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PROBLEMAS

ECONOMICOS DEL
TERCER M UNDO
Raúl Prebisch - Johan Galtung
Enrique V. Iglesias - Wolfgang Hager
Reynaldo Figueredo - John Spraos
Ricardo Ffrench-Davis - Carlos Massad
Aldo Ferrer - Víctor L. Urquidi
Prologo de Luciano Tomassini

E D IT O R IA L D E B E L G R A N O

La Fundación Editorial de Belgrano es una entidad que se rige conforme a las


disposiciones del decreto ley 19.836/72, que reglamenta la creación y funcio­
namiento de las Fundaciones, y cuyo art. l i dispone lo siguiente: “Las Fun­
daciones a que se refiere el art. 38 del Código Civü son personas jurídicas
que se constituyen con un objeto de bien común sin propósito de lucro”.
C o le c c ió n
T e m a s d e P olítica I n t e r n a c io n a l

O. 5003

© 1983 EDITORIAL DE BELGRANO - Teodoro García 2090, (1426)


Buenos Aires, República Argentina. ♦ T.E. 771-8485 y 773-4767. ♦ Hecho
el depósito que fija la ley 11.723. ♦ Colaboraron en esta primera edición:
Diseño de tapa: Pablo Barragán. ♦ Composición y armado: Linotipia
Linito. ♦ Corrección de pruebas: Cristina Graña. ♦ Impresión: Del
Carril Impresores. ♦ Las tapas fueron impresas en la Imprenta de los
Buenos Ayres S.A. con películas provistas por Fotocromos Rodel. ♦ Los
trabajos de encuadernación se realizaron en Proa S.R.L. ♦ Se utilizó papel
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Argentina. ♦ C.D.U. 33 (100)
I.S.B.N. 950-577-070-7
PROBLEMAS ECONÓMICOS DEL TERCER MUNDO
Estos trabajos fueron preparados dentro del marco del Progra>-
ma de Estudios conjuntos sobre las Relaciones Internacionales
de América Latina (RIAL), que cuenta con el apoyo de un
proyecto del PNUD y la CEPAL, y se elaboraron de acuerdo
con las normas de libertad académica que rigen las actividades
de dicho Programa. Los trabajos son de responsabilidad exclu­
siva de sus a/utores y no reflejan necesariamente los puntos de
vista de ninguna de las instituciones patrocinantes.
ÍN D IC E

Prólogo, por Luciano Tomassini ............................................................ 1


La crisis del capitalismo y la periferia, por Raúl Prebisch 7
Análisis del carácter de la crisis internacional actual,
por Johan Galtung ............................................... 20
La crisis económica internacional y las perspectivas de
América Latina, por Enrique V. Iglesias .............. 58
El comercio Norte-Sur y la autonomía socioeconómica:
una fórmula de paz, por Wolfgang H a g e r ............ 84
Hacia una nueva apreciación del sistema de comercio
internacional, por Reinaldo Figueredo ................ 102
El deterioro de la relación de intercambio: algunas pers­
pectivas, por John Spraos ...................... 112
Deuda externa y balanza de pagos de América Latina:
tendencias recientes y perspectivas, por Ricardo
Ffrench-Davis ....................................................... 144
América Latina: aspectos principales del financiamiento
externo, por Carlos Massad ................................... 173
La deuda externa y las políticas nacionales, por Aldo
Ferrer ................................................... 185
\

La interdependencia económica global y el cambio social,


por Víctor %,^Urquidi ......................................... 204
PRÓLOGO

p o r L u c ia n o T o m a ssin i

Los principios de libre comercio incorporados a los acuerdos e


instituciones que surgieron a fines de la II G u erra M undial
de B retón Woods, y m uy p a rticu la rm e n te a los artículos del
GATT, rig iero n d u ran te m ás de tre s decenios las relaciones
com erciales de los países industrializados con economía de
m ercado así como tam bién la s de éstos con los países en desa­
rrollo. Al am paro de estos principios, el comercio internacional
se expandió a un ritm o m uy acelerado, y constituyó uno de los
principales m otores del período de expansión sin precedentes
que vivió la economía m undial d u ran te esos tre in ta años. A sü
vez, el auge de los centros proporcionó un am biente in te rn a ­
cional en muchos aspectos favorable p a ra el desarrollo de los
p aíses de la p e rife ria , en especial tra tá n d o se de los de A m érica
L atin a, que a lo largo de dicho período crecieron a la respetable
ta s a anual prom edio de 5,5 °/o.
E l inicio de los años seten ta rep re sen ta un punto de
inflexión respecto a aquella tendencia expansiva de los centros.
L as sucesivas c risis experim entadas p o r los países in d u stria ­
lizados desde entonces a fectaro n a los países en desarrollo en
fo rm a creciente y, en todo caso, m ucho m ás p ro fu n d a y doloro­
sam ente que aquella en que incidieron en los países donde se
originaron. P o d rán discutirse las causas de la crisis y la época
a la cual se rem ontan sus antecedentes, visibles ya a fines de
2 L u c ia n o T o m a s s in i

los años sesenta. Se discuten hoy las perspectivas de una


recuperación económica m u n d ial: la im portancia, extensión y
estabilidad de algunos indicadores que parecieran a p u n ta r en
ta l sentido. E s preciso discutir, sobre todo, el c a rá c te r cíclico
o e stru c tu ra l de la crisis. Lo que es innegable es el violento
im pacto que ella h a tenido en A m érica L atina.
Cabe se ñ ala r que la región logró p o ste rg a r d u ran te varios
años el im pacto de las p rim e ra s fases de la crisis recurriendo
al endeudam iento externo en m ontos y condiciones descono­
cidos h a s ta entonces, las que fu ero n posibilitadas po r el e x tra ­
ordinario clim a de perm isividad fin a n c ie ra im p eran te en la
economía m undial, principalm ente debido a la necesidad en que
se encontró la banca p riv ad a de reciclar los cuantiosos exce­
dentes depositados p o r los países de la O P E P en un m om ento
en que la recesión en los países industrializados ten d ía a
c u rv a r el ritm o de las inversiones y a re s trin g ir la dem anda
p o r créditos internacionales. L a e stra te g ia de desarrollo ba­
sada en el endeudam iento externo a tra v é s de la cual se
procuró p a lia r el im pacto de la crisis, se e n fre n ta hoy con
severas lim itaciones.
A comienzos del presente decenio, la crisis golpeó la región
con to d a fuerza. Las restricciones opuestas a las exportaciones
latinoam ericanas en los m ercados de los países industrializados
y la caída de los térm in o s de intercam bio de los productos
que ex p o rta la región a niveles sin precedentes en los últim os
tre in ta años, com binados con la b ru sca elevación de las ta sa s
de in terés y p o steriorm ente con la sustancial dism inución de
los flujos de cap ital privado hacia nuestros países, se combi­
n a ro n en u n a su erte de “efecto tije r a ” que am enaza con tr i tu r a r
las economías latinoam ericanas.
L a V I R eunión de la U N CTA D — la conferencia de las
Naciones U nidas sobre Comercio y D esarrollo— realizada en
Belgrado, en 1983, proporcionó u n a vez m ás un m arco p a ra
d isc u tir estos problem as. U na vez m ás sirvió p a ra s u b ra y a r
la gravedad de los m ism os, p a ra re v e la r la fa lta de acuerdo
político p a ra resolverlos que m edia e n tre los distintos grupos
P rólogo 3

dé países y p a ra señalar, dram áticam ente, la necesidad de


lleg ar a un acuerdo a este respecto. Los tra b a jo s contenidos
en este volumen fueron p rep arad o s, precisam ente, con oca­
sión de la U N CTA D V I, en v irtu d de un acuerdo celebrado
e n tre la S ecretaría G eneral de ese O rganism o y la Coordinación
del P ro g ra m a de E studios C onjuntos sobre las Relaciones In ­
ternacionales de A m érica L a tin a (R IA L ).
Desde su creación, en 1964, la U N CTA D se convirtió en el
foro n a tu ra l en que los países en desarrollo pud ieran d iscu tir
los problem as del com ercio y el crecim iento económico m undial
con los desarrollados. L a UN CTAD inició sus tra b a jo s y con­
ferencias dentro de un clim a de esperanza, y dio lu g ar a un
proceso de elaboración de nuevos conceptos, p ro g ra m a s y m eca­
nism os internacionales tendientes a solucionar los problem as
de los países en desarrollo, cuyo v alo r no podría s e r descono­
cido. Sin em bargo, al m ism o tiem po, a la la rg a no logró
co n c re ta r este proceso en cam bios profundos en las relaciones
económicas e n tre am bos grupos de países en instituciones ope­
ra tiv a s o en acuerdos ju ríd icam en te obligatorios de real signi­
ficación p a ra el m undo en desarrollo. E l secretario general dfl
la UNCTAD, al concluir la V C onferencia de esa Organización,
pudo decir que ella s e ría recordada “ta n to p o r sus logros como
p o r lo que no se logró en sus deliberaciones” y la UNCTA D V I,
ah o ra concluida, deparó au n m ayores desilusiones.
No es del caso señ alar aquí las causas de ese estancam iento.
A lgunas se re fie re n al c a rá c te r excesivam ente global y am bi­
cioso de las reivindicaciones que gradualm ente se han ido
incorporando al p ro g ram a que periódicam ente esa organización
som ete a la consideración de sus países m iem bros. O tra, al
c a rá c te r estático del análisis en que se fu n d a la identificación
de los problem as que d e n tro de ese diálogo se p lan te an como
m ás relevantes en cada período. P ero ta l vez lo m ás im p o rtan te
radique en la diferencia im p eran te e n tre los intereses políticos
y la voluntad de lleg ar a verdaderos com prom isos e n tre los
distintos grupos de países que p a rtic ip a n en el diálogo, a saber,
los países desarrollados con economía de m ercado, los países
socialistas y los países en vías de desarrollo, considerados —y
4 L u c ia n o T o m a s s in i

en esta sim plificación rad ica o tra fu en te de debilidad de las


negociaciones respectivas— como un bloque homogéneo.
R esulta necesario, con todo, r e ite ra r los logros de la
UN CTA D a lo largo de estos últim os veinte años. H a sido,
desde luego, el único foro en que los países en desarrollo h an
podido p la n te a r ab iertam en te sus problem as, sin som eter la
agenda y los procedim ientos del debate al predom inio in stitu ­
cional de los países industrializados. Ello h a perm itido, como
se decía m ás a rrib a , i r definiendo m ejor los tem as que se
en cuentran en juego y diseñando algunos conceptos y procedi­
m ientos adecuados p a ra su m anejo. U na expresión de ello
rad ica en el incesante ensancham iento que h a experim entado
la agenda que enm arca los tra b a jo s de la UN CTA D. É n efecto,
a p a r tir de los problem as del comercio, la UNCTA D h a ido
incorporando a sus deliberaciones los problem as del financia-
m iento externo, la refo rm a del sistem a m onetario internacional,
las tra n sfe re n c ia s de tecnología y la cooperación S u r S ur,
en tre otros. E s ta g rad u a l am pliación del cam po tem ático de
la UN CTA D ha sido uno de los m otivos de fricción e n tre los
países desarrollados y los en desarrollo. Sin em bargo, resu lta
evidente que ello h a perm itido a p re c ia r m ejo r la interdepen­
dencia existente e n tre los d istintos tem as, y rep re sen ta adem ás
un a te n ta tiv a p a ra in co rp o rar el tra ta m ie n to de problem as
com plejos a foros m enos jerarquizados que los organism os
especializados existentes, en donde los países industrializados
tien en un peso decisivo.
Los tra b a jo s que conform an este libro, aunque p rep arad o s
con ocasión de la U N CTA D VI, no se refiere n estrictam en te
a su agenda n i a sus resultados. No fue esa, po r lo dem ás, la
intención de las instituciones que auspiciaron la elaboración
de estos ensayos. Se refiere n ellos librem ente a los principales
problem as del desarrollo económico de los países del te rc e r
m undo. Su e stru c tu ra sigue de cerca, sin em bargo, las grandes
preocupaciones de la UN CTA D. Después de algunos análisis
de c a rá c te r general, dichos tra b a jo s analizan los problem as
com erciales, financieros y o tros relacionados con la actual s itu a ­
ción de interdependencia económica global.
P rólogo 5

D entro del acuerdo alcanzado e n tre la U N CTA D y el


R IA L , p a rtic ip a n en los tra b a jo s incluidos en este volumen
distinguidos econom istas y d e n tis ta s sociales europeos y la ti­
noam ericanos, cuyos ap o rtes son encabezados p o r una c o n tri­
bución del D r. R aúl P rebisch, organizador y p rim e r secretario
general de la UNCTAD.
LA C R ISIS D E L C A PITA LISM O Y LA P E R IF E R IA

p o r R a ú l P r e b is c h

Independientem ente de m i persona considero que la iniciativa


de e sta s conferencias es sum am ente conveniente y op o rtu n a en
estos m om entos, porque h ay que esclarecer nu estro camino, que
no e stá definitivam ente esclarecido, sobre todo si se tienen en
cuenta los nuevos acontecim ientos que se producen en el campo
de la política económica internacional y en el cam po del d esarro ­
llo de nuestros países. L a in iciativ a es conveniente y oportuna,
porque estam os presenciando no solam ente la crisis del cap ita­
lism o sino la crisis de las ideologías, la crisis se ria de las teo rías
convencionales que no nos perm iten in te rp re ta r correctam ente
la realid ad de los acontecim ientos presen tes sin v e r con claridad
el cam ino que se h a de seguir.
L as teo rías convencionales tienen una g ra n fa lla a m i juicio,
que es h a b e r prescindido y seg u ir prescindiendo en fo rm a siste­
m ática de la e s tru c tu ra social y sus continuas m utaciones. E n
consecuencia, es im posible a la luz de esas teo rías in te rp re ta r
los fenóm enos ta n im p o rta n tes que e stá n ocurriendo. A m i ju i­
cio, e sta crisis del capitalism o es u n a crisis e s tru c tu ra l: u n a
se ria crisis e stru c tu ra l m ás com pleja y difícil que la que me tocó
v iv ir a m í como joven econom ista en el decenio de 1930. E s a
crisis fu e una c risis cíclica, difícil, que se logró su p e ra r. P o r el
co n trario , la crisis actu al es u n a crisis que procede de la lógica
in te rn a del sistem a, dada la e s tru c tu ra en que ese sistem a se
e stá moviendo. L a m anifestación m ás preocupante de e sta crisis
es el desequilibrio de c a rá c te r e stru c tu ra l e n tre el ritm o de con­
sum o y el ritm o de la acum ulación de cap ital reproductivo. Sub­
8 R a ú l P r e b is c h

rayo el térm ino reproductivo porque se tr a t a de aquel tip o de


capital que aum enta el empleo y la productividad, y porque hay
m uchas o tra s fo rm as viciosas de acumulación.
Voy a t r a t a r de explicar en m uy pocas p a la b ras por qué
sostengo que se t r a t a de u n a c risis estru c tu ral. A m i juicio, la
razón de ello es que la distribución del ingreso y la acum ulación
de capital son en g ra n p a rte las consecuencias del juego cam ­
b ian te de relaciones sociales de poder que se derivan de las con­
tin u a s m utaciones de la e stru c tu ra de la sociedad que o curren
con la evolución de la técnica. Los e stra to s superiores de la so­
ciedad tienen la m an ifie sta a p titu d de apropiarse, debido a su
situación e stru c tu ral, de los fru to s de una incesante productivi­
dad derivada del progreso técnico. E s ta apropiación les perm ite,
p o r un lado, acu m u lar capital y, p o r otro, desenvolver, a veces
frenéticam ente, la sociedad privilegiada de consumo en desm e­
dro del ritm o de acum ulación de capital. S o rp ren d erá a m uchos
de ustedes que yo h a g a e sta afirm ació n refiriéndom e al centro
dinám ico p rincipal del c ap italism o : los E stados U nidos de A m é­
rica. L a razón de ello es que creía que los problem as de acum u­
lación h ab ían sido resueltos allí, pero no h an sido resueltos. Al
contrario, y voy a t r a t a r de decir po r qué.
Hemos visto que p o r un lado están los e stra to s superiores
con su poder de retención^ del fru to del progreso técn ico ; p o r
otro está un fenóm eno que se h a desarrollado y desenvuelto con
pro g resiv a intensidad, sobre todo después de la Segunda G u e rra
M undial. Se t r a t a del poder sindical y político de la fu e rz a de
tra b a jo , poderes que le perm iten d isp u ta r cada vez m ás el fru to
del progreso técnico a los que se ap ro p ian de él en fo rm a de
excedente económico y que le p erm iten tam bién d is fru ta r cada
vez m ás de su participación e i r adquiriendo las fo rm as de
consumo de los e stra to s superiores. Hem os dicho poder sin ­
dical y poder político. E l poder político lleva a la fu erz a de
tra b a jo a u s a r el m ecanism o del E stad o y a g ra v ita r p ro g re ­
sivam ente en él p a ra conseguir crecientes v e n ta ja s sociales. Poí*
últim o, e stá n el poder burpcrático y m ilita r que, como es noto­
rio, tam bién se h an desenvuelto en fo rm a h ip ertró fica. E sto h a
dado lu g a r a que al consumo privilegiado de los e stra to s supe­
rio re s se vaya agregando el consumo priv ad o y social de la
fu erz a de tra b a jo en sus d istin ta s categorías y el consumo civil
y el consumo m ilita r del E stado.
C r is is d e ì , c a p it a l is m o y p e r if e r ia 9

Lo in teresan te es p ercib ir el hecho fundam ental de que al


crecer estas d istin ta s fo rm as de consumo con la evolución de la
e stru c tu ra social, su crecim iento no se hace a expensas del consu­
mo de los e stra to s superiores sino que se superpone al consumo-
de los estrato s superiores h a s ta que, con el a n d a r del tiem po,
en la evolución del sistem a, po r la m ism a lógica in te rn a del
sistem a, se llega a un m om ento en que el ritm o de crecim iento
de las d istin ta s clases de consumo que se superponen, tiende a
so b rep asar el ritm o de la acum ulación de capital, sobre todo del
cap ital reproductivo, que como d ije antes es el que en gendra el
crecim iento del empleo y la productividad y que, po r lo tanto,
tiene v ital im portancia en cualquier sistem a. C ualquier sistem a
económico y social necesita un aum ento constante y continuo
de la acum ulación de capital. Y he ah í lo que e stá pasando, a
m i juicio, en los grandes países capitalistas, sobre todo en los
E stados Unidos de A m érica. E l fenóm eno que ta n to preocupa
en ese país es la dism inución del ritm o de productividad. Ello
puede deberse a una serie de factores, pero en m i opinión el
fa c to r m ás im p o rtan te es ese desequilibrio de tipo estru c tu ral.
No hay n in guna fu erza reguladora dentro del sistem a que ase­
gure una relación adecuada e n tre consumo y acum ulación. Las
leyes del m ercado no tienen n in guna a p titu d p a ra reg u la r el
consumo y la acum ulación. Tienen una g ra n v irtu d en otros as­
pectos. No estoy en desacuerdo con los que creen que las leyes
del m ercado tien en m ucha im portancia. L a tienen, pero en un
ám bito circunscripto. No pueden resolver los problem as fu n d a ­
m entales de la economía en una evolución e stru c tu ra l que h a
llegado a la situación que acabo de m encionar.
P ero no solam ente se resiente el ritm o de acum ulación d e
capital sino que hay fo rm as de capital que no au m entan la pro­
ductividad, comenzando p o r el cap ital que se in v ierte p a ra el
consumo m ilita r. E se capital p o d rá te n e r o tra eficacia, pero no
tiene incidencia positiva sobre la productividad. M ás aun, e sta
p roliferación incesante de bienes y servicios que la evolución
de la técnica estaba tra y e n d o consigo — e sta diversificación,
tam b ién significa la acum ulación de fo rm as de capital que pue­
den obedecer al propósito de h a la g a r al consum idor, e x c itar su
sentido de je ra rq u ía social, y la s o tra s finalidades, pero que no
aum entan la productividad. E sa es o tra m anifestación de la
crisis que es evidente en todas las sociedades y a u n en las que
son m enos desarrolladas, como son las de nuestros países. E llo
10 R a ú l P r e b is c h

contribuye a ac en tu a r el desequilibrio dinám ico e n tre ritm o de


consum o y ritm o de acum ulación.
F inalm ente, es un hecho notorio que una p a rte del g ra n in ­
crem ento de productividad que hubo en la p o stg u erra y que ha
estim ulado todas estas d istin ta s fo rm as de consumo estaba en
p a rte basado sobre una falsedad. E r a un aum ento de producti­
vidad que se lograba a raíz de la explotación irresponsable de
recursos n a tu ra le s no ren o v ab les: el caso del petróleo es un
ejem plo evidente. P a r a c o rre g ir este fenóm eno ta n im portante
p a ra la hum anidad es necesaria u n a m ayor inversión de capital
po r unidad de producto. Tam bién hay que te n e r en cuenta el ca­
p ita l que se rá necesario p a ra c o n tra rre s ta r el fenóm eno de de­
terio ro del medio am biente re su lta n te de la am bivalencia de la
técnica productiva. E n consecuencia, hay una serie de fenóm e­
nos que resu lta n de l a propia lógica in te rn a del sistem a y que
e stá n llevando a la crisis.
E ntiéndasem e b ie n : cuando yo hablo de la crisis del capi­
talism o de los centros no estoy diciendo en fo rm a alguna que
es un fenónem o de decadencia del capitalism o. No lo es. Si en
alguna época h istórica el capitalism o h a dem ostrado un enorm e
im pulso constructivo, basado p o r cierto en la am bivalencia de la
técnica, h a sido sin duda en los años, los largos años, que suce­
den a la Segunda G u erra M undial, que p a rte n de la p o stg u erra
y v an h a sta la p rim e ra m ita d del decenio de 1970. Lo que h a
ocurrido, a m i juicio, es que ese capitalism o, p o r su propia di­
nám ica, h a desbordado sus cauces, se ha salido de m adre y no
h a y en el sistem a, en el funcionam iento espontáneo del sistem a,
n ad a que pueda encauzar ese fenóm eno. No h ay n a d a que pueda
volver a d a r nuevos cauces a ese fenóm eno dinám ico. No es que
el problem a no sea corregible, sino que su corrección no vendrá
del juego de las leyes del m ercado, de lo que se ha dado en
llam ar, en fo rm a m uy p e re g rin a en los últim os años, la m agia
del m ercado, sino de u n a acción consciente y deliberada del E s ­
tado sobre bases dem ocráticas p a ra c re a r un nuevo régim en
m acroeconóm ico de acum ulación de cap ital y distribución del in­
greso, que im pida esos desbordes que estam os presenciando con
m uy g raves consecuencias.
Todavía no querem os convencernos de que esas consecuen­
cias son sum am ente g raves y seguim os creyendo que hay solu­
ciones fáciles, que es cuestión de a c ep ta r algún compromiso, de
C r is is d e l c a p it a l is m o y p e r if e r ia 11

que el sistem a h a g a un sacrificio, p a ra que éste vuelva a funcio­


n a r. Me refiero a las políticas m o netaristas. ¿Cómo estas polí­
ticas m o n etaristas preten d en resolver este desequilibrio? ¿Cómo
pretenden adecuar el ritm o de consumo a las necesidades de acu­
m ulación del sistem a p a ra co rre g ir todos los m ales que he e sta ­
do m encionando? H ay dos fo rm as de m onetarism o. U na fo rm a
de política m o n etarista es la de p rete n d er co rre g ir el desequili­
b rio de consumo restrin g ien d o el consumo. Y, ¿cómo se re s trin ­
ge el consum o? Se re strin g e m ediante u n a política re stric tiv a
del crédito, que contrae la actividad económica y que engendra
desocupación. E s m uy crudo el procedim iento, pero es lo que
e stá d etrás de un tipo de política m on etarista. Se t r a t a de c re a r
desocupación h a sta que la fu erz a de tra b a jo se sien ta dom inada
en su poder sindical y acepte la dism inución de las rem u n era­
ciones en la m edida necesaria p a ra restablecer la dinám ica del
excedente económico y, en consecuencia, la dinám ica de la acu­
m ulación de cap ital y el consumo privilegiado de los estrato s
superiores.
No crean ustedes que e sta expresión es ta n cla ra y m ani­
fie sta en su pro fu n d id ad social como yo acabo de explicarla.
P ero es el tra sfo n d o del m onetarism o que se aplica ta n to en
los centros como en la p e rife ria , sobre todo en la p e rife ria la ti­
noam ericana. Y esto tiene cie rta consistencia teórica en las
teo rías convencionales, porque estas teo rías sostienen que una
de las fallas del sistem a e stá precisam ente en el poder sindical
y político de la fu erza de tra b a jo : po r lo ta n to h a y que domi­
narlo, h ay que d e s tru ir ese poder h a s ta que se acepte un nivel
de salario que p e rm ita la com petitividad de las em presas.
Lo que se olvida en estas teorías, y vuelvo a in sis tir que es
u n fenóm eno de om isión de la e s tru c tu ra social, es que la única
fu e rz a del sistem a que h a habido — históricam ente, sobre todo,
desde fines del siglo XIX h a s ta hoy— p a ra restablecer, p a ra d a r
c ie rta a p titu d a la fu erza de tra b a jo en sus d istin ta s jera rq u ía s,
p a ra p a rtic ip a r en el fru to del progreso técnico, h a sido el p o d er
sindical y político que se opone al poder de los e stra to s superio­
res p a ra c a p ta r en fo rm a de excedente económico el fru to del
crecim iento de la productividad. L as teo rías clásicas h an soste­
nido siem pre que el sistem a, si se deja o b ra r a las fuerzas del
m ercado, tiende a que el fru to del progreso técnico se difunda
socialm ente. P ero no es a s í: no se difunde socialm ente. E se
fru to se retien e p rim a riam e n te p o r los e stra to s superiores en
12 R a ú l P r e b is c h

donde e stá la m ayor p a rte de la acum ulación de capital de las


em presas. E n consecuencia, lo que queda a la fu erza de tra b a jo
es sim plem ente re c u rrir a su poder sindical y político, y cuando
se pretende vencer a ese poder p o d rá log rarse ta l vez, en últim a
instancia, que la fu erz a de tra b a jo vaya cediendo en v irtu d de
la desocupación. Si alguna vez sobreviene la reactivación de la
economía ¿se va a poder e v ita r de nuevo el poder sindical y
político de la fu erza de tra b a jo , o se va a caer en un nuevo ciclo
inflacionario re su lta n te del desequilibrio e n tre consumo y acu­
m ulación? E sa es la g ra n incógnita. A m i juicio el problem a
no es soluble; no es soluble desde ese punto de vista.
L a o tra fo rm a de política m o n eta rista es la sig u ien te: de
acuerdo con la ortodoxia, podría ev ita rse que el crecim iento del
E stado, de su consumo civil y m ilita r, se tra n sfo rm e en déficit
fisc a l si se aplica una ríg id a política de aum ento de los im pues­
tos en la m edida en que no se pueden red u cir los gastos del E s­
tad o . P ero he aquí que el im puesto tam bién se vuelve inflacio­
n ario cuando recae en g ra n p a rte sobre las espaldas de la fu erza
de tra b a jo y ésta, en v irtu d de su poder sindical y político, h a
ido desarrollando el poder de resa rc irse de los im puestos. De
m an e ra que y a se trad u zca el aum ento de los gastos del E stad o
e n d éficit claro y m anifiesto, ya en im puestos que se cubren en
e s ta fo rm a inflacionaria, en ú ltim a instancia el fenóm eno viene
a se r el m ism o en el fondo, aunque con diferencias form ales.
¿Cómo se tr a t a entonces de com batir? ¿Qué form a, qué segundo
tip o de m onetarism o se aplica eñ este caso? P o r supuesto el dé­
f ic it fiscal m anifiesto tien e que cub rirse generalm ente en fo rm a
inflacionaria. E s lo que h a estado ocurriendo en los E stados
Unidos de A m érica, donde se h an agregado o tra s fo rm as de in­
flación social. E l fm a n d a m ie n to del d éficit a tra v é s de la ex­
pansión cred iticia crea u n a inflación cada vez m ayor, y por
supuesto a la fu erz a de tra b a jo se la com pensa subiendo los
sueldos y salarios.
P a r a e v ita r esa consecuencia, porque la inflación llega a
p reo cu p ar a todas las clases sociales, se h a inventado una fó r­
m ula m uy in te re s a n te : no c u b rir el déficit n i con im puestos ni
con m edidas in flacionarias de expansión crediticia, sino acudien­
do al a h o rro público. O sea, que el exceso de consumo del E stad o
se c u b riría con u n a restricción v o lu n taria del consumo privado
p o r p a rte de quienes contribuyan con su ahorro a la com pra de
títu lo s del E stado . E s a es la razón p o r la cual las ta sa s de in­
C r is is d e l c a p it a l is m o y p e r if e r ia 13

te ré s h an subido en fo rm a m ás e x tra o rd in a ria que nunca en la


h isto ria del capitalism o. Pero, ¿por qué tiene que encarecerse
sim ultáneam ente el dinero que cre a n los bancos, el dinero que
su rg e del sistem a bancario? Porque p a ra m an ten er esas a ltas
ta sa s de in terés del a h o rro se suben tam bién las ta s a s de in terés
del dinero bancario, restringiendo fu ertem en te el crédito. E n ­
tonces e sta restricción del crédito se aplica po r m edio de a ltas
ta s a s de interés. ¿ P o r qué razón tiene que acom pañarse este
proceso de un aum ento de las ta sa s de in terés bancario? P a r a
e v ita r que los fondos creados po r el sistem a bancario se tr a s ­
laden al m ercado financiero p a ra com prar títulos, en cuyo caso
los títu lo s no se p a g a ría n con el ahorro genuino del público sino
con la expansión m onetaria, o sea que los efectos inflacionarios
se ría n los m ism os. De m an e ra que tien e su lógica el su b ir enor­
m em ente las ta sa s de in te rés bancario m ediante u n a restricción
crediticia.
Pero, ¿cuál es la consecuencia, cuál es el costo de ir dism i­
nuyendo la inflación en e sta form a, con el a h o rro del público?
P rim ero, encarecer el a h o rro p a ra la actividad económica. Se­
gundo, la restricción del crédito p riv a a las em presas del dinero
que necesitan p a ra a crecen tar su capital de tra b a jo , su capital
circulante. E s indispensable y absolutam ente correcto expandir
el crédito p a ra d a r capital de tra b a jo a las em presas, lo que se
tra d u c e al cabo de cierto tiem po en un increm ento de la produc­
ción. Pues bien, la restricción crediticia y la elevación de la ta s a
de interés, sacrifican la actividad económica y provocan un
receso de la economía y un fenóm eno de desocupación, de tal
m an e ra que el costo social de e sta política m o n etaria es igual
que el de la o tra política m o netaria. Y a se aplique la restricción
crediticia directam ente o y a se la aplique p a ra fa c ilita r el alza
de las ta sa s de in terés y la atracción del ahorro, las consecuen­
cias son exactam ente las m ism as. O sea, red u cir la inflación,
p ero a costo de la contracción de la actividad económica y la
desocupación de la economía, lo cual tam bién lleva po r supuesto
a t r a t a r de fo rz a r el nivel de salarios hacia abajo, que es lo que
estam os viendo en los E stad o s Unidos de A m érica.
Si eso fu e ra un rem edio, si no fu e ra un expediente tra n s i­
torio que va a s e r luego superado si alg u n a vez se reactiv a la
actividad económica, h a b ría que p e n sa r seriam ente en acep tar
un sacrificio social tra n sito rio p a ra lo g ra r el relanzam iento de
la economía. P ero no es así. No es así. Porque cuando la ecóno-
14 R a ú l P e e b ís c h

m ía se reactive, volverá a p rese n tarse el fenóm eno de re a ju s te


de sueldos y salarios, que es la fo rm a que tiene la fu erz a de
tra b a jo de p a rtic ip a r y a que, p o r el sim ple juego de las fuerzas
económicas del m ercado, le sería m uy difícil hacerlo, si no
imposible.
P a r a m í é sta es la significación del m onetarism o en sus dos
versiones, y las consecuencias no son solam ente in te rn as p a ra
el país en que se e stá practicando esa política, p a ra el centro
p rincipal del capitalism o — los E stados Unidos de A m érica—
sino que sus efectos tra sto m a d o re s se van extendiendo a todo el
m undo. L a preocupación creciente de los países europeos, p a ra
no decir n ad a de los países latinoam ericanos y del resto de los
países en desarrollo, es m a n ifie sta : las a ltas ta sa s de in terés
están produciendo una contracción de la actividad económica
m undial, un fenóm eno agudo y creciente de desocupación, cuyas
consecuencias sociales son evidentes y cuyas consecuencias polí­
ticas pueden se r sum am ente g rav es en todo el m undo. E se es el
resultado de u n a política, el resultado de no q u e re r v e r u n a
realidad y de no b uscar nuevas fó rm u las que superen esas fó r­
m ulas tradicionales que podían aplicarse en la época en que no
h ab ía poder sindical y político, o que e ra m uy débil, pero que
no se pueden ap licar en la actualidad. Hoy nos encontram os
con un fenóm eno real que, en el fondo, proviene de la evolución
de la e s tru c tu ra de la sociedad.
H a de com prenderse que, fre n te a estos acontecim ientos,
vuelvan a m i m em oria episodios m uy intensos de la g ra n depre­
sión m undial del decenio de 1930, en que m e correspondió p a r ­
tic ip a r, como joven econom ista al servicio del E stado de m i país,
procurando e n c o n trar la fo rm a de ate n u a r, p o r lo menos, la s
consecuencias de los g rav es acontecim ientos que se producían.
A sí como el epicentro de e sta c risis se en cu en tra hoy en los
E stados U nidos de A m érica, el epicentro de la g ra n depresión
tam bién estuvo en los E stados Unidos.
C reíam os los econom istas, guiados p o r lo que se decía en los
centros, que e ra un ciclo intenso, pero que “ la recuperación” ,
ese e ra el lenguaje que se usaba, estaba a la vuelta de la esquina.
P ero no estuvo a la vuelta de la esquina, porque la restricció n
b a n c aria provocó una v erd ad era h isteria. L a restricción del cré­
dito fue feroz. L a desocupación llegó a altísim as cifras, pero
eso no fu e todo. Los E stados Unidos —y eso es m uy difícil
C r is is d e l c a p it a l is m o y p e r if e r ia 15

explicar teóricam ente— decidieron co m b atir la depresión su­


biendo intensam ente los derechos de a d u an a fre n te al resto del
mundo. E sto s dos fenóm enos, la contracción de la economía y la
elevación del proteccionism o, provocaron la quiebra del sistem a
m u ltila te ral de pagos y comercio que ta n bien h ab ía venido fu n ­
cionando en el mundo. E l m undo fue lanzado al bilateralism o,
o sea el propósito de cada país, fu e ra de los E stados Unidos, de
h acer fre n te a las consecuencias neg ativ as de la depresión, a la
pérd id a de sus exportaciones, con m edidas re stric tiv a s de sus
im portaciones. P ero p a ra no extender esas m edidas, los otros
países circunscribieron su aplicación a los E stados Unidos. E sa
es la significación del bilateralism o. Y m al que m al esos países
fueron saliendo a flote gracias a un bilateralism o im puesto po r
lo que p asab a en el epicentro de aquella crisis. Vino luego la
g u e rra , la Segunda G u e rra M undial, y se ta rd ó m uchos años
en restablecer el sistem a m u ltila te ral de comercio y pagos. Las
consecuencias de esa política, equivocada a m i juicio, no vacilo
en decirlo, fu ero n m uy prolongadas y m uy p ro fu n d as p a ra todo
el mundo.
Yo tuve, pues, que com enzar m i vida activa de econom ista
bajo la g ra n depresión m undial y ahora, y a m uy ta rd e en m i
vida, estoy presenciando o tra crisis del capitalism o. E n tre estos
dos extrem os ¿qué h a sucedido? Los países desarrollados h a n
tenido un período de la rg a bonanza, de e x tra o rd in a ria s ta sa s de
crecim iento, como no se h ab ían dado antes en la h isto ria del
capitalism o. Y, sin duda alguna, nuestros países en desarrollo
pudieron a v e n ta ja rse de esas ta sa s e x tra o rd in a ria s de creci­
m iento en los centros e in ic ia r exportaciones industriales, algu­
nos de ellos con b a sta n te éxito. Eso fu e un dato positivo acom­
pañado de consecuencias m uy negativas.
E n p rim e r lu g ar, y m e voy a re f e rir especialm ente a la
A m érica L atin a, nos dejam os encandilar p o r la prosperidad de
los centros. E sa prosperidad, ese fenóm eno de encandilam iento,
nos indujo a no c o n tin u a r con u n a política que estaba dando
resultados, que e ra la sustitución de im portaciones, no en el
m arco estrecho de cada país, sino procurando am p liar el ám bito
del comercio interregional. Fuim os al otro extrem o. A n te rio r­
m ente h ab ía econom istas que sostenían, política equivocada, que
la sustitución a outrance de las im portaciones e ra la solución
de los problem as de desarrollo. H ab ía que com binarla con la
16 R a ú l P r e b is c h

exportación de m an u factu ras. P ero el péndulo fue al otro lado


en la g ra n p rosperidad de los centros. A bandonam os la su s titu ­
ción y las iniciativas de comercio recíproco e n tre los países de
la región, se d ebilitaron considerablem ente, porque creíam os
que ya se a b ría una nueva e ra p a ra el m undo, en la cual las
exportaciones de m an u fa ctu ras a los centros iban a resolver los
grandes problem as de estrangulam iento e x te rio r que h ab ían
caracterizado a esos paisajes. Nos dejam os seducir, lo que es
n a tu ra l, p o r las consecuencias de la pro sp erid ad de los centros.
E l péndulo fu e al otro lado, n ad a de sustitución, n ad a de esfu er­
zos de comercio recíproco, todo n u estro p orvenir e stá en el c re­
cim iento hacia afu e ra , en la explotación de los m ercados de los
centros.
M ás aun, esa g ra n pro sp erid ad de los centros se extendió
rápidam ente, frenéticam ente en m uchos casos, a la p e rife ria la ­
tinoam ericana. T ratam o s de im ita r de m ás en m ás sus fo rm as
avanzadas de consumo, debido a las grandes disparidades en la
distribución del ingreso. No cabe duda alguna de que las em pre­
sas transnacionales h an tenido un g ra n papel en e sta im itación
del consumo. P ero la base de ese fenóm eno h a estado en la m ala
distribución del ingreso que cara c te riz a a la A m érica L a tin a y
a otros países en desarrollo. E so es lo que dio a los grupos so­
ciales superiores la posibilidad de a sim ila r ráp id am en te las fo r­
m as de consumo de los centros, en detrim ento de la acum ulación
de capital reproductivo, que es lo único que puede resolver nues­
tro s problem as de exclusión social, o sea, el hecho de que g ra n ­
des m asas de la población quedan rezagadas en el fondo del sis­
tem a, con bajos ingresos, con m uy b a ja productividad y m uchas
de ellas desocupadas, porque no se h a acum ulado suficiente ca­
p ita l reproductivo que h a g a crecer él empleo y la productividad
de las m asas.
Algo elem ental en m a te ria de desarrollo económico no h a
podido cum plirse debido al desperdicio del potencial de acum u­
lación de capital, en v irtu d de la distracción de recursos p a ra
la im plantación creciente de las form as privilegiadas de consu­
mo en la p e rife ria latinoam ericana. A eso se agrega, por supues­
to, el alto ritm o de crecim iento de la población. D u ran te esos
años de p rosperidad tam bién nosotros, en A m érica L atin a, al­
canzam os en prom edio a lta s ta sa s de crecim iento; sin em bargo,
esa g ra n m asa, en térm inos absolutos, sigue siendo la m ism a
C r is is d el c a p it a l is m o y p e r if e r ia 17

que a n te s ; no se h a avanzado en la solución de este grave pro­


blem a social y hum ano. De m an era que, m irando hacia afu era,
hem os abandonado lo que, a m i juicio, e ra una política que con
todos sus defectos y fallas considerables — que las tuvo— de­
b iera haberse seguido, aprovechando la experiencia adquirida
p a ra irla depurando. É so desde el p u n to de v ista e x te rio r; in ­
tern am en te hemos m alogrado en g ra n p a rte el potencial de acu­
m ulación de capital que se req u ería y que respondería a la
exigencia dinám ica del sistem a.
E n aquellos años de la g ra n depresión comenzó en la Amé­
ric a L a tin a un fenóm eno de em ancipación intelectual que consis­
t ía en contem plar con sentido crítico las teo rías de los centros. Y
ello sin una actitu d de a rro g a n c ia intelectual — esas teo rías
tien en g ra n valor— sino dándose cu enta de que h ab ía que estu ­
d iarlas con sentido crítico. Debo decir, señor secretario general,
que las Naciones U nidas h an desem peñado un g ra n papel en ese
exam en crítico que nos llevó a esforzarnos p o r b u scar n u e stra s
propias vías del desarrollo — vías no im itativ as— a t r a t a r de
com prender esta realidad y responder a las exigencias econó­
m icas, sociales y m orales del desarrollo — vías de equidad. F u i­
m os avanzando con enorm es obstáculos, pero cuando vinieron
esos grandes años de p rosperidad y nos dejam os deslum brar p o r
los centros, ese esfuerzo de búsqueda de nuestros propios cam i­
nos quedó interrum pido. No solam ente eso, sino que hubo re to r­
no en buena p a rte de la A m érica L a tin a de las teo rías neoclási­
cas b ajo cuya vigencia nos habíam os desarrollado antes de la
g ra n depresión m undial, p a ra responder a los in tereses hegemó-
nicos de los centros y de los grupos hegemónicos de la p eriferia,
pero dejando al m arg en la g ra n m asa de la población a la cual
no había llegado sino en fo rm a incipiente la industrialización.
E se fu e el modelo que tra ta m o s de seguir, de ir corrigiendo g ra ­
dualm ente a la luz de la experiencia.
P ues bien, esos años de prosperidad, a p esar de todas sus
v en tajas, no solam ente nos hicieron p e rd e r el rum bo, nos hicie­
ro n ab andonar o deb ilitar los esfuerzos p a ra e n c o n trar nuestro
propio cam ino de desarrollo periférico, sino que nos dejaro n
som etidos al reto rn o de esas ideas neoclásicas que h ab ían sido
absolutam ente inadecuadas p a ra prom over el proceso de indus­
trialización de la A m érica L a tin a . E n varios de nuestros países
hemos presenciado los excesos del llam ado liberalism o econó­
18 R a ú l P r e b is c h

mico que solam ente puede a n d a r cuando se suprim e el liberalis­


m o político. E s decir, dos fo rm as de liberalism o que surgieron
de la m ism a v e rtien te filosófica, hace m uchos años term in a ro n
dislocándose. E l im p la n ta r el liberalism o económico en algunos
países llevó a la necesidad, o fue m ás bien la consecuencia de
haberse establecido gobiernos de fu erz a que doblegaban el poder
sindical y político de la fuerza de tra b a jo y creían que con las
leyes del m ercado resolverían sus grandes problem as. Hemos
sido intoxicados p o r las teo rías convencionales. Yo creo que ya
los países que las ado p taro n con entusiasm o se están dando
cuenta de sus consecuencias fu n estas. P ero se siguen procla­
m ando desde el hem isferio norte, y sobre todo desde el país m ás
avanzado del: hem isferio norte, ciertas teo rías convencionales
que son incom patibles con la aceleración del desarrollo y con
la orientación social del desarrollo.
Se espera que las fuerzas del m ercado, las llam adas leyes
del m ercado, van a resolver nuestros problem as fundam entales
de desarrollo. Y quiero h a c er e sta d eclaració n : yo reconozco que
las fuerzas del m ercado tienen u n a g ra n im portancia, pero no
nos resuelven los problem as fundam entales. ¿Acaso las fu erzas
del m ercado nos h an resuelto el problem a de la explotación
irresponsable de los recursos n atu rales, del m edio am biente, de
la distribución del ingreso y de la acum ulación de capital? E l
m ercado tien e un g ra n valor y hay que preservarlo, porque la
a lte rn a tiv a es la determ inación de las decisiones fundam entales
del sistem a desde a rrib a — por los que están en la cúspide del
sistem a— lo cual no es com patible con el avance del proceso de
la dem ocratización ni con las libertades políticas e individuales.
P ero de eso a creer que esas fuerzas del m ercado po r sí solas
v an a resolver todos los problem as, es un profundo e rro r. E l
m ercado no tiene ta l m agia. E s necesario com binarlas con la
intervención del E stado, sin que se h ag a necesario e n tr a r en el
detalle del funcionam iento de la economía, sino m a n e ja r in te ­
ligentem ente los resortes del sistem a. E s decir, tenem os que
d ejarn o s g u ia r por la racionalidad. Se h a creído, a la luz de las
teo rías convencionales, que h ab ía una racionalidad en la econo­
m ía. ¿R acionalidad, cuando vemos todos los m ales que estam os
presenciando en este m om ento? ¿ E s que es una racionalidad la
que obedece en ú ltim a instan cia a los intereses hegemónicos in ­
tern o s y externos ? H ay aquí una racionalidad, pero no desde el
punto de v ista colectivo.
C r is is d e l c a p it a l is m o y p e r if e r ia 19

Hemos estado largo tiem po esperando que el juego de las


leyes del m ercado, según los g randes teóricos, nos resolvieran
los problem as del desarrollo y de la distribución del ingreso. Se
h a creído que las fu erz a s del m ercado iban a tr a e r la difusión
de los fru to s del progreso técnico. Sostengo que no es así. Sos­
tengo que hay que b uscar una nueva racionalidad, pero in sp ira ­
da no en intereses hegem ónicos: in sp irad a no solam ente en
objetivos económicos y sociales sino en objetivos em inentem ente
éticos. E s lo que hay que volver a in tro d u cir en la economía.
V olver a la economía política y no solam ente a la economía a
secas p a ra p a sar, tr a s un duro esfuerzo, por m edio de la p e r­
suasión y el esclarecim iento, a la acción. Desde luego, si m irá ra ­
mos hoy los m om entos que estam os atravesando no podríam os
s e r optim istas. Yo creo que h ay que seg u ir en la lucha, que no
solam ente concierne al ám bito in ternacional sino a nuestros p ro ­
pios países. No se t r a t a solam ente de un nuevo orden económico
internacional sino de un nuevo orden económico social y ético
interno. Esos son los g randes problem as que tenem os que resol­
v er en la A m érica L a tin a tr a s duros sacrificios.
A N Á L ISIS D E L CA RÁ CTER DE LA C R ISIS
IN T E R N A C IO N A L A CTUA L

por J o ha n Galtung

I. El n o e i como expansión capitalista m undial :


dos ganadores y dos perdedores

E n p rim e r lugar, deseo d e ja r constancia en fo rm a inequívoca


que, a m i juicio, el nuevo orden económico internacional (n o e i)
es una p a rte del proceso de expansión ca p italista m undial, que
no va dirigido en modo alguno co n tra el capitalism o como fo rm a
de m a n e ja r un sistem a económico m undial, sino que va dirigido
co n tra el control casi monopólico que ha ejercido la p a rte nor-
occidental del m undo sobre el sistem a c a p italista m undial du­
ra n te casi 500 años, y sobre todo, d u ran te los últim os 200 años.
P o r ende, las dos tesis de que “no hay una crisis en el sistem a
ca p italista m undial” y de que “h ay una crisis en el control
noroccidental del sistem a ca p italista m undial” no son incom pa­
tibles en absoluto, salvo p a ra aquellos que creen que sólo un
m undo noroccidental p o d ría controlarla. E l hecho de que el E s te
lo h a y a conseguido h a sta a h o ra no significa que lo vaya a lo g ra r
siem pre. N i siquiera se deduce que esté en la m ejo r posición
p a ra hacerlo. Puede h a b e r otros iguales o m ejores p a ra el juego
capitalista. E ste desafío al m undo noroccidental es lo esencial
del noei.
E n el presente artículo el NOEI se concibe en concreto como
u n proceso que se inició con la e n tra d a del ja p ó n al m ercado
m undial desde los comienzos de la revolución M eiji (a fines de
L a c r is is in t e r n a c io n a l a c t u a l 21

la década de 1860). E l Jap ó n fu e el p rim e r p aís ajeno al m undo


noroccidental que “lo logró” , qúe entendió lo b a sta n te del fu n ­
cionam iento del sistem a ca p italista m undial como p a ra usarlo
en provecho propio. Como fu e el único p aís de la región que lo
consiguió, no sólo p rosperó a expensas de o tro s países de la
re g ió n 1, sino que logró tam bién un enriquecim iento inm enso
(con una d e rro ta tra n s ito ria en la g u e rra del P acífico ), de
modo que el Jap ó n está ah o ra en situación de t r a t a r a un ex
líder del sistem a económico m undial, los E stados Unidos, ta l
como este últim o h a tra ta d o a otros p aíses: in virtiendo en él,
com ercializando allí bienes japoneses, construyendo fáb ricas,
sirviéndose de la m ano de obra estadounidense b a ra ta , que tem e
i r a la huelga, pues las c ifra s de desempleo son elevadas, p a r ­
ticipándole al p aís dependiente algunos secretos tecnológicos,
p ero en ningún caso la totalidad.
Después, otros países siguieron al Jap ó n en este proceso,
en especial Irá n , el que bajo M ossadegh, tr a tó de nacionalizar
las em presas p etro leras del noroeste y tuvo que p a g a r caro la
te n ta tiv a en 1953. Sin em bargo, dicho proceso e ra vigilado de
cerca p o r un joven egipcio llam ado N asser, quien tre s años m ás
ta rd e se apoderó de uñ C anal, proceso que a su vez se ría vigi­
lado en fo rm a m uy estrecha p o r un joven cubano llam ado Cas­
tro , quien dos años m ás ta rd e se apoderó de todo un país. L as
resoluciones aprobadas en el sexto y séptim o período e x tra o r­
d inario de sesiones de la A sam blea G eneral de las Naciones
U nidas en 1974 y 1975 (seguidas p o r las resoluciones corres­
pondientes de o tra s organizaciones del sistem a de las N aciones
U n id a s), deben considerarse como el reconocim iento verbal im ­
p o rta n te de un proceso — ejem plificado p o r las m edidas adop­
tad a s p o r la OPEP en 1973— que hab ía ocurrido, y no como
acciones que iniciaban un nuevo proceso. L as N aciones U nidas
r a r a vez inician un proceso; m ás bien lo respaldan y a veces
desem peñan una función im p o rtan te en acelerarlo. A l respecto,
lo m ás im p o rtan te fue la aprobación de la C a rta de Derechos y
D eberes Económ icos de los E stados p o r la A sam blea G eneral
en su Resolución 3281 (x x ix ), de 12 de diciem bre de 1974, que

1 La guerra chino-japonesa por Formosa, 1894-1895, el ataque a Co­


rea 1910-1911, el “incidente” de M anchuria 1931, la guerra en el Pacífico
de 1941 en adelante, y con anterioridad la guerra contra la Rusia zarista
1904-1905. '
22 J o h a n Galtung

constituyó u n a base n o rm ativ a p a ra m ás adelante. No cabe


duda de que la C onferencia de las N aciones U nidas sobre Co­
m ercio y D esarrollo, celebrada en G inebra en 1964, tuvo u n a
im p o rtan cia decisiva : la m ayoría del n o e i — salvo el térm ino
mismo— ya estab a contenido en sus resoluciones. E n la actu a­
lidad c a b ría d istin g u ir cinco e tap as im p o rtan tes en la evolución
del n o e i, no necesariam ente en orden cronológico:
1. L a e ta p a de la relación de intercam bio, caracterizad a
p o r peticiones en pro de un m ayor poder adquisitivo p a ra las
m ate ria s p rim as y sem im anufacturadas en térm inos de bienes
elaborados y servicios (relaciones de precios m ás elevadas, y no
sólo m ayores precio s).
2. L a expropiación o nacionalización de bienes productivos
en los países del T ercer M undo: d u ra n te esta etapa, estos países
in te rn aliz a n lo que p a ra el P rim e r Mundo solía ser un sector
externo de la economía. E l T ercer M undo c o n tro lará cada vez
m ás sus propios recursos natu rales, sus propios recursos de
capital, sin te n e r que reciclarlos necesariam ente a los bancos del
P rim e r M undo; c o n tro lará su propia m ano de o b ra exigiendo,
po r ejem plo, que se pag u e un im puesto al gobierno respectivo
del T ercer M undo po r cada tra b a ja d o r e x tra n je ro form ado en
el e x te r io r ; se to m a rán m edidas correspondientes p a ra ocuparse
del éxodo intelectual, y, naturalm ente, de la nacionalización de
fá b ric a s y o tra s p lan ta s situ ad as en zonas de lib re comercio,
e tc .2.
3. A um ento del comercio y del intercam bio en general en­
tr e los países del T ercer M undo — lo que en la je rg a de las
N aciones U nidas se denom ina CTPD y CEPD (cooperación técnica
y económica e n tre países en d e sarro llo ), o sencillam ente coope­
ración com ercial S ur-S ur.
4. C ontrapenetración, lo que en esencia significa inversio­
nes de países del T ercer M undo en países del P rim e r M undo,
con lo que estos últim os son tra ta d o s como un sector externo
a las economías de los prim eros.
5. C onquista de posiciones de poder económico! en el m un­
do, que se inician con el sistem a de B retto n W oods (el Banco

2 P a ra un análisis teórico de este aspecto véase, Johan Galtung,


“World Economics in the N ear F u tu re: Some F irst —and Third— World
Scenarios” , documentos g pid , Ginebra, 1980.
L a c r is is in t e r n a c io n a l a c t u a l 23

M undial, f m i, a id , etc.) y las em presas tran sn acio n ales activ as


en u n a región, a tra v é s de adquisiciones nacionales y regionales,
y tam bién quizás a tra v é s de algún tipo de globalización, en
v irtu d de la cual algunas (ta l vez las em presas farm acéuticas)
podrían ad m in istra rse con un sistem a parecido al régim en de
u ltra m a r ah o ra en len ta g e sta c ió n 3.

Lo que h a s ta hace sólo algunos años h a b ría parecido to ta l­


m ente utópico, es hoy m ucho m ás factible, gracias a la variació n
de las relaciones de poder. Como la intervención m ilita r en la
m ayoría de los países del T ercer M undo es u n a opción cada
vez m enos disponible, y como los regím enes m ilitares no son
necesariam ente am istosos con el P rim e r M undo, lo que se obser­
v a rá d u ran te la década de 1980 es quizá precisam ente el des­
pliegue de este escenario. Cabe señ alar que las cinco etap as no
siguen una secuencia lineal. Los observadores de la h isto ria
m oderna inician casi siem pre su análisis con la acción de la
o p e p en 1973, un enfoque que o to rg a ría m ucho relieve a la p ri­
m era etapa. Debe considerarse que la lista fo rm a un círculo
y no una línea, de comienzo y fin indeterm inados.
R esulta difícil a d v e rtir que este com portam iento sea dis­
tin to en algún aspecto de lo que el P rim e r M undo solía h a c er
cuando estaba en pleno control del sistem a. ¿Y por qué debería
serlo? P o r ende, el alza del petróleo fue sólo un ejercicio de
econom ía elem ental. Si es que existe algo como la dem anda ine-
lástica de un producto dentro de una c ie rta gam a de precios,
sería estúpido no llegar al tope de dicha gam a, y quizá sobre­
p a sarla un poco, a fin de obtener el dinero que el m ercado puede
e n tre g ar. Los países de la OPEP especularon y ganaron. A los
países del P rim e r Mundo les desagradó e sta actitud, no porque
los países de la OPEP se condujeran m al, sino porque el juego
resu ltab a menos a tra ctiv o cuando el co ntrincante dem ostraba
te n e r las m ejores cartas. No es de e x tra ñ a r, p o r tan to , que
el P rim e r M undo t r a ta r a entonces de cam biar las reglas del
juego, comenzando a re fe rirse al petróleo como a un bien que
pertenecía a toda la hum anidad, m ie n tra s se m o strab a m uy
reticente a ap licar esta fó rm u la en relación con el fondo oceá­

3 V é a s e Johan Galtung, “On the f u t u r e o f transnational C o r p o r a t i o n ;


Two scenarios”, documento preparado p a ra el Centro s o b r e E m p r e s a s
Transnacionales, Nueva York, noviembre de 1980.
24 J o h a n Ga ltu n g

nico y su m anejo y en relación con la tecnología en general.


E l juego m undial sigue siendo predom inantem ente cap italista,
es decir, el m ercado f ij a las prioridades de producción, asigna
recursos y bienes de servicios, y ejerce tam bién con ello una
influencia decisiva sobre la p a u ta de consumo *.
E l juego es el m ism o, el capitalism o es m ás poderoso que
nunca y p e n e tra a h o ra a los rincones m ás ap artad o s del mundo.
P o r razones que luego se expondrán, el socialismo de estado no
es la an títesis del capitalism o privado. Lo que sí es la a n títe sis es
lo que suele denom inarse economía inform al o “verde” -—p ro ­
ducción p a ra el consumo propio y producción p a ra el in te r­
cambio no m onetario— y la economía local — producción p a ra
el intercam bio m onetario, pero en ciclos económicos m uy lim i­
tados. E sas economías están p o r definición m ás o rientadas al
uso y m enos orien tad as al intercam bio; tam bién pueden e sta r
m ás orien tad as a las necesidades y m enos o rientadas a la de­
m anda. E n los países del T e rce r M undo suele denom inárselos
economía de subsistencia, economía que ah o ra reap arece en
algunos países del P rim e r Mundo, por razones que luego se
exam inarán.
P o r ende, la tesis postula que estos procesos son de la
m ism a m ag n itu d que la decadencia y caída del Im perio Ro­
m ano 5, y la decadencia y caíd a de la E d ad M e d ia 6, y que te n ­
d rá n efectos igualm ente profundos. Con m enos grandiosidad,
h a b rá ganadores y perdedores, en el plano nacional y global.
Puede que la e s tru c tu ra c a p italista no cam bie dem asiado, pero
sí cam biará su centro de g ra v e d a d 7. Como el sistem a cap italista

4 En suma, decididamente no se tra ta de una economía informal,


“verde”, del tipo de subsistencia.
5 Véase Johan Galtung, Tore Heiestad y E rik Rudeng “On the De­
cline and Fall of Em pires: The Román Em pire and "Western Imperialism
Compared”, documentos g pid , Ginebra, 1978.
6 E s fundam ental que la Edad Media se considere también como
algo que decayó y cayó. Fue una formación social por derecho propio —la
formación social medieval (con sus etapas señorial y feudal)— y decayó
y cayó en el período 1250-1350 (culminando catastróficam ente con la peste
negra).
7 En cierto sentido ésta no es sino la famosa analogía con el juego
de naipes. E l juego que se desarrolló es el mismo, o casi el mismo; pero
la distribución de las cartas es diferente. Las mejores cartas se hallan
donde no solían estar. O en su defecto, las cartas que antes no se conside­
raban ta n buenas figuran entre las mejores.
La c eisis in tern acio na l actual 25

está basado en desigualdades que g en eran in ju s tic ia s s, los que


se hallaban en el centro y a h o ra se h an vuelto m ás periféricos,
se rá n los perdedores p o r la dinám ica del sistem a, y los que e sta­
b an en la p e rife ria y ah o ra se desplazan hacia el centro serán
los ganadores. Y existe tam bién u n a te rc e ra c a te g o ría : los que
an tes e ra n m arginales al sistem a, que a d m in istra b a n sus pro ­
p ias econom ías inform ales relativ am en te in ta c ta s por un colo­
nialism o que e ra como la g a rr a del gato con respecto a la del
león, que ah o ra se hace s e n tir sobre todo el T ercer Mundo.
T am bién pueden convertirse en perdedores a m edida que se
desplazan de la m arg in alid ad hacia la p e rife ria 9.
A m edida que evoluciona el proceso, y a parecen definirse
con relativ a claridad dos perdedores y dos g an ad o res:

P erdedor: E l noroeste, el directorio del antiguo orden ecor


nómico internacional, el trián g u lo E stados Unidos-CEE-Japón
(Com isión T rila te ra l, OCDE).
G anador: E l sudeste, el centro de gravedad del nuevo orden
económico internacional, el triá n g u lo Japón-C hina-A sia Sud-
oriental.
G anador: L as élites del T ercer Mundo, la gente que dirige
los com plejos intelectual-burocrático-em presarial y p a rtid ista -
m ilitarista-policial.
Perdedor: E l pueblo en general del T ercer M undo, el resto
de la población.

N aturalm ente, que no todos los sectores de la población del


noroeste p erd erán lo mismo, n i todos los del sudeste g a n a rá n
lo mismo. Y no p e rd e rá to d a la gente del T e rce r Mundo, ni
g a n a rá n todas las élites. P ero estas son las perspectivas gene­
rales que se exam inarán, elab o rarán y a p licarán en las secciones
siguientes.

£ E s decir, el famoso principio leninista: la ley del desarrollo


desigual.
9 Tal vez sea ésta en gran medida la historia de las “minorías”, los
pueblos indígenas, que ahora se incorporan gradualmente.
26 J o h a n Galtung

II. E l auge del sudeste y la decadencia del noroeste

L a tesis es m uy sen cilla: el n o e i es una e stra te g ia p a ra desalo­


j a r al noroeste de su posición de control; n a d a dice sobre dónde
v a a e s ta r el nuevo centro. De hecho, a veces p arece que sus
actores piensan que no va a h a b e r un nuevo cehtro. P ero esto
es utópico. Sea po r el diseño o p o r obra del sistem a, h a b rá
centros — m ás o m enos coordinados— que ten d erán a m a te ria ­
lizarse. P o r ende, m ie n tra s en la sección precedente se sostenía
que n ad a estab a ocurriendo que d e safiara a la e stru c tu ra capi­
ta lis ta del sistem a económico c a p italista m undial, la tesis de la
presente sección postula que h a b rá un nuevo centro, que e sta rá
situado en la p a rte sudoriental del m undo. A continuación se
d a rá n cinco razones válidas de p o r qué el trián g u lo sudoriental
es p o d ero so 10.
P rim era, el trián g u lo descrito por C hina-Japón-A sia Sud­
oriental tiene casi todos los bienes productivos necesarios. A lre­
dedor de m il quinientos m illones de personas, con u n a fu erz a
de tra b a jo china de 600 m illones, tecnología y capital japoneses
(con la ta s a de a h o rro m ás elevada del m undo: 1 9 % ) ” , las

10 Pero aparte de esas razones hay una hipótesis de mayor relieve:


que el sistema económico mundial organizado de una manera capitalista
tendrá que tener alguna especie de centro, porque en realidad no puede
ser policéntrico. Esto lo analiza hasta cierto punto el autor en su Millen-
nium Lecture, London School of Eeonomics, enero de 1981. Un centro está
basado en la ley del desarrollo desigual: en general tiene más de lo que
necesita y sobre todo control. A su vez, hay también quizás una Gesta.lt en
acción: una noción bastante difundida en el mundo de que este tipo de
actividad plantea la pregunta de dónde está el centro, y entonces conscien­
te o inconscientemente se buscan las pruebas de la ubicación de dicho
centro. E s algo parecido a una competencia deportiva: dadas las pautas de
individualismo y competición, sería muy difícil p ara la mayoría de la gente
form ada en esa configuración mental no sentirse insatisfecha, incompleta,
a menos que se diera una respuesta clara a la pregunta “quién ganó” .
(Véase, “A structural theory of imperialism’ —Ten years later”, Millen-
nium, Vol. 9, N? 3, invierno boreal 1980-1981).
11 Las tasas de ahorro correspondientes del mundo occidental osci­
larían entre 3 y 7 %; p a ra los Estados Unidos es de un 6 %. Véase
Newsweek, 2 de agosto de 1982, p. 48 (entrevista al Ministro de Planifi­
cación Económica del Japón).
L a c r is is in t e r n a c io n a l a c t u a l 27

m ate ria s p rim a s de toda la zona, sobre todo del A sia Sudorien-
tal, incluido el petróleo indonesio (y tam bién el petróleo m arino
chino y ja p o n é s), b a sta ría n en su conjunto p a ra sa tisfa c e r una
función de producción suficiente p a ra ab astecer u n a porción
sustancial de las dem andas del m ercado m undial, sobre todo si
se le ag reg an A u s tra lia /N u e v a Z elandia y O cean ia12.
Segunda, el ethos subyacente. C hina y Ja p ó n y la p a rte del
A sia Sudoriental b a jo su influencia, exhiben esa c a ra c te rístic a
p a rtic u la r de las civilizaciones o rie n tale s; su n atu raleza sum a-
to ria y ecléctica13. H ay u n a com binación C onfuciano/B udista
común a ambos, aunque la tonalidad es diferen te cuando se
ag re g a el Daoísmo en el caso chino y el Sintoísm o en el caso
japonés. E s ta com binación f o rja no sólo u n a com unalidad cul­
tu ra l considerable, sino tam b ién un esp íritu de esfuerzo colec­
tivo, en que el C onfucianism o define el com ponente vertical
(disciplina, respeto po r la a u to rid ad y p o r el tra b a jo no m anual,
etc.) y el Budism o M ahayana, el aspecto m ás horizontal, orgá­
nico y solidario. Am bos agregan, en la fo rm a ecléctica habitual,
com ponentes occidentales: p o r cierto el cristianism o, el libe­
ralism o y, en el caso chino tam bién el m arxism o. E l com ponente
o riental rep re sen ta un universalism o en el espacio, ju n to con
una idea de progreso en el tiem po, que no se en cuentra en los
com ponentes m ás asiáticos de estas civilizaciones. R esulta difícil
entender cómo el conjunto de todo esto no c o n trib u iría a fo rm a r
un ethos casi perfecto p a ra un capitalism o global. W eber ha
explicado la im p o rtan cia del pro testan tism o p u rita n o p a ra el
surgim iento del capitalism o, pero cuando m ás, la suya e ra sólo
una teo ría que explicaba la razón de ser del propio em presario
capitalista, y que ofrecía un consuelo nulo o escaso al tr a b a ja ­

12 A ustralia y Nueva Zelandia ingresan como dependencias ricas,


que el centro, es decir, el triángulo sudoriental m antendrá en forma ade­
cuada. Desde el punto de vista histórico y cultural, racial y étnico son
diferentes. Agradezco a Reginald Little, un diplomático australiano con
mucha experiencia sobre Tokio y Beijing, por informarme sobre cómo se
vería desde A ustralia y Nueva Zelandia, la China y el Japón, y viceversa
—véase su tesis inédita, In stitu t universitaire de hautes études interna-
tionales, Ginebra, 1978, “Economics, Civilization' and World Order”.
13 Véase Johan Galtung, “Five Cosmologies: An Impressionistic Pre­
sentation”, documentos Gpid, Ginebra, 1980, Alternatives, 1981. Sorpresa
p ara los occidentales: los japoneses y chinos combinan orientaciones que
no combinan en Occidente.
28 JOHAN GALTUNG

d o r 14. M arx explicaba cuál e ra la situación de los tra b a ja d o res


y los m otivaba p a ra que se reb e lara n y exigieran la distribución
de la riqueza, pero m uy poco de lo que decía podía in sp ira r y
ju s tific a r la actividad em presarial. E l resultado neto fue, como
sabemos, la existencia de dos nortes, uno con crecim iento em­
p re sa ria l sin m ucha distribución en el Occidente, y otro con
d istribución sin m ucho crecim iento em presarial en el O rie n te 15.
E n este artículo se sostiene que el m undo sudoriental, no sólo
el Japón, viene ah o ra trascendiendo esta a p a re n te incom pati­
bilidad debido a su p ecu liar am algam a de civilizaciones, lo que
le p e rm itirá im poner un capitalism o m uy e fic a z 16, m ucho m ás
eficaz que el del noroeste.
Tercera, y en p a rte como un reflejo del tem a p rec e d e n te : la
fo rm a en que están organizados los chinos y japoneses. U n nom ­
b re chino como T ang, o un nom bre japonés, como T anaka, re ­
p rese n tan a m illones de personas. E n el caso chino, h ay cierta
solidaridad e n tre los T angs, los Lim s y los Changs, que casi los
convierte en un actor. E n la m edida que haya chinos en el ex­
te rio r — que son b a s ta n te s 17— el nom bre de una fam ilia china
puede re p re s e n ta r de f a d o una em presa tran snacional. M ien­
tr a s los occidentales tienden a e v ita r nom bres m uy comunes y
p refiere n los que m ejor se identifiquen con su in d ividualism o1S,
los chinos y japoneses p refiere n ju sto lo co n trario , s e n tir que
pertenecen a una colectividad m ayor que se expresa en un nom ­
b re m uy común, aunque en el caso japonés existen co rrientes
c o n tra ria s a ello. E s ta expresión del fam oso colectivismo del

14 E n efecto, resulta casi sorprendente lo poco que menciona Weber


a los trabajadores en su famosa obra sobre el espíritu del capitalismo
—es como si sencillamente no existieran—. L a obra de Weber era una
impugnación del marxismo —o pretendía serlo—, por cierto inadecuada,
pues no se tra ta n los problemas que señala Marx.
15 E ste aspecto se examina hasta cierto punto en Johan Geltung,
“On Human-Centred Development”, documentos g pid , Ginebra, 1980.
16 Y, sin embargo, Max Weber, en su obra The Religión of China,
predice que el capitalismo no tendrá muchas posibilidades en el Japón.
17 Agradezco al Profesor Ungku Aziz por señalarme en form a tan
clara la importancia de este factor particular, durante un seminario ce­
lebrado en Kuala Lumpur, setiembre de 1979.
18 Naturalm ente, que un occidental con un nombre muy poco común
podría hallar protección, una fuente de solidaridad y un foco de identidad
en el grupo de gente con ese nombre. Pero esto no ocurre con los Smith
y los Jones en el mundo anglosajón, no con los Hansen y Jensen en los
países nórdicos, etc.
L a c r is is in t e r n a c io n a l a c t u a l 29

O riente contribuye, ta l vez, e n tre otros factores, a que la alien a­


ción en relación con el proceso de industrialización sea m enor
que en Occidente. E n u n a fáb rica, la colectividad de obreros y
gerentes produce p a ra la colectividad de clientes, y am bas colec­
tividades tienen sentido en ese peculiar m arco no occidental.
Sólo en una cu ltu ra individualizante tiene ta n to sentido que un
tra b a ja d o r individual produzca p a ra un cliente individual en
u n a relación d irecta individuo-producto-individuo19 y las des­
viaciones de esa p a u ta crean alienación, lo que puede llevar a
la apatía, e incluso al retiro .
Cuarta, la política del trián g u lo sudoriental e stá tom ando
form a. H ay aspectos débiles, o aspectos que tienen que tra ta r s e
con g ra n delicadeza. C hina y Ja p ó n com parten la h isto ria de
una terrib le g u e rra im p erialista que se libró sólo 50 años a trá s,
y a am bas potencias se les m ira con aprensión en la región. L as
m inorías chinas que se hallan por doquier pueden se rv ir de p u n ­
tos de contacto, pero tam bién pueden considerarse como cabece­
r a s de puente del expansionism o. L a gente capacitada p o r el J a ­
pón en toda el A sia S udoriental d u ran te la cam paña Dai-to-a
(g ra n coprosperidad del A sia O riental, el lem a japonés de tiem ­
pos de g u e rra ), aprendió a re s p e ta r en general la eficiencia y
las p a u ta s de organización japonesa 20. A unque en general los
sentim ientos de anim osidad de la época de la g u e rra Se h a n apla­
cado, todavía prevalecería cierto escepticism o, que se m anifiesta
en incidentes como la quem a de autom óviles japoneses en B ang­
kok y J a k a r t a 21. No obstante, puede a firm a rse con seguridad

19 Cabe señ alar que es dentro de ese contexto que se desarrolló la


teoría de la alienación; un ejemplo m ás de cuán ligada a la cu ltu ra puede
e s ta r u n a teoría.
20 E s muy difícil averiguar cuánta génte del Asia Sudoriental cola­
boró de hecho con los japoneses durante la ocupación, pero la cifra tiene que
ser apabullante. Hoy todavía es posible encontrar asiáticos sudorientales
sesentones que entonan canciones m ilitares japonesas y alaban la eficiencia
de la maquinaria de guerra nipona. Y lo que más llama la atención es
el crecimiento invasor de la m aquinaria económica japonesa, que utiliza
sin duda la labor preliminar realizada durante la ocupación. P a ra tener
algunas impresiones sobre el tema, véase N. I. Low, When Singapore Was
Syonan-To, Singapur, 1973.
21 Parece que los estudiantes tailandeses e indonesios son buenos para
organizar quemas rituales de automóviles y banderas japonesas. In­
teresa preguntarse cuánta resistencia real a los bienes de consumo japo­
neses (mejores que otros, más baratos que otros) existe realmente en la
población. En todo caso, los japoneses temen esos incidentes.
30 J o h a n Ga l t u n g

que los círculos com erciales del A sia S udoriental tienen fu ertes
raig am b res que son p a rte chinas y p a rte japonesas, adem ás de
conocer las p rácticas com erciales estadounidenses y nacionales.
Cabe señalar, sin em bargo, que ta n to la F ilip in a católica como
la Indonesia m usulm ana son occidentales en lo que se re fie re a
perten ecer a u n a civilización, y orientales sólo en lo geográfico,
y lo m ism o rig e p a ra la m ayoría m alaya de M alasia, factores
de cie rta im portancia a la larga. Los países y zonas que se in­
te g ra ría n con m ayor facilidad a este trián g u lo serían los cu a tro
m ini japoneses : Singapur, H ong-Kong, T aiw án y la República
de Corea ; ta l vez a la la rg a tam bién la R epública P o p u lar De­
m ocrática de Corea y los países de Indochina, e incluso la T ai­
landia budista. S ería preciso e jercer una diplom acia m uy deli­
cada, según lo dem uestra la reciente controversia sobre libros
de texto (1982) : un e rro r g a rra fa l de los japoneses 22.
Sin em bargo, re su lta v ital co n ta r con el eje Tokio-B aijing,
que los japoneses com enzaron a f o r ja r al p a re c e r ta n p ronto
como descubrieron que los E stados Unidos y China se habían
redescubierto recíprocam ente en 1971. L a conjunción de la m a­
no de obra ch in a con el capital y la tecnología japoneses, dentro
de un ethos y u n a potencialidad geopolítica com partida, p arece­
ría perfecta, pero no obstante, h ay que elab o rar los detalles.
Tuvo que p a s a r un tiem po h a sta que los obreros chinos fab rica-
c a ra n productos japoneses, bajo licencia y en la fo rm a habitual,
pero esto e stá ocurriendo ah o ra (el caso de los productos
Sanyo, p o r ejem plo, “ M ade in th e People’s Republic of
C hina” ) 23.
Quinta, si se quiere producir p a ra el m ercado m undial, y
no sólo p a ra el m ercado regional o nacional, como o c u rriría en
el caso de otros países de industrialización reciente (B rasil y
México, p o r ejem plo, ta l vez tam bién la In d ia ), se requiere algo
m uy persu asiv o : productos que sean com petitivos en cuanto a
calidad y precios. No se advierte p o r qué la m ano de obra china
relativam ente b a ra ta , ju n to con el ingenio japonés y chino, no
vayan a se r capaces de p ro d u cir g ra n p a rte de esos bienes A

