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materiales perecederos. Las estructuras permanentes o monumentales construidas en piedra o adobe (ladrillos de barro secado al
sol) se desarrollaron principalmente en Mesoamérica y en la zona central andina.
Las técnicas de construcción precolombinas eran rudimentarias. La mayor parte de las estructuras se construían con el sistema de
pilastra y dintel o de vigas horizontales sin arcos, aunque la cultura chavín del Perú y la maya de Mesoamérica emplearon el arco
falso o bóveda de piedra salediza, que consiste en colocar una piedra sobre otra para conseguir una forma de arco. Utilizaban más
herramientas de piedra que de metal, y tanto el transporte como la construcción de edificios como las pirámides, palacios, tumbas y
templos sobre basamentos escalonados, se llevaban a cabo manualmente sin ayuda de ningún tipo de maquinaria.La pirámide
precolombina era considerada como algo diferente a su equivalente egipcia, ya que no estaba construida con fines funerarios sino
como residencia de una deidad. Sin embargo, excavaciones recientes confirman de modo reiterado que solían incorporarse tumbas a
las pirámides. Los pictogramas de los códices, (véase Paleografía) permiten suponer que las pirámides tenían gran importancia cívica
y cultural. El símbolo azteca para representar la conquista era una pirámide en llamas en la que el calli, o casa del dios (el templo
mayor), había sido derribado por el conquistador. Para hacerlas aún más monumentales e incrementar así el prestigio del
gobernante, muchas de las pirámides mesoamericanas se reconstruían periódicamente sobre una estructura ya existente si bien esta
práctica se relacionaba con cada cambio de era y se conmemoraba construyendo una pirámide nueva encima de las anteriores.
Las civilizaciones precolombinas eran principalmente agrícolas. El cultivo del maíz se convirtió en el
alimento principal en Mesoamérica, como lo fue la papa o patata en la zona andina de Perú y Bolivia. Hasta la
relativa secularización que se dio en el periodo posclásico, la religión fue primordial en la configuración y el
desarrollo de la cultura precolombina. Sin embargo, las creencias y ritos religiosos estaban muy
condicionados por preocupaciones relacionadas con la fertilidad de la tierra y la productividad de las cosechas
que suelen dominar las sociedades agrícolas. Por lo tanto, gran parte del arte y la arquitectura precolombinas
está relacionada con la astronomía, a través de la cual los indígenas americanos establecían las épocas más
apropiadas para plantar y recoger la cosecha.
Se desarrollaron dos tipologías urbanas. Una era el centro ceremonial, de estructura compleja constituida
principalmente por edificios religiosos y administrativos que se construían alrededor de plazas y que carecía
de viviendas y calles. Se cree que en estos centros solamente vivían los gobernantes seglares y religiosos con
sus cortes, mientras que la mayoría de la población residía en granjas pequeñas en una zona suburbana
circundante. La otra tipología, similar a lo que conocemos actualmente como ciudades, tenía calles que
separaban las residencias de las diferentes clases sociales, así como templos y edificios administrativos
orientados hacia la plaza central. Los proyectos arqueológicos recientes que estudian los trazados en
emplazamientos mesoamericanos ponen de manifiesto que lo que se creían centros ceremoniales albergaban
poblaciones de plebeyos, semejándose a verdaderas ciudades. Tanto los complejos ceremoniales como las
verdaderas ciudades servían como centros religiosos, gubernamentales y comerciales. El comercio no sólo era
importante para el suministro de bienes necesarios y superfluos, sino también como medio de transmisión de
ideas y técnicas, así como de formas y motivos artísticos.
Norteamérica [editar]
Aridoamérica [editar]
Mesoamérica [editar]
Centroamérica [editar]
Pipil
Sudamérica [editar]
Arachanes, Aymara, Caras, Cañaris, Caral, Chavín, Charrúas, Chincha, Chimú, Chibchas,
Diaguita, Guaraní, Inca, Mapuche, Moche, Muisca, Nasca,Quitus, Quimbayas,Shuar,
Imperio Tiwanaku-Wari, Tiahuanaco, Wari, Valdivia
En los asentamientos humanos no alcanzaron un nivel cultural tan elevado como en las
civilizaciones antes señaladas, en parte por su menor densidad de población y, sobre todo,
por sus actividades seminómadas (caza del bisonte, etc.). Podemos citar entre los grupos
étnicos preponderantes de Norteamérica a los Seris, Apaches, Mohecanos, Navajos, Yakis,
Cheyennes, Esquimales, Iroqueses, etc.
Otro de los elementos comunes de las culturas precolombinas que alcanzó un alto grado de
desarrollo fue la edificación de templos y sitios religiosos monumentales, siendo claros
ejemplos las zonas arqueológicas de Caral, Chavín, Moche, Pachacamac, Tiahuanaco,
Cuzco, Machu Picchu y Nazca, en los Andes Centrales y Teotihuacan, Templo Mayor en la
ciudad de México, Tajín, Palenque, Tulum, Tikal, Chichén-Itzá, Monte Albán, en
Mesoamérica.
Algonquino
Construcciones [editar]
Vivían en cabañas, o wigwam, hechas con árboles.,5 Primero, se clavaban en tierra unas
filas de estacas. Luego, las puntas eran inclinadas y atadas con una cuerda, dejando un
agujero en el medio para que escapara el humo del fuego, y no se abrían ventanas. La
estructura de la cabaña se cubría con largas piezas de corteza. No se necesitaban mesas,
sillas, o camas en un wigwam, se podía comer o dormir en muebles o anaqueles construidos
en los muros, o sobre pieles de animales en el suelo.
Anazasi
Los anasazi escogían lugares excepcionales para instalarse. Varios pueblos se sitúan bajo
impresionantes acantilados en el siglo XIII. Ciertas excavaciones trogloditas se realizan en
las paredes de gigantescos cañones. La orientación de los pueblos protege de la lluvia y la
nieve en invierno y de los mayores calores del verano. Además presentan la ventaja de ser
una protección natural frente a los ataques enemigos. En cambio los alejaban de las
plantaciones, haciéndolas menos accesibles a los habitantes.
Los muros de las casas están hechas con una especie de adobe llamado jacal en México
aplicados a unas rejillas hechas de madera. Las construcciones mejor conservadas tenían
una estructura de piedra unida por mortero. También conocían el ladrillo cocido. En
distintos pueblos, ciertas casas guardan huellas de pintura decorativa3 sobre un
revestimiento de yeso, arcilla o directamente sobre el adobe.
El tejado estaba recubierto por capas de arcilla y ramas mantenidas por troncos. Las casas
inicialmente tenían un solo nivel, pero podían elevarse hasta en dos pisos suplementarios.
Varias habitaciones rectangulares en la planta baja estaban reservadas al almacenamiento
del alimento. La vida cotidiana se realizaba sobre todo en las terrazas de estas viviendas.
En estos pueblos los arqueólogos se han interesado sobre todo por las plazas y a las kivas.
Las kivas, inicialmente reservadas al reposo, acabarían usándose para ceremonias
religiosas.
Cañón Chaco
Para Jerry J. Brody, la cultura anasazi es «de la que tenemos mayor constancia de las
culturas prehistóricas del suroeste estadounidense».10 Parece probado que los anasazi no
tenían escritura, ni rueda, ni moneda. No conocían la metalurgia y no han aportado ninguna
novedad.
Sin embargo los conquistadores estimaban que un pueblo que tejía el algodón estaba
civilizado.11 Su dominio de la irrigación, de las construcciones en piedra y de varios pisos
(en Pueblo Bonito, por ejemplo, las había hasta de cinco) y sus conocimientos de
astronomía dan testimonio de una cultura rica y dinámica. Si se considera que se es una
civilización cuando existe cierto grado de urbanización, los anasazi lo eran, ya que ciertos
pueblos podrían haber contado hasta con seis mil habitantes. Los pueblos de Cañón del
Chaco estaban tan próximas que habrían formado una aglomeración de quince a treinta mil
habitantes.12
Los anasazi consiguieron la proeza de edificar en lugares inaccesibles sin fuerza animal ni
herramientas metálicas. Las grandes casas de Cañón del Chaco necesitaron para su
construcción de millones de bloques de gres y varias centenas de millares de vigas.13 Por
todo ello, cabe considerar que aún no se han revelado todos los misterios sobre la
civilización de los anasazi.
Yaqui
La vivienda tradicional es una estructura de carrizo y adobe, con piso de tierra y techo de
carrizo o palma. Actualmente son de material de cemento y lámina y cuentan con
electricidad, agua potable, correo, telégrafo, teléfono e Internet.
Tarahumara
Vivienda
Sus chozas de troncos de árbol, trabadas horizontalmente, salpican las laderas de las
montañas a los lados de los arroyos y en las altas mesetas. La parte superior se deja abierta
en un lado para que salga el humo del fuego que constantemente arde en la pieza de piso de
tierra apalanada. El techo es de tabletas o de troncos acanalados. En sus habitaciones, las
mismas desde tiempos precolombinos, no se acostumbran las sillas, las mesas o las camas
Mayas
Arquitectura
Comalcalco.
Durante esta época de la cultura maya, los centros del poder religioso, comercial y
burocrático crecieron para convertirse en increíbles ciudades como la preclásica El
Mirador, la mayor del clásico Tikal y las post clásicas Chichén Itzá y Uxmal. Debido a sus
muchas semejanzas, así como a sus diferencias estilísticas, los restos de la arquitectura
maya son una clave importante para entender la evolución de su antigua civilización.
Diseño urbano
En el corazón de las ciudades mayas existían grandes plazas rodeadas por sus edificios
gubernamentales y religiosos más preciados, como la acrópolis real, grandes templos de
pirámides, y ocasionalmente canchas de juego de pelota. Inmediatamente afuera de este
centro de rituales estaban las estructuras de los menos nobles, templos más pequeños, y
santuarios individuales. Esencialmente, mientras menos sagrada e importante era una
construcción, mayor era el grado de privacidad. Mientras se añadían más estructuras, y las
existentes se reconstruían o remodelaban, las grandes ciudades mayas parecían tomar una
identidad casi aleatoria que contrasta profundamente con otras grandes ciudades
mesoamericanas, como Teotihuacan y su construcción rigurosamente regida por dos ejes
perpendiculares. Aun así, aunque la ciudad se disponía de la forma en que la naturaleza
dictara, se ponía cuidadosa atención en la orientación direccional de los templos y
observatorios para que fueran construidos de acuerdo a la interpretación maya de las órbitas
de las estrellas. Afuera del centro urbano constantemente en evolución, estaban los hogares
menos permanentes y más modestos de la gente común.
El diseño urbano maya podría describirse fácilmente como la división del espacio en
grandes monumentos y calzadas. En este caso, las plazas públicas al aire libre eran los
lugares de reunión para las personas, así como el enfoque del diseño urbano, mientras que
el espacio interior era completamente secundario. Sólo en el Posclásico Tardío las grandes
ciudades mayas se convirtieron en fortalezas que carecían, en su mayor parte, de las
grandes y numerosas plazas del clásico.
Materiales de construcción
Proceso de construcción
Toda la evidencia parece sugerir que la mayoría de edificios se construyeron sobre una
plataforma pétrea que variaba en altura, de menos de un metro, en el caso de terrazas y
estructuras menores, a 45 metros en el caso de los grandes templos y pirámides. Un tramo
de empinados escalones de piedra partía las grandes plataformas escalonadas en al menos
uno de los lados, contribuyendo a la común apariencia disimétrica de la arquitectura maya.
Dependiendo de las tendencias estilísticas prevalecientes del área, estas plataformas eran
construidas de un corte y un exterior de estuco relleno de gravilla densamente compactada.
