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M A X IM IA N O T R A PE R O
SUHISTORIA,
SUGEOGRAFÍA,
SUSMANIFESTACIONES
O r ig e n d e l a D é c im a • L a D é c im a p o p u l a r . L a C u l t A
La I m p r o v is a d a . L a C a n t a d a . G e o g r a f ía A c t u a l d e la
D r n \ i \ • Mo h ie n t o A c t u a l • L \ D é c im a en i o s T errbow os
DI HABLA PORTUGUESA • BIBLIOGRAFIA BÁSICA SOBRE ijt DÉCIMA
_________ G l o s a r e > l>e la D é c im a y de la I m p r o v is a k ________
LA D ÉC IM A
Su historia, su geografía,
sus m anifestaciones
LA DECIMA
Su historia, su geografía,
sus manifestaciones
Coordinador
M ammiano T rapkro
© AUTORES
© CENTRO DE LA CULTURA POPULAR CAÑARÍA
Graa Canaria; 928 39 0 0 80 // 928 39 00 67 (fax)
Tenerife: 922 82 78 0(V82 20 00 // 922 82 78 01 (fax)
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© CÁMARA MUNICIPAL DE ÉVORA
Pra9a de Senório
Évora. P o r t u g a l ____________
Primera edición: mayo. 2001______________________________________________
Directora de Publicaciones: M. Carmen Otero Alonso _______________________
Coordinación General:
César Rodríguez Placeres
R e m e d io s S o sa D íaz ____________________________
Equipo de producción:
Alberto Martinón Quintero (coord )
Emilia Martínez de Lagos Fierro (coord )
__________ Simón Roger Delgado Lorenzo (coord.)_________________________
Ilustración de cubierta: Pepe D ám aso_____________________________________
Diseño de cubierta. Manuel Pérez López / Centro de la Cultura Popular Canina
Maqueiación de textos Inmaculada C González García______________________
Impresión: Pnntek. SAL
Po/ig Tonelarragom. Parcela. 4
__________ 48170 ¿amuJio <Bizkaiat__________ ______________________________
ISBN: 84-7926-368-7___________________
Depósito Legal: Bl I 266-01___________ __________________________________
Pág.
I ntroducción . Maximiano Trapero........................................ 9
Valga la consideración que hacem os aquí del romance com o una «estrofa» sien-
Maximiano Trapero
ORIGEN DE LA DÉCIMA
J esú s O rta R u iz
M a x im ia n o T rapero
L a d é c im a , u n a e s tr o f a q u e n a c ió c u lta y se h iz o p o p u la r
La décima en su momento
fue a Cuba en una avellana
y una guayaba cubana
le brindó su alojamiento.
En vez de teja y cemento
buscó la tabla y el guano...
Viajera peninsular.
¡cómo te has aplatanado!,
¿qué sinsonte enamorado
te dio cita en el palmar?
Dejaste viña y pomar
soñando caña y café
y tu alma española fue
canción de arado y guataca
cuando al vaivén de una hamaca
te diste a El Cucalambé.
A u n q u e e l p o e t a in v e n to r
fuera Vicente Espinel,
la décima ya no es de él.
sino del pueblo cantor.
Si la inventó un ruiseñor
o si la plantó un isleño
o si fue un margariteño
quien le dio la picardía,
como no es tuya ni mía
nos tiene a todos por dueño.
1. En el Cancionero de Buena, del m ism o siglo XV. hay una estrofa de diez versos
octosilábicos que firma Juan de Vicna y que se estim a sea de Juan de Mena,
por errata.
estructural de la copla real de los siglos XV y XVI, presentamos
algunos otros ejem plos de los poetas más notables de aquellos
tiempos:
De Juan de Mena:
De Jorge Manrique:
D el M arques de Santillana:
[ 1] [2]
Si puede haber males justos, En los profundos abismos
éstos, Gonzalo, son tales, de tu desdicha corriente,
pues de tus trágicos males ¿quién te hizo ser prudente
sacas generales gustos. sino tus trabajos mismos?
Sepan los pechos robustos, Cesaron los parosismos,
si en desdichas te embarazas, haciendo los males cursos;
que con celestiales trazas, mas tus trágicos discursos
entre agravios y querellas, publicarán tus concetos
las desdichas atropellas en locutorios secretos
y las virtudes abrazas. y en generales concursos.
El tema, como no podría ser de otro modo, es laudatorio, y
el estilo el propio de la época y del oficio. Pero lo que sí inauguran
estas décimas de Espinel es la costumbre de que, a partir de él,
sea precisam ente la décima espinela la estrofa preferida por los
autores (junto al soneto y la octava real) para la presentación
laudatoria de obras ajenas, empezando por las que aparecen en El
Quijote.
Las ocho espinelas de Diversas Rimas llevan el título de
«redondillas», constituyendo el número 61 de entre las 86 compo
siciones o «rimas» que incluye Espinel en su obra2. Son éstas:
11] 121
No hay bien que del mal me guarde, Ya esta suene, que empeora,
temeroso y encogido, se vio tan en las estrellas,
de sinrazón ofendido, que formó de mí querellas
y de ofendido cobarde. de quien yo las formo ahora.
Y aunque mi queja, ya es tarde, Y es tal la falta, señora,
y razón me la defiende, de este bien, que de pensallo.
más3 en mi daño se enciende, confuso y triste me hallo,
que voy contra quien me agravia, que si por vos me preguntan
como el perro que con rabia los que mi daño barruntan,
a su mismo dueño ofende. de pura vergüenza callo.
17]
141
Si me os nombran, o si os nombro Esto da fuerza a mi fe
vivo lleno de cuidado, a que su intento prosiga,
de ordinario recatado y vuesa merced no diga
con la barba sobre el hombro. desta agua no beberé.
Que de mil cosas me asombro, Podrá ser que lo que fue
porque en mi poca ventura tome a ser como primero,
no está mi suerte segura, que en vuestra clemencia espero,
que quizá dicen las lenguas, y no he de desesperar,
que ha sido por propias menguas que no será justo echar
lo que fue por desventura. la soga tras el caldero.
151 [ 8]
A vos presentar os quiero El pensamiento cansado
desta verdad por testigo, del importuno dolor
que a un declarado enemigo b u sc a e l e s t a d o m e jo r
os tengo por verdadero. ( s i e n a m o r h a y b u en e s ta d o ).
Que aunque desdeñado muero, Que a un pecho tan lastimado
ser sin razón desdeñado ni la gloria le alimenta,
no es. por lo que en mí ha faltado ni la pena le atormenta,
que en todo el discurso nuestro, que elevada la memoria,
tan buen gusto como el vuestro ni siente pena, ni gloria,
no pudo ser engañado. ni el bien, ni el mal le sustenta.
Su temática, su estilo
ni sie n te p en a , ni gloria.
ni e l b ie n , ni e l m al le susten ta.
4. D icho antiguo, recogido de la misma forma por Gonzalo de Correas con el si
guiente comentario: «Es tras lo perdido; soltar el instrumento y remedio con
que se ha de cobrar, y echar lo menos tras lo más-.