22 Véase The Daily Yomiuri, 15 de agosto de 1982, donde figura un


resumen excelente.
23 Se tiene la sensación de déjà vu cuando, por ejemplo, se descubre
ese tipo de artefacto en Mongolia (1980).
2i Cabe señalar que esta asociación no equivale al comercio entre
Japón y China, ni es idéntica a cuando los japoneses construyen una
L a c r is is in t e r n a c io n a l a c t u a l 31

estas a ltu ra s conviene señ alar algunas razones específicas de


p or qué los productos japoneses parecen ser ta n buenos. N a­
tu ra lm e n te que siem pre h a habido algo de verídico en las fó r­
m ulas e stá n d a r utilizadas p o r los occidentales p a ra despresti­
g ia r al Japón y poder así consolarse: los productos son sólo
im itaciones de productos occidentales y la tecnología es incluso
“robada” ; la calidad es “b u rd a ” ; los precios son bajos porque
el proletariado e stá explotado; los precios son subvencionados
de una fo rm a u o tra m ediante prácticas de dum ping, y — ver­
sión de la década de 1970— los m étodos japoneses e n tra ñ a n un
costo elevado p a ra la n atu ra le z a en térm inos de agotam iento y
contam inación. Sin em bargo, ese “ algo de verídico” e stá dism i­
nuyendo. Lo que sí es cierto es que el m ercado japonés no es
penetrado con facilidad por productos ex tran jero s. ¿O bedecerá
esto en p a rte a que los artícu lo s e x tra n je ro s, como suelen a f ir ­
m a r los japoneses, no son realm ente ta n buenos?
Los productos japoneses actuales suelen ser com binaciones
ingeniosas, de una m an e ra aditiva, ecléctica, de com ponentes
que tam bién se conocen en o tra s p artes, como cuando uno de los
excelentes relojes japoneses está equipado con una com putadora,
o puede convertirse en u n a m ini TV sólo con o p rim ir un boton-
cito que eleva una pequeña antena. Y d istan mucho, por cierto,
de ser “burdos” , dado que los japoneses parecen h a b e r inver­
tido la tendencia del capitalism o occidental hacia “la obsoles­
cencia planificada” y fab rican productos que duran, precisam en­
te porque otros no lo hacen. Adem ás, la em presa jap o n esa típica
tien e una b a ja productividad con respecto a la ta s a de ocupa­
ción, porque ios productos, adem ás de exigir m ucho capital e
investigación, em plean tam bién m ucha m ano de o b ra : son con­
feccionados por artesan o s cooperadores, dedicados y serios, en
que muchos atienden a cada detalle. Los occidentales podrían se­
ñ a la r que la productividad to ta l es b a j a ; y los japoneses p odrían
señalar que la calidad es alta, pero p refiere n d ejarle esto a los
clientes. Y los clientes cu m plen: ah o ra que el Japón h a conquis­
tado en g ra n p a rte el m ercado de las cám aras fotográficas, se

fábrica en China en virtud de un contrato a plazo fijo. Debe considerarse


más bien como una asociación perdurable, como un tipo de empresa trans-
naeional: con toda clase de transferencias dentro de la empresa y una
excelente coordinación cuando hay que relacionarse con el exterior.
32 J o h a n Galtung

p re p a ra p a ra ap o d erarse del m ercado de la TV, la radio y las


m áquinas m usicales, ta l como en el secto r tra n s p o rte el m ercado
de las m otocicletas fu e el prim ero en niponizarse y a h o ra va
seguido p o r los autom óviles de uso p a rtic u la r, los camiones,
etc.25. A continuación vienen los circuitos integrados, las com­
p u tad o ra s y todos los productos afines, que irá n seguidos po r
los aeroplanos y la te le m á tic a 26. Se re ite ra , que no hay razones
p a ra c re e r que estos productos sean necesariam ente in ferio res
si llevan el sello “M ade in th e People’s R epublic o f C hina” .
E n la m edida en que lo descrito viene configurándose en
la década del 80, es obvio que la form ación del conflicto econó­
mico no es N o rte /S u r sino N W /S E . Adem ás, ya se percibe co­
mo ta l: las quejas acerca de la penetración en la p a rte occiden­
ta l del triá n g u lo clásico del antiguo orden económico, E stados
Unidos-Com unidad E conóm ica-Japón (países de la OCDE, los p a í­
ses de la Comisión T rila te ra l), son num erosas. E x iste la adm o­
nición h ab itu al de “m oderarse” 27. P ero por qué deberían hacer­
lo los japoneses o cualquier otro del Sudeste cuando el N oroeste

25 A modo de ejemplo, véase el artículo “Welche Autos kaufen die


Deutschen?, Die Welt, 30 de enero de 1981, con el siguiente cuadro (ex­
presado en porcentaje) de las m arcas de automóviles de mayor y menor
venta que el año anterior:
De mayor venta (en porcentaje) De menor venta ( en porcentaje)
1. Mitsubishi + 100,7 1. Lada — 43,7
2. Toyota + 81,1 2. Leyland — 42,6
3. Datsun + 61,0 3. A lfa Romeo — 35,1
4. Honda + 50,0 4. Volvo — 31,7
5. Mazda + 44,2 5. Talbot — 20,4
6. Mercedes + 2,6 6. Ford — 19,9
26 P a ra un artículo excelente sobre este tema, véase “Integrated
Circuits Industry: How Jap an Bred a W inner” , del editor del Financial
Times p ara el Extremo Oriente en Tokio, Charles Smith, Financial Ti­
mes, 29 de enero de 1981. El artículo destaca, como es habitual, la exce­
lente cooperación entre la burocracia, la empresa y la intelectualidad en
el sistema japonés, y el genio japonés p ara m ejorar el original. Respecto
a aeroplanos con bajo nivel de ruido y que ahorran energía, véase Asahi
Evening News, 9 de febrero de 1981.
27 He aquí una cita característica de la prensa occidental: asesores
estadounidenses desilusionados concuerdan en que Japón debe modificar
su papel comercial. Los líderes japoneses comprobarán que es peligroso
tr a ta r de promover la movilidad ascendente de su pueblo a través de la
penetración excesiva de los mercados de otros (International Herald Tri-
bune, 5 de enero de 1981); pero hay titulares ligeramente contradictorios
L a c r is is in t e r n a c io n a l a c t u a l 33

nunca practicó la m oderación. N atu ralm en te, lo in teresan te


acerca del Jap ó n es que es m iem bro de am bos trián g u lo s y esto
se utiliza p a ra com unicar, po r la fuerza, las aprensiones del
N o ro e ste 2S. T arde o tem p ran o el Jap ó n te n d rá que d e ja r el p r i­
m er triá n g u lo en fa v o r del segundo, aunque puede m antenerlo
como puesto de escucha. Sin em bargo, la iniciativa en pro de
este alejam iento v en d rá probablem ente del N oroeste y rio del
Japón. Cuando la ad vertencia de “m oderarse” no funcione por
la razón, e n tre o tras, de que los clientes p refiere n los productos
japoneses, la reacción del N oroeste co n sistirá en im poner b a rre ­
ra s ara n c e la ria s y no aran celarias. L a p reparación sicológica
p a ra estas últim as podría a d o p ta r la fo rm a de estadísticas que
señ alarían la existencia de accidentes m ás graves con autom ó­
viles japoneses pequeños que con autom óviles estadounidenses
grandes, aunque ello obedezca m ás bien a que son pequeños y no
a que son japoneses (y la reacción japonesa co n sistiría en fa ­
b ric a r autom óviles m ás g ra n d e s ). O tra fo rm a de p re p a ra r el
am biente es, p o r supuesto, el engaño.
A ntes de ex am in ar lo que h a ría el m undo sudoriental en el
caso de u n a g u e rra com ercial, cabe p re g u n ta rse p o r qué el Su­
deste h a em prendido esta ta re a . L a resp u esta es quizá m uy
sencilla: los países interesados saben p o r experiencia cómo h a
venido actuando el N oroeste, que se obtienen v e n ta ja s si uno
puede dom inar el m ercado, y que ese dom inio puede conducir
a g ran d e s riquezas. E n últim o térm ino, el objetivo es alcanzar
seguridad, aunque saben tam bién perfectam ente que e sta vía
hacia la seguridad puede co nvertirse en una vía hacia la insegu­
rid a d 29. P o d ría n cerrárseles las fu en te s y m ercados de m aterias

sobre la misma misión: “L a cee vislumbra una esperanza respecto al


comercio del Japón”, Financial Times, 29 de enero de 1981, y “Lawine
aus Japan rollt weiter. Mission der eg gescheiter”, Die Welt, 30 de enero
de 1981.
28 Interesaría tener una perspectiva m ás clara del papel previo del
Japón en la Comisión T rilateral; véase un análisis parcial en Trüatera-
lism, Holly Sklar (ed.), Montreal, Black Rose, 1980.
29 N aturalm ente, que cabe preguntarse hasta dónde lo saben. Vaya
a modo de ejemplo una experiencia personal: cuando a comienzos de la
década de 1970, daba una charla acerca de la economía política interna­
cional en general y sobre la situación japonesa en particular, a los editores
de un destacado periódico japonés, concluía que habría una tensión con­
siderable en el Asia Sudoriental, precisamente por la relación que estaba
34 J o h a n Galtung

prim as, p o r lo que hay que aseg u rarse una base m ínim a de
am bas, base que y a está constituida p o r el trián g u lo sudoriental.
Incluso a los japoneses les to m a rá tiem po s a tu r a r el m ercado
chino con artículos japoneses fabricados en China. Si falla todo
lo demás, siem pre puede re c u rrirse al Dai-to-a, al m undo sudo­
rie n tal, al refugio seguro. Y si la decadencia y caída del Ja p ó n
se pro d u jera, no en la década de 1980, sino en la de 1990, ta m ­
poco ella o frecería m ucho consuelo al N o ro e ste : a s e a n y C hina
ocuparían su lugar.
T al vez C hina y Ja p ó n adopten una perspectiva rela tiv a ­
m ente in d iferen te acerca del resto del m u n d o so. No creen — co­
m o Occidente— hallarse en el cen tro y que el resto del m undo
es la p e rife ria que debe convertirse en una copia m ediocre de
ese centro. E n cambio, p a ra los chinos lo que e stá fu e ra de su
propio centro son los b á rb a ro s: septentrionales (soviéticos),
orientales (jap o n eses), m eridionales (v ietn am itas y h a b ita n te s
del A sia S udoriental) y occidentales (O ccidente). Se considera
que los b á rb a ro s del N o rte son los m ás peligrosos, fre n te a
los que deben buscarse protección aliándose con el resto de sus
enem igos b árb aro s. Los b á rb a ro s del O riente son p a ra los chinos
como un nouveau riche, u n a varied ad algo pedestre de ellos m is­
mos. Los b á rb a ro s m eridionales fo rm a ría n una mezcla, pues
m uchos son prolongaciones de China, m ien tras que los b á rb a ro s
del Oeste son m ás bien u n a causa perdida, in fan tiles pero a s tu ­
tos en su u n ilateralidad. Son como niños que ju eg an con cajas
de cerillas, y hay que conocer lo in fan tiles que son, lo peligroso
que son las cerillas, y lo próxim o que se encuentran. H ay que
e s ta r inform ado sobre los b árb aro s. C onvertir a los b á rb a ro s es
u n esfuerzo perdido e insensato, p o r mucho que lo necesiten.
Y p a ra los japoneses, la im agen del m undo no es m uy dife­
re n te : se visualizan en el centro, luego fu e ra de eso existe una

emergiendo. La deducción de los editores, que no eran derechistas, fue la


siguiente: ta l vez sea correcta esa conclusión; por ello el Japón debería
aproxim arse a África.
30 Véase el artículo periodístico en la nota de pie de página 22 supra.
Hay que señalar con toda claridad que la actitud japonesa frente
al Oriente y al Asia Sudoriental es muy diferente a la que asume frente al
resto del mundo. En cierto sentido es una actitud más occidental. No creo
que los chinos tengan una tricotomía sim ilar: los bárbaros aparecen en
cuanto se cruza la frontera, aunque existen bárbaros de diversos matices.
L a c r is is in t e r n a c io n a l a c t u a l 35

zona asiática orien tal com puesta por los países m encionados, y
jnás allá de esa zona el m undo como un recurso. L a evaluación
del m undo en térm inos e stric tam e n te u tilita rio s — positiva y ne­
g a tiv a desde el punto de v ista de se r centro— no es desconocida
en modo alguno p a ra las te o ría s occidentales del E s ta d o : des­
pués de todo, esta es la esencia del concepto de “ intereses de
estado” . Sin em bargo, el O riente p odría i r m ás lejos que Occi­
dente en cuanto a no ceñirse a norm as de ju stic ia universal o
a o tra s norm as éticas si su observancia in te rfirie ra con sus pro­
pios intereses, e incluso sin concebir al m undo en térm inos uni­
v ersalistas de com pasión c ristia n a o de leyes in sp irad as en el
Derecho Romano, o fingiendo hacerlo como suele o c u rrir con las
potencias occidentales. E s ta fo rm a de conducta tiene la v e n ta ja
p a ra los países ajenos a la p a rte sudoriental del m undo de que
no h a b rá te n ta tiv a s de presionarlos p a ra que hablen japonés o
chino, que adopten p a u ta s culturales de Ja p ó n o C hina o de
ambos, o algo p o r el estilo. Todo lo que se les pide es que paguen
por los bienes que se les ofrecen en térm inos de recursos n a tu ­
rales, capital o tecnología. E n el plano m undial, el capitalism o
sudoriental es m ucho m ás específico y m ás co n tractual de lo
que e ra el im perialism o occidental difuso y globalizador. E ste
últim o dejó a pueblos p o r todo el m undo con idiom as que no
e ra los suyos, arraig ad o s en un cap ital político, cu ltu ral y es­
p iritu a l que no e ra el suyo. C hina y Jap ó n no p ro c u ra rá n n i
q u e rrá n h acer n ad a po r el estilo. D esean m an ten er la d istancia
y lo c o n se g u irá n 31. A diferencia de los estadounidenses y f ra n ­
ceses, que se sienten halagados y seguros cuando alguien de un
p aís lejano habla su idiom a con perfección, m uchos japoneses
y chinos se sienten incómodos cuando alguien p e n e tra en su in­
tim idad. E s como sentirse espiado sin te n e r dónde r e t i r a r s e 32.
H a b ría que a g re g a r que tie n e poco p o r qué preo cu p arse: sus
idiom as son m uy difíciles y se requieren po r lo m enos cinco

31 Lo que aquí se afirm a es que la distancia entre el sector interno


y el sector externo es mayor que en Occidente. E l sector externo es incluso
más remoto, es menos aún objeto de em patia; el sector interno está
incluso más consolidado, al menos potencialmente es más un objeto de
solidaridad interna, aunque más en el caso japonés (Sintoísmo) que en
el caso chino.
32 E l paradigm a es la habitación occidental que existe en tantos
hogares japoneses: una habitación con amoblado occidental en que se recibe
a los occidentales, pero sólo hasta ahí, y no más allá.
36 J o h a n Ga ltung

años de estudio concentrado p a ra aprenderlos. De p referencia


esos cinco años deben se r a m uy tem p ran a edad, pero en ese
caso se es un chino o un japonés. Como am bos se entiende
h a s ta un 80 % y pueden a d q u irir con facilidad el 20 % resta n te ,
por lo menos de sus idiom as escritos, poseen p a ra todos los f i­
nes prácticos un idiom a secreto b a sta n te eficaz p a ra re a liz a r
sus actividades, o tra v e n ta ja que debe ag re g a rse a las ya m en­
cionadas. Adem ás, el sol sale ocho h o ras antes en Tokio que en
E uropa, lo que significa que los japoneses pueden c e rra r tr a n ­
sacciones an tes de que un banquero se encuentre en su oficina
en Zurich.
Sin em bargo, ¿qué o c u rriría si el N oroeste to m a ra m edidas
m ás d u ras? De p a rtid a esas m edidas a d o p ta ría n la fo rm a de un
boicot, la erección de un m uro ara n c e la rio /n o aran celario im ­
posible de escalar, pero que in c ita ría al contrabando. Los jap o ­
neses no se hacen n in guna ilusión de que esto no sea una posi­
bilidad, y p o r ello e stá n haciendo todo lo que pueden p a ra con­
seg u ir los m ejores aliados posibles dentro del m arco de una
economía lib e ral: los consum idores. U n m uro de esa especie,
b ajo o alto, sig n ific a ría que los consum idores te n d ría n que sub­
vencionar el empleo de los tra b a ja d o re s y las utilidades de los
gerentes y accionistas, m ediante la com pra de autom óviles m ás
caros, u n a proposición dudosa desde el punto de v ista de u n a
economía de m ercado. Los japoneses d esenm ascararían la fa rs a ,
p ero eso no d ism inuiría la agonía del d ile m a 33. M ientras tan to ,
los países del Sudeste te n d ría n que a s e g u ra r m ercados p a ra sus
productos en todo el T ercer M undo y tam bién quizás en el m un­
do n ororiental, en los países de socialism o de estado que todavía
están b ajo el in flu jo del capitalism o noroccidental, orientados a
los productos estadounidenses, franceses, alem anes, italianos e
incluso britán ico s M. H uelga decir que toda m edida de em bargo

33 En esto hay algo que se corresponde con otro caso famoso en la


historia de los Estados Unidos: la contradicción entre las normas de igual­
dad y movilidad y la práctica del prejuicio y la discriminación contra los
no blancos. Gunnar Myrdal lo mencionó como un dilema estadounidense;
éste podría convertirse en el dilema estadounidense número 2. Asimismo,
cabe recordar la historia de la famosa ley de navegación en la historia
británica.
34 Cabe recordar que los países de socialismo de Estado sufren toda­
vía del escotoma m arxista: el enemigo es el capitalismo privado en sus
manifestaciones internacionales, el imperialismo capitalista; éste tiene su
centro en la zona del Atlántico N orte; es éste el que hay que derrotar,
L a c r is is in t e r n a c io n a l a c t u a l 37

comercial se ría un golpe p a ra el Sudeste, pues el N oroeste es con


m ucho el cliente m ás solvente, aunque a h o ra la b urguesía del
T ercer Mundo e stá poniéndose a la p a r con rapidez. Cabe p re­
g u n tarse si los gobiernos de los países del N oroeste e s ta ría n
preparados a p a g a r el precio de que sus ciudadanos subvencio­
n a ra n las ocupaciones en fá b ric a s que son incapaces de e n c ara r
la com petencia del Sudeste, y cómo h a ría n fre n te a efectos ta n
obvios como el contrabando en g ra n escala de artículos proce­
dentes del Sudeste. Debe señalarse, asim ism o, que el gobierno
japonés puede o rg an iz ar un boicot de sus consum idores p a ra
los productos del N oroeste, aunque el Jap ó n pomo p aís ten g a
que re b a ja r las b a rre ra s a ra n c e la ria s/n o aran celarias. E s difí­
cil que los gobiernos del N oroeste ten g an una influencia sim ilar
sobre sus propios p u e b lo s35.
Pero, ¿qué o c u rriría si la tensión em peorara y condujera
incluso a la adopción de m edidas de corte bélico? Considerem os
dos escenarios posibles: en el prim ero, el p erdedor p rincipal
como consecuencia de la expansión del Sudeste, los E stados U ni­
dos, y ta l vez algunos aliados de E u ro p a Occidental, inician
m edidas de corte bélico co n tra el Sudeste. E n la actualidad, esa
eventualidad p a re c e ría no sólo hipotética, sino que incluso una
invención alocada de la im aginación; sin em bargo, después de
todo h a y intereses m uy reales en juego, y precedentes p a ra una
contingencia de esa índole se h an dado en la h isto ria en la
década de 1850 y en la década de 1940. Asim ism o, conviene
p e rc a ta rse de que en ta l caso los japoneses establecerían de in ­

y no algo que em erja de un sector no blanco, no occidental situado en el


otro extremo del mundo. El modelo p ara el noreste está en el noroeste,
no en el sudeste. E s el noroeste el que los países socialistas desean emular,
e incluso apoderarse. E l hecho de que esta tarea se vea muy facilitada por
la form a en que el noroeste viene siendo convulsionado por el surgimiento
del sudeste, creará tremendos problemas en el plano ideológico, político y
sicológico. Tampoco hay que subestim ar la dimensión racial/étnica de estos
problemas.
35 E s posible que el gobierno de los Estados Unidos tenga ese tipo
de influencia sobre su población: en tiempos de crisis el pueblo estado­
unidense tiene una trem enda capacidad p a ra responder en form a colectiva.
Lo mismo podría decirse de los británicos. Pero, ¿sería esto válido para
los franceses o los italianos? ¿Renunciarían a ciertas ventajas individuales
sólo porque el gobierno tra ta de persuadirlos de que compren automóviles
hechos en el país?
38 J oh an Galtung

m ediato lazos m ás estrechos con la U nión Soviética (p o r ejem ­


plo, m ediante proyectos en S iberia) y tr a ta r ía n de p ersu ad ir
a los chinos de h acer lo m ism o 3e. In te re sa to m a r conciencia de
que el Ja p ó n y la U nión Soviética tienen un problem a en co­
m ún que puede u tilizarse p a ra presio n arse en fo rm a recíproca,
las islas septentrionales ocupadas por la U nión Soviética después
de la Segunda G u erra M undial. L a U nión Soviética p o d ría en
c ie rta ocasión devolverlas, y el Jap ó n p o d ría en cierta ocasión
reconocerlas como form ando p a rte del te rrito rio soviético; en
ambos casos se p a g a ría un precio considerable. E n todo caso, la
m era perspectiva de este tipo de trip le concierto — Japón-C hina-
Unión Soviética— h a ría que fu e ra m uy difícil p a ra los E stados
Unidos inclinarse por la adopción de m edidas enérgicas — he
aquí un ejem plo m ás de cuán im potente se ha vuelto la nación
m ás poderosa de la t i e r r a sr.
E xam inem os ah o ra el otro escenario posible: los E stados
U nidos y la U nión Soviética en conjunto definen un día el m un­
do en térm inos de “ Ocidente y O riente”, o incluso “blanco y
am arillo”, pues hallan que es m ás lo que los une que lo que los
divide fre n te al “peligro am arillo” . E ste escenario ofrece un
m ayor equilibrio; en lo dem ográfico el O riente se ría superior,
en lo económico, O riente y Occidente e s ta ría n m ás a la p a r, en
lo m ilita r el Occidente se ría superior. N atu ralm en te que p odría
a rg u m e n ta rse que todo lo que necesita ah o ra la U nión Soviética
es se n ta rse a esp erar que el Sudeste supere en lo económico al
N oroeste lo b a sta n te como p a ra debilitarle tam bién en lo político
y m ilitar. Sin em bargo, no es ta n obvio que la U nión Soviética
desee h a c er esto. P o d ría tem er que un N oroeste fu e rte en lo
m ilita r al verse en decadencia económica pu d iera em prender ac­
ciones desesperadas, propias de un im perio en desintegración.

36 Por ende, sostengo que lo que hoy se ve como una especie de


triángulo funcionante, la conexión Estados Unidos-China-Japón, es de he­
cho algo muy débil. Los Estados Unidos h arían bien en no subestimar
las heridas que dejó la g uerra en el alm a japonesa, lo que ocurrió antes
de ella, y sus secuelas, y sobre todo, los ataques con bombas nucleares
sobre Hiroshima y N agasaki, con sus ribetes raciales. Y los chinos han
sufrido más humillaciones de Occidente.
37 Naturalm ente, que no resulta atinado p a ra un país emplear tales
expresiones con respecto a sí mismo, ni referirse al presidente de los
Estados Unidos como la persona más poderosa de la tierra. La contradic­
ción entre dichas expresiones y la realidad durante, por ejemplo, la crisis
de los rehenes con Irán , se vuelve demasiado tangible.
L a c r is is in t e r n a c io n a l a c t u a l 39

Podría desear que el N oroeste perm aneciera poderoso, en p a rte


p a ra a tem o rizar a su p ro p ia población, en p a rte p a ra te n e r un
chivo expiatorio, en p a rte p a ra te n e r alguien a quien “ em ular”
y “ so b rep asar” , y en p a rte porque ad m ira al N oroeste como
fu en te de tecnología y no h a superado a ú n los prejuicios a n ti­
japoneses ya m encionados. P o r tales motivos, el escenario no es
del todo utópico, y de m ate ria liz arse e s ta ría cargado de conse­
cuencias desastrosas po r las escisiones en m ate ria de civilización
y ra z a in v o lu c rad a s38.
L a c o n tra estra te g ia ch in o /jap o n esa obvia se ría v elar por
la m antención de la g u e rra f r ía e n tre O riente y Occidente. Como
hay u n a inversión ideológica y política ta n grande en am bos la­
dos, esto no se ría dem asiado d ifícil; de hecho, todo lo que se
necesitaría se ría algo como un A fg a n istá n cada cinco o diez
años. P o r tanto, las teo rías ru sa s sobre la provocación china en
este conflicto no serían m uy rebuscadas. E x iste adem ás o tra
perspectiva especulativa que podría ser in te re sa n te : pese a que
los chinos pueden producir un enorm e volum en de bienes econó­
micos, podrían p re fe rir em plear a los japoneses como sus agen­
tes económicos, es decir, sus vendedores en el ex terio r, lo que
tra n s fo rm a ría al Ja p ó n en un m acro-H ong-K ong p a ra sus fines.
Puede que los japoneses p re fie ra n d e ja r que los chinos realicen
las labores políticas del triá n g u lo sudoriental. A sí, los chinos
perm anecerían puros en lo económico y m ás libres p a ra prose­
g u ir su curso in tern o zigzagueante y los japoneses m ás libres
p a ra p arecer neutros en lo político, dedicados exclusivam ente a
actividades económicas. E sto no excluye em plear como red ge­
neral a los chinos en el e x terio r, pero en esta perspectiva es m u­
cho m ás im p o rtan te Ja p ó n como un m acro-H ong-K ong.
C abría p re g u n ta rse : ¿si el trián g u lo sudoriental es ta n
poderoso, p o r qué no se inició antes este proceso? P o r algunas
razones m uy se n cilla s:

1. C hina estab a abatida, debilitada po r procesos in tern o s


y p o r el im perialism o externo, y e ra un p aís deshecho; Japón
em ergió del aislam iento T okugaw a como él país m oderno y rec­
to r en el O riente, tentado, p o r tan to , p o r el aventurerism o m i­

38 Véase el artículo mencionado en la nota de pie de página número


3 supra, y, por el mismo autor, The Tnte Worlds. A transríational Pers-
peetive, Nueva York, The Freen Press, 1980, sect. 6.4, en especial p. 292.
40 J o h a n Ga ltu n g

lita r, que te n ía que o p ta r e n tre u n a relación sim biótica o depen­


diente con respecto a China, p refirien d o por cierto la p rim era,
pues el dom inio sobre C hina no viene al caso.
2. E l proceso de occidentalización (en el sentido de a g re ­
g a rle elem entos occidentales a la civilización) no h ab ía avanzado
aún lo suficiente como p a ra p roporcionar ese em puje hacia
adelante y h acia a fu e ra ta n característico de Occidente.
3. A ún no h a b ía llegado la opo rtu n id ad : u n Occidente de­
bilitado po r la descolonización y por la p a rte del NOEl iniciada
por el T e rce r Mundo.

E n su m a : aún no se p resen tab a la ocasión h istó rica p a rti­


cular. H oy sí se p re s e n ta ; la década de 1980 d e m o stra rá h a s ta
qué punto se la utiliza. P erm ítasem e a ñ a d ir que é sta no es una
hipótesis que p lan te a que el “siglo x x i v a a se r japonés” . No se
tr a t a sólo de Japón, puede que Jap ó n no d u re tan to . E s un hecho
y no una hipótesis, previsible p o r mucho tie m p o 39, acerca del
m undo sudoriental. P o r tan to , llamém osle el C uarto M undo y re ­
cordem os la B ib lia : los últim os se rá n los prim eros.

III. E l Tercer M undo: procesos y antiprocesos

L a m ayoría de los países del T ercer Mundo (cien a lo m enos)


e sta rá n m arcados p o r brechas in te rn a s crecientes, contradiccio­
nes de clase y conflictos de clase m anifiestos debido a los fac to ­
re s del n o e i aludidos. E l NOEl pone el acento en el comercio, y
en consecuencia encauza los recursos económicos in tern o s en esa
dirección lo que, d ad a la e s tru c tu ra de los países del T ercer
M undo en general, te ñ d e rá a enriquecer a las élites y a em po­
b recer a los pueblos que se ven privados de sus bienes produc­
tiv o s io. E l café en gran o s te n d rá p rio rid a d sobre los frijo les

39 Pienso en el libro Emerging Japanese Superítate : Challenge and


Response, por Herm ann Kahn, N. Y., Prentice-Hall, 1971.
4P Esto se analiza con cierto detalle en Johan Galtung, “Poor Covn-
tries versus Rich; Poor People versus Rich. Whom will the n i e o Benefit?”.
Segunda P a rte de Towards Self-Reliance and Global Interdependen-cey
Ottawa, Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional, 1978.
L a c r is is in t e r n a c io n a l a c t u a l 41

n e g ro s ; y tam bién el azúcar destinado a gasohol sobre el az ú ca r


p a ra la nutrición. E s ta proposición general tien e sus excepcio­
nes, pero involucrarían a m enos de u n a docena de p aíses: los
países socialistas del T ercer M undo, algunos países y zonas del
extrem o sudoriental como la R epública de Corea, T aiw án, Hong-
K ong y S in g ap u r (y ésta es precisam ente una de las razones
principales p o r las que puede denom inárseles “m ini japonés” ), y
algunos otros. E n estos países excepcionales un nuevo orden
económico in tran acio n al (acom pañado o no de rep resió n dicta­
to ria l) con c ie rta distribución precedió al nuevo orden económi­
co internacional, y en ta l caso este últim o no tiene consecuen­
cias ta n perjudiciales. Sin em bargo, respecto a los dem ás, cabe
predecir que m uchos de los fondos que se g e n e ra rán d entro del
m arco del NOEl se co n v ertirán en tecnología policial y m ilita r
p a ra v ig ilar a la población y su p rim ir las revueltas en cualquier
etapa, pues el cambio internacional precede al cambio in tra n a ­
cional 41. E l c a rá c te r represivo de los regím enes de la República
de Corea y de algunos o tro s países debe considerarse m ás b ien
cómo secuela de las g u e rra s de C hina y Corea que como m ani­
festación de u n a sim ple represión de clases.
E stos son los procesos obvios; el asunto es cuáles se ría n
los antiprocesos. De nuevo Irá n se rv iría como país piloto: la
revuelta a n ti S ha vino de un ángulo im previsto. T enía un
ca rá c te r neto de deprivación económ ica/clase según el sistem a
de análisis m arx ista , form ulado incluso en len g u aje m a rx ista y
con cierto liderazgo m arx ista . P ero te n ía tam bién o tra dim en­
sión : religiosa, fu n dam entalista, antioccidental, no en el sentido
de an tim p erialista, sino en el sentido a n tim a te ria lis ta 42. F u e
necesario el genio político del A yatollah K hom eini p a ra am alga­
m a r estas dos dim ensiones en una coalición política operante, y
luego u tiliz a r la segunda en co n tra de la p rim e ra . E n otros p aí­
ses del T ercer Mundo, un levantam iento de e sta índole signifi­
c a ría la búsqueda de valores fundam entalistas, no occidentales y

41 E sta inclinación a señalar a la atención general el orden cronoló­


gico de las estrategias de desarrollo es un aspecto clave del análisis de
Irm a Adelman; desarrollado también en Johan Galtung, “W eakening the
Strong and Strengthening the Weak”, Documentos g p id , 1979.
42 Véase documentos de investigación del Proyecto sobre metas, pro­
cesos e indicadores del desarrollo, por M. Thagi F arvar, “Aspects of the
Iranian Revolution” , Universidad de las Naciones Unidas, Tokio, 1979.
42 J o h a n Ga ltung

antioccidentales sobre los cuales basarse, la búsqueda de las


raíces p a ra e s tru c tu ra r u n a p lata fo rm a en d ó g en a43.
No se ría difícil e n c o n tra r la base p a ra una p lata fo rm a
antioccidental m ás generalizada, no sólo a n tic ap italista sino qui­
zás an tiso cialista y ta n to a n tim a rx ista como an tiliberal. Des­
pués de la Segunda G u erra M undial, pero sobre todo después
de la descolonización a comienzos de la década de 1960, se h an
ensayado en todo el T ercer M undo dos h ip ó te sis: la vía al cre­
cim iento y la felicidad m ediante el capitalism o liberal y privado,
y la vía al crecim iento y la felicidad m ediante el socialism o de
E stado m arx ista , especulándose con la actividad em presarial en
la p rim e ra y con la distribución revolucionaria en la o tra . Los
únicos lugares donde se puede decir que estos experim entos h an
tenido resultado positivo serían algunos de los países del Sudes­
te, p o r las razones m encionadas, pero en estos casos hay ta n ta s
condiciones especiales que es difícil copiar el ejem plo en o tra
p a rte . P o r tan to , una a c titu d antioccidental generalizada podría
se r tam bién un llam am iento a no seguir escuchando a falsos
p ro fe tas. Y cabe señ alar aquí que en el sistem a de pensam iento
de Khom eini el G ran S a tá n — E stad o s Unidos, n a tu ra lm e n te —
va seguido en orden descendente p o r los cuatro satan es m enores,
la U nión Soviética, el Reino Unido, Israel y S udáfrica. P o r
tan to , aquí se rechaza el concepto de que los E stados Unidos
y la U nión Soviética encabezan dos ideologías diferentes, dos
m undos d iferentes (el “ libre” y el “oprim ido” ). Khom eini los
ag lu tin a — y, a m i juicio, en fo rm a m ás o menos correcta— al
e s tim a r que uno es subordinado del otro, y rechaza la com bina­
ción como “ sa tá n ica ” .
E l rechazo del m aterialism o rec ib iría en la década de los
ochenta el apoyo de otro fa c to r de c ie rta im portancia. Si el
escenario esbozado en la sección precedente se asem eja en p a rte
a la realidad, a fines de la década de 1980 el T ercer M undo se
a sem ejará m ás que nunca a una fe ria com ercial japonesa y, en
general, sudoriental (aunque m uchos productos lleven el sello
“ M ade in th e People’s Republic o f C hina” ). Sostengo que en
g en eral se p re fe rirá n estos productos a los occidentales, no sólo

43 El enfoque cosmológico adoptado en el documento mencionado en


la nota de pie de página 22 supra es precisamente un esfuerzo por tra za r
en form a sistemática relaciones entre conceptualizaciones religiosas y polí­
ticas muy concretas.
L a c r is is in t e r n a c io n a l a c t u a l 43

porque sean m ás b a ra to s y m ejores, sino porque el Japón lleva


la aureola de s e r el p rim e r país del T ercer M undo que ha alcan­
zado el éxito. E n consecuencia, es difícil creer que algún país
del T ercer Mundo, salvo el m ás servil, se una a un boicot econó­
m ico dirigido p o r los E stados U nidos co n tra el Sudeste. Sin
em bargo, o tra reacción posible se ría una revuelta a n tim a te ria ­
lista, que podría a fe c ta r tam bién a los productos japoneses,
aunque tom ando en cuenta un fa c to r curioso: un autom óvil
Ford, y p a ra qué decir un M ercedes, parece en cierto modo m á s
m ate ria lista que u n Toyota, aunque sea uno de los modelos
m ás grandes. Quizá no sea ta n difícil e n co n trar el m otivo, pues
e strib a precisam ente en el c a rá c te r específico del capitalism o
japonés en el e x te rio r: el producto solam ente, nin g u n a de las
connotaciones de todo un estilo de vida que siem pre se expor­
ta n con los productos estadounidenses. Los japoneses perm ane­
cen y p refiere n perm anecer anónim os 44.
Se prevé que estas revueltas se rá n im p re v ista s; se predice
que serán im predecibles. L a única continuidad que se puede
a d v e rtir es un conjunto de discontinuidades. P ero h a b ría un ele­
m ento común, si esta hipótesis es c o rre c ta : un renacim iento de
la religión fu n dam entalista, no occidental, un Islam p urificado
(y aquí la distinción e n tre “fu n d am en talista” e “ institucional”
es ta l vez m ucho m ás im p o rta n te que la distinción e n tre Sunni
y Shia, que algunos tr a ta n de aprovechar al m áxim o), el hin-
duism o fundam entalis, el budism o purificado y, asim ism o, un
reto rn o a los valores esenciales del confucionism o y del sintoís-
m o 45. E n o tra s p a rte s del T ercer M undo este m ovim iento puede

44 En un sentido literal esto no es tan cierto. E n un ámbito de impe­


rialismos occidentales, que combinan la penetración económica con los
aspectos políticos, m ilitares, culturales y estructurales, la penetración
japonesa se destaca precisamente por ser ta n exclusivamente económica.
E s un “imperialismo monópodo” , a diferencia del “imperialismo pentópodo”,
y en la compañía de entidades pentópodas la monópoda se vuelva conspi­
cua, pese al hecho de que su imperialismo sea ta n restringido. Por tanto,
parece que los japoneses jam ás olvidarán las expresiones tan populares
en la década de 1960, que se referían al Japón como a un “animal econó­
mico” y al prim er m inistro como a un “vendedor de transistores” (a tri­
buidas a De G aulle).
45 Por cierto que los dos últimos aspectos tendrían cierta importancia
para el futuro de China y Japón, abriendo la posibilidad de un giro hacia
la desoccidentalización.
44 J o h a n Ga ltu n g

rev e stir la fo rm a de un reto rn o al anim ism o y al a n im a tism o 4S,


y en los países cristian o s la fo rm a de cristianism o fundam en-
ta lis ta 47, ta l vez como la m ay o ría m oral, los cristianos ren aci­
d o s y otros. P o r tan to , en síntesis, el que desee e n te n d e r el
mundo, no sólo el T ercer M undo en la década de 1980, es m ejor
que comience a ap re n d e r algo sobre las creencias religiosas del
orbe, y lo que significan p a ra la gente que las profesa. E l poder
s e rá ta n im p o rta n te como siem pre, pero la base del poder en el
T ercer M undo no e s trib a rá sólo en la racionalidad económica
(productos) y m ilita r (arm as recibidas a cambio de p ro d u cto s),
sino tam bién en el poder norm ativo y cultural. E s ta se rá m ás
que nunca la década de las “m in o rías” , un térm ino m uy desa­
certado, ya que en fo rm a aislada y, por cierto, com binadas
suelen ser las m ayorías. E n consecuencia, cabe e sp e ra r tam bién
la desintegración de alg u n as construcciones nación-Estado, por
lo que después se n ecesitarán nuevos m arcos institucionales en
su reem plazo. Los sueños del T ercer M undo de p e n e tra r los
m ercados del P rim e r M undo ten d rá n que e n fre n ta rse a la d u ra
realid ad de la eficiencia del C uarto M undo, e incluso a la pene­
tració n de sus propios m ercados. S erv ir la c a rg a de la deuda
cada vez m ayor en esas condiciones sería casi imposible, deudas
que en últim o térm ino deberán pag arse a un pequeño núm ero de
países del C uarto M undo y de la o p e p . Pero éste tam bién es un
problem a del P rim e r Mundo.

IV. E l P rim er M undo: procesos y antiprocesos

E l P rim e r M undo en su conjunto es a h o ra una región en deca­


d encia re la tiv a y absoluta. E s tá pagando la culpa de h a b e r vi­
vido del resto del m undo po r m ucho tiem po, h a sta que el resto
del m undo se hizo lo b a sta n te poderoso como p a ra c o n tra ata c ar.
Se aproxim a el desenlace que se m an ifiesta en desempleo, in ­
flación, deudas personales y nacionales, b an carro tas, etc. E n
sentido m etafórico, se pueden c ita r dos buenos ejem plos no

46 E n el Caribe, la tendencia ya es relativamente clara: el culto


shango, el interés en la macumba, el vudú, etc., y en cierto sentido también
el movimiento R astafarian.
47 Véase el documento de Monica Wemegah, “The Spiritual Quest of
awl” , documentos gpid, Ginebra, 1980.
L a c r is is in t e r n a c io n a l a c t u a l \
económicos p a ra ilu s tra r este aspecto. E l prim ero es la inver­
sión del n a rc o trá fic o : y a no es la ju v en tu d china y sus padres los
que vienen siendo envenenados, como lo fueron después que
los británicos “ ab riero n ” C hina al comercio del opio en el siglo
pasado **, sino la ju v en tu d de los países occidentales. E l otro es
el caso de la Iglesia de la U nificación Sun M oon49: y a no son
los niños y adolescentes de Sudam érica, Á frica y A sia cuyos
vínculos con sus p ad res y su c u ltu ra son rotos p o r las activida­
des m isioneras, sino los jóvenes de E stados U nidos y otros p a í­
ses. E n las colonias no fue ta n fácil la defensa cu ltu ral contra
los m isio n ero s50.
Todos estos fenóm enos deben verse a la luz de lo que ha
sido la base de la economía occidental: la explotación del p ro ­
letariad o in tern o (las clases tr a b a ja d o r a s ) ; la explotación del
p ro letariad o externo (el T e rce r M u n d o ); la explotación de la n a ­
tu ra lez a ; y una productividad elevadísim a que en definitiva equi­
vale a la explotación del centro de propio P rim e r M u n d o 51. E l
objeto fu e g a ra n tiz a r el estilo de vida burgués con su énfasis
en el tra b a jo no m anual, el co n fo rt m aterial, la privacidad ya
sea en la fam ilia nuclear o extensa y una seguridad predecible.
Y el modo de producción que h a garan tizad o todos estos bene­
ficios h a sido el crecim iento de la burocracia, el crecim iento de
las em presas y el crecim iento de la intelectualidad, y en todas
los actores principales son hom bres de edad m ad u ra con edu­
cación u n iv ersita ria . E l requisito previo p a ra este modo de vida
es el crecim iento económico, y en grande. Lo que vemos es un
crecim iento bajo, nulo o incluso negativo, y pocas razones p o r
las que debiera cam biar.

48 La prim era guerra del opio se libró entre-G ran B retaña y China
(1839-1842), la segunda íu e emprendida por Gran B retaña y Francia con­
t r a China (1856-1860). Ya desde comienzos del siglo xix los británicos
habían comenzado a contrabandear opio cultivado en la India hacia China.
49 Agradezco a Ali Mazrui por señalármelo durante la reunión reali­
zada en Lisboa (julio de 1980) del Proyecto de modelos p ara un orden
mundial.
50 Un libro excelente al respectó es How Europe Underdeveloped
Africa, por W alter Rodney (víctima de asesinato político en 1980), (Bogle
L’Ouverture, Londres, 1972), porque tra ta también los aspectos culturales.
51 E ste tem a está tratado en Johan Galtung, “Expansion/Exploita-
tion processes: A Multi-Dimensional View”, documentos Gipd , Ginebra,
1981.
46 J oh a n Galtung

E s fácil a d v e rtir cuál se rá la e stra te g ia p a ra m a n e ja r la


crisis. Lo m ás probable es que sea el escenario “p ardo” , m ás
o m enos fascista, el que in sistirá en e v ita r el derrum be dé los
p ila res de la suprem acía occidental apoyándolos a toda costa.
E n concreto, sig n ificaría u n a m ayor explotación de las clases
tra b a ja d o ra s in terfirien d o las p rácticas sindicales (se ría el
proceso inverso de lo que en la actualidad e s ta ría ocurriendo en
los países de socialismo de estado; la explotación continua del
T ercer M undo m ediante la fragm entación ; el afianzam iento de
las d ictad u ras m ilita re s de diversos colores políticos y de la in ­
tervención m ilita r m ediante el rápido desplazam iento de fuerzas
de tare a, en caso necesario ; la explotación perm anente de la n a ­
turaleza, haciendo caso omiso de las señales de advertencia y
prohibiendo tam bién los m ovim ientos ecológicos ; y sobre todo el
aum ento de la productividad p a ra volverse m ás com petitivo en
el exterior. E sto últim o sería lo m ínim o que se podría convenir
en m ate ria de política con el trián g u lo antiguo, los países de la
o c d e , uniendo el n o rte m enos im perialista, social-dem ocrático
y no fasc ista con otros países.
Sin em bargo, suele olvidarse con facilidad que una m ayor
productividad, que significa u n a m ayor producción de b ien e s/
perjuicios y de servicios/dís-servicios po r h o ra /h o m b re de t r a ­
bajo, siem pre te n d rá que obtenerse a un cierto costo. E n fo rm a
m ás específica h a b ría cinco tipos de costo :

1. U na sociedad con u n a pléto ra de funcionarios, con una


m ayor proporción de bu ró cratas, ca p italista s (privados o e sta­
tales) e intelectuales a m edida que la investigación, el capital
y la adm inistración ten g a n que reem plazar a la m ano de obra
en el proceso productivo.
2. U n nivel mucho m ayor de desempleo, disfrazado ta l vez
como tiem po de esparcim iento obligatorio m ediante la in tro d u c ­
ción de días laborables m ás cortos, sem anas laborables m ás cor­
tas, m eses laborables m ás cortos, años laborables m ás cortos y
vidas laborables m ás co rtas (obteniéndose esto últim o con la
prolongación de la escolaridad y la prolongación del retiro , los
que en defin itiv a se reúnen en la denom inada solución danesa,
en la que la gente a siste a las universidades y a los colegios
secundarios h a sta la edad de 45 años, edad en que puede r e ti­
ra rs e ) . Se olvida que al q u itarles la ocupación a los seres hum a­
L a c r is is in t e r n a c io n a l a c t u a l 47

nos, se les q u ita al m ism o tiem po la posibilidad de autorealiza-


ción m ediante c ie rta fo rm a de participación en el proceso p ro ­
ductivo, aunque sea uno relativ am en te alienante, y se les vuelve
socialm ente inútiles, pues no in g resan al ciclo económico, salvo
como receptores de beneficencia y gastadores de lo que han
rec ib id o 52.
3. E nferm edad núm ero 1 de la civilización: tra sto rn o s
m entales, sobre todo e n tre los cesantes, debido al vínculo que
existe en tre el tra b a jo y la salud m ental.
4. E n ferm ed ad núm ero 2 de la civilización: enferm edades
cardiovasculares, m uy vinculadas ta l vez con la tensión, y m uy
vinculadas tam bién con el tip o de productos con que la gente
co ntacta a diario, por ejem plo, en sus dietas, en u n a sociedad
de a lta productividad.
5. E nferm edad núm ero 3 de la civilización: tum ores m alig­
nos, cánceres que en la actualidad m ata n a 20 % y a fectan a
25 % de la población en un país como N oruega, y que es la
segunda causa m ás común de m uerte in fa n til (siendo la m ás
frecuente los accidentes). Respecto a la etiología, dichas e n fer­
m edades se ría n atrib u ib les al complejo tensión/contam inación.

E sto s son costos considerables, y que ya se están pagando 53.


L a relación que existe e n tre ellos y niveles aún m ayores de p ro ­
ductividad es ta l vez exponencial y no lin e a l; en o tra s palabras,
sólo la gente que e stá ciega fre n te a las “externalidades nega­
tiv a s” de este tip o puede p ro p iciar u n a m ayor productividad,
ceguera que suele h a llarse e n tre los econom istas. E n consecuen­
cia, el proceso de decadencia del hom bre como resultado de la
presión po r un crecim iento económico continuado se ría p rá c ti­
cam ente proporcional al acceso al poder de los econom istas, con
su peculiar ceguera fre n te a la e stru c tu ra , la c u ltu ra, la histo­
ria , la política internacional, la n a tu ra le z a y los seres hum a-

62 En cierto modo, nos encontramos en el proceso descrito por John


M aynard Keynes, en su famoso ensayo “Economic Possibilities for our
Grandchildren”, en Essays in Persuasión, Londres MacMillan, 1931, pp.
358-373. No obstante, Keynes no tomó en cuenta los aspectos negativos del
futuro ta n brillante que describía.
53 Estos cinco tipos de costo encabezan ya la lista de las inquietudes
sociales, si no de los gobiernos, al menos de los movimientos populares
en los países industrializados más “avanzados”.
48 J o h a n Ga l t u n g

n o s 54. Les se ría instru ctiv o observar el m undo sudoriental y


a p re n d e r cómo puede recu p erarse la sociedad, esperanza algo
vana, pues los econom istas no en tenderán en todo caso, el tra s -
fondo de civilización, y aunque lo hicieran, les se ría m u y difícil
estim u lar un ethos confuciano/budista/occidental. Adem ás, la
productividad de la m ano de obra en el sudeste no es necesaria­
m ente elevada; lo que sí es elevado es la cohesión y la orien­
tación hacia m etas.
E s p o r estas razones y o tra s sim ilares que clasificaríam os
a la m ayor productividad e n tre las a lte rn a tiv a s “p a rd a s” ; péro,
n a tu ra lm e n te adquiere un color m ás hum ano cuando no va acom-
ñ ad a de las o tra s tre s fo rm as de explotación. M ás interesan te,
sin em bargo, es otro escenario, un antiproceso que p o d ría de­
nom inarse la “onda verde” . E s te podría concebirse como la
negación com pleta o p arcial de los elem entos e stru c tu rale s con­
siderados como esenciales p a ra la te x tu ra de la sociedad noroc-
c id e n ta l:

1. U n nivel m ás elevado de p a u ta s de producción coopera­


tiv a s y comunales, sin distinción e n tre com pradores de m ano de
obra y vendedores de m ano de obra.
2. U n estilo de coexistencia con el T ercer Mundo, com bi­
nado ta l vez con m enor in te rés en el T ercer Mundo, pues g ra n
p a rte del in terés occidental trad icio n al e stá vinculado a c ie rta
fo rm a de dominio, p o r ejem plo, m ediante las prácticas de asis­
ten cia técnica.
3. L a to talid ad del m ovim iento ecológico, del que deriva su
nom bre la onda verde, coexistencia con la n atu raleza, el se r h u ­
m ano como p a rte de la naturaleza.
4. U n m enor nivel de productividad, lim itando la produc­
tiv id ad elevada a ciertos sectores bien definidos de la sociedad,

54 U na aseveración de esta naturaleza podría tildarse de hostil para


los economistas, y de eso se tra ta . Pero hay que señalar que esta hostilidad
no rige necesariamente p ara la economía como disciplina académica: se
requeriría cierta unilateralidad p ara el tipo de enfoque científico seguido
en Occidente (el mismo objeto de crítica). Es cuando los economistas tie­
nen poder político que se vuelven peligrosos. Por otra parte, los econo­
m istas que se han percatado de la situación y han escapado de su predi­
camento pueden volverse críticos sociales valiosísimos en su condición de:
“ex economistas”.
L a c r is is in t e r n a c io n a l a c t u a l 49

cultivando por o tra p a rte fo rm as de producción con m ás m ano


de obra y creatividad. Como no se tr a te de un reto rn o a la
E d ad M edia ni a la E d ad de P ied ra, en m uchos casos se asocia­
r ía a u n a investigación activ a en relación, p o r ejem plo, con la
te rc e ra revolución agrícola ah o ra en m arch a con la utilización
altam ente com pleja de la bioenergía, la biom asa en general, re ­
colectores solares, recolectores eólicos, ciclos económicos locales
de un nuevo tipo, etc.
5. M ás tra b a jo m anual p a ra la clase que ah o ra realiza
p rácticam ente sólo labores no m anuales, y viceversa.
6. Menos comodidad m aterial, lo que significa m ayor con­
tac to con la n atu ra le z a y m ayor empleo del cuerpo, pero sin
cam bios espectaculares.
7. Menos vida p riv ad a y m ás vida Colectiva.
8. U na fo rm a de seguridad m enos predecible, por ejem plo,
cambios mucho m ás frecuentes de empleo, de cónyuge y de
domicilio.
9. Menos dependencia del E stado, m ayor delegación, des­
centralización y autonom ía a las unidades locales.
10. Menos dependencia de los tipos de producción capitalis­
ta , m ás economía “verde” (denom inada p o r la socialdem ocracia
y las em presas como economía “n e g ra ” o “p a rd a ” ), m ás pro­
ducción p a ra el consumo propio, p a ra el intercam bio, pero sobre
una base no m onetaria, o p a ra el intercam bio sobre una base
m o n etaria pero en ta l caso en ciclos económicos m uy re s trin ­
gidos.
11. Menos dependencia de los intelectuales, una m ayor te n ­
dencia a dedicarse a la producción autosuficiente, p a ra com­
prender la p ro p ia situación (por ejem plo, la m u je r p re fe riría
entender su condición de m u je r y no que se la defina el h o m b re ).
12. U na lucha general co n tra los hom bres de edad m ad u ra
con educación u n iv ersita ria , el m ovim iento fem in ista contra la
represión de la m u jer, m ovim ientos correspondientes p a ra los
adolescentes y los ancianos y p a ra los no intelectuales.

E n sum a, la onda verde posee tales com ponentes, que van


desde una com binación que los incluye en su to talid ad en una
comuna au tárq u ica a la fo rm a m uy pasiva de modo a ltern ativ o
50 J o h a n Ga ltu n g

de vida burgués, pero sólo corporal, no espiritual. E s probable


que esa gente sea m ucha en el P rim e r M undo y su núm ero
seguirá ta l vez aum entando. P au latin am en te algunos se a p a r­
ta r á n del estilo de vida burgués y a b ra z a rá n en todo o en p a rte
otros estilos.
¿ P rev alecerá la a lte rn a tiv a “p a rd a ” o la “verde” ? No se
puede ni siquiera in te n ta r la contestación a esta p regunta, a
menos que uno esté dispuesto a d ividir el P rim e r M undo en
p artes. Lo dividirem os en E u ro p a M eridional, E u ro p a C entral,
E u ro p a S eptentrional (ju n to con C an ad á), y los E stados U ni­
dos, e intentarem os fo rm u la r una predicción.
P a r a E u ro p a M eridional podría se r que la opción no se
p re se n ta ra en esos térm inos, pues esa es la p a rte de E u ro p a
que podría e n tr a r con m ayor facilidad a cooperar con una p a rte
del T ercer M undo: los países del M aghreb que llegan h a sta A sia
Occidental. E n realidad esta zona estuvo bajo la influencia del
Im perio Rom ano, y el M editerráneo sigue ahí. L as economías
son b a sta n te com plem entarias, y la to talid ad de esos países
te n d ría in terés en m an te n er fu e ra a las superpotencias. Adem ás,
son — todavía— los países con la economía inform al m ás pode­
rosa.
E n E u ro p a C entral (R eino Unido, F ra n cia , la R epública
F ederal de A lem ania — y, en m enor m edida, Bélgica, A u stria
y Suiza— ) la crisis económica sería durísim a, y no puede des­
c a rta rs e la posibilidad de que los m ovim ientos pardos superen
a los verdes. Y a existe u n a h o rrib le señal: la tendencia de la
cristiandad, cuando e stá en crisis económica, a in ic ia r el incen­
dio de sinagogas es ta l vez uno de los indicadores m ás seguros
de dicha c r i s is 55. No obstante, el Reino U nido gobernado po r
el P a rtid o L ab o rista se s e n tiría m enos inclinado a los escena­
rios pardos que si estu v iera regido p o r el P a rtid o Conservador,
o por lo m enos así lo parece. Y los problem as raciales y étnicos
provocados p o r la presencia de tra b a ja d o re s e x tra n je ro s serv i­
ría n de catalizadores poderosos.
E n los países de E u ro p a S eptentrional y el C anadá h a b ría
poca base social p a ra un m ovim iento pardo realm ente poderoso,
m ie n tra s que el m ovim iento u onda verde calzaría ta n bien con

55 Hechos que ocurrieron en form a m anifiesta en Francia y la Repú­


blica Federal de Alemania a fines de 1980.
L a c r is is in t e r n a c io n a l a c t u a l 51

el ethos de la población que p odría p a s a r a predom inar. E sto


o c u rriría sobre todo en los países escandinavos septentrionales,
y algo menos quizás en D inam arca, donde la gente no parece
se r ta n aficionada a la n atu ra le z a (m ás bien p refiere n m ira rla
desde la v en tan a de un re s ta u ra n te ).
P o r últim o, están los E stados Unidos, sobre los que se
estim a que n a d a se puede predecir. H ay tendencias p a rd a s m uy
fu ertes, a rra ig a d a s sobre todo en E stados Unidos-i (el complejo
N ueva Y o rk /W a sh in g to n /H o u sto n /L o s Á ngeles/S an F ra n cisc o /
C hicago), en lo que respecta a las relaciones exteriores, y en
E stados U nidos-u (el resto del p a ís) respecto a los asuntos
internos. P ero tam bién h ay u n a acentuada inclinación a la
onda verde, basada en el voluntariado y en el regionalism o.
E s riesgoso t r a t a r de p red e c ir cuál g an ará.

V. Conclusión: u n mundo aún m ás d ifícil

Al dividir el m undo en N o rte y S ur, Occidente y O riente, se


obtienen los cu atro m undos sobre los que se b a sa el presente
a n á lisis: N oroccidental, N ororiental, Sudoccidental y Sudorien­
ta! :

OCCIDENTE ORIENTE
P r im e r m u n d o : S e g u n d o m u n d o :

NORTE Capitalismo p riv a d o Socialismo de Estado


Países d e la OCDE Países del C a e m

T e rc e r m u n d o : C u a rto m u n d o :

NOEI Ichi-ban
Sudamérica China, Japón
SUR Caribe República de Corea, Taiwàn.
África, Mundo Á ra­ Hong-Kong, Singapur, a s e a n
be, Asia Sudocciden­ en general, Indochina, A ustra­
tal lia, Nueva Zelandia, Oceania

P a ra com prender p a rte de la dinám ica de este sistem a, pro­


curem os por un in sta n te c a p ta r la situación m undial desde el
punto de v ista de los E stados Unidos. La tesis general es que
los E stados Unidos se hallan involucrados profundam ente en
52 J o h a n Ga l t u n g

cu atro conflictos de índole diferente, siendo cada uno profundo,


am plio e in tra ta b le . A sa b er:

a ) Conflicto con el Segundo M undo: un conflicto político


m ilita r con la U nión Soviética sobre valores e intereses fu n d a ­
m entales, al que se sum a una c a rre ra de arm am entos que
absorbe m ás de 30 % de la form ación de capital in tern o — ta l
vez m ucho m ás— sin que se logre d eten er la c a rre ra y con la
probabilidad de una g ra n confrontación nuclear que d ista de
ser nula.
b) C onflicto con el T ercer M undo: un conflicto político
económico de liberación de las redes del neocolonialismo, librado
en p a rte en fo rm a institucionalizada en los foros de las N aciones
U nidas, y en p a rte en abierto desafío internacional, en el que
predom inan los m ovim ientos gu errillero s que luchan co n tra los
E stados Unidos y el gobierno vinculado a dicho país.
c) Conflicto con el C uarto M undo: u n a com petencia eco­
nóm ica que en general h a ganado el C uarto M u n d o 56, no todavía
en el sentido de encabezar las estadísticas m undiales, sino en
el sentido de poseer dinam ism o, in iciativ a y c re c im ien to 57. Si
Jap ó n fracasa, los m inijaponeses ocuparán su puesto; y si éstos
fra c a sa n , ocuparía su lu g ar la República P o p u lar China, y todos
u tiliz a rá n el resto del C uarto M undo como acervo de capital,
m ano de obra, m ate ria s p rim as y m ercados 5S.

56 El Consejo Económico Japonés, órgano asesor del primer ministro,


predice que el p n b japonés por habitante superará c o n creces el nivel
estadounidense para el año 2000, 21.000 dólares comparado con 17.000
dólares.
57 El cuadro que ofrecen las estadísticas del comercio mundial es
relativam ente claro. La participación porcentual de los Estados Unido3 en
las exportaciones mundiales de m anufacturas disminuyó de 22,6 en 1955
a 12,3 en 1977; la de la Comunidad Económica Europea permaneció más
bien estable, de 46,4 a 45,0 en igual período; la participación del Japón
aumentó de 4,0 a 11,9 y la de los minijaponeses de casi 0 a 4,5. Si nos
ocupamos exclusivamente de los países en desarrollo y observamos la
participación que representan países y grupos de países en dicha categoría,
entonces los minijaponeses se destacan con un aumento de un 20 % en 1955
a 58,2 % en 1977 —con 17,1 % p a ra la República de Corea, 18 % para
Hong-Kong y 7,1 % p ara Singapur, todos en 1977. Les siguen la India,
con 6,7% (en 1976, menos que el diminuto Singapur con 6,0% ese año),
y Brasil con 6,1 %.
58 En consecuencia, la tesis general acerca del Cuarto Mundo es la
que se perfila en tres ondas o ta l vez cuatro. Primero, naturalm ente, viene
La crisis i n t e r n a c i o n a l actual 5&

d) Conflicto con el P rim e r M undo: como resultado de los


otros tre s conflictos, se observa cada vez m ás un cierto aleja­
m iento e n tre los E stados Unidos y sus aliados del P rim e r M un­
do, pues se estim a que este p aís tie n e una fu erza m enos ab ru -
m ád o ra (en relación con el Segundo M u ndo), y u n a acum ulación
de capital que ya no lo hace inconm ensurablem ente rico (en
relación con el C uarto M u n d o ). E s te p ais poderoso, rico y m oral
e stá en vías de tra n s fo rm a rs e h acia su propia negación, a los
ojos del P rim e r Mundo. N ingún otro p a ís del m undo está ex­
puesto a un proceso de erosión de su prestigio ta n profundo o
ta n peligroso.

Japón. Luego, “los nuevos japoneses a la espera de plantear nuevos desa­


fíos económicos a l Occidente” (International Herald Tribune, 25 de agosto-
de 1982): “Durante la década de 1970 las economías de Taiwán, Corea del
Sur, Hong-Kong y Singapur -de industrialización acelerada crecieron a una
tasa promedio anual superior a 9 % , m ientras Japón revelaba una tasa
anual de crecimiento de 6 %. P ara los Estados Unidos la tasa fu e de sólo
3 % . Por cierto que el crecimiento de las economías del Asia Oriental ha
disminuido durante la actual recesión mundial. Pero la mayoría de los eco­
nomistas espera que en cuanto el panoram a mundial se aclare un poco,,
las economías del Asia Oriental se tom arán su venganza. Predicen que en
la década de 1980, Taiwán, Corea del Sur, Hong-Kong y Singapur aumen­
ta rá n el tamaño de sus economías entre 7 y 9 % anual, m ientras que la
economía más m adura del Japón revelará incrementos anuales de 4 %.
Luego viene la tercera agrupación, los países del a s e a n (con la superposi­
ción de S in g a p u r): “prosigue la campaña de siga al Japón en Asia Sud-
oriental, The Daily Yomiuri, 29 de abril de 1982: El Prim er Ministro de
Singapur Lee Kuan Yew inició hace varios años la campaña denominada
“inspírese en el Japón”. Malasia adoptó la política de “m irar al Oriente”,
que incluye a Corea del Sur y al Japón, luego que el doctor M ahathir
Mohamad asumió como prim er m inistro hace nueve meses. El vicepresi­
dente Adam Malik, de Itadonesia, m anifiesta que su país tiene mucho que
aprender de las gigantes empresas comerciales japonesas. Y el artículo
tra e una interesante información incidental sobre el doctor M. de Malasia;
El prim er ministro de Malasia, que no ha estudiado en el Reino Unido,,
sumó a su campaña de “m irar al Oriente” la imposición de un tono menor
deliberado a las relaciones con ese país. Y por último está China, en una
etapa diferente: “el movimiento post-Mao, orientado hacia una economía
m ixta, ya autoriza la existencia de zonas económicas especiales, donde los
empresarios extranjeros pueden instalar fábricas, contratar y despedir tr a ­
bajadores y obtener utilidades. Ahora los líderes de la República Popular
han hecho o tra concesión al estilo capitalista: los negociantes indepen­
dientes podrán co n tratar hasta siete empleados (Time, 7 de diciembre de
1981).
54 Jo h a n G a l t u n g

E n lo econòmico, este vuelco posible de los acontecim ientos


sólo puede llev ar a p red ecir la decadencia co n stan te de la posi­
ción rela tiv a del P rim e r Mundo. Sin em bargo, lo que in te resa
es cómo se absorbe e sta decadencia en el seno de la sociedad:
con las élites trasp asán d o sela al pueblo m ediante el desempleo
y la dism inución del poder adquisitivo, o recorriendo ju n to s
e se cam ino difícil e inexplorado llam ado decadencia económica.
P o r cierto, que estos son los enfoques conservador y socialde­
m ocràtico, respectivam ente, pero en el P rim e r M undo estam os
m al prep arad o s p a ra e sta contingencia, pues carecem os incluso
d e una teo ría de la decadencia económica, y p a ra qué decir de
u n a teo ría sobre el m anejo de esa decadencia.
E n el Segundo M undo es difícil im a g in a r g randes cambios
económicos favorables, dada la situación internacional y el ca­
r á c te r estático de las e stru c tu ra s económicas, asim ism o, es d ifí­
cil im a g in a r g ran d es diferencias de la distribución e n tre las
élites y el pueblo en los años venideros, sobre todo después de
la d e rro ta — al menos h a sta ah o ra— del m ovim iento Solida­
rid a d en Polonia. E s m ás probable que h ay a grandes cambios
políticos que g randes cam bios económicos.
E n el T ercer M undo el n o e i ofrece tales v e n ta jas a las
élites que deberían e s ta r en condiciones de c a p ta r casi todo el
crecim iento de sus países, dejando a los pueblos (75-95 % ) en
u n a etap a de estancam iento o decadencia.
E n el C uarto M undo la capacidad de d istrib u ir es una ven­
t a ja im p o rtan te. H a b rá crecim iento, menos espectacular p a ra el
Japó n, m ás vigoroso p a ra sus seguidores m ás cercanos, y p a ra ­
lelo p a ra las élites y los pueblos.
¿Y esto con qué clase de m undo nos d eja? Cuando menos
con uno m uy problem ático y peligroso. E l centro de gravedad
económico se desplaza de la p a rte noroccidental a la sudoriental
del mundo. E l centro de gravedad político se desliza h acia el
T ercer M undo en la m edida en que los votos de las Naciones
U nidas son im portantes. E l centro de gravedad m ilita r, en una
fórm ula de equilibrio de poder an ticu ad a y m al operante, sigue
en el norte, dividido e n tre Occidente y O riente. E sto no quiere
decir que la fó rm u la antigua, con los tre s tipos de poder ancla­
dos firm em ente en el noroeste, fu e ra m e jo r: le confería poquí­
simo poder al resto del m undo y dem asiado a unos pocos que lo
u saban mal, p a ra explotar, re p rim ir y luchar en tre sí, y que
La crisis i n t e r n a c i o n a l a c t u a l 55

ah o ra padecen algunas de las consecuencias de su com porta­


m iento m al adaptado en un m undo que es cada vez m ás un
sistem a m undial. Como distam os mucho de co n tar con un go­
b ierno m undial con poder suficiente sobre estas fo rm as de poder,
mucho m ejor h a b ría sido una fórm ula de equilibrio de p o d er
en las tre s dim ensiones.
T al como están las cosas podrían acen tu arse mucho m ás
cu atro patro n es que y a son d iscern ib les:
E l P rim e r M undo reaccionará con el poder que posee en
exceso y en abundancia, es decir, el poder m ilita r, m ediante el
envío, po r ejem plo, de fu erzas de desplazam iento rápido c o n tra
los débiles en ese plano, es decir, el T ercer y (m enos) el C uarto
Mundo. L a condición p a ra la acción concertada es que tiene que
h ab er en el P rim e r M undo una dependencia generalizada de los
productos básicos, sobre todo petróleo y gas, se v e rá n con m alos
ojos los esfuerzos p a ra volverse independiente o depender del
Segundo Mundo, pues dism inuye la base p a ra u tilizar el poder
m ilita r. Lo h ab itu al es que una población en decadencia eco­
nóm ica general (como en el caso de las F alk lan d s/M alv in as)
acepte e incluso “ap lauda” los esfuerzos p a ra em plear la fuerza
m ilitar. Y el P rim e r M undo u tiliz a rá los em bargos económicos
co n tra el C uarto M u ndo59.

59 Tal vez el mejor ejemplo de esfuerzos por bloquear las im porta­


ciones de automóviles japoneses provenga de Francia, donde el ministro
de Industria, Andró Giraud, declaraba en febrero de 1981 que por cada
5 automóviles japoneses importados, un trabajador de la industria auto­
movilística francesa quedaba cesante. Los automóviles japoneses quedaron
bloqueados en los puertos ( Dagbladet, Oslo, 6 de febrero de 1981). Pero
la penetración ha ido lejos: una señal decidora de la superioridad del
Cuarto Mundo en este caso, y hasta ahora del Japón, es que los sindicatos
insisten en la inversión japonesa. “El Consejo Sindical/Tuc de la zona
norte ha ofrecido renunciar a la delimitación tradicional de ocupaciones,
en un intento de a tra e r a la nueva fábrica de automóviles Datsun a la
región. Se pensó que el hecho de poner fin a las prácticas sindicales res­
trictivas era la m ejor oferta que podría hacer t u c para cerciorarse de
que la Datsun viniera a instalarse a uno de los tres lugares posibles del
noreste” , The Guardian, 16 de junio de 1981. Y una historia similar
desde Italia, pero que también se refiere a Gran B retaña: “O rientra lo
sciopero o Leyland ai giapponesi”, Corriere della Sera, 20 de octubre de
1981, remitiéndose al Sunday Express del 18 de octubre, según el cual
el presidente de la B ritish Leyland amenazaba a los trabajadores b ritá­
nicos con que toda la empresa se vendería a los japoneses si no suspen­
dían una huelga. En vista de lo expuesto, cabe preguntarse si aquello.
56 Jo h a n G a l t u n g

E l Segurado M undo p odría involucrarse en algo sim ilar,


pero en fo rm a m ás regional, sólo hacia los países fro n terizo s
(como en A fg a n is tá n ), y con una m otivación m ás m ilita r.
E l Tercer M undo seg u irá denunciando todas esas acciones
y las élites u tiliz a rá n u n a retó ric a a n tim p e ria lista enérgica
p a ra h a c er cre e r a la gente que el antiguo enem igo sigue siendo
la p rincipal fu erza responsable de las divisiones en el país.
Como tr a s esas p a la b ras no h ay fu erz a ni dinero, ten d e rán a
p a s a r p rácticam en te inadvertidas.
E l C uarto M undo co n tin u ará avanzando en lo económico, y
como e stá com puesto de p aíses de niveles de desarrollo m uy
d ife ren te s ofrecerá aún m uchas sorpresas, sobre todo p a ra el
P rim e r y Segundo M undos los que, im buidos en su racism o e
ideas de suprem acía blanca, siem pre ta r d a rá n en com prender
cómo o tra s p a rte s del m undo los desplazan. N atu ralm en te que
la decadencia económica m undial generalizada re p e rc u tirá ta m ­
bién en el C uarto Mundo, pero se supone que aunque el P rim e r
M undo se c ie rre a g ra n p a rte del comercio, h a b rá todavía d u ra n ­
te algún tiem po m ercados suficientes en el Segundo Mundo, en
las élites del T ercer M u n d o 60 y en el propio C uarto Mundo.
P e ro p a s a rá mucho tiem po antes que este salto adelante vaya
acom pañado de la panoplia h a b itu a l de m anipulación política
global y de tácticas de presión m ilitar.

constituye una amenaza creíble. Uno de los símbolos más claros de la


supremacía industrial japonesa figuraba en el Daily Mail, 11 de noviem­
bre de 1981: “la instalación de un anuncio p ara las películas F u ji de 25
toneladas y de 36.000 pies cuadrados, que contiene 10 millas de cables, ha
consolidado el dominio japonés del neón en Times Square, Nueva York.
P a ra fines de-año, 22 de los 30 anuncios luminosos de Times Square pro­
moverán productos japoneses. L a cartelera de F u ji es la más compleja
desde el anuncio con el hombre de los cigarrillos Winston, que solía form ar
anillos de humo”.
00 Así, el Japón ganó la im portante competencia por la producción
del “tercer automóvil” en la India, además del Morris Oxford y del F iat
1100. Suzuki cerró el tra to con M aruti después de meses de pacientes nego­
ciaciones, derrotando a competidores m ás conocidos, como Nissan, Renault,
F iat, BL y Volkswagen. E l automóvil subcompacto de 800 cc. ofrecido por
Suzuki superó a sus rivales en consumo de combustible (unas 65 millas
por galón) y en precio 5.500 dólares, incluido impuestos, lo que en la actua­
lidad constituye el 40 °/o del precio de un vehículo en la India) (The Daily
Yomiuri, 30 dé abril de 1982).
L A C RISIS' IN TERN ACIO NA L ACTUAL 57

Son dem asiados cam bios y dem asiado p ronto p a ra un m undo


que se h a aju stad o m al a los cam bios que y a h a experim entado.
Y, sin em bargo, las an sias del capitalism o privado p o r obtener
las utilidades, del socialismo de E stad o p o r e je rce r el control,
del noei po r te n e r u n a participación ju s ta en el sistem a capi­
ta lis ta m undial y del m undo sudoriental p o r b atirlo s a todos
con sus p ro p ias a rm a s ten d e rá n a p erm an ecer intactos, al m enos
en e h plano de las élites en todos los m undos.
¿ P ero qué p a sa en el plano de los pueblos? T al vez los
pueblos se interesen m ás en las o tra s dos posibilidades, él capi­
talism o de E stad o y el socialism o priv ad o ; ex ig irán lo prim ero
m ediante elecciones y /o m ovilizarán los esfuerzos de las élites
p a ra im ita r al Ja p ó n y a los japoncitos, y re fu g ia rse en sis­
tem as colectivos, com unas, la cooperación in te rfa m ilia r, etc.,
como hacen los pueblos en condiciones de crisis. Los gobiernos
denunciarán esta tendencia como re tiro de los sectores form ales
(y c o n tro la b le s); pero es difícil negarle a los pueblos el derecho
a defenderse. Y sin em bargo, esos actos de autodefensa local,
autosuficiente, pueden co nvertirse en modelos y precursores de
lo que las élites ten d rá n que h a c er en el plano m ás nacional:
a u m e n tar la autosuficiencia en un m undo cada vez m ás proble­
m ático.
LA C R ISIS ECONÓM ICA IN T E R N A C IO N A L Y
LA S P E R S P E C T IV A S D E A M ER IC A L A T IN A

p o r E nrique V. I glesias *

Se t r a t a de un tem a, ciertam ente, m uy complejo. U na de las


cosas que aconseja la experiencia de los últim os años es m ira r
hacia la actual problem ática económica con una enorm e dosis
de hum ildad. E n p rim e r lugar, d u ran te el últim o período el h o ri­
zonte previsible del m undo se ha acortado o desdibujado en
fo rm a d ra m á tic a ; el entorno internacional, que h a sta hace pocos
años tom ábam os como un dato m ás o m enos fijo , hoy e stá
dando m u estras de una inestabilidad que no habíam os conocido
en los últim os cincuenta años. E n segundo lugar, m ien tras que en
los últim os decenios estuvim os en condiciones de e n fre n ta r
la problem ática económica con p arad ig m as o modelos m ás o
m enos coherentes y claros, los agitados acontecim ientos econó­
micos hoy día escapan a explicaciones racionales y dem uestran
s e r inm anejables m ediante la aplicación de los esquem as tra d i­
cionales. E n te rc e r lugar, el t r a t a r los problem as que e n fre n ta
u n conjunto de países en desarrollo de un modo uniform e pre­
senta g randes riesgos, sobre todo en el caso de A m érica L atin a,
en donde su m a r realidades económicas d iferen tes puede llevar
a sim plificaciones m uy peligrosas, lo cual im plica un llam ado a la

* E ste trabajo se basa en la conferencia pronunciada por el a u t o r


en el Consejo Argentino de Relaciones Internacionales, el 24 de setiembre
de T982, en ocasión del Seminario sobre l a Coyuntura Económica Inter­
nacional y su Impacto en América Latina, realizado en la Universidad de
Belgrano (Buenos Aires) con el auspicio del b i a l y el coauspicio de la
UNCTAD, l a CEPAL y e l SEL A.
C risis económica internacional y latinoamericana 59

cautela fre n te a las generalizaciones y a la búsqueda de solu­


ciones rea listas y desagregadas. E n efecto, la situación de
los países latinoam ericanos d ifiere considerablem ente y, si bien
todos están pasando po r un período crítico, la fo rm a en que se
m an ifie sta n los problem as y el peso relativo de cada uno de
ellos difiere sensiblem ente de país a país, así como tam bién
d ifiere la posición en que cada uno se en cu en tra p a ra e n fre n ta r
la crisis, todo ello sin perjuicio de que existan denom inadores
comunes que dentro de ciertos lím ites aú n perm iten h a b la r de
un modo general de A m érica L atina.

