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El Requerimiento

La Repetición sin origen: en la época de la Violencia y en tiempos recientes se

expropiaba diciendo, ¿Desaloja o quiere que negociemos con la viuda? En 1492 el

Almirante Cristóbal Colón llegó a América con el Requerimiento bajo el brazo,

artera Coerción e Intimidación urdida por el abogado de la Corona Palacio Rubios

que debía ser leída a indios estupefactos mas no tontos antes de tomar una

comarca, a saber, Que las tierras americanas, con todas sus riquezas, fueron

dadas por el jefe del linaje humano, Jesucristo, al Papa Pedro, hasta llegar al Papa

de entonces, Alejandro Borgia, que se las dio al rey de España (y al rey de

Portugal: el Brasil), y que por eso están ellos ahí, los españoles, haciendo el

mandado y viniendo a recoger lo que es de ellos… Y que si no están de acuerdo

con esto los indios,

o si alargáis maliciosamente las demoras para decidirlo, os certifico que con


la ayuda de Dios, os invadiré potentemente y os haré la guerra de todos los
lados y de todas las formas que pueda, y os sujetaré al yugo y a la obediencia
de la iglesia y de sus Altezas. Os tomaré a vosotros, a vuestras mujeres y a
vuestros niños y os reduciré a la esclavitud. Como esclavos, vendré a vosotros,
y dispondré de vosotros según las órdenes de sus Altezas. Tomaré vuestros
bienes y os haré todo el mal, todo el daño que pueda, como conviene a
vasallos que no obedecen a su señor, no quieren recibirlo, le resisten y le
contradicen.

Martín Fernández de Enciso, cronista que hizo una expedición al Sinú en 1514,

en su obra Summa de Geographia, cuenta que dos caciques replicaron a aquellas

pretensiones de los españoles, que en lo que decía que el papa era señor de todo

el universo en lugar de Dios y que él había regalado aquella tierra al rey de

Castilla, dijeron que el papa debiera estar borracho cuando lo hizo, pues daba lo

que no era suyo, y que el rey que pedía y tomaba tal merced debía de ser algún

loco pues pedía lo que era de otros, y que fuese allá a tomarla que ellos me
pondrían la cabeza en un palo como tenían otras que me mostraron de enemigos

suyos. Que ellos eran señores de su tierra, y que no había necesidad de otro señor,

y yo, dice el cronista, les volví a requerir que lo hiciesen, si no que les haría la

guerra y les tomaría el lugar y que mataría a cuantos tomase o los prendería y

vendería por esclavos.

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