Como en el caso de muchos otros relieves mayas, aquellos en las plataformas a menudo se
relacionaban con el propósito de la estructura en la que residían. Después de que las
plataformas pétreas eran completadas, las grandes residencias y templos de los mayas eran
construidos encima. Mientras se construían todas las plataformas, parece haberse puesto
poca atención a su funcionalidad utilitaria, y mucha a su estética exterior; sin embargo, un
cierto aspecto repetido, el arco, que era utilizado a menudo para imitar la apariencia de la
cabaña simple maya, aunque no era una herramienta efectiva para incrementar el espacio
interior. Como requerían gruesas paredes de piedra para soportar el techo, algunos templos
utilizaban arcos repetidos, o una bóveda arqueada, para construir lo que los mayas se
referían como pinbal, o saunas, como los del Templo de la Cruz en Palenque. Mientras que
las estructuras eran completadas, se les añadía extensivos trabajos de relieve; a menudo
solamente al repello usado para alisar cualquier imperfección; sin embargo, muchos
tallados en dinteles han sido descubiertos, así como tallados en piedras usadas como
fachada. Comúnmente, esto se hacía en todo el derredor de una estructura entera,
conteniendo una variedad de obras de arte relativas a los habitantes o al propósito del
edificio. Aunque no en todas las ubicaciones mayas, también se ha descubierto un amplio
uso del repello pintado.
Se ha sugerido que, junto con el calendario maya de cuenta larga, cada 52 años, o un ciclo,
los templos y pirámides se remodelaban y reconstruían. Ahora parece que el proceso de
reconstrucción era a menudo instigado por un nuevo gobernante o por motivos políticos, en
vez de la coincidencia con el ciclo del calendario. Sin embargo, el proceso de
reconstrucción encima de estructuras viejas es de hecho algo común. Más notablemente, la
acrópolis norte en Tikal parece ser la suma total de 1500 años de modificaciones
arquitectónicas.
Palenque.
Uxmal.
2.-Petén central: De pirámides muy inclinadas, templos con cresterías huecas y altas sobre
cuartos traseros, palacios de dos plantas con anchos muros, cuartos angostos y falsos arcos
mayas bajos. Ejemplo: Tikal, en Guatemala.
5.-Río Bec: Edificios de torres paralelas, esquinas redondeadas y escaleras simbólicas (las
escaleras son casi verticales e imposibles de subir. El templo tiene como puerta una simple
hendidura). La decoración incluye máscaras de forma animal y diseños geométricos.
Ejemplos: Becán, Xpuhil y Chicanná, en México.
6.-Chenes: Aquí se encuentran elementos semejantes en los estilos Río Bec y Puuc. Sus
edificios tienen fachadas en tres partes y las decoraciones forman máscaras de animales en
las puertas. También utilizaban piedras salientes sobre las molduras para colocar estatuas,
cresterías de un muro, máscaras de Chaac. Ejemplos: Hochob y El Tabasqueño, en México.
7.-Puuc: El estilo temprano muestra puertas múltiples formadas por columnas, vanos
estrechos y acabados burdos. Ejemplos:Kabah, México. En el estilo tardío los acabados son
mejores y muy refinados, la decoración en la parte superior del edificio incluye diseños
geométricos, máscaras de Chaac en esquinas y puertas Se caracteriza por preferir la
construcción de edificios alargados a los altos y por la construcción de palacios de muchos
cuartos. Ejemplos: Sayil y Uxmal, en México.
9.-Costa oriental: Muestra sitios arqueológicos pequeños, figuras del Dios Descendente,
nichos y perfiles humanos entre las cornisas de las esquinas. Las esquinas de los edificios
muestran muros inclinados hacia fuera. Ejemplo: Tulum, en México.
Construcciones notables
Plataformas ceremoniales
Éstas eran comúnmente plataformas de piedra caliza de menos de cuatro metros de altura
donde se realizaban ceremonias públicas y ritos religiosos. Construidas en la forma de
plataforma de cimientos, eran a menudo realzadas con figuras talladas, y quizá tzompantli,
una estaca usada para exhibir las cabezas de las víctimas.
Palacios
Grandes y a menudo muy decorados, los palacios generalmente se encontraban cerca del
centro de una ciudad y hospedaban a la élite de la población. Cualquier palacio real
extremamente grande, o uno que consista de varias cámaras en diferentes niveles puede ser
llamado acrópolis. Sin embargo, a menudo éstos fueron una historia y consistieron de
varias cámaras pequeñas y al menos un patio interior; estas estructuras parecen tomar en
cuenta la funcionalidad requerida por una residencia, así como la decoración requerida por
la estatura de sus habitantes. Los arqueólogos parecen estar de acuerdo en que muchos
palacios son hogar de varias tumbas. En Copán, debajo de 400 años de remodelación
posterior, se ha descubierto una tumba de uno de los antiguos gobernantes, y la acrópolis
norte en Tikal parece haber sido el sitio de numerosos entierros durante finales del periodo
preclásico y principios del clásico.
Grupos E
Con frecuencia los templos religiosos más importantes se encontraban en la cima de las
pirámides mayas, supuestamente por ser el lugar más cercano a los cielos. Mientras que
descubrimientos recientes apuntan al uso extensivo de pirámides como tumbas, los templos
en sí parecen raramente haber contenido entierros. La carencia de una cámara de entierros,
sin embargo, permitía a los mayas sagrados el acceso, a lo sumo, a tres cuartos pequeños
para ser usados para varios propósitos rituales. Situados en la cima de las pirámides, a más
de 60 metros de altura, como en El Mirador, los templos eran impresionantes estructuras
decoradas. Comúnmente tenían una cresta en el techo, o un gran muro superficial, estos
templos pudieron haber servido como hitos propagandísticos. Como eran ocasionalmente
las únicas estructuras que excedían la altura de la selva, las crestas sobre los templos eran a
menudo esculpidas con representaciones de los gobernantes que podían ser vistos desde
grandes distancias. Debajo de los orgullosos templos estaban las pirámides que eran, en
última instancia, una serie de plataformas surcadas por empinados escalones que
permitirían el acceso al templo.
Como un aspecto integral del estilo de vida mesoamericano, su juego de pelota ritual y sus
canchas fueron construidos por todo el imperio maya, a gran escala. Rodeada por dos lados
por rampas escalonadas que dirigían a las plataformas ceremoniales o a templos pequeños,
la cancha de juego de pelota tenía una forma de I mayúscula y se encontraba en todas las
ciudades mayas, excepto en las más pequeñas.
Éste se originó hacia el 2500 a. C. hasta el desarrollo del juego en el área maya en la región
de los olmecas del Golfo de México. Los olmecas habitaban un territorio llamado "Olman"
que significa "El País del Hule", en esta región existen unas esculturas que han sido
ubicadas históricamente en el periodo preclásico (1800-100 a. C.). Algunos especialistas
afirman que las colosales cabezas olmecas de piedra poseen una especie de casco en la
cabeza. El juego de Pelota tuvo un papel ritual, político y posiblemente económico. El
juego de Pelota simboliza la lucha entre las fuerzas opuestas del universo, es la lucha entre
el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad, la pelota en constante movimiento representa al
movimiento de los astros y las fuerzas de la creación.
Olmeca
Se estima que los indicios más antiguos de la cultura olmeca son de alrededor de
1200 a. C., y los más recientes son aproximadamente del año 500 a. C. La civilización
Olmeca se constituyó principalmente alrededor de 3 centros ceremoniales: San Lorenzo, La
Venta y Tres Zapotes, además de manifestarse en otros sitios como Laguna de los Cerros.
El centro olmeca más antiguo registrado es el de San Lorenzo (1150 a. C. aprox.), situado
en la cuenca del río Coatzacoalcos, en el estado de Veracruz. El inicio del florecimiento de
la cultura olmeca en este sitio comenzó alrededor del año 1150 a. C., época de la que datan
la mayor parte de las esculturas y elementos arquitectónicos que caracterizan a la cultura
olmeca, muchos de los cuales se conservan en el sitio. San Lorenzo fue saqueado en el año
900 a. C., y las esculturas monumentales sufrieron un intento de destrucción; algunas se
enterraron, y otras fueron trasladadas al centro ceremonial La Venta.
La Venta es el centro ceremonial más grande, está trazado sobre un eje Norte-Sur. Se han
encontrado un gran número de tumbas con ajuares muy ricos, con cerámica y figurillas de
piedra. También se han encontrado cabezas colosales y tronos. Se cree que pudo llegar a
albergar hasta a 18.000 habitantes. Sufrió una gran decadencia y fue abandonado y
destruido, aunque se desconocen los motivos.
teotihuacan
Los monumentos [editar]
La Calzada de los Muertos [editar]
Conocida también por Calle de los Muertos o Calzada de los Muertos y llamada así por
investigadores posteriores que pensaron que en sus estructuras se alojaban tumbas de
dignatarios, fue el verdadero eje de la ciudad, así como su centro ceremonial. Estaba
flanqueada por las más vastas construcciones de toda Centroamérica. La organización
urbana de esta gran ciudad influyó grandemente en toda Centroamérica.
Pirámide de la Luna
Cuentan que eran de piedra recubierta de oro y que el ídolo del Sol tenía un hueco en el
pecho y en ese hueco se hallaba la imagen del planeta hecha también de oro finísimo.
También cuentan que llegaron a ver la plataforma de más de 2.000 pirámides secundarias,
todas ellas alrededor de las dos importantes del Sol y de la Luna.
Tiene un tamaño menor que el de la pirámide del Sol, pero se encuentra a la misma altura
por estar edificada sobre un terreno más elevado. Su altura es de 45 m. Junto a esta
pirámide se encontró una estatua llamada diosa de la Agricultura que los arqueólogos sitúan
en época tolteca primitiva.
Se encuentra esta pirámide situada muy cerca de la del Sol, cerrando por el norte el recinto
de la ciudad. Desde su explanada se inicia el recorrido del eje principal conocido como Vía
o Calzada de los Muertos.
La Ciudadela [editar]
Se encuentra situada al final de la calle de los Muertos, en la parte sur. Fue bautizado el
espacio rectangular con este nombre por los conquistadores españoles del siglo XVI, que
pensaron que se trataba de un lugar militar. Era un patio con habitaciones alrededor donde
se supone que vivían los sacerdotes y los gobernantes. En su lado este se encuentra el
templo de Quetzalcóatl.
Está situado también en el lado oeste de la plaza de la pirámide de la Luna. A ambos lados
de la puerta se muestran las imágenes de dos felinos bastante grandes; llevan sus cabezas
emplumadas: con sus patas sostienen una caracola en actitud de soplar por ella como si se
tratase de un instrumento musical. En el lomo y en la cola tienen incrustaciones de conchas
del mar. En la orilla de la parte superior del mural pueden verse unos símbolos
pertenecientes al dios de la lluvia y en un Glifo se ven como decoración unas plumas que
representan el año solar teotihuacano.
Se halla a una cierta distancia de las dos pirámides, en la Calzada de los muertos. Fue un
descubrimiento arqueológico de 1920. Estaba soterrado por una pirámide de paredes lisas,
sin ningún tipo de ornamentación.
La civilización tolteca cuando conoció el sitio de Teotihuacan lo adoptó como suyo y como
ciudad santa. Su costumbre fue la de enterrar allí a sus grandes señores. Los toltecas
construyeron entonces este templo. Lo mandó levantar el rey Mitl, que vivió desde el 770 al
829. Cuando se descubrió debajo de la pirámide lisa salió a la luz toda su decoración de
mosaicos hechos con piedras, las cabezas y símbolos divinos del dios Tláloc (el dios de la
lluvia y señor del trueno y numen local del valle de México), y del dios Quetzalcóatl (la
estrella matutina, la serpiente emplumada, genio nacional). Este dios lo adoptaron después
los aztecas y creyeron verlo en la figura de Hernán Cortés). Tenía pues una doble
advocación.
También había en el templo un fetiche muy antiguo en forma de rana, por eso en tiempos
anteriores a la conquista fue conocido como templo de la rana. Se sabe de él gracias a la
descripción que hace en sus crónicas un personaje muy erudito de fines de los años 1600
llamado Ixtlilxochiltl, cultísimo descendiente de los reyes de Texcoco. Dice así La rana del
templo construido por el rey Mitl en Teotihuacan, era de esmeralda, la cual los españoles
que vinieron a esta tierra la alcanzaron y dieron buena cuenta de ella. Efectivamente, la
rana era un animal asociado a los dioses del agua; incluso algunos especialistas en el tema
aseguran que el mismo animal representa a Tláloc. Los toltecas la consideraban diosa del
agua. Las ranas anunciaban las lluvias. En algunas fiestas ofrecían este animalito a los
dioses, después de asarlos. Los mazatecas se tragaban las ranas y culebras vivas durante la
celebración de una fiesta llamada atamalcualiztli. En esta crónica Ixtlilxóchitl añade
también que en una montaña al este de Texcoco, llamada monte de Tláloc, había una gran
estatua de este dios, tallada en lava de color blanco. Se trata de la estatua que se descubrió
en el siglo XX y que actualmente se halla en la entrada del Museo Nacional de
Antropología; pesa 300 t.