La crisis económica, internacional y sus antecedentes principales

P a r a ab o rd ar el tem a, en un período caracterizado p o r ta n ta


confusión, es necesario a d o p ta r una visión histórica. E n las
actuales circunstancias re su lta im p o rtan te, especialm ente en el
cam po económico, no d ejarnos a rrin c o n a r por la problem ática
del m om ento y m an te n er de alguna m an era una perspectiva
h istó ric a acerca de cómo llegam os a la situación en que estam os
p a ra , a p a r tir de esa evaluación, colocar las cosas en el lugar
debido. Todo m om ento crítico nos lleva m uchas veces a acen tu ar
la m agnitud de los problem as, confundir sus causas o a lte ra r
su je ra rq u ía relativ a. E sa a c titu d inm ed iatista tiende a h a c er­
nos p a s a r po r alto las fu erzas históricas que están d e trá s de
la actual coyuntura, a p e rd e r de v ista los elem entos estru c tu ­
rales que están presentes en ella ju n to a sus m anifestaciones
m ás recientes o a d e ja r de p ercib ir los puntos de inflexión pro­
fundos que ella e n tra ñ a y en donde una observación m ás a te n ta
p odría reconocer las sem illas de un orden de cosas fu tu ro . De
aquí la necesidad de a d o p ta r una perspectiva histórica.
Tal p erspectiva no disim ula la profundidad de la crisis,
ni los elem entos nuevos que é sta encierra, sino que nos perm ite
com prenderla m ejor. Eso es lo que ocurre con los documentos
presentados al x x v m Período de Sesiones de la Comisión Eco­
nóm ica p a ra A m érica L a tin a (CEPAL) por su S ecretaría E je ­
cutiva. Como es sabido, cada tre s o cu a tro años los gobiernos
m iem bros de la comisión se reúnen p a ra evaluar la evolución
económica de A m érica L a tin a y f ij a r las orientaciones que
e n m a rca rá n la acción de la S e cretaría E jecutiva. Los documen­
60 E nrique V. Ig l e s i a s

to s preparados p a ra el últim o período de sesiones que tuvo lu g ar


en 1981 en M ontevideo, con el objeto de ilu s tra r la labor de
las delegaciones, se ce n traro n en un te m a : las perspectivas
económicas de A m érica L a tin a en el decenio de los años ochenta.
AI re v is a r esa docum entación queda de m anifiesto ta n to la m ag­
n itu d y continuidad de los logros acum ulados po r A m érica
L a tin a a lo largo de los últim os tre in ta años como lo novedoso
y h a sta im previsible de la crisis que a h o ra la golpea.
Sosteníam os, al re a liz a r ese análisis, la necesidad de enca­
r a r las perspectivas de la región en los años ochenta con u n a
visión histórica. Señalábam os que, al ex am in ar esas perspecti­
vas, en algunos sectores de opinión prevalece u n a posición c a ta s­
tró fica, que tiende a d e sta c ar la vulnerabilidad de Am érica
L a tin a fre n te a la presen te crisis, al colocarla c o n tra el telón
de fondo de la debilidad e stru c tu ra l de las economías latino­
am ericanas y de la p ersistencia de los problem as no resueltos,
posición que considerábam os in ju sta. E fectivam ente, es preciso
reconocer que en los últim os tre in ta años la región experim entó
un proceso de desarrollo económico y social m uy im p o rtan te
que la tra n sfo rm ó profundam ente, y que ah o ra le perm ite
a fro n ta r lo que probablem ente constituya la c risis m ás g rav e
que h a tenido que e n fre n ta r en los últim os cincuenta años a
p a r tir de capacidades y experiencias que a n te s no tenía.
E sto es cierto, en p rim e r lu g ar, cuando uno observa el
desborde que h a n experim entado las fuerzas productivas de los
países latinoam ericanos en los últim os años, desborde que d e te r­
m inó que a fin es de los años seten ta la producción regional
hubiese alcanzado un tam añ o cinco veces superior al que reg is­
tra b a en los años cincuenta y que el m ercado in tern o hubiera
alcanzado p a ra la región u n a significación equivalente a un
m illón de m illones de dólares. E sto se re fle ja en el hecho de que
a lo largo del últim o decenio los países latinoam ericanos, en p ro ­
medio, h ay an m antenido u n a ta s a de crecim iento del orden del
5 % ó 6 °¡o anual, m uy su p erio r a los prom edios de los países de­
sarrollados. Se expresa tam bién en un sostenido aum ento del
ingreso, no o bstante que su distribución haya continuado siendo
profundam ente in ju sta , lo cual no im pide que ese increm ento del
ingreso se h a y a traducido en el m ejoram iento de una serie de
indicaciones sociales, p a rticu la rm e n te en el campo de la educa­
ción y la salud. Se tr a ta de logros innegables, cuyo m otor
C risis económica internacional y latinoamericana 61

indudablem ente radicó en el proeeso de industrialización en que


se em barcó deliberadam ente la región d u ran te esos años. E se
proceso respondió a los requerim ientos y tam bién a las lim ita­
ciones de esa época, pese a las insuficiencias y defectos que
hoy se le podría a trib u ir desde una perspectiva ahistórica, una
visión que h a contribuido m ucho a h a c er olvidar la im portancia
que tuvo este fenóm eno p a ra el desarrollo de A m érica L atin a.
L a industrialización contribuyó poderosam ente a consolidar la
nacionalidad de los países latinoam ericanos, fue responsable del
grado de m odernización económica y social que alcanzaron en
los últim os cincuenta años y, en el últim o período, dio impulso
a la p u ja n te capacidad ex p o rtad o ra de que dieron m u e stra di­
chos países. E n el m antenim iento y expansión de esa capacidad
exportadora — y, po r consiguiente, en la profundización del
proceso de industrialización que le sirvió de base— rad ic a una
buena p a rte de las posibilidades de que disponen estos países
p a ra su p e ra r la crisis.
J u n to con el desborde de las fuerzas productivas debemos
llam ar la atención hacia la form ación de una nueva sociedad
latinoam ericana. A m érica L a tin a es hoy u n a región de 860
m illones de h ab itan tes, el 50 % de los cuales h a b ita en á reas
urbanas. E n tre 1960 y 1980 la ta s a de escolarización de los
niños de 6 a 11 años subió del 57 % al 82 % ; la de los adoles­
centes de e n tre 12 y 17 años, del 35 % al 63 % , y la de los
jóvenes de e n tre 18 y 23 años, que se en cuentran en la educación
superior, del 6 % al 26 % , habiendo en estos m om entos 4 m i­
llones de jóvenes latinoam ericanos en las universidades; este
significativo aum ento de la c o b e rtu ra educativa tuvo im plica­
ciones claram ente favorables desde el ángulo distributivo, bene­
ficiando m ay o ritariam en te a los sectores medios y a los grupos
de b ajo s ingresos, puesto que desde hacía largo tiem po la a b ru ­
m adora m ayoría de los hijos de los ricos había tenido acceso
a todos los niveles de la educación. Consideraciones m uy sim ila­
re s son p ertinentes con respecto a la p articipación de los grupos
m edianos y bajos ingresos en el m ejoram iento social que revela
la evolución de indicadores básicos de la salud de la población
como lo son las ta sa s de m ortalidad in fan til, el sum inistro de
calorías y la expectativa de vida al nacer. E s cierto que estos
avances se h a n logrado en m edio de u n a p e rsiste n te desigualdad
en la distribución del ingreso. Los cálculos m ás recientes, re fe ­
ren tes a siete países que rep re sen ta n casi el 80 % de la pobla-
62 E nrique V. Ig l e s i a s

eión latinoam ericana, estim an que en 1975 el 10 % de los hoga­


res m ás ricos recibía algo m ás del 47 % del ingreso to ta l
m ie n tra s que, en el otro extrem o, el 40 °¡o m ás pobre no alcan­
zaba a c a p ta r siquiera el 8 % de ese ingreso. Lo que es m ás
grave, esos estudios indican que e n tre 1960 y 1975 e sta des­
igualdad tendió a acentuarse. E s verdad que esta tendencia se
vio aten u ad a por el hecho de haberse dado d u ra n te un período
de rápido crecim iento económico, en que fue acom pañada po r
aum entos en el ingreso absoluto de todos los grupos, incluidos
aquellos form ados p o r las fam ilias m ás pobres, como lo revela
el m ejoram iento de los indicadores m encionados m ás a rrib a . Y
es cierto tam bién que fu e atenuada po r los cam bios reg istrad o s
en la e s tru c tu ra social d u ra n te ese período, los que tendieron a
m o rig e ra r las dicotom ías e n tre cam po y ciudad, pobladores m a r­
ginales y obreros calificados y o tra s que caracterizaro n a las
sociedades latinoam ericanas de los años cincuenta, apuntando
hacia u n a tra m a social m ás com pleja o m ás m atizada, no sólo
a tra v é s de la continua expansión de los sectores medios, sino
tam bién de la aparición de grupos ocupacionales cada vez m ás
diversificados. Según algunos, estos cambios tienden a cre a r una
región de clases m edias que, ju n to con las am bivalencias p ro ­
p ias de dichos sectores, constituyen agentes de educación, movi­
lidad social y capacitación técnica.
U na te rc e ra fac e ta de la tran sfo rm ació n de A m érica L a tin a
es el vigoroso im pulso que adquirió su relacionam iento in te rn a ­
cional d u ran te los últim os quince años. E n 1970 exportábam os
15.000 m illones de dólares, m ie n tra s que en 1980 ex p o rtáb a­
mos 100.000 millones. E sto re fle ja una ta sa de crecim iento de las
exportaciones latinoam ericanas que fue su p erio r al 15 % en
muchos países de la región d u ran te ese período. Esto, a su vez,
dem uestra que la región no sólo fue capaz de in d ustrializarse,
sino de hacerlo de acuerdo con lineam ientos que, en el largo
plazo, g en eraro n un dinam ism o exportador fran cam en te envi­
diable desde el punto de vista del resto del mundo. P o r o tra
p a rte , el p e rsiste n te aum ento de las ventas ex tern as de la región
h a ido acom pañado de una progresiva y considerable diversi­
ficación en la e stru c tu ra de sus exportaciones, las que re g is tra n
una creciente participación de productos m anufacturados y se-
m im anufacturados. Así, en 1965 dicha participación e ra de sólo
8,5 % ; cinco años m ás ta rd e h a b ía subido al 15 %, y hacia
1980 sup erab a el 25 % del valor to tal de las exportaciones de
Cr is is ec o n ó m ic a in t e r n a c io n a l y l a t in o a m e r ic a n a 63

bienes. La tendencia a la diversificación de las exportaciones se


ap recia m ejor al considerar la participación de productos no
tradicionales —m an u factu rad o s y no m anufacturados— en las
m ism a s: en 1980 estos productos rep resen tab an el 57 % de
las exportaciones de B rasil, m ás de un tercio de las exportaciones
de Chile, un 45 % de las de República D om inicana y el 60 % de
las exportaciones de U ruguay, p a ra to m a r algunos países m uy
diferentes e n tre sí. T ransform aciones de aún m ayor m ag­
n itu d se aprecian en el plano del financiam iento externo. Re­
cordem os que cuando el presidente K ennedy lanzó el p ro g ram a
de la A lianza p a r a el P rogreso en P u n ta del E ste, en 1961, creyó
poder cam b iar la situación de A m érica L a tin a con un aporte
de m il m illones de dólares anuales. Sólo el año pasado A m érica
L a tin a captó 35.000 m illones de dólares en los m ercados fin a n ­
cieros internacionales, p o r su propia cuenta, y con una p a rti­
cipación m uy lim itada de los p ro g ram as oficiales de ayuda
externa. E s cierto que e sta nueva posibilidad de c a p ta r abun­
dantes flujos de recursos financieros internacionales ha tra íd o
consigo consecuencias co n trad icto rias y h a sta alarm an tes, a
las que me re fe riré separadam ente m ás adelante, pero de mo­
m ento quiero lim itarm e a señ alar que e sta capacidad revela la
m agnitud del cam bio que ha tenido lu g ar en las relaciones
ex tern as de los países latinoam ericanos. Y cuando hablam os
de esas relaciones externas, no nos referim os sólo al comercio
y al financiam iento, sino tam bién a la participación en la
industrialización m undial y a la capacidad de los países latinoa­
m ericanos p a ra producir bienes cada vez m ás sofisticados y
d esarro llar o a d a p ta r tecnologías com plejas, que im plican la
capacidad de su m in istra r servicios técnicos y de producir y
e x p o rta r bienes de capital, incluyendo la exportación de fá b ri­
cas en teras llave en m ano.
P o r eso en M ontevideo, cuando analizábam os las perspec­
tiv a s de A m érica L a tin a en el decenio de los años ochenta, p ro ­
poníam os a los gobiernos una e stra te g ia de desarrollo, que fue
aceptada por éstos, que im plicaba resolver los principales p ro ­
blem as económicos y sociales de la m ayoría de los países latino­
am ericanos dentro de un horizonte de tiem po políticam ente
aceptable. P a r a hacerlo, nos basábam os en el relevam iento de
los recursos n a tu ra le s y hum anos con que cuenta A m érica L a ­
tin a, y en los apreciables avances logrados por la región d u ran te
los últim os tre in ta años, a que me he referid o m ás a rrib a , en
64 ' E n r iq u e V . I glesias

el plano económico, social e internacional. Porque, en efecto, no


h a y dudas de que a comienzos de los años ochenta A m érica
L a tin a estab a en condiciones excepcionalm ente favorables p a ra
ab o rd ar con éxito un proceso de crecim iento económico acele­
rado, p a ra c o rreg ir los graves problem as sociales que a ú n se
encontraban pendientes dentro de plazos razonables y con posi­
bilidades de éxito m ucho m ejores que en el pasado (y, desde
luego, m uy superiores a los que en fre n ta b a n Á frica, A sia y
o tra s regiones del m undo en d e sa rro llo ), así como tam bién p a ra
in se rta rse en fo rm a m ás dinám ica en la economía internacional.
¿Qué sucedió, entonces, que determ inó que a m enos de dos años
de form ulados aquellos análisis llegáram os a e n fre n ta r una
crisis de u n a pro fu n d id ad sin precedentes en los últim os cin­
cuenta años, que cuestiona todo un conjunto de previsiones que
considerábam os altam en te probables, y fre n te a la cual care­
cemos de modelos y de resp u estas conocidas? ¿Qué pasó con el
entorno internacional que, después de h ab er sido considerado
favorable y c iertam en te estable, se volvió de pronto im prede-
cible y tu rb u len to ?

Los dos niveles de la crisis: estructural y recesivo

No hay dudas de que el m undo de los años ochenta vio preci­


p ita rse en fo rm a acelerada una crisis internacional de carac­
te rístic a s históricas, cuya pro fu n d id ad no conoció precedentes
d u ran te el últim o m edio siglo, y que influye profundam ente en
la evolución de A m érica L atin a. U na crisis internacional cuya
p ersistencia y pro fu n d id ad m uy pocos previeron, cuyas causas
escapan a las explicaciones conocidas y cuyos síntom as no re s­
ponden a los tra ta m ie n to s tradicionales. P o r eso, p a ra com pren­
d er las causas y la n atu raleza de la presente crisis, quizá sea
necesario reconocer que é sta se m an ifiesta en dos n iv eles: p r i­
mero, una crisis e stru c tu ra l y p ro fu n d a de largo alcance, y en
segundo lu g ar una recesión p e rtin az y rebelde que am enaza con
prolongarse mucho m ás allá de lo que norm alm ente han durado
las crisis d u ran te la p b stg u erra. E s decir, se tr a ta de dos fenó­
m enos que no hay que confundir ni p e rd e r de vista porque, si
bien están íntim am ente relacionados el uno con el otro, son de
u n a n a tu ra le z a y obedecen a u n a dinám ica d iferentes y, po r lo
Cr is is ec o n ó m ic a in t e r n a c io n a l y la t in o a m e r ic a n a 65

ta n to , m erecen u n a atención especial y diferenciada por p a rte


de los gobiernos y de los an a lista s latinoam ericanos.
H ay una crisis e stru c tu ra l, ta n to en el m undo occidental
como en el m undo socialista, m uy profunda. Algunos dicen que
h a b ría term inado el ciclo largo de expansión de la p o stg u erra
y que estam os en tran d o a u n período descendente, que podría
d u ra r dos o tre s décadas, de acuerdo con las teo rías sobre los
ciclos de largo plazo que h an surgido una y o tra vez en la his­
to ria del pensam iento económico, y que se h an propuesto con
sin g u la r fu erza en los últim os años, refiriéndose de u n a u o tra
m an era a los planteam ientos form ulados p o r K o n d ra tie ff en
los años tre in ta . O tros dicen que la crisis se debe a las d iferen ­
cias re g istra d a s en los niveles de productividad de los d istintos
países industrializados, señalando que e n tre los años 1960 y
1980 la productividad aum entó solam ente en u n 70 °¡o en los
E stados Unidos, en com paración con un 170 % en el caso de
F ra n c ia y con un 400 °/o en el de Japón, provocando la obso­
lescencia tecnológica de algunas economías fre n te a o tra s y
determ inando ritm o s de innovación, de inversión y crecim iento
m uy distintos e n tre los d istintos países, lo que p la n te a ría u n a
se ria am enaza a la arm onía m ínim a que debe e x istir dentro del
sistem a cap italista. O tros dicen que estam os en presencia de
u n a obsolescencia de tipo sociológico, cu ltu ral e institucional,
apuntando a la rigidez cada vez m ayor que p resen tan los in te ­
reses de los diversos sectores que in te g ra n la sociedad, como
consecuencia de su creciente calificación, unida a la agudización
de la pugna d is trib u tiv a ; al surgim iento de preferen cias que no
se contentan con te n e r m ás de lo m ism o sino que en fatizan la
búsqueda de valores relacionados con la calidad de la vida, o
a la progresiva esclerosis institucional que se observa en las
sociedades avanzadas.
E n el fondo, tenem os que reconocer que to d as estas expli­
caciones se lim itan a d estacar uno u otro aspecto de la realidad
contem poránea, y que todos ellos fo rm a n p a rte de un m ism o
síndrom e. La com plejidad m ism a del fenóm eno que esta m ulti­
plicidad de explicaciones tra s u n ta , parece indicarnos que esta­
mos llegando al fin del m undo de p o stg u e rra y entrando en
o tra etapa. E stam os llegando al térm ino del “m ilagro expansio-
n ista ” que presenciam os d u ra n te los últim os tre in ta años, si­
guiendo los p atro n es de desarrollo prevalecientes en las socie­
66 E n r iq u e V . I g lesias

dades in d u striales avanzadas, y estam os enfrentando cambios


de orden cualitativo. L as p ro fu n d as transform aciones tecnoló­
gicas que se están produciendo en el m undo contem poráneo, la
im p o rtan cia que dentro de él están adquiriendo la inform ación
y los servicios, la readaptación de las in d u stria s existentes como
consecuencia de la robotización o el surgim iento de in d u stria s
nuevas como la de los nuevos m ateriales o la biogenètica, todo
ello unido a la tran sfo rm ació n de las e stru c tu ras y los valores
sociales, nos sugieren la m agnitud de la tran sfo rm ació n que
e stá sufriendo el escenario dentro del cual A m érica L a tin a te n ­
d rá que desenvolverse en los próxim os años. Tendrem os que
responder al desafío de e n fre n ta r u n a nueva problem ática,
cosa que los europeos ven m uy claro y cuyo reconocim iento
dom inó la ú ltim a reunión en la cim a de V ersalles, pero que
lam entablem ente p a recería e s ta r ausente de las preocupaciones
latinoam ericanas, habitualm ente c e n trad a s en el corto plazo,
debido a la p e rm an en te necesidad de e n fre n ta r problem as g r a ­
ves y urgentes. Y el desafío de e n fre n ta r una nueva problem á­
tic a es m ás form idable aún que el de resolver viejos y persisten ­
tes problem as no resueltos. P orque la natu raleza m ism a de estos
problem as se tra n s fo rm a rá en un nuevo escenario. E n ta l sen­
tido, se t r a t a de un desafío e stru c tu ra l m uy profundo, y noso­
tro s com eteríam os un e rro r histórico si no estuviésem os cons­
cientes de la presencia de estos cam bios y de la necesidad de
p re p a ra rs e p a ra v iv ir en un m undo diferente. Tenemos que
esforzarnos p o r com prender la s coordenadas dentro de las cua­
les nos corresponderá situ arn o s, porque la salida de la crisis
actual no nos va a devolver al punto de p a rtid a y no va a
re e d ita r el m undo del pasado, y ese esfuerzo p lantea serios
requerim ientos al pensam iento latinoam ericano.
P ero ju n to con esa crisis e stru c tu ra l de largo plazo se
en cu en tra la llam ada c risis recesiva, d esarrollada a fin es de los
años se te n ta y principios de los años ochenta, u n a crisis que
no es p u ram ente cíclica, que e stá estrecham ente relacionada con
la a n te rio r, y que p o r ello se p resen ta fre n te a los dirigentes
del m undo in d u stria l con c a ra c te rístic a s inesperadas y m uy p e r­
sistentes. Sabemos que d u ran te 1982 en esos países p rác tic a ­
m ente se detuvo el crecim iento del producto. Sabemos que la
inflación pasó a c o n stitu ir un problem a de p rim e ra m agnitud en
buena p a rte de ellos y que, si bien últim am ente h a dado m ues­
tr a s de ceder un tan to , ello se h a logrado a costa del crecim iento
Cr is is ec o n ó m ic a in t e r n a c io n a l y l a t in o a m e r ic a n a 67

y de m uchas o tra s cosas. Sabemos que en los mism os países


el desempleo incluye a m ás de tre in ta m illones de personas.
Que las inversiones siguen declinando, y que adem ás se ha crea­
do un pernicioso vuelco del in terés desde el circuito productivo
hacia el circuito financiero, debido al inusitado aum ento de
las ta sa s de interés, un fenóm eno nuevo dentro del sistem a
cap italista de los últim os cincuenta años, el cual se m anejó con
ta s a s positivas de en tre Ó % y 2 % , que rápidam ente han
pasado a re p re se n ta r ta sa s del 5 % y 6 %, traslad an d o el foco
de atención desde el proceso productivo hacia los circuitos f i­
nancieros y especulativos que h an dom inado la escena en los
últim os años.
E s ta com pleja problem ática que hoy se plantea en los países
industrializados coincide con la existencia de u n a g ra n confu­
sión e n tre sus dirigentes, sus técnicos y sus intelectuales. E s
im p o rtan te reconocer este hecho, porque con frecuencia pensa­
mos, como yo m ism o acabo de m an ifestarlo m ás a rrib a , que la
solución de los graves problem as que hoy día enfrentam os cons­
titu y e un desafío a la inteligencia latinoam ericana, lo cual,
p a ra ser equilibrados, exige rec o rd a r la confusión que se advier­
te en las aproxim aciones teóricas surgidas de los grandes cen­
tro s avanzados. Los últim os años h an dejado en claro que ni los
enfoques m o n etaristas están dando los resultados que sus propi-
ciadores esperaban ni p a recería posible re g re s a r a los enfoques
keynesianos. No es de e x tra ñ a r que un quiebre ta n profundo en
el curso de la economía m undial, como el que se ha producido en
los últim os años, plantee problem as que no pueden ser adecua­
dam ente explicados ni resueltos a la luz de la sabiduría econó­
m ica convencional y que h an dado lu g a r a desconcertantes
perplejidades, enconados debates y corrientes revisionistas su r­
gidas desde ángulos m uy encontrados. L a absoluta fa lta de p re ­
visiones acerca de lo que iba a o c u rrir, y la insuficiencia de las
fórm ulas tradicionales p a ra su p e ra r los peores aspectos de la
crisis, han sacudido algunas de las p rem isas en que se basaba
la ciencia económica, sacándola de aquel sitial de excesiva cer­
tidum bre en que algunos p retendieron colocarla, y recordándo­
nos el c a rá c te r prudencial que inevitablem ente poseen todas las
ciencias sociales y la necesidad de acercarse con una actitu d de
hum ildad a estas disciplinas.
E l hecho es que la incertidum bre y confusión que re in a n
fre n te a la crisis en los países avanzados a g ra v a la situación
68 E n r iq u e V . I g lesias

de los países latinoam ericanos. E n los años cincuenta, cuando


éstos iniciaban vigorosam ente su proceso de industrialización,
tuvieron como m arco de referen cia la experiencia histó rica de
los países desarrollados e incluso contaron con su cooperación
fin a n c ie ra y técnica. E n los años seten ta, cuando esos m ism os
países com enzaron a a b rir sus economías y expandir y diver­
sifica r sus exportaciones en fo rm a acelerada, contaron con un
am biente económico internacional dinám ico, abierto y favorable.
E n cambio ahora, cuando aquella e ta p a de crecim iento hacia
adentro, seguida n atu ralm en te de u n a fase de a p e rtu ra a la
economía m undial, podría d ar sus, fru to s, los países latinoam e­
ricanos se en cuentran con un contexto externo turbulento, im-
predecible y adverso. E l reem plazo de la acentuada perm isibili-
dad fin a n c ie ra in ternacional que lubricó en buena m edida el
crecim iento y la proyección e x te rn a de A m érica L a tin a en los
últim os años por un clim a de incertid u m b re y de recelos ha
contribuido decisivam ente a c o n fig u rar ese contexto adverso.

E l síndrom e financiero

L a fo rm a cómo la crisis internacional afectó a la p e rife ria en


estos últim os años, especialm ente en el caso de A m érica L atin a,
y las m odalidades que e stá adoptando su im pacto recesivo en
esos países están fu ertem en te vinculadas a lo que yo lla m a ría
el síndrom e financiero.
Como y a he señalado, al com enzar los años ochenta A m érica
L a tin a e n tró en su m ás g rav e crisis desde la g ra n depresión de
los años tre in ta , como consecuencia de un complejo conjunto
de facto res externos e internos. E llo se m an ifiesta con especial
dram atism o en 1982. Así, ese año, la crisis se m anifestó p rá c ti­
cam ente en todas las principales variables m acroeconóm icas y
afectó, en m ayor o m enor m edida, a la g ra n m ayoría de los p aí­
ses de la región. Así, p o r ejemplo, se estim a que al concluir ese
año el producto b ru to to ta l de A m érica L a tin a h a b rá dism inuido
en casi 1 % , lo que ja m á s h ab ía ocurrido en los cuatro decenios
a n terio res. E l producto p o r h a b ita n te , que ya h ab ía declinado
ligeram ente en 1981, c a e rá ese año en m ás de un 3 %. Se acen­
tu ó la tendencia al deterioro de la relación de precios de in te r­
cambio, que cayó a su nivel m ás b ajo en m ás de m edio siglo,
C r is is ec o n ó m ic a in t e r n a c io n a l y la t in o a m e r ic a n a 69

p o r lo que la m erm a del ingreso to ta l de esos países fue aú n


m ás m arcad a que la del producto. Se elevaron las ta s a s de de­
socupación y la inflación se aceleró m arcadam ente. E l balance
de pagos, que y a había exhibido signos de debilidad en los dos
años anteriores, cerró con un d éficit sin precedentes de cerca
de 14.000 m illones de dólares. E ste saldo negativo se produjo
a p esar de que el balance com ercial, tr a s a r r o ja r u n d éficit de
m ás de 600 m illones de dólares en 1981, generó en 1982 un
su p eráv it de 8.800 m illones de dólares. E l déficit del balance de
pagos se debió en buena m edida a la cuantiosa elevación que
experim entaron los pagos p o r utilidades e intereses, que sobre­
p asaron los 34.000 m illones de dólares, duplicándose ta n sólo en
el tra n sc u rso de los dos últim os años. Lo a n te rio r contrastó
fu ertem en te con la violenta caída del ingreso de capitales ex­
tra n je ro s , cuyo m onto se red u jo de 42.000 m illones de dólares en
1981 a poco m ás de 19.000 m illones en 1982. Al m ism o tiem po,
se redujo a la c u a rta p a rte el ritm o de expansión de los créditos
internacionales, que d u ran te los cuatro años a n te rio re s habían
determ inado un crecim iento de la deuda e x te rn a cercano al 25 %
anual. Con todo, a fin es de 1982 é sta ascendería aproxim ada­
m ente a 275.000 m illones de dólares, y la relación e n tre é sta y el
valor de las exportaciones alcanzó un coeficiente de 2,5 en com­
p a ra c ió n con el de poco m enos de 2 reg istra d o en prom edio
d u ra n te los cinco años an terio res.
No es de e x tra ñ a r que e sta situación h a y a tra íd o devalua­
ciones en cadena, p érd id a de reservas internacionales y d ram á­
ticos efectos sociales, expresados en el aum ento del desempleo,
la caída del salario real y una situación general de desasosiego,
que hoy constituye el rasgo dom inante en la m ayoría de los p aí­
ses latinoam ericanos, y que com prom ete las posibilidades de
a p lic ar en todo su rig o r los m ecanism os de a ju ste que desearían
poner en juego los gobiernos.
Y a he señalado la incidencia que h a tenido sobre esta situ a ­
ción un contexto económico internacional inestable y adverso,
p ero sería u n a fo rm a de escapism o a trib u ir el grueso de la crisis
a facto res de tipo internacional, ya que m uchos de los problem as
señalados tienen raíces in tern as. E s evidente que al im pacto de
la crisis internacional se sumó, de una u o tra form a, el de las
políticas, de un corte u otro, aplicadas po r los propios países. Y
e s ta observación no se re fie re solam ente a las políticas enm ar­
70 E n r iq u e V . I glesias

cadas dentro de u n a determ inada ideología ya que, con d iferen ­


cias de grado, la m ism a insuficiencia sé hace n o ta r en países
que h an procurado e n fre n ta r la crisis a p a rtir de sistem as eco­
nómicos m uy diferentes. E n o tra s p alab ras, la gravedad de sus
repercusiones no podría a trib u irs e a un solo tip o de política
económica, sino que se da en las m ás v a ria d as experiencias.
Pero lo que quisiera su b ra y a r aquí es el papel cen tral que
en esta crisis ju eg a el com portam iento de las variables financie­
ras. E n este, como en otros planos, hay que com enzar por r e ­
conocer que el síndrom e financiero que acom paña a la crisis
tiene un origen internacional. Se origina, efectivam ente, en u n a
a c titu d de perm isibilidad fin an ciera desconocida h a sta a h o ra
p o r p a rte del sistem a bancario privado internacional, que ca­
nalizó recursos en volúmenes sin precedentes hacia A m érica
L atina, llevando el m onto de su endeudam iento a las m agnitudes
que acabo de m encionar. N atu ralm en te, a p a r tir de esta tenden­
cia m undial, la situación que hoy e n fre n ta cada p aís se explica
en buena m edida por sus políticas in tern as. Se advierte aquí
una g ra n diversidad de situaciones. E n algunos casos los países
o ptaron p o r p o ste rg a r el a ju ste que h a b ría n debido re a liz a r co­
mo consecuencia del aum ento de los precios del petróleo y se
endeudaron p a ra p a g a r la cuenta petrolera. E n otros casos los
países se endeudaron p a ra fin a n c ia r p ro g ram as de inversión
que eventualm ente resu lta ro n e s ta r sobredim ensionados, y que
estim ularon la im portación de bienes de capital, sin d a r lu g a r
a proyectos rentables dentro de los plazos esperados. E n otros
lo hicieron p a ra a d q u irir arm am entos. E n otros, aun las políti­
cas económicas in te rn a s p erm itieron que los créditos internacio­
nales sirv ie ra n fundam entalm ente p a ra enriquecer a unos pocos
gru p o s privados a tra v é s del financiam iento de operaciones es­
peculativas o sim plem ente de la fu g a de capitales. E n otros, p o r
fin, con esos créditos se financió la expansión del consumo in ­
tern o al estim u lar una abundante afluencia de distintos produc­
tos, especialm ente de biene durables, de origen generalm ente
im portado. Incluso en algunos casos, ilustrados p relim inarm en­
t e p o r estudios de la cepal , lo que se hizo fue s u s titu ir el es­
fuerzo de a h o rro in tern o p o r ingreso de créditos provenientes
del exterior.
Con todo, es necesario reco rd ar a estas a ltu ra s lo que decía
en un comienzo, en el sentido de que cualesquiera que sean los
Cr is is eco nó m ica in t e r n a c io n a l y la t in o a m e r ic a n a 71

problem as planteados por el m onto y las c aracterísticas de su


endeudam iento externo, al r e c u rrir a él los países latinoam erica­
nos estaban postergando los efectos de la recesión m undial y
procurando m an ten er su ritm o de crecim iento. Al mism o tiem po,
cuando uno m ira a este ab ig arrad o panoram a llega a la con­
clusión de que las m odalidades y el im pacto del endeudam ien­
to externo v a ría n profundam ente de país a país, así como tam ­
bién las fórm ulas p a ra el m anejo de la deuda que en cada caso
podrían re su lta r m ás adecuados.

N aturaleza y causas del problem a

E l fu e rte increm ento del endeudam iento externo de A m érica


L atin a, p articu larm en te en los cinco años que precedieron a
1980, p resen ta c a racterísticas nuevas y bien definidas. La p a r ­
ticipación de los bancos privados en dicho endeudam iento
aum entó fu e rte m e n te : en los años sesenta su proporción e ra in­
significante, m ien tras que en los años ochenta superó el 50 %, e
incluso los dos tercios del endeudam iento to ta l en el caso de al­
gunos países, como A rgentina, B rasil, Chile, México y Vene­
zuela.
E l elevado endeudam iento contraído por A m érica L a tin a
en los últim os años se debió en buena m edida a la disposición
de los bancos privados p a ra fin a n c ia r la m ayor p a rte de los
d éficit en cuenta corriente de la región a p a r tir de 1974, año
a p a rtir del cual la o fe rta de crédito bancario fue e x tra o rd in a ­
ria m en te abundante. E sa situación sin precedentes de perm isibi-
lidad fin an ciera internacional se debió a diversos factores, e n tre
los cuales se cuenta la necesidad en que se encontró la banca
p riv a d a internacional de ju g a r un papel fu n d am en tal en la re ­
distribución de los excedentes financieros acum ulados p o r los
países de la o pep , la m enor dem anda de créditos po r p a rte de
los países industrializados como consecuencia de la crisis inicia­
d a conjuntam ente con el aum ento de los precios del petróleo y
la p ro p ia tendencia de los bancos privados a div ersificar sus
riesgos, tornando elegibles a clientes que antes no lo eran.
S in em bargo, a p a r tir de 1982, los bancos se h a n tornado
m ucho m ás cautelosos en relación con el otorgam iento de nuevos
créditos, p articu larm en te en fa v o r de países en desarrollo. E s ta
72 E n r iq u e V . I g lesias

a c titu d h a sido m otivada po r m uchos factores. P o r u n a p a rte ,


la prolongada recesión de las econom ías industriales h a debili­
tado los m ercados bancarios, creando dificultades de pago a sus
principales clientes y aum entando su dem anda po r créditos. P o r
o tra p arte, m uchos países en desarrollo tam bién h a n experim en­
tado dificultades p a ra a te n d e r el servicio de su deuda. A ello se
ag reg an o tra s consideraciones como la a lta concentración de sus
c a rte ra s en algunos países en desarrollo, p a rticu la rm e n te en el
caso de algunos países latinoam ericanos, y una insuficiente
relación e n tre su capital y sus activos. Todo ello h a introduci­
do como elem ento de preocupación y reticencia en la banca
p riv a d a internacional un agudo co n traste con la perm isibilidad
sin precedentes dem ostrada en los últim os años.
T ra ta n d o de sistem atizar u n a situación cuyas causas son
v ariad as y confusas, puede decirse que cu atro son los facto res
que inciden en el síndrom e financiero an terio rm en te m encio­
nado.
Uno de los orígenes del problem a se encuentra en la rece­
sión internacional que, según y a he dicho, h a sido e x tra o rd in a ­
riam en te prolongada. E ste fenóm eno h a dism inuido la dem anda
en los países indu striales y, p o r consiguiente, los precios de las
exportaciones latinoam ericanas. Al m ism o tiem po, los países en
desarrollo h a n procurado c o n tra rre s ta r la b a ja de los precios
m ediante un m ayor volum en de exportaciones, atochando los
m ercados y bajando a ú n m ás los precios. De este modo, la rece­
sión erosiona la fu en te de recursos de que disponen esos países
p a ra p a g a r su deuda e x te rn a — las aportaciones— y a fe c ta la
opinión de los báñeos acerca de la solvencia de dichos países,
restrin g ien d o sus posibilidades de obtener nuevos créditos.
U n segundo fa c to r que incide en la difícil situación fin a n ­
ciera porque a tra v ie sa n los países de A m érica L atin a, rad ica
en las desfavorables condiciones en las cuales estos países h a n
c o n tratad o sus créditos en los últim os años. E n 1982 las ta sa s
de in terés reales llegaron a su p e ra r el 7 % en E stados Unidos,
lo que c o n tra sta con ta s a s del 2 % vigentes en prom edio du­
ra n te los años sesenta, y con ta sa s reales negativas d u ra n te la
ú ltim a p a rte del decenio a n te rio r. E l peso de las altas ta s a s de
in terés básicas se h a visto agravado p o r el alza que h a experi­
m entado el com ponente variab le de los intereses cobrados en
los p réstam os en eurom onedas a los países en d e sarro llo ; dicho
Cr is is ec o n ó m ic a in t e r n a c io n a l y la t in o a m e r ic a n a 73

com ponente variable re fle ja el m ayor riesgo que perciben los


bancos en esas plazas. De e sta m anera, el alza de las ta sa s de
in terés no sólo aum enta el costo de los nuevos préstam os, sino
tam bién el del eudeudam iento preexistente pactado con in terés
variable. P o r lo demás, las ta sa s de in terés deben exam inarse
en relación con los precios de las exportaciones de los países la­
tinoam ericanos, que han tenido una fu e rte b a ja en los últim os
dos años, afectando su capacidad de pago de la deuda. E n 1982,
solam ente los pagos p o r conceptos de intereses absorbieron al­
rededor de la m itad de los ingresos por exportaciones en los ca­
sos de A rgentina, B rasil, Chile y México. E l costo del endeu­
dam iento se h a agravado aú n m ás debido a la evolución de los
plazos medios de los préstam os. Éstos, en los dos últim os años,
h a n tendido a aco rtarse, adelantando el servicio de la deuda y
ejerciendo presiones adicionales sobre la capacidad de pago de
los países. E l aum ento del endeudam iento a corto plazo, que en
1982 probablem ente rep resen tó un tercio del endeudam iento to­
ta l de A m érica L atin a, obliga a re fin a n c ia r proporciones cada
vez m ayores de la deuda cada año. E s ta necesidad choca con
la nueva actitu d de los bancos, que ven en el increm ento de la
deuda a corto plazo un síntom a de dificultades de pago y un
aum ento del riesgo que rep re sen ta el país respectivo.
P ero no todas las causas del problem a son atribuibles a
factores externos. No h ay dudas de que la situación que estoy
describiendo se vio a g ra v a d a p o r el hecho de que en los años
seten ta A m érica L a tin a o p ta ra por u n a e s tra te g ia de desarrollo
b asad a en el endeudam iento externo. He señalado ya la necesi­
dad de reconocer que d u ran te v ario s años el resultado de esta
e s tra te g ia fue positivo. A p e s a r de la inflexión experim entada
por el ciclo expansivo de los centros a p a r tir de 1974, el creci­
m iento económico de A m érica L a tin a fue relativam ente alto y,
en todo caso, b a sta n te su p erio r al de las economías in d u stria li­
zadas. Adem ás, dicha e stra te g ia p arecía razonable en la m edida
en que el endeudam iento e ra b a ra to , con ta sa s de in terés re a l
m uy b a ja s o neg ativ as y plazos prolongados, y se pagaba en
dólares cuyo valor real se iba erosionando. Sin em bargo, los de­
fensores de e sta e stra te g ia subestim aron el costo real de los
créditos que estaban obteniendo. Sus costos nom inales no refle­
ja b a n el riesgo de que, al p la n te a rse un conflicto e n tre el aum en­
to de las obligaciones con los bancos com erciales y los lím ites
fijados por dichas instituciones p a ra sus comprom isos, se en­
74 E n r iq u e V . I glesias

t r a r a en un período de encarecim iento y restricción del crédito.


E ste riesgo se vio agravado por el hecho de que algunos países
obtuvieran un volumen de crédito que superó su capacidad p a ra
u sarlo productivam ente, según ya he señalado, lo que determ inó
que dichos países e n fre n ta ra n el im pacto de la recesión de los
últim os años — y, por ende, la necesidad de obtener nuevos cré­
ditos— en condiciones m uchos m ás desfavorables que en 1974.
P o r últim o, si bien g ra n p a rte de este fenóm eno puede a tr i­
buirse a erróneas e stra te g ia s de endeudam iento externo, es in­
dudable que la e stru c tu ra de los m ercados financieros in te rn a ­
cionales contribuyó al surgim iento del problem a. E n una etap a
inicial, los bancos fueron ex tra o rd in a ria m e n te generosos en la
concesión de préstam os, procurando colocar rápidam ente los
excedentes depositados en esos m ercados dentro de una atm ós­
f e r a de ag u d a com petencia y excesiva liquidez. Sin em bargo,
andando el tiem po se produjo una doble a sim etría entre lo que
los bancos estab an en condiciones de p re s ta r y la capacidad de
los países p a ra absorber eficientem ente dichos fondos, po r una
p a rte , y e n tre su capital y las obligaciones pendientes, por
la otra. A p a r tir de 1974 el sistem a bancario internacional llegó
a co n stitu ir de hecho u n a su erte de banco cen tral p a ra la econo­
m ía m undial. Sin em bargo, los bancos privados carecen de las
condiciones necesarias p a ra cum plir esa función, y sólo pueden
hacerlo p o r un tiem po lim itado. E l nerviosism o que parece h a­
b erse apoderado de ellos en el últim o período c o n tra sta con la
confianza de que dieron m u estra d u ran te el decenio precedente,
contribuyendo así a a g ra v a r la inestabilidad económica in te r­
nacional. P a r a apreciarlo b a sta co m p arar las p alab ras pronun­
ciadas po r el directo r del Fondo M onetario Intern acio n al p a ra
el H em isferio Occidental, hace pocos años, con el clim a de p re­
ocupación y reticencia que hoy se observa.
“ P erm ítasem e com enzar p o r una proposición m uy ob­
via, pero que con frecuencia se ig nora en las discusiones
acerca del m anejo de la deuda externa. P o r regla general,
la deuda de una nación no se repaga. M uy probablem ente,
un intento de re p a g a r la deuda provocaría grandes p e rtu r­
baciones económicas. Cuando los banqueros internacionales
indican que están dispuestos a o to rg a r préstam os a un país
en desarrollo en cie rta escala, la in terp retació n que hay que
d a r a e sta indicación es que piensan seg u ir am pliando el
Cr is is eco nó m ica in t e r n a c io n a l y l a t in o a m e r ic a n a 75

lím ite de préstam os a ese p aís en fo rm a g radual, sin lím ite


de tiem po. Sólo así puede atenderse el d éficit en la cuenta
corriente de la balanza de pagos de ese país y e v ita r los p ro ­
blem as del servicio de su deuda. E l peor de todos los
cursos que la com unidad fin a n c ie ra p riv a d a internacional
podría seg u ir con respecto a un país en desarrollo es a lte r­
n a r períodos de p réstam os excesivos con períodos de no
concesión de nuevos p réstam o s” .

E s precisam ente esto lo que tendió a o c u rrir en el últim o


período, por lo cual a firm a b a hace un m om ento que los bancos
privados internacionales h an contribuido fuertem en te a acen­
tu a r los m ovim ientos cíclicos de la actividad económica, ta n to
en el plano nacional como en el internacional.

L os im perativos planteados por la crisis

N os encontram os, pues, con una p ro fu n d a crisis, de c a rá c te r


ta n to e stru c tu ral como recesivo, m arcad a p o r tre s elem entos: la
tran sm isió n de la recesión internacional, la aceleración de la in­
flación y el increm ento explosivo de la deuda. E n el fondo, los
tre s facto res señalados inciden en este últim o fenóm eno, por lo
cual me he referid o especialm ente al llam ado síndrom e fin a n ­
ciero que p rese n ta en la actualidad la crisis económica m undial
y a su im pacto sobre A m érica L atin a. Del análisis a n te rio r se
desprende que dos hechos h an conspirado co n tra las posibilida­
des de rem ediar esta situación. E l prim ero se refiere a la con­
ducta poco coherente de las fuentes fin a n c ie ras privadas, unida
a la fa lta de instrum entos adecuados p a ra ab o rd a r problem as
de e sta m agnitud p o r p a rte de los organism os financieros in te r­
nacionales. E l segundo tiene relación con las erróneas e s tra te ­
gias de desarrollo basadas en el endeudam iento externo seguido
por algunos países. E n o tra s p alab ras, la superación de la actual
crisis económica internacional y de sus repercusiones sobre
A m érica L atin a, p a rticu la rm e n te en sus aspectos financieros,
depende p rim eram ente de la a c titu d que adopte la cooperación
internacional fre n te al fenóm eno y, en segundo lugar, de lo que
los países hagan in tern am en te p a ra c o rre g ir estos problem as. A
76 E n r iq u e V . I glesias

continuación fo rm u laré algunas reflexiones acerca de lo que se


p odría h acer en am bos planos.
U rge a n te todo reconocer que, en la m edida en que actu al­
m en te todos los países son afectados po r la recesión internacio­
n al y al m ism o tiem po se requiere la contribución de todos p a ra
prom over la reactivación económica, el problem a deja de se r
Individual o regional p a ra convertirse en un problem a global,
que exige tam bién soluciones globales. Lo a n te rio r es p a rtic u la r­
m en te cierto en el caso de aquellos países que, como los latin o ­
am ericanos, m ás se h an abierto en los últim os años al comercio
y a las co rrien tes fin an cieras internacionales.
Las inform aciones proporcionadas al comienzo indican que
los países latinoam ericanos ya se en cuentran abocados a doloro­
sos procesos de a ju ste interno. Si se desea e v ita r que esos a ju s ­
tes se acerquen a los lím ites de la toleran cia social y política
ex isten tes en esos países, e influ y an negativam ente sobre el re s ­
to de la economía y las fin an zas internacionales, se necesitarán
políticas económicas im aginativas y de largo plazo por p a rte de
los grandes centros industriales, así como tam bién de u n a polí­
tic a de cooperación internacional adecuada a la profundidad y
generalidad de estos problem as. E s ta s políticas p asan p o r la
reactivación económica internacional, la introducción de re fo r­
m as en el cam po com ercial y, desde luego, la adopción de m edi­
d a s profu n d as en el á re a financiera.
E s evidente que una política de a ju ste basada en la reco­
m endación de que todos los países reduzcan sus im portaciones
e increm enten sus exportaciones no constituye una solución
rea lista. Sólo lo se ría en la m edida en que los países in d u stria ­
lizados inicien u n a p olítica de reactivación que p e rm ita absorber
la s m ayores exportaciones de los países en desarrollo. D e ahí
q u e hoy sea de prim o rd ial im portancia el que los p aíses indus­
tria le s em prendan políticas de reactivación, sin in c u rrir en nue­
vos desbordes inflacionarios, pero sin supeditarlas a este últim o
objetivo. L a g ra n depresión de los años tre in ta ya enseñó que
u n a política deflacionaria considerada como paso previo a la
reactivación de las economías, al prolongarse en el tiem po, pue­
de g e n e ra r efectos acum ulativos incontrolables y rebeldes con
altísim os costos sociales y políticos.
E l segundo fre n te se refiere al campo com ercial. Si bien
es ju sto d e sta c ar que en los últim os tiem pos las autoridades
C risis e co n ó m ica i n t e r n a c i o n a l y l a t i n o a m e r i c a n a 77
i
m on etarias de los países industrializados están adquiriendo
m ayor conciencia acerca de la necesidad de a c tu a r con p ro n ti­
tu d , flexibilidad e im aginación, fre n te a la crisis de pagos de los
páíses en desarrollo, no se ad v ierte u n a reacción sim ilar en el
cam po com ercial. Aquí a los n a tu ra le s efectos depresivos de la
recesión económica m undial sobre el comercio internacional se
a g re g a la equivocada reacción adoptada p o r los países indus­
trializad o s p a ra defenderse de la crisis p o r medio del recrudeci­
m iento del proteccionism o b ajo m odalidades cada vez m ás insi­
diosas y sutiles.
E l estancam iento del comercio internacional y el deterioro
del m arco de principios y norm as que deberían re g ir dicho sis­
tem a p lan tean lim itaciones g raves e in ju sta s a las políticas de
expansión y diversificación de las exportaciones en que se han
em barcado m uchos países en desarrollo, b ajo la orientación y
con el beneplácito de los propios países industrializados que hoy
les c ie rra n sus m ercados, y constituye un serio obstáculo a la
solución de los problem as de pagos de aquellos países. A sí como
el dinam ism o y la a p e rtu ra de los m ercados m undiales a p a rtir
de los años sesenta proporcionó un am biente económico in te r­
nacional favorable al progreso de los países en desarrollo, como
se h an encargado de señ alar reitera d am e n te los propios países
industriales, así tam bién el surgim iento de un clim a desfavora­
ble en este campo constituye el prin cip al de los facto res que
explican la d ram á tic a inflexión que h a experim entado el ritm o
de desarrollo de esos países en los últim os años. Adem ás, las
severas restricciones experim entadas en el campo com ercial im ­
piden que cierre la ecuación a tra v é s de los cuales los países en
desarrollo pueden e s ta r en condiciones de se rv ir su deuda e x te r­
na, ecuación que depende de sus ingresos p o r concepto de ex­
portaciones.
Los países en desarrollo deben lu ch ar porque se detenga el
progresivo deterioro que vienen experim entando las norm as que
rig e n el sistem a de comercio internacional y po r el establecim ien­
to de un sistem a m ás eficiente y equitativo en este cam po. E n
el corto plazo, los países en desarrollo, y m uy p a rticu la rm e n te
los de A m érica L atin a, e n fre n ta n el desafío de c o n certar su
capacidad de negociación p a ra e v ita r o lo g ra r la rectificación
de las corrientes proteccionistas que im peran en los países in ­
dustrializados. E l próxim o período de sesiones de la C onferencia
78 E n r iq u e V . I glesias

M undial de Comercio y D esarrollo ( unctad v i ) b rin d a rá una


significativa oportunidad p a ra que la com unidad internacional
logre un consenso que constituya el punto de p a rtid a p a ra supe­
r a r las distorsiones de que hoy día adolece el sistem a de com er­
cio internacional. De otro lado, la existencia de esos obstáculos
refu erza la necesidad de in ten sificar la cooperación e n tre los
países en desarrollo, u n a lín ea de acción que en el caso de A m é­
rica L a tin a cuenta con ricos precedentes en los m ovim ientos de
integración y de cooperación regional surgidos a lo largo de los
últim os veinte años.
P ero como he señalado insistentem ente á lo largo de estas
reflexiones, ta l vez el problem a clave que e n fre n ta n los países
en desarrollo — y en especial los latinoam ericanos— se encuen­
t r a en el fre n te financiero. E l altísim o porcentaje de sus expor­
taciones que m uchos países de la región deben d e stin a r al se r­
vicio de la deuda, indican que ellos no e sta rá n en condiciones de
ha c er fre n te a repagos del principal, y que incluso te n d rá n
serias dificultades p a ra se rv ir el pago de los intereses, m ie n tra s
se m antengan ta n b ajo los precios internacionales de sus p ro ­
ductos exportables y ta n a lta s las ta sa s de in terés real. P a r a
s u p e ra r e s ta situación se requiere de un esfuerzo de cooperación
in ternacional — ta n to de fuentes públicas como privadas— de
un volum en acorde con la m agnitud del problem a.
Si uno lee con atención el texto de los convenios de B retto n -
Woods y tom a en cuenta las circunstancias de la época, llega a
la conclusión de que sus autores estab an anticipando u n a crisis
económica m uy violenta al térm ino de la Segunda G u erra M un­
dial. E n verdad, esa crisis no se produjo, y en cambio se h a
desencadenado ahora, después de m ás de tre in ta años de expan­
sión económica m undial. E n aquel m om ento se pensaba que p a ra
e n fre n ta r una situación como la que se prev eía se ría necesario
aseg u ra r que las instituciones que se estab an creando desplega­
ra n una g ra n actividad, ta n to en el caso del Fondo M onetario
Internacional, el organism o llam ado a resolver los problem as de
pago de los países, como del Banco M undial, considerado como
p resta m ista de largo plazo. E l hecho de que la crisis no se p ro ­
d u jera con la m agnitud que se había anticipado, y de que ta n to
el Fondo como el Banco hay an tenido necesidad de a d a p ta r su
presencia, sus funciones y sus actividades a la situación in te r­
nacional, ta l como ella fue evolucionando después de la g u erra,
Cr is is ec o n ó m ic a in t e r n a c io n a l y l a t in o a m e r ic a n a 79

tienden a hacernos olvidar las intenciones que presidieron la


creación de esas instituciones S in em bargo, el hecho de que en
previsión de una p ro fu n d a crisis la com unidad internacional
en aquella época haya pensado en el establecim iento de dos ins­
tituciones fin an cieras internacionales llam adas a desem peñar un
papel m uy activo, debe hacernos reflex io n ar acerca de la nece­
sidad de e n fre n ta r la crisis actual, no con las m ism as fórm ulas,
pero sí con el m ism o criterio.
E s indudable que la profundidad alcanzada por la crisis eco­
nóm ica internacional en los últim os años h a tra n sfo rm ad o su
natu raleza. L a m ag n itu d de los desequilibrios internacionales
debería llevar a la com unidad m undial a a d o p ta r m ecanism os
y m edidas d iferentes de aquellos con los cuales h a n venido m a­
nejándose los ciclos económicos h a s ta ahora, que h a n dem ostra­
do se r insuficientes p a ra m a n e ja r la fase actual del ciclo y, m ás
aún, p a ra e n fre n ta r cambios estru ctu rales. E s evidente que la
profundización de las políticas de a ju ste de corte trad icio n al al
in te rio r de los países en desarrollo, el lim itado papel que están
en condiciones de cum plir actualm ente las instituciones fin a n ­
cieras internacionales y las expectativas que puedan depositarse
en e sta etapa en la banca privada, no constituyen hoy una fó r­
m ula rea lista p a ra e n fre n ta r la crisis. P a r a hacerlo, de p a rte de
la com unidad internacional se req u e rirá n recursos financieros
adicionales, nuevos criterio s de condicionalidad y una nueva
actitu d po r p a rte de la b anca privada.
L a p rim e ra de las líneas de acción sugeridas se refiere a la
adicionalidad de los recursos requeridos p a ra h a c er fre n te a
la actual situación financiera. L as diversas m edidas propuestas
en los últim os años con el objeto de am p liar la actu al m asa ope­
ra tiv a del Fondo M onetario Intern acio n al o de dotarlo de nuevas
facilidades fin a n c ie ras resu lta n hoy p a rticu la rm e n te urgentes.
Tam poco debería dejarse de lado la iniciativa encam inada al
aum ento de los derechos especiales de g iro como m ecanism o de
creación autónom a de liquidez. De allí la im portancia de que se
c o n cretara la sugerencia form ulada por algunas autoridades
m o n etarias internacionales p a ra convocar a u n a g ra n conferen­
cia m undial que actualice las bases fundam entales del sistem a
de las relaciones económicas internacionales establecido en
B retton-W oods y que establezca nuevas bases p a ra el sistem a de
comercio y de financiam iento internacionales. Al m ism o tiem po,
80 E n r iq u e Y . I g lesias

debería ponerse especial énfasis en la reactivación del flu jo de


capitales públicos de largo plazo hacia los países en vías de de­
sarrollo, con un sentido n etam ente anticíclico. Algunos países
latinoam ericanos se h an dado cu enta de que fue un e rro r re s ta r
im portancia a las fuentes de financiam iento de c a rá c te r público,
y los países industrializados que constituyen los principales con­
tribuyentes a esos organism os deberían reconocer la inconve­
niencia de red u cir d rásticam en te los préstam os del Banco M un­
dial o del bid destinados a A m érica L atin a, como recientem ente
h a n pretendido hacerlo, basándose en la g ra n m agnitud de los
capitales privados captados po r la región d u ran te el últim o
período.
U n segundo tipo de acciones que co n trib u iría a a liv ia r el
peso de la deuda p a ra los países latinoam ericanos se refiere
a la m odificación de la condicionalidad a que se su je ta n los re s ­
pectivos créditos. P arece evidente que en las actuales circuns­
tan c ias deberían buscarse arreglos internacionales que p ro p o r­
cionen un alivio sistem ático p a ra el servicio de la deuda de los
países en desarrollo. E sto s arreglos no deberían e s ta r ligados
solam ente a criterio s vinculados con la oportunidad de la am o r­
tización de la deuda, como h a sta ahora, sino con las necesidades
planteadas p o r el desarrollo de los países deudores. E n o tra s
p alab ras, se debería a v a n z a r hacia la adopción de m ecanism os
internacionales que p e rm ita n en fo rm a orgánica el reescalona-
m iento de la deuda. E s ta s p ró rro g a s no sólo in crem en tarían las
posibilidades de los bancos de rec u p e ra r sus créditos sino que,
en muchos casos, sólo sig n ific a ría n reproducir a nivel in te rn a ­
cional p rácticas aceptadas p o r los mismos bancos en sus m er­
cados nacionales. E sto s arreg lo s están siendo estipulados b ajo
un sistem a de acuerdos especiales e n tre los países y las in stitu ­
ciones fin a n c ie ras internacionales como el Fondo M onetario In ­
ternacional y el Banco M undial. E l problem a consiste en la con­
dicionalidad con que tales acuerdos son concertados y en la ne­
cesidad de adecuar los criterio s tradicionales a la m agnitud y
generalidad de la crisis recesiva m undial.
U n te rc e r fa c to r que podría co n trib u ir al alivio de la actual
situación co n sistiría en que los bancos adopten una conducta
m ás estable y pru d en te fre n te a los países en desarrollo. Y a he
recordado cómo, a juicio del propio Fondo M onetario In te rn a ­
cional sería gravem ente perjudicial que después de una actitu d
Cr is is ec o n ó m ic a in t e r n a c io n a l y la t in o a m e r ic a n a 81

de g ra n perm isibilidad fin an ciera, como la que im peró d u ran te


la segunda m itad del decenio pasado, se in iciara una política
fu ertem en te re stric tiv a po r p a rte de los bancos privados. Me
parecen extrem adam ente p e rtin en tes las prevenciones fo rm u la­
d as po r el D irector G erente del FMI a n te los bancos privados,
reunidos en Toronto, al solicitarles prudencia en relación con los
posibles recortes que pudieran in tro d u cir en sus préstam os a
los países en desarrollo. Cada vez resu lta m ás clara la necesidad
de com paginar los acuerdos del f m i con el apoyo de la banca
privada, no sólo p a ra poder h a c er fre n te a la m ag n itu d del fi-
nanciam iento requerido p a ra la aplicación de los p ro g ram as de
aju ste, sino tam bién en el propio in terés de la banca privada
internacional.
E l otro fre n te en que es necesario a c tu a r p a ra su p e ra r la
crisis es el de las políticas de a ju ste interno. Se t r a t a de un
fre n te m ás difícil, y a que im plica m a n e ja r las dem ás variables
m encionadas m ás a rrib a , e n tre las cuales se cuentan la inflación,
la recesión y el desempleo. Bien sabemos, por lo dem ás, lo difícil
que es m a n e ja r una crisis en que se m ezclan realidades sociales
y políticas, como hoy ocurre en la m ayoría de los países latino­
am ericanos.
Si he privilegiado ta l vez en el análisis la gravitación de
los factores externos en la crisis, ello no significa que A m érica
L a tin a se encuentre por completo supeditada a ella y que, por
ende, sea poco lo que pueda h acer por sí m ism a p a ra co n tra­
rre sta rlo s. P o r el contrario, creo que es m ucho lo que puede y
debe hacerse en ta l sentido, no sólo p a ra “a d m in is tra r” la crisis
y aten u arla, sino tam bién p a ra c re a r condiciones que co n tri­
buyan a la recuperación de n u e stra s economías. Y a he señalado
que, si bien la crisis actual es la m ás pro fu n d a que h a conocido
el m undo d u ra n te los últim os cincuenta años, p a ra e n fre n ta rla
contam os hoy con una región que d u ran te ese medio siglo
experim entó sustanciales transform aciones, que am pliaron y
diversificaron sus e stru c tu ra s productivas, elevaron la capa­
cidad técnica de sus élites profesionales y crearon m ecanism os
institucionales de considerable m adurez y eficacia. E n una pala­
b ra, d u ran te ese período no cesó de acrecentarse la “capacidad
de defensa” de nuestros países fre n te a las contingencias
externas.
82 E n r iq u e V . I glesias

La diversidad que p resen tan las d istin ta s situaciones n a ­


cionales, que ya destacaba en un comienzo, h a ría aventurado
todo intentQ de b osquejar orientaciones generales p a ra en fre n ­
t a r la crisis. A sí y todo, creo que existen algunas líneas de
acción que se p e rfila n p a ra la región, aunque con distintos
grados y m atices. L a p rim e ra p a recería ser la opción po r una
política explícita de reactivación, asen tad a en dos pilares b á si­
cos: el estím ulo a la producción, orientada a los m ercados n a­
cionales y regionales, y la resuelta prom oción de las exp o rta­
ciones, que com plem ente y proyecte ese esfuerzo in tern o y
contribuya a sostener el nivel de las im portaciones necesarias
p a ra sustentarlo. L a segunda es la adopción de todas las pro­
videncias necesarias y posibles p a ra que tales empeños no se
fru s tre n p o r los desbordes inflacionarios. L a te rc e ra consiste
en c o n fe rir la m ás a lta p rio rid ad a la solución de los graves
tra sto rn o s sociales acarreados por la recesión y, en p a rtic u la r,
al flagelo de la desocupación. Cada una de estas líneas de
acción, y todas ellas en conjunto, rep re sen ta n un desafío fo r­
m idable, pese a lo cual caen dentro del horizonte de lo posible,
y constituyen un m arco de referen cia básico p a ra las políticas
de defensa y reactivación que se adopten. E n todo caso, p a ra
que este m arco de refe re n c ia efectivam ente sirv a p a ra in sp ira r
dichas políticas, se rá esencial el pragm atism o y la flexibilidad
con que éstas se m anejen, ta l como ocurrió d u ra n te la crisis
de los años tre in ta , en que los países pusieron en juego todos
los instrum entos posibles de política —m onetarios, fiscales,
financieros y otros— procurando com patibilizar los objetivos
de estabilización, producción y empleo, sin desm edro de n in ­
guno de ellos.
No podría d e ja r de destacar una lección puesta de m an i­
fiesto p o r la crisis. Las oportunidades que ofrece actualm ente
el m ercado regional, del orden del m illón de m illones de dóla­
re s ; el p ersisten te aum ento del comercio in tra rre g io n a l; las
m últiples fo rm as de entrelazam iento que se han desarrollado
e n tre las d istin ta s economías nacionales, m ás allá de las rela­
ciones estrictam en te com erciales; el fortalecim iento de la pro ­
yección e x te rn a de los sectores em p resariales; las num erosas
instituciones regionales existentes, así como las diversas vías de
cooperación inform al que se h an explorado en los últim os años,
constituyen otros tan to s puntos de apoyo p a ra un vigoroso
esfuerzo en ta l sentido. La vulnerabilidad e x tern a de que ha
Cr is is eco nó m ica in t e r n a c io n a l y la t in o a m e r ic a n a 83

dado m u estras la región fre n te a la crisis, exacerbada por con­


flictos políticos internacionales que h an afectado a algunos de
nuestros países, h a llevado a los países latinoam ericanos a acor­
dar, dentro del m arco del sela , la creación de un m ecanism o de
seguridad económica regional. Los pasos dados recientem ente
p a ra ex am in ar las m edidas concretas en que podría b asarse
un m ecanism o de esta especie m erecen un apoyo y atención
m uy especiales.
E L COM ERCIO N O R TE -SU R Y LA AUTONOM ÍA
SOCIOECONÓM ICA: U N A FÓRM ULA D E PAZ

po r W olfgang H a g e r *

L a conveniencia de a se g u ra r un acceso cada vez m ás liberal


de las exportaciones de m a n u fa ctu ras de los países en desarrollo
a los m ercados de los países industrializados es uno de los pocos
puntos en los cuales coinciden, al m enos en principio, los p ro ­
ponentes del antiguo y del nuevo orden económico internacional.
Los rea listas adm iten que ta l vez sea necesario hacer excep­
ciones al ideal, p a ra responder a los grupos de presión en las
dem ocracias occidentales, que fu erzan a los políticos a sacri­
fic a r el in te rés general. Sin em bargo, es deber de todos los
hom bres bien intencionados y con m entalidad in ternacional el
m an ten er en un m ínim o las presiones proteccionistas.
E ste tra b a jo a rg u m e n ta lo c o n tra rio : que el fracaso p a ra
reconocer los genuinos conflictos de in terés existentes e n tre los
países ricos y los países en desarrollo, y el consiguiente fracaso
p a ra negociar un orden que p e rm ita una coexistencia econó­
m ica viable, conducirá a un entorno económico internacional
cada vez m ás inestable y a relaciones políticas envenenadas.
E l im pacto de un crecim iento conducido p o r las ex p o rta­
ciones sobre el b ien estar en los países en desarrollo es de ca­
rá c te r dinám ico. E l acceso a los m ercados de los países ricos
p erm ite a los países en desarrollo su p e ra r sus lim itaciones de

* El autor es actualmente profesor Konrad Adenauer en la Univer­


sidad de Georgetown, Washington D. C.
Comercio N orte-S ur y a u to n o m ía 85-

m ercados internos que su fre n de un insuficiente poder de com­


p r a : las exportaciones son una condición p a ra una producción
eficiente en g ra n escala. L a integración del m ercado m undial,
sin em bargo, ab re la cornucopia del capital, la tecnología y el
conocimiento de las corporaciones transnacionales. Los ingresos
p or exportaciones de m an u fa ctu ras constituyen una fuente de
divisas, y p o r lo tan to , de financiam iento del desarrollo, que es
p referib le al a m enudo estático o e rrá tic o ingreso de las expor­
taciones de productos básicos.
E l efecto sobre el bien estar, en el caso de los países indus­
trializados tiene elem entos ta n to estáticos como dinám icos. P r i­
m ero, es probable que esos países se beneficien de los efectos
de b ien estar m undiales de una m ejor asignación de recursos.
Segundo, las leyes de v e n ta ja s com parativas e m p u ja rá n a esos
países hacia actividades de un m ayor v alor agregado en p ropor­
ción con su am plia dotación de capacidades y capital. Tercero,
un T ercer M undo floreciente p roporcionará el necesario im pulso
a la dem anda (In fo rm e B r a n d t) 1, que com pensará el estanca­
m iento de la dem anda in te rn a.
Siem pre h a habido voces, hoy enm udecidas por el éxito de
algunos de los nuevos países industrializados, que h an destacado
las consecuencias e stru c tu rale s de la integración de los m ercados
m undiales p a ra los países en d e sa rro llo : un desarrollo y p a u ta s
de consumo distorsionados, niveles inadecuados de intensidad de
capital, etc. C uriosam ente, la m iseria causada por la agricul­
tu r a o rien tad a hacia las exportaciones, desde la G ran B re­
ta ñ a del siglo XVIII h a sta los países en desarrollo hoy en día,
no ha dejado sus m arcas en las g ran d es co rrien tes de pensa­
m iento. P o r lo general, el Ja p ó n no es com únm ente citado como
ejem plo de u n a econom ía distorsionada que, aunque tiene una
pequeña p a rte de su p n b dedicado a las exportaciones, ha orien­
tado, sin em bargo, toda la economía a la producción de bienes
exportables, descuidando la in fra e s tru c tu ra habitacional y so­
cial, como tam bién el sector de servicios. Sin em bargo, al menos
en el T ercer Mundo, se reconoce el conflicto potencial e n tre la
integración de los m ercados m undiales y la básica autonom ía
socioeconómica.

