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DE:

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I3
El perdón: El camino a la reconciliación
Descubriendo el perdón en 40 días

Por Arnoldo Arana


Publicado por La Cosecha, RL

No se autoriza la reproducción de este libro ni de partes del mismo en


forma alguna, ni tampoco que sea archivado en un sistema o transmitida de
manera alguna ni por ningún medio – electrónico, mecánico, fotocopia, gra-
bación u otro – sin permiso previo escrito de la casa editora, con excepción
de los previsto por las leyes de derechos de autor en Venezuela.

Copyright 2014 por Arnoldo Arana


Todos los derechos reservados.

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CONTENIDO
Pág.
PRÓLOGO 00
00
INTRODUCCIÓN 00
00
SEMANA 1: CULTIVAR UN CORAZÓN SANO................................................................. 00
Cultivar un corazón sano demanda: 00
Día 1: Un corazón diligentemente cuidado 00
Día 2: Un corazón con pensamientos sanos 00
Día 3: Un corazón sin rencores 00
Día 4: Un corazón que practica el perdón 00
Día 5: Un corazón lleno de amor 00
Día 6: Un corazón que anda en rectitud 00
Día 7: Un corazón con sentido de propósito 00
00
HISTORIAS INSPIRADORAS DEL PERDÓN................................................................. 00
Semana 1: Perdón para mis verdugos 00
00
METÁFORAS ILUSTRADORAS DEL PERDÓN............................................................. 00
Semana 1: Los aviones que no aterrizan 00
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SEMANA 2: MI DECISIÓN DE PERDONAR................................................................... 00
Mi decisión de perdonar requiere: 00
Día 8: Avanzar con resolución en el proceso del perdón 00
Día 9: Resolver la disyuntiva amor vs odio 00
Día 10: Arreglar cuentas con mi enojo 00
Día 11: Practicar la receta del rey David para manejar el enojo 00
Día 12: Aprender a manejar las ofensas 00
Día 13: Evitar disfrazar mi dolor con mi enojo 00
Día 14: Lidiar con el dolor de la ofensa 00
00
HISTORIAS INSPIRADORAS DEL PERDÓN................................................................. 00
Semana 2: Operación Aucas 00
00
METÁFORAS ILUSTRADORAS DEL PERDÓN.............................................................. 00
Semana 2: el disfraz de la tristeza 00
00
SEMANA 3: EL PERDÓN PRÁCTICO............................................................................... 00
El perdón práctico requiere responder las siguientes preguntas: 00
Día 15: ¿Perdonar para ser perdonados? 00
Día 16: ¿Cuántas veces debo perdonar? 00
Día 17: ¿Debo olvidar la ofensa - agravio recibido? 00
Día 18: ¿Debo confiar automáticamente en mi ofensor una vez que he perdonado? 00
Día 19: ¿Al perdonar debo renunciar a la justicia? 00
Día 20: ¿Cuál es el camino para perdonar y restaurar a mi hermano en la fe? 00
Día 21: ¿Qué papel juega el amor en el perdón? 00
00
HISTORIAS INSPIRADORAS DEL PERDÓN................................................................... 00
Semana 3: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen

V
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Pág.
METÁFORAS ILUSTRADORAS DEL PERDÓN.......................................................... 00
Semana 3: ¿Cómo sana una herida en la piel? 00
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SEMANA 4: EL PERDÓN DE DIOS.............................................................................. 00
El perdón de Dios demanda conocer: 00
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Día 22: La gracia perdonadora de Dios 00
Día 23: Perdón total 00
Día 24: Una deuda impagable es cancelada 00
Día 25: Un padre expectante 00
Día 26: El corazón paternal de Dios 00
Día 27: Experimentando el perdón de Dios 00
Día 28: Sin el perdón nuestras oraciones delante de Dios son estorbadas 00
00
HISTORIAS INSPIRADORAS DEL PERDÓN.............................................................. 00
Semana 4: La actitud perdonadora del apóstol Pablo 00
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METÁFORAS ILUSTRADORAS DEL PERDÓN.......................................................... 00
Semana 4: El juego de la culpa 00
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SEMANA 5: BENEFICIOS DEL PERDÓN................................................................... 00
La práctica del perdón contribuye con: 00
Día 29: La práctica del perdón mantiene mi cuerpo sano 00
Día 30: La práctica del perdón influye favorablemente en mi salud psicológica 00
Día 31: La práctica del perdón me mantiene espiritualmente sano 00
Día 32: La práctica del perdón trae sanidad a mis relaciones 00
Día 33: La práctica del perdón me da acceso al gozo del Señor 00
Día 34: La práctica del perdón trae paz, equilibrio y enfoque a mi vida 00
Día 35: La práctica de perdón remueve los obstáculos que impiden la liberación de mi potencial 00
00
HISTORIAS INSPIRADORAS DEL PERDÓN.............................................................. 00
Semana 5: El patriarca José: el camino del perdón didáctico 00
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METÁFORAS ILUSTRADORAS DEL PERDÓN.......................................................... 00
Semana 5: El coleccionista de agravios 00
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SEMANA 6: RECONCILIANDOME CON MI PROJIMO............................................ 00
La reconciliación con mi prójimo requiere las siguientes consideraciones: 00
Día 36: ¿Quién es mi prójimo? 00
Día 37: Reconciliándome con mi familia 00
Día 38: Modelando culturas de honor en mi familia y en mi nación – Parte I 00
Día 39: Modelando culturas de honor en mi familia y en mi nación – Parte II 00
Día 40: Arrancando el dolor de las injusticias familiares, sociales y económicas 00
00
HISTORIAS INSPIRADORAS DEL PERDÓN.............................................................. 00
Semana 6: El prisionero número 466/64 00
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METÁFORAS ILUSTRADORAS DEL PERDÓN.......................................................... 00
Semana 6: El reo y el carcelero 00
00
BIBLIOGRAFÍA................................................................................................................ 00
00

VI6
PRÓLOGO

VENEZUELA PERDONA es un movimiento que nace en el corazón de Dios, y su prin-


cipal objetivo es la reconciliación del pueblo venezolano a través del mensaje de la Cruz
que es el PERDÓN.

En la motivación de querer ser un instrumento de BENDICIÓN para nuestra nación


y discernir los tiempos que ella vive, llega a nuestras manos la Campaña 40 días de
PERDON, gracias a la positiva experiencia de los hermanos de Guatemala.
Encontramos en ella una de las principales herramientas que nos URGE a los
venezolanos para que alcancemos la RECONCILIACION; no filosófica, ni ideológica
o conceptual, sino de las entrañas del AMOR de Dios hacia la humanidad, quien fue
capaz de entregar a su propio Hijo para el PERDÓN Y LA RECONCILIACIÓN
DE LA HUMANIDAD.

Hoy queremos recobrar este mensaje glorioso y retomar las sendas del perdón, para que
juntos vivamos la reconstrucción de nuestra nación que tanto amamos y que requiere de
la voluntad de cada uno de los venezolanos.

Esta visión de querer ofrecer las mejores herramientas y facilitar este proceso de recon-
ciliación, ha dado a luz este manual de vida, de la pluma de un maestro y hombre sensible
a la voz de Dios, el Pastor, experto en finanzas, en terapia familiar y organizacional, el
amigo Arnoldo Arana, quien con su vasta experiencia de trabajo terapéutico, plasma en
40 días la forma más sencilla y practica de entrar a la profundidad de nuestros corazones.
Con la pericia de un experto cirujano evalúa cada área de nuestras vidas, para sanar aque-
llas que necesitan ser restauradas y fortalecer las que ya son parte de nuestro andar, y
que nos dicen: vamos por buen camino.

EL PERDÓN: EL CAMINO A LA RECONCILIACIÓN, es el instrumento que


el MOVIMIENTO PERDONA y su CAMPAÑA 40 DÍAS DE PERDÓN coloca
a su disposición para que juntos iniciemos un viaje a la Reconciliación de nosotros mis-
mos, con Dios y con nuestro prójimo.

Te invitamos a que nada te detenga, que sigas adelante, y seas parte de la


RECONCILIACIÓN que nace en el corazón de Dios para tu vida y nuestra nación.

¡DIOS BENDIGA TU VIDA, TU FAMILIA Y NUESTRA NACIÓN!.


Declaramos que ÉL es el DIOS de VENEZUELA!

Por el Movimiento VENEZUELA PERDONA.

Mónica Mavárez / Coordinadora Nacional

VII
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Introducción

¿Qué es el perdón?

S
e escuchan y leen muchas definiciones acerca de qué es el perdón. Muchas per-
sonas hablan del perdón e inclusive declaran practicarlo, pero en muchos casos
tienen una definición muy ligera, conceptual y alejada de la experiencia perso-
nal. El perdón no es un concepto superficial, ni una simple práctica religiosa, ni una
mera reflexión ética y filosófica, ni tampoco una técnica terapéutica. El perdón toca
y compromete lo más hondo e íntimo del ser humano. Es mucho más que la sumatoria
de esas perspectivas. El perdón no es racional ni lógico; es una profunda experiencia
emocional y espiritual.

Según el diccionario Larousse Ilustrado el perdón es renunciar a obtener satisfacción


o venganza de una ofensa recibida, no guardando resentimiento ni rencor.

Desde la perspectiva bíblica el perdón conlleva la idea de “liberar”, “enviar lejos” o


“soltar”. La palabra griega que a menudo se traduce como perdón se usó para indicar
liberación de un oficio, obligación, matrimonio, deuda o castigo. Por tanto, en términos
bíblicos, el perdón es la cancelación voluntaria y por amor de una deuda. En el con-
texto espiritual, la libertad se forja en el fuego del perdón.

Desde la perspectiva de la psicoterapia, el perdón es un ejercicio terapéutico hacia


uno mismo. El principal beneficiado del acto de perdonar soy yo mismo. El perdón
ayuda más a uno mismo que a la persona que nos ofendió.

También implica un cambio de conducta: dejar las conductas destructivas hacia el


ofensor por conductas constructivas. Desde el punto de vista emocional, conlleva la
modificación de los sentimientos hacia el ofensor.

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El perdón es la única salida constructiva, terapéutica y efectiva a la ofensa o agravio
recibido. Optar por el perdón es la decisión más sabia ante una ofensa o agravio reci-
bido, pues el perdón crea el espacio para ocuparse de las heridas emocionales. El per-
dón favorece la cicatrización de la herida emocional.

