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ConsignaC Ramos
ConsignaC Ramos
Secretaría de Posgrado
Alumno:
Tema
El centro de las prácticas del lenguaje es el lenguaje oral. Los materiales y recursos educativos
presentes en las salas de pre-escolar son funcionales prioritariamente a los objetivos
mencionados, el desarrollo de habilidades, y solo secundariamente cumplen propósitos sociales y
comunicativos.
Recorte
Considerando las prácticas de enseñanza usuales en las salas de pre-escolar mencionadas
-situaciones didácticas de discriminación auditiva y visomotoras que no resguardan propósitos
sociales de las prácticas de lectura y escritura y no se desarrollan en un ambiente alfabetizador- y
nuestro enfoque sobre las conceptualizaciones de los niños respecto de la adquisición de la
escritura y su enseñanza, la presente propuesta de indagación tiene como objetivo avanzar en
torno a algunas preguntas:
¿Cuáles son las condiciones didácticas que favorecen que los niños recurran en forma
autónoma a las fuentes de información del aula para reflexionar sobre la lengua escrita y
resolver problemas de escritura?
Estas preguntas asumen que los niños pueden avanzar en sus conceptualizaciones hacia la
comprensión de la alfabeticidad del sistema de escritura con la colaboración de intervenciones
docentes específicas y el uso de fuentes de información segura, entre otras condiciones. Se asume,
por otra parte, la necesidad de que los niños, ya desde el nivel inicial, puedan realizar prácticas
sociales de lectura y escritura.
Resoluciones metodológicas
Se asume que es muy probable que muchos de los niños de esas aulas serán pre-fonetizantes. En
este sentido, la intervención de orientarlos hacia las fuentes de información no busca que
establezcan una relación inmediata entre la enunciación oral y las marcas escritas. El objetivo es
comunicar prácticas de escritor -buscar información en distintas fuentes, revisar lo escrito,
interactuar con los compañeros y con la docente- con el fin de que se apropien de estas prácticas y
las puedan realizar sin mediar la instrucción del docente, es decir, generar autonomía en los niños.
El centro de esta indagación es el uso reflexivo del "ambiente alfabetizador", entendido como el
entorno "que pone la cultura escrita al alcance de los niños" (Paione, 2014:5). Las fuentes de
información segura en el aula "promueven experiencias cotidianas de reconocimiento o
interpretación, de copia o de búsqueda -en ellas- de la información que los niños requieren para
producir nuevas escrituras" (Castedo y otros, 2015:19-20). Además de la presencia de textos, se
requiere interactuar con personas que usan esos textos, que compartan sus actos lectores y
escritores, "a fin de ir conociendo y apropiándose de las acciones específicas que se realizan en la
cultura letrada" (Nemirovsky, 2009). En el mismo sentido, entendemos que el objeto de
enseñanza es un objeto simbólico, cuyas propiedades "no pueden abstraerse solo a partir del
objeto, alguien tiene que actuar sobre él e interactuar con otros que también están usándolo
activamente. Así, el niño aprenderá no solo a partir de las propiedades del objeto sino también a
partir de la abstracción de sus propias acciones y a partir de las acciones de los otros" (Teberosky,
2001:321).