1 North-South: A Program m e fo r Survival, Informe de la Comisión


Independiente sobre Temas de Desarrollo Internacional (Comisión Brandt).
Londres, Pan Books, 1980.
86 W olfgang H agek

Sin em bargo, pocas personas parecen com prender que un


conflicto así puede tam bién s u rg ir en E u ro p a Occidental. L a
integración de los m ercados m undiales am enaza la m ism a esen­
cia de la c u ltu ra socioeconómica del m oderno estado benefactor
y es e sta am enaza, incluso si todavía no se la reconoce, la que
d e te rio ra rá cada vez m ás las relaciones N orte-S ur, al m ism o
tiem po que desestabilizará la economía m undial.
Conviene ree sc rib ir algo de la h isto ria económica de po st­
g u e rra p a ra d isc u tir este punto. G eneralm ente, esta h isto ria se
p rese n ta como un firm e progreso hacia la liberalización del
comercio. Sin em bargo, h a s ta 1958-1959 y el fin de los controles
de cambio, la liberalización de E u ro p a Occidental fue p rin c i­
palm ente confinada al propio continente, y se estim uló a la
OCED a d iscrim in ar en co n tra de los E stados Unidos. E n los
años siguientes, con las ta r ifa s todavía altas, los E stados U ni­
dos continuaron el modelo del comercio com plem entario — a g ri­
cu ltu ra y a lta tecnología— en ta n to que las com pañías o rie n ta ­
das al m ercado internacional que producían las m an u factu ras
corrientes p re fe ría n la inversión directa a las exportaciones a
esos m ercados. Cuando p o r fin b a ja ro n las ta r ifa s (R ueda K en­
nedy) el dólar estaba sobrevaluado sin rem edio. Como una
consecuencia, E u ro p a Occidental quedó sin una com petencia
efectiv a: E u ro p a del E ste producía bienes que no encontraban
m ercados a ningún precio. Japón ten ía una gam a de producción
m ás estrecha que estab a totalm ente absorbida por el m ercado
estadounidense. Los países en desarrollo p arecían p erm anente­
m ente a tra p ad o s por una insuficiencia de capital, in fra e stru c ­
tu ra , recursos hum anos y m ercados. R eforzaron esta ilusión
una e stru c tu ra de ta r ifa s desfavorable a los bienes “típicos”
producidos en los países en desarrollo, y el Convenio sobre
Textiles de Algodón.
E n o tra s p alab ras, E u ro p a Occidental gozó, colectivam ente,
de una protección n a tu ra l co n tra el m undo exterior, que no fue
menos efectiva que el proteccionism o deliberado practicado por
el Japón. Como resultado, E u ro p a Occidental no sólo fue capaz
de vender sus productos a precios m uy cercanos al costo al
resto del mundo, sino que tam bién fue capaz de establecer esos
costos, a sig n a r los recursos y d istrib u ir las rem uneraciones de
los factores de form as que correspondían a sus políticas y valo­
re s cam biantes. Si bien existían condiciones de libre comercio
Comercio N orte-S ur y a u to n o m ía 87

dentro del continente, se evitaro n las tensiones, puesto que esos


valores e instituciones evolucionaron coordinadam ente en toda
la región.
E n esos años de autonom ía, E u ro p a Occidental encontró
respuestas a problem as que d u ra n te un siglo h ab ían ocupado la
política in te rn a e in tern acio n al: la g u e rra de clases pareció
resuelta de una vez por todas p o r la redistribución del ingreso
y la introducción de elem entos contractuales en los m ercados
laborales, que hicieron d ism inuir la brecha e n tre asalariados
y clases m edias. E l continente fu e unificado e integrado econó­
m icam ente h a s ta el punto en que los conflictos arm ados llegaron
a se r inconcebibles y el desarrollo de un poder “ civil” unificado
como un polo de calm a en un m undo de conflicto pasó a ser
u n a posibilidad.
E stos logros no sólo se consideran norm ales hoy en día,
sino que han sido incansablem ente puestos en peligro por euro­
peos de m ala m em oria. E n la m edida en que avance la in te g ra ­
ción de los m ercados m undiales, se d e te rio ra rá el tradicional
poder de negociación de las clases tra b a ja d o ra s en relación con
la seguridad social y los ingresos. E n la m edida en que la in te­
gración de los m ercados m undiales sea resistid a, la n atu ra le z a
necesariam ente clandestina de esta resistencia llevará a form as
nacionales de proteccionism o que am enazarán la unidad econó­
m ica, y por lo ta n to política, de E u ro p a Occidental. N a tu ra l­
m ente, estos puntos necesitan ser am plificados.
N u estra h isto ria económica continúa con la pérd id a de la
protección n a tu ra l colectiva de E u ro p a Occidental al te rm in a r
la década de los 70. E l dólar fu e valorado en fo rm a rea lista y
los E stados Unidos, em pujados por un m ercantilism o relacio­
nado con el petróleo, que es hoy una c a ra c te rístic a im portante
de la economía m undial, comenzó a vender productos corrientes,
tales como textiles, a E uropa. E u ro p a O riental se equipó con
m odernas plan tas y cooperó con las corporaciones tra n sn a cio ­
nales occidentales p a ra llegar a e s ta r presente en los m ercados
m undiales. Japón diversificó sus productos y m ercados, captu­
rando parcelas sig n ificativ as de los m ercados nacionales y de
exportación europeos. F inalm ente, los países recientem ente in­
dustrializados, seguidos por una corte de otros igualm ente incli­
nados a in d u stria liz a r sus economías, com enzaron su m eteòrico
ascenso en los m ercados m undiales de m an u factu ras. L a tra n s -
88 W olfgang H ager

ferencia de tecnología, en donde la interm ediación de las corpo­


raciones tran sn acio n ales jugó un rol im p o rta n te ; los avances
educacionales y las m ejoras en tra n sp o rte s y comunicaciones
h ab ían reducido m uchísim o lo que parecían se r obstáculos insal­
vables p a ra el desarrollo ta n sólo algunos años antes.
P rivado de su protección n a tu ra l, el monopolio tra n sito rio
de las form as avanzadas de producción in d ustrial, la posición de
E u ro p a Occidental se reveló como una economía de alto costo.
A hora e n fre n ta com petencia en to d a la gam a de las m anufac­
tu r a s ; quedan allí m uy pocos vacíos. L as organizaciones in te r­
nacionales, com prom etidas con un sistem a abierto al m undo,
su b ray an el sig n ifican te im pacto de los nuevos com petidores en
lo que se refiere a c a n tid a d e s2. Sin em bargo, en el corto plazo,
es probable que el im pacto radique en las ganancias, m ien tras
las firm a s luchan p a ra m an ten er su participación en el m ercado,
igualando los precios de sus com petidores y /o aum entando sus
inversiones de capital. E s ta es una defensa c a ra pero tem po­
ralm ente exitosa co n tra las im portaciones. Sin em bargo, el
ah o rro en tra b a jo , a nivel de la firm a , se anula al nivel de la
economía nacional en sociedades que p ag an p o r la m ano de obra
desem pleada un salario cercano al del que tra b a ja . L a espe­
ran z a , expresada con m ucha confianza por el gatt y la oecd,
es que los tra b a ja d o re s p arados vuelvan a ser empleados en
actividades “viables” .
L a única razón m ás im p o rtan te que previene a la gente de
e n fre n ta r el verdadero dilem a es la fe en el “ a ju ste ascen­
de n te ” . De acuerdo con esta estrateg ia, la m ano de obra europea
de alto costo puede co n tin u ar siendo c o n tra ta d a en la m edida
en que se tra n s fie ra hacia una producción de a lta tecnología,
o hacia productos destinados al grupo m ás sofisticado de los
sectores tradicionales. Sin em bargo, estas e stra te g ia s de a ju ste
en cu en tran sus lím ites en la e s tru c tu ra de la dem anda final.
Los consum idores co n tin u a rá n gastando sus ingresos en ropa,
m uebles, TV y raq u e tas de tenis, y consum iendo cantidades lim i­
ta d a s de reactores nucleares, je ts o satélites. M ás aún, al igual
que el Japón, los E stados Unidos y E u ro p a están en las m ism as
fro n te ra s de la tecnología; el aju ste acelerado los conducirá

2 La presentación más conocida de este punto de vista es oecd: The


Im pact of the N ew ly Industrializing Countries. París, 1981.
Comercio N orte-S ur y a u t o n o m ía 89

h acia una rá p id a sobrecapacidad en lu g a r de aseg u rarles largos


períodos de re n ta s m onopólicas que, an terio rm en te, p e rm itían
a los sectores líderes re c u p e ra r sus costos de investigación y
desarrollo. E l sector de la energía nuclear, donde todos están
perdiendo dinero, proporciona un ejem plo m oderno. Los cre­
cientes m ercados de productos sofisticados, como aceros espe­
ciales, autom óviles de calidad o m odas de diseñadores, no cons­
titu y en m ás de un décimo de los m ercados totales. M ás aún, esos
presuntos refugios están siendo erosionados por la facilidad con
que pueden se r tran sm itid o s los últim os diseños e inform aciones
de m ercado directam ente a m áquinas y depósitos en todo el
mundo.
De ello se desprende que el problem a de la producción y
de alto costo y altos salarios no puede ser evadido poniendo las
expectativas en un a ju ste ascendente dirigido a sectores tecno­
lógicos defendidos fre n te a la competencia. De hecho, toda esta
noción es inconscientem ente rac ista . E lla asum e que incluso la
p a rte de la población m enos educada de E u ro p a e stá destinada
p a ra siem pre a producir bienes m ás com plejos y sofisticados
que los que puede p ro d u cir aquella p a rte de la población m un­
dial de color oscuro, m ás m óvil y m otivada. L a situación es
d iferen te y ello constituye un m otivo de satisfacción. E l p ro ­
blem a rad ica en la influencia — ah o ra m u tu a— de diferentes
cu ltu ras socioeconómicas, que en sí m ism a es atrib u ib le a la
integración de los m ercados. E l s u r h a sabido d u ran te mucho
tiem po que ta l influencia puede se r altam ente desestabilizadora
ta n to en térm inos políticos como económicos. Y algunos pueden
p e n sar que es un asunto de ju sticia el que el zapato esté ahora
en el otro pie. L a interdependencia es u n a re a lid a d ; sin em bargo,
el destino de los países ricos toca a todos los dem ás, como lo
descubrió la OPEP.
E l punto fu n d am en tal que h a sido soslayado po r los opti­
m istas del a ju ste ascendente es que, bajo condiciones de libre
comercio, los m ercados laborales internacionales están in te g ra ­
dos de fa d o . E sto se deriva de la ley de W alras, que dice que
si un m ercado de facto res se en cuentra integrado con los m er­
cados de bienes, el segundo m ercado de facto res se in te g ra rá
ipso fa d o . P o r supuesto, los m ercados nacionales de capital no
e stá n integrados, pero la m ovilidad del ca p ital es tal, aunque
sea sólo vía m ercados o f f shore que en la p rác tic a se aplica
90 W olfgang H ager

esta ley. Tam poco están totalm ente integrados los m ercados
de bienes, pero en la m edida en que lo están se aplica la lógica de
W a lra s : los tra b a ja d o re s europeos com piten directam ente, po r
ejem plo, con los tra b a ja d o re s del T ercer Mundo. E l m ercado
laboral en su conjunto constituye un m ercado excedenterio y
p erm anecerá así d u ran te m uchas décadas. P uesto que se tr a ta
esencialm ente de un m ercado libre, los salarios co n tin u arán de­
prim idos. L a escasez local de fu erz a de tra b a jo , acom pañada
p o r salarios algo m ás altos, no puede a lte ra r la situación del
m ercado global. E n la m edida en que el tra b a ja d o r europeo
com pita librem ente en este m ercado, como se supone bajo un
m ercado libre, deberá a lin e a r la rem uneración de su producti­
vidad con algún sta n d a rd global. Si no se efectúan esos aju stes
salariales h a b rá a ju ste s cuantitativos, esto es, desempleo. Se
pueden observar am bas respuestas en el m ercado.
L a m ayoría de la gente da la bienvenida al papel del co­
m ercio e x te rio r como un contrapeso del poder del m ercado den­
tro de E u ro p a o de A m érica, sea o no representado por los
sindicatos o po r las em presas. D u ra n te los años de autonom ía,
los sindicatos g an aro n m uchas victo rias en algunos países, los
que en últim o térm ino, dañ aro n las ganancias y la seguridad
en el empleo de los tra b a ja d o res. P ero esto es cuestión de g r a ­
dos. L a com petencia v erd ad eram en te libre en el m ercado laboral
m undial significa im p o rta r los p atro n es socioeconómicos de los
o tro s : n ad a de poder efectivo de los sindicatos, una distribución
del ingreso m uy distorsionada y la aceptación de un desempleo
a g ra n escala. (L a presunción im plícita de los optim istas del
a ju ste, de que existe equilibrio en un lib re intercam bio en tre
á re a s de producción de alto costo y de b ajo costo que m antiene
algo parecido al pleno empleo en las á re a s de alto costo no es
plausible, y llega a se r poco ingeniosa.)
E s im p o rtan te com prender que lo que está im plícito en
p rim e r lu g a r es un problem a d istributivo interno. C laram ente,
aquellos europeos y am ericanos que están tra b a ja n d o en la p a rte
protegida de la economía, esto es, la m ayoría, al m enos en el
corto plazo, tienen una identidad de intereses con los ex p o rta­
dores en los países en desarrollo o en el Japón. Su ingreso re a l
aum enta si pueden su stitu ir im portaciones b a ra ta s por p ro ­
ductos dom ésticos (m ás c a ro s). Sin em bargo, incluso en el eorto
plazo, e sta gan an cia ten d e rá a s e r anulada por el costo de los
Comercio N orte-S ur y a u t o n o m ía 91

im puestos cada vez m ás altos, necesarios p a ra p a g a r la fuerza


de tra b a jo ociosa, incluyendo el “im puesto inflacionario” im plí­
cito en el déficit fiscal en que deberán in c u rrir esos gobiernos y
p o r la pérd id a de v alo r del capital, en el cual m uchas personas
tienen participación a tra v é s de los fondos de pensiones u otros
m ecanism os. E sas son las pérdidas y ganancias estáticas.
Sabemos p o r los econom istas clásicos como R icardo y Adam
S m ith (los econom istas políticos, y no las inanim adas a b stra c ­
ciones en las cuales se b asan los modelos reduccionistas actua­
les), que los salarios, en especial los salarios m ínim os, están
determ inados en p a rte po r valores sociales y en p a rte p o r lo
que puede s e r llam ado los térm inos de intercam bio del tra b a ­
ja d o r con el resto de la economía. Los clásicos piensan p rin ci­
palm ente en la alim entación como un elem ento decisivo en la
ecuación. Hoy día, internam ente, los térm inos de intercam bio
cruciales son aquellos e n tre el sector protegido de la economía
(que, adem ás de la alim entación incluye la vivienda y los se r­
vicios) y el sector abierto, esto es, la m ayoría de las m anu­
fac tu ra s.
E n las economías avanzadas el secto r protegido está a b ru ­
m adoram ente caracterizado p o r acuerdos contractuales m uy ale­
jados del m ercado; em pleados públicos, abogados, empleados de
banco o agricultores que reclam an como un derecho inalienable
las v e n ta jas que el tra b a ja d o r en el sector ab ierto ya h a b ía
adquirido: altos salarios, pocas h o ras de tra b a jo , seguridad,
vacaciones, etc. E l tra b a ja d o r g a sta buena p a rte de su ingreso
en intercam bios con este sector protegido; no tiene elección y
debe a c ep ta r las ta r ifa s fija d a s por los contratos im puestos po r
éstos. Adem ás, la sociedad im pone un conjunto de condiciones
p a ra la producción en el sector abierto, que la hacen com para­
tiv am en te ineficiente: regulaciones m edio am bientales, prohibi­
ciones o regulaciones de zonas que rig en la construcción de
plan tas, etc. Los E stados Unidos han aceptado la necesidad del
a ju ste reduciendo el núm ero y alcance de tales regulaciones. E n
la m edida en que las sociedades europeas perm anezcan com pro­
m etidas con sus valores, u n a p a rte m ayor del costo del a ju ste
caerá sobre la in d u stria y los tra b a ja d o res.
E n o tra s palabras, el a ju ste com ercial im plica no sólo una
nueva distribución de las actividades d en tro de un contexto que
de o tra m an era no h a b ría cambiado, sino tam bién un a ju ste
92 W olfgang H age®

grad u al aunque inequívoco, de la sociedad y la política, a las


p rácticas socioeconómicas de com petidores exitosos. No es sólo
el estado b enefactor (en la m ás am plia in terp retació n posible) el
que e stá siendo am enazado, sino el capitalism o lib re em pre­
sa ria l que en las dem ocracias tiende a viv ir en sim biosis con el
estado benefactor.
L a dism inución de costos no puede se r lo suficientem ente
rá p id a ni llegar ta n lejos como p a ra m an ten er las ganancias
de m uchas em presas industriales. Si las firm a s posponen in v er­
siones costosas, pueden m antenerse d u ran te un tiem po increí­
blem ente largo produciendo e igualando los precios de los com­
petidores. Cuando el a ju s te a nuevas líneas de productos y a
nuevas tecnologías de producción y a no puede ser postergado,
esas firm a s se e n fre n ta n cada vez m ás con la elección e n tre la
b a n c a rro ta y su rescate p o r p a rte del E stado. E l tam año de
la firm a usualm ente determ ina cuál de las dos soluciones es
eventualm ente elegida. E l estado adquiere involuntariam ente
(o adquiere la responsabilidad p o r) el control o la responsa­
bilidad en los sectores de p u n ta de la in d u stria m oderna. E n
o tra s p alab ras, E u ro p a Occidental está cayendo dentro del
modelo del estado c a p italista — defensivam ente y sin una clara
e stra te g ia global— que es la c a ra cterística común de g ra n p a rte
de su entorno económico.
Conectada con tales resp u estas sistem áticas e stá la rea sig ­
nación de los ah o rro s e inversiones nacionales que corresponden,
no a prioridades socioeconómicas determ inadas internam ente,
sino m ás bien a la lógica m ercan tilista de un m ercado m undial
in te g ra d o : la inversión se canaliza a la in d u stria m ediante con­
cesiones de im puestos, financiam iento p referencial y subsidios
directos. E n p a rte , esas m edidas p ro te c to ra s solam ente com­
p ensan p o r el hecho de que el sector protegido a tra e dem asiadas
inversiones en relación con el sector abierto de b a ja s ganancias.
P ero el modelo “ideal” qué e stá siendo im itado, aunque m ala­
m ente, es el del J a p ó n : una sociedad o rien tad a a la producción
y al consum o (in te rn o ) de bienes exportables y un sector de
servicios y de vivienda m uy costoso e ineficiente y subdesarro-
llado.
E stos esfuerzos europeos p a ra canalizar recursos a los sec­
to res que producen bienes exportables son sólo p a rte de la dis­
pendiosa confusión m undial por la cual los p articip an tes, todos
Comercio N orte-S ur y a u to n o m ía 93

m ercantilistas, buscan su b sid iar esos sectores, con u n a pérdida


“e stá tic a ” , p a ra c a p ta r las ganancias dinám icas del desarrollo
y p a ra m e jo ra r su posición de balanza de pagos. Los subsidios
al capital, beneficios fiscales a la in d u stria socialm ente re g re ­
sivos, los subsidios de exportación, los subsidios a la in fra e s­
tru c tu ra y los reco rtes al poder de los sindicatos, constituyen
un fenóm eno universal en el m undo occidental, n o rte y su r, y
son, por supuesto, sistem áticos en E u ro p a Occidental. La c a ri­
c a tu ra de esta c a rre ra derrochadora de los subsidios m ercan ti­
listas es la in d u stria de construcción de barcos que, basándose
en una exacta contabilidad de sus costos, h a rendido un valor
agregado negativo p a ra todas las firm a s del m undo, salvo pocas
excepciones.
Hemos argum entado que E u ro p a se a ju s ta a los modelos
socioeconómicos de los com petidores exitosos en dos aspectos
fu n d am en tales: revertiendo las negociaciones sobre ingresos y
seguridad social hechas con los sectores laborales e inclinán­
dose hacia el capitalism o de estado que constituye, en efecto,
un proteccionism o financiero. E x iste un te rc e r elem ento en el
arsen al de políticas de los com petidores: el proteccionism o co­
m ercial. E ste proteccionism o perm ite al Jap ó n y a los países
recientem ente industrializados a com prom eterse en el riesgoso
juego de la com petencia m undial, selectivam ente y bajo condi­
ciones controladas, sin som eter a toda la economía a la incerti-
dum bre y a los efectos acum ulativos del aju ste. Los países de
E u ro p a Occidental están respondiendo a la lógica de la situación
practicando a su vez el proteccionism o, no, p o r cierto, por la
vía de la retaliación, sino como un paso pragm ático p a ra salv ar
firm a s y actividades en peligro de p erderse en la lucha m er-
c an tilista. E n verdad, se ría erróneo h a b la r de proteccionism o a
“ in d u stria senil” como u n fenóm eno sim ilar al proteccionism o
a la “in d u stria in fa n til” . E l punto rad ica en que estam os t r a ­
tando con in d u stria s de edad m ad u ra o, p a ra ponerlo en fo rm a
m ás técnica, en que todo el m undo está tra b a ja n d o con equipos
de capital cada vez m ás parecidos. Si se puede decir de o tra
m anera, las naciones que están comenzando, con p lan tas nuevas,
de reciente cosecha, pueden gozar hoy de u n a m ayor producti­
vidad prom edio que aquellas que se e stá n esforzando po r incor­
p o ra r equipos m odernos a las instalaciones existentes (p. ej., la
in d u stria naval en la R epública de C orea), y h a b la r de esas
in d u stria s claves, como la del acero, como de actividades decli­
94 W olfgang H ager

n a n te s porque están reduciendo su fu erz a de tra b a jo , es o to rg a r


al modelo de a ju s te lineal u n a inevitabilidad que no posee.
P uesto que la C om unidad E uropea se encuentra constreñida
p o r algunos dé sus países m iem bros a seguir una política co­
m ercial liberal, de c a rá c te r convencional, la responsabilidad de
resolver los problem as del m undo real recayó sobre las naciones
individualm ente consideradas. Incapaces, en v irtu d del T ratado
de Rom a, de r e c u rrir a la im posición de ta r ifa s o de cuotas
proteccionistas, tuvieron que ap elar a fo rm as de proteccionism o
encubierto: b a rre ra s técnicas, políticas nacionales de com pra,
im pedim entos aduaneros, acuerdos de restricción voluntarios
(negociados m uchas veces e n tre in d u striales privados con la
bendición oficial) y, como se m enciona m ás a rrib a , el proteccio­
nism o financiero. E l efecto neto de estas m edidas no consiste
sólo en la com pleta erosión de la unión ad u an era en todos los
casos m ás graves, sino tam bién en la erosión del m ercado libre
in tern o de la Com unidad. Lo a n te rio r afecta a E u ro p a Occiden­
ta l en su conjunto: los acuerdos de libre comercio con la Aso­
ciación de L ib re Comercio Europeo ( e f t a ) tam bién fueron ero­
sionados p o r el nuevo proteccionism o.
E n o tra s palabras, un á re a de libre comercio factible, que
rep re sen ta b a las dos terc era s p a rte s de las exportaciones de la
m ayoría de los países europeos, ha sido sacrificada p a ra lo g ra r
el propósito de m an te n er la lib ertad de com ercio con un entorno
externo que no perm ite al m ercado com unitario o p erar ni a
tra v é s de sus fro n te ra s ni dentro de ellas (en donde el capital
es avaluado y asignado con el objeto de p erseguir determ inadas
e stra te g ia s de desarro llo ).
A ntes de volver sobre las im plicaciones de esas tendencias
p a ra el T ercer M undo, perm ítasenos resu m ir y p ro fu n d izar un
poco m ás nu estro argum ento. E l p rim e r punto consiste en no
concebir la actividad económica en E u ro p a y en el resto del
m undo como una obra de la n atu raleza que podría ser m an te­
n id a en equilibrio m ediante a ju ste s m arginales, sino como un
conjunto de p a u ta s e instituciones establecidas por el hom bre
p a ra d eterm in ar los precios y la asignación de los factores pro ­
ductivos. L a c a ra c te rístic a d istin tiv a de E u ro p a consiste en que
allí el m ercado laboral no es libre y en que el uso ta n to del
tra b a jo como del ca p ital se en cuentra sometido a severas y
costosas regulaciones. E n general, la asignación del capital real
C omercio N orte-S u r y a u t o n o m ía 95

se efectúa en fo rm a descentralizada, con una fu e rte p referencia


p o r la inversión social en in fra e s tru c tu ra , determ inada a t r a ­
vés de incentivos o decisiones estatales. L a a n te rio r constituye
un á re a de inversión de álto co sto ; las condiciones del m ercado
o de la com petencia y los efectos de la pu g n a d istrib u tiv a sobre
el fisco y los salarios, reducen la ta s a de ganancia, reduciendo
tam bién el ritm o de la renovación del capital y /o canalizando
los ah o rro s hacia los sectores protegidos y las inversiones
e x tra n je ra s.
E n 1981 el producto in tern o b ru to combinado de la Comu­
n id ad Económ ica E uropea y la Asociación E u ro p ea de L ibre
Comercio alcanzaba la sum a de 2.660 m illones de m illones de
dólares, y sus exportaciones hacia fu e ra de E u ro p a Occidental
a doscientos c u a re n ta m illones de m illones, es decir, al 9 °}o del
producto. Sus im portaciones de m an u fa ctu ras provenientes
de fu e ra de E u ro p a Occidental equivalían a unos cien m illones de
m illones de dólares, o m enos del 4 °¡o de su producto combinado.
¿Cómo es posible que m agnitudes ta n pequeñas ten g an efectos
ta n im p o rtan tes como los que se señalan en este artículo? P r i­
m eram ente, estam os argum entando acerca de tendencias. E n
1973, las im portaciones de m an u fa ctu ras provenientes de fu e ra
de E u ro p a Occidental, efectuadas por los países del área, alcan­
zaron a 29 m il millones de dólares. E n segundo lugar, como se
arg u m en tab a m ás a rrib a , las políticas defensivas adoptadas al
nivel de la firm a (como, p o r ejem plo, la profundización de las
políticas de defensa del cap ital o la reducción de los costos
infligidos por la fa lta de inversión, dependiendo de las condicio­
nes prevalecientes en la firm a y en el sector involucrados cuando
aum entan las presiones del a ju ste ) y al nivel de las políticas
públicas (re b a ja s en el nivel de los salarios u otorgam iento de
subsidios) pueden tr a b a ja r d u ran te un tiem po, como lo hace el
desembozado proteccionism o. De allí que aquellas c ifra s no
reflejen la m ag n itu d de los desafíos que p lantea el aju ste. E n
te rc e r lugar, n u e stra argum entación presum e la existencia de
u n m undo G albraithiano, como c a ra cterística del capitalism o
m oderno, el cual req u e riría de u n a m arcada estabilidad de p re ­
cios y m ercados p a ra que las firm a s puedan com prom eterse en
inversiones crecientem ente prolongadas y costosas, y dentro del
cual la fo rm a de organización norm al y necesaria de los nego­
cios es el oligopolio. Los libros de tex to convencionales nos
enseñan que los oligopolios quiebran, ya sea si el núm ero de
96 W olfgang H ager

firm a s com petidoras au m en ta considerablem ente o bien si las


nuevas firm a s que e n tra n en el m ercado están en condiciones
de p ro d u cir a costos sustancialm ente m enores, de ta l m an era que
las sanciones norm ales de todo oligopolio no funcionan. E u ro p a
(y tam bién N o rteam érica) e stá experim entando sim ultánea­
m ente am bos desafíos. Y, como lo m u estra la experiencia, to d a
firm a que rep re sen ta m ás del 5 % del m ercado y vende a precios
sustancialm ente in ferio res a los prom edios, puede im poner un
realineam iento de los precios al 95 % de las firm a s restan tes.
E n e sta situación de incertidum bre, el capital ir á a lugares
donde los beneficios correspondan a los riesgos, bordeando un
40 %, p o r ejem plo, y se obtengan dentro de un período m ás
b rev e; o bien a p e la rá al estado, ya sea ex ante o ex post en
busca de seguridades. De un modo sim ilar, m uchas fo rm as m o­
d ernas de proteccionism o pueden ser concebidas como un oscuro
intento efectuado por la a u to rid ad pública p a ra obligar a los
recién llegados a observar la disciplina oligopólica, un intento
en que el estado p asa a desem peñar ta re a s que an tes d esarro ­
llaban las em presas privadas. Sin em bargo, como se a rg ü irá
m ás adelante, no hay a lte rn a tiv a s a este método p a ra sum inis­
t r a r un m ínim o de orden en un m undo integrado en que coexis­
ten sistem as socioeconómicos heterogéneos.
¿C uáles son los intereses de los países en desarrollo en
m edio de e sta situación? E n la m edida en que ellos aum enten
su participación en los m ercados de los países desarrollados,
ellos g a n a rá n una fu en te dinám ica de dem anda ex tern a sin verse
obligados a tra s p a s a r ín teg ram en te a su fu erza de tra b a jo
in te rn a las ganancias derivadas de los aum entos de producti­
vidad. Lo a n te rio r p erm ite a ltas ta sa s de ahorro, las que consi­
d eran esenciales p a ra el desarrollo. H ay c ie rta s deseconom ías
en la inestabilidad y /o represión política que con frecuencia
supone la adopción de estas estrateg ias. Adem ás, estas políticas
tienden a a tr a e r la inversión e x tra n je ra . E l d ren aje de dem anda
efectiva y de capitales desde E u ro p a Occidental puede consi­
d e ra rse como un beneficio neto p a ra los países en desarrollo,
cuyos efectos dinám icos tienen, como c o n tra p artid a , el e sta n ­
cam iento y la declinación in d u stria l en E uropa. Uno de los p rin ­
cipales p erju icio s p a r a los países en desarrollo rad ica en que
la situación d escrita m ás a rrib a es esencialm ente inestable y
no puede d u ra r. M ientras los países de E u ro p a Occidental, f i r ­
Comercio N orte-S ur y a u to n o m ía 97

m em ente raigados en el pensam iento neoclásico, p ro cu ra rá n


e v ita r año tr a s año la aplicación de las m edidas de a ju ste social­
m ente reg resiv as descritas m ás a rrib a , los tra b a ja d o re s y los
hom bres de negocios conjuntam ente con los propios m ecanism os
políticos, o bligarán a los funcionarios públicos, ideológicam ente
neutrales, a ac tu a r. L a salida inicialm ente m ás fácil, que es el
proteccionism o financiero, se ten d e rá a bloquear rápidam ente
p o r los efectos p resupuestarios sobre el desempleo, como con­
secuencia de un creciente uso del capital subsidiado por el estado.
P a r a los países en desarrollo, el p rin cip al efecto de este p a r ti­
c u la r tipo de respuestas consiste en la negación de su acceso
a los m ercados (a tra v é s de u n a producción in te rn a subsidiada)
en v a ria s form as, que tienden a lim ita r el crecim iento en los
países ricos (inflación causada p o r los déficit fiscales necesarios
p a ra fin a n c ia r ta n to el desempleo como los subsidios al capital,
acom pañada de una recesión, en p a rte como una resp u esta
de política y en p a rte como u n a consecuencia de la escasez de
dinero en la economía en su co n ju n to ).
Desde el punto de v ista de los gobiernos, el proteccionism o
desembozado constituye una salida m ás b a ra ta . Tam bién se en­
c u en tra m ás a tono con el capitalism o basado en la libre em­
presa. E s ta salida provee a la in d u stria de recursos a tra v é s de
las re n ta s pro teg id as y sin involucrar la in te rfe re n c ia d irecta
del estado. B eneficia m ás a las firm a s m ás eficientes, m ie n tra s
que los subsidios del estado se inclinan p o r lo general hacia las
m enos eficientes. U na m ira d a a las firm a s y países (los E stados
Unidos, la R epública F ed eral de A lem ania o Suiza) que se h an
beneficiado m ás del Acuerdo M ultifibras, dem uestra rá p id a ­
m ente la eficacia del proteccionism o, en m arcado co n traste con
lo que enseña el dogm a del libre comercio. H ay probabilidades,
sin em bargo, de que las adopciones de políticas proteccionistas
continúen siendo como h a s ta ah o ra — pero a un ritm o m ás
acelerado— rep e n tin a s y parciales. E l pánico proteccionista
conduce ta n to a los países europeos como a sus nuevos compe­
tidores al peor de los resultados posibles. P rim ero, y esto es ta l
vez lo menos im p o rta n te p a ra los países en desarrollo, el pánico
proteccionista tenderá, con toda probabilidad, a in v a d ir a todas
las anciones, aum entando la incertidum bre y la com plejidad
involucrados en la política com ercial de los países proveedores.
P a r a E uropa, los costos son m ás altos, puesto que las b a rre ra s
com erciales levantadas co n tra los pequeños flujos de m ercancías
98 W olfgang H ager

provenientes de su comercio externo frecuentem ente afe c ta n


volúm enes m ucho m ás im p o rtan tes de comercio intraeuropeo.
Lo que es m ás im portante, el pánico proteccionista de los países
en desarrollo que e stá n en condiciones de e x p o rta r ten g an que
m an te n er grandes existencias de capital ocioso, a un alto costo.
Lo que es m ás, el proteccionism o europeo im plica el riesgo de
tra n s m itirse al otro g ra n m ercado, el de los E stados Unidos,
en la m edida en que el aum ento de las exportaciones y la com­
petencia e n tre los precios, en búsqueda de m ercados alternativos,
tiende a desencadenar u n a c a rre ra proteccionista de c a rá c te r
defensivo. Así, a fines de los años 1970, la in d u stria de los
televisores en color en la R epública de Corea llegó a tr a b a ja r
al 20 °¡o de su capacidad, después de la imposición de una cuota
en el m ercado de los E stados Unidos.
E se es, entonces, el tipo de socio que, p a ra los países en
desarrollo, E u ro p a Occidental podría re p re s e n ta r bajo sus ac­
tuales políticas: estancada, pero capaz de a n u la r la e n tra d a
en los m ercados ya conquistada por aquellos países en desarrollo
que h an intensificado el uso del capital con un propósito defen­
sivo; fra g m e n ta d a e im predecible, en la m edida en que cada
país re c u rre a restricciones com erciales c u a n tita tiv a s de un tipo
u o tro ; un débil m ercado p a ra los proveedores de m aterias
prim as, con resultados devastadores p a ra el desarrollo indus­
tr ia l de esos países, especialm ente en A m érica L a tin a ; poco
generosa en cuanto a ayuda a los m ercados, en relación con los
m ás pobres y e n tre los países en desarrollo.
¿Cuáles p odrían se r los rem edios? E l prin cip al in strum ento
p a ra lo g rar u n a m ayor arm onía, señalándolo en su fo rm a m ás
a b stra cta , co n sistiría en que los países en desarrollo se incorpo­
r a r a n — o al menos re sp e ta ra n — la disciplina oligopólica en
sus negociaciones con los m ercados de los países ricos. E sto
sig n ificaría, idealm ente, g a n a r la m ism a cantidad de divisas
vendiendo m enores cantidades a precios m ás altos, esto es,
m e jo ra r sus térm inos de intercam bio (en las m a n u fa c tu ra s).
L as recientes conversaciones m antenidas p o r la India y C hina
p a ra lim ita r sus fo rm as .extrem as de com petencia en sus m er­
cados de exportación constituyen un paso en la dirección co­
rre c ta .
P a r te del rem edio consiste en elevar las ta s a s de cambio.
P ero los m ercados son dem asiado im perfectos, especialm ente en
Comercio N orte-S ur y a u t o n o m ía 99

la m edida en que el Jap ó n fo rm a p a rte del proceso de aju ste,


como p a ra co n fiar en que las ta sa s de cam bio hag an el tra b a jo
p o r sí solas. Incluso ese m odesto paso p o d ría re q u e rir de la
colaboración activ a por p a rte de aquellos países recientem ente
industrializados que m u estra n un com portam iento m ás diná­
mico. A fin de m e jo ra r sus térm inos de intercam bio por este
camino, sin em bargo, ellos te n d ría n que organizarse como un
grupo y m o strarse dispuestos a p e rd e r una p a rte de su p a rti­
cipación en los m ercados m undiales fre n te a otros países que
h ay an llegado m ás recientem ente al proceso de industrialización.
U na m edida que te n d ría sim ilares efectos consiste en p er­
m itir la existencia de sindicatos libres. E n la m edida en que el
poder de com pra de la gente en los países industrializados e stá
estancado o se encuentra declinando, y en que el aum ento del
poder de com pra en los países en desarrollo se m antiene p o r
debajo de sus ta sa s de crecim iento, el incesante aum ento de la
productividad en el m undo sólo puede te n e r como resultado las
crisis de subconsum o que p redijo M arx y que un m ecanism o
que p e rm ita negociar librem ente los salarios co n trib u iría a
ev itar. Como lo indican las ta sa s de utilización del cap ital p re­
valecientes en esos países, escandalosam ente b a ja s debido a la
subsistencia de necesidades in satisfachas, la ley B. S ay no opera.
U na reducción com petitiva de los salarios, como la que se ob­
serv a ta n to en el n o rte como en el sur, sólo contribuye a a g ra v a r
ese problem a. Los países que se atrev en a in crem en tar su poder
de com pra in tern o pueden v er sus exportaciones reducidas, pero
serán compensados por fu en tes de crecim iento in te rn a s m ás
confiables y socialm ente superiores. C o n trariam en te al m ito
popular, esta es la fo rm a en que se desarrolló el Japón. Sim i­
larm ente, en la República de C orea (p a ra to m a r otro ejem plo),
el desarrollo no h a b ría avanzado sin los efectos causados p o r
las refo rm as sociales introducidas en la a g ric u ltu ra sobre el
crecim iento y los ingresos. E n el siglo xix, los países europeos
sólo com enzaron a a te n d e r las necesidades básicas de sus pobla­
ciones y a elevar su poder de com pra b ajo la presión de conti­
nuos disturbios y revoluciones. Dicho proceso de ap rendizaje
bien podría a co rtarse en el T ercer Mundo.
De hecho, el In fo rm e sobre Com ercio y D esarrollo de la
unctad correspondiente a 1981 señala que, en la m edida en
que los países en desarrollo se e n fre n te n con unos países indus­
100 W olfgang H ager

trializados que sólo crezcan al 2 % an u al d u ra n te los años 1980


y se encuentren sincronizados con ese ritm o po r una elasticidad
de alrededor de 1,7 e n tre el crecim iento del n o rte y el del sur,
su apoyo en la dem anda de los países ricos los condenará a una
ta s a de crecim iento de alrededor del 4 % , que q u ed ará m uy p o r
debajo del 7 % necesario p a ra ab so rb er su creciente fu erz a de
tra b a jo con algún aum ento en su ingreso real. Como conse­
cuencia de lo a n te rio r, resu lta inevitable concluir que esos países
te n d rá n que co n fia r m ás en sus fuentes in te rn a s de dem anda
y en la dem anda g enerada p o r el comercio e n tre los propios
países en desarrollo.
E l inform e a n terio rm en te m encionado nos proporciona ú ti­
les señales al d e sta c ar el c a rá c te r desequilibrado de la economía
m undial b ajo las políticas actuales, no sólo en lo que respecta
al crecim iento y el empleo, sino tam bién al financiam iento.
Sin em bargo, a p a rte de aquellos desequilibrios que a fectan a
los sectores de la energía y la alim entación, el inform e no ex­
p lora otros desequilibrios que probablem ente se d e sarro llará n
en otros sectores. R esulta claro que una yuxtaposición e n tre los
planes de inversión y /o las proyecciones en m a te ria de produc­
ción que se re g is tra n en los d istintos países que p a rticip a n en
la economía m undial p re se n ta ría un alto grado de incom pati­
bilidad e n tre esas dos v a ria b le s: la sustitución de im portacio­
nes, la restricción de las m ism as y las e stra te g ia s exportadoras
seguidas p o r cada p a ís individual im piden c e rr a r la ecuación
a n terio rm en te señalada. E l m undo es dem asiado complejo p a ra
h a c er posible cualquier tip o de planificación indicativa a nivel
sectorial, p o r lo cual re su lta im perativo establecer algún sistem a
que p erm ita a n tic ip a r y p rev e r oportunam ente el com porta­
m iento de la economía, especialm ente en los sectores m ás im por­
ta n te s de las in d u stria s intensivas de capital y tam bién de m ano
de obra. L a onudi e stá en tran d o en este campo con cautela.
Los esfuerzos de la ocde en esta área, cuyas correctas predic­
ciones acerca de la im p o rta n te capacidad ociosa que se produ­
c iría en los sectores de la sid e ru rg ia y la construcción de barcos
no fueron escuchadas, o el ejem plo de S ri L anka, que construyó
u n a capacidad de te x til m uy superior a lo que p e rm itía el
Acuerdo M ultifibras, sugieren que estos m ecanism os productivos
no son m uy exitosos. Sin em bargo, los gobiernos bien p odrían
se r capaces de a p ren d er de e rro res ta n costosos que constituye
u n a insensatez considerar sus e stra te g ia s de desarrollo como
Comercio N orte-S ur y a u t o n o m ía 101

un a variable autónom a que debe se r aceptada p o r un m ercado


m undial indefinidam ente elástico.
E l m undo occidental h a adherido h a s ta a h o ra al pensa­
m iento económico neoclásico que asum e la existencia de un
equilibrio ex ante o relega el desequilibrio a la condición de una
pertu rb ació n pequeña y tra n s ito ria . E n cambio, los países en
desarrollo no deberían b a s a r sus estra te g ia s de desarrollo a
largo plazo en lo que dicen los países industrializados, sino en
la fo rm a en que éstos se com portan y en que probablem ente
se com portarán en el fu tu ro . Ellos no deberían rec h a z ar la exis­
ten cia de acuerdos contractuales en el ám bito del comercio m un­
dial (acuerdos que ellos correctam ente h a n reclam ado en el caso
de los productos básicos) como u n a lim itación ilegítim a a su
lib e rta d de acción, sino que deberían m axim izar todo in stru ­
m ento que tien d a a e sta b iliza r su acceso y sus ingresos y a m ini­
m iz a r su explotación.
HACIA UNA NUEVA APRECIACIÓN DEL SISTEMA
DE COMERCIO INTERNACIONAL

por R eynaldo F igueredo

U na prem isa fundam ental que h a ju stificad o la existencia m is­


m a de la tjnctad h a sido la de que “el comercio puede ju g a r
u n a función clave en el proceso de desarrollo” . D esafo rtu n ad a­
m ente, si bien h a podido observarse el papel positivo que el
“comercio” h a jugado como “fa c to r de crecim iento” , en el caso
de los países en vías de desarrollo, la visión que puede obtenerse
del vínculo existente e n tre el comercio y el desarrollo parece
h a s ta cierto punto haberse nublado d u ran te los últim os años en
el contexto internacional.
¿Se h a perdido la noción de dicho vínculo? A nte ta l p re ­
g u nta, el objetivo debe co n sistir en pro p o rcio n ar las bases o
elem entos que puedan a y u d a r a los gobiernos a p ercibir el r e ­
encuentro necesario, o al m enos un efectivo redim ensionam iento
de dicho vínculo, si eso es realm en te lo que las circunstancias
nacionales e internacionales aconsejan. L a UNCTAD, como Con­
feren cia de N aciones U nidas, tien e e n tre otros la responsabili­
dad de p e rse g u ir dicho objetivo.
E l punto de a rra n q u e lo constituye en p rim e r lu g a r la exis­
ten cia palpable de un consenso en torn o a la im portancia de
la expansión del comercio m undial, si bien dicho consenso no
es unánim e en torn o a la función que el Sistem a Intern acio n al
de Comercio (sic ) debería desem peñar, ta n to en las econom ías
nacionales como en la economía internacional.
N u eva ap r ec iac ió n d el comercio in t e r n a c io n a l 103

E n segundo lu g ar, es necesario c o n sta ta r la aparición de


“ nuevos” conflictos de interés. Quizás e n tre los que m ás sobre­
salen se en cu en tra el de aplicación e x tra te rrito ria l de las leyes
nacionales que regulan las actividades comerciales, y las p er­
cepciones divergentes preexistentes no hacen sino am pliarse,
como consecuencia de desarrollos recientes.
Queda cada vez m ás paten te, que sin un “acuerdo general”
o lo que recientem ente comienza a denom inarse en G inebra “ un
nuevo consenso” , acerca de la función que debe desem peñar el
“s ic ” en la economía m undial, re su lta rá extrem adam ente com­
plejo prom over la función del comercio como “fa c to r o m otor
del desarrollo” . Sin la existencia de un “entendim iento” y u n a
“cooperación” c la ra e n tre las naciones, correm os el peligro de
v er convertirse al comercio internacional en algo sem ejante al
“dilem a clásico de cautiverio” , en el que absolutam ente todas
las partes, sin excepción, se e n c o n trara n en peor situación al
fin a l del dilema.
E l S istem a Intern acio n al de Comercio se h a resquebrajado
aún m ás a causa de la introducción de num erosas m edidas res­
tric tiv a s de c a rá c te r u n ila te ra l y bilateral. H a llegado quizá ya
el m om ento de p reg u n ta rn o s si no es tiem po de reco n sid erar las
bases de sustentación teórica del sistem a y a d e la n ta r una eva­
luación c rític a acerca de sus posibilidades de subsistencia, y
m ás aún, cuando constatam os el determ inism o de los p a rtic i­
p antes en la acción, de lo g rar, por encim a de cualquier norm a
o disciplina m u ltilateral, sus propios objetivos nacionales.
E l argum ento que sostendrem os, a los efectos de este plan­
team iento es, el de que, pese a la solidez teó rica de su fu n d a­
m ento económico, el “s ic ” de la p o stg u e rra no h a sido lo su fi­
cientem ente sólido, como p a ra so p o rta r los descalabros debidos
a consideraciones extraeconóm icas, los cuales hoy día parece­
ría n te n e r m ás prom inencia que nunca.
L a actual recesión m undial h a agravado, y quizás eviden­
ciado aún m ás los problem as inherentes al sistem a surgido de
B re tto n - Woods. Los m ecanism os tradicionales keynesianos
de m anipulación de la dem anda h a n resultado ineficaces a la
h o ra de co n tro lar la inflación y el desempleo internos, y esto ha
contribuido a la aplicación de políticas en el á re a internacional
que inciden negativam ente sobre tercero s países.
104 REYljíALDO FlGUEEEDO

M ien tras el debate en los países desarrollados de economía


de m ercado continúa en si la demanda; ag regada debe contraerse,
o p o r el co n trario am p liarse o si el bajo nivel de actividad eco­
nóm ica requiere m ayor o m enor intervención gubernam ental,
las políticas com erciales de c a rá c te r restric tiv o se adoptan cada
vez m ás con m ayor frecuencia.

A. E l sistem a surgido de B retton-W oods

Si exam inam os la situación del sistem a, ta l y como opera ac­


tualm ente, constatam os que el “s ic ” m oviliza de fo rm a creciente
u n a p a rte su stan cial de la economía, fu e ra de los objetivos que
constituyeron su fundam ento filosófico.
Al a b o rd a r los supuestos iniciales bajo los que a rra n c ó el
sistem a, nos percatam os de que el GATT se concibió p a ra p ro ­
m over un comercio m ás libre a tra v é s de políticas com erciales
no discrim inatorias. T ra s el propósito de alc a n z ar una red de
relaciones com erciales bajo un sustento m ás liberal, se p erse­
guía un supuesto aprovecham iento económico de los recursos
m undiales m ás eficiente.
Los supuestos teóricos sobre los que se construyó el sistem a,
se constituyeron en m ecanism os bajo los cuales el concepto de
“v e n ta ja com parativa” en la producción, determ inado p o r la
dotación rela tiv a de recursos de cada país, d e te rm in a ría la “com­
binación óptim a” de producción que cada país se com prom etería
a prom over eficientem ente a nivel nacional e internacional. A si­
m ism o, los com prom isos m u ltilaterales v e n d rían a “d ilu ir” la
soberanía nacional a cam bio de u n a ganancia generalizada a
tra v é s de la expansión del ingreso.
Si resu lta b a claro, en el supuesto antes citado, que p o r
m edio de la liberalización del comercio se e stim u laría la eficien­
cia en la distribución de los recursos m undiales, ex istía asim ism o
el entendido de que ello no a c a rre a ría necesariam ente la d is tri­
bución eq u itativ a de dichos recursos. L a equidad de dicha dis­
trib u ció n se d ejaba en m anos de m ecanism os, como po r ejem plo
las ta r ifa s preferenciales p a ra las exportaciones de m an u factu ­
r a s de los países en vías de desarrollo, visualizados con un doble
prop ó sito : a se g u ra r un balance m ás equitativo de los in tereses
N ueva apr ec iac ió n d el comercio in t e r n a c io n a l 105

e in te g ra r de fo rm a p ro g resiv a a los países en vías de desarrollo


en el “ s ic ” , dándole de esta fo rm a un c a rá c te r de e stru c tu ra
orgánica a dicho m ecanism o. F inalm ente, dicho consenso cons­
titu ía la aceptación tá c ita del condicionam iento de la soberanía
nacional a un com prom iso m u ltilateral de disciplina que fac ilita ­
r ía la liberalización del comercio, prom overía u n a distribución
eficiente de recursos e in crem en taría el ingreso m undial, d istri­
buyendo los beneficios de fo rm as m ás eq u itativa al co n sid erar
los intereses de los “socios com erciales” m ás débiles.
E l sistem a surgido de B retton-W oods debía e v ita r el bila-
teralism o e im p la n ta r como único m ecanism o regulador, salvo
en contadas excepciones, la aplicación u niversal de la cláusula
de salvaguardia. Asim ism o h a c er p rim a r los aranceles y las po­
líticas ara n c e la ria s como in stru m en to de restricción, dado su
c a rá c te r de inform ación pública, tra n s p a re n te y de d iáfan a vi­
gilancia, ta n to a nivel nacional como internacional. P o r fin,
todos los países debieran h ab er sido objeto de un tra to confor­
m e a la cláusula de la nación m ás favorecida, con excepción del
tra to p referen cial p a ra los países en vías de desarrollo.
Hoy día, el “consenso” se pone en tela de juicio, y esto des­
de m uy diversos puntos de v ista, am enazando el papel del co­
m ercio como m otor del desarrollo.
La sim ple constatación que hemos adelantado en la UNCTAD,
sin que p o r p a rte n u e stra e x ista una posición que trad u zca en
modo alguno regocijo o lam entación, es la de que año tr a s año
nos alejam os cada vez m ás del m arco conceptual concebido e
institu id o como el m arco “ideal” . A lejam iento, en o tra s pala­
b ras, de un “sic ” m ás libre, com plem entado con un tra to m ás
fav o rab le p a ra los países en vías de desarrollo, que asegure al
m ism o tiem po “equidad” y “ eficiencia” en la distribución de los
resursos a nivel m undial.
Los elem entos antes m encionados deberían provocar una
p ro fu n d a reflexión acerca de los objetivos de u n sistem a com er­
cial “ab ierto ” y “ liberal” , así como u n a tom a de conciencia de
los países en vías de desarrollo, profundam ente com prom etidos
con la percepción trad icio n al de la función del comercio in te r­
nacional en el proceso de desarrollo.
106 R eyn ald o F igueredo

B. Racionalidad de las deviaciones del sistem a surgido


de B retton-W oods

S i los argum ento s económicos p a r a m an ten er o p ro p iciar un sis­


tem a com ercial m ás ab ierto o liberal, pudiera p rese n tarse como
convincente p a ra m uchos, el lo g ra r una consistencia e n tre la
política com ercial y los objetivos de c a rá c te r nacional deben ser
tem a de m ayor atención y preocupación p a ra todos los países. Si
en defin itiv a es cierto que el poder fin al p a ra la tom a de deci­
siones recae sobre las naciones individuales, tam bién lo es el
hecho de la creciente interrelación de acciones y reacciones a
dichas acciones que se derivan de ésta. Hoy p o r hoy, no se puede
concebir p o r lo ta n to una “receta” que atienda la v a sta gam a
de objetivos nacionales, en ausencia de una convergencia tá c ita
o im plícita de las voluntades nacionales. Así, una de las carac­
te rístic a s del sistem a que observam os actualm ente lo constituye
la fa lta de racionalidad y entendim iento claros en torno al logro
de objetivos m últiples y en g ra n p a rte conflictivos.
P arece que ha llegado el m om ento de sin c e rar una cuantas
cosas. Tengo que señalar, en p rim e r lugar, que a mi modo de
ver, no h ay n ad a de inm utable, ni m ucho o m enos de “sagrado” ,
en un “s ic ” liberal. L as norm as que rigen la conducción del lla­
m ado lib re intercam bio internacional de bienes, g u a rd a n su va­
lo r intrínseco ta n sólo en función del grado de com prom iso de
los países en cum plir con ellas. Siendo, dicho grado de com pro­
m iso, el resultado de la evaluación continua de los beneficios y
costos que los países deriven de un sistem a abierto. Si acepta­
mos que existen “beneficios” económicos que se derivan de un
comercio m ás abierto, h a b rá que c o n tra s ta r dicha aceptación
con el “costo” potencial que el sistem a puede llegar a im poner
sobre los países de m an e ra individual.
E l costo puede s e r de n atu ra le z a económica o política. E n
el p rim e r caso, y con un “s ic ” libre, las in d u stria s nacientes, si
bien con capacidad dinám ica de v e n ta ja com parativa, pero sin
h a b e r alcanzado econom ías de escala, no lo gran la m adurez. E n
el segundo caso, tenem os que a d m itir que la aplicación de m edi­
das de política, dirigidas a prom over un sistem a m ás liberal, a
tra v é s de u n a cesión de autonom ía y del control de la economía,
N ueva ap r ec iac ió n d el comercio in t e r n a c io n a l 107

pueden a fe c ta r negativa y sensiblem ente la consecución de obje­


tivos de desarrollo estrictam en te nacionales. A sí como el “ a ju s ­
te de e s tru c tu ra ” en fav o r de líneas de producción internacio­
nalm ente com petitivas, es sin lu g ar a dudas un hecho deseable
desde un punto de v ista económico, el costo de dicho a ju ste r e ­
cae sobre los nacionales. De e sta fo rm a vemos que la decisión
de quien en d efinitiva es el que so p o rta rá el costo, es una deci­
sión de c a rá c te r político, y en consecuencia, resu lta im prescin­
dible co n sid erar las políticas com erciales nacionales en el con­
texto de objetivos nacionales de m ayor am plitud.
Como es sabido, los gobiernos son reticentes en m uchos
casos a som eter ciertos sectores a las p a u ta s del libre comercio
y de esta fo rm a h a n despreciado, de m an era im plícita, cualquier
consideración sobre eventuales beneficios derivados de una es-
pecialización in ternacional en estos sectores. Si nos basam os en
la experiencia de las “ C orn L aw s” en In g la te rra , a comienzos
del siglo pasado, descubrim os que en la evolución desde entonces
h a s ta hoy, la a g ric u ltu ra sigue siendo hoy día un sector a lta ­
m ente protegido en m uchos países, y h a s ta se le denom ina de
“especial” en muchos foros de c a rá c te r internacional. Sin em ­
bargo, la a g ric u ltu ra no es el único ejemplo, tam bién sectores
como el “ acero” , la in d u stria del “autom óvil” padecen hoy día
la contraposición de objetivos nacionales a la funcionalidad de
un “ s ic ” abierto.
E l no som etim iento a las p a u ta s de libre comercio de deter­
m inados sectores introduce de fo rm a creciente el elem ento “a rb i­
tra r io ” en el comercio internacional. L a culm inación de dicho
proceso nos lleva a la situación en la que hoy nos encontram os,
de a lta incertidum bre en las perspectivas de resp u esta de los
m ercados de im portación y exportación. A nte la incertidum bre,
los en fren tam ien to s se tra n sfo rm a n en e s tra te g ia s de desgaste a
largo plazo, y los obstáculos diáfanos al comercio en procesos
sutiles y oscuros de acoso, lo que en o tra s p a la b ras viene lla­
m ándose “hostigam iento” .
E l “hostigam iento” , resultado de una presión ejercida, ya
sea a nivel político o económico, al aplicarse al cam po comercial,
se traduce por la incertidum bre creada en el sujeto que lo p a­
dece (ya sea país, “bloque” o em presa) p o r la potencialidad de
la aplicación de una acción re stric tiv a sobre el comercio en un
sector o grupo de bienes su jeto a intercam bio internacional. A n­
108 R eyn ald o F igueredo

te ta l incertidum bre, h a n de m overse ta n to in v ersionistas como


exportadores, y esto va claram ente en perjuicio de un norm al
desenvolvim iento del comercio, am enazando al mism o tiem po las
perspectivas de un desarrollo económico dinam izado p o r aquél.
L a generalización creciente del uso de este procedim iento es en
realidad resultado de la contraposición de objetivos estrictam en ­
te nacionales con la funcionalidad de un “s ic ” abierto. E l incre­
m ento de sutilezas, fa lta de fro n ta lid ad y finalidades de desgas­
te en la aplicación de m edidas re stric tiv a s del comercio, no es
m á s que la expresión tra n s p a re n te de la logística bajo la cual
podría p e rp e tu arse en los próxim os años el “hostigam iento” co­
m ercial.
Aquí, lo que pretendo recalcar esencialm ente, siendo si se
quiere una “perogrullada” , es que cuando se le otorga p rio rid ad
a los objetivos nacionales, los objetivos de una distribución in ­
tern acio n al eficiente de los recursos se ve relegada al segundo
rango. Así, en la ausencia de com prom isos firm es de c a rá c te r
m u ltilateral, la soberanía nacional prevalecerá, y el “ s ic ” , tal
como fu e concebido o al m enos predicado p o r sus fundadores, se
a p a rta r á como hemos visto al h a b la r de “hostigam iento”, m ás
y m ás de su fin alid ad fu n d am e n ta l: d istrib u ir los recursos de
fo rm a eficiente.
E x iste una p reg u n ta que todos debiéram os hacernos, since­
rando la resp u esta que aportem os, y es que si las políticas n a­
cionales no se fu ndam entan sobre el concepto exclusivo de la
v e n ta ja com parativa, ¿cuál h a sido la lógica que nos h a llevado
a a d m itir que las políticas com erciales sí deberían o rien tarse a
tra v é s de este concepto?
B ajo cualquier punto de v ista, la respuesta es que de hecho
asistim o s a un abandono de la disciplina m u ltilateral en direc­
ción de un bilateralism o creciente, incluso de un unilateralism o
y como es bien sabido, en un ám bito bilateral, los intereses de
los m ás fu e rte s suelen p rim a r con m ás facilidad que en un ám ­
b ito m ultilateral.
A dem ás de esto, existe un conjunto de dificultades in trín ­
secas al funcionam iento de las economías de los países d e sarro ­
llados que em pujan sus acciones hacia el terren o b ila te ra l y
hacia políticas de tra sla d o de responsabilidades a “hom bros a je ­
nos” . E n p rim e r lu g a r citem os la incapacidad p o r resolver la
“ estagflación” con políticas de alcance m eram ente interno. E n
N u eva apr ec iac ió n d e l comercio in t e r n a c io n a l 109

segundo lu g ar las crecientes rigideces e stru c tu rale s de las eco­


nom ías nacionales h an provocado unos “costos” derivados de las
dificultades de rea liz a r un a ju ste de e stru c tu ra que se hubiera
realizado en econom ías m enos en cerrad as que las de estos países.
E n te rc e r lu g ar la actuación, en estos países, de grupos de p re ­
sión em anados de la organización social y política, en donde f re ­
cuentem ente, el in te rés de unos pocos bien organizados, p rim a
sobre el in terés de la m ayoría. F inalm ente, no olvidemos el im ­
p erativo de los gobiernos po r responder a la coyuntura econó­
m ica en ausencia de una política de a ju ste positiva p a ra a fro n ­
t a r los problem as de desempleo e inflación, recurriendo po r el
con trario a c a rg a r las responsabilidades en “hom bros ajenos” .
A todas luces, é sta h a sido la e s tra te g ia m ás a tra c tiv a , y la
que un buen núm ero de países industrializados h an seguido. L as
exigencias políticas de corto plazo h an dictam inado el curso de
las acciones vehiculadas por u n a visión “m iope” y c o n tra ria al
in terés económico a largo plazo. C ualesquiera que fuesen las
justificaciones, el resultado fin al es obvio; un conjunto de m e­
didas proteccionistas o potencialm ente proteccionistas (hostiga­
m ien to ), en fo rm a casuística, p ro liferando y resquebrajando las
bases m ism as del “ s ic ” .

C. In te ré s de los países en vías de desarrollo en el sistem a

Las razones que hemos m encionado a lo largo de los p á rra fo s


an terio res, hacen que algunos países, p a rticu la rm e n te los m ás
pequeños, se p reg u n ten si acaso el “ s ic ” , ta l y como actualm ente
opera, prom ueve el desarrollo económico sostenido.
E l “ s ic ” no es ciertam ente ni abierto ni liberal, sino cada
vez m ás regulado, d iría casi m anipulado, de fo rm a ad-hoc y al
servicio de unos pocos. Siendo las m otivaciones que respaldan
cada regulación, v ariad as y no siem pre claras. Uno de los efec­
tos m ás perniciosos que observam os es el c a rá c te r creciente­
m ente discrim inatorio y poco tra n s p a re n te de las m edidas adop­
tad as. Se m ultiplican el núm ero de m edidas contingentes, o
“hechas a m edida” , proteccionism o p a ra los “casos especiales”
tales como textiles y confecciones, calzado, acero, autom óviles
o productos agrícolas.
110 R eyn ald o F igueredo

Tales excepciones cubren y a el grueso del comercio in te r­


nacional: si el A cuerdo M u ltifib ras ( a m f ), es el prototipo de
comercio gerenciado o controlado del fu tu ro , quizá los países
m iem bros de la unctad debieran ir renovando sus percepciones
sobre el “ SIC” como fa c to r de desarrollo.
E n p rim e r térm ino se debe e x am in ar lo escaso e im previsi­
ble n atu ra le z a del crecim iento del comercio m undial. De no
ex istir un crecim iento en el volumen del comercio, difícilm ente
se puede concebir con éxito u n a e stra te g ia de prom oción de ex­
portaciones. Sin crecim iento del m ercado, el “ s ic ” acaba po r con­
v e rtirse en un juego de sum a cero, percepción a rra ig a d a en la
actualidad debido al creciente proteccionism o. E n 1981, el co­
m ercio m undial decreció en $ 37.000 millones, o un 2 decli­
nando las im portaciones $ 18.000 millones. E n el caso de los
países en vías de desarrollo, es im p o rtan te se ñ ala r que sus ex­
portaciones declinaron en $ 18.000 m illones en el curso de 1981,
y si bien se reg istró u n m odesto crecim iento (2 % en las expor­
taciones de los países no p e tro lero s), éste se vio acom pañado de
un crecim iento m ayor de las im portaciones (8 % ).
E s ta visión no debe hacernos olvidar la form idable a p e rtu ­
r a de los m ercados de los países en vías de desarrollo a las ex­
portaciones de los países desarrollados de economía de m ercado
que se produjo en estos últim os ocho años, y a que por cada dólar
de increm ento de las exportaciones de los países d esarrolla­
dos de economía de m ercado h acia el m undo d u ran te el período
1973-1981, $ 0,30 fu ero n hacia los países en vías de desarrollo,
co n tra sólo $ 0,16 en el período a n te rio r (1963-1973).
E n segundo lugar, h a quedado am pliam ente dem ostrado,
que m uchos de los productos en los cuales los países en vías de
desarrollo tienen una v e n ta ja com parativa pertenecen a secto­
res en los que se h an a rra ig a d o las rigideces de e stru c tu ra.
Son dos los aspectos que deben ser analizados cuando se
quiere co n sid erar el papel del comercio en el desarrollo.

i) E l prim ero es el constituido por una c ie rta d esv en taja


im plícita que opera en co n tra de los intereses com erciales de
los países en vías de desarrollo en razón de la n atu raleza de los
bienes que ellos exportan. U na cla ra evidencia de esto es el
AMÉ, que como derogación de los principios de GATT y de sus
N u eva ap r ec iac ió n del comercio in t e r n a c io n a l 111

procedim ientos, p ro p o rcio n aría un m arco que re strin g e a los


países en vías de desarrollo en el á re a de textiles y confecciones.
ii) E l segundo es el que a ú n en estos acuerdos lanzados,
sus resultados no son satisfactorios. E n el a m f , no sólo los pro­
ductos son sujetos a restricciones, sino que ciertos países, los
países en vías de desarrollo son los únicos sig n a ta rio s sujetos
a la s restricciones, y esto prevalece pese a que en m uchos casos
los países no som etidos a restricciones h a n alcanzado ta sa s de
crecim iento de las exportaciones que sobrepasan las de los p aí­
ses en vías de desarrollo, y eso que estos países pueden no hab er
causado la “desorganización” del m ercado.

E s tá claro que no existe, p o r ahora, la determ inación de


co n fro n tar los m éritos del “ s ic ” abierto fre n te al “gerenciado” .
¿Se h a de g e ren ciar de conform idad con los intereses nacionales
o internacionales?
E n las p rem isas básicas del “ s ic ” liberal, quedaba claro que
la soberanía nacional se diluía, que el producto global del co­
m ercio se m axim izaría y que éste se d istrib u iría equ itativ a­
m ente. E l comercio gerenciado no pretende o frecer la d istrib u ­
ción m ás eficiente de los recursos m undiales, pero ciertam ente
se acrecienta la soberanía nacional. Quizá sea este el precio que
h a y que p ag ar, pero c a b ría p re g u n ta rs e . . . ¿el de qué nación?
E L D E TER IO R O DE LA RELA CIÓ N DE IN T E R C A M B IO :
A LG U N A S P E R S P E C T IV A S

por J o h n S praos

L a relación de intercam bio incide sobrem anera en la p a rtic i­


pación del ingreso m undial correspondiente a los países en de­
sarrollo. P o r tan to , no es de e x tra ñ a r que hay an insistido en
colocarla en los p rim eros lugares del tem ario económico in te r­
nacional. Tam poco es de e x tra ñ a r que el enunciado prin cip al
del problem a haya provenido de un econom ista del m undo en
desarrollo, R aúl P rebisch. No es que los econom istas de los p a í­
ses desarrollados sean incapaces de h a c er un exam en desinte­
resado del problem a, e incluso compadecen a los pobres de los
países en desarrollo, pero p o r form ación la m ayoría tien d e a
p e n sar que el econom ista debe in te re sa rse en la “eficiencia” y
se sienten incómodos con los problem as de distribución del in ­
greso, cuya c a ra c te rístic a es ser “ juegos de sum a cero” , en
que los ganadores no g an an m ás de lo que pierden los p erd e­
dores.
E l conflicto de intereses que se p resen ta en los juegos sum a
cero introduce la pasión y el p artid ism o incluso en los debates
académ icos, y algunos econom istas, con acentuada hostilidad
h an considerado a P rebisch como un falso p ro fe ta que engañó
a sus seguidores acerca de la ubicación de la tie r ra prom etida
e im pidió que sus adversarios tr a ta r a n de resolver juegos de
sum a positiva p a ra m ayor beneficio de la hum anidad toda.
P ero la relación de intercam bio e n tre n o rte y s u r e ra un p ro ­
blem a en búsqueda de un campeón. Si no h u b iera sido P rebisch
D eterioro de l a r elac ió n de in te r c a m b io 113

h a b ría sido otro. Lo que P re b isc h hizo fue m oldear el debate


de un modo p a rtic u la r, y prom over, a la vez, la creación de
u n a institución internacional — la C onferencia de las Naciones
U nidas sobre Comercio y D esarrollo ( unctad ) — en la que p u ­
dieran destacarse las dim ensiones de política de éste y otros
problem as n o rte-su r en la in te rfa se del comercio y desarrollo.
E n sus años iniciales, la unctad estuvo de hecho estre­
cham ente identificada con el problem a de la relación de in te r­
cambio. E l propio P rebisch fue su p rim e r secretario general y
su inform e presentado a la C o n fe re n c ia 1 en 1964 contenía uno
de los enunciados m ás convincentes de la hipótesis sobre dete­
rio ro perm anente de la relación de intercam bio de las exp o rta­
ciones p rim a ria s de los países en desarrollo fre n te a sus im por­
taciones de m an u fa ctu ras de los países desarrollados.
Sin em bargo, el objeto del p resen te artículo no consiste en
exam inar los aspectos de política del problem a de la relación
de intercam bio. Se co n cen trará, en cambio, en el debate rela­
tivo a la teo ría de la hipótesis del deterioro (sección i) y en la
evidencia estadística que corrobora dicha hipótesis (sección
ii) . Luego el a u to r (en la sección n i) se p re g u n ta rá si el c ri­
terio m onodim ensional de la relación de intercam bio, según se
la define convencionalm ente, puede so p o rta r siquiera en p rin ­
cipio la c a rg a que se le im puso y t r a t a r á de perfeccionarlo
agregándole m ás dimensiones. E l artículo concluye con un resu ­
m en (sección iv ).
U na exposición m ás d etallada y rig u ro sa de algunos de los
aspectos tra ta d o s en las secciones i y II puede encontrarse en
artículos del a u to r en la G reek Eeonom ic R eview y Econom ic
J o u r n a l2, m ie n tra s que el m ate ria l de la sección m se am p liará
considerablem ente en un estudio patrocinado po r la u n c ta d ,
que ap arecerá en un libro en el curso de 1983.