El perdón es una decisión personal, en la que se suelta la ofensa y el agravio, renun-


ciando a los sentimientos de resentimiento y a los deseos de venganza. Esta acción se
convierte en un proceso liberador, que genera un efecto sanador, que tiene el potencial
de traer restauración a las personas involucradas, y dar lugar a la reconciliación.

En línea con esta última definición vale la pena analizar el siguiente cuadro resumen

EL PERDÓN ¿QUÉ NO ES EL PERDÓN? ¿QUÉ ES EL PERDÓN?


Decisión personal • Asentimiento emocional • Acto de la voluntad.
Resolución
Soltar la ofensa / • Olvidar / borrar de la • Dejar atrás la ofensa / agravio
agravio memoria lo ocurrido. • Aceptar el dolor
• Negar / minimizar la ofensa
Renunciar a sentimientos •Negar / reprimir • Lidiar con el enojo
de resentimiento el sentimiento • No rumiar la ofensa
Renunciar a la justicia • Renunciar a la justica legal • Dejar atrás los deseos
propia (marco jurídico) instituida de venganza.
por Dios • Combatir el odio
• Excusar de responsabilidad • Remitir a la justicia de Dios
al ofensor
Proceso liberador •Borrar el pasado o lo sucedido •Liberar de la situación
y del poder del ofensor
•Liberar del resentimiento /
sufrimiento
Efecto sanador •Borrar los recuerdos •Sanar los recuerdos
•Sanar las heridas emocionales
•Romper el ciclo de dolor y enojo

Restauración / •Recuperar la confianza • Crear las bases para sanar


Reconciliación en forma automática la relación
•Volver la relación a la situación •Facilitar la reconciliación
original (no es una norma)

El perdón es una decisión que se construye


El perdón no se decreta, ni aparece por generación espontánea, ni ocurre por azar, ni
es algo con lo que uno se tropieza por casualidad. Ocurre porque lo procuramos in-
tencionalmente, como consecuencia de concluir que es una mejor opción que el su-
frimiento y el resentimiento.

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Es un ejercicio que requiere mucho enfoque, coraje y disciplina, porque perdonar no
es una decisión fácil. La decisión de perdonar nos confronta con nuestro dolor, con
nuestra necesidad de justicia y con nuestro orgullo. Uno aprende a perdonar partiendo
de la disposición e intención de perdonar. Ahora si bien la voluntad de perdonar es
necesaria, no es suficiente. El perdón es una habilidad que requiere aprendizaje; se re-
quiere crecer y madurar en el cómo perdonar. Se precisa del dominio de los pasos
para perdonar. Se puede tener la intención y la convicción de la necesidad de perdonar,
pero a su vez no encontrar el camino para materializar esa resolución.

Aprender a perdonar transcurre a través de un proceso, que requiere desarrollar la dis-


ciplina de perdonar, hasta que el perdón se convierta, como lo expresa el Dr. Dick
Tibbits, en un rasgo del carácter. Esto comporta el desarrollo de nuevos paradigmas,
hábitos, actitudes, competencias y habilidades que derivan en un estilo de vida.

Necesitamos, pues, construir el músculo del perdón en nuestra vida. Como lo expresa
Jorge Bucay: “…se perdona construyendo nuestra propia capacidad de perdonar…”.
Se requiere aprender a perdonar más allá de la intención y la voluntad expresa de per-
donar. Al respecto comenta Fred Luskin: “Nuestras principales barreras para perdonar
no son las ofensas, sino nuestra falta de herramientas para lograrlo”.

Ahora perdonar no se trata sólo de habilidad o competencia. Detrás de la decisión de


perdonar, subyace una filosofía de vida; un valor y principio rector. En el caso de nues-
tra experiencia cristiana, una profunda convicción de que es la decisión más alineada
al carácter y la voluntad de Dios.

El perdón es un proceso
El perdón no es un acto o evento único que se hace en un momento específico, es un
proceso continuo que se profundiza y completa a lo largo del tiempo. Hablamos, en-
tonces, de niveles de perdón que experimentamos. Este viaje o proceso presenta varias
estaciones, en donde podemos estar parados en un momento determinado:

ESTACIÓN CARACTERÍSTICAS RESULTADOS


Negación -Retraimiento, victimización. -Sufrimiento, resentimiento.
-Represión emocional. -Deterioro de la salud en forma
integral.

Odio / venganza - Hostilidad, indignación, - Amargura, resentimiento.


agresividad. -Enemistad, relaciones rotas,
violencia.

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ESTACIÓN CARACTERÍSTICAS RESULTADOS
- Frustración e impotencia. - Deterioro de la salud en forma
integral.
Perdón -Benignidad, - Sanidad emocional.
empatía, - Abre las puertas para
humildad. la restauración.

Reconciliación - Ofensor manifiesta - Relaciones restauradas.


arrepentimiento.
- Recuperación de
la confianza.
- Restitución.

El perdón en términos económicos – contables


Como contador público que soy me gusta comparar el perdón con la materia contable
y económica. Perdonar es un asunto de economía emocional. El perdón es una deci-
sión más barata y rentable que el resentimiento, la venganza y el sufrimiento. El rencor,
el odio y el sufrimiento implican costos muy elevados. La falta de perdón genera
mucho estrés y desgaste emocional en términos energéticos. En términos contables
el rencor, el resentimiento, el odio y el sufrimiento representan pasivos, una deuda que
merma nuestro patrimonio personal. Para mejorar la solvencia emocional ese pasivo
requiere ser cancelado.

En términos de economía y eficiencia emocional, estas emociones tóxicas son una in-
versión innecesaria y riesgosa de energía. Pero el perdón es una transacción económica
sabia: liquidas una inversión que no está generando dividendos ni tiene la expectativa
de producir ganancias, para ahorrar ese dinero emocional con miras a invertirlo en
inversiones más provechosas y rentables.

“Perdonar es retirar ese capital de la persona que te ofendió, dejar de usar tus emo-
ciones y tus pensamientos en alguna situación que no tiene sentido. Perdonar es dejar
ir, más no olvidar. Cuando perdonas no le estás diciendo a tu ofensor que te parece
bien lo que está haciendo, o que no te importa su ofensa o que simplemente olvidas
lo que te hizo; cuando perdonas lo que estás haciendo es decidir no ocuparte más de
ese asunto, retirando tiempo y energía de aquello para usarla mejor. Es por eso que
muchas personas, al momento de elaborar (reflexionar, procesar) una ofensa, vuelven
a mejorar su rendimiento académico, su estado de ánimo mejora y su vida simplemente
empieza a verse mejor” (drphyloel.com).

Por otra parte, cada vez que invertimos confianza, afecto y tiempo en una persona,
hay la posibilidad de generar una ganancia o una pérdida, pero así es la naturaleza de
todo negocio, incluyendo el negocio de la vida. Ninguna acción está exenta de riesgos,

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ni en la vida ni en los negocios. Con frecuencia no son fáciles ni justas las circunstan-
cias de la vida. Puedes salir lastimado o perder tu inversión. Allí es donde el perdón
es una estrategia muy útil para sobreponernos a los reveses.

El viaje del perdón


El perdón: el camino a la reconciliación. Descubriendo el perdón en 40 días, está di-
señado para descubrir y aprender el proceso de perdonar. Este libro buscar hacer con-
verger dos dimensiones acerca del perdón: la teológica (bíblica) y la psicoterapéutica.
En él se exponen algunos valiosos principios de la palabra de Dios, acerca del perdón,
tanto desde la perspectiva vertical, que afecta nuestra relación con Dios; como desde
la perspectiva horizontal, que toca nuestra relación con nuestro prójimo.
El libro está organizado en seis capítulos - seis semanas - que contienen siete medita-
ciones diarias sobre el perdón. También se incluye un test de evaluación al final de
cada semana, cuyo objetivo es propiciar la reflexión personal, desde la experiencia,
sobre el perdón en tu vida cotidiana. Así mismo se incluyen siete historias inspiradoras
de perdón y siete metáforas ilustradoras del perdón, una para cada semana.

¿Por qué cuarenta días?


En la Biblia, cuarenta días es un periodo muy significativo y cargado de mucho sim-
bolismo. En muchas ocasiones cuando Dios quiso hacer algo grande y significativo lo
hizo en 40 días: El diluvio duró 40 días; Moisés, a quién Dios le entregó los 10 man-
damientos, estuvo 40 días en el monte Sinaí; el pueblo de Israel fue desafiado por Go-
liat por 40 días, antes que David lo derrotara; el profeta Elías fue sustentado por 40
días, con una sola comida; la ciudad completa de Nínive fue transformada de su pecado
y maldad cuando Dios le dio 40 días para arrepentirse; Jesús pasó 40 días en el desierto
antes de iniciar su ministerio terrenal; Jesús pasó 40 días con sus discípulos después
de su resurrección. Por otra parte, 40 días representan el esfuerzo máximo posible
que puede realizar el hombre. Trascurridos 40 días necesitamos depender absoluta-
mente de Dios. Después de los 40 días Dios hará cosas inimaginables y portentosas.

Cuarenta días es también, según la psicología conductista, un buen tiempo para instalar
un hábito. Esperamos que durante estos cuarenta días de meditación y práctica del
perdón, forjemos el hábito de perdonar.

El perdón es una poderosa fuerza, que al ser practicado nos fortalece, engrandece y
afirma, lejos de debilitarnos o empequeñecernos.

12
1
semana
Cultivando
un corazón sano

E
l corazón refleja la verdadera realidad del hombre.
“Como en el agua
Más allá de las apariencias, el verdadero hombre
el rostro
se oculta en su corazón. Se puede tratar de de- corresponde
mostrar una imagen o vender una apariencia, pero el co- al rostro,
razón no puede falsificarse. Así el corazón del
El corazón es el centro de comando de la vida del hom-
hombre al del hombre”.
bre. Y todo lo que ocurre externamente – comporta-
mientos, hábitos, palabras y expresión emocional
Proverbios 27:19
obedecen a los dictámenes del corazón. El poder de la
vida del hombre reside, pues, en su interior: en su cora-
zón. No en balde la Biblia nos exhorta a guardar nuestro corazón. “Sobre toda cosa
guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23).