I de una búsqueda múltiple, uno de los frutos de la experimentación
y del ensayo que resultan ser sus «rimas diversas». Porque eso es,
en el fondo, el libro de Vicente Espinel: el libro antiguo más impor
tante de la versificación española: un com pleto m uestrario de las
más diversas «rimas» usadas o por usar hasta entonces. Él mismo
alardea de dom inar las más modernas, variadas y arm oniosas for
mas métricas. En la primera pane del libro figuran las de verso lar
go y estilo culto, de influencia italiana y extranjerizante: sólo en la
sesunda parte aparecen los metros conos castellanos, entre ellos
las «redondillas», que se convertirán en las propiamente espinelas.
El título de D iversas Rim as es, pues, muy acorde con el
propósito y contenido del libro, y no es descabellado pensar que
haya sido esc título de Espinel el que haya inspirado al de tantos
otros libros de poetas españoles: en prim er lugar, las Rim as sacras
y R im as divinas y hum anas de Lope de Vega, las R im as de los
herm anos A rgensola y de otros autores del Barroco; después, las
rom ánticas Rim as de Bécquer y las modernistas Rim as de Rubén
Darío; finalmente, las Rim as de dentro de U nam uno y las respec
tivas Rimas de Juan Ramón Jiménez y de Luis Rosales.
Cervantes:
E n la a c tu a lid a d , p a ra la p lé y a d e d e p o e ta s p o p u la re s e
im p ro v isa d o re s q u e u tilizan la d é c im a c o m o m e tro p re fe rid o , la
la m a de E sp in e l se re d u ce só lo a h a b e r sid o su c re a d o r, au n q u e,
c o m o h e m o s d ich o , e s a fa m a esté m o n tad a so b re un c o n ju n to de
tó p ic o s rep etid o s. Sin e m b arg o , p a ra la eru d ic ió n y c rític a lite ra
rias, la fam a d e E sp in el se debe m ás a su M a rc o s d e O b reg ó n que
a su o b ra p o ética, q u e h a estad o siem p re m u y silenciada: su s poe- 8
8. Cervantes también usa «décim as» en La G a la tea , pero no “esp in elas”, puesto
que todavía no se habían inventado. La primera edición de La G alatea e s de
1585, y la de D iversa s R im as de 1591.
sías no suelen aparecer en las clásicas antologías de la poesía es
pañola, y las ediciones de sus Diversas Rimas, su principal (y casi
única) obra poética, han sido muy pocas.
El libro de Espinel aparece en M adrid, en el m es de m arzo
de 1591, editado por Luis Sánchez, y con el siguiente título en
portada: «D iversas Rim as de Vicente Espinel, beneficiado de las
iglesias de Ronda, con el A rle Poética y con algunas O das de
Horacio traducidas en verso castellano». Va precedido de una car
ta del autor, en tercetos, dedicada al D uque de A lba, de una elo
giosa aprobación de A lonso de Ercilla («Tiene buenos y agudos
conceptos declarados por gentil térm ino y lenguaje, y los versos
líricos son de los m ejores que yo he visto») y de nueve sonetos
elogiosos dedicados por poetas contem poráneos, entre ellos uno
de Lupercio Leonardo de Argensola y otro de Lope de Vega. Del
de Lope, cargado de retórica y de referencias m itológicas, desta-
cuinos el primer terceto:
L a fam a de la espinela
9. Apanc los muchos pasajes dialogados que están en ese metro, en décimas e s
tán escritos los m onólogos más famosos de toda la obra, si no de todo el teatro
español: los dos de Segismundo, el primero reclamando libertad («¡Ay. mísero
de mí. y ay. infelice». Jornada I. Escena II) y el segundo proclamando «que
toda la vida es sueño. / y los sueños sueños son» (Jomada II. Escena XIX). y
aún otra en La D orotea (acto I. esc. S*):
10. Aparte del soneto que empieza «Aquesta pluma, célebre maestro», que hemos
transcrito antes, hallam os otros versos de Lope dirigidos a su «maestro
Espinel», citados -s in poner la fuente- por Jesús Orta Ruiz en la introducción
de su Jardín de espinelas (1991: 11). que dice:
A mi maestro Espinel
haced, musas, reverencia,
que os ha enseñado a cantar
y a mí a escribir en dos lenguas.
las excelencias de la nueva estrofa. Quizás la cita más famosa, por
ser la más repetida, sea la que aparece en su Laurel de Apolo :
V ir g il io L ó pez L em us
E n su s orígenes
1. Del famoso Marqués son las décimas de «Nuestra Señora de Guadalupe», con
esta curiosa estructura de rimas: abbaacccca. Mirta Aguirrc lo llama «gran poeta
y el gran señor medieval-prerrenaccntista del castellano gótico florido». (Cf. L a
lír ic a c a s te lla n a h a s ta lo s S ig lo s d e O ro . La Habana, 1985:1, 336).
Entonces no había demasiado espacio para diferenciar entre
sus posibles usos popular o culto, pero es indudable que las
autorías m encionadas son de poetas reconocidos com o los más
granados de la cultura escrita de ese siglo. Entonces no era aún
necesario el hallazgo de una form a fija, puesto que el octosílabo
reinaba casi absolutamente, hasta que el influjo de las estructuras
italianas trajo al endecasílabo com o verso de arte mayor, sobre
todo en los cuartetos y tercetos que conform an al soneto, estruc
tura fija que se adueñó de m ucho espacio en el desarrollo de la
poesía escrita en lengua española. Consciente o inconscientemen
te, era preciso fijar, ahora sí, una fórmula estrófica octosilábica que
compitiera en agilidad de mensaje lírico con el soneto impuesto «al
itálico modo» por Boscán y Garcilaso. No habrá sido una «meta»
definida, pero la necesidad era objetiva y estaban dadas las con
diciones para su nacimiento.
Com o se hacía evidente que la doble quintilla y en especial
la copla real (tan cultivada por Cristóbal de Castillejo, opositor in
signe del garcilasism o y nom bre clave del sostenim iento del
octosílabo popular castellano ante la m oda sonetística), no eran
suficientem ente «com petitivas» ante el soneto, tam bién el siglo
XVI presentó la característica de búsqueda, de seguro no planea
da, de una fórmula fija, que habría de alcanzarse precisamente con
la espinela. Parece bastante claro que la copla real es, de hecho,
una variante de décim a, a partir de ella o de otras variantes del si
glo anterior, y con movimiento de rima y de com posición, apare
cieron las variantes de Juan de M ena, Bartolomé Iorres Naharro
(tan sem ejante ya en su estructura a la espinela), Juan Fernández
de H eredia o Juan de M al Lara. Ellos y otros poetas se hallaban
parece que inconscientemente situados en esa búsqueda, en el ha
llazgo que en definitiva hay que atribuir, incluso ya por tradición, a
Vicente Espinel.