1 A ctas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y


Desarrollo, Ginebra, 23 de marzo-16 de junio 1964, vol. II, Exposiciones
sobre Política, publicación de las Naciones Unidas, N? de venta 64.ii.b.Í2,
informe del secretario general de la Conferencia “Hacia una nueva po­
lítica comercial en pro del desarrollo”, (e/conf. 46/3).
- John Spraos, “ The Theory of Deteriorating- Terms o í Trade Re-
visited” , Greek Economic R eview, vol. I, diciembre de 1979, pp. 15-42; John
Spraos, “ The Statistical Debate on the Net Barter Terms of Trade Bet-
ween Primary Commodities and Manufacturers”, Economic Journal, vol.
90, 1980, pp. 107-128.
114 J o h n Spraos

I. La Teoría del Deterioro

D u ran te m ás de un siglo, desde R icardo h a sta Keynes, la sabi­


d u ría trad icio n al de los econom istas había afirm ado que, a p a rte
de altib ajo s cíclicos, la relación de intercam bio de los productos
p rim ario s fre n te a las m an u fa ctu ras ten d e ría a m e jo ra r: dada
una “n atu ra le z a m ezquina” a m edida que a u m e n tara la pobla­
ción y /o a u m e n tara el consumo por hab itan te, la producción
agrícola y la extracción de m inerales m o stra ría rendim ientos
decrecientes y en u n a economía de m ercado e sta dism inución
se re fle ja ría en m ayores precios relativos p a ra los productos
p rim a rio s 3.
E n 1950, P rebisch y S inger im pugnaron radicalm ente este
concepto 4. No sólo se lim itaro n a n e g a r que los precios de los
productos básicos ten d ie ra n a m ejo rar, sino que a firm a ro n que
ten d erían a d e te rio ra rse a la larga. Su influencia inm ediata
fue ta n g ran d e que cam bió el ten o r del deb ate: sus oponentes
no re a firm a ro n los conceptos tradicionales, se lim itaro n a sos­
te n e r que en todo caso e ra una hipótesis.
E n la visión original de P rebisch los productos p rim ario s
de producción p rep o n d eran te en los países desarrollados (como
los productos agrícolas de clim as tem plados), estaban ta n su je ­
tos al deterioro del precio relativo como los producidos prepon­
derantem ente en países en desarrollo. P ero este concepto e ra
innecesariam ente ambicioso. L a posición de P rebisch es m ás
precisa y m ás defendible si se lim ita a los productos cuya fu e n te
principal son los países en desarrollo, aunque la evidencia e sta ­

3 D. Ricardo, Principies of Politicai Economy and Taxation, tercera


edición, Hamondsworth, Meddlesex; Penguin Books, 1971 (primera edición
en 1821), capítulos i, m y v; J. M. Keynes, Economie Consequences of
the Peace, Londres, Macmillan, 1920, pp. 23-25.
4 R. Prebisch, “ El desarrollo económico de la América Latina y al­
gunos de sus principales problemas”, Boletín Económico para Am érica
L atina, voi. 7, N‘> 1, 1962, pp. 1-24 (publicado por primera vez en 1950
en versión mimeografiada por la Comisión Económica para América La­
tina) ; H. Singer, “The Distribution of Gains Between Investing and
Borrowing Countries”, Am erican Economie Review, Papere and Pro-
ceedings, voi. 40, 1950, pp. 473-485.
D eterioro de l a r elac ió n de in t e r c a m b io 115

dística de largo plazo no se p reste como facilidad p a ra h acer


esta distinción.
L a m odificación clave introducida por P rebisch y S inger
en el pensam iento fue p a s a r de una tecnología estacionaria a
u n a tecnología evolutiva como el contexto dentro del cual debía
considerarse la dirección de la relación de intercam bio. La
fro n te ra de los rendim ientos decrecientes con los que la n a tu ra ­
leza m ezquina oprim ía la economía m undial se viehe expan­
diendo constantem ente po r el crecim iento del producto por
persona im pulsado p o r la tecnología. P o r tan to , los rendim ien­
tos decrecientes no logran a s e s ta r un golpe decisivo, y la sabi­
d u ría tradicional ve m uy debilitada su arm azón teórica.
Al cambio de contexto se sumó un p rim e r paso en la diná­
m ica de la form aciói. de precios. E n los países desarrollados,
que son los productores principales de m an u factu ras, los sindi­
catos y las em presas m onopólicas cap tan el aum ento de produc­
ción p o r persona como m a; ores ingresos m onetarios, m ien tras
los precios absolutos de las n a n u fa c tu ra s perm anecen constan­
tes 5. E n cambio, un aum eni o de producción por persona en el
caso de los productos prim arios, que constituyen las exp o rta­
ciones tradicionales de los países en desarrollo, se re fle ja en
m enores precios, pues los sindicatos de esos países son débiles
y los productores carecen de poder de m ercado. A sí, se produce
el deterioro inicial de la relación de intercam bio de los produc­
tos básicos.
M irado como el p rim e r paso de u n a secuencia dinám ica,
este argum ento es lógicam ente inobjetable. A unque fu e ra nulo
desde el punto de vista em pírico, puede se rv ir como u n a esque-
m atización intelectual p a ra ab o rd a r el problem a de fondo, de
si p e rs is tirá el deterioro inicial, y en qué circunstancias, y si
va em peorándose cada vez que m ejore la productividad.
Sin em bargo, si no se le considera como el p rim e r paso
esquem ático de una secuencia dinám ica, sino como el paso su fi­
ciente p a ra establecer una presunción de deterioro constante, el
argum ento es defectuoso, defectuoso en todo caso en el contexto

5 Naturalmente que si el ingreso monetario se eleva con mayor ra­


pidez que la producción por persona, los precios absolutos de las manu­
facturas subirán. Este factor puede incluirse en la argumentación, pero
sólo complica la exposición.
116 J o h n Spraos

de un ám bito de determ inación de precios de m ercado com peti­


tivo que P rebisch p arece im a g in a r p a ra los productos prim arios,
E n la exposición original sobre la hipótesis del deterioro,
P re b is c h 6 se atuvo por entero a este paso. (S in g er fue m ás
global. P ero p ro n to lo complementó con otros que p odrían sos­
te n e r en fo rm a lógica la presunción de deterioro. P o r tan to ,
fu e lam entable que muchos críticos y p a rtid a rio s sólo se afe ­
r r a r a n a este paso, desviando así p a rte del debate hacia cauces
estériles.
Que el p rim e r paso no b a sta se puede com probar con un
ejem plo sencillo. Supóngase que los países desarrollados pro ­
ducen sólo m a n u fa c tu ra s y los países en desarrollo sólo produc­
tos básicos, que el empleo es constante en am bos y que la pro ­
ductividad de las respectivas fuerzas laborales m ejora en fo rm a
exógena en igual porcentaje. Como el ingreso real m undial
a u m e n tará tam bién en dicho porcentaje, si las e lasticid ad es/in ­
greso de la dem anda son u n ita ria s, el aum ento de la dem anda
de cada bien se e q u ip a ra rá exactam ente con el aum ento de p ro ­
ducción al precio relativo inicial. Supóngase ah o ra que la re s ­
p uesta de los precios al m ejoram iento de la productividad sea
asim étrica, al estilo Prebiseh-S inger. E ntonces el precio relativo
de los productos básicos se rá m enor, pero como esta dism inu­
ción g e n e ra rá una dem anda excedentaria de dichos productos,
h a b rá u n a presión ascendente sobre los precios de esos produc­
tos, que no cesará h a sta no restablecerse el precio relativo
inicial.
E n el ejem plo m encionado no se produce el deterioro por­
que la dem anda y la o fe rta crecen en fo rm a proporcional ta n to
p a ra los productos básicos como p a ra las m an u factu ras. P a r a
establecer un deterioro del precio relativo en un contexto de
m ercado hay que in tro d u c ir un sesgo en la dem anda o en la
o ferta, o en fo rm a acum ulativa en am bas, p a ra que el creci­
m iento de la dem anda de productos básicos v ay a a la zaga del
crecim iento de la o ferta. S in g er hizo esto desde el p rincipio;
P rebisch poco después del lanzam iento inicial de la hipótesis del
deterioro. Cronológicam ente, en el pensam iento de P rebisch s u r­
gió prim ero el sesgo en la o f e r t a 7. D ependía de la presión de la

6 Op. cit.
7 R. Prebisch, “La propagación del progreso técnico y los términos
del intercambio”, en Estudio Económico de Am érica L atina, 1949 (e/Cn.
D eterioro de l a r elac ió n de in te r c a m b io 117

m ano de obra excedentaria en los países en desarrollo. Supón­


gase que la resp u esta asim étrica de los precios al m ejóram iento
de la productividad de la m ano de obra se dé como antes. L a
dem anda excedentaria resu lta n te de productos básicos com ienza
a erosionar la caída de los precios relativos, pero con ello su
producción se hace m ás ren tab le y a tra e la m ano de obra, que
es a tra íd a no con dificultad o en resp u esta a grandes aum entos
de los ingresos reales, como o c u rriría en una economía de pleno
empleo, sino en g ra n núm ero g racias al acervo de m ano de obra
excedentaria en esos países. A hora bien, la dem anda excedenta­
r ia de productos básicos a un precio relativo m enor es satisfe­
cha p o r este crecim iento adicional de la o fe rta — adicional al
que obedece al crecim iento de la productividad— con lo que se
detiene el retorno al precio relativo inicial. Así, a m edida que
crece la productividad laboral, la relación de intercam bio de los
productos p rim ario s producidos p reponderantem ente en los p aí­
ses en desarrollo se vería im pelida hacia un deterioro continuo
po r la presión de la m ano de obra excedentaria.
Al d e sta c ar la presión de la m ano de obra, Prebisch, se
anticipaba a Lewis, con cuyo nom bre se identifica el concepto
de o fe rta excedentaria de m ano de obra 8, pero Lewis fue m ás
circunspecto en sus conclusiones. Si bien en el caso de algunos
productos agrícolas tropicales la disponibilidad de m ano de obra
excedentaria conducía al deterioro de los precios relativos, lo
m ism o no e ra necesariam ente válido, a juicio de Lewis, p a ra la
totalidad de los productos cuyos productores principales e ra n los
países en desarrollo, porque no pueden negársele a trib u to s a la
n atu raleza m ezquina, y los rendim ientos decrecientes podrían
c o n tra rre s ta r con creces la presión de la m ano de obra exceden­
ta ria .
P a r a p a s a r de un P rem io Nobel (Lew is) a otro, a M yrdal
tam bién se le asocia a veces con la tesis del deterioro. U n a u to r
se re fie re al “concepto P rebisch-S inger-M yrdal” 9. P ero m ien­

12/164/Rev. I ), publicación de las Naciones Unidas, N? de venta e . 1951,


n.G.l, Naciones Unidas, pp. 48-60.
8 W . A. Lewis, “Economic Development with Unlimited Supplies of
Labour” , Manchester School of Economic and Social Studies, vol. 21, 1953,
pp. 139-191.
9 Véase J. Pinkus, Trade, A id and Development, Nueva York: Me
Graw-Hill, 1967, p. 131.1nteresa señalar que en ese entonces los tres pres­
118 J o h n Speaos

t r a s M yrdal te n ía por m uchos conceptos u n a visión m uy pesi­


m ista acerca de las perspectivas en el comercio m undial de las
exportaciones tradicionales de los países en desarrollo, se adhe­
r ía con rese rv as a la tesis del deterioro de la relación de in te r­
cambio. No obstante, no dudaba que si el deterioro prevalecía,
éste obedecería a la presión de la m ano de obra excedentaria en
dichos p a ís e s 10.
Del sesgo en la o fe rta que im pulsa el deterioro pasem os
ah o ra al sesgo en la dem anda que hace lo mismo. Si la dem anda
de productos p rim a rio s producidos principalm ente p o r los p a í­
ses en desarrollo no es función del ingreso (y, como corolario,
la dem anda de m an u fa ctu ras sí lo e s), m ie n tra s todo lo demás
en el ejem plo precedente perm anece constante, el crecim iento
de la dem anda de productos básicos no e q u ip a rará el crecim ien­
to de la o fe rta en una relación de intercam bio invariable y la
presión de m ercado p a ra a lte ra r la resp u esta asim étrica de los
precios fre n te a la productividad cesará antes que se restablez­
ca la relación de intercam bio inicial. P o r tanto, los aum entos
sucesivos de productividad se asociarán nuevam ente con el de­
terio ro de la relación de intercam bio.
Si hay un hecho em pírico bien docum entado es que la elas­
ticidad-ingreso de la dem anda de la m ayoría de los productos
p rim ario s es m uy in fe rio r a la unidad. L as excepciones, como
el alum inio, son m uy escasas e incluso el petróleo, cuya elasti­
cidad-ingreso de la dem anda se aproxim a m ás a la unidad que
en la m ayoría de los casos, tam poco es u n a excepción11. P a ra
los fines que nos ocupan, sólo nos in teresan los productos cuya
fu en te prin cip al son los países en desarrollo, salvo el petróleo,
cuyo precio hace m ucho que no se determ ina p o r un m ercado
com petitivo.

taban servicios muy distinguidos en las Naciones Unidas: Prebisch y Myr­


dal como jefes de las Comisiones Económicas para América Latina y
Europa, respectivamente, y Singer en la Secretaría de las Naciones Uni­
das en Nueva York.
10 Véase, por ejemplo, G. Myrdal, A n International Economy, Nueva
York: Harper and Row, 1956, p. 232.
11 Si las elasticidades-ingreso que se han medido incorporan por
motivos de precio un elemento oculto de sustitución a favor de los pro­
ductos sintéticos, esto no acarrea problemas si se toma como hecho persis­
tente de la vida una correlación ex post entre el crecimiento del ingreso
y dicha sustitución.
D eterioro de l a r e la c ió n de in t e r c a m b io 119

S inger destacó desde un comienzo la inelasticidad del in­


greso como un fa c to r en la hipótesis del deterioro 12. P rebisch
tam bién iba a a d m itir p ro n to este fa c to r y en 1959 en uno de
sus escritos m ás académ icos le iba a o to rg a r p rim a c ía s 13. E ste
e ra tam bién el fa c to r que podía asim ilarse con m ayor facilidad
en la lite ra tu ra académ ica en boga y a fines de la década del 50
y comienzos de la del 60 lo destacaron num erosos artículos en
revistas, de los cuales el de Johnson, publicado en 1959, consti­
tuye un ejem p lo 14. (Después, la lite ra tu ra neoclásica en boga,
sobre la relación de interm edio se em pantanó en m inucias.)
Los sesgos m encionados ta n to en la dem anda como en la
o fe rta son un argum ento poderoso a fav o r de la hipótesis del
deterioro. Algunos h a n aducido como otro fa c to r que presiona
en la m ism a dirección, un poder de m ercado en crecim iento
constante que ejercen los productores de m an u factu ras. Según
una versión, éste es el desarrollo de la tesis del “ intercam bio
desigual” de E m m anuel, la que h a sido denom inada (por el p ro ­
pio E m m anuel) “ intercam bio desigual dinám ico” 15. Según esta
versión, el crecim iento p erm anente del poder de los sindicatos
en los países desarrollados p a ra obtener m ayores salario s reales
genera, a tra v é s de m ayores precios de las m an u factu ras, un
deterioro constante de la relación de intercam bio p a ra los países
en desarrollo. (N ótese la diferencia que hay en tre esto y el pen­
sam iento de P reb isch sobre la función de los sindicatos. P a r a
P rebisch, los sindicatos de los países desarrollados e ra n respon­
sables de la resp u esta asim étrica inicial de los precios fre n te al
aum ento de productividad de la m ano de obra en los países de­
sarrollados y en desarrollo, respectivam ente. P ero si no se p lan ­
te a la hipótesis de un crecim iento constante del poder de los
sindicatos, esta a sim e tría inicial no podría tra d u c irse en un
deterioro constante de la relación de intercam bio, si no fu e ra

12 Singer, op. cit.


13 R. Prebisch, “ Commercial Policies in Underdeveloped Countries” ,
Am erican Economic Review, P apers and Proceedings, vol. 49, 1959, pp.
251-273.
14 H. G. Johnson, “Economic Development and International Trade”,
N ational Konomisk T idsskrift, vol. 97, 1959, pp. 253-272.
15 A. Emmanuel, “The Dynamics of Unequeal Exchange/Unequal
Development”, documento presentado a la Conferencia elemep sobre De­
pendencia, celebrada en marzo de 1979 en la Escuela de Economía en
Londres.
120 J o h n Spraos

com plem entada por los susodichos sesgos de la dem anda y en


la o ferta. *
P o r cierto que no todas las consideraciones a p u n ta n en la
m ism a dirección. P a r a com enzar, tóm ese el caso en que el cre­
cim iento de la productividad en la producción de artículos p r i­
m arios de los países en desarrollo va a la zaga de la de las m a­
n u fa c tu ra s en los países desarrollados. (Como se recordará, en
el ejem plo previo el crecim iento de la productividad e ra igual.)
E ste desfase tiene un efecto de restricción rela tiv a de la o fe rta
de productos p rim ario s y ejerce p o r ende una influencia fav o ra ­
ble sobre la relación de intercam bio. E s ta consideración se des­
tac a b a b a sta n te en la corriente lite ra ria en boga en la década
del 50 y del 60. P ero si bien po r ser ta n im p o rtan te hubiera
pasado a se r dom inante, no h a b ría preocupado dem asiado a
P rebisch. Porque no e ra la dirección de la relación de in tercam ­
bio como ta l lo que le interesaba, sino el efecto que te n ía el de­
te rio ro en p riv a r a los países en desarrollo de los fru to s de su
propio progreso tecnológico 16. Si el crecim iento de la p ro d u cti­
vidad en la producción de productos básicos en los países en
desarrollo iba ta n a la zaga, no h a b ría habido mucho qüe p e rd e r
y el contexto que m otivaba el in terés de P rebisch en la relación
d e intercam bio se h a b ría esfum ado.
C onsidérense a h o ra otros sectores a p a rte del m an u factu ­
re ro en los países desarrollados. Supóngase que experim entan
un crecim iento m ás lento de la productividad que dicho sector.
H a b rá u n a tendencia incipiente a que los ingresos de los facto ­
res de este sector se eleven con m ayor rapidez, lo que a tra e rá
recursos de otros sectores que a u m e n tará n la o fe rta de m anu­
fa c tu ra s y, po r ende, p resio n a rá n a la b a ja de sus precios en
beneficio de la relación de intercam bio de los países en de­
sarrollo.
E s ta consideración e stá im plícita en un modelo de Lew is de
196917, es la c o n tra p a rtid a del sesgo en la o fe rta y, respecto
a la relación de intercam bio, a ctú a como una com pensación de
ella, em anada de la presión de la m ano de obra excedentaria en
los países en desarrollo, destacada p o r Lewis en artículos a n ­

16 R. Prebisch, 1950, op. cit., sección n.


17 W . A. Lewis, A spects of Tropical Trade 1883-1965, Conferencias
Wicksell, 1969, Estocolmo, Almqvist y Wicksell.
D eterioro de l a r elac ió n de in te r c a m b io 121

te r io r e s 1S. P ero si h u b iera una confrontación sólo en tre estas


dos fuerzas, no h a b ría lu ch a: la presión de la m ano de obra
excedentaria en estos países g a n a ría sin m over un dedo, em pu­
jan d o su relación de intercam bio hacia el deterioro.
P o r últim o retom em os, no obstante, el tem a de la n a tu ra ­
leza m ezquina. Si bien en el caso de la a g ric u ltu ra es posible
d em o strar que el crecim iento de la productividad h a exorcizado
el espectro de los rendim ientos decrecientes que ta n to preocupa­
b a a los econom istas clásicos, ¿es posible tam bién desentender­
se de la m ezquindad de la n a tu ra le z a en el caso de los recursos
m inerales? Según la percepción que h a prevalecido en los países
desarrollados desde la violenta alza del petróleo en 1973, la re s ­
p uesta es una ro tu n d a negativa. R esulta irónico que e sta p e r­
cepción em ane de un alza im puesta por la opep y que n ad a tuvo
que v er con nin g u n a preocupación especial p o r el problem a de
agotam iento en el período a n te rio r. P ero este es un com entario
al m argen. Lo que es indudable es que e sta percepción h a des­
plazado el tem a del deterioro de la relación de intercam bio de
las exportaciones tradicionales de los países en desarrollo a los
m árgenes de la agenda económica in ternacional en la década
1970 y comienzos de la de 1980.
H a b rá que v er si dicha percepción p e rs is tirá fre n te al cua­
dro de prolongada debilidad de los precios actuales de los m i­
nerales (salvo com bustibles) de in terés p rim ordial p a ra los paí­
ses en desarrollo. P o r ahora, la percecpción se concilla con los
precios bajos a n te la depresión cíclica de los países desarrolla­
dos. Sin em bargo, las percepciones de este tip o son engañosas
y su razón de ser em pírica es inestable, como lo puede estable­
cer fácilm ente u n a breve retro sp ectiv a histórica.
E l g ra n Stanley Jevons estaba m uy preocupado p o r la p e rs­
pectiva de que se a g o ta ra n los recursos carboníferos del Reino
U nido y a firm a b a en 1865: “E l costo del com bustible ten d rá
que subir, quizás en el curso de n u e stra s vidas, a un precio que
s e rá lesivo p a ra n u e stra suprem acía com ercial y m an u fa ctu re ­
r a ” 19. E n realidad, el precio del carbón en L ondres sobrepasó
r a r a vez el índice de precios de las m an u fa ctu ras exportadas

18 W. A. Lewis, 1953, op. cit., y W. A. Lewis, The Theory of Eco-


nomic G rowth, Londres, Alien y Unwin, 1955.
19 W . S. Jevons, The Coal Question, Londres: Macmillan, tercera
edición, 1906, p. 274. Cita textual de la primera edición publicada en 1865.
122 J o h n Spraos

po r el Reino Unido en los 40 años que s ig u ie ro n 20. E n conse­


cuencia, la preocupación cesó y Jeyons pasó a se r considerado
un alarm ista.
D espués de la P rim e ra G u erra M undial, la escasez de m ate­
ria s prim as se consideró como un g rav e problem a a escala
m undial. U na publicación de la L iga de las N aciones com entaba
al re fe rirse a los años e n tre am bas g u e rra s que en 1920, “la
escasez de m ate ria s p rim as se hab ía convertido en un problem a
internacional de p rim e ra m ag n itu d ” 21 y b ajo la presión de m u­
chos sectores influyentes, el Consejo de la Liga, reunido en
octubre de 1920, le encomendó a su Comité Económico de re ­
ciente form ación, que e stu d ia ra el problem a y elevara un in fo r­
me. P ero, prosigue la publicación de la Liga, “m ie n tra s se es­
tu d iab a el problem a, la situación general cam bió com pletam en­
te, pues la escasez se vio reem plazada por la abundancia” 22. Y
fue la abundancia la que p e rsistió : cuando en 1936 se le pidió
a un com ité especial de la L iga que se abocara una vez m ás al
problem a de las m ate ria s prim as, éste señaló que los elem entos
del problem a e ra n m uy d iferentes de lo que habían sido en
1919/1920. Pese a la expansión reciente de la dem anda indus­
tria l, los precios de las m ate ria s p rim as seguían siendo re la ti­
vam ente b ajo s y las existencias abundantes 23.
L a h isto ria vuelve a rep e tirse después de la Segunda Gue­
r r a M undial: en los E stados Unidos la preocupación po r la es­
casez de m ate ria s p rim as e ra ta n grande, que se nom bró una
comisión con am plias facultades (la Comisión P aley) que conci­
tó la atención de todos los sectores. E n 1952, en la página 1 del
volumen 1 de su inform e, m a n ife sta b a : en la actualidad, en
todo el m undo in d u stria liz a d o . . . , el problem a de las m aterias
p rim as es de ex trem a g ra v e d a d ... no se t r a t a de una “escasez”
local y tra n s ito ria , que con an te rio rid a d ha hallado su solución

20 En esta afirmación se toma en cuenta la distorsión provocada por


los textiles de algodón en el índice de precios de exportación en la década
de 1860, debida a un alza espectacular del precio del algodón importado
en esa década. Véase A. H. Imlah, “The Terms of Trade of the United
Kingdom 1798-1913”, Journal of Economic H istory, vol. 10, 1950, pp. 170-
194.
21 Liga de las Naciones, Commereial Policy in the In terw a r Period:
International Proposals and N ational Polieies, Ginebra, 1942, p. 20.
22 Ibíd., p. 21.
23 Ibíd., p. 77.
D eterioro de l a r elac ió n de in te r c a m b io 123

en la m odificación de los precios, lo que h a vuelto a equilibrar


la o fe rta y la dem anda. E l problem a de m a te ria s p rim as que
hoy encaram os es m ás vasto y d ifu s o 24. Y, sin em bargo, nue­
vam ente hubo un anticlím ax. Sólo en siete de los tre in ta años
que siguieron se sobrepasó la relación e n tre los precios de los
m inerales no combustibles producidos po r los países en desarro ­
llo y los precios de las m a n u fa ctu ras ex portadas po r los países
desarrollados 25.
Sin em bargo, sólo cabe b u rla rse h a s ta cierto punto de las
percepciones tra n sito ria s. Pues la n atu ra le z a es po r definición
m ezquina en el caso de los recursos no renovables, y hay que
a c e p ta r que en principio e sta m ezquindad p odría g ra v ita r m ás
que los facto res que favorecen el deterioro de la relación de in ­
tercam bio de esos recursos fre n te a las m an u factu ras. Nótese,
sin em bargo, que P rebisch y sus p a rtid a rio s no te n d ría n razón
alguna p a ra suponer que u n a m oderada tendencia al m ejo ra­
m iento de la relación de intercam bio de las exportaciones de
m inerales de los países en desarrollo c o n stitu y e ra u n a falla fu n ­
dam ental de su tesis. Porque en condiciones en que una relación
de intercam bio constante co n stitu y era u n a situación de bienes­
t a r neutro p a ra un exp o rtad o r de bienes, un p aís que exporta
bienes no renovables necesitaría c ie rta m ejo ra constante de su
relación de intercam bio con el fin de m an te n er n eu tro su bie­
n e sta r. Sin esa m ejo ra no lo g ra ría com pensar plenam ente el ago­
tam iento de sus recursos, pues de hecho consum iría su propio
capital. Cuando la ta s a de agotam iento es b a ja , la ta s a de m e­
jo ra necesaria de la relación de intercam bio es pequeña, pero
lo que in teresa es que toda m ejo ra h a s ta lleg ar a esa ta s a dis­
m in u irá de todas m an eras el bienestar.
E n sum a, hay consideraciones poderosas que apoyan la hi­
pótesis del deterioro, pero como los argum entos de la o tra p a rte
no son necesariam ente despreciables — aunque si prevalecieran
lesionarían m ás la fo rm a que el fondo de la posición de P re -

24 Resources for Freedom, Informe elevado al Presidente de los Es­


tados Unidos por el presidente de la comisión de políticas sobre materias
primas, Washington, 1952, 5 vols.
25 Indice de precios de metales y minerales ponderado por las expor­
taciones de los países en desarrollo entre 1974 y 1976 y dividido por el ín­
dice de valor unitario de las exportaciones de manufacturas de los países
desarrollados a los paises en desarrollo, Banco Mundial, Price Prospects
fo r M ajor P rim ary Comodities, 1980, cuadro 5.
124 J o h n Spraos

bisch— la dirección de la relación de intercam bio no puede es­


tablecerse en d efin itiv a exclusivam ente sobre consideraciones
generales, y p o r ta n to la evidencia em pírica cobra m ayor im por­
tancia. E s ta es la an tesala de la sección siguiente.

II. L a evidencia relativa al deterioro de la relación


de intercambio

Prebisch, a l lan zar su hipótesis, p re firió ap o y arla rem itiéndose


a una serie de estadísticas relativ as a la relación de intercam bio
del Reino U nido 26. Se pensó que, a n te la carencia de estadísticas
m ejores, podría se rv ir de sím il la relación de intercam bio de
un país im p o rtan te en cuyas exportaciones predom inaban las
m a n u fa c tu ra s y en cuyas im portaciones predom inaban los pro ­
ductos básicos. Los críticos im pugnaron este razonam iento y
n egaron asim ism o que la evidencia fu e ra significativa, aunque
el sím il fu e ra válido. E l período que suscitó el debate com pren­
d ía los 60 a 70 años an terio res a la Segunda G u e rra M undial.
P rim ero se a n a liz a rá este asunto, y luego se ex am in ará la evi­
dencia de décadas m ás recientes.
De los in te rro g a n te s planteados en el debate analizarem os
prim ero si la evidencia del R eino U nido e ra ta n escasa como
p a ra ser equívoca. K indleberger, H aberler, Johnson y o tro s hi­
cieron hincapié en esto 27. De hecho, sin em bargo, una com para­
ción con el índice de base m ás am plia (aunque todavía im per­
fecto) disponible p a ra la relación de intercam bio e n tre los
productos p rim a rio s y las m a n u fa ctu ras d u ra n te igual período
— el índice com pilado p o r Lewis— 28 sugiere que en el aspecto
capital del deterioro de la relación de intercam bio la evidencia

26 R. Prebisch, 1950, op. eit.


27 C. P. Kindleberger, The Term s of Tra.de: A Europeari Case Study,
Nueva York y Londres: Technology Press del mit y John Wiley, y Lon­
dres: Chapman y Hall, 1956, pp. 261-263; G. Haberler, International
Tríade and Economie Developm ent, Cairo: Banco Nacional de Egipto, 1959,
p. 20; H. G. Johnson, Economie Policies Toward L ess Developed Countries,
Washington, D. C.; Brookings Institution 1967, p. 249.
28 "W. A. Lewis, “World Production, Prices and Trade, 1870-1960” ,
M anehester School of Economie and Social Studies, vol. 21, 1952, pp. 139-
191.
D e t e r io r o de la r e l a c ió n de in t e r c a m b io 12 5

d e l R e in o U n id o n o e r a e q u ív o c a . L a s e r ie e m p le a d a p o r P r e -
b is c h (q iie f i g u r a e n la c o lu m n a 1 d e l c u a d r o 1 ) tie n e u n a te n ­
d e n c ia a l d e te r io r o “ p ro m e d io ” de 0,9 % a n u a l p a r a el p e río d o
1 8 7 6 -1 9 3 8 23. L a s e r ie d e L e w is (q u e f i g u r a e n la c o lu m n a 2 d el
c u a d r o 1 ) s e d e t e r i o r a a u n a t a s a d e 0 ,4 6 % a n u a l e n el p e río d o
1871-1938. E n c o n s e c u e n c ia , r e s p e c to a la v e lo c id a d d el d e te ­
r io r o p u e d e q u e P r e b is c h h a y a e x a g e r a d o a l e s c o g e r el ín d ic e ,
p e r o e n el a s p e c to m á s f u n d a m e n ta l, e s d e c ir, d e s i e x is tía u n a
te n d e n c ia a l d e te r io r o , P r e b is c h e s t a b a a v a la d o p o r l a s e r ie d e
b a s e a ú n m á s c o m p le ta r e c o p ila d a p o r la S e c r e ta r ía d e la s N a ­
cio n e s U n id a s . É s t a se in ic ia sólo e n el a ñ o 1 900 p e ro , com o
m u e s t r a e l c u a d r o s im ila r ( a u n q u e d i s ta d e s e r id é n tic o ) , s ir v e
p a r a c o r r o b o r a r la r e p r e s e n ta t i v i d a d d e la s e r ie d e L e w is p a r a
el p e río d o e n q u e s e s u p e rp o n e n .
L a o t r a p r e g u n t a ( p la n te a d a e n t r e o tr o s p o r M e i e r ) 30 d e­
r i v a d el h e c h o d e q u e lo s d a to s se r e f e r í a n a to d o s lo s p r o d u c to s
p r im a r io s , in c lu s o lo s p r o d u c to s a g r íc o la s de la s z o n a s te m p la ­
d a s q u e se p ro d u c e n p r e p o n d e r a n te m e n te e n los p a ís e s d e s a r r o ­
lla d o s. S i se e x c lu y e ra n é sto s , ¿ n o s e e s f u m a r ía t a l v e z la te n ­
d e n c ia a l d e te r io r o ? N o h a y e s ta d ís tic a s h e c h a s a la m e d id a
p a r a c o n t e s t a r e s ta p r e g u n ta . P e r o la e v id e n c ia a f í n s u g ie r e u n a
r e s p u e s ta n e g a tiv a . L a e v id e n c ia m á s d e c id o ra es la p r o p o rc io ­
n a d a p o r la s im p o r ta c io n e s y e x p o r ta c io n e s a g r íc o la s d e lo s E s ­
ta d o s U n id o s . E l p re c io d e la s p r i m e r a s e n r e la c ió n c o n la s se ­
g u n d a s m o s tr ó u n a te n d e n c ia d e c re c ie n te d u r a n te el p e río d o d e
1879-193 8 , s e g ú n lo d o c u m e n ta d o p o r L i p s e y 31. S e e s p e r a p o r
c ie r to q u e e l p r e c io d e la s im p o r ta c io n e s a g r íc o la s e s ta d o u n i­
d e n s e s e s té m á s p o n d e ra d o h a c ia lo s p r o d u c to s b á s ic o s p r o d u ­
cid o s s o b r e to d o p o r los p a ís e s e n d e s a r r o llo q u e el p re c io d e la s
e x p o rta c io n e s a g r íc o la s e s ta d o u n id e n s e s .
L a s e s ta d ís tic a s d is p o n ib le s p r e s c r i b í a n q u e lo s d a to s d e
p re c io s , sa lv o los p ro d u c to s b á s ic o s , te n í a n q u e p r o v e n ir d e lo s
p re c io s e x is te n te s e n lo s m e rc a d o s d e p r o d u c to s b á s ic o s s itu a d o s
e n lo s p a ís e s d e s a ro lla d o s o d e lo s v a lo r e s u n i ta r io s d e la s im -

29 E sta y otras tendencias son los coeficientes de tiem po en una re­


gresión sem ilogarítm ica de la serie en el tiem po.
30 G. M. M eier, “In tern ation al Trade and In tern ation al Inequality” ,
O xford Economic Papera, vol. 10, 1958, pp. 277-289.
31 R. E . L ipsey, Priee and Q uantity Trends in th e Foreign Trade
of the U nited S tates, P rinceton: Princeton U n iv ersity P ress (p a ra la O fi­
cina N acional de Investigacion es E con óm icas), 1963, pp. 151-152.
Cuadro 1

RELA CIÓ N D E IN T E R C A M B IO E N T R E PRO DU CTO S PR IM A R IO S


Y M A N U F A C T U R A S H A S T A 1938
(P recio o valor un itario de los productos p rim arios: precio o.valor
unitario de la s m an u factu ras: 1913 = 100) '

Naciones Naciones
Año Prebisch L ew is Unidas Año Prebisch Lewis Unida
(1 ) (2) (3 ) (1) (2) (3 )

1871 103,0 1901 96,1 85


1872 105,2 1902 96,1 88
1873 106,7 1903 101 96,0 90
1874 105,5 1904 94,1 90
1875 103,2 1905 92,9 93
1876 103,2 1906 97,1 90
1877 105,9 1907 98,3 88
1878 119 102,8 1908 102 93,5 93
1879 99,8 1909 95,0 96
1880 100,0 1910 96,0 100
1881 101,6 1911 98,2 103
1882 103,6 1912 ■ 101 100,3 100
1883 • 122 100,5 1913 100,0 100
1884 97,8
1885 96,0
1886 92,6 1921 71 70,5 65
1887 94,5 1922 76 75,9 76
1888 • 115 95,9 1923 78 90,6 87
1889 97,6 1924 82 92,4 88
1890 95,6 1925 84 93,7 98
1891 95,5 1926 82 91,2 91
1892 93,4 1927 82 93,0 93
1893 • 107 95,5 1928 84 89,2 93
1894 92,8 1929 84 88,9 91
1895 89,2 1930 76 78,6 72
1896 90,1 1931 69 70,5 64
1897 92,3 1932 69 65,1 60
1898 104 93,5 1933 67 66,5 61
1899 94,8 1934 69 72,1 68
1900 98,0 80,0 1935 70 73,2 70
1936 72 77,1 78
1937 76 81,4 82
1938 70 74.7 68
F uentes :
Columna ( 1 ) : N aciones U nidas, Consejo Económ ico y Social, P ost W ar
Price Relations in Trade Between Under-Developed and,
Industrialised Countries (N u ev a York, 1949) (m im eogra-
f ia d o ), publicado m ás tarde como R elative Price of E xports
and Im ports of Under-Developed Countries (L a Success,
N u eva York, 1949).
Columna (2 ) : W . A . L ew is, “W orld Production, P rices and Trade, 1870-
1960” M anchester School of Economic and Social Studies
(1 9 5 2 ), vol. 200, pp. 105-138.
Columna (3 ) : N acion es U nidas, Anuario Estadístico 1969.
D e t e r io r o de la r e l a c ió n de in t e r c a m b io 127

p o r ta c io n e s d e lo s p a ís e s d e s a r r o lla d o s . E n a m b o s c a so s el c o sto
d e l fle te e s ta b a in c o r p o r a d o e n el p re c io . E s to d io o rig e n a u n a
te r c e r a p r e g u n ta . E lls w o r th s o s tu v o , y m u c h o s o tr o s lo r e s p a l­
d a r o n , q u e la p a r t e del d e te r io r o o b s e rv a d o e n el p re c io r e la tiv o
d e lo s p r o d u c to s p r im a r io s , q u e e s ta b a c o n c e n tr a d a e n el p e río d o
1871-1905, se e x p lic a b a p o r la d is m in u c ió n e s p e c ta c u la r de lo s
c o sto s d el f le te d u r a n t e d ic h o p e río d o , com o c o n se c u e n c ia d e
la e n t r a d a e n e s c e n a d el b u q u e d e v a p o r y q u e, p o r ta n to , n o
c o n s titu ía u n d e te r io r o g e n u in o d e l a r e la c ió n d e in t e r c a m b i o 32.
P e r o , ¿ c u á l e r a el p e s o r e a l d e e s te a r g u m e n to ? E l p ro b le m a d e
la re la c ió n d e in te r c a m b io es u n o d e d is tr ib u c ió n . ¿ S e e s ta b a
s u g ir ie n d o a c a s o q u e e r a j u s t o q u e u n a in n o v a c ió n q u e a b a r a t a ­
b a el t r a n s p o r t e b e n e f ic ia r a e n m a y o r m e d id a a lo s p a ís e s im ­
p o r ta d o r e s d e p r o d u c to s b á s ic o s ? ( a lg ú n b e n e fic io p o d r ía n
h a b e r o b te n id o los p a ís e s p r o d u c to r e s p r im a r io s m e d ia n te s u s
im p o rta c io n e s , p e ro d e m e n o r c u a n tía , p u e s se s a b e q u e lo s c o sto s
d e f le te c o n s titu y e n u n a p r o p o r c ió n m e n o r d el p re c io d e la s
m a n u f a c t u r a s q u e d e l p re c io d e lo s p r o d u c to s b á s i c o s ) . E n to d o
caso , lo q u e su c e d ió r e a lm e n te fu e q u e, s e g ú n lo s d a to s p r e s e n ­
ta d o s p o r I s s e r lis , los c o s to s d e f le te e x p re s a d o s com o p r o p o r ­
c ió n d e l p re c io d e los p r o d u c to s b á s ic o s v o lv ie ro n a l n iv e l de
co m ien z o s d e la d é c a d a d e 18 7 0 , d u r a n te lo s a ñ o s e n tr e a m b a s
g u e r r a s . P o r e n d e , d u r a n t e el p e río d o q u e n o s o c u p a h u b o e n
g e n e r a l u n a a u to c a n c e la c ió n y , p o r ta n t o , el a r g u m e n to de E lls ­
w o r th q u e d a n u l o 33.
L o s p re c io s de los p r o d u c to s b á s ic o s s o n m á s p ro p e n s o s a
f l u c t u a r e n f o r m a c íc lic a q u e lo s d e la s m a n u f a c tu r a s . P o r t a n ­
to , c a b e p r e g u n ta r s e si la d e s u s a d a y a c e n tu a d a d e p re s ió n d e
la d é c a d a d e l 30, q u e s o b re v in o a l f i n a l del p e río d o a b a rc a d o
p o r la s e s ta d ís tic a s , p u d ie r a h a b e r s e s g a d o la e v id e n c ia h a s t a t a l
e x tr e m o d e c r e a r la ilu s ió n d e u n d e te r io r o p ro lo n g a d o , c u a n d o
e n r e a lid a d sólo s e t r a t a b a d e u n a d e p re s ió n c íc lic a M. L a m a ­
n e r a m á s s e n c illa d e v e r i f i c a r e s ta p o s ib ilid a d es t r u n c a r lo s

32 P. T. E llsw orth , “ The T erm s o í Trade B etw een P rim ary Pro-
ducing and Ind u strial C ountries”, Inter-Am erican Economic A ffa irs, vol.
10, 1956, pp. 47-65.
33 L. Isserlis, “Tramp Shipping Cargoes and F r eig h ts”, Journal of
the R oyal S tatistieal Society, vol. 101, 1938, pp. 53-146, en especial el
diagram a 1.
34 V éase, por ejem plo, E. E. H agen, The Economies of Development,
Homewood, III., Irw in, 1968.
128 J ohn S praos

d a to s e n 1929. R e s u lta q u e c u a n d o s e to m a la s e r ie d e L e w is
só lo h a s t a e s e a ñ o , p e r s i s t e u n a te n d e n c ia a l d e te r io r o e s ta d ís ­
tic a m e n te s ig n if ic a tiv a , a u n q u e c o m o e r a d e e s p e r a r , la t a s a d e
d e te r io r o v u e lv e a d e s c e n d e r a 0 ,2 8 % a n u a l. T a m b ié n se p u e d e
t r a t a r d e c a lc u la r s o b r e u n a b a s e n e t a el e fe c to cíclico e n f o r m a
e c o n o m é tric a 35. D e n u e v o se p ro d u c e u n d e te r io r o e s ta d ís tic a ­
m e n te s ig n if ic a tiv o , a u n a t a s a d e 0,29 % a n u a l.
H a s t a a h o r a , la e v a lu a c ió n e m p ír ic a d e P r e b is c h s o b re la
d ire c c ió n d e l a v a r ia c ió n d e l a re la c ió n d e in te r c a m b io e n lo s
7 0 y ta n t o s t r a n s c u r r i d o s h a s t a la S e g u n d a G u e r r a M u n d ia l r e ­
s is te a to d o s lo s e m b a te s d e s u s c rític o s , a u n q u e re s p e c to a la
v e lo c id a d d e l c a m b io , P r e b is c h g e n e r ó a l p a r e c e r u n a im p r e s ió n
d e m a s ia d o p e s im is ta a l e le g ir s u s e r ie e s ta d ís tic a . E l ú ltim o
a s p e c to q u e c a b e a n a l i z a r e n e s te c o n te x to e s m e n o s ta n g ib le , y
se p r e s t a a m e n o s a u n v e r e d ic to d e fin id o . S e t r a t a d e l c a m b io
d e c a lid a d q u e f u e d e s ta c a d o p o r m u c h o s a u to r e s , in c lu so V in e r,
B a ld w in y H a b e r l e r 36, y q u e r e a p a r e c e e n f o r m a p e r s is te n te .
C u a n d o el ín d ic e d e p r e c io s d e lo s p ro d u c to s b á sic o s s e b a s a
e n c o tiz a c io n e s d e m e rc a d o p a r a c a lid a d e s e s p e c ífic a s e i n v a r i a ­
b les, se p u e d e a f i r m a r q u e el ín d ic e se r e la c io n a co n u n p a q u e te
d e c a lid a d c o n s t a n t e 37. E l c o m p o n e n te p r e c io d e lo s p ro d u c to s
b á sic o s d e l ín d ic e d e la r e la c ió n d e in te r c a m b io u tiliz a d o p o r
P r e b is c h y ta m b ié n el d e l re c o p ila d o p o r L e w is p e rte n e c e a e s ta
c a te g o r ía . E n c a m b io , c u a n d o el ín d ic e d e la s m a n u f a c tu r a s se
b a s a e n los v a lo r e s u n i t a r io s d e e x p o r ta c ió n (e s d e c ir, el v a lo r
d e la s e x p o r ta c io n e s d iv id id o p o r el v o lu m e n , m e d id o e s te ú l t i ­
m o p o r el p e so o p o r el n ú m e r o d e p ie z a s o p o r a lg u n a o t r a
u n id a d c o n v e n c io n a l) , el ín d ic e se e le v a r á si los R o ll-R o y ees
e x p a n d e n s u p a r tic ip a c ió n a e x p e n s a s d e los V o lk s w a g e n s o si
a u m e n ta la p ro p o r c ió n d e V o lk s w a g e n c o n tr a n s m is ió n a u to m á ­

35 M ediante la regresión m últiple en el tiempo y en la desviación


de la tendencia de la producción m undial de m anufacturas.
36 J. V in er, International Trade and Economic Development, Ox­
ford : Clarendon P ress, 1953, p. 114; R. S. B aldw in, “ Secular Movement*
in th e T erm s o f Trade”, Am erican Economic Review, P apers and Procee-
dings, Vol. 45, 1955, pp. 259-269; G. H aberler, op. cit. p. 21.
37 Pero no siem pre, p u es si una bala de algodón de determ inado
largo de fib ra o un saco de arroz de determ inada calidad está m ás lim pio
y contiene m enos im purezas gracias a m ejores técn icas de tam izado — pro­
ceso que ya ha ocurrido— se ha producido una m ejora de la calidad que
no se refleja en el índice de precios.
D e t e r io r o de la r e l a c ió n de in t e r c a m b io 129

tic a , d a n d o la im p r e s ió n d e q u e la s m a n u f a c t u r a s se h a n e n c a ­
re c id o e n r e la c ió n co n lo s p r o d u c to s b á sic o s, c u a n d o lo ú n ic o
q u e h a o c u r r id o es q u e la c a lid a d d e l p a q u e te d e m a n u f a c tu r a s
in c lu id a s e n el ín d ic e h a m e jo ra d o .
N o s e r í a d if íc il a c e p t a r q u e p u d ie r a e s t a r p r e s e n te u n s e s ­
g o d e e s ta e sp e c ie e n la c a lid a d lo q u e , e n p r in c ip io , e x p lic a r ía
c o n c re c e s la te n d e n c ia a lc is ta o b s e r v a d a e n los p re c io s re la tiv o s
d e la s m a n u f a c tu r a s . P e r o u n e x a m e n m á s d e te n id o p l a n te a r á
s e r ia s d u d a s a c e r c a d e s i p u e d e d a r s e p o r s e n ta d o el p r e d o m in io
d e e s te sesg o , co m o lo f u e p o r lo s c rític o s .
E n p r i m e r lu g a r , com o la s m e jo r a s e n la c a lid a d d e la s
m a n u f a c t u r a s e s tá n o r ie n ta d a s a lo s m e rc a d o s d e lo s p a ís e s d e ­
s a rr o lla d o s , n o tie n e n p o r q u é s e r m e jo r e s d e s d e el p u n to d e
v i s t a d e lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo . P o r e je m p lo , s i la s n e c e s id a d e s
d e m a n te n im ie n to s e v u e lv e n m á s e x ig e n te s e n lo té c n ic o , la
d u r a b ilid a d e s m e n o r c u a n d o l a i n f r a e s t r u c t u r a té c n ic a d e u n
p a ís e s d é b il. E n e fe c to , l a d u r a b ilid a d e s u n a d im e n s ió n co n
r e s p e c to a la c u a l lo s c a m b io s h a n s id o e n m u c h o s c a so s p a r a
p e o r 3S.
A d e m á s , s i b ie n es c ie r to q u e c a b e e s p e r a r q u e e l se sg o e n
la c a lid a d e n u n ín d ic e d e r e la c ió n d e in te r c a m b io in f lu y a s o b re
to d o e n el c a m p o d e la s m a n u f a c t u r a s c u a n d o el c o m p o n e n te
p r o d u c to s b á s ic o s d e l ín d ic e e s tá b a s a d o e n p re c io s p o r c a lid a d e s
d e f in id a s , h a y q u e i n t r o d u c i r u n se s g o c o m p e n s a d o r c u a n d o e l
c o m p o n e n te p r o d u c to s b á s ic o s d el ín d ic e s e b a s a ta m b ié n e n
v a lo r e s u n ita r io s , com o o c u r r e e n el ín d ic e d e la s N a c io n e s U n i­
d a s q u e f i g u r a e n l a c o lu m n a 3 d e l c u a d r o 1. B a s ta r e f le x io n a r
u n m o m e n to p a r a d e s c a r t a r l a n o c ió n d e q u e sólo s e p u e d e m e ­
j o r a r la c a lid a d d e la s m a n u f a c t u r a s . L a m e jo r a q u e c o n s is te
e n a g r e g a r le tr a n s m i s i ó n a u to m á tic a a u n a u to m ó v il es t a l v ez
m e n o s f r e c u e n te e n lo s p r o d u c to s p r i m a r io s q u e e n la s m a n u ­
f a c t u r a s ( p e ro p ié n s e s e e n lo s p e r f e c c io n a m ie n to s g e n é tic o s q u e
m e jo r a n el s a b o r o a u m e n ta n la p r o p o r c ió n c o m e s tib le d e u n
p ro d u c to d e te r m in a d o ) . P o r o t r a p a r t e , la e v id e n c ia a c c id e n ta l
s u g ie r e q u e l a m e j o r a c o r r e s p o n d ie n te a la f ó r m u la m á s R o lls-
R o y c e /m e n o s V o lk s w a g e n e s p e r m a n e n te y g e n e ra liz a d a . L a

38 Si los p aíses en desarrollo tu vieran siem pre la opción de adquirir


el artículo “no m ejorado”, no se p lan tearía el problema. P ero una vez
que se han perdido la s econom ías de escala, que dependen del tam año
de los m ercados en lo s p a íses desarrollados, esta opción es sólo nominal.
130 J ohn S praos

p ro p o r c ió n d e c a f é e n g r a n o s d e a l t a c a lid a d e n la s e x p o rta c io n e s
to ta le s d e c a f é v ie n e c re c ie n d o , a l ig u a l q u e la p ro p o r c ió n d e
a lg o d ó n d e f i b r a la r g a e n la s e x p o r ta c io n e s to ta le s d e a lg o ­
d ó n ; se n o d u liz a m á s m in e r a l d e h i e r r o y se e x p o r ta m á s c a c a o
com o m a n te q u illa d e c a c a o . ( E n lo s dos ú ltim o s e je m p lo s m e n ­
c io n a d o s, lo s p r o d u c to s e x p e r im e n ta n c i e r t a e la b o ra c ió n a n te s
d e s u e x p o r ta c ió n , p e r o e n u n n iv e l d e a g re g a c ió n ele v ad o , los
a r tíc u lo s e la b o ra d o s co m o é s to s in c lu y e n e n lo s p ro d u c to s b á s i­
co s b r u to s p a r a c a lc u la r v a lo re s u n i t a r i o s ) . ¿ C ó m o p u e d e a l­
g u ie n a s e v e r a r c o n c o n f ia n z a q u e e s ta s m e jo r a s e s tá n o p a c a d a s
p o r la s q u e o c u r r e n e n la s e x p o r ta c io n e s d e m a n u f a c tu r a s ?
A sim is m o , p e se a to d a s e s ta s c o n s id e ra c io n e s , el ín d ic e d e
la s N a c io n e s U n id a s q u e f i g u r a e n la c o lu m n a 3 d e l c u a d r o 1,
e s tá m u y c o rre la c io n a d o c o n el ín d ic e d e L e w is d e la c o lu m n a 2,
lo q u e s ig n if ic a (s i to d o lo d e m á s p e r m a n e c e c o n s ta n te ) , q u e
la m e jo r a d e la c a lid a d n o in f lu y e g r a n c o sa e n el c o m p o n e n te
p ro d u c to s b á s ic o s d el ín d ic e d e la r e la c ió n d e in te r c a m b io . E s t a
c o n c lu s ió n se v e c o n f ir m a d a s i se h a c e n c o m p a ra c io n e s , u tili­
za n d o d a to s p o s te r io r e s a l a S e g u n d a G u e r r a M u n d ia l, e n t r e el
ín d ic e d e p r e c io s p o r c a lid a d d e te r m in a d a d e lo s p r o d u c to s b á ­
sic o s (s a lv o c o m b u s tib le ) y el ín d ic e d e v a lo r u n i t a r i o 39. A la
lu z d e e s t a c o n c lu s ió n se t e n d e r í a a d e d u c ir q u e la m e jo r a d e la
c a lid a d s e p ro d u c e e x c lu s iv a m e n te e n el c a m p o d e la s m a n u f a c ­
t u r a s , s e g ú n lo a f i r m a n lo s c rític o s . S in e m b a rg o , lo c u rio s o es
q u e ta m b ié n e n el c a so d e la s e x p o r ta c io n e s d e m a n u f a c tu r a s
la s c o m p a ra c io n e s e n t r e ín d ic e s d e p re c io s p a r a c a lid a d c o n s ­
t a n t e c o n ín d ic e s d e v a lo r u n i ta r i o n o r e v e la n que la s m e jo r a s
d e c a lid a d te n g a n u n e fe c to m u y i m p o r t a n t e i0. C a b e p r e g u n t a r ­
s e e n to n c e s e l p o r q u é d e t a n t o a lb o ro to .
P o r ú ltim o , ¿c ó m o s e a s ig n a n la s m e jo r a s d e c a lid a d e n t r e
lo s in s u m o s ? L o s c r ític o s d e P r e b is c h s o s tie n e n q u e to d a s la s
m e jo r a s v in c u la d a s , p o r e je m p lo , co n la in v e n c ió n del n e u m á tic o
t u b u l a r d e b e r ía n a s ig n a r s e a l v a lo r a g r e g a d o d e f a b r ic a c ió n y

39 V éase Banco M undial, Price Prospects for M ajor P rim ary Com-
m odities, Inform e N» 814/77, en particular cuadros 16 y 18. La colum na
2 es la que interesa en cada cuadro.
40 V éase, Comisión Económ ica p ara E uropa (C onferencia de E sta ­
dísticos E u rop eos), “M easurem ent o f P rice C hanges in E x tern a l Trade”,
(CES/AC. 4 5 /2 ) , 14 de marzo de 1975. E n ese documento los índices se
refieren a lo s años posteriores a la Segunda G uerra Mundial. No existen
com paraciones para años anteriores.
D e t e r io r o de la r e l a c ió n de in t e r c a m b io 131

n in g u n a a l c a u c h o . P e r o , ¿ p o r q u é ? L a m e jo r a n o p u e d e m a te ­
r ia liz a r s e s in el c a u c h o (o , e n el c a so d e los m a te r ia le s s in té ti­
cos, e n f o r m a t a n e f i c i e n t e ) , e n c o n s e c u e n c ia , ¿ p o r q u é p a r t e
d el m é r ito n o v a a c o r r e s p o n d e r a l c a u c h o ?
B a s t a n t e s e h a d ic h o s o b r e la s itu a c ió n p r e v ia a la S e g u n d a
G u e r r a M u n d ia l. L a te s is p r in c ip a l d e P r e b is c h m a n tie n e su
v a lid e z m i e n t r a s s e r e f i e r a a ese p e río d o . ¿ Q u é o c u r r e co n el
p e río d o m á s r e c ie n te ?
M u c h a s s e r ie s e s ta d ís tic a s de la re la c ió n d e in te rc a m b io
— m á s a p r o p ia d a s p a r a lo s f in e s d el p r e s e n te a r tíc u lo q u e la s
s e rie s a n te r i o r e s a l a g u e r r a — s e in ic ia n e n 1950, y u n a d e
e lla s, r e c o p ila d a p o r el B a n c o M u n d ia l, f i g u r a e n la c o lu m n a 2
del c u a d ro 2. E n g lo b a a lo s 3 3 p r o d u c to s b á s ic o s m á s im p o r ta n ­
te s (sa lv o e l p e tr ó le o ) p o n d e ra d o s p o r s u p a r tic ip a c ió n e n la s
e x p o rta c io n e s d e lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo ; el ín d ic e d e l v a lo r
u n ita r io d e la s m a n u f a c t u r a s d e los p a ís e s d e s a rro lla d o s ( p o n ­
d e r a d o s p o r la s e x p o r ta c io n e s a los p a ís e s e n d e s a r r o llo ) s ir v e
d e d e fla c to r .
E l a u g e d el p re c io r e la tiv o d e los p r o d u c to s b á s ic o s se p r o ­
d u jo en lo s a ñ o s 1950 y 1951, p r e c is a m e n te c u a n d o se la n z a b a
la h ip ó te s is d e l d e te r io r o . P o r ta n t o , s i se la c o n s id e r a com o la
p re d ic c ió n p a r a la s t r e s d é c a d a s s ig u ie n te s , la h ip ó te s is es co m ­
p a tib le co n el v e r d a d e r o d e s a r r o llo d e lo s a c o n te c im ie n to s . L a
m a y o r p a r t e d el d e te r io r o e s t á c o n c e n tr a d o e n lo s a ñ o s 1956-
1962, p e ro e s lo s u f ic ie n te p a r a i m p a r t i r l e s u sello a to d o el
p e río d o . E s t a o b s e rv a c ió n n o d e p e n d e e n lo m a te r ia l d e la in ­
flu e n c ia d e lo s a ñ o s e le g id o s com o b a s e (1 9 6 4 -1 9 7 6 e n el c aso
d e e s te í n d i c e ) , n i d e p e n d e ta m p o c o d e la e x c lu sió n d e l p e tró le o
p a r a el p e río d o q u e v a h a s t a 1973, e s d e c ir, h a s t a el a lz a co n ­
c e r ta d a de lo s p re c io s d e l p e tró le o a c o r d a d a p o r la o p e p , lo q u e
m o d ific ó la s r e g la s d e l ju e g o p a r a e s te p ro d u c to , d e já n d o lo a l
m a r g e n d e la h ip ó te s is d e l d e te r io r o . P o r e n d e , es u n a o b s e r v a ­
c ió n d e p e so , a u n q u e t a l v ez e x a g e r a d a p o r la p r o lo n g a d a d e ­
p r e s ió n e c o n ó m ic a d e los p a ís e s d e s a r r o lla d o s p o s te r io r a 1975.
S e p o d r ía d e d u c ir q u e com o la h ip ó te s is d e l d e te r io r o es
c o m p a tib le co n la e v id e n c ia p r e v ia a 1938 y p o s te r io r a 1950,
tie n e q u e s e r c o m p a tib le ta m b ié n co n la e v id e n c ia p a r a to d o e l
p e río d o d e sd e 1870 h a s t a a h o r a . S in e m b a r g o , e s to n o s e r ía
v á lid o , p u e s a c o m ie n z o s d e l a d é c a d a d e 1950 s e h a b ía r e g i s t r a ­
do u n a u g e d e r e la c ió n d e in te r c a m b io d e lo s p ro d u c to s p r im a -
132 J ohn S praos

Cuadro 2

R ELA CIÓ N D E IN T E R C A M B IO E N T R E PRO DU CTO S PRIM AR IO S


Y M A N U F A C T U R A S D E S D E 1950
(P recio o valor u n itario de lo s productos p rim arios: v alor unitario
de la s m an u factu ras: 1960 = 100 (salvo colum na 1?)

Naciones U nidas (A )
(1)
(a ) (b ) Banco Mundial (B )
Año 1913 = 100 (salvo petróleo)

1950 114 119 129


1951 118 123 130
1952 109 114 118
1953 109 114 114
1954 110 115 126

1955 106 110 123


1956 103 107 121
1957 103 107 114
1958 100 104 103
1959 98 102 102

1960 96 100 100


1961 93 97 94
1962 91 95 93
1963 93 97 99
1964 95 99 104

1965 91 95 101
1966 91 95 104
1967 88 92 96
1968 87 91 104
1969 86 90 110

1970 85 89 104
1971 — — 90
1972 — — 86
1973 — — 106
1974 — — 117
D e t e r io r o de la r e l a c ió n de in t e r c a m b io 133

1975 84
1976 93
1977 104
1978 84
1979 86

F uentes:

Columnas l a y I b ) : N aciones U n id as, S ta tistica l Yearbook 1969 y UNCTAD,


Handbook of International Trade and Development
S ta tistics, 1972.
Columna (2 ) : Banco Internacional de R econstrucción y Fom ento,
Price F orecasts fo r M ajor Prima/ry Commodities,
Inform e N» 814/80.
N otas :
(A ) La colum na l a ) continúa la serie de la colum na 3 del cuadro 1.
L a colum na Ib ) es idén tica a la colum na l a ) , pero con 1960 = 100.
<B) Ponderado por el comercio de los p a íses en desarrollo en 1974-1976.

rio s , q u e f u e e le v a d ís im a e n r e la c ió n c o n to d o el h is to r ia l p re v io
a la S e g u n d a G u e r r a M u n d ia l.
P a r a v e r i f i c a r e s te a s p e c to n e c e s ita m o s c o n ta r co n u n a se ­
r i e d e r e la c ió n d e in te r c a m b io q u e c o m p r e n d a lo s a ñ o s p re v io s
y p o s te r io r e s a la S e g u n d a G u e r r a M u n d ia l. E l ú n ic o ín d ic e
p e r tin e n t e q u e c o m p re n d e a m b o s p e río d o s s o b re u n a b a s e a n u a l
p o r la p s o s i m p o r ta n te s e n a m b o s s e c to r e s d e la d iv is o r ia e s el
re c o p ila d o p o r la S e c r e t a r ía d e la s N a c io n e s U n id a s . L a c o lu m ­
n a 3 d e l c u a d r o 1 a b a r c a lo s a ñ o s h a s t a 1938. P a r a los a ñ o s
c o m p re n d id o s e n t r e 1 9 5 0 y 1970 (c u a n d o cesó d e e la b o r a r s e el
ín d ic e ) , la s e r ie f i g u r a e n la c o lu m n a 1 d e l c u a d ro 2. A l c o n si­
d e r a r a m b a s p a r t e s e n c o n ju n to p u e d e o b s e r v a r s e q u e d e s ta c a
la c o n d ic ió n q u e p o d r ía in v a l i d a r la d e d u c c ió n d e q u e la h ip ó te ­
s is d el d e te r io r o s e a c o m p a tib le co n lo s d a to s c o rr e s p o n d ie n te s
a to d o e l p e río d o a p a r t i r d e la d é c a d a d e 1840. E n re a lid a d , e n
lo s co m ie n z o s d e la d é c a d a d e 1950 s e p r o d u jo u n a u g e s in g u la r ,
c o n el r e s u lta d o d e q u e la te n d e n c ia a l d e te r io r o d e s a p a re c e
p r á c tic a m e n te d e lo s d a to s a m u y la r g o p la z o .
I n f e r i r d e e s to q u e la h ip ó te s is d e l d e te r io r o e s tá r e f u t a d a
e n f o r m a d e c is iv a s e r í a o to r g a r le d e m a s ia d a in f lu e n c ia á u n
134 J ohn S praos

solo ín d ic e p a r a v in c u la r lo s d a to s p r e v io s y p o s te r io r e s a la
S e g u n d a G u e r r a M u n d ia l, d e p o s ita r m u c h a f e q u iz á s e n la c a ­
p a c id a d d e lo s ín d ic e s d e p re c io s p a r a p o r t a r in f o r m a c ió n s ig ­
n if ic a tiv a s o b r e u n s ig lo o m á s y s u p o n e r co n d e m a s ia d a p r e ­
m u r a q u e u n s ig lo es u n la p s o s u f ic ie n te . C o n to d o , es n e c e s a rio
s e r p r e c a v id o y , p o r e n d e , n o h a y q u e d e j a r q u e n a d a m u y im ­
p o r ta n t e d e p e n d a d e m a s ia d o d e la h ip ó te s is d e l d e te r io r o d e la
re la c ió n d e in te r c a m b io .
P o r c ie r to q u e la r e la c ió n d e in te r c a m b io c o n s ta n te p u e d e
s e g u ir s ie n d o i n j u s t a e n c ie r to s e n tid o , y e s to es lo q u e a s e v e ra
p r e c is a m e n te la te s is d e l “ in te r c a m b io d e s ig u a l” e n s u v e r ­
sió n e s tá tic a . E n la se c c ió n I se e x a m in ó b r e v e m e n te la v e r s ió n
d in á m ic a . E n la f o r m a p r o p u e s ta o r ig in a lm e n te p o r E rn m a -
n u e l 41, la t e o r í a d e l in te r c a m b io d e s ig u a l h a p e rd id o g r a n p a r ­
t e d e s u a tr a c tiv o , p e ro r e f o r m u la d a e n f u n c ió n d e l p o d e r d e
m e rc a d o d e s ig u a l co m o e n t r e e m p r e s a s m o n o p ó lic a s /m o n o p s ó -
n ic a s e n lo s p a ís e s d e s a r r o lla d o s y c o m p r a d o r e s /v e n d e d o r e s
in e r m e s e n lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo e n p r in c ip io e s m u y lo a b le ,
y e n la p r á c tic a h a s id o a p o y a d a p o r a lg u n o s h a lla z g o s d e i n ­
v e s tig a c ió n 42. N o o b s ta n te , e s te t e m a e s c a p a a l á m b ito d el p r e ­
s e n te a r tíc u lo .

I I I . Reservas conceptuales y mejoras conceptuales

E s in d u d a b le q u e a lg o s e p ie r d e s i se t r a t a co n r e s e r v a la h ip ó ­
te s is d el d e te r io r o . E s t o se r e f i e r e n o sólo a la p é r d id a d el ca­
p ita l in te le c tu a l d e lo s e c o n o m is ta s o d e la s p o sic io n e s n e g o c ia ­
d o r a s d e lo s d ip lo m á tic o s , s in o a la p é r d id a c ie n tíf ic a d e u n a
h ip ó te s is p a r a e x p lic a r la g r a n in s a tis f a c c ió n d e lo s p a ís e s e n
d e s a r r o llo c o n la e s t r u c t u r a tr a d ic io n a l d e la e s p e c ia liz a c ió n i n ­
te r n a c io n a l, es d e c ir, a q u e lla m e d ia n te l a c u a l e s to s p a ís e s e x ­
p o r t a n p r o d u c to s p r im a r io s a c a m b io d e im p o rta c io n e s m a n u ­
f a c tu r a d a s . ( P e s e a la e r o s ió n d e lo s ú ltim o s a ñ o s, s ig u e p r e ­
d o m in a n d o e s t a e s t r u c t u r a ) . P u e s a m e n o s q u e s e r e c u r r a a l

41 A . Em m anuel, Unequal Exchange, N u eva York y Londres: Mon-


th y R eview P ress, 1972.
42 Por ejem plo, A . J . Y ea ts, Trade and Developm ent: Leading Issues
fo r the 19808, Londres y B asin gstok e: M acm illan, 1981.
D e t e r io r o de la r e l a c ió n de in t e r c a m b io 135

e x p e d ie n te a c o m o d a tiv o d e q u e la in s a tis f a c c ió n c a re c e d e f u n ­
d a m e n to , é s te n e c e s ita e x p lic a rs e .
S in e m b a rg o , lo g r a v e d e la p é r d id a d e p e n d e d e lo b ie n q u e
c a b e e l c o n c e p to d e r e la c ió n d e in te r c a m b io co n e l p r o b le m a a c ­
tu a l. E n e s te s e n tid o e s s u s c e p tib le d e c i e r t a s c r ític a s q u e se
f o r m u la r á n y q u e d e b e r ía n s e ñ a l a r la d ire c c ió n e n q u e d e b e r ía n
b u s c a r s e la s m e jo r a s c o n c e p tu a le s y e n c a u z a r s e la la b o r
e m p íric a .
T o d a s la s c r ític a s im p o r ta n te s d e la r e la c ió n d e i n t e r ­
c a m b io co m o c r i t e r i o d e b i e n e s t a r a b s o lu to o r e la tiv o a p u n ta n
a su m o n o d im e n s io n a lid a d 43. N o se t r a t a d e q u e e n u n a s itu a ­
c ió n r e a l d a d a e s té n o c u r r ie n d o o tr o s c a m b io s c o n te m p o rá n e o s
co n u n m o v im ie n to d e la r e la c ió n d e in te r c a m b io , lo q u e e n r e a ­
lid a d e s t r i v i a l e ir r e le v a n te . L o q u e r e a lm e n te in t e r e s a es q u e
u n a v a r ia c ió n d e la r e la c ió n d e in te r c a m b io e s tá u n id a e n f o r ­
m a in d is o lu b le c o n la s c a u s a s q u e le d ie r o n o r ig e n y la s co n ­
se c u e n c ia s q u e d e e lla se d e r iv a n . L a s c a u s a s y c o n s e c u e n c ia s
tie n e n re p e r c u s io n e s s o b r e el b i e n e s t a r d e la s q u e n o p u e d e n
a is la r s e la s g a n a n c ia s o p é r d id a s p r o v e n ie n te s d e la v a r ia c ió n
m e n c io n a d a . E l c o n ju n to d e b e c o n s id e r a r s e com o u n p a q u e te , y
e l c r ite r io d e b ie n e s t a r q u e se a p liq u e d e b e t e n e r la a m p litu d
s u f ic ie n te p a r a e n g lo b a r a lo s c o m p o n e n te s p rin c ip a le s d e l
p a q u e te **.
D e los m u c h o s c a m b io s q u e p u e d e n d a r o r ig e n a u n m o v i­
m ie n to d e la r e la c ió n d e in te r c a m b io , el p r o g r e s o té c n ic o q u e

43 S i una m odificación de la relación de intercam bio se da en form a


exógena a una econom ía, la m onodim ensionalidad no es un problem a en
sí (pero, véase próxim a nota de pie de p á g in a ). E n la m edida en que hay
otros problem as, éstos, aunque destacables por cierto, tien en menor impor­
tan cia práctica. Por ejem plo, no siem pre se puede dem ostrar que un m ayor
m ejoram iento exógeno de la relación de intercam bio sea superior en sus
efectos sobre el bienestar que uno menor (A . O. K rueger y H. Sonnens-
chein, “The Term s o f Trade, the G ains from Trade and Price D ivergen-
ce” , International Economic Review , Vol. 8, 1967, pp. 121-127), o si hay
cierta s violaciones de la s condiciones de eficien cia de P areto no se puede
descartar una pérdida de bienestar debida al m ejoram iento exógeno de
la relación de intercam bio (R . B atra y P. K. P attan aik , “D om estic D is-
tortions and the G ains from Trade”, Economic Journal Vol. 80, 1970,
pp. 638-649).
44 U n a consecuencia im portante que aquí se om itirá e s la que afecta
a la distribución intern a del ingreso en el p aís o grupo de p a íses que
experim entan una variación de la relación de intercam bio. Se om itirá
porque no puede tra ta rse a un nivel demasiado gen eral, sino caso por caso.
136 J ohn S praos

e le v a la p ro d u c c ió n p o r p e r s o n a e m p le a d a ( p r o d u c tiv id a d ) e x i­
g e u n a a te n c ió n e s p e c ia l, t a n t o p o r s u im p o r ta n c ia in h e r e n te ,
com o p o r q u e f u e el c o n te x to e n e l q u e P r e b is c h d e s c rib ió la s
v a r ia c io n e s d e la r e la c ió n d e in te r c a m b io .
C o n s id é re s e u n c a s o e n q u e d a d o u n e m p le o c o n s ta n te c re c e
la p r o d u c tiv id a d t a n t o d e l a p ro d u c c ió n d e p r o d u c to s p r im a r io s
e x p o r ta b le s d e lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo com o la d e m a n u f a c tu r a s
d e los p a ís e s d e s a r r o lla d o s , p e r o a u n a t a s a m e n o r e n lo s p r i ­
m e ro s . C om o lo s in g r e s o s r e a le s a u m e n t a r á n la d e m a n d a , c r e ­
c e r á p a r a a m b o s g r u p o s d e b ie n e s y , p a r a lo s f in e s d e l a r g u ­
m e n to , s u p o n g a m o s q u e c r e c e r á e n f o r m a p r o p o rc io n a d a . U n
c r e c im ie n to d e s p ro p o rc io n a d o d e la o f e r t a f r e n t e a u n c r e c i­
m ie n to p r o p o r c io n a d o d e la d e m a n d a e le v a r á el p re c io r e la tiv o
d e lo s b ie n e s d e c re c im ie n to le n to , e n e s te c a so lo s p ro d u c to s
b á s ic o s p ro d u c id o s p o r lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo . E n la se c c ió n i
se d ijo q u e e s te r e s u lta d o a n t i d e t e r io r o n o h a b r í a p re o c u p a d o
d e m a s ia d o a P r e b is c h , p u e s e s ta b a in te r e s a d o s o b r e to d o e n la
re la c ió n d e in te r c a m b io , c o m o u n m e c a n is m o q u e s e r v ía p a r a
d e p u r a r a lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo d e lo s b e n e fic io s d e s u p r o ­
d u c tiv id a d , q u e d e s e r e sc a so s, l a d ire c c ió n d e la re la c ió n d e
in te r c a m b io , p e r d í a s u r e lie v e e sp e c ífic o , a l m a r g e n d e s u im ­
p o r ta n c i a e n o tr o s a s p e c to s . S in e m b a rg o , s i e s to p u e d e s e r v i r
p a r a d e f e n d e r a P r e b is c h , ta m b ié n r e b a j a a la re la c ió n d e i n t e r ­
c a m b io com o c r i t e r io , s in p o n e r n a d a e n s u re e m p la z o .
E l p r o b le m a f u n d a m e n ta l, c o n s id e ra d o p o r sí solo, es q u e el
m e jo r a m ie n to d e la re la c ió n d e in te r c a m b io d e lo s p a ís e s e n
d e s a r r o llo s u g e r i r í a u n m o v im ie n to h a c i a u n a m a y o r ig u a ld a d
e n t r e N o r te y S u r , p e s e a q u e e l a c o n te c im ie n to q u e d io lu g a r a
ello — el c r e c im ie n to m á s le n to d e la p r o d u c tiv id a d e n el c a so
d e lo s p r o d u c to s b á s ic o s— o b r a e n s e n tid o c o n tr a r io y p u e d e
c o n t r a r r e s t a r el e fe c to d e l a r e la c ió n d e in te rc a m b io , d a n d o e n
d e f in itiv a u n r e s u lta d o d e s ig u a l.
P a r a s a l v a r e s te esco llo h a y q u e c o m b in a r la s dos d im e n ­
s io n e s : la p r o d u c tiv id a d y la re la c ió n d e in te rc a m b io . E s to se
lo g r a p r e c is a m e n te c o n el c o n c e p to t a n co n o cid o d e la re la c ió n
d e in te r c a m b io d o b le f a c t o r i a l ( d f t t ) . C o m b in a e n f o r m a
m u ltip lic a d o r a la r e la c ió n d e p re c io q u e c o n s titu y e la r e la c ió n
d e in te r c a m b io c o n v e n c io n a l ( d e n o m in a d a e n lo su c e siv o r e ía -
D e te r io r o de l a r e la c ió n d e in te rc a m b io 137

c ió n d e in te r c a m b io d e tr u e q u e n e ta o n b t t ) co n u n a re la c ió n
de p ro d u c tiv id a d " .
L a d e fin ic ió n ( a d a p t a d a a l p r e s e n te c o n te x to ) e s :

ín d ic e d e p r e c io s p a r a lo s p r o d u c to s p r im a r io s e x ­
ín d ic e d f t t p o r ta b le s d e lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo .

ín d ic e d e p re c io s p a r a la s m a n u f a c tu r a s d e lo s
p a ís e s d e s a rr o lla d o s .

ín d ic e d e p r o d u c tiv id a d e n lo s p ro d u c to s p r im a ­
r i o s e x p o r ta b le s d e los p a ís e s e n d e s a r ro llo .

ín d ic e d e p r o d u c tiv id a d e n la s m a n u f a c tu r a s d e
lo s p a ís e s d e s a rr o lla d o s .

E s t e ín d ic e se p r e s t a a u n a i n t e r p r e t a c i ó n s e n c illa d e q u e
la s v a r ia c io n e s q u e e x p e r im e n ta m id e n e l c a m b io d e l n ú m e ro
d e h o r a s d e t r a b a j o e n lo s p a ís e s e n d e s a rro llo , la s q u e c o n la
in te rm e d ia c ió n d e l c o m e rc io , se in te r c a m b ia b a n p o r u n a h o r a
d e t r a b a j o e n lo s p a ís e s d e s a r r o lla d o s .
P e r o ta m b ié n es u n ín d ic e d e in g r e s o r e la tiv o , com o se p u e d e
d e s p r e n d e r co n to d a c la r id a d a l r e f o r m u l a r la d e f in ic ió n :

45 L a productividad que se em plea en el concepto dftt es la pro­


ductividad bruta de la m ano de obra (producción por persona em p lead a).
M ientras que en la contabilidad del crecim iento y en algunos otros con­
textos ha ganado terreno el concepto de productividad “to ta l”, en un
contexto vinculado al bienestar, como el p resente, la productividad bruta
de la m ano de obra es el concepto que procede u tilizar, pues e s equiva­
lente al ingreso real por habitante cuando la ta sa de participación y la
nbtt perm anecen constantes. Cuando, como e s característico, el creci­
m iento de la productividad bruta de la m ano de obra genera costos en
la form a de renuncia al consum o, con el fin de form ar cap ital, estos costos
deberían calcularse en principio sobre una b ase n eta. E n la práctica
esto puede ser d ifícil, pero en un número im portante de casos tam bién
e s innecesario, a saber, cuando la participación de la form ación de cap ital
en el valor agregado carece de tendencia, porque entonces el índice de
crecim iento de la productividad bruta y el índice neto (e s decir, el índice
de aquella p arte de la producción por persona em pleada que está dispo­
nible para el consum o) n o divergirán en form a sistem ática.
138 J ohn S frao s

In d ic e d f t t ín d ic e d e l v a lo r d e l p ro d u c to p o r p e r s o n a e m p le a ­
d a e n l a p ro d u c c ió n d e b ie n e s p r im a r io s e x p o r ta ­
b le s e n los p a ís e s e n d e s a rro llo .

íd e m , e n la p ro d u c c ió n d e m a n u f a c tu r a s e n lo s
p a ís e s d e s a r r o lla d o s .