En este contexto la palabra corazón no se refiere al músculo que bombea la sangre a


través del cuerpo humano. Se refiere más bien al alma del hombre. En el pensamiento
hebreo corazón y alma son, generalmente, la misma cosa. El corazón es el centro de
la voluntad del ser humano, el lugar donde se toman las decisiones, es la sede del in-
telecto y de las emociones. El corazón o el alma representa el yo mismo del hombre,
su identidad, su vida propia, la conciencia de sí mismo.

Ahora el corazón no debe ser visto como la simple sumatoria de: intelecto + emocio-
nes + voluntad. Estas tres dimensiones no son funciones separadas. En el lenguaje
bíblico estas tres funciones están unidas y entrelazadas en el corazón. El corazón fun-
cionando como un todo, es el órgano que nos permite conocer y ser conocidos por
Dios. Así cuando Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen”
(Juan 10:27), está hablando de una comprensión y un entendimiento de corazón. Es
en nuestro corazón donde pensamientos, emociones y voluntad se unen en una iden-
tidad, una conciencia y un estilo de vida.

Necesitamos enfocarnos, entonces, en edificar un corazón sano, lo que conlleva un


proceso que dura toda la vida, dando prioridad a lo interno sobre lo externo – de

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adentro hacia afuera. Edificar la vida interior requiere fijar el foco de atención en nues-
tras raíces y nuestra espiritualidad. El Dr. Ron Jenson lo expresa en forma elocuente:
“Nos urge efectuar un retorno a las raíces espirituales y a centrarnos en el carácter.
Estas son las verdaderas bases para el auténtico poder personal. Lo que cuenta es
quién es usted en lo más intimo de su ser, en lo más profundo de su fe, en su fortaleza
espiritual. Esa es la verdadera fuente de su auténtico poder y éxito personal”.

Lo que hay en el corazón: emociones, pensamientos y voluntad, determina el carácter


de la persona. Y el carácter es el centro del desarrollo del ser humano. El carácter de-
termina la integridad, la entereza, la fuerza y la competencia de una persona.

Por otra parte, sólo en un corazón sano se genera el ambiente adecuado para amar sin
egoísmos, andar en rectitud, actuar con integridad y perdonar las faltas cometidas.

En estas primeras siete meditaciones exploraremos cómo cultivar un corazón sano.

Un corazón sano no se genera al azar. Para forjar y mantener un corazón sano hay
que cuidarlo; hay que trabajarlo intencionalmente. Se requiere enfoque, motivación,
disciplina y comunión con Dios, para lograr un corazón sano.

Cuando estoy determinado a mantener mi corazón sano, cuido los pensamientos que
traigo a él, para no contaminarlo, y así sentirme libre de resentimientos y rencores,
para practicar con libertad el perdón cuando soy agraviado y ofendido, como conse-
cuencia de dar cabida al amor. Un corazón sano se expresa en un comportamiento
recto. Ahora no es posible forjar
y mantener un corazón sano, RADIOGRAFÍA DE UN CORAZÓN SANO:
aparte de la influencia de Dios,
quién es la fuente de toda bien y Cuidado diligente

bondad. Por eso para forjar y Sin rencores Caminar en rectitud

mantener y corazón sano, necesi-


tamos mantenernos en compañe-
rismo con Dios. Cuando cultivo
mi corazón en comunión con
Dios, entonces mi vida se llena de Pensamientos
propósito.
sanos
Práctica
del perdón

Para cultivar un corazón sano se Abundancia


de amor
requiere desarrollar una relación
íntima, dinámica y vital con Dios, Sentido
además de enfoque, motivación y de propósito

determinación.

14
1
SEMANA 1
Cultivando un corazón sano

Un corazón
diligentemente cuidado
Día

“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare
(asesinato premeditado) será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera
que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio… Oísteis que fue dicho: No co-
meterás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codi-

E
ciarla, ya adulteró con ella en su corazón”.
Mateo 5:21-22, 27-28

sta enseñanza impartida por Jesús en el llamado Sermón del Monte está en el
contexto de un conjunto de principios que apuntan a regular la vida espiritual
del hombre. En estas enseñanzas específicas sobre el asesinato y el adulterio,
Jesús amplia el entendimiento del sexto y séptimo mandamientos: “No matarás”
(Éxodo 20:13); “No cometerás adulterio” (Éxodo 20:14), para ilustrar el peligro de
las actitudes y motivaciones incorrectas en el corazón; y establece una relación muy
estrecha entre el asesinato y el enojarse, y el adulterio y el codiciar.

¿Por qué Jesús conecta el enojarse con el matar, y el codiciar con el adulterar? Bueno
el enojado a veces quiere matar o hacer daño; y el que codicia en su corazón está presto
a cometer adulterio. El asesinato y el adulterio son el resultado del enojo acumulado
contra alguien y del deseo de codicia cultivado por largo tiempo. Si dejamos que nues-
tro corazón se llene de las actitudes incorrectas, y albergamos motivos insanos, tarde
o temprano, cometeremos actos impropios y cosecharemos un fruto amargo.

Jesús introdujo un cambio de paradigma


con respecto al pecado
El pecado está no sólo en las acciones, sino también en las motivaciones y actitudes
del corazón. Los judíos del tiempo de Jesús enfatizaban el aspecto conductual referido
al cumplimiento de los mandamientos; pero no se preocupaban por la condición del
corazón. Jesús, entonces, introduce una nueva perspectiva sobre la base del sexto y
séptimo mandamientos, usándolos como ejemplo: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No

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matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio…Oísteis que fue dicho: No cometerás adul-
terio”. Pero yo os digo: “No sólo la acción de matar o adulterar determinan pecado,
sino también vuestros motivos y actitudes” (parafraseando a Jesús).

Para Jesús no sólo eran importantes las acciones, sino también las actitudes y motiva-
ciones que son las que a la larga determinan las acciones. En otra ocasión Jesús dijo:
“Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones,
los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19). Y en Mateo 12:34 agrega:
“Porque de la abundancia del corazón habla la boca”. El pecado crece primero en el
corazón del hombre.

El apóstol Santiago también enfatiza esa verdad: “…sino que cada uno es tentado, cuando
de su propia concupiscencia (deseo fuera de la voluntad de Dios) es atraído y seducido. Entonces la
concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz
la muerte” (Santiago 1:14-15). El profeta Jeremías también pone su foco sobre el corazón: “Engañoso
es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9). El motivo
insano largamente albergado y cultivado en el corazón – la concupiscencia - conduce
a la transgresión y el error.

Es en el corazón del hombre (pensamientos, emociones y voluntad) en donde ocurre


la génesis del pecado. El proverbista consciente de esa realidad exhorta diciendo: “Sobre
toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23).

Necesitamos enfocarnos en cultivar


un corazón sano
Por eso uno de los aspectos que más enfatiza Jesús en el Sermón del Monte, es la rec-
titud de corazón. “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo
5:8). El rey David sabía de esta necesidad, por eso exclama: “Crea en mí, oh Dios, un corazón
limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. (Salmo 51:10).

Jesús, consciente de cómo el pecado toma primero forma en el corazón del hombre,
nos exhorta a través de Su palabra, a revisar las intenciones del corazón y mantener
un corazón limpio, como la base de una emocionalidad y espiritualidad sana, y una
conducta recta. “Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los co-
razones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura” (Hebreos 10:22).

Para reflexionar:
1. ¿Qué hay en tu corazón: hay rencores, codicia y envidia, o hay amor, respeto y empatía?
2. ¿Qué motiva tus acciones?
3.¿Encomiendas tu corazón a Dios?
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2
SEMANA 1
Cultivando un corazón sano

Un corazón con
pensamientos sanos
Día

E
“Porque cual es su
pensamiento en
l corazón se utiliza en la Biblia a menudo como su corazón (mente),
sinónimo de mente. Y en la mente es donde se tal es él (ese hombre)”.
incuban las razones, justificaciones, imaginacio-
nes y deseos que dan lugar a las acciones. Por tal razón Proverbios 23:7
necesitamos cuidar nuestros pensamientos, porque todo
pecado se incuba primero en la mente. Tal como lo ex-
presó Jesús en Mateo 15:19: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios,
los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias”. Jesús con esta
aseveración pone de manifiesto que primero se peca en la mente, aun antes de cometer
la acción pecaminosa. De modo que si queremos vivir una vida santa, integra y recta,
necesitamos primero - en lo interno: en nuestros pensamientos - ser santos, íntegros
y rectos.

Un corazón sano requiere pensamientos sanos. De allí el énfasis que hace la palabra
de Dios: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo
puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza,
en esto pensad” (Filipenses 4:8).

Nuestros pensamientos definen


la persona que somos
Nuestras actitudes y comportamientos están altamente influenciados por nuestra
forma de pensar. Somos lo que pensamos. Acertadamente dice el autor de Proverbios:
“Porque cual es su pensamiento su en corazón (mente), tal es él (ese hombre)” Proverbios 23:7.
Eso es así porque nos comportamos en congruencia con la forma en que pensamos.
Detrás de los comportamientos y actitudes está una creencia o paradigma. Los pen-
samientos también influencian cómo nos sentimos. De modo que si se quiere cambiar
la conducta o los estados de ánimo, se necesita cambiar la forma de pensar.

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Para tener un corazón sano necesitamos
renovar la mente
Más aún, un corazón sano, requiere de una mente renovada. Por eso en Romanos 12:2
leemos: “No os conforméis (darse una forma, adaptarse) a este siglo, sino transformaos por medio
de la renovación de vuestro entendimiento (mente), para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Dios nos transforma de adentro hacia afuera y co-
mienza con nuestra mente…hasta tener la mente de Cristo (1 Corintios 2:16b); pero
el creyente requiere abrazar la transformación. Dios es quien hace la obra de trans-
formación de nuestra mente, pero para que esto suceda el creyente no puede estar pa-
sivo, sino que necesita colaborar con Dios en este proceso.

La palabra renovación no habla de reformar o ajustar la forma de pensar, sino de


cambiar por una nueva y diferente forma de pensar. Si no cambias de mentalidad, no
puedes avanzar en la vida espiritual, porque cambiar la mentalidad es fundamental
para generar cambios en la conducta, porque las personas actúan de acuerdo a como
piensan.

