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de Estados
Iberoamericanos
Para la Educación,
la Ciencia
y la Cultura
Secretario General
Francisco Piñón
Secretaria General Adjunta
María del Rosario Fernández Santamaría
Director General de Programación
Hugo Camacho
Director General de Recursos para la Cooperación
Carlos H. Gómez
Director de la Comisión Permanente de Planificación
Daniel González
Coordinadora del programa
“Educación en Valores”
Carolina Serrano
Diseño
Bravo Lofish
Imprime
FotoJAE, S. A.
Ferraz, 82
28008 Madrid
ISBN: 84-7666-125-8
Depósito Legal: M. 12.921-2001
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático,
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Introducción 17
El profesorado ante la educación en valores 19
Educar en valores es crear condiciones que afectan a los procesos educativos 21
Una propuesta de educación en valores 23
Sobre los procesos educativos en la sociedad de la información 26
La educación en valores en los procesos educativos 31
Reflexiones finales 34
Introducción 37
La transversalidad se refiere al para qué de la educación 39
Los temas transversales como contexto y manifestación de la necesidad de la edu-
cación en valores 40
La transversalidad implica a todos los campos de intervención educativa 42
En los proyectos de centro se pueden desarrollar los temas transversales siguiendo
dos procesos diferentes: el deductivo y el inductivo 46
Algunas estrategias que se utilizan para la introducción y desarrollo de los temas
transversales en los centros educativos 48
Bibliografía 49
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 5
Estrategias de educación en valores 53
Elena Noguera, Amèlia Tey, María Rosa Buxarrais, Miquel Martínez y Enric Prats
Introducción 53
Estrategias para el autoconocimiento 59
Estrategias para la autonomía, autorregulación y autocontrol de la conducta 62
Estrategias para el desarrollo de la capacidad de diálogo 64
Estrategias para transformar el entorno 66
Estrategias para la comprensión crítica: comprensión crítica y construcción conceptual 67
Comprensión crítica 67
Construcción conceptual 71
Estrategias para la empatía y la perspectiva social: role-playing y role-model 73
Role-playing 73
Estrategias de habilidades sociales para la convivencia: habilidades sociales y
resolución de conflictos 77
Habilidades sociales 77
Resolución de conflictos 81
Estrategias para el desarrollo del juicio moral: diagnóstico de situaciones y dilemas
morales 84
Diagnóstico de situaciones 84
Discusión de dilemas morales 86
Introducción 119
Educación en valores y educación científico-tecnológica, ¿otra vez las dos culturas? 120
¿Qué es la educación en valores? 124
6 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
¿Qué es CTS? 127
¿Es posible la confluencia? 131
Algunas ideas para educar en valores desde CTS 134
Una tipología de casos de estudio para la organización del currículo CTS 135
Los congresos de consenso como modelo para la dilucidación de controversias
CTS 140
Experiencias iberoamericanas en la articulación didáctica de la educación en valores a
través de CTS 144
El proyecto Argo (España) 144
La educación medioambiental en la red docente en CTS de la Universidad del
Valle (Colombia) 153
Bibliografía 158
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 7
P R E S E N TA C I Ó N
Conocimiento científico
y formación ética
Guillermo Hoyos Vásquez *
«Único proyecto que realmente vale la pena: mantener
viva la esperanza de que tarde o temprano todos los hijos
de la humanidad obtengan las mismas oportunidades de
desarrollar sus vidas»
Richard Rorty
Para abordar los enormes problemas que se nos seguirán presentando en este
comienzo de siglo, se hace cada vez más urgente repensar las relaciones entre razón teórica y
razón práctica o entre teoría y praxis. Los ensayos presentados aquí, analizados en el Foro Ibe-
roamericano sobre Educación en Valores en Montevideo (Uruguay) entre el 2 y el 6 de octubre
del año 2000, constituyen un aporte importante para esta discusión. En efecto, en dicho Foro
se planteó la necesidad de profundizar en la relación entre los debates en torno a las temáticas
de ciencia, tecnología y sociedad (CTS) y la educación en valores, asuntos de los que se ocu-
pan sendos programas de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (OEI).
*
Guillermo Hoyos es profesor emérito de la Universidad Nacional de Colombia y actualmente
es director del Instituto de Estudios Sociales y Culturales Pensar de la Universidad Javeriana de Bogotá.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 9
hoy no sólo dar por superada la vieja disputa del neokantismo entre ciencias de la naturaleza y
ciencias sociales, sino dar un sentido eminentemente positivo a dichas relaciones. Se busca,
por tanto, superar también las críticas al positivismo científico, originadas tanto en la fenome-
nología de Edmund Husserl y de Martin Heidegger como en el pensamiento de los fundadores
de la «teoría crítica de la sociedad» (Max Horkheimer, Theodor Adorno y Herbert Marcuse),
dado que dichas críticas no escapan a cierta actitud fundamentalista anticientífica y a una nos-
talgia marcadamente tradicionalista.
1
Véase Jürgen Habermas (1990): «Acerca del uso ético, pragmático y moral de la razón prácti-
ca», en Filosofía, núm. 1. Mérida, Venezuela, Universidad de los Andes, pp. 5-24.
10 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
iglesia» (la sociedad civil) 2. Aquí vale también algo semejante a la expresión de Jürgen Haber-
mas: «No el filósofo, los ciudadanos deben tener la última razón» 3. No los científicos, ni los
ingenieros, ni los técnicos, los ciudadanos tienen la última palabra en lo relativo a la incidencia
social y a la pertinencia de la actividad científica, técnica y tecnológica.
2
Marta I. González García, José Antonio López Cerezo y José L. Luján López (1996): Ciencia,
tecnología y sociedad. Una introducción al estudio social de la ciencia y la tecnología. Madrid, Tecnos, pp. 95 ss.
3
J. Habermas: «Razonable versus verdadero o la moral de las concepciones del mundo», en
J. Habermas-J. Rawls: Debate sobre el liberalismo político. Barcelona, Paidós, p. 172.
4
Richard Rorty (2000), en el Süddeutsche Zeitung, traducido en Humboldt, núm. 131, año 42
(Bonn, Internationes), pp. 2-5.
5
Herbert Marcuse (1980): «La rebelión de los instintos vitales», en Ideas y Valores, núms. 57-
58 (Bogotá, Universidad Nacional de Colombia), abril, p. 73.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 11
Considero síntoma de madurez de los discursos de las ciencias denunciar que
contra lo humano no se puede atentar impunemente y haber descubierto que una sociedad
indiferente ante las exclusiones y los crímenes termina por agotar sus reservas humanas al
negar sistemáticamente lo humano. Si bien la barbarie conmueve la sensibilidad moral de la
mayoría de los ciudadanos, seguirá siendo imperativo de las ciencias develar sus causas más
profundas y proponer tercamente soluciones concertadas y razonables. No es que no tenga
sentido apostarle a la razón en medio de las masacres y la guerra después del holocausto. Es
cuando más tiene sentido. Lo interesante es que entonces los diversos discursos sobre lo social
muestran toda su riqueza, que apenas podemos conservar en palabras claves: multiculturalis-
mo y reconocimiento de las diferencias, justicia como equidad y desarrollo sostenible de acuer-
do con el principio de responsabilidad, construcción del país con la participación de los venci-
dos, memoria y reconciliación, los movimientos sociales y las luchas por el reconocimiento, la
comunicación y la formación de lo público, la teoría y la moral desde la perspectiva de los estu-
dios de género, la educación para la ciudadanía, la convergencia entre ética y política, los
derechos humanos, la solidaridad..., categorías en cierta medida universales en vías de globa-
lización, pero que se encarnan en cada historia, así sean negadas a diario en nuestra cotidia-
neidad violenta e inequitativa, para permitirnos esperar que no hay nada que haya podido
acontecernos como nación, que llegue a hacer imposible el que como ciudadanos podamos
reencontrar el camino de la convivencia a partir del mutuo reconocimiento y del ejercicio
democrático de la participación 6.
Es quizá Kant quien mejor ha podido formular el sentido mismo de esta espe-
ranza normativa que ha inspirado las ciencias sociales en la modernidad. En 1797, en la con-
clusión a la Doctrina del derecho, en La metafísica de las costumbres, afirma: «Ahora bien, la
razón práctico-moral expresa en nosotros su veto irrevocable: no debe haber guerra; ni guerra
entre tú y yo en el estado de naturaleza, ni guerra entre nosotros como Estados... Por tanto, la
cuestión no es ya la de saber si la paz perpetua es algo o es un absurdo y si nos engañamos en
nuestro juicio teórico si suponemos lo primero, sino que hemos de actuar con vistas a su esta-
blecimiento como si fuera algo que a lo mejor no es y elaborar la constitución que nos parezca
más idónea para lograrla (...) y acabar con la terrible guerra, que es el fin al que, como su fin
principal, han dirigido hasta ahora todos los Estados sin excepción sus disposiciones internas.
Y aunque esto último (...) quedara como un deseo irrealizable, no nos engañaríamos cierta-
mente al aceptar la máxima de obrar continuamente en esta dirección: porque esto es un
deber; pero tomar como engañosa a la ley moral en nosotros mismos despertaría el repugnan-
te deseo de preferir hallarse privado de razón y verse sometido, según sus principios, junto con
las restantes clases de animales, al mismo mecanismo de la naturaleza» 7.
Para Kant, la razón práctica, que se incorpora en los discursos de las ciencias
sociales en cuanto ciencias de la discusión, constituye el sentido dialéctico de la búsqueda de
6
Véase Richard Rorty (1999): Forjar nuestro país. El pensamiento de izquierdas en los Estados
Unidos del siglo XX. Barcelona, Paidós, p. 41.
7
I. Kant (1989): La metafísica de las costumbres. Madrid, Tecnos, p. 195.
12 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
lo incondicionado de lo condicionado, en la competencia de poder pensar como posibles ideas
más allá de lo que se nos da como accesible al conocimiento científico, al juicio teórico y al
análisis: para el hombre tiene sentido poder pensar aquello que no puede conocer basado en
la sola experiencia. Al ámbito de este pensar pertenece la idea de libertad, los valores humanos
y el hecho moral.
Habría que volver en el contexto actual de las íntimas relaciones entre ciencia,
tecnología, filosofía y ciencias sociales a la distinción que establecía Kant entre filosofía acadé-
8
Cf. entrevista con John McDowell (2000): «Kant ist der Gröte», en Information Philosophie,
núm. 28 (semestral), fasc. 1 (Lörrach), marzo, pp. 24-25.
9
Véase recientemente Jürgen Habermas (1999): «Noch einmal: Zum Verhältnis von Theorie
und Praxis», en Wahrheit und Rechtfertigung. Francfort, Suhrkamp, pp. 319 ss.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 13
mica y filosofía popular o Hume entre «filosofía sencilla y humana» y «filosofía precisa y abs-
tracta». Estamos pensando en que los saberes de expertos también pueden llegar a ser discur-
sos públicos fortaleciendo propositiva y normativamente el sentido y las fuentes de legitimidad
de toda política que pretenda responder a intereses de la sociedad civil en el ámbito de lo
público. Las ciencias de la discusión, en estrecha relación con los ciudadanos y respondiendo
a sus intereses, disponen de los argumentos para mostrar que las crisis sociales tienen su ori-
gen en las limitaciones de las condiciones mínimas de la democracia y que, por tanto, siempre
tendría que ser posible la solución razonable del conflicto social si en ella se tienen en cuenta
todos los intereses de todos los implicados y se tiene la voluntad política de asumir las conse-
cuencias de dicho principio.