Arquitectura [editar]
Artículo principal: Talud-tablero
Además, fueron los primeros en crear un sistema de drenaje y de anclaje, este último le
daba protección a las pirámides.
Arachanes
Se diferenciaron siempre de las demás tribus de la región, por su aspecto corpulento y alta
estatura. Siendo sedentarios, construyeron casas circulares de piedras con techos de madera
y paja, auténticos quinchos sobre túmulos artificiales, conocidos en la actualidad como
cerritos de indios. Los edificios comunitarios o públicos, poseían una estructura cuadrada o
rectangular doble.
Aimara
Una característica importante son las enormes piedras que se encontraron en el lugar; de
aproximadamente diez toneladas, las cuales ellos cortaban, le daban forma cuadrada o
rectangular y esculpían. Colapsó repentinamente aproximadamente en 950. La ciudad fue
abandonada y su estilo artístico se desvaneció.
Chavin de huatar
Arquitectura [editar]
El lanzón monolítico
Los templos tienen una serie de plataformas con un fuerte talud en sus muros, con un perfil
piramidal. Fueron construídos por etapas. El Castillo es una pirámide mayor y se le conoce
como el Viejo Templo, cuya característica más notable es que tiene un pasaje interior donde
se aloja un ídolo de piedra conocido como "el Lanzón".
El castillo tiene una extensa red de pasajes y cámaras interiores que conforman un
complejo íntegramente construido de piedra. En su interior de penumbra, hay inusitados
haces de luz que irrumpen por los estratégicos ductos que comunican con el mundo
exterior. Dentro, todo es objeto de maravilla o de pavor. Resulta posible escuchar
nítidamente la voz de una persona a muchos metros de distancia como si estuviera a nuestro
costado.
El Viejo Templo consta de una plaza circular en el atrio sirviendo de ingreso. El Templo
Nuevo, cuenta con una plaza cuadrada. Cada templo tenía un pórtico principal. El ingreso al
Templo Nuevo se llama Pórtico de las Falcónicas, con grabados en las piedras y es
precedido por un atrio y un conjunto de escalinatas que ascienden desde la plaza cuadrada,
donde también hay litoesculturas únicas ejerciendo las funciones de dinteles, columnas o
lápidas con grabados de personajes del estilo Chavín.
Casi la totalidad de sus edificios y anexos fueron laboriosamente construídos con columnas,
cornisas, dinteles, lápidas, obeliscos y esculturas que se agregaban a los muros o plazas,
convirtiendo los espacios ceremoniales en un hermoso escenario, adornado con las
imágenes de los dioses y demonios que poblaban el panteón chavinense. Sus materiales
eran constituidos por piedras de diversos colores, procedentes desde distintos lugares de los
Andes peruanos.
Chincha
Arquitectura [editar]
Los chinchas, al igual que otras culturas de la costa peruana, desarrollaron una arquitectura
de adobes y utilizaron la técnica del "adobon" o tapial. Las principales edificaciones se
encuentran en el valle de Chincha, Tambo de Mora, Lurinchincha y San Pedro, en donde
construyeron centros administrativos ceremoniales.
Uno de los más conocidos es "La Centinela" en Chincha Baja, cuya área es de 400.000 m2.
Dentro de esta área hay viviendas populares, monumentos residenciales, templos
piramidales, patios, calles, etc.cctret
Cultura chimu
Arquitectura [editar]
La arquitectura ha permitido definir que los gobernantes vivieron en los palacios y recintos
monumentales, mientras el pueblo residió en viviendas de quincha con habitaciones
pequeñas y fuera de la arquitectura monumental
Chibcha
Arquitectura [editar]
Los muiscas construían sus casas utilizando como principal material la caña y el barro para
hacer las tapias llamadas bahareque. Las casas comunes eran de dos formas: unas cónicas y
otras rectangulares. Las primeras consistían en una pared en círculo hecho de palos
enterrados como pilares más fuertes sobre los cuales se sostenía de lado y lado un doble
entre tejido de cañas cuyo intersticio era tupido de barro. El techo era cónico y cubierto de
pajas aseguradas sobre varas la profusión de tales construcciones en forma cónica en la
sabana de Bogotá, dio origen a que Gonzalo Jiménez de Quezada le diera a esta altiplanicie
el nombre de Valles de los Alcázares. Las construcciones rectangulares consistían en
paredes paralelas también de bahareque, como las anteriores, con techo en dos alas en
forma rectangular.
Tanto las construcciones cónicas como las rectangulares tenían puertas y ventanas
pequeñas. En el interior el moblaje era sencillo y consistía principalmente en camas hechas
también de cañas, llamadas barbacoas, sobre las cuales se tendía gran profusión de mantas;
los asientos eran escasos pues los indígenas solían descansar en cuclillas en el suelo.
Además de las casas comunes existían otras dos clases de construcciones: una para los
señores principales, probablemente jefe de tribu y de clan, y otras para los jefes de las
confederaciones chibchas, como los Zaque y los Zipas.
Inca
Arquitectura [editar]
Machu Picchu
Entre las expresiones artísticas más impresionantes de la civilización inca se hallan los
templos, los ‘‘‘palacios‘‘‘, las obras públicas y las fortalezas estratégicamente emplazadas,
como Machu Picchu. Enormes edificios con mampostería de piedra encajada
cuidadosamente sin argamasa (simulando una mazorca de maiz), como el Templo del Sol
en Cuzco, fueron edificados con un mínimo de equipamiento de ingeniería. Otros logros
destacables incluyen la construcción de puentes colgantes a base de sogas (algunos de casi
cien metros de longitud), de canales para regadío y de acueductos.
Mapuches
Como vivienda tradicional de los mapuches, contruían viviendas de gran tamaño
denominadas Rucas, con superficies que varían entre los 120 y 240 metros cuadrados; las
cuales estaban formadas por paredes de adobe o tablas o de varas de colihue, reforzadas por
dentro con postes de madera y se tapizan con totora. El techo es de junquillo o de algún
pasto semejante a paja brava. Usualmente no tienen ventanas.
Una estructura ritual importante son las estatuas de madera denominadas chemamüll o
chemamull (del mapudungun: che, persona y mamüll, madera, Persona de madera), las
cuales utilizaban en ritos funerarios.
Arquitectura [editar]
Como elemento base para sus construcciones emplearon el adobe, que lo usaban en
pequeños bloques de tamaño mediano.
En las construcciones importantes como las huacas, se solía hacer cada cierto tiempo una
reedificación, en la cual en vez de remodelar una pared, la tapaban construyendo otra en su
delante, esto se puede apreciar en todas las huacas.
Las casas de los pobladores comunes (pueblo) eran erigidas en pequeñas comunidades, no
formaban grandes urbes. Los materiales que usaban ellos eran los mismos que se
empleaban para las huacas a excepción de las pinturas. Las casas tenían patio propio y
techo de dos aguas para las lluvias.
Muiscas
Arquitectura [editar]
Los muiscas construían sus casas utilizando como principal material la caña y el barro para
hacer las tapias llamadas bahareque. Las casas comunes eran de dos formas: unas cónicas y
otras rectangulares. Las primeras consistían en una pared en círculo hecho de palos
enterrados como pilares más fuertes sobre los cuales se sostenía de lado y lado un doble
entre tejido de cañas cuyo intersticio era tupido de barro. El techo era cónico y cubierto de
pajas aseguradas sobre varas la profusión de tales construcciones en forma cónica en la
sabana de Bogotá, dio origen a que Gonzalo Jiménez de Quezada le diera a esta altiplanicie
el nombre de Valles de los Alcázares. Las construcciones rectangulares consistían en
paredes paralelas también de bahareque, como las anteriores, con techo en dos alas en
forma rectangular.
Tanto las construcciones cónicas como las rectangulares tenían puertas y ventanas
pequeñas. En el interior el moblaje era sencillo y consistía principalmente en camas hechas
también de cañas, llamadas barbacoas, sobre las cuales se tendía gran profusión de mantas;
los asientos eran escasos pues los indígenas solían descansar en cuclillas en el suelo.
Además de las casas comunes existían otras dos clases de construcciones: una para los
señores principales, probablemente jefe de tribu y de clan, y otras para los jefes de las
confederaciones chibchas, como los Zaque y los Zipas.
Tiwanaku
Templete semisubterráneo
Empotrada en el piso del templete se hallaba la mayor pieza antropomorfa, conocida como
monolito "Pachamama" (o también Estela Benett), que fue llevada a La Paz y actualmente
puede ser apreciada en la plaza que está junto al estadio Hernando Siles. Esta pieza, mide
7,30 m y tiene un peso aproximado de 20 Tm.
Contrastando con la perfección del conjunto y detalles de la Estela Benett, se encuentra en
el Templete el "Monolito Barbado" o "KonTici Wiraqocha" (Señor de las Aguas, con
barbas, y vestido con una larga saya) esculpido en roca arenisca, que se halla acompañado
de otras dos estelas menores, todas excavadas en el mismo sitio.
En esta estructura de planta rectangular se encuentra un dintel de arco rebajado –en dura
andesita gris– que es una de las piezas más extraordinarias en cuanto a sus detalles de
acabado, presentando un friso con depurado trabajo iconográfico. Por sus características, es
probable que esta pieza hubiera estado cubierta por planchas metálicas de oro, y que los
conquistadores causaran los graves daños que evidencia, cuando extrajeron el dorado
recubrimiento. Es importante señalar que esta pieza es la prueba del empleo de detalles
curvos en la arquitectura de Tiwanaku.
También en este sitio se encuentra una pieza sorprendente, es una "maqueta" de alguno de
los edificios de la urbe, hecha por arquitectos tiwanakotas en un enorme bloque de piedra
donde se ven reproducidas pequeñas escalerillas y patios diminutos, lo que nos demuestra
el altísimo grado tecnológico de esta civilización.
El acceso principal a este monumento se halla ubicado al oeste, donde existían –sobre
pedestales– piezas esculpidas en basalto negro del famoso "hombre puma" denominado
también "chachapuma".
Kalasasaya [editar]
En el interior pueden verse los restos de lo que habrían sido pequeñas habitaciones semi-
subterráneas dispuestas de manera que se localizaban siete a cada lado del patio. En el
recinto existe un muro cuya base es de sillares de arenisca que logra cerrar los sectores este,
norte y sur, dejando a ambos costados una especie de atrio que separa el recinto central o
"ceremonial". En este segundo muro, hacia el lado norte, se observan dos bloques en los
que, en su tercio superior, se practicó un orificio que imita, a escala, un aparato auditivo
humano, y mediante el cual se pueden escuchar ruidos o conversaciones que se producen en
sitios alejados. Estos "amplificadores de sonidos" nos permiten deducir que en el mundo
precolombino se conocía y aplicaba la acústica.
Este monumento de Tiwanaku es conocido a nivel mundial como la mayor muestra del
grado de perfección que alcanzó la cultura, tanto por el arte, como por la simbología que
atesoran sus bajorrelieves.
Putuni [editar]
Llamada también "Putuputuni" = (donde hay huecos) se conoce como el "Palacio de los
Sarcófagos". Presenta una planta rectangular, con una plataforma de 1,20 m. de alto. En los
muros interiores se encuentran cámaras funerarias con acceso al patio central. Es notable en
estas cámaras, el sistema de cerramiento que consiste en una "puerta corrediza" de piedra,
que se desliza al ser humedecido el piso.
Pumapunku [editar]
En la parte superior de esta monumental edificación, se halla un pequeño templete con sus
respectivos canales de desagüe. Hacia el oeste se observan los restos de lo que fue una
escalinata de acceso. El recinto principal se halla en el sector noroeste, que aún tiene restos
de una estructura ciclópea probablemente conformada por cuatro habitaciones, cada una de
ellas con portadas talladas en andesita, similares a la Puerta del Sol.