La transformación es el método para renovar la mente y generar una mente sana. La


palabra transformaos (Romanos 12:2) viene de la palabra griega metamorfo que sig-
nifica cambio de forma – un cambio total de naturaleza. La palabra griega que ha sido
traducida aquí como transformaos, se utiliza habitualmente en el estudio de los in-
sectos, y es metamorfosis. Esto da la idea de un proceso de transformación a una
nueva forma, como de oruga a mariposa.

Hay un contraste entre las dos palabras usadas en el libro a los Romanos (12:2): con-
formarse y transformarse. Conformarse es acomodarse a un diseño o modelo. Todos cre-
cemos bajo la naturaleza con la cual se maneja el mundo (cultura del mundo). El
mundo nos impone sus diseños, sus paradigmas (modas, filosofías, ideologías, estilos
de vida, formas de pensar); pero la palabra de Dios nos dice que tenemos que cambiar
la forma o modelos del mundo, por una nueva forma, a través de renovar nuestra
mente. Esa renovación opera al entrar en contacto con la palabra de Dios.

Necesitamos llenar nuestra mente


con la palabra de Dios
La palabra de Dios nos es dada para renovar y corregir nuestra forma de pensar. ¿Qué
hay en tu mente? Si tu mente está llena de la cultura del mundo (modas, filosofías, es-
tilos de vida) tu mente será controlada por las tendencias del mundo, altamente in-

18
fluenciadas por Satanás. Pero si tu mente se llena de la palabra de Dios, tu mente se
va a renovar. Para ello el creyente requiere estudiar y meditar la palabra de Dios, ya
que ésta es dada para corregir y transformar la forma de pensar; para desarrollar una
mente espiritual. Dice el libro de Romanos que “la fe es por el oír, y el oír por la palabra de
Dios” (Romanos 10:17).

La palabra de Dios nos es dada para corregir y transformar nuestra manera de pensar.
Al leer la carta a los Hebreos (4:12-13) lo comprobamos: “Porque la palabra de Dios es
viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu,
las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay
cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas
a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”. 2 Timoteo 3:16-17 reafirma esa verdad:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda
buena obra”. Necesitamos dar cabida, pues, a la palabra de Dios en nuestra vida, para
renovar nuestra mente y, por ende, albergar pensamientos sanos.

Para reflexionar:
1. ¿Con qué pensamientos ocupas habitualmente tu mente?
2. ¿Ocupan los estatutos, dichos, proverbios y enseñanzas de la Biblia un lugar en tu mente?
3. ¿Estás enfocado en renovar tu mente?

19
3
SEMANA 1
Cultivando un corazón sano

Un corazón sin rencores


Día

“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios
también os perdonó a vosotros en Cristo”.

L
Efesios 4:31-32

a ira o enojo es una de las emociones más complejas de gestionar con sabiduría.
El enojo puede contaminar el corazón del hombre, si no se maneja adecuada-
mente, pudiendo degenerar en amargura, rencor, odio, deseos de venganza y
violencia; e incapacidad para perdonar.

Esta verdad podemos apreciarla en las enseñanzas de Jesús, en su discurso del Sermón
de Monte, acerca de las Bienaventuranzas. “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás;
y cualquiera que matare (asesinato premeditado) será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera
que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio…” (Mateo 5:21-22).

Dios condena el enojo carnal


Notemos que Jesús no se refiere al enojo puntual y momentáneo, sino al enojo que se
alberga por largo tiempo en el corazón, vale decir, al enojo carnal. La expresión
“cualquiera que se enoje contra su hermano está en presente participio, indicando
que se trata de un enojo continuo, permanente, sostenido; que no perdona.

El enojo del cual se habla aquí es muy particular. Hay dos palabras griegas que se tra-
ducen como enojo en la Biblia (W. Barclay):

Thymós: cuyo sentido es el de la llama que enciende la paja seca que rápido se prende
y rápido se extingue.
Orguê: no es la ira fugaz, sino la duradera.

20
Jesús está hablando aquí de enojo (orguê), que se refiere a un enojo viejo, añejado,
permanente, que se niega a perdonar. Es el enojo contra el cual también amonesta el
apóstol Juan: “Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida…” (1 Juan 3:15).
Este es el enojo que retiene el perdón, y contra el cual el Señor Jesús expresa: “Porque
si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os per-
donará vuestras ofensas” (Marcos 11:26). Para el Señor Jesús ese tipo de enojo está
en el mismo nivel que el asesinato; y ambos son dignos de juicio. Para Él, esa actitud
continua de la ira, es espiritualmente hablando tan dañina como el homicidio real. El
enojo carnal es la base del odio, la venganza y el asesinato.

El enojo puntal es diferente al enojo


como estado de ánimo
Ese es el enojo del cual el apóstol Pablo nos previene al decirnos: “No se ponga el sol
sobre tu enojo” (Efesios 4:26). Vale decir “no pases todo el día enojado”, “no dejes que
se ponga el sol y tú todavía permanezcas enojado”. Es como si Pablo le estuviera po-
niendo un límite corto a la duración de la ira, que es lo que corresponde a la neuroa-
natomía del funcionamiento sano de una emoción, para evitar así los efectos tóxicos
que genera la cronificación de ésta.

El apóstol Pablo comprendía profundamente la emoción del enojo, y diferenciaba


entre el enojo carnal que se traduce en pecado, y el enojo como emoción que es ex-
presión normal en la gestión emocional de cualquier ser humano.

En efesios 4:26 el apóstol expresa: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro
enojo”. Pablo indicaba que era posible sentir ira y no pecar, porque lo moral no está en
la emoción en sí misma, sino en la acción. También hace una distinción importante
entre el enojo como emoción puntual, y el enojo como estado de ánimo. Y nos exhorta
a no dejar que el enojo pernote en nuestra vida continuamente, vale decir, que se con-
vierta en un estado de ánimo: mal humor, indignación, irritabilidad.

El enojo puede ser utilizado para poner límites, exigir derechos, implantar justicia, co-
rregir, enseñar, exhortar, amonestar y aún reprender; o puede ser utilizado para agredir,
tomar venganza, herir, ofender, maltratar o matar (Efesios 4:31; Gálatas 5:21). En este
último caso hablamos de un enojo carnal, que está fuera del control del Espíritu Santo.

Una cosa es experimentar la rabia puntualmente, como una reacción aguda, ante una
situación o evento, y otra permanecer con rabia, y adoptar la rabia como un hábito;
como una forma de ser y estar en la vida. La expresión “no se ponga el sol sobre vuestro
enojo”, nos exhorta a generar un manejo emocional que no de lugar a la permanencia
del enojo, para evitar que la rabia se convierta en mal humor, rencor, resentimiento,
21
odio, amargura, etc. La ira en su expresión sana debería tener una aparición corta.
Como en el caso de Dios, de quien se dice que su (Salmos 30:5).

Cuando la rabia pernota por largo tiempo se hace ira añejada, se cronifica, se convierte
en resentimiento, rencor, amargura, odio y venganza, que forman la constelación emo-
cional de la ira cronificada como estado de ánimo. Hablamos, entonces, de un enojo
carnal, que Jesús lo considera como actitudes y motivaciones pecaminosas, que con-
taminan el corazón del hombre, y que tarde o temprano nos lleva a ejecutar acciones
dañinas.

Ciclo y constelación del resentimiento


Cuando la rabia pernota por largo tiempo se hace ira añejada, se cronifica, y puede
dar lugar al ciclo del resentimiento. El resentimiento comienza con una ofensa real o
percibida. La ofensa da lugar a la ira, la cual por lo general es reprimida o no consigue
expresarse adecuadamente. Luego la ira se hace crónica - se envejece – para transfor-
marse en resentimiento, y puede dar lugar al odio, los deseos de venganza y a la vio-
lencia. Una vez que la persona da lugar al resentimiento, éste se autoabastece y
autoalimenta. El resentimiento es como una raíz que se aferra en el alma de la persona,
y se alimenta de los propios pensamientos y argumentos del resentido.

Ciclo del resentimiento

Ofensa real o percibida Dolor ira

-Odio-
Represión
Venganza
del dolor e ira
Violencia
Impotencia
Más Represión frustración
del dolor y más ira Rencor No expresión

Para reflexionar:
1. ¿Cómo manejas el enojo?
2. ¿Acostumbras a guardar enojo en la forma de resentimiento?
3. ¿Dejas que el sol se ponga sobre tu enojo?
22
4
SEMANA 1
Cultivando un corazón sano

Un corazón que practica


Día el perdón

E
“Quítense de vosotros toda amargura,
enojo, ira, gritería y maledicencia, y
toda malicia. Antes sed benignos
l remedio contra el enojo que pro- unos con otros, misericordiosos, per-
duce la ofensa y el agravio, es el per- donándoos unos a otros, como Dios
dón. Un corazón que ha
desarrollado un espíritu perdonador se
también os perdonó a vosotros en
mantiene sano y libre de resentimientos,
Cristo”.
odios y amarguras. Perdonar evita que se
Efesios 4:31-32
acumule la basura emocional – toxica – en
nuestro corazón, en la forma de resentimiento, odio y amargura.

¿Te es difícil perdonar? ¿Guardas resentimiento en tu corazón? ¿Te cuesta pedir per-
dón? ¿Cómo manejas el orgullo cuando tienes que pedir perdón? Mucha gente habla
del perdón e inclusive parece practicarlo en apariencia, pero en muchos casos tienen
una definición muy simplista, retórica y alejada de la experiencia personal, que no trae
sanidad ni bienestar a los involucrados. El perdón no es un concepto superficial, ni
una simple práctica religiosa. Por el contrario, toca lo más hondo, íntimo y emocional
del ser humano.

El perdón es una decisión personal


Una de las dificultades con que se tropieza nuestra disposición a perdonar, es entender
que el perdón es una decisión. No esperes “sentir” aprecio o compasión por alguien
para perdonar. Primero decides perdonar y luego las emociones se alinearán a las ac-
ciones que conllevan a la decisión de perdonar.

