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HUGO CHÁVEZ Y EL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO VERSION Abril 2019
HUGO CHÁVEZ Y EL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO VERSION Abril 2019
Gilberto Merchán
Es muy notorio que en su momento, hacia finales del siglo XIX, José
Martí supo ver con claridad el significado profundo del pensamiento
bolivariano para la continuidad histórica de este proyecto de una
América Latina profunda e inevitablemente original, para el
advenimiento de ese promisorio mundo que el Apóstol llamó Nuestra
América y que nació para siempre de la espada de los libertadores con
una irrenunciable vocación redentora y liberadora de pueblos. Y es
precisamente en esta tradición bolivariana del pensamiento
latinoamericano en la que, como ya asentamos, se afilia el
pensamiento de Hugo Chávez, el mismo que a comienzos del siglo
XXI va a reencontrar una interpretación de su fecunda acción política y
patriótica en la Filosofía latinoamericana de la Liberación, uno de
cuyos referentes es justamente la primigenia obra filosófica de
Leopoldo Zea pero que va a tomar su forma más acabada en la vasta
obra filosófica — afincada en lo ético, lo histórico y lo político — de
Enrique Dussel.
Ciertamente, es a partir de su acción política vivamente iluminada por
la idea bolivariana de la liberación de los pueblos que Hugo Chávez se
reencuentra como lector e intérprete, pero también como creador e
importante referente, con esta vertiente mayor del gran pensamiento
latinoamericano que es la Filosofía de la Liberación, la cual, a partir de
una valiente y muy esforzada revisión crítica de toda la tradición
filosófica (con inclusión del pensamiento no europeo, y en particular el
de nuestros pueblos originarios) ha sido capaz a lo largo de decenios
de forjar un vigoroso y elaborado pensamiento genuina e
indisputablemente latinoamericano. No en balde este movimiento
filosófico sustenta hoy, no sólo en el ámbito académico, un pujante
pensamiento anticolonial que ya ha trascendido felizmente al plano de
las luchas políticas y sociales. De hecho, en sus últimos desarrollos,
la Filosofía de la Liberación, ese poderoso instrumento que marca el
rumbo definitivo de nuestra emancipación ontológica y epistemológica,
se ha venido nutriendo explícitamente del discurso y de la acción
liberadora de Hugo Chávez y de la Revolución Bolivariana, así como lo
ha hecho también de la apasionante realidad de la Bolivia
revolucionaria de hoy. De este nuevo sentido de las relaciones entre la
teoría y la práctica política iluminado por la muy original Filosofía
latinoamericana de la Liberación ha surgido, por ejemplo, entre otras
tantas formulaciones, la enunciación teórica de la idea, tan fecunda,
del “mandar obedeciendo”.
Como es bien sabido, el carácter profundamente original de Nuestra
América Latina y Caribeña es un tema que surge ya formulado a
cabalidad en los grandes documentos bolivarianos como la Carta de
Jamaica de 1815 y el Discurso de Angostura de 1819. A su vez,
Simón Rodríguez trató el tema de una manera particularmente
explícita: “La América no debe imitar modelos, sino ser original. O
inventamos o erramos”.
Y también explícitamente, el pensamiento de Hugo Chávez hunde sus
raíces en estos grandes documentos bolivarianos y en la noción
robinsoniana de la obligación de originalidad bajo riesgo de disolución
de la misma idea de nación. No en vano Chávez busca también
permanente inspiración en la obra del prominente pensador peruano
José Carlos Mariátegui para abordar el desafío de construcción de un
modelo socialista latinoamericano profundamente original. “Ni calco ni
copia, creación heroica”.
La unión de los pueblos y la especificidad del pensamiento
latinoamericano
Ya Leopoldo Zea había recobrado para la historia esencial de las
ideas en nuestra América Latina la misma concepción bolivariana que
más tarde enarbolara como brillante estandarte el pensamiento político
de Hugo Chávez. Para Zea,
“de la unidad dependerá el respeto y la atención que le darán a esta
América las potencias modernas. Sin este respeto y atención positiva,
dichas potencias no verán en los fragmentados pueblos de esta
América sino ‘vacíos de poder’ que han de ser ocupados”.
No obstante, para formarnos una idea de lo que hasta hace muy poco
tiempo podía significar en Nuestra América el noble proyecto
bolivariano de la unidad de nuestros pueblos y de nuestras patrias,
considérese esta memorable sentencia del humanista dominicano
Pedro Henríquez Ureña (1884—1946):
"Si se quiere medir hasta dónde llega la cortedad de visión de
nuestros hombres de Estado, piénsese en la opinión que expresaría
cualquiera de nuestros supuestos estadistas si se le dijese que la
América española debe tender a su unidad política. La idea le
parecería demasiado absurda para discutirla siquiera. La denominaría,
creyendo haberla herido con flecha destructora, una utopía".