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Pedrarias ir a poblar la tierra; mas había cautela entre ellos, porque los compañeros

pretendían ir con el mando por hacer cuando allá se viesen, su hecho. Pedrarias quería
darles "acompañado" que allá por él tuviese jurisdicción; no se conformaban; el piloto
Bartolomé Ruiz y Ribera hablaron con Hernán Ponce pláticas secretas para que fuese
alguno de ellos a Panamá a aguardar que viniese con la gobernación Pizarro, con quien
era su concierto, a provecho y honra suya. Hernán Ponce dio la palabra que él o alguno
de sus compañeros lo harían, y con esto el piloto Bartolomé Ruiz y Ribera se despidieron
del gobernador para se volver a Tierra Firme estando con sospecha que Pedrarias les
quería tomar el navío para con él y otros enviar a poblar en el Perú; y como se quisiesen
hacer a la vela, envió el gobernador un alguacil para que secuestrase el navío y lo visitase
estando muy pesante por les haber dado licencia, mas el alguacil ni él no fueron parte
para detenerlos, antes salieron y se trajeron consigo, según me dijeron, otro navío que allí
estaba, porque no hubiese aparejo con que el gobernador enviase tras ellos; y allegaron a
la Chira, donde hallaron otro alguacil que les requirió con grandes penas no fuesen a
Panamá; mas como saliesen de allí, anduvieron hasta que entraron en su puerto, donde
hablaron con Diego de Almagro, dándote cuenta de lo que les había pasado. Almagro
temió que Pedrarias o Hernán Ponce o Hernando de Soto no se entrasen en la tierra del
Perú y lo ocupasen en el ínter que su compañero iba a España y volvía con la
gobernación.

CAPITULO XXVII

Cómo llegó a España el capitán Francisco Pizarro y le fue dada la gobernación del Perú

Como el capitán Francisco Pizarro se embarcó en el puerto del Nombre de Dios, anduvo
hasta que llegó a España, y como se vio en Sevilla, luego se partió para la corte,
derramándose por toda España nueva de como dejaban descubierta tan grande tierra y tan
rica. Miraban todos las ovejas que llevó, y como Pedro de Candía, que fue con él, hubiese
visto lo de Túmbez y lo contaba, no lo creían, diciendo que era industria para engañar los
que quisieran ir allá, para que creyesen que había casas de piedra y tanto oro. Y con esto
que anteponían a la verdad atajaban algunas veces al Pedro de Candía, que lo contaba, de
tal manera que le hacían callar. Pizarro, como llegó a la corte, presentóse delante de los
del Consejo de Indias, porque gobiernan las indias Por comisión que tienen del rey.
Informóles de lo que habían trabajado él y sus compañeros; dijo lo que vio en la tierra
que descubrió y la noticia que tuvo. Oyéronle bien y tuvieron lástima de sus trabajos.
Consultáronlo con el rey, y con mucha facilidad se le concedió la gobernación y le
hicieron otras mercedes; díjose que solamente procuró para sí lo más y mejor, sin se
acordar de lo mucho que sus compañeros habían trabajado y merecido, y así cuando vino
a su noticia de Almagro que no le traía el adelantamiento, mostró sentimiento notable. Y
porque se vea lo cierto de este negocio sin que andemos rastreando por opiniones, pondré
aquí a la letra algunos capítulos sacados de la capitulación que con él se tomó, según me
consta por el original que yo tuve en mi poder algunos días en esta ciudad de los Reyes y
dice:

"La reina, por cuanto vos, el capitán Francisco Pizarro, vecino de Tierra Firme, llamada
Castilla del Oro, por vos y en nombre del venerable padre don Fernando de Luque,
maestrescuela y provisor de la iglesia de Darien, sede vacante, que es en la dicha Castilla
del Oro y del capitán Diego de Almagro, vecino de la ciudad de Panamá, nos fecistes
relación que vos e los dichos vuestros compañeros, con deseo de nos servir y del bien y
acrecentamiento de nuestra corona real; puede haber cinco años poco más o menos, que
con licencia y parecer de Pedrarias de Ávila nuestro gobernador y capitán general que fue
de la dicha Tierra Firme, tomastes a cargo de ir a conquistar, descubrir y pacificar e
poblar por la costa del mar del Sur de la dicha tierra a la parte de levante, a vuestra costa
y de los dichos vuestros compañeros todo lo que por aquella parte pudiésedes, y fecistes
para ello dos navíos e un bergantín en la dicha costa, en que ansí en esto por se haber de
pagar la jarcia e aparejos necesarios al dicho viaje e armada desde el Nombre de Dios que
es en la costa del norte a la otra costa del sur, como con la gente e otras cosas necesarias
al dicho viaje e en tornar a rehacer la dicha armada gastastes mucha suma de pesos de
oro; e fuistes a facer e fecistes el dicho descubrimiento, donde pasastes muchos peligros y
trabajos, a causa de lo cual vos dejó toda la gente que con vos iba, en una isla despoblada
y con solo trece hombres que no vos quisieron dejar; y que con ellos, y con el socorro que
de navíos y gente vos hizo el dicho capitán Diego de Almagro, partistes de la dicha isla y
descubristes las tierras y provincias del Perú y ciudad de Túmbez; en que habéis gastado,
vos e los dichos compañeros, mas de treinta mil pesos de oro; y que con el deseo que
tenéis de nos servir queríades continuar la dicha conquista y población, a vuestra costa e
mención sin que en ningún tiempo seamos obligados a vos pagar ni satisfacer los gastos
que en ello ficieredes, más de lo que en esta capitulación vos fuere otorgado; e me
suplicastes e pedistes por merced vos mandase encomendar la conquista de las dichas
tierras, e vos concediese y otorgase las mercedes, y con las condiciones, que de suso
serán contenidas. Sobre lo cual yo mandé tomar con vos el asiento y capitulación
siguiente.

