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La obra de Petrarca

La vida como viaje

Petrarca tenía el vicio del viaje, los hacía constantemente en vida y también en la
literatura. Es un símbolo perfecto para comprender su poética, que se basaba en
explorar el desasosiego como condición del ser humano. Eso nos dice sobre su
temperamento que no buscaba establecerse ni definirse a sí mismo ni a sus intereses.
Tenía ideales que no veía cumplidos: la Italia de entonces la veía deteriorada y él
hubiera querido renovarla según ideales de la antigüedad, sin embargo era imposible,
por lo que se retiraba a las afueras de la ciudad a estar en soledad. Siempre estaba en
una constante fluctuación entre el deseo y la imposibilidad de cumplirlo. El viaje es
como la escalada de una montaña. Petrarca aspiraba alturas espirituales. Sin embargo
era demasiado consciente de lo que eso suponía, entonces se autodegradaba bajo la
idea de que siempre bajaba por el camino más fácil de la montaña. Así, tenía una gran
conciencia del flujo vital de la humanidad y del movimiento constante en el cuerpo, la
mente y las emociones. Petrarca era un hombre moderno por la propia conciencia de
sí, sin embargo también era uno medioeval por la constante autodegradación.

La vida del intelecto

Afán por los clásicos. Especialmente Cicerón y Virgilio, y San Agustín que no es clásico.
Revelan dos rasgos de su personalidad: percepción retrospectiva y una disposición
deliberada. Tanto en la vida como en la literatura. Corregía todo, nunca acababa. Le
gustaba moldear según su mirada de hombre madura siempre en desarrollo.

Tuvo una crisis espiritual (1340-50) en donde dejó de lado las preocupaciones por el
material de la lieratura clásica para concentrarse en acercarse a la vida espiritual y a la
devoción. Igual que San Agustín trató de reformar su vida. En esta época se preocupó
por el tema de la muerte.

A partir de la década de 1350 su erudición es más reflexiva: sobre la muerte y la


preparación cristiana que necesita.

El proceso de imitación (de los clásicos): no debe ser servil sino creativo. Remodelar y
reaelaborar.
Como la relación de padre e hijo.
Primero la lectura inicial, luego la digestión en donde comparas la lectura con otras y
tercero escribir.
Hay un cuarto que es donde aplica criterios teóricos: reescribiendo infinitamente hasta
la perfección.
El material era el mismo que el de los clásicos pero la concepción del mundo y la
humanidad era únicamente suya.

Deseaba interpretar su vida. El pecador que parte de la literatura clásica que vuelve
sus ojos hacia Dios.
Imposibilidad de acabar la obra, de darle el último detalle. Su poética albergaba como
un final abierto.

La concepción de Petrarca es evolutiva, por eso es tan difícil de explicar. En el


cancionero han encontrado nueve fases.

El deseo de superar los modelos clásicos para forjar una identidad literaria nueva y
superior.

La vida activa y la vida contemplativa

Sus lecturas como erudito siempre eran utilizadas para el bien de la sociedad en la que
vivía. Quiso que se retomasen los valores clásicos y por eso es considerado uno de los
fundadores del Renacimiento. Él velaba por una vida solitaria a las afueras de la ciudad
para poder escribir, pero con el fin de aprender y crecer espiritualmente, lo cual luego
podría utilizarlo para ser una figura de autoridad y consejero de grandes hombres y
moldear el porvenir. Literatura y vida real estaban indisolublemente ligadas para él.
Tenía un afán por el pasado, personalidad de historiador: contar las cosas exactamente
como fueron. Investigador.

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