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GESTIÓN PÚBLICA
ÍNDICE
OBJETIVO ESPECIFICO
INTRODUCCIÓN
De esta manera, es posible extraer ciertos elementos comunes en cada una de las definiciones.
Luego, al hablar de grupos en la organización, se hará alusión a un conjunto de personas que se
relacionan a partir de ciertas normas, donde cada una asume un papel determinado en su
interacción, donde el pertenecer genera una cierta recompensa a cada uno de sus miembros, a
partir de la consecuciones de metas comunes.
Una primera aclaración que es necesario hacer es que grupo de trabajo y equipo no son lo mismo.
Como se dijo, el grupo supone la interacción de los individuos para compartir información y tomar
decisiones que ayuden a cada uno de sus miembros a realizar el objeto de su responsabilidad
(Robbins y Judge, 2009). El logro de sus objetivos no depende de un rendimiento conjunto que
suponga un trabajo colectivo a partir de un esfuerzo común.
El equipo de trabajo, en cambio, busca generar una sinergia positiva, a partir del esfuerzo
combinado y coordinado de quienes forman parte de él, lo que en definitiva resulta en un
rendimiento superior a la suma de los aportes individuales (Blanchard, Randolph y Grazier, 2006).
La lógica de grupo en la organización entonces, difiere de la de un equipo de trabajo, toda vez que
supone una serie de funciones asociadas a ellos, destacando las siguientes (Gibson, Ivancevich y
Donnelly, 1994):
Con ello, se observa como los vínculos que generan los grupos al interior de la organización, tienen
como causas iniciales alguna de estas funciones o situaciones.
Una vez formados, los grupos pueden ser de dos tipos (Gibson, Ivancevich y Donnelly, 1994):
1. Grupos formales: suponen que sus miembros forman parte del grupo, principalmente por
la posición o cargo que ocupan dentro de la organización.
En general, en estos grupos, los comportamientos que una determinada persona debe
tener, están definidos en la estructura organizacional, con trabajos y tareas específicas.
Estos grupos pueden ser de dos tipos, dependiendo de las demandas y los procesos de la
organización, a saber:
Grupos por interés: están conformados por un grupo de individuos que se agrupan por
un objetivo o un interés común, que no se relacionan con los de la organización pero
que son propios de su especificidad y particularidad.
Grupos por amistad: simplemente se conforman porque sus integrantes tienen algo en
común (edad, creencias, etnias, etc.). Su interacción se extiende más allá del ámbito
laboral, son alianzas sociales (Robbins y Judge, 2009) que con frecuencia se extienden
fuera del trabajo.
En la práctica, es posible observar cómo estos grupos se contraponen, es decir, una persona puede
pertenecer a más de un grupo de los ya nombrados. Lo importante al interior de la organización es
que al hacer gestión se identifique a estos grupos, se reconozca su importancia y se pueda
aprovechar su esfuerzo de manera productiva.
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La forma en que se conforman estos grupos, lo da el Modelo de las Cinco Etapas, destacando
como etapas (Robbins y Judge, 2009):
Formación: en esta etapa, existe incertidumbre sobre cuál será el propósito del grupo, su
estructura y liderazgo. Asimismo, se definen los comportamientos que serán calificados
como aceptables para cada uno de ellos.
Tormenta: formar un grupo significa renunciar a ciertas individualidades para dar paso a
las limitantes que la lógica de grupo impone. Se generan conflictos para determinar quién
dirigirá el grupo y cuál será su jerarquía.
Normalización: todas las temáticas en cuestionamiento o en desarrollo en la etapa
anterior se definen y el grupo asimila de forma conjunta cuáles serán sus expectativas, sus
objetivos y el comportamiento de sus miembros.
Desempeño: a esta altura, la estructura definida en las etapas anteriores, se encuentra en
operación, por lo que comienza a fluir la comunicación y el intercambio para conocer a
todos quienes forman parte de él y a entenderse mutuamente orientando su gestión hacia
el cumplimiento de los objetivos o intereses comunes.
Terminación: supone la terminación del grupo, por lo que sus miembros se orientan hacia
la nostalgia del término de la labor que justificó su formación en primera instancia.
En los grupos formales, estas etapas de funcionamiento terminan con el desempeño. Este modelo
supone que un grupo se vuelve más eficiente conforme avanza en cada una de sus etapas,
pudiendo transitar por varias de ellas de forma paralela. No obstante, no contempla el contexto
laboral como variable, elemento que sin lugar a dudas, influiría en la conformación y nivel de
eficiencia del grupo, independiente de la organización de que se trate.
3. Papeles: cada miembro dentro del grupo tiene un papel y su miembros esperan de él
ciertos resultados y un determinado comportamiento producto o como consecuencia de
ese rol. En la lógica de este papel esperado, es posible visualizar:
5. Cohesión: la cohesión en los distintos grupos, sean formales o informales, está dada por
una mayor cercanía, actitud común, comportamientos legitimados y desempeño. De esta
manera factores de conflicto, que podrían alejar a sus miembros, se ven neutralizados en
mayor o en menor medida, por el nivel de cohesión con que cuente.
Entre los elementos que pueden generar cohesión en un grupo, es posible nombrar
compatibilidad de metas, la figura de un líder carismático, reputación de grupo,
cooperación entre sus miembros, entre otros.
Así, de acuerdo a lo analizado, es posible afirmar que si lo que se quiere es generar valor en la
organización es necesario gestionar los distintos grupos de trabajo, orientar su labor al
cumplimiento de metas y objetivos; y encauzar el conflicto, no evitarlo. Solo así se podrá alinear el
comportamiento de los individuos y grupos con la estrategia, generando valor con su gestión en
todo nivel. De igual manera, para obtener su mejor rendimiento es necesario tener claridad sobre
cómo gestionar su desempeño, tal y como se analizará a continuación.
En términos generales, evaluar implica preocuparse tanto del proceso de evaluación como de los
resultados, siendo muy importante conocer si se han alcanzado los objetivos planteados, así como
también qué se hizo para lograrlo, o bien, por qué se falló.
El resultado de la evaluación de desempeño debe estar orientado a que sus metas sean
coherentes con las necesidades de la cultura organizacional y su estrategia de desarrollo
(necesidades de la unidad). Al mismo tiempo debe generar motivación para alcanzar un
desempeño sostenido, entregando la retroalimentación necesaria que permita reconocer tanto los
buenos desempeños como desincentivar los deficientes, de manera tal, que se puedan entregar
los estímulos y reconocimientos necesarios a quienes realmente lo merecen (características
personales y labores de cada uno).
Todas las personas tienen cualidades y características que son un aporte a la institución o empresa
donde se desempeñan, sin embargo siempre es posible mejorar algunos aspectos (que, en
concordancia con la cultura organizacional, permitan alcanzar los niveles de desarrollo que la
institución requiere).
El error más habitual que cometen los evaluadores se produce cuando los superiores tienen que
calificar a una persona en varios factores de rendimiento. Con frecuencia, un superior evaluará de
forma parecida a un subordinado en todos los factores de rendimiento en función solamente de la
evaluación recibida en uno de ellos, generalmente en el que se perciba como el más importante.
Este efecto se denomina halo. Lo opuesto a este efecto es el eco se produce cuando una mala
calificación en un área, afecta indebidamente a las calificaciones en otras áreas de rendimiento, lo
que da lugar a una evaluación general deficiente.
Error de indulgencia
Un segundo error habitual, que a veces puede ser intencional, es el denominado de indulgencia.
Para evitar posibles conflictos con los subordinados, el jefe evalúa a todos los empleados de un
grupo de trabajo concreto, por encima de la evaluación que debieran haber recibido
objetivamente. Esto es especialmente probable que suceda cuando no se requiera calificar en
diferentes factores.