Este colosal monumento, fue objeto de un saqueo inmisericorde desde la época de los incas,
más acentuado en el tiempo de la colonia y la República.
Wari
Monqachayoc [editar]
En este sector se encuentran galerías subterráneas con techos formados por grandes bloques
de piedra de una sola pieza y paredes recubiertas con lajas alargadas a manera de enchape,
además de unos tubos labrados en piedras que se sospecha fueron usados para el transporte
de agua a la ciudad.
Capillapata [editar]
Sector formado por grandes muros dobles de entre 8 y 12 metros de altura. En la base tiene
un ancho de 3 metros y en la cima entre 0,80 y 1,20 m, alcanzando 400 m de largo. Estos
muros forman grandes cercados o 'canchones'.
Turquesayoc [editar]
Llamado así por la presencia de restos de turquesa, sea en cuentas de collar o pequeñas
esculturas. Debido a la alta concentración de este material se cree que en este sector
estuvieron los talleres dedicados al trabajo de este material.
Por toda el área se encuentran desperdigados abundantes restos de artefactos líticos, como
puntas de proyectil, punzones y pedernales. La principal materia prima era la obsidiana, el
pedernal y la pelvis de cuy.
Canterón [editar]
Llamado así porque se presume que este sector fue usado como cantera
Edificios diversos cercanos a una plaza. Tres murallas grandes corren de forma paralela,
estructuras semicirculares y ambientes subterráneos.
Esta área presenta una fuerte presencia de tiestos de cerámica y artefactos líticos
fragmentados. Se supone que fue el barrio de los artesanos. Un estilo de cerámica
característico de huari toma el nombre de Robles Moqo, ya que fue aislado tomando en
cuenta los fragmentos hallados en este sector por un guía local de apellido Robles.
Campanayoq [editar]
Trankaqasa [editar]
16 petroglifos grabados en piedra. Se labraron surcos sobre superficies planas que luego
fueron ligeramente pulimentadas. Se representan líneas concéntricas, volutas, serpientes,
círculos y figuras geométricas.
Ushpa [editar]
Allí se han encontrado figuras humanas moldeadas que delatarían áreas específicas de
servicios, talleres y almacenes
Gálvezchayoq [editar]
Churucana [editar]
Valdivia
Estudios realizados sobre las especies de pescados y los artefactos sugieren que para pescar
se utilizaba sobre todo el anzuelo de concha más que redes u otros métodos. No es seguro
pero es más lógico pensar que los valdivianos que vivían tierra adentro hacían trueque para
el pescado y la concha con moradores de las playas. El intercambio de pescados y conchas
por productos agrícolas y carne hubiera sido lógico. La vivienda valdiviana es conocida
principalmente por el sitio de Real Alto. A principios de la cultura (Valdivia I) las chozas
tuvieron un plano elíptico con dimensiones de aproximadamente 3 x 4 metro [...]
[...] En la vivienda más tardía (Valdivia III VII) [...] las chozas conservaron la forma
elíptica poro fueron más grandes, con dimensiones de unos 8 x 12 metros. Estas chozas más
grandes tuvieron paredes de postes gruesos colocados verticalmente en trincheras de plano
elíptico. Se supone que huecos de postes mayores dentro de cada choza sirvieron para
sostener el techo, que probablemente fue de paja. También existen indicios de bahareque
sobre las paredes. Dentro de las chozas hubo acumulaciones de basura doméstica,
especialmente conchas, huesos, cerámica rota y utensilios de piedra. Análisis muy
detallados de la distribución de resto dentro de la choza indican que una parte se acumuló
durante la ocupación de la choza y el resto después cuando la choza abandonada se
convirtió en basural. También hubo un fogón en el piso de la choza y hasta indicios de
pantallas o muros internos para subdividir la choza [...]
[...] La forma de la aldea es conocida principalmente en Real Alto, donde se formó una
aldea grande con las chozas elípticas en hileras rectas. En la parte central del sitio, se
estableció el recinto ceremonial, con dos pequeños montículos y sus estructuras especiales
separados por una plaza pequeña. A pesar de estimaciones del tamaño y de la población de
Real Alto (hasta 1.500 habitantes durante Valdivia III), aún no existen análisis detallados
sobre la contemporaneidad de chozas dentro del período Valdivia III, que duró varios
siglos. Sin esta información, no se puede confiar mucho en ninguna estimación.
Esquimal
Iglus [editar]
Se trata de tradicionales viviendas de forma semiesférica, construídas con bloques de hielo
que los esquimales construyen para cumplir la función de casas de campamento cuando
salen de caza, aunque su uso es cada vez más raro debido al cada vez mayor sedentarismo,
al uso de tiendas de campaña y a que la introdución de vehículos a motor capaces de
moverse en el hielo a menudo permite a los inuit ir y volver en el día de sus partidas de
caza.
La conquista de América. Arquitectura colonial. Con el descubrimiento del Continente Americano, en 1492 surge la
arquitectura Colonial con un conjunto de manifestaciones arquitectónicas determinadas desde su inicio por la conquista de
América. Basada fundamentalmente en el arte religioso, y determinada a su vez por las órdenes religiosas las cuales
provenían del viejo continente. Este tipo de arquitectura tomo en cuenta el espacio urbano, usando así un sistema reticular
en el trazado de las ciudades, tomando como en ejemplo los esquemas Romanos propuesto por los españoles en aquella
época. Las plazas y monumentos funcionan como elementos capaces de referenciar el conjunto, como es el caso de la
construcción de las iglesias junto a algún tipo de plaza central la cual erige como punto de referencia. La construcción de
estos elementos arquitectónicos se realizan sobre la ruinas de grandes imperios, en ciudades como México y Perú,
preparando de esta manera los cimientos para lo que es la Arquitectura colonial o la Nueva civilización hispanoamericana.
El nacimiento de esta nueva civilización hispanoamericana surge paralelo a grandes estilos artísticos desarrollados
en Europa a finales del siglo XV.
El gótico, renacimiento, barroco y neoclasicismo fueron los estilos que influenciaron en la topología arquitectónica
de la Arquitectura Colonial.
Los ejemplos de traza gótica que encontramos en Latinoamérica son por ello escasos y muy directamente
emparentados con el primer renacimiento del siglo XVI.
La catedral de Santo Domingo (1521-1537), como la iglesia de San Francisco y la de la Merced, así como algunas
portadas y edificios civiles en la República Dominicana.
Los templos de las órdenes religiosas (franciscanos y agustinos principalmente) anteriores a 1570 son de trazas
góticas En México.
En el renacimiento se implanta paulatinamente en tres etapas diferenciadas en una primera fase el renacimiento
aun se ve influenciado por el gótico, una segunda ligada con el plateresco, y una tercera fase, empeñada en la
construcción de las grandes catedrales, con elementos decorativos más geométricos.
El barroco en Hispanoamérica es esencialmente decorativo. México y Perú son las dos ciudades en donde hubo
más intensidad de este estilo. Mientras que en México hubo un buen manejo de los materiales, como son la piedra
y el yeso creando con estos ricas policromías. El elemento de mayor importancia fue la cúpula, presente en todos
los templos.
Neoclasicismo la vuelta a los modelos clásicos traídos por los arquitectos españoles de la Academia y la
consiguiente aparición del neoclasicismo.
Columnas corintias que cubre la anchura de las tres naves del templo, con órdenes gigantes y frontón curvo de
remate en la fachada, que le otorgan una especial belleza. Visibles en Guatemala, Montevideo, Perú, etc.
A comienzos del siglo XVI puede decirse que se termino la conquista de América en su mayor parte. Sobre ruinas
de grandes imperios precolombinos como México, se preparan los cimientos de la nueva civilización
hispanoamericana. El arte en Latinoamérica va a ser fundamentalmente religioso, marcado por el poder de las
principales órdenes religiosas llegadas del viejo continente. En el trazado reticular de las ciudades, a través de los
españoles que los proponen, aparecen las plazas y los monumentos. La iglesia edificada junto a la plaza central de
las poblaciones se encuentra como punto de referencia del espacio urbano. Pese a la uniformidad que las órdenes
religiosas van a intentar aportar, las nuevas formas artísticas van cambiando de acuerdo a la región étnica y
geográfica.
En México, los templos de las órdenes religiosas anteriores a 1570 son de trazas góticas. El tipo de construcción es
el de iglesia fortificada de una nave, cabecera poligonal, bóvedas de crucería o de cañón en templos agustinos, y
un tratamiento exterior de gran sobriedad, muros desnudos y remates almenados. Como ejemplos de conventos
franciscanos podemos citar el de Huejotzingo o el de San Andrés de Calpan . La influencia indígena se hace notar
en lo decorativo, con un tipo de talla de superficies planas a bisel que encontramos en portadas como las de
Tlanalapa y Otumba. Avanzado el siglo XVI se construyen modelos platerescos, como la portada del templo
agustino de Acolman o la de la iglesia de Yuriria
Barroco Podría decirse que el barroco adquirió mayor significación en América que en España. El
barroco en Hispanoamérica es esencialmente decorativo. Se aplica un lenguaje ornamental a
esquemas constructivos y estructurales inalterados desde los comienzos de la arquitectura
hispanoamericana. México es uno de los grandes focos donde con más intensidad iba a encontrar
eco el nuevo estilo así entendido.
Uno de los rasgos característicos del barroco mexicano es el manejo privilegiado de materiales,
como la piedra de distintos colores (Zacatecas, Oaxaca, México) y el yeso, para crear ricas
policromías tanto en el interior de los templos como en las fachadas. Por otra parte, van a adquirir
especial desarrollo elementos como la cúpula, presente en casi todos los templos, elevada sobre un
tambor generalmente octogonal y recubierta con gran riqueza ornamental, y las torres, que se
alzarán esbeltas y osadas allí donde los temblores de tierra lo permitan.
El siglo XVII será el de las iglesias conventuales y monasterios, construidos según el esquema hispánico de nave
única con fachada lateral siguiendo la dirección de la calle y con un ancho atrio.
El siglo XVIII comienza con la construcción de la basílica de Guadalupe (1695-1709), emparentada en planta con
la del Pilar de Zaragoza: cúpula central, cuatro cúpulas menores y torres en los ángulos. En la iglesia jesuítica de
la Profesa (1714-1720) se observa la reiteración de formas poligonales lejos de los trazos curvos del barroco
europeo. La construcción más relevante es quizá la iglesia del Sagrario, con su impresionante fachada retablo
construida en 1749 por Lorenzo Rodríguez. Es una planta en cruz griega, cúpula central con cuatro menores y
novedosa en el tratamiento decorativo exterior, con acusada ornamentación central al modo de un tapiz tallado en
piedra de Chiluca y rodeada de muros de tezontle rojo recortados en formas mixtilíneas. Este modelo, muy
imitado en iglesias posteriores, será sustituido a finales de siglo por el de la capilla del Pocito, realizada por
Antonio Guerrero y Torres, con planta de trazos curvos y brillante cromatismo exterior.
Puebla es uno de los grandes centros de exaltación de la policromía, con empleo de azulejos de colores, cerámicas
vidriadas y destacados trabajos de yeserías. Son ejemplos punteros la iglesia de San Francisco de Acatepec, o el
interior de la capilla del Rosario de la iglesia de Santo Domingo. La grandiosa fachada del santuario de Ocotlán,
construido en Tlaxcala a comienzos del siglo XVIII, es un impresionante retablo monumental enmarcado entre
sendas torres con un cuerpo superior de inconfundible silueta barroca. Otra de las fachadas más destacadas del
barroco mexicano la encontramos en la catedral de Oaxaca, donde también es interesante la iglesia de la Soledad,
en la que la ornamentación cubre incluso los contrafuertes que jalonan la portada. De mediados de siglo son
ejemplos interesantes la iglesia de la Compañía de Jesús, en Guanajuato, o la iglesia de San Sebastián y Santa
Prisca, en Taxco, una de las joyas del barroco hispanoamericano. El punto culminante de la exuberancia
decorativa lo encontramos en la fachada de la catedral de Zacatecas, un imponente tapiz ornamental, muestra del
arte barroco de influencia indígena.
