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En la actualidad vemos que debido a la globalización y la aparición de los nuevos avances

tecnológicos los tiempos y distancias han sido acotados y su vez se ha proporcionado una
rapidez en las comunicaciones. Este avance a la modernidad que conocemos hoy, tendió a
surgir en los años setenta y de los ochenta donde comenzaron a establecerse nuevos
modelos sociales que diferenciaron totalmente los conceptos o normas que se conocía a
mitad del siglo XX. Entre los aspectos de mayor transformación fueron los cambios en los
modos de producción, relación laboral y el trabajo.
Cannesa (2015) establece que la dinámica de las fuerzas productivas “transforma de manera
constante las forma de producir los bienes o prestar los servicios, así como las relaciones al
interior de las unidades productivas” (p.1) Esta propia dinámica del modelo capitalista ha
ejercido cambios desde el XIX. El ejemplo más claro de transformación de los sistemas en
la época fue la aparición del modelo Taylorista (formulado por el ingeniero norteamericano
Fredercik Taylor)
“Introduce una organización científica (…) donde se busca eliminar los
tiempos muertos de los labores de los obreros por medio de la división
sistemática de las tareas en la producción, de tal modo que el ritmo de
trabajo estuviese cronometrado” (Cannesa, 2015, p.3)
Sin embargo, el taylorismo tendió a modificarse por un nuevo modelo elaborado por el
empresario norteamericano Henry Ford en primera mitad del siglo XX, quien introduce un
modelo de trabajo denominado el Fordismo, transformando principalmente las dinámicas
en la fabricación de automóviles, de la cual Cannesa (2015) expone que “se trata de la
producción de masa de vehículos con costos bajos que permiten por sus precios el acceso a
un mayor publico comprador” (p.4)
No obstante, en el año 1973 se presenció una crisis económica en relación al incremento de
los costos de producción debido al aumento de los precios del petróleo, en la cual esta crisis
se materializo con mayor fuerza durante los años ochenta.
A esto también se suma la caída del Estado de bienestar en occidente, pues Bauman (2000)
expone que la caída del Estado benefactor fue gracias a los cambios modernizadores de la
época. Estos cambios afectaron a los modos de relación de trabajo, ya que los “ejércitos de
reservas” quienes eran los trabajadores preparados por el Estado ya no estaban
considerándose como mercancías debido a la desaparición de la demanda. (buscar cita)
Dado además a los cambios de la ética de trabajo producidos por la aparición de las
tecnologías, daban cuenta que no era necesario tener más trabajadores para aumentar las
ganancias.
Hobsbawm (1998) dio cuenta de esto también expuso que “la clase obrera acabó siendo
víctima de las nuevas tecnologías, especialmente los hombres y mujeres no cualificados, o
sólo a medias, de las cadenas de montaje, fácilmente sustituibles por máquinas
automáticas.” (p. 306)
Para Cárdenas et al (2012) estos cambios producto de la globalización e innovación
tecnológicas contuvo un carácter estructural a nivel macro, de la cual generó presiones
hacia los empleadores y los gobiernos para flexibilizar los mercados de trabajo a fin
de aumentar las inversiones, las producciones y generar más empleo.

Beck (1998) denomina esta transición como “cambios del sistema de trabajo productivo”
siendo la principal razón la aparición de nuevas fases de modernización en tecnologías de
información que han cambiado constitucionalmente el sistema ocupacional, es decir,
cambios en la estructura de los contratos de trabajo, lugar de trabajo y tiempo de trabajo.

La racionalización y flexibilizaciones de los tiempos laborales y localización de trabajo,


