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ABDUCCION J. David Villalobos L.

ABDUCCION

Secuestro
Extraterrestre

J. David Villalobos L.

Pág. 1
ABDUCCION J. David Villalobos L.

ISBN 978-1-304-77707-2

Abducción

Código: 1401049762222
Fecha 04-ene-2014 22:41 UTC

Licencia: Todos los derechos reservados


Impreso es USA - Printed in USA

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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Para que ciertos conocimientos,

salgan a la luz.

Hay que hacerlo ficción.

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INDICE

Prólogo Pág. 5

Capítulo I Pág. 9

Capítulo II Pág. 81

Capítulo III Pág. 111

Capítulo IV Pág. 141

Capítulo V Pág. 169

Capítulo VI Pág. 237

Capítulo VII Pág. 265

Capítulo VIII Pág. 337

Capítulo IX Pág. 423

Capítulo X Pág. 467

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PROLOGO

En el campo de la “ufología” y en el de la “ciencia fic-


ción” se llama abducción al acto en el cual uno o más seres
extraterrestres toman a un ser vivo terrestre en contra de su
voluntad, lo secuestran y lo llevan a algún sitio determina-
do que generalmente es a su propia nave espacial.

Desde los años cincuentas, los relatos de abducciones


suelen incluir la descripción de una sala semejante a un la-
boratorio, en la cual los extraterrestres realizan algún tipo
de experimento o investigación sobre el individuo que ha
sido secuestrado.

Quienes refieren haber sido víctimas de una abducción


aseguran que durante el rapto habrían padecido un lapso
importante de “tiempo perdido”, es decir, la sensación de
haber pasado un tiempo prolongado, pero sin poder recor-
dar casi nada de ese lapso transcurrido.

El interior de la nave a la cual serían conducidos los


abducidos por lo general es descrito como una sala redonda
con cúpula, iluminada por una luz difusa que parece salir
de las paredes y del suelo. Tras ser retornados de la abduc-
ción, algunos comentan tener posteriormente alguna ano-
malía en su organismo, tales como la presencia de objetos
metálicos dentro del cuerpo.

Una característica común de quienes alegan haber sido


abducidos es la amnesia. Esta amnesia casi siempre impide
a los protagonistas recordar los detalles del incidente. Por
ejemplo, una persona vive una supuesta abducción o la visi-
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ta de un extraterrestre a determinada hora. Más tarde al mi-


rar su reloj, ve que han transcurrido varias horas, pero no
recuerda bien lo que ocurrió en ese lapso de tiempo.

Lo ocurrido durante ese tiempo perdido supuestamen-


te, solo puede conocerse mediante una regresión hipnótica,
mediante las cuales se somete al abducido a un estado de
relajación, en el cual las imágenes que la memoria cons-
ciente se resistía a recordar, afloran progresivamente.

Es muy posible que el abducido recuerde el principio


del episodio, como por ejemplo alguna luz muy fuerte que
le cierra el paso mientras viaja de noche en su automóvil, o
una estrella que cae del cielo y se posa en un prado cerca-
no, donde todo se resuelve en un “platillo volador”. Todo
esto viene acompañado de varios factores, como un súbito
paro de todos los sistemas eléctricos de su automóvil, un
tiempo perdido, algunas horas en las que el sujeto no sabe
en dónde ha estado.

Las personas abducidas, por lo general recuerdan el


principio y el final del episodio, pero la parte central del
mismo —la más importante— ha sido borrada de su mente
consciente. Este borrado ha sido hecho sin duda mediante
la hipnosis. Se les ha impuesto un bloqueo para que no re-
cuerden ciertas experiencias, que en ocasiones podrían re-
sultar muy traumáticas.

El problema es que la técnica de regresión hipnótica no


es en absoluto confiable. La hipnosis es un estado en el que
el individuo es altamente sugestionable y está demostrado
que no es fiable en absoluto a la hora de relatar recuerdos
veraces.

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Peor todavía, el individuo en estado de hipnosis se


tiende a inventar recuerdos, con lo que la regresión hipnóti-
ca pasa de ser un argumento a favor, a un argumento en
contra de la tesis ufológica de las abducciones.

Dentro de estas páginas se narra la abducción real de


una persona pero a diferencia de otras, cometieron un error
los extraterrestres al no poder borrarle la memoria. Por tal
motivo, esta persona tiene visiones de dos Universos para-
lelos, creando conflictos en su vida diaria.

Además conocerá los secretos más ocultos de las agen-


cias secretas como la CIA y la Inteligencia Británica, quie-
nes mantienen contactos con extraterrestres, a pesar de to-
do intento por negarlo. Además descubrirá quienes son los
verdaderos gobernantes del mundo.

¿Qué pasaría con todas las religiones si se supiera la


verdad que fue escrita en el “Libro de la vida” por los ex-
traterrestres? Conocerá todo lo relacionado al terrorismo
creado con un solo fin, atender a las demandas de los extra-
terrestres malévolos.

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Capítulo I

José regresaba de su trabajo cerca de las once de la


noche, cuando vio que su esposa y todos los vecinos mi-
raban al cielo. Se acercó a ella para preguntarle:
—¿Qué sucede?
—¡Hay un ovni volando cerca!—. Le respondió muy
agitada por la emoción.
José burlándose le hizo un comentario:
—Tú siempre viendo ovnis por todos lados.
Miró a los demás y vio que no era solamente ella,
sino también los vecinos, quienes permanecían atentos
mirando al cielo en busca del supuesto ovni.
Se podía percibir gran actividad aérea. Había una
gran cantidad de aviones caza, tratando de localizar al
platillo volador. Volaban en círculos, subían y bajaban.
Era todo un espectáculo escuchar el ruido de los motores
cuando pasaban volando muy bajo, cerca de ellos.
José sintió una gran emoción al escuchar el ruido de
los motores tan cerca de él. Tal parecía que se estaba li-
brando una batalla aérea. Siguió con la vista fija al cielo,
mirando la cantidad de aviones que hacían giros, y todo
tipo de maniobras inimaginables en busca del objeto vo-
lador.
A lo lejos pudo percibir un objeto volador que se
acercaba a gran velocidad hacia ellos. De ser un puntito
negro en el horizonte, pasó a ser un gran platillo volador
que se acercó volando velozmente hasta donde ellos se
encontraban. Observó cómo el platillo volador, trataba de
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ocultarse entre la feria que se había instalado en las calles


aledañas a su domicilio.
Pasó muy cerca de la “rueda de la fortuna” golpean-
do los cables de electricidad, produciendo chispas. El
platillo pasaba unas veces verticalmente, y otras horizon-
tales. Los aviones trataban de interceptarlo pasando muy
cerca de las cabezas de los espectadores.
De pronto, José les gritó a su esposa y a sus hijas:
—¡Tómenle fotos con los celulares!
Todos los que presenciaban la persecución sacaron
los celulares y comenzaron a tomar fotos.
—¡Tomen videos!—. Volvió a gritar José presa de la
emoción.
El ovni dibujaba círculos y giros tan rápidos que no
lograban hacer las tomas. Estaba tratando desesperada-
mente de encontrar el modo de esquivar a los aviones
caza que lo seguían muy de cerca.
De pronto, así como había llegado se alejó a una ve-
locidad vertiginosa. Los aviones lo siguieron y ambos se
perdieron en el horizonte.
Después que se hubo alejado, José y su familia mira-
ron las imágenes en sus celulares. Sintió una gran emo-
ción por la gran cantidad de fotos y videos que lograron
tomar, y que no se hubieran borrado; como sucedía siem-
pre en estos casos.
Le pareció extraño que en los celulares de sus hijas y
de su esposa, solo aparecieron algunas tomas, las demás
se habían borrado.
Una vez que descargó las fotos en la computadora, le
preguntó a su esposa:
—¿Sabes cuál es el correo de Jaime Maussán para
enviárselas?
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Ella le respondió:
—Es jaimemaussan3@zonacero.com.
Comenzó con la descarga de los videos, para enviar-
le posteriormente el material a Jaime Maussán.
Mientras se realizaba la descarga le hizo un comen-
tario a su esposa:
—Si después quieren que narre todo lo que sucedió
aquí, yo no quiero salir en ningún reportaje. Si quieres
hazlo tú.
Ella rió de su comentario.
Al ver las imágenes y agrandarlas en su computado-
ra, José quedó maravillado al ver los colores tan nítidos,
además de la fidelidad de las fotos y los videos. Parecían
como si hubieran sido extraídos de una película de extra-
terrestres. Al contrario de las que había tomado su espo-
sa, esas aparecían un poco borrosas y fuera de enfoque.
Al poco rato, escucharon gritar a los vecinos.
Salieron a ver lo que sucedía y para asombro de
ellos, vieron que había aterrizado una nave espacial en
forma de alcachofa, debido a la forma; ya que tenía mu-
chos picos apuntando hacia arriba como las alcachofas.
Era de un color gris muy oscuro. Tenía la puerta abierta
por donde emergía una luz muy blanca, pero sin llegar a
dañar la vista.
Al asomarse vieron a un ser como si fuera un tipo de
batracio, pero enorme y estaba acostado sobre el piso. La
nave tendría una altura como de tres pisos, y tal parecía
que el ser vivo en forma de sapo, no cabría por esa puer-
ta.
Para sorpresa de todos, comenzó a levantarse y
asomó la cabeza por la pequeña puerta haciendo que to-
dos corrieran asustados. José no salió huyendo como los
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demás, continuó grabando el video con su celular, pen-


sando en los cientos de videos que le enviaban a Jaime
Maussán, y que muchos escépticos los catalogaban como
montajes. Debido a eso continuó filmando.
Dirigió su teléfono hacia la gente que corría, y conti-
nuó filmando para poder demostrar posteriormente, que
no se trataba de ningún tipo de montaje.
Su asombro no tuvo límites cuando vio a los milita-
res que habían arribado al lugar, que éstos vestían con
ropa de los años cincuentas, incluso sus vehículos eran
antiguos.
Era como si hubieran retrocedido en el tiempo. Tam-
bién los vecinos vestían con ropa de esa época. Lo curio-
so de todo esto era que no existían los colores, todo era
en blanco y negro, excepto él.
Dirigió su celular hacia la nave para continuar fil-
mando, pero ésta había desaparecido.
Ya no estaba, simplemente se había esfumado.
Volteó de nuevo su celular hacia la gente, y esta se-
guía en color monocromático, menos donde se encontra-
ba él, ni el lugar en donde había estado la nave. Era como
si la mitad fuera en colores y la otra en blanco y negro.
No quiso caminar hacia la parte monocromática, por te-
mor a algo desconocido. No tuvo tiempo de pensar en lo
que estaba sucediendo, solo quería continuar grabando.
De pronto la nave volvió a aparecer en el mismo lu-
gar donde estaba. Nunca se había ido, solo se había
hecho invisible.
Al verla de nuevo José le gritó a la gente:
—¡Aquí está la nave!
Pero nadie; excepto él la podía ver.
La gente regresó y se quedó mirando hacia donde les
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señalaba, pero no lograban ver nada.


Se acercó a la nave lo más que pudo, y vio de nuevo
la puerta abierta. Pensó en hacer una toma más cerca pa-
ra captar todo lo que ocurría en su interior. Se acercó lo
suficiente, y pudo observar que era mucho más espacioso
que el tamaño de la nave. Era como si existiera dentro de
la nave un edificio blanco, con cristales y demasiada ilu-
minación también blanca, pero como había ocurrido an-
tes, tampoco lastimaba a la vista.
Se podía observar todo lo que ocurría en su interior.
José no era del tipo muy valiente que digamos, pero
tenía la seguridad de que si algo salía por esa puerta, co-
rrería sin detenerse.
A pesar de que José se encontraba presa del miedo,
extendió su brazo lo más que pudo, para lograr captar
con su celular todo lo que ocurría en el interior, y que
quedara grabado.
De pronto y sin ninguna explicación lógica, un ser
extremadamente delgado sin figura aparente humana,
más bien como si fuera una especie de energía o forma
fantasmal, lo arrastró literalmente hacia el interior. No
hubo forcejeo, ni dolor en el brazo cuando lo jaló.
Se encontró dentro de la nave y frente a varios de
ellos. Todos tenían la cabeza más grande que la de su
cuerpo. No estaban apoyados en el piso, sino que parecía
que flotaban. No tenían pies, y en lugar de ellos termina-
ban como desvanecidos. Tampoco tenían boca ni orejas.
En el frente de esa gran cabeza, tenían dos ojos muy
grandes alargados como si fueran del tipo “asiático”.
Todos eran iguales, nada había que los diferenciara
uno del otro. No eran del tipo humano, sino más bien, del
tipo espíritus o fantasmas. No tenían dedos ni siquiera
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manos, en su lugar tenían dos alargadas extremidades


que terminaban difuminadas.
A un costado de ellos, estaba el enorme batracio
echado en el piso como si fuera una mascota. Era de co-
lor blanco con manchas rosas.
A pesar de haberse encontrado minutos antes lleno
de pánico, ya no experimentaba ningún temor. Se dio
cuenta de que su vida no valía nada al encontrarse en sus
manos.
Nada podían hacer su familia, o los militares por sal-
var su vida, puesto que nadie más había visto la nave,
excepto él, así que se resignó a su suerte. Para ellos José
simplemente había desaparecido delante de sus ojos.
Pensó en su familia y también pensó en que si salía vivo
de esa experiencia, podía narrar al mundo la verdad sobre
los extraterrestres.
No había palabras ni sonidos. Solo el silencio lo
acompañaba dentro de ese gran salón iluminado.
De pronto, percibió dentro de su mente la comunica-
ción de uno de ellos. Se estaban comunicando telepática-
mente y escuchó cuando le dijo a través del pensamiento
que iban a tomarle muestras de sangre.
Otro de ellos se acercó con un tubo muy delgado pa-
recido al aluminio, del tamaño de un palillo de dientes.
Lo acercó a su brazo y sin sentir el piquete ni dolor, ex-
trajo sangre de su antebrazo.
La sangre extraída la guardó en una especie de cartu-
cho color blanco, muy pequeño como del tamaño de una
bala de pistola calibre 22.
Al separar la “hipodérmica” de su brazo, salpicó tres
gotas de sangre en una servilleta de tela blanca. Lo curio-
so era que la ampolleta blanca no era de ese color, sino
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que era transparente y lo que parecía ser la sangre, era de


color blanco. Lo extraño es que la sangre que salpicó en
la servilleta si era del color natural rojo.
El primero que se había comunicado con José, le dijo
al que le extrajo la sangre, que no había tenido cuidado.
No había reproche en el comentario que le hizo.
El otro se disculpó por el error cometido.
Uno de ellos le hizo saber que esos tres puntos de
sangre eran la conciencia, las emociones y lo físico. Es
decir, cuerpo, mente y alma. Y se habían escapado de la
muestra de sangre.
José no entendió por el momento a que referían.
Después que extrajeron la sangre, colocaron la am-
polleta blanca en una máquina que tenía un gran espejo.
A los pocos momentos, apareció reflejada en ese
gran espejo una figura humana. José no daba crédito a lo
que veía. Era él mismo apareciendo en lo que creyó pri-
mero que era un espejo, pero que en realidad era un cris-
tal frente a una especie de pequeño cuarto, como el pare-
cido a una cabina telefónica antigua; y por donde se
asomó otro ser igual a José.
Le preguntó al extraterrestre que era todo eso, y le
dijeron que era un clon de él, y que la mayoría de las per-
sonas tienen uno. Que era necesario para mantener el
Universo paralelo que existe, y que era muy importante
para que a la hora de cruzar al otro mundo paralelo, pu-
diera continuar con la vida.
José siguió sin comprender absolutamente nada.
Pero según ellos, lo malo de haber desperdiciado
esas tres gotas, era que no podrían borrar su memoria de
todo lo que había ocurrido en ese salón dentro de la nave.
José preguntó:
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—¿Que hace el clon?


Uno de ellos le respondió a través del pensamiento:
—No es un clon exactamente. Eres tú mismo. Tú
sientes lo mismo que tu “otro ser”.
Luego le preguntó:
—¿No has sentido dolores de cabeza más frecuen-
tes?
—Si—. Le respondió.
—Se debe a que capturas demasiadas emociones por
parte de tu “otro ser”. Se acumula la información en una
sola mente, debido a que los dos son una sola mente, un
solo espíritu y un solo cuerpo. A veces se cruzan los dos
en el mismo tiempo y en el mismo espacio con una dife-
rencia de segundos, y crea conflictos en tu vida.
El humanoide continuó:
—Por ejemplo, a veces estás usando un martillo y lo
dejas en el piso para colocar la tabla que vas a clavar, y
de repente no está en el lugar donde lo dejaste. Esto ocu-
rre debido a que tu “otro ser”, lo tomó segundos después
que tú para hacer la misma reparación que tú hacías. Pero
para tu sorpresa, lo encuentras encima de una mesa cer-
cana. Es ahí donde lo dejó tu “otro ser”. A veces no sa-
bes en donde dejaste las llaves de tu coche y exclamas
“Si yo las dejé aquí”, pero tu “otro ser” las tomó segun-
dos después que tú y las dejó en otro lugar, incluso en
otra habitación.
Hay ocasiones en que se desaparecen las cosas, en-
tonces la gente lo atribuye a que son duendes o fantas-
mas, en cierto modo tu “otro ser” es una especie de fan-
tasma que está siempre detrás de ti, haciendo exactamen-
te lo que tú haces, creando con esto otro mundo paralelo.
También a veces descubres una cortadura o una herida
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menor en algunos de tus dedos, y no sabes dónde te gol-


peaste o cómo se produjo, pero fue tu “otro ser” quien se
lastimó y aparece en ti mismo.
—¿Que hace mi “otro ser” mientras duermo?
—Él está en otro Universo paralelo haciendo otras
cosas distintas, pero a veces hace las mismas cosas que
tú hiciste momentos antes.
José no comprendió de lo que hablaba, solo se le
ocurrió preguntar:
—¿Y quién es el que se acuesta al lado de mi espo-
sa?
—Eres tú y tu “otro ser”, no puedes diferenciar quien
eres tú, ni quien es el otro. A veces vas manejando y de
repente sin quererlo ya estás cerca del lugar a donde te
dirigías, y no sabes cómo ocurrió. Lo que pasó fue que
en ese lapso de tiempo tu “otro ser” ha tomado tu lugar.
José no sabía que decir, no comprendía muchas de
las cosas. Su silencio fue roto ante una pregunta:
—¿Nunca te has preguntado por qué nunca dejas de
pensar?
—Si—. Le respondió.
—Porque tu “otro ser” es el que está pensando tam-
bién. Cuando tú dejas de pensar, tu “otro ser” toma tu
mente y comienza a pensar.
Seguía sin comprender, y le preguntó:
—¿Que va a pasar conmigo y con mi “otro ser”?
El extraterrestre le respondió:
—Cometimos un error al no poder borrarte la memo-
ria y deberás aprender a vivir al mismo tiempo con tu
“otro ser”. No podrán estar juntos, pero si sentirás las
emociones y pensamientos que tu “otro ser” experimente
y viva.
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—¿Porque no pudieron borrarla?


—Porque se escapó el ingrediente principal de la vi-
da y no podemos revertirlo. Son tus emociones y senti-
mientos. Lo que tu “otro ser” viva, lo sentirás tú. No
sabrás distinguir quién es quién de los dos, por que los
dos son uno mismo.
—¿Porqué son tres gotas de sangre y no cuatro o
dos?
—Es el ingrediente básico de la vida.
Luego ante sorpresa de él, le hizo una pregunta un
poco extraña:
—¿Porque crees que Jaime Maussán usa el número
tres dentro del nombre de su programa?
—No tengo idea. —Argumentó— Supongo que es
un ardid publicitario.
—No es como lo piensas. Nosotros influenciamos
para que se creara el nombre que usa en su programa lla-
mado “Tercer milenio”, y lo escribe de la siguiente ma-
nera: T3RCER MILENIO.
José no podía comprender todavía lo que trataba de
decirle. Ante su asombro y su silencio, el extraterrestre
continuó:
—Es nuestro símbolo y nuestra fuente de vida. In-
cluso nuestro Universo paralelo tiene tres soles. Su pro-
grama se refiere a la vida que creamos dentro de tu uni-
verso paralelo. Creamos figuras dándole vida a lo inerte,
pero aún así tus científicos no han logrado descifrar los
símbolos creados por nosotros, en los campos de trigo.
Son solo especulaciones de ellos quienes quieren asimi-
lar o asemejar las cosas con lo que quieren creer. A veces
son tan simples y sencillas que no necesitan demasiada
investigación, pero para entender a un niño debes actuar
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como tal.
—No entiendo—. Dijo José asombrado.
—Por ejemplo. ¿Has visto a un niño cuando comien-
za a aprender a dibujar? Crea figuras o imágenes con
pocas líneas o pocas figuras. Y si se le llega a preguntar
qué es lo que dibujó, él responderá y describirá todo lo
que encierra en su dibujo a pesar de que ustedes vean so-
lamente un circulo o un triangulo en el dibujo. Ya se han
olvidado ustedes de cuando fueron niños, y no pueden
comprender sus dibujos ni sus figuras. De modo que para
que los humanos puedan entender las figuras en los cam-
pos de trigo, deben aprender primero a conocer el plano
sutil.
José ahora comprendía algunas cosas, y que no era
producto de la casualidad que el programa de Jaime
Maussán se refiriera a seres extraterrestres, platillos vola-
dores y abducciones, como la que él estaba experimen-
tando.
Los seres se alejaron de él y se dirigieron hacia don-
de estaba su “otro ser”.
Miró hacia el espejo y vio a su “otro ser” salir del
pequeño cuarto y lo miró asombrado. No lo miró como si
se conocieran, sino muy serio, como confundido.
Traía puesto una camisa azul cielo que José había
comprado en un viaje que hizo a Canadá, en el año de
1993.
Se encontraba como si recién se hubiese levantado
de la cama. Lo miró y lo ignoró, después dirigió su mira-
da hacia los seres, y se veía claramente que no existía
ningún vínculo entre ellos. Solo los miraba desconcerta-
do.
José observó que su “otro ser” movía su cuerpo, co-
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mo si sufriera de alguna molestia en los hombros o en la


espalda.
Después ya no supo nada.
Abrió los ojos y se encontró sobre la cama, en su ca-
sa. Estaba oscuro todavía, buscó su reloj y vio que eran
las seis de la mañana.
Sintió un ligero dolor en el brazo.
Se enderezó y se dirigió al cuarto de baño para ver lo
que le ocurría en el brazo. Se sorprendió de ver un ligero
piquete como si hubiera sido producido por un mosquito.
Más tarde al despertar su esposa y su hija, les co-
mentó lo ocurrido, y ellas rieron. José se unió a sus risas
y también comenzó a bromear.
Su hija le dijo:
—¡Apúrate papá que se me hace tarde para ir a la
escuela, y dile a tu clon que se mueva! ¡Nos dejaron al
más lento!
Su comentario les causó mucha gracia.
No quiso seguir con el tema y trató de olvidarlo, solo
lo tomó como si hubiera sido un sueño.
Una vez que regresó de la escuela de su hija, se sentó
frente a la computadora.
Su esposa le había dicho en su “sueño” que el su-
puesto correo jaimemaussan3@zonacero.com., le perte-
necía a Jaime Maussán, el cual no era verdad. No existía
tal correo.
Se encontraba buscando tal información cuando de
pronto, vio salir de la recámara a su “otro ser”, y escuchó
cuando le dijo a su esposa:
—¡Vamos a desayunar!
Los vio descender, y trató de levantarse pero algo se
lo impidió. No se pudo mover de la silla. Había sentido
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una ligera vibración, miró hacia la lámpara colgando del


techo tratando de comprobar si había sido un ligero tem-
blor. Tras comprobar que no se había movido, continuó
sentado frente a su computadora, estando consciente de
que su “otro ser” se encontraba en la planta baja con su
esposa. No hubo sentimientos de celos, angustia o rabia,
sino que se sintió preso de una soledad indescriptible y
un gran vacío.
Sintió lo que estaba sintiendo su “otro ser”, y trataba
de permanecer sereno.
Sus ojos regresaron al monitor de su computadora, y
su mente lo estaba llevando por algo que debía descifrar.
Comenzó su búsqueda primero indagando sobre la
página de internet “zona cero”, donde supuestamente ten-
ía Jaime Maussán su correo electrónico, lo que descubrió
fue que tal expresión surge como traducción de la expre-
sión inglesa “Ground Zero”. Ésta tiene su primer uso en
relación al bombardeo de las ciudades japonesas de
Hiroshima y Nagasaki. Así, el uso de este término se de-
fine como el lugar debajo de una explosión de bomba o
en el caso de un arma nuclear.
Posteriormente y tras un largo período sin usarlo, la
prensa y el gobierno estadounidense volvieron a adoptar
la expresión “zona cero” para denominar al lugar en don-
de se encontraban las Torres Gemelas, tras los atentados
del 11 de Septiembre de 2001.
Se le ocurrió a José agregar el número 3 a la búsque-
da, entonces lo llevó por varios sitios de interés. Entre
ellos logró obtener más información sobre lo que había
venido despertando interés en él desde hacía tiempo: To-
do lo que sucede después de la muerte.
También encontró información sobre ovnis, espec-
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tros, psicofonías, teleplastias y ouijas, que son algunos de


los misterios que requieren explicación.
El ser humano nunca ha dejado de preguntarse si
está solo en el Universo o, por el contrario, si vive rodea-
do de fantasmas y extraterrestres.
Se preguntó cuál sería la razón que lo había llevado a
esa información, con agregar el número 3 a su búsqueda.
Una característica común de quienes alegan haber
sido abducidos, es la amnesia. No era su caso, ya que no
había perdido la memoria y además, parecía que los seres
lo estaban llevando por una investigación.
No desistió en su búsqueda.
De pronto la habitación se llenó de una luz muy in-
tensa como la que había visto cuando fue secuestrado. De
ella salió un humanoide el cual creyó reconocer como el
que había hablado con él anteriormente.
Se acercó a José quien a pesar de haberlo visto en la
nave del extraterrestre, no dejó de sentir miedo.
El humanoide caminó hasta donde se encontraba él.
Parecía que no caminaba, sino que flotaba sobre el piso.
José lo miró alarmado y el humanoide le dijo:
—No temas. He venido a aclarar muchas de tus du-
das sobre la forma de cómo se destruyó tu “otro ser”. No
olvides la visión que tuviste en el año de 1984, cuando
un ser plateado te hizo una visita en tu recámara cierta
noche.
José recordó esa noche.
«No fue una alucinación, ni fue un delirio visual lo
que había experimentado esa noche, debido a las borra-
cheras que había tenido por motivo de su pasado cum-
pleaños.
Acababa de pasar su cumpleaños número veintiséis,
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y había bebido durante varios días en compañía de sus


amigos. Pero José ya tenía varios días sin beber y se en-
contraba la noche que ocurrió el encuentro, en la recáma-
ra leyendo.
Apagó la luz de la lámpara del buró y se quedó com-
pletamente dormido. Al poco rato, sintió la presencia de
alguien cerca de él, y encendió la lámpara. Al tocar el
interruptor de la lámpara vio a un ser “humano”, de pie a
un costado del buró.
Pudo observar que su piel era de color plata.
No traía ropa sino una especie de calzón que también
era de color plateado. Tenía el pabellón de las orejas
alargadas como si fuera un duende o un canino. Su rostro
era humano y también estaba plateado. Su cuerpo era es-
belto y algo musculoso. Cuando lo vio sintió que su co-
razón quería salirse del pecho.
Pensó que era una pesadilla y apagó la lámpara.
Se encontraba en medio del sueño y de la realidad.
Estaba acostado boca arriba, tratando de conciliar el
sueño, cuando de repente sintió la cama moverse. Los
movimientos eran reales y eso ya no era ni un sueño ni
una pesadilla. Se encontraba completamente despierto, y
estaba consciente. Sintió como si un animal se hubiera
subido a su cama.
Lentamente y con mucho temor deslizó su brazo
hacia la lámpara y la encendió de nuevo. Sufrió un sobre-
salto al ver al hombre plateado iluminado por la luz de la
lámpara, subirse lentamente a la cama por el lado de los
pies tratando de no hacer ningún movimiento brusco. Co-
menzó a “gatear” por encima de él sin tocarlo. Se fue
acercando lentamente sin dejar de mirarlo muy fijamen-
te.
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Su mente le dijo: “Esto es una pesadilla” y apagó la


luz. No podía moverse a causa del terror que estaba vi-
viendo. De pronto, José sintió la presencia del ser platea-
do muy cerca de él, y sintió su respiración. Podía escu-
char frente a su rostro, el sonido que hacía la misma.
Venciendo el pánico, volvió a encender la luz y lo
que vio lo paralizó de terror, fue en ese momento cuando
sufrió un desmayo.
Segundos antes de desmayarse vio al ser plateado
acercar su rostro tan cerca de él, escudriñando cada centí-
metro de su cara. Creyó que iba a morderlo, su mirada
parecía como extrañada al estar analizándolo. Su nariz se
acercó tanto a su cara y cuello, de tal forma como si estu-
viera tratando de identificar cualquier olor que fluyera de
él. No dejaba de mover su rostro plateado, paseándolo
por toda su cara. Sus brazos estaban a su costado y tenía
una rodilla hincada en medio de sus piernas, la otra a un
lado de la otra pierna.
La presencia de ese ser fue demasiado para él y en
ese momento fue cuando perdió el conocimiento.
Al despertar al día siguiente ya era demasiado tarde.
Había dormido más allá del medio día y había sido
despertado por la camarista, quien iba a hacer el aseo del
cuarto del hotel en donde vivía. Recordó en ese momento
al ser plateado, y creyó que había sido una pesadilla,
cuando de pronto vio la luz de la lámpara encendida».
No pudo explicarse nunca lo que había sucedido re-
almente, hasta este momento en que el extraterrestre le
dijo que había recibido la visita de uno de ellos.
José se preguntaba la razón de su visita.
También le hizo saber que no eran extraterrestres y le
explicó lo que ellos eran y de donde venían.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Somos extraterrestres porque así nos ha llamado la


gente, ya que venimos de “fuera de la Tierra”. Sin em-
bargo es una definición incompleta. Nosotros los
“extraterrestres” no venimos necesariamente de otros lu-
gares físicos del Universo. Principalmente venimos de
otras esferas, pero esferas inmateriales. Cuando habla-
mos de esferas, hay inmediatamente en la mente del ser
humano la idea de una materia. Es por eso que voy a in-
vertir este obstáculo reemplazándola por otra palabra lla-
mada dimensión.
Esto quiere decir que venimos a través de las capas
de vida de los planetas, o sea a través de las dimensiones.
La visión que tienen los hombres de nosotros los extrate-
rrestres es una visión muy estrecha y miope, que no im-
plica ningún discernimiento, ya que elimina completa-
mente todo lo que es el orden de lo invisible.
—¿Qué son esas capas de vida?—. Se atrevió a pre-
guntar a pesar del temor que aún sentía.
—No son capas como te las imaginas. Son estados
de conciencia que tiene el ser humano en cada etapa de
su vida, dentro de nuestro mundo sutil. El hombre está
constituido por siete principios conocidos como
“cuerpos”, uno físico y seis sutiles.
El humanoide continuó:
—Los planetas están igualmente compuestos de siete
principios llamados globos. Un globo físico es el planeta
visible, y seis globos son sutiles o invisibles. Cuando ve-
nimos a visitar la Tierra, para nosotros no se trata sola-
mente de hacer un viaje por el espacio, sino también de
hacer un desplazamiento por los planos sutiles. Es igual
para ustedes los humanos cuando quieren ver la vida en
otro planeta, no basta con construir una nave para ir físi-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

camente hasta el lugar donde se encuentra, deben cons-


truir; si se pudiera llamar así a esto, una nave que pueda
ingresar a los planos sutiles. Ahí es donde nos encontra-
mos nosotros.
José sentía que su mente era un caos total al estar
escuchándolo.
El humanoide comprendió su confusión, pero conti-
nuó explicándole el origen de donde venían.
—La mayoría de las veces solo encontraran piedras,
gases y el planeta parecerá vacio. Para poder percibir la
vida que hay en ese planeta es necesario elevarse hasta el
plano sutil, donde la vida se está manifestando dentro de
ese planeta. Desde que la conciencia de un individuo se
eleva, automáticamente descubre toda la civilización, to-
das las leyes y las capacidades creadoras que vibran en
ese plano. Es por ello que los planos sutiles también son
llamados niveles de conciencia y de existencia.
Moverse a través de los planos sutiles no es cosa
fácil, simplemente hay que ver a nivel terrestre, la difi-
cultad que tienen los humanos para elevar su conciencia
al plano etérico o plano astral. La misma dificultad tene-
mos los extraterrestres para descender desde los planos
superiores de consciencia hasta el plano más denso que
es el plano físico, es decir; el plano en el que se encuen-
tran ustedes.
—Cuando piensen en extraterrestres, no piensen en
un ser viniendo de otro planeta. Aunque eso es cierto,
también es falso. Piensen en alguien viniendo de otra di-
mensión, del plano sutil que ustedes mismos conocerán
cuando su consciencia haya alcanzado el mismo desarro-
llo que nosotros. Es por eso que cada ser humano necesi-
ta su “otro ser” para poder ascender a ese plano sutil.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Por el momento, José solo comprendía lo importante


de tener el “otro ser” y lo necesario que era en la vida del
individuo. La pregunta que él se hacía era: ¿Por qué hab-
ían creado el suyo? ¿Qué acaso no tenía ya uno antes?
El ser como adivinando sus dudas continuó:
—Los psíquicos e investigadores paranormales de tu
planeta, han teorizado durante mucho tiempo sobre la
existencia de los Universos paralelos, incluso se han
aventurado a especular que pueden existir “portales” en
ciertas áreas que permiten a ciertas entidades viajar a
nuestra dimensión.
José lo interrumpió con una pregunta:
—¿Qué son las entidades?
—Estas entidades pueden ser espíritus, demonios,
extraterrestres, o algo que desconocen en la actualidad.
Pero todo esto es verdad y no.
—No entiendo—. Le dijo.
—La gente quiere ver lo que quiere creer. Hay gente
que cree que su casa tiene un demonio, y por tal motivo
lo ve en todas partes de su casa. La energía que habita la
casa vibra de acuerdo a los pensamientos de la persona,
de modo que lo que ella cree que habita en su casa, es lo
que va a ver. Es como cuando se moldea una arcilla con
las manos. La masa de arcilla fresca, está girando sobre
la mesa giratoria, y a cada giro que hace, se va creando
una forma conforme se le imprime con los dedos. Se va
formando la figura de acuerdo a como queremos que sea.
El extraterrestre fue interrumpido con una pregunta
que le estaba inquietando:
—¿Por qué fui secuestrado por ustedes?
—No fue secuestro, sino abducción. Para darte un
ejemplo, uno de los más famosos que existe debido a que
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

fue el primer caso oficial conocido de abducción en


1957, fue el testimonio que hizo público un granjero de
23 años llamado Antonio Villas Boas. Este granjero
narró haber sido llevado a bordo de un ovni para una ex-
periencia muy particular, y que según aquellos extrate-
rrestres lo obligaron a desvestirse, y que le rociaron un
gel sobre su cuerpo. Después le extrajeron una muestra
de sangre, y según él, lo dejaron solo en una habitación
en donde entró una alienígena humanoide.
Ella se encontraba desnuda, cuyo cuerpo describió
como el más hermoso que había visto en su vida. Tenía
como un 1.50 metros de estatura, cabellos rubios platina-
dos, era de piel clara, grandes ojos rasgados de color
azul, labios, nariz y orejas pequeños, pómulos altos y
chatos, barbilla en punta.
Según él; dice que ella se acercó en silencio, lo
abrazó y frotó su cara y su cuerpo contra él. El granjero
se sintió excitado por el contacto, y correspondió a sus
efusiones con entusiasmo. Que después la pareja tuvo
dos veces relaciones sexuales excitantes y placenteras.
Ella reaccionó como cualquier mujer saludable con una
sola excepción: nunca lo besó, aunque le mordió suave-
mente la barbilla. Tenía también la desconcertante cos-
tumbre de gruñir y hacer ruidos semejantes a ladridos.
—Antes de retirarse, ella se señaló el vientre y luego
apuntó hacia el cielo. A pesar de que Villas Boas se con-
virtió después en un abogado respetado, mantuvo que su
historia fue real hasta su muerte.
José se encontraba absorto con todo lo que escucha-
ba. Sus pensamientos fueron interrumpidos con una pre-
gunta del humanoide:
—Solo te quiero preguntar algo.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Si, dime—. Le respondió.


—¿Tu viste nuestros cuerpos?
—No, solo una figura iluminada fantasmal.
—¿Recuerdas si tuviste alguna relación sexual con
alguno de nosotros?
—No—. Le respondió con mucha seguridad.
—¿Viste alguna mujer entre nosotros como la que
describió este granjero?
—No. Son todos iguales entre ustedes.
—¿Por qué crees que haya dicho este granjero esas
cosas?
—No sé, lo más probable es que sean inventos, fruto
de las fantasías humanas, algunos para atraer la atención,
otros por alucinación o autosugestión—. Le respondió.
Luego agregó:
—En lo que si estamos de acuerdo ese granjero y yo,
es que nos extrajeron sangre. ¿Pero para qué?
—Para crear su “otro ser” que es necesario dentro
del universo paralelo.
—Pero, ¿qué acaso no lo tenía ya como todos los
demás humanos?
—Si, —Le respondió— pero el tuyo se desintegró.
—¿Cómo? ¿Cómo es eso?
—Los seres humanos viven de una manera muy ex-
traña, les gusta ser atrevidos, osados, y les gusta poner en
riesgo su propia vida. Ya sea que la expongan físicamen-
te o a la propia autodestrucción.
Detuvo su exposición para hacerle una pregunta:
—¿Recuerdas sobre el dicho que dice que los gatos
tienen nueve vidas?
—Si—. Le respondió inmediatamente.
—Pues así ocurre con la vida humana. El “otro ser”
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

es el que se va “desgastando” poco a poco, de acuerdo a


la autodestrucción a la que se expone el ser humano du-
rante toda su vida.
José permaneció en silencio para que continuara ex-
plicándole.
—Una persona que se ha llenado de energías negati-
vas, ha ido poco a poco destruyendo su “otro ser”. Por
ejemplo, un asesino serial o en masa, que destruye la vi-
da de los demás, va destruyendo también poco a poco su
“otro ser”.
Si esta persona no tuviera su “otro ser”, no podría
continuar su vida en el otro Universo. Quedaría vagando
y permanecería en un sueño eterno sin enfrentar las con-
secuencias de sus actos. Esta persona acabó con la vida
de otras personas y ha alterado el cosmos, el cual es una
cadena de energía constante. Es como si una tubería larga
de agua fuera perforada en alguna parte de la misma y el
líquido se fugara. Al final del tubo el agua no fluiría con
la misma fuerza como estaba fluyendo anteriormente.
Así que se debe reparar esa tubería tapando el agujero.
La forma de tapar la fuga de energía que se está escapan-
do y que está fluyendo hacia el cosmos, es a través del
“otro ser”.
—Debe enfrentar las consecuencias de los actos que
cometió durante su vida. Tiene que limpiar su energía
negativa, y suplirla por una positiva para poder cerrar esa
fuga que está contaminando el Universo.
—¿Qué pasa si se contamina?
—Existiría solo maldad en el Universo. Pero nunca
sucede, todo se compone. Para eso estamos nosotros, pa-
ra devolver el “otro ser” a los que lo han perdido. Des-
pués de una abducción, el ser humano ya no es el mismo,
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

cambia su personalidad, y se vuelve más pasivo.


Aún dudando se atrevió a formular una pregunta:
—¿Entonces, porqué no secuestran a todos los crimi-
nales y narcotraficantes y los vuelven pasivos? Así de
este modo dejan de asesinar a la demás gente.
—Solo hasta que su “otro ser” se desintegre, no ante-
s.
—¿Y cuando se les irá a desintegrar?
—Normalmente no llega a desintegrarse.
—¿Por qué?—. Preguntó José frunciendo el ceño.
—Es debido a que están siempre activos criminal-
mente, destruyendo la vida de los demás. Es por eso que
llegan de esta manera, a ser asesinados por otros iguales
a ellos, antes de que su “otro ser” logre desintegrarse.
—No me parece justo—. Comentó un poco decep-
cionado.
—No venimos a alterar el destino de cada persona,
solamente venimos a asegurarnos de que el Universo no
se altere, para que continúe funcionando.
—Pero, si yo no asesiné a nadie, ni fui un narcotrafi-
cante. ¿Entonces porqué se destruyó mi “otro ser”?
—Vamos a hacer memoria de tu vida.
José no entendió sobre “hacer memoria”.
El extraterrestre le hizo saber que no era difícil. A lo
que él se dispuso a escuchar todo lo que sabía de su vida.
—¿Recuerdas cuando intentaste asesinar a una per-
sona en el año de 1978, presa de la ira?
“Dios mío”. —Pensó José— “¿Cómo era posible que
lo supiera? Yo ya lo había olvidado”.
De pronto se sintió como si estuviera ante el día del
juicio final. Por su mente pasaron las escenas de ese fatí-
dico día a la velocidad de la luz.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

«Era un domingo y se dirigían él y su esposa a la ca-


sa de su madre. Se detuvieron en el cuartel de bomberos,
ya que su hermano pertenecía al Heroico Cuerpo de
Bomberos.
Caminaban los tres por la avenida cuando vieron
que el camión que los llevaría a casa de su madre se ven-
ía acercando a la parada.
José le dijo a su esposa:
—¡Córrele que ahí viene el camión!
Se adelantó para hacerle la parada, puesto que ella
no podía correr de prisa a causa de sus zapatos de tacón
alto. Su hermano se había quedado atrás con ella.
De pronto se escuchó que alguien le gritó:
—¡Tetona!
José dirigió la mirada hacia dónde venía la voz, y
observó que dentro de un vehículo se encontraban cuatro
tipos bebiendo cerveza, a una cuadra de un hospital.
Hizo caso omiso, pero volvió a escuchar:
—¡Apúrale tetona!
No se pudo contener y se acercó a ellos seguido por
su hermano, dejando a su esposa alejada del problema.
—¿Qué pasa?
Al acercarse, salieron del vehículo los otros tres in-
dividuos que se encontraban adentro. Permanecieron de
pie a la espera de lo que pudiera suceder. Todos ellos
tenían aproximadamente 30 años de edad.
Uno de ellos, el que estaba afuera del vehículo y
quien fue el que gritó le dijo:
—Tu hermana tiene unas tetas muy grandes.
—No es mi hermana, es mi esposa—. Le dijo furio-
so.
A pesar de tener 19 años, José portaba un arma que
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

utilizaba cuando ejercía como policía militar, dentro del


colegio militarizado al que pertenecía.
Era una pistola escuadra calibre 38.
El tipo que gritó le dijo:
—Me equivoqué, pues.
No le bastó su infantil excusa y le dijo:
—Pues no te andes equivocando ¡Idiota!
Al escuchar la agresión, los cuatro comenzaron a
rodearlos a él y a su hermano.
El que había iniciado el pleito, le dijo:
—¡Pues éntrale estúpido!
Furioso ante lo disparejo de la situación le respon-
dió:
—¡Así serán valientes cobardes montoneros!
Vio a su esposa parada en la esquina del camión y le
gritó desde lejos:
—¡Súbete y vete para la casa!
Ella temía por su marido, pero José le hizo una seña
con la mano de que no se preocupara, y que se subiera al
autobús.
Una vez que abordó el camión, se abrió la chamarra
y dejó ver la cacha de la pistola.
Entonces se invirtieron los papeles.
—¡Cobarde! ¿Que no tienes pantalones?—. Le dijo
el agresor.
—¡No imbécil! Tengo una pistola para partirles la
cara.
Sacó su arma y le apuntó dispuesto a disparar.
Lo tenía en la mira y por su mente cruzaron mil pen-
samientos. Cuando vio que se apartó de la mira, jaló del
gatillo dejando que la bala se perdiera en el infinito. Solo
trató de asustarlos.
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Una vez hecho el disparo, los individuos se tiraron al


suelo y José le gritó a su hermano:
—¡Córrele!
Salieron corriendo con los tipos pisándoles los talo-
nes.
Dieron vuelta en una de las calles aledañas esqui-
vando los coches que circulaban. José sintió que su pisto-
la se le iba a caer, y la sacó de su cintura tomándola con
la mano.
Los automovilistas vieron el arma, y han de haber
creído que acababan de cometer un atraco.
Corrieron tanto hasta que los perdieron de vista.
Habían corrido en dirección contraria a la ruta del
camión, cuando de pronto José recordó que su esposa se
había subido al camión, y que si la seguían iban a saber
en donde vivían.
Decidieron esperar otro camión para que los llevara
a la casa de su madre. Al cabo de diez minutos lo aborda-
ron.
Más tarde, pasaban por el mismo lugar donde había
hecho el disparo. Vieron a una ambulancia que estaba
levantando a una persona tirada en la calle. En el lugar de
los hechos se encontraba una patrulla.
José y su hermano alcanzaron a ver a los agresores
parados en la escena del accidente. Lograron ver sus ros-
tros enfurecidos y le dijo a su hermano:
—¡Agáchate ahí están!
Los dos se ocultaron detrás de los respaldos de los
asientos del camión, como era domingo éste venía casi
vacío.
Llegaron por fin a la casa y ahí estaba su esposa,
preocupada porque no llegaban.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Al día siguiente cuando regresó de con su madre, se


detuvo en el puesto de periódicos porque le llamó la
atención una nota que decía:
“Bala perdida mata a vendedor ambulante”.
José sintió su corazón palpitar aceleradamente.
Compró el periódico y leyó la versión que había sido
proporcionada por los tipos que los agredieron, la cual
había sido cambiada. Habían dicho que pretendían asal-
tarlos, y que dispararon contra ellos.
Esa noche José no logró conciliar el sueño pensando
en el disparo, y en la persona muerta.»
El extraterrestre viendo la vergüenza que José estaba
sintiendo, le dijo:
—No hemos venido a juzgarte, solo tratamos de ex-
plicarte el porqué de la desintegración de tu “otro ser”.
De antemano sabemos que fue en defensa propia, y que
el error lo pagó otra persona.
José permaneció cabizbajo, sin poder decir nada.
Los recuerdos aún lo atormentaban.
El humanoide continuó:
—La energía negativa que acumulaste desde ese día,
permaneció contigo. Solo necesitabas acumular más
energía para poder crear la “bomba” que estallaría en
cualquier momento y que destruiría a tu “otro ser”.
De pronto comprendió que estos extraterrestres no
venían a destruir sino a construir.
—Dos años más tarde, un amigo tuyo se suicidó. La
energía negativa de tu amigo se fusionó contigo y esa
energía fue absorbida por ti, y te acompañó hasta el día
de hoy. No has podido olvidar el suicidio de tu amigo ya
que su energía te atrapó. Tú le diste vida. En lugar de re-
cordar los momentos agradables que compartieron jun-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

tos, no dejaste de recordar el momento y los hechos de su


suicidio. No quisiste recordar los momentos buenos sino
los desagradables.
Tal es el porqué los familiares que ya no están con
ustedes se comunican pidiendo que no recuerden cómo
murieron, sino cómo vivieron la vida. La razón es que no
quieren que permanezcan atrapados dentro de las energ-
ías negativas, y destruyan su “otro ser” en el Universo
paralelo.
—Ahora voy comprendiendo—. Le dijo.
De antemano José sabía lo que iba a continuar di-
ciendo sobre él. Tenía miedo y vergüenza de que expu-
siera su vida en un instante.
El humanoide continuó haciendo un recuento de su
vida.
—¿Recuerdas cuando en el año 1982 intentaste sal-
tar de un puente al paso de los vehículos a las tres de la
madrugada, presa de la depresión?
No pudo decir nada, permaneció en silencio. Se sent-
ía avergonzado por su actitud que había tenido en el pa-
sado.
—En ese entonces tenías 24 años de edad, y llevabas
acumulada mucha energía negativa.
El ente seguía narrando las partes negativas de su
vida.
—En ese mismo año, también trataste de arrojarte
del vehículo en marcha, cuando ibas en compañía de dos
amigos. Ellos te detuvieron y así evitaron que te hubieras
lastimado. Toda la energía acumulada de tu amigo suici-
dado, la llevabas contigo, que incluso en el año de 1984
trataste de suicidarte otra vez, intentando cortarte las ve-
nas cuando estabas trabajando en un restaurante. Le pe-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

diste a Maribel que te consiguiera una hoja de rasurar y


ella te la llevó sin conocer tus intenciones suicidas.
Cuando vio lo que tratabas de hacer, te la arrebató de en-
tre tus dedos.
El recuerdo de Maribel, lo hizo sentir desgraciado.
Ya que lo que iba a decir el humanoide, lo estaba hacien-
do sentir mal anticipadamente.
—Maribel se contagió de tu energía negativa, y se
suicidó en la alberca, semanas después en un hotel en
Acapulco.
«José sabía lo que le había ocurrido a Maribel, ya
que ella le había contado todo sobre su relación que sos-
tenía con su novio. Ella era una joven de 23 años, y era la
recepcionista del restaurante donde trabajaban.
Le había contado que su novio la celaba tanto, que
incluso la llegó a amenazar de muerte si pensaba siquiera
en dejarlo. Cada noche Maribel le contaba sus proble-
mas, a José. Incluso el novio iba a vigilarla desde lejos,
para observar lo que estaba haciendo y con quien estaba.
Dentro de su agresividad, José le propuso golpearlo
para que la dejara en paz, pero ella le dijo que no tenía
caso, que porque la que iba a pagar las consecuencias iba
a ser ella.
—¿Por qué no lo dejas?—. Le había preguntado.
—Ya lo intenté pero me tiene amenazada—. Le res-
pondió ella.
El jefe de ellos la ayudó en su problema y la envió a
un hotel que tenía en Acapulco, el cual estaba próximo a
inaugurarse. Tenía que estar al pendiente de todo e infor-
marle de cómo iban los detalles finales para la próxima
inauguración.
La noche después de la inauguración, la encontraron
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

flotando en la alberca del hotel, todos creyeron que el


novio la había asesinado. Pero él nunca supo a donde se
había ido, ya que en realidad si había logrado escapar de
él.
Lo malo es que ella le llamó desde Acapulco, a lo
que el novio la amenazó diciendo que iba para allá. El
miedo se apoderó de ella y la angustia que vivió la hizo
sufrir una severa depresión, por tal motivo bebió alcohol
con pastillas antidepresivas tratando de suicidarse, pero
no se dio cuenta cuando cayó dormida a la alberca».
El humanoide continuó exponiendo la vida de José:
—En 1988 compraste una pistola y toda la energía
de esa arma acrecentó la que ya llevabas acumulada. Esa
arma perteneció a un ex-policía. Más de una vez en esta-
do de ebriedad, trataste de usarla, pero tu conciencia te
dijo que no. Era imposible resistirte a escuchar el sonido
que produciría el disparo de tal calibre, por tal motivo la
disparaste dentro de tu casa, creando pánico en tu esposa.
José recordó cuando su esposa se aterraba cada vez
que lo veía con la pistola en la mano.
—Después, ingresaste a un grupo de auto-ayuda, en
donde viviste encerrado un tiempo, y en donde acumu-
laste todo tipo de energía negativa, misma que se acu-
muló dentro de ti. Te llenaste tanto de esa energía que no
tuviste reparos en usar la terapia aprendida, dañando a
otros y tocando sus fibras morales hasta hacerlos padecer
y sufrir. Te volviste sádico e insensible con los demás. El
efecto que causaban tus palabras en los demás, te hacía
aumentar más la energía acumulada. Te volviste adicto al
sufrimiento de los demás para aumentar tu energía nega-
tiva.
José quería que se detuviera y que no siguiera expo-
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niendo su vida, pero el ser parecía no querer detenerse.


—Tuviste un colapso que te hizo buscar ayuda pro-
fesional y tuviste un despertar a la conciencia. Ese cam-
bio fue formidable y detuviste la “esponja” que absorbía
toda la energía negativa. Gracias a la ayuda profesional
que recibiste, pudiste evitar que siguiera ingresando más
energía negativa a tu cuerpo. Después se hicieron presen-
tes varias manifestaciones dentro de tu casa, debido a que
éstas energías estaban furiosas por no poder hacer que te
auto- destruyeras. Entonces se volvieron en contra de tus
hijas, haciendo con esto que se movieran sus camas.
Además una vez trataron de apoderarse de ti.
José recordó que era verdad cuando decía.
«En cierta ocasión que se encontraba frente a la com-
putadora a las dos de la mañana, de repente escuchó un
ruido que provenía del pequeño patio cerrado que estaba
al lado de la cocina. Esa puerta nunca se cerraba, debido
a que no había necesidad, porque tenía protecciones y
estaba techado.
Habían comido pollo rostizado con papas fritas a la
hora de la comida, y la gran bolsa de papas había queda-
do tirada a un lado del bote de la basura que se encontra-
ba en la cocina.
De pronto escuchó como si alguien hubiera pisado la
bolsa, produciendo un ruido que le hizo girar la cabeza
tan rápido, que escuchó el ruido de las vértebras de su
cuello.
Acto seguido, la energía tropezó con el refrigerador,
haciendo que todas las pequeñas cosas que estaban enci-
ma vibraran. Poco a poco se fue acercando hasta quedar
detrás de él.
El pánico se apoderó de José y salió corriendo de la
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

sala hasta la recámara, cerrando la puerta y metiéndose


debajo de las cobijas como un niño asustado.
Días después esas energías molestaron a sus hijas,
agitando sus camas de arriba abajo.
Buscó ayuda en un brujo para que les hiciera una
“limpia”. Después de hacerle la limpia a su esposa, ella
le preguntó:
—¿No le va hacer la limpia?
Entonces el brujo le respondió:
—No puedo tocarlo, está protegido.
—Pero él es quien tiene los malos espíritus.
—No, la casa es la que tiene las malas energías, y
debemos sacarlas.
Recordó cuando le advirtió que una vez que las ex-
pulsaran de la casa, no se olvidara de él ya que le iba a ir
muy bien económicamente. José le dijo que sí e incluso
regresó meses después a pagarle porque no tenía dinero
en esa ocasión, pero no lo encontró ni lo vio nunca más».
Lo que nunca entendió era el tipo de protección al
que se refirió el brujo.
El ser continuó con su vida:
—Debido al giro que tuviste en tu vida en el año
2000, te rodeaste de “enemigos” que envidiaron tu posi-
ción y que te volvieron a llenar de energía negativa. Vol-
viste a absorber su energía sin proponértelo, ya que el
orgullo hace que las personas se sientan ufanas y engreí-
das de su posición y eso las convierte en vulnerables.
Era verdad cuanto decía, ya que José había encontra-
do un trabajo en el cual ganaba lo suficiente como para
darse vida de rico. Compró la casa y el auto nuevo. De
hecho una “amiga” muy cercana a ellos, al ver la casa
donde vivían se indignó tanto y se llenó de envidia, que
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

se alejó para siempre de ellos.


—El exceso de energías negativas que volviste a ab-
sorber, hizo que perdieras el trabajo y salieras del país.
Al llegar al otro país, tuviste tanto éxito que generaste
más envidia debido a que siempre has logrado lo que te
propones.
Ascendiste muy pronto en tu trabajo y ganaste más
de lo que ganaban los demás, eso generó más envidia.
Por eso recuerda que la prudencia y un gesto humilde
deben ser muy importantes a la hora de lograr éxitos ma-
teriales. Ya que a nadie le satisfacen esos logros sino a ti
mismo.
José había ganado tanto dinero en Estados Unidos,
durante los cinco años que estuvo viviendo allá, que sin
explicación alguna, se encontró en una situación desespe-
rada, ya que no había trabajo, y en el poco trabajo que
había, no le pagaban lo suficiente.
Pero no podía creer que la envidia de otros pasara a
perjudicarlo directamente a él. Tenía el concepto de que
la envidia, quien la padece es el único quien la sufre, pe-
ro no los demás.
—A los dos años de estancia en el país extranjero,
tuviste otra visita más por parte de nosotros, para adver-
tirte sobre la posible desintegración de tu “otro ser”, pero
no comprendiste el mensaje.
Ahora comprendía la visión que tuvo sobre su muer-
te.
«Cierta mañana José despertó llorando por lo que
creyó que había sido un sueño, o más bien una pesadilla.
Le habían ofrecido trabajo en la construcción y lo
tomó ya que no había otro trabajo más. Le habían dicho
que tuviera cuidado por lo peligroso de la altura, y que
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

debía ponerse un cinturón de seguridad el cual estaba de-


masiado pesado.
Llegada la hora de la comida y estando ya en casa,
su media hermana preparaba la comida del personal que
laboraba ahí, y había preparado unos pastelillos. Le pidió
en tono de broma, que se disculpara con ella por haberse
distanciado hacía tiempo atrás, si es que quería probar
uno de sus pastelillos.
Entre broma y broma de los amigos, no tuvo más
remedio que disculparse. Los amigos le decían a coro
que la abrazara y no tuvo más remedio que aceptar y así
lo hizo.
Tal parecía que se estaba despidiendo de ella ya que
no se dirigían la palabra desde hacía dos años antes.
No comprendía que el rencor es también parte de las
energías negativas.
Caía la tarde en ese pueblo donde se encontraban, y
poco después él y sus amigos se fueron a comer unas
hamburguesas, a un restaurante en donde había un can-
tante con una guitarra amenizando el lugar. Esa era la
distracción más aceptable que había en ese casi solitario
pueblo.
Días después José tuvo ese accidente que le arrebató
la vida.
Como casi nunca se ponía el cinturón de seguridad,
ese día se resbaló y cayó desde lo más alto de la torre
donde se encontraba, yendo a caer al vacío y destrozán-
dose la cabeza.
Se levantó inmediatamente y alcanzó a escuchar al
ingeniero de la obra decir:
—Está muerto hay que avisar a sus familiares.
Escuchó a su jefe responder:
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—El único pariente que tiene aquí es un sobrino.


Todo sucedía tan rápido.
Vio a su sobrino que venía a identificar su cadáver.
Le habló y le preguntó:
—¿Me oyes?
—Si tío, un poco lejos.
—¿Me ves?
—Medio borroso tío.
—¿Que me pasó?
—Se cayó de la torre y se mató.
—¿Como quedé?
—Destrozado de la cabeza.
—¿Y tu tía ya lo sabe?
—Ya le avisé tío.
—Tengo hambre—. Le dijo.
—Yo también tío. Vamos a comer algo.
Lo llevó al restaurante al que asistían siempre, y le
dijo que le pidiera un coctel de ostiones, ya que tenía mu-
cho tiempo que no los comía desde que había dejado su
ciudad allá en México.
José quería platicar con su sobrino, pero él le dijo:
—Tío van a creer que estoy loco si hablo con usted,
ya que nadie más lo ve ni lo escucha, solamente yo.
Se acercó el cantante a la mesa a pedir propina por
sus canciones y José le preguntó:
—¿Me oyes?—. Pero el cantante no le contestó.
—¿Me ves?—. Volvió a insistir pero no hubo res-
puesta.
—Tío ya me voy porque debo hacer unos trámites
para recoger su cuerpo—. Le dijo su sobrino.
José se sentía muy solo en ese momento sin tener a
nadie con quien platicar, cuando de pronto se acercó un
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

hombre con barba y pelo largo, quien llevaba puesto una


túnica de color blanca, enfundada dentro de un pantalón
de mezclilla color azul.
Sentándose a su mesa inició una plática.
—Hola—. Le saludó
—¿Quién eres?—. Le preguntó.
—Soy Jesús.
—¿Por qué me arrebataste la vida?
—Así debía ser.
—Pero tú me dijiste que iba a vivir más de ochenta y
cinco años.
—Yo no te lo dije, te lo dijo quien te leyó las cartas.
—Pero, ¿y mi familia?
—Despídete de ellos.
—¿Cómo? ¿Cómo voy a trasladarme hasta México
para verlos?
—Usa la mente.
—No sé usarla.
—Ya aprenderás.
—Pero, ¿por qué yo? ¿Por qué me tocó a mí?
—Así debía ser, era tu hora.
—Pero.....
José quiso insistir más, pero ya se había ido tan si-
lenciosamente como había llegado.
Se retiró del lugar y se dirigió a su trabajo para ver a
sus amigos. Vio a un amigo suyo trabajando y le pre-
guntó:
—Pancho. ¿Me oyes?
—Si, un poco lejos.
—¿Me ves?
—Un poco borroso.
—¿Que pasó conmigo?
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Te caíste mano y te mataste.


—¿Y mi familia?
—¿Sabes? tengo que dejarte, no te escucho muy bien
y debo trabajar.
Se alejó desmoralizado por la falta de interés de sus
amigos, sintió que los muertos no encajaban en el mundo
de los vivos.
Se acercó a otro grupo de amigos y les saludó:
—Hola—. Pero el silencio fue la respuesta.
Nadie lo oía, solo los amigos más cercanos.
Recuperándose del rechazo de los demás tomó su
teléfono celular y llamó a su casa en México.
Inmediatamente le respondió su esposa.
Que alegría sintió José al escuchar su voz y le dijo:
—Hola amor, soy tu esposo.
—No estoy para bromas en este momento, mi esposo
ha fallecido—. Le respondió ella sollozando.
—Escúchame por favor, soy tu esposo y voy para
allá a verte. ¡Espérame!
Finalizó la llamada y decidió usar la mente para tras-
ladarse hasta su casa. Se asombró de ver la velocidad con
la que se trasladó. Solo pensó en el lugar donde quería
estar y allí estaba él frente a la puerta de su casa.
La puerta estaba abierta y había mucha gente debido
a su fallecimiento.
Entró y se topó con su sobrina y la saludó.
—¿Hola.... me ves?
—Sí tío.... todo deslumbrante y con un color verde
alrededor de ti.
La abrazó y le preguntó:
—Me sientes?
—Sí.... calientito.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Siguió adentrándose por la casa y encontró a su es-


posa.
Ella se encontraba en estado de shock. Ya no lloraba.
—¿Me oyes?
—¿Sí—. Le contestó.
—¿Me ves?
—Si, deslumbrante y con un color verde alrededor.
La abrazó y lloraron los dos.
—¿Me sientes?
—Sí...... calientito.
En ese momento se acercó su hija la menor, quien lo
recibió con una sonrisa deslumbrante por no haberse vis-
to después de tanto tiempo y lo abrazó.
—Me sientes?
—Si papá.... calientito.
Se acercó a la mayor la cual no dejaba de llorar y le
preguntó:
—¿Por qué? ¿Por qué papa? ¿Por qué no te cuidaste?
—Lo siento hija.
La abrazó y la dejó llorar.
Cuando se acercó a su hija la mediana, ella lo recibió
con agresividad.
—¡Ni te me acerques!
—¿Qué te pasa hija?
—¿Me dejaste sin padre. No pensaste en nosotras y
no te pusiste el cinturón de seguridad. Tantas veces que
yo iba a la iglesia a pedir por ti y me decías que dejara
eso, que no te iba a pasar nada. ¿Y ya ves? Me quitaste
las oraciones que pedía para ti, que porque según tú no
servían para nada. Y mírate. Nos dejaste sin padre.
Su esposa se acercó y le dijo:
—Déjala, está muy sentida por tu muerte.
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Se acercó a su suegra quien se encontraba ahí, y que


ya llevaba varios años de muerta.
—Hay hijo, ¿por qué no te cuidaste?—. Le dijo
cuando se acercó a abrazarla.
—Perdóneme suegrita—. Le respondió arrepentido.
La abrazó y se volvió a su familia y les preguntó:
—¿Me oyen?—. El silencio fue la respuesta.
—¿Me ven?
No hubo respuesta, ya se había despedido de su fa-
milia.
Tiempo más tarde cuando su hija la que estaba mo-
lesta con él se encontraba frente a su computadora, José
se acercó a su teclado y le escribió: “Te amo bebé”.
Su hija muy feliz gritó:
—¡Mamá es mi papá que está escribiendo en mi
“compu” y me dice que me ama!
Entonces ella escribió: “Yo también papá”.
Lo había perdonado ya».
Todo eso lo había vivido como un sueño, y ahora el
humanoide le dijo que no era Jesús, sino uno de ellos pa-
ra prevenirlo que su “otro ser” estaba a punto de extin-
guirse.
—¿Por qué creí que era Jesús?—. Le preguntó.
—Normalmente utilizamos la imagen de algún ser
querido de ustedes y que ha dejado este mundo, o de al-
guien en quien ustedes confían, para poder comunicarnos
con ustedes. El escepticismo y la falta de confianza en lo
que ven y sienten, hacen que no puedan percibir el men-
saje que enviamos.
Déjame explicarte sobre la luz verde que tú viste.
Los colores del aura en orden de grado son: Violeta, que
es la fuerza espiritual. Índigo o púrpura es la intuición.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Azul la inspiración. Verde la energía. Amarillo es la sa-


biduría. Anaranjado la salud. Y por último el rojo que es
la vida. Por tal motivo el color verde que te acompañaba
era una muestra de que solo conservabas la energía de tu
“otro ser” el cual ya se estaba desintegrando.
—Además cuando dijiste que ibas a vivir más de
ochenta años, fue el día que Sonia la esotérica, te leyó las
cartas.
Era verdad.
«Tiempo atrás José había consultado a una esotérica,
quien le leyó el aura y las cartas. Resultó ser, que le dijo
que iba a vivir más de 85 años, y que iba a tener una po-
sición envidiable. Además, que se iba a casar con una
mujer blanca y que tendrían dos hijas y su matrimonio
iba a ser duradero.
No le creyó porque su novia de ese entonces era mo-
rena, así que no le dio mucha importancia y perdió credi-
bilidad a sus predicciones.
Lo interesante de todo esto, es que José se casaría a
los pocos años con una mujer blanca y tuvo tres hijas,
algo que no coincidió con lo predicho por la esotérica».
El ser continuó explicándole.
—A tu regreso del país extranjero, tu vida se volvió
un infierno y volviste a tener pensamientos suicidas, eso
ocasionó la destrucción de tu “otro ser”. Pero antes de
que eso sucediera, tuviste otra visita por parte nuestra
para advertirte sobre la inminente destrucción, pero no
hubo respuesta por parte tuya, y fue inevitable la destruc-
ción. Por tal razón vinimos a crearlo, con los resultados
que ya conoces.
—No recuerdo ese tipo de visita—. Le dijo.
—Tuviste un viaje astral para que pudieras observar
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

lo que quedaba de tu “otro ser”, y te hicimos saber cómo


podías volver a alimentar la energía de tu “otro ser”, pero
no lo comprendiste. Para ti solo fue un sueño más.
Era verdad. José había hecho un viaje astral hasta la
quinta dimensión, en donde logró ver a una tía que había
fallecido hacía tiempo y que le dijo en donde se encon-
traba.
¡En las puertas del cielo!
«La tía de su esposa, una señora de edad avanzada
murió cerca de los 75 años de edad. Sus hijas la adoraban
y sufrieron mucho su pérdida.
Había pasado un tiempo considerable cuando una de
sus hijas despertó llorando, porque en sueños la vio y
habló con ella. Semanas más tarde otra de sus hijas tam-
bién despertó llorando de alegría por la comunicación
que tuvo con la Tía-abuela. Su esposa no fue la excep-
ción y también tuvo comunicación con ella.
Se mudaron de casa y fue cuando José se fue a traba-
jar al extranjero. Después de cinco años y estando de re-
greso en su país tuvo ese viaje astral que lo dejó muy im-
presionado.
Se encontraba en un terreno alto y plano, rodeado de
montañas rocosas, no muy altas. El terreno plano tenía
un barandal de tubo como los que tienen las cataratas del
Niágara en Canadá.
Era un barandal tipo turístico como para poder dis-
frutar de la vista que se ofrecía abajo, sin correr el riesgo
de caerse y por donde corría un gran río.
En el terreno había varios autos estacionados, como
si pertenecieran a algunos visitantes que llegaron a dis-
frutar el paisaje del cañón que corría abajo.
José se encontraba caminando y se dirigió hacia el
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

barandal para admirar el paisaje, cuando de pronto se en-


contró con una joven de espaldas a él, quien traía puesto
un vestido de color violeta pálido, y escotado por la parte
de la espalda.
Se acercó, y él ya sabía quién era ella.
Después de ese viaje astral, nunca pudo olvidar su
cara y su sonrisa tan hermosa que tenía.
Cuando se volteó para mirarlo, vio sus ojos color
azules y su sonrisa bella y amplia. También vio su cabe-
llo rubio, y sin poder contenerse le acarició la piel desnu-
da de los hombros.
Admirando su belleza en todo su esplendor e impac-
tado aún por lo que tenía ante sus ojos, solo acertó a de-
cir lleno de júbilo.
—¡Tía!
Efectivamente, era la Tía de su esposa y la Tía-
abuela de sus hijas.
Cuando la vio, ella tenía alrededor de veinticinco
años.
Nunca antes había visto una foto de ella cuando era
joven, ya que cuando se casó con su esposa y llegó a la
familia de ella, la tía ya era mayor.
La tía lo miró con una mirada llena de amor y com-
prensión. Aún no salía de su asombro y le preguntó:
—¿Que hace aquí?
Ella le respondió que estaba destinada a recibir los
autos de los que llegaban por accidente. Era la encargada
del estacionamiento de ese lugar.
José sabía perfectamente que se encontraba en el
Edén o en el lugar de la Vida eterna.
Se acercó al borde del barandal y miró hacia abajo
del cañón, por donde corría un río de izquierda a derecha,
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

no muy ancho, pero por donde podían navegar unas enor-


mes barcas tipo “góndola”, en las cuales tenían unas lar-
gas bancas donde venían sentadas al menos diez perso-
nas. José pudo contar entre ocho o diez hileras de bancas
corridas.
Las barcas tendrían la capacidad para transportar co-
mo a cien personas. Alcanzó a ver en una de las barcas a
un matrimonio sentado abrazándose con preocupación y
angustia. El hombre era medio calvo y vestía un traje co-
lor café obscuro. La esposa traía un vestido blanco y José
pudo observar que llevaba algo en la cabeza, como un
adorno o una diadema blanca.
En la parte trasera de la gran góndola, estaba un
hombre de pie vestido con un traje blanco, llevaba un
sombrero de color blanco también, tipo panamá. La
góndola era guiada por un remero que en realidad no
hacía demasiado esfuerzo al mover el remo, que más que
remo era un largo y grueso palo.
El hombre de blanco era del tipo “guía turístico” y
daba una información o instrucciones de lo que debían
hacer al cruzar unas enormes rejas que se encontraban a
su derecha.
Esa gran reja de acero; que por cierto no estaba en
muy buenas condiciones, parecía como si el tiempo y la
corrosión hubieran surtido efecto en ellas, ya que se ve-
ían algo descuidadas y carcomidas por el tiempo, pero
que aun se mantenían fuertes y estables, era de color pla-
teado y muy alta. Salía de la base del río y se extendía
hasta lo más alto que sus ojos pudieran alcanzar a ver.
Había una gran cantidad de nubes o neblina que
cubrían las partes altas de esa gran reja, la cual tenía los
barrotes muy anchos como el grueso del brazo de un
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hombre robusto.
En la base de esta gran reja que nacía en el río, había
una especie de bruma.
A este río se le unían otros dos ríos más por el lado
izquierdo.
El terreno plano estaba enclavado en una gran mese-
ta y era como un medio círculo. José logró ver los otros
ríos que se unían a este, los cuales también llevaban esas
grandes barcas. Todas las barcas se intercalaban en una
coordinación perfecta sin modificar la distancia ni velo-
cidad que llevaban, y manteniendo una distancia entre
una y la otra.
Su tía sabiendo lo escéptico que él era, le trajo una
prueba de que efectivamente estaba teniendo un viaje As-
tral, y de que se encontraba a las puertas del Cielo o del
Edén.
Le dijo que mirara hacia su derecha, y cuando volteó
vio a un hombre que vestía un traje de color oscuro, tipo
smoking. Esta persona tenía apoyado un pié en la defen-
sa de un auto de los muchos que había ahí y sostenía una
conversación con otra persona.
José quedó impresionado al saber quién era.
Este hombre había sido el conductor de un programa
en televisión Azteca, y quien había sido asesinado en un
restaurante.
José le preguntó asombrado:
—¿Paco? ¿Eres tú?
El hombre era Paco Stanley y le respondió:
—Sí.
—¿Qué haces aquí? —. Le preguntó José.
La pregunta había sido formulada sobre las ocupa-
ciones u obligaciones que tenía él en ese lugar.
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A lo que Paco le contestó:


—Tengo un programa de televisión en este lugar.
Después se dirigió de nuevo al amigo con el que se
encontraba conversando, y José se volvió a su tía.
—¿Qué son esas puertas?—. Le preguntó señalando
las enormes rejas que había visto.
Ella le contestó:
—Son las puertas del cielo.
—Quiero entrar.
Ella sonrió y le respondió con una sonrisa llena de
amor y comprensión a su petición:
—A su debido tiempo, ahora tienes que regresar.
Y regresó a su cuerpo.
Al abrir los ojos pudo recordar cada cosa, cada deta-
lle, y cada conversación, aun el ruido de todo lo que hab-
ía presenciado en ese lugar.
—Al paso de los meses regresó a ese lugar.
Al llegar de nuevo a ese “mirador” José se encontró
a un individuo con una chamarra color gris oscuro, traía
una gorra tipo deportiva y le obstruyó el paso.
—¿Y mi tía?—. Le preguntó.
—No puede venir. Está ocupada.
José quiso hacer el intento de ir al barandal y ver de
nuevo las barcas, pero le impidió el paso y le dijo muy
serio:
—Tienes que regresar, no puedes estar aquí.
Y regresó frustrado.
La tercera vez llegó en un vehículo el cual no re-
cordó que marca era, ni que color, solo que se encontraba
ascendiendo hacia una cima por un camino de terracería
y muy maltrecho.
Al llegar a donde estaban los demás autos, al verlo la
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

tía se paró frente a él y le ordenó:


—¡Regresa!
Ella se había presentado con su verdadera edad, pero
no la del día de su muerte sino, la edad del día en que se
la había presentado su esposa cuando eran novios.
Traía puesto una chamarra color café oscuro de piel
con un cuello aborregado, como si hiciera frío. Traía
también puesto un pantalón de color obscuro. Su edad
era de aproximadamente sesenta años y tenía la cabeza
blanca.
—Regresa!—. Volvió a ordenarle.
José se encontraba asombrado de su actitud, y le pre-
guntó:
—¿Por dónde debo regresar?
Ella sin decir una palabra, señaló con su mano un
agujero muy estrecho y oscuro, que se encontraba abierto
en el piso, por donde apenas podía caber un humano.
Era del grueso de las alcantarillas para el agua en las
calles. De esa “alcantarilla” emanaban unas luces multi-
colores, pero predominaba más el color gris plata.
—¡Regresa!—. Insistió su tía.
—¡No puedo! Padezco de claustrofobia y está muy
estrecho para mi cuerpo—. Le respondió.
—¡Regresa!—. Le urgió su tía.
Apenas había hecho el intento de colocar las piernas
en el interior de esa “alcantarilla”, cuando fue absorbido
por ese agujero como si hubiera sido una aspiradora.
Regresó a su cuerpo tan rápidamente que su cuerpo
se estremeció, y del sobresalto que tuvo, se despertó con
el corazón latiéndole aceleradamente.
Su esposa también se había despertado y le pre-
guntó:
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿Qué pasa?
—Nada, fue un sueño—. Le respondió.
Ella pudo conciliar el sueño, pero él se quedó pen-
sando en todo lo sucedido, aún sintiendo los latidos de su
corazón.
Ya no volvió a ese lugar, y tiempo después él había
comentado: “Extraño visitar de nuevo ese lugar”».
José no estuvo seguro si fue un sueño, pero él estuvo
seguro que había sido un viaje astral, ya que los sueños
son cortos y se olvidan pronto, pero los viajes astrales
perduran.
Había comprendido con ese viaje que todos tenemos
acceso a ese cielo, sin distinción de credo, raza, color y
creencias.
El humanoide le estaba haciendo entender que no era
necesaria una creencia para alcanzar el Cielo, el Paraíso
o el Edén, sino solamente alimentar la energía positiva.
Un momento después José le formuló una pregunta:
—¿Así como son ustedes, seremos los humanos?
—No en realidad, a menos que asciendan a mundos
más sutiles. Pero no venimos a explicar cómo funciona el
cosmos, sino a advertir a los humanos sobre la destruc-
ción de su “otro ser”, por causa de las energías negativas
que son absorbidas por ellos mismos.
—¿Por qué están ustedes tan preocupados por noso-
tros? ¿Existe acaso alguna unión entre ustedes y noso-
tros?
—Durante millones de años la evolución de la huma-
nidad se hizo muy paulatinamente, hasta hace 70 millo-
nes de años. Sus científicos todavía no tienen una res-
puesta satisfactoria para explicar el cambio que viene
acompañada de una aceleración en el desarrollo de la
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

humanidad.
La única respuesta que han encontrado en su teoría,
es que seres avanzados de otros planetas procrearon con
los humanos, y que al mezclar su ADN extraterrestre con
el ADN humano, engendraron una raza más avanzada.
Sus teóricos también argumentan que es posible que
los antiguos dioses hayan sido en realidad seres muy
avanzados venidos de otro planeta, y que tus ancestros
llegaron a divinizar; ya que era la única forma como pod-
ían explicar lo que estaban presenciando.
El ser hizo una pausa antes de continuar.
—La respuesta a esta teoría, es verdad. Los antiguos
en sus leyendas le daban el crédito a los dioses por haber
traído la civilización a la humanidad, y afirmaron que en
efecto hubo una unión ya hace mucho tiempo entre noso-
tros y la humanidad. Añaden también los motivos por la
que se llevó a cabo esta unión. La respuesta a su teoría es
que en efecto sí hubo tal unión, pero no en el sentido en
que se cree.
José se encontraba atónito. Sentía que había descu-
bierto un secreto muy bien guardado y sin pensarlo, co-
menzó a temer por su vida.
Presentía que si alguien se enteraba de lo que el ex-
traterrestre le estaba narrando, se vería acosado por agen-
tes de la CIA o el FBI durante toda su vida.
—Al haber este tipo de asociación, —Continuó el
humanoide— los humanos tuvieron un gran salto en su
desarrollo. Debes saber que esa alianza no se hizo en un
aspecto sexual, sino vibratorio. Por eso te pregunté si
habías tenido algún contacto sexual con nosotros.
Su mente trataba de asimilar toda esa información.
Se sentía privilegiado por ser el portador del conocimien-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

to extraterrestre y el origen de la humanidad.


—La Jerarquía espiritual que guía el desarrollo de la
humanidad, nunca más volverá a hacerlo bajo ningún
motivo. La razón es que hay una aceleración en el desa-
rrollo del poder que hay en el hombre, pero por desgracia
no está acompañado su crecimiento con el de su concien-
cia, eso fue lo que contribuyó a la destrucción de la
Atlántida.
José lo volvió a interrumpir con una pregunta:
—Entonces ¿si existió la Atlántida?
—Si, en efecto, desde hace 4.5 millones de años.
—¿Y cuál fue el motivo de su desaparición?
—La razón es porque se permitió acelerar la forma-
ción de seres altamente evolucionados de origen terres-
tre.
—No entiendo, ve más despacio—. Le pidió.
—Verás, aunque un extraterrestre como nosotros,
pueda parecer similar a un humano, vibratoriamente es
diferente, porque está constituido energéticamente de una
manera diferente. Cada civilización en el Universo es
diferente, no necesariamente en la apariencia, sino por su
tipo de energía y por todas las notas vibratorias que el
Aura intercambia con el alma. Todo está compuesto de
energía, la cual puede ser desde más densa hasta más su-
til.
La mente de José era un caos, él quería que se lo ex-
plicara paso por paso. Había temas y palabras que su
mente todavía no comprendía debido a que nunca las
había escuchado.
—¿Qué es el Aura? ¿Cómo funciona?—. Le pre-
guntó.
No quería perderse en tanta palabrería y tanta expli-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

cación, ya que su pobre mente apenas alcanzaba a com-


prender.
—El Aura es una parte del “otro ser”, es decir; es
más sutil que el cuerpo físico. El Aura se compone de
siete capas, y se encuentra situada alrededor del cuerpo y
actúa como escudo. Es el envoltorio o campo energético.
La Tierra también tiene Aura, y se puede apreciar en los
colores del Arico iris.
También se encarga de interactuar con las otras
energías sutiles de todo aquello que el ser humano se ro-
dea. Por ejemplo, cuando tocas a una persona es el Aura
la que llega primero, y la que nos empieza a enviar la pri-
mera información sobre esa persona. Es por eso que el
ser humano a veces siente cierto temor o inseguridad al
aproximarse a la otra persona.
El Aura también puede reflejar el estado de ánimo.
Un ejemplo es cuando te diriges a una reunión y tu esta-
do de ánimo es alegre y confiado, pero al llegar te das
cuenta de que todos están nerviosos y alterados, no tardas
mucho en sentirte igual que todos los demás.
Pero en tu caso es diferente. Tú nunca has permitido
que el estado de ánimo de los demás te afecte. Por tal
motivo has sido juzgado duramente por tus amistades
como insensible e inhumano, porque de hecho cuando
has asistido a algún sepelio, no tomas las “poses” de los
dolientes. Tu estado de ánimo es igual, tal es el porqué te
dijo el brujo que estabas protegido. No has permitido que
nada modifique tu Aura. No has permitido que los demás
entren en contacto con tu Aura y ellos no han podido
transmitirte sus malas vibraciones y su nerviosismo.
—Las vibraciones de las otras Auras afectan al ser
humano hasta que éste sea capaz de generar suficiente
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

presencia, es decir; hasta que haya aumentado su sufi-


ciente frecuencia de vibración. Las vibraciones más bajas
son las que le afectan.
José comenzó a recordar lo sucedido el día de la lim-
pia, y se dio cuenta desde entonces, que todo lo que pon-
ía en peligro su vida emocional y mental, se solucionaba.
—¿No has sentido una pequeña corriente eléctrica
cuando tocas a una persona?
—Sí—, Respondió José.
—La gente cree que es estática, pero es la energía
negativa acumulada de esa persona que choca con la
energía positiva de la otra, por eso se produce la descar-
ga, generando una pequeña corriente eléctrica.
José permaneció en silencio.
—Ahora deja que continúe explicándote sobre esas
vibraciones. —Le dijo el ente— ¿Recuerdas el terremoto
y tsunami que afectó a Japón en el año de 2011?
—Sí—. Respondió.
—Fue un terremoto de magnitud 9 grados, que creó
olas de maremoto de hasta 40 metros, y fue provocado
por una vibración muy fuerte proveniente de fuentes ex-
ternas a la naturaleza.
—¿Provocado?
—Sí. Pero no puedo darte más detalles, solamente
que no fue de orden natural, sino provocado por una on-
da de radio muy poderosa lanzada desde otro país para
destruir su planta nuclear.
—¿Cómo o quien pudo haberlo hecho?
—No puedo decirte más, solo que eso mismo les
ocurrió a los Atlantes. Debido a la energía que ellos mis-
mos aprendieron a crear, provocaron una vibración de tal
magnitud, que crearon una onda vibratoria tan fuerte que
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

creó un maremoto haciendo con eso que su propio conti-


nente se hundiera bajo el mar.
—¿Cómo pudieron hacer eso?
—Solo te puedo decir que se debió al exceso de en-
greimiento y vanidad que surgió entre ellos mismos, al
serles otorgado el poder para ser una raza superior a los
demás.
Los egoístas dirigentes de la Atlántida perdieron el
interés en el progreso científico y el respeto por el anti-
guo conocimiento desapareció. A medida que éstos dedi-
caban sus energías a peligrosas prácticas ocultas, los ex-
perimentos descontrolados reemplazaron gradualmente a
la educación científica.
—¿Qué tipos de experimentos?—. Preguntó José
ansiosamente por conocer más a fondo todo lo relaciona-
do a la Atlántida.
—Hubo varios, pero entre ellos fue el apareamiento
con animales creando con esto seres híbridos como el
gorila y el orangután que ustedes conocen.
—¿Entonces es verdad que descendemos del mono?
—No, a la inversa, es decir; el mono fue creado por
los Atlantes, en todo caso el mono desciende de los
humanos. Ustedes descienden de los mundos sutiles co-
mo los Atlantes.
—Si descendemos de ellos, entonces ¿por qué no
tenemos los poderes que ellos tenían?
—Porque revertimos los poderes creando nuevos se-
res humanos alterando su ADN para no volver a compa-
rarlos con nosotros. La raza humana es muy egoísta y
vanidosa, es una de las razones por la cual si quieren lle-
gar a ser tan poderosos como los Atlantes, deberán pasar
duras pruebas para poder entrar en el Universo paralelo,
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

pero eso solo será si logran superar algunas pruebas.


