Está en la página 1de 4

Pregunta

1. Describa detalladamente ¿A qué denomina Hegel “mundo humano”? Luego,


explique con sus palabras, qué consecuencias según Hegel tiene este mundo
humano sobre nuestro modo de habitar el mundo, y cómo se produce.

A modo de clausula precautoria, y con el fin de lograr una mayor comprensión respecto de
la pregunta, esta respuesta se estructurará de la siguiente forma. Primero, explicaremos
como se origina el “mundo humano” a partir de la realidad sensible, la aparición de la
especie, fases del desarrollo de la conciencia y autoconciencia (antropológica,
fenomenológica, psicológica), entre otras. Una vez esclarecido el origen, definiremos lo
que Hegel entiende por “mundo humano”, su definición, alcances y características.
Finalmente, nos abocaremos en señalar las consecuencias del “mundo humano” en nuestra
forma de habitar el mundo. La elección de esta estructura en nuestra respuesta se debe a
que nos parece más adecuado, para explicar a cabalidad el concepto de “mundo humano”,
iniciar por su origen antes que por su definición inmediata, pues así se podrán apreciar
todos los elementos que la configuran y constituyen, que la conforman y caracterizan.

Comenzaremos nuestra respuesta señalando que tras un largo recorrido nos


encontramos ahora en la última fase del Espíritu 1, la etapa final antes de que tome completa
posesión de sí. Pero ¿por qué ahora? ¿Qué tiene de especial esta etapa que hará que el
Espíritu logre finalmente su autodesarrollo? Se debe a que la especie humana, el hombre,
ha hecho su aparición en la historia, “Estamos (…) en el momento del proceso en que el ser
humano ha hecho su entrada en el Gran Teatro del Universo (…) el Espíritu está tomando
la forma de humanidad reinante a fin de llevar a término la posesión de sí” 2. Sin embargo,
no hablamos del “hombre” tal como lo conocemos hoy en día sino más bien de uno
amalgamado, entremezclado, con las sensaciones. Es un “no diferenciado” del mundo
sensible. En este punto nos encontramos en la “etapa antropológica” del ser humano en que
aún no es humano3. Pues bien, ¿cuándo lo será? Cuando sea transformado por la actividad
humana, ergo, cuando finalmente el hombre, como dice Humberto Gianini, tome
conciencia y se distinga del reino de lo sensible que le es tan inconveniente para su

1
Entenderemos por Espíritu aquel sujeto “que no pasa, o más bien: que permanece pasando en la historia”, es
decir, el verdadero protagonista de la historia, de su propia historia. Véase Humberto Gianini, Breve historia
de la filosofía (Santiago: Catalonia, 2014), 273.
2
Ibíd., p. 280.
3
Ibíd., p. 281

1
subsistencia, “en su primera aparición, el hombre está como fundido al mundo de las
sensaciones: no distingue todavía lo sentido del sentir”4.

Pero esto no acaba aquí, pues el individuo con conciencia se desarrollará de forma
tal que, tras pasar por múltiples conflictos, logrará también tomar autoconciencia de sí5.
Gianini lo explica muy bien en la siguiente cita: “en oposición a la primera etapa – al
reinado de la sensibilidad –, ahora la conciencia se distancia del objeto y lo reconoce como
distinto, como resistencia a su “saber” y a su querer” 67. Que el hombre, el individuo, haya
tomado autoconciencia de sí es relevante porque implica que de ahora en adelante luchará
por adueñarse e imponerse a los otros individuos que, también, alcanzaron la
autoconsciencia de sí, ergo, pretenderán cumplir el mismo objetivo 8, a saber, luchar “por
hacerse reconocer por el otro (por hacerse reconocer como conciencia por la conciencia del
otro)”9. La causa de toda esta disputa yace en la idea hegeliana de la apetencia de la
autoconsciencia, o como lo explica el mismo Hegel: “la autoconsciencia solo alcanza su
satisfacción en otra autoconsciencia”10.

