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“Encender la guerra de guerrillas”

El PCE y la guerrilla antifranquista


(1939-1952)
Jorge Marco1

Hay que encender la guerra de guerrillas en toda España.


(Dolores Ibárruri, secretaria general del PCE,
27 de septiembre de 1944)

La lucha armada en la posguerra española cristalizó en forma de guerrillas,


un movimiento heterogéneo y diseminado por toda la geografía. Pero las
guerrillas en España no surgieron a partir de la consigna de una organización
política, sino de forma espontánea y reactiva. Al terminar la Guerra Civil, en
abril de 1939, la dictadura de Franco continuó su proyecto de limpieza política
de la sociedad española mediante la extensión del terror. Cárceles, campos de
concentración, torturas, consejos de guerra y miles de condenas a muerte fue-
ron las coordenadas de una posguerra dominada por el miedo y la violencia.2
En un contexto como este, donde la vida tenía escaso valor y la muerte era
moneda de uso corriente, decenas de personas huyeron y se “echaron al mon-
te”. A partir de una respuesta básica de supervivencia surgieron los primeros
grupos armados en España, conocidos popularmente como “huidos”, “fuxidos”
o “los del monte”. La referencia a “los del monte” no era superficial; la guerrilla
antifranquista fue mayoritariamente rural y sus miembros campesinos. Tan

1
Professor no Departamento Politics, Languages and International Studies da University of Bath.
2
Existe una amplia bibliografía sobre la cuestión. Algunas referencias: CASANOVA, Julián
(coord.): Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco, Barcelona, Crítica, 2004;
PRADA RODRÍGUEZ, Julio: La España masacrada. La represión franquista de guerra y posguerra,
Barcelona, Crítica, 2010; GÓMEZ BRAVO, Gutmaro y MARCO, Jorge: La obra del miedo. Violencia
y sociedad en la España franquista (1936-1950), Barcelona, Península, 2011, etc.

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sólo una minoría – que no llegó a representar siquiera el 5% del movimiento


– desarrolló una estrategia de guerrilla urbana.
Los primeros grupos armados que surgieron en la posguerra se organizaron en
las montañas entre vecinos de una misma comarca, familiares, amigos y camaradas
procedentes de las unidades del Ejército republicano en las que habían comba-
tido durante la guerra. Ideológicamente, sin embargo, eran muy heterogéneos.
Dentro de un grupo, a pesar de los enfrentamientos de las cúpulas de las distintas
organizaciones en el exilio, había socialistas, anarquistas y comunistas. No eran
las ideologías particulares de los guerrilleros las que definían cada grupo, sino
su identidad antifranquista. En este primer periodo, de hecho, establecieron su
estrategia de forma autónoma e independiente, sin atender a las consignas de las
organizaciones políticas en el exilio. En términos generales, tendieron a realizar
acciones de carácter defensivo, orientadas hacia la supervivencia, limitando su
área de acción al ámbito local y comarcal. Este tipo de modalidad guerrillera,
que en trabajos anteriores he denominado como vecinos en armas, fue la predo-
minante durante los primeros años de la posguerra.3 La guerrilla antifranquista,
sin embargo, transformó su fisonomía y sus estrategias a lo largo de los años
cuarenta, y en esa mutación el PCE jugó un papel fundamental.
El presente capítulo trata de abordar esos cambios a partir del análisis
de la compleja y variante relación que existió entre el PCE y el movimiento
guerrillero. El importante papel que jugó en la organización y expansión de
la guerrilla antifranquista a mediados de los años cuarenta puede darnos una
imagen distorsionada y estática sobre su influencia. El PCE mantuvo una
actitud variable – por diversas razones y contextos – respecto a la guerrilla
antifranquista en la posguerra española, con una tendencia clara de menos a
más. El análisis de su evolución, en cuatro fases diferenciadas, será el objeto
del presente texto.

Bajo las sombras de la guerra (abril de 1939-junio de 1941)

La primera fase, entre 1939 y 1941, se caracterizó por el escaso interés que
despertó en el PCE el incipiente movimiento guerrillero que se estaba desar-
rollando en las montañas españolas. En este sentido, el PCE no se diferenció del
resto de organizaciones políticas de la oposición antifranquista. Pero ¿cuáles
fueron las razones fundamentales de este manifiesto desinterés?
En primer lugar, cabría destacar que la preocupación primordial del PCE
en esta primera época fue, sencillamente, la supervivencia. En los estertores
de la Guerra Civil, ante la inminente victoria de las tropas de Franco y el golpe
de Casado en la zona republicana, la dirección del PCE en su conjunto tuvo que

3
MARCO, Jorge: Guerrilleros y vecinos en armas. Identidades y culturas de la resistencia antifran-
quista. Granada: Comares, 2012. p. XXXVI-XL.

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escapar precipitadamente del país. Si alguno de sus miembros hubiera perma-


necido en España su destino hubiera sido una muerte segura. Pero la Europa
occidental, en el contexto de ocupación alemana en los primeros compases de
la Segunda Guerra Mundial, tampoco era un lugar seguro. Ante esta situación,
y teniendo en cuenta la gran presencia del exilio español en el continente
americano, el Buró Político del PCE decidió, en 1940, dividirse y ubicarse
en dos puntos de referencia básicos: la URSS, “patria del socialismo”, donde
se asentaron el secretario general, José Díaz, y miembros destacados como
Dolores Ibárruri, Jesús Hernández o Enrique Líster; y el continente americano,
particularmente en México, donde se instalaron figuras como Vicente Uribe,
Pedro Checa, Fernando Claudín o Antonio Mije.4
El descabezamiento del PCE por la huida de sus principales líderes, sin
embargo, no fue el único motivo que causó la crisis del partido en el interior
de España. La ola de violencia y represión desatada por la dictadura golpeó
directamente contra todos los militantes comunistas – como al resto de miem-
bros de la oposición antifranquista –, quienes fueron ejecutados; en el mejor
de los casos, recluidos en cárceles y campos de concentración. Fue dentro de
los espacios de reclusión donde el partido comenzó a reconstruirse mediante
la constitución de células y comités, pero su capacidad de acción era reducida
y sus estructuras tremendamente débiles. 5 En estas precarias condiciones, con
un partido clandestino y perseguido en el interior, y una dirección dispersa
en exilio, la cuestión de la incipiente guerrilla antifranquista no podía ser más
que una cuestión secundaria.
La precariedad de condiciones en la que vivía el PCE fue la razón funda-
mental de su escasa atención al movimiento guerrillero, pero no la única. En
este sentido, el nuevo contexto internacional que se dibujó en el verano de 1939
tampoco ayudó. El 23 de agosto de 1939 los ministros de Asuntos Exteriores
de la Unión Soviética y la Alemania nazi, Molotov y Ribbentrop, firmaron un
pacto de no agresión cuyos efectos no se circunscribieron exclusivamente a
ambas potencias, sino que también tuvieron repercusiones en la política del
resto de partidos comunistas europeos.
La primera y más inmediata consecuencia fue el cambio radical de la políti-
ca del Comintern. Sin embargo, el giro de la política soviética era tan difícil de
legitimar y argumentar dentro del movimiento comunista internacional que fue
necesario esperar hasta el mes de noviembre para conocer la primera declaración
del Comintern. En ella se anunciaba que el tiempo de las políticas del Frente

4
ALTED VIGIL, Alicia. El exilio español en la Unión Soviética. AYER, 47-3, 2002; CARRIÓN
SÁNCHEZ, Pablo Jesús. La delegación del PCE en México (1939-1956). Origen y límite de una voluntad
de liderazgo de la oposición. In: Espacio, Tiempo y Forma. Historia Contemporánea, 16, 2004.
5
HEINE, Hartmut. El Partido Comunista en España durante el primer franquismo. In: BUENO,
Manuel; HINOJOSA, José; GARCÍA, Carmen (coord.). Historia del PCE. I Congreso 1920-1977 (v.
I). Madrid: FIM, 2007. p. 397-405.
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Popular, es decir, de la alianza antifascista entre el movimiento obrero y la bur-


