Un examen
Cuando Jesús mira
lo que damos
David Roper
lguien ha dicho que una sexta parte de los
A versículos de la Biblia se relaciona de algún
modo con el tema de dar.1 No sé si esto será cierto,
pero lo que sí se es que las Escrituras tienen mucho
que decir sobre el tema: «[el] Señor Jesús […] dijo:
Más bienaventurado es dar que recibir» (Hechos
20.35); «… Dios ama al dador alegre» (2a Corintios
9.7); «Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por
nosotros» (Efesios 5.2a). Winston Churchill dijo
una vez: «Nos ganamos la vida por medio de lo que
obtenemos, pero hacemos una vida por medio de
lo que damos».2
Dios no dudó en hablar sobre dar, pero a veces
los predicadores sí dudamos. Por lo general, los
sermones sobre dar no se encuentran en nuestra
lista de favoritos. Si las prédicas o clases sobre este
tema le incomodan, prepárese para retorcerse a
medida que estudiamos acerca de una viuda que
dio todo lo que tenía.
JESÚS MIRÓ LO QUE SE
DABA EN EL TEMPLO
El martes anterior a la muerte de Jesús, ocurrida
el viernes, había sido un día agotador. Todo el día,
el Señor se había dedicado a una guerra de palabras
con enemigos que repetidamente trataron de
embaucarlo y atraparlo.
El relato comienza cuando Cristo se había
retirado al atrio de las mujeres, donde se ubicaba
el arca de la ofrenda (Marcos 12.41).3 Él había
enseñado anteriormente en esta parte del templo
(Juan 8.20). Según Edersheim, «el arca de la
ofrenda» consistía en trece recipientes con forma
1
Esto no significa que la palabra «dar» se encuentra
en todos estos versículos, sino que, de algún modo, muchos
versículos se refieren a que algo que Dios nos da o a lo que
nosotros damos a Dios y al prójimo.
2
Churchill, primer ministro de Gran Bretaña durante
la Segunda Guerra Mundial, tuvo fama de ser un gran
orador.
3
La mayoría de los eruditos creen que el arca de las
ofrendas se encontraba en el atrio de las mujeres.
4 7
Según entiendo, la base era la parte más ancha de
cada recipiente. Desde el fondo hasta la parte superior, se
estrechaba poco a poco. Las monedas se echaban por una
abertura de la parte superior.
más detenido
de Marcos 12.41–44;
Lucas 21.1 –4
de trompeta4 que se ubicaban en una zona del
atrio.5 Cada receptáculo estaba marcado con una
letra del alfabeto hebreo, y el dinero que se echaba
en cada una de ellos se usaba para diferentes
aspectos del funcionamiento del templo (sacrificios,
mantenimiento y otros por el estilo). Se usaban
para ofrendas voluntarias. En ocasiones especiales,
tales como los días de fiesta, muchos venían para
hacer contribuciones voluntarias.
Jesús «[se sentó] delante del arca de la ofrenda»
(Marcos 12.41a). Por el momento, estuvo solo.6 Sin
duda, saboreaba la tregua. Aparentemente se sentó
durante un rato con la mirada hacia abajo (tal vez
incluso cerraba Sus ojos), pero después «[levantó]
los ojos» (Lucas 21.1a).
Estando sentado, «miraba cómo el pueblo
echaba dinero en el arca» (Marcos 12.41b). ¿Cómo
es esto? ¿Se estaba Él fijando en lo que la gente
daba?7 Siempre he creído que cuando yo doy, mi
mano derecha no debe saber lo que hace mi
izquierda, y menos lo deben saber las personas que
están a mi derecha y a mi izquierda.8 Siempre he
creído que la cantidad que yo doy debe ser uno de
esos secretos del universo, como el número de
cabellos de mi cabeza.9 No obstante, el texto declara
que el Señor se sentó allí y «miraba cómo el pueblo
echaba dinero en el arca».
La palabra griega que se traduce por «echaba»
se puede traducir también por «lanzaba». En la
KJV se lee: «el pueblo lanzaba dinero en el arca».
(Énfasis nuestro.) Anteriormente, Cristo había
dicho que algunos hacían alarde de lo que daban
(vea Mateo 6.2). Tal vez, esas personas habían
5
Alfred Edersheim, The Life and Times of Jesus the
Messiah (La vida y tiempos de Jesús el Mesías) Nueva Versión
Actualizada (Peabody, Mass.: Hendrickson Publishers,
1993), 741. Vea un ejemplo de un arca que se colocó en el
templo, para recoger dinero, en 2o Reyes 12.9.
6
En vista de que, en un momento, Él llamaría a Sus
discípulos (Marcos 12.43), esto es señal de que debieron de
haber estado en algún otro lugar de la zona.