Error de severidad
En el extremo opuesto del anterior se encuentra el error de severidad, según el cual las personas
evaluadas reciben calificaciones desfavorables independientemente de su nivel de rendimiento.
En este aspecto, los evaluadores que no tienen experiencia y/o que tienen una baja autoestima,
los superiores nuevos que quieren impresionar a la alta dirección con sus patrones de medida o
quienes utilizan la evaluación del rendimiento para “liquidar cuentas” es más probable que
califiquen de modo más estricto.
En lugar de tomar los extremos al momento de calificar, existe la tendencia en los evaluadores a
“irse la segura”, a valorar en el promedio del rendimiento a las personas evaluadas, incluso cuando
realmente el rendimiento varía. Este sesgo se denomina error de tendencia central. Es probable
que los evaluadores con un amplio rango de control y pocas ocasiones de observar las conductas,
califiquen a la mayoría de los sujetos en la zona media de la escala de evaluación, en lugar de
apuntarlos demasiado alto o demasiado bajo.
Debido a que la evaluación cubre periodos de seis meses a un año, resulta bastante difícil retener
en la memoria todos los comportamientos relacionados con el trabajo del titular del puesto. Como
mecanismo de validación, los evaluadores pueden ser víctimas del efecto de primera o última
apreciación; es decir, tomarán la primera información que reciban para categorizar a la persona
evaluada como una persona que rinde bien o mal. Posteriormente acumularán la información que
apoye el juicio inicial pudiendo omitir información opuesta a esta. Debido a que se presta especial
atención a la primera información que se recoge, este sesgo suele denominarse sesgo de primera
apreciación.
Por el contrario, puede suceder que un evaluador no preste atención al rendimiento del empleado
durante el período de evaluación, por lo que a medida que se acerque la entrevista de evaluación,
el evaluador buscará información sobre el rendimiento, destacando las conductas o resultados
más recientes. Cuando se les da más peso a los resultados recientes de lo que en rigor se le
debiera dar, se denomina error de última apreciación, que puede tener consecuencias graves para
una persona que haya rendido adecuadamente durante seis meses o un año y que en la última o
dos últimas semanas previas a la evaluación cometa un error muy grave o excesivamente caro
para el servicio.
Los evaluadores pueden reducir al mínimo estos dos errores si documentan debidamente los
sucesos críticos (hechos relevantes) que vayan produciéndose. Si bien hacer esto puede requerir
mucho tiempo, permitirá asegurarse que se incorpore la información relevante a todo el período
de la evaluación en los juicios de rendimiento.
Efectos de contraste
sucede con otros errores, la solución consiste en tener establecidos antes del período de
evaluación criterios concretos de rendimiento.
Efectos de contagio
El efecto de contagio se produce cuándo las evaluaciones pasadas, ya sean buenas o malas,
influyen indebidamente en la evaluación presente. Se produce con más frecuencia cuando existe
rotación en las jefaturas que evalúan, de modo que los evaluadores salientes informan a los
nuevos sobre el rendimiento de sus empleados. Así, la información que se da incorpora ya un
sesgo que además se mantiene.
Error de semejanza
Un error de semejanza tiene lugar cuando el evaluador califica de forma más positiva a quienes
perciba que se parecen más a él. El supuesto implícito en que se basa este error es que hay (o ha
habido) empleados “modelo” y por tanto, la semejanza del subordinado probablemente reflejará
un buen rendimiento.
De esta forma, los factores determinantes del comportamiento pueden llevar a los evaluadores a
hacerse preguntas concretas respecto de las causas de las deficiencias de desempeño y de esta
manera preparar la retroalimentación al evaluado.
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La evaluación de desempeño forma parte de lo que se conoce como gestión del desempeño, es
decir, el esfuerzo deliberado por mejorar el desempeño de una persona en un equipo de trabajo
mediante acciones concretas y específicas. Este esfuerzo se apoya en tres etapas:
Asignación
de objetivos
Orientación Evaluación
.
Estas etapas se conocen como el ciclo del desempeño, donde cada una se desarrolla de la
siguiente manera (Hermida, Serra y Kastika, 1992):
1. Asignación de objetivos y metas: implica definir exactamente lo que se espera de las personas
en términos de rendimiento para el período. Supone una declaración expresa de la intención
de alcanzar un estado futuro mejor que el actual. En su fijación es necesario considerar ciertos
criterios:
Un proceso de evaluación del desempeño exitoso debe ser validado y legitimado por la
organización en su conjunto, además de demostrar ser efectivo y confiable en la información que
entrega. En el proceso se genera una instancia de diálogo donde se intercambian expectativas y se
reorientan los esfuerzos hacia el cumplimiento de metas y objetivos comunes.
En general los objetivos de la evaluación de desempeño integran una serie de objetivos que se
muestran en la siguiente figura:
Todos buscan, a partir de mejorar el desempeño de las personas, optimizar los resultados
operacionales de la empresa o institución.
Ahora bien, como primer paso, para poder hacer una evaluación, es primordial haber definido el
puesto. Esto es, acordar entre jefe y subordinado las responsabilidades y criterios de desempeño.
Una vez delimitadas las funciones, tareas, metas y compromisos del año, es posible considerar
realizar una evaluación al finalizar el período. El proceso no está completo si no se realiza la
retroalimentación comentando el desempeño, los progresos y aspectos a mejorar.
Cuando una empresa o institución tiene un modelo de gestión por competencias implementado,
los factores a evaluar serán las competencias que hayan sido levantadas en la construcción de los
perfiles de los cargos. En este sentido, además de las competencias o factores a evaluar es
igualmente relevante que tanto el evaluador como el evaluado conozcan la escala, los rangos
cuantitativos de medición y el significado de cada uno, alineando los discursos de ambos en este
tema. Lo anterior se ejemplifica en el siguiente cuadro:
7.0 EXCELENTE SU TRABAJO EXCEDE TODOS LOS REQUERIMIENTOS DEL CARGO Y FUNCIÓN. SOBREPASA TODAS LAS
METAS Y ESTÁNDARES MÁS AMBICIOSOS. PRÁCTICAMENTE NO REQUIERE DE SUPERVISIÓN Y GUÍA.
6.0 MUY BUENO SU TRABAJO EXCEDE LA MAYORÍA DE LOS REQUERIMIENTOS DEL CARGO Y LA FUNCIÓN. SOBREPASA
LA MAYORÍA DE LAS METAS Y ESTÁNDARES. REQUIERE UN MÍNIMOS DE SUPERVISIÓN Y GUÍA.
5.0 BUENO SU DESEMPEÑO SATISFACE PLENAMENTE LOS REQUERIMIENTOS DEL CARGO Y FUNCIÓN. CUMPLE LA
GRAN MAYORÍA DE LAS METAS Y LOS ESTÁNDARES. REQUIERE SUPERVIsIÓN Y GUÍA A NIVEL
NORMAL.
4.0 REGULAR SU DESEMPEÑO SATISFACE PARCIALMENTE LOS REQUERIMIENTOS DEL CARGO Y LA FUNCIÓN. CUMPLE
PARCIALMENTE LAS METAS Y ESTÁNDARES. NECESITA DE SUPERVISIÓN ESTRECHA Y GUÍA CON UN
NIVEL MAYOR QUE LO NORMAL.
3.0 DEFICIENTE SU DESEMPEÑO ES INFERIOR A LOS REQUERIMIENTOS DEL CARGO Y FUNCIÓN. LOGRA MUY POCAS
METAS Y ESTÁNDARES. NECESITA DE SUPERVISIÓN ESTRECHA Y GUÍA CONSTANTE.
2.0 INSUFICIENTE SU DESEMPEÑO ESTÁ MUY POR DEBAJO DE LOS NIVELES DE REQUERIMIENTOS QUE EXIGE EL CARGO Y
FUNCIÓN O LAS METAS COMPROMETIDAS EN SU CASO. NO LOGRA LA MAYORÍA DE LAS METAS Y
ESTÁNDARES.
