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UNIDAD IV

Sesión
“Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra
nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:13).
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¿EXISTIRÁ UN MUNDO MEJOR?
(LA TIERRA NUEVA)

LA NUEVA JERUSALÉN
El apóstol Juan en el libro de Apocalipsis presenta detalles que recibió por parte de Dios en visión
sobre la Nueva Jerusalén, los capítulos 21 y 22 nos presentan datos impresionantes.

“Vi un nuevo cielo y una nueva tierra”, narra el profeta indicando que son nuevos en calidad, ya que
serán creados con los elementos purificados de los cielos antiguos y de la antigua tierra. Los cielos
nuevos y la tierra nueva son una recreación una formación nueva hecha con elementos que existen
y no una creación de la nada.

Nos dice también Juan que “El mar ya no existía más” Es decir los mares como los conocemos ahora
no existirán en la nueva creación, estos también serán hechos nuevos como los cielos y la tierra; tal
como fue en el principio, cuando la Biblia afirma que todo fue hecho “bueno en gran manera.”

La manera significativa en que se presenta la ciudad celestial también es referida por el vidente: “la
nueva Jerusalén desciende del cielo… como una esposa”. Del cielo porque el origen de esta ciudad
es celestial en contraste con la Jerusalén terrenal. Esta ciudad es llamada “el tabernáculo de Dios”
o sea la morada de Dios. La idea aquí es la de Dios acampando juntamente con los hombres, para
decirnos que Dios acompañará a los seres humanos por la eternidad estableciendo su morada con
ellos. En este ambiente de gozo y de belleza sin fin “las lágrimas” que Dios “enjugará”, serán lágrimas
de gozo y regocijo puesto que todas las cosas primeras habrán pasado.

En “el Espíritu” y sobre un monte grande y alto” Juan vuelve a contemplar “la ciudad santa de
Jerusalén” que había visto un poco antes y empieza a describirla como teniendo “un muro grande y
alto”, una descripción semejante a las murallas que se construían en las ciudades antiguas para
protegerlas contra los enemigos. Lamentablemente el lenguaje humano no puede describir
adecuadamente la grandeza de esta ciudad, de allí que el profeta utiliza términos con los que estaba
familiarizado y por supuesto la inspiración escogió revelarle las glorias de la ciudad eterna en
términos que Juan comprendía.

Las medidas que el ángel le muestra a Juan revelan que esta ciudad está “establecida en cuadro” y
que se extiende por más de “doce mil estadios” aproximadamente dos mil doscientos veinte
kilómetros de acuerdo con la manera romana de medir, donde un estadio tiene 183 mts. Si así fuera
la ciudad mediría unos 529 km. por lado, como la distancia de Lima a Trujillo.

Otra característica es que esta ciudad de doces, pues se menciona “doce puertas”, “doce tribus”,
“doce fundamentos”, “doce apóstoles”. Las “doce puertas” con los nombres de las tribus vincula la
Nueva Jerusalén con la iglesia judía anterior a la cruz. Los fundamentos con los nombres de los doce
apóstoles, señalan la íntima relación que existe entre la iglesia de Cristo del Antiguo Testamento y
el Israel espiritual de la era cristiana.

Juan declara: “Y ni vi en ella templo”, ya que en el santuario Cristo ha terminado de desempeñar su


papel como mediador. Cristo como el Miguel que aparece en Daniel, ya se ha levantado, la gente
inscrita en el libro de la vida ya ha sido liberada y ha resucitado; y ya no hay necesidad de que siga
existiendo el santuario en su forma común. Tampoco hay necesidad en esta ciudad de fuentes de
energía que la abastezcan pues “no tiene necesidad de sol ni de luna… porque la gloria de Dios la
ilumina”. Esto será más que suficiente ya que el resplandor y la gloria de Dios y el Cordero será su
luz.

Se nos informa que “A uno y a otro lado del río, estaba el árbol de la vida que produce doce frutos”.
Este árbol que en un principio estuvo en el Edén, ahora es visto por Juan en el cielo, como un símbolo
de la vida eterna que procede de la fuente de la vida que es Dios. De este árbol comió Adán y por
ello prolongó su vida casi mil años. Ahora en el cielo servirá para la “sanidad de las naciones” de
todos aquellos que vivirán juntamente con Dios por la eternidad.

LA TIERRA NUEVA
La Biblia afirma inequívocamente que al final los salvados heredaran este mundo (Mt 5:5; Sal 37:9,
29; 115:16). Jesús prometió preparar para sus seguidores “moradas” en la casa de su Padre (Jn 14:1-
3). Como podemos notar, la Escritura localiza el trono del Padre y las mansiones celestiales en la
Nueva Jerusalén, la cual descenderá a este planeta (Ap 21:2, 3, 5).

En casa con Dios y Cristo


 En la tierra nueva la promesa que Jesús hizo a sus discípulos se cumplirá eternamente: “Para que
donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn 14:3).
 “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morara con ellos; y ellos serán su pueblo,
y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (Ap 21:3).
 Aquí los salvados tendrán el privilegio de vivir en la presencia y el compañerismo del Padre y el
Hijo.
 “El trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán... Y reinaran por los siglos
de los siglos” (Ap 22:3-5; compárese con 5:10).

