centinelas estaban en sus rodillas ante
Solos en la grava. Reconocí a uno de ellos como el chico que había
arrojado contra los árboles. Ambos estaban magullados y ensangrentados.
—¿Quién es el dios detrás de esto? —demandó Solos.
Uno alzó su cabeza y escupió un chorro de sangre. El chico árbol rió.
—¿Dije algo gracioso? —Solos se arrodilló ante él—. No lo creo.
Preguntaré una vez más. ¿Quién es el dios detrás de esto?
—Mátanos ahora, porque no vamos a hablar. —El chico árbol levantó
su cabeza y su mirada se fijó en mí—. Ustedes chicos no pueden ganar
esto. Ellos van a cambiar el mundo, y si se quedan en su camino, los
destruirán.
Di un paso adelante. — ¿Por “ellos” quieres decir Seth, Lucian y este
dios? ¿Te das cuenta de que ni uno de ellos ofrecería su trasero desnudo
por los mestizos, cierto?
Chico árbol rió otra vez, el sonido roto y astillado. — ¿Y te das cuenta tú
que no puedes escapar de él, Apollyon?
Ira se encendió. —Pienso que estoy haciendo un buen trabajo en
mantenerme lejos de Seth, cara de idiota. 265
El otro Centinela arqueó una ceja. —¿Crees que estamos hablando del
Primero? —Él rió—. No tienes ni idea de en lo que estas parada, pequeña.
Página
Esto es más grande que tú y el Primero, más grande que un simple puesto
en el Consejo.
Un escalofrío corrió a través de mi columna y tomé involuntariamente
un paso atrás. —¿Qué es?
Ninguno de los hombres respondió. No dijeron nada mientras Solos les
preguntaba sobre los planes de Lucian. Marcus intervino entonces, pero
cuando uso la compulsión en ellos, se mantuvieron callados.
—No van a hablar —dijo Marcus, las manos apretadas en sus
costados—. O es una compulsión más fuerte que la de un puro, o su
lealtad es ciega. De cualquier manera, estamos perdiendo un tiempo
precioso y arriesgándonos demasiado.
—No podemos dejarlos ir —dijo Aiden quedamente.
Mi corazón se hundió un poco a pesar del hecho de que, si les
diéramos una oportunidad, estos dos hombres cortarían la garganta de
aquellos hombres parados cerca mío. Eran jóvenes, quizás unos años más
grandes que yo. Demasiado jóvenes para estar aquí, a punto de morir.
Pero Aiden tenía razón; no podíamos dejarlos ir.
Marcus se reunió rápidamente con Deacon y los otros, llevándolos
detrás del Hummer destrozado que Solos había estado manejando.
Todavía podía conducirse, pero llamaría la atención si lleváramos esa cosa
durante del día.
Posando mi mano sobre el brazo de Aiden, me giré hacia él. —Yo
puedo.
—No. —Él usó esa voz que yo había llegado a detestar y respetar, el
tono de no respondas—. No harás esto.
Laadan, quien había quedado fuera de la pelea con Deacon, se
volvió.
Yo también quería hacerlo, porque una ejecución era la última cosa
que quería ver, pero mientras Aiden se liberó de mi lado y se dirigió hacia
ellos, me obligué a mí misma a quedarme. Si él tenía que hacer esto,
entonces yo debía verlo. Era todo lo que podía hacer, y lo mínimo.
Aiden se movió tan rápido como un relámpago. Las muertes fueron
limpias y rápidas. No lo sintieron. Sus cuerpos cayeron hacia adelante,
separados de sus cabezas.
No importa cuán rápido e indoloro Aiden lo había hecho, yo sabía que 266
él sentiría esto en las profundas esquinas de su alma por mucho tiempo
más.
Página
Treinta y uno
Traducido por Dafne
Corregido por MaryJane♥
D
e vuelta en la autopista, traté de no dejar que el fresco viento
que golpeaba en mi cara me pusiera de los nervios. Las cosas
podrían ser peor. La gente que me importaba podría haber
muerto. Ellos podrían ser como esas desafortunadas almas que habíamos
echado abajo como perros rabiosos
Ahora mismo, teníamos todo bastante bien, con la excepción de la
espeluznante advertencia que el Centinela nos dio, que me dio.
Mirando a Aiden por la centésima vez desde que volvimos al auto,
mordisqueé mi labio inferior.
—¿Un centavo por tus pensamientos? —dijo él, sin quitar sus ojos de la
carretera.
Tomé una respiración profunda. —Entonces, sabemos que el dios es un
él, y aparentemente no sé por qué estoy participando.
—¿Sabe alguno de nosotros por qué estamos participando? —comentó
Luke secamente.
—No creo que lo hagamos —dije, mirando a la oscura extensión de la
carretera—. ¿Fui solo yo, o sonó como si fueran leales al dios, y no a Lucian
o Seth?
—Ese fue el modo en que sonó para mí— dijo Aiden.
—A no ser que su lealtad provenga de una compulsión —Marcus sonó
cansado—. Pero no importa. La lealtad solamente es tan mala como
compulsión (se refiere a que una lealtad proveniente de una compulsión es
igual de mala). El resultado final es el mismo.
267
Asentí. —Me pregunto si Lucian o Seth saben. Quiero decir, sé que no
importa, pero Seth y Lucian tiene egos del tamaño de un dios. ¿Si ellos
Página
creen que tiene el complete control sobre su ejército o lo que sea, pero en
verdad no lo tienen? Eso no va a ser lindo.
—¿Quién sabe cuánto saben realmente? —Aiden agarró el volante tan
fuerte que sus nudillos se aclararon. —. Este dios puede estar prometiéndole
a Lucian la cabeza del Consejo o los dioses saben que otra cosa.
Y Seth, bueno él… él podrá tener todo lo que él quiera.
Calientes e incómodos nudos retorcieron mis tripas. Seth había dicho la
misma cosa, pero lo que él quería—amor y aceptación—nunca lo tendría
de esta manera. Iba a ser una caricatura de la verdadera cosa. Un día,
probablemente él se daría cuenta de eso, podría ser demasiado… para
todos nosotros.
Y dioses, él merecía algo mejor que esto. Sabía que no debería pensar
eso, pero lo hice.
Dejando salir un lento respiro, incliné mi cabeza hacia la ventana del
pasajero y observé el borrón de los oscuros árboles. La mayoría de Dakota
del Sur era una pradera, pero las Black Hills eran totalmente algo más. Los
árboles se apiñaban juntos, tan densos que nadie podía ver lo que
descansaba más allá. En algún lugar arriba, la Universidad estaba
extendida a través de una de las más grandes praderas montañesas.
—¿Creen que Apolo les está diciendo todo lo que él y los otros dioses
saben? —La voz de Deacon rompió el silencio.
Resoplé. —Creo que Apolo nos dice lo que él cree que necesitamos
saber cuándo él quiere.
—Los dioses son tan imbéciles —murmuró Deacon, reclinándose.
Marcus actualmente se rió, y pensé que el mundo estaba llegando a su
fin. —Son arrogantes — dijo él—. Ese es el problema. Con la arrogancia
viene una gran ceguera.
Era más bien gracioso escuchar eso, porque pensé en tres ratones
ciegos, pero era verdad. Todas las partes involucradas eran bastante
arrogantes. Los dioses sabían que yo tenía una dosis saludable de eso.
—Ninguno de ellos cree que alguien verdaderamente de un paso en
contra de ellos, ni siquiera uno de los suyos. —Marcus suspiró—. Su
arrogancia los llevó a esto. 268
Todos cayeron en silencio después de eso, perdidos en sus
pensamientos. Estaba haciendo una lista mental de todos los dioses,
Página
***
Me paré. —Santa…
—Mierda —susurró Deacon sobre mi hombro.
El silencio calló, denso y pesado mientras todos en el auto no
sentábamos y mirábamos fijamente. Sabía que la misma cosa estaba
pasando detrás de nosotros en el otro Hummer. Ninguno de nosotros sabía
que decir.
El horror me devoró. Esto… nada de esto había sido esperado.
Alrededor de una hora antes, Aiden había encontrado el estrecho carril
que se parecía un camino de acceso de incendios, pero que en realidad
era la larga entrada de cinco milla a la Universidad. Hicimos en el camino
rocoso alrededor de media milla cuando el paisaje había cambiado de un
grupo de árboles de enebro a… una escena sacada de Red Dawn35.
Los faros de nuestros autos arrojaron luz en una escena espantosa.