guesía, iniciado en 1934, había terminado. Cuatro potencias internacionales,
Inglaterra, Francia, Estados Unidos y Alemania, habían iniciado una guerra
imperialista por la supremacía en el campo capitalista. En este contexto, el pacto
germano-soviético se interpretaba como una apuesta por la paz y en favor de
unas negociaciones que permitieran construir un nuevo status quo. La política
nacionalista de Stalin arrastró de este modo al resto de partidos comunistas que,
a pesar de su sorpresa e impacto inicial, se mantuvieron mayoritariamente firmes
en su defensa de la “patria del socialismo” y su gran timonel.6
Esto no significó, sin embargo, que los partidos comunistas europeos no
sufrieran crisis internas e importantes deserciones de militantes que no po-
dían aceptar el pacto con el fascismo. En el caso de España, la situación era
terriblemente paradójica. El PCE apoyaba el pacto, es decir, un acuerdo con
el fascismo que tan sólo cuatro meses antes le había derrotado en el campo
de batalla y sostenía en España una dictadura. Oponerse a Franco en España
mientras se apoyaba el acuerdo de no agresión con el fascismo en Europa no
era sino un inconcebible sinsentido. El momento en el que más necesaria era
una alianza antifascista, justo cuando la Alemania nazi iniciaba su ocupación
en el continente europeo, se establecía un pacto con el fascismo. La adopción
de esta política no sólo implicó una sangría de militantes, sino también un
mayor aislamiento del PCE entre la oposición antifranquista. Las relaciones
del PCE con el resto de fuerzas eran convulsas desde el final de la guerra, pero
el pacto germano-soviético fue la gota que colmó el vaso.7 Como ha señalado
Fernando Claudín, antiguo miembro del PCE expulsado posteriormente en 1964,
ninguno de los cambios estratégicos realizados por el Comintern a lo largo de
toda su trayectoria fue más perjudicial a los intereses de la clase trabajadora y
el movimiento comunista que el pacto germano-soviético. 8
En la primavera de 1941, de hecho, cristalizó la crisis dentro del PCE. En el
interior de España un grupo de militantes comunistas creó en el mes de abril la
denominada Comisión Central Reorganizadora, cuyo propósito era reconstruir
el PCE a nivel nacional. Al frente de la Comisión quedó Heriberto Quiñones,
alias de un antiguo agente del Comintern en España en los años treinta y que al
terminar la guerra no huyó, sino que permaneció en Valencia, siendo recluido
en el campo de concentración de Albatera. Su extensa formación, experiencia

6
HALLAS, DUNCAN. The Comintern: A History of the Third International. Chicago: Haymarket
Books, 2008 [1985]. p. 160-162; McDERMOTT, Kevin; AGNEW, Jeremy. The Comintern: A History
of International Communism from Lenin to Stalin. Basingstoke: Macmillan Press, 1996. p. 192-204.
7
TAGÜEÑA LACORTE, Manuel. Testimonio de dos guerras. Barcelona: Planeta, 1978. p. 236 e
ss.; ESTRUCH TOBELLA, Joan. El PCE en la clandestinidad – 1939-1956. Madrid: Siglo XXI, 1982.
p. 33-37; HEINE, Hartmut. La oposición política al franquismo. Barcelona: Crítica, 1983. p. 95-102.
8
CLAUDÍN, Fernando. La crisis del movimiento comunista. De la Komintern al Kominform. París:
Ruedo Ibérico, 1970. p. 242-251.

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y jerarquía hizo que el resto de militantes, al ser liberado en abril de 1941,


finalmente le eligieran para dirigir la reconstrucción.9
El conflicto con el Buró Político en el exilio estalló cuando Quiñones y Luis
Sendín, otro miembro destacado de la Comisión, redactaron un documento
titulado Anticipo de orientación política (Hasta que se redacte el Anteproyecto de
tesis). Las líneas maestras del texto proclamaban la necesidad de restablecer
una alianza antifascista entre el movimiento obrero y la burguesía a través de
una política de Unión Nacional, lo que todavía contravenía la postura oficial del
partido. Además, Quiñones criticó duramente al Buró Político acusándole de
haber huido cobardemente de España – abandonando políticamente al partido
y a sus militantes – y de desconocer la realidad de lo que estaba ocurriendo
en el interior.10
La política oficial del PCE cambió dos meses después del lanzamiento del
Anticipo, en el mes de junio de 1941, tras el comienzo de la invasión alemana
de la Unión Soviética y, por lo tanto, la ruptura unilateral del pacto germano-
-soviético. La nueva postura, de hecho, era similar a la planteada dos meses
antes por Quiñones, pero la dirección del partido consideró el documento como
un desafío inaceptable.11 Lo que estaba en cuestión no eran ya las orientaciones
políticas, sino el control del partido en España. El Buró Político mandó varios
emisarios al interior para difundir las nuevas consignas, contrarrestar el po-
der de Quiñones e, incluso, llevar a cabo su asesinato. Heriberto Quiñones
logró eludir el atentado gracias a su detención por la policía franquista el 31
de diciembre de 1941. Sin embargo, aquella detención no le permitió eludir la
muerte. Después de varios interrogatorios y torturas fue fusilado en el mismo
mes de enero de 1942.12
Las dramáticas condiciones en las que se encontraba el PCE tras la Guerra
Civil, con su dirección política en el exilio y sus militantes encarcelados, bajo
un régimen de terror que hacía prácticamente imposible la reconstrucción
clandestina del partido en el interior, junto a la nueva política de la Comintern
contraria a la unidad antifascista y las pugnas por el control del partido en el

9
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Carlos; TEJERO TOLEDANO, Ignacio. La Comisión Central
Reorganizadora. Una oposición clandestina madrileña anterior al Quiñonismo. In: BUENO,
Manuel; HINOJOSA, José; GARCÍA, Carmen (coord.). Historia del PCE…, op. cit. p. 441-453.
10
La reproducción de documento: Documentos inéditos para la Historia del General Franco. t. 2.
Madrid: Fundación Nacional Francisco Franco, 1992. p. 186-294. Sobre la controversia en torno
al documento: GINARD Y FÉRON, David. Heriberto Quiñones y el movimiento comunista en España
(1931-1942). Palma: Edicions Documenta Balear, 2000. p. 90-96; FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ,
Carlos. Madrid Clandestino. La reestructuración del PCE, 1939-1945. Madrid: Fundación Domingo
Malagón, 2002. p. 143-144.
11
HEINE, Hartmut. El Partido Comunista en España… op. cit. p. 407-408.
12
Informes del Interior. Sig 10-11. (Archivo del Comité Central del Partido Comunista de
España, ACCPCE); FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Carlos. Madrid Clandestino… op. cit. p.189-193;
GINARD Y FÉRON, David. Heriberto Quiñones… op. cit. p. 137-152.
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interior de España, fueron las razones fundamentales por las que el PCE prestó
escasa atención al incipiente fenómeno guerrillero. Así se puede observar en
la prensa orgánica del PCE, cuyas referencias a la guerrilla antifranquista –en
contraste con periodos posteriores – son prácticamente nulas y en sus cabe-
ceras secundarias –España Democrática, publicada en Montevideo, y España
Popular, editada en México DF –, eludiendo el asunto en sus publicaciones de
referencia como Mundo Obrero y Nuestra Bandera.13

Al calor de la resistencia antifascista (julio de 1941-noviembre de 1944)

El cambio en la política oficial quedó plasmado primero en el manifiesto del


PCE, el PSUC (rama catalana) y las Juventudes Socialistas Unificadas, publicado
en el mes de julio de 1941, donde se denunciaba la agresión del imperialismo nazi
a la Unión Soviética y, particularmente, en la declaración realizada en el número
correspondiente a los meses de agosto y septiembre de Nuestra Bandera.14 En esta
segunda declaración el PCE anunciaba la reanudación de la política de Unión
Nacional, establecida por primera vez en 1938, y cuyo propósito era ampliar la
alianza previa del Frente Popular (que incluía al movimiento obrero y a la burguesía
republicana) a los sectores del franquismo que rechazaran la influencia del fascismo
y el nazismo en España. El PCE no hacía sino seguir al pie de la letra la consigna
del Comintern, que había exigido estas alianzas bajo unas nuevas siglas que difu-
minaran la presencia comunista con el propósito de no levantar suspicacias entre
los aliados.15 El PCE, sin embargo, no obtuvo ninguna respuesta positiva ni de los
sectores franquistas monárquicos y católicos ni del resto de fuerzas de la oposici-
ón antifranquista, pero esta actitud no modificó ni un ápice su posicionamiento.
En esta etapa se observa un incremento exponencial de las referencias
a la guerrilla antifranquista en la prensa orgánica del PCE, cuyas nuevas ca-
beceras de hecho fueron bautizadas con unos títulos que no dejaban lugar a
dudas sobre la nueva orientación. En el mismo mes de agosto de 1941 se editó
el primer número de la revista Reconquista de España, órgano de la Unión
Nacional, mientras que a comienzos de 1942 se empezó a distribuir el boletín
Liberación Nacional.16 Ahora bien, a lo largo de estos años algunos rasgos del
discurso fueron constantes, mientras que otros fueron variando en función
de las políticas del PCE.

13
España Democrática, 4/sep/1940; España Democrática, 16/oct/1940; España Popular, 21/ene/1941.
14
Manifiesto y editorial en Nuestra Bandera, 6-7 (jun-jul/1941); editorial en Nuestra Bandera,
8-9 (ago-sep/1941); folleto Unión Nacional, ago/1941. Documentos PCE. Carpeta 22 (ACCPCE).
15
GELLATELY, Robert. La maldición de Stalin. Lucha por el comunismo en la Guerra Mundial y en
la Guerra Fría. Barcelona: Pasado & Presente, 2013. p. 93.
16
HEINE, Hartmut. El Partido Comunista en España… op. cit. p. 409-411.