A estos principios apuesta toda educación en valores 10. Se parte de las diferen-
cias de toda índole de los educandos, en el más profundo sentido del multiculturalismo, para
poder llegar en los procesos educativos tanto al reconocimiento de la necesidad de un pluralis-
mo razonable como a la posibilidad de acuerdos sobre mínimos. El valor del pluralismo hace
posible el descubrimiento de aquellos valores que caracterizan a la persona y que hacen de la
convivencia y la solidaridad el mayor recurso con el que contamos para un futuro mejor. Una
educación en valores confía en que la sensibilidad moral de los ciudadanos es la fuerza vincu-
lante originaria de las sociedades que pueden confiar en un desarrollo científico y tecnológico
que permita avanzar en equidad, justicia y convivencia como valores prioritarios. Los procesos
pedagógicos se orientan entonces a hacer de estas intuiciones y aspiraciones de la sociedad
actitudes y habitualidades que se inspiren en estos tres principios, que ayudan a sintetizar lo
expuesto en estas reflexiones 11:
10
Véase M. R. Buxarrais, M. Martínez, J. M. Puig y J. Trilla (1998): La educación moral en pri-
maria y secundaria. Madrid, Editorial Edelvives.
11
Me oriento aquí por las reflexiones de Otfried Höffe (1993): Moral als Preis der Moderne. Ein
Versuch über Wissenschaft, Technik und Umwelt. Francfort, Suhrkamp, esp. pp. 291-296.
12
Véase Hans Jonas (1989): El principio de responsabilidad. Ensayo de una ética para la civili-
zación tecnológica. Barcelona, Herder.
13
Véase recientemente Klaus Günther (2000): «Verantwortlichkeit in der Zivilgesellschaft», en
Stefan Müller-Doohm (ed.): Das Interesse der Vernunft. Francfort, Suhrkamp, pp. 465-485.
14 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
ciudadanos en cuanto responsables de nuestros actos como tales, y a asu-
mir este sentido de la responsabilidad civil debe tender toda educación en
valores, entendida como educación para la ciudadanía 14.
14
Véase mi trabajo «Ética comunicativa y educación para la democracia», en varios autores
(1998): Educación, valores y democracia. Madrid, OEI, pp. 9-47.
15
Otfried Höffe: ibíd., p. 296.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 15
E D U C A C I O N Y V A LO R E S D E M O C R AT I C O S
Miquel Martínez *
INTRODUCCIÓN
*
Universidad de Barcelona, España.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 17
temas pedagógicos, sociales y éticos tiene el carácter de externalidad positiva quiere decir que
los efectos beneficiosos de la inversión no se agotan en aquel que se forma, sino que además
tiene un valor añadido que contribuye al bien común del resto de la comunidad, sean o no
usuarios directos de tal tipo de formación a medio y sobre todo a largo plazo. De ahí que nuestro
interés por el tema no se limite a lograr una mejora en nuestra sociedad a través de programas
de educación en valores, aunque sería deseable, sino que también incluya una perspectiva de
futuro que permita trabajar no sólo en función de demandas a corto plazo.
Fernando Savater afirmaba, y coincido con su opinión, que una cosa es afirmar
que la globalización es inevitable porque proviene de la mundialización de las comunicaciones
y de la capacidad de trasladarnos que tenemos hoy las personas y otra es afirmar que los efec-
tos de la globalización son todos positivos. Pero para que los efectos de la globalización sean
beneficiosos y no supongan una nueva forma de opresión es necesario que las personas
—todos nosotros—, y sobre todo las generaciones más jóvenes, tengamos un papel activo en
el control democrático de nuestra sociedad interconectada y global. Para ello, es necesario
incrementar nuestra información con relación a las cuestiones científicas, tecnológicas y socia-
les y nuestra formación ética. De no ser así, el conflicto de intereses entre los diferentes secto-
res del mundo y las resistencias múltiples a los efectos negativos de la globalización harán
ingobernable y terminal nuestro mundo.
18 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
distas y líderes que se han aprovechado del poder en contra de los derechos humanos, y la
defensa de tribunales penales internacionales, por ejemplo.
Así, educar moralmente debe suponer educar en aquellos valores que nos per-
miten ser ciudadanos de una comunidad política justa. El compromiso moral del educador
debería consistir en la formación de personas que no puedan concebir ideales de felicidad que
no integren condiciones de justicia y dignidad para todos. Y también debería plantearse cómo
abordar un modelo de ciudadanía en sociedades pluralistas en las que a modo de mínimos se
logre la construcción de formas singulares en la manera de entender la vida y de organizar
jerárquicamente los valores por parte de las diferentes personas y grupos.
1
El texto que sigue recoge ideas expuestas por el autor en las conferencias impartidas en los
cursos «Educar en la ciudadanía», organizado por la UIMP en julio de 1999 en Valencia; «III Conversaciones Peda-
gógicas», organizado por la Fundación Santa María y la Universidad de Santiago de Compostela en noviembre de
1999 en Santiago de Compostela; «Cal educar en nous valors en el segle XXI?», organizado por el Ayuntamiento de
Barcelona en diciembre de 1999 en el MACBA; «Educación y democracia en Iberoamérica», organizado con motivo
del cincuenta aniversario de la OEI y del veinticinco aniversario de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
(FLACSO) en México en enero de 2000.
También incorpora reflexiones y textos que pueden ampliarse en las obras del autor que se rela-
cionan en las notas.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 19
y en especial las que afectan a nuestro sistema educativo, plantean nuevos retos y no han esta-
do acompañadas, en nuestro caso de forma especial, del conjunto de medidas presupuestarias
y del conjunto de condiciones que favorezcan una formación inicial y continua del profesorado y
un reconocimiento social que permita un nivel profesional y de responsabilidad acordes a las
exigencias que en la actualidad la sociedad plantea, como mínimo en teoría, al profesorado.
2
M. Martínez (1998): El contrato moral del profesorado. Condiciones para una nueva escuela.
Bilbao, Desclée de Brouwer.
20 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
Educar en el medio, para el medio y con el medio, como bien se ha formulado,
es una buena vía o camino para avanzar pedagógicamente en esta tarea. En cambio, improvi-
sar —y avanzar sin criterios pedagógicos, teóricos, organizativos y prácticos en el proceso que
ha de transformar nuestro conocimiento vulgar sobre el medio en conocimiento científico y
contrastado del mismo— es una forma, sin duda, inadecuada para el logro de los objetivos que
nos planteamos y que nos plantea la sociedad actual. Combinar las ventajas que puede supo-
ner un buen aprovechamiento de los recursos del medio, especialmente del medio sociocultu-
ral e informativo que nos envuelve, con un buen diseño de situaciones de aprendizaje elabora-
do en equipo por el profesorado de cada ciclo o tramo del sistema educativo, supone
incrementar el carácter cooperativo del trabajo del profesorado y requiere un acuerdo de míni-
mos sobre cuestiones relativas no sólo a los contenidos informativos, sino especialmente a los
procedimentales, actitudinales y relativos a la educación en valores morales.
Convendría, sin duda, que este contrato moral fuese recíproco y que la sociedad
no regateara a la escuela, y sobre todo al profesorado, ni recursos materiales ni humanos. La
acción del profesorado es fundamental, pero no suficiente. La presencia de especialistas psico-
pedagogos, pedagogos, asistentes sociales y educadores es necesaria para que la tarea del pro-
fesorado sea posible y eficaz en aquellos contextos en los que la educación no sólo debe enten-
derse como un gasto de interés social prioritario, sino especialmente como una inversión en
capital humano orientada al progreso personal y colectivo. El comportamiento político y econó-
mico de los responsables de las administraciones competentes en materia educativa puede faci-
litar la acción del profesorado, pero también puede anularla por óptima que sea ésta. No nos
vamos a referir a estas últimas consideraciones. Vamos a centrarnos en las primeras, a pesar de
que el logro de lo que planteamos esté supeditado al compromiso real que la sociedad y sus
gestores y administradores asuman en relación con la escuela, el profesorado y la educación.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 21
facilidad la importancia de las condiciones que conforman dicho proceso y el sentido temporal
que sin duda caracteriza a todo proceso.
Estos agentes y otros más formales como las iglesias, los partidos políticos, las
escuelas y los movimientos de animación y de tiempo libre inciden sobre la infancia y la ado-
lescencia procurando la reproducción y conservación de sus sistemas de valores de forma
natural, lógica y hasta legítima en ocasiones. Precisamente por eso es necesario educar en
unos valores mínimos que garanticen la construcción autónoma y racional en situaciones de
interacción social de los que hoy son más jóvenes y que mañana serán ciudadanos y ciudada-
nas de sociedades que intentan profundizar en la democracia y construirse sobre la base del
pluralismo; la búsqueda de niveles progresivos de justicia, solidaridad y equidad; la defensa y
promoción de la dignidad humana, y el reconocimiento en condiciones de igualdad de todas
las personas al margen de su coincidencia o no en valores, en sus concepciones de la vida, de
la trascendencia y de su misión en este mundo.
Pero ¿cuáles son estos valores mínimos? Podríamos contestar que son los que
contemplan las constituciones de los países democráticos no sólo formalmente, sino vivencial-
mente, y las declaraciones de los derechos humanos o de la infancia en particular. Pero no es
suficiente. Quedaría con esta respuesta la duda de si estos derechos se han obtenido como
resultado de un proceso de referéndum o votación parlamentaria y, por tanto, no disfrutan
necesariamente del carácter ético y moral que han de poseer.
Estos mínimos son valores morales, es decir, valores que, a diferencia de otros,
dependen de la libertad humana, que sólo pueden referirse a seres humanos y contribuyen a
hacer más humana nuestra convivencia social. Pero estos valores, aun siendo morales, son
susceptibles de ser arraigados y encarnados de diferentes formas en las diferentes sociedades
y culturas. Educar en valores es crear condiciones para poder estimarlos como valiosos y a la
vez dotar de recursos al que aprende para que pueda construir su matriz de valores a lo largo
del proceso educativo. Para ello es necesario identificar criterios que guíen el establecimiento
de condiciones para la acción y la práctica pedagógica. Estos criterios son necesarios a título
de condiciones mínimas, pero no suficientes para educarse en valores como personas. Son
tres los criterios que a nuestro parecer son fundamentales en sociedades pluralistas y demo-
22 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
cráticas que hacen de la defensa y promoción del pluralismo y del respeto a la diferencia y del
ejercicio democrático no sólo una forma de gobierno, sino una forma de vivir cotidianamente y
de crecer como personas tanto individual como colectivamente.
Los criterios a los que nos referimos son: 1) el cultivo de la autonomía personal,
es decir, de todas las capacidades de la persona que le permitan resistir la presión colectiva e
impidan la alienación de su conducta y conciencia; 2) la disponibilidad hacia el diálogo como
la mejor forma, la única forma legítima, de abordar los conflictos y las diferencias en torno a
aquellas cuestiones en las que no coincidimos, y 3) el cultivo de la voluntad y de las disposicio-
nes emocionales de la persona que le permitan ponerse en el lugar del otro y perseverar a tra-
vés de la constancia y el esfuerzo por aceptar y respetar la diferencia, no necesariamente com-
partida, como valiosa y como una forma de tolerancia activa capaz de ser aplicada a las
diferentes esferas actuales y futuras de la vida.
Pero establecer las condiciones que hagan posible una educación en valores
morales —que contribuyen a promover y cultivar la democracia como una forma de vivir, de
entender la participación en proyectos colectivos y de practicar la búsqueda de acuerdos
orientados al bien común— no es sólo una cuestión de declaración de intenciones o de pro-
puestas exclusivamente didácticas o curriculares. Se trata de promover un cambio en el profe-
sorado en relación con la forma de abordar su tarea, de generar una atmósfera moral en la ins-
titución educativa y de avanzar en acuerdos sobre la forma de tratar las cuestiones socialmente
controvertidas en el espacio del aula y fuera de ella.