1.0 MALO SU DESEMPEÑO NO CUMPLE CON LOS NIVELES DE REQUERIMIENTOS QUE EXIGE EL CARGO Y FUNCIÓN O
LAS METAS COMPROMETIDAS EN SU CASO. NO LOGRA NINGUNA META O ESTÁNDAR.
Los resultados se refieren a si se han cumplido los objetivos de las tareas, evaluando de esta forma
el fin, sin considerar factores como calidad, tiempo u algún otro.
Los comportamientos suponen definir previamente cuáles son los deseables para el grupo que se
va a evaluar. Pueden ser puntualidad, iniciativa, número de actividades realizadas, errores,
asistencia, entre otros. Estos comportamientos serán los que se evaluarán al final del período.
Finalmente, las características, el criterio menos operativizable, se refiere a aspectos tales como
buena actitud, solidaridad o amabilidad, etc. Estos criterios sirven, por ejemplo, para mejorar el
clima laboral, no obstante, tienen su lado perverso. Una persona puede querer parecer ocupada,
acumular papeles o asistir a juntas y no participar, entregando la imagen de que cuenta con las
características, aun cuando no las tenga. Si son bien entendidos y bien intencionados traen
beneficios para toda la organización.
Los beneficios de la evaluación del desempeño pueden ser variados, tanto para la jefatura que
evalúa como para el evaluado. Para la primera, el proceso le entrega la oportunidad de poner en
práctica sus destrezas, constituyéndose en una oportunidad para mejorar la productividad
interviniendo de manera directa en el desempeño de las personas, al mismo tiempo que le brinda
una oportunidad para desarrollar las habilidades de su eventual sucesor.
En general, la evaluación del desempeño tiene varios propósitos, mediante los cuáles
generalmente se retroalimenta a los distintos subsistemas de recursos humanos para tomar
decisiones sobre sus propios procesos. Estos son (Robbins y Judge, 2009):
Antes de hablar de los distintos métodos y tipos de evaluaciones que existen es necesario partir
con una pregunta:
Muchos creen que la mejor persona es la jefatura directa, no obstante con las complejidades que
enfrentan las organizaciones y la necesidad de implementar políticas de gestión poco tradicionales
como equipos autodirigidos, empleados por teletrabajo, entre otras, quizás ya no sea él o ella la
persona más idónea para realizar la evaluación, por lo menos no como única fuente.
A los propios empleados sin lugar a dudas, pero no debería ser el único insumo. En general, las
autoevaluaciones gozan de poca autocrítica y difieren de las que realiza la jefatura directa. En este
sentido, es más probable que se ajusten mejor a fines de desarrollo que a los de evaluación y
deban combinarse con otras fuentes de información con objeto de reducir los errores en la
calificación (Robbins y Judge, 2009).
Luego a partir de esto, se recomienda contar con fuentes múltiples para asignar la calificación, lo
que no fácil de implementar, toda vez que una evaluación de este tipo no es un proceso
instantáneo sino que requiere en algunos casos modificar la cultura existente y crear una cultura
de evaluación. Cuando se logre, se podrán considerar múltiples fuentes, lo que redundará en
evaluaciones más confiables, exactas y con menor sesgo en su realización.
Los tipos de evaluación, derivan de ciertos métodos de evaluación, que se pueden dar en la forma
de (Robbins y Judge, 2009):
1. Ensayos escritos: supone escribir una narración, dando cuenta de las fortalezas y
debilidades, desempeño pasado, potencialidades, etc. del empleado. Luego, una buena o
mala evaluación, dependerá de las habilidades literarias del evaluador, más que del nivel
de desempeño de la persona.
2. Incidentes críticos: permite que el evaluador mantenga la atención en comportamientos
claves que se han observado durante el período y que den cuenta de un desempeño eficaz
o ineficaz, más que rasgos de personalidad.
3. Escalas gráficas de calificación: este método se desarrolla mediante la definición de una
serie de factores y subfactores a ser considerados en la evaluación, que pueden ser calidad
de su labor, asistencia, iniciativa, cumplimiento de la normativa, compromiso, entre otros,
para luego ordenarlas asignarle valor a través de una escala que puede ir de uno a 5,
siendo uno el nivel bajo y cinco el más alto. Su ventaja es que permite evaluar en menor
tiempo y facilita el análisis y comparación en términos cuantitativos.
4. Escalas de calificación ancladas en el comportamiento: en este método, al igual que el
anterior, la calificación no se hace en base a definiciones de los distintos subfactores, sino
que a partir de conceptos a lo largo de un continuo, con ejemplos del comportamiento
real en el trabajo. Estos ejemplos se definen consultando a los empleados sobre qué
comportamientos dan cuenta de una conducta eficaz o ineficaz asociándola por supuesto
a un determinado factor, subfactor o dimensión del desempeño.
5. Comparaciones forzadas: se evalúa en forma relativa el desempeño de una persona
comparándolo con el de otra.
Una forma de gestionar personas es a través de la diferenciación (Welch, 2008), que rescata
mucho elementos de estos métodos. Este proceso, requiere que los niveles superiores, sean
jefaturas, directores, gerentes, supervisores u otro tipo, dividan en tres categorías a los
empleados: una superior donde concurran el 20% de los rendimientos superiores, un 70% en un
rango medio, donde se encuentre la gran masa de personas, y uno inferior que integre al 10%
restante.
El nivel superior se recompensa. Son aquellas personas cuyo desempeño destaca por sobre el
resto y por lo tanto, deben ser premiados. El 70% siguiente se trata distinto, en tanto constituye
un valioso recurso para la empresa, por lo tanto deben mantenerse comprometidos y motivados.
Es sumamente importante en este punto la retroalimentación que se les dé y los objetivos y metas
que se les asignen. Deben ser gestionados de tal manera que se alejen del 10% inferior.
Finalmente, en relación al rango inferior, supone este enfoque que es necesario se desvincule. A
pesar de los detractores que esto enfrenta, es necesario que la decisión esté basada
específicamente en los méritos y en el desempeño para su clasificación, de otra forma pierde su
esencia, su lógica y se termina autodestruyendo.
Esta diferenciación se puede generar a través del proceso de evaluación. Se refleja a través de un
histograma (campana de Gauss), lo importante es saber cómo gestionar el recurso humano a
partir de esto para mejorarlo, no perderlo.
Volviendo al proceso de evaluación del desempeño propiamente tal, más allá del tipo de
evaluación que se decida implementar en la organización, se debe tener claro que lo esencial es
capacitar a los evaluadores sobre como evaluar, cómo hacer críticas constructivas y sobre cómo
retroalimentar a la persona sobre su evaluación y su desempeño.
Generalmente los tipos de evaluación mezclan estos métodos, integrando escalas de calificación,
donde además se deban señalar fortalezas y debilidades que justifiquen dichas evaluaciones. Es
recomendable que el evaluador, mantenga en el período un registro de incidentes críticos, de
manera de, llegado el momento de evaluar, pueda dar cuenta de cuáles fueron los eventos en el
año que le permiten, definir su desempeño a través de determinados valores, objetivizando con
ello proceso a ojos del evaluado.
La evaluación del desempeño más común es aquella donde la jefatura evalúa al subordinado, a
partir de su desempeño en un período determinado. Ahora, si se involucran más fuentes, se puede
hablar de evaluaciones en 180° hasta incluso 360°. En esta última, a través de la búsqueda de
multiplicidad de fuentes en la evaluación, la persona es evaluada por su superior, sus pares y sus
subordinados, evitando que el proceso quede supeditado a un único juicio, tal y como lo
demuestra la siguiente figura (Alles, 2006):
Colaborado_
res
YO Clientes
externos.
Clientes YO Supervisor.
Internos
Personas
Nivel al cual
que le
reporta el
reportan.
jefe.