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Uno de los elementos permanentes fue el optimismo antropológico que


se depositó sobre la lucha antifranquista y, en particular, la lucha armada. La
guerrilla antifranquista siempre se presentaba como un fenómeno en plena
expansión, de crecimiento constante y con un enorme apoyo popular. A esta
percepción ayudó el goteo de noticias que llegaba al exilio sobre la guerrilla
antifranquista. Entre 1940 y 1941, las únicas referencias que lograron cruzar
las fronteras fueron sobre los focos guerrilleros concentrados en las montañas
gallegas y asturianas, a las cuales se llegó a atribuir la fantasmagórica cifra de
40.000 combatientes17 (téngase en cuenta que entre 1939 y 1952 se calcula que
hubo en torno a 8.000 guerrilleros, y que hasta 1942 en número de guerrilleros
se contaba por centenas18). A partir de 1942 se fueron conociendo otras áreas
de acción guerrillera, particularmente en Santander, Extremadura y Andalucía,
hasta llegar al año 1943, cuando las noticias sobre grupos armados salpicaban
prácticamente toda la geografía española.19 Esta secuencia encadenada de noti-
cias distorsionó la percepción de los exiliados y el PCE, que tenían la sensación
de estar observando el vigoroso desarrollo y crecimiento de un movimiento
guerrillero que parecía imparable, algo que estaba muy alejado de la realidad.
Pero uno de los elementos fundamentales es la relación del PCE y la guer-
rilla antifranquista. Como he señalado al comienzo del capítulo, el movimiento
guerrillero en España surgió de forma espontánea sin seguir las consignas de
ninguna organización política. Hasta el año 1944, de hecho, la influencia del PCE
fue prácticamente nula, y esto se puede observar claramente en el tratamiento
de la guerrilla que realizó la prensa orgánica comunista. Los guerrilleros anti-
franquistas siempre fueron representados como héroes populares y patriotas.
Pero entre 1940 y 1944 las referencias a las figuras míticas de la guerrilla en
España no estaban vinculadas al PCE, mientras que a partir de 1945 la prensa
comunista construyó los mitos y héroes guerrilleros exclusivamente a partir
de sus militantes. En este periodo anterior a 1945, sin embargo, fue José Lavín
Cobo, más conocido como “El Cariñoso”, el más celebrado. La prensa comunista
le dedicó una extensiva atención, convirtiéndole en el primer mito de la guer-
rilla antifranquista. La imagen que se proyectó de él destacaba sobre todo un
perfil romántico: inteligente, seductor, varonil, generoso; que en cierto modo

17
“El heroísmo de los guerrilleros”, España Democrática, 4/sep/1940; “Choque entre guerrilleros
y Guardia Civil en El Ferrol”, España Democrática, 16/oct/1940; “Nuevas noticias de guerrilleros”,
España Popular, 21/ene/1941.
18
Sobre el debate de las cifras: SERRANO, Secundino. Maquis. Historia de la guerrilla antifran-
quista. Madrid: Temas de Hoy, 2002. p. 377-383. Últimas revisiones: MORENO GÓMEZ, Francisco.
Historias y memorias del maquis. Madrid: Editorial Alpuerto, 2006. p.232; MARCO, Jorge. Resistencia
armada en la posguerra. Andalucía Oriental, 1939-1952. Madrid: Editorial Complutense, 2011. p. 85.
19
Algunos ejemplos: “Como murió El Cariñoso”, España Popular, 19/jul/1942; “En persecución
de los guerrilleros andaluces”, España Popular, 18/sep/1942; “Los guerrilleros en el combate por la
salvación de España”, Nuestra Bandera, 30/sep/1942; CARRILLO, Santiago: “La misión del Partido
Comunista en la guerra sagrada contra Franco y Falange”, Nuestra Bandera, 28/feb/1943, etc.
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contrastará con el perfil más político y militante que se desarrollará en la fase


posterior, cuando se referían a los mártires comunistas. En cualquier caso,
nunca se hizo referencia alguna a la ideología anarquista de “El Cariñoso”, lo
cual hubiera puesto en evidencia la escasa presencia orgánica del PCE en la
lucha armada contra el franquismo en este periodo.20
Por último, existe un tercer elemento que muestra perfectamente el cambio
de actitud del PCE respecto a la guerra antifranquista en este periodo. Entre
1940 y 1942 las noticias que se recogen son una exaltación constante del mo-
vimiento guerrillero, de sus hazañas, de sus heroicas acciones, pero podríamos
decir, “desde fuera”. A partir de finales de 1942, sin embargo, se observa un
mensaje de crítica respecto a la organización de la lucha armada.21 Este nuevo
tono indica los cambios que se están produciendo dentro del PCE, que quiere
dejar de ser un simple simpatizante desde la distancia para convertirse en un
agente activo en España. El siguiente extracto, recogido de un artículo publi-
cado en la revista Nuestra Bandera el 30 de septiembre de 1942, muestra a la
perfección el nuevo posicionamiento del PCE:

La guerra de guerrillas no debe ser un conjunto de luchas aisladas, un


poco a la desesperada. El guerrillero debe ser un combatiente armado
del antifranquismo que opera sintonizado con una necesidad política
[…] Se impone mejorar el armamento de las guerrillas, dotarlas de
municiones. Debe perfeccionar los métodos de lucha y de combate de
acuerdo con las reglas militares. Por esto consideramos que la clase
obrera y su vanguardia tienen que ver la acción de los guerrilleros
como una forma superior de la lucha.22

Las formas de resistencia armada antifascista en la Unión Soviética, Francia,


Grecia y Yugoslavia se presentaban como el modelo a seguir. La insurrección
popular y la lucha armada debían converger en una estrategia única y coordi-
nada que finalmente derrocaría a la dictadura de Franco. Pero una cosa eran

20
“Como murió El Cariñoso”, España Popular, 19/jul/1942; “Por la Libertad y la Patria”, España
Popular, 18/sep/1942; “Heroicas acciones de lucha en Euzkadi”, España Popular, 15/ene/1943;
MIJE, Antonio. El suelo español debe arder bajo las plantas de Falange. Nuestra Bandera, 28/
feb/1943; SOTO, Luis. “Los guerrilleros gallegos, brazo armado de los campesinos y de todos los
patriotas”. Nuestra Bandera, 30/abr/1943; “Las guerrillas se extienden por España”. España Popular,
14/may/1943; SOTO, Luis. “Las Juntas de Unión Nacional en primera guerra de independencia
y en el momento actual”. Nuestra Bandera, 31/ago/1944.
21
Algunos ejemplos: “Los guerrilleros en el combate por la salvación de España”, Nuestra Bandera,
30/sep/1942; MIJE, Antonio. “El suelo español debe arder bajo las plantas de Falange”. Nuestra Bandera,
28/feb/1943; CARRILLO, Santiago. “La misión del Partido en la guerra sagrada contra Franco y
Falange”. Nuestra Bandera, 28/feb/1943; SOTO, Luis. “Los guerrilleros gallegos, brazo armado de los
campesinos y de todos los patriotas”. Nuestra Bandera, 30/abr/1943; ÁLVAREZ, Ángel. “Los guerril-
leros de Asturias por la salvación de España”, Nuestra Bandera, 30/may/1943, etc.
22
“Los guerrilleros en el combate por la salvación de España”. Nuestra Bandera, 30/sep/1942.

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los discursos, los cambios de actitud, y otra muy diferente la concreción en


hechos reales. La declaración de agosto de 1941, donde se anunciaba el cam-
bio de política del PCE, fue importante desde un punto de vista estratégico y
simbólico, pero en la práctica no tuvo consecuencias. Un año después, el 16 de
septiembre de 1942, el PCE volvió a lanzar una nueva declaración donde llamaba
a “la guerra sagrada por la salvación de España”23 , pero de nuevo las palabras
no se materializaron. En realidad, el PCE contaba con enormes dificultades
para reconstruirse en el interior de España debido a la incesante represión de
la dictadura. Del mismo modo, el Buró Político seguía disperso entre la Unión
Soviética y América Latina. Además, el suicidio de su secretario general, José
Díaz, el 19 de marzo de 1942, abrió una crisis interna por el control del partido.
Los líderes más carismáticos eran Jesús Hernández y Dolores Ibárruri, ambos
rivales en la sucesión y refugiados en Moscú. Dolores Ibárruri finalmente logró
convertirse en secretaria general a finales de 1943, mientras Jesús Hernández
primero fue enviado a México y posteriormente expulsado del partido.24 Pero
más allá de los resultados, lo que resulta clave es entender como, en este periodo
vital, la dirección del PCE estuvo más concentrada en sus disputas internas,
generando una enorme tensión e incertidumbre, que en la lucha que se estaba
desarrollando en el interior de España contra la dictadura.
Con un partido en el interior desmantelado por la represión, prácticamente
incapaz de llevar a cabo cualquier tipo de actividad clandestina, y una direcci-
ón dividida y en conflicto, la iniciativa en favor de una mayor implicación en
la lucha armada en España procedió de la delegación del partido en el sur de
Francia. Allí se había formado una delegación que pronto quedó liderada por
Jesús Monzón, antiguo secretario general del Comité Provincial del PCE en
Navarra durante la Segunda República y gobernador civil de Alicante y Cuenca
en la guerra. El papel crucial de esta delegación se debió a tres motivos fun-
damentales: el alto número de exiliados en la zona desde el final de la Guerra
Civil, la integración de muchos de ellos en las fuerzas partisanas francesas,
y su cercanía a la frontera española, lo que le permitía mantener un mayor
contacto con el interior.
Estas condiciones convirtieron a la delegación francesa en la mayor auto-
ridad de facto sobre la política que debía seguir el partido en el interior. Jesús
Monzón llevaba a cabo su labor con cierta autonomía debido a las circunstancias
– lejanía del Buró Político, complejidad de las comunicaciones en una Europa
incendiada por la Segunda Guerra Mundial –, pero la dirección del partido no
mostró en aquellos momentos ninguna discrepancia – sino todo lo contrario