Ni Espinel era un autor «popular» ni exactamente «inventó»
la estrofa en ese m uestrario de form as métricas existentes enton-
ces, que fue su libro D iversas rim as (1591), obra que, casi se di
n a , vendría a satisfacer una vocación docente de su autor, por el
eficaz «pase de lista» de estrofas del uso epocal, entre ellas la aún
innom inada décim a. Espinel tuvo por discípulo reconocido nada
m enos que a uno de los genios del idioma: Félix Lope de Vega
C arpió, quien tras la m uerte de Espinel (1624), entrado el siglo
XVÜ, adoptó el término espinela; para esta variante estrófica, que
se im puso tras su propio intenso cultivo y el de don L uis de
Góngora, quien la venía utilizando desde la década final del siglo
XVI y continuó haciéndolo tras la muerte de Espinel, sin que cons
te que la llamara nunca «espinela». Por entonces, asimismo la em
plearon otros poetas, com o el Conde de Villamediana y Bartolomé
Leonardo de Argensola, entre otros.
Estrofa barroca
2. Venía de 1608, usado el térm ino por un poeta epocal. reforzado en fecha si-
guíente por el sobrino de Espinel y adoptado más tarde por Lope, quien, según
C ossío, en su citado texto, entró en contradicción con su aseveración de prim a
cía. cuando se refirió en E l ca b a llero d e /¡leseas a décim as antes que las de
Espinel. Pero seguramente Lope se estaba refiriendo a la estrofa de d iez versos
en general y no a la fórmula precisa de la espinela.
frecuencia en las obras de Lope de Vega o de Calderón de la Bar
ca, y en su empleo mixto (teatro o poemas líricos independientes)
se advirtió con gran frecuencia en la ilustre monja m exicana sor
Juana Inés de la Cruz. Miguel de Cervantes y Saavedra dio cuenta
de la «moda» decimista en un parlamento de su obra cumbre Don
Q uijote de la M ancha, e incluyó décimas en esta novela m onu
mental3.
El reino de la espinela quedó garantizado y desplazó casi
por com pleto a cualquier otra variante estrófica, al grado de que al
hablar de décim a se ha solido desde entonces tenerla sólo a ella
en cuenta; a tal punto ha llegado esa imposición, que en lo sucesi
vo autores incluso eruditos le reconocieron a esta organización
dccavcrsal solamente una forma, lo cual se manifiesta refiriéndose
a ella, con error conceptual, como «décima o espinela», de mane
ra que la variante es para ellos la estrofa por excelencia. Pero la
frecuencia de em pleo de otras variantes innominadas de décimas,
se encuentra más generalizada de lo que pudiera presumirse. Por
supuesto, no se trata de variaciones o irregularidades dentro de la
espinela, que las puede haber, sino variantes diferentes, iden-
tificables por la disposición y cantidad de rimas, por la ubicación
de los signos de puntuación en ella, pues es sabido que la espinela
tiene una pausa en el cuarto verso, siempre marcada por un signo
de puntuación que más o m enos la subraya, y que le ofrece la m e
jo r posibilidad de ser cantada.
D esd e la aceptación en tusiasta de los poetas cultos, la e sp i
n e la c o m e n z ó a g a n a r el terren o p o p u lar en el p ro p io sig lo X V II.
e n ca m p o d o n d e estab an c im en tad o s los ro m an ces, las co p las, la
quintilla, o las cantigas galaico-portuguesas, la tensó o controversia
provenzal, los m uchos cantares andaluces y castellanos.
3. 1-a duda de cóm o llamar a la décim a queda planteada en esta novela, cuando en
el tom o IV, p. 119 (edición crítica de Francisco Rodríguez Marín. 1916) d ice «y
si de a cin co, a quien llaman décim as o redondillas», testim onio efica z acerca de
que a la doble quintilla se le llam ó propiamente décima.
Como es sabido, la décima e s una unidad estrófica de arte
menor, pero que a la vez puede ser armada a partir de otras com
binaciones estróficas preferentemente de octosílabos. La espinela
responde a la unión de dos redondillas unidas por dos versos de
enlace (4+2+4), pero también a una redondilla más un sextillo
(4+6). y en la poesía culta puede invertirse lal combinación (6+4);
si se emplea la disposición de rima de la cuarteta (abab), incluso
aunque se haga la pausa del cuarto verso, ya es muy difícil que
consideremos que estamos en presencia de una espinela clásica.
Pero aun la décima responde a otras combinaciones, como la su
cesión de pareados (1+2+2+?+?+1) y la doble quintilla (5+5).
Osla agilidad compositiva y la característica de ofrecer un mensaje
completo en sólo una estrofa, le garantizó una preferencia crecien
te en la poesía popular y culta. Un poema en décimas puede ser
escnio o improvisado en una. dos. tres, cuatro o infinidad de
estrofas, en tamo que la glosa (cuatro estrofas temáticamente enla
zadas) puede ser hecha a partir de Ja repetición a modo de pie
forzado en los versos décimos, de cada uno de los versos consti
tutivos de una redondilla, cuarteta, copla u otra estructura
tetmvcnuil.
La popularidad de la glosa fue enorme, y aunque la que des
cribimos es la canonizada, también se ha visto glosar quintillas (así
lo hace el propio Lope en El caballero de Olmedo), o colocar el
verso quebrado en otra posición dentro de los diez que componen
a la décima La poesía culta nunca se ha desentendido del todo de
ese juego estrófico barroco > aun en el siglo XX se ha visto culti
vada sobre todo en América.
4. V éase en obras de sor Teresa Magdalena de Crisio. Pr. Pedro Muñoz de Castro.
Juan Carlos de A pello Corbulacho. Isidro de Sariñana... Luego en la costa del
Atlántico sur en Juan del Valle C aviclles o Juan Bauslista Aguirrc. e l al.
5. En La Habana carenaban las naves que luego irían a Santo D om ingo. Cartagena
de Indias. Veracruz y hasta hacia el R ío de la Plata. Esta debe de ser la ruta
natural de extensión de la cultura hispánica en América, radiada luego hacia
otras regiones.
sobre todos los poetas de este lado del mundo. Puede decirse que
con ella se inició en verdad la tradición decimista hispanoamerica
na. Esa tradición, como fenómeno popular cantado, es un hallaz
go sin dudas americano, por sustitución parroquial del canto del
villancico u otras estrofas, por reducción del ámbito del romance,
p o r in f lu e n c ia d e l te a tr o y p o r a d o p c ió n p o p u la r p a ra e x p r e s a r la s
nuevas problemáticas continentales.
En el Neoclasicismo
En el siglo XIX
En el Modernismo
E n el siglo XX
8. Por dem ás confundible con la «postm odem idad», lapso de la cultura occidental
mejor referido a las sociedades de alto desarrollo (del llam ado Primer Mundo o
« so cied a d p ostin d u strial»), y con el co n cep to que entraña la «literatura
postm odem a», finisecular del siglo XX, entre cuyos exponentes más eficaces
hallam os un curioso cultivo de la décim a en el cubano Severo Sarduy, con su
libro Un testigo fu g a z y disfrazado.
abandono de las fórm ulas estróficas, la im portancia protagónica de
la tropología sobre los asuntos m étricos, trajeron consigo replan-
team icntos de las poéticas, sobre todo si se tiene en cu en ta la e n
trada del to n o conversacional en la lírica de la lengua, visible en
p o etas latin o am erican o s co m o P o rfirio B arba Jaco b , Jo sé Z.