Esta oración, la anterior y las dos posteriores se
expresan con el propósito de manifestar ironía.
8
Esta es una referencia a Mateo 6.3.
9
Esta es una referencia a Mateo 10.30.
1
aprendido cómo hacer que los receptáculos sonaran
al lanzar sus monedas.10
El Señor vio que «muchos ricos echaban
mucho» (Marcos 12.41c). No había nada malo en
ello. Pablo dijo que el que siembra escasamente,
también segará escasamente, y el que siembra
generosamente, generosamente también segará
(2a Corintios 9.6).
Luego Jesús contempló esta conmovedora
escena: «… vino una viuda pobre, y echó dos
blancas, o sea un cuadrante» (Marcos 12.42). A
las viudas se les consideraba el segmento más
indefenso y desamparado de la sociedad. Dios
estipuló leyes especiales para el cuidado y la
protección de las viudas (vea Éxodo 22.22;
Deuteronomio 24.19–21; 26.12–13; 27.19). 11 La
mayoría de las viudas eran pobres; el hecho de que
Marcos y Lucas describieron especialmente como
«pobre» a la viuda de este relato, puede ser indicio
de que ella se encontraba entre las más pobres de
las pobres.
Mientras Cristo miraba, esta viuda echó dos
blancas. La palabra griega que se traduce por
«blancas» es lepta, forma plural de lepton. El lepton
era una diminuta moneda judía; la palabra lepton
significaba «delgado, pequeño o minúsculo». El
lepton es la única moneda judía que se menciona
en el Nuevo Testamento. El texto dice que dos
lepta equivalían a «un cuadrante». El cuadrante
era una pequeña moneda romana, que equivalía a
la sesentaicuatroava parte de un denario12 (el salario
de un día de trabajo de un obrero corriente; Mateo
20.2). Para calcular cuánto valdrían las dos blancas
de la viuda en su país, divida el salario diario
promedio de un obrero común entre treinta y dos.13
Tome en cuenta que el obrero corriente apenas
podía sobrevivir con su salario.14 Esta viuda tenía
una diminuta fracción del pago de un día de trabajo
de un obrero.
Cuando Cristo contemplaba a la viuda, es
evidente que pensara, diciendo: «Mis seguidores
10
Por otro lado, puede que no tenga importancia alguna
el hecho de que se usó la palabra griega que significa
«lanzar». Una palabra griega parecida se usa para describir
el acto por el cual la viuda dio su ofrenda (Marcos 12.42).
11
Esa misma preocupación se refleja en el Nuevo Tes-
tamento (vea Hechos 6.1–6; Santiago 1.27).
12
Cuatro cuadrantes equivalían a un asarión y dieciséis
asariones equivalían a un denario.
13
Las traducciones y los comentaristas tratan de
expresar el valor con palabras como «un centavo», «una
fracción de centavo», y así por el estilo. Es más significativo
comparar el valor con la economía de su país.
14
Por esta razón, la ley estipulaba que al obrero
corriente debía pagársele al final de cada día.
2
necesitan ver esto».15 Llamó a Sus discípulos a Su
lado (Marcos 12.43a) y les dijo: «De cierto os digo
[estas palabras indican que estaba a punto de decir
algo muy importante] que esta viuda pobre echó
más que todos los que han echado en el arca»
(Marcos 12.43b). La construcción griega indica que
ella dio más que la suma16 de lo que dieron todos los
demás. Desde el punto de vista de los hombres, la
ofrenda de ella fue ínfima; pero desde el punto de
vista de Dios fue inestimable. A los ojos de Dios,
sus diminutas monedas fueron más preciosas que
diamantes.
La viuda puede haber dado tan solo una
pequeña cantidad, pero su «irreflexiva gene-
rosidad» ha alentado a dar de modo sacrificado
durante casi dos mil años. Alguien «estimó que si
las [blancas] de la viuda se hubieran depositado en
el «Banco Nacional de Jerusalén» para ganar cuatro
por ciento de interés semestral, ¡el fondo alcanzaría
un total de $4.800.000.000.000.000.000.000 [48
seguido de veinte ceros]!17 No está dentro mis
planes comprobar si las cifras son exactas, pero lo
que sí sé es que el ejemplo de la viuda ha inspirado
a dar millones, tal vez miles de millones, de dólares.
Burton Coffman dio a conocer un ejemplo años
atrás:
La ciudad de Nueva York estaba participando
en una campaña entre los pobres inmigrantes
de la gran ciudad con el fin de recaudar fondos
para la construcción del pedestal y torre de