Incluso desde antes de los poblados que pudieron describir las fuentes romanas
(como los de iberos, celtíberos, cántabros...), existen en la Península Ibérica
vestigios de formas arquitectónicas comparables a otros ejemplos de las culturas
mediterráneas y semejantes a los de Europa del norte.
Un auténtico desarrollo vino con la llegada de los romanos, que dejaron atrás
algunos de sus monumentos más impresionantes en Hispania. La llegada de los
visigodos supuso una profunda decadencia en las técnicas romanas pero también el
aporte de técnicas constructivas más austeras de vinculación religiosa, al igual como
ocurrió en el resto del imperio. La invasión musulmana en el año 711 supuso un
cambio radical en los siguientes ocho siglos y llevó a grandes avances en la cultura,
incluyendo la arquitectura. Córdoba, capital de la dinastía Omeya y Granada, de la
nazarí, fueron centros culturales de extraordinaria importancia.
Hacia finales del siglo XV y antes de colonizar América hispana con la arquitectura
colonial y barroca, en España se experimentó con la arquitectura renacentista,
desarrollada principalmente por arquitectos locales (Pedro Machuca, Gaspar de
Vega, Juan Bautista de Toledo, Juan de Herrera, Andrés de Vandelvira...). El
barroco español se caracteriza sobre todo por el exuberante churrigueresco,
distinguiéndose de las influencias internacionales posteriores, y dando sus obras
más importantes en desarrollo en el Imperio Español americano, principalmente
misiones, catedrales y arquitectura pública. El estilo colonial, que se mantuvo
durante siglos, aun tiene una gran influencia en México, centroamérica y los países
del Pacífico sudamericano. El neoclasicismo tuvo su cumbre en el trabajo de Juan
de Villanueva y sus discípulos.
El siglo XIX tuvo dos facetas: el esfuerzo en ingeniería para alcanzar un nuevo
lenguaje y mejoras estructurales con hierro y vidrio como principales materiales, y
la corriente académica que primero se enfocó en el historicismo y el eclecticismo y
más tarde en los regionalismos. La entrada del modernismo en las corrientes
académicas produjo figuras como Antonio Gaudí en la arquitectura del siglo XX. El
estilo internacional fue liderado por grupos como el GATEPAC.
Durante la Edad de Piedra el megalito más extendido en la Península Ibérica era el dolmen.
Los planos de estas cámaras funerarias solían ser seudocírculos o trapezoides, formados por
enormes piedras hincadas en el suelo y otras que las cubrían, formando un techo. Según iba
evolucionando la tipología, apareció una entrada en corredor llamada dromos, que
gradualmente fue tomando importancia hasta ser tan ancho como la cámara. En el estadio
más avanzado, eran comunes techos abovedados y falsas cúpulas. El complejo de
Antequera contiene los dólmenes más grandes de Europa. El mejor conservado, la Cueva
de Menga, tiene 25m de profundidad, cuatro metros de alto y fue construido con 32
megalitos. En la actualidad, en el interior se ha descubierto un pozo, cuyo origen es
desconocido. En la Edad de Bronce, los ejemplos mejor conservados están en las Islas
Baleares, donde aparecen tres tipos de construcciones: la taula, en forma de T, el talayot y
la naveta. Los talayots eran torres de defensa troncocónicas o troncopiramidales. Solían
tener un pilar central. Las navetas eran construcciones realizadas con grandes piedras y su
forma era similar a los cascos de los barcos.
Las construcciones características de los celtas eran los castros, pueblos amurallados,
habitualmente situados en lo alto de una colina o un monte. Se desarrollaron en las áreas de
asentamiento celtas en el valle del Duero y en Galicia. Ejemplos incluyen Las Cogotas, en
Ávila, y el Castro de Santa Tecla, en Pontevedra.
Las casas en los «castros» tienen de unos 3,5 a 5 m de longitud y son generalmente
circulares, existiendo algunas rectangulares, de piedra y con techos de paja, con una
columna central. Sus calles eran generalmente regulares, sugiriendo algún tipo de
organización central.
Las ciudades construidas por los arévacos están relacionadas con la cultura íbera, cuyas
ciudades tuvieron un desarrollo urbano notable, como Numancia. Otras son más primitivas
y a menudo excavadas en la roca, como Termantia.
Construcciones [editar]
Puente de Alcántara.
La arquitectura lúdica está representada por edificios como los teatros de Mérida, Sagunto,
Tiermes o Cádiz, los anfiteatros de Mérida, Itálica, Tarraco y Segóbriga y los circos de
Mérida, Córdoba, Toledo, Sagunto y muchos otros.
La arquitectura religiosa también se extendió por la península como se puede ver en los
templos de Córdoba, Vic, Mérida (Diana y Marte) y Talavera la Vieja, entre otros. Los
principales monumentos funerarios son las torres de los Escipiones de Tarragona, el dístilo
de Zalamea de la Serena y los mausoleos de la familia Atilii en Sádaba y Fabara. Arcos de
triunfo se pueden encontrar en Caparra, Bará y Medinaceli.
Del siglo VI cabe mencionar los restos de la basílica de Cabeza de Griego, en Cuenca y la
pequeña iglesia de San Cugat del Vallés, en Barcelona. Ésta, aunque muy deteriorada,
muestra claramente una planta de nave única que termina en un ábside. Del siglo siguiente
son las de San Pedro de la Nave, San Juan de Baños, Santa María de Quintanilla de las
Viñas, cuya traza se repetirá luego en otros templos posteriores pertenecientes al «estilo de
repoblación» (mal llamados «mozárabes»). Por lo demás, en esta época se sigue
básicamente la tradición paleocristiana en la arquitectura religiosa. Como edificios más
representativos pueden relacionarse los siguientes:
El Reino de Asturias aparece en 718, cuando las tribus astures, reunidas en asamblea,
deciden nombrar a Don Pelayo su jefe. Pelayo reunió a las tribus locales y a los refugiados
visigodos bajo sus órdenes con la intención de restaurar progresivamente el orden godo.
La arquitectura mozárabe fue llevada a cabo por los mozárabes, cristianos que vivían en la
España musulmana desde la invasión árabe (711) hasta finales del siglo XI, y que
mantuvieron su personalidad diferenciada también frente a los cristianos de los reinos del
norte, a los que fueron emigrando en oleadas sucesivas o siendo incorporados por la
Reconquista. Un ejemplo de esta arquitectura es la iglesia de Bobastro, un templo rupestre
que se encuentra en el lugar conocido como Mesas de Villaverde, en Ardales (Málaga), de
la que sólo quedan algunas ruinas. Otro edificio representante de esta arquitectura es la
iglesia de Santa María de Melque, situada en las proximidades de La Puebla de Montalbán
(Toledo). Con respecto a este templo se duda en su filiación estilística, pues comparte
rasgos visigodos con otros más propiamente mozárabes, no estando tampoco clara su
datación. La ermita de San Baudelio de Berlanga presenta una tipología inédita, incluyendo
en su planta rectangular una tribuna sobre una pequeña sala hipóstila, a la manera de las
mezquitas, y siendo sustentada su cubierta por un único pilar central con forma de palmera.
Tanto dicho pilar como los muros interiores están profusamente decorados con frescos
representando escenas de caza y animales exóticos. Se puede establecer cierta conexión
tipológica como templo iniciático, ya en época románica, con la iglesia Santa María de
Eunate y las demás construcciones templarias de planta centralizada, como la de Torres del
Río o la Vera Cruz de Segovia.
Entre finales del siglo IX y comienzos del siglo XI se desarrolla en los reinos cristianos del
norte una evolución del prerrománico que tradicionalmente se ha atribuido a la influencia
mozárabe,2 aunque en la actualidad ésta se han puesto en discusión y se prefiere
considerarla como una tercera fase del prerrománico, tras el visigodo y el asturiano.
Históricamente coincide con la repoblación de la Meseta del Duero y la cabecera del Ebro.
Ejemplos de estos templos son los de iglesia de San Cebrián de Mazote (Valladolid), el
monasterio de San Miguel de Escalada (León), la iglesia de Santiago de Peñalba de
Santiago (León), Iglesia de San Vicente del Valle (Burgos), Iglesia de Santa María de
Lebeña (Cantabria), Ermita San Baudelio de Berlanga de Caltojar (Soria), el Monasterio
de San Juan de la Peña de Jaca (Huesca), la iglesia prerrománica del Monasterio de Leyre
(Navarra), el Monasterio de San Millán de Suso (La Rioja) y algunos otros ejemplos
zamoranos o asturianos. Similar argumento podría hacerse para incluir algunas pequeñas
iglesias catalanas consideradas «mozárabes», como las de San Julián de Boada o la iglesia
de Santa María de Matadars.
La conquista musulmana de Hispania por las tropas de Musa ibn Nusair y Táriq ibn Ziyad y
la caída de la dinastía Omeya de Damasco, llevaron a la creación por Abderramán I, el
único príncipe sobreviviente que escapó de los abbasí, de un Emirato independiente con
capital en Córdoba. La ciudad se convertiría en la capital cultural de occidente de 750 a
1009.
La Aljafería en Zaragoza.
Con la desaparición del Califato, el territorio se vio dividido en pequeños reinos llamados
taifas. Su debilidad política fue acompañada de un conservadurismo cultural, que, junto con
el avance de los reinos cristianos, llevó a que los taifas se agarrasen al prestigio de las
estructuras y formas del estilo de Córdoba.
Algunos magníficos ejemplos de la arquitectura taifal han llegado hasta nuestros días, como
el Palacio de la Aljafería en Zaragoza o la pequeña mezquita de Bab-Mardum en Toledo,
más tarde convertida en uno de los primeros ejemplos de arquitectura mudéjar como la
Ermita del Cristo de la Luz.
Tras la disolución del imperio almohade, los reinos musulmanes del sur de la Península se
reorganizaron y en 1237 se estableció el reino nazarí con capital en Granada.
La Alhambra, patio de los leones
La arquitectura producida por los nazarís iba a ser una de las más ricas del Islam. Fue
heredera de los otros estilos musulmanes de Al-Ándalus, que los nazarís combinaron, y del
estrecho contacto con los reinos cristianos del norte. Los elementos de la ornamentación y
estructurales fueron tomados de la arquitectura cordobesa (arcos de herradura), de los
almohades (sebka y palma), pero también de creación propia, como los capiteles
prismáticos y cilíndricos y arcos de mocárabe, en una alegre combinación de espacios
interiores y exteriores, de jardines y arquitectura, pensados para agradar a todos los
sentidos. Al contrario que la arquitectura omeya, que empleaba materiales caros e
importados para la construcción, los nazarís emplearon sólo materiales humildes: barro,
escayola y madera. Sin embargo el resultado estético está lleno de complejidad y es
desconcertante para el expectador: la multiplicación de la decoración, el uso sabio de la luz
y las sombras y la incorporación del agua a la arquitectura, son algunas de las claves del
estilo.4 También se integró la epigrafía en las paredes de las diferentes habitaciones, con
poemas alusivos a la belleza de los espacios.5 Los palacios de la Alhambra y el Generalife
son las construcciones más importantes del periodo.
Otros centros importantes del mudéjar se encuentran en ciudades como Toro, Cuéllar,
Arévalo y Madrigal de las Altas Torres, destacando el Monasterio de Las Claras, en
Tordesillas. Un desarrollo especial lo tuvo el mudéjar aragonés, especialmente en Zaragoza
y Teruel durante los siglos XIII, XIV y XV, destacándose las torres mudéjares de Teruel.
Se caracteriza por el uso del ladrillo como material principal. No creó estructuras propias,
al contrario que el gótico o el románico, sino que reinterpretó los estilos occidentales a
través de una perspectiva musulmana. El carácter geométrico, distintivo de Islam, aparece
en las artes accesorias, empleando materiales baratos —azulejo, ladrillo, madera, yeso,
metales— trabajados de forma elaborada, destacando el artesonado. Incluso después de que
los musulmanes ya no fueran empleados en la construcción, sus contribuciones se
mantuvieron como parte integral de la arquitectura española.