Tallet, L u is C arlos L ópez, R afael A révalo M artínez, B aldom ero
Fernández M oreno y otros.
Sin em bargo, la etapa de las vanguardias tam bién trajo con
sigo un m ovim iento neopopularisla m uy visible en la generación
española del ’27 y en sus congeneracionales latinoam ericanos. L a
m irad a hacia G óngora, el barroquism o triunfante, y sobre todo el
afán de co n v ertir en arte de la palabra a las coplas, las tonadas, o
las canciones de las tradiciones populares, im plicaron un acerca
m iento decisivo al rom ance, a la redondilla, a las coplas y, por su
puesto, a la décim a. Excelentes espinelas se hallan en las obras de
Luis C em uda, Jorge G uillén, G erardo D iego, Rafael Alberti y F e
derico G arcía Lorca. E ntonces trabajan en A m érica con acierto y
p la cer la estro fa decaversal tanto E ugenio F lorit co m o N icolás
G uillén y en las generaciones m ás jó v en es aparecen dos figuras
paradigm áticas: Sam uel Feijóo9 en C uba y Violeta Parra en C hile,
am bos abiertam ente influidos por la cultura popular tradicional de
sus respectivas naciones, donde la décim a sostenía una adm irable
v ig en cia. L as d écim as tro p o ló g lcam en te m uy e lab o rad as de
F eijóo, la m ayor y m ejor parte im propias para el canto, y las m ás
p o p u la ristas10 d e V ioleta P arra, co n ceb id as para se r cantadas,
m arcan paradigm as de la escritura dccim ista de América.
M a x im ia n o T r a per o
1. Esta e s la definición más al uso. aunque más propiamente hay que hablar de
versos dieciseisílabos. divididos en dos hem istiquios octosilábicos, y por tanto
c o c rima uniforme y continua.
(motivo poético ha sido el mismo. Aunque habría que decir que la
lírica popular sufrió una profunda transformación, en cuanto a la
métrica se refiere, a finales del siglo XVI.
Cancionero y romancero -e l uno poesía lírica, el otro poesía
narrativa- forman una suma de poesía popular que no tiene igual
(en ninguno de los otros pueblos del mundo. Y su im portancia es
( mayor cuando consideramos el hecho de que es una poesía que no
( ha cesado de vivir nunca, que quiza haya estado latente, oculta a la
(m irada de los estudiosos, pero viva y pujante en los labios del
(pueblo. Que se manifestó esplendorosa en los siglos áureos, por-
(que el sentir cortesano gustó de ella y la aplaudió, pero que se
(m antuvo callada -reco g id a en su propia m odestia-, antes y des-
Jpués, y que ha llegado hasta hoy repartida por todos los países de
(hablas hispanas.
Estos dos géneros, que nacieron en la Edad M edia y que
| han venido utilizándose sin interrupción hasta la actualidad, nutren
Jlo que se denom ina la poesía tradicional hispánica, a través de
( dos mecanismos paralelos, el de la conservación (y recreación) de
los textos antiguos y el de la creación de nuevos textos a imitación
de los m odelos anteriores, pues nunca la inspiración popular ha
I cesado de crear poesía. Y estos dos géneros siguen vigentes, con
m ayor o m enor vitalidad, según la geografía, en todos los territo
rios de habla española y portuguesa, tanto sea en la España y Por
tugal continentales, com o en sus respectivos territorios insulares
del M editerráneo (las Islas Baleares) y del Atlántico (las Islas C a
narias y los archipiélagos de M adeira y de Azores), como en los
países y territorios que propiamente consideramos hispanoameri
canos, más en aquellos otros lugares de la Am érica del N orte en
donde las culturas y lenguas española y portuguesa se asentaron y
lograron fijarse (en Luisiana, Texas y Nuevo México, por parte del
español; en N ueva Inglaterra y Canadá, por parte de Portugal).
Tan extendidos y arraigados están que, en fórmula prem onitoria
-confirm ada efectivamente después-, M enéndez Pidal llegó a de
cir que estaban en todos los lugares del mundo en donde en algún
momento de su historia allí hubiera llegado un español y se nuuicia
im plantado allí su lengua (vale decir aquí tam bién que lo portu
gués). D e ahí que, más que de poesía tradicional española, se
deba hablar, m ás propiam ente, de poesía tradicional «panhispá-
nica», o simplemente hispánica.
2. Una crónica minuciosa y exacta del gran movimiento que en los últimos años se
ha producido en tomo a !a décima popdar. puede leerse en este libro en el
capítulo firmado por WaJdo Leyva.
«préstamos» tomados por la décima del rom ancero y del cancio
nero son innum erables, tanto sea en el nivel más abstracto de la
temática y de la ideología puestas «en verso», como del nivel más
concreto, del propio lenguaje.
Es claro, por ejemplo, que el romance en Cuba fue sustitui
do m ayoritariam ente por la décim a, y que en esc proceso susti
tutorio la décima tomó del romancero melodías y motivos literarios
que sirvieron para configurar el nuevo género. Por poner por caso,
he oído decir varias veces al Indio N aborí, que él, de niño, oía
cantar a una m ujer vieja de origen canario los primeros versos de
Delgadina:
-Pescador, si no te humillas,
ese afán es por demás.
Vente conmigo y tendrás
cien haciendas en Castilla
y una hacienda que brilla
a lo lejos de la mar,
donde podrás mandar
con muchísima librea.
-En bajando la marea,
condesa, voy a pescar.
c) Carlomagno en glosa
Si la experiencia viniera
junto con uno a este mundo,
ni por un solo segundo
la indecisión existiera.
Entonces la vida fuera
una gloria, una fortuna;
pero es tan inoportuna
que siempre se está ocultando,
y al fin se aparece cuando
ya no hace falta ninguna.
(Cuba)
3. Por fortuna, se grabaron los versos de cada poeta y posteriormente han podido
editarse: Desde la voz del viento: Homenaje a Francisco Pereira *Chancho»
(ed. Maximiano Trapero y Juan Antonio Díaz). Las Palmas de Gran Canana:
Asociación Canana de la Décima. 2000.
demostración del ingenio o simple jocosidad) el terreno en el que
la décima popular predomina, tal cual, desde un principio, la cata
logó Lope de Vega, entonces en la literatura del Barroco.
Incluso, si bien no en la integridad de sus textos, la décima
está presente también en el teatro folclórico hispanoamericano
(también en el canario), pudiéndose citar como ejemplos más so
bresalientes las Posadas y Pastorelas de México, las representa
ciones de Moros y Cristianos de Chile, ciertos autos de Navidad
(tanto de pastores como de Reyes) de Canarias, etc. Un caso muy
llamativo concerniente a este tema quiero comentar. En Cuba se
había perdido la tradición de los autos de Navidad, siendo seguro
que en siglos pasados también existió. Pues en la Navidad de
1987, posiblemente como acto preparatorio de la próxima visita
que haría el Papa a la isla caribeña, el Obispo de La Habana quiso
reinstaurar aquella vieja y hermosa costumbre. Para ello pensaron
en un texto nuevo, aunque debiera estar impregnado de tradición.