Otros
Al momento de asignar calificaciones a los distintos subfactores se debe evitar caer en las
siguientes situaciones:
Asimismo, tal y como lo muestra la Situación B, es muy común que se evalúe a los mejores
desempeños con la calificación máxima, sobre todo si la nota está asociada al pago de un bono
o recompensa. Esto, al igual que el caso anterior, también genera distorsiones, en el sentido
de que no distingue áreas de mejora de desempeño, lo que tampoco es factible ni sostenible
en el tiempo.
Lo importante en todo este proceso es tener claridad de las implicancias y responsabilidad que
conlleva la gestión del desempeño en la organización. Solo así se podrá gestionar el recurso
humano de forma estratégica.
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Investigaciones plantean que si en una determinada organización, todos están tan preocupados
por gestionar el talento y todos coinciden en que hacerlo, los efectos son determinantes en la
estrategia del negocio, ¿por qué aún no se hace lo suficiente? Según informe StepStone Total
Talent Report 2008 de The Economist Intelligence Unit, ante la pregunta ¿cuál de las siguientes
frases describe mejor la estrategia de gestión de talento en su organización?, el 50% de los
encuestados declaró no tener ninguna estrategia de gestión del talento o bien tener una
estrategia informal, es decir, ninguna.
Otro aspecto importante sobre el estado del arte de la gestión del talento recae sobre la pregunta
acerca de quién es responsable de gestionar el talento en la organización. Según la investigación
de The Economist, las opiniones están divididas. Mientras que el 32% de los encuestados cree que
el responsable es el jefe directo o el gerente de recursos humanos, el 34% opina que son los
gerentes de las unidades de negocio o gerentes de línea.
De manera general, se puede definir talentos a aquellos empleados que, en cualquier posición de
la estructura, agregan valor crítico a la organización y/o lo harán en un período predecible y
planificado de tiempo (Saracho, 2012). Según esta definición, cualquier posición significa que el
talento no se limita a ciertas capas jerárquicas o a ciertos puestos específicos de la estructura. Así,
agregar valor crítico a la organización significa que la presencia o ausencia de las personas
designadas como talentos genera una diferencia sustancial, medible y visible en el desempeño
organizacional.
La gestión de talentos se refiere a la gestión de procesos integrados entre sí, que permite cumplir
con uno de los mayores desafíos que enfrentan las organizaciones hoy en día: alinear la estrategia
(misión, visión, valores, objetivos estratégicos), sus procesos y el sistema de gestión de personas.
A través de esta alineación, se conectan los segmentos críticos del capital humano, es decir,
aquellos grupos internos de alto impacto que mueven a las organizaciones hacia la consecución de
sus objetivos, generando en gran parte el valor en la organización.
Para hablar de talento, primero es necesario saber diferenciar entre conocimiento, habilidades y
talento. El conocimiento se refiere a la información sobre cómo desempeñarse en el cargo y todo
lo que es posible internalizar mediante la experiencia. Las habilidades por su parte, se refieren a
cómo hacer, y se pueden perfeccionar a través de capacitaciones. Finalmente, el talento es una
predisposición natural que le permite a las personas ser sumamente efectivos en determinados
ámbitos o actividades (Trend Management, 2003).
Según estos planteamientos, cuando se habla de talento, se está haciendo alusión a una serie de
elementos que confluyen y que hacen que una persona tenga un desempeño de excelencia. Aquí
es necesario hacer un alto y retomar el concepto de competencia, ahora visto desde una
perspectiva distinta.
Todos estos elementos permiten que la persona tenga un desempeño competente. Todo esto
acompañado de compromiso y acción, es lo que se llama talento en la organización (Alles, 2006).
Es donde confluyen capacidad (competencias, destrezas y conocimientos), acción y compromiso,
está el talento en la organización. Al alinear su desempeño con la estrategia y los procesos, se está
gestionando el talento en la organización.
Al gestionar el talento, se genera valor. Lo relevante en este sentido, es que la empresa o
institución cuente con una estrategia o propuesta de cómo gestionarlo. Esta propuesta debe
considerar no solo el atraer y retener talento, sino que además su desarrollo y crecimiento,
ubicando a las personas en trabajos y proyectos que los comprometan y los conecten
adecuadamente con la estrategia organizacional.
Para ello, como punto de partida, es necesario identificar donde está el talento en la organización.
¿Cómo lograrlo? Existen modelos de segmentación o matrices de desempeño, que permiten,
mediante la conjugación de una serie de variables, ubicar a las personas en cuadrantes de acuerdo
a su desempeño, de manera de saber a ciencia cierta, cómo potenciarlo y desarrollarlo, alineando
su desempeño, con los procesos y la estrategia. Un ejemplo de modelo de segmentación a utilizar
se demuestra en la siguiente figura:
DESEMPEÑO
POTENCIAL
Fuente: material elaborado para este curso (modificado por Rodrigo Correa)
A través de variables cuantitativas previamente definidas que servirán de insumo a este proceso
(medición de brechas, evaluación del desempeño, entre otras), se podrá “mapear” el talento, de
manera de gestionarlo definiendo cuáles serán los focos de énfasis en la estrategia de gestión,
tanto en un nivel estratégico como operacional.
De esta forma, es posible decir, que para desarrollar el talento, es necesario transitar por las
siguientes etapas (Saracho, 2012):
La estructura, los procesos, los catálogos de competencias, perfiles de cargo, manual de gestión de
carrera, política de movilidad y desarrollo o planes de sucesión serán mecanismos válidos para dar
cuenta de hacia dónde se pretende orientar el desarrollo de las personas de la organización.
La etapa siguiente es identificar y medir las brechas existentes entre las competencias requeridas
para cada uno de los cargos, levantadas a partir de los perfiles definidos en la implementación del
modelo de gestión por competencias y los individuos que ocupan esas posiciones en la
organización. Esta información se reflejará en la matriz de segmentación anteriormente
enunciada, ubicando a cada persona en un determinado segmento, dependiendo del resultado de
su medición.
Con esto, lo que se pretende es generar un entorno que permita la creación de valor a través de la
gestión de las personas, favoreciendo su motivación e incentivándolos a aportar y continuar
desempeñándose en la organización. Cuando se observa una persona competente sin motivación
no es posible hablar de talento en la empresa o institución.
https://goo.gl/dNb1HW
Una evaluación eficiente que entregue resultados positivos a todos sus involucrados parte
fundamentalmente de la realización de una buena entrevista.
Una vez en ella, la entrevista puede comenzar con el evaluado escuchando la evaluación de la
jefatura, seguido de un debate participativo en relación a cómo puede mejorar el desempeño
(solución de problemas), para terminar, con el acuerdo de objetivos de mejora.
En este sentido, una técnica conocida es, previo a la entrevista, definir cuáles son las competencias
positivas y cuáles son las que debe mejorar. Se parte con la mitad de las positivas, luego se dan a
conocer las áreas de mejora, para cerrar nuevamente indicando los puntos fuertes de su
desempeño. En lo formal, se debe buscar cambiar en la argumentación los “pero” por “y”.
En este punto de la entrevista, se deja espacio para el empleado tenga la oportunidad de expresar
sus sentimientos y hacer todas las preguntas que estime conveniente, las que deben ser
contestadas por el evaluador hasta que la persona tenga plena claridad de los argumentos que
justifican su evaluación.
Para finalizar, es necesario recapitular los principales aspectos de la entrevista y entregar copia de
la evaluación y de los compromisos al evaluado.
Los tipos de entrevista que mejor se adaptan al proceso de gestión del desempeño son los
siguientes (Reig, Fernández y Jauli, 2003):
En definitiva, a través de la entrevista pueden lograrse los dos fines. En primer lugar, la entrevista
puede comenzar con el evaluado escuchando la evaluación del evaluador, seguido de un debate
participativo en relación a cómo puede mejorar el desempeño (solución de problemas), para
terminar, en segundo lugar, con el acuerdo de objetivos de mejora.