Claustro de Santo Domingo de Silos, con el famoso ciprés que cantó Gerardo Diego
La arquitectura románica plena llegó con la influencia de Cluny a través del Camino de
Santiago, que finaliza en la Catedral de Santiago de Compostela. El modelo de románico
español del siglo XII era la Catedral de Jaca, con su plano y ábsides característicos de la
planta de peregrinación basada en San Sernin de Toulouse y el «ajedrezado» o «taqueado
jaqués». Según avanzaban los reinos cristianos hacia el sur, este modelo se extendió por las
áreas reconquistadas con algunas variaciones. Los monasterios siguieron una estructura
similar (Santo Domingo de Silos, en Burgos).
En algunas zonas, hubo una verdadera fiebre constructiva (del románico palentino hay más
de seiscientas iglesias catalogadas). También hay un románico civil (o más bien militar,
como las murallas de Ávila y castillos como los de Pedraza o Sepúlveda). Tal esfuerzo sólo
puede entenderse como consecuencia de la pujanza de la sociedad de los reinos cristianos,
capaces incluso de extraer recursos (pago de parias) de los divididos reinos taifas. La
oscilante frontera de la reconquista en los siglos XI y XII produce que el románico pueda
encontrarse fundamentalmente en la mitad septentrional de la Península Ibérica.
En el siglo XIII, algunas iglesias alternan el estilo románico con el naciente gótico.
Catedral de Burgos
Posteriormente al siglo XIII, el estilo se extiende con creativas variantes locales como el
gótico levantino y el gótico isabelino. El gótico levantino, que florece en el siglo XIV, está
caracterizado por sus logros estructurales y la unificación del espacio, siendo sus obras
maestras la Catedral de Palma de Mallorca, la Lonja de la Seda de Valencia y la Iglesia de
Santa María del Mar de Barcelona. Guillermo Bofill realizará en la catedral de Gerona un
extraordinario atrevimiento al unificar las tres naves de la cabecera en una sola de
extraordinaria amplitud.
En la Castilla del siglo XV la estrecha relación comercial y política con el norte de Europa
convoca a arquitectos como Juan y Simón de Colonia, Hanequín de Bruselas, Juan Guas y
Enrique Egas que crean escuela adaptándose a la sensibilidad local. Se sigue trabajando en
las últimas grandes catedrales góticas (Sevilla, nueva de Salamanca y Segovia). El gótico
isabelino, llamado así por coincidir con el reinado de los Reyes Católicos, supone una
transición al renacimiento, pero a la vez una férrea resistencia a dejar los principios góticos
tradicionales. Sus obras maestras son San Juan de los Reyes en Toledo, la Capilla Real de
Granada y la Cartuja de Miraflores en Burgos. Las fronteras cronológicas y formales con el
simultáneo plateresco son imprecisas.
Véase también: Arquitectura gótica
Monasterio de El Escorial.
En España, el Renacimiento comenzó unido a las formas góticas en las últimas décadas del
siglo XV. El estilo comenzó a extenderse sobre todo a manos de arquitectos locales: es la
razón de un estilo renacentista específicamente español, que reunió la influencia de la
arquitectura del sur de Italia, a veces proveniente de libros ilustrados y pinturas, con la
tradición gótica y la idiosincrasia local. El nuevo estilo se llama plateresco, debido a las
fachadas decoradas en exceso, que recuerdan a los intrincados trabajos de los plateros.
Órdenes clásicas y motivos de candeleros (candelieri) se combinan con libertad en
conjuntos simétricos.
En este contexto, el Palacio de Carlos V realizado por Pedro Machuca, en Granada, supuso
un logro inesperado dentro del renacimiento más avanzado de la época. El palacio puede
ser definido como una anticipación al manierismo, debido a su dominio del lenguaje clásico
y sus logros estéticos rupturistas. Fue construido antes de las principales obras de Miguel
Ángel y Palladio. Su influencia fue muy limitada y mal entendida, las formas platerescas se
imponían en el panorama general.
Según pasaban las décadas, la influencia gótica desaparece y la búsqueda de un clasicismo
ortodoxo alcanzó niveles muy altos. Aunque el plateresco es un término usado
habitualmente para definir a la mayoría de la producción arquitectónica de finales del siglo
XV y primera mitad del siglo XVI, algunos arquitectos adquirieron un gusto más sobrio,
como Diego de Siloé, Rodrigo Gil de Hontañón y Gaspar de Vega. Ejemplos de plateresco
son las fachadas de la Universidad de Salamanca y del Hostal San Marcos de León.
Con un estilo más próximo al manierismo, el siglo se cierra con arquitectos como Andrés
de Vandelvira (Catedral de Jaén).
La evolución del estilo pasó por tres fases. Entre 1680 y 1720, los Churriguera
popularizaron la mezcla de columna salomónica de Guarini y el orden compuesto, conocido
como «orden suprema». Entre 1720 y 1760, la columna churrigueresca o estípite, en forma
de cono o obelisco invertido, se estableció como elemento principal de la decoración
ornamental. Los años 1760 a 1780 vieron un desplazamiento gradual del interés desde el
movimiento retorcido y excesivo de la ornamentación hacia el equilibrio y la sobriedad del
neoclásico.
Dos de las más espectaculares creaciones del barroco español son las fachadas de la
Universidad de Valladolid (Diego Tomé, 1719) y del Hospicio de San Fernando en Madrid
(Pedro de Ribera, 1722), cuya extravagancia curvilínea parece anunciar a Antonio Gaudí y
el modernismo. En este caso y en muchos otros, el diseño incluye el juego de techos y
elementos decorativos con poca relación con la estructura y función. sin embargo, el
barroco churrigueresco ofrece alguna de las combinaciones de luz y espacio más
espectaculares, como en la Cartuja de Granada, considerada la apoteosis del churrigueresco
aplicado a espacios interiores, y el «transparente» de la Catedral de Toledo de Narciso
Tomé, donde escultura y arquitectura se integran para conseguir un efecto dramático de la
luz.
El Palacio Real de Madrid y las construcciones del Paseo del Prado (Salón del Prado y
Puerta de Alcalá) también en Madrid, merecen ser mencionados. Fueron construidos en el
sobrio barroco internacional, a menudo confundido con el neoclásico, por los reyes
borbones Felipe V y Carlos III. Los palacios reales de La Granja de San Ildefonso, en
Segovia, y el de Aranjuez, en Madrid, son buenos ejemplos de la integración de
arquitectura y jardines del barroco, con notable influencia francesa (La Granja es conocido
como el «Versalles español»), pero con concepción espacial local, que de alguna manera
muestra herencia de la ocupación musulmana.
Al norte, la provincia más rica del siglo XVIII, Nueva España, el actual México, produjo
una arquitectura fantásticamente extravagante y visualmente frenética que es el
churrigueresco mexicano. Este estilo ultrabarroco culmina en los trabajos de Lorenzo
Rodríguez, cuya obra maestra es el Sagrario Metropolitano en Ciudad de México (1749–
1769). Otros ejemplos notables se encuentran en remotos pueblos mineros. Por ejemplo el
santuario de Ocotlan (comenzado en 1745) es una catedral barroca de primer orden, cuya
superficie está cubierta de baldosas rojas brillantes, que contrastan con una plétora de
ornamentos comprimidos aplicados generosamente en la portada y los flancos de las torres.
La autentica capital del barroco mexicano es Puebla, donde la abundancia de baldosas
pintadas a mano y piedra local gris llevaron a una evolución muy personal y localizada del
estilo, con un pronunciado sabor indio.
Cristóbal Colón nació en Génova en 1451. Era hijo de un tejedor acomodado y desde los 15
años empezó a navegar y familiarizarse con el mar. En 1476 Colon se estableció en Lisboa
donde trabajaba en la elaboración de mapas marinos. Colon, convencido de que la tierra
era redonda, creía que podía llegar a Asia por el oeste, atravesando el océano atlántico.
Pero sus cálculos estaban equivocados porque imaginaba la tierra más pequeña de lo que
es y, por eso sus planes no convencieron al rey de Portugal ni a sus consejeros.
Colón se dirigió entonces a castila, donde los reyes católicos, estaban muy ocupados en la
conquista de granada, no le prestaron atención.
En 1492, Colon obtuvo el apoyo de los reyes para emprender su viaje.
En 1506 Colon murió convencido de que había llegado a Asia.
Este organismo controlaba toda la actividad comercial entre España y los territorios
conquistados. Todos los buques que salían para América debían obtener la aprobación de
este organismo en lo que se refería a pasajeros y tipos de mercancía que trasportaban.
De la de s misma manera, todo barco procedente de América vía entregar los metales y
mercancía que trajera.
Este organismo también tenía la responsabilidad el sistema de correos y la seguridad de las
embarcaciones entre España y las colonias.
Su sede fue en la ciudad de Sevilla.
El consejo de indias
EL ESTILO COLONIAL
Originario de Italia, se debió a los jesuitas su rápida propagación por Europa, en forma
simultánea con el movimiento antiprotestante, por eso también ha sido llamado "arte de la
Contrarreforma". Esta manifestación plástica de una época, que significó una oposición al
frío y correcto clasicismo, se conoció en España con el nombre de "churrigueresco".
El estilo barroco se extendió por toda América hasta trasformarse en el arte genuino de la
colonización. Se caracterizó por la extravagancia en los decorados, la grandiosidad y el
empleo de elementos utilizados por la arquitectura clásica, como la columna y la cúpula. En
tierras del Nuevo Mundo se adaptó al medio tropical y selvático y a las manifestaciones
coloridas y brillantes del temperamento indígena. Asi surgió la arquitectura colonial, que
también recibió el aporte de otras corrientes estilisticas europeas, entre ellas, el
renacimiento italiano.
Como sucedió con otros estilos arquitectónicos, el colonial americano no admite una
codificación rigurosa y no debe buscarse la uniformidad absoluta en construcciones
levantadas en territorios distantes. Si bien la unidad de sentido es la misma, sería absurdo
pretender que los edificios erigidos en México fueran exactamente iguales a los levantados
en Chile o en la Argentina. En tierras de los aztecas se aprecia la exuberancia en la
ornamentación, mientras que la sencillez de las formas distinguen los orígenes de nuestra
arquitectura.
c) Clasicismo. Inspirado en las líneas más simples del estilo renacimiento italiano del siglo
XVI, está presente en los pórticos o galerías cubiertas, en las pilastras y en los frontispicios
triangulares que decoran las fachadas de las iglesias. Nuestra arquitectura colonial
respondió más que a una tradición en este aspecto del arte, a una necesidad del medio
social. Los edificios fueron obras de contenido estético propio, a veces con cierta imagen de
pesadez que estaba de acuerdo con el gusto de la época. No hubo lujo en las formas ni
excesos decorativos en las fachadas y, en conjunto, las construcciones tienen sabor local,
con líneas sencillas y elegantes que trasuntan sobriedad y exquisita nobleza.
En el territorio que hoy es la Argentina, las primeras poblaciones surgieron a lo largo de las
rutas seguidas por los conquistadores, los cuales establecieron en esa forma centros de
carácter social, político, religioso y económico, para luego irradiar su influencia a regiones
más distantes. La Corona española reglamentó el trazado de las ciudades que habían de
erigirse en el Nuevo Mundo, el repartimiento de tierras entre los colonos y la ubicación de
casas y edificios públicos. Según lo dispuesto por las llamadas "Ordenanzas de
Poblaciones", correspondía al fundador elegir un sitio apto, delimitar un espacio abierto
para la plaza mayor, de donde saldrían en disposición de damero las calles principales, y
también indicar los solares donde se levantarían la sede gubernamental, la iglesia y el
cabildo.
Nuestro territorio fue conquistado y colonizado por tres corrientes pobladeras de origen
hispánico, que fueron las siguientes:
La corriente pobladora del norte se internó por el actual territorio argentino a través de la
quebrada de Humahuaca y de los valles calchaquíes.
Los caracteres artísticos derivados de esta corriente presentan una fusión de elementos
hispánicos renacentistas —clásico y barroco— con el arte mestizo de la llamada escuela
cuzqueña, que luego de difundirse en el Alto Perú, se internó en el norte argentino.
De las tres escuelas artísticas del virreinato del Perú, la limeña, quiteña y la cuzqueña —sus
centros fueron las ciudades de Lima, Quito y Cuzco—; la última se destacó por el
predominio del arte mestizo.