Y encargaron el texto a Alexis Díaz-Pimienta. La elección no pudo
ser más acertada: Alexis nunca había visto autos de Navidad, pero
se inspiró en las pastorelas mexicanas y su genio hizo lo demás.
Su Pastorela de la Habana Vieja, representada con muchísimo
éxito y, lo que es más importante, con asentimiento mayoritario y
entusiasta en múltiples lugares de la capital, viene a restaurar un
espíritu de tradición vieja perfectamente tamizado por problemas,
personajes y situaciones modernas. Y la pastorela cubana se hizo,
naturalmente, en décimas.
La glosa en décimas
El Talento y el Dinero
se pusieron de porfía;
cuando iban de vencida
apareció el Pensamiento.
De testigo vino el Viento
y el Mundo se oscureció;
de abogado vino el Sol
y un Lucero a visitar:
no pudieron d’explicar
cuál tenía más valor
mi
ron rendidos ante la «invención» del binomio Espinel / Lope de
Vega: una estrofa llamada, primero, redondilla de diez versos, des
pués, décima, y, finalmente, espinela (o décima-espinela), por pro
posición expresa del Fénix de los Ingenios y en homenaje al poeta
rondeño, su «primer hacedor», en aquel Diversas rimas publica
do en el año 1591.
Esta estrofa que se enseñoreó en la poesía y el teatro aúrcos
(Lope de Vega, Calderón de la Barca, Sor Juana Inés de la Cruz,
Francisco de Quevedo, por citar sólo algunos de los más renom
brados cultores del popularismo), en el siglo XVIII fue perdiendo,
ante el empuje de la Academia del Buen Gusto con sus estrofas
italianizantes y sus presupuestos estéticos afrancesados (Vitier
1988: 7-8), el favor de los poetas cultos, de los creadores de
poesía escrita, mientras enraizaba, profundamente, en el gusto po
pular, en el canto del pueblo, como una de sus manifestaciones
orales predilectas junto al cancionero y el romancero tradicionales.
La décima se convirtió en herramienta poética, tanto como estrofa
para el canto descriptivo y narrativo, como para el cante quejoso,
el cante amoroso, y el cante desafiante de la controversia, la más
teatral de sus variantes. Y es el pueblo, no cabe dudas, el más sa
bio Poeta. Y fue el pueblo, no cabe duda (soldados, marineros,
religiosos, albañiles, orfebres, labradores...) quien emigró a Améri
ca y trajo consigo sus formas de decir, su lírica, sus tonadas, ins
trumentos y sabiduría poética. Así, la décima, olvidada durante el
siglo XVIII por los poetas del Neoclasicismo, encuentra en el con
tinente americano un espacio geográfico y humano único, enorme,
nuevo, que redimensiona y revitaliza un molde estrófico en franca
decadencia.
La décima entra en América del brazo de la Iglesia, que en
contró en ella un vehículo evangelizador de incalculable alcance.
Así, los misioneros de distintas órdenes religiosas, con pastorelas y
autos de fe (teatro popular) llevaron páginas enteras de la Biblia,
en décimas, a los indios americanos, primero, y a los negros afri-
canos, después, de m odo que sem braron la prim era sem illa de lo
q u e t o d a v í a h o y s e l l a m a , e n e l a r g o t r e p c n t í s t i c o , e l c a n t o a l o di
vino.
Entre la asimilación de los indígenas y los negros de la cultu
ra que se les im ponía desde las M etrópolis, y el arraigo popular
que tenía el cante de décim as y de rom ances entre los m ism os co
lonizadores (fundam entalm ente canarios y andaluces) la décim a
cayó en tierra americana com o una semilla en tierra fértil, y floreció
en todos los cam inos que se le abrieron: en el teatro religioso, en el
teatro pagano, en el cante am oroso, en el cante de jolgorio, en el
cante de trabajo, en la literatura de cordel, en el canto im provi
sado.
Islas Canarias
Palmero, la población
de mi tierra idolatrada
lleva en el alma colgada
la cruz de la emigración.
Quizás Cristóbal Colón,
el eterno navegante,
sin querer, en el instante
de verla por vez primera,
sembró sobre La Gomera
el sueño del emigrante.
Murcia
ios
principios del siglo XIX, desde Cuba, donde había estado cum
pliendo el servicio militar el famoso trovero murciano José María
Marín. AI parecer, el joven Marín, estuvo en La Habana y allí es
cuchó la improvisación de espinelas, que luego llevó a las zonas
mineras de La Unión, donde, como la estrofa predominante era la
quintilla, bandeando entre reparos y negaciones, la décima terminó
por imponerse en su modalidad mas individualizada: el pie forado.
Heredero de Marín
dice la gente que soy
pero yo a negar no voy
la ciencia de aquel magín.
Decir quiero, sin postín,
que mi luz el trovo enfoca
y como que si se coloca
mi mente en trovo certero
si aquel fue Marín trovero
yo en cambio soy Angel Roca.
Las Alpujarras
1. Es usada casi exclusivamente por Miguel García «Candiota-. José López «Sevi
lla» y por José Antonio Barranco, padre c hijo. Pensamos que. todavía, el em
pleo de la décima para la improvisación alpujarreña constituye más un ejercicio
literario-musical, que una parte de su tradición repentista, ni siquiera como in
tención renovadora, ya que el público, los músicos y la mayoría de los troveros
de la zona, siguen prefiriendo la quintilla.
• Nombre de la performance: trovo.
• Nombre de los improvisadores: troveros.
• Estructuras: abba.accddc, abbaa:ccddc, abbaac:cddc y
abbaaccddc.
• Esporádico uso de la guajira alpujarreña (una duodécima) con
estructura variable.
• Mayor empleo en el repentismo hablado que en el cantado.
• Cuando se canta, se hace sin acompañamiento musical: a ca-
pella.
• Predominio del repentismo puro.
• Canto sin interludios musicales.
• Ritmo de guajira o de malagueña.
• Leves melismas.
• Lenguaje directo y equilibrio en nivel de importancia
performativa entre la música y el texto.
• Uso de aquellas figuras retóricas propias del habla andaluza:
paragoges, antítesis, síncopes, epéntesis, desinencias.
México
Cuba
• Estructura: abba:ac:cddc.
• Música acompañante: punto cubano.
• Se emplea para la controversia, el pie forzado, la trilogía, la
ronda y las tonadas.
• Acompañamiento de guitarra, laúd, tres y claves (a veces güiro).
• Predominio del repentismo puro.
• Presencia del repentismo impuro en los medios de difusión.
• Canto con interludios musicales: ab - abba - ac - cddc.
• Variedad de tonadas: libre, matancera, espirituana, cama-
güeyana, con estribillos.
• Predominio del lenguaje metafórico y marcada preponderancia
de texto sobre la música, la interpretación y el plante del poeta.
• Estructura: abba:accddc.
• Empleo tanto para el pie forzado, como para la controversia,
y la glosa.
• Acompañamiento del seis (distintos tipos) y el laúd.
• Predominio del repentismo puro.