Es necesario que el evaluador y la persona evaluada recaben información que tenga relación
con el tema de la entrevista. En este momento, puede revisarse la carpeta personal del
Tener capacidad de escucha, es decir, poner atención en lo que el otro le dice, no interrumpir.
Hablar en forma directa, no “irse por las ramas”, no hablar generalidades. La persona espera
que su desempeño sea evaluado en acciones.
Una buena alternativa para aumentar la eficacia de la entrevista, por sus características, puede ser
la entrevista mixta. En ella, una característica importante es la forma de dar una retroalimentación
efectiva, ya sea positiva o negativa. Cualquiera sea el caso, una retroalimentación efectiva debe ir
a lo concreto, no a lo general, centrarse en el comportamiento, no en la persona.
4. ASERTIVIDAD, EMPATÍA
La asertividad es la capacidad de expresar las propias ideas de forma apropiada, con respeto a los
intereses de los demás (Puchol, 2006). Mediante ella es posible dar a conocer las necesidades,
deseos, opiniones, creencias y sentimientos, de manera honesta, directa y apropiada. Un
elemento de gran importancia en este sentido, es no menospreciar los intereses y derechos de las
demás personas.
De esta manera, la asertividad permite satisfacer los intereses de ambas partes, incluso iniciando
un proceso de negociación.
Así por ejemplo, una conducta asertiva supone capacidad para mantener una
conversación; para expresar una negativa cuando sea necesario; para recibir
positivamente una crítica; para dar y recibir aprecio; para satisfacer los deseos y
necesidades propias respetando las de los demás
Ser asertivo conlleva un lenguaje adecuado, componentes verbales, una postura corporal, así
como patrones de pensamiento. Quienes son asertivos, tienen más posibilidades de alcanzar sus
objetivos, se diferencian de un discurso agresivo y pasivo en tanto refuerza el autoestima de las
personas. Lo anterior queda en evidencia en el siguiente cuadro (Puchol, 2007):
Ser asertivo en el trabajo facilita el gestionar el desempeño, así como aportar en el clima laboral.
Si se lleva a este plano, integra conductas como dejar claras las expectativas de los subordinados,
delegar y dejar en libertad de acción aún con el riesgo de que pueda cometer errores, comunicar
cada cierto tiempo a las personas qué están haciendo bien y qué están haciendo mal, y estar
disponibles para ofrecer un consejo o ayuda, premiando el trabajo bien hecho.
https://goo.gl/aSLPdJ
5. CULTURA ORGANIZACIONAL
El considerar a las organizaciones como culturas, es un fenómeno reciente. Esto responde
principalmente a que hasta los años ochenta, se consideraba a las organizaciones como medios
racionales que permitían coordinar y controlar personas para desarrollar un producto o entregar
un servicio determinado (Robbins y Judge, 2009).
Con el correr de los años se empezó a visualizar que las empresas e instituciones tenían
personalidades, tal y como la tienen los individuos que las componen, y en este sentido podían ser
rígidas, innovadoras, conservadoras, fraternales, etc.
Solo en estos últimos años, específicamente desde el año 2000 a la fecha, ha ido ganando fuerza el
concepto de cultura en las organizaciones. Conocerla es relevante en el buen desempeño de la
estrategia y en un sentido más amplio, gestionarla, para asegurar la permanencia de la
organización en el largo plazo.
Es en este proceso, cuando las organizaciones cobran vida propia y adquieren creencias y valores
que van más allá de la vida de sus fundadores o cualquiera de sus miembros, se habla de
Institucionalización (Robbins y Judge, 2009).
Esta institucionalización se genera a todo nivel, incluso en los procesos de evaluación y gestión del
desempeño. La falta de retroalimentación permanente, la poca diferenciación en las calificaciones
o la falta de planes de desarrollo a partir de ello, son fenómenos que se asientan culturalmente en
las organizaciones y es muy difícil modificarlas posteriormente. De ahí la relevancia de conocer
que se entiende por cultura en la organización.
hace la administración, sus estándares éticos, la forma cómo maneja sus relaciones con terceros
interesados como proveedores, competidores y la comunidad donde se encuentran insertos.
Luego, hablar de cultura trata de “cómo hacemos las cosas aquí”. En términos más precisos, se
dirá que “cultura corresponde a los valores, creencias, costumbres, el estilo de dirección y el
ambiente de trabajo interno de la compañía” (Rodríguez, 1992, p. 57).
De esta manera, forman parte de la cultura (Rodríguez, 1992) los siguientes aspectos:
Mitos sobre el trabajo, su definición, así como las implicancias del buen o el mal
trabajador.
Creencias sobre las relaciones laborales, cuáles son las pertinentes en la organización en
particular.
Creencias sobre el corto, mediano y largo plazo.
Personas que han marcado un estilo en la organización, sean héroes o villanos.
Valores compartidos, sistemas normativos, consensos en torno a normas, tipos ideales.
Estilos de vida generados por la organización, contradicciones con el estilo de vida
deseado, comparativamente con el propio de la sociedad.
Lo anterior viene a reafirmar el hecho de que la cultura organizacional forma parte de un sistema
compartido por los miembros, que en definitiva distingue a una organización de las demás
(Robbins y Judge, 2009).
Configuran la cultura todos los aspectos nombrados anteriormente. Sin embargo, en su génesis
confluyen personas, grupos, y unidades que influyen decididamente en ella, con una “forma” de
hacer en el desarrollo de la organización. En ello no se distinguen jerarquías, sino influencia, la que
se relaciona más con autoridad, es decir, producto de fuerzas internas que se van transmitiendo a
través de las conductas y la forma de hacer las cosas.
Las culturas no son estáticas. Algunas situaciones hacen que las culturas se vayan modificando.
Entre estos escenarios cabe destacar una expansión fuerte o al contrario, una contracción del nivel
de operaciones, cambio de una parte importante del cuerpo ejecutivo y sus principales jefaturas,
diversificaciones hacia nuevos mercados y productos.
Las situaciones que van haciendo compleja su intervención, además de lo comentado, es el hecho
que dentro de las organizaciones existen o conviven más de una cultura. Otro aspecto de tipo
estructural que origina una subcultura es el hecho que la compañía o institución establezca
operaciones en lugares distantes geográficamente (otras ciudades, países o continentes), en cuyo
caso los esfuerzos por normalizar procedimientos y formas de hacer (evaluaciones, ascensos,
retiros, compensaciones) son una labor muy ardua para las unidades de recursos humanos.
Innovación y aceptación del riesgo: grado en que se estimula a los empleados para que
sean efectivamente innovadores y asuman riesgos.
Atención al detalle: grado en que se espera que los empleados muestren precisión, análisis
y atención a los detalles.
Orientación a los resultados: grado en que la administración se centra en los resultados o
eventos, en lugar de las técnicas y procesos para lograrlos.
Orientación a la gente: grado en que las decisiones de la dirección, toman en cuenta el
efecto de los resultados sobre las personas de la organización.
Orientación a los equipos: grado en que las actividades del trabajo están organizadas por
equipos en lugar de individuos.
Agresividad: grado en que las personas son agresivas y competitivas en lugar de buscar lo
fácil.
Estabilidad: grado en que las actividades organizacionales hacen énfasis en mantener el
estatus quo en contraste con el crecimiento.
Todas estas características existen en las organizaciones en menor o en mayor grado, por lo que la
evaluación de cada una de ellas da un completo panorama sobre las particularidades de la cultura
de la organización, lo que facilitará gestionarla estratégicamente.