A sí, a l c o m b in a r la s d im e n s io n e s d e la p ro d u c tiv id a d y d e
la n b t t o b te n e m o s u n c r it e r i o d e la d is tr ib u c ió n in te r n a c io n a l
d e l in g r e s o , e n l a m e d id a e n q u e é s te d e p e n d e d e los s e c to re s
m á s in f lu id o s p o r l a e s p e c ia liz a c ió n in te r n a c io n a l. E s te o b je tiv o
n o p o d r ía lo g r a r s e c o n c e n tr á n d o s e e x c lu s iv a m e n te e n la NBTT.
E l em p le o v a r ia b le c o m p lic a la s c o sa s, p e r o e s te a s p e c to se
t r a t a r á e n b r e v e *>.
S e h a s e ñ a la d a q u e la d f t t e s u n c o n c e p to a n tig u o . V in e r
f u e el p r im e r o d e m u c h o s q u e o p in a r o n q u e lo s e c o n o m is ta s
c lá sic o s c o n s id e r a b a n q u e la d f t t e r a el c o n c e p to m á s im p o r ta n ­
te d e la r e la c ió n d e in te r c a m b io 47. E n s u p ro p io t r a b a j o , H a -
b e r l e r y R o b e r ts o n c o n s id e r a r o n la d f t t com o f u n d a m e n t a l 44
y L e w is (1 9 6 9 ) la s i t ú a e n lo m e d u la r d e su p e n s a m ie n to 49.
A m in se m o s tr ó d is p u e s to a s o m e te r s u v e r s ió n d e la te o r ía d el
in te r c a m b io d e s ig u a l a l a p r u e b a d e la d f t t so, y R o d ríg u e z , co n
P r e b is c h co m o e d ito r , e s tim a b a q u e la d f t t e r a la p r u e b a a p r o ­
p ia d a d e la h ip ó te s is d e l d e t e r i o r o 51. N o o b s ta n te , lo m is te rio s o
es q u e P r e b is c h j a m á s r e c u r r i ó a la d f t t , p e s e a l h e c h o d e q u e
s u in te r é s p o r la NBTT e n el c o n te x to e x p líc ito d e la p ro d u c tiv i­
d a d c r e c ie n te h a c ía in d is p e n s a b le e s te c o n ce p to . T a l v ez u n

46 E x iste otra com plicación, pero tratab le en principio, cuando la


p arte del in greso destinada a cada grupo de bienes difiere dem asiado entre
lo s p a íses desarrollados y en desarrollo.
47 J. V iner, Studies in the Theory of International Trade, Londres:
A lien & U nw in, 1937, p. 561.
48 G. H aberler, Theory of International Trade, Londres, etc.: H odge,
p. 162; D. H . Bobertson, “The T erm s o f T rade”, en D . H. Kobertson,
U tility and A ll That and O ther E ssays, Londres: A lien & U nw in, pp.
174-181.
49 W . A . L ew is, 1969, op. d t.
50 S. A m in, Unequal Development, Su ssex, In g la te r r a : H arverster
P ress, 1976.
51 O. R odríguez, “ Sobre la concepción del sistem a cen tro-p eriferia” ,
R evista de la c e f a l (N acion es U nidas, C e p a l), P rim er sem estre de 1977,
pp. 203-247.
D e t e r io r o d e l a r e l a c ió n d e in t e r c a m b io 13 9

h o m b re p r á c tic o co m o P r e b is c h se h a b r í a in h ib id o a n te la c a ­
r e n c ia t o t a l d e d a to s co n q u e c o t e ja r c u a lq u ie r p e n s a m ie n to q u e
h u b ie r a p o d id o t e n e r s o b r e la d f t t d e p r o d u c to s p r im a r io s e x ­
p o r ta b le s d e lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo .
A s í com o l a NBTT n o es in d e p e n d ie n te d e la p r o d u c tiv id a d
y n o p u e d e , p o r t a n t o a is la r s e d e e lla , a s í ta m b ié n la NBTT no
e s in d e p e n d ie n te d e l e m p le o e n el s e c to r d e b ie n e s e x p o r ta b le s
y , p o r ta n t o , e s p e lig ro s o d e s c u id a r e s a d im e n sió n .
N o o b s ta n te , a e s ta s a l t u r a s c o n v ie n e d is t in g u ir e n tr e u n a
e c o n o m ía de p le n o e m p le o y u n a d e d e se m p le o c ró n ic o . C on u n a
f u e r z a d e t r a b a j o c o n s ta n te y e n p le n o e m p le o , la e x p a n s ió n d e l
s e c to r d e b ie n e s e x p o r ta b le s t ie n e q u e t e n e r com o c o n t r a p a r t i d a
n e c e s a r ia l a c o n tr a c c ió n d e a lg ú n o tr o s e c to r, sie n d o p e q u e ñ a
la a d ic ió n n e t a a l p r o d u c to d e la e c o n o m ía e n s u c o n ju n to . P o r
ta n to , e s in n e c e s a r io p r e o c u p a r s e d e m a s ia d o d e la d im e n s ió n d e l
em p leo . P e r o , si h a y u n e x c e d e n te c ró n ic o d e m a n o d e o b r a y la
e x p a n s ió n d e la p ro d u c c ió n d e b ie n e s e x p o r ta b le s r e c u r r e a él,
el a u m e n to d e l e m p le o e n el s e c to r q u e p ro d u c e b ie n e s e x p o r ta ­
b le s es e s tr ic ta m e n te a n á lo g o a u n a u m e n to d e la p r o d u c tiv id a d
e n d ich o s e c to r e n lo q u e r e s p e c ta a s u e fe c to s o b r e el p ro d u c to
d e to d a la e c o n o m ía . S e c o n c lu y e q u e el e m p le o d e b e c o n s id e r a r ­
se d im e n s io n a lm e n te s im é tr ic o co n la p r o d u c tiv id a d y a g r e g a r s e
com o t a l a la d f t t .
E n los a ñ o s p o s te r io r e s a la S e g u n d a G u e r r a M u n d ia l, h a s ­
t a a lr e d e d o r d e 1975, h a b í a e n g e n e r a l p le n o em p leo e n lo s
p a ís e s d e s a rr o lla d o s , d e m a n e r a q u e la d f t t sólo n e c e s ita a m ­
p lia r s e a e s t a t e r c e r a d im e n s ió n e n u n á m b ito , el á m b ito d e los
p ro d u c to s p r im a r io s e x p o r ta b le s d e lo s p a ís e s e n d e s a rro llo . C o­
m o p r o d u c tiv id a d la b o r a l x e m p le o = p ro d u c to , la d e fin ic ió n d e
lo q u e p o d r ía d e n o m in a r s e r e la c ió n d e in te r c a m b io d o b le f a c to ­
r i a l c o r r e g id a p o r el e m p le o ( e c d f t t ) p a s a a s e r :

ín d ic e e c d f t t = ín d ic e d e p re c io s d e lo s p ro d u c to s p r im a r io s
e x p o r ta b le s d e los p a ís e s e n d e s a rro llo ,
ín d ic e d e p re c io s d e la s m a n u f a c tu r a s d e lo s
p a ís e s d e s a r r o lla d o s .
ín d ic e d e p ro d u c c ió n de los p r o d u c to s p r im a -
X r io s e x p o r ta b le s d e los p a ís e s e n d e s a rro llo ,
ín d ic e d e p r o d u c tiv id a d d e la s m a n u f a c tu r a s
d e los p a ís e s d e s a rro lla d o s .
140 J ohn S praos

U n a d e la s m a y o r e s a tr a c c io n e s d e e s te ín d ic e e s q u e e x is ­
t e n d a to s d e p ro d u c c ió n s o b r e l a m a y o r ía d e lo s p r o d u c to s p r i ­
m a r io s d e lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo , m i e n tr a s q u e se c a re c e d e
d a to s s o b r e p r o d u c tiv id a d .
P a r a d e s t a c a r la im p o r ta n c ia d e l a d im e n s ió n d el em p le o ,
c o n s id é r e s e el e n la c e e n t r e é s te y la r e la c ió n d e in te r c a m b io e n
u n c o n te x to e s p e c ífic o . R e to m e m o s a l p r i m e r p a s o d e P r e b is c h
e sb o z a d o e n la se c c ió n i : f r e n t e a u n c re c im ie n to ig u a l d e la
p r o d u c tiv id a d e n la p ro d u c c ió n d e m a n u f a c tu r a s d e lo s p a ís e s
d e s a r r o lla d o s y e n la d e lo s p r o d u c to s p r i m a r io s e x p o r ta b le s d e
lo s p a ís e s e n d e s a rro llo , h a y u n a r e s p u e s t a a s im é tr ic a d e los
in g r e s o s m o n e ta r io s , lo q u e d a o r ig e n a u n d e te r io r o d e la r e la ­
c ió n d e in te r c a m b io d e lo s p ro d u c to s b á s ic o s d e los p a ís e s e n
d e s a rro llo . S i n o e x is te , p o r e je m p lo , el s e sg o e n la d e m a n d a ,
h a b r á u n a d e m a n d a e x c e d e n ta r ia d e p r o d u c to s b á sic o s, lo q u e
h a c e r e m o n ta r el p re c io r e la tiv o h a s t a a lc a n z a r s u n iv e l in ic ia l.
E n to n c e s , la s e x p o r ta c io n e s d e p ro d u c to s p r im a r io s p a s a r á n a
s e r m á s r e n ta b le s y , e n c o n s e c u e n c ia , s i h a y u n a a f lu e n c ia d e
m a n o d e o b r a d e p a r t e d e lo s d e s e m p le a d o s, el p re c io r e la tiv o
s e r e m o n t a r á h a s t a c a s i a lc a n z a r s u n iv e l in ic ia l.
E s t e r a z o n a m ie n to só lo se li m i ta a r e f o r m u la r q u e la p r e ­
s ió n d e la m a n o d e o b r a e x c e d e n ta r ia p r o v o c a r á u n d e te r io r o d e
l a NBTT. S e g ú n se in d ic ó e n l a se c c ió n i, é s te e s e n e fe c to u n o
d e los a r g u m e n to s p r in c ip a le s q u e a p o y a n la h ip ó te s is d e l d e te ­
r io r o , y e n el q u e se b a s ó el p ro p io P r e b is c h . N o o b s ta n te , d eb e
q u e d a r e n c la r o d e in m e d ia to q u e la im p o r ta n c ia d e l d e te r io r o d e
la ñ b t t p a r a el b ie n e s t a r e s a m b i g u a ; p u e s el d e te r io r o se h a lla
v in c u la d o co n la e x p a n s ió n d e l em p le o . D a d a la g r a n p re o c u p a ­
c ió n d e m u c h o s p a ís e s e n d e s a r r o llo p o r el d esem p leo , lo q u e i n ­
te r e s a e s el e q u ilib rio e n t r e lo s d o s y n o sólo el m o v im ie n to d e
l a NBTT.
L a c o rre c c ió n d e l e m p le o in c o r p o r a d a e n e l ín d ic e e c d f t t
to m a e n c u e n ta p r e c is a m e n te e s te a s p e c to .
L o q u e i n te r e s a , p o r c ie rto , e s si e s te ín d ic e h a e x p e rim e n ­
ta d o u n a te n d e n c ia a l d e te r io r o y , e n c a so a f ir m a tiv o , s i e s a
te n d e n c ia p u e d e a d s c r ib ir s e a la p a u t a d e e sp e c ia liz a c ió n t r a d i ­
c io n a l d e lo s p a ís e s en d e s a r r o llo h e r e d a d a d e l p e río d o c o lo n ia l.
S e h a n r e a liz a d o e s tu d io s s o b r e e s te a s u n to , lo s q u e se p u ­
b lic a r á n e n u n a o b r a p a tr o c in a d a p o r la UNCTAD d u r a n te el c u r ­
so d e 19 8 3 . C om o la o b r a a b a r c a n u e v o s c a m p o s, r e v is te n
D e t e r io r o d e l a r e l a c ió n d e in t e r c a m b io 14 1

im p o r ta n c ia lo s d e ta lle s y lim ita c io n e s q u e a c o m p a ñ a n s u s


c o n c lu sio n e s, p e r o e s c a p a n a u n a d e s c rip c ió n s o m e ra .
N o o b s ta n te , p a r e c e s e r q u e p a r a la s e c o n o m ía s d e m e rc a d o
l a e v id e n c ia ( q u e se r e f i e r e p o r c ie r to a u n p e río d o b re v e 1960-
1 9 7 8 ) n o es in c o m p a tib le c o n l a h ip ó te s is d e l d e te r io r o d e l ín ­
d ic e e c d f t t , es d e c ir, n o e s in c o m p a tib le c o n la p e rc e p c ió n d e
q u e la p a u t a tr a d ic io n a l d e e sp e c ia liz a c ió n — p ro d u c c ió n p r i m a ­
r i a e n lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo (s a lv o c o m b u s tib le s ) y p r o ­
d u c c ió n d e m a n u f a c t u r a s e n lo s p a ís e s d e s a r r o lla d o s — v ie n e
te n ie n d o e fe c to s d e s ig u a le s . E s to p a r e c e s e r m e n o r p a r a el co m ­
p o n e n te m in e r a l d e lo s p r o d u c to s p r i m a r i o s e x p o r ta b le s d e los
p a ís e s e n d e s a r r o llo y m a y o r p a r a lo s p r o d u c to s a g r íc o la s q u e
n o tie n e n s u c e d á n e o s a u tó c to n o s s im ila r e s e n lo s p a ís e s d e s a r r o ­
lla d o s, com o la s b e b id a s tr o p ic a le s .
E s t e r e s u lta d o d e s ig u a l p u e d e e x p lic a r s e p o r l a in e la s tic i-
d a d - in g r e s o d e l a d e m a n d a d e lo s p r o d u c to s p r im a r io s e x p o r­
ta b le s d e los p a ís e s e n d e s a r r o llo — c o n s id e ra c ió n , q u e, com o se
r e c o r d a r á , d e s e m p e ñ ó u n a f u n c ió n i m p o r ta n te e n la h ip ó te s is
P r e b is c h - S in g e r d e l d e te r io r o de la n b t t — p e r o e s p r o b a b le q u e
ta m b ié n o tr o s f a c t o r e s e s té n e n ju e g o .
S i to d o s lo s d e m á s s e c to re s (e s d e c ir, lo s a je n o s a la s e x ­
p o r ta c io n e s tr a d ic io n a le s ) ta m b ié n se e s t a b a n d e te r io r a n d o , la
p o s ic ió n r e l a t i v a d e lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo , lo s e fe c to s d e d e s i­
g u a ld a d r e f le ja d o s e n la d is m in u c ió n d e l ín d ic e e c d f t t c o n c o r­
d a r í a n c o n u n m a l m á s g e n e r a l y n o p o d r ía n p o r t a n t o a t r i b u í r ­
se le s a la p a u t a d e e s p e c ia liz a c ió n tr a d ic io n a l. P e r o p a r e c e q u e
e n té r m in o s d e p ro d u c c ió n p o r m ie m b r o d e la p o b la c ió n econó­
m ic a m e n te a c tiv a (n o p ro d u c c ió n p o r h a b it a n t e , q u e p u e d e c r e ­
c e r a u n a t a s a d if e r e n te , e n t r e o t r a s c o sa s, p o r u n a u m e n to
d e te r m in a d o p o r lo d e m o g rá fic o d e l n ú m e r o d e f a m ilia r e s a c a r ­
g o ) lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo t ie n e n e n e l p e río d o q u e se e x a m in a
e n e s to s o tr o s s e c to re s u n h i s t o r ia l t a n b u e n o com o los p a ís e s
d e s a r ro lla d o s .
O c u r r e q u e e n e s te p e río d o (1 9 6 0 -1 9 7 8 ) n o h a b ía u n a te n ­
d e n c ia a l d e te r io r o d e la n b t t d e la s e x p o r ta c io n e s d e p ro d u c to s
p r im a r io s n o c o m b u s tib le s d e la s e c o n o m ía s d e m e rc a d o e n d e ­
s a r r o llo f r e n t e a la s m a n u f a c tu r a s . P o r en d e, a l p a s a r d e la
n b t t m o n o d im e n s io n a l a la e c d f t t tr id im e n s io n a l n o sólo g a n a ­
m o s e n g lo b a lid a d s in o q u e c a p ta m o s e l fe n ó m e n o d e la d e si­
g u a ld a d , q u e d e o t r a m a n e r a p o d r ía p a s a r s e p o r a lto , q u e p u e d e
142 J ohn S praos

e x p lic a r la in s a tis f a c c ió n p e r s is te n te d e lo s p a ís e s en d e s a rro llo


co n s u p a u t a tr a d ic io n a l d e e s p e c ia liz a c ió n .
E l d e se m p le o e n lo s p a ís e s d e s a rro lla d o s , q u e se c o n v irtió
e n u n a c a r a c t e r í s t i c a d e la s e c o n o m ía s d e m e rc a d o d e s a r r o lla ­
d a s e n la ú ltim a p a r t e d e l a d é c a d a d e l 70, s o b re to d o e n su s e c to r
m a n u f a c tu r e r o , n o p u e d e m a n e j a r s e co n la f ó r m u la a c tu a l d e la
e c d f t t . P e r o p u e d e s u p o n e r s e q u e el p ro c e so d e d e s ig u a ld a d
q u e e s ta b a a s o c ia d o a la p a u t a tr a d ic io n a l d e e s p e c ia liz a c ió n n o
se h a in v e r tid o e n la f a s e r e c ie n te d e l ciclo, e q u ip a rá n d o s e c o n
c re c e s a l p a r e c e r la c o n tr a c c ió n d e la p ro d u c c ió n d e m a n u f a c ­
t u r a s e n lo s p a ís e s d e s a r r o lla d o s co n el d e te r io r o cíclico d e la
n b t t e x p e r im e n ta d o p o r la s e x p o r ta c io n e s tra d ic io n a le s d e los
p a ís e s e n d e s a rro llo .
H a b r í a q u e p r e c a v e r s e d e t r e s c o n c e p to s e rra d o s .
P r im e r o , el h e c h o d e q u e la p r o d u c tiv id a d d e lo s p a ís e s e n
d e s a r r o llo c a lc e co n la f ó r m u la e c d f t t n o s ig n if ic a q u e si é sto s
p a ís e s só lo h u b ie r a n s id o m á s e n é rg ic o s p a r a e le v a r s u p ro d u c ­
tiv id a d , se h u b ie r a e v ita d o el p ro c e s o d e d e s ig u a ld a d o b se rv a d o .
E l c re c im ie n to m á s a c o le ra d o d e l a p r o d u c tiv id a d h a b r í a em p e o ­
r a d o la s c o s a s p a r a lo s p r o d u c to s p r im a r io s e x p o rta b le s c u y a
p ro d u c c ió n e s tá d o m in a d a p o r los p a ís e s e n d e s a rro llo , p u e s la
in e la s tic id a d d el p re c io q u e c a r a c t e r iz a la d e m a n d a d e e so s p r o ­
d u c to s h a b r í a a c a r r e a d o u n d e te r io r o m á s q u e c o m p e n s a d o r d e
su p re c io r e la tiv o y / o n iv e l d e em p leo .
S e g u n d o , la d e s ig u a ld a d n o s ig n if ic a p a u p e riz a c ió n . P u e d e
q u e los p a ís e s e n d e s a r r o llo o b te n g a n u n a p a r t e d e s p ro p o rc io -
n a lm e n te p e q u e ñ a d el c r e c im ie n to m u n d ia l v in c u la d o c o n los
s e c to re s c o n fo rm a d o s p o r l a e s p e c ia liz a c ió n in te r n a c io n a l, p e ro
com o g r u p o , n o o b tie n e n u n a p a r t e n e g a tiv a .
T e rc e ro , la d e s ig u a ld a d n o s ig n if ic a d e s ig u a ld a d p a r a sie m ­
p r e . H a y v a r i a s c o sa s q u e p u e d e n m o d if ic a r la . E l a lz a d e p re c io s
d e a lg u n o s p r o d u c to s p r i m a r i o s e x p o r ta b le s d e lo s p a ís e s e n
d e s a r r o llo q u e se p r e s t e n p a r a ello, y a s e a m e d ia n te a c u e rd o s
in te r n a c io n a le s d e p r o d u c to s b á s ic o s o m e d ia n te c a r te le s u n ila ­
te r a le s , p u e d e n l o g r a r u n v u elco , a l m e n o s p o r u n tie m p o — v é a ­
se, p o r e je m p lo , e l e fe c to d e l a o p e p — . L a e x p a n s ió n d e la
f a b r ic a c ió n d e m a n u f a c tu r a s e n g r a n e s c a la e n los p a ís e s e n d e ­
s a r r o llo , m o tiv a d a p o r el m e rc a d o o im p u ls a d a p o r la p o lític a ,
p u e d e a c a r r e a r ta m b ié n u n v u e lc o a l c o m p r im ir lo s p re c io s
d e la s m a n u f a c tu r a s d e los p a ís e s d e s a r r o lla d o s . ( L a e x p a n s ió n d e
D e t e r io r o d e l a r e l a c ió n d e in t e r c a m b io 143

l a s m a n u f a c tu r a s e n lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo a la e s c a la re q u e ­
r i d a p a r a t a l f i n i r á a c o m p a ñ a d o p o r u n a d is m in u c ió n e sp e c ­
t a c u l a r d e la p a r tic ip a c ió n d e lo s p r o d u c to s p r i m a r io s e x p o r ta ­
b le s e n la p r o d u c c ió n y c o m e rc io d e d ic h o s p a ís e s , e n c u y o c a so
el p a p e l d e la s e x p o r ta c io n e s tr a d ic io n a le s s e c o n tr a e r á h a s t a el
p u n to q u e n o i n t e r e s a r á s i t ie n e o n o u n e fe c to d e d e s ig u a ld a d .

IV . Resumen

S i se h u b ie r a p o d id o e s ta b le c e r u n a p r e s u n c ió n a p la s t a n t e s o b r e
e l d e te r io r o a la r g o p la z o d e la r e la c ió n d e in te r c a m b io d e t r u e ­
q u e n e ta d e lo s p r o d u c to s p r i m a r i o s e x p o r ta b le s d e lo s p a ís e s e n
d e s a rro llo , n o h a b r í a h a b id o d e b a te . P o r ta n t o , n o e s d e e x t r a ­
ñ a r q u e del e s tu d io d el d e b a te re a liz a d o s u r j a u n m e n s a je a m ­
b iv a le n te : s i b ie n p u e d e n a d u c ir s e p o d e r o s a s c o n s id e ra c io n e s a
f a v o r d e la h ip ó te s is d e l d e te r io r o , é s ta s n o s o n d e c is iv a s ; y s i
l a h ip ó te s is t e n í a u n só lid o re s p a ld o e s ta d ís tic o p a r a el p e río d o
1871-193 8 e n el q u e se b a s ó P r e b is c h e n u n co m ie n zo , -é ste se
a t e n ú a c u a n d o se c o n s id e r a n e n c o n ju n to los p e río d o s p re v io s y
p o s te r io r e s a l a S e g u n d a G u e r r a M u n d ia l.
N o o b s ta n te , n o h a y a m b iv a le n c ia s o b r e la in s a tis f a c c ió n de
lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo c o n s u p a p e l h e r e d a d o de e x p o r ta d o r e s
d e p r o d u c to s p r im a r io s , p a p e l q u e to d a v ía p r e v a le c e c u a n d o se
e x c lu y a e l p e tró le o .
S i n o e s el d e te r io r o d e la re la c ió n d e in te r c a m b io , ¿ e n q u é
s e b a s a e s t a in s a tis f a c c ió n ? S i n o s c e ñ im o s a la tr a d ic ió n d e la
re la c ió n d e in te r c a m b io , p o d r ía b u s c a r s e u n a r e s p u e s ta r e c u ­
r r ie n d o a l a n tig u o c o n c e p to d e l a r e la c ió n d e in te r c a m b io doble
f a c to r ia l q u e e n g lo b a la im p o r t a n t ís i m a d im e n s ió n d e la p r o ­
d u c tiv id a d y p u e d e a m p lia r s e ta m b ié n a l em p le o .
D E U D A E X T E R N A Y B A L A N Z A D E P A G O S D E A M É R IC A
L A T IN A : T E N D E N C IA S R E C IE N T E S Y P E R S P E C T IV A S

p o r R ica rd o F f r e n c h -D a v is *

I . Introducción

L a s r e la c io n e s e c o n ó m ic a s in te r n a c io n a le s d e A m é ric a L a tin a
h a n e x p e r im e n ta d o a lte r a c io n e s s u s ta n c ia le s d u r a n te lo s a ñ o s
s e te n ta . D o s d e la s m á s d e s ta c a d a s f u e r o n el a u m e n to a c e le ra d o
d e lo s d é f ic it e n c u e n ta c o r r i e n t e q u e h u b o e n la m a y o r ía d e lo s
p a ís e s d e la r e g ió n y lo s c a m b io s s ig n if ic a tiv o s p ro d u c id o s e n
e l f in a n c ia m ie n to d e e so s d é fic it.
L a c o m p o s ic ió n d e l f in a n c ia m ie n to d e l d é f ic it d el s e c to r
e x te r n o h a c a m b ia d o n o ta b le m e n te e n el d e cen io . F r e n t e a p a r ­
tic ip a c io n e s d e c lin a n te s d e los c r é d ito s d e a c r e e d o re s o f ic ia le s
y d e la in v e r s ió n e x t r a n j e r a d ir e c ta , el f in a n c ia m ie n to p ro v e ­
n ie n te d e f u e n te s b a n e a r i a s p r iv a d a s h a a d q u irid o u n p e so p r e ­
d o m in a n te , t a n t o e n la c u e n ta d e c a p ita le s com o e n e l sa ld o d e
la d e u d a e x te r n a . E s t e fe n ó m e n o n o e s e x c lu siv o d e la r e g ió n ,
y a q u e d e h e c h o a b a r c a a lo s p a ís e s e n d e s a rro llo e n s u c o n ju n ­
to . E s t a c a r a c t e r í s t ic a , s in e m b a rg o , h a sid o m á s p r o n u n c ia d a
e n lo s p a ís e s d e d e s a r r o llo in te r m e d io , o p a ís e s s e m i- in d u s tr ia -
liz a d o s, e n t r e los c u a le s se d e s ta c a n n u m e ro s o s p a ís e s la tin o ­
a m e r ic a n o s . A s í es co m o A m é r ic a L a t i n a es la r e g ió n e n d e s a r r o ­
llo q u e h a c e el a c to d e p r e s e n c ia m á s s e ñ a la d o e n los m e rc a d o s
in te r n a c io n a le s d e c a p ita le s p r iv a d o s , p u e s to q u e la r e g ió n

* E ste trabajo fu e originalm ente preparado a solicitud del bid.


A m é r ic a L a t in a : d eu d a extern a y balan za de pagos 14 5

p o r s í so la c u b r e m á s d el 6 0 p o r c ie n to d e lo s p a s iv o s d e los
p a ís e s e n d e s a r r o llo co n in s titu c io n e s b a n c a r ia s p r iv a d a s (d e u ­
d a b a n c a ria ).
L a m a g n itu d a lc a n z a d a p o r la d e u d a b a n c a r ia y s u e fe c to
s o b re la s c o n d ic io n e s d e l f in a n c ia m ie n to y el s e rv ic io d e l a d e u ­
d a n o re c ib e n c o n f r e c u e n c ia la a te n c ió n q u e m e re c e n . E s to se
d e b e , p r in c ip a lm e n te , a q u e la s e s ta d ís tic a s d e la d e u d a e x te r n a ,
e n e sp e c ia l c u a n d o se t r a t a d e in f o r m a c ió n in d iv id u a l p o r p a í­
se s, p o r lo c o m ú n e x c lu y e n a los p a s iv o s s in g a r a n t í a p ú b lic a
y a p la z o s m e n o re s de u n a ñ o . T a l o m isió n e s s e r ia , p o rq u e
e s to s do s c o m p o n e n te s h a n c re c id o a c e le r a d a m e n te , e n e sp e c ia l
d e s p u é s d e 1977. L a se c c ió n II se in ic ia c o n u n e x a m e n d e lo s
a n te c e d e n te s a l r e s p e c to , d e s ta c a n d o l a v is ió n d i s t i n t a q u e s e
o b tie n e co n d e fin ic io n e s r e s t r i n g i d a s o m á s c o m p le ta s d e la d e u ­
d a e x te r n a .
E l c a m b io r e g i s t r a d o e n la s f u e n te s d e l f in a n c ia m ie n to e x ­
te r n o h a te n id o d iv e r s a s r e p e r c u s io n e s p a r a los p a ís e s d e la
r e g ió n . A q u í n o s c o n c e n tr a r e m o s e n e l e x a m e n d e d o s d e e lla s,
q u e se r e f i e r e n : ( i) a la s c o n d ic io n e s d e l f in a n c ia m ie n to y a
s u s c o n s e c u e n c ia s p r in c ip a le s e n lo s p a ís e s d e u d o re s , y ( ii) al
c a r á c t e r d i s t i n t o q u e a d q u ie r e n la s re la c io n e s e c o n ó m ic a s e x ­
t e r n a s , a s u s c o n e x io n e s c o n el d e s a r r o llo n a c io n a l y a s u s im ­
p lic a c io n e s p a r a la s p o lític a s m a c ro e c o n ó m ic a s . E l e x a m e n d e
lo s do s tó p ic o s c i e r r a la se c c ió n n .
L o s m e r c a d o s in te r n a c io n a le s d e c a p ita le s p r iv a d o s se h a n
e x p a n d id o n o ta b le m e n te e n e l c u r s o d e lo s ú ltim o s q u in c e a ñ o s.
N u m e ro s o s p a ís e s e n d e s a r r o llo , y e n t r e ello s lo s la tin o a m e r ic a ­
n o s, h a n lo g ra d o u n acceso c r e c ie n te a lo s c r é d ito s b a n c a rio s
d is p o n ib le s e n eso s m e rc a d o s . E n la se c c ió n III se e x a m in a n la s
p e c u lia rid a d e s q u e d is tin g u ie r o n t a n t o a lo s m e rc a d o s m u n d ia le s
e n lo s a ñ o s s e te n ta , a s í co m o ta m b ié n a la s itu a c ió n e c o n ó m ica
de los p a ís e s d e la r e g ió n e n a q u e llo s a s p e c to s q u e m á s in c id e n
e n la c a p a c id a d d e ac c e so a l f in a n c ia m ie n to b a n c a r io e x te rn o .
E n s e g u id a se e s b o z a n b r e v e m e n te a lg u n o s d e lo s in te r r o g a n te s
c e n tr a le s q u e e s tá n p r e s e n te s a l in ic ia r s e lo s a ñ o s o c h e n ta . S o ­
b r e e s a s b a s e s se p la n te a n a lg u n a s r e fle x io n e s s o b re la s c o n se ­
c u e n c ia s , p o s itiv a s y n e g a tiv a s , q u e la s d i s t i n ta s a lte r n a tiv a s
p o d r ía n t e n e r p a r a los p a ís e s d e la r e g ió n .
E n f o r m a re s u m id a , la e m e r g e n c ia d e los m e rc a d o s i n t e r ­
n a c io n a le s d e c a p ita le s p r iv a d o s h a a b ie r to n u e v a s o p o r tu n id a ­
146 R ica rd o F f r e n c h -D a v is

d e s a lo s p a ís e s d e la r e g ió n y le s h a p e r m itid o h a c e r f r e n t e e n
m e jo r e s c o n d ic io n e s a la s s itu a c io n e s c r ític a s q u e e x p e r im e n ta ­
r o n e n lo s a ñ o s s e te n ta . L o s f a c to r e s q u e c o n d u je ro n a ello f u e ­
r o n la a b u n d a n c ia d e fo n d o s d is p o n ib le s e n eso s m e rc a d o s y los
tip o s d e i n te r é s b a jo s , s i s e tie n e d e b id a c u e n ta d e l e fe c to e ro ­
siv o d e la in fla c ió n . S in e m b a rg o , la s p e r s p e c tiv a s s o n m á s
a m b iv a le n te s p a r a lo s a ñ o s v e n id e ro s . L a d is p o n ib ilid a d d e f o n ­
d o s y s u c o sto p r o b a b le m e n te s e t o r n e n m e n o s f a v o r a b le s d e n tr o
d e u n m a r c o q u e p r e s u m ib le m e n te e s té so m e tid o a f u e r te s f lu c ­
tu a c io n e s . E n e s a s c ir c u n s ta n c ia s h a y t r e s v a r ia b le s q u e p u e d e n
s e r d e c is iv a s a lo s e fe c to s d e la c a p a c id a d d e re a c c ió n y a j u s t e
d e los p a ís e s q u e h a n e s ta d o h a c ie n d o u n u so in te n s o de e so s
m e rc a d o s . E n el á m b ito in te r n a c io n a l se e n c u e n tr a n el v o lu m e n
y la s c a r a c t e r í s t ic a s d el f in a n c ia m ie n to p ú b lic o , e n s u s d iv e r s a s
v a r ia n te s , co m o f a c t o r e s ta b iliz a d o r d e la s co n d ic io n e s d e l f i ­
n a n c ia m ie n to y c o m o e le m e n to q u e f a c i l i ta el acc eso a l m ism o .
E n u n p la n o n a c io n a l p u e d e n r e s u l t a r d e te r m in a n te s , p o r u n a
p a r te , el u so q u e se h a y a h e c h o d e los fo n d o s e x te r n o s re c ib id o s
y el p o te n c ia l p r o d u c to r y g e n e r a d o r de d iv is a s a q u e ellos
h a y a n d a d o l u g a r ; p o r o t r a , la c a p a c id a d d e la s p o lític a s eco­
n ó m ic a s n a c io n a le s p a r a l o g r a r u n a j u s t e f r e n t e a n u e v a s co n ­
d ic io n e s e x te r n a s .

I I . Origen, condiciones y objetivos del financiamiento


externo en los años setenta

E n lo s a ñ o s c in c u e n ta y s e s e n ta la v in c u la c ió n d e los p a ís e s d e
la r e g ió n co n la e c o n o m ía in te r n a c io n a l se c o n c e n tró e n el i n t e r ­
c a m b io c o m e rc ia l, e n el f in a n c ia m ie n to o fic ia l y e n la in v e rs ió n
e x t r a n j e r a d ir e c ta . E l m o v im ie n to n e to de c a p ita l ( d é f ic it en
c u e n ta c o r r ie n te ) f u e r e la tiv a m e n te lim ita d o , f lu c tu a n d o e n t r e
c i f r a s d e l o r d e n d e l 1 a l 2 p o r c ie n to d el p r o d u c to in te r n o b r u t o
(P IB ) r e g io n a l. E n lo s a ñ o s c in c u e n ta la in v e r s ió n d ir e c ta c o n s­
t itu y ó u n c o m p o n e n te v ig o ro s o , p e r d ie n d o p r o g r e s iv a m e n te p e s o
r e la tiv o e n la c o r r ie n t e n e t a d e re c u r s o s .
E n lo s a ñ o s s e t e n ta tu v o lu g a r u n p ro c e so in te n s o d e
c o n v e rs ió n d e p ú b lic a s a p r iv a d a s de la s c o r r ie n te s d e r e c u r ­
so s q u e s e d ir ig ie r o n a l a r e g ió n y , d e sd e e lla , c o n e l s u r g im ie n ­
to d e la s c o r r ie n te s d e o r ig e n b a n c a r io . D a d o el p e so p re d o m i­
A m é r ic a L a t i n a : d eu d a e x t e r n a y b a l a n z a d e p a g o s 14 7

n a n te q u e la s m is m a s h a n a d q u ir id o e n el f in a n c ia m ie n to e x ­
t e r n o to ta l, el a n á lis is d e e s ta se c c ió n se c o n c e n tr a r á e n e l
e x a m e n d e s u s c a r a c t e r ís t i c a s y d e s u s e fe c to s m á s d ire c to s .
C o n el o b je to d e p r o p o r c io n a r u n a p e r s p e c tiv a m e jo r , se e x a ­
m i n a r á la r e la c ió n d e e s te f in a n c ia m ie n to c o n el d e o t r a s f u e n ­
te s , a s í com o ta m b ié n la p o s ic ió n d e la r e g ió n y d e lo s p a ís e s
q u e f o r m a n p a r t e d e la m is m a e n c o m p a ra c ió n co n lo s p a ís e s e n
d e s a r ro llo e n su c o n ju n to , d iv id id o s e n e x p o r ta d o r e s e im p o r­
ta d o r e s n e to s d e p e t r ó l e o 1.

A . Estructura del financiamiento

U n o d e los p r o b le m a s q u e e n f r e n t a el a n á lis is d e l f in a n c ia m ie n ­
to e x te r n o e s l a e sc a se z d e a n te c e d e n te s e s ta d ís tic o s y la s im i­
ta c io n e s q u e p r e s e n t a n lo s d a to s d is p o n ib le s . E n a ñ o s re c ie n te s
h a h a b id o u n m e jo r a m ie n to im p o r ta n te d e la in f o r m a c ió n s o b re
la d e u d a d e l s e c to r p ú b lic o y d e la d e u d a co n g a r a n t í a p ú b lic a ,
e n p a r t i c u l a r g r a c i a s a lo s e s f u e rz o s re a liz a d o s a l re s p e c to p o r
el B a n c o M u n d i a l 2. E n la a c tu a lid a d s e d is p o n e d e in f o rm a c ió n
h o m o g é n e a d e m á s d e c ie n p a ís e s , s o b re b a s e a n u a l, q u e a p a r e c e
co n u n r e t r a s o p e q u e ñ o . L a d e fic ie n c ia p r in c ip a l q u e s u b s is te e n
lo q u e se r e f i e r e a la d e u d a e x t e r n a e s la o m is ió n de d o s c o m p o ­
n e n te s , q u e s o n s ig n if ic a tiv o s y d e v o lú m e n e s re c ie n te m e n te
c re c ie n te s : la d e u d a s in g a r a n t í a o fic ia l y la d e p la z o s c o rto s .
A m b o s tip o s d e d e u d a tie n e n c a r a c t e r í s t i c a s e sp e c ia le s, q u e se
a c e n tú a n h a c ia f i n e s d el p e río d o b a jo e s tu d io , lo q u e los co n ­
v ie r te e n in g r e d ie n te s im p re s c in d ib le s p a r a u n a n á lis is s o b r e
el c o m p o r ta m ie n to r e c ie n te d e la d e u d a e x t e r n a y de s u s p e r s ­
p e c tiv a s e n los a ñ o s p ró x im o s . D e a llí la im p o r ta n c ia d e r e a liz a r
u n e s fu e rz o p a r a p r o v e e r a n te c e d e n te s m á s c o m p le to s q u e los
h a b itu a lm e n te d is p o n ib le s y p a r a d e s ta c a r la s c o n se c u e n c ia s
q u e e s ta d e f ic ie n c ia i n f o r m a ti v a tie n e p a r a la ev o lu c ió n a lo
la r g o d el tie m p o d e los v o lú m e n e s y c o n d ic io n e s d el f in a n c ia -

1 La clasificación de p a íses en desarrollo excluye a los p aíses expor­


tadores netos de cap ital y es la utilizada en N acion es U nidas, D epartm ent
o f International Econom ic and Social A ffa ir s ( diesa ) (1 9 8 2 ). Incluye
82 países, entre ellos 16 exportadores n etos de petróleo.
2 E stos esfuerzos aparecen reflejad os, principalm ente, en su p u b li­
cación titulada W orld D ebt Tables.
148 R ica rd o F f r e n c h -D a v is

m i e n t o 3. S o b r e la b a s e d e a n te c e d e n te s d e l B a n c o M u n d ia l y d e l
B a n c o d e P a g o s I n te r n a c io n a le s ( b p i ) , e s p o s ib le e la b o r a r e s ti­
m a c io n e s m á s c o m p le ta s d e la d e u d a e x te r n a , q u e so n la s q u e
se u tiliz a n e n e s te t r a b a j o 4.
L a ev o lu c ió n d e l f in a n c ia m ie n to e x te r n o d if ie r e e n t r e los
p a ís e s d e la r e g ió n . L a p o s ic ió n p e t r o le r a q u e tie n e c a d a u n o ,
la s e s t r a t e g i a s y p o lític a s e c o n ó m ic a s q u e h a y a n a d o p ta d o y la s
e s t r u c t u r a s e c o n ó m ic a s r e s p e c tiv a s q u e lo s c a r a c te r iz a n i n f lu ­
y e n en e l c o m p o r ta m ie n to d e la s r e la c io n e s e x te r n a s d e c a d a
p a ís . N o o b s ta n te la g r a n d iv e r s id a d e x is te n te , tie n e n lu g a r
c o m p o r ta m ie n to s y s itu a c io n e s r e la tiv a m e n te s im ila r e s e n los
p a ís e s d e l a r e g ió n e n c u a n to a la in c id e n c ia c re c ie n te del f i ­
n a n c ia m ie n to b a n c a r io .
E l c u a d r o 1 p r e s e n t a a n te c e d e n te s s o b re la c o m p o sic ió n d e la
c u e n ta d e c a p ita le s d e la b a la n z a d e p a g o s d e los p a ís e s d e la r e ­
g ió n , e n el p e río d o 1 960-80. E n t a n t o q u e la in v e rs ió n e x t r a n j e ­
r a d i r e c t a y lo s c r é d ito s o fic ia le s e q u iv a lía n a la s t r e s c u a r t a s
p a r t e s d e la s c o r r ie n te s n e ta s d e c a p ita l e n el d e c e n io 1960-70
s e r e d u j e r o n a u n te r c io e n 1980. A l p ro p io tie m p o , la p a r ­
tic ip a c ió n d e la s f u e n te s b a n c a r ia s s e e x p a n d ió d e sd e u n q u in ­
c e a v o h a s t a a lr e d e d o r d el 7 0 p o r c ie n to d e l t o ta l e n e s a d é c a d a .
L o s m o v im ie n to s r e s t a n t e s d e fo n d o s p r iv a d o s — c ré d ito s d e
p ro v e e d o re s y el p ro d u c to d e l a c o lo c a c ió n d e b o n o s— m u e s tr a n
n iv e le s b a jo s y u n a p a r tic ip a c ió n d e c r e c ie n te e n c o m p a ra c ió n
co n la s c o r r ie n te s n e ta s d e c r é d ito s b a n c a r io s .
U n c o m p o r ta m ie n to s i m i l a r s e v e r if ic a a l e x a m in a r la e v o ­
lu c ió n d e l s a ld o d e l a d e u d a e x te r n a . L o s c u a d ro s 2 a 4 s u m i­
n i s t r a n a n te c e d e n te s d iv e rs o s a l r e s p e c to , c o n c e n tra n d o la a te n ­
c ió n a h o r a e n lo s c o m p o n e n te s c re d itic io s . E l c u a d r o 2 p r e s e n t a
a n te c e d e n te s s o b r e d o s in d ic a d o r e s d if e r e n te s d e la d e u d a ex ­
t e r n a a f in e s d e lo s a ñ o s 1 9 7 3 ,1 9 7 7 y 1980. Con, f in e s c o m p a r a ­
tiv o s , se in c lu y e in f o r m a c ió n d e l c o n ju n to d e lo s p a ís e s e n
d e s a rro llo . L a se c c ió n I d e e s te c u a d r o m u e s t r a la m e d ic ió n t r a d i -

3 U n estudio detallado, que abarca a l mundo en desarrollo en su


conjunto y en form a desagregada a una m uestra de 14 p aíses, se encuen­
tra en N aciones U nidas, diesa (1 9 8 2 ).
4 V éanse d iversas estim aciones, con variadas coberturas de la deuda
y de p aíses, en M assad y Z ahler (1 9 7 7 ), Fondo M onetario Internacional
(FMi) (1981a) y W orld D ebt Tablea. U n exam en de los problem as y lim i­
taciones envueltos aparece en N aciones U nidas, d ie sa (1982).
Cuadro 1

COMPOSICIÓN D EL F IN A N C IA M IE N T O E X T E R N O D E A M ÉR IC A L A T IN A , 1960-80
(m illones de dólares)

Promedios anuales 1
1961-70 1971-75 1975 1977 1978 1979 1980
I. P réstam os netos de
fu en tes oficiales 1.003,9 1.794,8 2.817,8 1.961,4 1.690,7 2.105,0 2.961,7
1. M ultilaterales 361,6 914,4 1.490,5 1.166,2 691,7 1.819,9 2.208,7
2. B ilaterales 642,3 880,4 1.327,3 795,2 999,0 285,1 753,0
II. P réstam os netos de
fu en tes privadas 463,5 3.596,0 6.100,4 11.630,7 16.657,1 15.420,3 14.057,5 *
1. Inst. fin an cieras 139,9 3.108,9 5.996,8 9.394,8 13.733,9 15.068,5 n. d.
2. R e sto 2 323,6 487,1 103,6 2.235,9 2.833,2 351,8 n. d.
III. Inversión extranjera
directa neta 641,2 1.822,4 3.308,8 2.983,1 3.901,1 4.978,8 5.080,8
IV. Cuenta de capital
(I + II + III) 2.108,6 7.213,1 12.227,0 16.575,2 22.158,9 22.504,1 22.100,0 *
V. V ariación reservas
oficiales 3 -2.571,8 -634,6 -4.691,5 -7.148,6 -6.366,6 1.924,6
VI. F inanciam iento neto
(IV + V ) 4.641,6 11.590,4 11.883,7 15.010,3 16.137,6 24.024,6

* E stim ación prelim inar.


1 F u ente Cuadro IH-14, b i d , Progreso económico y social en A m érica Latina, Inform e 1980-81.
2 Incluye proveedores, bonos y nacionalizaciones.
3 F uente cuadros B alanzas de P agos, bid.
n. d. N o disponible.
F uente : Elaboraciones del autor sobre la base de Banco M undial, D ebtor Reporting S ystem (drs ), N aciones
U n id as diesa/ drpa y bid.
150 R ic a rd o F f r e n c h -D a v is

c io n a l d e n o m in a d a d e u d a p ú b lic a e x te r n a . E n lo q u e r e s p e c ta
a lo s p a s iv o s f in a n c ie r o s , l a d e u d a p ú b lic a sólo in c lu y e a a q u é ­
llo s a p la z o s d e m á s d e u n a ñ o , a d e u d a d o s p o r el s e c to r p ú b lic o
o c o n la g a r a n t í a d e é s t e 5. E s t a es l a d e fin ic ió n s o b re la c u a l se
d is p o n e d e m á s a n te c e d e n te s , p r in c ip a lm e n te a p a r t i r d e lo s
in ic io s d e los a ñ o s s e te n ta . E n la se c c ió n II d el c u a d r o 2 se p r e ­
s e n t a n e s tim a c io n e s d e la d e u d a to ta l, e sto es, d e la d e u d a
p ú b lic a m á s la d e u d a s in g a r a n t í a o fic ia l y los p r é s ta m o s
b a n c a r io s a p la z o s d e u n a ñ o o m e n o s.
A m b o s in d ic a d o r e s d e la d e u d a , a s í com o la c u e n ta d e c a ­
p i t a l ( c u a d r o 1 ) m u e s t r a n te n d e n c ia s s im ila r e s . S in e m b a rg o ,
l a in te n s id a d d e l a e x p a n s ió n d el f in a n c ia m ie n to b a n c a r io p r i ­
v a d o , a s í co m o s u n iv e l a b s o lu to , d if ie r e n e n tr e la s t r e s f u e n te s
e n v i r t u d d e s u d i s t i n t a c o b e r tu r a y d im e n s ió n te m p o r a l. L a
d e u d a t o t a l a lc a n z a n iv e le s n o ta b le m e n te s u p e r io r e s a lo s d e la
p ú b lic a . L a b r e c h a e n t r e a m b o s in d ic a d o re s , e x p u e s ta e n la se c ­
c ió n n i d el c u a d r o 2, e s a p r e c ia b le m e n te m a y o r e n el c a so d e
A m é r ic a L a ti n a q u e e n el c o n ju n to d e p a ís e s e n d e s a rro llo , y en
lo s d os g r u p o s e n q u e se s u b d iv id e n , d e p a ís e s e x p o r ta d o r e s
e im p o r ta d o r e s n e to s d e p e tró le o . E n 1980, el 40 p o r c ie n to d e
la d e u d a d e l a r e g ió n c o r r e s p o n d ía a c r é d ito s s in g a r a n t í a p ú ­
b lic a y d e c o r to p la z o , s u je to s a c o n d ic io n e s d e fin a n c ia m ie n to
n o ta b le m e n te m á s d e s f a v o r a b le s q u e lo s de la d e u d a p ú b lic a .
A p a r t i r de la s u s p e n s ió n d e los e m b a rq u e s d e p e tró le o
c ru d o e n 1973 p o r p a r t e d e lo s m ie m b ro s d e la O rg a n iz a c ió n d e
P a ís e s E x p o r ta d o r e s d e P e tr ó le o ( o p e p ) p u e d e n d is tin g u ir s e
d o s s u b p e río d o s c o n re s p e c to a l a c o m p o sic ió n d e la d e u d a . E n
el p r i m e r la p so , 1 973-77, la d e u d a p ú b lic a a u m e n tó con m a y o r
ra p id e z q u e la d e u d a t o ta l. E llo se d e b ió a q u e lo s c ré d ito s b a n ­
c a rio s c r e c ie ro n r á p id a m e n te , p e r o e s la p a r t e q u e c o rre s p o n d e
a lo s p r é s ta m o s co n g a r a n t í a p ú b lic a y a p la z o s m a y o re s d e u n
a ñ o l a q u e se e x p a n d ió m á s a c e le r a d a m e n te . C a b e d e s ta c a r q u e
e n 1973 só lo el 39 p o r c ie n to d e l sa ld o p e n d ie n te d e p a g o d e lo s
c r é d ito s b a n c a r io s e s t a b a in c lu id o e n la s c if r a s d e la d e u d a p ú ­
b lic a , p a r tic ip a c ió n é s t a q u e se elev ó a l 55 p o r c ie n to e n 1 9 7 7 6.
S e t r a t a f u n d a m e n ta lm e n te d e e u r o c r é d ito s o to rg a d o s p o r co n -

5 P ara m ayores antecedentes sobre la cobertura de la deuda pública,


v éase Banco M undial, drs (1 9 8 1 ).
6 E n 1973 una proporción predom inante de la deuda bancaria no
pública correspondía a financiación del intercam bio com ercial.
Cuadro 2

D E U D A PÚ B L IC A Y T O TAL E N LOS P A IS E S E N D ESA R R O L L O :


1973, 1977 Y 1980

Tasa anual de
crecimiento
1973 1977 1980 1973-77 1977-8
Grupos de países (1) (2 ) (3 ) (4) T5)

I. Deuda pública
(E n m iles de m illones de dólares)
1. A m érica L atina 27,0 71,6 123,6 27,6 20,0
2. P a íses en desarrollo
exportadores de petróleo 24,0 69,6 117,3 30,5 19,0
3. P aíses en desarrollo
im portadores de petróleo 55,4 111,1 189,5 19,0 19,5
4. T otal países en desarrollo 79,4 180,7 306,8 22,8 19,3

II. Deuda total


(E n m iles de m illones de dólares)
1. A m érica L atina 42,8 104,2 205,4 24,9 25,4
2. P a íses en desarrollo
exportadores de petróleo 34,5 88,4 164,1 26,5 2 2^
3. P aíses en desarrollo
im portadores de petróleo 73,9 150,0 277,3 19,4 22,7
4. Total países en desarrollo 108,4 238,4 441,4 21,8 22,8

III. Participación de la deuda pública en el total


(P orcen tajes)
1. A m érica L atina 63,1 68,7 60,2
2. P aíses en desarrollo
exportadores de petróleo 69,6 78,7 71,5
3. P aíses en desarrollo
im portadores de petróleo 75,0 74,1 68,3
4. T otal países en desarrollo 73,2 75,8 69,5

F uentes : Elaboraciones del autor sobre la base de: B anco M undial, drs,
N aciones U nid as diesa/ drpa y bid. H a y 22 p aíses de la región
incluidos en el to ta l de p a íses en desarrollo; de ellos, cinco
(B olivia, E cuador, M éxico, Trinidad y Tobago y V enezuela)
fueron clasificad os entre los 16 exportadores n etos de petróleo.
152 R ica rd o F f r e n c h -D a v is

s o r c io s d e b a n c o s , q u e e n u n a p r o p o r c ió n s ig n if ic a tiv a s o n t o ­
m a d o s p o r d e u d o re s p ú b lic o s e n lo s p a ís e s p r e s ta ta r io s . T ie n e
l u g a r a s í e l fe n ó m e n o d e q u e el s e c to r p ú b lic o — o lo s p la n e s
d e é s te , e n e l c a so d e c ré d ito s d e in v e r s ió n a l s e c to r p riv a d o ,
c o n g a r a n t í a p ú b lic a — se ve fa v o re c id o c o n la r e a p a r ic ió n d e
lo s m e r c a d o s in te r n a c io n a le s d e c a p ita le s p riv a d o s .
E n e l se g u n d o la p s o , s e r e v i e r te la re la c ió n . E n él, la d e u d a
to ta l a u m e n ta m á s a c e le r a d a m e n te q u e l a p ú b lic a e n to d a s la s
re g io n e s e n d e s a r r o llo . P e r o é l fe n ó m e n o f u e m á s a c e n tu a d o e n
A m é r ic a L a ti n a . T a m b ié n s o n los fo n d o s b a n c a r io s lo s q u e
a p o r t a n e n e s te s u b p e río d o el c o m p o n e n te m á s d in á m ic o d e la
d e u d a . E n e s ta o c a sió n , u n a p r o p o r c ió n m a y o r d e los c ré d ito s
b a n c a r io s e s s in g a r a n t í a p ú b lic a y a c o rto p la z o ; sólo el 49 p o r
c ie n to d e s u s a ld o a f in e s d e 1 9 8 0 e s ta b a c o m p re n d id o e n la
d e u d a p ú b lic a . E s t a te n d e n c ia o b e d e c e a t r e s f a c to r e s . P r im e r o ,
los c r é d ito s a p la z o s m a y o r e s se t o r n a r o n r e la tiv a m e n te m á s
e sc a s o s e n el m e rc a d o in te r n a c io n a l d e c a p ita le s p riv a d o s y e n
1980, lo s e u r o c r é d ito s d a d o s a la p u b lic id a d , c u y o s p la z o s m e ­
d io s f u e r o n e n to n c e s d e 8 a ñ o s , c u b r ie r o n sólo u n a c u a r t a p a r t e
d e lo s n u e v o s p r é s ta m o s b a n c a r io s c o m p ro m e tid o s c o n lo s p a ís e s
e n d e s a r r o llo e n e s e a ñ o . S e g u n d o , e n 1 980 e s ta b a e n p le n a
o p e r a c ió n la s e g u n d a s a c u d id a p e t r o l e r a , q u e v in o a c o m p a ñ a d a
de u n a e c o n o m ía m u n d ia l e n u n p ro c e s o r e c e s iv o ; e n e s a s c i r ­
c u n s ta n c ia s , m u c h o s p a ís e s e n d e s a r r o llo d e b ie ro n r e c u r r i r a
s u s r e s e r v a s in te r n a c io n a le s o a lín e a s d e c r é d ito a c o rto p la z o .
T e rc e ro , e n d iv e rs o s p a ís e s e n d e s a r r o llo , in c lu id o s a lg u n o s l a t i ­
n o a m e r ic a n o s , se t r a t a b a d e c o n c e d e r m a y o r im p o r ta n c ia a l se c ­
t o r p r iv a d o e n la a c tiv id a d e c o n ó m ic a , lo c u a l in v o lu c ró ta m b ié n
a lo s a g e n te s q u e p a r t i c i p a n e n la c o n tr a ta c ió n d e la d e u d a
e x te r n a .
E l c u a d r o 3 c o n f ir m a la d ire c c ió n d e lo s c a m b io s c o m p ro ­
b a d o s e n la c o m p o sic ió n d e la d e u d a e x te r n a . E n to d o s lo s g r u ­
p o s d e p a ís e s la p a r tic ip a c ió n d e la d e u d a b a n c a r ia a u m e n tó a lo
l a r g o d el p e río d o , y e n 1980 r e p r e s e n tó c a s i el 60 p o r c ie n to en
e l c o n ju n to d e p a ís e s e n d e s a r r o llo , y c e r c a d el 80 p o r c ie n to
e n la A m é r ic a L a ti n a 7. A l p a r t i r el la p s o 1973-77 e n d os, se

7 L a A m érica L atina experim entó un aum ento porcentual de la deu­


da bancaria sim ilar a la del conjunto de p aíses en desarrollo durante el
período 1973-80, pero su deuda privada aum entó m ás rápidam ente du­
ran te el período, en especial en su segunda m itad.
A m é r ic a L a t i n a : d e u d a e x t e r n a y b a l a n z a d e p a g o s 153

c o m p ru e b a q u e e l a u m e n to m á s p r o n u n c ia d o d el e n d e u d a m ie n to
b a n c a r io tu v o l u g a r in m e d ia ta m e n te d e s p u é s d e la s u s p e n s ió n
d e los e m b a rq u e s d e p e tr ó le o d e 1973. E l r e c ic la je d e lo s “ p e tr o -
d ó la r e s ” c o n tr ib u y ó a q u e n u m e ro s o s p a ís e s e n d e s a rro llo , im ­
p o r ta d o r e s n e to s d e e n e r g ía , p u d ie r a n e n f r e n t a r e n m e jo r p ie el
d e s a fío d e o r ig e n e x te r n o . C o m o es s a b id o , f u e r o n lo s p a ís e s
s e m i- in d u s tr ia liz a d o s lo s q u e c o n s ig u ie r o n , m á s o p o r tu n a m e n te
y e n c u a n tía m á s a d e c u a d a , fo n d o s b a n c a r io s c o m p e n s a d o re s del
d e s e q u ilib rio s u f r id o p o r s u s b a la n z a s d e p a g o s .

Cuadro 3

PA R T IC IPA C IÓ N D E LA D E U D A B A N C A R IA E N E L TO TA L:
1973, 1975, 1977 y 1980
(P o rcen ta jes)

Grupos de países 1973 1975 1977 1980


1. A m érica L atin a 60,0 68,6 70,0 77,9
2. P a íses en desarrollo exportadores de petróleo 49,3 54,1 56,3 64,7
3. P a íses en desarrollo im portadores de petróleo 35,2 42,7 44,8 55,4
4. Total países en desarrollo 39,7 46,3 49,1 58,5

F ümntes: E laboraciones del autor sobre la base de: B anco M undial, drs,
N aciones U nidas diesa/ drpa y bid. H a y 22 p a íses de la región
incluidos en el to ta l de p a íses en desarrollo; de ellos, cinco
(B olivia, E cuador, M éxico, T rinidad y Tobago y V enezuela)
fueron clasificad os en tre los 16 exportadores n etos de petróleo.

E l c u a d ro 4 p r e s e n t a in f o r m a c ió n in d iv id u a l p o r p a ís e s y
p a r a la r e g ió n s o b r e la e v o lu c ió n y c o m p o sic ió n d e la d e u d a
e x te r n a e n lo s a ñ o s 1 9 7 7 y 1 9 8 0 8. L o s s ie te p a ís e s p r e s t a t a r i o s
p r in c ip a le s c o n c e n tr a b a e n 1 9 8 0 el 89 p o r c ie n to d e la d e u d a
t o t a l y el 93 p o r c ie n to d e l a b a n c a r i a d e la r e g ió n , r e s p e c tiv a ­
m e n te . E n el g r u p o d e lo s q u in c e p a ís e s r e s t a n te s , la p a r t i c i p a ­
ció n d e lo s p r é s ta m o s b a n c a r io s e s s ig n if ic a tiv a m e n te m e n o r. S in

8 La inform ación sobre la deuda bancaria, com pilada por el Banco


de P agos Internacionales, es m ás com pleta y hom ogénea a p a rtir de 1977.
Por ello el an álisis para años an teriores lo lim itam os a grupos de países.
154 R ic a r d o F fren ch -D a v is

e m b a rg o , l a d is p e r s ió n e n t r e e llo s es m u y f u e r te . P o r e je m p lo ,
e n t r e 1 9 7 7 y 1980 t r e s d e eso s p a ís e s v ie ro n re d u c id o a b r u p ­
ta m e n te , p o r d i s ti n t a s c a u s a s , s u a c c e so a lo s p r é s ta m o s b a n c a -
rio s . E n el c u a d r o 4 se p r e s e n ta n a p a r t e la s c if r a s c o r r e s p o n ­
d ie n te s a H a i t í , J a m a ic a y N ic a r a g u a , c u y o s p a s iv o s b a n c a r io s
d is m in u y e r o n e n e se la p s o . L o s d o ce p a ís e s r e s t a n t e s e x h ib e n
u n c o e fic ie n te d e p a r tic ip a c ió n d e la d e u d a b a n c a r ia q u e , a u n
c u a n d o e s s ig n if ic a tiv a m e n te m e n o r q u e el d e los s ie te d e u d o re s
m a y o re s , es m a y o r q u e el c o r r e s p o n d ie n te a lo s r e s t a n t e s p a ís e s
e n d e s a r r o llo . S i los s ie te p a ís e s m a y o r e s de la A m é ric a L a tin a
se e x c lu y e n d e l to t a l d e lo s p a ís e s e n d e s a rro llo , el r e s to tie n e
u n a p a r tic ip a c ió n d e l 4 3 p o r c ie n to e n 1980, e n c o m p a ra c ió n
co n t a s a s d e l o r d e n d e l 54 p o r c ie n to p a r a los doce d e u d o re s m e ­
n o r e s d e la A m é r ic a L a t in a . P o r c o n s ig u ie n te , a ú n e n el c a so
d e los d e u d o re s m e n o re s se a p r e c ia el m a y o r acceso r e la tiv o d e
la r e g ió n a lo s m e r c a d o s in te r n a c io n a le s d e c a p ita le s p riv a d o s .
L a te n d e n c ia p r e d o m in a n te e n lo s a ñ o s s e te n ta , de c r e ­
c ie n te c o n c e n tr a c ió n e n p r e s t a m i s t a s b a n c a rio s , h a te n id o d i­
v e r s a s c o n s e c u e n c ia s p a r a lo s p a ís e s de la r e g ió n . S u s e fe c to s e n
la s c o n d ic io n e s d el f in a n c ia m ie n to se e x a m in a n a c o n tin u a c ió n .

B . Las condiciones del financiamiento y la actividad deudora

L a s c o n d ic io n e s d el f in a n c ia m ie n to o fre c id o a la r e g ió n h a n e m ­
p e o ra d o com o r e s u lta d o t a n t o d el e n d u re c im ie n to q u e h a n
r e g i s t r a d o lo s p r é s ta m o s b a n c a r io s , a s í co m o ta m b ié n a c a u s a
d e l a u m e n to d e la p a r tic ip a c ió n d e la d e u d a b a n c a r ia e n el to ta l.
E n e fe c to , e n 1980 el c o sto n o m in a l d e l c ré d ito b a n c a r io m á s
q u e d u p lic a b a el c o s to d e l c ré d ito o fic ia l. L o s tip o s d e in te r é s
c a r g a d o s a a m b a s c a te g o r ía s d e a c r e e d o re s se e le v a ro n s u s ta n ­
c ia lm e n te e n t r e 1973 y 1980. E l in c r e m e n to n o f u e lin e a l, s in
e m b a rg o , d u r a n t e el p e río d o m e n c io n a d o . D e h ech o , h a c ia m e ­
d ia d o s d e l p e río d o , los tip o s d e i n t e r é s c a r g a d o s e n p ro m e d io
p o r la s in s titu c io n e s f i n a n c i e r a s h a b í a n d e c re c id o . E l c o sto d e
la d e u d a t o ta l, n o o b s ta n te , a u m e n tó le v e m e n te d e b id o a l m a y o r
p e so q u e a d q u ir ió el c o m p o n e n te d e la d e u d a c o n c o n d ic io n e s d e
f in a n c ia m ie n to m á s d u r a s (c o m p á r e n s e la s c o lu m n a s 1 y 6 co n
la s 2 y 7 d e l c u a d r o 5 ) . E n la s e g u n d a m ita d d el p e río d o s e
r e g i s t r ó u n a u m e n to n o ta b le d e lo s tip o s d e in te r é s . E n el ca so
A m é r ic a L a t in a : d eu d a externa y balan za de pago s 155

Cuadro 4

D E U D A TO TAL Y P A R T IC IPA C IÓ N B A N C A R IA , SE G Ú N
P R IN C IP A L E S P A ÍS E S P R E S T A T A R IO S E N AM ÉRICA
L A T IN A , 1977 Y 1980

1 Participación
Deuda total deuda bancaria
Miles de millones Tasa anual en
de dólares de cree. (P orcentajes)
1977 1980 (Porcent.) 1977 1980
Países (1 ) (2 ) (3 ) (4 ) (5)

A rgentin a 7,8 24,0 45,6 62,4 82,9


B rasil 32,8 57,2 20,4 76,5 79,8
Chile 4,5 9,6 28,4 34,9 76,5
Colombia 3,9 7,3 23,3 34,3 63,5
M éxico 26,1 50,1 24,3 77,8 84,8
Perú 6,1 7,9 9,0 56,4 51,3
V enezuela 10,8 27,0 35,7 84,1 85,9
H aití, Jam aica, N icaragu a 2,9 3,3 4,5 63,0 37,7
P a íses restan tes de A m érica
L atin a (12) 9,3 19,0 26,9 53,8 54,7
Total 104,2 205,4 25,4 70,0 77,9
(P articipación bancaria) (72,9) (160,1) (30,0)

F uentes : E laboraciones del autor sobre la base de: B anco M undial, drs,
N aciones U nidas diesa/ drpa y bid.

d e la A m é r ic a L a ti n a el tip o m e d io d e in t e r é s y la s c o m isio n e s
b a n c a r ia s s u b ie r o n e n m á s d e 6 p u n to s y , co m o se se ñ a ló , e s ta
a lz a m á s q u e d u p lic ó e l t i p o d e i n t e r é s d e lo s c r é d ito s n o b a n c a ­
r io s 9. E l r e s u lta d o c o m b in a d o d e l a u m e n to d e lo s c o sto s b a n ­
c a rio s y d e la c o n v e rs ió n de la s f u e n te s d e la d e u d a d e p ú b lic a s
e n p r iv a d a s p ro v o c ó u n c o s to s ig n if ic a tiv a m e n te m a y o r d e la
d e u d a e x t e r n a d e l a re g ió n .

9 N ótese que el tipo de in terés de los créditos no bancarios tam bién


se elevó, aun cuando en form a m ás moderada.
156 R ic a rd o F p r e n c h -D a v is

Cuadro 5

T IP O S D E IN T E R É S SE G Ú N A C R E E D O R E S D E LA D E U D A ,
1973, 1977 Y 1980
( T asas an u ales — porcen tajes)

Bancarios O ficial y otros Total


1978 1977 1980 1973 1980 1973 1977 1980
Grupos de países (1 ) (2 ) (3 ) (4) (5) (6 ) (7 ) (8 )

1. A m érica L atin a 9,0 7,9 14,2 5,3 7,0 7,3 7,4 12,5
2. P a íses en desarrollo ex­
portadores de petróleo 9,0 8,6 13,5 3,9 5,4 6,1 7,0 10,5
3. P aíses en desarrollo im ­
portadores de petróleo 8,0 7,2 13,2 4,1 4,8 5,2 5,5 9,3
4. T otal p aíses
en desarrollo 8,4 7,9 13,4 4,0 5,0 5,5 6,0 9,7

F uentes : E laboraciones del au to r sobre la base d e: B anco M undial, des,


N aciones U n id as diesa / drpa y bid. H a y 22 p a íses de la región
incluidos en el to ta l de p a íses en desarrollo; de ellos, cinco
(B olivia, E cuador, M éxico, T rinidad y T obago y V enezuela)
fueron clasificad os en tre lo s 16 exportadores netos de petróleo.

E l tip o m e d io d e in t e r é s d e la d e u d a t o t a l a u m e n tó e n 5
p u n to s e n t r e 1977 y 1980, lu eg o d e h a b e r p e rm a n e c id o a n iv e le s
r e la tiv a m e n te c o n s ta n te s e n t r e 1 9 7 3 y 1977. H a c ia f in e s d e l d e ­
cen io se p r o d u c e u n a in te n s if ic a c ió n d e la a d a p ta c ió n a la i n f la ­
c ió n q u e t u v i e r a lu g a r e n lo s a ñ o s s e te n ta , com o re s u lta d o d e
lo c u a l e l a u m e n to d e l ti p o n o m in a l d e i n t e r é s ta m b ié n r e d u n d ó
e n u n in c r e m e n to d e l tip o r e a l. E s t e p ro c e s o se e x a m in a r á m á s
a d e la n te . E n s ín te s is , lo s tip o s m e d io s d e in te r é s se e le v a ro n
e n a lg o m á s d e 5 p u n to s , fe n ó m e n o c o n c e n tra d o e n los a ñ o s p o s­
t e r i o r e s a 19 7 7 , y q u e f u e m á s in te n s o q u e e l r e g is tr a d o e n e l
r e s to d e lo s p a ís e s e n d e s a rro llo . D a d o el n iv e l d e s u d e u d a
to ta l, e l tip o m e d io d e in te r é s m a y o r p a g a d o p o r la A m é ric a
L a ti n a e n c o m p a ra c ió n c o n el c o n ju n to d e p a ís e s e n d e s a rro llo ,
r e p r e s e n tó u n d e se m b o lso a n u a l a d ic io n a l d e l o r d e n d e m il m i­
llo n e s d e d ó la r e s p o r c o n c e p to d e m a y o re s in te r e s e s e n 1980.
A m é r ic a L a t in a : deud a extern a y balan za de pago s 157

L o s p la z o s d e l a d e u d a h a n e m p e o ra d o ta m b ié n . T a n to e n
1 9 7 3 com o e n 19 7 7 , lo s p o r c e n ta je s d e a m o r tiz a c ió n a n u a l ( p a ­
g o s a n u a le s co m o p r o p o r c ió n d e l a d e u d a v ig e n te a co m ien z o s
d e l a ñ o ) , r e p r e s e n t a b a n e n t r e el 12 y el 13 p o r c ie n to d e la
d e u d a p ú b l i c a ; e s te p o r c e n t a je s u b ió a l 15 p o r c ie n to h a c ia f in e s
d e l p e río d o . E n lo q u e r e s p e c ta a l a d e u d a b a n c a r ia , lo s p la z o s
s o n n o ta b le m e n te m e n o re s y , p o r lo t a n t o , la t a s a d e a m o r tiz a ­
c ió n es m a y o r . E s t a d e u d a in c lu y e e l f in a n c ia m ie n to d el i n t e r ­
c a m b io c o m e rc ia l, lo s e u r o c r é d ito s a m e d ia n o p la z o , y la s co­
r r i e n t e s f i n a n c i e r a s a c o r to p la z o , la s ú ltim a s d e la s c u a le s so n
c a u s a d a s p o r n e c e s id a d e s d e la b a la n z a d e p a g o s y p o r c o r r ie n ­
te s e s p e c u la tiv a s in d u c id a s p o r d if e r e n c ia le s d e r e n ta b ilid a d
f in a n c ie r a . L a s t a s a s d e a m o r tiz a c ió n a n u a l h a n sid o a f e c ta d a s
p o r lo s a ltib a jo s q u e h a n s u f r id o lo s p la z o s d e lo s e u ro c r é d ito s
y p o r v a r ia c io n e s e ñ la c o m p o sic ió n d e e s ta s c o r r ie n te s . M á s
a llá d e los a ltib a jo s , l a t a s a d e a m o r tiz a c ió n h a s id o n o ta b le m e n ­
t e a lta , c o n u n n iv e l m e d io d e l 4 2 p o r c ie n to e n el tr ie n io 1978-
8 0 y u n e m p e o r a m ie n to e n 1 9 8 0 q u e se in te n s if ic ó e n 1 9 8 1 10.
S o b re la b a s e d e c o m b in a r a n te c e d e n te s d el B a n c o M u n d ia l y
d e l B a n c o d e P a g o s I n te r n a c io n a le s p u e d e e s tim a r s e q u e h a c ia
1980, m á s d e la c u a r t a p a r t e d e l a d e u d a t o t a l d e la r e g ió n d e b e
a m o r tiz a r s e o r e n o v a r s e a n u a lm e n te , e n c o n tr a s te c o n c if r a s
d el o rd e n d e l 10 p o r c ie n to e n los a ñ o s s e s e n ta . E llo s ig n if ic a
que, c o n u n m is m o n iv e l d e d e u d a , la s a m o r tiz a c io n e s a n u a le s
m á s q u e s e d u p lic a r o n , c o n e l c o n s ig u ie n te in c r e m e n to s u s ta n ­
c ia l d e la s c o r r ie n te s b r u t a s d e e n d e u d a m ie n to c a d a a ñ o . E s te
a u m e n to d e l a “ a c tiv id a d d e u d o r a ” tie n e c o n s e c u e n c ia s p a r a los
a ñ o s o c h e n ta , co m o se v e r á e n l a se c c ió n n i.
E l a u m e n to de l a d e u d a y d e lo s tip o s d e in te r é s h a d a d o
lu g a r a u n a u m e n to d e lo s p a g o s p o r in te r e s e s r e g is tr a d o s e n
la b a la n z a d e p a g o s . E n t r e 1 9 7 7 y 19 8 0 , lo s e g re s o s p o r c o n c e p to
d e in te r é s se t r i p l i c a r o n e n c o n tr a s t e c o n u n a in f la c ió n d el o r ­
d e n d e l 4 0 p o r c ie n to e n e s e p e río d o . E m e r g ió , s in e m b a rg o , u n
im p o r ta n t e f a c t o r c o m p e n s a d o r, q u e s o n lo s in g re s o s d e in t e r e ­
s e s, co m o r e s u lta d o p r in c ip a lm e n te d e l a in v e r s ió n d e la s r e s e r ­
v a s in te r n a c io n a le s . D u r a n te el p e río d o se p r o d u jo u n a u m e n to
s ig n if ic a tiv o d e la s r e s e r v a s , co m o re s u lta d o , e n b u e n a m e d id a

10 L a inform ación sobre los vencim ientos de la deuda bancaria publi­


cada por el Banco de P agos Internacionales indica que la ta sa de amor­
tización había sido del 46 por ciento en 1981.
158 R ic a rd o F f r e n c h -D a v is

d e l in g r e s o d e c a p ita le s p r iv a d o s e n m o n to s s u p e r io r e s a los
n e c e s a r io s p a r a f i n a n c i a r el d é f ic it e n c u e n ta c o r r ie n te . P a r a ­
le la m e n te , f u e m e jo r a n d o la a d m in is tr a c ió n de la s r e s e r v a s , e n ­
c o n tr a n d o é s ta s e n los m e rc a d o s f in a n c ie r o s u n a o p o r tu n id a d
a t r a c t i v a p a r a s u i n v e r s i ó n ; ello tu v o lu g a r , in ic ia lm e n te e n p e ­
q u e ñ a e s c a la , y a a p a r t i r d e m e d ia d o s d e lo s a ñ o s s e s e n ta . E n
té r m in o s n e to s , h a c ia 1980 a lg o m á s d e u n te r c io d e los e g re s o s
d e in te r e s e s e r a c o m p e n s a d o p o r in g r e s o s d e in te r e s e s , s itu a c ió n
s im il a r a la d e lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo e n s u c o n ju n to . T a l co m o
e n o tr o s c a so s, la h e te r o g e n e id a d e n t r e p a ís e s es s ig n if ic a tiv a
e n l a A m é r ic a L a t i n a , co m o s e c o m p ru e b a a l c o m p a r a r la s co ­
lu m n a s (3 ) y (4 ) d el c u a d r o 6.
E l p e so r e la tiv o d e lo s p a g o s n e to s de in te r e s e s e n c u e n ta
c o r r i e n t e h a e s ta d o f u e r t e m e n te in flu e n c ia d o p o r el d e se n v o l­
v im ie n to d e l a b a la n z a c o m e rc ia l. E n el c a so d e lo s p a ís e s de la
r e g ió n , lo s e g re s o s p o r c o n c e p to d e in te r e s e s r e p r e s e n ta r o n m á s
d e la m ita d del d é f ic it e n c u e n ta c o r r ie n te , y e n el d e lo s p a ís e s
e n d e s a r r o llo im p o r ta d o r e s d e p e tr ó le o el r e s u lta d o f u e q u e
d u p lic a r o n e l d é f ic it c o m e rc ia l. E l v o lu m e n d e los p a g o s n e to s d e
in te r e s e s n o m in a le s h a c o n tin u a d o c re c ie n d o e n lo q u e v a d e los
a ñ o s o c h e n ta , p o r e l e fe c to c o m b in a d o d e tip o s d e in te r é s m á s
a lto , u n v o lu m e n d e d e u d a c r e c ie n te y r e s e r v a s in te r n a c io n a le s
m e n o re s .
E l a u m e n to d e lo s tip o s d e in t e r é s n o m in a l se h a c o m b in a d o
c o n el e m p e o r a m ie n to d e lo s p la z o s d e la d e u d a , lo q u e h a c o n ­
t r ib u id o a a u m e n t a r n o ta b le m e n te el s e rv ic io to ta l d e la d e u d a .
E s to h a p ro d u c id o u n a b r e c h a c r e c ie n te e n tr e lo s c ré d ito s b r u ­
to s re c ib id o s a n u a lm e n te y lo s fo n d o s q u e q u e d a n d is p o n ib le s
p a r a f i n a n c i a r la s im p o r ta c io n e s d e l p a ís d e u d o r. T a l e s ta d o d e
c o sa s h a t r a í d o c o n sig o u n a u m e n to s e n s ib le d e la v u ln e r a b ilid a d
d e lo s p a ís e s d e la r e g ió n a n te p o s ib le s c a m b io s e n la s i t u a ­
c ió n d e a b u n d a n c ia r e l a t i v a d e r e c u r s o s e n lo s m e rc a d o s f i n a n ­
c ie ro s q u e p r e v a le c ie r a e n el p a s a d o r e c ie n te .