Estas prácticas —para unos de las virtudes y buenos hábitos, para otros de
carácter especialmente racional orientadas al progreso en el razonamiento moral y para otros
de condicionamiento y adaptación basados en procesos de autorregulación heterónoma— son
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 23
reclamadas cada vez con mayor insistencia por diferentes sectores sociales de padres y
madres de familia y de líderes sociales, culturales y, por supuesto, políticos.
3
A. L. Scoresby (1998): Bringing up moral children. In an inmoral world, 1.ª ed., 1989. Deseret
Book Co.
M. Martínez y E. Noguera (1999): «La declaración de los derechos humanos. Compromisos y
deberes», en M. Jenkins (comp.): Estudios básicos de derechos humanos, vol. IX. San José de Costa Rica, IIDH-
Fundación Ford, pp. 417-456.
24 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
niveles excelentes de competencia humana, no guiados exclusivamente por criterios de racio-
nalidad instrumental. Y esta pretensión no se origina sólo en la convicción de que la educación
debe orientarse a la excelencia humana como un fin, sino también en que como medio debe
ser útil para la formación de personas con un buen nivel en el mundo actual. Nuestro mundo
es más complejo y rico que antes y el concepto de «buen nivel» se refiere a cuestiones algunas
coincidentes, pero otras diferentes de antes. En términos generales, el concepto de buen nivel
es sinónimo del de holgura o grado de suficiencia con el que abordamos determinadas situa-
ciones de forma eficaz. En la actualidad, la holgura con la que debemos ser capaces de abor-
dar determinadas situaciones se refiere —además de los clásicos referentes al mundo del
estudio y del trabajo— a otros nuevos que ahora no detallaremos 4 y también al mundo de la
vida, tanto de las experiencias de vida personal como colectiva y comunitaria.
Se destacan, cada vez con mayor frecuencia, fenómenos sociales que influyen
en la creación de una percepción social en torno a la necesidad de educar en valores desde
perspectivas utilitaristas e instrumentales que, como ya hemos indicado, incrementan la notorie-
dad del tema. Esta percepción social se construye a partir de identificar fenómenos que están
guiados por contravalores o que generan modelos susceptibles de ser imitados y que son con-
trarios a la promoción de valores morales guiados por criterios de justicia y dignidad. Así, se des-
tacan fenómenos como la delincuencia y violencia juvenil; drogodependencias; violencia domés-
tica y familiar; bulimia y anorexia; consumo excesivo de productos, en especial tabaco y alcohol;
prácticas sexuales ajenas a la dignidad y reconocimiento del otro como persona; corrupción en
todas sus formas; falta de ética y responsabilidad social de líderes y dirigentes políticos, econó-
4
M. Martínez (2000): «La formació universitària per a l’empresa a la societat de la informació»,
en Màster en gestió empresarial de la Facultat de Farmàcia. Universitat de Barcelona, Divisió de Ciències de la
Salut, pp. 41-51.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 25
micos o sociales; fundamentalismos y sectas; falta de preocupación, atención y cuidado del
otro; xenofobia, racismo, escasez de tolerancia activa y de responsabilidad cósmica y comunita-
ria, etc. Sin duda, son indicadores del malestar social que pueden ayudar a comprender la
importancia de la tarea educativa en torno a los valores y al desarrollo moral de las generaciones
más jóvenes, pero no debemos limitar nuestra tarea a resolver dichos problemas sociales. La
tarea de educar requiere tiempo y a veces las acciones orientadas a resolver las urgencias socia-
les exigen soluciones a corto plazo imposibles de alcanzar sólo a través de la educación, y por
supuesto, de la educación escolar. Son también otros agentes sociales determinadas condicio-
nes legales y la promoción de estilos de vida democráticos y transparentes en la vida pública, los
que pueden producir resultados a corto plazo de mayor impacto social y pedagógico, sobre todo
si cuentan con la complicidad de los medios de comunicación de masas y la opinión de líderes
sociales con autoridad moral reconocida. Pero, en todo caso, también a la educación y a la
escuela les corresponde integrar en sus preocupaciones y ocupaciones el procurar contribuir a
la solución de los problemas, así como aprovecharse de su existencia como ejemplos y modelos
de moralidad negativa, y procurar explotar pedagógicamente todo aquello que pueda ser de uti-
lidad para generar estilos de vida beligerantes con tales fenómenos.
Los procesos educativos, que a lo largo del tiempo conforman nuestras formas de
ser y de estar y que permiten el aprendizaje humano desde los niveles más elementales a los
superiores, pueden o no contribuir a este objetivo. Entre los procesos educativos que afectan a la
26 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
persona y que posibilitan su optimización, algunos afectan a unas dimensiones de la persona y
otros a otras. En nuestra perspectiva teórica sobre la educación distinguimos cuatro niveles de
optimización humana o cuatro dimensiones de la persona que en su proceso de construcción
son activadas con mayor o menor intensidad. Éstas son las dimensiones codificativa, adaptativa,
proyectiva e introyectiva. Propiamente, pueden concebirse de forma aislada sólo a efectos didác-
ticos o expositivos. Se trata de cuatro dimensiones que se integran en el mismo orden en que han
sido enunciadas y que suponen por su complejidad diferentes familias de capacidades, procedi-
mientos y recursos humanos susceptibles de ser potenciados en las interacciones sujeto-medio
interno y externo y que al serlos contribuyen al desarrollo optimizante de la persona 5.
5
M. Martinez (1986): Inteligencia y educación. Barcelona, PPU.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 27
En este sentido, creemos que es urgente apostar por modelos de educación
que procuren potenciar todas las dimensiones de la persona y, por tanto, que presten un espe-
cial interés a las dimensiones menos contempladas por el normal discurrir de la dinámica
social y cultural y que son las dimensiones proyectiva e introyectiva de la persona.
Nuestra sociedad es una sociedad que está planteando nuevos retos a las per-
sonas que forman parte de ella, especialmente a las generaciones más jóvenes. Algunos no
son tan nuevos, pero adquieren un sentido especial en una sociedad, como la que estamos, de
la información y de las tecnologías. Es una sociedad abundante en información, pero en la que
no hemos sido capaces de dotarnos de todos los recursos necesarios para poder transformar
esta información que nos rodea en conocimiento. Tenemos información, pero a veces no la
tenemos estructurada de forma suficientemente organizada para poder dotarla de significado.
Éste es uno de los grandes retos al que la escuela ha intentado siempre dar respuesta: formar
personas; en pocas palabras, quiere decir, entre otras cuestiones, dotarlas de instrumentos
para que sean capaces de transformar la información que hay a su alrededor en conocimiento.
Y este reto, hoy, quizá adquiere un sentido especial, que no analizaré ahora, pero que es uno
de los tres grandes retos que, desde mi punto de vista, la escuela retoma y que sin ser nuevo
adquiere una especial dimensión y con una especial urgencia.
6
H. Jonas (1979): El principio de responsabilidad. Ensayo de una ética para la civilización tec-
nológica. Barcelona, Herder, 1989.
28 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
El segundo gran reto hace referencia a la capacidad de expresión de la persona.
Estamos en una sociedad en la que somos receptores de información, receptores de mensajes de
los demás, pero en la que quizá falta un cierto nivel proactivo en la persona. Trabajar las dimensio-
nes expresivas, emocionales, el mundo de los sentimientos, de los afectos es algo que la escuela
tiene presente, pero algo que quizá en el mundo en que estamos requiere mayor atención. Y pro-
bablemente nunca haremos suficiente en este tema. Éste es un ámbito fundamental en la educa-
ción y la formación de las personas, y lo es en cualquier espacio de convivencia y aprendizaje. La
educación familiar debe contemplar y atender estas dimensiones de forma especial y con mimo.
La educación y la formación de la persona no debe considerarse tan sólo desde el punto de vista
estrictamente racional o cognitivo. Hay dimensiones relativas al mundo de los sentimientos, de las
emociones y de la voluntad que son centrales en la formación integral de la persona hoy.
Y el tercer gran reto que nuestra sociedad nos está poniendo de relieve es la
necesidad que la persona sea capaz de construirse a sí misma. De construir su propio yo en
interacción con los otros. No desde una posición individualista o solipsista, sino en interacción
con los demás. Este yo debe construirse en interacción, pero también en momentos de intimi-
dad y momentos de reflexión sobre uno mismo. Y esta capacidad de la persona para construir-
se a sí misma no siempre se aprende de forma autodidacta. Es necesario un entrenamiento
porque es posible aprender a construirse mejor, y no es suficiente dejar que la persona desa-
rrolle sus capacidades únicamente en función de sus posibilidades individuales.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 29
debe limitarse a la incorporación de contenidos informativos, sino que debe centrarse funda-
mentalmente en el trabajo sobre actitudes y procedimientos sin olvidar los primeros.
Pero estos mínimos son los que han de permitir que el legítimo derecho de cada
persona o grupo humano en sociedades plurales —de construir su proyecto de vida buena y
feliz— no imposibilite la construcción de una ciudadanía exigente y a la vez promotora activa-
mente de condiciones relacionadas con la justicia y la dignidad de las personas. Sólo así una
sociedad plural, formalmente democrática, puede ser respetuosa con la persona y fundamenta-
da éticamente. El compromiso moral no es tan sólo formar personas felices y autoras de sus pro-
yectos de vida autónomos, sino también formar personas que, en su concepción de felicidad
personal, incorporen necesariamente condiciones de justicia y dignidad para todos.
La segunda es que la persona entienda que, ante las diferencias y los conflic-
tos, la única forma legítima de abordarlos es a través del diálogo y, por tanto, que esté entrena-
da para poder hablar de todo aquello en lo que no está de acuerdo con otra. Y éste es un pro-
ceso que se puede aprender. No estamos afirmando que a través del diálogo las personas sean
capaces siempre de resolver el conflicto, porque el diálogo no siempre resuelve los conflictos.
Es más, hay conflictos en la vida que probablemente no hace falta resolverlos siempre. La vida
también es un conflicto. Lo que el diálogo sí que permite es abordar los conflictos de una forma
diferente, porque el diálogo no se produce para llegar siempre al consenso ni al acuerdo. El
diálogo es una forma de avanzar incluso en el desacuerdo, una forma de respetarse aunque no
se esté de acuerdo. La búsqueda del consenso y del acuerdo como principio es discutible.
Puede llevar incluso a formas de pensamiento único que generalmente no contribuyen a una
sociedad plural, contribuyen a una sociedad que acaba en un modelo más uniformista. El diá-
logo debe contribuir a que las personas, cuando no coinciden sobre un tema o no hay un
acuerdo, puedan avanzar en este desacuerdo, hablen como si fuera posible ponerse de acuer-
do, aunque no lleguen a ponerse nunca de acuerdo. También hace referencia a las actitudes
con las que avanzamos cuando la diferencia o el conflicto existe.
30 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
otro en igualdad de condiciones que nosotros, con la misma dignidad y con la misma capacidad
de tener la razón y la verdad que nosotros creemos que tenemos. Este modo de tolerancia y
reconocimiento del otro es difícil practicarlo si no hay un proceso, también, de entrenamiento en
aceptación de pequeñas contrariedades. Es difícil llegar a ser una sociedad solidaria si no nos
educamos también en la contrariedad. La educación en la contrariedad ayuda a construir socie-
dades solidarias. La aceptación de las limitaciones que nosotros tenemos y la que nos impone el
hecho de convivir en una sociedad plural no se improvisa en situaciones complejas.