—¿Qué tipos de pruebas?
—Deben aprender a vibrar junto con nosotros y jun-
to con la Tierra.
—¿Cómo funcionan esas vibraciones?
—Antes de responder a tu pregunta, te diré que hubo
otras dos razas superiores que también se les otorgó el
poder del conocimiento para poder vibrar junto con noso-
tros, así como a los Atlantes.
Ellos fueron los Mayas y los Incas, pero a excepción
de los Atlantes, ellos sí fueron extraídos de la tierra por
medio de la abducción para evitar que se autodestruye-
ran. Tal es el porqué no hay rastros de cuerpos o de algu-
na destrucción en masa de estas civilizaciones. La causa
del desastre final de los Atlantes se debió precisamente a
la práctica de la avanzada tecnología, la cual les permitió
manejar poderosas energías cosmos-telúricas, que acaba-
ron escapando de su control y provocaron un gran des-
equilibrio en la Naturaleza.
—Ahora te diré como funcionan esas vibraciones. Es
parecido al sonido de un piano.
Hizo una pausa para que José captara lo que quería
explicarle, ya que había logrado captar su atención, y pa-
ra tal utilizó el instrumento que más le gustaba escuchar.
—Si todas las notas sonaran igual no se podría hacer
música. Lo mismo sucede en el Cosmos, si todos los se-
res vibraran igual, el Cosmos no se podría crear. Cada
familia cósmica tiene un orden específico que contribuye
a la gran sinfonía que es el Universo. Por lo tanto, se
buscó desarrollar lo más pronto posible entre los huma-
nos, a un guía inteligente para la humanidad, porque los
mejores guías son los de su propia especie. Incluso la
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humanidad ha tenido muchos guías pero no siguieron sus


enseñanzas.
José se volvió a perder dentro de la explicación. Él
quería una exposición como si fuera una película de la
vida y de la evolución de la humanidad.
—Es por ello que los maestros antiguos de origen
terrestre tenían todo el conocimiento adquirido de la
humanidad, habían sido inculcadas las enseñanzas por
nosotros, y como tal podían llevar mejor las iniciaciones,
y eran los mejores guías para los habitantes de la Tierra.
Esta unión permitió acelerar ciertos procesos energéticos
para desarrollar más pronto discípulos, los cuales poste-
riormente se volvieron en maestros y guías. Sin ese cruce
entre la vibración terrestre y extraterrestre, la humanidad
no habría alcanzado el grado de desarrollo que tiene ac-
tualmente.
—¿Cómo se llevó a cabo esa vibración? ¿Acaso toda
la humanidad fue abducida como yo?—. Preguntó José.
El humanoide permaneció en silencio por un instan-
te, José percibió como si el humanoide hubiera sonreído
ante su pregunta y continuó:
—Es un misterio para los humanos, pero imagina
que nosotros los extraterrestres teniendo un nivel vibra-
torio más alto que ustedes, y que estamos más evolucio-
nados, jalamos hacía arriba el nivel vibratorio de los
humanos involucionados, haciendo con esto que vibraran
en la misma frecuencia que nosotros. No se encontrará
nunca alguna información sobre alguna unión carnal en-
tre humanos y nosotros. Porque debido a estas diferen-
cias vibratorias, no se puede procrear a un ser híbrido.
—¿Cómo es eso literalmente de jalar hacia arriba?
—Te lo pondré más fácil. Imagina el contrabajo que
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

tiene unas cuerdas muy gruesas y produce un sonido gra-


ve, si quisiéramos que se escuchara como un chelo, afi-
naríamos las cuerdas más agudas y daría el sonido de un
chelo.
Con eso ya hemos creado la vibración del sonido
agudo de un chelo. Ahora, si quisiéramos que el sonido
del chelo se escuchara como el de un violín, es decir;
más agudo, tendríamos que estirar más las cuerdas para
tratar de lograr que vibrara al sonido del violín, pero co-
mo las cuerdas del chelo no están fabricadas para produ-
cir el sonido agudo del violín, éstas se reventarían. En-
tonces es aquí donde entra la alteración del ADN, es de-
cir, tendríamos que fabricar unas cuerdas para chelo muy
resistentes, que soportaran el estirón que tendríamos que
proporcionarle, para así producir el sonido agudo del
violín, sin que con esto se lleguen a reventar.
—Eso es lo que hicimos con la raza humana, alterar
su ADN para que pudieran vibrar al igual que nuestra
frecuencia.
Después de unos momentos de meditarlo, le pre-
guntó:
—¿Quiénes eran la raza de la Atlántida?
—Antes déjame describirte el concepto de raza, no
es exactamente como se piensa. No corresponde ni si-
quiera con el de la humanidad, ya que la primera raza
sólo existió en el plano astral, es decir; en un Universo
paralelo. La segunda descendió de nivel y es la que se
acerca más a los hombres actuales, pero está más vincu-
lada con el plano etéreo.
En tercer lugar estaban los habitantes de Lemuria,
raza desaparecida en el Pacífico. Los Lemurianos habrían
medido más de 3,5 metros de estatura y algunos de sus
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descendientes pervivirían en algunas zonas del planeta,


como África y Australia. La cuarta raza correspondía a
los Atlantes, quienes evolucionaron a partir de los Lemu-
rianos.
Los Atlantes eran bastante altos, estaban divididos
en dos sexos, y su avanzada civilización dio origen a las
conocidas por ustedes. La humanidad actual es la quinta
raza, mientras que las razas sexta y séptima somos noso-
tros, y son más etéreas. Son las que los seguirán.
José no podía articular palabra alguna, se quedó con
la boca abierta.
—¿Es decir que venimos de algún tipo de energía y
volveremos a ello?—. Le preguntó.
—Mas o menos. Es un flujo de energía constante.
Una vez que hayamos ascendido, debemos descender.
No podemos quedarnos en una sola dimensión, debemos
movernos a las demás dimensiones.
No comprendía totalmente lo que le estaba diciendo
el humanoide. Le hizo otra pregunta:
—¿En donde estuvo exactamente la Atlántida?
—La Atlántida se extendía desde la actual Groenlan-
dia hasta la mitad de la actual Sudamérica, durante su
larga existencia estuvo habitada por sub-razas. Esta prin-
cipal sub-raza fue la Tolteca. Pero antes de la destrucción
final de la Atlántida, un grupo de iniciados Toltecas
emigró a América y Egipto.
—¿Te refieres a los Atlantes que están en México?
¿Son los mismos?—. Le interrumpió.
—Sí, los Toltecas emigraron a la actual América, y
eran la tercera su-raza Atlante. Eran gigantes que medían
2,5 metros y vivían en la fabulosa ciudad de las “Puertas
doradas”.
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José se quedo pensando si no era una coincidencia


que su casa estuviera en un fraccionamiento llamado
igual.
—¿Cómo era la Atlántida?
—Esta ciudad era una gran urbe circular con grandes
canales. Tenía también numerosos templos dedicados a
diversas deidades, muchos jardines, piscinas al aire libre,
gimnasios, cuarteles y un hipódromo gigantesco cuyo
circuito, era de un estadio de largo y discurría en círculos
concéntricos.
José recordó cuando había leído los libros “Caballo
de Troya” de J. J. Benítez, que mencionaba mucho la pa-
labra “estadio”. El estadio era una unidad de longitud
griega, que tomaba como patrón la longitud del estadio
de Olimpia, que equivalía a 174,125 metros.
El humanoide continuó:
—La parte de la Atlántida que daba al mar estaba
llena de acantilados, pero en la ciudad central había una
campiña rodeada de montañas. Excepto por la citada ciu-
dad, los Atlantes no solían construir grandes urbes debi-
do a su impacto medioambiental. Sus comunidades eran
pequeñas y las casas construidas eran circulares.
Los Atlantes construyeron grandes torres como faros
cerca del mar. Había templos de gran belleza que llena-
ban la Tierra, en ellos la combinación de luz, color, soni-
do, magnetismo y energías de pensamiento se canaliza-
ban mediante cristales para hacer maravillas en el campo
de la sanación. Algunas de las maravillas del mundo fue-
ron construidas por los Atlantes, como las pirámides de
Guiza, los jardines colgantes de Babilonia y la estatua de
Zeus.
Ellos tenían el poder de los cristales y de rayos súper
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cósmicos. Una tecnología muy avanzada en aquella épo-


ca como la que tienen ustedes.
—¿Cómo eran esos cristales?
—Como del tipo paneles solares, incluso hoy en día
ustedes utilizan algo parecido a ello, como en sus televi-
sores, celulares, monitores de computadoras, tienen la
muy conocida pantalla de cristal líquido.
Pero la vanidad los absorbió y crearon con su poder
los cataclismos, que posteriormente hicieron que la Tie-
rra hubiera pasado por lo menos catorce veces por inver-
siones de sus polos magnéticos, creando con esto cam-
bios climáticos, terremotos, períodos de actividad volcá-
nica y extinciones.
Ellos tenían el conocimiento para utilizar los crista-
les y convertir la energía solar en electricidad. Su increí-
ble poder y esplendor fue posible gracias a la ciencia de
esos cristales. Ese descubrimiento del uso de los cristales
para controlar la increíble reacción energética entre ma-
teria y antimateria, dio lugar a los vuelos espaciales. Los
Atlantes no eran una raza como te la imaginas, eran una
sub-raza muy inteligente, pero no alcanzaron a evolucio-
nar hasta donde estamos nosotros.
Esta civilización creció hasta tal punto que disponían
de barcos para llegar a casi cualquier punto de la tierra.
Las naves voladoras parecían pájaros de plata donde la
gente viajaba a través del cielo, volaban a velocidades
altísimas. Lo que se conoce ahora por aviones. Y más
aún, en la Atlántida había naves espaciales capaces de
abandonar la atmósfera terrestre y llegar a la Luna y a
otros planetas.
—¿O sea que me estás diciendo que eran extraterres-
tres?
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—No. Eran terrestres con conocimiento de nuestra


inteligencia extraterrestre.
La mente de José estaba tratando de asimilar todo lo
aprendido, quería preguntarle sobre más cosas, pero sus
pensamientos fueron interrumpidos.
—Otro campo de la ciencia de la antigua Atlántida,
era la posibilidad de crear seres humanos iguales a ellos
mismos, y el uso de máquinas mentales subatómicas.
Tenían un coeficiente intelectual tan grande como para
poder comunicarse con la mente entre ellos. Además los
Atlantes sabían cómo transformar la luz en energía pura,
mediante láser. Incluso sus naves espaciales funcionaban
con luz, esto se debió gracias a la intercomunicación con
entidades de otros sistemas estelares.
En sus experimentos con la luz y con las vibraciones,
perforaron la capa de la atmósfera. Al perforarla, se pro-
dujeron grandes diluvios, quedando Lemuria y el norte
de la Atlántida bajo un gran océano de hielo. Actualmen-
te tus científicos trabajan hoy con energía nuclear, con
partículas subatómicas y rayos láser. Han desarrollado
máquinas a imagen de su cerebro, desvelando los secre-
tos de la genética y han viajado a otros planetas, pero
están destruyendo su hábitat natural.
Nosotros constantemente vigilamos su planeta debi-
do a que está próxima la extinción del mismo, debido a la
falta de atención. Lo ocurrido en la Atlántida no ocurrió
de la noche a la mañana, fue avanzando paulatinamente y
se llevó cientos de años. Las causas que provocaron su
destrucción, se debió a los grandes conocimientos adqui-
ridos y de la vanidad y envidia que pugnaba siempre en-
tre ellos.
Si ustedes como humanos no llegan a controlar esa
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vanidad que los caracteriza por haber descubierto el ge-


noma humano, y de saber que pueden orgullosamente
clonar a un ser humano, los puede llevar a la autodestruc-
ción como le ocurrió a la Atlántida. La última inversión
de los polos magnéticos ocurrió hace 13.200 años, y eso
ocasionó la desaparición de la Atlántida.
Debido a la constante inversión de los polos de la
Tierra, se creó un ciclo constante en donde el planeta al-
terna su polaridad cada vez que completa un ciclo. Unas
veces los polos magnéticos de la Tierra están alineados
como se conocen ahora, y en otras están invertidos. La
Tierra seguirá rotando alrededor de sí misma cada vez
más lentamente, hasta que llegue el momento en que se
quedará quieta. Permanecerán en un estado nulo de mag-
netismo por aproximadamente tres días, y luego su pla-
neta comenzará a girar en sentido contrario. Al girar en
movimiento inverso donde antes quedaba el polo norte
magnético, ahora estará el polo sur; y donde estaba antes
el polo sur magnético, estará ahora el polo norte. Debo
advertirte que este cambio se da solo a niveles electro-
magnéticos y no se trata de que la Tierra vaya a dar físi-
camente un bote de 180 grados.
Durante los tres días en que la Tierra permanezca
inmóvil, la mitad del planeta quedará de cara al Sol y
tendrá un día muy largo, mientras la otra mitad observará
una noche prolongada. Existen narraciones antiguas que
relatan una experiencia similar, y que hablan sobre esta
inversión polar que se vivió en la Tierra en un tiempo
más reciente.
Recuerda una cosa, los Atlantes evolucionaron desde
un primer nivel físico hasta un mundo sutil. No eran
humanos comunes y corrientes. Por tal motivo nosotros
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

estamos evitando que ustedes como humanos lleguen a


ascender a ese plano sutil, porque si llegaran a lograrlo,
sería la destrucción de su Universo. No volveremos a co-
meter más errores al haber otorgado a un mortal terrestre
toda la sabiduría de nosotros.
—Solo me resta decirte que los Atlantes, tardaron en
evolucionar 500 años. Ustedes llevan apenas 125 años. Si
lograran dominar su ego y su vanidad, tal vez pudieran
llegar a ser como ellos.
José se quedó de una pieza. Era un tema muy miste-
rioso.
—Los cambios climatológicos que crearon los
Atlantes, se puede apreciar en la erosión sufrida por la
Esfinge de Giza, eso no se debió al viento del desierto,
sino a la acción de la lluvia. La esfinge es de 19.500 años
de antigüedad, en vez de 4.500 como creen ustedes. Esta
obra de tal magnitud fue construida con unos conoci-
mientos arquitectónicos, astronómicos y matemáticos,
por una cultura muy anterior a la egipcia.
Esto mismo ocurrió a la arquitectura de Tiahuanaco,
en el altiplano boliviano construida por los Toltecas que
emigraron a América desde Egipto.
—¿Estás tratando de decirme que hubo en alguna
época lluvia en el desierto?
—Sí. El mundo no era como lo es ahora. El desierto
no era tal, había vegetación y estaba habitada por grandes
civilizaciones como los Toltecas, pero debido a esos
cambios climatológicos, tuvieron que emigrar a lo que
hoy es América en la actualidad. El gran desierto de
Arabia, era un gran océano. Al modificarse los polos
magnéticos de la tierra, esa gran extensión de agua se
movió a las montañas y valles de la Atlántida, cubriendo
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con ella toda la civilización Atlante. Solo sobrevivieron


unos pocos con el nombre de Toltecas.
José no podía creer todo lo que le estaba contando.
La curiosidad de él no tenía límites, así que le preguntó
algo más antes de dejarlo continuar.
—Pero. ¿No crees que yo podría decirle a todo el
mundo estos secretos?
—¿Por qué crees que te lo estoy diciendo?
José lo tomó como si le hubiera enviado un mensaje.
El ente hizo una pausa antes de continuar:
—Todos estos conocimientos fueron adquiridos por
el hombre cuando nos fusionamos con ellos. Adquirieron
el poder de crear tales vibraciones y es por eso que detu-
vimos todo tipo de experimentos para que no pudieran
ascender a los otros mundos sutiles, ya que evoluciona-
ron físicamente pero no en conciencia. Sería muy peli-
groso para el Universo que hubieran ascendido sin haber
aprendido a controlar su engreimiento debido al poder
otorgado por nosotros.
—Explícame una cosa. —Le dijo— Mucho se ha
discutido sobre el significado del Génesis, sobre que
cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la
faz de la tierra, que les nacieron hijas, y que los hijos de
Dios tomaron para sí a las mujeres de los hombres. ¿Eran
ustedes? Además que había gigantes en la tierra en aque-
llos días, y que también llevaron los hijos de Dios a las
hijas de los hombres, y que les engendraron hijos. ¿Eran
los Toltecas? ¿Existió Goliat?
—No compares la evolución del hombre creada por
nosotros a lo que está escrito en “El libro de la vida”.
—¿El libro de la vida? ¿Cuál es ese?
—Anteriormente así se le llamaba. Se trató de crear
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un libro en donde estuviera escrito todo lo que ocurría en


tu planeta, desde el vuelo de una mariposa hasta la erup-
ción de un volcán. Tratamos de darle una explicación a
todo lo que ocurría en el mundo, para ustedes tuvieran el
conocimiento y la sabiduría otorgada por nosotros, pero
al paso del tiempo le agregaron muchas filosofías de mu-
chas creencias y de muchos filósofos. Además alteraron
el verdadero “Libro de la vida”, el cual se le llamó poste-
riormente la Biblia. Recuerda que mucho de lo que dice
su Biblia es simbólico. Lo que en realidad sucedió fue la
recaída que experimentaron ciertos seres humanos alta-
mente evolucionados, y que por razones kármicas des-
cendieron del nivel espiritual al nivel terrestre, y así fue
que de esta forma contribuyeron a la creación del ser
humano.
José permaneció sin habla.
—Como te dije anteriormente, no se puede crear un
híbrido. Respecto a los gigantes y a Goliat, ellos eran los
Lemurianos y median 3.5 metros de altura.
—¿Entonces fue derrotado por David el de las escri-
turas?
—Aún no logras entender que todo lo que está en la
Biblia no existe como tal. Trataron de crear a un niño que
derrotara a un gigante para convertirlo en rey. Eso solo
fue una fantasía, un cuento. Nunca existió tal rey. Trata-
ron de crearlo para explicar el origen de un iluminado.
—¿Qué ocurrió con los dinosaurios?
—No pudimos evitar el cataclismo que ocasionó la
aniquilación de algunos de ellos, hace 65 millones de
años.
—¿Algunos? ¿Entonces no acabó con toda la vida en
el planeta?
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—No en su totalidad. La mayoría de los dinosaurios


murieron, pero no necesariamente a consecuencia de la
explosión, sino por las desastrosas consecuencias poste-
riores a la lluvia radiactiva y el invierno nuclear. Casi
todos los animales que estaban sobre la superficie, fueron
muriendo en los años siguientes, debido a la falta de ve-
getación que era su alimento.
Algunos, sin embargo, especialmente los que se en-
contraban en los océanos; fueron capaces de sobrevivir
por otros doscientos o trescientos años en este mundo
transformado, pero esas especies también terminaron
muriendo porque el clima había cambiado drásticamente.
Cuando el invierno nuclear terminó dos siglos después,
el mundo estaba más frío que antes. Algunas especies
fueron capaces de sobrevivir, como los tiburones, pájaros
pequeños mamíferos rastreros, y varios reptiles como co-
codrilos. La explosión solo daño a una décima parte del
planeta.
—¿Cómo fue que se extinguió el resto de la humani-
dad?
—Su atmósfera fue irrespirable, se consumió el oxi-
geno y solo se respiraba azufre, además de otros compo-
nentes químicos, como el amoniaco.
—¿Por qué no pudieron hacer algo para evitarlo?
—Lo dejamos en manos del destino. Así debía ser, y
así debió suceder.
—¿Y entonces qué pasó con el hombre? ¿Cómo fue
que volvió a poblar la tierra?
—Después de ese cataclismo, nos olvidamos por
completo de tu planeta. Habíamos cometido un error y lo
dejamos al olvido. Pero la Tierra tardó 30 millones de
años en regenerarse y cuando volvimos, observamos que
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era de nuevo un paraíso. Entonces decidimos darle una


segunda oportunidad para que tuviera una nueva vida. Lo
que hicimos fue dejar a varios de nosotros como volunta-
rios para poblar la tierra.
—¿Entonces el mundo estaba poblado por extrate-
rrestres?
—Si se les pudiera llamar así, entonces así fue.
—¿Pero qué paso con ellos? ¿Somos nosotros?
—En cierta forma sí, pero sin poderes.
—¿Qué sucedió?
—No podemos explicarnos que fue lo que sucedió,
pero algo tenía tu planeta que convertía a los seres que la
habitaban en vanidosos y egoístas. Descubrieron que
existía en la tierra el ADN de todos los seres que la hab-
ían poblado, antes de la destrucción del planeta y comen-
zaron a dar vida a todo tipo de vida animal que existió.
Se dieron cuenta de la belleza que existía y sucedió
que cada habitante de la tierra quería lo que el otro tenía.
Esto generó una guerra entre ellos y volvió a renacer la
envidia, la soberbia y la avaricia.
—Entonces intervenimos nosotros, los abducimos
quitándoles los poderes, y los regresamos a la tierra. Fue-
ron los llamados por ustedes, hombres de las cavernas.
José permaneció pensativo en todo lo que le explica-
ba.
El humanoide continuó:
—Esto es a lo que se refiere la Biblia sobre los ánge-
les que descendieron.
Se refiere a la recaída de nuestros hermanos altamen-
te evolucionados, y que por esas razones kármicas des-
cendieron del nivel espiritual al nivel terrestre.
Nosotros los hicimos descender, y muchos de noso-
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tros sufrimos al verlos tan indefensos y desvalidos cuan-


do los regresamos a la tierra.
Eran nuestros hermanos y nuestra raza. Pero ya no
podían convivir entre nosotros, estaban contaminados.
—¿De qué se contaminaron?
—De maldad.
—¿Pero cómo?
—Tu planeta es el más hermoso de todo el Universo.
Todos lo querían para ellos mismos. Eso generó envidias
y disputas entre ellos. El otro mundo paralelo es tan bello
como el tuyo.
José pensaba que no era posible que todavía en la
actualidad, la humanidad se estuviera peleando por tener
el control del mundo.
Su silencio fue compartido con el humanoide, de
quien pudo percibir cierta tristeza al evocar a sus herma-
nos de raza que habían dejado olvidados en la tierra.
Pasados unos momentos le preguntó:
—¿Por qué dicen que la Atlántida desapareció hace
10 mil años?
—El ser humano quiere encontrar una respuesta
lógica a todo lo que sucede. La Verdad es que todos los
universos están habitados. Es una cosa natural y no tiene
nada que ver con la ciencia ficción. Muchos extraterres-
tres que visitaron la Tierra en el pasado fueron adorados
por la gente primitiva de tu planeta como ángeles o dio-
ses. Ésta es la razón por la que ustedes tienen todavía re-
ligiones y sistemas de creencias sobre la Tierra. Ustedes
están rezando a extraterrestres que vivieron aquí hace
miles de años.
El extraterrestre hizo una pausa, a lo cual José le
cuestionó:
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—Mencionaste algo de una Jerarquía espiritual.


¿Qué es eso? ¿Quién es el jefe o comandante de todos
ustedes?
—No tenemos un jefe en el sentido como lo pregun-
tas. Todos los que habitamos los mundos sutiles, somos y
pensamos igual. Somos como una gota de agua en un
gran océano, pero en lugar de que la gota se fusione con
el océano, es el océano el que se fusiona con la gota, es
decir; esos mundos sutiles se fusionan con cada uno de
nosotros.
Existe una Jerarquía que está compuesta por cierta
cantidad de “extraterrestres” como se nos llama; los cua-
les están unidos en pensamiento y su vibración es supe-
rior a la de los demás. Todos estuvimos de acuerdo en
que las decisiones las tomaran ellos y fueran nuestros
guías. Es una especie de jurado que toma las decisiones
por nosotros en el Universo.
Estos “dioses” después de un determinado tiempo
regresan al plano físico para dejar que ocupen el lugar los
nuevos dioses. Como te dije, es un constante flujo de
energía.
—¿Por qué existen abducciones todavía y por qué se
les siguen haciendo pruebas a los seres humanos?
—No somos nosotros. Nosotros solamente creamos
el “otro ser”.
—¿Entonces quienes?
El extraterrestre bajó la mirada y respondió:
—Existe una especie de personal científico. Así co-
mo ustedes tienen personal dedicado al estudio biológico,
estos científicos realizan pruebas constantemente en los
seres humanos escogidos al azar, para ver hasta dónde ha
llegado la evolución de la raza humana.
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—¿Con que objeto lo siguen haciendo?


—Estamos supervisando hasta donde ha llegado su
evolución. Estamos tratando de evitar que el ser humano
evolucione al plano sutil como lo hicieron los Atlantes.
—¿Y cómo podrían ustedes evitarlo?
—Abduciendo a toda una ciudad si es necesario, o
poniéndolos en aislamiento por un tiempo.
José recordó la película de “Dimensión desconocida”
en donde un pueblo había sido abducido por alguna
razón.
—¿De dónde vienen ustedes?
—Del plano sutil—. Respondió.
—Me refiero, ¿en qué planeta viven ustedes?
—No es un planeta, es un Universo.
—¿Pero, cómo podrían vivir en un Universo tan
grande?
—Si los científicos de tu mundo construyeran una
gran nave espacial en donde viviera toda una civiliza-
ción, y que funcionara con energía solar para que pudiera
recorrer una distancia de millones de años-luz, y que via-
jara a la velocidad de la luz hasta llegar a la siguiente
galaxia, nunca se acercarían ni lo más cercano posible.
—¿Por qué esa especulación?
—No es especulación, ya que el Universo es como si
colocaras un espejo frente a otro espejo. ¿Qué es lo que
ves?
José permaneció en silencio sin saber que responder.
—Verías una enorme cantidad de imágenes refleja-
das en las imágenes que se reflejaron en tu espejo. La
galaxia más cercana sería como tratar de alcanzar la últi-
ma imagen del espejo.
Entre más se acercaran, más se alejarían de ella, ya
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que las galaxias son reflejos de las galaxias.


—¿Me quieres dar a entender que las galaxias son
espejismos?—. Le preguntó extrañado.
—Exactamente. Las galaxias que ven arriba de su
cabeza, son espejismos de las galaxias que están abajo.
En realidad nosotros no estamos tan lejos de ustedes. Es-
tamos a “la vuelta de la esquina”. Por tal motivo, ningu-
na nave espacial suya podría acercarse a ninguna galaxia,
debido a que es solamente un reflejo.
Para llegar a la próxima galaxia solo se necesita un
simple transbordador espacial que pueda ingresar a lo
que sería el primer reflejo de la imagen en el espejo, es
decir viajar a través del hiper-espacio para ingresar al
mundo sutil y ahí nos encontrará.
—Pero ¿Cómo se puede ingresar a tu mundo sutil?
—Ese es un secreto que ya no compartimos con us-
tedes desde lo ocurrido a los Atlantes. Solo te puedo de-
cir que está en su planeta.
—¿Acaso es el Triángulo de las Bermudas?
El humanoide guardó silencio. José lo atribuyó como
una respuesta afirmativa. Luego le preguntó:
—¿Entonces tu planeta es un mundo sutil?
—Si se pudiera llamar así, entonces sí lo es. Solo
que no es un planeta como se cree en el concepto plane-
tario, sino un Universo paralelo, y es en donde está nues-
tro mundo sutil.
—¿Se puede entrar a tu mundo por el Triángulo de
las Bermudas?
—No puedo responder a eso.
José guardó silencio por un instante para preguntar:
—¿Qué es el híper-espacio?
—Solo te puedo explicar rápidamente que el híper-
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espacio es una forma de espacio que tiene cuatro o más


dimensiones.
—¿Puedo saber tu nombre?
El humanoide lo miró fijamente y respondió.
—Ptah.
—¿Cómo fue que llegaron los primeros humanos a
la Tierra?
—Llegaron del espacio en circunstancias diferentes.
—¿Qué tipo de circunstancias?
—No te puedo decir más.
José pretendía formular otra pregunta sobre el inci-
dente de Roswell en Nuevo México, y fue cuando en ese
momento la luz de su estudio, se desvaneció y con ella
Ptah.
A raíz de toda esta explicación recibida por parte de
Ptah, trataría de adaptarse a su “otro ser”.
Trataría de no forzar el encuentro para no crear un
caos en los mundos paralelos, ni en este.
Sin embargo tuvo ciertas malas experiencias.
José al haber tendido el encuentro con el extraterres-
tre, fue capaz de comprender que todos podríamos estar
viviendo múltiples vidas paralelas.
Los científicos que exploran los confines de la física
y el cosmos, están empezando a creer que los Universos
paralelos existen y que podrían determinar el destino de
la humanidad.
La palabra “Universo” se supone que significa todo
lo que existe.
Comprendió que hoy en día, cada vez son muchas
las personas que creen que nuestro Universo no es todo
lo que existe, y de que hay Tierras paralelas con un “yo”
paralelo.
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Es difícil no preguntarse si realmente somos uno


mismo, o si podrían existir varios seres como nosotros
mismos viviendo diferentes vidas en diferentes dimensio-
nes, y ¿porque no? incluso que podamos ser nosotros
mismos el “otro yo” en un Universo paralelo.

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Capítulo II

La vida de José continuó sin ningún contratiempo


aparentemente, hasta que sucedieron cosas que lo hicie-
ron experimentar momentos de locura.
Una noche en la que se encontraba dormido, se des-
pertó con la necesidad urgente de ir al baño. Se levantó y
se sentó en la taza del inodoro, que aunque no estaba
completamente despierto, tampoco se encontraba profun-
damente dormido.
Comenzó a dejar salir la orina y regresó a su cama.
Al día siguiente se despertó muy temprano debido a una
luz muy cegadora que creyó provenía de la calle. Se le-
vantó a cerrar las cortinas y se encontró completamente
mojado.
Al recorrer con la vista la habitación en la que se en-
contraba, se dio cuenta que aparentemente era la misma.
La diferencia que había, era que había algunas cosas y
faltaban otras. Además se encontraba más a oscuras.
Se levantó inmediatamente al cuarto de baño para
lavarse, y vio que era totalmente diferente, no era el mis-
mo baño de la casa.
Se plantó frente al lavamanos y comenzó a lavarse la
cara, y a enjuagar sus genitales. Se miró al espejo y se
asombró de verse más joven.
Salió desnudo y escuchó a su esposa preguntarle:
—¿Qué te pasó?
—Se me salió la orina—. Le contestó mientras hur-
gaba en el cajón del closet en busca de una trusa.
—Deja la trusa sucia afuera del canasto, para que
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mañana la pueda lavar mi mamá en la lavadora.


José se quedó atónito, debido a que su suegra había
fallecido hacía trece años antes.
—¿Tu mamá?—. Le preguntó asombrado.
Viendo su asombro le preguntó:
—¿Sí, mi madre. Pero si no quieres, los lavo yo. Pe-
ro hasta el sábado que descanse y no vaya al banco.
¿Qué estaba ocurriendo? —Pensaba José— Su espo-
sa hacía casi veinte años que había renunciado al banco
donde había trabajado.
Comenzó a sentir un dolor de cabeza y regresó a la
cama, sin comprender lo que ocurría.
Se quedó de nuevo dormido y cuando despertó, su
esposa ya no estaba, se había ido a su trabajo.
Se levantó y al salir de la recámara vio a su suegra.
—Buenos días José—. Le saludó.
Él no podía creer lo que veía.
¡Ahí estaba su suegra viva!
Estaba tratando de poner en orden su mente, cuando
su suegra le preguntó:
—¿Se siente bien?
—Si, señora.
Se quedaron mirándose mutuamente y José le pre-
guntó:
—¿No le ha pasado a usted como si algún momento
de su vida ya lo había vivido antes?
—Sí. —Le respondió ella— Se llama “deja vú”.
José pensó que lo que le estaba ocurriendo, entonces
era un “deja vú”. Esa sensación de que lo que estamos
diciendo o haciendo ya lo hemos dicho y hecho antes, en
alguna época remota. Y de que hemos estado rodeados
hace algún tiempo por las mismas caras, objetos y cir-
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cunstancias. Y de que sabemos perfectamente lo que di-


remos a continuación, pero sin embargo, no logramos
recordar esa continuación que estamos esperando ansio-
samente por lo que va a ocurrir.
Había experimentado un reflejo de la mente.
Trataba de forzar su mente para recordar lo que se-
guía a lo que estaba viviendo, pero al cabo de unos se-
gundos todo se desvaneció.
Creyó que solo había sido un sueño en donde su sue-
gra había fallecido.
—Vine por la ropa de las niñas para llevarlas a la
escuela—. Le dijo su suegra, ya que ella tenía llave del
apartamento para entrar.
Momentos después de retiró, mientras José permane-
ció todo el día en su casa sin hacer nada. Solo se había
levantado para prepararse algo de comer, y regresar a la
cama para continuar viendo programas de televisión.
No comprendía lo que le sucedía.
Por la noche cuando regresó su esposa, le comentó:
—¿Qué crees? Soñé que tu mamá había muerto.
—¡Ni lo mande Dios!—. Exclamó ella.
—También soñé que teníamos otra niña, pero que ya
estaba grande, como de diecinueve años.
—Tú y tus sueños raros que tienes—. Comentó su
esposa.
Después le preguntó a su esposa:
—¿Me planchas la camisa azul que traje de Canadá?
—¿Si, en donde la dejaste?
—No recuerdo. La última vez que la vi, fue cuando
me quedé dormido con ella puesta, cuando me la quité la
puse dentro del cesto de la ropa sucia.
—Pues ahí ha de estar todavía, pues no la he vuelto a
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

ver desde entonces.


—¡Ah! —Exclamó— También soñé que estaba de-
ntro de una nave espacial con unos extraterrestres y que
habían hecho un clon mío.
—¿No te digo? —Exclamó ella— Tú y tus sueños
raros.
—También soñé que vivíamos en una casa propia en
la playa, y que ya no vivíamos en este condominio.
—¡Ojalá se hagan realidad tus sueños!—. Comentó
ella mientras terminaba de recoger los platos de la cena.
Lo extraño para José, era que su esposa se veía tam-
bién joven, al igual que él. Ambos tenían la edad de esa
época.
Se sentía feliz y diferente de estar ahí con ella.
—¿Ya hicieron su tarea?—. Les preguntó su esposa
a sus dos hijas.
—¡Sí!—. Gritaron a coro las dos pequeñas de siete y
cinco años respectivamente.
—Entonces vayan a despedirse de su padre antes de
retirarse a dormir.
Vio a sus dos hijas pequeñas que corrieron a despe-
dirse de él.
—Buenas noches, papi—. Le dijo Yasmín de siete
años, y se dirigió a su recámara.
Después se acercó Aline de cinco años y le dijo con
su tierna vocecita:
—Buenas noches “pa”.
La abrazó y le dio un beso.
Al sentir su abrazo, José sintió que lo inundó una
gran felicidad.
Eran adorables sus dos hijas, y las amaba con todo el
corazón. Se quedó observándolas mientras se dirigían a
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su recámara.
Mas tarde, al acostarse él y su esposa, no dejaba de
pensar en los sueños que tenía, parecían tan reales.
Al día siguiente se presentó como siempre, en su tra-
bajo. Le parecía que ya había estado en ese lugar. Veía la
misma gente, los mismos clientes.
Sentía que su jefe le decía las mismas cosas.
Le llamó y le dijo:
—José, prepárate porque te vas a ir a Morelia a un
evento muy importante el día 19 de Diciembre.
A ese evento le parecía como si ya hubiera acudido,
y por más que trataba de recordarlo no lo lograba, pero
tenía vagamente un recuerdo de que había tenido una
mala experiencia con el regreso.
Se sentía extraño con los constantes “deja vú” que le
llegaban. Además faltaba un mes para el evento al que
debería asistir.
Tenía una deuda enorme con la tarjeta American Ex-
press y lo acosaban constantemente los cobradores por
teléfono. Pero no podía dejar de contestar el teléfono, ya
que él era el organizador de los eventos para la compañía
con la cual trabajaba, por tal motivo le llamaban constan-
temente a su casa.
Esa mañana sonó el teléfono, y al contestar escuchó
la voz del mismo licenciado encargado del cobro de la
tarjeta.
Después de escucharlo por espacio de veinte minutos
José pensó: “Si no hubiera comprado esto o aquello”.
Pensaba que si se pudiera cambiar el tiempo y viajar al
pasado, no “hubiera” comprado eso que le estaba trayen-
do consecuencias incómodas.
Se llegó el día del evento y estuvo muy atento a toda
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la organización. No había dejado de pensar en la pro-


puesta que le había hecho el licenciado de American Ex-
press, de aceptar un pago parcial.
Ese evento le iba a dejar la cantidad de 10 mil pesos.
Aunque era mucho, no alcanzaba a cubrir el pago
total, además se acercaba la Navidad y había que com-
prar los juguetes de sus hijas.
Se sentía tan frustrado y enojado consigo mismo,
que no lo pensó dos veces. Al finalizar el evento, se su-
bieron todos los empleados al autobús que los regresaría
a la ciudad de México y tomó una botella de “Chivas Re-
gal”, propiedad de la empresa en la que trabajaba. Co-
menzó a beber mientras el autobús buscaba la salida de
Morelia.
No se dio cuenta a qué hora se quedó completamente
dormido y borracho. Lo último que recordaba era que
venían por la carretera y veía pasar las luces de los auto-
movilistas que venían en sentido contrario. Cerraba los
ojos con fuerza para evitar despertarse.
La luz de un vehículo le molestó debido a la intensi-
dad de la luz, lastimándole los ojos a pesar de tenerlos
cerrados.
Se dejó caer sobre el asiento del pasajero, que se en-
contraba vacío; para continuar durmiendo.
Escuchaba a lo lejos el sonido de la televisión que
tenía el volumen muy bajo, como para no ser despertado.
Lentamente abrió los ojos, y dio cuenta que se en-
contraba en la cama con su esposa a un lado de él, y sent-
ía la boca seca.
Su esposa le estaba cambiando constantemente de
canal.
No supo cómo había llegado a la casa, ni quien lo
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había llevado. Tenía miedo de que su esposa supiera que


ya estaba despierto y comenzara a discutir con él, por
haber llegado borracho.
Tenía mucho calor y necesitaba ir al baño.
Sintiéndose mal y con un terrible dolor de cabeza, se
preparó para enfrentar a su esposa en una interminable
discusión por haber bebido en exceso.
Se levantó, y cuando se dirigió a la salida de la re-
cámara para ir al cuarto de baño, su esposa le preguntó:
—¿A dónde vas?
—Al baño—. Le contestó malhumorado.
—¿Y por qué no haces en el nuestro?
José volteó a mirarla asombrado.
Su mente se aclaró y se dio cuenta de que no había
bebido, y que el calor que hacía era debido a la ciudad
en la que vivían. Vio a su esposa y observó que los años
se habían acentuado en su rostro, pero que no perdía su
belleza.
Además la recámara tenía un baño adentro.
—¿Qué día es hoy?—. Le preguntó a su esposa.
—Domingo.
—¿Pero qué fecha?
—Es 22 de Diciembre.
—¿Ya compraste los juguetes de las niñas?
Ella soltó la carcajada y le dijo:
—Las niñas ya no son de juguetes. Además Yasmín
no va a venir para esta Navidad, y Aline se va con su ma-
rido a ver a sus papás a Estados Unidos. María no creo
que la pase junto con nosotros, van a venir sus amigos de
Guadalajara y a la mejor se la pasa con ellos.
José no podía comprender lo que le decía.
—¿Qué no te acuerdas que ya te había dicho que nos
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íbamos a pasar la Navidad solos?—. Le recordó su espo-


sa.
Permaneció en silencio tratando de analizar lo que
estaba ocurriendo.
Su esposa le hizo otro comentario:
—Y no se te olvide que hoy cumple años tu papá.
—Hoy no es, fue el día 12 de Diciembre.
—Pero, cumple años de muerto—. Le dijo su esposa.
José se quedó con la boca abierta. Si su padre vivía
en Guadalajara y aún estaba vivo.
—¿Qué te pasa?—. Le preguntó su esposa riendo.
—¿Cómo que muerto?
—Bueno, fallecido. ¿Ya se te olvidó que murió hace
catorce años?
Su esposa creyó que le había reprochado la palabra.
De pronto recordó que su padre había muerto de un
ataque cardiaco, pero no un 22 de Diciembre, sino el día
21.
Creyó que su esposa se había equivocado de fecha.
El día de su fallecimiento había sido un lunes 21 de
Diciembre de 1998.
«José viajaba de Mazatlán a la ciudad de México. El
autobús había hecho escala en Guadalajara a las 5.30 de
la mañana de ese día. El motivo del viaje era porque iba
a recoger a su familia en la ciudad de México, para regre-
sar a vivir todos juntos en Mazatlán, ya que le habían
ofrecido un excelente trabajo durante un año, con un
buen sueldo.
Pensó en bajarse del autobús para llamarle por telé-
fono a su padre, pero también pensó que lo iría a desper-
tar, debido a que aún era muy temprano.
El autobús continuaba detenido, y José se encontraba
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dudando si se bajaba y le llamaba, o si era preferible dar-


le la sorpresa al regresar de México, ya que lo harían en
su coche ese mismo día.
Optó por darle la sorpresa al regresar.
A pesar de todo, el autobús permaneció detenido por
espacio de media hora más. Al dar las 6 de la mañana, el
autobús partió de la ciudad de Guadalajara.
Llegó a la 1 de la tarde a la ciudad de México, y ya
se encontraba su esposa esperándolo para recogerlo.
—¿Cómo te fue de viaje?
—Muy cansado. —Le respondió— Fueron muchas
horas.
—Tenemos que regresarnos hoy mismo a Guadalaja-
ra.
—¿Por qué? Si tengo permiso hasta el miércoles.
—Es que tu papá falleció hoy—. Le dijo su esposa
titubeando.
—¿Qué?—. Preguntó angustiado.
—Sí. Tu mamá lo encontró tirado en el piso a las 8
de la mañana cuando se levantó.
La muerte de su padre había sido por causa de un
ataque cardiaco y quedó tirado en el piso. Aún estaba vi-
vo y permaneció hasta casi las 8 de la mañana tirado, de-
bido a eso sufrió de una pulmonía. La causa de su falle-
cimiento fue de una pulmonía fulminante. Su madre al no
escuchar que se había levantado, se quedó dormida hasta
muy tarde.
Al despertar lo encontró tirado sobre el piso.
A José le remordió la conciencia durante mucho
tiempo, pensando en que si “hubiera” hecho la llamada a
las 5.30 de la mañana, el timbre del teléfono “hubiera”
despertado a su madre, y al levantarse “hubiera” encon-
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trado a su padre tirado, y “hubiera” llamado a la ambu-


lancia. Entonces su padre se “hubiera” salvado del infar-
to y no “hubiera” muerto de una pulmonía fulminante.
Esa misma tarde se regresaron a Guadalajara, llegan-
do a la funeraria a las 11 de la noche. Su padre se encon-
traba en el ataúd, y él no había alcanzado a darle un reloj
que traía como regalo de cumpleaños, el cual ya había
pasado».
Así que cuando su esposa le dijo que su padre
cumplía años de muerto, no podía comprender lo que
ocurría.
Lo último que recordaba era que acababa de salir de
Morelia y se encontraba en un viaje camino a la ciudad
de México en completo estado de ebriedad.
Se dio inmediatamente cuenta de que todo había sido
un sueño de nuevo.
Recuperándose de la confusión le comentó a su es-
posa:
—¿Qué crees? Me soñé que había bebido y que esta-
ba completamente borracho.
—Pues a la mejor se te está antojando otra vez, des-
pués de 20 años sin beber.
La escuchó y se quedó sin habla. No era posible que
hubiera dejado de beber, ya que si bebía era para olvidar
los problemas con las deudas que tenía con American
Express. Al recordarlo le preguntó:
—¿No han llamado hoy los de American Express?
—No. ¿Por qué? ¿Acaso hiciste una solicitud otra
vez?
No le pudo responder, sentía un dolor de cabeza muy
intenso.
Encaminó sus pasos hacia el baño, se lavó la cara y
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bebió mucha agua. Se tomó una de las pastillas para el


dolor de cabeza y regresó a la cama.
Trataba de asimilar todo lo que le había sucedido.
Se preguntaba por qué eran tan reales los sueños, que
estaba viviendo. Pero lo peor de todo, era que sentía las
molestias físicas, como si realmente hubiera bebido.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por su espo-
sa, cuando le preguntó:
—¿Vas a desayunar?
—Sí, —Le respondió— pero más al rato.
Permanecieron un momento más viendo la televi-
sión, hasta que se levantó y le dijo a su esposa.
—¡Vamos a desayunar!
Al salir de la recámara, José vio algo que lo dejó ató-
nito.
Era él mismo quien estaba en la otra recámara frente
a la computadora. Quiso entrar a la recámara, pero su es-
posa lo tomó del brazo y le dijo:
—Es muy temprano para que te metas a la computa-
dora. ¡Vamos a desayunar!
Al descender por los escalones José sintió una ligera
vibración, como si hubiera sido un pequeño temblor ape-
nas perceptible. Lo atribuyó a que se debió porque acaba-
ba de levantarse de la cama.
Luego, ella lo llevó del brazo a la planta baja, hasta
la cocina para que la acompañara a preparar el desayuno.
¿Qué era lo que estaba ocurriendo?
José supo que ese momento ya lo había vivido, pero
él era quien estaba en la computadora en esa ocasión.
Su esposa lo vio muy serio y le preguntó en broma:
—¿Te sientes con resaca?
Volteó a verla y le preguntó:
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—No. ¿Por qué?


—Porque te soñaste borracho—. Le respondió ella.
José sonriendo le dijo:
—Deja voy un segundo a la “compu” y regreso.
—¡No te tardes que ya va a estar listo el desayuno!
Al entrar a la recámara en donde estaba la computa-
dora, vio la silla vacía.
Se sentó y movió el “mouse” para desactivar el pro-
tector de la pantalla, y lo que vio lo dejó asombrado.
Estaba abierta una página de internet sobre “Zona
cero 3”, y comenzó a navegar olvidándose del tiempo.
No se dio cuenta del tiempo que transcurrió, hasta
que recordó que había dejado a su esposa sola en la coci-
na, y que no la había acompañado a desayunar.
Bajó, y avergonzado le dijo:
—¡Perdón amor! Me entretuve en la “compu”.
Ella se encontraba recogiendo los platos vacíos del
desayuno, y lo miró diciendo:
—Voy a ir al “súper”, regreso más tarde.
Viendo que no le había servido el desayuno le pre-
guntó:
—¿No me vas a dar de desayunar?
Ella lo miró sonriendo y le preguntó:
—¿Otra vez? ¿Qué no te llenaste con lo que te serví?
Se quedó mirándola.
Hablaba en serio, ella se encontraba lavando los pla-
tos del desayuno en ese momento.
No pudo decir nada. Su mente era un caos total.
Su esposa lo interrumpió diciendo:
—Dame un beso, ya me voy.
La besó y la vio salir de la casa.
De repente José se sintió sin hambre.
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Se hizo una pregunta: “Entonces, ¿quién desayunó


con ella?”.
Era verdad todo lo que le estaba ocurriendo, tal y co-
mo se lo dijeron los extraterrestres. No habían sido sue-
ños, era real todo lo que le sucedía.
Iba a sentir lo mismo que su “otro ser”.
Pero, ¿cuál era él? ¿El que regresó borracho de Mo-
relia? ¿O el que vivía en la casa en Mazatlán?
Comenzó como loco la búsqueda de su “otro ser”.
Subía y bajaba los escalones, entraba a las recáma-
ras, y buscaba debajo de las camas en busca de él, pero
nada pudo encontrar.
Desesperado y confuso regresó a la computadora a
seguir investigando más sobre los extraterrestres y esa
“Zona cero 3” que lo atraía como una abeja al panal.
Su mente le estaba creando una mala jugada.
Le decía que si volvía a ocurrir otro sueño, u otro
“deja vú”, trataría de cambiar algo de lo que había vivi-
do, para ver los resultados.
Se sintió de repente que estaba actuando como los
mismos Atlantes. Sin esperarlo, acudieron a su mente las
palabras del extraterrestre:

“Solo te puedo decir que debido al exceso de engrei-


miento y vanidad, los egoístas dirigentes de la Atlántida
perdieron el interés en el progreso científico, y su respe-
to por el antiguo conocimiento desapareció. A medida
que éstos dedicaban sus energías a peligrosas prácticas
ocultas, los experimentos descontrolados reemplazaron
gradualmente a la educación científica”.

No sabía que pensar, pero creyó que esas palabras


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estaban muy lejos de él. Por el momento.


No sabía lo que en realidad le estaba ocurriendo y lo
que llegaría a suceder más adelante.
Habían transcurrido dos horas sin que su esposa re-
gresara del supermercado.
Preocupado le llamó a su teléfono:
—¿Qué pasó?—. Le respondió ella.
—¿En dónde estás?—. Le preguntó preocupado.
—En el trabajo.
—¡Pero si hoy es domingo!—. Le recordó.
—¡Ay José! ¿En qué planeta vives? Hoy es lunes.
José no comprendió lo que sucedió. ¿Cómo era posi-
ble si le había dicho hacía dos horas que iba al supermer-
cado?
Le interrumpió diciéndole:
—Te dejo, porque tengo mucho trabajo. ¡Bye!
¿Qué sucedió en esas veinticuatro horas?
¿Qué había sucedido desde las 10 de la mañana del
día domingo, hasta las 10 de la mañana del día lunes?
Por más que trataba de encontrar una respuesta a lo
que estaba sucediendo, no la encontraba. Él se había sen-
tado frente a su computadora, solo hacía dos horas.
Si comprenderlo, se preparó para dirigirse a su traba-
jo, el cual iniciaba a las 2 de la tarde.
Ese día se presentó como todos los días lo hacía.
Eran las 11.30 de la noche cuando finalizó su jorna-
da laboral, y regresaba a su casa después del trabajo.
Viajaba en el camión propiedad del hotel. Al descen-
der del camión e intentar cruzar la calle, un automóvil
que venía a exceso de velocidad, le arrojó las luces largas
cegándolo por un momento. Dio unos pasos atrás para
permitirle el paso al vehículo y se dirigió a su casa.
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Al abrir la puerta de su casa, se encontró dentro de


un apartamento pequeño. No era la casa en la cual vivía.
Se asustó y comenzó a gritar:
—¡Susana!
Su esposa se levantó de la cama y salió de la recáma-
ra asustada.
—¿Qué te sucede?—. Le preguntó.
Cuando la vio, se quedó sin palabras.
Salió de la recámara caminando con dificultad, debi-
do a su estado. No podía creer que tuviera un embarazo
de aproximadamente ocho meses. Además se veía nue-
vamente más joven.
A los gritos salieron sus dos hijas de la recámara, y
se quedaron mirándolo sin decir nada.
Al verlas se dio cuenta de que si no dejaba de beber
se iba a volver loco. Estaba teniendo visiones.
Se acercó a su esposa y le preguntó:
—¿Cuántos meses tienes de embarazo?
—¡Ay José! Yo creí que te había pasado algo malo.
Sus hijas seguían sin decir nada. Se acercó y las
abrazó para llevarlas a sus camas, mientras su esposa re-
gresaba a la suya para tratar de seguir durmiendo.
—¿Qué pasó papi?—. Le preguntó su hija Yasmín.
—Nada mi vida, solo que tuve miedo de no encon-
trarlas.
—¿Es cierto que tienes alucinaciones por tanto em-
borracharte?—. Le preguntó ingenuamente Aline la más
pequeña.
—¿Quién te dijo eso mi vida?—. Le preguntó.
Su hija permaneció callada como sintiéndose aver-
gonzada por el comentario.
Tomando la palabra la mayor le dijo:
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Es que mi tía dijo que estabas teniendo alucinacio-


nes por tanto beber, y Aline escuchó eso.
—No mi vida. Son “deja vú”—. Le dijo tratando de
ocultar el problema que tenía con la bebida.
—¿Qué es eso?—. Preguntó nuevamente Aline.
—Son como visiones.
—Ah. ¿Entonces si son alucinaciones?—. Le pre-
guntó de nuevo.
Entonces intervino la mayor:
—¡No Aline! Se llaman visiones.
—Bueno yo me voy a dormir—. Les dijo.
—Buenas noches “pa”—. Le dijo Aline.
—Buenas noches papi—. Se despidió Yasmín.
—Buenas noches hijas.
Después se dirigió a la recámara y al introducirse
dentro de las cobijas en la cama, le dijo su esposa:
—No me vayas a lastimar, métete con cuidado.
—¿Cuántos meses tienes?—. Volvió a preguntarle.
—Ocho y medio—. Le dijo y se quedó dormida.
Se quedó pensando en su familia y en que ya venía
otro miembro más. Sus hijas estaban creciendo y él tenía
que dejar de beber.
Pensaba que toda la visión que tenía del futuro era a
causa de la obsesión que tenía, debido a que anhelaba
otro trabajo mejor con otro mejor sueldo, y otro puesto
más importante.
Su hija Aline tenía razón, sufría de alucinaciones de-
bido a la forma incontrolable que tenía por tanto beber.
Las deudas lo estaban agobiando y debía hacer algo
al respecto, pero bebiendo no lo iba a poder conseguir.
Se quedó viendo en la televisión el programa infor-
mativo de noticias ECO, que duraba toda la noche.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Había tomado una decisión importante. Dejaría de


beber para siempre desde ese mismo momento.
Al día siguiente se encontraba en su nuevo trabajo
como gerente de un restaurante, vio que entró una amiga
de él acompañada de un hombre.
—Hola Pepe —Le saludó muy sonriente— Te pre-
sento a Héctor.
Estrechó su mano y se presentaron. Después, los
condujo a su mesa.
Una vez terminada la comida le dijo su amiga:
—Pepe. ¿No te puedes sentar un momento con noso-
tros?
—Sí. ¡Claro!—. Le dijo sentándose.
—Pues mira, —Comenzó diciendo su amiga
Bertha— Héctor tiene un problema económico muy
grande, y te queríamos preguntar si no tienes de pura ca-
sualidad, que le prestes cinco mil pesos.
José se sintió incómodo por la situación, ya que se
encontraba en la misma situación, debido a la deuda con-
traída con la tarjeta de crédito.
—No tengo Bertha, —Le dijo— debo mucho de mi
American Express.
—Ya se lo había dicho a Héctor, pero él te quería
dejar empeñada su pistola.
Su acompañante sacó de su cintura, un revolver
“Smith and Wesson” calibre 38 de seis tiros, para uso
exclusivo de la policía. José se sintió hipnotizado y no
podía dejar de admirar esa hermosa arma.
Pasaban por su mente los gastos que tenía, y que a
pesar de ser el gerente de ese restaurante, no ganaba lo
suficiente.
Lo habían despedido del anterior trabajo, por haberse
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

bebido la botella de whisky propiedad de la compañía


que se encargaba de realizar los eventos particulares.
Aún así, no podía resistirse de tenerla entre sus ma-
nos, y tratar de ser el propietario de ese hermoso revól-
ver.
—Voy a ver qué puedo hacer—. Les dijo.
—Pero el dinero lo necesita para mañana—. Le re-
cordó su amiga.
—Está bien. —Les dijo— Vengan mañana por el
dinero.
A la mañana siguiente lo visitó Héctor y se dirigie-
ron al baño, ahí le entregó el dinero que había pedido
prestado a un amigo, con la promesa de regresárselo el
próximo día de pago.
Por la madrugada al salir del trabajo, se dirigió a su
casa conduciendo el golf nuevo modelo 1993, propiedad
del hermano de su esposa. Sentía en la cintura el revólver
como si fuera parte de él mismo. Podía sentir cómo se
acoplaba perfectamente a su cuerpo.
Al llegar a la casa, su esposa se encontraba dormida.
Silenciosamente guardó el arma detrás del televisor,
que estaba colocado dentro del clóset de la ropa, el cual
se encontraba frente a la cama.
Se encontraba eufórico y excitado por tener esa ar-
ma.
No podía dormir, a causa de la emoción que le pro-
ducía el tener en su propiedad un arma de tal magnitud.
Se acostó con remordimientos solo de pensar que su
esposa se iba a enojar con él, cuando supiera que le iba a
dar la mitad del sueldo al amigo que le había prestado el
dinero.
No pudo dormir en toda la noche pensando en lo que
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

había hecho. Ya tenía días sin beber y padecía de insom-


nio.
Escuchó a su esposa que se movía toda la noche de-
bido a su embarazo tan avanzado.
No se dio cuenta a qué hora se quedó dormido.
Cuando despertó vio que el día estaba muy soleado,
y brillaba más que otros días. La luz del Sol entraba di-
rectamente por la ventana y le molestó el hecho de que
su esposa no hubiera cerrado las cortinas la noche ante-
rior.
No había nadie en casa, ya que normalmente su sue-
gra o la tía de sus hijas, las llevaban a la escuela. Pero
como su esposa estaba de “incapacidad médica” debido
al embarazo, supuso que ella las había llevado ese día.
Se levantó emocionado recordando la pistola que le
había empeñado Héctor. Hurgó detrás del televisor y sin-
tió que el corazón se le quería detener.
¡No se encontraba el arma en su lugar!
Su esposa abrió la puerta de la recámara y le pre-
guntó:
—¿Qué buscas?
—Nada—. Le dijo titubeando.
Pero al mirarla se dio cuenta de algo inusual. Ya no
se encontraba embarazada. Se quedó mirándola con los
ojos abiertos sin poder decir nada. Se veía más madura,
no era la jovencita que acababa de ver la noche anterior
cuando llegó a su casa. Se sentía frustrado, desesperado e
impaciente por lo que le sucedía a cada momento.
Sus pensamientos fueron interrumpidos con la mis-
ma pregunta:
—¿Qué buscas?
Nada, —Le dijo titubeando— solo que soñé que
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

había guardado una pistola aquí detrás de la “tele”.


—Tú, y tus sueños raros—. Le dijo.
José regresó a la cama, y se quedó mirando a su es-
posa mientras terminaba de prepararse para ir a su traba-
jo.
Se sintió de pronto invadido por la nostalgia, al re-
cordar a sus dos hijas cuando todavía estaban pequeñas.
Aún podía escuchar sus lindas y tiernas vocecitas y sin
evitarlo sintió un nudo en la garganta. Si no “hubiera”
bebido en aquellos años, las “hubiera” disfrutado más. Si
pudiera retroceder el tiempo para poder disfrutarlas más.
Se encontraba cavilando sobre los sueños que cons-
tantemente tenía, y los pasajes donde aparecían los re-
cuerdos de sus hijas, y pudo percibir que parecía como si
hubiera dejado un pedazo de él mismo en cada sueño.
Se quedó en la cama, y escuchó a su esposa conver-
sar con alguien en la planta baja de la casa. Creyó que
estaba hablando por teléfono con alguna de sus dos hijas,
ya que ellas ya no vivían con ellos, excepto la menor.
Escuchó la puerta principal de la casa cerrarse, y se
asombró que no se hubiera despedido de él como siem-
pre lo hacía. Corrió hacia la ventana de la recámara en el
segundo piso que daba a la calle y se quedó sin habla.
Su esposa se sentó en el asiento del copiloto, y en el
lado del conductor estaba él de nuevo. En ese momento
estaba arrancando el motor del coche, para llevarla a su
trabajo. Sintió que estaba perdiendo la razón.
De pronto, le llegaron las palabras del extraterrestre,
cuando le había dicho que iba a crear conflictos su “otro
ser” con él, en su diario vivir.
Sin mirarlo siquiera, se alejaron en el coche dejándo-
lo parado en la ventana, como si fuera un fantasma que
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

mira a través de las cortinas.


¡Entonces era verdad! No eran sueños ni alucinacio-
nes.
Decidió alterar los acontecimientos y le llamó a su
esposa inmediatamente para ver lo que podría suceder.
—¿Bueno?—. Escuchó la voz de su esposa.
—¿En dónde estás?—. Le preguntó.
—En la casa dándole de comer a la niña.
—¿En la casa?—. Le preguntó extrañado.
¿Cómo era eso posible? Si acababa de verla salir en
el coche acompañada de él. O mejor dicho; del “otro yo”.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando le
preguntó de nuevo:
—¿Y tú en donde estás? ¿Por qué te fuiste sin despe-
dirte?—. Le preguntó molesta.
No sabía que responderle. No tenía idea de lo que
estaba preguntándole. Además ¿cual niña?
No sabía que responderle. No tenía idea de lo que
estaba preguntándole. Además ¿cual niña?
—¿A cuál niña le estás dando de comer?—. Le pre-
guntó.
—A María, y contéstame, ¿En dónde has estado en
todo este tiempo?
¿Cómo le explicaba que no entendía de lo que estaba
hablando? José sabía que hablaba en serio, pero no sabía
lo que sucedía.
—En un momento voy para la casa—. Le dijo y
colgó.
Miró su celular y en efecto había llamado al número
de celular de su esposa.
Dejó pasar unos minutos y volvió a llamarla.
Su sorpresa no tuvo límites cuando volvió a escuchar
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

la voz de ella:
—¿Bueno?
—¿En dónde estás?—. Le preguntó de nuevo.
—En el trabajo. ¿Por dónde vas tú?
No supo que responderle y se le ocurrió decir:
—Estoy en la casa.
—¿Tan pronto? Te he dicho que no corras—. Le dijo
antes de cortar la comunicación.
Se quedó sin saber qué pensar.
No sabía si dormir un poco para recuperar el pasado
al que estaba viajando constantemente, al menos así lo
pensó; ya que sus sueños eran siempre sobre su vida pa-
sada.
Habían pasado unos minutos cuando escuchó el rui-
do del motor del auto estacionándose frente a su casa. Se
asomó por la ventana del piso superior, y se vio a sí mis-
mo descender del vehículo, y adentrarse en la casa.
Descendió rápidamente los escalones para enfrentar-
se a su “otro ser”. Al llegar a la planta baja, escuchó la
puerta cerrarse y salió inmediatamente para ver a donde
se había dirigido. La calle se encontraba vacía. No había
nadie.
Regresó y vio las llaves del automóvil, colgadas tras
la puerta donde siempre las dejaban. ¿Cómo era posible
que se hubiera desaparecido inmediatamente?
Llegó a creer que estaba perdiendo la cordura.
Necesitaba platicar con alguien sobre lo que le ocurr-
ía.
Después de darse un baño y vestirse, decidió salir a
buscar a su amigo JC.
Momentos más tarde se encontraba conduciendo
hacia la casa de su amigo. Al llegar a una luz roja, se de-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

tuvo. El tiempo de espera le pareció eterno y sintió una


pesadez.
Se entretuvo mirando un anuncio publicitario que se
encontraba en el techo de un edificio, no pudo evitar la
luz del Sol que le dio de lleno en los ojos.
No entendió lo que sucedió, ni cómo ocurrió, solo
que se encontraba dentro de un autobús, el cual estaba
estacionado en la central de autobuses de alguna ciudad.
El pasajero de al lado, había encendido la luz y lo
despertó. Se acercó al pasajero y le preguntó:
—¿En dónde estamos?
—En Guadalajara—. Le respondió.
Miró su reloj y vio que eran las 5:30 de la mañana.
No sabía cómo había llegado ahí. Solo tenía la sensa-
ción de que ese momento ya lo había vivido antes.
Se levantó de su asiento y le preguntó al conductor:
—¿Cuánto tiempo va a tardar?
—Media hora—. Le respondió.
—¿Entonces puedo ir al baño?
—Sí. Por supuesto.
Descendió y trató desesperadamente de buscar donde
comprar una tarjeta telefónica para realizar una llamada a
la casa de sus padres. Tras adquirirla hizo la llamada.
Los segundos que tardaron en responderle al otro
lado de la línea, le parecieron eternos.
Después de unos instantes, escuchó la voz de su ma-
dre:
—¿Diga?
—¡Mamá soy José! —Le dijo atropellando las pala-
bras— ¿En dónde está mi papá?
—Dormido —Le dijo— Y yo también lo estaba.
—¡Háblele por favor!
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿En dónde estás?—. Le preguntó su madre con


toda la calma del mundo.
—En la central de autobuses. ¡Por favor háblele a mi
papá!—. Le volvió a pedir.
—¿Estás aquí en Guadalajara?
—Sí mamá. ¡Háblele a mi papá!
—¿Para qué?
—¡Es urgente!—. Le apremió.
—Lo vas a despertar. No ha estado bien de salud—.
Le dijo mientras José se moría de la desesperación.
—¡Por favor, es urgente! ¡Vaya a verlo está tirado en
el piso de la cocina!
—¿Por qué dices eso? ¿Cómo sabes?
—¡Por favor mamá, vaya a ver a mi papá!
Su madre lo escuchó sollozar y le dijo:
—¡Ay hijo! Me asustas. ¿Estás borracho?
—¡No mamá! ¡Por favor vaya a ver a mi papá a la
cocina!—. Le pidió sin poder contener los sollozos.
—Espérame—. Dijo su madre dejando el teléfono
sobre la mesa de noche.
El tiempo le pareció eterno, cuando de pronto es-
cuchó a través de la línea telefónica la voz de su madre
que gritó: “¡José, José! ¿Qué tienes?”
Desesperado por lo que sucedía, no pudo contenerse
más, y dejó correr el llanto.
Estaba ocurriendo la muerte de su padre.
Su madre tomó el teléfono y le dijo llorando:
—¡Tu papá está tirado en el piso! ¿Qué hago?
—¡Llamé a la Cruz Roja! ¡Voy para allá!
Colgó y sin preocuparse por nada, salió a la calle en
busca de un taxi que lo llevara a casa de sus padres.
—¡Por favor! ¡Lo más rápido posible, mi padre su-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

frió un infarto!—. Le dijo al conductor.


El conductor corrió como loco por las calles de la
ciudad que para esa hora ya comenzaba a despertar.
Después de media hora, arribaron casi al mismo
tiempo la ambulancia y él a la casa de sus padres.
Tras pagarle al chofer, José voló literalmente al in-
terior de la casa. Vio que su padre estaba siendo atendido
por los paramédicos. Tenía oxígeno y le estaban tomando
la presión arterial. Lo miró fijamente y le sonrió antes de
cerrar sus ojos. Lo subieron a la ambulancia y le dijo a su
madre:
—¡Usted quédese aquí! ¡Yo me voy con él!
Partieron hacia el hospital mientras José le tomaba la
mano a su padre. Pensó en ese momento que su padre se
había salvado gracias a que hizo la llamada. No se la-
mentaría después a causa del “si hubiera”.
Más tarde llamó a su esposa a la ciudad de México,
para explicarle lo sucedido.
—Mi papá tuvo un infarto.
—¿Cómo está?—. Le preguntó angustiada.
—Está en observación.
—¿Y tú, cómo estás?
—Bien. No te preocupes. —Hizo una pausa— Solo
te llamé para que no vayas a la central de autobuses hoy,
yo te aviso.
—¡Cuídate y tranquilo por favor—. Le dijo su espo-
sa angustiada.
Se quedó todo el día en el hospital.
Al poco rato llegaban su madre en compañía de su
hermana y el esposo de ella.
Las detuvo al verlas tan agitadas.
—Está en observación. Tranquilas por favor, al rato
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

nos van a permitir verlo.


Después de una hora salió el médico y les dijo:
—Ya está estable el paciente. Tiene el corazón muy
fuerte a pesar de la edad. Lo trasladaremos a la clínica
del seguro social y en tres días se puede ir a su casa. Pue-
den pasar a verlo sin agitarlo, pero no le hagan hablar.
—Gracias doctor—. Le dijo y pasó a verlo en com-
pañía de su madre.
Había salvado a su padre. No se había quedado du-
dando como lo había hecho antes, si se comunicaba o
no.
Le tomó la mano a su padre, él lo miró y lloró de
alegría por haberlo visto. José también lloró con él.
Se quedó todo el día al lado de él, y le dijo a su ma-
dre:
—Me voy a ir mañana a la ciudad de México, ya que
solo tengo dos días de permiso en mi trabajo.
—Está bien —Le contestó— Nos quedamos noso-
tros aquí hasta que salga.
—Al regreso voy al hospital para verlo antes de re-
gresarme a Mazatlán—. Le dijo José.
Al día siguiente a las 6 de la mañana, José abordó el
autobús para dirigirse a su destino incierto.
Tras avisarle a su esposa, se quedó dormido durante
casi la mayor parte del viaje.
Llegó a la 1 de la tarde a la ciudad de México y ya se
encontraba su esposa esperándolo para recogerlo.
—¿Cómo te fue de viaje?—. Le preguntó.
José sintió que ese momento ya lo había vivido.
—Muy cansado. —Le respondió— Fueron muchas
horas.
—Tenemos que regresarnos hoy mismo a Guadalaja-
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ra.
—¿Por qué? Si tengo permiso hasta el miércoles.
—Es que tu papá falleció hoy—. Le dijo su esposa
titubeando.
—¿Qué?—. Preguntó angustiado.
“¿Cómo era posible?” —Pensó— “Si lo darían de
alta en tres días, y además se encontraba estable antes de
venirme”.
—¡No es cierto! —Le dijo a su esposa— ¡Si se en-
contraba estable cuando salí de Guadalajara!
—Tuvo otro infarto al llegar al hospital del Seguro
social y falleció—. Le dijo su esposa.
“No era posible”. —Pensó— “Yo hice la llamada y
se había salvado”.
No podía contener el llanto preso de la frustración
que estaba sufriendo. Era como si viviera doblemente la
muerte de su padre.
Esa misma tarde se regresaron a Guadalajara, llegan-
do a la funeraria a las 11 de la noche. Su padre ya estaba
en el ataúd. José no había alcanzado a darle un reloj co-
mo regalo de cumpleaños, el cual ya había pasado. Todo
se repetía de nuevo. Con la excepción de que su padre no
había fallecido un lunes, sino que ahora había fallecido
un día después, el martes 22 de Diciembre.
Así que cuando su esposa le dijo que su padre había
muerto el día 22 de Diciembre, ya comenzaba a entender
lo que ocurría.
No se podía alterar el curso de los acontecimientos.
Al día siguiente, después del sepelio; se regresaron a
Mazatlán. Habían llegado un día más tarde.
José debería haberse presentado a trabajar el miérco-
les 23 y se presentó el jueves 24 de Diciembre. Se pre-
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sentó en su trabajo, y no tenía deseos de hablar con na-


die. Se sentía triste y deprimido. Pero parecía que nadie
había notado su ausencia del día anterior. Al parecer a
nadie le importó que él hubiera faltado, ya que no hubo
ningún problema en el hotel donde trabajaba. Ni su jefe
le cuestionó el motivo de su ausencia.
Tuvieron que preparar la cena de Nochebuena, debi-
do a que sus hijas esperaban sus regalos al día siguiente.
Su padre acababa de ser enterrado y no tenía ganas
de celebrar nada, pero por tratarse de sus hijas, trató de
estar lo más tranquilo que pudo.
—¿Y este departamento?—. Le preguntó su hija
María quien contaba con cuatro años y medio.
—Es donde vamos a vivir mientras trabajo en el
hotel.
—¿Ya no vamos a vivir en México?
—No mi vida, nos quedaremos a vivir aquí.
—¡Yupi!—. Gritó emocionada María.
Lo que José no lograba comprender, era ¿qué había
sucedido con el “día después” de la muerte de su padre?
Algo había sucedido, ya que se habían modificado
los acontecimientos, aunque no en su totalidad. Su padre
debió haber fallecido el lunes y falleció el martes. ¿Qué
iría a suceder? Le preocupaba el hecho de haber intenta-
do modificar el destino.
¿Qué iría a suceder con esas veinticuatro horas?
Durante varios días no hubo cambios en su vida, y se
asombró de que no sucedieran cosas extrañas. Su vida
junto a sus pequeñas hijas era maravillosa.
Ya tenía tres años y medio sin probar el licor, había
dejado de beber un año después del nacimiento de su hija
María. Su esposa estaba feliz y había más entendimien-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

to entre ellos. Se daba cuenta cabal de todo lo que estaba


sucediendo. No podía alterar el orden de lo sucedido.
Sabía perfectamente que de un momento a otro se
encontraría con su presente que era el año 2012. Por el
momento se encontraba trece años atrás, era el inicio del
año 1999. Trataría de pasar una nueva vida dedicada a su
familia del pasado. Se dedicó a trabajar con ahínco y re-
gresaba temprano a su casa en la colonia Sánchez Célis.
Quería estar más tiempo con su familia. Pensaba en su
esposa y en lo que estaría haciendo en su presente. ¿O
acaso este era su presente?

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Capítulo III

Cierto día que era su día de descanso, José despertó


y no se encontraba su familia en casa. Supuso que habían
ido a la playa sin él, ya que ellas en cuanto llegaron a ese
puerto, iban casi todos los días a disfrutar del mar.
José recordaba muy bien la fecha, era un viernes 12
de Marzo. Pasaba ya de medio día cuando los vio a
través de la ventana de su recámara, que se acercaban a
la casa.
Venían del supermercado, pudo observar que traían
las bolsas de plástico de “Wal-Mart”, pero no venían so-
las, venían con su “otro ser”. Él las había acompañado.
José al verlo se sintió rabioso y celoso de que el
“otro ser” estuviera disfrutando a su familia, en lugar de
hacerlo él.
Escuchó cuando su esposa le preguntó:
—¿Por qué te pusiste tan serio de repente? Como si
estuvieras de mal humor.
—No sé, algo me hizo sentir mal, y no sé qué es—.
Le respondió.
El “otro ser” estaba sintiendo su enojo.
José quería disfrutar a su familia como nunca antes
lo había hecho, y el hecho de que su “otro ser”, quisiera
apoderarse de su familia lo hacía enojar.
Escuchó cuando le dijo a su esposa:
—No se me quita este dolor de cabeza insoportable.
—¿Por qué no vas a hacerte unos estudios?
—Si, creo que mañana iré.
Los vio dirigirse a la entrada de la casa.
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Se levantó de la cama y se dirigió a la puerta princi-


pal. No se movería de su lugar, haría que se encontraran
los dos.
Los vio acercarse, y su corazón latió muy de prisa.
Escuchó a través de la puerta cuando el “otro ser” le
comentó a su esposa:
—Siento la presión arterial, muy alta. No sé por qué
me siento nervioso.
—Tranquilízate amor, mañana el médico te dirá lo
que tienes.
José permaneció en la entrada de la casa esperando
que se acercaran.
Se encontraban ya cerca de la entrada, cuando de
pronto se sintió un temblor de tierra. Escuchó cuando su
familia se retiró de la puerta buscando refugio lejos de la
casa. Sus hijas se encontraban asustadas, y su esposa
trató de tranquilizarlas.
Al finalizar el temblor, José salió de la casa para
buscarlas, pero no encontró a ningún miembro de su fa-
milia.
No tenía idea de lo que había sucedido.
Regresó a la casa y tras vestirse, salió a la calle en
busca de ellas sin resultado alguno.
Llegó hasta su vehículo, y permaneciendo adentro
sin comprender lo que ocurría.
Trataba de analizar todos los acontecimientos.
Encendió el motor de su vehículo, y tomó la decisión
de buscarlas por las calles. No supo lo que ocurrió des-
pués, la luz muy fuerte de un automóvil que venía de
frente, al menos eso le pareció; lo cegó por un instante, y
sin ninguna explicación lógica se encontraba conducien-
do hacia la colonia “Puerta dorada”.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Al llegar a su casa, se encontraba solo de nuevo y sin


su familia. Era el año 2012.
La desesperación se apoderó de él, y creyó enloque-
cer de angustia y sufrimiento.
Se sintió derrotado y no pudo contener el llanto.
Su “otro ser” se estaba adueñando de su familia. Sin-
tió ira y celos de él. Era como si se enfureciera consigo
mismo, por haber descuidado a su familia, y que en el
pasado, otro padre, otro esposo, tratara de hacerlas feli-
ces.
Se preguntaba cómo podría hacer para quedarse en el
otro mundo paralelo.
Ya se había dado cuenta perfectamente, de que no
eran sueños sino viajes a los dos mundos paralelos, y que
gradualmente se disipaban los recuerdos anteriores para
prevalecer los nuevos recuerdos.
Comprendió que anteriormente su mente tardaba en
adaptarse a los sucesos, pero ahora ya no. Se estaba aco-
plando inmediatamente a cada mundo paralelo. Ya podía
identificar plenamente cuando se encontraba en cada
mundo.
Sus pensamientos fueron interrumpidos al iluminarse
la habitación con la luz intensa que acompañaba la visita
del extraterrestre.
De la luz vio salir a Ptah, al menos eso le pareció ya
que todos eran iguales.
En ese momento se materializó frente a José.
—No debiste haber tratado de alterar el curso de los
acontecimientos. Tu padre debió cumplir su viaje a Mar-
duk.
José no dejaba de admirarse de la figura del huma-
noide.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Se quedó pensando en lo que era Marduk.


—Además —Continuó el humanoide— te previni-
mos de que no deberías propiciar el encuentro entre tú y
tu “otro ser”. Al tratar de hacerlo provocaste una vibra-
ción tan grande que creaste un temblor de una magnitud
de 5.3 en la escala de Richter, a 148 kilómetros de Ma-
zatlán. Eso mismo fue lo que les ocurrió a los Atlantes.
Crearon tal vibración que modificaron los polos. Te ad-
vertimos que la vibración podría ser tan fuerte que pue-
des destruir tu propio mundo. Si vuelves a tratar de inten-
tarlo, el temblor podría convertirse en un terremoto más
grande y más cerca de tu ciudad.
José se sintió avergonzado. Sintió que su vida ya no
tenía sentido, y pensó en la muerte.
Como adivinando sus pensamientos el humanoide le
dijo:
—La solución no es el suicidio. Para comprender lo
que les sucede a las personas que se suicidan, primero
hay que saber lo que les sucede después de morir. Para
ello, imagina la vida como un edificio de tres pisos. Aba-
jo está el mundo físico, arriba está el mundo espiritual
llamado por ustedes también Cielo, Paraíso o Edén y que
corresponde al plano mental y superiores, y en medio
está el mundo astral que es una zona intermedia entre el
mundo físico y el mundo espiritual.
José no podía ni siquiera pensar en nada. Se sintió
derrotado. Se sentía presa de la desesperación, pensó en
pedirle que lo llevara a su Universo y dejar al “otro ser”
con su familia.
Leyendo sus pensamientos le dijo:
—El ser humano por regla debe evolucionar, pero
para poder hacerlo, está obligado a alternar su estancia
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

entre el mundo físico y el mundo espiritual. Pero debido


al elevado nivel que vibra el mundo espiritual, el ser
humano sólo puede llevar a ese mundo lo más sublime de
su personalidad, ya que las bajas vibraciones no tienen
cabida en ese lugar.
A pesar de la desesperación se interesó sobre el te-
ma.
—¿Qué son las bajas vibraciones?—. Preguntó.
—Las energías negativas. Toda persona reciente-
mente fallecida por cualquiera que sea la causa, al instan-
te de la muerte no pierde la consciencia, está consciente
de lo que está sucediendo. La cosa es que quiera aceptar-
lo, no todos aceptan lo que les sucede, pero la muerta es
irreversible no se puede evitar.
Por lo tanto, al morir la persona ve pasar toda su vida
en un destello. Al terminar el proceso, su “otro ser” pasa
al plano astral, que es en donde deberá permanecer antes
de ingresar al plano espiritual. La razón de ver transcurrir
su vida en un instante, es para separar las bajas vibracio-
nes del cuerpo que deben purificarse posteriormente.
—¿Qué es el plano astral?—. Preguntó intrigado.
—El plano astral es el lugar donde vive el alma antes
de entrar al plano espiritual. Una vez que ingresa al plano
astral todos sus recuerdos son mentalmente aniquilados,
es decir cae en un estado de inconsciencia.
Una vez hecho el “escáner” de su vida, se le regresa
la conciencia, y paulatinamente la va recuperando para el
momento de entrada al mundo espiritual. La persona
duerme su sueño en el plano astral. Este estado dura des-
de unas pocas horas, hasta días, semanas, meses y a ve-
ces hasta varios años, eso depende de la cantidad de ba-
jas vibraciones que haya tenido.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

El proceso de permanecer en el plano astral es simi-


lar a cuando una persona fallece. El cuerpo tarda un con-
siderable tiempo en desintegrarse, dando paso a que la
masa corpórea deje al descubierto la estructura ósea. Lo
mismo ocurre en el plano astral, el alma necesita perma-
necer un tiempo razonable para que todas las bajas vibra-
ciones se vayan desintegrando, y así dejar libre el alma
para que pueda ingresar al plano espiritual o sutil.
—El tiempo de purificación en el plano astral, de-
pende de cuanta energía negativa acumulada haya tenido
en el momento de su muerte.
José sentía que se estaba perdiendo, no entendía ab-
solutamente nada.
Ptah continuó:
—El alma trae consigo una gran cantidad de
“objetos” que deben separarse del resto para poder ingre-
sar al plano espiritual. Durante ese proceso, los aspectos
más sublimes de su personalidad como son; su bondad,
sus cualidades y sus meritos van a separarse del resto de
su “otro ser” para ascender al plano espiritual, dejando en
el plano astral los desechos de su personalidad, tales co-
mo su maldad, sus defectos y sus vicios, que son los que
quedan como un cadáver sutil en proceso de desintegra-
ción. Esa es la parte negativa de su personalidad. Se pue-
de decir que el plano astral es el “cementerio” donde se
queda toda la inmundicia incapaz de ascender a los pla-
nos de existencias superiores.
José no dejaba de preguntarse en donde se encontra-
ría el infierno del que hablan todas las religiones.
El humanoide continuó:
—Para dar un ejemplo de cómo es, imagina la elabo-
ración del vino. Cuando ha sido aplastada la vid, el mos-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

to se separa del jugo. Ese mosto es parecido a los des-


hechos de la personalidad del ser humano. Ese jugo se
almacena por un período de tiempo, creando con esto una
bebida espiritual, que al beberla altera el espíritu debido
a que se convirtió en vino con una mínima graduación de
alcohol. Si se requiere que sea más fuerte, se deja añejar
por más tiempo creando con esto una bebida con un alto
grado de alcohol.
Tenía lógica lo que le decía Ptah.
José comenzó a comprender la forma de elevarse es-
piritualmente dentro de ese mundo después de la muerte.
Todo se debía a que necesitaba tener una buena uva para
hacer un buen vino, es decir, sus actos buenos en la tierra
sería como esa buena uva. El mosto serían sus malos ac-
tos cometidos durante su vida, los cuales se desechan pa-
ra poder crear un buen vino, o en su caso, un buen espíri-
tu, que se iría elevando de graduación o impureza, hasta
llegar al más alto nivel espiritual.
Ptah se quedó mirándolo como señal de aprobación,
debido a lo que su mente había alcanzado a comprender.
—¿Me quieres dar a entender que de todos modos la
persona entrará al Cielo?
—En efecto.
—¿Entonces no existe el fuego del infierno?
—No, es solamente una creación de tu mente. Pero
existe un tipo de “infierno” y es una excepción. Como el
caso de las personas que mueren prematuramente. Cuan-
do la gente vuelve a reencarnar en la Tierra, se le asigna
un periodo determinado de vida física antes de que pueda
regresar al mundo espiritual.
Mentalmente maldijo a las religiones que lo único
que hacen es llenar de ignorancia la mente de los huma-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

nos, y él era un ignorante en ese momento. Estaba des-


perdiciando la oportunidad de conocer más sobre la vida
que existe después de la vida terrenal, y lo interrumpía
debido a sus estúpidos prejuicios religiosos.
—¿Acaso existe la reencarnación?
—Si, y si la persona que reencarna muere antes de
tiempo, como por suicidio, tiene que permanecer dentro
de la atracción de la Tierra en el plano astral hasta el últi-
mo momento de lo que habría sido la duración natural de
su vida. Referente al infierno, es cuando los “malos” e
impuros sufren las torturas de una horrible pesadilla.
—¿Qué pesadillas?
—La mayoría que no son ni muy buenos, ni muy
malos simplemente duermen. Pero hay casos en donde el
fallecido prematuro permanece en un estado de conscien-
cia. Son las almas en pena que permanecen en la Tierra,
como el caso de las personas muy “malvadas”, o de los
accidentados que mueren repentinamente llenos de algu-
na pasión terrestre absorbente, y de los suicidas.
Este caso es muy triste, ya que los suicidas que espe-
ran locamente escapar de la vida, con asombro descubren
que se hallan aún vivos en un mundo sutil, y tienen sufi-
ciente sufrimiento. Su castigo está en la intensidad de
sufrimiento que siguen experimentando en el más allá.
—¿Por qué lo castigan?
—Más bien es el pago a lo que hizo, o sea que el sui-
cida que cree que va a liberarse de su tortura quitándose
la vida, descubre con estupefacción y horror que sólo
aniquiló su envoltura física, pero sigue “vivo”, y sigue
consciente del sufrimiento que lo impulsó a suicidarse.
Ese es el precio que debe pagar, sufrir las consecuencias
de su acto, ya que la consciencia nunca muere.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Para colmo esa tortura la va a vivir más intensa-


mente porque el cuerpo físico es como una esponja que
absorbe mucho el sufrimiento. Es por eso que la gente
que tiene grandes penas o enojos termina constantemente
con algún órgano dañado, porque la mayoría de esa vi-
bración negativa la absorbe el cuerpo.
El humanoide hizo una pausa para que José lograra
captar lo que le estaba explicando.
—No teniendo el suicida gran cosa que llevar al
mundo espiritual, su estancia es efímera y rápidamente
vuelve a reencarnar por segunda vez. Para colmo, en su
nueva vida tendrá que volver a pasar una prueba parecida
a la que tuvo en su reencarnación anterior ya que no la
superó. Tanto sufrimiento para volver a regresar al mis-
mo punto de partida, o incluso peor me parece algo in-
útil.
El suicidio no es muerte, el suicidio es una enorme
locura, ya que coloca al que lo comete en una posición
infinitamente peor de lo que estaba y de lo que ingenua-
mente esperaba escapar. El suicidio es sólo el abandono
de una casa bien conocida, que es el plano físico con
unos alrededores que le son familiares, para ir a un nuevo
sitio en donde sólo tiene lugar el terror y la desesperación
que es el plano astral en su condición de fantasma erran-
te.
—Para empeorar las cosas, el suicida frecuentemente
llena la mente de los vivos que están deprimidos con sus
pensamientos de quitarse la vida, conduciéndolos ocasio-
nalmente a que cometan el mismo acto que él cometió.
José reflexionaba que era lo mismo que le había su-
cedido cuando su amigo se suicidó.
—Por lo tanto, el suicida en el más allá puede pensar
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

y percibir, pero carece del conocimiento para usar los


poderes dentro de ese Universo. Es arrastrado aquí y allá,
como si fuera una “cometa” en el aire, incapaz de guiarse
por él mismo. Toda su naturaleza está angustiada y con
él hasta cierto grado, toda la humanidad ya que todos es-
tamos unidos a través de una energía.
—¿Qué pasa con los que mueren de muerte natural
como mi padre?
—La regla general es que una persona que muere de
muerte natural, deberá permanecer desde unas cuantas
horas hasta varios cortos años en el plano astral. En el
plano astral la persona fallecida va a seguir con su vida
como si no hubiera pasado nada, la calidad y duración de
ésta dependerá del nivel de evolución que haya alcanza-
do en la Tierra.
Progresivamente su cuerpo astral se va a ir desgas-
tando para dejar libre el alma, como te lo comenté, a me-
dida la consciencia se retira gradualmente del mismo
hasta que entra al mundo espiritual.
—¿Eres un extraterrestre o un enviado del más allá
que se hace pasar por extraterrestre?—. Le preguntó
José.
Ptah guardó silencio meditando la respuesta.
—Te dije que venimos de otra dimensión, y en esa
dimensión se encuentran otros universos. Incluyendo el
universo de los mal llamados muertos. Digo muertos, por
que el hecho más destacado y que se ha de tener en cuen-
ta en primer lugar, es que después de la muerte no se en-
cuentra uno con una vida nueva y diferente, sino con la
continuación de la vida. Tanto es así, que al llegar el
hombre al plano astral después de su muerte física, no
siempre tiene la impresión de haber muerto, y aunque se
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

dé cuenta de lo ocurrido, no comprende de momento en


qué se diferencia el mundo astral del físico.
—En algunos casos la persona cree que el hecho
mismo de estar todavía consciente es la prueba absoluta
de que no ha muerto. Muchos encuentran la dificultad en
creer que han muerto, simplemente porque todavía ven y
oyen, sienten y piensan. Con frecuencia se han encontra-
do personas que no comprenden que han dejado su mun-
do físico y después de la muerte, continúan preparando y
consumiendo alimentos creados enteramente por su ima-
ginación y hasta se construyen una casa para vivir.
El humanoide permaneció unos momentos en silen-
cio y continuó:
—Déjame explicarte lo que ocurrió contigo al tratar
de modificar el fallecimiento de tu padre. Tú modificaste
un día completo su vida y la tuya, tanto como la del Uni-
verso. Por tal motivo fuiste extraído de este mundo un
día para borrar la información acumulada en tu mundo
paralelo. Es como si quisieras hacer una grabación en
alguna cinta y que ésta no hubiera sido borrada, se pro-
duciría una mezcla de sonidos que no se distinguiría cuál
es el sonido nuevo, y cuál el sonido anterior.
Ahora entendía cuando su esposa le dijo que se iba al
supermercado el día domingo, y cuando le llamó ella se
encontraba en el trabajo el día lunes.
José no comprendía lo que había pasado en esas
veinticuatro horas, así que le preguntó:
—Pero. ¿En donde estuve esas veinticuatro horas?
—Fuiste transportado fuera de la tierra a un Univer-
so paralelo, pero dentro del plano astral, en donde tu me-
moria quedó en blanco para poder continuar
“escribiendo” tu vida. Fuiste cambiado a otro Universo.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿Cómo fue eso?—. Preguntó José.


—Te darás cuenta posteriormente de que existe un
número ilimitado de universos, y en realidad no hay tal
cosa como el pasado, el presente y el futuro, tal como los
percibimos nosotros. Lo que está ocurriendo ahora ya ha
ocurrido y también está por ocurrir. Pasado, presente y
futuro se funden en uno, y es el eterno presente.
—¿Entonces quien fue el que se presentó a mi traba-
jo el día posterior a la muerte de mi padre?
—Tu “otro ser” debido a que tu historia debe ser es-
crita y continuar. No se puede modificar nada en absolu-
to.
Ahora entendía José la razón por la cual nadie le
había preguntado por qué no se presentó a trabajar, ya
que no hubo tal inasistencia. En teoría si lo había hecho,
ya que su “otro ser” fue quien realizó su trabajo.
—¿Es por eso que a veces me veo en el pasado con
mi familia?—. Le preguntó.
—Sí. Estás cambiando de universos constantemente
debido a que tu “otro ser” está recabando información
para crear tu mundo paralelo y que es el que necesitas en
el plano astral. Es como si estuviera escribiendo tu vida
para el futuro.
Su mente le estaba creando una mala jugada. Pero
sabiendo que el ente podía adivinar sus pensamientos,
rápidamente desechó esos pensamientos.
Ptah lo miró duramente y prosiguió:
—Deja te explico cómo funciona el Universo parale-
lo. Espero que lo comprendas.
José de dio cuenta que el extraterrestre ya había adi-
vinado lo que intentaba hacer.
Avergonzado desvió la mirada de él.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Existen planos y Universos paralelos al que ahora


nos encontramos, y en ellos nos suceden circunstancias
muy parecidas, y que nos seguirán sucediendo hasta que
acabemos por comprender y obrar apropiadamente en
ellas. Nosotros también estamos dentro de ese Universo
paralelo, recuerda que nosotros fuimos como ustedes.
Los seres humanos, además de preguntarse por la fun-
ción de estos universos, quieren saber su ubicación, y
desean conocer en dónde se encuentran estos.
José abrió la boca y se quedó mirándolo. Creyó que
le hablaría sobre el Triángulo de las Bermudas.
Y adivinando sus pensamientos le dijo:
—Sí, existen estos otros mundos, pero están en éste.
Estaba aseverando que en realidad se podía ingresar
a esos mundos a través del Triangulo de las Bermudas.
—Ahora te voy a exponer unos sucesos, algunos co-
nocidos, otros no tanto en los que se deja entrever algo
muy relacionado con las dimensiones y los mundos para-
lelos. Existen varios hechos referentes a desapariciones
de personas, objetos, sin dejar rastro alguno, y también
otros en los que han ocurrido apariciones imprevistas, al
parecer surgidas del tiempo, tanto del pasado o del futu-
ro.
José recordaba en ese momento la explicación que le
había dado anteriormente, de cuando uno pierde las lla-
ves, o el martillo.
—Eliminando la posibilidad de que sea una probable
alucinación o psicosis colectiva, ya que es un tanto difícil
de producirse éstas, se podría decir que estas apariciones
surgen en realidad del tiempo, de un Universo paralelo o
de una dimensión, que por el momento desconocen uste-
des.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Los Universos paralelos son un grupo de infinitos


universos que coexisten al mismo tiempo con todos uste-
des, pero en planos diferentes. Es como una burbuja en
un océano lleno de burbujas y cada burbuja representan-
do un universo. Todos los posibles resultados de cada
elección que hayan hecho ocurren de manera diferente en
cada uno de estos universos alternativos. Es decir que
hay más de un “tú”.
—Para hacer más fácil la exposición, imagina una
película de cine del tamaño de 8 mm., en donde el perso-
naje central va caminando hacia una dirección. La distan-
cia que recorre dura tan solo un minuto, para tal efecto se
lleva la cantidad de 24 cuadros por segundo filmados. Es
decir se filmarían 1,440 cuadros. Si quisieras ir al pasado
te irías al cuadro número 1, o si deseas ir al futuro te irías
al cuadro número 1,440. Los cuadros del 2 al 1,439 co-
rresponderían a los demás Universos paralelos.
José creía que se volvía loco.
Si apenas lograba ver solamente al “otro ser”. ¿Qué
pasaría si de repente aparecieran 1,440?
Ptah antes de continuar con su exposición, le miró
seriamente como si hubiera algo de verdad en lo que José
acababa de pensar, y continuó:
—Pero esta cámara súper 8 tiene una característica
que la hace extraordinaria, en lugar de filmar con 24 cua-
dros por segundo lo hace a razón de infinitos fotogramas
por segundo. El intervalo de tiempo entre un cuadro y
otro sería entonces “infinitesimal”. Sería como poner a
funcionar un cronómetro en donde veríamos correr los
minutos, los segundos y las milésimas de segundo. Esas
milésimas corresponderían también a Universos parale-
los.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

José pensó que era una locura imaginarlo, y además


podría perderse en el tiempo. Ahora comprendía sobre
las películas de ciencia ficción que se perdían en el tiem-
po.
Ptah continuó:
—Los seres que fallecen en la Tierra experimentan
un salto dimensional hacia un mundo no material llama-
do Marduk, que está situado en unas coordenadas espa-
cio-temporales distintas a las terrestres. Este espacio don-
de residen los seres que alguna vez vivieron en la Tierra
es diferente. Se trata de mundos también materiales don-
de renace quien muere en la Tierra y adopta una nueva
vida y nuevas obligaciones, como en un estado más, pero
dentro de una progresiva evolución.
Ellos tienen un cuerpo como el de ustedes, pero que
se origina sobre la base de vibraciones más finas. En
Marduk no existen las enfermedades. Si alguna parte del
cuerpo fue mutilada en la vida, ahí crece nuevamente.
Los cuerpos que en la Tierra estaban atrofiados, allí son
regenerados. Los cuerpos sufren transformaciones repa-
radoras, estabilizándose en una edad determinada.
Por ejemplo: Las personas que mueren en la Tierra
con una edad avanzada llegan allí totalmente conscientes,
después de un sueño reparador. Ese sueño de reposo tie-
ne una duración terrestre de cerca de seis semanas, aun-
que en algunos casos puede durar un poco menos. Los
niños que llegan son cuidadosamente recibidos y atendi-
dos por sus parientes fallecidos. Estos pequeños crecen y
continúan desarrollándose hasta alcanzar una edad media
que es de 25 a 30 años. Viven en compañía de otras for-
mas de vida, con seres humanos que antes de la muerte
física habitaban otros planetas como los suyos.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿Entonces hay vida en otros planetas?


—No, en ese sentido. Hay vida en otros universos.
Lo has olvidado. Estos planetas son los mundos parale-
los, solo que utilicé la palabra planeta, para no crear un
“caos” en tu mente. Este mundo llamado Marduk, donde
residen los muertos; está ubicado en un Universo parale-
lo, en una dimensión a la que resultaría imposible acce-
der desde nuestras coordenadas espacio-temporales.
—¿Cómo es ese mundo?
—Posee tres soles. El planeta rota alrededor de uno y
los otros dos ayudan a la iluminación. Nunca hay oscuri-
dad absoluta en el planeta, debido a la posición de estos
tres astros, tal es el porqué somos una fuente de luz. Co-
mo resultado de esta disposición, la temperatura es cons-
tante, muy suave y agradable.
La circunferencia de Marduk es de 127 mil kilóme-
tros. Posee un satélite natural tres veces mayor a la luna
terrestre. La fuente de agua es solo una, llamada Río de
la Eternidad, el cual tiene 17 kilómetros de profundidad,
y 3.7 kilómetros de ancho. La temperatura en Marduk es
constantemente templada. Marduk tiene dos polos igua-
les a la Tierra, salvo que en vez de estar formados por
una capa gruesa de hielo, están cubiertos por una fina
capa de nieve.
Los paisajes son impresionantemente bellos y posee
una fauna animal de aproximadamente 2.300.000 espe-
cies, contra las 1,200.000 especies que existen actual-
mente en la tierra, incluyendo animales como perros, ga-
tos y caballos. Este número es tan elevado, debido a que
se encuentran todas las especies que habitaron sobre el
planeta, incluso las que ya se extinguieron. La vegetación
es extensa desde árboles gigantescos hasta la más peque-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

ña florecilla. Podría decirse que es el museo del Univer-


so.
Cuando un ser abandona el plano físico, llega a Mar-
duk con la apariencia entre 25 y 30 años. Si la nueva en-
tidad ingresa con edad superior a los 30 años, son rejuve-
necidos con un método llamado “Sueño regenerador”.
Los seres que llegan se alimentan de un ingesta sintetiza-
da. Es decir; cada uno se crea su propia comida sintética
por su propia mente. La población actual es de 5 billones
de habitantes.
Posee estaciones de trans-comunicación, esto es lo
más reciente, y hace que se puedan comunicar con uste-
des en el mundo de los vivos. La amistad y la camarader-
ía son algunos de los valores que continúan siendo culti-
vados en ese mundo.
—Cuando mencionaste esos tres soles ¿Te refieres al
cinturón Orión?—. Le interrumpió.
El extraterrestre le miró fijamente antes de continuar.
José sintió algo extraño en su mirada, debido al in-
terés mostrado en su mundo.
Sin responder a su pregunta prosiguió:
—En su margen del Río de la Eternidad, viven mu-
chos y muy variados seres normalmente agrupados por
pautas culturales o afinidad, constituyendo grupos que a
veces resultan muy heterogéneos, pero que se encuentran
en el mismo plano de existencia debido a su estado de
evolución.
—¿Es parecido al Edén?—. Le preguntó.
—No. Es el mismo edén. En ese mundo paradisíaco
viven billones de seres humanoides, algunos fallecidos
recientemente y otros hace siglos procedentes de la Tie-
rra y de otros planetas, o universos. Son los que no han
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

querido evolucionar. La evolución de los seres está mar-


cada por un progresivo paso por mundos cada vez más
sutiles, hasta lograr las máximas cotas de evolución.
—¿Entonces no termina la vida en el Edén?
—En efecto. La vida continúa después de permane-
cer en el Edén como lo llamas. Es solo un receso en el
camino que ha de seguir el ser humano convertido en
humanoide. Existen varios estados por los que deben ir
pasando los seres con el fin de perfeccionarse.
La Tierra estaría en el primer plano de esta escala
evolutiva. El segundo le correspondería a lo que muchas
religiones han dado en llamar el infierno o purgatorio en
su defecto, pero hablando en un término más real, es pa-
rapsicológicamente, es decir; se refiere al bajo astral. En
ese plano, los seres conservarían muchas de las carac-
terísticas menos evolucionadas de las terrestres.
Marduk estaría ubicado en el tercer plano. Allí resi-
den los seres que en el camino de su superación, esperan
aprender y desarrollarse espiritualmente antes de acceder
a planos superiores. A medida que estos seres ascienden
a estratos más elevados, su conciencia tiene acceso a
nuevos campos de conocimiento espiritual que les van
acercando hasta la propia esencia Universal.
—¿Te refieres a Dios?
—Nosotros le llamamos Jerarquía Universal, es una
energía que nos guía a través del tiempo y el Universo.
La comunicación que existe entre la Tierra y Marduk se
establece por iniciativa de los habitantes del otro lado,
quienes han construido estaciones emisoras desde donde
envían sus mensajes al mundo de los vivos. Es gracias al
esfuerzo de estos genios y científicos fallecidos quienes
siguen haciendo su trabajo en ese mundo.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

José pensaba en Dios. Y se preguntaba: “¿Qué pasar-


ía con todas las religiones si supieran que no existe el
infierno ni el purgatorio y que Dios es una energía que lo
está esperando a todo hombre, mujer o niño, ya sea cre-
yente o escéptico, y que lo único que necesita es evolu-
cionar para encontrarlo?”.
Sus pensamientos fueron atendidos inmediatamente
por el humanoide.
—No todos evolucionan hasta encontrarse con tu
“Dios”. Por ejemplo, estos científicos que realizan el tra-
bajo de comunicarse con el mundo de los vivos, la ma-
yoría no fueron creyentes de ningún Guía o Jerarquía Es-
piritual, debido a eso, decidieron permanecer en Marduk.
Solamente los que desean evolucionar o tienen creencias
en su guía espiritual, es cuando se esfuerzan por ascender
hasta tratar de integrarse a esa esencia Universal.
Lo interrumpió con una pregunta:
—¿Quieres decir que uno puede escoger en donde
vivir?
—¡Exacto! —Exclamó— Aún si no tienes ninguna
creencia puedes vivir en Marduk.
—¿Tú has ascendido a esos niveles hasta lograr ver a
esa Jerarquía Espiritual?
—No, solamente los que han evolucionado y que se
han preparado para ello. Yo vengo de un Universo para-
lelo.
José no comprendía del todo, en especial el mundo
de los muertos y los extraterrestres.
Se dio inmediatamente cuenta de que no era tan difí-
cil llegar a Dios después de muerto, si es que alguien qui-
siera hacerlo. No había tal infierno, solo otro mundo en
donde estarían todos reunidos después de la purificación
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

de todas las energías negativas.