C. Relación del fmandamiento externo con la economía nacional

L o s c a m b io s r e g is tr a d o s e n e l v o lu m e n , c o m p o sic ió n y c o n d i­
c io n e s d el f in a n c ia m ie n to e x te r n o tie n e n n u m e r o s a s im p lic a c io ­
n e s p a r a lo s p a ís e s p r e s t a t a r io s .
A m é r ic a L a t i n a : d e u d a e x t e r n a y b a l a n z a d e p a g o s 159

Cuadro 6

D É F IC IT C OM ERCIAL Y F IN A N C IE R O E N
C U E N T A C O R R IE N T E , 1980
(M illones de dólares)

Corrientes de intereses
D éficit
D éficit D éficit en cuenta
comercial financiero Ingresos Egresos corriente
(1 ) (2) (3 ) (4 ) (5 )

I. A m érica L atina 1.097 14.142 9.265 23.407 27.079


A rgen tina 1.360 958 1.213 2.171 4.700
B rasil 2.817 6.313 1.147 7.460 12.871
Colombia -2 6 2 199 470 669 23
Chile 625 832 294 1.126 1.784
- México 2.710 4.411 988 5.399 7.856
Venezuela -7 .9 6 3 -1 .2 6 0 2.391 1.131 -4.240
Perú -8 3 7 n. d. n. d. n. d. -3 1
R esto (15) 1.647 n. d. n. d. n. d. 4.115
II. P a íses en desarrollo
im portadores de
petróleo 46.288 16.673 8.101 24.774 51.994
III. T otal de p aíses en
desarrollo 19.471 22.465 14.221 36.686 51.894

n. d .: N o disponible.
F uentes : Sección I basada en antecedentes del bid y fm i Balance of
P aym ent S ta tistics; Secciones II y III en elaboraciones en
N aciones U nidas, diesa (1 9 8 2 ). E l signo m enos en la s colum nas
(1 ) , (2 ) y (5 ) indica superávit.

A g r a n d e s r a s g o s , el v o lu m e n d e los in g r e s o s n e to s d e
c a p ita l ( c o r r ie n te s d e p r in c ip a l) h a c re c id o e n v a lo re s re a le s
y com o p r o p o r c ió n d e l p ib y d e la s e x p o rta c io n e s . E n p r im e r
lu g a r e s te a u m e n to o b ed ece a q u e h a s id o n e c e s a rio u n e n d e u ­
d a m ie n to m a y o r a f i n de q u e lo s p a ís e s d e la r e g ió n p u e d a n
160 R ica rd o F f r e n c h -D a v is

h a c e r le f r e n t e a la s c o n s e c u e n c ia s d e la s p e r tu r b a c io n e s y d e la
in e s ta b ilid a d d e o r ig e n e x te r n o q u e h a n a f e c ta d o a s u s ec o n o ­
m ía s . E n s e g u n d o lu g a r , l a r e g ió n h a te n d id o a u tiliz a r fo n d o s
e x te r n o s p a r a a u m e n ta r la f o r m a c ió n d e c a p ita l, la c u a l s u p e ró
e n los a ñ o s s e te n ta a l a t a s a d e l a d é c a d a a n te r io r . E n t e r c e r
lu g a r , la m a y o r d is p o n ib ilid a d d e c r é d ito e n lo s m e rc a d o s i n t e r ­
n a c io n a le s d e c a p ita le s p r iv a d o s , e n c ie r to s c a s o s e n q u e el e n ­
d e u d a m ie n to n o h a e s ta d o e s tr e c h a m e n te re la c io n a d o co n la
in v e rs ió n , h a in d u c id o a lo s p a ís e s d e u d o re s a a d o p ta r p o lític a s
c a m b ia r ía s y c o m e rc ia le s q u e d e h e c h o h a n a u m e n ta d o la m a g n i­
tu d d e lo s d é f ic it e n c u e n ta c o r r i e n t e y d e s a le n ta d o la p r o d u c ­
c ió n n a c io n a l. L a c o m b in a c ió n e n q u e s e p r e s e n ta n lo s d iv e rs o s
o b je tiv o s y c a u s a s d e l e n d e u d a m ie n to h a v a r ia d o e n t r e p a ís e s
s e g ú n la s c ir c u n s ta n c ia s e x te r n a s q u e h a n e n f r e n ta d o y la n a ­
t u r a le z a d e l a e s t r a t e g i a y p o lític a s e c o n ó m ic a s in te r n a s .
L o s c a m b io s e n la c o m p o sic ió n d e l e n d e u d a m ie n to h a n in ­
v o lu c ra d o m o d ific a c io n e s e n la s r e la c io n e s co n el e x te r io r . E n
m e d id a i m p o r ta n te , el p r e s t a m is ta b a n c a r io p o se e p a tr o n e s
d e c o m p o r ta m ie n to d is tin to s a lo s q u e p r e s t a n com o a g e n te s d e
f u e n te s p ú b lic a s . P o r o t r a p a r t e , lo s p a ís e s p r e s t a t a r i o s h a n
c a m b ia d o a s u s a g e n te s in te r m e d ia r io s . F in a lm e n te , la c o n v e r­
s ió n a p r iv a d a s d e la s f u e n te s d e la d e u d a y d e lo s u s u a r io s
d ir e c to s d e lo s p r é s ta m o s , h a d a d o l u g a r a u n a d e p e n d e n c ia m a ­
y o r d e la s e c o n o m ía s n a c io n a le s a n t e lo s v a iv e n e s q u e e x p e r i­
m e n ta n lo s m e rc a d o s f in a n c ie r o s in te r n a c io n a le s . A la in e s ta ­
b ilid a d d e la s c o n d ic io n e s d e l in te r c a m b io c o m e rc ia l s e h a
a d ic io n a d o la d e la s c o n d ic io n e s del f in a n c ia m ie n to . L a m a y o r
d is p o n ib ilid a d d e r e s e r v a s co n q u e se c o n tó e n los a ñ o s s e te n ta
h a a c tu a d o co m o f a c t o r c o m p e n s a d o r p a r c i a l d e l im p a c to g lo b a l
d e lo s a l ti b a jo s e x te r n o s s o b r e la b a la n z a c a m b ia r ía ; la t r a n s ­
m is ió n d e l a in e s ta b ilid a d e x t e r n a h a c ia el i n t e r i o r de l a ec o n o ­
m ía n a c io n a l h a d e p e n d id o , a s u vez, d e la p o lític a e c o n ó m ic a
q u e a d o p tó c a d a p a í s a l r e s p e c to .

1. Magnitud relativa de la deuda y del financiamiento


externo

E l c u a d r o 7 m u e s t r a la e v o lu c ió n r e l a t i v a d e la d e u d a d e sd e
p u n to s d e v i s t a d is tin to s , to d o s los c u a le s s e ñ a la n u n c re c im ie n ­
to s ig n if ic a tiv o . S u v a lo r m á s q u e se d u p lic ó e n tr e 1973 y 1980,
A m é r ic a L a t in a : d eud a extern a y balan za de pagos 16 1

a ú n d e s p u é s d e d e s c o n ta r la d e s v a lo riz a c ió n d e la m o n e d a e n
q u e s e e x p r e s a ( lín e a 5 ) . C om o p ro p o r c ió n d e l p ib la d e u d a s e
elev ó u n 53 p o r c ie n to , y co n r e s p e c to a la s e x p o r ta c io n e s
a u m e n tó u n 2 8 p o r c ie n to . E s t o s in d ic a d o r e s s e ñ a la n e l p e so
r e la tiv o d e la d e u d a e n el m o m e n to e s p e c ífic o e n q u e se m id e .
H a y d o s m a g n itu d e s a d ic io n a le s q u e s o n p e r tin e n te s . U n a co n ­
s is te e n la s c o n d ic io n e s e n la s q u e se e f e c tú a e l s e rv ic io d e la
d e u d a . L a o t r a se r e f ie r e a l v a lo r q u e h a te n id o p a r a el p a ís
la re c e p c ió n d e la s c o r r ie n te s n e ta s q u e s e r e f l e j a n e n e l sa ld o
v ig e n te d e la d e u d a .

Cuadro 7

EVO LU C IÓ N D E L A C U E N T A C O R R IE N T E , L A S E X P O R T A C IO N E S,
LA PRO DU CC IÓ N Y L A D E U D A E N A M ÉR IC A L A T IN A :
1973, 1977 Y 1980

1973 . 1977 1980


I. Montos en m iles de millones de dólares de 1980
1. D é fic it en cuenta corriente (dcc) 7,4 16,7 27,1
2. E xportaciones de bienes (X b ) 52,6 70,8 91,3
3. E xportaciones de bienes y servicios (X b s) 66,7 87,4 118,1
4. Producto interno bruto ( pib ) 371,2 457,4 540,6
5. Deuda total ( dt ) 92,6 151,0 205,4
6. R eservas internacionales (R l)1 25,3 35,9 34,9

II. Participaciones porcentuales


7. DCC/PIB 2,0 3,7 5,0
8. DT/PIB 24,9 33,0 38,1
9. DT/Xb 176,0 213,3 225,5
10. DT/Xbs 138,8 172,8 175,7
11. dr/ ri 368,0 420,6 588,5

1 Incluye reservas o ficia les brutas en divisas.


F u e n t e s : E laboraciones del bid p a ra dcc, X b, X b s y p ib ; Cuadro 2 para
DT; Fondo M onetario Internacional, International F inantial
S ta tistics, para r i. L a s c ifr a s en dólares corrientes se deflacio-
naron por el índice de precios u n itarios de la s exportaciones
de m an u factu ras de lo s p a íses desarrollados, publicado en u n ,
M onthly B ulletm of S tatistics.
16 2 R ic a rd o F f r e n c h -D a v is

L a “ a c tiv id a d d e u d o r a ” se h a a c re c e n ta d o c o n m a y o r in ­
te n s id a d q u e la d e u d a m is m a , d e b id o a l e m p e o ra m ie n to e x p e r i­
m e n ta d o p o r la s c o n d ic io n e s d e l f in a n c ia m ie n to . E s d e c ir, el
m is m o v o lu m e n n e to d e r e c u r s o s e x te r n o s e x ig e e n la a c tu a lid a d
u n m o v im ie n to b r u t o s ig n if ic a tiv a m e n te m a y o r. E n la su b se c -
c ió n p r e c e d e n te se e x a m in a r o n la s c o n d ic io n e s d el f in a n c ia m ie n ­
to y s u e v o lu c ió n e n t r e 1 9 7 3 y 1980. S e p u e d e e s tim a r q u e,
a p r o x im a d a m e n te , el s e rv ic io a n u a l p o r u n id a d d e d e u d a
a u m e n tó a lr e d e d o r d e u n te r c io e n t r e a m b o s a ñ o s te r m in a le s .
A d e m á s d e l a u m e n to d e la d e u d a m is m a d el 122 p o r c ie n to , su
s e r v ic io a u m e n tó a d ic io n a lm e n te e n a lr e d e d o r d e u n te r c io e n
v i r t u d d e l e m p e o r a m ie n to d e la s c o n d ic io n e s d el f in a n c ia ­
m ie n to 11.

2. El costo real de la deuda y la inflación internacional

E l v a lo r d e l a d e u d a e s s im p le m e n te la s u m a d e los in g r e s o s
d e c a p ita l m e n o s la s a m o r tiz a c io n e s e f e c tu a d a s e n el p a s a d o 12.
P o r lo ta n to , la in f la c ió n in f lu y e e n la c a p a c id a d de c o m p r a o
v a lo r r e a l q u e lo s m o v im ie n to s d e c a p ita l in v o lu c r a n p a r a lo s
p r e s t a ta r io s . L o s n iv e le s d e p re c io s in te r n a c io n a le s p r e v a le ­
c ie n te s en el m o m e n to e n q u e s e r e c ib e n lo s fo n d o s d e te r m in a n
l a c a p a c id a d d e c o m p r a q u e o b tie n e e l d e u d o r y el n iv e l d e p r e ­
c io s v ig e n te c u a n d o s e p r o d u c e la a m o r tiz a c ió n d e te r m in a el
p o d e r d e c o m p r a q u e c e d e 13.
D u r a n t e lo s a ñ o s s e te n ta , s e r e g i s t r ó e n la e c o n o m ía i n t e r ­
n a c io n a l u n fe n ó m e n o in f la c io n a r io s in p re c e d e n te s p o r su p e r ­
s is te n c ia . E n el c u r s o d el p e río d o 1 9 7 3 -8 0 se a lc a n z ó u n a u m e n to

11 E l aum ento del servicio se comprueba parcialm ente en la s cifra s


de la balanza de pagos. E l com ponente “p ago de in tereses” es congruente
con nuestra estim ación; en lo que respecta a la s am ortizaciones, ésta s no
pueden com probarse debido a que en la s cu en tas de la balanza de pagos
sólo se consigna el m ovim iento neto de créditos a corto plazo. V éase N a ­
ciones U nidas, diesa (1 9 8 2 ).
12 A dem ás, deben ten erse en cuenta la s variaciones de los tipos de
cambio entre la s distin tas m onedas en que se denomina la deuda. Como
la s c ifra s publicadas habitualm ente está n reconvertidas a dólares estado­
unidenses, una devaluación de esta moneda fren te a o tras au menta el
valor de la deuda en el mom ento que el a ju ste cam biario tiene lu gar.
13 A n álisis al respecto, y referen cias, se encuentran en B acha y D íaz-
A lejandro (1982) y en F ish lo w (1 9 8 2 ).
A m é r ic a L a t i n a : d e u d a e x t e r n a y b a l a n z a d e p a g o s 16 3

d e p re c io s p ro m e d io d e l o r d e n d el 12 p o r c ie n to , e n c o m p a r a ­
c ió n co n v a lo r e s c e rc a n o s a l 2 p o r c ie n to e n el d e c e n io a n te ­
r i o r 14. E n t r e o t r a s c o n se c u e n c ia s , l a in f la c ió n d is m in u y ó el po­
d e r a d q u is itiv o d e l s e rv ic io d e la d e u d a . P o r e je m p lo , 1 m illó n
d e d ó la re s re c ib id o e n 19 7 3 , e n c a s o d e a m o r tiz a r s e e n 1980
e q u iv a lía a u n p o d e r d e c o m p r a ig u a l a 4 6 2 m il d ó la re s d e l a ñ o
1 9 7 3 : e s to es, e n e se la p s o , p e r d ió m á s d e la m ita d d e s u p o d e r
a d q u is itiv o . E s t e f e n ó m e n o m u n d ia l, e n e s te s e n tid o e sp e c ífic o ,
s ig n ific ó u n b e n e fic io p a r a lo s p a ís e s d e u d o re s, lo s q u e re c ib ie ­
r o n c r é d ito s e x te r n o s p a c ta d o s e n u n a m o n e d a co n u n p o d e r
a d q u is itiv o d a d o y m á s t a r d e los p a g a r o n co n e s a m is m a m o n e ­
d a co n u n p o d e r a d q u is itiv o m á s b a jo . E s t e h e c h o llev ó a d iv e r ­
so s o b s e rv a d o re s , e r r ó n e a m e n te a n u e s tr o ju ic io , a s o s te n e r q u e
e r a c o n v e n ie n te e n d e u d a r s e a l m á x im o p o s ib le . S in e m b a rg o ,
a q u í n o te r m i n a el r e la to , y a q u e h a y d o s a s p e c to s a d ic io n a le s.
P o r u n a p a r t e , lo s tip o s d e in te r é s se h a n id o a c o m o d a n d o
a la in f l a c i ó n ; p o r o tr a , e s p re c is o c o n s id e r a r lo s e fe c to s, d ire c ­
t o s e in d ir e c to s , d e lo s m o v im ie n to s d e c a p ita l e n la e c o n o m ía
n a c io n a l.
C om o r e s u lta d o d e l a in f la c ió n , lo s tip o s n o m in a le s d e in ­
te r é s , e n g e n e r a l, y lo s b a n c a r io s , e n f o r m a n o ta b le m e n te m á s
a c tiv a , h a n e s ta d o a u m e n ta n d o . L a te n d e n c ia h a sid o m u c h o
m á s a c e n tu a d a a p a r t i r d e 1978. E n 1 9 8 0 p u e d e e s tim a r s e q u e
a lr e d e d o r d e 9 p u n to s d e la in f la c ió n a n u a l y a e s ta b a n in c o rp o ­
r a d o s e n e l tip o promedio p a g a d o p o r lo s p r e s t a t a r i o s la tin o ­
a m e r ic a n o s y el p ro c e s o d e a c o m o d a c ió n s ig u ió in te n s a m e n te e n
1981 p o r in te r m e d io d e l a lz a d e lo s tip o s b a n c a r io s y d el a u m e n ­
t o c o n tin u o d e l p e so d e é s to s e n la d e u d a to ta l. P o r lo ta n to , s i
e s c ie r to q u e la in f la c ió n f a v o re c ió , e n u n co m ien zo , a lo s p a ís e s
d e u d o re s , la s itu a c ió n h a te n d id o a c a m b ia r s ig n if ic a tiv a m e n te
d e sd e 1978.
L o s o b je tiv o s q u e se p e r s ig a n c o n el e n d e u d a m ie n to , y los
m e d io s q u e s e a d o p te n p a r a s u c o n se c u c ió n , p u e d e n t e n e r t a n t a
o m á s im p o r ta n c ia q u e el c o s to f in a n c ie r o r e a l d e la d e u d a . L a s
e x p e r ie n c ia s d if ie r e n e n t r e lo s p a ís e s d e l a r e g ió n . E n f o r m a
m u y re s u m id a , p u e d e a f i r m a r s e q u e h a y t r e s f a c to r e s q u e d e b e n

14 A quí hem os utilizado como indicador de la in flación internacional


que en fren tan los p a íses de la región la s variacion es del índice del valor
unitario de la s exportaciones de m an u factu ras provenientes d e los p aíses
industrializados.
16 4 R ica rd o F f r e n c h -D a v is

in c o r p o r a r s e a l a n á lis is , ju n t o c o n el c o s to f in a n c ie r o a c o rto
p la z o d e l a d e u d a , p a r a e v a lu a r l a c o n v e n ie n c ia d e l e n d e u d a ­
m ie n to r e g i s t r a d o e n los a ñ o s s e te n ta . E n p r i m e r lu g a r , d eb e n
f o r m u l a r s e la s p r e g u n t a s s ig u ie n te s c o n re s p e c to a l u so h e c h o
d e lo s f o n d o s e x te r n o s : ¿ e n q u é m e d id a e s to s fo n d o s c o m p le ­
m e n ta r o n o s u s titu y e r o n a l a h o r r o n a c io n a l, y cóm o a f e c ta r o n
a la p r o p e n s ió n a i n v e r t i r e n a c tiv id a d e s p r o d u c tiv a s ? E n s e ­
g u n d o lu g a r , ¿ q u é d in á m ic a im p a r t i e r o n e s to s fo n d o s a l s e c to r
e x te r n o y ¿ e n q u é m e d id a c o n tr ib u y e r o n e llo s a s u s t e n t a r u n a
b a s e e x p o r ta d o r a v ig o r o s a o f a c i li t a r o n la c re a c ió n d e u n d é f ic it
c r e c ie n te e n c u e n ta c o r r ie n te , a lim e n ta d o p o r im p o rta c io n e s
s u n t u a r i a s e x c e s iv a s y u n e m p e o r a m ie n to d e l tip o r e a l d e c a m ­
b io ? E n t e r c e r l u g a r , ¿ e n q u é m e d id a s e a d a p tó la ec o n o m ía
n a c io n a l a l e n d e u d a m ie n to e x te r n o d e lo s a ñ o s s e te n ta y a la s
c o n d ic io n e s d e s u f in a n c ia m ie n to , y cóm o s e v e r á a f e c ta d a a n te
la p e r s p e c tiv a d e s itu a c io n e s e n lo s a ñ o s o c h e n ta c o n a lg u n a s
c a r a c t e r í s t ic a s c la v e s d i s t i n t a s a la s d e la d é c a d a a n t e r i o r ?

I I I . Una perspectiva para los años ochenta

E n e s t a se c c ió n s e t r a t a d e l l a m a r l a a te n c ió n a c ie r to s c a m b io s
p r o b a b le s e n re la c ió n c o n la d é c a d a a n t e r i o r q u e e s tá n te n ie n d o
lu g a r , o q u e p o d r ía n e x p e r im e n ta r s e e n e l c u rs o d e lo s a ñ o s
o c h e n ta , c o n tr a s tá n d o lo s c o n e l m a r c o e n q u e se re a liz ó el e n ­
d e u d a m ie n to e x te r n o e n a q u e l d e c e n io y d e e s b o z a r a lg u n a s d e
la s c o n s e c u e n c ia s q u e e s to s f a c to r e s p o d r ía n te n e r p a r a lo s p a í ­
s e s d e la r e g ió n . E l t e r r e n o n o e s o b v ia m e n te m u y f ir m e y la
s itu a c ió n q u e s e p r e s e n t a e n la r e a lid a d d e p e n d e r á e n im p o r ­
t a n t e m e d id a d e la s a c c io n e s q u e a d o p te n los d is tin to s g o b ie rn o s
y d e l a e v o lu c ió n d e l m a r c o in s titu c io n a l e n q u e se d e s e n v u e lv a
e l o rd e n e c o n ó m ico in te r n a c io n a l.

A . E l marco interno y externo de los años setenta

E l acceso c r e c ie n te d e lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo a los m e rc a d o s


in te r n a c io n a le s d e c a p ita le s p r iv a d o s tu v o l u g a r e n u n c o n te x to
esp e c ia l, e n el q u e f a c to r e s d e o r ig e n e x te r n o e in te r n o se u n ie ­
r o n p a r a d a r f o r m a a la t r a y e c t o r i a o b s e r v a d a d u r a n te lo s a ñ o s
A m é r ic a L a t i n a : d e u d a e x t e r n a y b a l a n z a d e p a g o s 16 5

s e te n ta . A n u e s tr o ju ic io , u n a e x tr a p o la c ió n lin e a l d e a q u e lla
tr a y e c to r i a , a u n c u a n d o s e re c o n o z c a la p r e s e n c ia d e a ltib a jo s ,
p u e d e d a r u n a v is ió n e x c e s iv a m e n te o p tim is ta , y m u y d is tin ta
a la d e s itu a c io n e s p ro b a b le s p a r a lo s a ñ o s o c h e n ta . L a s p r o ­
p u e s ta s d e lib e r a liz a c ió n in d is c r im in a d a d e lo s m o v im ie n to s d e
c a p ita le s y e n d e u d a m ie n to m á x im o p o s ib le d e s c a n s a n , s in e m ­
b a rg o , e n s u p u e s to s d e c o n tin u a c ió n d e la s te n d e n c ia s q u e es­
tu v ie r o n p r e s e n te s e n e l d e c e n io re c ié n p a s a d o .
D u r a n t e el d e c e n io lo s m e rc a d o s in te r n a c io n a le s d e c a p i­
ta le s p r iv a d o s se e x p a n d ie r o n n o ta b le m e n te e n u n a c o y u n tu r a
c a r a c te r iz a d a p o r l a r e l a t i v a a b u n d a n c ia d e fo n d o s p a r a lo s d e ­
m a n d a n te s q u e lo g r a b a n a d q u i r i r la c a lid a d d e “ c lie n te s ” . A s í
r e s u ltó q u e e n 1 9 8 0 lo s p r e s t a t a r i o s d e m á s d e 100 p a ís e s e n
d e s a rro llo tu v ie s e n acc e so a p r é s ta m o s b a n c a r io s y q u e 60 d e
e llo s lo g r a s e n u n s a ld o d e c r é d ito s s u p e r io r e s a lo s re s p e c tiv o s
d e p ó s ito s g lo b a le s n a c io n a le s e n e s a s in s titu c io n e s f in a n c ie r a s .
E n el t r a n s c u r s o d e lo s a ñ o s p r e c e d e n te s se f u e r o n in c o rp o ra n d o
p a u la tin a m e n te n u e v o s d e u d o re s a e s te m e rc a d o . E l m e rc a d o h a
e s ta d o , d e h e c h o , a b ie r to a u s u a r io s p ú b lic o s y p r iv a d o s y , d e n ­
t r o d e m á r g e n e s r e la tiv a m e n te a m p lio s — m a s n o ilim ita d o s —
c a d a p a ís h a p o d id o o p t a r p o r el c a n a l d e e n d e u d a m ie n to q u e
p r e f ie r e . E l b a n c o c e n tr a l, la s e m p r e s a s p ú b lic a s , la s e n tid a d e s
f in a n c ie r a s p r i v a d a s y a s í s u c e s iv a m e n te , h a n a c tu a d o com o
u s u a r io s d ir e c to s o in te r m e d ia r io s . P o r ú ltim o , el a cc e so c r e ­
c ie n te d e p a ís e s e n d e s a r r o llo a l m e rc a d o i n te r n a c io n a l d e c a p i­
ta le s p r iv a d o s s ig n if ic ó u n a u m e n to p e r s is t e n te d e la p a r t i c i ­
p a c ió n d e eso s p a ís e s e n lo s r e c u r s o s f in a n c ie r o s . E lla c re ció ,
a u n c u a n d o h a b í a p a r ti d o d e u n n iv e l b a jo , a u n r itm o m e d io
d e l 9 p o r c ie n to a n u a l d u r a n t e la s e g u n d a m ita d d e lo s a ñ o s
s e t e n t a 15.
L o s tip o s d e i n t e r é s h a n sid o , e n p ro m e d io , r e la tiv a m e n te
b a jo s c o m p a ra d o s co n l a in f la c ió n in te r n a c io n a l, la q u e s e elev ó
d e s d e t a s a s d e l o r d e n d e l 2 a l 1 2 p o r c ie n to e n t r e lo s a ñ o s se se n ­
t a y s e te n ta . S in e m b a rg o , co m o y a s e m e n c io n ó , lo s tip o s d e
i n t e r é s h a n te n d id o a a d a p t a r s e g r a d u a lm e n te a la in fla c ió n .
P o r o t r a p a r t e , el m e rc a d o in te r n a c io n a l se g o b ie r n a e n g r a n
m e d id a co n n o r m a s q u e t ie n e n im p o r ta n te s c o n se c u e n c ia s p a r a
l a e v a lu a c ió n d e l f u t u r o . L o s c r é d ito s , a u n c u a n d o s e p a c te n

15 V éase W illiam son (1 9 8 1 ).


16 6 R ica rd o F f r e n c h -D a v is

a v a r io s a ñ o s p la z o , e s tá n s u je to s a tip o s v a r ia b le s d e in te r é s
m á s u n m a r g e n d e in te r m e d ia c ió n f in a n c ie r a . L a p r á c tic a m á s
c o m ú n e s q u e lo s tip o s d e i n t e r é s se r e v is e n s e m e s tr a lm e n te ,
s e g ú n los n iv e le s q u e a lc a n c e n e n e l s e g m e n to del m e rc a d o q u e
s e e s ta b le z c a a n tic ip a d a m e n te . D u r a n t e e l d e c en io lo s tip o s d e
m e rc a d o s h a n flu c tu a d o n o ta b le m e n te . In c lu s o lo s p ro m e d io s
a n u a le s , q u e d is im u la n lo s c a m b io s v io le n to s p ro p io s d e lo s p e ­
río d o s m á s c o rto s , v a r i a r o n f u e r t e m e n te d u p lic á n d o se , p o r
e je m p lo , e n t r e 1977 y 19 7 9 . L o s m á r g e n e s d e in te r m e d ia c ió n
f in a n c i e r a ta m b ié n h a n v a r ia d o f u e r t e m e n t e ; s in e m b a rg o , t a ­
le s v a r ia c io n e s h a n te n id o l u g a r d e n tr o d e m á r g e n e s r e l a t i v a ­
m e n te e s tr e c h o s y co n u n a d is p e r s ió n re d u c id a e n t r e p a ís e s y
d e u d o r e s 16. P o r lo ta n t o , l a e v o lu c ió n d e los tip o s b á s ic o s de i n ­
t e r é s h a sid o la d é te r m in a n te p r in c ip a l d el c o m p o rta m ie n to d el
c o sto d e l c r é d ito b a n c a r io .
D e e s ta b r e v e s ín te s is s u r g e n t r e s e le m e n to s im p o r ta n te s
q u e h a y q u e te n e r p r e s e n t e s : primero, el m a y o r v o lu m e n d e
fo n d o s o b te n id o p o r lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo f u e p o s ib le d e b id o
a q u e, p o r u n a p a r t e , la d is p o n ib ilid a d g lo b a l d e fo n d o s se
e x p a n d ía r á p i d a m e n t e ; p o r o tr a , ello s e lo g ró a e x p e n s a s d e la
d is m in u c ió n d e la p a r tic ip a c ió n d e o tr o s u s u a r io s . Segundo,
lo s tip o s r e a le s d e i n te r é s h a n s id o b a jo s y la d is p e rs ió n d e lo s
m á r g e n e s d e in te r m e d ia c ió n f in a n c i e r a h a sid o re d u c id a . Ter­
cero, u n a p ro p o r c ió n s i g n if ic a tiv a d e l a d e u d á d e lo s p a ís e s d e
la r e g ió n e s t á s u j e t a a tip o s v a r ia b le s d e i n t e r é s : t a n t o la s
n u e v a s c o r r ie n te s co m o la s a n ti g u a s s o n a f e c ta d a s c o n tin u a m e n ­
t e p o r la s v a r ia c io n e s p e r ió d ic a s q u e e x p e r im e n ta el m e rc a d o .
D u r a n te el d e c e n io p a s a d o lo s p a ís e s d e la r e g ió n p u d ie r o n
a lc a n z a r u n c r e c im ie n to a p r e c ia b le d e s u s e c o n o m ía s y u n a
e x p a n s ió n v ig o r o s a d e s u s e x p o rta c io n e s . D u r a n t e el p e río d o
1973-80, e l p r o d u c to in t e r n o b r u t o ( p i b ) y la s e x p o r ta c io n e s
c re c ie ro n e n v a lo r e s r e a le s u n 5,5 y u n 8,2 p o r c ie n to re s p e c ­
tiv a m e n te , c i f r a s é s ta s q u e s o n r e la tiv a m e n te a c e p ta b le s . E n
c ie r to g r a d o e s a d in á m ic a f u e a p o y a d a p o r la c o n trib u c ió n d e l
f in a n c ia m ie n to e x te r n o . P e r o , a d e m á s , la r e g ió n c o n tó co n u n
p o te n c ia l e x p o r ta d o r , d e r iv a d o e n p a r t e d e s u s a n te r io r e s p o líti­

16 Con frecu en cia se sostiene que los m árgenes han sido estrechos a
los efectos de la rentabilidad de los bancos, y que su dispersión h a sido
m uy lim itada como para refle ja r el riesgo involucrado en la s operaciones
de crédito con diversos usuarios.
A m é r ic a L a t i n a : d e u d a e x t e r n a y b a l a n z a d e p a g o s 16 7

c a s d e s u s titu c ió n d e im p o r ta c io n e s , c u y a c o n c re c ió n f u e p o ­
s ib ilita d a p o r p o lític a s c a m b ia r ía s y d e in c e n tiv o s n a c io n a le s d e
d iv e rs o tip o , y p o r u n m e r c a d o in te r n a c io n a l q u e f u e re c e p tiv o
a e s a s n u e v a s c o r r ie n te s d e co m e rc io .
E l im p u ls o p r o d u c to r y e x p o r ta d o r d e lo s p a ís e s d e la r e ­
g ió n c o n tr ib u y ó a a b r ir l e s o a m p lia r le s s u ac c e so a lo s m e rc a d o s
f in a n c ie r o s . A d e m á s , d u r a n t e to d o e l d e c e n io , h a s t a 1979 in c lu ­
siv e , la re g ió n e n s u c o n ju n to e x p e r im e n tó u n s u p e r á v it d e b a ­
la n z a d e p a g o s. E s d e c ir, a t r a v é s d e s u c u e n ta d e c a p ita l r e c i­
b ió c r é d ito s e x te r n o s e n v o lú m e n e s s u p e r io r e s a lo s d e su s
d é f ic it e n c u e n ta c o rie n te , lo q u e le p e r m itió a c r e c e n ta r c o n ti­
n u a m e n te s u s r e s e r v a s in te r n a c io n a le s .
L a s t r e s c a r a c t e r ís t i c a s m e n c io n a d a s — c re c im ie n to del PIB,
d e la s e x p o r ta c io n e s y d e la s r e s e r v a s — c o n tr ib u y e r o n a q u e
m u c h o s p a ís e s d e l a r e g ió n a d q u ir ie s e n u n a im a g e n d e “ so lv e n ­
c ia f i n a n c i e r a ” .
E s in d u d a b le q u e la e x is te n c ia d e u n m e rc a d o in te r n a c io n a l
d e c a p ita le s p r iv a d o s h a c o n s titu id o u n f a c t o r p o te n c ia lm e n te
p o s itiv o p a r a e l d e s e n v o lv im ie n to ec o n ó m ic o d e lo s p a ís e s d e la
r e g ió n . L a d is p o n ib ilid a d d e f o n d o s le s b r in d ó la o p o r tu n id a d
d e e n f r e n t a r e n m e jo r p ie la s f lu c tu a c io n e s d e la r e la c ió n d e i n ­
te rc a m b io , la s s a c u d id a s p e tr o le r a s y c o m p le m e n ta r s u s r e c u r ­
s o s d e in v e r s ió n i n te r n a . N o o b s ta n te s e r a c o rd a d o s e n té r m in o s
m e n o s f a v o r a b le s q u e lo s c ré d ito s d e o r ig e n o fic ia l, el f in a n -
c ia m ie n to p r iv a d o s e c a r a c te r iz ó p o r s u r e la t iv a a b u n d a n c ia ,
acce so e x p e d ito y c o sto r e a l b a jo . C om o f a c to r e s e x te r n o s n e g a ­
tiv o s p e r s is tie r o n lo s p la z o s m u y c o rto s , la in e s ta b ilid a d d e é s­
to s y d e lo s in te r e s e s , y c ié r to s p r o b le m a s d e acc eso p a r a lo s
p a ís e s m á s p o b r e s y e n s itu a c io n e s c r ític a s . E l p ro b le m a p r in c i­
p a l a l n iv e l n a c io n a l c o rre s p o n d ió a l u so im p r o d u c tiv o q u e, e n
c ie r to s c a so s, se h iz o d e l a h o r r o e x te r n o . A v ec es, e n vez d e
c o n tr ib u i r a l a u m e n to d e la in v e r s ió n i n t e r n a , s irv ió p a r a d e s a ­
l e n t a r la s u s titu c ió n d e im p o r ta c io n e s y o b s ta c u liz a r la s e x p o r ­
ta c io n e s e n v i r t u d d e l a t r a s o c a m b i a r i o 17. S in e m b a rg o , d eb e
d e s ta c a r s e q u e , m á s b ie n q u e u n p r o b le m a p r o p io d e l a d is p o n i­

17 Con cierta frecu en cia, el atraso cam biario tuvo lu g a r promovido


por los problem as m onetarios provocados por ingresos excesivos de fondos
externos. E n efecto, en vez de restrin g ir el ingreso, a lgu n os p aíses redu­
jeron el tipo de cambio real para increm entar la absorción de los fondos
externos.
168 R ica rd o F f r e n c h -D a v is

b ilid a d d e fo n d o s , ello o b ed eció a l d is e ñ o d e la s p o lític a s eco n ó ­


m ic a s n a c io n a le s . E l f a c t o r d e te r m in a n te e n e so s ca so s, a n u e s ­
t r o ju ic io , f u e la a u s e n c ia d e u n a e s t r a t e g i a d e e n d e u d a m ie n to
q u e e s tu v ie s e e s tr e c h a m e n te lig a d a a p r o g r a m a s d e in v e rs ió n
p ú b lic a o p r iv a d a .

B . Problemas en perspectivas e interrogantes

L a e v o lu c ió n d e lo s m e rc a d o s in te r n a c io n a le s d e c a p ita le s p r i ­
v a d o s n o f u e lin e a l e n lo s a ñ o s s e te n ta . E n p a r tic u la r , a l in i­
c ia r s e los a ñ o s o c h e n ta p o d ía n o b s e r v a r s e s ín to m a s d e e m p e o ra ­
m ie n to d e d iv e r s a ín d o le y d is tin to g r a d o . L o s tip o s r e a le s d e
in te r é s s u b ie r o n a b r u p ta m e n te , co n n o ta b le s a ltib a jo s , lo s p la z o s
m e d io s s e a c o r ta r o n , y la e x p a n s ió n d el c r é d ito a lo s p a ís e s e n
d e s a r r o llo f u e m e n o r e n 1 9 8 0 q u e e n lo s d o s a ñ o s a n te r io r e s ,
fo r z a n d o a m u c h o s d e ello s a r e c u r r i r a s u s r e s e r v a s . E n t a n t o
q u e e n 1 978-79 lo s p a ís e s d e lá r e g ió n d e s tin a r o n el 30 p o r c ie n ­
to d e la s c o r r ie n te s d e c a p ita le s a la a c u m u la c ió n d e r e s e r v a s ,
e n 1 9 8 0 el 7 p o r c ie n to d e l d é f ic it e n c u e n ta c o r r ie n te f u e c u ­
b ie r to m e d ia n te la d is m in u c ió n d e la s r e s e r v a s in te rn a c io n a le s .
A lg u n o s d e lo s i n t e r r o g a n t e s m á s s o b r e s a lie n te s q u e e s tá n
p r e s e n te s a l in ic io d e los a ñ o s o c h e n ta , c o n r e n o v a d a f u e r z a ,
so n lo s s ig u ie n te s : ( i ) ¿ c u á l e s l a c a p a c id a d d e l m e r c a d o d e
c a p ita le s p a r a c o n tin u a r e x p a n d ié n d o s e , y d e p r o d u c ir s e la e x ­
p a n s ió n , c u á l s e r á la c u o ta c a p ta d a p o r lo s p a ís e s e n d e s a rro llo ?
( ii) ¿c ó m o e v o lu c io n a r á n la s c o n d ic io n e s d el f m a n d a m i e n t o y
c u á n f á c il s e r á el a c c e so a l m e rc a d o ? ( i i i ) ¿ c u á l es la c a p a c id a d
d e a j u s t e de lo s p a ís e s d e u d o re s f r e n t e a la n u e v a s itu a c ió n ?
D e n tr o d e lo s m á r g e n e s lim ita d o s d e e s te t r a b a j o , se e x p o n d r á n
a lg u n o s e le m e n to s d e ju ic io y a p r e c ia c io n e s s o b r e e s to s t r e s
p u n to s .
D u r a n t e m u c h o s a ñ o s s e h a n e x p r e s a d o te m o re s re s p e c to
d e la c a p a c id a d d e l m e r c a d o in te r n a c io n a l d e c a p ita le s p r iv a d o s
p a r a a t e n d e r a la s n e c e s id a d e s d e f in a n c ia m ie n to d e lo s p a ís e s
d e f ic ita r io s . A u n c u a n d o co n f a lla s y v a c ío s im p o r ta n te s e l
m e rc a d o in te r n a c io n a l d e c a p ita le s p r iv a d o s s e h a e x p a n d id o
e s p e c ta c u la r m e n te d u r a n t e c e r c a d e t r e s q u in q u e n io s , y h a d e ­
se m p e ñ a d o u n p a p e l c la v e e n el p ro c e s o d e a j u s t e f r e n t e a la s
s a c u d id a s p e tr o le r a s . E x i s te u n a a m p lia g a m a d e s itu a c io n e s
A m é r ic a L a t i n a : d e u d a e x t e r n a y b a l a n z a d e p a g o s 16 9 '

p e r c ib id a s p o r e s p e c ia lis ta s co n d i f e r e n t e s p e r s p e c tiv a s , q u e
v a n d e sd e p a n o r a m a s o p tim is ta s y p la c e n te r o s a c u a d ro s c a ta s ­
tr ó f ic o s . A u n s in s i t u a r s e e n e s te ú ltim o p o lo , p u e d e s o s te n e r s e
q u e h a y a n te c e d e n te s r e s p e ta b le s p a r a e s p e r a r en lo s a ñ o s v e ­
n id e r o s u n m a r c o m e n o s f a v o r a b le q u e e l d e lo s a ñ o s s e te n ta e n
v a r io s a s p e c to s c ru c ia le s .
E s p re v is ib le q u e a u n c u a n d o el m e rc a d o f in a n c ie r o i n t e r ­
n a c io n a l c o n tin ú e e x p a n d ié n d o s e , lo h a g a a u n r i tm o d e c re c ie n te .
L a s t a s a s d e c r e c im ie n to e le v a d a s , p r o p ia s d e u n m e rc a d o e n
fo r m a c ió n , d is m in u y e n c o m o e s n a t u r a l co n s u m a d u ra c ió n .
A d ic io n a lm e n te , la s e c o n o m ía s d e lo s p a ís e s d e s a r ro lla d o s p r e ­
s e n ta n p e r s p e c tiv a s d e u n e m p e o r a m ie n to q u e p u e d e p r o lo n g a r ­
se p o r a lg u n o s a ñ o s, c o n la c o n s ig u ie n te e x p a n s ió n m e n o r d e
lo s m e rc a d o s f in a n c ie r o s in te r n o s d e e so s p a ís e s . U n d e se n la c e
p r e v is ib le e n to n c e s e s q u e el m e rc a d o in te r n a c io n a l d e c a p ita le s
p riv a d o s p a s e a s e r u n m e rc a d o de “ p r e s t a t a r i o s ” a s e r u n o de
“ p r e s t a m i s t a s ” . L a tr a y e c t o r i a d e e s to s p ro c e s o s, n o rm a lm e n te ,
n o e s a p a c ib le . L a s te n s io n e s p u e d e n s e r a liv ia d a s c o n e l s u r g i ­
m ie n to d e n u e v a s e n tid a d e s b a n c a r ia s e n lo s p a ís e s c o n e x c e d e n ­
te s d e c a p ita l q u e o p e r e n d ir e c ta m e n te c o n la s n a c io n e s n o
in d u s tr ia liz a d a s . U n a p r e s e n c ia m á s v ig o r o s a d e l f in a n e ia m ie n -
t o p ú b lic o ta m b ié n a l i v i a r í a a lg u n a s d e la s p r in c ip a le s c a u s a s
d e te n s ió n q u e in c id e n s o b r e el m e rc a d o in te r n a c io n a l d e c a p i­
ta le s p riv a d o s .
A l m a r g e n d e l a liv io d e te n s io n e s , la m e n o r e x p a n s ió n p r o ­
b a b le del m e r c a d o f in a n c ie r o h a r í a m á s d if íc il e l a u m e n to d e
la p a r tic ip a c ió n d e lo s p a ís e s e n d e s a r r o l l o ; a s í, el a u m e n to d e la
d is p o n ib ilid a d d e c ré d ito p a r a e s to s p a ís e s q u e d a r ía lim ita d a a l
c re c im ie n to g lo b a l d el m e rc a d o . L a s ig n if ic a c ió n d e e s te p u n to
s e a p r e c ia a l r e c o r d a r q u e u n te r c io d e la e x p a n s ió n d e l a d e u d a
b a n c a r ia d e lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo d u r a n t e la s e g u n d a m ita d
d e lo s a ñ o s s e t e n t a c o r re s p o n d ió a u n a u m e n to d e su p a r t i c i p a ­
c ió n e n el f in a n c ia m ie n to p r o p o r c io n a d o p o r la b a n c a d e lo s
p a ís e s in d u s tr ia liz a d o s .
E l c a m b io h ip o té tic o e n lo s m e r c a d o s in te r n a c io n a le s d e
c a p ita le s p r iv a d o s t e n d r ía u n a s e r ie d e c o n s e c u e n c ia s p a r a los
p a ís e s u s u a r io s . E n té r m in o s g lo b a le s e s p r e v is ib le u n c o sto
r e a l d e l f in a n c ia m ie n to s u p e r i o r a l p ro m e d io d e l d e c e n io a n te ­
r i o r , c ie r to a u m e n to d e lo s m á r g e n e s d e in te r m e d ia c ió n f i n a n ­
17 0 R ic a bd o F f r e n c h -D a v is

c i e r a y u n a m a y o r d is p e r s ió n d e é s to s . E s to s m e c a n is m o s f i n a n ­
c ie ro s r e g u la d o r e s d e la d e m a n d a p o r lo c o m ú n n o so n lo s ú n ic o s
e n o p e ra c ió n . E n s itu a c io n e s d e m a y o r e s tre c h e z , el r a c io n a ­
m ie n to p o r p a r t e d e lo s p r e s t a m i s ta s t e n d e r ía a a d q u ir ir m a y o r
p e s o , p o r in te r m e d io d e la re d u c c ió n d e la s c u o ta s o lím ite s q u e
f i j a n p o r p a ís y p r e s t a t a r i o in d iv id u a l.
D ic h o d e o t r a m a n e r a , la c o n tr a c c ió n a b r u p t a d e la o f e r ta ,
q u e e n f r e n t a r o n a lg u n o s p a ís e s e n d e s a r r o llo e n a ñ o s r e c ie n te s ,
a m e n a z a r ía co n c o n v e r tir s e e n a lg o m á s fr e c u e n te . E llo t r a e
c o n sig o u n a f u e n t e d e in e s ta b ilid a d p a r a lo s p a ís e s q u e h a n
u tiliz a d o in te n s a m e n te los m e rc a d o s in te r n a c io n a le s d e c a p ita le s
p riv a d o s . L a in e s ta b ilid a d d e l a c c e so n o e s tá a so c ia d o t a n t o a
la r e f in a n c ia c ió n d e la d e u d a co m o a l a u m e n to c o n tin u o d e la
m is m a y e s a q u í d o n d e c o r r e s p o n d e e n f o c a r la a te n c ió n .
L a s r e f o r m a s f i n a n c ie r a s q u e e s tá n e n m a r c h a e n a lg u n a s
d e la s n a c io n e s in d u s tr ia liz a d a s , y los t r a s t o r n o s p r o f u n d o s que
e x p e r im e n ta la e c o n o m ía in te r n a c io n a l, c o n tr ib u ir ía n a im p r i­
m ir le in e s ta b ilid a d a los tip o s d e i n t e r é s ; la m a y o r in c e r tid u m -
b r e r e in a n te , p o r s u p a r t e , p r e s i o n a r ía e n la d ire c c ió n d e a c o r ­
t a r los p la z o s m e d io s d e l a d e u d a , a m e n o s q u e se r e a c tiv e n lo s
p r é s ta m o s p ú b lic o s a la r g o p la z o . C om o se se ñ a ló , el f u n c io n a ­
m ie n to d el g r u e s o d e lo s c ré d ito s b a n c a r io s e q u iv a ld r ía a q u e
la s f lu c tu a c io n e s d e los tip o s d e in t e r é s r e p e r c u tir ía n , n o sólo
s o b r e lo s n u e v o s c ré d ito s , s in o s o b r e u n a p r o p o rc ió n p re d o m i­
n a n t e d e la d e u d a v ig e n te .
L a s c o n s e c u e n c ia s q u e lo s c a m b io s e v e n tu a le s d el m a r c o
f in a n c ie r o e x te r n o t r a e r í a n p a r a la s e c o n o m ía s de los p a ís e s
d e u d o r e s e s t a r í a n , a n u e s tr o ju ic io , e s tr e c h a m e n te a s o c ia d a s a l
u so q u e s e h a y a h e c h o d e l f in a n c ia m ie n to e x te r n o , a l d e s a r ro llo
d e la c a p a c id a d d e a j u s t e , y a lo s m e c a n is m o s d e q u e se d is p o n ­
g a p a r a r e g u l a r la tr a n s m is i ó n d e l a in e s ta b ilid a d e x te r n a h a c ia
l a e c o n o m ía n a c io n a l.
L a r e g ió n o f re c e u n a g r a n h e te r o g e n e id a d a l re s p e c to . E l
e stu d io d e la s itu a c ió n p a ís p o r p a ís s u g ie r e q u e e s m e n o r la
v u ln e r a b ilid a d d e lo s p a ís e s : ( i ) q u e h a n c o n d ic io n a d o el e n d e u ­
d a m ie n to e x te r n o a s u u so e n p r o g r a m a s d e in v e rs ió n , p ú b lic o s
o p r iv a d o s , ( ii ) q u e h a n p r o c u r a d o e v i t a r q u e c o r r ie n te s ex c e­
s iv a s d e fo n d o s , e n el p e río d o d e m e rc a d o d e “ p r e s t a t a r i o s ” ,
p r e s i o n a r a n p o r la a p r e c ia c ió n d el tip o d e c a m b io y en f a v o r d e
f u e r t e s im p o r ta c io n e s c o m p e titiv a s co n la p ro d u c c ió n n a c io n a l,
A m é r ic a L a t i n a : d e u d a e x t e r n a y b a l a n z a d e p a g o s 171

y ( iii) q u e h a n m a n te n id o m e c a n is m o s d e a ju s t e e x p e d ito s , t a ­
le s com o u n a p o lític a c a m b ia r ía a c tiv a . E n c a m b io , la a p e r t u r a
in d is c r im in a d a a l e n d e u d a m ie n to , el a c o s tu m b r a m ie n to d e la
e c o n o m ía n a c io n a l a c r e c ie n te s d é f ic it e n c u e n ta c o r r ie n te c u ­
b ie r to s p o r p r é s ta m o s b a n c a r io s y la p é r d id a d e m e c a n is m o s d e
r e g u la c ió n t r a e n c o n sig o u n a m a y o r v u ln e r a b ilid a d c u a n d o tie n e
l u g a r el e m p e o ra m ie n to d e l m a r c o e x te r n o .
E s p r o b a b le q u e la s n u e v a s c o n d ic io n e s q u e s u r j a n a l in ic io
d e e s te d e c e n io v u e lv a n a p o n e r e n p r i m e r p la n o d o s n e c e s id a d e s
in s a tis f e c h a s . P o r u n a p a r t e , se h a r á s e n t i r co n r e n o v a d a f u e r ­
z a la n e c e s id a d d e r e a c t i v a r r e f o r m a s d e l o r d e n c o m e rc ia l y
f in a n c ie r o in te r n a c io n a l. T ó p ic o s ta le s c o m o : el p a p e l d e la s
in s titu c io n e s f in a n c ie r a s m u ltila te r a le s , la v in c u la c ió n a l d e s a ­
r r o llo d e la c re a c ió n d e liq u id e z in te r n a c io n a l y la m a y o r in -
té r r e la c ió n e n t r e los p a ís e s d e l S u r d e b ie r a n t e n e r u n p a p e l
c e n tr a l. P o r o t r a p a r t e , es n e c e s a r ia u n a re e v a lu a c ió n d e la s
p o lític a s m a c ro e c o n ó m ic a s d e lo s p a ís e s la tin o a m e r ic a n o s q u e
f o r m a n p a r t e d e l a e c o n o m ía in te r n a c io n a l, a f i n d e q u e c o n
b a s e e n la s v a r i a d a s e x p e r ie n c ia s o b te n id a s e n la re g ió n , p u e d a n
m a n te n e r s e a le ja d o s d e lo s e x tr e m o s q u e r e p r e s e n ta n el i n t e r ­
v e n c io n is m o in c o h e r e n te y la lib e ra liz a c ió n in d is c r im in a d a . L a
r e g ió n tie n e u n a b a s e d e e x p e r ie n c ia , c a p a c id a d in te le c tu a l y
e q u ip o s h u m a n o s p a r a a v a n z a r e n e s a d ire c c ió n .

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p o r C a r l o s M a ssa d

I. E l desequilibrio externo

E n lo s a ñ o s re c ie n te s , A m é r ic a L a ti n a h a m o s tr a d o g r a n d e s
d e s e q u ilib rio s e n s u s c u e n ta s e x te r n a s , t a l v ez lo s m á s g r a n ­
d e s d e la h is to r ia . S i b ie n la s r e s e r v a s in te r n a c io n a le s o fic ia le s
c r e c ie ro n s is te m á tic a m e n te e n t r e 1 9 6 5 y 19 7 9 , se o b s e rv a e n lo s
a ñ o s 7 0 u n d é f ic it c r e c ie n te e n la c u e n ta c o r r i e n te de la b a la n z a
d e p a g o s m á s q u e c o m p e n s a d o c o n u n s u p e r á v it e n la c u e n ta d e
c a p ita le s .
P o r s u p a r te , la n a t u r a l e z a d e l s u p e r á v i t e n la c u e n ta
d e c a p ita le s s e m o d ific ó e n e s te p e río d o . E n s u s c o m ie n zo s, la
in v e r s ió n e x t r a n j e r a d ir e c ta r e p r e s e n t a b a 2 5 % d el t o ta l d e in ­
g r e s o s d e c a p ita l, p r o p o r c ió n q u e se h a b ía r e d u c id o a 18 % h a ­
c ia f in e s d e l p e r ío d o ; m ie n t r a s ta n to , l a d e u d a e x te r n a c re c ía
c a d a v e z c o n m a y o r ra p id e z .
E s t a e v o lu c ió n d e la s c u e n ta s e x t e r n a s d e la r e g ió n c o in c i­
d e c o n u n r a p id ís im o d e s a r r o llo d e lo s m e r c a d o s f in a n c ie r o s
p r iv a d o s y p r o b a b le m e n te e n c u e n t r a s u o r ig e n e n e s te m ism o
hecho.
L o s m e rc a d o s p r iv a d o s d e f in a n c ia m ie n to c re c ie ro n s ie te
v e c e s e n tr e 1970 y 1979, s i s e lo s m id e p o r lo s a c tiv o s e x te r n o s
to ta le s d e la b a n c a p r iv a d a in te r n a c io n a l. E s t a e v o lu c ió n t r a j o
c o n se c u e n c ia s i m p o r t a n t e s : el p la z o m e d io d e la d e u d a se r e d u j o ;
s u c o sto s e h iz o m á s a lto y s u a b s o r c ió n lle g ó a s e r m á s d ifíc il.
Cuadro 1

EL DESEQUILIBRIO EXTERNO DE AMÉRICA LATINA


(miles de millones de dólares)

Variación de las reservas


Balance en Cta. Corriente Balance en Cta. Capital (— ) aumento Deuda global
18 países no 24 países 18 países no 24 países 18 países no 24 países 18 países no 24 países
exportadores latino- exportadores latino- exportadores latino- exportadores latino-
de petróleo americanos de petróleo americanos de petróleo americanos de petróleo americanos
1970 - 2,1 - 3,4 2,8 4,4 -0,8 -1,2 13,6 22,3
1971 - 3,5 - 4,8 3,5 5,3 -0,1 -0,8 16,6 25,4
1972 - 3,1 - 4,4 5,7 7,4 -2,7 -3,2 20,9 29,8
1973 - 2,8 - 3,6 6,4 8,2 -3,4 -4,4 26,6 40,6
1974 - 9,9 - 7,3 8,8 11,7 1,3 -4,2 36,0 55,9
1975 -10,6 -14,1 8,5 14,8 2,2 -0,4 40,6 68,5
1976 - 7,1 -11,3 11,9 15,7 -4,6 -4,2 50,8 89,3
1977 - 5,4 -11,6 9,2 16,3 -4,0 -4,9 58,9 107,6
1978 - 8,1 -18,4 16,6 25,7 -8,7 -7,6 75,0 133,7
1979 -14,2 -19,8 17,8 26,2 -4,1 -7,1 94,7 169,5
1980 -24,6 -28,1 20,8 26,6 3,4 0,8 118,5 211,0
1981 -27,2 -38,6 24,7 39,1 2,8 -0,6 138,3 260,0

F uente : cefal, División de Estadísticas, en base a cifras del fm i , Balance of Payments, November 1982.
A m é r ic a L a t in a : el f in a n c ia m ie n t o extern o 175

Im p u ls a d o p o r s u p r o p i a c a p a c id a d d e c re c e r, e l s is te m a
f in a n c ie r o p r iv a d o in te r n a c io n a l a b r ió a m p lia m e n te s u s p u e r ta s
a l f in a n c ia m ie n to d e lo s p a ís e s d e in g r e s o m e d io , p a r t i c u l a r ­
m e n te los la tin o a m e r ic a n o s .
C o n t a s a s d e in te r é s i n t e r n a s a m e n u d o m á s a lta s q u e la s
e x te r n a s , é s to s p r o v e y e r o n u n f u e r t e in c e n tiv o a la o b te n c ió n

DEUDA EXTERNA GLOBAL Y SU SERVICIO


(miles de millones de dólares)
17 6 Ca r lo s M a ssa d

d e r e c u r s o s f in a n c ie r o s e n e l e x te r io r . L a a b s o rc ió n d e e s to s
r e c u r s o s p o r l a e c o n o m ía r e q u ir ió e n m u c h o s c a so s d e u n a c a íd a
d e l tip o d e c a m b io r e a l q u e c o n tr ib u y ó a e x p a n d ir el d é f ic it e n
la c u e n ta c o r r ie n te d e 1á b a la n z a d e p a g o s , a b s o rb ié n d o s e a s í
u n a p a r t e i m p o r ta n te d e lo s r e c u r s o s f in a n c ie r o s p r o v e n ie n te s
d e l e x te r io r . O tr a p a r t e c o n tr ib u y ó a i n c r e m e n ta r la s r e s e r v a s
in te r n a c io n a le s o fic ia le s , a l m e n o s h a s t a 1979.
U n a s itu a c ió n co m o é s ta es p e r f e c ta m e n te s o s te n ib le s ie m ­
p r e q u e se d e n t r e s c o n d ic io n e s :

a) Q ue los r e c u r s o s c o r r e s p o n d ie n te s a l a h o r r o e x te r n o q u e se
o b tie n e e n e s te p ro c e s o se d e s tin e n ju n t o c o n el a h o r r o n a ­
c io n a l a a m p l i a r la c a p a c id a d p r o d u c tiv a d e l p a ís , y p o r
t a n t o s u c a p a c id a d d e p a g o f u t u r o d e la d e u d a ;
b ) Q ue el a m b ie n te ec o n ó m ic o e x te r n o n o e x p e r im e n te f lu c tu a ­
c io n e s n e g a tiv a s d e im p o r t a n c i a q u e p u e d a n d is m in u ir la
c a p a c id a d d e p a g o d e la d e u d a d e lo s p a ís e s d e u d o re s o
in c r e m e n ta r el p e s o d e s e r v i r l a ; y
c ) Q u e el f lu jo d e r e c u r s o s f in a n c ie r o s e x te r n o s n o t e n g a i n ­
te r r u p c io n e s b r u s c a s .

I I . ¿Es sostenible el desequilibrio?

N in g u n a d e e s ta s t r e s c o n d ic io n e s se h a c u m p lid o a c a b a lid a d .
D e c u a tr o p a ís e s d e u d o r e s e s tu d ia d o s , e n t r e s d e ello s se d e te c ta
u n g r a d o i m p o r t a n t e d e s u s titu c ió n e n t r e a h o r r o e x te r n o y n a ­
c io n a l. E s to s ig n if ic a q u e el a u m e n to d e l a h o r r o e x te r n o v a a s o ­
c ia d o c o n u n a re d u c c ió n d el n a c io n a l, d e t a l m a n e r a q u e lo s
r e c u r s o s d is p o n ib le s p a r a in v e r s ió n n o se in c r e m e n ta n e n l a m e ­
d id a e n q u e lo h a c e e l d é f ic it d e la c u e n ta c o r r ie n te d e la b a la n ­
z a d e p a g o s o e l f lu jo d e r e c u r s o s e x te r n o s q u e lo f in a n c ia . E s te
re s u lta d o in d ic a q u e b a jo c i e r t a s c ir c u n s ta n c ia s , p ro b a b le m e n te
c o n e c ta d a s a la s p o lític a s e c o n ó m ic a s, el a h o r r o e x te r n o c o n tr i­
b u y e m á s b ie n a m e j o r a r lo s n iv e le s d e c o n su m o y d e b ie n e s ta r
e n el e o r to p la z o q u e l a c a p a c id a d p r o d u c tiv a f u t u r a . E s to s r e ­
s u lta d o s j u s t i f i c a n u n a e x p lo ra c ió n a d ic io n a l m á s c o m p le ta y
d e te n id a d e lo q u e se h a h e c h o h a s t a a h o r a , a u n q u e lo s r e s u l t a ­
do s y a a lc a n z a d o s s o n u n c la r o in d ic a d o r d e la n e c e s id a d d e e x ­
p l o r a r la s c o n s e c u e n c ia s d e l a r g o p la z o d e c ie r t a s p o lític a s .
A m é r ic a L a t i n a : e l f i n a n c i a m i e n t o e x t e r n o 177

E s u n h e c h o n o to r io q u e la s c ir c u n s ta n c ia s re c ie n te s e n la
e c o n o m ía m u n d ia l n o h a n c o n tr ib u id o a m e j o r a r la c a p a c id a d
d e p a g o d e la d e u d a d e lo s p a ís e s la tin o a m e r ic a n o s y d e lo s e n
d e s a r r o llo e n g e n e r a l.
L a t a s a d e c re c im ie n to d e la e c o n o m ía m u n d ia l se m a n tie n e
m u y b a j a d e sd e 1975 y e n 1 9 8 2 s e r á p r o b a b le m e n te c e ro o n e ­
g a tiv a . A p e s a r d e q u e la s t a s a s d e c r e c im ie n to d e lo s p re c io s
in te r n o s e n lo s p a ís e s i n d u s tr ia le s se h a n re d u c id o , c o n tin ú a n
s ie n d o p o s itiv a s y m á s a l t a s q u e a q u e lla s r e g i s t r a d a s e n la d é­
c a d a d e lo s a ñ o s 60. E n c a m b io , el d e b ilita m ie n to d e la s t a s a s
d e c re c im ie n to d e l p r o d u c to r e a l, a s í co m o el a u m e n to d e la s
t a s a s d e in te r é s n o m in a le s y r e a le s p ro v o c a d o p o r los e s fu e rz o s
a n ti- in f la c io n a r io s e n lo s p a ís e s in d u s tr ia le s h a n d e b ilita d o la
d e m a n d a d e p r o d u c to s p r i m a r i o s y d e p r im id o s u s p re c io s . A sí,
lo s té r m in o s d e l in te r c a m b io p a r a la m a y o r p a r t e d e lo s p a ís e s
d e A m é r ic a L a t i n a se h a n d e te r io r a d o .
E s to a f e c t a d e m a n e r a d o b le m e n te n e g a tiv a a lo s p a ís e s
d e u d o r e s : p o r u n a p a r t e , el d e te r io r o e n lo s té r m in o s d e l i n t e r ­
c a m b io d is m in u y e la c a p a c id a d p a r a s e r v i r la d e u d a c o n u n vo­
lu m e n d a d o d e e x p o r ta c io n e s o lo q u e e s lo m is m o , in c r e m e n ta
el d e s e q u ilib rio e n l a c u e n ta c o r r ie n te y e x ig e u n m a y o r r itm o
d e e n d e u d a m ie n to p a r a f in a n c ia r lo .
P o r o t r a p a r t e , el in c r e m e n to e n la s ta s a s d e in te r é s se
a g r e g a ta m b ié n a lo s e le m e n to s q u e e m p u ja n h a c ia a b a jo e l d é ­
f i c i t e n la c u e n ta c o r r ie n te c o n l a c o n s ig u ie n te m a y o r n e c e s id a d
d e re c u rs o s .
E l c u a d r o 2 m u e s tr a e l e fe c to d e lo s té r m in o s d e l in te r c a m ­
b io y d e la s t a s a s d e in t e r é s s o b r e e l d é f ic it d e la c u e n ta c o r r ie n ­
t e d e la b a la n z a d e p a g o s e n 18 p a ís e s n o e x p o r ta d o r e s d e p e tr ó ­
leo d e A m é r ic a L a tin a . E l c u a d r o m u e s tr a q u e s i lo s té r m in o s
d e l in te r c a m b io h u b ie s e n s id o lo s p r e v a le c ie n te s e n 1970 y la s
t a s a s d e in te r é s a q u e lla s q u e se r e g i s t r a r o n e n p ro m e d io e n t r e
1970 y 1974, el d é f ic it d e l a c u e n ta c o r r ie n te d e lo s 18 p a ís e s
n o e x p o r ta d o r e s d e p e tró le o d e A m é r ic a L a t i n a h a b r í a sid o e n
1981 d e 2 .3 0 0 m illo n e s d e d ó la re s , d o ce v e c e s i n f e r i o r a l d é f ic it
e f e c tiv a m e n te r e g i s tr a d o d e 2 7 .2 0 0 m illo n e s d e d ó la re s .
L a t e r c e r a c o n d ic ió n p a r a s o s te n e r u n n iv e l e le v a d o y c r e ­
c ie n te de d e u d a e x te r n a es l a d e q u e e l f l u jo d e c ré d ito e x te r n o
n o e x p e r im e n te p a r a liz a c io n e s b r u s c a s . E l c u m p lim ie n to d e e s ta
c o n d ic ió n d e p e n d e m u y c r u c ia lm e n te d e la n o r m a l o p e ra c ió n d el
17 8 Ca r lo s M a ssa d

Cuadro 2

ESTIMACIÓN DEL EFECTO DE LOS PRECIOS Y LAS TASAS


DE INTERÉS SOBRE EL BALANCE E N CUENTA CORRIENTE
18 países no exportadores de petróleo
(Miles de millones de dólares)

B alance en
B alan ce en E fecto E fe c to Cía. C te.
Cía. Cte. P recios 1 T. I n te r é s 2 a ju sta d o

1975 -10,6 - 4,5 -0,6 - 5,5


1976 - 7,1 - 2,6 -0,6 - 3,9
1977 - 5,4 - 0,2 -0,5 - 4,5
1978 - 8,1 - 3,0 -0,4 - 4,7
1979 -14,2 - 6,3 -1,3 - 6,6
1980 -24,7 -11,3 -3,3 -10,1
1981 -27,2 -17,3 -7,6 - 2,3

F u ente : cepax,,
División de Estadísticas, en base a datos del fm i, Balance
of Payments, November 1982.
1 El Efecto Precios se estimó basándose en el balance comercial a
precios del 70, llevado a precios de cada año con el índice de Precios al
Consumidor de los Países Industriales y comparándolo con el Balance
Comercial a precios de cada año.
2 El Efecto Tasa de Interés se estimó suponiendo que los intereses
efectivos como porcentaje de la deuda global a fines de año no debieron
sobrepasar un 5 %. Cualquier sobretasa se estim a pérdida.

s is te m a f in a n c ie r o in te r n a c io n a l o fic ia l y p riv a d o . S i el p r im e r o
d e é s to s s e e n c u e n tr a e n f r e n ta d o a u n a e sc a se z d e r e c u r s o s , n o
p o d r á c u m p lir s u p a p e l d e p r e s t a m i s t a de ú ltim o r e c u r s o i n t e r ­
n a c io n a l, y p o r ta n t o n o p o d r á a m o r t i g u a r flu c tu a c io n e s d e los
v o lú m e n e s d e r e c u r s o s p r o v e n ie n te s d e l s is te m a p riv a d o . P o r
s u p a r t e , e s te ú ltim o , s i a p r e c ia q u e el r ie s g o de su c a r t e r a se
h a in c r e m e n ta d o , te n d e r á a a p l i c a r e x tr e m a s e le c tiv id a d e n s u s
o p e ra c io n e s ta n t o re s p e c to d e c lie n te s in d iv id u a le s com o d e
p a ís e s .
L a s a l ta s t a s a s d e in t e r é s v ig e n te s e n los ú ltim o s a ñ o s , h a n
c o n tr ib u id o a d e t e r i o r a r la c a r t e r a de a c tiv o s cíe lo s b a n c o s al
A m è b ic a L a t i n a : e l f in a n c ia m ie n t o e x t e r n o 17 9

r e d u c ir d r á s tic a m e n te , y a u n a n u l a r e n el c o rto p la z o , la r e n t a ­
b ilid a d d e m u c h a s e m p r e s a s , p o n ie n d o e n r ie s g o su e s ta b ilid a d .
E s to , u n id o a lo s e fe c to s n e g a tiv o s d e lo s té r m in o s d el i n t e r ­
c a m b io q u e tie n d e n a in c r e m e n t a r lo s d e s e q u ilib rio s e n la c u e n ­
t a c o r r ie n te , h a c e q u e lo s b a n c o s e n e l e x t e r io r p e r c ib a n q u e
d e te rm in a d o s p a ís e s h a n a lc a n z a d o u n n iv e l de d e u d a e x te r n a
q u e le e s d ifíc il s e r v ir , y p o r ta n t o , s o s te n e r.
E s t a p e rc e p c ió n im p lic a q u e el n iv e l d e la d e u d a e x te r n a
d e lo s p a ís e s tie n e u n lím ite q u e e s tá d e fin id o e n té r m in o s d e
la s e x p e c ta tiv a s d e los b a n c o s . S i los b a n c o s e s tim a n q u e d ic h o
lím ite h a sid o a lc a n z a d o , se c o m p o r ta r á n co m o s i a s í f u e r a , es
d e c ir, d e te n d r á n el f l u jo n e to d e p r é s ta m o s a l d e u d o r c o r r e s ­
p o n d ie n te . C om o el d e s e q u ilib rio e n la c u e n ta c o r r ie n te n o p u e ­
d e r e s o lv e r s e co n g r a n r a p id e z , se g e n e r a r á a q u í u n v io le n to
e fe c to d e p re s iv o s o b r e la e c o n o m ía d e l p a ís d e u d o r, e l q u e sólo
p u e d e s e r o b v ia d o y a s e a r e c u r r ie n d o a la s in s titu c io n e s i n t e r ­
n a c io n a le s , o m o d if ic a n d o la a p r e c ia c ió n q u e los a c re e d o re s tie ­
n e n s o b re s u c a p a c id a d d e s e r v i r la d e u d a .
D e s g r a d a c ia d a m e n te lo s r e c u r s o s d e lo s o r g a n is m o s i n t e r ­
n a c io n a le s d e f in a n c ia m ie n to s o n e x tr e m a d a m e n te lim ita d o s .
P o r su p a r t e , la s a u to r id a d e s m o n e ta r ia s d e lo s p a ís e s i n ­
d u s tr ia le s , sólo m u y r e c ie n te m e n te h a n c o m e n z a d o a e x p r e s a r
o p in ió n f a v o r a b le e n r e la c ió n c o n u n a c o n tin u a d a p a r tic ip a c ió n
d e lo s b a n c o s d e s u s p a ís e s e n el f in a n c ia m ie n to in te r n a c io n a l
a los p a ís e s e n d e s a r r o llo . H a s t a h a c e m u y p oco, ta le s a u to r id a ­
d e s a p u n ta b a n e n s u s d e c la ra c io n e s y e n s u s m e d id a s m á s b ie n
a i n h ib ir la s o p e ra c io n e s d e lo s b a n c o s c o n los p a ís e s e n d e s a ­
rr o llo q u e a e s tim u la r la s . E s to o c u r r ía co m o u n a c o n se c u e n c ia
d e m i r a r p r o b le m a s in d iv id u a le s d e c a d a b a n c o y d e sc o n o c e r
e l p ro b le m a g e n e r a l q u e c o m e n z a b a a p ro d u c irs e .
L a s c i f r a s in d ic a n q u e lo s f lu jo s n e to s d e c a p ita le s a los
p a ís e s la tin o a m e r ic a n o s se h a n re d u c id o s u s ta n c ia lm e n te en
el c u rs o del ú ltim o a ñ o . C ie r ta s e s tim a c io n e s s e ñ a la n q u e s i el
n iv e l d e la d e u d a e x t e r n a d e A m é r ic a L a t i n a se m a n tu v ie s e
c o n s ta n te , la t a s a d e c r e c im ie n to d e l p ro d u c to r e a l d e L a tin o ­
a m é r ic a se r e d u c i r ía e n 5,5 p u n to s re s p e c to d e la q u e o c u r r i r í a
e n c o n d ic io n e s n o r m a le s d e c re c im ie n to d e la d e u d a .
Cuadro 3

TA SAS D E INTERÉS AN UA L
(Porcentajes a fines de cada mes)

Commercial bank Treasury Treasury Eurodollar


lending ra te to bills bills deposit ra te
prim e borrowers U.S.A. U. K . 3 meses

1972 Jun. 5,25 4,00 5,75 5,25


Die. 5,75 5,21 8,48 5,88
1973 Jun. 7,75 7,67 7,08 9,00
Die. 9,75 7,54 12,82 10,13
1974 Jun. 12,00 7,64 11,52 13,38
Die. 10,25 7,28 11,44 10,19
1975 Jun 7,00 5,92 9,85 6,63
Die. 7,25 5,27 10,78 5,81
1976 Jun 7,26 5,49 11,18 6,00
Die. 6,00 4,41 13,98 5,00
1977 Jun. 6,50 5,06 7,59 5,75
Die. 7,75 6,33 6,42 7,19
1978 Jun. 9,00 7,14 9,50 8,69
Die. 11,75 9,42 12,01 11,69
1979 Jun. 11,50 8,84 13,69 10,50
Die. 15,25 12,39 16,45 14,44
1980 Jun. 11,50 7,90 16,29 9,75
Die. 21,50 14,87 13,45 17,62
1981 Jun. 20,00 14,75 12,24 17,81
Die. 15,75 11,90 15,31 13,75

1982 E 15,75 13,04 14,30 14,50


F 16,50 12,93 13,77 14,94
M 16,50 13,53 12,97 15,37
A 16,50 12,88 13,37 14,94
M 16,50 12,00 13,17 14,38
JN 16,50 13,15 12,70 15,81
JL 15,50 10,63 11,58 13,06
AG 13,50 8,01 10,26 11,88

F u e ñ te : Morgan Guaranty Trust Company of N ew York, W orld F in a n ­


cial M a rk e ts, marzo 1982, noviembre 1982.
A m é r ic a L a t i n a : e l f i n a n c i a m i e n t o e x t e r n o 18 1

I I I . E l ajuste del sector externo

C om o s e h a v is to , n o se d a n in g u n a d e la s c o n d ic io n e s n e c e s a ­
r i a s p a r a s o s te n e r lo s a c tu a le s d e s e q u ilib rio s d e c u e n ta c o r r ie n te
y d e c a p ita le s en A m é r ic a L a tin a . E s t o s ig n if ic a q u e el a j u s ­
te , y el c o sto d el a ju s t e , s o n in e v ita b le s . D e s g r a c ia d a m e n te el
a j u s t e a u n a s itu a c ió n co m o é s t a e s d e c a r á c t e r re c e siv o , e n
c ir c u n s ta n c ia s e n q u e la e c o n o m ía m u n d ia l p a s a p o r la p e o r
re c e s ió n e c o n ó m ic a d e lo s ú ltim o s c in c u e n ta a ñ o s. U n a e x ig e n ­
c ia a d ic io n a l d e a j u s t e s o b r e lo s p a ís e s d e A m é ric a L a t i n a im ­
p lic a c o n tr i b u i r a a g r a v a r la s c ir c u n s ta n c ia s r e c e s iv a s i n t e r ­
n a c io n a le s .
U n e n fo q u e p r u d e n te d e la s itu a c ió n s e r í a el d e m o v e rs e
g r a d u a lm e n te e n la d ire c c ió n s e ñ a la d a p o r l a n e c e s id a d d e
a ju s te , p e r o a l m is m o tie m p o f i n a n c i a r u n a p a r t e d e la s n e c e ­
s id a d e s d e c o r to p la z o d e la b a la n z a d e p a g o s . C o n e s to se lo­
g r a r í a el p r o p ó s ito d e d i s t r i b u i r en e l tie m p o el p e so d e l a j u s t e
y d e a p r o v e c h a r la f u t u r a r e a c tiv a c ió n d e l a e c o n o m ía m u n d ia l
p a r a e lim in a r p a r t e d e la n e c e s id a d d e é s te e n la m e d id a e n q u e
se r e c u p e r a n los té r m in o s d el in te r c a m b io y c o n tin ú e n r e d u ­
c ié n d o se la s t a s a s d e in t e r é s in te r n a c io n a le s .
E l m a n e jo d e u n a p o lític a d e e s ta n a t u r a l e z a n o es sim p le .
E l s is te m a f in a n c ie r o o f ic ia l in te r n a c io n a l ñ o c u e n ta con r e ­
c u rs o s a p r o p ia d o s a l a s itu a c ió n y ta m p o c o e s tá p r e p a r a d o in s ­
titu c io n a lm e n te p a r a a f r o n t a r d if ic u lta d e s g e n e r a liz a d a s d e
p a g o s e x te rn o s .
E l ta m a ñ o t o t a l d e l F o n d o M o n e ta r io e n la a c tu a lid a d e s d e
u n o s s e t e n t a m il m illo n e s d e d ó la re s , d e lo s c u a le s n o m á s
de t r e i n t a m il s o n m o n e d a s u tiliz a b le s e n s u s p r é s ta m o s . L o s
r e c u r s o s d is p o n ib le s d e l F o n d o M o n e ta r io , d e n o m e d ia r a lg ú n
c a m b io e n la s c ir c u n s ta n c ia s , e s t a r í a n p r o b a b le m e n te a g o ta d o s
a m e d ia d o s d e 1983. P o r o t r a p a r t e , a ú n n o se f o r m a liz a a c u e r ­
d o a lg u n o d e a u m e n to d e la s c u o ta s d e l F o n d o , q u e es el p ro c e ­
d im ie n to n a t u r a l y n o r m a l p a r a a u m e n t a r s u ta m a ñ o , com o lo
e x ig e n la s c ir c u n s ta n c ia s . U n a d u p lic a c ió n d e la s c u o ta s d e l
F o n d o só lo r e n d i r í a e n la a c tu a lid a d u n o s 3 0 m il m illo n e s d e
d ó la r e s d e r e c u r s o s u tiliz a b le s , c i f r a q u e c o rre s p o n d e a p e n a s
182 Ga r l o s M a ss a d

a u n 1 0 % d e la d e u d a e x te r n a d e A m é r ic a L a t i n a e in f e r i o r
a l d é f ic it e n c u e n ta c o r r i e n te r e g i s t r a d o e n la r e g ió n e n 1981.
P o d r í a p e n s a r s e q u e el p r o b le m a d e r e c u r s o s d e l F o n d o
M o n e ta r io d e b e r ía r e s o lv e r s e to m a n d o é s te p r e s ta d o d e la b a n c a
p r iv a d a p a r a t r a n s f e r i r d ic h o s p r é s ta m o s a s u s p a ís e s m ie m ­
b r o s . E s te p r o c e d im ie n to e s in c o n v e n ie n te co m o m e c a n is m o d e
p ro v is ió n r e g u l a r d e r e c u r s o s d el F o n d o , p o r q u e m a n te n d r ía
u n a p r e s ió n a d ic io n a l s o b r e la s t a s a s d e in te r é s e n el m e rc a d o .
C o n v ie n e c o r r e g i r la in s u f ic ie n c ia d e l ta m a ñ o d e l F o n d o M o­
n e ta r i o m e d ia n te u n a u m e n to s u s ta n c ia l d e la s c u o ta s d e los
p a ís e s e n e s te o rg a n is m o .
C a b e s e ñ a l a r q u e los r e c u r s o s d e l F o n d o , a la f e c h a d e su
fu n d a c ió n , r e p r e s e n ta b a n u n 16 % d el c o m e rc io m u n d ia l, c i f r a
q u e se h a re d u c id o e n la a c tu a lid a d a a lr e d e d o r d e u n 3 % .
P o r o t r a p a r t e , n o e x is te n m e c a n is m o s in s titu c io n a le s q u e
f a c ilite n u n p ro c e so o rd e n a d o de r e f in a n c ia m ie n to o r e n e g o c ia ­
c ió n d e d e u d a e x t e r n a p a r a lo s p a ís e s q u e e s tim e n c o n v e n ie n te
s e g u ir e s te c u r s o d e a c c ió n . E l h e c h o de q u e el g r u e s o d e la
d e u d a e x t e r n a p r o v e n g a h o y d e a c r e e d o re s p r iv a d o s h a d e ja d o
o b so le to s lo s m e c a n is m o s tr a d ic io n a le s u tiliz a d o s p a r a e s te p r o ­
p ó s ito , lo s q u e e s ta b a n a d a p ta d o s m á s b ie n h a c ia la n e g o c ia c ió n
c o n a c r e e d o re s o fic ia le s . D e a q u í q u e s u r j a la n e c e s id a d d e
r e e x a m i n a r la o r g a n iz a c ió n in s titu c io n a l o fic ia l, d e m odo d e e s­
ta b le c e r m e c a n is m o s q u e p e r m i t a n t r a t a r p ro b le m a s d e d e u d a
e x te r n a e n f o r m a o r d e n a d a y n o t r a u m á t i c a .
E l e s ta b le c im ie n to d e u n s e rv ic io d e r e f in a n c ia m ie n to com o
u n m e c a n is m o c o n ju n to d e l F o n d o M o n e ta rio y del B a n c o
M u n d ia l, p o d r ía c o n t r i b u i r a u n m a n e jo r a c io n a l d el p ro b le m a .
E l acc e so a e s te s e rv ic io d e b e r ía s e r v o lu n ta r io c u a n d o se c u m ­
p la u n c o n ju n to d e c o n d ic io n e s p r e e s ta b le c id a s , m ie n tr a s q u e
lo s m o n to s y té r m in o s d el r e f in a n c ia m ie n to d e b e r ía n d is c u tir s e
ca so p o r caso .
L o s r e c u r s o s n e c e s a r io s p a r a e s te p r o p ó s ito p o d r ía n sí
p r o v e n ir d e p r é s ta m o s o b te n id o s e n el m e rc a d o , y a q u e se t r a t a
d e r e s o lv e r u n a s itu a c ió n d e e m e r g e n c ia y e m in e n te m e n te t r a n ­
s ito r ia . T a l v ez p o d r ía p e n s a r s e e n u n e sq u e m a e n el c u a l el
F o n d o t o m a r a p r e s ta d o d e lo s p ro p io s b a n c o s a c re e d o re s d e lo s
p a ís e s q u e r e c u r r e n a l s e rv ic io d e r e f in a n c ia m ie n to . U n a p r o ­
p o s ic ió n c o m o é s ta n o h a d e s e r c o n s id e r a d a s im p le m e n te com o
u n a m a n e r a d e s a l v a r a lo s b a n c o s d e u n p r o b le m a de c a r t e r a ,
A m é r ic a L a t i n a : e l f i n a n c i a m i e n t o e x t e r n o 18 3

y a q u e sie n d o e l p r o b le m a d e c a r á c t e r g e n e r a l, d e ja d e s e r u n
p r o b le m a de b a n c o s in d iv id u a le s p a r a c o n v e r tir s e e n u n o d e l
s is te m a f in a n c ie r o e n s u c o n ju n to .

