Está en la página 1de 340

Índice

Staff Capítulo 20
Capítulo 1 Capítulo 21
Capítulo 2 Capítulo 22
Capítulo 3 Capítulo 23
Capítulo 4 Capítulo 24
Capítulo 5 Capítulo 25
Capítulo 6 Capítulo 26
Capítulo 7 Capítulo 27
Capítulo 8 Capítulo 28
Capítulo 9 Capítulo 29
Capítulo 10 Capítulo 30
Capítulo 11 Capítulo 31
Capítulo 12 Capítulo 32
Capítulo 13 Capítulo 33
Capítulo 14 Capítulo 34
Capítulo 15 Capítulo 35
Capítulo 16 Capítulo 36
Capítulo 17 Capítulo 37
Capítulo 18 Créditos
Staff
Moderadores
Fenix Dafne Candice Chienne Alpha

Traductores
Fenix Jeyly Carstairs

Dafne Arcangel

Jess Cin

Jesslovenly Martina pederzoli

Ysandre Sofh

Correctores
Dafne MaryJane

Esperanza.nino Patricia.01

Mar¡Cipriano Martina pederzoli

Recopilación y Lectura Final Diseño


Dafne Gaz
4
Página
Uno
Traducido por Dream of Glass
Corregido por Esperanza.nino

M
i sangre punzaba por una pelea. Mis músculos gritaban que
querían participar. Mis pensamientos estaban cubiertos en
una embriagadora neblina ámbar de poder. Yo era el
Apollyon. Ejercía control sobre los cuatro elementos, y sobre el quinto y el
más poderoso akasha. Yo alimentaba al Dios Asesino. Yo era su gran
poder, el as en la manga. Yo era el principio y él era el final. Y juntos,
éramos todo.
Sin embargo, lo único que podía hacer era caminar de un lado a otro.
Enjaulada e impotente debido a las marcas grabadas en el cemento que
había encima de mí y por las barras elaboradas por un dios.
—Alex.
Por supuesto, no estaba sola. Oh no. Mi propio infierno personal era una
fiesta para dos. Bueno, en realidad era un trío... cuarteto de clases. Sonaba
más divertido de lo que era. Voces... habían tantas voces en mi cabeza.
—¿Te acuerdas?
Incliné mi cabeza hacia la derecha, sintiendo el estiramiento de los
músculos y el crujido de mis huesos. Luego repetí el mismo movimiento
hacia la izquierda, moví los dedos: el meñique, el anular y el medio... una y
otra vez.
—Alex, sé que puedes oírme.
Miré por encima de mi hombro, mi labio encrespándose por lo que
veía. Hombre, lo que haría con ese purasangre si tuviera un hueso de
TRex1. Aiden St. Delphi estaba al otro lado de los barrotes. Allí, él era una
fuerza inamovible. Pero sin las protecciones de Hefesto o Apolo entre
5
nosotros, él se convertiría en algo intrascendente.
Página

No. No. No.

1 TRex: abreviatura de Tiranosaurio Rex. Es una especie terrestre carnívora y muy peligrosa de
dinosaurios.
Mi mano voló por impulso propio hacia la rosa de cristal, sintiendo los
bordes suaves y delicados. Él lo era todo.
Sentí dolor agudo en mis sienes, y gruñí. Enviándole una mirada de
odio, le di la espalda, enfrentándome a la pared de cemento desnudo. —
Deberías haberme mantenido en el Elixir.
—Nunca debería haberte puesto en el Elixir —respondió él—. Ese no era
el camino para llegar a ti.
Me reí con frialdad. —Oh, ¿quieres llegar hasta mí?
Hubo una pausa.
—Sé que todavía estás ahí, Alex. Bajo esta conexión, sigues siendo tú:
la mujer que amo.
Abrí la boca, pero no había palabras, sólo recuerdos de estar parada
junto a la corriente diciéndole a Aiden que lo amaba. Y un sinfín de
pensamientos y acciones centradas en él. Meses —sino años— de
recuerdos, una y otra vez, hasta que ya no podía distinguir entre el
pasado, el presente y lo que iba a ser de mi futuro.
Como si sintiera que mis pensamientos se habían ido, él dijo—: Hace
unos días me dijiste que me amabas.
—Y hace unos días yo era tan alta como un cometa y me escondía en
armarios, gracias a ti —Me di la vuelta, justo a tiempo para verlo
estremecerse. Bien—. Tú me pusiste en el Elixir.
Aiden aspiró una bocanada de aire, pero no apartó la mirada por
vergüenza o culpa. Juntó fuerzas y sostuvo mi mirada, bloqueando en sus
ojos lo que sabía que él odiaba con cada fibra de su ser. —Lo hice.
Respiré profunda y pesadamente. —Voy a salir de aquí, finalmente,
Aiden. Y te voy a matar. Lentamente.
—Y asesinarás a todos los que me importan. Lo sé. Hemos hablado ya
de eso. —Se apoyó en los barrotes. Esta vez no había ni un rastro de barba
en su rostro. Estaba usando su uniforme de Centinela; todo negro. Pero
había sombras oscuras bajo sus llamativos ojos.
—Sé que no me harás daño si sales —continuó—. Creo en eso.
—Triste.
6
—¿Qué cosa?
Página

—Que alguien tan guapo como tú sea increíblemente estúpido. —


Sonreí mientras sus ojos se entrecerraban. En el momento en que hubo un
brillo en sus ojos, supe que había tocado un nervio. Eso hizo que sintiera
todo caliente y borroso durante aproximadamente tres segundos y luego
me di cuenta que estaba todavía en una maldita jaula. Molestar a Aiden
me ayudaba a pasar el tiempo, pero eso no cambiaba nada.
Había mejores cosas que podría estar haciendo.
Sólo tenía que esperar y actuar cuando llegara mi momento. La baja
estática estaba en mi cabeza. Constante. Todo lo que tenía que hacer
era utilizar bien esa oportunidad; pero supongo que en ese momento
Aiden sospechó lo que estaba pensando, porque empezó a hablar.
Yendo al colchón en el suelo, me senté y puse mis rodillas debajo de mi
barbilla. Vi que Aiden me miraba. Y traté de retener esa voz que siempre se
asomaba cada vez que él estaba callado alrededor mío. No me gustaba
ni entendía esa voz.
Aiden pasó una mano a través de su cabello, y luego se apartó de las
barras. —¿Sabes lo que está pasando afuera, ahora mismo?
Me encogí de hombros. ¿Tenía que interesarme? Lo único que me
importaba era salir de aquí y conectarme con mi Seth. Entonces, si mi
padre todavía estaba esclavizado en los Catskills, lo liberaríamos. Mi Seth
me lo había prometido.
—¿Te acuerdas lo que Poseidón le hizo a la isla Deity ?
¿Cómo demonios se supone que iba a olvidar eso? Poseidón había
acabado con el Covenant allí.
—Bueno, se va a poner peor, Alex. La mitad de los Doce Olímpicos
quieren hacer la guerra a Seth y Lucian —continuó él—. Y estoy seguro de
que él lo sabe. Tal vez eso es lo que él quiere pero ¿es eso lo que tú
quieres? ¿Sabes cuántas vidas inocentes se perderán; cuántas vidas
inocentes se han perdido? ¿Mortales y mestizos? ¿Es algo con lo que
puedes vivir?
Realmente yo no estaba viviendo, teniendo en cuenta que estaba en
una jaula.
—Porque yo sé que en el fondo no se puede vivir con uno mismo,
sabiendo que ayudó a causar la muerte no de miles, sino de millones;
sobre todo aquellos mestizos. Tú estabas cuestionándote el convertirte en
un Centinela por la forma en que estaban siendo tratados. Si Seth sigue
7
adelante con esto, van a morir
Página

La convicción en su voz era molesta. Así era la pasión con la que


alimentaba sus las palabras.
—Caleb, ¿te acuerdas cómo te sentiste después de lo que le pasó a
Caleb—
—¡No hables de él!
Sus oscuras cejas se alzaron. El shock se esparció a través de su cara y
luego él se lanzó hacia esos malditos barrotes, agarrándolos. —¡Sí, Caleb,
Alex! ¿Recuerdas cómo te sentiste cuando murió? ¿Cómo te culpaste a ti
misma?
—Cállate, Aiden.
—¿Te acuerdas de estar tan rota que permaneciste en cama durante
cinco días? Tu corazón estaba roto cuando lo perdiste. ¿Crees que querría
verte hacerte esto? Su muerte fue por estar en el lugar equivocado en el
momento equivocado, ¿pero esto? Habrá miles de Caleb, pero será tu
culpa.
Presioné mi cabeza en mis rodillas y apoyé mis manos sobre mis oídos.
Pero eso no hizo nada para detener la creciente ola de emoción latiendo
en mí o el dolor en mis sienes que se estaba convirtiendo rápidamente en
un dolor agudo y punzante.
Y no lo detuvo. —¿Y tu madre, Alex?
—¡Cállate!—grité.
—¡Esto no era lo que ella quería! —Los barrotes temblaban mientras él
los golpeaba con lo que supuse eran sus puños. Eso tenía que doler—. Esto
es por lo que ella murió protegiéndote. ¿Cómo te atreves simplemente a
voltearte y dejarle que te haga—
Todo mi cuerpo se quebró como una goma elástica demasiado
estirada. —Cálla…
El zumbido en mis oídos rugió, ahogando a Aiden y todo lo demás. En
un instante, él estaba allí, deslizándose a través de mis venas como cálida
y rica miel.
Escúchame. Las palabras estaban en mis pensamientos, calmándome
como el fragante aire del verano. Escúchame, Alex. Recuerda lo que
vamos a hacer juntos una vez que nos conectamos. Liberar a los mestizos, y
a tu padre.
—Alex —saltó Aiden.
Dioses, ¿no tiene nada mejor que hacer? El suspiro exasperado de Seth
estremeció todo mi cuerpo. Bloquéalo. Él no importa. Nosotros sí.
8
Mis dedos apretaron mi cabello.
Página

—Él está ahí ahora, ¿verdad? —La ira se profundizó en la voz de Aiden.
Las barras se sacudieron otra vez. Al paso que estaba yendo, sus nudillos se
iban a hacer papilla. Al igual que mi cerebro—. No le hagas caso, Alex.
La risa de Seth era como astillas de hielo. ¿Sigue ahí? Miéntele, Ángel. A
continuación, corre. Nadie podrá detenerte.
Tiré de mi cabello hasta que delgadas agujas apuñalaron mi cuero
cabelludo.
—Alex, mírame. —El filo de desesperación en la voz de Aiden alcanzó
una parte de mí con la que no estaba del todo familiarizada. Mis ojos se
abrieron y se dispararon a los suyos. Eran plateados al igual que la luna.
Ojos hermosos—. Juntos podemos romper el vínculo entre tú y Seth.
Dile que no quieres romper el enlace.
Era increíble... y escalofriante lo mucho que Seth podía ver y oír cuando
nos conectábamos. Era como tener a otra persona viviendo dentro de mí.
—Alex —dijo Aiden—. Incluso si tú se lo dieras, él te drenaría como lo
haría un daimon. Tal vez él no querría hacerlo, pero lo haría.
Mi corazón tropezó. Había sido advertida antes por mi madre, hace
unos meses. Fue una de las razones por las que había querido que me
transformara en un daimon. Una razón completamente ilógica, pero aun
así...
Yo nunca te haría eso, Alex. Todo lo que quiero es mantenerte a salvo,
para hacerte feliz. Liberar a tu padre es lo que quieres, ¿no? Juntos
podemos hacer eso, pero sólo juntos.
—No voy a renunciar —dijo Aiden. Un bendito silencio se extendió
durante unos instantes—. ¿Oyes eso, Seth? Eso no va a suceder nunca.
Él es molesto.
Ambos son molestos. Entonces dije en voz alta—: No hay nada a qué
renunciar, Aiden.
Sus ojos se estrecharon. —Hay de todo.
Esas palabras me parecieron extrañas. “Todo” era un fantasma de lo
que fue y nunca podría ser. Todo había cambiado en el momento en que
me había conectado a mi Seth. Era difícil de explicar. Meses atrás, cuando
había tenido problemas para dormir, la conexión entre nosotros había
calmado mi cuerpo y mente. Bueno, esto era como eso.
No había un yo en esto. Algo así como no había sabido de Seth antes
de que hubiera Despertado. Entendí eso ahora. Cuánto había luchado
por estar cerca de mí, luchando por no dejarse atrapar por lo que me
9
estaba pasando. Ahora éramos sólo nosotros, un solo ser que existe en dos
Página

cuerpos separados. Un alma que se partió. Solaris y el Primer…


El dolor estalló detrás de mis ojos.
No lo hagas. Su susurro se transportó por mis venas. No pienses en ellos.
Fruncí el ceño.
Y entonces mi Seth siguió charlando. Lo mismo hizo Aiden. Pero no era
tan estúpido como para entrar en la celda. Incluso cansada y contenida
por las guardas, estaba segura de que podía atacarlo. Los minutos
pasaron, tal vez horas, mientras que los dos asesinaban mis neuronas.
Cuando todo terminó, me hundí en el colchón. Un infernal dolor de
cabeza golpeó. Aiden sólo se fue porque alguien —¿mi tío?— había
abierto la puerta, que por lo general significaba que algo estaba pasando.
Rodé hacia un lado, estirándome lentamente.
Finalmente. Seth suspiró.
Estiré mis dedos. Las articulaciones me dolían. Él no se quedará durante
mucho tiempo.
No lo necesitamos para siempre, Ángel. Sólo tenemos que averiguar
dónde estás. Y entonces vamos a estar juntos.
Una leve sonrisa curvó mis labios. Si me concentraba lo suficiente, podía
sentir a mi Seth en el extremo de la conexión zumbante que siempre
estaba presente. A veces, él se escondía de mí, pero no ahora.
Mi memoria juntó su imagen. Su tez dorada y las cejas ligeramente
arqueadas se formaron en mis pensamientos. La fuerte curva de su
mandíbula exigió ser tocada, y la sonrisa satisfecha en sus labios carnosos
se extendió. Dioses, su rostro era sobrenaturalmente hermoso; duro como
las estatuas de mármol que se utilizaban para rodear el edificio del
Covenant.
Pero... no había más estatuas en la isla Deity. No había nada. Poseidón
había arrancado todo y lo llevó al océano. Los edificios, las estatuas, la
arena, y las personas; todo se había ido.
Perdí la imagen de Seth.
La inquietud se formó la boca de mi estómago. Aiden había tenido
razón… más o menos. Algo sobre toda esta situación me molestó, me hizo
sentir impotente, y no podía hacer nada.
Yo era el Apollyon.
Vuelve a pensar en lo bien que me veo, eso me gustaba.
Algunas cosas nunca cambian. El ego de mi Seth era tan grande como
10
siempre.
Página

Pero mi imagen de Seth floreció antes que yo. Tenía el pelo rizado
alrededor de sus mejillas y del color de un tejido de oro. Me recordaba a
las pinturas de Adonis. Pero Adonis no era rubio. A través del conocimiento
de los Apollyons anteriores, sabía que su cabello había sido castaño.
¿Dónde estás? le pregunté.
Yendo hacia el norte, Ángel. ¿Estás en el norte?
Suspiré. No sé dónde estoy. Hay bosques que me rodean. Y un arroyo.
No es de utilidad. Hubo una pausa, e imaginé la sensación de su mano
en mi mejilla, trazando la curva del hueso. Me estremecí. Te extraño, Ángel.
Esas semanas cuando estabas oculta de mí, me volvía loco.
No respondí. No había extrañado a mi Seth. Mientras había estado bajo
la influencia del Elixir, ni siquiera había sabido que existía.
Seth se rió entre dientes. Haces maravillas para mi autoestima. Se
supone que tienes que decir que también me extrañaste.
Rodando sobre mi espalda, traté de ejercitar la torcedura de mi pierna.
¿Cómo va a ser cuando te transfiera mi poder?
Hubo una pausa y empecé a ponerme nerviosa. No dolerá, su voz era
un susurro. Será como cuando nos tocamos antes, cuando aparecieron las
runas. Te gustó eso.
Lo hizo.
Hay algunas palabras, nada enorme, y luego voy a tomar tu poder. No
te voy a vaciar, Alex. Yo nunca haría eso.
Y yo le creí, así que me relajé. ¿Cuál es el plan, Seth?
Sabes cuál es el plan.
Él quería sacar a los Doce Olímpicos antes de que encontraran una
manera de deshacerse de nosotros. La leyenda decía que sólo éramos
vulnerable a otro Apollyon, pero ninguno de los dos estaba confiábamos
en esa creencia. Las leyendas y los mitos menos conocidos eran algo que
todos los Apollyons habían tratado de descubrir. Pero una vez que los
dioses estuvieran fuera de la imagen, nosotros gobernaríamos. O Lucian
gobernaría. Ni lo sabía ni me importa. Todo lo que quería era estar cerca
de mi Seth. Yo estaba teniendo un caso loco de ansiedad por separación.
No. ¿Cuál es el plan para que podamos estar juntos?
La aprobación de Seth me recorrió como el cálido sol de verano. Yo
disfrutaba de ella, como un buen cachorro con el estómago lleno. Con el
tiempo, van a mostrar una debilidad. Siempre lo hacen. Especialmente St.
Delphi. Tú eres su debilidad.
11
Me retorcí. Lo soy.
Página

Y cuando se te presente la oportunidad de escapar, tómala. No lo


retengas, Ángel. Eres el Apollyon. Una vez libre, no pueden detenerte.
Confía en eso. Y en el momento en que tengas una idea de dónde te
encuentras, voy a estar allí.
Yo confiaba en mi Seth.
Nuevamente hubo esa niebla agradable y embriagadora,
invadiéndome. ¿Has visto a Apolo o cualquier otro dios recientemente?
No. No desde que había salido del Elixir, y eso era extraño. Apolo había
seguido mi trasero desde el momento en que había despertado, pero no lo
había sentido ni a él… ni a ningún dios.
Abrí los ojos y miré los barrotes. ¿Hefesto necesitaría reforzar las barras
pronto? Dioses, eso esperaba. Si se debilitaban, entonces también lo harían
las guardias. Entonces podría salir.
Seth dijo algo que hizo que mis dedos se doblaran así que le presté
nuevamente. ¿A dónde fuiste?
Le mostré los barrotes y mis pensamientos. Él estaba dudoso. El trabajo
de Hefesto raramente se debilitaba, pero yo tenía la esperanza... por un
segundo. Este... este vínculo no era el verdadero negocio. Aunque mi Seth
estaba dentro de mí, en realidad no estaba allí. Yo estaba sola, sola en
una celda.
Él nunca me dejará salir. Aiden nunca me dejará estar cerca de ti. Las
lágrimas quemaron mis ojos mientras un abismo interminable de
desesperanza me desgarraba. Nunca voy a ver a mi padre.
Sí, lo harás. No importa lo que pase. Voy a llegar a ti. Los dioses dicen
que sólo puede haber uno de nosotros, pero están equivocados. Una
extraña espiral relajante, me llenó. Eres mía, Alex; siempre lo has sido y
siempre lo serás. Fuimos creados para ello.
Una parte de mí se sintió más cálida ante la respuesta. Y otra parte de
mí, la fuente de la otra voz cuando Aiden estaba cerca, escondida y
oculta de mi Seth, retrocedió mientras tocaba la rosa de cristal alrededor
de mi cuello.

12
Página
Dos
Traducido por Dreams of Glass
Corregido por Mar¡Cipriano

T
iempo después —no sabía si era de noche o de día, o cuánto
tiempo había dormido—, estaba sola. Aiden no estaba
sentado en la silla mirándome. Seth no estaba en el otro extremo
del lazo color ámbar. Eso era un lujo.
Mis pensamientos estaban claros.
Me levanté y caminé hacia las barras. Parecían normales, titanio
plateado, pero era la malla fina que le rodeaba el problema.
La cadena de Hefesto era una verdadera perra.
Respirando profundamente, agarré los barrotes y apreté. Un destello
de luz azul llegó por encima de las barras, ondeando a lo largo del techo y
sobre la marca, como humo lleno de brillo.
—Maldición —murmuré, retrocediendo.
Traté de llamar al akasha. Nada se movió dentro de mí, ni siquiera un
destello. Levantando la mano, opté por algo más pequeño. Bueno,
pequeño para mí.
Llamé al fuego.
Yyyyyy... no había nada.
Cuando había despertado, el poder había estallado libre, inundando
mis venas; un poder tan alto que podría haber tirado el techo. Tenía el
éter que los daimons anhelaban. Había tenido sólo una muestra de ello. Y
no lo había sentido desde que Apolo me había golpeado con su maldita 13
ráfaga de dios.
Imbécil.
Página

Él también estaba en mi lista de cosas por matar.


Fui al baño y me limpié. Recién duchada y vestida, volví a poner a
prueba las barras. La brillante luz azul era algo bonito. Por lo menos era
algo para mirar.
Suspiré, a punto de meter mi cabeza a través de la pared. Busqué a mi
Seth a través del vínculo; todavía estaba desaparecido. Podría llamarlo y
él respondería, pero estaba segura de que estaba ocupado tratando de
liberarme. Con nada más que hacer, volví a probar secciones de las
barras.
Horas más tarde, arriba se abrió una puerta. Había voces. Una de ellas
era de Aiden, pero la otra...
—¿Luke?—llamé.
—Déjale —fue la dura respuesta de Aiden.
La puerta se cerró, y un conjunto de pasos pesados bajó las escaleras.
Lo juro por los dioses, el sonido que salió de mi garganta era un gruñido
animal.
Aiden apareció a la vista, con un plato de plástico con huevos y tocino.
Una ceja se arqueó. —¿De verdad crees que voy a permitir que un mestizo
esté cerca de ti?
—Una chica puede tener esperanzas. —Los mestizos eran más
susceptibles a las compulsiones, y ahora yo cargaba uno lleno de
esteroides.
Sostuvo el plato a través del espacio entre los barrotes. La última vez
que había hecho la cosa de no-comer algo, no había funcionado. Casi
muero de hambre y terminé en el Elixir a causa de ello. La comida era mi
amiga en esta ocasión.
Cogí el plato.
La mano vacía de Aiden serpenteó y se envolvió alrededor de mi
brazo. Su mano era tan grande que se tragó mi muñeca. No dijo nada,
pero sus ojos del color de nube tormentosa querían que hiciera algo.
¿Qué? ¿Recordarnos juntos? ¿Recordar lo mucho que él había
consumido mis pensamientos? ¿Cómo me dolía no estar con él? ¿Quería
que recordara cómo fue cuando me habló acerca de la noche cuando
los daimons atacaron y masacraron a su familia? ¿Y lo que se sentía estar
en sus brazos, ser amada por él?
Recordaba de todas esas cosas en detalle.
14
Pero las emociones que pertenecieron a esos eventos y recuerdos no
Página

estaban allí.
Fueron separados completamente. Se habían ido con el capricho del
pasado...
Aiden era mi pasado.
No. No. No. Esa pequeña voz estaba de vuelta. Aiden es el futuro. Por
alguna razón pensé en ese maldito oráculo, la Abuela Piperi. Saber la
diferencia entre la necesidad y el amor, había dicho ella. No había
ninguna diferencia. ¿No podría haber tratado de enseñarme cómo salir de
estos barrotes?
Aiden me soltó, sus ojos tan duros como los muros de cemento.
Retrocedió mientras yo llevaba mi comida para el colchón.
Sorprendentemente, me dejó comer en silencio.
Después… no tanto.
Hoy Aiden quería hablar de nuestra primera sesión de entrenamiento y
lo mucho que aparentemente le había molestado porque yo no paraba
de hablar. Cuando llegó a la parte en la que imité su voz, empecé a
sonreír. Él había estado irritado e inseguro de cómo manejarme.
Los ojos de Aiden brillaron al mismo tiempo que mis labios temblaban.
—Dijiste que sonaba como un padre.
Lo hice.
—También dijiste que ibas a tener que dejar tu hábito de crack cuando
mencioné las reglas. —Aiden sonrió.
Mis labios casi respondieron ante eso. Y no me gustó. Hora de
cambiar de tema. —No quiero hablar de esto.
Aiden se reclinó en la silla plegable de metal. La cosa tenía que ser
incómoda. —¿De qué quieres hablar, Alex?
—¿Dónde ha estado Apolo? Ya que es mi gran-lo que sea, me siento
poco querida.
Se cruzó de brazos. —Apolo no está por aquí.
Oh, interesante descubrimiento. Mis pequeños y viejos oídos se
agudizaron. —¿Y por qué no?
Su mirada estaba igualada. —¿Realmente crees que voy a decírtelo
cuando irás corriendo de vuelta para decirle a Seth?
Puse mis pies descalzos en el frío suelo y me levanté. —No voy a decir
una palabra.
Aiden me lanzó una mirada suave. —Llámame loco, pero no te creo.
15
Caminando hacia las barras, mantuve un ojo en su expresión. Mientras
Página

me acercaba, perdió la mirada insípida. Su mandíbula se endureció como


si estuviera masticando. Sus ojos se volvieron más agudos y sus labios se
apretaron. Cuando toqué las barras, la llamarada de luz era débil. De
alguna manera, sabía la diferencia entre cuando estaba tocando y
cuando estaba tratando de escapar. Cadenas inteligentes.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Aiden.
—Si me dejas ir ahora, juro que tú y todos por los que te preocupas no
serán tocados.
Él no dijo nada durante un latido del corazón. —Pero me preocupo por
ti, Alex.
Ladeé mi cabeza. —Pero voy a estar sana y salva.
—No. Tú no vas a estar a salvo. —La tristeza se deslizó en sus ojos justo
antes de que sus gruesas pestañas se abatieran.
Mi estómago se retorció en advertencia. Recordando los trozos de
información que había recogido bajo el Elixir, sabía que había algo más en
lo que decía. —¿Qué sabes, Aiden?
—Si te vas de aquí conectada a Seth... morirás. —La última parte salió
entrecortada.
Reí. —Estás mintiendo. Nada puede lastim… —Mitos y leyendas, Alex.
Duh. ¿Qué había pensado antes? Siempre había un control y equilibrio de
clases. Esa era la razón por la que el Apollyon había sido creado en primer
lugar—. ¿Qué sabes tú?
Sus pestañas se levantaron, revelando sus sorprendentes ojos color
plata. —No importa. Todo lo que necesitas saber es que es la verdad.
Mi boca se abrió, pero la cerré de golpe. Aiden estaba tratando de
meterse bajo mi piel. Eso era todo. Si Tánatos y su Orden no habían
encontrado el talón de Aquiles de los Apollyons en todos sus intentos a
través de los siglos, un pura sangre no habría tenido éxito. La Orden no
había…
¿O sí?
Pero ellos no contaban. Mi Seth y sus Centinelas los habían borrado
sistemáticamente fuera de la Tierra.
Levanté la mirada y encontré a Aiden mirándome. El inexplicable
impulso por mantener mi lengua era difícil de resistir.
—¿Puedo preguntarte algo?
Me encogí de hombros. —Si dijera que no, aun así preguntarías.
—Es cierto. —Había una sonrisa tensa—. Cuándo estabas con Lucian,
16
antes de la reunión del Consejo, él te llevó a su casa en contra de tu
Página

voluntad, ¿no?
—Sí —dije lentamente, cada vez más incómoda.
—¿Cómo te hizo sentir eso?
Mis manos se apretaron en los barrotes. —¿Qué eres ahora? ¿Un
psicólogo?
—Sólo responde la pregunta.
Cerrando mis ojos, me apoyé en los barrotes. Podría mentir, pero no
había realmente una razón. —Lo odiaba. Traté de matar a Lucian con un
cuchillo de carne. —Obviamente eso no había salido como planeaba—.
Pero no entendía entonces. Lo hago ahora. No tengo nada que temer.
Silencio, y luego Aiden estaba justo en frente de mí, su frente
tocando la mía a través de los barrotes. Sus grandes manos estaban sobre
las mías y cuando habló, su aliento era cálido. No me aparté, y no
entendía por qué. Estar tan cerca de él no estaba bien en muchos niveles.
—Nada ha cambiado —dijo en voz baja.
—Yo lo he hecho.
Aiden suspiró. —No lo has hecho.
Abrí los ojos. —¿Alguna vez te aburrirás de esto? Tienes que hacerlo,
con el tiempo.
—Nunca —contestó.
—Porque no te rendirás conmigo, ¿no importa lo que te diga?
—Exactamente.
—Eres muy terco.
Los labios de Aiden formaron una media sonrisa. —Yo solía decir lo
mismo de ti.
Mi ceño se frunció. —¿Y ahora no puedes?
—A veces no sé ni qué decir. —Llegó a través de los barrotes y las
puntas de sus dedos rozaron mi mejilla. Un momento después, apoyó toda
su mano contra mi mejilla. Me estremecí, pero él no quitó su mano—. Y hay
momentos en los que dudo de todo lo que hago.
Él inclinó mi cabeza hacia atrás para que mis ojos se encontraran con
los suyos. —Pero no dudo ni por un segundo, que lo que estoy haciendo
ahora, es lo correcto.
Muchas réplicas salieron a la superficie, pero se desvanecieron cuando
una pequeña voz dentro de mí intervino. Yo lo daría todo por ti...
Un nudo se formó en la parte posterior de mi garganta. De repente,
esta celda era demasiado pequeña. El sótano era demasiado apretado y
17
la poca distancia entre Aiden y yo me ahogaba. Mi corazón estaba
Página

revoloteando rápidamente, busqué la conexión—


—No lo hagas —susurró Aiden—. Sé lo que vas a hacer. No lo hagas.
Retrocedí, rompiendo el contacto entre nosotros. —¿Cómo sabes lo
que estoy haciendo?
Su mano estaba extendida, como si aún pudiera sentir mi mejilla. —Solo
lo sé.
La ira creció, alimentada por la frustración y una buena mezcla de
“qué demonios”. —Bueno, ¿no eres especial?
Sacudiendo su cabeza, Aiden bajó su mano. Me vio pisar fuerte hacia
el colchón y tumbarme. Lo fulminé con la mirada, deseándole todas las
cosas malas en las que podía pensar. Y había cosas que yo sabía que
podía decir que le harían daño, que lo pondrían fuera de control y lo
romperían en pequeños pedazos. Cosas que mi Seth había susurró y cosas
que le había dicho que quería hacer. Podría atacar… oh sí, podría destruir
a Aiden. Pero cuando abrí la boca, todas esas cosas hirientes y destructivas
quedaron atascadas alrededor de un nudo en mi garganta.
Sentada aquí, no me sentía bien en mi piel, como si en realidad no
fuera una parte de ella. Y la única vez que me sentí cómoda fue cuando
me conecté a mi Seth. Sin él, quería arrojar esa piel, o rasgarla hasta que
empezara a sangrar.
Quería golpear algo. Fuerte.
Respirando profundamente, me centré en la marca en el techo. Había
dos lunas dibujadas, entrelazadas. Ya que muchos dioses estaban atados a
la luna, no sabía lo que representaba o cómo tenía el poder para retener
el mío.
—¿Qué es eso? —le pregunté, señalando el techo.
Una parte de mí no esperaba que Aiden respondiera, pero lo hizo. —Es
el símbolo de Phoebe.
—¿Phoebe? Obviamente no te refieres a una de Charmed2.
Resopló.
Guau, habían traído la artillería pesada. Me sentí especial mientras
miraba las marcas. Tenían un extraño tinte rojo azulado. —Por lo tanto, un
Titán...
—Sí.
—Y es la sangre de un Titán, ¿no? —Incliné mi cabeza hacia Aiden—.
¿Te importaría explicar cómo es posible que la sangre de un Titán este en
18
este techo? ¿Los dioses del Olimpo mantienen tarros de ella alrededor?
Página

2 Charmed: (Hechiceras) Serie de televisión que narra el cambio en la vida de las tres
hermanas Halliwell —Prue, Piper y Phoebe.
Aiden soltó una risa seca. —Cuando los olímpicos derrocaron a los
Titanes, la mayoría fueron encarcelados en el Tártaro. Phoebe no era uno
de ellos. Y tiene un cariño especial por sus hijos.
Destrozándome los sesos para recordar quien era ella, me encontré con
las manos vacías. —¿Quién?
—Leto —respondió—. Quién a su vez dio a luz a Apolo y Artemisa.
Me quejé. —Por supuesto. ¿Por qué no? ¿Entonces Apolo pidió a su
abuela un poco de sangre? Genial. Pero no entiendo cómo funciona. —
Hice un gesto a mí alrededor. —¿Cómo está reteniendo mis poderes?
—La sangre de Titán es muy poderosa. Sabes que las dagas bañadas
en sangre de Titán pueden matar a un Apollyon. —Cuando le envié una
mirada duh, su sonrisa se estrechó—. Mezclar eso con la sangre de su
propio linaje, bueno, tiene la capacidad de evitar que te lastimes a ti
misma.
—O de lastimarte a ti —le espeté.
Aiden se encogió de hombros.
La ira bombeaba a través de mi sangre como un veneno; sin ninguna
forma de expulsarla, estaba seriamente a segundos de volverme loca.
Estiré mis piernas, luego mis brazos. En mi cabeza, me imaginé a mí
misma corriendo y pateando a Aiden en la espinilla.
Hubo un suspiro desde el otro lado de los barrotes.
A veces me preguntaba si tenía la habilidad de leer la mente.
—Odio esto —admitió Aiden en voz tan baja que no estaba segura de
que lo hubiera escuchado. Se volvió, dándome la espalda—. Odio que
Seth no ha hecho otra cosa que jugar contigo —mintiéndote— y que tú
has confiando en él. Odio que esta conexión sea más importante que todo
lo demás que está pasando ahí afuera.
Yo estaba a punto de discutir, pero mi Seth sí me había mentido.
Probablemente había estado jugando conmigo desde el momento en que
había descubierto que era el segundo Apollyon. No hay duda de que
Lucian lo había hecho.
La inquietud se deslizó por mi espina dorsal, dejando escalofríos a su
19
paso.
Página

—No... no importa ahora —dije.


Aiden se volvió hacia mí. —¿Qué cosa?
Me encontré con su mirada. —Que Seth me haya mentido. No importa.
Porque lo que quiere, yo lo quiero. Si yo…
—Cállate—gruñó Aiden.
Sorprendida, parpadeé. No podía recordar un momento en que Aiden
me hubiera dicho que me callara. Guau. Y eso no me gustaba por una
multitud de razones.
Los ojos de Aiden brillaron en una feroz mirada plateada. —Tú no
quieres lo que Seth quiere porque no hay tú en cualquier parte de eso. Solo
está él.
Un choque me recorrió, robando cualquier respuesta que pudiera dar.
Yo no estaba. Estábamos sólo nosotros. Esa maldita pequeña voz dentro
de mí rugió con furia, y luego se volcó alrededor.
No había un yo.

20
Página
Tres
Traducido por Ysandre
Corregido por Dafne

C
uando mi Seth decidió presentarse en el otro lado del arco iris,
yo estaba de mal humor y él estaba... bueno, no estaba
precisamente irritado. Hubo, uh, cosas que dijo a través de la
conexión que no estaban bien.
¿Me distrajo? Sí.
¿Aceptable en mi estado de ánimo? No.
Quiero salir de aquí, le dije mentalmente, sorprendiéndolo. No puedo
soportarlo más. Aiden... él...
La desaprobación de Seth era como hojas de afeitar dando vueltas en
mi cabeza. ¿Aiden qué?
¿Qué podía decirle a mi Seth? ¿Qué Aiden me estaba haciendo
pensar? Aiden habla mucho.
Su risa cosquilleó en mi nuca. Lo hace. Ángel, esto no va a durar
mucho. Lucian nos ha hecho un gran favor.
¿Con quién? ¿El club Bata Blanca del Mes?
Otra risa agradable me erizó. Digamos que me ha dado un
interminable suministro de carnada e influencia.
Rodé los ojos mentalmente. Sí, no lo entiendo.
Hubo una pausa, y pude sentir lo que Seth quería a través de la unión.
Estaba de un humor juguetón, pero esta conversación era demasiado
importante para joder. Finalmente, me respondió. Los puros que se han 21
resistido contra nosotros han demostrado ser útiles.
¿Cómo es eso?
Página

¿Recuerdas cómo Telly se negó a aceptar que los daimons podían


jugar bien y trabajar juntos para formar un ataque coherente en contra de
los Convenants?
Sí... y Marcus no creía que ellos solo estaban trabajando en contra de
nosotros.
Y tampoco yo. En la reunión de emergencia del Consejo Lucian había
sido llamado antes que Seth se hubiera revelado ante los miembros del
consejo, yo sospechaba que Lucian había estado, de alguna manera,
detrás de los ataques daimon, pero no había habido ninguna prueba real.
Además, mi odio por Lucian probablemente había sido el causante de esa
idea.
Bueno, Telly estaba obviamente a medias. Sin la motivación correcta —
por ejemplo, una fuente inagotable de éter— probablemente tuvieron que
conformarse con cualquier puro al que le pudieron poner las manos
encima.
Hubo otra interrupción, y la intensidad de lo que él sentía, lo que él
quería, rugió a través de la conexión. Por un momento, realmente creí que
podía sentirlo, y la emoción me inundó, drenando mis pensamientos y
llenándome de la dicha de la conexión.
Alex. Su voz me estaba reprendiendo, insatisfecho. ¿Estás prestando
atención?
Sí. Daimons... éter... cosas...
Bien. Déjame hacerte una pregunta, Ángel. ¿De verdad crees que los
daimons orquestaron todos estos ataques por su propia cuenta?
Parte de la amorosa niebla que mi Seth estaba creando se desvaneció
como si el viento helado la hubiera soplado de mi nuca. ¿Qué? ¿Qué
quieres decir?
Incluso daimons razonables no pueden lograr lo que hicieron en los
Catskills. Debieron tener ayuda, ¿no crees?
No podía pensar mientras mi pulso se aceleraba. ¿Así que yo estaba en
lo correcto? Un sabor amargo llenó la parte posterior de mi garganta.
No estés enojada, Ángel. Lucian necesitaba discordia para que todo
esto sucediera.
Pensando en el ataque en Catskills, traté de recordar dónde había
estado Lucian durante el caos. Había asumido que él había estado en el
salón de baile con el resto de los puros, pero no lo había visto. Todo lo que
sabía era que mi Seth había contactado con él...
22
Todos esos sirvientes mestizos muertos, los Guardias y Centinelas... todos
Página

inocentes...
Alejé mis pensamientos rápidamente, a punto de perder la conexión
con mi Seth.
Ángel, ¿cómo crees que los daimons se metieron en Catskills en primer
lugar? Viste la seguridad allí. ¿Y el salón? Sólo había dos entradas, y ambas
estaban custodiadas. Una de las puertas pertenecía a la guardia de
Lucian.
Sospechando que Lucian había estado detrás de estos ataques era
una cosa —yo no puse nada más allá de ese hombre— ¿pero mi Seth? Él
no podía estar de acuerdo con eso. Creer que el formó parte de todas las
muertes de estas personas inocentes era aceptar algo horrible. Lo que mi
Seth quería, yo lo quería, pero los daimons... ellos eran y siempre serían el
enemigo.
Los enemigos pueden ser aliados en la guerra, Ángel
Oh, mis dioses. Una enorme, maldita, parte de mí del tamaño de un
cráter no podía procesar lo que estaba diciendo mi Seth. Luché contra la
fuerza de sus emociones, emergiendo como si me estuviera ahogando,
luego tragando aire.
Había tanta gente inocente, razoné. Imágenes espantosas de la
masacre llegaron una tras otra; los sirvientes en el salón con las gargantas
desgarradas, los Centinelas y Guardias a los que les habían sacado las
vísceras y luego arrojados a través de ventanas.
Ellos no importan, Ángel. Sólo nosotros importamos, sólo lo que
queremos importa.
Pero esas personas si importaban. Nosotros podríamos haber sido
asesinados, Seth. Mi padre podría haber sido asesinado.
Pero no lo fue, y yo nunca dejaría que te pasara nada. Nada lo hizo.
Habíamos estado separados durante el ataque. Y si mi memoria no
fallaba, había estado a punto de ser pisoteada hasta la muerte. Por no
hablar de que había tenido que luchar sola contra las Furias. No estoy
segura de cómo había exactamente impedido mi muerte en todo eso.
Ángel, necesitábamos que esto pasara. Los daimons me ayudarán a
llegar ti. ¿No querías eso? ¿Para que estuviéramos juntos?
Sí, pero…
Entonces confía en mí. Queremos las mismas cosas, Ángel.
Las palabras de Aiden volvieron a mí, y me retorcí en mi propia piel.
¿Seth? Tú... tú no estás haciéndome querer algo ¿no? ¿No me estás
23
influyendo?
Página

Él no respondió de inmediato, lo que provocó que mi corazón tropezara


sobre sí misma. Yo podría, Ángel, si quisiera. Sabes eso, pero no lo hago.
Sólo queremos las mismas cosas.
Me mordí el labio. Queríamos las mismas cosas, excepto la cosa con los
Daimons... detuve esos pensamientos. Como si dos fuertes brazos
estuvieran empujando hacia abajo mis hombros, yo estaba acostada. Y
luego, me estaba ahogando en lo que estaba sintiendo Seth de nuevo.

***
Aiden regresó con la comida, y trajo compañía con él esta vez: mi tío
Marcus. El hombre de hecho estaba siendo medio decente conmigo.
Irónico. Comí y bebí mi agua como una buena cautiva.
Y ni siquiera grité algo insultante.
Pensé que merecía una recompensa, como tiempo fuera de la celda o
algo, pero eso era pedir demasiado. En su lugar, Marcus me dejó para ir a
ver lo que los otros estaban haciendo. Tan pronto como se cerró la puerta
de arriba, Aiden se sentó con su espalda apoyada contra los barrotes.
Valiente, hombre valiente... o realmente estúpido; era como echar una
moneda al aire. Yo podría fácilmente transformar la sábana en un lazo y
deslizarla alrededor de su cuello antes de que él tuviera oportunidad de
reaccionar.
Pero me senté, mi espalda casi contra la suya. Las llamaradas azules de
las cadenas parecieron más débiles. El silencio se extendió, extrañamente
reconfortante. Pasaron los minutos y los tensos músculos de mi espalda se
relajaron. Antes de darme cuenta, estaba apoyada contra los barrotes... y
la espalda de Aiden.
Mi anterior conversación con Seth me había dejado un sabor extraño
en la garganta y una bola de nudos en mi estómago. ¿Tal vez era por eso
que no sucumbía ante mi instinto asesino de poner la sabana alrededor del
cuello de Aiden? Oportunidad perdida, supuse.
Bajando la barbilla, suspiré. Lo que mi Seth quería, yo lo quería, pero...
¿daimons? Froté mis manos sobre mis rodillas dobladas y suspiré de nuevo,
más fuerte, como un niño malhumorado. 24
La espalda de Aiden se torció mientras él giraba su cabeza. —¿Qué,
Alex?
Página

—Nada —murmuré.
—Hay algo. —Se recostó, inclinando su cabeza contra la barra—. Tienes
ese tono.
Le fruncí el ceño a la pared. —¿Qué tono?
—El tono “tengo algo que quiero decir pero no debería”. —Había un
poco de humor filtrado en su voz—. Estoy muy familiarizado con él.
Bien… maldición. Mi mirada cayó sobre mis manos. Los dedos estaban
bien, supongo. Pero mis uñas estaban estropeadas y cortas. Manos de una
Centinela—una Centinela que ha matado daimons. Empujé hacia arriba la
manga de mi suéter. Pálidas marcas blancas de mordidas cubrían mi brazo
derecho. Las marcas en forma de media luna eran un dolor que ocultar y
estaban en ambos brazos, así como en mi cuello. Eran tan feas, un
repugnante recordatorio de cuando fui atrapada por ellos.
Y no importaba lo mucho que lo intentara, no podría eliminar de mi
cabeza los rostros de todos aquellos mestizos degollados en Catskills... u
olvidaría la mirada en el rostro de Caleb cuando vio la hoja incrustada en
su pecho—una hoja que había sido esgrimida por un daimon.
Caleb estaría tan… decepcionado que ni siquiera podía imaginarlo, si
no decía algo.
Pero mi Seth estaría cabreado. Especialmente si husmeaba en mis
recuerdos, y quería que estuviera feliz conmigo. Quería—
No quería trabajar con daimons. Sería como una bofetada en la cara a
todos aquellos que habían muerto a manos de ellos —mi mamá, Caleb, los
sirvientes inocentes— y mis cicatrices.
Mi Seth... él sólo tendría que entenderlo. Él lo haría, porque me amaba.
Decisión hecha, tomé una respiración profunda. —Solo para que lo
sepas, no estoy diciéndote esto porque tenga algo que ver contigo. ¿De
acuerdo?—
Se rió sombríamente. —Yo nunca pensaría una cosa tan loca.
Hice una mueca. —Sólo te estoy diciendo porque no creo que sea
correcto. Va contra algo... inherente a mí. Tengo que decir algo.
—¿Qué, Alex?
Cerrando mis ojos, respiré profundamente. —¿Te acuerdas de cómo
Marcus pensó que había más en los ataques daimon, especialmente en el
de Catskills?
—Sí.
25
—En cierto modo me pareció que era Lucian, especialmente en la
Página

reunión del Consejo. Tomó sentido. Crear caos y lo que sea hace que sea
más fácil para la gente que quiere derrocar y tomar el control. —Pasé un
dedo sobre la parte carnosa de mi codo—. De todos modos, los ataques
daimon, aparentemente, han sido orquestados por Lucian y... Seth.
La columna vertebral de Aiden se puso rígida contra la mía. No hubo
respuesta. Se quedó callado durante tanto tiempo que me removí
alrededor. —¿Aiden?
—¿Cuántos? —Su voz era ronca.
—Todos ellos, creo —le dije, la culpa masticaba en mi interior. Estaba
traicionando a mi Seth, pero no podía quedarme callada—. Han
encontrado una manera de controlar a los daimons.
Bajó su cabeza y sus grandes hombros rodaron. —¿Cómo?
Apoyada en mis rodillas, me agarré de los barrotes ignorando el débil
pulso de la luz azul.
—Ellos... ellos están utilizando puros como motivación. Los que están en
contra de ellos—nosotros, quiero decir nosotros.
Aiden se giró tan rápido, que solté los barrotes y me tiré hacia atrás. Sus
ojos ardían plateados. —¿Sabes dónde están manteniendo a esos
puros?—
Sacudí mi cabeza.
Sus pestañas bajaron. —¿Sabes por qué ellos harían algo como esto?
El disgusto en su voz era comprensible. Froté mis palmas sobre mis
muslos. ¿Por qué estaban haciendo esto? Para crear discordia, era
evidente. Con daimons atacando por la izquierda y derecha, el Consejo
estaría distraído. Los dioses tenían dudas desarrolladas sobre la capacidad
de los puros para controlar las hordas de daimons y había enviado furias
como resultado. Y ahora, me serviría como una distracción para escapar.
Como ellos iban a manejar eso no lo sabía. Y si la tenue luz azul era una
indicación, no sería necesario.
—No. No lo sé.
Sus ojos se encontraron con los míos y nuestras miradas se trabaron. —
¿Por qué me dices esto? Estoy seguro que Seth no lo apreciará.
Aparté la vista. —Te lo dije. No es justo. Esos puros...
—¿Son inocentes?
—Sí, y Caleb... él fue asesinado por un daimon. Mi madre fue
convertida por uno. —Mi respiración se transportó a través de mí y me
26
quedé quieta—. Yo quiero lo que Seth quiere, pero no puedo apoyarlo en
Página

esto. Él lo entenderá.
Aiden echó la cabeza hacia atrás. —¿Lo hará? Sabes que yo voy a
enviar esta información. Se obstaculizarán sus planes.
Envolví mis brazos alrededor de mi cintura. —Él lo entenderá.
Tristeza fluyó en su expresión y bajo su mirada. —Gracias.
Por alguna razón, la ira desbordó y quise atacar. —No quiero tus
gracias. Es la última cosa que quiero.
—Las tienes. —Se paró en un fluido movimiento—. Y tienes mi
agradecimiento más de lo que crees.
Confundida, le devolví la mirada. —No lo entiendo.
La sonrisa de Aiden era estrecha, teñida con esa tristeza que estaba
presente siempre que me miraba, como si yo fuera una desafortunada
criatura que provocaba dolor dondequiera que fuera. Detrás de esa
tristeza, sin embargo, no había más que pura determinación.
—¿Qué? —le dije, cuando no contestó.
—Me has dado la esperanza que necesito.

***
Mi Seth no estaba loco porque se me había ido la lengua. Yo ni siquiera
había intentado esconderlo de él. Tan pronto como nos conectamos, le
dije lo que había hecho. En todo caso, parecía que lo había esperado. Y
eso no lo entendía, pero de cualquier manera, él no quería hablar al
respecto.
Me contó acerca de su infancia, era un Seth diferente, un lado de él
que raramente había visto. Cuando empezó a hablar de su madre, la
vulnerabilidad se filtraba a través de la conexión, como si hablar de su
madre lo desconcertara.
¿Cuál era su nombre? le pregunté.
Callista.
Bonito.
Ella era muy hermosa. Alta y rubia, como una diosa. Sus palabras
quedaron dormidas por un momento. Teniendo en cuenta la referencia en
tiempo pasado, supuse que ella había muerto. Pero ella no era amable, 27
Ángel. Era fría e inaccesible, y la mayoría de las veces, cuando me
miraba, había siempre odio en sus ojos.
Página

Me estremecí cuando mis sospechas fueron confirmadas, y quería que


se sintiera mejor. Estoy segura de que no te odiaba, ella—
Ella me odiaba. Su brusca respuesta fue como ser rociada con agua
helada. Yo era un recordatorio constante de su vergüenza. Ella había
conseguido un mordisco del fruto prohibido, y luego se arrepintió. Mestizos
y Puros tenían prohibido mezclarse. Sólo recientemente había descubierto
que era porque la descendencia de un puro y una mestiza creaba un
Apollyon.
Cuando volvió a hablar, su voz era suave como una manta. Ella no era
como tu madre, Ángel. No hubo una gran historia de amor. Ella solía
decirme que la única razón por la que me había mantenido era porque un
dios la había visitado después de mi nacimiento. El hombre más bello que
jamás había visto, o al menos eso dijo. Ese dios le dijo que me tenía que
proteger a toda costa, que un día me convertiría en un gran poder.
Mientras hablaba, recordé los destellos del pasado de Seth que había
visto cuando había Despertado. De Seth como un niño pequeño, todo piel
dorada y rizos rubios, jugando por un arroyo o inclinado sobre un juguete
en una gran habitación llena con muebles que parecían incómodos. Él
siempre estaba solo. Noches cuando se había despertado llorando por un
mal sueño y nadie acudió a consolarlo. Días en que la única persona que
vio fue a una niñera que era tan indiferente como su madre. Nunca había
conocido a su padre. Hasta el día de hoy, ni siquiera sabía su nombre.
Mi corazón lloró por él.
Luego a los ocho años, fue llevado ante el Consejo para determinar si
podría entrar en el Covenant. Su experiencia no fue nada como la mía. No
hubo empujones o pellizcos. Él no le pegó a un ministro. Ellos le habían
echado un vistazo y parecieron saber lo que iba a ser.
Eran los ojos.
Los leonados, ojos ambarinos que contenían la sabiduría que no le
pertenecía a ningún niño: ojos de un Apollyon.
Las cosas fueron mejores para él una vez que fue enviado al Covenant
en Inglaterra, y luego al de Nashville. Tan extraño que hubiéramos estado
tan cerca el uno al otro durante tantos años y nunca nos habíamos
cruzado.
Pero algo estaba mal. Cuando me había Despertado, aprendí todo lo
que los Apollyons anteriores habían descubierto durante sus vidas, como
ser enchufada a una computadora y arrancar. Y ninguno de ellos había
28
nacido con los ojos de un Apollyon. Todos sus ojos se habían vuelto
Página

dorados después de que habían despertado.


Mi Seth había sido diferente.
Pero ahora mismo, esa ira lastimando su pecho lo estaba
consumiendo. ¿Dónde naciste? pregunté, con la esperanza llevar el tema
lejos de su madre. Nunca me lo has dicho.
Él se rió y yo sonreí. Un Seth feliz era un mejor Seth. No vas a creer esto,
pero sabes ¿cómo al destino le encanta meterse con la gente?
Vaya, nunca lo hubiera imaginado.
Nací en la isla de Andros.
Un escalofrío bailó por mi espina dorsal. Que… irónico. Fue un gran salto
de fe, al considerar que mis antepasados también habían aclamado la
isla, ya que muchos tomaron el nombre del lugar donde nacieron. O, en
algunos casos, las islas fueron nombradas después de las familias
fundadoras.
De cualquier manera, eso era irónico. Y algo gracioso. Andros tenía
unas enormes 147 millas cuadradas3. ¿No crees que seamos parientes?
¿Qué? Seth se echó a reír. No.
¿Cómo puedes estar tan seguro? Porque si estamos vinculados como
Luke y Leia4, voy a vomitar.
Mi familia no está vinculada a la tuya en cualquier forma. Además, tu
linaje es de Apolo.
¿Y cuál es el tuyo? No hubo respuesta, sólo una ola de silencio
arrogante. ¿Por qué me ocultas eso?
Seth suspiró. Te diré cuando estemos juntos. Te voy a mostrar todo,
Ángel. Y todas las preguntas que tengas, tendrán respuestas.

29
Página

3147 millas cuadradas: Equivalen a 236,57 kilómetros.


4Luke y Leia: Referencia a Star Wars, en dónde dos hermanos (Luke y Leia) se besaron un
par de veces, hasta que averiguaron que estaban emparentados.
Cuatro
Traducido por Ysandre
Corregido por Dafne

D
espués de que la comida fuera servida al día siguiente,
deambulé sola por mi celda. Algo estaba pasando arriba—
puertas se abrían y se cerraban de un portazo, golpeteos de
pies y gritos felices.
Curiosa, fui a los barrotes y me esforcé por oír más. La conversación
estaba demasiada amortiguada como para inventar ideas o cuentos
sobre quién era, pero alguien había llegado. Y no era un dios. Lo sabría si lo
fuera. Su esencia era fuerte, algo que podía sentir dentro de mí.
El contacto con los barrotes, me dio la respuesta. El resplandor azul
estaba desvaneciéndose. Toma eso, Seth. ¿Significaba eso que la marca
anterior también se desvanecería sin un refuerzo? Buenos dioses, eso
esperaba. Busqué por la conexión, deseando contarle sobre el nuevo
descubrimiento. Seth estaba allí, pero no hablaba. Estaba con Lucian, al
menos sabía eso. Lo que fuera que estaba siendo discutido estaba mudo
para mí.
Mi aversión se elevó inmediatamente en respuesta a la presencia de
Lucian. Obviamente tendría que superarlo, pero iba a ser difícil. Yo nunca
sería una fan de mi padrastro.
Saliendo de la conexión, me pregunté qué estaba haciendo Aiden. Él
por lo general dedicaba gran parte de su día a estar sentado en esa silla
plegable, meditando frente a mí.
Me has dado la esperanza que necesito.
¿Esperanza de qué? ¿Un "felices para siempre" para nosotros?
30
Me encontré a mí misma en el pequeño y blanco baño, mirando en el
apestoso espejo sobre el lavabo. La cosa estaba prácticamente
Página

cimentada en la pared, era plástico ligero así que no podía transformarla


en alguna clase de arma.
Apoyada contra el lavabo, tenía toda mi cara pegada contra el
espejo. Mi reflejo era ondulado, distorsionado por la calidad barata del
espejo, pero eran mis ojos lo que estaba mirando.
Eran de color ámbar, al igual que los de otros Apollyons después de
que hubieran despertado. Era un poco extraño ver mis ojos así, pero
también se sentía bien. Al igual que quién había llegado a algo que
estaba destinado a ser. Lo que, obviamente, había hecho.
Ladeé mi cabeza a un lado. ¿Qué pensaría mi Seth cuando finalmente
me viera—realmente verme—toda Apollyon revelada? Él estaría
complacido, a diferencia de Aiden, que odiaba mis ojos...
Un repentino sentimiento agudo atravesó mi pecho. Santa mierda...
estaba mareada mientras agarraba el lavabo. Esto no era un dolor físico,
era más como el tipo cuando el mundo cae de debajo de mis pies. O
cuando hay realmente, muy malas noticias.
Era la sensación de un corazón siendo aniquilado sin posibilidad de
reparación.
El aliento que aspiré era estridente. Aquel sentimiento no tenía sentido.
Mi corazón no se había roto. Estaba unido y pertenecía a mi Seth. Y él me
amaba. Nunca me lo había dicho, pero tenía que hacerlo. Estábamos
destinados el uno al otro, y una vez juntos, seríamos perfectos. Nosotros
gobernaríamos sobre ambos, el Olimpo y el mundo mortal.
—Vamos a ser dioses —susurré.
—Oh, Alex, aún estoy sorprendido por la forma en que se infla tu ego.
Dioses, si fuera plenamente corpóreo, te patearía el culo en este
momento.
Me di la vuelta, esperando completamente encontrar a Caleb de pie
en el cuarto de baño, porque esa era su voz. Pero nadie estaba allí. Con el
corazón acelerado, me asomé a la celda. Vacía.
—¿Caleb?
No hubo respuesta.
Me acerqué a la celda, dispuesta a ver a Caleb aparecer si realmente
estaba aquí. El silencio se extendió, y justo cuando estaba a punto de
31
reconocer que pude haber perdido completamente la cordura, algo
Página

cálido pasó a través de mí.


¿Caleb acababa de… pasar a través de mí?
—Uh...
Hubo una ligera risa ahogada detrás de mí. Yo sólo... sólo podía mirar.
Caleb se quedó allí, cejas rubias oscuras arqueadas de una manera tan
dolorosamente familiar. Llevaba una camisa estilo túnica y blancos
pantalones de lino. Era Caleb, pero...no.
Pude ver por completo las barras a través de él. Extraño. —¿Caleb?
Bajó la mirada hacia sí mismo. —Sí, soy yo, en forma de sombra para tu
inmenso placer.
—¿Estás realmente aquí, o he perdido mi mente?
Una lenta y fácil sonrisa tiró de sus labios pálidos. —Estoy aquí. Bueno,
tan aquí como puedo estar.
Yo respiré, pero quedé atrapada. —¿Puedo tocarte?— Mis piernas se
movían hacia delante con movimientos bruscos. Ninguna Apoollyon
agraciada por aquí. —¿Puedo abrazarte?
Sus cejas bajaron. —No, Alex, No puedes. Irías a través de mí. —Él
sonrió—. Aunque pareciste disfrutarlo la primera vez.
Me reí, sin llegar a tocarlo. —Dioses, quiero abrazarte tan malamente.
—Lo sé. —Su sonrisa se desvaneció—. Pero no tenemos mucho tiempo.
Nunca lo hicimos. Me mecí sobre mis talones, sonriendo. —Estás aquí
para liberarme, ¿no?
—Ah, no, no estoy aquí para liberarte.
Mi sonrisa se deslizó de mi cara. —¿Por qué? No entiendo. Tengo que
salir de aquí. Mi Seth necesita—
—Estoy aquí con un último esfuerzo, Alex . —Extendió la mano como si
fuera a tocarme, pero se detuvo—. Apolo me envió.
Crucé los brazos y fruncí el ceño. —¿Qué tiene él que ver con esto?
—Él espera que yo pueda llegar a ti, Alex
—¿Sabes que me golpeó con un rayo divino?
Caleb hizo una mueca. —Sí, lo he oído. Todo el mundo en el
Inframundo lo ha oído, pero Alex, se dice que lo merecías. —Cuando abrí
mi boca, me hizo callar—. Apolo estaría aquí si pudiera.
—¿Y por qué no puede? —Me di la vuelta, tratando de empujar mi ira,
que fue como atornillar una tapa sobre una caja. —Tiene miedo de mí,
¿verdad? Él debería estarlo. Apolo está totalmente en mi lista de tipos de
32
mierda.
Página

—¿Estás escuchándote? ¿Un dios teniendo miedo de ti? —Sonaba


atónito—. Apolo no está aquí porque Aiden, el amor de tu vida, le prohibió
venir aquí.
Me di la vuelta, con los ojos entrecerrados. —Él no es el amor de mi
vida
Caleb sacudió su cabeza. —Siempre ha sido tuyo, Alex. Y tú siempre
has sido suya.
Mi boca se frunció como si hubiera probado algo amargo. —¿Es por
esto que viniste desde el más allá? ¿Para hablar de mi vida amorosa?
—Bueno, el amor de tu vida prohibió a Apolo que entre en esta casa
porque tiene miedo de que te haga daño. —Oh, sí, Caleb tuvo un vistazo
de mi shock—. Y Apolo mandó a una de sus ninfas bajar al Inframundo, me
arrancó directo desde debajo de la nariz de Hades para ayudarte. Ambos,
Aiden y Apolo están haciendo cosas locas para salvarte.
—Pero… no necesito que nadie me salve.
—¡Exacto! —Caleb alzó los brazos—. ¡Eso es lo que yo dije!
Está bien, no estaba siguiendo esta conversación. —Entonces, ¿por qué
no estás ayudándome a escapar? Podrías ir tú mismo en forma de sombra,
directo a dónde sea que están las llaves. Estoy segura de que Aiden las
tiene.
Él rodó sus y desapareció por un instante. Uff—Puedes salvarte a ti
misma. Solo tú, y necesitas descubrir cómo.
Mis labios estaban apretados. Aquí estaba Caleb, mi mejor amigo—mi
mejor amigo muerto—al que no lo había visto en lo que se sentía una
eternidad, y estábamos discutiendo. No quería discutir con él.
—¿Qué estás haciendo, Alex? Esta no eres tú. Nada de esto es lo que
siempre has querido.
Tomé una respiración profunda. —Es lo que quiero ahora
Caleb gruñó gravemente en su garganta. Se veía como si quisiera
estrangularme. —Lo que están haciendo va a conseguir que Seth y tú
mueran. Sí, es cierto—no son invencibles. ¡Ninguno de ustedes lo es! Y hay
una guerra formándose en el Olimpo y va a llover todo los tipos de santo
infierno bajo Tierra. ¿Quieres ser responsable de eso?
Apretando mis manos en puños, lo fulminé con la mirada. — ¡Queremos
cambiar las cosas, Caleb! ¡Tú de todas las personas tienes que entender
eso! Juntos, Seth y yo podemos liberar a los siervos—mi padre. Podemos
derrocar al Consejo. Podemos…
33
Él soltó una especie de risa loca. Una que por lo general significaba que
Página

estaba cerca de empujarme a una esquina. — ¿De verdad crees que eso
es lo que va a suceder una vez que tengan éxito en la erradicación de
todos los Consejos? ¿Qué Lucian va a liberar a los mestizos y todo el mundo
va a amarse los unos a los otros?
Abrí la boca, pero él siguió. —Y vamos a pretender que eso no es
absurdo y todos estaremos en lo alto en píldoras de la felicidad. Los dioses
nunca van a permitirlo. Ellos se arriesgarán exponiéndose a todo el mundo
mortal para detenerte. Personas inocentes morirán. Tú morirás.
Mi corazón se aceleró un poco. —¿Así que no debería hacer nada?
—No ¿No lo sabes? La suprema arte de la guerra es someter al
enemigo sin lucha.
—Y quienquiera que propuso eso era un completo y absoluto idiota.
Para ganar la guerra, el enemigo debe ser despojado de su esqueleto y
destruido.
Sus ojos se estrecharon. —Eres una idiota.
Mis labios temblaron. —Cállate.
Caleb desvió la mirada. —Alex, tienes que romper el vínculo con Seth.
Rómpelo y entenderás todo.
—No. —Retrocedí, pasando mis manos lo largo de mis caderas—. Tú me
dijiste que no renunciara a Seth. ¿Y ahora quieres que lo haga?
—No quiero que renuncies a él —dijo él, su voz adquirió un filo
suplicante—. Aún hay esperanza para él, pero sólo si realmente puedes
llegar a él. Y siendo el jefe del Club de fans de Seth no vas a hacerlo.
Me reí entonces. —Eso fue lo eras cuando estabas… ya sabes,
alrededor. Tú realmente estabas flechado con él.
—Y todavía lo estoy. Él es bastante impresionante, pero ahora él está en
lo más alto de su poder. Como un adicto a las anfetaminas. No. Mejor aún.
Un adicto al crack y un adicto a las anfetaminas todo en uno. Está fuera
de control. Buen Dioses, ¡está trabajando con Daimons! Y si tú sales de aquí
y te conectas con él; ¿transferirás tu poder a él? Eso será todo, Alex. Te
drenará hasta secarte sin intención.
Di un grito ahogado. —Nunca haría eso.
—El podrá no pensarlo, Alex. Pero lo hará. Y una vez que lo haya hecho,
se convertirá en un Dios Asesino y nadie te necesitará. —El agitó su cabeza
con tristeza—. Eso es si tú siquiera llegas a él. Apolo te detendrá. Cada dios
vendrá aquí para detenerte.
34
Sacudiendo mi cabeza, me negué a creer eso. Mi Seth nunca me
Página

drenaría. Él me necesitaba, al igual que yo lo necesitaba. Y juntos, seríamos


imparables. Nosotros podríamos cambiar las cosas. Como el Apollyon, no
perdería a la gente como había perdido a Caleb y a mi mamá.
Me negué.
—Alex —suplicó en voz baja
—No... ¡No! ¡Porque soy lo suficientemente poderosa ahora para que
nadie de los que amo va a morir de nuevo!
—Alex—
Estúpidas y débiles lágrimas quemaron mis ojos. —Si yo hubiera sido el
Apollyon cuando fuimos atacados, podría haberte salvado
Su forma parpadeó. —No, Alex, no hubieras podido
—No digas eso. Nunca digas eso. —Mi pecho estaba demasiado
apretado. Él se desvaneció un poco. —¿Qué está pasando?
—Me tengo que ir. —Caleb se veía afligido—. Rompe la conexión, Alex.
Es la única manera para salvarlos a ambos.
Negué con la cabeza tan rápido que mi pelo abofeteó mis mejillas.
Antes de que pudiera decir una palabra, él se apagó y desapareció. Me
quedé allí durante minutos, tal vez horas, mirando el lugar donde él había
estado parado, peleando las lágrimas y todo lo que él había dicho. Yo
no—no podía creer lo que había dicho.
Caleb no lo entendía. Nunca había perdido gente como yo había
perdido—gente como él. Mientras él estaba en el Inframundo jugando
Mario Go Kart5, yo estaba aquí, metida hasta las rodillas en el dolor y la
angustia de perderlo y a mi mamá. Yo estaba lidiando con el hecho de
que mi padre era un maldito sirviente.
¡Y él no podía entenderlo!
Estar conectada con mi Seth era la única manera de salvarnos. Para el
momento en que mi Seth y yo lo estuviéramos, no habría más dolor.

35
Página

1MarioGo Kart: es un videojuego de carreras para Nintendo Wii en la que aparecen los
personajes de la serie (también de videojuego) de Mario.
Cinco
Traducido por Ysandre
Corregido por Mar¡Cipriano

T
uve la impresión de que Caleb había fallado de alguna manera
después de que él se fue, y solo esperaba que no lo castigaran. No
pensé que Apolo le haría algo, pero de nuevo, ¿qué sabía yo?
La visita de Caleb me dejó hecha trizas. Encerrada y sin manera de
expulsar la energía, me paseaba por la celda. Una parte de mí quería
enfurecerse y gritar. Otra parte de mí quería sentarse y llorar como un
bebé. Ver a Caleb fue como un regalo, pero todo lo que habíamos hecho
fue discutir. Eso me dejó una piedra en el estómago que seguía tirando de
mí hacia abajo, muy abajo.
Cuando Aiden apareció con una bolsa de comida rápida, casi me
lancé hacia él, porque me estaba muriendo de hambre. Y... tuve el
impulso más extraño de hablarle de Caleb.
—¿Quién está aquí? —le pregunté entre un bocado y otro de una
misteriosa carne.
Él no contestó.
Rodé mis ojos, terminando mi hamburguesa. Hurgando en la bolsa,
saqué unas papas fritas de tamaño extra-grande. Con el poco ejercicio
que estaba haciendo, mi escape implicaría que me fuera rodando de
aquí. —Sé que alguien ha aparecido.
Un puñado de patatas fritas entró en mi boca, y luego otro. Sal y grasa
recubrían mis dedos. Yum. —¿No vas a hablar? ¿Sólo te sentarás y me 36
mirarás como un merodeador6?
Aiden esbozó una media sonrisa. —Tú me llamaste así una vez.
Página

—Sí, porque lo eres —Fruncí el ceño en mi caja casi vacía. Nunca


habría suficientes papas fritas.

6Recordemos que en Mestiza (libro 01 de la saga Covenant), Alex se encuentra a Aiden


después de la fiesta de Zarak y lo llama “merodeador”, de ahí el término.
—En realidad, había estado observándote para asegurarme de que no
te escaparas de la isla.
Me acordé. Había sido la noche de la fiesta en la casa de Zarak,
cuando las cosas parecían ser más simples. Zarak... me pregunté qué
había pasado con él. No creía que él hubiera estado en la isla cuando
Poseidón lanzó su ataque, pero no sabía.
Habiendo terminado con las patatas fritas, lamí la sal de mi dedo
mientras levantaba la mirada.
Los ojos de Aiden se encendieron en plata y sentí algo caliente en mi
estómago. Puse mi otro dedo en los labios…
¡Santos bebés daimons! ¿Qué demonios estaba haciendo? Agarrando
una servilleta, me limpié furiosamente los dedos. Frente a mí, el calor rugió
fuera de Aiden.
Cuando finalmente miré a Aiden otra vez, él era de nuevo todo
frialdad: el maestro de la impasibilidad. Incluso arqueó la ceja ante mí. Bien
por él. Lo que sea. Él totalmente me había dado jaque mate, pero ahora
sabía quiénes estaban arriba: Laadan y Olivia. Recordé entonces cuando
había estado en el Elixir. Deacon y Aiden habían dicho que iban a venir.
Luego me escondí en el armario porque Aiden había levantado la voz.
Realmente me escondí en un armario.
—Te ves feliz —comentó Aiden mientras desenvolvía un sándwich de
pollo.
Hombre, ¿quién desecha la mayonesa y sólo come pan? Aiden. —Oh,
sólo estaba recordando cuando aprendí a jugar al ajedrez y me escondía
en armarios.
Sólo había tomado dos bocados, pero tiró el resto en su bolsa. Un
músculo en su mandíbula se movió. —Alex, odio verte así. Así que si quieres
que me sienta culpable, lo hago. Si quieres que me odie a mí mismo por
tomar esa decisión, lo hago.
Debería estar haciendo un baile de celebración o algo así, porque
había conseguido un pequeño pinchazo, pero mis hombros se hundieron.
Las palabras estaban en la punta de la lengua, palabras que no debía
37
decir. Así que no dije nada. Pasamos el resto del tiempo en silencio.
Página

Cuando se fue, no contacté a Seth. Entre la visita sorpresa de Caleb y la


cosa con Aiden, estaba demasiado desconcentrada.
Algún tiempo después, tal vez un par de horas, escuché la puerta
abrirse y cerrarse rápidamente; demasiado rápido y silenciosamente para
que fuera Aiden, que siempre bajaba las escaleras como un guerrero
preparándose para la batalla.
Salté fuera del colchón, conteniendo la respiración.
Dos esbeltas piernas dentro de un pantalón, y luego una ondulada
camisa blanca metida en la parte delantera de los jeans. Vi las botas de mi
visitante a la distancia. Eran botas geniales.
Olivia.
Una oportunidad acababa de golpear.
Ella se detuvo en la parte inferior de la escalera, retirándose los rizos de
su cara. Su tez color caramelo era hermosa, incluso cuando estaba pálida.
Parecía que estaba mirando a una horda de daimons ahora.
—Alex —susurró ella, tragando saliva.
Poco a poco, para que ella se fuera corriendo por las escaleras, me
acerqué a los barrotes. Supe el momento en que ella tuvo una buena
mirada de mis ojos, porque retrocedió, golpeando el primer escalón.
—No te vayas —le dije, agarrando los barrotes. La pálida luz azul brilló—.
Por favor no te vayas.
Su garganta se movió de nuevo y echó rápidamente un vistazo detrás
de ella antes de que su mirada se volviera de nuevo hacia mí. —Por todos
los dioses, es cierto. Tus ojos...
Sonreí irónicamente. —Toma un poco de tiempo acostumbrarse.
—Sin duda. —Ella respiró hondo y se acercó más—. Aiden... él me va a
matar si se entera de que estoy aquí, pero yo sólo tenía que verte por mí
misma. Él... estaba diciendo que te tienes que quedar aquí, que eres
peligrosa.
Por una vez, la impulsividad de otra persona me beneficiaba. —Yo no
soy peligrosa.
—Dijeron que amenazaste con hacer una corona con la caja torácica
de Deacon.
Oh, demonios... —No hice nada.
Ella no parecía muy convencida.
—Está bien. Ya me conoces. Digo cosas malas cuando estoy enojada.
38
Sus labios se torcieron. —Sí, lo haces. Alex... —Su mirada parpadeó
Página

sobre los barrotes—. Maldición...


Tenía que proceder con cautela, pero tenía que hacerlo rápido.
¿Quién sabía cuánto tiempo teníamos antes de que Aiden se diera cuenta
de que Olivia estaba aquí y arruinara toda mi diversión? Usar una
compulsión sería la manera más fácil y rápida para tratar con esto, pero...
pero una parte de mí, esa estúpida, estúpida parte de mí, quería hablar
con ella... mi amiga.
Y había algo que no había tenido la oportunidad de decirle, algo
importante.
Olivia se acercó aún más a la celda. —Te ves... te ves terrible.
Fruncí el ceño. —¿De verdad?
—¿Has estado durmiendo?— Su mirada me recorrió—. Has perdido
peso.
Sintiéndome algo aliviada al saber que no había engordado, me
encogí de hombros. —Tú te ves genial.
Ella me tocó la mejilla. —No me siento genial. No tienes idea de lo que
está pasando afuera. Todo el mundo está asustado, debido a...
—Debido a nosotros.
—¿Nosotros?
—Seth y yo. —Apoyé la cabeza contra los barrotes—. Fuiste a Nueva
York, ¿verdad?
Olivia negó. —Empezamos a ir, pero está muy mal allí. No van a dejar
entrar a nadie. El lugar se encuentra en clausura, pero hay muchas peleas
dentro… o eso es lo que escuché.
El Elixir había dejado de trabajar allí, cortesía de Lucian, y mi padre... mi
padre estaba allí.
—Los dioses, tienen esas cosas alrededor de los Covenants. —Ella se
estremeció y rodeó con sus brazos su esbelta cintura.
Mi interés despertó. —¿Qué cosas?
—No lo sé. Son como mitad toro, mitad hombre, pero máquinas. Nos
encontramos con ellos cuando íbamos camino a Nueva York. Mi madre
continuó, pero ella no me quería allí. Me envió aquí con Laadan.
Un recuerdo brumoso resurgió, uno de Apolo y Aiden hablando de esas
criaturas. Me pregunté si mi Seth sabía sobre ellas. Probablemente. Solté las
barras y nuevamente escondí mi pelo enredado. Las puntas se curvaban a
la mitad de mi pecho y probablemente necesitaban un corte. Alrededor
de Olivia, no podía dejar de compararme.
39
—Alex, las cosas van a empeorar. Tú…
Página

—Vi a Caleb.
Su boca se abrió, y lo que fuera que ella podría haber dicho había sido
olvidado. —¿Qué?
—He visto a Caleb dos veces desde que él... pasó. —Tenía que sacar
esto, y entonces hacer lo que tenía que hacer. Mi Seth llamaría a esto una
debilidad y lo era, ya que estaba perdiendo un tiempo precioso, pero
Olivia necesitaba saber. Había prometido a Caleb que se lo diría a ella, y
después de que me escape no tenía idea de si volvería a verla—. La Orden
me atacó cuando todavía estaba en el Covenant. Uno de sus miembros
me mató. Fui al Inframundo…
— ¿Tú moriste?
Hice una mueca. —Sí, estaba muerta, y a la vez no lo estaba. Larga
historia. Pero vi a Caleb.
Una mano voló a su pecho. —¿Estás jugando conmigo? Porque te juro
por los dioses, Alex, que voy a hacerte daño.
Lindo, teniendo en cuenta que no podía tocarme, pero sonreí. —Caleb
está bien. Está realmente bien. Pasa la mayor parte de su tiempo jugando
a la Wii, y se veía muy bien. Nada como... —La parte posterior de mi
garganta quemaba. —Está muy bien.
Sus ojos brillaban en la penumbra. —¿De verdad lo viste?
Asentí con la cabeza. —Él quería que yo te dijera algo. No tuve la
oportunidad, con todo lo que está pasando.
—Comprensible. —Ella ahogó una carcajada—. ¿Qué... qué te dijo?
Olivia siempre había tenido las manos cuidadas, pero su esmalte
estaba agrietado y viejo. Mantuve mis ojos en ella. —No sé lo que esto
significa, pero me dijo que te dijera que habría elegido Los Ángeles.
Hubo una inhalación aguda, y el silencio se prolongó tanto tiempo que
eventualmente eché un vistazo, y cuando lo hice, casi deseé no haberlo
dicho.
Las lágrimas corrían por las mejillas de Olivia, corriendo sobre sus dedos
ahora presionados contra sus labios. Una emoción subió a través de mi
garganta y me mordí el labio. Los Ángeles deben de haber significado
algo realmente importante. Me hubiera gustado estar en el otro lado de
estas barras, no para escapar, sino para abrazarla. Pero tenía que estar en
el otro lado de las barras, y tenía que escapar. No había más tiempo.
—Olivia —le dije, y mi voz era diferente, incluso a mis propios oídos; era
más suave y lírica. El poder tarareaba.
40
Ella se tensó, y luego sus manos salieron de su boca, sus ojos se clavaron
Página

en los míos. Las lágrimas se aferraban a sus pestañas gruesas, pero ellas no
eran lo que hacía que sus ojos brillasen ahora. Era la compulsión en mi voz,
una habilidad que se había convertido innata al Despertar. Una parte de
mí aborrecía lo que estaba haciendo. Olivia era mi amiga. Usar una
compulsión en ella estaba mal, pero no había otra manera. Tenía que
llegar a mi Seth. Con el tiempo, ella lo entendería.
—¿Sabes dónde están las llaves, Olivia?
Ella asintió lentamente.
—Bueno. Eso es muy bueno. —Me estiré a través de los barrotes,
haciéndole un gesto para que viniera hacia mí. Cuando ella puso su mano
fría en la mía, apreté suavemente—. ¿Dónde están?
—Con Aiden. — Sus palabras eran lentas.
Maldición. Eso no era bueno—. ¿Y dónde está Aiden?
—Él está con tu tío y Laadan. —Un suspiro escapó de sus labios.
Mierda. No había manera de que ella pudiera conseguir las llaves. Mi
mirada se deslizó hasta la puerta de la jaula y surgió una idea. Soltando su
mano, agarré las barras y vi el resplandor de la luz. Era débil y no
alcanzaba la marca Titán en el techo.
—Olivia, ¿puedes ayudarme? —Usé todo el poder que tenía en mi voz,
y sus ojos se abrieron—. Me ayudarás, ¿verdad?
—Sí.
—Genial. — Sonreí mientras me apresuraba hacia la puerta. El punto
más débil era el lugar donde estaba la cerradura; si las dos trabajábamos
al mismo tiempo, tal vez sería suficiente—. Necesito que tires de la puerta,
Olivia, lo más fuerte que puedas.
Se acercó a la puerta en un sueño, colocando obedientemente sus
manos en el mango.
—Pon todo en ella —le rogué en voz baja—. Tira. Tira con fuerza.
Y lo hizo. Los mestizos eran increíblemente fuertes, y tanto el suelo como
las barras se sacudieron. Olivia se dobló por la cintura, cavando con sus
botas. Di un paso atrás, deseando tener unos zapatos, porque esto
realmente iba a doler.
—Sigue tirando —le ordené, y luego respiré profundamente.
Retrocediendo medio camino, me di la vuelta y planté mi talón en la
cerradura. El dolor se dividió en mi pie mientras brillante luz azul destellaba
y luego desaparecía rápidamente. Un pequeño hueco apareció entre la
41
puerta y las barras.
Página

—Tira muy duro, Olivia.


Ella gruñó, tirando hacia abajo.
Caleb iba a perseguirme por esto.
Echándome hacia atrás, golpeé la puerta de nuevo. Apareció otra
brecha. Con el pie ya entumecido, le di una patada más. El metal gimió y
cedió. La fuerza repentina envió a Olivia al suelo y la puerta... estaba
abierta.
Sin perder tiempo, corrí a través del hueco, medio esperando ser
detenida por una defensa desconocida, pero entonces yo estaba en el
otro lado de los barrotes.
Quería hacer un baile de la victoria y gritar, pero me dejé caer y apreté
las mejillas de Olivia. Ella me miró a los ojos, completamente bajo mi
control. —Quédate aquí, ¿de acuerdo? Quédate aquí hasta que alguien
venga y te lleve.
Olivia asintió.
Empecé a irme, pero me detuve. —Tú no te vas a culpar por esto. Me
vas a culpar a mí.
—Está bien —fue su suave respuesta.
La dejé ir y empecé a ir hacia las escaleras. Un sabor amargo estaba
en la parte posterior de mi boca al mirar por encima del hombro. Olivia se
quedó en el suelo, sus ojos fijos en el lugar donde yo me encontraba.
—Gracias —le dije, no es que importara. Ella no me escuchaba ni me
entendía. No iba a hacer nada hasta que alguien viniera aquí, y entonces
sería como despertar de un sueño.
Volvería a verla. Una vez que mi Seth y yo cambiáramos las cosas,
volvería a verla y me disculparía.
Tranquilizada por eso, me deslicé subiendo por las estrechas escaleras,
deteniéndome en la puerta. No hubo voces en el otro lado. Tomando un
segundo, probé el vínculo con Seth. Él no estaba allí, y yo no tenía tiempo
para esperar a que se presentara. Tan pronto como estuviera fuera y
supiera dónde estaba, lo llamaría.
Asomándome por la puerta abierta, revisé el pasillo. Vacío. Era estrecho
y había cuadros colgados en las paredes. Se dividía en dos direcciones.
Hacia la derecha, luz natural entraba por una pequeña ventana,
llamándome. Me deslicé por la puerta, cerrándola detrás de mí mientras
tomaba conciencia de mi entorno. Había estado en el Elixir la última vez
que me había encontrado arriba (la única vez, en realidad) y recordé
42
vagamente que esta sala llevaba a la cocina y una especie de salón.
Página

Pasando la cocina estaba la terraza acristalada, que daba al exterior. Una


extraña sensación se desplegó dentro de mí, y hubo un destello de Aiden y
yo en esta terraza acristalada.
Lo empujé fuera de mi cabeza y me moví silenciosamente por el pasillo.
Sinceramente deseé que alguien hubiera dejado una daga o algo por ahí.
No hubo tanta suerte. Ahora que lo pensaba, debería haberle preguntado
a Olivia donde estábamos. Puse mis ojos en blanco. Dios, que idiota era a
veces, pero había estado tan preocupada por liberarme.
Cuando me acercaba a una de las puertas cerradas, me pareció oír a
Deacon riendo, y luego a Luke. Mordiéndome el labio, me deslicé por la
escalera que conducía hacía arriba….
La puerta se abrió y me encontré cara a cara con Lea. Mierda.
Boquiabierta, Lea parpadeó y dio un paso atrás, chocando contra la
pared.
—No…
Su agudo y estridente grito de batalla me sobresaltó, y luego se
abalanzó sobre mí. Ella en realidad se abalanzó sobre mí. Dioses. Sin tiempo
para una compulsión, desvié su golpe con un puñetazo que la hizo girar. Se
contuvo con la pared y lanzó un gruñido. Antes de que pudiera recuperar
su equilibrio, deslicé su píe por debajo de ella justo cuando la cara
sorprendida de Deacon aparecía en la puerta.
—Oh, mierda —dijo él y retrocedió rápidamente cuando Luke salió
disparado hacia adelante.
Luke intento agarrarme, pero yo era rápida. —Alex, tú no quieres hacer
nada...
Al final del pasillo, la última puerta se abrió hacia arriba, golpeando en
los paneles de yeso. Capté un vistazo de los pantalones negros. Centinela.
Sin pensarlo dos veces, levanté mi brazo y puse en acción la peor parte del
elemento aire.
Lucas voló hacia atrás, sus ojos muy abiertos y aturdidos. Chocó contra
Lea, que se había trasladado al frente de Deacon para protegerlo. Hubo
varios gruñidos, un grito de dolor, y entonces alguien gritó mi nombre.
Corriendo alrededor, salí de la cocina. Mis pies descalzos golpeaban en
el suelo mientras bordeaba la mesa y entré en la terraza acristalada.
Llegué a la puerta en cuestión de segundos, tirando de ella para luego
darme cuenta de que estaba cerrada. Maldiciendo entre dientes,
desbloqueé la maldita cosa y abrí la puerta.
43
Aiden entró en la cocina. —¡Alex! ¡No!
Página

Era demasiado tarde. Yo estaba fuera. Era libre.


Seis
Traducido por Jess
Corregido por Dafne

E
n el momento en que la luz del sol tocó mi piel, vacilé un paso. Se
sentía como si hubieran pasado años desde que había sentido el
calor de la luz natural. Mis sentidos volvieron a la vida. El pasto
estaba frío bajo mis pies, y húmedo. Gruesos y altos olmos se difuminaban
cuando me lancé a través de un pequeño camino de tierra, alrededor de
un Hummer7, y entré a los grandes bosques que rodeaban la cabina.
Con mis piernas y brazos bombeando, seguí corriendo. Mi cabello fluía
detrás de mí, y empujaba con fuerza, poniendo atención, en busca de
alguna señal de dónde estaba. No había nada.
Una planta de semillero se arraigó. Salté a través de un árbol caído, mis
pies patinaron sobre afiladas agujas de pino. ¿Cómo iba a decirle a mi
Seth donde estaba cuando no tenía ni idea?, pero malditos árboles…
—Alex, ¡Detente!
Mi respiración se detuvo y me atreví a mirar hacia atrás.
Era él: Aiden.
—Mierda —escupí, acelerando.
Más adelante, había un arroyo: el arroyo. Me acordé de eso. Miles de
años de Apollyons y sus habilidades se apresuraron a través de mí.
Aprovechar la capacidad era tan fácil, como deslizarse en jeans
desgastados, era irritante teniendo en cuenta la formación atroz que había
atravesado en la preparación del despertar y por supuesto, mi Seth habría 44
sabido. Idiota.
Extendiendo un brazo, convoqué al agua, dispuesta que respondiera a
Página

mí.
El agua se agitó, y luego una corriente de agua saltó por el aire, un
arco alto por encima de mí. La pared de agua seguía llegando, drenando

7 Hummer: Marca de automóviles todoterreno.


el arroyo poco profundo en segundos. Giró en un embudo, golpeando la
tierra detrás de mí. Una maldición fue ahogada. Eso debería haberme
comprado algo de tiempo.
Corriendo sobre el lecho del arroyo, el barro salpicó mis pies y mis
pantalones vaqueros. Ramas bajas desgarraron mi pelo, enganchando
hebras en mi camisa y rasgándola, pero seguí adelante. La luz del sol se
asomaba entre las ramas gruesas mientras me dirigía más en el bosque,
lejos de la cabaña... lejos de él.
Sin previo aviso, el enlace cobro vida. ¿Alex?
Estoy fuera. Salté sobre una roca en un pequeño barranco y aterricé en
cuclillas. Me levanté y seguí corriendo. No sé dónde estoy, pero estoy
fuera. Seth, estoy—
Podía escuchar a Aiden. Él estaba cerca y rápido, impulsada por algo
más fuerte que el éter y supe, incluso tan rápida como era yo, no habría
sido capaz de escapar en este tiempo si la pared de agua no le hubiera
dejado. Tendría que luchar. Pero no estaba sola. Mi Seth estaba aquí.
Patinando para detenerme, me giré. El viento sopló mi cabello hacia
atrás mientras arrastraba agua dulce, el aire de las montañas. Aiden saltó
del pequeño barranco, aterrizando en cuclillas ágilmente varios pies de
distancia frente a mí. El agua brotaba de las ondas oscuras pegados a su
cabeza, y su camisa negra se aferraba a los duros músculos de su pecho y
estómago. Bajo el material fino, empapado, sus hombros se tensaban.
Nuestros ojos se encontraron.
Se levantó con gracia, con las manos abiertas a los costados.
—No quieres hacer esto —le advertí—. Aléjate.
Aiden vino hacia adelante. —No voy a dejarte. Nunca voy a hacer eso.
Hubo un aleteo en el pecho que no pertenecía allí. Di un paso atrás,
sintiendo el calor que irradiaba a través de mis dedos.
La voz de mi Seth zumbó a través del vínculo y yo sabía lo que quería
que hiciera, y, entendí por qué tenía que hacer esto.
Respiré profundamente y levanté la barbilla. —Entonces, es tu funeral.
—Que así sea.
45
Me lancé hacia Aiden.
Página

Él estaba preparado para eso. Se lanzó hacia la izquierda, evitando mi


ataque. Era rápido y muy hábil. Lo sabía, porque él me había entrenado,
pero era mejor que él. Yo era otra cosa.
Moviéndome velozmente, me hundí y fui hacia sus piernas. Aiden saltó y
disparé, golpeando mi puño contra su estómago. Retrocedió un paso,
pero recuperó rápidamente el equilibrio. Mi siguiente golpe fue desviado.
El tercero le di en la mandíbula, enviando su cabeza hacia atrás.
La luz del sol se reflejaba en las dagas unidas a sus muslos, y fui a por
ellas. Aiden giró a la izquierda en el último segundo, y mis dedos sólo
agarraron el mango de una. Él se apoderó de mi muñeca, girando sólo lo
suficiente para hacerme gritar y dejarla ir. Mi cabeza se alzó ante la
explosión de sorpresa ante el dolor, y se reflejó en sus ojos color gris. Por
alguna razón, yo no esperaba que me hiciese daño. Creo que... No sabía
lo que pensaba.
Me empujó hacia atrás y como si pudiera leer mis pensamientos, dijo—:
No quiero.
Furia atravesó en mí como un cohete. —No puedes hacerme daño.
Aiden saltó fuera del camino cuando me disparé hacia adelante.
Girando, le di una patada de vuelta contra sus riñones. Me volví para
volver a hacerlo, pero Aiden cogió mi pierna y me lanzó hacia atrás.
Golpeé el suelo y apareció, tirando mi cabeza hacia atrás.
Energía chocó contra mí. El akasha hervía bajo la superficie, a la espera
de ser llamado, demandando.
Volé hacía Aiden y peleamos, brutalmente. Sobre todo por mi parte,
porque Aiden era más sobre la defensiva en lugar de la ofensiva, pero
moretones estaban repartidos, uno tras otro.
Surgieron recuerdos de nuestro entrenamiento juntos. No estaba segura
si eso era una ventaja para cualquiera de nosotros, porque anticipábamos
los movimientos del otro y ninguno de nosotros podría tener ventaja. Me
caía y él estuvo allí para desviarme. Se movió y me escapé antes de que él
me acorralara. Golpe por golpe nos fuimos, y en la parte de atrás de mi
cabeza, sabía que podía haber llamado a los elementos, pero no lo
hicimos. Tal vez fue toda la rabia acumulada y ser enjaulada durante tanto
tiempo, y yo necesitaba el aspecto físico de la lucha. Tal vez era algo más.
La sangre goteaba de los labios de Aiden. Una marca roja florecía en
su mandíbula. Su camisa estaba rota a lo largo de la parte central,
dejando al descubierto una hilera de abdominales tensos, pero no
46
mostraba signos de desaceleración.
Página

Frustrada empujé fuera del árbol, gané un poco de aire y me retorcí,


dándome cuenta de mi error, un instante después de que fuera
demasiado tarde. Como supuse, Aiden se metió en ella, cogiéndome por
la cintura y me dio vueltas. En el entrenamiento, nunca había sido capaz
de conseguir más allá de él de esta manera. Debería haberlo sabido
mejor.
Incliné mi peso hacia adelante y ambos fuimos de rodillas. Había
probado la sangre, pero Aiden no me había golpeado. Ni una sola vez.
Pero mi cara se había conectado con el suelo más de un par de veces.
—Ríndete —gruñí, echando la cabeza hacia atrás.
Sus brazos se apretaron a mi alrededor. —Ya deberías saber que no voy
a renunciar a ti. No eres tan estúpida.
—No puedo decir lo mismo de ti. —Abrí mis muslos y reuní mis fuerzas—.
No puedes ganar.
Su aliento bailaba sobre mi cuello. —¿Quieres apostar a eso?
Apreté los dientes. —No puedes tenerme. No soy—
—No eres de él, Alex. ¡No perteneces a nadie más que a ti misma!
Estaba equivocado, tan equivocado. Yo pertenecía a mi Seth. Fui
creada para él, sólo él, y Aiden estaba en mi camino.
Meciéndome hacia adelante, puse suficiente espacio entre nosotros y
me incorporé, rompiendo su agarre. Lancé el brazo hacia atrás,
golpeando en su mejilla con el puño cerrado. El impacto lastimó mis
nudillos.
Aiden se apoyó sobre una rodilla y escupió sangre. —Dioses.
Girando alrededor, empecé a correr, haciendo caso omiso de las
afiladas piedras clavadas en las plantas de mis pies.
Había recorrido unos cinco metros antes de que fuera tacleada por
detrás...
Aiden me levantó así que mi espalda estaba clavada en su pecho. —
¿A dónde vas tan rápido? Cuando la diversión apenas comienza.
—¡Te odio! —Luché violentamente, tratando de excavar en el suelo. La
suciedad saltaba cuando daba una patada para arriba mientras lo
golpeaba, cada vez más como un animal atrapado en una red—. ¡Te
odio!
—Puedes odiarme todo lo que quieras, pero eso no cambia nada. —Él
se puso de pie y empezó a arrastrarme hacia atrás, y supe que él me
47
arrastraba hasta el fondo de la cabaña a la jaula—. No voy a dejar que te
Página

hagas esto a ti misma.