Pensó que sería interesante entablar una conversa-
ción con Hitler y preguntarle la razón de su genocidio.
El humanoide continuó hablando y esbozó una sonri-
sa:
—Por increíble que parezca, en otro universo hay
“otro yo” haciendo exactamente lo mismo que tú. Mien-
tras tanto en otro universo hay “otro yo” haciendo aque-
llo que no hiciste. La mente, la memoria, la personalidad
y el alma sobreviven a la muerte física. Aproxi-
madamente desde 1980 los investigadores psíquicos te-
rrestres han realizado contactos con seres que han falle-
cido. Lo hacen a través de la radio, por el teléfono, por la
televisión, por máquinas mensajeras, vía fax y por com-
putadoras. Todo esto se debe gracias al esfuerzo de estos
científicos que viven en Marduk.
—¿Entonces se puede hacer contacto con seres de
Marduk?
—Sí, y este contacto se llama Tras-comunicación
Instrumental o comunicación Tras-dimensional, y consti-
tuye una verdadera evidencia de que sí es posible, y de
que ocurre con todo tipo de personas a través del mundo.
—¿Tú eres un residente de Marduk?—. Insistió José.
Ptah desvió su mirada por un instante y le dijo:
—Ya te dije que vengo de otro Universo. En Marduk
solo viven los que ya no están atados a la vida terrestre a
través del cordón de plata como tú y todos los seres vi-
vos. Yo estoy en otros niveles más altos, por lo tanto pro-
vengo de un mundo sutil.
—¿Qué es el cordón de plata?
—Lo que te ata a la vida. Y si te quitas la vida, tu
cordón se rompe, pero tu energía sigue atada a la energía
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de la tierra. Tal como la energía de Hitler, él sigue atado


a la energía de la tierra sin poder ascender nunca a mun-
dos espirituales superiores, ni ingresará a Marduk.
—¿Es debido a que se suicidó?
—No. Hitler no se suicidó, él murió en 1991 a la
edad de 92 años en Argentina.
Al escuchar lo que dijo el extraterrestre, José abrió
asombrado de tal manera la boca pensando: “¿Cómo era
posible? Si todo mundo sabía que se había suicidado”.
—Te repito que no se suicidó. —Le dijo al
“escuchar” sus pensamientos— Su muerte fueron por
causas naturales y fueron otros cuerpos a los que pren-
dieron fuego, para evitar ser reconocidos. Solo unos po-
cos militares allegados a él, se refugiaron en Argentina,
incluyendo a Eva Braun quien debido a una fuerte depre-
sión se suicidó poco tiempo después de que huyeron de
Alemania.
Después de unos momentos de silencio le preguntó:
—¿Entonces por qué Hitler no está en Marduk?
¿Cuánto tiempo va a tardar en ingresar a ese mundo?
—No se encuentra en Marduk debido a que se en-
cuentra atrapado dentro de la energía del bajo astral, por
no poder contar con su “otro ser” ya que se desintegró,
debido a la gran cantidad de energía que destruyó por
haber asesinado a una gran cantidad de seres humanos.
No podrás conversar con él, debido a que serás arrastrado
como una “cometa” sin control por las energías negativas
a través de todo el Universo, y serás arrastrado por las
energías negativas de Hitler, Saddam Husein, Hirohito,
Osama Bin Laden y otros más. Además no creo que tu-
vieran el tiempo suficiente para conceder entrevistas, si
los dos se están hundiendo en el mismo mar de negativi-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

dad.
Ptah tenía razón.
José pensó en cómo se vería él, entrevistando a un
sobreviviente del Titánic en medio del helado mar del
Atlántico. ¡Lo mandaría a volar!
El humanoide lo interrumpió:
—Déjame decirte que “tu Hitler” fue visitado en la
Tierra anteriormente por extraterrestres, y recibió la or-
den de exterminar a todos los de la raza judía debido al
ADN que tenían de los antepasados Egipcios y Atlantes,
a cambio de tecnología extraterrestre para la fabricación
de armas. Alemania fue la primera en dar a conocer sus
armas en el mundo, debido al apoyo de los extraterres-
tres. Su país fue uno de los que experimentó el primer
arsenal bélico y científico. Alemania trató de continuar
con los experimentos que habían realizado los Atlantes, y
además trataron de crear mutaciones con los humanos,
para ello tomaron a la raza judía para experimentar, trata-
ban de crear un súper-soldado.
Ptah había respondido a la inquietud que tenía por
saber las causas que tuvo Hitler para cometer tal genoci-
dio.
Decidió en ese momento escribir todo lo que le había
dicho. Ya buscaría a la persona a quien contarle todo lo
que había aprendido, esperaba que no lo juzgara un loco,
debido a la reputación que ya había adquirido en Ma-
zatlán.
Sus cavilaciones fueron interrumpidas con una sen-
tencia:
—¡No intentes cambiar tu mundo paralelo!
Dicho eso, se alejó hacia la intensa luz que lo cegó
más que otras ocasiones. Eso le pareció extraño ya que
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nunca le había lastimado la vista, incluso el día de su ab-


ducción.
Trató de ver a Ptah, pero este se había desvanecien-
do, y así como había llegado, se retiró.
Pensando en sus hijas pequeñas, se acostó y se quedó
dormido. No sintió cuando su esposa llegó del trabajo y
se metió a la cama.
Se durmió y se vio caminando con su esposa y sus
hijas hacia su casa.
José se puso serio tratando de analizar si era un sue-
ño, o estaba de nuevo en el otro mundo paralelo.
Escuchó a su esposa que le hizo un comentario:
—¿Por qué te pusiste tan serio de repente? Pareciera
que estás de mal humor.
—No se me quita este dolor de cabeza insoportable.
—¿Por qué no vas a hacerte unos estudios?
—Si, creo que mañana iré—. Le respondió José.
De pronto sin previo aviso, sintieron un temblor que
hizo que se regresaran a su vehículo para protegerse. Sus
hijas se encontraban asustadas, y su esposa trató de tran-
quilizarlas.
—¡Ya mi vida, no se preocupen!
Pasado el susto, regresaron a su casa.
Llegada la noche se durmieron sin ningún contra-
tiempo. Al amanecer decidió acudir a hacerse unos estu-
dios en el nuevo hospital Sharp, aunque le resultasen cos-
tosos.
El médico que lo atendió le sugirió una tomografía,
además de unos extensos estudios para descartar posibili-
dades. Le preocupaba el costo que iba a tener, pero quer-
ía dejarles a sus hijas un padre para largo plazo. De modo
que aceptó los estudios.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

José acudía frecuentemente al hospital, y al cabo de


unas semanas ya le tenían un resultado.
—¿A qué edad falleció su padre?—. Le preguntó el
médico.
—A los 86 años.
—¿De qué falleció su padre?
—De un infarto.
—¿Tuvo antes de morir, pérdida de la memoria, o
demencia senil?
—Creo que sí, desde que murió su hermana hace
unos diez años antes. Su comportamiento era como el de
un niño, confundía los nombres de nosotros y confundía
las situaciones.
—¿Por ejemplo?—. Le preguntó el médico.
—Un día le pregunté por mi hermano y casi me da
un infarto con lo que me respondió.
—¿Cuál fue la respuesta?
—Me dijo que había fallecido de un accidente auto-
movilístico en los Mochis Sinaloa, siendo que el que fa-
lleció en ese accidente, fue su hermano. Pero hace más
de cincuenta años.
El doctor movió la cabeza y se dedicó a ver las hojas
que tenía enfrente.
José permanecía a la espera de su diagnóstico.
Enseguida el médico comenzó a hablar.
—Mire señor … (Aquí menciona el verdadero ape-
llido). Según los estudios realizados, usted padece de
una enfermedad llamada de corea o Hopkinton.
—¿Qué es eso?—. Le preguntó extrañado.
—Es un tipo de enfermedad neurológica degenerati-
va que afecta a determinadas zonas el cerebro donde las
neuronas van degenerándose y finalmente mueren. Está
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

caracterizada por movimientos involuntarios incontrola-


dos.
El médico le miró fijamente y le preguntó:
—¿Tiene usted movimientos involuntarios?
—No, solo los dedos de la mano se me mueven
cuando estoy dormido.
—Lo más común es la aparición en la edad adulta.
Las personas con esta enfermedad generalmente presen-
tan síntomas a mediados de la tercera y cuarta década de
sus vidas. Es un trastorno que se transmite de padres a
hijos, en el cual las neuronas en ciertas partes del cerebro
se desgastan o se degeneran.
Se quedó escuchándolo muy pensativo.
—La enfermedad de Huntington como también se le
conoce, es causada por un defecto genético en el cromo-
soma número cuatro. Normalmente esta sección del
ADN llamada repetición CAG, se repite de diez a vein-
tiocho veces, pero en una persona con la enfermedad de
Huntington, se repite de treinta y seis a ciento veinte ve-
ces.
No entendía su diagnóstico, José solo quería saber si
sus dolores de cabeza tenían que ver con lo que le ocurría
durante sus viajes a los mundos paralelos.
—¿Cuáles son los síntomas?
—Generalmente lo primero que aparece son los suti-
les cambios en la personalidad, o en la estabilidad emo-
cional, con irritabilidad, agresividad, mal carácter, con-
ductas sexuales o sociales inadecuadas. Son frecuentes
los trastornos del humor, con todas las características de
la enfermedad maniaco-depresiva. Las enfermedades psi-
quiátricas derivadas de esta enfermedad, afectan aproxi-
madamente al 50 por ciento de los pacientes, siendo fre-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

cuentes las ideas suicidas.


Se preguntaba si por tal motivo él había tenido ten-
dencias suicidas, y no por lo que le había dicho el extra-
terrestre con respecto a su “otro ser”.
—El deterioro intelectual progresivo sigue el patrón
de todos los tipos de demencia, como pérdida de la facul-
tad de transformar las sensaciones simples en percepcio-
nes propiamente dichas, por lo que no reconoce las per-
sonas u objetos, y pérdida de la comprensión del uso de
los objetos ordinarios, por lo que da lugar a actos absur-
dos.
José permaneció en silencio analizando los sueños
que estaba teniendo, y comenzó a creer que lo del extra-
terrestre era solo producto de su mente que empezaba a
dañarse.
El médico aprovechó ese momento para continuar.
—Otros de los síntomas son los desarreglos psíqui-
cos, es decir; pérdida de las funciones intelectuales, en
pocas palabras demencia. Está afectada otra parte del ce-
rebro que es el córtex, que es el que controla el pensa-
miento la percepción y la memoria. También presenta
disminución de la memoria reciente y dificultad para
ocuparse eficazmente de las tareas nuevas. Los síntomas
emocionales que presenta son periodos de depresión,
apatía, cansancio, irritabilidad o impulsividad.
Ante tan desmoralizador diagnóstico, a José no le
quedó otra cosa más que preguntarle:
—¿Algo más doctor?
—Sí. En resumen usted puede presentar un compor-
tamiento antisocial, alucinaciones, irritabilidad, mal-
humor, inquietud o impaciencia, paranoia y psicosis.
Ahora lo comprendía perfectamente.
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Todo lo que estaba viviendo, era producto de su en-


fermedad. Pensó que no existía tal abducción ni tampoco
ningún extraterrestre. Todo era una alucinación.
El médico continuó:
—Los movimientos anormales e inusuales abarcan
movimientos faciales, incluyendo muecas. Girar la cabe-
za para cambiar la posición de los ojos. Movimientos es-
pasmódicos rápidos y súbitos de los brazos, las piernas,
la cara y otras partes del cuerpo. Movimientos lentos e
incontrolables y marcha inestable.
José recordó en ese momento, cuando en sueños vio
a su “otro ser” dentro de la nave espacial, que movía su
cuerpo como si sufriera de alguna molestia en los hom-
bros o la espalda.
—¿Y tengo remedio?¿hay cura?¿es peligroso?
—Le voy a recetar un medicamento que deberá to-
mar de por vida, para evitar que la enfermedad siga avan-
zando. Los bloqueadores de la dopamina pueden ayudar
a reducir los comportamientos y movimientos anormales.
No existe cura para la enfermedad de Huntington y no
hay forma conocida de detener el empeoramiento de la
enfermedad. El objetivo del tratamiento es reducir los
síntomas y ayudarlo a valerse por sí mismo por el mayor
tiempo y en la forma más cómoda posible.
Mientras el médico escribía sobre su receta, José se
dio cuenta de que todo había sido una alucinación debido
a su enfermedad, y que en realidad su verdadera vida ra-
dicaba en ese año de 1999.
El médico interrumpió sus pensamientos.
—La depresión y el suicidio son comunes entre las
personas con enfermedad de Huntington. Es importante
que su familia esté enterada de los síntomas y que lo tra-
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ten en la forma debida. Tenga presente que cuando le


ocurra un pensamiento suicida, háblelo con su esposa.
A pesar de su enfermedad, salió del hospital conten-
to debido a que se estaba convencido de que todo lo su-
cedido, había sido producto de su mente enferma.
Con los medicamentos que tomaría desaparecerían
todas las alucinaciones y todo volvería a ser normal.
Comenzó su tratamiento, y su vida familiar transcu-
rrió con normalidad. Cada vez que podían, iban él y su
familia a la playa a disfrutar del mar y jugar con sus hijas
en la arena.
Corría sobre la arena con María la más pequeña; la
cual no se separaba de él ni un solo momento. Se dejó
enterrar en la arena por ella alegrando su risa, mientras
su esposa los miraba divertida.
Su esposa encontró trabajo en un hotel, y a sus hijas
logró inscribirlas en un colegio particular debido a que
ya alcanzaban los ingresos que percibían los dos.
Una llamada telefónica por la madrugada, los hizo
pasar un trago amargo. Su suegra había fallecido por la
noche.
Su esposa tuvo que partir a la ciudad de México,
mientras él se hacía cargo de las niñas. Las levantaba
temprano, les preparaba su desayuno y las llevaba al co-
legio Por primera vez se encontraba disfrutando a su fa-
milia y no dejaba de tomar los medicamentos recetados
por el médico.
Habían transcurrido dos años de dicha y felicidad
con su familia cuando de pronto, ese día 13 de Noviem-
bre, cerca de las 10 de la noche alguien llamó a la puerta
de su casa.
—¿Quién será a estas horas?—. Preguntó su esposa.
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—No sé, no salgas. ¡Quédate aquí!—. Le dijo mien-


tras se encaminaba hacia la puerta.
De pronto sin esperarlo, los volvió a sacudir un tem-
blor.
Después se enteraron que había sido de 6.1 grados en
la escala de Richter, y que había sido su epicentro a 110
kilómetros de Mazatlán.
Olvidando a quien estaba llamando a la puerta, José
regresó con su esposa y le dijo:
—¡Vamos afuera! ¡Saca a las niñas!
Se dirigían a la salida, cuando escucharon que una de
las macetas de la vecina del piso superior, se estrelló
contra el piso haciéndose añicos.
De pronto, cesó el movimiento telúrico.
Su esposa le hizo un comentario:
—Oye José, hemos sentido más temblores aquí que
en el Distrito Federal.
—No tantos —Le dijo— Solo han sido dos y ya hace
tiempo de eso.
Más tarde se dormían sin ningún contratiempo.
Se había olvidado de quien había tocado a la puerta.

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Capítulo IV

Al amanecer después de dejar a su esposa en su tra-


bajo, y a sus hijas en la escuela, José se encontraba con-
duciendo de regreso a la casa, cuando sin previo aviso
volvió a ser atacado por ese dolor de cabeza que siempre
había padecido. Se detuvo para tomar el medicamento
que le había recetado el médico.
Momentos más tarde se dirigía a casa de su amigo.
Al llegar a una luz roja, se detuvo. El tiempo de es-
pera le pareció eterno y sintió una pesadez.
Se entretuvo mirando un anuncio publicitario que se
encontraba en el techo de un edificio, no pudo evitar la
luz del Sol que le dio de lleno en los ojos.
El semáforo se puso en luz verde y se puso en movi-
miento. Más tarde se dirigía a la casa de su amigo JC.
Tenía la esperanza de que pudiera escribir todo lo
que le había sucedido, ya que él se dedicaba a escribir
libros para una universidad en el estado de Jalisco.
Minutos más tarde lo recibía en su casa el “chido”.
Así le decían los amigos a JC, debido a que para todo
usaba la expresión “chido”.
A pesar de ser de origen inglés, le gustaba usar las
expresiones que usan los mexicanos.
—¿Cómo estás “carnal”?—. Le dijo en cuanto lo re-
cibió.
—Bien ¿Y tú?
—Bien “chido” con mi chamba. ¿Y tú que te has
hecho?

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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Pues padeciendo de algunos acontecimientos algo


raros.
—“Chido” cuéntame que “onda” contigo.
—Pues que he tenido unas alucinaciones raras, pero
lo peor de todo es que me detectaron una enfermedad lla-
mada de “corea”.
—Órale, que “chido”. —Exclamó— ¿Y de que se
trata?
—Pues según los médicos es de herencia.
—¿Qué la inventaron los coreanos?
José rió por la pregunta y le aclaró:
—No. Se llama así porque proviene de la palabra
coreografía, y que es debido a los movimientos involun-
tarios del cuerpo, como si estuviera uno bailando.
—¡Que “chido”!
—Pero eso no es todo —Le dijo— Tuve un sueño
sobre una abducción.
Su amigo permaneció muy serio.
—Sucedió que comencé a tener visiones de viajes al
pasado. Me entrevisté con un extraterrestre llamado
Ptah….
José procedió a narrarle con lujo de detalles todo lo
que le estaba ocurriendo, desde el inicio de sus sueños.
Cuando terminó de narrarle todo lo acontecido, hab-
ían transcurrido cerca de tres horas, en donde su amigo
“el chido” había permanecido en silencio acariciándose
la larga barba. Al finalizar de escucharlo le dijo:
—Estuvo “chida” la hierba—. Y se soltó riendo.
José presintió que no le había creído.
Sin darle importancia a su comentario se unió a su
risa, y poco después, se despidieron.
—Me dio gusto saludarte —Le dijo— voy a recoger
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

a mis hijas a su escuela.


—¿Tus hijas?—. Le preguntó extrañado su amigo.
—Sí, las voy a recoger a su escuela.
—¿Qué no están ya grandes para que se regresen so-
las?
No entendió el comentario, ya que en ese puerto los
chamacos sabían moverse ellos solos en camiones, pero
en el caso de sus hijas, nunca le gustó que se acaloraran
transportándose en los urbanos completamente llenos.
—Bueno, —le aclaró— me gusta ir por ellas.
—¡Ah bueno! Que “chido”.
Tras abandonar la casa de su amigo, se dirigió al co-
legio “Andes” para recoger a su hija María, quien salía
antes que sus hermanas mayores.
Al llegar, una maestra que era la encargada de la
puerta le preguntó:
—Buenas tardes. ¿Por quién viene?
—Por María…. (Apellidos) de primer grado.
La maestra lo miró extrañada y le preguntó:
—¿Es usted su padre?
—Sí, por supuesto.
—¿No está equivocado el nombre?
—No. ¡Claro que no! Así se llama mi hija.
—¿No está en otro grado?
—No, está en primero—. Le rectificó.
—Espéreme un momento por favor.
José se sintió un poco molesto por hacerlo esperar,
ya que todos los días acudía a dejar a sus hijas y a reco-
gerlas.
¿Cómo era posible que no las tuvieran identificadas?
A los pocos momentos regresó la maestra con otra
mujer quien lo saludó:
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Buenas tardes señor, soy la directora del plantel.


No reconocía a ninguna de las maestras, le pareció
como si las hubieran cambiado.
—Me informa la maestra que viene por una niña la
cual no está inscrita en nuestro plantel. ¿Está usted segu-
ro que es aquí donde estudia?
—¡Por supuesto! —Le dijo un poco incómodo— Si
todos los días las vengo a dejar.
—¿Tiene otras hijas aquí inscritas?
—Si señorita, una está estudiando segundo de secun-
daria y la otra en preparatoria. La más chica está en pri-
mer año.
—¿Cómo se llaman las mayores?
—Aline… de trece años y Yasmín de quince.
Observó que la directora se sentía un poco inquieta y
le preguntó:
—¿Ocurre algo?
—No señor, solo que no tenemos ningún registro de
sus hijas en este colegio.
—¡Cómo! ¿Qué no es el colegio “Andes”?
—Si señor, pero me temo que no las tenemos regis-
tradas aquí.
Se hizo un largo silencio, en el cual José no dejaba
de preocuparse de que le estuvieran ocultando algo.
—¿Puede mover su vehículo por favor?—. Le pidió
la directora.
Antes de moverlo le preguntó:
—¿Puedo entrar a corroborar por mí mismo si están
adentro?
—Lo sentimos mucho, pero por seguridad no se per-
mite la entrada a nadie al plantel, solo a las oficinas.
Volvió a repetirle la pregunta:
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—¿Puede mover su vehículo?


Se sintió hondamente preocupado por sus hijas.
¿Cómo era posible que no estuvieran en la escuela?
Estacionó el automóvil y se apostó frente a la puerta
para esperar a que salieran. Transcurrió una hora y sus
hijas no dieron señales de vida. Los nervios y la angustia
se apoderaron de él.
Se sentía desesperado e inquieto.
Se rascó la cabeza en señal de desesperación.
Fue entonces cuando se acercaron varios maestros a él.
La directora fue la que tomó la palabra.
—Señor… ellos son los maestros de primer grado, la
maestra de secundaria y el maestro de preparatoria. De-
sean hablar con usted.
José se angustió creyendo que le iban a dar una mala
noticia.
Fue el maestro quien tomó la palabra.
—La directora nos informó sobre su situación, y me
temo que no conocemos a sus hijas. Observe que no
están en nuestras listas—. Le dijo señalándole la lista de
asistencia.
Miró la lista y no aparecían los nombres de sus hijas
en ninguno de esos grados.
—Pero, ¿cómo puede ser posible si todas las maña-
nas las traigo temprano y a esta hora paso por ellas?
—No sabemos qué decirle señor—. Dijo la maestra
de primero.
—¿No tiene una foto de ellas?—. Le preguntó la di-
rectora.
—Sí, aquí guardo siempre una en mi cartera.
Metió la mano en el bolsillo trasero de su pantalón
para sacar la cartera, y les mostró una fotografía donde
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

venían las tres juntas.


—Aquí tiene—. Dijo mostrándosela.
—¡No puede ser!—. Exclamó el maestro.
—¿Qué sucede?—. Le preguntó angustiado.
—Señor, ¿es una broma?—. Preguntó sonriendo de
nuevo el maestro.
—¿Qué ocurre profesor?—. Le preguntó la directora.
—Lo que ocurre señorita Directora, es que cuando
yo impartía clases en secundaria, tenía de alumna a
Yasmín. Lo recuerdo muy bien, porque ella era una exce-
lente alumna, ya que era imposible pasarla por alto debi-
do al liderazgo que ejercía.
—¿Y qué sucede profesor?—. Volvió a preguntar la
directora.
—Lo que pasa es que ellas estudiaban en este plantel
hace once años, usted no llegaba todavía señorita directo-
ra.
—¿Qué dice?— Le preguntó José un poco molesto.
—Si señor. —Le dijo el profesor— No sé si está us-
ted tomándonos el pelo.
—¿Cómo que hace once años? —Le preguntó—
¿Qué acaso no sabe en qué año estamos?
—Si señor, pero me temo que usted no lo sabe. Esta-
mos en el año 2012—. Le dijo muy seriamente.
José creyó que era una broma y soltó una carcajada
por lo que acababa de decirle.
—¿Me está usted tomando el pelo? —Le preguntó—
Estamos en el año 2001.
Los maestros guardaron silencio ante lo que acababa
de decir y se miraron entre ellos.
Entonces tomó la palabra la directora y le preguntó:
—¿Se siente usted bien?
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Dudando de lo que le estaba ocurriendo titubeó y le


respondió.
—Sí.
—¿Desea que llame a alguien de su familia?
—No, está bien.
Se dio la vuelta seguido por la mirada de ellos.
Pensó que volvía a sufrir de alucinaciones. Sintió
que la enfermedad estaba avanzando más de la cuenta.
Abordó su automóvil y se dirigió al trabajo de su es-
posa. Poco después se presentaba en el hotel el Cid, don-
de ella laboraba en el departamento de recursos huma-
nos.
Al llegar, le pidió al guardia de seguridad que le co-
municara al departamento de recursos humanos.
Al poco rato escuchó una voz femenina.
—¿Diga?
—¿Podría comunicarme con la señora Susana?
(Apellidos).
—No trabaja aquí—. Le respondió.
—¿Cómo que no trabaja ahí? ¿Es usted nueva?
—No señor, tengo cinco años trabajando aquí como
asistente.
—¿Cómo que asistente? —Preguntó— ¿No es acaso
el departamento de recursos humanos?
—Sí señor, pero yo soy la asistente de gerencia.
—No puede ser, si mi esposa es la asistente.
—Pues no trabaja aquí señor.
—¿Me puede comunicar con su jefe?
—Está un poco ocupado.
—No importa. Lo espero.
—Permítame por favor.
Lo dejó esperando en el teléfono por espacio de unos
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segundos, cuando escuchó la voz del jefe de su esposa.


—¿Cómo le va don José?
—Hola señor Francisco— Lo saludó al ser reconoci-
do por él.
—¿Cómo está Susana?—. Le preguntó.
—Pues. ¿Qué no está allí?
—No. ¿Acaso iba a venir?
—Si, a trabajar. ¿Que no vino?
—No señor, ¿está usted bien?
—Si ¿por qué?
—Su esposa hace 5 años que renunció.
Se quedó petrificado. Algo no andaba bien.
—¿Bueno?
Sin responderle le entregó la bocina al empleado de
seguridad. Se sentía frustrado de que los medicamentos
no hicieran el resultado esperado, y que siguiera sufrien-
do de alucinaciones y quizás demencia.
Permaneció dentro del vehículo por espacio de va-
rias horas sin saber qué hacer, o a donde ir.
No sentía el calor sofocante que hacía dentro.
Ya casi se ocultaba el sol cuando decidió ir a su casa
en la colonia Sánchez Célis.
Una vez que hubo llegado a la puerta, trató de intro-
ducir la llave en la cerradura, y ésta no giró.
Tocó a la puerta y no recibió ninguna respuesta.
Su angustia no tenía límites.
Regresó a su automóvil para esperar a que llegara su
familia. No se dio cuenta a qué hora se quedó dormido.
Al despertar eran casi las diez de la noche. Salió del
vehículo y se dirigió de nuevo a la casa.
Guardaba la esperanza de que ya estuvieran adentro.
Sin pensarlo dos veces, tocó de nuevo a la puerta.
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Escuchó unos pasos que se acercaban a la puerta


desde el interior, cuando de pronto ocurrió un temblor de
tierra. Una de las macetas que estaba en un balcón del
piso superior, se vino abajo despedazándose al estrellarse
contra el piso, haciendo que saliera corriendo buscando
refugio en su automóvil. Permaneció dentro un momento
más y regresó a la casa.
Tocó de nuevo a la puerta y no hubo respuesta.
Volvió a insistir haciendo con esto, que saliera una
vecina quien le gritó:
—¡No vive nadie ahí! ¡Está sola la casa!
Y acto seguido cerró estrepitosamente la puerta de su
casa. Trató de husmear por las ventanas, y alcanzó a ver
por un cristal roto que efectivamente se encontraba des-
habitada.
¿Qué había ocurrido? ¿En dónde estaba su familia?
Si momentos antes había escuchado pasos cuando se
dirigían a abrir la puerta.
Se encontraba tan desesperado, cuando de pronto le
llegó un momento de claridad mental, y pensó que en
efecto se encontraba en el año 2012. Y que todos los re-
cuerdos del pasado eran a causa de la enfermedad.
Estaba seguro de eso.
Encendió el motor de su automóvil, y se dirigió a la
colonia “Puerta dorada”, en donde supuestamente vivía.
Al entrar a la casa, se dio inmediatamente cuenta de
que ahí era en donde él vivía realmente.
Su esposa lo vio y le preguntó:
—¿En donde andabas? ¿Qué te sucedió?
—Nada, solo que me entretuve con JC.
—Estaba con pendiente y te llamé varias veces a tu
celular y me mandaba a buzón.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—No sé por qué razón no entró la llamada.


Desconcertado se quedó mirando a su esposa. Sintió
que la casa se encontraba muy sola y muy vacía.
Extrañaba a sus hijas.
—¿Y María?
—Se quedó a dormir con unas amigas que llegaron
de México.
Su pequeña María tenía diecinueve años en ese aho-
ra.
Se dirigió a la recámara y se acostó boca abajo, de-
jando correr el llanto. Cuánto extrañaba a sus hijas pe-
queñas.
Su esposa vio su preocupación y la tristeza que lo
invadía, y se acercó preguntándole:
—¿Que tienes?
—Nada—. Le dijo y la abrazó fuertemente.
Ella lo abrazó y él no pudo contener el llanto.
Su esposa creyó que era un ataque de depresión y
dejó que se desahogara.
No quería dormirse porque tenía miedo despertar.
No se dio cuenta a qué hora se quedó profundamente
dormido, pero al despertar todo era similar, no había
cambios. Vivía en el presente.
Su depresión se acrecentó debido a que extrañaba a
sus pequeñas hijas. No se quiso levantar de la cama y
permaneció dormido todo el día.
Solo contestaba el teléfono celular y únicamente las
llamadas de su esposa.
—¿Cómo estás?—. Le preguntó ella.
—Bien, viendo la “tele” y durmiendo.
—Descansa, al rato voy para allá.
Se llegó la noche y José continuó durmiendo.
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A lo lejos, escuchaba el sonido de la televisión con


el volumen bajo para no ser despertado, su esposa estaba
a su lado y era tarde.
Continuó durmiendo, hasta el amanecer y solo se
levantó para ir al baño, para continuar durmiendo.
Durmió todo el día y solo fue despertado por su es-
posa cuando le preguntó si quería comer. Se negó y con-
tinuó durmiendo hasta el otro día. Se levantó por un poco
de agua y continuó durmiendo.
Ya tenía tres días durmiendo y despertó cuando su
esposa le tocó la frente.
—¡Estás ardiendo en temperatura!—. Dijo preocupa-
da. José la escuchó y parecía que no le importaba, él so-
lo quería seguir durmiendo.
Escuchó la voz de su hija María preguntar:
—¿Qué tiene mi papá?
—Temperatura, voy a la farmacia a comprar un me-
dicamento. ¡Ponle estas compresas en la frente!
Su hija se dedicó a ponerle las compresas de agua
fría y la miró. Era toda una mujercita muy bella a sus
diecinueve años. Extrañaba a la nena pequeña que lo
había enterrado en la arena en el pasado.
Sin poderlo evitarlo, dejó correr una lágrima que se
confundió con el agua que escurría de su frente.
Su hija no lo notó siquiera.
Antes de cerrar los ojos, la miró y vio su sonrisa ilu-
minada, muy brillante. Parecía como si una luz muy in-
tensa la rodeara. Lo atribuyó a que quizás era producto
de su alta temperatura.
Cerró los ojos y dejó que su hija lo atendiera.
Al abrirlos se encontró con la mano de su esposa que
le tocaba la frente y le preguntó:
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿Qué tienes? No te has levantado y ya son las tres


de la tarde, me hablaron del colegio porque nadie fue a
recoger a las niñas.
José se enderezó y vio a su familia en la recámara.
Ahí estaban su esposa en compañía de Yasmín, Ali-
ne y la pequeña María.
Sin poder contenerse las abrazó como desesperado.
—¿Qué te pasa?—. Preguntó riendo su esposa
—¡Las extrañé!—. Exclamó emocionado.
—Pero si nos vimos anoche, y también hoy por la
mañana cuando llevaste a las niñas al colegio.
No podía explicarles lo que ocurría.
Al anochecer decidió hablar con su esposa.
Estaba realmente convencido que lo que le sucedía sí
eran en efecto viajes a mundos paralelos, y no a causa de
su enfermedad.
—Necesito hablar contigo de algo muy importante.
—¿Es sobre tu enfermedad?—. Le preguntó extraña-
da.
—Si, entre otras cosas.
—¿Qué te sucede?
—No sé si sea producto de mi mente enferma y que
me haga tener visiones, pero tampoco sé si sea producto
de la abducción a la que fui sometido.
—¿Abducción?—. Le interrumpió ella.
—Si, fue todo tan claro.
—¿Seguro te sientes bien?
—Sí, pero déjame explicarte lo que me sucedió.
Su esposa incrédula lo dejo hablar.
—Sucedió que en el año 2012, tuve una especie de
sueño.
—¿En el 2012?—. Preguntó riendo su esposa.
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—Bueno, deja te explico de que se trata.


Conforme le narraba a su esposa, ella a veces reía,
otras permanecía pensativa. Le contó sobre lo de los
Atlantes y se interesó mucho por conocer el origen de la
vida, y la vida en Marduk.
Le contó que tenía otra esposa y otras hijas en otro
Universo paralelo y que a veces estaba allá con ellas, y a
veces aquí.
Ella sonriendo le preguntó:
—¿Y sigo siendo bonita?
—Mucho más que ahora—. Le respondió.
—¿Y con cuál de las dos prefieres estar?
Aunque su pregunta fue en tono de broma, él la esta-
ba tomando en serio. No sabía en donde quería estar real-
mente.
Extrañaba la infancia de sus hijas y extrañaba la for-
taleza, dedicación y muestra de amor que le brindaba su
esposa en el otro mundo paralelo.
—¿Por qué te quedaste tan serio?—. Le preguntó
ella.
—Porque estaba pensado en tu pregunta.
—¿Y con quien quieres estar?—. Le preguntó son-
riendo.
—No sé, con las dos.
—¿Es en serio todo lo que me estás diciendo?—. Le
preguntó muy seriamente.
—Sí, no bromeo.
Su esposa se puso de pie y se dirigió a la cocina y le
preguntó:
—¿No será que tienes una amante?
José se levantó de la silla y la siguió.
Se acercó por detrás y abrazándola le dijo:
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—Ni en este mundo, ni en el otro dejaría de amarte.


—Entonces, ¿en donde estuviste toda la mañana y
porqué no fuiste a recoger a las niñas?
—Estuve en el otro Universo paralelo.
Pensó que su esposa no le creyó. Solo permaneció en
silencio.
Su esposa ya no hizo más comentarios, y José lo
tomó como que no le había creído. Su vida transcurrió
normalmente, excepto por sus constates cambios de Uni-
versos paralelos que hacía. Debido a eso, su esposa co-
menzó a creer que él salía con alguien, ya que sus ausen-
cias se prolongaban ya no por horas, sino por un día
completo.
De repente comenzaron los problemas con ella, ya
que sus dudas se acrecentaron a pesar de que trataba de
hacerle entender que confiara en él.
Una mañana en la que se encontraba solo en su casa,
lo despertó una luz intensa dentro de la habitación. Al
abrir los ojos vio a Ptah que se materializaba dentro de su
recámara.
Se acercó a José y le dijo:
—Se está terminando de crear en los otros mundos
paralelos tu “otro ser”. Ya casi no lo verás y tendrás me-
nos contactos con él.
—¿Entonces ya no viviré en los dos mundos parale-
los?
—Sí. Solo permanecerás en uno solo. Lo siento, pero
tienes que tomar la decisión de quedarte en uno de los
dos mundos, y dejar que tu “otro ser” viva en el otro.
—¿Qué va a pasar conmigo si me decido por cual-
quiera de los dos mundos?
—Serás extraído al plano astral para borrar esa parte
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

de tu mente, y todo volverá a la normalidad. No tendrás


recuerdos de nada y tu vida continuará sin contratiempos.
—¿Cómo debo tomar esa decisión?
—Solo dinos en donde quieres quedarte.
José permaneció pensativo. Estaba meditando la pro-
puesta del extraterrestre.
No se decidía por ninguno de los dos, ya que no esta-
ba muy seguro todavía.
Así se lo hizo saber:
—Dame tiempo para poder tomar la decisión correc-
ta.
—No tenemos mucho ya que debo partir lo más
pronto posible de tu planeta. Volveré por tu respuesta.
Se quedó pensando en lo que le había dicho.
Al día siguiente se lo comentó a su esposa.
—Voy hacer algo para demostrarte que no te soy in-
fiel. No quiero que sigas pensando en el divorcio.
Tomó una hoja de papel y le pidió que escribiera al-
go.
Ella aún dudando, escribió:
“Mazatlán Sinaloa Domingo 18 de Noviembre de
2001. Hora: 10 am”.

Después de firmarlo se lo entregó.


Enseguida guardó la hoja doblada en su cartera, y le
dijo:
—Te lo mostraré cuando regrese del otro mundo pa-
ralelo y verás tu firma. Entonces no dudarás de mí.
Ella sonrió moviendo negativamente la cabeza, y se
dedicó a realizar sus labores del hogar.
Esa noche se comunicó con el extraterrestre.
—¿Ya tomaste tu decisión?
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Sí. Me quiero quedar en este mundo, pero antes,


quisiera despedirme de mi esposa en el otro mundo.
El extraterrestre dudando le dijo:
—Necesito extraer a tu “otro ser” durante tu estancia
en el otro mundo paralelo, para no crear conflictos con
las vibraciones.
—Hazlo y nos veremos más tarde.
El extraterrestre se alejó y desapareció de su vista
dejándolo en ese año de 2001.
Más tarde se retiró con su esposa a descansar.
Antes de dormir vio una luz muy intensa dentro de
su recámara. Creyó que era Ptah quien regresaba de nue-
vo.
Volteó a mirar a su esposa, creyendo que la había
visto también, pero ella se encontraba profundamente
dormida.
La luz se extinguió lentamente, hasta quedar la habi-
tación iluminada solo con la luz tenue del televisor.
Al despertar al día siguiente, se encontró en la cama
de su casa en “Puerta dorada”. No le causó ningún asom-
bro el encontrarse en su verdadero presente.
Era lunes 19 de Noviembre de 2012.
El reloj marcaba las 10 de la mañana y se encontraba
solo, ya que su hija se encontraba en la escuela, y su es-
posa en su trabajo.
Le llamó a su celular.
—Hola ¿A qué hora llegaste? No te sentí al llegar.
Se sintió mal por tener que mentirle, que a pesar de
que no estaba haciendo nada malo, se sentía mal por en-
gañarla aunque fuera con ella misma.
—Llegué muy noche y no te quise despertar—. Le
mintió.
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—¿En donde andabas?


—Me quedé a tomar un café con JC.
—Ok nos vemos a la noche.
—Susana. —Le dijo— Necesito que hablemos.
—¿Qué sucede?
—Nada. Solamente quiero platicar contigo de algo
importante para los dos.
—Está bien, nos vemos más tarde.
—Regresa con cuidado.
—No te preocupes.
Antes de cortar le dijo:
—¡Oye! Te amo.
Pero ella ya había cortado la comunicación.
Más tarde se encontraban en la mesa de la cocina
tomando una taza de café.
—¿Qué pasa? ¿Cómo seguiste de tu depresión?
Su esposa trabajaba casi todo el día y por tal motivo,
se veían muy poco, y solo durante la noche.
Ese día lunes, José no quiso ir al trabajo. No impor-
taba ya si después de todo, iba a dejar el mundo paralelo
de ese año 2012.
—Bien, solo quiero mostrarte algo.
Sacó la hoja doblada de su cartera y se la mostró.
Ella se asombró al verla y exclamó:
—Ya ni me acordaba de esta carta. Ni tampoco creí
que todavía la conservaras.
—¿Qué ves de raro en ella?—. Le preguntó.
Su esposa miró fijamente la hoja de papel y dijo:
—¡Nada! Solo que veo la hoja como si fuera nueva.
Excepto por las ligeras manchas negras en los bordes co-
mo si fueran quemaduras.
José no había reparado en esas ligeras manchas oscu-
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ras. Sin darle la menor importancia exclamó:


—¡Exacto! Es una hoja nueva, ya que la escribiste
ayer.
—¿Ayer? ¿Cómo? Si recuerdo bien que la escribí en
esa fecha.
—No, la escribiste ayer domingo en el otro mundo
paralelo.
De pronto ella se le quedó mirando fijamente.
—¿Te sientes bien?
Sonriendo le respondió:
—Perfectamente.
Le señaló la hoja y le dijo:
—Observa muy bien el doblez de la hoja. No está
marcado, sino que todavía se pueden deshacer los doble-
ces. Si tuviera diez años de antigüedad, y debido al tiem-
po guardada en mi cartera, los dobleces estarían muy
marcados e incluso, a punto de romperse en la marca del
doblez.
Su esposa puso toda su atención a lo que le había
mostrado, pero aún dudando le dijo:
—¿No la guardaste sin doblar en algún lado?
—No amor. Recuerda que ese día la guardé delante
de ti en mi cartera. ¡Es más! Quiero que escribas algo en
ella para mostrártela en el otro Universo paralelo.
Ella comenzó a sentir temor por todo lo que estaba
ocurriendo.
Al ver que permanecía en silencio dudando, su espo-
so le volvió a pedir:
—Escribe algo, lo que se te ocurra y fírmalo.
Dudando aún de sus palabras, tomó la pluma y escri-
bió debajo de lo ya escrito:

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Puerta dorada, lunes 19 de Noviembre de 2012.


Hora: 10 pm.

—Ayer no estuve con JC —Le dijo— estuve en el


otro Universo paralelo.
Ella levantó la mirada de la hoja de papel para mirar-
lo. —Sí Susana, estuve contigo en el otro mundo parale-
lo, y te pedí que escribieras algo en esta hoja —le dijo
señalándola— para no perderte, ya que estuvimos a pun-
to de divorciarnos debido a tus dudas.
Ella se le quedó mirando tratando de recordar ese
incidente.
—Tengo que tomar una decisión importante sobre
nuestra vida.
—¿Me vas a dejar?—. Le preguntó inquieta.
—No sé qué debo hacer, si quedarme contigo en este
mundo paralelo, o en el otro con mis hijas pequeñas.
—¿No es un pretexto para irte con otra mujer?—. Le
preguntó con desconfianza.
—Eso fue lo mismo que me dijiste en el otro mundo
paralelo. ¿Lo recuerdas?
Su esposa guardó silencio recordando aquellos mo-
mentos y asintió con la cabeza.
—Por tal motivo te pedí que firmaras la hoja para
demostrarte que estoy cambiando de universos, constan-
temente. No sé cuándo va a parar, ni sé cómo detener es-
tos cambios. Pero si realmente quiero detenerlo, debo
tomar la decisión de quedarme con una de las dos espo-
sas, la anterior o contigo.
Tomó la hoja de papel y la guardó de nuevo en su
cartera.
Percibió una tristeza por parte de ella.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿Qué quieres hacer?


—No sé todavía—. Le respondió.
—¿Y quién va ocupar tu lugar? ¿Tu “otro yo”? ¿O
me voy a quedar sola?
—Parece que se quedaría contigo mi “otro ser” y yo
me quedaría contigo y con mis hijas en el otro mundo
paralelo.
Susana dejó correr unas lágrimas, su marido se le-
vantó de la silla y la abrazó.
—No llores Susana, no quiero dejarte, pero creo que
mis hijas me necesitan en el otro mundo porque aún
están muy pequeñas.
—Si, pero ese mundo ya lo viviste. Ya las viste cre-
cer, y míralas en donde están ahora. Ya crecieron y se
casaron. No pretendas cambiar nada—. Le dijo desespe-
rada.
—No voy a cambiar nada, solo voy a vivir con ellas
el tiempo que no pude vivirlo, debido a mis viajes cons-
tantes y a mis borracheras que tuve.
—Mira en donde estamos viviendo ahora, en nuestra
casa propia, no vivimos ya en la Sánchez Célis, y tú tie-
nes un trabajo estable y yo también.
Se separó de su abrazo y le dijo molesta:
—¡Yo no quiero a ningún “otro ser”, prefiero vivir
sola, al fin y al cabo siempre me dejaste sola!
—Por esa razón debo estar allá, para recompensarte
por todo lo que no estuve contigo.
Ella ya quiso escuchar más, se levantó y subió los
escalones dirigiéndose a la recámara.
Lo dejó solo en la mesa de la cocina, pensando en
que tenía razón. Su mundo era este. Ya no podía dejarla
sola nuevamente. Ya había padecido mucho tiempo de
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

soledad, y preocupaciones debido a la vida que él le hab-


ía dado.
José permaneció un rato, pensando en todo lo que
ella le había dicho.
Después de unos momentos subió para informarle
sobre la decisión que había tomado.
Abrió la puerta de la recámara y vio a su esposa
acostada de lado, sollozando. Al tratar de entrar a la re-
cámara los sorprendió un terremoto más fuerte que los
anteriores, haciendo que la lámpara del techo se moviera.
Ninguno de los dos se explicó la razón de que la
lámpara hubiera estallado en mil pedazos, antes de fun-
dirse, causando un destello luminoso muy intenso.
Eso hizo que su esposa se levantara de la cama asus-
tada, y salieran los cinco miembros de la familia para
colocarse en un sitio más seguro fuera de la casa.
Sus hijas estaban asustadas realmente.
Después se enteraron que había sido de una magni-
tud, de 6.1 grados.
El movimiento telúrico había durado 55 segundos y
por suerte no hubo desgracias personales.
No podía comprender que había sucedido.
Sus hijas ya estaban muy grandes. Yasmín parecía
tener dieciocho años. Aline dieciséis años y María diez
años.
Pasado el momento del susto, regresaron de nuevo a
la casa, y su esposa muy seria le preguntó:
—¿Cuándo regresaste?
—Hoy mismo, —Le contestó— pero no me fui tanto
tiempo, sino tan solo un día.
—¿Te parece que fue un solo día?
Ella tenía razón. Sus hijas ya estaban grandes.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Sus pensamientos fueron interrumpidos.


—¿No te parece suficiente con los tres años que te
fuiste con la otra vieja sin saber nada de ti?
Sus hijas lo miraban en silencio, hasta que su hija
Yasmín dijo algo:
—Bueno ahí los dejo con sus problemas maritales,
yo me voy a dormir porque mañana trabajo muy tempra-
no.
—Yo también—. Respondió Aline y se retiraron a
dormir. Solo permaneció la pequeña María tomando su
mano. Se dio cuenta de que nada había cambiado. Había
dejado nuevamente sola a su familia como lo había
hecho anteriormente.
Lo que José no lograba comprender, eran los tres
años que transcurrieron sin saber lo que realmente suce-
dió.
—¿Podemos hablar?
—¡Claro!—. Le respondió molesta.
—Ve a dormir mi vida—. Le dijo José a su pequeña.
—Buenas noches papi—. Le dijo y se retiró a la re-
cámara donde dormían las tres.
—Bueno, empieza a contarme donde estuviste estos
tres años que no supimos nada de ti.
José no dejaba de pensar en los tres años. Su esposa
tenía razón. La prueba estaba en sus hijas ya crecidas.
—¿Recuerdas la carta en la que escribiste una fecha?
—¡No, no me acuerdo!
Sacó la hoja de la cartera y se la mostró.
—¿Recuerdas esta hoja que guardé en mi cartera?
—¡No! Te digo que no la recuerdo—. Le respondió
molesta.
La desdobló y se extrañó que los bordes oscuros, es-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

tuvieran más pronunciados, como si hubieran sido que-


mados ligeramente.
—Tú escribiste esto, a ver si lo recuerdas. “Mazatlán
Sinaloa domingo 18 de Noviembre de 2001. Hora: 10
am.”
—A ver, déjame verlo—. Le dijo su esposa tratando
de tomar la hoja de papel.
Él la detuvo y le dijo:
—¡Espera! Hay algo escrito debajo de esas líneas, y
tú lo escribiste también.
Le mostró la hoja y su esposa vio lo que tenía escri-
to.

Mazatlán Sinaloa, Domingo 18 de Noviembre de


2001. Hora: 10 am.
Puerta dorada, Lunes 19 de Noviembre de 2012.
Hora: 10 pm.

Susana se quedó con la boca abierta al ver estampa-


da su firma en las dos frases.
—¡Me acuerdo de esta hoja! —Dijo asombrada—
Pero no sé quien escribió lo demás, y que haya falsifica-
do mi firma.
—Bueno, eso te lo explico después. —La interrum-
pió— ¿Entonces, si recuerdas cuando escribiste la prime-
ra frase?
—Si, fue hace tres años antes de que te fueras con la
otra mujer—. Le dijo mirándolo furiosamente.
—No amor. Nunca me fui con ninguna otra mujer,
en todo caso, si me hubiera ido con otra; fue contigo en
el mundo paralelo que se encuentra en otro Universo pa-
ralelo.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¡No me salgas con cuentos!


—¿No recuerdas lo que hablamos? ¿No recuerdas
cuando te conté que tenía otra esposa y otras hijas en otro
Universo paralelo? ¿Y que a veces estaba allá con ellas,
y a veces aquí contigo?
Su esposa permaneció en silencio tratando de recor-
dar.
—Tú sonreíste y me hiciste una pregunta
¿Recuerdas? Me preguntaste si seguías siendo bonita, y
yo te respondí que mucho más que ahora.
Su esposa guardó silencio recordando todo lo que
habían hablado en ese entonces.
José continuó:
—Tú me preguntaste con cuál de las dos quería es-
tar, y yo te respondí que no sabía, que quería estar con
las dos.
Susana se llevó la mano a la frente tratando de des-
pejar las dudas y tratar de entender lo estaba ocurriendo.
—No estuve con ninguna otra mujer, estuve en otro
mundo paralelo, dentro de otro Universo paralelo. Tú es-
cribiste la segunda frase en el año 2012 al día siguiente.
No vengo del futuro, vengo de otro Universo. Lo que se
me hace extraño es que se están reduciendo los tiempos.
—¿Cómo es eso?
—El primer viaje que tuve a este mundo paralelo,
fue cuando las niñas estaban aún muy pequeñas y María
todavía no nacía. Eso sucedió en el año de 1993, después
se fueron acortando las distancias. Lo que no logro en-
tender es: ¿Por qué ahora en tan poco tiempo me encuen-
tro en el 2004?
Su esposa no decía nada, trataba de asimilar lo que
estaba sucediendo.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿No te has dado cuenta de que cada vez que vengo


del otro Universo paralelo, se produce un temblor? Pero
todo eso se debía a que mi “otro ser” se encontraba muy
cerca de mí, y no podemos estar juntos a la vez, ya que
se produciría una vibración tan fuerte que produciría un
movimiento telúrico. Lo que no entiendo es. ¿Por qué
tembló hoy, si no vi a mi “otro ser” rondando por aquí?
Su esposa se puso de pie y le preguntó:
—¿Qué es lo que quieres hacer?
La abrazó y le dijo:
—Por lo pronto te pido que confíes en mí, y que en-
tiendas que no tengo ninguna otra mujer, y que mi inten-
ción era quedarme contigo, para recuperar el tiempo per-
dido contigo y con las niñas.
—¿Querías? ¿Qué ya no quieres?
—Si, pero —Dudando le dijo— nuestras hijas ya
crecieron. Volví a dejarlas solas otra vez y no pude recu-
perar el tiempo perdido, ni pasar la mayor parte del tiem-
po con ustedes. No sé qué sucedió en esos tres años, si
todo esto que ocurrió, para mí solamente fueron tres días.
—¿Estuviste conmigo en el otro mundo?
—Sí amor y me dijiste que no querías a tu lado a
ningún “otro ser”, que preferías estar sola porque al fin y
al cabo siempre lo habías estado.
—¿Que más te dije?
—Nada, te fuiste a la recámara llorando, y cuando
iba a comunicarte sobre la decisión que había tomado,
me encontré en la recámara de esta casa, en la colonia
Sánchez Célis, y con un temblor intenso.
—¿En donde viviremos en el año 2012?—. Le pre-
guntó ella.
—En “Puerta dorada”.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿Dónde queda eso?


—Aún no se construye, sino hasta este 2004 comien-
zan las obras.
—¿Es zona residencial?—. Le preguntó ella alimen-
tando sus fantasías y sus ilusiones.
—Sí, es una zona muy bonita con alberca.
—¿Cómo la adquiriste?
—No, querrás decir, cómo la adquirimos. Porque tú
también contribuiste debido al sueldo tan alto que ganas
con tu nuevo puesto que tienes en un hotel muy impor-
tante de esta ciudad, y que tampoco se construye sino
hasta el 2009.
—¿Cuál va a ser mi puesto?
—Serás directora de ventas de ese hotel, percibiendo
grandes ingresos, y nuestras hijas estarán casadas y vi-
viendo en diferentes ciudades con sus esposos.
—Cuéntame más cómo voy a ser en el futuro.
—Serás más bonita que ahora, tu belleza se irá acre-
centando de acuerdo a tu edad. Aline se casó con un mu-
chacho y vive en Estados Unidos, Yasmín se regresó al
Distrito Federal con un puesto similar al tuyo, percibien-
do grandes ingresos y está casada con un extranjero que
es gerente de un hotel.
—¿Y María?
—Ella aún vive con nosotros, está soltera y es muy
feliz.
Susana paseó la mirada por el pequeño apartamento
donde vivían, y dijo:
—Me gustaría que tuvieran nuestras hijas una re-
cámara para cada una de ellas.
José se acercó para abrazarla y le dijo:
—La vamos a tener, por eso quise regresar con uste-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

des. Para sacarlas adelante y que tengamos esa casa ma-


ravillosa, y una vida diferente.
—¿No son alucinaciones tuyas debido a tu enferme-
dad?
—No amor. El extraterrestre se comunicó conmigo y
me dijo lo que sucedía y me advirtió sobre las cosas que
no debería hacer.
—¿Qué es lo que no debes hacer?
—Hacer modificaciones en este mundo paralelo—.
Le dijo no muy convencido, debido a las modificaciones
que pensaba realizar.
Susana permaneció pensativa un instante, antes de
preguntarle.
—¿Y qué quieres hacer?
—Quedarme con ustedes—. Le dijo totalmente con-
vencido.
—¿Y qué va a pasar conmigo en el otro mundo?
¿Qué voy hacer sin ti allá?
No supo que responderle.

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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Capítulo V

Era muy temprano cuando Susana lo despertó, para


despedirse de él diciéndole:
—Ya me voy al trabajo, te veo por la noche.
—¿Y las niñas, digo; las muchachas?—. Le pre-
guntó.
—Yasmín en el trabajo, Aline en la preparatoria y
María en el coche esperando para llevarla a la escuela, de
ahí me voy al trabajo.
Se enderezó para abrazarla y le dijo:
—Solo recuerda una cosa, te amo.
—Yo también. Y si es verdad lo que me contaste,
tenlo por seguro que te esperaré toda la vida si con esto
estás creando nuestro futuro. Ya no quiero vivir aquí.
—Te prometo que por eso estoy aquí, para crear
nuestro futuro.
Se despidieron y más tarde se levantaba para visitar
a su amigo el “chido”, trataría de convencerlo de que es-
cribiera un libro sobre lo que le había narrado.
Al verlo llegar, no lo quiso atender.
—Estoy un poco ocupado—. Le dijo en cuanto José
se detuvo frente a la puerta de su casa.
Lo había estado observando a través de la ventana de
su casa cuando José llegó caminando.
Sin decir nada, se dio la vuelta y regresó sobre sus
pasos. Se dio cuenta de que si quería publicar esto, debía
buscar ayuda en otra parte.
Ya encontraría a quien contarle su historia.
Pensó que el “chido” creyó que estaba loco. Tam-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

bién él llegó a creerlo. Así que para poder estar seguro de


que no estaba enloqueciendo, cada día que permanecía
junto a lo que “quedaba de su familia”, en ese mundo pa-
ralelo, lo anotaba en una libreta.
Se refería a “lo que quedaba”, porque ya casi no veía
a sus dos hijas por las actividades que tenían. Ya habían
crecido y sus compromisos también.
Las veía poco, y cuando regresaban a casa ya era tar-
de, al igual que su esposa. No había cambiado nada. Lo
que todavía no sabía era la razón de esos tres años de au-
sencia.
Abrió la libreta y comenzó a escribir:

1.- La gente vestía con ropa de los años 50´s. ¿Por


qué?
2.- Lo curioso de todo esto era que no existían los
colores, todo era en blanco y negro, excepto yo.
¿Porque?
3.- Me dijo Ptah que mi “otro ser” es muy importan-
te para continuar con la vida en Marduk, ¿Que es Mar-
duk?
4.- Podemos ser nosotros mismos en otros Universos
paralelos. ¿Cómo es eso?
5.- Llamé a mi esposa y me contestó la del pasado.
Dejé pasar unos minutos y al llamarla, me respondió la
del presente. ¿Cómo y porqué puedo cambiar del pasado
al futuro en un instante?
6.- Llegué a la casa y no estaba mi familia. Si mo-
mentos antes había escuchado pasos cuando se dirigían
a abrir la puerta. ¿Qué había ocurrido? ¿En dónde esta-
ba mi familia?
7.- Tenía tres días durmiendo y desperté cuando mi
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

esposa me tocó la frente. ¿Cómo cambié al pasado en un


instante?
8.- Lo que se me hace extraño es que se están redu-
ciendo los tiempos. ¿Por qué?
9.- ¿Por qué tembló ese día si no vi al “otro ser”
rondando por aquí?
10.- Comencé a anotar todo lo sucedido y no hay
modificaciones en la libreta cuando ingreso a los dos
Universos. ¿Por qué?

Su hija María era la única que lo acompañaba debido


a su corta edad. Veían las caricaturas en la televisión los
dos juntos, y hacían sus tareas. La caricatura que más
disfrutaban los dos, era las de las chicas súper-poderosas,
ya que así les decía a sus tres hijas: Bombón, Bellota y
Burbuja.
Como si fuera una obsesión, casi todos los días salía
al lugar donde se iba a construir el fraccionamiento
“Puerta dorada”. Solo para regresar frustrado al ver que
todavía no había indicios de una futura construcción.
Al cabo de un año, por fin vio el gran anuncio encla-
vado en un gran lote donde se anunciaba el lugar donde
estaría su futura casa.
No había tenido ningún problema con sus viajes al
otro mundo paralelo en todo ese tiempo que pasó con su
familia. Estaba convencido de que ya se había terminado
y de que iba a vivir en paz con sus hijas en esta época.
No extrañaba las comodidades que había tenido en el
otro mundo paralelo. Su conciencia estaba lúcida y tenía
muy bien guardados los recuerdos y experiencias que le
habían sucedido en el “otro lado”.
Ese día decidió hacer un experimento.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Debido a que su hija María siempre permanecía con


él, una mañana muy temprano se dirigieron al fracciona-
miento “Puerta dorada” que se estaba construyendo. La
traía muy bien cogida de la mano, como temiendo que
algo o alguien se la fuera a arrebatar.
Quería ver lo que pasaba si llevaba a su hija con él, y
que en ese momento fuera súbitamente transportado al
otro mundo paralelo.
Después supo por boca de Ptah, que había sido una
imprudencia de su parte, porque el único que se transpor-
taba era él, y no los que lo rodeaban. Si hubiera sido
transportado en ese momento, su hija hubiera quedado
abandonada en medio de la ciudad, con peligro a perder-
se o sufrir un accidente.
Ese día no había asistido a la escuela porque se hab-
ía sentido un poco enferma.
Era el mes de Junio y eran aproximadamente las 8 de
la mañana. Le había pedido a su esposa que los dejara
cerca de una ruta para dirigirse al fraccionamiento, mien-
tras ella se dirigía a su trabajo.
—¿A dónde van tan temprano?—. Le había pregun-
tado.
—A caminar cerca de la marina. —Le mintió— Le
prometí a María que iríamos.
No quería darle falsas esperanzas, por si acaso to-
davía no iniciaban los preparativos para construir el lugar
donde estaría su futura casa.
Grande fue su sorpresa al llegar, cuando vieron que
en la gran extensión de tierra ya empezaba a verse movi-
miento. Había maquinaria pesada y camiones acarreando
materiales para la construcción.
Le dijo a su hija:
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Aquí se va a construir la casa donde vamos a vi-


vir.
—¿Tan lejos? Si no hay nada y está feo—. Le dijo
dentro de su natural candidez.
—Por el día de hoy está feo, pero dentro de unos
años, esto será una zona residencial muy bonita.
Se dieron la vuelta para regresar a su domicilio. Se
encontraban esperando el autobús, cuando de pronto
María vio pasar a su mamá en un coche.
—¡Ahí va mi mamá!—. Le dijo a su padre.
Al verla, su hija comenzó a gritarle:
—¡Mami, mami!
Su esposa escuchó la voz de María y volteó inmedia-
tamente. Casi provocaba un accidente de tránsito por dis-
traerse, al verla saludándola mientras pasaba frente a
ellos.
Una cuadra más adelante, dio la vuelta para regresar
a donde estaban y se paró en la acera de enfrente. Los
separaba únicamente el camellón en medio de la calle.
Su esposa al verlos exclamó:
—¡No puede ser!
Se bajó del vehículo y se dejó caer de rodillas al pi-
so. José y su hija se fueron acercando poco a poco a ella.
—¡No puede ser!—. Repetía lo mismo.
José no lograba entender lo que le ocurría.
De pronto lo comprendió todo.
Su esposa siempre conducía el coche que le había
regalado su hermano, un golf color azul modelo 1993,
pero en ese momento ella conducía un Chevrolet Cruze
modelo 2012 color rojo fuego.
Su hija gritó emocionada:
—¡Qué bonito coche mami!
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Ese auto todavía no salía al mercado.


Su hija tenía once años de edad, y ese coche lo
compró cuando María iba a cumplir los dieciocho años.
Faltaban todavía siete años para que saliera a la ven-
ta.
—¡Qué bonito uniforme traes puesto mami!—. Le
dijo emocionada.
Eran las 8:28 de la mañana de ese 5 de Junio.
María corrió hacia su madre, cuando de pronto un
temblor de tierra con una magnitud de 5.5 grados, los
hizo buscar donde protegerse debido a que los cables que
colgaban de los postes, se balanceaban por el movimien-
to telúrico. El movimiento produjo una chispa que lo des-
lumbró.
José esquivó la mirada tan solo por un instante, evi-
tando la luz incandescente y tratar de proteger a su hija.
Cuando volteó a buscar a su esposa, ella ya no estaba.
—¿Y mi mamá?—. Preguntó María.
No supo que responderle y solo le dijo:
—Ya se fue.
—¿Tan pronto?—. Le preguntó extrañada.
El movimiento telúrico fue de solo unos segundos.
La tomó de la mano y se dirigieron a esperar el au-
tobús que los llevaría de regreso a su casa.
Durante todo el camino José no dejaba de pensar en
lo que había ocurrido.
Mientras regresaban a casa en el autobús, José hacía
una nueva anotación en su libreta.
Más tarde y estando en casa en compañía de su fami-
lia, María se encargó de narrarle a su madre lo aconteci-
do.
—Fuimos a ver el fraccionamiento donde se va a
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

construir la casa, y nos “agarró” el temblor.


—Si, me preocupé mucho por las muchachas. Por
fortuna se comunicaron inmediatamente al trabajo, para
avisarme que estaban bien—. Dijo su esposa.
—¿Y a donde te fuiste tan rápido?—. Le preguntó
María a su madre.
—¿Cuando?—. Preguntó ella extrañada.
—Hoy por la mañana —Y exclamó— ¡Y qué coche
tan bonito traías!
—¿Qué coche?
—¡Hay mamá, el rojo tan bonito. ¿De quién es?
Susana miró extrañada a José.
Él le tomó la mano y le dijo:
—Deja te explico todo. Te vimos en la construcción
de “Puerta dorada” y venías conduciendo un coche color
rojo modelo 2012, es el que te vas a comprar en el otro
mundo paralelo.
Su esposa quiso decir algo, y él la interrumpió:
—Deja que termine de contarte todo.
Ella se cruzó de brazos dispuesta a escucharlo.
—Nos viste y te quedaste con la boca abierta al ver a
María así de pequeña junto conmigo. Lo que no entiendo
es cómo viajaste a este mundo, ni tampoco el temblor de
tierra que se produjo. Se supone que se producía única-
mente cuando yo me encontraba con mi “otro ser”, es
decir; con el “otro yo” que vive en el otro mundo parale-
lo, debido a que crea una vibración muy alta al encon-
trarnos los dos, en el mismo tiempo y espacio, pero en
este caso no lo entiendo. A menos que…..
—¿Qué cosa?—. Le preguntó su esposa.
—A menos que haya venido María contigo en el co-
che y que no la hayamos visto.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿Yo? —Interrumpió María— Si estaba contigo


papi.
No supo que responderle y solo le acarició la cabeza.
—¡Y qué bonito uniforme traías puesto mami!—. Le
dijo su hija emocionada.
—¿Uniforme?—. Preguntó Susana.
—Sí, es el uniforme que usarás en tu nuevo trabajo.
Es un saco muy elegante con una falda.
Su esposa no sabía que decir. Estaba más confundida
que su esposo.
—¿Y a qué fueron a ese lugar?—. Preguntó ella.
—Para ver el lugar donde vamos a comprar la casa
en el otro mundo.
Se interesó por el tema y le preguntó:
—Pero. ¿Cómo la vamos a comprar?
—No sé si sea correcto esto que te voy a decir, pero
te van a ofrecer un buen puesto con un buen sueldo en
otro hotel que van a abrir, creo que es un hotel español.
Es por eso que tendrás ese uniforme tan elegante.
—¿En serio?
—Si—. Le respondió con cierto temor de estar cam-
biando el otro mundo paralelo, o su futuro.
Susana lo escuchaba en silencio.
Después de meditar todo lo que le estaba diciendo, le
preguntó:
—¿Y cuándo vamos a comprar la casa?
Lo pensó tan solo por un solo momento, y sin impor-
tarle las consecuencias que esto le pudiera acarrear, por
anticiparle los hechos, le respondió:
—En el 2009.
—Con la mirada perdida mirando fijamente al piso
musitó:
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Faltan cuatro años.


—Sí, —Le respondió— y yo también voy hacer al-
go.
Lo miró fijamente y frunciendo el ceño le preguntó:
—¿Qué cosa?
—Yo voy a entrar a un hotel en el año 2008 ganando
un buen sueldo, con el cual vamos a dar el enganche de
la casa.
—¿A qué hotel?—. Le interrumpió.
Sonriendo le dijo:
—No te lo voy a decir, solo que iré antes del 2008,
es decir en este año 2005 para empezar a ganar ese dine-
ro que nos está esperando.
Su esposa no terminaba por asimilar por completo
todo lo que estaba ocurriendo. Solo lo miró incrédula sin
saber que decir. Solo guardaba la esperanza de que con
esta experiencia vivida, no ocasionara problemas en su
matrimonio. Sentía una angustia sin poder describir.
Unos días después José se presentaba en el hotel en
donde deseaba trabajar.
—¿Me podría comunicar con el señor Martínez?—
Le preguntó a la secretaria del gerente.
—¿Tiene cita con él?
—No, pero me gustaría que me anunciara con él.
—El señor Martínez está en una junta en este mo-
mento, no lo puede atender. —Le dijo— Si gusta propor-
cióneme su nombre y un número de teléfono para que se
comunique después con usted.
José pensó: “Esta historia ya la conozco, te dicen eso
y nunca te llaman, o en el peor de los casos la secretaria
bota tus datos al cesto de la basura”.
—No gracias, regreso después—. Le dijo y salió de
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su oficina.
Se quedó paseando por el lobby del hotel, haciendo
tiempo para tratar de encontrarse con el gerente.
Se acercó al capitán de los “Bell boy” y le preguntó:
—Disculpe. ¿El señor Martínez sale a comer a su
casa?
—Sí —Le dijo mirando su reloj— pero hasta las dos
de la tarde. Faltan dos horas para que se retire.
—¿Y por donde sale cuando se retira?
—Pasa por aquí y se dirige a su coche que está esta-
cionado allá en el estacionamiento—. Le dijo señalando
el lugar donde se encontraba el vehículo.
Permaneció esas dos horas paseando por el lobby del
hotel y de vez en cuando salía al estacionamiento, para
regresar de nuevo y sentarse a leer unas revistas que esta-
ban sobre una de las pequeñas mesas del lobby.
Al cabo de dos horas el capitán de los “Bell boy” le
hizo una seña, de que ya venía el gerente por el pasillo.
José se levantó de inmediato y corrió a su encuentro.
—¿Señor Martínez?—. Le preguntó.
El gerente se detuvo para mirarlo y le dijo:
—Si, a sus órdenes.
—Permítame presentarme, vengo a ofrecerme como
gerente de bodas y banquetes en su hotel, se de antemano
que ya tienen uno, pero permítame presentarle mi siste-
ma de trabajo y mi experiencia que tengo en organizar
banquetes en la ciudad de México.
—¿Es del Distrito Federal?—. Le preguntó sonrien-
do.
—Sí—. Le respondió.
—Yo también —Le extendió la mano y le pre-
guntó— ¿Cómo se llama?
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Le dijo su nombre y se fueron conversando hacia su


vehículo.
Permanecieron conversando en el estacionamiento,
durante unos minutos más y antes de despedirse le dijo:
—Entonces lo espero mañana para presentarlo a mi
equipo de trabajo.
—¡Muchas gracias!—. Le respondió emocionado.
Lo vio partir en su coche.
José todavía no podía creer que se hubiera interesado
en que trabajara para su hotel.
Se dirigió a la parada del transporte urbano.
Tras abordarlo se llenó de euforia. Se sentía tan feliz
de que todo se estuviera solucionando que no se dio
cuenta de lo que ocurrió después.
Iba llegando a su destino, cuando un rayo iluminó
todo el camino y sintió unas gotas de lluvia que le gol-
peaban en el rostro a través de la ventanilla abierta del
camión, eso lo hizo volver a la realidad.
¡No podía ser!
Estaba de nuevo en el año 2012, y estaba lloviendo.
Eran las cuatro de la tarde. Descendió del autobús y
tomó un taxi para dirigirse a su casa en “Puerta dorada”.
Se sentía frustrado y desesperado. Si no regresaba
pronto a su otro mundo, perdería el trabajo con el señor
Martínez.
Al llegar a su casa, escuchó a su perra ladrar desde el
interior. Los ladridos lo hicieron permanecer alerta.
Con mucho sigilo introdujo la llave en la cerradura,
y a pesar de que “Kiara” volteó a verlo, no dejó de la-
drar.
Ella le estaba ladrando a alguien en la cocina, parec-
ía que lo tenía atrapado y no lo dejaba salir.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Antes de llegar a la cocina, se dirigió al estudio y


tomó un martillo de la caja de herramientas. Con la mano
en alto sosteniendo la improvisada arma, se encaminó
con cierto temor a la cocina.
Poco a poco se fue acercando.
Se puso en guardia para atacar al intruso.
Se fue acercando lentamente con el brazo en alto,
dispuesto a descargar el golpe en contra de quien hubiese
osado entrar a su casa. Tampoco descartaba la posibili-
dad de que se hubiera introducido algún gato o tejón.
Al verlo se paralizó de terror. No pudo ni siquiera
mover el brazo.
Se encontró cara a cara con un hombrecillo color
gris oscuro pequeño, que media aproximadamente 1.50
metros de estatura. Tenía la cabeza grande y calva sin
cabello. Su cabeza era abovedada, como si fuera una pera
invertida casi toda café, sin nada de color blanco en ella.
Lo más espeluznante que tenía ese ser, eran sus ojos.
José sintió que miraba fijamente a través de él, lo
miró y se paralizó de terror. Estaba encima de la estufa
asustado por los ladridos de “Kiara”.
Aún permanecía en guardia con el brazo en alto sos-
teniendo el martillo, mientras “Kiara” no dejaba de la-
drar.
El extraterrestre dejó de mirarlo y desvió su mirada a
la perra. José temió por la vida de su mascota.
La tomó por la correa que tenía en el cuello para ale-
jarla de ese horripilante ser.
Lo que ocurrió después no lo pudo asimilar.
José no había desviado la mirada de ese ser, sino una
fracción de segundo para tomar a su perra, cuando al vol-
tear de nuevo, ya no estaba sobre la estufa.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Simplemente había desaparecido. Se había esfumado


en un instante.
Fue entonces cuando “Kiara” dejó de ladrar.
No fue un sueño, porque José estaba despierto. Tam-
poco fue una ilusión porque su perra lo vio antes que él.
Ahora comprendía que no era producto de su enferme-
dad. Estaba convencido de que sí había visto a un extra-
terrestre y había sido abducido. Las pastillas salían so-
brando.
Decidió que dejaría de tomarlas.
Con el martillo en la mano, subieron “Kiara” y él a
buscar al extraterrestre habitación por habitación, pero no
lograron encontrarlo.
No pudo evitar sentir pánico. No podía olvidar su
mirada que denotaba enojo, furia. Era una mirada aterra-
dora.
Trató de comunicarse con Ptah, pero sin ningún éxi-
to. No lograba entender por qué no aparecía como antes
lo hacía.
Sacó la libreta de su bolsillo y anotó lo ocurrido en
ese día. Se encontraba haciendo anotaciones cuando de
pronto, una llamada a su celular lo hizo pegar un salto.
Miró en su celular que era su amigo JC.
—¿Qué pasa?—. Le preguntó.
—Necesito que hablemos.
—¿Qué sucede?—. Le preguntó angustiado.
—¡Ven a la casa! —Lo apremió— No te tardes.
Salió como un bólido de su casa dejando a “Kiara” al
cuidado de la misma. Tomó un taxi y durante el trayecto
le llamó a su esposa.
—¿Qué pasó contigo?—. Le preguntó con cierta tris-
teza.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—No puedo explicarlo ahora, solo que sucedió otra


vez—. Le dijo debido a que el taxista estaba escuchando.
—¿En donde estuviste todo este tiempo?
—En el otro “lado”—. Le dijo esperando que pudie-
ra comprenderlo.
—¿Todo un año?
—Sí, lo siento. Fue involuntario—. Acertó a decir.
—Necesito verte para platicar contigo de algo que
me sucedió—. Le dijo angustiada.
—¿Qué te sucedió? —. Le preguntó angustiado.
—Cuando nos veamos te digo.
—No vayas a la casa, nos encontramos más tarde en
algún otro lugar.
—¿En dónde estás?
—Voy camino a casa de JC.
—Tengo miedo—. Le dijo angustiada.
—Yo también, pero de algo que acaba de suceder en
la casa.
—¿Qué pasó?
—Te digo después, solo que no vayas a la casa. ¡Por
favor!
—Está bien. Te llamo en cuanto salga del trabajo.
Cortaron la comunicación y poco después se encon-
traba en casa del “chido”.
Al llegar a la puerta de su casa, su amigo lo estaba
esperando. Le cedió el paso y antes de entrar, JC se
asomó por la puerta para ver si no lo había seguido al-
guien.
—¿Qué sucede?—. Le preguntó una vez que se en-
contraban sentados frente a frente, en la sala de su casa.
—Necesito darte una explicación, de por qué no qui-
se abrirte la puerta ese día que viniste a buscarme.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿Qué está ocurriendo? —Le preguntó al verlo tan


angustiado— ¿Por qué tantas precauciones?
—Necesito contarte algo de mi vida y la razón por la
cual vine a refugiarme a esta ciudad lejos de Londres.
José se quedó a la expectativa dispuesto a escuchar-
lo. Parecía que era más importante lo que tenía que decir-
le su amigo, que la experiencia que acababa de tener con
la horripilante criatura.
—Tú no sabes esto, pero mi nombre James Casbolt
tal como me conoces; es muy conocido en ciertos secto-
res del gobierno de mi país, debido a que fui un agente
del MI-6 que trabajó en operaciones de narcotráfico en
Londres desde 1995 a 1999.
—¿Qué cosa?—. Le preguntó al escuchar lo que le
estaba diciendo.
José lo conocía muy bien desde hacía ya varios años,
siempre le había parecido que era un maestro universita-
rio muy tranquilo.
—Si, es verdad. Provengo de una familia donde va-
rios miembros de ella, también formaron parte del MI-6.
Mi abuelo paterno, perteneció a la naval, mi tío era un
oficial del MI-5 llamado Brian Casbolt que es el servicio
secreto británico para operaciones nacionales especiali-
zado en logística, y mi abuelo también era un alto mando
de la masonería, y toda la familia estaba formada por ma-
sones.
—¿Qué es el MI-6?—. Le interrumpió.
—Son los servicios secretos británicos para opera-
ciones internacionales. Es la Agencia de Inteligencia ex-
terior del Reino Unido.
José permaneció en silencio para dejarlo continuar.
—Mi padre fue un agente del MI-6, también involu-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

crado en operaciones de narcotráfico. Tuve que salir de


mi ciudad natal Cornwall, allá en Inglaterra, debido a que
quise enmendar mis errores cometidos en contra de la
sociedad, por la participación que tuve con estas opera-
ciones. Quise limpiar mi conciencia y por tal motivo hice
público todos los actos que cometió este cuerpo de inteli-
gencia. Al haber “abierto la boca”, se dio a conocer todo
sobre los crímenes cometidos en contra de la humanidad
donde estas agencias de espionaje están involucradas.
Al estar escuchándolo, José sentía en ese momento
que su vida ya no tenía valor, debido a que si acaso al-
guien sabía de lo que se estaba enterando.
—El MI-6 de Inglaterra y la CIA de Estados Unidos,
han dominado el narcotráfico mundial que mueve cerca
de 500 mil millones de libras al año. Es mucho más que
el mercado del petróleo en todo el mundo. Y en la actua-
lidad se sigue llevando la mayor parte de las drogas ile-
gales a América y a Gran Bretaña.
José no perdía detalle de lo revelado.
Su amigo continuó:
—Están empleando el dinero de estas drogas para
financiar proyectos clasificados como “súper-secretos”
que incluyen la construcción y mantenimiento de bases
militares subterráneas profundas, de las cuales ya hay
4,000 alrededor del mundo. La profundidad media de es-
tas bases es de ocho kilómetros aproximadamente. Algu-
nas son superficiales y otras más profundas. Las bases
tienen el tamaño de una ciudad mediana y hay extrate-
rrestres en ellas.
—¿Extraterrestres?—. Le interrumpió asombrado
por lo que acababa de escuchar.
La mente de José comenzó a trabajar a mil revolu-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

ciones por minuto. Trataba de relacionar a los extrate-


rrestres que lo habían secuestrado, con el hecho de que
su amigo le hubiera llamado para verse urgentemente.
—Si, así como lo oyes. Yo estaba conectado con ex-
agentes de inteligencia que habían trabajado en estas ba-
ses y en otros proyectos relacionados con extraterrestres.
Hay grandes cifras de niños y adultos que están desapa-
reciendo en todo el mundo y terminan en estas bases sub-
terráneas.
—¿Cómo puede ser posible esto?—. Le preguntó
alarmado.
—Como ex-agente del MI-6 que he sido, he visto
alienígenas personalmente, incluso tengo información de
primera mano que puede sorprender extraordinariamente
hasta la persona más escéptica. Estoy plenamente con-
vencido de que cada persona sobre este planeta, necesita
ser consciente de esta información para su futuro.
— ¿Qué función cumplías exactamente en esa
Agencia de Inteligencia cuando trabajabas allí?—. Le
interrumpió con la esperanza de que él no hubiera parti-
cipado en el secuestro de gente inocente.
—Mi función en el MI-6 era la de narcotraficante.
Mi padre también era un agente del MI-6 involucrado en
los más altos niveles del tráfico de drogas. Trabajaba en
conjunto con la CIA y con la mafia de Roma en 1992,
llevando cocaína y heroína a Inglaterra. Mi padre era
propietario de una empresa de transportes en Málaga en
los años 90‟s, la cual era un frente de las operaciones de
tráfico de cannabis del MI-6.
—Perdona mi ignorancia, pero ¿qué es cannabis?—.
Le preguntó extrañado ante una palabra inusual para él.
—“Cannabis sativa” como se le conoce en Inglate-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

rra. Es una especie herbácea de la familia “Cannabácea”


con propiedades psicoactivas, conocida también como
marihuana. Esta planta se da anualmente en las cordille-
ras del Himalaya en Asia.
José movió la cabeza en señal de entendimiento.
—Las lanchas motoras partían de Marruecos hasta la
Costa del Sol repletas de cannabis, quiero decir; ma-
rihuana. Posteriormente era transportada en camiones.
Los camiones a veces parecían transportar fruta y la dro-
ga estaba escondida debajo de la fruta. A mi padre se le
permitía quedarse con una pequeña cantidad de los car-
gamentos de drogas internacionales más importantes, él y
yo vendíamos la droga que se “caía de los camiones” de-
ntro del país.
José esbozó una sonrisa al escuchar el término
“caída”.
—Mi padre y yo llevábamos la cocaína a otra loca-
ción al Norte de Londres. Para darte una idea del tipo de
operaciones en las que estábamos involucrados, tuvimos
un encuentro con un contacto del IRA en el Sur de Lon-
dres a mediados de los años 90‟s.
James hizo una pausa para preguntarle:
—¿Si sabes lo que significa el IRA verdad?
—Si, el Ejército Republicano Irlandés—. Le respon-
dió.
—Ok. Este hombre cuya identidad no puedo revelar,
nos llevó a su piso y le dio a mi padre cuatro kilos de co-
caína. Este piso era la oficina que él utilizaba para sus
negocios de la droga, él no vivía allí.
—Mi padre, —Continuó James— tenía autoridad
para reclutar a agentes para el tráfico de drogas del MI-6
y me reclutó a mí. Sin embargo, la involucración de mi
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

familia en la comunidad de inteligencia internacional; o


mejor dicho espionaje, iba mucho más allá de realizar
tráfico de drogas para el MI-6. Estaba involucrada en
ciertos proyectos secretos.
JC hizo una pausa acompañado de un ademán para
darle a entender sobre ese proyecto.
—Tendríamos que hablar de un asunto mucho más
complejo relacionado con los proyectos de control men-
tal multi-generacional llamados “MK Ultra”. El Doctor
Michael Wolf quien fuera asesinado por la CIA en el año
2000, fue el pionero en crear experimentos para abrir el
cerebro y el modo de estimular las neuronas permitiendo
billones de sinapsis o conexiones, para formar y utilizar
una mente enormemente aumentada, incluyendo la habi-
lidad de comunicarse telepáticamente con los extraterres-
tres.
Esta expansión mental se desarrolló en una serie de
experimentos de control mental bajo el nombre de pro-
yecto MK-Ultra, que luego se utilizó para programar ase-
sinos. El doctor Wolf y sus colegas aprendieron como
extraer o reprimir las memorias humanas. Estas técnicas
no son tan efectivas como los métodos extraterrestres.
Esto condujo también a investigar sobre la visión remota
y otras habilidades psíquicas utilizadas para espiar al
enemigo durante la guerra fría. El resultado final de to-
dos estos experimentos, fue un intento de control mental
de todo el mundo, un pensamiento escalofriante.
James continuó:
—He estado experimentando y viviendo escenarios
de abducciones desde que tengo cinco años. He visto se-
res pequeños grises junto a mi cama en múltiples ocasio-
nes desde que soy un niño. En aquellos momentos me
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

sentía a mi mismo flotar, pero mi cuerpo estaba paraliza-


do y no podía hacer nada al respecto. He sufrido heridas
de agujas en mis brazos y muchas otras cosas que ocu-
rren en los casos de abducciones.
—¡Esto es lo que vi hoy!—. Exclamó José.
—¿Qué dices?—. Le preguntó su amigo.
—Si, como lo oyes. Hoy tuve la visita de un hombre-
cillo “gris” en la casa.
—¡No jodas! —Expresó alarmado James— ¿Tuviste
un encuentro con los grises?
—Si, pero termina de narrar—. Le apremió José.
Ahora iba comprendiendo la razón que tuvo su ami-
go James, al comunicarse con él, debido a su abducción.
Su amigo continuó:
—Tengo pruebas fotográficas de luces extrañas y
rayos láser en mi habitación. Caras materializándose
frente a mí, heridas de agujas que aún permanecen en
mis brazos, y otras cosas en mi sitio de internet. Pero re-
sulta que estas abducciones no eran abducciones de ex-
traterrestres, sino militares.
José sintió que se quedaba helado al escucharlo. Se
preguntaba si Ptah el humanoide con el que se había en-
trevistado, no sería también obra de los militares.
—Trabajando con profesionales especializados en
desprogramación y temas sobre control mental, así como
trabajando con personal de la Agencia Nacional de Segu-
ridad; o NSA como se le conoce, he sido capaz de confir-
mar que estas abducciones y mi trabajo con el M1-6 en
conjunto, han sido parte del control mental altamente cla-
sificado. Existe la clonación de personas, y también pro-
gramas de mejora genética conocidos como el proyecto
“Mannequin”.
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Al escucharlo José sintió una gran angustia, recordó


que había sido clonado por el supuesto extraterrestre.
¿Qué era lo que sucedía en realidad?
—El proyecto “Mannequin” estaba controlado; y aún
lo está, por la NSA en una instalación subterránea en Pe-
asmore Berkshire. Este condado se encuentra en el mis-
mo lugar donde está el castillo de Windsor en el sureste
de Inglaterra. Yo crecí en esa zona.
La NSA —Continuó su amigo— emplea formas de
vida generadas por computadoras para su uso en el pro-
yecto “Mannequin” y para las abducciones en este país.
Se conocen como PLF que significa “Programable Life
Forms”, lo que en español sería FVP “Formas de Vida
Programable”. La tecnología fue cedida a la Agencia
NSA, en uno de los tratados que existe entre seres huma-
nos y extraterrestres que comenzaron allá por el año de
1930.
Dos razas de extraterrestres malevolentes, que pare-
cen ser líderes en esta área del conocimiento, son los
“Grises Zetan” y los reptilianos “Draconianos”, origina-
rios de los sistemas estelares de Orión y Draconis.
El personal de la NSA con quien he hablado sobre
esto, llama a los hombrecillos grises “Robots biológicos
Zetan” ya que parecen ser de algún tipo de raza esclava
creada por la raza de extraterrestres Draconis, para su
servicio.
—¿Draconis? ¿Quiénes son esos?—. Le interrumpió.
—Son los del tipo Reptiloides, llamados también
Reptoides, Gente-Serpiente, Reptilianos o Seres-
Lagartija, quienes vienen de la constelación de Draco.
José recordó de pronto la película llamada “Enemigo
mío” donde se libra una batalla entre un terrícola y un
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

extraterrestre en otros mundos. La trama era que los dos


caen a un mundo olvidado y para sobrevivir tienen que
aprender a convivir juntos. Se hacen amigos y el extrate-
rrestre le dice que viene de Draco, y en efecto era un
humanoide del tipo reptil.
José pensaba: “¿Cómo pudieron crear esos nombres
y esos seres en una película de ciencia ficción que fue
creada en 1985? El título original es “Enemy Mine” y fue
protagonizada por Dennis Quaid y Louis Gossett Jr., co-
mo el reptiliano”.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por James.
—El proyecto “Mannequin” es un programa para
crear genéticamente asesinos, agentes de espionaje y
agentes con capacidades psíquicas. La mayor parte de la
gente secuestrada no es consciente de que forma parte
del programa, debido a su procedimiento de borrado de
memoria altamente sofisticado.
—¿Con que fin crean asesinos?
—Te voy a contar una historia. ¿Recuerdas el asesi-
nato de John Lennon?
—Si, de los “The Beatles”—. Le respondió José.
—Bien, eran alrededor de las 10:50 pm del día 8 de
Diciembre de 1980, poco después de que Lennon y su
esposa Yoko Ono volvieran al Dakota, el apartamento
donde ellos vivían en Nueva York. El asesino Mark Da-
vid Chapman, a quien Lennon le había autografiado una
copia del álbum “Double Fantasy”, y quien esperaba en
el Lobby junto al portero; disparó contra Lennon por la
espalda cinco veces en la entrada al edificio.
El portero Sanjenis Perdomo fue quien lo acusó y
fue el único testigo del hecho. Lennon fue llevado a la
sala de emergencia del cercano Hospital Roosevelt y fue
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

declarado muerto a su llegada a las 11:20 pm. El certifi-


cado de defunción, describió las causas de su muerte:
“Heridas múltiples en el hombro izquierdo y pecho,
pulmón izquierdo y arteria izquierda, hemorragia externa
e interna.”
—Lo curioso, —Continuó su amigo— es que Chap-
man permaneció en el lugar de los hechos hasta que llegó
la policía y fue arrestado. Chapman permaneció en la es-
cena, del crimen y sacó una revista llamada “The Catcher
in the Rye”, que significa “El guardián entre el centeno”,
y leyó algo que él había escrito hasta que llegó la policía.
Miembros del Departamento de Policía de Nueva
York fueron los primeros en examinar los disparos. Re-
conocieron que las heridas de Lennon eran severas y lo
trasladaron en su coche patrulla hasta el hospital. Chap-
man fue arrestado sin ningún incidente y se declaró cul-
pable del delito. Fue sentenciado desde una pena mínima
de veinte años a cadena perpetua.
En la actualidad está encarcelado en el “Attica Co-
rrectional Facility” en Attica Nueva York, después de
haberle sido denegada la libertad condicional en siete
ocasiones.
—¿Pero qué fue lo que lo llevó a cometer el asesina-
to de Lennon?—. Le preguntó.
James lo miró antes de continuar:
—Ahora te explico la conspiración: Chapman co-
menzó a “escuchar voces”. Así fue como lo narró en
Septiembre de 1980, en una carta que le escribió a su
amiga Lynda Irish en la que decía: “Me estoy volviendo
loco” y la firmaba como “The Catcher in the Rye”.
Chapman fue a Nueva York en octubre de 1980 planean-
do asesinar a Lennon y que según él, para pasar a la his-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

toria por ello.


James hizo una pausa para que su amigo pudiera
comprender el argumento del asesino.
—Dejó la ciudad durante un corto tiempo para obte-
ner municiones por parte de una amiga suya en Atlanta.
Después regresó a Nueva York en Noviembre pero, cam-
bió de opinión después de haber ido al cine y sentirse
inspirado por la película “Ordinary People”. Después re-
gresó a Hawái diciéndole a su esposa que había estado
obsesionado con asesinar a Lennon pero que ya no lo es-
taba. Concertó una cita para ver a un psicólogo clínico,
pero en cambio, el 6 de Diciembre voló otra vez a Nueva
York. En el trayecto del aeropuerto al hotel, le ofreció
cocaína a un taxista.
El amigo de José hizo una pausa para dirigirse al re-
frigerador y sacar una cerveza, y le preguntó:
—¿Quieres algo?
—Lo que sea que no tenga alcohol—. Le respondió.
—Un día antes del asesinato —Continuó JC—
Chapman abordó al cantautor James Taylor. Según Tay-
lor dijo que Chapman lo puso contra la pared y que se
encontraba humedecido por un sudor maníaco, decía co-
sas raras sobre lo que iba a hacer, y sobre algunas cosas
que a John le iban a interesar, y que iba a ponerse en con-
tacto con él. En la mañana del 8 de Diciembre de 1980,
partió desde el Hotel Sheraton, dejando algunas cosas
personales en su habitación para que la policía lo pudiera
localizar después de cometer el asesinato.
James regresó con las bebidas, y continuó:
— En su declaración a la policía tres horas después,
Chapman dijo: “En ese momento, mi parte buena ganó y
quería regresar a mi hotel, pero no podía. Esperé hasta
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

que él regresó”. Chapman fue condenado por el crimen


en agosto de 1981, a una pena mínima de veinte años,
antes de solicitar la libertad condicional; a cadena perpe-
tua.
El caso es que ya se cumplieron los veinte años en el
año 2001. Aún permanece en su celda del Correccional
de Attica, puesto que le ha sido denegada la libertad con-
dicional en seis ocasiones.
—A principios de Agosto de 2010, Chapman admi-
tió por primera vez que estaba arrepentido de lo que hizo,
ante la junta de libertad condicional quienes le negaron
su liberación. Pidió nuevamente otra entrevista para optar
por la libertad condicional en agosto de 2012, pero tam-
bién fue rechazada. El convicto deberá esperar otros dos
años más para poder hacer el pedido nuevamente.
José se hundió en sus pensamientos, los cuales fue-
ron interrumpidos por una pregunta de James:
—¿Qué te hace pensar todo esto?
—No sé que pensar sobre su muerte—. Le respon-
dió.
—Te voy a ayudar. ¿Porqué querría el gobierno ver
muerto a Lennon?
—¿El gobierno? —Le preguntó extrañado— ¿Qué
tiene que ver el gobierno en todo esto? ¿No fue acaso
solamente obra de un fanático desquiciado y loco?
Su amigo James sonrió y le comentó:
—Eso es lo mismo que quiere el gobierno que la
gente crea. ¿Por qué no le dan la libertad condicional? Si
lo dejan libre, entonces el gobierno lo “desaparecerá”.
—Suponiendo que todo esto sea verdad, ¿para qué lo
querría muerto el gobierno? Y además ¿A cuál gobierno
te refieres?—. Preguntó extrañado José.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—No hay ningún suponiendo, esto fue una conspira-


ción. Y con respecto a cuál gobierno lo quería ver muer-
to, te diré que los dos.
—¿Tu país y Estados Unidos?—. Le preguntó du-
dando.
—Sí, en efecto.
—Pero. ¿Cuál fue la razón?
—Esa es una historia larga, pero la haré corta. Cuan-
do Lennon se mudó en 1971 a Nueva York, su oposición
a la guerra de Vietnam dio lugar a numerosos intentos
por expulsarlo del país por parte del gobierno de Richard
Nixon, incluso el mismo presidente Nixon quería expul-
sarlo. Mientras tanto, sus canciones fueron adoptadas co-
mo himnos por el movimiento contra la guerra.
—¿Por eso lo mandaron matar debido a sus cancio-
nes de protesta?—Le interrumpió extrañado.
—Aunque parezca infantil, así es. La razón es que
sus canciones atrajeron a una gran multitud de jóvenes
que se opusieron a la guerra, muchos de ellos no se pre-
sentaron a su servicio militar, creando con esto que dis-
minuyera el alistamiento voluntario, dando paso a que
posteriormente fuera una obligación.
¿Recuerdas aquella publicidad que salió después de
la Segunda Guerra Mundial? Era el “tío Sam” señalando
hacia ti con una frase que decía “I Want You for US Ar-
my” Significaba literalmente “Tu país te necesita, ingresa
a la armada.” Debido a la oposición creada por Lennon
para ir a la guerra, el gobierno se dio inmediatamente
cuenta de que Lennon era un obstáculo para ellos, ya que
ejercía más influencia entre los jóvenes que el mismo
“tío Sam”.
—Nunca entenderé por que se llama el tío Sam—.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Le comentó sonriendo.
—El “tío Sam” es la personificación nacional de Es-
tados Unidos. El primer uso de la expresión se remonta a
la Guerra de 1812 y su primera ilustración gráfica fue en
1852. Habitualmente se representa como un anciano,
gesto serio, pelo blanco y barba de chivo, vestido con
ropas alusivas a los símbolos nacionales de los Estados
Unidos.
—No cabe duda que por eso eres un gran renombra-
do maestro universitario, y que tus libros históricos tie-
nen gran aceptación en las escuelas—. Le dijo alabándo-
lo.
—¿Cómo fue que los gobiernos contactaron a David
Chapman para cometer el asesinato? ¿Era miembro de la
CIA?
—No era de la CIA. Te dije que existen abducciones
creadas por los militares—. Respondió James.
—¿En naves espaciales?
—No exactamente, sino estos son secuestros a nivel
terrestre, llevados a cabo con vehículos privados con
cristales negros, además de estar blindados.
—Al estilo de la CIA.
—¡Exacto! El proyecto “Mannequin”, es un progra-
ma para crear genéticamente asesinos, agentes de espio-
naje y agentes especiales. Y como te comenté anterior-
mente, la mayor parte de la gente no es consciente de la
forma como ha sido “reclutada” por parte del programa,
debido al procedimiento de borrado de la memoria.
Estos secuestraron a David Chapman y lo llevaron a
una de las bases subterráneas que existen debajo de la
tierra. Le lavaron el cerebro, y le borraron de la memoria
todo lo relacionado con el secuestro, pero lo programa-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

ron para que asesinara a Lennon.