El perdón implica una decisión espiritual y moral que refleja una postura conciliadora
ante el ofensor. Es más que un mero sentimiento. La palabra de Dios nos exhorta a
asumir una postura benigna y compasiva; una actitud conciliadora ante los errores y
faltas de nuestros hermanos, familiares, amigos, enemigos, etc., y a expresar perdón,

23
tal como lo indican los siguientes pasajes: “Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con
otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo” (Efesios 4:32).
“Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro…”
(Colosenses 3:13). “Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hom-
bres” (Romanos 12:18).

El perdón es una virtud


El perdón también puede ser visto como una virtud espiritual y moral que requiere
de desarrollo espiritual, pues implica compasión, amor, altruismo, coraje, entre otras
virtudes. El perdón es un componente esencial en el carácter del cristiano. El amor y
la compasión del creyente se aprecian en su disposición a perdonar.

El perdón es un acto de renuncia


El perdón es un acto de renuncia a todo sentimiento de resentimiento u odio, por el
daño, injusticia y dolor de que se fue objeto por parte del ofensor y a favor de éste úl-
timo, lo cual se traduce en una postura conciliadora, tal como lo expresa Efesios 4:31-
32: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes
sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó
a vosotros en Cristo”. Perdonar requiere renunciar a los sentimientos de amargura y enojo;
y a las actitudes de gritería, maledicencia y toda malicia; y decidir actuar con benignidad
y misericordia, a fin de perdonar. El énfasis esta puesto en expresar una actitud benigna
y misericordiosa, como base para perdonar, en contraposición con la amargura, la irri-
tación, la hostilidad y la gritería, que mantienen activa la ofensa. Esto supone una elec-
ción personal.

Perdonar vs disculpar
Perdonar no es comprender las justificaciones y excusas que haya tenido la persona
que nos causó un mal. Tampoco es disculpar el comportamiento de las personas de-
bido a los atenuantes a su favor. Ni siquiera toma en cuenta el que la persona que nos
haya agraviado u ofendido se arrepienta, o haga méritos para ser “digno de ser perdo-
nado”. El perdón excluye el mérito de la persona agresora; si el perdón es merecido
en función de las acciones o méritos de la persona perdonada, entonces, no estamos
hablando de perdón sino de justicia.

Por otra parte, cuando nosotros perdonamos a alguien que nos ha ofendido, le resti-
tuimos su dignidad, y le abrimos el camino hacia el arrepentimiento. El perdón, pues,
no es otorgado porque la persona merezca ser perdonada. “El perdón no se basa en

24
encontrar alguna cualidad redentora que haga que la persona merezca ser perdonada.
Jamás podremos basar el perdón genuino en la “buena conducta” de alguien, como si
compensara su anterior conducta dañina. El perdón es algo que se da dentro de usted
y proviene únicamente de su deseo de perdonar, por el perdón mismo” (Don Colbert).

Perdonar es diferente a disculpar. La disculpa supone una excusa o atenuante. El per-


dón significa que, a pesar de no haber atenuante, renunciamos por completo al resen-
timiento y no nos aferramos a nuestra justicia. El perdón genuino significa que a pesar
de que la persona es culpable, decidimos perdonar. El verdadero perdón implica per-
donar lo inexcusable: la ofensa, el agravio, el pecado.

Dios nos da el ejemplo de lo que significa verdadero perdón, al perdonar nuestro pe-
cado, partiendo de un acto unilateral de gracia, a pesar de nuestra falta de méritos.
“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nos-
otros” (Romanos 5:8).

¿Es fácil perdonar?


El veredero perdón no es fácil ni barato. Cuesta porque nos confronta con nuestra
rabia y nuestro dolor. El acto de perdonar nos recuerda las injusticias cometidas contra
nosotros. Nos confronta, además, con nuestro egoísmo y orgullo.

Para reflexionar:
1. ¿Prácticas el perdón?
2. ¿Te cuesta perdonar?
3. ¿Está tu corazón libre de resentimientos?

25
5
SEMANA 1
Cultivando un corazón sano

Día Un corazón lleno de amor

“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como
metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos
los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase
los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes
para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado,
y no tengo amor, de nada me sirve”.
1 Corintios 13:1-3

S
in amor estamos en bancarrota, no importa la fe que alberguemos, los dones
y talentos que poseamos, ni las obras de servicio que realicemos; ni las habili-
dades, inteligencia y educación que tengamos. “Sin no tengo amor, nada soy”. El
amor es lo que le da valor a todo lo que somos y hacemos.

Un corazón sin amor es un corazón enfermo y estéril. Pero un corazón lleno de amor
es un corazón sano. Un corazón lleno de amor es un corazón que sabe perdonar; que
practica la tolerancia y la empatía, que se mueve a la compasión, que pone la fe por
obra. Urge, entonces, entrar por la senda del amor. Esa senda es Dios.

En Dios renacemos al verdadero amor


Uno de los beneficios de reconciliarnos con Dios (quien es amor -1 Juan 4:7-8), a tra-
vés de la decisión de fe por Cristo Jesús, es que el amor de Dios se derrama en nuestros
corazones. Así el creyente cristiano puede amar con amor ágape (el amor de Dios) -
que es un amor altruista, desinteresado, abnegado, sacrificial - por ser recipiente del
amor de Dios: “…porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del
Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5 LBLA).
Un corazón con el amor de Dios “es paciente, es bondadoso. No es envidioso ni jactancioso ni

26
orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. No se
deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta” (1 Corintios 13:4-7).Esta clase de amor es sanador y restaurador.

El amor trae sanidad al corazón del hombre


El amor crea un ambiente psicológico y espiritual sano en el corazón del hombre. El
amor sana nuestras emociones tóxicas y dañinas. El amor nos ayuda, por ejemplo, a
vencer el temor paralizante. En 1 Juan 4:18 la Biblia dice: “El amor perfecto echa fuera el
temor…” (NVI). El amor también es el mejor antídoto contra el enojo crónico y el
odio. Por eso Jesús nos exhorta a amar a los que nos causan dolor y nos agravian,
como la vía para lidiar con el resentimiento y el odio (Mateo 5:43-45).

El amor es una decisión que se expresa


en acciones amatorias
Ahora no basta con decir que amamos. No se ama como concepto, ni de palabra o de
buenas intenciones, se ama desde la acciones. Amar no es un verbo neutro, sino diná-
mico e intencional. El amor surge cuando accionamos, por eso no basta con no pagar
(no responder) mal por mal, ni tener buenos deseos hacia otros. Se requiere actuar
con determinación y agresiva benignidad para que el amor sea una realidad.

El amor para que se dé necesita de actitudes y comportamientos específicos a favor


de otros, incluyendo los enemigos, para que pueda forjarse. Por eso Jesús junto con el
mandamiento de amar a nuestros enemigos, nos exhorta a realizar acciones (ser pro-
activos y diligentes) a favor de ellos, tales como: “bendecir a los que nos maldicen, hacer bien
a los que nos aborrecen y orar por los que nos ultrajan y nos persiguen” (Mateo 5:44).

El amor es más que una simple emoción.


Es una resolución y facultad de la voluntad
El amor no es una simple emoción, ni una preferencia o una afinidad. No está basado
en la reciprocidad, aunque la reciprocidad fortalece los lazos de amor. Tampoco de-
pende de los méritos personales. El amor es una decisión, una resolución, y no una
reacción emocional - visceral de la que no somos responsables. El amor no se trata de
preferencias o emociones, sino de lo que hacemos y cómo nos relacionamos con las
personas. El amor trata de compromisos, comportamientos y decisiones. El amor se
alimenta del compromiso, y el compromiso es un fruto de la voluntad. Al respeto co-
menta Josef Rattner: “El núcleo del amor no es afectivo ni cognitivo, es volitivo”.

27
El amor a que hace referencia la Biblia es más un verbo que un sustantivo. Amar es
servir, atender, cuidar, sustentar, apoyar, acompañar, dar. Como sustantivo (amor) es
estático y pasivo. Como verbo (amar) tiene movimiento y dinamismo, es acción. Esta
última conceptualización como verbo corresponde al amor como una facultad (com-
petencia), una actitud activa más que a un sentimiento pasivo y reactivo. Como facultad
el amor es proactivo (no reactivo): toma la iniciativa, es diligente, se responsabiliza, se
compromete. Por el contrario, enfocarse en el sentimiento implica adoptar una actitud
reactiva.

“Amor Ágape (ver 1 Corintios 13) se relaciona íntimamente con la voluntad. Es una
conquista, una victoria, una proeza” (Barclay William). El amor es una conquista de
la voluntad sobre todas las inclinaciones naturales y emocionales.

El amor no es una mera emoción que se desata espontáneamente en nuestros cora-


zones, sino un principio por el cual vivimos deliberadamente. Como principio rector
el amor regula y prioriza las motivaciones, los intereses y las relaciones. El amor, en-
tonces, se convierte en una norma de actuación, que gobierna las actitudes y conductas
de la persona. Si concebimos el amor como una actitud activa, el resultado es una dis-
posición y acción positiva a favor de otras personas. El amor, entonces, moviliza a las
personas; busca conectarse: dar, comprender, restaurar y perdonar, porque el amor es
acción.

El amor se perfecciona en la acción


Siendo, entonces, que el amor es acción, la pérdida de amor se corrige o repara me-
diante acciones amatorias. Si concibiéramos el amor como una elección más que como
una mera emoción, entonces, cuando surjan los conflictos y desavenencias en la rela-
ciones entre las personas, nos dispondríamos a reparar las grietas por donde se escapa
el amor, a través de actitudes y acciones amatorias, y no nos quedaríamos esperando
hasta que aparezca el supuesto “sentimiento del amor”. Ahora decidir expresar amor
a través de las acciones, lleva implícito el perdonar. La falta de perdón es un obstáculo
para que fluya el amor.

Para reflexionar:
1. ¿Depende tu amor de los méritos, reciprocidad o efectos que otros te prodigan, o actúa como una
resolución de tu voluntad?
2. ¿En tu vida cotidiana experimentas el amor de Dios?
3. ¿Eres capaz de amar a las personas que te han herido?

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6
SEMANA 1
Cultivando un corazón sano

Un corazón que anda


Día

en rectitud

L
”Fíate de Jehová de todo
tu corazón, y no te apoyes en
a evidencia de un corazón sano se ex-
tu propia prudencia.
presa en los comportamientos. Un Reconócelo en todos tus
comportamiento santo, recto e integro caminos, y él enderezará
- que camina en verdad y justicia - es la prueba
de que hay sanidad en el corazón. Ahora un
tus veredas”.
comportamiento santo, recto e integro es con- Proverbios 3:5
secuencia de apoyarse en el consejo de Dios,
de reconocerle en nuestros caminos y, como consecuencia, experimentar su guía, di-
rección y favor.