Me moví y me tiré de un lado a otro, pero estábamos de nuevo en el
grupo de árboles en cuestión de segundos. —¡No puedes detenerme! ¡No
puedes hacer esto!
—No entiendes, Alex. No puedes estar aquí afuera.
Le di un codazo.
Él gruñó, pero no me soltó. —Ellos te matarán. ¿Entiendes? —Él me
sacudió—. ¡Ellos vendrán a matarte!
—¡No me importa! — grité con voz ronca—. Me tengo que ir. ¡Tengo
que estar con él! .
Aiden aspiró una bocanada de aire y su agarre se aflojó un poco.
Usando mi oportunidad, levanté las piernas y el esfuerzo conjunto nos
derribó. Aiden golpeó el suelo primero y rodamos antes de que pudiera
liberarme, puso sus manos en mi espalda, empujándome hacia abajo.
Llenándome la boca de barro y pasto.
—¡Basta! —siseó en mi oído—. Esto no va a funcionar, Alex. A ti no te
preocupa morir, pero yo si me preocupo por ti .
—¡No me importa! Todo lo que importa es Seth. Si no puedo estar con
él, entonces prefiero estar muerta.
—¿Por lo menos te estás escuchando? —Sus manos apretaban mis
hombros—. ¿Prefieres morir si no estás con él? ¿Sabes lo débil que es eso?
¡La Alex que conocí no sentirá algo como eso!
Lo que dijo me llegó profundamente y se rompió algo dentro de mí.
Enfurecida, planté mis manos en el suelo frío y sentí temblar la tierra. Un
gran estruendo inició a continuación, y el suelo cedió ante nosotros,
rodando como mares tormentosos. Fuimos arrojados lejos. Me estrellé
contra un árbol y golpeé el suelo sobre mis manos y rodillas.
Un relámpago atravesó el cielo, me cegó por un instante. Nubes
rodaron adentro, bloqueando el sol, y la oscuridad cayó. Los cielos se
abrieron y una lluvia torrencial nos golpeó.
No sabía si era yo o cualquier otra cosa. Yo estaba más allá de que me
importara. Una bola gigante de emoción se instaló en mi estómago,
desordenándose con velocidades de vértigo. Ira. Frustración. Miedo. Todo
ello me atravesó.
El aire saltó debajo de mí y me levanté del suelo. Carga estática.
Chispas volaron. El mundo era de color en tonos ámbar. No era yo. Yo no
era nada.
48
Aiden estaba a pocos metros de distancia, sus ojos plateados clavados
Página

en mí. Una expresión de horror y asombro marcaban sus rasgos más


llamativos.
Yo era un dios, como Seth había dicho. Éramos dioses.
Hazlo. El susurro de Seth penetró mi sangre. Es el momento.
Mis pies tocaron el suelo y dí un paso adelante… uno, y luego otro.
Aiden no se movió. Esperó. Lo vi en esos ojos, la finalidad de esto. Él no iba
a ganar, no podía, y él lo sabía. Aiden lo aceptó.
Cuando lo alcancé, la lluvia cesó y las nubes se separaron. El sol siguió
mis pasos.
—Alex. —La voz de Aiden estaba rota.
Como una cobra saltando, tomé las piernas de Aiden por debajo de él
y él estaba en su espalda antes de poder tomar otro aliento. A horcajadas
sobre él, puse mis manos en sus hombros. Las marcas del Apollyon brillaban
de un azul vibrante y corrían por mi piel.
Me incliné, poniendo mis labios por encima de él, y las palabras que
salieron de mi boca eran mías... pero no lo eran. —Tus momentos finales, St.
Delphi. —Apreté mis labios hasta la esquina de los suyos y se estremeció—.
Eres débil porque amas.
Aiden me miró sin pestañear. —Amar no es una debilidad. El amor es lo
más fuerte que existe.
Mis labios se curvaron en una sonrisa. Idiota.
El akasha salió a la superficie. Mi piel estaba en llamas, yo estaba en
llamas. Luz azul brillante se formó en mi brazo derecho, dando vueltas, y
subió hasta mis dedos. Luz acampanada, intensa y tan hermosa como
destructiva.
La luz del sol caía sobre nosotros, y me eché hacia atrás. El akasha
había cubierto mi mano derecha. Cuando lo dejara ir, apagaría la vida de
todo a su paso. Había muerte en esta belleza. Y Aiden no hizo ningún
movimiento para defender su vida.
Tenía los ojos fijos en los míos y él se estiró lentamente. Las puntas de sus
dedos, callosos por los ejercicios de entrenamiento y combate, rozaron mi
mejilla con ternura. —Te amo, Alex. Siempre lo haré.
Parpadee. Mi corazón tartamudeó. No podía mantener mi cabeza
alrededor, cómo él podía decir que, como... decir cosas con tanto amor, a
segundos de la muerte.
Hazlo, Alex, y luego podremos estar juntos. Liberaremos a los mestizos y
49
a tu padre. Vamos a cambiar el mundo. Tú y yo, Ángel, estaremos juntos
Página

para siempre.
Mi mirada cayó entre nosotros. El collar rosa se había deslizado hacia
fuera, expuesto por el cuello roto de mi camisa. Un rayo de luz atrapo los
bordes de cristal de color rojo oscuro de la rosa en la flor… tal cosa
delicada, creado por las manos de un verdadero guerrero.
El aire dejó mis pulmones y mi brazo comenzó a temblar.
Estamos en esto juntos, Alex, hasta el final. Esas palabras no eran de
Seth, pero esto era el final. Mis ojos ardían como si estuviera lloviendo
ácido, pero los cielos estaban claros. Yo estaba a segundos de la libertad...
pero tantos, tantos recuerdos empezaron a pasar por mi cabeza.
No podía dejar de mirar la rosa.
Imágenes de la primera vez que había visto Aiden mientras yo había
estado entrenando con Caleb, luego otra vez cuando había llegado a
través de la pared de fuego y me salvó, salvó mi vida. Los recuerdos de su
paciencia, su apoyo, incluso su frustración conmigo.
Seth me llamó, pero le dio un manotazo lejos. Estos recuerdos eran
importantes. Querían decir algo, todo, para mí, ¿no? No había habido
ningún sentimiento unido a ellos antes, pero ahora estaban empapados
con emociones. Me concentré en ellos, recordando cómo se había
preocupado por mí después de Gatlinburg, cómo había estado allí para mí
cuando me vine abajo después de que mamá... mi mamá. La primera vez
que me sostuvo—que me besó. Nunca hubo ningún juicio en los ojos de
Aiden, como si yo fuera su igual.
Yo siempre había sido un igual para Aiden.
Mi pecho se levantó bruscamente. El día en el zoológico se apoderó de
mí, y luego el Día de San Valentín. El amor que habíamos compartido.
Tenía que decir algo.
No podía respirar.
Yo daría todo por ti.
Seth me llamó de nuevo, pero me estaba rompiendo a pedazos.
Rompiendo. Todo venía. Piezas de quien solía ser fueron repelidas por lo
que me había convertido. El pasado y el presente no podían coexistir en el
futuro.
Estaba dividida en dos.
Seth gritaba ahora, su voz rugiendo en mi cabeza, y no había manera
de escapar. Estaba en todas partes, en todas mis células, pensé, y él tiró de
mí. Pero no podía respirar, y él estaba debajo de mí y no podía pensar con
50
claridad. Hubo de nuevo tantas voces. Muchas eran diferentes, algunas
Página

eran mi propia voz... y yo no podía pensar.


Me concentré en el escudo mental que Seth me había enseñado.
Necesitaba un momento, sólo un segundo de silencio para pensar en esto,
para entender por qué no se estaba defendiendo a sí mismo y cómo
podía amarme.
Seth estaba furioso. Dolor atravesó mi cabeza como si alguien hubiera
tomado un picahielos y comenzara a golpear en mi cabeza, sabía que él
odiaba eso, pero necesitaba tiempo. Él me gritó, pero me imaginaba esas
paredes. Eran neón rosa, paredes deslumbradas, y ellas fueron hacia
arriba, apiladas alto y más alto. Las hice gruesas y llenas de titanio,
rematados con alambre de púas y lancé una pequeña valla eléctrica por
encima de ellos, y todo eso fue respaldado por el poder de los dioses. Una
película de luz azul con brillo cubría las paredes.
El lazo se rompió dentro de mí, retrocediendo como un latigazo y luego
se había ido.
A excepción de un leve zumbido, se hizo el silencio, era sólo yo ahora, a
solas con todo lo que había hecho.
Inclinando la cabeza hacia atrás, grité.
Desbloqueados desde el fondo de mi alma, los gritos seguían llegando
y llegando. No pude evitarlo. No podía comprender lo que me había
convertido; las cosas que había hecho. Y cuando me detuve, fue sólo
porque mi garganta estaba en carne viva.
Me puse al lado de Aiden, incapaz de mirarlo, porque... las cosas... mi
cuerpo temblaba, me arrastré por el suelo fangoso y me hice un ovillo
contra un árbol. Presionando la cara contra mis rodillas, respiré
entrecortadamente, pero me dolía el pecho y la presión seguía
construyéndose.
—¿Alex? —llamó Aiden, con la voz ronca y entrecortada.
Evitándolo, quise que me dejara. Tenía que huir de él tan rápido como
pudiera.
Unas fuertes manos se posaron en mis hombros y luego se deslizaron
sobre mis brazos, envolviéndose suavemente alrededor de mis muñecas. Él
sostuvo mis manos, y aunque yo no podía soportar mirarlo, mis ojos se
abrieron.
Era como ver a Aiden después de meses de separación. Era claro para
mí. La curva de sus anchos pómulos, el toque pícaro de sus hoyuelos y la
fuerte línea de su mandíbula; características con las que me había
51
comprometido hace millones de años. Las ondas oscuras se cerraban
Página

sobre su piel de forma tan natural... la piel marcada por los golpes y rayas
de color carmesí. Los moretones que le había dado, pero que aún tenía la
belleza masculina que siempre me deshacía.
Aiden se estremeció, y luego apretó mis mejillas. Sus ojos grises buscaron
los míos. Estaban cubiertos de un fino brillo de lágrimas, pero Aiden nunca
lloró. —Alex... oh, dioses, Alex, ¿estás aquí?
Me largué a llorar.

52
Página
Siete
Traducido por Jess
Corregido por Dafne

S
í, yo no iba a parar de llorar pronto. Estás eran los más grandes,
temblorosos y vergonzosos tipos de sollozos. Realmente, no podía
pensar ni ver a mi alrededor—Demonios, incluso no podía respirar.
Aiden me sostuvo contra él, sus brazos un extraño y contacto terrenal. Él
murmuró unas palabras en griego antiguo. Entendí agapi mou varias
veces, y el resto tenía tanto sentido como las palabras que traté de decir
entre los sollozos. Sabía que ahora yo podía entenderlas si no estuviera
ahogándome en mis lágrimas, pero apenas podía entender el inglés por el
momento.
Empapé la camisa de Aiden.
Y aun así me abrazó contra su pecho mientras se apoyaba contra el
árbol, apartándome el cabello, apretando su mejilla contra la parte
superior de mi cabeza. Él nos meció. Los dos lo necesitábamos, creo.
Hubo pasos y voces en algún punto y me tensé en sus brazos. No sabía
quién venía, pero sentí a Aiden sacudir la cabeza, y luego los pasos se
retiraron.
Dioses, podía pensar —realmente pensar—, después de lo que parecía
una eternidad. Todo pensamiento se vio ensombrecida por el dolor dentro
de mí. El fuerte pinchazo que había sentido en el baño, lo comprendí
ahora. Mi corazón y mi alma habían estado gritando, tratando de llegar a
mí. Ese dolor estaba en todas partes ahora, golpeándome desde todos 53
lados.
No podía escapar de todas las cosas que había dicho y hecho desde
Página

que me había Despertado. Desde el momento en que me había


conectado con Seth, me convertí en la viviente personificación de mi peor
miedo y ni siquiera me había dado cuenta. Seth y lo que él quería que me
habían consumido hasta que no había quedado nada, y yo que pensaba
que era más fuerte que eso.
Oh dioses, las cosas que le había dicho a Aiden me horrorizaron y me
enfermaron. Las cosas que Seth había dicho que quería hacer para mí—
que yo hubiera querido que hiciera, en la época habíamos estado
conectados... Ahora quería arrastrarme fuera de mi piel, ducharme por
años, y no creía que me sentiría la misma otra vez ni siquiera después de
eso.
Cómo Aiden todavía podía sostenerme estaba más allá de mi
comprensión. Recordaba claramente amenazarlo con matar a Deacon
alrededor de veinte veces. Mi comportamiento le había obligado a hacer
lo impensable—colocarme en el Elixir. Sabía que eso tenía que haber
matado una parte de él.
Recordé todas las pequeñas cosas. ¿Mi Seth? Oh, ¡qué asco! Quería
limpiarr mi cerebro con detergente. Y esas cosas que grité cuando me
enfrenté a Aiden; ¿realmente había luchado contra Aiden? ¿Limpiar mi
cerebro? Añadir boca y alma a la lista de lavandería.
—Shh —Aiden murmuró, pasando una mano por mi espalda—. Está
bien. Todo está bien, agapi mou. Ahora estás aquí y te tengo.
Agarré el cuello de su camisa rota con las manos doloridas. —Lo siento
tanto. Lo siento, Aiden. Lo siento.
—Detente. —Se echó hacia atrás, pero yo lo seguí, manteniendo mi
cara apretada contra su pecho—. Alex.
Negué con la cabeza, mi aliento entrecortándose en otro sollozo.
—Mírame.
Las lágrimas corrían por mi rostro, y él acunó cuidadosamente mis
mejillas, obligándome a mirar hacia arriba. Quería apretar los ojos y
cerrarlos, pero también necesitaba verlo, incluso si era sólo su cara borrosa
en estos momentos.
—¿Cómo puedes mirarme? —le pregunté—. ¿Cómo puedes soportar
tocarme?
Sus cejas se fruncieron y se puso muy serio. — ¿Cómo no podría
hacerlo, Alex? No te culpo por lo que pasó. Las cosas que hiciste y dijiste;
no eras tú. Sé eso. Siempre he sabido eso.
54
—Pero era yo.
Página

—No. —Su voz era firme, sus ojos plata pura—. Era una sombra de ti,
Alex. Estabas allí, en el fondo, pero no eras tú. No era la Alex que amo,
pero ahora estás aquí y eso es todo lo que importa. Eso es. Nada más lo
hace.
Su fe ciega en mí, su aceptación y su perdón, dio a luz a una nueva
ronda de lágrimas. Lloré tanto que no creía que pudiera llorar de nuevo, y
cuando por fin había terminado, no podía levantar la cabeza de su
pecho.
El sol comenzaba a ponerse, y la temperatura estaba bajando cuando
Aiden apretó sus labios contra la parte superior de mi cabeza. —¿Estás
lista?
No, quería decir, porque estaba segura de que nunca estaría lista para
hacer frente a todos. Además de convertirme en la Malvada Alex, también
había sido drogada, y había sido la Alex-que-se-ocultaba-en-armarios.
Pero respiré y me sentí bien, incluso genial. —Está bien.
—Está bien —repitió, y se paró, manteniéndome acurrucado contra su
pecho, mi mejilla apoyada en su hombro.
Aiden dio un paso y una fisura de energía antinatural rodó por mi
espina dorsal; energía divina. Las marcas del Apollyon rugieron a la vida,
azotando mi piel. Sus brazos se tensaron alrededor de mí y se volvió,
levantando la cabeza hacia el cielo. Los dioses podían escudar su
presencia si querían —Apolo lo hizo durante meses— pero ambos sentimos
la oleada de energía.
—Esto no está bien —dije, agitándome en sus brazos.
Me puso sobre mis pies, las manos en mis caderas. Una mirada en sus
ojos tormentosos y supe que estábamos pensando lo mismo.
Antes de que él pudiera abrir su boca, un gemido agudo había
entrechocado las ramas. El aire alrededor de nosotros se aquietó, y luego
el sonido del batir de alas empujó el aliento fuera de mis pulmones en una
carrera dolorosa.
Aiden me empujó detrás de él; realmente me empujó detrás de él. —
Vuelve a la casa ahora, Alex. Las salas los mantendrán fuera.
¿Qué? ¿Y dejarlo? Estaba loco. Con mi corazón saltando en mi
garganta, negué. —No. No…
Otro grito volvió mi sangre en hielo. Luego, un gran aullido arremetió a
través de los árboles, soplando mi cabello fuera de mi cara.
55
Las furias llegaron, lanzándose a la tierra como misiles de búsqueda con
Página

"Alex", escrito por todos lados. Cada una cayó al suelo en cuclillas,
levantando nubes de polvo y pequeñas piedras.
Eran hermosas, las dos furias. Su piel era brillante y pálida, y su largo
cabello fluía en rizos rubios que se levantaban al mismo tiempo, sus
cuerpos moviéndose sinuosamente mientras daban un paso adelante. Sus
pies desnudos hundiéndose profundamente en el suelo.
Truenos estallaron en el aire y un destello de luz cegadora explotó.
Levantando el brazo, me tropecé hacia atrás y extendí la mano hacía
Aiden. Con mi pulso acelerado, mis dedos se cerraron alrededor de su
grueso antebrazo.
Cuando se desvaneció la luz, un dios se paró entre las dos furias, y mi
corazón se sentía como si se hubiera detenido en ese mismo momento. Lo
había visto antes. Oh, dioses, lo había visto.
Cabello color miel llegaba a sus hombros, enmarcando un mentón
cuadrado, y desafiante, y unos rasgos que eran angelicales y puros; incluso
pacíficos.
Tánatos.
Electricidad emanaba por sus ojos blancos. —No seré capaz de
matarte, Apollyon, pero puedo asegurarme de que no puedas llegar al
Primero.
—¡Espera! —Aiden gritó, con una mano encrespada alrededor de la
empuñadura de la daga. Ella romp—
Las furias volaron hacia adelante, la piel luminosa yéndose y revelando
el horrible cutis gris, que las hacía parecer cadáveres que había estado
flotando en el agua por muuucho tiempo. El largo y brillante peló se arrugó
y se convirtió en serpientes apretadas que mordían el aire con feroces
colmillos alrededor de sus esqueléticos rostros. Se formaron garras, garras
que podrían rasgan a través del hueso y los tejidos como si fueran de
papel.
Vinieron hacia nosotros.
Aiden se tambaleó hacia un lado y giró hacia mí. —¡Alex! —Lanzó una
de las dagas.
Saltando, la agarré mientras la primera furia alcanzaba a Aiden, sus
uñas afiladas teniendo como objetivo su garganta. Él giró, sacando una
hoja curva. En un movimiento suave y elegante que trajo el filo de la hoja
hacia abajo, cortando el brazo de la furia.
56
El grito que lanzó era una mezcla de un bebé con una hiena mientras
Página

se arqueaba, agarrando su brazo sangriento.


Maldición.
Con absolutamente ningún tiempo para correr hacía Aiden y darle un
choque de manos, me giré y me incliné mientras la segunda furia
intentaba agarrarme por el pelo. Saltando al mismo tiempo que la furia me
sobrevolaba, hundí la hoja profundamente en su estómago.
Su cara distorsionada estaba a centímetros de la mía. La furia abrió su
boca, mostrando una hilera de dientes tipo sierra, y se rió.
Me tragué una broma. —Dioses, tu aliento es pateante. —Saqué la
hoja, rebelándose por el sonido de succión. —En serio.
Inclinando su cabeza hacia un lado, parpadeó. —¿Pateante?
—Sí. —Girando alrededor, planté mi pie izquierdo y la golpeé lejos,
dándole en el estómago. Voló hacia atrás, golpeando contra un árbol—.
¿Ves? Pateante.
La otra furia fue hacia Aiden con su brazo bueno, él la esquivó mientras
ella evitaba la peligrosa hoja curva. Él me miró y ese pequeño momento le
costó.
Ella sacó la hoja curva de su mano con una carcajada. —Lindo puro...
Olvidándome del dios y la otra furia, olvidándome de todo que no
fuera Aiden, corrí hacia adelante, ignorando el dolor en mis piernas.
Aiden pasó por debajo del brazo de la furia, apareciendo detrás de
ella, pero ella se volvió más rápido y se balanceó, golpeando Aiden a lo
largo del pecho con la parte ancha de su brazo.
Él cayó sobre una rodilla, tambaleándose por el golpe.
Recogiendo la daga del suelo, grité su nombre y le devolví el favor
lanzándosela. Aiden la tomo en el aire y rodó, pasando muy cerca de la
furia. Ella voló y se cernió sobre él, agachándose, y agarrando un puñado
de su pelo. Ella echó la cabeza hacia atrás.
—¡No! —Mi corazón se detuvo—mi mundo se detuvo.
Akasha surgió bajo mi piel y las marcas se iluminaron. Todos y cada una
de ellas se quemó y se estremeció con el poder del quinto elemento.
Algo se rompió dentro de mí, mi visión atenuada se iluminó. No
escuchaba nada más que mi propio corazón atronador y el zumbido en la
parte de atrás de mi cabeza.
Lanzando mi brazo, un rayo de luz azul intensa estalló de mi palma
abierta y se arqueó. Mi objetivo falló ya que iba hacia la cabeza de la
57
perra, pero el rayo de energía corto el ala de la furia, haciéndola girar.
Página

La locura se desató completamente.


Tánatos bramó de rabia. La furia se disparó en el aire, pero vaciló sobre
un ala y fue girando hacia abajo. Aiden se lanzó a un lado, pero no lo
suficientemente rápido. Estaba cansado de luchar contra mí al igual que
yo estaba agotada por nuestra batalla. La furia se estrelló contra él y
rodaron en una maraña de brazos, palas y garras como cuchillas mortales.
Por el rabillo del ojo, vi unas formas llegando al valle: eran Solos y
Marcus llevando hojas curvas. ¿Marcus? ¿Qué dem…?
Disparé hacia las formas luchando frente a mí.
Tánatos azotó alrededor y extendió un brazo. No tocó físicamente a
Solos, pero vaya que se vio como si hubiera sido golpeado con una bala
de cañón. El Centinela mestizo golpeó el árbol con un fuerte gruñido y
cayó de rodillas.
El dios dirigió sus espeluznantes ojos a mi tío y levantó otra mano. —
Quieto, puro, o tendrás un destino prematuro.
Marcus bajó la barbilla. —Lo siento, pero esa es mi sobrina, así que eso
no va a suceder.
Algo con garras afiladas y feo aliento me agarró del pelo y tiró con
fuerza. Golpeé el suelo y en un instante, el aire se fue de golpe de mis
pulmones. Luchando con mis rodillas, pasó un segundo y los pies desnudos
de la furia conectaron con mi barbilla, golpeando mi cabeza hacia atrás.
Un sabor metálico inundó mi boca. La daga cayó de mis manos
cuando el dolor se desplazó por mi espalda, haciendo explotar mis nervios.
Pánico creció dentro mío; crudo y desenfrenado pánico.
A mi alrededor los sonidos de la lucha se intensificaron. Hubo gruñidos y
aullidos de dolor. La furia que me había pateado y alzado me miraba,
entumecida e inquebrantable como la muerte...
¿Muerte? Se me ocurrió entonces. Ellos no me podían matar. Sí, podrían
lastimarme gravemente, pero ¿matarme? No. Yo era el Apollyon. Yo
ejercía control sobre los cuatro elementos y el quinto y el más poderoso —
akasha. Yo alimentaba al Asesino de Dios. Yo era su energía—el as bajo la
manga. Yo era el principio y él era el final. Y juntos... no había un juntos.
Era sólo yo.
Mis ojos se encontraron con la furia y sonreí.
Ella dudó.
Me levanté. —Perra, por favor.
58
La boca de la furia se abrió, y convoqué al elemento aire, soltándolo. El
Página

viento huracanado chocó contra la furia y la envió volando a través de los


árboles, como si ella estuviera conectado a una cuerda y que Zeus mismo
le hubiera dado un buen tirón.
—Uno menos —dije, dándome la vuelta—. ¿Quién es el sigui…?
Tánatos tiro a Marcus al suelo, desviando el ataque de Solos, y se volvió
hacia mí en un nanosegundo. Fue bastante épico.
Un rayo de luz blanca voló de la mano de Tánatos y no había una sola
cosa en este mundo que pudiera moverse lo suficientemente rápido como
para evitarlo. Ni siquiera Seth, estaba apostando.
Me golpeó justo debajo del pecho y mis piernas se derrumbaron por
debajo de mí. Ardiente e intenso dolor rodó a través de mi piel y mi cara
golpeó el suelo. Ni siquiera la sentía. No había nada más que dolor
arrastrándose por mis músculos.
Los rayos divinos apestaban.
Aiden gritó mi nombre, y luego me pareció escuchar mi nombre de
nuevo, pero estaba dentro de mi cabeza, fuerte, y muy enojado... y
sonaba como Seth.
Sin previo aviso, la tierra tembló bajo mi retorcido cuerpo. Un destello
de luz dorada atravesó el claro. El calor se apoderó de mi cuerpo.
Débilmente, levanté mi cabeza.
Dos piernas vestidas de cuero estaban delante de mí.
—Eso es suficiente, Tánatos. —La voz de Apolo estaba calmada, pero
era espeluznante, tan letalmente calmada que no me hubiera gustado
estar del otro lado.
—A-a-gradable de que t…te p-p-p-resentes —boqueé.
—Cállate, Alex. —Apolo avanzó. Un rayo de luz siguió sus pasos.
Tánatos se mantuvo firme. —Ella debe ser neutralizada si no podemos
matarla. Déjame encargarme de esto, Apolo. Tenemos que hacer algo
para evitar la guerra.
—Ella rompió el lazo, tú idiota.
El otro dios resopló. —Para lo que importa. Pasará el tiempo y ella se
conectará de nuevo con él.
—¡Sí que importa! —rugió Apolo—. ¡Si ella no está conectada con el
Primera no hemos de hacerle daño! Tú… —Apolo gruñó, casi siseando—.
Llama a tus dos furias o van a unirse a su hermana. Te lo prometo.
—Debemos—
59
Demasiado débil para levantar la cabeza, apoyé la frente contra el
Página

suelo, pero no tenía necesidad de ver lo que sucedía para saber que
Apolo había perdido la paciencia. El viento se levantó y la tierra tembló.
Los dos dioses chocaron con un crack.
Cerré los ojos y esperé que Apolo hubiera ganado esta ronda, ya que
no había manera de que yo siguiera luchando. De ninguna manera.
El cuerpo de alguien se estrelló contra el suelo, seguido por una rápida
sucesión de chasquidos. El aire crujió con electricidad, y luego hubo
silencio, un grandioso silencio.
Unas fuertes manos agarraron mis brazos y suavemente me rodaron
sobre mi espalda. Miré a unos ojos de plata. —¿Alex?
—Estoy bien. Sólo... sólo un poco nerviosa. ¿Y tú?
Aiden había visto en mejores días. La sangre corría por la comisura de
su boca. Un moretón aparecía en su mandíbula y la parte delantera de su
camisa estaba rota, pero estaba vivo y estaba bien.
Su mirada me examinó y entonces él me levantó, sin siquiera molestarse
en ponerme de pie. Sosteniéndome cerca, me dio la vuelta y revisó los
daños.
Solos y Marcus estaban cerca de Apolo, quien agarraba una de las
dagas del Covenant en su mano. La sangre goteaba del borde y me
quedé mirándola.
Apolo miró hacia abajo y se encogió de hombros. —Él lo conseguirá.
Cambié el enfoque y la lo miré fijamente.
—Pero voy a tener que responder por eso, creo. —Apolo entregó la
daga a un magullado Solos. —Y es posible que pasen unos días...
Apolo avanzó, deteniéndose frente a nosotros, y Aiden me puso abajo
y se interpuso entre nosotros. El dios sonrió. —Sé que ella ha roto el vínculo.
Es bueno tenerte de vuelta, Alex.
—Sí —le susurré.
Volvió su atención a Aiden. —Mantén las guardas de la casa hasta que
regrese. Mientras tanto, prepárense para la batalla.
¿Batalla? ¿Qué demonios se creía que acababa de hacer?
Aiden asintió.
El dios respiró y flexionó sus manos. —Y tenías razón. Yo estaba
equivocado.
—Lo sé —dijo Aiden, y lo miré, confundida.
Apolo se volvió hacia los otros hombres y asintió. Su forma comenzó a
desvanecerse. —Espera —lo llamé. Tenía muchas preguntas, pero lo único
60
que hizo él fue mirar por encima del hombro y sonreír.
Página
Ocho
Traducido por Jeyly Carstairs.
Corregido por Martina pederzoli

N
o recuerdo mucho del regreso a la cabaña. En algún momento,
me moví lo suficiente para conseguir ser libre y caminar, pero
me estaba moviendo tan lenta y patéticamente que Aiden
finalmente dejó de quejarse en voz baja y eligió ayudarme.
No luché contra él después de eso. Sobre mis pies, yo era un estorbo.
La cabaña estaba tranquila a nuestro regreso. Marcus y Solos salieron
cojeando, sin duda para cuidar de sus lesiones. De alguna manera, el resto
de los ocupantes sabía que ahora no era el mejor momento para una
bienvenida al mundo de la cordura y la lógica. Aiden me cargó por las
escaleras y por el estrecho pasillo hacia el dormitorio en el que él había
dormido cuando yo había estado bajo el Elixir. Recordé que incluso
cuando había estado en lo alto con la bebida feliz, había buscado su
presencia y me había acurrucado contra él en el sofá. Mi corazón tropezó.
Aiden se dirigió hacia la cama, pero lo detuve. —Ducha —le dije con
voz ronca—. Necesito una ducha.
—Sí, tú la necesitas bastante; los dos. —Girando alrededor, se dirigió al
baño. Allí me puso sobre mis pies, sus ojos ensombrecidos por la
preocupación cuando me tambaleé un poco—. ¿Estás bien?
—Sí, solo cansada. No hay nada realmente mal conmigo. —Y eso era
cierto. Estaba magullada y dolorida, pero eso era todo. Y tuve suerte,
teniendo en cuenta que sólo habíamos estado en un combate a muerte 61
con un dios de la muerte y dos furias—. ¿Estás...?
—Estoy bien. —Se quedó mirándome un momento y luego presionó un
Página

beso en mi mejilla—. Volveré en seguida.


—Está bien. —Era un zombi en mis pies.
Sus ojos recorrieron mi rostro con tal crudo alivio que me agarré al
lavabo. —No acapares toda el agua caliente, ¿de acuerdo? —dijo.
Eso trajo una pequeña sonrisa a mis labios. Tan pronto como él se fue,
me volteé lentamente hacia la ducha y giré la llave. Sacarme mi arruinada
ropa fue una experiencia dolorosa. Todos mis músculos dolían y me tomó
unos minutos. Para el momento en que entré en la ducha, el vapor llenaba
el baño.
Probablemente iba a utilizar la cantidad de agua caliente que
normalmente usaría en una semana, mientras Aiden debía estar reuniendo
a las tropas y convenciéndolos de que ya no era una psicópata.
Me estremecí bajo el chorro, presionando mi cara contra mis manos.
Ellas se sacudieron. Yo me sacudí. Las moví a la cadena alrededor de mi
cuello y deslicé mis dedos a la rosa. Algo tan pequeño había sido lo que
rompió la conexión.
Pero no era la rosa en sí misma, era lo que simbolizaba —el amor de
Aiden por mí y como me sentía yo por él— algo puro y natural, no una
emoción forzada. Ver eso había roto el lazo entre Seth y yo.
Llevé el cristal a mis labios y presioné un beso en la rosa.
El vínculo estaba roto, pero Seth todavía estaba allí… al final de la
cuerda dormida en la boca de mi estómago. Dioses, él había estado tan
furioso, realmente asesino, pero un golpe había ondulado a través de
nuestro lazo un segundo antes de que finalizara. Y luego otra vez, cuando
Tánatos me había golpeado con la ráfaga de dios, él había estado allí
como un acosador espeluznante con un billete de ida a mi cerebro.
Seth no creyó que yo sería capaz de romper el lazo. ¿Y cuán lejos
habría llegado si no lo hubiese hecho?
Ellos vendrán a matarte. Y aunque Tánatos no tenía el jugo para
lograrlo, estaba segura como el infierno de que él no tendría problemas en
causarme daño a mí—o a cualquiera que me defendiera. Personas
podrían haber muerto hoy debido a mí.
Aspiré una bocanada de aire.
¿Y por qué Aiden había bloqueado a Apolo la cabaña? ¿Qué le pasó
a esa “fiesta-de-amor”?
Dioses, había tantas preguntas, y estaba demasiado cansada para
62
esto ahora. Necesitaba un momento para reagruparme. Necesitaba una
Página

cama después de esta ducha.


El agua fluía sobre mi cuerpo, sobre la piel que estaba tan magullada
como mis entrañas, y aplastaba mi pelo contra mi espalda. Cerrando los
ojos, levanté la barbilla y dejé que la ducha hiciera su trabajo, borrando las
lágrimas que se habían aferrado a mis pestañas con un apretón de
muerte, limpiando mi mente de todo.
Ya habría tiempo para hacer esas preguntas, planear la dolorosa
muerte de Seth, y encontrar a mi padre, pero ahora mismo, simplemente
no podía hacerlo. No podía pensar en otra cosa más que en el ahora, justo
en este momento, porque todo estaba demasiado crudo y demasiado
fresco para profundizar en ello.
Oí la puerta del baño cerrarse y mantuve mis ojos cerrados, pero mi
ritmo cardíaco se disparó a territorios inexplorados. Crucé los brazos a mí
alrededor y contuve la respiración.
Hubo un movimiento sigiloso detrás de mí. Piel rozó la mía. Un sutil
escalofrío rodó por mi columna vertebral. Una chispa infinita se transfirió
entre nosotros, algo que no podría ser replicado o forzado. ¿Cómo podría
haber olvidado eso cuando estaba conectada con Seth? Mi corazón dio
un vuelco con fuerza.
Aiden colocó la masa de espeso cabello sobre uno de mis hombros y
sus labios encontraron el espacio entre mi cuello y mi hombro. Sus manos
se deslizaron por la piel resbaladiza de mis brazos, ahuecando mis codos y
luego mis muñecas. Suave y lentamente, bajó mis brazos a los lados.
Me mordí el labio y mis piernas empezaron a temblar. Pero él estaba allí.
Como siempre, sosteniéndome cuando no podía pararme y dejándome ir
cuando sabía que lo necesitaba. Él era algo más que un refugio. Aiden era
mi otra mitad, mi igual. Y el no necesitaba una rara conexión Apollyon.
Aiden esperó, inmóvil como una estatua, paciente como siempre,
hasta que mis músculos se desbloquearon, uno por uno. Luego sus manos
bajaron a mi cintura y me giró hacia él. Un latido de corazón pasó y él
apoyó sus dedos sobre mi barbilla, inclinando mi cabeza hacia atrás.
Abrí mis ojos, parpadeando la humedad fuera de mis pestañas, y el aire
se atascó en mi garganta. Débiles magulladuras moradas ensombrecían su
mandíbula. Había un corte sobre el puente de su nariz. Sin duda lesiones
que yo le había hecho.
—Lo siento mucho, Aiden. —Mi voz se quebró—. No puedo decirlo lo
63
suficiente. Lo sé, pero lo sien—
Página

Él inclinó la cabeza y su boca rozó la mía, silenciando mis palabras. Mis


labios se abrieron para él, al igual que mi corazón y todo lo demás. El dulce
y tierno beso, bueno, disminuyo el peso, aliviando algo de la culpa y la
vergüenza. Mi piel —mis entrañas— estaban raspadas y doloridas, pero su
toque las alivió. Me imaginé que era lo mismo para Aiden. Dioses,
probablemente era peor para él, teniendo en cuenta todo lo que le había
hecho y dicho. Lo que él había tenido que hacer, que sacrificio, para
mantenerme a salvo.
El beso se profundizó, volteando y retorciendo mis entrañas en un
placentero enredo, y era como la primera vez que nos besamos.
Sensaciones corrieron por mi piel, mi corazón cantó, y el sentimiento que se
desplegó en la boca de mi estómago era mejor que utilizar el akasha, era
más fuerte y más adictivo. Me besó como si nunca hubiera esperado
hacerlo de nuevo, como si de alguna manera pudiera besar lejos las
semanas.
Puse mis manos sobre sus antebrazos. Sus músculos se enroscaron bajo
ellas cuando él me levantó y yo envolví mis piernas a su alrededor. El deseo
no era la única cosa entre nosotros. Había mucho más: perdón,
aceptación, alivio, y lo más importante, amor.
No el tipo de amor impulsado por la necesidad y que destruye
ciudades y civilizaciones enteras, pero sí del tipo que las reconstruye, por lo
que yo sabía.
Manteniendo un brazo alrededor de mi cintura, su otra mano se enredó
en mi pelo mojado. Y no dejamos de besarnos, porque esto era correcto y
era lo único que importaba. Mi corazón latía demasiado rápido, pero era
perfecto, era como volver a casa después de no creer que sería capaz de
hacerlo.
No sé cómo llegamos a la cama o si el agua de la ducha estaba
cerrada. Pero estábamos juntos, nuestros cuerpos resbaladizos, nuestro
pelo mojado empapando las sábanas en las que estábamos enredados. Y
luego nosotros nos enredamos, nuestras piernas y brazos. Sus manos
estaban por todas partes, reverenciando a las muchas cicatrices en mi
cuerpo. Sus labios las siguieron, y crecí reencontrándome con los duros
músculos de su estómago, la sensación de él.
Miré hacia abajo a mi cuerpo, sorprendida al ver las marcas del
Apollyon brillando débilmente, mientras se arremolinaban en mi piel,
formando un símbolo raro y luego otro.
64
—¿Qué? —Aiden ahuecó mi mejilla, tirando mis ojos hacia él—. ¿Esto es
Página

demasiado rápido? Debería—


—No. No, son... son las marcas del Apollyon. Están en una especie de
hacer lo suyo en estos momentos.
—¿Debería estar preocupado?
Me eché a reír tímidamente, sintiéndome como una de esas serpientes
venenosas que advertían de su veneno con sus colores vibrantes. —Creo
que les gustas.
La mano de Aiden se deslizó por mi mejilla bajo por mi garganta y a la
derecha debajo de mi pecho. Las marcas se deslizaron hacia su mano,
como si estuvieran atraídas por él. Quizás lo estaban. No estaba segura de
cómo funcionaban las marcas. La respuesta probablemente descansaba
en los miles de años de recuerdos, pero era como buscar una aguja en
una pila de agujas.
—Yo las vi —dijo, su voz ronca y profunda y sus ojos como charcos de
plata líquida—. Cuando despertaste, y cuando fuiste puesta en el Elixir. —
Sus cejas se estrecharon mientras alisaba su mano sobre mi cadera—. Son
hermosas.
—¿En serio? —Me sentí hermosa cuando me miró, aunque estuviera
toda tatuada.
—Sí. Fue la cosa más hermosa que jamás había visto.
Un largo y angustioso momento pasó mientras él se cernía sobre mí, sus
ojos fijos en los míos, su cuerpo una espiral apretada como una cuerda a
punto de romperse. Y cuando lo hizo, sus labios se encontraron con los míos
y hubo un proveniente de la parte posterior de su garganta que me
quemó. Nuestros cuerpos se encontraron y por unos momentos, ninguno
de los dos se movió, y luego lo hicimos, nuestras voces eran suaves susurros
en el cuarto oscuro.
Algún tiempo después, estamos frente a frente, su mano envuelta
alrededor de la mía. Nuestros cuerpos estaban presionados cerca. El
agotamiento me perseguía ahora, y a Aiden, también—había sido por
semanas. La lucha y todo lo demás nos había puesto sobre el borde. El
sueño me reclamó a mí primero. Sólo sabía eso porque podía sentir la
mirada de Aiden en mi cara, y segundos antes de escabullirme sentí sus
labios en mi frente.
Le oí susurrar—: Eíste pánta mou...
Tú eres mi todo.
65
Página
Nueve
Traducido por Jesslovenly, Fenix , Cia
Corrección por patricia.01

N
o importaba lo complicada que mi vida se había vuelto, una
cosa seguía siendo la misma: mi cabello parecía como si una
zarigüeya bebé se hubiera refugiado en ella, invitado a algunos
amigos y hecho una fiesta. Eso es lo que pasa cuando duermo con el pelo
mojado.
Lo amarré en una gruesa trenza y respiré hondo.
Lo admitía, me había visto mejor en otros días, bueno, mi cara por lo
menos. La mayor parte del daño me lo había hecho yo misma. Aiden no
me había levantado la mano en todo el tiempo que habíamos estado
peleando. Sólo se había defendido a sí mismo, pero ambos tuvimos suerte
de aún estar de pie después de habernos enfrentado a Tánatos y a las
furias.
Mi reflejo se estremeció.
Aiden ya se había ido para el momento en que me arrastré fuera de la
cama. Quería estar entre las sábanas, inhalando su aroma único de mar y
hojas quemadas, sosteniendo la almohada que había utilizado cerca de
mi pecho. Quería esperar allí hasta su regreso, así podría envolverme
alrededor de él, haciendo una repetición de la noche anterior.
Pero la realidad es que no iba a hacer una pausa o esperar por
nosotros. Había demasiado que hacer y, además, necesitaba hacer frente
a todos. Me tomó un largo suspiro y me aparté del espejo. Mirando 66
fijamente mi cara durante horas no iba a solucionar nada.
Encontré la bolsa de la ropa que había llevado conmigo cuando me
Página

había quedado en la casa de los padres de Aiden y él tuvo el sentido de


tomarla cuando salimos de la isla Deity. Allí había algunos artículos que no
había visto ni notado antes, uno de ellos era un uniforme de Centinela. Eso
trajo una sonrisa en mi cara. Tiré de un par de jeans, sorprendida de los
sueltos que eran. Me deslicé en un par de botas que no eran nada
comparadas a las de Olivia, luego fui a la puerta y me estremecí. Olivia.
Oh, queridos doses, había usado una compulsión en ella. En serio esperaba
que no siguiera en el sótano.
Caminé por el pasillo en silencio, frotándome el moretón que picaba en
mi mejilla. Ni siquiera sabía qué mes era. Sentía frío, pero no lo había
sentido tanto cuando habíamos estado fuera ayer. Infiernos, ni siquiera
sabía dónde estaba.
Agarrando la mitad de mi trenza, fui por las escaleras, jugando con las
secciones. En la parte inferior de las escaleras, vi a un centinela alto con
cabello marrón recogido en una coleta baja. Solos. Por lo que yo
recordaba, no lo había amenazado con daños físicos; por lo menos, no en
la cara.
Él se dio la vuelta en cuanto me notó. —Bueno, miren quién regresó.
Mis mejillas se pusieron rojas y me detuve en el rellano, totalmente
insegura de qué decir.
Solos sonrió, distorsionando así, la cicatriz que cortaba profundamente
su mejilla. —No voy a morderte, pequeña.
Calor invadió mi cuerpo y levanté mi barbilla. Dioses, ¿qué pasaba
conmigo? —Bien, porque yo te mordería de regreso.
—Eso es lo que escuchado. —Sus ojos azules brillaron. Ahora me sonrojé
por una razón totalmente nueva—. Estoy seguro de que tienes hambre. Has
dormido durante casi un día entero. Todo el mundo está en la cocina
ahora.
Mi estómago gruñó ante la idea de la comida, pero luego se agrió. —
¿No hay cubiertos afilados o algo?
La risa de Solos era profunda y rica. —No, es noche de comida para
llevar, así que estás de suerte.
Encontrando mi valor, lo seguí por el pasillo. Él entró a la cocina primero
y yo luego me asomé por la esquina. Deacon y Luke estaban sentados en
un lado, varias cajas de comida china repartida por delante de ellos.
Ladaan estaba al lado de ellos. Marcus, Lea y Olivia estaban al otro lado
de la mesa. No tenía ni idea de dónde estaba Aiden.
67
—Tenemos compañía —anunció Solos, agarrando uno de los deliciosos
Página

bollos y haciéndolo estallar en su boca.


Todos dejaron de comer y se voltearon para mirarme.
Solté mi trenza y le di al grupo el HOLA más torpe que nunca. —Hola.
Luke dejó caer sus palillos en sus fideos. Tenía un moretón desagradable
en un lado de su cara, desapareciendo por la línea de su cabello.
—¿Yo te hice eso? —Entré en la cocina—. ¿El moretón?
—Sí —dijo lentamente—. Cuando me estrellaste contra la pared… sin
tocarme
Hice una mueca. —Realmente lo siento por eso.
—Oh, no te preocupes por eso. —Deacon sonrió mientras se recostaba
en su silla, meciéndose hacia arriba sobre sus dos piernas—. Él está bien.
—Mi ego no lo está. —Le disparó a Deacon una mirada asesina—. Ni
siquiera me tocó—dijo Luke.
Deacon se encogió de hombros.
—Bueno, ella es el Apollyon. Duh.
Una silla raspó contra el piso y mi cabeza se volvió hacia el sonido.
Marcus caminó alrededor de la mesa y se detuvo frente a mí. Ahora, yo lo
había amenazado un poco en la cara, pero aun así había venido a luchar
ayer, al igual que Solos.
Me sentí horrible
Marcus puso sus manos sobre mis hombros. Había un fino temblor en
ellos. —Alexandria…
Mi tío siempre se había negado a llamarme por mi apodo, y yo siempre
le había llamado Decano, debido a su posición en el Covenant, pero las
cosas… las cosas eran diferentes ahora. —¿Marcus?
Hubo un momento largo y tenso, luego me agarró en un fuerte abrazo.
Por una vez, no era uno torpe y débil. Saqué mis brazos de los costados y lo
abracé firmemente. Lágrimas quemaron en el fondo de mi garganta.
Marcus y yo… bueno, habíamos recorrido un largo camino.
Cuando se retiró, resistí un suspiro. Esos ojos color esmeralda que eran
normalmente fríos, no lo eran ahora. Era como mirar fijamente a los ojos de
mi madre.
Inhaló bruscamente. —Me alegro de que hallas vuelto.
Asentí con la cabeza, tragando con dificultad. —Me alegro de estar de
vuelta.
—Diablos, todos estamos de acuerdo con eso. —Luke cogió una
donut—. No hay nada más espeluznante que tener un Apollyon psicótico
68
enjaulado en el sótano.
Página

—Ja —le dije.


Luke me guiñó un ojo y luego lanzó la donut hacia mí y la atrapé.
Azúcar voló por todas partes.
—O esperar a que se rompiera y comenzara a correr como un loco
suelto —añadió Deacon mientras tomaba un bocado. Miró a través de la
mesa—. O esperar a que alguien, no quiero decir nombres, que no
escuchan y van a decir HOLA.
Las mejillas de Olivia se enrojecieron mientras se levantaba. Se acercó
lentamente, esperando a que terminara de masticar. Empecé a pedir
disculpas: —Lo siento mucho…
Ella me dio un puñetazo en el estómago. Duro. Me doblé, jadeando en
busca de aire. —¡Dioses!
Solos y Marcus dieron un paso adelante, pero levanté mi mano contra
ellos. —Está bien, me lo merecía.
Entonces me di cuenta de que no se habían movido para protegerme,
sino que lo hacían para proteger a Olivia. Supuse que no había nadie el
cien por ciento relajado a mi alrededor. Supongo que no podía culparlos,
cuando yo tenía el arma más poderosa de la tierra, y además hacía tan
solo un día había estado dispuesta a utilizarla en su contra.
—Te lo merecías totalmente. —La voz de Olivia se estremeció—. ¿Sabes
lo mal que me sentí cuando Marcus bajó y me encontró sentada allí como
una mierda? ¡TE AYUDÉ A ESCAPAR!
Pensé que podría golpearme de nuevo, así que di un paso atrás.
Olivia pasó sus manos sobre sus rizos marcados. —Pero ahora estoy
mejor, sobre todo ahora que pude golpearte. —Entonces ella saltó hacia
adelante y me abrazó.
Allí de pie, le di palmaditas en su espalda, esperando que no cambiara
de opinión y me diera una puñalada en la espalda. —Realmente lo siento.
—Lo sé —respondió. Ella se echó hacia atrás, sonriendo. Sus ojos
estaban brumosos.
Ladaan fue la siguiente. La belleza de su cabello negro era tan
elegante como siempre. Estaba vestida con una camisa de cuello alto y
de color rojo, también llevaba pantalones blancos. Me envolvió en un
cálido abrazo. Olía a rosas de primavera y para cuando ella se hecho
hacia atrás, yo no quería dejarla ir.
—Hablaremos más tarde, lo prometo —dijo, y sabía que estaba
hablando de mi padre. Tomó mi mano y me llevó hacia el lugar vacío junto
69
a Olivia—. Siéntate. Come.
Página

Echando un vistazo alrededor de la mesa, vi cómo un plato de plástico


se pasaba alrededor, cada persona derramando una ración de comida
en ella. Incluso Lea, quien no había dicho ni una sola palabra hacia mí,
estaba colocando unos camarones en el plato. Cuando llegó de nuevo a
mí, mi boca se hizo agua, pero tenía que decir algo primero.
—Chicos, lo siento mucho por todo. —Miré mi plato, pero forcé a mis
ojos mirar hacia arriba—. Sé que era un terror y deseo…deseo que ninguno
de ustedes hubiera tenido que pasar por eso.
Marcus se volvió en su asiento. —Sabemos que no eras tú, Alexandria.
Entendemos.
Junto a él, Lea aclaró su garganta. —En realidad, prefería la versión del
loco Apollyon a la del Elixir, para ser honesta. —Me miró, sus gruesas
pestañas ocultando sus ojos amatistas—. Eso fue muy raro, verte
esconderte detrás de Aiden.
—Eras muy diferente —admitió Luke, y luego se estremeció—. Hombre,
el Elixir no es broma.
—Te escondiste en un armario. —Deacon sintió la necesidad de
informarme.
Empujando mis fideos, fruncí el ceño mientras los recuerdos de mi
tiempo con el Elixir se deslizaban en su lugar. —Apuesto a que era divertido
de ver —dije.
—No sé si me gustaría decir que fue divertido —añadió una nueva voz.
Mi cabeza se sacudió y mi corazón se derrumbó sobre sí mismo. Aiden
estaba justo en la puerta de la cocina, vestido como siempre; como un
Centinela. Caminó hacia la mesa y cogió la caja de arroz integral. Se
apoyó en el mostrador. La curva de su mandíbula estaba dura y sus ojos
eran de piedra.
Ellos se encontraron con los míos. Hizo un gesto hacia mi plato con la
caja. —Come, tienes que comer.
Todo el mundo vio sus platos mientras yo recogía un tenedor que ni
siquiera me di cuenta que había dejado caer. Me atreví a darle un vistazo
a Aiden mientras enrollaba el tenedor en mis fideos. Él estaba
observándome. Siempre observándome.
Deacon me ofreció un par de palillos chinos. —No debes usar el
tenedor.
Le disparé una mirada suave. —¿Acaso me veo como alguien que
sabe cómo usar los palillos?
70
Él sonrió. —¿Difícil?
Página

—Idiota —le regresé.


Rodó sus ojos.
—No es tan difícil. Ven, deja que te enseñe.
Deacon improvisó una lección de palillos chinos y mi absoluto fracaso
alivió un poco la tensión en la mesa. Riéndome, me di por vencida cuando
Aiden le ordenó a su hermano que me dejara comer en paz.
Comiendo, escuché la conversación a mi alrededor. Se habló de cosas
sin importancia y me imaginé que estaban esperando a que terminara de
comer para que empezaran las conversaciones reales, conversaciones
necesarias.
Terminé todo lo que me habían dado, comí el arroz restante que Aiden
había dejado en mi plato mientras rodeaba la mesa, y luego terminé con
una dulce dona azucarada.
Mi estómago estaba lleno, me recliné en la silla y suspiré. —Eso dio en el
blanco y algo más.
Olivia le dio unas palmaditas a mi estómago. —Lo necesitabas… Y
probablemente un par de hamburguesas también.
Mis ojos se abrieron. —Mmm, hamburguesas… por favor, dime que hay
McDonald’s. ¿Está por aquí? Por cierto, ¿dónde estoy?
Todo el mundo se quedó en silencio, y nadie me miraba.
—¿Qué? ¿Qué? —Me senté, mirando alrededor de la mesa. Y entonces
me di cuenta—. Ustedes no confían en mí, ¿verdad?
Lea fue la primera en verme a los ojos. —Está bien, voy a ser la lluvia en
este feliz desfile. ¿Cómo sabemos que todavía no estás conectada a Seth?
—No lo está —dijo Aiden, recogiendo las cajas vacías y tirándolas en
una bolsa de basura negra que llevaba—. Confía en mí, ella ya no está
conectada a Seth.
Deacon bufó.
Lo fulminé con la mirada.
Lea se recostó en la silla cruzando los brazos y dijo—: ¿Hay alguna otra
prueba concreta, que no seas tú diciéndonos que debemos confiar?
Aiden me vio y rápidamente desvió su mirada. Dudaba que Lea
quisiera oírnos hablar de ese tipo de pruebas. —No estoy conectada con
Seth, te lo prometo.
—Las promesas son débiles, podrías estar fingiendo —replicó ella.
71
—Lea, querida, no tiene por qué fingir. —Laadan sonrió suavemente—.
Página

Si estuviera conectada con él, ella no estaría aquí sentada.


—Y mi hermano no estaría limpiando detrás de nosotros, ¿verdad? —
Deacon se desplomó hacia atrás, como si acabara de ver que Aiden
estaba a segundos de su muerte. Quería esconderme debajo de la mesa,
cuando Deacon, estupefacto, sacudió su cabeza—. Dioses, lo siguiente es
conseguir a una sirvienta, o algo así.
Aiden golpeó la parte trasera de la cabeza del Deacon al pasar. —
Siento el amor.
Su hermano echó la cabeza hacia atrás, sonriendo.
Tomando un respiro, me puse de pie y tomé el respaldo de mi silla. —
No estoy conectada a él, y estoy bastante segura de que no puede cruzar
mis defensas. Pero sé que está allí, puedo sentirlo.
Aiden se detuvo y giró hacia mí.
Ups, mejor aclaro eso.
—Quiero decir, puedo sentirlo, pero él no puede alcanzarme, no
realmente. Es tan solo un leve zumbido. Nada como antes. Él no puede
llegar a mí, estoy bastante segura.
—¿Bastante segura? —preguntó Marcus, tragando.
Asentí y tomé otro respiro. —Miren, no puedo decir que algo raro no
sucederá. No sé de qué él sea realmente capaz, pero deberá tratar muy
duro para pasar estas defensas.
—Estarás bien —dijo Aiden atando la bolsa de basura, músculos
saltando en sus brazos—. Él no pasará
Forcé una sonrisa, sabía que Aiden creía en eso—. Y sabrás cuando lo
haga. No creo que tenga paciencia para tratar de engañar a nadie.
Luke rugió de risa. —Como si no supiera eso.
—Llevemos la conversación a un lugar más cómodo entonces. —
Marcus se paró, tomando su vaso, de lo que asumí, era vino. Miré el cristal
largamente—. Estoy seguro de que todos tenemos muchas preguntas.
El grupo siguió a Marcus, pero me quedé detrás. Recogiendo las latas
vacías, las tiré al bote de basura. Aiden estaba colocando una bolsa
nueva.
—¿Limpiando? —preguntó, poniendo la bolsa en el basurero—. Esto es
inesperado.
—Soy una chica nueva. —Arrojé las latas—. ¿Estás bien?
Aiden enganchó un dedo en el cinturón de mis jeans y me llevó al
72
fregadero. Luego enrolló mis mangas, abrió y tomó el jabón de manos.
Página

Rodé mis ojos, pero metí mis manos bajo el agua tibia. —¿Aiden?
—¿Qué? Tendrás manos pegajosas y estarás tocando todo. —Él roció el
jabón perfumado de manzanas en mis manos—. Dejarás pequeñas huellas
por todo el lugar.
Vi a mis manos desaparecer bajo las suyas, más grandes y olvidé lo que
estaba preguntando. ¿Quién pensaría que lavarse las manos pudiera ser
tan… perturbador?
—¿Estás al tanto de la visita del CSI?
—Nunca puedes saberlo.
Lo dejé terminar, porque quién era yo para detener su momento
obsesivo compulsivo; luego sequé mis manos. —Eso no es lo que quise
decir. ¿Estás bien?
—¿Lo estás tú?
Puse mis manos limpias en puños. —Sí, estoy bien. Responde mi
pregunta.
Él inclinó su cabeza hacia un lado. —¿Qué quisiste decir antes sobre ser
capaz de sentir a Seth?
¿Entonces esto era lo que lo tenía tenso? —¿Tú sabes lo que es cuando
estás en una casa con la TV muda? ¿Puedes sentir esa extraña sensación?
—Cuando el asintió, sonreí—. Es como eso. Está justo allí, pero él no puede
alcanzarme.
Una pausa.—¿Has tenido algún dolor de cabeza? —me preguntó.
Confundida, sacudí mi cabeza. —No, ¿por qué preguntas?
—Por nada —él dijo y sonrió—. Estoy bien Alex. Soy la última persona por
la que deberías preocuparte.
—Pero sí me preocupo. —Había mucho por lo cual preocuparse.
Volviendo a la nevera, me estiré para agarrar una botella de agua.
Mientras bajaba una, encontré otra botella, pero era diferente.
El contenido había sido tirado y reemplazado con líquido azul vibrante.
La inhalación fuerte de Aiden fue como una ráfaga de aire frío. —
Alex…
Ignorándolo, solté mi botella y alcancé la otra. Con mis manos
temblando, envolví mis dedos alrededor del plástico. Yo sabía lo que
estaba en la botella. Sabía que un derrame inofensivo tendría un aroma
repugnantemente dulce y podría hacerme olvidar quién era en cuestión
de minutos.
73
Aiden maldijo por lo bajo. Enfrentándolo, levanté la botella. —¿Este es
Página

el Elixir, no es así?
Su mano se cerró en su costado. —Lo es.
Miré hacia la botella. Tenía dos temores en la vida: perderme a mí
misma por Seth y perderme a mí misma por el Elixir. Ambos habían ocurrido,
y de alguna forma regresé de aquellos agujeros de conejo. Pero
sosteniéndolo en mis manos, no pude negar el sabor crudo del miedo
construyéndose en la parte trasera de mi garganta.
Era como sostener una bomba, una bomba diseñada para derrumbar
mi mente.
Aiden la miraba como si quisiera quitarla de mis manos, y le di una
sonrisa débil. —¿Deberíamos conservarla?
—¿Qué?
Tensión saliendo de él, y algo más. ¿Asco? Recuerdos y piezas de
momentos de cuando estuve bajo el Elixir que no eran bonitos.
—¿Qué si lo necesitamos otra vez? —pregunté, luchando contra el frío
bulto en mi garganta—. ¿No es por eso que ustedes… todos estuvieron
guardándolo?
—No, lo puse allí y me olvidé de él.
Entonces él lo sacó fuera de mis manos. Moviéndose rígidamente, lo
llevó al fregadero y desenroscó la tapa.
—¿Aiden?
Sin decir una palabra, arrojó lo que quedaba del Elixir. Dulzura llenó el
aire, desapareció cuando abrió el grifo. Esperé que él no estuviera
cometiendo un error.
Puse mi mano en su brazo.
Músculos se tensaron mientras se acercaba a mí, rozando las puntas de
sus dedos en mi mejilla, pero antes de que pudiera hacer algo, alguien
aclaró su garganta tras nosotros. Me volví, Solos estaba espiando en la
puerta.
—Solo estoy asegurándome de que ustedes dos están bien —dijo,
guiñando un ojo.
Una ola de vergüenza y culpa golpeó mi estómago. —No voy a
matarlo y a esconder su cuerpo en la nevera.
—Es bueno saber eso —murmuró Aiden.
—Uno nunca puede estar tan seguro —replicó Solos—. Vamos, vamos
chicos, la gente está poniéndose quisquillosa.
Suspiré. —Dioses, como que extraño a Apolo. Al menos él no pensaba
74
que yo quería matarlos.
Página

—Sip, bueno, sobre eso…


Enfrenté a Aiden lentamente, recordando que él de alguna manera
había echado a Apolo. —¿Qué hiciste? ¿Lo echaste, verdad? ¿Cómo?
¿Por qué?
Sus cejas se arquearon. —No estoy seguro de si realmente quieres saber
qué provocó eso.
Cruzando mis brazos, esperé.
Aiden ladeó su cabeza a un lado, apretando su mandíbula. —Apolo no
fue completamente honesto sobre un montón de cosas; por ejemplo,
sobre cómo un Apollyon puede ser asesinado.
Tenía un presentimiento feo sobre esto.
—Apolo puede matarte, Alex. Él estaba planeando hacerlo si yo te
quitaba el Elixir y te conectabas otra vez con Seth. Y quien sea responsable
por Seth, puede hacerlo con él, pero parece que ese dios quizás esté
trabajando con ellos. —Él se detuvo, haciendo muecas—. Entonces, eché
a Apolo de la casa.
Mi estómago se sacudió. Sip, quizás debería haber esperado por esa
explicación luego de que mi comida se asentara.

75
Página
Diez
Traducido por Dafne
Corregido por Esperanza.nino

D
espués de que forcé a Aiden a soltar esa pequeña bomba,
fuimos a la gran sala de estar. Estaba entumecida. ¿Apolo
podía matarme? ¿Apolo quería matarme? ¿Entonces por
qué....? Dioses, ¿por qué estaba tratando de ser lógica sobre esto? Apolo
era un dios. ¿Quién sabe?
Me senté al lado de Deacon y decidí por el momento dejar de lado el
tema de Apolo. —Bueno, ¿puedo empezar de a poco? ¿Qué fecha es
hoy?
Marcus se apoyó delante de un escritorio. En ese momento me di
cuenta de que estaba en jeans y no podía pensar en una ocasión en que
lo hubiera visto tan casual. —Hoy es 5 de Abril.
Parpadeando un par de veces, me recliné. Un mes... básicamente
había perdido un mes entero. Dioses, ¿qué estaba pasando en el mundo,
fuera de esta cabaña? Aclaré mi garganta. —¿Y dónde estoy? Si los hace
sentir mejor, me pueden decir sólo el estado.
—Apple River —dijo Aiden, mientras seguía mirando por el gran
ventanal.
Crucé los brazos, una especie de dolor.
—Está bien, sé que te tuviste que inventar ese nombre.
Una leve sonrisa se formó en los labios de Aiden. —Es real. Estás en
Illinois. 76
—¿Illinois? —Mi cerebro estaba atascado en el nombre Apple River
siendo real.
Página

—Y se trata de lo más vacío y aburrido al igual que como suena —dijo


Deacon, inclinando su cabeza hacia Luke—. Y verdadera selva virgen. Fui
una vez. Aterrador. Leñadores, no digo más.
Solos se rascó. —Esta es la cabaña de caza de mi padre—una de
muchas— y no es tan espantoso.
Asentí lentamente. —Está bien. ¿Y los dioses? ¿Cuáles de ellos no tiene
permitida la entrada ahora mismo?
—Todos ellos —río Marcus, revolviendo el contenido de su vaso. La
sonrisa abandonó rápidamente su rostro—. Todos ellos, Alexandria.
—No hemos visto a mucho de los dioses, pero Hefesto reforzó las barras
—dijo Lea, estudiándose las uñas—. Él era un poco aterrador.
Supongo que había estado fuera cuando él se mostró. —No puedo
creer que Apolo me golpeó con una ráfaga de dios.
—No puedo creer que Aiden le dio un puñetazo —dijo Marcus,
derribando el resto de su vino.
—¿Qué? —Mi boca calló abierta—. No lo hiciste.
La media sonrisa se agrandó hasta que un hoyuelo apareció en su
mejilla izquierda. —Lo hice.
—Todas esas veces que me gritaste por pegarle a la gente, ¿y le pegas
a un dios? —No podía creerlo.
Esa media sonrisa se convirtió en una enorme. —Era una situación
diferente.
Oh. Está bien. Sacudiendo mi cabeza, continué. —Entonces, ¿han
habido más ataques como... el que ocurrió en el Covenant?
Laadan me miró fijamente. —¿Él...él no te dijo?
Me figuré que con "él" se refería a Seth.
—No estoy segura. Me mantuvo fuera de un montón de cosas.
—Excepto por decirte que estaban trabajando con daimons —dijo ella,
y asentí. Miró a Marcus y suspiró—. Un montón de cosas han estado
ocurriendo allí afuera, querida. Y muy pocas de las buenas.
Preparándome para lo peor, envolví mis dedos alrededor de la rosa de
cristal. —Dime.
—Nosotros realmente no tenemos que decírtelo —Lea cogió un
delgado control remoto y lo torció, apuntando a una pantalla plana en la
pared—. Podemos simplemente mostrártelo.
Lea puso uno de las estaciones de noticias nacionales. No pensé que
habría algo sucediendo en este mismo instante, pero aparentemente
77
habían pasado tantas cosas, siempre en las noticias.
Página

Una imagen de los edificios destruidos y coches derribados desfilaba a


través de la pantalla. Era de Los Ángeles. Hace tres días, había ocurrido un
terremoto catastrófico, de una magnitud de 7,0. Un día después, otro
había golpeado el Océano Índico, lo que provocó un destructivo tsunami
que había acabado con toda una isla. Y había más.
Devastadores incendios forestales habían plagado el Medio Oeste y
partes del sur de Dakota, cerca de la Universidad. Pensé que los
autómatas de Hefesto tenían algo que ver con eso, teniendo en cuenta
que respiraban bolas de fuego o lo que fuera. Hubo varias escaramuzas en
el Medio Oriente. Varios países estaban al borde de la guerra.
Desplazándose a lo largo de la parte inferior de la pantalla había un
anuncio de noticias de última hora, actividad sísmica había comenzado a
continuación en Mount St. Helens. Los temores de una erupción volcánica
completa tenían a personas huyendo de los pueblos cercanos.
Santos bebés daimons...
El presentador de noticias estaba entrevistando a un fanático del fin del
mundo.
Me senté de nuevo, sumergida en ello, horrorizada por lo que había
pasado. Todo esto por causa de Seth —y yo— y había tantas vidas
inocentes que se habían perdido, muchas más de las que pendían de un
hilo. Era una buena oportunidad para lanzar todos los fideos al suelo.
Lea apagó la televisión.
—¿Los dioses son responsables por todo eso? —pregunté.
Laadan asintió.
Hombre, los dioses estaban enojados.
—Hay más —dijo ella gentilmente, y una risa loca burbujeó en mi
garganta. ¿Cómo podía haber más?—. Muchos Centinelas han muerto a
manos de Lucian... por su ejército. Y muchos pura sangre han simplemente
desaparecido. Aquellos que llegaron a los Covenants están aguantando
firmes, pera nadie está seguro. También están lo que a los mortales les
parecen ataques de animales salvajes, pero que creemos son causados
por los daimons. Parece como si trataran de provocar a los dioses.
En algún momento, Aiden se movió para quedarse detrás del sofá. Sus
manos estaban en la parte posterior del cojín. Su presencia era
confortante, pero estaba en shock hasta el corazón. Apolo podría haberse
aparecido frente a mí y bailar desnudo y no hubiera pestañeado un ojo.
Seth no había mencionado nada de esto, pero Aiden había tratado de
78
decirme cuando estaba en la jaula.
Página

Y le había dicho que no me importaba.


Empecé a pararme, pero mis piernas no querían cooperar.
—Es mucho para digerir, ¿no? —dijo Luke mientras miraba fijamente sus
botas negras—. El mundo se fue a la mierda en alrededor de un mes.
—No es demasiado tarde. Los dioses nos están mostrando que es lo que
quieren. —Lea sonó muy madura para una chica a la que yo le había
arrojado una manzana unos meses atrás—. Quieren a Seth muerto.
Sabía que no era exactamente así. Ellos querían a uno de nosotros
muerto, preferiblemente antes de que llegáramos a acercarnos a la
distancia de un abrazo. Me calenté la cabeza buscando por algo útil.
Después de mi despertar, aprendí la historia de todos los Apollyons,
pero nada de eso me servía. Nada de eso, exceptuando algo con Solaris...
—Es sólo que no es tan simple como matar a Seth —Solos rascó la
barba en su mentón—. Está el problema de acercarse demasiado. Dionisio
dijo que Lucian tenía un montón de Centinelas y Guardias, la mayoría
mestizos.
¿Dionisio? ¿Cómo en el mundo pudo haber entrado en la escena? ¿No
era el dios de los borrachos o algo así?
—Y si nos acercamos mucho, si Alex se acerca mucho, entonces... —
Marcus se calló poco a poco.
Entonces él tomará mi poder, probablemente me drene, porque no
estaba segura de si Seth podría parar aunque quisiera. No importa lo que
él dijo mientras estábamos conectados, no podía confiar en sus
promesas—su argumento de venta— porque realmente no creía que Seth
supiera lo que estaba haciendo.
Me paré, porque no podía seguir sentada. Caminando hacia la
ventana, miré el paisaje sombrío mientras torcía el collar entre mis dedos.
La noche había caído, y aún con mi vista, los árboles estaban oscurecidos
y sombríos. Mi reflejo me devolvió la mirada, pálido y desconocido. Era yo,
Alex, mejillas levemente redondeadas y labios anchos. Con la excepción
de los locos ojos ambarinos, parecía la misma.
Pero me sentía diferente.
Había un silencio dentro de mí que nunca antes había estado. Todavía
no sabía lo que significaba.
—¿Entonces qué hacemos? —preguntó Luke—. ¿Esconder a Alex por
siempre?
79
Mis labios se transformaron en una cruel sonrisa. Eso no iba a funcionar.
Página

—Podría estar detrás de eso mientras alguien trae una DS o una Wii —
bromeó Deacon, pero cayó de bruces—. O no...
Hubo una pausa y luego Lea dijo—: Por favor, dioses, dime que tú no
sigues en contra de matar a Seth.
—Ahora probablemente no es el mejor momento para ir ahí —dijo
Marcus.
—¿Qué? —La escuché ponerse de pie y su ira llenó la habitación—.
Alex, tienes que entender, especialmente después de todo lo que te ha
hecho.
—Lea —saltó Aiden, metiéndose finalmente en la conversación.
—No me digas "Lea". Seth tiene que morir, ¡y Alex es la única persona
que puede hacerlo!
Dejando caer el collar, los enfrenté.
—Lo sé... que él tiene que ser tratado. Entiendo eso.
Todos, incluyendo Aiden, me miraron fijamente. Él empezó a hablar,
pero cerró su boca. Dicha sea la verdad, en este punto detestaba la idea
de matar cualquier cosa. No quería decir que no fuera a confrontar a un
daimon de nuevo, y aunque Seth había sido un verdadero bastardo
respecto a algunas cosas, sabía que muy en lo profundo él no era más que
un niño no amado que quería aceptación. Y sí, tenía una importante
adicción al akasha, pero también era un víctima de todo esto. La única
persona que yo disfrutaría quitar, solo un poquito, era Lucian. Si, podía ir
detrás de eso.
Pero ir por Lucian no iba a pasar.
—Alex —dijo Marcus suavemente.
Tomé aire, incapaz de poner fuera las palabras necesarias para lo que
tenía que ser dicho. —¿Qué hacemos? —Miré a Aiden y a Solos. Ellos eran
los Centinelas expertos aquí. Era tiempo para algunas estrategias de
batalla, lo cual no era mi punto fuerte, porque yo era más de un tipo
"primero corre hacia las cosas de frente y planta la cara como una pared"
de luchador—. Tenemos que detener a Seth y a Lucian, pero no podemos
sólo caminar hacia ellos. Tenemos que ser capaces de acercarnos sin que
ellos lo sepan y nosotros… yo necesito saber cómo luchar con Seth sin
transferirle mi poder.
Aiden lucía como que no le gustaba como sonaba eso, pero se volvió
hacia Solos y asintió. —Apolo dijo que podía tardar unos días en volver,
80
pero pidió que no dejáramos las guardias hasta que él viniera a vernos.
Página

Esas guardas evitan que nos encuentren, y ahora mismo son la única cosa
que impide a los dioses que nos encuentren.
—¿Cómo hizo Tánatos para encontrarme? —pregunté con curiosidad.
—Fuiste afuera, pasando las guardas —dijo Aiden—. Ojalá Apolo pueda
decirnos más cuando regrese.
—¿Así que esperamos aquí hasta entonces y no hacemos nada? —Lea
se hundió sobre el cojín, cruzando sus brazos. Una mirada petulante cruzó
su cara.
—No nos vamos a sentar sin hacer nada —dijo Solos, mirando a la
chica—. Necesitamos entrenar y prepararnos para lo que... para lo que
viene. Eso es lo que Apolo quería.
Porque algo estaba viniendo, y era una guerra.
—Con suerte, Apolo podrá convencer a los dioses de salir —dijo Aiden,
su mandíbula trabajando—. Ahora mismo, necesitamos a los dioses de
nuestro lado.
—De acuerdo —dijo la mitad de la habitación.
La esperanza brilló en mi pecho. —¿Tú piensas que ellos se detendrán
en la mitad este... apocalipsis zombie?¿Estoy de vuelta en el Equipo No-
Locos?
Nadie lucía realmente esperanzador, pero Aiden me sonrió, y sabía que
lo hizo para hacerme sentir mejor, porque eso era lo que quería oír. Tomó
todo de mí no cruzar la habitación y saltar sobre él.
Prioridades, Alex, prioridades…
Todos estaban de acuerdo en empezar el entrenamiento lo antes
posible. Y tenía sentido. Luchar no era como andar en bicicleta. Músculos
debilitados, reflejos lentos. Honestamente, no teníamos otra opción.
Ojalá no se muestren otros dioses, repartiendo una gran ira de dios. Me
senté en el borde del sofá y empecé a manosear de nuevo la rosa. Sabía
que todos estaban esperando oír cualquier plan que Seth hubiera
compartido conmigo. Iban a estar decepcionados. —Lo único que Seth
me contó fue lo de los daimons, y él sabía que después se lo conté a
Aiden. No creo que estuviera muy preocupado. Realmente no me dijo
nada más. Los planes que él... los planes que hicimos era sobre liberar a mi
padre.
Los ojos de Laadan se humedecieron, y deseé que pudiéramos hablar
pronto. Había tanto sobre lo que quería preguntarle.
Solos ni siquiera trató de ocultar su desagrado. —Bueno, eso no es
81
realmente útil.
Página

—No es su culpa —replicó Aiden.


El Centinela esbozó una sonrisa torcida. —Tranquilízate, Loverboy8.
Mi boca se abrió para negar que Aiden fuera mi Loverboy. La respuesta
fue inmediata, inherente a la naturaleza. Forcé a mi boca a cerrarse antes

8 Loverboy: Chico amante.


de que pudiera decir algo. Todos en esta habitación sabían que Aiden y
yo estábamos juntos juntos. Infierno, probablemente todos en el mundo lo
suponían, cortesía del anuncio de Lucian después de que Seth hizo estallar
al consejo, lo que hizo a Aiden el Enemigo Público Número Dos. Era extraño
ser tan abierto al respecto, aunque, no extraño en una manera mala, pero
me iba a tomar un poco de tiempo conseguir acostumbrarme. No era el
pequeño secreto sucio de Aiden.
Nunca había sido su pequeño secreto sucio
Deacon se rió. —Oh, tú vas a ser la próxima persona en ser golpeada.
Apuesto plata a eso.
—Necesitas añadirte a la lista —Aiden lo miró alrededor de un setenta
por ciento serio.
—Y yo apuesto plata en eso —se lanzó Luke.
Me tiré hacia delante, agarrando mis rodillas. —¡Acabo de recordar
algo! No es importante, pero Seth se dirigía hacia el norte. Probablemente
va hacia Catskills.
—Eso es algo para salir adelante —Marcus miró su vaso, como si no
pudiera entender por qué estaba vacío—. No podrá llegar. No con
el Khalkotauroi que rodea el lugar.
Olivia se estremeció. —¿Crees que en realidad pueden detenerlo?
—Reducirán su velocidad —Marcus se empujó fuera del escritorio, en
dirección a la puerta—. ¿Alguien más tiene necesidad de un refresco?
—¿Va a compartir? —se animó Deacon.
Sorprendentemente, Aiden no le dijo que tuviera cuidado. Quizás un
menor de edad bebiendo vino no era nuestra mayor preocupación en ese
momento. Nuestro grupo se dispersó, algunos siguiendo a Marcus en su
carrera del vino. Sólo después de que se fueran me di cuenta de que el
Decano del Covenant estaba suministrando alcohol a menores.
Este realmente era un universo alternativo.
Después de unos minutos, éramos sólo Aiden y yo. Se sentó a mi lado
exhalando un largo suspiro. —¿Estás bien?
Preocupándome sobre cuántas veces me iba a preguntar eso en
82
veinticuatro horas, me volví hacia él—. Estoy bien, de verdad.
Página

Me miró como si quisiera decirme algo, pero en su lugar se inclinó hacia


delante y besó mi frente. —Voy a chequear los terrenos.
—Iré contigo.
—Quédate aquí y tómalo con calma, Alex. Sólo por esta noche, ¿está
bien?
Sentí la urgencia de hacer pucheros. —No tienes que hacerlo sólo.
—No lo haré —él esbozó una sonrisa—. Solos estará conmigo.
—Él no estaba contigo antes. Eso es lo que estabas haciendo cuando
todo el mundo estaba comiendo, ¿verdad? ¿Comprobando los terrenos,
asegurándote de que no hubiera daimons infiltrados?
—Dudo que haya algún daimon aquí afuera.
Pero él iba a seguir patrullando, porque eso era lo que los Centinelas
hacían, y pensé sobre como él estaba dispuesto a dejar esta vida... dejarla
por nosotros. Apostaba a que, si vivíamos en un lugar como Apple River,
todavía seguiría comprobando el patio cada noche. Pensar eso trajo una
sonrisa a mis labios.
—Extrañé tus sonrisas —dijo, parándose.
Miré hacia arriba, con ganas de agarrar su mano y hacer que se
quedara. —Estaré aquí esperando.
—Lo sé.
Me miró extrañamente y luego se fue, yo estaba sola... sola con la
excepción del suave zumbido en la parte posterior de mi cabeza. Traté de
no prestarle atención, ya que simbolizaba todo un camión lleno de
potenciales problemas. Ese maldito zumbido significaba que Seth seguía
ahí, y realmente no sabía lo que eso significaba en términos de
contactarse conmigo.
Echando un vistazo a la ventana, tomé aliento pero se quedó
atascado. ¿Qué si Seth podía ponerse en contacto conmigo? ¿Sería
capaz de luchar contra lo que él quería? Si lo hiciera, ¿podría razonar con
él de alguna manera? ¿O sólo me perdería de nuevo, y esta vez no
podrían encontrarme? Un dolor me atravesó el pecho.
Siendo imposible pensar en eso sin terminar meciendo en una esquina,
alcancé el control remoto y encendí la televisión. Las noticias todavía se
centraban en el terrible terremoto en Los Ángeles y en el desarrollo de la
historia que salía del Pacífico Nordeste.
Teniendo en cuenta la destrucción que los dioses estaban causando,
sabía una sola cosa, y dolía de una manera que no debería, de una
83
manera que no podía explicar. Seth tenía que morir, pero no tenía idea de
Página

cómo hacerlo... o si realmente podría, cuando llegara el momento.


Once
Traducido por Jess
Corrección por patricia01

M
e quedé frente al televisor toda la noche, cansada pero sin
sueño. Aiden se había dormido en el sillón reclinable al lado
del sofá alrededor de la tres de la mañana. Dudé del porque
estaba tan tranquilo con estar a mi lado por largos períodos de tiempo. No
sabía si estaba preocupado de que me convirtiera en la Malvada Alex otra
vez, o si sólo necesitaba estar cerca de mí. De cualquier manera, yo me
consolaba con sus suaves ronquidos. Creo que él estaba esperando a que
renunciara a mi fascinación mórbida por las noticias, pero no lo hice.
Cada presentador tenía algo diferente para agregar. Más fotos se
mostraban para que las vieran en todo el mundo. Los mortales lanzándose
a las calles de Los Angeles, disturbios y saqueos, pero en el Medio Oriente,
cayeron de rodillas en las calles y oraron.
Sujetando el control remoto hasta que mis nudillos dolieron, intenté,
realmente intenté, imaginar lo que debía sentirse para todos esos mortales.
Estar atrapado en algo mucho más grande de lo que ellos sabían, y en
cualquier momento, todo podría ser arrancado lejos de ellos.
Tenía más en común con ellos de lo que pensaba.
Realmente parecía como el fin del mundo. Ningún mortal podría
explicar la serie de eventos catastróficos que, en su limitado conocimiento,
podrían no estar relacionados entre sí.
Lo que estaba sucediendo ahí fuera estaba más allá de lo horrible, y la 84
destrucción se debía a Seth y a mí. Tal vez no hubiera llegado a esto, si
Seth no hubiera atacado al Consejo. Tal vez los dioses nos hubieran dejado
Página

solos y en paz para vivir nuestras vidas.


Tal vez habrían encontrado una manera de matarnos a pesar de todo.
No lo sabía y realmente no me importaba. Este era el lugar donde
estábamos ahora, y las estaban jodidas. Mientras que todo el
conocimiento de los Apollyons estaba flotando en mi cabeza, nada de eso
era útil a la hora de arreglar esto.
Laadan apareció en la puerta, vestida con unos pantalones y un suéter
blanco. Su pelo estaba perfectamente peinado, a pesar del hecho de que
el mundo estaba de cabeza. La mujer era impresionante.
Echó un vistazo a Aiden y sonrió. —¿Quieres venir conmigo a tomar un
café?
¿Cómo iba a rechazar la cafeína? Asintiendo, empecé a salir de la
habitación, pero retrocedí hacia donde Aiden descansaba y lo cubrí con
el edredón que le había puesto hace unas horas. El hombre debía haber
estado agotado, porque no se despertó, lo cual era raro.
Seguí a Laadan a la cocina y la vi hacer el trabajo rápido con el café.
Con nuestras tazas humeantes en la mano, nos fuimos a la terraza
acristalada por la privacidad que ofrecía. Nos sentamos en el asiento de la
ventana, nuestras piernas tocándose. Finalmente, íbamos a hablar sobre mi
padre, y no tenía idea de lo que iba a salir de su boca.
Incluso estaba un poco asustada, estúpida y débil de lo que sería, y mi
estómago estaba saltando por todo el lugar. No sabía nada de mi padre,
habiendo descubierto recientemente, hace tan solo unos meses, que era
un mestizo y que estaba vivo.
Laadan tomó un sorbo de su café y parpadeó varias veces. —En primer
lugar, quiero pedirte disculpas por lo que te sucedió en el Consejo. Yo…
—No tienes que pedir disculpas. Eso no fue tu culpa. —Y no lo había
sido. Laadan se había visto obligada a darme la Poción de Afrodita, como
un sobrealimentado roofie9 de los dioses , por uno de los guardias de Telly,
probablemente, el que yo había matado…
—Lo que ellos trataron de hacer que hicieras, es horrible. —Las lágrimas
llenaron sus ojos, brillantes como cristales—. Ojalá, ojalá lo hubiera sabido.
Lo siento mucho…
—Laadan, en serio, no tienes que disculparte. Sé que nunca estuviste
dispuesta a hacer algo como eso. Y sé que no recuerdas quién lo hizo. Está
bien. —Y dioses, no quería hablar de lo que sucedió esa noche. Aparte del
85
hecho de que me hizo pensar en el Guardia que había matado, si yo no
Página

hubiera terminado vomitando mis entrañas, Seth y yo… lo hubiéramos


hecho, y ahora después de todo, no creo que nunca fuera a superarlo.

9 Roofie: Fármaco hipnótico, también conocido como Rohypnol.


Apoyé mi café en la pequeña mesa mientras se me revolvía el
estómago. —Quiero saber acerca de mi padre.
Un cambio notable se produjo en Laadan. Un tipo diferente de brillo se
empañó en sus ojos. Ella tomó otro trago, su dedo índice tocando el cristal.
La anticipación me estaba matando.
—Tu padre es un... un hombre increíble, Alex. Debes saber eso por
encima de todo.
Mi respiración se quedó corta. —Lo sé. —Y lo sé, porque él tenía que ser
el que rompiera las reglas, además de ser el amor de mi madre—. El Elixir
no funcionaba en mi padre, ¿verdad?
Laadan sonrió con nostalgia. —Tu padre, Alexander, bueno, siempre
tuvo una voluntad fuerte, al igual que tú. El Elixir le cobró factura, pero
nunca cayó por completo a la compulsión. No sé cómo, pero se resistió
desde el principio.
Junté las manos. —Creo que lo vi en la escalera una vez, y luego hacia
el final, durante el ataque. Estaba luchando...
—Tú lo has visto. —Su mirada se movió hacia la ventana detrás de
nosotros. La luz solar temprana en la mañana entraba en rodajas sobre el
cristal cubierto de escarcha—. Estaba en la biblioteca la noche en la que
hablamos de tu madre y él.
Solo podía mirarla. Sabía que alguien había estado allí. —Los libros que
se cayeron, ¿era él?
Asintió.
¿Cuántas veces había estado cerca del hombre, mi padre, sin saberlo?
Un huracán de desilusión creció dentro de mí. —¿Y... y él sabe que yo soy
su hija?
—Sí, lo sabe. —Ella acercó su mano libre, tocando suavemente la piel
de mi cara, cerca de un hematoma que ya estaba empezando a sanar—.
Él te reconocería en cualquier parte. Te pareces mucho a tu madre.
Ese mordisco de tristeza me fortaleció y me retrocedió. —Entonces, ¿por
qué no me habló?
Laadan miró hacia otro lado, bajando su barbilla.
86
—Traté de hablar con él, Laadan. En el hueco de la escalera, pero él...
Página

me miró fijamente. ¿Y por qué no fue por mí en la biblioteca? Yo sé que él


no podía decir quién era, pero ¿por qué...? —Se formó un nudo en mi
garganta—. ¿Por qué no quiso hablar conmigo, por lo menos?
Su cabeza se giró hacia mí. —Oh, cariño, quería hablar contigo más
que nada, pero no es así de simple.
—Parece simple para mí. Abres la boca y hablas. —Luché por
quedarme quieta. ¿Había oído hablar de mis aventuras? Los dioses sabían
que los rumores sobre mis problemas con la autoridad habían viajado por
todos lados. ¿Pudo haberse avergonzado como un Centinela
capacitado? Peor aún, ¿cómo un padre?—. Simplemente no lo entiendo.
Ella respiró. —Muchas veces estuvo cerca de ti cuando estabas allí y tú
no lo sabías, pero era muy peligroso para él que lo vieras a tu alrededor. La
verdad de lo que es, de lo que fue tu madre, y lo tú que eres, era
demasiado riesgosa. Tenías demasiados ojos sobre ti.
La conversación que Seth y yo habíamos oído volvió a mí. Ya tenemos
uno aquí. La ira encendió y se apresuró a encender un fuego dentro de mí.
Marcus... Marcus lo había sabido, y ahora que todo estaba a la intemperie,
nosotros íbamos a hablar de eso.
—¿Lo que te dije en la biblioteca esa noche? Que él estaría orgulloso
de ti por lo que te habías convertido y no por lo que te convertirías. —Ella
agarró mi mano apretada en un puño, su agarre era suave—. Esa es la
verdad. Desde el momento en que llegaste al Covenant el verano pasado,
hice mi mejor esfuerzo para mantenerle actualizado sobre todo. Tu
madre... no sabía lo que le había sucedido a él y Alexander lo quería así.
En cierto modo, la muerte era más fácil que la verdad.
Parpadeé las repentinas lágrimas y quería tirar de mi mano para tenerla
libre; pero, como siempre, la naturaleza calmante de Laadan me desarmó.
—Las cosas son más complicadas de lo que te das cuenta, Alex. Él no
podía hablar contigo.
Sacudiendo mi cabeza, traté y fallé en entenderlo. Creo que un padre
hubiera hecho cualquier cosa para hablar con su hija al menos una vez.
Laadan me apretó la mano y la soltó. —Los Maestros siempre
sospecharon que tu padre era diferente, y que tal vez él estaba influyendo
en los otros sirvientes. Lo trataron muy cruelmente. Él no puede hablar
contigo, Alex. Le quitaron la mitad de su lengua.
Me opuse a lo que dijo. Yo había oído mal. No había otras opciones. —
Lo vi hablando con otro sirviente en el comedor —dije.
87
Ella sacudió la cabeza con tristeza. —En todo caso, viste a un sirviente
Página

hablando con él.