—Por eso Chapman le había escrito la carta a su
amiga Lynda, en donde le decía que se estaba volviendo
loco. Y también afirmaba estar escuchando voces.
Por fin lograba comprender José los motivos del ase-
sinato. Se preguntaba si así mismo utilizaban a la gente
convirtiéndola en asesinos, como el caso de los estudian-
tes que disparan en las escuelas en Estados Unidos.
¿Pero cuál sería el motivo?
Para no quedarse con alguna duda se lo preguntó:
—¿Acaso utilizan a los estudiantes para que disparen
en sus propias escuelas?
—Aunque duela reconocerlo, así es en efecto.
¿Cómo es posible que siendo estos estudiantes tan inteli-
gentes, pero con problemas de conducta social, como el
caso de Chapman, se conviertan en asesinos en serie?
Esos son experimentos que continúa haciendo el gobier-
no para probar su efectividad, y poder llevarlos a cabo
con soldados enemigos, para que así puedan atacarse en-
tre ellos mismos y dentro de sus propios bandos, de esta
manera se evitaría una guerra inútil. Están tratando de
crear una guerra donde no haya soldados norteamerica-
nos involucrados.
James le hizo una pregunta:
—Ahora dime una cosa José. Si Chapman hubiera
querido asesinar por su propia cuenta a Lennon, hubiera
huido. No se hubiera quedado a esperar a la policía para
que lo arrestara. Tampoco hubiera dejado pistas en su
hotel para que la policía lo encontrara después. ¿Cómo te
explicas esta actitud?
José comprendía que tenía lógica su exposición.
—La razón es que así fue reprogramado—. Finalizó
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

James.
José permaneció unos momentos analizando toda la
explicación dada por su amigo.
—¡Salud!—. Lo interrumpió James levantando la
lata de cerveza.
—¡Salud!—. Respondió José.
Luego le hizo una pregunta:
—¿Cómo funciona el proyecto “Mannequin”, y qué
sucedió con los reptilianos?
—La NSA busca gente de cierto linaje, esta gente
son principalmente de líneas familiares celta o de sangre
azul, es decir; aristocráticas. La gente con este tipo de
genética tiene una predisposición para las habilidades
paranormales, dado que estas culturas han practicado las
habilidades paranormales durante generaciones. Estos
individuos tienen un factor sanguíneo de RH negativo.
—¿Puede ser posible eso de la genética, y que perdu-
re por años incluso por siglos?
—Sí. Puedes observarlo en los rasgos de la raza lati-
na, tienen más actitudes parecidas a los italianos que de
los mismos españoles. Es decir, el comportamiento ex-
plosivo y arrebatado que tienen, son más parecidos a los
italianos, que al contrario de los españoles, quienes son
más pasivos y aletargados.
José recordó a Ptah cuando le narró sobre la aniqui-
lación de los judíos por parte de Hitler, debido a que pre-
servaban el ADN de los Atlantes.
Pero la pregunta sería ¿para qué querrían los extrate-
rrestres destruir lo que quedaba del ADN de los Atlan-
tes?
James continuó:
— Mis primeros recuerdos de la involucración en
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

este proyecto, son cuando fui siendo escoltado hasta aba-


jo, hacia esos túneles a la edad de cinco años por perso-
nal militar. Después descubrí que estas eran entradas a la
red subterránea en Greenham.
—¿Quién te llevó allí? ¿Tu padre?
—No sé cómo llegué allí, no lo recuerdo todavía.
Pero he presenciado escenas tan terroríficas en esas insta-
laciones que no pude hablar de ello en una entrevista
pública. Estas escenas incluyen ver entidades no huma-
nos, y humanos enjaulados. De nuevo, ignoro si estas en-
tidades eran extraterrestres o seres creados genéticamente
por la NSA y los militares. A lo largo de los años he vi-
sitado lugares; en lo que es conocido como “asiento de
viaje”, a estas instalaciones subterráneas.
—¿Qué es eso, una nave espacial?—. Le preguntó
José asombrado.
—No, este “asiento de viaje” tiene el aspecto de una
silla de dentista, y es usada para aprendizaje acelerado
empleando la hipnosis asistida por drogas. Colocan una
gran pantalla frente a la persona y las imágenes son mos-
tradas a extremada velocidad en la pantalla. Las imáge-
nes pasan tan rápidamente para los ojos que estos no al-
canzan a verlas, sin embargo el subconsciente sí lo hace
y se queda con todo. De esta forma te enseñan cómo ac-
ceder a las habilidades y capacidades PSI y te explican
todo sobre las distintas razas extraterrestres y sus agen-
das, así como otras muchas cosas. Esto fue lo que le ocu-
rrió a Chapman.
Esta información —Continuó James— está almace-
nada en compartimentos dentro de mi mente, la cual sólo
puede ser accedida por parte de los programadores. Esto
sucedió antes de que mi memoria comenzara a volver a
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

principio del año pasado.


—¿Recuperaste la memoria tú solo?
—No. Fue gracias a los esfuerzos de la desprogra-
mación de mi mente, que fui recobrándola lentamente.
La droga que me inyectaron en el “asiento de viaje” se
llama escopalamina. Esta droga es una sustancia química
que produce una intoxicación similar a la atropina, de
manera que quienes la ingieren tienen alucinaciones, su-
fren de alteraciones en el estado de conciencia y pierden
momentáneamente la memoria. Dadas estas característi-
cas, los delincuentes la utilizarían para realizar más fácil-
mente todo tipo de fechorías. Se trata de una droga que
se emplea para el aprendizaje rápido.
En una de las lecciones que incluyó electroshock al
cerebro, un hombre estaba frente a mí en el lado derecho
del asiento, y un tipo vestido con un abrigo estaba parado
en el lado izquierdo. El hombre de la derecha me decía
“Si olvidas todo lo que te he dicho, recuerda una cosa. Él
se esforzará y te convencerá de que el dolor es placer”.
Un tono extraño sonaba en mi cabeza y después la panta-
lla que tenía frente a mí, comenzaba a parpadear. No re-
cuerdo nada después de esto.
No fue fácil para mí recordar acerca de todo esto.
Como te he dicho, fui auxiliado por científicos de la
NSA, quienes me proporcionaron toda clase de informa-
ción altamente clasificada sobre el proyecto, así como
tecnología de microondas para poder recobrar mis re-
cuerdos. Los doctores que se especializan en desprogra-
mación también ayudaron.
—¿Todavía recibes ayuda de la Agencia?
—Ya no, desde que dejé Inglaterra. Se descubrieron
al menos cinco programas que fueron instalados dentro
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

de mí, clasificados por las letras griegas: Alpha, Delta,


Gamma, Theta, Omega. También otros programas como
“Mannequin”, “Janus” y “Lobo solitario”.
—¿Qué es Janus?
—“Janus” es un programa “durmiente” que se activa
cuando suceden eventos de importancia a nivel mundial
como por ejemplo, el 9/11 y “Lobo solitario” es el plan
para la “Ley marcial” que se pondrá en marcha en Esta-
dos Unidos. Actualmente estoy en una carrera contra el
tiempo para ser desprogramado antes de que los eventos
de la “Ley marcial” comiencen a ocurrir. Si no soy des-
programado a tiempo puede que sea “usado” nuevamente
por ciertas facciones en la comunidad de inteligencia glo-
bal, para servir a los intereses de su agenda. Tal es por-
qué dejé Inglaterra y me escondí aquí en esta pequeña
ciudad.
—¿Qué pasa si no alcanzas a ser desprogramado?
—Volvería a trabajar para mi gobierno sin proponér-
melo yo.
—¿Te dedicarías de nuevo al tráfico de drogas?
—En efecto. El MI-6 y la CIA son los pilares del
tráfico global de drogas, ahora mismo están llevando la
mayor parte de las drogas de la calle, como la marihuana,
cocaína y heroína a Gran Bretaña y Estados Unidos. El
dinero de estas drogas será usado para alimentar al
“Octopus”, que significa pulpo en español.
—Que nombres tan raros tienen las agencias secre-
tas. ¿Y que es ese pulpo?—. Le preguntó José.
—El Pulpo, es la base subterránea global que está
controlada principalmente por la NSA. Como te dije an-
tes hay cerca de 4,000 bases de estas en distintos países.
Han sido construidas y financiadas con el dinero de la
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droga, el cual está siendo controlado por el MI-6 y la


CIA. Es algo más que ayuda por parte de elementos cri-
minales y mafia. Uno de mis contactos que tuve en la
CIA, al que me refiero como X1, estaba involucrado en
la ahora conocida por la opinión pública como
“Operación del aeropuerto de Mena Arkansas”. Tiene
fotos de “ladrillos” de cocaína y heroína transportadas
por aviones de Fed Ex.
José pensaba en ese momento cuanta participación
tendría México en este proyecto.
—Mi contacto me ha enviado esas y otras fotos a
través del correo, pero una buena parte de este material
ha sido interceptado y no lo he recibido. Estamos plane-
ando tener un encuentro cara a cara. Mi contacto X1 dice
que hubo una investigación del FBI sobre la operación de
drogas en Mena Arkansas en 1995, pero la CIA obligó a
poner fin a la investigación.
—Dime una cosa. ¿Por qué razón dejaste el M1-6?
—Mi padre era mi contacto principal en el MI-6 y
cuando murió, ya no pude seguir haciéndolo. Yo solo era
un agente de bajo nivel y simplemente un asistente para
mi padre.
—¿Asesinaron a tu padre?
—No estoy seguro, ya que murió en la prisión de
Doncaster en 2003 cuando cumplía una condena de seis
meses por posesión de documentos falsos.
“Oficialmente” murió de un fallo hepático. Tenía 53
años.
José guardó silencio, imaginando los métodos inter-
nos que tienen las prisiones, para hacer “desaparecer” a
alguien peligroso.
—¿Ya has hecho declaraciones anteriormente a los
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

medios desde que dejaste el M1-6?


—Si, de hecho tengo una página en Internet y fui ca-
paz de hablar con mucha gente dentro del espionaje in-
ternacional desde que dejé el MI-6. Pude comprobar que
hay mucha gente que está harta del “Nuevo Orden Mun-
dial”. Ellos se acercaron a mí porque leyeron mi sitio en
internet, y porque aparecí entonces en distintos progra-
mas de radio.
—¿Qué es eso del Nuevo Orden Mundial?—. Le
preguntó José extrañado.
—El Nuevo Orden Mundial no tiene que ver con el
dinero o el poder económico. El objetivo es tomar el pla-
neta Tierra por parte de razas malevolentes de extrate-
rrestres, para que éstas puedan cultivar los recursos de
este planeta, tales como la comida, la mano de obra, el
material genético y los minerales. Las facciones guberna-
mentales que han vendido el planeta a los “Grises Zetan”
y a los reptiles “Draconianos”, están prácticamente cons-
truyendo una carretera para llevar a la Tierra hacia el
mismo infierno.
José trataba de asimilar lo dicho por James, mientras
pasaban por su mente las imágenes de la película MIB,
los hombres de negro.
—¿Cómo puede ser que esta información haya esta-
do oculta durante tanto tiempo?—. Preguntó finalmente.
—La misma gente que está involucrada en
“Octopus” está controlando la mayor parte de los medios
de comunicación. Por ejemplo, en un artículo que escribí
llamado “MI-6 los señores del tráfico global”, ahí saco a
relucir el nombre del hombre que trabaja para la inteli-
gencia británica, que era además el director del periódico
Telegraph en 1986. Este hombre también fue el director
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

del Banco de Inglaterra de 1987 a 1995. El Banco de In-


glaterra es uno de los bancos más importantes de
“lavado” de dinero proveniente del tráfico de drogas que
trabaja para la inteligencia británica.
—¿Se puede saber quién es este hombre?
—¡Claro que sí! Se trata de Sir Martin Wakefield
Jacob.
José lo interrumpió de nuevo:
—Este proyecto o programa llamado “Nuevo Orden
Mundial”, ¿tiene algo que ver con el ataque al World
Trade Center?
— Sí, un hombre conectado al MI-6 me ha contado
lo que sucedió verdaderamente el 7/7. Sin embargo debo
obtener luz verde de él antes de sacar esta información a
la opinión pública, aunque sea por última vez.
—¿Qué es el 7/7?—. Le preguntó.
—¿No lo recuerdas?
José sin estar muy seguro le contestó con una pre-
gunta:
—¿Es sobre la bomba en el metro de Londres?
—Sí. Fue un día jueves 7 de Julio de 2005, cuando
cuatro explosiones paralizaron el sistema de transporte
público a las 8:50 a.m. Explotaron tres bombas con un
intervalo de cincuenta segundos entre una y otra, en tres
vagones del metro de Londres. Una cuarta bomba ex-
plotó en un autobús a las 9:47 a.m., en la Plaza Tavis-
tock. Las bombas provocaron una interrupción severa en
el transporte de la ciudad y en la infraestructura de tele-
comunicaciones.
—Si lo recuerdo, pero había olvidado los detalles—.
Comentó José al recordar lo sucedido.
—Pero te puedo comentar sobre esta “falsa bandera
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

del terror” del 9/11. Como ya todos lo sabemos, hay in-


formes que comprueban que realmente fue una demoli-
ción controlada lo que tiró a las torres gemelas, y hay
gente que asegura que fue un misil y no un avión, lo que
golpeó al Pentágono.
Se ha mostrado esta información ampliamente, in-
cluso en los medios de comunicación de masas controla-
dos por ellos. Sin embargo mucha gente no sabe que fue
un misil lo que dio en el Pentágono. ¿Recuerdas el ovni
que estuvo presente en el atentado ese día? Se ha divul-
gado a través de videos en Youtube, y te puedo asegurare
que sí es real. Este ovni estuvo supervisando el supuesto
ataque terrorista, en caso de que llegaran a fallar los
aviones, estos ovnis las derribarían.
José quedó impresionado por lo que acababa de de-
cir. También recordó en efecto, que en muchos de los
videos que circulan en Youtube, se puede apreciar a un
ovni sobrevolando el World Trade Center.
—Esto es parte de una guerra interna que se está pro-
duciendo en la comunidad global de inteligencia, relacio-
nada con la presencia extraterrestre en este planeta. Hay
una gran y compleja lucha interna que se está producien-
do. Existe una inteligencia negativa y grupos del gobier-
no que permanecen “ocultos a la sombra”, como
“Aquarius” y el “33” que es el grado de la masonería, y
por encima de estos grados de la masonería, están los
“Illuminatis” los del “Rito Escocés”, el “Rito de York”,
“El grado 33 de Sion” y el “Rito Nigeriano” entre otros.
—¡Qué lío de nombres!—. Exclamó José.
—Estas organizaciones malevolentes luchan entre sí
para tener el control del planeta. Según un contacto de la
agencia, la NSA trata directamente con 118 razas distin-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

tas de extraterrestres conocidas como “The Link” o sea


“El enlace”. He escuchado rumores en la inteligencia de
que hay una reunión anual con “El Enlace” en localiza-
ciones súper- secretas en este planeta, y estas reuniones
se llevan a cabo desde hace diez años.
—¿Reunión de extraterrestres?
—Como lo oyes.
Los dos guardaron silencio por unos momentos.
—¿Con que fin tiraron las torres gemelas?—
Preguntó José.
—Es una larga historia, pero te puedo decir que fue-
ron con fines políticos y económicos.
—¿Qué o quienes podrían haber ganado dinero con
la demolición?
—En 1998, la Autoridad Portuaria decidió privatizar
el World Trade Center, haciendo una licitación pública
para que una empresa privada gestionase el edificio, y
otorgó la licitación a “Silverstein Properties” en Julio de
2001.
La cuestión sobre esos fines económicos es que siete
semanas previas a la destrucción del WTC, Larry Abra-
ham Silverstein, apuntalado por un caudal de inversionis-
tas, firmó un contrato de arrendamiento por 99 años.
Aún permanecen en secreto los nombres de tan “sabios
inversionistas” que tras el ataque a las torres gemelas,
cobraron los colosales seguros por 3 mil 500 millones de
dólares. Este señor Silverstein compró un seguro para el
“World Trade Center”, donde recibiría doble indemniza-
ción en caso de un acto terrorista.
Lo curioso es que este seguro lo vendió el primo del
presidente George Bush hijo, ganando la suma de 15 mi-
llones de dólares, no recuerdo muy bien exactamente. Y
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

hablando de Bush. ¿Qué hacía ese día en una escuela pri-


maria de la florida? ¡Nada! Solo escondiéndose cobarde-
mente.
¿Qué compromisos tan importantes podrían haber
existido en una escuela primaria, como para requerir la
presencia del presidente de la nación más poderosa? De-
jando al país abandonado a su suerte solo para estar sen-
tado en una pequeña silla de infantes.
José reflexionaba sobre ese incidente.
—¿De donde apareció este tal Silverstein?—. Le
preguntó José:
—Silverstein, es un conocido desarrollador de bienes
raíces en Nueva York, él ya poseía una propiedad en el
WTC. Esa propiedad era un anexo comercial de las torres
que también fue destruido el mismo día 11 de Septiem-
bre, pero unas ocho horas más tarde de los ataques en
forma por demás extraña.
Todo el mundo conoce los derrumbamientos de las
Torres Gemelas, pero el derrumbamiento en ese día de
un tercer rascacielos, y que no fue impactado por ningún
avión, sigue siendo un misterio. Hubo documentales
“explicando” el derrumbamiento de las Torres, pero el
edificio siete “cayó” en el olvido.
A las 5:20 p.m., el rascacielos de estructura de acero
de 47 plantas sufrió un repentino desplome vertical en
siete segundos. El edificio sufría de incendios medianos
pero en dos de sus pisos, y no había sido alcanzado por
ningún avión. En ese edificio tenía sus oficinas Silvers-
tein, quien con base en un oscuro contrato, el “Grupo Sil-
verstein” reclamó esos 3 mil 500 millones de dólares adi-
cionales, ya que el ataque de los dos aviones constituye,
a su juicio “dos ataques terroristas” separados, es decir;
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

que exigió el doble de lo asegurado como si el WTC


hubiese sido destruido dos veces.
—Con esta suma de dinero que se pagó tras un largo
juicio por parte de la aseguradora, se fue a la quiebra di-
cha aseguradora. Esta aseguradora fue la “Industrial Risk
Insurers”, que hizo tal pago a Silverstein quien resultó
ser el gran beneficiado financiero de los atentados terro-
ristas.
José hizo una exclamación:
—¡Siete mil millones, se volvió multimillonario!
Su amigo sonrió y aclaró:
—Ni tanto.
—¿Por qué?—. Le preguntó extrañado.
—¿A poco crees que los inversores de Silverstein,
fueron tan “sabios” como para haberse embolsado doble-
mente esos tres mil millones y medio de dólares?
Lo miró extrañado.
—Pues no. —Continuó James— La realidad es más
bien al contrario. A Silverstein y sus inversores les está
saliendo muy mal su “negocio”. Para empezar, Silvers-
tein no puede embolsarse ese dinero, y además está obli-
gado por el mismo contrato de arriendo, a emplearlo en
la reconstrucción del complejo. Pero hay más problemas.
Resulta que el contrato de arriendo dice que en “caso de
destrucción del complejo” Silverstein tiene que seguir
pagando el alquiler. Nada más que 120 millones de dóla-
res al año. Y resulta que Silverstein no tiene ingresos del
complejo, con lo que ese alquiler sale del dinero del se-
guro, así que los fondos para la reconstrucción que Sil-
verstein tendrá que afrontar, siguen disminuyendo.
—¿Qué se va a construir en ese lugar? ¿Otras torres?
—No, sino una sola. Pero hay otra cosa más, en el
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

complejo del WTC la renta de sus pisos eran excesiva-


mente caras, por tal motivo para ocupar esos pisos, el
propio municipio de Nueva York tuvo que trasladar allí
algunas de sus oficinas para ayudar a llenarlo. Ahora
resulta que a ese problema se le une otro, pues aunque
prometan mucha seguridad en la nueva torre que constru-
yan, la gente no quiere trabajar en el complejo. Tiene
miedo. Según análisis de los expertos, dicen que el nego-
cio será ruinoso para Silverstein, o en todo caso, que con-
seguirá una ganancia ridícula, y esto en caso de que se
llegara a ocupar todo el espacio, de todos los pisos.
Además, los alquileres suben “estratosféricamente”.
José se quedó pensando quien fue el que ganó real-
mente en este acto terrorista.
Su amigo JC, sonrió antes de agregar algo más:
—En un momento de desesperación, estos “sabios
inversionistas” están dando “palos de ciego”.
—¿Cómo es eso?
—Sí, están tratando de demandar a las compañías
aéreas cuyos aviones fueron utilizados como proyectiles,
en contra de las torres para tratar de obtener dinero extra.
Quieren una compensación de las líneas aéreas United
Airlines y American Airlines, cuyos aviones fueron se-
cuestrados en el ataque. Los abogados de las compañías
aéreas defienden que los dueños de las torres gemelas ya
saldaron los daños.
—¡Que poca!—. Fue la exclamación de José.
—¡Salud!—. Dijo James levantando la lata de cerve-
za, mientras José lo hacía con la soda.
—Esos fueron los fines económicos, ahora los fines
políticos son como todo mundo ya lo sabe. Las torres
eran improductivas desde hacía ya varias décadas, ya que
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

se encontraba casi vacía, debido a los precios tan altos en


la renta de cada piso. Y para hacer aparentar que se en-
contraban ocupadas cada oficina de cada piso, dejaban
encendidas las luces en la mayoría de los pisos vacios,
generando con esto un gasto económico excesivo para la
ciudad.
Otro de los factores de la improductividad de las to-
rres, fue que se cubrió el interior con una capa protectora
en contra de incendios, la aplicación costó un millón de
dólares. El problema que resultó de esto, fue que de la
cubierta se estaba desprendiendo un polvo muy fino, que
al respirarlo generaba cáncer de garganta y pulmones.
Habían contemplado retirarlo pero, eso generaba el
costo extra de dos millones de dólares. Otro de los pro-
blemas era, que dentro de las torres se respiraba oxigeno,
ya que no tenía ventanas; para hacer circular el aire, ni
que ingresaran corrientes de aire. Por tal motivo, la ciu-
dad ya no podía con los gastos que le generaban mante-
ner en funcionamiento un edificio que prácticamente es-
taba en desuso y que era muy antiguo. Esa fue una de las
razones políticas que tenían para derrumbarlas.
—De hecho, —Continuó James— un ex-funcionario
de la CIA, llamado Wayne Madsen, afirmó que Philip
Marshall, el piloto que escribió unos libros sobre la teoría
de la conspiración del atentado del 11 de Septiembre, no
se suicidó. Fue asesinado por la CIA. ¿Cómo iba a ser
posible que hubiera asesinado a su esposa, a sus tres
hijos y a su perro. Y que después de eso, se hubiera suici-
dado?
—¡Es absurdo! Ese trabajo lo conozco perfectamen-
te, es el “modus operandis” de la CIA.
—¿Y por qué lo asesinaron?
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—¡Por decir la verdad!—. Exclamó James un poco


alterado.
Ambos amigos hicieron una pausa para dar un trago
a sus bebidas.
—¿Sabes tú quien más tenía sus oficinas en el edifi-
cio siete?—. Le preguntó James
—Ni idea.
—Entre otras, estaban las más importantes como el
Departamento de defensa, la CIA, el Servicio Secreto, las
oficinas de American Express, y la oficina de impuestos.
—¿Te imaginas toda esa información extraviada?—.
Exclamó José.
—¡Exacto! Eso era precisamente lo que ellos quer-
ían.
—¿Y qué pasó con el terrorista Bin Laden?
—Está muerto—. Respondió James.
—¿En serio lo crees?—. Le preguntó riendo.
— Los restos del que fuera el más buscado
“terrorista número uno” Osama Bin Laden, no fueron
arrojados al mar como según afirmó Washington en su
día, sino que fueron trasladados en secreto en un avión
de la CIA a un centro médico especializado en Estados
Unidos.
Osama Bin Laden estaba vivo. Eso significa que des-
pués de capturarlo, lo asesinaron. Era la única forma de
evitar ser presentado ante un juez, y negarle la oportuni-
dad de que hablara y se defendiera, para así poder acla-
rar toda una serie de hechos en los cuales aparece involu-
crado, y por tal motivo lo mataron.
—¿Cómo puedes estar seguro de eso?
James lo miró fijamente y le dijo:
—El que yo no pertenezca más a la inteligencia se-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

creta inglesa, no significa que no tenga todavía contacto


con muchos de los agentes que aún siguen trabajando
para la agencia. Dijeron que murió en el 2001, después
se aseguró que murió en el 2006 y ahora fue asesinado en
el 2011 ¿Cuántos Osama Bin Laden han existido?
Las imágenes del sepelio de Bin Laden fueron ex-
traídas de una película, pertenecientes a “La caída del
Halcón Negro”, que refleja el descalabro que sufrieron
en Somalia las fuerzas estadounidenses, incluyendo los
SEAL. ¿Cómo es posible que le hubieran hecho honores
a Bin Laden antes de arrojarlo al mar? Como si hubiera
sido un héroe de guerra, tal como se los hacen a los mari-
nos caídos.
Cuando encontraron a Osama Bin Laden no estaba
armado, ni se protegió detrás de su esposa como se venía
afirmando. Jay Carney el vocero de la Casa Blanca se
sumó a los que plantean que no estaba armado. Partiendo
de estas declaraciones, ¿por qué matarlo con dos tiros en
la cabeza y uno en el pecho? Se sabía de antemano que
Bin Laden estaba enfermo y débil, padecía de los riñones
y caminaba utilizando para ello un bastón, lo que en
ningún momento podía haber sido considerado tan peli-
groso como para matarlo de esa forma.
Además hay informes ultra-secretos de que Bin La-
den pensaba entregarse al gobierno americano, para sal-
var su vida debido a la enfermedad de sus riñones. Eso
hubiera sido una estrategia muy peligrosa para el gobier-
no de los Estados Unidos.
—Si hubiera hablado, se hubiera descubierto el com-
plot creado por el gobierno del entonces diabólico presi-
dente Bush. Se hubiera descubierto que existen compo-
nentes criminales dentro del gobierno de los Estados
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Unidos, quienes realizaron el ataque con una “falsa ban-


dera” de terrorismo sobre sus propios ciudadanos, para
así manipular la opinión pública para que apoye su agen-
da.
Han estado haciendo esto por años, pero el caso del
9/11 fue un trabajo interno. El terrorismo está en casa, no
en las montañas de Arabia. ¿Piensan acaso que en una
cueva de Afganistán se perpetró el ataque?
—Los Estados Unidos han sido engañados por los
Estados Unidos. Los trágicos hechos del ataque al World
Trade Center, dieron vía libre al gobierno de Bush, para
decir y hacer lo que les viniera en gana, como guerras en
Afganistán e Irak, leyes totalitarias en propio suelo ame-
ricano para combatir a un enemigo fantasma, que fue in-
ventado por el mismo gobierno americano.
El silencio que siguió, fue aprovechado por Casbolt
para dar otro trago a su cerveza.
—Además la organización “Al Qaeda” no existe.
—¿Cómo? ¿Qué no es el grupo radical islámico de
Bin Laden?—. Preguntó José frunciendo el ceño.
—¡Claro que no! Durante la guerra en Afganistán en
los años ochentas, la CIA organizó y entrenó, además de
financiarlos; a una “legión árabe” para combatir contra
las tropas soviéticas.
Un tal Osama Bin Laden fue reclutado por la inteli-
gencia saudí y el plan funcionó. Las tropas soviéticas
fueron obligadas a marcharse de Afganistán, y poco des-
pués se desintegró la propia Unión Soviética.
Pero no terminó allí la historia. Durante los años no-
ventas, los “árabes afganos” que habían luchado en Af-
ganistán seguían prestando sus servicios en colaboración
con la CIA y sus aliados en Bosnia, en Kosovo e incluso
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Macedonia, hasta unas semanas antes del 11 de Septiem-


bre.
Los MI-6 los utilizaron para llevar a cabo un atenta-
do contra el líder libio Mumar Al-Ghadafy. Como había
desaparecido la Unión Soviética, y la “guerra fría” ya
había terminado, a los Estados Unidos y a sus industrias
de armas y petróleo, les faltaban enemigos contra quie-
nes montar sus guerras. Así que había que re-inventarlos.
Del baúl de los recuerdos salió “Al Qaeda,” que sig-
nifica “base de datos”. Pues como lo confirmó el desapa-
recido Robin Cook, ex-ministro de Relaciones Exteriores
Británico; era la base de datos de los combatientes
“yihadistas” creada por la CIA en los años ochentas.
—¿Qué es eso?—. Preguntó José
—¿Los yihadistas? El yihadismo se le denomina a
las ramas más violentas y radicales dentro del islám polí-
tico. Está caracterizada por la frecuente y brutal utiliza-
ción del terrorismo. Una de las tácticas habituales entre
los yihadistas es el atentado suicida
—¿Cómo el caso de las torres gemelas?
—¡Exacto! Fue conveniente culpar a “Al Qaeda” de
los atentados del 11 de Septiembre, aunque no son más
que una mezcla de agentes dobles y unos pobres cabezas
de turco, unos tontos útiles manipulados por la CIA y el
MI-6 británico.
—“Al-Qaeda” no existe. Es solo una pantalla para
los servicios de inteligencia occidentales, y no una orga-
nización independiente.
José preguntó:
—Entonces los usan para sembrar el terrorismo. ¿O
no?
—Si, en efecto. ¿Sabías que el 95% de todos los sos-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

pechosos de terrorismo detenidos, son liberados sin car-


gos? Pero solo después de aparecer en los medios para
que la gente los vea. El terrorismo es una técnica usada
por los gobiernos para manipular a la opinión pública,
con el fin de promover una guerra.
La CIA se encontraba en el consulado árabe, para
expedir las visas de los terroristas, y que pudieran ingre-
sar libremente al país para destruir las torres gemelas.
Ellos tenían visa, licencia de conducir, tarjetas de crédito.
La pregunta sería. ¿Porque no aparecieron los nombres
de los secuestradores de los aviones en la lista de pasaje-
ros?
—Y entre otras cosas, el único objeto identificable
que se salvó de entre los miles de muebles, computado-
ras, teléfonos que se desintegraron con el derrumbe de
las torres, fue el pasaporte de uno de los secuestradores.
¿Qué curioso verdad?
James guardó silencio por un instante, para luego
continuar:
—Además ese día del ataque a las torres, se encon-
traban en el aire volando una gran cantidad de aviones
caza, simulando varios ejercicios militares, con esto lo-
graron confundir a los controladores de vuelo, al ver lle-
nas las pantallas de los radares con bastantes aviones,
dejando vía libre a los árabes que volaban los aviones,
que estrellarían contra los blancos estadounidenses.
Después de una pausa José preguntó:
—¿Y qué sucedió sobre el “link”, es decir “El enla-
ce”?
—Uno de mis amigos que es un biofísico dice haber
tenido encuentros con miembros de “El enlace” y dice
que muchos ex-militares y ex-agentes obtienen un lugar
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

en la reunión anual de “El enlace”. Por otro lado, hay ac-


ciones positivas en estas organizaciones, que están invo-
lucradas en una guerra interna. Hay un grupo muy patrió-
tico en torno a la inteligencia naval llamado “Comm 12”
trabajando con extraterrestres benevolentes de lugares
como el sistema estelar de las Pléyades que quieren ayu-
dar a la humanidad, pero que no pueden aterrizar en ma-
sa en la Casa Blanca por decir algo. Están sometidos a
leyes intergalácticas de no intervención, las cuales no
pueden infringir para no interferir en cierto grado con la
evolución de la raza humana.
—¡Eso mismo me dijo el extraterrestre cuando me
secuestraron!—. Exclamó José excitado.
Su amigo bajó la cabeza, sintiéndose avergonzado
por su anterior actitud tomada para con él.
—Cuando la población del mundo se desarrolle has-
ta cierto grado de conciencia, —Continuó James— los
pleyadianos y otras razas benevolentes se darán a cono-
cer.
José recordaba que eso era lo mismo que le había
explicado Ptah, sobre que el ser humano debía ascender
también al nivel sutil en conciencia, no solo en inteligen-
cia.
James se inclinó hacia él y le preguntó:
—¿Recuerdas el misil que golpeó al Pentágono?
—Sí—. Le respondió.
—Es un ejemplo de la guerra interna que se está lle-
vando a cabo por parte de “Aquarius” y “Comm12”. El
gobierno culpa al grupo “Comm12” de este acto, pero
desconocen realmente el origen del misil. Las facciones
negativas del gobierno están causando básicamente caos
en el mundo bajo la “falsa bandera del terrorismo”. Los
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

terremotos diseñados por ingeniería HAARP, laborato-


rios que crean enfermedades como el SIDA o ébola, y
guerras diseñadas por ingeniería tienen como objetivo
derrocar a los gobiernos oficiales y la formación de un
Gobierno Mundial.
—¡Espera que me pierdo! —Le interrumpió—
¿Dijiste facción o acción?
—Dije facción, es un bando que dentro de una mis-
ma tendencia ideológica, se oponen en algunas cuestio-
nes a la mayoría, o que toman actitudes o posiciones más
radicales. El “Orden del Caos” es el eslogan masónico
frente a nuestra propia cara. Ellos crean el caos y de ahí
saldrá un “Nuevo Orden Mundial”. Todos ellos no son
más que marionetas para sus maestros que les han pro-
metido ciertos poderes y ventajas, una vez de que el Go-
bierno Mundial haya sido establecido.
Un hombre llamado Phil Schneider quien trabajaba
para la ONU, y que tenía un permiso de seguridad de
muy alto nivel en el mundo llamado “Rhiolito 38”, dijo
que fue invitado a una reunión secreta de la ONU en una
base subterránea. Phil comentó que en esta reunión, la
mesa se había organizado en la misma forma que en las
reuniones dentro del edificio de la ONU. Pero con la di-
ferencia de que esta mesa tenía un nivel superior de sillas
sobre ella.
Según Phil; los miembros de la ONU tomaron sus
asientos en las sillas más bajas y posteriormente los ex-
traterrestres grises altos entraron, y tomaron las sillas del
nivel superior y dictaban desde allí las políticas a seguir a
los miembros de la ONU.
—¡Es imposible de creerlo!
—No es imposible, lo que sucede es que la raza
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humana no quiere o no puede concebir semejantes pro-


yectos llevados a cabo por el mismo ser humano. Como
razonable que es por naturaleza propia, debido a que para
todo tiene una respuesta, o si no, la encuentra fácil, rápi-
da y cómoda.
Poco tiempo después Phil fue encontrado muerto con
una manguera de goma alrededor de su cuello, por haber
hablado en sus conferencias sobre esto. Fue declarado un
suicidio, pero Phil estaba en una silla de ruedas en ese
momento de su vida. ¿Cómo es posible que un hombre
en silla de ruedas se suicidara con una manguera de go-
ma?
—¿Qué cosa?—. Preguntó José alarmado.
—Como lo oyes.
Después de una pausa James prosiguió:
—En un viaje de incógnito que hice a Egipto, toda la
gente local tenía conocimiento por razones inexplicables
sobre un túnel subterráneo debajo de la ciudad. Toda la
verdad sobre esos túneles salió inmediatamente a la luz.
Haciéndome pasar por turista le pregunté al taxista
que me transportaba hacia el hotel, sobre lo que exacta-
mente encontraron en ese lugar de El Cairo. El taxista
comenzó a narrarme lo siguiente:
“Es en un sitio llamado Helmeya Al Zayton. Estaban
construyendo ahí para el sistema del metro y cavaron so-
bre unos 100 o 200 metros de profundidad. Encontraron
un túnel por donde la gente que estaba ahí abajo, iba an-
dando por ahí normalmente. La única diferencia entre
ellos y nosotros, es que ellos tenían cola. Informaron in-
mediatamente de este incidente al presidente de Egipto
Hosni Mubarak. Entonces él ordenó que todo fuese tapa-
do otra vez sin que nadie lo supiera, y especialmente sin
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

que la gente de abajo lo supiese. Y así es como acabó


todo eso. Ahora todo está tapado de nuevo y puedes an-
dar por arriba normalmente, pero ellos están debajo de
nosotros”.
James hizo un comentario:
—Esos túneles están por todo el mundo. Incluso en
el Mar de Cortez en México, y también en el Océano
Pacífico, frente a la “Isla Cedros”.
José abrió los ojos asombrado por lo que escuchó. Se
preguntó cómo era posible que su país también estuviera
controlado por el “Octopus”.
—¿Qué otras cosas hace el gobierno?
—Mi contacto en la NSA, al que yo llamo X5, quien
trabajó en la base subterránea de los Álamos, dice que
hay una jerarquía de gobierno extraterrestre a la sombra
en “Octopus”, y que la jerarquía tiene formada una es-
tructura. Esta se encuentra en el siguiente orden:
Los llamados “Annunaki” de Sirio y los Reptiles
“Draconianos” de Draco, son los líderes supremos del
grupo. Le siguen los “Grises Altos”, o llamados también
“Grises Rigelianos” quienes son los comandantes en jefe.
Le siguen los “Grises bajos”, también llamados
“Grises Zetan repticulianos”, estos son los empleados
que realizan tareas como las abejas zángano. Siguen los
“Azules”. Son los empleados zángano quienes trabajan
con los “Grises Zetan” y están relacionados con las ab-
ducciones.
James continuó:
—Todos los mencionados son de origen extraterres-
tre, le siguen en orden los de origen terrestre como son
los “Illuminatis”, “Comm 300”, el “Grado 33” de la ma-
sonería y masones de alto nivel.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿Que significa “Comm 300”?—. Le interrumpió.


—Significa “Comité” 300, y es un grupo satánico
diabólico que está integrado por una clase dirigente into-
cable a la que pertenecen la reina de Inglaterra, la reina
de los Países Bajos, la de Dinamarca y diversas familias
reales europeas. Existe una conspiración, la cual se pre-
senta bajo una diversidad de nombres, entre ellos los
“Illuminatis”.
Una vez que se alcanza el grado 33, se llega a ser un
iniciado en el primer nivel de los “Illuminati”, la
“Francmasonería”, la “Mesa Redonda” y el grupo
“Milner”. Le siguen el grupo “Formas de Vida Progra-
mable”. Estos son robots militares usados para abduccio-
nes.
—En uno de mis libros llamado “Agente enterrado
vivo”, que fue publicado por Dandelion Books; muchos
de los detalles sobre estos temas que te he narrado, están
incluidos ahí.
La conversación fue interrumpida por el sonido del
celular de José.
—¿Qué pasa amor?— Respondió al ver la llamada
de su esposa.
—Ya salí del trabajo. ¿En dónde estás?
—Ven para la casa de JC.
—Dame la dirección, no sé llegar.
—Toma nota.
Después de darle el domicilio de la casa de su ami-
go, continuaron con la conversación.
—Después de la publicación de mi libro, fui víctima
de varias amenazas recibidas por parte de un tipo con as-
pecto muy amenazador.
James Casbolt se puso de pie y se dirigió a su escri-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

torio, de donde extrajo una carta que le mostró a José.


Al ver José la hoja de papel que estaba escrita en
inglés le dijo:
—No soy muy bueno leyendo el inglés. ¿Puedes tra-
ducirla?
James comenzó con la lectura de la carta amenaza-
dora:

El Señor Warwick nos ha dejado por causas


“naturales” en la carretera de St. Albans a St. Anne cer-
ca de Blackpool Mr. Warwich, tal y como usted lo ha en-
tendido, intentaba hablar con Lord Marduk. De modo
que fui avisado por nuestro Rey de Reyes Annunaki,
quien intenta evitar este tipo de publicidad no deseada.

José se inquietó al escuchar la palabra Marduk, al


recordar que era el mundo perteneciente al más allá.
Sentía que se estaba volviendo loco por todo lo que esta-
ba escuchando de boca de su amigo James.
El amigo de José hizo una pausa para explicarle so-
bre el contenido de la carta.
—Yo no había oído hablar de Lord Marduk hasta
leer esto. Pero fíjate que hay un sitio en internet, llamado
“La Suprema Asamblea Anunnaki de Lord Marduk”.
Puedo asegurarte que me he quedado sobrecogido y ab-
solutamente atónito cuando vi las fotos allí contenidas.
Este señor con aspecto tan poco humano es el embajador
ante Lord Marduk, no es exactamente Lord Marduk, solo
un embajador.
La mente de José se preguntaba si Lord Marduk era
Dios en el más allá.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Ja-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

mes continuó leyendo la carta:

Sr. Casbolt, le insto a tener mucho cuidado. He


anexado una foto de uno de mis empleados más fieles y
agresivos. Lleva la “M” invertida con mucho orgullo y
tiene muchas ventajas de nuestro gobierno establecido. Y
lo que es más importante, es un experto en interferencia
electro magneto en Bioplasma holográfico 4D. Nos refe-
rimos a él como “el carnicero.
Una campaña se está orquestando en contra de us-
ted para desacreditarle, mi querido “hermano” James.
El procedimiento de instalar un chip nos permite leer sus
pensamientos y entender sus motivaciones. Podemos clo-
narle fácilmente, también intercambiar la entidad de su
bioplasma hologramático en 4D por una de las nuestras
y completarla con una personalidad cualquiera, elegante
hologramáticamente.
Atentamente: XXXX.

James terminó de leer la carta, dejando a su amigo


con la boca abierta.
—¿Qué es eso que se refiere a hologramas?
—El gobierno crea hologramas de personas así como
de ovnis, para crear confusión en el mundo entero. Mu-
chos de ellos son solo hologramas militares.
Con cada respuesta de James, su amigo no podía ar-
ticular palabra alguna.
Recuperándose de lo anterior preguntó:
—¿Que significa las siglas que mencionaste antes
HAARP?
James sonrió y le dijo:
—Temía que me preguntaras eso.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

La conversación sostenida por los dos amigos, fue


interrumpida en ese momento cuando escucharon unos
golpes a la puerta, ambos amigos casi saltaron de sus
asientos.
James se puso de pie, seguido por su amigo, y se di-
rigieron a la puerta. James miró a través de la ventana
como siempre lo hacía, desde que se sentía perseguido.
Tras comprobar la identidad del visitante, se dirigió a la
puerta.
Era Susana la esposa de José, quien se encontraba
muy alterada y nerviosa.
—¡Hola James—. Saludó ingresando a la casa.
—¡Hola Susana! —Le saludó James— ¿Qué te
ofrezco de beber?
—Una cerveza si tienes—. Le pidió mientras se diri-
gió a su esposo y lo abrazó efusivamente.
—¡Te extrañé tanto!—. Le dijo ella.
—Yo también.
James regresó con las bebidas diciendo:
—Es de lo que más tengo en el refrigerador—. Le
dijo sonriendo.
Mientras Susana se refrescaba con la cerveza, del
calor del atardecer, James continuó con la conversación:

—Quizás a algunos no les suenen estas siglas, pero


pertenecen a un misterioso proyecto de la Fuerza Aérea
norteamericana cuyas siglas HAARP, significan en
inglés: “High Frequency Advanced Auroral Research
Project”. Que traducido al español sería: “Programa de
Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia”.
Oficialmente son unas instalaciones militares situa-
das en Gakona Alaska, con fines científicos donde se está
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

desarrollando un misterioso proyecto el cual consiste en


180 antenas funcionando en conjunto. Será como una
sola antena que emitirá 1 GW. Significa Giga Watts, es
decir un billón de ondas de radio de alta frecuencia las
cuales penetran en la atmósfera inferior e interactúan con
la corriente de los “elecrojets aureales”.
Para darte un ejemplo, una estación de radio emite
250 mil watts de potencia y es suficiente para transmitir a
todo el país.
—¿Qué son los electrojets?—. Le interrumpió José,
quien sostenía la mano de su esposa.
—Son pulsos emitidos artificialmente, que estimulan
a la ionósfera creando ondas que pueden recorrer grandes
distancias a través de la atmósfera inferior y penetran de-
ntro de la tierra para encontrar depósitos de mísiles, túne-
les subterráneos, o comunicarse con submarinos sumer-
gidos, entre muchas otras aplicaciones.
James hizo una pausa antes de continuar.
—Hasta aquí la parte “oficial” de la cuestión, pero
hay algo oculto detrás de HARRP. ¿Crees que pueda
existir algún extraño experimento para modificar el cli-
ma, controlar la mente y producir incluso terremotos?
José no supo que decir y miró a su esposa quien tam-
poco entendía a lo que se refería James.
— HAARP con sus cientos de millones de vatios
de potencia y antenas, se puede considerar como un ver-
dadero “calefactor” de la alta atmósfera, provocando una
tremenda ionización que puede acarrear consecuencias
imprevisibles, y que gracias a su efecto “espejo” podría
dirigir sus efectos hacia cualquier zona del planeta. Es-
taríamos hablando de un nuevo tipo de arma, capaz de
intensificar tormentas, prolongar sequías sobre territorio
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

de algún supuesto enemigo, y perjudicándolo sin que este


se diera cuenta.
James hizo una pausa y se dirigió de nuevo a su es-
critorio, y de paso extrajo dos cervezas del refrigerador.
Le obsequió una a Susana y sonriendo le dijo a José:
—Tú ya no bebes.
José solo sonrió. Hacía años que había dejado la be-
bida.
—La evidencia científica reciente —Continuó Ja-
mes— sugiere que el HAARP tiene la capacidad poten-
cial de desencadenar inundaciones, sequías, huracanes y
terremotos. Desde un punto de vista militar, HAARP es
un arma de destrucción masiva. Potencialmente constitu-
ye un instrumento de conquista capaz de desestabilizar
selectivamente los sistemas agrícolas y ecológicos de re-
giones enteras.
José ahora comprendía lo que le había dicho el extra-
terrestre cuando afirmó que el terremoto de Japón había
sido provocado.
—Este proyecto puede distorsionar la ionósfera. De
ahí su peligrosidad para fines militares. Podría desviar
aviones, misiles, provocar lluvias radioactivas, cambiar o
desplazar la ionósfera, provocar un caos en las comuni-
caciones mundiales, modificar la absorción de los rayos
solares, aumentar las concentraciones de ozono y nitró-
geno, afectar muy negativamente a las personas, manipu-
lar gravemente sus cerebros, y sería un perfecto sustituto
de las bombas nucleares ya que no destruiría nada.
Sería el principal inconveniente de las armas actua-
les, o sea un arma limpia que les permitiría dominar al
mundo a su antojo.
—¿Desde cuándo opera este proyecto?—. Le pre-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

guntó Susana quien no había perdido el hilo de la conver-


sación.
—El HAARP está operando desde principios de los
noventas, y se le ha culpado de ocasionar catástrofes de
proporciones bíblicas, tales como inundaciones masivas,
sequías devastadoras, potentes huracanes, tornados y tor-
mentas eléctricas, devastadores terremotos en Afganistán
y las Filipinas, incluyendo el terremoto de Japón, supues-
tamente dirigidos a actividades terroristas.
—¿Y cuál sería la razón? ¿Destruir la planta nucle-
ar?
—Si. Esa fue una razón poderosa. La otra fue que
desde 1998, se ha previsto una futura desintegración de
los Estados Unidos y el colapso del dólar. La reciente
victoria en las elecciones del partido demócrata de Japón
en el año 2010, fue otro signo que el colapso económico
de los Estados Unidos es inminente.
El Partido demócrata de Japón ganó las elecciones, y
su líder Yukio Hatoyama rechazará el dólar entre sus
proyectos económicos. En palabras más claras, él planea
transferir las reservas monetarias de Japón de dólares
americanos en otro dinero. La desintegración seguirá de-
ntro de poco. Incluso el próximo año China también co-
menzaría a deshacerse del dólar y Rusia comenzaría a
vender el petróleo y gas en rublos.
Se prevé que los Estados Unidos se romperán en seis
partes diferentes aproximadamente. La costa Pacífica con
su población china creciente. El Sur con Texas y sus his-
panos, donde los movimientos de independencia crecen.
La costa Atlántica con su mentalidad distinta y separada.
Cinco de los estados centrales más pobres, con sus pobla-
ciones indígenas grandes. Y los estados del norte, con la
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

influencia fuerte de Canadá.


—¿Este terremoto, ha retrasado la economía de
Japón?
—En cierta forma sí. Los Estados Unidos aún pre-
tenden que Japón dependa de ellos, como la mayoría de
los demás países. La reconstrucción va lenta, pero avan-
za.
James continuó:
—También se le ha acusado de haber causado los
principales apagones en el oeste norteamericano, la caída
del vuelo 800 de TWA, enfermedades misteriosas como
el Síndrome del Golfo o el Síndrome de fatiga crónica.
Algunos afirman que HAARP es un aparato de control
mental que provoca la alienación de los jóvenes, como
los que causaron la masacre del Instituto Columbine y en
otros lugares. Inclusive se venden dispositivos que blo-
quean las emisiones del HAARP que alteran la mente.
Se ha descrito como un arma capaz de hacer un escu-
do antimisiles, o en su defecto un rayo de la muerte que
podría convertir el planeta Tierra en un lugar inhabitable,
se ha dicho que interfiere con las migraciones de las
aves, y que es un arma diabólica, como si hubiera sido
fabricada por las mismas fuerzas del Anticristo.
— Es un aparato que causaría que la tierra girase
fuera de control y además, es un sistema vinculado a ac-
tividades de ovnis.
José y su esposa se miraron asombrados de lo terri-
ble de ese proyecto. Permanecieron por unos momentos
pensativos analizando la información sobre esa poderosa
arma.
James dio un gran trago de cerveza y exclamó:
—Hasta ahí todo lo que conozco de la HAARP.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Es asombroso—. Le dijo José muy sorprendido.


—Bueno, ahora a lo que voy es lo siguiente. —
Comentó James— Debido a que soy buscado por la CIA
y mi gobierno, no puedo publicar nada de lo que me con-
taste. No quise involucrarte, por eso no te quise recibir
aquel día. He visto vehículos sospechosos rondando por
el vecindario.
Ahora comprendía la actitud de su amigo. Entonces
sí le había creído todo cuanto le había dicho.
— Tengo una pregunta. — Le dijo José— Estos gru-
pos llamados “Aquarius” y “el 33”, ¿tienen algo que ver
con el SIDA?
—Sí, directamente.
—¿Ellos inventaron el virus?
—No. Esa es una historia más larga.
—Pues hazla corta—. Le dijo sonriendo José.
—Cuando se llevó a cabo la guerra de Vietnam, en-
tre los años 1955 a 1975. Viendo que no tenía para cuan-
do terminar, los norvietnamitas crearon un virus a princi-
pios de 1970, con el cual destruir al enemigo, en este ca-
so a los soldados norteamericanos. Querían que no se pu-
diera detectar a tiempo, que fuera incurable y además
contagioso. Que lograra destruir hasta al enemigo más
fuerte. Cabe mencionar que Vietnam del norte estaba
apoyada por China y la Unión Soviética.
La esposa de José no perdía detalle de todo lo que
estaba escuchando por boca de James.
—Entonces, estas potencias trabajaron en conjunto
para crear este virus. Al lograrlo, infectaron a varias mu-
jeres, no se sabe si eran prostitutas o no; pero el caso es
que ellas eran originarias de Tailandia. Estas mujeres
fueron ofrecidas “gratis” a los soldados que en su día
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

franco salían a buscar diversión. Al tener contacto sexual


con ellas se infectaron. Al regresar a su país, muchos sol-
dados de Australia, Nueva Zelanda y los Estados Unidos,
comenzaron a enfermar.
Los médicos al ver que enfermaban y se debilitaban
hasta llegar a la muerte, le dieron el nombre de “El
síndrome de la guerra”. Muchos de los soldados que lle-
garon a tener relaciones sexuales con homosexuales, los
contagiaron y éstos comenzaron a enfermar hasta morir.
Al salir a la luz pública la enfermedad, se dijo que esta
enfermedad provenía de los homosexuales. Durante mu-
cho tiempo existió el mito de que el SIDA era una enfer-
medad exclusiva de los homosexuales. Este comentario
hizo que se les desprestigiara y nació la discriminación
en contra de los homosexuales.
Con el tiempo se logró descubrir que era un virus y
que destruía las defensas del organismo, y se le llamó “El
síndrome de inmunodeficiencia adquirida”. Con el tiem-
po se descubrió que es más compleja esta enfermedad, y
además la propia CIA se adjudicó el invento del virus.
Años después un jugador muy importante enfermó de
Sida.
—¿Magic Johnson?—. Le preguntó José.
—En efecto. Tras anunciar en Noviembre de 1991 su
infección por el virus del VIH, dos comentaristas acusa-
ron a Magic Johnson de fingir su sida.
—¿Por qué dijeron que era falso?
—Porque es el único ser humano que se ha curado
de este virus.
—¿En serio?
—Sí. Cuando un funcionario de la CIA se dio cuenta
de que su ídolo estaba contagiado, ordenó a algunos de
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

sus agentes que le proporcionaran la cura. No podía con-


cebir que su jugador estrella fuese a morir a causa de
este virus, así que lo contactó la CIA y le dijeron lo que
iban a hacer por él. Le pidieron que guardara el secreto
tan celosamente por años. Así de esta manera Johnson
declaró: “Estoy curado gracias a Jesucristo”.
José y su esposa se miraron mutuamente sin dar
crédito a lo que escuchaban.
—¿Entonces ya hay cura?—. Preguntó Susana.
—¡Por supuesto!
—¿Y por qué no la distribuyen en el mundo entero?
—. Volvió a preguntar, pero esta vez llena de indigna-
ción.
—Es su arma poderosa para destruir ciudades y civi-
lizaciones enteras.
—¿Y quién fue ese funcionario de la CIA que pro-
porcionó la cura?—. Preguntó nuevamente Susana.
—Chase Brandon, ahora está retirado. Incluso ha pu-
blicado un libro con los secretos de la CIA. Ahora déjen-
me decirles cómo está siendo manipulada la mente de la
humanidad.
James paseaba por la sala con la cerveza en la mano.
—Las energías negativas que crean los medios de
comunicación, es hacer que te enojes por lo que sucede
en el mundo. Es por eso mismo que el planeta ha creado
más energías negativas en las últimas décadas, desde que
se inventó el radio y la televisión como medios informa-
tivos. Los diarios imprimen noticias de terror, la radio y
la televisión han hecho que con la falsa información, la
gente se enfade consigo misma.
El terror ha sido sembrado en la mente de la gente,
quien es la que crea el mismo terror. Están siendo mani-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

pulados con esa palabra repetida mil veces a través de los


medios.
El terror crea adicción, la gente se ha hecho adicta a
ver las noticias a toda hora del día, que según ellos para
mantenerse informada. Pero la realidad es que han sido
atrapados por la auto-sugestión que genera la falsa infor-
mación manipulada, para manipular la mente de las per-
sonas y que estén en contra de todo, del gobierno, la so-
ciedad, y hasta de la vida misma.
Han sido reprogramados para estar de mal humor, y
furiosos, en contra de asesinos, políticos, ladrones. Inclu-
so contra sus mismos gobernantes, y con esto hasta su
estado de ánimo ha sido manipulado.
El gobierno oculto está manipulando a la sociedad,
están utilizando la televisión, la radio, la prensa, la droga,
en forma de medicamento controlado, la religión, los
políticos involucrados en la televisión, militares, ondas
electromagnéticas, y las guerras auto-fabricadas con el
fin de mantenernos viviendo de una manera negativa.
Lo que la sociedad debe hacer es apartarse de la con-
troversia, y de la influencia negativa de los medios de
comunicación. Hay un dicho que dice: “No prestes aten-
ción a los hombres que están detrás de la cortina” Signi-
fica que no te dejes influenciar por los rumores. Las noti-
cias son solo eso, rumores, chismes, malas vibras y mala
influencia.
—El “tubo”, como le llaman a la televisión, te dice
lo que debes hacer. Piensas como el “tubo”. Comes lo
que el “tubo” te dice. Compras y usas la ropa que el
“tubo” te dice. Educas a tus hijos según el “tubo”. Odias
y amas a quien el “tubo” te dice. Eres lo que ves, y tú
eres el “tubo”.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Susana sonrió al escucharlo.


—¿Cuántas veces no te has sentido molesto por al-
guna noticia que te ha dejado mal sabor de boca, y que
además te llenó de rabia, impotencia, frustración?—. Pre-
gunto James.
José y su esposa guardaron silencio, al recordar algu-
nos casos en donde ellos mismos sintieron alguna vez los
efectos causados por ver las noticias manipuladas, a
través de los medios de comunicación.
—Un ejemplo podemos verlo en el caso de Yakiri
Rubí Rubio, una joven de 20 años quien se dirigía a su
casa y fue secuestrada por dos hermanos quienes la lleva-
ron a un motel, y la violaron. Después de violarla uno de
ellos le dijo que la iba a matar para que no los denuncia-
ra. Ella luchó para evitar que le cortara el cuello, incluso
tomó la hoja y se lastimó las manos. Cuando por fin lo
logró, en un intento de supervivencia, le enterró el cuchi-
llo justo en el corazón. Luego salió huyendo del motel,
desnuda, sangrando y violada. Encontró una patrulla de
policía y les contó lo sucedido, la llevaron de regreso al
hotel y salió el hermano del violador culpándola del ase-
sinato. Entonces ella fue trasladada directamente a la
agencia del ministerio público y de ahí al reclusorio de
Santa Martha Acatitla. ¿El resultado? Manipulación de
información. ¿Cómo? Las noticias decían: “Joven mata a
su violador”.
La palabra asesinato ya quedó en tu memoria, ya la
procesaste como un acto malo, negativo, y sin pensarlo te
inclinas a pensar que debe ser juzgada por asesinato. Pe-
ro si la noticia dijera: “Se defendió de su atacante”, en-
tonces cambiarías la forma de ver las cosas. Se crearía un
paradigma diferente.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Esa es la forma de manipular la mente del televi-


dente y del mundo entero.
Todos guardaron silencio.
—Por lo pronto esta joven se encuentra en el reclu-
sorio femenil—. Puntualizó James.
Después de unos momentos de silencio José le dijo:
—Tengo que decirte sobre el extraterrestre.
—¿Cuál extraterrestre?—. Le preguntó Susana.
—Dejen les platico.
José se puso de pie para hablar.
—Hoy antes de que me llamaras, encontré dentro de
la casa a un humanoide de lo más horrible.
Su esposa y James se quedaron mirándolo fijamen-
te.
—Al abrir la puerta de la casa, “Kiara” no lo dejaba
bajar de la estufa.
—¿Kiara?—. Preguntó James.
—Nuestra perra—. Aclaró Susana.
—¡Ah! Entiendo.
—Me acerqué con la intención de golpearlo, pero se
desapareció en un instante.
José le preguntó a su amigo James.
—¿Recuerdas todo lo que te platiqué sobre el extra-
terrestre que me visita?
—Si—. Respondió él.
—Pues según él, estos “Grises” son como un tipo de
científicos que abducen a la gente para comprobar el es-
tado de su evolución. Pero por lo que me has contado
hoy, me he dado cuenta que no son científicos.
Su esposa lo interrumpió y le preguntó:
—¿A que iría a nuestra casa?
James se quedó mirándolos muy seriamente antes de
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

responder.
—Te llamé porque no quería que creyeras que pensé
que estabas loco, quería que supieras que todo lo que me
contaste ya lo he vivido, pero no personalmente, excepto
lo referente a los “Grises”. Precisamente yo también re-
cibí hoy la visita de uno de ellos.
Ahora José era el sorprendido.
—¿Y cuál es la razón?
—Lo desconozco, pero estos no son científicos, son
mercenarios o soldados. Su misión es exterminar o liqui-
dar lo que afecte a su raza.
—¿Acaso quieren exterminarnos?—. Preguntó asus-
tada Susana.
—No lo sé, pero tampoco estoy muy seguro si real-
mente sean extraterrestres o es un holograma militar,
creado por ellos para hacernos creer que son extraterres-
tres los que nos visitan.
La esposa de José alargó su brazo para tomar la ma-
no de su marido, en señal de preocupación.
—¿Y qué es lo que quieren de José?—. Le preguntó.
—Lo desconozco.
Se hizo un gran silencio entre los tres.
Entonces la esposa de José tomó la palabra:
—Yo quiero contarles algo que me sucedió hoy por
la mañana cuando salí de casa.
José quien se encontraba de pie, tomó asiento dis-
puesto a escucharla, mientras su amigo James permanec-
ía de pie.
—Al salir de la casa me dirigía al trabajo, y al llegar
a la esquina, te vi parado con María de la mano.
José se quedó mirándola fijamente al recordarlo.
—Escuché la voz de María que me gritó, y al volte-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

ar a verlos casi me infarto, pues cuando la vi, ella tenía la


edad de diez u once años.
—Si, ella te vio y te gritó—. Le recordó su marido.
—¿Tu lo recuerdas?
José movió la cabeza afirmativamente.
—¿Estabas ahí?
—Sí. Te he dicho varias veces sobre mis viajes al
otro Universo paralelo.
Susana lo miró sorprendida.
—¿Universo paralelo?—. Preguntó James.
—Sí James. Incluso tú me preguntaste sobre nuestras
hijas, que si no estaban demasiado grandes como para
que yo fuera por ellas a la escuela. Estoy viajando cons-
tantemente a esos Universos paralelos.
Ahora James era el sorprendido.
Susana continuó:
—Entonces me regresé porque creí que había sido
una ilusión, pero al descender del coche, me quede sin
poder comprender. ¿Cómo era posible que mi hija estu-
viera ahí como si viniera del pasado? Fue tal el impacto
que recibí, que debido a la impresión sentí que las pier-
nas se me doblaban. Tuve que dejarme caer de rodillas.
No podía sostener mi cuerpo debido a la impresión reci-
bida. Escuché cuando me gritó y me dijo que le gustaba
mi uniforme.
Frente a mi había un gran terreno sin casas, donde
había una gran cantidad de camiones y maquinaria como
si apenas se estuviera construyendo el lugar donde esta-
mos viviendo actualmente.
—Pasaron por mi mente —Continuó ella— todo lo
que me habías dicho sobre tus viajes a los otros mundos
paralelos. Trataba de poner en orden mis pensamientos
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

cuando de pronto, la vi acercarse a mí. Pero no sé lo que


sucedió después. Sin explicación alguna de pronto apare-
ció una luz muy fuerte que me cegó, y cuando se disolvió
me encontré en la esquina de la casa y ustedes ya no esta-
ban.
Después de unos momentos de silencio, José dijo:
—Te confieso JC que tengo miedo.
Su amigo y Susana guardaron silencio.
James se puso de pie y le preguntó a su amigo.
—¿Entonces has estado viajando al pasado?
—Si James. Y no sé si sea verdad lo que me dijo el
extraterrestre Ptah, o sea producto de mi enfermedad, o
que solo sea un abducción por parte de la CIA, y que
estén haciendo pruebas conmigo, pero en el caso de Su-
sana, no sé lo que pasó, a menos que también le estén
haciendo experimentos de viajes.
Su esposa al escucharlo se atemorizó y se llevó la
mano a la boca en señal de angustia.
Minutos más tarde se despedían de James.

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Capítulo VI

El reloj del coche de Susana, marcaba las 11 de la


noche cuando dejaron la casa de James Casbolt. La no-
che estaba fresca y José conducía por las tranquilas calles
de Mazatlán. Su esposa se sentía nerviosa y se lo hizo
saber:
—Tengo miedo de llegar a la casa y encontrar a
“Kiara” muerta por el extraterrestre.
—No te preocupes—. Le dijo tratando de tranquili-
zarla.
Al llegar a una calle se detuvieron ante la luz roja.
Aunque no había mucho tráfico a esa hora, José
agradeció que se hubiera detenido por un momento. De-
seaba relajar un poco su cuerpo debido a los momentos
de tensión por los que había pasado.
De pronto por el espejo retrovisor, vio un camión
que traía la luz alta, y hacía cambios como indicándoles
que se apartaran del camino.
Su esposa lo vio también por el espejo lateral dere-
cho.
—¡Viene muy rápido!—. Le dijo inquieta.
José no había dejado de mirarlo por el espejo retrovi-
sor, y seguía pendiente de sus maniobras.
—Si, ya lo vi —Le contestó— Pero el semáforo está
en alto. ¿Qué quiere que yo haga ese idiota?
Las luces del camión se iban acerando poco a poco,
y continuaba haciendo los cambios de luces.
—Mejor muévete —Le dijo su esposa— No vaya a
ser que nos golpee por la parte trasera.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¡Se tiene que detener! —Le dijo molesto— No es


dueño de las calles.
El camión se encontraba a una cuadra de distancia y
tocó las cornetas, haciendo que los sentidos de ambos se
pusieran en alerta.
—¡Ay Dios! —Exclamó asustada su esposa— ¿Qué
es lo que quieres este loco?
Sin pensarlo dos veces, José hundió el pie en el ace-
lerador, y sin esperar a que la luz cambiara, cruzó la calle
con la luz todavía en rojo.
De pronto sin previo aviso, vieron la luz de un vehí-
culo grande que los embistió, golpeando la puerta del
lado derecho donde iba sentada su esposa.
El golpe fue tan duro, que escucharon saltar los cris-
tales del vehículo.
Entre el ruido de la lámina retorciéndose por el im-
pacto, José alcanzó a escuchar los gritos de su esposa,
antes de que sintiera unas manos que lo sujetaban para
sacarlo del vehículo.
No entendía lo que pasaba.
La luz del coche que los había embestido, le lastima-
ba la vista y le hacía cerrar los ojos. No dejaba de oír los
gritos de su esposa que gritaba:
—¡No, no! ¡Déjenme!
—¿Qué le hacen infelices?—. Gritó lleno de rabia,
sin saber quien la estaba lastimando.
Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, pudo ver
claramente lo que sucedía.
Se dio perfectamente cuenta cuando era transportado
por dos extraterrestres grises en una especie de camilla, a
la que se encontraba atado. Eran como el extraterrestre
gris que había visto sobre la estufa de la cocina.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

En otra “camilla” similar a la de él, tomaron a su es-


posa y vio cuando la estaban subiendo.
—¡No, déjenme en paz!—. Gritó ella tratando de
soltarse de las manos que intentaban atarla a la camilla.
Acto seguido, los transportaron a una habitación ilu-
minada.
—Déjenla infelices!—. Les gritó José al ver cómo la
despojaban de sus ropas.
Se sentía impotente ante la situación.
Luego, dos de ellos comenzaron a desnudarlo a él
también.
No quitaba la vista de su esposa, a la que habían des-
pojado por completo de sus prendas. En un momento sin
explicación lógica, las correas metálicas que la sujetaban,
se abrieron para liberar su cuerpo, enseguida levitó de tal
manera que hizo un giró para quedar boca abajo.
Ella se encontró paralizada de pronto sin poder mo-
ver su cuerpo. Solo alcanzó a girar la cabeza para verlo y
le gritó:
—¡Ayúdame José!
Su esposo no podía hacer nada. Se encontraba en la
misma situación que ella. De pronto vio como uno de
ellos le acercó en la parte trasera del cuello, una especie
de pistola metálica.
Susana gritó de terror al sentir el metal frio del arte-
facto debajo de su nuca.
—¡Déjala maldito asesino!—. Le gritó.
Vio el arma en el cuello de Susana, y se imaginó que
saldría algún disparo como tipo rayo láser, y que le dar-
ían el “tiro de gracia”.
Su esposa no dejaba de gritar.
—¡Ayúdame José!
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¡Déjenla infelices!—. Les gritó desesperado, a


punto de soltar el llanto debido a la rabia e impotencia
que sentía.
La miró y le dijo adiós con la mirada.
Ella lo comprendió y permaneció quieta.
De pronto, el humanoide apretó el gatillo y una luz
color azul con blanco salió del cañón del arma, vio a su
esposa que hizo un gesto de dolor.
No pudo hacer nada, solo cerró los ojos y lloró en
silencio.
Al abrir los ojos, volteó a verla y vio que tenía la mi-
rada perdida mirándolo fijamente.
De pronto, él también sintió en la parte trasera de su
cuello, el metal frio de su arma y se tranquilizó. Pensó
que se iría en ese viaje junto con su esposa al más allá.
—¡Ya maldito infeliz, dispárame a mí también!
¿Qué esperas bastardo?—. Le gritó enfurecido tratando
de librarse de las ataduras.
De pronto sintió un calor en la base del cráneo, se-
guido de un ligero adormecimiento. No hubo dolor, solo
sintió que lo invadía un sueño muy profundo.
Después, no supo nada más de él.
Al abrir los ojos se encontraba todavía desnudo, pero
acostado boca arriba. No tenía idea de cuánto tiempo
había permanecido inconsciente. Volteó a ver a su esposa
desnuda quien yacía acostada también boca arriba.
Los dos continuaban atados a las duras camillas de
metal, parecidas al aluminio. La luz de la habitación era
ahora más tenue, como si no quisieran que despertaran.
A pesar de sentir bajo su espalda el metal duro de la
camilla, no tenía frío.
Volteó a ver a su esposa y pudo ver que estaba respi-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

rando, pensó “Gracias a Dios está viva”.


—¡Susana!—Le susurró a su esposa.
No dejaba de observar su respiración la cual era tran-
quila.
Se encontraba tratando de asimilar todo lo que les
había ocurrido desde el momento del choque; con su
vehículo; cuando de pronto, la habitación se iluminó a tal
grado que le hizo cerrar los ojos con fuerza.
La luz fue tan intensa, que su esposa a pesar de estar
dormida, apretó los párpados con fuerza, y trató de cu-
brirse con la mano inconscientemente.
Al darse cuenta de que estaba atada a la camilla,
abrió los ojos y le gritó a su esposo:
—¡José!
—¡Aquí estoy a tu lado amor! Tranquilízate.
—¿En dónde estamos?—. Le preguntó sollozando.
—Parece que en una nave espacial, nos secuestraron
los grises amor.
—¡No, no puede ser!—. Gimió ella desesperada.
—¡Tranquilízate amor, nada podemos hacer.
—¿Qué nos van hacer?—. Le preguntó llorando.
—No te preocupes, solamente nos van hacer un re-
conocimiento físico y unas pruebas.
—¿Cómo sabes eso?—. Le preguntó temerosa sin
dejar de llorar.
—Porque eso me dijo el extraterrestre que se comu-
nicó primero conmigo.
—¿En serio nada más nos van a hacer eso?
—Sí amor no te preocupes—. Le dijo no muy con-
vencido.
Poco tiempo después entraron varios seres, no supo
precisar cuántos eran. Su esposa al verlos llegar junto a
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

ella, comenzó a gritar:


—¡No, no!
—¡Tranquila amor!—. Le gritó tratando de consolar-
la.
Lo mismo que le hicieron a él, se lo hicieron a ella.
Uno de ellos introdujo una punta de metal en uno de
sus brazos y extrajo sangre. No sintió dolor alguno, solo
una ligera comezón. Otro de los seres, se encontraba
tocándole los testículos y pinchó el escroto con una punta
de metal, haciendo que José se retorciera de dolor.
Escuchó a su esposa gritar también de dolor, al sentir
dentro de su vagina una varilla de metal.
Al poco rato les introdujeron una especie de sonda
por la nariz, lo que parecía que les iban a extraer la mu-
cosidad, fue lo contrario, los hicieron tragar un líquido
que a José le pareció tener un sabor parecido al de la san-
gre.
No pudo identificar el color del líquido, debido a que
el tubo de metal parecido también al aluminio, era flexi-
ble.
Su esposa se quejaba y no dejaba de llorar.
No podía dejar de tragar ese maldito líquido. No su-
po si fue un litro o más, lo que sí pudo constatar fue que
dio muchos tragos.
Al finalizar el “llenado”, de sus cuerpos, les retiraron
la “sonda”, y los dejaron solos. José comenzó a sentir en
el estómago unos retortijones horribles, como si tuviera
diarrea. El dolor de estómago fue tan terrible que le hizo
gemir de dolor.
Lo que más me dolía a él, era escuchar a su esposa
que se quejaba también de dolor estomacal.
Al cabo de unos instantes el dolor cesó.
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Volvieron a reducir la intensidad de la luz, y se ale-


jaron de la habitación.
—¿Cómo te sientes amor?—. Le preguntó.
—¡Muy asustada!—. Le respondió.
—¿Tienes frío?
—No. ¿Y tú?
—Tampoco—. Le respondió.
—¿Cuánto tiempo vamos a permanecer aquí?
—No sé, supongo que hasta que terminen las prue-
bas.
—¿Más pruebas?—. Preguntó inquieta.
—Supongo que sí, les falta hacernos más injertos.
—¿Otra vez? ¿Y para qué?—. Le preguntó sollozan-
do.
—No sé, solo lo supongo. —Y agregó— Trata de
mantenerte tranquila por favor.
—¿Quiénes son estos seres?
—Son los Grises que llevan a cabo pruebas para de-
tener la evolución del hombre, según me dijo el extrate-
rrestre que vino a crear mi “otro ser”.
—¿Cuál evolución? —Preguntó ella— Si toda la
humanidad esta jodida, no ha evolucionado nada.
La miró y comprendió que tenía razón.
La raza humana solo había evolucionado en conoci-
miento pero no en sabiduría.
—Siguen habiendo ladrones, asesinos, estafadores,
narco-políticos, corruptos dentro de los gobiernos, y más
en nuestro país—. Dijo ella enfurecida, y continuó:
—A ellos deberían hacerles estas pruebas no a gente
inocente como nosotros.
Su marido trató de tranquilizarla:
—Solo te pido que te tranquilices. Solo piensa que
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nuestra vida ya no vale nada. Nada podemos hacer para


salvarnos, estamos en sus manos.
—¡No! ¿Qué va ser de nuestras hijas?—. Preguntó
sollozando.
—Nuestras hijas ya están grandes, se pueden valer
por ellas mismas.
—¡Pero no van a saber nada de nosotros!
—Eso ya no importa, solo piensa en ti. Trata de estar
tranquila. Estamos en manos de ellos y de Dios.
—¡No puedo, no puedo resignarme!
José no supo precisar con exactitud cuánto tiempo
permanecieron acostados, cuando de nuevo las luces au-
mentaron en intensidad, y aparecieron los seres.
Se dirigieron primero a su esposa y le colocaron el
mismo artefacto que parecía un arma, pero ahora en la
frente.
Susana los vio horrorizada y pegó un grito al sentir
la punta del artefacto en la frente.
—¡No! Ya déjenme.
Sin pensarlo dos veces accionaron el artefacto, y ella
perdió el conocimiento.
Le quitaron las bandas metálicas del cuerpo, de
pronto José vio algo; que aunque ya se estaba acostum-
brado no dejo de impresionarlo. Su esposa comenzó a
levitar y “despegó” horizontalmente de la mesa. Su cuer-
po se dirigió flotando hacia una especie de ataúd metáli-
co, donde se podían apreciar varias resistencias en la par-
te interior, las cuales se veían que estaban calientes.
José no dejó de preocuparse, tal parecía que la iban a
“cocinar” ahí dentro.
Lentamente el cuerpo desnudo de su esposa, descen-
dió hasta quedar en el interior del ataúd. Tras cerrar la
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tapa, salieron de la habitación y bajaron el nivel de ilumi-


nación, dejándola con una luz tenue.
Tuvo que hacer un esfuerzo enorme para no gritarle
a su esposa. Temiendo que si la despertaba pudiera que-
marse si llegaba a tocar lo que parecía ser un largo alam-
bre con forma de resorte delgado, como si fuera una lar-
ga resistencia, y que parecía estar al rojo vivo.
Perdió la noción del tiempo. Aunque José no tenía
sueño, trataba de descansar y permanecer tranquilo.
Pasado un tiempo, regresaron de nuevo, y tras repetir
la operación con las luces, se dirigieron al “ataúd” donde
estaba su esposa.
José no perdía detalle de lo que ocurría. Se imaginó
lo peor al ver que del interior del “ataúd” salía una espe-
cie de vapor, o gas.
Lo que vio a continuación lo destrozó moralmente y
perdió el interés por vivir.
Él solo quería estar con ella.
José vio cuando todos se arremolinaron ante el
“ataúd”, y comenzaron a chupar o a comer; no podría
describirlo bien.
Aunque no lograba ver el cuerpo de su esposa, lo
que vio le repugnó y le hizo llorar de impotencia. Parecía
que se estaban comiendo el cuerpo derretido de su espo-
sa.
Introducían las manos y las sacaban llenas de sangre
con coágulos, como si el cuerpo se hubiera hecho gelati-
na.
No pudo pensar, y dejó de ver como se la comían.
Lloró y se dispuso a esperar a que todo terminara
para él. Solo pensó en poder reunirse pronto con ella en
Marduk.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

En su cabeza escuchaba el sonido que producían con


la boca al succionar sus pequeños y horripilantes dedos;
llenos de coágulos.
El tiempo que permanecieron “alimentándose” le
pareció eterno. De pronto se alejaron del ataúd y volteó a
mirar lo que seguía a continuación.
Esperaba con ansias su turno para ser “cocinado”.
Lo que vio después lo hizo llorar sin poder contener-
se.
Su esposa apareció en la misma posición horizontal,
levitando nuevamente; y todo su cuerpo estaba bañado
literalmente de una sustancia roja, parecida a la sangre,
pero en forma de coágulos.
¡Estaba viva!
De pronto, pasó por su mente que lo que les habían
dado de beber, a través de la sonda por la nariz; era algu-
na sustancia de color roja, y que al introducirlos en ese
ataúd sus cuerpos habían transpirado de tal manera a
través de los poros, expulsando esa sustancia.
Esa era la forma que tenían ellos para alimentarse,
por lo pronto esa era la —única— explicación lógica que
José encontraba por el momento.
Parecía como si sus cuerpos los utilizaran para fer-
mentar su producto, para después ingerirlo.
Vio cómo lentamente fue depositada sobre la camilla
metálica, donde la sujetaron de nuevo con las cintas
metálicas.
Uno de ellos la acariciaba tratando de obtener los
últimos restos del “alimento” pegado al cuerpo de su es-
posa, y se llevaba los dedos a su minúscula boca.
—¡Déjala cerdo miserable!—. Le gritó lleno de ra-
bia.
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Al poco rato regresaron por él.


Repitieron la misma operación que a su esposa, co-
locándole el arma en la frente.
—¡Ya imbécil deforme! ¡Termina pronto con esto!
El humanoide accionó el artefacto de nuevo y José
perdió el conocimiento.
José despertó dentro del “ataúd” al escuchar los gri-
tos desgarradores de su esposa.
—¡No, no! ¿Qué te hicieron José? ¡Me quiero morir!
Ella había presenciado lo mismo que él, pero con la
diferencia de que sus gritos lograron despertarlo.
José vio a los horripilantes Grises pasar sus asquero-
sas y repugnantes manos por todo su cuerpo, y tomar de
la “gelatina” en la que se encontraba hundido, hasta más
arriba de las orejas; y llevárselo a sus bocas.
No distinguía ningún tipo de olor, ni siquiera a su-
dor.
Seguía escuchando a su esposa gritar.
—¡No te preocupes, estoy vivo!—. Le gritó para
tranquilizarla.
Su esposa dejó de llorar y le preguntó:
—¡José, José! ¿Estás de verdad bien?
—¡Sí, no te preocupes!
Uno de los humanoides lo miró fijamente a los ojos,
y sus ojos los cuales eran de color negro, cambiaron a
color verde oscuro, y sin ninguna explicación, José ya no
pudo articular ninguna palabra.
Todo su cuerpo quedó paralizado.
Podía pensar, y escuchar a su esposa que le pregun-
taba, pero no podía responderle. Podía sentir las diminu-
tas manos de los Grises sobre su cuerpo.
—¡Contéstame!—. Le seguía gritando su esposa.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

No podía tranquilizarla, debido a que no podía


hablar.
—¿Estás vivo? ¡José, respóndeme!
Se sentía tan impotente ante el sufrimiento de ella,
que no pudo evitar llorar interiormente, ya que ni las
lágrimas podían fluir debido a que todo su organismo se
encontraba completamente paralizado.
Después, sintió cuando su cuerpo se fue flotando
hasta llegar a la camilla, en donde lo ataron de nuevo y lo
dejaron sin poder articular palabra alguna.
—¡José! ¿Qué tienes? ¡Respóndeme!
No podía hacerlo, debido a que aún se encontraba
paralizado.
Después de unos momentos, su cuerpo comenzó len-
tamente a reaccionar, y la sensación de parálisis fue des-
apareciendo poco a poco.
Logró por fin hablar con su esposa, quien al verlo
tranquilo y creyendo que dormía, se tranquilizó un poco.
—Ya regresé amor—. Le dijo.
Al escucharlo, gritó presa de la emoción:
—¡José! ¡Gracias a Dios que estás vivo!
—Si, solo que me paralizaron para dejarlos “tragar”
tranquilos—. Le dijo.
—Creí que estabas muerto.
—No amor, solo que les estaba amargando su “cena”
a los desgraciados con mis gritos—. Le dijo en un mo-
mento de humor para bajar la tensión de ese momento.
—¡Ay amor! —Dijo ella— ¿Cómo puedes bromear
ante esta situación?
—No te preocupes, ya falta poco—. Le dijo tratando
de tranquilizarla.
Ella se encontraba mirando hacia arriba, y volteó a
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mirarlo para preguntarle:


—¿En verdad ya falta poco?
—Sí, no te preocupes—. Le dijo no muy convenci-
do.
Permanecieron acostados los dos durante un tiempo,
sin ser molestados por los seres. José sintió los restos de
la sustancia, que comenzaba a secarse en todo su cuerpo,
produciéndole escozor.
No podía mover las manos para rascarse, o retirarla
de su cuerpo, y lo mismo le ocurría a su esposa.
No bien habían comenzado a sentir esa picazón,
cuando de nuevo la luz se hizo intensa y le dijo a su es-
posa:
—¡Ahí vienen de nuevo los desgraciados!
—¡No puede ser! —Dijo sollozando— ¡No, ya no!
Se acercaron hasta su cuerpo y colocaron una gran
“campana”, tipo extractor de cocina, que descendió de
una abertura en el techo de la nave, hasta colocarla a una
altura aproximada de él, para aspirar toda la sustancia
hecha polvo.
El extraterrestre hizo lo mismo con su esposa, dejan-
do sus cuerpos completamente secos y limpios.
Después de haberlos “limpiado”, uno de ellos se
acercó a José con una herramienta de metal que sostenía
con una mano, parecida a unas pinzas de mecánico, y en
la otra traía una pieza de metal muy pequeña, de aproxi-
madamente un centímetro.
Sin aviso alguno, tomó la pieza con las “pinzas” y
sin ningún tipo de anestesia, la introdujo hasta el fondo
en su mano izquierda. Quedó incrustada en el hueso de
uno de sus dedos, produciéndole un dolor tan intenso,
que no pudo evitar pegar un grito desgarrador.
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Su esposa lo escuchó gritar, y le preguntó llena de


angustia:
—¡José que te hacen!
No podía responderle debido al dolor intenso.
—¡No, no!—. Gritó al ver cuando se acercaron a ella
para insertarle también el metal.
Al escuchar los gritos desgarradores de su esposa,
comprendió que a ella también le estaban haciendo lo
mismo.
—¡José ayúdame!—. Le gritó su esposa.
Pero su esposo no podía hacer nada, debido al inten-
so dolor que estaba padeciendo.
Después de unos minutos, se acostumbraron al dolor
y dejaron de quejarse. Entonces los seres salieron de la
habitación, y las correas de metal que sujetaban sus cuer-
pos, se aflojaron.
José dejó de sentir la presión sobre sus manos y pier-
nas, y le dijo a su esposa:
—¡Ya nos vamos!
—¿Cómo lo sabes?—. Le preguntó llena de esperan-
za.
—Porque nos dejaron libres.
Susana también sintió que las diademas metálicas,
dejaban de ejercer presión en su cuerpo.
Se pusieron de pie y corrieron a abrazarse mutua-
mente.
La abrazó y la besó lleno de amor.
—Tuve mucho miedo de perderte—. Le dijo.
—Yo también. —Dijo ella— ¿Qué más sigue?
—Yo creo que ya nos van a regresar a la tierra—. Le
dijo señalando su ropa que estaba sobre el piso.
Caminaron hacia donde estaba la ropa, y comenza-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

ron a vestirse. Al terminar, permanecieron sentados en


una de las camillas abrazándose los dos.
—¡Que ya termine, que ya termine!—. Repetía sin
cesar su esposa.
Permanecieron en esa posición durante un intermina-
ble lapso de tiempo, cuando de pronto las luces se fueron
extinguiendo y con ello llegó la oscuridad total.
Sintió la mano de su esposa que aprisionó fuerte-
mente su brazo, y José hizo lo mismo.
Sin saber cómo ocurrió se encontraron nuevamente
dentro de su automóvil, escuchando el ruido que produc-
ían las cornetas del camión que venía detrás de ellos.
—¡Acelera!—. Le gritó su esposa.
La mente de José no podía reaccionar.
La miró y ella estaba solamente temerosa por lo del
conductor. Sintió en su mano el dolor que le había causa-
do la herida con el metal.
Sin pensarlo dos veces y sin respetar la luz roja,
cruzó y giró a la derecha, alcanzó a ver cuando un ca-
mión de carga se impactó contra el camión que venía
detrás de ellos.
El impacto fue terrible, y desastroso. A pesar del im-
pacto los dos conductores pudieron salir de sus propios
vehículos sin heridas mayores.
José y su esposa se quedaron paralizados de terror, al
ver lo cerca que estuvieron de sufrir un accidente.
Escucharon hablar a los dos conductores quienes se
encontraban afuera de sus respectivos vehículos, y pudie-
ron enterarse que al camión que venía detrás de ellos, le
habían fallado los frenos.
—¡Que susto!—. Le dijo su esposa.
—¿Estás bien?—. Le preguntó.
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—Sí. ¿Por qué?


No podía comprenderlo. Ella se encontraba de lo
más tranquila, excepto por lo de accidente, que estuvie-
ron a punto de sufrir. Miró la mano de ella y no había
herida alguna, en cambio en la de él no podía dejar de
sentir el dolor, aunque ya no tan intenso.
Se quedó pensando que si hubiera acelerado hacia el
frente, el camión los hubiera golpeado. Pero lo que no
lograba entender era que en realidad sí habían sufrido el
accidente, ya que su esposa gritó que la dejaran en paz
después de haber sido golpeados por el camión.
José no dejaba de pensar en la abducción, lo que re-
almente si lo fue para él; ya que no perdió la memoria en
ningún momento y tenía conciencia de todo lo ocurrido
dentro de la nave espacial, hasta el mismo momento en
que los extraterrestres los devolvieron unos segundos an-
tes del accidente, para poder evitar el percance.
Se alejaron del lugar del accidente, y se dirigieron a
su domicilio.
Su esposa hizo un comentario:
—Me da miedo encontrarnos en la casa con el extra-
terrestre que estuvo allí.
—No te preocupes, ya no va a ir a la casa—. Le dijo
pensando que lo que ellos querían, ya lo habían obtenido.
—¿Cómo puedes estar seguro?
—Lo sé. Eso es todo.
Su esposa no quedó muy convencida y permaneció
en silencio. José observó que no mostraba señales del
terror vivido en la nave espacial.
En cambio él sí sabía perfectamente lo que les había
sucedido, y todo lo que les habían hecho.
Al llegar escucharon ladrar a “Kiara” y su esposa
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

dijo:
—¡Hay alguien en la casa!
José le respondió:
—Posiblemente María. ¿Quién más podría ser?
Al abrir la puerta, la perra los recibió con ladridos, y
meneando la cola.
Les dio tranquilidad, debido a que sus ladridos eran
de felicidad por haberlos visto llegar.
Al entrar vieron detrás de la cocina una sombra. El
instinto de José se alertó, se disponía a tomar el martillo
del estudio, cuando escuchó la voz de su esposa:
—¡María! Ya llegaste.
—Si mami, perdón por llegar tarde.
Se tranquilizó al escuchar a su esposa.
Era su hija que se encontraba en la cocina preparán-
dose algo de cenar.
José miró el reloj de la pared de la cocina, y su espo-
sa también volteó a verlo, y se dieron cuenta que marca-
ba las 3:15 de la madrugada.
Ella hizo un comentario:
—Ese reloj está mal. Ya se le están terminando las
baterías, se retrasó mucho y está marcando otra hora.
Y dirigiéndose a su hija le dijo:
—No es tan tarde María.
Consultó el reloj de su celular y vio que no estaba
equivocada la hora. Frunciendo el ceño preguntó:
—¿Tan tarde salimos de con JC?
Su marido no supo que responderle. Los extraterres-
tres los habían retenido con ellos más de tres horas.
Su esposa creía que eran apenas las 11.30 de la no-
che, debido a que la casa de JC estaba a solo 20 minutos
de distancia de la de ellos
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Más tarde se acostaron, y en poco tiempo su esposa


se encontraba dormida profundamente, mientras él no
podía olvidar todo el horror y sufrimiento que habían pa-
decido.
Se tocó los testículos y sintió un ligero dolor.
Se tocó la parte trasera del cuello y sintió también
dolor, además pudo percibir una pequeña bolita.
Esa noche José trató en vano de comunicarse nueva-
mente con Ptah para pedirle una explicación, pero tam-
poco obtuvo respuesta.
Durante toda la noche no dejaba de repasar lo suce-
dido en las últimas 24 horas.
Iba a perder el trabajo con Martínez, en el otro mun-
do paralelo. No encontraba explicación alguna a esos tres
años que se fueron en “blanco”, ya que no lograba recor-
dar en donde había estado. Además le preocupaba la visi-
ta del Gris a su casa. Si hubiera querido algo, no lo
hubiera visitado, ya que de todos modos los secuestraron
y les hicieron los experimentos que ellos quisieron.
No entendía por qué su esposa viajó al mundo para-
lelo y se produjo el temblor. Todas esas incógnitas deber-
ía de descifrarlas y para ello necesitaba la visita de Ptah.
Además necesitaba también que le explicara el motivo
del secuestro por parte de los Grises, se supone que él los
conoce y los llamó científicos, pero según su amigo Ja-
mes estos son mercenarios o soldados, y que según su
misión es exterminar o liquidar lo que afecte a su raza.
Faltaba lo más interesante de todo, ¿Quien es el Señor de
Marduk? Por lo que pudo comprender al por parte de Ja-
mes, fue que este personaje es de los extraterrestres ma-
los.
¿Acaso los muertos pueden visitar a los vivos en for-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

ma de extraterrestres? ¿El embajador de Marduk es el


mismo embajador de Dios?
Aún resonaban en su mente las palabras amenazado-
ras del hombre que escribió la carta a James:

“Mr. Warwich, intentaba hablar con Lord Marduk.


De modo que fui avisado por nuestro Rey de Reyes An-
nunaki, quien intenta evitar este tipo de publicidad no
deseada.”

También recordaba la respuesta de su amigo James:


“Este señor con aspecto tan poco humano es el embaja-
dor ante Lord Marduk, no es exactamente Lord Marduk,
solo un embajador”.
Su cabeza daba vueltas tratando de encontrar una
respuesta a todo. Se dio cuenta de que su esposa en el
futuro lo necesitaba más que nunca. No podía dejarla so-
la de nuevo.
Tomó nota de lo acontecido en su libreta.
No supo a qué hora se quedó dormido.
Lo que le ocurrió a continuación, no tuvo explica-
ción.
Un ruido acompañado de una luz muy intensa le dio
de lleno en la cara.
José no pudo identificar si fue un sueño, o una pesa-
dilla. Tampoco sabía si había realizado de nuevo, otro
viaje al otro mundo paralelo.
Regresaba de su trabajo cerca de las once de la no-
che, cuando vio a su esposa y a todos los vecinos que mi-
raban al cielo. Se acercó para preguntarle a su esposa:
—¿Qué sucede?
Ella le respondió muy agitada por la emoción:
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¡Hay un ovni volando cerca!