soporte sobre los cuales se erigiría la estatua de
la Libertad de Bartholdi. La campaña estuvo
retrasada hasta que una mujer pobre vendió su
cama por $13,00 y dio el dinero. Inspirada por
esto, la gente respondió rápidamente y dio más
de lo que se necesitaba. De un modo similar, la
viuda pobre de este texto ha construido más de
un edificio de la iglesia y ha contribuido con
más de un presupuesto por todo el mundo.18
Jesús continuó diciendo: «… porque todos han
echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza
echó todo lo que tenía, todo su sustento» (Marcos
12.44). Los hombres ven el presente que se da; Dios
ve lo que queda en el bolsillo después que se da el
15
En lo que al evangelio de Marcos se refiere, solo fue
en ocasiones que Jesús hizo un esfuerzo especial para
conseguir la atención de Sus discípulos (vea Marcos 3.13;
6.7; 8.1, 34; 10.42).
16
En la paráfrasis de la Living Bible, se lee en Lucas
21.3 de esta manera: «la combinación de lo que dio el resto».
17
Paul Lee Tan, Encyclopedia of 7,700 Illustrations: Signs
of the Times (Enciclopedia de 7.700 ilustraciones: señales de los
tiempos) (Rockville, Md.: Assurance Publishers, 1979), 1156.
18
James Burton Coffman, Commentary on Mark (Co-
mentario de Marcos) (Abilene, Tex.: ACU Press, 1975), 240–41.
presente. Las ofrendas de los ricos no les costaban
nada a ellos; la ofrenda de la viuda le costó todo a
ella. En ocasiones, oímos a alguien decir: «No
puedo dar más que la blanca de la viuda». No diga
usted que da la blanca de la viuda a menos que dé
todo lo que tiene. Si a usted le queda algo en su
bolsillo, su presente no debe compararse con el de
aquella pobre mujer.
Los hombres han debatido si la decisión de la
viuda fue sabia. Usted y yo habríamos tratado de
detenerla, diciéndole: «¡Estás dando demasiado!
¡Dios no espera que pases hambre para poder
dar para los fondos del templo! Él apreciará tu
disposición a dar, pero conserva parte de ello para
ti misma!». El Señor, no obstante, elogió su ofrenda
de amor. Una cosa es cierta: Esta pobre viuda
estaba confiando en Dios, que Él tendría cuidado
de sus necesidades en los días siguientes (Mateo
6.33).19
Este conmovedor relato insinúa muchas lec-
ciones:20
• Todos deben dar, sean ricos, pobres o
intermedios.
• Dios mira lo que damos de un modo
diferente de como lo miramos nosotros.
• Lo que damos debe significar un sacrificio.
• Lo que damos debe reflejar que nuestra
confianza está depositada en el Dador no
en lo dado por Él.
No obstante, el único asunto que deseo recalcar es
que Jesús nos mira como miró a la viuda.
JESÚS AÚN MIRA LO QUE DAMOS
Muchos pasajes nos dicen que Dios lo ve todo,
que Él es omnipresente y omnisciente:
… los ojos de Jehová contemplan toda la tierra
(2o Crónicas 16.9a).
Porque los caminos del hombre están ante los
ojos de Jehová, y él considera todas sus veredas
(Proverbios 5.21).
Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando
a los malos y a los buenos (Proverbios 15.3).
Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en
su presencia; antes bien todas las cosas están
desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien
tenemos que dar cuenta (Hebreos 4.13).
19
Decida usted cuánto analizar este punto. Dios desea
que usemos el sentido común, pero el egocentrismo se
disfraza a veces de «lo más factible».
20
Usted puede ampliar estas ideas cuanto sea necesario.
Entre las cosas que Dios ve está lo que damos.
Él sabe si es o no lo que debería ser. Él vio lo que
Ananías y Safira dieron hipócritamente, y no le
agradó (Hechos 5.1–11). Él vio el sacrificio que
hicieron los macedonios para dar, y le agradó
(2a Corintios 8.1–5). Pablo escribió:
Pero esto digo: El que siembra escasamente,
también segará escasamente; y el que siembra
generosamente, generosamente también se-
gará. Cada uno dé como propuso en su corazón:
no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios
ama al dador alegre (2a Corintios 9.6–7; énfasis
nuestro).
El Señor escudriñó lo que se dio en el templo
hace dos mil años, y Él aún está «sentado delante
del arca del cielo, mirándonos».21 Leí acerca de un
predicador que pidió ayudar en la recolección de