Obligándome a recordar la mañana siguiente que me habían dado el
brebaje con más claridad, traté de ver a mi padre, y al sirviente más joven.
Las cosas se habían visto tensas y yo había visto su espalda la mayor parte
del tiempo. Había asumido que había estado hablando, por la reacción
de la otra sirvienta.
No lo había visto hablar.
Levantándome rápidamente, escuché un grito ahogado de sorpresa
de Laadan. Incluso yo estaba un poco sorprendida por la rapidez con la
me moví. Las marcas de la Apollyon aparecieron en mi piel y me hicieron
cosquillas mientras se deslizaba en varias direcciones. Ella no podía verlos,
pero algún instinto la hizo retroceder.
—¿Le cortaron la lengua? —Poder subió sobre mi piel.
—Sí.
Eso fue todo. Iba a sacar al Consejo y a cada maldito Maestro de este
planeta. Pensamientos malos y peligrosos, pero dioses, ¿cómo pudieron
hacer algo como eso?
—¿Cómo puedo estar tan sorprendida? —dije en voz alta, y luego reí
locamente—. ¿Cómo estoy tan sorprendida por esto, Laadan?
No hubo respuesta.
Me di la vuelta y me esforcé por controlar mi ira. Ya podía escuchar el
chapoteo de las ramas a lo largo del lado de la cabaña. Conociendo mi
suerte, probablemente provocaría un terremoto. El control de los
elementos era fácil, pero había aprendido a través del Despertar que mis
emociones les afectaban, los hacía violentos e impredecibles.
Al igual que la cantidad de éter, la esencia de los dioses, corría por mis
venas.
Nuestra sociedad siempre había sido cruel con los mestizos. Los puros
siempre habían asumido un papel de dominación, y las cosas que yo sabía
que estaban detrás de las puertas cerradas de algunos de los puros —
cosas de las que nadie hablaba, cosas que quería tener en secreto—
pasaban todos los días. Y al igual que cualquier otro mestizo, había estado
en un papel subordinado toda mi vida. Yo había crecido siendo enseñada
a aceptar estas cosas, porque no había otra opción para mí, o para
cualquier otro. Incluso después de vivir en el mundo de los mortales, yo
había vuelto al rebaño, casi siendo obligada a ser una sirviente.
88
Y solo una vez logré intervenir. Había recibido un puñetazo en la
Página

mandíbula por eso, pero detener a un maestro de golpear a una sirvienta


no era nada comparado con lo que esos mestizos habían pasado.
En realidad, era algo más que la aceptación de la Orden de Razas. Yo
había crecido indiferente a todo eso, porque no me había afectado.
Y eso era inexcusable.
Alejándome, me pasé las manos por mis muslos. Inhalé duramente. Esto
era más grande que yo y mis problemas por convertirme en Centinela y
continuar, mientras que otros de mi especie estaban siendo esclavizados.
Esto era más que mi padre. Era la Orden de las Razas.
—Esto tiene que cambiar —le dije.
—Estoy de acuerdo, pero...
Pero ahora, en este mismo instante, no había nada que pudiera hacer.
Creyéndolo o no, teníamos problemas mayores. La Orden de Raza y cómo
los mestizos eran tratados no importa si estábamos todos muertos.
Enfrentando a Laadan, me di cuenta de algo muy grande, grande
para mí, al menos. La vieja Alex habría probablemente irrumpido en algún
lugar y pateado a un Maestro en el trasero. Una gran parte de mí quería
hacer eso, pero la nueva Alex, esta chica/mujer/lo que sea que vino de la
nada, sabía que algunas batallas tenían que ser planeadas.
La nueva Alex esperaba.
En cierto modo me sorprendió a mí misma mis palabras.
Laadan, más observadora de lo que pensaba, sonrió y dio unas
palmaditas en el lugar junto a ella. —Estás creciendo.
—¿Lo estoy? —Parecía el final de un partido para ese tipo de tonterías.
Me senté, y cuando ella asintió, suspiré y soné diez años mayor—. El crecer
apesta, entonces.
—Es una ingenuidad al joven egoísmo.
Mis cejas se levantaron. Yo estaba inquieta, como si me hubiera
deslizado en la piel más responsable y madura y a una parte de mí no le
gustó eso. Sacudiéndome como si fuera poco, volví a mi papá. —¿Hablas
mucho con él?
—Todo lo que puedo. La comunicación es de un solo lado, a veces,
pero puede escribir, obviamente. Sé que él recibió tu carta, pero, por
desgracia, con todo lo que ocurrió, no sé su respuesta en caso de que
hubiera tenido la oportunidad para escribirla.
Asentí con un brusco movimiento. —¿Sabes dónde está él ahora?
Ella tocó el encaje del borde de su suéter. —Alexander está en el
89
Covenant de Nueva York.
Página

—¿Él todavía está allí? —Cuando ella asintió con la cabeza, quise
levantarme y encontrar la manera de llegar a Nueva York, pero la lógica
se filtró en mí. Sería casi imposible llegar a él. ¿Y con Seth por ahí, en busca
de nosotros? Sería realmente estúpido salir corriendo.
—Cuando el Elixir dejó de funcionar, había mucha confusión entre los
sirvientes. Hay muy pocos como él que se resistieron a las compulsiones.
Aquellos que están pasando por su propio despertar de ese tipo, necesitan
un líder, y ese es tu padre. Hay mucha agitación allí, con el reciente
ataque y con lo que el Primero está haciendo.
Pero yo quería gritar que lo necesitaba aquí conmigo. ¿No era yo más
importante? ¿Su hija perdida? Fruncí el ceño. Bueno, era bueno ver que
algo de mi egoísmo ingenuo todavía estaba presente.
—¿Él todavía ama a mi madre? —le pregunté, mirándola fijamente.
Su expresión era cautelosa. —Creo que una parte de él siempre la va
amar.
—¿Lo amas? —solté.
Laadan tragó saliva y siguió una larga pausa. En el silencio, oí que
alguien se movía alrededor de la cocina.
Empecé a sonreír. —Te gusta.
Apartó la mirada, con los labios fruncidos.
Le di un codazo. —Te gusta mucho.
Ella se irguió. —Tu padre…
—¿Es el amor de tu vida?
—Alexandria —espetó, pero no había enojo real en su tono.
Me reí mientras me apoyaba contra el cristal frío. Sabía que mis padres
tenían esta maravillosa y prohibida historia de amor que comenzó mucho
antes de que mi padrastro hubiera entrado en la imagen. Y si no hubiera
sido por la Orden… la maldita Orden de las Razas, todavía estarían juntos.
Dioses, tantas cosas serían diferentes. Quizá mi madre... todavía estaría
viva, porque apuesto a que mi padre era como Aiden. Él jamás habría
permitido que le pasase nada a mi mamá.
Los labios de Laadan se curvaron hacia arriba. —Eres tan parecida a tu
padre. Su dureza y tenacidad. —Su mirada se dirigió a la puerta cerrada. El
olor a café recién hecho creció—. Y al igual que tu padre, te atreviste a
amar a un puro.
Mi boca se abrió. Touché. —Bueno, como que caminamos dentro de
90
eso.
Página

Pensé que ella se reiría, pero tenía que estar equivocada, porque eso
sería tan impropio en una dama como ella.
Por alguna extraña razón, parte del peso se levantó de mis hombros y
me pasó venganza, aunque de forma más madura, Alex, la chica
femenina en menos de dos segundos. —Yo lo amo. De verdad. Más de...
más de lo que probablemente debería.
Ella acarició mi mano. —Nunca se puede amar a alguien más de lo
que probablemente debería.
No estaba segura sobre eso.
—Él te ama con la misma fuerza. Era obvio para mí desde el principio.
—¿Lo era?
—El Aiden que conocía, la vez anterior al ir a Atlanta para encontrarte,
siempre había respetado y visto por igual a los mestizos, pero él nunca
hubiera tomado tiempo fuera de sus funciones de Centinela para ayudar a
cualquier mestizo.
Sabiendo lo que le habían hecho a sus padres delante de él cuando
era un niño, podía ver dónde iba a parar eso. Convertirse en un Centinela
y vengar a sus padres se había convertido en todo para él.
—Y entonces vi la forma en que estaba a tu alrededor, en Nueva York.
—Su sonrisa se volvió melancólica de nuevo—. Todo está en la forma en
que te miraba, la forma en que siempre te mira. Tú eres su mundo,
probablemente antes de que ninguno de ustedes se diera cuenta de eso.
—¿Puedes decir todo eso por la forma en que me miraba? —Quizás
sonaba escéptica, pero oh, guau, esa chica femenina estaba saltando y
temblando en mi interior.
Laadan se rió entonces, el sonido era como campanas de viento. —Él
te mira como un hombre hambriento y como si tú fueses lo único que
pudiese satisfacer su hambre.
Mis ojos saltaron y mi cuerpo se tiñó de alrededor de mil tonos de rojo.
—Oh, guau…
Eso fue TMI10. ¿Cómo es que más gente no se había dado cuenta de
eso? Y entonces me di cuenta. Laadan sabría, porque era la forma en que
ella miraba a mi padre... y, probablemente, había sido testigo de mi padre
mirando a mi madre de la misma manera.
Repentinamente me sentí muy triste por ella.
Acercándome rápidamente a ella, envolví mis brazos alrededor de sus
91
delgados hombros. Fue difícil al principio, porque seriamente yo daba los
Página

peores abrazos. —Gracias.

10 TMI: To Much Information que viene a ser Demasiada Información.


Las lágrimas llenaron sus ojos otra vez. —Contarte acerca de tu padre
era lo menos que podía hacer. Si quieres, hay muchas historias que puedo
contarte. Sería una… alegría hablar abiertamente de ellos.
—Me gustaría eso —susurré.
Laadan apoyó su mejilla sobre mi cabeza, y en ese momento, ella me
recordó tanto a mi mamá, que era casi imposible contener las lágrimas;
pero no podía detener la pregunta que se formó en la punta de mi lengua.
—¿Crees que alguna vez llegaré a conocerlo?
Su abrazo se apretó. —Lo harás. Ambos están decididos lo suficiente
para hacer que suceda. No tengo ninguna duda.
Cerrando mis ojos, me aferré a sus palabras. Quería creerlas,
necesitaba creerlas, pero la duda se hinchó como volutas de amargo
humo. Mucho se interponía entre yo y mi padre; años de reglas y secretos,
un ejército de mestizos y de medio-toros: y, lo más importante, Seth.

92
Página
Doce
Traducido por Fenix
Corrección por patricia01

U
nas pocas horas más tarde, estaba parada en el claro protegido
por la cabaña, cubierta de barro y enfriada hasta los huesos. A
mi alrededor, los sonidos de gruñidos y caídas hacían eco a
través del originalmente silencioso bosque.
Vi mis manos sucias y suspiré. Estaba mugrienta. Tal vez tomaría varias
duchas más tarde. Mi mirada se encontró con la silueta de Aiden. Estaba
luchando con Luke. En otras palabras, él estaba pateando repetidas veces
el trasero de Luke.
Dudaba que las duchas estuvieran en el menú.
Una aguda punzada de insatisfacción se formó en la parte de trasera
de mi garganta. Realmente pensé que, dado que se suponía que estaba
entrenando, terminaría con Aiden y sería como en los viejos tiempos; con
muchos más toques y sentimientos de por medio. Chico, estaba
equivocada.
Solos exhaló con fuerza. —¿Cuándo tiempo vas a estar mirando tus
manos? No me estoy haciendo más joven por aquí.
Pero oh no, en el momento en que puse un pie fuera, Aiden se había
emparejado con Lucas y Olivia, y Lea con Marcus. Deacon y Laadan
estaban dentro, supuestamente preparando la cena.
Ahora estaba en pleno modo gimoteo interno.
Me moví hacia delante, haciendo una mueca de dolor cuando mis 93
jeans fríos irritaron mi piel. —No creo que este sea el tipo de entrenamiento
que Apolo tenía en mente.
Página

Solos metió un mechón de pelo detrás de su oreja. —¿Cuándo fue la


última vez que entrenaste?
Honestamente, no podía recordarlo. —Estuve luchando, como, hace
dos días.
--Un día, en el lapso de muchos no significa nada. —Las ramas rotas
crujían bajo sus botas—. Nuestros músculos necesitan ser usados todos los
días.
Vi a Luke cayendo sobre su trasero. --Creo que podría utilizar tu ayuda
un poco más. Podría estar trabajando en el uso de akasha ahora mismo.
Seth me lleva años de experiencia.
—Y vas a trabajar en eso, pero no ahora. —Solos no era tan paciente
como lo habían sido algunos de mis entrenadores anteriores. Estaba
igualado con Romvi.
Con mis ojos entrecerrados, levanté mi mano. —Yo simplemente puedo
usar el elemento aire y golpear—
--Alex —espetó Aiden, parando una patada de Luke con una mano. Lo
empujó suavemente hacia atrás mientras sus ojos tormentosos se clavaban
en mí—. Yo también dudo de que Apolo quiera que lo único que entrenes
sea tu boca.
Muchos comentarios inapropiados rozaron la punta de mi lengua y
bailaron alrededor de ella. Pero mantuve mi boca cerrada y lo fulminé con
la mirada.
--Él está tratando de ayudarte. —Aiden tomó una daga de titanio que
estaba enterrada en el suelo—. Lo menos que puedes hacer es estar de
acuerdo con esto, sin torturar a aquellos que te están ayudando.
Avergonzada y furiosa, tenía dos segundos para descargar mi ira en
Aiden, pero me detuve. Aiden tenía razón. Estaba siendo llorona y
maliciosa, y empezaba a ser molesto.
Nuestros ojos se encontraron, y no había mucho calor detrás de sus
palabras; pero él estaba frustrando conmigo y odiaba eso, porque me
estaba comportando como una mocosa. No estaba segura de qué era lo
que estaba mal conmigo. Desde que Laadan y yo habíamos hablado, mi
estado de ánimo se había desplomado. ¿La falta de sueño, tal vez?
El aguijón de la amonestación de Aiden me forzó a volver a Solos,
quien, por cierto, tenía barro salpicado en él como sangre en la escena de
un horripilante crimen. Nadie en este mundo podía conseguir que hiciera lo
94
que se suponía que debería estar haciendo tan rápido como Aiden.
Página

Una parte de mi odiaba eso. La otra parte lo respetaba y le agradecía


por ello.
Con mis mejillas ardiendo, me puse en postura. Solos se lanzó hacia mí.
Empezamos, golpe a golpe. Él se inclinó. Yo giré. Muchas veces terminó
tirado en el suelo, pateando la tierra y las hierbas hacia mí. Mis muslos
estaban un poco fuera de uso, pero era más rápida de lo que podía
recordar. Mis músculos estaban u poco fuera de uso, pero era rápida, más
rápida de lo que alguna vez había sido. Cuando había luchado contra
Aiden el otro día, no me había sido consciente de lo que estaba haciendo.
¿Pero ahora? Guau, me sentía como la Mujer Maravilla.
Solos se levantó del suelo, respirando por la nariz. Nos movimos para
desramarnos el uno al otro, lo que usualmente era uno de mis puntos
débiles.
Me lancé bajo el brazo extendido de Solos, agarré sus dos codos y los
tiré hacia atrás, deslizando mis manos a sus muñecas le planté un pie en la
espalda. Soltó las dagas y las recogí.
Saludando con mi mano por su cara, sonreí. —Soy un poco buena en
esto.
Se dio la vuelta, con el ceño fruncido. —Ni si quiera sé que fue ese
movimiento.
Giré la daga que estaba en mi mano derecha. —Se llama ser
impresionante, y funcionó.
—Hay una diferencia entre habilidad y velocidad. —Arrebató la daga
de mi mano—. No siempre se tiene velocidad.
—Pero yo puedo usar los cuatro elementos —le recordé.
—Eso que haces. —Esbozó una sonrisa ladeada que no estiró su cicatriz.
Se veía apuesto cuando sonreía de esa manera. Diablos, era apuesto a
pesar de la cicatriz. Lucía como un pirata—. Corrígeme si me equivoco:
¿usar los elementos no te agotará?
—Eso es lo que he oído. —Olivia se sentó bajo un tronco de árbol y
lentamente estiró sus largas piernas—. Bueno, escuché a Seth decir eso una
vez.
Con una sola daga en la mano, apunté a Solos. —Usar los cuatro
elementos puede cansarnos, pero no tanto como usar Akasha. Es por eso
que él no lo usa todo el tiempo. Lo… nos golpea, supongo.
Aiden entrelazó sus dedos y se estiró, inclinando su espalda. Mi mirada
siguió el movimiento de una manera obsesiva. Todo lo que él hacía
95
parecía fluido y elegante. —Es por eso que es importante no confiar
Página

únicamente es esas habilidades.


Desde que conocía a Aiden, podía contar con la mano las veces que
él había utilizado el elemento fuego. Cada puro tenía la habilidad de usar
un elemento, mientras que el Apollyon podía usar los cuatro. A Aiden le
gustaba pelear mano a mano.
O titanio a titanio.
Lea estaba apoyada en un gran roble, su cabello estaba hecho un
desastre mientras Marcus recogía las espadas caídas con las que habían
estado practicando. Mi tío las manejó hábilmente. A veces me olvidaba
que él había sido entrenado como un Centinela, hace mucho tiempo.
Nuestro pequeño receso había terminado, y bajo el cielo nublado de
abril continuamos hasta que el sol empezó a descender por el oeste. Solo
entonces pudimos arrastrar los pies a la cabaña, y supuse que la práctica
de akasha quedaría para mañana. El olor a carne asada se burlaba de mis
papilas gustativas. Tenía tanta hambre que podría comerme a un daimon,
pero primero tomaría una ducha.
Y como había esperado, me encontraba completamente sola.
Todos nos sentamos en la mesa de la cocina y empezamos a comer.
Alguien agradeció a Laadan por la comida y Deacon casi tuvo un infarto.
—¿Quién ablandó la carne? ¿Quién marinó y miró obedientemente? —
Sus rubias cejas bajaron mientras Luke sostenía un tenedor como si fuera
una daga—. Ese fui yo.
Laadan asintió. —Yo pelé las patatas. Eso fue todo.
—No sabía que podías cocinar —le dije, sorprendida.
Recién duchado, Aiden se dejó caer en el asiento al lado de su
hermano. Su oscuro cabello estaba húmedo y peinado hacia atrás,
dejando al descubierto sus anchos pómulos. Él palmeó el hombro de su
hermano. —Deacon es un infierno de cocinero.
—Hmmm. —Olivia sonrió mientras perseguía una patata redonda en su
plato—. Se aprende algo nuevo cada día, ¿no?
Sin siquiera tratar de ocultar una sonrisa orgullosa, Deacon miró a Luke.
—Estoy lleno de sorpresas.
Arqueé una ceja, pero metí un trozo de la deliciosa carne para no decir
nada. Por un rato, sentada en la mesa con todo el mundo, las cosas
estaban, bueno, estaban agradables y cálidas.
Aiden se mantuvo generalmente tranquilo mientras todos contaban
historias, esbozaba una sonrisa de vez en cuando, pero todavía estaba un
96
poco al margen del bullicioso grupo. Más de una vez, nuestras miradas se
Página

encontraron. Algo se agitaba en sus ojos grises. Podía ver fácilmente la


porción de dolor mezclada con pesar antes de que él mirara a otro lado.
Después de la cena y con los estómagos llenos, el grupo se dividió en
diferentes secciones de la casa. Lea desapareció con uno de los libros que
Laadan había traído con ella. Olivia y los chicos se instalaron en la sala de
estar con una baraja de cartas. Solos y Marcus salieron para comprobar el
perímetro con Aiden. Se estaba haciendo tarde, y yo estaba tratando de
mantenerme despierta hasta que regresaran, pero al final le dije buenas
noches al grupo y me arrastré escaleras arriba.
Me detuve frente a la habitación de Aiden, repentinamente me sentía
insegura de no saber en dónde debía dormir. Había otra habitación junto
al baño, por lo que supuse que era la mía, pero no pude recordar si había
dormido allí. ¿Se suponía que debía estar en esa habitación? Si lo hice en
la casa de Aiden y lo hacía aquí también, ¿me estaba sobrepasando?
Cambiando de postura por el cansancio, me mordí el labio. Dioses, esto
no debería ser tan complicado. Vamos Alex, Estas siento tan estúpida. Y
me sentía estúpida.
Caminando hacia mi habitación, descubrí que no tenía ropa para
dormir. Entrando al baño encontré unas camisas largas de Aiden
separadas del resto de la ropa, como si hubieran sido dejadas ahí a
propósito.
Me puse una de las delgadas camisas de algodón que llegaban a mis
muslos. Y no había manera de que yo quisiera regresar al frío e intocable
cuarto que se suponía que era mío. Deslizándome debajo de las sábanas,
me acurruqué boca abajo, inhalando el olor a tierra que cubría la cama.
No pasó mucho tiempo para que me quedara dormida.
Probablemente solo unos minutos, y estaba flotando en una reconfortante
neblina, pero algo me hizo abrir los ojos. Y cuando lo hice, estaba viendo
un par de ojos color ámbar.

97
Página
Trece
Traducido por Jeyly Carstairs
Corrección por patricia.01

S
eth.
Oh dioses, estaba mirando a Seth. Él estaba aquí. Imposible, pero
él estaba aquí conmigo.
Mi corazón latió a un ritmo caótico mientras me alejaba. Estaba tan
asustada, tan aterrorizada por su repentina aparición, que no podía
respirar.
Sus brazos forman una jaula a mi alrededor. No me atrevía a moverme,
su piel estaba demasiado cerca de la mía, sus labios a una fracción de
pulgada de distancia. Sus ojos ámbar brillaban bajo sus gruesas pestañas
rubias oscuras. Las marcas del Apollyon corrían por su cuello,
extendiéndose sobre sus mejillas en una ola de vibrante azul sobre su tez
dorada. Mis propias marcas respondieron a su proximidad, haciendo que
mi piel hormigueara. El lazo crujió a la vida.
La fuerza de la presencia de Seth estaba en todas partes, invadiendo
mi cuerpo y pensamientos, pero cuando por fin respiré, el olor estaba mal.
Era tierra con una pizca de sal marina. Aiden.
Los labios de Seth se curvaron en una sonrisa de satisfacción y puso su
boca cerca de mi oído. —Te lo dije, Alex. Yo te encontraría en cualquier
lugar.
Mi boca se abrió, pero mi grito fue estrangulado por el nudo de terror
en mi garganta mientras me torcía hacia un lado y salté despierta... 98
despierta.
Con mi pulso golpeteando, me incorporé y la habitación lentamente se
Página

enfocó. Mi mirada frenética viajó por la habitación, buscando en las


sombras por cualquier signo de Seth. Un rayo de la luz de la luna se filtraba
bajo las persianas, difundiéndose a través del suelo, sus dedos rozando
sobre la antigua cómoda. Bajo la puerta del baño, una línea de color
amarillo brillaba. Salvo el hormigueo de las marcas, no había signos de él.
Solo era un sueño, una pesadilla. Nada más, pero la adrenalina dando
vueltas dentro de mí no estaba de acuerdo.
La puerta del baño se abrió y Aiden llenó la entrada. Iluminado por el
suave resplandor de la luz detrás de él, era un estudio de contrastes de
sombras. Estaba sin camisa y vestido sólo con un par de pantalones de
pijama que colgaba bajo en sus caderas.
Eso no ayudó a mi corazón o a mi problema de respiración.
La luz detrás de él se apagó.
—Alex. —Él se movió silenciosamente a la cama, cayendo a mi lado—.
No te desperté ¿verdad?
Negué.
Tenía la cabeza inclinada hacia un lado y el cabello oscuro le caía
sobre la frente. —¿Estás bien?
—Sí —dije con voz ronca, sintiéndome ridícula por reaccionar
exageradamente ante una pesadilla estúpida.
Aiden se acercó, deteniéndose cuando su mano estaba a un
centímetro de mi mejilla. Se alejó, acomodándose sobre su espalda. Un
brazo estirado, llamándome. Estirándome a su lado, puse mi cabeza en su
hombro, mi mano sobren su pecho, sobre su corazón atronador. Su piel era
cálida y reconfortante.
Varios latidos pasaron en silencio, mientras su corazón se ralentizaba.
¿Por qué había estado latiendo tan rápido? No lo sabía. Me acurruqué
más cerca, ajustando mi cuerpo a su lado, y su brazo se cerró alrededor de
mi cintura. Sentí su mandíbula rozar la parte superior de mi cabeza, y luego
sus labios se apretaron contra mi frente.
Cerré mis ojos con fuerza, quería decirle sobre el sueño, pero en
cambio, algo más salió. —Ellos le cortaron la lengua a mi padre, Aiden. No
puede hablar. Ellos se lo hicieron a él.
Él pareció contener la respiración por un momento.
—¿Por qué harían algo así? —pregunté, y mi voz sonaba increíblemente
pequeña y frágil.
—No lo sé. —Su mano subió, presionando entre mis hombros,
99
moviéndose en un círculo calmante—. No hay ninguna justificación para
Página

algo tan terrible como eso. —Hubo una pausa—. Lo siento, Alex.
Asentí, apretando mis ojos cerrados. Teníamos que hacer algo sobre el
Orden de la raza, y sabía que Aiden estaría de acuerdo; pero hablar de
algo tan político a las dos de la mañana parecía fuera de lugar.
Estirándome puse mis labios sobre los de Aiden, pero el beso resultó más
casto que la caliente y húmeda acción que yo quería. Su brazo se apretó
sin embargo, y un ligero temblor recorrió su cuerpo como si estuviera
luchando contra la atracción entre nosotros.
Confundida, dejé mi intento de seducirlo, ya que realmente no estaba
funcionando, y me acomodé hacia abajo, con el corazón acelerado de
nuevo. ¿Por qué no me había devuelto el beso? ¿Estaba todavía molesto
sobre mi mocosa demostración temprano mientras entrenaba con Solos? Si
era así, vaya, no había nada que pudiera hacer para arreglar eso. ¿O era
algo más? ¿Cómo el pesar y tristeza que brillaba en sus ojos grises?
Fuera del silencio que cayó en la habitación una vez más, Aiden dijo: —
Te amo.
No había desaparecido el pesado hilo de emoción en su voz. Me cortó
la respiración. Incluso con mi fallido intento de seducción, escucharlo decir
esas tres pequeñas palabras era algo de lo que nunca conseguiría
cansarme. —Te amo, también.
Poco tiempo después, el constante aumento y la caída del pecho de
Aiden se profundizaron. Me quedé en sus brazos, mirando desde la cama,
a través de la oscuridad, a la pared vacía por lo que parecieron horas
antes de que me desenredara cuidadosamente de sus brazos y me
deslizara fuera de la cama.
Incapaz de dormir o quedarme en el mismo sitio, encontré un par de
sudaderas en la oscuridad y me las puse, enrollando los puños en la parte
inferior.
Mis pies descalzos pisaban con suavidad en los pisos de madera
mientras me deslizaba fuera de la puerta y me dirigía escaleras abajo.
La casa estaba silenciosa y fría como una tumba. Doblando mis brazos,
fui a la cocina, aunque no estaba hambrienta o sedienta. Inquieta y
completamente despierta, sin tener ni idea de qué hacer, caminé hacia la
terraza.
Hacía más frío allí, pero de una manera extraña, rodeada de todas las 100
plantas y ventanas con nada más que la oscuridad cerniéndose fuera, era
tranquilo.
Página

Sentada en el asiento de la ventana, metí mis piernas contra mi pecho


y miré por una de las ventanas. Demasiados pensamientos estaban
corriendo a través de mi cabeza: mi padre, el entrenamiento de nuevo, la
Orden de las Razaa, Aiden y su repentina resistencia, todo lo que estaba
sucediendo fuera de estas paredes, y...
Y yo estaba pensando en Seth, cortesía de su visita en mi pesadilla.
Una filosa rebanada de pánico perforó mi vientre. Lo que había
pasado tenía que haber sido una pesadilla. Que era completamente
comprensible teniendo en cuenta que Seth estaba sacando un Doctor
Malvado ahora mismo. No podía ser de otra manera, ahora mismo
necesitaba parar de alucinar sobre él. Pero ese murmullo en la parte de
atrás de mi cabeza todavía estaba allí y eso significaba que, no importa lo
que hiciera o lo fuerte que fuera, yo siempre estaría conectada a él.
Y que posiblemente todavía podría alcanzarme.
Esa punzada ansiosa estaba de vuelta, extendiéndose en mi pecho.
Cerré los ojos con fuerza. El miedo era un sabor amargo en mi paladar.
¿Podría esa pesadilla realmente haber sido Seth tratando de llegar a mí?
Revisé mis escudos mentales. Casi como había recorrido mi lengua
sobre mis dientes después de que Jackson me pisoteara en la cara
durante una clase, empujé y empujé a los escudos, asegurándome de que
nada estuviera fuera de lugar o suelto. El escudo era fuerte, pero los rastros
de alarma persistían.
Cuando había estado conectada a Seth después de haber
despertado, podía escuchar sus pensamientos tan claros como los míos.
Meciéndome hacia atrás un poco, apreté mis piernas hasta que mis
brazos dolieron.
De verdad parecía que Seth había estado aquí esta noche, inclinado
sobre mí y susurrando su advertencia. Incluso mis pesadillas de lo que había
sucedido en Gatlinburg no habían sido tan reales, y habían sido casi
malditamente visuales.
Pasos se acercaron a la terraza y levanté mi cabeza. —Marcus.
Él todavía estaba vestido como si estuviera en la cena; pantalones
vaqueros y una camisa de franela, una señal segura de que no se había
acostado todavía. —¿Levantada un poco tarde? —preguntó, apoyándose
contra el marco.
Me encogí de hombros y mantuve mis brazos alrededor de mis rodillas. 101
—No tengo sueño.
—Estuviste rastreando toda la noche. Supuse que dormirías todo el día.
Página

No era como si yo pudiera decirle la verdad, así que no le dije nada.


Marcus dudó en la puerta y luego se adelantó, seguro y fuerte. Lo
observé con cansancio mientras se sentaba a mi lado, tomando el mismo
lugar que Laadan tenía cuando habíamos hablado. Varios tensos e
incómodos minutos pasaron y aunque Marcus y yo habíamos recorrido un
largo camino, todavía teníamos montañas que escalar antes de que las
cosas dejaran de ser tan épicamente incómodas entre nosotros.
Él puso sus manos en su regazo y suspiró. —¿Te sientes bien, Alexandria?
Tan formal… —Sí, como dije, no tengo sueño. ¿Y tú?
—Estaba patrullando fuera y acabo de cambiar con Solos. —Él me
lanzó una mirada de soslayo—. No tengo sueño, tampoco.
Me volví hacia la ventana. —¿Creen que es necesario patrullar?
—En parte puede ser simplemente por costumbre, especialmente para
Aiden y Solos; pero cosas extrañas han sabido suceder.
Me sorprendió que él respondiera con sinceridad. Lo enfrenté y, con mi
vista de Apollyon, pude distinguir las líneas de su rostro en las sombras. Otra
sorpresa fue cuando me encontré que su expresión era abierta. —Y a
pesar de que los dioses no estén haciendo fuego por nosotros en este
mismo segundo, eso siempre podría cambiar —dijo—. Así que vemos... y
esperamos.
Yo no había dicho nada durante un largo rato. —Odio eso.
—¿Qué? —Curiosidad marcó su tono.
Mis manos se cerraron en puños junto a mis muslos. —Que la gente de
buena gana den sus vidas para protegerme. Odio eso.
Marcus se giró hacia mí y luego apoyó su cabeza contra la ventana. —
No te lo tomes a mal, pero nosotros no solo te estamos protegiendo a ti,
Alexandria. Están Lea y Deacon, Olivia y Lucas. Tres de ellos están
entrenados en cierta medida, pero no en contra de los dioses o de una
horda de Daimons. A pesar de que un ataque daimon aquí parece poco
probable...
Cosas más extrañas habían pasado. Asentí.
Sus ojos brillantes se deslizaron cerca. —No siempre se trata de ti.
Mi boca trabajaba en una negativa. No pensaba que siempre fuera
acerca de mí, pero espera... qué clase de persona soy por asumir que
todo el mundo estaba lanzándose a sí mismos frente a un bus por mí. Mis
mejillas ardieron. 102
—Yo no… yo no quise decir eso. —Respiré—. Bien, si lo hice, pero sé que
ustedes están protegiéndolos a ellos también. Y eso es... eso es una buena
Página

cosa.
Sus hombros se relajaron—. Y yo no lo quería decir de la manera que
salió.
Me eché a reír y el sonido me sorprendió. No era obligado o sarcástico,
sólo divertido. —Sí, lo hiciste, y lo conseguiste. He estado montada en el
tren Alex-es-importante desde hace bastante tiempo.
Arqueó una ceja.
El impulso de reír se repitió, pero me detuve y puse mi mejilla en mis
rodillas. —He estado… uh, he estado siendo una persona problemática,
eso lo sé. La mayoría de las veces era a propósito.
—Lo sé —fue todo lo que él dijo.
—¿En serio?
Marcus asintió. —Eres como un niño.
—No soy un niño.
Sus labios se curvaron en las esquinas. —Eras como un niño que
buscaba un lugar para encajar. Es especialmente duro para los mestizos.
Muchos de ustedes vienen de hogares infelices, o sin hogares en absoluto.
El entorno en el que son criados es violento y agresivo. He visto tantos... —
Sacudió la cabeza ligeramente—. De cualquier modo, tú eras diferente, sin
embargo.
Le hice la obvia pregunta. —¿Por qué?
—Para empezar, eres mi sobrina.
—Guau... —Parpadeé, aflojando el agarre en mis piernas—. Estoy
sorprendida de que la primera cosa no sea que tu sabías que yo era el
Apollyon.
Los ojos de Marcus se abrieron y encontraron los míos. —Eso nunca fue
primero, segundo o tercero. Tú eres mi sobrina, eres la hija de mi hermana.
Y tú eres tan parecida a ella... —Suspiró por la nariz, su mandíbula
tensándose—. Eras tan parecida a ella cuando regresaste al Covenant... e
incluso ahora, tengo un mal rato mirándote sin ver a mi hermana.
Algo... algo se descontroló en mi pecho. Marcus nunca había sido tan
abierto conmigo. Y para mí, había parecido más probable bailar el vals
alrededor de la sala de estar con un daimon antes de que Marcus me
hablara de mi madre; pero allí estaba. 103
Santo trasero de daimon, nosotros estábamos escalando la montaña.
Mi respiración era un poco ronca.
Página

—Tú amabas mucho a mi mamá.


—Rachelle era mi hermana pequeña y yo... yo la quería mucho. —Sus
ojos se cerraron de nuevo—. Ella estaba llena de vida. Nosotros éramos
opuestos. Ella atraía a la gente en tropel, y yo más o menos les repelía. —
Mis labios se torcieron en las esquinas.
—Ella era probablemente la única persona que podía conseguir que
me relajara. —Se sentó de repente, dejando caer sus manos sobre sus
rodillas—. Cuando tú eras muy pequeña, para lograr que fueras a mi casa,
y te comportaras, que no siempre era probable, ella te llevaba por un
helado después. —Formó una sonrisa pensativa—. Tú eras una cosa tan
pequeña entonces, pero mis dioses, supe inmediatamente que te verías
como ella. Todo excepto los ojos…
Buscando en mis recuerdos, me di cuenta de que no podía recordar
nada de él de cuando yo había sido una niña, solo las pocas visitas de
cuando era mayor, y estas habían sido frías e impersonales. Marcus había
sido como cualquier otro puro.
—Ella siempre decía que tu padre era un mortal, pero ese centinela
siempre estaba con ella, siempre tras de ella... y tras de tí.
—¿Qué? —Levanté mi cabeza.
Marcus se concentró en algo que no podía ver. —Tú eras demasiado
joven, Alexandria, para recordar a tu padre.
Escuchar a Marcus mencionar a mi padre detuvo el mundo.
—Tú eras tan solo un bebé. Tu madre no podía siquiera caminar afuera
sin que Alexander estuviera carca detrás de ella, sobre todo si te llevaba a
ti. Mirando hacia atrás, parece obvio, pero los Centinelas y los Guardias
siempre estaban alrededor. Y ellos asistían al Covenant juntos, dos años
atrás. Solo pensaba que eran amigos. Pero creo que siempre lo supe, en el
fondo, no podía ver más allá de eso. Cada vez que te miraba, veía la
caída de mi hermana.
Mis ojos se abrieron. —Ouch.
—Sí. —Suspiró—. Suena terrible, pero tú más que nadie sabes lo que
pasa cuando mestizos y puros se mezclan. Estaba tan enojado con mi
hermana por ponerse a sí misma en esa posición y por llevar a un niño con
ella. —Marcus se detuvo, pensativo—. Supongo que era un error.
Acababan de brotarles oficialmente alas a los cerdos y estaban
volando junto a los aviones. En lugar de saltar alrededor señalando lo que 104
él acaba de admitir y actuando como un idiota al respecto, me centré en
algo más. A veces me sorprendo con mi propia madurez.
Página

—¿Tú... conocías a mi padre personalmente?


Apretó sus labios. —Había entrenado con tu padre antes de que me
decidiera a ir por una ruta más política. Era un maldito buen Centinela. Al
igual que tú.
Me quedé mirándolo. Había una vez que al oír algo así me habría
llenado de placer, pero ahora no era el cumplido lo que lo había traído,
fue escuchar que mi padre había sido un maldito buen Centinela lo que lo
había hecho.
—Creo que tu madre esperaba no ser emparejada. Yo no lo estaba.
Laadan tampoco. Pero cuando tu madre fue emparejada con Lucian,
Alexander... lo conocías, si conocías a el hombre detrás del uniforme.
Una vez más, no tenía ni idea de qué decir.
—No había nada que pudiera hacer excepto dar un paso atrás y dejar
que la mujer que amaba se casara con otro. Y tenía que vivir con eso y
con que alguien más criara a su hija. —Marcus se aclaró la garganta—. Y
estoy seguro de que Alexander sabía que Lucian no era amable contigo,
pero no había nada que pudiera hacer. Al revelarse, habría puesto en
peligro a tu madre y a ti. Él no podía hacer nada.
Mis músculos estaban tensos y relajados al mismo tiempo. —¿Qué
pasó? ¿Cómo es que él terminó siendo un sirviente?
Marcus me miró. —Cuando tenías tres años de edad, Alexander
desapareció. No era raro. Nos dijeron que había sido asesinado por un
daimon.
Negué, frunciendo las cejas.—¿Cómo que no sabían dónde estaba? Él
estaba en las Catskills, bajo el pulgar de Telly.
—Yo no lo vi allí hasta alrededor de un año antes de tu regreso. —La
sinceridad en sus palabras me sacudió—. Yo creía que estaba muerto, y no
sabía que un mestizo y una pura creaban un Apollyon. Incluso cuando
Rachelle vino a mí antes de que ella te tomara y se fuera, yo no
sospechaba lo que realmente quería decir. No hasta que vi a Alexander en
las Catskills, y entonces, ¿qué podía hacer?
—¡Podrías haberle ayudado!
—¿Cómo? ¿Cómo iba a hacer eso? ¿Qué crees que habría pasado si
todo el mundo se hubiera dado cuenta de que tu padre era un mestizo?
Mestizos y puros se han mezclado antes y han sido capturados. A esos niños 105
no se les permitía vivir.
Asqueada, tragué saliva. —Eso es tan repugnante.
Página

—No estoy en desacuerdo. —Se acercó, pasando sus dedos sobre una
planta frondosa cercana—. Tu padre no pareció reconocerme. Hace
poco me enteré por Laadan, que eso debió haber sido un acto.
Entonces me di cuenta, trayendo recuerdos a mi siempre enamoradiza
cabeza. La conversación que había oído entre él y Telly había resurgido.
Marcus se había puesto furioso con Telly. —Telly quería que me entregaras,
¿verdad? Él incluso te ofreció un puesto en el Consejo.
Me miró bruscamente.
Sonreí. —Los escuché chicos.
Mirándome un momento, sacudió la cabeza. —Él lo hizo.
—Y tú te negaste.
—Sí. —Su mirada decía: ¿cómo podría haber hecho otra cosa?
Guau. Las cosas ahora tenían sentido, después de tanto tiempo. Yo le
recordaba a mamá y la echaba de menos, lo que probablemente le
hacía sentirse incómodo a mi alrededor. Y Marcus no era una persona muy
sociable, de todos modos. No sabía lo de mi padre hasta que fue
demasiado tarde. Yo creía eso. Y él no me había entregado a Telly.
Recordé cómo me había recogido y llevado después de que Seth había
atacado el Consejo y yo había estado enferma.
Cómo, igual que Aiden, él no había renunciado a mí.
Marcus... se preocupaba por mí. Y eso significaba mucho. Además de
mi padre, que estaba fuera de mi alcance, Marcus era lo último de mi
familia; de mi sangre.
—Gracias —le dije. Y luego, impulsivamente, a pesar de que él no era
un hombre de abrazos, salté hacia adelante antes de que supiera lo que
venía y lo abracé. Fue rápido; sin embargo; no quería asustar al hombre.
Me acomodé en mi lugar mientras él me miraba con los ojos muy
abiertos. Supongo que sí lo había asustado.
—¿Por qué me das las gracias? —preguntó lentamente.
Me encogí de hombros.
—Eres una chica extraña.
Riendo, recliné contra los cojines en el asiento de la ventana. —Apuesto
a que mamá era una chica extraña.
—Ella lo era.
—¿Me dirás lo que sabes sobre mi padre? Quiero decir, si no estás
cansado o algo. 106
—Hay algunas historias que podría contarte. —Él imitó mi posición—. Y
no estoy cansado. Para nada. —Su sonrisa era tentativa, pero real, y no
Página

podía pensar en ningún otro momento en el que él hubiera sonreído así.


Mis labios respondieron. —Eso sería muy agradable.
No fue hasta que llegó el amanecer y el sol se elevó, ahuyentando las
sombras, que pensé en lo feliz que sería mi madre, sabiendo que Marcus y
yo habíamos arreglado las cosas.
Y yo no podía dejar de pensar en que ella lo sabía. Y que tal vez ella
estaba sonriéndonos ahora. Al igual que el sol que se filtraba a través de
las ventanas, calentado nuestras espaldas.

107
Página
Catorce
Traducido por Ysandre
Corregido por Mar¡Cipriano

D
urante los siguientes tres días, nuestro pequeño grupo, entró al
ritmo de la clase. Las cosas se habían estabilizado en el mundo.
No había más desastres naturales y el Monte St. Helens parecía
haberse calmado. Apolo seguía en un plan no-mostrarse y la cabaña, en
medio de la nada, se había convertido en una zona libre de dioses. Era
algo bueno, pero me di cuenta que sólo esperábamos una explosión de
algo, muy probablemente en la cama de Deacon o algo así, donde
estaríamos desprevenidos, donde menos lo esperáramos. Pero a pesar de
que no hubo ninguna interferencia divina, era como mirar el reloj de
cuenta atrás en una bomba de tiempo. Todos estábamos esperando.
Cada día había estado lleno de entrenamiento, entrenamiento y más
entrenamiento. Eran peores que los días en el Covenant, porque todo el
mundo se detuvo a mirar cuando llegó el momento de usar el akasha.
Marcus y Solos enfilaron varias piedras grandes que habían encontrado
esparcidas, y mi trabajo era hacer con ellas pequeñísimas piedras. Y eso
funcionó de cerca. Es decir, como a unos metros de distancia. Pero cuanto
más lejos llegué, peor era mi objetivo.
Sudando bajo la térmica de Aiden, gruñí mientras sacaba el akasha de
donde descansaba, justo debajo de mi caja torácica. El poder de los
dioses se estremeció mientras el quinto elemento crujía en mis nudillos.
Bajo el dosel de los árboles, Aiden y Olivia detuvieron su entrenamiento
para ver.
Centrándome en el elemento, sentí que mis sentidos se agudizaban.
108
Usar el akasha era como estar conectado directamente con la Tierra:
como correr y abrazar a los árboles, conectado con ellos. Podía sentir las
Página

vibraciones de la hierba y el suelo bajo mis pies, así como las decenas de
olores que viajaban en el gemido del viento, y podía sentir el aire
deslizándose por mi piel como dedos fantasmales.
El Akasha crepitaba en mi brazo derecho mientras lo lanzaba fuera de
mí. Un rayo de luz surgió de mi mano, disparado a través de los tres metros
y relamiéndose en el borde derecho de la roca. Con un fuerte crujido, lo
astilló.
Luke se lanzó fuera del camino, pero seguía la lluvia de escombros. Se
dobló, a punto de besar el suelo.
—Ups. —Hice una mueca—. ¿Perdón?
Frotando su espalda, se estremeció y cojeó hacia donde Deacon
estaba tratando de ocultar su risa. —Cállate —refunfuñó.
—Deberías haberlo pensado mejor antes de estar tan cerca —
respondió Deacon.
Suspiré y me volví para Solos. —Tengo problemas terribles con mi
objetivo.
Solos asintió. —Está un poco fuera
—¿Un poco?—Levanté mis cejas.
—Estás golpeando el objetivo, y supongo que eso es todo lo que
importa.
Eché un vistazo a Aiden, y encontré que su atención estaba ahora en el
combate de Lea y Olivia. Las dos chicas eran combatientes maravillosas y
muy igualadas, y Aiden estaba en modo de Instructor completo, gritando
órdenes con su voz profunda, curiosamente musical. Me encontré perdida.
Ugh, estaba perdiendo una gran cantidad de atención.
Una cosa era cierta. En los últimos tres días, algo estaba definitivamente
raro con Aiden. No era que me evitaba. Todas las noches se me unía en la
cama, se me acercaba y me abrazaba. Nada progresó más allá de eso, a
pesar de que podía sentir que él quería más. Él simplemente no quería
hacer otro movimiento, y no tenía ni idea de por qué. Estaba bastante
segura que la forma en que terminé enrollada alrededor de él era la
prueba de que estaba fuera de servicio por algunos momentos felices.
Me mordí el labio mientras me volvía a la última roca, sacudiendo mis
hombros. No hubo otra pesadilla de Seth, gracias a los dioses. Una parte de 109
mí sospechaba que tenía algo que ver con el hecho de que dormía
después de que Aiden lo hiciera. Tal vez el hecho de saber que él estaba
Página

allí ayudaba, pero él no podía venir a dormir sino hasta más tarde, que por
lo general significaba un par de horas para mí a la deriva, y cuando
despertaba al amanecer acababa enloqueciendo, así que yo también lo
hacía. Desde que hacía el ejercicio de akasha a diario, estaba agotada,
como una víctima daimon.
Pero rechacé la fatiga. Al igual que Marcus había dicho una vez, yo era
un montón de cosas, pero no estúpida. Sabía por qué Apolo quería que
trabajara con el akasha. Él me estaba preparando para luchar contra
Seth. Y yo necesitaría todo en mi arsenal para evitar la transferencia de
energía que terminaría todo.
Había un problema inherente en la formación de combate cara a cara
con Seth. ¿Cómo se supone que iba a pelear con él cuando todo lo que
tengo de él era un toque y algunos susurros de palabras en griego?
Sí, estábamos condenados al fracaso.
El pánico me golpeó en el pecho mientras mi mirada se desviaba a los
que me rodeaban. Si algo salía mal, que era lo más probable, todos ellos
estaban en riesgo. Lea podría terminar como su hermana, Olivia como
Caleb. Luke y Solos, como todos los Centinelas que habían sido asesinados
por Lucian y su ejército. Marcus podría terminar como mi mamá.
Mis ojos se posaron sobre Aiden.
Deacon se había levantado y estaba de pie junto a su hermano mayor.
Bajo la luz del sol, sus rizos rubios eran de platino pálido. Los hermanos
compartían el mismo color de ojos impresionante, pero eso era todo. Eran
como el yin y el yang, noche y día, de pie uno al lado del otro.
Las manos de Deacon fueron ahuecadas alrededor de algo, y cuando
levantó la cabeza, una genuina sonrisa se extendía en sus labios y sus ojos
grises brillaban. Aiden se rió de lo que sea que Deacon había dicho.
Ellos podrían terminar como sus padres.
El miedo hizo que mi piel fuera firme, y sustituyó el pánico. Me forcé a
respirar de manera uniforme. No iban a morir. No habría más muertes. No
podía ser. Todos habían sufrido bastante.
Pero era el Destino. No había tal cosa como el pago de las cuotas
cuando venía el Destino. Simplemente no le importaba, o no reconocía las
experiencias pasadas.
Sabiendo eso, me dieron ganas de tumbarme en el frío, la hierba
húmeda y llorar como un gordo bebé enojado. 110
—¿Alex? —La suave voz de Solos me sacó de mis molestos
pensamientos.
Página

Asentí y me concentré en la última roca. Lo que no me gustaba de usar


Akasha es el hecho de que el zumbido en mi cabeza siempre es más fuerte
entonces, como si aprovechar el elemento más poderoso de alguna
manera afectara la conexión. Ninguno de los Apollyons jamás lo había
pensado o discutido en el pasado, así que no tenía idea de si eso era
cierto.
Haciendo un llamamiento al akasha, lo dejé pasar. El rayo azul fue
increíblemente intenso, haciéndose añicos con su poder salió. Hubo
silencio y luego otro fuerte crujido. Esta vez golpeó a la roca en el medio y
no explotó, pero se redujo a un montón de polvo.
Solos dejó escapar un silbido mientras miraba el polvo y la tierra
quemada debajo. —Recuérdame nunca hacerte enojar.
Dejé escapar una sonrisa mientras me echaba atrás, dejando el
zumbido del Akasha asentarse hacia abajo. Doblándome por la cintura,
agarré mi agua. Sobre el borde, vi a Olivia dar una patada de giro que
golpeó a Lea varios metros hacia atrás.
Aiden aplaudió. —Perfecto, Olivia.
Y luego a Lea…
—Tú dudaste, sino habrías bloqueado esa patada.
Asintiendo, Lea se paró y se sacudió el polvo. Rápidamente se volvió a
acomodar en su postura y fue de nuevo.
Un dolor molesto floreció en mi sien, haciendo que mí ojo derecho se
estremeciera nervioso. Tiré la botella de nuevo y me volví hacia Solos. Fuera
de piedras para destruir, me entregué a Marcus a trabajar en los
elementos.
Apartado un poco el grupo principal, él levantó sus manos. Una ráfaga
de viento se elevó. Las ramas se sacudieron y diminutas hojas verdes se
arremolinaban en el viento, mientras el viento soplaba hacia mí.
Levanté mis manos, y me encontré con el elemento aire. Su poder
bombardeaba débilmente bajo la fuerza del mío. Era asombroso cómo el
elemento aire había sido mi mayor enemigo, pero ahora era sólo una leve
molestia.
Deacon y Laadan incluso se involucraron en la última parte del día.
Laadan trabajó con el elemento aire y Deacon se dedicó a la creación de
pequeños incendios y a controlarlos. No podía imaginar a esos dos en 111
combate, pero en este punto, todo el mundo se había convertido en un
guerrero.
Página

Aiden miró a su hermano con los ojos entrecerrados y la mandíbula


fuerte, tan fuerte que me pregunté si le quedaban muelas. Finalmente,
dejó a los mestizos se dirigió hacia donde Deacon tenía varios montones
de ramas encendidas.
—¿Qué estás haciendo? —exigió Aiden.
Deacon miró desde debajo de la mata de rizos. —Me estoy
convirtiendo en un fastidioso del fuego
El humor se esfumó de Aiden. —Sé lo que estás pensando.
—Ah, infiernos, bueno, si ese es el caso, esto es vergonzoso.
La espalda de Aiden se puso rígida. —A menos que estés practicando
fogatas de campamento, estás perdiendo el tiempo.
—Pero…
—No tienes que hacer esto. —Aiden hizo un gesto con la mano sobre
los montones de ramas y el fuego se apagó—. No quiero que te involucres
en nada de esto.
Deacon se irguió en toda su estatura, lo que significaba que sólo llegó a
los hombros de Aiden. —No me puedes detener, Aiden.
Ah, no debió decir eso.
—¿Quieres apostar a eso? —Aiden gruñó, bajando la cabeza para que
sus ojos estuvieran a nivel de los de su hermano.
Sin desanimarse, Deacon se mantuvo firme, pero bajó la voz. —
¿Esperas que retroceda y juegue a las cartas mientras que todos los demás
están haciendo algo importante?
—Sí, de hecho, eso espero.
Deacon rió sin humor. —Yo puedo ayudar.
—No estás entrenado. —Sus manos formaron puños a los costados—. Y
antes de que lo digas, no eres todo el mundo.
—Sé que no estoy entrenado, pero no soy un inútil, Aiden. Puedo
ayudarte. —Estaban en una riña épica que no había visto antes, y mucho
menos del bonachón Deacon—. Y me pides que me siente y vea a todos
los demás, la gente que me importa, la gente como tú, prepararse para
arriesgar sus vidas, mientras que yo no hago nada, no es justo.
Aiden abrió la boca, pero su hermano se apresuró a continuar. —
Conozco tu conducta de control excesivo, hermano, pero no me puedes
proteger para siempre y no puedes continuarme mimando. Es una pérdida
de tiempo, porque aunque me prohíbas participar, no importa. Tú no me 112
puedes detener. —Deacon respiró hondo—. Necesito ayuda, Aiden.
Algo en lo que dijo Deacon hizo que Aiden encadenara una atrocidad
Página

de bombas de insultos. Mis cejas se alzaron. Aiden raramente insultaba o


perdía la calma, pero ahora era una granada cuyo seguro acababa de
ser retirado.
Retrocedió un paso, poniendo sus manos en sus caderas. Yo casi
esperaba que arrastrara a Deacon dentro de la cabaña, pero en cambio,
hizo un gesto con la cabeza en un gesto brusco. —Está bien. Si esto es lo
que necesitas... entonces está bien.
Me quedé de piedra en silencio. También estaba así Deacon. Sin decir
una palabra, Aiden regresó a donde lo esperaban.
Los ojos de Deacon se encontraron con los míos y él se encogió de
hombros.
Aturdida de que Aiden hubiera aceptado, seguí a Marcus con el resto
del grupo.
Practicamos el resto del día e incluso fui tan lejos como para usar el
elemento aire contra el resto de los demás, forzándolos a romper mi
agarre. Odiaba hacer eso, porque sabía lo impotente que me sentía
cuando el elemento aire te presionaba, pero los usuarios de aire eran los
más comunes, lo que significa que más de la mitad de los daimons
utilizaban aire. Era una de las razones por las que muchos murieron en la
batalla en contra de ellos.
Así que tuvimos que tratar con él.
Fuego y tierra eran raros entre los puros. Aiden y Deacon eran los únicos
que sabía que ejercían fuego, y no había conocido a un puro que
controlara la tierra, a pesar de que lo había visto usar una vez, en el
Covenant de Nueva York. El elemento agua era muy útil si el usuario
estaba cerca del agua o la lluvia. Algunos pensaban que habían recibido
el elemento malo, pero yo sabía que no era cierto. Podrían sacar agua de
las tuberías, de cualquier cosa.
Me enfrenté a Lea. No hace mucho tiempo, había experimentado una
especie de retorcida satisfacción por llevarla hacia abajo, pero las cosas...
las cosas eran tan diferentes ahora.
Nos miramos la una a otra durante unos segundos, y luego ella asintió.
Poco a poco, a regañadientes, levanté mis manos y saqué el aire a mí
alrededor. Una corriente viciosa de viento se formó justo detrás de mis
dedos, y luego se deslizó a través de ellos. Al igual que con el akasha, mi
objetivo no era grande, pero golpeó a Lea debajo del pecho, dejándola 113
de espaldas.
Me moví hacia adelante, los brazos temblando mientras forzaba el
Página

elemento en ella. Era difícil mirarla, difícil no verme luchando y


retorciéndome en el suelo, incapaz de ganar equilibrio.
Aiden se agachó detrás de ella, ladrando órdenes a su manera suave,
pero lo mejor que podía hacer era atraer sus piernas y eso era todo.
Su cuerpo temblaba mientras sus labios se retiraban en un gruñido.
Luchó para sentarse, y yo quería que ella lo hiciera, porque a partir de ahí,
fue fácil romper el control, pero el elemento le sujetó los hombros hasta la
hierba.
Ola tras ola de aire caía sobre ella, y ella echó la cabeza hacia atrás y
gritó cuando levantó una mano, sus dedos arañando el enemigo invisible.
—Lea, vamos. Utiliza tus músculos como base —dijo Aiden, levantando
las pestañas para perforarme con sus ojos—. Presiona a través...
Odiaba esto, lo odiaba tanto. Todo mi cuerpo se estremeció.
Otro grito mientras ella cerraba sus manos atrapando la hierba. Sus
dedos se clavaron, rasgando la suciedad. Se formó un grupo mientras
empujaba hacia arriba en una posición sentada. Empecé a sonreír, pero
Lea se encendió rápido y me corrió.
Ella cortó a través el elemento, sus brazos se envolvieron alrededor de
mi cintura mientras se estrellaba contra mí. Caímos, una maraña de brazos
y piernas. La parte de atrás de mi cabeza golpeó el suelo. El aire salió
corriendo de mis pulmones en un apretón doloroso.
El sonido de los aplausos tronaba, y creo que Deacon gritó: “¡Pelea de
chicas!"
Y entonces se hizo el silencio. Nadie se movió. Me gustaba pensar que
todo el mundo se preparaba para un maldito-ataque Apollyon masivo de
mi parte.
—Maldición —gruñí, parpadeando varias veces. A través del pelo
cobrizo de Lea, el cielo era de color celeste.
Usando sus brazos, Lea se levantó y me sonrió. —Vamos a llamar a eso
un poco de revancha. —Ella rodó y se paró, todavía sonriendo
ampliamente—. Bueno, eso fue divertido.
Me quedé tirada en el suelo, el latido de mi corazón extendiéndose a la
parte posterior de mi cráneo. Era muy posible que ella hubiera golpeado
algo suelto, con suerte nada importante.
Una mano fuerte, de color marrón claro apareció en mi visión. — 114
¿Arriba?
Tomando la mano en Aiden, dejé que me pusiera de pie y me quedé
Página

allí soportando mis hombros doloridos. Pensándolo bien, todo mi cuerpo


me dolía. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios llenos. Nuestros ojos
se encontraron, y mientras todos se arremolinaban alrededor de nosotros,
en ese momento, era sólo él y yo.
Aiden se inclinó sobre mí, su aliento caliente contra la curva de mi
cuello. Un escalofrío se hundió sobre mi piel, y el dolor en mi sien derecha
aflojó. Aspiré profundamente, rodeándome de su masculino aroma terroso.
Todo el mundo que nos rodeaba desapareció.
—Sé lo que hiciste —susurró él.
Retrocedí, con mis ojos entrecerrados. No eran las palabras de amor
que había estado esperando que él susurrara. —¿Qué?
Arqueó una ceja, luego se volvió y se fue contoneándose a unirse al
grupo de felicitación que se formó alrededor de Lea. Puse mis manos sobre
mis caderas, sacudiendo mi cabeza. No había manera de que pudiera
saberlo. Ninguna manera en absoluto.

115
Página
Quince
Traducido por Dafne
Corregido por Mar¡Cipriano

M
ás tarde esa noche, estaba de cacería y Aiden era mi presa.
Después del entrenamiento, él desapareció. Después de
almorzar, desapareció de nuevo, y hacía horas que no lo veía.
Eran unos minutos después de la medianoche, y sabía que no estaba
patrullando. Solos lo estaba haciendo, y la sospecha persistente de que
Aiden me estaba evitando me estaba convirtiendo en una paranoica en
toda regla.
Rondaba a través de la planta baja, esperando poder quemar la
mayor parte de la energía nerviosa y evitar el inicio de un dolor de cabeza.
Ahora mismo, era solo un aburrido dolor detrás de mis ojos, pero sentía que
se iba a convertir en una partición de cabeza.
Hubo otra larga noche por delante, empeorada por a donde estaban
yendo mis pensamientos. De todas las cosas de las que debería haber
estado preocupada en este momento, ninguna era él, pero odiaba el
muro que había salido de la nada. Era un extraño muro que...
Desgastado por el tiempo, un terrible recuerdo de Aiden mirando
fijamente una botella de Elixir me vino a la mente. Me mantuve en la
cocina después de mi primera cena en el mundo de los cuerdos. ¿Estar
viendo el Elixir le recordó que él había tomado parte en eso? Él no podía
estar... sintiéndose culpable sobre ponerme en el Elixir, ¿o sí? Estoy bastante
segura de que todos en el mundo estarían de acuerdo en que era
necesario.
—Luces enojada. —La voz de Lea traqueteó sacándome de mis
116
pensamientos.
Me quedé fuera de un pequeño estudio que sólo tenía un sofá y un
Página

escritorio. Estanterías llenaban la pared, pero la mayoría estaban vacías. La


única luz provenía de una pequeña lámpara que se asomaba sobre el
respaldo del sofá.
—No estoy enojada. —Estaba confusa, frustrada, paranoica, cansada
y... está bien, estaba un poco enojada.
Ella echó un mechón de pelo a su espalda. Hubo un momento de
silencio y entonces—: Sé lo que hiciste.
Esa era la segunda vez que alguien me decía eso en unas pocas horas
y, honestamente, ninguno de ellos podría realmente saber. ¿O sí? No era
como si llevara una señal en mi frente.
Me quedé mirando fijamente a Lea. —No tengo ni idea de lo que estás
hablando.
Ella armó todo un espectáculo de cerrar lentamente el libro y ponerlo a
su lado. Reprimiendo un gemido, caminé dentro de la habitación y me
recosté contra el escritorio. —¿Qué? —demandé, cruzando mis brazos.
Mi archienemiga me devolvió la mirada sin pestañear. Lo que fuera
que repartí con el paso de los años, ella siempre lo había regresado. De
alguna manera nos parecíamos mucho. Ambas éramos dos hembras alfa,
constantemente sobre la garganta de la otra.
Pero era más que eso.
En un momento de lucidez inquietante, supe por qué nos habíamos
convertido en enemigos de caja de arena tanto tiempo atrás. Cuando era
joven, antes de que mamá hubiera arrancado mi trasero fuera del
Covenant, antes de que Lea y yo nos odiáramos, solíamos ser decentes. Así
era, hasta que un día, le dije algo terrible.
Incluso a la edad de diez, Lea había amado a su madrastra pura
sangre y a su media-hermana hasta el punto en que el resto de los mestizos
pensamos que había algo malo con ella. La mayoría de los puros
ignoraban sus hijos mestizos, especialmente aquellos que no habían dado
a luz o engendrado a los mestizos. Los padrastros en nuestro mundo eran
verdaderos padrastros-monstruos. Pero en el mundo de Lea, su madrastra
purasangre la había amado cariñosamente. Todos los lunes, después de
pasar el fin de semana con su madrastra, Lea hablaría sobre toda las cosas
maravillosas que hicieron juntas: ir de compras, ver películas, y conseguir 117
helado. Ninguno de nosotros tenía eso con nuestros monstruosos
padrastros. Lucian solía encerrarme en mi habitación cuando mamá no
Página

estaba en casa.
Así que, naturalmente, habíamos estado celosos.
La habíamos perseguido constantemente sobre su amor a su
madrastra. Destruí el vestido que ella le había comprado a Lea
derramando jugo de arándano en él. Oculté el pequeño álbum de fotos
que Lea llevaba con ella todo el tiempo.
Había sido de lunares con rayas de color rosa, llena de esas imágenes
de ella y Dawn, su media hermana purasangre. Una vez encontré una
carta que la madrastra de Lea le había escrito, escondido en uno de sus
libros de texto.
La había rasgado a pedazos en frente de Lea, riendo mientras ella
lloraba.
Entonces, un día, cuando estábamos corriendo unas vueltas, Lea se
detuvo para mirar a un pura-sangre miembro del Consejo. Su rostro tenía
ese brillo que ninguno de nosotros entendía. Lo miraba con respeto y
admiración. Pero eso no podía ser cierto. Porque, como mestizos, no
miramos a los puros con abierta admiración, como si pudiéramos cortarnos
el brazo para ser como ellos.
Después de clases, había encontrado a Lea sentada en el patio con sus
amigos. Seguida por Caleb y algunos otros, asalté su círculo y me paré en
el centro. Y dije lo más malo que jamás podría haber dicho a otro mestizo.
—Hay más sangre pura dentro tuyo que mestiza.
La misma cosa que Seth me dijo una vez tiempo atrás.
Ahora que lo pensaba, creo que iba a escupir sobre ella, también.
Lea más o menos me odiaba después de eso, y honestamente, no sé
cómo pude haberlo olvidado. Por otra parte, probablemente elegí olvidar
qué comenzó nuestro odio de caja de arena. Siempre atribuí la
animosidad de Lea como un producto de su mala onda en general,
cuando en realidad no fui nada más que una matona.
Parecía muy tarde para disculparse ahora, y conociendo a Lea, no iba
a cambiar nada, no era que esperaba que lo hiciera.
Lea me miraba ahora, la cabeza inclinada hacia un lado como si
supiera donde estaban yendo mis pensamientos. Sonrió con fuerzas. —
Levantaste el elemento aire mientras estábamos peleando.
Mi boca calló abierta, pero ella siguió atacando. 118
—Sentí que disminuía la presión y no me di cuenta de inmediato lo que
hiciste, pero lo he descubierto —dijo ella, como si quisiera probar que
Página

había sido lo suficientemente inteligente para ver a través de ello—. No


habría interrumpido tú tiempo si no hubieras cesado. Lo que no entiendo es
por qué lo hiciste. Podrías haberme empujado derecho a través del suelo.
Los dioses saben que nunca antes has tenido problema en ir detrás de mí.
¿Qué es lo diferente ahora?
Descruzando mis brazos, me aferré al borde del escritorio. No tenía idea
de que decir. Lea tenía razón. La había levantado con el elemento aire.
Unos meses atrás, si entonces hubiera tenido el control sobre ese elemento,
podría haberla tirado alrededor del bosque solo por la diversión de
hacerlo, tal vez incluso le hubiera arrojado otra manzana a la cara.
Cualquier cosa era posible.
Tiré de mi pelo, empujando la gruesa trenza sobre un hombro. Lea
esperaba por mi explicación y sentí enrojecer mis mejillas.
Sus ojos de amatista se estrecharon.
Soplando una respiración baja, rodé mis ojos y tiré mi pelo sobre mi
hombro.
—Está bien. Me tienes. Paré, y lo hice porque recuerdo cuanto apesta
ser mantenido así y ser impotente. Lo odié cuando Seth me lo hizo.
Ella palideció bajo su siempre presente bronceado.
—Él... ¿él te hizo eso?
—Entrenando —dije, rechazando a donde su mente obviamente
estaba yendo con eso—. De todas formas, no podía simplemente hacerle
eso a alguien, incluso si esa persona es una engreída, bronceada como un
licor de cuero.
Lea me miró un momento, luego rompió en una sonrisa. —Y eso viene
de Alex, extraordinaria desertora del Covenant y Apollyon psicópata.
Mis labios temblaron. —Ow. Quemada.
Volviendo su cabeza, escondió su sonrisa, pero rápidamente se puso
seria mientras me enfrentaba. —Has cambiado mucho, Alex.
Parte de mí quería negarlo, pero era verdad. Mientras miraba de vuelta
a la chica de cabello cobrizo, me di cuenta de que ambas habíamos
cambiado irrevocablemente. No había ninguna vuelta atrás para las
chicas que éramos el verano pasado.
Lea suspiró y arrugó su nariz. —Entonces... esto es embarazoso.
Me reí. —Sí, lo es. Siento como si necesitara insultarte un poco más
Ella se recostó hacia atrás en una arrogante postura floja y levantó las 119
manos. —Haz tu mejor esfuerzo.
—Es muy fácil —le dije, soltando el escritorio, sintiendo la sangre de
Página

nuevo en la punta de mis dedos—. Simplemente esperaré que hagas algo


que me saqué de mis casillas. Estoy segura de que no tardarás mucho.
—Probablemente no —replicó ella—. Estoy sorprendida de que no estés
llena de Olivia.
Arqueé una ceja. —¿Tratando de sacarme de mis casillas tan pronto?
Estoy sorprendida.
Lea se encogió de hombros y entonces hubo una pausa. —Olivia me
contó que viste a Caleb dos veces. ¿Era eso... era eso verdad?
Asentí. —Lo vi cuando estuve en el Inframundo, y me visitó justo antes
de que escapara.
Sus espesas pestañas se abatieron. —¿Él estaba bien?
Y entonces me golpeó. No era la preocupación por Caleb ni nada, la
razón por la cual estaba preguntando tenía mucho que ver con su media-
hermana. —Sí, él estaba mucho mejor que bien. Era más feliz de lo que
antes de su muerte.
Un nudo se formó en mi garganta y me concentré en las estanterías
vacías. —Dijo que mi mamá estaba ahí, también, así que estoy segura de
que tus padres y Dawn están ahí... y que están bien.
Ella tomó una respiración entrecortada, y como yo, de repente se
concentró en los bordes deshilachados del brazo del sofá. Todos los
mestizos eran entrenados para no mostrar dolor, y los dioses prohibieron
que lloráramos. Todo el mantra de no muestres debilidad era difícil de
dejar atrás.
Me deje caer en el cojín al lado de Lea y cogí el libro que ella había
estado leyendo.
Dando vuelta al libro, mis cejas se elevaron mientras obtenía un vistazo
caliente en la portada. —Espera. ¿Este libro es sobre alienígenas?
Ella lo cogió de vuelta. —Sí.
—¿En serio?
—Pero son alienígenas calientes. —Golpeó en el rostro del chico con un
delgado dedo—. Y él pude ser mi ET11 cualquier día.
Me eché a reír abiertamente, y se sintió un poco extraño estar riendo
con Lea de todas las personas, pero ella sonrió un poquito. Lea y yo nunca
seríamos BFF12, pero me preguntaba si, algún día, nos consideraríamos
amigas la una a otra 120
Un agudo corte de dolor disparó desde detrás de mis ojos y por mis
sienes. Haciendo una mueca, me paré y tomé una respiración profunda. —
Página

¿Tenemos algún Tylenol por aquí? —Otro corte de dolor, como fuego

11 ET: extraterrestre de la conocida película estadounidense también llamada ET.


12 BFF: Best Friends Forever (Mejores Amigas por Siempre).
disparando a través de los vasos en mi cerebro, causó que las náuseas se
elevaran en mi garganta—. ¿O un martillo? ¿Algo?
—Estoy segura de que hay algo—oye… oye ¿estás bien? —De repente
la voz de Lea sonaba tan, tan lejana, pero su mano estaba en mi brazo.
—Sí, estoy bien. —Di un paso y sentí vacilar mis piernas. Los músculos
temblaron, cediendo.
Brilló una explosión blanca en la habitación poco iluminada,
cegándome temporalmente. Pensé que gritaba una advertencia. Pensé
que me giraba para moverme en frente de Lea, pero cuando la intensa luz
blanca retrocedió, ya no estaba más en el pequeño cuarto.
La cámara circular estaba hecha de piedra arenisca y llena con pilares
de mármol. Extraños jeroglíficos cubrían las paredes, que hacían juego con
las runas deslizándose sobre mi piel. No había nada en la habitación, ni
sofás o estanterías o Lea… pero no estaba sola.
—¿Qué demonios? —demandé.
De pie en frente mío había un dios, uno que no parecía mucho mayor
que yo. La capa con alas que vestía ocultaba la mayor parte de su
cabello, pero mechones castaños empujaban fuera por debajo. Vestía
una clámide capa blanca.
El dios me dio una pequeña sonrisa. —No mates al mensajero.
Luego desapareció en un parpadeo.
—¿Qué mier—
Entonces lo vi. Él descansaba contra uno de los pilares, dándome la
espalda. El familiar atuendo negro, la ola de pelo rubio, ahora ligeramente
más largo... El reconocimiento envió una terrible helada ola de shock de
incredulidad a través de mí.
—¿Seth? —susurré.
Un latido de corazón pasó y giró su cabeza a un lado. —No estoy muy
feliz contigo, Alex.
Horror se levantó rápidamente y di un paso involuntario hacia atrás.
Antes, nunca le hubiera temido, me habría reído de ese pensamiento. Pero 121
ahora estaba aterrorizada, no de él, pero de lo que podía hacer.
Seth se volvió hacia mí y su cara era como la recordaba. Mandíbula
Página

fuerte y labios expresivos, ojos como ámbar líquido y una belleza que era
demasiado perfecta. Siempre me recordaba a las esculturas hechas a
imagen de los dioses.
Él arqueó una ceja burlona. —¿Qué? ¿Estás sin palabras? Eso sería una
primera vez.
—¿Cómo? —dije con voz ronca, el corazón acelerado dolorosamente.
—Aún estamos conectados, y he estado esperando el momento justo
para... ¿cómo puedo decirlo? ¿"Hacer una llamada a larga distancia a
través de nuestra unión"? —Él sonrió con esa presumida media-sonrisa—
. Escudo o no, todavía puedo llegar a ti... con una pequeña ayuda de mis
amigos en lugares altos.
El dios... —¿Hermes?
Seth asintió. —Él siempre ha estado a favor mío. Traerte a mí
seguramente iba a enojar a algunos de los otros dioses, lo cual fue todo lo
que me tomó para convencer a Hermes de hacerlo. Y antes de saltar a la
equivocada conclusión, Hermes no es el dios responsable de mí.
El hecho de que Seth hubiera tenido a Hermes precipitándose me
sacaba de mis casillas, pero no tenía sentido. ¿Cómo pudo encontrarme
Hermes? Confusión me inundó, pero había algo que sabía cómo sangre
detrás de eso. —No entiendo. ¿Dónde estoy?
—Tú estás donde quiero que estés. —Dio un calculado paso hacia
delante.
Retrocedí. —Eso no es mucho de una respuesta.
Seth inclinó la cabeza hacia un lado, sus ojos estrechándose mientras
seguía acercándose. —¿Piensas que mereces una respuesta?
Ahora sabía que era lo que sabía cómo metal en la parte trasera de mi
garganta. Ira. —¿Estoy soñando, Seth?
Él rió; cuando estábamos conectados, él había reído un montón, pero
ahora me daba cuenta de que había una diferencia entre el Seth real y la
versión fantasma de él. Su presencia era potente; su voz tenía un tono
ronco, una cualidad musical con un leve acento. Y su risa... su risa era
profunda y petulante.
—No estás soñando, Alex. Como dije, usé nuestra conexión, y Hermes
ayudó. Esto...—Extendió sus brazos, y la piel dorada estaba cubierta de
símbolos en movimiento—. Esto es aquí. —Golpeó un dedo en su cabeza.
Mi mano se moría de ganas de golpear esa sonrisa de su cara. — 122
¿Entonces esto no es real?
—Oh, es real hasta cierto punto.
Página

Descubrí que podía apoyarme y ahora mi espalda estaba contra la


cálida pared de arenisca. —Esto no puede ser real.
Seth se detuvo en frente mío y se inclinó, acercándose tanto que volví
mi cabeza, mis dedos se encrespaban impotentemente a mis lados. Su
aliento bailaba sobre mi mejilla. —Si estás preocupada de si puedo
transferir tu poder en este lugar, no puedo. Tampoco puedo conseguir
realmente algo fuera de nuestro vínculo. Tus escudos —rodó sus ojos—
siguen intactos. Probablemente no debería haberte enseñado como
hacer eso, pero de todas formas, tú no estás realmente aquí. Hermes
recorrió nuestra conexión hasta tu subconsciente y te detuvo dentro de mi
mente.
Dioses, eso son totalmente loco.
—Te extrañé. Así que relájate.
¿Relajarme? ¿Cómo se suponía que me relajara cuando estaba aquí,
donde sea que aquí fuera, con pantalones-locos Seth? Mi cabeza se
sacudió hacia él. Nuestros rostros estaban a pocos centímetros de
distancia. —¿Me extrañaste?
—Extrañé la Alex que vivía para hacerme feliz. —Se rió de lo que estaba
segura fue una mirada de "voy a asesinarte" que cruzó mi cara—. Está bien.
Quería ver si esto iba a funcionar y lo hizo.
—¿Entonces si te toco, nada va a pasar?
—Correcto. —Sus ojos ambarinos flamearon—. Espera. ¿Quieres
tocarme? Me gusta a donde está yendo esto.
Sonreí, y un segundo después planté mi puño en su estómago con todo
lo que tenía en mí. Doblándose sobre sí mismo, Seth gruñó y soltó una
maldición en voz baja. Moviéndome adelante, llevé mi rodilla hacia arriba,
golpeando en el mismo punto donde mi puño había conectado segundos
antes.
—Maldita sea, Alex, puedo sentir eso. —Seth se enderezó, frotándose su
estómago.
La dulce satisfacción sabía cómo azúcar en mi garganta. —¡Bien!
¡Porque hay más de donde vino, tú psicópata idiota! —Levanté mi puño de
nuevo.
Seth reaccionó rápidamente, capturando mi mano en la suya. Empujo
hacia atrás, agarrando mi otra muñeca, que se dirigía a su cara. A menos
de un segundo después, tenía mis dos muñecas puestas encima de mi 123
cabeza.
Sonriendo como si yo no hubiera acabado de patear el aire de su
Página

estómago, lo cual me sacó totalmente de casillas, él presionó. —¿Cuántas


veces tengo que decírtelo, Alex? Golpear no es agradable.
Me empujé fuera de la pared, pero todo lo que logré hacer fue llevar a
nuestros cuerpos a rozarse. La ira se profundizó en el matiz de sus ojos,
como también algo más… interés y lujuria. Y a pesar del hecho de mi piel
de gallina, me di cuenta de algo. La cuerda no estaba tomando vida
como usualmente hacía cuando estaba a su alrededor, especialmente
cuando estaba prácticamente encima mío. Se quedó dormida en el
fondo de mi estómago.
Esto era real... pero no lo era. De todas formas, yo no estaba muy
contenta con lo que estaba sucediendo.
—Estás en mi espacio personal. —Me dolía la mandíbula de lo duro que
estaba rechinando mis muelas—. Déjame ir.
—No. —Sus ojos se abrieron—. Puede que me pegues de nuevo.
—¡Puedes contar con eso! —Ira hervía dentro de mí suprimiendo la
confusión y el terror de que tenía un agarre tan estricto sobre mí—. ¿Cómo
pudiste hacerme eso? —Me impulsé fuera de la pared, pero Seth empujó
de vuelta—. Me prometiste que no usarías el vínculo en contra mío, ¡y lo
hiciste! Me convertiste en la presidenta del Club de Fans de Seth.
Sus labios temblaron. —No veo nada malo con eso.
Hervía. —Me referí a ti como mi Seth.
—De nuevo, no veo nada malo con eso.
Mis manos se encresparon en puños y lo miré. —¡Está mal, Seth! ¡Lo que
estás haciendo está mal! ¿Lo entiendes? ¡Maldita sea! —Trayendo mi mano
hacia atrás, ésta se estrelló contra la pared. Dolor muy real explotó por mi
brazo—. Mierda.
—Ahora, cálmate. Sólo vas a lastimarte a ti misma. —Travesura brillaba
en sus ojos dorados, y por un instante, me recordó a Seth; al Seth antes de
que se volviera loco en el poder del éter, que me sacaba de mis casillas
tanto como me hacía reír, el chico que había robado un trozo de mi
corazón.
Lo miré a los ojos, sintiendo que parte de la ira se iba. —¿Qué te pasó?
Él parpadeó. —¿Qué?
Hundiéndome contra la pared, bajé la mirada. —Tú siempre has sido
arrogante como el infierno y loco, pero...
—Gracias —dijo secamente, pero el agarre en mis muñecas se aflojó. 124
—Pero tú nunca me hubieras hecho esto… usar la conexión en contra
mío. —Levanté mi mirada—. Tú nunca habrías atacado al Consejo o te
Página

hubieras puesto del lado de Lucian. ¿Qué te pasó?


Un músculo estalló en la mandíbula de Seth. —Tengo inteligencia, Alex.
Qué te paso a ti sería la mejor pregunta. La chica que conocí hubiera ido
en contra del Consejo sin pensarlo dos veces. Ella todavía podría odiar a
Lucian, pero hubiera visto que lo que él estaba tratando de hacer era lo
correcto.
—No. —Volví la cabeza, tragando duro.
—¡Sí! —Moviendo mis muñecas a una sola mano, agarró mi barbilla con
la otra, forzándome a mirarlo, y odié el brillo casi febril en sus ojos—. Él
quiere cambiar el mundo.
—¡Él quiere gobernarlo, Seth! Hay una gran diferencia. Y tú no eres
nada más que un peón. —Excavé dentro de la furia en mí, aferrándome a
ella—. Te está usando, Seth. Solías ser más fuerte que eso, pero eres débil…
débil en el poder.
La ira brilló a través de su rostro como un rayo mientras su agarre en mi
barbilla se apretaba. —No soy débil.
—¡Lo eres! ¡Eres tan débil que ni siquiera puedes ver lo que Lucian te
está haciendo! Gente inocente está muriendo, Seth. —Encontrando su
mirada furiosa, quise hacerle entender, que viera como todo estaba
yendo mal—. ¿Cómo puedes estar bien con eso? tienes que parar.
Su silencio era duro.
—¿Entiendes lo que tendré que hacer? —Las lágrimas brotaron de mis
ojos en el mismo momento en que oía el susurro de mi nombre siendo
llamado desde lo que parecía millas de distancia.
Seth también lo oyó, y reconoció la voz. Sus labios retrocedieron en un
gruñido.
—Tendré que matarte, Seth. —Mi voz se quebró.
Él se echó hacia atrás, soltándome tan rápido que casi me caí. Algo
muy parecido a la incredulidad se dibujó en su rostro y había más. Una
mirada que no podía averiguar, y luego su expresión se volvió fría. —No
puedes matarme.
El sonido de la voz de Aiden llamándome tiraba con fuerza de cada
célula de mi cuerpo. —Encontraré una manera, porque no puedo dejarte
hacer esto.
Seth cruzó sus brazos. —Fallarás. 125
Mi corazón tropezó con sí mismo. —¿Qué tengo que hacer para
pararte? ¡Dime!
Página

Sus labios temblaron en una sonrisa cruel. —No hay nada que puedas
hacer, Alex. Tienes que aceptar lo que va a pasar, aceptar nuestro Destino.
Fuiste hecha para mí, y te encontraré. Y si alguien está en mi camino, no
pensaré dos veces en tirarlo abajo.
Di un grito ahogado, enfermo, triste y un poco perturbado al oírle decir
eso. Él había hecho muchas cosas horribles, pero oír eso, para ver como de
lejos estaba, cortó profundo en mí. —Seth...
Se lanzó hacia adelante, apretando los lados de mi cabeza. —Así que
adelante y escúdame fuera todo lo que quieras. Como puedes ver, aun así
puedo llegar a ti. —Presionando su frente contra la mía, respiró
profundamente—. Nos estaremos viendo pronto.
Seth cambió de nuevo y sentí sus labios cepillar mi frente un segundo
antes de que la luz explotara alrededor de mí.

126
Página
Dieciséis
Traducido por Martina pederzoli
Corregido por Mar¡Cipriano

C
on mis pulmones ardiendo como si estuvieran debajo del agua,
respiré profundamente y me sacudí. Esta vez, cuando la luz se
desvaneció, unos ojos grises se clavaron en los míos.
—¿Alex? —El alivio sonaba en el tono de Aiden, haciendo su voz más
profunda y fuerte. Sus ojos estaban ensombrecidos por la
preocupación, pero había una punzada de enojo en el fondo de ellos—.
Dios, Alex, pensé…
Parpadeé un par de veces mientras mi entorno empezaba a enfocarse.
Era donde Lea y yo habíamos estado antes. Los brazos de Aiden me
rodeaban, y yo estaba mitad en el piso, mitad en su regazo. Empecé a
sentarme pero pasó sus manos por mis mejillas, acercando mi cabeza
hacia la suya.
—Aguanta ahí por unos minutos —dijo cambiando de posición, de
modo que su espalda estaba contra la parte inferior del sofá—. ¿Estás
bien?
—Sí. —Aclaré mi garganta esperando que el ritmo de mi corazón
bajara—. Eso… eso fue engañoso. ¿Dónde está Lea?
—Afuera de la habitación con todos los demás. —Su pulgar trazo un
círculo calmante sobre mis pómulos—. Cuando te desmayaste, ella vino a
buscarme. Dijo que te quejaste sobre un dolor en la cabeza antes de que
127
te desmayaras. Eso…eso la enloqueció. ¿Segura que estás bien?
¿Me desmayé? Caray, Seth no solo podía extenderse y tocarme,
Página

¿también podía hacerme sentir débil como una cobarde? —Sí, el dolor de
cabeza se fue. Sólo me siento un poco fuera de mí.
Al sentarme, me retorcí en el abrazo de Aiden para enfrentarlo. —
¿Cuánto tiempo he estado fuera?
—Unos pocos minutos. —Sus ojos buscaron los míos—. Alex, tú… tú dijiste
el nombre de Seth. Pensé…—Negó con la cabeza y sus pestañas se
abatieron, ocultando sus ojos.
—¿Qué? —Apoyé mi mano en su suave mejilla y luego me di
cuenta. Mi respiración se detuvo—. ¿Pensaste que me había conectado
con Seth de nuevo?
No respondió inmediatamente. — Lo pensé, sí, especialmente
cuando te escuché decir su nombre. Saqué a todos afuera de la
habitación. —Aiden miró hacia arriba, su mirada encontrándose con la
mía. — No sabía que iba a hacer…
El Elixir no habría sido una opción. Él había tirado lo último que
quedava por el desagüe. ¿Qué podría haber hecho? La mirada en sus
ojos me destrozó.
Me incline, presionando mi frente en la suya. Eso me recordó a Seth,
pero era mucho más diferente, significaba mucho más. —Vi a Seth, pero
no me conecte con él.
Aiden llevó sus manos a cada lado de mi cara. Hubo un leve temblor
en sus fuertes brazos. Ninguno habló por varios segundos. Mi corazón se
aceleró en un tipo diferente de latido. —¿Qué pasó? —preguntó
finalmente.
—Hermes... Maldito Hermes —dije—. No entiendo realmente como lo
hizo, pero siguió la conexión entre Seth y yo y me introdujo en el
subconsciente de Seth, o algún tipo de basura por el estilo.
Estaba segura de que Aiden estaba callado porque estaba tan
enojado que no podía formar palabras.
Tomando una respiración profunda, envolví mis manos alrededor de
sus muñecas y le conté todo. Con cada palabra, la furia de Aiden crecía
hasta que se convirtió en algo tangible en la habitación; era espesa como
el humo.
Terminé bajando sus manos, manteniendo las mías alrededor de las
suyas. — Era real… pero no lo era. No sé si él va a ser capaz de hacerlo 128
de nuevo, o si Hermes lo volverá a ayudar. O si había algo que yo estaba o
no haciendo que lo volvió más fácil.
Página

—¿Tenías dolor de cabeza antes de que ocurriera? —Cuando asentí sus


ojos se
volvieron fríos como el acero—. Cuando estabas en el Elixir, ¿recuerdas
haber tenido dolor de cabeza?
Negué con la cabeza.
El soltó una maldición. —Tú tenías dolor de cabeza cuando el Elixir
empezaba a desaparecer. Además, empezaste a escuchar la voz de
Seth. Era él tratando de conectar contigo. Pienso que es lo mismo que
está sucediendo con Hermes.
—Maldición —dije aturdida. Luego pensé en la pesadilla.
Moviéndome más rápido que lo que Aiden podía, me levante y retrocedí—
. Tuve una pesadilla hace algunas noches.
Él se levantó fluidamente. —Me acuerdo.
— Soñé que Seth estaba en la habitación, pero tal vez no era una
pesadilla. ¿Quizás era el probando nuestra maldita conexión a larga
distancia con Hermes? —Maldije, peleando contra la urgencia de tirar
algo—. Bueno, lo importante es que no pudo obtener nada a través del
vínculo. Él no pudo tomar el control de mis pensamientos.
—No hay nada bueno acerca de esto —gruñó Aiden.
—Bueno, estaba tratando de ser Polly positiva13.
Sus manos se apretaron a sus costados. —Pudiste golpearlo, eso
significa que él puede devolverte el golpe, Alex. Sí, el no pudo
encontrarte, pero eso es una gran violación.
Asentí aturdida. Aiden tenía razón. No había forma de saber si Seth lo
haría de nuevo.
—Y no hay nada que pueda hacer si lo hace de nuevo. Les juro a los
dioses… —Girando rápidamente, Aiden levantó una pequeña figura y la
arrojó al otro lado de la habitación. Rompió la pared, en una explosión de
yeso y vidrio.
La puerta de la habitación se abrió y Solos se asomó, sus las cejas
levantadas. —¿Es…?
—¡Déjanos! —ordenó Aiden bruscamente, luego tomó un suspiro
estremecido—. Alex está bien. Ambos estamos bien.
Solos se veía como si estuviera a punto de discrepar, pero le dio otro
vistazo a Aiden y decidió no hacerlo. Cerró la puerta.
Le deslicé una mirada a Aiden. —¿Eso te hizo sentir mejor? 129
—No —replicó él, tomando una respiración profunda mientras hacía un
gesto al hueco en la pared—. Desearía que esa hubiera sido la cabeza de
Página

Seth.

13 Polly Positiva: “Positive Polly” en el inglés original, Alex se está refiriendo a que está
siendo una Polly (abreviación de Apollyon) positiva, intentando ver el lado bueno de la
situación.
Ver a Aiden perder el control era algo que siempre encontraba
terrorífico, principalmente porque él nunca lo pierde, pero a veces
olvidaba que él estaba lejos de ser perfecto o santo. Él tenía un
temperamento no tan loco como el de Seth o el mío, pero el fuego
zumbaba en su sangre.
Crucé mis brazos, repentinamente sintiéndome fría. —Pero tiene que
haber una razón para que él únicamente sea capaz de hacerlo ahora. Y
—y— él te escuchó diciendo mi nombre. —La esperanza despertó en mí—.
Su control en mí no era tan fuerte.
—Apuesto que estaba emocionado con eso.
Recordando la forma en que Seth se veía cuando escuchó la voz de
Aiden, estaba segura de que él había estado malditamente cerca del
asesinato. —Tiene que haber algo Aiden. Solo tenemos que averiguarlo.
Aiden me observó con una mirada sombría mientras atravesaba la
habitación, parando frente a la ventana.
Me mordí el labio. — Nosotros podemos. Nosotros siempre podemos.
No dijo nada, con la espalda rígida de forma antinatural. —¿Estás
segura de que estas bien?
—Sí —dije irritada—. ¿Puedes dejar de preguntarme eso? Estoy
perfecta. Estoy bien. Esta noche fue un pequeño retraso, pero—
—Lo sé. —Miró sobre su hombro, su voz bajó mediblemente—. Lo sé,
Alex, perdón.
—No tienes nada por lo que disculparte.
Dejó escapar una pequeña risa. —Tengo mucho sobre lo que
disculparme.
Lo miré fijamente. Esto se trataba de algo más de lo que acababa de
ocurrir con Seth. Si, estaba enojado, principalmente para mi beneficio y
apreciaba eso, pero esto era algo más. Pensé en la extraña brecha entre
nosotros en los últimos días.
La irritación pinchaba mi piel. — ¿Cuál es tu problema?
—No sé de lo que estás hablando. 130
—¿No sabes? —Me enfrente a él y extendí la mano hacia su cara. Él se
apartó y sentí eso como una punzada en mi pecho—. ¡Eso! Eso es de lo
Página

que estaba hablando.