Hummers abrasados abarrotaban los lados de la carretera, descansando
contra árboles igualmente carbonizados y el suelo quemado. Había
tantos—media docena de esqueletos crujientes de autos. No podría decir
si había cuerpos en ellos, no desde esta distancia.
Tragué. —Aiden…
Él puso una mano en mi brazo. —Podrían ser Centinelas intentando
infiltrarse en la Universidad. 269
Parpadeando rápidamente, sacudí mi cabeza. Tenía un mal, mal
presentimiento sobre esto. Llámalo sentido-arácnido o lo que sea, pero no
Página
era bueno.
—¿Podemos, como, llamar con antelación? —dijo Deacon en una voz
silenciosa—. Quiero decir, nos están esperando, ¿correcto?
35
—Lo están — Aiden echó un vistazo a su hermano menor—. Está bien.
Lo prometo. Nada va a pasar.
—No puedo conseguir una maldita señal en absoluto. —Marcus miró a
su móvil como si pudiera desearlo dentro del Tártaro—. Nada en absoluto.
—Echó una ojeada hacia arriba, sus ojos duros como gemas—¿Alguno de
ustedes?
Aiden chequeó su teléfono. —No
Mojé mis labios mientras mi mirada caía de vuelta en los vehículos
calcinados. Mi corazón palpitaba con fuerza y mi cabeza dolía. —Debe
haber un montón de puros que manejan el fuego todos …
—Sin duda —murmuró Aiden, ambas cejas levantándose.
Solos apareció en el lado de Aiden del auto, corriendo una mano a
través de su coleta. En las sombras, su cicatriz era menos visible. —¿Crees
que el Covenant hizo esto? —Gesticuló hacia los vehículos—. ¿Su versión
de seguridad antorcha?
—Es posible — replicó Aiden, pero no estaba segura de si él lo creía.
—No puedo agarrar nada de ellos, así que estoy asumiendo que tú no
puedes, tampoco, ¿correcto? —Cuando Aiden asintió, Solos cruzó sus
manos detrás de su cabeza y las estiró tanto que su espalda se arqueó—.
Supongo que tendremos que hacerlo a través.
—Podemos por lo que puedo ver. — Aiden se reclinó, rasgueando sus
dedos fuera del volante—. Tendremos que ir lento.
Mientras miraba a los dos Centinelas, sabía en mi corazón que Aiden y
Solos no querían hacer esto. Estábamos ciegos ante lo que se avecinaba.
Podía ser una banda asesina de osos pardos, o una legión de Centinelas
esperando para eliminarnos. Simplemente no sabíamos.
Solos suspiró y dejo caer sus armas—Bueno, supongo que haremos esto.
—No tenemos realmente otra opción —Aiden cambió las marchas de
vuelta a conducir—. Hagamos esto.
Con un brusco asentimiento, Solos trotó de vuelta a su vehículo. Me
retorcí en mi asiento mientras el Hummer se sacudía hacia delante. Era 270
como conducir sin un bote a través de una tienda china. Gracias a los
dioses que Aiden estaba conduciendo porque hubiera surcado a través
Página
manera que no podía explicar pero sabía que era la verdad—sabía que
no íbamos a regresar como nueve. Con una fría realización, miré a las
caras de los que me rodeaban. Algunos habían sido extraños virtuales,
otros enemigos hasta hace poco, y unos pocos que consideraba amigos
desde el primer día.
Y entonces estaba Aiden.
Tomé un aliento, deseando poder olvidar el sentimiento fatídico que
tomaba residencia alrededor de mi corazón. Pero las sombrías caras de
aquellos que me rodeaban me dijo bastante que no era la única que
estaba pensando la misma cosa en ese momento.
Como una unidad, los nueve volteamos. Espectrales, trémulas llamas
iluminaban la carretera al frente. El peso de las dagas y pistolas era
tranquilo y terrenal. No teníamos idea de lo que no esperaba delante, otro
que una gran, pesada incógnita, y más como un gran, pesado golpe en la
cara. La gravedad de eso estaba matándome—matándonos.
Cuadré mis hombros. —¡Liberen al Kraken!36
Unos cuantos pares de ojos se fijaron en mí.
—¿Qué? —Di un ladeado encogimiento de hombros—. Siempre quise
gritar eso desde que vi esa película. Parecía el momento perfecto.
Aiden rió.
—¡Vean! Por eso es que lo amo —le dije al grupo—. Él se ríe de la
estúpida mierda que sale de mi boca.
En respuesta, Aiden se inclinó sobre y presionó sus labios contra mi sien
—Mantente hablando sobre amarme —murmuró— y vamos a traumar a
algunos de estos chicos de por vida.
Me ruboricé color rojo remolacha.
Alguien aclaró su garganta. Otro gimió, pero estaba sonriendo mientras
dejaba que mi mirada volviera a la carretera. Bromas fuera, todos estaban
esperando por la persona que diera el primer paso, así que lo hice. Y
entonces todos nosotros lo hicimos.
Nuestros ojos se adaptaron a la oscuridad, pero me quedé al lado de
Aiden, quien estaba pegado cerca de Deacon y Luke, mientras
cuidadosamente hacíamos nuestro camino alrededor de las carcasas de
los vehículos. No miré dentro de ellos, absolutamente rechazándolo,
porque había un cierto hedor en el aire...
La noche estaba espeluznantemente silenciosa con la excepción de 272
nuestros pasos. En Dakota del Sur, esperé oír la escalofriante llamada del
león de la montaña, la carrera precipitada de diminutas criaturas, y el
Página
36
Referencia a Piratas del Caribe, una serie de películas sobre piratas.
El extraño zumbido no se fue lejos después de que empezamos a hacer
un buen progreso, cubriendo alrededor de dos millas. Los coches
destruidos en desorden en la carretera no necesitaban ayuda. Había
tantos de ellos.
—Dioses —susurró, parando al lado de uno de los pilares a la brasa—.
Oh, mis dioses…
Me dije a mi misma que no mirara a lo que obviamente la horrorizó,
pero raramente escuchaba a esa pequeña voz del sentido común. Me di
la vuelta y casi suelto las hojas curvas.
Detrás del carbonizado volante de un Hummer había un cuerpo… o lo
que quedaba de uno. Quemados, ennegrecidos dedos todavía
agarraban el volante. Nada más sobre el cuerpo era distinguible. Podría ser
un hombre, una mujer o una hidra. Y no estaba solo. Había restos
carbonizados en el asiento del pasajero... y en los asientos traseros.
Alguien aspiró en un agudo aliento. —Las placas están quebradas, pero
esas son etiquetas de New York.
—Dioses — dijo alguien más.
La gente estaba retrocediendo, verificando las placas en los autos que
habían recibido menos daño, pero ya lo sabía en mi corazón. Estos no eran
Centinelas de Lucian viniendo a pelear. Estos eran gente—puros y mestizos
inocentes—buscando refugio.
En el asiento más lejano del Hummer, algo quedaba de la ropa, solo
pedacitos y piezas de material chamuscado, pero el color era un
profundo verde-bosque. La toga del Concilio, me di cuenta lentamente.
La toga de la maldita-madre del Concilio.
De repente me di cuenta de que era realmente una buena cosa que
hubiéramos ido fuera de esos malditos Hummers, porque esta gente—
estaba atrapada. Y toda esta carretera era nada excepto un cementerio.
—Necesitamos irnos de aquí —ordenó Aiden, y mi corazón se cayó—.
Necesitamos irnos ahora.
Lea girando en círculos. —¿Pero a dónde vamos a ir? Esto tiene— 273
Una bola de ardiente luz desgarró la oscuridad de adelante, causando
un escalofriante brillo sobre los escombros y la quemada, retorcida tierra.
Página
274
Página
Treinta y dos
Traducido por Ysandre
Corregido por Dafne
E
stábamos corriendo, huyendo.
El fuego seguía cayendo, salpicándose fuera de la tierra,
haciendo temblar el suelo. Fue un caos, ya que pasó por encima
de las pequeñas colinas, golpeando el suelo cada vez que el cielo se
iluminaba y otra andanada de fuego llenó el aire.
¿Y dónde diablos estaba Apolo-apareciendo-cuando-menas-lo-
esperas cuando más lo necesitábamos? Claro, él podía parecer cuando
estaba a punto de conseguir algo de tiempo besuqueo con Aiden, pero
oh no, cuando en realidad lo necesitábamos, no estaba en ninguna parte
para ser encontrado.