CONDICIONES QUE PREVALECERÁN EN LA TIERRA NUEVA


 Actividades manuales:
o “Edificarán casa, y morarán en ellas” (Isa. 65:21). La edificación implica diseño, construcción,
amueblado, y la posibilidad de remodelar y reconstruir. Y a partir de la palabra “habitaran”
podemos imaginar una cantidad enorme de actividades relacionadas con la vida diaria.
o “Plantarán viñas y comerán el fruto de ellas” (Isa.65:21).
o “Y mis escogidos perpetuarán las obras de sus manos” Isa. 65:22).
o “No trabajarán en vano” (Isa. 65:23).
 Actividades intelectuales:
o La adquisición de conocimientos no cansará la inteligencia ni agotará las energías” (El
Conflicto de los Siglos, pág. 736).
o “Todos los tesoros del universo se ofrecerán al estudio de los redimidos de Dios” (Ibid.)
o “Con indescriptible dicha los hijos de la tierra participan del gozo y de la sabiduría de los seres
que no cayeron. Comparten los tesoros de conocimientos e inteligencia adquiridos durante
siglos y siglos en la contemplación de las obras de Dios” (Ibid.).
o “La ciencia de la redención es la ciencia de las ciencias; la ciencia que constituye el estudio de
los ángeles y todos los seres inteligentes de los mundos no caídos… la ciencia que será el
estudio de los redimidos de Dios durante los siglos sin fin. Es éste el estudio más elevado que
puede emprender el hombre” (La Educación, págs. 121, 122).
 Sobre los sentimientos:
o “Y de sábado en sábado, vendrá toda carne a adorar delante de mí” (Isa. 66:23).
o “Estos (los rescatados) cantarán gozosos en la grandeza de Jehová” (Isa. 24:14).
o “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán hartos” (Mat.
5:6).
 Una tierra diferente:
o “Morará el lobo con el cordero” (Isa. 11:6).
o “Y un niño los pastoreará” (Isa. 11:6).
o “Y el león como el buey comerá paja” (Isa. 11:7).
o “Y el niño de teta se entretendrá sobre la cueva del áspid” (Isa. 11:8).
o “No edificarán, y otro morará” (Isa 65:22).
o “Y la muerte no será más” (Apoc. 21:4).
o “Y a la serpiente el polvo será su comida” (Isa. 65:25).
o “Porque les (Dios) había aparejado ciudad” (Heb. 11:16; Apoc. 21:2).
o “Y el mar yo no es” (Apoc. 21:1).
o “El tabernáculo (trono, o sede general) de Dios está con los hombres” Apoc. 21:3 (El Conflicto
de los Siglos, pág. 735).
o “Y la luz del sol siete veces mayor, como la luz de siete días” (Isa. 30:26).
o Cristo conserva sus heridas (Zac. 13:6). “Solo queda un recuerdo: nuestro Redentor llevará
siempre las señales de su crucifixión” (El Conflicto de los Siglos, pág. 732).
 Amigos y familiares
o ¿Podremos reconocer a nuestros amigos y familiares después de haber sido glorificados y
cambiados a la imagen de Jesús?
o Después de la resurrección de Cristo, sus discípulos lo reconocieron sin mucha dificultad.
María reconoció su voz (Jn 20:11-16), Tomas reconoció su apariencia física (Jn 20:27, 28), y
los discípulos de Emaús sus maneras (Lc 24:30, 31, 35).
o En el reino de los cielos, Abraham, Isaac y Jacob conservarán sus nombres y su identidad
individual (Mt 8:11).
o Podemos confiar que en la tierra nueva continuaremos nuestras relaciones con los que ahora
conocemos y amamos.

 ¿Existirá el matrimonio?
o La respuesta de Cristo revela la sabiduría divina: “En la resurrección ni se casarán ni se darán
en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo” (Mt 22:29,30).
o ¡En la tierra nueva los redimidos no serán privados de ninguna cosa buena! Dios ha prometido
que “no quitara el bien a los que andan en integridad” (Sal 84:11).
o En la Tierra Nueva a ninguno le faltara ni amor, ni gozo ni placer. Ninguno se sentirá solo,
vacío o despreciado.
o Podemos confiar en que el amante Creador que diseñó el matrimonio para que gozáramos
en este mundo actual, tendrá algo aún mejor en el venidero, algo que será tan superior al
matrimonio como su nuevo mundo superará al actual.

EL ESPÍRITU DE PROFECÍA Y LA TIERRA NUEVA


“En la Biblia se llama la herencia de los bienaventurados una patria. (Heb. 11:14-16) Allí conduce el
divino Pastor a su rebaño a los manantiales de aguas vivas. El árbol de vida da su fruto cada mes, y
las hojas son para el servicio de las naciones. Allí hay corrientes que manan eternamente, claras
como el cristal, al lado de las cuales se mecen árboles que echan su sombra sobre los senderos
preparados para los redimidos del Señor. Allí las vastas llanuras alternan con bellísimas colinas y las
montañas de Dios elevan sus majestuosas cumbres. En aquellas pacíficas llanuras, al borde de
aquellas corrientes vivas, es donde el pueblo de Dios que por tanto tiempo anduvo peregrino y
errante, encontrará un hogar” (El Conflicto de los Siglos, pág. 733).

“Entonces miré y vi que el mismo fuego que había consumido a los malos quemaba los escombros
y purificaba la tierra. Volví a mirar, y vi la tierra purificada. No quedaba la más leve señal de
maldición. La quebrantada y desigual superficie de la tierra era ya una dilatada planicie. Todo el
universo de Dios estaba limpio y había terminado para siempre la gran controversia. Por doquiera
posáramos la vista, todo era santo hermoso… la hermosa tierra nueva, con toda su gloria, iba a ser
la heredad eterna de los santos” (Primeros Escritos, pág. 295).

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