Él frunció el ceño.
Como en cualquier otra situación en mi vida, cuando estaba molesta o
asustada por algo, prefería enfocar toda esa energía en otra cosa. —
Estuviste actuando raro por días y prácticamente escondiéndote de mí.
—No me estuve escondiendo de ti, Alex. —Un músculo en su mandíbula
se tensó mientras miraba por la ventana—. ¿De verdad piensas que es el
momento para hablar sobre esto?
Respiré profundamente y sentí subir mi famoso temperamento. —¿Hay
un mejor momento?
—Tal vez cuando no acabas de ser secuestrada por Seth a dios-sabe-
dónde y nosotros no estamos planeando salir allá afuera y encontrarnos
cara-a-cara con dios-sabe-qué. —Miró por encima de su hombro, sus ojos
de un color gris frío—. Tal vez entonces.
Oh, estaba a dos segundos de saltar en su espalda y estrangularlo por
detrás…con amor, por supuesto.
—¿Piensas que vamos a tener un mejor momento para hablar sobre
esto? ¿Ese momento en un futuro cercano cuando todo va a estar en
pausa para nosotros como para tener un corazón a corazón? —Aiden se
giró hacia la ventana, pero no tenía que ver su cara para saber que no
estaba feliz—. Bueno. No lo entiendo. Estabas bien cuando regresamos.
Nosotros—
—No debimos hacer eso.
El dolor se deslizó en mi pecho como si él me hubiera pegado un
puñetazo. A la vez, sentí las marcas responder, sangrando a través de mi
piel.
Aiden inclinó la cabeza y maldijo. —No lo dije de esa manera. Esa
noche, fue la mejor noche de mi vida. No me arrepiento, pero debí haber
esperado hasta que hayas tenido tiempo para enfrentarte a todo. Perdí…
perdí el control.
Di un paso adelante — Me gusta cuando pierdes el control.
Sacudió su cabeza silenciosamente.
—Estaba bien, Aiden. No estaba dañada. No estoy herida ahora.
Entonces, ¿porque te estas escondiendo de mí?
—No me estoy escondiendo de ti.
—¡Mentira! Evitas pasar tiempo a solas conmigo, excepto a la noche. 131
Aiden me enfrentó, pasándose los dedos a través de su cabello. — De
noche, mientras duermo, es el único momento en el que no pienso en eso,
Página

en lo que hice. Tú… no entiendes. Lo que te hice… ¿poniéndote en el


Elixir? No merezco nada más.
—Tú—
—No tenía que hacerlo, Alex. Fue débil de mi parte. No confiaba que
con el tiempo romperías el vínculo. ¿Y ver lo que te hice? No puedo
perdonarme por eso.
Mi boca cayó abierta. —No puedes culparte por eso. Hiciste lo
correcto.
La ira brilló en sus ojos. — No era lo correcto.
—Aiden…
—¡El Elixir era uno de tus mayores miedos, Alex! ¡Y te hice eso a ti!
Sorprendida, di un paso atrás. Rara vez Aiden subía la voz, pero sabía
que su ira y frustración no iban dirigidas a mí. Era su propia culpa, culpa
que no debería estar cargando.
—¿Cómo…? —Él se acercó, bajando el tono de voz mientras sus ojos se
encontraban con los míos—. ¿Cómo es que lo que hice es diferente a lo
que Seth te hizo, lo que aún te sigue haciendo?
Di un grito ahogado. —¡Ponerme en el Elixir no es lo mismo que Seth
convirtiéndome en un Apollyon psicótico!
—Pero te aparté de quien eras, Alex. Es lo mismo. —Calor salió de el en
oleadas, intensificándose a medida que pasaban los segundos. La mayoría
de la gente hubiera estado aterrorizada de él de esta manera.
Yo estaba mayormente molesta, y triste
—Te sujeté y te forcé a abrir la boca mientras Marcus te daba el Elixir. —
Negó, como si estuviera estupefacto de sus propias acciones—. Me
rogaste que parara, y no lo hice. Vi el Elixir afianzarse, y fui yo quien se
convirtió en tu maestro. No puedo… —Paró de hablar y se alejó.
Las lágrimas llenaron mis ojos. Queriendo nada más que quitarle la
culpa, estaba perdida en cómo podría hacerlo. Me pare detrás de él,
queriendo abrazarlo hasta que entendiera que no lo culpaba. Si había
alguien más terco que yo en este mundo, ese era Aiden. Si esto fuera al
revés, Aiden tendría algo ridículamente de apoyo para decir. Usaría una
elocuente mezcla de palabras que significarían algo, y si eso no
funcionara, me hubiera dicho como era. 132
No tenía palabras bonitas, así que me decidí por la segunda er…
tercera mejor opción. —Mira, odio tener que cortar a través de tu auto-
Página

lástima con una dosis de crecimiento…


Dándose vuelta, las cejas de Aiden se dispararon y abrió su boca.
—No. —Puse mis manos sobre sus labios, sus cálidos, cálidos labios. Todo
mi brazo se estremeció por el contacto—. Tuviste que tomar una difícil
decisión. Todos ustedes lo hicieron. Yo era la Malvada Alex. Y recuerdo
amenazar con sacarle la caja torácica a Deacon. Puedo entender porque
lo hiciste.
Envolvió sus dedos alrededor de mi muñeca y gentilmente quitó mi
mano, pero no la soltó. ¡Punto! — Alex, esto no se trata de tu
perdonándome a mí.
—Entonces ¿de qué se trata? —Me moví más cerca, mis muslos
tocando sus rodillas—. Te perdono. Diablos, no hay nada que perdonar. Y si
lo hubiera, te tendría que agradecer.
Dejando caer mi mano, miró hacia otro lado y negó mientras se movía
hacia el sofá, sentándose pesadamente. — Nunca vuelvas a
agradecerme por ponerte en el Elixir.
—¡Ugh! —Alcé mi mano. Estaba así de cerca de golpearlo fuera del
sofá—. No te estaba dando las gracias por ello. Te estaba agradeciendo
por no renunciar a mí. Por seguir estando ahí cuando estaba actuando
como una psicótica.
Él me miró, duro como siempre.
— Quiero estrangularte…
Aiden arqueó una ceja.
Dejé salir un largo suspiro. —Todos hicimos cosas de las que nos
arrepentimos. Estoy viviendo con el hecho de que amenacé a todas las
personas que me importan. No tienes idea de las cosas que pensé, las
cosas que creí, cuando estaba conectada con Seth. O tal vez sí, peor no
es lo mismo. Y si yo puedo superarlo, entonces por los dioses, tú tienes que
superarlo.
Su boca estaba abierta, pero no había terminado. —Te necesito ahora
mismo, más que nunca. Y no te necesito solo para que me sostengas en las
noches. — Hice una pausa, frunciendo el ceño—. Incluso si eso es muy
bonito, te necesito realmente aquí.
El dolor brilló en sus ojos plateados. — Estoy aquí para ti.
—No lo estás. —Negué—. No puedes estarlo, mientras estas
enfurruñado por aquí, culpándote por algo que tenías que hacer. Necesito 133
al hombre, Aiden.
—¿Al hombre? —Retrocedió de una manera perezosa, con la expresión
Página

arrogante, pero la tensión estaba en cada músculo de su cuerpo—. Es una


buena cosa que te amo o encontraría eso particularmente insultante.
—Si me amas, superaras tu problema con esto. Trata con ello, acepta
que tuviste que hacerlo, y supéralo. —Mi respiración quedo atrapada—.
Porque estoy asustada de mi mente, Aiden, y no sé cómo alguno de
nosotros va a sobrevivir a lo que está pasando. Ahora mismo, te necesito,
todo de ti. Nosotros… nosotros somos más importantes que tu culpa, o por
lo menos eso creo, pero aparentemente estoy gastando mi aliento.
Realmente estaba muy cerca de volcar el sillón hacia atrás y arrojarlo
fuera de él, pero Aiden se disparó y estaba delante de mí antes de que
pudiera parpadear. Envolvió un brazo alrededor de mi cintura y nuestros
ojos se encontraron. Todas las partes de nuestros cuerpos se tocaron, el
calor precipitándose a la superficie. No es como si yo hubiera olvidado lo
que era estar en sus brazos, solo que no estaba preparada.
Nunca podría estar preparada.
Tampoco lo estaba Aiden. Sus ojos eran ardiente plata líquida y sus
brazos se apretaron a mi alrededor. —Nunca me rendiré contigo, Alex.
Nunca.
—Entonces ¿porque estas siendo tan…
—¿Qué? —Su tono de voz se volvió baja—. ¿Siendo tan qué?
Exasperante. Terco. Malditamente sexy. —Por los dioses, ¿podemos
dejar de discutir y simplemente, no sé, hacerlo?
Una risa profunda y ronca retumbó a través de su cuerpo y del mío. —
¿Eso es lo que quieres?
Más que el aire que respiraba. —¿Qué te parece?
Se movió más cerca, acorralándome hasta que estuve apretada
contra la puerta cerrada. —Estoy seriamente enamorado de tu mente de
un-solo–sentido.
Abrí la boca para señalar que mis habilidades multitarea habían
mejorado drásticamente, pero Aiden tomó ventaja. Su boca estaba en la
mía, y el beso; oh, el beso mató mi recién adquirida habilidad. Voló directo
por la ventana.
Cuando levantó la cabeza, solo por un segundo, jadeé.
—Bueno. Es posible que tengas un punto —dijo.
—¿Un punto? —Pensé que tenía varios.
—Es difícil, Alex, recordar como eras. —Admitió Aiden. Deslizó una mano 134
a través del lío de pelos en mi nuca, enviando escalofríos sobre mi piel—.
Lo odiaba. Odiaba cada momento de ello.
Página

Puse mi mano en su mejilla. —Lo sé.


—Y en lo único que podía pensar era en tenerte de vuelta. —Apretó sus
labios contra mi sien y luego en mi mejilla—. Pero tienes razón. No estuve
aquí completamente.
—¿No te sentirás culpable de eso, también?
Sonrió contra mi cuello, sus labios moviéndose contra mi pulso que
golpeaba salvajemente. —Tienes que ser siempre tan sabelotodo.
Asegurando mi brazo alrededor de su cuello, sonreí. —Tal vez… —La
esperanza se encendió en mí—. ¿Estás bien ahora? ¿Estamos bien?
—Estamos bien. —Aiden me besó suavemente y siguió besándome
mientras me levantaba con un solo brazo y me giraba. En cuestión de
segundos, mi espalda estaba presionada contra el cojín y él se encontraba
encima de mí, completamente vestido y cubierto de armas—. Estoy bien.
—¿Lo estás?
Sonrió y reveló sus hoyuelos. —Voy a estarlo.
Empecé a decir algo, pero su mano vagó a la deriva, siguiendo la línea
de mi caja torácica y luego más alto, y me olvidé de lo que iba a decir. Me
sentía mareada con la expectación, de querer y necesitar, y un centenar
de otras cosas mientras mi corazón latía con fuerza y mi respiración se
entrecortaba.
—Gracias —susurró, y luego trajo sus labios a los míos, presionándome
más cerca, hasta que nuestras caderas encajaron firmemente.
Sensaciones locas corrieron por mi cuerpo—. Gracias.
No estaba segura como pasamos de discutir a esto, o por qué
realmente me estaba agradeciendo, pero no me quejaba, y de una
manera muy retorcida parecía normal. Aiden me adoraba como si hubiera
nacido digna de un hombre tan hermoso y complicado, y en el transcurso
de la noche, realmente me demostró que estábamos bien, que él estaba
bien, y por ahora, eso era lo que necesitaba para enfrentar el mañana.

135
Página
Diecisiete
Traducido por Jess
Corregido por Esperanza.nino

T
uve una sonrisa estúpida en mi cara la mayor parte del día
siguiente. A pesar de que estaba helada, cubierta de barro por el
entrenamiento y cansada por usar el akasha y los elementos,
parecía que había sido golpeada con un palo.
Sólo un par de veces lo hice deslizarse, y fue entonces cuando pensé
en Seth y el truco que había logrado sacar ayer. Después de que Aiden y
yo... bueno, cuando habíamos empezado realmente a usar nuestras bocas
para hablar otra vez, acordamos mantener lo que había sucedido entre
nosotros y Marcus. No había ninguna razón para enloquecer a todos los
demás, y yendo por el camino por el cual Marcus hubiera reaccionado,
había sido una decisión inteligente.
Marcus no había lanzado nada, pero había estado tan enojado como
Aiden.
Y yo sabía que esa era la razón por la que Marcus había cambiado con
Solos cuando llegó al entrenamiento de hoy. Pero era extraño golpear a mi
tío.
Cada vez que nuestro grupo se tomaba un descanso, Aiden estaba a
mi lado. Hubo momentos en los que se convertía en alguien insoportable y
tranquilo, y sabía que estaba pensando en lo que había hecho con el Elixir.
Él estaba tratando sin embargo, y eso era lo que importaba.
Terminamos el día y cojeamos hacia adentro, siendo recibidos por el
aroma del guiso que Laadan había cocinado. Subí a lavar la mugre del día
y Aiden me siguió.
136
Una vez dentro de la habitación, le lancé una mirada tímida sobre mi
hombro. Al menos, pensé que era tímida, pero probablemente parecía
Página

como si tuviera algo en el ojo.


Aiden sonrió, sin embargo.
—¿Me estás siguiendo? —le pregunté, mientras me quitaba las botas.
Él paseó hacia adelante, moviéndose como una de esas panteras
enjauladas que habíamos visto en el zoológico. —Sólo estoy aquí por ti, y
creo que realmente me necesitas ahora mismo.
—Ja. Ja. —Fuera de mis zapatos, Aiden se puso delante de mí y me
sentí como un hobbit14 de pie delante de él.
Una sonrisa se propagó en la cara de Aiden y apareció un hoyuelo en
su mejilla izquierda. Colocó un mechón de mi pelo hacia atrás, luego sus
manos cayeron y él tiró de mi camisa. —Creo que lo llamaste “ser
suficiente hombre”.
Esto no era la clase de “ser suficiente hombre” de la que yo había
hablado la noche anterior, porque incluso con mis limitados conocimientos
de tales cosas, se destacó en ese departamento. Pero no dije nada
mientras me quedaba mirándolo fijamente.
Bajó la cabeza y sus labios rozaron los míos. Estaba segura que sabía a
suciedad y manzana acida, cortesía del estallido en la enfermería antes,
pero hizo ese sonido contra mi boca, parte gruñido y parte algo más
profundo. A medida que el beso se profundizó, al igual que él podría
devorar el sabor y la sensación, me fundí contra él.
—Me gusta mucho tu idea de “suficiente hombre” —murmuré,
apretando la parte delantera de su camisa.
Aiden se rió entre dientes mientas las puntas de sus dedos se deslizaban
sobre mi estómago. El calor aumentó, ahuyentando el frío en mi piel.
Extendí mi mano, queriendo más, siempre necesitando más…
—No se detengan por mí.
Grité al oír la voz de Apolo y me eché hacia atrás, tropezando con mis
pies. Aiden cogió mi brazo, estabilizándome antes de que me cayera al
suelo.
—Dioses —murmuré, poniendo una mano sobre mi corazón acelerado.
Había estado tan atrapado en Aiden que ni siquiera había sentido la
presencia de Apolo.
Apolo se sentó en el borde de la cama, su cabeza inclinada hacia un 137
lado, con una pierna cruzada sobre la otra. Su cabello rubio estaba suelto,
enmarcando un rostro extrañamente perfecto. Ojos azules vibrantes me
Página

devolvieron la mirada en vez de los ojos espeluznantes todos blancos de un


dios. Me sorprendió que él recordara lo mucho que me asustaban.

14 Hobbit: Personajes de la famosa Saga El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien. Son


similares a los humanos pero más petisos.
Aiden se recuperó primero, moviéndose enfrente mío. Se tensó al oír la
risa divertida de Apolo. —¿Cómo has llegado hasta aquí?
—Las guardias de la casa se desvanecieron hace tres horas. Por suerte,
ninguno de los otros dioses se ha dado cuenta de eso y, la mayoría de
ellos, no quieren a Alex muerta. —Y luego agregó— ... en este mismo
momento.
Lo miré con suavidad. —Es bueno saberlo.
—¿Quizá la próxima vez te gustaría tocar? —sugirió Aiden, relajándose
en una fracción de segundo.
Los hombros de Apolo se levantaron. —¿Dónde está la diversión en
eso? —Pero se paró, inclinando su cabeza hacia un lado—. Tenemos que
hablar, pero ambos parece que han estado jugando en el barro.
—Hemos estado entrenando —señalé—. Como lo sugeriste.
Si él estaba agradecido de que hubiéramos seguido sus instrucciones,
no lo demostró. —Voy a estar esperando abajo. Traten de no tomar diez
años.
Con eso, él simplemente desapareció. Un momento después, oí un grito
asustado abajo. Me alegré de que no fuéramos los únicos a los que él le
gustaba hacer eso.
Me dejé caer contra la pared. —Creo que se llevó un par de años de
mi vida.
La frente de Aiden se arqueó. —Sigo pensando que tenemos que
ponerle una campana.
Mis labios temblaron. —Y sigo pensando que esa es una buena idea.
Echó un vistazo a la puerta y luego tomó mi mano, tirando de mí hacia
el baño. —Sólo tenemos unos minutos. Hagamos que valga la pena el
tiempo.

*** 138
Más que unos minutos más tarde, Aiden y yo entramos a la gran sala de
Página

estar con todos los demás. Apolo estaba ocupado con un tazón del
guisado que Ladaan y Deacon habían hecho.
—¿Hambriento? —le pregunté, después de varios momentos de un
incómodo silencio.
Él levantó la vista. —En realidad no, pero es delicioso.
Ladaan casi sonrió desde el sofá. —Gracias.
—No sabíamos —dijo Aiden. Estaba apoyado contra la pared, con los
brazos cruzados.
Los labios de Apolo se extendieron en una sonrisa. —Lo siento. Voy a
tratar de venir después de la cena la próxima vez. —El cuenco
desapareció de sus manos, y me pregunté a donde había ido—. Bueno, es
bueno ver la pandilla de Scooby15 en una sola pieza. Calienta mi corazón
y todo eso, pero vamos a al punto.
—Hagamos eso —murmuré mientras me subía encima de la mesa,
dejando que mis pies colgaran fuera del borde—. Dijiste que teníamos que
hablar.
—Lo haremos —Apolo se desvió hacia donde Olivia y el Deacon
estaban sentados recatadamente junto a Ladaan. Los miró un largo rato,
como si pudiera ver algo más allá de lo que nuestros ojos fueran capaces,
y luego se dio la vuelta—. Primero, necesito que me digas todo lo que el
Primero ha compartido contigo.
Golpee las piernas a un lado de la mesa, le di la versión rápida y sucia
de los eventos. No había mucho que contar, y Apolo no pasó por alto ese
hecho.
—¿Eso es todo? —Él ni siquiera intentó ocultar su irritación y
decepción—. Ustedes tienen este vínculo inquebrantable que casi destruye
el mundo entero, y todo lo que me puedes decir es que crees que va
hacia el norte, ¿no crees que es algo que ya sé?
Mis labios se fruncieron. Qué manera de hacerme sentir como un
fracaso épico de un Apollyon.
—No es su culpa —dijo Aiden bruscamente, sus ojos brillantes como el
mercurio—. Él mantuvo la mayor parte de sus planes para sí mismo.
—Probablemente porque temía que pudiera eventualmente romper el
vínculo —dijo Marcus—. Así que la pregunta sigue siendo, ¿qué hacemos
con la información que tenemos?
—¿Y espero que tengas algún tipo de información para traer a la 139
mesa? —Puse una mirada inocente en mi cara—. Eso sería un buen
cambio de ritmo.
Página

Sus ojos se estrecharon.

15 Scooby Doo: Serie de televisión de dibujitos animados que trata sobre un grupo de
amigos que son investigan casos sobrenaturales.
—¿Puede decirnos cómo Tánatos fue capaz de descubrirnos? —
preguntó Marcus.
—Sí, eso es bastante fácil. La pequeña visualización de akasha de Alex
mientras combatía con Aiden atrajo a Tánatos a ella.
Fruncí el ceño ante el recuerdo. —Pero yo he estado practicando con
él desde entonces.
—Practicar con akasha es una cosa, Alex. Ni siquiera se registra en
nuestra escala, especialmente si te quedas dentro del límite de la casa. —
Sus ojos se deslizaron hacia Aiden—. En cambio si lo usas para tratar de
matar a alguien es como lanzar una señal de emergencia.
Retrocediendo, aparté la mirada. —¿Estás diciendo que no use akasha
entonces?
—Tengo un trabajo en torno a eso —Apolo tendió la mano y el aire
alrededor de ella brilló en un azul eléctrico. Un segundo más tarde, un
pequeño medallón apareció en su palma, conectado a una cadena que
colgaba de sus dedos. Una presumida sonrisa de satisfacción se estiró en
los labios de Apolo—. Tomé el casco de Hermes, derretí la cosa, y aquí
tienes. Un encanto de invisibilidad sólo para ti.
Apolo dejó caer el collar en mi palma. Era de un color dorado rojizo, y
tenía un ala grabada en ella. —Ja —dije—. Es como Harry Potter y su capa
de invisibilidad.
Todo el mundo se me quedó mirando.
Rodé los ojos—. Lo que sea. ¿Así que seré invisible si me pongo esto?
Apolo se rió como si hubiera hecho la pregunta más estúpida. —No. Su
energía sólo te ocultara de los dioses, todos —menos yo— incluso si utilizas
akasha.
—Oh —dije, sosteniendo el collar—. Útil.
Mientras Aiden se acercaba y me ayudaba a cerrar el collar, le
preguntó—: ¿Qué más fuiste capaz de averiguar?
—Oh, ya sabes, no he estado haciendo nada. —dijo Apolo
mirándonos—. Me las he arreglado para convencer a mis hermanos y 140
hermanas para detener tu destrucción lo suficiente para darnos una
oportunidad de hacer lo correcto, pero no se mantendrán así por mucho
Página

tiempo. A cada momento, Lucian y el Primero se acercan más a derrocar


al Consejo. Y con daimons atacando seres humanos en masa, están
arriesgando millones de vidas inocentes para poner fin a esa situación.
—No porque estén realmente preocupados por los mortales —Metí el
collar debajo de mi camisa, haciendo caso omiso del extraño metal
caliente que colgaba a una pulgada por debajo del cristal rosa—. Pero, si
Lucían y Seth derrocan al Consejo en el Catskills, entonces van a estar a un
paso de derrocar a los dioses, ¿no? Porque quienes controlan esos puestos
son los gobernantes.
Apolo no dijo nada.
—Sabes, eso es lo que no entiendo —Deacon estiró sus largas piernas
de la silla, moviendo sus dedos de los pies—. Sé que si Seth y Lucían
derrocan al Consejo, es un gran problema para la Hematoi, pero los dioses
no pueden estar tan asustados.
Sin decir una palabra Apolo enfrentó al hermano de Aiden. Sabía que
probablemente estaba dando al chico una de sus miradas León/Apolo
diciendo: ¿realmente tengo que explicar esto?
Deacon se puso nervioso. —Quiero decir, ustedes sólo pueden ocultarse
en el Olimpo y llamar un día.
—Él tiene un punto —dijo Luke con cuidado—. No es como si Seth
pudiera asaltar el Olimpo, en realidad no.
Rebusqué entre los recuerdos de los otros Apollyon que nerviosamente
se movían a través de mí, rápidos y veloces como una serpiente.
—Bueno... —suspiró Apolo—. Hay una manera de llegar al Olimpo.
Mi mandíbula golpeó mi rodilla. —¿Portales?
Él asintió. —Ellos se dirigen allí. Es la forma en que nos movemos entre el
Olimpo y el mundo de los mortales.
—Sabes —dijo Aiden—. Ese tipo de información hubiera sido útil hace
semanas. Podríamos haber tenido Centinelas de confianza para que
custodiaran estos portales.
—¿Y en cuales Centinelas se puede realmente confiar? —preguntó
Apolo uniformemente—. La oferta de Lucian es atractiva, lo suficiente para
arrastrarlos a su lado. La mayoría de los Centinelas se han vuelto con el
Consejo, volviendo con los dioses. Además, no era necesario que alguno
de ustedes supiera eso.
Aiden se veía como si quisiera decir algo más, pero sabiamente 141
permaneció callado.
—Y por suerte hemos mantenido en secreto su ubicación, incluso desde
Página

los Apollyons anteriores. —La mirada de Apolo brilló para mí—. ¿Qué has
aprendido al Despertar?
Estaba algo sorprendida por la fe de Apolo en mi capacidad de
bloquear a Seth. Dudaba de que la fe se mantuviera si le hablaba de Seth
y Hermes.
Todavía balanceando mis piernas, me encogí de hombros. —Mucho de
eso se trata de sus vidas, y hay muchas. Es como ver cada episodio de una
serie de televisión que ha estado encendida por un milenio. Es difícil
ordenar a través de todo. A veces, algo se dice y se retuerce como un
recuerdo.
Una mirada indiferente cruzó las facciones de Apolo.
Bueno, no era como si esperara un abrazo de él. —La mayor parte es
cómo utilizar los elementos y el akasha. Y griego, puedo leer griego ahora.
La mayoría de la habitación no parecía impresionada con eso, pero
Aiden atrajo mi atención y me sonrió tranquilizadoramente. Le sonreí de
vuelta. Leer griego era una maldita cosa grande para mí.
—Bueno, eso es todo fino y elegante —dijo Apolo, dejando escapar un
exagerado suspiro.
Pateé la mesa más duro de lo normal; mi pierna rebotó.
Aiden me deslizó una mirada. —¿Qué podemos hacer desde aquí? Es
evidente que los dioses esperan que hagamos algo.
—Los dioses esperan que ella haga algo. —Apolo hizo un gesto con la
barbilla hacia mí.
—Pero ¿cómo puede luchar contra él sin tocarlo? —Aiden se apartó de
la pared y se dirigió al centro de la habitación—. Los dioses tienen que
entender eso.
—Lo hacen —Los ojos de Apolo se entrecerraron hacía mí—. Pero tenía
la esperanza de que hubiera algo alrededor de su cerebro que tuviera la
respuesta a ese pequeño problema. Pero…
Apolo golpeó su mano sobre mi pierna—. ¿Siempre tienes que estar
moviendo alguna parte de tu cuerpo?
Lo miré mientras quitaba no tan suavemente su mano. El contacto de
su cuerpo contra el mío trajo las marcas de Apollyon fuera, como ninguna
otra cosa. Y sabía que él los vio por la forma en que sus ojos se movían
sobre mi cara. —No te hace daño a ti —le dije.
—Es muy molesto. 142
—Tú eres molesto —le respondí.
A nuestra izquierda, Aiden rodó los ojos. —Muy bien, niños, de nuevo a
Página

las cosas importantes.


—Piensa, Alex, tiene que haber algo que nos puede ayudar,
posiblemente con Solaris. —Apolo se inclinó, plantando las manos a ambos
lados de mis piernas. Por encima de su hombro, vi a Aiden moviéndose
hacia nosotros, pero luego Apolo movió la cabeza para ocultarlo. —Alex.
—¿Qué? —Agarré el borde de la mesa—. Mira, no es como si estuviera
siendo terca o estúpida. Si pudiera recordar algo útil, lo haría. No es como
si me estuviera deteniendo a mí misma —Deteniéndome a mí misma de ver
o recordar algo muy importante, eso era lo que iba a decir, pero al igual
que lo hizo con otras cosas, la onda de familiaridad se apoderó de mí una
vez más, erizando los pelos de mi nuca.
Cuando había estado conectada a Seth, había algo que no había
querido que yo pensara, y tenía que ver con Solaris; probablemente todo
el morbo final de los dos Apollyons. Pero yendo más atrás, no era algo que
yo había visto, algo que Solaris había hecho, o... tratado de hacer.
Momentos antes de que me hubiera conectado con Seth, había
estado con el Primero.
—Alexandra —dijo Apolo.
Levanté mi mano, resistiendo el impulso de hacerlo callar. —Hay algo
respecto a Solaris, pero es raro. Casi como si yo no estuviera destinada a
conocer, pero no puedo...
Deslizándome fuera de la mesa, pasé junto a Apolo. Sin darme cuenta
de lo que había hecho, me había movido hacia el refugio del cuerpo de
Aiden. Completamente a gusto, él pasó un brazo por mis hombros, la
expresión de su rostro decía que nadie se atreviera a decir una palabra.
Levanté la vista hacia él, recordando lo mucho que Solaris se había
preocupado por el Primero. El amor que vi en los ojos plateados de Aiden
se había reflejado en el Primero. Y sentí —recordando la sensación— la
terrible decisión que Solaris había hecho; proteger a los demás mediante la
destrucción del Primero. Pieza por pieza, vinieron juntas.
—Solaris intentó detener al Primero, y había algo que ella hizo... o que
estaba tratando de hacer. Algo que hubiera funcionado, pero la Orden de
Tánatos hizo su movimiento antes de que ella pudiera completarlo. —Dejé
escapar un suspiro de frustración—. Ella sabía cómo detener al Primero —
matarlo de alguna manera—pero no sé qué era. Es como si esa
información estuviera protegida o borrada de alguna manera. —Frustrada, 143
ahogué un gemido—. Es una pena que no pueda hablar con Solaris.
Laadan se aclaró la garganta. —Pero eso es algo, querida. Por lo
Página

menos sabemos que hay algo ahí fuera.


—Espera —dijo Marcus—. Solaris estaría en el Inframundo, ¿no?
Los ojos de Apolo estaban repentinamente afilados. —Ella lo está, pero
no puedo viajar al Inframundo. Hades todavía tiene sus bragas en un
montón.
Solos sonrió mientras se inclinaba sobre el respaldo del sofá. —Bueno,
eso es otro callejón sin salida.
—No realmente —dijo Apolo.
De repente tenía un mal presentimiento sobre esto.
—¿Qué quiere decir con “no realmente” —preguntó Aiden, su brazo
apretándose alrededor de mis hombros.
Apolo se movió para pararse frente a la ventana. La luz de la luna
pálida proyectaba un extraño resplandor a su alrededor. —Bueno, si Alex
piensa que Solaris nos puede ayudar, entonces es una vía que queremos
ver. ¿Y quién mejor que Alex?
Aiden se tensó. —¿Qué?
—Podría tener un poco de charla de chicas Apollyon —dijo Apolo, sus
ojos azules bailando con diversión—. En realidad, no estoy realmente
sugiriendo que Alex…
—Espera —salí de debajo del brazo de Aiden—. ¿Hay una posibilidad
de que pudiéramos llegar a Solaris?
Cuando Apolo asintió, el optimismo me llegó. La prisa era como
conseguir un zumbido de un enfriador de vino, inofensiva al principio, pero
volviéndose un infierno a la mañana siguiente. —¿Y puedo ir al
inframundo?
La mirada de Apolo brilló más allá de mí, estableciéndose en Aiden por
un momento, y sabía que si yo iba allí, Aiden vendría, también. Una vieja
parte de mí hubiera protestado, pero ahora entendía por qué él no me
permitiría hacer algo así sola, y yo no estaba lo suficientemente loca como
para intentarlo. Iba a necesitar ayuda.
—Tú puedes —respondió Apolo.
Apenas pude contener mi emoción. La pequeña Alex quería hacer
volteretas en la sala de estar. Yo sabía hasta la médula que Solaris sabía
cómo detener al Primero. Ella tenía el conocimiento para detener esto,
porque había planeado hacerlo antes.
Pero entonces apareció el gran problema que rodeaba el como entrar 144
al inframundo.
—¿Tengo que volver a morir? —Añadí rápidamente, porque estaba
Página

bastante segura que Apolo podría estar encantado con la idea de


matarme en este momento—. Porque toda la parte de morir para ir al
Inframundo apestó como el trasero la última vez.
Los ojos de Apolo rodaron. —Morir no es el único camino al Inframundo,
pero es el más seguro.
Bueno, eso sonó como una contradicción si alguna vez escuché una.
—Hay varias entradas al inframundo en el reino de los mortales —
continuó Apolo—. La más cercana a nuestra ubicación sería la de Kansas.
—Si dices el Cementerio Stull, probablemente te abrazaría —dijo Luke, y
luego se echó atrás cuando el dios del sol se volvió hacia él—. O no, no
abrazar necesariamente.
—¿Cementerio de Stull? —pregunté, mirando alrededor de la
habitación. Algo sobre el nombre sonaba familiar—. No puedo ser la única
persona que no tiene idea de lo que es... más que un cementerio.
Aiden negó. —Estoy contigo.
—Qué tierno —murmuró Apolo.
Lo ignoré. —¿Entonces?
—Adelante —dijo Apolo a Luke—. Diles lo que es, ya que obviamente
eres el material del abrazo.
Un color carmesí tiñó las mejillas de Luke. —La leyenda dice que una de
las puertas del infierno está en el cementerio de Stull en Kansas.
—Oh, dioses —murmuré, recordando dónde había oído eso antes—.
¿No fue en un final de temporada de Supernatural?16 —Cuando los
muchachos asintieron, rodé mis ojos—. ¿En serio? ¿Sam y Dean17 van a
estar ahí?
Luke y Deacon parecían demasiado contentos con la idea, y luego
Deacon soltó—: Luke tiene una teoría.
—La tengo —Luke mostró una sonrisa—. El Cementerio Stull es un lugar
extraño con un montón de cosas inexplicables, al igual que en otros
lugares con la etiqueta “puertas al infierno”. Creo que las puertas del
infierno son en realidad las puertas al Inframundo.
—Tienes razón —Una bola de luz dorada apareció sobre la mano de
Apolo y empezó a tirar para arriba en el aire, una y otra vez,
recordándome a Seth—. La puerta de entrada estaba en realidad dentro
de una iglesia, pero Hades pasó a través de ella una noche de Halloween
145
16 Supernatural: Es una serie de televisión estadounidense que cuenta las aventuras de los
Página

hermanos Sam y Dean Winchester investigando y combatiendo sucesos paranormales e


inexplicables.
17 Sam y Dean Winchester: Los ya mencionados personajes de la serie Supernatural,
interpretados por Jared Padalecki y Jensen Ackles respectivamente. Ambos actores son
muy atractivos xD
y todos pensaron que el idiota era el diablo. Habiendo estropeado nuestra
tapada, derribamos la iglesia.
—Lindo —dije, viendo la pelota de luz. Estaba a pulgadas de golpear la
lámpara.
—Pero la puerta sigue donde estaba la iglesia. —Lanzó la bola de luz
dorada hacia arriba—. Y hemos tomado algunas precauciones, después
de que unos pocos mortales accidentalmente tropezaran con ella.
Mis cejas se levantaron.
—Entonces, ¿qué le sucede a los mortales cuando encuentran una de
las puertas? —preguntó Aiden.
Apolo atrapó la bola de luz. —Oh, ya sabes. Tienden a convertirse en
juguete para masticar de los perros de Hades. De todos modos, las puertas
sólo se muestran ahora a alguien con ascendencia divina.
—¿Puros? —preguntó Marcus.
—Ah... no —La pelota se desvaneció y Apolo me miró directamente—.
Ellas se le aparecen a los dioses, a los semidioses originales, esos creados al
tomar ambrosia, o a el Apollyon.
Le di un codazo a Aiden. —Me siento tan especial.
—Eso eres —Él sonrió cuando le lancé una mirada—. Por lo tanto,
encontramos la puerta y pasamos por ella. Suena fácil.
Apolo se rió. —No es tan fácil. La puerta está custodiada.
Mi estómago se hundió. —¿Quiero saber?
Él esbozó una sonrisa, y mi panza golpeó los dedos de mis pies. No me
gustaba cuando Apolo sonreía de esa manera. —Hay cancerberos y
guardias.
—Oh, qué bien.
—Y luego están los espíritus, la mayoría no consigue ir más allá de los
espíritus —Apolo dio un paso atrás—. Pero si lo logras, aparece la puerta y
estás en el Inframundo, pero ir al Inframundo sin guía no sólo es peligroso,
también es estúpido.
¿Así que tenía que jugar con algunos perros, golpear a una compañía 146
de guardias, y llamar a los Cazafantasmas? ¿Y necesitaba un guía? Bien.
Eso no sanaba tan mal.
Página

Sonreí. —Conozco a la persona.


Dieciocho
Traducido por Sofh
Corregido por Esperanza.nino

—C
aleb —susurró Olivia, hablando por primera vez.
Cuando asentí, ella se puso de pie—. Quiero ir.
Apolo arqueó una ceja —Dos personas entrando
en el Inframundo tratando de encontrar una sola alma entre millones, es
demente y peligroso, nadie más puede ir.
Olivia se volteó ampliamente, mirándome con ojos suplicantes. —Yo
tengo que ir. Debo ser yo. Necesito…
—Y ese es el por qué no puedes ser tu —respondió Apolo antes de que
yo pudiera decir algo—. Estarás concentrada en encontrar a Caleb, en vez
de de la misión que tenemos en mano.
Sus manos se curvaron hasta convertirse en puños. —¿Cómo es eso tan
diferente de Aiden? ¡Él estará concentrado en Alex!
Deslice mi mirada hacia la persona en cuestión, pero Aiden tenía la
misma expresión que Apolo. Posiblemente habría muchas suplicas y
lágrimas, pero estaba fuera de debate.
—Y eso es lo que necesitamos —dijo Apolo casi gentil. Por un momento,
estaba casi convencida de que él sentía pena por ella. No de una mala
manera, más bien como si simpatizara con ella, lo cual sería asombroso ya
que los dioses eran deficiente en el departamento de simpatía—. No hay
garantía de que ellos van a encontrar a Caleb, pero de cualquier manera,
necesitamos que Alex regrese del Inframundo con la información que 147
necesitamos. Viva.
Algunos de los otros dioses probablemente no se sentían de aquella
Página

manera.
Apolo miró fijamente a Aiden otra vez. —¿Darías tu vida por ella?
No me gustaba esa pregunta del todo y abrí mi boca, pero Aiden
respondió sin vacilar. —Sí.
El dios asintió —Yo sé que tú también lo harías Marcus, pero Aiden…
Marcus lucía menos que complacido pero asintió. —Se a lo que te
refieres.
Un sabor amargo se arrastró por mi garganta y mi corazón dio un
vuelco. Ir al Inframundo sería locamente peligroso, y la idea de Aiden
arriesgando su vida asustaba toda la mierda dentro de mí, pero mientras
mi mirada se paseaba por el cuarto, supe que de todo el mundo él era el
más hábil.
Dándose cuenta de que no cambiaría la opinión de nadie, Olivia no
dijo nada mientras salía de la habitación con la cabeza en alto. Dolor
atravesó mi pecho, tan fuerte como el miedo. Pero no era miedo.
Deseaba que Olivia y Caleb hubieran podido tener un momento más
juntos antes de que todos sus futuros momentos les fueran robados.
Después de que Olivia saliera, los planes fueron rápidamente hechos
para nuestra partida. El grupo permanecería atrás, mientras fuera seguro
para ellos, y Aiden y yo partiríamos por la mañana hacia... Kansas. Otra
aparente puerta para entrar al Inframundo. No tenía ni idea de que había
en Kansas. ¿Bolas de heno? ¿Dorothy?18
—Hay algo más —le dije a Apolo antes de que el grupo se dispersara.
Aiden permanece detrás, cerrando la puerta, pareciendo saber qué es lo
que estaba tratando de decirle a Apolo.
—No puedo esperar para oír —dijo Apolo secamente.
Respiré profundamente. —Vi a Seth ayer
Las cejas de Apolo se alzaron mientras abría la boca, pero ninguna
palabra salió. Probablemente debía explicarme. —Lo que quiero decir es
—dije rápidamente—, algo así.
—¿Algo así?
Asentí —Él era capaz de meterme… dentro de su cabeza. Se veía y se
sentía real, y también era como si estuviera soñando... pero no era así.
Sus cejas comenzaron a levantarse. —Eso no tiene sentido, Alex.
—Ella estaba hablando con Lea y comenzó a dolerle la cabeza justo
antes de que pasara, como antes, cuando estaba bajo el Elixir —explico 148
Aiden, ya que obviamente yo no podía formar una frase coherente—. Alex
se desmayó…
Página

—Yo no me desmayé —gruñí, sintiendo como me ruborizaba.

18Dorothy: Es un personaje ficticio de la novela El Mago de Oz. En la novela, Dorothy nació


en Kansas, de ahí que Alex la mencione.
El labio de Aiden se curvó hacia arriba en un lado. —Esta bien, ella
repentinamente dejó de hablar o caminar. Durante ese momento vio a
Seth. Aparentemente, él uso a Hermes para atraerla.
—¿Hermes? —Apolo siseó, en realidad siseó como un león enojado—.
Ese trasero de mierda.
Mis cejas se levantaron.
—En realidad me sentía algo mal por haberle robado su casco y
fundirlo. —Apolo sonó indignado—. Hermes ya no ayudará a Seth nunca
más.
Era difícil no reírse cuando Apolo estaba tan alterado, pero de alguna
manera lo logré. —Por cierto, ¿cuándo robaste su casco?
Apolo se encogió de hombros. —Hace un par de días.
—¿Crees que esa fue la razón por la cual él ayudó a Seth?
—Hmmm —La cara de Apolo se arrugó—. Buen punto. De cualquier
forma, ¿te dijo algo Seth?
Maldición. —Él realmente no dijo nada importante. Tengo la sensación
de que solamente estaba probando, pero si tú puedes detener a Hermes
de ayudarlo, supongo que no será un problema.
Un músculo se movió en la mandíbula de Apolo. —¿Él podía transferir
poder en ese estado?
—No. Y tampoco puede leer mis pensamientos —Me recosté contra la
pared, sofocando un bostezo—. Era más una molestia que otra cosa.
—Es más que sólo una molestia —Los ojos plateados de Aiden brillaron.
—Él lo ve como una "violación" —expliqué, notando la mirada de
incomprensión de Apolo—. Pero podría ser peor.
—¿Cómo él haciendo lo mismo, mientras estas en medio de una
batalla, o en el Inframundo? —preguntó Apolo.
—Bueno... —Fruncí el ceño.
—He estado pensando —continuó Aiden—. Sabemos que Hermes
ayudo, pero debe ser más que eso o por el contrario Seth lo hubiera hecho
desde el momento en el que rompiste la conexión. Cuando estabas bajo el 149
Elixir, él parecía capaz de contactar contigo mientras comenzaban a
desaparecer los efectos, y cuando desaparecían lucías muy cansada. Tal
Página

vez eso tiene que ver: con lo cansada que estás ahora.
—Tiene sentido. Supongo que sólo necesito mi sueño de belleza.
Aiden no lucía impresionado. —Esa es la mejor teoría que tengo.
—En realidad tiene sentido —Apolo estiró su cabeza hacia un lado, su
llamativa cara se tensó con molestia—. Ustedes dos todavía están
conectados, y aunque estés protegida de la mayor parte de esa conexión,
él podría ser capaz de atraparte cuando estés débil, con o sin Hermes.
—Como un radio de dos vías de mierda —murmuré.
—Exactamente. En especial si Hermes crea un camino hacia ti.
A mí realmente no me gustaba como sonaba eso.
Apolo sonrió hacia Aiden. —No hace falta decirlo, pero creo que sabes
cuán importante es que permanezcas cerca de Alex.
—Como si hiciera falta que lo dijeras —respondió Aiden.
Apolo sonrió satisfecho. —El viaje al Inframundo no va a ser nada fácil, y
eso sin tener en cuenta las nuevas tendencias narcolépticas19 de Alex.
Rodé mis ojos ¿qué parte de "no estaba dormida" no entendieron?
—Y si esto sucede de nuevo, tal vez creas que él no puede recoger
ninguna información importante, pero debes ser cuidadosa y no le
permitas saber lo que estás haciendo, especialmente ahora con esta
nueva misión.
—Lo sé —dije, mirando a la desgastada silla al lado del dios—. Estoy
bastante segura de que él no sabe lo que Solaris estaba planeando
hacerle al Primero, pero él sabía que había algo. Y tal vez tengamos suerte.
Puede que Seth no sea capaz de hacerlo otra vez.
Ninguno de ellos parecía convencido.
—Bueno, volviendo al gran problema que tenemos. Con el cual puedo
ayudarte —dijo Apolo dirigiéndose al escritorio y tomando una hoja y un
lápiz—. El portal Stull debería dejarlos más allá de la entrada al Inframundo,
al inicio de los Campos de Asfodel. Puede que realmente no sean campos,
o sí. —Hizo una pausa mirando por encima de sus hombros—. Lo habían
cambiado cada vez que fui allí. Algunas veces está vacío, otras no lo está.
Las almas que encontrarán allí son... relativamente inofensivas.
Me deslice más cerca mirando por encima de su hombro. Él estaba
dibujando un mapa. Reconocí el río Estigio. El resto lo hubiera reconocido,
si hubiera prestado atención en clase.
—Habrá túneles por los cuales deberán entrar. Deberían ser capaces 150
de encontrar un lugar para descansar por unas pocas horas ya que las
almas no pueden viajar a través de ellos. Lleguen antes de que sea de
Página

noche y permanezcan allí mientras el cielo es dorado. Si no logran llegar


antes que la noche caiga, descubrirán porque las almas no viajan allí.

19
Acá, Apolo se refiere a que Alex está consumiendo drogas y que por eso Alex se siente tan cansada y se
duerme. Simplemente es una broma.
Esperé a que diera más detalles y cuando no lo hizo intercambié una
mirada con Aiden.
—Ustedes no querrán recorrer ninguna parte del Inframundo por la
noche —el lápiz de Apolo se precipitó sobre el papel—. Desde allí, ustedes
cruzaran el Valle del Luto.
—Oh, eso suena divertido —dije.
Apolo sonrió. —Eventualmente llegarán a un cruce de caminos. Un
camino los llevara al Tártaro, el otro los llevara a los Campos Elíseos, esta
sería la Llanura del Juicio. Ustedes querrán hacerse tan invisibles como sea
posible. Y no me refiero a un collar de invisibilidad —Él apoyó el lápiz y le
dio el mapa a Aiden—. Yo puedo hacerles el favor de hablar con Caleb y
pedirle que se encuentren allí. Pero a partir de ese momento...
—Estamos por nuestra cuenta —Cuando Apolo asintió, me mordí mi
labio—. Está bien.
—Espera —dijo Aiden, sus ojos estrechándose mientras veía el mapa—.
¿No está la Llanura del Juicio cerca del palacio de Hades?
—Como dije ustedes querrán hacerse tan invisibles como sea posible.
Tengo fe de que Hades estará en el Olimpo, pero él tiene ojos guardianes
en el palacio —Los brazos cruzados de Apolo lucían como troncos de
árboles—. Necesito que ambos entiendan que ir al Inframundo será muy
peligroso. Caleb podría estar en cualquier lugar y no será como la última
vez, cuando tu llegada fue notoria. Verán cosas que no podrán entender.
Cosas por las cuales querrán intervenir pero no podrán.
Tragué ante la seriedad de su tono. —Entiendo.
—¿Lo haces? Porqué has mostrado muy poco control de tus impulsos
en el pasado, Alex. Los cuales no serán bienvenidos allí. Y no es sólo el
Inframundo —Su dura y fría mirada pasó a Aiden—. Las puertas están muy
bien protegidas.
—Entendemos —respondió Aiden calmadamente.
Agudo conocimiento estalló en los ojos del dios. —Sean cuidadosos. La
mayoría de los que entran al Inframundo no logran salir, y los que lo hacen 151
quedan irrevocablemente cambiados luego de la experiencia
Apolo se desvanecía a medida que lo mirábamos, no había duda de
Página

que nuestras expresiones reflejaban la seriedad de lo que acababa de


decir. Justo antes de que su cuerpo fuera envuelto por un polvo de azul
brillante, él dijo—: Les debo dos por esto y todo lo demás
***
Era demasiado temprano para estar moviéndose de un lado a otro,
pero aquí estaba yo, de pie al lado del Hummer, mirando hacia el sol de la
mañana.
Aiden estaba diciéndole adiós a su hermano, y yo estaba tratando de
darle espacio, mientras mantenía mi equilibrio en un pie. Era lo único que
me impedía caerme sobre mi cara. Anoche, Aiden la llamó "noche
temprana" y literalmente me forzó a ir a la cama como si fuera mi niñera.
—Tienes que estar bien descansada —argumentó, y se quedó sentado
esperando hasta que me durmiera. E incluso luego de ocho horas de
cerrar mis ojos, no quería levantarme al amanecer. Nosotros teníamos un
largo camino que recorrer, cerca de nueve horas y quinientas millas20. Un
avión sería más rápido, pero no había manera de que pasáramos el alijo
de armas mortales por seguridad sin la necesidad de usar la compulsión en
la mitad del TSA21. Y sería más difícil de explicar porque Aiden pintaba con
sangre de titanes una 747. Con eso y el talismán que Apolo me dio, sería
por lo menos un viaje relativamente sin incidentes.
—¿Alexandria?
Me voltee al escuchar la voz de mi tío y me dirigí hacia donde él estaba
parado, justo al lado del porche. —Hola.
Él trató de sonreír, pero fue forzado. —Sé qué serás cuidadosa pero
realmente, sé cuidadosa. ¿Está bien?
—Yo siempre soy cuidadosa.
La expresión de Marcus se tornó suave.
Incapaz de ayudarme a mí misma. Sonreí. —Seré cuidadosa, lo
prometo.
Al sonido de los pasos de Aiden acercándose retrocedió y fijó su oscura 152
mirada en el otro puro. —Si cualquier cosa le sucede, estas jodido.
Mi boca se abrió. —¿Acabas de maldecir? Nunca te había escuchado
Página

maldecir antes. Wow.

20 500 millas: Equivalen a 804.67 km.


21 TSA: Administración de Seguridad de Transporte.
En lugar de responderme, Marcus me abrazo. Me dejo ir rápidamente y
miró hacia otro lado, tragando duro. En cuestión de segundos dijimos adiós
al resto de grupo.
—Traten de no dejar a ningún alma libre —dijo Luke sonriendo.
—¿Menos las almas de Sam o Dean cierto? —Cuando ellos rieron les di
un rápido abrazo y corrí de nuevo a donde estaba Aiden empacando las
cosas en el Hummer.
Una vez que tuve la pesada bolsa de las armas y provisiones en mi
mano, dije—: No.
Aiden rió. —Lo tengo. —Lo sostuvo con un brazo —impresionante— y se
lo arrojó a la espalda—. Acabo de esconder unas dagas en el frente.
¿Estás lista?
—Sí —dije mientras miraba por encima de mi hombro a los que
esperaban en el porche, y un dolor extraño me llenó el pecho. Por un
momento todo estaba en paz, pensé. Los pájaros silbaban. Lo rayos de luz
se deslizaban a través de los árboles. Era casi como si Aiden y yo nos
fuéramos de vacaciones o algo así.
No yendo al Inframundo.
Aiden colocó una mano en mi brazo. —Los volveremos a ver.
—Lo sé —dije y sonreí, pero se sentía mal—. Es sólo que…
—¿Qué? —preguntó, cerrando el baúl.
Negando dirigí mi mirada a mis amigos; mi familia. Mientras la volteaba
hacia Aiden distinguí un destello de movimiento, cerca del borde de los
árboles de roble estaba una cierva de finas y elegantes piernas, y juraría
que nuestros ojos se encontraron. Había un brillo de inteligencia en su
mirada, algo extraño. Luego salió disparada, desapareciendo entre el
abundante follaje.
—¿Piensas que estarán bien? —pregunté, encontrando los ojos de
Aiden.
—No dejaría a mi hermano atrás si no pensara eso.
Eso era verdad. Asintiendo, me dirigí hacia el asiento del pasajero, mi 153
mirada yendo hacia donde había estado el ciervo. Pensé en Artemisa. Los
dioses no deberían ser capaces de encontrarnos pero no tomó ningún
Página

esfuerzo imaginarse que Apolo le hubiera dicho a su gemela donde


estábamos.
Una sonrisa jugo en mis labios mientras me subía. Ellos estarían bien. Más
de la mitad de ellos estaban entrenados, y maldición si eran buenos con
una daga. Por no mencionar que toda la cosa de Deacon jugando
alrededor con fuego estaba acabada. Con Laadan y Marcus controlando
todo, ellos podían protegerse. Y si Artemisa realmente estaba rondando
por allí, ellos tendrían a un dios patea traseros de su lado.
Ciñéndome a mí misma, puse mis manos en mi rodilla. Se convirtieron
en puños. Miré a Aiden mientras él encendía el motor. El Hummer retumbó
a la vida. —¿Sabías que soy muy mala para viajes largos, cierto?
La mitad de una sonrisa apareció. —Lo recuerdo.
—Necesitaras entretenerme. Y mucho.
Él se rio mientras dirigía al vehículo masivo para que atravesara el
estrecho camino de tierra que era totalmente nuevo para mí. —A
propósito —dijo Aiden dándome una larga mirada que me hizo olvidar
totalmente la seriedad de esta misión—. Luces malditamente bien en el
uniforme de Centinela.
Un sonrojo que no tenía nada que ver con la vergüenza se extendió
sobre mí. —Tú también.
—Lo sé.
Reí abiertamente. —Guau. Que gran ego.
Los ojos de Aiden estaban brillantes, salpicados de gris, mientras se
concentraba en el camino rural. —Revisa la guantera
Curiosa, me incliné y tiré del seguro. Adentro había dos objetos negros y
brillantes. Saqué uno cuidadosamente, girando la cosa pesada. Era una
especial diseñada Glock. Sintiéndome como un matón miré el cargador:
balas de titanio.
El revólver se sentía raro en mis manos. —Solo he sostenido una de
estas, una vez afuera del Convenant.
Aiden se quedó en silencio mientras esperaba que continuara. Por
supuesto él sabía cuándo. —No la use. Dudé.
—Estabas enfrentándote con tu propia madre, Alex. Es entendible.
Asentí, ignorando el nudo en mi garganta mientras ponía el arma de
vuelta en la guantera. —¿Qué más hay escondido?
—Mira debajo de los asientos —murmuró mientras los neumáticos del 154
Hummer se nivelaban contra el pavimento.
Debajo del asiento había dos dagas, y una hoja curva. —¿Hay lo
Página

mismo debajo del tuyo?


Él asintió.
—¿Que estas esperando? ¿Un ataque de daimons?
—Mejor prevenir que lamentar, Alex. No tenemos ni idea de qué o
quién nos vamos a encontrar allá afuera.
Me enderecé. —Seth no está en ninguna parte cerca de aquí y
estamos protegidos —Golpeé con un dedo el talismán que llevaba, y
luego hice un gesto hacia la marca por encima de nuestras cabezas.
Aiden gruñó algo inteligible.
Mis cejas se alzaron pero las dejé caer. No es como si estuviera molesta
por las cosas a las que estaba destinada a apuñalar, disparar y matar de
otro modo. —Hombre, desearía tener un café.
—Como si necesitaras más cafeína.
—Ja, ja —Miré por la ventanilla, mordiendo mi labio inferior—. La
cafeína es mi amiga.
—Y la carne roja, no podemos olvidar la carne roja.
Sonreí ante su tono de burla. —Lo que sea. Come tu pechuga de pollo
blanda, pero pronto… muy pronto te voy a convencer para que vayas al
lado oscuro de la carne roja.
Bromeamos por un rato para distraernos, y funcionó. Mis músculos se
relajaban con cada milla que pasábamos, y no fuimos bombardeados por
daimons cayendo del cielo en el momento en el que llegamos a la
civilización. También conocida como la interestatal. Cuando tomamos un
desvío para comer un almuerzo rápido, yo ordené una hamburguesa.
Aiden un sándwich de pollo a la parrilla… y cogió uno de los panes y lo
dejo a un lado.
Enrollando la envoltura, me reí. —¿Por qué haces eso? Es como si
tuvieras algo contra dos panes de sándwiches
—Un solo pan es suficiente —bajo la mirada a su regazo, una mano en
el volante y la otra cubierta de condimentos. Mirando hacia arriba,
suspiró—. ¿Cogiste todas las servilletas?
Lo mire tímidamente. —Tal vez, pero te salve…la mitad de una —
excavando dentro de mi maleta, saque una servilleta y la partí en dos.
Luego limpié su mano, no tan cuidadosa como él había sido la noche en
la cocina.
Puede que haya frotado su piel crudamente. 155
Arrebatándole la bolsa fuera de su regazo, saque el otro pan
moviéndolo cerca de su boca. —Alex —dijo inclinándose hacia la
Página

ventana, evadiendo al segundo pan peligroso—. Vamos.


—Cómetelo —ordene, sosteniéndolo con las dos manos, haciendo un
baile en el aire—. Te lo está pidiendo “cómeme”.
Él alzó una ceja. —Pervertido —murmuré.
Aiden presionó sus labios juntos pero cuando me vio a mí y el pan
danzarín, estalló en carcajadas. —Está bien. Dame el pan.
Sonriendo lo mire comerse el pan, y luego saque la pequeña orden de
papas fritas —¿Quieres una?
Sorprendentemente, él no las rechazó. Pero luego de que la comida se
terminara y ninguno de los dos pudiera encontrar algo que remotamente
valiera la pena en la radio, comencé a ponerme nerviosa. Cuatro horas
después, encontramos una tienda convincente, unas millas más allá de
Des Moines, llenamos el tanque y nos abastecimos de lo que parecía
comida para hámster. Considerando mi última experiencia en una tienda
con Hades, permanecí en el carro y pedí unos doritos, pero
aparentemente los nachos de queso no eran comida apropiada en el
Inframundo.
—¿Quieres manejar?
Negué mientras me abrochaba el cinturón. —Si estuviera conduciendo
liquidaría a una familia de cuatro personas.
—¿Qué? —Él rió.
—Solo he conducido un auto, como, una vez. Y era un insecto
comparado con esta cosa. Quiero decir, sé conducir, pero no creo que
me quieras ver manejando en la interestatal.
Aiden alcanzó mi mano y la envolvió entre las suyas. —Cuando todo
esto termine te llevaré a conducir a máxima velocidad. Estarás
conduciendo uno de esos camiones de allá.
Me reí mientras ponía los ojos en blanco. —Puede que quieras añadir
un pequeño pueblo a la lista de víctimas.
—Lo harás bien, más que bien —dijo mientras deslizaba el Hummer
entre dos camiones—. Lo que sea que te propongas, tendrás éxito en ello.
Así que no te preocupes.
Inclinando mi cabeza hacia atrás contra el asiento de cuero, sonreí. —
Tú siempre dices lo correcto.
Las cejas de Aiden se arrugaron. —No, no lo creo. 156
—Lo haces —dije tranquilamente, apretando su mano—. Ni siquiera lo
piensas, simplemente es algo natural para ti.
Página

Dos puntos en sus mejillas se enrojecieron, y lo encontré increíblemente


tierno. Así que me incliné sobre la consola central y besé una de sus mejillas
enrojecidas. Me volví a reclinar, sonriendo ante la mirada perpleja que me
envió.
El resto del viaje transcurrió sin incidentes, y me quedé dormida
alrededor de a una hora de distancia de Stull. Al principio no me di cuenta
de que estaba soñando. Todo estaba brumoso, como si estuviera mirando
a través de un tubo lleno de niebla. Mientras se aclaraba y comenzaba a
vislumbrar imágenes, pensé que el cuarto circular y las paredes de
arenisca lucían vagamente familiares. Pero no fue el lugar lo que capturó
mi atención.
Fue lo que había en el piso.
Apolo estaba sobre sus rodillas, sus manos estaban extendidas y no
estaba solo. Aiden estaba ahí, dándome la espalda mientras el sostenía
algo —alguien— contra su pecho, su cuerpo se inclinó sobre la forma
inmóvil mientras se mecía hacia atrás y hacia adelante, sus amplios
hombros temblando. Había otra persona en la habitación pero su forma y
su imagen eran demasiado brumosas para distinguirlo.
La inquietud se deslizó a través de mí como una turbia niebla,
centrándome en Aiden, traté de llegar a él. Lo llamé, pero no tenía voz. La
ansiedad creció y me sentí fría -demasiado fría-. Algo no estaba bien.
Sentía como si estuviera ahí pero separada, como si estuviera viendo lo
que sucedía desde una gran distancia.
Aiden estaba diciendo algo, pero era muy bajo y no alcanzaba a
escuchar. Lo único que oí fue la respuesta de Apolo.
—Lo siento.
Sin previo aviso, Aiden se enderezo y echó su cabeza atrás soltando un
grito lleno de furia y dolor.
Me desperté sobresaltada escuchando el bajo sonido de la voz de
Aiden cantando la canción de The Maine “Saving Grace”, golpeando mis
rodillas contra el tablero del carro.
—¿Estas bien? —preguntó.
Respirando profundamente, asentí mientras empujaba mechones de
pelo lejos de mi cara. Mi corazón martillaba contra mi pecho. Yo había
visto el cuerpo sin vida que Aiden estaba sosteniendo y entendí ese grito 157
que había salido desde el fondo de su alma.
Había sido yo a quien sostenía en sus brazos.
Página

Me deje caer contra el asiento, mirando por la ventana. Había sido un


sueño, solo un sueño. ¿Y acaso debería estar sorprendida por estar
teniendo ese tipo de sueños? Todo ese estrés y la locura que estaba
pasando tenía que fomentar ese tipo de pesadillas, pero…
Había algo acerca del sueño que lo hacía difícil de olvidar, que dejaba
un profundo escalofrío en mis huesos. Me costó mucho alejar el sueño de
mis pensamientos. Recostándome contra el asiento, miré a Aiden a través
de mis pestañas, imaginando que nos íbamos a otro lugar —cualquier otro
menos un maldito cementerio. Como si estuviéramos yendo a Disney
World. Vale, tal vez no. Más bien a una playa, para un soleado y romántico
fin de semana. Y casi podía verlo. Saborearlo.
Nosotros siendo normales, viviendo entre mortales, como habíamos
hablado, teniendo un futuro donde no estuviéramos haciendo cosas locas
como estas, donde no estuviera conectada a un psicótico Seth.
Tendríamos una casa, porque no puedo imaginarme a Aiden viviendo en
un apartamento o una casa de pueblo. El querría espacio —un patio— y
aunque un perro estaba fuera de la cuestión debido al poder que tenían
los daimons con los animales, ese era mi futuro perfecto, así que
tendríamos un Labrador que corriera a lo largo de la cerca.
Y yo tendría un gato que se enroscaría en mi regazo, un gordo gato
atigrado que se comería los panes sobrantes de Aiden. Tendríamos una
terraza en la cual nos sentaríamos para ver el atardecer. Aiden leería un
comic o algún aburrido libro de historia en latín, y yo haría todo lo que
estuviera en mi poder para distraerlo.
Yo podría tener un futuro como ese.
—¿En qué estás pensando? —la tranquila voz de Aiden me sobresaltó.
—¿Cómo sabías que estaba despierta?
Hubo una pausa. —Solo lo hice. Así que dime…
Sintiéndome un poco tonta, le conté acerca de mi futuro de fantasía.
Aiden no se rió. No se burló o preguntó acerca de por qué un gato estaría
comiendo sándwiches. Él me miró, me miró por tanto tiempo que
comencé a preocuparme de que nos íbamos a estrellar. Entonces miró
hacia otro lado, un músculo saltando en su mandíbula.
—¿Qué? —pregunté, deslizándome en el asiento—. ¿TMI?
—No. —Esa sola palabra sonó ronca 158
—Entonces ¿qué?
Los ojos de Aiden estaban luminosos y brillantes cuando se encontraron
Página

con los míos; radiantes y fuertes como las dagas de titanio que llevábamos.
—Solamente que te amo.
Diecinueve
Traducido por Arcangel
Corregido por Esperanza.nino

K
ansas era... llano y verde.
Tan lejos como el ojo podía ver, no había nada más que
campos llanos con hierba amarillenta y altos juncos. A lo lejos, el
horizonte parecía reunirse con la tierra, de un gris azulado muy oscuro y
siniestro mientras la noche se acercaba, cubriendo la hierba alta de color
marrón y las flores silvestres blancas.
"Tierra de la pradera", de acuerdo a la improvisada lección de historia
de Aiden, pero lo que capté fue que estábamos conduciendo
directamente al Tornado Alley. Teniendo en cuenta todas las cosas,
probablemente no era el mejor lugar para estar, especialmente cuando
tenía una vista completa de alguna de las más recientes destrucciones
causada por los dioses bipolares.
Ciudades enteras arrasadas. Campos y calles llenas de escombros. Las
consecuencias de tantas vidas arrancadas, y sabiendo que tenía algo que
ver conmigo: la respuesta a mi incapacidad inicial para combatir la
influencia de Seth.
Resultaba difícil ver más allá de eso, pero sabía que no podía
ahogarme en la culpa ahora mismo o analizar el sueño que acababa de
tener como si estuviera desarrollando un caso loco del TOC22. Necesitaba
mi A-game. Estábamos demasiado cerca de Cementerio Stull.
Nerviosa energía zumbaba a través de los dos. Incluso con la guía de 159
Apolo sobre las puertas y el Inframundo, ninguno de nosotros realmente
sabía lo que íbamos a enfrentar.
Página

Una diez kilómetros al oeste de Lawrence, nos encontramos con la


pequeña ciudad no incorporada de Stull. Me senté más erguida, mis ojos
pegados a la ventana.

22
TOC: Siglas para Trastorno Obsesivo Compulsivo.
Al anochecer, la calle principal, que parecía ser la única calle, estaba
completamente abandonada. Ninguno de los negocios estaba abierto. La
gente no se paseaba por las aceras. No había nada. Hombre,
definitivamente estábamos en la zona rural de Kansas.
—Muy espeluznante —susurré.
—¿Qué?
—No hay ni un alma en la calle —Me estremecí completamente.
—Tal vez están todas en el cementerio —Cuando le lancé una sucia
mirada, se rió—. Alex, estamos a punto de entrar al inframundo. Una
ciudad aparentemente vacía no asusta demasiado.
Llegamos a una parada de tres vías y Aiden giró a la derecha. —Sabes,
Luke estaba diciendo que sólo hay como veinte personas que viven aquí y
que se cree que no son de la Tierra —dije, mirando a Aiden—. ¿Crees que
son dioses?
—Podría ser. Quizás Stull es su casa de verano.
Miré de nuevo a las bajas casas de aspecto antiguo. —Un lugar de
vacaciones bastante extraño, pero bueno, los dioses son extraños.
—Eso es lo que son —Aiden se inclinó hacia el volante, entrecerrando
los ojos—. Ahí está.
Siguiendo su mirada, sofoqué un grito ahogado. Una docena de metros
bajando por la calle, a la derecha, estaba el Cementerio Stull. No era una
entrada al infierno, pero si al Inframundo.
Y con el sol ocultándose y la oscuridad creciendo, era espeluznante
como el infierno.
—Espero que nadie intente echarnos —murmuré, mientras Aiden
guiaba el Hummer a través de la estrecha entrada de la cerca de
alambre. Estábamos planeando dejar el Hummer en el interior del
cementerio. No estaría allí mucho tiempo, el tiempo en el mundo terrenal
transcurre diferente. Horas eran medio segundos aquí. Días serían minutos.
Semanas serían horas.
—Por alguna razón, no creo que tengamos algún problema. —Aiden 160
estacionó el auto a un lado y apagó el motor. Las luces se apagaron.
Mirando las lapidas, me estremecí.
Página

—¿Vas a salir? —Aiden ya había abierto su puerta.


Una bola de cardos rodó por un camino que había conocido mejores
días y mis ojos se agrandaron mientras lo seguía hasta que se detuvo en la
cerca. —¿Tengo que hacerlo?
Aiden se rió entre dientes mientras cerraba la puerta y desaparecía por
la parte trasera del Hummer. No queriendo recrear una escena de La
Noche de los Muertos Vivientes23, me bajé y lo seguí rápidamente. Lo
encontré deslizando sus brazos por las correas de la pesada mochila.
Para cuando cerró el auto y activó el sistema de seguridad —¿quién
diablos se iba a robar el coche aquí? — el cementerio se había sumido en
sombras oscuras. Densas nubes, oscuras como petróleo, bloquearon la
luna, pero mis ojos se adaptaron rápidamente y casi deseaba que no lo
hubieran hecho.
Sacando la maleza ondulante y la hierba de la pradera que la cubría
eran menos de un centenar de tumbas. Dispersos entre las tumbas más
recientes estaban las antiguas cuyas inscripciones habían desaparecido
hace mucho tiempo. Algunas eran cuadradas, mientras que otras me
recordaron a mini Monumentos de Washington, y unas pocas eran viejas
cruces muy inclinadas hacia un lado u otro.
En la misma cúspide del cementerio había una base de piedra
desmenuzada rodeada por unos árboles. Dos montones de ladrillos de
arena marcados donde la iglesia una vez estuvo, antes de que los dioses la
hubieran tirado abajo debido al inoportuno show a medianoche de Hades.
El camino no era más que un sendero de tierra de un pie de ancho, y
estaba casi un cien por ciento positiva que estaba paseando en tumbas
sin nombre.
—Dios, odio los cementerios.
Aiden puso una mano en mi espalda. —Los muertos no pueden hacerte
daño.
—A menos que sean zombies.
—Dudo que haya algún zombi cerca de aquí.
Resoplé, golpeando el botón de la hoja curva. Se extendió, un extremo
era una punta afilada y el otro una hoz. —Uno nunca puede estar
completamente seguro.
Aiden negó, pero siguió caminando por el estrecho sendero. 161
Finalmente, el pasillo se desvaneció, invadido por las malezas arbustivas y
la hierba que picaban mis piernas. Una sensación punzante pasó a través
Página

de mi cuello y mi espalda mientras nos acercábamos a los cimientos de la

23 La Noche de los Muertos Vivientes: Película de terror estrenada en 1968, en la que un grupo de
personas se encierra en una granja cuando empiezan a aparecer zombis (muertos vivientes).
iglesia. Quería mirar detrás de mí, pero realmente esperaba encontrar una
multitud de zombies come-cerebros de pie allí.
Me acerqué alrededor de una lápida de aspecto solitario y di un paso
cerca de Aiden. Estábamos a no más de un pie de distancia de la piedra
triturada.
Aiden enderezó las correas de la mochila mientras inclinaba la cabeza
hacia un lado. —Por lo tanto, ¿ves algo…
Repentinamente, el viento cesó. Como, por completo.
Una quietud antinatural impregnaba el aire, levantando los vellos de mi
nuca. Bajo el térmico negro, pequeños bultitos rozaron mi carne. Un rancio
y almizclado olor se filtraba de la nada. Dejé salir un respiro entrecortado y
una pequeña y espumosa nube blanca se formó.
—Está bien —susurré, apretando mi agarre en la hoja—. No es normal.
El aliento de Aiden permanecía en el aire, también. Manteniendo una
mano entre nosotros, él asintió hacia la espesa arboleda amontonada
cerca de los restos de la iglesia. Dos sombras oscuras estaban a unos
metros, casi indistinguibles entre el follaje.
Mis músculos se tensaron. ¿Guardias? ¿Fantasmas? No estaba segura
de qué era peor.
—Hora del show—dijo Aiden, en silencio deslizando la mochila fuera. La
colocó cerca de una pequeña cruz de piedra.
Asentí. —Yeppers peppers24.
Las dos figuras flotaban hacia adelante. Estaban encapuchadas y sin
forma, y me di cuenta de que sus pies —si es que tenían pies, ya que
flotaban en el aire— no tocaban el suelo. Sus túnicas de color rojo oscuro
se arrastraban una pulgada por encima de la hierba.
Lentamente, sus brazos se levantaron y el material retrocedió. Un crujido
extraño seguido del movimiento. Delgados, pálidos y blancos dedos
alcanzaron las capuchas, echándolas hacia atrás.
Oh... oh, vaya.
Bajo las capuchas no eran más que huesos. Huesos blancos, pálidos y 162
vacíos; con una inmensa negrura donde deberían estar las cuencas de los
ojos y la nariz. Las bocas... las mandíbulas dependían de conexiones
Página

sueltas, por lo que las bocas se abrían por completo. No había piel,
ninguna carne o pelo. Eran esqueletos; flotantes y monstruosos esqueletos.

24 Yeppers peppers: Son dos palabras sinsentido que se usan para corroborar una afirmación.
No tan aterrador o peligroso como lo zombis, pero aun así, eran
escalofriantes.
Me quedé mirándolos, con ganas de mirar a otro lado pero no pude.
Fue espeluznante... sus ojos. No eran más que agujeros, pero cuanto más
me miraban, algo... algo se movía en el interior ellos, pequeñitos, pequeños
puntos de luz parpadeante.
Mis dedos se aflojaron alrededor de la hoja curva. —Yo podría...
estallarlos con akasha.
—Tu idea ha sido analizada y se descarta.
—Oh, vamos.
—Usar akasha te cansaría demasiado ¿no? —dijo sin alterarse, con sus
ojos fijos en las cosas—. ¿Por qué no usarlo para algo más que un saco de
huesos?
—Oh. Buen punto.
Esos "sacos de huesos" se metieron dentro de sus ropas al mismo tiempo.
Arqueé una ceja. —Espero que no vengan hacia nosotros. Realmente
no quiero ver a un esqueleto pe…
Y entonces aparecieron dos asas gruesas y brillantes. Me pregunté si
iban a tirar de las asas hacia nosotros, admití que estaba bastante
decepcionada por los guardias. No es de extrañar que los mortales
hubieran descubierto la entrada cuando todo lo que se interponía entre
ellos y el portal eran dos decoraciones de Halloween caminando.
—Alex —murmuró Aiden.
Mi barbilla se alzó, mientras que chispas volaban de las asas, brillantes e
intensas en la oscuridad. El fuego se extendió rápidamente, de color rojo
vivo y potente, cada uno tomando forma de una larga y letal hoja.
—¿Qué demon...? —Mis ojos se abrieron.
Volaron hacia nosotros, sus huesos sacudiéndose y golpeándose en un
espantoso coro. Aiden pasó por debajo de la primera hoja ardiente.
Girando alrededor limpiamente, plantó un pie en la parte trasera de un
esqueleto. 163
El otro se abalanzó hacia mí, deslizando la hoja tan cerca de mi cuello
que sentí el calor. Lanzándome a un lado, levanté la hoja curva en un
Página

amplio arco. La afilada y mortífera hoja cortó la túnica y el hueso.


En un destello de luz, la espada se apagó y los huesos colapsaron en un
montón humeante. Dando un paso atrás, vi que sucedía lo mismo con el
oponente de Aiden. La espada de fuego desapareció, y luego no
quedaban nada más que huesos y jirones de humo.
Esperé a que volvieran e hicieran algo, tal vez incluso algo un poco
entretenido, pero nada. Bajando la hoja curva, Fruncí el ceño. —Eso fue
muy, muy, muy fácil.
Aiden se dirigió hacia mí, sus ojos escaneando el paisaje. —Quédate
cerca, porque tengo la sensación de que estaban destinados a
distraernos.
Un gruñido bajo ondeó a través de el cementerio silencioso y mi
estómago se cayó hasta miss pies. Juntos, Aiden y yo nos volvimos. No sé
quién reaccionó primero. Si fue la maldición explosiva de Aiden, o mi
gemido, no importaba.
Agachado en los escombros de la iglesia estaba un grande, malo,
marcado con el aspecto de un perro del infierno.
La piedra se desmoronó bajo las carnosas patas del tamaño de las
manos de Aiden. Garras, tan afiladas como las cuchillas que sosteníamos,
brillaban como ónix. El cuerpo era enorme, del tamaño de uno de esos
coches trampa mortal de eficiencia energética, pero las cabezas...
aquellas fueron tres de las cosas más grandes y más feas que alguna vez
había visto. Fue como tomar una rata mutante y mezclarlo con un pitbull. Y
los dientes... pertenecían a la boca de un tiburón blanco; blancos,
húmedos y muy, muy fuertes. Baba espumosa se formaba bajo las encías
rosadas que goteaba sobre el suelo, donde la tierra se quemaba como si
entrara en contacto con ácido.
Seis ojos amarillos macabros se asentaron en nosotros.
—Maldición —murmuré, cayendo de cuclillas—. No cortar las cabezas.
Son los corazones los que necesitamos golpear.
—Lo tengo —Aiden giró el puñal en su mano, como un tipo duro total.
—Se acabó el espectáculo.
Aiden sonrió. —Me pregunto ¿cómo se llama este?
Las orejas del perro del infierno se crisparon mientras el enorme cuerpo
se preparaba para el ataque. Deslicé mi mano hasta la mitad de la
espada, sintiendo mi corazón latir y la adrenalina golpear a mi sistema 164
poniéndolo a toda marcha. En la boca de mi estómago, el lazo comenzó
a desmoronarse.
Página

Tragué saliva. —Vamos a llamar a este... Toto.


Tres bocas se abrieron en un gruñido que envió un escalofrío por mi
espalda, y una ola caliente, del fétido aliento chocó contra nosotros. La
bilis quemó la parte posterior de la garganta.
—Supongo que no le gusta el nombre —le dije, moviéndome
lentamente hacia la derecha.
El poderoso cuerpo de Aiden se tensó. —Aquí, Toto... —Una cabeza giró
en su dirección—. Ese es un buen Toto.
Me deslicé alrededor de la antigua cruz, merodeando sobre el perro
del infierno de la derecha. La cabeza media y la izquierda se centraron en
mí, chasqueando y gruñendo.
Aiden chasqueó la lengua. —Vamos, Toto, estoy muy sabroso.
Casi me reí, pero la maldita cosa se tambaleó fuera de la pila de
escombros, aterrizando entre nosotros. El suelo se estremeció por el
impacto. Detrás de nosotros, algunas lápidas temblaron y se cayeron. Por
un momento, parecía que Toto venía directamente hacia mí, pero en el
último segundo, se abalanzó sobre Aiden.
Cogido por sorpresa, Aiden retrocedió un paso y su pie se enganchó en
un fragmento de piedra. Mi corazón saltó a mi garganta cuando giré
hacia ellos, tirando de mi mano libre. Hubo una chispa, un fuerte olor a
ozono quemado, y luego una bola de fuego salió disparada hacia
delante, más violeta que roja, antinatural y consumidora. Golpeó contra el
vientre del perro del infierno.
Toto se echó hacia atrás, sacudiendo sus tres cabezas, casi tan
afectado como si una abeja hubiera picado su pata.
Bueno, aparentemente el elemento fuego no le hacía daño. Era bueno
saberlo.
Luego Toto dejó el suelo, lanzándose por los aires. Sólo hubo un
segundo, antes de que se estrellara sobre mí. Golpeé el suelo,
encogiéndome por dentro porque estaba segura de que estaba encima
de una tumba, y rodé, empujando la punta de la hoz arriba.
Golpeé el estómago, errándole al corazón por una milla.
—Maldición. —Tirando de la hoja libre, me puse de espaldas. Las garras
de Toto se clavaron en la tierra entre mis piernas separadas, girando
alrededor tan rápido que dejó a mi cabeza dando vueltas. Tiré hacia atrás, 165
pero el perro del infierno era enorme. Aliento podrido sopló mi cabello
hacia atrás. Baba ácida goteaba, salpicando mi hombro. Ropa quemada,
Página

y el dolor al rojo vivo quemaba mi piel. El pánico estaba como viento


helado en mis venas.
El grito ronco de Aiden pronunciando mi nombre fue advertencia
suficiente.
Al diablo con esto.
Tocando el lazo, sentí que cobraba vida, lo que desató en un bajo
zumbido constante que corrió a través de mí. Las marcas del Apollyon
sangraron a través de mi piel, transformándose en signos. Algo brilló en los
ojos del perro del infierno, como si pudiera ver las marcas y comprendiera
de qué se trataba.
Toto gruñó. Las tres cabezas rompieron sobre mí con la precisión y
letalidad de una cobra real. Empujando mi mano, mis dedos se clavaron
en el pelo grueso enmarañado. El poder supremo corrió por mi brazo. Luz
azul crujió.
Sin previo aviso, las cabezas de Toto rompieron de nuevo en un aullido.
El gran cuerpo se tensó, y luego se estremeció. Se dejó caer a un lado, con
las piernas retorciéndose. La punta de la hoz sobresalía de su pecho,
cubierta en una mancha de oscuridad. Un momento después, Toto era
nada más que un montón de brillante polvo azul.
Aturdida, miré hacia arriba mientras el akasha se acomodaba en el
lazo, sin usar.
Aiden se paró sobre mí, sus piernas muy extendidas y sus hombros hacia
atrás, el pelo oscuro cayendo en un desorden complicado, ojos del color
del acero con la misma intensidad. Poder, poder natural proveniente de
años de dedicación, irradiaba de él. Era un hombre alto, de inminente
fuerza a tener en cuenta, y allí estaba yo, el Apollyon, tirada sobre mi
trasero mientras él se destacaba.
Era un guerrero, y yo estaba impresionada.
Aiden extendió su brazo. —¿Estás bien?
—Sí —dije con voz ronca, colocando mi mano en la suya.
Cuidadosamente, me ayudó a pararme—. Gracias.
—No—
Agarrando ambos lados de su cara, lo besé. Largo. Profundo. Fuerte.
Cuando me retiré, sus ojos eran pozos de plata. —Sólo di eres bienvenida.
No es difícil. Dilo.
Por el momento más largo Aiden no dijo nada y entonces—: Eres 166
bienvenida.
Mis labios se separaron en una amplia sonrisa. —Eso no fue difícil,
Página

¿verdad?
La mirada de Aiden se deslizó por mi cara y luego bajó. Aspiró una
bocanada de aire. —Estás herida.
—No es nada —esquivé la mano que buscó mi hombro. La quemadura
ya se había entumecido—. Estoy bien. Es solo baba del perrito. No te
acerques demasiado, huelo a perro del infierno húmedo. Estoy
realmente…
—Lexie.
El nombre —el sonido de la voz— no era de Aiden, pero lo reconocí en
mi corazón y en mi alma. No podía ser, pero lo era. Mi respiración se
detuvo. Mis piernas se sentían débiles cuando le di la espalda a un
aparentemente conmocionado Aiden. Mi corazón, mi corazón ya conocía
la fuente de esa maravillosa, suave y hermosa voz.
Retrocedí un pasó, repentinamente inundada de una emoción que
oprimía mi pecho y me robaba el aliento. La confusión siguió mientras
negaba. Las lágrimas surgieron de mis ojos. Mi pecho se abrió, porque esto
no podía ser real.
—¿Mamá?

167
Página
Veinte
Traducido por Jeyly Carstairs
Corregido por Esperanza.nino

E
lla no se veía como la recordaba.
Cuando la había visto por última vez —cuando la maté— ella era
un daimon, con agujeros oscuros donde sus ojos deberían haber
estado y una boca llena de dientes afilados, con la piel tan pálida y
traslucida que se le veían las venas.
Esa imagen había empañado mis recuerdos de ella. Algo de lo que
había estado muy avergonzada para realmente profundizarlo. El hecho de
no poder recordar como era de hermosa me horrorizaba, pero ella…
Ella era hermosa ahora.
Cabello castaño oscuro caía sobre sus hombros, enmarcando su rostro
ovalado. Su piel era ligeramente más oscura que la mía, de un oliva
natural. Se parecía a mí, pero mejor —más refinada y hermosa— y sus ojos
eran de un brillante, color esmeralda. Incluso en la oscuridad podía verlos,
estaba atraída por el calor en ellos.
Me tambalee dando un paso adelante, librándome del agarre de
Aiden. —¿Mamá?
—Bebé —dijo, y un pedazo de mi mundo destrozado respondió a su
voz—. No deberías estar aquí. No puedes estar aquí.
No me interesaba el “aquí” o lo que sea. Lo único que importaba era
que era mi mama, y yo la necesitaba, necesitaba sentir uno de sus
abrazos, porque hacían que todo fuera mucho mejor y había estado
necesitando uno por tanto, tanto tiempo.
Tropecé por la pendiente, dejando caer la hoja curva en la maleza
168
espinosa. —Mamá. Mami…
—Alex —grito Aiden, su voz dolida. Y no podía entender por qué.
Página

Él debería estar feliz por mí. Por conseguir ver a mi mamá otra vez, algo
que yo secretamente esperaba que ocurriera mientras nosotros estábamos
en el Inframundo, así que verla tan pronto, antes de que incluso
atravesáramos las puertas, era tan…
Entonces recordé la advertencia de Apolo. Habría espíritus, ¿pero mi
mamá? Me detuve en seco, de pie a unos metros de ella. Eso… eso era
demasiado cruel, hasta para los dioses.
Ella inclinó su cabeza hacia un lado, una pequeña y muy triste sonrisa
formándose en sus labios. —No deberías estar aquí. Aléjate antes de que
sea demasiado tarde.
Parpadee, incapaz de moverme. ¿Era realmente ella? ¿O era algún
tipo de táctica? Con el corazón acelerado, abrí mi boca repentinamente
seca, pero entonces su forma parpadeó, al igual que la de Caleb en la
celda. Ella era una sombra —por lo que no habría abrazos— ¿pero era
ella?
Aiden llego a la colina detrás de mí, parándose antes llegar a mi lado.
—Alex, es…
—No lo digas —Sacudí mi cabeza, porque no podía lidiar con esto
ahora mismo. Lo intentaba y estaba fallando en ver esto objetivamente—.
Por favor, no lo digas.
La forma de mi mamá parpadeó de nuevo. —Tienes que volver. Deja
este lugar antes de que sea demasiado tarde. No puedes ir allí. Nunca
volverías.
Mi garganta trabajó para soltar un sollozo. Baje mi barbilla, cerrando mis
ojos. Era ella, pero… no lo era. Déja vu, pensé con amargura. Casi podía
verlo; mi mamá y yo de pie, yo sosteniendo el arma apuntando
directamente a ella, mi brazo temblando, incapaz de hacer lo que
necesitaba hacerse.
Y podríamos haber muerto en ese momento o en el transcurso del
tiempo en Gatlinburg. Caleb podría haber muerto entonces, en lugar de
meses más tarde, dentro de la falsa seguridad del Covenant. Yo había
fallado entonces y estaba a punto de fallar de nuevo. Y esta vez, ¿seria
Aiden quien moriría a causa de mi incapacidad para ver más allá de lo
que era verdad?
Esta no era mi mamá. Esto era solo una guardia para impedirnos 169
alcanzar las puertas. Con mi pecho apretándose, levanté mis húmedas
pestañas.
Página

—Tú no eres mi mamá —dije, mi voz ronca.