23
Referencia tomada del artículo de Antonio Mije: “El suelo español debe arder bajo las plantas
de Falange”. Nuestra Bandera, 28/feb/1943.
24
TAGÜEÑA LACORTE, M. Testimonio de dos guerras…, op. cit. p. 303; ESTRUCH TOBELLA, J. El
PCE en la clandestinidad…, op. cit. p. 54-58; HERNÁNDEZ SÁNCHEZ, Fernando. Comunistas sin partido.
Jesús Hernández. Ministro en la Guerra Civil, disidente en el exilio. Madrid: Raíces, 2007. p. 113-142.
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– con sus iniciativas. En el mes de abril de 1942, la delegación francesa fundó


el XIV Cuerpo de Guerrilleros Españoles, una entidad integrada por diferentes
unidades que formaban parte de la Resistencia en Francia.25 El objetivo era
mantener presente la idea de que el combate en ese preciso momento estaba en
Francia, pero que una vez lograda la victoria, la acción debía dirigirse a España.
En el mes de agosto de 1943, justo dos meses después de la definitiva di-
solución del Comintern, Jesús Monzón pasó la frontera y se internó en España
con el objetivo de organizar el partido y, sobre todo, una coalición de fuerzas
que pudieran combatir unidas a la dictadura. En septiembre de 1943, al calor
del avance de los aliados en Europa y emulando la política de Charles De
Gaulle y Jean Moulin,26 lanzó un llamamiento para constituir la Junta Suprema
de Unión Nacional (JSUN), un organismo con vocación de aunar a todas las
fuerzas políticas contrarias a la dictadura, incluidos católicos y monárquicos.
Su llamamiento, más allá de apoyos individuales, no tuvo eco entre el resto
de fuerzas políticas, sino todo lo contrario. Los socialistas y republicanos en
el exilio interpretaron la JSUN como una nueva estratagema del PCE, y en
respuesta lanzaron su propia organización, la Junta Española de Liberación,
en noviembre de 1943.27
Sin embargo, Jesús Monzón no cejó en su empeño de organizar la futura
insurrección. A mediados de 1944, el XIV Cuerpo pasó a denominarse Agrupación
de Guerrilleros Españoles (AGE), mientras en el interior de España socialistas
y anarquistas llegaban a un acuerdo – excluyendo al PCE – y formaban, en
el mes de julio, una nueva organización en competencia directa con la JSUN,
denominada Alianza Nacional de Fuerzas Democráticas (ANFD). A pesar
del contratiempo, en agosto de 1944, después de la liberación de París, Jesús
Monzón ordenó a la delegación francesa que reuniera las unidades de la AGE
en la frontera francesa. La batalla final contra el franquismo estaba a punto de
librarse. De los miles de españoles que se habían integrado en la resistencia
francesa, en torno a 8.000 o 9.000 – la mayoría comunistas, aunque también de
otras organizaciones – decidieron unirse a la AGE a la espera de que llegaran
las instrucciones para entrar a combatir a España.28 El proyecto de Monzón, al
fin, logró unir el discurso y la acción dentro de las filas del PCE.
La JSUN y la AGE, es decir, la delegación francesa del PCE bajo el liderazgo
de Monzón, organizaron la operación “Reconquista de España”. Durante los
meses de octubre y noviembre de 1944, cientos de guerrilleros cruzaron la

25
SERRANO, Secundino. La última gesta. Los republicanos españoles que vencieron a Hitler (1939-
1945). Madrid: Punto de Lectura, 2006. p. 310.
26
Sobre el complejo proceso de unificación en la resistencia francesa: CLINTON, Alan. Jean
Moulin, 1899-1943: The French Resistance and the Republic. Basingstoke: Palgrave, 2002. p.151-176.
27
HEINE, Hartmut. La oposición política al franquismo…, op. cit. p. 142-146.
“Informe de Santiago Carrillo. 30 de julio de 1945”. Jacq 1-2 Dirigentes (ACCPCE). Sobre la
28

AGE y el XIV Cuerpo: SERRANO, Secundino. La última gesta…, op. cit. p. 349-359 y 442-446.

110 |
jorge marco

frontera y se internaron en España. La operación tenía tres objetivos funda-


mentales: provocar una insurrección a nivel nacional, establecer una zona de
control insurgente donde se asentaría un gobierno provisional, y vincular el
conflicto español al conflicto europeo, de tal modo que el destino de la dic-
tadura franquista se uniera al del resto de las dictaduras fascistas europeas.
Sin embargo, la operación resultó un absoluto fracaso. Jesús Monzón, por un
lado, fue víctima del predominante optimismo de la época pensando que una
invasión guerrillera prendería la mecha de la insurrección popular entre los
españoles. Pero este optimismo estaba justificado de algún modo por el éxito
contemporáneo de otras resistencias en Europa, y particularmente estaba di-
fundido en exilio español en Francia, imbuido por el frenesí de la Liberación.29
Por otro lado, las ansias por ampliar las masas en la insurrección llevaron a
la JSUN y al PCE a publicitar la invasión en la prensa del partido (escrita y radio)
con antelación, lo que permitió al Ejército de Franco desplegar sus unidades en
la frontera. Finalmente, de los 3.500 guerrilleros que participaron en la ope-
ración, unos 800 fueron detenidos y entre 200 y 300 murieron en combate. 30
La operación no logró ninguna de sus metas, pero las consecuencias internas
dentro del PCE y el movimiento guerrillero fueron cruciales.

“Un verdadero ejército irregular” (noviembre de 1944-1947)

Cuando Jesús Monzón lanzó la propuesta de la JSUN en septiembre de 1943,


incluyendo a los monárquicos y católicos en una posible alianza, el Buró Político
del PCE la apoyó con entusiasmo, 31 e incluso durante los meses siguientes res-
paldó sus iniciativas en favor de la lucha armada y la insurrección nacional. 32
El 27 de septiembre de 1944, a punto de comenzar la operación “Reconquista
de España”, la propia Dolores Ibárruri celebró a través de las ondas de Radio
España Independiente el trabajo de la Junta Suprema y lanzó la consigna que es la

29
PIGENET, Phryné. El largo paréntesis guerrillero del PCE en el exilio (1939-1950). Experiencias
y componentes de la cultura comunista. In: BUENO, Manuel; HINOJOSA, José; GARCÍA, Carmen
(coord.). Historia del PCE…, op. cit. p. 476-477.
30
Sobre las cifras: SERRANO, Secundino: Maquis…, op. cit. p. 135-136.
31
“Acuerdo entre el Presidente de la Junta Suprema de Unión Nacional y destacadas personali-
dades del movimiento político católico español”. ANTÓN, Francisco. “La línea de Unión Nacional
del Partido Comunista y la Junta Suprema de Unión Nacional”, y “SOTO, Luis: “La tradición
guerrillera en España en sus luchas por la libertad”, In: Nuestra Bandera, 29/feb/1944.
32
“Manifiesto de la Junta Suprema de Unión Nacional”. Nuestra Bandera, 31/ago/1944; SOTO, Luis.
“Las Juntas de Unión Nacional en la primera guerra de la independencia y en el momento actual”,
Nuestra Bandera, 31/ago/1944; Editorial “Sólo la insurrección nacional destruirá el franquismo
y salvará a España”. Nuestra Bandera, 30/sep/1944; MIJE, Antonio. “Lecciones y experiencias
de un gran órgano de combate. Un año de la JSUN”, Nuestra Bandera, 30/sep/1944; MELCHOR,
Federico. “La liberación de Francia. Experiencias comunes entre dos pueblos”, Nuestra Bandera,
30/sep/1944.
|  111
“encender la guerra de guerrillas”

