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EL EXILIO O SUS
IDEAS.
Gracias a ello podemos saber que Boix nació en Barcelona del matrimonio formado por
Bartolomé Boix Eixarch (un militante de la CNT y regente de una sastrería familiar,
ubicada en el barrio del Poble-Sec de la Ciudad Condal) y de Ana Campo Agustín (una
fragatina aragonesa que vivió desde pequeña en la capital catalana y que murió por
apoplejía, cuando Francesc iniciaba su adolescencia). Al parecer, Bartolomé era muy
aficionado a la fotografía, interés que contagió a nuestro protagonista desde muy joven
y le llevó a aprender el oficio en la Casa de Fotografía Industrial Romagosa de
Barcelona. Encuadrado en la Joven Guardia y luego en la JSU a los 16 años, durante la
sublevación militar, Francesc colaboró como fotógrafo en el periódico de la Joventut
Socialista Unificada de Catalunya, llamado Juliol (cuyo primer número se editó en
septiembre de 1936) junto a camaradas como Teresa Pamies i Bertran y Gregorio López
Raimundo. A pesar de haber formado parte de algún destacamento militar como en la
30ª División, cuyo comisario político fue Jaume Girabau Estévez, su labor y pasión fue
la fotografía y siempre iba acompañado por, según algunas fuentes, una máquina
fotográfica alemana marca Leica (mismo tipo de cámara que utilizaron en la Guerra
Civil, Gerda Taro y Robert Capa).
Cuentan, quienes le conocieron durante el conflicto bélico español, que era asiduo a los
eventos y a las charlas organizadas por la JSU e incluso del PCE en Barcelona, dejando
retratado todo lo que allí sucedía a través de su cámara. Francesc no fue un militante
ortodoxo y adoctrinado como muchos otros de sus camaradas de la época. Tenía un
compromiso político y unos ideales definidos por su organización juvenil comunista y
colaboraba en diversas labores, pero su propio espíritu impulsivo, valeroso, dinámico y
jovial le llevó a disfrutar del entusiasmo como fotógrafo por encima de postulados
políticos dogmáticos. Boix siguió como fotógrafo, aunque sin firmar sus fotos, para el
periódico Combate, una publicación quincenal de la 30ª División en el Frente del Este
entre finales de 1938 y principios de 1939. Por esta época, fue detenido y tras su paso
por un campo de concentración, ingresó en la cárcel Modelo de Barcelona, donde
esperó su consejo de guerra, sufriendo una condena de doce años y conmutada con
posterioridad a ocho años de reclusión. No obstante, y debido a una enfermedad, salió
de la prisión para morir el 2 de abril de 1942 (2).
En febrero de 1939 empezó el periplo del exilio francés de Francisco Boix.
Presumiblemente estuvo interno en los campos de concentración de Vernet d
´Ariege y de Septfonds. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, junto con
otros republicanos españoles se incorporó a la 28º Compañía de Trabajadores
Extranjeros, ligada al V Cuerpo de Ingenieros, cuya labor era la fortificación y la
protección de las líneas defensivas en la zona de los Vosgos, cerca de la frontera
con Alemania. Las fuerzas armadas unificadas de este país penetraron en territorio
francés y detuvieron, en mayo de 1940, a gran cantidad de combatientes
españoles, entre ellos a Francesc, pasando por varios campos de prisioneros
(Frontstalag 140 Belfort y Stalag XI B Fallingbostel), hasta que fue conducido junto
con otros 1.506 republicanos a Mauthausen, el día 27 de enero de 1941, siendo su
“matrícula” tatuada la número 5.185 (3).
Es de sobra conocido su paso por el laboratorio fotográfico del campo y las vicisitudes y
dificultades para sacar los negativo de allí y la liberación del mismo el 5 de mayo de
1945, con la llegada de las tropas estadounidenses, siendo recibidos con la pancarta
pintada por el recluso Francesc Teix Perona, (acción determinada por los comités de
resistencia y de ayuda de presos que había en el propio presidio), en la que se podía leer:
Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras (famosa foto tomada por
Boix). La situación de los españoles republicanos fue trágica, por las condiciones físicas
y mentales sufridas por el trato infrahumano durante cinco años (hubo más de 7.500
presos españoles y sobrevivieron unos 2.700). Tras conseguir la libertad, muchos de
ellos permanecieron en el campo durante varias semanas porque no sabían qué hacer o
hacía dónde dirigirse en su condición de apátridas. La sensación generalizada entre los
“rojos” españoles era la de estar dejados a su suerte y traicionados por los países
aliados, con los cuales, habían luchado en la misma causa contra los nazis alemanes.