Sus delicadas cejas se fruncieron y sacudió ligeramente su cabeza. —
Bebé, no hagas esto. Cualquiera que sea la razón por la que piensas que
tienes que hacerlo, no lo hagas. Aléjate, antes de perderlo todo.
De alguna manera sentí que ya lo había perdido todo.
Aiden puso su mano en mi espalda y saqué fuerzas de ese simple gesto.
Aspiré profundamente y expiré lentamente. —Esto no va a funcionar. Tú no
eres mi mamá. Así que… no sé. Ve a hacer lo que se supone que debes
hacer.
Un suspiro de exasperación, tan parecido al de mi mamá, vino de ella.
Por un momento, dude de mí. Tal vez era ella y yo estaba haciendo una
tremenda tonta de mi misma. Pero entonces ella cambió.
Una cara pálida, venas que se deslizaban bajo su piel —que parecía
papel— como serpientes bebés. Sus ojos estaban hundidos, pozos negros, y
cuando abrió la boca, dientes afilados como cuchillas la llenaban. —¿Es
esto mejor? —preguntó con esa dulce voz de ella.
—Dioses —susurre, horrorizada—. Eso es tan malo.
Sus labios formaron una sonrisa torcida. —Vas a tener que pasar a
través de mí, y bebém nosotras sabemos que no tienes eso en ti para
hacerlo de nuevo.
Mi estómago se hundió con la comprensión. —Mierda…
Aiden se paró delante mío. Lo vi levantar la daga y yo sabía que él iba
a hacer esto, hacerse cargo de esto por mí y por mucho que me gustaba
eso y realmente deseaba que lo hiciera, no podía.
Puse mi mano sobre su brazo, aquietándolo. —Yo… yo tengo esto.
La fría risa de mi madre fue como una onda de choque.
—¿Estás segura? —preguntó Aiden.
El juego severo de su mandíbula me decía que no quería escuchar,
pero cuando asentí, retrocedió y me entregó la hoja curva que había
dejado caer. Sentí frio cuando mis dedos se cerraron alrededor de la
empuñadura. Odiaba el sutil temblor en mi brazo y el gran peso del arma.
Por encima de todo, odiaba lo que tenía que hacer.
Mamá me miró con curiosidad. —Ay, bebé, ¿realmente quieres hacer
esto? —Ella dio un paso directamente a través de los escombros,
deteniéndose frente a mí. Se rió otra vez—. ¿Matar a tu madre dos veces?
Espera. En realidad serían tres veces. 170
—Cállate —gruñó Aiden.
Pero esta cosa —lo que fuera— estaba en una buena racha. —Ella
Página

murió, por lo menos en todos los sentidos que importa, en Miami. Y eso fue
para mantenerte a salvo. Por lo tanto, eso era también tu culpa. Tres es un
encanto, ¿verdad? ¿Y crees que puedes hacerlo? ¿Y qué? Eso no significa
nada. Tú no has visto nada todavía.
La parte posterior de mi garganta quemaba cuando di otro
tambaleante paso hacia delante, levantando mi brazo.
—Tú no traes nada más que muerte a los que te rodean —continúo ella
—. Nunca deberías haber nacido, porque matas a tus seres queridos, de
una u otra manera.
Esas palabras cavaron profundo, clavándose en las profundidades de
mi corazón. Sin decir una palabra, porque sabía que no importaba, llevé la
hoja hacia abajo.
Barrí limpiamente a través de ella. Hubo un destello de luz opaca, y
luego su forma se desvaneció como si no fuera nada más que humo y
espejos. En cuestión de segundos, fue como si nunca hubiera estado allí, y
solo las crueles, castigadoras palabras quedaron.
—Bueno —dije un poco insegura—. No puede ponerse peor que eso.
Y lo hizo… en un segundo.
Dos formas aparecieron más allá de los cimientos rotos, tomando forma
rápidamente. Sin tener idea de qué o a quién la puerta iba a lanzar sobre
nosotros ahora, me quedé junto a Aiden y esperamos mientras las sombras
fantasmales se convertían en dos personas.
Aiden contuvo el aliento y se irguió. No me di cuenta del significado al
principio. Las dos sombras eran desconocidas para mí, un hombre y una
mujer. Ambos eran altos y de aspecto elegante, llevaban un aire de puros.
La mujer tenía un ligero, pelo rizado del color de la seda del maíz hilado y
el hombre era de cabello oscuro con unos ojos plateados
sorprendentemente familiares…
Los había visto antes… en un marco de una foto en una habitación en
la casa de Aiden; en casa de sus padres.
El hombre y la mujer eran su padre y madre.
—Oh, dioses —dije en voz baja, bajando la hoja curva.
Al ver a los padres de Aiden —la aparición de nuestro seres queridos
fallecidos— de repente tenía sentido. No era una pelea física lo que
custodiaba las puertas, no como los guardias y perros del infierno. Esto era 171
a un grado emocional y mental, una táctica diferente para conseguir que
retrocediéramos, porque si no lo hacíamos, nosotros tendríamos que
Página

enfrentar lo impensable.
Aiden no dijo nada mientras los miraba. Nunca lo había visto tan quieto,
ni siquiera después de la primera vez que me vio limpia, después de que lo
golpeara en la cara y luego le diera un beso. O incluso cuando las furias
atacaron el consejo, o después de que se dio cuenta que había matado a
un puro. Ni siquiera cuando se había mantenido encima de mi cama,
esperando a que me despertara después de que Linard me hubiera
apuñalado.
Nunca había visto a un Aiden como este; su cara completamente
desprovista de emociones, pero sus ojos agitados en gris y plata. Tensión
irradiaba de cada uno de sus trabados miembros. Tras ser testigo de lo que
yo había pasado, él sabía que esto no iba a ser bueno.
Y quería detenerlo antes de que incluso iniciara el dolor brutal, las
palabras hirientes que lanzaran abrirían viejas heridas que sobraban. Pero
cuando me acerqué, él regresó a la vida.
—No lo hagas —dijo, con la voz ronca—. Quiero escuchar esto.
Lo miré como si estuviera loco.
—Por supuesto que sí —dijo el padre de Aiden—. Mi hijo no es ningún
cobarde. Tonto, pero no cobarde.
Me sacudí hacia el sonido de su voz. No podía creer lo mucho que
sonaba como Aiden.
La sonrisa de su madre parecía lo suficientemente cálida. —Hijo mío, no
quieres hacer esto. Las respuestas que buscas no existen donde deseas
pisar.
—Tengo que hacerlo —respondió Aiden fríamente.
Su padre alzó su barbilla. —No. Lo que tienes que hacer, lo que debes
hacer, es dar la vuelta y salir de este lugar. —Cuando Aiden no respondió,
su padre flotó más cerca y su voz era severa, implacable. —Tienes que
hacer lo correcto, Aiden. Nosotros te enseñamos a hacer siempre lo
correcto.
Aiden asintió con rigidez. —Lo hicieron, y es por eso que tengo que
hacer esto.
Los ojos del hombre se estrecharon y yo sabía que estaba a punto de
presenciar un drama familiar épico. —Lo correcto hubiera sido que
tomaras tu lugar en el Concejo, como te criamos para hacerlo.
Oh no… 172
Un musculo saltó en la mandíbula de Aiden.
—¿Crees que puedes lograr algo como un Centinela? — preguntó su
Página

padre, y yo me pregunté si él había sido así en la vida real. Frío,


disciplinado. ¿Era de ahí de donde venía el rígido control de Aiden? Pero
Aiden nunca había dejado que ese fuera el caso.
Su padre no había terminado. —Estas desperdiciando tu vida y ¿para
qué? ¿Un sentimiento de venganza? ¿Justicia? ¿Eludes tus deberes
mientras que el puesto de nuestra familia permanece vacío?
—Tú no entiendes —dijo Aiden—. Y… nada de eso importa ahora.
El cambio que se apodero de su madre era nada menos que
espectacular. Se fue la calidez y elegancia. —Tú nos avergüenzas Aiden.
Nos avergüenzas.
Parpadee. —Espera un segundo…
—Tú no tienes control —Disgusto goteaba de la voz de su padre—.
Nosotros te enseñamos a nunca tomar ventaja de los que están bajo tu
cargo. Mira lo que has hecho.
La madre chasqueó su lengua. —Corres el riesgo, sabiendo que podría
ser dañada debido a su falta de control. ¿Cómo puedes ser tan
irresponsable? ¿Cómo pudiste hacerle esto a alguien a quien dices amar?
Mi boca se abrió. —Oh, ahora es no…
—No puedes protegerla. —Su padre hizo un gesto hacia mí—. No
pudiste protegernos. Eres un fracaso. Solo que todavía no lo ves, pero solo
seguirás avanzando hacia delante hasta que no puedas seguir.
Su madre asintió. —Estoy sorprendida que Deacon ha llegado tan lejos.
Pero de nuevo, mira a mi bebé, un borracho y un adicto, todo antes de los
dieciocho años. Estoy tan orgullosa.
Me giré hacia Aiden y le supliqué. —¡No necesitas escuchar esto!
Puedes detenerlo.
Ella sonrió con frialdad, continuando como si ni siquiera hubiera
hablado. —Y ella, mira lo que le hiciste. Colocarla en el Elixir, despojándola
de su voluntad. Eres menos que un hombre.
—Tú, perra —le escupí, preparándome para lanzarle mi espada, al estilo
ninja.
—Vete ahora —dijo su padre—. Deja este lugar. O su sangre estará en
tus manos.
Nunca en mi vida había querido exorcizar a unos fantasmas más de lo 173
que lo hacía en ese momento. L ira tarareaba como veneno a través de
mí. —Aiden, no los escuches. Ellos no son reales. Lo que están diciendo son
Página

estupideces. Tú…
—Lo que están diciendo es real. —Aiden tragó saliva, dándome una
breve mirada—. Pero no lo dicen ellos.
No lo entendí al principio, porque dudaba que sus padres fueran unos
imbéciles tan grandes en la vida, pero me di cuenta.
—Lo que mi madre dijo… somos nosotros. —Me volví hacia él
lentamente—. Lo que ellos están diciendo ¿Es lo que tú realmente piensas?
Cuando Aiden no dijo nada, creo que estaba más aterrorizada por eso
que por todo lo demás que había sucedido hasta ahora. ¿Él pensaba esas
terribles, horribles cosas sobre sí mismo? ¿Y cuánto tiempo había estado
llevando eso con él? ¿Años?
—¿Y tu hermano? —dijo su padre, sacudiendo la cabeza mientras la
preocupación aparecía en su cara.
Yo iba a destripar a sus padres.
—Él está desprotegido en este momento —agregó su madre—. Tú
deberías estar allí, no aquí, persiguiendo una tontería. Él va a morir,
también, como nosotros, y será tú…
—¡Basta! —rugió Aiden, lanzándose hacia delante.
Yo ni siquiera había visto o sentido que el tomara la hoz de mis dedos,
pero él la tenía. La hoja se arqueó por el cielo oscuro.
—Te arrepentirás —dijo su madre, un segundo antes de que la hoja
cortara a través de sus padres.
Como mi madre, ellos se separaron en finas hebras de colores tenues y
humo, y luego desaparecieron, dispersándose en el aire a su alrededor. Y
al igual que con mi madre, sus palabras permanecieron.
Aiden estaba de espaldas a mí. Sin decir palabra, el golpeo el
disparador en la hoz y con un suave sonido de succión esta desapareció
en el tubo de la empuñadura. No había peligro ahora. Habíamos superado
tres protecciones: los guardias, el perro del infierno y los espíritus.
Pero no podía controlar mi acelerado corazón. —¿Aiden?
Sus hombros se tensaron y volvió la cabeza hacia un lado. Su perfil era
sombrío, la línea de su mandíbula dura. —He pensado en esas cosas desde
hace mucho tiempo. Convertirme en Centinela era lo correcto para mí, lo
que quería y necesitaba, ¿pero era realmente lo correcto?
No sabía cómo responder a eso. —Pero tú no estás eludiendo tus
deberes o lo que sea. Tú aun estás haciendo algo muy importante, Aiden. 174
Y un día, si tú quieres tomar tu asiento… tú podrías. —Esas palabras dolía
decirlas más de lo que deberían y por una razón puramente egoísta. Si
Página

Aiden tomaba su asiento, no habría ninguna posibilidad de que nosotros


estuviéramos juntos. No habría un futuro con una casa, un perro o un gato.
Pero no detendría a Aiden si él sentía que tenía que tomar su asiento. Y
sus padres o su voz interior podrían estar en lo cierto en algún sentido. Con
un asiento en el Consejo, él podría hacer más respecto a cambiar las
cosas, pero…
Demonios, nada importaba si Seth tenía éxito.
—Yo podría —dijo casi para sí mismo, y me estremecí—. Mi hermano…
—No es un adicto. —Hice una pausa—. Está bien. Es un poco borracho
y toma drogas, pero no es un adicto. Seth es un adicto. Un daimon es un
adicto. Deacon está en la cabaña haciendo filetes marinados.
Eso trajo una leve sonrisa a su rostro. —Él está a salvo.
—Sí.
Me miró y exhaló bruscamente. —Realmente no creo que vaya a hacer
que te maten.
—Es un alivio oír eso.
Aiden cerró los ojos brevemente. Cuando volvieron a abrirse, eran de
un gris suave. —Tengo que decir, que fue bastante agradable apagar esas
malditas voces, aunque solo fuera por una vez.
Dando un paso adelante, puse mi mano sobre su brazo y apreté. —
¿Estás bien?
—Lo estoy —Él inclinó su cabeza, poniendo sus labios en mi frente—.
Déjame tomar la bolsa y luego entramos juntos a la iglesia. ¿De acuerdo?
Asentí, esperando fuera de la base. Aiden volvió con la mochila y se
arrodilló. Hundiendo la mano, él sacó un oscuro material sin forma y me lo
ofreció. Otro le siguió cuando tome el mío.
—¿Una capa? —La deslicé por sobre mi cabeza—. ¿Dónde conseguiste
dos de estos?
Aiden se levantó, lanzando la mochila en su espalda. —Te sorprenderías
de lo que el padre de Solos ha escondido lejos, en sus cabañas. De hecho,
tomé estas cuando nosotros estábamos en Atenas. Pensé que podríamos
necesitarlas.
—Eres tan inteligente y organizado.
Riendo, él se puso la suya y luego alargó su mano, agarrando los bordes
de mi capucha. La tiró hacia arriba. —Tenemos que ocultar esa cara 175
bonita tuya.
Me sonrojé. —Lo mismo para ti.
Página

—¿Tengo una cara bonita? —Aiden subió su propia capucha,


poniendo su rostro en sombras—. Me gustaría ir con atractivo en lugar de
bonito.
“Atractivo” no era una palabra lo suficientemente fuerte, pero asentí. Él
extendió su mano y tomé la mía, reconfortándome con el estable y cálido
apretón.
—¿Estas lista? —me preguntó.
—Sí.
Juntos, avanzamos moviéndonos por la línea de las piedras caídas y
encontramos la abertura. Juntos, pasamos a través de donde alguna vez
había estado una puerta. No hubo más advertencias o guardias. Nos
movíamos a través de las manchas de cemento desmoronado y malas
hierbas.
Esperamos.
Después de unos diez segundo, una fisura de energía corrió por mi
espalda. Aiden también lo sintió, porque su mano se apretó alrededor de
la mía. Energía ansiosa se construía en mi estómago, formando bolas
apretadas de temor e incluso un poco de expectación.
Por suerte, mi visita al Inframundo sería diferente esta vez.
Hacia la parte de atrás de la base, el aire onduló, recordándome al
calor que sale del pavimento caliente en el verano. El velo que separaba
la verdad del mundo mortal simplemente se alejó.
—¿Lo ves? —le pregunté.
Aiden apretó mi mano. —Sí.
La puerta de hierro forjado revestida de titanio era enorme, asegurada
con algo que ninguno de nosotros podía ver. En lugar de barras, había
lanzas de dos puntas adornadas con imágenes de toros negros y ovejas.
Cuando las dos puertas se unieron, una réplica del casco invisible fue
grabada en el hierro. El olor a humedad se hizo más fuerte.
Con su mano libre, Aiden empujó la puerta, abriéndola. Se volvió hacia
atrás, sin hacer ruido, sin revelar nada más que oscuridad y no del tipo
asociado con la noche, era un vacío negro. Un portal. Y juntos, de la
mano, entramos por las puertas del Inframundo.
176
Página
Veintiuno
Traducido por Dafne
Corregido por Esperanza.nino

C
uando pisamos dentro del vacío, casi creí que caeríamos de
lleno en nuestras caras. Pero el suelo permaneció debajo de
nuestros pies mientras continuábamos en la oscuridad, que
eventualmente dio camino a una niebla tan densa como una sopa.
Lanzando un vistazo sobre mi hombro, me esforcé por encontrar la
puerta antes de que la niebla nos tragara enteros, pero se había ido y la
niebla era aún más pesada. Agarré la mano de Aiden mientras rizos se
filtraban entre nosotros, envolviéndonos como una especie diferente de
capa alrededor nuestro. Ni siquiera podía ver a Aiden… o dos pies en
frente mío. Una punzada de pánico se desenrolló en mi pecho.
—Estoy justo aquí. —La profunda voz de Aiden partió el velo y él apretó
mi mano—. Sólo sigue agarrada.
Brevemente consideré usar el elemento aire para dispersar algo de la
niebla, pero si la niebla se suponía que estuviera aquí, podrían ser malas
noticias si de repente se levantara y desapareciera.
Cuanto más nos movíamos dentro de la niebla, se hacía más
desconcertante estar ciego. Y luego hubo otro sonido además de mi
golpeteante corazón, una especie de sonido de arrastramiento de pies,
como pies y ropas arrastrándose alrededor de nosotros, y un bajo tarareo,
como un suave, interminable grito apagado de un gemido, que incluso no
quería saber que era. Siguiendo el camino del brazo de Aiden, di un paso
más cerca de él, tan cerca que estaba sorprendida de que no lo hice
tropezar.
177
Después de varios minutos de nada excepto una ciega caminata a
través de la niebla y ese terrible arrastrar y el sonido gimiente, la niebla
Página

empezó a separarse hasta que el camino fue revelado delante de


nosotros.
Aspiré un aliento, incapaz de parar de agarrar su brazo. La pequeña
parte del Inframundo que había visto antes no me había preparado. La
niebla dio lugar a un cielo que era del color del sol desteñido, un cruce
entre rojo y naranja. Pero desde donde podía decir, no había sol. Y todo
alrededor nuestro era gente, moviéndose sin objetivos. Vestidos en sosas,
andrajosas ropas, se arrastraban de aquí para allá. Muchos se quedaban
en silencio; algunos gemían silenciosamente, mientras otros murmuraban
debajo de su aliento desde detrás de sus propias capas, pero todos tenían
sus miradas apuntando al suelo. Eran jóvenes y viejos, desde el más chico
hasta el vejestorio más arrugado.
Este… este lugar continuaba tan lejos como el ojo podía ver, hasta las
puntas de las Montañas de las que Apolo nos había hablado. No entendía
que era realmente este sitio. No era el limbo -eso lo sabía- ya que había
estado allí antes.
Ninguna de las almas miró hacia arriba mientras navegábamos
alrededor de ellos. No había guardias en caballos, como había visto en el
limbo. Parecía como si estas personas hubieran sido puestas aquí,
dejándolas solas con sus antojos y aburrimiento.
—¿Por qué? —pregunté en una silenciosa voz.
Aiden sabía qué estaba preguntando. —La mayoría de los muertos
residen aquí. —Me condujo alrededor de un grupo de tres reunidos en el
barro—. Aquellos que han sido enterrados, pero no han enfrentado su
juicio. Algunos de ellos habrán hecho algo en sus vidas que los hace temer
su juicio. Otros están…
Una mujer se movió en frente de nosotros, su mirada pegada al suelo
mientras retorcía sus manos. Ella murmuraba debajo de su aliento—:
¿Dónde está mi bebé?—Una y otra vez.
—Algunos están confundidos —respondí—. No saben que están
muertos
Aiden asintió solemnemente. Y entonces la triste mujer simplemente
desapareció, como si ella hubiera caminado a través de un portal invisible,
allí un momento y fuera en el siguiente.
Me detuve. —¿Qué…? 178
—Te lo explicaré, pero tenemos que seguir moviéndonos. —Aiden tiró
de mí hacia delante—. Las leyendas dicen que algunas de estas almas
Página

dejan el limbo y se convierten en sombras. Vuelven al mundo mortal, y


luego regresan aquí de nuevo. No creo que siquiera lo controlen.
Tragué. —Son fantasmas.
—Pensé que no creías en los fantasmas. —Humor adornaba su tono.
Ahora era un buen momento para cambiar mi mente.
Mientras me asomaba desde detrás de mí capucha, había algo
terrible en algunas de las almas.
Muchas de ellas se veían sólidos y por como ellas se rozaban contra mí,
sabía que tenían masa. Y mientras prestaba más atención, más de ellos
simplemente desaparecían.
Este lugar era espeluznante, como caminar a través de un laberinto de
desesperación y olvido.
Y ni siquiera habíamos alcanzado el Valle del Luto aún. Yee-haw, esto
iba a ser divertido.
Un repentino frío húmedo se adhirió al aire alrededor nuestro. Levanté
mi cabeza, ojeando el abrasante cielo naranja. Una gota de agua calló,
salpicando mi mejilla. Entonces el cielo se abrió, empapándonos en la fría
lluvia dentro de segundos.
Suspiré. —¿En serio, tiene que llover?
—Al menos no es ácido.
Ese era Aiden, siempre mirando el lado brillante de las cosas.
Tirando mi capucha más abajo, caminé hacia delante. Las almas no
hacían caso a la lluvia fuerte. Tal vez estaban acostumbrados a ella.
Quería parar y gritarles a todos ellos que fueran al juicio, porque lo que
fuera que les esperara no podía ser peor que esto.
Especialmente para los pequeños que estaban solos, no había nada
que pudieran haber hecho que justificara que pasaran la eternidad en el
Tártaro.
Un pequeño chico estaba sentado solo en un largo charco que la lluvia
ya había creado. El chico no podía haber tenido más de cuatro o cinco.
Movió sus rechonchos dedos en el barro, dibujando un círculo y luego
onduladas líneas todo alrededor.
El sol, estaba dibujando el sol.
Arranqué hacia él, insegura de lo que iba a hacer, pero tenía que
hacer algo, tal vez convencerlo de ir a juicio. Los dioses sabían cuánto
tiempo él había estado aquí. Su familia podría ya estar en los Campos 179
Eliseos.
—No —dijo Aiden suavemente.
Página

—Pero…
—Recuerda lo que dijo Apolo. No podemos intervenir.
Miré fijamente al niño, luchando contra las ganas de liberarlo. —Está
mal.
El agarre de la mano de Aiden se intensificó. —Lo sé, pero no hay nada
que podamos hacer.
Mi corazón dolió mientras miraba al niño tallar una luna al lado del sol,
desatento a la lluvia o a las otras almas que casi lo pisoteaban. Quería
estar enojada y lo estaba, incluso con Aiden, porque estaba en lo
correcto. No había nada que pudiéramos hacer. Y habría más como este
niño… más almas perdidas.
Peleando de vuelta con el escocer de las lágrimas, tiré mi mano
liberándola de la de Aiden pero no salí corriendo. Caí en un paso junto a él
mientras pasábamos más allá del pobre chico, navegando el interminable
campo de almas que habían sido o dejadas atrás o arrojadas a un lado.

***
Tomó horas pasar a través de los Campos de Asfodel. Para el momento
en que dejamos el barro hasta las rodillas y nuestras botas tocaron
dispersos parches de hierba, estábamos empapados y congelados,
nuestras capas caían pesadas. La lluvia de alguna manera se había
colado dentro de mi bota y, con cada paso, mi pie chapoteaba atrás y
adelante. El agotamiento me perseguía, y probablemente también a
Aiden, pero ninguno de nosotros se quejó. Viajando a través del campo de
todas estas almas servía como un recordatorio de que las cosas siempre
podían ser peor.
La lluvia había cesado un poco, cambiando a una constante, estable
llovizna. El cielo era ahora un oscuro naranja, señalando que la noche
estaba al alcance de la mano. Delante, las montañas verdes conducían a
una gruesa, casi impenetrable pared color pizarra. Iba a ser una empinada
ascensión.
—¿Quieres tomar un respiro? —Preguntó Aiden desde detrás de su 180
capa mientras contemplaba las montañas—. Luce relativamente seguro.
Podemos tomar un…
Página

—No. Estoy bien —Pasé alrededor de él, escalando lentamente la


primera montaña, ignorando el sordo dolor alojándose en mis sienes—.
Además, mientras más rápido lleguemos dentro de los túneles, antes
podemos descansar, ¿correcto? Estaremos seguros allí a la noche.
—Sí. —Aiden estuvo a mi lado en un segundo. Su mano salió de su capa
y se deslizó dentro de mi capucha. Su palma estaba cálida contra mi
mejilla. El gesto fue breve, y se fue demasiado rápido.
Viajamos en silencio, pero la preocupación me importunaba. El dolor
de cabeza no era grave, nada como lo que había experimentado antes
de que Seth pidiera una llamada, pero no tenía idea de cuánto tiempo
tomaría para que progresara. La única esperanza era que alcanzáramos
algún lugar seguro -preferentemente seco-donde pudiéramos dormir por la
noche. Dormir era lo que necesitaba, y cuanto antes mejor.
El extraño cielo se oscureció con cada montaña que escalábamos,
forzándonos a acelerar nuestro ritmo. Cruzamos un campo de narcisos que
se levantaban hasta nuestras rodillas, pétalos de un blanco luminoso y
llevaban una esencia increíblemente dulce. La pared color pizarra se
acercaba más mientras las flores daban paso a los árboles.
Al menos eso pensé que eran.
Se levantaban en el cielo, sus ramas desnudas en su mayor parte, como
dedos esbeltos esforzándose por agarrar la creciente oscuridad. Alrededor
de las ramas bajas, frutas rojas como el rubí colgaban en el aire.
Granadas.
Curiosa de como sabían, me estiré por una. La mano de Aiden
secuestró la mía en un agarre casi doloroso. Dejé escapar un apagado
grito de sobresalto.
—No —dijo él severamente. Desde detrás de su capa, sus ojos eran
plata brillante—. ¿No sabes nada de Perséfone?
Lo miré indignada. —Uh, ella es la Reina del Inframundo. No soy
estúpida.
—No dije que fueras estúpida. —Su agarre se aflojó mientras me
conducía a través de los árboles, hacia el último montículo—. Sin embargo,
realmente estoy empezando a creer que deberías haber gastado menos
tiempo en clase durmiendo o haciendo lo que sea que estuvieras
haciendo. 181
—Ja. Ja.
—Perséfone comió de los árboles de granadas de aquí. Si comes algo
Página

de este mundo nunca te podrás ir.


Todas mis respuestas sabelotodo se desvanecieron. Hombre, me sentí
como una idiota por no recordar eso. —Está bien, tal vez debería haber
prestado atención en clases.
Él se rió por lo bajo.
Pero todo el humor lo abandonó cuando le dio una buena mirada a la
montaña. —Dioses…
Era empinada, cubierta con manchas de hierba, raíces expuestas,
árboles con grandes frutas negras en forma de lágrima colgando de sus
ramas, y que esperaba seriamente fueran fragmentos de roca claros, no
huesos, como aparentaban. Suspirando, pasé a Aiden por al lado. —Mejor
vamos andando.
Escalamos la montaña, usando las raíces para ganar agarre y seguir
subiendo. No sé cómo lo hizo Aiden, cargando el pesado paquete en su
espalda, pero se movía un infierno mucho más rápido que yo.
A medio camino de la cima, un sonido gorgojeante se elevó encima
de la cubierta de una rara fruta. Frené, levantando mi cabeza. La pesada
capucha se deslizó hacia atrás mientras miraba a través de la llovizna, más
allá de los árboles, hasta el cielo actualmente azul oscuro.
La noche había caído, y recordé la advertencia de Apolo.
—Vamos —llamó Aiden—. Necesitamos apurarnos.
Agarrando una raíz, me empujé hacia arriba. —Ese ruido, ¿lo oíste?
Aiden no dijo nada solo siguió escalando.
Las ramas encima de nosotros empezaron a temblar, balanceando la
gran fruta. El gorgojeo creció más fuerte. —Yo… creo… que está viniendo
de la fruta.
Encima de mí, una lágrima negra del tamaño de un cojín de una silla
pelota25 se sacudió y luego se extendió abierta, una… una larga, negra y
peluda pata a la vez. El gorgojeo aumento. El centro de la masa tembló y
luego una hilera de ojos rojos como el rubí me miraron.
—Oh, mis dioses… no son frutas. Y ahora capto porque las almas no
viajan cerca de los túneles.
La araña gigante cayó del árbol, golpeando el suelo con seis de sus
ocho patas. Su chillido volvió mi sangre en hielo. Otro golpe sobre la
tierra… y luego otro y otro. Su macabro coro ahogó el sonido de cualquier
otra cosa. 182
Aiden se deslizó bajando la montaña, pateando guijarros sueltos y
huesos mientras venía a mi lado. Agarró mi mano mientras una caía al lado
Página

nuestro, los colmillos brillando, levantando dos de sus patas e hizo chillido
como cuando alguien pasa el dedo por un pizarrón.

25 Silla pelota: Consiste en un cojín en forma de pelota apoyado sobre una silla. La silla pelota es un
dispositivo terapéutico creado para aquellas personas que pasan gran parte de su tiempo sentadas.
Chillando, salté hacia atrás, golpeando a Aiden mientras la enorme
araña corría por el suelo. Aiden me empujó a un lado y sacó una daga.
Tirando hacia arriba, él estrelló la espada hasta la empuñadura en el
centro de la araña.
Rodé hasta mis rodillas y me levanté, captando la vista de miles de
patas negras corriendo precipitadamente a través de la tierra.
Peso se estrelló en mi espalda, empujándome de cara en el barro y en
la húmeda tierra. Agudo dolor cortó a través de mi labio y probé la sangre
en mi boca, pero eso era nada cuando sentí el pesado, espeluznante peso
de la araña en mi espalda.
Sus patas cavaron a través de la capa mientras silbaba en mi oreja.
Llamando al poder que descansaba dentro de mí sentí… sentí nada.
Mierda.
Cavando mis rodillas, me impulsé fuera del suelo y tiré a la araña.
Aterrizó en su espalda unos pocos pasos lejos, las patas sacudiéndose en el
aire mientras siseaba.
—Dioses, odio, odio las arañas.
Aiden se inclinó, enganchando su mano alrededor de mi brazo. Me jaló
hasta mis pies y me empujó hacia delante. —Este podría ser un buen
momento para usar akasha.
Cientos de burbujeantes ojos rojos nos miraron. —No puedo. No creo
que funcione aquí abajo.
Con sus manos en mi espalda me empujó arriba de la montaña,
jurando debajo de su aliento. —Todavía puedo sentir el elemento fuego.
¿Tú puedes?
Levantando mi mano embarrada, estaba sorprendida y aliviada al
encontrar una diminuta chispa. —Sí.
—Bien. A la cuenta de tres, despejaremos un camino hasta las rocas de
adelante. —Cortó, golpeando fuerte con la hoz a una araña que se había
aventurado muy cerca. Patas volaron en todas direcciones—. ¿Ves la
grieta en esa roca de ahí? 183
La vi. También vi alrededor de cien arañas entre nosotros y la delgada
grieta. —Uh-uh.
Página

—A la cuenta de tres enciendes y corres. No pares. ¿Está bien?


—Sí.
—Uno… dos… ¡tres!
Concentrándome en el elemento fuego, extendí mi mano, como lo hizo
Aiden. Bolas de llamas coloreadas de violeta golpearon la tierra en ambos
lados, propagándose rápidamente mientras formaban una pared.
—¡Ve!—ordenó Aiden, empujándome hacia arriba.
Trepé sobre el suelo, sin sorprenderme cuando vi a algunos de los
peludos bastardos saltando sobre el fuego. Otros embistieron directamente
dentro de él, pero cayeron a un lado, silbando de dolor. Aiden se agarró
de mi brazo mientras escalábamos la última de las montañas resbaladizas
por la lluvia. Detrás de nosotros las arañas sobrepasaban las llamas. El
sonido de sus pies corriendo precipitadamente a través del suelo que me
perseguían. Alcanzando la sima de la saliente, mis dedos palmearon una
roca y casi lloro de alegría.
Uno de los monstruos más veloces se sacudió desde abajo,
enganchándose en mi pierna. Mi agarre se deslizó y mi corazón saltó
dentro de mi garganta mientras el peso de la araña y la pesada capa me
arrastraban directamente de vuelta al borde.
Dejé salir un ronco grito mientras mis dedos continuaban resbalándose,
pero luego Aiden estaba repentinamente ahí, ensartando sus brazos
debajo de los míos. Tiró de sí mismo hacia atrás, los poderosos músculos
tensándose y haciéndolos estallar debajo de la capa mientras me
empujaba encima del saliente, araña y todo. Tirando de la pierna libre, me
retorcí y rodé, estrellando el talón de la bota en uno de los ojos de la
araña. Dejando salir un silbido, la araña se resbaló de mi pierna y cayó
montaña abajo, sacando unos pocos de sus amigos de ella.
Tambaleándonos a nuestros pies, nos deslizamos a través de la estrecha
grieta justo mientras la masa de arañas infringía la saliente y golpeaban la
pared.

184
Página
Veintidós
Traducido por Belu Malu
Corregido por Dafne

V
iajamos por lo que se sintieron como horas a través de un
estrecho túnel, tan oscuro que hasta mis ojos tuvieron
dificultades para ajustarse. Aiden lanzaba una pequeña bola de
llamas cada pocos minutos, pero ninguno de los dos queríamos
arriesgarnos en la luz por mucho tiempo. ¿Quién sabía que podría haber
aquí abajo? Esas arañas no podrían caber por las angostas grietas, pero,
conociendo nuestra suerte, probablemente tenían bebés que estarían más
que ansiosos por encontrarnos en el laberinto del túnel de trabajo.
Exhaustos y empapados hasta los huesos, nos detuvimos donde el túnel
se ensanchaba en lo que parecía ser la entrada a una caverna. Aiden se
movió lentamente hacia ella mirando de cerca a la negrura. Mientras me
movía hacia delante para echar un vistazo, me retuvo con su mano.
—Déjame ver que hay primero, ¿está bien? —me preguntó.
Controle la urgencia de empujarlo a un lado y ayudar. —Adelante. Si
hay un oso del Inframundo ahí dentro, que te coma a ti primero.
Lanzándome una sonrisa irónica, sacudió su cabeza y se deslizó hacia
dentro, daga en mano. La pequeña bola de llamas que lanzó fue tragada
por la oscuridad. Quedarme fuera de la caverna tomo todo mi
autocontrol, literalmente.
Me apoyé contra la desapercibida pero probablemente lodosa roca,
entumecida en mi ropa empapada. Ni siquiera estaba segura de si
todavía tenía todos mis dedos. Era algo bueno el que Aiden me amara y
pudiera pasar por alto mi apariencia. Sin duda parecía la reina de la
185
graduación de la semana pasada después de una noche infernal.
Aiden regresó, con sus dagas envainadas, por ahora. —Todo
Página

despejado. Deberíamos estar bien por la noche.


Empujándome de la roca, lo seguí dentro. Era estrecho unos cuantos
pasos, pero luego se ampliaba en una habitación circular; definitivamente
estaba más seco dentro, lo que era una ventaja. Lluvia caía sobre el suelo
de roca por unos pequeños agujeros del techo, pero el resto estaba seco y
apropiado.
También había algo más…
Hacia la parte izquierda de la habitación había una especie de
manantial natural. Bueno, aquí abajo, no estaba segura de lo que era. Por
lo que sabía podría ser un contenedor de ácido, pero olía a…
—Jazmín —dije.
—Lo sé. —Aiden apareció a mi lado. Aflojó la capucha de mi capa y
gentilmente pasó su pulgar debajo de mi labio, que ya no palpitaba—.
Extraño, ¿no?
—Todo es extraño aquí abajo. —Acercándome a la pileta de agua
perfumada, metí mi mano. Calidez cosquilleó en mi palma—. Está caliente,
pero no demasiado.
Aiden se había quitado su capucha. —Dudo que tengamos tanta
suerte como para un baño… ¡Alex, no!
Demasiado tarde. Ya me había arrodillado y cuidadosamente había
puesto un dedo en el agua, pensando que podía dejar uno. El agua silbó.
El aire se mezcló a mi alrededor cuando Aiden se disparó hacia
adelante, agarrando mis hombros.
—Está bien —le dije. Además de repentinas burbujas espumosas, el
agua se sentía placentera. Era tan clara que podía ver el piso del lago de
roca.
—Dioses Alex, no puedes ir por ahí poniendo tu dedo en cualquier cosa.
Arqueé una ceja.
El rodó sus ojos—: Tu mente me asusta.
Sonreí. —Te gusta cómo funciona mi mente.
Calor instantáneo oscureció sus ojos a plata. —La mayoría del tiempo,
sí. —Se relajó y soltó mis hombros. –No estoy seguro de que debamos
comenzar un fuego.
Enderezándome, lancé una mirada asesina a mi ropa húmeda que
picaba. Maldición. 186
Sus labios se retorcieron. —Podría atraer atención indeseada.
—Arañas —susurré.
Página

Aiden asintió.
Me estremecí.
—Eres tan intensa. —Se paró delante de mí, inclinando su cabeza hacia
un lado mientras colocaba las puntas de sus dedos en mi barbilla—. Y tan
valiente, pero las arañas te envían en caída.
—Esas arañas eran el doble del tamaño de un Rottweiler, Aiden. No
eran arañas normales
—Aun así, arañas —murmuró, bajando su cabeza. Sus labios rozaron los
míos. El gentil toque fue fugaz, pero poderoso—. Pero si te quitas la ropa,
estoy seguro de que podría conseguir que se secara.
Mis ojos se abrieron como platos. —Guau. ¿Estás tratando de que me
desnude?
Su mirada plateada encontró la mía. —¿Realmente necesitas que
responda a eso?
Un caliente sonrojo coloreó mis mejillas. Cuando era así, abiertamente
coqueto y completamente sexy, yo era lamentable. No creo que alguna
vez lo sea y hay algo emocionante en ello. Pero lo miré fijamente,
atrapada entre las imágenes jugando en mi cabeza y el verdadero
hombre parado delante de mí.
Aiden rió entre dientes. —Deberías verte ahora mismo.
Recuperándome de mis pensamientos, esperaba que mi expresión
luciera como Alex la Diosa del Sexo y no como Alex la Tonta. —¿Cómo me
veo?
Su sonrisa era pequeña y casi oculta. —Linda.
—¿Linda?
—Mm-hmmm. —Moviéndose hacia la esquina de la caverna,
buscando en las sombras los dioses saben qué—. Pero en serio, si te quitas
esa ropa, puedo secarla.
Pero estaría completamente desnuda. No había necesidad de que
estuviera tímida alrededor de él, pero algo acerca de eso, aquí…
Se quitó la capa y se encogió de hombros ante la mochila. Como si
leyera mi mente arqueó una ceja. —Empaque dos mantas. No es mucho,
pero son suficientemente grandes como para cubrirte.
Mis labios se extendieron en una sonrisa. Sip, Aiden pensó en todo. —
Eres asombroso.
La mirada que lanzó sobre su hombro, me dijo que lo sabía. –Sé que la 187
ropa te está incomodando.
—No lo está.
Página

La última cosa que quería era ser débil y quejumbrosa delante de


Aiden.
Dejo caer su mirada. —¿No lo está?.
No. Mi mirada siguió a la suya a la altura de mi cadera. Me quede
inmóvil. —Está bien, me está molestando.
—¿Piel delicada? —siguió acosándome, luego se arrodilló y bajó la
cremallera de la mochila.
Me quede mirando fijamente a sus oscuros rulos mojados mientras
husmeaba en la mochila. —Sip, tengo piel sensible. ¿Empacaste alguna
loción?
—No —se rió—. Pero tengo un surtido de bocadillos.
Rico.
—También un surtido de nueces.
Doblemente rico.
—Y un poco de agua. —Inclino su barbilla hacia arriba, sus ojos
bailando—. Lo siento, no pude empacar un Mc Donalds para ti.
—Bueno, nadie es perfecto.
Aiden se rió de nuevo. Dioses, amaba ese ronco y profundo sonido y
nunca me cansaría de escucharlo. No hacía mucho tiempo, Aiden no se
reía demasiado. Así que cada vez que lo hacía, lo atesoraba como la más
preciada posesión.
Colocó la manta en un espacio seco y luego se levantó. – Iré a revisar
la entrada solo para asegurarme de que estaremos bien por la noche.
Asentí, y él se dio la vuelta sin decir una palabra, desapareciendo por la
grieta de la pared.
Sintiéndome curiosamente atontada, considerando donde me
encontraba, me giré hacia el lago natural. Sólo el pensar en deslizarme en
el agua caliente, me daba escalofríos, empezando por la piel sucia.
Pero Aiden no lo aprobaría
Quitándome la capa de un tirón, pateé mis botas, mirando el agua
como si fuera un trozo de filete. Si el agua fuera peligrosa me habría
despellejado la piel del dedo o estaría corriendo alrededor graznando
como una gallina. Decisión tomada, me desvestí rápidamente y deslicé mis
pies en el agua. Suspiré cuando el lago espumeó y burbujeó, y
cuidadosamente bajé por los escalones naturales. El agua golpeaba y
siseaba contra mis caderas mientras me movía más lejos. Calidez, 188
embriagante y placentera, se filtró a través de piel, en mis músculos. No
hacía que me picaran los numerosos cortes y moretones; en todo caso, los
Página

aliviaba. El suave y seductivo aroma parecía aliviar también el leve dolor


en mi sien.
En el medio del manantial, el agua alcanzaba justo debajo de mi
pecho, pero mi presencia mezclaba el agua y la espuma blanca
alcanzaba mi clavícula, burbujeando alrededor del talismán.
Cerrando mis ojos, dejé escapar un suspiro. El agua se sentía tan bien.
Podría quedarme aquí toda la noche, sintiendo las pequeñas burbujas
zumbando en mis pies, corriendo por mis piernas.
Era el cielo en el Inframundo.
Sonreí pensando que Hades tenía lo mejor en cuando a spa y
relajación.
–Alex…
La voz de Aiden me sacó de mi meditación. Lanceé una mirada sobre
mi hombro sonriendo tímidamente. —No pude resistirme. Lo siento
No lucía enojado. Sorpresivamente no lucía exasperado. Tampoco
podía decir que lucía entusiasmado, pero…
Oh…
Aiden lucia hambriento.
Mi respiración se atoró en mi garganta y me tomó algunos intentos
encontrar mi voz. —¿Está todo bien fuera de la caverna?
Con los ojos caídos, asintió.
Me mordí el labio. Por supuesto que estaba bien. Estábamos a salvo por
la noche, pero descansar no estaba en mi mente. Lo que estaba, era
completamente inapropiado y realmente tenía mezcladas mis prioridades,
pero estábamos haciendo frente a lo desconocido. Este viaje era peligroso
y los dos podríamos salir heridos. Peor aún, Aiden podría morir.
Pánico puro golpeó a través de mi pecho ante el pensamiento de
perderlo. Simplemente no podría soportar su perdida. Y por esa razón
quería apretar pausa. Quería vivir, realmente vivir en el momento, y con
Aiden, eso siempre era posible. En realidad, era mágico.
Respiré profunda y largamente. —Deberías unirte.
Parte de mí esperaba que tuviera que rogar decentemente un poco.
Aiden estaba “trabajando”, y yo estaba preparada para desplegar todas
las técnicas que conocía, incluida lloriquear.
Así que cuando dio un paso atrás y se quitó sus botas, estaba
malditamente sorprendida. Conmoción se esparció en mí cuando 189
tranquilamente tiró su camiseta fuera de la pretina de sus pantalones de
entrenamiento y jaló la húmeda prenda por encima de su cabeza.
Página

Detuve una respiración entrecortada.


Su estómago era perfecto. Producto de años de riguroso
entrenamiento. Parecía como si alguien hubiera colocado rodillos de pintor
debajo de su firme piel. Y su pecho…
Sip, no podía dejar de mirar.
Y todo el tiempo me observaba con esa intensa mirada como plata
caliente. Sentí el sonrojo regresar a mis mejillas mientras mi respiración se
aceleraba.
Cuando sus manos se movieron a la parte superior de sus pantalones,
me miré a otro lado. Solo porque estaba segura de que me desmayaría y
me ahogaría si seguía mirando, y bueno, eso arruinaría el momento.
Ropa golpeó el suelo de roca y hubo un segundo, muy largo, de
silencio y después el agua se agitó y burbujeó aún más. Con el pulso
martilleándome en todos lados, me giré hacia él y perdí mi respiración y mi
corazón nuevamente.
Aiden estaba plantado allí como un dios.
Mucho más alto que yo, el agua rozaba su ombligo. Blanca espuma se
juntaba en las planas costillas de su estómago y yo estaba fascinada por la
imagen de Poseidón levantándose del océano.
Poseidón no tenía nada de él.
Se deslizó a través del agua burbujeante, con las manos a los costados.
Tuve que levantar la cabeza para encontrarme con su mirada. —Oye —le
dije.
Un lado de sus labios se curvó hacia arriba. —Probablemente esto no
sea una buena idea.
—¿Por qué?
—Tengo el presentimiento de que voy a estar muy distraído en unos
segundos. —De todas maneras se estiró, encontrando la banda que
mantenía mi cabello atado—. En realidad, ya estoy distraído.
Mi corazón estaba tratando de salirse de mi pecho. —Pero estamos a
salvo aquí, Apolo lo dijo.
—Lo estamos, pero… —Gentilmente, me quitó la banda acomodando
mi abundante cabello sobre mis hombros. Una gran cantidad de él se
hundió debajo de la superficie—. Pero tenemos que ser cuidadosos. Yo
debería estar prestando atención.
Me paré dentro del flojo círculo que sus brazos habían creado mientras 190
él jugaba con mi cabello. Colocando mi mano sobre su pecho, me
entusiasmó la manera en que se estremeció y respiró entrecortadamente.
Página

—¿No puedes ser multifuncional? Yo puedo.


Aiden lanzó perezosamente un húmedo cabello encima de mi hombro
y siguió con otro. —Eres una mentirosa, tus habilidades multifuncionales
apestan.
—No lo hacen. Y no estamos hablando de mis habilidades
multifuncionales. —Mi mano se deslizó hacia abajo, como si tuviera mente
propia—.Creo que puedes manejar hacer dos cosas a la vez.
Él había conseguido reunir todo mi cabello ahora, y lo estaba
enrollando en su puño. —¿Lo crees?. —Colocó un dedo en mi labio
superior, trazando lentamente su curva. Sus pestañas bajaron aún más, y
solo una pequeña facción de ojos plateados brilló—. Deberías estar
descansando.
—Lo haré. —Di el último paso hacia adelante. Las burbujas burbujearon
y cedieron. Estirándome curvé un brazo alrededor de su cuello—. Pero tú
también deberías descansar.
La mano libre de Aiden de desvió a mi cuello, por encima de mi
hombro, y luego su brazo estaba alrededor de mi cintura, sosteniéndome
fuerte contra él, tocándonos a lo largo de todo nuestro cuerpo. Yo estaba
exasperada, y cuando sus labios rozaron la curva de mi mandíbula mis ojos
se cerraron agitadamente. Cada musculo de mi cuerpo se tensó y pude
sentir las marcas deslizándose por toda mi piel.
—Podemos tomar turnos —dijo Aiden contra mi barbilla y luego en la
mandíbula—. Tú duermes primero, descansas un par de horas y luego yo te
despierto. —Se detuvo presionando un beso en la parte sensible debajo de
mi oreja. Temblé—. ¿Está bien?
En ese punto habría acordado cualquier cosa, así que lo hice.
—Entonces partamos a lo primero.
Aiden bajó la mano que envolvía firmemente mi cabello, arqueando mi
espalda. El frío aire de la caverna me ponía la piel de gallina en la parte
expuesta. La respiración se me entrecortó cuando sus labios regresaron
donde mi pulso latía y luego más abajo, sobre el ascenso de la clavícula y
más abajo todavía.
Luego se retiró, soltándome, su pecho subiendo y bajando
irregularmente mientras se movía hacia el borde del lago. —Y ahora mismo
deberías estar descansando. Esto… 191
—Para de hablar. —Me empujé a través del agua, consciente de que
cuando me movía más cerca, el manto de agua se desvanecía.
Página

Aiden también estaba muy consciente. Un músculo de su mandíbula se


flexionó y su mirada cayó. —¿Me dijiste que me callara?
—No. —Lo seguí mientras él seguía retrocediendo, hasta que no tenía
otro lugar donde ir, hasta que su espalda estuvo contra el borde de la
laguna de roca y estaba atrapado. Colocando mis manos a cada lado de
él, miré hacia arriba—. Está bien, te dije que te callaras, pero lo hice
amablemente.
Respiró profundamente. – Creo que podría ignorarlo.
Floté, dejando que mis piernas se enredaran en las de él. —Para alguien
que habla poco, realmente hablas mucho cuando preferiría que no
hablaras.
La risa de Alex sonó atragantada. —Eso no tiene sentido, Alex.
Sonriendo, me incliné y presioné mis labios en la firme curva de su
mandíbula, repitiendo lo que él había hecho hasta que su pulso retumbó
en todo mi ser. —Tener sentido está sobrevaluado.
—Tú crees que muchas cosas están sobrevaluadas. —Aiden dejó caer
su cabeza hacia atrás, los gruesos músculos de su cuello tensándose
mientras sus manos excavaban en el borde del lago.
Por un momento, me congelé asombrada por él. No sucedía a menudo
que alguien pudiera ver a Aiden así, completamente vulnerable ante
alguien más. Toqué su mejilla, queriendo recordar este momento. La
enormidad de lo que nos esperaba por delante era una corriente fría sobre
mi piel y más honda, en mi alma. No podía saber lo que me esperaba en el
futuro-; lo que Aiden podría terminar siendo. Tantas cosas eran inciertas.
Las palabras de Apolo se inmiscuyeron. Sólo puede haber uno.
Me estremecí, entendiendo que eso significaba más de lo que yo
quería. Hasta Seth lo entendía. Pensé en el maldito sueño que tuve cuando
veníamos aquí.
Puede que no hubiera años para Aiden y para mí, quizá ni siquiera
meses o semanas. Puede que no hubiera siquiera días. Y el tiempo que nos
quedaba, lo estábamos gastando en constante peligro. La siguiente hora
no estaba garantizada y no quería perder cada momento corriendo hacia
el final del tiempo.
Los ojos de Aiden se abrieron. – ¿Alex?
Parpadeé las lágrimas repentinas. —Te amo. —Era todo lo que podía
decir. 192
Levantó su cabeza, sus ojos buscando los míos, y quizá vio lo que
estaba pensando. Quizá él también sabía que al final, habría más vidas
Página

perdidas; algunas de las que sería casi imposible seguir adelante y superar,
pérdidas que robarían una parte de nosotros. Que este momento juntos,
podríamos no tenerlo de nuevo.
Había dejado de hablar.
Aiden vino tan rápido desde la pared que el agua reaccionó en un
frenesí de burbujas. Él, nosotros, estábamos en un frenesí. Sus brazos me
estrellaron contra él, su boca demandando, diciendo esas dos palabras
una y otra vez sin decirlas. Aiden me levantó, enterrando una mano
profundamente en mi cabello, la otra presionando la parte baja de mi
espalda, ajustándonos el uno al otro. Se dio vuelta y mi espalda estaba
presionado el borde y él estaba en todos lados a la vez, robando mi
aliento, mi corazón, mi alma. No había que separarse por aire, ni tampoco
un control de límites. No había vacilación en el borde. Nos sentíamos de
cabeza. En sus brazos, en la forma en que el agua burbujeaba y se movía
con nuestros cuerpos, perdí el ritmo del tiempo, pero gané una pequeña
parte de mí. Gané una parte de él que mantendría cerca por el resto de
mis días, no importa que tan largos o cortos resultaran ser.

193
Página
Veintitrés
Traducido por Jeyly Carstairs
Corregido por Dafne

M
ientras dormía, Aiden se las había arreglado para secar
nuestra ropa sin tostarla. Si me hubiera dejado hacerlo a mí,
probablemente las habría convertido en una antorcha. Dormí
un poco más de cuatro horas, despertando antes de lo que él me dijo. Me
cambié y luego me acomodé a su lado en una de las dos mantas
delgadas. Ambos olíamos a jazmín, que era mejor que el olor a humedad
del inframundo.
Aiden yacía de costado, su pesado brazo sobre mi cintura. — Podrías
haber dormido más tiempo.
Yo jugaba distraídamente con la mano que apoyaba en mi estómago.
—Estoy bien. Es tu turno. Voy a mantener un ojo en las cosas, me asegurare
de que no haya arañas encima tuyo. Él presionó sus labios en mi mejilla y
suelta una risita. — Estoy preocupado si pasa algo entre yo y una araña, yo
podría estar jodido.
— Me enfrentaría a una horda de arañas por ti, nene. — Sonreí ante el
sonido de su risa otra vez—. En serio.
—Eso es amor verdadero allí. Algunas cosas serias, — bromeó él.
—Lo es.
Hubo una pausa y luego dijo—: Mientras dormías, estaba pensando en
lo que dijo Apolo acerca de que hay otro dios involucrado.
Mi curiosidad despertándose, incliné mi cabeza hacia atrás para poder ver
su rostro. — ¿Si?
—Sé que Seth no ha revelado el secreto de quien podría ser, pero
194
Marcus tiene sus apuestas en Hermes, y desde que el ayudó a Seth…
—Siempre es Hermes. Él es como el saco de boxeo de los dioses. La
Página

gran broma.
—Exactamente. —Aiden apartó un mecho de cabello húmedo de mi
frente—. Parece demasiado obvio que sería él. Y a pesar de que Hermes
ha sido conocido por tirar algunos trucos, sus acciones suelen ser
relativamente inofensivas. Esto; lo que se ha hecho a todo el mundo, el
olimpo incluido, es más grande que él, casi como si fuera personal.
Tenía un punto. —Apuesto a que ser el blanco de las bromas del
Olimpo podría hacer las cosas personales después de unos pocos miles de
años.
—Es cierto, pero no sé… —Él bostezó—. Sigo pensando en Seth, en su
personalidad.
—Oh, querido…
Una sonrisa cansada apareció. —Así tú quieras admitirlo o no, llevas
algunos de los rasgos de Apolo. Así que lógicamente, Seth llevaría algunos
de su propio linaje.
Había cosas peores que ser comparada con Apolo. —Seth es arrogante
y petulante. Eso realmente no reduce la lista. —Ante el cansado
asentimiento en acuerdo de Aiden, apreté sus manos—. Ve a dormir.
Vamos a resolver esto en la mañana.
Aiden insistió en que no estaba cansado, pero no tomó más que unos
momentos antes de que su respiración se hiciera más profunda y
constante. Me quedé en sus brazos, con mid ojos pegados a la entrada.
Todavía estaba cansada y el dolor de cabeza había regresado de nuevo
al momento en que me desperté, extendiéndose desde mis sienes, pero
era manejable.
Reflexionando sobre lo que Aiden había dicho, tuve que conceder la idea
de que había algo personal detrás de esto algo de credibilidad. Pero el
único problema con eso era el hecho de que todos los dioses
probablemente tenían una maldita buena razón para causar discordia.
Apolo siquiera había dicho una vez antes que, después de miles de años
de estar juntos, ellos no tenían nada mejor que hacer que molestarse entre
ellos.
Teníamos que averiguar quién estaba detrás de esto, pero ¿qué
podíamos hacer? Eliminar a un dios era algo inaudito. Incluso los Titanes
habían sido sepultados, no asesinados. La pérdida de cualquier dios 195
acarreaba consecuencias cósmicas. El mundo no dejaba de girar, pero
todos los dioses se debilitarían si uno caía. Esa era probablemente la única
Página

cosa que les impedía absolutamente matarse unos a otros, pero… Un gran
problema a la vez…
Seth y Lucian eran nuestro mayor problema. Con suerte encontraríamos a
Solaris y ella tendría la respuesta para detenerlos. Una parte de mí no había
renunciado al pequeño trozo de esperanza que de alguna manera Seth
podría ser salvado – que podría ser arreglado. Sinceramente creía que, sin
Lucian y la influencia del éter, el no habría hecho las cosas que hizo.
Pero, ¿quién era yo para decir que lo absolvía de sus pecados? Si un
adicto a la drogas mataba a alguien bajo su influencia, todavía era
culpable. Seth había hecho lo que había hecho y se sentía como si no
hubiera vuelta atrás de eso.
El dolor era como lodo en mi sangre, sucio y desordenado, porque se
sentía fuera de lugar.
Como si me sintiera mal por un asesino…
Empujando mis pensamientos sobre Seth a un lado, acaricié los dedos
de Aiden y me pregunté si alguna vez escucharía a Aiden tocar la guitarra
otra vez. Eso esperaba. Tal vez incluso haría que cantara, porque tenía una
bonita voz.
No estaba segura de cuánto tiempo pasó, pero no podía haber sido más
de una hora. El cielo asomándose a través de los agujeros en el techo de
la caverna era todavía de un azul profundo y mi dolor de cabeza… había
aumentado sin parar. Ahora palpitaba detrás de mis ojos.
No podría engañarme a mí misma. Sabía lo que significaba. Seth
estaba en el otro extremo de la conexión y estaba tratando de
alcanzarme. El veneno del pánico me dio una fuerte mordida. Este no era
el momento para que él tirara este tipo de basura. Un maldito ejército de
arañas podría descender sobre nosotros, mientras yo estaba con él. Peor
aún, podríamos ser descubiertos por Hades.
Moviéndome con cuidado me liberé del abrazo de Aiden, me empuje en
mis pies y me fui a la piscina, sacando el agua con olor a jazmín y
salpicándola sobre mi cara. Parecía haberme ayudado antes, pero tuve la
sensación de que estaba más allá de ayudar.
Me senté, concentrándome en mi respiración. Podía sentir el cordón
ahora. Todavía dormía, pero el zumbido era más fuerte, más potente. Puse
mi cabeza en mis manos, apreté mis ojos cerrados y espere. Una parte de
mí ya sabía que nada podía parar esto. 196
Seth era increíblemente fuerte y era terriblemente determinado cuando
quería serlo.
Página

Así que esperé el dolor por venir, pero nunca lo hizo. En cambio el zumbido
del cordón se hizo más y más fuerte, hasta que sentí como si todo mi
cuerpo vibrara. Entonces del ruido claro llenando mi cabeza, un murmullo
creció hasta que pude distinguir las palabras y reconocer la voz.
Es bueno verte… o escucharte de nuevo, Alex.
—Seth.
Mis ojos se abrieron de golpe y a diferencia de la última vez, no me
sentía transportada mentalmente en algún lugar por Hermes. El muelle
estaba todavía frente a mí. Podía oír las profundas respiraciones de Aiden y
sentir el ligero frio en el aire de la caverna.
Sé que puedes oírme, Alex. Puedo sentirlo.
Me quejé. Estoy realmente empezando a molestarme con esto.
A través del cordón, podía sentir su petulancia. Era como antes, cuando
habíamos estado conectados. Sus emociones fluían a través de mí y
viceversa. Apuesto a que si cerraba los ojos podía verlo claramente de pie
frente a mí, pero no estábamos conectados.
En el fondo te gusta, dijo él.
Uh, no. Metiendo mi cabello mojado hacia atrás, deje escapar un
suspiro bajo. No entiendo cómo eres capaz de hacer esto. No estamos
conectados.
Después de nuestra última pequeña visita social, es más fácil aprovechar
la conexión. Cada vez que te sientes muy agobiada o emocional, puedo
llegar a ti. Creo que sería lo mismo si estuvieras en dolor. Hubo una pausa y
juro que sentí un destello de preocupación. ¿Tienes dolor?
Rodé los ojos. Las buenas noticias eran que Apolo debería tener una
pequeña charla con Hermes. No, pero eres un dolor en el culo. ¿Eso
cuenta?
La risa de Seth todavía tenía esa extraña sensación de calor.
Al menos de esta manera no me puedes golpear.
Golpear a Seth todavía se sentía como una opción viable. No tengo
tiempo para esto ahora mismo.
Curiosidad se filtraba a través de la conexión. ¿Qué es lo que estás
haciendo en este momento, Alex?
¿Qué estás haciendo TÚ en este momento, Seth?
Estaba riendo de nuevo. Era una risa agradable. No tenía el mismo
efecto que la de Aiden, pero era rica y profunda y me recordaba a Seth. El 197
Seth pre-matanza-alboroto es decir.
Tú dime primero.
Página

Sí, eso no va a pasar.


Mirando por encima de mi hombro, vi a Aiden agitarse un poco.
Entonces cerré los ojos y me concentre en la conexión. Pensé que también
podría recoger alguna información de esta.
Una fracción de segundo más tarde, Seth tomo forma en mi mente. Por
alguna razón, el solo tenía la mitad de la ropa puesta. No estaba segura si
esa era yo haciendo eso o si realmente estaba sin camisa. De cualquier
manera, era demasiada piel dorada expuesta. Pisando ligeramente probé
la conexión y las emociones que me alimentaban. Yo no sabía si podría de
alguna manera dejarme atrapar por el de esta manera, así que procedí
con mucha precaución.
La única cosa que sentí era… calma, que era muy – Un repentino
escalofrió se deslizo por mi espalda y luego Seth dijo: Lo que estás
buscando, no lo vas a encontrar.
¿Qué crees que estoy buscando?
Contigo, nunca se puede estar muy seguro.
Oh, El burro hablando de orejas.
Diversión fluía a través de la conexión cuando Seth dijo, el comal le dijo
a la olla.
Hice una mueca. ¿Qué?
Seth se rió. Ah, te he echado de menos, Alex.
Abrí mis ojos y resistí el impulso irracional de admitir que yo también
extrañaba sus bromas, las enojadas batallas que ninguno de los dos
ganaba. Era extraña – la dinámica de mis relaciones con Seth y Aiden.
Aiden me complementaba, era el Yin de mi Yang, el “ahora, ahora” para
mi listillos. Pero Seth y yo éramos muy parecidos, y en cierto modo,
realmente éramos la misma persona. Juntos por mucho tiempo, es
probable que nos matáramos entre sí.
Pero si, había una parte de mí que perdía cuando – lo perdía.
¿Por qué no has empezado a gritarme todavía?, pregunto.
Me atragante con una carcajada. Solo pude hacerle una pregunta.
¿Qué? ¿Quieres que te grite? Dudo que eso hiciera algún bien. No va a
cambiarte.
Pero eso nunca te impidió hacerlo antes. Incluso si sabias el resultado y
que no tenía sentido, todavía lo hacías. 198
Al igual que ahora, mantenerse lejos de ti no tiene sentido. La
presunción era nueva, estableciéndose sobre mí como una segunda piel.
Página

Muy útil. añadió.

Frustrada ahora, cerré los ojos y suspire. Tal vez no me conoces tan bien
como tú crees. Sé que no te importa nadie más que tú mismo, pero
realmente me tengo que ir.
Pinchazos de irritación eclipsaban el calor de la diversión y la arrogancia.
Quiero hablar. Inmediatamente cautelosa, abrí y cerré mis manos. ¿Qué es
lo que quieres hablar?¿Que tan mal estas?
Era una buena cosa que Hermes no hubiera aparecido, porque mi
mano picaba por conectarse con su cara. Oh, dioses… Seth, no puedo
hacer esto…
Me preocupo por ti dijo él sorprendiéndome. Negué con la cabeza,
queriendo negarlo, porque me despojaba de mi capacidad para tomar
mis propias decisiones, era un infierno de la manera en que él lo
demostraba pero era la verdad. Pero me acorde de aquella noche en la
casa de Telly, ese momento en que había visto la indecisión en sus ojos, la
vulnerabilidad.
Él no había querido hacerme daño, pero yo creía que lo que el necesitaba
abrumaba lo que quería. Lo sé, dije, porque en el fondo sabía que le
importaba.
Aún más sorprendente, había una brecha repentina en la conexión. No es
que pudiera leer cualquiera de los pensamientos de Seth, pero había una
vulnerabilidad que no había estado allí antes. No hubiera estado mal entre
nosotros, incluso si nunca conectaba conmigo. No hubiera sido horrible.
Mi pecho se sentía pesado y me dolía, porque también había algo de
verdad en eso.
Pero nunca hubiera sido suficiente añadió, y de una manera extraña, se
sentía cada vez más cerca, como si estuviera a mi lado. Soy lo
suficientemente hombre para admitirlo. Aunque he luchado bastante por
ti… y porque confíes en mí, Aiden no tiene nada que hacer contra mí
cuando estoy decidido—al final, lo que sentías por mí hubiera sido sobras.
Tú nunca has sido realmente mía. Siempre lo he sabido.
Apreté mis manos hasta que me dolían las articulaciones. Entonces ¿Por
qué querías estar conmigo?—en las Catskills, me pediste que te diera una
oportunidad. ¿O es que era una gran parte de tu plan maestro?
¿Plan maestro? Seth se rio, pero sin humor. ¿Por qué no habría de 199
preguntarlo? Me siento atraído por ti, Alex. No se necesita mucho para
darse cuenta de eso. Y aún hay más. He estado atraído por ti, desde que
Página

te vi. Es solo la forma en que lo es para nuestra especie.


Una lejana, casi triste sensación se deslizo a través de la conexión. Esta
atracción entre nosotros. No creo que siquiera me creas o incluso que
pienses como lo hago. Pero de todos modos, como dije, me preocupo por
ti, también.
Había una cosa física entre nosotros, en parte debido a la unión Apollyon y
nuestra propia atracción el uno por el otro. Era lo suficientemente adulta
para admitir que todavía estaba allí, pero era débil en comparación con lo
que sentía por Aiden. Pero algunas cosas no cambian. Me preocupo por ti.
Las palabras fueron susurradas y sonaban rotas para mí. Por un momento,
no dijimos nada. Era como un punto muerto, uno muy extraño, torpe y
triste.
Por favor no hagas esto, Seth.
El suspiro. Alex…
Yo puedo ayudarte.
Los pinchazos de irritación agriaban mi estómago ahora. No necesito
ayuda.
Lo haces. Tomé una respiración profunda. Eres como un adicto—al éter,
cualquiera que sea el amor y la aprobación que estás buscando de
Lucían. Necesitas ayuda.
Supe al momento que yo había dicho algo incorrecto. La irritación cambio
a ira y era como estar demasiado cerca del fuego. No necesito tu ayuda,
Alex. Lo que necesito es que tú entiendas que no puedes escapar del
destino. Que todo va a ser diferente—que será mejor—si dejas a Lucían
hacer lo que hay que hacer.
Seth.
Y necesito que lo entiendas Alex, si puedes, que tal vez—solo tal vez—
Lucían realmente se preocupa por mí, que soy digno de eso, y él quiere lo
mejor para mí, para nosotros. ¿Crees que puedes hacer eso? Mi garganta
trabajo en el nudo que se había formado allí. Tú vales la pena para que
alguien cuide de ti, pero…
¿Pero qué? Su voz chasqueó fuego, me atreví a decir lo que él sabía que
iba a decir.
Di un respiro tartamudeando. Pero yo no puedo hacer lo que me pides. Tú
te lo mereces—vales mucho—pero no Lucían. Te está usando. Y será
demasiado tarde… 200
No es demasiado tarde. Al final, no importa que, voy a tener todo lo que
quiero.
Página

Y luego el retrocedió y cortó la conexión.


Veinticuatro
Traducido por Dafne
Corregido por Esperanza.nino
Cuando abrí mis ojos de nuevo, Aiden seguía dormido, y aunque la
cuerda zumbaba suavemente en mi estómago, Seth estaba fuera por
ahora. Me paré y rápidamente escaneé la cueva. Todo estaba igual, no
era exactamente el Hotel Hilton, pero seguro.
Tragándome el nudo que sentía como un elemento permanente en mi
garganta, arrastré de nuevo mis pies a Aiden y me senté al lado, tirando
mis rodillas a mi pecho. Dioses, no sabía que era peor, si Seth estaba
completamente fuera y no había esperanza para él, o si había alguna
parte de él que siguiera allí en algún lugar. De cualquier manera,
preocuparme sobre eso era inútil. Ahora mismo estaba en una misión para
descubrir una manera de destruir a Seth.
¿Entonces importaba? Al final, no podía permitirle transferir el poder de
mí. Demasiadas vidas descansaban de detenerlo.
Aiden debía ser el orgulloso propietario de un reloj interno, porque
cuando el cielo empezó a tornarse naranja más allá de los irregulares
agujeros en el techo de la caverna, se estiró como un gato salvaje que se
despertaba de una siesta. Se sentó fluidamente y se inclinó, apoyando sus
manos a cada lado de mis rodillas dobladas. Calor salía de su pecho
desnudo. Presionó sus labios en el espacio sensible debajo de mi oreja y
murmuró—: Buenos días.
—¿Supongo que no estamos invadidos por arañas?—Aiden se disparó
hasta sus pies y se estiró de nuevo, levantando su brazos, arqueando su
espalda.
—No.
Me dio una mirada sobre su hombro y luego se inclinó, agarrando su
camisa de la mochila. —¿Estás aguantando ahí?
Asentí.
Mientras comíamos un rápido desayuno de jerbo y nos preparábamos
para volver al túnel, me debatí sobre que contarle a Aiden.
No podía ocultar el hecho de que había tenido una especie de
interacción de nuevo con Seth, pero no estaba segura de cómo poner lo 201
que estaba sintiendo en palabras que nadie podía entender. Cuando me
entregó la capa olorosa, finalmente dije algo. —Vi a Seth anoche.
Página

Aiden se quedó quieto, sus manos apretando su capa. —Bueno.


Me concentré en su hombro. —Sé que debería haber dicho algo antes.
—Sí. Deberías haberlo hecho
Un sonrojo coloreó mis mejillas. —No lo vi realmente. No como la última
vez. Me habló a través de la conexión. No sabe que estamos haciendo.
Preguntó, pero no le dije nada.
—Por supuesto. —Él se deslizó en su capa con rápidos y rígidos
movimientos—. ¿Qué quería?
Trasladé mi peso incómoda. —Pienso que el solo quería… hablar
—¿Hablar? —Incredulidad coloreaba su tono.
—Sí, él… creo que parte de él sigue ahí. Tú sabes, una parte de él está
confusa, pero realmente cree que Lucian se preocupa por él. —Mi voz
desapareció poco a poco, moviendo mi cabeza—. No importa. ¿Estás
listo?
Aiden me estudió un momento, luego asintió.
Con nuestras capuchas en su lugar, dejamos el pequeño trozo de paz
atrás y nos aventuramos dentro de los oscuros, estrechos túneles,
recorriéndolos en silencio. Dado que no podía ver la cara de Aiden o sus
ojos, no estaba segura de que estaba pensando, pero estaba segura de
que tenía algo que ver con Seth.
Era lo que estaba pensando mientras navegábamos en la oscuridad,
con solo nuestros pasos haciendo eco en el silencio.
Deseé que hubiera visto lo que le estaba pasando a Seth antes de que
fuera demasiado tarde, notar como el éter y el akasha lo estaban
afectando. Más que todo, deseé haber visto cuan desesperadamente él
necesitaba a alguien, alguien que lo aceptara, incluso que lo amara. En
vez de eso había estado tan atrapada en mis propios problemas que no
había visto todo lo que le estaba pasando. Lo que estaba haciéndole. En
cierta manera, le había fallado gravemente a Seth.
Después de dos horas sin detenernos caminando en la oscuridad, una
pequeña mancha de luz naranja brilló adelante, y mientras más cerca
estábamos, más grande se volvía la mancha hasta que pudimos ver el
mundo fuera de la caverna.
—Finalmente —murmuró Aiden. 202
Se detuvo en la áspera, irregular abertura y se asomó por la ladera de
la colina que conducía a una espesa niebla que cubría el cielo
Página

anaranjado. —El Valle del Luto — dijo Aiden—. Estamos cerca del Llano del
Juicio.
—Esperemos que Apolo le haya hablado a Caleb. —Salí. La hierba gris
crujió debajo de mis pies—. No debería tomar mucho.
Y no lo hizo, tomando solo media hora descender la colina y entrar en
la neblina, que dio paso como humo agitado, revelando el Valle.
El lugar era tan deprimente como sonaba.
Árboles desnudos salpicaban el paisaje. Sus ramas se curvaban hacia
abajo en las puntas, como si pesaran por el sufrimiento que se filtraba en el
aire. Losas de roca gris se levantaban desde la hierba y un pequeño
arroyo, su agua oscura y triste, dividía la llanura.
La gente estaba en todos lados.
Algunos estaban junto al arroyo, yaciendo apáticos a sus orillas. Sus
dedos viajaron dentro del agua, sus cuerpos estremeciéndose una y otra
vez con profundos, pesados suspiros. Otros estaban sentados encima de
rocas, sollozando abiertamente, manos agarradas a sus pechos. Unos
pocos se sentaban al pie de los árboles, metidos en bolas mientras
gritaban.
El Valle del Luto era un pozo negro de angustia y sufrimiento, el último
lugar de descanso para aquellos que murieron infelices en amor.
No podía dejar atrás a esta gente lo suficientemente rápido. Aunque
nadie se nos acercó, ya que parecían demasiado perdidos en su miseria
para siquiera notarnos, el bulto que había tenido en mi garganta toda la
mañana creció rápidamente.
Depresión era el aire que se respiraba aquí. Pena llenaba el río. Dolor
eran las raíces de los árboles muertos en ese lugar. Incluso los pasos de
Aiden parecían pesados, como si estuviéramos caminando a través de los
Campos de Asfodel empapados por la lluvia.
—No quiero estar aquí —dije finalmente, acercándome más a él.
Aiden me alcanzó, encontrando mi mano debajo de la capa. —Lo sé.
Ya casi terminamos.
Un hombre volteó su cara surcada por las lágrimas al cielo, dejando
salir un ronco grito. Cerca de él, una mujer colapsó contra la tierra, llorando
y escupiendo histéricamente, palabras ininteligibles que nadie estaba para
escuchar. Esa era probablemente la peor parte respecto al Valle. Todas 203
estas almas estaban aquí debido al amor infeliz, pero a nadie le
importaba. Estaban solos en su miseria, como probablemente lo habían
Página

estado en vida.
Pero no éramos parte del Valle, así que viajamos, capaces de hacer lo
que estas pobres almas habían sido incapaces de hacer en vida y
muertos. Nos movimos, más allá de los deseos y necesidades que nunca
habían llegado a buen término, más allá del amor que había sido perdido,
o que nunca había sido suyo para agarrar.
Algo del peso se disipó con la neblina y delante nuestro había una
carretera de adoquines que honestamente vinieron de ningún lado
mientras el cielo clareaba al raro naranja quemado.
Pero no estábamos solos. Cientos, si no miles, de almas recorrían el
mismo camino que nosotros. Toda clase de gente: jóvenes y viejos, puros y
mestizos, viajaban hacia su Juicio. Diferenciar a los Centinelas y Guardias
era fácil, aunque sus uniformes no estaban cubiertos de sangre coagulada
como habían sido cuando había estado en el limbo. Todas estas almas
habían sido enterradas.
Aiden y yo salimos.
Muy pocas almas viajaban vestidos con capas de cualquier tipo,
siendo obvio que esa no era la tendencia de moda sobre la superficie. Si
cualquiera había fallecido en una capa, estaría curiosa de el cómo y el
por qué. La mayoría estaba en ropa de calle. Algunos incluso tenían gorras
de beisbol, y tal vez deberíamos permanecer lejos de algunos de esos.
Alguien incluso estaba balanceando un sombrero de vaquero.
De cualquier manera, esto no estaba bien.
Los guardias de Hades estaban puestos a lo largo del camino, encima
de sus caballos negros. Ellos mantenían a los viajeros en orden y al camino
moviéndose. Probablemente era un interminable y aburrido trabajo. Nos
movimos hacia el centro del grupo, esperando perdernos con los
Centinelas altos en las masas. Algunos de ellos nos pasaron miradas
superficiales, pero nadie nos habló. Al sonido de un bajo relincho y el
acercarse de los cascos, mi corazón se disparó mientras ponía mi mano en
la daga debajo de mi capa. Sentí a Aiden moverse para hacer lo mismo.
Pero el grande caballo de guerra sopló pasándonos, el guardián
recorriendo mínimamente por encima de su espalda. La gente se
precipitaba fuera del camino; si no lo hacían, serían pisoteados debajo de
los potentes cascos. 204
La inquietud floreció en la boca de mi estómago, pero no era como si
pudiéramos volver atrás ahora.
Página

Cerca del Llano del Juicio, era difícil no notar el brillo rojizo
extendiéndose a lo largo del horizonte, y cuanto más lejos viajábamos, más
grande el… el fuego crecía.
El Tártaro.
Guau, no quería estar en cualquier parte cerca de ese lugar. Y
realmente esperaba que no nos capturaran y nos lanzaran al Tártaro.
Mi corazón estaba tirándose a sí mismo contra mis costillas para el
momento en que entramos en los abiertos Llanos del Juicio. La gran
cantidad de gente atestando el cruce era enorme y había guardias por
todos lados, posicionados sólo en caso de que alguien sentenciado al
Tártaro tratará de huir de él.
Aiden se quedó cerca de mi lado. —¿No llegas a ver a Caleb?
Reí secamente mientras escaneaba sobre la gente.
La multitud era tan densa que no tenía idea de cómo podría ver a
alguien en esa muchedumbre.
Y tuve un momento difícil no mirando al palacio, que parecía muy
cerca.
Más de una fortaleza medieval que una casa, el palacio de Hades se
levantaba como las montañas a través de las cuales habíamos viajado,
arrojando una sombra oscura a través del Llano del Juicio. Cuatro torres
llegaban al anaranjado cielo, una en cada esquina de la fortaleza.
Aunque esperaba que los Campos Elíseos ofrecieran un mejor
escenario, no podía imaginar despertarme cada mañana y mirar fuera por
una de las muchas ventanas para ver… todo esto.
Concentrándome en la cosa importante, me uní a Aiden en la
búsqueda para encontrar una familiar cabeza rubia. Había un montón de
rubios, pero ninguno de ellos era Caleb.
—¿Qué si la palabra no ha llegado a él? —le pregunté a Aiden,
temerosa de decir el nombre de Apolo aquí abajo.
—Él tiene que saber —me aseguró, escaneando la creciente pila de
personas—. Dioses, ¿cuánta gente procesan aquí en un día?
Miles, al parecer.
Continuando, me di cuenta de que era bastante inútil en la búsqueda
de Caleb. Al ser tan baja, todo lo que podía ver era la parte posterior de
las cabezas. Mi malestar creció incontrolable. Mientras más tiempo 205
permaneciéramos aquí, más peligroso era. Volví a pensar en el guardia
que había corrido por delante de nosotros. Mi boca se secó.
Página

Necesitábamos encontrar a Caleb y necesitábamos…


Una pesada mano se posó en mi hombro.
Inspirando fuerte, mis dedos se movieron alrededor del mango de la
daga mientras giraba alrededor, lista para usar la espada si era necesario.
—Caray, no me apuñales. Creo que tenemos suficiente de eso entre
nosotros dos.
Tropecé hacia atrás mientras la voz familiar se hundía. Vestía una gorra
de béisbol tironeada hacia abajo y escondiéndola una sudadera con
capucha encima, pero mechones de cabello rubio asomaban alrededor
de los bordes. Una salvaje sonrisa brilló desde debajo de la sombra de la
capa.
—Caleb. —Mi voz sonó ronca.
A unos segundos de taclearlo al suelo, fui frenada cuando Aiden agarró
mi hombre. —Sé que lo deseas —dijo en voz baja—, pero llamaría la
atención.
—Sí, lo haría. —asintió Caleb—. Así que mantengamos los abrazos y
lloriqueo al mínimo.
Estaba ya en el borde del lloriqueo, así que gracias a los dioses que la
capucha escondía eso.
Alejándome de Aiden, me detuve en frente de Caleb. —Estoy tan
contenta de verte de nuevo.
—Y estoy feliz de verte…—Él levantó su mano, como si fuera a tocarme,
pero frenó—. También es bueno verte de vuelta a la normalidad.
Hice una mueca. —Sí, sobre eso… ¿perdón?
Caleb rió por lo bajo. —Está todo bien Vamos, tenemos que hacer esto
rápido. — Hizo un gesto hacia el camino que conducía al palacio de
Hades—. Estoy sorprendido de que ustedes chicos siquiera hayan llegado
tan lejos sin ser capturados. El Inframundo entero es un manojo de nervios
por lo que está pasando arriba.
—Me imaginé que eso es por lo que están tan ocupados aquí —
comentó Aiden.
—Sí. —Caleb empujó sus manos profundamente dentro de los bolsillos
de sus jeans—. Un montón de Centinelas y puros vienen directo aquí. En
cierta manera golpes, ¿sabes?
—Sí, golpea muy mal. ¿Entonces por qué debemos…? 206
Sin advertencia, el suelo tembló violentamente y un gran, terrible rugido
quebró por encima, conmocionándome hasta los huesos.
Página

Me giré, como hizo todo el resto, hacia el Tártaro. El olor a azufre creció
hasta que era espeso y asfixiante. Miedo explotó en mis entrañas. Aiden
estaba al lado mío en un instante, su mano presionando en mi espalda. —
¿Qué está pasando? —pregunté.
—Ya verás —respondió Caleb, dejándome totalmente perpleja.
Le disparé una mirada, pero entonces una bola de fuego voló derecho
en el aire sobre el Tártaro, girando y agitándose mientras rescoldos volaban
en todas direcciones. El fuego cambió, mientras continuaba
derramándose dentro del cielo. El embudo de fuego quedó inmóvil por un
momento. En cada lado, el fuego creció, extendiéndose en alas gigantes
que parecían alcanzar cada esquina del Inframundo. En el centro, la
cabeza de un dragón apareció.
La boca se abrió, omitiendo otro espeluznante grito, y luego se
precipitó hacia abajo. El impacto sacudió el suelo mientras la ardiente cola
azotaba a través del aire.
Luego se calló.
—Santo Hades —murmuré.
—Es como la fiesta de bienvenida para aquellos sentenciados al Tártaro
—explicó Caleb—. Ocurre cada vez. Te acostumbras después de un
tiempo.
—¿Qué demonios…? —murmuré. No había manera de que me
acostumbrara a ver eso.
—Vamos, tenemos que ir. —Caleb se deslizó frente a nosotros—. Les
puede tomar años encontrar a Solaris, pero conozco justo la cosa que…
Cuatro sementales negros separaron la multitud, sus jinetes altos e
imponentes, vestidos en cuero. Espadas —espeluznantes espadas—
estaban niveladas a sus lados. Nos rodearon en segundos, juntándonos a
los tres hasta que nuestras espaldas se presionaban unas contra otras.
Aiden sacó su daga y acabó con el asunto final de una espada
apuntando a su garganta. La mirada en el rostro del guardia gritaba que
él no estaba asustado de usarla.
—Mierda —murmuré.
Estábamos tan jodidos.

207
Página
Veinticinco
Traducido por Arcangel
Corregido por Esperaza.nino

E
l brazo del guardia no temblaba. —Muévete, y no te moverás de
nuevo.
Aiden se congeló, y creo que yo no respiraba. Estaba bastante
segura de que Caleb tampoco estaba respirando, pero de nuevo, él no
necesitaba respirar, ya que estaba muerto. Pero eso no significaba que se
iría sin castigo. Fuimos capturados. Él fue capturado, y lo único en lo que
podía pensar era en el dragón que habíamos visto. La culpa me atravesó
como un fuego salvaje.
El guardia dirigió su mirada hacia Aiden. —Levanta tus manos.
—Me dijo que no me moviera, así que no estoy seguro de cómo puedo
levantar mis manos —fue la respuesta seca de Aiden.
Contuve una risa que no habría sido apreciada.
Sin divertirse, el guardia deslizó la espada dentro de la capucha de
Aiden. La espada se levantó, llevando el material hacia atrás. El guardia
sonrió cuando la cara de Aiden se reveló y un hilillo de sangre se filtraba
por su mejilla.
Caliente y ardiente furia me quemó, y no quería nada más que golpear
su trasero fuera de su caballo, pero la espada estaba demasiado cerca
del cuello de Aiden.
—Levanta las manos. —El guardia hervía.
Una sonrisa cruzó sus labios mientras lentamente levantaba sus
manos. —¿Esto es suficiente?
—Ustedes tres van a venir con nosotros —anunció otro guardia mientras
208
envainaba su espada—. Si no obedecen, se nos ha dado el permiso de
usar cualquier método necesario. Tengan por seguro que una muerte en el
Página

Inframundo es lo mismo que en el mundo superior.


Los guardias volvieron sus pálidos ojos más allá de mí, hacia Caleb. —Y
hay cosas peores que la muerte aquí, muchacho. Debiste haber pensado
en eso.
Caleb no dijo nada, pero teníamos que hacer algo. No podíamos dejar
que nos llevaran a donde tenían planeado hacerlo. El problema era que
sólo Caleb sabía cómo sacarnos del Inframundo, y no era como si
realmente pudiéramos preguntarle en estos momentos. Y no estaba
dejando a Caleb enfrentar esto solo.
Así que sí, como dije, estábamos jodidos.
Un guardia a pie se interpuso entre los dos caballos y se dirigió
directamente hacia mí. Aiden se movió sólo una fracción de pulgada, y la
punta de una espada pinchó su piel.
—Estamos de vuelta a la parte de no moverse. —El guardia sonrió—.
¿Eso está bien para ti?
Aiden miró al guardia y calor emanó de él. La sonrisa del guardia
aumentó en respuesta.
El que estaba en frente de mí agarró un puñado de mi capucha y tiró
hacia atrás. Sus ojos color azul hielo se estrecharon. —Son ellos.
Mi corazón cayó a mis pies. Lo dijo como si alguien nos hubiera estado
esperando, y eso no era nada bueno. Traté de mantener fuera el pánico
de mi cara, pero debe haber sido evidente, ya que el guardia se rió
mientras se giraba.
—Desármenlos a todos —dijo—. Y luego debemos irnos.
La parte de desarmar tomó solo segundos. Nuestras capas fueron
removidas, nuestras dagas arrancadas. La mochila de Aiden fue tomada
como rehén. Eché un vistazo hacia Aiden, pero el miró al frente, su
mandíbula fija en una línea rígida. Mierda, esto era malo. Caleb parecía
resignado, aunque sus hombros estaban caídos, como si supiera el castigo
que venía.
Viendo las espaldas de los guardias, me preguntaba qué tan rápido
podía sacarlos a todos, así los tres podríamos salir corriendo. Pero eso
probablemente requeriría akasha, y ¿en dónde podría ocultarse Caleb
aquí abajo? ¿A dónde iríamos? Y llegar hasta aquí, ¿sólo para perderlo
todo? Ni siquiera podría que enfrentarme con Seth. Un frío nudo de miedo 209
se instaló pesado en mi estómago.
Con el miedo aumentando más y más con cada paso, no podríamos
Página

hacer otra cosa que seguir a los guardias al palacio de Hades.


—Lo siento —le susurré a Caleb.
Él se encogió de hombros. —Como en los viejos tiempos.
—Sí, pero esto es diferente. Hay un dragón hecho de fuego que—
—Sin hablar —El guardia al que le gustaba jugar con su espada
cabalgó al lado de nosotros—. O haré que ninguno de ustedes pueda
hablar de nuevo.
¿Al igual que mi padre? Dulce y caliente ira explotó dentro de mí. Mi
boca se abrió, pero una mirada de advertencia de Aiden la cerró. Fuimos
conducidos hacia el palacio en silencio. Dos guardias a caballo delante,
otros dos detrás de nosotros, y uno en el suelo lograban que fuera
imposible hacer una maldita cosa.
Y entonces las puertas del palacio comenzaron a abrirse y fuimos
guíados a través de un patio con poca vegetación. Todo estaba
ocurriendo tan rápido. Mi corazón latía con fuerza, el sudor salpicaba mi
frente. Me sentía desnuda sin la maldita capa, y había un maldito perro del
infierno dormido sobre su espalda en la entrada, sus patas carnosas
pateando en el aire a medida que soñaba con las almas que perseguía o
lo que sea los perros del infierno sueñen.
Los guardias desmontaron y se dirigieron hacia la entrada, abriendo las
puertas del palacio. Los chicos a ambos lados de mí parecían estar
manejando todo esto mejor que yo, o eran simplemente mejores fingiendo
que no están a un paso del final, pero probablemente Caleb no estaba
tan impresionado por el palacio de Hades como yo.
Después de todo, él jugaba a la Wii con los dioses aquí.
Pero el palacio de Hades era... lujoso.
Oro y titanio plateado enchapaban todo —las paredes, el techo, los
muebles, e incluso el suelo. Los símbolos de Hades estaban por todas
partes. El toro y las lanzas de dos puntas que marcaban el suelo, cosidos en
los elegantes tapices. El terciopelo negro de los largos sillones llenaba el
gran salón, pero fueron los tronos cubiertos que ocupaban el estrado los
que capturaron y mantuvieron mi atención. Estaban verdaderamente
dignos de un rey y una reina, pero también lo era lo que estaba cerca de
ellos.
Dormitando a lado de los tronos se encontraban perros del infierno más 210
pequeños; quizás cachorros de perros del infierno. Sus múltiples cabezas
descansaban sobre sus patas, y baba ácida se agrupaba bajo las lenguas
Página

que colgaban.
Los guardias se detuvieron y, sin palabras, se dejaron caer sobre una
rodilla y bajaron la cabeza. Un segundo más tarde, las puertas de titanio,
que iban del suelo al techo de oro y que se encontraban junto a los tronos,
se abrieron. A pesar de que Hades se suponía que se encontraba en el
Olimpo, yo esperaba al dios caminar a través de la puerta, listo para
lanzarnos a nosotros tres en los hoyos ardientes del Tártaro.
Débil en mis rodillas, me obligué a mantener mis ojos fijos hacia delante.
Los Centinelas no sentían miedo... mi rosado trasero mestizo.
Pero a medida que la figura se acercaba, supe que no era Hades. Ni
siquiera era un hombre. Era una mujer… y era una diosa.
Ella era hermosa, alta, malditamente cerca de dos metros. Olas de pelo
rizado de color rojo caían hacia una cintura imposiblemente estrecha. Sus
ojos eran blancos, sus pómulos altos, sus labios rellenos y su nariz
respingona.
Y estaba prácticamente desnuda.
Su vestido era de gasa blanca y se podía ver a través de él
completamente. Tuve una buena idea de su talla de sujetador... si ella
tuviera puesto uno, lo que no hacía. La ropa interior debía ser opcional
aquí.
Aiden miraba fijamente. También Caleb, a pesar de que parecía que
estaba muy acostumbrado a todo esta... mujer en la pantalla. Diablos,
incluso yo estaba mirando.
Ella cruzó el gran salón, sus largas piernas separando la gasa de su
falda, jugando al escondite. Queridos dioses, sentí que mis mejillas
comenzaban a arder, pero aún no podía apartar la mirada. Mientras se
acercaba, sus ojos totalmente blancos brillaron, y luego se atenuaron.
Aparecieron dos ojos brillantes, de color esmeralda.
Caleb se relajó a mi lado, una lenta sonrisa se arrastró a través de su
hermoso rostro, el rostro que yo tanto había extrañado. —Hola, Perséfone.
Mis ojos se abrieron en la hermosa diosa. Así que este era la famosa
Perséfone. Aunque yo era del “Team Boy”26, podía ver por qué Hades se
había enamorado tanto de ella, yendo tan lejos como para secuestrarla y
traerla hasta el Inframundo.
El primer guardia —no el que había cortado a Aiden— levantó la
cabeza. —Los capturamos como queríais. 211
“Capturamos” no era para nada una palabra cálida y difusa.
—Ustedes tres lucen sorprendidos. —Los exuberantes labios de
Página

Perséfone se inclinaron con picardía—. Estos son mis guardias personales y


han estado manteniendo un ojo hacia fuera por ustedes. Los he estado
esperando.

26 Team Boy: Alex se refiere a que le gustan los chicos.


—¿Cómo? —le pregunté, sorprendida.
Perséfone sonrió. —Caleb y yo jugamos Súper Mario Kart27 todos los
días a la una, y cuando él lo canceló supe que algo estaba pasando.
Miré a Caleb lentamente.
Él se encogió de hombros. —No es mi culpa que ella sea observadora.
—Y muy aburrida cuando mi marido está en el Olimpo. Caleb me hace
compañía.
Esperaba que fuera del tipo de compañía platónica, ya que Hades no
era conocido por su naturaleza indulgente.
—Guardias, pueden irse ahora —Cuando vacilaron, se rió—. Estoy bien.
Por favor, déjennos y no le digan a nadie sobre esto.
Uno por uno, se fueron de la habitación, el hombre de la espada miró
hacia Aiden como si quisiera cortarle la otra mejilla. Aiden sostuvo su
mirada mientras una sonrisa cruzaba sus labios.
Hombres. Suspiré.
Una vez que las puertas del palacio se cerraron tras ellos, Perséfone
juntó las manos. —Le hice un par de preguntas a una pequeña ninfa que
había entrado en el Inframundo sólo hace unos días; una de las ninfas de
Apolo. Y no hace falta ser un científico del tiempo para saber que tenía
algo que ver con su linaje.
—Es científico de cohetes —corrigió Caleb mientras bajaba su capucha
y se quitaba la gorra.
Ella frunció el ceño. —De todos modos, pensé que tenía algo que ver
contigo... y tenía una opción. Llamar mi esposo y él habría venido
corriendo a casa, pero entonces él estaría hecho un manojo de nervios, y
de esa forma él es un dolor. O podría simplemente averiguar lo que
ustedes, chicos, necesitaban. Estoy segura de que será muy interesante.
Aiden se movió a mi lado, estaba claro que se encontraba con la
guardia baja al igual que yo. Eché un vistazo a Caleb y le susurré—
: ¿Podemos confiar en ella?
Caleb asintió. —Ella es bastante guay, y de hecho esto hace mi trabajo 212
mucho más fácil.
La diosa levantó una delicada ceja. —¿Digan?
Página

—Necesito ver las Aguas que Llaman.28

27 Super Mario Kart: Es la ya mencionada serie de videojuegos de carreras en la que se encuentran


los personajes de la Saga de Mario.
28
Calling Waters en el inglés original.
¿Las Aguas que Llaman? Nunca había oído hablar de tal cosa, y por la
expresión de la cara de Aiden, él tampoco.
—¿Y por qué necesitan utilizar las Aguas que Llaman? —preguntó ella,
cruzando sus delgados brazos debajo de los pechos, como si necesitara
ayuda para llamar la atención sobre ellos—. Si te gustaría ver a alguien,
Caleb, sólo tienes que pedirlo.
—Lo sé. —Dejó caer un brazo sobre mis hombros, y el enorme agujero
que había estado allí desde que él había muerto se llenó—. Pero no es
para mí. Es para ellos. Tienen que usarlo.
Perséfone se quedó callada por un largo rato. —¿A quién quieren
llamar?
—Solaris —respondí. Las Aguas que Llaman de pronto tuvieron sentido;
llamar a un alma—. Tenemos que hablar con Solaris.
—¿Debido a lo que está sucediendo en la superficie con el Primero? —
preguntó.
Asentí.
Su brillante mirada se deslizó con Caleb. —¿Y qué pensabas hacer?
¿Colarte aquí para usarlas?
—Ese era el plan.
La diosa negó con la cabeza. —Si mi marido estuviera en casa y
ustedes fueran a hacer algo tan imprudente, yo no sería capaz de
defenderlos.
Un escalofrío bailó por mi espina dorsal. Lo último que quería era que
Caleb entrara en un tipo condenación eterna.
—Lo sé —respondió Caleb, apretando mis hombros—. Pero vale la pena
el riesgo, y Solaris puede tener información para detener al Primero. Y eso
es lo que quiere Hades, ¿verdad? ¿Eso es lo que los dioses quieren?
—La mayoría de ellos—murmuró ella, su mirada deslizándose hacia mí y,
a continuación, a Aiden—. Pero no todos, al parecer.
Algo me golpeó. —¿Sabe usted quién es el dios, el que está ayudando
a Seth y Lucian? 213
Ella agarró un mechón de color rojo brillante y lo enrolló alrededor de
uno de sus elegantes dedos. —Si supiera algo así, entonces ese dios sería
Página

atendido. Pero rara vez estoy en el Olimpo y tengo muy poco interés en la
política de quién ha enojado a quien lo suficiente como para acabar con
el mundo tal como lo conocemos en esta ahora.
Aiden se aclaró la garganta. —¿Esto sucede cada tanto, entonces?
Perséfone sonrió, y cuando lo hizo, ni siquiera podía respirar. —Más de lo
que nunca sabrás. El mundo ha estado al borde de la destrucción total
varias veces por una razón u otra. Pero ahora... es como cuando nos
enfrentamos a los Titanes. Ha ido más allá de unas pocas palabras bonitas
utilizadas para encubrir un insulto percibido. —Dejó escapar un pequeño
suspiro—. Pero de todos modos, tengo muy poco que hacer, y si ésta Solaris
puede ser de alguna ayuda para ustedes, entonces ella será de alguna
ayuda para mi marido. Síganme.
Cuando giró con gracia sobre sus talones, estaba demasiado
sorprendida para moverme al principio. Que Perséfone nos ayudara no era
algo que había planeado.
Aiden sonrió. —Esto es bueno.
—Muy bueno. —Me volví hacia Caleb—. Eres grandioso.
—Lo sé. —Él me dio un rápido y fuerte abrazo—. Te extrañé.
Sosteniéndolo más cerca, tragué lágrimas de felicidad. —Yo también te
extrañé.
Caleb besó la parte superior de mi cabeza, y luego se alejó. —Vamos.
Vamos a poner en marcha este espectáculo.
Los tres seguimos a la diosa. Pobre Aiden, estaba tratando de mirar a
todas partes excepto a ella, pero por debajo de todo, él era un hombre.
Extrañamente, no estaba celosa —probablemente más divertida que
cualquier otra cosa— porque él estaba haciendo su mayor esfuerzo por
mantener los ojos al norte.
Deslizando mi mano sobre la suya, apreté. Cuando su mirada se desvió
a la mía, sonreí y él me dio una torcida sonrisa de disculpa.
Mientras nos dirigíamos por un pasillo largo y oscuro cubierto de tapices
de terciopelo negro, Caleb miró hacia Aiden y a mí y una mirada extraña
cruzó su rostro.
—¿Qué? —le pregunté.
Él sacudió su cabeza. —¿Ustedes realmente están haciendo esto; la
relación abiertamente y todo eso? 214
La mano de Aiden se envolvió más fuerte alrededor de la mía. —Creo
que en este momento el mundo tiene problemas más grandes que un puro
Página

y una mestiza enamorados.