cabecera de este capítulo: “Hay que ganar el tiempo perdido. Hay que encender
la guerra de guerrillas en toda España”. 33 El PCE llegaba tarde en la movilización
de la guerrilla antifranquista, pero estaba dispuesto a protagonizar una gran
acción que podía cambiar el transcurso de la historia. Todo fueron elogios y
parabienes para la JSUN y su presidente, Jesús Monzón, hasta el fracaso de la
operación “Reconquista de España”; entonces todo cambió.
La intrahistoria de la operación y, sobre todo, de su final, todavía hoy
resulta controvertida. Santiago Carrillo, miembro del Buró Político, llegó en
el mes de noviembre de 1944 al sur de Francia en nombre de la dirección del
PCE y su secretaria general, Dolores Ibárruri. Según su testimonio, su misión
era supervisar la operación pero nada más llegar se dio cuenta de que estaba
siendo un fracaso, por lo que dio la orden de retirada. Vicente López Tovar,
general al mando de la operación, rechaza la versión de Carrillo argumentando
que cuando llegó, él ya había dado la orden. 34
Más allá de esta controversia, lo importante es señalar que el fracaso de
la operación “Reconquista de España” fue utilizado por Santiago Carrillo y el
Buró Político para hacerse con el control del partido en el sur de Francia y en
el interior de España. Monzón se convirtió en el nuevo “traidor”, acusado de
haber llegado a acuerdos con sectores reaccionarios y de aventurismo –a pe-
sar de que, como hemos visto anteriormente, el Buró Político había aprobado
todas sus iniciativas sin reparos –, y como Quiñones dos años antes, sólo una
detención de la policía franquista le salvó de una más que probable muerte.
Algunos de sus colaboradores más cercanos tuvieron menos fortuna y fueron
asesinados por un grupo de guerrilleros enviado desde Francia por la dirección
del partido. 35 Durante el año 1945, de hecho, el Buró Político del PCE delegó en
Santiago Carrillo, desde Francia, y Agustín Zoroa, en España, la depuración del
partido de todo rastro monzonista. La JSUN, demasiado vinculada a Monzón,
quedó disuelta y se recuperó la vieja referencia a la Unión Nacional.
En el ámbito del movimiento guerrillero, la irrupción del Buró Político
del PCE en el sur de Francia tuvo enormes consecuencias. Una vez liberada
Francia, varios miembros de la dirección, incluida su secretaria general, deci-
dieron instalarse en el país. Los ejércitos fascistas estaban retrocediendo en
toda Europa y la hora definitiva de Franco se estaba acercando:

33
Discurso de Dolores Ibárruri titulado “Por la lucha diaria en el aplastamiento del falangismo”
emitido en REI el 27 de septiembre de 1944. Transcripción del discurso en: Dirigentes 16/2 (ACCPCE).
34
Los debates de los protagonistas en torno a la operación: CARRILLO, Santiago. Memorias,
Barcelona: Planeta, 2008. p. 470-474; LÓPEZ TOVAR, Vicente. Operación del Valle de Arán en
octubre de 1944. In: COS BORBOLLA, Jesús. Ni bandidos, ni vencidos. Memorias de una gesta heroica.
Santander: Edición del autor, 2006. p. 191-211. Historiadores que lo han abordado: SERRANO,
Secundino. Maquis…, op. cit. p. 136 y ss.; MORENO GÓMEZ, Francisco. Historia y memoria del
maquis…, op. cit. p. 210 y ss. etc.
35
HEINE, Hartmut. La oposición política…, op. cit. p. 225-226.

112 |
jorge marco

La victoria está ya al alcance de nuestras manos […] A Franco le


quedan muy pocas horas de vida […] Sólo mediante la lucha de masas
y las acciones guerrilleras, sólo a través de una gran insurrección
nacional serán expulsados del Poder los enemigos de España […] La
insurrección nacional, el alzamiento en armas de los patriotas, sean
militares, obreros, campesinos, intelectuales o burgueses, es el único
camino posible y justo para la incorporación de España al concierto
de las naciones libres e independientes. 36

Las palabras de Santiago Carrillo, encargado del proyecto guerrillero del PCE
desde el mismo mes de noviembre de 1944, son elocuentes: era la hora de pasar de
las palabras a los hechos. Y para ello era necesario “transformar las guerrillas en
un verdadero ejército irregular”,37 como venía sosteniendo el PCE desde finales
de 1943. Había que acabar con la pasividad, formando unidades que iniciaran la
ofensiva. Al mismo tiempo era necesario instaurar una estricta disciplina dentro
de las unidades guerrilleras, coordinar los distintos grupos armados que hasta
el momento permanecían disgregados y establecer un mando único. Sólo con
disciplina, coordinación y unidad de mando, además de una estrecha ligazón
con las masas obreras y campesinas, el movimiento guerrillero en España podía
dar un salto cualitativo y lograr derrotar al régimen de Franco. Dolores Ibárruri,
en diciembre de 1944, lanzó un claro mensaje a los guerrilleros en el interior:

ESCUCHAD, JEFES DE DESTACAMENTO DE GUERRILLEROS


Vosotros, amigos guerrilleros, tenéis armas, y tenéis coraje. Estáis dis-
puestos a jugaros la vida en cada momento. Pero andáis a salto de mata
[…] Os salváis a costa de esfuerzos increíbles y heroicos. Pero en cierta
medida, lucháis como en los tiempos de la guerra de la Independencia.38

Con el objetivo de lograr esa transformación, Santiago Carrillo hizo hincapié


en la necesidad de reforzar la formación de los cuadros guerrilleros. Decenas de
combatientes comunistas en el exilio pasaron por las escuelas guerrilleras que
el PCE tenía instaladas en el sur de Francia.39 Allí adquirieron los conocimientos
sobre la guerra de guerrillas moderna inspirándose en los modelos de lucha
insurgente contemporáneos. En uno de sus programas, fechado en 1946, se

36
Unidad y lucha. Toulouse: Ediciones España Popular, nov/1944. Apud ESTRUCH TOBELLA,
Joan. El PCE en la clandestinidad…, op.cit. p. 98-99.
37
SOTO, Luis. “Los campesinos gallegos en lucha implacable contra Franco y la Falange”, Nuestra
Bandera, 30/abr/1943.
38
Discurso de Dolores Ibárruri pronunciado en Radio España Independiente, La Pirenaica, en:
Dirigentes 16/2 (ACCPCE).
39
AGUADO, Francisco. El maquis en España. Madrid: Editorial San Martín, 1975. p. 165 y ss.;
MARTÍNEZ DE BAÑOS CARRILLO, Fernando. El maquis. Una cultura del exilio español. Zaragoza:
Delsan, 2007. p. 251-254.
|  113
“encender la guerra de guerrillas”

hacía referencia expresa a la “historia de los movimientos guerrilleros”. Dentro


de este epígrafe los alumnos aprendían no sólo las estrategias empleadas por
los partisanos durante la Segunda Guerra Mundial en “Rusia, Checoslovaquia,
Polonia, Francia, Yugoslavia y Grecia”, sino que también prestaban atención a
los “movimientos guerrilleros en la actualidad: Palestina, Indonesia, Vietnam,
Grecia y España”.40 Tal como señalaba un informe del Buró Político del PCE,
era necesario observar el nacimiento de las guerrillas en “diferentes países,
hacer parangón, y sacar experiencia para su aplicación en España”.41
Entre 1945 y 1947, Santiago Carrillo envió decenas de cuadros guerrilleros
formados en estas escuelas al interior de España con dos objetivos fundamentales.
En primer lugar, debían hacerse con el control del partido en el interior. Al mismo
tiempo, el proyecto guerrillero pasaba por unificar a los grupos armados del in-
terior y, a partir de esa base, formar organizaciones de carácter político-militar.42
La nueva estructura guerrillera estaba articulada a través de varias Agrupaciones
guerrilleras regionales integradas en un Ejército Guerrillero Nacional. Pero los
procesos de unificación, sin embargo, fueron cualquier cosa menos sencillos.
Por un lado los dirigentes del PCE se encontraron con la resistencia de algunos
grupos armados locales – en mayor o menor número dependiendo de la zona – a
integrarse en las Agrupaciones. Los grupos autóctonos se habían organizado desde
sus orígenes entre vecinos, amigos y familiares, por lo que solían estar mezclados
ideológicamente, y en muchos casos se negaron a perder su autonomía en favor
de las Agrupaciones. Otros grupos locales, en cambio, se mostraron contrarios a
la unificación por cuestiones ideológicas. Aquellos grupos que tenían un nutrido
número de guerrilleros socialistas o anarquistas recelaban de la propuesta del
PCE, integrándose en la plataforma de la ANFD. La Federación de Guerrillas
León-Galicia o el Grupo de Guerrilleros del Sur de España (Almería), con una
enorme heterogenia política entre sus integrantes, prefirieron no decantarse entre
la ANFD y la UN, con el objetivo de no abrir una crisis interna. Las divisiones
políticas terminaron habitualmente con la fractura de los grupos, propiciando la
constitución de nuevas organizaciones guerrilleras bajo la hegemonía del PCE.
No faltaron tampoco casos de grupos armados de signo comunista que, ligados
a la antigua dirección de Jesús Monzón, mantuvieron una difícil relación con los
nuevos dirigentes enviados por Carrillo.43

40
Documento publicado en: AGUADO, Francisco. El maquis en sus documentos. Madrid: Editorial
San Martín, 1976. p. 59.
41
“Informe Político. 1º de septiembre de 1947”, In: AGUADO, Francisco. El maquis en sus doc-
umentos…, op. cit. p. 105.
42
LÍSTER, Enrique. “De la experiencia de la lucha guerrillera en España”. España Republicana,
586 (1966), p. 3; MARCO, Jorge. Guerrilleros y vecinos en armas…, op. cit. p. 33-54 y 235.
43
Sobre estos procesos: SERRANO, Secundino. Maquis…, op. cit. p. 153-171; GARCÍA PIÑEIRO,
Ramón. Fugaos. Ladreda y la guerrilla en Asturias (1937-1947). Oviedo: KRK, 2007. p. 53-115;
MARCO, Jorge. Guerrilleros y vecinos en armas…, op. cit. p. 60-67 y 87-102.

