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¿Hasta que punto las expresiones populares trabajadas han establecido nuestro imaginario

entorno a la paz y la violencia?

Expresiones como esas hemos oído en repetidas ocasiones desde que somos niños, sin
importar el estrato social, la profesión o la región. Ellas expresan imaginarios que están
presentes en la vida cotidiana, alimentan expectativas e intereses, nos permiten algunas
actuaciones y varias de ellas denotan violencia.

La otra justificación que saltó a la vista en los resultados es que, a sabiendas de que la
conducta se constituye como infracción a un deber legal, se puede o no justificar el
comportamiento amparado en lo que le pueda pasar al individuo o las condiciones económicas
que lo rodean.

¿De que manera ser consciente del impacto cultural que dichas expresiones permiten generar
transformación en nuestra forma de asumir y realizar practicas cotidianas de paz y violencia?

Hoy, que tanto a nivel nacional como internacional vemos y discutimos comportamientos poco
éticos que se manifiestan en fenómenos como la corrupción o en la toma de decisiones,
evidentemente contrarias a los principios éticos de convivencia humana , es importante
comprender qué factores inducen estas conductas, particularmente en personas que en otras
condiciones podríamos considerar fundamentalmente honestas.

El comportamiento ético es, ante todo, una decisión individual, pero tratándose de conductas
sociales y colectivas, es fundamental propiciar mecanismos que permitan crear condiciones
que por lo menos dificulten la falta de ética en las decisiones y comportamientos, creando
consecuencias puntuales cuando se presenten, porque, cuando ocurren, especialmente en la
conducta de personas públicas o con acceso a poder, las consecuencias pueden ser negativas
para todos.

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