Mi corazón dio un baile feliz en la última parte. Sólo oírle decir la
palabra con “E” podía ahuyentar todas las sombras oscuras y malas
expectativas.
La risa ronca de Perséfone se desvió de llegó hasta nosotros. —¿No es
esa la verdad? Además, no son los primeros, ni serán los últimos.
Los ojos celestes de Caleb se asentaron en Aiden. —¿Y no van a tratar
de ocultar la relación una vez que todo se calme?
El desafío en su voz me hizo sonreír.
—Eso no va a pasar —le dijo Aiden—. No va a ser fácil, pero vamos a
encontrar un camino.
—Bueno. —Los ojos de Caleb se endurecieron. —Porque si la haces
sentir mal, voy a perseguir tu trasero hasta que te mueras.
Me eché a reír y lo mismo hizo Aiden, aunque ambos sabíamos que
Caleb hablaba en serio. Dejando ir la mano de Aiden, envolví mi brazo
alrededor de Caleb. —Eso no será necesario.
La diosa se detuvo frente a una puerta de bronce. Con un movimiento
de su mano, se abrió de golpe. Lo bueno es que ella nos estaba
ayudando, porque no tenía ni idea de cómo Caleb habría abierto esa
puerta.
Con la corriente de aire frío, entramos en la cámara circular. Había
tantas armas en la pared; hachas, lanzas, espadas y picas. Había cosas
morbosas también, como las cabezas de los animales olvidados hace
mucho tiempo sacrificados en la caza y una sección entera dedicada a
las colas de caballo.
Aclaré mi garganta. —Agradable... ambiente.
—Es la sala de guerra de Hades. —Temor llenó el tono de Aiden—.
Maldición.
—Las armas son de mi marido, pero... —Perséfone dirigió una mirada
desdeñosa alrededor de la sala de guerra—. Se trata principalmente de
trofeos de Ares, no es de mi preferencia. Hades tiene una tendencia a
oscilar un poco en el lado morboso, pero el pelo... —Ella hizo un gesto a las
colas de caballo clavadas en la pared—. Esas pertenecen a Ares. Le gusta
cortar el pelo de los que ha conquistado y luego las cuelga para que
todos lo vean. Molesta a la mayoría de los otros dioses, por lo que los 215
mantiene aquí.
Las cejas de Caleb se levantaron. —Un agradable toque decorativo,
Página

supongo.
Había algo extrañamente familiar en el cabello. No eso de cortarla y
colgarla en las paredes, ya que, gracias a los dioses, eso era extraño para
mí. Pero había algo que asomaba en mi memoria.
—Conocen a Ares—dijo Perséfone, dirigiéndonos más adentro en el
cuarto de guerra—. Para él, todo es acerca de la guerra y de sus despojos.
La paz prácticamente lo castra. Él cree que nunca hay que dar la espalda
a la guerra... —Su voz se desvaneció y se encogió de hombros—. Debería
estar emocionado ahora, con todo esto.
—Él probablemente es un campista muy feliz —dijo Caleb, lanzándome
una mirada de ¿qué demonios?
Me encogí de hombros, pero esa extraña sensación estaba ahí,
molestándome. ¿Perséfone quería decir nunca dar la espalda a Ares,
también conocido como "Mr. Guerra ", o simplemente a la guerra misma?
—Aquí estamos. —Ella se detuvo frente a un pedestal de mármol. Caras
demoníacas estaban grabadas en el mármol del cuenco y el agua de
color rojo rubí la llenaba—. Todo lo que tienes que hacer es pararte
delante de él y llamar al alma con la que se desea hablar —cualquier
alma— y será convocada aquí.
—¿Cualquier alma? —Se me cortó la respiración mientras una imagen
de mi madre llenaba mi cabeza.
—Sí, pero sólo puedo permitir que la utilices una vez. Así que elige
sabiamente. —Perséfone rió—. Siento como si estuviera en Indiana James y
el Arca Perdida29.
Aiden dirigió su mirada al suelo, flexionando la mandíbula para ocultar
su sonrisa.
Caleb rodó los ojos. —Es Indiana Jones y la Última Cruzada30.
—Oh. —Ella se encogió de hombros—. Es lo mismo.
Mi mirada cayó al cuenco. El nombre de mi madre estaba en la punta
de mi lengua, y yo sabía sin mirar a Aiden que él estaba pensando en sus
padres. Cualquiera de nosotros probablemente daría cualquier cosa por
verlos, sobre todo después de lo equivocado que los espíritus habían
estado en el portal.
La mirada de Perséfone se volvió conocedora. —Ah, la oportunidad de
ver a un ser querido es algo difícil pasar por alto. 216
—Usted lo sabrá —dijo Aiden en voz baja.
Página

29 Indiana Jones y la Última Arca Perdida: Una de las tantas películas que componen la saga de
Indiana Jones, un arqueólogo que sufre diversas aventuras.
30 Indiana Jones y la Última Cruzada: Otra de las películas de Indiana Jones. En este caso,
Perséfone cita una frase de la película, de ahí que se siente como si estuviera en la película.
Su sonrisa se desvaneció lentamente—. Lo hago. Tal vez algunos
puedan encontrarme egoísta por las decisiones que he tomado y el
impacto que han tenido.
Recordando el mito de Perséfone, sacudí mi cabeza. —No. Tú fuiste
inteligente. Te aseguraste de que ambos podrían tenerte; Hades y tu
madre.
Si se sentía arrogante por cómo resultó todo al final, toda la división del
tiempo y las estaciones del año, no lo mostró. Sorprendente, ya que los
dioses no eran un grupo de gente humilde.
Girándose hacia el cuenco, juntó las manos delante de ella. —Es hora
de que elijas, y luego deberán irse.
Miré a Aiden, quien asintió. Había un dejo de tristeza en sus ojos,
reflejando lo que ya sabía que brillaba en los míos. Caleb puso su mano en
mi hombro. Por mucho que yo quería ver a mi madre, por mucho que
quería regalarle a Aiden la oportunidad de ver a sus padres, ninguno de
nosotros podría ser tan egoísta.
Dando un paso hacia el cuenco, me quedé mirando el agua roja, que
me recordó a la sangre. En realidad, era espesa como la sangre, y había
un débil olor metálico. Ew.
Un segundo pasó, y entonces dije—: Solaris.
No pasó nada al principio, y luego el agua se agitó como si hubiese
soplado suavemente sobre ella. Una parte de mí esperaba que su rostro
apareciera en el cuenco, pero el agua se estabilizó de nuevo. Luego hubo
una repentina grieta de energía que se arrastraba por las paredes y
rodaba por los suelos. Los pequeños pelos de mi cuerpo se erizaron y un
estremecimiento se abrió camino a través de mí. Hubo un grito ahogado
de sorpresa y me volví.
Solaris había llegado.

217
Página
Veintiséis
Traducido por Dafne
Corregido por Mar¡Cipriano

C
uando entré en el Inframundo, realmente no sabía que esperar.
La misma cosa se podía decir para Solaris. Realmente no tenía
ninguna pista, y aun así me quedé asombrada.
Solaris se paró directamente en frente de Caleb y se veía mucho mejor
que lo que pensé que sería. Por alguna razón, había esperado que ella y el
Primero estuvieran sirviendo en el Tártaro, pero su blanca toga estaba
prístina e intacta. Su cabello rubio plateado, largo y delicado, asentado
sobre delgados hombros. Ella era alta y esbelta y sus ojos eran como los
míos; un radiante color ámbar. Sus delicadas, facciones de porcelana me
recordaron a una frágil, exótica flor, cosa que no había estado esperando.
Tal vez estaba cargando un infierno de ego o algo, pero había pensado
que ella se vería como yo.
Era el completo opuesto de mí.
Solaris miró alrededor de la habitación, sus pálidas cejas levantándose
mientras se daba cuenta de dónde estaba. Sorpresa y un poquito de
miedo revolotearon a través de su rostro, pero cuando sus ojos aterrizaron
en mí, una gran incomprensión se filtró dentro de esos cenicientos ojos. Una
sensación de familiaridad me recorrió, reflejada en su expresión.
Caminando hacia adelante, Solaris se detuvo a un simple pie de mí, su
cabeza inclinada inquisitivamente. Cuando habló, su voz era suave. —Tú
eres el Apollyon.
No había mucho tiempo para imaginar cómo sabía ella lo que yo era.
—Soy una de ellos.
218
Otro parpadeo de sorpresa se disparó a través de su rostro, seguido
rápidamente por dolor. —¿Así que hay dos de nuevo?
Página

Asentí.
Ella echó un vistazo sobre su hombro. —Y ninguno de ellos es él. Lo
puedo decir. Uno de ellos está muerto. Uno de ellos es un pura sangre.
Ignoré la mirada ofendida de Caleb.
—No. El Primero no está aquí.
Solaris me enfrentó, sus cejas fruncidas. —Tú has Despertado. Puedo ver
las marcas del Apollyon.
—¿Puedes? —Miré hacia abajo, sorprendida de encontrar que mi piel
descubierta estaba toda marcada. Ni siquiera las había sentido.
—¿Cómo puedes estar Despierta y no estar con el Primero? No estás
muerta.
Aún. —Es complicado. Ese es el por qué vinimos para hablar contigo.
—Oh. —El dolor se profundizó y sus pestañas bajaron rápidamente—. ¿Él
es como el mío?
Todos en la habitación, incluso Perséfone, estaban fijos en Solaris, pero
ella parecía totalmente inconsciente de ellos ahora. Tomé un aliento y
luché contra el repentino estrujamiento en mi garganta. La pena
proveniente de Solaris era palpable.
—Sí. —Mi voz sonaba ronca—. Él es como el tuyo.
Volteándose lejos, ella envolvió sus brazos alrededor de sí misma. —
Entonces no hay nada que pueda hacer por ti.
La miré fijamente. —Pero no hemos preguntado nada.
—Si él se ha perdido a sí mismo por el éter, por la llamada del Akasha,
no hay nada por hacer. —Su barbilla se inclinó, causando que su cabello
se deslizara hacia delante, escudando su cara—. Y no hay nada para
hacer por ti. Yo traté… pero el poder se transfirió.

—Espera. —Avancé, empujando hacia abajo la frustración rugiendo


dentro de mí—No he transferido mi poder a él. Él es sólo el Apollyon. No el
Dios Asesino.
Solaris se puso tiesa. —Eso no es posible.
—Lo es. No he estado cerca de él desde que Desperté. Hay algo de
éter y Akasha con él, pero aún es sólo el Apollyon. —Hice una pausa,
largando un largo suspiro—. Necesito saber cómo parar la transferencia.
Ella permaneció callada. 219
—Y creo… lo sé, que tú sabes cómo hacerlo.
Su cabeza se giró hacia mí. —No hay manera. Bloqueé ese
Página

conocimiento así ningún otro Apollyon podría aprenderlo.


—Bueno… vi algo cuando Desperté. Te volviste hacia él, tratando de
detenerlo. Tú sabías cómo, pero la Orden lo encontró primero.
Solaris rió una seca, quebradiza risa. —¿Es eso lo que la historia te dice?
Eché un vistazo a la diosa, imaginándome que ella sabría, pero se veía
tan confusa como yo me sentía. —Pero lo vi.
—¿Lo hiciste? El Despertar es lo que el Apollyon anterior desea que tú
veas. En el momento de tu muerte, cuando llegue, tú introducirás tus
recuerdos. Algunos de ellos serán como los deseaste, pero no como
realmente existieron.
Bueno… trasero daimon. ¿Seth sabía eso? —¿Qué pasó, entonces?
Sus pestañas nuevamente bajaron rápidamente. —Al principio cuando
lo conocí, él no era como lo era en el final. Era un hermoso, tipo de hombre
a quién sólo le pasó ser el Apollyon. —Una pequeña, triste sonrisa tiró en sus
labios—. Realmente no entendíamos nada de eso. Éramos los primeros en
existir en la misma generación. Él ni siquiera entendía por qué había venido
a buscarme. Era como si él estuviera llamándome y yo no entendía que
estaba pasando cuando Desperté. El dolor… pensé que estaba muriendo.
Hice una mueca, incapaz de imaginar ir a través de eso sin Aiden y sin
ningún conocimiento de lo que estaba pasando.
—Pero cuando nos conocimos, fue como si estuviera destinado. Por
muchos meses, tuvimos… tuvimos que conocernos el uno al otro. No creo
que incluso los dioses supieran que podía pasar. —Una mirada distante se
arrastró dentro de sus ojos, sin llegar a eclipsar el dolor que aún no había
sido sanado—. Él parecía volverse más poderoso cuanto más tiempo
estábamos alrededor el uno del otro, capaz de captar el Akasha con un
pequeño esfuerzo, y no acabar agotado. Pero él era más inestable. Nunca
hacia mí, pero sabía… sabía que era debido a mí. Hubo una situación…
Mi estómago se hundió mientras mi mirada destellaba hacia Aiden.
—Un gran grupo de daimons habían atacado uno de los Covenants y
durante la batalla, él… sacó de mí. El poder que él mostró era
inimaginable. El Consejo se volvió más inquieto y entonces…entonces
conocí al oráculo.
Ah, el oráculo ataca de nuevo.
—Ella me dijo lo que iba a pasar. Que él iba a arrancarme todo mi 220
poder y que iba a atacar al Consejo. No le creí, porque eso sería una
locura. —Solaris rió suavemente—. Pero ella era insistente en que lo
Página

detuviera. Que si no podía encontrar fuerza en mi corazón para matar lo


que más amaba, entonces debía tomar el poder.
Mi respiración se atascó, y las paredes parecían inclinarse y girar.
—Nunca pensé que él actuaría, pero el Consejo se movió contra
nosotros. Nos querían separados, y ninguno de nosotros, en nuestro
ingenuo egoísmo, podría haber tenido semejante pensamiento. Dejamos
la seguridad del Consejo y nos fuimos por nuestra propia cuenta. —Solaris
sacudió su cabeza—. Nos siguieron, enviándonos sus Centinelas más
capacitados. Cuando no tuvieron éxito, la Orden de Tánatos vino.
Ella tragó gruesamente. —Él amenazó al Consejo entonces, y sabía que
todo lo que el oráculo había dicho se estaba volviendo real. Ella me había
dado los medios para detenerlo, pero era demasiado tarde.
Mordí mi labio. —¿Qué hizo él?
Sus ojos se encontraron con los míos. —Él nunca lo hubiera hecho si el
encanto del poder, la llamada del poder supremo, no lo hubiera superado.
Pero lo hizo. Antes de que pudiera detenerlo, él lo saco de mí. Hubo un
momento, inmediatamente después de que él tomó mi poder, cuando él
aún no era capaz de canalizarlo. Como un talón de Aquiles, por así decirlo,
y la Orden atacó. El resto… el resto es historia.
No sabía que decir. Dolor rodó por la parte trasera de mi garganta. Era
obvio que Solaris había amado a su Primero, tanto que ni una sola vez
había dicho su verdadero nombre. No me atrevía a preguntar sólo para
saciar mi curiosidad, porque sabía que hablar solo le traería más dolor.
—Lo siento. —Fue todo lo que pude decir.
Solaris asintió. —¿Qué está haciendo tu Primero?
Le conté todo; la destrucción, la inminente guerra, y la esperanza de
que alguien pudiera detener a la historia de repetirse a sí misma. Si estaba
sorprendida, no lo mostró. Solaris simplemente caminó hacia mí.
—Lo bloqueé de él y de los demás Apollyons —dijo otra vez Solaris—. No
estoy segura de cómo incluso lo viste. ¿Tal vez fue el Destino?
Dioses, por una vez el Destino no estaba tratando de forzarme a dar
solo para el equipo. Agradable cambio. —Tal vez.
—Es más simple de lo que crees. —Solaris me alcanzó, posando su
mano fría sobre mi mano derecha—. Debes seguir el orden de las marcas
como aparecieron en ti. El original. —Solaris apretó mi mano izquierda—.
“Θάρρος”. —Coraje. 221
Luego ella ahuecó su mano alrededor de mi mano izquierda. —
“Ισχύς”. —Fuerza.
Página

Dejando ir mi mano, ella posó sus manos debajo de mi caja torácica,


sobre mi ombligo. —“απόλυτη εξουσία” —Poder Absoluto. Finalmente, ella
alcanzó y ahuecó mi nuca. —“αήττητο” —Invencibilidad.
El aire salió de mis pulmones y Solaris asintió. —Necesitarás presionar tu
carne contra la de él y llamar a cada marca por su verdadero nombre.
—Espera —dijo Aiden—. ¿No es eso cómo él podrá trasferir su poder
también?
Ya lo sabía, así que cuando Solaris retrocedió y se volvió hacia Aiden,
yo apenas podía mirarlo. —Sí —dijo ella—. Ella tendrá que hacerlo antes de
que él lo haga.
Aiden abrió su boca, pero no había palabras. Habíamos aprendido
como transferir el poder y eso era algo, pero también sería
condenadamente cerca de lo imposible.
—¿Eso es todo? —preguntó ella—. Deseo irme.
Perséfone aclaró su garganta. —Eso creo.
Por un instante, los ojos de Solaris se encontraron con los míos y pensé
que la iba a ver de nuevo. Y más pronto de lo que probablemente
esperaba. No sabía de donde había venido ese pensamiento, si estaba
basado en alguna posibilidad real o si sólo era paranoia.
—¿Estás segura de que esto es lo que deseas hacer? —preguntó ella, su
voz lo suficientemente baja para que sólo yo pudiera oírla—. Porque el
poder del Dios Asesino será transferido a ti. Y aunque puedas sentirte fuerte
y pienses que puedes controlarlo, puede corromperte, también.
Viéndose terriblemente triste, como si ella supiera este gran secreto, ella
suspiró. —Y para cualquier fin que los dioses traten de utilizarte, una vez
que lo hagan, ¿seguirás de pie en el final? Como el oráculo me advirtió, no
puede haber dos de nosotros en cualquier generación.
Y luego ella se había ido, pero sus palabras de despedida
permanecieron profundamente, envolviendo su camino encima de mi
corazón y mi alma. Sus palabras no eran una advertencia, eran más la
declaración de un hecho. Miré a mi mano izquierda y sentí como si mi
destino hubiera sido sellado antes de que incluso supiera lo que yo era.
Dejé salir un tembloroso aliento.
—Bueno, eso fue deprimente. —Caleb corrió una mano a través de su
cabello—. Si no estuviera ya muerto, me sentiría un poco suicida.
—Sin duda —murmuró Perséfone—. Pero la gente muerta, sin ofender, 222
tiende a estar en el lado depresivo de las cosas.
Caleb se encogió de hombros. —No me siento ofendido.
Página

Cada vez que había visto a Caleb, él no parecía deprimido. Como si


me leyera la mente en ese momento, él sonrió y recordé lo que él me dijo
cuando estuve en el limbo. —Me dijiste que aún había esperanza para él.
Caleb se contoneó hacia mí, pareciendo tan vivo que era doloroso de
ver.
Envolviendo sus brazos alrededor mío, me agarró fuertemente. —
Siempre hay esperanza. Tal vez no el tipo de esperanza sobre la que estás
pensando, pero hay esperanza.
No le entendí al principio, así que me apreté más cerca, sabiendo que
nuestro tiempo estaba rápidamente llegando a un fin. Mientras inhalaba la
fresca esencia de Caleb, me di cuenta que necesitaba saber algo que
probablemente podría cortarme en diminutas cintas.
Apartándome, me volví hacia Perséfone. —¿Dónde está su Primero?
Un minuto entero pasó antes de que ella respondiera. —Él está en el
Tártaro.
Presioné mis dedos contra mi boca antes de que el nudo en mi
garganta recorriera todo el camino hacia arriba. No era tanto el destino
del Primero, sino que era significativo. Si sucedía y era capaz de matar a
Seth, su destino iba a ser el mismo.
Y también lo sería el mío.

***
Estuve sobre Caleb por los siguientes quince minutos más o menos,
mientras Aiden se ocupó en estudiar las armas y Perséfone limaba sus uñas
o lo que sea.
Mientras nos sentábamos en el suelo del cuarto de guerra, nuestras
rodillas presionándose juntas, Caleb me contó acerca de algunas de las
cosas que estaba haciendo aquí abajo para pasar el tiempo y le conté
cuanto Olivia quería verlo. No hablamos sobre lo que pasaría después.
Estaba bastante segura de que Caleb era consciente de todas las locas
cosas ocurriendo y ninguno de nosotros quería deslustrar estos preciosos
minutos.
—¿Le dijiste a ella lo que te pedí? —preguntó él. 223
Asentí. —Ella lloró, pero creo que fueron lágrimas de felicidad.
La sonrisa de Caleb era comprensiva. —La extraño, ¿pero puedes
Página

hacerme otro favor?


—Lo que sea. —Y lo decía enserio.
—No le digas a Olivia que me viste.
Fruncí el ceño. —¿Por qué? Ella podría…
—Quiero que ella avance. —Caleb alcanzó mis manos y se paró,
arrastrándome hasta mis pies—. Necesito que ella siga adelante, y creo
que oír sobre mí la está frenando. Quiero que ella viva y no quiero estar
ensombreciendo cada paso que ella dé.
Dioses, odiaba la idea de mentirle a Olivia, pero entendía lo que estaba
diciendo Caleb. Olivia nunca se movería adelante, sabiendo eso, que en
cierta manera, Caleb estaba consciente y tan vivo como podía estarlo en
el Inframundo. Era como si él estuviera allí, inalcanzable, pero aún allí.
Sabiendo eso, ¿cómo podría ella realmente avanzar?
Así que acepté. Prometí decirles a todos que había sido sólo Perséfone
quien nos había encontrado. Incluso si Apolo sabía la verdad, no
importaría mientras que Olivia no lo hiciera. En cierta manera, este era su
regalo para ella.
—Gracias —dijo Caleb, y me abrazó una vez más. Parte de mí quería
quedarse en los brazos de Caleb, porque él siempre había tenido este
efecto de pies en la tierra en mí. Caleb era mi lado racional. Él era más que
eso; aparte de mi madre, él fue la primera persona que verdaderamente
amé.
Caleb siempre sería mi mejor amigo.
—Es tiempo —dijo calladamente Perséfone, y cuando me empujé lejos
y la miré, había simpatía en su mirada. Un dios que podía sentir simpatía
era una anormalidad.
Aiden volvió a mi lado, balanceando la mochila sobre sus hombros
antes de devolverme en mano las armas que los guardias me habían
quitado, así como mi asquerosa capa. Perséfone vagó hacia el centro del
cuarto de guerra y agitó su mano. Un vacío negro apareció,
completamente opaco. —Esta puerta los devolverá a aquella por donde
vinieron.
—Gracias —le dije a Perséfone.
Ella asintió agraciadamente.
Mientras decía adiós y miraba sobre mi hombro una vez más, mi pecho 224
se estrujó mientras encontraba los azules, azules ojos de Caleb.
Sabía entonces que la muerte podía detener un montón de cosas, pero
Página

nunca podría cortar el lazo de la amistad.


Caleb sonrió, y se la devolví de forma aguada, y luego me giré de
vuelta al vacío esperando por nosotros. Entrelazando mis dedos a través de
los de Aiden, retrocedimos a través de la puerta, armados con el
conocimiento que necesitábamos, pero llevando la carga de la
necesidad de lograr lo imposible.

225
Página
Veintisiete
Traducido por Jesslovenly
Corregido por Esperanza.nino

E
l Hummer estaba donde lo habíamos dejado, y de acuerdo con el
reloj en el tablero, sólo habían pasado tres horas, tres horas para
el reino mortal, cuarenta y ocho horas en el inframundo y toda
una vida para mí y Aiden.
Me ofrecí a conducir de vuelta, pero Aiden insistió en que estaba bien y
me di cuenta que él quería que yo durmiera. Sabía que debía hacerlo —
para evitar que Seth usara la conexión—, pero no me parecía justo. Aiden
tenía que estar agotado.
Pero era una batalla que no iba a ganar pronto, por lo que me
acurruqué en el asiento del copiloto y traté de dormir un poco. El único
problema era que mi cerebro no se apagaba. Desde que había estado en
la sala de guerra, algo me seguía molestando. Lo que había dicho
Perséfone, las colas de caballo en la pared, todo parecía familiar, pero no
podía recordar cómo o por qué. Y era más que eso. Las palabras de
despedida de Solaris eran inquietantes y estaban aún en mi cabeza.
Lo que no podía entender era por qué Apolo me había mantenido con
vida, una vez que Seth había ido por todos los del Consejo. O por qué
Artemisa había detenido a Hades de llevarme al Inframundo. Los dioses —
o, al menos, todos ellos excepto uno— temían el traspaso de poder, ya
que cuando eso sucediera no habría forma de parar a Seth.
Sacarme del cuadro antes de que yo hubiera Despertado, o
eliminarme después, tenía sentido.
Pero mantenerme con vida no lo hacía.
226
Pero me acordé de lo que Artemisa había dicho en esa tienda
mientras enfrentaba a Hades. Las profecías pueden cambiar, y no tenía
Página

que dar un salto de lógica para saber eso, que si me convertía en el Dios
Asesino, la profecía iba a cambiar.
La inquietud floreció en mi pecho. ¿Apolo y los demás sabían que esto
era posible? Entonces me sentí tonta por siquiera cuestionar eso. Los
oráculos pertenecían a Apolo, y aunque no sabía de todas sus visiones, la
porción que había dicho el oráculo a Solaris podría haberlo compartido
con Apolo. Lo cual tenía sentido ya que Apolo había sido un gran apoyo
para que bajara a verla.
Una parte de mí era tan inocente como para esperar que no fuera el
caso, porque eso significaba que Apolo tenía que dar algunas
explicaciones. La otra parte de mí era más analítica al respecto, más
razonable. Apolo había dicho antes que necesitaban detener al dios que
obviamente estaba trabajando con Lucian. Y, ¿cómo podrían detenerlo?
Necesitaban el Dios Asesino.
El verdadero truco de toda esta situación de mierda era que Lucian
controlaba a Seth, y este dios —quien quiera que fuese— controlaba a
Lucian, y por lo tanto él o ella controlaba a Seth y todos los que estaban
siguiendo a Lucian. Así que si Seth tenía éxito y mi energía se transfería a él,
este dios entonces controlaría al Dios Asesinio. Arriesgándose, porque Seth
siempre podía volverse en su contra, pero al final, una vez que el dios
hiciera que Seth hiciera lo que él quería, estaba segura, sería
suficientemente creativo para encontrar alguna manera para mantenerlo
bajo control. Posiblemente eso significaba mantener a un miembro de la
Orden de resguardo, lejos, sano y salvo.
Mis músculos se tensaron por reflejo mientras pensaba en eso. Nada de
eso se veía bien. Y Seth estaba siendo manipulado desde todas las
direcciones y no tenía ni idea. Infierno, él se negó a pensar que ese era el
caso.
A medida que los kilómetros entre Kansas e Illinois desaparecían, no
podía olvidarme de lo que Solaris había dicho acerca de los dioses
usándome, y lo que eso significaría. Tampoco podía dejar de lado la
sensación de que, al aprender cómo transferir el poder a mí, había sellado
mi destino.
El repentino peso de la mano de Aiden en mi rodilla me llamó la
atención. Sus ojos estaban fijos en la oscura carretera. —No estás 227
durmiendo.
Sonreí cuando puse mi mano sobre la suya. —¿Cómo lo sabes?
Página

—Solo lo sé. —Me envió una breve sonrisa—. ¿Qué estás pensando?
Todo estaba en la punta de mi lengua —mis sospechas, mi
preocupación acerca de lo que Solaris había dicho y lo que ahora sabía
que Apolo estaba ocultando—, pero cuando Aiden me miró otra vez, me
di cuenta que no podía decirle.
Él no sabía nada de lo que había dicho Solaris, y por encima de todo,
no quería preocuparlo con esto. Si mis sospechas eran correctas, si todo
estaba conduciendo a una cosa...
Tomando una respiración profunda, me centré en las líneas blancas
que partían la oscuridad. —Estaba pensando en cómo voy a llegar lo
suficientemente cerca de Seth para transferir su poder a mí. Parece
imposible, ¿verdad?
—No me gusta, Alex. Voy a ser honesto, creo que es una locura. Para
mí, es como acercarse sigilosamente a una cobra. No va a funcionar.
—Lo sé, pero ¿qué otra opción tenemos? Además, no sólo tenemos
que encontrar la manera de acercarme lo suficiente a él. Si no a todos los
centinelas y guardias que lo están apoyando.
Aiden me apretó la mano. —Vamos a necesitar un ejército.
Lentamente lo miré. —¿Y dónde vamos a conseguir uno?
—Buena pregunta. —Soltó una breve carcajada—. Lo que necesitamos
saber es exactamente cuántos Lucian tiene respaldándole...
—Siempre puedo pedirle a Dionisio que haga algo de exploración. —La
voz de Apolo tronó desde el asiento trasero.
Grité, saltando hacia adelante, golpeando mis rodillas contra el tablero.
La mano de Aiden se sacudió en el volante, desviando el Hummer en el
carril de la izquierda, afortunadamente vacío.
Aiden maldijo entre dientes. —Tú necesitas una maldita campana.
Me di la vuelta en el asiento, lista para golpear la sonrisa de la cara del
dios. Ya estaba bastante cabreada con él sin que nos diera un ataque al
corazón. —¡Podrías haber causado un accidente!
Apolo se inclinó hacia delante, apoyando los brazos en la parte
posterior de los asientos. —Pero no lo hice. Aiden tiene los reflejos de un
perro del infierno.
Haciendo una mueca, sacudí la cabeza. —¿Cómo lo hiciste, hacer
solo... pop por aquí?
Me dio una mirada de duh soy-un-dios. —Estos guardias hacen tu poder 228
invisible a los dioses; no los mantienen afuera. Llevas mi linaje. Te encuentro
cuando quiero.
Página

—Bueno, eso no es raro.


Aiden miró por el espejo retrovisor. —¿Quieres saber lo que
encontramos? —Cuando Apolo asintió, un ceño fruncido apareció en el
rostro de Aiden—. Y no pudiste haber esperado hasta que volviéramos a
Apple River?
—Vamos a ver... —Apolo golpeó un dedo en su barbilla—. Todo el
mundo está al borde de un apocalipsis dios. ¿Debo esperar otras seis
horas?
—Seis horas no van a cambiar nada. —respondió Aiden, sus ojos
convirtiéndose en un gris metálico.
—Espero que no. —Apolo volvió la mirada hacia mí—. ¿Qué
aprendiste?
Me debatí al decirle que no había aprendido ni una maldita cosa, pero
era inútil. —Aprendí cómo transferir el poder a mí.
Apolo no mostró ninguna reacción, y realmente creo que lo odié en
ese momento. —¿Y crees que puedes hacerlo?
Eché un vistazo a Aiden. —Ahí está el pequeño problema de cómo
llegar a Seth.
—Como dije, puedo pedirle a Dionisio qué explore un poco. Ver lo que
tienen que hacer por ellos —respondió.
—Todavía no tenemos un ejército. —Me di la vuelta en mi asiento,
mirando hacia el frente y sintiéndome una maldita perra.
—En realidad…
Me negué a dar la vuelta y morder el anzuelo. —¿Qué?
Cuando él no respondió, Aiden gruñó profundamente en su garganta.
—¿Qué, Apolo?
—Una hora después de que se fueron, uno de los Centinelas que había
estado usando la cabaña de Solos antes de que les echaran no-tan-
agradablemente apareció. Trajo noticias.
Aiden se había quedado completamente inmóvil, y me pregunté cómo
él todavía podía conducir así. —¿Y confías en ese Centinela?
El dios rió sombríamente. —Digamos que me aseguré de que estaba
jugando en nuestro equipo.
Curiosa, me empecé a preguntar cómo, pero Apolo me sonrió. —Usa tu
imaginación. —dijo, y mi imaginación fue a algunos lugares muy extraños.
—De todas formas —continuó—. La mayoría de los puros están huyendo 229
de los Covenants y de sus comunidades, en dirección a la Universidad de
Dakota del Sur. También lo hacen los Guardias. Tiene sentido, la ubicación
Página

de la Universidad es bastante remota y casi con toda seguridad no puede


ser violada. Los Centinelas que no han caído con Lucian han dejado sus
funciones y están camino a la Universidad.
—¿Qué pasa con los daimons? —le pregunté.
—¿Qué pasa con ellos? Ellos van donde los puros están y los puros
estarán bien protegidos. Luego están los daimons que Lucian está
alimentando a los puros. No hay nada que podamos hacer al respecto. —
Apolo se sentó, mirando el techo de la Hummer como que él nunca
hubiera visto uno antes. Golpeó la luz interna una vez y la encendió, luego
lo apagó. Cosas brillantes deben ser una distracción para los dioses,
también. Lo hizo de nuevo, con el ceño fruncido.
—Apolo —espeté.
Me miró. —Hay una buena posibilidad que Lucian y el Primero
superarán al Consejo de Nueva York, así que los miembros del Consejo y los
Centinelas han sido sacados en secreto del Covenant.
Mi corazón se volcó. —Mi…
—No sé si tu padre es uno de los que ya han llegado a la Universidad o
si está en camino o si está vivo. Lo siento.
Mis hombros se hundieron. —Entonces, ¿qué están haciendo?
¿Moviendo la base de operaciones para allá?
—Sí. Así habrá cientos, si no miles, de Centinelas y Guardias allí. Aquellos
que han visto a sus amigos y a otros Centinelas asesinados por aquellos
que han estado al lado de Lucian. Aquellos que no quieren nada más que
obtener un pedazo de él.
Aiden asintió lentamente. —Un ejército, nuestro ejército.
—Solos y Marcus ya están haciendo planes para Cuanto antes ustedes
lleguen, mejor.
Podía seguir ese plan. Y sí, había un poco de una razón egoísta detrás
de él. Había una posibilidad de que mi padre estuviera allí y eso era
suficiente para mí.
—Sería más seguro allí para Deacon y los demás —dijo Aiden—. Sería lo
mejor.
Ahora me sentía como una idiota por sólo pensar en lo que podía
ganar. —¿Cuan pronto podemos ir?
—Tan pronto como sea posible. —respondió Apolo—. Una vez en la 230
Universidad, podemos apelar a aquellos que desean poner fin a esto.
Entonces podríamos actuar contra Lucian.
Página

—¿Y el dios que está moviendo los hilos? —dije, incapaz de evitarlo—.
Nos pondremos en contra de él o ella, ¿no?
Los ojos azules vibrantes de Apolo se encontraron con los míos y sostuvo
mi mirada. —Sí. Lo haremos.
Justo en ese momento quería gritarle, pero lo único que me detenía era
Aiden... y esa parte de mí, la pequeña parte que Laadan había
asegurado, estaba creciendo, cada vez más madura. Ella como que
entendía.
—Pero tengo que hablar con Dionisio. —Apolo todavía me estaba
mirando, y sabía que iba a verlo muy pronto—. Los compruebo más tarde.
Y luego se fue.
Aiden me dirigió una mirada de reojo. —A veces, realmente lo odio.
—Ambos lo hacemos —murmuré.

***
Llegamos a Apple River justo cuando el cielo sobre nuestras cabezas
estaba pasando de negro a un color azul oscuro. La cabaña estaba a
oscuras, mientras bajábamos del Hummer y el canto lejano de las aves era
el único sonido.
Aiden se estiró, arqueando su espalda mientras se sacaba las
torceduras. Se detuvo, atrapándome mirándolo desde el otro lado del
vehículo. —Ven aquí.
Él era probablemente la única persona en el mundo que podía
exigirme algo y que yo escucharía. Demasiado obediente, me dirigí por la
parte delantera de la Hummer y me detuve frente a él. —¿Qué? —le
pregunté, reprimiendo un bostezo.
Aiden ahuecó mis mejillas e inclinó mi cabeza hacia atrás. —No has
dormido en absoluto.
—Tú tampoco lo hiciste.
Apareció una sonrisa cansada. —Yo estaba conduciendo.
Puse mis manos en sus muñecas. Nuestros ojos se encontraron. —No
puedo creer que fuimos al Inframundo y volvimos. 231
—Yo tampoco. —Sus pulgares trazaron a lo largo de la curva de mis
pómulos—. Estuviste perfecta.
Página

—Excepto por las arañas….


Inclinó la cabeza y su nariz rozó la mía. —Yo no estaba hablando de las
arañas.
—¿No lo hacías?
Aiden se echó a reír y su aliento era cálido y tentador. —No, Estaba
pensando en lo que pasó después de las arañas.
—Oh... oh. —Aspiré una bocanada de aire y mis piernas de repente se
sintieron débiles—. Eso.
—Sí. —Sus labios rozaron los míos—. Eso.
Empecé a sonreír, porque en realidad había sido perfecto, pero Aiden
me besó y me fundí contra él. Había fuerza en este beso, junto con el amor
y el sabro de lo que en un futuro sería estar con él. Yo amaba —amaba—
que en medio de todo, todavía podíamos tener momentos como este.
Cuando éramos sólo nosotros y no había ningún muro. El beso se
profundizó, su lengua deslizándose por mis labios y mis dedos se clavaron
en sus muñecas. Un sensual gruñido vino de Aiden, y yo quería…
—Ustedes dos realmente deberían conseguir una habitación. —dijo
Apolo de la nada—. Mis pobres ojos…
Gemí. Incluso en su verdadera identidad, él todavía tenía una
sincronización impecable.
—Dioses —escupió Aiden. Se echó hacia atrás, lanzando una mirada
de disgusto a Apolo por encima de mi cabeza—. ¿Cómo consigues
acercarte sigilosamente a nosotros?
—Probablemente no quieres saber dónde me aparezco.
Hice una mueca. —Ew.
Aiden besó mi frente, mientras sus manos se deslizaban de mis mejillas.
Dejó caer un brazo alrededor de mis hombros, y me metió en el refugio de
su cuerpo y yo me dejé, apoyando la mejilla contra su pecho. —¿Ya has
hablado con Dionisio?
Apolo se inclinó contra el parachoques. —Sí. Él está en ello mientras
hablamos.
—¿Cómo podemos confiar en que Dionisio no es el dios detrás de esto?
—Reprimí otro bostezo—. ¿Y no nos va a mentir sobre eso?
—Dionisio se preocupa poco por la guerra, y no tienen la motivación
para diseñar algo como esto. 232
—¿Cuánto tiempo hasta que nos diga? —preguntó Aiden.
—Deberíamos saber de él por el final del día. —La mirada de Apolo se
Página

fue hacia el cielo azul profundo—. Es casi de mañana. Ustedes dos deben
descansar.
Aiden me miró. —Íbamos hacia allá.
Me aparté, mirando a Apolo. —Voy a entrar en unos pocos segundos.
Quiero hablar con Apolo.
Dudó, enviándome una mirada interrogativa. Odiaba mantenerlo en la
oscuridad acerca de esto, pero no había otra manera, porque si Aiden
sabía, iba a parar, y entonces el mundo se iría a la mierda.
—Está bien. —Sonreí—. En seguida entro.
Aiden miró a Apolo y dejó escapar un suspiro bajo. —Está bien. Iré... a
despertar a Deacon o algo así.
—Estoy segura de que apreciará eso. —le dije.
Apareció una breve sonrisa. —Es cierto.
Al sonido de la puerta principal cerrándose detrás de Aiden, miré a
Apolo y sentí deslizarse la máscara que había estado tratando de ocultar.
Nuestras miradas se encontraron y Apolo suspiró. —Alexandria...
—Sabía que había algo que me habías estado ocultando. Que había
una razón más grande para que todos me mantuvieran viva cuando sería
mucho más fácil matarme. Arreglaría el problema con Seth, así que no
entiendo por qué correr el riesgo.
Me dio una mirada perdida sin nada que decir. Genial, había dejado a
un Dios sin palabras. Un punto para mí. Iba a ir por el punto dos. —
Necesitas al Dios Asesino.
Pasó un largo momento. —Tenemos que evitar que esto vuelva a
suceder.
—Me necesitas para matar al dios responsable. —Ira creció dentro de
mí, y me estaba lastimando, y ese dolor había aparecido desde que
habíamos dejado el Inframundo. No sabía por qué. Apolo podría estar
relacionado a mí por sangre, pero él era un dios y había perdido
completamente el tren entero de simpatía, pero todavía dolía mucho.
Era un corte profundo.
Porque al final, yo era el león y el cordero; yo podría matar y luego ser
sacrificado. Apolo no lo dijo, pero lo vi en lo que no dijo.
—No podemos correr el riesgo de este tipo de destrucción otra vez,
Alexandria. Miles de personas inocentes han muerto, y habrá más. Y aún si
detenemos al Primero, esto volverá a suceder. —Puso su mano en mi 233
hombro y era pesada—. No nos podemos matar los unos a los otros.
Necesitamos lo único que nos puede matar. Necesitamos al Dios Asesino:
Página

te necesitamos.
Lo miré fijamente, estupefacta. —No quieres que mate a Seth,
entonces.
Resopló. —Casi todos los días lo hago, pero debes tomar su poder, y él
tiene que estar vivo para eso. Necesito que seas capaz de derrotarlo y
transferir su poder a ti.
Mis manos se cerraron en puños y necesite todo de mí para no agarrar
sus mechones dorados y arrancarlos. —Has estado mintiéndome todo este
tiempo.
—No lo he hecho. —Él ni siquiera parpadeó.
—¡Mentiroso! ¡Antes me dijiste que querías que matara a Seth! Ya sabes,
¿jugo de uva y el pastel de Spider-man?
—Quiero que mates a Seth, pero no es lo que necesito.
Mi boca se quedó abierta. —¡Eso ni siquiera es semántica!
—Y yo no sabía a ciencia cierta entonces que había una manera de
transferir su poder a ti —argumentó con calma—. Tenía mis sospechas.
También las tenía mi hermana, pero no podíamos estar seguros. De
cualquier manera, él no puede tomar tu poder. Si no puedes derrotarlo y
tomar su poder, entonces debes matarlo.
Apolo hacía que todo sonara tan simple, como si me estuviera pidiendo
ir a la tienda y recoger Cheetos Crujientes y si no los tenían, conseguir Puffs
Cheetos. Demente.
—No quiero terminar como tú temes, pero hay mucho que puedo
hacer para permanecer en manos de otros.
—Sí, porque después de tomar a este dios, si averiguamos quién es, hay
una buena probabilidad de que los dioses se vuelvan en mi contra, porque
voy a ser una amenaza. Y apuesto a que tienen un miembro de la Orden
sólo tirado por allí, ¿verdad? Incluso si no hago nada, ¿van a actuar como
un juez y culparme en un crimen que no he cometido?
Hizo esa maldita pausa otra vez y luego dijo—: Todo el mundo muere,
pero al final todo se reduce por lo que están dispuestos a morir, Alexandria.
Dioses, había una parte de mí —una gran parte de mí— que quería
patear a Apolo en las bolas, pero me detuve. Como un desastre que era,
lo entendía. Y tal vez por eso yo no estaba saltando sobre él. La pérdida de 234
una vida, tal vez dos, valía la pena por la seguridad de miles de millones.
Pude ver eso y si estaba totalmente imparcial sobre esto —lo que dijo, que
Página

no estaban hablando de mí— entonces probablemente ni siquiera lo


apoyaría.
Pero era yo.
Sería yo.
Eso era mucho por digerir. Era algo que yo no podía ni siquiera empezar
a procesar. Me sentía demasiado egoísta, pero también sabía lo que
había que hacer.
Dioses, no era lo suficientemente grande o lo suficientemente madura
como para hacer este tipo de decisiones.
Creció tan tranquilo entre nosotros los vientos suaves revolviendo las
ramas que parecía demasiado fuertes. Si no tuviera mis raras habilidades
de detección de dioses ahora, pensaría que me había dejado. Pero él
estaba todavía allí, esperando.
—¿Y no hay otra manera? —le pregunté.
Él no respondió, y tomé su silencio como un no.
Mi corazón dolió, y levanté mi cabeza. —¿Qué pasará si me muero?
Apolo no respondió inmediatamente. —Tendrás la muerte de un
guerrero. Hay orgullo en eso y no querrás nada.
Excepto vivir, pero pensé que no era un punto discutible. —¿Vas a
asegurarte de que... de que Aiden va a estar bien?
Los ojos del dios se encontraron con los míos y él asintió.
Con mi garganta quemndo por todo el dolor, me centré en la grava
oscura. —Él... él tuvo que ver a sus padres después, Apolo. No quiero que
me vea, ¿de acuerdo? ¿Puedes asegurarte que no lo haga?
—Si eso es lo que deseas.
Apreté mis labios, un poco aliviada de que Aiden se ahorraría ese
horror, tal vez no la mayor parte de ello, pero algo de él. —¿Y vas a
asegurarte de que Marcus y el resto de ellos estén bien?
—Sí.
—Está bien. —Tragué saliva, pero todavía me sentía como si me
estuviera ahogando—. Quiero que me dejes sola por un tiempo.
—Alex…
Levanté la mirada, encontrando sus ojos. —Por favor, vete.
Parecía que iba a decir algo, pero luego asintió y simplemente se
desvaneció. No sabía por cuánto tiempo estuve allí, pero al final me 235
arrastré hacia el porche y me senté en los escalones. El aire de la noche
estaba todavía fresco y picaba mis mejillas calientes. Las lágrimas
Página

quemaron mis ojos, pero me negué a dejarlas caer. Llorar no servía de


nada. No cambiaría lo que sucedería.
Si de alguna manera me las arreglara para llegar a Seth, transferir su
poder a mí antes de que él tomara el mío, y destruyera al dios misterioso,
todavía estaría como un animal rabioso.
Posiblemente incluso Seth lo estaría, así, aunque él ya no sería una
amenaza. Tal vez sin mí para influir en él, lo llevaría mejor. Sólo estaría el
Apollyon entonces, como debía ser, sólo uno de nosotros.
Me froté los ojos hasta que me dolieron.
¿Qué día era? ¿Algún día de abril? Menos de un mes a partir de ahora,
se suponía que debía estar graduándome en el Covenant. Eso,
obviamente, no iba a suceder. Mucho había cambiado y muchas cosas
nunca serían las mismas. Me preguntaba si había cambiado mi destino,
también, o si había sido siempre una parte de ella y nadie había pensado
en eso.
Se me ocurrió una idea. Era una locura, pero pensé en dejar que la
conexión con Seth pasara. El dolor estaba en mis sienes. Tal vez podría
decirle lo que sabía. Tal vez había una parte de él que aún le importaba lo
suficiente.
Negué y bajé mis manos.
Seth, probablemente sólo lo utilizaría como una razón más para que
saltara del barco.
Tomé varias respiraciones profundas, empujando los pensamientos de
Seth de mi cabeza y, por alguna razón, pensé en mi padre. Sus
características fuertes de vida dura cayeron en su lugar. Pómulos amplios y
una barbilla fuerte hablaban de la cara de un guerrero. Realmente no
teníamos demasiado parecido, pero fueron sus ojos... eran míos.
Traté de no pensar en mi padre. Tal vez eso estuvo mal, pero era difícil
estar sentada aquí sabiendo que estaba en las montañas Catskill. Y era
aún más difícil reconocer que podía haber una buena probabilidad de
que nunca nos encontráramos cara a cara, conscientes de lo que éramos
el uno al otro.
Apreté mis rodillas juntas y pensé en el sacrificio que estaba haciendo,
que había hecho durante tantos años. En el fondo yo sabía que
probablemente quería estar aquí conmigo, pero él tenía un trabajo que
hacer. A través de todo, mi padre era un Centinela. 236
Yo lo respetaba por eso.
No sé cuánto tiempo estuve ahí, pero no pudo haber sido mucho
Página

tiempo antes de que la puerta detrás de mí fuera abierta. La madera se


sacudió mientras los pasos se acercaban.
Aiden se sentó a mi lado, aún en su uniforme de centinela. Él miró al
frente y no dijo nada. Lo miré. Sus cabello oscuro estaba desordenado,
yendo en todas direcciones. Una ligera sombra se estaba formando en su
mandíbula.
—¿No despertaste a Deacon? —le pregunté.
—Nah, si lo hiciera, entonces probablemente nunca me iría a la cama.
Él necesitará entretenimiento o algo y ya sabes cómo va. —Aiden inclinó su
cabeza hacia mí—. ¿Hace cuanto se fue Apolo?
—Hace un rato.
Aiden se quedó callado por un momento. —¿Hay algo que deba
saber?
Mi corazón dio un vuelco. —No.
Sus ojos se encontraron con los míos y no podría decir si me creyó, pero
extendió su brazo. Me moví, encajando contra el costado de su cuerpo
mientras cerraba sus brazos alrededor de mí. Apoyó la mejilla contra mi
cabello y sentí su aliento.
Pasaron los minutos, y luego dijo—: Estamos en esto juntos, Alex. Nunca
lo olvides. Estamos juntos en esto hasta el final.

237
Página
Veintiocho
Traducido por Jeyly Carstairs
Corregido por Esperanza.nino

P
ara el momento en que Apolo reapareció más tarde esa noche,
yo realmente no había llegado a un acuerdo con todo. Quiero
decir, ¿cómo podría? Pasando por todo esto, enfrentando a solo-
los-dioses-sabían-qué, había un 99% de posibilidades de que fuera a morir
al final y realmente no ayudaba con todo el factor de motivación. Así que
me decidí a hacer la única cosa que podía hacer.
Olvidarme del resultado final.
Probablemente no era el método más sabio, pero era la única manera
de poder hacer esto y mantener la cordura, porque en este momento no
sabía cómo cambiar nada de eso.
Apolo no regresó solo. Cuando él vino a la sala de estar, trajo consigo a
Dionisio. Era la primera vez que veía al dios. Parecía un chico de
fraternidad con su camisa hawaiana y pantalones cortos.
Dionisio se dejó caer en el sofá en una perezosa, arrogante y
desgarbada postura. Su mirada de párpados pesados se movió sobre las
mujeres en la sala, mirándolas de arriba abajo como uno mira un menú.
Cuando sus extraños ojos se posaron en mí, yo arqueé una ceja.
Él sonrió. —Así que este es el Apollyon.
—Esa soy yo.
—Por alguna razón, esperaba que fueras más alta.
¿Qué demonios? Doblé los brazos, lanzándole una mirada suave. —No
sé por qué la gente sigue diciendo eso.
Aiden se apoyó contra la mesa en la que me había sentado. —Tú eres
238
bastante petisa.
Mi altura no era nuestro mayor problema. Afortunadamente Marcus tiró
Página

de las riendas de la conversación, trayéndola de vuelta a cosas más


importantes. —¿Tiene noticias de Lucian?
El dios se estiró, cruzando sus brazos detrás de su cabeza. —Bueno, lo
tengo tan cerca cómo puedo. Algo es diferente esta vez.
Apolo frunció el ceño. No me gusta cuando los dioses fruncen el ceño,
usualmente significa algo muy, muy malo.
—¿Qué quieres decir?
—Podía solo estar tan cerca. Algo me impidió conseguir estar entre
ellos, incluso se lo prohibió a mis ninfas. —Movió los dedos de los pies—.
Ningún pupilo puede hacer eso. Solo otro dios.
—No entiendo. —dije—. ¿Cómo podría otro dios bloquearte?
—Uno poderoso puede, pequeña Apollyon. —Dionisio guiñó un
totalmente blanco ojo—. Seria como golpear una pared invisible. El Primero
y el Puro están bien protegidos.
—¿Hermes? —dijo Marcus, frotándose pensativamente la mandíbula.
Dionisio resopló. —Hermes no podría sacar algo como eso.
—¿Quién podría? —pregunto Solos, con una mirada astuta.
—Uno del núcleo. —respondió Dionisio con una sonrisa.
—¿Qué quieres decir? —Luke se inclinó hacia delante en su silla,
dejando caer sus brazos sobre sus rodillas—. ¿Uno del núcleo?
El dios le lanzo una breve mirada. —Hay una estructura social… o
política de las cosas en el Olimpo, un ranking de poder.
Al otro lado de la habitación, Laadan se aclaró la garganta. A su lado
Olivia se quedó quieta. Ella no había hablado desde que me preguntó por
Caleb más temprano. Yo había cumplido su promesa, tanto como una
mierda.
—¿Nos puede dar un poco más de detalles? —preguntó Laadan
cortésmente—. Creo que esto es algo de lo que no somos conscientes.
—En realidad no. —respondió Apolo.
—Sé creó vuestro Consejo después del Olimpo, cada consejo tiene un
líder, por así decirlo. En el Olimpo es lo mismo.
Mi curiosidad aumento. —Entonces, ¿quién es el centro?
Dionisio podría no haber tenido pupilas, pero estaba bastante segura
que, cuando su cabeza giro hacia mí, él estaba mirando mi pecho. Y
también estaba segura que Aiden creía lo mismo, teniendo en cuenta la 239
forma en que se puso rígido.
—Zeus y Hera, seguido por el cada vez más popular Apolo y su
Página

hermana Artemisa, luego Ares y Atenea —respondió Dionisio—. Por último,


pero no menos importante, Hades y Poseidón. Ellos son los dioses más
poderosos y los únicos que podrían lograr eso.
—Bueno, no es Hades. Él quería llevarme al infierno. Y dudo que sea
Poseidón desde que se fue todo dios del agua en la isla Deity.
Aiden deslizó una mirada a Apolo.
Los ojos del dios sol se estrecharon. —Si, como si fuera yo.
—En realidad podría ser cualquiera de ellos. —dijo Dionisio y luego
bostezó ruidosamente—. Tendrían que estar engañando a todo el mundo,
por lo que podrían habernos engañado incluso a nosotros. —Se encogió
de hombros como si nada de esto fuera un gran problema—. Es lo que es.
—¿Tú sientes algo? —Las manos de Apolo se cerraron a sus costados
cuando Dionisio negó—. ¿Has visto algo que pueda decirnos quién es el
dios? ¿Cualquier cosa?
—Realmente no estaba mirando eso. Tú me dijiste que mirara la
cantidad de puros idiotas que tenía con él, y lo hice.
Un musculo salto en la mandíbula de Apolo y casi gruño. —Entonces
¿qué viste?
—Nada bueno.
—Detalles —dijo Apolo, exhalando por la nariz—. Detalles.
Me pregunte si Dionisio estaba borracho o drogado. Mi mirada estaba
en Deacon en el otro extremo del sofá, y me di cuenta que estaba
pensando lo mismo. Incluso Lea, que estaba sentada en el brazo al lado
de Deacon, estaba dándole a Dionisio una mirada de qué demonios.
—Tiene cerca de un maldito millar de Centinelas mestizos y Guardias,
quizás más. Además, está rodeado por una especie de círculo, otros puros.
Y se pone aún mejor. —Hizo una pausa y yo sabía que era para el efecto
dramático—. Había mortales con él.
Mi boca se abrió. —¿Qué?
—Soldados —respondió Dionisio—. Soldados mortales como el “ser todo
lo que puedes ser” esa clase de soldados. Probablemente había unos
quinientos de ellos.
Casi me caigo de la mesa.
—¿Cómo es eso posible? —exigió Lea. Entonces apretó sus ojos con
fuerza, su cara cansada—. Está usando una compulsión.
—No —negó Marcus y se volvió hacia Apolo—. Los puros no pueden 240
controlar muchos mortales. Ni siquiera si tuviera a cien puros rodeándolos.
—Es el dios. —Apolo parecía disgustado.
Página

Mi estómago se revolvió ante la idea.


Usar mortales como que estaba mal en muchos niveles. Nunca
sobrevivirían en una lucha contra un Centinela o un Guardia, no importaba
cuantas armas tuvieran. Nosotros éramos simplemente mucho más rápidos
y estábamos mejor capacitados.
Los mortales serían carne de cañón y nada más.
Era repugnante.
Ira llenó la habitación, tan densa que podía prácticamente saborearla.
—No lo entiendo. —Deacon se pasó una mano sobre la cabeza,
apretando la parte posterior de su cuello—. ¿Cómo es que el mundo de los
mortales no presta atención a algo así?
—Uno de los mortales debe ser de un rango alto en el ejército, alguien
que pueda hacer ese tipo de llamadas y dar algún tipo de razón. —Apolo
apretó sus labios—. Por lo menos eso es lo que yo haría.
—Y podría haberlo llamado una especie de estado de emergencia —
añadió Marcus—. Ninguna parte de los EE.UU está completamente ilesa, y
estoy empezando a preguntarme si a este dios incluso le preocupa la
exposición.
Aiden se aferró al borde de la mesa.
—Creo que es evidente que el riesgo de la exposición no es importante.
Demonios, tal vez está incluso planeado.
Todos los ojos se volvieron hacia él.
—Piensen en ello. ¿Por qué si un dios estaría orquestando todo esto? O
¿por qué iría con lo que Lucian quiere? —preguntó Aiden—. Para sacar a
los dioses y luego ¿gobernar el Olimpo? O ¿Gobernar el Olimpo y el reino
de los mortales?
Un escalofrió corrió por mis hombros.
Mi imaginación más salvaje ni siquiera podía imaginar cómo sería si el
mundo sabía que existían dioses. Y encima de eso, si el mundo terminaba
siendo gobernado por uno.
—No podemos permitir que eso suceda —dije.
Los ojos de Apolo se encontraron con los míos. —No. No podemos.
Aparté la mirada, porque en este momento no quería pensar en lo que
significaba detener este dios. Me aclaré la garganta. —Me pregunto si
Lucian Y Seth lo saben.
—¿Importa? —pregunto Lea, enojada como siempre. 241
Mis labios se asquearon ante su tono. —Supongo que no, pero hay que
preguntarse quién está usando a quién. ¿Y qué va a pasar con ellos al final
Página

si el dios triunfa? ¿Planea mantenerlos a su alrededor o deshacerse de


ellos? ¿Es que ni siquiera tienen idea?
La mayoría de las personas en la habitación no podía importarles
menos, eso era evidente, pero Marcus se acercó a donde yo estaba
sentada y se apoyó contra el escritorio al otro lado. —Dudo que ellos lo
sepan. En cierto modo, no importa de lo que ellos han sido responsables, es
trágico.
—Sería trágico si tienen éxito.
Dionisio se levantó y estiró los brazos por encima de su cabeza. —
Bueno, me voy.
Apolo asintió y Dionisio hizo una reverencia a la habitación, barriendo
los brazos a los lados con un ademan. Y luego se fue.
Negué. —Está bien. ¿Quién más cree que él estaba totalmente
colocado?
Las manos subieron por la habitación y sonreí.
—Por lo tanto, ¿Nos vamos mañana por la mañana para la
Universidad?—pregunto Olivia mientras se ponía un elástico en los rizos—.
¿No crees que si este dios es tan intrigante e inteligente, él debe haber
descubierto que Alex está yendo hacia allí? Quiero decir, incluso si está
utilizando a Lucian y a Seth para sus malvados planes finales, él todavía va
a necesitar a Alex, ¿verdad? Debido a que probablemente controla a
Seth, o quiere hacerlo.
Todo el mundo se quedó en silencio y me sentí como una pequeña
hormiga bajo una lupa.
Eché un vistazo a Apolo, pero él estaba mirando el globo sobre la
mesa.
—Hacer cualquier movimiento va a ser tan peligroso como estar aquí —
dijo Marcus finalmente—. Pero en Dakota del Sur, estaremos más seguros.
—Alex estará más segura allí, también —murmuró Luke, mirando sus
manos.
Abrí la boca, pero Lea hablo. —Bueno, creo que nuestro trabajo
consiste en asegurarse de que Seth y este dios no lleguen a Alex.
Mi boca realmente cayó abierta.
Ella sonrió elegantemente a mí. —No podemos tener en marcha a la
psicópata Alex de nuevo y que termine el mundo como lo conocemos.
—Ella tiene un punto —sonrió Deacon. 242
Entrecerré los ojos. —Esperen. Chicos, no quiero…
—¿Qué? —Aiden me dio un codazo—. Tú no quieres que tengamos tu
Página

espalda.
—Eso no es lo que es. —Miré a Apolo, pero maldita sea, ese globo le
fascinaba—. Si va haber un dios haciendo fuego por mi trasero…
—Es un hermoso trasero —murmuró Aiden mientras estudiaba la punta
de sus botas. Una pequeña sonrisa estaba en su rostro.
Lo miré por un momento. —Además, Seth está en mí búsqueda, esto…
esto va a ser muy peligroso. No quiero que ustedes arriesguen sus vidas por
mí.
Lea resoplo. —Maldita sea, Alex, tu ego esta fuera de control. Tú me
conoces. Yo antes te arrojaría frente a un daimon cualquier otro día, pero si
te mantenemos lejos de ellos significa salvar millones de vidas, entonces
estoy en tu equipo. Así que esto es más grande que tú.
—Sé que esto es más grande que yo. —Mis mejillas ardían, y la sonrisa
idiota de Deacon no estaba ayudando—. Y sé que me tirarías en frente de
un daimon, pero no quiero ver que ninguno de ustedes salga herido.
—Aquí todo el mundo conoce los riesgos, Alex. —La voz de Marcus era
severa, me recordaba a los días atrás en el Covenant cuando el pasaba la
mayor parte de su tiempo gritándome—. Nadie está obligado a hacer
esto.
—Y ninguno de nosotros haría cualquier otra cosa. —Olivia ofreció una
sonrisa vacilante—. Todos nosotros hemos perdido personas debido a los
que está pasando. Todos tenemos razones para hacer que esto se
detenga y no vuelva a ocurrir.
—Incluso yo —dijo Deacon—. No he recibido mis regulares 12 horas de
sueño desde que todo esto se fue abajo, y eso es malditamente trágico.
Aiden rodó sus ojos.
—Todo el mundo está dispuesto a luchar. —Laadan cruzó la sala,
sonriendo mientras se colocaba junto a Marcus—. Esta no es sólo tu
batalla.
—Esta nunca fue sólo tu batalla —corrigió Solos.
—En otras palabras —dijo Marcus, sus ojos color jade encontrando los
míos—, tú no estarás sola en esto. Nunca lo estuviste.
—Y no lo vas a estar —terminó Aiden calmadamente.
Guau. Creo que en cierto modo amaba a todos en esta habitación
ahora mismo, incluso a Lea. Las lágrimas quemaron mis ojos y me incliné
hacia adelante para que nadie pudiera ver. La cosa es que, desde que 243
me di cuenta de cómo todo esto podría terminar —probablemente
terminaría— nunca me había sentido más sola. Pero aquí sentada,
Página

escuchándolos…
—Tiempo de abrazo grupal —sugirió Deacon.
—Cállate —le dije, pero me reí.
Aiden deslizó un brazo alrededor de mis hombros y atrajo hacia él. Justo
en frente de toda la habitación llena de mestizos, puros y un dios, besó mi
cien.
—Tú solo vas a tener que aceptar que esto no lo vas a hacer sola.
Vamos a hacerlo todos nosotros.
Levanté la cabeza y los miré a todos, perdida en cuanto a qué decir.
Luke sonrió. —Lo sé. Somos impresionantes.
Me reí de nuevo.
—Y hemos nacido para hacer esto —dijo Olivia, encogiéndose de
hombros—. Nosotros estaríamos haciendo esto en un mes más o menos, de
todos modos. Estamos listos.
Lea deslizó a Olivia una sonrisa que decía que ella estaba más que lista.
—Vamos.

244
Página
Veintinueve
Traducido por Martina pederzoli
Corregido por Dafne

S
olo había conseguido un par de horas de sueño para cuando el
sol apareció entre las cortinas a la mañana siguiente. Escuchar a
todo el mundo decirme que estaban listos para enfrentar lo que
fuera lanzado en nuestro comino… incluso horas mas tarde no podía
encontrar las palabras adecuadas para lo mucho que significaba. Pero un
peso invisible también se había instalado en mis hombros y había crecido
durante la noche, presionándome hacia abajo a través del colchón. No
podía detener a ninguno de ellos —y no lo haría al igual que ninguno de
ellos me lo haría a mí— pero mil cosas se agolpaban en mi cabeza.
Y los principales pensamientos estaban centrados en que cualquiera de
ellos podía perder la vida en esto. Muchos ya habían muerto, y no importa
cuan Positiva Polly tratara de ser, yo sabía en lo profundo de mí que algo
terrible, algo violento, esperaba en el futuro. La Muerte había llegado
mucho antes de lo que se comprometieron a ver, y estaba en el otro lado
de la puerta, o en otro estado, esperando con paciencia, porque nada
era tan inquebrantable como la Muerte. Probablemente tenía la mayoría
del tiempo en el mundo.
A pesar de que ya sabía lo que les esperaba —lo que nos esperaba a
todos nosotros— en el Inframundo, no podía soportar la idea de ver que
alguno de ellos cayera. Si pudiera, me encantaría encerrarlos a todos en la
caja de abajo, incluso a Aiden.
No cabe duda de que no iría bien, pero sabía que, entre lo que Apolo
necesitaba de mí, lo que Solaris me había advertido y lo lejos que Seth se
245
había ido, esto terminaría en un desastre.
Cuando Aiden se movió a mi lado y dejó caer un brazo en mi cintura,
Página

hice una mueca. —Perdón.


Se acercó más —¿Por qué?
—Sigo despertándote — Me presioné más contra él, mirándolo por
encima de mi hombro. Dos ojos grises me miraban a través de un revoltijo
de pelo oscuro—. Sé que lo hice.
—No mucho. —Aiden se levantó en un brazo. Su cuerpo se relajó, pero
la preocupación irradiaba en su mirada—. ¿Cuánto has dormido?
Pensé en mentir pero negué y me moví sobre mi espalda. — Nos vamos
en unas pocas horas.
Aiden asintió con la cabeza y sus ojos buscaron los míos.
Torcí mis dedos juntos, y traté de sonreír. —¿Cuánto tiempo vamos a
estar en la carretera?
— Estamos pensando en unas 10 horas.
Uff. —¿Deacon va a ir con nosotros?
— Sí. Y también Lucas y Marcus. Solos está llevando a las chicas.
Algo se movió inquieto en la boca de mi estómago. No quería darle un
nombre. —¿Crees que está bien?
Aiden puso su mano sobre la mía, aquietándola. —Olivia y Lea son muy
buenas. Ya lo sabes.
Lo eran. Especialmente Lea, ella era como She-Ra31. Y Solos y Marcus
habían salido más temprano, comprando dos teléfonos desechables para
ayudarnos a mantener la comunicación.
—Además sabes que Solos nunca dejaría que algo les pasara. Y
tampoco Laadan. —Mientras hablaba, bajó mis manos y entrelazó sus
dedos con los míos—. Tenemos 60032 millas de tierra de nadie para
atravesar. Vamos a estar bien.
Esa cosa en el estómago se volcó. —No estoy asustada.
—No dije que lo estés.
Mis ojos se entrecerraron.
Aiden esbozo una sonrisa. —Pero lo estás.
—Yo—
—¿Tengo que encontrar una cámara de depravación sensorial de
nuevo? —Cuando mis mejillas se enrojecieron por el recuerdo, su media 246
sonrisa cambió a una completa. Profundos hoyuelos aparecieron y en vez
de mi estómago, cayó mi corazón—. Está bien, Alex.
Página

—¿Qué está bien? —Mi voz sonaba terriblemente frágil, y normalmente


habría odiado eso, sobre todo teniendo en cuenta que era este gran mal

31
She-Ra: She-Ra es una seria animada estadounidense de 1985 cuyo personaje principal es She-Ra, la mujer
más poderosa del universo.
32 600 millas: Equivalen a 965.6 km
Apollyon, pero con Aiden, no tenía necesidad de fingir. Sin embargo, a
veces olvidaba eso.
—Tener miedo, Alex, está bien. Lo que estamos enfrentando es algo
aterrador… mierda.
Sonreí. —Insultaste.
—Lo hice.
Mi sonrisa se desvaneció rápidamente, porque íbamos a enfrentarnos a
alguna mierda aterradora. Mierda sobre la que Aiden ni siquiera sabía la
mitad. —¿Tienes miedo?
Por un momento, él no respondió. Lo único que se oía era el lento y
constante tic-tac del reloj antiguo de pared y el canto lejano de las aves
fuera de las paredes de troncos rústicos. —Sí.
Oírle admitir eso era un alivio y a la vez aterrador. —Nunca tienes
miedo.
Aiden negó con la cabeza, su sonrisa se transformó en una irónica. —
Sabes que eso no es cierto. Hay un montón de cosas que me aterran, Alex.
Lo miré a los ojos. —Dime.
Estirándose a mi lado, me jaló de forma que mi mejilla quedaba
presionada contra su pecho. —Tengo miedo de que Deacon salga
herido… o peor. Tengo miedo de perder más gente. —Hubo una pausa, y
sus latidos aumentaron bajo mi mejilla—. Estoy aterrorizado de lo que vas a
tener que enfrentar; lo que vas a tener que hacer y cómo te va a afectar.
Mi respiración se detuvo en torno a una negación mientras curvaba mis
dedos alrededor de sus caderas. —Voy a estar bien. — Esas palabras
sonaban amargas en mi lengua.
Su pecho subió bruscamente. —No quiero que estés bien.
Levanté mi cabeza para poder ver sus ojos. Eran de un color gris oscuro
y sombrío. Él trató de sonreír, pero como la mía antes, pareció dolido.
—Yo quiero que estés más que bien. —Aiden ahuecó mi mejilla con
suavidad—. No quiero que tengas pesadillas por el resto de tu vida, y que
veas la cara de Seth en vez de la de tu madre. No quiero que esto te 247
persiga.
Repentinamente, todo pareció tan real y yo estaba muy cerca. Me
Página

incorporé y puse un poco de espacio entre nosotros pero me seguía


sintiendo caliente y sofocada. —Sé lo que hay que hacer.
Y también sabía lo que probablemente significaba para mí.
Me siguió, capturando la distancia que acababa de adquirir. Su rostro,
esos hermosos labios estaban a escasos centímetros de los míos. —Lo sé,
Alex. También sé que vas a hacer, porque no puedo pensar por un
segundo que va a fracasar. No podes. No lo harás.
Ante el dolor y la determinación en su voz, me apreté los labios. Fallar o
tener éxito tenían un final parecido.
—Mírame —ordenó.
No me di cuenta de que había apartado la mirada, pero sentí su mano
en mi mejilla. Guió mi barbilla hasta que nuestras miradas se encontraron y
no podía moverme.
—Pero también sé que matar Seth no va a ser fácil, y no me refiero solo
en un nivel físico. Sé que en el fondo él te importa. Tal vez una parte de ti
aún lo ama.
Horrorizada de lo que debía pensar, porque había clavado justo en la
cabeza, negué. —Aiden—
—Entiendo. —La pequeña sonrisa que se dibujó en sus labios era real—.
Sé que no es lo mismo que lo que sientes por mí, pero eso no lo hace
menos fuerte o importante.
—Él... —No sabía qué decir. Aiden estaba en lo cierto. Una parte de mí
aún amaba a Seth, y no de la forma en que me sentía por Aiden, pero no
era menos real o poderoso. Incluso después de todo lo que Seth había
hecho, no podía olvidar todo lo que había hecho antes. Había pasado lo
mismo con mi madre, pero al final, le había quitado la vida como si
hubiese sido predestinado desde el principio.
Matarás a aquellos que amas…
La frente de Aiden se presionaba contra la mía. —Seth estuvo para ti
cuando necesitaste a alguien. Ustedes comparten ese vínculo que… que
es más que él conectándose contigo. Rompimos la conexión pero hay
algo más debajo de eso. Él es parte de ti.
Respiré, sorprendida —Él… él ha hecho cosas tan terribles.
—Las hizo. —Aiden me besó en la sien—. Pero también ha hecho
algunas cosas buenas, y sé que no puedes olvidar como él solía ser. Sé que
nada de esto te va a resultar fácil. 248
Matar a Seth sería romper una parte de mí. Y no importaba cuanto
tiempo caminara por estas tierras en el futuro, no podría ser reparada. Él
Página

era una parte de mí —una parte media loca— pero aun así. Me iba a
cambiar de una manera que no podría comprender. Justo como con mi
mama. Pero esta vez era diferente.
Apollo no quería que matara a Seth; quería que lo despojara de su
poder. Conociendo a Seth, probablemente preferiría morir. Y si averiguaba
lo que estaba a punto de hacer, vendría tras de mí. Así que tendría que
detenerlo, matarlo. Matar a Seth sería la única manera de salir de esto con
vida
—¿Alex? —susurró Aiden—. Háblame, agapi mou.
—No tengas miedo. —Mi voz era ronca—. Voy a estar bien.
Su mano se aferró a mi nuca, y me sostuvo como si me pudiera
mantener así para siempre. —Me vas a decir que vas a estar bien. Y vas a
actuar como si estuvieras bien, pero…
Cerré los ojos con fuerza. Aiden sabría mejor. Pasaron unos segundos en
silencio. La verdad estaba en la punta de mi lengua, me quemaba desde
adentro hacia afuera. Quería decirle lo que podía suceder, yo realmente
lo necesitaba, pero dejarle eso a él no era justo. El tiempo se estiró, pero no
era suficiente.
—Vas a matar a aquellos que ames. —Mi risa era seca y quebradiza—.
Odio a ese maldito oráculo.
Los dedos de Aiden se extendieron por mi mejilla. —Si pudiese cambiar
esto, lo haría. Haría lo que fuera por salvarte de esto.
—Lo sé. —Incliné mi cabeza hacia un lado y lo besé suavemente—.
Pero el destino es una perra.
—O un bastardo —dijo a la ligera
Me reí, porque cada vez que Aiden insultaba, no podía evitarlo.
Sonaba mal saliendo fuera de su lengua, pero seguía siendo elegante de
alguna manera. Como un británico maldiciendo. De cualquier manera, ya
no podía hablar más de esto. Ni siquiera quería tener que pensar sobre
esto, pero iba a necesitar un lavado de cerebro para arreglar eso.
Inclinándome hacia delante, enrollé mis brazos alrededor de su cuezo y
me subí a su regazo. — ¿Podemos hablar de otra cosa?
Aiden parecía a punto de discutir, pero asintió.
Mirándolo fijamente a los ojos, me acordé de los días en los que solía
aparecer y verme entrenar. Eso me hizo sonreír. — Solía pensar que eras la
fuente de mi fracaso. 249
—¿Qué? —arqueó una ceja mientras envolvía sus brazos en mi cintura.
—Nunca podía hacer las cosas bien cuando estabas alrededor,
Página

especialmente cuando solías observarme en clases. —Me encogí de


hombros—. Quería ser perfecta a tus ojos. Quería que estuvieras orgulloso
de mí.
—Lo estoy.
Le sonreí, sonriendo de verdad desde que esta conversación había
empezado. —Pero eres algo así como mi fuente de fuerza, incluso cuando
no me podía concentrar por tu culpa.
Aiden ladeó su cabeza hacia un lado, haciendo que sus labios rozaran
mi mejilla. —Tenemos el mismo problema entonces.
—Dudoso.
—No tienes idea de lo difícil que fue. —Aiden suspiró contra mis labios—.
Entrenarte, estar tan cerca cuando lo único que quería…
Hubo un revoloteo en mi pecho. —¿Qué es lo que querías?
Se inclinó, su cálido aliento convirtiéndose en mi mundo. —¿Qué tan si
te lo muestro?
Oh, me gustaba el camino que esto estaba tomando. Mucho mejor
que la fatalidad y el pesimismo que me querían tirar abajo, atraje a Aiden
hacia mí. —Estoy de acuerdo con eso.
Riendo suavemente, él borró la minúscula distancia y dejé escapar un
suspiro. Si el me besara así cada un par de horas, podría dejar la oscuridad
atrás. Sería destruir todo a lo que le temía y probablemente lamentarme.
Mi mundo sería casi perfecto.
Se oyó un golpe y nos separamos un instante antes de que la puerta se
abriera y la cabeza de Deacon apareciera dentro. Aiden gruñó, pero sus
ojos se iluminaron unos cuantos tonos.
—Buenos días— Demasiada alegría resonó en su voz para este
momento en la mañana.
Mis mejillas ardían cuando murmuré—: Buenos días.
Antes de que alguno de los dos dijera una palabra, Deacon corrió
desde la puerta y se lanzó sobre la cama, volando por el aire como un
proyectil humano. Me moví a un lado en una fracción de segundo. Aterrizó
con sus piernas sobre su hermano y con su cuerpo entre nosotros.
Deacon empujó sus brazos atrás de su cabeza, cruzándolos mientras
llevaba su cabeza hacia atrás y nos sonreía. — Es como una pila de
cachorros— 250
—¿Una pila de cachorros? —Aiden arqueó una ceja—. Eres tan raro.
—Lo que sea— Los ojos grises de Deacon se posaron en mi—. ¿Estoy
Página

interrumpiendo algo?
Aiden rodó los ojos y me dio una sonrisa. —Para nada, hermano.
—Genial, porque ustedes chicos mejor ponen sus traseros en marcha.
Nos estamos yendo en una hora. —Deacon cruzó sus tobillos, dejando
escapar un suspiro contenido—. Tiempo de enfrentar la carretera.
Metí mi cabello atrás, preguntándome cuanto café había tomado esta
mañana y esta hiperactividad. — Eres tan antinatural cuando estás así.
—Estoy emocionado —replicó—. Estoy esperando que este viaje en
carretera sea como un juego en la vida real de la Ruta de Oregón.
Levanté mis cejas — ¿Vas a atrapar la fiebre tifoidea?
—En realidad, estaba pensando en romperme una pierna o ahogarme.
—Siempre puedes morirte de hambre —Mis labios se separaron en una
sonrisa—. O puedes conseguir ser secuestrado por indios.
Los ojos de Deacon se abrieron considerablemente. —Ellos me querrían
por mis gloriosos rizos rubios.
— Es hora de que alguien corte tu pelo. —Aiden despeinó los ya
ingobernables rulos y luego tiró las mantas—. Voy a estar tomando una
ducha.
La mirada que Aiden me dirigió me decía que el no tenía planeado
hacerlo solo, y mi estómago hizo todo tipo de giros y vueltas locas. Y no
ayudé que él hubiera cruzado la habitación con toda su gloria con el torso
desnudo. El calor que subió a través de mis venas era difícil de negar, pero
al parecer Deacon no se iba a ninguna parte.
Esperé hasta que Aiden cerrara la puerta y escuché el silbido de la
ducha antes de mirar a su hermano menor. —¿Qué?
Sus labios se inclinaron hacia un lado. —Tenemos que hablar.
No teniendo idea de lo que iba a salir de su boca, probablemente algo
entretenido, me moví hacia abajo y me tendí junto a él. —Está bien, ¿Sobre
qué?
—Tienes que seguir con vida.
De acuerdo, no era lo que estaba esperando. —No estoy planeando
suicidarme, Deacon.
—No, pero tienes esa mirada de alguien que está mirando la muerte y
prácticamente incluso la espera. —Deacon hizo una pausa, y su mirada
fue a las vigas descubiertas en el techo—. Sé cómo es. Lo vi en el espejo
por un largo tiempo. 251
Mi boca se abrió, pero no pude encontrar ninguna palabra
Rió secamente. —Odiaba vivir después de haber visto lo que le paso a
Página

mis padres y a toda esa gente. Si no hubiera sido por Aiden no hubiera
sobrevivido. No debería haber sobrevivido. Tampoco él. —Me dio un
ladeado encogimiento de hombros—. Supongo que tenía algún caso loco
de la culpa del sobreviviente o algo como eso. Cada vez que bebía o me
drogaba, secretamente deseaba excederme, ¿sabes?
A medida que sus palabras se hundían, mi pecho dolió. Estiré mi mano
colocándola en su brazo. —Deacon…
—Ah, estoy bien ahora. Creo que lo estoy, por lo menos. ¿Pero sabes
porque nunca me sobrepase? —Deacon volvió su cabeza hacia mí y yo
sabía lo que quería decir—. No estaba asustado de la muerte, pero estaba
asustado de lo que mi muerte le haría a él.
Deacon asintió hacia la puerta del baño y seguí su mirada. No podía
ver a Aiden pero sabía que no podía oírnos, pero mi corazón latía como si
hubiese corrido un millón de pasos.
—Él no superaría perderte —le dije, tragando saliva—. Es muy fuerte,
pero…
—Eso lo mataría. Lo sé. Perderte a ti lo mataría.
Un escalofrío se apoderó de mí, como si hubiera entrado en un
congelador. Sentándome rápidamente, tiré mi pelo sobre mi hombro. —
¿Por qué me estás diciendo esto?
—Tienes la misma expresión desde que volviste del Inframundo. — Hubo
una pausa y me miró con toda seriedad que nadie le daba el crédito de
tener, y en ese momento me recordó mucho a Aiden—. Hagas lo que
hagas, no rompas el corazón de mi hermano. Tú eres su mundo. Y si lo
dejas, lo destruirás.

252
Página
Treinta
Traducido por Cin
Corregido por Mary Jane

N
uestro Hummer era el auto fiestero, el guay. O al menos eso
creía. Entre Luke y Deacon, las diez horas de manejo a las tierras
de Dakota del Sur no fueron tan malas. Pobre Marcus que lucía
como si quisiera cerrar las bocas de los dos chicos con cinta adhesiva
luego de dos horas de su resumen sin final de la última temporada de
Supernatural. Yo no me quejaba. Entonces, Luke pasó a este programa
nuevo sobre tronos y dragones, el cual trató de explicar a Aiden.
Considerando que Aiden es un fan de los programas de tv en blanco y
negro, Luke no iba a llegar muy lejos.
Marcus lucia como si tuviera un dolor de cabeza, el cual reflejaba
como me sentía. No tenía nada que ver con la charla de los chicos, o los
juegos de autos ridículos pero graciosos que insistieron en jugar. Y estaba
bastante segura que, si Deacon se inclinaba entre los asientos y golpeaba
el brazo de Aiden cada vez que veía un escarabajo, Aiden detendría el
auto y lo estrangularía.
Estaba segura también de que Marcus lo sujetaría. El hombre debería
tener un cardenal tremendo en su pierna por el último golpe que Deacon
le había dado.
Pero luego de la cuarta hora, sentí la inquietud. A minutos de
amenazar a los chicos con girar el auto en la carretera y volver, traté de
tener algo de descanso. No fue como si el paisaje tuviera mucho para
mirar. Muchos campos. Después muchas colinas. Luego un montón de
árboles. El aburrimiento picaba en mi piel, mientras miraba las guardas,
253
marcadas en sangre de Titán a lo largo de todo el auto, que impedían a
los dioses sentirme. Pero el hecho de que estuviera atrapada en el vehículo
Página

por el futuro próximo, no era lo peor. El aumento sostenido de los latidos en


mis sienes envió una descarga nerviosa a través de mi sistema.
Seth estaba allí, molestando, esperando por ese momento en que
pudiera meterse y tener una charla. Parte de mí casi lo agradecía, porque
sería algo para hacer, pero eso era muy estúpido. Hablar con Seth no
ayudaría en nada. Él estaba en un lado de la cerca y yo estaba
claramente en el otro.
No quería pensar en nada.
Doblándome en el asiento, mis ojos encontraron los de mi tío. Él sonrió
mientras cabeceaba hacia Deacon. El puro finalmente se había
desmayado, con sus mejillas aplastadas contra la ventana. A su lado, Luke
miraba hacia afuera, su mandíbula bien cerrada.
Sin querer despertar a la bestia habladora, no dije nada y me volví. La
punta de mi pie se deslizó sobre el sable apoyado en el piso. Estábamos
tan seguros y bien armados como cuando manejamos a Kansas.
Me acomodé en el asiento, estirando cuidadosamente mis piernas
cuando en realidad quería doblarlas. Por el rabillo de mi ojo, atrapé la
sonrisa divertida de Aiden. Le hice un gesto y él se rió suavemente.
El tiempo transcurrió a paso de tortuga. Cada vez que veía al reloj del
tablero habría jurado que pasaron dos horas, pero solo eran veinte minutos
después. Cuando alcanzamos la mitad del camino, Solos llamó a Aiden.
Necesitaban conseguir gas.
Aiden no estaba emocionado con eso. —Estamos demasiado cerca
de Minneapolis.
En otras palabras, estábamos muy cerca de un área densamente
poblada. Prácticamente cada cuidad grande de los Estados Unidos tenía
comunidades de puros en los alrededores. Donde hubiera puros, había
daimons. Y eso también quería decir que habría Centinelas y Guardias,
aquellos que quizás estuvieran trabajando con Lucian.
Pero no teníamos ninguna opción. Ambos vehículos estaban andando
con poco gas, y era o parar ahora o buscar gas en el medio de la nada y
ser comidos por coyotes y osos.
Nos detuvimos en un área decente de viaje e inmediatamente alcancé
la manija de la puerta.
—Prefiero que te quedes en el auto —Aiden dijo desabrochándose el 254
cinturón.
Fruncí el ceño. — ¿Por qué? Tengo el talismán.
Página

—Lo sé. —Me lanzó una mirada. –Pero conociendo nuestra suerte,
alguien te reconocerá.
—Pero tengo que usar el baño—
—Aguántalo —dijo Luke, abriendo la puerta del auto. —Te traeré algo
para picar y algo de agua, un montón de agua.
Lo miré. —Eso es cruel.
Todos excepto yo se precipitaron fuera del Hummer y me arrojé contra
el asiento, cruzando mis brazos. Entendí que no necesitábamos otra paliza
de dios en el medio de la estación de gas, pero maldición…
Aiden se dirigió hacia el otro Hummer mientras Marcus cargaba el gas.
Aquí estaba yo, la enloquecida Apollyon, y no podía siquiera ir adentro
para conseguir una bolsa de carne seca por mí misma. Caray.
Unos momentos después, Aiden vino a mi lado del auto. Me debatí
sobre dejar la ventana levantada, pero la bajé. Él se apoyó, descansando
en sus antebrazos.
—Oye —dijo él, sonriendo.
Yo sabía que estaba poniendo mala cara, pero no podía sentir mi
trasero.
—Olivia y Lea están revisando el baño. Luce como si estuviera afuera y
en la parte de atrás.
—Oh, gracias a los dioses. —Me hundí en mi asiento.
Su sonrisa se extendió a un lado. —Me aseguraré de que Luke te traiga
otra cosa además de agua.
—Eres el mejor. —Lo besé rápidamente—. Lo digo en serio.
En su camino al pasarnos, los ojos de Marcus se estrecharon. —Siento
como si necesitara separarlos a ustedes dos.
Las mejillas de Aiden se ruborizaron mientras tragaba y se aclaraba su
garganta.
Marcus se detuvo a su lado, cruzando sus brazos. —Especialmente los
arreglos para dormir. Y no soy tan ingenuo como—
—¡Guau! —Interrumpí—. No es un tema en el que esté dispuesta a
profundizar.
Marcus me dirigió una mirada amable. —Tú eres mi sobrina y yo soy tu
guardián…
—Tengo 18.
—Y todavía eres demasiado— 255
— ¡Olivia! ¡Charla de baño!—Abrí la puerta, casi golpeando a Marcus.
Lanzando a mi tío una sonrisa rápida, me moví a su alrededor.
Página

Aiden tomó mi brazo. —Ten cuidado—


—Por supuesto. —Además de otros muriendo por fumar y ser recibidos,
es solo un lugar público de descanso.
Él todavía parecía querer escoltarme hacia allí, pero Marcus también
espiaba a Aiden como si quisiera golpearlo otra vez. Aiden me dejó ir y me
uní a las chicas en la acera.
— ¿Qué está sucediendo? —preguntó Olivia.
Miré sobre mis hombros. La boca de Marcus estaba volando a mil por
hora, y Aiden estaba parado allí, rígido y silencioso. Hice una mueca. —Ni
siquiera quieres saberlo.
—Probablemente tiene que ver con el hecho de que Aiden y tú estén
teniendo sexo —anunció Lea, cruzando sus brazos.
Mi mandíbula cayó.
—Lindo —Olivia apretó la suya contra su brazo—. El modo en que lo
escupes.
Lea se encogió de hombros. —Oye, es lo que es. Él es caliente. Yo lo
estaría haciendo con el cada cinco segundos.
—Está bien, gracias por compartirlo.
Olivia miró hacia nosotras. —Hablando de tener sexo como un conejo
poseído, ¿han escuchado de Jackson? No estaba en el Covenant
cuando… —Ella miró a su alrededor y bajó su voz–. Él no estaba allí
cuando Poseidón se volvió loco—
—No. Mi teléfono murió y no tengo un cargador. —Sus ojos se
estrecharon sobre el cielo nublado—. No sé lo que está haciendo. No
fuimos tan cercanos como ustedes creen. Al menos, no hablamos
mucho—
Olivia resopló.
—No creo que él esté con Seth y Lucian —dije mientras comenzábamos
a rodear la esquina del edificio de cemento.
—¿Por qué?—Olivia puso un rizo apretado detrás.
—¿Recuerdan cuando Jackson consiguió su golpiza en la cara? —Nos
detuvimos fuera de la puerta del baño, y pude sentir el olor del lugar. Las
chicas asintieron—. Estoy bastante segura que Seth le hizo eso.
—Mierda —murmuró Olivia mientras deslizaba la llave en la puerta—. 256
¿Por lo que Jackson te hizo en clase?
Asentí. Jackson había llevado el combate demasiado lejos, plantando
Página

su bota en mi cara —tenía una cicatriz pálida para probarlo— y estaba


segura que el Instructor Romvi lo había aguijoneado para hacerlo. Mientras
entrábamos al baño y yo buscaba alguna casilla decente, me pregunté si
Romvi aún estaba vivo.
Romvi había desaparecido después de que Linard le diera un
ultimátum al Ministro Mayor Telly, y Seth había perseguido a los miembros
de la Orden, ya que ellos eran nuestra verdadera amenaza. Tan terrible
como sonaba, si él había encontrado su final, yo no lo lamentaría
demasiado. Romvi tendría que venir por mi algún día.
El viaje al baño resultó sin incidentes, sin considerar que el riesgo de
pescar una enfermedad de mano, pies y boca pudiera ser un hecho.
De vuelta en el Hummer, con mi regazo lleno de Skittles33 y diversas
golosinas, estaba sorprendida por el hecho de que Medusa no hubiera
aparecido en el sanitario y tratado de comerme. Quizás este viaje no sería
tan malo.
Miré detrás de mí, donde Deacon y Luke estaban compartiendo unos
nachos. Los brazos de Marcus estaban extendidos a lo largo del último
asiento. Su mirada estaba enfocada en la parte trasera de la cabeza de
Aiden como si de alguna manera pudiera perforar agujeros a través de
ella.
Vale. Quizás este viaje no fuera tan malo para mí. Por otro lado, para
Aiden…
Moviéndome al frente, atrapé la mirada de Aiden y le ofrecí una
simpática sonrisa. —¿Skittles?
—Por favor.
Arrojé unos cuantos en su palma abierta, luego tomé las verdes.
Aiden sonrió hacia mí. —¿Sabes que no me gustan las verdes?
Encogiéndome de hombros, las puse en mi boca. —Las pocas veces
que te vi comerlas, dejaste las verdes atrás.
Deacon metió su cabeza entre nuestros asientos. —Hay amor
verdadero allí.
—Eso es. —La mirada de Aiden volvió a la carretera.
Me ruboricé como una pequeña colegiala y me enfoqué en las sobras
de los dulces hasta que Deacon se desplazó a su asiento. Le di todas las
rojas a Aiden. 257
Un par de horas después, luego de que alcanzáramos el apocalipsis del
tráfico fuera de Sioux Falls, el cielo abierto comenzó a oscurecerse y la
Página

noche estaba a solo unos minutos. Nudos se formaron en mi estómago


mientras pensaba en la distancia entre la Universidad y yo evaporándose.