El primer destino de la mayoría de estos españoles liberados iba a ser Francia, mismo
país al que se exiliaron incluso antes de la finalización de la Guerra Civil. Entre ellos
Francesc y otros compañeros suyos militantes del PCE que decidieron publicar algunas
de las fotografías sacadas del campo en la revista y en el periódico francés Regards y
Ce Soir respectivamente, ambas de tendencia comunista. No obstante, y según
declaraciones posteriores de varios comunistas españoles sobrevivientes a Mauthausen
(formaron parte de los comités de resistencia y crearon una delegación de Unión
Nacional en el campo), entre ellos Mariano Constante Campo, para algunos de los
dirigentes del Comité Central del PCE en territorio galo, aquellos supervivientes del
terror nazi deberían de haber muerto por una posible connivencia con los alemanes; el
estalinismo hacía acto de presencia. Debido al impacto público que se obtuvo con la
publicación de las fotografías, Boix formó parte de los testigos que declararon en los
juicios contra los jerarcas nazis en Núremberg y en Dachau.
A raíz esa primera carta empezó una correspondencia en tres direcciones que duró hasta
octubre de 1946: por un lado entre los departamentos del servicio exterior de las
distintas oficinas estadounidenses de la USC en Boston, con Mary T. Pitkin y Helen F.
Hazelton como representantes y de la AFSC en Philadelphia, con Kathleen H. Hanstein
y Agnes Gallagher como delegadas; entre éstas y Antonio de Zárraga y Trinidad
Campos de Listosella que vivían en México D.F y entre los primeros con la oficina de la
USC, situada en el número 61 de la Rue Jouffroy de París, donde estaban William Cary
Jr.y Herta “Jo” Tempi como comisionados de la misma. Herta era la mujer de Noel
Field, los cuales fueron objeto de dos investigaciones, la primera de manera interna por
la USC y luego por la Cámara de Representantes de EE.UU ante la queja de que daban
un trato preferencial a los refugiados comunistas, que eran miembros del Partido
Comunista e incluso ayudaban a los servicios secretos soviéticos (en Toulouse hubo
algunas instituciones, entre ellas Solidaridad Democrática Española fundada en 1945
bajo el amparo del PSOE y de la UGT para auxiliar a los españoles exiliados y
refugiados en territorio francés, que denunciaron que los fondos de la USC llegaban
solamente a las organizaciones de matiz comunista). Finalmente, el matrimonio Field
fue acusado de espionaje en EE.UU y en Hungría. Noel sufrió torturas y fue
encarcelado, saliendo en libertad junto a su mujer en 1954 y quedándose a vivir en
Budapest hasta la muerte de los dos.