José burlándose de ella le hizo un comentario:
—Tú siempre viendo ovnis por todos lados.
Miró a los demás y vio que no era solamente ella,
sino también los demás, quienes permanecían atentos mi-
rando al cielo en busca del ovni.
Sintió que ese momento ya lo había vivido antes.
Se podía percibir gran actividad aérea. Había una
gran cantidad de aviones caza, tratando de localizar al
platillo volador. Volaban en círculos, subían y bajaban.
Era todo un espectáculo escuchar el ruido de los motores
cuando pasaban volando muy bajo, cerca de ellos.
José podía sentir una gran emoción al escuchar el
ruido de los motores tan cerca. Tal parecía que se estaba
librando una batalla aérea con otros aviones. Siguió con
la vista al cielo, viendo la cantidad de aviones girando,
volando y haciendo todo tipo de maniobras inimagina-
bles en busca del objeto volador.
Su corazón latía demasiado aprisa debido a la emo-
ción de volver a presenciar lo que había experimentado
anteriormente.
José pensó: “Esto es un „deja vú‟ o regresé de nuevo
al inicio de la abducción”.
A lo lejos pudo percibir un objeto volador que se
acercaba a gran velocidad hacia ellos. De ser un puntito
negro en el horizonte, pasó a ser un gran platillo volador
que se acercó volando velozmente hasta donde ellos se
encontraban. Observó cómo el platillo volador, trataba de
ocultarse entre la feria que se había instalado en las calles
aledañas a su domicilio.
Pasó muy cerca de la “rueda de la fortuna” chocando
con los cables de electricidad, produciendo chispas. El
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

platillo pasaba unas veces verticalmente, y otras horizon-


tales. Los aviones trataban de interceptarlo pasando muy
cerca de sus cabezas.
De pronto se escuchó de nuevo decir como lo había
hecho antes:
—¡Tómenle fotos con los celulares!
Todos los que presenciaban la persecución sacaron
sus celulares y comenzaron a tomar fotos.
—¡Tomen videos!—. Volvió a gritar José presa de la
emoción.
El ovni dibujaba círculos y giros tan rápidos que no
lograban tomar las fotos y videos. El ovni estaba tratando
desesperadamente de encontrar el modo de esquivar a
los aviones caza que lo seguían muy de cerca.
De pronto, así como había llegado se alejó a una ve-
locidad vertiginosa. Los aviones lo siguieron y ambos se
perdieron en el horizonte.
Sin pensarlo dos veces José tomó una decisión im-
portante. No volverían a secuestrarlo.
Tomó de la mano a su esposa y salieron corriendo
fuera del fraccionamiento “Puerta dorada”.
—¿Qué sucede?—. Le preguntó su esposa.
—¡Vamos a ocultarnos del ovni!
—¿Por qué? ¿No es más seguro en la casa?—. Le
preguntó inquieta sin dejar de caminar y sentir cómo la
obligaba su marido a caminar de prisa, por las calles de
la ciudad.
De pronto se encontraron rodeados de muchas perso-
nas desconocidas que los miraban fijamente.
—¡Camina sin detenerte!—. Le dijo tomándola fir-
memente de la mano.
—¡Suéltame un poco la mano que me lastimas!—.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Se quejó ella.
No se había dado cuenta que debido al nerviosismo y
excitación que estaba padeciendo, se la había apretado
con demasiada fuerza.
La soltó y caminaron sin detenerse.
Dieron la vuelta en una esquina, y se encontraron
con otras personas, que más bien podría llamarlos seres,
ya que no presentaban ninguna emoción.
Se les quedaron mirando fijamente.
—¡No te detengas!—. Le dijo su marido.
Ella se detuvo y le dijo:
—Regresemos a la casa es más seguro.
José aceptó su sugerencia, y regresaron caminando
por otra calle, para evitar pasar de nuevo delante de esas
personas.
Al regresar se dieron cuenta que se encontraba vacío
el fraccionamiento.
Lo que antes había sido un espectáculo lleno de tan-
tos vecinos presenciando la persecución del ovni, ahora
se encontraban desiertas las calles internas del fracciona-
miento.
Alcanzó a ver que tras las cortinas de algunas casas,
se asomaban algunas personas, como si tuvieran miedo.
—No hay nadie en la calle—. Comentó José.
—¡Vamos a la casa!—. Le dijo ella, y en seguida lo
tomó de la mano.
José sintió la mano de ella muy fría, como si hiciera
demasiado frío. Lo atribuyó a que quizás era debido al
miedo que estaba sintiendo.
Conforme caminaban dentro del fraccionamiento,
José no dejaba de sentir que era observado por personas a
través de las cortinas. No estaba seguro si eran sus veci-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

nos.
Al llegar a su propiedad, su esposa le dijo:
—Espera aquí, deja veo quien está dentro de la casa.
Le pareció extrañó que le dijera eso.
Ella era un poco temerosa. El que debería entrar a
revisar la casa era él, no ella.
—Yo entro primero—. Le dijo, a lo que ella respon-
dió:
—Tú entra por el estudio y yo por la puerta princi-
pal.
Cuando se disponía a entrar por la puerta del estudio,
su esposa le dijo:
—¡Aquí está María!
José regresó y lo que vio lo llenó de terror.
Su esposa se dirigió hacia donde estaba su hija, y le
vio la espalda.
¡Era un extraterrestre del tipo reptiloide!
Había tomado su lugar. Por eso había sentido su ma-
no muy fría y viscosa, y ahora se disponía a atacar a su
pequeña hija.
Sin pensarlo dos veces, se abalanzó sobre ella de-
rribándola en el piso. Con una agilidad impresionante, su
esposa o mejor dicho; el reptiliano, se desprendió de su
abrazo y saltó hacia el otro extremo de la sala.
Los separaba únicamente la mesa del comedor, y
José no podía llegar hasta ella.
Comenzó a rodearla y escuchó a su hija decir:
—¡Papá! ¿Qué haces?
—¡Ponte a salvo! Sal de la casa.
Su hija obedeció y salió mirando a través de la puer-
ta de la calle, lo que ocurría dentro.
De pronto el reptiliano se abalanzó sobre él y en ese
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

momento José lo tomó del cuello.


Dejó de ser la figura de su esposa para tomar su ver-
dadero cuerpo.
—¡No podrás apoderarte del cuerpo de mi esposa!
¡Maldito Draconiano!—. Le gritó.
Era parecido al hombrecillo gris, pero la diferencia
era que tenía el cuerpo lleno como si fueran escamas. Era
parecido a un cocodrilo, estaba húmedo y escurría una
sustancia pegajosa de su piel. Eso hizo que se despren-
diera de su abrazo.
Su hija sin dejar de llorar, miraba todo lo que ocurría
en el interior.
De pronto José la vio que estaba haciendo una llama-
da.
El reptiliano se abalanzó de nuevo sobre él, pero
José le dio tremendo golpe que cayó fulminado al suelo.
Lo tomó del cuello y le preguntó:
—¿Dónde está mi esposa?
Volteó a ver a su hija, quien continuaba llorando, y
vio cuando la rodearon los seres que había visto anterior-
mente en la calle, quienes no tenían expresión alguna en
su cara.
Traían puesto una bata blanca y eran demasiados.
Se acercaron poco a poco.
—¡María, huye!—. Le dijo, pero su hija permaneció
inmóvil.
Lentamente se acercaron y comenzaron a rodearlo.
Al tratar de acercarse a él, comenzó desesperada-
mente a defenderse. Los golpeó y pateó, pero aún así fue
dominado por el grupo numeroso.
Antes de que lo maniataran, le pareció ver en una de
sus batas blancas una identificación que decía: “CIA”.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

José se dio cuenta que eran los de la Agencia Central


de Inteligencia. Comprendió en ese momento todo lo que
su amigo JC le había dicho.
Lo derribaron al piso, y procedieron a aplicarle una
inyección.
No podía moverse y les gritó:
—¡No van a poder borrarme la memoria! ¡Se de-
rramó el ingrediente básico de la vida, me lo dijo el ex-
traterrestre! ¡Todos los experimentos que me hagan los
voy a recordar! Después de aplicarle la inyección, lo
subieron a una camilla y lo sujetaron a ella, para después
subirlo a un vehículo tipo ambulancia con cristales oscu-
ros.
Vio a su hija que continuaba llorando. En ese mo-
mento vio cómo el reptiloide con la forma de su esposa,
se acercó por detrás de ella y puso un brazo sobre su
hombro. Lo miró fijamente mientras se tocaba la barbilla
donde lo había golpeado.
Sin poder contenerse y antes de que cerraran las
puertas del vehículo, gritó:
—¡Maldito deja a mi hija! ¡Te mataré si le haces da-
ño, juro que te mataré!
Cerraron las puertas del vehículo y éste salió como
un bólido del fraccionamiento “Puerta dorada”. La ambu-
lancia era conducida por un hombre quien traía lentes
oscuros a pesar de ser de noche. Lo acompañaba otro in-
dividuo el cual no traía lentes, pero no pudo verle bien la
cara. En la parte trasera lo acompañaban otros dos seres
iguales sin ninguna emoción o expresión en sus rostros.
Uno de ellos comenzó a aplicarle un suero.
—¡No van a poder lavarme el cerebro con su maldita
atropina!—. Les gritó.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Esos individuos no presentaban ninguna emoción.


—¡Malditos agentes de la CIA!—. Les gritaba José
cada vez que tenía oportunidad de hacerlo.
De pronto José se soltó a reír a carcajadas, parecía
que se estaba burlando de ellos.
Mientras, el vehículo continuaba transitando por las
calles oscuras de Mazatlán.
Pensaba en su esposa y en su hija, y en todo lo que
pudiera sucederles. Ese pensamiento lo hizo volver a es-
tallar lleno de furia y tratar de soltarse de la camilla.
—¡Suéltenme animales!
Uno de ellos aplicó una inyección en el suero y poco
a poco se fue perdiendo en la inconsciencia.
Al abrir los ojos lentamente, se encontró en una
habitación blanca. Alcanzó a escuchar la voz de su espo-
sa que preguntó:
—¿Qué tiene mi esposo doctor?
—No estamos muy seguros, pero parece un agudo
caso de Esquizofrenia. Es una enfermedad cerebral ca-
racterizada por ideas delirantes, episodios alucinatorios,
lenguaje y comportamiento desorganizados y agitación,
entre otros.
José giró la cabeza hacia donde estaba ella, la miró y
pensó: “Maldito Draconiano, que bien interpretas el pa-
pel de esposa abnegada”.
La miró fijamente a los ojos y ella esquivó la mirada
hacia el hombre de blanco, quien le hizo una pregunta:
—¿Hace cuanto que dejó de tomar las pastillas?
—No recuerdo doctor, pero creo que desde que dijo
que su problema no era por causa de la enfermedad, sino
que lo habían secuestrado los extraterrestres.
—¿Extraterrestres?—. Preguntó extrañado el médi-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

co.
—Si doctor.
—¿No recuerda exactamente cuánto tiempo hace que
dejó de tomarlas?
—Creo que como tres meses doctor.
José dejó de mirarlos y pensó en su amigo JC, cuan-
do le había dicho que las abducciones eran de origen te-
rrestres llevadas a cabo por los militares.
Estaba completamente seguro de que eran ellos, y
estaba seguro de haber visto las identificaciones de la
CIA en uno de los hombres de blanco.
Sintió en su hombro una mano y al voltear vio que
era su esposa y le gritó:
—¡Aléjate maldito extraterrestre y devuélveme a mi
esposa!
—¡Tranquilízate por favor!—. Le dijo ella.
Trató de zafarse, pero las correas se lo impedían.
Su esposa dio la vuelta y salió de la habitación, se-
guida por el hombre de blanco. De repente ella sintió una
ligera vibración en las piernas que la hizo tambalearse.
—¿Le sucede algo?—. Preguntó el médico al verla a
punto de caer.
—No, solo que sentí una ligera descarga de electrici-
dad en las piernas.
José se quedó solo atado a la cama, con una botella
colgando de suero en uno de sus brazos. No dejaba de
pensar en su hija María y la suerte que había corrido.
Todos los días era lo mismo.
Lo visitaba el hombre que parecía ser un médico;
para enterarse de su estado, lo obligaban a tomar los me-
dicamentos y a veces le aplicaban una inyección intrave-
nosa. Le daban sus alimentos y lo dejaban libre dentro de
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

la habitación para poder observar su comportamiento anti


-social.
Pensó que si quería salir de ese lugar, debería hacer-
les creer que estaba dispuesto a cooperar con ellos, y así
ver hasta dónde podía llegar para tratar de reunirse con
su familia. Debía tratar de conocer la suerte que corrían
ellas.
La impotencia por no poder salir de ese lugar, y no
saber nada de ellas, lo hacía sentirse más desesperado.
Llevaba ya tres días encerrado en esa habitación, que
aunque ya no lo ataban a la cama, no podía salir de ella.
No tenía idea en donde se encontraba, ni la hora ni el
día que estaba viviendo debido a que no tenía ventanas la
habitación.
En su lugar una luz blanquecina iluminaba la estan-
cia.

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Capítulo VII

José se encontraba frente a un hombre vestido con


bata blanca. Leyó en su gafete el nombre del individuo.
Pudo leer que se trataba de un médico y que se llamaba
David Phillips, aunque no estaba muy seguro si de ver-
dad lo era.
Este médico estaba detrás de su escritorio y lo mira-
ba fijamente.
—¿Cómo se siente don José?
—¿En dónde estoy?— Le preguntó angustiado.
—En el hospital psiquiátrico San Juan de Dios.
—¿En dónde queda eso?
—En Zapopan —El médico hizo una pausa— Está
en el estado de Jalisco.
—¿Por qué me trajeron hasta aquí?
—Don José. Usted tuvo un ataque de Esquizofrenia,
e intentó matar a su esposa. Debido a los antecedentes de
su enfermedad, no fue a parar a prisión por intento de
asesinato.
José escuchaba lo que el médico le decía. ¿Cómo era
posible que dijera tal mentira?
—Yo no intenté asesinar a mi esposa, era un extrate-
rrestre, de los Draconianos.
El médico se le quedó mirando fijamente en silencio.
José comprendió que si deseaba salir de ese lugar,
debería hacerle creer que había sido una alucinación.
—Bueno, eso es lo que me pareció ver—. Rectificó
inmediatamente.

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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿Lo vio o fue su imaginación?


—Creo que todo se debió a mi imaginación, por cau-
sa de la enfermedad de “corea”.
—Si, estamos enterado de eso. De hecho aquí tene-
mos su expediente que nos envió su médico del hospital
“Sharp”. Y por lo que veo, usted la tiene muy avanzada.
José bajó la mirada al piso. No sabía que decir.
—¿Por qué dejó de tomar sus medicamentos?
—Creí que ya estaba curado—. Fue lo único que se
le ocurrió decir.
—Su médico le advirtió que no debería dejar de to-
marlas. Si usted deja de tomarlas, su enfermedad irá pro-
gresando, nunca disminuirá. Comenzará a tener visiones
de viajes al más allá y de extraterrestres, incluso demo-
nios.
José lo observó en silencio. Luego dijo:
—Sí, comprendo. Si empiezo a tomarlas nuevamente
¿saldré de aquí?
El médico lo miró fijamente.
José le sostuvo la mirada. Era necesario que viera en
sus ojos que había comprendido su error.
El médico desvió la mirada hacia su escritorio, miró
los análisis y le dijo:
—Solo después de una evaluación veremos si ya no
es necesario retenerlo en este lugar.
—Está bien doctor, como usted diga. Yo solo quiero
regresar con mi familia.
El médico se quito las gafas y le preguntó:
—¿Sabe en qué año estamos?
José comprendió que si no acertaba en la fecha se
quedaría más tiempo encerrado. No podía adivinar si es-
taba en el pasado o en su época actual.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Olvidé la fecha debido al encierro que he tenido


aquí—. Dijo sonriendo.
—No le pregunté la fecha, sino el año—. Le dijo
mirándolo fijamente.
—Bueno, pues si mi enfermedad no ha avanzado
mucho, y no he perdido la memoria, supongo que esta-
mos en el 2012—. Le dijo sonriendo, tratando de ser
ameno.
El médico no dijo nada, y se dedicó a mirar los análi-
sis de su paciente.
José se mostraba nervioso e impaciente, pero trataba
de disimularlo. No sabía si había acertado o no.
Después de unos momentos que para José le parecie-
ron eternos, el médico le dijo:
—Mañana vamos a comenzar con unas sesiones an-
tes de darlo de alta.
—¿Puedo hacerle una pregunta?
—Por supuesto—. Respondió el médico.
—¿Quiénes fueron los que me recogieron en la casa?
—No estoy muy seguro, pero creo que fue el perso-
nal de la Cruz Roja Mexicana.
José se preguntaba: “¿La Cruz Roja? ¿Cómo era po-
sible que mintiera el médico? Él estaba seguro que eran
de la CIA. ¿O acaso se había confundido con las letras?”.
Ya no estaba muy seguro si había sido la CIA o la
CRM.
—¿Por qué la pregunta?
—Es que no supe quien me trajo hasta aquí.
—No fue la Cruz Roja quien lo transportó hasta
aquí, fue una ambulancia del hospital Sharp.
Antes que pudiera decir algo, el médico continuó:
—Su médico ordenó su traslado hasta esta institu-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

ción.
José trataba de asimilar lo ocurrido.
El médico continuó:
—Su hija al ver que usted estaba golpeando a su ma-
dre llamó a la policía y ellos llegaron junto con la ambu-
lancia de la Cruz Roja. Una vez que lo pudieron someter
a base de tranquilizantes, lo trasladaron al hospital Sharp,
para posteriormente ubicarlo en esta institución.
José no comprendía lo que le estaba diciendo el
médico. ¿Cómo era posible que hubieran llegado tan
rápidamente?
Estaba completamente seguro de lo que había visto.
Y estaba seguro que era un reptiliano quien lo había ata-
cado, había sentido su mano fría y la viscosidad en ella.
Creyó que lo quería volver loco el médico.
Estaba seguro que fueron agentes de la CIA los que
lo habían encerrado en ese lugar. Además también estaba
completamente seguro de que no habían podido borrarle
la memoria.
De lo que si no estaba seguro era cuando lo iban a
soltar. Necesitaba asegurarse de que su familia estuviera
bien.
—Doctor. ¿Y cómo esta mi familia?
—Ellas están bien, solo que un poco preocupadas
por su comportamiento agresivo.
—¿Cuándo las veré?
—Ya le dije que después de que le hagamos una eva-
luación.
José ya no dijo nada. Debía tratar de salir de ese ma-
nicomio, y la única manera de lograrlo era haciéndoles
creer que se estaba cuerdo.
Cada día era lo mismo, preguntas por parte del médi-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

co, tomar sus medicamentos y pasear por los jardines.


Una mañana que se encontraba en el patio descan-
sando, vio que las rejas estaban muy altas y pensó que
sería muy difícil escapar por ahí, debido a la vigilancia
tan estrecha que había. Observó que uno de los edificios
no estaba tan alto, parecía ser el edificio de mantenimien-
to. Pensó que si llegaba al techo podría saltar hacia el la-
do de la calle. Lo malo era que por las noches los ence-
rraban en sus habitaciones, además de cerrar el piso.
Tendría que robar las llaves al personal de limpieza.
Cierto día recibió la visita de su esposa.
—¿Cómo estás amor?—. Le preguntó preocupada
por el estado en el que se encontraba.
—Bien. No te preocupes—. Le dijo dudando si era
su esposa o el Draconiano.
—¿Cómo está María?
—Bien. Extrañándote.
Observó que su esposa lo miraba fijamente.
—¿Qué me miras?—. Le preguntó él.
—Nada. Solo veo lo mucho que te amo.
José quería comprobar si en realidad era su esposa o
el reptiloide. Entonces le hizo una pregunta:
—¿Recuerdas la hoja de papel que escribiste y que
guardé en la cartera?
—Si—. Respondió extrañada.
—¿Qué escribiste?
Susana trataba de recordar, y le dijo.
—Escribí la fecha y la hora, y debajo de esas líneas
lo volví a escribir y la firmé.
José de dio cuenta de que sí era su esposa.
Sin poder contenerse la abrazó diciéndole.
—¡Si eres tú, Susana!
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¡Claro tonto! —Le dijo riendo— ¿Pues quien cre-


ías que era?
La soltó para explicarle lo sucedido.
—Creí que eras el reptiloide que se abalanzó sobre
mí el día que vimos el ovni. ¿Lo recuerdas?
—Si, pero no me abalancé sobre ti. Me estabas ahor-
cando y al final me diste un golpe.
—No amor. No eras tú, era el Draconiano.
Susana no dijo nada. Permaneció en silencio.
—¿Todavía crees que soy un extraterrestre?
José dudó. Tenía que hacerle entender que no estaba
loco, ni que había sido una ilusión.
—Solo puedo decirte que eso creí ver. Ahora solo se
que fue una ilusión. Te pido que me perdones por haber
dudado de ti, y haberte golpeado.
—No te preocupes amor. Estabas enfermo, pero ya
vas a estar bien y pronto saldrás de aquí.
—No estoy muy seguro de eso.
—Si amor, solo te van a evaluar de nuevo y será la
última.
—¿Cómo sabes?
—Bueno —Dijo titubeando— Me imagino. ¿O no lo
crees?
José no dijo nada y se quedó mirándola fijamente.
Su esposa al sentir la mirada inquisidora de su mari-
do, trató de esquivarla diciendo:
—¿Qué bonito está el jardín. ¿Verdad?
—Si—. Fue lo único que pudo decir, debido al com-
portamiento extraño de ella.
Permanecieron más tiempo conversando sobre su
trabajo y sus hijas. Al finalizar la hora de visitas, todos
los familiares se dirigieron a la puerta de salida, mientras
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

los internos ingresaban a sus pabellones correspondien-


tes.
José se despidió de su esposa, y le dijo adiós con la
mano. No la perdió de vista, hasta que se dirigió a la
puerta de salida. Ella hizo algo inusual que llamó su
atención. En lugar de dirigirse a la salida por la puerta
principal, giró sobre un pasillo dirigiéndose al interior
del edificio. No pudo ver hacia donde se dirigía, debido a
que ya los habían ingresado al pabellón y los guardias
cerraron la puerta del piso donde se encontraba él.
Las dudas lo estaban matando. ¿A que regresaría su
esposa al interior del hospital?
No pudo dormir esa noche pensando en lo que había
hecho su esposa. Las dudas lo atormentaban. No la creía
infiel, sino que no estaba seguro si era el reptiloide.
Al día siguiente Susana regresó al hospital, pero esta
vez no fue a ver a su esposo, sino que tenía cita con el
médico que lo atendía.
—Buenos días señora. ¿Cómo encontró a su esposo?
—Bien doctor. Ayer regresé a buscarlo y no lo en-
contré.
—Tuve una reunión de familia muy temprano, y mi
esposa no me dejó venir. Lo siento señora.
—Está bien, no se disculpe, la familia es primero.
Susana abrió su bolso y extrajo una mini-grabadora
la cual le entregó al médico.
—Aquí tiene lo que me encargó doctor.
El médico recibió el aparato grabador diciéndole:
—Gracias señora, ahora podremos ver cómo es el
comportamiento de su esposo.
—Yo lo vi bien doctor—. Dijo la esposa de José.
—Ya lo veremos, ya lo veremos—. Repitió el psi-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

quiatra Phillips.
Tomó la grabadora que le había entregado Susana y
la encendió.
Escuchó la voz de José decir:

—“¿Cómo estás amor?


—Bien. No te preocupes
—¿Cómo está María?
—Bien. Extrañándote.
—¿Qué me miras?
—Nada. Solo veo lo mucho que te amo.
—¿Recuerdas la hoja de papel que escribiste y que
guardé en la cartera?
—Si
—¿Qué escribiste?
—Escribí la fecha y la hora, y debajo de esas líneas
lo volví a hacer y la firmé.
—¡Sí eres tú, Susana!
—¡Claro tonto! ¿Pues quien creías que era?
—Creí que eras el reptiloide que se abalanzó sobre
mí el día que vimos el ovni. ¿Lo recuerdas?
—Si, pero no me abalancé sobre ti. Me estabas
ahorcando y al final me diste un golpe.
—No amor. No eras tú, era el Draconiano.
—¿Todavía crees que soy un extraterrestre?
—Solo puedo decirte que eso creí ver. Ahora solo se
que fue una ilusión. Te pido que me perdones por haber
dudado de ti, y haberte golpeado.
—No te preocupes amor. Estabas enfermo, pero ya
vas a estar bien, y pronto saldrás de aquí.
—No estoy muy seguro de eso.
—Si amor, solo te van a evaluar de nuevo y será la
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última.
—¿Cómo sabes?
—Bueno. Me imagino. ¿O no lo crees?
—¿Qué bonito está el jardín. ¿Verdad?
—Si”.

Susana y el Psiquiatra continuaron escuchando el


resto de la conversación.
Al finalizar la cinta, la esposa de José le preguntó:
—¿Qué piensa doctor?
—No puedo darle un diagnóstico todavía, necesito
continuar con la evaluación. Debo felicitarla por lograr
grabar la conversación. Le voy a pedir que siga hacién-
dolo hasta lograr verdaderos resultados.
—¿Qué es lo que espera encontrar?
—¡La verdad!
Susana extrañada le preguntó:
—¿Cuál verdad?
David Phillips solo sonrió y le dijo:
—No se preocupe. Ciertos conocimientos saldrán a
la luz.
—¿Qué conocimientos?
—Sobre la enfermedad de su marido. No se preocu-
pe.
Susana se despidió del psiquiatra, sin comprender lo
que quiso decir.
Al salir sintió de nuevo una ligera vibración en la
piernas. Se detuvo de un poste para no perder el equili-
brio.
El psiquiatra la vio partir mientras acariciaba la cinta
que sostenía en su mano.
Durante varios días, José se dedicaba a estudiar los
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

movimientos del personal de limpieza. No se atrevía a


hacer preguntas por temor a ser descubierto. Observó que
había dos cambios de horario en el personal. Por la ma-
ñana trabajaba una mujer que se veía bastante ruda, y por
la tarde era sustituida por un hombre de unos 50 años,
pero bastante fuerte para su edad.
Pensaba que no podría acercarse a ninguno de los
dos, sin levantar sospechas.
Cada día que pasaba era lo mismo, se dedicaba a es-
tudiar los movimientos del personal.
Su esposa continuaba visitándolo sin sospechar que
cada conversación estaba siendo grabada por ella. José
no quiso preguntarle sobre lo ocurrido ese día que re-
gresó al hospital. Aún tenía sus dudas sobre si ella era un
Draconiano.
Aparentaba estar tranquilo y reía de vez en cuando
durante la charla con su esposa, sin saber que eran obser-
vados silenciosamente por el médico, desde la ventana de
su oficina.
Ella le hizo un comentario:
—No sé qué me pasa, pero a veces siento una vibra-
ción en todo el cuerpo, pero en especial en las piernas,
como si fuera una ligera descarga eléctrica.
José no supo a que atribuirlo.
Cierta tarde en que el hombre robusto encargado de
la limpieza, pasó cerca de José mientras limpiaba el piso,
él inició la conversación:
—Veo que tiene mucha experiencia para limpiar los
pisos.
—Alguna—. Respondió indiferente.
—¿Cuánto tiempo tiene trabajando aquí?
—Cinco años—. Le respondió sin dejar de mover el
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

trapeador.
—¿Cómo se llama?
—Arturo.
—Yo me llamo José.
El hombre solo exclamó algo inaudible.
José comprendió que el hombre era parco para con-
versar, o le tenían prohibido conversar con los internos.
Se puso de pie y se acercó a él conforme iba avan-
zando mientras limpiaba, y le dijo:
—¿Sabe? Me dedicaba a limpiar casas cuando traba-
jaba en Estados Unidos, y de verdad que me siento des-
esperado sin hacer nada. ¿Me permite que le ayude a tra-
pear?
El hombre volteó a verlo y sin decir ninguna palabra,
estiró el brazo y le entregó el trapeador.
José lo tomó y comenzó lentamente a limpiar el piso,
siendo observado por el hombre quien le dijo:
—Voy un rato al baño. Limpie bien por favor,
—Si, no se preocupe.
Lo vio introducir la llave en la cerradura de la gran
puerta para abrirla, cruzó la puerta y después de cerrarla,
escuchó cuando por el otro lado de la misma, hacia fun-
cionar la cerradura.
Pasados algunos minutos, José lo vio regresar, ejecu-
tando la misma operación de cerrado. Estuvo atento mi-
rando cuál era la llave que abría la puerta.
—¿Cómo quedó?
—Muy bien—. Le dijo el empleado.
Tomó su herramienta de trabajo y se dirigió a la gran
puerta, dejándolo encerrado en compañía de otros inter-
nos.
Los días transcurrieron sin ninguna novedad. Una
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

tarde observó que el empleado había abierto la puerta


para salir y llevaba las manos ocupadas, portando varios
artículos de limpieza.
José se acercó a la puerta y le dijo:
—Le ayudo.
El empleado, se asustó y le dijo:
—¡No se acerqué a la puerta!
—No. Solo deseo ayudarlo para que pueda pasar.
José mantuvo sosteniendo la puerta para que pudiera
pasar el empleado. Una vez que salió el limpiador, cerró
la puerta de nuevo haciendo girar la cerradura.
José se había dado cuenta de cuál era la llave que
abría la puerta.
Después, se regresó a mirar el jardín a través de la
ventana.
A la tarde siguiente volvió a ofrecerse para limpiar el
piso, a lo cual el mozo no puso ninguna objeción.
José no dejaba de ver el manojo de llaves que le col-
gaban del cinto. Tenía que apoderarse de ellas para salir
lo más pronto posible de ese lugar.
Vio cuando el mozo se inclinó para limpiar debajo
de un escritorio. Ya casi caía la tarde y sin pensarlo dos
veces, se acercó por detrás del mozo, y le arrancó las lla-
ves mientras lo arrojaba al piso. El mozo se fue de bruces
y se golpeó la nariz con el borde del escritorio.
La sangre salió a borbotones por su nariz, y mientras
se la tocaba tratando de calmar el dolor, José aprovechó
ese momento para tomar la llave correcta y se dirigió a
toda prisa a abrir la puerta. Los demás internos lo obser-
vaban sin comprender lo que ocurría. Muchos de ellos se
encontraban bajo los efectos de pastillas psicotrópicas.
El empleado no tuvo tiempo de pensar, ya que el do-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

lor le hacía estar más preocupado por su nariz, que por lo


que ocurría alrededor.
José sintió que el corazón se le quería salir de la
emoción que sintió, al escuchar el sonido de la cerradura
al abrirse la puerta.
La empujó, y tras salir la cerró inmediatamente de un
golpe, para luego cerrarla por fuera. Una vez que se en-
contró por el pasillo, se dirigió hacia el edificio que creía
era de mantenimiento.
Debía darse prisa ya que el empleado pronto daría la
voz de alarma. Corrió por los pasillos hasta llegar al
cuarto de limpieza. Se detuvo frente al cuarto y giró el
picaporte, que para su buena suerte no tenía el pasador
puesto.
Se introdujo y permaneció quieto.
Al poco rato escuchó gritar al empleado:
—¡Ayúdenme!
José trataba de controlar la respiración, para que no
lo fueran a descubrir.
Escuchó pasos y voces fuera del cuarto.
—¡Cierren la puerta principal!—. Escuchó a alguien
gritar.
—¡Búsquenlo por los jardines!—. Escuchó a otro.
Escuchó al mozo quejarse mientras era trasladado a
la enfermería para aplicarle los primeros auxilios.
La búsqueda se prolongó por espacio de una hora.
José temía que de un momento a otro alguien pudie-
ra entrar en la habitación donde se encontraba él, y lo
descubrieran.
Tenía la certeza de que no había otro mozo en el
hospital, y que solamente el que estaba en la enfermería
entraría a ese cuarto.
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Pasados unos momentos todo quedó en calma. José


un poco más tranquilo, paseó la vista por el interior del
cuarto y descubrió una escalera.
Eso le serviría para sus planes.
Esperaría a que fuera más noche para colocar la es-
calera y así subir a la azotea, para después saltar a la ca-
lle.
El reloj del hospital marcaba las once de la noche. Se
escuchaban todavía voces tratando de localizarlo.
En ese momento se encontraban buscándolo por
otras instalaciones, no cesarían en su búsqueda. Creían
que estaba escondido en otras instalaciones, menos en
ese cuarto.
Sin pensarlo dos veces y en el mayor de los silen-
cios, José salió de su escondite con la escalera doble de
aluminio en las manos, y la recargó contra la pared.
Tendría que tirar del lazo para ir desplegándola y eso
haría ruido. Lentamente tiraba de la cuerda, tratando de
hacer el menor ruido posible. A cada peldaño que subía
la escalera doble, su corazón latía con fuerza.
Cuando hubo desplegado por completo la escalera
doble, descubrió para su mala suerte; que no alcanzaba a
llegar a lo alto, le faltaba casi un metro. Tendría que pa-
rarse en el último travesaño de la escalera, y eso podría
ser peligroso.
Aún así lo intentaría.
Escaló hasta llegar al último travesaño y sintió que la
escalera se movió un poco, se fue adhiriendo a la pared
como si fuera una ventosa tratando de ganar altura.
No conseguía ponerse totalmente de pie en el último
travesaño.
Cuando lo hubo logrado, trató de alcanzar el borde
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del techo, cuando de repente se vino abajo la escalera, y


con ella el cuerpo de José cayendo estrepitosamente, y
lastimándose seriamente.
Al caer sintió un dolor muy intenso en la espalda.
No podía moverse debido al dolor que sufría.
Le dolía también el tobillo.
Trataba de no quejarse demasiado, para evitar que lo
pudiera encontrar el personal, aunque no lograba su
propósito, debido a los dolores intensos.
De pronto sintió una mano que lo ayudó a levantarse.
¡Era un humanoide parecido a Ptah!
¿Cómo era posible que él sintiera su mano? Recorda-
ba que no las tenía cuando fue abducido, y éstas habían
estado como desvanecidas. Eran más bien como una es-
pecie de energía, más que físicas.
Lo ayudó a ponerse de pie.
Le pasó la mano por la espalda, la cabeza y el tobi-
llo, el cual lo tenía roto.
Sin explicación alguna, se sintió como nuevo.
¡Ya no había dolor!
Acto seguido, se elevaron por los aires. Se sintió co-
mo Luisa Lane llevada por Supermán volando por enci-
ma de la ciudad, a través de la oscuridad de la noche.
No podía creer que hubiera logrado escapar del hos-
pital.
¡Se sentía al fin libre!
Después de volar durante varios minutos, se detuvie-
ron a la orilla del mar. No comprendía cómo habían lle-
gado tan rápidamente a ese lugar.
De pronto, el extraterrestre comenzó a disolverse, y
tomó forma humana. Era un ser extremadamente perfec-
to.
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Era como un humano alto, atractivo y delgado pero


musculoso, masculino pero etéreo.
Este ser que estaba frente a José, no parecía ni natu-
ral ni artificial, tenía un color negro alrededor de sus
ojos, casi como carbón. Tenía un rostro con pómulos al-
tos y una penetrante mirada azul-cobalto. Tenía el cabe-
llo rubio que le caía casi a la altura de los hombros. Podr-
ía describirse como el mismo Dios que describen en la
Biblia, pero más joven. Su piel era de color pálido.
Tenía una estatura que rebasaba los 2 metros y su ropa
era de un color azul.
Tenía toda la forma de un verdadero extraterrestre.
Su asombro no tuvo límites.
El humanoide entonces habló:
—No temas, vengo de parte de Ptah, mi nombre es
Khyla.
—¿Donde está Ptah?—. Se atrevió a preguntar.
—Ya no lo verás, terminó su trabajo.
—¿Cuál trabajo?
—La creación de tu “otro ser”. Ahora está trabajan-
do con otro ser humano.
José guardó silencio.
Khyla continuó:
—Así como ustedes son descendientes de lo que al-
guna vez fueron los Atlantes, también nosotros tenemos
descendencia. Venimos de un grupo de estrellas cerca del
Anillo de Nébula de Lira. Nuestros antepasados Liranos,
en sus numerosas migraciones que realizaron en su gran
Arco Espacial, fueron a muchos otros sistemas estelares
en donde encontraron un adecuado hábitat, y establecie-
ron colonias, las cuales algunas de ellas progresaron y
eventualmente lanzaron a sus propios viajeros espaciales
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por el Universo. Ese fue el lugar donde primeramente


estuvo la raza humana evolucionando, allí vivió durante
aproximadamente 40 millones de años.
—Debido al papel que desempeñaron nuestros ante-
pasados los Liranos durante el Génesis y en las galaxias,
además de tener características y rasgos nórdicos, tal es
el porqué fueron descritos como ángeles dentro de las
tradiciones religiosas, tanto en la Tierra como alrededor
de las galaxias.
José estaba asombrado de ver a un extraterrestre
transformado en humano, y además perfecto. Le causaba
extremada confianza y de pronto dejó se sentir temor.
—Los Liranos se dedicaban en su mayoría, a evolu-
cionar constantemente para crear la conciencia, y de esta
manera ir quitando las capas para encontrar su verdadera
naturaleza. Así pues nosotros somos de origen Rigeliano.
Una de las muchas colonias espaciales colonizadas por
nuestros antepasados los Liranos.
Estas colonias fueron eventualmente establecidas en
planetas cerca del sistema solar de Rigel, en la Constela-
ción de Orión.
—En algún momento de su historia, en Rigel estalló
la Gran Guerra. Esta fue una guerra que duró el equiva-
lente a tres siglos terrestres y los Grises asumieron el
control.
José comprendió entonces que los Grises no eran
científicos como había asegurado Ptah.
—Sucedió que un grupo de Rigelianos Nórdicos se
dieron cuenta que la Gran Guerra estaba a punto de esta-
llar, y se fueron hacia la burda colonia de Procyón, en
naves construidas clandestinamente. Procyón es la estre-
lla más brillante en la constelación llamada por ustedes
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como del Can menor, y se encuentra aproximadamente a


11.4 años luz de distancia de la Tierra, y es el cuarto pla-
neta de ese sistema. Nosotros fuimos los únicos Rigelia-
nos que logramos escapar a la devastación que generó
ese cataclismo. Nadie supo, sino hasta tiempo después; lo
que les ocurrió a los que se quedaron en Rigel.
Originalmente la guerra se dio debido a los Reptilia-
nos, quienes fueron expulsados de otro Universo y llega-
ron a Alfa Draconis, pero nadie sabe exactamente de
dónde vinieron. Fueron dejados en Alfa Draconis porque
ese sistema en particular les ofrecía las probabilidades
más altas para sobrevivir, y desde allí fueron capaces de
crear naves para poder viajar por el espacio. De hecho es
grandioso lo que hicieron, y deben ser reconocidos por
ello.
Se les ha considerado los matones más fuertes de es-
ta Galaxia, nadie les puede vencer, así que no tienen nin-
guna motivación para cambiar. El planeta Rigel experi-
mentó un ataque nuclear y sufrió un colapso ambiental,
haciendo con esto que los sobrevivientes permanecieran
en refugios subterráneos.
Los Nórdicos Rigelianos que quedaron; y debido al
colapso ambiental, se convirtieron en Grises pequeños
cuyo material genético es generalmente aceptado como
inferior a las razas humanas. Los Grises pequeños trata-
ron de salvar a la raza Rigeliana, usando material genéti-
co de los sobrevivientes Nórdicos Rigelianos; quienes
estaban demasiado débiles debido a la contaminación del
planeta como para resistir a la hibridación, y tuvieron so-
lamente éxito al diseñar genéticamente a los Grises Al-
tos.
El proceso de mutación genética tomó quizás más
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tiempo que los tres siglos mencionados. Estos Rigelianos


Grises altos sirvieron como modelo genético para la crea-
ción de nuevas “Razas-humanas-Grises-híbridas”, y ser-
ían las que representarían lo mejor de ambas especies.
La mayor parte de los Rigelianos que huyó del siste-
ma solar viajaron al sistema estelar de Procyón y reco-
menzaron su civilización. Los Grises comenzaron a visi-
tarnos poco a poco. Primero unos pocos como embajado-
res, luego como especialistas en varios dominios en don-
de su experiencia podría sernos útil, así como participan-
tes en diversos programas que involucraban la colabora-
ción mutua, y finalmente como turistas.
Lo que había comenzado como un chorrito de agua,
se convirtió en una gran inundación. Cuando ellos llega-
ron en número cada vez más creciente, lento pero seguro
se infiltraron en nuestra sociedad y en otros niveles, pe-
netrando incluso en lo más secreto de nuestros grupos de
poder de la élite.
Así como ocurrió con ustedes, en donde los Grises
comenzaron ganando discretamente control sobre los
miembros clave de la CIA y la KGB, a través de técnicas
desconocidas para estas agencias, tales como la hipnosis
telepática que manipula los niveles reptiles del cerebro,
así mismo nos ocurrió en Procyón.
Usando avanzada tecnología en el viaje por el tiem-
po, a través de “remotos corredores”, que implicaba
“conciencia multidimensional”; algo que los Grises apa-
rentemente no pudieron duplicar debido a la degradación
de sus cuerpos genéticos, un importante número de Proc-
yones lograron escapar y comenzaron una guerra de libe-
ración de los mencionados “remotos corredores del tiem-
po”.
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—Cabe mencionar que hubiera sido una misión sui-


cida luchar directamente con los Grises con las armas
que tienen ahora a su disposición. Teníamos que ser ra-
cionales al pretender contra-atacar, y tratar de encontrar
la manera apropiada de proceder. La propia conciencia
de uno mismo es el arma más potente que está disponible
actualmente.
José comprendió lo poderosos que eran los Grises.
—La manera más efectiva de luchar contra los Gri-
ses es cambiando el nivel de tu conciencia, es decir; de
pensamiento lineal a conciencia multi-dimensional.
José no comprendía el lenguaje utilizado por Khyla.
— Los cuerpos de los Grises son siempre fríos, y se
alimentan de nuestras energías, nuestros miedos y nues-
tra energía fuera de control. Cuando una persona tiene
miedo y está fuera de control, los Grises utilizan y se ali-
mentan de esa energía. Lo que tienen que hacer ustedes
es saber que está bien sentir miedo, pero fluir con él, de-
ben controlarlo orientando su mente a un evento positivo.
—No entiendo—. Dijo José.
—Es la conexión directa con el Universo.
El extraterrestre continuó:
—Los Procyones recientemente hemos liberado a
nuestro mundo de la influencia de los Grises, y estamos
actualmente haciendo “Gung-Ho” cuando se trata de en-
frentarnos a ellos.
—¿Que significa ¿Gung-Ho?—. Preguntó José.
—“Gung-Ho”, es una palabra china que significa
trabajar juntos. Es saber que estamos haciendo que el
mundo sea un mejor lugar. Todos trabajando hacia una
meta compartida. Los valores guían todos los planes,
decisiones y acciones. Eso es “Gung-Ho” y fue el lema
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de los aviadores de asalto durante la Segunda Guerra


Mundial. Dichos aviadores se hicieron famosos por su
entusiasmo, trabajo en equipo y resultados notables.
—¿Y cómo es que conoces el idioma chino?
—Nosotros las hablábamos antes que ustedes las
aprendieran de nosotros. Las 5.500 lenguas que existen
en tu mundo, se deben a la gran cantidad de extraterres-
tres que han visitado tu planeta. Es por eso que existen
tantas y diferentes lenguas, ya que en el Universo se
hablan las mismas lenguas que ustedes aprendieron de
nosotros. Cuando uno se aleja de tu planeta, ya no nece-
sitamos el idioma, nos comunicamos con el pensamiento.
Este se convierte en el lenguaje universal.
—¿Quieres decir que hay tantas razas de extraterres-
tres?
—No. Tu planeta es el basurero Universal.
—¿Cómo es eso?—. Preguntó extrañado José.
—Es el lugar a donde todas las razas de extraterres-
tres de todas las galaxias, han enviado a una gran canti-
dad de criminales que estuvieron en nuestro Universo.
Estos criminales peligrosos fueron juzgados y fueron
condenados a cadena perpetua, luego del juicio se les en-
vió a tu mundo el cual creímos que se encontraba vacío,
con la excepción de que no tuvieron poderes ni manera
de salir de aquí.
—¿Entonces ellos fueron los primeros pobladores
del planeta?
—Sí. Ellos crearon grupos de extraterrestres homó-
logos y se instalaron en diferentes regiones creando terri-
torios individuales. Muchos de los condenados que no
eran tan peligrosos, y que no estaban de acuerdo con mu-
chas de las ideas de los presos más peligrosos, huyeron
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hacia otras regiones, como lo que es ahora América y


Europa. A los primeros prisioneros se les abandonó en lo
que es el continente más grande de tu planeta llamado
África. Tal es el porqué son tan radicales los descendien-
tes de los primeros prisioneros galácticos, que viven en el
Medio Oriente.
Era verdad, normalmente la mayoría de los árabes,
musulmanes, y otras religiones del Medio Oriente son
tan radicales en sus creencias.
—¿Por qué hay raza negra en el mundo?
—Ellos son los Veganos, provienen de Lyra y Vega.
Son humanoides de piel oscura y de tipo no caucásico,
son seres positivos y benevolentes que están recuperando
la verdadera historia de la humanidad y el legado de los
Veganos, además de comprender la historia Galáctica.
—¿Pero porqué también son tan radicales en sus cre-
encias como los habitantes del Medio Oriente?
—No confundas a los Veganos de Lyra y Vega, con
los criminales Veganos que estuvieron en tu planeta. De
hecho ya no queda nadie de los primeros prisioneros que
habitaron la Tierra.
—¿Los liberaron?
—No. Murieron en tu planeta, es por eso que se han
encontrado restos de diferentes cráneos, de diferentes ta-
maños y en diferentes partes de tu mundo, son los restos
de los primeros prisioneros.
—¿Desde cuándo dejaron de enviar más prisioneros?
—Desde que observamos que la tierra había crecido
inmensamente en energía negativa, ya que eso podría tra-
er consecuencias para nosotros, debido a que podía atraer
a seres de otras galaxias, pero fue demasiado tarde, los
Draconianos ya se habían hecho presente.
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José no dejaba de saciar su curiosidad y le preguntó:


—¿Cómo hacían para mantener controlados a los
prisioneros?
—Se les implantó un “chip” que conectaba con la
energía de la Tierra, al tratar de abandonarla, ese chip los
desintegraría. Era su prisión y nunca saldrían de ahí.
José se tocó la mano instintivamente, recordando la
abducción por parte de los grises.
—¿Por qué se dice que el origen de las lenguas de-
rivó cuando se construyó la torre de Babel?—. Preguntó
José.
—El ser humano siempre ha tratado de encontrar una
respuesta a todo lo que sucede en tu planeta. Tal es el por
qué, de las cosas. Al no encontrar una respuesta satisfac-
toria a sus dudas, escribieron una bonita historia sobre el
origen de las lenguas en el “Libro de la Vida”, o Biblia
como se le llamó después.
José quedó impresionado de lo que escuchaba.
—¿Cómo nacieron los Atlantes?
—Desde que se dejó de enviar prisioneros hace mi-
llones de años, observamos a un grupo de ellos que había
emigrado a un valle llamado Atlantis, y que se preocupa-
ban por ayudarse entre sí, decidimos ayudarlos otorgán-
doles poderes extraterrestres para que evolucionaran de-
ntro del planeta.
Cuando vimos que su intención era ayudarse mutua-
mente a sobrevivir, muchos voluntarios decidieron des-
cender a la tierra para enseñarles la tecnología extrate-
rrestre. De ahí nacieron las razas Lemurianas y Toltecas.
Pero desgraciadamente los Atlantes fueron evolucionan-
do hasta autodestruirse posteriormente.
José recordó lo que le había contado Ptah sobre la
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extinción de los Atlantes.


—¿Y qué pasó con los otros prisioneros?
—No sabemos lo que sucedió. Algunos desaparecie-
ron misteriosamente como si la tierra se los hubiera tra-
gado, y otros murieron debido a sus constantes guerras
que sostenían entre ellos mismos en un lugar llamado
Medio Oriente.
—Tú mencionaste anteriormente que creías que la
Tierra estaba abandonada. ¿Cómo es eso?
—Hace 65 millones de años nuestras naves explora-
doras llegaron a la Tierra en busca de minerales. Crea-
mos dos colonias, una en el continente que hoy llaman
ustedes Antártida y la otra que le seguía en tamaño en el
continente que hoy conocen como Asia. Los primeros
exploradores compartían el planeta sin problemas con los
dinosaurios.
José se asombró por lo que escuchó
—¿Como los dominaban?—. Preguntó emocionado
por el tema.
—Con la mente.
—Pero. ¿Que minerales buscaban?
—Este planeta era una mina de cobre y otros minera-
les. Para entender esta razón, se debe entender que el co-
bre es vital para muchas especies avanzadas, porque jun-
to con algunos materiales inestables, el cobre es capaz de
reaccionar formando otros nuevos materiales inestables
si se les inducen un potente campo electromagnético, en
ángulo correcto con un alto campo de radiación nuclear
para producir un significativo cruce de campos de fluc-
tuación.
La fusión del cobre con otros elementos en una cier-
ta cámara en un campo de radiación magnética puede
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producir un campo de fuerza de naturaleza especial y


muy útil para varias tareas tecnológicas, pero la base para
esto es una fórmula extremadamente compleja que no
serías capaz de descubrir por causa de las restricciones
de tu mente.
—Lo entiendo—. Fue lo único que se le ocurrió de-
cir.
Khlya continuó:
—Cuando ya nos encontrábamos establecidos, llega-
ron los Draconianos 150 años después. Tratamos de co-
municarnos pacíficamente con ellos, sin tener éxito. Am-
bas razas estábamos interesados en este joven planeta por
una única razón: los minerales y la materia prima, espe-
cialmente el cobre.
Les permitimos que excavaran en otra parte del pla-
neta, pero ellos querían controlar todo el cobre del plane-
ta, y por esa razón la Tierra se vio envuelta en una pro-
longada guerra librada mayormente en el espacio, en las
cercanías del planeta.
Nosotros los Procyones parecía que habíamos salido
triunfante en esa guerra, pero en la última batalla los
Draconianos decidieron atacarnos traicioneramente, y
usaron un arma poderosa experimental, una bomba de
fusión que destruiría las formas de vida en el planeta, pe-
ro que no afectaría las materias primas como el cobre.
—La bomba fue lanzada desde el espacio y detonada
sobre un punto del planeta que ustedes hoy llaman
“América Central”. La explosión produjo una imprevisi-
ble fusión con hidrógeno, el resultado fue peor del que
los Draconianos esperaban.
La mente de José recordó la explosión nuclear sobre
Japón, y la sorpresa que ocasionó a los pilotos del “Enola
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Gay”, el avión que transportaba la bomba de hidrógeno;


debido a que ni ellos mismos sospechaban la magnitud
de la explosión. Dos de los tres pilotos nunca pudieron
superar el trauma que les ocasionó ver la destrucción y
muerte de miles de seres humanos.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por Khyla:
—Una radiación mortal cayó como una lluvia ra-
diactiva de diferentes elementos ocasionando un
“invierno nuclear” de casi doscientos años como resulta-
do.
La mayoría de los humanoides murieron, y al cabo
de algunos años los Draconianos perdieron su interés por
el planeta por razones desconocidas, quizás a causa de la
radiación. El resultado de la explosión fue la alteración y
generación de diversos elementos como consecuencia de
la fusión, y uno de esos elementos es el iridio, el que
ahora se emplea como “evidencia” de que el cataclismo
fue provocado por un meteorito.
—¿Entonces ustedes después regresaron?
—Si, al ver el planeta que se había rehabilitado, fue
cuando lo utilizamos como prisión.
Khyla hizo una pausa:
—Nuestro objetivo como Procyones es resistir efec-
tivamente a la subversión extraterrestre desarrollando
una “conciencia multidimensional”, es decir; usando
imágenes mentales para protegernos del control mental
de los Grises.
—¿Qué es la conciencia multidimensional?
—Es la capacidad de ser “consciente” de más de una
dimensión. Para ser multidimensional en nuestra con-
ciencia, debemos recordar que tenemos dentro de noso-
tros el potencial para expandir nuestra conciencia percep-
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tiva de las dimensiones superiores y por debajo de nues-


tro plano físico.
José no supo que responder, su mente no daba para
más.
Khyla continuó:
—Nuestra meta en tu planeta es monitorear cual-
quier actividad extraterrestre hostil de los Grises. Debe-
mos exponer públicamente la subversión extraterrestre
por parte de estos extraterrestres a los gobiernos. Debe-
mos continuar promoviendo la “conciencia multidimen-
sional” para el desprogramado del control mental que
han ejercido los Grises en todo el Universo.
Nosotros promovimos los derechos humanos univer-
sales y el desarrollo del Internet para la comunicación
mundial. Es por eso que la humanidad está conectada a
través de la red.
—¿Quieres hacerme entender que ustedes inventaron
el Internet?—. Preguntó asombrado José.
—En efecto, con la finalidad de que todo el mundo
sepa de la existencia de estos Grises, y su plan para con-
trolar la mente humana a través de sus gobiernos corrup-
tos y ambiciosos.
—¿Qué no fueron los militares los que lo inventa-
ron?
—¿De quién crees que recibieron ayuda? El día que
visitamos la Tierra y nos entrevistamos con los militares
de la administración del presidente Eisenhower, esta fue
una de las propuestas científicas que les ofrecimos.
—¿Porque no ayudan y exponen esto a los presiden-
tes?
—Ya lo intentamos, pero desgraciadamente ellos
prefieren la ayuda de los Grises para poder desarrollar
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armas y crear guerras. Nosotros no podemos intervenir


sin la orden de “La Confederación de Mundos de la Ga-
laxia”.
—¿Qué es eso?
—La misión de esta Confederación es vigilar la Tie-
rra y otros planetas en vías de evolución, debido que al
desarrollar armas de destrucción masiva, podrían “atraer”
como un imán a diversas criaturas cósmicas de similar
condición vibratoria. Alguien tiene que protegerlos. Así
se consideró. Esta confederación es como la ONU en tu
planeta.
—¿Los Draconianos ya no regresaron?—. Preguntó
José.
—Si, de hecho siguen en tu planeta viviendo debajo
de la Tierra, no en el centro, sino debajo, superficialmen-
te desde hace 800 mil años cuando vinieron a habitar la
Tierra desde su sistema estelar conocido como Draco.
Pero antes de retirarse al subterráneo, dejaron su legado
sobre la superficie, y fue la de que cada ser humano deb-
ía generar energía para ellos. Ellos desean que ustedes
creen energías negativas y que trabajen para ellos como
esclavos.
Ya en una ocasión el 20 de Febrero de 1954, una de-
legación de nosotros con “apariencia humana” visitamos
la Tierra, y como te comenté nos reunimos con la admi-
nistración del entonces presidente Eisenhower, en un in-
útil esfuerzo para alcanzar un acuerdo sobre el programa
estadounidense de armas termonucleares.
—¿Inútil esfuerzo?—. Preguntó extrañado, debido a
que el Internet sí había sido de mucha utilidad.
—Sí, inútil, ya que no estábamos dispuestos a sumi-
nistrarles tecnología extraterrestre, para que pudiera ser
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usada con intereses militares y bélicos. Entonces la admi-


nistración Eisenhower solo aceptó cierta tecnología que
le ofrecimos, y fijamos otro encuentro para el subsi-
guiente diálogo entre humanos y extraterrestres. El uni-
verso está habitado por muchas entidades, humanoides y
no humanoides. Sus gobiernos ya han estado en contacto
con ellos y están manteniendo el secreto. Es por eso que
su tecnología se ha desarrollado tan de prisa en los últi-
mos cincuenta años.
—¿Y qué pasó?
—No se llegó a ningún acuerdo, debido a que la ad-
ministración de Eisenhower prefirió dialogar con otras
razas, como en el caso de los Reptiloides, Grises y Anun-
nakis. Ellos les proporcionaron los conocimientos para
crear armas de destrucción, y también para crear naves
parecidas a las nuestras, además de aviones supersónicos.
José recordaba todo lo que le había dicho su amigo
James, entonces todo era verdad.
—Mientras tanto, —Continuó Khyla— nosotros los
que hemos venido de sistemas estelares como Lira,
Pléyades, Sirio, Procyón, Tau Ceti, Ummo, Andrómeda y
Arcturus, además de que somos los que hemos propor-
cionado el material genético para la siembra de la huma-
nidad en la Tierra, y que además pertenecemos a “La
Confederación de Mundos de la Galaxia”, decidimos
hacernos a un lado.
Nosotros vemos a la humanidad de la misma forma
en que lo haría un padre por su hijo, en un ambiente peli-
groso. Los intereses vitales de las razas en esta categoría
son para asegurar que la humanidad global evolucione de
manera responsable sin ponerse a sí misma en peligro, ni
tampoco a la comunidad galáctica más grande, a la cual
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pertenece.
—No podemos descender a tu planeta en masa por-
que tu gobierno trataría de destruirnos, ya que están apo-
yados por varias razas peligrosas de extraterrestres. La
humanidad no se interesó por aprender a evolucionar en
conciencia, sino en armamento.
Hizo una pausa antes de proseguir:
—Podríamos repeler el ataque, pero no somos hosti-
les ni venimos a tu mundo a eso. Si lo hiciéramos se vol-
vería a extinguir la humanidad, ya que se libraría una ba-
talla a nivel atómico entre los Grises y La Confederación,
es decir; todos los grupos de extraterrestres que pertene-
cemos a ella.
José miraba distraído a la Luna en cuarto menguante
reflejada a lo lejos en el Océano Pacífico, sin dejar de
pensar en todo lo que le había confiado.
—¿Por qué estos Rigelianos Nórdicos que se convir-
tieron en Grises, son tan hostiles y peligrosos?
—Debido a la mutación que experimentaron cuando
estalló la Gran Guerra. El impacto ambiental modificó
toda la atmósfera y con ello todo tipo de raza Rigeliana,
incluyendo la forma de ser, pensar y actuar. Es decir
mente, cuerpo y alma fueron modificadas.
José recordaba el ingrediente básico de la vida que le
había hecho saber Ptah.
—¿Cuantas razas de extraterrestres buenos hay?
—Somos varias. Están los Pleyadianos quienes son
un conjunto de entidades procedentes de las siete estre-
llas que nosotros conocemos como Las Pléyades.
Ellos son los ancestros suyos, incluyéndonos a no-
sotros mismos. Ellos aportaron su ADN para que el sur-
gimiento de la raza humana fuera en la Tierra. Fueron los
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que instruyeron y proporcionaron a los Atlantes, la sabi-


duría y el conocimiento extraterrestre. Por eso se les co-
noce como nuestro grupo seminal. Tienen una biología
como la de ustedes, pero su desarrollo tecnológico y es-
piritual es mayor que el de la Tierra.
Los Pleyadianos tienen sus propios maestros espiri-
tuales, pero ellos a su vez se han ofrecido como maestros
de la Tierra para ayudarlos a evolucionar. Su modo pre-
ferido de hacerlo es informándoles acerca de lo mucho
que ellos tienen en conocimientos, ya que ellos conside-
ran que la luz es información y la oscuridad es falta de
información.
—Le siguen los Telosianos quienes viven en el cen-
tro de la Tierra y son descritos como remanentes de pre-
vias civilizaciones humanas, tales como la Lemuria y la
Atlántida.
Antes de la destrucción de la Atlántida, el continente
se separó en tres partes, los habitantes de una de sus islas
llamada “Arianna”, están aquí en tu planeta y están gené-
ticamente emparentados con la humanidad.
El único que ha logrado contactarlos ha sido el Al-
mirante Richard Byrd, quien en una expedición secreta al
Polo Norte fue llevado hacia su morada interior. Le mos-
traron algunas de las maravillas tecnológicas de esta so-
ciedad, y también conoció al líder de estas avanzadas ra-
zas subterráneas, quien le dijo:
“Te hemos permitido entrar aquí porque eres de
carácter noble y bien conocido en el Mundo de la Super-
ficie. Estás en el dominio de los “Ariannis”, el Mundo
Interno de la Tierra. Te diré porqué te hemos convocado
aquí. Nuestro interés comienza justo después de que tu
raza explotó las primeras bombas atómicas sobre Hiros-
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hima y Nagasaki en Japón. En ese alarmante tiempo en-


viamos nuestras máquinas voladoras los “Flugelrads”, al
mundo de la superficie para investigar lo que tu raza hab-
ía hecho. Como te habrás dado cuenta, nunca antes hab-
íamos interferido en las guerras de tu raza, ni en las bar-
baries que han cometido, pero ahora debemos hacerlo, ya
que ustedes han aprendido a manipular con cierto poder
la energía atómica. Nuestros emisarios ya han entregado
mensajes a los poderes de tu mundo, y sin embargo, no
lo han tomado en cuenta. Ahora tú has sido escogido pa-
ra atestiguar aquí, que nuestro mundo existe. Nuestra cul-
tura y ciencia están a muchos miles de años más allá que
la de tu raza”.
—Los Telosianos —Continuó Khyla— usan máqui-
nas de taladros para cavar túneles en la Tierra. Estas
máquinas perforadoras calientan la roca hasta la incan-
descencia, y luego la vitrifican, eliminando así la necesi-
dad de vigas y soportes. Un tubo de túnel de tránsito es
usado para conectar las ciudades que existen en varias
regiones subterráneas en el hemisferio de la Tierra. Los
tubos de los trenes son propulsados por impulsos electro-
magnéticos hasta velocidades de 2,500 millas por hora.
Un tubo conecta con otra de sus ciudades en la selva
Matto Grosso de Brasil.
Ellos producen alimentos hidropónicamente bajo ilu-
minación de total-espectro en sus jardines, atendidos por
autómatas. El alimento y recursos de los Telosianos son
distribuidos en abundancia a la población de millón y
medio que vive en una economía sin dinero.
Le siguen los Tau Cetianos quienes vienen de otros
mundos poblados por humanos de los sistemas estelares
de Tau Ceti y Epsilon Eridani. Es una estrella en la cons-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

telación Cetus similar a tu sol en masa y es de tipo espec-


tral. Se encuentra a poco menos de 12 años luz de distan-
cia de tu sistema solar, es una estrella relativamente cer-
cana.
Un investigador terrestre llamado Frank Crawford,
entrevistó a un número de individuos que tuvieron con-
tacto físico con los Tau Cetianos. El primero y más im-
portante fue uno que participó en la recuperación de un
ovni estrellado.
Este Tau Cetiano viajero del espacio, fue capturado
vivo y fue interrogado por oficiales de Seguridad Nacio-
nal estadounidense, cuando se estrelló su nave de Phoe-
nix, Arizona en 1961.
Un denunciante llamado Oscar N., describió los orí-
genes del extraterrestre capturado, quien fue apodado
“Hank”, a Frank Crawford. En sesiones más adelante,
Oscar dijo que a los Tau Cetianos, no les gustaba la rela-
ción de los humanos con algunos de los alienígenas Gri-
ses pequeños.
De hecho —Corrigió Khyla— el término “gris”, no
está bien aplicado ya que ellos son realmente blancos.
José trataba de recordar el color del Gris que estaba
sobre la estufa de su casa.
Khyla continuó:
—Las abducciones que están siendo llevadas a cabo
por algunos de los Grises son una gran injusticia para la
humanidad. Estos extraterrestres son una raza parásita
que ha estado cazando y aún lo sigue haciendo, dentro de
las civilizaciones humanas a través del Universo. Los
Tau Cetianos han sido cazados por estos alienígenas Gri-
ses anteriormente, y están trabajando con otras razas y
comunidades que también fueron víctimas de ellos. La
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

implicación de tu gobierno con estos Grises es muy peli-


grosa y está fuera de control.
La gente debe saber que si son contactados por los
Tau Cetianos, no les teman, porque ellos están aquí para
ayudar. Los Tau Cetianos están presentes para ayudar a
tratar con las actividades y estrategias encubiertas de los
Grises. Los Tau Cetianos en particular, están muy pre-
ocupados acerca de la naturaleza de los acuerdos alcan-
zados por los Grises con el “gobierno a la sombra” esta-
dounidense.
—El viajero extraterrestre Tau Cetiano, fue tortura-
do, y esto casi causó un incidente con otros Tau Cetia-
nos, quienes querían intervenir militarmente a causa de
su colega capturado. Gracias a la oportuna intervención
de “La Confederación de Mundos de la Galaxia”, se
evitó la invasión. Pero desafortunadamente “Hank” falle-
ció debido a la tortura física que sufrió por parte de los
militares, quienes con sadismo fracturaron su frágil cuer-
po causándole la muerte. Posteriormente, su cuerpo fue
mutilado según en beneficio de la ciencia.
José recordó cuando quiso preguntarle a Ptah sobre
el asunto del ovni estrellado en Nuevo México, y tal pa-
recía que ahí tenía algunas de las respuestas por parte de
Khyla.
—Existió otra persona que contactó a otro de los Tau
Cetianos. Ella fue abducida por ellos y su nombre fue Jill
Waldport, quien le describió a Frank Crawford la forma
cómo había sido contactada por dos clases de extraterres-
tres. Una eran los Grises, y la otra raza los Tau Cetianos,
quienes Jill describió como “una raza que se veía muy
humana”. Ellos procuraron ayudarle a hacerle frente a los
Grises.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Jill le informó a Frank Crawford, que los alienígenas


de Tau Ceti le dijeron que no les agradaba lo que algunos
de los Grises estaban haciéndole a ella, sin su consenti-
miento. Los Tau Cetianos habían venido a ayudarle a
aprender, cómo superar los engaños de los Grises y a
protegerse a sí misma.
Ellos le explicaron que necesitaba construir psíquica-
mente un escudo alrededor de su mente, como una pared
de ladrillos, para cuando ellos llegaran donde ella, esto la
ayudaría a prevenir ser engañada por sus trucos mentales.
Ella lo intentó y cuando regresaron otra vez los Grises,
pareció funcionar. Jill describió a los Tau Cetianos como
unos extraterrestres benévolos.
—Siguen después los Andromedanos, quienes pro-
vienen de Andrómeda. Son también directos descendien-
tes de los Liranos, quienes a la vez experimentaron algu-
nas dificultades cuando dejaron el sistema de Lira, debi-
do a las razas extraterrestres depredadoras. Eventualmen-
te se establecieron en la constelación de Andrómeda.
Todo lo que ellos crearon tecnológicamente es usado
para el avance de la Tierra, y es solamente para propósi-
tos educativos. Pero también puede ser usado como de-
fensa. Ellos no tienen un ejército en sí, sino que son
científicos.
El pensamiento crea. Cuando dudas, esa duda tam-
bién es pensamiento y también se creará.
—¿Cómo son ellos?—Preguntó José interesado en el
tema.
—Los Andromedanos son seres humanos del sistema
de Zenetae en la Galaxia de Andrómeda, su apariencia
también corresponde a la de ustedes, aunque también tie-
nen características tales como; piel azulada, blanquecina
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

y en algunos de los casos, es rojiza. Su estatura es muy


variable y puede variar desde 1.60 ms., hasta los 2.30
ms., de estatura, algunos de ellos no tienen cabello.
Khyla continuó:
—En nuestra galaxia existe “El Consejo de Andró-
meda”, el cual es un grupo de seres extraterrestres de 139
diferentes sistemas estelares que se reúnen y discuten lo
que está sucediendo en la galaxia. No es un cuerpo políti-
co.
—¿Sobre qué se discute?
—Lo que han estado discutiendo recientemente, es la
tiranía del futuro de la Tierra dentro de 357 años, a partir
desde ahora, porque esto concierne a todos ustedes.
José recordó sobre la destrucción de la Atlántida que
había sucedido en un término de 500 años, y le había di-
cho Ptah que la tierra llevaba 125 años de evolución, pe-
ro ahora sabía exactamente que le quedaba un poco más
de tiempo, para su destrucción.
Khyla continuó:
—La primera reunión que tuvo el Consejo de Andró-
meda fue para decidir si intervenían o no con lo que esta-
ba sucediendo aquí.
—¿Porqué deberían intervenir?
—Lo que realmente sucedió en tu planeta no tenía
nada que ver con nosotros. —Le aclaró Khyla— Estamos
hablando que nuestro sistema estelar está a cientos de
millones de años luz lejos de ustedes. Todo se debió a la
vibración de tu planeta que fue reflejada en otros siste-
mas estelares.
Las razones del porqué no queríamos tener nada con
ustedes, es que los seres humanos de la Tierra no se res-
petan a sí mismos, ni unos a otros ni al planeta mismo.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Fue tanta la energía negativa que desarrolló tu planeta,


que contaminó el cosmos y nuestras galaxias.
José recordó que su “otro ser” se había desintegrado
a causa de las energías negativas de él mismo. Se pre-
guntaba ¿Cómo era posible que las energías de la Tierra
afectaran a otras galaxias?
—Pero en todo caso la culpa sería de ustedes por
haber utilizado la Tierra como prisión galáctica—. Le
aclaró José.
—Tienes razón y no. Lo que sucedió es que ustedes
recibieron la visita de muchos de nosotros varias veces
durante miles de años y la rechazaron. Así como hay
humanos negativos, también hay extraterrestres negati-
vos quienes pretendían ser los pleyadianos. Y algunos
humanos creyeron en ellos y difundieron información
errónea.
Khyla continuó:
—En el “Libro de la Vida” estaba escrito las visitas
nuestras y el contacto que hicimos con muchos de sus
maestros, guías e iluminados, además de darles la solu-
ción a los problemas. Pero a través de los siglos y debido
a la influencia de los Draconianos, fue manipulado ese
libro y se tergiversó el mensaje de nosotros.
José pensó que lo escrito en la Biblia, nada tenía que
ver con lo que eran los benévolos extraterrestres. Todo lo
escrito en ella está basado en el temor, la ira y la destruc-
ción.
—El consejo de Andrómeda, —Continuó Khyla— el
cual es una agrupación de aproximadamente 140 siste-
mas estelares; y que deliberan sobre la Tierra, se reunie-
ron por primera vez. Solo poco menos de la mitad deci-
dió que no querían tener nada que ver con tu planeta en
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

absoluto, independientemente de todo.


—¿Por qué razón?—. Preguntó José.
—Porque la “prisión” se había salido de control. Pe-
ro afortunadamente la mayoría del consejo dio su opi-
nión y dijo que la Tierra había sido manipulada durante
millones de años, y que merecía una oportunidad de pro-
barlos a ustedes mismos. Por lo menos deberían tener
una oportunidad para probar que la otra parte del consejo
estaba equivocada. Por lo tanto, ustedes están bajo super-
visión del consejo.
Khyla continuó con su explicación:
—La siguiente raza de extraterrestres son los Sirios.
Ellos vienen de Sirio, que es un sistema estelar binario,
que alberga vida avanzada alrededor de sus dos estrellas
principales, Sirio A y Sirio B.
Sirio A es una estrella azul blanca que está a aproxi-
madamente 8.6 años luz de la Tierra, veinte veces más
brillante que el sol, y es la estrella más brillante en el cie-
lo nocturno. En contraste, Sirio B es un sol enano blanco,
y su órbita es altamente elíptica.
La raza de seres en Sirio A, son llamados los Katay.
Ellos son considerados benevolentes. Muchas de las ra-
zas humanas allí tienen la piel roja. Sus ancestros son
algunos de los primeros Liranos que escaparon con sus
mujeres y niños durante la Gran Guerra.
—¿Por qué usas el término humano para describir a
los extraterrestres como ustedes?
—Ellos son humanos también pero de fuera de la
Tierra. Ustedes son extraterrestres que habitan la Tierra,
pero como viven y nacieron aquí, son terrícolas. Ustedes
son descendientes de las estrellas también. Ustedes tie-
nen nuestro ADN.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿Cómo puede ser posible que existan seres huma-


nos en estrellas?
—Recuerda que somos seres de energía, y al llegar a
tu planeta descendemos al nivel físico tomando nuestra
forma física, de acuerdo a como somos en cada uno de
nuestros planetas y galaxias.
José permaneció en silencio, el cual Khyla lo apro-
vechó para continuar:
—Volviendo al tema de los Sirios, ellos son una raza
muy artística. Tienen música y están conectados a la na-
turaleza. Son constructores y sus gobiernos están basados
en “tecnología espiritual”, basado en sonidos y colores.
Pero los conocimientos de ellos no le interesaron a tu
mundo. Para tus gobernantes lo más importante lo susti-
tuyeron por lo más urgente, cerrándole el paso a los valo-
res espirituales y abriendo la puerta a los valores materia-
les y egoístas.
José no pudo reprimir un comentario:
—¡Ellos parecen ángeles!
Khyla sonrió y José pudo apreciar su bella sonrisa
muy bien cuidada.
—Debido a esto que expresas, en las antiguas civili-
zaciones de tu planeta; y en especial en el Medio Oriente
nos confundieron con dioses y ángeles—. Dijo sin dejar
de sonreír.
—Los Sirios —Continuó Khyla— se especializan en
planetas en proceso de terra-formacion y los hacen ade-
cuados para la evolución de la vida, por medio de la alte-
ración de la rejilla “bio-magnética”.
—¿Qué es esa rejilla?
— Es el compuesto del ADN. El sistema de comu-
nicación del ADN es el que los ayuda, tanto para separar-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

se como para unirse. Les proporciona situaciones y de-


safíos, soluciones y amor. Se puede alterar el sentimien-
to, las emociones y en lo físico. El sistema de la rejilla de
la Tierra tiene un propósito específico, y existe por una
sola razón: la configuración humana.
José pensó que todo se relacionaba con la mente,
cuerpo y alma. Los “ingredientes básicos” de la vida, co-
mo lo había mencionado Ptah.
—¿Entonces, ellos le dieron vida al planeta después
de la destrucción del asteroide 3DX?
—En parte sí. Ellos continuaron con la labor de la
reconstrucción de la Tierra, que habían comenzado los
extraterrestres voluntarios antes de ser involucionados.
La principal actividad que puede ser atribuida a los Si-
rios A, es ayudar a construir un sistema ecológico ade-
cuado para la evolución humana en los planetas.
—¿Cómo es que funciona la labor de construcción?
—Así como en la Tierra, existen compañías cons-
tructoras, que planifican alguna área para construir una
colonia, los Sirios buscan planetas para construir y acon-
dicionar el lugar donde viviría la humanidad. Son como
el labrador que prepara el terreno, lo siembra y lo riega
hasta obtener los frutos de su cosecha.
—¿Es lo mismo que dice en la Biblia sobre la crea-
ción del mundo llevada a cabo por Dios?
José había vuelto a olvidar la manipulación del
“Libro de la vida”. Se sintió avergonzado al sentir la mi-
rada de Khyla. No era una mirada de reproche o de de-
sesperación, sino una mirada que demostraba la más
grande comprensión ante la ignorancia que estaba de-
mostrando.
Ignorando la pregunta continuó:
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Le siguen los Ummitas. Ellos son del planeta Um-


mo, el cual está a 14.6 años luz de distancia, y ubicado
en el sistema estelar Wolf 424. Los Ummitas contactaron
a un selecto número de individuos, a quienes les distribu-
yeron información técnica detallada sobre diversas tecno-
logías y teorías revolucionarias, que expandirían el cono-
cimiento científico más allá de la prevaleciente orto-
doxia.
El único contacto físico que tuvieron fue con un me-
canógrafo, quien describió las identidades de los Ummi-
tas. Lo contactaron y le dijeron quienes eran y de donde
venían. Para probar su identidad, produjeron una pe-
queñísima esfera, de una pulgada de diámetro, la cual
uno de ellos colocó en el aire frente al mecanógrafo. Este
la observó y para su gran asombro, vio una escena que
había tenido lugar en esa misma oficina el día anterior
con su esposa.
El acercamiento Ummita fue meramente científico,
tratando de ayudar a desarrollar tecnologías innovadoras,
que ayudaran a tratar los problemas globales que requie-
ren soluciones técnicas.
—En 1973, debido a la incertidumbre sobre una gue-
rra nuclear en la Tierra, los Ummitas dieron por termina-
da su permanencia en la Tierra y partieron.
José recordó las guerras que existían en ese entonces
en Vietnam por un lado, y en el Medio Oriente por el
otro. Pero nunca creyó que podría convertirse en guerra
nuclear, y que derivara en una bomba atómica nueva-
mente.
Los pensamientos de José fueron interrumpidos:
—Posteriormente los Ummitas enviaron el siguiente
mensaje en 1980, al Dr. Antonio Ribera, uno de los in-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

vestigadores de Ovnis español que había tomado el caso


de ellos.

“Durante 30 años hemos estudiado su ciencia, su


cultura, su historia y civilizaciones. Toda esa informa-
ción la hemos llevado a Ummo, y hemos decidido que
nuestra cultura y nuestra tecnología, prácticamente no
podrán llevarla ustedes a cabo, debido a que hemos ob-
servado con tristeza, que ustedes emplean su ciencia
principalmente para la guerra y la destrucción entre us-
tedes mismos, lo cual continúa siendo su principal obje-
tivo. Ustedes son como niños jugando con juguetes peli-
grosos, los cuales los destruirán. Nosotros no podemos
hacer nada para impedirlo. Una ley cósmica dice que
cada mundo debe tomar su propio camino, para sobrevi-
vir o para morir. Ustedes han escogido el segundo.
Están destruyendo su planeta, aniquilando a su especie y
contaminando su atmósfera y sus mares, cosa que hasta
ahora es irreversible. Con tristeza contemplamos su lo-
cura, y entendemos que el remedio está solamente en us-
tedes mismos. No podemos ver hacia su futuro, porque
sus psiquis son completamente impredecibles y capricho-
sas, casi llegando a la paranoia. Como sus hermanos
mayores que somos en este cosmos, urgentemente desea-
mos con todos nuestros corazones su salvación. No des-
truyan su bello planeta azul, un singular mundo atmosfé-
rico que flota tan majestuosamente en el espacio, tan lle-
no de vida. Pero esa es opción de ustedes”.

José observó que la humanidad estaba desperdiciado


muchas oportunidades de evolucionar, pero como habían
dicho anteriormente Ptah, su amigo James y ahora Khy-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

la:
“La humanidad no está interesada en evolucionar en
conciencia”.
Y si la Tierra había sido de verdad una prisión del
Universo, entonces; ¿que se podría esperar de los actua-
les “presos” poderosos que están gobernándolo? Si de-
ntro de cada prisión en el mundo existe la lucha por el
poder y el control de la misma. ¿Qué podría esperarse
entonces de un planeta en donde el poder lo tiene el más
poderoso? Y más si se cuenta con la ayuda de extrate-
rrestres malévolos como los Draconianos y los Grises.
Sus pensamientos fueron interrumpidos nuevamente
por Khyla:
—Están también los Alfa Centauris, otra raza de ex-
traterrestres que están desempeñando un papel significa-
tivo en asuntos de los humanos.
Los Alfa Centauris son una de las razas que visitan
con más frecuencia la Tierra, proporcionan una forma de
santuario y protección a los humanos que desean ayuda
para escapar de las políticas represivas del “gobierno a la
sombra” estadounidense.
Hay transbordadores regularmente de tu planeta
hacia Alfa Centauri 4, lo cual es un puerto seguro para
personas buscadas por el gobierno de los Estados Uni-
dos. Hay un tratado sobre esto. Toma aproximadamente
12 horas llegar a ellos. Ellos toman a toda la familia, lo
que implica hermanas, hermanos, padre, madre, lo que
fuese, y los llevan con ellos. En la actualidad estas perso-
nas todavía están allí.
—¿Quién opera el transbordador?
—Probablemente el gobierno de Alfa Centauri, pero
no lo sé. Regularmente hace el viaje dos veces por sema-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

na. No tengo ni la más mínima idea en donde está el lu-


gar de aterrizaje, que por supuesto lo mantienen en secre-
to.
—¿Cómo es que no lo sabes?
—Hay cosas que también son secretas para nosotros.
—¿Cómo se puede contactarlos?—. Preguntó José.
—Ellos contactan al ser humano. Si algunos de ellos
contactan a algún agente, se les ofrece asilo. Entonces
ellos extienden un pase y suben al transbordador, al poco
tiempo están allá—. Khyla señaló al cielo con el dedo,
hacia donde estaba la constelación de la Andrómeda.
José no pudo evitar pensar en su amigo James como
un agente “fuera de circulación” de la NSA.
—Este programa de proporcionar un santuario a los
seres humanos amenazados por el “gobierno a la som-
bra” indica que los Alfa Centauris están muy interesados
en la justicia social, y están ayudando en la transición de
la Tierra hacia una sociedad global más confiable y de
consolidación.
—¿Cuál es la forma de su cuerpo?
—En Alfa Centauri son seres humanos exactamente
iguales. Hay una población mucho más baja que la de tu
planeta. No están sobre-poblados. Son una civilización
avanzada, un poco más adelantada que ustedes. No les
gustan las cosas como las llevan en tu mundo, tales como
el gobierno impositivo entre otro tipo de cosas. Ni tam-
poco la forma en que tratan a agentes del gobierno quie-
nes los tienen “fuera de circulación”.
José sonrió.
Khyla había “escuchado” su mente.
—Siguen los Arcturianos, y están aquí para ayudar a
la Tierra a entrar a la “Nueva era de espiritualidad”. Ellos
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

no pueden interferir con el libre albedrío o proceso de


tomar decisiones de ningún terrestre, pero están aquí para
educarla y ayudar a elevar las vibraciones de todos aque-
llos que escojan el viaje hacia la nueva dimensión, hacia
donde la Tierra está entrando.
—¿A qué dimensión te refieres?
—A la cuarta dimensión.
—¿Cómo es eso?
—Cambiar de dimensión significa expandir la con-
ciencia. Es expandir la forma de percibir la realidad de
ver las cosas. Ahora la humanidad se encuentra pasando
a una realidad más energética, que se parece más al mun-
do de los sueños y la imaginación. La misma tierra tiene
una manera de regenerarse cada cierto tiempo.
La tierra está girando más rápido que antes, si sigue
así, se elevará a la cuarta dimensión. Al principio, hace
4.500 millones de años, rotaba aproximadamente a 6,400
kilómetros por hora, el día apenas duraba 6 horas. La ve-
locidad actual es de 1,600 kilómetros por hora en el
Ecuador.
Una de las causas principales de esta desaceleración
son las mareas, aunque también influyen las corrientes
oceánicas, incluyendo los movimientos de grandes masas
de aire en la atmósfera y la contención de enormes canti-
dades de agua en gigantescas presas. Pero nuevamente ha
cambiado la velocidad, y ahora está girando más rápido.
—¿Y qué sucede si se eleva a la cuarta dimensión?
—Los seres humanos que se resistan al cambio pere-
cerán, y los que se eleven al mismo tiempo que la Tierra,
no tendrán problema alguno.
—¿Y cómo puede uno elevarse al nivel de la Tierra?
—Evolucionando en conciencia.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿Es lo mismo que el Apocalipsis, donde dice que


habrá terremotos y maremotos producidos por efectos
inexplicables de la Tierra?
—En cierta forma sí. Ya que las personas que se nie-
gan a evolucionar y cambiar su energía negativa por po-
sitiva, sufrirán el cambio. Se desintegraran automática-
mente, ellos deben aprender a girar a la velocidad de la
tierra.
—No comprendo.
—Imagina que vas hacer un viaje y necesitas subirte
a un tren en movimiento, pero traes tu mochila en la es-
palda. De pronto, te das cuenta de que el tren avanza más
rápido, y no logras alcanzarlo debido a que la mochila
que traes, la tienes llena de cosas que crees que son im-
portantes para ti. A menos que te deshagas de ella, no
lograras correr más rápido.
Pero como estás interesado en conservar las cosas
materiales que traes contigo; dentro de la mochila, no
quieres deshacerte de ellas, entonces pierdes el tren y te
quedas en el camino. Pero si en cambio, no deseas perder
el tren, te deshaces de la mochila sin importarte lo que
lleves adentro, entonces aligeras la carga y logras correr
más rápido hasta subirte al tren que para entonces va
avanzando más rápido.
—¿Quieres decir que para evolucionar hay que dejar
las cosas materiales?
—En cierta forma sí. Debes preocuparte más por las
cosas espirituales y crecer en conciencia para poder girar
con la energía de la tierra. Los pensamientos son energía
y la energía tiene siempre un efecto sobre el Universo,
porque todo en el Universo está conectado. Esta es la
más avanzada ciencia. Todo ser humano tiene la misión
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

de evolucionar más arriba, de regreso a la fuente de


dónde provino. Es la fuente central de conciencia cósmi-
ca. No se trata de una persona, es la energía desde la cual
todo existe.
José permaneció pensativo. Era lo mismo que había
dicho Ptah, sobre viajar a través de las dimensiones.
Ahora comprendía por qué el mundo no estaba inte-
resado en las cosas espirituales como las que venían a
inculcar los benévolos extraterrestres. Preferían a los
Draconianos y Grises quienes traían acción y combate,
era como si se fuera a jugar un juego virtual en la Tierra.
—Debo decirte que los humanos no comprenden la
necesidad de evolucionar a la cuarta dimensión, ya que
siguen siendo dominados por los Draconianos. No quie-
ren que la Tierra ascienda en conciencia a la cuarta y
quinta dimensión, de lo contrario pierden todo el control
sobre ustedes.
No hay ninguna garantía de que la Tierra vaya a as-
cender a la cuarta o quinta densidad, porque si fuese el
caso; probablemente los dejarían en paz y se irían. Los
Draconianos son de la tercera densidad como ustedes, y
se mueven a la cuarta a través de medios mecánicos, us-
tedes se pueden mover a través de medios espirituales y a
través de las vibraciones positivas. Si ustedes se mueven
hacía las dimensiones, ellos han perdido el control sobre
ustedes. Si su cuerpo vibrase a un nivel más alto esca-
parían y evolucionarían independientemente de lo que les
dijesen las religiones. Pero como las religiones no pue-
den permitirlo, no dejan que ustedes sean libres.
No importa, lo importante es que nutras tu mente con
espíritu, con preguntas sobre tu existencia. No permitas
que manipulen tu mente con una sola creencia. El ser
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

humano debe saber qué es lo que está haciendo aquí.


¿Por qué está aquí? ¿Qué es lo que realmente está pasan-
do aquí? ¿Cómo es que tiene vida y puede pensar?
Todo eso creará una conciencia individual y comen-
zará a liberarse de la influencia de los Draconianos y la
religión utilizada por ellos.
Se hizo un pesado silencio, hasta que José preguntó:
—¿Pero por qué estamos saltando a la cuarta dimen-
sión? ¿Cuándo nos moveremos a la quinta?
—Voy a intentar responder a tu pregunta, porque es
muy compleja. No deben quedarse atrapados en las di-
mensiones; sino más bien concentrarse en la educación
de su energía y elevarla hasta niveles superiores de con-
ciencia, ya que ahí es donde están las dimensiones supe-
riores.
Así que ustedes pueden acceder a las dimensiones
superiores, mediante el acceso a estados superiores de
conciencia. Ustedes se trasladarán directamente a la
quinta dimensión, porque la cuarta dimensión ya no exis-
tirá. Está en proceso de ser desmantelada y retirada por la
Jerarquía Espiritual.
La cuarta dimensión siempre se utilizó, para separar
a las almas quienes no iban directamente a la Luz. Era la
antesala del Edén, ellos permanecieron ahí durante largos
períodos de tiempo. Este pasadizo de salida ha cambiado
para que las almas que salen ya no se queden atrapadas
en dimensiones obsoletas, esperando cientos o miles de
años para moverse hacia la Luz, quedando de este modo
atrapadas en las energías negativas alrededor de la Tie-
rra.
La cuarta dimensión gira aproximadamente a 75 mil
kilómetros por segundo, es tanta la velocidad que desin-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

tegraría a un ser humano. Pero si permanece atrapado en


la velocidad de la Tierra, no sufriría ninguna desintegra-
ción. Por lo tanto, todos ustedes pasarán directamente a
la quinta dimensión, sin más dimensiones en medio. Las
siguientes dimensiones van girando más rápido hasta al-
canzar la velocidad de 300 mil kilómetros por segundo,
es decir; alcanzar la velocidad máxima que es a la que
giran las más altas dimensiones.
La Tierra está girando cada vez más rápido, los días
ya no son de veinticuatro horas, ahora son de dieciséis,
pero ustedes no lo sienten, solo perciben ciertas moles-
tias físicas, debido a la resistencia que oponen.
—¿Cuál es esa resistencia?
—Al cambio.
—¿Qué cambio? No entiendo.
—Como individuos, necesitan cambiar de actitudes
negativas, pensamientos negativos, conductas y modos
negativos, liberación de la mente y del espíritu. Ustedes
no son libres sobre la Tierra. Han olvidado lo que es la
libertad. Las únicas cosas que conocen son el odio, la
violencia, terror, y la superstición.
—¿Qué tipo de libertad?
—Al miedo a todo y a nada.
—¿Cuál miedo?
—El miedo es una de las armas más poderosas que
los Draconianos han creado desde el mismo inicio de la
civilización, para generar energía negativa. Los prisione-
ros que habitaron en el Medio Oriente, carecían de ese
miedo a la muerte. Les mintieron haciéndoles creer que
saldrían libres de esa prisión, si llegan a hacer algo muy
grande para los Draconianos, y además que lograra des-
truir a demasiados seres vivos. Tal es el porqué en la ac-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

tualidad, muchos de ellos se inmolan a sí mismos si


ningún temor. Siguen creyendo que con ese “sacrificio”,
muchos alcanzarán a entrar directamente a la quinta di-
mensión. Pero lo único que lograrán es quedar atrapados
en el bajo astral, acumulando más energía negativa para
los Draconianos.
José no comprendía la razón de que Khyla estuviera
más concentrado en explicar lo referente a dimensiones,
las cuales se referían más al mundo de los muertos que
de los extraterrestres vivos en sí.
—¿Cuánto tiempo falta para que suceda eso?
—Estos cambios de dimensiones ocurren cada 3,600
años. Faltan 600 años—. Le respondió Khyla.
José trataba de entender sobre las dimensiones y la
muerte.
El extraterrestre continuó:
—Los Arcturianos son los guías generales, o admi-
nistradores de la experiencia de contacto. Tienen una cul-
tura espiritualmente desarrollada y una sofisticada tec-
nológica, que les da una gran influencia en la Galaxia.
Tienen como misión en la Tierra la de integrar valores
espirituales con avanzadas tecnologías.
—Algo en lo cual los gobiernos actuales no están
interesados—. Dijo José.
—¡Exacto!
Todo esto le parecía a José como si la humanidad se
encontrara ante un juego de ajedrez y un juego de com-
bate, y que tuvieran que tomar la decisión de jugar entre
uno de los dos juegos. Pero tal parece que atrae más a
jóvenes y adultos, los juegos virtuales de acción y com-
bate, que un juego educativo e interesante de ajedrez.
Así comparaba José la forma cómo actúan los go-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

biernos.
—¿Y cómo son estos Arcturianos?—. Preguntó José.
—Ellos son la raza Azul.
—¿Son azules?
—En realidad no. Los Arcturianos trabajan en estre-
cha relación con los maestros ascendidos, a quienes ellos
llaman la “Hermandad del Todo”. También trabajan es-
trechamente con lo que ellos llaman el “Comando Galác-
tico”.
Los Arcturianos viajan por el Universo en sus naves
espaciales, que son las más avanzadas en el Universo en-
tero.
Una de las razones por las cuales la Tierra no ha sido
atacada por belicosos extraterrestres negativos, ha sido el
miedo de estas civilizaciones, y a las avanzadas naves
estelares de los Arcturianos. Sus naves son de una tecno-
logía mucho más avanzada.
La sociedad Arcturiana es gobernada por los ancia-
nos, quienes son venerados por la gente de Arcturo por
su avanzado conocimiento, sabiduría y frecuencias vibra-
torias extremadamente altas. Cuanto mayor sea la fre-
cuencia de vibración, más cercano se está a la Luz, o
Espíritu.
Cada 3,600 años se envía a un Arcturiano a la Tierra
para tratar de hacerles entender nuestro mensaje, de que
vibren junto con la Tierra. De hecho uno de los Arcturia-
nos más cercanos llamado Micael, permaneció con uste-
des hace 2 mil años. El trató de enseñarles que el ingre-
diente fundamental para vivir en la quinta dimensión, es
el amor.
La negatividad, el miedo y la culpa deben ser supera-
dos, y deben ser cambiados por el amor y la luz. Él trató
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

de liberar a la humanidad del temor, porque eso generaba


más energía negativa. Pero desafortunadamente a nadie
le interesó su mensaje de libertad y de amor, y lo asesina-
ron.
—¿Y qué hicieron los Arcturianos?
—¿Qué crees que podrían hacer? No se podía hacer
nada, debido a que Micael estaba tratando de inculcarles
la liberación de las energías negativas y del temor. El
mensaje de los Arcturianos es la liberación de todo tipo
de energía negativa que tú puedas crear, y evitar que te
atrape el bajo astral, además de evitar que los Draconia-
nos continúen alimentándose de esas energías.
Si hubieran hecho algo defensivo se seguiría creando
más energía negativa. Él trató de crear el amor entre los
humanos, y que con eso pudieran tener una vibración de
tal magnitud que pudieran estar más cerca de la Luz, o
Espíritu. O como tú quieras llamarle, y liberarse de la
“prisión”.
—¿Y cómo lo asesinaron?
Khyla lo miró fijamente y le respondió:
—¡Lo crucificaron como a un criminal!
José abrió los ojos al escuchar de quien se trataba.
—¡Jesús!
—Así le llamaron en tu mundo, pero en el nuestro se
llamó Micael.
No podía creer que Jesucristo, era un extraterrestre
de la raza Azul. Ahora comprendía por qué se refería a
Dios como su Padre Azul.
José quería saber más sobre Jesús y le preguntó:
—¿Está vivo?
—No físicamente, está en otro Universo paralelo. Su
misión ha terminado, pero le corresponde a la humanidad
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

continuar con su labor de liberarse del temor, ya que el


temor genera más energía negativa. Él vino a salvar a la
humanidad.
—¿De los pecados?
—No. Los pecados no existen. Son palabras que in-
ventaron las religiones quienes están en combinación con
los Draconianos, para crear la adoración en base al te-
mor. Existen cierto tipo de personas que se dicen espiri-
tuales. Son los adictos y seguidores de las religiones. Un
humano muy espiritual tiene cuidado de su salud, porque
es conocedor de su propio amor y no está adorando a na-
die. La liberación que pretendía Micael, era de liberar a
todos los inocentes que nacieron y descendieron de los
primeros criminales. Ellos no son culpables de los críme-
nes que cometieron sus antepasados. El único requisito
era que debían ingresar inmediatamente a la quinta di-
mensión, pero para lograrlo el individuo debería no traer
cargas ni envolturas en su “mochila” para poder abordar
el “tren”.
José comprendió inmediatamente de lo que se trata-
ba.
Lo que pretendía Micael, o Jesús, era la liberación de
las energías negativas, de las falsas creencias y la adora-
ción en sí, de dioses, santos imágenes incluso a un Dios
inexistente, para que así, el ser humano no se detuviera
en la cuarta dimensión.
Nada que ver con lo que dicen las religiones.
—¿Cómo es que están coludidas las religiones con
los Draconianos?
—Creando el temor, ya que el temor crea negativi-
dad, y es lo que ellos necesitan, más energía negativa.
—¿En dónde queda Arcturus?—. Le preguntó José.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Arcturus es la estrella más brillante en la constela-


ción Bootes, que está a aproximadamente treinta y seis
años luz de la Tierra.
—¿Tan cerca?
—Sí, para proteger a tu planeta.
—¿Entonces, si existió Jesucristo, también existe el
demonio?
—Si, pero no en el sentido como se le conoce.
Khyla hizo una pausa antes de proseguir.
—Son varias razas provenientes de Alpha Draconis.
Son descendientes de los Draconianos y son llamados
Ciakar. Ellos son una raza “zoomorfa”.
Estas razas se establecieron en Thubán de Draco, es-
trella también conocida como Alfa Draconis, ubicada a
309 años-luz de tu sistema solar. Los Ciakar son de tipo
reptil, de linaje real y son los que están a la cabeza de la
jerarquía.
Los Draconianos fueron expulsados de la constela-
ción de Alpha Draconis hace millones de años, provienen
de un Universo superior, fueron expulsados por la gran
carga negativa que traían consigo, ya que parte de su na-
turaleza es ser hostiles con respecto a las otras razas,
además de implementar sistemas de control. Su origen es
atribuido en el plano físico a la especie de los Saurios. Su
aspecto varía en cuanto a la pigmentación de la piel, pero
la más conocida es el tono verdoso con escamas tipo la-
garto o serpiente, también hay otros seres Draconianos
con pigmentación grisácea, azulada y rojiza.
Su estatura varía desde los más bajos que miden en-
tre 4.5 ms, y los más altos hasta 6 ms. Pueden tomar
cualquier forma física que les plazca, entre ellas toman
formas muy similares a las humanas y a las nuestras.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Esto se debe a que pueden hacerlo a través de las


habilidades pisco-astrales, proyectando de manera
holográfica hacia el plano físico lo que desean.
Generalmente los Ciakars o Draconianos Reales de
Alpha Draconis son seres “alados” y con colas largas,
inclusive en algunos casos se les describe con cuernos
largos y algunos con un tipo de crestas, lo que en las es-
crituras de la Biblia y otros “mitos” antiguos se les co-
nocía como Demonios. Curiosamente los Dragones de la
Europa antigua, cumplen con estas características y se les
atribuían poderes sobrenaturales además de que regular-
mente atacaban poblaciones y devoraban a la gente.
—¿Entonces esto es parecido a lo que se dice en la
Biblia, de que el demonio fue expulsado al infierno por
el arcángel Gabriel? ¿A eso se refería las escrituras?
—No compares lo de la Biblia con lo que sucedió
realmente. Los escritores de ese libro, modificaron a su
antojo lo que sucedió realmente. Quisieron crear un dios
justiciero, vengativo, despiadado y cruel, para generar el
temor entre la raza humana.
José recordó que eran la misma sugerencia que le
había hecho Ptah, anteriormente. En seguida preguntó:
—¿O sea que se lo atribuyeron al Dios castigador de
la Biblia?
—Exacto. Nosotros dejamos constancia de los
hechos sobre estos extraterrestres en el “Libro de la Vi-
da”, para que tuvieran cuidado, pero una vez más fue ma-
nipulada la información y los “escritores” de la Biblia, lo
manejaron a su antojo, manipulación y conveniencia,
creando a un Dios enérgico, que arrojó de los “cielos” a
los Draconianos por medio de un ángel muy poderoso,
blandiendo una espada de fuego. Con esa actitud del
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Dios enérgico, se creó el temor a él mismo y con esto,


obviamente más energía negativa.
—El alimento de los Draconianos—. Exclamó José.
—Así es.
—¿Cómo convivieron con los antiguos pobladores
de la Tierra?
—Hace millones de años cuando tu planeta se con-
virtió en la prisión del Universo, los Draconianos les pro-
metieron que los liberarían si los ayudaban a crear más
energía negativa alrededor del planeta.
—¿Cómo podrían crearla?
—Creando guerras y conflictos entre ellos mismos.
Ellos comenzaron a crear energías negativas y se convir-
tieron prácticamente en sus esclavos mediante la crea-
ción de guerras, y se burlaban de todo lo que tuviera que
ver con la espiritualidad y los extraterrestres benévolos.
—¿Y para que quieren tanta energía negativa?
—Para ser más poderosos y así poder ingresar a
Marduk. Tu planeta nos les interesa en lo absoluto, para
ellos la Tierra es solo un generador de energía, y es lo
que ellos necesitan para crecer y poder atacar a Marduk.
—¿Por qué tanto interés en Marduk?
—Porque es un Universo mucho más grande que
cualquier otro, y es en donde habitan los seres de la Luz
quienes son energía pura. Los Draconianos la quieren
para ellos y así poder controlar el Universo.
—¿Por qué Ptah no quería hablar más sobre Marduk
conmigo?
—Ahora ya no importa pero te lo diré. Ptah no quiso
decírtelo para que no quedara grabado en tu memoria, de
esta manera los Grises no podrían descubrir las especifi-
caciones y cualidades de “nuestro” planeta, ni la forma
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

de vida ni en donde se encuentra. Estos Grises trabajan


para los Draconianos, y desde hace millones de años
nuestro mundo Marduk está queriendo ser controlado por
estos reptiles Draconianos, pero no han podido ingresar
debido a que no se ha roto su cordón de plata, que es lo
que los ata a la vida.
—Siguen intentando apoderarse de los billones de
seres que habitamos en Marduk para esclavizarnos, pero
no han podido acceder debido a que están en otra dimen-
sión.
José no entendió por el momento la razón de Khyla,
para hablar en plural al referirse a Marduk como
“nuestro”, o “habitamos”.
—Entonces ¿Las estrellas de Orión son los tres soles
que iluminan a Marduk?—. Preguntó José.
—No, estas se encuentran a un costado de Orión. Es
la llamada nebulosa de Orión conocida como M42.
—¿Qué significa M42?
—¡Marduk!
José permaneció sin habla por unos segundos.
Khyla continuó:
—Muchos de los prisioneros que habitaban tu plane-
ta y que no eran tan peligrosos, no estaban de acuerdo
con lo que les proponían los Draconianos, así que deci-
dieron huir hacia otras regiones como Atlantis y Europa.
— ¿Es decir que nosotros descendemos de los pri-
meros pobladores ex-convictos del Medio Oriente?
—En efecto, ellos poblaron otros continentes tratan-
do de no involucrarse con los Draconianos. Pero los se-
guidores de los Draconianos han aumentado poco a poco
la adoración hacia ellos, y con ello la promesa de ser li-
bres algún día de esta gran prisión que es tu planeta.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Pero…. ¿Cómo es posible que sean tan poderosos


y puedan poseer a la gente como si fueran verdaderos
demonios?
—La gente les ha dado vida con sus creencias, y con
eso han alimentando las energías negativas del bajo as-
tral.
—¿Por qué la gente sigue creyendo en el Diablo o
Lucifer, o como se le llame?
—Las religiones no son un bien, si no en realidad
son un mal. La iglesia ha sido dominada desde hace si-
glos por los gobiernos, los cuales reciben órdenes de los
Draconianos de crear el temor entre sus seguidores.
Ellos han creado el “adoramiento” a su Dios, y con ello a
los llamados demonios para que la gente les tema a am-
bos.
Porque el temor crea más energía, y es por eso que
desde hace doce mil años el temor ha crecido, en el bajo
astral, y ese campo de energías negativas que rodea a tu
planeta, está creciendo cada día más. Es por eso que Mi-
cael vino a tratar de convencerlos que solo en base al
amor y al crecimiento en consciencia, se iría debilitando
el bajo astral.
Pero la iglesia y las religiones que nacieron de ella,
han creado en la mente de sus seguidores, de que en rea-
lidad existe el demonio, y con el solo hecho de creer que
existe ya se está creando una red a nivel mundial de
energía negativa.
La gente cree más en los Draconianos o demonios,
que en la verdadera arma para la destrucción de esa
energía que es la liberación del miedo.
—Son muy pocos los que no creen en los demonios,
pero las religiones siguen avivando el fuego de la creen-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

cia en los que si creen. La gente va los templos de adora-


ción a llenarse de energía positiva, pero saliendo de sus
templos, se entregan de nuevo a sus temores y creencias
en los Draconianos, y las llevan consigo todo el día. Eso
es lo que mantiene activo al bajo astral. Y sigue crecien-
do cada día.
Es como si tomaran un descanso para hacer su
“lunch” y al finalizar su tiempo, regresan al trabajo, que
es el de generar más energía negativa todo el día. Te re-
pito, ustedes son esclavos de ellos.
—¿Es por eso que desaparecerá la cuarta dimensión?
—¡Exacto! Para que los viajeros a Marduk no per-
manezcan en el bajo astral por mucho tiempo antes de
entrar. Es por esa razón que muchos son absorbidos por
los Draconianos quienes se apoderan de las energías de
todos los seres que fallecen antes de que logren avanzar
hacia Marduk.
La manera más rápida de ingresar a Marduk es llegar
con la menor cantidad de energía negativa. Nadie puede
ingresar a Marduk si no se deshace primero de toda la
energía negativa, de la cual han sido contaminados por la
larga estancia que permanecieron en la tierra, deben de-
jarla en el bajo astral. Por tal razón al permanecer en el
bajo astral esperando su turno para entrar, son presa fácil
para estos Draconianos. Si son absorbidos por ellos, el
Universo se iría debilitando. El flujo de energía de de-
tendría y ellos serían los amos del Universo. Por eso to-
dos nos necesitamos. Los extraterrestres y los humanos
estamos unidos en ese constate flujo de energía. Es como
una fuente que brota de una pileta de agua, es la misma
cantidad de agua que circula constantemente.
—Hablando teóricamente, ¿Solo los buenos entran
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

más rápido a Marduk?


