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PRIMER EJERCICIO DE EVALUACIÓN HISTORIA UNIVERSAL IV


Presentado por: Norberto Cala Monroy
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¿Cuáles son los aspectos que más se transformaron en el período de la
bisagra entre la modernidad y el mundo contemporáneo? Debe escoger 3
aspectos (uno económico, otro político y uno social) y explicarlos.

1. Desde el punto de vista político: 1930, el surgimiento del poder burgués.


El año de 1830 significó una innovación radical en la política europea: la aparición
de la clase trabajadora como fuerza política independiente en Inglaterra y Francia
y de los movimientos nacionalistas en otros países.
Hartwell (1974), expresa que la revolución industrial produce en la democracia
unos cambios fundamentales tendientes cambiar el sistema centralista del Estado
nacional dominado por el rey. En Inglaterra, con el proceso de industrialización la
clase trabajadora pudo por primera vez en la historia, organizarse eficazmente
como grupos de presión en defensa de sus propios intereses.
Reafirmando lo anterior, Hobsbawm (2016) sostiene:
La ola revolucionaria de 1830 en la Europa occidental trajo un aspecto
político muy relevante. En efecto, marcó la derrota definitiva del poder
aristocrático por el poder burgués. La clase dirigente de los próximos
cincuenta años iba a ser la “gran burguesía” de banqueros industriales y
altos funcionarios civiles, aceptada por una aristocracia que se eliminaba a
sí misma o accedía a una política principalmente burguesa, no perturbada
todavía por el sufragio universal, aunque acosada desde fuera por las
agitaciones de los hombres de negocios modestos e insatisfechos, la
pequeña burguesía y los primeros movimientos laborales (p.111).
Para este mismo autor, las revoluciones del periodo de 1830, tuvieron mayor
relevancia y trascendencia que las de 1820, que resultaron un fracaso por cuanto
aún no estaban dadas las condiciones políticas y militares en países como
Francia, por ejemplo. Para 1830, gran parte de estas insurrecciones estuvieron
auspiciadas por minorías agrupadas en asociaciones secretas, (sin que fuese tan
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exclusiva su actividad) con conexiones incluso internacionales de fuerte presencia


en la oficialidad de los ejércitos. Se destaca entonces, que el objetivo principal
estaba configurado en realizar una revolución universal contra el absolutismo
monárquico en donde, por ejemplo, Carlos X de Borbón (sucesor de Luis XVIII) se
vio obligado a abdicar en la figura de Luis Felipe de Orleans (1830-1848), quien
instauró un régimen político liberal en dicho país. En España de igual forma se
pasa de un régimen político absolutista a un régimen liberal, que trae al traste un
período de guerras civiles entre liberales y absolutistas (Guerras Carlistas).
Bélgica, que había sido fusionada con Holanda en el congreso de Viena de 1815,
formando el reino de los Países Bajos, logra su separación a raíz, entre otras
causas, de diferencias confesionales: los primeros eran católicos y los últimos
eran calvinistas. En Bélgica se reconoce como rey a Leopoldo de Sajonia bajo una
monarquía constitucional.
Para Hobsbawm (2016), las revoluciones de 1830 cambiaron el panorama
internacional completamente. Estas fueron los primeros productos de un periodo
general de agudo y extendido desasosiego económico y social y de rápidas y
vivificadoras transformaciones, de donde surgieron dos resultados principales: El
primero, fue que la política y la revolución de masas sobre el modelo de 1789 se
hicieron posibles otra vez, haciendo menos necesaria la exclusiva actividad de las
hermandades secretas. En segundo lugar, con el progreso del capitalismo, “el
pueblo y los trabajadores”, se identificaron cada vez más con el nuevo proletariado
industrial como la clase trabajadora. Por tanto, un movimiento revolucionario
proletariado – socialista empezó su existencia (p.116).
Se concluye al respecto que, con el duradero proceso histórico de la revolución
burguesa, esta clase reemplazó como clase dominante a los señores feudales,
dando surgimiento una nueva élite social, de la que formaron parte tanto la alta
nobleza como la alta burguesía. Las revoluciones burguesas se dieron
simultáneamente con el proceso de industrialización y la transformación de la
sociedad preindustrial en sociedad industrial; un cambio verdaderamente
revolucionario que ha merecido el nombre de Revolución industrial.
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2. En el campo económico: El desarrollo de la economía de mercado.