114 |
jorge marco

En cualquier caso, a pesar de las resistencias, el PCE logró establecer entre


1945 y 1946 un Ejército Guerrillero Nacional con Agrupaciones a nivel regional
en toda la geografía española:

Ejército Nacional Guerrillero (1944-1952)

Nombre Territorio

1ª Agrupación Cáceres, Toledo, Ávila, suroeste de Madrid y norte


de Badajoz y Ciudad Real.

2ª Agrupación Ciudad Real, Córdoba, Jaén, Toledo, Cáceres y Badajoz.

3ª Agrupación Córdoba, sur de Badajoz y Ciudad Real.

4ª Agrupación Galicia y León.

5ª Agrupación Este de Ciudad Real, sur de Cuenca y oeste de


Albacete.

6ª Agrupación Cádiz y Málaga occidental.

Agrupación Guerrillera de Málaga / Granada, Málaga oriental y zonas limítrofes con


Agrupación Guerrillera de Granada Almería y Jaén.

Agrupación Guerrillera de Levante Teruel, Valencia, Castellón, Cuenca y zonas


Aragón limítrofes.

Después de dos años de intenso trabajo el PCE al fin había logrado convertirse
en un agente activo en la resistencia antifranquista, hasta el punto de conver-
tirse en su máxima referencia. El Ejército Nacional Guerrillero, caracterizado
por su disciplina y unidad de mando, con unos cuadros dirigentes de enorme
experiencia en la lucha armada, transformó la fisonomía de la resistencia en
España erigiéndose en la vanguardia del movimiento guerrillero. Frente a la
etapa anterior, ahora eran los guerrilleros comunistas a los que homenajeaba
la prensa orgánica del PCE. Figuras como José Vitini, Cristino García Granda
o Ramón Vía, todos ellos enviados por Santiago Carrillo a España para orga-
nizar la guerrilla, detenidos por la dictadura y posteriormente ejecutados, se
convirtieron en el símbolo de la resistencia antifranquista.44

44
Algunas referencias: IBÁRRURI, Dolores. “Deberes de la hora actual”. Nuestra Bandera,
jun/1945; CARRILLO, Santiago. “La situación de España y nuestros deberes después de la victo-
ria de las Naciones Unidas”. Nuestra Bandera, jun/1945; “Informe de Santiago Carrillo al Pleno”,
Nuestra Bandera, ene-feb/1946; Editorial “Diez años de lucha contra el fascismo”, Nuestra Bandera,
jul/1946; IBÁRRURI, Dolores: “Informe”, Nuestra Bandera, mar/1947, etc.
|  115
“encender la guerra de guerrillas”

En febrero de 1946, incluso, el PCE logró romper parcialmente su aisla-


miento dentro de la oposición antifranquista. La ANFD aceptó la integración
del PCE y el partido disolvió la UN45 , aunque la medida tuvo un carácter más
simbólico que efectivo. El 15 de agosto el PCE hizo un llamamiento a todos los
partidos y organizaciones del campo republicano para resistir,46 pero el nuevo
contexto internacional no favoreció la iniciativa.
A mediados de 1946 no había duda alguna de que las potencias aliadas
no iban a realizar ningún tipo de intervención en España. El paradigma de la
lucha antifascista dominante durante la Segunda Guerra Mundial comenzó a
debilitarse frente al incipiente conflicto entre el bloque comunista y capitalista
que dos años más tarde terminaría por cristalizar la Guerra Fría.47 El miedo
generalizado al comunismo en la Europa occidental, junto a la pervivencia de
viejos estereotipos sobre España, la marginalidad de la denominada “cuestión
española” en la agenda internacional, y la incapacidad de la oposición anti-
franquista de ofrecer una alternativa coherente, favorecieron finalmente la
supervivencia de la dictadura de Franco y el fracaso de las propuestas del PCE.
Ante esta situación, la mayor parte de las guerrillas no comunistas se desmo-
vilizaron entre 1947 y 1948, tratando por todos los medios clandestinos de alcan-
zar el exilio. Al mismo tiempo, la dictadura de Franco, liberada del miedo a una
posible intervención extranjera, inició una campaña de terror contra la guerrilla
antifranquista y sus apoyos sociales. Las conocidas como contrapartidas (grupos
paramilitares integrados por guardias civiles y antiguos guerrilleros) protagonizaron
una ola de violencia que causó – extrapolando las cifras de Andalucía Oriental – en
torno al 70% de las bajas guerrilleras.48 Bajo estas extremas condiciones, con todos
los factores en contra – tanto a nivel nacional como internacional –, es razonable
preguntarse, ¿por qué el PCE, en contraste con el resto de organizaciones políticas
de la oposición, insistió en mantener la lucha armada?

Bajo el eclipse de la Guerra Fría (1948-1952)

La respuesta a la pregunta anterior no es sencilla y, sobre todo, no es única;


está trufada de diferentes razones y experiencias, tanto de la dirección del
partido como de los propios guerrilleros. Atendiendo a estos últimos, nos en-

45
Editorial “La Unidad de las Fuerzas republicanas, una gran victoria del pueblo”, Verdad. Órgano
del Comité Regional de Levante del Partido Comunista, feb/1946.
46
Editorial, “Por la creación de un Consejo Central de Resistencia”, Nuestra Bandera, sept/1946.
47
BALFOUR, Sebastian; PRESTON, Paul (eds.). Spain and the Great Powers in the Twentieth
Century. London: Routledge, 1999; EDWARDS, Jill. Anglo-American Relations and the Franco
Question, 1945-1955. Oxford: Oxford University Press, 1999; LEIZT, Christian; DUNTHON,
David J. (eds.). Spain in an International Context, 1936-1959. New York: Berghahn Books, 1999.
48
MARCO, Jorge. Resistencia armada en la posguerra…, op. cit. p. 316.

116 |
jorge marco

contramos diversas motivaciones. Por un lado, para aquellos guerrilleros que


llevaban años participando en el movimiento guerrillero y se habían integrado
en las Agrupaciones del PCE, resultaba muy difícil abandonar la lucha armada.
La lucha clandestina tiene sus propias dinámicas internas, las cuales son difíciles
de eludir. Los guerrilleros debían hacerse con seguridad una pregunta difícil
de responder: ¿abandonar la lucha armada a cambio de qué? Muchos de ellos
se unieron al movimiento guerrillero huyendo de la violencia de la dictadura.
Si ahora dejaban las armas y se desmovilizaban, ¿qué les deparaba el futuro?
Dado que no se encontrarían con ningún marco de paz negociada sino con una
dictadura feroz y vengativa, la única respuesta era la muerte y, en el mejor de
los escenarios, la cárcel durante el resto de sus vidas.
Por otra parte, las Agrupaciones guerrilleras estaban dirigidas mayorita-
riamente por cuadros militantes del PCE llegados desde Francia a partir de
1945, e integradas por una nueva generación de guerrilleros que habían huido
al monte tras la nueva ola de represión de 1947. La perspectiva de una entrega
a las autoridades franquistas era algo así como entregarse voluntariamente al
patíbulo. Además, era tan reciente su integración en el movimiento guerrillero
que no resulta extraño que sintieran que su proyecto no había hecho más que
empezar. Todas estas motivaciones respondían a una pregunta común, ¿qué
otras alternativas, más allá de la muerte y la cárcel, tenían?
El prestigio social de la resistencia y la lucha armada es otro de los ele-
mentos que no se pueden desdeñar. La experiencia de la Segunda Guerra
Mundial encumbró en toda Europa a unos movimientos partisanos que, junto
a los ejércitos convencionales, habían logrado la victoria contra el fascismo. La
Resistencia, tanto en la Europa occidental como oriental, se convirtió en uno
de los pilares y fuentes de legitimidad de los nuevos regímenes instaurados,
ya fuera la IV República francesa o la República Federal Socialista Yugoslava.
Y la guerrilla antifranquista formaba – y se sentía profundamente – parte de
ese movimiento, a pesar de que su destino fuera muy diferente al del resto de
Europa.49 La experiencia en la Segunda Guerra Mundial indicaba que la lucha
armada podía ser un instrumento de enorme utilidad, y éste era el marco en
el que se inscribía el movimiento guerrillero español.
Bien es cierto que a la altura de 1948 el PCE era consciente de que las poten-
cias internacionales no iban a realizar ningún tipo de intervención en España y
que el paradigma antifascista había pasado a dormir el sueño de los justos. Pero
la guerra de guerrillas seguía siendo un referente, enmarcado ahora dentro de la
lucha contra el imperialismo. En Grecia el partido comunista (KKE), después de
tres años de intensa represión, retomó la lucha armada en 1947 contra el gobierno