causados por la aparición de los fenómenos electrónicos surge una descentralización en la
organización formando una “localización difusa” (Beck, 1998). Esta desconcentración del
espacio deja como consecuencias una alteración en el trabajo y de ello se genera una nueva
configuración en la ocupación del trabajo, hacia una ocupación de trabajo invisible. Estas
formas de trabajo invisible se definen como aquellos trabajos de subempleo o de tiempo
parcial.
Otra de las características que entrega Beck (1998) respecto al nuevo sistema,esn como
favorece un sistema lleno de riesgos de subempleo, pues bien lo establece al decir: “el paro
está, por así decirlo, integrado en las formas de subempleo y se intercambia por una
generalización de las inseguridades en el empleo que no conocía el antiguo sistema del
pleno empleo” (p.180)
No obstante, para Beck (1998) las ventajas del subempleo y el empleo a tiempo parcial en
los sistemas laborales: Debilita la posición de poder de los empleados mediante la
diversificación; Permite sustituir de manera fácil los puestos de trabajo.
Bilbao (1999) al igual que Beck, expuso que a finales de los setenta se inició en los países
industrializados un proceso de “reconvención industrial”. Esta acción “supuso el despliegue
de nuevos procesos como la descentralización de la producción, trasladando aquellas partes
del proceso de trabajo, intensivas en trabajo, hacia áreas en las que su coste era más bajo”.
Esto generó en medida el aumento del crecimiento de la industrialización en países pocos
desarrollados. Por ejemplo, a inicios de los 80:
“Las estrategias post‐industriales tanto en Taiwán como en Corea dejaron
de lado el sector manufacturero de exportaciones intensivas en mano de
obra y se diversificaron en productos intensivos en capital y de alta
especialización en un intento por modernizar sus economías desde el punto
de vista tecnológico” (UNDAW, citado en Cook y Razavi, 2012, p.11)
Por lo tanto, el tema de la flexibilidad genero los nuevos programas de reorganización de la
producción, pues, “la flexibilidad supone una ruptura respecto a los modelos anteriores de
organización de la producción” (Bilbao, 1999, p.127) y esta flexibilidad ha sido el
responsable de la aparición de la precarización en algunos segmentos del mercado.
Pero esta precarización cumple una función de que los trabajadores estén en un mismo
puesto laboral que impide que estos sean capaces de negociar reduciendo las ofertas de
negociación, esto a su vez permite la disminución de los gastos para los subsidios del
desempleo sin que aumenten las zonas marginadas, esto la hace una candidata de permitir
la estabilidad monetaria.
Los nuevos empleos de carácter más flexibilizados han opacado los trabajos del antiguo
sistema de pleno empleo. Pues para algunos investigadores, este tránsito correspondió a una
tercera revolución industrial que según Bravo et al (2018) durante el periodo de 1970 hasta
1990, se permitió el control automático en procesos industriales como por ejemplo:

“El uso de las tecnologías de información, de los computadores y de los


sistemas de control automático que permitió aumentar la eficiencia de los
procesos productivos, sin embargo, estas permitían sustituir un mayor
conjunto de actividades que solían ser realizadas por humanos” (p. 6)

Bravo et al (2018) define la aparición de la automatización, la cual define a esta como


“conjunto de tareas humanas que pueden ser realizadas mediante el uso de tecnologías” (p.
12) siendo en la época de los 70 definido explícitamente, como el ensamblado de circuitos
eléctricos o la soldadura de piezas automotrices.

Además agrega que el uso de la automatización genera un cambio profundo en la


composición del empleo. Pues se sostiene que “desde los setenta, se ha observado una
fuerte disminución en la demanda relativa por trabajadores de menores habilidades (…)”
(Bravo et al, 2018)

Como se ha mencionado anteriormente, debido al contexto de la crisis del 73’ comenzó a


tomar mayor relevancia una sistema proveniente de la empresa japonés Toyota, la cual el
autor Canessa (2015) la considera como el nuevo paradigma debido a su “éxito competitivo
en el mercado mundial dentro de la industria automotriz frente a las grandes compañías
norteamericanas”
Lo que cabe preguntarse, ¿cómo este modelo modifico los sistemas antiguos laborales?,
¿cómo se conllevo la flexibilización entre sus empleadores?
Bibliografía
Bravo, J., Garcia, A., Schlecher, H. (2018). Automatizacion e Inteligencia Artifical:
Desafios del Mercado Laboral. Centro Latinoamericano de Politicas Econmicas y Sociales,
n. 50, Santiago de Chile.
Canessa, F. (2015). Transformaciones del Trabajo y Nuevas Formas de Representación
Colectiva de los Trabajadores en la Empresa. Revista Laborem, n°14, Lima.
Cook, S., Razavi, S. (2012). Trabajo y bienstar: revisión de los vinsuclo una perspectiva de
genero. Revista electronia Fundacion Carolina CeALCI, Vol. 1, N.80. Madrid
Ana Cárdenas, Felipe Link y Joel Stillerman (editores) (2012) ¿Qué significa trabajo hoy?
Santiago, Catalonia.
Bauman, Zygmund (2000) Consumismo, Trabajo y Nuevos Pobres. Barcelona: Gedisa.
(Segunda parte).

Bilbao, A. (1999). “La globalización y las relaciones laborales”. Cuadernos de Relaciones


Laborales. 15: 123-137. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=165318

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