No hay nadie más confiable que Dios. Él nunca falla, ni se equivoca, ni decepciona.
Dios es ciento por ciento confiable. El proverbista consciente de que Dios es total-
mente confiable, lanza el desafío de fiarse de Dios de todo corazón. Fiarse en Dios de
todo corazón significa apoyarse y confiar enteramente en él, con todo lo que somos.
No es una mera abstracción, creencia o asentimiento emocional, sino que abarca la
totalidad de nuestro corazón: intelecto, emociones y voluntad. El corazón es el yo
mismo de la persona. Fiarse en Dios implica poner todo el corazón (el yo) en apoyarse
y confiar en Dios, sin dudar ni vacilar.

Un corazón apoyado cien por ciento en Dios, es confiable. Lo opuesto a apoyarse


cien por ciento en Dios, es apoyarse en la propia inteligencia y sabiduría, a lo cual la
palabra de Dios nos exhorta a no hacerlo: “y no te apoyes en tu propia prudencia” (Prover-
bios 3:5). La razón de esta advertencia es que el corazón es engañoso, tal como lo ex-
presa Jeremías 17:9: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo
conocerá?”

Una forma de fiarse en Dios es reconocerlo en todos nuestros caminos (Proverbios


3:6) y encomendar a Dios nuestros caminos (Salmos 37:5). Reconocer a Dios en todos
nuestros caminos, según la palabra yada (reconócelo), transmite la idea de conocer a

29
Dios por medio de la observación, la investigación, la reflexión o la experiencia directa.
Para el creyente reconocer a Dios, está referido a conocerle a Él a través del contacto
(experiencia) directo e íntimo con Él; a la comunión con Él a través de la oración y la
meditación de Su palabra.

La palabra caminos (del hebreo Derek), significa “una vía, curso o modo de acción”
(Biblia Plenitud). La expresión completa “reconócelo en todos tus caminos” significa observar
a Dios a través de la comunión con Él en nuestro curso o modo de accionar diaria-
mente. Sugiere también la idea de estar totalmente consciente de la presencia de Dios
y de Su compañía.

Los caminos sugieren las oportunidades y opciones específicas que una persona
enfrenta en su vida. Cada nuevo día es como un camino u oportunidad que
se nos presenta. Ese camino podemos recorrerlo de la mano de Dios o sin la
consideración de Él.

Cuando el creyente reconoce a Dios en todos sus caminos, Él enderezará sus veredas
(Proverbios 3:6). La palabra enderezar significa derecho, bueno y agradable. Dios hace
derecho, bueno y agradable los caminos de quienes lo reconocen en su accionar.

Apoyarse en Dios para actuar


y tomar decisiones demuestra sabiduría
Dice Eclesiastés 10:2: “El corazón del sabio está en su mano derecha, más el corazón del necio
en su mano izquierda”. En el mundo antiguo el bien y el mal eran representados con la
derecha y la izquierda, respectivamente. El camino del sabio es el camino del bien,
pero el camino del necio es el camino del mal. La verdadera sabiduría está relacionada
con escoger el bien y evitar el mal.

La frase “el corazón del sabio está a su mano derecha”, indica que el sabio se desplaza con
facilidad – con destreza y dominio – a sus objetivos. Esos objetivos están dentro del
marco de una conducta ética, moral y enmarcada en el bien hacer. La derecha significa
la claridad y la destreza del sabio en la prosecución del bien. La derecha significa tam-
bién los principios y preceptos del bien (la palabra de Dios). Pero el corazón del necio
está en su mano izquierda, que le hace ir torpemente hacia sus objetivos, que están en-
marcados por la falta de integridad y rectitud, como consecuencia de vivir de
espaldas a Dios.

De este pasaje se pueden obtener dos accesiones con respecto al andar del sabio y el
necio. Una tiene que ver con la dirección y otra con la destreza o dominio. La dirección del

30
sabio es hacia el bien (la senda de Dios), mientras que la del necio es hacia el mal. Pero
además el sabio se encamina con destreza y dominio del bien (justicia, rectitud y ver-
dad), mientras que el necio se encamina con torpeza por los caminos del mal.

Conociendo los motivos de mi corazón


La referencia en este pasaje de Proverbios 3:5 es a tener nuestro corazón en nuestra
mano derecha para poder evaluarlo (sus motivaciones, sus sentimientos, sus inclina-
ciones, etc.). El corazón puede inclinarse hacia el bien (ayudar, obrar en justicia, cuidar,
etc.) o hacia el mal (maquinar iniquidades, mentir, envidiar, etc.). El corazón puede
ser engañoso, como lo declara Jeremías 17:9: “Engañoso es el corazón más que todas
las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”. Por eso necesitamos el concurso de Dios
para descifrarlo.

¿Qué es lo que inclina tu corazón, en un momento


determinado, hacia alguien o algo (causa, tarea)?
La sabiduría está en poner nuestro corazón en nuestra mano derecha - bajo las refe-
rencias y principios de la palabra de Dios - para examinarlo con discernimiento e in-
teligencia espiritual. Al ponerlo sobre nuestra derecha podemos filtrar sus intenciones
y motivaciones, por los principios de la palabra de Dios. Entonces la palabra de Dios,
como lo expresa Hebreos 4:12,13, sopesará nuestros sentimientos, pensamientos e in-
tenciones. “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos;
y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos
y las intenciones del corazón...”. Este proceso de pesar y sopesar nuestro corazón en nuestra
mano derecha, nos proporciona una mayor garantía de encaminar nuestras vidas por
sendas de rectitud, verdad y justicia; y de mantener nuestro corazón sano.

Para reflexionar:
1. ¿Hacia dónde se inclina tu corazón: izquierda o derecha?
2. ¿En qué o quién te apoyas en tu andar?
3. ¿Andar según los principios de la palabra de Dios es una prioridad para ti?

31
7
SEMANA 1
Cultivando un corazón sano

Un corazón con sentido


de propósito
Día

“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras,
las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que
las pongamos en práctica”.

U
Efesios 2:10 (NVI).

n corazón sano vive con sentido de propósito; consciente de que Dios nos
creó para sus propósitos. Como creyentes cristianos nuestro destino está atado
a Cristo Jesús y a los propósitos establecidos por Dios en Cristo.

La búsqueda de propósito: una necesidad


apremiante
La búsqueda del significado - el propósito de tu vida - es el empeño más importante
que puedas tener. Como dijo Albert Camus, “el sentido de la vida es la pregunta más
apremiante”. El pastor Rick Warren agrega: “El propósito de tu vida excede en mucho
a tus propios logros, a tu tranquilidad o incluso a tu felicidad. Es mucho más grande
que tu familia, tu carrera o aun tus sueños y anhelos más vehementes”.

Sin un sentido de propósito la vida se hace insoportable de vivir. Se llena de frustra-


ción, de aburrimiento, de vacío existencial; se convierte en una carga pesada difícil de
sobrellevar, tal como lo afirma el psicólogo Rollo May: “El ser humano no puede vivir
una condición de vacío por mucho tiempo: si él no está creciendo hacia algo, no so-
lamente se estanca; las potencialidades reprimidas se convierten en morbosidad y des-
esperación y eventualmente en actividades destructivas”. La falta de propósito empuja
al hombre a vivir una vida disoluta, egoísta y utilitaria; carente de compromiso y res-
ponsabilidad genuina. Por el contrario, “cuando la vida tiene sentido, puedes soportar
cualquier cosa. Cuando no lo tiene, resulta insoportable” (Rick Warren). Dice también
el Dr. Victor Frankl: “Lo esencial de la condición humana es el hecho de auto-tras-

32
cenderse, el que haya algo más en mi vida que no sea yo mismo… Algo o alguien, una
cosa u otra persona distinta que yo”.

Dios te creó con un propósito


Y ese “algo más que no sea yo mismo”, de que hablaba el Dr. Frankl, sólo lo puede
llenar Dios. Tu propósito está relacionado con Dios, porque fuimos creados por su
voluntad y para sus propósitos, tal como lo refiere Efesios 2:10. Por eso conocer a
Dios y recibirle en tu corazón, es la decisión más importante en tu vida, porque Él es
el único capaz de darle verdadero sentido a tu vida.

Como hombre no eres un suceso casual, fuiste cuidadosamente planeado por Dios.
El profeta Isaías escribió: “Yo soy tu Creador. Te cuidé antes que nacieras” (Isaías 44:2 –
PAR). El Rey David decía: “Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi
madre” (Salmos 139:13). Dios no sólo creó a cada hombre desde el vientre de su
madre, sino que lo formó con un propósito. Dice el Dr. Víctor Frankl: “Toda persona
tiene su propia misión o vocación específica en la vida… en ella no puede ser reem-
plazada, ni su vida repetirse. De modo que la tarea de cada una es tan única como su
oportunidad específica para llevarla a cabo”. El hombre tiene la responsabilidad de
buscar y encontrar ese propósito.

Sólo Dios satisface la necesidad de propósito


Dios tiene un propósito eterno para cada vida, que trasciende aún esta vida terrenal.
El sabio Salomón dijo: “Dios ha colocado eternidad en el corazón del hombre” (Eclesiastés
3:11). Sus propósitos para contigo no se agotan en esta vida presente, sino que trans-
cienden a la eternidad. Tus obras no mueren contigo, sino que tienen impacto en la
eternidad, y determinan tu futuro en la eternidad y afectan la vida de otros con con-
secuencias eternas. Esa vida de propósito comienza aquí en la tierra, cuando nos en-
contramos y reconciliamos con Dios, y continúa por la eternidad.

En el corazón del hombre existe un recipiente que solo Dios puede llenar. Cuando
falta Dios, ese recipiente está vacío. Podemos llenar ese recipiente con otras cosas dis-
tintas a Dios, pero tu sed espiritual y existencial no será satisfecha, porque sólo Dios
satisface las más profundas necesidades del alma del ser humano.