Creemos importante educar para entender que en una sociedad plural, y en todas,
pero principalmente en una sociedad plural, el bien común no siempre significa satisfacción de
bienes particulares, sino que a menudo el bien común significa renuncia a intereses particulares.
Es éste un modelo de educación que nos ha de permitir volver a recuperar el valor pedagógico del
esfuerzo, que es fundamental en una sociedad como la nuestra para estar en condiciones de
afrontar las situaciones de convivencia y la aceptación de las limitaciones que ésta comporta. No
nos estamos refiriendo al esfuerzo como sinónimo de disciplina ni de promover formas de educa-
ción espartana. Nos estamos refiriendo a que realmente la persona sea capaz de ejercer un cierto
autocontrol sobre sí mismo; que sea capaz de no consumir, aunque la presión colectiva sea ésta;
que sea capaz de no hacer la cosa más probable —es esto lo que quiere decir autocontrolarse—,
aunque el ambiente acompañe a que lo haga; que sea capaz de vivir con mayor austeridad respe-
tando y conservando los bienes colectivos. Así, entendemos que el cultivo de la autonomía de la
persona, del diálogo y de la tolerancia y, por tanto, de la educación en pequeñas contrariedades
son condiciones necesarias para avanzar en una sociedad como en la que vivimos. Éste es el com-
promiso moral que como educadores debemos asumir y potenciar 7.
7
M. Martínez (1999): «Propuestas sobre educación en valores para la elaboración de un pro-
yecto educativo de escuela en sociedades plurales y democráticas», en Por una ciudad comprometida con la edu-
cación, vol. 2. IME del Ayuntamiento de Barcelona, pp. 36-74.
8
Lo que sigue puede encontrarse ampliado en M. Martínez (1998): El contrato moral del profe-
sorado. Bilbao, Desclée de Brouwer.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 31
Por ejemplo, la doble vía de intervención pedagógica puede evidenciarse en la
selección de contenidos de aprendizaje a tratar o en la organización social que prevalece en el
aula e incluso en la elección de materiales curriculares. Estas decisiones pueden favorecer un
modelo de pensamiento único o un modelo que genere conflictos sociocognitivos frecuentes y, a
través de ellos, respuestas más singulares y susceptibles de contraste entre los diferentes apren-
dices que conviven en el aula y el centro. El progreso moral es más fácil a partir del conflicto y del
ruido que de lo único y lo homogéneo, y puede estar condicionado por decisiones metacomuni-
cativas y no sólo por decisiones estrictamente relacionadas con los diferentes niveles de concre-
ción curricular y con las diferentes actividades curriculares en sentido estricto. Conviene, pues,
analizar ciertas costumbres y criterios en la forma cotidiana de enfocar la acción pedagógica.
Las interacciones entre iguales junto a la acción directa del profesorado son los
dos escenarios más naturales en los que formamos nuestra personalidad moral. Pero también
lo son, y de forma especialmente relevante, la institución en su conjunto y la doble transversa-
lidad de los contenidos de los programas específicos de educación en valores. El clima moral
de la institución es factor de desarrollo y puede serlo de progreso moral. La doble transversali-
dad de los contenidos nos muestra de nuevo cómo existen contenidos no sólo informativos,
sino también procedimentales y actitudinales, que conforman nuestro hacer y sentir. Pero, ade-
más, los contenidos de un programa de educación en valores, tal y como hemos señalado con
anterioridad, afectan a los tres tipos de ámbitos de la educación: formal, no formal e informal.
32 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
cional como medios para el logro de comportamientos adaptativos y la promoción de compor-
tamientos proyectivos que contribuyan a dotar de mayor cohesión el sistema de valores que
inspira tales prácticas.
• Autoconocimiento
• Autonomía y autorregulación
• Capacidades de diálogo
• Capacidad para transformar el entorno
• Comprensión crítica
• Empatía y perspectiva social
• Habilidades sociales y para la convivencia
• Razonamiento moral
9
M. R. Buxarrais, M. Martínez, J. M. Puig y J. Trilla (1995): La educación moral en primaria y
secundaria. Madrid, Edelvives-Luis Vives; México-España, SEP México (cooperación española)-Fondo Mixto de
Cooperación Técnica y Científica. M. R. Buxarrais (1997): La formación del profesorado en educación en valores.
Propuestas y materiales. Bilbao, Desclée de Brouwer.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 33
La educación moral tiene por objeto la formación de personas autónomas y dia-
logantes dispuestas a implicarse y comprometerse en una relación personal y en una partici-
pación social basadas en el uso crítico de la razón, la apertura a los demás y el respeto a los
derechos humanos. La consecución de tal objetivo precisa atender al desarrollo del anterior
conjunto de dimensiones que irán conformando la personalidad moral de los educandos.
El cuadro que sigue sintetiza lo expuesto hasta aquí y puede servir de guía para
agrupar las dimensiones de la personalidad moral a las que antes hacíamos referencia y que son
el primer nivel de acuerdo necesario entre el equipo de profesorado para abordar la integración
en el proceso educativo de acciones orientadas a la construcción de valores. Integramos en nues-
tro esquema la propuesta de anatomía moral de Berkowitz 10 por varias razones, pero en especial
por dos de ellas: en primer lugar, porque es una taxonomía fundamentada en el lenguaje psico-
pedagógico y de fácil comprensión para el profesorado, sea o no experto en cuestiones de educa-
ción moral; en segundo lugar, porque presenta una visión integradora de las diferentes dimensio-
nes de la personalidad moral que se ajusta a la perspectiva sistémica que compartimos.
REFLEXIONES FINALES
10
M. W. Berkowitz (1995): «Educar la persona moral en su totalidad», en Revista Iberoameri-
cana de Educación, vol. II, núm. 8 (número monográfico sobre «Educación y Democracia», coordinado por Miquel
Martínez) (Madrid), pp. 73-102.
34 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
ficar algunas cuestiones de especial interés en relación con la educación en valores y la pro-
fundización en los estilos de vida democráticos en sociedades plurales. Voy a apuntar algunas
de ellas con el ánimo de compartir su oportunidad y valorar su posible alcance si no universal,
como mínimo común a todos nosotros.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 35
res. La formación del profesorado es importante en temas como estrategias
de trabajo en el aula; formas a través de las cuales abordar las cuestiones
socialmente controvertidas de carácter ético y moral en la escuela; elabora-
ción de proyectos educativos institucionales que integren acciones orienta-
das a la creación y profundización de un clima moral en la escuela próximo
al de una comunidad justa y democrática.
h) Y en último lugar, pero no por ello menos importante, sino más bien al con-
trario, conviene orientar nuestras acciones pedagógicas, y en concreto las
relativas a la educación en valores, a la formación de personas felices y
protagonistas de sus vidas. La preocupación por la transformación de nues-
tra sociedad en aras de su optimización no debe hacernos perder de vista
que nuestras vidas construidas en interacción social poseen una dimen-
sión individual, personal y singular que debemos cultivar con esmero. Ayu-
dar a construir personas felices y satisfechas por sí mismas no sólo es un
objetivo legítimo de la acción pedagógica, sino una condición necesaria
para la viabilidad de todo lo dicho hasta aquí.
36 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
TRANSVERSALIDAD Y TEMAS
T R A N S V E R S A L E S : R E I N T E R P R E TA R
Y C AMBIAR EL CURRICULO
José Palos Rodríguez*
INTRODUCCIÓN
Siempre se le ha pedido a la escuela que asuma como suyo los problemas que
genera la sociedad y que ella por sí sola no puede resolver. Pero en las últimas décadas se le
pide con más insistencia —y sobre más temáticas— que se encargue de solucionar estas pro-
blemáticas a través del proceso de educación en las aulas. Así, la escuela se siente cada vez
más asediada por estas problemáticas aparentemente ajenas a ella, pero que en su actividad
educativa cotidiana se viven de forma muy intensa, puesto que se conjuga su presencia directa
en los centros, con la conciencia de gran parte del profesorado de que es necesario y urgente
intervenir de alguna forma. Es un asedio al que el profesorado difícilmente puede dar una res-
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 37
puesta, puesto que los currículos prescriptivos suelen estar estructurados siguiendo lógicas dis-
ciplinares; los libros de texto que siguen las pautas de los diseños curriculares base (DCB) son
los que marcan el desarrollo de las programaciones de aula; el modelo organizativo de los cen-
tros no suele ser suficientemente flexible, y la presión de la actividad cotidiana no deja tiempo
suficiente para diseñar y elaborar otros materiales alternativos. Es decir, que, entre otros moti-
vos, éstos se presentan como importantes dificultades para llevar a cabo la transversalización
curricular. En definitiva, lo que ésta pide es la incorporación de la vida, como contenido cen-
tral, al proceso de educación en el aula (González, 1996). Es por ello que se hace imprescin-
dible pensar en mecanismos y estrategias que permitan el desarrollo de la transversalidad.
38 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
transversal con los contenidos disciplinares ha supuesto que su desarrollo en los centros edu-
cativos, durante bastante tiempo, haya sido más lento de lo deseado.
L A TRANSVERSALIDAD SE REFIERE
AL PARA QUÉ DE L A EDUC ACIÓN
Si analizamos este marco de referencia, se puede comprobar que los que han de
transversalizar el currículo son los conceptos, los procedimientos y los valores que se concretan e
interactúan de forma globalizada en el análisis y solución de las problemáticas más relevantes,
pero sin necesidad de incorporar muchos más contenidos, sino fundamentalmente desde una
dimensión y una reinterpretación ética. Esta concepción de la transversalidad deja abierta la
puerta a nuevos problemas de relevancia social que sin duda irán apareciendo en nuestra socie-
dad y, por tanto, nos obliga a pensar que la transversalidad curricular siempre estará de actuali-
dad y necesitará currículos abiertos y flexibles que permitan este proceso dinámico. Claro que
esto dependerá del grado de centralidad que tengan estas temáticas en los DCB.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 39
infraestructuras o a través de su poder legislativo. Por eso, además de la construcción de la
conciencia social, de conocimientos y de hábitos desde la escuela, se debería intervenir
desde las familias, las empresas, los ayuntamientos, las ONG, los movimientos sociales, las
asociaciones culturales y los poderes públicos con políticas y medidas preventivas, paliativas
y constructoras de valores diferentes de los que subyacen y presiden estas problemáticas.
Es decir, estamos planteando no sólo la necesidad de una transversalidad escolar, sino tam-
bién una transversalidad social; en definitiva, una sociedad educadora desde la transversali-
dad. Se trata, como dice Morin (1999), de promover una inteligencia general que permita un
mejor tratamiento de los problemas específicos, puesto que, como dice también este autor,
el problema universal para todo ciudadano del nuevo milenio será comprender el contexto
experiencial: lo global, lo multidimensional y lo complejo.