• Canto sin interludios musicales.
• Lenguaje directo y preponderancia de la música, el plante
(proyección escénica, teatralidad) y el canto del poeta, sobre el
texto.
Pongamos un ejemplo de décima improvisada puertorrique
ña (cantada e improvisada por José Miguel Villanueva, con el pie
forzado «un aplauso universal», en Trapero 1996:279):
Panamá
• Estructura: abba-ciccddc.
• Empleo para la controversia y la glosa.
• Acompañamiento de guitarra y laúd.
• Predominio del repentismo puro.
Perú
Uruguay
Chile
Argentina
Tal vez los más conocidos entre todos los poetas orales
improvisadores hispanoamericanos, míticos ya. gracias a la pluma
de José Hernández, son los payadores argentinos. Payada llaman
ellos a la performance repentista, duelo poético en décimas,
acompañadas por la guitarra, e interpretadas preferentemente a rit
mo de milonga, pero que también han sido cantadas en ritmo de
cielito -form a primitiva-, cifra, habanera. vidalita, estilo y vals
(Suint y Morales 1995).
Los actuales payadores argentinos son defensores de esa
tradición secular que los ha hecho célebres y han pasado de ser
simples gauchos que cantan en la soledad abierta de la pampa, a
ser profesionales de la payada. La décima improvisada en Argen
tina suele ser interpretada, de formas distintas: en ritmo de milon
ga, lentamente, sin interludios musicales, repitiendo el primer verso
y haciendo pequeñas pausas tras los versos 4 ,6 y 8, con el acom
pañamiento punteado de la guitarra (muy parecido a como se hace
en Chile y Uruguay); o. con un ritmo más vivo, más rápido, sin in
terludios musicales, pero con una marcada pausa tras el verso 8
(hasta aquí la guitarra puntea; ahora rasga), de modo que los ver
sos 9 y 10 son casi recitados, con mucho énfasis.
Colombia
M a r ía T e r e s a L i n a r e s S a v io
En Brasil
En Argentina
En Uruguay
En Chile
En Venezuela
U l
parte de un arcaico cancionero extendido por toda el área que
baña el mar Caribe. En Cuba, el punto guajiro, en México la
bamba, en Colombia el torbellino, en Panamá la mejorana, son
tantas especies musicales pertenecientes al mismo cancionero.
Sólo varían sus ritmos o compases, pues hasta la forma estrófica
que acompaña la melodía es igual: la décima»... «Su melodía pro
cede en giros descendentes dentro de un ámbito sol-sol en notas
sin alteraciones, lo cual corresponde a una escala hipofrigia... cuya
cadencia se produce hacia el quinto grado» (Ramón y Rivera
1968: 53-54). Es asombroso el parecido de un ejemplo de ga
lerón -que aparece en un disco editado por Juan Liscano y Alan
Lomas1con música de Venezuela- con los puntos cruzados de la
provincia de Camagüey, en Cuba.
Aunque en Venezuela se diferencian como dos especies, en
Cuba llanto es un nombre antiguo del punto, según el Dicciona
rio de Voces Cubanas de Esteban Pichardo, en sus ediciones del
siglo XIX.
Con el acompañamiento de la mandolina, la guitarra y el
cuatro, el punto venezolano tomó una forma musical más firme y
elegante, estableciéndose una tonalidad menor, con breve modula
ción a su relativo mayor y una secuencia descendente con presencia
de la cadencia andaluza, lo cual le da cierto parecido a la tonada
menor o tonada de Carvajal que se canta en la Isla de Cuba y con
una variante del seis puertorriqueño. Hemos escuchado puntos de la
Isla de Margarita improvisados, muy semejantes al punto cubano.
El punto venezolano se canta con décima igual que la futía
y el galerón. Parece ser este último el canto más importante en
la improvisación de décimas. Se acompañan de cuatro, bandola
oriental y maraca.
En Perú
En México
E n Panam á
En Puerto Rico
P a u l o L im a
1. 1981. Agosto. Há tanta ideia perdida: /." encontró de poetas populares. Vila
Vinosa: Centro Cultura] Popula Bento de Jesús Caraba.
E ste m ovim ento é p o sterio rm en te aco m p an h ad o por
algum as autarquías, que prom ovem levantam entos, apoiam
e d a d e s singulares ou plurais, autonom izando-se n a segunda
m etade da década de oitenta, levando antigos produtores ou
novos poetas a fazer edigoes e a promoveram a sua c irc u la d o , já
nao em folheto, mas agora em livro. O último folheto editado que
conhcccm os é da primeira metade da década de '90.
O panoram a é hoje de recuo. A décim a toma o seu lugar
numa m orte anunciada á décadas, e os projectos hoje sao carac-
teristicam ente de cstudo, ainda em grande pane suponados pelas
autarquías, em bora com ecem a surgir pontualm cnte alguns tra-
balhos académicos, que até agora poucos resultados interessantes
produziram.
Existe urna aparente ausencia de trabalhos sobre a décima
em Portugal. Tal poderá fácilmente ser explicado se tomarmos em
conta dois factores: o fado e os estudiosos e suas motiva^oes.
Tres autores sao fundamentáis para o estudo da décim a em
Portugal, todos sao de gera^oes diferentes. O prim eiro é José
L eite de V asconcelos2, que produziu alguns dos textos fun
damentáis. O segundo é Manuel Vicgas Guerreiro3, que publicou
10. Carvalho. Rubén de. 1999. L'm século de fado. Amadora: Ediclube.
11. Carvalho. Rubén de. 1994. .45 músicas do fado. Porto: Campo das Letras.
12. Simoes. Guilherme Augusto. 1993. Dicionário de expressdes populares portu
guesas. Lisboa: Publicares D. Quixote. 301: verbetes Fadista. Faiae Faim.
No Su] de Portugal a designado de décima para este texto
versificado de dez versos é recente. A palavra usada era quadra,
tanto para a décim a como para o conjunto de quatro que
glosavam um mote. Décima era deixada para designar urna forma
de imposto antigo, ainda em uso.
Falta em Portugal um trabalho que estude as formas de
co n stru y o da chamada poesia popular ou tradicional, os nossos
conhecimentos sobre urna teoría de construyo, ñas culturas po
pulares, é inexistente, tal é devido a: pensar-se estes textos
versificados como algo natural; olhar quem produz estes textos ex
tensos como possuindo quebras de raciocinio, incapaz de se ex
pandir em largo número de versos. Olhando-se, assim, a décimas
como algo anómalo dentro do ‘espirito criativo do povo\ já que a
pretensa tradigao poética em Portugal, e nao só, assentaria no
quarteto. Emerge aqui urna nogao de criador textual natural, próxi
mo da natureza.
Quem tem vindo a interessar-se por este tipo de textos
versificados refere que tal designado, quadra, vem de o mote ser
urna quadra e/ ou de as décimas sercm em número de quatro.
