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Los cuatro tesoros mágicos

Cuatro santos derviches de la jerarquía segunda, se reunieron y


decidieron buscar, por toda la superficie de la tierra, objetos con
los que pudiesen ayudar a h. humanidad. Habían estudiado cuanta
cosa estuvo a su alcance y concluyeron que mediante este tipo de
cooperación podrían servir de la mejor manera posible.
Decidieron encontrarse nuevamente treinta años después.
El día indicado se reunieron nuevamente. El primero trajo
consigo desde el extremo Norte un bastón mágico. Quien lo
montase podía alcanzar su destino de inmediato. El segundo
había traído del extremo Oeste una capucha mágica. Quien la
pusiera sobre su cabeza podría cambiar de inmediato su
apariencia, logrando así hacerse pasar por cualquier otro ser
viviente. El ter cero, como resultado de sus viajes y búsquedas por
el extremo Oriente, trajo un espejo mágico. Con sólo desearlo, se
podía con templar en él cualquier lugar de la Tierra. El cuarto
derviche, trabajando en el extremo Sur, había traído un tazón
mágico, con el que cualquier enfermedad podía curarse.
Así equipados, los derviches miraron en el Espejo para
encontrar la fuente del Agua de la Vida, que les permitiría vivir
lo suficiente como para dar uso eficaz a estos instrumentos.
Encontraron la Fuente de la Vida; volaron a ella en el Bastón
mágico y bebieron del Agua.
Una vez hecho esto, efectuaron una invocación para descubrir
quién era el ser más necesitado de sus servicios. Apareció en el
Espejo el rostro de un hombre que se encontraba al borde de la
muerte. Se hallaba a muchos días de viaje.
Inmediatamente los derviches montaron el Bastón mágico y
volaron en un abrir y cerrar de ojos, hasta el hogar del enfermo.
“Somos famosos médicos” , le dijeron al hombre que estaba en
la puerta, “ y nos hemos enterado de que tu amo se Halla enfermo.
Permítenos entrar y lo ayudaremos.”
Cuando el enfermo oyó esto, ordenó que los derviches fuesen
traídos hasta su lecho. Sin embargo, tan pronto los vio, su salud
empeoró; casi como si hubiese sufrido un ataque. Fueron echados
de su presencia. Uno de los sirvientes les explicó que el enfermo
era enemigo de los derviches y los odiaba.
Colocándose, uno por uno, la Capucha mágica, cambiaron su
apariencia tomando así un aspecto agradable para el enfermo. De
esta manera se presentaron nuevamente, pero esta vez como
cuatro médicos diferentes.
Tan pronto el hombre hubo bebido una medicina del Tazón
Mágico, se sintió como nunca en su vida. Estaba contentísimo, y
como era un hombre rico, recompensó a los derviches,
obsequiándolos con una de sus casas; los derviches se instalaron
en ella.
Se quedaron a vivir en esta casa, y todos los días se alejaban en
distintas direcciones usando, para beneficio de Ja humanidad, los
objetos mágicos que habían reunido.
Un día, sin embargo, cuando los otros derviches estaban
haciendo sus recorridas habituales, llegaron unos soldados y
arrestaron al derviche que poseía el Tazón que curaba. El rey de
ese país había oído hablar de este gran médico; había mandado por
él para que curase a su hija, que sufría una extraña enfermedad.
El derviche fue conducido junto al lecho de la princesa. Le
ofreció una de las medicinas que ella solía tomar, pero servida en
el Tazón especial. Mas, encontrándose imposibilitado de consultar
con el Espejo mágico cuál era la cura, ésta no dio resultado.

La princesa no mejoró, y el rey ordenó que se clavara al der


viche en una pared. Este rogó que le dieran tiempo para consultar
a sus amigos, pero el rey, que era impaciente, pensó que esto sólo
era una estratagema para poder escapar.
Tan pronto como los otros derviches arribaron a su morada,
miraron en el Espejo mágico para descubrir dónde había ido su
compañero. Viéndolo al borde de la muerte volaron inmediata
mente en su ayuda, utilizando el Bastón mágico. Lo salvaron justo
a tiempo. Pero no pudieron salvar a la hija del rey, pues el Tazón
no pudo ser encontrado.
Mirando en el Espejo mágico, los derviches vieron que había
sido arrojado, por orden del rey, a los abismos del océano más
profundo de la Tierra.
A pesar de disponer de los otros objetos milagrosos, les tomó
ipil años recobrar el tazón. A partir de la experiencia con la
princesa, estos cuatro derviches trabajaron siempre en secreto, de
manera que, mediante una hábil manera de actuar, cuanto
hicieran en beneficio de la humanidad pareciese haber sido hecho
en forma fácilmente explicable.

** *

Esta leyenda se asemeja a muchos cuentos orientales que tratan sobre


dispositivos mágicos frecuentemente encontrados en narraciones
folklóricas.
Algunos ven en ella una alusión encubierta a la afirmación de que Jesús
no murió en la Cruz. Otros sostienen que se refiere a las cuatro técnicas
de las principales escuelas derviches de Oriente y su
amalgamación por los Naqshbandis en la India y Khorasan.
La explicación más común, dada por los Sufis, es que el “trabajo
derviche” consiste en cuatro elementos que deben ser aplicados juntos y
en secreto.

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