Esta economía basada en el sistema competitivo del laissez-faire fue el medio que
trajo un gran progreso económico para gran parte de la sociedad europea porque
permitió unos constantes intercambios de bienes y productos, adicional de la
garantía de la seguridad jurídica que se gozaba con los derechos de propiedad. El
ímpetu del crecimiento del mercado de alimentos convirtió los propietarios y
agricultores ingleses cada vez con mayor rapidez en hombre de negocios.
Según Hartwell (1974), este fue el prerrequisito fundamental del crecimiento de
Inglaterra. Esta economía permitía una creciente división del trabajo con un mayor
grado de especialización y economías de escala que permitían un constante flujo
de las diferentes materias primas (hierro y carbón, algodón, entre otras) y
productos finalizados satisfaciendo de esta forma tanto consumidores como a
productores.
Para Hobsbawm (2016), en el periodo de 1848 a 1875 había una cierta
desconfianza de las economías capitalistas sobre el mercado libre, en especial por
la relación entre patrones y obreros. Pero, el vasto proceso de liberalización
económica, estimuló la empresa privada contribuyendo a su expansión
económica. Lo anterior permitió, por ejemplo, que Gran Bretaña, en 1846 aboliera
las leyes de cereales y Copenhague suprimiera el “peaje del estrecho”. Dentro de
cada país la libre empresa capitalista floreció claramente de forma impresionante,
incluso, en la libertad de contratación de obreros, con salarios satisfactoriamente
modestos, en donde las posiciones fuertes de los sindicatos, se negociaban en
beneficio de ambas partes, dado entre otros factores, por la gran cantidad de
reservas de personal para el trabajo compuestas por masas de campesinos que
se trasladaron a las ciudades y regiones industriales. Este entusiasmo por el libre
comercio internacional permitió para los británicos vender libremente a bajo precio
en todos los mercados del mundo, estimulando a los países subdesarrollados para
que les vendieran también a precios económicos y en grandes cantidades sus
productos, en especial alimentos y materias primas. En países como Alemania,
según Evans (2017), el libre comercio fue defendido hasta el punto de qué en
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1847 se creará una asociación Alemana de Libre Comercio en Berlín, lo que


permitió, por ejemplo, la eliminación de las barreras aduaneras internas que fueron
vitales para el progreso económico del país, como las del río Rin, por ejemplo,
permitiendo la fluidez del comercio por esta arteria fluvial con mayores réditos
económicos para los países que lo utilizaban como vía de transporte.
Hobsbawm (2016) también afirma, que la mayoría de las economías
industrializadas tuvieron en este periodo dos ventajas en el libre comercio. En
primer lugar, la expansión general del comercio mundial que fue espectacular en
comparación con el periodo anterior a la década de 1840, en la cual, si bien
benefició especialmente los británicos, resultó también favorable para los demás
países con los que se comerciaba. En segundo orden, independiente de la
rivalidad que existiera entre las economías capitalistas, en esta etapa de la
industrialización, fue muy útil para Gran Bretaña contar con la ventaja de poseer el
equipo adecuado, los recursos y el conocimiento de cómo implementar las
tecnologías que se venia desarrollando, como por ejemplo, con la maquinaria de
ferrocarril que fue exportada en grandes cantidades, no imposibilitando los
avances tecnológicos de otros países, sino que facilitándole la apertura de
alternativas para su propio desarrollo (p.371).
Con lo anterior evidencia entonces, el paso de una economía rural basada
fundamentalmente en la agricultura y el comercio, a una economía de carácter
urbano, industrializada y mas comercial, marcándose un punto de inflexión en la
historia, ya que con la revolución industrial que marchaba a la par con la economía
de mercado se modificaron e influenciaron todos los aspectos de la vida cotidiana,
en diversos países europeos.