Esta explicado parece nao resistir a urna crítica mais atenta:
apenas designaría o mote, cuja glosa se estenderia a toda a
composigáo. Deve-se acrescentar a d esignado de quadra como
equivalente a quarteto era praticamente desconhecida no Sul até
1974. Conforme a aplicagao performativa, o quarteto, ou quadra,
tanto se denominava anteriormente por verso, letra (também
letrinha) ou cantiga. Urna cuidada atengao as notas explicativas
dadas quer por produtores quer por (re)utilizadores da décima
dá-nos percursos bem mais interessantes. Vejamos o que no Sul
se emende por quadra:
13. Batista. Sebastiao Nunes. I9S2. Poética popular do nordeste. Rio de Janeiro:
Fundaqao Casa Rui de Barbosa. 3.
A terceira origem será a cidade de Lisboa, como centro
impressor, e o fado, como este se emende após a segunda metade
do século XIX. Estilo, música, e ter obra, muitos textos para can
tar ou dizer, sao alguns dos muitos exemplos.
A quarta e última origem será local c regional -term os e
expressoes como quadra ou cante de embirra, despique.
Nao se pode dizer, infelizmente, que os estudos realizados
em Portugal sobre a chamada poesia popular nos digam muito so
bre as condi$oes de p r o d u jo e (re)utilizagao desta. Sao estudos
muito mais centrados naquilo a que podemos chamar Historia da
L iteratura do que em questóes de problem ática histórica,
etnográfica d ou antropológica.
Muitos destes estudos ocupam-se da análise de um corpus
recolhido em condi^oes muitas vezes nao directo, ou com pouco
trabalho de investigacáo das condicóes a que podemos chamar
'ecológicas’ (locáis de producáo, formas e práticas de uso). A
análise tem-se, assim, centrado na procura de um fio histórico, de
co m p arad o de versóes ou entáo no extirpar daquilo a que
chamam de «corrup^óes de um arquetipo».
Alguns destes trabalhos tém desenvolvido esforfos teóricos
no ámbito da construfáo de urna grelha tipológica c da análise de
motivos, numa tentativa de abordagem, pelo exterior, com-
preensiva dos conteúdos informativos que estes textos trans-
portam.
Nao é nosso objectivo aqui discutir ou apresentar um es
quema tipológico alternativo. Com base na poética inventariada no
sul de Portugal, pretende-se apenas dar a conhecer os diferentes
tipos de quadras c como estas sao divididas localmente.
As décimas, numa tipología de formas, podem surgir das
seguintes maneiras:
14. Lima. Paulo. 1994. Poetas de cá: breve panorama da poesía em Portel. Portel:
Cámara Municipal de Portel. 693-694.
tres objcctos, tres nomes masculinos ou femininos.... Sao urna
possível transformadlo dos antigos abecedários, que no Nordeste
brasileiro sao conhccidos por abcés.)
16. Moreira. José Francisco. 19S9. Versos do campo. Anadia: Cámara Municipal
de Anadia: Mota. Arscnio. 1990. Letras bairradinas. Antología. Bairrada:
Associa^áo de Jornalistas e Escritores da Bairrada: Moreira.
cima; a partir de um quarteto um só improvisador constrói quatro
décimas; a partir de um quarteto um conjunto de improvisadores
constrói cada um urna décima.
Hoje é muito raro encontrar improvisadores de décimas, e
os que aínda a usam, de forma titubeante, sao já de avanzada
idadc.
Assentado no quarteto, estas exprcssóes sao de grande
singeleza. Conforme a regiáo, os cantares ao desafio, no Minho,
ou de despique, no Sul de Portugal e arquipélagos da Madcira e
Agorcs, a desgarrada entre a Serra de Portel e a Scrra da Estrela,
os diferentes xarambas insulares1', mais nao fazcm do que explo
rar, a partir de um texto muito curto, todas as potencialidades que
este oferece, partindo de diferentes espectros musicais, embora
mui tos deles aparentados com o fado.
Mas é a zona entre as serras de Portel e Algarve e entre a
fronteira e o mar que o improviso mais se desenvolveu ou manteve
antigas formas de grande complexidade e sem paralelo, que
conhegamos, no resto de Portugal.
Temos o despique, que ocupa toda a planicie de Beja, o
cante das gralhas... á solta, que ocupa toda a faixa sul da Scrra de
Portel, temos a barrenha, párente próximo do despique, na área
do Rio Sado, temos as cantigas de tres pontos nos barros de
Beja, etc.
Importa, mais do que um inventario das diferentes formas de
improviso presentes em Portugal, tentar entender o porque de
numa área táo restrita surgirán tantas e tao e variadas formas de
improviso.
O Baixo Alentejo é talvez a zona mais pobre de Portugal.
Urna extensa porgao de térra onde a partir de fináis do século
XIX é iniciada urna industrializagáo agrícola, que transforma17
17. Santos, Carlos M.. s.a.. Estudo do folclore musical da Madcira. Madcira:
Delegado: de Turismo da Madeira.
camponeses cm assalariados rurais, destruindo formas anccstrais
sociais e de produgao, logo de acesso á térra. É de extraordinário
interesse notar que é também nesta regiao que se dá o estabe-
lecimento de grandes populagóes de escravos negros a partir do
sécu/o X V III, aínda com forte memoria na década de trinta do
nosso século. E também nesta regiao que as feiras e mercados tém
urna expressao impar.
Se cruzarmos estes aspectos com o facto de que estes tipos
de improviso estao associados a expressoes urbanas, e nao rurais,
já que c o fado a musicalidade que em grande parte os sustenta,
podemos com e^ar a entrever leíturas que nos poderao levar a
outras abordagens. A nossa interpretado assenta no pensar que
os sistemas de improviso presentes nesta regiao portuguesa, nao
sejam muito amigos. Julgam os que, na sua maioria, nao ultra-
passem o último quartel do século XIX. Estes sistemas de impro
viso estao quase sem pre associados a figuras de extrem o
interesse, personagens ligadas a p r o d u jo c venda de folhetos e
ao cantar pago. Tomemos nota que a forma mais complexa de im
proviso, as gralhas, foi inventada em 1912(?) por Josefa Inácia
Prego e Manuel Castro, na feira de C uba;s. (N ao devemos es-
quccer que Cuba tem urna estando de caminho de ferro.) Assim,
erem os, que por volta de 1SS0/ '90 com eta a desenvolver-se
nesta regiao um forte incremento da venda de material impresso,
fruto de intensa relagao económ ica entre este espado e o centro
im pressor de Lisboa (que será, também, a partir da segunda
metade do século XIX, a cabera económica da Regido Histórica
do Alentejo), canalizando para aqui textos impressos que vao ser
a base de todas as décimas que este territorio vai produzir durante
décadas.18
18. Pombinho Jr.. José Amonio. 1962. * 0 cante das gralhas... ü solía”. Almanaque
A lau ejan o. XXIV. Lisboa: S/c. 194-195.
O que queremos dizer é que a iradiqao da décima e do im
proviso no Sul de Portugal nao é mais do que fruto de um grande
consumo de textos impressos, que vai conduzir a que urna zona
pobre produza um grupo profissional de vendedores de folhetos c
cantadores de feira, perfeitamente reconhccido por todos numa
determinada geografía, que para fortalecer o seu comercio de
folhas e de vozes transporta sistemas de versificado de Lisboa,
com alguma complexidade, as décimas com urna e duas cesuras19,
ou décimas que entroncam ñas cantigas narrativas, com sistemas
locáis, aproveitando o cadinho rácico e cultural aqui presente: ne
gros, brasileiros, agorenhos, locáis...
