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Universidad de la Sabana
2020
andresfiar@unisabana.edu.co
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ÉTNIA TERAPÉUTICA
Están destriangulados. Brooke toma el rol de víctima: “Me pasé todo el día
limpiando esta casa y preparando esta cena y trabajé hoy. Sería muy amable que me
dijeras gracias y me ayudaras con los platos”. Gary, por otra parte, está tomando el rol
de salvador: “Me parto el alma por ser el mejor guía de la maldita ciudad y ganar lo
suficiente para mantenernos a los dos y que con suerte algún día no tengas que
trabajar”.
Cómo generaría usted como asesor una nueva etnia con los asesorados, que
permita que haya un encuentro en esta pareja
Esta historia, con su moraleja, puede dar paso a un diálogo más enriquecido y, a
una apertura a lo aún no dicho: Estos casos pueden presentarse para hacer reflexionar
a los asesorados, ayudando a que entre asesor y asesorado se desarrolle “como un
proceso simbólico, es decir como un proceso de significación que se refiere a
realidades que no son las de la experiencia cotidiana” (Garciandía, & Samper, 2004, p.
31). Pues, la etnia terapéutica es “un universo simbólico, donde lo fundamental es el
vínculo con el otro con un sentido de trascendencia” (p. 31). Si como asesores no
aprendemos a interpretar esos símbolos del asesorado, muy difícilmente podremos
ayudarles a crear una nueva etnia.
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Finalmente, en el transcurso de esa comunicación interpersonal, se llegarían a
unas conclusiones, acuerdos y/o tareas. Como dice Peter, citando a Anderson (1997),
se trata de: “un proceso de formar, decir, expandir lo no dicho y lo todavía-por-decir -el
desarrollo, a través del diálogo, de nuevos significados, temáticas, narrativas, e
historias- desde la cual una nueva descripción de sí mismo pueda emerger” (p. 19).
En su respuesta, Gary está dispuesto a ayudarle, pero muestra más interés por
el Xbox. Su respuesta es ofensiva. Un ataque al autoconcepto de Brooke. Brooke
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sugiere que la loza se lave ya. Pero, Gary agrava su error. El rostro de Brooke deja
clara su decepción. Sin embargo, Gary, mirado desde la figura de la familia tradicional,
como tiene poder y es el proveedor, está exhausto, se quiere relajar, comer, estar
tranquilo, seguir jugando Xbox. La loza, puede esperar.
Para Brooke, Gary no tiene idea de nada de lo que ella quiere. En cambio, para
Gary, ella es impredecible. Traigo a la mente aquella frase de Pearce (2015), y la aplico
analógicamente a este diálogo: Imagino a Gary buscando en el manual ‘libro de frases’
para uso en la comunicación entre los dos sexos, “hasta encontrar la página en donde
dice que cuando una mujer” (p. 70) afirma que va a lavar los platos, está expresando, a
su manera, que quiere que él lave los platos. No obstante, al verse Brooke no
entendida, termina haciendo más difícil coordinar las acciones de la comunicación
interpersonal.
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Referencias
Stuber, S., & Vaughn, V. (Productores), & Reed, P. (Director). (2006). The Break-Up
(Viviendo con mi ex) [Película]. Estados Unidos: Universal Studios.
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Anexo 1
Diálogo de la película
Brooke Meyers llega a la sala, mientras Gary Grobowski está jugando Xbox. Ella
inicia el diálogo:
- Bien.
- Ayúdame Gary.
- No hay problema, los lavamos al rato. Espero cometer unos crímenes más
(está jugando Xbox).
- A quién le interesa.
- (Enojada). A mí, está bien, a mí. Me pasé todo el día limpiando esta casa y
preparando esta cena y trabajé hoy. Sería muy amable que me dijeras gracias y me
ayudaras con los platos.
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- (Mal humorado, tira el control del juego). Bien, te ayudaré con los malditos
platos.
- Déjame ver si entiendo, dices que estas molesta porque no tengo un fuerte
deseo de lavar los platos.
- No. Estoy molesta porque no tienes un fuerte deseo de ofrecerte a lavar los
platos.
- Eso hice.
- Después de pedírtelo.
- Eso hizo.
- Sabes Gary, te pedí que hicieras una cosa hoy, una cosa muy sencilla, traer
doce limones y me trajiste tres
- ¡Hay, por un demonio! Si hubiera sabido que iba a haber tanto problema te
hubiera traído 24 limones. No mejor cien. Sabes qué, hubiera querido que toda la
maldita mesa hubiera tenido su propia bolsita de limones. Te lo juro.
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- Gary, no es por los limones.
- Sólo digo que sería lindo que hicieras las cosas que te pido y sería más lindo
que las hicieras sin tener que pedírtelas.
(Silencio).
- Me parece recordar que hice algo por ti esta mañana sin que tuvieras que
pedirlo.
- Tranquila, es enserio
- ¡Venga! Yo también.
- Porque sabías que trabajé hoy, y que hice la cena y… y… pudiste haber
pensado, no sé, algo como: Le llevaré a Brooke unas flores.
- Tú dijiste en nuestra primera cita que no te gustaban las flores, que era tirar el
dinero.
- Dijiste que no te gustaban, ¿se supone que eso significa que te gustan las
flores?
- No. No. Esto no es por… no, no, tú no… Dios, no estás entendiendo, no estás
entendiendo Gary, está bien, esto no es por los limones, ni por las flores, ni por los
platos, es por… cuántas veces tengo que lanzar indirectas sobre el ballet.
(Ella se marcha).
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- Brooke, ven aquí. Ya hablamos sobre el maldito ballet, yo odio el maldito ballet.
Es un montón de tipos en mayas, dando saltitos, durante tres horas, es como un show
tecno-medieval, es una pesadilla. Tengo que estar hay sentado tres horas
preguntándome cuándo diablos va a acabar. No me hables de ballet.
- Eso haré.
- A Anarbol, a ver a Michigan contra Notre Dame y tú crees… tú crees que los
gritos, los estudiantes ebrios y los duendes irlandeses haciendo piruetas son divertidos
para mí. ¡Por favor! Hice eso por ti y, ¿tú qué haces por mí?
- (Habla gritando). Me subo a ese maldito autobús cada día por ti.
- Me parto el alma por ser el mejor guía de la maldita ciudad y ganar lo suficiente
para mantenernos a los dos y que con suerte algún día no tengas que trabajar.
- Yo quiero trabajar.
- (Soltando unos platos con fuerza sobre la mesa). Tú crees que yo te fastidio.
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- Es lo único que haces, todo lo que haces es fastidiar. El baño es un desastre,
tu cinturón no combina. Gary, tal vez deberías ponerte en forma, nada de lo que hago
es suficientemente bueno. Yo solo quiero que dejes de estar fastidiando.
(Silencio).
- Sí.
- Eso es.
- Sí.
- Pues haz lo que se te pegue la gana. Deja tus calcetines por toda la casa,
vístete como un cerdo…
- ¡Ajá!
- ¡Claro!
- No me importa, se acabó.
- ¿Qué?
Anexo 2
El joven otra vez exclamó: ¡Papá mira las nubes, están corriendo con nosotros!
El anciano sonrió y dijo: “Ya lo hice, amigo. Venimos del médico. Y apenas
estamos viniendo de la clínica, mi hijo era ciego de nacimiento y hoy, gracias a Dios,
por primera vez puede ver. Por eso está emocionado”.