A partir de lo anterior, si la estrategia genérica es por ejemplo de liderazgo en costos, los valores
de la organización deberían estar alineados con el ahorro, la sencillez del decorado de las oficinas,
partiendo por las de los ejecutivos, enfoque a la productividad, etc. Si la estrategia genérica es de
diferenciación, la cultura debería incorporar en sus valores aspectos que estén desafiando
permanentemente el statu quo y privilegiando la innovación y la creatividad.
De ello se concluye que en una cultura que no esté alineada o no sea consistente con la estrategia,
se deben realizar los esfuerzos y las acciones necesarios para producir los cambios. A mayor
desajuste, existe una relación directamente proporcional a la dificultad de impulsar y desarrollar la
estrategia. Un conflicto prolongado debilita fuertemente los esfuerzos administrativos para hacer
que la estrategia rinda los frutos esperados. De permanecer dichos desajustes, termina finalmente
por desdibujarla por completo.
Una cultura puede ser débil y fragmentada en la medida que existen muchas subculturas y muy
pocos los valores, normas y fines superiores que sean ampliamente compartidos. Ello produce
muy poca cohesión interna para enfrentar desafíos. Los ejecutivos más bien parecen guiados por
sus particulares formas de ser, sin privilegiar actitudes del personal que configuren una “forma
definida de hacer”. Ello se traspasa a los empleados en forma de confusión. De este modo, su
lealtad se encontrará más relacionada con personas X que con la organización, pues se carece de
una identidad colectiva. Las consecuencias más notorias aparte de la insatisfacción que provoca la
indefinición y la necesidad de conjugar varias formas de hacer empresa, es que no se obtiene
lealtad de los empleados. Así, estas culturas débiles no proporcionan ninguna ayuda efectiva a la
implantación de la estrategia.
La cultura poderosa, en cambio, proporciona una guía explícita para efectuar la estrategia, pues
sus principios y valores se encuentran ampliamente difundidos en toda la organización y sus
diferentes niveles jerárquicos. Los siguientes factores favorecen la formación de este tipo deseable
de cultura (Davis, 1998):
Estos aspectos se encuentran en el origen de una cultura poderosa que corresponde a un activo
intangible. Este es muy valioso cuando concuerda con las exigencias de la ejecución de la
estrategia.
Como todo problema que se enfrenta correctamente, en primer lugar, es necesario diagnosticar
cuáles son los aspectos o dimensiones que están alineados con la estrategia y cuáles, por el
contrario, obstaculizan o no apoyan su ejecución.
A continuación se debe actuar. Los autores Thompson y Strickland (2000) separan dichas acciones
en simbólicas y sustantivas, a saber:
Lo planteado en la figura es clave para lograr el compromiso, actuando en concordancia con los
valores, las políticas y la forma de ser de la organización, elementos que son necesarios considerar
si se pretende implementar una nueva estrategia. Esto exige una conducta ejecutiva consistente y
de verdad, cuyo propósito sea influenciar e impregnar a toda la organización. Para eso, las
acciones deben ser decididas y considerar que su ejecución no estará exenta de problemas.
Estos elementos se denominan también productos culturales (David, 1998), e incluyen valores,
creencias, ritos, rituales, ceremonias, mitos, historias, leyendas, epopeyas, lenguaje, metáforas,
símbolos, héroes, heroínas, entre otros.
Gestionar la cultura para implementar la estrategia es clave, en tanto se expande por todas las
áreas funcionales de la organización, y es dentro de ella que se enmarca la administración
estratégica, toda vez que afecta, entre otras cosas, las decisiones del negocio, luego, su análisis y
evaluación se justifica plenamente en todo sentido.
https://goo.gl/BV373r
6. CLIMA ORGANIZACIONAL
El clima organizacional posee relevancia estratégica para la organización, asumiendo que es un
elemento clave a gestionar, para el adecuado cumplimiento de los objetivos institucionales. En
este sentido, gestionar el clima organizacional por medio de diagnosticar, analizar, diseñar,
monitorear y evaluar los resultados, no es otra cosa que un conjunto de acciones que buscan
fortalecer a la organización para el logro de sus objetivos.
Lo importante al definir un instrumento para medir el clima organizacional, es que, primero, sea
representativo de la realidad que se busca analizar y segundo, que tenga validez y confiabilidad
estadística, idealmente certificada por una institución externa. Si no es posible, en la construcción
interna del instrumento es donde hay que centrar los esfuerzos. De esta forma, algunas
instituciones y empresas, realizan previamente focus group, de manera de sondear los posibles
temas que están influyendo en el clima laboral, para desde ahí, definir las variables que se
medirán en el estudio, las preguntas que alimentarán dicha variable, así como el nivel de
comprensión e interpretación de cada una de las preguntas de parte de los encuestados.
A grandes rasgos el clima laboral puede ser uno de los factores que más influyen en la
productividad de cualquier organización. Se trata de las formas en que se desarrolla el trabajo,
como se relacionan las partes integrantes de la organización, la satisfacción y motivación de cada
persona en su lugar de trabajo y en su cargo; y tiene mucho que ver con la manera en que
interactúan las personas, ya sea de par a par o en la relación jefe-empleado.
Condiciones
físicas
Liderazgo Relaciones
Clima
laboral
Independen
-cia Remuneración
Reconoci-
miento
A partir de los resultados que se obtengan de las mediciones o evaluaciones proceden entonces
acciones para la mejora del clima laboral dentro de la organización. Medir por medir solo entrega
números y resultados, pero no cambios ni mejoras.
Hay que destacar también que en esta revisión no hay clasificación por género ni estamento, solo
análisis generales ya que no forman parte de la información obtenida para el desarrollo del
presente informe.
Uno de los estudios más validados en la actualidad es el realizado por Mide-UC, el departamento
de mediciones de la Pontificia Universidad Católica de Chile, quien ha aplicado en un sinnúmero de
organizaciones un instrumento de medición que procesa la información y la presenta como
porcentajes de apreciaciones positivas, neutras y negativas por cada factor y ya no como
promedios por cada uno.
Además, en cada intervención, realiza regresiones (método para analizar el efecto de factores
independientes sobre uno dependiente) para obtener relaciones entre factores y determinar en
qué medida se correlacionan factores específicos con otros definidos como resultantes como
satisfacción laboral, identidad y sustentabilidad y satisfacción laboral.
• Para obtener evidencia más objetiva que permita tomar decisiones fundadas y elaborar
planes de mejora específicos.
Hablar de buen clima laboral no es hablar de armonía. Supone una serie de percepciones de parte
de las personas sobre distintas condiciones que determinan e incluyen en su trabajo diario. Lo
importante es tener claridad que las percepciones no son verdaderas ni falsas, no obstante, se
tornan reales en sus consecuencias. Luego, si una persona se percibe como mal pagado, aun
cuando su renta esté sobre el mercado, va a trabajar como mal pagado con las consecuencias que
eso conlleva en términos de gestión y desempeño.
No obstante, es sumamente importante, más allá de contar con una encuesta de aplicación
periódica, ser capaces de generar canales y fuentes de información al interior de la organización,
que se puedan vincular con clima, sobre todo cuando la evaluación de desempeño no sea un
elemento que discrimine desempeño.
En este sentido, clima laboral muchas veces se asocia a ingresos y rotación, sin embargo hay
situaciones en que las causas son más compleja. Por ello, cada organización debe ser capaz de
identificar la relación existe entre el clima laboral y las distintas variables, dinámicas, relaciones
y/o procesos que definen a diario la función y el desempeño de las personas.
Las variables, desde ahí, consideradas en el concepto de clima organizacional son (Torres, 2006):
Variables de ambiente físico, tales como espacio físico, condiciones de ruido, calor,
contaminación, instalaciones, etc.
Variables estructurales, tales como el tamaño de la organización, estructura formal, estilo de
dirección, etc.
Variables del ambiente social, tales como compañerismo, conflictos entre personas o entre
departamentos, comunicaciones, etc.