Propomos que o Sul de Portugal é urna geografía cultural
muito complexa. A décima é um texto que por si só pouco
interesse possui, necessita de complexificaqao. E a realidade social
e histórica que poderá conduzir a que este texto de versificado
tenha interesse. Que valor interpretativo poderá ter transportar
conceitos de grupos sociais para outros grupos se a sua tra d u jo
nunca será linear ou válida sem um conhecimento profundo destas.
Julgo que a questáo de futuro a responder c será que existe poesia
popular ou poeta popular?, será válido procurar, sem questionar,
na décima urna oralidade e nao um fruto de urna expansáo comer
cial que tcm ñas tipografías, ñas classes operárias e nos consumo
de massa o seu epicentro?
Tal vez o que a décima e o improviso no Sul de Portugal nos
mostrem é a transposigáo de urna sociedade camponesa para urna
socicdadc rural, onde a realidade urbana e o desenraizamento
sócio-cultural produzido por esta transformaíáo tenham sido a
chave para urna fácil aquisi^áo de novos gostos e de novas práti-
cas sociais. Assim, talvez haja alguma aplicabilidade do paradigma
19. Teiga. Carlos. 2000. Poesia popular de ierras de Sar.riazo. Sim iaco do Cacem:
Autor. 11-210.
décima, logo nao romance para o Sul de Portugal: um Portugal
com um urbanismo disseminado na paisagem nao poderia conduzir
a alterafoes profundas que um mesmo Portugal de longa tradi^áo
urbana irá conduzir na viragem do século XIX para o século XX -
esta é a característica do Sul de Portugal, urna modemidade fruto
de urna centralidade urbana, e o Mediterráneo aqui está presente
social e urbanisticamente-, que se abre a inova^oes que conduzem
ao consumo e as prúticas culturáis deles emergentes. A décima c o
improviso do sul de Portugal sao o fruto de urna sociedadc que
tem operarios, e nao camponcses, aberta ao consumo cultural e
informativo que se produz na sua cabera económica: a cidade de
Lisboa.
GEOGRAFÍA ACTUAL DE LA DÉCIMA
V ir g il io L ó pez L em us
M a x im ia n o T rapero
1. Dos únicas excepciones podemos aducir, de dos poetas canarios actuales: Ma
nuel Padomo (Generación del 50) y Lázaro Santana (Generación del 70). pero
esos dos poemarios excepcionales pueden explicarse porque sus autores, preci
samente. son canarios y es en Canarias el único lugar de España en que la déci
ma sigue teniendo una vida real en todas sus modalidades.
no se ha detectado un sustrato de décimas que pueda considerar
se com o form ando una mínima tradición. Ya decimos que con la
excepción de Canarias, en donde la décima convive con el roman
ce en la función de poesía narrativa - y hasta en algunas islas ha
suplantado al rom ance- y con la copla -cuarteta octosilábica- en
la función de poesía lírica.
En la modalidad de poesía improvisada, la décima tiene en
España una geografía bastante m ayor que en las modalidades an
teriores estudiadas. La décim a es la estrofa única2 que se usa en
Canarias para la improvisación, y ésta tiene todavía un presencia
muy fuerte entre las costum bres rurales de varias de las islas. La
improvisación en décimas en Canarias fue de uso común en todas
las islas, si bien fue siempre propia de ambientes campesinos. En
las últimos décadas la tradición decayó mucho, quedando sólo con
cierta fuerza y con total asiduidad en la isla de La Palma. Sólo últi
mam ente la décima im provisada ha vuelto a recobrar el im pulso
anterior y la aceptación plena en todo el archipiélago, gracias a
determinadas acciones de investigación y de divulgación de la poe
sía improvisada, a la renovación generacional de los decimistas y a
la influencia directa de los repentistas cubanos. Esta última circuns
tancia no se explicaría si no existiera una proximidad cultural entre
Canarias y Cuba; proxim idad que en el caso de la décima llega a
ser casi identidad.
Las Islas Canarias funcionan, pues, en el ámbito de la déci
ma, com o poesía oral improvisada, com o bisagra cultural entre la
España peninsular y la América hispana, puesto que su empleo po-
Toque-taque, toque-taca
por nuestras tierras de sol:
octosílabo español
en el trote de la jaca.
La guitarra el pecho saca,
la espuela es un cascabel,
brota del suelo un laurel,
dibuja el machete un tajo
y América corta un gajo
para Vicente Espinel.
1R9
Una característica común tienen las dos tradiciones, que la
décima en ellos no es sino un componente más, aunque principal,
de un complejo festivo mucho más amplio, y en el que tiene pre
sencia el baile y la danza. La fiesta del huapango es la topada, en
la que la controversia entre dos grupos musicales puede alargarse
por horas. Los instrumentos típicos son el guitarrón y los violincs,
y las décimas se canta en forma de glosa, tanto en estrofas
espinelianas (en el número denominado «decimal») como en otra
modalidad de décima de versos decasilábicos (denominada «poe
sía»). Por su parte, la fiesta del son jarocho es el fandango, que
tiene en el baile zapateado una de sus características principales;
sus instrumentos típicos son la jarana y la guitarra de son (con la
añadidura del arpa), mientras que la décima tiene una presencia
secundaria frente a otras estrofas del cancionero tradicional, la
cuarteta, la quintilla y la sextilla; la décima es aquí más recitada que
cantada. Quizás una de las fiestas populares de la región en donde
se manifieste con mayor plenitud este complejo folklórico, y en las
que mayor presencia pueda verse de «decimeros» sea la fiesta de
la Candelaria de Tlacotalpan.
Ya hemos dicho que las formas musicales con que se canta
la décima en la región de Veracmz tiene ciertos paralelismos con el
área del Caribe, especialmente con el punto cubano, con el seis
puertorriqueño y con el galerón oriental de Venezuela, sin duda
por el permanente contacto que hubo en los primeros siglos de la
Colonia, cuando se constituyó una Armada de Sotavento, para
defenderse de las piraterías que asolaban la región, que unía los
puertos del Sotavento mexicano (Veracruz), La Habana y
Cartagena de Indias, y que s im ó para introducir en América la
cultura española, y también la décima.
En el área estadounidense de Luisiana está probado que
existió la décima, al menos en su modalidad de poesía oral tradi-
cional, sin duda por el origen canario de su población, asentada en
la parroquia de San Bernardo, pero igualmente hemos comproba
do su desaparición5.
W a l d o L eyva
E l ja r d ín d e las espinelas
a) En H ispanoam érica
c) E n C anarias
d) En Cuba
'n n
das en el presente trabajo, por más exhaustivo que he pretendido
sea. D e todos modos dejo aquí testimonio de la labor de un grupo
de investigadores, especialistas, poetas e instituciones que confia
ron siempre en la nobleza de este empeño.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA SOBRE LA
DÉCIMA1
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