la ofrenda. Cuando pasaba el plato de la ofrenda,
de vez en cuando tomaba con su mano lo que
alguien daba y lo examinaba detenidamente.22
Como se imaginará, cuando la recolecta se había
llevado a cabo, muchos estaban apenados y
varios se habían enojado. El predicador se dirigió
al púlpito y dijo: «Les ha molestado a algunos
que yo haya examinado su ofrenda solamente esta
vez. ¿Están ustedes conscientes de que el Señor
inspecciona su ofrenda cada vez que ustedes la
dan? Cuando lo hace, ¿qué ve? ¿Está Él contento o
triste?».
¿Qué ve Cristo cuando mira lo que damos? No
puedo responder esa pregunta por usted, y usted
no la puede responder por mí. El relato que hemos
estudiado revela que a Dios no le interesa solamente
la porción, sino también la proporción. Él no solo
mira lo dado, sino también al dador. Le interesa
tanto lo que nos queda en el bolsillo así como
cuánto damos.
Cuando yo doy, ¿implica ello un sacrificio?
¿Tengo que renunciar a algo para dar como doy?
¿A ciertos deleites? ¿A ciertas comodidades?
Ciertamente mi ofrenda palidece a la par de la
ofrenda de la viuda pobre que dio incluso su
sustento, todo lo que tenía.
Hemos conocido a los que dieron todo: 23
madres que se privaron de las necesidades de la
21
Paul P. Fryhling, Prelude to the Cross and Other Ser-
mons (Preludio de la cruz y otros sermones) (Grand Rapids,
Mich.: Baker Book House, 1965), 132.
22
No recomiendo que haga esto. Usted puede hacer
que le entiendan al contarles acerca de alguien que lo hizo.
Luego podría añadir: «¿Qué les parece si yo lo hiciera?
¿Cómo se sentirían?».
23
Use ejemplos que sus oyentes comprendan.
3
vida con el fin de que sus hijos pudieran tener lo
que necesitaban,24 hombres y mujeres que dieron
sus vidas por otros,25 misioneros que renunciaron
a todo para llevar el evangelio a otros. La pregunta
incómoda que plantea el relato de «La ofrenda de
la viuda pobre» es «¿Qué he dado yo?».
Pablo Fryhling escribió:
Seguramente, la pobre mujer jamás se enteró
de que alguien viera alguna vez lo que ella dio
o cómo lo dio. Ella llegó al final de su vida, y no
fue sino hasta que llegó a la gloria, al ser recibida
por el mismo Hijo de Dios, que se dio cuenta de
que «Él había besado el cobre26 de su pobreza y
lo había convertido en el oro de la eternidad».27
CONCLUSIÓN
Para dar todo al Señor hay que comenzar
con darse uno mismo. En relación con la forma
sacrificada como dieron los macedonios, Pablo
dijo que «se dieron primeramente al Señor»
(2a Corintios 8.5). Si usted no se ha dado a Dios en
amor, fe y obediencia, deje que la viuda pobre le
inspire, la viuda que amó al Señor tanto que ningún
sacrificio fue demasiado grande. Piense en estas
palabras que a veces cantamos:
Todo a Jesús yo le entrego,
Todo a Él con gusto doy;
Siempre le amaré y en Él confiaré,
En su presencia todos los días viviré…
Todo a Ti, bendito Salvador,
Todo te entrego hoy.28
Los Últimos Dias anteriores a
la crucifixión de Jesús
Al estudiar los últimos días anteriores a la
muerte de Jesús, nos será útil entender la forma de
medir el tiempo que usaban los judíos. Los judíos
marcaban los días desde la salida del sol hasta la
puesta del sol; cada nuevo día comenzaba a las
6:00 p. m.
De modo que, según la forma judía de calcular
el tiempo, el jueves terminó y el viernes comenzó
cuando Cristo y Sus discípulos estaban reunidos
en el aposento alto para observar la fiesta de la
Pascua. Los eventos que siguieron son conocidos
para nosotros. Jesús lavó los pies de los discípulos,
habló de la traición y el sufrimiento e instituyó la
Cena del Señor. Por la noche, Jesús fue traicionado
y fue sometido a una serie de juicios. Fue crucificado
durante el día (desde las 9:00 a. m. hasta las 3:00 p. m.)
y luego fue sepultado apresuradamente, debido a
que «solo quedaron dos o tres horas entre Su muerte
y la puesta del sol (el comienzo del día de reposo)».1
1
David W. Wead, “Joseph of Arimathea” («José de
Arimatea»), International Standard Bible Encyclopedia
(Enciclopedia Bíblica Estándar Internacional), gen. ed. James
Orr (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans Publishing
Co., 1939), 2:1132.