Empecé a trepar, pero Aiden me detuvo. — ¡Tengo que encontrar a
Marcus! ¡Y a Olivia! ¡Ladaan—
—No. —Su agarre se apretó—. ¡No saldrás corriendo en medio de todo
esto!
En el suelo, junto a mí, Lucas gimió. —Creo que... mi brazo está en
llamas.
—¿Qué? —Me di la vuelta hacia él, agarrando la parte trasera de su
camisa, consciente de Deacon trataba de trepar por delante de su
hermano. Poniéndolo de espaldas, me estremecí mientras otra explosión
caía demasiado cerca—. Dioses...
Su brazo derecho tenía una innatural y brillante sombra de color rojo
desde el codo hasta la muñeca. Los parches ya habían comenzado a
burbujear. Él me dio una sonrisa temblorosa. —Bueno, he estado
275
esperando un bronceado.
Me quedé mirándolo, y luego Deacon se disparó a nuestro alrededor,
Página
zombis...
Giré, dándome cuenta de que las dagas eran absolutamente inútiles y
las Glock sólo servían si lográbamos acercarnos sigilosamente detrás de
uno. Con mi corazón latiendo fuertemente, golpeé el suelo mientras otra
bola de fuego era disparada directamente hacia mí. Mierda. Esto era
malo, más que malo. Esto era una pesadilla vuelta real. Horrorizada hasta
la médula, me quedé helada por un instante en el seco y quemado suelo.
Diminutas piedras pinchaban mi estómago y mis muslos. Curiosamente,
sentí cada uno como si fuera el pinchazo de un cuchillo caliente.
Todo se ralentizó y el aire quedó atascado en mis pulmones.
Marcus estaba de vuelta en pie y defendiéndose espalda con espalda
con Lea, precipitándose hacia adelante con sus hojas curvas, lanzando
fuera los brazos de un autómata. Pero la cosa siguió avanzando hacia
ellos. Solos estaba tratando de mantener a Laadan fuera de la línea de
fuego. El hollín cubría las mejillas encendidas de Aiden mientras enviaba
una ráfaga de fuego a las criaturas. Deacon en realidad tenía un arma en
su mano mientras permanecía cerca de Luke. Olivia estaba acorralada en
algunos árboles.
En un apuro, me acordé de la premonición que había tenido antes.
Iban a morir todos. Como esos cuerpos lo habían hecho en los coches, y
ese sería su final.
Algo se rompió dentro de mí, algo primitivo y absoluto. El poder corrió a
través de mí y mi piel se estremeció con la aparición de las marcas. El
sombrío campo de batalla estaba repentinamente teñido con tonos de
ámbar. Di la bienvenida a la subida de energía, a pesar de que era como
un veneno en mis venas. Mi cerebro se apagó y ya no era Alex.
Yo era el Apollyon. Yo era el principio y el fin.
Mechones de pelo comenzaron a elevarse por encima de mi cabeza, y
juraría que por un momento el tiempo realmente se detuvo mientras me
ponía de pie. Tanto la hoja curva como la daga cayeron de mis dedos, y
luego cerré mis manos en puños.
Oh, estaba como en Donkey Kong37.
Volé sobre la tierra árida hacia Olivia, mientras ella trataba de
defenderse de la cosa. Me sumergí debajo del autómata, saltando entre
ella y Olivia, estrellando mi pie en su peludo estómago. Cayó sobre una
rodilla, sacudiendo los árboles próximos. 278
Poder absoluto —implacable y duro, puro al igual que letal— corría por
mi piel. Me eché hacia atrás, convocando el quinto y último elemento. Luz
Página
Donkey Kong: Es un gorila ficticio que aparece en las franquicias de videojuegos de Mario y
37
cayó sobre mí, pero no me quemó. Dejé escapar una respiración suave y
estable y el fuego parpadeó una vez, dos veces, y luego se desvaneció.
Los autómatas se detuvieron en seco, jadeando y resoplando
ruidosamente.
Mis brazos se elevaron a mi lado, mis dedos extendidos hacia fuera, y el
aire vibraba con el poder y la anticipación. La luz azul crepitaba sobre mis
dedos, esperando... queriendo...
Uno de los autómatas, el más grande que quedaba, cargó. Al oír el
oscuro estruendo, el akasha tiró más duro y se estrechó como el vínculo
entre Seth y yo.
Lo solté.
La explosión de la energía corrió fuera de mí, balanceándose como las
olas tempestuosas. La energía golpeó al autómata más cercano a mí. La
luz azul se encendió en las cuencas de los ojos y las mandíbulas abiertas de
la criatura. Un segundo más tarde, se derrumbó. La corriente se estrelló
contra cuatro más, sacándolos antes de que la emisión del akasha
aflojara.
A medida que el polvo brillante se posaba en el suelo seco, el
agotamiento se extendía sobre mí. El enlace con Seth todavía se sentía
abierto, a pesar de que el mundo tenía tonos de azul profundo y negro
otra vez. Siendo que esta era mi primera vez usando akasha como un
matamoscas, no estaba preparada para el cansancio que le siguió. Mis
piernas temblaban bajo mi peso mientras luchaba por mantenerme
parada. Traté de agarrar mis dagas y me di cuenta, de que las había
arrojado en algún lugar más allá, en un ataque de ego de “yo soy tan
impresionante” y “¿quién necesita dagas cuando tengo el akasha?”
Por suerte, los demás todavía tenían sus armas, y los autómatas estaban
distraídos conmigo. Marcus eliminó uno con un disparo a quemarropa en la
parte posterior del cráneo. Aiden esgrimió su hoja curva como un verdugo,
cercenando la cabeza de otro.
Uno de los autómatas llegó a mí y me lancé —er, tropecé— a un lado y
caí sobre mi trasero. Y una vez que estaba así, realmente no quería
levantarme. Yo era como un niño, completamente torpe. Patético, tenía
que enseñarme a caminar a mí misma.
El autómata profirió un gruñido gutural. 280
Caminé hacia atrás, poniendo muy poca distancia entre nosotros. Justo
cuando estaba bastante segura de que estaba a punto de terminar con
Página
había sido cuando éramos niñas? No lo creo. Cerré los ojos con fuerza y vi
su cuerpo tendido, en el suelo de nuevo allí.
¿Alex? Hubo una pausa, y el vínculo se tensó. ¡¿Qué está pasando?!
Me senté —probablemente me caí— por segunda vez en la noche. Sin
abrir mis ojos, mantuve los escudos, pero fui a través del vínculo hacia Seth.
No sabía cómo sentirme acerca de ello. Tal vez era toda la rabia que
ocupaba demasiado espacio para que pudiera sentir algo más. ¿Es esto lo
que querías? le pregunté.
Seth no respondió de inmediato. No estoy seguro de lo que quieres
decir. Puedo sentir tus emociones. Algo pasó.
¡Cállate! No estaba segura de que lo hizo; el tono casi sincero que
sonaba en su voz, o el hecho de que había tomado la hermana de Lea y
mi madre había tomado a su familia y, por lo que éramos Seth y yo, había
perdido su vida. Me rompí en un instante. ¡Cállate! ¡Sólo cállate! ¿Eres feliz,
Seth? ¿Era eso lo que querías de esto?
Las lágrimas rodaron por mis mejillas, rápidas y furiosas. Mis brazos
temblaban —mi cuerpo entero temblaba— tratando de mantener los
escudos. No podía bajarlos, no cuando Seth estaba dentro de mi cabeza
así. Él sabría dónde estaba y habría más muerte.
Tiré mi cabeza hacia atrás y no hubo palabras, sólo tristeza, culpa y
rabia. Se sirvieron de mí en un grito que no emitió ningún sonido fuera de mi
cuerpo.
Detente dijo, y había una presión alrededor de mí, casi como si Seth
estuviera envolviendo sus brazos alrededor de mí, sosteniéndome. ¡Tienes
que calmarte, porque estás quemando un montón de mis neuronas! Toma
un par de respiraciones profundas. Sólo cálmate. ¿De acuerdo?
Pasó un buen rato, y respiré con dificultad a través de ellos. Me senté
allí, con los ojos cerrados, sin ver nada y sin sentir nada. Nada de esto
parecía real.
¿Quién ha muerto? preguntó Seth, y me di cuenta por su tono que
esperaba lo peor.
Lea. Incluso la voz dentro de mi cabeza sonaba adormecida. Está
muerta, al igual que toda su familia.