—Si quieres llámalo así. Pero solamente los que ten-
gan demasiada energía positiva y estén libres de temor a
todo lo negativo, son loa que entrarán mucho más rápido.
Hay una guerra entre la Luz y la oscuridad que ruge a sus
espaldas, para liberarles a ustedes de la esclavitud mental
que viven desde hace doce mil años. La luz es la libertad
y la oscuridad es la energía negativa que ustedes crean,
pero hay algo importante.
Khyla hizo una pausa para atraer la atención de José.
—¿Qué cosa?
—Esa luz y esa oscuridad solo está dentro de uste-
des, no está afuera de este mundo ni en el Universo. El
temor a tu Dios es negatividad, el temor al infierno, o
mejor dicho, al bajo astral es también negatividad. El te-
mor a la muerte también es negatividad, pues les han
hecho creer que la muerte es un castigo, o un sufrimiento
el deben pagar por sus culpas, y también es negatividad.
El no saber vivir y tener dudas crea negatividad. El no
saber cómo ser libres del temor porque no quisieron se-
guir la enseñanza de Micael, es negatividad.
El “Libro de la Vida”, o Biblia, fue manipulado por
los Draconianos para que todo aquel que lo leyera, pade-
ciera más miedo y temor. Si tu mundo comprendiera es-
to, dejaría de leer la Biblia. El verdadero mensaje del
“Libro de la Vida” ya no existe, fue sustituido por el
mensaje Draconiano, o diabólico o demoniaco, como se
le quiera llamar, y está oculto dentro de la Biblia.
José permaneció asimilando toda la información que
le proporcionaba Khyla.
—¿Cuáles son la primera y segunda dimensiones?
—Le corresponde a los micro-organismos unicelula-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

res, y a las plantas y los animales.


—No entiendo.
—La Primera dimensión es la encargada de convertir
la energía en materia, es la frecuencia básica de los áto-
mos y las moléculas, por lo tanto es la dimensión del mi-
crocosmos. Es la frecuencia vibratoria de activación del
ADN. Los minerales y el agua vibran en esta frecuencia.
Si tomáramos como metáfora al ser humano para descri-
bir las dimensiones, podríamos decir que la primera di-
mensión la experimentamos en la etapa pre-fetal.
La Segunda dimensión es la frecuencia donde exis-
ten la mayoría de los animales y las plantas. Es la vibra-
ción que mantiene la unión entre las especies, lo que se
ha llamado el “inconsciente colectivo” de las especies, es
decir es la forma como se reconocen los animales de una
misma especie para cumplir con sus funciones reproduc-
toras.
—¿Por qué existen los animales?
—Si no existieran, el ser humano se encontraría en la
primera dimensión de la cadena evolutiva. Sería sola-
mente materia. Sería un átomo para después ser un mi-
croorganismo unicelular. Los animales sirven al ser
humano como un trampolín para ser catapultados a la
cuarta dimensión.
Los animales son depredadores encargados de la
limpieza del planeta. Son los que distribuyen la vida
orgánica en la Tierra. Son la cadena alimenticia.
Son el proceso por el cual se transfiere energía ali-
menticia a través de seres vivos, en donde cada uno de
estos se alimenta del anterior, y el anterior es alimento
del siguiente. Donde haya un grillo, habrá una iguana
para comerlo, donde haya una iguana habrá una serpiente
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

alimentándose de él. Donde haya una serpiente siempre


habrá un águila. Si no existiera este orden habría en el
planeta animales del tamaño de los dinosaurios.
Todos juntos crean la vida en el planeta y un ecosis-
tema necesario para el hábitat del ser humano. Todo tiene
un orden y todo está debidamente administrado por la
energía de la Tierra. Los animales son para despertar en
el ser humano los sentimientos, tales como la bondad, el
amor, la tolerancia y el respeto. Con todo eso, el senti-
miento humano genera la liberación de las energías nega-
tivas. Si el ser humano sabe amar y comprender a un ani-
mal, podrá amar y respetar a otro ser humano. Y si el ser
humano sabe respetar a otro ser humano, estará preparan-
do su camino directamente a la cuarta dimensión.
José permaneció en silencio tratando de comprender
el orden de la vida en el planeta.
Khyla continuó:
—Existe también otra raza de extraterrestres llama-
dos Los Casiopeos. Ellos son seres de luz que provienen
de unos mundos sutiles que se encuentran en la sexta y
séptima densidad. No ha existido ningún contacto físico
o alguna proyección sobre su imagen o apariencia física
en la Tierra.
A ellos se les atribuye el rescate de civilizaciones
nuestras como Zenetae, Tau Ceti y Procyón hace cientos
de miles de años, cuando las fuerzas de Alpha Draconis
intentaban implementar su sistema de control.
Los Casiopeos son un grupo de Seres que sobrevi-
vieron a las Guerras de Lyra y son los que contienen el
linaje intacto además de los Pleyadianos, Sirios, Arctu-
rianos, Andromedanos y los Veganos.
Su relación más cercana con los humanos en la Tie-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

rra, son los Celtas, quienes son los descendientes de los


Casiopeos. Por otra parte ellos mismos a través de sus
mensajes han declarado: “En el momento de la aproxi-
mación de la Tierra, a la cuarta dimensión, nos refundire-
mos con ustedes de nuevo, ya que nosotros somos uste-
des mismos en el futuro”.
José se dio cuenta de que las religiones no existen, y
que son solo sectas Draconianas, en las que se motiva y
se crea el temor dentro de los que las practican, sin si-
quiera saberlo los mismos dirigentes de esas sectas.
—¡Ahora debemos irnos inmediatamente!
—¿A dónde?—. Preguntó José.
—¡A Marduk!
José no tuvo tiempo de pensar.
Súbitamente se sintió arrastrado por Khyla a través
de un largo túnel lleno de luces multicolores. Parecía que
el ruido que se escuchaba en el interior, y que producía
un sonido muy agudo como el de un violín, le iba a per-
forar los tímpanos.
Se escuchaba todo tipo de sonidos, incluyendo voces
humanas desde agudas hasta graves. No comprendía el
idioma ni las palabras. José pudo escuchar ruidos pareci-
dos a motores de turbinas, como el de los aviones comer-
ciales, incluso motores de vehículos. Llegó a pensar que
se encontraba debajo de algún túnel subterráneo, instala-
do debajo de la tierra y que era en donde vivían los Tau
Cetianos.
El viaje por el túnel parecía no tener fin.
No era un túnel en dirección recta, sino que tenía
curvas constantemente.
De pronto al final del túnel vio una gran luz.
Pronto lo comprendió.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

¡Había muerto y se dirigía al Edén!


Era tal y como lo había descrito Ptah.
Pudo alcanzar a ver sus montañas y el verde de la
llanura. A lo lejos pudo distinguir el gran Rio de la Eter-
nidad que había descrito Ptah en una de sus conversacio-
nes.
Se sintió atraído por ese mágico lugar.
Pensó en su familia.
Sin pensarlo dos veces, se liberó de la mano de Khy-
la, y trató de regresar.
—¿Qué haces?—. Le gritó Khyla.
—¡No estoy muerto! ¡Debo regresar con mi familia!
José sintió que se alejaba lentamente de Khyla.
—¡José regresa!
Su mente estaba con su familia.
—¡Debo regresar a ellas!
—¡Ya no puedes hacerlo!
—¿Porque no?
—¡Ya no perteneces al mundo de los vivos, tu lugar
es Marduk!
—¡Noooo!—. Gritó presa del terror.
—¡Regresa o serás atrapado por la energías negati-
vas del bajo astral!
—¡Entonces! ¿Tú y Ptah no son extraterrestres?
—¡No, somos enviados de Marduk!
José ahora lo comprendía todo.
Recordó las formas fantasmales de sus cuerpos y la
ausencia de miembros, como las manos y los pies. Eran
energía proveniente del mundo de los muertos.
Recordó sus ojos alargados como asiáticos. No ten-
ían los ojos grandes de los Grises y otros extraterrestres.
Todo ellos, eran figuras alargadas tipo espíritus o
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

esencias.
¡Ellos mismos eran espíritus!
Hasta ese momento recordó cuando Khyla había di-
cho “nuestro” mundo. Tarde comprendió la razón de que
Khyla le hubiera calmado los dolores en la espalda, nu-
ca y tobillo.
Recordó cuando le dijo que el cuerpo era regenerado
tras la muerte. ¿Pero por qué a él?
Adivinando sus pensamientos, Khyla alcanzó a ex-
plicarle antes de que fuera atrapado por el bajo astral.
—¡Te caíste de la barda del hospital y perdiste la vi-
da!
Ya no alcanzó a pronunciar palabra alguna.
Khyla había avanzado muy rápido hacia Marduk de-
bido a que él era energía pura, en cambio José al soltarse
de la mano de Khyla, se sintió arrastrado por el bajo as-
tral debido a la carga de energías negativas que aún tenía.
Comprendió que ellos venían a clonar al “otro ser”
de aquellos que estaban próximos a su muerte, y que él
había sido uno de los seleccionados.
De pronto, se encontró girando dentro del bajo astral,
la energía de su cuerpo lentamente se iba fusionando con
otras energías, las cuales se fueron adhiriendo a él como
si fueran cardos.
Pudo observar cómo el color verde de su energía
cambiaba de color. Primero cambió a un color rojo, para
inmediatamente modificar a azul oscuro. Los colores va-
riaban y se dio cuenta de que la energía de su Aura esta-
ba siendo absorbida por el bajo astral.
Pareciera como si su Aura fuera absorbida por un
agujero negro inexistente.
La corriente era muy rápida y no lograba adherirse a
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

nada físico. No comprendía lo que ocurría.


Le llegaron a la mente las palabras de Ptah sobre la
suerte de los suicidas, quienes serían arrastrados como
“cometas” por todo el Universo.
Pero ¿por qué a él? Si no se había suicidado.
Vio que se iban acercando varios seres humanos a él,
y pensó que era inevitable el choque.
Antes de estrellarse con ellos pensó que el golpe ser-
ía brutal y saldría seriamente lastimado, trató de esqui-
varlos.
El choque de energías fue fatal.
Aunque no hubo dolor físico, al impactarse contra él,
pudo percibir todo el dolor y sufrimiento que traían con-
sigo esas energías.
Sintió que se hundía en un mundo de dolor y tristeza.
De pronto le vino a la mente la imagen de Hitler, y
recordó cuando le dijo Ptah que aún se encontraba dentro
del universo de las energías negativas.
Sin haberlo imaginado siquiera, su mente se conectó
con él, y lo vio venir a una velocidad vertiginosa directa-
mente a punto de colisionar con él. No pudo evitarlo y
vio la cara, el cuerpo en sí. Pudo ver la imagen de Hitler
cuando se fusionó con él. Al sentir el impacto de su
energía no pudo soportarlo. Pudo percibir todo el sufri-
miento, dolor y tragedia de los millones de seres que
habían muerto a manos de él.
Comprendió que estaba en el infierno, porque el do-
lor y sufrimiento que estaba padeciendo, eran peor que el
mismo infierno.
Sintió que su alma se encontraba vacía.
De repente como un aviso de la Providencia, trató de
descender al nivel de la tierra, para liberarse del bajo as-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

tral. Le costaba mucho esfuerzo tratar de descender de


nivel. Su “cuerpo” iba y venía por todos lados, chocando
y rebotando con millones de energías que circulaban a
una velocidad increíble.
Se encontraba rebotando por aquí y por allá.
Cuando ya estaba a punto de descender un poco,
nuevamente salió rebotando hacia los límites superiores
del bajo astral, para ser depositado de nuevo en los lími-
tes inferiores del plano físico de la tierra.
Pudo escuchar cuando alguien le preguntó:
—¿Qué puedo hacer por ti?
José creyó que estaba cerca de descender y le gritó:
—¡Ayúdame!
—¿Eres de este mundo o del otro?
—¡Estoy vivo! ¡Sáquenme de aquí!
Logró escuchar antes de verse despedido de nuevo
hacia el bajo astral:
“Pobre alma en pena, está tratando de comunicarse
con el mundo de los vivos. Todavía cree que está vivo.
Hagamos una oración para que pueda continuar con su
viaje al más allá”.
Lo había contactado una médium. Eso había sido lo
más cercano que estuvo del plano físico.
Desesperado trató de salir de ese plano, pero era im-
posible. El dolor físico aunado a la tristeza que estaba
viviendo, lo iban debilitando en sumo grado.
Ahora comprendía cuando Khlya le dijo sobre los
Rigelianos que estaban demasiado débiles para luchar,
los tenían dominados los Grises.
Las energías negativas lo estaban absorbiendo, y ya
no tenía fuerzas para luchar.
Estuvo a punto de derrotarse y dejarse llevar por la
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

corriente, cuando pensó: “Este es el mismo infierno”.


Al momento se vio rodeado de figuras demoniacas, y
no pudo evitar pegar un grito de dolor y horror, al verse
envuelto totalmente en llamas ardiendo.
—¡Oh Dios! ¿Qué es todo esto? ¿Por qué yo?
Recordó las palabras de Khyla “El pensamiento
crea. Cuando dudas, esa duda también es pensamiento y
también se creará”.
Había creído que existía el infierno, y él mismo se
encontraba en el infierno que él mismo había creado con
el pensamiento. Si deseaba salir del fuego abrasador, solo
debía pensar en algo diferente. Pero se dio cuenta de que
disponía de muy poco tiempo, ya que el constante bom-
bardeo de energías negativas, lo estaban absorbiendo.
Llegaría el momento en que ya no sería él, sino que
formaría parte de las energías negativas, y se perdería
para siempre en ese infierno imaginario, y sería imposi-
ble ascender al mundo espiritual o divino, como lo era
Marduk.
Si no lograba salir pronto de ese infierno creado por
su mente, se perdería para siempre.
Pensó que si no podía regresar al plano físico, era
preferible estar en Marduk, aunque no viera nunca más a
su familia. Estando allá, se dedicaría a localizar a los
científicos que habían creado la Trans-comunicación,
para así poder contactar a su familia.
Su mente comenzaba a debilitarse poco a poco.
Pensó que dentro de unos momentos se habrá perdido en
la oscuridad. Trataba de pensar en Marduk sin éxito, para
salir de ese infierno proyectado por su mente.
En un último esfuerzo pensó y deseó estar en Mar-
duk.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Lo más cerca que estuvo, fue cuando se encontró de


nuevo frente a Khyla. Este vio que le tendía la mano.
—¿Qué haces?—. Escuchó le gritó Khyla.
—¡No estoy muerto! ¡Debo regresar con mi familia!
José sintió que se alejaba de nuevo lentamente de
Khyla.
—¡José haz un intento!
Pero su mente estaba con su familia, y eso le imped-
ía acercarse a Khyla.
En un último esfuerzo pensó en estar de la mano con
Khyla. Pero tuvo una duda. Dudó si de verdad entraría al
mundo de Marduk, o regresaría al plano físico de la tie-
rra.
Esas dudas, lo volvieron a arrastrar al bajo astral.
Nuevamente recordó las palabras de Khyla: “El pen-
samiento crea”…..
Había dudado, y había regresado de nuevo a donde
se encontraba anteriormente.
Se encontraba de nuevo rebotando de un lado para
otro debido al constante choque de energías.
Creyó escuchar una voz que gritó:
—¡Atrás!
José trató de ver a quién le pertenecía la voz, pero
sin éxito, ya que el constante flujo de energías que lo
bombardeaban, lo alejaban de la voz.
Escuchó de nuevo:
—¡Atrás!
Le pareció escuchar otra voz, pero creyó reconocer
la voz del doctor Philips quien gritó:
—¡Estabilícenlo!
Su mente comenzó a debilitarse y sintió que se perd-
ía en el mundo oscuro del bajo astral.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Había logrado salir del infierno, pero ya no tenía más


energía para poder salir de ahí.
Sentía que lo absorbían cada vez más las energías
negativas. De pronto, dejó de escuchar las voces y los
ruidos que había percibido anteriormente.
Recordó que el que muere nunca pierde la concien-
cia y ve pasar toda su vida, comenzó a ver desfilar toda
su vida en un instante. Todas las preguntas que tenía con
anterioridad, tuvieron una respuesta satisfactoria.
Acudieron a su mente las imágenes que había visto
en blanco y negro antes de que fuera abducido. Por fin lo
comprendía ahora.
Había estado en medio de los mundos físico y sutil;
o de conciencia, él se encontraba en el mundo mental.
Comprendió que le habían mentido Ptah y Khyla porque
estaba próxima su muerte. No eran extraterrestres sino
enviados de Marduk. La razón había sido porque su “otro
ser” ya no existía. Si hubiera llegado a morir, se hubiera
perdido en el limbo.
Se había encontrado en medio de los dos universos
paralelos, sin darse cuenta siquiera, por eso los veía en
blanco y negro, ya que en el bajo astral no existen los
colores ni formas, por eso había visto a la gente que vest-
ía con ropa de los años cincuentas. Comprendió que el
día de su muerte ya estaba pre-destinado. Pensó: “Ellos
ya sabían que mi hora estaba cerca y por eso habían veni-
do por mí. Debían crear mi „otro ser‟ para poder entrar a
Marduk”.
También comprendió la ausencia de esos tres años.
Había permanecido tres días durmiendo, y esos tres días
habían sido tres años de ausencia, ya que en el espacio el
tiempo no cuenta. Había sido extraído por pausas por los
Pág. 334
ABDUCCION J. David Villalobos L.

extraterrestres para corregir las modificaciones que él


había provocado al encontrarse con su “otro ser”.
Comprendió la razón por el cual se iban reduciendo
los tiempos, se debió a que la creación de su “otro ser”
ya estaba finalizando. Si hubiera hecho otra regresión al
pasado, hubiera sido a solo un día de diferencia. Por tal
motivo había regresado nuevamente al momento de la
abducción. Pero no pudo continuar con su vida, ya que
los Draconianos se dieron cuenta que podía viajar al pa-
sado, y por tal motivo lo atacaron en su casa. La CIA
había sido informada por ellos.
El tiempo se había acortado, ya no habría más viajes
al pasado, se quedaría en el tiempo real. Y su tiempo real
había finalizado en la Tierra. Y era el presente, en el día
de su muerte.
Antes de perderse lentamente en la oscuridad, vio al
extraterrestre Gris. Volvió a percibir su mirada de enojo.
Comprendió el motivo de su enojo, y era porque había
creído que era un ser súper-dotado con una inteligencia
similar a la de los Atlantes.
El Gris no tenía conocimiento de que su memoria no
se había perdido durante la abducción, debido a eso fue
secuestrado para hacerle una prueba de evolución, ya que
se dieron cuenta de que viajaba constantemente al pasa-
do, y podría ser muy peligroso para el “gobierno a la
sombra”.
Vio cuando le insertaron el chip de “búsqueda y con-
trol” en el cuello, y por fin supo la razón. Era para con-
trolarlo.
El de la mano era un “micro chip” que guardaba toda
la información. Vio cuando le hicieron la prueba en sus
genitales, y lo volvieron estéril para evitar que no pro-
Pág. 335
ABDUCCION J. David Villalobos L.

creara más seres súper-dotados.


Comprendió que su forma de alimentarse era a través
de los poros de los seres humanos. El cuerpo humano era
un procesador de su alimento.
Esos fueron sus últimos recuerdos.
De pronto a lo lejos vio a su “otro ser”. Era él mismo
que se dirigía lentamente. Lo vio llegar hasta detenerse
frente a él.
Lo vio cuando poco a poco se fue fusionando con él.
Alcanzó a vislumbrar una ligera chispa de energía.
Eso fue lo último que pudo vislumbrar.
Poco a poco se perdió en el mundo de la inconscien-
cia.
Todo fue oscuridad y silencio absoluto.
Ya no había nada que hacer.
Vino la oscuridad total y con ella el frio silencio del
abandono.
No tuvo tiempo de pensar.
José se había perdido en la nada.
Su “otro ser” había cumplido su objetivo. Lo llevaría
a Marduk, pero antes entraría a un sueño reparador.

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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Capítulo VIII

Susana se encontraba tomando una ducha, cuando


al pasar el jabón por la parte trasera de su cuello, descu-
brió que tenía un absceso. Pensó que era una espinilla o
barrito y trató de exprimirlo. Al hacerlo solo experimentó
dolor.
Salió del baño y le dijo a su hija:
—María ¿puedes ver lo que tengo detrás del cuello?
Su hija le revisó y dijo:
—Parece una espinilla, está muy roja.
—Trata de exprimirla—. Le pidió su madre.
María oprimió con sus dedos sobre la pequeña bolita
que tenía, sin lograr extraer absolutamente nada.
Susana hacía gestos de dolor.
—No sale nada mamá.
—Déjalo, saliendo del trabajo iré a ver al médico.
Más tarde Susana se dejaba practicar una biopsia pa-
ra descartar la posibilidad de cáncer en la piel.
El médico procedió a extraerle tejido mediante una
jeringa. Pasó varias veces la aguja a través del tejido que
iba a examinar.
Al ver que no se deshacía y que sangró un poco, le
dijo:
—Voy a tratar de extraer el líquido que tiene, va a
sufrir un poco.
El médico trató de exprimirlo haciendo que Susana
se quejara del dolor.
—No entiendo porqué está tan duro. Voy a tener que
hacerle una cirugía.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Susana accedió, y pensó que era preferible eso que


estar exprimiéndola sin deshacer la bolita.
El médico le realizó una biopsia tipo abierta, utili-
zando para ello anestesia local.
—Permanezca relajada para aplicarle la anestesia.
Susana sintió varios piquetes de aguja detrás de la
nuca, después que surtió efecto, su médico hizo una inci-
sión en el área afectada y extrajo lo que creyó era tejido.
Lo tomó con las pinzas y le dijo:
—Señora tenía usted incrustado un trozo de metal.
¿Cómo se le incrustó?
—No lo sé doctor. ¿Qué es?
—Tiene la forma parecida a la punta de un bolígrafo.
El médico se la mostró, y Susana la miró sin com-
prender cómo se le había clavado en el cuello.
Mas tarde le aplicaba una curación y el metal lo
arrojó al cesto de la basura.
—Le quedará una pequeña cicatriz que no se verá
porque estará cubierta por su cabello.
Después de la curación Susana se dirigió a su casa.
Al día siguiente vería a su esposo en el hospital y
tenía que manejar unas seis horas.
Descubrió para su sorpresa que las pequeñas vibra-
ciones de las piernas habían desaparecido.
La mañana del 19 de Diciembre, Susana conducía
por la carretera mientras su hija permanecía pensativa.
Su madre al verla ausente le preguntó:
—¿Qué piensas hija?
—¿En por qué te atacó mi padre?
Susana sin despegar la vista del camino le respondió:
—Está enfermo y ve alucinaciones.
—Si, pero te gritaba cosas, y decía nombres raros.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Parecía que estaba poseído.


—¿Qué gritaba?
—Gritaba cosas sin sentido como “No podrás apode-
rarte del cuerpo de mi esposa maldito Draconiano”.
Susana la escuchaba en silencio
—Y luego preguntó: “¿Dónde está mi esposa?”
Susana tampoco estaba segura de lo que había suce-
dido, debido a que ella no estaba consciente de lo que
estaba ocurriendo.
Ni ella misma se explicaba el hecho de haber realiza-
do un viaje al otro Universo paralelo.
Susana le respondió a su hija:
—Lo que pasó, fue que creyó ver a un extraterrestre.
María se acariciaba el cabello, y pensativa dijo:
—Lo que no entiendo es ¿por qué salieron de la co-
lonia?
—¿Cuándo?
—Tú y mi papá el día en que apareció el ovni y le
tomamos fotos.
—Tu padre me tomó de la mano diciéndome que lo
siguiera, para ocultarnos del ovni. Tuvo miedo de que lo
secuestraran.
—Si, pero cuando regresaron, ¿por qué no entraste a
la casa? Te quedaste paralizada en la puerta diciendo:
“No puede ser, no puede ser” y te arrodillaste en el piso.
Susana frunció el ceño, recordó que eso mismo le
había sucedido cuando se encontró sin explicación algu-
na en el otro mundo paralelo, y había visto a su hija pe-
queña.
—¿Cuándo dije eso? ¿Cómo lo recuerdas?
—¡Hay mamá! Cuando tú y mi papá regresaron des-
pués que se fue el ovni. Te quedaste arrodillada antes de
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

entrar a la casa repitiendo “no puede ser”. Entonces mi


papá entró a la casa y se quedó paralizado, como viendo
algo. Entonces yo salí a ver qué era lo que tenías.
—¿Quieres decir que yo no entré a la casa?
—¿No te acuerdas? Te quedaste fuera, repitiendo
…..
—¡Si ya sé! —Le interrumpió su madre— ¿Entonces
yo no entré para nada a la casa?
María la miró de reojo y le respondió muy tranquila:
—No.
Susana estaba tratando de asimilar lo ocurrido esa
noche.
Recordó cuando su esposo le dijo: “No hay nadie en
la calle, y ella le había dicho: “Vamos a la casa”, y en
seguida lo tomó de la mano.
Al llegar a su propiedad, ella le había dicho: “Espera
aquí, deja veo quien está dentro de la casa”.
Pero al llegar, ella no lograba recordar que siguió
después. Por más que trataba de recordarlo, no lograba
entender que había sucedido, hasta que vio a su esposo
cuando era transportado en la ambulancia y lo escuchó
gritar: “No van a poder borrarme la memoria, se derramó
el ingrediente básico de la vida, me lo dijo el extraterres-
tre”. “Todos los experimentos que me hagan los voy a
recordar” “No van a poder lavarme el cerebro con su
maldita atropina” “Malditos agentes de la CIA”.
Hasta ahí todo lo recordaba, pero no supo lo que su-
cedió en ese lapso de tiempo.
—¿Qué más ocurrió?—. Le preguntó preocupada.
—Tú te quedaste afuera de la casa y lo que vi me dio
miedo.
—¿Qué viste?
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Vi a mi papa revolcarse en el piso, como si estu-


viera peleando con alguien y le grité ¡Papá! ¿Qué haces?
Entonces él me dijo: ¡Ponte a salvo! Sal de la casa.
Continuó María:
—Yo salí sin dejar de mirarlo. Se levantaba y se tira-
ba al piso como poseído.
—¿Qué más?—. Le apremió su madre.
—Nada, solo que me puse a llorar, y llamé a la Cruz
Roja.
—¿Yo que hacía?
—Nada. Te digo que te quedaste paralizada mirán-
dolo. Pero lo raro de todo, es que no te preocupaste por
mi papá. Parecías como si hubieras estado en otro mun-
do.
Susana trataba de recordar lo que había sucedido, lo
último que recordaba era que su marido le había dado un
golpe en la mandíbula.
—Después llegó la ambulancia —Continuó su hija—
y en ese momento fue cuando reaccionaste. Entraste a la
casa junto con los médicos y entonces él te golpeó.
Su hija hizo una pausa y le preguntó:
—¿No lo recuerdas?
Susana se encontraba distraída mirando la carretera
sin dejar de pensar. Entonces su marido sí había visto a
un extraterrestre dentro de la casa y había peleado con él.
Su hija no lo había visto porque se hizo invisible.
Pero ella ¿en donde estuvo en ese tiempo que su ma-
rido peleaba con el extraterrestre? ¿Acaso fue abducida
para que el extraterrestre ocupara su lugar?
—¿No lo recuerdas?— Le interrumpió su hija.
Ella volteó a verla para preguntarle.
—¿Qué cosa?
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¡Hay mamá no me pones atención! Te pregunté si


no recordabas cuando mi papá te golpeó.
Ella solo recordó cuando su marido le había puesto
la mano en el cuello y con la otra le dio el golpe, de-
rribándola al piso, fue entonces cuando lo detuvieron los
médicos y camilleros.
—Si—. Le respondió a su hija absorta en sus pensa-
mientos.
Entonces su esposo no estaba teniendo alucinacio-
nes, en realidad sí había visto al extraterrestre.
Pensado en que quizás podría ayudar a su esposo pa-
ra que saliera del hospital lo más pronto posible, aceleró
su vehículo para ganar tiempo.
Ella estaba segura que era verdad todo lo que él
había visto, y de que su esposo no estaba loco.
Tenía que hablar con el médico Phillips para expli-
carle lo ocurrido.
Su hija la vio preocupada.
—¿Por qué vas tan rápido?
—Para llegar lo más pronto posible a ver a tu padre.
—¡No corras madre! Podemos tener un accidente.
Su hija tenía razón. Redujo la velocidad y se hundió
en sus pensamientos.
Recordaba la última conversación que sostuvo con el
doctor Phillips:

—¿Qué es lo que espera encontrar?


—¡La verdad!
—¿Cuál verdad?
—No se preocupe. Ciertos conocimientos saldrán a
la luz.
—¿Qué conocimientos?
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Sobre la enfermedad de su marido.

No entendía por qué le había pedido el médico que


grabara las conversaciones que tenía con su marido.
Sentía que estaba traicionándolo. Hablaría con el
médico al respecto, para no continuar haciéndolo.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por su hija:
—Lo que no entiendo es ¿por qué llegaron tantos
hombres por mi papá, y además de donde salieron?

El doctor David Phillips gritaba en ese momento.


—¡Apliquen otra descarga!
—¡Atrás!—. Gritó uno de los médicos mientras apli-
caba en el pecho el desfibrilador para resucitar a José.
El cuerpo de José se contrajo al recibir la descarga y
su corazón comenzó a latir. Los médicos no dejaban de
ver las pulsaciones en la pantalla de la máquina y los lati-
dos de su corazón.
Después de unos segundos el corazón se volvió a
detener.
Nuevamente se escuchó la voz de uno de los médi-
cos:
—¡Atrás!
De nuevo el corazón de José comenzó a latir.
Esta ocasión latió un poco más de tiempo.
—¡Estabilícenlo!—. Grito el doctor Phillips.
El cuerpo médico hacía todo lo posible para tratar de
mantener la frecuencia cardiaca, pero parecía que era im-
posible.
Su corazón se volvió a detener.
Estuvieron haciendo varios intentos, y en cada inten-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

to el corazón latía por unos momentos para volver a dete-


nerse.
—¡No quiere reaccionar doctor!
—¡Tiene que vivir— Gritó el doctor Phillips.
—¡Si doctor!—. Dijo uno de los asistentes.
De nuevo le colocaron en el pecho el desfibrilador, y
el cuerpo se volvió a contraer, hasta ver en la pantalla los
latidos del corazón. Al cabo de unos segundos volvió a
aparecer la línea mortal.
Tal parecía que José no deseaba vivir.
Al cabo de media hora de intentos por reanimarlo, el
doctor Phillips dio la orden:
—¡Déjenlo! Es imposible.
El personal le retiró el equipo médico de su cuerpo,
dejándolo inerte sobre la mesa de operaciones.
—¿Hora de su muerte?—. Preguntó el médico.
—Las 22.15 horas del día 17 de Diciembre de 2012.
Mientras el personal médico le cubría el rostro, uno
de ellos dijo:
—Resistió bastante.
—Si, tal parecía que se encontraba en el mismo in-
fierno.
—Se negaba a morir.
—¡Pobre! Solo Dios sabe lo que habrá sufrido.
—Bueno, eso ya no nos compete. Guárdalo en el
“refrigerador” para que después se lo lleven sus familia-
res.
Acto seguido, apagaron la luz y salieron del quirófa-
no.

Pág. 344
ABDUCCION J. David Villalobos L.

José había sufrido un golpe severo que le fracturó la


columna vertebral. Había intentado caer de pie al resba-
larse de la escalera tratando de subir al techo. No pudo
evitar golpearse la columna con el borde de la banqueta
al caer de espaldas, además de fracturarse un tobillo.
Al impactar su cuerpo contra el piso, su cabeza re-
botó y fue a estrellarse contra la banqueta, del impacto
recibido sufrió traumatismo craneoencefálico severo.
Había calculado mal la altura del edificio que medía
más de lo que él creyó que tenía. Era un edificio antiguo
de un solo piso, el cual estaba construido más alto de lo
normal.
Si hubiera sobrevivido, hubiera quedado paralítico.
Pero lo que lo llevó a la muerte fue el golpe que se dio en
la nuca, debido al desplazamiento de la masa encefálica
dentro de la bóveda craneana.
Al escuchar el ruido de la escalera golpear contra el
suelo, acudió gran parte del personal de seguridad, quie-
nes ya tenían tiempo buscándolo; para ver de dónde pro-
venía el ruido.
Al llegar, lo vieron inmóvil y llamaron inmediata-
mente al doctor Phillips.
Al llegar, se dio cuenta que aún respiraba.
—¡Rápido, llévenlo a emergencias!—. Gritó el
médico.
Una vez que fue llevado por el personal de seguri-
dad, a la sala de emergencias de la clínica, se dieron
cuenta del golpe en la nuca, debido a que sangraba.
Lo subieron a la ambulancia y lo trasladaron a otro
hospital para intervenirlo quirúrgicamente.
La intervención duró varias horas, solo restaba espe-
rar los resultados.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Después de la operación, José ingresó a la sala de


terapia intensiva en estado de coma.
A la mañana siguiente José había sufrido un paro
cardio-respiratorio. El sonido de la alarma se activó, y
trataron por todos los medios de reanimarlo, pero todo
fue en vano, para el mediodía ya había fallecido. Su si-
tuación se había prolongado por espacio de doce horas
José yacía sin vida dentro de una gaveta en la mor-
gue, de un hospital desconocido.
Uno de los médicos insertó una tarjeta en la puerta
de la gaveta, en la que había escrito la descripción del
cuerpo que iba a mantener frio.

“Nombre: José….. Edad: 53 años. Sexo: Masculino.


Causas de su muerte: Traumatismo craneoencefálico”.

Más tarde el doctor Phillips tomaba el teléfono y


hacía una llamada.
Al responderle al otro lado de la línea dijo:
—No sobrevivió. Vengan por el cuerpo.
—¡Prepárenlo!—. Escuchó la orden desde el otro
lado de la línea.
Colgó e inmediatamente ordenó a su personal que
preparara el cuerpo de José.
Lo sacaron de la gaveta y lo colocaron dentro de una
canastilla de metal, apropiada para darle cabida a un
cuerpo humano. Lo izaron con unas cadenas para sumer-
girlo dentro de una caja metálica tipo ataúd, en donde lo
cubrieron con hielo hasta hacer descender la temperatura
de su cuerpo.
Después de enfriarlo, lo llevaron a la sala de crioge-
nización, lo subieron a una camilla y le aplicaron varios
Pág. 346
ABDUCCION J. David Villalobos L.

químicos para reducir la formación de coágulos sanguí-


neos y daños al cerebro. Al estar el cuerpo apenas por
encima del punto de congelación del agua, lo conectaron
a una máquina y le sustrajeron la sangre, que fue reem-
plazada con una solución para preservar los órganos, en-
tre ellos una sustancia química llamada glicerol, este
líquido reemplazó el agua del cuerpo, con el que se evi-
taría que las células del mismo se congelaran.
A las venas y arterias le inyectaron una solución crio
-protectora para intentar reducir la formación de cristales
en órganos y tejidos, ya que el cuerpo se encontraba a
una temperatura de menos 130 grados centígrados.
El paso final fue colocar el cuerpo en un contenedor
de aluminio que parecía la mitad de un ataúd, donde fue
inmovilizado con unas bandas de metal que sujetaban la
cabeza, los hombros, los brazos, la cintura y las piernas.
Una vez que el cuerpo quedó sujetado firmemente a
la canastilla, lo colocaron verticalmente con la cabeza
hacia abajo y los pies hacia arriba, fue introducido en una
cámara cilíndrica de la compañía “Alcor Life Extension
Foundation”, de aproximadamente 3.5 metros de alto, la
cual tenía en la base una pequeñas ruedas para poder ser
desplazada dentro de la habitación.
La razón para colocarlo en esa posición dentro de la
cámara, era porque en caso de que hubiera una fuga de
gas o un corte eléctrico importante, bajarían los niveles
de nitrógeno líquido, y los pies de la persona serían los
primeros en descongelarse, protegiendo a la cabeza y al
cerebro del efecto negativo que implicaría el principio de
descongelación. La cabeza es la parte prioritaria de con-
servación, puesto que en ella se encuentran las claves de
una reanimación y “resucitación” exitosa. En la cabeza
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

están los componentes de la identidad personal, entre los


que se encuentran la memoria y la personalidad, por lo
que si hay una muerte biológica del cerebro, o “muerte
técnica de información”, las posibilidades de “recuperar”
a la persona se esfumarían.
Una vez que lo hubieron colocado dentro de la
cámara, cerraron la compuerta.
Luego le conectaron unas mangueras a la cámara, y
fue llenada con nitrógeno líquido, hasta que el cuerpo
entero quedó criogenizado, y así mantenerlo a una tem-
peratura de menos 196 grados centígrados.
El proceso llegó a su fin luego de unas largas y ago-
tadoras diez horas.
El Psiquiatra y su equipo se sentían agotados, ya que
tenían varias horas sin dormir.
Ya era de noche cuando Phillips se retiró a su ofici-
na.
Tomó de nuevo el teléfono y volvió a llamar a la
misma persona:
—Ya está listo.
Colgó y permaneció pensativo mirando por la venta-
na de su consultorio las luciérnagas que volaban entre las
plantas del jardín, mientras sostenía una pequeña libreta
en la mano. La había leído tantas veces que ya sabía su
contenido de memoria.
Mientras esperaba que llegaran a recoger el cuerpo
de José, volvió a leer las dieciocho preguntas que tenía
escritas en el interior de la libreta.

1.- La gente vestía con ropa de los años 50´s. ¿Por


qué?
2.- Lo curioso de todo esto era que no existían los
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

colores, todo era en blanco y negro, excepto yo.


¿Porque?
3.- Me dijo Ptah que mi “otro ser” es muy importan-
te para continuar con la vida en Marduk, ¿Que es Mar-
duk?
4.- Podemos ser nosotros mismos en otros Universos
paralelos. ¿Cómo es eso?
5.- Llamé a mi esposa y me contestó la del pasado.
Dejé pasar unos minutos y al llamarla, me respondió la
del presente. ¿Cómo y porqué puedo cambiar del pasado
al futuro en un instante?
6.- Llegué a la casa y no estaba mi familia. Si mo-
mentos antes había escuchado pasos cuando se dirigían
a abrir la puerta. ¿Qué había ocurrido? ¿En dónde esta-
ba mi familia?
7.- Tenía tres días durmiendo y desperté cuando mi
esposa me tocó la frente. ¿Cómo cambié al pasado en un
instante?
8.- Lo que se me hace extraño es que se están redu-
ciendo los tiempos. ¿Por qué?
9.- ¿Por qué tembló ese día si no vi al “otro ser”
rondando por aquí?
10.- Comencé a anotar todo lo sucedido y no hay
modificaciones en la libreta cuando ingreso a los dos
Universos. ¿Por qué?
11.- Mi esposa apareció con su coche nuevo en el
pasado, y tembló ese día. ¿Por qué?
12.- El extraterrestre “Gris” me miró como si estu-
viera molesto conmigo. ¿Por qué me visitó el “Gris”?
13.- Traté de comunicarme con Ptah. No he logrado
entenderlo. ¿Por qué no aparece como antes lo hacía?
14.- ¿Por qué tendría que seguirme la CIA?
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

15.- ¿Por qué Ptah evitaba hablarme sobre el lugar


en donde se encuentra Marduk?
16.- ¿Las estrellas de Orión son los tres soles que
iluminan a Marduk?
17.- ¿Por qué fuimos secuestrados? ¿Para qué nos
hicieron injertos?
18.- ¿Por qué James recibió la visita de los
“Grises”?

Al finalizar de leerla, la guardó en el bolsillo de su


bata blanca que traía puesto.
Transcurrido un determinado tiempo, arribó al hospi-
tal una camioneta tipo suburban, color negro y con crista-
les oscuros.
Lo seguía de cerca un gran camión color verde del
Ejército Mexicano. Los dos vehículos eran escoltados
por una patrulla federal de caminos.
Del vehículo negro descendieron dos hombres vesti-
dos con trajes oscuros, acompañados por otros dos que
vestían batas blancas.
El doctor Phillips los vio llegar y se preparó para re-
cibirlos.
Uno de los hombres de traje oscuro se acercó y le
dijo:
—¿En dónde está el cuerpo?
—Síganme—. Les dijo Phillips.
El psiquiatra los condujo hasta la sala de criogenia
en donde se enfriaba el cuerpo de José.
Los hombres de la bata blanca, revisaron el equipo, y
una vez que comprobaron que todo estaba en orden, uno
de ellos les hizo una seña a los hombres de traje oscuro.
Estos movieron la cabeza afirmativamente, y el se-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

gundo hombre extendió su mano al psiquiatra y le dijo:


—¡La libreta!
David Phillips extrajo la libreta de su bolsillo, y se la
entregó.
—¿Nos puede entregar la cinta?—. Preguntó el mis-
mo.
Phillips extrajo de la mini-grabadora la cinta que
contenía grabadas las conversaciones que había hecho la
esposa de José, y se la entregó.
—Gracias agente Phillips, la agencia estará muy or-
gullosa de su trabajo—. Le dijo tomando la libreta y la
cinta.
Las guardó en el bolsillo interior de su saco, y se
dirigieron a su vehículo negro.
Del camión militar descendieron varios militares
uniformados, y con ellos un montacargas que se deslizó
desde el interior del vehículo hasta el piso por una ram-
pa, y que era conducido por uno de los uniformados.
Cuando estuvo sobre el piso, se dirigió a la puerta de
entrada del edificio.
Otros militares empujaron la cámara cilíndrica; ayu-
dados por las pequeñas ruedas que tenía en la base, hasta
donde se encontraba el montacargas.
Al llegar al montacargas, entre varios militares lo
subieron a la plancha del montacargas, el cual se elevó a
la altura del camión y lo deslizaron hacia el interior del
mismo.
Una vez que se encontró adentro, lo sujetaron a las
paredes internas el camión.
Pasaba de la media noche cuando partieron del hos-
pital clandestino, llevándose el cuerpo de José.
Phillips apagó la luz de la sala de criogenia, se quitó
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

la bata y se subió a su vehículo alejándose del hospital,


conduciendo por las calles oscuras de la ciudad de Gua-
dalajara.
La caravana de vehículos tomó la carretera a Chapa-
la con dirección al Aeropuerto Internacional “Miguel
Hidalgo”.
Eran casi las 2 de la madrugada cuando ingresaron al
aeropuerto, por una de las puertas exclusivas para el per-
sonal que laboraba en el aeropuerto.
El conductor de la patrulla mostró su identificación
como agente de la policía federal de caminos, y el guar-
dia les permitió el acceso. Los vehículos se dirigieron por
una de las carreteras internas del aeropuerto, hasta llegar
al final de la pista número 2, en donde lo esperaba un
avión de la fuerza aérea estadounidense: Un Airbus
A300B4F.
El avión se encontraba en espera de las órdenes de la
torre de control para iniciar el despegue, una vez que
hubieran ingresado sus ocupantes.
Al llegar los vehículos, los militares se encargaron
de realizar la misma maniobra, pero esta vez el monta-
cargas desplazó la cámara de crionización hasta la puerta
lateral izquierda del avión.
El montacargas colocó las paletas con la plancha de
acero donde iba montada la cámara de criogenización, a
la altura de la puerta, y la “Alcor” fue desplazada lenta-
mente hacia el interior, donde nuevamente fue sujetada a
las paredes internas de la aeronave.
Una vez que todo estuvo listo, abordaron el avión los
dos agentes de la CIA y los hombres de blanco, dejando
el vehículo negro en manos de los militares del Ejército
Mexicano.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

De nuevo la caravana se alejó de la pista, para salir


por la puerta por la que habían entrado.
A lo lejos por la carretera a Chapala, veían despegar
el “Airbus” llevando en su interior un cuerpo congelado.
El avión se perdió en la noche.

Al amanecer Phillips se encontraba en el hospital


psiquiátrico San Juan de Dios, en espera de la esposa de
José, para darle la mala noticia.
Más tarde llegaban Susana y su hija al hospital.
—¿Aquí está mi papá?—. Preguntó María mirando
las instalaciones.
—Sí, vamos a ver si ya lo podemos sacar hoy—.
Respondió no muy convencida.
El agente de la CIA Phillips, miró llegar a la esposa
de José, a través de la ventana del segundo piso.
Pasados unos momentos, Susana y María se encon-
traban en la oficina de Phillips.
—Buenas tardes—. Saludó Susana.
—¿Cómo está señora?
—Bien. Venimos a ver si ya podemos llevarnos a mi
esposo.
El agente de la CIA desvió la mirada hacia su escri-
torio.
—¿Sucede algo?—. Preguntó Susana inquieta.
—Le tengo malas noticias señora.
—¿Qué sucede? —Preguntó angustiada— ¿Le ocu-
rrió algo malo a mi esposo?
—No señora, solo que hace dos noches su esposo
saltó la cerca y se fugó. —Hizo una pausa— No sabemos
en donde se encuentra.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿Cómo que se fugo? ¿A dónde iría?


—Eso mismo le pregunto a usted. —La observó en
silencio— Quizás vaya para su casa.
Susana ya no quiso esperar más. Pensó que quizás su
esposo estaría deambulando por la ciudad cansado y
hambriento.
No sabía qué hacer.
—¡Vamos a buscarlo mamá!—. Dijo María.
El agente las observaba en silencio.
—Pero. ¿A dónde?
—¡Por donde sea mamá!
Susana se puso de pie y se despidió de Phillips.
—Gracias doctor, espero que mi marido esté bien y
llegue a la casa.
—Le voy hacer entrega de sus cosas—. Le dijo y le
entregó un paquete en donde venían todas las pertenen-
cias de José.
Salieron del hospital, siendo observadas por el agen-
te Phillips.
Dentro del coche Susana no sabía qué hacer.
No dejaba de pensar en donde podría estar su mari-
do.
Se encontraba conduciendo por la ciudad dando
vueltas sin ningún sentido, guardando la esperanza de
encontrarlo.
Después de dos horas de ir y venir por las calles de
la ciudad, su hija le dijo:
—¡Ya mamá! Vámonos para la casa, quizás mi papá
llegué después.
Sin estar muy convencida de lo que dijo su hija, se
dirigieron al oriente de la ciudad, para tomar la carretera
que las llevaría de regreso a Mazatlán.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Al anochecer, Susana y su hija llegaron a su destino.


Lo primero que hizo fue revisar los mensajes en el teléfo-
no. Al comprobar que no había ninguno de su esposo, se
preparó para irse a la cama.
No podía conciliar el sueño a pesar de sentirse agota-
da por las largas horas que había conducido, pensaba:
“Tiene que llamar”.
Sabía que su esposo se las arreglaría para llegar a la
casa, o en todo caso, comunicarse con ella.
Con esos pensamientos la venció el sueño y se quedó
dormida.

El Airbus A300B4F se encontraba en ese momento


volando por suelo norteamericano, después de haber rea-
lizado un vuelo de más de tres horas. A lo lejos podían
verse las luces de la pista de aterrizaje que se encendie-
ron, una vez que se hubo comunicado el piloto con la to-
rre de control en tierra.
Desplegó los alerones y el tren de aterrizaje. A los
pocos minutos tocaba tierra sobre la pista de 8 kilómetros
de largo, la más larga del mundo.
La pesada aeronave se deslizó a toda velocidad sobre
la pista, mientras las luces de varios vehículos militares
aparecieron a lo lejos.
Una vez que disminuyó la velocidad, se dirigió a una
de las pistas que cruzan la gran pista central, y giró a la
izquierda para dirigirse a uno de los dos hangares, donde
esperaban varios vehículos y personal militar.
A lo lejos podían apreciarse dos helicópteros de ata-
que AH-64 Apache.
Al detenerse dentro del hangar, se abrió la compuer-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

ta de carga y un pesado camión dio marcha atrás hasta


colocarse cerca de la puerta del avión. Dentro del camión
se acercó un montacargas, para llevar a cabo la tarea de
desembarco.
Una vez descargada la cámara de criogenización de-
ntro del vehículo, salió del hangar con su carga y se diri-
gió a una de las carreteras paralelas a la gran pista de ate-
rrizaje.
El recorrido de más de 3 kilómetros de largo, se rea-
lizó en pocos minutos hasta llegar al hangar 18, un pe-
queño hangar que estaba techado a “dos aguas” donde
tenía una entrada subterránea.
Antes de llegar a la entrada del hangar, una luz muy
intensa los deslumbró. Eso hizo que se cubrieran los
ojos.
Uno de ellos comentó:
—Desgraciados, nos arrojan la luz en la cara para
identificarnos plenamente.
Una vez que ingresaron al interior por una rampa, se
detuvieron unos metros más adelante frente a un retén,
custodiado por un fuerte contingente militar.
Mientras el militar verificaba las identificaciones, el
conductor le hizo un comentario:
—Casi nos estrellamos en la entrada del hangar debi-
do a la luz que nos arrojaron en la cara.
—¿Cuál luz?—. Preguntó el guardia extrañado.
—¡Olvídelo!—. Dijo el conductor malhumorado.
Tras comprobar su identificación, el uniformado dio
la orden de acceso, y una pesada puerta de metal se fue
deslizando lentamente hacia los costados.
Después que finalizó el deslizamiento de las pesadas
puertas, otro guardia oprimió un interruptor desde la ca-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

seta de vigilancia, y la barrera que permitía el acceso a


los vehículos a la zona, fue izada.
El camión militar cruzó la barrera y la gran puerta,
perdiéndose dentro del laberinto de túneles que había de-
ntro la base subterránea.
Después de circular dentro de la base durante algu-
nos minutos, se detuvo frente a una gran puerta de metal,
resguardada fuertemente por otro retén militar.
Nuevamente los conductores presentaron sus tarjetas
de identidad, y una vez llevado a cabo el proceso de
identificación, les permitieron el acceso.
Dentro de las instalaciones, se realizaron las manio-
bras de descarga de la cámara de criogenización.
La “Alcor” era deslizada suavemente por personal
científico, hasta un laboratorio dentro de las instalaciones
para iniciar el proceso de descongelamiento, y la nano-
reparación o reparación a nivel molecular, a través de la
nano-tecnología y la nano-medicina, supervisada por per-
sonal altamente capacitado con tecnología extraterrestre.
Una vez que se llevó a cabo el vaciado del nitrógeno
líquido, el cuerpo fue extraído de la cámara y unas cade-
nas transportaron el pesado cuerpo hacia una mesa metá-
lica dentro del laboratorio.
El personal científico dentro del laboratorio, se man-
tenía debidamente cubiertos para evitar la contaminación
del cuerpo.
El cuerpo de José fue depositado sobre la camilla
con sumo cuidado para evitar daños irreparables. Des-
pués la camilla fue llevada a una cámara donde inició el
proceso lento de descongelamiento.
Mientras unos científicos miraban el cuerpo a través
de una ventanilla en un segundo piso, otros monitoreaban
Pág. 357
ABDUCCION J. David Villalobos L.

los instrumentos en sus consolas de mando.


Entre los científicos que observaban en la planta alta
del laboratorio, se encontraba un militar de alto rango
llamado Rosenberg, quien observaba en silencio las ma-
niobras del personal.
Un científico de apellido Wolf, se encontraba pre-
sente supervisando el descongelamiento del cuerpo de
José.
Dio una orden:
—¡Preparen la máquina de circulación extracorpó-
rea!
Varios científicos preparaban todo lo necesario para
iniciar la extracción del gel del sistema circulatorio del
cuerpo de José, para sustituirlo por varias sustancias, an-
tes de inyectarle sangre RH negativo.
Después de unos momentos, el cuerpo de José fue
sacado de la cámara de descongelamiento, y la camilla
fue trasladada hasta donde se encontraba el personal
médico, y algunos seres que parecían autómatas.
El proceso de reversión del sistema circulatorio, se
llevó a cabo por estos “autómatas” siendo solamente
asistidos por el personal científico.
Una vez que el cuerpo de José se encontró prepara-
do, le colocaron alrededor del cuello una diadema metáli-
ca, que transmitió una imagen color azul a uno de los
monitores, el cual era atendido por otro “autómata”.
El que se encontraba cerca del cuerpo de José, le co-
locó un aparato metálico en la frente, y volteó a mirar
hacia la planta alta al militar, quien no había dejado de
presenciar la labor. A una señal de este militar, el
“autómata” accionó el dispositivo sobre la frente de José
y todo el equipo comenzó a funcionar automáticamente.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

El científico Wolf esperaba atento la orden para ac-


cionar la máquina, y comenzar el proceso de “drenado”
del líquido inyectado, y sustituirlo por varios litros de la
solución sanguínea.
En la pantalla del monitor aparecieron cierta canti-
dad de números y datos, solo descifrables por el
“autómata” encargado de la lectura.
Una vez que terminó el “drenado”, se escuchó el so-
nido de una alarma, y en ese momento el doctor Wolf
accionó la máquina para iniciar el “llenado” del torrente
sanguíneo.
Después de unos minutos, apareció en la pantalla del
monitor, una gran cantidad de imágenes a alta velocidad,
que fueron transcritas a otro monitor en sistema binario.
El personal colocó sobre el torso desnudo del cuerpo
de José unas ventosas, las cuales iban conectadas a la
consola que estaba siendo monitoreada por el
“autómata”.
Una vez finalizada la colocación de las ventosas, el
“autómata” que había colocado el dispositivo sobre la
frente, volvió a accionar el dispositivo y el corazón de
José comenzó a latir. Enseguida le colocaron una masca-
rilla de oxigeno y sus pulmones comenzaron a funcionar.
A pesar de haberlo visto todo, el doctor Wolf cientí-
fico de 35 años de edad, no dejaba de asombrarse de los
adelantos científicos llevados a cabo debajo de esas ins-
talaciones, pero sobre todo, que funcionaran a la perfec-
ción.
Wolf miró hacia el militar, que se encontraba en la
planta superior, y este movió la cabeza haciendo una se-
ña y el científico dio una orden:
—¡Salgan todos!
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Todo el personal científico y médico salió del labo-


ratorio, excepto los dos “autómatas” quienes permanecie-
ron en compañía del científico.
Una vez que hubieron abandonado la sala, Rosen-
berg, descendió por la escalera y cruzó la puerta que da-
ba acceso al laboratorio, hasta acercarse al cuerpo de
José quien respiraba normalmente y aparentemente sin
ningún problema.
Lee Rosenberg era un hombre de unos 50 años, era
calvo y vestía un uniforme militar antiguo, portaba en el
pecho una gran cantidad de condecoraciones.
El militar extendió la mano y le dijo al científico:
—Doctor Wolf, el dispositivo por favor.
El científico le hizo entrega de una pistola tipo escá-
ner. Entonces Rosenberg procedió a escanear la mano de
José. El escáner produjo un sonido y se iluminó una pe-
queña pantalla que tenía el dispositivo, con una luz de
color verde.
Acto seguido, el doctor Wolf hizo una incisión con
un bisturí hasta llegar al hueso de la mano, y Rosenberg
extrajo el “chip” insertado por los Grises durante la ab-
ducción.
Mientras Wolf realizaba la curación y sutura en la
mano de José, Rosenberg se dirigió al “autómata” de la
consola, entregándole el “chip”, el cual lo insertó en una
ranura dentro de la consola.
Una vez que comenzó la lectura del “chip”, apareció
la información también en sistema código binario, en el
otro monitor a alta velocidad.
Toda la información fue extraída y grabada en una
memoria tipo USB, la cual el “autómata” le entregó al
militar.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Rosenberg salió del laboratorio con el USB en su


bolsillo, sin pronunciar una sola palabra.
El doctor Wolf cubrió el cuerpo de José con una
manta termoeléctrica para brindarle calor, enseguida
abrió la puerta del laboratorio para permitir el acceso a
los demás científicos, quienes se hicieron cargo de cuidar
a José.

Había transcurrido más de una semana, sin que Susa-


na tuviera noticias de su esposo. Llegó a pensar que
quizás había sido secuestrado de nuevo por los extrate-
rrestres.
Descartó la posibilidad de que estuviera muerto.
Ella trataba de adaptarse a su trabajo y a la vida coti-
diana, sin dejar de pensar en él.
Después de casi un mes sin recibir noticias de su ma-
rido, Susana acudió con el médico que lo atendía en el
hospital Sharp.
Trataría de investigar sobre el Dr. Phillips del hospi-
tal “San Juan de Dios”.
El médico la recibió en cuanto se le avisó.
—¿Cómo le va a su marido?
—Se escapó del Hospital.
—¿Cómo fue eso?
—Si, y no sabemos en donde se encuentra.
—¿Qué informes le dieron en el hospital?
—No fue muy claro el Dr. Phillips.
—¿El Dr. Phillips?
—Si—. Le respondió al verlo asombrado.
—Es que… —Titubeó el médico—. No es doctor,
sino un agente de la CIA.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿Cómo?—. Le preguntó Susana al escucharlo.


—Si, en efecto. Yo recibí la orden por parte de la
agencia para que fuera trasladado al hospital, debido a
que era muy importante para ellos. Yo firme su salida.
—¡Pero! ¿Para qué lo quiere la CIA?
—Lo desconozco señora. —Acercándose a ella le
dijo— Mejor manténgase alejada de ellos.
—¡No puedo! —Gritó Susana— Creo que ellos tie-
nen a mi marido.
Se puso de pie y tras despedirse del médico se diri-
gió a su casa.
Al entrar tomó el teléfono y marcó al hospital en Za-
popan. Tras unos minutos de espera le respondieron al
otro lado de la línea.
—Hospital San Juan de Dios.
—¿Me comunica con el Dr. Phillips?
—La comunico con el director del hospital, el doctor
Méndez.
—¿Cómo?.....—. Alcanzó a exclamar antes de ser
enlazada a la oficina del director.
—A sus órdenes.
—¿Me podría comunicar con el doctor Phillips?
—El no trabaja aquí señora.
—¿Cómo que no? Si era el que estaba atendiendo a
mi esposo.
—¿Cómo se llama su esposo?
—José . . . .
—Ah ya comprendo. Es el paciente por el cual me
pidió el gobierno estadounidense, que le prestara un
consultorio al señor David Phillips.
—¿Qué no era el director del hospital?
—No señora. Soy yo.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿Cómo se llama usted?


—Luis Méndez Cárdenas.
—¡No puedo creerlo!—. Exclamo angustiada.
—¿Le puedo ayudar el algo más?
—No gracias—. Dijo y colgó pensando en la suerte
que estaría corriendo su marido.
Se sentó sobre la cama y sintió un dolor abdominal,
pensando que sería ocasionado debido a la angustia que
tenía por su esposo.
Sin saber qué hacer, se le ocurrió visitar a James, el
amigo de su marido. Al verla descender del vehículo,
abrió la puerta, y miró a ambos lados de la calle.
—¡Pasa rápido!—. Le dijo James.
—¿Qué sucede?—. Preguntó angustiada Susana.
—Me están vigilando.
—¿Quiénes?
—No sé si son los de la CIA o los de mi gobierno.
—¿Cómo sabes?
—Porque me dejaron este mensaje.
James le mostró una lata de cerveza vacía en donde
venía adentro un sobre.
Lo abrió y se lo mostró a Susana.
—Está en inglés. ¿Qué dice?
—Dice así:

“Su amigo está ahora en manos de Lord Marduk,


pronto estará en manos de nuestro rey de reyes Annuna-
ki. Manténgase al margen si no desea que lo
“enfriemos”.

—¿Cuál amigo?—. Preguntó preocupada Susana.


—No sé a quién se refieren. ¿Y José?
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—No sé en donde está, dicen que se fugó del hospi-


tal a donde lo llevaron.
—¿A cuál hospital?
—Al psiquiátrico de Zapopan.
Susana le narró todo lo que había ocurrido desde el
día que dejaron la casa de él.
Varias horas después regresaba a su casa, en espera
de que se comunicara con ella.
Pasaron varios días y Susana guardaba la esperanza
de que regresara. Su corazón le decía que estaba vivo.
Su hija María no dejaba de preguntar todos los días
lo mismo:
—¿No ha llamado mi papi?
—No hija. Pronto lo hará—. Le respondía lo mismo
su madre.
María de acostó al lado de su madre y le dijo:
—Extraño a mi papá.
—Yo también hija. Pronto llamará.
Con esa esperanza guardada, ambas trataron de lle-
var su vida un día a la vez.

José abrió los ojos tratando de reconocer en donde se


encontraba. Lo último que recordaba era cuando se en-
contraba flotando en un mar de negatividad.
Se quedó mirando el entorno y pensó: “Así que esto
es Marduk”. Se quiso incorporar para tratar de ponerse
de pie, pero observó que tenía suero en uno de sus bra-
zos y unos electrodos en la cabeza. Además se encontra-
ba sujeto a la cama.
Al hacer el intento de levantarse, uno de los médicos
accionó un botón y se escuchó una alarma. José volteó a
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

mirarlo, y vio que traía el rostro cubierto con un cubre


bocas, además de guantes y gorro.
Al instante llegó el doctor Wolf y se acercó a él.
—¿Cómo está don José?—. Le saludo amablemente.
—¿En dónde estoy?
—Está entre amigos, no se preocupe.
—¿Esto es Marduk?
Wolf guardó silencio, y lo miró pensando en lo que
acababa de preguntar.
—No. Esto es un laboratorio—. Le respondió.
—¿Por qué estoy atado?
—Solo era por precaución, por si despertaba. En un
momento lo liberamos. No se preocupe.
—¡Por favor retírenle el equipo y desátenlo!—. Le
dijo al personal que vestía de blanco.
Mientras estaba siendo liberado, llegó Rosenberg, y
se acercó a él.
—Don José, —Le dijo Wolf— este es el coronel Ro-
senberg y quiere conversar con usted.
José trató de incorporarse en la camilla, y fue auxi-
liado por el personal hasta hacerlo descender.
El doctor Wolf le acercó una bata blanca para que
cubriera su desnudez.
José sintió que las piernas no lo sostenían, y uno de
los hombres de blanco le acercó una silla de ruedas.
—¿Cómo está?—. Le preguntó Rosenberg.
—Bien, pero quisiera saber en dónde estoy.
—Está en una de las bases subterráneas del gobierno
norteamericano llamada Área 51.
José lo miró extrañado.
Al verlo directamente a la cara, descubrió algo que
no era común en los seres humanos.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Tenía el iris de los ojos divididos en dos, además la


formación de su cráneo era un poco extraña. Parecía co-
mo si tuviera una protuberancia en la parte superior de la
cabeza y otras dos a los costados.
—¿Por qué me trajeron aquí?
—Usted tiene algo que a nosotros nos interesa.
—¿Qué cosa?—. Preguntó sin saber a lo que se re-
fería.
—La manera de viajar en el tiempo.
José permaneció en silencio por un instante. No sab-
ía de lo que hablaba.
—¿Quién es usted?—. Se atrevió a preguntar.
—Es mejor que lo sepa de una vez. Soy un extrate-
rrestre y venimos de una región muy distante.
—¿De dónde viene?
—Soy perteneciente a un grupo que venimos de Be-
llatrix, que es la tercera estrella más brillante de la cons-
telación de Orión. Bellatrix es una de las estrellas más
calientes que se pueden observar a simple vista. Se en-
cuentra a 240 años luz de su Sistema Solar.
—¿Son humanos o humanoides?
—Somos también humanos, pues tenemos el mismo
ADN que ustedes los terrestres, pero no tenemos la tec-
nología que aquí tienen para poder alterar el ADN, a pe-
sar de que podemos trasladarnos de un mundo a otro en
nuestras naves espaciales, y podemos hacer viajes en el
tiempo.
Hizo una pausa para añadir.
—Poseemos incluso portales dimensionales.
—¿Que son esos portales?
—Cuando hablo de portales dimensionales no me
estoy refiriendo a las aberturas como las de las películas
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

de ciencia ficción, sino de agujeros de gusano como


hacemos los habitantes de Orión 3 para pasar a otros
mundos.
José no supo que responder.
—Hay razas que están adelantadas en una materia,
como son la de los viajes espaciales, pero no adelantan
en otras como en el caso del código genético. Nosotros
venimos de un sistema planetario cuyos habitantes no
tienen mucha vida. Hemos hecho enormes adelantos en
muchos temas, pero ello no impidió que nuestro planeta
se hubiera dividido en dos facciones, la del Hemisferio
Norte y la del Hemisferio Sur. Entre ambos lados se hab-
ía declarado una especie de guerra.
José pensó que no solo en la Tierra se llevaban a ca-
bo guerras.
El doctor Wolf parecía también interesado en el te-
ma.
El extraterrestre continuó:
—Los rebeldes del Hemisferio Sur nos enviaron un
misil para destruir nuestras ciudades a los habitantes del
Hemisferio Norte. Estos misiles son de un tipo energéti-
co que casi no deja huellas. Era un misil que directamen-
te podría destruir lugares pero sin dejar ningún resto, por-
que la misma materia del misil desaparece al impactar.
Rosenberg hizo una pausa.
—Nosotros podemos viajar por esos portales dimen-
sionales a otros mundos, en un momento dado hicimos
un viaje y pudimos visualizar la Tierra, y lo que estaba
sucediendo en el año 2001, aquí en Estados Unidos. Así
que vimos un avión de una aerolínea que se dirigía al
Pentágono con la intención de impactar allí. En ese avión
viajaban además de los pasajeros de rutina, unos docto-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

res, un embajador, y también había dos científicos exper-


tos en biología molecular, quienes son los que corrigen el
ADN y cosas similares. Esto nos llamó poderosamente la
atención.
Wolf abrió los ojos desmesuradamente al estar escu-
chando las revelaciones de Rosenberg.
—¿Cómo pudieron ver a todos los tripulantes y lo-
grar su identificación?—. Preguntó José.
—Viajamos por el tiempo un día antes y estudiamos
todo el asunto.
—¿Pueden viajar como yo lo hice a Universos para-
lelos?
—En efecto, es por eso que lo trajimos aquí, para
estudiar su caso y las razones por las cuales puede viajar
como humano, ya que esta tecnología es exclusivamente
para nosotros los extraterrestres.
José bajó la mirada sin saber qué actitud tomar.
—¿Es decir que ustedes estaban al tanto de todo lo
que iba a suceder y no hicieron nada por evitarlo?—.
Preguntó.
—No lo evitamos porque ese asunto no nos corres-
pondía, ya que nuestro propósito era otro. Por lo general,
los seres de otros mundos no se meten en los hechos con-
flictivos terrestres, ni políticos, ni territoriales.
José recordó lo que le había dicho Khyla sobre la
Confederación.
Luego preguntó:
—Entonces. ¿Qué fue lo que hicieron en realidad?
—Hicimos lo que en el planeta Tierra se llamaría
“jugada doble”.
José frunció el ceño al escucharlo.
—Cuando el Boeing estuvo a miles de metros del
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Pentágono, le pusimos adelante un portal dimensional, y


de esta forma nos lo llevamos con todo los pasajeros a
nuestro planeta Bellatrix.
—¿Qué cosa?—. Preguntó José asombrado.
—Eso fue lo que hicimos, y esa fue la razón por la
cual había desaparecido de los radares.
Rosenberg caminaba por la habitación con las manos
en los bolsillos del pantalón color caqui.
—La segunda jugada fue que inmediatamente y en
milésimas de segundos, cambiamos el Boeing que iba a
estrellarse contra el Pentágono, por el misil que nos hab-
ían disparado los del Hemisferio Sur. Así que el misil
que iba a impactar en la ciudad del Norte impactó en el
Pentágono.
—¿Cómo puede ser posible eso?—. Preguntó José
asombrado por lo que escuchaba.
Le parecía cosas de locos.
—Nosotros además de manejar no solamente los
portales dimensionales, también manejamos los portales
del tiempo.
El extraterrestre hizo una pausa.
—Usted seguramente pensará en lo crueles que so-
mos los seres del Hemisferio Norte de mi planeta, pero
no sólo no somos crueles, sino que también misericordio-
sos, honestos, pacíficos. Los crueles son los del Hemisfe-
rio Sur.
—Lo que no entiendo bien, es el hecho de que si us-
tedes son “buenas personas” hayan dejado que un misil
que iba dirigido a ustedes, lo hayan desviado fuera de su
planeta para matar gente ajena a sus problemas y que se
estrellara en el Pentágono.
Rosenberg paseó dentro de la habitación, con la ca-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

beza fija en el piso siendo observado por José.


—Bueno, si existiera un abogado defensor de los se-
res del Hemisferio Norte diría: “Al fin y al cabo la des-
trucción que causó el misil era la misma destrucción que
iba causar el avión y, por otra parte, salvaron de la muer-
te a todos los pasajeros que iban en el Boeing”.
—En cierta forma tiene razón, pero ¿Cómo lo hicie-
ron?
—Nosotros tenemos una tecnología muy avanzada y
simplemente manejamos las fuerzas electromagnéticas.
—No soy físico para entender lo que me dice, pero
¿qué hicieron con todos los pasajeros del avión?
—Todos los pasajeros fueron llevados a Bellatrix.
—¿Hasta al árabe que iba pilotando el Boeing?
—Así es.
—Pero. ¿No es peligroso tenerlo con ustedes allá?
—No, al desquiciado piloto le hemos cambiado su
mente, modificándole algunas neuronas y ahora está más
pacífico.
—¿Está vivo?
—Al igual que todos los pasajeros y pilotos.
—¿Le lavaron el cerebro al árabe?
—¿Se refieres a las técnicas que usa la CIA?
—Sí, algo así—. Le respondió José recordando el
proyecto “Mannequin” del que le había hablado James.
—No, solamente ha sido modificado algo de su de-
codificador para que capte mejor los conceptos de su
Thetan, y ahora a pesar de ser un espíritu del plano 3,
está menos belicoso.
—¿Que es el Thetán?
—Es el ser espiritual inmortal, el alma humana. No
usamos el término “alma”, ya que la palabra tiene dema-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

siados significados y usos, en otras religiones y prácticas


que no se describen con precisión.
—¿Y los pasajeros? Se encuentran cómodos en su
planeta?
—Si. No se crearon ningún shock porque sabían que
el avión estaba dominado por terroristas, que se iba a
estrellar y que la muerte iba a ser segura. Además, uno
de los árabes estaba manteniendo a raya a la tripulación
y a los pasajeros a punta de ametralladora.
—Pero ¿Cómo pudo entrar esa ametralladora?
—La explicación es obvia, ya que hubo muchas
“facilidades” proporcionadas por la CIA en los controles
de los aeropuertos. Ahora los aeropuertos están en
“Alerta Naranja” y hoy es prácticamente imposible entrar
con un arma a los aviones.
—Pero en algunos videos se ve claramente que es un
misil el que se estrelló contra el Pentágono.
—Vuelvo al incidente. Dos cámaras de videos logra-
ron filmar el misil que fue intercambiado por el Boeing.
—¿A qué velocidad viajaba el misil?
—En un determinado momento llegó casi a los 900
kilómetros por hora.
—¿Las cámaras de video llegaron a filmar el inter-
cambio?
—De alguna manera sí, porque hubo una cámara que
filmaba al avión cuando se dirigía al Pentágono. Esa
cámara fue la del estacionamiento del Pentágono.
—¿Y entonces? ¿Acaso se vio como desapareció el
avión y apareció de pronto el misil?
—Sí. Todo fue grabado por algunas cámaras del
hotel y de la gasolinera, pero fueron decomisadas inme-
diatamente por el FBI. Solo se percibió algo así como
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

una figura que va a tremenda velocidad a ras del suelo, a


casi 60 centímetros. El misil atravesó la autopista a la
velocidad de 900 kilómetros por hora y sin embargo no
afectó a ningún automóvil. Si hubiera sido un avión que
viaja a tan poca altura, con la misma fuerza expansiva
del aparato hubiera hecho volcar a todos los vehículos
que se encontraban a su paso.
—¿Pero que acaso un misil no debería haber provo-
cado algo parecido?
—No, porque este misil no estaba hecho del mismo
material que los misiles terrestres ya que se trataba de un
proyectil energético.
—Ahora voy entendiendo—. Dijo José aceptando la
realidad de los hechos.
—Un avión, salvando las distancias, barre el aire
igual que lo hace un abanico. En cambio, el misil energé-
tico no mueve masas de aire, precisamente por ser
energético, el aire prácticamente no oponía resistencia.
—Ahora comprendo porque no había restos de un
avión estrellado, algo que intrigó sobremanera a los in-
vestigadores.
—Así es en efecto. —Respondió Rosenberg— En el
Pentágono hay cinco muros de concreto de hormigón, tan
grandes que un misil terrestre no los atravesaría y menos
aún un avión. Y sin embargo este misil energético lo
hizo. Además, es obvio que un avión de las característi-
cas del Boeing no podría penetrar en un agujero tan pe-
queño en el que solamente entraría la cabina. Es decir, el
resto del aparato, alas, fuselaje, tendrían que haber que-
dado a la vista y hay fotos que revelan que nada de esto
sucedió.
—Sí, eso es lo que intrigó a todos. Las fotos revelan
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

claramente que no hubo ningún avión que colisionara


contra el Pentágono. ¿Y en donde terminó ese misil
energético?
—En el centro del Pentágono, después de perforar
los cinco muros.
—¿Los testigos que trabajaban adentro del Pentágo-
no vieron el misil?
—No vieron nada. Solamente vieron una fuerza que
destrozaba todo y escucharon tremendas explosiones.
—¿El Pentágono sabía lo que había sucedido?
—En el Pentágono se hacen conjeturas de que fue un
ataque extraterrestre, pero no fue un ataque en el sentido
bélico, porque en realidad sí fue un ataque extraterrestre.
Sin embargo prefieren mantenerse en la disparatada pos-
tura de que fue un avión y que la sociedad crea que ocul-
tan algo, antes que exponerse al ridículo que significaría
decir la verdad. Los militares saben con certeza que no
fue un avión el que produjo los destrozos en el Pentágo-
no.
—¿Qué hubiera pasado si el piloto árabe hubiera lle-
gado a impactar en el Pentágono? Lo pregunto porque
según dicen los pilotos expertos, que era un novato y que
jamás podría viajar con un Boeing a ras del suelo, como
para impactarse en ese lugar.
—Ese avión, considerando la dirección que llevaba
justo antes de ser absorbido por el portal dimensional,
hubiera caído en el césped del Pentágono.
—Es decir que si no hubieran intervenido ustedes,
ese avión se hubiera estrellado en el césped y entonces sí
hubieran aparecido; el avión destrozado e innumerables
cadáveres.
—¡Correcto! Cuando el avión fue reemplazado por
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

el misil, éste no siguió la misma trayectoria del Boeing, y


por eso impactó en el Pentágono.
José permaneció en silencio tratando de entender la
actitud de estos extraterrestres, alcanzó a ver a Wolf pen-
sativo rascándose la barbilla, como si lo que estuviera
contando Rosenberg fuera nuevo para él.
Rosenberg continuó:
—Hay infinidad de fotos sobre el suceso e incluso,
como ya le comenté, dos videos filmados.
—¿Estos videos fueron eliminados?
—No, los tiene el gobierno. Solo dejaron los que ya
habían trascendido al público. De cualquier manera la
versión oficial sigue siendo la misma: Que en el Pentágo-
no se estrelló el avión comandado por los terroristas ára-
bes.
—Lo cual es una total mentira.
—Por supuesto. Dicen que la enorme fricción desin-
tegró el aparato. Si hubiera sido así, entonces ¿en dónde
están los cadáveres?
—De cualquier manera nadie cree la versión ofi-
cial—. Argumentó José.
—Sería absurdo que alguien pudiera creerla.
—¿Y qué hay de los pasajeros?
—Aún hay algo importante que aclarar respecto al
Hemisferio Norte de Bellatrix. Esos dos científicos ex-
pertos en biología molecular que iban en el Boeing, están
agradecidos con nosotros por haberlos salvado de una
muerte segura. Desde aquel momento a la fecha, ambos
hemisferios están cooperando con ellos, tratando de pro-
longar nuestra raza.
—¿Y qué pasó con sus rivales en su planeta al ver
desaparecer su misil? —. Preguntó José, interesándose
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

por su planeta.
—La región del Sur, que era enemiga acérrima nues-
tra, creyeron que habíamos descubierto alguna tecnolog-
ía, como para neutralizar sus misiles energéticos, enton-
ces se rindió.
—¿Nunca supieron los del Sur que ustedes los del
Norte desviaron la trayectoria del misil hacia otro plane-
ta?
—No, no lo supieron. Pensaron que lo habíamos
neutralizado con un campo gravitatorio. Esta circunstan-
cia los impulsó a la paz y ahora los científicos del Sur
están cooperando con los del Norte en los experimentos
sobre el ADN. Esto es lo que se ha hecho con la tecno-
logía de ustedes. Nos hacía falta un investigador que pu-
diera lograr corregir la cadena del ADN, porque nuestra
raza estaba muriendo.
José comprendió las razones poderosas que tenían
los extraterrestres para secuestrar el avión.
—Tengo una pregunta.
Rosenberg lo miró y asintió con la cabeza, invitán-
dolo a preguntar.
—¿Los pasajeros del avión que ahora están en Bella-
trix. ¿No extrañan a sus familias?
—Sí, por supuesto, y muchos de ellos están con es-
pecialistas, en lo que aquí se llaman psicólogos. Algunos
han propuesto incluso abducir a sus familiares para estar
juntos nuevamente, pero los seres de Bellatrix se han ne-
gado sosteniendo que ellos para la Tierra ya están muer-
tos, y así deben ser considerados. Se les ha dicho que tie-
nen que hacer de cuenta que están viviendo una vida
prestada.
—¿Se han adaptado estas personas a ese otro plane-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

ta?
—Sí, se han adaptado perfectamente, incluso tienen
libertad para trabajar en lo que deseen o estudiar, ya sea
música, literatura u otras artes.
—¿Y qué pasó con las torres gemelas? ¿Hubo aquí
alguna intervención extraterrestre?
—No, no hubo ninguna intervención extraterrestre.
—¿Entonces cómo fue? De hecho había un ovni vo-
lando cerca de las torres.
Rosenberg permaneció en silencio.
José lo aprovechó para hacer un comentario:
—En Septiembre de 1985 hubo un terremoto en la
ciudad de México, dejando varios edificios muy dañados.
Después de un tiempo, contrataron a especialistas en de-
moliciones y los derribaron a través de implosiones, pero
los expertos tardaron varios meses en prepararlos y
además lo hicieron poniendo cargas explosivas en varias
partes del edificio a derrumbar, cuidadosamente seleccio-
nadas. Cuando vi derrumbarse las Torres Gemelas pensé:
“esto es una implosión”. ¿Quienes llevaron a cabo la des-
trucción?
—Empecemos por lo primero. El piloto que coman-
daba el Boeing que pretendía impactar contra el Pentágo-
no, era realmente un novato, pero los pilotos que iban al
mando de los dos aviones que impactaron en las torres
gemelas no eran novatos, sino muy expertos y sabían
muy bien lo que estaban haciendo.
—¿Porque todos dijeron que los pilotos eran inex-
pertos? Mi pregunta es: ¿Quiénes fueron los saboteado-
res que pusieron las cargas explosivas dentro de los edifi-
cios de las torres?
—Creo que usted ya sabe esa historia.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

José guardó silencio. Era verdad, su amigo James ya


se lo había dicho.
Wolf abrió los ojos asombrado por lo que acababa de
escuchar.
—¿Como se les llama a ustedes aquí en la tierra?
—Somos los Annunakis.
—¿Vinieron para quedarse?
—Ya estamos entre ustedes desde hace millones de
años.
—¿Cual es su función aquí?
—Controlar los discursos de los presidentes de todo
el mundo, en especial el de Estados Unidos.
—¿Cómo lo harían?
—Somos su guardia personal, y estamos cerca de él,
así como de muchos gobernantes más.
José recordó cuando su amigo James, le comentó
que los Annunakis eran más poderosos que el presidente
de la nación que se hacía llamar la más poderosa; los
Estados Unidos.
—¿Entonces, cuál fue el pretexto para atacar a Irak?
—El ataque a Irak se debió a una orden nuestra. En
la invasión a Irak el 10 de Abril de 2003, detectamos que
en el Museo Nacional de Arte en Irak, tenían guardados
unos documentos de los Sumerios, descubiertos hace mi-
les de años. Estos tesoros fueron destruidos por los solda-
dos norteamericanos, no por ignorancia, ni por falta de
cultura o conocimiento, si no para ocultar la verdad sobre
nosotros los Anunnakis.
—¿Por qué se llevó a cabo la destrucción de ciertas
tablillas de arcilla cuneiformes? ¿Acaso porque no se
hablaba de ningún Dios omnipotente creador del Univer-
so y del hombre? ¿O porque el gobierno quería ocultar la
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

presencia de ustedes los Annunakis?


Rosenberg, asintió con la cabeza, y dijo:
—En efecto. De darse a conocer esta verdad, pudie-
ran haberse caído las religiones judeo-cristianas que tan-
to tienen en común, y con ellas la institución más grande
que existe: La iglesia católica.
—¿Que tiene que ver la religión con los extraterres-
tres?
—Su sistema financiero hubiera colapsado, el cual
está respaldado por bancos e instituciones fiduciarias,
controladas por los hombres más ricos y poderosos del
mundo. Debajo de los sótanos del Vaticano se esconden
grandes secretos que les han ocultado a ustedes a toda
costa, como si de ello dependiera su supervivencia.
—¿Que podría ser tan secreto? ¿Que Dios no existe?
Eso ya lo saben muchos ateos.
—La verdad oculta es que crearon a un Dios omni-
potente. De ello se crearon las tres religiones monoteís-
tas, como son: La judía, la cristiana y la musulmana con
un solo propósito por supuesto, dividir a los hombres en
ideologías absurdas hasta llegar al fanatismo religioso,
fomentando con esto el odio y la guerra entre naciones,
abanderando para cada uno, un Dios con distinto nombre,
que en definitiva parece ser el mismo Dios. La prueba
está en que los Papas de la iglesia católica utilizan un go-
rro muy alto, como el que usaban los faraones de Egipto,
los babilonios y los sumerios. La razón es que reconocen
su verdadero origen Annunaki, solo que lo disfrazan. In-
cluso en los billetes norteamericanos, llevan la leyenda:
“In Go We Trust”. (En Dios confiamos). Pero la realidad
oculta es “En los dioses confiamos”. Es decir, en noso-
tros los Annunakis. La iglesia católica tiene una co-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

nexión con la élite financiera del gobierno, y con el Nue-


vo Orden Mundial que se está creando.
—¿Quien será el gobernante?
—Nosotros.
—¿En qué consiste el gobierno?
—No habrá presidentes ni un dios, solo nosotros.
—¿Como podrán hacer que la gente crea en los ex-
traterrestres?
—Nosotros ordenamos y controlamos a los dirigen-
tes de todo el mundo a través de la ONU, ellos a su vez
ordenan a sus clérigos quienes utilizan todo el poderío y
sugestión, para manipular a todos los creyentes. ¿Qué
arma más poderosa existe que el fanatismo religioso?
Rosenberg hizo una pausa.
—Es por eso que escogimos este planeta. Por su de-
bilidad que demuestran en las creencias a deidades, son
presa fácil para nosotros.
—El vaticano lo sabe y está especialmente preocupa-
do por los anuncios que vienen. Ellos han pedido al Go-
bierno de Estados Unidos que nos retenga, especialmente
en la cuestión religiosa de modo que haya más tiempo
para que ellos se preparen. El Papa ha cambiado la visión
católica sobre Dios para adaptarse a las nuevas revelacio-
nes. Su futura línea será “No somos a la imagen de Dios
pero nuestras almas sí lo son.” Las propuestas para el
gran anuncio se han retrasado tres veces, debido en parte
a un incidente en 1975 que detuvo las negociaciones con
nosotros, y en parte por las enormes implicaciones reli-
giosas y en la economía mundial. La aceptación reciente
de que existe vida en Marte es el fundamento de futuras
revelaciones. De hecho habrá otras revelaciones públicas
próximamente.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

José quedó pasmado ante tremenda revelación.