49
MARCO, Jorge. “La larga marcha nocturna. La guerrilla española en la narrativa europea de
la resistencia antifascista (1936-1952)”. In: ANDERSON, Peter; ARCO BLANCO, Miguel Ángel
del (eds.). Lidiando con el pasado: Violencia en España, 1936-1952. Granada: Comares, 2014.
|  117
“encender la guerra de guerrillas”

griego y sus aliados ingleses y norteamericanos.50 De igual modo, los movimien-


tos de liberación nacional en China, Palestina, Indonesia, Argelia o Indochina, a
los que el PCE prestaba especial atención, reforzaban la idea de que la guerra de
guerrillas seguía siendo un medio válido para la liberación de España.51
Junto a todos estos motivos habría que añadir uno más, que ya ha sido
destacado al comienzo del capítulo: el optimismo antropológico. La dirección
del PCE, a pesar de encontrarse en un contexto completamente desfavorable,
seguía pensando que la dictadura de Franco tenía los días contados. Nos encon-
tramos ante un caso donde los deseos terminaron por impregnar los análisis
y, como consecuencia, los pronósticos. Un método que dominó las decisiones
del PCE durante décadas, tal como señaló posteriormente uno de sus antiguos
miembros, Jorge Semprún. 52
Desde agosto de 1946, justo después de ingresar en la ANFD, el PCE defen-
dió la necesidad de crear un Consejo Central de Resistencia. 53 El propósito era
emular el Conseil National de la Résistance lanzado por De Gaulle a mediados
de 1943 con el objetivo de aglutinar a todas las fuerzas opositoras. Sin em-
bargo, la propuesta del PCE no gozó de ningún éxito entre el resto de fuerzas
antifranquistas. A comienzos de 1948, la dirección hizo un nuevo esfuerzo
por relanzar el Consejo, pero de nuevo se encontró con un muro de desinterés
generalizado. 54 Sin embargo, la pasividad del resto de la oposición no modificó
el empeño del PCE.
Uno de los problemas más graves a los que se enfrentaba la guerrilla anti-
franquista era su falta de recursos, particularmente la ausencia de suministros
de armas desde el exterior. Los guerrilleros tan sólo contaban con las escope-
tas, fusiles y pistolas que requisaban a las fuerzas franquistas después de un
enfrentamiento o el material que expropiaban a los falangistas. Era evidente
que un ejército guerrillero no podía lograr ningún éxito con un arsenal tan in-
suficiente y exiguo. Por ese motivo, en el mes de febrero de 1948, una comisión
del PCE formada por Santiago Carrillo, Enrique Líster y Juan Modesto acudió
a Yugoslavia con el objetivo de abastecer de armas a la guerrilla. 55

50
CLOSE, David H. (ed.). The Greek Civil War. Studies of Polarization. New York: Routledge, 1993.
51
Varios artículos en defensa de la lucha en estos países se pueden ver en: Nuestra Bandera,
sep/1946; Nuestra Bandera, oct-nov/1947; Nuestra Bandera, oct-nov/1947; Nuestra Bandera,
abr/1948, etc. Sobre el influjo de estas guerrillas, particularmente las asiáticas, en la cultura co-
munista de la época: PRIESTLAND, David. Bandera roja. Historia política y cultural del comunismo.
Barcelona: Crítica, 2010. p. 259-274.
52
SEMPRÚN, Jorge. Autobiografía de Federico Sánchez. Barcelona: Planeta, 1977.
53
Editorial, “Por la creación de un Consejo Central de Resistencia”, Nuestra Bandera, sep/1946.
54
Editorial “Ante la situación política hay que llenar España de Consejos de Resistencia y crear
un Consejo Central que las agrupe y dirija”, Nuestra Bandera, ene-feb/1948.
55
MORÁN, Gregorio. Miseria y grandeza del Partido Comunista de España, 1939-1985. Barcelona:
Planeta, 1986. p. 134 y ss.

118 |
jorge marco

La causa española gozaba de un enorme apoyo en la recién creada República


Federal Socialista Yugoslava. De los 1700 brigadistas internacionales yugosla-
vos que aproximadamente combatieron en la Guerra Civil española, unos 250
lograron retornar a su país y fueron cruciales en las primeras fases de resis-
tencia contra las fuerzas de ocupación. Conocidos popularmente como Španci
(los españoles), gozaban de un gran prestigio político y social. Nada menos que
30 de ellos terminaron la Segunda Guerra Mundial con el grado de general,
mientras que otros 59 fueron distinguidos con el título de “héroes del pueblo”.56
Sin lugar a dudas, la Guerra Civil española impregnaba el imaginario colectivo
de la sociedad yugoslava. La nueva República, además, se había convertido en
el lugar de residencia de varios destacados miembros del PCE, entre los cuales
un surtido número trabajaban como asesores del Estado Mayor yugoslavo. El
gobierno de Tito, por otro lado, apoyaba logísticamente a la guerrilla comunista
griega en ese mismo periodo. Y no menos importante: en el mes de septiem-
bre de 1947 se había restaurado la sucesora de la Internacional Comunista,
denominada ahora Kominform, cuya sede estaba instalada en Belgrado. Todos
estos factores explican los motivos por los cuales el PCE acudió a Yugoslavia
para pedir su ayuda.
Según el testimonio de Santiago Carrillo, la respuesta de Tito fue fría, res-
pondiendo que la aviación yugoslava no tenía autonomía suficiente de vuelo
para parachutar armamento en el levante español y regresar a Yugoslavia. Pero
también les preguntó si antes habían consultado sus planes con Moscú, lo que
en cierta medida desconcertó a la delegación española, pero sin sacar mayores
conclusiones. En realidad, años después Tito le explicó a Carrillo que pensaban
que la propuesta era una trampa de Stalin para acusarles de contravenir sus
órdenes, pero la delegación comunista española todavía no estaba al tanto de
la crisis que se estaba fraguando entre Belgrado y Moscú. 57
Siguiendo con sus planes, tres meses después de la reunión con Tito, en mayo
de 1948, el PCE volvió a insistir en la necesidad de crear el Consejo Nacional
de Resistencia. Ahora bien, consciente de que el PCE levantaba enormes reti-
cencias entre el resto de grupos opositores, consideró que si el llamamiento lo
realizaba una Agrupación guerrillera desde el interior de España el proyecto
gozaría de mayor legitimidad y credibilidad. 58 De este modo, la Agrupación
Guerrillera de Levante-Aragón, la unidad de mayor vínculo con el PCE, lanzó un
llamamiento en favor de crear un Consejo Central de Resistencia y un programa
nacional y democrático común. El PCE, como si no tuviera nada que ver con