40 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
va. Este conjunto de valores referentes, que se puede deducir del análisis de los problemas
de mayor relevancia de nuestra sociedad, es el que ya las leyes de ordenación del sistema
educativo suele priorizar (tolerancia, libertad, respeto por la diversidad, respeto al medio
ambiente, paz, cooperación y solidaridad, igualdad entre sexos, desarrollo del espíritu críti-
co, fomento de comportamientos democráticos, etc.). También hace referencia a los dere-
chos humanos o a los valores que Cortina (1996) considera de una «ética cívica» o de una
«ética de mínimos», como los denomina Lucini (1994). En realidad, nos estamos refiriendo a
un sistema de valores referentes necesarios para la convivencia (en un planeta limitado y
globalizado) y para la construcción de un nuevo modelo de sociedad y que supone, por
tanto, un principio de «contrasocialización» respecto a los valores dominantes. Este esque-
ma de valores, en principio aceptados por todos, se debería concretar, secuenciar y cons-
truir de forma autónoma a partir de las propuestas didácticas de aula y en general a través
de la actividad educativa de los centros.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 41
L A TRANSVERSALIDAD IMPLIC A A TODOS LOS C AMPOS
DE INTERVENCIÓN EDUC ATIVA
42 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
luar los procesos, establecer mecanismos de coordinación, analizar y adecuar materiales y
recursos, crear espacios de reflexión y participación, potenciar la autoevaluación como forma
de reflexión e implicación del alumnado, potenciar la dimensión afectiva y asegurar la reflexión
y seguimiento de la vivencia de los valores en la escuela.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 43
• Potenciar el conocimiento del medio natural y social, incorporarlo como recur-
so y propiciar que el proceso de enseñanza-aprendizaje incida en su mejora.
• Incorporar las experiencias y conocimientos personales como fuente de
aprendizaje.
• Plantear situaciones en las que se relacione la realidad local con la mundial
con la intención de que los alumnos puedan pensar globalmente y actuar
localmente.
• Proporcionar situaciones de análisis y de resolución de problemas relacio-
nados con los temas más relevantes de la sociedad para ayudar a interpre-
tarlos y solucionarlos.
• Proporcionar situaciones que desarrollen la reflexión y la participación en la
construcción de la sociedad.
• Promover los valores y las actitudes favorecedoras de la convivencia.
• Proporcionar situaciones que desarrollen la autonomía y la capacidad para
utilizar toda la diversidad de recursos que ofrece la sociedad.
• Partir del nivel de desarrollo y de los aprendizajes y concepciones previas
sobre los temas de relevancia social.
• Proporcionar situaciones de aprendizaje que tengan sentido para los alum-
nos, favorezcan el aprendizaje significativo y sean motivadoras.
• Posibilitar la participación y la autonomía de los alumnos en el diseño y el
desarrollo del proceso de aprendizaje.
• Promover la interacción en el aula.
• Promover situaciones para desarrollar la sociabilidad en diferentes ámbitos
y escalas.
• Proporcionar situaciones de reflexión en las cuales el alumno analice el pro-
ceso de aprendizaje y su progreso.
• Proporcionar situaciones de reflexión y evaluación del proceso de interven-
ción del profesorado y de sus resultados.
44 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
• Clarificación de valores (debates, análisis de valores).
• Resolución de dilemas morales.
• Análisis y construcción conceptual a partir de la clarificación de valores.
• Comprobar los objetivos del material (si es necesario, en las guías didácti-
cas de la editorial) y contrastarlos con los objetivos que pretendemos con
relación a los temas transversales.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 45
Pero este análisis quizá tenga más sentido en los materiales que el profesorado
y alumnado ya utilizan. Sería necesario un análisis previo a la decisión de comprar el material.
Decidir entre la diversidad de editoriales del mercado puede ser lento y a veces desalentador
por falta de pautas o criterios, pero es totalmente necesario desde los objetivos que nos
planteamos con la educación en los temas transversales (Conrad, 1999).
Otro campo de intervención es la organización del centro y del aula, que deberá
recoger las necesidades derivadas de la decisión de introducir los temas transversales. Aunque no
lo parezca, la organización del centro y del aula presentan situaciones cotidianas que actúan como
marco y contexto en que se realizan todas las actividades, pero que aportan información, modelos
y valores a los alumnos que lo utilizan. Por tanto, las contradicciones entre proyecto y la práctica
educativa, aunque puedan ser a veces poco visibles, educativamente son muy efectivas en cuanto
a contravenir nuestros objetivos por su mensaje oculto y permanente. En este sentido, volvemos a
señalar, como ya hizo J. Gimeno (1985), la función educativa de la organización escolar. Una de
las necesidades que se deriva de los objetivos de la educación en temas transversales es la demo-
cratización del centro y del aula a través de una organización que permita la participación real.
46 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
El proceso deductivo se debería iniciar con la elaboración o revisión del proyecto
educativo de centro, que, tal como dice Antúnez y otros (1992), es una oportunidad de debatir,
revisar y reflexionar colectivamente sobre las concepciones y las propuestas formativas y organi-
zativas del centro. Además, como dicen Escámez y Martínez (1993), el proyecto educativo, entre
otras funciones, debe reflejar los valores comunes y consensuados, ha de definir el modelo de
persona y ciudadano que se desea y también ha de servir para concienciar que el centro educa-
tivo es un marco pertinente para ello. Por tanto, es en este proceso de reflexión colectiva para la
elaboración del proyecto educativo donde se enmarcan el debate y la decisión de educar en los
temas transversales. En ella se debería asegurar que estos temas estarán presentes en la organi-
zación del centro, en los diferentes órganos y en los mecanismos con que el centro se dota para
llevar a cabo su intervención educativa (horarios, recursos, organización de fiestas, implicación
del AMPA, implicación de los alumnos, proceso de elaboración o revisión del RRI, etc.).
Una vez que se ha concretado el PEC, el modelo deductivo que seguimos nos
lleva al desarrollo de la intervención con la elaboración de los proyectos curriculares en los
que se deberían concretar todos los principios consensuados. Por tanto, la elaboración de
estos documentos es fundamental para asegurar que los temas transversales se conviertan
en actividades concretas de enseñanza-aprendizaje. Es un proceso que supone el análisis
de la potencialidad de los contenidos curriculares para ser impregnados o transformados.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 47
los proyectos educativos, se contraste con las programaciones y la práctica del profesorado y
se realicen las adecuaciones que correspondan. No obstante, ante el riesgo de bloqueo y
abandono, se aconseja intentar el proceso inductivo.
En el proceso inductivo se debe pensar no sólo como una alternativa, sino como
un método para iniciar la transversalización de los proyectos. Éste nos llevara de la experiencia
y práctica en el aula a proyectos más amplios de transversalidad que implicasen progresiva-
mente a un mayor colectivo de profesorado. Es difícil establecer pautas, ya que se parte de la
realidad experiencial de cada centro. El proceso inductivo también es lento, pero tiene la ven-
taja de ser más motivador que el deductivo, puesto que se realiza a través de la actividad coti-
diana del profesorado y muestra la relación directa entre los objetivos propuestos y la progra-
mación y actividad diaria del profesorado.
Implicación colectiva • Análisis de la presencia y tratamiento de los temas transversales y de los valo-
res, en los materiales y recursos didácticos.
• Desarrollo de algunos contenidos relacionados con los ejes transversales en
las áreas o disciplinas más afines.
• Inclusión de algunos ejes transversales en forma de unidades didácticas espe-
cíficas en las áreas más afines.
• Desarrollo de los objetivos y contenidos de un eje transversal impregnando y
modificando los objetivos y los contenidos de diferentes áreas.
• Desarrollo de temas monográficos de carácter interdisciplinar con implicación
de todo el centro.
• Desarrollo de los objetivos y contenidos de varios ejes transversales impreg-
nando todas las áreas del currículo.
• Análisis e intervención sobre el tratamiento de los temas transversales y de los
valores en las actividades cotidianas del centro.
• Desarrollo de un proyecto de centro en el cual los ejes o temas transversales
sean los organizadores de los contenidos de las áreas y del currículo del centro.
48 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
iniciativas personales y puntuales de un profesor que introduce una temática de actualidad en
su unidad didáctica hasta los proyectos de centro de implicación general. Aunque algunas de
estas formas no desarrollen totalmente toda la potencialidad de la transversalidad en cuanto a
la construcción de conocimiento, creación de conciencia social e innovación educativa, en
general, y mientras tanto, presentan un abanico de posibilidades que pretende fomentar y
orientar las experiencias en los centros hacia proyectos más globales. Algunas de las estrate-
gias o soluciones que se siguen en los centros se pueden observar en este cuadro:
Además, no podemos olvidar otros temas que ya han ido surgiendo durante la
exposición conforme, por ejemplo, cómo conseguir que los agentes educativos externos a la
escuela (no formales) refuercen los proyectos educativos, cómo transformar o elaborar un
currículo que conjugue, entre otras variables, la globalización, la disciplinariedad y la centrali-
dad de los temas socialmente relevantes con los conocimientos previos necesarios, la prescrip-
ción con la flexibilidad y la apertura. Realmente, los temas transversales y la transversalidad
tienen un gran potencial transformador e innovador; por esa razón, los enseñantes —como
intelectuales y agentes de transformación— tenemos un compromiso con ellos (Martínez,
1998), porque educar en temas transversales es educar para el futuro y para un modelo de
desarrollo más humano. En la medida en que este compromiso se convierta en práctica, se
podrán ir dando soluciones a estos y otros interrogantes.
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— (1997): «Principios metodológicos de los ejes transversales», en ÁLVAREZ, M., y BISQUE-
RRA, R.: Tutoría y orientación. Ed. Praxis.
52 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
E S T R AT E G I A S D E E D U C A C I Ó N
E N V A LO R E S
Elena Noguera, Amèlia Tey, María Rosa Buxarrais,
Miquel Martínez, Enric Prats*
INTRODUCCIÓN
Bajo la premisa que educar es educar en valores, consideramos que dentro del
contexto escolar se diferencian el currículo manifiesto y el currículo oculto. De ellos deriva una
serie de escenarios óptimos para el trabajo de la educación en valores, entendiendo por ésta el
trabajo integral de la persona para la potenciación de todas sus áreas a fin de conseguir el
desarrollo moral 1.
*
Universidad de Barcelona, España.
1
M. Martínez (1998): El contrato moral del profesorado. Bilbao, Desclée de Brouwer.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 53
Las áreas que consideramos objeto de atención son:
Las experiencias pasadas y presentes son una fuente de influencia que debe-
mos aprovechar desde la escuela. A partir del trabajo de los contextos más cercanos, como
también de aquellos más globales (escuela, familia, amigos, barrio, comunidad, ciudadanía),
podemos enfocar nuestras acciones pedagógicas para potenciar cuatro grandes dimensiones
necesarias para conseguir niveles progresivamente superiores en nuestro desarrollo moral. El
supuesto teórico del que partimos es que, trabajando de forma simultánea y con la misma
intensidad y proporción estas cuatro dimensiones, estamos contribuyendo a la formación inte-
gral de la persona en relación al ámbito ético y al mundo de los valores.
2
M. Payà, M. R. Buxarrais y M. Martínez (2000): Ética y educación en valores. Contenidos,
actividades y recursos. Barcelona, Praxis.
54 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
quía de valores. Sin embargo, en ella también están presentes de manera directa otras dimen-
siones de la personalidad moral, como la capacidad de toma de perspectiva social, es decir, de
adoptar puntos de vista diferentes al propio nivel cognitivo, preferentemente, y la capacidad de
empatizar con la otra persona, de ponerse en su lugar, a nivel no sólo de pensamiento, sino
muy especialmente de sentimientos y emociones. La reflexión sociomoral está constituida por
la comprensión crítica y el juicio moral. Ambas trabajan a nivel de pensamiento, pretenden
desarrollar la dimensión cognitiva desde el supuesto de que el juicio o el pensamiento es previo
a la acción. Pero la comprensión crítica es también un instrumento de construcción de conoci-
miento que permite aportar información y someterla a examen con vistas a establecer sus con-
diciones de rigurosidad y objetividad. La capacidad de juicio moral se aplica en lo abstracto
—discurre por los caminos de lo hipotético—, aunque sea más o menos probable su ocurren-
cia. La capacidad o dimensión de comprensión crítica se refiere a la realidad, parte de los pro-
blemas que el mundo actual presenta y, con ello, se continúa en la acción coherente conse-
cuente. Permite, entonces, el desarrollo de otra dimensión: la capacidad de transformar el
entorno, de cambiar la realidad para mejorarla, de pasar a la praxis, a la acción. Los valores de
justicia y dignidad, de diálogo y respeto, de colaboración, esperanza y cambio, de solidaridad
serían, entre otros, los que la conforman más directamente.