Seth no dijo nada. Tal vez él sabía el significado. Después de todo,
cuando estábamos conectados, había visto mucho de mi pasado, y
probablemente podía adivinar que no tenía ni idea de cómo lidiar con 284
esto. Tal vez estaba incluso pensando lo mismo que yo, que nuestro vínculo
le había quitado todo a Lea, incluyendo su vida. Dudaba que, incluso si él
Página
285
Página
Treinta y tres
Traducido por Jeyly Carstairs
Corregido por Dafne
N
o sé cuánto tiempo me senté allí, pero cuando abrí los ojos de
nuevo, el cielo todavía estaba oscuro y la presencia de Seth se
había ido. En algún momento, sentí la facilidad de la distancia.
Pensé que había susurrado algo antes de que la conexión se perdiera,
pero tenía que estar escuchando cosas, porque no podía ser cierto.
Pensé que le había oído decir que lo sentía.
Obviamente estaba perdiendo la cabeza. Seth rara vez se disculpaba,
y teniendo en cuenta sus necesidades de poder y aceptación que lo
había conducido hasta este juego final, dudaba que sintiera
remordimiento.
Tomando una respiración profunda, casi me atragante en los amargos
restos de humo. Sabía lo que tenía que hacer; levantarme y empezar a
moverme. Sentada aquí al aire libre, esperando más autómatas por venir,
no era seguro.
Me paré y me di vuelta, limpiándome la suciedad de mis pantalones
tácticos. El grupo todavía estaba alrededor del cuerpo de Lea. Olivia
estaba sentada junto a la mestiza caída, su cabeza en sus manos. Deacon
y Luke la flanqueaban, el mestizo sosteniendo su brazo herido.
Pasando mis manos sobre mis mejillas, me detuve junto a Aiden.
Olivia miró hacia arriba, sus ojos brillantes bajo la luz de la luna. — Ella
no lo sintió, ¿Verdad?
Negué. — No. No lo creo.
Ella asintió, y luego recogió la espada de Lea, sosteniéndola cerca
286
mientras se levantaba. — ¿Qué haremos… que haremos desde aquí?
Fue Solos quien hablo. —Necesitamos movernos rápidamente. No hay
Página
ronca. —Está bien. Lea realmente no tenía nada grande con la naturaleza
o los árboles.
—No. —Sonreí y dolió—. Ella probablemente estaría pensando ¿qué
demonios? ahora mismo.
Ella parpadeó. — ¿Eso crees?
—Sí, es decir, cuando está allí abajo esperando, no podía saber que
estaba pasando aquí, pero tal vez es diferente para ella. —Pensé en el
oráculo que había conocido, y luego la anciana—. Parecía diferente para
cada uno, pero yo sé que ella no está sufriendo.
Olivia asintió lentamente. —Esa es la cosa acerca de la muerte, me he
dado cuenta. Ellos se han ido de nosotros, pero en realidad no, ¿sabes?
Hay vida después de la muerte, solo que un tipo diferente de vida. —Hubo
una pausa—. Desearía que nos hubiéramos convertido en amigos antes de
toda esta mierda. Lea… ella era bastante guay si conseguías pasar la mala
actitud.
Froté mi sien, sintiendo un increíble lugar vacío en mi pecho. —Me
gustaría no haber sido tan perra con ella.
—¿Qué?
Sacudiendo la cabeza, bajé la mirada. —Es una larga historia.
Olivia me miró como si quisiera presionarme, pero no lo hizo. —Ella va a
ver a su familia de nuevo.
—Sí, ella quería eso. —Mis ojos estaban empezando a arder de nuevo y
sabía que, si dejaba que las lágrimas cayeran una vez más, no se
detendrían y eso sería completamente inútil—. Está bien. Puedo hacer esto.
Respirando profundamente, me arrodillé y apoyé mis manos en la tierra.
Cerré mis ojos, moviendo los dedos dentro de la hojarasca hasta que
encontré la capa superior del suelo. Había hecho el movimiento de tierra
antes, cuando peleé con Aiden, así que imaginaba que podía hacer esto.
Imaginé el aflojamiento del suelo y dejando lugar bajo mis dedos. El
suelo tembló ligeramente y mi confianza creció. Creé una imagen del
suelo abriéndose profundamente, lo suficientemente profundo como para
un entierro decente. En mi cabeza, el suelo era oscuro, un marrón fértil,
cuanto más profundo iba. Inhalando, capturé el húmedo olor a tierra
removida.
Cuando abrí los ojos, el suelo realmente estaba abierto. Montículos de
tierra fresca descansaban a cada lado del agujero circular de seis metros. 289
Al ver que era lo suficientemente profundo, me senté hacia atrás y limpié
mis manos temblorosas en mis muslos. Me sentía seca por dentro y un poco
Página
Oh, mierda.
38 Conejito Energizer: Referencia al conejo que aparece en las publicidades de Energizer (marca de
pilas).
Mis ojos se movieron hacia arriba, encontrando los de Aiden por un
breve instante, y luego, porque realmente no quería ser golpeada de lleno
por titanio, me di vuelta y esperaba no haber utilizado todo mi poder y que
no estuviera completamente seca.
Dos Centinelas estaban detrás de Deacon y Laadan, armas
presionadas contras sus pálidas mejillas. Pero había más de dos Centinelas.
Más de una docena nos rodeaba, formando un semicírculo. Todos ellos
tenían Glocks y parecían más que dispuestos a usarlas.
Estábamos rodeados.
293
Página
Treinta y cuatro
Traducido por Ysandre
Corregido por Dafne
—B
ajen sus armas —dijo de nuevo el Centinela. Era alto y
viejo, tal vez de unos cuarenta años, y al parecer
estaba acostumbrado a ser escuchado.
Dioses, era realmente una situación horrible.
Aiden fue el primero en bajar sus dagas, colocándolas en el suelo junto
a sus pies. Luego se incorporó lentamente, levantando las manos. Yo sabía
que llevaba más armas contra él, y esperaba que los demás hombres no
se dieran cuenta de eso. Siguiendo su ejemplo, me deshice de mis dagas,
pero dejé la pistola metida en la parte trasera de mi cintura por si acaso.
El Centinela a cargo dio un paso hacia adelante, manteniendo su arma
nivelada en Solos, lo que me pareció un poco raro. Fuera de nosotros
cuatro, quién realmente debía haber tenido esa arma apuntando era a
mí.
Entonces me di cuenta de que no sabía quién era yo. Una parte de mí
se relajó, porque si ellos estuvieran jugando para el Equipo Malvado,
estaba segura de que habrían tenido imágenes de mí pegadas por todas
las paredes.
Marcus se preparaba para hablar de nuevo, pero los ojos del Centinela
lo pusieron en guardia. —Escuché lo que dijiste y parecías tener buenas
intenciones, pero por favor dime cómo se supone que debemos creer en
eso.
Buena pregunta. Eché un vistazo a mi tío, mis cejas levantadas.
—Éramos parte del grupo que escapó de la isla Deity —dijo Marcus.
294
—Bueno, eso es obvio —respondió el Centinela.
En cierto modo me gustó este tipo, a pesar de que su arma seguía
Página
Usted dijo que los demás estarían felices de saber que yo sabía cómo...
detener al Primero. ¿Quién podría ser?
Por todos los dioses, el hombre miró a Aiden primero antes de contestar.
—Antes de que los autómatas se volvieran locos, un puñado de grupos
llegaron desde otros lugares, incluyendo los Catskills.
Mi corazón se detuvo. —¿Los miembros del Consejo y los Centinelas?
Cuando él asintió con la cabeza, yo estaba a punto de hacer algo con
mi brazo. No me había permitido considerar que mi padre podría haber
sido uno de esos cadáveres quemados que bordeaban el camino, pero
saber que algunos habían llegado a la Universidad provocó una esperanza
dentro de mi pecho. No iba a aliviar el dolor de la pérdida ajustada de
Lea, pero era algo para seguir adelante. Era algo, y eso era mejor que
nada.
***
Cuando el alba se deslizó a través de la pradera exuberante, arrojando
luz sobre las diminutas flores silvestres azules, llegamos a nuestro destino. El
campus de la Universidad era grande, entre dos picos de las montañas al
igual que su propio pueblo en una hamaca. Me imaginaba que era como
cualquier otra Universidad en el tamaño y la atmósfera, pero ahí era
donde terminaban las similitudes.