IV . Reactivación internacional

A p a r te d e e s ta s c o n s id e ra c io n e s v in c u la d a s d ir e c ta m e n te a la s
n e c e sid a d e s d e a j u s t e y f in a n c ia m ie n to d e los p a ís e s la tin o ­
a m e ric a n o s , c o n v ie n e s e ñ a la r a lg u n o s a s p e c to s d el s is te m a m o ­
n e ta r io in te r n a c io n a l q u e in f lu y e n ta m b ié n e n la s p o s ib ilid a d e s
d e r e a c t i v a r la e c o n o m ía m u n d ia l y c o n ello a l iv ia r s u s ta n c ia l-
ip e n te los p r o b le m a s a c tu a le s d e f in a n c ia m ie n to e x te rn o .
E n p r i m e r lu g a r , la s r e s e r v a s in te r n a c io n a le s o fic ia le s
m u e s tr a n u n a c a íd a s is te m á tic a d e sd e 1980, a n iv e l m u n d ia l.
P o r su p a r t e e l c r e c im ie n to d e la s te n e n c ia s p r iv a d a s d e d iv is a s
se h a re d u c id o s u s ta n c ia lm e n te h a s t a c a s i p a r a liz a r s e . D e a q u í
q u e c o n v e n g a c o n s id e r a r u n a vez m á s la n e c e s id a d d e n u e v a s
a s ig n a c io n e s d e d e re c h o s e s p e c ia le s d e g ir o q u e f o r ta le z c a n la
liq u id e z in te r n a c io n a l y l a p o s ic ió n d e e s te in s tr u m e n to e n el
s is te m a .
I g u a lm e n te , y co n e l p r o p ó s ito de c o n t r ib u ir a r e a c t i v a r la
e c o n o m ía m u n d ia l, c o n v e n d r ía re c o n o c e r q u e , e n la s a c tu a le s
c ir c u n s ta n c ia s , el m a y o r p e so d e l a ju s t e d e b e r ía r e c a e r s o b re lo s
p a ís e s a c re e d o re s , d e t a l m a n e r a q u e la e x p a n s ió n e c o n ó m ic a
c o n s ig u ie n te e n e s to s p a ís e s c o n tr ib u y a a s o s te n e r y e le v a r el
r itm o d e a c tiv id a d e n la e c o n o m ía m u n d ia l.
C om o p a r t e d e e s te e s fu e rz o , c a d a p a ís a c re e d o r d e b e r ía
a p o y a r s u s is te m a b a n c a r io p a r a im p e d ir s u r e tr a c c ió n y f a c ili­
t a r la s o p e ra c io n e s n e c e s a r ia s d e f in a n c ia m ie n to in te r n a c io n a l.
E n e s te s e n tid o h a y q u e s e ñ a l a r q u e la s c i f r a s p a r a lo s p r ó x i­
m o s m e se s p r o b a b le m e n te n o m u e s tr e n u n m e jo r a m ie n to d r a ­
m á tic o e n la s itu a c ió n e x te r n a d e A m é r ic a L a tin a . D e sd e y a
lo s p a g o s d e a m o r tiz a c ió n e in te r e s e s d e la d e u d a s u p e r a r á n el
50 % d e l v a lo r d e la s e x p o r ta c io n e s la tin o a m e r ic a n a s el a ñ o
p ró x im o . C if r a s co m o é s ta s , q u e n o e s p o s ib le m o d if ic a r e n el
c o r to p la z o p u e d e n c o n t r ib u i r a d e b ilita r , in ju s tif ic a d a m e n te ,
el in te r é s d e la b a n c a p r iv a d a p o r a c r e c e n ta r s u s p r é s ta m o s
a la re g ió n .
18 4 C arlo s M assad

D a d a la c ir c u n s ta n c ia m e n c io n a d a a n te r io r m e n te , p a re e «
n e c e s a rio y c o n v e n ie n te ta m b ié n c o n s id e r a r u n a e x p a n s ió n s u s ­
ta n c ia l d e l ta m a ñ o d e l B a n c o M u n d ia l y d e l B a n c o I n te r a m e r i-
c a n o , c o n el f i n d e q u e p u e d a n s u p li r la a c c ió n de la b a n c a
p r iv a d a .
E s n e c e s a r io e n f a t i z a r el h e c h o d e q u e e n el p a s a d o r e c ie n te
h a e x is tid o u n a te n d e n c ia p e r m a n e n te a e x c lu ir a lo s p a ís e s de
in g r e s o m e d ia n o d e la s f u e n te s o fic ia le s d e f in a n c ia m ie n to .
F in a lm e n te , la e x p e r ie n c ia r e c ie n te m u e s tr a q u e la c o n d icio -
n a lid a d d e lo s p r é s ta m o s d e in s titu c io n e s o fic ia le s i n t e r n a ­
c io n a le s d e b e r ía s e r r e v is a d a . L a n e c e s id a d d e e s to se h a h e c h o
e v id e n te y h a s id o a f r o n t a d a p o r a lg u n a s in s titu c io n e s p o r la
v ía d e c r e a r u n n ú m e r o d e s e rv ic io s e s p e c ia le s d is e ñ a d o s p a r a
a b o r d a r d iv e r s o s p r o b le m a s e s p e c ífic o s, c a d a u n o co n u n c ie r to
v o lu m e n d e r e c u r s o s . T a l v e z s e r í a p r e f e r ib le re c o n o c e r la n e ­
c e s id a d d e r e v i s a r la c o n d ic io n a lid a d d e la s o p e ra c io n e s r e g u la ­
r e s e n v e z d e c r e a r p a r a c a d a n e c e s id a d p e r m a n e n te u n s e r v i­
c io e sp e c ia l.
L A D E U D A E X T E R N A Y L A S P O L I T I C A S N A C IO N A L E S

p o r A ldo F e r r e r

I . El marco internacional

S e co n o cen , d e s d e h a c e tie m p o , la s c a u s a s p r in c ip a le s q u e d ie ­
r o n lu g a r a l a r á p i d a e x p a n s ió n d e l f in a n c ia m ie n to p r iv a d o in ­
t e r n a c io n a l e n el ú ltim o c u a r to d e sig lo . P e r o la s te n s io n e s
re c ie n te s c o n tr ib u y e n a d e s t a c a r c ie r to s r a s g o s im p o r ta n te s d e
l a c u e s tió n . D e s d e f in e s d e l a d é c a d a d e 1950, lo s r e c u r s o s y la
c a r t e r a d e lo s b a n c o s q u e o p e r a n a e s c a la m u n d ia l a u m e n tó a
u n a t a s a p r o m e d io d e l 3 0 % a n u a l. E l m e rc a d o d e e u r o d ó la r e s
se c o n v ir tió e n e l n ú c le o d e l s is te m a f in a n c ie r o in te r n a c io n a l.
L a f u e n te p r in c i p a l d e r e c u r s o s d e l s is te m a f u e e l d é f ic it del
b a la n c e de p a g o s d e lo s E s ta d o s U n id o s . P o r s e r el d ó la r u n
a c tiv o d e r e s e r v a p a r a el r e s to d el m u n d o , lo s E s ta d o s U n id o s
tu v ie r o n el p r iv ile g io d e f i n a n c i a r s u d e s e q u ilib rio “ e x p o r ta n ­
d o ” s u m o n e d a n a c io n a l. L a liq u id e z q u e se f u e a c u m u la n d o e n
lo s b a n c o s c e n tr a le s se f i l t r ó p r o g r e s iv a m e n te h a c ia la b a n c a
p r iv a d a a u m e n ta n d o s u c a p a c id a d p r e s ta b le . O tr o s d o s f a c to r e s
in f lu y e r o n e n la e x p a n s ió n d e la liq u id e z d is p o n ib le e n la b a n c a
in te r n a c io n a l. E n p r i m e r lu g a r , el d e s a r r o llo d e la s a c tiv id a d e s
d e la s c o rp o ra c io n e s tr a n s n a c io n a le s y la e x p a n s ió n d e s u s e x ­
c e d e n te s f in a n c ie r o s . E n s e g u n d o té r m in o , a p a r t i r d e 1973, la
f o r m a c ió n d e u n c u a n tio s o s u p e r á v i t e n los p a ís e s e x p o rta d o re s
d e p e tró le o .
E l a u m e n to d e la liq u id e z in te r n a c io n a l, la lib e r a c ió n d e
los. f lu jo s d e fo n d o s e n t r e la s e c o n o m ía s in d u s tr ia le s , la e x p a n ­
18 6 A ld o F e r r e e

s ió n d e la s c o r p o r a c io n e s y d e la b a n c a t r a n s n a c io n a l, p ro v o c a ­
r o n u n a e s tr e c h a in te g r a c ió n e n t r e la s p la z a s f i n a n c ie r a s d e
lo s p r in c ip a le s p a ís e s . L o s m o v im ie n to s d e c a p ita le s d e c o rto
p la z o a lc a n z a r o n u n a g r a n im p o r ta n c ia . L a s p a r id a d e s c a m b ia ­
r í a s q u e d a r o n s o m e tid a s a la s c o r r ie n te s e s p e c u la tiv a s g e n e r a ­
d a s e n la s e x p e c ta tiv a s d e lo s o p e r a d o r e s eco n ó m ic o s y e n lo s
c a m b io s e n la s p o lític a s d e los p r in c ip a le s p a ís e s . L a s c o r r ie n te s
d e c r é d ito i n te r n a c io n a l se i n s e r t a r o n , a s í, e n u n m a r c o d e c r e ­
c ie n te p e so d e la s a c tiv id a d e s f i n a n c i e r a s y d e in te g r a c ió n
tr a n s n a c i o n a l d e la s p la z a s lo cales.
E s im p o r t a n t e o b s e r v a r q u e la e x p a n s ió n d el f in a n c ia m ie n -
to in te r n a c io n a l e n el c u r s o d e la d é c a d a d e 1970 se p ro d u jo ,
s im u ltá n e a m e n te , c o n u n c a m b io d r á s tic o e n la s te n d e n c ia s im ­
p e r a n te s e n la p ro d u c c ió n y c o m e rc io m u n d ia le s . C om o c o n se ­
c u e n c ia del a c r e c e n ta m ie n to d e la s p r e s io n e s in f la c io n a r ia s e n
los p a ís e s c e n tr a le s , la s p o lític a s e c o n ó m ic a s c o m e n z a ro n a a d ­
q u i r i r u n m a r c a d o s e s g o r e s tr ic tiv o . L a t e n t a t i v a d e d is c ip lin a r
el c o m p o r ta m ie n to d e lo s a g e n te s ec o n ó m ic o s m e d ia n te la c o n ­
te n c ió n d e la d e m a n d a y la r e s tr ic c ió n m o n e ta r ia f r e n ó el
a u m e n to d e la p ro d u c c ió n y el c o m e rc io in te r n a c io n a le s . E n t e ­
le s c o n d ic io n e s, se p r o d u jo u n a se n s ib le d is m in u c ió n d e la d e ­
m a n d a d e c r é d ito d e n tr o d e lo s m is m o s p a ís e s d e s a rr o lla d o s . L a
b a n c a in te r n a c io n a l se v io e s tim u la d a , a s í, a b u s c a r n u e v o s d e s ­
tin o s p a r a s u c r e c ie n te c a p a c id a d p r e s ta b le .
E n e s te c o n te x to , los p a ís e s e n d e s a r r o llo f u e r o n g a n a n d o
u n a t r a c t i v o c r e c ie n te p a r a la b a n c a in te r n a c io n a l. E n el c u rs o
d e la d é c a d a d e 1970, eso s p a ís e s e n f r e n t a r o n u n d e s e q u ilib rio
c r e c ie n te e n s u s p a g o s in te r n a c io n a le s . E n e sto in f lu y e r o n d o s
f a c to r e s . Primero, el d e b ilita m ie n to d e s u s e x p o rta c io n e s p o r
e l r e z a g o d e l c o m e rc io in te r n a c io n a l q u e d e p rim ió , ta m b ié n , lo s
té r m in o s d e in te r c a m b io d e la s e x p o r ta c io n e s d e a lim e n to s y
m a te r i a s p r im a s , Segundo, e l a u m e n to d e lo s p re c io s d el p e tr ó ­
leo y s u im p a c to e n lo s p a ís e s im p o r ta d o r e s d e l h id r o c a r b u r o .
L a c o n v e rg e n c ia e n t r e la c a p a c id a d p r e s ta b le e x c e d e n te e n la
b a n c a in te r n a c io n a l y la m a y o r d e m a n d a d e f in a n c ia m ie n to
e x te r n o e n lo s p a ís e s e n d e s a r r o llo p ro v o c ó u n r á p id o in c re m e n ­
t o d e l e n d e u d a m ie n to d e e s to s ú ltim o s . D e e s te m o d o , la c a r t e r a
d e la b a n c a in te r n a c io n a l co n e s e d e s tin o p a s ó a r e p r e s e n t a r
u n a p r o p o r c ió n s u s ta n c ia l d e s u s o p e ra c io n e s to ta le s . A c tu a l­
m e n te , s o b r e u n a c a r t e r a a c tiv a t o t a l d el o rd e n d e u n b illó n d e
Deuda externa y eolíticas nacionales 187
dólares, cerca de 1/3 está colocada en el Tercer Mundo y,
dentro de éste, en aquellos países de mayor dimensión y po­
tencial. América Latina ocupa una posición dominante \ Cerca
del 50 % de los préstamos de la banca internacional al mundo
en desarrollo corresponde a México, Brasil y Argentina.
Estas tendencias provocaron una modificación sustancial
en las prácticas de ajuste de los pagos internacionales. Hasta
la década de 1960, el Fondo Monetario Internacional había
ejercido una función de vigilancia de los desequilibrios de los
países en desarrollo y de sus políticas de ajuste. Cada vez que
debía enfrentarse un déficit en los pagos externos, la opinión
del Fondo era importante para acceder a los préstamos de
la banca privada y pública internacional. Esto se diluyó en la
década de 1970. Interesados en expandir sus préstamos al Ter­
cer Mundo, los bancos privados ignoraron cualquier tipo de con-
dicionalidad y presionaron fuertemente para aumentar sus
préstamos y, naturalmente, sus ganancias.
Este proceso entró en crisis a principios de la década de
1980. Tres factores contribuyeron a desencadenar las tensiones
en que se debate hoy el sistema financiero internacional. En
primer lugar, el continuado deterioro de la capacidad de pagos
externos de los países deudores por el debilitamiento del comer­
cio internacional y la caída de sus términos de intercambio. En
segundo término, el brusco aumento de la tasa de interés inter­
nacional debido a las políticas monetarias restrictivas seguidas
en los Estados Unidos desde finales de la Administración Cár­
ter. Finalmente, la dimensión alcanzada por el endeudamiento de
los países comprometidos. En tales condiciones, los servicios
de la deuda exceden ampliamente la capacidad de pagos de los
deudores y convierten en inviables las tradicionales políticas de
ajuste. Estas fueron concebidas para enfrentar desequilibrios
menores de los pagos externos. Nunca para resolver situaciones
en las cuales los intereses de la deuda rondan o exceden el 50 °Jo
de los ingresos de exportación.
La crisis del endeudamiento de los países en desarrollo se
ubica en un contexto de dificultades generalizadas. La desace-

1 Las economías centralmente planificadas de Europa Oriental ga­


naron también participación en las operaciones de la banca transnacional.
Actualmente, el 6? de su cartera activa corresponde a préstamos a las
economías del Este.
188 Aldo F erree
leración del crecimiento de la producción y el comercio mun­
diales y la persistencia de las presiones inflacionarias, provo­
can la situación más difícil de la economía internacional desde
la década de 1930. El desempleo en los Estados Unidos y el
resto del mundo industrializado alcanza los niveles más altos
registrados desde aquel entonces. El debilitamiento de las ven­
tas de las empresas de los países industriales, sumado al aumen­
to de las tasas de interés, genera una situación de insolvencia
en segmentos importantes de las economías industriales.
Las quiebras de empresas han aumentado fuertemente en
los países industriales. En 1982 han alcanzado un record histó­
rico en los Estados Unidos y en Gran Bretaña aumentaron
35 % sobre las del año anterior. En Canadá, los créditos ban-
carios impagos en 1982 son tres veces mayores que en 1981. No
se trata sólo de la caída de empresas medianas y pequeñas.
Importantes corporaciones transnacionales están engrosando la
lista de quiebras. Por ejemplo, dós gigantes de la industria del
tractor, Massey Fergurson e International Harvester, tienen
deudas de difícil cumplimiento que ascienden, en conjunto a
más de $ 5.000 millones. La quiebra de AEG en Alemania, se
ubica en el mismo contexto. Los problemas del sector producti­
vo se trasladan a las entidades financieras. En Italia, la caída
del Banco Ambrosiano y la decisión de las autoridades italianas
de no respaldar a la filial deí Banco en Luxemburgo y en los
Estados Unidos, la caída del Pen Square Bank y de la Drysdale
Government Securities, son algunas de las manifestaciones del
impacto de la situación económica real en el sector financiero.
Como existen fuertes conexiones entre las entidades, los pro­
blemas de unas se transfieren a otras. Por ejemplo, la Drysdale
Government Securities dejó de pagar u$s 160 millones al Cha.se
Manhattan, que ha declarado una pérdida de u$s 285 millones
por sus operaciones con la Drysdale. Entidades financieras tra­
dicionales de los Estados Unidos han sido excluidas de la nómi­
na de bancos de primera línea, y esto aumenta su costo en la
captación de fondos del mercado. La crisis de confianza está
desplazando fondos desde los certificados de depósito de los
bancos privados en las Letras de Tesorería de los Estados
Unidos.
El comportamiento de los grandes agregados macroeconó-
micos confirman estos hechos. Entre 1973 y 1981, el producto
Deuda externa y políticas nacionales 189

bruto a precios corrientes de los países industriales aumentó


en 150 °¡c y su deuda bancaria con las entidades de esos mismos
países creció en 250 %. Como la tasa de interés pasó, entre los
mismos años, del 8 % al 17 %, la relación entre los intereses
pagados y el producto aumentó del 5 % en 1973 al 15 % en
1981. Si se comparan los intereses pagados por el crédito inter­
no e internacional de los bancos de los principales mercados
financieros con el valor del comercio mundial, se observan ten­
dencias semejantes. En 1973, los intereses pagados equivalían
al 25 % de las exportaciones mundiales y en 1981 al 70 %.
Estas relaciones entre costos financieros y magnitudes vincu­
ladas a la producción y el comercio ilustran acerca del origen
de la actual crisis financiera internacional.
La banca privada del mundo desarrollado enfrenta, pues,
turbulencias generalizadas que comprometen la solvencia y via­
bilidad de numerosas entidades. No deben extrañar, pues, el
desasosiego y la crisis de confianza en que se debate, actual­
mente, el sistema financiero internacional. En este contexto, el
nivel de compromiso de los bancos con los deudores del Tercer
Mundo adquiere perfiles particularmente críticos. La deuda de
Argentina, Brasil y México con los nueve principales bancos
de los Estados Unidos, excede el capital propio de esos mismos
bancos. En el marco de dificultades generalizadas, la falencia
de uno o más de los principales países deudores comprometería
la estabilidad de buena parte del sistema. De allí la preocupa­
ción de los bancos centrales de las economías industriales y de
sus gobiernos por diseñar mecanismos que permitan enfrentar
la crisis existente y la eventual cesación de pagos de uno o más
de los deudores principales. La soluciones no son fáciles, porque
el problema abarca al sistema económico internacional tal y
como viene funcionando desde el fin de la Segunda Guerra
Mundial.
La experiencia contemporánea revela que el sistema inter­
nacional no puede seguir operando con políticas restrictivas en
los países centrales, altas tasas de interés y un endeudamiento
creciente. La hipertrofia del sector financiero y el debilita­
miento de las fuentes de crecimiento de la producción, termina
por generar desequilibrios insoportables y una crisis que no
tiene solución con las políticas económicas tradicionales, ni en
los países industriales ni en el mundo en desarrollo. La crisis
190 Aldo F errer
de los paradigmas teóricos y de las políticas predominantes en
los Estados Unidos y el resto de los países avanzados, revela
la profundidad del problema y el replanteo inevitable de las
relaciones vigentes en el orden económico mundial.

II. Las políticas nacionales

Las tendencias dominantes en el sistema financiero internacio­


nal revelan que el endeudamiento de los países en desarrollo fue
promovido por la banca transnacional. Se admite actualmente
en los medios competentes, que los bancos fueron extremada­
mente imprudentes en la búsqueda del negocio y en su política
de penetración en las plazas periféricas. Pero esto apenas ex­
plica el contexto internacional del fenómeno del endeudamiento.
No ilustra acerca de cómo y para qué se endeudaron los países
afectados. Para tener un panorama del fenómeno es indispen­
sable observar las políticas seguidas dentro de cada país y su
inserción en las tendencias internacionales apuntadas. De ma­
nera general puede afirmarse que la abundancia de crédito in­
ternacional aflojó las políticas de ajuste de los pagos interna­
cionales de los países en desarrollo. Es natural. Era más fácil
obtener créditos que realizar políticas más rigurosas de susti­
tución de importaciones, promoción de exportaciones y ahorro
de energía. No es que esto no se hubiera hecho. Por ejemplo,
Brasil realizó avances considerables en la sustitución y ahorro
de energía y en la expansión de sus exportaciones. De todos
modos, cabe admitir que la abundancia de crédito internacional
financió desequilibrios externos insostenibles en ausencia de
aquella circunstancia.
La relación entre la deuda externa y las variables econó­
micas significativas (producción, acumulación de capital, sa­
larios, etc.), fue decisivamente condicionada por las políticas
económicas aplicadas en cada país. Desde esta perspectiva, en
América Latina, cabe distinguir dos experiencias principales.
La de aquellos países que se endeudaron manteniendo el para­
digma tradicional de sus políticas de industrialización y desa­
rrollo. Y la de aquellos otros que, simultáneamente, cambiaron
radicalmente sus políticas previas y promovieron la apertura
externa en torno de las ventajas comparativas reveladas por el

\
Deuda externa y políticas nacionales 191
y. .
mercado internacional. El primer grupo abarca a Brasil y Mé­
xico, el segundo a los países del Cono Sur y, especialmente, por
su dimensión e importancia, a la Argentina.
En el primer grupo se observa el mantenimiento de un
rápido crecimiento económico, una sostenida expansión de la
acumulación de capital y el aumento del empleo. Entre 1975 y
1981, la economía brasileña creció casi un 40 % y la mexicana
casi un 60 %. Esto mantuvo una fuerte demanda de importa­
ciones vinculada a la formación de capital y a crecientes niveles
de actividad económica interna. Brasil enfrentó este proceso
expansivo, mientras el aumento de los precios del petróleo acre­
centaba el déficit de sus pagos externos. El ahorro de energía
y la expansión de las exportaciones no pudo evitar el fuerte
crecimiento del endeudamiento. En México, el petróleo jugó un
papel distinto. Desde fines de la Administración Echeverría, el
hidrocarburo emergió como una importante fuente de divisas.
Este cuadro de abundancia de la capacidad de pagos externos
estimuló un sostenido proceso de acumulación pero, también,
una imprudente política cambiaría. Durante toda la Adminis­
tración López Portillo, la moneda mexicana mantuvo la paridad
en torno de 25 pesos por dólar. Como la inflación interna ex­
cedió la internacional, el peso se revaluó sostenidamente. Esto
estimuló las importaciones y desalentó las exportaciones dis­
tintas del petróleo, incluyendo el turismo, que es muy importan­
te como generador de empleo y fuente de divisas. La revalua­
ción del peso, sumada al aumento de las tasas de interés y al
deterioro del mercado petrolero, desató la crisis. El cambio
de expectativas de los operadores económicos y el convencimien­
to bien fundado de que la paridad cambiaría era insostenible,
promovió la fuga de capitales. El presidente López Portillo
proporcionó, en su último mensaje al Congreso, datos espectacu­
lares: los inmuebles y activos financieros en el exterior, pro­
piedad de mexicanos, es del orden de los 50.000 millones de
dólares. Es decir, que, en gran parte, el incremento de la deuda
externa tiene como contrapartida, la fuga de capital nacional.
Sea como fuere, tanto en México como en Brasil, el endeuda­
miento acompañó un sostenido crecimiento de la producción, el
empleo y la formación de capital. Ambos países ratificaron sus
políticas de industrialización, integración de sus espacios te­
rritoriales y formación de sistemas productivos crecientemente
complejos.
192 Aldo F errer

En la Argentina (y también en Chile y Uruguay), la ex­


periencia es muy distinta. En este país, el creciente acceso al
crédito internacional se produjo simultáneamente con un cam­
bio espectacular de la política económica. Toda la experiencia
industrialista y sustitutiva de importaciones fue responsabiliza­
da de la irracionalidad económica y el atraso del país. La al­
ternativa consistiría en volver a abrir la economía argentina,
asignar los recursos conforme a las ventajas comparativas
reveladas por el mercado internacional, deprimir los salarios
reales para aumentar la rentabilidad privada y desmantelar al
sector público para reubicar al mercado como mecanismo
esencial de la distribución del ingreso y la asignación de recur­
sos. Naturalmente, estas políticas provocaron la violenta caída
de la producción, el empleo y los salarios reales. En tales condi­
ciones, era imposible generar una demanda acrecentada de cré­
dito externo. Antes bien, dada la contracción de la demanda
interna, eaeteris paribus, el balance comercial y la cuenta
corriente del balance de pagos tendrían que haber mostrado un
superávit considerable y el Banco Central un aumento de sus
reservas internacionales. Para aumentar la corriente de crédito
externo era indispensable, por lo tanto, forzar el endeudamien­
to. Así se hizo por varias vías: el desplazamiento del finan-
ciamiento público al crédito externo, la reducción de aranceles
de importación y, sobre todo, la revaluación del peso. En defi­
nitiva, terminó castigándose a las exportaciones y subsidiando
la fuga de capitales, las importaciones y otros gastos en el ex­
terior como turismo, utilidades y regalías. El incremento de los
gastos en equipos militares importados contribuyó en el mismo
sentido.
A diferencia de Brasil y México, el endeudamiento argen­
tino se produjo en el marco de la contracción económica y la
destrucción de riqueza. Entre 1975 y 1981, la deuda con los
bancos privados internacionales (que representa en los tres
países más de 2/3 de la deuda total), aumentó de esta manera:
México 4 veces, Brasil, 3,5 veces y Argentina 7 veces. Pero la
producción aumentó así: México 57 %, Brasil 37 % y Argen­
tina cero. El financiamiento externo en Brasil y México integró
un proceso de rápida expansión de la acumulación financiada
con ahorro interno. En Argentina ocurrió lo contrario. La bre­
cha entre el ahorro interno del período 1976-81 y el ahorro
Deuda externa y políticas nacionales 193
potencial que se hubiera alcanzado, con apenas mantener la
tasa de crecimiento histórico, implicó una contracción de la acu­
mulación de capital del orden de los 20.000 millones de dólares.
Por otra parte, suponiendo, conservadoramente, que la relación
producto/capital en la industria es de 1 a 3, que el producto in­
dustrial es del orden de los 25.000 millones de dólares y que el
parque industrial desmantelado en el último sexenio representa
el 30 % del activo fijo reproducible existente en el sector ma­
nufacturero, la destrucción de capital industrial se acerca a los
30.000 millones de dólares. Si a esto se suma la reducción del
stock de ganado vacuno en 10 millones de cabezas, se concluye
que, en el sexenio 1976-81, el incremento de la deuda externa es
más de 30.000 millones de dólares y fue acompañado por una
destrucción de capital propio que excede los 50.000 millones de
dólares.
La experiencia de Argentina y también, la de Chile y Uru­
guay que guarda, con aquella, muchos rasgos comunes, no tiene
equivalente en el plano internacional. La deuda de otros países
importantes, como Corea, también fue acompañada, como en
Brasil y México, por un sostenido crecimiento de la producción,
la acumulación y el empleo. En el caso de las economías de
Europa Oriental, las diferencias institucionales impiden extraer
conclusiones comparativas válidas. En el Cono Sur de la Amé­
rica Latina, la expansión del crédito internacional en el marco
de políticas internas de cuño monetarista provocó el peor de
los mundos posibles: deudas inmensas y un fenomenal deterioro
de la economía y el bienestar. Naturalmente, estas diferencias
del proceso de endeudamiento asumen hoy mucha importancia,
cuando todos los países deudores y la misma comunidad finan­
ciera internacional, enfrentan el desafío de resolver con realis­
mo los desequilibrios existentes.

III. El proceso de ajuste

Sean cuales fueran las causas y las condiciones del eudeuda-


miento de los países en desarrollo, el problema asume dimensio­
nes globales y compromete, simultáneamente, a acreedores y
deudores. Más aún, agrava la inestabilidad prevaleciente en el
sistema internacional. La interrupción brusca de las corrientes
194 Aldo F erree
de financiamiento privado al mundo en desarrollo, agrava los
problémas mismos del ajuste y arriesga con desencadenar la
falencia de los deudores. Pero, además, deprimirá aún más el
comercio internacional que, en la última década, se sostuvo, en
parte, por las importaciones del mundo en desarrollo financia­
das, precisamente, con el crédito internacional. Por otro lado,
todos los países deudores enfrentan situaciones sociales y polí­
ticas complejas. En América Latina, prevalecen condiciones de
pobreza y tensión social que comprometen la estabilidad de los
países afectados y repercuten en el orden mundial.
Frente a este cuadro de situación, los criterios tradiciona­
les de la banca internacional y del Fondo Monetario Interna­
cional han perdido gran parte de su vigencia. La llamada “re­
ceta Polak”, inspirada por el ex asesor económico del fmi, se
funda en la modificación de los precios relativos en favor de los
bienes exportables y en la contención del gasto público y la
oferta monetaria, para deprimir la demanda interna. En tales
condiciones, se supone que aumentan las exportaciones, dismi­
nuyen las importaciones y se restablece el equilibrio. Como el
Fondo y la comunidad financiera internacional tienen una fuer­
te inclinación por el libre comercio (en los países periféricos),
la receta incluye la unificación de los tipos de cambio y la li­
beración comercial.
Esta estrategia de ajuste se aplicó numerosas veces en la
América Latina en los últimos treinta años. Los resultados fue­
ron generalmente negativos en relación a la producción y el em­
pleo, pero al menos, lograron, casi siempre, restablecer el equi­
librio de los pagos internacionales. Las diferencias de criterios
acerca de la naturaleza de la inflación y el desequilibrio externo
nutrieron, desde la década de 1950, el debate entre la escuela
estructuralista latinoamericana y el enfoque ortodoxo promo­
vido por el fmi . El reverdecimiento del paradigma monetarista
durante la década de 1970, transitó por otros carriles. Influyó,
por una parte, la abundancia de financiamiento privado interna­
cional ya apuntada y, por la otra, el llamado “enfoque moneta­
rio del balance de pagos”. Este subordinó la política monetaria
y el proceso de ajuste a la libertad de las transacciones de fon­
dos externos y de la tasa de interés. En tales condiciones, el
ajuste reproducía la práctica vigente en los tiempos del patrón
oro, cuando las variaciones de reservas de oro modificaban la
Deuda externa y políticas nacionales 195
liquidez y la tasa de interés y el ajuste se producía automática­
mente. El apego a este enfoque en el Cono Sur, terminó con el
desastre que se observa hoy en las economías del área.
El sistema financiero internacional, hondamente preocupa­
do por sus problemas y las dificultades que enfrentan sus deu­
dores, se inclina actualmente por volver a fortalecer el papel
del fmi. El Fondo fue marginado en la época que The Econo­
mist acaba de definir como “la fiesta”. Ahora, sus normas de
condicionalidad vuelven a ser vistas como un requisito indispen­
sable para sanear las economías endeudadas y restablecer la
confianza en sus acreedores. Pero las condiciones han cambiado.
Probablemente, parte de la respuesta que la comunidad inter­
nacional debe adoptar frente a estos problemas transitará por
fmi. Pero la receta tradicional ha dejado de ser viable. En esto
influyen tres factores principales. Primero, la dificultad de que
la devaluación de las monedas nacionales realmente aumente
las exportaciones cuando están cayendo los términos de inter­
cambio, aumenta el proteccionismo y se debilita la expansión
del comercio mundial. Segundo, la prevalencia de tasas de inte­
rés reales que siguen siendo exageradamente altas para los paí­
ses deudores. Tercero, la dimensión misma del endeudamiento.
En tales condiciones, los servicios de la deuda exceden cual­
quier posibilidad de ajuste por las vías tradicionales. Cuando
sólo los intereses alcanzan o superan el 50 % del valor de las
exportaciones, es prácticamente imposible generar un excedente
en el balance comercial y los pagos corrientes que permita cum­
plir los servicios. Conviene insistir. La receta tradicional de
ajuste fue concebida para otras circunstancias, no para las ac­
tuales. Esto se está comprendiendo en la comunidad financiera
internacional y repercutirá probablemente en los criterios del
fmi. Un análisis realista de la situación indica que todos los
participantes del proceso deberán modificar criterios tradicio­
nales. Hay que encontrar fórmulas que permitan enfrentar los
desequilibrios en el marco de la recuperación económica de los
países deudores y de los mismos países industriales. Las posicio­
nes rígidas son hoy la vía más segura a la cesación de pagos de
los deudores y al colapso de buena parte del sistema financiero
internacional. Es probable que la actual fase de ansiedad y des­
concierto que predomina en las plazas financieras internaciona­
les sea sustituida, a corto plazo, por respuestas a los dilemas
196 Aldo F errer
actuales, pragmáticos y viables. Pero no hay que hacerse ilusio­
nes. El problema de la deuda forma parte de los conflictos de
fondo existentes en el orden mundial, del apetito de las poten­
cias hegemónicas por conservar sus viejas posiciones de domi­
nio y de la lucha del mundo en desarrollo por superar el atraso
y la dependencia. Lo nuevo en este cuadro de situación es que,
muchos países en desarrollo, han alcanzado ya el potencial sufi­
ciente como para defender con firmeza sus intereses y que la
proliferación del poder en el orden mundial amplía las opciones
abiertas a cada uno de ellos. Las relaciones de poder son menos
asimétricas que antes. Las opciones nacionales se definen, fun­
damentalmente, dentro de cada país.
En respuesta a la crisis, los deudores tienen la responsabili­
dad principal. Sea cual fuere la reacción de la comunidad f i­
nanciera internacional, los deudores enfrentan, inexorablemen­
te, la necesidad del ajuste de sus pagos externos. El problema
no consiste en si hay que ajustar o no. El problema real radica
en cómo ajustar. Es improbable, por lo menos a corto plazo, que
continúe el incremento del endeudamiento de los países en desa­
rrollo. Los bancos serán reticentes frente a nuevas demandas
de crédito, pero deberán ser todo lo flexible que haga falta para
renovar la deuda existente y gran parte de los intereses. Es de­
cir, que cada país deberá poner su casa en orden. Las reglas del
juego han cambiado. La capacidad de respuesta de cada país
dependerá, en gran medida, de su potencial interno, de la di­
versificación de sus recursos, de su capacidad de exportar y
sustituir importaciones. Pero el ajuste habrá que hacerlo. Cada
país deberá acostumbrarse a vivir dentro de sus propios medios.
Por lo menos, hasta tanto se restablezca la confianza en el siste­
ma financiero internacional y los banqueros vuelvan a desarro
llar su negocio que no es, naturalmente, reducir los préstamos
y sus carteras activas, sino aumentar las corrientes de crédito.
Cuando ese momento llegue, seguramente la experiencia de los
últimos años provocará modificaciones importantes en el com­
portamiento de deudores y acreedores. Mientras tanto, los deu­
dores deben enfrentar con firmeza el proceso de ajuste de sus
cuentas internacionales. En lo fundamental, las deudas no serán
reducidas. Serán refinanciadas. Pero, el incremento del endeu­
damiento será probablemente pequeño a corto y mediano plazo.
Deuda externa y políticas' nacionales 197

Los dilemas que enfrentan nuestros países son realmente


complejos: cómo equilibrar los pagos internacionales sin frenar
el crecimiento ni agravar la pobreza que afecta a amplios secto­
res sociales. El rebote político interno de las tensiones interna­
cionales es importante. La decisión del gobierno de México de
nacionalizar la banca privada nacional revela que, confrontados
con riesgos sociales y políticos internos, los gobiernos se incli­
narán por modificar las reglas del juego. Seguramente, la co­
munidad financiera internacional está tomando nota de estas
advertencias. Al mismo tiempo, debe observarse que el problema
de la deuda está concentrado en los países mayores y más avan­
zados dentro del mundo en desarrollo. La crisis se plantea cuan­
do varios de estos países han alcanzado ya un potencial de acu­
mulación, diversidad de recursos y capacidad de administración
de la economía, considerables. Las respuestas internas no son
sólo indispensables. Parecen, también, posibles.
En definitiva, la posibilidad de cada país de administrar
su deuda y asegurar su ajuste externo, transita por la solidez
de su sistema político y la representatividad de sus cuadros
dirigentes. La deuda está ligada a poderosos intereses y a visio­
nes que pueden comprometer la adopción de políticas realistas
de balance de pagos y desarrollo económico. Sea como fuere, la
administración de la deuda y la vinculación entre las plazas
financieras interna e internacional dificulta la conducción de la
política fiscal y monetaria. Por ejemplo, Brasil no ha podido
impedir, en los últimos dos años, altas tasas de interés y un
proceso recesivo que interrumpe el sostenido crecimiento a lar­
go plazo de su economía. En verdad, el endeudamiento y su
administración forma parte del diseño global de la política
económica, de los objetivos de los grupos dirigentes, de la fir­
meza de los objetivos nacionales de cada país. Esto es parti­
cularmente cierto en la Argentina, en donde la cuestión de la
deuda aparece enmascarada en problemas más profundos, que
hacen a los objetivos globales de la política económica y a la
administración misma del sistema de poder.
198 Aldo F erree

IV. El caso argentino

La deuda externa de los países latinoamericanos y del resto del


mundo en desarrollo tiene una dimensión internacional y otra
interna. La primera es suficientemente diáfana y abarca ten­
dencias bien conocidas en el funcionamiento del sistema econó­
mico mundial. La segunda, se plantea en el ámbito nacional
de cada país. El endeudamiento externo se vincula a las ten­
dencias del desarrollo económico, la asignación de recursos y la
distribución del ingreso. En definitiva, el sector financiero in­
terno y sus vínculos con las plazas transnacionales configura
una compleja madeja de intereses que afecta a todo el aparato
productivo y al sistema de poder. La formación de los paradig­
mas teóricos y las propuestas de política económica no son aje­
nos a estas relaciones profundas entre el plano financiero, la
deuda externa y el sistema económico real. Así sucede, también,
en la Argentina.
Según los datos compilados por el Banco de Ajustes Inter­
nacionales de Basilea, excluyendo a las economías industriales,
a fines de 1981, Argentina era el tercer deudor de la banca
privada internacional después de México y Brasil. Su deuda
representaba el 8 % de la de todos los países en desarrollo no
exportadores de petróleo y alrededor del 70 % del endeudamien­
to total del país que, a fines de 1982, asciende a los 40.000 mi­
llones de dólares. Más del 50 % de la deuda con la banca priva­
da internacional tiene vencimiento hasta un año de plazo. Este
es el peor perfil temporal dentro del mundo en desarrollo, con
la excepción de Corea. Los intereses del endeudamiento total
representan, en 1982, alrededor del 60 % del valor de las expor­
taciones. La deuda argentina con la banca internacional aumen­
tó 7,2 veces entre 1975 y 1981, lo cual representa el ritmo más
rápido de endeudamiento a escala mundial.
En este trabajo se procuró encuadrar el endeudamiento1lati­
noamericano dentro de las tendencias imperantes en el orden
mundial y de las políticas predominantes en los países deudores.
En relación al caso argentino, las conclusiones son las si­
guientes :
Deuda externa y políticas nacionales 199
1. La deuda de los países en desarrollo con la banca inter­
nacional fue promovida por una agresiva política de préstamos
de las entidades acreedoras. Como epílogo de este proceso, los
países deudores se encuentran con un volumen de compromisos
que excede su capacidad de pagos y los bancos acreedores tienen
una cartera fuertemente comprometida en préstamos al mundo
en desarrollo. La deuda argentina se multiplicó en el marco de
un cambio drástico de la política económica, una fenomenal
destrucción de riqueza y el agudo deterioro de las condiciones
sociales.
2. La crisis de confianza desatada en el sistema financiero
internacional obedece a los niveles de deuda, al aumento de las
tasas de interés y al deterioro de la capacidad de pagos externos
de los deudores. La crisis de confianza abarca al mismo mundo
desarrollado como consecuencia de los bajos niveles de actividad
imperantes, la caída de rentabilidad de la actividad privada y
las altas tasas de interés real que imperan en las plazas fi­
nancieras.
3. La dimensión de la crisis es tal que las recetas tradicio­
nales de ajuste promovidas por el fmi han dejado de ser viables.
Se observa una apreciación creciente de este hecho. Esto genera
las ambivalencias e incertidumbres que predominan actualmen­
te en los círculos financieros internacionales. No hay política
ortodoxa alguna que logre, vía la contracción de la demanda
interna y el estímulo exportador, generar los excedentes nece­
sarios para pagar siquiera los intereses de la deuda. El refinan-
ciamiento de las amortizaciones y de la mayor parte de los inte­
reses, es la única alternativa de los bancos para no forzar la
cesación de pagos de sus principales deudores. Se observa, tam­
bién, un convencimiento creciente de que la solución de la crisis
depende de una modificación de las tendencias imperantes en
la economía mundial. Vale decir, el reinicio del crecimiento de la
producción y el comercio mundiales y la reducción de las tasas
de interés. La futura capacidad de pagos de los deudores de­
pende, en gran medida, de esta modificación de las tendencias
internacionales.
4. La capacidad de presión de los acreedores está seriamen­
te limitada por la inviabilidad de las recetas tradicionales de
ajuste y por los riesgos políticos inherentes a cualquier tentati­
va de deprimir severamente el nivel de actividad, empleo y sa­
200 Aldo F erree
larios en los países deudores. La iniciativa en el manejo de la
deuda se ha desplazado hacia estos últimos pero ellos deben, de
todas maneras, restablecer el equilibrio de sus pagos corrientes
excluyendo los intereses de la deuda1. No es previsible, en las
condiciones actuales, un incremento de la deuda por encima de
la refinanciación de las amortizaciones y todo o parte de los
intereses. El problema de los deudores no transita por si deben
o no ajustar sus pagos externos sino por cómo hacerlo.
5. Desde la perspectiva de los deudores, la dimensión in­
terna del problema asume una importancia decisiva. La forma
en que se encare el proceso de ajuste depende, esencialmente,
de las opciones políticas de cada sociedad, de la estructura de
poder y de la consistencia de las políticas económicas globales.
Los vínculos entre los círculos financieros internacionales, las
plazas locales y el sistema interno de poder, condicionan la
orientación de Ies políticas que se adoptan para alcanzar el
ajuste externo y ubicar el cumplimiento de la deuda en el con­
texto más amplio de la estrategia económica global.

En el marco de estas conclusiones, deben destacarse los


siguientes rasgos de la situación argentina:

1. El balance comercial registra un considerable swperávit


y lo mismo ocurre con la cuenta corriente, excluyendo los inte­
reses de la deuda. En ciertas condiciones, Argentina puede man­
tener el equilibrio de sus pagos básicos (sin intereses de la
deuda) al mismo tiempo que repuntan la producción, el empleo
y los salarios reales. La Argentina está cercana al auto-
abastecimiento energético y es excedentária en alimentos. Una
firme política exportadora y de sustitución de importaciones,
permitiría el repunte de la producción, manteniendo el equi­
librio de los pagos básicos. Asentada sobre estas bases, la
posición negociadora argentina dista de ser insostenible. En
un reciente editorial, el Financial Times caracterizaba la situa­
ción argentina en los siguientes términos: “Si se elimina el

1 Es interesante observar la reacción de la comunidad financiera


internacional frente a las actuales dificultades de los pagos externos de
México. En definitiva, la esperanza de los banqueros parece descansar
en la posibilidad de que el futuro presidente de México sea más “razo­
nable” que el actual.
Deuda externa y políticas nacionales 201
servicio de la deuda, Argentina queda con un superávit en su
balance de comercio y puede desarrollar su comercio sobre ba­
ses de contado. En tales circunstancias, las presiones financie­
ras y políticas desde el exterior, digamos desde los Estados
Unidos, pueden lograr poco. Los banqueros sólo pueden esperar
y conservar sus esperanzas”. Vivir al contado. Esta es, en efec­
to, una posibilidad real de la Argentina, que debe tomarse en
cuenta en el diseño de la estrategia de ajuste externo y de la
posición negociadora con los acreedores,
2. La Argentina tiene excelentes antecedentes como país
cumplidor de sus compromisos internacionales. Transitó toda
la crisis de la década de 1930 sin dejar de cumplir. La última
vez en que el país entró en cesación de pagos fue en 1890. Hace
casi un siglo. Por su parte, su potencial básico lo sigue convir­
tiendo en un buen sujeto de crédito internacional. Como señala
el mismo editorial del Financial Times: “El problema con la
Argentina es que la crisis política puede impedir decisiones ra­
cionales”. Esto es, en efecto, lo que está ocurriendo. Debido al
vacío de poder y al manejo errático del régimen cambiario y
de los controles existentes, la sobrefaeturación de importaciones
y subfacturación de exportaciones, retenciones de stocks y otras
maniobras, están diluyendo el superávit comercial que debería
estar registrándose. Se ha acumulado, así, un considerable atra­
so en las deudas comerciales que está trabando las corrientes
normales de importaciones y el abastecimiento de insumos esen­
ciales. La deuda financiera y el comercio son dos campos dife­
renciados con vínculos entre ellos pero que, en las condiciones
actuales, no deben confundirse. Si los atrasos de la deuda co­
mercial y la fuga de divisas generan una situación de desabas­
tecimiento de insumos importados, el país entrará en la nego­
ciación externa maniatado por las dificultades crecientes de su
actividad productiva. En verdad, el problema actual no son los
banqueros ni el Fondo Monetario Internaneional. Radica en la
propia irracionalidad del comportamiento interno y en los mis­
mos sectores responsables del desastre actual y de la deuda
externa.

Estas reflexiones sobre el contexto internacional y el caso


argentino, permiten extraer conclusiones adicionales. El dese­
quilibrio actual de los pagos externos del país es distinto al que
202 Aldo F errer
imperaba en las fases críticas del modelo de “contención y
arranque”. Esta situación se parece más a la imperante en las
economías europeas después de la guerra. Esta es la tesis cen­
tral de mi último libro2. El país debe enfrentar su deuda exter­
na, simultáneamente con la reconstrucción del aparato produc­
tivo y la eliminación de los desequilibrios fundamentales del
sistema, cuya manifestación más evidente es la hiperinflación.
Ninguna economía europea se hubiera reconstruido después de
1945 con estrategias ortodoxas de ajuste. Lo hicieron controlan­
do estrictamente las variables fundamentales del sistema, con
programas rigurosos de economía de divisas y movilizando la ac­
tividad productiva. Esta es la única respuesta válida para la
situación argentina. Las restricciones para una política realista
d e ajuste externo y de cumplimiento de la deuda, en el marco de
la reconstrucción, no están colocadas fuera de las fronteras
del país, sino dentro.
De allí que la deuda externa no sea el problema más impor­
tante ni las políticas para encararla la primera prioridad a que
debería responder la conducción económica. La deuda es una
tercera prioridad. La primera es la reconstrucción institucional
y el establecimiento de un poder político estable capaz de ad­
ministrar con firmeza las variables fundamentales del sistema
económico. La única forma de lograrlo es el retorno a un régi­
men representativo, en el marco de la Constitución Nacional.
Sólo un régimen legítimo puede cumplir dos requisitos previos
para encarar con éxito el problema de la deuda. Primero, la ca­
pacidad de convocatoria interna y la movilización del país de­
trás de objetivos compartidos. Segundo, la recuperación del
prestigio internacional seriamente erosionado, en los últimos
años, por la violación de los valores fundamentales de nuestra
cultura y de los principios políticos que predominan en el mun­
do occidental. Por lo tanto, si se pregunta qué es lo primero que
hay que hacer para pagar la deuda externa, la respuesta es:
transferir el poder y cerrar definitivamente la instancia de los
gobiernos de facto. En este contexto, la segunda prioridad es la
puesta en marcha de una política de reconstrucción y desarrollo
que fortalezca los pagos internacionales. Cumplidas estas dos
condiciones, el problema de la deuda tiene respuestas posibles.

2 La postguerra, El Cid, Buenos Aires, 1982.


Deuda externa y políticas nacionales

Ningún sector importante del país está planteando, como alter­


nativa válida, desconocer la deuda y dejar de pagarla. El pro­
blema radica, en cómo hacerlo. La solución descansa, en defini­
tiva, en el ámbito interno y en las opciones políticas que se
asuman.
LA INTERDEPENDENCIA ECONÓMICA GLOBAL
Y EL CAMBIO SOCIAL *

por VÍCTOR L. URQUIDI

Vivimos hoy en un mundo de creciente interdependencia, en


cuanto a sistemas económicos, el armazón social, los desarrollos
políticos, la cultura y la tecnología, las comunicaciones, las re­
laciones de poder y la conservación de la biosfera. Puede decirse
que la visión del mundo que cada uno de los principales sis­
temas sociales tiene está afectada por la que tienen los demás.
Ningún sistema social puede imponerse a los otros de más o me­
nos igual fuerza o poderío sin producir una guerra catastrófica
en que la humanidad apenas podría sobrevivir.
En este trabajo quisiera sostener que la relativa restric­
ción a la que debe sujetarse cada uno de los principales siste­
mas deriva principalmente de los problemas de la interdepen-
encia económica mundial. Ningún país de importancia puede

f er totalmente autosuficiente una vez iniciado un proceso de


idustrialización. Aun con poco desarrollo industrial, un país
necesita tecnología y comunicaciones. Debido a la distribución
desigual de los recursos naturales básicos a través del mundo,
aun los países más altamente industrializados dependen de im­
portaciones de ciertas materias primas esenciales, o de otros
productos básicos, incluidos los alimentos y los combustibles. La

* Este artículo se basa en un trabajo presentado por el autor al


Décimo Congreso Mundial de Sociología, México, D. F., 16 al 21 de agosto
-de 1982.
Interdependencia económica y cambio social 205
transferencia internacional de tecnología forma parte integral
de este proceso de interdependencia.
Todos estos hechos del desarrollo moderno, tanto para los
países desarrollados como para los países en desarrollo, hacen
que todo país sea vulnerable a las fluctuaciones económicas
mundiales, así como a cualquier acontecimiento que pueda limi­
tar su acceso a un producto en particular o a alguna forma de
tecnología. Debiera, desde luego, entenderse que muchos países'
pueden ser self-reliant (es decir, pueden valerse por sí mismos)
—y lo son todas las principales potencias industriales— ; pero
que no pueden ser autosuficientes. Pudiera juzgarse que una
gran parte del comercio mundial es en cierto sentido superfluo,
esto es, que satisface demandas que resultan de la disponibili­
dad de altos ingresos, y no necesariamente de las necesidades
reales. Pero la línea divisoria entre necesidades y otras deman­
das no es necesariamente clara en ninguna de las sociedades, y
existen suficientes necesidades reconocidas como básicas o que
proveen alguna comodidad para asegurar que una parte princi­
pal del comercio mundial resulta del hecho de la “ausencia de
autosuficiencia”.
En épocas recientes, debido a los intentos que se han lle­
vado a cabo a través de negociaciones a nivel de las Naciones
Unidas, o por otros medios, sean bilaterales o multilaterales,
los acontecimientos políticos han tendido a relegar a segundo
plano los problemas de la interdependencia económica. Las solu­
ciones a estos problemas —nuevamente por ejemplo en las Na­
ciones Unidas, o en la reciente cumbre de Versalles— han que­
dado opacadas por la urgencia de encontrar soluciones a los
problemas políticos entre las naciones y a los de la superviven­
cia de la humanidad. Además, la recesión mundial y la serie de
desajustes que han ocurrido tanto en los países desarrollados
como en los países en desarrollo, han dado lugar a soluciones
negativas en la esfera económica, esto es, principalmente a la
adopción de políticas y medidas cada vez más proteccionistas,f
en un intento prácticamente inútil de obviar los hechos de lal
interdependencia económica. Estas políticas abarcan no sola­
mente el comercio y los servicios, sino también las transaccio­
nes financieras y la inversión internacional. Los países en de­
sarrollo, sobre todo, han sido afectados adversamente por las
políticas proteccionistas de los países industrializados. Sin em-
206 VÍCTOR L. Urquidi
bargo, los problemas que subsisten entre estos últimos países, y
entre las economías de mercado y las economías de planifica­
ción central o socialistas, no son menos graves, y afrontan tre­
mendos obstáculos que impiden la adopción de soluciones ra­
cionales. Aun dentro de las economías de mercado, como s e
deduce de todos los informes internacionales recientes, los pro­
blemas económicos —las tasas de crecimiento, el alto nivel del
desempleo, la inflación y los desequilibrios estructurales— se
han vuelto más intensos. Asimismo parece ser que en los países
de planificación económica central están operando factores
similares, aunque se expresen en distintos indicadores.
Pero en gênerai, y en todas partes, se le da mayor atención
primaria a los factores políticos. Las fuerzas que representan
el statu quo, que temen el cambio, están en la posición más
fuerte, ya sea por su naturaleza naturalmente conservadora, o
porque teman que si se permitiera el cambio no regulado, o aun
llegara a quedar sin control, sería una amenaza al sistema
particular que defienden esos intereses, cualquiera que sea ese
sistema.
Parece paradójico que en mucho del análisis de la historia
económica y en la discusión actual, después de haberse llegado
a la conclusión de que los factores económicos están en la base
de todos los sistemas políticos y sociales, se ha llegado a una
situación en que estos factores económicos se consideran de
mucha menor importancia y se toman decisiones muy importan­
tes a nivel político, en términos de ciertos valores, que tienen
muy graves consecuencias económicas para la comunidad inter­
nacional, para los intereses de los países en desarrollo en espe­
cial, y que, en último análisis, son graves también para los
intereses de los países desarrollados mismos, incluida las eco­
nomías de planificación central.
Esta breve ponencia tiene por objeto hacer énfasis en la
necesidad de que se desarrollen políticas económicas adecuadas
para ayudar a resolver los otros problemas de las sociedades
—los sociales, los políticos y los culturales— a los niveles na­
cional, regional y global.
¿Qué queremos decir por política económica? A nivel in­
ternacional, la política económica se refiere a los instrumentas
con los cuales se puedan regular las corrientes de comercio y
servicios, la inversión (tanto pública como privada), las
Interdependencia económica y cambio social 207
transacciones monetarias y financieras, la transferencia de tec­
nología, y otros flujos de recursos, incluida la migración in­
ternacional, de tal manera que se cumplan ciertas condiciones
a largo plazo: esencialmente, 1) que el ingreso real pueda
aumentar en todos los países, medido no sólo en la forma con­
vencional de ingreso per cápita, sino también por el resto de
los condicionantes externos que afectan las condiciones de vida;
2) que las disparidades de ingreso entre los países llamados
“ricos” y los lamados “pobres” puedan reducirse en un período
razonable de tiempo a un factor de 3 a 6, en lugar del factor de
13 que subsiste en la actualidad*; 3) que dentro de los países,
especialmente los países en desarrollo, se reduzcan considerable­
mente las diferencias de ingreso y riqueza; 4) que la educación
y la salud, así como la vivienda, sean objeto de alta prioridad
—a lo cual debe añadirse el medio ambiente urbano; 5) que se
mejoren las comunicáciones y que se utilicen crecientemente
para fortalecer la diversidad cultural; 6) que se preste apoyo
y ayuda importantes al desarrollo de los países en desarrollo,
queriendo decir con esto el ayudarles a lograr un alto grado de
“autovalimiento” en términos de expansión agrícola e industrial,
y en consecuencia, cambio estructural, y en términos de desa­
rrollo tecnológico adecuado y de mejoramiento ambiental.
Es ésta una tarea inmensa, pero de no atenderse las con­
diciones actuales pudieran empeorar, de lo cual se originarían
oportunidades de conflicto a causa de la interdependencia eco­
nómica básica, que es una característica del desarrollo global.
Se ban presentado varios informes sobre la materia: por ejem­
plo, el Informe RIO, coordinado por el profesor Jan Tinbergen,
el llamado Informe Brandt, y muchos otros llevados a cabo bajo
los auspicios de organizaciones internacionales y de grupos pri­
vados. Si no se crean las condiciones para la expansión del
comercio internacional, para un control razonable de las varia­
ciones de precios de los productos básicos que son objeto de
comercio internacional, para un mayor flujo de financiamiento
en condiciones “concesionales” para los países en desarrollo, y
para un acceso más amplio a la tecnología, de manera que los
países en desarrollo puedan llevar a cabo sus programas de
desarrollo en las áreas tanto económicas como social con alguna

* Véase el Informe r io , al Club de Roma, coordinado por Jan


Tinbergen.
208 VÍCTOR L. Urquidi
seguridad y estabilidad, no es probable que el cambio social
pueda llevarse a cabo en forma pacífica en el interior de esos
países.
Pueden ser muchas las definiciones del “cambio social”,
pero puede suponerse que, desde el punto de vista histórico,
dicho cambio significa una oportunidad para todos los sectores
de la sociedad de tener acceso a los beneficios del mejóramiento
económico, y para participar en las oportunidades de educación
y cultura, salud y las comodidades modernas que la tecnología
ha generado, y para participar crecientemente en los procesos
políticos, a través de los cuales puedan expresarse los derechos
básicos y las opiniones, y lograrse la justicia. El cambio social
involucra, como lo ha demostrado la historia, la superación o
desmoronamiento de las barreras, y la adopción de legislación
que garantice las nuevas condiciones, y también ha significado
la creación de nuevas formas de organización para dichas nue­
vas condiciones, de acuerdo con la opinión expresada abierta­
mente a través de los procesos electorales, los medios de comu­
nicación y el derecho de comunicarse libremente.
Lo que sea válido internacionalmente en cuanto a política
económica, puede también extenderse a lo que ocurre dentro de
las fronteras nacionales. Son demasiado hoy los ejemplos de po­
líticas económicas internas inadecuadas, aun irracionales, tanto
en los países desarrollados como en los países en desarrollo,
cuyas consecuencias son el crecimiento lento, el aumento de los
desajustes y, a nombre de alguna rara doctrina económica, el
aumento del desempleo. En otros, sobre todo en aquellos que
se han beneficiado de la posesión de recursos escasos necesita­
dos por los países industrializados — y por gran parte del mun­
do en desarrollo— , el “desarrollo instantáneo” ha demostrado
ser un fracaso, o por lo menos ha significado un dispendio co­
losal de recursos de toda clase. En muchos países, los procesos
inflacionarios que han acompañado estos fenómenos, a veces
promovidos deliberadamente, han terminado por crear mayor
desigualdad de ingresos y un descontento social de gran mag­
nitud. El querer lograr determinados objetivos políticos y so­
ciales en un país en desarrollo — esto se aplica a las naciones
latinoamericanas de “vieja” independencia lo mismo que a los
países “nuevos” de Asia y África— no tiene sentido si se obtie­
nen al altísimo costo económico que han entrañado las políticas
Interdependencia económica y cambio social 209
de desarrollo equivocadas, porque se te rm in a por c re a r un alto
costo político tam bién, y a que las dem andas sociales no pueden
rep rim irse indefinidam ente.
M erece su b ray arse o tra consideración en este breve docu­
m ento : el costo social y político, p a ra no decir el económico, de
los gastos m ilitares. Los países de a lta industrialización, ta n to
de orientación de m ercado como de planificación central, están
destinando recursos reales a sus prioridades m ilitares y espa­
ciales en una proporción ta l que se e stá afectando la capacidad
de funcionam iento de sus economías, en térm inos de producti­
vidad y de satisfacción del consumo básico y, en las sociedades
m ás adelantadas, en térm inos tam b ién de esfuerzos po r reducir
la desigualdad. L a c a rre ra a rm a m e n tista — ya sea que su costo
global se aproxim e a los 600.000 m ilones de dólares o aun a
cantidades m enores (n in g u n a de las c ifras se puede acep tar
sino como aproxim ación b u r d a ) — constituye el m ayor despil­
fa r r o de recursos en general y del recurso m ás escaso, el tiem po,
que se haya conocido en la h isto ria. Su costo económico debe
m edirse en el aplazam iento y pérdida de oportunidades y posi­
bilidades p a ra m e jo ra r las condiciones económicas y sociales
a tra v é s del m undo. C ualquiera que sea la derivación de la in ­
vestigación y el desarrollo experim entales de c a rá c te r m ilita r
que se pueda u tiliz a r p a ra m e jo ra r las condiciones básicas de
la hum anidad, deberá ju zg a rse como de beneficio secundario si
se com para con el daño fu ndam ental que ha causado el auge de
arm am entos.
No menos rep u g n an te y negativa es la proporción creciente
de sus recursos nacionales que los países en desarrollo m ism os
están desviando hacia su fu erz a m ilita r y a su propia indus­
tr i a de arm am entos, con el auxilio y el im pulso de las princi­
pales in d u stria s m ilitares del mundo. Algunos países en desa­
rrollo han em prendido adem ás un considerable comercio de
arm as a fin de obtener las divisas que ta n to les fa lta n — una
solución a los “ problem as com erciales” que no puede ju stifica rse.
A lgunos países — en especial en el Medio O riente— están
sacrificando, en efecto lo h a n hecho ya, a generaciones en teras
a causa de las actividades bélicas y sus gastos de defensa. O tros
países — en Á frica y en A m érica L a tin a — están desatendiendo
gravem ente sus objetivos económicos (y en consecuencia los
/
210 VÍCTOR L. Urquidi
sociales) p a ra lo g rar un poderío m ilita r dudoso, como lo h an
dem ostrado acontecim ientos recientes.
P a r a r e s u m ir : la interdependencia económica, un hecho his­
tórico, requiere que se form ulen políticas económicas que le
p e rm ita n fu n cio n ar con m ás eficacia sobre la base global, y e n tre
grupos de países ta n to desarrollados como en desarrollo. L as
políticas negativas, las que actualm ente se siguen internacional­
m ente, y aun d en tro de m uchas naciones, llevarán probablem en­
te a a c en tu a r las posibilidades y oportunidades de conflicto, ta n ­
to conflicto social in tern o como conflicto político internacional.
D ebiera p re sta rse m ucha m ayor atención al diseño y al cum pli­
m iento de políticas económicas en los países desarrollados y en
los países en desarrollo p a ra apoyar el crecim iento y el d e sarro ­
llo, y p a ra h acer posible el cam bio social en un contexto global
de interdependencia económica. Los científicos sociales bien
podrían dedicar u n a p a rte m ayor de su tiem po y preocupación
a la política económica necesaria p a ra tales propósitos.
Este libro se terminó de imprimir
durante el mes de setiembre de 1983 en
Del Carril Impresores,
Av. Salvador María del Carril 2639/41,
Buenos Aires

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