A raíz de esto surgirán muchos elementos como la dialéctica amo-esclavo 11 o la


culminación dialéctica12 de la etapa psicológica, “síntesis de la antropológica y de la
4
Ibídem.
5
Por autoconsciencia comprenderemos, como afirma Hegel, aquella que “es en sí y para sí en cuanto que y
porque es en sí y para sí para otra autoconsciencia; es decir, sólo en cuanto se la reconoce”. Véase G. W.
Hegel, Fenomenología del espíritu (México: FCE, 1966), 113.
6
Humberto Gianini. Óp. Cit., 281.
7
Nos encontramos ya plenamente en la etapa fenomenológica.
8
Este planteamiento es sumamente interesante porque si realizáramos un ejercicio reflexivo podríamos
entrever una analogía entre la idea de la lucha de las autoconciencias entre sí con el “estado de naturaleza”
hobbesiano. Si bien se trata de dos cosas totalmente distintas con características y situaciones diferentes,
podemos notar que en ambos casos se comparte una visión conflictiva protagonizada por individuos posesivos
que riñen entre sí (comprendiendo por “individualismo posesivo” la definición expuesta por Crawford
Macpherson, es decir, individuos propietarios de su propia persona). En el caso de Hobbes se trata de
individuos posesivos que se poseen a sí mismos, su fuerza y su inteligencia, y que luchan por la
supervivencia. Mientras que en Hegel consta de individuos posesivos que poseen autoconciencia de sí y que
luchan por el reconocimiento del otro.
9
Ibídem.
10
G. W. Hegel. Óp. Cit., 112.
11
Muy brevemente, la dialéctica amo-esclavo surge cuando una de las autoconsciencias logra sobreponerse a
otra y es reconocida como tal. Por tanto, la autoconsciencia vencida (convertida ahora en esclavo) reconoce a
la otra autoconsciencia como la vencedora (convirtiéndola en amo). Sin embargo, y a pesar de encontrarse en
una relación asimétrica, luego de un proceso de degradación y superación por parte del amo y del esclavo,
respectivamente, ambas figuras terminarán por encontrarse en una relación de interdependencia por el
reconocimiento.
12
Por dialéctica comprenderemos aquel método utilizado por Hegel para “leer” la historia, basado en la
contraposición entre elementos diferentes, tesis y antítesis, que finalmente se superan a través del equilibrio,
síntesis, que reconcilia y trasciende ambos elementos. Que Hegel sostenga que la etapa psicológica es síntesis

2
fenomenológica”13, en la que, dicho sea de paso, surgirá la libertad. ¿Por qué es relevante la
disputa por el reconocimiento de las autoconsciencias? Entre otras cosas, porque aquellas
pugnas entre las voluntades serán superadas únicamente por la aparición del Derecho, es
decir, del surgimiento de normas, penas, castigos y leyes que obligarán de forma externa la
regulación de la conflictividad14. Y si a través del proceso dialéctico se le ha de sumar un
contenido proveniente de la autoconciencia misma (buena voluntad, conceptos del bien), se
obtendrán como resultados las leyes morales, o más precisamente, leyes regulatorias del
conflicto entre las voluntades humanas que comportan, asimismo, un contenido moral
dirimido por las autoconciencias per se. Esto último conformará lo que Hegel denominará
como Eticidad o “la totalidad de las instituciones en las que la conciencia individual
construye un mundo objetivo, según sus principios de bien y validez universal que, en el
estadio anterior (moralidad), sólo había vivido subjetivamente”15.

Ahora bien, ¿por qué es importante tener en consideración todo el proceso antes
expuesto para comprender el “mundo humano”? Precisamente porque el “mundo humano”
yace en esta parte del recorrido, pues no es otra cosa que el mundo de las leyes, la religión
y las instituciones. Es aquel mundo caracterizado por la búsqueda constante del
cumplimiento de los fines particulares de las autoconsciencias de los individuos, regulado
por las normas de buena conducta (Derecho y Moral) 16. Es aquel mundo diferenciado de la
realidad sensible17, configurado a través de instituciones de pretendido carácter universal
como “la familia, la sociedad y el Estado”18.

Las consecuencias de este “mundo humano” en nuestro modo de habitar el mundo


yacen, fundamentalmente, en que a través de éste se configuran los principios y
regulaciones que constituyen nuestras formas de relacionarnos entre nosotros en tanto
individuos autoconscientes en constante pugna por el reconocimiento. Y todas aquellas
cosas que lo constituyen (instituciones, leyes, costumbres, religiosidad, entre otros más) son
de las etapas antropológica y fenomenológica quiere decir que a una tesis (etapa antropológica) se le
contrapuso una antítesis (etapa fenomenológica), y de la contradicción entre estas surgió una síntesis (etapa
psicológica), que las supero al tiempo que tomó elementos de ambas y las reconcilió.
13
Humberto Gianini. Óp. Cit., 281.
14
Ibíd., p. 282.
15
Ibídem.
16
Ibíd., pp. 282-283.
17
Aquella realidad en que, como explicamos anteriormente, los hombres carecían de conciencia y estaban
amalgamados con las sensaciones.
18
Ibíd., p. 282.

3
el resultado de las disputas surgidas entre los hombres una vez que han tomado conciencia
de sí. En otras palabras, el “mundo humano” es una consecuencia de las transformaciones
acontecidas en los mismos individuos y sus intereses, que a su vez derivan del proceso de
autodesarrollo del Espíritu en su búsqueda por poseerse a sí mismo, es decir, alcanzar la
autoconciencia. Tal como señala Gianini: “¿Y cómo puede el espíritu en cuanto tal
desarrollarse, llegar a ser lo que es? De un solo modo: alcanzando la total posesión de sí, y
para el Espíritu no cabe otra posesión de sí que el total conocimiento de sí y de su Historia:
autoconsciencia”19.

Bibliografía

Gianini, Humberto. Breve historia de la filosofía. Santiago: Catalonia, 2014.

Hegel, G. W. Fenomenología del espíritu. México: FCE, 1966.

19
Ibíd., p. 274.

También podría gustarte