Variables del cargo, tales como desafíos del puesto de trabajo, presión de trabajo, etc.
Variables propias del comportamiento organizacional, tales como productividad, ausentismo,
rotación, satisfacción laboral, tensiones y estrés.
Con todo, el clima organizacional se refiere a las percepciones compartidas por los miembros de
una organización respecto al trabajo, al ambiente físico en que este se da, las relaciones
interpersonales que tienen lugar en torno a él y las diversas regulaciones formales que afectan a
dicho trabajo.
Complementariamente a lo anterior, es posible señalar que el clima de una organización tiene una
cierta permanencia, a pesar de experimentar cambios por situaciones coyunturales. De ahí que
tenga un fuerte impacto sobre los comportamientos de los miembros de la organización,
afectando su grado de compromiso e identificación de los miembros de la organización con ésta.
De esta manera, la medición de clima laboral, permite establecer una línea de base para medir los
efectos de distintas intervenciones organizacionales, involucrando a la alta dirección y jefaturas,
en la mantención de un buen clima para el logro de los objetivos organizacionales, anticipando
fuentes de conflicto, de estrés o de insatisfacción que contribuyan a generar comportamientos
negativos, localizando problemas en términos de contenido y de estructura organizacional.
Por otro lado, conocer cuál es la configuración del clima organizacional constituye una actividad
relevante, si uno de los objetivos estratégicos de la institución es desarrollar ventajas competitivas
a través de las personas. Su medición periódica y sistemática permite identificar las condiciones
que influyen en el buen desempeño, diseñar estrategias de cambio para corregir debilidades,
consolidar fortalezas y evaluar el impacto de las intervenciones realizadas.
Todo diagnóstico del clima organizacional tiene por objetivo, evaluar el grado de satisfacción del
personal, identificar los factores del ambiente de trabajo que pudieran estar afectando al
desempeño de las funciones e identificar las variables que estén favoreciendo a los niveles de
satisfacción del personal.
De esta manera, algunos beneficios del diagnóstico del clima organizacional, son favorecer la
productividad y el desarrollo de las organizaciones, dar prioridad y hacer intervenciones, contribuir
a la retención del personal, así como influir en los niveles de calidad y atención al usuario.
De esta manera, clima organizacional es la medición de un fenómeno perceptual, que resume las
apreciaciones de los miembros de una organización, sobre los atributos de esta organización
(administrativos, ambientales, psicosociales), lo cual se traduce en conductas que inciden en la
eficiencia y eficacia de la organización.
Dicho de otro modo, son las percepciones, impresiones, expectativas y sentimientos más comunes
de los miembros de las distintas unidades, todo lo cual afecta las relaciones de las personas: entre
unas y otras, con sus supervisores y con otras unidades.
El instrumento de Mide-UC considera 13 factores, de los cuales tres de ellos, como se señalaba,
corresponden a factores denominados resultantes o variables dependientes. Estos factores
resultantes son explicados con mayor o menor medida por los restantes 10 factores denominados
específicos o variables independientes.
Este factor evalúa la percepción de las personas, respecto a la claridad que tienen sobre
los objetivos estratégicos de la institución y de la unidad en que trabajan y sobre los
Claridad organizacional CLA
estándares de desempeño, así como su apreciación sobre la organización de los procesos
de trabajo en la institución.
Este factor mide la percepción que tienen respecto a la distribución justa y equitativa de
las tareas que aportan al cumplimiento de las metas organizacionales.
Distribución de trabajo DTR
Este factor evalúa la medida en que las personas en la organización perciben que es
Equilibrio trabajo y vida
TVP posible compatibilizar adecuadamente las demandas del trabajo con su vida personal,
personal
familiar y/o social.
Este factor evalúa la percepción que mantienen sobre su salud física y las posibilidades
Bienestar físico BFI
de autocuidado que les brinda su trabajo.
Motivación por el trabajo MOT Este factor mide el significado que el trabajo tiene para los miembros de la organización,
mediante la posibilidad de demostrar sus habilidades y conocimientos en el desarrollo de
Identidad y Este factor evalúa cuán orgullosos se sienten las personas por pertenecer a la
sustentabilidad organización, cuánto esfuerzo están dispuestos a poner para cumplir los objetivos
organizacional IDS institucionales y su intención de permanencia en la organización.
Este factor mide el grado de compromiso con el trabajo que se refleja en dedicación,
Engagement ENG
vigor y absorción en la labor que desarrollan quienes componen la organización.
Este factor mide el estado emocional positivo o placentero que sienten las personas en
Satisfacción laboral SAT
relación a su percepción sobre las experiencias laborales vividas.
Otras mediciones incorporan variables y definiciones distintas. Lo importante es que sean reflejo
de la realizad y de la cultura que tiene la organización en ese momento, de manera de que no
existan confusiones al respecto, por ejemplo, con la definición de jefatura, que puede ser
entendida de manera distinta por los miembros de la organización.
Una de ellas es la de Anguita Consulting Group (2012), que muestra cómo diversos tipos de
factores, tanto individuales, físico administrativos, psicosociales y organizacionales (los cuales
representan variables independientes), conforman e influyen en el clima organizacional (variable
dependiente medida), el que a su vez expresado en el comportamiento de las personas podría
aumentar o disminuir la eficiencia organizacional, económica y social de la institución analizada. Lo
anterior queda de manifiesto en la siguiente figura:
Variable dependiente
Factores individuales
Satisfacción - insatisfacción
laboral - reconocimiento -
motivación intrínseca.
Variable Independiente
Factores psicosociales y
organizacionales
Comunicaciones - capacitación -
perspectivas de progreso y
desarrollo - liderazgo -
cooperación entre unidades.
De acuerdo a lo anterior, los factores evaluados son los siguientes (Anguita, 2012):
Claridad organizacional: mide la percepción del personal respecto de cuán bien definidos,
organizados y lógicamente estructurados están los cargos; así como el conocimiento que los
miembros de la empresa tienen de los objetivos y metas de su unidad.
Respaldo organizacional: mide el sentimiento de confianza y apoyo mutuo que el personal
percibe de la empresa.
Perspectivas sobre progreso y desarrollo: mide la percepción del personal sobre las
posibilidades de aumentar su nivel de conocimientos y destrezas con el fin de lograr
mayor desarrollo.
Comunicación: mide la percepción del personal sobre la cantidad, calidad y oportunidad
de la información que se entrega, la credibilidad que se le otorga y la necesidad de
mejorar el traspaso de la información.
Remuneración: mide la percepción del personal sobre lo equitativo y ajustado a la realidad
en que se encuentra su remuneración así como su grado de conformidad con ésta.
Motivación por el trabajo: mide el significado que el trabajo tiene para el individuo. La
posibilidad que, a través de él, ponga en juego todas sus habilidades y la retroalimentación
que su trabajo le da acerca del propio desempeño.
Cooperación entre unidades operacionales: mide la disposición al trabajo en equipo,
voluntad de compartir información, forma en que se resuelven los conflictos entre
unidades de trabajo y percepción de unión.
Beneficios y actividades socio-recreativas: mide el conocimiento del personal sobre las
políticas de bienestar social de la empresa, su grado de adecuación y la posibilidad de
participación en actividades socio-recreativas.
Liderazgo: Mide la percepción del personal sobre la supervisión técnica y humana a que
tiene acceso.
Factores físico-ambientales y de seguridad industrial: mide la apreciación general que el
trabajador tiene sobre las condiciones de seguridad y del ambiente físico que rodean su
lugar de trabajo.
Organización del trabajo: mide la percepción del personal sobre la distribución del trabajo,
ritmo y nivel de exigencias que sobre el mismo se hace.
Identificación con la empresa: mide el grado en que el personal se ha incorporado
afectivamente a su empresa y el grado hasta el cual ha asimilado y hecho propios los
objetivos de la empresa.