3
Esta dimensión se sustenta en los principios de la ética dialógica o discursiva, uno de cuyos
máximos representantes es Habermas.
4
Nos apoyamos en la conceptualización del diálogo del pedagogo brasileño Freire para dotar
de contenido a la definición material del diálogo como valor.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 55
implica una visión de la convivencialidad y es una tarea educativa conseguir que ésta se funda-
mente en los principios de respeto, igualdad, solidaridad y justicia. La convivencialidad abarca la
construcción del conocimiento social, las habilidades sociales y los sentimientos morales. Sería
una correspondencia fácil la que se establecería entre éstos y las áreas cognitiva, conductual y
afectiva; sin embargo, no por ello sería ficticia ni tampoco simple. Evidentemente, en los tres
apartados se intentan desarrollar capacidades que incidan sobre el desenvolvimiento de los tres
ámbitos anteriormente expresados; pero cada uno de ellos intenta también poner el énfasis en
cada una de esas tres áreas, porque, posiblemente, la convivencia pacífica y respetuosa, parti-
cipativa y crítica, solidaria y justa necesite por un igual de la razón, del corazón y de la acción.
56 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
• Habilidades sociales para la convivencia. Hacen referencia al conjunto de
comportamientos interpersonales que va aprendiendo la persona y que con-
figura su competencia social en los diferentes ámbitos de relación. Permiten
la coherencia entre los criterios personales y las normas y principios sociales.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 57
• Estrategia para el desarrollo de la perspectiva social y la empatía:
5
Estas actividades forman parte de la propuesta del GREM en la publicación de M. Payà,
M. R. Buxarrais y M. Martínez (2000): Ética y educación en valores. Contenidos, actividades y recursos. Barcelona, Praxis.
6
Este documento ha sido elaborado por María Rosa Buxarrais y Montse Payà para M. Payà,
M. R. Buxarrais y M. Martínez (2000): Ética y educación en valores. Contenidos, actividades y recursos. Barcelona,
Praxis. Se puede encontrar amplia información sobre las mismas en las siguientes obras: J. M. Puig y M. Martínez
(1989): Educación moral y democracia. Barcelona, Laertes. M. Martínez y J. M. Puig (coords.) (1991): La educación
moral. Perspectivas de futuro y técnicas de trabajo. Barcelona, Graó-ICE. Autores varios (1995): La educación moral
en primaria y secundaria. Madrid, MEC-Edelvives. J. M. Puig (1995): La educación moral en la enseñanza obligatoria.
Barcelona, ICE-Horsori. M. R. Buxarrais (1997): La formación del profesorado en educación en valores. Propuestas y
materiales. Bilbao, Desclée de Brouwer. S. Uhl (1997): Los medios de educación moral y su eficacia. Barcelona, Her-
der. J. M. Puig y X. Martín (1998): La educación moral en la escuela. Teoría y práctica. Barcelona, Edebé.
58 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
ESTRATEGIAS PARA EL AUTOCONOCIMIENTO
7
L. Raths, M. Harmin y S. Simon (1967): El sentido de los valores en la enseñanza. México, Utema.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 59
tánea/o posible. Por último, los diálogos clarificadores se asemejan a la mayéutica socrática: en
situación de relación personal educador/a y alumno/a se inicia una conversación que tiene
como objetivo colaborar con el/la alumno/a para que profundice en algún aspecto de su vida
en ese momento lo suficientemente significativo —actitud frente a los estudios, problemas en
la relación con el profesorado—. Para ello puede ser muy útil tener presente las fases o pasos
del proceso de valoración. Si bien no pueden planificarse con antelación —por eso no consti-
tuyen el núcleo de ninguna de las actividades propuestas—, es un tipo de intervención educa-
tiva cuya mención no puede olvidarse en el ámbito que nos ocupa.
El objetivo de esta actividad es, una vez más, ayudar a los alumnos a reflexio-
nar sobre ellos mismos, a llegar a un mayor conocimiento y aceptación de sí mismos para
lograr una buena autoestima. Esta actividad se fundamenta en la estrategia de autoconoci-
miento y expresión, de la que ya hemos hablado anteriormente. Concretamente, se trabaja la
técnica de clarificación de valores, que tiene como finalidad ayudar a los alumnos a realizar
un proceso de reflexión para tomar conciencia de sus propias valoraciones, opiniones y senti-
mientos.
60 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
Las últimas cuatro preguntas serán analizadas por todo el grupo para ayudar a
conceptualizar el contenido y el objetivo que nos hemos propuesto —conocernos mejor—. El
resto del ejercicio no se comentará ni se expondrá en clase si no es el mismo grupo el que lo
solicita.
Ya hemos comprobado que para poder gustar a los demás es necesario gus-
tarse a sí mismo, para ello necesitamos parar un momento nuestra actividad y pensar sobre
nosotros mismos. Con el objetivo de que conozcas más sobre ti, te proponemos la siguiente
actividad.
Reflexiona y contesta a estas preguntas. Sobre todo has de ser sincero en tus
respuestas.
• Escribe qué acciones concretas podrías hacer para conseguir este cambio.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 61
ESTRATEGIAS PARA L A AUTONOMÍA,
AUTORREGUL ACIÓN Y AUTOCONTROL DE L A CONDUC TA
2. Darse cuenta de que está rodeada de variables que pueden causar las
conductas no deseadas.
8
L. Pantoja (1986): La autorregulación científica de la conducta: teoría y técnicas aplicadas a la
terapia y la educación. Bilbao, Universidad de Deusto.
62 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
3. Formular un plan de acción para sustituir la conducta no deseada por
aquella ideal que desea conseguir.
Aunque nuestra propuesta gira alrededor de una semana de tiempo, creemos nece-
sario que este tipo de actividades se lleven a cabo con cierta periodicidad; de no ser así, pueden
perder todo su valor. El alumnado es capaz de cambiar su conducta cuando ésta se convierte en
hábito y no solamente cambiándola esporádicamente en función de la autoobservación realizada.
Sería lógico que en algunas ocasiones no nos sintamos muy a gusto con
nosotros mismos porque hemos hecho o dicho cosas que no nos han gustado, pero si esta
sensación se convierte en algo habitual quizá debamos plantearnos un cambio de compor-
tamiento.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 63
Os proponemos realizar una reflexión sobre el comportamiento que cada uno
de vosotros/as tenéis con relación al resto de compañeros/as de clase para que consideréis la
posibilidad de cambiar, en algún sentido, vuestra actitud personal.
En este cuadro marca con una equis (X) los comportamientos que consideras
agradables o desagradables respecto a tus compañeros/as:
Molesto Agradable
1. Fernando le dice a su amiga: «Eh tú, déjame eso, tía» ■ ■
2. Tú no tienes ni idea ■ ■
3. Lo siento, no te he visto, ha sido sin querer ■ ■
4. ¡Qué camisa más bonita llevas! ■ ■
5. ¡Como me vuelvas a molestar te daré un par de
tortas, vale! ■ ■
6. Por favor, deja de molestarme. No quiero problemas ■ ■
7. Estoy muy enfadada y quiero que lo sepas ■ ■
8. No me ha gustado nada lo que has dicho ■ ■
9. Eres un bocazas, y un…, y un… ■ ■
10. No me apetece estar contigo, déjame tranquilo ■ ■
Conducta desagradable
Conducta deseable
64 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
arrollar la acción comunicativa: la importancia del diálogo, donde pretendemos desarrollar su
noción como elemento constitutivo de la personalidad moral desde el punto de vista de los
principios éticos a los que debería apuntar cualquier acto comunicativo. La ética dialógica,
comunicativa o discursiva la tratan ampliamente Apel y Habermas.
¿Que es el diálogo?
9
J. Puig (1993): Toma de conciencia de las habilidades para el diálogo. Materiales para la edu-
cación ética y moral. Educación secundaria. Comunicación, lenguaje y educación. Madrid.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 65
Después del debate se puede intentar reelaborar una «definición colectiva
abierta» que contemple los aspectos que de éste han ido surgiendo. Dicha definición puede
ser colgada en clase, como mural, y utilizada en otras ocasiones como referencia, ampliada
con las conclusiones de otras actividades relacionadas con la temática, etc. Después de sesio-
nes posteriores se puede realizar una comparación con las ideas previas que se manejaban
sobre el tema y con «los aprendizajes adquiridos».
• Compara las definiciones con las de tus compañeros, en qué habéis coinci-
dido, en qué no estáis de acuerdo. Puedes utilizar las siguientes preguntas
para comparar:
— ¿Crees que esta definición se parece a lo que ocurre en realidad? ¿En qué?
— ¿Qué otros conceptos o palabras podrían ser sinónimos de diálogo? ¿Por qué?
66 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
Actualmente, la obra de Jonas sobre la responsabilidad es un referente teórico importante en
este ámbito.
Comprensión crítica
FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA. Tiene su origen en la obra de numerosos autores
como Freire, Elliot, Stenhouse, Gadame. En el ámbito pedagógico ha sido elaborada por Josep
María Puig y a esta elaboración es a la que nos referiremos10.
10
Se pueden consultar al respecto J. Puig (1996): La construcción de la personalidad moral.
Barcelona, Paidós, y J. Puig (1995): op. cit., pp. 185-210.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 67
tomar conciencia respecto a temas o cuestiones éticas o sociomorales con la finalidad de llegar
a construir un pensamiento autónomo fundamentado en razones. Su finalidad se centra en
planificar y desarrollar un diálogo, interno y externo, entre las diferentes perspectivas implica-
das en una situación problemática concreta.
Información
(Texto, imagen…)
Profesor/a
(Adultos)
Toda esta actividad se realiza a partir de una información —texto— que se pre-
senta al grupo-clase como punto de partida. «Texto» es cualquier producción humana con
finalidad de comunicación bajo las formas auditiva (música, canción), icónica (dibujo, fotogra-
fía) o escrita (cuento, artículo). La única condición es que presente cuestiones éticas, conflic-
tos sociomorales o temas de relevancia para el desarrollo ético de los/las chicos/as. El/la profe-
sor/a ha de procurar que la información presentada sea objetiva, integre las diferentes
perspectivas implicadas en la realidad que se quiere comprender, sea adecuada a la edad de
las/los alumnas/os y quede abierta tanto por lo que respecta a la crítica como a las alternativas
68 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
o posibilidades de solución. Paralelamente, deberá guiar también todo el proceso de compren-
sión crítica de forma dinámica y respetuosa con las opiniones de los/las estudiantes.
TIPOLOGÍAS. Son bastantes las formas que pueden adoptar los ejercicios de
comprensión crítica: contraste de noticias periodísticas, cine-foro, comentario de documenta-
les, debates, etc. Sin embargo, los diferentes tipos de actividad podrían categorizarse en estos
dos bloques:
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 69
• Es posible realmente conocer a los otros...