¿Y qué pasó con nuestro protagonista? Las noticias que llegaban de Francia, tras
ponerse en contacto con él la oficina de la USC en París, eran que estaba en una mala
situación económica y de salud, teniendo dificultades para encontrar trabajo. En una
carta enviada personalmente por Herta Tempi a Mary Pitkin en Boston, fechada el 27 de
febrero de 1946, decía que Francesc Boix fue personalmente a la sede de la Rue
Jouffroy para informar que había podido contactar directamente con sus tíos en México
al recibir la dirección de ellos por medio de la USC. Boix conocía el deseo expreso de
sus familiares de que viajara a México con el objetivo de mejorar su salud y los
problemas monetarios. No obstante, Herta recalcó en su misiva varias veces que Boix
no quería dejar Francia, porque a pesar de estar enfermo, tras su estancia en el campo de
concentración de Mauthausen, su ánimo de ser útil para la causa republicana en España
e intentar ayudar a la finalización de la dictadura franquista, estaba intacto. También le
explicó que tenía un trabajo como fotógrafo pero que estaba muy mal pagado. Jo Tempi
terminaba el escrito manifestando que Boix no había solicitado ninguna ayuda (en
anteriores comunicaciones desde EE.UU indicaban que la organización más propicia
para ayudarle sería Les Secours Quakers por la logística que tenían y por los fondos
económicos) pero al verle cómo iba vestido y tan demacrado, le entregaron un paquete
de comida y algo de ropa nueva. La sede europea de la USC informó a su homóloga en
Boston que daba por cerrados los casos iniciados en el verano anterior y que informaran
de esa decisión a sus representantes en México, los cuales dieron la noticia al padre de
Zárraga y a los tíos de Boix (a lo largo del proceso se indicó finalmente la realidad del
parentesco). Éstos escribieron una carta a Helen Hazelton en marzo del mismo año
agradeciendo la ayuda prestada a su sobrino, lamentando que no hubiera tenido éxito el
trabajo realizado, ya que les explicó en otra carta los motivos por los que había
rechazado el ofrecimiento familiar. No obstante, ellos le volvieron a escribir otra misiva
para que recapacitara y meditara la decisión tomada, ya que consideraban que donde
podría curarse de su enfermedad y salir adelante era en México. Cabría la posibilidad
según contó Nuria Boix, la hermana de Francesc, que éste hubiera enviado a sus tíos a
México copias de las fotos que realizó en Mauthausen para que éstos las divulgaran y
fueran conocidas internacionalmente. Pudiera ser que aparte de enviarles las cartas
indicadas, también incluyera algún paquete con reproducciones fotográficas, quizás
algunas inéditas de la tragedia vivida en el campo alemán. Aunque nunca se ha sabido
cual fue el destino del total de los negativos que Boix sacó con la ayuda de sus
compañeros, creyéndose que fueron bastantes más de las que hasta ahora se conocen.
Lo que queda de manifiesto, con las explicaciones que Boix dio a sus tíos, era que por
encima del ofrecimiento de una nueva vida en el exilio mexicano, una oportunidad para
quizás recuperarse, tanto física como económicamente, en la cabeza del fotógrafo
catalán estaba el peso de sus ideales y objetivos: una España sin una dictadura represora
ni autoritaria. La lucha iniciada durante la Guerra Civil española contra el fascismo y
los avatares y sufrimientos vividos en los campos de concentración franceses y
alemanes, no podían ser olvidados y tenían que haber valido para algo.
Independientemente que no estuviera bien físicamente, se veía con las suficientes
fuerzas y ánimo como para seguir combatiendo dentro de sus posibilidades en las
actividades y organizaciones antifranquistas. Ya fuera realizando fotos o participando
en jornadas y eventos políticos para denunciar la difícil situación de sus compatriotas en
Francia. Todo ello con el fin de conseguir que algún día España volviera a ser un país
democrático y con libertades.
Por esas fechas, Boix trabajaba para el periódico francés L’Humanité fotografiando gran
cantidad de eventos políticos como la inauguración de la exposición de artes plásticas
organizada por el Comité de Coordinación Artística francesa donde llegó a conocer a
artistas, intelectuales y políticos españoles exiliados, entre ellos a Pablo Picasso.
Algunos de estos personajes fundaron el Comité de Ayuda a los Refugiados Españoles
en Francia y el mismo día que Herta Tempi envió la carta a su compañera en Boston, se
celebró en el local de París de la USC una reunión con miembros de dicho Comité. Éste
fue presidido por Picasso y entre los asistentes a la reunión estuvieron: el general José
Riquelme López-Bago, Enrique de Santiago Rivera (presidente de la Junta Central de la
UGT en Francia), Julio Hernández Ibáñez de Garayo (presidente de la FETE en el país
vecino), el doctor José María Fernández Colmeiro (miembro del Hospital Curie),
Carmen Ballester Llasat (viuda de Luis Companys) y el coronel Puig (deportado de un
campo de concentración alemán). Como secretarios actuaron el comunista Manuel
Azcárate Diz y Mariano Miguel. También intervinieron Herta Tempi y William Cary (a
otras reuniones celebradas por ese Comité a lo largo de 1946 también acudieron la actriz
María Victoria Casares Pérez, el escritor José María Quiroga Pla o el periodista Andrés
Rafael Corpus García de la Barga, entre otros) (8).
Artículo publicado en la revista “El Viejo Topo”, nº 398, pp.4-13, marzo, 2021.
NOTAS.