PROFESOR: PS. ISAIAS MORERA ALUMNO: PALCIOS MERGILDO, JACOB BELTRAN _______________________________________________________________________________ SALMOS 51 Este es un Salmo de Penitencia que expresa el pesar y el arrepentimiento del Salmista David. David comienza pidiendo a Dios piedad y misericordia; reconoce y confiesa su pecado como rebelión contra Dios sabiendo que solo él le podía perdonar. Dios es el único que puede darnos un nuevo comienzo, no importa cuán grande sea nuestro error al venir ante Dios en humildad reconociendo que le hemos fallado, él nos perdona, nos restaura y nos ayuda a seguir adelante. Cuando la verdad de Dios y su sabiduría reinan en lo más profundo de nuestro ser tomamos decisiones sabias que lo glorifican a él y nos ahorramos muchísimos problemas. Los versículos del 10 al 12 son una oración pidiendo un corazón nuevo, limpio y recto ante Dios. Dios siempre puede crear algo nuevo y bonito hasta de nuestros errores. David le suplica a Dios que no le eche de su presencia ni le quite el Espíritu Santo, necesitamos sacar tiempo para escuchar al Espíritu Santo y vivir dentro de su voluntad. El gozo que sentimos al obedecer nos confirma que estamos en el camino correcto, mientras que la pérdida del gozo es un buen indicador de que algo va mal. David se compromete a ser testigo del señor, a enseñar a otros el camino correcto y agradable a Dios (versículos del 13 al 15). El decide vivir una vida llena de alabanza. No iba a permitir que su pecado arruinara el resto de su vida, sabía que en Dios siempre hay un nuevo comienzo. El aprovecharía el suyo hablando del amor y el perdón de Dios. David anhelaba ver fruto de salvación, pecadores arrepentidos y transformados por el poder de Dios. La restauración de Dios trae sentido y un nuevo propósito a nuestra vida. David se da cuenta de que la humildad nos acerca a Dios porque expresa nuestra sumisión y dependencia de él. Cuando pensamos que sabemos todo nos llenamos de orgullo y hacemos lo que nos parece mejor, comenzamos a confiar en nuestras fuerzas y a tomar decisiones sin consultar antes con Dios en oración. Debemos crecer en humildad, reconocer que Dios sabe lo que es mejor para nosotros. Al obedecerle disfrutaremos de la plenitud de bendiciones que él nos quiere dar. Busquemos vivir vidas que glorifiquen a nuestro señor. Reconozcamos nuestros errores con humildad sabiendo que el camino por el que Dios nos lleva es el mejor, uno lleno de su paz y plenitud. Si te quebrantas por el pecado, en cristo hay pleno perdón.