La luz de la mañana se reflejaba en los grandes edificios de piedra
arenisca siguiendo el modelo de los antiguos coliseos. Los patios estaban
llenos de lo que parecía cada flor y árbol que el hombre conocía. Las
estatuas de las musas custodiaban un edificio académico, mientras que las
esculturas de la doce olímpicos se alineaban en la carretera. Los
dormitorios que parecían mini-rascacielos se levantaban en el fondo, con
viviendas para miles de estudiantes.
Algo así como la Isla Deity, pero en una escala mucho más grande, lo
que me provocó una punzada en el pecho.
En el centro del campus estaba lo que yo supuse era el edificio del
Consejo, y que era a donde nos dirigíamos. Los músculos de mis piernas
dolían, y las visiones de camas estaban bailando en mi cabeza, pero me 298
obligué a seguir adelante en lugar de sentarme en el medio de la
carretera y dormirme.
Página
E
sa cancioncilla cayó como el Titanic. Todo el mundo estaba muy
sorprendido. Había un par de maldiciones fuertes de Aiden y
Marcus, y algunas exclamaciones de sorpresa del resto de la
galería.
Era una situación un tanto atemorizante. Los dioses habían luchado de
forma durante miles de años, pero nunca querían realmente matarse
mutuamente, no desde que cayeron los Titanes. Pero las cosas eran
diferentes ahora. Este dios había ido demasiado lejos.
Aunque muchos mortales habían muerto, los dioses estaban muy
probablemente más preocupados por el hecho de que Hefesto esperaba
usar al Dios Asesino contra ellos.
Así que, sí, las cosas eran diferentes ahora. Una vez que la conmoción
se calmó, Dominic nos llevó a la primera residencia de estudiantes y nos
mostró el interior. No eran como las que hay en la isla de la Deidad. Estas
habitaciones eran suites y dos habitaciones unidas por una sala de estar y
baño compartidos.
Nos dejaron hacer los arreglos para dormir a nosotros mismos. Antes de
que Marcus pudiera llegar hasta nosotros en modo padre otra vez, Aiden
tomó una de las suites para dos de nosotros, prácticamente me arrastró
dentro.
Antes de que hubiera siquiera cerrado la puerta, se inclinó para que
nuestros rostros estuvieran a pocos centímetros de distancia. Yo sabía que
él estaba loco, sus ojos eran como nubarrón de color, la línea rígida de la
304
mandíbula, y sus movimientos rígidos o menos lo delataban. Eso y el hecho
de que no había siquiera mirado en mi dirección desde que habíamos
Página
***
Recién duchada, estaba encantada de encontrar que alguien había
encontrado un par de pantalones vaqueros y una camisa limpia de mi
talla. Lo más probable es Aiden lo hubiera hecho mientras yo estaba
acaparando toda el agua caliente. Así era él, aun cuando estaba 305
enojado conmigo. Solo por un momento, me senté en la cama y crucé las
piernas. Las paredes de la habitación eran una agradable sombra de
Página
Alcé la vista y nuestros ojos se encontraron. Todo el aire huyó mis pulmones.
Aiden estaba probablemente a punto de estrangularme, pero esa mirada
en sus ojos plateados... guau, simplemente guau.
Aiden se echó hacia atrás, mientras me observaba, estudiando el rubor
que sabía se extendía como una fiebre en mis mejillas.
— Antes de que esto vaya más lejos, quiero decirte que lo que hiciste
con los autómatas fue poco menos que increíble. No he tenido la
oportunidad de decirte, pero quería que supieras.
Parpadeé.
— ¿En serio?
— Sí. Ese tipo de poder… era épico y elegante. Fue bastante increíble.
Mi mirada se posó en el plato vacío.
— Si no me hubiera puesto a mí mismo así, podría haber salvado a Lea.
Sus dedos encontraron mi barbilla, inclinándola hacia arriba.
— No te culpes por lo que pasó con ella. Su muerte no fue culpa tuya. Y
si no hubieras usado tu poder, todos nosotros habríamos muerto.
Asentí con la cabeza. Esas palabras no eran tan fáciles de tragar como
lo fueron para decir.
— ¿Lista? —Aiden hizo un gesto hacia el plato y el cuenco. Los colocó
sobre la mesa cuando asentí de nuevo. Había un tramo de silencio en el
que sólo me miró hasta que se retorció. Suspiró—. ¿Por qué no me lo dijiste,
Alex?
— Yo no quería que te preocuparas —le dije sin convicción.
Sus ojos se estrecharon. — Eso es mentira, Alex.
Salté, abriendo mucho los ojos.
— Estamos en esta... esta jodida situación juntos, ¿verdad? Ambos
queremos hacer algo por los demás, ¿no es así?
Él no me dio la oportunidad de responder.
— Nos amamos. Y me llaman estúpido o pasado de moda, pero creo
que todo eso significa que no guardamos secretos el uno del otro, los
secretos, especialmente potencialmente peligrosos que la otra parte
realmente debe saber acerca de la otra.
Mis mejillas ardían por una razón completamente diferente ahora. Todo
lo que decía era verdad. Mantenerlo en la oscuridad había brotado de la
mejor de las intenciones, pero no estaba bien. — Lo siento y lo digo en
serio. Debería habértelo dicho cuando lo descubrí. 307
Sus cejas bajaron. — ¿Cuándo te diste cuenta? Espera. Mientras
estábamos en el Inframundo, ¿no? Estabas diferente cuando volvimos.
Página
310
Página
Treinta y seis
Traducido por Arcangel
Corregido por Dafne
A
iden no había salido de la cama, así que supongo que cortar
todo plan de sueño no iba a empezar hoy. No es que me
quejara. Después de... bueno, no dormir y luego dormir durante
varias horas, y un poco más del asunto de "no dormir", fuimos llamados por
un golpe en la puerta.
Intercambiamos una mirada rápida. —Uh, ¿debería ser yo quien abra la
puerta, ya que esta es mi habitación?
Aiden asintió y comencé a levantarme, pero él agarró mi brazo. —
Puede que quieras ponerte algo de ropa primero.
—Oh. Ja —Me reí mientras empezaba a buscar mi ropa—. Buena idea.
—Uh-huh.
Saltando por la habitación, metí mis piernas dentro de unos pantalones
vaqueros. —¡Ya voy!
Estaba segura de que Aiden consiguió una vista entretenida, y que mi
cara estaba roja como la sangre en el momento en que llegué a la puerta.
Abriendola lo suficiente como para que me deslizara a través de ella, vi a
Dominic.
—Hey. — dije, con la esperanza de no tener un caso loco de cabello
juguetón-en-la cama.
Su expresión seguía siendo suave. —Siento haberte despertado, pero
tenemos recién llegados. Uno de ellos, creo, fue instructor en la Isla Deity.
—¿En serio? Guau. ¿Dónde están?
—Ahora, con el Decano —contestó—. Tu tío ya está enterado. Pasé por
311
la habitación Centinela St. Delphi, pero...
—Oh. Sí, um... —Estaba bastante segura de que necesitaba un camión
Página
absoluto.
Eran serpientes de bronce, latiendo y deslizándose alrededor de sus
brazos.
—Mierda —susurré.
Al llegar arriba, Ares envolvió una mano carnosa alrededor del mango
de la empuñadura y sacó la daga. Se convirtió en polvo en sus manos.
—Eso no fue muy agradable, señorita Andros. Los dioses y el Consejo
temen al Primero, pero ¿quién es el que lanza dagas volando desde muy
alto hacia un dios?
Decir que no tenía miedo sería una mentira descarada. Ares era el dios
de la guerra y la discordia. Ejércitos temblaron ante sus pies y de las
naciones cayeron bajo su ira. Sus hijos eran dioses del terror y la miseria. No
había una sola cosa en él que no enviara un repunte del miedo a través
de mí o de cualquier otro ser vivo, o criatura.
Este debe ser el dios que era una parte del linaje de Seth, el que había
estado trabajando detrás de las escenas con Lucian.
Estábamos tan jodidos.
Por lo menos ahora podía entender cómo Romvi podía patearme el
culo de día, de noche y los domingos. Se me ocurrió entonces. Había sido
cómplice con Ares.
Queridos dioses...
Su fría mirada apática flotaba sobre nosotros.
—¿El silencio? ¿Nadie va a acobardarse delante de mí? Pedir
misericordia, ¿al igual que miles han hecho antes de ustedes? Qué
decepcionante. Pero habrá tiempo para eso en el futuro.
—¿Cómo? —dijo Marcus con voz ahogada.