«... ¿en qué consiste tratar a las personas como personas, es decir, humana-
mente? Respuesta: consiste en que intentes ponerte en su lugar. Reconocer a alguien como
semejante implica sobre todo la posibilidad de comprenderle desde dentro, de adoptar por
un momento su propio punto de vista. Es algo que sólo de una manera muy novelesca y
dudosa puedo pretender con un murciélago o con un geranio, pero que, en cambio, se
impone con los seres capaces de manejar símbolos como yo mismo. A fin de cuentas, siem-
pre que hablamos con alguien lo que hacemos es establecer un terreno en el que quien
ahora es “yo” sabe que se convertirá en “tú” y viceversa. Si no admitiésemos que no existe
algo fundamentalmente igual que nosotros (la posibilidad de ser para otro lo que otro es para
mí) no podríamos cruzar ni palabra. Allí donde hay cruce, hay también reconocimiento de
que en cierto modo pertenecemos a lo de enfrente y lo de enfrente nos pertenece... Y eso
aunque yo sea joven y el otro viejo, aunque yo sea hombre y la otra mujer, aunque yo sea
blanco y el otro negro, aunque yo sea tonto y el otro listo, aunque yo esté sano y el otro
enfermo, aunque yo sea rico y el otro pobre. “Soy humano —dijo un antiguo poeta latino— y
nada de lo que es humano puede parecerme ajeno”. Es decir, tener conciencia de mi huma-
nidad consiste en darme cuenta de que, pese a todas las muy reales diferencias entre los
individuos, estoy también en cierto modo dentro de cada uno de mis semejantes» (Savater,
Ética para Amador).
• Responde:
— ¿Crees que resulta fácil ponerse en el lugar de los demás? ¿Por qué?
• Describe tres situaciones en las que hayas ejercitado esa capacidad. ¿Qué
tal ha resultado?
70 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
Construcción conceptual
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 71
EJEMPLO DE ACTIVIDAD DE CONSTRUCCIÓN CONCEPTUAL
Con este ejercicio se intenta reflexionar sobre el respeto hacia las diferencias.
Trabajando este tema surgirán valores y aspectos como la empatía, el respeto, el compromiso,
la prudencia, la responsabilidad, la solidaridad, la tolerancia, etc.
• Definición: Explica con tus palabras qué significa el «respeto» o «ser respe-
tuoso» hacia las diferencias.
El profesor entregará una hoja a cada alumno/a con las preguntas que debe
contestar. Cada alumno/a responderá las preguntas de forma individual; cuando haya termina-
do se hará una puesta en común del trabajo realizado. Si el profesor/a lo considera oportuno
también puede plantear hacer el ejercicio en grupo (formado por unas cuatro o cinco personas
como máximo).
72 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
FICHA PARA LA CLASE
Para que nuestra sociedad funcione lo mejor posible y para que nuestras rela-
ciones con las personas que nos rodean sean buenas, en muchas ocasiones utilizamos actitu-
des respetuosas hacia los otros.
Pero ¿te has parado a pensar qué es el respeto y qué es el respeto hacia las
diferencias? Te invitamos a profundizar en este concepto. Para ello, contesta a las siguientes
preguntas individualmente y, a continuación, coméntalas con el grupo:
• Explica con tus palabras qué significa el «respeto» o «ser respetuoso» hacia
las diferencias.
• ¿Por qué es beneficioso que las personas seamos respetuosas hacia la dife-
rencia?
Role-playing
FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA. Su origen reside en las dinámicas de grupo, en la
perspectiva clínica —para analizar y solucionar conflictos individuales o interpersonales— y en
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 73
las técnicas de inoculación del estrés. El role-playing es una técnica que se ha utilizado en diver-
sos ámbitos relacionados con la educación 11 para favorecer la motivación y el interés sobre un
tema objeto de estudio, para estimular la participación en el grupo. Las teorías sociocognitivas,
dentro del ámbito de conocimiento de la psicología, explican las fases de desarrollo de la capa-
cidad de perspectiva social o de toma de perspectiva que posibilita la técnica del role-playing.
11
J. J. Brunet y J. L. Negro (1982): Tutoría con adolescentes. Madrid, San Pío X.
74 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
TIPOLOGÍAS. Seguramente el role-playing es la técnica que más variedad presen-
ta entre las que se utilizan en educación moral y en valores:
• Silla vacía: Una o dos personas para cada postura, que quedan representa-
das por las sillas. Los actores se sientan en el suelo delante de ellas.
Los compañeros
No se trata de una actividad que potencie las habilidades teatrales de los alum-
nos, sino de que éstos aprendan a establecer un diálogo óptimo para resolver el conflicto plan-
teado, además de fundamentar sus argumentaciones en el tipo de persona que están repre-
sentando.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 75
Con la situación planteada pretendemos hacer reflexionar sobre las conse-
cuencias de nuestras acciones en los sentimientos de los demás. En la mayoría de ocasiones
no nos damos cuenta de que nuestra forma de tratar a los demás puede originar en ellos un
sentimiento de inferioridad o bien no sentirse a gusto consigo mismo. Por tanto, nos gustaría
que con esta actividad los alumnos tomaran conciencia de esta problemática y desarrollaran
valores como la empatía, la tolerancia, el respeto a uno mismo y hacia los demás, la solidari-
dad, etc.
Sin duda, las amistades son muy importantes a la hora de construir nuestra
autoestima. Según cómo nos traten, lo que nos digan, cómo nos consideren dentro del gru-
po, etc., estaremos más contentos o no con nosotros mismos, ¿no es cierto? Vamos a pensar
en situaciones concretas que puedan relacionarse con esto.
María es una chica tímida que le cuesta mucho hacer amigos/as en clase. Tiene
mucho interés por los estudios y simpatiza con sus profesores, con los que mantiene muy
buena relación por su dedicación y trabajo en las distintas materias. Está preocupada porque
apenas tiene amigos, porque éstos la rechazan porque la consideran una «empollona». Se ríen
de ella y no la tienen en cuenta cuando organizan una salida en pequeños grupos los fines de
semana. Este fin de semana un grupo de compañeros de clase quiere organizar una salida
para ir al cine a ver «Pequeños guerreros». A ella no le han dicho si también quiere ir. Estamos
a jueves por la tarde y María está decidida a hablar con dos de sus compañeros para saber por
qué razón a ella no se lo han dicho.
• María: una chica de trece años, tímida, trabajadora y estudiosa, con dificul-
tades de comunicación con los demás compañeros. Se ve distinta a los
demás y eso le preocupa.
• José: un chico de la misma edad que María, extravertido, líder del grupo de
amigos, siempre quiere salirse con la suya y no le cae bien María por ser
como es.
• Juana: va a la misma clase que María. Sale con José. Le gusta estar bien
con todos los compañeros de clase. María le da pena y quiere integrarla al
grupo a pesar de la negativa de los demás.
76 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
• ¿Piensas que debemos marginar a las personas porque simplemente no
nos caen bien? ¿Por qué?
• ¿En la realidad has vivido una situación parecida? ¿Qué ha pasado? ¿Has
podido solucionarla? ¿Cómo?
Habilidades sociales
FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA. El interés por el desarrollo de las habilidades sociales
deriva, en parte, de la importancia otorgada a la competencia o capacidad de las personas para
insertarse activamente en los diferentes grupos sociales de relación. Numerosas investigaciones
han establecido la relación existente entre la competencia social y la adaptación psicológica, aca-
démica y social de la persona. Estas conclusiones han llevado a considerar la necesidad de cola-
borar con los/las alumnos/as para que desarrollen las capacidades adecuadas para relacionarse
de forma positiva y activa con el medio social. Están vinculadas con el ámbito de la psicología clí-
nica y si bien pretenden la modificación del comportamiento, al igual que pasara con las estrate-
gias de autorregulación y autocontrol de la conducta, no son conductistas, ya que cuentan con la
colaboración de la otra persona y la asociación «estímulo-respuesta», clásica de las teorías con-
ductistas, se sustituye por procesos en los que intervienen elaboraciones cognitivas.
12
A. P. Goldstein, R. P. Sprafkin, N. J. Gersha y P. Klein (1989): Habilidades sociales y auto-
control en la adolescencia. Un programa de enseñanza. Barcelona, Martínez Roca. L. Michelson, D. P. Sugai,
R. P. Wood y A. E. Kazdin (1987): Las habilidades sociales en la infancia. Evaluación y tratamiento. Barcelona, Mar-
tínez Roca.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 77
Incluye también una introducción sobre las ventajas de manifestar deter-
minados comportamientos y los inconvenientes de no manifestarlos o de
realizar otros claramente inadecuados.
78 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
EJEMPLO DE ACTIVIDAD DE LAS HABILIDADES SOCIALES
Agresiva
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 79
gusta la astronomía y me encanta leer revistas científicas, ¡esto sí que es
importante! ¿Es que no os dais cuenta?
— Compañero/a: La astronomía es aburridísima. ¿Ves cómo no se puede
hablar contigo? Eres muy raro. Toda la clase nos llevamos muy bien menos
contigo. Eres un sabiondo y un creído. ¿Cómo quieres que contemos conti-
go? Si te invitamos, aún nos «aguarás» la fiesta.
— Juan: Sois unos malos compañeros que sólo pensáis en hacer tonterías.
Bien pensado, no quiero ni que me invitéis ni que nunca que hagáis cual-
quier otra actividad me tengáis en cuenta. Y, por descontado, a partir de
ahora no vengáis a preguntarme nada de cualquier asignatura.
— Compañero/a: Así lo haremos, ni te invitaremos ni te preguntaremos
nada.
Pasiva
Asertiva
80 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
— Juan: Y a mí también me gustaría que me comentarais cómo va el equipo
de fútbol de nuestra ciudad, sé que íbamos segundos hace unas semanas.
— Compañero/a: ¡Ahora vamos primeros! Creo que tenemos muchas oportuni-
dades de ganar la liga. Mañana vamos a ver un partido, ¿te animas y vienes
con nosotros/as?
— Juan: Vale.
— Compañero/a: Y después iremos a comprar los vasos y los platos de plástico
para la fiesta, ¿qué te parece?
— Juan: Muy bien. Tenía ganas de solucionar esta relación tan tensa que había
entre nosotros y ahora me siento mejor.
— Compañero/a: Nosotros/as también teníamos ganas, pero no sabíamos
cómo hacerlo.
Resolución de conflictos
13
S. Judson (1986): Aprendiendo a resolver conflictos. Manual de educación y no violencia.
Barcelona, Lerna. R. Grasa (1991): “Resolución de conflictos”, en M. Martínez y J. M. Puig (coords.) (1991): op.
cit., pp. 105-126.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 81
mente de nuestros esfuerzos. Después de ambos recordatorios, siempre se tendrá que afrontar
el problema de manera constructiva con el interés por llegar a un acuerdo que lo solucione y le
ponga fin. Presentamos ahora una propuesta de proceso a seguir para alcanzar tal objetivo, no
sin antes mencionar que siempre es preferible partir de problemas reales, que afecten a
alguien o a algunas personas del grupo, quienes voluntariamente lo exponen para pedir la cola-
boración de todos en su resolución:
82 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
EJEMPLO DE ACTIVIDAD DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
Vamos a intentar analizar las causas del conflicto, su desarrollo y poder así
intentar solucionarlo. Para ello, puede seguir las siguientes pautas de análisis:
• Tipo de conflicto
— Personal o colectivo (identificar las personas que intervienen y las pos-
turas que mantienen).
• Causas
— ¿Por qué se ha producido el conflicto? Anota las causas y ordénalas.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 83
• Desarrollo del conflicto
— ¿Cómo se siente el/los protagonista/as?
— ¿Han mantenido la misma actitud?
— ¿Ha habido malentendidos?
— ¿Qué factores podrían haber permitido un cambio de actitud?
— ¿Se podría haber evitado el conflicto? ¿Cómo?
— ¿Se llegó a una solución? ¿Cómo se podría haber solucionado?