Pensó en como haría para salir de ese sitio y divulgar al
mundo la verdad.
—Así pues señor . . . . Usted nos va a enseñar cómo
es que hace para viajar en el tiempo.
—No sé cómo se lleva a cabo. Lo único que sé es
que cambio de Universos paralelos, debido a que mi
“otro ser” se destruyó, pero no sé realmente cómo es que
puedo viajar.
—No importa, pronto lo descubriremos y lo analiza-
remos—. Le dijo y le mostró una pequeña libreta.
José creyó descubrir que era la libreta en la cual hac-
ía sus anotaciones.
—Doctor Wolf, lleve a nuestro invitado a pasear.
Al joven científico le costó tiempo reaccionar, debi-
do a que estaba analizando todo lo escuchado.
—¡Doctor Wolf!—. Volvió a ordenar.
—Si coronel—. Le respondió inmediatamente.
José vio salir del laboratorio a Rosenberg.
El doctor Wolf se acercó a José y le dijo:
—Vamos a dar una vuelta por las instalaciones.
Sin aviso previo, lo tomó por las manijas de la silla
de ruedas, y salieron del laboratorio.
Caminaron por varios pasillos hasta llegar a una sala
que parecía ser un museo.
José se asombró de ver una nave espacial extraterres-
tre.
Tenía un solo color dominante. Un gris peltre. El ex-
terior era también del mismo color. No tenía aristas, es
decir; no tenía ningún borde.
En el interior todo el equipamiento tenía una forma
redondeada, incluso los asientos y los espacios para los
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

controles.
—¿De dónde viene esta nave?—. Le preguntó José.
—Del espacio.
—Sí. ¿Pero a quien pertenece?
—A los Grises.
José recordó a los que lo abdujeron para hacerles
pruebas.
—¿Qué es eso? —Dijo señalando las consolas—
¿Por qué tiene tantos de esos aparatos?
—Son los amplificadores—. Le respondió Wolf.
—¿Cómo funcionan?
—Un amplificador operacional, es un dispositivo
electrónico que tiene dos entradas y una salida. La salida
es la diferencia de las dos entradas multiplicada por un
factor: Vout=G. El más conocido y comúnmente aplica-
do es el UA741 o LM741.
José no entendía nada de física ni de electrónica.
No perdía detalle de lo que veía.
Era como si las partes hubieran sido fundidas y lue-
go moldeados con estas formas curvilíneas. Incluso las
uniones entre las paredes y el piso.
El interior era esencial, muy abierto. El uso del espa-
cio interior parecía en absoluto funcional.
Tenía tres pisos o puentes. El más bajo albergaba
esos amplificadores montados sobre bases móviles. En el
puente central, desde donde se podía acceder al interior
de la nave; estaban los asientos y había más amplificado-
res, luego estaba el puente superior.
—¿Qué hay más arriba?
—Este es un sector muy limitado al acceso de todo
el personal, excepto ciertos científicos y militares de alto
rango.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

José reconoció el lugar. Era en donde les habían


hecho las pruebas.
Las dimensiones del equipamiento interno, debido al
tamaño de los asientos, y por los materiales utilizados,
eran absolutamente desconocidos en la tierra.
—¿Cómo funciona?
—Funciona con un alto carburante. Un elemento 115
que en realidad no existe. El sistema de la nave es impre-
sionante, está compuesto por dos partes. Los controles de
gravedad y un reactor que proporciona la energía. El re-
actor funciona por la aniquilación completa alimentado
por antimateria.
José lo miraba sin entender, se encontraba fascinado
con el ovni.
—La aniquilación completa, es prácticamente la más
eficaz de las tres reacciones nucleares que existen, esto
es fusión, fisión y aniquilación. Utiliza un elemento muy
pesado, el elemento 115. Esta sería su situación en la ta-
bla periódica, ya que en la tierra este elemento no ha sido
aun sintetizado.
José de puso de pie para mirar más de cerca la nave.
El doctor Wolf continuó:
—En algunos sistemas estelares, esta síntesis se pro-
duce de manera espontanea. El elemento es bombardeado
en un generador de dimensiones extremadamente reduci-
das, como consecuencia de ello, sufre una fisión esponta-
nea y produce partículas de antimateria. Estas, gracias a
un dispositivo termoeléctrico con una eficacia de un cien
por ciento, interactúan con la materia gaseosa y se trans-
forman en electricidad.
—¿Es decir que funcionan con electricidad?
—Sí. Pero la primera ley de termodinámica dice, que
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

la eficacia cien por ciento para cualquier dispositivo eléc-


trico es bastante imposible, ya que se produce dispersión
de calor y otras perdidas de otras índoles. En este sistema
no se ha detectado.
—Es una tecnología absolutamente asombrosa—.
Dijo por fin algo José.
—La nave —Comentó Wolf— se eleva muy silen-
ciosa.
—¿Ya la han visto funcionar?
—Sí, contratamos a un físico para que revirtiera to-
dos los conocimientos.
—¿Cuánta gente trabajó en este experimento?
—Estuvo con nosotros el físico Robert Lazar, quien
primero trabajo cinco meses en el Área 51, en Mayo de
1989. Dentro de esta sección tenemos naves extraterres-
tres, las que están todavía siendo desmanteladas y anali-
zadas por nosotros, para copiar los adelantos tecnológi-
cos. Lazar formó parte de un equipo de más de 20 inge-
nieros que debían investigar los sistemas de propulsión
de las naves.
—¿No los ayudan a ustedes los Annunakis, u otros
extraterrestres?
—Al principio no lo hacían, ahora sí. Además cada
civilización extraterrestre tiene sus propios secretos.
—Es decir que en todos lados “se cuecen habas”
El doctor Wolf sonrió por el comentario de José.
—En el hangar 18 es donde están los cuerpos de va-
rios extraterrestres, incluidos los del caso Roswell.
—¿Dónde queda ese hangar?
Wolf lo miró en silencio y le respondió, tuteándolo
por primera vez:
—¡Tú estás en él! Es decir, todos nosotros trabaja-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

mos en él.
Wolf continuó explicándole:
—El Área 51 desde sus orígenes fue un terreno de
pruebas militares secretas para desarrollar la más alta tec-
nología bélica. El Gobierno de los Estados Unidos estaba
investigando nueve platillos voladores, e intentaban
adaptar la tecnología alienígena a sus propios proyectos.
Larry se retiró y quiso publicar todo lo que aquí había
visto, pero la agencia se molestó y le mandó unos avisos.
—¿Qué avisos?
—Tanto él como su mujer recibieron varias amena-
zas de muerte.
José recordó la carta de su amigo James.
—En Noviembre del mismo año, decidió aparecer
públicamente para evitar mayores riesgos y describió el
lugar secreto, conocido como S-4, cercano al lago Papoo-
se.
—¿Dónde está eso?
—Aquí mismo, en el interior del Área 51, y es donde
se guardaban las naves originales alienígenas.
—¿Cómo es que se elevan?
—Esta nave cuando la probamos se elevó generando
un pequeño silbido. Por debajo de la nave, emanaba una
luz azul, probablemente debido al altísimo voltaje que
generaba. Pero a medida que ganaba altura, la luz des-
apareció y parecía como si flotara suavemente en el aire,
para poco después posarse sobre el suelo, todo de una
manera muy tranquila y en absoluto silencio.
—¿Proseguimos?—. Le dijo Wolf invitándolo a sen-
tarse en la silla.
Lo llevó por un pasillo hasta llegar a una especie de
cámara tipo museo. El científico abrió la puerta, y José
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

hizo rodar la silla para ingresar.


Había dos fotografías de un cuerpo extraterrestre con
el tórax abierto, lo que vio lo dejó asombrado.
Dentro del cuerpo albergaba un solo órgano que hab-
ía sido extraído y diseccionado. Parecía que este órgano
debía cumplir no una, sino varias funciones.
—¿Este es un Gris?—. Preguntó José.
—Sí. Es un extraterrestre que provenía del sistema
Zeta Reticul, esta información fue obtenida de abordo de
la nave, por los científicos y militares del Área 51, cuan-
do cayó la nave.
José quedó admirado por la falta de órganos sexua-
les.
Adivinando sus pensamientos Wolf le dijo:
—Los extraterrestres no necesitan ir al cuarto de ba-
ño, ya que no defecan ni orinan.
Hizo una pausa y continuó:
—Encontraron también una información sobre una
invasión extraterrestre que se había llevado a cabo en el
pasado, hacía millones de años. También encontraron
evidencia de un contacto con la tierra que se produjo
hace más de diez mil años, donde las relaciones genéticas
habían dado lugar a un siniestro y otro tipo de informa-
ción.
—¿Qué tipo de relación?
—No tenemos todavía esa información.
—¿De qué año es esta nave? Es decir. ¿Cuándo la
encontraron?
—La primera recuperación de una nave extraterres-
tre estrellada aquí en Estados Unidos, ocurrió durante el
año 1941 en el Océano Pacífico, cerca de San Diego. Fue
recuperada por la Marina y se encontraron dentro de ella
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

a seres grises muertos procedentes de la estrella Zeta Re-


ticul. Por eso se les llamó Zetas o Grises. La nave y los
cuerpos se llevaron a la sección de tecnología extranjera
de la Base Aérea de Wright-Patterson en Dayton Ohio, y
se estudió por el grupo de estudios especiales Retfours.
Después de desmontar la nave trajeron las partes al S
-4, aquí en Indian Springs en Nevada. Esta nave se es-
trelló debido a que el pulso de radar inventado reciente-
mente por los militares, se estaba probando en la cercana
isla Tinian, ubicada a tres millas al suroeste de Saipán.
Desde entonces la Marina estadounidense ha mantenido
una posición de liderazgo en cuestión de ovnis.
—¿Quiere decir que los derribaron con un rayo?
—Bueno, más bien una onda de radio. El accidente
de Roswell durante Julio de 1947 sucedió efectivamente,
y tuve en mi poder la lista oficial del accidente. Al reali-
zar la autopsia de los extraterrestres de color naranja, re-
veló una cabeza muy grande, grandes ojos negros sin iris
ni blancos, seis dedos en las manos y en los pies. Su ce-
rebro tenía cuatro lóbulos y está más desarrollado que el
de los humanos. Sus globos ópticos y sus nervios eran
diferentes, y tenían un sistema digestivo como una es-
ponja. Uno de los tripulantes se encontró vivo.
José recordó cuando Khyla le dijo que lo habían tor-
turado y producido la muerte. Prefirió no hacer ningún
comentario.
El Doctor Wolf continuó:
—Hay diferentes tipos de Grises. Yo trabajé con
Grises altamente evolucionados que tenían personalida-
des. Contrariamente a lo que dice la opinión actual, ten-
ían sentido del humor. Nunca encontré un Gris que me
disgustara. Para mí, ellos eran mi familia.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Estos Grises —Dijo señalando las fotografías— dis-


frutaban abrazando y besando a los seres humanos. Esto
disgustó a algunos de mis colegas más fríos e insensibles.
Wolf sonrió al recordar algo:
—A uno lo apodé “carita besucona”. A todos les
gustaba mucho besarnos. Sus cuerpos eran lisos y suaves,
tenían la piel parecida a la de un delfín. Él se comunicaba
conmigo a través de la telepatía. Tuve una relación espe-
cialmente muy amistosa con uno llamado Kohtla.
Volteando a ver todos lados se acercó y a José, y en
secreto le dijo:
—Una imagen de Kohtla estará en la tapa frontal de
mi próximo libro, es una fotografía verdadera tomada por
un amigo mío.
—¿Está escribiendo un libro?
—Sí, de todas mis experiencias con los extraterres-
tres.
José pensó en lo que debía escribir.
—¿Cómo se alimentan?— Preguntó José.
—Algunos extraterrestres comen de vez en cuando
vegetación, frutas o verduras. Sus sistemas digestivos
son mucho más eficientes que los nuestros, ya que absor-
ben y procesan los alimentos completamente. Ellos ab-
sorben la energía del aire principalmente. No necesitan ir
al cuarto de baño, ya que no defecan ni orinan.
José recordó que él y su esposa habían llevado a ca-
bo la función de ser “procesadores” de su alimento.
El doctor Wolf continuó:
—La Tierra es uno de los pocos planetas que no con-
trola su clima. Ésta es una de las razones de los acciden-
tes de las naves extraterrestres, especialmente durante las
tormentas eléctricas y durante situaciones meteorológicas
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extremas. Sus naves no son diferentes a nuestros barcos


en una tormenta violenta, balanceándose en el agua sobre
grandes olas. Para contrarrestar estas dificultades, algu-
nos extraterrestres rodean sus naves con energía de plas-
ma o vuelo inter-dimensional a través de una tormenta.
José observó que el doctor Wolf, era una persona
más humana que científico.
Le parecía estar escuchando a Ptah o Khyla.
—Un planeta es una entidad viva con su propia con-
ciencia. Los extraterrestres están en comunión con su
planeta para crear una relación armoniosa. En algunos
planetas crecen edificios de silicona pura para los habi-
tantes, como algo de amor incondicional. He visto y to-
cado esta silicona. También presencié a Zetas comu-
nicándose con la tierra.
El doctor Wolf hizo un comentario que provocó una
sonrisa en José.
—Los extraterrestres alucinan de lo bestias que so-
mos.
—¿Por qué esa opinión sobre nosotros?
—Es que están sorprendidos por lo mal que tratamos
a la Tierra. No comprenden por qué deseamos destruirla,
y cómo las multinacionales pueden esquilmar continua-
mente a este planeta, a través de la codicia y la avaricia.
Una de las misiones del equipo Alfa-com es determinar
si podemos utilizar tecnología extraterrestre para restau-
rar la Tierra, a su anterior estado primario de equilibrio
natural.
La tecnología obtenida en secreto de los extraterres-
tres incluye leds, superconductores, microcircuitos de
ordenador, fibra óptica, láser, terapia génica, clonación,
equipos de visión nocturna, tecnología de sigilo para
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

aviones invisibles, rayos de partículas, cerámica aeroes-


pacial, y control de gravedad en vuelo. A los extraterres-
tres les gustan muchas cosas de los seres humanos a pe-
sar de nuestros defectos. Ellos aman especialmente nues-
tra gran imaginación y creatividad, junto con nuestra
habilidad de tener sueños profundos, pero les gustaría
acelerar nuestra evolución espiritual.
—Los humanos no comprendemos que la Tierra tie-
ne vida, pero no en el sentido de fauna y flora, sino vida
energética. Es decir, estamos conectados a la Tierra a
través de la energía. Somos como un bebé dentro del
vientre materno que se encuentra conectado por medio
del cordón umbilical, así estamos nosotros, conectados
con la madre Tierra. Es nuestra Madre y la estamos ase-
sinando.
José sintió admiración por ese científico.
—Pero ¿por qué se dice que practican experimentos
con los humanos?
—¿Cómo el tuyo?
José no supo que decir, ya el doctor Wolf estaba en-
terado de sus injertos.
—Existen grises psicópatas y hacen mutilaciones en
el ganado.
José lo miró extrañado.
—Así como en la Tierra existe diversidad de mentes,
en el espacio existen también “dementes”. Ellos recogen
tejidos de animales a través de las llamadas mutilaciones
de ganado, y es para producir tejidos orgánicos que con-
tienen partes especializadas de una célula, que parecen
que funcionan como un órgano el cual pueden colocar en
seres extraterrestres para filtrar contaminantes del aire,
agua, comida, etc. La experimentación actual se está lle-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

vando a cabo sobre seres híbridos, partes Zeta y partes


humanos, o “intermedios” como los llamaría yo. Estos
tejidos orgánicos se pueden utilizar también para alterar
las hormonas del cuerpo y para cambiar los precursores
en el cerebro de ser tóxicos a no tóxicos. Estas células
son diminutas y no son un procedimiento invasor. La
genética del ganado es muy parecida a la de los seres
humanos.
—¿Continuamos?—. Le dijo el doctor Wolf.
José se sentó en la silla y se dirigieron a otra sección
dentro de la base.
Al cruzar una determinada zona, José miró a través
de una ventana y vio algo pequeño, parecido a un extra-
terrestre de los Grises, no pudo verle la cara, ya que se
encontraba de espaldas a él. Alcanzó a ver a Rosenberg
dentro de esa habitación.
—¿Qué es exactamente el Área 51?
—La base subterránea del Área 51 es una ciudad ex-
tendida, del tamaño de la Isla Rodhe, que continúa cre-
ciendo, y tiene una base hermana que se encuentra en
construcción, llamada S-4, a unas doce millas de distan-
cia entre una y la otra. Tenemos otra llamada Indian
Springs. Emplea a cientos de civiles y militares, y tiene
por lo menos ocho programas negros en marcha, junto
con un presupuesto anual de dos millones de dólares.
Hay una seguridad intensa fuera, con ley marcial dentro
y está patrullada por guardianes de élite. Algunos cientí-
ficos viven dentro de la base durante seis meses segui-
dos. Aunque sus dormitorios son básicos, los extraterres-
tres viven en sus propios apartamentos de lujo magnífica-
mente diseñados.
—¿Viven extraterrestres aquí?
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—¡Por supuesto! También hay áreas comerciales,


tiendas al estilo militar y áreas de ocio que incluyen gim-
nasios, piscinas y patios de baloncesto. La comida es ex-
celente. En un momento te invito a comer.
José no podía creer que vivieran extraterrestres, pero
después de ver a Rosenberg, nada parecía imposible.
—Los científicos del gobierno satélite han creado
con éxito energía de punto cero y fusión fría, pero los de
arriba piensan que se debe hacer una transición suave a
estas nuevas ciencias, porque en caso contrario la eco-
nomía mundial, más bien “su economía egoísta” se arrui-
naría.
—¿Qué hace usted aquí?
—Soy doctor, científico y soy asesor de la Agencia
Nacional de Seguridad de los Estados Unidos, sobre la
ocultación de los ovnis y la realidad extraterrestre. Apar-
te de ser un espía de la Agencia de Seguridad.
—¿Qué es lo que quieren de mi?
—Por el momento que conozca las instalaciones y se
sienta como en su casa—. Le dijo mientras era conducido
por las instalaciones.
—Mucha gente en los servicios secretos MI-5, MI-6
y NSA están enterados de la realidad extraterrestre. Aun-
que no puedo revelar nombres, puedo decirte que cuando
estuve en Londres me hice muy amigo del Gabinete con-
servador anterior, y del Ministro de Defensa Sir Malcom
Rifkind, quien está muy enterado del tema ovni, especial-
mente de la nave triangular y cree que la ocultación es
correcta, porque la gente no está preparada para que se lo
cuenten todavía. A la Reina de Inglaterra se le informó
superficialmente de la realidad extraterrestre, al igual que
a Margaret Thatcher, pero solamente conocen una peque-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

ña parte de la historia.
Al escuchar los nombres de los servicios de espiona-
je, José recordó cuando su amigo James trabajaba para el
MI-6
—La NASA tiene dos agendas, una pública y otra
secreta, y ha jugado un papel integral en la ocultación de
los ovnis. Ellos han sido designados como una de las or-
ganizaciones principales, para contarle al mundo final-
mente la realidad extraterrestre. La reciente fotografía de
la cara de Marte, que muestra una imagen muy diferente
de la previa, ha sido amañada por la NASA. Ellos creen
que la humanidad no está preparada para este grandioso
conocimiento. De hecho tenemos en Marte estructuras
artificiales y hay bases del gobierno secreto tanto en
Marte como en la Luna.
—¿Entonces es verdad todo sobre los videos que cir-
culan en Youtube sobre esas bases?
—¿Qué es Youtube?—. Preguntó extrañado Wolf.
—¿No visita usted esas páginas?
—No. Lo desconozco.
José pensó que para el doctor Wolf era una pérdida
de tiempo navegar por internet, viendo cosas sin impor-
tancia que los usuarios suben.
El doctor Wolf continuó:
—Incluso los Estados Unidos realizaron un viaje en
secreto a la Luna antes de 1969, de una forma no oficial.
Se pudo observar a los astronautas comunicándose con
extraterrestres mientras se encontraban en la Luna, y les
dijeron que se fueran del planeta. Esa es la razón por la
cual se canceló la última misión Apolo en el último se-
gundo. Algunos astronautas han muerto por contar la
verdad, ya que el gobierno secreto lo interpreta como una
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

“traición”.
—¿Cómo los asesinan?
—No dije asesinar, dije que han muerto. En esta re-
presión oculta, destacados ufólogos o investigadores del
fenómeno ovni, y miembros del gobierno satélite que
están ayudando actualmente a acabar con la ocultación,
han sido destruidos o suprimidos mediante dispositivos
de energía psicotrónica, dirigida en poder de la cábala
oscura. Gente como el Doctor Steven Greer y su ayudan-
te Shari Adamiak, el diputado del Congreso Steve Schiff,
el Coronel de Aviación Steven Wilson, el principal direc-
tor de la CIA y otros más, han muerto recientemente o
sufren una enfermedad relacionada con el cáncer. Parece
que no es una coincidencia.
José recordó las funciones de la estación HAARP.
—A través de experimentos genéticos encontré que
muchos seres humanos que están involucrados en la ufo-
logía, incluido yo mismo, tenemos marcas o señales de
genes extraterrestres. Precisamente esta genética es la
que les impulsa a interesarse por el tema.
José se tocó la mano en donde tenía una venda e in-
conscientemente se la tocó.
El doctor Wolf lo observó en silencio y le dijo:
—Así como tú has sido abducido, muchos de noso-
tros lo fuimos, y nos hicieron esos injertos y más prue-
bas. El problema es que hay un grupo de generales impo-
tentes, xenófobos y paranoides a cargo de la protección
de los cielos estadounidenses, que temen y odian a los
extraterrestres y que guerrean contra ellos. La llamada
cábala oscura utiliza armamento de la guerra de las ga-
laxias, incluyendo un rayo de partículas neutras para de-
rribar naves extraterrestres, y encarcelar a los supervi-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

vientes para intentar extraerles información por la fuerza.


La propia tecnología que nos dieron los extraterrestres,
se está utilizando en contra de ellos. Despreciada por mu-
chos dentro del gobierno satélite, esta cábala utiliza tam-
bién métodos agresivos contra los que tratan de acabar
con la ocultación de los ovnis. Esta agresión se está in-
tensificando a medida que se acerca el gran anuncio.
—¿Qué tipo de anuncio?
—La verdad sobre los Ovnis.
—¿Puedo preguntarle algo?
—Sí.
—¿Por qué siento que usted está decepcionado o in-
conforme con lo que ocurre en el Área 51?
—Este es un gran error mío, el no saber ocultar mis
sentimientos. Soy un científico pero también soy huma-
no, y no me molesta lo que ocurre en el Área 51, sino el
método que utilizan los altos mandos terrestres. Estoy
aquí en contra de mi voluntad.
—¡Cómo!
—Sí, debido a un experimento que se llevó a cabo.
—¿Qué tipo de experimento?
—Este se llamó “Proyecto Centinela”, el cual impli-
caba la asociación íntima con los Grises. Los extraterres-
tres Grises tienen un conocimiento enorme sobre genéti-
ca, que era esencial para el éxito de este proyecto. Des-
pués de perfeccionar técnicas de clonación en animales,
mis colegas y yo creamos con éxito un ser humano artifi-
cialmente inteligente llamado “Omega de Tipo J” quien
creció en un tanque de agua desde un embrión.
—¿Qué o quién es Omega?
—Así lo llamamos al ser vivo que clonamos.
José se asombró de lo que escuchó.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Parte del ADN utilizado vino de mí mismo, y a


quien consideré como si fuera un hijo. Se requirió un año
exactamente antes de que estuviera preparado para ser
despertado. Cuando se le sacó del tanque parecía tener
una edad de veinte años. Al despertar era como un ca-
chorrito con su mente vacía. Él hizo pregunta tras pre-
gunta. Quería saber todo. Yo me encargué de mostrarle
películas sobre guerras y conflictos anteriores de la tie-
rra. Él lloró cuando vio esas imágenes horribles. En re-
trospectiva, le mostré demasiado. Aprendió varios idio-
mas diferentes y podía utilizar la mitad de su cerebro, a
diferencia del diez por ciento aprovechado por los seres
humanos normales. Cuando se probaron sus habilidades
mentales, su coeficiente de inteligencia se salió de todas
las escalas. Las relaciones que sostuve con él fueron co-
mo padre e hijo.
Wolf guardó silencio y José observó que se le
quebró la voz.
Continuaron caminando por las instalaciones.
—Cuando mis superiores ordenaron la eliminación
de J. Omega me negué, y con la ayuda de un General
amigo, él lo sacó a escondidas fuera del Área 51. Sentí
que era como un sacrilegio crear a un ser con emociones
y alma, para luego enviarlo a la batalla. J. Omega está
seguro y bien. Se le colocaron varios tejidos orgánicos en
su cuerpo para mantenerlo libre de enfermedades. Él sa-
be quién es y cómo fue creado. J. Omega es casi idéntico
a cualquier ser humano y podría pasar fácilmente un exa-
men médico. Los Zetas estaban satisfechos con el resul-
tado, y J. Omega me dijo que deseaba hacerse profesor.
La CIA cree que este proyecto ya está eliminado. Le dije
que nunca entrara en contacto conmigo porque es dema-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

siado peligroso.
—¿Porqué lo querían eliminar?
—Mis superiores deseaban un soldado súper brillan-
te y súper poderoso que siguiera las órdenes sin miedo y
sin rechistar. Pero yo programé ética disimuladamente en
su inteligencia al darme cuenta de que el J. Omega tenía
un alma. Alteré su ADN y le proporcioné emociones y
sentimientos, es decir alteré la parte emotiva de su cere-
bro en conjunto con la parte espiritual. Cuando él se negó
a matar a un perro indefenso, mis superiores ordenaron
su pronta eliminación. J. Omega vive actualmente en
algún lugar de Estados Unidos.
—¿Entonces esta es la razón por la cual usted se en-
cuentra retenido, en contra de su voluntad?
—Y por otra más.
—Se puede saber?
—Si, por supuesto. Yo tenía un amigo pleyadiano
que se llamaba Saha-ra. Me hizo una confidencia, que
por supuesto mis colegas no lo saben, pero sus ojos son
como las calaveras de cristal. Son emisores y receptores
de energía e información. El ojo de un alíen emite infor-
mación.
—¿Qué son esas calaveras de cristal?
—Según mis colegas científicos, estas calaveras de
cristal son unos cráneos tallados en cuarzo transparente,
conocidos en la historia del arte como “cristal de roca”,
cuyos supuestos descubridores afirman que son artefac-
tos mesoamericanos precolombinos. Pero lo que me re-
lató mi amiga Saha-ra, es que son unos dispositivos deja-
dos hace millones de años por su raza, para que en su de-
bido tiempo o en caso de una destrucción del planeta, se
pueda recuperar toda la historia del planeta. No importa
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

en donde se encuentren las calaveras, ya sea en museos o


en alguna caja de seguridad, siempre se podrán activar y
enviar toda la información hacia su raza.
—¿Por qué están tan interesados en conservar la his-
toria de la Tierra?
—Es parte de la educación que se imparte en otras
galaxias. El planeta es una muestra donde sucede de todo
lo inimaginable, la historia escrita de la Tierra, servirá
para advertir y prevenir, a las demás razas en los demás
planetas dentro de las demás galaxias; lo que puede suce-
der debido al cambio evolutivo y la influencia negativa
de fuerzas negativas extraterrestres.
—¿No pueden venir otros extraterrestres a ayudar-
nos?
—Actualmente nos están visitando varias confedera-
ciones diferentes de extraterrestres. Ellas incluyen la
alianza consistente en seres de aspecto humano de los
sistemas estelares Pléyades y Altair Aquila, la corpora-
ción compuesta de diversas razas Grises del sistema de
Zeta Retículi.
En un tratado firmado por la Corporación, hay una
decisión muy secreta de las Naciones Unidas que estable-
ce: “Que no se permite a ningún Zeta pasear entre el
público y ser visto por ellos”. Desgraciadamente Kolta,
un gran amigo mío Gris, fue tiroteado por un soldado en
una zona prohibida. Lo encontré herido escondido en mi
apartamento.
—¿Qué hizo usted?
—Yo oculté a Kolta en mi dormitorio minutos antes
de que aparecieran en mi puerta los miembros de la CIA.
Me las arreglé para actuar inocentemente y los envié fue-
ra. Luego llamé a un amigo que conocía a estos extrate-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

rrestres y nos las arreglamos para salvar la vida de Kolta.


El plomo es tóxico para los zetas, de modo que él hubiera
muerto de envenenamiento de plomo o “saturniasis” pro-
ducida por la bala y no debido a la herida real.
—¿Qué es la saturniasis?
—Es una enfermedad propia del planeta Saturno,
algunos de ellos se contagiaron cuando visitaron el pla-
neta y genera deformidad en su piel, debido al alto con-
tenido de plomo y otros compuestos químicos que con-
tiene el planeta.
Conforme avanzaban, el doctor Wolf continuó con la
narración.
—Muchos extraterrestres que visitan la Tierra son
turistas realmente. Mientras que nosotros nos vamos de
vacaciones a otros países, hay seres que visitan otros
mundos. Comparada con la mayoría de los planetas, la
Tierra es casi única con su enorme diversidad de natura-
leza, cultura y habitantes. Al igual que ocurre con otros
planetas primitivos, los terrestres somos una atracción
muy popular en la Galaxia.
José sonrió al evocar los recuerdos de su ciudad Ma-
zatlán. Eso lo hizo sentir inquieto y pensó en su familia.
—¿Y cuándo voy a salir de aquí?
—Hasta que les des a ellos lo que quieren. —Hizo
una pausa— De hecho yo también lo quiero.
—¿Qué cosa?
—Viajar al pasado y escabullirme de la CIA.
José guardó silencio. No sabía cómo iba a ayudarlo.
Se había dado cuenta que él era uno de los científicos
que realmente estaba interesado en la parte científica, y
no bélica de los extraterrestres.
—¿Le hago una pregunta doctor?
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—Sí José.
—Rosenberg es de los “buenos o de los malos”?
—Clase 2.
—¿Qué eso?
—Un término que yo utilizo para diferenciar lo bue-
no de lo malo. El Uno es el bueno, lo demás es todo lo
negativo.
José comprendió enseguida a que se refería. Debía
tener cuidado con él, aunque no sabía cómo hacerlo.
Wolf continuó:
—El equipo Alfa-com descubrió que muchos extra-
terrestres de aspecto humano viven entre nosotros actual-
mente. Ellos pueden respirar nuestro aire y se parecen a
nosotros cuando caminan por la calle. Por ejemplo, alre-
dedor de unos mil tipos nórdicos están viviendo en Espa-
ña actualmente, disfrazados posiblemente de turistas con-
vencionales o de residentes europeos. También hay algu-
nos extraterrestres que prefieren vivir en instalaciones
subterráneas, de modo que ellos puedan controlar el me-
dio ambiente y adaptarlo a sus necesidades. Ellos utilizan
también escudos electromagnéticos donde las moléculas
son tan densas que nada puede atravesarlas. Todavía no
hemos explorado suficientemente los océanos profundos
o las cortezas internas de la Tierra. Los aliens se hacen
pasar por suecos en la costa del Sol. Hablan con un apa-
ratito y no defecan ni necesitan comer tanto como noso-
tros, se alimentan del aire. También existen extraterres-
tres muy humanos.
Llegaron a una gran sala en donde había una gran
ventana por donde se podía apreciar una gran cantidad de
naves espaciales, todas de un mismo tamaño.
José no pudo contener una exclamación al verlos.
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—¡Que maravillosos!
—En un momento entraremos para que las puedas
ver de cerca.
Wolf continuó explicándole:
—Un visitante de las estrellas de tipo nórdico, tiene
un aspecto de cara perfecta y muy sensible, ojos azules y
generalmente con el cabello rubio, alrededor de unos seis
pies de alto, algo así como 1.80 ms de estatura, y muy
limpios sin olor corporal, y se comunican principalmente
por telepatía. Pero mientras están en la Tierra utilizan
una pequeña caja de voz implantada para conversar con
los seres humanos. Sus órganos internos son muy pareci-
dos a los nuestros, aunque su sistema digestivo es dife-
rente. No necesitan comer cada día y sus células no mue-
ren porque su genética es diferente. Ellos tienen una base
en una isla de la Polinesia francesa y caminan libremente
entre sus habitantes.
Wolf le hizo pensar en Khyla.
—Los extraterrestres de tipo nórdico tienen mentes
poderosas. Ellos pueden abrir un portal dimensional a
través de un simple pensamiento y desaparecer física-
mente. He visto hacer esto. Ellos viven en un plano mu-
cho más alto que nosotros. Los pensamientos son energía
y los nórdicos utilizan un dispositivo de bolsillo que am-
plifica esta energía. También llevan cristales para el mis-
mo propósito. En resumidas cuentas, estos tipos nórdicos
tienen la piel extremadamente blanca, cabello rubio; ge-
neralmente largo y ojos azules.
Los testigos suelen describirles con una contextura
física atlética y de gran belleza. Por lo común, se les des-
cribe vistiendo un mono de color blanco o claro. Quienes
dicen haber estado en contacto con estos individuos, afir-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

man que son muy inteligentes, amistosos, preocupados


por la humanidad y en general, presentando característi-
cas asociadas antaño a los ángeles. Otra característica, no
muy relevante, es que sus ojos brillan en ciertas circuns-
tancias aún no determinadas.
He tenido la oportunidad de conversar con estos ex-
traterrestres y son gente muy espiritual, y actúan como
consejeros galácticos.
—Eso mismo me dijo Khyla—. Comentó José
Pensó que ya era tiempo de compartir sus secretos
con el doctor Wolf.
—¿Quién es Khlya?
—Mi amigo extraterrestre de la constelación Pro-
cyón.
El doctor Wolf sonrió al escucharlo compartir, y
continuó:
—Yo hablé mucho con los visitantes de las estrellas
sobre Dios y la muerte. Me dijeron que nuestros cuerpos
son meramente contenedores para el alma. Cuando mue-
re la gente, su conciencia se traslada a otra dimensión
simplemente. Algunos extraterrestres llaman a Dios, El
Eterno, el Creador, Jerarquía Universal. Y que indepen-
dientemente de que seamos humanos, pleyadianos, alta-
rianos o de Zeta Retículi, todos nosotros compartimos la
misma energía y por lo tanto todos somos una familia.
Sobre Jesús de Nazaret dijeron que él nació de una unión
genética extraterrestre y humana, enviado a la Tierra con
el propósito de acabar con la violencia humana.
El científico hizo una pausa y sonrió.
José le preguntó:
—¿Cuál es el motivo de su risa doctor?
—Recuerdo cuando el presidente Jimmy Carter esta-
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ba deseando acabar con la ocultación de los ovnis, pero


se echó para atrás cuando le contaron las implicaciones
religiosas del anuncio. Carter tenía fuertes creencias reli-
giosas, pero rompió a llorar cuando se enteró a través de
los extraterrestres, que la religión está fabricada por el
hombre y que probablemente es única en este planeta.
José no pudo evitar también sonreír.
—Tanto Ronald Reagan como George Bush padre,
estaban muy informados de la realidad extraterrestre, es-
pecialmente Bush padre, cuando fue jefe de la CIA en el
año 1976. Nuestro presidente Bill Clinton es el que me-
nos informado está. Él conoce el Área 51 pero no la
construcción del S-4. Clinton tiene altos secretos, pero no
conoce los niveles superiores de información que da ac-
ceso al nivel superior del MJ-12 ni a información clave
de la investigación extraterrestre.
Le pareció extraño que se refiriera a Clinton como el
presidente, pero pensó que era el presidente de algún otro
programa secreto dentro del Área 51.
—¿Entonces no son tan malos los extraterrestres gri-
ses?— Preguntó José.
—No lo creas. Los grises te pueden matar mental-
mente.
—¿Cómo lo pueden hacer?
—En mayo de 1975 ocurrió un pequeño malentendi-
do entre grises y seres humanos en estas instalaciones,
durante una demostración de un pequeño reactor antima-
teria. El jefe de los extraterrestres pidió a los guardias,
soldados de boina azul, que quitaran sus balas y fusiles
de la habitación. Era solamente como una medida de se-
guridad, de modo que estas armas no se descargaran ac-
cidentalmente durante las emisiones de energía. Los
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guardias se negaron y en la conmoción resultante del ex-


perimento, un “boina azul” abrió fuego y mató a un Gris.
Sucedió entonces que dos científicos y 41 militares fue-
ron eliminados.
Se le permitió vivir solamente a un guardia, para que
testificara que los grises utilizaron contra ellos una forma
de energía mental, dirigida como autodefensa. Un núme-
ro de científicos que trabaja actualmente para el gobierno
satélite, fueron secuestrados por los Grises cuando eran
niños, de manera que se pudiera aumentar su inteligencia
y su capacidad cerebral como preparación para el trabajo
futuro. Ellos son híbridos.
—¿Qué es el MJ-12?
—Significa Majestic 12, abreviado como MJ-12 y es
el nombre en clave de un comité secreto formado en
1947 bajo la dirección del presidente estadounidense
Harry S. Truman, para investigar la actividad ovni. Exis-
ten en el MJ-12 cerca de 36 miembros. Entre ellos el an-
tiguo Secretario de Estado Henry Kissinger y el padre de
la bomba de hidrógeno Edward Teller. Ellos son miem-
bros actuales de este grupo que se reúne periódicamente
en diversas ubicaciones secretas, incluyendo el Batelle
Memorial Institute en Columbus, Ohio.
José recordó la conversación sostenida con James y
se atrevió a preguntar al doctor:
—¿Usted conoce a James Casbolt?
Wolf volteó a mirarlo y le respondió:
—No. ¿Quién es?
—Es un amigo mío agente del MI-6 de Inglaterra.
—Que raro que no lo conozca, pues tengo contactos
con la agencia—. Dijo pensativo Wolf.
—Me contó muchas de las cosas que usted me está
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contando.
—No lo conozco.
José preguntó:
—¿Y cuando lo liberaran? O ¿cómo pretende salir
usted de aquí?
—Pues solo en ataúd.
José se angustió. Pensó que el correría la misma
suerte.
—Mi amigo James me comentó sobre ese proyecto
Majestic.
Wolf lo interrumpió:
—Imagínate lo contradictorio de todo esto. En el año
de 1990, en una calurosa tarde una nave extraterrestre,
escoltada por cazas F-16, aterrizó en Puerto Rico, en un
área turística poblada.
—¿Qué dice?
—Si, como lo oyes. Salieron los extraterrestres y ca-
minaron entre la población. Fue un ejercicio del gobierno
para probar la reacción del público. El Comandante de
esta isla escribió una carta a Bush declarando: “Al princi-
pio nos divertimos por todos los avistamientos, pero lue-
go la gente llegó a estar angustiada. ¿Qué les digo a
ellos?” El Presidente me pasó esta comunicación. Y se
selló todo con las palabras “T52-Exempt” que significa
que nunca se puede desclasificar esta carta.
—Hace tiempo —Continuó Wolf— Los extraterres-
tres me contaron que todos los mundos en la Galaxia
están conectados y que una bomba atómica como la de
Hiroshima, puede afectar a cada cultura diferente. Tam-
bién me explicaron que el pensamiento es energía y se
puede recibir en otros mundos porque no hay barrera
galáctica.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

José comprendía que todo el problema de la Tierra


era la energía negativa, que cada día aumentaba debido a
que el ser humano la generaba cada hora, de cada día de
cada año durante siglos.
—Ha habido de todo tipo de experimentos en esta
Área 51, desde el avión espacial secreto “Aurora”, que
funciona con metano líquido y anti gravedad a bordo.
También lleva un sistema de armas de pulso electro-
magnético que puede dejar fuera de combate el rastreo
por radar. Este avión también puede viajar a la Luna. Al-
gunos pilotos militares están experimentando con control
mental para pilotar aviones avanzados. Algunas naves
extraterrestres son transportadores vivos que se pueden
dividir y reformar. Estas naves también responden a
órdenes por el pensamiento.
De hecho en una cámara de la Gran Pirámide de Gi-
za y en otra localizada entre las patas de la Esfinge, se
han descubierto esqueletos de seres de más de dos me-
tros de altura, con grandes ojos. Sus manos y piernas es-
taban encadenadas con plata. Por alguna razón descono-
cida los primeros visitantes extraterrestres no podían
romper las cadenas de plata.
También se ha descubierto una puerta estelar en la
Gran Pirámide. Mis colegas científicos que lo han inves-
tigado creen que es una lente que crea agujeros de gusa-
no a cualquier parte del Universo. No se ha activado to-
davía. Necesitamos conocer un poco más sobre esta Ga-
laxia y las otras antes de utilizarla, para saber a dónde
deseamos ir y cómo prepararnos.
—Creo que éste será uno de los últimos proyectos
que aprenderemos a través de nuestra asociación con los
visitantes de las estrellas. Mi teoría es que esa será la
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gran noticia, y que se activarán las calaveras de cristal.


José pudo percibir cierto entusiasmo por parte del
doctor.
—Otros de los secretos de esta Área 51, es que se
descubrió la elaboración del virus del VIH y ya se rever-
tió para encontrar la cura.
—Sí, eso mismo me dijo James—. Dijo José.
—Si, de hecho solo se ha probado en una persona.
—¡Magic Johnson! —Dijo José— Cuando resultó
infectado en el año de 1991.
—En efecto. El virus del sida, debido a que como es
un virus artificial fabricado por el hombre, también se ha
descubierto que los virus son cristalinos en su estructura
y se pueden destruir fácilmente utilizando la frecuencia
correcta.
El doctor Wolf empujó la silla de José hasta la puerta
de la gran sala donde se encontraban los ovnis.
Cruzaron la puerta y le hizo un comentario:
—El gobierno de Estados Unidos tuvo en su poder a
un gris quienes apodaron “entidad biológica extraterres-
tre” desde el año 1948 hasta su muerte en 1953. Albert
Einstein trabajó con los Grises que le enseñaron parte de
su ciencia.
José abrió los ojos asombrado.
El científico sonrió al ver su rostro que cambiaba
constantemente de expresión, debido a toda la informa-
ción que recibía.
Ingresaron a la gran sala parecida a un hangar gigan-
tesco, y José pudo observar varias naves de varios colo-
res y formas. Pudo alcanzar a contar 15 en su totalidad, y
su tamaño variaba entre 3 y cinco metros de largo.
—¿Todas estas naves cayeron a la tierra?
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—No todas. Las que ves allá —Dijo señalando a


unas naves— son réplicas de las originales, las cuales
miden más de un kilómetro de largo. Se hicieron de
acuerdo a la descripción proporcionada por los extrate-
rrestres.
José pudo observar que delante de cada nave, había
un pedestal que sostenía una placa de metal que tenía
grabada la descripción de la nave.
Una de ellas rezaba así:
“Tipo Adamskiano. Nombre dado por el contactado
polaco George Adamski”.
Era una nave circular color gris oscuro. Debajo de la
nave tenía tres esferas que servían como propulsores. En
la parte superior tenía una cúpula donde se podían apre-
ciar tres ventanas.
José hizo una pregunta a Michael:
—¿Este es su tamaño original?
—No. Su tamaño original es de 26 metros de diáme-
tro.
José se puso de pie para admirar más de cerca las
naves.
Otra de las naves tenía su información que rezaba:
“Tipo Campana. Este ovni es el menos visto a nivel
mundial, fue visto en Australia y Nueva Guinea”.
—¿Y esta nave, cuál es su tamaño real?—. Preguntó
de nuevo José.
—Esta nave tiene un diámetro entre 15 y 20 metros
de diámetro.
Después de permanecer unos momentos en el gran
hangar, salieron para regresar al laboratorio.
—¿A dónde vamos?—. Preguntó José al ver que el
doctor empujaba más rápido su silla.
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—A terminar el trabajo.
—¿Qué me van hacer?
—Nada solo van a decodificar el “chip” que tenías
insertado en la mano.
—¿Para qué era ese chip?
—Para recabar toda la información.
—¿Y el que tengo en el cuello?
—Es para localizarte.
—¿Quién me lo insertó? ¿El gobierno o los extrate-
rrestres?
—Los extraterrestres, debido a la preocupación de
que abriste un portal en la dimensión del tiempo.
—Tengo una duda.
—Dime—. Le dijo, sin dejar de empujar la silla, tal
parecía que tenía prisa por llegar.
—Recuerdo que perdí la vida, eso me dijo Khyla, al
estar a las puertas de Marduk. ¿Cómo regresé a la vida?
El doctor Wolf, detuvo su carrera para mirarlo de
frente.
—¿Estuviste en Marduk?
—Si, al menos eso parece.
—¿Cómo es?
—Es como un mundo lleno de energías.
—¡Eso es lo que quieren los extraterrestres!—. Dijo
rascándose la barbilla.
—Si, lo sé. Pero, ¿Cómo lo van a obtener de mí?
—Por medio del chip, todo quedó registrado, incluso
el momento de tu muerte.
—¿Quien me devolvió a la vida?
—Con tecnología extraterrestre.
José dejó de hablar, y pensó en su esposa quien tam-
bién tenía unos chips en la mano y en el cuello. ¿Pero
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porque a ella?
Al ingresar de nuevo al laboratorio, se asombró de
ver a tanta gente dentro, incluyendo a un Gris en com-
pañía de Rosenberg, quien se acercó para preguntarle:
—¿Listo para darnos lo que necesitamos?
—No sé que es.
—Ya lo sabrá.
Enseguida Rosenberg se dirigió al personal médico y
científico y les dio una orden:
—¡Prepárenlo!
Varios de los hombres de blanco se acercaron para
ayudarlo a subir a una camilla diferente.
Le despojaron de la bata y sin oponer resistencia,
subió a la camilla de metal, que al contacto con su cuerpo
desnudo, se estremeció, debido al frío del aire acondicio-
nado que había dentro del laboratorio subterráneo.
Le colocaron un artefacto de metal parecido a un
casco sobre la cabeza, y unos electrodos en el lado del
corazón.
Le colocaron unas pulseras en ambas manos que al
contacto con la piel, emitieron un ligero zumbido, y unas
pequeñas luces se encendieron.
José pudo observar que las luces variaban de color
verde y rojo.
—¡Listos!—. Gritó uno de los científicos.
El doctor se acercó a José y le dijo:
—No temas, no habrá dolor. Solo relájate para que
estés tranquilo y no opongas resistencia.
José recordó a su amigo James cuando le habló sobre
el “asiento de viaje”, pero en este caso no había tal silla,
sino una camilla de metal.
De pronto, vio cuando el doctor hacía un torniquete
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en el brazo para aplicarle una inyección.


—¡No, por favor! ¿Qué me van a hacer?
—Tranquilo José, solo es un tranquilizante para cla-
mar tu ansiedad.
—¡No, por favor! ¡No me borren la memoria! ¡No
diré nada de lo que aquí está sucediendo!—. Se quejó
lastimeramente.
—¿Quién le dijo que le íbamos a borrar la memoria?
—. Le preguntó Rosenberg.
—¡Nadie, me imagino que es eso!
—¿De donde obtuvo usted esa información?
—¡No, de nadie!—. Alcanzó a gritar antes de co-
menzar a sentirse tranquilo y relajado.
La droga comenzó a hacer su efecto.
—Tranquilo, es solo valium—. Le susurró el doctor
al oído.
Al escucharlo, se dio cuenta de que estaba de su la-
do.
Se sintió más tranquilo y relajado. Se dejó en las ma-
nos de él.
—Listo comandante Rosenberg—. Dijo Wolf.
—¡Actívenlo!
José vio cuando el extraterrestre Gris, se acercó a él
y le colocó el dispositivo en la frente, del mismo modo
de cuando había sido abducido.
Al activarlo, no perdió la conciencia, solo vio a
través de una gran pantalla, una serie de imágenes que
corrían a alta velocidad.
Los científicos en conjunto con los extraterrestres, se
dedicaron a revisar la información obtenida del “chip”,
que había permanecido incrustado en la mano.
De repente se detenía en ciertas escenas que les inte-
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resaban a ellos, para dejar de nuevo “correr la cinta”, al


menos eso era lo que parecía que estaban haciendo.
Un escáner de la vida de él.
José pudo observar en las imágenes cuando fue des-
cendido de la nave después de ser abducido. Se vio él y
su esposa flotar hasta descender en su vehículo.
Más adelante se vio cuando hizo un salto en el tiem-
po.
—¡Deténganlo!—. Ordenó Rosenberg.
En ese momento se vio a sí mismo cuando regresa-
ron a su casa después del secuestro, y se vio dormido.
José pensó que nada extraño sucedería, pero cuál fue
su sorpresa cuando vio a su “otro ser” salir de su cuerpo
y flotar por la habitación. Salió de la casa y se dirigió a
una velocidad increíble hacia la atmósfera, en donde des-
apareció en forma de relámpago.
Comprendió que de las seis mil descargas eléctricas
que caen a la tierra por minuto, la mayoría pertenecen a
las almas que abandonan el planeta, y que chocan con la
energía que rodea a la Tierra, creando descargas eléctri-
cas en forma de relámpago. Algunas se confunden con
las tormentas eléctricas reales.
Después vio cuando regresó de nuevo y se dirigió a
un portal inter-dimensional. Antes de ingresar por el por-
tal, vio a Ptah que salió de la luz en la recámara, por la
cual siempre aparecía; y vio cuando tomó su cuerpo para
llevárselo a la luz, desapareciendo ambos por completo
de la habitación.
Después su “otro ser” ingresó a la puerta dimensio-
nal, y se detuvo en uno de los miles de Universos parale-
los que tenía frente a él.
Vio cuando intentó entrar a los más profundos, pero
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

fue rechazado por una energía que lo hizo regresar. Por


más que intentaba penetrar a esos universos, era nueva-
mente rechazado, así que no tuvo más remedio que ingre-
sar al único Universo que estaba disponible.
Al ingresar, se vio regresando del trabajo y se es-
cuchó decir:

—¿Qué sucede?
—¡Hay un ovni volando cerca!

De repente, dentro del laboratorio se escuchó la voz


de Rosenberg:
—¡Deténganlo y accionen el interruptor de la con-
ciencia tridimensional.
—¡Listo Coronel—. Dijo el científico encargado de
esa tarea.
—¡Retrocedan una centésima!
Al accionar algún tipo de interruptor, la imagen re-
gresó y se vio a sí mismo intentando de manipular el
tiempo. Se veía que trataba de ingresar a los miles de
Universos que existían.
No podía creerlo. Se veía a sí mismo pensando en el
modo de hacerlo, pero era rechazado por Ptah, quien le
impedía que ingresara a los Universos que no le corres-
pondían.
A pesar de la negativa de Ptah, José trataba de retro-
ceder en el tiempo. Se vio luchando mentalmente con
Ptah, para por fin ser vencido por la energía mental del
extraterrestre.
—Recibió ayuda de un extraterrestre—. Comentó
Rosenberg.
—Sí, pero debemos saber quién es ese extraterrestre,
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

y de dónde provino. ¡Continúen con el escáner!—. Dijo


por fin algo el hombrecillo Gris que se encontraba al lado
de Rosenberg.
Nuevamente José vio a alta velocidad todo lo que
había sucedido hasta verse peleando con el reptiloide.
¡Entonces sí había sido verdad!
Quería que se detuvieran para saber que había suce-
dido, pero parecía que eso no les interesaba. Así que de
nuevo dejaron “correr la cinta” y se vio tratando de esca-
par del hospital psiquiátrico.
Se vio caer, y no pudo evitar sentir una estimulación
corporal, como si estuviera de nuevo sintiendo el dolor
que le produjo la caída.
—¡Deténganlo!—. Gritó Rosenberg al distinguir una
mano que le brindó la ayuda.
José vio su cuerpo tirado y también alcanzó a ver la
mano que lo ayudó a levantarse.
Vio cuando su “otro ser” se desprendió de su cuerpo,
dejándolo tirado en el suelo, inmóvil.
Se dio cuenta que en realidad había muerto. No pudo
evitar sentir tristeza al verse tendido en el suelo.
José comprendió que pronto se enterarían de lo que
estaban buscando.
Se vio frente al mar conversando con Khyla.
Dejaron correr toda la conversación hasta detenerse
cuando Khyla le explicó en donde se encontraba su mun-
do Marduk.
Rosenberg y el extraterrestre se encontraban presa de
la excitación.
Los científicos se interesaron tanto, al igual que los
dos extraterrestres sobre lo que ellos estaban buscando.
Descubrieron su localización, y José temió lo peor.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Pensó que había sido el culpable de su localización,


se sintió como un traidor.
Todos se encontraban embelesados al ver las coorde-
nadas espacio temporales.
—Aquí está la nebulosa de Orión—. Dijo uno de
ellos.
—En efecto—. Dijo otro— Está localizado en Mes-
sier 42. Según este informe del telescopio inter-espacial,
está situada a unos 1.500 años luz de distancia de la Tie-
rra,
Uno de ellos regresó con una información en la ma-
no y dijo:
—Lo acabo de comprobar con el Observatorio Espa-
cial Herschel de la Agencia Espacial Europea, y de-
mostró que la nebulosa posee claros signos de permitir la
existencia de diversos compuestos y químicos orgánicos.
He analizado toda la información exhaustivamente y to-
dos los datos proporcionados por la computadora, he po-
dido detectar un patrón de picos en la presencia de varias
moléculas que sustentan la vida, tales como agua,
monóxido de carbono, formaldehido, metanol, dimetil
éter, cianuro de hidrógeno, óxido y dióxido de azufre,
entre otros.
—¡Bravo!—. Gritaron los demás alabando la infor-
mación obtenida.
Mientras, Rosenberg los miraba en silencio esbozan-
do una sonrisa de triunfo.
Dejaron de nuevo correr el escáner de la vida de José
y se vio de la mano con Khyla recorrer a alta velocidad
los “corredores del tiempo”.
José ya no quiso ver. Se sintió apesadumbrado debi-
do a que localizarían Marduk para ser invadido por ellos.
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Volvió a escuchar la voz de Rosenberg.


—¡Deténganlo!
Se habían detenido en el tiempo que conversaban él
y Khyla:

— ¿Y para que quieren tanta energía negativa?


—Para ser más poderosos y así poder ingresar a
Marduk. Tu planeta nos les interesa en lo absoluto, para
ellos la Tierra es solo un generador de energía y que es
lo que ellos necesitan para crecer y poder atacar a Mar-
duk.
—¿Por qué tanto interés en Marduk?
—Porque es un Universo mucho más grande que
cualquier otro, y es en donde habitan los seres de la Luz
quienes son energía pura. Los Draconianos la quieren
para ellos y así poder controlar el Universo.
—¿Por qué Ptah no quería hablar más sobre Mar-
duk conmigo?
—Ahora ya no importa pero te lo diré. Ptah no quiso
decírtelo para que no quedara grabado en tu memoria,
de esta manera los Grises no podrían descubrir las espe-
cificaciones y cualidades de “nuestro” planeta, ni la for-
ma de vida ni en donde se encuentra.
—Entonces ¿Las estrellas de Orión son los tres soles
que iluminan a Marduk?
—No, estas se encuentran a un costado de Orión. Es
la llamada nebulosa de Orión conocida como M42.
—¿Qué significa M42?
—¡Marduk!

Un grito de júbilo inundó la sala del laboratorio.


Ya habían localizado con exactitud la ubicación de
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Marduk.
Rosenberg no podía disimular la satisfacción que
sentía al conocer la información que estaba esperando.
—¡Continúen!—. Ordenó.
De nuevo dejaron correr la información que estaba
almacenada en el chip, hasta llegar a los “corredores del
tiempo”

—¡Ahora debemos irnos inmediatamente!


—¿A dónde?
—¡A Marduk!

José revivió de nuevo el viaje que hizo por los corre-


dores del tiempo. Se sintió arrastrado por Khyla a través
del largo túnel lleno de luces multicolores. El viaje por el
túnel parecía no tener fin.
De pronto al final del túnel vio una gran luz.
—¡Deténganlo!—. Volvió a ordenar Rosenberg.
Todos pudieron apreciar la belleza de Marduk. A lo
lejos se veían las montañas y el verde de las llanuras que
rodeaban al planeta. Pudieron apreciar el gran Rio de la
Eternidad.
Todos guardaron silencio al sentirse atraídos por ese
mágico lugar.
Alcanzaron a ver los tres soles que iluminaban al
mundo. Vieron a una gran cantidad de humanoides que
se desplazaban sin ningún problema de un lugar a otro.
El doctor Wolf dejó correr unas lágrimas presa de la
emoción que sintió al ver a lo lejos el valle de la muerte.
Se pudo observar la gran cantidad de energía que
salía de cada uno de los seres que habitaban el planeta.
José al igual que todos, estaba embelesado con las
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imágenes que podía ver. Se podía ver a una gran cantidad


de seres caminando por la orilla del gran río. Todos pu-
dieron observar a una Arcturiana que nadaba en el Río de
la Eternidad.
Al ver la imagen de una mujer, un científico ex-
clamó:
—¡No puede ser!
—¿Qué ocurre?—. Preguntó Wolf.
—¡Es la doctora Swejen Salter!
—¿La conoce?
—¡Sí! Era una investigadora en el campo de la cien-
cia, quien falleció en 1987.
Se maravillaron de ver la cantidad de animales que
existían, y que convivían sin ningún problema entre
ellos.
Pudieron ver a gente realmente humana, que hacían
un “picnic” en sus verdes valles, y se encontraban rodea-
dos de otras especies de humanoides, parecidos a extrate-
rrestres.
Lo que más llamó su atención era que todos eran
jóvenes, tanto hombres como mujeres. Incluso los anima-
les, se veían con brío y energía.
A lo lejos, se veían algunas montañas cubiertas de
nieve.
Rosenberg y el extraterrestre Gris, se dieron cuenta
del impacto que causó en todos los científicos, el haber
visto lo que solo podrían ver el día de su muerte, así que
dio una orden:
—¡Prosigan!
Al personal científico, les costó trabajo reanudar el
escáner debido a que no querían perder detalle de todo lo
que estaban viviendo.
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—¡Prosigan!—. Volvió a repetir.


Nuevamente las imágenes corrieron a alta velocidad
hasta detenerse en la etapa final.
Observaron cuando José fue arrastrado por un aguje-
ro negro hacia una dimensión desconocida para ellos,
incluso para los extraterrestres.
De pronto, vieron cuando se encontró girando a la
orilla del agujero negro, y la energía de su cuerpo lenta-
mente se iba fusionando con otras energías, las cuales se
fueron adhiriendo a él como si fueran cardos.
Pudieron observar cómo el color verde de su energía
cambiaba de color. Primero cambió a un color rojo, para
inmediatamente modificar a azul oscuro. Los colores va-
riaban y se dio cuenta de que la energía de su Aura esta-
ba siendo absorbida por el agujero negro.
Vieron cómo era absorbido cada vez por el agujero
negro, incluso los ruidos callaron debido a que el agujero
negro absorbía también los sonidos.
Antes de perderse en la profundidad del agujero ne-
gro, vieron al extraterrestre Gris y que era parecido al
que se encontraba en la misma habitación con ellos.
De pronto vieron a lo lejos al “otro ser” de José y
vieron cuando se fue fusionó con él.
La manera como se fusionaron los dos produjo una
exclamación por parte de todo el personal científico.
Fue un momento sublime para los científicos, al ex-
perimentar físicamente cuando vieron fusionarse el alma
con el pensamiento. Los colores del Aura regresaron con
el “otro ser” y la visión que tuvieron frente a ellos, los
dejó extasiados.
Después vieron a José cuando se perdió dentro del
agujero y todo fue oscuridad y silencio absoluto.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

El personal del laboratorio creyó que habían llegado


al final del escáner, cuando de pronto todos vieron de
nuevo al extraterrestre Gris, que lo rescató del agujero
negro y lo hizo viajar a la velocidad de la luz, hasta
transportarlo a la mesa dentro del hangar 18.
El chip nunca se había detenido.
Todos vieron el proceso de crionización del cuerpo,
y les llamó la atención en especial a un científico joven
de 30 años. Parecía ser el que más interesado estaba en el
proceso de enfriamiento.
Habían visto la muerte y resucitación del cuerpo de
José.
—¡Deténganlo!—. Volvió a ordenar Rosenberg.
Todos se habían encontrado ante una experiencia
única, nunca antes vista que tardaron momentos en reac-
cionar.
—¡Retrocedan!
Los científicos retrocedieron el escáner hasta la ima-
gen donde fue rescatado por el Gris.
—¡Despacio!—. Ordenó Rosenberg.
Lentamente fueron dejando corre el escáner, cuando
de pronto vieron una luz muy intensa, que duró solo una
milésima de segundo.
Nadie la había percibido debido a que el “otro ser”
se transportaba a una velocidad vertiginosa.
—¡Retrocedan!
Nuevamente volvieron a repetir la operación.
—¡Más despacio!
No entendían que era lo que quería su jefe.
—¡Alto!
Todo el escáner y el equipo se detuvieron justo en el
momento en que un humanoide de luz, parecido a Ptah,
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

abría un portal dimensional.


El Gris y José ingresaron por la puerta sin haberlo
detectado el extraterrestre.
—¡No puede ser!—. Gritó furioso Rosenberg.
El doctor Wolf lo comprendió de inmediato.
El amigo de José había abierto un portal tridimensio-
nal, tan disimuladamente, para llevar a José a otro Uni-
verso paralelo.
Pero nadie entendió a cual.
José no había perdido detalle de lo que ocurría.
Se dio cuenta que nada podía ser alterado. Lo había
dicho Ptah. “Nunca sucede, para eso estamos nosotros”.
Rosenberg y el Gris salieron molestos del laborato-
rio.
El doctor Wolf dio una orden:
—Retírenle el equipo.
—¿Qué sucede?—. Preguntó José.
El científico le acercó la bata y le preguntó sonrien-
do:
—¿Conoces la “paradoja del abuelo” de Einstein?
—No—. Respondió extrañado.
—Imaginemos que viajamos al pasado al año 1900 a
conocer a nuestro abuelo, antes de que nazca nuestro pa-
dre. Le damos un tiro en su cabeza y lo matamos. Si lo
matamos, entonces nuestro padre nunca nacerá. Y si
nuestro padre no nace, nosotros tampoco. Entonces,
¿quién mató al abuelo?
—No entiendo.
—Lo que sucede es que tú estás muerto de verdad en
otro Universo paralelo. Tu amigo el extraterrestre abrió
una puerta a otro Universo, y regresaste a alguno, pero
no sabemos a cual.
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José recordó la exposición de los cuadros de la pelí-


cula. Que si regresaba al cuadro número 1, sería el pasa-
do, pero no obstante si se dirigía al cuadro número 1,440
sería el futuro. Entonces él se encontraba entre los cua-
dros número 2 y el 1,439 de los 1,440 universos que se
crearon en un minuto. Además del intervalo de tiempo
“infinitesimal”.
El doctor Wolf continuó sonriendo, y le dijo:
—La teoría es que si viajamos al pasado, y matamos
al abuelo, el abuelo muere y nosotros también morimos
en ese Universo, pero de viejos. Pero continuaremos vi-
viendo en el otro Universo que hemos creado, es decir; lo
que tu “otro ser” haya creado en el futuro al cual pertene-
cemos. El futuro existe, pero se crea al tomar la decisión
correcta que tomemos en el presente.
—¿Cómo es eso?
—Imagina a un padre de familia que se preocupa
porque su familia quede protegida el día que él muera.
Decide comprar una póliza de vida y a los tres meses fa-
llece, entonces su familia queda protegida debido al pago
recibido de la póliza. Pero si al contrario decide no com-
prarlo, y fallece igual a los tres meses, entonces su fami-
lia pasará penurias y tribulaciones, dejando a la esposa y
a los hijos desamparados por la falta de seguridad econó-
mica.
José recordó sus viajes al pasado y le preguntó:
—¿En qué año estamos?
El doctor Wolf lo miró seriamente y le dijo:
—En el año 1993.
—¿Qué cosa?
Wolf lo miró extrañado. Inmediatamente compren-
dió que este era el Universo al cual José había sido trans-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

portado.
Le hizo una pregunta:
—¿En qué año crees que estamos?
José no supo que decir. Comenzó a comprender la
razón de porqué el doctor Wolf no veía videos en Youtu-
be.
¡Aún no existían!
No comprendía del todo lo que ocurría, se le ocurrió
preguntar:
—¿Cómo se llama usted doctor?
—Me llamo Michael.
Hizo una pausa y dijo:
—Soy el doctor Michael Wolf.
José lo miró horrorizado.
—¿Qué ocurre José?—. Le preguntó realmente pre-
ocupado. Presentía que había algo relacionado con él.
Su amigo James le había dicho que la CIA había ase-
sinado al doctor Michael Wolf en el año 2000. Pero
¿Cómo decirle al doctor que su destino ya está marcado y
que le quedaban siete años de vida?
—¿Qué ocurre José?—. Volvió a preguntarle Micha-
el.
—Nada. —Hizo una pausa— Solo que usted va a
salir pronto de aquí.
Michael lo miró seriamente y le preguntó:
—¿En qué año creíste que estábamos?
José no sabía si responderle con la verdad. Miró al
científico que había hecho grandes descubrimientos y
optó por decírselo.
—Creí que estaba en mi época, en el año 2012.
Michael permaneció en silencio.

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Capítulo IX

José se encontraba dormido sobre la camilla de me-


tal en una habitación. El valium ya había hecho su efecto
y descansaba relajadamente. Tenía colocado el artefacto
que parecía casco, el cual estaba conectado a una conso-
la.
—¡Inicien escaneo total!—. Dio la orden el doctor
Wolf.
Nuevamente los científicos iniciaron un escaneo de
la memoria de José hasta tratar de descifrar lo que él hab-
ía escrito en la libreta.
Rosenberg le había dado la orden al doctor Wolf de
que escaneara por completo la memoria de José, hasta
encontrar la manera que él utilizó para viajar en el tiem-
po.
Querían crear esa “manera” de viajar, para que fuese
utilizado por humanos y pudieran viajar a través de los
portales del tiempo. Sería un arma muy poderosa para
poder anticipar y conocer los secretos de muchas nacio-
nes enemigas.
Michael hizo una regresión mental únicamente de lo
más importante para su proyecto.
Las imágenes de la memoria de José se transmitían
en un monitor, el cual estaba conectado a una memoria
en una consola, para recolectar toda la información.
Había programado la máquina para que se detuviera
en las señales luminosas que antecedían a cada viaje en
el tiempo. Se habían dado cuenta que cada vez que apa-
recía una luz cegadora, se abría un portal al tiempo, lo
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

que todavía no sabían, era cómo se abrían esos portales.


Michael no perdía detalle del escaneo total. En ese
momento se encontraba en un portal del tiempo, identifi-
cado cuando José se levantó con la necesidad de ir al ba-
ño. Después regresó a la cama y se quedó dormido.
Michael vio a un extraterrestre, el cual no supo iden-
tificar, que ponía delante de José un portal del tiempo.
Era una especie de túnel alto de 3 metros de altura.
Vio a José despertarse muy temprano, debido a que
el portal fue accionado y la luz cegadora que despidió, lo
hizo levantarse de la cama para cerrar las cortinas, cre-
yendo que la luz provenía de la calle. Nunca supo que
había traspasado el portal del tiempo, cuando se dirigió al
cuarto de baño.
Michael vio que mientras José de lavaba la cara y los
genitales, el extraterrestre tomó su cuerpo y se lo llevó
consigo. Una vez que se dirigió a la luz por donde había
salido, se desapareció.
Michael no lograba identificar al extraterrestre.
Más adelante se detuvo en otro portal del tiempo.
Vio a José cuando se quedó completamente dormido y
borracho, al regresar de Morelia. Era el año 1991.
En ese momento apareció de nuevo la figura del ex-
traterrestre, y abrió un portal del tiempo en el asiento
vacío de al lado. La luz que creyó que era de un vehículo
y que le había molestado los ojos, debido a la intensidad
de la luz, hizo que se dejara caer sobre el asiento del pa-
sajero que se encontraba vacío; para continuar durmien-
do.
En ese momento, el portal del tiempo se movió hacia
José y lo depositó en la cama de su casa en el año 2012.
El doctor Wolf, continuó observando lo que sucedió
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

después.
Al llegar el autobús a la ciudad de México, nadie lo
vio descender y alguien preguntó:
—¿Y José? ¿Alguien lo ha visto?
—No sé —Respondió otro— A la mejor se bajó en
alguna gasolinera y lo dejó el camión.
—¿Alguien lo vio bajar?—. Preguntó el primero.
—Yo creo que se quedó dormido en el baño de algu-
na gasolinera. Estaba tan borracho que ni cuenta se
dio—. Dijo riendo otro de sus compañeros.
Michael sintió pena por José.
Más adelante se detuvo cuando lo vio que regresaba
a su casa después de una jornada laboral. Eran las 11.30
de la noche y se transportaba en el camión propiedad del
hotel.
Al descender del camión e intentar cruzar la calle,
apareció de nuevo el extraterrestre aprovechando que un
automóvil venía a exceso de velocidad, y que le había
arrojado las luces a cuando intentó cruzar la calle.
En ese momento dio unos pasos atrás para permitirle
el paso al vehículo y fue cuando ingresó al portal del
tiempo. Poco después se dirigió a su casa en el año 1993.
Al abrir la puerta de su casa, se encontró dentro de
un apartamento pequeño. No era la casa en la cual vivía.
Michael vio cuando José se asustó y comenzó a gri-
tarle a su esposa:
—¡Susana!
Adelantó la máquina del escáner, hasta el día que
había obtenido la pistola que tanto le había maravillado.
Vio cuando se acostó después de haberla escondido
detrás del televisor, y se quedó dormido.
Cuando despertó vio que el día estaba muy soleado,
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

y brillaba más que otros días. En ese momento Michael


vio la figura del extraterrestre. Tenía una figura difumi-
nada, con ojos alargados. No eran grandes como los ojos
de los Grises. Comprendió que eran de otra Galaxia.
Lo vio poner el portal en la ventana para disfrazarlo
con la luz del Sol que entraba directamente por la venta-
na.
José se levantó molesto a cerrarlas y fue cuando
cruzó el portal del tiempo. Entonces el humanoide. Tomó
el cuerpo de José y repitió la misma operación de llevár-
selo con él.
Ya había descubierto la personalidad del extraterres-
tre, había reconocido a Ptah. Ahora faltaba saber si era de
Marduk o de cual galaxia provenía.
Lo que siguió a continuación le embargó una triste-
za.
Vio a su esposa cargando en brazos a una recién na-
cida.
Era el año de 1994 y una de sus dos hijas más gran-
decitas preguntó:
—¿Y mi papá cuando regresa?
—No se hija, quizás llegue de viaje pronto debido al
trabajo que tiene.
—¿Por qué no se despidió de nosotras?—. Preguntó
la más pequeña.
—No se hijas. Ya no me pregunten más—. Y rompió
a llorar.
—Pero ya tiene más de tres años que no se comunica
con nosotras—. Dijo la mayor.
Michael se dio cuenta de que José había simplemen-
te desaparecido de su familia. No perdía detalle de la
conversación.
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En ese momento se escuchó el timbre del teléfono.


Escuchó cuando la esposa de José le reprochó el mo-
tivo de su ausencia.

—¿Y tú en donde estás? ¿Por qué te fuiste sin despe-


dirte?.

El doctor Wolf había grabado el portal del tiempo de


la secuencia en el momento en que Ptah había sido iden-
tificado.
Michael continuó con el escáner.
Vio a José quien se encontraba conduciendo y al lle-
gar a una luz roja, se detuvo. El tiempo de espera le pare-
ció eterno y sintió una pesadez.
Se entretuvo mirando un anuncio publicitario que se
encontraba en el techo de un edificio, no pudo evitar la
luz del Sol que le dio de lleno en los ojos. En ese mo-
mento Ptah colocó el portal del tiempo enfrente de su
vehículo. Al avanzar su vehículo José cruzó el portal,
mientras su vehículo se detuvo a un costado de la ban-
queta.
La gente que transitaba por la calle, vio como se fue
deteniendo el vehículo lentamente hasta quedar estacio-
nado, sin que ningún ser humano que lo estuviera condu-
ciendo.
José viajaba en un autobús y creyó que el pasajero
que viajaba al lado de él, había encendido la luz y lo hab-
ía despertado.
Se acercó al pasajero y le preguntó:
—¿En dónde estamos?
—En Guadalajara.
—¿Qué hora es?
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—Las 5:30 am.


Michael continuó escaneando la mente de José hasta
llegar a algo que le hizo estremecerse.
Volvió a ver el momento en que José conducía su
vehículo hasta llegar a una luz roja.
Se entretuvo mirando un anuncio publicitario que se
encontraba en el techo de un edificio, no pudo evitar la
luz del Sol que le dio de lleno en los ojos. En ese mo-
mento el extraterrestre volvió a abrir el portal del tiempo,
y José se encontró de nuevo frente al volante de su vehí-
culo, minutos antes de que avanzara sin conductor y que-
dar parado en la banqueta, y causara asombro a los tran-
seúntes que lo vieron llegar.
El semáforo se puso en luz verde y se puso en movi-
miento, hasta llegar a casa de una persona.
Vio cuando entró y lo recibió su amigo.

“Necesito contarte algo de mi vida y la razón por la


cual vine a refugiarme a esta ciudad lejos de Londres.
Tú no sabes esto, pero mi nombre James Casbolt tal
como me conoces; es muy conocido en ciertos sectores
del gobierno de mi país, debido a que fui un agente del
MI-6 que trabajó en operaciones de narcotráfico en Lon-
dres desde 1995 a 1999”.

Michael abrió la boca al ver la fecha. Por tal razón


no había conocido a James Casbolt. Estaba a solo dos
años de distancia para que James ingresara al MI-6.
No pudo evitar escuchar toda la conversación entre
James y José.

“El Doctor Michael Wolf quien fuera asesinado por


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ABDUCCION J. David Villalobos L.

la CIA en el año 2000, fue el pionero en crear experi-


mentos para abrir el cerebro y el modo de estimular las
neuronas permitiendo billones de sinapsis o conexiones,
para comunicarse telepáticamente con los extraterres-
tres”.

Michael no pudo evitar sentir pánico y horror, al co-


nocer el año en que iría a ser asesinado.
Se quedó en estado de shock. No podía creer que se
quisieran deshacer de él.
Al saber la fecha exacta de su muerte, decidió que
escribiría un libro, y para eso contactaría a James Cas-
bolt. Tenía siete años por delante para terminar y publi-
car su libro. Pero había un inconveniente. James Casbolt
trabajó en operaciones de narcotráfico en Londres desde
1995 a 1999. El se refugiaría en Mazatlán a principios
del año 2000, para entonces Michael pensó que para esa
fecha sería asesinado.
No se conocerían nunca.
Decidió no salvar esa información en el banco de la
memoria del computador, la cual estaba recibiendo toda
la información.
—¡Borre la última información!—. Le ordenó al jo-
ven científico que había estado interesado en el proceso
de crionización. Al ver las imágenes y escuchar la con-
versación sostenida entre James y José, y saber la suerte
que sufriría su colega lo miró con cierta lástima y proce-
dió al borrado, algo que no hubiera podido hacerse debi-
do al estricto código del Área 51. Pero además de ser
científicos, algunos también eran humanos.
Continuó con el escaneo y lo siguiente que escuchó
le causó repugnancia.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

“Pero te puedo comentar sobre esta “falsa bandera


del terror” del 9/11. Como ya todos lo sabemos, hay in-
formes que comprueban que realmente fue una demoli-
ción controlada lo que tiró a las torres gemelas, y hay
gente que asegura que fue un misil y no un avión lo que
golpeó el pentágono.
Se ha mostrado esta información ampliamente, in-
cluso en los medios de comunicación de masas controla-
dos por ellos. Sin embargo mucha gente no sabe que fue
un misil lo que dio en el Pentágono.
¿Recuerdas el ovni que estuvo presente en el atenta-
do ese día? Se ha divulgado a través de videos en Youtu-
be, y te puedo asegurare que sí es real. Este ovni estuvo
supervisando el supuesto ataque terrorista, en caso de
que llegaran a fallar los aviones, estos ovnis las derri-
barían”.

Michael pensaba que cómo era posible que su go-


bierno tramara derribar las torres gemelas en el año 2001.
Al escuchar a Rosenberg sobre el ataque al Pentágo-
no, pensó que había sido en ese año de 1993, y que por
encontrarse encerrado debajo de la superficie, no se hab-
ía enterado de nada. Pero aún no sucedía, debía hacerle
saber al mundo lo que el gobierno de los Estados Unidos,
pensaba hacer. Ahora más que nunca deseó salir de ahí
para contar al mundo la historia por venir.
Ahora comprendió cuando José le preguntó por el tal
“Youtube”. Aun no existía el Internet para el público en
general, aunque ya lo usaban como arma militar, con el
propósito de desviar misiles a control remoto, o para in-
fectar las computadoras de los militares de otros países,
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

pero se desconocía para los civiles.


Al ver todo el sufrimiento de José, decidió ayudarlo
a escapar del Área 51, así como lo había hecho con J.
Omega.
Escaparían los dos y le pediría que lo llevara a donde
su amigo James.
Michael no pudo evitar derramar unas lágrimas al
conocer la suerte que correría uno de sus antiguos ami-
gos.

“De hecho, —Continuó escuchando a James— un ex


-funcionario de la CIA, llamado Wayne Madsen, afirmó
que Philip Marshall, el piloto que escribió unos libros
sobre la teoría de la conspiración del atentado del 11 de
Septiembre de 2001, no se suicidó. Fue asesinado por la
CIA. ¿Cómo va a ser posible que hubiera asesinado a su
esposa, sus tres hijos y a su perro? Y que después de eso,
se suicidó.
¡Es absurdo! Ese trabajo lo conozco perfectamente,
es el “modus operandis” de la CIA”.

Siguió con el escáner, y no obtuvo más información


adicional, sino lo mismo: Un humanoide de energía pura
llamado Ptah, quien colocaba los portales del tiempo de-
lante de José, y se llevaba el cuerpo a otra dimensión, y
siempre había una luz intensa antes de cada viaje, ya fue-
ra disfrazada de Sol, de faros de vehículos, focos esta-
llando a causa de algún temblor, o cables eléctricos gol-
peando entre sí, o en todo caso relámpagos bajo alguna
lluvia.
Pero no pudo encontrar otro tipo de información.
Comprendió que José no podía abrir los portales. Re-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

cibía ayuda de Ptah. ¿Pero por qué a él?


Aún así continuó con el escáner y vio algo que le
llamó la atención.
¡No podía creerlo!
Era Rosenberg. ¿Pero que hacía en el año 2012 colo-
cando un portal del tiempo delante del coche de la esposa
de José? ¿Pero por qué a ella?
Susana se subió a su vehículo para dirigirse a su tra-
bajo, de pronto una luz muy intensa la cegó, y casi pro-
vocaba un accidente. Dentro del rayo cegador, alcanzó a
escuchar la voz de su hija María.
Había sido transportada a las 8:28 de la mañana del 5
de Junio. Dio la vuelta con su vehículo y regresó hasta
ellos. Su hija corría hacia su madre cuando un temblor de
tierra con una magnitud de 5.5 grados, los hizo buscar
donde protegerse debido a que los cables que colgaban
de los postes, se balanceaban por el movimiento telúrico.
El movimiento produjo una chispa que la deslumbró,
y fue en ese momento cuando Susana ingresó al portal
del tiempo, regresando al año 2012, en el momento justo
cuando su esposo la derribaba de un golpe, al confundirla
con un Draconiano.
Vio a Rosenberg manipular el tiempo en casa de
José.
Primero lo paralizó con la pistola que siempre traía
consigo, incluso dentro del Área 51 la traía siempre co-
mo medida personal de seguridad.
El rayo paralizador detuvo a José, y de entre los se-
res sin expresión que habían visto él y su esposa, ingresó
uno de ellos a la casa y tomó la forma de Susana.
Mientras ocupaba el lugar de la esposa, ella fue
transportada a otro Universo.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Vio a los agentes de la CIA ordenarles a todos los


vecinos que se refugiaran en sus casas. Por tal razón José
y su esposa encontraron vacío el fraccionamiento, donde
vivían.
Casi a punto de finalizar el escáner, vio que a pesar
de no encontrarse presente el “otro ser” de José, había
siempre un temblor, y era debido a la energía que pro-
yectaba la libreta que siempre traía con él, y que cada vez
que ingresaba a los portales del tiempo, se quemaba un
poco debido a la elevada energía que generaba.
Vio la visita que le hicieron los de la CIA y el Gris a
James, amedrentándolo con una carta explicándole que
su amigo había sido “enfriado” y que él correría la mis-
ma suerte. Se dio cuenta de que James desconocía la
suerte de su amigo José.
Al conocer su propio destino, la impotencia lo hizo
desesperarse, y deseó más que nunca, escapar de ahí.
Observó a José que dormía plácidamente sin saber
que todos sus recuerdos habían sido borrados de su me-
moria.
Le había mentido, y se había llevado a cabo el
“vaciado” de la memoria. No podía dejarlo ahí, pero tam-
poco podía llevarlo consigo.
Vio a la esposa de José tambalearse debido a las vi-
braciones que sentía en las piernas. Le pareció extraño y
regresó a minutos infinitesimales, para descubrir el ori-
gen.
Observó una luz que salió de un portal y descubrió
algo que le causó asombro: Era Rosenberg activando el
controlador que Susana traía en el cuello, para detectar su
ubicación. Rosenberg estaba viajando y manipulando los
portales del tiempo.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Vio el avión de la fuerza aérea norteamericana, el


Airbus A300B4F descender en la pista del Área 51, y
descubrió al humanoide colocar un portal del tiempo de-
lante del camión que transportaba a José dentro de la
cámara de crionización, y los trajo al año 1993.
Escuchó cuando le reclamó el conductor al guardia
del hangar 18, sobre la luz que le habían arrojado a la
cara para identificarlos. Nunca supo que había sido la luz
que abrió el portal del tiempo.
No pudo olvidar la entrevista que sostuvo José con
Khyla sobre los Andromedanos, que se llevan con ellos,
a los agentes que están “fuera de circulación”. El proble-
ma consistía en tratar de localizarlos.
Guardaba esa esperanza y pensaba que esa era la úni-
ca solución para escapar de la muerte.
Una vez finalizado el escaneo de la memoria de José,
el doctor Wolf se acercó al joven que controlaba la me-
moria de la computadora.
—Aquí tiene doctor Wolf—. Le dijo antes de que se
la pidiera.
Michael agradeció en silencio lo que había hecho por
él.
David Phillips le había entregado una copia de toda
la información, y había borrado del sistema las cosas que
comprometieran al doctor Wolf.
Se miraron sin decir absolutamente nada, pero en ese
gesto había más que mil palabras. Sabían que habían vio-
lado un código, pero no importaba. Algo había cambiado
en ellos.
El haber visto a Marduk a través de la mente de José,
los científicos se habían vuelto más sensibles.
Michael dio una orden antes de retirarse.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—Vístanlo cuando despierte, y denle de comer. Si


pregunta en donde está, solo díganle que está entre ami-
gos.
—¿Qué van hacer con él?—. Preguntó un joven
científico.
—Ya no le sirve a Rosenberg. Ya obtuvo toda la in-
formación—. Respondió Michael.
—¿Lo desaparecerá? O lo enviarán de regreso a la
civilización—. Preguntó de nuevo el joven.
—No lo sé. Depende de Rosenberg.
—Pero no podemos permitir eso—. Dijo Phillips.
Michael se asombró del cambio que tenían los cientí-
ficos. Y se atrevió a preguntar:
—¿Qué quieren hacer con él?
Todos se miraron entre sí, y uno de ellos exclamó:
—¡Ayudémoslo a escapar de aquí!
El científico que le había entregado la copia le dijo:
—Y es mejor que usted se vaya también con él, doc-
tor Wolf.
—No puedo David, me localizarían de inmediato.
David se dirigió a sus colegas y dio una orden:
—¡Muchachos cuiden la puerta!
Sin comprender lo que ocurría, David pasó el escá-
ner por el cuello de Michael y detectó el dispositivo loca-
lizador.
—Lo siento doctor, pero no hay tiempo para ponerle
anestesia—. Le dijo.
Michael comprendió inmediatamente lo que iba a
hacer.
—¡Hazlo pronto!
—Muerda esto—. Le dijo entregándole un pañuelo.
En seguida David buscó dentro de su bolsillo, una
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navaja. Después se colocó detrás del cuello del doctor


Wolf, e inició un corte con la punta de la navaja.
Michael se retorció de dolor al sentir la punta clavar-
se detrás de su cuello, y mordió el pañuelo.
El amigo siguió clavando la punta de la navaja, hasta
llegar al dispositivo. Una vez que lo localizó, lo extrajo
con la punta de la navaja, y fue a parar en la palma de su
mano.
Después le entregó el dispositivo lleno de sangre, al
doctor Wolf, quien lo colocó dentro de su propio oído.
Michael había soportado el dolor con valentía.
Luego, el amigo le colocó el pañuelo que había mor-
dido; en el cuello para detener la sangre.
Michael volteó a ver a su colega y le agradeció:
—Gracias David. No sé cómo vamos a salir de esto.
—No se preocupe por nosotros, Lo importante es
que salve su vida, que es la que está en peligro.
Después se dirigió al cuarto de baño, antes de entre-
vistarse con Rosenberg.
Mientras los científicos vestían el cuerpo desnudo de
José, David procedió a escanear el cuello y extraerle el
dispositivo. Una vez que lo extrajo, lo colocó en su oído
y lo taponó con un pedazo de algodón.
José comenzó a despertar debido al ajetreo que ten-
ían al estar vistiéndolo.
—¿Qué sucede?—. Preguntó al ver que terminaban
por vestirlo.
—Lo estamos vistiendo porque se va a casa—. Le
dijo David.
José se quedó mirando fijamente al joven que se en-
contraba frente a él.
—¿Es verdad?
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—Sí. Pero tiene que salir de aquí en secreto.


—¿Por qué?—. Preguntó extrañado.
David no podía decirle la verdad. Solo se le ocurrió
decir:
—Su ayuda fue muy valiosa y lo dejaremos salir de
aquí.
—¿Pero por que en secreto?
David no supo que responder.
José lo vio caminar hacia su escritorio y hacer una
llamada, mientras se tocaba la parte adolorida detrás de
la nuca.
Michael Wolf se encontraba en ese momento en la
oficina de Rosenberg, quien se encontraba en compañía
del Gris.
—Aquí tiene coronel—. Le dijo entregándole la me-
moria USB con la información obtenida de la mente de
José.
—¿Pudieron encontrar cómo lograr un humano ma-
nipular el tiempo?
—No coronel. No lo puede hacer, recibe ayuda de un
extraterrestre.
—¿Quién es?
—En eso estoy trabajando.
—¿Ya le vaciaron todos los recuerdos a nuestro visi-
tante?
—Si coronel—. Respondió apesadumbrado.
—¿Le ocurre algo doctor Wolf?—. Le preguntó Ro-
senberg al ver su actitud.
—No es nada. Solo que me impresionó ver todos los
conocimientos que había adquirido de los extraterrestres,
y pensé que podría ser un buen espía nuestro.
Rosenberg se quedó mirándolo fijamente.
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Michael le sostuvo la mirada penetrante, mirando sus


ojos amarillos con las pupilas divididas en dos.
No soportó más la mirada penetrante del extraterres-
tre y la desvió hacia el Gris.
—Continúe con el trabajo—. Le ordenó Rosenberg.
—Si coronel.
Tras cerrar la puerta de la oficina de Rosenberg, Mi-
chael sintió una vibración en las piernas. Supo que el An-
nunaki había accionado el dispositivo localizador, por tal
motivo se lo había introducido en el oído. No podía des-
hacerse de él, ese era el método que tenía el Annunaki
para localizar a todos los científicos y tenerlos controla-
dos.
Momentos más tarde se reunía con sus científicos en
el laboratorio. Miró a José que se encontraba de pie
mirándolo, con la mano detrás de la nuca y sintió pena
por él, debido a que todos sus recuerdos habían sido bo-
rrados, incluso los de su familia.
Era una persona sin identidad ni identificación.
—¿Qué ocurre doctor Wolf?—. Preguntó José.
Al escucharlo, todos los científicos se quedaron con
la boca abierta.
Michael no podía creerlo.
Volteó a verlo sin comprender lo que había sucedi-
do.
¿Qué había ocurrido? ¿Cómo era posible que no se
le hubiera borrado la memoria?
—¿Sucede algo malo doctor Wolf?—. Volvió a pre-
guntar.
—¿Me reconoces?
—¿No debería?
—¿Sabes en donde estas?
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—Por supuesto, y lo que no entiendo es que sus


científicos me dijeron que ya me van a dejar salir de
aquí.
El doctor Wolf se acercó a José.
—¿Recuerdas todo lo que te ha sucedido aquí?
—Ya le dije que sí doctor. ¿Acaso no debería saber-
lo?
El doctor Wolf se rascaba la barbilla diciendo:
—No logro entenderlo.
—¿Qué sucede?—. Preguntó José.
—No logro entender por qué sigues conservando los
recuerdos.
José comprendió inmediatamente lo que habían in-
tentado hacer con él.
—¿Qué me hicieron en el cuello?
—Te extrajimos el dispositivo localizador que te in-
jertaron los Grises durante la abducción que sufriste en
compañía de tu esposa.
—Doctor. ¡Deben darse prisa!—. Interrumpió David.
—¿A dónde vamos? —. Preguntó José.
—¡Saldremos de aquí!—. Le dijo Michael.
El doctor Wolf se dirigió a David y le dijo:
—Entrégame tu bata.
David se la quitó y se la entregó.
—Ponte esto—. Le dijo a José entregándole la bata.
José se puso la bata, y antes de salir le preguntó al
joven científico:
—¿Cómo se llama usted?
—David Phillips
José no podía creerlo. Era el mismo doctor que lo
había atendido en el hospital psiquiátrico, pero tenía co-
mo veinte años menos.
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—Usted va a ser un buen agente del gobierno—. Le


dijo.
El doctor Phillips quedó impresionado por lo que le
dijo. Ahora comprendía por qué había quedado tan inte-
resado en el proceso de crionización. Era él en el futuro.
José se despidió de Phillips, y en compañía de Mi-
chael, se dirigieron a la salida del laboratorio.
Caminaron por el pasillo siendo acompañados por el
doctor Phillips quien les dijo:
—No tarda en llegar el camión.
José en ese momento sintió una ligera vibración en
las piernas. Tuvo que apoyarse en Michael, quien le pre-
guntó:
—¿Te sucede algo?
—Sentí una ligera vibración en las piernas.
—Es Rosenberg activando el dispositivo localizador.
José se llevó la mano detrás de la nuca, a lo que Mi-
chael le respondió:
—Ya no está ahí, lo tienes en el oído. No lo toques
aún.
Minutos después llegó un camión militar del cual
descendió el conductor.
—¡A sus órdenes doctor Phillips!—. Le dijo el mili-
tar.
—Lleva a los señores a la entrada del túnel en cons-
trucción. Cuida que nadie te vea con ellos—. Le dijo Da-
vid.
—Si doctor.
Momentos más tarde se encontraban circulando por
el laberinto de túneles interiores.
Al subir al camión militar, Michael le dijo a José:
—Remueve de tu oído el dispositivo de localización.
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José quitó el algodón de su oído y hurgo con el dedo


meñique dentro de su oído, hasta encontrar un diminuto
pedazo de metal, del tamaño de la punta de un bolígrafo,
y lo arrojó por la parte trasera del camión, quedando so-
bre el pavimento.
El camión circulaba por los túneles hasta llegar a un
punto donde era imposible continuar.
El conductor se detuvo antes de llegar al retén mili-
tar. Descendió de la cabina y se dirigió a la parte trasera
y les dijo:
—Hasta aquí puedo llegar. Más allá están el retén
militar, no podremos cruzarlo debido a que no tengo una
orden para salir. Ustedes deben tomar este túnel que está
en construcción y los llevará a la base Poopose—. Les
dijo señalando una abertura en la roca viva.
Michael y José descendieron del camión.
—Ahí me esperarán durante un día. —Dijo el con-
ductor— Cuando salga por comestibles los recogeré y los
sacaré a la carretera. De ahí es asunto de ustedes.
—No se preocupe—. Le dijo el doctor Wolf.
—Adiós y gracias—. Le dijo José.
—¡Cuídense!—. Les dijo el conductor y se subió a
su vehículo.
No había demorado mucho en dar la vuelta en U pa-
ra regresar por donde había venido, cuando un jeep mili-
tar lo alcanzó y lo obligó a detenerse.
Michael y José se ocultaron tras un muro de concre-
to, que se encontraba dentro del oscuro túnel. Escucharon
a los militares ordenar:
—¡Deténgase!
El conductor se detuvo y descendió del camión.
—¿Por qué se regresó?
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Los militares habían visto las luces del camión.


—Extravié el pase de salida—. Les dijo.
—¿A dónde iba?
—Por comestibles. Pueden corroborarlo con el doc-
tor David Phillips del laboratorio 2
—Su identificación—. Le pidió el militar.
Uno de ellos se comunicó con el radio a la base.
—Llama al laboratorio 2 y corrobora la orden de sa-
lida del camión 0910235, y el número de identificación
“SP-331-N351025”.
Mientras los militares esperaban la confirmación del
vehículo y del conductor, Michael y José permanecían
sin hacer ningún movimiento que los delatara.
Después de unos instantes recibían la orden.
—Confirmado y verificado. La unidad terrestre pue-
de regresar por el pase de salida.
El militar respondió por radio:
—Enterado. Cambio y fuera.
Una vez que le entregaron su carnet de identifica-
ción, el conductor regresó a su vehículo, y se perdió de-
ntro de los túneles.
Al escuchar el motor del camión avanzar, Michael y
José trataron de introducirse lentamente un poco más
hacia el interior del oscuro túnel.
José no pudo evitar tropezar con una piedra la cual
golpeó con otra, haciendo que los militares encendieran
sus linternas y dirigieran la luz hacia el interior del túnel.
José permaneció acostado en el suelo, mientras Mi-
chael lo hacía detrás de un madero que soportaba unas
vigas.
—¡Hay alguien aquí dentro!—. Gritó uno de ellos.
—¡Corre José!—. Le gritó Michael.
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José se levantó y corrió con toda la fuerza que le die-


ron sus piernas.
Los dos militares que habían arrojado la luz, salieron
tras José. Michael tomó un pesado madero del piso, y
antes de que pudieran siquiera saber que les golpeó, ca-
yeron al piso, con la nariz rota. Una vez que se encontra-
ban derribados, Michael arremetió a golpes en la cabeza.
—¡Alto!—. Gritó el que había permanecido en el
vehículo militar.
Michael tomó las linternas y tras apagarlas se intro-
dujo dentro del túnel tratando de alcanzar a José.
Escuchó al militar pedir ayuda por radio e informar
sobre el incidente.
José se encontraba corriendo por los oscuros túneles
del Área 51. Se había extraviado.
Michael se encontraba por otro lado tratando de en-
contrarlo. Al separarse cada quien había tomado caminos
diferentes en ese laberinto de túneles.
José no sabía cuánto había corrido.
Su carrera lo había llevado a un túnel iluminado.
Se detuvo al ver las luces de un vehículo que circula-
ba por el túnel.
Creyó que podrían ser los militares que lo buscaban.
Se ocultó detrás de un muro para observar.
Escuchó a un militar decir:
—No ha de estar muy lejos, es el único túnel que lle-
va a la salida a la base S-4.
José se dio cuenta que no podía dirigirse a esa base,
por lo que había escuchado, ellos sabían que se dirigía
hacia allá.
Regresó a la oscuridad del túnel tratando de ver a
donde llegaba.
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Caminaba a tientas dentro de esa terrible oscuridad.