—¿Cómo qué? — Las oscuras cejas de Ares se fruncieron—. ¿Cómo he
estado justo debajo de sus narices todo este tiempo? De la misma manera
que aparentemente Apolo lo hacía, supongo. Lo evitaba siempre que él
estaba cerca, y por lo tanto él nunca me percibió. El chico de oro tenía sus
sospechas, estoy seguro, pero... bien, sólo que no es tan inteligente,
¿verdad?
—¿Qué quieres? —Yo estaba orgullosa de que mi voz no temblara.
Ares se sacudió el polvo de su mano. —Oh, ya sabes. Sólo... todo. Y
para conseguir todo, tienes que conectar con el Primero. 317
Consciente de que Marcus y Aiden se movían detrás de mí, incliné mi
cabeza en alto.
Página
—Eso no va a suceder.
Suspiró. —Estaba realmente esperando no tener que virar en el cliché
nunca, pero veo que lo hago. Puedes hacer esto muy fácil, muy fácil.
¿Sabes lo que soy, de lo que soy capaz’ Apollyon o no, no se puede ni
siquiera comenzar a esperar derrotarme. Yo soy el dios de la guerra.
Conecta aquí con el Primero o de lo contrario.
Me mantuve firme. —¿O si no qué? ¿Vas a estar allí y me mirarás hasta
morir? No me puedes matar. Y no puedes obligarme a que me conecte
con el primero.
La sonrisa que se grabó en sus labios envió una onda de choque de
hielo a través de mí.
—Tú estas bien y mal. Puede que no sea capaz de matarte pero te
puedo doblar a mi voluntad y puedo hacer que desees la muerte. Y puedo
matar a todos los que amas.
Ares tiró de su brazo, y muchas cosas sucedieron en cuestión de
segundos. El Guardia más cercano a él fue arrojado por la habitación y por
la ventana que había querido tirar a Romvi/Ares salir. El segundo Guardia
se acercó a él y Ares cerró el puño. El Guardia se derrumbó en el suelo,
sangrando por su nariz, la boca y los oídos. Dominic era el siguiente. Estaba
echado hacia atrás, su cuerpo retorciéndose y girando en el aire. Los
huesos rompieron a través de la piel.
No era más que un desastre mutilado cuando golpeó el suelo.
Entonces, Ares se volvió contra el Decano de la Universidad.
Ares volvió su muñeca y la cabeza del hombre se retorció a un lado. El
crujido de los huesos resonó en la habitación.
Aiden comenzó a mi alrededor y un verdadero terror me robó el
aliento. En un instante de horror, lo vi tomando el lugar de Dominic,
también Marcus. Ares los mataría. Todo estaba ocurriendo demasiado
rápido, pero no había manera de que pudiera permitir esto.
Hice lo único que podía hacer.
Lancé el brazo hacia la puerta, convoqué el elemento aire y lo usé
contra Aiden y Marcus. La ráfaga de viento era tan fuerte que no había
nada que pudieran hacer para detenerlo.
Huboun segundo cuando mis ojos se encontraron con Aiden, antes de
ser empujado a través de la puerta, junto con Marcus, cuando vi el horror 318
marcado en sus ojos plateados. Cuando supe que había una buena
probabilidad de que nunca me perdonara por esto.
Página
demasiado tiempo, los olímpicos se han sentado en sus sillas sin hacer
nada. Dejar que todo el mundo se llene de los hijos de los semidioses y
mortales mientras que nosotros son secuestradas en el Monte Olimpo. El
mundo debe ser nuestro.
Negué. —El mundo pertenece a la humanidad.
—¡El mundo pertenece a los dioses! —rugió, los ojos crepitantes—. Para
mí y para cualquier otro dios que ve la verdad. Eso es a lo que el mundo
pertenece.
Mis dedos se cerraron sin poder hacer nada.
—¿Por qué no simplemente me llevas a Seth? ¿Por qué tratar de
convencerme a mi?
—Bueno, no puedo realmente aparecerte allí, ¿puedo?
—¿No pensaste en esto, ¿verdad? —Forcé una carcajada—. Podrías
noquearme y meterme en un coche. ¿Por qué pasar por esto?
Sus cejas se estrellaron hacia abajo y un músculo palpitó en su
mandíbula.
—Hay algo. No puedes obligarme a ir contigo. —Mi pulso se aceleró—.
¿Puedes?
El dios estaba furioso.
—Tú eres el Apollyon. Por lo tanto no puedo obligarte, pero ten en
cuenta, niña, puedo y voy a hacerte daño.
—Esta 'niña' está teniendo un momento difícil creyendo eso.
Coraje alimentaba mi valentía, que por lo general nunca fue una
buena combinación.
—A menos que seas como cualquier villano que quiere dar un largo
discurso, innecesariamente aburrido, me di cuenta que eras una más-
acción y menos palabras-especie de dios.
Los labios de Ares se separaron.
—No tienes ni idea. Las normas que protegen el Apollyon son como
todas las cosas en la naturaleza equilibrada. Mientras, no se puede ser
obligado a coacción o con la mano, se puede ser persuadido por otros
medios.
—Apestas como vendedor, por lo que no eres una mierda de
persuasión.
Dejó escapar un profundo gruñido.
—Someter o ser sometida. 321
Me conocí a la ojos totalmente blancos espeluznantes.
—Vete al infierno.
Página
ellos.
Ares me cogió como si fuera nada más que un gatito indefenso. Antes
de que pudiera liberarme, antes de que pudiera saborear el temor que se
estaba construyendo en la parte posterior de mi garganta, me dio la
vuelta, golpeando mi espalda en la esquina de la mesa boca abajo.
Hubo una grieta que escuché y sentí.
Un dolor agudo se produjo en un destello de luz, y luego cada nervio
termino disparado de inmediato. Mis sentidos se sobrecargaron mientras
me deslicé hasta el suelo, con los ojos fijos en el techo.
Algo se había soltado dentro de mí. Podía sentirlo. Un dolor punzante
rugió a través de mí como un disparo de bala. Estaba húmeda y cálida en
el interior y si no hubiera sido el Apollyon -si hubiera sido sólo un
mestizo o un mortal-Sabía que lo que Ares había hecho hubiera sido fatal.
Pero no iba a morir y no podía moverme. Algo malo estaba roto. Las
puntas de mis dedos estaban entumecidas, y no podía sentir mis dedos de
los pies, pero sentí todo lo demás.
Y me di cuenta de que, si alguien sabía el lugar adecuado para tomar
de la columna e inmovilizar a alguien, asegurándose de que todavía
podría sentir todo, sería Ares.
Puedo lidiar con esto, oh dioses, puedo lidiar con esto.
Él se inclinó sobre mí, sonriendo, con los ojos completamente blancos.
—Todo esto puede terminar ahora, pequeña. Simplemente tienes que
decir las palabras.
Mi garganta se movió, y mi lengua se sentía demasiado pesada. Me
tomó todo para pronunciar las palabras.
—pudre… te.
La sonrisa se desvaneció de su rostro y luego él se movió tan rápido
como un rayo. Dolor ... estaba en todas partes. Otro hueso roto, tal vez mi
pierna, o una rodilla, pero no podía estar segura. Abrí la boca para gritar,
pero algo húmedo, un cálido gemido salió en su lugar.
Yo .. Yo puedo lidiar con esto. Tenía que ... Tenía que hacerlo.
Cuando se rompió mi otra pierna y después cada costilla, una a la vez,
el dolor se convirtió en mi mundo. No había escapatoria, no podía respirar
a su alrededor o esconderme. La conciencia se desvanecía de mí y
luchaba con la niebla, porque cuando termine conmigo, si alguna vez
estaría terminado conmigo, él pasaría a Aiden y Marcus, a toda la 324
Universidad. Era el dios de la guerra y él iba a arrasar con todo.
Pero ese dolor ... me pudrió desde dentro. Metí la mano en la parte más
Página
pequeña en la que todavía era una persona, cuando yo todavía era Alex,
y el dolor se hizo cargo. No podía soportarlo. No podía lidiar con eso. Mis
escudos cayeron abajo y el cordón rugió, pero el zumbido cada vez mayor
se vio ensombrecido por el terrible dolor y la desesperanza creciente
cavados en lo profundo como afiladas garras y así se alejó todo mi sentido
de ser.
Yo no era tan fuerte como Pensé que era, o tal vez que acaba de
golpear mi límite, porque quería… yo quería morir. No había orgullo en
esto. No había ningún propósito. Mi alma estaba fragmentada y estalle
completamente.