Puedes llenar ese recipiente con obras caritativas, filantropía, trabajo comunitario, ami-
gos, familia, títulos, filosofías, cultura o cualquier forma de humanismo, e incluso re-
ligión. Puedes llenar ese recipiente con cosas como fama, dinero, poder, placer, éxito,
pero no habrá esperanza, ni real gusto y satisfacción por la vida, a menos que estés

33
lleno de la presencia de Dios. Se puede decir que el hombre sin Dios, existe pero no
vive. La consecuencia de excluir a Dios de nuestra vida es el vacío existencial, la falta
de inspiración, la falta de propósito, la angustia, la desesperanza y el escepticismo, por-
que sin Dios la vida no tiene sentido.

El hombre “suspira por esa unidad dentro de él y con Dios”. Tiene una sed insaciable
para lo Eterno, que no puede calmar y saciar sino únicamente Dios. Sea consciente de
ello o no el hombre tiene nostalgia de Dios. San Agustín decía: “¡Oh Dios!, tu nos
creaste para que te adoremos, y nuestra alma no descansa, hasta que no reposa en ti”.
Dios te hizo para sus propósitos eternos, y puso en tu corazón el instinto de búsqueda
a él. Agrega Rick Warren: “Fuiste creados por Dios y para Dios, y hasta que no lo en-
tiendas, tu vida no tendrá ningún sentido. Sólo en él encontramos nuestro origen,
nuestra identidad, nuestro sentido, nuestro propósito, nuestro significado y nuestro
destino. Cualquier otra ruta termina en un callejón sin salida”.

Lamentablemente para muchos hombres, Dios no es “una opción razonable”. El hom-


bre ha desestimado a Dios como fundamento para edificar su vida. Algunos hacién-
dose sabios y filósofos en su necio corazón (2 Corintios 4:3-4), ven a Dios como una
superstición, una creencia primitiva, propia de gentes ignorantes, de personas con ca-
rencias y pocos recursos psicológicos. La Biblia dice que los hombres “profesando ser
sabios, se hicieron necios” (Romanos 1:22).

Pero la verdad es que en el corazón del hombre que no tiene a Dios, lo que hay es
confusión, dolor, miedo, ira, pesimismo, desesperanza, soledad y caos, porque falta la
presencia de Dios, que traiga sentido - propósito, claridad y dirección. Pero cuando
Cristo viene a nuestras vidas, trae significado y sentido de propósito, trae conciencia
de quienes somos: “Es en Cristo que sabemos quiénes somos y para qué vivimos. Mucho antes
de que oyéramos de Cristo, él nos vio y nos diseño para una vida gloriosa, parte de su propósito general
en el que trabajo en todo y para todos” (Efesios 1:11).

Para reflexionar:
1. ¿Conoces el propósito de tu vida?
2. ¿Reconoces la necesidad de la presencia de Dios en tu vida, para que ésta tenga sentido?
3. ¿Vives con entusiasmo y pasión por las promesas de la vida?

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Test para medir un corazón sano
Conteste todas las 20 preguntas. 1 representa la puntuación más baja (desacuerdo) y 5
la puntuación más alta (total acuerdo). Marque el número que mejor lo represente.
Cada número representa su propio valor. Sume las puntuaciones.

INDICADOR ÁREA ESCALA

¿Tienes el hábito de revisar tus motivaciones y actitudes internas? Cuidado diligente 1 2 3 4 5


¿Cultivas el hábito de permitir que Dios examine tu corazón Cuidado diligente 1 2 3 4 5
(Salmos 139:23)?
¿Revisas la congruencia que hay entre tus acciones Cuidado diligente 1 2 3 4 5
y las creencias que dices profesar?
¿Cultivas diariamente tu mente con los principios Pensamientos
de la palabra de Dios? sanos
1 2 3 4 5
¿Cultivas el hábito de pensar en todo lo verdadero, honesto, Pensamientos
justo, puro…virtuoso (Filipenses 4:8)? sanos
1 2 3 4 5
Pensamientos
¿Tienes la motivación de no conformarte a la cultura del mundo?
sanos
1 2 3 4 5
¿Cultivas la disciplina de mantener tu corazón libre de rencores y Ausencia
resentimientos? de rencor
1 2 3 4 5
¿Practicas el hábito de no dejar que el sol se ponga sobre tu Ausencia
enojo (Efesios 4: 26)? de rencor
1 2 3 4 5
Práctica
¿Practicas la disciplina de perdonar?
del perdón
1 2 3 4 5
¿Cuidas tu corazón de raíces de amargura que puedan surgir de Práctica
ofensas no perdonadas? del perdón
1 2 3 4 5
¿Cultivas la disposición de perdonar una vez que alguien Práctica
ha cometido ofensa o agravio contra ti? del perdón
1 2 3 4 5

¿Das y expresas amor como una prioridad en tu vida? Amor 1 2 3 4 5


¿Cuándo surgen conflictos procuras reparar la relación a través
de actos amatorios? Amor 1 2 3 4 5

¿Amas en forma desinteresada, abnegada, sacrificial y altruista? Amor 1 2 3 4 5


¿Te fías de Dios de todo tu corazón y encomiendas
tus caminos a Él? Rectitud 1 2 3 4 5

¿Andas en santidad, rectitud e integridad? Rectitud 1 2 3 4 5

¿Te apoyas en Dios (consultas con Él) para tomar tus decisiones? Rectitud 1 2 3 4 5

¿Vives con un sentido de propósito? Propósito 1 2 3 4 5


¿Cumplir la voluntad de Dios y sus propósitos es
una prioridad en tu vida? Propósito 1 2 3 4 5
¿Buscas alineamiento entre tus propósito y los propósitos Propósito 1 2 3 4 5
de Dios?

Si tu puntuación es menor a 40 puntos necesitas urgentemente reparar tu corazón. Si


tu puntuación es mayor a 41 puntos y menor a 70 puntos tu corazón necesita me-
jorar. Si tu puntuación es mayor a 71 puntos entonces tu corazón te está permitiendo
vivir una vida sana y funcional.

35
SEMANA 1: Cultivando un corazón sano

Principios para cultivar un corazón sano:

Cultivar un corazón sano exige darle Para mantener un corazón sano de-
prioridad a la vida interior sobre la bemos cultivar la disciplina de “no
vida exterior. Enfocarse en las raíces permitir que el sol se ponga sobre
y no en el fruto. nuestro enojo”.

Cultivar un corazón sano demanda Un corazón sano práctica el per-


revisar la pureza de nuestras motiva- dón. El perdón es un estilo de vida.
ciones internas.
Un corazón sano se resiste a vivir
Cultivar un corazón sano requiere con raíces de amargura.
comprender que el pecado está no
sólo en las acciones, sino también en Un corazón sano practica el amor.
las motivaciones y actitudes del cora- El corazón sano adopta el perdón
zón. El pecado toma forma primero como un principio rector.
en el corazón del hombre.
Un corazón sano es aquel que ha
Para mantener un corazón sano ne- albergado el amor de Dios en su
cesitamos entender que las razones vida.
y justificaciones que refuerzan las ac-
ciones se construyen en nuestra Un corazón sano se expresa en ac-
mente. ciones amatorias.

Una vida santa, recta e integra se Un corazón sano anda en rectitud e


vive primero en nuestros pensamien- integridad.
tos. Tal es el pensamiento en el cora-
zón del hombre, tal es ese hombre. Un corazón sano acciona según los
principios de la palabra de Dios.
Para mantener un corazón sano ne-
cesitamos desarrollar la disciplina Un corazón sano camina en la sa-
de pensar en todo verdadero, ho- biduría de Dios, y le reconoce a Él
nesto, justo, puro, amable, de buen en todos sus caminos.
nombre y virtuoso (Filipenses 4:8).
Un corazón sano se inclina hacia su
Si queremos cambiar nuestra forma derecha (bien), y no hacia su iz-
de actuar necesitamos cambiar quierda (mal).
nuestra forma de pensar: mapas, cre-
encias, paradigmas. Un corazón sano vive con un sen-
tido de propósito, y encuentra ese
Un corazón sano es el resultado de propósito en Dios.
una mente renovada por la palabra
de Dios. Un corazón sano anhela la comu-
nión con Dios.
Un corazón sano vive libre de renco-
res y resentimientos.

36
Historias inspiradoras del perdón

Semana 1:
Perdón para
mis verdugos

E
l refugio secreto es un libro que
narra la historia verídica, incre-
íble, de una mujer llamada Co-
rrie Ten Boom en medio del
holocausto judío durante la segunda
guerra mundial.

Corrie Ten Boom fue una activista ne-


erlandesa cristiana, que durante la se-
gunda guerra mundial brindo refugio
a los judíos perseguidos por el régimen
nazi durante el holocausto, rescatán-
dolos de la muerte. Su acción le valió
ser hecha prisionera de los nazis y en-
viada al campo de concentración Ra-
vensbrück en Alemania, donde vivió horrores, vituperios e injusticias. Corrie pagó un
precio muy alto por su decisión de proteger y refugiar a los judíos. Ese precio incluyó
la vida de su familia.

En su hermoso libro El Refugio Secreto narra una hermosa historia de perdón que
nos enseña acerca del valor de plantarse en la decisión de perdonar, como un acto de
obediencia y honra a Dios.

Así cuenta Corrie su historia:


Fue en un culto en una iglesia de Munich que lo vi, el ex solado de las fuerzas espe-
cializadas alemanas que había montado guardia en la sala de baños en Ravensbruck.
En realidad, era el primero de mis carceleros que había visto desde entonces. Y, de re-
pente, el pasado acudió a mi memoria: la sala repleta de hombres que se burlaban y
reían, los montones de ropa, el rostro de Betsie (mi hermana) pálido de dolor.

37
Aquel ex soldado se me acercó cuando ya quedaba poca gente en la iglesia, con el ros-
tro radiante y haciendo una inclinación.

- ¡Cómo le agradezco su mensaje, señorita!, me dijo. Y pensar, que como dijo usted,
Él lavó mis pecados.

Extendió su mano para estrechar la mía. Y, yo, que tantas veces le prediqué a los resi-
dentes en Bloemendaal la necesidad del perdón, me negué a darle la mano.
Sin embargo en ese mismo instante en que los pensamientos de venganza y de ira bu-
llían en mi corazón, me di cuenta que eran pecado. El Señor Jesucristo murió por este
hombre, ¿iba yo a pedir más? Señor Jesús, dije orando, perdóname y ayúdame a per-
donarlo.

