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Yafte Hernández Sánchez

Resumen sobre El protagonismo de la historia (1953-1959)

En este capítulo se hace un recorrido internacional sobre el desarrollo del melodrama en


el cine de distintas culturas, dando pauta para que continentes como América, África y
Asia se hicieran presentes. Así plantearon problemas y visiones de la realidad fuera de los
estándares europeos o anglosajones, y abrieron el camino del cine a muchos otros
países.

En los años 50, en Estados Unidos, había películas como Rebelde sin causa (1955), de
Nicholas Ray, con pantalla panorámica y color y una trama llena de emociones
desbordadas, es decir, un melodrama. Pero Cousins dice que, para llegar a ese punto, el
cine tendría que hacer un gran recorrido.

Empieza por Egipto, donde la película Estación Central (1958), de Youssef Chahine,
marca pauta de un enorme cambio. Es la primera gran película africana y árabe, donde se
abordan temas como la rebelión juvenil, la represión sexual, la ira contenida y la justicia
social. Es el primer paso hacia la iniciativa de los países del tercer mundo de Asia y África
para reunirse. Estos países rechazaban el comunismo y el capitalismo imperantes de la
guerra fría.

India, en ese momento, también empezaba a cambiar. En un principio su cine se limitaba


a retratar las vidas de santos. Le llamaban cine mitológico. Pero llegó el momento en que
el teatro musical tomó relevancia. Traía consigo color, expresión y teatralidad en la
imagen. De primera vista podría vérsele como un cine-adorno, pero en realidad era un
cine que tenía una perspectiva social. Era más bien reformista, desafiaba al sistema de
castas, al materialismo y a la pobreza imperantes en la sociedad.

De entre las películas más relevantes de la India en los años 50 está Pather Panchali
(1955), de Satyajit Ray. Es una película que retrata crudamente las condiciones de vida
en la India, así como la vida común de sus habitantes, y a pesar de su dura crítica social,
tiene también una visión clara de la modernización del país, la industrialización y la
transformación de la realidad. Otro ejemplo es Madre India, (1957) de Mehboob khan,
donde en un principio hay una teatralidad y un colorido muy llamativo, y todo termina en
trabajo duro, suciedad y sudor.
En Oriente, por parte de China, dominaba el comunismo, y el cine era controlado por el
Estado. Tenía una posición muy endémica y de cultura propia. El director Yie Jin era un
gran partícipe de esta postura. Esto se ve claramente en su película Two Stage Sisters
(1964). En Japón, por otro lado, la situación era difícil. Habían perdido la guerra. El cine
hablaba sobre este periodo de recuperación del desastre total hacia la modernización del
país. Ello significaba la muerte de los valores de la antigüedad que fueron fieles a la
época de los emperadores feudales. Akira Kurosawa fue el mejor exponente del momento
con películas como Ikiru (1952) y Los siete samuráis (1954). Este director estaba
especialmente concentrado en hablar entre la lucha del futuro con los valores
tradicionales. Gracias a su preocupación por las atmósferas y a la poética de sus
imágenes, Kurosawa se volvió una referencia estilística en el cine.

En América, México y Brasil vivían una revolución cinematográfica, con este último al
mando. El cine brasileño cargaba con fuertes influencias neorrealistas. Río, 40 Graus
(1955) de Nelson Pereira era una gran muestra de esa influencia. En México, Fernando
de Fuentes, con filmes como Doña Bárbara (1943), dio pie al cine nacional mexicano.
Abrió el panorama a temáticas como las diferencias entre ricos y pobres, el sufrimiento
femenino y la exteriorización. Luis Buñuel, exiliado por la dictadura en España, vino a
México, y en los años 50 filmó grandes obras, entre las más reconocidas está Los
olvidados (1950).

Así pues, mientras en el resto del mundo imperaba una visión socialista, en EU era muy
distinto. El pensamiento del momento apelaba a los valores clásicos de la clase media
cristiana, decente y aburguesada. Nacía el estereotipo de la clase media norteamericana
en un típico suburbio a las afueras de las grandes ciudades, con sus televisores nuevos y
sus autos coloridos. Sólo el cielo lo sabe, de Douglas Sirk era un ataque a esos valores
establecidos en el cine y la sociedad, a su esplendor, a la sublimación sexual y la finura
superficial. Sin embargo, películas como la de Sirk mostraban el descontento dentro de
las artes por ese modo de vida, que era meramente de cartón.

Fuentes consultadas
Cousins, M. (Dirección). (2011). Historia del cine: Una Odisea. Episodio 6. Años
50, sexo y melodrama. [Película].

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