Ares agarró mi brazo roto, arrastrándome hacia el centro de la sala,
sobre el vidrio roto y los peces muertos y la sangre de los que ya habían
muerto ahí. Ese nuevo estallido de dolor parecía como si no hubiera
comparación con todo lo demás, pero por el rabillo de mi ojo, vi a Ares
recoger una daga.
Se arrodilló sobre mí, con los labios curvados hacia atrás. Había una
cuchilla en su mano y esto iba a ser mucho, mucho peor.
—Di las palabras.
Estaba destrozada y débil. Él había ganado, y yo quería morir, pero no
podía, y no había manera-Grité cuando el primer golpe de la hoja se
hundió profundamente.
Con otro corte agudo, mi visión brilló en ámbar momentáneamente y
después volvió, pero algo ... algo era diferente. Una extraña sensación se
movió alrededor de los huesos rotos y algunos de los músculos. No fue de
mí, pero era una parte de mí. Hacía frío y lo sentí como acero, era furia,
oscura y sin fin.
No fue de mí, porque la poca parte de mí que quedaba se había
acurrucado en una bola y esperando y rezando para que esto terminara.
Se había dado por vencida, acobardada lejos de más dolor como un
perro maltratado. Quería que esto terminara. Quería saborear la
tranquilidad de la muerte.
Pero esa furia construida y, como Ares se inclinó sobre mí sosteniendo la
daga de punta roja, sabía que la ira se filtraba a través de la conexión
entre mí y el Primero.
Era Seth. 325
¿Estaba enojado porque no había ido con Ares? ¿O era porque estaba
tan débil que deseaba la muerte? ¿O era algo más, algo más profundo
Página
como el de qué lado estábamos, porque Seth ... Seth tenía que sentir esto
ahora. Tenía que saber, y ese último pequeño fragmento de mi ser se
negaba a creer que él toleraría esto. Yo sufría, así el también sufriría. El dios
se rió con frialdad.
—Me pregunto, si se corta la cabeza de la Apollyon, no vuelve a
crecer? Supongo que podríamos averiguarlo, ¿eh? Te gustara eso.
Una parte de mí murió ese mismo momento, tal vez no una muerte
física, pero mental, en un nivel emocional, estaba casi muerta. Cuando
todo esto hubiese pasado, no sería la misma.
Madera y metal se astillaron, y supe que la puerta por fin había sido
quebrantada. Cuando el dios bajo la daga, un cuerpo se estrelló contra él.
La hoja atravesó el suelo sin causar daños al lado de mi cuello. Antes de
que pudiera tomar mi siguiente respiración dolorosa, los tres se movieron
por encima de mí, como enfermos, la danza macabra de la clase. Ares.
Aiden. Marcus. Se movían demasiado rápido como para que yo los
siguiera. Los tres de ellos estaban demasiado juntos.
Luz explotó, llenando la habitación con luz blanca tan brillante como el
sol. La presencia de otro dios llenó la habitación, y me cegó. Traté de
tomar mi próximo aliento y resollé. Calor húmedo se extendió a lo largo del
lado izquierdo de mi cuerpo, agrupándose por el suelo como lluvia roja. Mi
sangre? La de alguien más?
Dioses ...
Los dioses no sangran como nosotros.
Hubo un rugido inhumano y Ares se dio la vuelta, tenia su atención en
cualquier cosa que estuviera detrás de mí. En un instante, el dios de la
guerra echó sus brazos. Una onda de choque rodó por la habitación
destruida. Madera rota y muebles rotos volaron por los aires, junto con
expuestos, cuerpos sin vida... y Marcus y Aiden.
La lluvia roja parecía derramarse desde el techo ahora.
Mi nombre fue llamado, pero sonaba tan lejos. Luché para sentarme,
para ver a Aiden y Marcus, y saber que estaban bien, pero no podía
moverme y no podía respirar. Unas manos se posaron sobre mí, pero mi piel
se sentía desprendida. Estaba gritando en el fondo, y quería que se
callaran- sólo que se callaran. Todo mi cuerpo estaba resbaladizo cuando
me levanté, mi cabeza se dejo caer libremente hacia un lado. 326
¿Dónde estaban ellos? ¿Dónde estaban Aiden y Marcus?
El horror se hizo cargo del dolor y se mezcló con la rabia de Seth. Las
Página
N
o había nada, y luego volvió el dolor, empezando con los
resquebrajados huesos en los dedos de mis pies y luego
trepando por mis destrozadas pantorrillas y rodillas, golpeando
sobre mi pelvis pulverizada en olas ardientes, dolor intenso. Cuando el
fuego alcanzó mi cabeza, intenté gritar, pero mi mandíbula no se
destrabaría. El grito rasgó a través de mí hasta dejarme quieta, en silencio
pero llena de una rabia que sabía a la sangre que se juntaba en mi boca.
Muerte… Oh Dioses, rogaba por morir una y otra vez en mi mente. Un
incesante, calmo monólogo a cualquier dios que estuviera escuchando
para llevarse esto lejos, porque el dolor estaba rompiendo las costuras de
mi sanidad.
Pero el dolor no disminuía. Quemaba. Permanecía. Continuaba
pudriéndome desde el interior hasta que forcé mis ojos a abrirse.
Mi visión no se enfocó al principio. Lo que vi fue un brumoso y borroso
azul, pero cuando mi vista se aclaró, no entendí lo que estaba viendo.
Quizá ya me había vuelto loca.
Estaba mirando a un cielo del azul más brillante que alguna vez haya
visto. Como el agua más profunda del océano, intacto y puro. Ningún
cielo era de ese color. Y yo había estado en la oficina del Decano, donde
Ares… donde él…
No podía pensar en eso, no podía pensar en nada.
El aire olía a jazmín, como… como el agua en el manantial del
Inframundo, donde había estado con Aiden.
327
Aiden…
Oh, dioses, no sabía que le había pasado a él, si Ares lo había lastimado
Página
***
Cuando abrí los ojos, mi visión era clara y había sido movida a una
recámara circular con paredes de mármol. Pájaros chillaban en un suave,
lirico verso desde algún lugar fuera de la habitación. Estaba apoyada en el
medio de una elevada tarima. Descansando encima de una mesa había
un jarro lleno de líquido color miel. Pesado aroma fluía a través de una
pequeña abertura en la pared, moviendo el toldo blanco colgando en el
poste a los pies de la cama donde descansaba.
¿Una cama? Obviamente era un paso adelante de estar en el pasto,
pero confusión repiqueteó en mí. Me empujé hacia arriba con mis codos y
me encogí cuando el dolor rodó por mi cuerpo entero.
Fui sanada, pero…
Pedazos de memorias se juntaban, de Tánatos, Apolo y su hijo.
Santa mierda, estaba en o cerca del Olimpo.
Nunca en mi vida pensé que iba a respirar el aire enriquecido de éter
de los Dioses, pero allí estaba. Un bajo zumbido de excitación vibro en mis
venas. Quería correr fuera de la cama e ir a investigar. Se rumoreaba que
el Olimpo era el lugar más hermoso que existía, incluso más que los
Campos Elíseso. Criaturas de los mitos vagaban libremente por aquí, y
plantas que ya no florecían en el campo mortal crecían a asombrosas
alturas en el Olimpo. Esto era una oportunidad única en la vida…
La emoción dio lugar a la inquietud, no estaba aquí para hacer turismo.
No era como si estuviera de vacaciones y Apolo aparecería y me daría un
tour junto con un recuerdo de orejas de ratón. Esto no era Disney World y
yo estaba aquí por Ares… 331
En el fondo de mi mente, y en el centro de mi ser, había algo oscuro y
desagradable que había nacido y echado raíz, una distinta frialdad que
Página
fueron tardías. Las patadas y los golpes que nunca aterrizaron. Siendo
levantada y arrojada como si no fuera más que un saco de arroz. El
rompimiento de mi espina y apenas un poco después, todos mis huesos, y
luego el cuchillo…
El sonido de Aiden y Marcus golpeando la puerta, desesperadamente
tratando de entrar, torturándome. Tantas memorias de Ares teniendo mi
trasero seguían surgiendo en un continuo arremetimiento de lo tan no
impresionante que realmente era. ¿Cómo pude pensar que podía
permanecer en pie contra Ares, el Dios de la guerra? ¿Cómo podría
alguno de nosotros?
Y yo había suplicado por muerte.
No podía respirar.