3. En el aspecto social: El aumento de la población.


Con la Revolución Industrial también se da un aumento muy significativo de la
población, lo cual supuso un impulso al crecimiento económico. Para Hobsbawm
(2016) el núcleo poblacional europeo pasó de 200 millones en 1800 a 430 millones
en 1900 (p.684). Se considera que las tasas de mortalidad y de mortalidad infantil
se redujeron, al tiempo que aumentaron las de natalidad, entre otras causas, por
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factores como la mejora de la calidad y cantidad de la alimentación, la disminución


de las epidemias, la mejora de las condiciones de higiene y los avances de la
ciencia y la medicina.
Como beneficios del rápido aumento de la población, se considera que había una
garantía de mano de obra permanente y disponible para las exigencias de los
diferentes trabajos y labores a desempeñar en las empresas que estaban
surgiendo.
Para Hobsbawm (2016), el crecimiento demográfico trajo consecuencias benéficas
para Europa. Desde el punto de vista demográfico el mundo contaba con un
número mayor de europeos al finalizar el siglo XIX y a pesar del número de
personas que salieron del viejo continente hacia otros nuevos mundos, la
población seguía creciendo más rápidamente. Aunque el ritmo y el ímpetu de la
industrialización hacían de Norteamérica una superpotencia económica mundial, la
producción industrial europea la superaba por el doble.
Pero a su vez, y en contravía de lo anterior, según Hartwell (1974), el aumento de
la población dejó también consigo el problema del aumento de la pobreza, qué con
la industrialización hace que mucha población de las áreas rurales se vaya a los
centros urbanos en busca de oportunidades laborales, las cuales llegaban a
habitar las periferias de las ciudades formando míseros barrios alrededor de estas,
donde los servicios públicos y la salud eran muy precarios, a pesar de la cantidad
de gente que se beneficiaba de la industrialización. Según Hobsbawm y Rude
(1978) el crecimiento de la población que se produjo desde mediados del siglo
XVIII, pero especialmente durante el siglo XIX trajo otra consecuencia y fue un
excedente permanente de mano de obra en el campo, afectando el mercado del
trabajo produciendo migraciones de trabajadores hacia otras tierras. Este
crecimiento de la población hizo a su vez cambiar algunas facilidades que los
empleadores daban a sus trabajadores como, por ejemplo, el poder vivir en sus
casas durante las jornadas laborales. Si un trabajador no aceptaba trabajar por
razones de no tener alojamiento en la casa de su empleador, era fácilmente
reemplazado por otro, dada la tasa de desempleo tan grande que se generó con el
aumento de la población.
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Entre otras conclusiones se pueden tener, que el aumento de la población en


Europa tuvo dos consecuencias importantes en la economía: el incremento del
consumo de productos manufacturados (esto impulsó la producción industrial) y la
aparición de mano de obra barata para las fábricas: el proletariado.

BIBLIOGRAFÍA

Evans, Richard J. La lucha por el poder. Europa. 1815-1914. (1a. Ed.). Critica.

Hartwell, Ronald Max. (1974). La revolución industrial en Inglaterra y sus


consecuencias para los pobres.
En: http://www.eseade.edu.ar/files/Libertas/40_3_Hartwell.pdf

Hobsbawm, Eric. (2016). La era de la luz de la revolución (1789-1848). La era del


capital (1848-1875). La era del imperio (1875-1914). (3a. ed.). Critica.

Hobsbawm, Eric. George Rude. (1978). Revolución Industrial y Revuelta Agraria.


El Capitán Swing. Siglo XXI editores S.A.

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