"Primeramente doy licencia y facultad a vos el dicho capitán Francisco Pizarro para que
por nos y en nuestro nombre y de la corona real de Castilla podáis continuar el dicho
descubrimiento, conquista y población de la dicha tierra y provincia del Pirú hasta
doscientas leguas: comienzan desde el pueblo que en lengua de indios se dice
Temunpulla, y después le llamaste Santiago, basta llegar al pueblo de Chincha, que puede
haber las dichas doscientas leguas de costa poco más o menos.

"Iten, entendiendo ser cumplidero al servicio de Dios y nuestro, e por honrar vuestra
persona, y por vos hacer merced, prometemos de vos hacer nuestro gobernador e capitán
general de toda la dicha provincia del Pirú y tierras y pueblos, que al presente hay e
adelante hobiere, en todas las dichas doscientas leguas por todos los días de vuestra vida
con salario de setecientas y veinte y cinco mil maravedís en cada un año contados desde
el día que vos hiciéredes a la vela destos nuestros reinos para continuar la dicha
población y conquista, los cuales vos han de ser pagados de las rentas y derechos a nos
pertenecientes en la dicha tierra que ansí habéis de poblar del cual salario habéis de pagar
en cada un año un alcalde mayor y diez escuderos e treinta peones e un médico e un
boticario, el cual salario os ha de ser pagado por los nuestros oficiales de la dicha tierra:
"Otrosí, vos hazemos merced de título de nuestro adelantado de la dicha provincia del
Pirú y ansimismo del oficio de alguacil mayor de ella, todo ello por los días de vuestra
vida."

Estos oficios parece que Francisco Pizarro los procuró para sí, sin se acordar de Almagro,
ni del piloto que tanto le ayudó y trabajó en el descubrimiento. Lo que se contiene en la
capitulación, según parece, es para los dichos porque, prosiguiendo, dice más:
"Otrosí, hacemos merced al dicho capitán Diego de doctrina de la persona del dicho don
Fernando de Luque, de le presentar a nuestro muy santo padre por obispo de la ciudad de
Túmbez, que es en la dicha provincia e gobernación del Perú, con los límites que por nos,
con autoridad apostólica, le serán señalados; y entretanto que vienen las bulas del dicho
obispado le faremos protector universal de todos los indios de la dicha provincia con
salario de mil ducados en cada año, pagados de nuestras rentas de la dicha tierra,
entretanto que hay diezmos eclesiásticos de que se pueda pagar.

"Otrosí hacemos merced al dicho capitán Diego de Almagro de la tenencia de la fortaleza


que hay o hubiere en la dicha ciudad de Túmbez, que es en la dicha provincia del Perú,
con salario de cinco mil maravedís cada un año, con más de doscientos mil maravedís en
cada un año de ayuda de costa; todo pagado de las rentas de la dicha tierra, aunque el
dicho capitán Almagro se quede en Panamá, o en otra parte que le convenga; e le faremos
home fijodalgo que goce de las honras e preeminencias que los homes fijosdalgo pueden
y deben gozar en todas las Indias, Islas e Tierra Firme del mar Océano."
En otro capítulo dice que los trece que se hallaron con el gobernador en el
descubrimiento, que sean hidalgos notorios de solar conocido en aquellas partes, y a los
que son hidalgos de ellos, que sean caballeros de espuelas doradas.

Concluye la capitulación con otro capítulo por donde parece que fue fecho en Toledo a
veinte y seis de julio de mil y quinientos e veinte e nueve años. Está firmada de la reina e
de Juan Vázquez, su secretario, y señalada con firmas de los del consejo real de Indias.
Como la capitulación se asentó, se le dio la instrucción de lo que le mandaba hacer y sus
provisiones reales selladas con el sello real, y otros favores y mercedes; con que se partió
de la corte, dejando esperanza de buen suceso de las tierras donde quería ir; y fue a
Trujillo, donde es su patria.

CAPITULO XXVIII

De cómo el gobernador don Francisco Pizarro volvió a la Tierra Firme, enviando


primero ciertos españoles en un navío que dieron nueva de lo que había negociado

En su tierra estuvo poco el gobernador, porque, lo uno, él tenía poco dinero que gastar, y
lo otro, que no veía ya la hora que estar en la tierra que dejaba descubierta. Iban por
oficial de la hacienda real, Alonso de Riquelme, tesorero; García de Saucedo, veedor,
Francisco Navarro, contador. Procuró Pizarro de allegar gente; mas como le veían tan
pobre, no creían que había riqueza donde los querían traer. Trajo consigo cuatro
hermanos: el principal era Hernando Pizarro, hombre de buena persona y gran pundonor;
era hijo legítimo del capitán Gonzalo Pizarro, padre de todos ellos; y a Juan e Gonzalo

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