La presión oprimió nuevamente mi pecho y deje ir la cobija,
presionando mi mano contra mi sudada piel. Tropecé fuera de la cama,
cayendo en el helado granito primero con las rodillas, y luego presionando
mi frente en ellas. El fresco suelo parecía ayudar, como la noche cuando
bebí la infusión.
No sé cuánto tiempo me quede así, minutos u horas, pero el suelo tenía
esa maravillosa habilidad de tranquilizarme. Un agotamiento en lo
profundo de mis huesos se estableció, del tipo que un guerrero siente,
cuando está listo para entregar su espada y enfrentar la eternidad.
En algún lugar de la habitación, una puerta se abrió, raspando contra
el mármol. No levante mi cabeza ni trate de sentarme, y sabia como lucia
para quien fuera que estuviera en la habitación, como un perro encogido
de miedo en una esquina.
—¿Lexie?
Mi corazón se detuvo.
—¿Lexie? Oh Dioses míos, bebé.
Estaba congelada de nuevo, demasiado asustada como para mirar y
descubrir que esa voz realmente no pertenecía a mi mama, que era
alguna clase de confusa ilusión. Un diferente tipo de presión se empuño en
mi pecho. Esperanza frágil se acrecentó. Cálidos brazos me rodearon en
un gentil y dolorosamente familiar abrazo. Inhalando una respiración
irregular, sentí su aroma, su aroma. Vainilla.
Levantando mi cabeza, ojeé a través de las hebras de cabello y perdí 333
el aliento, junto con cualquier habilidad de formar pensamientos
coherentes.
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—¿Mama?
Ella sonrió, corriendo sus manos hasta mis mejillas. Era ella, la cara
ovalada y complexión apenas más oscura que la mía, labios que se
extendían en una amplia sonrisa y ojos del color del más brillante verde.
Lucia como la última vez que la vi en Miami, la noche antes del ataque
Daimon que la había convertido en un monstruo adicto al éter, antes de
que yo la matara.
Ese puño se apretó hasta que no pude respirar, no pude pensar, y no
pude ver nada más que no fuera ella.
—Bebé, soy yo, soy realmente yo. —Su voz era como la recordaba,
suave y melodiosa—. Estoy aquí.
La mire fijamente hasta que su hermosa cara empezó a dar vueltas.
Parte de mí no podía permitirse aceptar este… este regalo, porque si no
era real, sería muy cruel.
Los espíritus que hacían guardia en las puertas del Inframundo casi me
habían engañado.
Pero sus manos eran cálidas y sus ojos estaban llenos de lágrimas. Olía
como ella y sonaba como ella. Incluso su cabello negro caía en ondas
pasando sus hombros, del modo que lo hacía antes.
Luego, ella se puso de rodillas inclinándose hacia delante, presionando
su frente contra la mía. Su voz estaba apretada con lágrimas. —
¿Recuerdas lo que te dije aquella noche?
Tuve que luchar para decir las palabras. —¿Qué me amabas?
—Sí. —Su sonrisa era llorosa—. Te dije que, con o sin un propósito eras
una chica muy especial.
Oh dioses…
—Y tú me dijiste que, como tu madre, estaba obligada a decirte eso.
Se rió, y pareció como si se le quedara atrapada en la garganta. — Ni
siquiera yo, sabia cuan especial era en realidad.
Era ella, realmente ella.
Abalanzándome hacia adelante, lancé mis brazos alrededor de ella,
casi tirándola hacia atrás. Con una suave sonrisa, me envolvió en un fuerte
abrazo, el abrazo que había estado extrañando y necesitando por tanto
tiempo. Mamá daba los mejores abrazos.
Ella me apretó con fuerza, y yo me aferré a ella mientras alisaba mi
cabello con una mano. Las lágrimas quemaban detrás de mi garganta y 334
brotaban en mis ojos. Emoción se derramaba en mi pecho hasta que sentí
como si mi corazón fuera a explotar. Había esperado este momento por lo
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Dejando salir una respiración tartamuda, tomé otro sorbo. Había tanto
que quería decir. Muchas veces desde que murió, había fantaseado
acerca de verla otra vez y había creado esta lista masiva de cosas que
quería decirle, empezando con un montón de disculpas por escaparme,
maldecir, pelear y ser una molestia sin parar en general. Y luego le diría
cuan maravillosa mama ella ha sido. Ahora, era gracioso y extraño.
Cuando abrí mi boca la emoción obstruyo esa lista, borrándola
completamente. Las palabras que dije fueron—: Te extraño tanto.
—Yo también te extraño, pero estoy contigo tanto como puedo estarlo.
—Ella me miró tomando el néctar curativo—. Quiero que me prometas
algo.
—Lo que sea —dije, y lo decía en serio.
Una pequeña sonrisa apareció. —No importa que pase, y no importa
que tengas que hacer, quiero que te absuelvas a ti misma de la culpa.
La quede mirando. — Yo…
—No, Lexie. Necesitas dejar ir la culpa, y necesitas dejar ir lo que Ares
hizo.
Bajando el vaso, mire lejos y sacudí un poco la cabeza. Dejar ir cuan
gravemente Ares me había roto, ¿Cómo había suplicado por muerte?
Imposible. — ¿Lo viste?
—No. Ella puso su mano en la mía y le dio un apretón. — Pero Apolo me
contó.
La risa que salió de mi sonaba increíblemente amarga. — Por supuesto
que lo hizo. ¿Y dónde estaba Apolo cuando mi trasero me estaba siendo
entregado, a propósito?
Una mirada de dolor cruzó su cara, e inmediatamente me arrepentí de
decir eso. — Lo siento —susurré—. Seguramente estaba haciendo alguna
cosa importante. O persiguiendo ninfas.
—Está bien. — Su mano barrió a través de mi mejilla, y yo estaba
sorprendida al descubrir que mi cara ya no dolía—. Apolo está muy
preocupado por ti, y yo también.
—Estoy bien.
La mentira sonó falsa en mis propias orejas.
Inclinó su cabeza hacia un lado y suspiró. — No quería esta vida para ti,
quería evitarte esta oscuridad.
—Lo sé — dije mirándola. Me empapé en sus facciones. Dioses, mi 338
mama era hermosa. Era más que buen ADN de Dios. Era lo que ella era por
dentro que corría a través, su bondad, amor y todo lo que aspiraba ser. En
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mis ojos, ella brillaba. Y su vida había terminado muy temprano. Se merecía
mucho más, y yo deseaba poder dárselo. Pero no podía, así que le di la
única cosa que era capaz de darle.
—Te lo prometo — le dije—. Te prometo que lo dejaré ir.
Sus labios se curvaron en las esquinas. —Quiero matar a Ares por lo que
te hizo.
Me atraganté en mi bebida. No creo que alguna vez haya escuchado
a mi mama decir que quería matar a alguien, excepto después de que se
convirtió en una Daimon. Después, ella quería matar a todos. Un tipo de
dolor diferente lleno mi pecho. No queriendo pensar en ello, saque esos
pensamientos fuera.
Ahogando un bostezo que vino de ningún lado, terminé lo que
quedaba de la dulce bebida. Mamá tomó la copa de mis manos y se
paró, poniéndola nuevamente en la mesa. En el momento que se dio
vuelta, yo estaba tumbándome en mi espalda.
— Demonio — murmuré—. Esa cosa… Es fuerte.
Apurándose hacia el costado de la cama, se sentó al lado mío. — Lo
es. Desearía que tuviéramos más tiempo, bebé.
—¿No podemos? — Traté de levantar mi brazo pero se sentía
cementado. El pánico arañó mi pecho. No estaba lista para dejarla ir. No
era justo. La necesitaba ahora más que nunca. Había algo dentro de mí
que me asustaba—. Hay tantas… cosas que todavía tengo que decirte,
que quiero preguntarte.
Con una sonrisa que torció mi pecho, ahueco mi mejilla. —Habrá
tiempo después.
—Pero no estoy lista. No quiero dejarte. Por favor…—Extraño. Olvide lo
que estaba diciendo. Aparentemente había bebido el néctar del
Síndrome de Déficit de Atención.
Mientras mis párpados se volvían muy pesados para mantenerlos
abiertos, la escuché decir. — Estoy tan orgullosa de ti, Lexie. Siempre
recuerda que estoy orgullosa de ti y que te amo. —Hubo una pausa y
luego su dulce voz dijo, segundos antes de que cayera lejos—. No des por
perdida la esperanza, bebé. El paraíso te está esperando al final.
Fin
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