33
Skittles: Es una marca de caramelos masticables de fruta producidos y comercializados por Mars.
Todavía estábamos a cuatro horas, pero eso no era nada luego de estar
tanto tiempo en el auto.
La Universidad estaba inmersa en las Black Hills de Dakota del Sur. No
cerca del Monte Rushmore, pero en la parte conocida como las Colinas
del Norte. Era un desierto fuertemente protegido, solo alcanzable en
vehículos como en el que estábamos. La gente tenía que saber que
estaban buscando para ver siquiera la entrada a la escuela.
Nunca había visto la Universidad en persona, pero sabía que parecía
como algo salido de Grecia. Como todos los Covenants, los mortales
creían que la escuela era parte de una élite, un sistema de educación sólo
con invitación. Aunque yo estaba algo excitada por ver la escuela, mis
nervios cantaban por una razón diferente.
Mi padre podría estar allí, o podría estar en camino hacia aquí.
La esperanza se disparó en mi pecho y me sentí mareada por unos
segundos. No pude saber que haría si lo veía, probablemente
abalanzarme y taclear al hombre, y esperaba que no chillara como un
bebé y me avergonzara a mí misma.
Sabía que no debería hacerme esperanzas. Mi padre quizás no
estuviera allí. Él quizás nunca se mostraría por allí. Podría estar muerto.
Mi estómago se hundió, y por un momento pensé que iba a vomitar.
La cosa era —y lo que estaba tratando de decirme a mí misma— que
no lo sabía. Y no había razón para preocuparse de cualquier manera. Y
tenía cosas más importantes en las que concentrarme, por ejemplo como
en el infierno convencería a un grupo de Centinelas y Guardias de tomar
el riesgo de morir contra Seth y un dios.
El teléfono de Aiden sonó, y la mirada en su cara mientras escuchaba
no era buena.
—¿Qué? —pregunte, sintiendo mi estómago caer de nuevo. Me
pregunté si tendría una úlcera….o si eso era posible siquiera.
—Lo tengo—dijo él al teléfono, y después lo apagó—. Nos están
siguiendo. 258
Me giré en mi asiento, igual que Marcus y Luke lo hicieron. Los faros del
Hummer de Solos estaban justo detrás de nosotros. Eché un vistazo. Detrás
Página

de varios autos había otro par de faros. No era una experta en esas cosas,
pero se parecía mucho a otro Hummer.
Los Centinelas y los Guardias amaban conducir Hummers. El más
grande era mejor y todo ese disparate probablemente era por otra cosa.
Los mortales también conducían Hummers, pero cada sentido estaba
diciéndome que era una cuestión del Covenant y no una amigable.
Mierda.
— ¿Por cuánto tiempo? —pregunté.
—Desde que pasamos Sioux Falls —replicó Aiden, sus ojos ojeando el
espejo retrovisor.
—Hay una salida cerca: tómala. Necesitamos bajarnos del camino
principal.
Marcus se tensó mientras se reclinaba, sacando una Glock. —Las
buenas noticias son que el camino estará libre de mortales. Las malas son
que los caminos estarán despejados.
No habría nadie alrededor para que nos preocupáramos por
exponernos, si ellos estuvieran incluso despreocupados sobre eso.
—Dile a Solos que nos siga —dijo Marcus—. Y que se acerque a
nosotros.
Mientras Aiden pasaba el mensaje a Solos, mantuve mis ojos pegados
al camino extendido detrás de nosotros mientras golpeábamos la rampa y
volábamos hacia el oscuro, camino de regreso. Entonces vi lo que Aiden
no había dicho, y lo que Marcus debió reconocer una vez que Solos se
movió en el otro lado.
No era solo un Hummer; eran dos, y estaba segura que ambos estaban
cargados.
Doble mierda.
Luke estaba intentando tener una mejor vista. —No podemos dejarlos
informarles, chicos. Si no lo han hecho ya. Estamos demasiado cerca de la
Universidad.
—¿Entonces ustedes piensan que son de Lucian? —preguntó Deacon,
agarrando el respaldo de mi asiento.
Aiden asintió. —Todo está bien, sin embargo. Tenemos esto.
La fuerza en sus palabras, la determinación de sacar a todos de esto,
era tan propio de él. Sin importar qué, él lo afrontaba juntos. Quizás le 259
faltaban uno o dos tornillos, pero él resistía los golpes y nunca se daba por
vencido. No conmigo. No con su hermano. Y nunca con la vida. Dioses, no
Página

es de extrañar que amara a este hombre.


Mientras lo miraba y veía la dura resolución en las líneas de su llamativo
rostro, me di cuenta de algo. Realmente, fue como ser golpeada por un
camión de siete toneladas.
Necesitaba ponerme mis bragas de chica grande, como, de verdad.
Deacon estaba en lo cierto. Una parte de mi había aceptado que mi
muerte sería inevitable desde que dejé el Inframundo, que en el final el
destino encontraría una forma de ganar. Yo, lo sentí de esa manera, lo
creí. ¿Yo? La chica quien decía demasiadas veces “vete a la mierda” a
todo, especialmente al destino.
Santa mierda…
Algo aturdida, miré el frente del vehículo. Yo era mejor que esto, mejor
que revolcarme en mi propia lastima. Y yo era un infierno mucho mejor
para no permitir al destino controlarme. No era débil. Nunca he sido una
cobarde antes. Nací para ser la guerrera extrema. Entonces si alguien
podría salir caminado ilesa de esta situación, debería ser yo.
Sería yo.
Porque era una luchadora. Porque no renuncié. Porque yo era fuerte.
Mientras la parte delantera del Hummer de Solos alcanzaba la mitad
del nuestro, sonó una clara explosión y su auto repentinamente se sacudió
hacia la izquierda.
—Santa mierda — jadeó Deacon—. Están disparándonos.
Nuestro vidrio posterior explotó. Cristales estallaron y llovieron por el
auto. Me giré en mi asiento encontrando que Luke tenía a Deacon
aplastado contra el asiento. No ví a mi tío.
—¿Marcus?
—Estoy bien —gritó él.
—Alex, agáchate. —Aiden mantuvo un fuerte control sobre el volante
con una sola mano mientras me alcanzaba, tomando mi brazo y
tirándome abajo.
Marcus se levantó y devolvió el fuego en una sucesión rápida.
Neumáticos chillaron; el Hummer a nuestro lado se sacudió otra vez, y
luego voló a un costado con un rugido. No podía creer que estuvieran
disparándonos ahora. Y entonces lo capté. A ellos no les importaba nadie
en el vehículo. Sabían que yo sobreviviría al choque de una forma u otra.
Ellos seguirían disparando hasta que nos hicieran chocar. 260
Otro disparo, y la ventana del lado de Aiden explotó. Fragmentos de
vidrios volaban por los costados, bañándonos a Aiden y a mí. Él hizo una
Página

mueca, y yo estaba tan harta de esto.


—Detén el auto —dije.
—¿Qué?—La mano de Aiden presionó en mi espalda mientras
aceleraba, poniendo algo de distancia entre nosotros y el vehículo lleno
de psicópatas.
Luché para levantarme. —¡Para el auto!
Él me miró, y los dioses sabrán qué vio en mis ojos, pero maldijo por lo
bajo y se desvió hacia un costado. Los otros vehículos dispararon al
pasarnos, el sonido de sus ruedas frenando en el pavimento.
Antes de que Aiden pudiera detenerme, abrí la puerta. Otra maldición
explotó de él y escuché a Marcus gritar—: ¿Qué diablos?
Me deslicé fuera del Hummer, manteniéndome abajo. Había una daga
atada a mi muslo, pero no era eso lo que necesitaba.
Aiden salió por el lado del pasajero, sus ojos fijos en mí. Tenía un arma
en una mano. — ¿Qué estás haciendo?
—Buena pregunta. —Luke empujó a Deacon sobre el terraplén. —
Detenerse no parece ser lo más inteligente.
—No puedo creer que están disparándonos. ¿A nosotros?—Deacon
comenzó a incorporarse.
—¿Qué está mal—
—¡Quédate abajo! —Aiden se volvió mirando a Luke—. Mantenlo a
salvo.
—Lo sé. —Luke puso a Deacon abajo y detrás de él—. Nada le pasará.
Solos se detuvo más adelante y todos ellos salieron del auto
manteniéndose del lado del pasajero. Lancé un suspiro de alivio y
entonces fui hacia el frente del Hummer.
— ¡Alex! —Aiden me siguió agazapándose— ¿Qué estás—
Los dos vehículos habían dado la vuelta y estaban cerca de nosotros.
Realmente no había tiempo para pensar sobre lo que iba a hacer. Usando
la velocidad que todos los mestizos tenían, y el empuje extra del Apollyon,
me lancé hacia el parachoques y dentro de la línea.
Aiden escupió una grosería.
Estaba bañada en luces mientras alzaba mi mano, invocando al
elemento del aire. Fue como desbloquear una puerta dentro de mí. Poder
se precipitó desde mi interior y se extendió, deslizándose sobre mi piel. El
aire barrió la carretera, soplando más allá de mí, más rápido y más fuerte 261
de lo que un puro podría. Los vientos huracanados se estrellaron en el
primer Hummer.
Página

Se levantó en dos ruedas, las llantas girando en el aire mientras los faros
atravesaban el cielo oscuro. El Hummer se sostuvo allí un segundo, y luego
se volteó sobre el segundo vehículo. A través del aire se ladeó una y otra
vez; algo fue arrojado desde una de las ventanas, una persona quizás.
Los cinturones salvan vidas.
El primer Hummer yacía sobre su techo. El metal crujía y gemía, luego
cedió. El otro dio vueltas hacia la derecha para evitar una colisión directa.
Volaban chispas de color ámbar.
Las puertas del segundo se abrieron y conté seis Centinelas vestidos de
negro. Eran mestizos, jugando en el lado equivocado del campo.
Uno avanzó, y lo lancé contra los gruesos olmos que cubren el camino
con un giro de mi muñeca. Hubo un chasquido nauseabundo al impactar
que diría que ese estará fuera de servicio por un tiempo.
Un segundo arrojó dos dagas del Covenant mientras se dirigía
directamente hacia mí. —Ven con nosotros y dejaremos vivir a tus amigos.
Ladeé mi cabeza y sonreí. —Bien, ¿no está ese dicho muy quemado
ya? ¿Qué tal esto? Váyanse y quizás yo los deje vivir.
Aparentemente el Centinela no entendía inglés, porque se abalanzó
sobre mí. Me moví al costado, estirándome y agarrándolo. Lo llevé hasta
abajo hasta que mi rodilla se levantó, haciendo contacto justo sobre el
codo. Huesos se quebraron y el Centinela gritó. Balanceándome detrás de
él, tomé su otro brazo y lo torcí. Su espalda se inclinó y la daga cayó al
suelo.
Marcus apareció frente a nosotros. Sin parpadear empujó una daga
dentro del pecho del Centinela. El hombre ni siquiera hizo un sonido.
Lo solté, y su cuerpo cayó en la calle.
Mis ojos encontraron a los de mi tío. Un segundo después tenía su Glock
lista y apuntando. Estaba tan cerca que vi la pequeña chispa mientras
jalaba el gatillo. Jadeando, me di la vuelta.
La bala golpeó entre los ojos de una mujer Centinela.
—Caray —dije, retrocediendo.
—Ellos saben que no pueden matarte. —Marcus agarró mi brazo y me
condujo hacia el Hummer—. Pero creo que quieren llevarte, no importa
cuál sea tu condición.
—Estoy comenzando a ver eso.
Solos y Aiden estaban ocupados con dos Centinelas. Detrás de mí, vi 262
que Olivia y Lea tenían arrinconados a dos más. Mi atención se fijó en el
Hummer destruido.
Página

Había mestizos en ese auto, y como esperé, no estaban fuera de


combate. Otros seis salieron. Sintiendo el impulso de la adrenalina
construyéndose me desplacé hacia adelante con Marcus justo detrás de
mí.
Alcancé a un Centinela, tomando la daga con mi mano derecha. Él
salto hacia mí, pero pasé debajo de él más rápido de lo que los ojos del
mestizo pudieron moverse. Balanceándome alrededor, lo alcancé en la
espalda con mi bota y el cayó sobre una rodilla. Algo dentro de mí se
apagó mientras tomaba su cabello y traía su cabeza hacia atrás. Estos no
eran Centinelas. Eran enemigos, como los daimons. No pude pensarlo de
otra manera. Empujé la daga con un golpe limpio y rápido.
Escuchando pasos apurados detrás de mí, giré y me tiré hacia un lado
pasando muy cerca de un gran puño. Saltando en el aire, golpeé y mandé
una desagradable espero que alguien vea esta patada rápida.
El Centinela golpeó el piso, sonando como si fuera más que una
mandíbula rota. Moviendo la daga, comencé a caminar. Hombre, como
que extrañaba pelear con Apolo. Deberíamos ponernos al día…
Manos tomaron mis hombros y fui tirada hacia atrás. Golpeé el
pavimento. Dolor quemé por mi columna y miré hacia arriba, asombrada.
Un Centinela de piel oscura miraba hacia mí. —Tu podrías hacer esto…
—Sus palabras fueron apagadas. Algo húmedo y tibio se expandió en el
aire. Su cuerpo fue a una dirección y su cabeza en la otra.
Me puse de rodillas, forzando a mi boca a cerrarse ante la urgencia de
gritar.
Olivia dio un paso atrás, su mirada moviéndose de mí a la daga. —
Eso….eso no fue nada parecido a lo que enseñan en clase.
Levantándome, sacudí mi cabeza. ¿Era esta la primera vez que Olivia
luchaba? Para que su primer muerte fuera otro Centinela…No sabía que
decir. Y no teníamos tiempo para una sesión de terapia.
Mandíbula Rota se estaba parando. Él giró, su daga arqueándose. Sentí
la hoja afilada a lo largo de mi estómago.
Aiden apareció detrás de él y apretó los lados de su cabeza. Hubo un
giro rápido, otro sonido de regreso y se repitió nuevamente una y otra vez,
y entonces el Centinela cayó.
Los ojos de Aiden encontraron los míos y eran del color del acero. —A 263
pesar de que el despliegue de poder es caliente como el infierno, trata de
no quedarte nunca más en medio del tráfico.
Página

Empecé a responder, pero una sombra se deslizó detrás de él. Mi


corazón se detuvo. —¡Aiden!
Antes de que pudiera siquiera levantar una mano, él se desplazó como
el viento, lanzando la daga. Se enterró dentro del pecho del Guardia
vestido de blanco cernido sobre él tirándolo hacia atrás. Lanzándose hacia
adelante liberó la hoja antes de que el Guardia colapsara, y luego lo
lanzó otra vez, alcanzando al otro Guardia quien había arrinconado a
Solos.
Diablos. Aiden era un ninja rompe traseros.
Solo un par de minutos habían pasado y pensamos que habíamos
tenido suerte, pero faros acercándose nos advirtieron de que no era así.
—Olivia, alcanza a Lea y vayan hacia el otro lado del auto.
Su mirada cayó otra vez sobre el Centinela muerto y luego asintió,
marchándose. Tomó el brazo de Lea y la empujó hacia donde Luke y
Deacon comenzaban a salir de la orilla.
Un sedán se detuvo detrás del Hummer destrozado. Ocultando la
daga, troté hacia el coche justo mientras bajaba la ventana del
conductor. Un mortal de mediana edad miró la escena con creciente
horror. —Oh, mi Dios —dijo él, tomando un teléfono—. Puedo llamar por
ayuda—¿ese es un cadáver?
Me agaché, forzando al mortal a que me mirara. —No hay nada que
ver aquí. No veras nada mientras te alejas. Irás a casa y…besarás a tu
esposa o lo que sea.
El mortal parpadeó lentamente y luego asintió. —No estoy casado.
Ops. —Eh, ¿tienes una novia?
El asintió, los ojos fijos en mí.
—Vale….entonces la besarás y le dirás… ¿que la amas? —Dioses, yo
apestaba en las compulsiones—. Como sea, vete. No está pasando nada
aquí. Continúa.
Mientras el auto pasaba, me giré para encontrar a Solos mirándome. —
¿Qué? —demandé.
—¿Le hiciste un truco de mente Jedi34?
Una gran sonrisa empujó en mis labios. —Siempre quise decir eso.
—Queridos dioses —murmuro él, volviéndose.
Encogiéndome de hombros, lo seguí y pasé a Aiden. Él estaba
deteniéndose en cada cuerpo, pasando dos dedos sobre las formas 264
inmóviles. Miré mientras las chispas volaban de sus dedos y viajaban sobre
los cuerpos con una velocidad innatural. Llamas violáceas cubrieron a los
Página

34 Aunque no me parece que haga falta aclararlo, Solos se refiere a Star Wars donde en una de las
películas uno de los Jedi convence a un enemigo de que no hay nadie y que se vaya, esa frase es
FAMOSA.
caídos, y en minutos nada quedó excepto cenizas. El aire se llenó con el
aroma picante de la sangre, carne quemada y metal.
Dakota del Sur jamás había olido tan asquerosa.
Cuando Aiden se dirigió hacia los dos Hummers, me volví y vi un cuerpo
cerca de la cola de nuestro auto. Tragando el sabor amargo
construyéndose en mi garganta, fui hacia el Centinela y me arrodillé. Tan
débil como sonaba, no pude mirar a su cara mientras pasaba mi mano
sobre el hombro inmóvil. También se convirtió en cenizas.
Con el corazón pesado, me paré. —Lo siento.
Aiden regresó, tomando mi mano. — ¿Estás bien?
Asentí. —¿Tú?
—Sí. —Su mirada se movió hacia la pila de cenizas y su mano apretó
más fuerte—. Necesitamos continuar.
En el otro lado del Hummer, dos Centinelas estaban en sus rodillas ante
Solos en la grava. Reconocí a uno de ellos como el chico que había
arrojado contra los árboles. Ambos estaban magullados y ensangrentados.
—¿Quién es el dios detrás de esto? —demandó Solos.
Uno alzó su cabeza y escupió un chorro de sangre. El chico árbol rió.
—¿Dije algo gracioso? —Solos se arrodilló ante él—. No lo creo.
Preguntaré una vez más. ¿Quién es el dios detrás de esto?
—Mátanos ahora, porque no vamos a hablar. —El chico árbol levantó
su cabeza y su mirada se fijó en mí—. Ustedes chicos no pueden ganar
esto. Ellos van a cambiar el mundo, y si se quedan en su camino, los
destruirán.
Di un paso adelante. — ¿Por “ellos” quieres decir Seth, Lucian y este
dios? ¿Te das cuenta de que ni uno de ellos ofrecería su trasero desnudo
por los mestizos, cierto?
Chico árbol rió otra vez, el sonido roto y astillado. — ¿Y te das cuenta tú
que no puedes escapar de él, Apollyon?
Ira se encendió. —Pienso que estoy haciendo un buen trabajo en
mantenerme lejos de Seth, cara de idiota. 265
El otro Centinela arqueó una ceja. —¿Crees que estamos hablando del
Primero? —Él rió—. No tienes ni idea de en lo que estas parada, pequeña.
Página

Esto es más grande que tú y el Primero, más grande que un simple puesto
en el Consejo.
Un escalofrío corrió a través de mi columna y tomé involuntariamente
un paso atrás. —¿Qué es?
Ninguno de los hombres respondió. No dijeron nada mientras Solos les
preguntaba sobre los planes de Lucian. Marcus intervino entonces, pero
cuando uso la compulsión en ellos, se mantuvieron callados.
—No van a hablar —dijo Marcus, las manos apretadas en sus
costados—. O es una compulsión más fuerte que la de un puro, o su
lealtad es ciega. De cualquier manera, estamos perdiendo un tiempo
precioso y arriesgándonos demasiado.
—No podemos dejarlos ir —dijo Aiden quedamente.
Mi corazón se hundió un poco a pesar del hecho de que, si les
diéramos una oportunidad, estos dos hombres cortarían la garganta de
aquellos hombres parados cerca mío. Eran jóvenes, quizás unos años más
grandes que yo. Demasiado jóvenes para estar aquí, a punto de morir.
Pero Aiden tenía razón; no podíamos dejarlos ir.
Marcus se reunió rápidamente con Deacon y los otros, llevándolos
detrás del Hummer destrozado que Solos había estado manejando.
Todavía podía conducirse, pero llamaría la atención si lleváramos esa cosa
durante del día.
Posando mi mano sobre el brazo de Aiden, me giré hacia él. —Yo
puedo.
—No. —Él usó esa voz que yo había llegado a detestar y respetar, el
tono de no respondas—. No harás esto.
Laadan, quien había quedado fuera de la pelea con Deacon, se
volvió.
Yo también quería hacerlo, porque una ejecución era la última cosa
que quería ver, pero mientras Aiden se liberó de mi lado y se dirigió hacia
ellos, me obligué a mí misma a quedarme. Si él tenía que hacer esto,
entonces yo debía verlo. Era todo lo que podía hacer, y lo mínimo.
Aiden se movió tan rápido como un relámpago. Las muertes fueron
limpias y rápidas. No lo sintieron. Sus cuerpos cayeron hacia adelante,
separados de sus cabezas.
No importa cuán rápido e indoloro Aiden lo había hecho, yo sabía que 266
él sentiría esto en las profundas esquinas de su alma por mucho tiempo
más.
Página
Treinta y uno
Traducido por Dafne
Corregido por MaryJane♥

D
e vuelta en la autopista, traté de no dejar que el fresco viento
que golpeaba en mi cara me pusiera de los nervios. Las cosas
podrían ser peor. La gente que me importaba podría haber
muerto. Ellos podrían ser como esas desafortunadas almas que habíamos
echado abajo como perros rabiosos
Ahora mismo, teníamos todo bastante bien, con la excepción de la
espeluznante advertencia que el Centinela nos dio, que me dio.
Mirando a Aiden por la centésima vez desde que volvimos al auto,
mordisqueé mi labio inferior.
—¿Un centavo por tus pensamientos? —dijo él, sin quitar sus ojos de la
carretera.
Tomé una respiración profunda. —Entonces, sabemos que el dios es un
él, y aparentemente no sé por qué estoy participando.
—¿Sabe alguno de nosotros por qué estamos participando? —comentó
Luke secamente.
—No creo que lo hagamos —dije, mirando a la oscura extensión de la
carretera—. ¿Fui solo yo, o sonó como si fueran leales al dios, y no a Lucian
o Seth?
—Ese fue el modo en que sonó para mí— dijo Aiden.
—A no ser que su lealtad provenga de una compulsión —Marcus sonó
cansado—. Pero no importa. La lealtad solamente es tan mala como
compulsión (se refiere a que una lealtad proveniente de una compulsión es
igual de mala). El resultado final es el mismo.
267
Asentí. —Me pregunto si Lucian o Seth saben. Quiero decir, sé que no
importa, pero Seth y Lucian tiene egos del tamaño de un dios. ¿Si ellos
Página

creen que tiene el complete control sobre su ejército o lo que sea, pero en
verdad no lo tienen? Eso no va a ser lindo.
—¿Quién sabe cuánto saben realmente? —Aiden agarró el volante tan
fuerte que sus nudillos se aclararon. —. Este dios puede estar prometiéndole
a Lucian la cabeza del Consejo o los dioses saben que otra cosa.
Y Seth, bueno él… él podrá tener todo lo que él quiera.
Calientes e incómodos nudos retorcieron mis tripas. Seth había dicho la
misma cosa, pero lo que él quería—amor y aceptación—nunca lo tendría
de esta manera. Iba a ser una caricatura de la verdadera cosa. Un día,
probablemente él se daría cuenta de eso, podría ser demasiado… para
todos nosotros.
Y dioses, él merecía algo mejor que esto. Sabía que no debería pensar
eso, pero lo hice.
Dejando salir un lento respiro, incliné mi cabeza hacia la ventana del
pasajero y observé el borrón de los oscuros árboles. La mayoría de Dakota
del Sur era una pradera, pero las Black Hills eran totalmente algo más. Los
árboles se apiñaban juntos, tan densos que nadie podía ver lo que
descansaba más allá. En algún lugar arriba, la Universidad estaba
extendida a través de una de las más grandes praderas montañesas.
—¿Creen que Apolo les está diciendo todo lo que él y los otros dioses
saben? —La voz de Deacon rompió el silencio.
Resoplé. —Creo que Apolo nos dice lo que él cree que necesitamos
saber cuándo él quiere.
—Los dioses son tan imbéciles —murmuró Deacon, reclinándose.
Marcus actualmente se rió, y pensé que el mundo estaba llegando a su
fin. —Son arrogantes — dijo él—. Ese es el problema. Con la arrogancia
viene una gran ceguera.
Era más bien gracioso escuchar eso, porque pensé en tres ratones
ciegos, pero era verdad. Todas las partes involucradas eran bastante
arrogantes. Los dioses sabían que yo tenía una dosis saludable de eso.
—Ninguno de ellos cree que alguien verdaderamente de un paso en
contra de ellos, ni siquiera uno de los suyos. —Marcus suspiró—. Su
arrogancia los llevó a esto. 268
Todos cayeron en silencio después de eso, perdidos en sus
pensamientos. Estaba haciendo una lista mental de todos los dioses,
Página

tratando de descifrar quien ganaría para el Más Arrogante. En serio, podría


ser cualquiera de los dioses hombres: Hades, Poseidón, Zeus, Ares, e incluso
Apolo. Incluso era posible que no fuera uno de los principales, sino una
deidad menor cansada de ser empujada alrededor. Era como buscar a un
chico borracho en especial en una fiesta llena de chicos borrachos—
imposible. Las buenas noticias era que al menos sabíamos que era un “él”,
a menos que el Centinela estuviera jugando con nosotros.
Cerrando mis ojos, expiré lentamente e hice una mueca de dolor. Mis
sienes latieron violentamente. Era como tener un dolor en toda mi cara y
no tenía idea de cuánto tiempo pasaría antes de que fuera momento de
tener otro chat con Seth.

***
Me paré. —Santa…
—Mierda —susurró Deacon sobre mi hombro.
El silencio calló, denso y pesado mientras todos en el auto no
sentábamos y mirábamos fijamente. Sabía que la misma cosa estaba
pasando detrás de nosotros en el otro Hummer. Ninguno de nosotros sabía
que decir.
El horror me devoró. Esto… nada de esto había sido esperado.
Alrededor de una hora antes, Aiden había encontrado el estrecho carril
que se parecía un camino de acceso de incendios, pero que en realidad
era la larga entrada de cinco milla a la Universidad. Hicimos en el camino
rocoso alrededor de media milla cuando el paisaje había cambiado de un
grupo de árboles de enebro a… una escena sacada de Red Dawn35.
Los faros de nuestros autos arrojaron luz en una escena espantosa.
Hummers abrasados abarrotaban los lados de la carretera, descansando
contra árboles igualmente carbonizados y el suelo quemado. Había
tantos—media docena de esqueletos crujientes de autos. No podría decir
si había cuerpos en ellos, no desde esta distancia.
Tragué. —Aiden…
Él puso una mano en mi brazo. —Podrían ser Centinelas intentando
infiltrarse en la Universidad. 269
Parpadeando rápidamente, sacudí mi cabeza. Tenía un mal, mal
presentimiento sobre esto. Llámalo sentido-arácnido o lo que sea, pero no
Página

era bueno.
—¿Podemos, como, llamar con antelación? —dijo Deacon en una voz
silenciosa—. Quiero decir, nos están esperando, ¿correcto?

35
—Lo están — Aiden echó un vistazo a su hermano menor—. Está bien.
Lo prometo. Nada va a pasar.
—No puedo conseguir una maldita señal en absoluto. —Marcus miró a
su móvil como si pudiera desearlo dentro del Tártaro—. Nada en absoluto.
—Echó una ojeada hacia arriba, sus ojos duros como gemas—¿Alguno de
ustedes?
Aiden chequeó su teléfono. —No
Mojé mis labios mientras mi mirada caía de vuelta en los vehículos
calcinados. Mi corazón palpitaba con fuerza y mi cabeza dolía. —Debe
haber un montón de puros que manejan el fuego todos …
—Sin duda —murmuró Aiden, ambas cejas levantándose.
Solos apareció en el lado de Aiden del auto, corriendo una mano a
través de su coleta. En las sombras, su cicatriz era menos visible. —¿Crees
que el Covenant hizo esto? —Gesticuló hacia los vehículos—. ¿Su versión
de seguridad antorcha?
—Es posible — replicó Aiden, pero no estaba segura de si él lo creía.
—No puedo agarrar nada de ellos, así que estoy asumiendo que tú no
puedes, tampoco, ¿correcto? —Cuando Aiden asintió, Solos cruzó sus
manos detrás de su cabeza y las estiró tanto que su espalda se arqueó—.
Supongo que tendremos que hacerlo a través.
—Podemos por lo que puedo ver. — Aiden se reclinó, rasgueando sus
dedos fuera del volante—. Tendremos que ir lento.
Mientras miraba a los dos Centinelas, sabía en mi corazón que Aiden y
Solos no querían hacer esto. Estábamos ciegos ante lo que se avecinaba.
Podía ser una banda asesina de osos pardos, o una legión de Centinelas
esperando para eliminarnos. Simplemente no sabíamos.
Solos suspiró y dejo caer sus armas—Bueno, supongo que haremos esto.
—No tenemos realmente otra opción —Aiden cambió las marchas de
vuelta a conducir—. Hagamos esto.
Con un brusco asentimiento, Solos trotó de vuelta a su vehículo. Me
retorcí en mi asiento mientras el Hummer se sacudía hacia delante. Era 270
como conducir sin un bote a través de una tienda china. Gracias a los
dioses que Aiden estaba conduciendo porque hubiera surcado a través
Página

de los restos de la primera curva cerrada.


Más autos quemados yacían a un lado de la carretera cada tantos, y
con cada uno que pasábamos, las marcas de quemaduras lucían más
recientes, el olor acre más denso… como si cada vez que alguien trataba
de llegar a la Universidad, lo hacían un poco más que el grupo antes que
ellos. Y más lejos arriba, llamas de un profundo naranja se arrastraban a
través del capó de un Hummer, lamiendo el aire lleno de humo.
Oh, esto no era para nada bueno.
— ¿Cómo sabremos que son amigos? — preguntó Deacon, pensando
a lo largo de la misma línea que yo. Se inclinó entre los dos asientos, su
cara pálida—. Aiden, deberíamos parar—
Aiden frenó de repente, pero no por lo que Deacon estaba diciendo.
Escombros estaban esparcidos a través del acceso a la carretera,
obstruyendo el carril. Tan lejos como podía ver había dispersos esqueletos
de autos. Muchos de ellos seguían ardiendo, brillando en un rojo infernal en
la oscuridad previa al amanecer. La tierra apocalíptica era algo extraído
de nuestras pesadillas.
—Dioses —murmuró oscuramente Aiden.
Mi estómago se retorció en nudos mientras desabrochaba mi cinturón
de seguridad. —Esto no es bueno.
Nadie dijo nada por varios momentos, y luego Marcus habló. —
Tendremos que caminar desde aquí.
—¿Cuántas millas? —pregunté.
—Estamos alrededor de tres millas afuera —Aiden apagó el motor,
dejando los faros encendidos.
Todos salimos del Hummer, echando miradas ansiosas a todos los
coches quemados que nos rodeaban, sintiéndonos como si estuviéramos
conduciendo alrededor con una enorme diana encima.
Rápidamente, nos armamos con dagas, hojas curvas, y Glocks.
Mientras me ataba una pistola, miré encima de mi hombro y vi que el
grupo de Solos estaba haciendo lo mismo.
Nos veíamos como si estuviéramos preparando para una Guerra como
veníamos juntos entre dos Hummers. En una manera, lo estábamos—lo
estuvimos todo este tiempo. Estábamos en guerra.
Un repentino escalofrío serpenteó su camino debajo de mi piel. Nos
colocamos en un círculo, los nueve de nosotros, silencioso con la 271
excepción de pinzas de titanio golpeando en su lugar, dagas estallando
contra nuestros lados. Éramos nueve. Pero de alguna manera—en una
Página

manera que no podía explicar pero sabía que era la verdad—sabía que
no íbamos a regresar como nueve. Con una fría realización, miré a las
caras de los que me rodeaban. Algunos habían sido extraños virtuales,
otros enemigos hasta hace poco, y unos pocos que consideraba amigos
desde el primer día.
Y entonces estaba Aiden.
Tomé un aliento, deseando poder olvidar el sentimiento fatídico que
tomaba residencia alrededor de mi corazón. Pero las sombrías caras de
aquellos que me rodeaban me dijo bastante que no era la única que
estaba pensando la misma cosa en ese momento.
Como una unidad, los nueve volteamos. Espectrales, trémulas llamas
iluminaban la carretera al frente. El peso de las dagas y pistolas era
tranquilo y terrenal. No teníamos idea de lo que no esperaba delante, otro
que una gran, pesada incógnita, y más como un gran, pesado golpe en la
cara. La gravedad de eso estaba matándome—matándonos.
Cuadré mis hombros. —¡Liberen al Kraken!36
Unos cuantos pares de ojos se fijaron en mí.
—¿Qué? —Di un ladeado encogimiento de hombros—. Siempre quise
gritar eso desde que vi esa película. Parecía el momento perfecto.
Aiden rió.
—¡Vean! Por eso es que lo amo —le dije al grupo—. Él se ríe de la
estúpida mierda que sale de mi boca.
En respuesta, Aiden se inclinó sobre y presionó sus labios contra mi sien
—Mantente hablando sobre amarme —murmuró— y vamos a traumar a
algunos de estos chicos de por vida.
Me ruboricé color rojo remolacha.
Alguien aclaró su garganta. Otro gimió, pero estaba sonriendo mientras
dejaba que mi mirada volviera a la carretera. Bromas fuera, todos estaban
esperando por la persona que diera el primer paso, así que lo hice. Y
entonces todos nosotros lo hicimos.
Nuestros ojos se adaptaron a la oscuridad, pero me quedé al lado de
Aiden, quien estaba pegado cerca de Deacon y Luke, mientras
cuidadosamente hacíamos nuestro camino alrededor de las carcasas de
los vehículos. No miré dentro de ellos, absolutamente rechazándolo,
porque había un cierto hedor en el aire...
La noche estaba espeluznantemente silenciosa con la excepción de 272
nuestros pasos. En Dakota del Sur, esperé oír la escalofriante llamada del
león de la montaña, la carrera precipitada de diminutas criaturas, y el
Página

graznido de las aves que probablemente podrían arrebatar a un bebé,


pero no había nada.
Silencio de muerte.

36
Referencia a Piratas del Caribe, una serie de películas sobre piratas.
El extraño zumbido no se fue lejos después de que empezamos a hacer
un buen progreso, cubriendo alrededor de dos millas. Los coches
destruidos en desorden en la carretera no necesitaban ayuda. Había
tantos de ellos.
—Dioses —susurró, parando al lado de uno de los pilares a la brasa—.
Oh, mis dioses…
Me dije a mi misma que no mirara a lo que obviamente la horrorizó,
pero raramente escuchaba a esa pequeña voz del sentido común. Me di
la vuelta y casi suelto las hojas curvas.
Detrás del carbonizado volante de un Hummer había un cuerpo… o lo
que quedaba de uno. Quemados, ennegrecidos dedos todavía
agarraban el volante. Nada más sobre el cuerpo era distinguible. Podría ser
un hombre, una mujer o una hidra. Y no estaba solo. Había restos
carbonizados en el asiento del pasajero... y en los asientos traseros.
Alguien aspiró en un agudo aliento. —Las placas están quebradas, pero
esas son etiquetas de New York.
—Dioses — dijo alguien más.
La gente estaba retrocediendo, verificando las placas en los autos que
habían recibido menos daño, pero ya lo sabía en mi corazón. Estos no eran
Centinelas de Lucian viniendo a pelear. Estos eran gente—puros y mestizos
inocentes—buscando refugio.
En el asiento más lejano del Hummer, algo quedaba de la ropa, solo
pedacitos y piezas de material chamuscado, pero el color era un
profundo verde-bosque. La toga del Concilio, me di cuenta lentamente.
La toga de la maldita-madre del Concilio.
De repente me di cuenta de que era realmente una buena cosa que
hubiéramos ido fuera de esos malditos Hummers, porque esta gente—
estaba atrapada. Y toda esta carretera era nada excepto un cementerio.
—Necesitamos irnos de aquí —ordenó Aiden, y mi corazón se cayó—.
Necesitamos irnos ahora.
Lea girando en círculos. —¿Pero a dónde vamos a ir? Esto tiene— 273
Una bola de ardiente luz desgarró la oscuridad de adelante, causando
un escalofriante brillo sobre los escombros y la quemada, retorcida tierra.
Página

Voló pasando el auto del que me mantenía cerca, directamente a un


pequeño enebro (o cedro de Virginia), envolviéndolo en llamas y espeso,
amargo humo.
Salté. —Santo…
Todo pasó tan rápido. Bolas de fuego que parecían venir de los cielos,
caían en lluvia sobre nosotros. Todos se dispersaron, dividiéndonos en
pequeños grupos mientras nos movíamos fuera de la carretera e íbamos
dentro del terreno irregular. Una mano encontró la mía—Aiden—y estaba
corriendo con él y su hermano. Luke estaba detrás de nosotros. En
segundos, perdí la pista cualquiera de los demás.

274
Página
Treinta y dos
Traducido por Ysandre
Corregido por Dafne

E
stábamos corriendo, huyendo.
El fuego seguía cayendo, salpicándose fuera de la tierra,
haciendo temblar el suelo. Fue un caos, ya que pasó por encima
de las pequeñas colinas, golpeando el suelo cada vez que el cielo se
iluminaba y otra andanada de fuego llenó el aire.
¿Y dónde diablos estaba Apolo-apareciendo-cuando-menas-lo-
esperas cuando más lo necesitábamos? Claro, él podía parecer cuando
estaba a punto de conseguir algo de tiempo besuqueo con Aiden, pero
oh no, cuando en realidad lo necesitábamos, no estaba en ninguna parte
para ser encontrado.
Empecé a trepar, pero Aiden me detuvo. — ¡Tengo que encontrar a
Marcus! ¡Y a Olivia! ¡Ladaan—
—No. —Su agarre se apretó—. ¡No saldrás corriendo en medio de todo
esto!
En el suelo, junto a mí, Lucas gimió. —Creo que... mi brazo está en
llamas.
—¿Qué? —Me di la vuelta hacia él, agarrando la parte trasera de su
camisa, consciente de Deacon trataba de trepar por delante de su
hermano. Poniéndolo de espaldas, me estremecí mientras otra explosión
caía demasiado cerca—. Dioses...
Su brazo derecho tenía una innatural y brillante sombra de color rojo
desde el codo hasta la muñeca. Los parches ya habían comenzado a
burbujear. Él me dio una sonrisa temblorosa. —Bueno, he estado
275
esperando un bronceado.
Me quedé mirándolo, y luego Deacon se disparó a nuestro alrededor,
Página

agarrando la parte delantera de la camisa de Lucas. Antes de que


pudiera pronunciar una palabra, Deacon se plantó frente a él. Yo me retiré
a un lado, respirando con dificultad.
Luego Deacon levantó la cabeza, con los ojos muy abiertos. —Nunca
me vuelvas a asustar así de nuevo. ¿De acuerdo?
Luke asintió lentamente.
—¿Qué pasa con los hermanos St. Delphi y su atracción por los
mestizos? —gruñó Solos, golpeando la colina cerca de nosotros. Laadan
estaba con él, su pelo cayendo suelto de un moño pulcro, sus pantalones
ensuciados y chamuscados. —No me malinterpreten —continuó—. Al ser
un mestizo y todo, estoy totalmente a favor de apoyar la igualdad de
amor, igualdad de derechos, abajo con la Orden Racial y bla, bla, bla.
—Sólo tenemos buen gusto —replicó Aiden, mientras miraba por
encima del hombro al Centinela mestizo—. A diferencia de algunos...
Solos resopló.
—¿Sabes dónde están Marcus y las chicas? —le pregunté, mirando el
momentáneo cielo en calma—. ¿Los viste?
Él asintió. —Están en el otro lado de la carretera, en una zanja. Están
bien. —Solos miró a Laadan—. Ella salvó mi atractivo trasero-rojo, ¿sabes?
Una bola de fuego se dirigía directamente hacia mi cabeza, y ella sólo la
arrojó lejos con el aire.
Laadan negó. —No fue nada.
—Fue algo—
Un profundo grito rompió el aire, como un coro de gritos de batalla. Un
sonido que nunca había oído antes. No era humano; no era animal, pero
era una mezcla retorcida y repugnante de ambos. De repente se hizo más
que evidente lo que se avecinaba.
Autómatas de Hefesto.
No tenía sentido. Se suponía que iban a ser la protección de los
Convenants. ¿Nos consideraban una amenaza? Bueno, obviamente sí, ya
que estaban tratando de convertirnos en bocadillos crujientes. Pero esa
gente en los coches... De ninguna manera iban a atacar primero y
preguntar después. Eso destruía el propósito de tenerlos aquí y mover a los
miembros del Consejo a la Universidad a menos que... 276
Miré a Aiden. —El dios... ¿es Hefesto?
Aiden abrió su boca, pero el suelo temblaba bajo el peso de la
Página

tormenta que se acercaba. Sobre la cima de la colina, a no más de unos


pocos metros de distancia, altas e imponentes sombras salieron de detrás
de la hilera de árboles. Cuando salieron bajo la luz de la luna, aspiré
agudamente.
Santo trasero de daimon…
Sus piernas gruesas como troncos de árbol y sus grandes muslos
estaban hechos de titanio. Un oscuro y enmarañado pelo cubría sus
amplios pechos y brazos musculosos. Cada cabeza era la de un toro: dos
cuernos y un hocico largo y plano que descendía en una boca llena de
dientes y mandíbulas fuertes.
—Queridos dioses —oí a Laadan susurrar
Había más de una docena de ellos formando una línea inquebrantable
entre nosotros y la Universidad, y dudaba que estuvieran actuando como
centinelas, como se suponía que debían ser.
Uno de los más grandes autómatas abrió su boca y resopló con fuerza.
—Apuesto a que su aliento apesta —murmuré.
Deacon asintió. —Sin duda.
Luego abrió su boca una vez más y echó una corriente de fuego. Se
formó una bola, dirigiéndose directamente a la zanja al otro lado de la
carretera. Las chicas se dispersaron sobre la colina.
El primer disparo provino de Solos, dirigido a las monstruosidades.
Entonces Marcus se puso de pie y luego Aiden, con sus armas de fuego
ardiendo. Balas de titanio estallaron en el aire, golpeando a los autómatas,
pero haciendo poco para detenerlos.
El fuego se transmitió hacia nuestro grupo y nos separamos. Mi mano
estaba sobre el gatillo, apretando sistemáticamente a todo lo que parecía
una versión salida de un minotauro. Y ellos respondieron al fuego con... uh,
fuego.
Las llamas se propagaban por el suelo y se movían alrededor del
incendio. Los autómatas corrieron hacia nosotros, escupiendo fuego, y
luego lucharon.
El primero de ellos llegó a Marcus, golpeándolo con el costado de su
musculoso brazo. Marcus voló varios metros hacia atrás y aterrizó hecho un
montón, gimiendo. Otro fue hacía mí y me sumergí bajo su brazo volador.
Saltando, nivelé la pistola en la parte posterior de la cabeza del autómata
y disparé. La sangre de color plateado salpicó los arbustos cuando el 277
autómata cayó y luego se convirtió en polvo.
Bueno, eso era una manera de acabar con ellos. Algo así como
Página

zombis...
Giré, dándome cuenta de que las dagas eran absolutamente inútiles y
las Glock sólo servían si lográbamos acercarnos sigilosamente detrás de
uno. Con mi corazón latiendo fuertemente, golpeé el suelo mientras otra
bola de fuego era disparada directamente hacia mí. Mierda. Esto era
malo, más que malo. Esto era una pesadilla vuelta real. Horrorizada hasta
la médula, me quedé helada por un instante en el seco y quemado suelo.
Diminutas piedras pinchaban mi estómago y mis muslos. Curiosamente,
sentí cada uno como si fuera el pinchazo de un cuchillo caliente.
Todo se ralentizó y el aire quedó atascado en mis pulmones.
Marcus estaba de vuelta en pie y defendiéndose espalda con espalda
con Lea, precipitándose hacia adelante con sus hojas curvas, lanzando
fuera los brazos de un autómata. Pero la cosa siguió avanzando hacia
ellos. Solos estaba tratando de mantener a Laadan fuera de la línea de
fuego. El hollín cubría las mejillas encendidas de Aiden mientras enviaba
una ráfaga de fuego a las criaturas. Deacon en realidad tenía un arma en
su mano mientras permanecía cerca de Luke. Olivia estaba acorralada en
algunos árboles.
En un apuro, me acordé de la premonición que había tenido antes.
Iban a morir todos. Como esos cuerpos lo habían hecho en los coches, y
ese sería su final.
Algo se rompió dentro de mí, algo primitivo y absoluto. El poder corrió a
través de mí y mi piel se estremeció con la aparición de las marcas. El
sombrío campo de batalla estaba repentinamente teñido con tonos de
ámbar. Di la bienvenida a la subida de energía, a pesar de que era como
un veneno en mis venas. Mi cerebro se apagó y ya no era Alex.
Yo era el Apollyon. Yo era el principio y el fin.
Mechones de pelo comenzaron a elevarse por encima de mi cabeza, y
juraría que por un momento el tiempo realmente se detuvo mientras me
ponía de pie. Tanto la hoja curva como la daga cayeron de mis dedos, y
luego cerré mis manos en puños.
Oh, estaba como en Donkey Kong37.
Volé sobre la tierra árida hacia Olivia, mientras ella trataba de
defenderse de la cosa. Me sumergí debajo del autómata, saltando entre
ella y Olivia, estrellando mi pie en su peludo estómago. Cayó sobre una
rodilla, sacudiendo los árboles próximos. 278
Poder absoluto —implacable y duro, puro al igual que letal— corría por
mi piel. Me eché hacia atrás, convocando el quinto y último elemento. Luz
Página

azul intensa brotó de mi palma.


El akasha fue arrancado de mí, arqueándose en el aire como una nube
de tormenta, encontrando su objetivo. El cielo crujió y se calentó. Durante

Donkey Kong: Es un gorila ficticio que aparece en las franquicias de videojuegos de Mario y
37

Donkey Kong Country.


un segundo, el autómata estaba de rodillas, y al siguiente no era más que
un montón de polvo brillante.
—Por todos los dioses —fue un ronco susurro proveniente de Olivia.
Otra autómata cayó, sacudiendo una mano metálica que chocó e
hizo clic. Fuego chispeó de su boca abierta. Me giré, capturando la parte
ancha de su brazo y la torcí. El grito ronco de dolor se perdió en el choque
de metal, el estruendo de las balas encontrando otro autómata.
Levantó su cara del toro y chasqueó sus enormes mandíbulas hacia mí.
—Por favor. —Puse mi mano en la enorme frente.
La luz azul corría por su cabeza y su cuerpo, aclarando el cráneo
metálico y la estructura ósea. Por un momento, fue como una bonita
radiografía o una medusa —una medusa realmente perturbadora—, y
entonces la luz cobalto irradiaba de sus ojos y de su boca abierta. Se
desplomó, derrumbándose sobre sí mismo, volviéndose en nada más que
polvo.
Y luego la mierda realmente golpeó mi entusiasmo.
Los autómatas —hasta el último maldito toro— se volvieron hacia mí. Se
movieron rápidamente, sus piernas de metal entrechocándose y
tintineando. El fuego se despedía de sus bocas como una pobre versión de
un dragón. Venían de todas las direcciones, como misiles con la misión
‘matar a Alex’ estampada sobre ellos.
El fuego vino de ellos, deslumbrante e intenso. Nada existía fuera de las
llamas. Ningún sonido. Ninguna visión. Mi mundo era de color rojo y
naranja...
Y mi mundo se había teñido en color ámbar.
¿Alex? Su voz llegó a través de la conexión.
No le hice caso ni a él ni a la forma en que su conciencia se deslizó
junto a la mía.
¿Qué estás haciendo?
Seguí ignorando el tirón del Primero. El instinto de un profundo y antiguo
nivel con el que no estaba familiarizada se había hecho cargo. Las marcas 279
de Apollyon fluyeron a través de mi piel cuando levanté mis manos. El
fuego se detuvo a centímetros de mí, formando un círculo llameante. Calor
Página

cayó sobre mí, pero no me quemó. Dejé escapar una respiración suave y
estable y el fuego parpadeó una vez, dos veces, y luego se desvaneció.
Los autómatas se detuvieron en seco, jadeando y resoplando
ruidosamente.
Mis brazos se elevaron a mi lado, mis dedos extendidos hacia fuera, y el
aire vibraba con el poder y la anticipación. La luz azul crepitaba sobre mis
dedos, esperando... queriendo...
Uno de los autómatas, el más grande que quedaba, cargó. Al oír el
oscuro estruendo, el akasha tiró más duro y se estrechó como el vínculo
entre Seth y yo.
Lo solté.
La explosión de la energía corrió fuera de mí, balanceándose como las
olas tempestuosas. La energía golpeó al autómata más cercano a mí. La
luz azul se encendió en las cuencas de los ojos y las mandíbulas abiertas de
la criatura. Un segundo más tarde, se derrumbó. La corriente se estrelló
contra cuatro más, sacándolos antes de que la emisión del akasha
aflojara.
A medida que el polvo brillante se posaba en el suelo seco, el
agotamiento se extendía sobre mí. El enlace con Seth todavía se sentía
abierto, a pesar de que el mundo tenía tonos de azul profundo y negro
otra vez. Siendo que esta era mi primera vez usando akasha como un
matamoscas, no estaba preparada para el cansancio que le siguió. Mis
piernas temblaban bajo mi peso mientras luchaba por mantenerme
parada. Traté de agarrar mis dagas y me di cuenta, de que las había
arrojado en algún lugar más allá, en un ataque de ego de “yo soy tan
impresionante” y “¿quién necesita dagas cuando tengo el akasha?”
Por suerte, los demás todavía tenían sus armas, y los autómatas estaban
distraídos conmigo. Marcus eliminó uno con un disparo a quemarropa en la
parte posterior del cráneo. Aiden esgrimió su hoja curva como un verdugo,
cercenando la cabeza de otro.
Uno de los autómatas llegó a mí y me lancé —er, tropecé— a un lado y
caí sobre mi trasero. Y una vez que estaba así, realmente no quería
levantarme. Yo era como un niño, completamente torpe. Patético, tenía
que enseñarme a caminar a mí misma.
El autómata profirió un gruñido gutural. 280
Caminé hacia atrás, poniendo muy poca distancia entre nosotros. Justo
cuando estaba bastante segura de que estaba a punto de terminar con
Página

un gran bronceado, Lea salió de la nada, clavó la punta de su puñal en la


parte posterior del cuello del autómata, y luego arrancó el brazo a un
lado.
Mis ojos se agrandaron mientras el polvo reluciente caía cerca de la
punta de mis botas. —Wow.
Lea ladeó su cabeza mientras le fruncía el ceño a la sangre que
goteaba de la hoja. —Bueno, eso fue asqueroso.
—Sí —dije lentamente, mirando a su alrededor. Conté ocho y luego a
Lea. Nueve. Todos nosotros todavía estábamos en pie. Heridos y agotados,
pero todavía estábamos vivos. Dejé escapar una risa débil—. Dioses.
El sonido del crujido del metal, junto con el húmedo y carnoso sonido
del corte de huesos y músculos, continuó mientras el resto de los
autómatas eran aniquilados.
Lea se agachó y movió los dedos. — ¿Piensas sentarte allí el resto de la
noche o vas a levantarte? Porque estoy segura de que no voy llevar tu
culo. Probablemente pesas una tonelada.
Sonriendo débilmente, levanté mi mano justo cuando una oscura
sombra apareció detrás de Lea. Mi corazón saltó en mi garganta mientras
el miedo apretaba mi pecho. Un estallido de emoción extrema vino de
Seth como un manojo de nervios, y me di cuenta de que él estaba
prestando mucha atención a pesar de que lo estaba ignorando.
—Lea— Grité mientras mis dedos rozaban los suyos.
Se volvió a medias, atascándose al respirar.
Buscando una reserva de energía, me disparé a mis pies, pero —¡oh,
dios!— era demasiado tarde. Convoqué el akasha, pero fue como tocar
un pozo seco. No quedaba nada, pero yo era la Apollyon y debía haber
algo que yo pudiera hacer; tenía que haber algo, pero antes de que
pudiera utilizar el elemento aire para mover a Lea fuera del camino, había
sucedido.
El autómata agarró los lados de la cabeza de Lea y la torció. El crujido
de los huesos era ensordecedor, tan fuerte como un trueno. Los dedos de
ella se contrajeron y el puñal se deslizó de ellos. El sonido... fue azotado a
través de mí, robándome el aliento y torciendo mi interior en crudos y
dolorosos nudos. El sonido... se quedaría conmigo para siempre.
Lea estaba en el suelo delante de mí, un hueso, un montón inmóvil de
nada más que carne. Mi cerebro no podía conciliar lo que acaba de 281
suceder. Al igual que con Caleb, la negación se levantó y fue tan fuerte,
tan potente que me negaba a creerlo.
Página

Alguien se acercó por detrás del autómata y se produjo una explosión


de polvo brillante, pero no sabía quién era y no me importaba. En ese
momento, autómatas podrían llover sobre nosotros, y no me importaría.
Había nueve de nosotros...
Mi corazón tartamudeó y luego se aceleró demasiado rápido. El mundo
giraba a mí alrededor, un caleidoscopio de tonos apagados con destellos
de color ámbar intenso. Alguien estaba llamando a mi nombre, la voz
profunda y casi frenética mezclándose con el zumbido de Seth.
Yo quería que se callaran los dos, porque esto no era real. No podía
serlo, y luego, en un momento de la realidad dolorosa y rígida, no podía
entender cómo podía estar tan sorprendida. Como si yo no esperara
muerte. Como si la muerte no nos pudiese tocar. ¿Cómo podía estar tan
sorprendida? Cada uno de ellos se había unido a sabiendas de que esto
era peligroso, y que cualquier momento podría ser el último. Y a pocos
kilómetros atrás yo había reconocido que la muerte que se acercaba,
hasta el punto en que podía probar el dolor en la punta de mi lengua.
Caí de rodillas, con las manos temblando mientras las apoyaba en el
hombro de Lea y suavemente la ponía boca arriba. Desde extraño ángulo
en que descansaba su cabeza, a la alteración de color pálido bajo el
bronceado de la piel, a la forma en que sus ojos...
Mis dedos temblaban mientras cepillaba fuera de su frente fría
mechones de pelo cobrizo. Dioses, ¿cómo podría el cuerpo enfriarse tan
rápido? No parecía posible o justo. Definitivamente no era justo.
Los hermosos ojos color amatista de Lea —ojos que había envidiado
cuando era niña— estaban fijos en el cielo oscuro. No había brillo en ellos,
no había luz interior. No había nada.
Lea se había ido, como Caleb y mamá, al igual que todas las personas
en esos coches. Ella estaba... No podía terminar la oración. Esa pequeña
palabra no podía ser llevada de vuelta.
Aparté mis manos, doblándolas bajo mi barbilla. Los otros se estaban
acercando. Alguien estaba llorando suavemente. Las voces se levantaron,
pronunciando negaciones, y luego se hizo el silencio. Mi respiración se
detuvo otra vez.
Alguien se arrodilló en el otro lado de Lea. Una daga del Covenant fue
colocada con cuidado en el suelo y suaves palabras fueron pronunciadas 282
en griego antiguo. Una oración por la muerte de un guerrero, un himno
entregado durante un entierro.
Página

Levanté mi mirada y mis ojos se encontraron con otros grises, oscuros y


tormentosos. El rostro de Aiden estaba tan pálido, el horror grabado en su
cara reflejaba el mío. Sus ojos estaban secos, pero la ira y la tristeza ardían
por dentro de ellos. Él negó. Mis pestañas se sentían húmedas.
No podía quedarme allí. Yo simplemente no podía.
Parándome, dejé atrás a Marcus y a Olivia. Caminé lejos de Lucas y
Deacon, más allá de donde Laadan y Solos estaban. Seguí caminando, sin
tener idea de a dónde iba ni lo que iba a hacer.
¿Alex?
Mis manos se curvaron al sonido de la voz de Seth. Caliente ira rugió a
través de mí como un tren descarrilado. Él no había roto el cuello de Lea
como si fuera nada más que una ramita, pero sus manos estaban
manchadas de sangre, ¿verdad? No quiero hablar contigo ahora mismo.
Hubo silencio —por ahora.
Mi estómago se revolvió, las lágrimas corrían por mis mejillas. Una parte
de mí estaba todavía en shock, tan estúpido como eso era. Nueve de
nosotros habíamos estado vivos. Todos habíamos estado todavía en pie.
Me había reído. Y luego Lea se había ido. Simplemente así, sin advertencia.
Dioses, Lea y yo habíamos estado lejos de ser las mejores amigos por
siempre, per habíamos llegado tan lejos. Yo la había respetado,
probablemente más de lo que me di cuenta, y lo mismo se podía decir de
ella. Había tantas cosas entre nosotras que era necesario abordar —ser
reparadas— pero no habría más tiempo. Y a pesar de que habíamos
pasado la mayor parte de nuestro tiempo odiándonos la una a la otra, ella
había venido en mi ayuda y se mantuvo firme.
Me di cuenta de que ese corte tan profundo hacía juego con el dolor
de la pérdida de Caleb.
—Alex —dijo Aiden detrás de mí.
Sacudí mi cabeza. —No puedo... no puedo hacer esto ahora. —Mi voz
se quebró—. Necesito unos minutos.
Vaciló, y luego sentí su mano en mi hombro. Liberándome, me fui,
respirando profundamente a pesar de que no parecía estar tirando
suficiente aire en mis pulmones. No podía permitirme el lujo de perder a
alguien después de la muerte de Caleb. No podía desconectarme. Tenía
que tratar, pero...
Dioses…. Me agaché, poniendo mis manos en mis rodillas. Las ganas de 283
vomitar n fuertes, pero no había nada que pudiera salir.
¿Si me hubiera disculpado con ella acerca de lo que es un idiota que
Página

había sido cuando éramos niñas? No lo creo. Cerré los ojos con fuerza y vi
su cuerpo tendido, en el suelo de nuevo allí.
¿Alex? Hubo una pausa, y el vínculo se tensó. ¡¿Qué está pasando?!
Me senté —probablemente me caí— por segunda vez en la noche. Sin
abrir mis ojos, mantuve los escudos, pero fui a través del vínculo hacia Seth.
No sabía cómo sentirme acerca de ello. Tal vez era toda la rabia que
ocupaba demasiado espacio para que pudiera sentir algo más. ¿Es esto lo
que querías? le pregunté.
Seth no respondió de inmediato. No estoy seguro de lo que quieres
decir. Puedo sentir tus emociones. Algo pasó.
¡Cállate! No estaba segura de que lo hizo; el tono casi sincero que
sonaba en su voz, o el hecho de que había tomado la hermana de Lea y
mi madre había tomado a su familia y, por lo que éramos Seth y yo, había
perdido su vida. Me rompí en un instante. ¡Cállate! ¡Sólo cállate! ¿Eres feliz,
Seth? ¿Era eso lo que querías de esto?
Las lágrimas rodaron por mis mejillas, rápidas y furiosas. Mis brazos
temblaban —mi cuerpo entero temblaba— tratando de mantener los
escudos. No podía bajarlos, no cuando Seth estaba dentro de mi cabeza
así. Él sabría dónde estaba y habría más muerte.
Tiré mi cabeza hacia atrás y no hubo palabras, sólo tristeza, culpa y
rabia. Se sirvieron de mí en un grito que no emitió ningún sonido fuera de mi
cuerpo.
Detente dijo, y había una presión alrededor de mí, casi como si Seth
estuviera envolviendo sus brazos alrededor de mí, sosteniéndome. ¡Tienes
que calmarte, porque estás quemando un montón de mis neuronas! Toma
un par de respiraciones profundas. Sólo cálmate. ¿De acuerdo?
Pasó un buen rato, y respiré con dificultad a través de ellos. Me senté
allí, con los ojos cerrados, sin ver nada y sin sentir nada. Nada de esto
parecía real.
¿Quién ha muerto? preguntó Seth, y me di cuenta por su tono que
esperaba lo peor.
Lea. Incluso la voz dentro de mi cabeza sonaba adormecida. Está
muerta, al igual que toda su familia.
Seth no dijo nada. Tal vez él sabía el significado. Después de todo,
cuando estábamos conectados, había visto mucho de mi pasado, y
probablemente podía adivinar que no tenía ni idea de cómo lidiar con 284
esto. Tal vez estaba incluso pensando lo mismo que yo, que nuestro vínculo
le había quitado todo a Lea, incluyendo su vida. Dudaba que, incluso si él
Página

pensara eso, hiciera alguna diferencia. Seth seguiría haciendo lo que


estaba haciendo. Y yo también lo haría. Él no dijo nada mientras tiraba mis
piernas contra mi pecho y me hacía un ovillo, deseando
desesperadamente no sentir la pérdida de nuevo. Y él no dijo nada
mientras la extraña presión dentro de mí se incrementaba.
Éramos enemigos hasta la médula, ahora más que nunca, pero mi
pérdida era de él. Cuando yo sufría, él sufría. Era la forma en que fuimos
diseñados, e incluso la muerte que indirectamente él había causado, no
podía romper o destruir lo que había entre nosotros.
Nada podía.

285
Página
Treinta y tres
Traducido por Jeyly Carstairs
Corregido por Dafne

N
o sé cuánto tiempo me senté allí, pero cuando abrí los ojos de
nuevo, el cielo todavía estaba oscuro y la presencia de Seth se
había ido. En algún momento, sentí la facilidad de la distancia.
Pensé que había susurrado algo antes de que la conexión se perdiera,
pero tenía que estar escuchando cosas, porque no podía ser cierto.
Pensé que le había oído decir que lo sentía.
Obviamente estaba perdiendo la cabeza. Seth rara vez se disculpaba,
y teniendo en cuenta sus necesidades de poder y aceptación que lo
había conducido hasta este juego final, dudaba que sintiera
remordimiento.
Tomando una respiración profunda, casi me atragante en los amargos
restos de humo. Sabía lo que tenía que hacer; levantarme y empezar a
moverme. Sentada aquí al aire libre, esperando más autómatas por venir,
no era seguro.
Me paré y me di vuelta, limpiándome la suciedad de mis pantalones
tácticos. El grupo todavía estaba alrededor del cuerpo de Lea. Olivia
estaba sentada junto a la mestiza caída, su cabeza en sus manos. Deacon
y Luke la flanqueaban, el mestizo sosteniendo su brazo herido.
Pasando mis manos sobre mis mejillas, me detuve junto a Aiden.
Olivia miró hacia arriba, sus ojos brillantes bajo la luz de la luna. — Ella
no lo sintió, ¿Verdad?
Negué. — No. No lo creo.
Ella asintió, y luego recogió la espada de Lea, sosteniéndola cerca
286
mientras se levantaba. — ¿Qué haremos… que haremos desde aquí?
Fue Solos quien hablo. —Necesitamos movernos rápidamente. No hay
Página

forma de saber si van a llegar más, y somos un blanco fácil aquí.


—¿Sigues pensando que la universidad es un lugar seguro? —preguntó
Marcus, frotándose su barbilla. La palma de su mano se volvió roja. Me di
cuenta de que estaba sangrando.
Me dirigí hacia Marcus, pero él me despidió con la mano. —Estoy bien.
Es solo un rasguño —dijo con voz ronca—. ¿Cómo sabemos que la
universidad sigue en pie? Los autómatas podrían haberla incendiado y…
Y todas esas personas. La cabeza me daba vueltas mientras miraba a
Lea. Alguien había cerrado sus ojos. Los míos quemaban.
—Tenemos que averiguarlo. —Aiden empujó una mano por su
cabello—. Estamos a una milla del campus.
Luke negó. —Podría haber más de ellos. Demonios, podría haber una
docena o más sobre la próxima maldita colina y estaríamos caminando
directo a eso a ciegas.
—O podría ser nada más que tierra abierta y la maldita universidad. —
respondió Aiden, su mandíbula endureciéndose—. Por lo que sabemos,
estos autómatas puede que no estén dejando que nadie alcance el
campus… o evitando que la gente salga.
—O el Campus podría haber desaparecido. —Deacon retrocedió,
pasando sus manos por sus costados.
Solos dio un paso adelante, llevando una mano al hombro de Deacon.
— No puedo creer que todo el campus haya desaparecido.
—Con todos esos autómatas, todo es posible. —Luke enderezó su brazo
herido mientras miraba en la dirección general de donde asumí que
estaba el campus—. Pero tenemos que ver. Hemos llegado—
—¡Esperen! — La voz de Olivia se elevó por encima de la de los chicos—
. No estaba preguntando sobre ir a la universidad o no. Estaba hablando
sobre que íbamos a hacer con Lea.
El silencio cayó de nuevo y me volví a Aiden. —No podemos dejarla
aquí.
El dolor brilló en esos profundos ojos grises. Él se alargó, extendiendo su
mano, y yo fui, presionándome contra su lado. Mis dedos se clavaron en su
camisa chamuscada, encontrando pequeños agujeros quemados en el
material. —No podemos —susurré.
Su brazo se apretó a mí alrededor. —Lo sé. 287
—No podemos… llevarla con nosotros —dijo Solos—. No tenemos idea
de a que nos vamos a enfrentar.
Página

Olivia estalló como una bomba nuclear, sosteniendo la daga como si


estuviera considerando empalarla entre los ojos de Solos. —No podemos
dejarla aquí de esta manera. Eso es tan malo que ni siquiera tengo que
explicarlo.
Compasión brilló en la cara llena de cicatrices de Solos. — Lo sé, pero
nosotros—
—Nosotros enterramos nuestros muertos: nuestros guerreros. —El labio
inferior de Olivia tembló—. No nos limitamos a dejarlos aquí a pudrirse.
Laadan colocó una pálida mano en el brazo de Olivia, pero ella estaba
más allá del consuelo. —¡No me importa a lo que tengamos que hacerle
frente o lo que nos espera! Nosotros no podemos solo dejarla aquí. —Su
mirada se volvió hacia mí—. Tenemos que enterrarla.
—¿Con qué? —preguntó suavemente Solos—. No tenemos palas y este
terreno es de dura roca. —
Olivia respiro hondo y se volvió. Sus delgados hombros temblaban
mientras Luke envolvía su brazo bueno alrededor de ella.
—Aiden, tenemos que hacer algo —declaró Deacon—. No sé qué,
pero algo.
Apartándome de Aiden, miré mis manos. No estaba segura de cuanto
jugo había dejado en mí, o incluso si podía usar el elemento tierra para
crear… para crear una tumba, pero podría probar. No había manera de
que pudiéramos dejar a Lea aquí.
—No sé si esto va a funcionar. —Metí mi pelo hacia atrás, sin ninguna
idea de que le había pasado a mi cola de caballo.
Las cejas de Aiden descendieron mientras la preocupación se
encendía. — ¿Estas segura de lo que estás haciendo?
Asentí. — ¿Dónde crees que deberíamos hacerlo, Olivia?
Le tomó un par de segundos alejarse de Luke y procesar lo que le
estaba preguntando. Miro a su alrededor y parecía darse cuenta que en
realidad no era el lugar adecuado. Ella dirigió y yo la seguí. Nos detuvimos
cerca de dos árboles de enebro que habían permanecido ilesos al fuego y
a la batalla, su dulce aroma tan en desacuerdo con los persistentes olores
ácidos y metálicos.
—Esto debería funcionar —dijo, aclarándose la garganta—. No es
mucho, pero los arboles… a ella le gustarían los árboles. 288
La miré.
Olivia se volvió lentamente hacia mí y dejó escapar una ahogada risa
Página

ronca. —Está bien. Lea realmente no tenía nada grande con la naturaleza
o los árboles.
—No. —Sonreí y dolió—. Ella probablemente estaría pensando ¿qué
demonios? ahora mismo.
Ella parpadeó. — ¿Eso crees?
—Sí, es decir, cuando está allí abajo esperando, no podía saber que
estaba pasando aquí, pero tal vez es diferente para ella. —Pensé en el
oráculo que había conocido, y luego la anciana—. Parecía diferente para
cada uno, pero yo sé que ella no está sufriendo.
Olivia asintió lentamente. —Esa es la cosa acerca de la muerte, me he
dado cuenta. Ellos se han ido de nosotros, pero en realidad no, ¿sabes?
Hay vida después de la muerte, solo que un tipo diferente de vida. —Hubo
una pausa—. Desearía que nos hubiéramos convertido en amigos antes de
toda esta mierda. Lea… ella era bastante guay si conseguías pasar la mala
actitud.
Froté mi sien, sintiendo un increíble lugar vacío en mi pecho. —Me
gustaría no haber sido tan perra con ella.
—¿Qué?
Sacudiendo la cabeza, bajé la mirada. —Es una larga historia.
Olivia me miró como si quisiera presionarme, pero no lo hizo. —Ella va a
ver a su familia de nuevo.
—Sí, ella quería eso. —Mis ojos estaban empezando a arder de nuevo y
sabía que, si dejaba que las lágrimas cayeran una vez más, no se
detendrían y eso sería completamente inútil—. Está bien. Puedo hacer esto.
Respirando profundamente, me arrodillé y apoyé mis manos en la tierra.
Cerré mis ojos, moviendo los dedos dentro de la hojarasca hasta que
encontré la capa superior del suelo. Había hecho el movimiento de tierra
antes, cuando peleé con Aiden, así que imaginaba que podía hacer esto.
Imaginé el aflojamiento del suelo y dejando lugar bajo mis dedos. El
suelo tembló ligeramente y mi confianza creció. Creé una imagen del
suelo abriéndose profundamente, lo suficientemente profundo como para
un entierro decente. En mi cabeza, el suelo era oscuro, un marrón fértil,
cuanto más profundo iba. Inhalando, capturé el húmedo olor a tierra
removida.
Cuando abrí los ojos, el suelo realmente estaba abierto. Montículos de
tierra fresca descansaban a cada lado del agujero circular de seis metros. 289
Al ver que era lo suficientemente profundo, me senté hacia atrás y limpié
mis manos temblorosas en mis muslos. Me sentía seca por dentro y un poco
Página

frágil. Y definitivamente no iba a pararme pronto.


Todo el mundo comenzó a hacer su propia parte. Alguien encontró una
manta en una de nuestras mochilas y Lea fue envuelta en ella. Cuando su
cuerpo fue bajado a la tumba, Marcus me ayudó a levantarme. Me dio
una botella de agua, junto con las dagas que se me habían caído.
—Gracias —murmuré, tragando el agua antes de enfundar las dagas. Y
entonces algo me llamo la atención—. Esperen. ¿Alguien tiene algunas
monedas?
Aiden palpó sus bolsillos, al igual que el resto de los chicos. Ellos vinieron
con las manos vacías y mi estómago se hundió. —Enterrarla así en realidad
no hace ninguna diferencia —dije—. Eso es para nosotros. Pero ella
necesita el pasaje para Caronte o se va a quedar atrapada allí.
—Podemos volver a traer monedas. —sugirió Solos.
—No. —El pánico burbujeó—. Tenemos que tener algo. Confía en mí,
ella necesita las monedas ahora.
Laadan dio un paso adelante, alcanzando algo en su nuca. —Tengo
esto. —dijo ella, desabrochando un collar y tirando de él por debajo de su
camisa—. Los adornos son monedas de oro, unas antiguas. Serán más que
suficientes.
Mis músculos se relajaron, llenos de alivio. —Gracias.
Ella sonrió mientras le entregada el collar a Marcus, que desprendió dos
de las monedas de oro. Separando la manta, él las puso en las manos de
Lea.
Tomé aire, tratando de aliviar el ardor y el nudo cada vez más grande
en mi garganta. Aiden vino a mi lado, envolviendo sus brazos alrededor de
mis hombros. Me volví hacia él, apoyando mi mejilla contra su pecho. El
estable aumento y caída de su respiración me calmó.
Solos había encontrado dos ramas gruesas, y las metió en el suelo por
encima de la tierra removida después de que Laadan y Marcus hubieran
utilizado el aire para empujar la tierra de regreso a la tumba. Deacon y
Luke habían reunido unas cuantas rocas, que colocaron alrededor de las
ramas. No era mucho de una lápida, pero tendría que hacerlo por ahora.
Nos paramos alrededor de la improvisada tumba de Lea mientras
Laadan murmuraba una oración en una lengua antigua. No me di cuenta
que estaba llorando hasta que sentí el pulgar de Aiden quitar las lágrimas.
No podía dejar de preguntarme cuantas veces más nosotros estaríamos 290
haciendo esto antes de que esto terminara, y quien quitaría las lágrimas de
Aiden si fuera mi tumba donde ellos paradosEl sol había empezado a
Página

levantarse en el momento en que llegamos a la pared exterior del campus


de la Universidad, proyectando una rendija de luz anaranjada que se
extendía a través de la pradera de la montaña. Habíamos pasado la
última milla del viaje en un silencio solemne. No hubo ninguna
conversación, ninguna broma o risa. Hablar parecía inapropiado después
de la perdida que todos habíamos sufrido. Sabía que no era la única
convenciéndose de que Lea estaba, o estaría, en un lugar mucho mejor;
un lugar donde los combates ya no podían llegar a ella, donde el futuro ya
no era inestable, y donde se reuniría con sus seres queridos.
Me ayudó un poco.
Pero cuando el muro de piedra exterior quedó a la vista, más o menos
sabíamos que las cosas iban a apestar como el trasero de un daimon.
Secciones enteras del mármol encerrado en las estructuras externas
habían desaparecido por completo o estaban en el proceso de
derrumbarse. Se veía como si alguien hubiera traído una bola de
demolición y jugado yo-yo con ella.
—Dioses —murmuró Marcus—. Esto podría ser un problema.
Arqueé una ceja a mi tío. —¿En serio?
La parte más espeluznante de todo eran los cientos de árboles justo
dentro de la pared exterior. Todos estaban volcados a la altura de los
troncos, las ramas extendiéndose por el suelo, las raíces expuestas y
cenicientas de un color blanco, como si hubieran sucumbido a un
poderoso viento.
—Nunca había visto nada como esto. —dijo Laadan, moviendo la
cabeza lentamente de un lado al otro—. Es como si una gran mano
invisible los hubiera obligado a la tierra.
Me acerqué a uno, colocando mi mano sobre él. Yo medio esperaba
que el árbol se cayera, pero era estable. — Tan raro. —Me volví a Aiden—.
¿Alguna idea de lo que pudo haber hecho esto?
—No tengo idea. —Frunció el ceño ante el sol naciente—. Pero espero
que podamos obtener una respuesta a esto. Tenemos que seguir adelante.
Seguimos adelante, los ocho estábamos cansados y esperábamos
desesperadamente que la universidad fuera segura y estuviera en una sola
pieza. Casi parecía demasiado pedir.
La segunda pared se veía mejor. Se veían daños en algunos lugares,
pero la puerta estaba todavía en pie y bloqueada. Eran una especie de 291
buenas noticias, supuse. Pero, ¿cómo demonios se suponía que debíamos
superar un muro de seis metros?
Página

Crucé mis adoloridos brazos. —Antes de que alguien tenga alguna


idea, no estoy golpeando un agujero a través de esto.
Aiden envió una sonrisa irónica por encima de su hombro mientras se
unía a Marcus y Solos acercándose a las puertas de titanio. Los afilados
picos a lo largo de la parte superior me llamaron la atención, y mi
imaginación colocó cabezas decapitadas en esas cosas.
Me estremecí.
Luke dejó caer un brazo sobre mis hombros. —¿Estás aguantando?
—Por supuesto.
Sus cejas se levantaron. —Tú has estado funcionando como el pequeño
Conejito Energizer Apollyon38.
Casi me reí. —Con suerte, todos conseguiremos recargarnos pronto.
¿Cómo está tu brazo?
—No es tan malo como pensé en un principio. —Luke apretó mis
hombros y me soltó—. Creo que Deacon está consiguiendo ampollas en
sus pies.
Al oír su nombre, Deacon frunció el ceño sobre su hombro. —Mis pies
están cubiertos de ampollas.
—Sus pobres preciosos pies —se burló Luke.
Desde la puerta, Solos levantó la mano, silenciándonos. Mi corazón se
aceleró mientras agarraba las dagas atadas a mis muslos. Luke movió a
Laadan y Deacon detrás de nosotros mientras me acercaba hacia
delante.
—¿Qué está pasando? —pregunté en voz baja.
El amanecer aun no llegaba a la oscuridad más allá de la puerta, y
todo lo que podíamos ver eran las sombras de más árboles retorcidos.
Marcus se aclaró la garganta. —¡Hola! —gritó y su voz hizo eco por lo
que pareció una eternidad. —Nosotros… nosotros venimos en paz.
Rodé los ojos y murmuré—: Wow.
Mi tío me lanzó una mirada oscura y luego continuó—: Yo soy Marcus
Andros, el decano del Covenant de la isla Deity. Tengo Centinelas
conmigo y el—
El sonido de armas desbloqueándose dentro del lugar era un rat-a-tat-
tat que calló a Marcus y probablemente nos detuvo el corazón a todos. Ni
una sombra se había movido más allá de la puerta. 292
—Den la vuelta y bajen sus armas ahora —dijo una voz oscura detrás de
nosotros.
Página

Oh, mierda.

38 Conejito Energizer: Referencia al conejo que aparece en las publicidades de Energizer (marca de
pilas).
Mis ojos se movieron hacia arriba, encontrando los de Aiden por un
breve instante, y luego, porque realmente no quería ser golpeada de lleno
por titanio, me di vuelta y esperaba no haber utilizado todo mi poder y que
no estuviera completamente seca.
Dos Centinelas estaban detrás de Deacon y Laadan, armas
presionadas contras sus pálidas mejillas. Pero había más de dos Centinelas.
Más de una docena nos rodeaba, formando un semicírculo. Todos ellos
tenían Glocks y parecían más que dispuestos a usarlas.
Estábamos rodeados.

293
Página
Treinta y cuatro
Traducido por Ysandre
Corregido por Dafne

—B
ajen sus armas —dijo de nuevo el Centinela. Era alto y
viejo, tal vez de unos cuarenta años, y al parecer
estaba acostumbrado a ser escuchado.
Dioses, era realmente una situación horrible.
Aiden fue el primero en bajar sus dagas, colocándolas en el suelo junto
a sus pies. Luego se incorporó lentamente, levantando las manos. Yo sabía
que llevaba más armas contra él, y esperaba que los demás hombres no
se dieran cuenta de eso. Siguiendo su ejemplo, me deshice de mis dagas,
pero dejé la pistola metida en la parte trasera de mi cintura por si acaso.
El Centinela a cargo dio un paso hacia adelante, manteniendo su arma
nivelada en Solos, lo que me pareció un poco raro. Fuera de nosotros
cuatro, quién realmente debía haber tenido esa arma apuntando era a
mí.
Entonces me di cuenta de que no sabía quién era yo. Una parte de mí
se relajó, porque si ellos estuvieran jugando para el Equipo Malvado,
estaba segura de que habrían tenido imágenes de mí pegadas por todas
las paredes.
Marcus se preparaba para hablar de nuevo, pero los ojos del Centinela
lo pusieron en guardia. —Escuché lo que dijiste y parecías tener buenas
intenciones, pero por favor dime cómo se supone que debemos creer en
eso.
Buena pregunta. Eché un vistazo a mi tío, mis cejas levantadas.
—Éramos parte del grupo que escapó de la isla Deity —dijo Marcus.
294
—Bueno, eso es obvio —respondió el Centinela.
En cierto modo me gustó este tipo, a pesar de que su arma seguía
Página

apuntándonos en la cara. Un músculo tembló en la mandíbula de Marcus.


—No estamos trabajando con Lucian con el Primero. No estoy seguro de
cómo demostrarte eso, pero hemos viajado mucho para venir aquí y perdí
a uno de los nuestros, cortesía de los autómatas que custodiaban este
lugar. Nosotros no somos sus enemigos aquí. Queremos lo mismo, detener a
Lucian y al Primero. El Centinela Mathias estaba viniendo hacia aquí. Él
debería haber llegado aquí trayendo noticias de nuestros viajes.
—Si este Centinela iba llegar aquí en las últimas veinticuatro horas,
debe estar entre las pobres almas más allá de la pared. —La mirada del
líder flotó sobre nosotros—. Nadie ha sobrevivido allá por más de un día, y
se me hace curioso porque ustedes sí.
Yo no había hablado con el Centinela que había llegado mientras
Aiden y yo estábamos en el Inframundo, pero apestaba el saber que él
ahora estaba entre los muertos.
—¿Se volvieron contra nosotros, entonces? —Aiden preguntó con
calma—. ¿Ellos no estaban custodiando el campus?
Al principio no creía que el mestizo fuera a responder, pero lo hizo. —Los
autómatas custodiaban el campus hasta hace un día, y luego
comenzaron a disparar contra los que buscan refugio aquí. Tratamos de
detenerlos, y terminamos perdiendo la mitad de la primera pared y
muchas vidas. Así que de nuevo, tengo curiosidad sobre cómo un grupo
formado por adolescentes y dos puros sin entrenamiento pueden haberlos
dejado atrás.
— Yo soy el Apollyon —dije, cuadrando los hombros—. Puede que
tenga algo que ver con eso.
Cada maldita arma fue directamente hacia mí, y me pregunté si eso
había sido la mejor cosa para decir. Por el rabillo de mi ojo, vi que Aiden
comenzaba a moverse hacia mí.
—Está bien —añadí rápidamente, manteniendo mis manos hacia
delante de mí—. Yo soy la Apollyon buena, no quiero eliminar al Consejo y
matar a los dioses.
El Centinela a cargo no se veía aliviado o impresionado. En su lugar,
pareció que él realmente quería meterme una bala entre los ojos. Lo cual
no era bueno, porque estaba bastante segura de que Aiden ya estaba
calculando el tiempo que le tomaría para sacarle su arma y eliminar a este 295
Centinela.
Las balas estaban a punto de volar, justo cuando el sol empezó a subir,
Página

también, y que no es que realmente no quisiéramos apreciar un hermoso


amanecer.
—La mitad de los Centinelas y Guardias que se han puesto de parte
del Primero están buscándote, ¿y vienes aquí? —La ira brilló en los ojos del
Centinela—. ¿Deseas morir?
Menos mal que no había mencionado que Seth y yo todavía teníamos
un tipo de conexión. —En realidad, no tengo ganas de morir. Y puede
dispararme si eso lo hace sentir mejor, pero no me va a matar.
Parecía que él estaba a segundos de averiguarlo.
Respiré profundamente, tratando de mantener el control sobre los
estribos. —Mira, entiendo tu renuencia a dejarme entrar. Entiendo eso, pero
me—nos necesitan, porque necesitan que saquemos a esos autómatas y
podemos protegerte. Por no hablar de que soy la única que puede
detener todo esto. Así que si nos echan a los lobos, están sellando su
propio destino.
El Centinela se puso rígido, pero no dijo nada.
—Y hay que darse cuenta que no se trata de unos puros sedientos de
poder. Esto es más grande que eso. Sólo un dios podría haber convertido a
los autómatas. No Lucian, y no el Primero. Y que ese dios va a acabar con
cualquiera que se interponga en su camino.
Le di mi mejor sonrisa, la que por lo general me sacaba de apuros o era
el receptor de los problemas. —Y ese dios no es el único por el que van a
tener que preocuparse. Hay otro que va por ahí llamado Apolo. Sí, ese
Apolo, y va a estar bastante molesto si nos apartas. Mira, estamos algo
relacionados.
Alguien maldijo entre dientes.
Mi sonrisa creció más. —Sólo una cosa más; lastimas a cualquiera de
mis amigos y vas a lamentar seriamente hacerlo. ¿Me entiendes? Así que
todos actúan agradable y nos convertiremos en mejores amigos para
siempre.
—Creo que deberíamos dejarlos entrar —dijo uno de los centinelas.
—Suena como una buena idea. —Un tono de humor oscuro sonó en la
voz de Aiden—. Es posible que desees quitar tu pistola de la cara de mi
hermano mientras estás en ello.
Nadie se movió por un segundo. No estaba segura de que podía hacer
mucho en términos de lo Apollyon, pero por suerte él levantó una mano y 296
las armas bajaron.
Dejé escapar un suspiro de alivio.
Página

—Espero que no me arrepiento de esto —dijo el Centinela, deslizando


su pistola en su funda. Entonces él extendió su mano, sorprendiéndome—.
Mi nombre es Dominic Hyperion.
Mis cejas se levantaron mientras tomaba su mano. Tenía un apretón
firme.
—¿Hyperion? —dijo Marcus—. Interesante apellido.
Dominic sonrió irónicamente. —Supongo que alguien tenía un gran
sentido del humor, tomando el apellido de un Titán.
—Supongo que sí —murmuré, aliviada al ver que ya no había armas
apuntando a las cabezas de mis amigos.
Dominic se detuvo en la puerta. —¿Así que ustedes realmente
eliminaron a los autómatas?
—A menos que envíen más, debería estar libre de ellos —contestó Solos.
—Eso es bueno. —Hizo una pausa—. ¿Dicen que perdieron a alguien?
Olivia se aclaró la garganta. —Sí. Ella sólo tenía dieciocho años, estaba
entrenándose para ser un Centinela. Su nombre era Lea.
La barbilla de Dominic se inclinó hacia abajo. —Lo siento por lo todo lo
que ustedes han perdido. Los dioses saben que podemos simpatizar con lo
que estás sintiendo. —Dicho esto, se volvió hacia la puerta—. Por favor,
síganme.
—¿Así que realmente pueden detener al Primero?— preguntó otra
Centinela. Era más joven que Dominic, de la edad de Aiden. Un cierto brillo
llenó sus ojos cuando asentí—. Bueno, estoy segura que hay un montón de
personas más allá de estas puertas que estarán felices de escuchar eso.
—Si tú lo dices…—dijo Aiden, que de repente estaba a mi lado. Puso un
brazo sobre mis hombros, y le lanzó una mirada curiosa.
Los ojos del centinela casi estallaron cuando se fijaron en el brazo
demasiado posesivo de Aiden. —Eres un… y ella es un…
Oh, querida.
Aiden sonrió, sus ojos de un gris oscuro. —¿Somos qué?
—N… No. Es sólo que... — La Centinela miró a los mestizos igualmente
atónitos. Nadie vino en su ayuda. —No es nada. No importa. Problemas
más grandes, ¿eh?
—Sí, problemas más grandes... — Hubo una clara y fría advertencia en
la voz de Aiden mientras me conducía alrededor. La puerta se abrió
mientras el brazo de Aiden se deslizó de mi hombro, a la deriva a través de 297
la espalda, dejando una ola de temblores en su estela. Dominic atravesó
primero, seguido por Marcus y Solos. Me detuve, girando de nuevo—.
Página

Usted dijo que los demás estarían felices de saber que yo sabía cómo...
detener al Primero. ¿Quién podría ser?
Por todos los dioses, el hombre miró a Aiden primero antes de contestar.
—Antes de que los autómatas se volvieran locos, un puñado de grupos
llegaron desde otros lugares, incluyendo los Catskills.
Mi corazón se detuvo. —¿Los miembros del Consejo y los Centinelas?
Cuando él asintió con la cabeza, yo estaba a punto de hacer algo con
mi brazo. No me había permitido considerar que mi padre podría haber
sido uno de esos cadáveres quemados que bordeaban el camino, pero
saber que algunos habían llegado a la Universidad provocó una esperanza
dentro de mi pecho. No iba a aliviar el dolor de la pérdida ajustada de
Lea, pero era algo para seguir adelante. Era algo, y eso era mejor que
nada.