No había nada que lo pudiera ayudar en su camino.
Más adelante descubrió una pequeña rendija de luz
que iluminaba el fondo del túnel. Se dirigió inmediata-
mente hacia allá y observó que brotaba del suelo.
Trató de ver por la rendija hacia el interior, y de
pronto sintió hundirse su plexo solar y la tierra cedía bajo
su peso. Le pareció que la caída no tenía fin, hasta que
escuchó el sonido que hizo su propio cuerpo estrellarse
dentro de un túnel iluminado.
Sintió que le faltaba la respiración al haber golpeado
con su estómago sobre el piso.
La montaña de tierra había amortiguado un poco la
caída.
José permaneció unos momentos tratando de recupe-
rar el aliento. Cuando de pronto escuchó una voz decir:
—¿Cómo se encuentra?
José no podía responder debido a que aun tardaba en
reaccionar.
—¿Se encuentra bien?—. Volvió a escuchar la voz.
José trató de incorporarse, y al voltear de donde pro-
venía la voz, se paralizó de horror al ver el ser que tenía
enfrente.
—No tema. Mi nombre es Lacerta.
José de incorporó y dio unos pasos hacia atrás.
El extraterrestre continuó:
—Mi especie como extraterrestre es reptil hembra, y
pertenezco a una raza reptiliana muy antigua. Somos na-
tivos terrestres y hemos vivido en este planeta desde hace
millones de años.
José no podía hablar ni moverse. Lacerta continuó:
—Somos mencionados en sus escrituras religiosas,
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

tanto en su Biblia cristiana como en muchas de sus tribus


antiguas. Nos adoraban sus razas aztecas, incas, egipcios
y mayas entre otras, ellos sabían de nuestra existencia y
nos idolatraban como a dioses.
Su Biblia cristiana comprendió mal nuestro papel en
su creación, y fuimos designados como “serpientes ma-
lignas” en sus escrituras, lo que es falso. Solamente se
debió a una manipulación de la verdadera Biblia.
José no podía creer que ella también tuviera conoci-
miento del “Libro de la vida”
—Sus antepasados nos daban de comer carne huma-
na, a través de sus sacrificios en sus templos de sacrifi-
cio, como son las pirámides. Poseemos varias habilida-
des como telepatía y telequinesis, puedo hacer “danzar”
un bolígrafo sobre la mesa sin que lo toque, ni acercar
mis manos a menos de cuarenta centímetros del mismo.
Ustedes llegaron a nuestro planeta siendo depositados
por otros extraterrestres, nosotros solo observamos lo que
ocurría en su superficie. Somos nativos de este planeta.
De hecho, es nuestro planeta no de ustedes.
José no daba crédito a lo que escuchaba.
—Tenemos algunas colonias en el sistema solar, a
donde regresamos después, pero somos originarios de
este planeta. Al ver que nuestro planeta se llenaba cada
vez más de criminales peligrosos, decidimos vivir debajo
de la superficie de la tierra.
José se atrevió a decir algo:
—¿Eres de la constelación de Draco?
—Existen tantos psicóticos y mentirosos dentro de
su propia especie sobre este planeta, quienes afirman sa-
ber la verdad sobre nosotros, sobre los Ovnis, y sobre
extraterrestres, y muchos de ustedes aceptan esas menti-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

ras. No soy Draconiana si a eso se refiere.


Estoy segura de que si ustedes llegaran a creer en lo
que les decimos, podrían sobrevivir dentro de los próxi-
mos años. Pero no estamos aquí para advertirles, ya se
les han hecho muchas advertencias y no les interesa la
supervivencia de su planeta, es por eso que hemos colo-
nizado otros sistemas solares para abandonar la Tierra
una vez que se haya desatado el gran cataclismo.
—¿Qué cataclismo?
—Ya es tarde para advertirles. Algunos de los ovnis,
como ustedes llaman a nuestros vehículos, pertenecen a
nosotros. Pero la mayoría no. Algunos son naves verda-
deras que pertenecen a su misma especie, especialmente
a sus militares, otras a alguna otra raza alienígena. Algu-
nas de esas naves avistadas son nuestras, pero solamente
una minoría, porque somos generalmente muy cuidado-
sos de nuestros movimientos, además tenemos la forma
de ocultarnos a la vista de ustedes.
Si alguien tiene un avistamiento de un largo cilindro
brillante color ceniza con forma de habano, ya que exis-
ten diferentes tipos. Déjeme decirle que tenemos naves
de entre 20 metros hasta de 260 metros de largo Si la na-
ve realiza un zumbido muy profundo, y tiene cinco luces
rojas en la superficie; una al frente, una al medio y tres al
final, entonces seguramente usted habrá visto una de
nuestras naves.
—El hecho de verla no significaría que esa nave tie-
ne algún percance, puede ser que o uno de los nuestros
no fue lo suficientemente precavido o cuidadoso como
para ocultarse. Utilizamos los volcanes para ingresar a
nuestro hábitat.
José recordó las imágenes que había visto en la tele-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

visión, sobre ovnis alargados que ingresaban por el cráter


del volcán Popocatépetl en la ciudad de México.
La reptiloide continuó:
—Los ovnis triangulares pertenecen a sus propios
militares, pero ellos emplean una tecnología “extranjera”
para construirlos. Si usted realmente quiere ver una de
nuestras naves debe vigilar el Ártico, la Antártida y el
interior de Asia, especialmente cerca de la cima de las
montañas, y los volcanes.
Tenemos dos símbolos principales representando
nuestra especie. El más antiguo es una serpiente azul con
cuatro alas blancas sobre un fondo negro, estos colores
tienen significados religiosos para nosotros. El otro
símbolo es un ser místico que usted llamaría “Dragón”,
tiene una forma de círculo con siete estrellas blancas en
medio. Este símbolo es mucho más común hoy.
Si usted ve uno de estos símbolos en una nave cilín-
drica como la que he descrito, o en alguna instalación
subterránea, entonces esa nave o ese lugar definitivamen-
te nos pertenece y yo le aconsejaría retirarse de allí lo
más pronto posible.
—¿Por qué razón?
—Porque la gente ha llenado sus cabezas de demo-
nios, a través de la influencia de sus religiones, y si nos
llegaran a ver físicamente, creerían más que somos de-
monios que extraterrestres. Y cualquier mensaje que tu-
viéramos que dar a la humanidad, sería rechazada. Como
se lo dije anteriormente, hemos sido rebajados a la más
baja especie debido a la manipulación de su Biblia. La
Biblia no habla de nosotros, ya que lo escrito en ella es
poco fiable y tiene más de 35 mil diferencias y contradic-
ciones. Todos los secretos sobre nosotros los humanos a
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

través de su iglesia lo ocultaron catalogándolo como mi-


tos o leyendas.
José recordaba las palabras de Ptah y Khyla hacien-
do hincapié en “El libro de la vida”.
—Las siete estrellas son planetas, —Continuó Lacer-
ta— y son un símbolo de nuestras antiguas colonias en el
sistema solar. Representan a la Tierra y las colonias en la
Luna, Marte, Venus y las cuatro lunas de Júpiter y uno
en Saturno que colonizamos en el pasado. Dos de las co-
lonias ya no están en uso, habiendo sido abandonadas
hace mucho tiempo así que cinco estrellas sería lo más
acertado.
José había perdido el miedo y se dedicaba a observar
al ser “femenino” que tenía enfrente.
La forma de su cuerpo era como el de una mujer nor-
mal. Tenía una cabeza común y corriente, dos brazos,
dos manos, dos piernas y las proporciones de un cuerpo
humano.
A pesar de encontrarse cubierta con una prenda hol-
gada, José pudo observar que tenía dos senos, a pesar de
haberle dicho que era de origen reptil.
Sus pensamientos fueron “escuchados” por Lacerta y
le dijo:
—Si acaso tengo glándulas mamarias, es debido a
que evolucionamos a la etapa de amamantamiento de
nuestros bebés hace varios millones de años, dado que es
lo mejor para mantener una criatura viva. Ya la evolu-
ción había contemplado eso para su especie en tiempos
de los dinosaurios y también para nosotros, un poco más
tarde. Eso no significa que nosotros seamos ahora verda-
deros mamíferos, sino sólo cumplimos ésta función en
común. Los órganos reproductivos externos son para am-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

bos sexos un poco menores que los correspondientes a


los humanos, mas los de ustedes son visibles y poseen las
mismas funciones que para su especie.
José no pudo evitar mirar disimulada a la entrepier-
na.
Lacerta continuó:
—Mi piel como puede ver, es principalmente de un
color verde esmeralda con algo más pálido, como puede
verlo en mis brazos, y poseemos algunos patrones de
puntos marrones irregulares. Estos patrones son diferen-
tes para ambos sexos pero las “mujeres” los poseemos
especialmente en la parte baja del cuerpo y el rostro. Us-
ted puede verlos en mi caso, tengo dos líneas en mi fren-
te, alrededor de mi boca y mi cuello. ¿Puede verlo?
José dirigió la mirada a donde ella le señalaba. Vio
que tenía la misma forma de cráneo que Rosenberg.
Vio sus ojos que eran de un tamaño algo mayor que
el de los seres humanos, y a pesar de ser diferente a los
humanos, pudo percibir algo de “humano” en su mirada.
Sus pupilas eran negras rodeadas por un iris pequeño
de color verde.
Adivinando sus pensamientos ella le aclaró:
—Los machos tienen un iris color verde más oscuro.
La pupila tiene un comportamiento que la hace mudar
desde una estrecha línea oscura hasta un gran óvalo, por-
que nuestra retina es muy sensible a la luz y nuestra pu-
pila debe acompañar esto.
José se quedó mirando sus orejas y ella se adelantó a
sus pensamientos:
—Tenemos las orejas redondeadas, pero son peque-
ñas y no tan curvadas como las suyas, pero podemos oír
mejor porque nuestros oídos son más sensibles a los so-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

nidos, además podemos oír una mayor amplitud de soni-


dos. Tenemos un músculo o membrana sobre ellos que
pueden ser cerrados completamente, por ejemplo cuando
nos encontramos bajo el agua.
José se quedó mirando atentamente todo su rostro y
se detuvo en la nariz.
Era más afilada y tenía una forma de "V" curveada.
Lacerta le aclaró:
—Con respecto a nuestro sentido del olfato, actual-
mente hemos perdido la mayoría para percibir los olores,
pese a que también percibimos algo la temperatura por
este órgano. Nuestros labios son de la misma forma que
los suyos, los femeninos son un poco mayores que los
machos de un color marrón pálido y nuestros dientes son
fuertes y blancos, un poco más finos y afilados que los
frágiles dientes de los mamíferos.
José se quedó mirando fijamente su cabello que era
de un marrón verdoso. Además de eso, la cabeza era la
única parte del cuerpo donde pudo apreciar cabello.
Lacerta vestía una túnica blanca que le llegaba más
arriba de la rodilla, y carecía de mangas. Pudo observar
que no tenía vello en las piernas ni en los brazos.
Sus brazos y piernas eran parecidos en tamaño y for-
ma al de los humanos, difiriendo en el color. Tenía una
estructura escamosa en la parte superior de las piernas,
por encima de las rodillas, y en los brazos por encima de
los codos. Sus dedos de las manos eran un poco más
largos y finos que la de los humanos.
La humanoide se dejaba “estudiar” por José:
Pudo apreciar que las palmas de las manos eran pla-
nas, sin líneas como la de los humanos, sino escamas en
la piel y puntos marrones, además no tenía impresiones
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

digitales.
Lacerta extendió su brazo, y José retrocedió un poco
atemorizado.
—Si usted tocara mi piel —Le dijo ella— advertiría
que es más áspera que la suya con pelos.
José no se atrevió a tocarla debido a dos pequeños
amenazadores ganchos que sobresalían por encima de los
dedos medios.
Las uñas de ella eran grises, y se veía que eran más
delgadas que las de los humanos, parecían más bien una
especie de película muy fina.
Lacerta le aclaró sus dudas, a lo cual José no dejaba
de asombrarse por lo rápido que le leía sus pensamientos.
—Usted advertirá que mis uñas no son tan largas y
redondeadas al tope como las de su especie. Esto se debe
a que soy hembra. Los machos usan las uñas largas y afi-
ladas, de unos cinco o seis centímetros.
Si usted tocara también la parte superior de mi cabe-
za, sentiría una línea ósea a través de mi ropa, bajando
por mi espalda. Esta cresta es mi espina dorsal prolonga-
da en una placa ósea que sigue exactamente el recorrido
de mi columna vertebral hasta las caderas.
Existe un número extremadamente elevado de ner-
vios y vasos sanguíneos en esta estructura, y esa es la
razón por la cual nosotros tenemos siempre problemas al
sentarnos en sillas. Esa cresta está formada por una suce-
sión de pequeñas placas, y tiene también injerencia en
nuestra actividad sexual a través de la regulación de la
temperatura de nuestro cuerpo, y según la incidencia de
luz solar o artificial se adapta el flujo de nuestra sangre
reptiliana a tantos grados como sean necesarios para esti-
mular el placer.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

José se encontraba asombrado al aprender sobre la


anatomía de los reptiloides.
Lacerta continuó:
—No tenemos ombligo, porque fuimos creados por
caminos diferentes al que dio origen a los mamíferos. No
tenemos un rabo visible. Si usted observara nuestro es-
queleto hay solamente un pequeño hueso redondeado al
final de la espina dorsal, detrás de la pelvis.
Nuestros embriones tienen colas durante los prime-
ros meses de crecimiento pero las mismas desaparecen
antes de nacer. Una cola solamente tiene sentido para una
especie primitiva que intenta andar en dos patas y necesi-
ta mantener el equilibrio con aquella. Pero nuestra espe-
cie evolucionó hace ya tanto tiempo que desapareció ese
atavismo.
—¿Ponen huevos?
—Sí, pero no como sus pájaros o reptiles primitivos.
En realidad el embrión crece dentro de un líquido protei-
co dentro del útero de la madre y a su vez dentro de un
huevo de cáscara muy fina que abarca todo el vientre. El
embrión, dentro de ese huevo es completamente indepen-
diente del cuerpo de la madre y tiene toda sustancia que
necesita para desenvolverse dentro de la cáscara.
Existe también un cordón, como su cordón umbilical
que está unido a un punto oculto detrás de nuestras pla-
cas dorsales. Cuando el “bebé” está por nacer, todo el
huevo es presionado a través de la vagina que aparece
cubierta de una viscosa sustancia, y el bebé sale de de-
ntro de ese huevo después de algunos minutos.
Estos dos ganchos que tenemos en nuestros dedos
medios, son instintivamente usados por los bebés para
quebrar la cáscara y tomar su primera respiración.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

José comprendió ahora para lo que servían esos ame-


nazadores “garfios”.
—Nuestras crías no son tan grandes como sus bebés
humanos cuando nacen, en el mejor de los casos, tienen
de treinta a treinta y cinco centímetros de largo, y el hue-
vo unos cuarenta centímetros de largo, por lo cual nues-
tra vagina es menor que la de las humanas. Luego, crece-
mos hasta una altura de unos 1.60 a 1.80 metros.
—¿De qué se alimentan?
—Tenemos alimentación variada como la de uste-
des. Consumimos carne, frutas, vegetales, algunas espe-
cies de hongos que cultivamos en estancias subterráneas.
Nosotros podemos también comer y digerir algunas sus-
tancias que son venenosas para ustedes.
La principal diferencia entre ustedes y nosotros es
que nosotros debemos comer carne porque nuestro cuer-
po precisa sus proteínas. No podemos vivir siendo com-
pletamente vegetarianos como su especie, porque nuestra
digestión dejaría de trabajar y moriríamos semanas o a lo
sumo unos meses después de dejar de comer carne.
Muchos de nosotros comen carne cruda u otras cosas
que serían repugnantes para ustedes. Personalmente, yo
prefiero carne cocida y frutas, como manzanas y naran-
jas.
—¿Por qué viven bajo la tierra?
—Nuestros ancestros involucionados conocidos co-
mo “dinosaurios” murieron a causa de un gran cataclis-
mo global. La razón para esa destrucción no fue un cata-
clismo natural causado por el impacto de un asteroide
como equivocadamente sostienen sus científicos, sino
una guerra que ocurrió en órbita en la alta atmósfera de
este planeta, entre dos grupos alienígenas enemigos.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Los enemigos en esa guerra que sucedió hace sesenta


y cinco millones de años, fueron dos razas extraterrestres
superiores. Una raza era humanoide como su especie,
mucho más antigua y provenía de un sistema solar próxi-
mo a la estrella que ustedes conocen como “Procyón”.
José recordó que era el planeta de donde venía Khy-
la.
—La otra raza sólo sabemos que se trataba de una
especie también reptiliana, pero sin vinculación con no-
sotros, ya que nuestra especie evolucionó de formas sáu-
ricas locales sin influencia exterior, excepto una manipu-
lación genética hecha sobre nuestro género sobre noso-
tros mismos, y esto mucho tiempo después.
—Por lo que estoy escuchando. ¿Ustedes descienden
de los dinosaurios?
—Sí. Son nuestros antepasados.
—¿Pero cómo puede ser posible eso?
—¿Por qué lo duda?
—Quiero decir, que ustedes siendo tan inteligentes
provengan de unos animales irracionales.
—¿Quién le dijo a usted que ellos no razonaban?
Déjeme decirle que ustedes están tan distantes de la com-
prensión del Universo como cuando se encontraban qui-
nientos años atrás. Para emplear un lenguaje que quizás
usted entienda, la otra especie no venía de este universo
sino de la “trama del universo”. Usted llamaría a esto tal
vez otra dimensión. Pero nosotros no provenimos de
ningún Universo, ni sistema solar. Nosotros evoluciona-
mos de los Dinos.
—¿Cómo fue?
—Ustedes tienen en las profundidades de sus océa-
nos animales de magnitudes inmensas, que aún no han
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

sido descubiertas.
—¿Las ballenas?—. Preguntó José.
—No. Son más grandes que pueden digerir a una ba-
llena o cachalote.
José trataba de analizar qué tipo de animal podría
digerir a una gigantesca ballena. A menos que fuera un
pulpo gigantesco como los descritos en los libros fanta-
siosos de Julio Verne.
Lacerta leyó su mente y exclamó:
—¡Exacto! Existen pulpos y calamares gigantes que
habitan en las profundidades de sus mares.
—¿Pero por qué son tan grandes? ¿Acaso alguna fu-
sión química o nuclear hizo que se desarrollaran y llegar
a ese tamaño?
—No. Lo que sucede es que ustedes los humanos
perdieron el interés en ingerirlos como alimento. A mu-
chos humanos no les gusta el sabor del pulpo ni el del
calamar, y dejaron de ser parte de su dieta. Por lo tanto
ellos han proliferado en abundancia. Así mismo existen
otros animales marinos gigantes.
—¿Pero como han hecho para crecer tanto?
—Al no ser molestados por ustedes, simplemente se
desarrollaron debajo del mar con normalidad a través de
cientos de años. Ellos han aprendido a alargar la vida.
—¿Cómo pueden alargar la vida?
—Si exponemos a un ser humano a bajas temperatu-
ras, pero que no sufriera de congelamiento en sus arte-
rias, todo su organismo funcionaría lentamente. De esta
manera evitaría el “desgaste” de sus órganos prolongan-
do más la vida. Pero debido a que los moluscos y anima-
les marinos carecen de flujo sanguíneo, su sangre no se
congela y pueden resistir las bajas temperaturas.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

José trataba de comprender su exposición.


—De tal manera nuestros antepasados, vivieron en
este planeta sin ser molestados por nadie y se desarrolla-
ron de una manera normal, algunos se cruzaron entre
ellos mismos, creando razas diferentes de Dinos.
—Pero. ¿En donde se encuentra la cadena evolutiva
de ustedes?
—A través de millones de años, evolucionó el dino-
saurio más temible e inteligente. Este era el tiranosaurio
Rex. Se le llamó así debido al grado de inteligencia que
desarrolló para atacar a los demás dinosaurios. Este ante-
pasado nuestro desarrolló la quijada superior en forma de
U, mientras que en la mayoría de los carnívoros no tira-
nosaurios las quijadas superiores tenían forma de V.
¿Cómo se explica eso?
José no supo que responderle.
—La forma de su quijada se parece más a la de los
seres humanos. Este antepasado reptiliano caminaba so-
bre dos piernas y se parecía un poco a las reconstruccio-
nes que hacen sus paleontólogos de los iguanodontes,
sólo que era de tamaño menor, aproximadamente un me-
tro cincuenta con algunas características de humanoides
y cambios en su estructura ósea. Por ejemplo tenía un
cráneo mayor, un cerebro mayor y en sus manos un dedo
oponible como pulgar, capaz de tomar cosas. Tenía un
organismo y digestión diferentes, ojos desarrollados en el
centro de la cabeza como los suyos y lo más importante,
una organización cerebral más compleja. Este fue nuestro
antepasado directo. La radiación de la bomba que arroja-
ron los extraterrestres, tuvo mucho que ver en las muta-
ciones entre humanoides y dinosaurios, hubo una fusión
entre ambas razas, y dio pie a nacimiento de las nuevas
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

generaciones.
Lacerta hizo una pausa.
—Entretanto, ese pequeño dinosaurio de tipo huma-
noide evolucionó durante los siguientes treinta millones
de años. Estos seres fueron entonces lo bastante inteli-
gentes para no desaparecer durante los siguientes millo-
nes de años, porque aprendieron a vivir dado su reducido
número, vivieron ocultos en cavernas en vez de frente a
la naturaleza inclemente. Aprendieron el uso de piedras y
madera como sus primeras herramientas, el del fuego no
tanto para cocinar sino primeramente para mantener la
temperatura corporal, algo importante para nuestra espe-
cie.
Durante los siguiente veinte millones de años esta
especie fue dividida por la naturaleza en veintisiete sub-
especies. Muchas de esas sub-especies entraron en con-
flicto entre sí por la dominación del terreno y fueron ex-
terminadas entre sí. La naturaleza no fue amigable con
nosotros y de esas veintisiete sub-especies, veinticuatro
fueron extintas.
Cincuenta millones de años después de la extinción
de los dinosaurios, solamente tres especies adelantadas
reptilianas permanecían en este planeta junto a otros ani-
males que comenzaban a imponerse, al menos en núme-
ro. Estos eran los mamíferos. A través del cruzamiento
natural y artificial esas tres especies fueron unidas en
una. Pero mediante manipulaciones genéticas se elimina-
ron los genes propensos a dividirse en sub-especies, y esa
es la época en que fechamos nuestro surgimiento.
Lacerta terminó su exposición.
José le formuló otra pregunta:
—Dices que son carnívoros. ¿Se comen a los huma-
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nos?
—Sí, y no. No ingeriríamos a un humano muerto,
necesitamos que esté vivo en el momento de comerlo.
Nuestras preferencias son los niños. De acuerdo con los
terrícolas, ustedes nos hacen responsables de la desapa-
rición de 31,712 niños a lo largo de los últimos 25 años
en los Estados Unidos. Pero no es verdad, ellos son ali-
mentos de los Draconianos. Nosotros nos alimentamos
del ganado y otros animales que desaparecen de la super-
ficie.
—¿Son ustedes los causantes de la mutilación del
ganado y que culparon a un ente llamado “Chupacabra”?
—Si. Somos nosotros. Lo seguimos haciendo pero
con más cuidado, a raíz de haber sido descubiertos.
—¿Como lo hacen?
—Ya no mutilamos a los animales, simplemente lo
traemos debajo de la tierra sin dejar rastro alguno.
—¿Cómo son capaces de hacerlo? ¿Cómo pueden
subir del fondo de la tierra?
—Tenemos sistemas por todos lados, estamos siendo
ayudados por los Grises y por tu gobierno.
José hizo un gesto de desaprobación al escucharla
hablar. Luego le preguntó:
—¿Los grises están en todas partes ayudando a todos
los extraterrestres?
—Si, ellos son nuestros trabajadores. Son mercena-
rios que trabajan para quien les pague.
José recordó a su amigo James cuando dijo que eran
mercenarios.
—¿Cómo les pagan?
—Con conocimientos sobre genética, del cual ellos
carecen.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

José volvió a recordar las palabras de Khyla sobre la


deformación genética que padecían los Grises. Pensó que
aún seguían en la búsqueda del material genético para su
raza.
—¿Entonces los seres humanos están secuestrando a
los humanos para dárselos a los Grises, y éstos se los en-
tregan a los Draconianos?
—Es correcto. Esto es parte del acuerdo. Ellos no
subirán a la superficie mientras se les lleve comida allí
abajo.
—¿Cómo es que viven ustedes y ellos debajo de la
superficie, sin encontrarse?
—Tenemos nuestra propia red subterránea, así como
ellos también la tienen. La diferencia es que nosotros te-
nemos la experiencia y la tecnología de proteger los
túneles debido a que estamos más abajo desde hace
millones de años.
—¿Los Draconianos están ligados a ustedes?
—No. Esos reptilianos están extremadamente avan-
zados tecnológicamente y son una raza negativa o malig-
na, debido a que ven a los seres humanos como una raza
inferior, como si fuesen ovejas o ganado.
Los Draconianos siempre han chocado con todas las
especies humanas de la Galaxia, ya que tienen diferentes
visiones de la Jerarquía Universal y del orden. Ellos cre-
en que son la forma más pura de vida, ya que son andró-
ginos y se pueden reproducir sin una pareja.
Ellos se creen que son la imagen misma de un Dios,
ya que su ADN no cambia o evoluciona como el ADN
humano, por lo que creen que son neutrales como Dios.
Se hacen llamar el Lord de Marduk.
José abrió la boca.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Ella también tenía conocimiento de Marduk.


—Si. —Continuó Lacerta— Ellos se creen el Dios o
la Jerarquía del Universo. Los Draconianos actualmente
viven debajo de la tierra como nosotros, y han estado
aquí por largo tiempo, manteniendo un bajo perfil y pa-
sando desapercibidos.
Los Draconianos tienen una altura de 1.50 a 2.70 ms.
de alto, y pesando entre 150 y 250 kilos. Tienen cuerpos
sólidos con brazos y piernas fuertes. Sus manos tienen 3
dedos y un pulgar mientras que sus pies tienen 3 dedos y
un cuarto dedo en la parte trasera a un lado de su tobillo.
Su principal distinción es su piel que consiste en una piel
rugosa, con escamas. Son similares a nosotros pero los
distingue el rostro. Su color de piel también es verde y
sus ojos están entre amarillo y verde, sus pupilas son si-
milares a las de un gato. Algunos reptilianos como los
Dracos, tienen cola mientras otros no la tienen.
Mucha gente ha reportado reptiles que parecen
humanos, lo que se conoce como cambio de forma, esto
es que ellos pueden cambiar de forma humana a forma
reptiliana. Esto es debido a que su ADN ha sido mezcla-
do con el de los humanos. Todos los humanos tienen al-
guna cantidad de ADN reptiliano, alrededor de 10 a 15%,
sin embargo algunos humanos tienen unos niveles más
altos, alrededor de 50%, y son aquellos que cambian de
forma. La agenda reptiliana esta en alineación con la bi-
blia y otras creencias religiosas.
—¿Es por eso que la gente cambia de imagen y for-
ma como si fuera un reptiliano, frente a la televisión?
—Eso es falso. La señal de la televisión anterior-
mente la recibían en forma análoga, y si la señal no se
recibía con fidelidad se producía estática, generando con
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eso una forma de nieve o imágenes tipo fantasmas. Al


cambiar la señal a forma digital, las imágenes se trasmi-
ten cuadro por cuadro a una velocidad vertiginosa, sien-
do vista con mayor claridad y fidelidad.
Pero si la transmisión se pierde, se congelan esos
cuadros y se deforma la imagen. Es el modo de
“pixelado” como lo llaman ustedes. Tal es la razón de
que las imágenes de las personas parezcan que están
cambiando a reptiloides. Es solo una mala transmisión de
señal digital, que ha sido interrumpida por uno o dos se-
gundos.
—¿Cuántos Draconianos hay debajo?
—Existen viviendo debajo de la tierra alrededor de
1,833 entre 160 y 300 metros por debajo de ustedes. Al-
gunos de ellos han estado viviendo aquí a lo largo de mu-
cho tiempo. Tienen ciclos de vida que duran miles de
años y son carnívoros, además no son amigables para con
nadie.
—¿Y ustedes cuanta distancia están debajo de ellos?
—Estamos a más de un kilómetro por debajo de
ellos. Es tal por qué no nos encontramos con ellos.
—¿Cómo es que tienen tanta tecnología extraterres-
tre siendo de la Tierra?
—La aprendimos de los prisioneros que dejaban en
la superficie de la tierra. Los secuestrábamos y nos ins-
truían de cómo eran las cosas.
—¿Y los dejaban vivir con ustedes aquí?
—No. Cuando ya no nos servían, nos alimentábamos
de ellos.
José no pudo evitar sentir de nuevo temor ante ella.
—¿Por qué hablas de Dios? ¿Acaso creen ustedes en
Él?
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—No. Mencioné la palabra Dios para hacer más fácil


la explicación. La Jerarquía Universal son varios
“Dioses” que eran extraterrestres y que evolucionaron al
mundo más sutil del pensamiento. Ellos eran como uste-
des, los cuales llegarán a ser como los Procyones, Andro-
medanos, Sirios, Arcturianos o Pleyadianos, etcétera.
Después de una evolución mental y de conciencia,
elevaron a la posición de maestros de luz, para después
elevarse al nivel de Jerarquía del Universo.
—¿Estás tratando de decir que el humano puede lle-
gar a ser Dios?
—Tú eres el futuro maestro de luz y el futuro Dios si
te lo propones.
—¿Entonces Dios no existe?
—No y si.
—¿Cómo es eso?
—Tú eres Dios.
—¿Qué debo hacer para llegar a serlo?
—Despertar a la conciencia y a la cuarta dimensión.
Era lo mismo que le había explicado Khyla.
—Los seres vivos debemos viajar a través de las di-
mensiones, primero en forma física en tercera dimensión
ocupando un espacio en un planeta, después hacer un
viaje a la cuarta dimensión para la purificación de la
energía. Luego, ingresar a la quinta dimensión que es
Marduk, para posteriormente elevarse a la sexta y sépti-
ma dimensión en donde el ser de vivo ya es un ser ilumi-
nado de luz. Finalmente y después de una preparación
espiritual asciende a la octava y novena dimensión en
forma de “Dios” para ocupar su lugar durante un tiempo,
hasta que otros seres iluminados ocupen su lugar. Es en-
tonces cuando este “Dios” regresa al plano físico en
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algún mundo como ser vivo. Esto incluye a los extrate-


rrestres también. Todos estamos unidos en esa escala
evolutiva de conciencia y energía.
—¿Es acaso lo que se llama reencarnación?
—Exacto. El ser humano nunca deja de reencarnar,
es un necesario para continuar con el flujo de energía y
que todos tengamos las mismas oportunidades de ocupar
por un tiempo el puesto de “Dios”.
—¿Cómo es que sabes todo eso?—. Preguntó José.
—Hemos recibido la visita de muchas razas benévo-
las de extraterrestres como los Pleyadianos y los Arctu-
rianos. Ellos han sido nuestros maestros y nos enseñaron
el respeto por la vida humana. Fue cuando dejamos de
ingerir humanos.
José respiró aliviado al escucharlo.
La reptiloide detuvo su exposición para preguntarle:
—¿Qué haces aquí debajo?
—Es muy largo de explicar, solo estoy tratando de
escapar de este lugar.
—¿Qué hacías allá arriba?
—Fui secuestrado por agentes del gobierno.
—Yo puedo ayudarte a salir de aquí.
—¿De verdad?
—¿A dónde quieres ir?
—A mi país México.
—Solo tenemos tres salidas a tu país, y puedo llevar-
te lo más cerca que sería en la Península de Baja Califor-
nia, en la zona de Chiapas o en la ciudad de México.
José pensó que sería más fácil comunicarse con su
esposa desde la ciudad de México.
—Me gustaría ir a la ciudad de México.
—Te llevaré.
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—Gracias Lacerta.
—De nada.
—¿Por dónde saldremos?
—Por el volcán más cerca que tiene tu ciudad.
José no podía creer que saldría por el volcán del Po-
pocatépetl.
—¿Puedo saber de qué raza eres?
—Soy de Saurio.
—¿En dónde queda?
—Aquí.
José la miró extrañado.
—Así se llama mi planeta. Ustedes le llaman Tierra.
Pero es nuestro.
José no podía creerlo.
Se atrevió a decirle:
—¿Puedo pedirte un favor?
—Sí, pídeme lo que sea.
—¿Podrías ayudar a mi amigo el doctor Michael
Wolf a que sea contactado por los Alfa Centauris, y sea
transportado con ellos?
—¿Por qué deseas eso?
—Será asesinado en el año 2000.
—No te preocupes, yo ayudaré a tu amigo para que
esté a salvo en Alfa Centauris.
—¿Cómo te contactará?
—Ellos lo contactarán, no te preocupes. Tú solo en-
cárgate de divulgar lo que aquí has visto.
Mas tarde José abordaría un tren subterráneo que lo
llevaría a una de las bases de lanzamiento, a la cual sub-
iría para salir de ahí.
—Antes de subir a nuestro transporte, necesito
hacerte dormir.
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—¿Por qué razón?


—La velocidad ha matado a algunos humanos por
que su cuerpo no está acostumbrado a viajar a altas velo-
cidades. Debo ponerte en estado se suspensión para que
puedas viajar, y para eso debo dormirte.
—Está bien—. Le dijo José, y en un instante se
quedó dormido.

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Capítulo X

José descendía de la cima del volcán, siendo obser-


vado con curiosidad por la mayoría de los campesinos
que vivían en el pueblo de Ecatzingo de Hidalgo.
Se había extraviado y una camioneta que había pasa-
do cerca del lugar se detuvo.
—¿Para donde va amigo?
—Voy para la ciudad de México.
—¡Huy amigo! Usted está muy lejos.
—¿Me puede llevar a donde usted vaya?
—Voy para Ecatzingo.
—No importa, con tal de salir pronto de aquí.
Más tarde se despedía del conductor y caminaba por
las calles del poblado.
Se deshizo de la bata blanca y se acercó a una tienda
de comestibles.
—¿Señora podría darme un poco de dinero a cambio
de esta bata?
—No tengo joven.
—Lo que sea para llegar a mi casa.
La anciana se le quedó mirando.
—¿A dónde va?
—A la ciudad de México, a Tlalpan.
—Si quiere espérese un poco y lo lleva mi sobrino
en su camioneta. Él va para la capital.
—Gracias señora.
Poco más tarde, José se encontraba a bordo de una
camioneta que era conducida por un muchacho joven. El

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ABDUCCION J. David Villalobos L.

viaje de casi 84 kilómetros le pareció largo, debido a la


urgente necesidad que tenía por ver a su familia.
Al cabo de una hora y media, lo dejaba sobre la cal-
zada de Tlalpan. Con el dinero que le había dado por la
bata, tomó un taxi para dirigirse a su casa.
Al llegar tocó a la puerta, su esposa no lo esperaba.
—¿En donde estuviste todo este tiempo? ¿Andabas
de borracho?—Le preguntó en cuanto lo vio.
—Tengo mucho que contarte
A pesar de su aspecto descuidado, se veía joven.
—Necesito un baño y comer algo.
Más tarde sentado en la mesa frente a su esposa le
preguntó:
—¿Qué día es hoy?
—¿Ya no sabes en que día vives? Es sábado.
Su esposa estaba realmente molesta.
—¿Qué año es?
—¡No puedo creerlo! De verdad que ya se te olvidan
las cosas. Si no dejas de beber te van a dar lagunas men-
tales.
—¿Qué año es?
—¡Estamos en Enero de 1993!—. Le gritó su esposa.
—¿Y las niñas?
—Se fueron con su tía al parque.
—¿Y María?
—¿Cuál María?
José comprendió que aún no nacía, sino hasta el si-
guiente año.
No tenía caso contarle a su esposa por todo lo que
había pasado.
—¿Llamó alguien preguntando por mí?
—Sí. De tu trabajo hace tres días.
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—¿Cuántos días estuve fuera?


—¡Tres días! Supongo que andabas de “borrachote”
con tus amigotes.
José ya no discutió con su esposa. Trataría de vivir
su nueva vida, ya que nadie le creería la odisea que había
vivido, así que decidió que lo guardaría en secreto.
Pensó en el doctor Michael Wolf y en la suerte que
había corrido.
Se dio un baño y se acostó a dormir.
Al día siguiente se dirigió a su trabajo.
Volvía a revivir la misma escena. Veía a sus compa-
ñeros y volvía a repetir el mismo trabajo.
Una tarde en que salió de su trabajo, se quedó de ver
con su esposa en un centro comercial en la zona sur de la
ciudad.
José se encontraba paseando mirando aparadores de
los establecimientos, mientras llegaba su esposa.
Se acercó a él una mujer joven, vestía un traje color
verde pistache y le preguntó:
—Disculpe señor. ¿No estaría interesado en adquirir
la tarjeta American Express?
José se quedó asombrado.
Aún no se endeudaba.
Tenía la oportunidad de decidir en ese momento.
Recordó las palabras de Khyla cuando dijo que el
futuro se labraba en el presente.
Sin pensarlo dos veces le dijo:
—No señorita. No quiero volver a endeudarme.
En ese momento llegó su esposa y le preguntó:
—¿Qué quería?
—Ofrecerme la tarjeta American Express.
—¿Por qué no la aceptas?
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—Porque no quiero endeudarme.


—¡Anda! Acéptala y podemos comprar todo lo que
sea.
José la miró y le dijo:
—Te aseguro que sin ella vamos a estar mejor.
Su esposa no quedó muy convencida, incluso se mo-
lestó un poco con él.
Al conocer lo que le esperaba por vivir, decidió dar
un nuevo giro a su vida.
En el mes de Julio siendo las vacaciones de escuela
de sus dos hijas, decidieron ir al mar.
Su esposa se encontraba admirada de que él se
hubiera retirado de la bebida.
Vivían una vida muy feliz y sin contratiempos.
Podía disfrutar a sus dos hijas pequeñas.
José conocía su futuro y solo extrañaba a su hija
María.
Cierta tarde escuchó a una de sus compañeras de tra-
bajo hablar de una esotérica que leía las cartas.
José se acercó a ella y le preguntó:
—¿Quién es esa mujer?
—Se llama Sonia y está sobre la avenida Insurgentes
casi esquina con Félix Cuevas.
—¿Qué tan buena es?
—Muy buena. Me adivinó todo.
José recordaba que hacía nueve años había ido con
ella, y le había dicho que viviría hasta los 85 años, y que
se casaría con una mujer blanca y que tendría tres hijas.
Él no le había creído ya que en ese entonces salía
con una mujer de piel morena. Además había fallado en
lo de la muerte. Él fallecería a la edad de 55 años.
Había decidido modificar su destino, así que se deci-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

dió ir a visitarla de nuevo.


Días después se encontraba en la recepción esperan-
do a que Sonia terminara de atender a uno de los clientes.
Al cabo de una hora le dijo:
—¡Adelante señor!
José se dirigió al pequeño cuarto, y separó con la
mano los largos adornos que servían como puerta.
Se escucharon sonar las pequeñas campanillas que
tenía en esa “puerta” hecha de cuerda con adornos.
—Siéntese por favor.
—¿No me recuerda?—. Le preguntó José.
Sonia se quedó mirándolo detenidamente.
—No muy bien.
—Vine hace nueve años.
—No lo recuerdo.
Sonia comenzó a tirar las cartas y comenzó a adivi-
nar su presente.
—Usted trabaja con mucha gente, siempre está ro-
deado de mucha energía negativa. Lo envidian y debe
cuidarse de las energías negativas.
José permaneció mudo. Eran las palabras de Ptah.
—Veo que está casado y tiene dos hijas.
Todo iba bien.
Sonia continuó adivinando su futuro:
—Va hacer un viaje muy largo del cual no regresará
jamás. Veo que va a vivir más de 85 años.
José sonrió satisfecho. Entonces esta vez sí viviría
largo tiempo. Pensó que el día que se acercara el ovni
volando cerca de su casa, no saldría para nada a la calle.
—Muy pronto su situación económica mejorará y se
mudará de ciudad, además tendrá una posición envidia-
ble. ¡Cuidado con sus logros materiales!
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

No podía creerlo. Le hacía la misma advertencia que


Ptah.
No volvería a destruir su “otro ser”.
—No veo más hijos en su vida, solo las tres hijas que
tiene.
—¿Está segura?—. Preguntó José inquieto.
—Sí. No veo más hijos.
Mas tarde José salía del “consultorio” de Sonia no
muy satisfecho. No le había convencido la lectura del
tarot.
Sonia había vuelto a equivocarse. Él estaba seguro
de que pronto su esposa se embarazaría.
Cierta tarde le llamó su jefe y le dijo:
—José, prepárate porque te vas a ir a Morelia a un
evento muy importante el día 19 de Diciembre.
Volvería a realizar el evento, pero con la única dife-
rencia de que no regresaría ebrio esa noche.
—Aún faltan dos meses pero quiero que vayas pre-
parándolo.
José sabía que de un momento a otro su esposa le
daría la sorpresa de su embarazo. Su hija nacería en el
mes de Julio, y ya debería estarlo.
Cada vez que veía a su esposa le miraba fijamente su
vientre.
—¿Qué tanto me miras?—. Le preguntó un día, al
ver que la miraba insistentemente.
—Nada, solo quería verte.
Se llegó el día del evento y José regresó sobrio y fe-
liz por no haber bebido.
Su jefe había quedado encantado y le dio una gran
comisión por el evento.
—Al día siguiente le dijo a su esposa:
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¡Vamos a celebrar!
—¿Qué celebramos?
—Mi nuevo ascenso y tengo que darte una noticia.
—¿Qué noticia?
—Te la daré en el restaurante.
Esa noche se encontraban cenando en el restaurante
el cual José había sido gerente en la otra vida.
—¿Qué vamos a celebrar?—. Le preguntó su esposa
sonriendo.
—Vamos a brindar por mi nuevo ascenso.
Susana levantó su coctel “Blanc Cassis” mientras
José lo hacía con agua mineral.
—¡Salud—. Dijo él.
—¿Qué noticia me ibas a dar?
—Te quiero dar la noticia de que……
De pronto fueron interrumpidos por una voz conoci-
da.
—¡Hola Pepe! Que gusto verte.
José volteó a ver a su amiga Bertha quien lo saludó
muy sonriente
—Te presento a Héctor.
José estrechó su mano y se presentaron.
Ese momento ya lo había vivido, pero él era el ge-
rente en esa ocasión.
—Pepe. ¿No te puedes sentar un momento con noso-
tros?
Le señaló la mesa en donde se encontraban ellos sen-
tados.
José miró a su esposa y le dijo:
—Regreso en un minuto.
—Ahorita se lo regresamos—. Le dijo Bertha a Su-
sana.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—No se preocupe—. Le respondió ella.


José se encontraba en la mesa de ellos y Bertha co-
menzó diciendo:
—Pues mira Pepe. Héctor tiene un problema econó-
mico muy grande, y te queríamos preguntar si no tienes
de pura casualidad, que le prestes cinco mil pesos.
José se sintió incómodo por la situación, ya sabía de
lo que se trataba.
—No tengo Bertha—. Le dijo.
—Ya se lo había dicho a Héctor, pero él te quería
dejar empeñada su pistola.
Su acompañante sacó de su cintura, un revolver
“Smith and Wesson” calibre 38 de seis tiros, para uso
exclusivo de la policía. José se sintió hipnotizado y no
podía dejar de admirar esa hermosa arma.
—Lo siento de verdad Bertha. No estoy interesado
en las armas. Mi vida es más pacífica, no quiero destruir
algún día mi “otro ser”.
Bertha y Héctor se quedaron callados sin entender de
qué hablaba.
—Gusto en saludarlos—. Les dijo y se levantó de la
mesa para dirigirse a su esposa.
—¿Qué querían?—. Le preguntó su esposa.
—Destruir mi “otro ser”
—¿Qué es eso?
—Nada —Dijo sonriendo— Solo estoy labrando
nuestro futuro.
—¿Qué noticia querías darme?
—Bueno, yo no. Más bien tú.
—¿Yo?
—Sí. ¿No tienes ninguna noticia que darme?
Su esposa lo miró con extrañeza.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—No—. Le respondió tratando de pensar que noticia


debía darle.
Por fin recordó algo y le dijo:
—¡Ya lo recordé!
José respiró aliviado.
—¿Qué es amor?
—Solo quería decirte que, muchas gracias por dar-
nos tranquilidad al alejarte de la bebida.
José no podía creerlo.
Él esperaba la noticia del embarazo de ella.
—Gracias—. Acertó a decir.
Pasadas las fiestas navideñas, escuchó a su esposa
decir:
—Voy a la farmacia a comprar toallas porque ya me
“bajó”.
José no daba crédito. No estaba embarazada.
¿Qué había ocurrido mal?
Al día siguiente acudió al médico.
—¿Cómo estas José?
—Bien Miguel.
—¿Qué te trae por aquí?
—Bueno, es solo que deseo, es decir; deseamos tener
otro bebe, y quería hacerme una prueba de esperma para
saber si no tengo algún problema.
—Está bien.
El médico se dirigió a un estante y tomó un envase
de plástico y se lo entregó diciendo:
—Me traes mañana el esperma para mandarlo al la-
boratorio.
Esa noche José disfrutaba de una relación intensa
con su esposa. Antes de terminar el acto sexual, José se
separó de ella para depositar el esperma dentro del enva-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

se.
—¿Para qué haces eso?—. Le preguntó su esposa.
—Para llevarlo a analizar.
—¿Para qué?
—Quiero que tengamos otra hija.
Su esposa lo miró y le preguntó:
—¿Y si es niño?
—No. Yo quiero otra hija.
—Ya tenemos dos, ¿no quieres un varón?
—No. Yo estoy esperando a María.
—¿María?
—Sí, así quiero que se llame nuestra próxima hija.
Días después José se encontraba frente su médico.
—Siéntate José.
—¿Cómo salieron los resultados?
—¿Hace cuanto que te hiciste la vasectomía?
—¿Vasectomía?
—Si. Tu semen no contiene espermatozoides.
—¿Cómo?
—Sí. Como lo oyes, la única explicación es que te
hayas hecho la vasectomía.
José no podía creerlo.
Se tocó inconscientemente recordando al Gris que le
había insertado un artefacto de metal a él y a su esposa.
—¡No puede ser!—. Casi gritó.
—Tranquilo José, no es tan grave.
—¡No, no puede ser!—. Gritó y se soltó llorando.
—Su médico trataba de calmarlo.
José salió del consultorio y se encontraba como ido,
caminando por las calles.
Se sentía desesperado, impotente y triste.
Extrañaba a su hija María.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¡No puede ser!—. Gritó por la calle, siendo obser-


vado por la gente.
—¡María!—. Gritaba sin cesar.
Su desesperación llegó al límite y sin pensarlo si-
quiera, se dirigió a una licorería.
—Una botella de vodka Smirnoff—. Le pidió al em-
pleado.
José salió con la botella en la mano, y sin importarle
que la gente lo pudiera ver, ingirió grandes tragos a la
botella.
Quería perderse y dormir. Pensó que quizás con el
sueño, Ptah vendría por él y lo llevaría al año 2012 con
su pequeña María.
—¡María!—. Repetía sin cesar.
Cansado de caminar, se sentó en una banca del par-
que ubicado en Calzada de las brujas y Miramontes. No
se dio cuenta que hora se quedó dormido.
Ya era noche cuando lo despertó un agente de la po-
licía federal de caminos.
—No puede estar aquí.
José se levantó y tomó un taxi para dirigirse a su ca-
sa.
Al llegar su esposa lo vio y le dijo:
—¡Mira nada más como vienes José!
—María, mi pequeña María.
—¿Qué te sucede? ¿Quién es María?
—Nuestra hija que no nacerá.
—¿Qué te pasa? ¿Por qué dices eso?
—Porque el maldito Gris me volvió estéril.
—¿Cuál gris? ¿Por qué estéril?
—El maldito extraterrestre que me secuestró.
—¡Ay José, ya acuéstate!
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—¡María, mi pequeña María!—. Repetía sin descan-


so.
Poco a poco se quedó dormido.
Al despertar, sentía la boca seca y creyó que había
sido una pesadilla.
Se levantó y se encontró solo en la recámara.
Vio el reloj y señalaban las 11 de la mañana.
—¡Susana!—. Le gritó a su esposa.
Al no obtener respuesta, se levantó.
Al salir de la recámara vio a su suegra.
—Buenos días José—. Le saludó.
Él no podía creer lo que veía. ¡Ahí estaba su suegra
viva! Estaba volviendo a vivir los mismos momentos an-
teriores.
Trataba de poner en orden su mente, cuando su sue-
gra le preguntó:
—¿Se siente bien?
—Si, señora.
Se quedaron mirándose mutuamente y José le pre-
guntó:
—¿No le ha pasado a usted como si algún momento
de su vida ya lo había vivido antes?
—Sí. —Le respondió ella— Se llama “deja vú”.
Todo se volvía a repetir de nuevo.
—Vine por la ropa de las niñas para llevarlas a la
escuela—. Le dijo su suegra, ya que ella tenía llave del
apartamento para entrar.
Momentos después de retiró, mientras José permane-
ció todo el día en su casa sin hacer nada. Solo se había
levantado para prepararse algo de comer, y regresar a la
cama para continuar viendo programas de televisión.
Por la noche cuando regresó su esposa, le preguntó:
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

—¿Te sientes bien?


—No. —Le respondió él— No está nada bien.
—¿Qué te sucede? Ya habías dejado de beber.
José no respondió y dejó correr el llanto.
—¿Qué te pasa? ¡Por favor dímelo!
—Nadie entendería lo que me sucede.
—¡Déjame ayudarte! —Le dijo su esposa— ¿Qué te
sucede?
—Nada. No me creerías nada de lo que dijera. Creer-
ías que estoy loco.
—¿Por qué no tratas de explicarme lo que te sucede?
José la miró y dudó si de verdad ella le creería.
—Fui secuestrado por extraterrestres y…
—¡Ay José! No empieces con eso otra vez—. Le in-
terrumpió ella.
José bajó la cabeza y dejó que la tristeza lo consu-
miera.
—¿Qué tienes José?
El silencio fue su respuesta.
Los meses pasaron y José cada día se hundía en la
depresión, y para soportarla bebía diariamente.
Su esposa terminó dándose por vencida.
Estaba convencida de que su esposo padecía de deli-
rio de persecución debido a la bebida. Si continuaba así,
pronto llegaría a la antesala del infierno al “delirium tre-
mens”.
José se preguntaba “¿Qué había pasado? Él había
dejado de beber por estas fechas y ahora estaba de nuevo
bebiendo”.
Recordó cuando le había preguntado a Ptah:

—¿Que hace mi “otro ser” mientras duermo?


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—Él está en otro Universo paralelo haciendo otras


cosas distintas, pero a veces hace las mismas cosas que
tú hiciste momentos antes.

Había comprendido que hay cosas que no se podían


cambiar. No podía hacer que regresara su hija María. El
dolor de haberla perdido lo estaba matando lentamente.
Tendría que aceptar vivir en el presente y olvidarse
del futuro. Ese pensamiento le lastimaba en el alma hasta
hacerlo llorar de desesperación.
Sentía que ella era quien había muerto, y no él.
Extrañaba demasiado a su pequeña María. Nunca
más la volvería a ver.
Ya no habría viajes al futuro. Su “otro ser” ya estaba
creado y había cumplido fielmente su función de mante-
nerlo en el plano astral, para ser purificado de las energ-
ías negativas el día que había fallecido.
Su esposa y sus hijas estarían sin él y aprenderían a
vivir sin su presencia. El ya había muerto en el año 2012.
La paradoja del abuelo era real. “Si viajo al pasado y
mato a mi abuelo permaneceré en el pasado, pero mi fu-
turo continuará y yo moriré de viejo en el pasado”.
El tiempo sigue su marcha. No se detiene y nada se
modifica. Él había quedado atrapado en el pasado y el
destino le había modificado su futuro.
Existían varios universos paralelos, y en uno de esos
se encontraba José atrapado.
Ya lo había dicho Ptah.

“Los Universos paralelos son un grupo de infinitos


universos que coexisten al mismo tiempo con todos uste-
des, pero en planos diferentes. Es como una burbuja en
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

un océano lleno de burbujas y cada burbuja representan-


do un Universo. Todos los posibles resultados de cada
elección que hayan hecho ocurren de manera diferente
en cada uno de estos universos alternativos. Es decir que
hay más de un “tú”, haciendo mil cosas diferentes”.

En ese momento él estaba haciendo cosas diferentes,


en una vida diferente a las que había hecho con anteriori-
dad.
Si no cambiaba su forma de ser actuar y pensar, no
irían a vivir a Mazatlán en el año 1999, y todavía falta-
ban 5 años.

Recordó la exposición sobre la película:

“Imagina una película de cine del tamaño de 8 mm.,


en donde el personaje central va caminando hacia una
dirección. La distancia que recorre dura tan solo un mi-
nuto, para tal efecto se lleva la cantidad de 24 cuadros
por segundo filmados. Es decir se filmarían 1,440 cua-
dros. Si quisieras ir al pasado te irías al cuadro número
1, o si deseas ir al futuro te irías al cuadro número
1,440. Los cuadros del 2 al 1,439 corresponderían a los
demás Universos paralelos”.

José pensaba en cuál de todos esos cuadros se encon-


traba él.
No había manera de saberlo.
Recordó cuando Ptah le dijo:

“La mente, la memoria, la personalidad y el alma


sobreviven a la muerte física”.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Él había sobrevivido a la muerte física y los recuer-


dos lo atormentaban.
Nunca olvidaría nunca a su pequeña María.
La extrañaba pero trataría de imaginar que se encon-
traba en otro país, al cual él no podía ingresar debido a
que no tenia visa.
Sabía que estaba viva, pero no la podría ver.
Era como si ella se encontrara en Marduk.
Tenía que cambiar su vida destructiva, debería cono-
cer a James para que escribiera su libro.
No podía continuar auto-destruyéndose.
Debería llegar al año 2001 para continuar con lo que
el destino le tenía preparado. Sin modificaciones, excep-
to sin su pequeña hija.
Sabía que moriría y que volvería a vivir lo que Ptah
le había dicho sobre la reencarnación.
José pensó que si no podía evitar ser abducido por
los extraterrestres en el año 2011, volvería a vivir un ci-
clo continuo de vidas durante 19 años.
Sería una reencarnación sin fin.
Su esposa no comprendía lo que le estaba sucedien-
do, debido a que él no le había comunicado aún sobre
los viajes a los Universos Paralelos.
Recordó cuando ella le había preguntado:

—¿En donde estuviste toda la mañana y porqué no


fuiste a recoger a las niñas?
—Estuve en el otro Universo paralelo. Voy hacer
algo para demostrarte que no te soy infiel. No quiero que
sigas pensando en el divorcio. Escribe algo.
Ella aún dudando, escribió:
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

“Mazatlán Sinaloa Domingo 18 de Noviembre de


2001. Hora: 10 am”.

Todavía no sucedía ni iría a suceder, ya que él no


volvería al futuro para poder demostrárselo.
Pensó en su esposa en el año 2012 cuando le dijo:

—¡Yo no quiero a ningún “otro ser”, prefiero vivir


sola, al fin y al cabo siempre me dejaste sola!

¿Acaso fueron proféticas sus palabras?


Ahora se encontraba sola sin él y sin su “otro ser”.
No pudo evitar dejar correr el llanto, la había perdi-
do, y si no hacía algo pronto con su vida, la perdería en
ese ahora también.
Momentos más tarde José hacía una llamada para
comunicarse a su trabajo. Solo para recibir la mala noti-
cia de que ellos ya no contaban con él, debido a la larga
ausencia demostrada.
No quería aceptarlo, pero sabía que terminaría sien-
do el gerente del restaurante donde habían ido a cenar él
y su esposa meses atrás. El destino no se pudo modificar.
El tiempo transcurrió y José dejó de beber. Seguía
siendo el gerente del restaurante, pero había hecho modi-
ficaciones en su vida. No tenía deudas contraídas con
American Express, y no se había hecho de la pistola.
No volvería a destruir su “otro ser”. Trataría de ali-
mentarse de energía positiva.
Cierta noche su esposa le preguntó:
—¿Qué sucedió con los análisis de esperma que te
hicieron?
José la miró extrañado. Habían transcurrido casi 4
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

años de eso.
—¿Por qué lo preguntas?
—Es que dejé las pastillas anticonceptivas para salir
embarazada, y no lo logro entender.
—Yo soy el que ya no puede.
—¿Pero cómo? ¿Qué te sucedió?
José no sabía cómo explicarle lo que le había sucedi-
do.
—No tiene caso explicarlo. No lo entenderías.
—¿Es sobre los extraterrestres?
José la miró y le respondió rotundamente.
—¡Sí! Pero olvídalo, no quiero tener problemas de
nuevo contigo.
Su esposa lo miró detenidamente. Ya tenía casi cua-
tro años sin beber, y no podía estar padeciendo de deli-
rios.
Ella bajó la cabeza por unos momentos y le pre-
guntó:
—¿Podrías contarme lo que te sucedió?
José la miró, y vio que hablaba en serio.
—Antes de que te narre lo sucedido te voy hacer una
pregunta. ¿Qué día es hoy?
—Es sábado 7 de Diciembre.
—¿De verdad quieres creer en mí?
—Es lo que más quiero.
—Entonces no dudes de mí. No me hagas preguntas
hasta que sucedan las cosas.
Su esposa lo miró sin comprender.
—Mañana domingo 8 de Diciembre mi hermana va a
llamar al mediodía diciendo que mi padre está enfermo, y
que necesita dinero para las medicinas.
—¿Pero de donde le enviamos? Si el trabajo que tie-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

nes no da para más.


—Exactamente. Por tal motivo no le puedo enviar
dinero.
—¿Y qué va a pasar?
José la miró fijamente y le respondió:
—Él morirá el día 21 de Diciembre.
Su esposa frunció el ceño, y José la interrumpió:
—No digas ni preguntes nada. Espera hasta mañana.
José recordó que en el otro Universo paralelo él hab-
ía modificado la fecha y murió el día 22. En esta ocasión
no lo haría. Dejaría que el destino siquiera su camino.
José de durmió tranquilamente mientras su esposa
permanecía despierta mirando la televisión sin verla.
Observaba a su marido que dormía plácidamente
mientras a ella le corroía la duda. No podía dormir pen-
sando en la llamada. Aún tenía dudas sobre su marido,
pero quería creer en él.
A la mañana siguiente José se despertó a causa de
los juegos de sus hijas. Se levantó y al verlo corrieron a
abrazarlo Yasmin de doce años y Aline de diez.
Inconscientemente buscó a María de cuatro años.
Pero no estaba, ni estaría nunca más. Sintió deseos de
llorar y se refugió en sus hijas abrazándolas con todo el
amor que no podía darle a su otra hija. Trataba de darles
a sus dos pequeñas lo que no podía darle a María en el
otro Universo.
Sin pensarlo siquiera dejó escapar un pensamiento:
—¡Maldito Ptah, ¿Por qué se te escapó el ingrediente
básico de la vida y no pudiste borrarme la memoria?
Sus hijas lo miraron sorprendidas y Aline dijo:
—¡Mamá mi papá dijo una grosería!
José sonrió y la cubrió de besos.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

La mañana transcurrió sin novedad. Susana no deja-


ba de ver el reloj que colgaba de la pared de la cocina.
José le aclaró:
—A las doce de medio día. Falta media hora.
Su esposa dio un brinco cuando el teléfono sonó a
las 11.50. José miró el reloj y le dijo:
—Es tu hermana.
Susana contestó y efectivamente era su hermana.
—¡Huy! Mi papá es adivino—. Exclamó riendo
Yasmín.
Al colgar el auricular, su esposa permaneció en si-
lencio esperando la llamada de su cuñada.
A las doce en punto volvió a sonar el teléfono.
—Contesta. Es mi hermana.
Sus hijas reían creyendo que su padre jugaba a ser el
adivino.
Con cierto temor Susana levantó el teléfono:
—¿Bueno?
—Hola Susy. Soy Ana, ¿está José?
Su esposa no supo que decir y le entregó la bocina a
su marido.
—¿Quien es mamá?—. Preguntó Aline.
—Tu tía Ana—. Le respondió como autómata.
—¿No te dije? —Dijo Yasmín— ¡Es adivino!
José encendió el altavoz para que su esposa pudiera
escuchar la conversación:
—¿Qué sucede Ana?
—Mi papá está muy enfermo, necesito dinero para
comprarle unas medicinas.
Susana no podía dar crédito a lo que escuchaba.
—Si lo entiendo, pero no tengo un trabajo estable y
no tengo dinero.
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—Bueno solo te hablé para que lo supieras.


Continuaron conversado un poco más y finalizó la
llamada.
—¿Quieres saber que sigue?
—¡No! Me da miedo—. Respondió su esposa.
—Pues te lo diré. Es necesario que sepas todo lo que
va a suceder, para que puedas creer en lo que te voy a
contar.
—¡No quiero saberlo!
—¡Si papá! —Gritaron a coro sus hijas— ¿Qué va a
suceder?
—Sucederá que me llamarán de Mazatlán para decir-
me que me vaya a trabajar el día 1 de Diciembre ganando
un excelente sueldo.
—¿Nos vamos a ir a vivir a la playa?—. Preguntó
Yasmín.
—Si hijas.
—¿Así se llama a la playa Mazatlán?—. Preguntó
Aline.
—¡No tonta! —Le respondió su hermana riendo—
Es la ciudad.
El ambiente de familia era agradable y las risas de
sus hijas le alegraban en parte su triste vida.
—¿A qué hora llamarán papi?—. Preguntó Aline.
—En cinco minutos.
—¡Siiii!—. Alabaron sus hijas lo que creían era un
juego de su padre.
Transcurridos los cinco minutos sonó el teléfono.
—¡Contesta!—. Le dijo a su esposa.
—¡No! Tengo miedo.
—¡Contesta te digo!
—¡Si mamá contesta!—. Le dijo Yasmín.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Susana no quiso contestar el teléfono que continuaba


timbrando.
—¡Yo contesto!—. Dijo Yasmín.
—¿Bueno?
—¿Está el señor José . . . .?
—Si. ¿De parte de quien?
—Del señor González de Mazatlán.
Yasmín abrió los ojos asombrada de lo que acababa
de escuchar.
—Es de Mazatlán—. Dijo entregándole la bocina.
Mientras José atendía la llamada, sus hijas comenta-
ban:
—¿Cómo le hace mi papá?—. Preguntó Aline asom-
brada.
—No sé, tiene poderes.
—Es un brujo—. Dijo Aline.
Ese comentario provocó la risa de Yasmín.
Susana permanecía en silencio.
Al finalizar la llamada le preguntó:
—¿Ahora me crees?
Susana lo miró en silencio y se acercó llorando a
abrazarlo.
Sus hijas creyeron que su mamá lloraba porque se
iba de viaje, y se sumaron al abrazo llorando también.
—¿Qué va a pasar?—. Preguntó su esposa.
—Nada. Solo que me voy el día 27 de Noviembre y
comenzaré a trabajar el día 1 de Diciembre, después re-
gresaré por ustedes el día 21, para regresarnos todos a
vivir en Mazatlán. Pero antes haremos una escala en
Guadalajara por lo que te comenté con respecto a mi pa-
dre.
—¿Qué va a pasar papi?—. Peguntó Aline al escu-
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charlo.
José la abrazó y la levantó en brazos y le dijo:
—Que viviremos en un departamentito chiquito,
donde disfrutarán todos los días de la playa, el sol, la are-
na y me enterrarán debajo de la arena.
—¡Yupi!—. Gritaron a coro sus dos hijas.
En realidad había sido María quien lo había cubierto
con arena. Ya no dijo nada y solo hundió el rostro dentro
del cabello de su hija Aline, para ocultar su llanto.
Al anochecer, José y su esposa permanecían acosta-
dos en la cama y ella le dijo:
—Cuéntame todo lo que te sucedió.
—Fui abducido por una nave.
—¿Abducido?—. Le interrumpió ella.
—Sucedió que en el año 2012, tuve una especie de
sueño.
—¿En el 2012?—. Preguntó asombrada su esposa.
—Bueno, deja te explico de que se trata.
Conforme le narraba a su esposa, ella a veces reía,
otras permanecía pensativa. Le contó sobre lo de los
Atlantes y se interesó mucho por conocer el origen de la
vida, y la vida en Marduk.
Le contó sobre su esposa y sus tres hijas en el otro
Universo paralelo y que a veces había estado allá con
ellas, y a veces aquí.
Ella sonriendo le preguntó:
—¿Y sigo siendo bonita?
—Mucho más que ahora—. Le respondió.
—¿Y con cuál de las dos prefieres estar?
José sonrió debido a que estaba volviendo a revivir
los mismos momentos del ese entonces.
—¿Por qué te quedaste tan serio?—. Le preguntó
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ella.
—Porque estaba pensado en tu pregunta.
—¿Y con quien quieres estar?—. Le preguntó son-
riendo.
—En los dos lados para estar con María.
—¿Es en serio todo lo que me estás diciendo?—. Le
preguntó muy seriamente.
—Sí, no bromeo.
—¿Cómo es esa otra hija que tenemos?
José se ocultó el rostro con las manos.
Su esposa lo abrazó y le dijo:
—Cuéntame sobre María.
Sollozando comenzó a describir a su hija.
Su esposa lo escuchó narrar con lujo de detalles la
personalidad de su hija, y no pudo evitar terminar lloran-
do como su esposo.
Luego se abrazó a él y le dijo:
—No sé lo que es perder una hija, pero si es verdad
lo que te sucedió, me imagino el terrible sufrimiento que
te causa el estar separada de ella. Perdóname por no
haberte creído. ¿Y cómo estará ella ahora?
—Están viviendo solas en Mazatlán.
—¿Ahora mismo?
—No en el año 2012. Para ellas simplemente he des-
aparecido. No tienen un cuerpo ni saben que ya fallecí, ni
tampoco que me revivieron los extraterrestres.
José hundió la cara en la almohada.
Su esposa compartía su tristeza.
Días después José abordaba el autobús que lo trans-
portaría a Mazatlán.
Permaneció trabajando sin ninguna novedad,
Ya no había más viajes a otros Universos.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Llegó el día 20 de Diciembre y se dirigía a la ciudad


de México a recoger a su familia.
Se despertó en la terminal de autobuses de Guadala-
jara. Eran las 5:30 am. Se acomodó en su asiento y es-
peró a que el autobús partiera. Sabía que su padre estaba
tirado en ese momento en el piso de la cocina. No podía
hacer nada.
Maldijo mentalmente a Ptah nuevamente “¿Porque
no me borraron la memoria?”.
Llegó a la ciudad de México y su esposa le preguntó:
—¿Ya lo sabes verdad?
—Si. No pude hacer nada. No intentaré cambiar mi
destino. Nos regresaremos con calma y con tiempo. De
todos modos mi padre estará en la funeraria para cuando
lleguemos.
Todo volvía a suceder como debería suceder.
Su padre había fallecido el día correcto y en la forma
correcta: En su casa y no en el hospital, y de pulmonía
fulminante no de un infarto.
Se instalaron en Mazatlán como debía ser, y la vida
transcurrió con normalidad.
Al poco tiempo conocía a James. Era un maestro de
inglés que impartía clases en el colegio Andes, donde
tenía a sus dos hijas inscritas.
Cierto día fue a visitarlo. Al verlo llegar salió a reci-
birlo. José ya sabía la razón por la cual su amigo se pasa-
ba la mayor parte del tiempo atisbando por la ventana.
Era el agente del MI-6, pero aún no se lo contaba.
Minutos más tarde lo recibía en su casa el “chido”.
Así le decían los amigos a JC, debido a que para todo
usaba la expresión “chido”.
—¿Cómo estás “carnal”?—. Le dijo en cuanto lo re-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

cibió.
—Bien ¿Y tú?
—Bien “chido” con mi chamba. ¿Y tú que te has
hecho?
—Pues padeciendo de algunos acontecimientos algo
raros.
—“Chido” cuéntame que “onda” contigo.
—Vengo a verte porque quiero que me ayudes a pu-
blicar un libro.
—¿Sobre qué trata tu libro?
José lo miró fijamente y le preguntó:
—¿Quieres escuchar la historia?
—Adelante—. Le invitó su amigo.
José procedió a narrarle con lujo de detalles todo lo
que le estaba ocurriendo, desde el inicio de sus sueños.
Cuando terminó de narrarle todo lo acontecido, hab-
ían transcurrido cerca de tres horas, en donde su amigo
“el chido” había permanecido en silencio acariciándose
la larga barba.
Al finalizar de escucharlo le dijo:
—Estuvo “chida” la hierba—. Y se soltó riendo.
José volvió a vivir el momento en que no le había
creído.
Sin darle importancia a su comentario se unió a su
risa, y poco después, se despidieron.
—Me dio gusto saludarte —Le dijo— voy a recoger
a mis hijas a su escuela.
—¿Tus hijas?—. Le preguntó extrañado su amigo.
—Sí, las voy a recoger a su escuela.
—¿Qué no están ya grandes para que se regresen so-
las?
José volvió a revivir el momento en el cual sus hijas
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

no estaban en el colegio.
Pensó “Oh no, se abrió el portal del tiempo”
Disimulando su ansiedad comentó:
—Bueno, —le aclaró— me gusta ir por ellas.
—¡Ah bueno! Que “chido”.
Tras abandonar la casa de su amigo, se dirigió inme-
diatamente al colegio “Andes” para recoger a sus hijas.
Al llegar, una maestra que era la encargada de la
puerta le preguntó:
—Buenas tardes. ¿Por quién viene?
—Por María…. (Apellidos) de primer grado.
Inmediatamente corrigió:
—Perdón, quise decir por Yasmín y Aline….
La maestra lo miró extrañada y le preguntó:
—¿Es usted su padre?
Todo volvía a suceder de nuevo. Pensó que se había
abierto el portal del tiempo.
José le respondió:
—Sí, por supuesto.
La maestra le respondió:
—Me tendrá que disculpar, lo que pasa es que soy
nueva aquí y todavía no conozco a los padres de familia.
En un momento las llamo. ¿Me puede proporcionar sus
nombres y el grado que cursan?
—Si señorita, una está estudiando segundo de secun-
daria y la otra en preparatoria.
José escuchó cuando la maestra anunciaba por el
micrófono los nombres de sus hijas.
Al poco rato las vio llegar hasta él. No pudo evitar
extrañar a su otra hija.
Solo había sido una falsa ilusión.
Salieron sus dos hijas y la mayor le reprochó su re-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

traso:
—Te tardaste padre—. Le dijo Yasmín.
—Si, ya tengo hambre—. Le dijo Aline.
José solo sonrió. Ya se encontraba en el año 2012.
Pronto se llegaría la noche de su abducción, trataría
de permanecer lo más lejos posible de los extraterrestres.
Llegaría al final de su existencia de modo normal.
Ya hacía tiempo que habían dejado la colonia
Sánchez Célis, y ahora vivían en el fraccionamiento
“Puerta dorada”.
Lo extraño de todo esto era que no sufría los sínto-
mas de su enfermedad de “corea” o Hopkinton.
Una mañana en la que se encontraba solo en su casa,
lo despertó una luz intensa dentro de la habitación. Al
abrir los ojos creyó que vería a Ptah.
Solo había sido una mañana muy soleada.
Aún así no pudo evitar recordar las palabras de Ptah.

“—Se está terminando de crear en los otros mundos


paralelos tu “otro ser”. Ya casi no lo verás y tendrás
menos contactos con él. Lo siento, pero tienes que tomar
la decisión de quedarte en uno de los dos mundos, y de-
jar que tu “otro ser” viva en el otro.
—¿Qué va a pasar conmigo si me decido por cual-
quiera de los dos mundos?
—Serás extraído al plano astral para borrar esa
parte de tu mente, y todo volverá a la normalidad. No
tendrás recuerdos de nada y tu vida continuará sin con-
tratiempos”.

¿Por qué no sucedió tal y como lo prometió? ¿Por


qué estaba sufriendo esa pesadilla? Y sobre todo la au-
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sencia de María, que era lo que lo estaba matando lenta-


mente.
Al regresar su esposa del trabajo le dijo:
—Todo ha salido como me lo dijiste. La casa, mi
nuevo trabajo, mi nuevo coche incluso tu nuevo sueldo.
Tengo miedo de preguntar.
—Pregunta lo que quieras.
—¿Cuándo voy a morir?
—No lo sé. Yo me alejé de tu vida antes de tiempo.
No sé lo que va a ocurrir el día que veamos el ovni.
—¿Cuándo va a aparecer?
—Mañana después de las 11 de la noche.
Esa noche se abrazaron como si fuera la última vez
que se verían. Ellos vivían solos ya que sus dos hijas se
habían casado.
La ansiedad y angustia de lo que iba a suceder les
preocupaba a ambos. Todo era igual, no hubo cambios
excepto que al despertar de la abducción, su hija María
no lo haría reír con su comentario:

—¡Apúrate papá que se me hace tarde para ir a la


escuela, y dile a tu clon que se mueva! ¡Nos dejaron al
más lento!

Su comentario les había causado mucha gracia. Pero


ella ya no estaba. ¿Quién lo iba a decir?
A la noche siguiente sucedió lo inevitable.
José regresaba de su trabajo cerca de las once de la
noche, cuando vio que su esposa y todos los vecinos mi-
raban al cielo. Se acercó a ella para preguntarle:
—¿Qué sucede?
—¡Hay un ovni volando cerca!—. Le respondió muy
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

agitada por la emoción.


Se miraron y ella le dijo:
—¡Vete lejos! No permitas que te vuelva a secues-
trar.
Se podía percibir gran actividad aérea. Había una
gran cantidad de aviones caza, tratando de localizar al
platillo volador. Volaban en círculos, subían y bajaban.
Era todo un espectáculo escuchar el ruido de los motores
cuando pasaban volando muy bajo, cerca de ellos.
—No lo voy a poder evitar. No puedo cambiar el
destino. Debo enfrentarlo.
—¡No por favor!—. Le dijo su esposa.
—Debo enfrentarlo. Por tratar de modificar mi desti-
no, perdí a María. No quiero perderlas a ustedes.
Al poco rato, escucharon gritar a los vecinos.
Salieron a ver lo que sucedía y para asombro de
ellos, vieron que había aterrizado la nave espacial en for-
ma de alcachofa.
Nuevamente José se encontraba tomando imágenes
con su celular, cuando de pronto y sin ninguna explica-
ción lógica, fue arrastrado hacia el interior. No hubo for-
cejeo, ni dolor en el brazo cuando lo jaló.
Se encontró dentro de la nave y todo volvía a ocurrir.
Todos tenían la cabeza más grande que la de su cuer-
po.
Todos eran iguales, nada había que los diferenciara
uno del otro. Todo volvía a suceder.
Vio a Ptah que le volvió a explicar lo referente a su
clon.
Después ya no supo nada.
Abrió los ojos y se encontró sobre la cama, en su ca-
sa.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Estaba oscuro todavía, buscó su reloj y vio que eran


las seis de la mañana.
Sintió de nuevo un ligero dolor en el brazo.
Se enderezó y se sorprendió de ver un ligero piquete
como si hubiera sido producido por un mosquito.
Más tarde al despertar su esposa, le comentó lo ocu-
rrido, y ella no rio.
Ella sabía perfectamente todo lo que había sucedido,
pues José le había narrado todas sus experiencias vividas,
hasta el momento en que salió del volcán Popocatépetl
dentro de una nave extraterrestre desde el fondo de la tie-
rra.
Lo que no lograba entender José era la razón de vol-
ver a crear el “otro ser”. Si no se había hecho de la pisto-
la. ¿Por qué se había destruido su otro ser? Todo había
sido relatado por Ptah al igual que la vez anterior.
Los meses transcurrieron y volvieron a revivir los
pasajes con James, y José volvió a revivir los viajes a los
otros Universos paralelos.
Comprendió que dentro del infierno que estaba vi-
viendo, tenía la alegría de estar conviviendo con su hija
María en el otro Universo cuando aún era niña.
Ella lo volvió a enterrar el la arena, y ese momento
fue sublime y decidió aprovecharlo al máximo, ya que no
la vería nunca más.
Esperaba con ansias los viajes para estar con sus tres
hijas.
Volvieron a vivir la abducción, pero al igual que la
vez anterior su esposa no recordaba nada.
Volvió a vivir la experiencia con el Gris dentro de la
cocina.
Se encontraban dentro del coche escuchando las cor-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

netas del camión que venía detrás de ellos.


José hundió el pie en el acelerador y giró a la dere-
cha, mientras el camión era embestido por otro.
—¿Sucedió otra vez?—. Le preguntó su esposa.
—Sí. Y tú también eres estéril. Aquí fue cuando nos
volvieron estériles a los dos.
Susana se llevó la mano a la boca.
—¡Me tengo que quitar los injertos!—. Le dijo su
esposa angustiada.
—Con calma, tranquilízate por favor.
—¡Tu también ve para que te los quite!
—No amor. No quiero cambiar el destino.
Comenzó a sentir los efectos de la enfermedad de
“corea” y nuevamente se vio en el hospital psiquiátrico
de Zapopan.
Su esposa fue a verlo y sin que José lo supiera,
apagó la grabadora.
No grabó ninguna conversación. Había decidido que
David Phillips no tendría la grabación de sus conversa-
ciones.
Esas eran personales y su esposo le estaba explican-
do los sucesos a seguir y lo que ella debería hacer.
Hablaron de su muerte y que pronto dejarían de ver-
se para siempre. Susana no pudo evitar derramar las
lágrimas siendo observados por el doctor Phillips.
Al día siguiente Susana regresó al hospital, tenía cita
con el doctor Phillips.
—Buenos días señora. ¿Cómo encontró a su esposo?
—Bien doctor. Aquí tiene lo que me encargó doctor.
El médico recibió el aparato grabador diciéndole:
—Gracias señora, ahora podremos ver cómo es el
comportamiento de su esposo.
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—Yo lo vi bien doctor—. Dijo la esposa de José, es-


bozando disimuladamente una sonrisa.
—Ya lo veremos, ya lo veremos—. Repitió el psi-
quiatra Phillips.
Tomó la grabadora que le había entregado Susana y
la encendió.
Se asombró al descubrir que no había nada grabado.
—¿Qué sucedió señora?
—No sé. —Hizo una pausa— ¡Ay ya recuerdo! Ol-
vidé dejar la grabadora cargando sus baterías. ¡Que tonta
soy!
El doctor movió la cabeza en señal de impotencia.
—Lo volveremos a hacer—. Le dijo.
—Si doctor. —Se puso de pie y se despidió— Nos
vemos la próxima semana.
Susana lo visitó y le dijo a su esposo:
—No intentes saltar la barda. No quiero que mueras.
—No puedo evitar mi destino. Tengo que salir de
aquí. —¡No por favor!—. Le suplicó su esposa.
—No insistas. Solo te pido que sigas con tu vida.
—No sé estar sin ti, eres lo único que tengo.
—¡Por favor Susana! Si nuestro destino es estar jun-
tos, estaremos en todos los Universos paralelos juntos.
Susana sintió la vibración en sus piernas.
—¿Sucedió?—. Le preguntó su esposo.
—Si, como dijiste que pasaría.
—No te preocupes, A ti nunca te harán nada. Ya sa-
bes que hacer el día que visites a tu doctor, él te hará la
biopsia.
Ese sería el último día en que se verían.
—Hasta el próximo Universo amor—. Se despidió
José.
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—Hasta 1993—. Le dijo su esposa.


Permanecieron abrazados llorando en silencio.
—Quisiera repetir las palabras que siempre te decía:
“Cuida mucho a María”, pero desgraciadamente no la
conocerás.
—No te preocupes, una madre nunca se desconecta
de sus hijos. Si existe Marduk, allá la conoceré.
José no dejaba de admirar a su esposa, y la entereza
de carácter que tenía para enfrentar su destino.
—Solo te pido, se fuerte.
—Adiós amor—. Dijo ella resignada a perderlo para
siempre en ese ahora.
A los pocos días volvía a subir la escalera tratando
de saltar la barda. Volvió a sentir el dolor al caer de es-
paldas.
Sabía que el dolor sería por poco tiempo.
Al sentir la mano de Khyla se alegró, sabía que pron-
to lo resucitarían y se encontraría con Michael Wolf.
Susana ya sabía lo que hizo su esposo. Evitó hacer la
llamada y el viaje a Guadalajara para recoger los efectos
personales de su marido.
Sabía que debería continuar sola sin él. Sus dos hijas
ya estaban casadas y ella tendría que ver por ella misma.

Sabía que su esposo viajaría de nuevo a otro Univer-


so paralelo, por lo pronto ella permanecería en ese 2012,
sin haber conocido a la hija de la que tanto hablaba su
esposo.
Para ella todo había terminado ya. Al menos sabía
que su esposo estaba vivo en otro Universo y que se en-
contrarían de nuevo en el año 1993, y solamente con sus
dos hijas.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

El doctor Wolf se acercó a José y le dijo:


—Vamos a dar una vuelta por las instalaciones.
Sin previo aviso, lo tomó por las manijas de la silla
de ruedas, y salieron del laboratorio.
Caminaron por varios pasillos hasta llegar a una sala
que parecía ser un museo.
José se volteó y le dijo:
—Doctor Wolf. ¿Podemos hablar?
—Si José, lo que se le ofrezca.
—Está usted consciente de que provengo del futuro
¿verdad?
—Si, en efecto y me corroe la duda por saber que
será de mi vida.
José guardó silencio.
—Usted lo sabe ¿verdad?
—Si doctor, por lo tanto debo pedirle encarecida-
mente que publique todo lo que aquí se lleva a cabo. Us-
ted va a salvar toda la información mía en una memoria y
se la llevará consigo el día que salga, por favor le suplico
que publique este libro.
—¿Cómo saldré de aquí?
—A su debido tiempo lo sabrá.
Más adelante José y Michael intentaban escapar del
Área 51. Ambos se habían separado de nuevo y José se
encontraba perdido dentro un túnel oscuro.
Caminaba a tientas dentro de esa terrible oscuridad.
No había nada que lo pudiera ayudar en su camino.
Más adelante descubrió una pequeña rendija de luz
que iluminaba el fondo del túnel. Se dirigió inmediata-
mente hacia allá y observó que brotaba del suelo.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Trató de ver por la rendija hacia el interior, y de


pronto sintió hundirse su plexo solar y la tierra cedía bajo
su peso.
Volvió a sentir que la caída no tenía fin, hasta que su
cuerpo se estrelló contra el piso dentro del túnel ilumina-
do.
Sintió que le faltaba la respiración al haber golpeado
con su estómago sobre el piso. La montaña de tierra hab-
ía amortiguado un poco la caída.
Volvió a escuchar la voz que le preguntó:
—¿Cómo se encuentra?
—¡Lacerta!—. Le dijo emocionado.
—¿Me conoce?
—Sí. Vengo del futuro, y estuve aquí con usted con-
versando.
—¿Cómo puede modificar los portales del tiempo?
—No lo hago solo, recibo ayuda de un extraterrestre.
De pronto el reptiloide se arrojó a él y le mordió el
cuello, haciendo que José cayera fulminado.
Al despertar se encontró en una habitación en forma
de laboratorio, y tenía una gran cantidad de aparatos co-
nectados a su cuerpo. Había gran actividad de extrate-
rrestres con cola dentro de esa habitación, pudo observar
que había algunos grises.
Trató de incorporarse pero no logró mover un solo
músculo. Sentía todo su cuerpo adormecido.
Se acercó un reptiloide de aspecto feroz y le pre-
guntó:
—¿Cómo es que hizo para viajar y llegar a nuestra
civilización?
José comprendió que había alterado el curso de los
acontecimientos. Había hecho modificaciones del futuro,
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

al haber modificado el presente. La razón fue que no dejó


que Lacerta continuara con su exposición al encontrarse
los dos, sino que la saludó como si la conociera de antes,
creando con eso un temor entre ellos.
—No soy yo, me ayuda un extraterrestre.
—¿Quién es él?
—Es Ptah y viene de Marduk.
Al escucharlo todos permanecieron asombrados.
—¿Por qué no puedo mover el cuerpo?
—Lacera te inyectó un veneno que paraliza todo el
sistema nervioso. ¿Eres de Marduk?
—No. Soy humano y vengo de la Tierra fui secues-
trado por la CIA y me encerraron en el Área 51 que está
arriba de ustedes.
—¿Qué más sabes de nosotros?
—Solo que están aquí desde hace millones de años.
—¿Quién te lo dijo? ¿Cómo lo investigaste?
—Lacera me lo dijo cuando estuve aquí en el pasa-
do.
—¿Quién más sabe de nosotros?
—Nadie. Es un secreto que me llevaré a la tumba.
—De eso nos encargaremos nosotros. Tenlo por se-
guro.
José pensó que volvería a morir pero tenía dudas de
si contaba con su “otro ser” disponible. No quería verse
atado al bajo astral de nuevo, era parecido al infierno.
—Déjame hablar con él—. Pidió Lacera.
El saurio se le quedó mirando fijamente y le dijo:
—Encárgate de él.
—¿Pueden librarme de esta parálisis?
—Poco a poco irá disminuyendo el efecto, la mordi-
da que te di fue superficial, si la hubiera hecho más pro-
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

funda estarías muerto—. Le dio Lacerta.


Poco tiempo después se encontraba conversando con
Lacerta, a la que le contó todo lo que ella le había conta-
do en el pasado.
Ella se admiró de ver todo lo que sabía de ellos.
Pudo ver que en verdad era sincero y que extrañaba a
su familia.
—¿Entonces confías en mí?—. Le preguntó José.
—Si.
—¿Podrías ayudarme a salir de aquí?
—Solamente que no podemos hacerlo por el volcán
como me lo dijiste, tengo que hacerlo a escondidas de
mis superiores. Debo transportarte en mi vehículo perso-
nal pero solo a través de las grutas de Cacahuamilpa, por
la parte más cerca de la capital, el estado de Morelos. Pe-
ro tendrás que salir buceando a través del agua.
—No importa, lo importante es reunirme con mi fa-
milia.
Más tarde José trataba de salir del agua inútilmente,
no era buen nadador y sentía que se estaba ahogando.
De pronto sintió un cuerpo que lo tomaba por la ca-
beza y tiraba hacia arriba de él.
—¿Cómo se cayó al agua?—. Le preguntó su salva-
dor.
Vio su camiseta y distinguió una cruz roja y el em-
blema de “Protección civil”. Era un salvavidas que pres-
taba sus servicios en esa área.
—No sé lo que sucedió—. Acertó a decir.
—¡Venga! Lo llevaré al campamento para que pueda
secarse.
Momentos más tarde descansaba en una silla bebien-
do una taza de café caliente.
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Tenía una manta en la espalda y reflexionaba por to-


do lo que había pasado.
Estaba teniendo reencarnaciones continuas, y así se
llevarían a cabo durante 19 años, si no hacía algo para
evitarlo.
Pensó que era mejor alejarse de su familia y no hacer
el viaje a Mazatlán con ellos.
De esta manera evitaría volver a ser abducido.
Pensó que era mejor renunciar a ellas. No quería re-
gresar y volver a sufrir la angustia de perderlas de nuevo.
Ya no más.
Su esposa le dijo que había estado perdido durante
tres días, y ella creía que andaba con sus amigos de bo-
rracho.
Decidió que era preferible que ella así lo creyera y
que pudiera rehacer su vida. Que creyera que había sufri-
do de un accidente.
Ya había perdido a una hija. No estaba dispuesto a
perder a otra, o en todo caso, a su esposa.
—¿Cómo se siente?—. Le preguntó una socorrista.
—Bien y muy feliz de estar con vida nuevamente.
La joven no comprendió lo que él quiso decir y co-
mentó:
—No es para más, estas grutas son traicioneras y no
se sabe en donde está lo más profundo.
—Si, es verdad—. Le respondió y dio un sorbo a su
café.
—¿De donde viene?
José no supo que responderle.
—Vengo de las estrellas.
La joven frunció el ceño.
—De Marduk—. Le aclaró señalando al cielo.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

La joven sonrió y le dijo:


—Ya entiendo, es usted de los que piensan que tie-
nen una nueva oportunidad de volver a vivir, debido a la
mala experiencia que tuvieron al borde de la muerte.
José sonrió y movió la cabeza.
—¿Cómo se llama?
—José y ¿usted?
—Pita.
—¿Lupita?
—Si, pero muchos me dicen Pita.
—¿Y como le gusta que le digan?
—Pita.
—Pues le diré Pita.
—Pero me gusta más ver como se escribe mi nom-
bre, a como se pronuncia.
—¿Qué no se pronuncia igual?
—Si, pero me gusta ver como se escribe.
—¿Cómo se escribe?—. Preguntó José intrigado.
Ella tomó su lapicero y sacó una libreta de su bolsi-
llo y escribió:

“Ptah.”

José no lo podía creer.


Le preguntó.
—¿Qué edad tiene?
—Veinticinco años.
José comenzó a comprenderlo todo.
Ptah lo había entrevistado en el año 2012, nunca su-
po que había sido el espíritu de una mujer, debido a que
la voz de ella era un sonido metálico. No había identifi-
cado el sonido de la voz.
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Había venido de Marduk el planeta de los seres de


luz que habían fallecido. Ni ella ni Khyla habían dicho
que eran extraterrestres, sino que venían de un Universo
paralelo.
Tal era el porqué, se referían a las galaxias como es-
pejismos.
No se encontraban en el plano físico, sino espiritual.
Ella sería la encargada de crear su “otro ser”, el día
que falleciera. Pita sería la encargada de esa tarea el día
en que ella falleciera. Esa sería la labor que escogería en
Marduk.
Ahora comprendía por qué razón los seres que falle-
cen vienen a buscar a los que tienen un vínculo con ellos,
ella había venido por él debido a la relación amistosa que
tendrían.
Eso quería decir que ella moriría pronto o antes del
2012. Decidió permanecer cerca de ella.
—¿Cómo puedo ser voluntario para permanecer al
cuerpo de socorristas?
Ella lo miró y sonrió con una sonrisa que le pareció
estar viendo a Khyla.
—Con mucha energía positiva.
José sonrió. Ella era realmente Ptah.
—¿Puedo llamarte Ptah?—. Le preguntó.
Pita se quedó pensando y le dijo:
—Me gusta como lo pronuncias, pareciera como si
hubieras conocido a alguien similar. Lo pronuncias con
mucha facilidad.
José agradeció estar cerca de ella.
Ahora él le enseñaría todo lo que sabía de Marduk.
El sería su guía en la Tierra. Ahora comprendía que tenía
una misión, y era la de prepararla a ella para que viniera
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ABDUCCION J. David Villalobos L.

el día de su fallecimiento por él.


Si actuaba con energía positiva, entregando su vida
por la de los demás, su “otro ser” nunca se desintegraría.
Haría siempre lo mejor por otro ser humano, así alimen-
taría su energía positiva.
Trataría de vivir la vida a plenitud, con una vibración
positiva.
Su esposa y sus dos hijas estarían bien sin él. Ellas lo
superarían pronto como todo en la vida.
Susana era muy fuerte y una buena madre.
Lo importante era él, debería superar su sufrimiento.
Sin proponérselo había modificado su destino, y
además había descubierto algo: Ya tenía una nueva fami-
lia.
Se llamaba “Protección civil”.
Ptah se acercó a él y le entregó una playera que tenía
estampado el símbolo del cuerpo de salvamento.
Era un triángulo azul dentro de un círculo anaranja-
do.
—¡Pórtala con orgullo!—. Le dijo ella.
José la recibió y le preguntó:
—¿Que significa el símbolo?
—El triángulo de color azul simboliza la prevención.
El color azul es un color que proporciona tranquilidad y
protección. Al mismo tiempo el triángulo en todas las
religiones representa al ser supremo o energía protectora.
José recordó a Micael cuando se refería al Ser supre-
mo como su Padre Azul.
En realidad era ella otra vez hablando a través sobre
la energía, pero en el plano físico.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por Pita.
—El círculo anaranjado representa la aceleración del
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metabolismo y mantiene en alerta a la persona, además


de proporcionar a quien lo porta visibilidad, impidiendo
accidentes por falta de la misma.
Volvió a revivir la voz de Ptah cuando le explicó so-
bre los colores de Aura, aunque nunca pudo identificar el
sonido de la voz, debido a que era de forma metálica, el
énfasis era el mismo.

“Los colores del Aura en orden de grado son: Viole-


ta, que es la fuerza espiritual. Índigo o púrpura es la in-
tuición. Azul la inspiración. Verde la energía. Amarillo
es la sabiduría. Anaranjado la salud. Y por último el ro-
jo que es la vida”.

José se puso la camiseta y le preguntó:


—¿Cuándo comienzo a hacer mi trabajo?
—¡Ahora mismo!
Ptah le ofreció la mano y ambos salieron corriendo
hacia las grutas a prestar auxilio a quien lo solicitara.
El libro que pensaba escribir se lo dejaba al destino,
y el destino del mundo estaba en manos del doctor Mi-
chael Wolf.
Confiaba en que él lo publicaría antes de su deceso
en el año 2000.

FIN

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ABDUCCION J. David Villalobos L.

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ABDUCCION J. David Villalobos L.

Diseño de la nave
donde Lacerta
transportó a José
hasta las grutas
de Cacahuamilpa
en su segundo
viaje.

Ovni que
secuestró a José y
a su esposa, para
hacerles unos
estudios e
injertos de
microchips

Ovni visto en
“Puerta Dorada”
tratando de ser
alcanzado por la
fuerza aérea

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ABDUCCION J. David Villalobos L.

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