No debe olvidarse que el Cuzco había sido la antigua capital del Imperio de los Incas, los
cuales se destacaron por sus grandes realizaciones materiales.
Iglesia de Yaví
Se encuentra muy próxima a la zona fronteriza con Bolivia. No se sabe cuándo se inició la
construcción del edificio, aunque se supone con fundamento que hacia el año 1690 ya
estaba concluido.
Consta de una sola nave y de una pequeña capilla lateral, todas con muros de adobe. El
retablo dcl altar mayor es una hermosa muestra de artesanía, al igual que el sagrario.
También merece destacarse el púlpito con las imágenes de los evangelistas, trabajo en el
cual.se advierte la mano de obra indígena.
La fachada tiene un campanario lateral, de base cuadrada, algo alejado de la iglesia, pero
unido a ella por un muro. El techo forma un porche sobre la puerta principal.
Iglesia de Casabindo
Según documentos de la época, a fines del siglo XVII, la ciudad de Salta contaba con un
edificio para cabildo y cinco iglesias; de ellas, sólo ha llegado hasta el presente la de San
Bernardo, la cual —escribe el historiador Furlong— "constituye una de las más preciosas
reliquias arquitectónicas existentes en el país".
En el año 1582 se construyó en las afueras de la ciudad la ermita de San Bernardo —al pie
del cerro del mismo nombre— y poco después, junto al mencionado santuario, un hospital
que llegó a tener hasta cinco dependencias.
Estos dos edificios primitivos, modificados a través de los años, dieron origen al actual
monasterio de San Bernardo, que desde el año 1846, pertenece a las religiosas de la orden
carmelita.
La antigua entrada del monasterio, de estilo barroco con cierta influencia mudéjar, fue
cerrada definitivamente con mampostería. Se abrió entonces una nueva portada, de inferior
calidad artística, aunque merece destacarse un hermoso marco tallado, con puerta de
algarrobo esculpida, que había pertenecido a la casa de don Bernardo de la Cámara. De
estilo también barroco, en este trabajo se advierte la mano de obra indígena.
Otras muestras destacadas de la arquitectura colonial salteña las constituyen varias casonas,
como las de Arias Rengel y de Otero.
Es seguro que en una primera época, Santiago del Estero —erigida sobre un terreno
arenoso y próxima a un río— fue un conjunto de precarias chozas, destruidas por periódicas
crecientes.
A fines del siglo XVI se había construido una ermita y —sobre la plaza principal— la
iglesia mayor, con paredes de adobe que no tardaron en perjudicarse por acción de la
humedad. El edificio hubo de derribarse y en el mismo lugar se levantó otro templo de
mayor tamaño, con tres naves y estructura de madera, pero a los pocos años se incendió y
aunque reedificado, no ofreció suficiente solidez. Por esta causa, a fines del siglo XVII se
levantó una nueva iglesia —de estilo barroco— bajo la dirección del arquitecto Melchor
Suárez. El edificio, aunque dañado por el terremoto de 1817, subsistió hasta el año 1852, en
que se inició la construcción de la actual catedral.
Una obra significativa de la arquitectura santiagueña es la capilla y celda de San Francisco
Solano, que pudo observarse hasta 1779, año en que fue reedificada y de cuya construcción
anterior sólo se conservan dos puertas de quebracho.
Córdoba fue el centro más destacado de la arquitectura colonial argentina y la zona de
frontera entre las corrientes pobladoras del norte y del este. Por su importancia deben
mencionarse en primer lugar la iglesia de la Compañia de Jesús, la imponente Catedral y
los establecimientos rurales jesuíticos, obras que se estudian más adelante.
En una primera época, se levantaron en Córdoba simples ranchos con paredes de barro y
techos de paja, que eran arrasados por las periódicas crecientes de los ríos.
Hacia el año 1586 se conoció la cal y como en la región abundaba la piedra bola o rodada,
con estos elementos, los alarifes pudieron construir —venciendo las dificultades que ofrecía
la piedra de superficie redonda— viviendas permanentes. Antes de concluir el siglo XVI,
ya funcionaba en Córdoba un horno destinado a la fabricación de tejas.
Puede afirmarse que desde la época de su fundación, en la ciudad residió algún alarife o
constructor, por cuanto en el año 1589 fue terminada la Ermita de los santos Tiburcio y
Valeriano, la cual, restaurada, ha llegado hasta el presente.
El recinto de este edificio —el único del siglo XVI que subsiste en nuestro país— mide
9,30 m de largo por 5,75 m de ancho y 5 m de alto. Sus gruesas paredes, algunas llegan al
metro y medio de ancho, están construidas con piedra bola o rodada, unida con un
argamasa de arena y cal, esta última en menor proporción .
Mientras se levantaba la Ermita, ya se construían los cimientos de la iglesia matriz y en
1610 estaba concluido el edificio del primitivo cabildo .
En los primeros años del siglo XVII, el panorama arquitectónico de la ciudad evidenció un
franco progreso. Comenzaron a techarse con tejas las primeras viviendas y las paredes a
construirse con ladrillos, mientras las puertas y ventanas de madera presentaban sencillas
molduras de adorno. De esta primera época, pueden mencionarse tres albañiles
constructores: Bernardo León, Alonso Encinas y Miguel Bidaurre.
Una vez establecidos los jesuitas, merece destacarse la empeñosa labor de estos sacerdotes
que dieron gran impulso al adelanto edilicio de Córdoba .
En el territorio de las misiones, los jesuitas dieron mayor solidez a las paredes con el
sistema de la tierra apisonada entre un armazón de maderas, procedimiento algo parecido al
empleado en la actualidad con el cemento armado.
Un dibujo del jesuita Florián Paucke (mediados del siglo XVIII) nos muestra el
mencionado procedimiento. En el espacio comprendido entre tablones colocados a regular
distancia y paralelos —sostenidos con estacas para mantener la vertical— se echaba la
tierra, previamente pasada por un cedazo y humedecida.
Una vez seco el barro, se retiraban las maderas, pero entonces era necesario romper trozos
de pared, con el objeto de poder colocar los marcos de las puertas.
A modo de revoque se utilizaba una mezcla de tierra, arena y estiércol vacuno.
La arquitectura que se levantó a lo largo del territorio surcado por el río Paraná sintió la
influencia del foco cultural de las misiones jesuíticas guaraníes. Su centro más destacado
fue la ciudad de Santa Fe y si bien la acción destructiva ha sido bastante intensa, se
conserva la iglesia de San Francisco, uno de los pocos edificios del siglo XVII que pueden
observarse en nuestro país.
Entre Córdoba y Buenos Aires, al término de las sierras y al comienzo de la región
pampeana, se extendía una amplia zona dominada por los aborígenes y —salvo contadas
excepciones— nada importante hallamos en materia arquitectónica.
Las misiones jesuíticas fueron verdaderas escuelas artísticas, aunque lamentablemente poco
es lo que ha llegado hasta nosotros de sus edificios, debido a los avances de la selva y a la
destrucción intencional.
La corriente pobladora del oeste salió de Chile y se extendió por las actuales provincias
cuyanas. De menor importancia que las ya mencionadas, ejerció una influencia muy
relativa, debido a las dificultades que provocaba el cruce del imponente macizo andino, a la
pobreza del medio y a la acción destructora de los periódicos terremotos .
El sur de nuestro país fue dominado por indígenas hostiles hasta buena parte del siglo XIX
y ninguna manifestación de arte arquitectónico se ha encontrado en las desoladas regiones
patagónicas.
En aquellas épocas, desde la boca del Riachuelo hasta la actual calle Humberto 1, emergía
de las aguas un banco de arena (llamado por los españoles "isla del Pozo") que formaba con
la costa, un canal de aguas profundas, apto para la navegación. Allí penetraron las
embarcaciones de Mendoza y anclaron en el extremo de la citada isla, media legua al norte
del Riachuelo.
Frente a ese lugar y sobre la tierra firme, en la parte superior de una barranca, en un lugar
denominado más tarde "alto de San Pedro" se fundó Buenos Aires. Aproximadamente en
ese sitio se encuentra hoy la iglesia de San Telmo y comprendía las actuales calles San
Juan, Humberto 1, Defensa y Balcarce.
La zona no brindó fáciles recursos a los recién llegados y muy escasos eran los materiales
aprovechables para levantar viviendas. Con excepción de las maderas de los árboles —que
surgían entre los espesos matorrales— y el barro, no se observaban otros elementos útiles.
En los primeros días que siguieron a la toma de posesión del territorio, se echaron los
cimientos del poblado que abarcaba algo más de una manzana y cuyo perímetro fue
defendido por una tapia de adobe de regular altura, bordeada de un foso, al cual luego se
agregó una empalizada hecha con troncos de espinillos. En el interior de este recinto, los
conquistadores construyeron las primeras viviendas, que fueron entre veinte y treinta
ranchos o casuchas de barro con techo de paja, destinadas a los oficiales y barracas o
cobertizos para los soldados.
En medio dejaron un espacio libre para la plaza, a uno de sus costados levantaron la iglesia
parroquial (una de las cuatro que construyeron entre febrero de 1536 y mayo de 1538) y la
"choza del Adelantado" según los términos con que aparece en los documentos de la época.
Es evidente que don Pedro de Mendoza, debido a su jerarquía, habitó más tarde en una casa
de regulares dimensiones —probablemente de madera— con varias salas y dormitorios. A
pesar de la amplitud de esta vivienda con relación a las otras, no igualó en lujo y tamaño a
la que ilustra, con bastante fantasía, el libro del cronista Ulrico Schmidel —que viajó en la
expedición— en la cual figura dicha casa con dos pisos altos y hasta chimenea.
Buenos Aires fue destruida en 1541 por los españoles que respondían a las órdenes de
Domingo de Irala y los pobladores se concentraron con otro grupo de conquistadores en la
Asunción.
Buenos Aires fue nuevamente fundada por Juan de Garay —al frente de un centenar de
españoles y criollos— el sábado 11 de junio de 1580, en un lugar situado algo más al norte
de la primitiva ubicación. Para iniciar la traza de la ciudad, fue delimitado un rectángulo de
250 manzanas de 140 varas de lado y 11 de ancho las calles. Cuarenta y seis manzanas se
destinaron a solares urbanos, de éstos, seis correspondían a la Plaza Mayor y el Fuerte, tres
para conventos y una a hospital; el resto fueron chacras (de 300 a 500 varas frente al río).
Cada poblador recibió un cuarto de manzana, además de una entera para huerta.
Luego de limpiar las malezas del terreno se delinearon vagamente los límites de la Plaza
Mayor y allí Garay fundó —con el ceremonial reglamentario— la ciudad de la Trinidad,
mientras el puerto mantuvo su anterior nombre de Santa María de Buenos Aires.
El trazado en forma de damero, con sus ejes principales orientados a los cuatro puntos
cardinales, seguía a lo dispuesto por la legislación vigente y consideraba como centro
urbano a la Plaza Mayor, ubicada en este caso cerca del puerto natural y del río, y no en el
medio exacto del futuro poblado.
Hasta comienzos del siglo XVII, el poblado fue una aldea con categoría de ciudad. La
planta urbana la formaba un conjunto de chozas de gruesos muros de adobe con techos de
caña y paja a dos aguas y rústicas puertas de madera. Estas viviendas ofrecieron al principio
un aspecto desordenado en cuanto a su ubicación y eran frecuentes los problemas derivados
de los títulos de propiedad o errores de línea con respecto al trazado de las calles; por otra
parte, no todos los beneficiados ocuparon su parcela, y algunos prefirieron ausentarse. La
primitiva población creció paulatinamente en torno de la Plaza Mayor y se extendió a lo
largo de la costa, en dirección al sur, sobre la parte alta de la barranca que terminaba en las
turbias aguas del Río de la Plata. Los indígenas hostiles habían abandonado la región y la
virtual amenaza de un sorpresivo ataque parece no haber preocupado a los pobladores, por
cuanto la ciudad rioplatense careció de foso y empalizada defensiva.