***
Cuando el alba se deslizó a través de la pradera exuberante, arrojando
luz sobre las diminutas flores silvestres azules, llegamos a nuestro destino. El
campus de la Universidad era grande, entre dos picos de las montañas al
igual que su propio pueblo en una hamaca. Me imaginaba que era como
cualquier otra Universidad en el tamaño y la atmósfera, pero ahí era
donde terminaban las similitudes.
La luz de la mañana se reflejaba en los grandes edificios de piedra
arenisca siguiendo el modelo de los antiguos coliseos. Los patios estaban
llenos de lo que parecía cada flor y árbol que el hombre conocía. Las
estatuas de las musas custodiaban un edificio académico, mientras que las
esculturas de la doce olímpicos se alineaban en la carretera. Los
dormitorios que parecían mini-rascacielos se levantaban en el fondo, con
viviendas para miles de estudiantes.
Algo así como la Isla Deity, pero en una escala mucho más grande, lo
que me provocó una punzada en el pecho.
En el centro del campus estaba lo que yo supuse era el edificio del
Consejo, y que era a donde nos dirigíamos. Los músculos de mis piernas
dolían, y las visiones de camas estaban bailando en mi cabeza, pero me 298
obligué a seguir adelante en lugar de sentarme en el medio de la
carretera y dormirme.
Página

Bustos de los doce olímpicos fueron tallados en la estructura de mármol


y piedra arenisca. Era circular, como un anfiteatro cubierto, y un escalofrío
me corría por la espalda. No sabía por qué pero los edificios del Consejo
siempre me asustaban.
Mientras subíamos por las escaleras, vi la estatua de Themis y casi me
reí.
No parecía haber nadie más moviéndose a medida que entramos en el
vestíbulo iluminado. Los estudiantes estaban probablemente todavía
dormidos, si todavía continuaban las clases. Caray, ni siquiera sabía qué
día era. Podría haber sido el fin de semana por todo lo que sabía.
Dominic nos llevó alrededor de otro grupo de estatuas, y para entonces
me estaba cansando de verlas y, por supuesto, nos dirigimos en un vuelo
interminable de escaleras. Ni siquiera la Universidad podría invertir algo de
dinero en un ascensor.
Fue cuando nos dirigíamos por un ancho pasillo, y vi a los guardias de
pie ante las puertas dobles forrados en titanio, que supe a dónde nos
dirigíamos.
—La oficina del Decano —dije.
Dominic asintió a los Guardias, y ellos se movieron como una unidad,
abriendo las pesadas puertas. Mi primera visión de la oficina fue casi
idéntica a la de Marcus. Iluminada. Amplia. Toneladas de muebles de
cuero de aspecto caro, entre ellos un gran escritorio antiguo que
probablemente hacia que alguien se sintiera poderoso y todo tipo de
cosas. Había incluso un acuario construido en la pared detrás del escritorio,
con peces vibrantes nadando adelante y atrás.
Eché un vistazo a Marcus y vi que su cara era impresionante en blanco.
Meses atrás me hubiera creído que Marcus no se sentía nada, pero ahora
sabía mejor. El ver esta oficina tuvo que traerle recuerdos buenos y unos
cuantos malos, y sinceramente lo sentía por él.
Se abrió una puerta a nuestra izquierda, y un hombre alto, de pelo
como hielo rubio y ojos azules sorprendentes entró en la habitación. Estaba
vestido como Marcus, como un niño del cartel para el Club de Golf Club.
Detrás de él, una figura más pequeña entró y mi boca quedó abierta.
—Diana. —Marcus se quedó sin aliento, y luego salió disparado hacia
adelante. 299
Una amplia y hermosa sonrisa se dibujó en la cara de la Ministro. Yo la
conocí mientras había estado en el Covenant de Catskills, y ella sido el
Página

Ministro que se opuso a Telly votando contra que me colocaran en la


servidumbre.
Así que, sí, me gustaba la mujer.
Marcus apretó las manos entre las suyas y me pareció que quería hacer
algo más, tal vez tirar de ella en sus brazos, abrazarla, besarla ... como un
hombre que nunca había esperado volver a verla.
—Estoy muy agradecido ... de ver que has llegado aquí a salvo.—La voz
de Marcus era brusca y cargada de emoción. Él tenía algo con esta
mujer—. Estoy muy agradecido.
Las mejillas de la mujer se tiñeron de rosa. —Como yo lo estoy de verte
aquí.
El Decano se aclaró la garganta. —No sabía que usted estaba
familiarizado con mi hermana, Decano Andros.
¿Hermana? Oh... oh, torpe.
Marcus soltó de las manos de Diana y se enfrentó al hombre. —Nosotros
somos... amigos, Decano Elders. Ella es una mujer encantadora, pero por
mucho que me gustaría enumerar sus cualidades brillantes, no es por eso
que estamos aquí.
Mis cejas se elevaron.
Los labios del Decano se movieron como si quisiera sonreír. —También
estoy agradecido de ver que has llegado hasta aquí con seguridad. No
muchos tuvieron esa suerte.
—Eso es lo que hemos visto y oído. —Marcus cruzó las manos detrás de
la espalda, trayéndome recuerdos de él en una oficina muy similar a esta,
donde había estado a punto de poner en mí algo estúpido.
Hizo una rápida ronda de presentaciones. El Decano parecía
sorprendido cuando Marcus anunció el nombre de Aiden. Tenía la cabeza
inclinada hacia un lado. —He escuchado ese nombre antes ¿un puro que
utiliza una compulsión contra otro pura para proteger un mestizo?
Mierda. Con todo lo que sucedía, nos habíamos olvidado de que Aiden
fue Enemigo Público Número Dos. Mis dedos avanzaron hacia mis dagas,
pero Aiden habló, su voz plana y calma. —Ese soy yo. Y no se equivoquen,
si usted está buscando remordimiento o culpa, no tengo ninguna. Lo haría
de nuevo. 300
El Decano sonrió. —Te facilitas a ti mismo, Centinela. En este momento,
me importa un bledo lo que has hecho. No es un problema... ahora. Como
Página

estoy seguro que la mayoría de los miembros del Consejo estarían de


acuerdo.
La forma en que dijo ahora no me hizo feliz.
—Gracias por su hospitalidad— Marcus dijo, obviamente, tratando de
disminuir la tensión del edificio—. Espero que podamos ser capaces de
compensarlo en alguna medida.
Mi tío era como un diplomático.
El decano de la Universidad asintió.—Por favor, empiecen por explicar
cómo llegaron más allá de los autómatas.
Entre Marcus y Dominic, llenaron al Decano y a Diana, en su mayor
parte, de cómo lo habíamos llegado aquí en una sola pieza. La
conversación cambió rápidamente, sin embargo, cuando Dominic
anunció que podría para al Primero.
Me moví inquieta, sorprendida de estar tan incómoda con todos los
ojos puestos en mí. Por lo general, me encantaba ser el centro de
atención. No tenía ni idea de cuándo había cambiado eso.
—No puedo dejar de estar conectada con Seth —dije finalmente—. No
va a ser fácil, pero sé cómo.
—¿Y cómo puedes? —preguntó el Decano—. Por lo que nuestra historia
nos enseña, el Primero tiene el control completo sobre el segundo. En
segundo lugar, y si ustedes dos están el uno alrededor del otro, él puede
transferir tu poder a sí mismo, y por lo tanto, convertirse en el Dios Asesino-
Cruzando los brazos, me encontré con la mirada curiosa del Decano. —
Bueno, obviamente, el Primero no tiene el control completo sobre mí. Y hay
una manera para mí para revertir la transferencia, que le impida
convertirse en el Dios Asesino. Y si él no es el Dios Asesino, entonces Lucian
no tiene una verdadera arma para protegerse.
Diana se apoyó en la mesa de roble, con sus cejas enarcadas.
—Pero tendrías que estar cerca de él para hacer esto, ¿correcto? —
Asentí con la cabeza.
—Sí. Vinimos aquí esperando que hubiera otros que estarían dispuestos
a ... a luchar por esto. No hay manera de que sólo ocho de nosotros pueda
romper el ejército de Lucian, de modo que yo pueda llegar a Seth.
Necesitamos nuestro propio ejército. 301
El Decano miró a Dominic, quien se encogió de hombros. —Tenemos
muchos Centinelas y Guardias aquí, además de mestizos que están
Página

recibiendo formación avanzada. Y también queremos el mismo resultado.


Esto necesita ser detenido antes de que se pierda más gente inocente, así
que usted puede contratar a quien quiera que lo acompañe.
Bueno, eso fue sorprendentemente fácil.
—Habrá algunos, incluso muchos —continuó el Decano—. Pero ninguno
se verá obligado a unirse a la causa, Apollyon.
Me pareció tan gracioso considerando cómo una raza entera de
mestizos se había visto obligada o a tener una vida de servidumbre o una
muerte temprana, pero en algún lugar a lo largo de la línea, había
aprendido a mantener la boca cerrada. Más o menos.
—Entendido —le dije—. Como mestiza, sé que nunca forzaría a la gente
a algo que pondría en riesgo sus vidas.
Las cejas del decano se levantaron. —Buen punto. —Él miró por encima
del resto de mi grupo—. Me imagino que todos ustedes desean reunirse
con los Centinelas y los Guardias de aquí tan pronto como sea posible,
pero todos necesitan utilizar duchas, alimentos y camas limpias. Mientras
descansan, el Centinela Hyperion y yo organizaremos algo para ti.
—Está bien —le dije, preguntándome cuando el que yo estuviera de
acuerdo o no había comenzado a importar. Quería hablar con los
Centinelas ahora, pero sabía que si lo hacía, también lo harían Aiden y la
mayoría de los otros. Todos nosotros necesitamos descansar, estábamos
casi durmiendo parados—. Eso estaría bien.
—Hay muchas habitaciones disponibles para su descanso —dijo el
Decano—. Hyperion se las mostrará.
Sin poder aguantar la pregunta por más tiempo, me volví a Diana. —Los
Centinelas que han llegado de las montañas Catskill... ¿sabes alguno de
sus nombres?
—Algunos me conocen —dijo. Entonces se me ocurrió. Mi padre
probablemente no sería conocido como Centinela, al menos no por más
tiempo—. ¿Qué pasa con los sirvientes?
No podría decir por la expresión de dolor de Diana si sabía lo que
estaba haciendo o si era consciente de que mi padre había sido un
sirviente en los Catskills.
—Las cosas estaban en un estado de caos cuando nos fuimos allí.
Algunos funcionarios fueron traídos aquí, y los que ya no parecían estar 302
bajo la influencia del Elixir escaparon al bosque. Algunos se quedaron
atrás. Los sirvientes podrían estar en cualquier parte.
Página

—Oh —le susurré. Podrían estar en cualquier parte, mi padre podría


estar en cualquier lugar. Sentí la mano de Ladaan en mi espalda y respiré
fuerte—. ¿Cuál era la situación del Covenant cuando te fuiste?
Una sombra oscura cruzó el rostro de Diana. —Las paredes no habían
sido violadas, pero era sólo una cuestión de tiempo. Lucian y su deseo de
tomar Catskills. No importa que el Consejo ya no resida allí. Es la sede del
poder, y el que está sentado en el trono gobierna nuestra sociedad. Es la
ley.
Era una ley increíblemente estúpida que no significaba absolutamente
nada para mí.
—¿Puedo hacerle una pregunta? —inquirió Diana. Cuando asentí, ella
continuó—. Si tienes éxito en la transferencia del poder de él a tí, ¿qué le
pasará?
Ante la pregunta inesperada, parpadeé.
—¿Qué le pasaría a Seth? Él todavía estaría vivo. Supongo que todavía
sería el Apollyon, pero más débil. Las tablas cambiarían. Las profecías... —
Negué—. Las profecías cambiarían.
—¿Y qué te haría a tí?—Podía sentir los ojos en mí otra vez, sobre todo
los de Aiden.
—Me convertiría en el Dios Asesino.
Su ceño se frunció por la confusión. —Por favor, no te ofendas, ¿pero el
Dios Asesino no es lo último dioses quieren?
—Me imagino que sí, con la excepción del dios que está trabajando
con Lucian. Ese dios obviamente quiere al Dios Aesino por sus propias
razones. Hablando de eso, debe ser Hefesto, teniendo en cuenta que creó
los autómatas —Me tiré a eso, esperando que el tema cambiara—. No sé
por qué haría esto, sin embargo. Quiero decir, él me ayudó a mantenerme
lejos del Primero, ¿verdad?
Aiden asintió. —Él lo hizo.
—No tiene sentido, pero ¿cuándo los dioses tienen sentido?— Forcé
una carcajada—. Creo que estaba cansado de ser conocido como el
cojo.
—Pero, ¿qué pasa con los otros dioses? —insistió ella. —No pueden estar
satisfechos con la idea.
Al no ver forma de evitarlo a menos que ignorara su pregunta, suspiré.
—Es lo que quiere Apolo. Y es lo que los dioses quieran. 303
Aiden se volvió hacia mí, al igual que la mitad de la habitación. Sentí
que estaba a punto de escabullirme debajo del escritorio. —Después de
Página

que me convierta en el Dios Asesino, quieren que elimine el dios


responsable. —Miré hacia arriba, mi mirada deteniéndose sobre un busto
de mármol de Zeus—. Los olímpicos quieren que mate a uno de los suyos.
Treinta y cinco
Traducido por Ysandre
Corregido por Dafne

E
sa cancioncilla cayó como el Titanic. Todo el mundo estaba muy
sorprendido. Había un par de maldiciones fuertes de Aiden y
Marcus, y algunas exclamaciones de sorpresa del resto de la
galería.
Era una situación un tanto atemorizante. Los dioses habían luchado de
forma durante miles de años, pero nunca querían realmente matarse
mutuamente, no desde que cayeron los Titanes. Pero las cosas eran
diferentes ahora. Este dios había ido demasiado lejos.
Aunque muchos mortales habían muerto, los dioses estaban muy
probablemente más preocupados por el hecho de que Hefesto esperaba
usar al Dios Asesino contra ellos.
Así que, sí, las cosas eran diferentes ahora. Una vez que la conmoción
se calmó, Dominic nos llevó a la primera residencia de estudiantes y nos
mostró el interior. No eran como las que hay en la isla de la Deidad. Estas
habitaciones eran suites y dos habitaciones unidas por una sala de estar y
baño compartidos.
Nos dejaron hacer los arreglos para dormir a nosotros mismos. Antes de
que Marcus pudiera llegar hasta nosotros en modo padre otra vez, Aiden
tomó una de las suites para dos de nosotros, prácticamente me arrastró
dentro.
Antes de que hubiera siquiera cerrado la puerta, se inclinó para que
nuestros rostros estuvieran a pocos centímetros de distancia. Yo sabía que
él estaba loco, sus ojos eran como nubarrón de color, la línea rígida de la
304
mandíbula, y sus movimientos rígidos o menos lo delataban. Eso y el hecho
de que no había siquiera mirado en mi dirección desde que habíamos
Página

dejado la oficina del Decano.


—Toma una ducha, y luego tenemos que hablar —dijo, en voz baja, sin
dejar lugar a discusión. Desapareció en su habitación antes de que
pudiera decir algo.
Los labios de Olivia estaban fruncidos. —Alguien que no es un campista
feliz.
—¿Puedo compartir cama contigo? —Yo sólo estaba medio en broma.
Se apoyó contra la puerta de la suite frente a mí, con una leve sonrisa.
Los rizos caían alrededor de su cara. Sombras florecían bajo sus ojos. —Mi
habitación es tu habitación, pero en serio, tienes que hablar con él. Es
obvio que él no sabía lo que te habían pedido hacer. Ninguno de nosotros
lo hacía.
Me frotó la mejilla sucia. —Yo... yo ni siquiera estaba segura de que
tenía que decir nada.
—¿Eso importa?
—Supongo que no. Yo simplemente no quería que nadie se
preocupara.
—Lo entiendo. Estoy segura de que también lo hace, pero hay algunas
cosas que no deberían impedir nada a los que te aman. — Olivia giró,
abriendo la puerta—. Habla con él.
No es como si tuviera una opción a la hora de hablar con él. — Gracias.
Ella asintió con la cabeza y luego se metió en su habitación. Dejando
escapar un fuerte suspiro y en gran parte desagradable, me fui a mi
habitación. Mi mirada se dirigió inmediatamente a la cama de tamaño
completo y gemí. — Ducha primero. Salida segundo, tercero sincera
disculpa, y luego dormir.

***
Recién duchada, estaba encantada de encontrar que alguien había
encontrado un par de pantalones vaqueros y una camisa limpia de mi
talla. Lo más probable es Aiden lo hubiera hecho mientras yo estaba
acaparando toda el agua caliente. Así era él, aun cuando estaba 305
enojado conmigo. Solo por un momento, me senté en la cama y crucé las
piernas. Las paredes de la habitación eran una agradable sombra de
Página

botón de oro, mientras que los marcos de puertas y ventanas estaban


adornados con titanio, al igual que la cabecera de la cama y la mesita
pequeña. En la pared del fondo, una foto de una caza de Artemisa con su
arco y flechas se enmarcaban en titanio también.
Era como si esta gente esperara que daimons salieran de debajo de sus
cama. Pero el estudio de la decoración no era el punto central de mi
sentada en la cama como si me hubieran noqueado.
Desde la aparición de Seth después de la muerte de Lea, había estado
extrañamente tranquila. Como si él no estuviera, en realidad. El cable
estaba todavía allí, pero su inconfundible presencia ausente. Al igual que
antes me había despertado, cuando mi cabeza y el cuerpo había sido
míos. Cerré los ojos y me concentré en la conexión. Estaba allí,
canturreando en voz baja y apenas perceptible.
Pero no estaba Seth. Met concentré. Esta larga distancia llamada
basura interna del teléfono loco debe ser capaz de funcionar en ambos
sentidos. Tal vez yo estaba loca por ser la que iniciara el contacto, pero un
tranquilo Seth hacía una Alex muy nerviosa. Él no era así. Él estaba
tramando algo. Tenía que ser.
¿Seth?
Llamé otra vez... y otra vez. En algún momento, oí los siseos bajos de la
ducha y luego se apagaron. El sonido sordo de una puerta al cerrarse
siguió minutos después. Ese fue el tiempo que me senté allí, mirando como
un fracaso épico en la meditación.
La puerta del salón se abrió, y Aiden entró con un plato de frutas y
rebanadas de pavo asado.
—Traigo regalos en forma de alimentos, ¿qué estás haciendo?
— Nada. — Me sonrojé y acaricié el lugar a mi lado—. Me muero de
hambre. Gracias.
Aiden se sentó a mi lado, colocando la comida entre nosotros. Olía a
jabón limpio y especias. Movió algunas rebanadas del camino, se encontró
con una gruesa pieza de carne oscura.
— Aiden .
— Primero come.
Le fruncí el ceño, pero mantuvo la rebanada de pavo demasiado
cerca y mi boca se hizo agua. Nos pasamos los próximos minutos 306
hartándonos de carne y fruta. Mientras perseguía una fresa madura en el
tazón, se inclinó y colocó un mechón húmedo el pelo detrás de mí oreja.
Página

Alcé la vista y nuestros ojos se encontraron. Todo el aire huyó mis pulmones.
Aiden estaba probablemente a punto de estrangularme, pero esa mirada
en sus ojos plateados... guau, simplemente guau.
Aiden se echó hacia atrás, mientras me observaba, estudiando el rubor
que sabía se extendía como una fiebre en mis mejillas.
— Antes de que esto vaya más lejos, quiero decirte que lo que hiciste
con los autómatas fue poco menos que increíble. No he tenido la
oportunidad de decirte, pero quería que supieras.
Parpadeé.
— ¿En serio?
— Sí. Ese tipo de poder… era épico y elegante. Fue bastante increíble.
Mi mirada se posó en el plato vacío.
— Si no me hubiera puesto a mí mismo así, podría haber salvado a Lea.
Sus dedos encontraron mi barbilla, inclinándola hacia arriba.
— No te culpes por lo que pasó con ella. Su muerte no fue culpa tuya. Y
si no hubieras usado tu poder, todos nosotros habríamos muerto.
Asentí con la cabeza. Esas palabras no eran tan fáciles de tragar como
lo fueron para decir.
— ¿Lista? —Aiden hizo un gesto hacia el plato y el cuenco. Los colocó
sobre la mesa cuando asentí de nuevo. Había un tramo de silencio en el
que sólo me miró hasta que se retorció. Suspiró—. ¿Por qué no me lo dijiste,
Alex?
— Yo no quería que te preocuparas —le dije sin convicción.
Sus ojos se estrecharon. — Eso es mentira, Alex.
Salté, abriendo mucho los ojos.
— Estamos en esta... esta jodida situación juntos, ¿verdad? Ambos
queremos hacer algo por los demás, ¿no es así?
Él no me dio la oportunidad de responder.
— Nos amamos. Y me llaman estúpido o pasado de moda, pero creo
que todo eso significa que no guardamos secretos el uno del otro, los
secretos, especialmente potencialmente peligrosos que la otra parte
realmente debe saber acerca de la otra.
Mis mejillas ardían por una razón completamente diferente ahora. Todo
lo que decía era verdad. Mantenerlo en la oscuridad había brotado de la
mejor de las intenciones, pero no estaba bien. — Lo siento y lo digo en
serio. Debería habértelo dicho cuando lo descubrí. 307
Sus cejas bajaron. — ¿Cuándo te diste cuenta? Espera. Mientras
estábamos en el Inframundo, ¿no? Estabas diferente cuando volvimos.
Página

Maldición. Él era bueno.


—Fue cuando yo estaba hablando con Solaris. Un tipo de clic, y luego
me enfrenté a Apolo. Confirmó que los dioses querían que yo fuera el Dios
Asesino para que pudiera detener al dios responsable .
Aiden maldijo entre dientes. — A veces quiero llegar a ese hijo de puta.
—Bienvenido al club.
Se quedó en silencio durante un par de segundos.
—Ellos esperan que luches contra Seth y que transfieras su poder a ti.
¿Luego esperan que luches contra este dios? — Asentí con la cabeza.
—No me gusta esto… No quiero que lo hagas. — La ira ardía en su
mirada—. Esto es demasiado peligroso, cada parte de ello. Además del
hecho de que Seth podría transferir el poder de ti, ningún dios va a bajar
fácil. Es una locura.
Lo era, pero ¿cuándo tenía algo en mi vida que fuera completamente
cuerdo? Me moví más cerca de él. — Pero tiene que ser hecho, Aiden.
Incluso si logramos detener Lucian y Seth, el dios lo intentará de nuevo
algo. Mira todas las personas que han muerto.
—Yo no… — Se interrumpió—. No es que… — Levantó la vista, rígido—.
No me importa. No cuando tú podrías morir haciendo esto. No me importa.
No tenía ni idea de qué decir a eso, y yo sabía que se necesitaba
mucho para que Aiden lo admitiese. Demonios, tomaría mucho para
cualquier persona admitirlo. Pero era la verdad, y a veces la verdad no era
bonita o ética o justa. Simplemente era. Aiden echó la cabeza hacia atrás
y suspiró.
—¿Y si te pidiera que no lo hicieras? —Mi boca se abrió por la sorpresa,
pero no le salieron las palabras. Negó con la cabeza—. Sé que no puedo
hacer eso. Sé que es muy egoísta. No contestes, ¿de acuerdo?
Las lágrimas se trasladaron hasta la parte posterior de la garganta con
tanta rapidez que no creía que sería capaz de contenerlas. Por algún
milagro lo hice. Sabía que tenía que decirle que había una buena
probabilidad de que no sobreviviría en esto hasta el final. No era como si
estuviera renunciando, porque Deacon tuvo suerte de que me diera una
patada en el trasero que necesitaba, pero eso no cambiaba la
posibilidad.
Aiden hizo un ruido en la parte posterior de la garganta y llegó a mí. Fui
y me subí a su regazo. A medida que sus brazos me rodearon, me 308
apretaba tan fuerte contra él que podía sentir sus latidos del corazón, no
podía decirle eso. No creo que nunca pudiera decirlo.
Página

Y eso es lo que pasa con las verdades y secretos. A veces la verdad no


necesita ser conocida. La mentira era más saludable que la verdad y,
aunque algunos secretos podrían liberar a las personas, otros secretos
podría destruirlos.
Sintiéndome mal por eso, cerré los ojos. La culpa se instaló en mi
estómago como un puñado de piedras afiladas, pero ese secreto no se
podía compartir. Por último, el agarre de Aiden aflojó y sus manos se
movieron de mis hombros. Me abrazó de nuevo, su mirada buscaba mi
rostro.
—¿Has estado teniendo dolores de cabeza recientemente?
Agradecida por el cambio de tema, negué con la cabeza.
—No desde que... Lea murió. Seth estaba allí después, pero se ha ido.
Quiero decir, todavía puedo sentir la conexión, pero es raro. Es como si él
se hubiera tomado unas vacaciones.
Aiden arqueó una ceja. —Él está tramando algo.
Una pequeña sonrisa tiró de mis labios. — Exactamente lo que estaba
pensando.
—Las grandes mentes piensan igual.
Con una mano, pasó su pulgar por mi labio inferior. —Estás agotada
Me encogí de hombros. —Tú también.
—Tenemos que descansar un poco. — Su mano cayó a mi hombro. —
Marcus no va a ser feliz contigo durmiendo aquí.
—Lo sé. — Él se apoyó contra la cabecera de la cama, con los ojos
entornados.
—Probablemente debemos cortar todo esto de dormir juntos.
Hice un puchero. Aiden se rió entre dientes.
—Dije dormir juntos, Alex. Lo que tengo en mente no implica dormir.
—Oh. — Sentí la calidez propagándose a través de mí como si estuviera
en una ducha de vapor—. Oh.
Una lenta sonrisa tiró de sus labios mientras sus manos se extendieron
por mis brazos a mis caderas. Ese calor mareante se coló en la médula de
mis huesos. — Un poco lenta en la captación, ¿eh?
Me eché a reír y se sentía... bien reírse. Inclinándose hacia adelante,
presioné mi frente a la suya. —Lo siento. Mi mente no está funcionando, al
igual que la de algunas personas que podría nombrar. 309
—Así que tú dices… — Sus manos se apretaron—. Tendríamos que ver
eso.
Página

Aiden se movió tan rápidamente que un segundo que estaba en su


regazo, y al siguiente estaba en mi espalda y él se cernía sobre mí. Bajó la
cabeza para que sus labios rozaran suavemente los míos. Ese toque todo
tan fugaz casi me deshizo.
—Te amo — dijo, y esas fueron las únicas palabras pronunciadas por un
tiempo.

310
Página
Treinta y seis
Traducido por Arcangel
Corregido por Dafne

A
iden no había salido de la cama, así que supongo que cortar
todo plan de sueño no iba a empezar hoy. No es que me
quejara. Después de... bueno, no dormir y luego dormir durante
varias horas, y un poco más del asunto de "no dormir", fuimos llamados por
un golpe en la puerta.
Intercambiamos una mirada rápida. —Uh, ¿debería ser yo quien abra la
puerta, ya que esta es mi habitación?
Aiden asintió y comencé a levantarme, pero él agarró mi brazo. —
Puede que quieras ponerte algo de ropa primero.
—Oh. Ja —Me reí mientras empezaba a buscar mi ropa—. Buena idea.
—Uh-huh.
Saltando por la habitación, metí mis piernas dentro de unos pantalones
vaqueros. —¡Ya voy!
Estaba segura de que Aiden consiguió una vista entretenida, y que mi
cara estaba roja como la sangre en el momento en que llegué a la puerta.
Abriendola lo suficiente como para que me deslizara a través de ella, vi a
Dominic.
—Hey. — dije, con la esperanza de no tener un caso loco de cabello
juguetón-en-la cama.
Su expresión seguía siendo suave. —Siento haberte despertado, pero
tenemos recién llegados. Uno de ellos, creo, fue instructor en la Isla Deity.
—¿En serio? Guau. ¿Dónde están?
—Ahora, con el Decano —contestó—. Tu tío ya está enterado. Pasé por
311
la habitación Centinela St. Delphi, pero...
—Oh. Sí, um... —Estaba bastante segura de que necesitaba un camión
Página

de bomberos para apagar el incendio en mi cara—. Tiene un sueño


pesado.
—Estoy seguro de que así es. —Dominic dio un paso atrás—. Si deseas
unirte a tu tío, estaré esperando afuera. Debes tener tiempo para
prepararte. Tu tío tiene un... sueño muy pesado, también.
Whaaaa... y luego me di cuenta.
Ew.
Ew.
Ew.
Corriendo dentro de la habitación, cerré la puerta y luego me apoyé
sobre ella. —Queridos dioses, que torpe. ¿Escuchaste?
Aiden estaba junto a la cama, abrochándose los pantalones. Mis ojos
se fijaron en sus dedos y luego en ese estómago. —Sí. ¿No dijo quién era?
No tenía sed, pero mi boca seguro estaba seca. —No. Sólo que era un
instructor. ¿Crees que deberíamos verlo?
—Por supuesto. —Sus músculos aparecieron cuando estiró sus brazos
sobre su cabeza, poniéndose una camisa—. Creo que va a ser bueno ver
una cara familiar.
Pensé que sería bueno para que se quitara la camisa, pero ¿qué sabía
yo? Después de correr un cepillo por mi abundante cabellera, cogí un
delgada daga, la guardé en bolsillo trasero, y puse mi camisa sobre el
mango.
Dagas. Nunca salgas de casa sin ellas.
Era tarde en la noche y el aire parecía inusualmente frío cuando nos
unimos a Dominic y a mi tío. Por otra parte, estábamos bastante arriba en
las montañas, pero estaba bastante positivo sobre que era el comienzo de
mayo así que hice una nota mental de encontrar pronto un calendario.
—Me pregunto quién es. —dije, sintiéndome un poco muy-nerviosa. Un
caso muy grave de trastorno de hiperactividad probablemente estaba a
punto de ocurrir.
—No lo sé —dijo Marcus.
Aumenté mi paso para mantenerme en línea con los monstruos-de-
largas-patas. —¿Sabes acerca de alguno de los instructores que hayan 312
escapado?
—Muchos de ellos no estaban en el campus cuando Poseidon atacó.
Página

—Es cierto. Estaban de vacaciones. —Hundí mis manos en los bolsillos


de mis jeans—. Así que realmente podría ser cualquiera.
Marcus me miró, con una ceja arqueada. —Podría ser.
Saqué mis manos fuera de mis bolsillos. —¿Por qué no viene Diana?
Mi tío me lanzó una mirada y sonreí.
—De todos modos, espero que sea alguien que conozco. —Empecé a
empujar mis manos de nuevo en mis bolsillos, pero Aiden me agarró la
muñeca.
Él frunció el ceño. —¿Cuál es tu problema?
—¿Qué quieres decir?
—Estás actuando como una pequeña tonta en estos momentos.
Saqué mi mano libre. —No lo sé. Sólo soy hiperactiva.
—Oh, genial. — murmuró Marcus.
Le dispare un mirada, traté de mantener mis movimientos nerviosos al
mínimo. No fue hiperactividad. Más bien nerviosismo, pero no tenía
ninguna razón para estar nerviosa. Bueno, además de lo obvio, pero esto
era diferente. Las marcas del Apollyon estaban sangrando en mi piel,
moviéndose lentamente formando glifos.
Las escaleras no fueron tan asesinas en esta ocasión. Como siempre,
dos Guardias estaban apostados al final del pasillo, fuera de las puertas del
Decano. Se hicieron a un lado mientras abrían la puerta y entramos. La
curiosidad había empezado a superar el nerviosismo en algún lugar de las
escaleras.
Mi mirada se desvió a través de la habitación, encontrando al Decano
Elders primero, y luego al otro lado de la habitación, a la ventana en forma
de óvalo y a la figura que estaba de pie en la luz, de espaldas a nosotros.
Aiden y yo nos quedamos atrás mientras Marcus se acercaba a la
mesa. No estaba segura si el Decano Elders realmente nos quería aquí.
—Decano Andros —dijo el Decano Elders, inclinándose ligeramente. —
Gracias por estar con nosotros. Nuestros nuevos llegados estaban muy
complacidos al escuchar que algunos de sus colegas del Covenat de la
Isla Deity habían llegado a nuestro campus.
El hombre de la ventana se volvió lentamente, y reconocí la pérdida de
cabello oscuro, el tono de piel aceitunada, y de cerca los ojos color
obsidiana. Mi boca cayó hasta el piso.
—Tienes que estar jugándome una broma —le dije. 313
El instructor Romvi sonrió con fuerza. —Estoy feliz de verle también,
señorita Andros.
Página

Bueno, supongo que mi sospecha de que algunos miembros de la


Orden habían escapado de Seth y de los Centinelas. Uno de ellos era
ahora el que estaba de pie delante de mí.
Aiden y Marcus se movieron hacia mí, retirando sus dagas. Al pobre
Decano de la Universidad parecía que estaba a punto de tener un infarto.
—¡Guardias! —gritó, moviéndose detrás de su escritorio, como si de
alguna manera pudiera protegerlo en caso de que algo estuviera a punto
de golpear el ventilador.
Las puertas se abrieron de golpe detrás de nosotros y los dos entraron,
sus ojos como dardos alrededor de la habitación. Dominic mantuvo su
daga afuera también. —¿Qué diablos está pasando?
Todo esto no era necesario. Ya no era el estudiante en la clase. Yo era
el Apollyon y estaba completamente cargada. Dejen a Romvi intentar
algo. En serio, tenia ganas de lanzar su trasero de mono por la ventana.
—Él es un miembro de la Orden de Tánatos, que trató de matar a Alex.
—Furia salió de Aiden, y esperé algo como un incendio—. No es lo que
consideramos un conocido amistoso.
El instructor Romvi juntó sus manos delante de él. —Si no recuerdo mal,
yo no fui el que llevó a cabo la obra, que fue exitosa, podría añadir.
Oh, eso fue lo que no debería haber dicho.
La posición de Aiden dijo que estaban punto de romperse todas las
clases de mal. —Eso es correcto, pero usted es un miembro de la Orden y
tú…
—¿Tengo la capacidad de matar al Apollyon? —interrumpió Romvi—.
Sí. La tengo. Pero yo soy muchas cosas. Estúpido no es una de ellas. Al
parecer, la señorita Andros tiene muchos dioses de su lado, y sólo la
verdadera misión de la Orden es servir a los dioses.
—¿Y eso significaba matarme? — le dije, cruzando mis brazos.
Sus ojos se encontraron con los míos. —Lo hizo en su momento.
—¿Y ya no? ¿Se supone que debemos creer eso?
Romvi ladeó su cabeza hacia un lado. —Nosotros estamos en el mismo
lado, señorita Andros.
Esos nervios, la sensación de demasiada cafeína estaba de vuelta,
empujando el estómago hecho un nudo. Las runas se volvieron locas 314
ahora. —¿Y qué lado es ese, Romvi?
—El lado es que hay que estar de pie —respondió él—. En la guerra,
Página

sólo hay un lado para permanecer verdaderamente en pie, y eso está en


el lado que gana. Y no se equivoque, señorita Andros, nosotros estamos en
guerra.
—Nunca pareciste del tipo filosófico —dijo Aiden. La sonrisa de Romvi
no resbaló—. Estoy seguro de que no parece ser mucho de su tipo St.
Delphi.
Aiden respondió, pero yo no estaba escuchando. Tenía una sensación
extraña otra vez, la que yo había tenido mientras estaba de pie en el
cuarto de guerra en el palacio de Hades. Esa extraña sensación molesta,
como si hubiera algo que debo recordar, que debo ver. Era mucho más
fuerte ahora.
—En tiempos como estos, tenemos que dejar de lado la aversión
mutua. —Romvi todavía no se había acercado, pero me sentí ... ahogada
por su presencia.
—Tenemos que trabajar juntos.
—Siempre estamos en guerra —murmuré, sintiéndome muy pero muy
extraña.
Romvi arqueó una ceja. —Te acuerdas de mis enseñanzas. Eso me
complace.
Pensé en lo más extraño entonces. Cuando Romvi y yo habíamos
discutido una vez, ¿qué había dicho el? Debo cortarme el pelo. Algo
relacionado con la vanidad, pero me recordó a la Sala de Guerra con
demasiada facilidad y lo que Perséfone había dicho.
Le gusta cortar el pelo de los que ha conquistado y luego las cuerdas
para que todos lo vean.
Poco a poco desplegué mis brazos. Mi corazón se aceleró. Romvi me
miraba con curiosidad, como si estuviera esperando algo. Los recuerdos
de lo que había dicho Perséfone se reconstruyeron ellos mismos juntos
rápidamente. Para él, todo es acerca de la guerra y sus despojos... ¿lo que
había dicho acerca de él? Sin la guerra, no había nada.
—Uno nunca debe dar la espalda a la guerra —le dije, moviendo mi
mano detrás de mí—. También recuerdo que dijo eso.
Y también recuerdo Perséfone dijo que alrededor de...
La mirada de Romvi cayó. 315
—No. Uno nunca debe dar la espalda a la guerra. Creo que es por eso
que estamos donde estamos hoy. Los tontos le han dado la espalda, a
Página

pesar de que siempre existe la guerra.


De repente, la extraña sensación nerviosa y las marcas tenían sentido.
No era nerviosismo o hiperactividad. No, en absoluto. Y los autómatas.
Había otro dios que podía ejercer un control sobre ellos, eran criaturas
creadas para luchar. Allí estaban los ejércitos mortales que respaldaban a
Lucian. Eso tenía sentido ahora.
Hijo de un burro daimon.
Moviéndome rápido como un rayo, saque la daga Covenant de mi
bolsillo trasero. Con la velocidad y la precisión perfecta, tiré la pala a través
del cuarto.
El extremo puntiagudo estuvo incrustado profundamente en el pecho
de Romvi antes de que pudiera tomar su siguiente respiración.
—¿Qué demonios? —explotó Marcus, dando vueltas sobre mí—. ¿Qué
está mal?
Aiden volvió los ojos muy abiertos sobre mí.
—¿Alex...? Mierda...
El Decano de la Universidad se dirigió hacia Romvi, pero se detuvo en
seco. Y Marcus y Aiden se calmaron, porque Romvi seguía en pie.
Y él se reía.
Marcus dio un paso atrás.
—¿Qué...?
La Guardia y Dominic se miraron y luego se dirigieron hacia el Decano,
lo rodearon y lo dirigieron hacia la puerta.
La risa de Romvi se desvaneció.
—Estaba empezando a pensar que no era tan inteligente, señorita
Andros.
A continuación, una brillante resplandor azul rodeaba el cuerpo de
Romvi, arremolinándose a su alrededor hasta que no pudimos ver al
hombre detrás del misterioso, resplandor divino. Luego se desvaneció,
revelando lo que estaba detrás de él.
Ares era impresionante.
Más de dos metros de altura, que se acercaba al tamaño-Godzilla con
su altura y volumen. Él tenía más músculos que un luchador profesional,
como Apolo con esteroides.
Llevaba pantalones de cuero y una túnica que perforada por la daga 316
Covenant que seguía en su pecho. Bandas serpiente cubrían sus bíceps,
pero cuando levantó un brazo, me di cuenta de que no había bandas en
Página

absoluto.
Eran serpientes de bronce, latiendo y deslizándose alrededor de sus
brazos.
—Mierda —susurré.
Al llegar arriba, Ares envolvió una mano carnosa alrededor del mango
de la empuñadura y sacó la daga. Se convirtió en polvo en sus manos.
—Eso no fue muy agradable, señorita Andros. Los dioses y el Consejo
temen al Primero, pero ¿quién es el que lanza dagas volando desde muy
alto hacia un dios?
Decir que no tenía miedo sería una mentira descarada. Ares era el dios
de la guerra y la discordia. Ejércitos temblaron ante sus pies y de las
naciones cayeron bajo su ira. Sus hijos eran dioses del terror y la miseria. No
había una sola cosa en él que no enviara un repunte del miedo a través
de mí o de cualquier otro ser vivo, o criatura.
Este debe ser el dios que era una parte del linaje de Seth, el que había
estado trabajando detrás de las escenas con Lucian.
Estábamos tan jodidos.
Por lo menos ahora podía entender cómo Romvi podía patearme el
culo de día, de noche y los domingos. Se me ocurrió entonces. Había sido
cómplice con Ares.
Queridos dioses...
Su fría mirada apática flotaba sobre nosotros.
—¿El silencio? ¿Nadie va a acobardarse delante de mí? Pedir
misericordia, ¿al igual que miles han hecho antes de ustedes? Qué
decepcionante. Pero habrá tiempo para eso en el futuro.
—¿Cómo? —dijo Marcus con voz ahogada.
—¿Cómo qué? — Las oscuras cejas de Ares se fruncieron—. ¿Cómo he
estado justo debajo de sus narices todo este tiempo? De la misma manera
que aparentemente Apolo lo hacía, supongo. Lo evitaba siempre que él
estaba cerca, y por lo tanto él nunca me percibió. El chico de oro tenía sus
sospechas, estoy seguro, pero... bien, sólo que no es tan inteligente,
¿verdad?
—¿Qué quieres? —Yo estaba orgullosa de que mi voz no temblara.
Ares se sacudió el polvo de su mano. —Oh, ya sabes. Sólo... todo. Y
para conseguir todo, tienes que conectar con el Primero. 317
Consciente de que Marcus y Aiden se movían detrás de mí, incliné mi
cabeza en alto.
Página

—Eso no va a suceder.
Suspiró. —Estaba realmente esperando no tener que virar en el cliché
nunca, pero veo que lo hago. Puedes hacer esto muy fácil, muy fácil.
¿Sabes lo que soy, de lo que soy capaz’ Apollyon o no, no se puede ni
siquiera comenzar a esperar derrotarme. Yo soy el dios de la guerra.
Conecta aquí con el Primero o de lo contrario.
Me mantuve firme. —¿O si no qué? ¿Vas a estar allí y me mirarás hasta
morir? No me puedes matar. Y no puedes obligarme a que me conecte
con el primero.
La sonrisa que se grabó en sus labios envió una onda de choque de
hielo a través de mí.
—Tú estas bien y mal. Puede que no sea capaz de matarte pero te
puedo doblar a mi voluntad y puedo hacer que desees la muerte. Y puedo
matar a todos los que amas.
Ares tiró de su brazo, y muchas cosas sucedieron en cuestión de
segundos. El Guardia más cercano a él fue arrojado por la habitación y por
la ventana que había querido tirar a Romvi/Ares salir. El segundo Guardia
se acercó a él y Ares cerró el puño. El Guardia se derrumbó en el suelo,
sangrando por su nariz, la boca y los oídos. Dominic era el siguiente. Estaba
echado hacia atrás, su cuerpo retorciéndose y girando en el aire. Los
huesos rompieron a través de la piel.
No era más que un desastre mutilado cuando golpeó el suelo.
Entonces, Ares se volvió contra el Decano de la Universidad.
Ares volvió su muñeca y la cabeza del hombre se retorció a un lado. El
crujido de los huesos resonó en la habitación.
Aiden comenzó a mi alrededor y un verdadero terror me robó el
aliento. En un instante de horror, lo vi tomando el lugar de Dominic,
también Marcus. Ares los mataría. Todo estaba ocurriendo demasiado
rápido, pero no había manera de que pudiera permitir esto.
Hice lo único que podía hacer.
Lancé el brazo hacia la puerta, convoqué el elemento aire y lo usé
contra Aiden y Marcus. La ráfaga de viento era tan fuerte que no había
nada que pudieran hacer para detenerlo.
Huboun segundo cuando mis ojos se encontraron con Aiden, antes de
ser empujado a través de la puerta, junto con Marcus, cuando vi el horror 318
marcado en sus ojos plateados. Cuando supe que había una buena
probabilidad de que nunca me perdonara por esto.
Página

Las pesadas puertas se cerraron con llave desde el interior.


—Eres un aguafiestas —dijo Ares, riendo suavemente—. Tenía muchas
ganas de rasgar el corazón de St. Delphi en frente tuyo. Pero siempre hay
un después.
Me di la vuelta lentamente, mi respiración atrapada en la garganta.
Ares guiñó un ojo. —Ahora solo somos tú y yo.
—Bueno, eso no es extraño ni nada.
—Ah, eso debería gustarte. Para bromear cuando se tiene miedo. —Sus
grandes botas golpearon mientras daba un paso adelante—. ¿O como es
que lo que llaman? ¿el ser 'sarcástico'?
Mi pecho se levantó bruscamente mientras puños golpeaban la puerta
detrás de mí. El grueso de titanio apagaba sus voces.
—Eso es lo que dicen algunas personas.
—Hmm... —Ares inclinó la cabeza hacia un lado, con las cejas
levantadas—. ¿Sabes lo que pienso sobre este asunto sarcástico que esta
pasando? Es un pobre intento de enmascarar la forma en que estás
afectada por las cosas.
—¿Qué?
Sonrió. —Te ves muy sorprendida. ¿Crees que no te conozco? ¿Qué yo
no te he visto con Apollo? Mira, yo soy más inteligente que él. Después de
todo, yo soy un gran estratega.
—El dios de la guerra me ha estado acechando? Guau, me siento de
todas las clases de especial. Por lo general, los otros dioses son conocidos
por este tipo de cosas de fluencia, pero tu? Guau.
Se rió de nuevo, el sonido profundo, pero plano. —Eres divertida. Muy
bonita, también. Ya veo por qué Seth está muy encariñado contigo.
—Supongo, ya que estás aquí, Seth no estará demasiado lejos.
Ares se limitó a sonreír, y los puños en la puerta continuaron.
—¿Cómo me has encontrado, por cierto? —le pregunté, comprando
tiempo; ¿tiempo para qué? No estaba segura.
—Oh, tengo compañeros en todas partes, niña. Maneras de conseguir
alrededor talismanes estúpidos.
Un paso más y estaba a sólo dos metros de distancia de mí.
—Estás temblando —susurró. ¿Lo estaba?—. Fuiste a los infiernos
recientemente. Puede saberse, ¿para qué?
Mi garganta se sentía como si estuviera cerrando. 319
—Bueno, supongo que no tienes compañeros por todas partes si no
sabes.
Página

Ares sonrió. —Encantador. Me dirás lo que estabas haciendo allí, o esto


se termina con no ser capaz de hablar. Es tu elección.
Me negué a realizar copias de seguridad a pesar de que todos los
instintos me gritaban que lo hiciera.
—Pensé que iba a poner fin a esta mendicidad para la muerte. ¿Cómo
puedo hacer eso cuando no puedo hablar?
Se rió de nuevo. —Eres tan simple niña. Hay otras formas para pedir la
muerte que con palabras.
—¿Las hay? —Mi voz se quebró un poco y me hizo una mueca. Sus ojos
blancos brillaron.
—He visto de todo en la batalla. Existe la forma en que el cuerpo se
queja en sí mismo cuando se quiere la muerte. Existe el grito silencioso de la
liberación. Existen los ojos, y hablan incluso cuando la lengua ya no
funciona. Y luego está el alma que se pudre tan mal cuando la muerte se
quiere, pero retenida que lleva un cierto hedor.
Hielo se disparó a través de mis venas, volviendo mi sangre en granizo.
En ese momento supe que, por mucho que luchara, esto... esto fracasaría.
—Así que a menos que quieras experimentar estas cosas de primera
mano, me dirás por qué estabas en el Inframundo, y luego te someterás.
Tragué saliva, haciendo una mueca cuando los puños golpearon la
puerta detrás de mí otra vez.
—No soy grande en todo esto de la sumisión.
—Es posible que desees volver a pensar eso. Mira esto racionalmente,
niña. Todo lo que pido es que te conectes con Seth. Deja que él haga lo
tiene que hacer. Eso es todo. Él se encargará de ti. Ya lo sabes. ¿Cómo es
eso tan malo?
—Me despojará de lo que soy.
—¿Y qué? Estarás feliz y viva. No lo querrás para nada. —Él inclinó la
barbilla hacia abajo casi juguetonamente—. Incluso dejaré a tus seres
queridos vivos. Es una situación ganar o ganar.
—A excepción de los dioses que quieres llevar fuera, y los miles, si no
millones, de personas que van a morir.
Él se encogió de hombros. —Las consecuencias de la guerra.
—Repugnante —le dije.
—Es la verdad. 320
Mi estómago se revolvió. —¿Por qué... por qué haces esto?
—¿Por qué no? —Golpeó un largo dedo en su barbilla—. Durante
Página

demasiado tiempo, los olímpicos se han sentado en sus sillas sin hacer
nada. Dejar que todo el mundo se llene de los hijos de los semidioses y
mortales mientras que nosotros son secuestradas en el Monte Olimpo. El
mundo debe ser nuestro.
Negué. —El mundo pertenece a la humanidad.
—¡El mundo pertenece a los dioses! —rugió, los ojos crepitantes—. Para
mí y para cualquier otro dios que ve la verdad. Eso es a lo que el mundo
pertenece.
Mis dedos se cerraron sin poder hacer nada.
—¿Por qué no simplemente me llevas a Seth? ¿Por qué tratar de
convencerme a mi?
—Bueno, no puedo realmente aparecerte allí, ¿puedo?
—¿No pensaste en esto, ¿verdad? —Forcé una carcajada—. Podrías
noquearme y meterme en un coche. ¿Por qué pasar por esto?
Sus cejas se estrellaron hacia abajo y un músculo palpitó en su
mandíbula.
—Hay algo. No puedes obligarme a ir contigo. —Mi pulso se aceleró—.
¿Puedes?
El dios estaba furioso.
—Tú eres el Apollyon. Por lo tanto no puedo obligarte, pero ten en
cuenta, niña, puedo y voy a hacerte daño.
—Esta 'niña' está teniendo un momento difícil creyendo eso.
Coraje alimentaba mi valentía, que por lo general nunca fue una
buena combinación.
—A menos que seas como cualquier villano que quiere dar un largo
discurso, innecesariamente aburrido, me di cuenta que eras una más-
acción y menos palabras-especie de dios.
Los labios de Ares se separaron.
—No tienes ni idea. Las normas que protegen el Apollyon son como
todas las cosas en la naturaleza equilibrada. Mientras, no se puede ser
obligado a coacción o con la mano, se puede ser persuadido por otros
medios.
—Apestas como vendedor, por lo que no eres una mierda de
persuasión.
Dejó escapar un profundo gruñido.
—Someter o ser sometida. 321
Me conocí a la ojos totalmente blancos espeluznantes.
—Vete al infierno.
Página

Por un momento, casi parecía decepcionado, como el tipo de


desaprobación padres sienten cuando su hijo es demasiado estúpido para
entender algo, pero luego sonrió ampliamente.
—No creo que Seth le va a gustar esto, pero oh, bueno.
—¿Qué?
Ares disparó un puño en mi cara en medio segundo. Todos los
pensamientos de Seth huyeron, y con el instinto pataleando. Convoqué
sucesivamente al akasha, sabiendo que no iba a matarlo, pero tenía la
esperanza de que le enviaría de vuelta al Olimpo con el rabo entre las
piernas, pero eso no fue lo que pasó.
Él cogió mi brazo por la muñeca y la apretó con lo que probablemente
fue la más mínima presión, pero el pico de dolor me hizo perder mi
concentración.
—No te gustará mi persuasión, niña.
Luego empujó y golpeó la puerta con la fuerza suficiente para sacar el
aire fuera de mí. Por desgracia, su discurso Dr. Malvado no había sido toda
pompa. Pero si él podía hacerme daño, podía soportarlo. No me
sometería. Había demasiado en juego. Demasiadas vidas. Podría lidiar con
esto, y lo único que podía esperar era que se olvidara Aiden y Marcus
cuando termino, o llegaron con el programa y recibieron el infierno fuera
de él.
Puedo lidiar con esto.
Empujando la pared, me di la vuelta a la derecha y extendí mi brazo,
pero en su pecho había un espacio vacío, y me tropecé con él.
—Me perdí.
Me di la vuelta, encontrándolo detrás de mí. Bajando, barrí mi pierna a
su... pero golpeé nada más que aire.
—Se puede seguir con esto si quieres.
Mirando hacia arriba, él estaba apoyado en la puerta, con los brazos
cruzados. Ahora estaba empezando a ponerme enojada.
Lanzándome a mis pies, cobré impulso y me empujé en el aire, girando
en una perfecta patada de mariposa que… Armas me engancharon en el
aire por detrás y solté un grito ahogado de sorpresa.
Me sostuvo como si fuera nada más que un saco de arroz.
—Yo soy el dios de la guerra, niña. No hay movimiento que sepas,
ningún método de batalla o maniobra que yo no haya hecho. 322
Mierda.
—Siempre voy a estar un paso por delante. Siempre voy a pensar más
Página

que tú. No puedes luchar contra mí.


Lance la cabeza hacia atrás, llegué a su ancho arcén. Entonces
Levanté mis piernas, pero Ares me dejo caer. Tropezando en mi pies, vi que
no estaba frente a mí.
Doble mierda.
Girando alrededor, me eché en la nada. Me di la vuelta y de repente -
queridos dioses-su mano estaba en mi garganta, me levantó del suelo, yo
pateaba y arañe su mano, también entro el pánico y estuve distraída
tratando de convocar a akasha nuevo.
—Vas a desear la muerte en el momento en que termine. —Sus dedos
se clavaron profundamente, cortando mi suministro de aire—. Vas a pedir
en todas las formas en que se enumeran. Tuviste tu elección. Tuviste tu
diversión. Se acabó el juego.
Por un instante terrible, pensé que él había aplastado mi tráquea, y me
dije a mí misma otra vez que podía lidiar con esto. Pero entonces, de
repente estaba volando hacia atrás en el aire. Me había caído en el
acuario. Vidrio agudo atravesó mi espalda como el agua y los peces se
derramaron mi alrededor.
Golpeé el suelo a mi lado. Peces de color rosa y azul vibrante rayas se
dejaron caer en el suelo de mármol. Aspire una fuerte inhalación contra el
dolor, puse mi mano hacia abajo y empujé hacia arriba. Gruñí cuando el
cristal rajó mi palma. La sangre se mezclaba con el agua.
Podía lidiar con esto.
Me puse de pie, respirando entrecortadamente mientras levantaba la
cabeza.
Ares se puso delante de mí. Sin una sola palabra, su revés golpeó el
lado de mi cara. Destellos inundaron mi visión como una docena de
fuegos artificiales que se apagan a la vez. Me di un golpe en el sillón de
cuero detrás del escritorio. Sangre acumulada en mi boca mientras me
sorprendí en el borde de la mesa. Algo se había dividido. ¿Mi mejilla?
¿Toda la cara? No tenía ni idea. Y sobre el dolor palpitante, podía
escuchar en la puerta.
Podía lidiar con esto.
Agarrando el teclado, me arranqué libre y di la vuelta, apuntando a su
cabeza. Ares cogió el teclado, dio un tirón libre y luego lo partió en dos
como si fuera una ramita. 323
Tropecé de nuevo, llegando a ciegas por algo. Dagas y espadas
colgaban de la pared, pero él estaba en mí antes de que pudiera ir a por
Página

ellos.
Ares me cogió como si fuera nada más que un gatito indefenso. Antes
de que pudiera liberarme, antes de que pudiera saborear el temor que se
estaba construyendo en la parte posterior de mi garganta, me dio la
vuelta, golpeando mi espalda en la esquina de la mesa boca abajo.
Hubo una grieta que escuché y sentí.
Un dolor agudo se produjo en un destello de luz, y luego cada nervio
termino disparado de inmediato. Mis sentidos se sobrecargaron mientras
me deslicé hasta el suelo, con los ojos fijos en el techo.
Algo se había soltado dentro de mí. Podía sentirlo. Un dolor punzante
rugió a través de mí como un disparo de bala. Estaba húmeda y cálida en
el interior y si no hubiera sido el Apollyon -si hubiera sido sólo un
mestizo o un mortal-Sabía que lo que Ares había hecho hubiera sido fatal.
Pero no iba a morir y no podía moverme. Algo malo estaba roto. Las
puntas de mis dedos estaban entumecidas, y no podía sentir mis dedos de
los pies, pero sentí todo lo demás.
Y me di cuenta de que, si alguien sabía el lugar adecuado para tomar
de la columna e inmovilizar a alguien, asegurándose de que todavía
podría sentir todo, sería Ares.
Puedo lidiar con esto, oh dioses, puedo lidiar con esto.
Él se inclinó sobre mí, sonriendo, con los ojos completamente blancos.
—Todo esto puede terminar ahora, pequeña. Simplemente tienes que
decir las palabras.
Mi garganta se movió, y mi lengua se sentía demasiado pesada. Me
tomó todo para pronunciar las palabras.
—pudre… te.
La sonrisa se desvaneció de su rostro y luego él se movió tan rápido
como un rayo. Dolor ... estaba en todas partes. Otro hueso roto, tal vez mi
pierna, o una rodilla, pero no podía estar segura. Abrí la boca para gritar,
pero algo húmedo, un cálido gemido salió en su lugar.
Yo .. Yo puedo lidiar con esto. Tenía que ... Tenía que hacerlo.
Cuando se rompió mi otra pierna y después cada costilla, una a la vez,
el dolor se convirtió en mi mundo. No había escapatoria, no podía respirar
a su alrededor o esconderme. La conciencia se desvanecía de mí y
luchaba con la niebla, porque cuando termine conmigo, si alguna vez
estaría terminado conmigo, él pasaría a Aiden y Marcus, a toda la 324
Universidad. Era el dios de la guerra y él iba a arrasar con todo.
Pero ese dolor ... me pudrió desde dentro. Metí la mano en la parte más
Página

pequeña en la que todavía era una persona, cuando yo todavía era Alex,
y el dolor se hizo cargo. No podía soportarlo. No podía lidiar con eso. Mis
escudos cayeron abajo y el cordón rugió, pero el zumbido cada vez mayor
se vio ensombrecido por el terrible dolor y la desesperanza creciente
cavados en lo profundo como afiladas garras y así se alejó todo mi sentido
de ser.
Yo no era tan fuerte como Pensé que era, o tal vez que acaba de
golpear mi límite, porque quería… yo quería morir. No había orgullo en
esto. No había ningún propósito. Mi alma estaba fragmentada y estalle
completamente.
Ares agarró mi brazo roto, arrastrándome hacia el centro de la sala,
sobre el vidrio roto y los peces muertos y la sangre de los que ya habían
muerto ahí. Ese nuevo estallido de dolor parecía como si no hubiera
comparación con todo lo demás, pero por el rabillo de mi ojo, vi a Ares
recoger una daga.
Se arrodilló sobre mí, con los labios curvados hacia atrás. Había una
cuchilla en su mano y esto iba a ser mucho, mucho peor.
—Di las palabras.
Estaba destrozada y débil. Él había ganado, y yo quería morir, pero no
podía, y no había manera-Grité cuando el primer golpe de la hoja se
hundió profundamente.
Con otro corte agudo, mi visión brilló en ámbar momentáneamente y
después volvió, pero algo ... algo era diferente. Una extraña sensación se
movió alrededor de los huesos rotos y algunos de los músculos. No fue de
mí, pero era una parte de mí. Hacía frío y lo sentí como acero, era furia,
oscura y sin fin.
No fue de mí, porque la poca parte de mí que quedaba se había
acurrucado en una bola y esperando y rezando para que esto terminara.
Se había dado por vencida, acobardada lejos de más dolor como un
perro maltratado. Quería que esto terminara. Quería saborear la
tranquilidad de la muerte.
Pero esa furia construida y, como Ares se inclinó sobre mí sosteniendo la
daga de punta roja, sabía que la ira se filtraba a través de la conexión
entre mí y el Primero.
Era Seth. 325
¿Estaba enojado porque no había ido con Ares? ¿O era porque estaba
tan débil que deseaba la muerte? ¿O era algo más, algo más profundo
Página

como el de qué lado estábamos, porque Seth ... Seth tenía que sentir esto
ahora. Tenía que saber, y ese último pequeño fragmento de mi ser se
negaba a creer que él toleraría esto. Yo sufría, así el también sufriría. El dios
se rió con frialdad.
—Me pregunto, si se corta la cabeza de la Apollyon, no vuelve a
crecer? Supongo que podríamos averiguarlo, ¿eh? Te gustara eso.
Una parte de mí murió ese mismo momento, tal vez no una muerte
física, pero mental, en un nivel emocional, estaba casi muerta. Cuando
todo esto hubiese pasado, no sería la misma.
Madera y metal se astillaron, y supe que la puerta por fin había sido
quebrantada. Cuando el dios bajo la daga, un cuerpo se estrelló contra él.
La hoja atravesó el suelo sin causar daños al lado de mi cuello. Antes de
que pudiera tomar mi siguiente respiración dolorosa, los tres se movieron
por encima de mí, como enfermos, la danza macabra de la clase. Ares.
Aiden. Marcus. Se movían demasiado rápido como para que yo los
siguiera. Los tres de ellos estaban demasiado juntos.
Luz explotó, llenando la habitación con luz blanca tan brillante como el
sol. La presencia de otro dios llenó la habitación, y me cegó. Traté de
tomar mi próximo aliento y resollé. Calor húmedo se extendió a lo largo del
lado izquierdo de mi cuerpo, agrupándose por el suelo como lluvia roja. Mi
sangre? La de alguien más?
Dioses ...
Los dioses no sangran como nosotros.
Hubo un rugido inhumano y Ares se dio la vuelta, tenia su atención en
cualquier cosa que estuviera detrás de mí. En un instante, el dios de la
guerra echó sus brazos. Una onda de choque rodó por la habitación
destruida. Madera rota y muebles rotos volaron por los aires, junto con
expuestos, cuerpos sin vida... y Marcus y Aiden.
La lluvia roja parecía derramarse desde el techo ahora.
Mi nombre fue llamado, pero sonaba tan lejos. Luché para sentarme,
para ver a Aiden y Marcus, y saber que estaban bien, pero no podía
moverme y no podía respirar. Unas manos se posaron sobre mí, pero mi piel
se sentía desprendida. Estaba gritando en el fondo, y quería que se
callaran- sólo que se callaran. Todo mi cuerpo estaba resbaladizo cuando
me levanté, mi cabeza se dejo caer libremente hacia un lado. 326
¿Dónde estaban ellos? ¿Dónde estaban Aiden y Marcus?
El horror se hizo cargo del dolor y se mezcló con la rabia de Seth. Las
Página

marcas se extendieron a través de mi piel y el cordón zumbaba


violentamente. Había voces, tantas voces, y una llegó a través tan claro,
no sabía si fue hablada en voz alta o en mis pensamientos.
—Vamos, Alex.
Luego no hubo nada.
Treinta y siete
Traducido por Bele Maru
Corregido por Dafne

N
o había nada, y luego volvió el dolor, empezando con los
resquebrajados huesos en los dedos de mis pies y luego
trepando por mis destrozadas pantorrillas y rodillas, golpeando
sobre mi pelvis pulverizada en olas ardientes, dolor intenso. Cuando el
fuego alcanzó mi cabeza, intenté gritar, pero mi mandíbula no se
destrabaría. El grito rasgó a través de mí hasta dejarme quieta, en silencio
pero llena de una rabia que sabía a la sangre que se juntaba en mi boca.
Muerte… Oh Dioses, rogaba por morir una y otra vez en mi mente. Un
incesante, calmo monólogo a cualquier dios que estuviera escuchando
para llevarse esto lejos, porque el dolor estaba rompiendo las costuras de
mi sanidad.
Pero el dolor no disminuía. Quemaba. Permanecía. Continuaba
pudriéndome desde el interior hasta que forcé mis ojos a abrirse.
Mi visión no se enfocó al principio. Lo que vi fue un brumoso y borroso
azul, pero cuando mi vista se aclaró, no entendí lo que estaba viendo.
Quizá ya me había vuelto loca.
Estaba mirando a un cielo del azul más brillante que alguna vez haya
visto. Como el agua más profunda del océano, intacto y puro. Ningún
cielo era de ese color. Y yo había estado en la oficina del Decano, donde
Ares… donde él…
No podía pensar en eso, no podía pensar en nada.
El aire olía a jazmín, como… como el agua en el manantial del
Inframundo, donde había estado con Aiden.
327
Aiden…
Oh, dioses, no sabía que le había pasado a él, si Ares lo había lastimado
Página

o a Marcus. No sabía dónde estaba, o como había llegado allí. Lo único


que sabía es que tenía dolor. Estaba en cada fibra de mis músculos, cada
astilla de mis huesos y explotaba cada vaso sanguíneo, pero eso… eso no
era cierto. Había una cosa que no sabía.
El cordón, la conexión entre Seth y yo, se había ido.
No había zumbido, no rabia. No presencia externa mezclándose con la
mía. Oh Dioses, no había nada más que dolor.
— Alexandria.
No me di cuenta de que mis ojos estaban cerrados de nuevo hasta que
los forcé a reabrirse ante el sonido de una voz vagamente familiar. Al
principio, no lo vi a él, o a cualquier otro que no fuera ese hermoso e irreal
cielo.
Una sombra cayó sobre mí y luego una forma apareció, bloqueando el
cielo; segundos después, las piezas del hombre se juntaron. Alto y fornido,
la cabeza llena de cabello color miel, el hombre tenía la cara de un ángel.
Oh por el amor de todos los Dioses, no podía recobrar el maldito
aliento.
Tánatos.
Los labios del dios se inclinaron un poco a un lado, como si supiera lo
que estaba pensando, y yo me preguntaba si estaba en realidad muerta,
si alguien había mentido sobre toda la cosa de la muerte del Apollyon,
porque yo estaba observando al Dios de la muerte pacífica.
Luego de nuevo, mi muerte, si eso es lo que realmente era, había sido
todo menos pacífica. ¿Había venido a contestar mis plegarias? ¿A llevarse
este dolor?
Moviéndose con cuidado, Tánatos inclinó su cabeza hacia un lado
mientras se acercaba a mí.
—¿Puedes oírme?
Traté de abrir mi boca, pero no pude.
—Pestañea si puedes —dijo con sorpresiva caballerosidad.
Pestañeé.
—Pudimos haber sido enemigos en el pasado, pero no estoy aquí para
hacerte daño ahora. Estoy vigilándote hasta que Apolo pueda regresar
con su hijo Asclepio.
¿Apolo? ¿Su hijo? La confusión me inundó y aspiré una profunda 328
respiración de la que inmediatamente me arrepentí. Dolor se arqueó a
través de mi pecho.
Página

Tánatos se movió para poner su mano en mi frente, pero se detuvo.


— Está bien, estás en Olimpo.
¿Olimpo? ¿Cómo en el mundo podría eso estar bien?
— Bueno, solo en las afueras del Olimpo, si te quieres poner técnica.
Echó un vistazo por encima de su hombro, suspirando suavemente. —
¿Qué hiciste enfrentándote a Ares? No muchos lo harían, ni mortales,
semidioses y seguramente ni siquiera el Apollyon. Pudiste haberte rendido
ante él. Te habrías ahorrado muchísimo dolor.
Tánatos se inclinó más cerca, enfocándose en mí con sus ojos blancos
que no contenían pupilas ni iris. — Sostuviste tu postura, puedo respetar
eso. Puedo también admirar eso.
Quizás, si no sintiera como si mi cuerpo estaba siendo destrozado en un
millón de pedazos, podría realmente apreciar esa declaración. El aire con
aroma a jazmín se revolvió, y dos sombras más cayeron en el lugar donde
yo yacía… en el pasto, me di cuenta atontada. Mi espalda entera se
sentía húmeda y no estaba lo suficientemente esperanzada como para
pensar que era rocío en vez de mi propia sangre… o la de alguien más. No.
No podía ser la de alguien más, porque eso significaría que era de Aiden o
de Marcus…
Apolo entró en mi visión, y en vez de mostrarme esos escalofriantes ojos
de dios, me miro con ojos que combinaban con el cielo por encima de sus
hombros. Una pequeña, casi triste sonrisa tiró de sus labios, lo que encontré
realmente extraño porque es raro que Apolo muestre alguna emoción real.
— No había ninguna posibilidad de que pudiera curarte en terreno
mortal. El daño es muy extenso. —me dijo, y por primera vez fue
directamente al punto—. Tuve que traerte aquí, tan cerca del Olimpo
como fuera posible. Todo el éter que rodea mi casa ayudará a Asclepio.
Quería preguntarle sobre Aiden y Marcus, pero cuando finalmente
logre abrir mi boca, solo se me escapó el más pequeño quejido.
— No trates de hablar —dijo Apolo. Se echó hacia atrás, dándole lugar
a otro dios—. Mi hijo va a sanarte. —Una sonrisa irónica torció sus labios—. Y
sé que si pudieras, dirías algo como “¿cuántos hijos tienes?” y mi respuesta
sería, muchos.
Sip, estaba un poco curiosa, y también me preguntaba si eso
significaba que Asclepio estaba relacionado conmigo, pero lo que 329
realmente quería saber era que había sucedido con Aiden y Marcus.
Asclepio tomó el lugar de Tánatos. Este dios apenas se parecía a Apolo.
Página

Una completa barba cubría su cara, haciendo difícil calcular su edad,


pero las finas líneas que se extendían desde las esquinas de sus ojos
blancos hacían que luciera mucho más viejo que su padre. Mis ojos se
movieron a Apolo, y me confortaba saber que todavía estaba allí. No me
había dejado con Tánatos y un extraño.
Finalmente, Apolo se compadeció de mí. — La última vez que vi a
Aiden y a Marcus, estaban bien. Pero no he vuelto desde que te traje aquí.
Cerré mis ojos y tragué duro. No era una confirmación al cien por ciento
de que estaban bien, pero era algo en lo que podía sostenerme.
—¿Conoces la historia de mi hijo? —pregunto Apolo.
Cuando no hice nada, Asclepio dijo—: Le encanta contar esa historia.
—Su madre mortal murió durante el parto, y mientras ella estaba en la
pira funeraria, lo saque del útero. Mientras Apolo hablaba, su hijo
observaba las numerosas heridas con una mirada mezclada entre disgusto
y desafío.
—Se lo di al Centauro Quirón, que lo crió en el arte de la medicina. Por
supuesto, teniendo mis genes, ya tenía una habilidad para curar.
Por supuesto.
—Pero mi hermana le había pedido a Asclepio que devolviera a la vida
a Hipólito, y entre Hades estando disgustado por eso, y el llanto de
Afrodita, Zeus mató a mi hijo con un rayo. Un musculo apareció en la
mandíbula de Apolo. —Así que yo maté al Cíclope, asegurándome de que
Zeus no tuviera más rayos.
Bieeen…
—Terminé expulsado del Olimpo por un año —continuó Apolo
alegremente—. Pero al final, Zeus resucitó a mi hijo para asegurarse de que
no hubiera futuras contiendas conmigo. —Hizo una pausa—. ¿Te estás
preguntando cual es la moraleja de esta historia? Yo siempre encuentro
una manera de cuidar de mí mismo.
Antes de que pudiera procesar lo que eso significaba, su hijo posicionó
sus manos en mi pecho. En circunstancias normales, no habría estado
entusiasmada con la idea de ser manoseada, pero una increíble calidez
barrió a través de mí. Desde las puntas de mis lastimados dedos, hasta la
cima de mi fracturado cráneo, vertiginosa, maravillosa calidez invadió
cada poro.
El dios cerró sus ojos. —Esto puede arder. 330
¿Qué? No, quería gritar, porque no podía soportar más, pero luego la
calidez ampolló mi piel y sí grité.
Página

Fuego arrasó a través de mí, extendiéndose fuera de control y


chamuscando cada célula. Mi cuerpo roto se alzó del suelo.
La cara de Asclepio se nublo en un severo fruncimiento del ceño. —
Hay algo ms aquí…
Por segunda vez en quien sabe cuántos minutos, fui tirada al vacío,
perdida en el negro mar de la inconsciencia.

***
Cuando abrí los ojos, mi visión era clara y había sido movida a una
recámara circular con paredes de mármol. Pájaros chillaban en un suave,
lirico verso desde algún lugar fuera de la habitación. Estaba apoyada en el
medio de una elevada tarima. Descansando encima de una mesa había
un jarro lleno de líquido color miel. Pesado aroma fluía a través de una
pequeña abertura en la pared, moviendo el toldo blanco colgando en el
poste a los pies de la cama donde descansaba.
¿Una cama? Obviamente era un paso adelante de estar en el pasto,
pero confusión repiqueteó en mí. Me empujé hacia arriba con mis codos y
me encogí cuando el dolor rodó por mi cuerpo entero.
Fui sanada, pero…
Pedazos de memorias se juntaban, de Tánatos, Apolo y su hijo.
Santa mierda, estaba en o cerca del Olimpo.
Nunca en mi vida pensé que iba a respirar el aire enriquecido de éter
de los Dioses, pero allí estaba. Un bajo zumbido de excitación vibro en mis
venas. Quería correr fuera de la cama e ir a investigar. Se rumoreaba que
el Olimpo era el lugar más hermoso que existía, incluso más que los
Campos Elíseso. Criaturas de los mitos vagaban libremente por aquí, y
plantas que ya no florecían en el campo mortal crecían a asombrosas
alturas en el Olimpo. Esto era una oportunidad única en la vida…
La emoción dio lugar a la inquietud, no estaba aquí para hacer turismo.
No era como si estuviera de vacaciones y Apolo aparecería y me daría un
tour junto con un recuerdo de orejas de ratón. Esto no era Disney World y
yo estaba aquí por Ares… 331
En el fondo de mi mente, y en el centro de mi ser, había algo oscuro y
desagradable que había nacido y echado raíz, una distinta frialdad que
Página

ninguna cantidad de aire caliente podría reprimir. Mis pensamientos


cambiaron a Ares y mi corazón se volvió pesado. Terror crudo se formó
detrás de mi garganta, con sabor a bilis.
Pero, oh dioses, no era solo Ares, o el pensamiento de enfrentarme de
nuevo a él. Era el dolor que me había descompuesto y deteriorado, el
dolor que me había destrozado en pedazos y que me causo rogar por
liberación, por muerte. Aunque no dije las palabras en voz alta, sabía que
Ares las había sentido. Habían estado en mis ojos, mi mismísima alma había
estado puesta al descubierto.
Ares sabía.
Seth sabía.
Vergüenza y algo oscuro se levantó dentro de mí, retorciéndome y
ahogándome como hiedra venenosa.
Había suplicado morir.
Yo. Alex. El todopoderoso Apolion. La chica que fue derribada solo
para levantarse y pedir más. Me he estado entrenando para ser Centinela,
un guerrero criado para ignorar el miedo. Había conocido el dolor antes
de esto; ambos, físico y mental. Llegué incluso a esperarlo.
Pero Ares me había roto completamente.
Cruda vulnerabilidad se movió lentamente a través de mí. Sintiéndome
enferma, tire de la suave cobija hasta mi pecho. Dioses, me sentía… me
sentía como una impostora en mi propia piel. ¿Qué pensaría Aiden si se
enterara? Él nunca se habría rendido o rogado como yo lo hice. Oh Dioses,
¿Qué si Aiden no estaba realmente bien? ¿Qué si Apolo mintió?
Empecé a quitarme la cobija de encima, pero me detuve. La indecisión
me dio una bofetada. ¿Qué estaba haciendo? ¿A dónde iba a ir a
demandar respuestas? Mi mano se tensó alrededor de la cobija hasta que
pensé que iba a deshacer el duro trabajo de Asclepio.
No podía moverme.
Estaba congelada por… ¿por qué? Miedo. Aflicción. Vergüenza.
Confusión. Ansiedad. Unas más o menos cien emociones arremolinaban a
través de mí como un tornado F-5. Mi respiración serruchaba dentro y fuera
dolorosamente. Presión florecía de ningún lado, abrazando mi todavía
delicado pecho. Esto era peor a como me sentí después de Gatlinburg,
magnificado por un millón.
No podía respirar. 332
Imágenes de la pelea en la oficina del Decano atravesaron en mi
cabeza como un perverso álbum de fotos. Las maniobras que siempre
Página

fueron tardías. Las patadas y los golpes que nunca aterrizaron. Siendo
levantada y arrojada como si no fuera más que un saco de arroz. El
rompimiento de mi espina y apenas un poco después, todos mis huesos, y
luego el cuchillo…
El sonido de Aiden y Marcus golpeando la puerta, desesperadamente
tratando de entrar, torturándome. Tantas memorias de Ares teniendo mi
trasero seguían surgiendo en un continuo arremetimiento de lo tan no
impresionante que realmente era. ¿Cómo pude pensar que podía
permanecer en pie contra Ares, el Dios de la guerra? ¿Cómo podría
alguno de nosotros?
Y yo había suplicado por muerte.
No podía respirar.
La presión oprimió nuevamente mi pecho y deje ir la cobija,
presionando mi mano contra mi sudada piel. Tropecé fuera de la cama,
cayendo en el helado granito primero con las rodillas, y luego presionando
mi frente en ellas. El fresco suelo parecía ayudar, como la noche cuando
bebí la infusión.
No sé cuánto tiempo me quede así, minutos u horas, pero el suelo tenía
esa maravillosa habilidad de tranquilizarme. Un agotamiento en lo
profundo de mis huesos se estableció, del tipo que un guerrero siente,
cuando está listo para entregar su espada y enfrentar la eternidad.
En algún lugar de la habitación, una puerta se abrió, raspando contra
el mármol. No levante mi cabeza ni trate de sentarme, y sabia como lucia
para quien fuera que estuviera en la habitación, como un perro encogido
de miedo en una esquina.
—¿Lexie?
Mi corazón se detuvo.
—¿Lexie? Oh Dioses míos, bebé.
Estaba congelada de nuevo, demasiado asustada como para mirar y
descubrir que esa voz realmente no pertenecía a mi mama, que era
alguna clase de confusa ilusión. Un diferente tipo de presión se empuño en
mi pecho. Esperanza frágil se acrecentó. Cálidos brazos me rodearon en
un gentil y dolorosamente familiar abrazo. Inhalando una respiración
irregular, sentí su aroma, su aroma. Vainilla.
Levantando mi cabeza, ojeé a través de las hebras de cabello y perdí 333
el aliento, junto con cualquier habilidad de formar pensamientos
coherentes.
Página

—¿Mama?
Ella sonrió, corriendo sus manos hasta mis mejillas. Era ella, la cara
ovalada y complexión apenas más oscura que la mía, labios que se
extendían en una amplia sonrisa y ojos del color del más brillante verde.
Lucia como la última vez que la vi en Miami, la noche antes del ataque
Daimon que la había convertido en un monstruo adicto al éter, antes de
que yo la matara.
Ese puño se apretó hasta que no pude respirar, no pude pensar, y no
pude ver nada más que no fuera ella.
—Bebé, soy yo, soy realmente yo. —Su voz era como la recordaba,
suave y melodiosa—. Estoy aquí.
La mire fijamente hasta que su hermosa cara empezó a dar vueltas.
Parte de mí no podía permitirse aceptar este… este regalo, porque si no
era real, sería muy cruel.
Los espíritus que hacían guardia en las puertas del Inframundo casi me
habían engañado.
Pero sus manos eran cálidas y sus ojos estaban llenos de lágrimas. Olía
como ella y sonaba como ella. Incluso su cabello negro caía en ondas
pasando sus hombros, del modo que lo hacía antes.
Luego, ella se puso de rodillas inclinándose hacia delante, presionando
su frente contra la mía. Su voz estaba apretada con lágrimas. —
¿Recuerdas lo que te dije aquella noche?
Tuve que luchar para decir las palabras. —¿Qué me amabas?
—Sí. —Su sonrisa era llorosa—. Te dije que, con o sin un propósito eras
una chica muy especial.
Oh dioses…
—Y tú me dijiste que, como tu madre, estaba obligada a decirte eso.
Se rió, y pareció como si se le quedara atrapada en la garganta. — Ni
siquiera yo, sabia cuan especial era en realidad.
Era ella, realmente ella.
Abalanzándome hacia adelante, lancé mis brazos alrededor de ella,
casi tirándola hacia atrás. Con una suave sonrisa, me envolvió en un fuerte
abrazo, el abrazo que había estado extrañando y necesitando por tanto
tiempo. Mamá daba los mejores abrazos.
Ella me apretó con fuerza, y yo me aferré a ella mientras alisaba mi
cabello con una mano. Las lágrimas quemaban detrás de mi garganta y 334
brotaban en mis ojos. Emoción se derramaba en mi pecho hasta que sentí
como si mi corazón fuera a explotar. Había esperado este momento por lo
Página

que sentía como por siempre, y no quería dejarlo ir.


—¿Cómo es esto posible? —Mi voz era ronca y ahogada—. No lo
entiendo.
—Apolo pensó que sería bueno para ti después de lo que paso. —Ella
se retiró un poco. Lagrimas brillaban en sus ojos y yo odiaba eso—. Se lo
pidió como un favor que le debía Hades.
Apolo debe tener un montón de favores a su disposición.
—Te he extrañado tanto. —Puso su mano en mi mejilla y sonrió—. Y
desearía haber estado allí para ti cuando perdiste a Caleb y cuando
enfrentaste al Consejo. Deseo eso más que cualquier otra cosa.
Un caliente bulto lleno mi garganta. — Lo sé mama, yo… Yo lo siento
tanto. Yo…
—No, bebé, no te atrevas a disculparte por nada de lo que me sucedió
a mí. Nada de eso fue tu culpa.
Pero sí fue mi culpa. Seguro, yo no la convertí en un daimon, pero
habíamos dejado la seguridad de la Isla Deity debido a lo que yo me iba a
convertir. Ella sacrificó todo, su vida, por mí. Y aun así yo me conecté con
Seth cuando desperté, desencadenando horrorosos y catastróficos
eventos a través del globo cuando los Dioses contraatacaron. ¿Cómo no
era eso mi culpa?
—Escúchame —dijo ella, sujetando ambos lados de mi cara y
forzándome a levantar la mirada—. Lo que me pasó en Miami no fue tu
culpa, Lexie. E hiciste lo correcto en Gatlinburg. Me diste paz.
Matándola, a mi madre.
Presionó sus labios juntos, y tomó una respiración temblorosa. —No
puedes aferrarte a esa clase de culpa. No te pertenece. Y lo que pasó
luego de que Despertaras no era algo que pudieras controlar. Rompiste la
conexión al final. Eso es lo que importa.
Sus palabras eran tan sinceras que casi me convencieron, pero no
quería gastar este tiempo con ella hablando de las cosas terribles que
habían sucedido. Después de todo eso ya había pasado, solo quería que
ella me sostuviera.
Empujar la culpa era como quitarse un par de pantalones muy
ajustados. Podía respirar ahora pero las marcas estaban detrás de mi piel. 335
—¿Eres feliz? —le pregunte, moviéndome cerca.
Mamá me tomó en sus brazos de nuevo, descansando su mentón en
Página

mi cabeza, y yo cerré los ojos, casi siendo capaz de pretender que


estábamos en casa y que ese corazón en realidad estaba latiendo debajo
de mi mejilla. — Te extraño, y también hay otras cosas que extraño, pero
soy feliz. Haciendo una pausa, puso mi cabello hacia atrás—. Hay paz,
Lexie. Del tipo que borra todas las cosas negativas y hace más fácil lidiar
con ellas.
Envidiaba un poco esa clase de paz.
—Te observo cada vez que puedo —dijo, presionando un beso en la
coronilla de mi cabeza—. No es algo que nos sugieran hacer, pero cuando
puedo, reviso... —¿Quieres contarme acerca de este Puro?
Mis ojos saltaron abiertos, y calor inundó mi cara. —¡Mamá!
Ella se rió suavemente. — Él se preocupa tanto por ti, Lexie.
—Lo sé. —corazón se estrujó mientras levantaba mi cabeza—- Lo amo.
Sus ojos se encendieron. — No tienes idea de lo feliz que me hace saber
que has encontrado amor a pesar de toda esta…
Tragedia, terminé silenciosamente. Envolviendo mis manos alrededor de
sus delgadas muñecas, mi mirada cayó en la ventana. Delgadas ramas se
mecían en la brisa. Brillantes flores rosadas estaban abiertas, sus pétalos
con forma de lagrima húmedos con roció. Las mireé por una obscena
cantidad de tiempo antes de hablar.
—A veces me pregunto si está bien, ya sabes, si debería sentir felicidad
y amor cuando todos están sufriendo.
—Pero tú has sufrido también. —Ella guió mi mirada de nuevo a la
suya—. Todos, no importa lo que pase alrededor de ellos, merecen la clase
de amor que ese hombre siente por ti, especialmente tú.
Ruborizándome de nuevo, me preguntaba que tanto había visto mi
mama. Villa incomodidad, muerte por delante.
—Y esa clase de amor es más importante que cualquier cosa ahora
mismo, Lexie. Va a mantenerte sana. Siempre va a recordarte quien eres
realmente.
Tomé una profunda respiración, pero se quedó atrapada. — Muchas
personas han muerto, mama.
—Y lo harán, bebe, y no hay nada que puedas hacer al respecto. —
Presionó sus labios en mi frente. — No puedes salvarlos a todos. No se
supone que lo hagas. 336
No estaba segura de cómo sentirme acerca de eso. ¿Era ser el
Apollyon todo acerca de muerte y destrucción en vez de salvar vidas?
Página

—¿Puedes levantarte? —me preguntó.


Asintiendo, me empuje en mis pies e hice una mueca mientras el dolor
astillaba mis piernas. Preocupación pinchó los rasgos de mi mama, pero yo
le quité importancia agitando mi mano. — Estoy bien.
Ella se quedó plantada, manteniendo una mano en mi brazo. —
Deberías sentarte. Apolo dijo que te tomaría un poco de tiempo para…
que te sintieras normal.
Sentirme normal no era posible, probablemente nunca más, pero me
senté en el borde de la cama y mire a mi mama deslizarse hacia la tarima
elevada y la mesa. Ella no caminó, nunca lo hizo. Mi mama tenía esta
gracia innata con la que siempre desee haber nacido. En vez, yo
pisoteaba como una vaca la mayoría del tiempo.
Levantó el jarro y el vaso que había detrás. — Quiere que bebas esto.
Mis cejas se levantaron en sospecha. Si algo aprendí durante los
pasados dieciocho años, era que beber o comer algo proveniente de los
Dioses garantizaba una considerable cantidad de dudas. —¿Qué es?
Mama sirvió el contenido en una copa que parecía antigua y se dirigió
nuevamente a la cama. Sentándose me lo alcanzo. — Es un néctar
curativo que el hijo de Apolo preparó para ayudar a lo que ya ha hecho.
No puedes quedarte aquí la cantidad de tiempo que te lleve sanar
completamente. Pero esto ayudara. Incluso para ti, hay mucho éter en el
aire. Te sofocará.
Sofocarse apestaba, pero miré al cáliz cautelosamente.
—Está bien Lexie. Entiendo tu preocupación, pero esto no es una
trampa.
Con una gran inquietud, tomé el vaso y lo olí. El aroma era una mezcla
de miel y algo como hierba. Porque sabía que esta era mi mama, y podía
sentir esa verdad en lo profundo de mi, bebí del vaso. Estaba aliviada
cuando descubrí que sabía dulce y no a trasero.
—Bébelo despacio —me advirtió mi mamá—. Va a ponerte
somnolienta.
—¿Lo hará? —Fruncí el ceño hacia el cáliz.
—Cuando despiertes estarás de vuelta en el mundo mortal.
Una fría brisa inundó mi pecho. —¿Esto no es un sueño, verdad?
—No. —Mamá sonrió mientras alcanzaba y agarraba ese mechón de 337
cabello que siempre caía hacia delante y lo puso atrás. — Esto no es un
sueño.
Página

Dejando salir una respiración tartamuda, tomé otro sorbo. Había tanto
que quería decir. Muchas veces desde que murió, había fantaseado
acerca de verla otra vez y había creado esta lista masiva de cosas que
quería decirle, empezando con un montón de disculpas por escaparme,
maldecir, pelear y ser una molestia sin parar en general. Y luego le diría
cuan maravillosa mama ella ha sido. Ahora, era gracioso y extraño.
Cuando abrí mi boca la emoción obstruyo esa lista, borrándola
completamente. Las palabras que dije fueron—: Te extraño tanto.
—Yo también te extraño, pero estoy contigo tanto como puedo estarlo.
—Ella me miró tomando el néctar curativo—. Quiero que me prometas
algo.
—Lo que sea —dije, y lo decía en serio.
Una pequeña sonrisa apareció. —No importa que pase, y no importa
que tengas que hacer, quiero que te absuelvas a ti misma de la culpa.
La quede mirando. — Yo…
—No, Lexie. Necesitas dejar ir la culpa, y necesitas dejar ir lo que Ares
hizo.
Bajando el vaso, mire lejos y sacudí un poco la cabeza. Dejar ir cuan
gravemente Ares me había roto, ¿Cómo había suplicado por muerte?
Imposible. — ¿Lo viste?
—No. Ella puso su mano en la mía y le dio un apretón. — Pero Apolo me
contó.
La risa que salió de mi sonaba increíblemente amarga. — Por supuesto
que lo hizo. ¿Y dónde estaba Apolo cuando mi trasero me estaba siendo
entregado, a propósito?
Una mirada de dolor cruzó su cara, e inmediatamente me arrepentí de
decir eso. — Lo siento —susurré—. Seguramente estaba haciendo alguna
cosa importante. O persiguiendo ninfas.
—Está bien. — Su mano barrió a través de mi mejilla, y yo estaba
sorprendida al descubrir que mi cara ya no dolía—. Apolo está muy
preocupado por ti, y yo también.
—Estoy bien.
La mentira sonó falsa en mis propias orejas.
Inclinó su cabeza hacia un lado y suspiró. — No quería esta vida para ti,
quería evitarte esta oscuridad.
—Lo sé — dije mirándola. Me empapé en sus facciones. Dioses, mi 338
mama era hermosa. Era más que buen ADN de Dios. Era lo que ella era por
dentro que corría a través, su bondad, amor y todo lo que aspiraba ser. En
Página

mis ojos, ella brillaba. Y su vida había terminado muy temprano. Se merecía
mucho más, y yo deseaba poder dárselo. Pero no podía, así que le di la
única cosa que era capaz de darle.
—Te lo prometo — le dije—. Te prometo que lo dejaré ir.
Sus labios se curvaron en las esquinas. —Quiero matar a Ares por lo que
te hizo.
Me atraganté en mi bebida. No creo que alguna vez haya escuchado
a mi mama decir que quería matar a alguien, excepto después de que se
convirtió en una Daimon. Después, ella quería matar a todos. Un tipo de
dolor diferente lleno mi pecho. No queriendo pensar en ello, saque esos
pensamientos fuera.
Ahogando un bostezo que vino de ningún lado, terminé lo que
quedaba de la dulce bebida. Mamá tomó la copa de mis manos y se
paró, poniéndola nuevamente en la mesa. En el momento que se dio
vuelta, yo estaba tumbándome en mi espalda.
— Demonio — murmuré—. Esa cosa… Es fuerte.
Apurándose hacia el costado de la cama, se sentó al lado mío. — Lo
es. Desearía que tuviéramos más tiempo, bebé.
—¿No podemos? — Traté de levantar mi brazo pero se sentía
cementado. El pánico arañó mi pecho. No estaba lista para dejarla ir. No
era justo. La necesitaba ahora más que nunca. Había algo dentro de mí
que me asustaba—. Hay tantas… cosas que todavía tengo que decirte,
que quiero preguntarte.
Con una sonrisa que torció mi pecho, ahueco mi mejilla. —Habrá
tiempo después.
—Pero no estoy lista. No quiero dejarte. Por favor…—Extraño. Olvide lo
que estaba diciendo. Aparentemente había bebido el néctar del
Síndrome de Déficit de Atención.
Mientras mis párpados se volvían muy pesados para mantenerlos
abiertos, la escuché decir. — Estoy tan orgullosa de ti, Lexie. Siempre
recuerda que estoy orgullosa de ti y que te amo. —Hubo una pausa y
luego su dulce voz dijo, segundos antes de que cayera lejos—. No des por
perdida la esperanza, bebé. El paraíso te está esperando al final.

Fin
339
Página
Traducido, corregido
y diseñado en:

¡Únete! 340
Página

Realizado sin fines de lucro para promover la lectura. Apoyemos a


los autores y editoriales comprando el original.

También podría gustarte