56
PAVLAKOVIĆ, Vjeran. “Twilight of the Revolutionaries: `Naši Španci` and the End of
Yugoslavia”. Europe-Asia Studies, 62-7, 2010. p. 1177.
57
CARRILLO, Santiago. Memorias…, op. cit. p. 510-513.
58
“Informe de Santiago Carrillo sobre la actividad del Partido en el interior”. In: Dirigentes.
Caja 30. Carpeta 1/2 (ACCPCE).
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“encender la guerra de guerrillas”

aquel llamamiento, mostró su firme apoyo a unos guerrilleros que solicitaban


la ayuda de todas las fuerzas políticas opositoras. 59
Sin embargo, la situación cambió radicalmente a partir de junio de 1948.
Las tensiones entre la Unión Soviética y Yugoslavia estallaron en la segunda
reunión del Kominform, donde la República de Tito fue expulsada por no ate-
nerse a las directrices soviéticas.60 Stalin, consciente de la gravedad del cisma
que se estaba produciendo, se aseguró de que el resto de partidos comunistas
mantuvieran la disciplina, y en este contexto surgió el problema de la visita
de una delegación española del PCE a Yugoslavia. Para aclarar la posición del
minúsculo PCE, Stalin convocó una reunión en el mes de octubre de 1948 en
el Kremlin. A ella acudió una delegación española formada por la secretaria
general del PCE, Dolores Ibárruri, junto a Santiago Carrillo y Francisco Antón,
quienes se reunieron durante unas horas con Stalin, el Ministro de Asuntos
Exteriores Molotov, el oficial soviético Voroshilov y uno de los más fieles alia-
dos de Stalin, Mijail Suslov.
La delegación del PCE dejó claro que mantenía una incuestionable lealtad
a la Unión Soviética y a Stalin, asumiendo las duras críticas contra el titismo.61
Una vez resuelta esta cuestión, pasaron a discutir la estrategia que debía desar-
rollarse en España. La idea básica que Stalin transmitió era que el PCE no debía
olvidar una línea de gran tradición leninista cómo era el trabajo y la infiltración
en los sindicatos verticales. ¿Significaba esto que Stalin desaconsejó continuar
con la lucha armada?62 Los testimonios de los protagonistas no son nada claros
al respecto, pero no parece que rechazara explícitamente la acción armada, sino
que más bien hizo hincapié en el desarrollo de la lucha clandestina dentro del
sindicalismo oficial de la dictadura.
Después de la reunión, el PCE modificó su orientación del movimiento
guerrillero, lo que en la historiografía se conoce como el “cambio de táctica”.
Las Agrupaciones guerrilleras y los Consejos de Resistencia ya no debían tener
un carácter ofensivo, sino que debían convertirse en instructores políticos y
organizadores de los campesinos:

La mayor importancia de este movimiento guerrillero no es –a pesar de


su alto valor – su venero inagotable de heroísmo y combatividad, sino

59
Ver el número completo de: Nuestra Bandera, may/1948.
60
GELLATELY, Robert. La maldición de Stalin…, op. cit. p. 396-402.
61
Las críticas contra Tito no se hicieron esperar en la prensa orgánica del PCE. Tampoco las
renovadas alabanzas a Stalin con el fin de demostrar su lealtad. Ver algunas referencias en: Mundo
Obrero, 6/ene/1949; Nuestra Bandera, dic/1949; Nuestra Bandera, ene/1950, etc.
62
CARRILLO, Santiago: Memorias… op. cit. p. 412-521; IBÁRRURI, Dolores. Memorias de Dolores
Ibárruri “Pasionaria”. La lucha y la vida. Barcelona: Planeta, 1985. p. 618-621; MORÁN, Gregorio.
Miseria y grandeza… op. cit. p. 137-138; MORENO GÓMEZ, Francisco. La resistencia armada contra
Franco. Tragedia del maquis y la guerrilla. Barcelona: Crítica, 2001. p. 702.

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jorge marco

su riqueza política, su creciente comprensión del papel que tienen que


jugar en el orden de la educación política y revolucionaria de las masas
[…] Los guerrilleros de nuestra patria van comprendiendo que su papel
no es sólo pelear contra la Guardia Civil y los falangistas, asesinos del
pueblo. Ellos saben y cada vez lo practican con más intensidad, que son
algo aún más valioso: son y deben ser propagandistas, instructores po-
líticos, organizadores del pueblo y de los campesinos. Cada guerrillero
y sobre todo cada jefe debe ser dirigente político y organizador de los
campesinos.63

El cambio de táctica contó con dos problemas fundamentales. En primer lugar,


la consigna no llegó a todas las Agrupaciones guerrilleras, cada vez más aisladas por
el acoso de la dictadura. Por otro lado, la conversión de guerrilleros en instructores
políticos podía resultar viable desde la tranquilidad de unos despachos en el exilio,
pero estaba muy alejada de la realidad que se vivía en las montañas españolas.
En un contexto de constante agresión por parte del Ejército, la Guardia Civil y
las contrapartidas, el cambio de orientación resultaba prácticamente imposible.64
De este modo, sumergido en el mar de contradicciones entre las consignas
de la dirección del PCE en el exilio y la brutal realidad de la vida en la sierra,
fue muriendo lentamente el movimiento guerrillero en España. A la altura de
1950 tan sólo sobrevivían dos grandes unidades, la Agrupación Guerrillera
de Levante-Aragón y la Agrupación Guerrillera de Granada, cuya vitalidad
empezaba a declinar vertiginosamente. Dos años después, en 1952, el PCE de-
cidió desistir por la vía de la lucha armada. La desmovilización de la guerrilla
fue caótica y, de hecho, contó con escaso apoyo del PCE. Tan sólo se organizó
un operativo de evacuación de los últimos guerrilleros del área de Levante-
Aragón, mientras que el resto quedaron abandonados a su suerte.65 Decenas
de guerrilleros murieron en su intento desesperado por llegar a la frontera y
tan sólo unos pocos lograron alcanzar el exilio.
En el verano de 1956, el PCE lanzó una declaración que se convirtió en un hito
en la historia del partido. Titulada “Por la reconciliación nacional, por una soluci-
ón democrática y pacífica del problema español”,66 su propósito fundamental era

63
“Los guerrilleros, instructores políticos y organizadores de los campesinos”. Mundo obrero, 3/
feb/1949. Otros artículos con consignas similares: “Los Consejos de Resistencia, su composición
y funciones”, Revista de información político-militar, 1/sep/1949; “A los camaradas del Partido
Comunista de los Pueblos en que se ha organizado el Consejo Local de la Resistencia”, 1/nov/1949,
In: AGUADO, Francisco. El maquis en sus documentos… op. cit. p. 143-149.
64
HEINE, Hartmut. La oposición política… op. cit. p. 467; SÁNCHEZ CERVELLÓ, Josep (ed.).
Maquis: el puño que golpeó al franquismo, La Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA).
Barcelona: Flor del Viento, 2003. p. 295 y ss.; MORENO GÓMEZ, Francisco. Historia y memoria
del maquis… op. cit. p. 220-221.
65
SÁNCHEZ CERVELLÓ, Josep (ed.). Maquis… op. cit. p. 380-385.
66
“Por la reconciliación nacional, por una solución democrática y pacífica del problema español”,
Boletín de Información, 1º de julio de 1956 (ACCPCE).
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“encender la guerra de guerrillas”

anunciar que renunciaba definitivamente a la lucha armada como instrumento para


derrocar a la dictadura. En toda la declaración, de 34 páginas, no se hizo referencia
alguna a la guerrilla antifranquista. Desgraciadamente, en este momento la direc-
ción del PCE aplicó lo que años después denunció uno de sus antiguos militantes:

La memoria comunista es, en realidad, una desmemoria, no consiste


en recordar el pasado, sino en censurarlo. La memoria de los dirigentes
comunistas funciona pragmáticamente, de acuerdo con los intereses
y los objetivos políticos del momento. 67

Conclusiones

El PCE fue la única organización política de la oposición antifranquista que


tuvo un proyecto claro y definido sobre el movimiento guerrillero. La defini-
tiva constitución de un Ejército Nacional Guerrillero integrado por diferentes
Agrupaciones regionales a lo largo de toda la geografía española es la mejor
muestra de ello. Pero la culminación de este proyecto en la segunda mitad de la
década de los años cuarenta en ocasiones ha proyectado una imagen deformada
de la influencia del PCE en la guerrilla antifranquista. En realidad, la organización
comunista tan sólo empezó a tener influencia en el desarrollo de la guerrilla
a partir de 1944. Entre 1939 y 1941, todavía bajo el impacto de la guerra y del
pacto germano-soviético, su interés por el fenómeno guerrillero en España
fue escaso. En los años siguientes, hasta 1944, su interés en la lucha armada
fue creciendo exponencialmente pero con escasa influencia. Fue la operación
“Reconquista de España” y sus posteriores consecuencias las que situaron al
PCE en la vanguardia del movimiento guerrillero en los años venideros.
Sin embargo, el proyecto guerrillero finalmente no pudo derrotar a la dicta-
dura. El contexto internacional tras la Segunda Guerra Mundial se convirtió en un
obstáculo insuperable. Pero también fue evidente que la dirección del PCE –como
del resto de organizaciones de la oposición antifranquista – se vio superada por
los acontecimientos. Del mismo modo, el Buró Político empleó infinitos esfuerzos
en dirimir sus conflictos con otras fuerzas opositoras y dentro de su mismo seno.
Unos esfuerzos que hubieran sido más productivos si se hubieran dirigido contra el
régimen de Franco. Esto no puede ocultar, sin embargo, el derroche de entusiasmo
y de generosidad que miles de militantes comunistas corrientes – como de otras
formaciones políticas – imprimieron a la lucha antifranquista. Unos asumieron
el combate con las armas, otros apoyando al movimiento con apoyo logístico,
alojamiento o alimentos. Miles de ellos murieron en su lucha obstinada contra la
dictadura y, a día de hoy, todavía siguen esperando su reconocimiento.

67
SEMPRÚN, Jorge. Autobiografía de Federico Sánchez… op. cit. p. 241.

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