Procuré esbozar una sonrisa, luché por extenderle la mano. Pero no podía. No sentía
nada, ni la más insignificante chispa de cordialidad o piedad. Y de nuevo pronuncié
en silencio una oración. Señor Jesús, no puedo perdonarlo. Dame tu perdón.

Y al estrecharle la mano ocurrió lo más increíble. Desde el hombro, a través del brazo
y por la mano parecía pasar una corriente de mí a él, mientras que en mi corazón nacía
para este extraño un amor que me sobrecogía.

Entonces descubrí que la sanidad del mundo no depende de nuestro perdón ni tam-
poco de nuestra bondad, sino del perdón y la bondad de Dios. Cuando Él nos dice
que amemos a nuestros enemigos, nos da, junto con el mandamiento, el amor mismo.

En otra ocasión, haciendo memoria de ese encuentro Corrie escribió: "…durante un


momento largo nos estrechamos las manos, el antiguo guardia y la antigua prisionera.
Nunca había sentido tan intensamente el amor de Dios como lo sentí entonces”. Tam-
bién en una en una conferencia dijo: “…yo nunca había sentido el océano del amor
de Dios de esta manera hasta que yo perdoné a mis enemigos". Y agrega Corrie: ¿Pue-
des tú perdonar? No, yo tampoco, pero Él (el Señor) si puede.

Corrie se asió de la promesa de la palabra de Dios que dice: “…el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5), y Dios
honró la decisión de Corrie. Su testimonio prueba que el amor de Dios es más fuerte
que nuestro odio y renuencia de perdonar. Nosotros también podemos reclamar esa
promesa en momentos en que no hay perdón en nuestro corazón para nuestros ene-
migos y ofensores.

El testimonio de Corrie pone de manifiesto una verdad con respecto al perdón: si es-
peramos a que nazca un sentimiento de afecto o simpatía por nuestros enemigos u

38
ofensores, como base para otorgarles el perdón, tal vez nunca lo hagamos. El perdón
al igual que el amor es una decisión que depende de nuestra voluntad y no de nuestros
sentimientos. Y cuando, en el contexto cristiano, lo hacemos como un acto de obe-
diencia a Dios, quien nos manda a perdonar, independientemente de los sentimientos
que nos produce nuestro ofensor, Dios honra nuestra fidelidad y obediencia a Él, im-
partiéndonos de su amor y benignidad para perdonar. En este caso primero debe ocu-
rrir la decisión y acción de perdonar, y luego nuestros sentimientos se alinearan a esa
acción, y no al revés.
Ahora ésta no es una decisión cómoda ni un mandato fácil de cumplir, sobre todo
cuando hemos sido objeto de graves agravios, daños y ofensas; y mucho menos cuando
se trata de perdonar a nuestros enemigos. ¿De dónde sacamos los recursos emocio-
nales y espirituales, para cumplir con el mandato de Dios? Del mismo Dios del que
procede el mandato. Dado que existen niveles de perdón, asociados a faltas muy graves,
que exceden los límites psicológicos y las competencias emocionales, tales como: abu-
sos sexuales, homicidios de seres queridos, abandono paterno o materno, experiencias
de rechazo de los padres, violencia contra nuestra integridad, etc., perdonar a veces
resulta muy difícil. Pero Dios no nos deja con la incapacidad de perdonar. Junto con
la exigencia de perdonar, ha prometido proveernos los recursos emocionales y espiri-
tuales, cuando decidimos honrarle tomando la decisión de perdonar. Esos recursos
sólo lo podemos obtener del propio Dios, de quien viene la exigencia. Para perdonar
a ese nivel necesitamos ser asistidos por el amor y la gracia de Dios.
Para perdonar a ese nivel hay que estar lleno del amor de Dios. Y esa es una realidad
que está presente en el creyente cristiano (Romanos 5:5). Ahora Dios necesita de nues-
tra disposición y voluntad de perdonar, para que el perdón sea una realidad; necesita
de nuestro accionar.

La Biblia nos exhorta a amar y perdonar a nuestros enemigos, siendo que lo natural
es odiar a los que nos hacen mal. Pero el amor no surge pensando en que debo amar.
Amar no es un verbo neutro, sino dinámico e intencional. El amor surge cuando ac-
cionamos, por eso no basta con no pagar (no responder) mal por mal. Se requiere ac-
tuar con determinación y agresiva benignidad; con un amor proactivo.

El amor para que se dé necesita de actitudes y comportamientos específicos a favor


de otros (enemigos, ofensores), para que pueda forjarse. El retraimiento, la pasividad
o la indiferencia no generan amor. El odio no es el único opuesto al amor, la indife-
rencia y la pasividad, también pueden considerarse opuestos al amor. Por eso Jesús
junto con el mandamiento de amar y perdonar a nuestros enemigos, nos exhorta a re-
alizar acciones (ser proactivos) a favor de ellos, tales como “bendecir a los que nos maldicen,
hacer bien a los que nos aborrecen y orar por los que nos ultrajan y nos persiguen” (Mateo 5:44).

Testimonio tomado del libro El Refugio Secreto escrito por Corrie Ten Boom.

39
Metáforas ilustradoras del perdón

SEMANA 1:
Los aviones
que no aterrizan

S
egún Fred Luskin una persona
que se resiste a perdonar es
como un avión sin descanso.
Imagínese un avión con una carga pesada, tal vez radioactiva, que no tiene lugar de
destino, que vuela por volar, sin rumbo definido, y por tiempo indefinido. En algún
momento se le acabará el combustible y terminará colapsándose.

Volar sin tener en mente un lugar de destino en el que aterrizar, es agotador y estre-
sante. Si usted es uno de esos aviones, entonces lleva una carga pesada que es muy tó-
xica (rencor, resentimiento, sufrimiento), y que poco a poco lo va agobiando. Pero
además está consumiendo y mermando sus recursos (energía vital, atención, tiempo,
etc.), restándole capacidad de concentración y enfoque para retomar la vida.

Es muy probable que ese avión que no tiene un aeropuerto de destino y vuela indefi-
nidamente, pase mucho tiempo planificando soltar su carga contaminada contra al-
guien, como única forma de encontrar alivio de la pesada carga que transporta.
Entonces la revancha y la venganza se convierten en una razón de vida, que es sus-
tentada con el rencor y el odio que es contantemente rumiado.

¡Cuidado, avión fuera de control!


Este avión se convierte en un peligro para el mismo y para otros aviones, pues en
cualquier momento puede estrellarse o chocar en el aire con otro avión. Este avión
produce también mucho ruido y perturbación sobre las personas que están en tierra,
como los controladores aéreos, bomberos aeronáuticos, autoridades civiles y público
en general, pues todos están previendo un desastre. Las personas que retienen el per-
dón son como esos aviones que vuela sin destino, traen mucha infelicidad e intran-
quilidad a las personas que están a su alrededor, por el ruido perturbador que producen
(irritabilidad, mal humor, pesimismo, amargura, victimización, etc.)

Si ese avión terminará estrellándose o colisionando con otro avión y generará una ca-
tástrofe, al examinar la caja negra, lo que se escucharía como conversaciones de última
40
hora, serían frases victimizantes y de auto-conmiseración, o quejidos de dolor, o ex-
presiones de indignación y enojo, o juicios culpabilizantes: - ¿Cómo es posible que se
haya portado conmigo de esa forma tan abusiva? - Tarde o temprano él (ella) tiene
que recibir lo que se merece. - Tanto bien que le hice y me paga de ese manera. Eso
demuestra lo miserable y ruin que es. – El (ella) es el (la) culpable de todo lo que me
está sucediendo. – Jamás le perdonaré este mal que me ha causado. Aun se escucharían
“frases espirituales” expresadas con “ira santa”, y con apoyo de la palabra de Dios:
“…todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7); “El que da
mal por bien, no se apartará el mal de su casa” (Proverbios 17:13).

¿Soy un pasajero atrapado en un avión sin rumbo?


Y si fuéramos un pasajero atrapado en ese avión sin rumbo que vuela indefinidamente,
¿qué estaríamos pensando y experimentando? ¿Qué diríamos al aterrizar a nuestros
familiares, hermanos en la fe, compañeros de trabajo, etc.? Fred Luskin lo dramatiza
de la siguiente manera: “Algunos tendremos historias de rencor listas para abrumar a
nuestros conocidos. Nos quejaremos del retraso, de la mala comida, describiremos
pormenorizadamente la ineptitud de la aerolínea y pensaríamos cómo nos deberían
compensar por el sufrimiento causado. Otros dirían a sus seres queridos lo mucho
que les alegra verlos. Hablarían de la falta que les han hecho y lo agradecidos que están
de haber aterrizado sanos y salvos. Estas personas querrán compartir con los amigos,
al preguntarles dirán que fue un reto guardar las esperanzas luego de tantas vueltas
en el aíre”.

Y agrega el mencionado autor: “Es razonable pensar que los pasajeros que cargan una
historia previa de rencor sufrirán más que aquellos sin ella. Para las personas que sen-
cillamente están contentas de haber aterrizado y felices de ver a la familia de nuevo, el
vuelo ya es cosa terminada. Aquellos con rencores seguirán sentados en el avión du-
rante meses, a pesar de haber terminado el vuelo. Cada uno escoge la historia que
quiere contar. Recordemos que podemos perdonar y seguir adelante, o permanecer
amarrados a cosas sobre las que no tenemos control”.

Perdonar permite que el avión descargue emociones tóxicas, aligerar la carga y recu-
perar el rumbo. Como dice el propio Luskin: “Perdonar es la tranquilidad que se
siente cuando aterrizan los aviones”. Al perdonar ya no tenemos que sufrir largamente
por la ofensa o agravio recibido. Podemos, como aviones, decidir aterrizar; y como
pasajeros de un avión sin rumbo, decidir que el vuelo ya terminó para nosotros, e in-
cluso, en caso extremo, saltar en paracaídas si el avión no quiere aterrizar. Al fin y al
cabo, puedo concienciar que yo no compré ese boleto aéreo. Simplemente no pude
evitar que alguien lo comprara por mí, y me metiera al avión a la fuerza, sin consul-
tarme; pero si puedo decidir que ese viaje terminó para mí.

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