¡Entréguelo todo, y venga a Él hoy!29

La ciudad de Jerusalén
 NOTA  y sus alrededores
La conclusión de esta prédica ha sido concebida
para culminar con “All to Jesus I Surrender” («Todo Fortaleza
entrego a Jesús») como himno de invitación. Antonia

24 Templo
Un ejemplo de la historia de los Estados Unidos lo Atrio de las
constituyen las esposas y madres que murieron durante el mujeres y arca
primer invierno que los peregrinos pasaron en el continente de las ofrendas
americano. Según los historiadores, muchas de ellas Atrio de
los
murieron por poner a la familia en primer lugar. gentiles
25
Podría usted dar ejemplos tales como el de un soldado Monte
Palacio de de los
que se echó sobre una granada para salvar a sus iguales Herodes
soldados. Olivos
26
N. del T.: La versión de la Biblia que usa el autor
n

Casa del
edró

habla de «dos monedas de cobre».

27
Fryhling, 131. aposento
eC

28
Judson W. Van DeVenter, “All to Jesus I Surrender” alto Betania
te d

(«Todo entrego a Jesús»), Songs of Faith and Praise (Cánticos

de fe y de alabanza), comp. y ed. Alton H. Howard (West Estanque
en

de Siloé
Monroe, La.: Howard Publishing Co., 1994).
Torr

29
Es aconsejable que diga a los no cristianos cómo
pueden llegar a ser cristianos (Marcos 16.15–16; Hechos Valle de Hinom
2.38; Gálatas 3.26–27) y que diga a los cristianos descarriados
cómo pueden volver al Señor (Hechos 8.22; Santiago 5.16).

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