En la ceremonia de la fundación estuvo presente el alarife Antonio Thomas cuya capacidad
debió de haber superado a la de simple albañil, pues se ocupó en levantar el primitivo
Fuerte de Buenos Aires. De igual profesión fueron Francisco Bernal y Juan Sánchez
Pombas, designados por el Cabildo, en el año 1590, para la tarea de controlar la estética de
la naciente ciudad. Debían fiscalizar la medida de los terrenos antes que los vecinos
iniciaran la construcción de sus viviendas y estaban autorizados a cobrar por su trabajo una
gallina a cada propietario. También por esa época, el alarife Francisco Álvarez reparó la
precaria casa en que funcionaba el hospital.
Como es de suponer, la técnica de la construcción era muy rudimentaria y el sistema más
utilizado para levantar paredes consistía en amasar barro, para luego apisonarlo entre
armazones de madera, procedimiento ya referido. El material debía estar libre de raíces y de
cualquier otro elemento extraño que pudiera resquebrajar el muro una vez seco.
Entre los años 1590 y 1618, seis veces ejerció el mando de las provincias del Paraguay y
del Río de la Plata, el criollo —había nacido en la Asunción— Hernando Arias de Saavedra
o Hernandarias. Adquirió relieve por su capacidad de gobernante y en materia
arquitectónica puso gran empeño por mejorar el aspecto edilicio de Buenos Aires y
trasformar el villorrio en incipiente ciudad progresista.
Las manzanas debian medir 140 varas de lado, y los lotes 10 varas por 70.
En 1606, el Cabildo de Buenos Aires autorizó la entrada en la ciudad de dos tejeros y dos
herreros procedentes del Brasil.
Dos años más tarde, concedió permiso a Hernando Alvarez para instalar "en el camino que
va al Riachuelo" un horno destinado a la fabricación de ladrillos y tejas. Por esa misma
época, abrieron un establecimiento similar los portugueses José de Acosta y Antonio
Franco.
Con el trascurso del tiempo, esta industria se desarrolló con rapidez debido a la constante
demanda de materiales para la construcción.
Hacia el año 1660, los jesuitas habían instalado un horno de ladrillos y tejas, en la esquina
sudeste de las actuales calles Bolívar y Moreno.
La cal fue introducida en Buenos Aires a principios del siglo XVII, procedente de Córdoba,
aunque más tarde también se trajo de Montevideo. El empleo del ladrillo, la teja y la cal
significó un marcado adelanto en el progreso de la ciudad y no sólo mejoró el aspecto tan
primitivo de las construcciones, sino que permitió levantar edificios de mayor solidez y
evitó el peligro que significaban los techos pajizos en caso de incendio.
La arquitectura en Santa Fe
Garay fundó la primitiva Santa Fe en las márgenes de un afluente del río Paraná,
emplazamiento más tarde abandonado. Pocos datos han llegado hasta el presente de este
período, aunque puede afirmarse que las viviendas eran ranchos con muros de tapia,
revocados con tierra, arena y estiércol. Existen constancias según las cuales se construyeron
varios edificios de cierta jerarquía, como una iglesia, un cabildo y tres conventos.
Correspondió al gobernador Hernandarias y a los sacerdotes franciscanos y jesuitas, el
haber impulsado el progreso edilicio. Hacia el año 1660 la ciudad de Santa Fe fue
trasladada a su actual ubicación, sobre el río Paraná. El cambio benefició la economía y
también la arquitectura.
El primitivo cabildo fue una modesta construcción que subsistió pocos años, pues fue
demolido. A comienzos del siglo XVIII se edificó otro cabildo más amplio que el anterior,
con planta baja y primer piso; sin embargo, con el trascurso del tiempo su estructura se
debilitó e hizo peligrar la estabilidad del recinto. Debido a un informe de los alarifes
Esteban Tast —el principal constructor de aquella época— y Francisco Loria, también fue
demolido. Hacia 1790 se inició la construcción de un tercer y último cabildo.
La trágica desaparición del alarife Tast —pereció ahogado— demoró los trabajos. Fue
remplazado por José Arretegui y Fernando Pereyra, los cuales concluyeron el edificio.
El cabildo fue demolido en el año 1909 y en el mismo lugar se levantó la actual casa de
gobierno.
Aunque la ciudad de Santa Fe no descolló por la importancia de su edificación, algunas
pocas viviendas son hermosas muestras de la arquitectura colonial. Basta citar las casonas
típicas de Aldao y de Pascual Echague y, en otro orden de edificio, la iglesia de San
Francisco.
Su obra civilizadora
La obra de evangelización y cultura artística que llevaron a cabo los jesuitas con los
indigenas en las misiones establecidas en las cuencas de los ríos Paraná y Uruguay, en el
trascurso de los siglos XVII y XVIII, alcanzó merecida celebridad en su época. Los restos
arquitectónicos y los trabajos artísticos que han llegado hasta el presente, demuestran la
gran eficacia de aquella obra, que congregó a unos cien mil indígenas, en su mayor parte
guaraníes, bajo la dirección de un centenar de sacerdotes.
Ubicación y gobierno
A mediados del siglo XVI, la Corona española ordenó que los indios fuesen reducidos a
pueblos y no viviesen divididos. Cumpliendo con esta disposición, los aborígenes fueron
agrupados en poblaciones llamadas reducciones, que estaban a cargo —entre otros
funcionarios— de alcaldes y regidores, además de un cura doctrinero.
Estas reducciones se organizaron en el litoral argentino en el trascurso de la segunda década
del siglo XVII y fueron puestas bajo la jurisdicción de las autoridades de Buenos Aires,
Santa Fe y Corrientes. Los franciscanos se encargaron del aspecto espiritual, aunque el
sistema fracasó en la práctica. No sucedió lo mismo con las misiones fundadas por los
jesuitas a comienzos del siglo XVII en ambas márgenes del Alto Paraná, los cuales
apartaron a los dóciles indígenas guaraníes de todo contacto con los españoles y en esta
forma eliminaron uno de los problemas fundamentales que hubo de afrontar la conquista
hispana.
La obra de los jesuitas comenzó en el año 1609, cuando el padre Marcial de Lorenzana
fundó la primera misión de San Ignacio Guazú, al sur del actual Paraguay. En 1611, el
padre Roque González de Santa Cruz extendió la acción evangelizadora y erigió diez más,
dos de ellas en el actual territorio argentino.
A pesar de las dificultades que ofrecían la espesura de la selva, las pestes y los copiosos
aguaceros, las fundaciones prosiguieron hasta que se iniciaron los ataques de los
bandeirantes paulistas, los cuales recrudecieron con el trascurso del tiempo. La gravedad de
la situación los obligó a emprender —por el año 1631— un éxodo rumbo al sur, en busca
de tierras menos peligrosas. Finalmente las misiones se establecieron en ambas márgenes
de los ríos Paraná y Uruguay, en un total de treinta pueblos.
Las misiones en el actual territorio argentino fueron quince. En las proximidades del Paraná
se establecieron: Candelaria (que fue la capital y asiento de las autoridades), Corpus, San
Ignacio Miní, Loreto y Santa Ana.
Cerca del río Uruguay se ubicaron: San Carlos, San José, Mártires, San Javier, Apóstoles,
Santa María Mayor, Concepción, Santo Tomé, La Cruz y Yapeyú.
En total, las misiones guaraníes fueron treinta. A las quince del territorio argentino deben
sumarse ocho en el Paraguay: San Ignacio Guazú (la más antigua), Santa María de Fe,
Santa Rosa, San Cosme, Santiago, Itapúa, Trinidad y Jesús.
Siete más en el Brasil: San Borja, San Luis Gonzaga, San Nicolás, San Miguel Arcángel,
San Lorenzo, San Ángel y San Juan Bautista.
Una vez elegido por los jesuitas el terreno que reuniera las condiciones requeridas para
edificar un poblado, con provisión de agua y tierras aptas para el cultivo, se iniciaba el
trazado de la futura misión que podía albergar hasta cinco mil indígenas.
En el centro se disponía el espacio para una amplia plaza de forma cuadrada —de más de
cien metros por lado— que sería escenario de las grandes procesiones y fiestas religiosas.
En medio se levantaba generalmente una gran cruz, sobre un pedestal de piedra. De aquella
área partían las calles, siempre en línea recta, cuyo ancho oscilaba entre dieciséis y veinte
varas. Sobre uno de los costados de la plaza se construían los edificios más importantes de
la misión. En el solar principal, la iglesia y a uno de sus lados la residencia o viviendas para
los sacerdotes —también llamada colegio— con oficinas, talleres y almacenes. Al otro lado
del templo, el cementerio y el cotiguazú, que también era hospital. Más distante, la granja y
huerta. Los tres costados restantes de la plaza los ocupaban las viviendas para los indígenas.
De contar la misión con edificio destinado a cabildo, éste también se levantaba próximo a la
plaza, pero las casas para huéspedes —viajeros que sólo permanecían pocos días— se
construían bastante alejadas del núcleo urbano.
LA ARQUITECTURA MISIONERA
Sus períodos
a) Primera época. — Comprende desde las primitivas fundaciones y concluye con el éxodo
hacia el sur provocado por la hostilidad de los bandeirantes. Es la más rudimentaria y de
poco valor. Sólo se levantaron edificios con muros de tierra apisonada y adobe, con
techumbres de troncos de madera y paja.
c) Tercera época. — Abarca los últimos años previos a la expulsión de 1767 y es el período
de mayor influencia europea, mientras es visible la disminución del aporte indígena; por
tanto, las obras arquitectónicas si bien ganan en magnificencia, pierden originalidad
americana. Se emplea el llamado estilo jesuítico que se utilizaba en España a imitación de
la iglesia de Jesús, en Roma, creación del famoso Vignola. Este período fue una época de
esplendor, interrumpido por la expulsión de los religiosos.
Las ruinas de la misión de San ignacio Miní —este último término significa "menor" en
idioma indígena— que se encuentran en la provincia de Misiones, son las más importantes
de las que se conservan en nuestro país. Han sido restauradas en gran parte y ellas permiten
apreciar el alto grado de desarrollo alcanzado en materia arquitectónica. Los jesuitas se
establecieron en ese lugar en el año 1695 y se calcula que hacia 1724 ya estaban todos sus
edificios levantados.
El jesuita José Cardiel hace la siguiente descripción: "Todas las casas de los indios son
uniformes, no hay una más alta que otra ni más ancha o larga y cada casa consiste en un
aposento de siete varas en cuadro, como la de nuestros colegios, sin más alcoba, cocina ni
retrete.
Todos duermen en hamacas, no en la cama o en el suelo. Hamaca es una red de algodón de
cuatro a cinco varas de largo, que cuelga por las puntas de dos largas estacas o pilares, o de
los ángulos de la pared, levantada como tres cuartas de la tierra, y les sirve también en lugar
de silla, para sentarse y conversar. Y es cosa tan cómoda que muchos españoles, aun por
conveniencia la usan. Los indios nunca se pasean por el aposento, siempre están sentados o
en su hamaca o en su sillita o en el suelo, que es lo más ordinario, o en cuclillas".
Cristóbal Colón nació en Génova en 1451. Era hijo de un tejedor acomodado y desde los 15
años empezó a navegar y familiarizarse con el mar. En 1476 Colon se estableció en Lisboa
donde trabajaba en la elaboración de mapas marinos. Colon, convencido de que la tierra
era redonda, creía que podía llegar a Asia por el oeste, atravesando el océano atlántico.
Pero sus cálculos estaban equivocados porque imaginaba la tierra más pequeña de lo que
es y, por eso sus planes no convencieron al rey de Portugal ni a sus consejeros.
Colón se dirigió entonces a castila, donde los reyes católicos, estaban muy ocupados en la
conquista de granada, no le prestaron atención.
En 1492, Colon obtuvo el apoyo de los reyes para emprender su viaje.
En 1506 Colon murió convencido de que había llegado a Asia.
Este organismo controlaba toda la actividad comercial entre España y los territorios
conquistados. Todos los buques que salían para América debían obtener la aprobación de
este organismo en lo que se refería a pasajeros y tipos de mercancía que trasportaban.
De la de s misma manera, todo barco procedente de América vía entregar los metales y
mercancía que trajera.
Este organismo también tenía la responsabilidad el sistema de correos y la seguridad de las
embarcaciones entre España y las colonias.
Su sede fue en la ciudad de Sevilla.
El consejo de indias