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aleatorios puedan surgír elementos complejos que actúan de modo sinérgico como ocurre
en el caso de una «simple» molécula o el propio origen de la vida. También describió la
metáfora de los monos intentando escribir una obra de Shakespeare. Sus argumentos hoy
se califican de falacias (falacia de Hoyle), siendo contestados por Richard Dawkins,
principalmente en su libro El relojero ciego, sustituyendo estos grandes cambios por
pequeños cambios acumulativos fijados por la selección natural.
Popper, para esta dificultad, aportó en 1972 una solución sin obviar una sinergia
irreductible y sin apartarse del gradualismo darwiniano. Simplificó el problema en la
metáfora de la evolución de un avión y su piloto automático. De nada servirán las mejoras
en el avión si estas no se acompañan de nuevas intrusiones en el piloto automático,
incluso en casos, podrían ser cotraproducentes. Sugiere que primero llegarán pequeños
cambios en la estructura del avión que serán acompañados por pequeños cambios en la
lógica del piloto automático, de lo contrarío, una evolución primera de las instrucciones del
piloto automático conduciría al desastre.
Llegamos, así pues, al primer resultado siguiente: si partimos de un organismo dualista en el que
están perfectamente equilibradas la estructura de disposición central de control y la estructura
ejecutiva controlada, entonces parece probable que las mutaciones en la estructura de disposición
central sean un poco menos letales que las mutaciones en los órganos ejecutivos controlados
(incluso las potencialmente favorables). Nuestro segundo resultado fundamental es el siguiente. Una
vez que un nuevo fin, tendencia o disposición, una nueva habilidad o modo de comportarse ha
evolucionado en la estructura de disposición central, este hecho influirá sobre los resultados de la
selección natural, de tal modo que las mutaciones que antes eran desfavorables (aunque
potencialmente favorables) se hacen efectivamente favorables con tal de que apoyen la tendencia
últimamente establecida.
La simbiogénesis, reivindicó Margulis, está presente en todas las formas vivas. Los
individuos de cada especie lo son como resultado de procesos simbiogenéticos: «Las
especies y la propia especiación evolucionaron por simbiogénesis». 44 En su opinión, «para
estudiar la especiación debemos seguir el rastro de la simbiosis y bucear en la bibliografía
sobre simbiogénesis».33 Toda nuestra capacidad, la de los organismos, para formar
asociaciones simbióticas, Margulis la relacionó con nuestros orígenes procariotas:
Los microbios son verdaderos especialistas en pasarles su ADN a otros en forma de genes
enteramente funcionales. Estas artimañas sustentan la historia de la evolución darwiniana. Los
microbios abandonados a su suerte, en condiciones de estrés y privaciones, tienden a unirse a otras
formas de vida. Algunas de estas asociaciones duran una estación, o incluso menos, pero
ocasionalmente los microbios se funden permanentemente con formas de vida superiores.