De esta manera, se observan distintos factores o variables que pueden facilitar la medición de
clima laboral en la organización. Lo importante es que sea representativo de su propia realidad
tanto en su definición como en su conceptualización. En este proceso se pueden combinar
factores, integrar variables, para de esa manera reflejar de mejor manera la percepción imperante
en ese momento.
https://goo.gl/udK6Xx
Para analizar los resultados, es clave considerar al menos las siguientes etapas (Robbins y Judge,
2009):
Con esto, el análisis de los resultados, permitirá manejar de mejor manera la información y por
consiguiente, tener más elementos para tomar decisiones focalizadas y de mayor impacto en la
organización. Para ello, se propone la siguiente metodología (Mide-UC, 2015):
Revisar los resultados, comenzando por la revisión e identificación de los factores más
bajos (menor apreciación positiva) y/o que tengan sus resultados en “forma de U”1.
Revisar, dentro de los factores específicos que impactan a los factores resultantes
identificados en el paso anterior, aquellos que estén con apreciación positiva más baja.
Identificar las fortalezas, para lo que es clave analizar los factores específicos con mayor
apreciación positiva (independiente de si impactan o no al factor resultante).
Comunicar los resultados de clima, aspecto clave al momento de sustentar el compromiso
de las personas en el tratamiento de los resultados. Esta comunicación, se debe hacer, en
primer lugar, desde la alta dirección, definiendo y comunicando focos de intervención, ya
sea definición de focos transversales, así como la definición de cuáles deberían ser las
unidades de negocio que requieran incorporarse con actividades específicas en el Plan de
Clima.
En segundo lugar, la comunicación se hace mediante las jefaturas directas, con el fin de
analizar e identificar aspectos más cualitativos de dichos resultados, e identificar posibles
cursos de acción.
1
En “forma de U” quiere decir que las apreciaciones negativas son mayores a las neutras, lo que es de
especial preocupación, dado que, según lo expuesto por Mide-UC, cuando esto sucede, se está en un alto
riesgo de que los neutros pasen a negativos en un corto plazo, si no se interviene o abordan las
problemáticas que componen el factor.
Para el control, se puede definir o utilizar algún tipo de medio que permita, al término de cada
actividad realizada, evaluar la satisfacción o conformidad de los participantes (encuestas, focus
group, etc.). Lo importante es definir previamente al desarrollo de las actividades el uso de ciertas
acciones de seguimiento de corto o mediano plazo para evaluar el impacto de lo realizado. Uno
de ello, puede ser en nivel de cumplimiento del Plan de Clima Organizacional, es decir, el
porcentaje de la cantidad de actividades ejecutadas del plan de clima organizacional, respecto de
la cantidad total de actividades comprometidas a realizar. A partir de ello, se fijan fechas para el
envío de reportes de seguimiento en las distintas actividades y en el plan de mejoramiento en
general.
Para la definición de las distintas actividades es sumamente importante, más allá de contar con
una encuesta de aplicación periódica, con canales y fuentes de información de sus resultados al
interior de la organización y una planificación adecuada para su socialización frente a las jefaturas,
de cara a la elaboración de los planes de mejoramiento de clima laboral.
No obstante, en todo el proceso deben ser acompañados, sobre todo en la lectura de los
resultados del estudio frente a las personas que forman parte de su equipo.
Ahora bien, una vez implementado el plan de mejoramiento, es importante comunicar las
acciones emprendidas, siendo uno de los errores más comunes en las organizaciones el no
hacerlo. Hay que ser estratégicos en la entrega de información y lo más concretos posible
teniendo presente la relevancia de darle contexto al número.
Para elaborar los distintos planes de trabajo, se pueden llevar adelante reuniones de trabajo con la
primera línea, además de aquellas actividades o intervenciones que ya han sido definidas y que se
pueden comunicar.
Un primer paso para elaborar el plan de mejoramiento es analizar, a partir de los resultados
obtenidos, cuáles son las fortalezas y debilidades de la organización, unidad, departamento o
equipo de trabajo. Para ello, se puede utilizar un formato simple como el que se señala a
continuación:
FORTALEZAS DEBILIDADES
1°
2°
3°
4°
Finalmente, a partir del análisis y la discusión que se pueda generar, se elabora el plan de
mejoramiento considerando los focos determinados anteriormente, pero esta vez definiendo los
resultados que se espera obtener para mejorar los resultados de la medición, y al mismo tiempo
qué acciones se deben llevar adelante para alcanzarlos.
FOCOS DE TRABAJO
PRIORITARIOS
RESULTADOS ESPERADOS
ACCIONES
SEGÚN ESTRATEGIA
1°
2°
3°
4°
A partir de ello, se pueden definir las distintas acciones para elaborar el plan de mejoramiento
final, tal y como se plantea a continuación:
¿Qué ¿Cómo se
Foco de Indicador
Causas vamos a va a Recursos Responsable Plazo Prioridad Ámbito
trabajo de avance
hacer? hacer?
Cuando se habla de foco de trabajo, se hace referencia a aquella temática que parece prioritaria
que parece como prioritaria de acuerdo al análisis. No es una variable ni una pregunta, sino que es
una temática para mejorar el funcionamiento del grupo.
Las causas se determinan mediante reuniones de trabajo, entrevistas o focus group. La tendencia
es siempre partir de causas externas por lo que toma un tiempo llegar a foco.
Al plantearse ¿qué vamos a hacer?, la generalidad señala que la discusión se desvía al cómo.
Supone una idea guía a desarrollar resguardando que los líderes puedan dar cumplimiento a lo
comprometido.
Otras alternativas es permitir que los equipos determinen el indicador a trabajar, o bien, integrarlo
a un indicador de negocio.
Para trabajar en torno a los plazos, es menester pensar en etapas con impactos y plazos
determinados, siempre tendiendo claro que no se va a tener resultados inmediatos por lo que es
bueno considerar la variable tiempo. Así, se presenta una metodología de medición, análisis,
interpretación y operacionalización de los resultados de clima organizacional. Lo importante, en
este sentido, es relevar el mensaje de que su gestión es responsabilidad de todas las personas,
independiente de su posición dentro de la organización, integrarlos en la definición e
implementación de las distintas actividades que se consideren en el plan de acción, así como
incorporar indicadores que permitan monitorear su cumplimiento.
https://goo.gl/lMgZ8
COMENTARIO FINAL
Clave es, en este sentido, que esté unida al desarrollo de las personas en la organización, por lo
que los estándares deben estar fundamentados en información relevante del puesto de trabajo.
Para ello, se requiere de compromiso y participación activa de todos quienes forman parte de la
organización, sobre todo de los niveles superiores, quienes son el punto de partida de la
legitimación de la evaluación como instrumento y de la información que de ella se obtenga como
insumos a los subsistemas restantes de recursos humanos y a todas las unidades o departamentos
de la organización, constituyéndose de esa manera en un real apoyo en el cumplimiento de metas
y objetivos contenidos en la estrategia de la organización, corrigiendo posibles desviaciones y
alineando las expectativas e intereses.
Un elemento a considerar de mucha relevancia es la influencia que tiene el proceso de gestión del
desempeño en el clima laboral. Ello, principalmente porque el clima organizacional es un modelo
conformado por constructos, y que desde ahí dispone de metodologías, tecnologías y modelos de
análisis suficientes para gestionar buenos ambientes laborales en términos de calidad de vida y de
productividad. En las organizaciones, independiente de su naturaleza, no se duda de la correlación
que existe entre calidad de servicio, clima organizacional y rendimientos o desempeños
institucionales.
En este marco, los ciclos diagnósticos de clima organizacional son mediciones de un fenómeno
perceptual, que resume las apreciaciones de los miembros de una organización sobre los atributos
de la misma (administrativos, ambientales, psicosociales), lo cual se traduce en conductas que
inciden en la eficiencia y eficacia de la organización.
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