— ¿Qué valores han entrado en juego durante el conflicto?
• Solución
— ¿Se ha solucionado el conflicto? ¿Cómo?
— ¿Todos los protagonistas creen que se ha solucionado?
• Consecuencias
— ¿Qué consecuencias ha tenido el conflicto?
— Imagina otras posibles consecuencias del conflicto (personales y colectivas).
Diagnóstico de situaciones
FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA. Puede situarse su origen dentro de las técnicas de
dinámica de grupos, del aprendizaje estructurado y también dentro de la teoría cognitivo-evolu-
tiva de Kohlberg. De hecho, en su test estandarizado para la evaluación del razonamiento
moral, este autor utilizó de forma indistinta tanto los dilemas como los diagnósticos de situacio-
nes, al menos en su aspecto formal. El objetivo es colaborar con la persona para construir for-
mas de pensamiento activas y comprensivas, sistemáticas y críticas con el fin de que sea
capaz de encontrar los criterios de enjuiciamiento de las situaciones problemáticas con las que
se encuentre 14. De esta manera también se está en condiciones de conseguir que se afronten
los conflictos de forma positiva y creadora.
14
IEPS (1988): La escuela y su posibilidad en la formación de actitudes para la convivencia.
Madrid, Narcea.
84 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
de ellas. Y todo ello en una situación de comentario y análisis organizado. El punto de parti-
da puede ser una situación real o ficticia aportada por los miembros del grupo o por el profe-
sor o profesora. Su diferencia con los dilemas morales es mínima en lo que atañe a la forma
de la narración o relato: en el diagnóstico de situaciones, la/el protagonista ya ha tomado
una decisión respecto al problema —final cerrado—, mientras que el dilema queda abierto.
Sin embargo, la forma de aplicación plantea más diferencias entre una técnica y otra del
orden, básicamente, de que el diagnóstico supone realizar un proceso de análisis muy
estructurado y guiado con soporte de la escritura, mientras que la discusión de dilemas,
siendo estructurada, no está tan guiada, sino que deja mayor margen de rumbo al grupo.
¿Y Miguel y Sonia?
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 85
FICHA PARA LA CLASE
En un pueblo del interior viven Carlos, Mireia, Laura, Alberto, Miguel y Sonia,
unos chicos y chicas entre doce y trece años. Son amigos y amigas del pueblo y algunos se
han reunido para decidir la excursión que realizarán dentro de dos semanas. Carlos, Mireia,
Laura y Alberto hablan y planean para encontrar un destino interesante. Deciden que irán a la
montaña en bicicleta. Miguel, que es sordomudo, está presente en la discusión, pero sus ami-
gos no le ayudan a participar en la elección. Sonia tampoco ha podido dar su opinión porque
está enferma. Al incorporarse al grupo al día siguiente se ha encontrado con los planes hechos.
• ¿Carlos, Mireia, Laura y Alberto están teniendo en cuenta a todos los impli-
cados en la decisión? ¿Por qué?
DEFINICIÓN. Los dilemas morales son narraciones breves que presentan un con-
flicto de valores: una persona o grupo de personas se encuentra ante una situación difícil y pro-
blemática y deben escoger entre dos alternativas, igualmente válidas y recomendables las dos,
aunque defendidas desde perspectivas diferentes, que obedecen a diferente jerarquía de valo-
res. Según su contenido, los dilemas pueden dividirse en hipotéticos o imaginarios y reales o
15
L. Kohlberg (1992): Psicología del desarrollo moral. Bilbao, Desclée de Brouwer.
16
L. Piaget (1984): El criterio moral en el niño. Barcelona, Martínez Roca.
17
El término “convencional” implica que la persona interpreta las normas o acuerdos sociales
como inherentes a ella misma.
86 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
extraídos de la vida diaria, medios de comunicación, etc. El objetivo, sin embargo, siempre es
el mismo: contribuir al desarrollo del juicio o razonamiento moral.
18
Así, se pueden formar grupos homogéneos, formados por estudiantes que han escogido la
misma alternativa, o grupos heterogéneos, constituidos de forma equilibrada por representantes de ambas alterna-
tivas.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 87
EJEMPLO DE ACTIVIDAD DE DILEMAS MORALES
El clima del aula debe ser acogedor, de respeto y de mucha confianza tanto
para el trabajo a nivel individual como, posteriormente, para el trabajo y la discusión en peque-
ños grupos. Se ha de hacer mucho énfasis en que la actividad de la clase es el diálogo, el
saber escuchar, saber respetar el turno de palabra y saber transmitir las ideas.
Para llegar al final de la actividad, se recomienda a los miembros del grupo que
reconsideren su postura inicial, que presenten los argumentos que defendían y valoren sus
cambios y que resuman los nuevos argumentos. Finalmente, se propone que se expongan
situaciones similares al dilema. Esta actividad se puede desarrollar en una sesión de dos horas
de clase aproximadamente.
«Alberto es un chico de diecisiete años, alto, moreno, de buen tipo, guapo, muy
tímido, rebelde y caprichoso. No tiene padre y siempre ha tenido problemas con su madre. La
madre de Alberto, desde que él era pequeño, le ha dejado la responsabilidad de la educación
a la abuela y prácticamente se ha desinteresado por su educación. La única explicación que
da la madre a esta renuncia de la función educativa respecto a su hijo es que tenía que traba-
jar mucho para poder darle todos los caprichos. Económicamente, a Alberto nunca le ha falta-
do nada y podemos decir que ha tenido de todo y mucho más, hasta los caprichos más míni-
mos. Su abuela ha sustituido muy bien el afecto de su madre y se ha desvivido por complacer
a Alberto en todo.
Un día, Alberto conoce a Maite, una mujer muy atractiva, elegante, divertida,
agradable, comprensiva, con veinte años más que él, divorciada y con tres hijas adolescentes.
Inician una relación muy intensa y al cabo de tres meses él decide casarse con Maite y se lo
comunica a su madre y su familia. Éstos se oponen totalmente a esta decisión, argumentándo-
le que él es menor de edad, que ella es una mujer mucho mayor que él, que él nunca ha tra-
bajado y, por tanto, de qué van a vivir...».
88 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
• ¿Qué debería hacer Alberto ante tal situación? ¿Por qué?
• ¿Crees que Alberto realmente está enamorado de Maite para llegar a tomar
la decisión de casarse?
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 89
L A E VALUACIÓN EN L A EDUC ACIÓN
E N V A LO R E S
María Rosa Buxarrais, Basilio Florentino Morillo
y Miquel Martínez *
Otros males que socavan la vida justa y digna en las sociedades actuales sur-
gen de las tensiones existentes entre los constantes procesos de globalización y las culturas
comunitarias. En este sentido, tales tensiones ponen de manifiesto el dominio del conocimien-
to y la tecnología, que actualmente configuran la sociedad informacional. Sin embargo, este
tipo de fundamento social cada día tiende a distanciarse —en forma progresiva— de las cultu-
ras comunitarias y de las identidades culturales. Es necesario entonces, como afirman Calde-
rón y Laserna, «combinar las nuevas tecnologías y la memoria colectiva, la ciencia universal y
la cultura comunitarias, la pasión y la razón» 2 como alternativas que propicien el reconoci-
*
Universidad de Barcelona, España.
1
C. Taylor (1991): The malaise of modernity. Anansi Press Limited. (Trad. al castellano de
P. Carbajosa Pérez: La ética de la autenticidad. Barcelona, Paidós, 1994).
2
Calderón y Laserna (1994), citados por Castells (1996): The information age: Economy,
society and culture, vol. I: The rise of the network society. Cambridge, Massachusetts, Blackwell Publishers Inc.
(Trad. castellana de Martínez Gimeno: La era de la información: Economía, sociedad y cultura, vol. I: La sociedad
red. Madrid, Alianza, 1997, p. 49).
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 91
miento de procesos universalizadores, que no atenten contra las identidades culturales de las
personas y sus comunidades.
3
M. Castells: op. cit., p. 74.
4
Ibíd., p. 77.
5
H. Jonas (1979): Das prinzip verantwortung. Francfort del Meno, Insel Verlag. (Trad. castella-
na de J. M. Fernández Retenaga: El principio de responsabilidad. Barcelona, Herder, 1994).
6
Ibíd., p. 354.
92 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
presente y futuro de la raza humana; esto implica el responder ante el posible deterioro del
ambiente natural como consecuencia de sus actuaciones irresponsables.
A los malestares de las sociedades posmodernas hay que agregarle otros acon-
tecimientos que vive el mundo actual y que, necesariamente, se convierten en referentes en el
momento de considerar los fenómenos de alcance global, cuyo control no está bajo dominio
estricto de los seres humanos (por ejemplo, los problemas ambientales de riesgos universales)
y que inducen inexorablemente a lo que Giddens llama incertidumbre fabricada 7. Ante esta
situación, es necesario que los ciudadanos aumenten lo que el autor denomina «capacidad de
reflexión», ya que en la actualidad las personas tienen que hacer un esfuerzo superior para la
filtración y selección de las informaciones. Esto porque la sociedad actual está caracterizada
por el constante bombardeo de informaciones a través de los diferentes medios electrónicos,
medios que no necesariamente son transmisores de aquellos valores que tienden a hacer más
humana la vida.
7
A. Giddens (1994): Beyond left and right. The future of radical politics. S. l. (Trad. castellana
de Rodríguez Tapia: Más allá de la izquierda y la derecha. El futuro de las políticas radicales. Madrid, Cátedra,
1996).
8
M. R. Buxarrais (1991): «Aproximación a la educación moral y reforma curricular», en
M. Martínez y J. M. Puig (coords.): La educación moral, perspectivas de futuro y técnicas de trabajo. Barcelona,
Graó, pp. 11-12.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 93
CONCEPCIÓN DE EDUC ACIÓN Y DIMENSIONES
DE L A PERSONALIDAD MORAL
9
M. Martínez (1995): «La educación moral: una necesidad en las sociedades plurales y demo-
cráticas», en Revista Iberoamericana de Educación, núm. 7, p. 33. También se hace referencia en M. R. Buxarrais,
M. Martínez, J. M. Puig y J. Trilla (1990): La educación moral en primaria y secundaria. Madrid, MEC-Edelvives,
p. 21.
10
M. R. Buxarrais (1997): La formación del profesorado en educación en valores. Propuesta y
materiales. Bilbao, Desclée de Brouwer, p. 73.
11
M. Martínez y J. M. Puig (coords.) (1991): Educación moral. Perspectiva de futuro y técnicas
de trabajo. Barcelona, Graó.
94 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
cultural. Al respecto, refiriéndose a cada dimensión (Buxarrais, Martínez, Puig y Trilla, 1990) 12,
sostenemos que el autoconocimiento como capacidad le facilita a la persona su progresivo
conocimiento, adentrarse en la autoconciencia del yo, permitiéndole conocer y clarificar su
propia forma de ser, sentir y pensar.
12
M. R. Buxarrais, M. Martínez, J. M. Puig y J. Trilla (1990): op. cit., pp. 178 y ss.
13
R. Hersh, J. Reimer y D. Paolitto (1979): Promoting Moral Growth from Piaget to Kohlberg.
Nueva York, Longman Inc. (Trad. castellana de C. Fernández Aguinaco: El crecimiento moral de Piaget a Kohlberg.
Madrid, Narcea, 1984, p. 47.)
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 95
La potenciación, por parte del profesorado, de la construcción de las dimensio-
nes anteriores aseguraría la asunción de una ciudadanía social multicultural que favorecería a la
convivencia humana de todas las culturas que habitan un mismo espacio geográfico o Estado,
cuyos ciudadanos y ciudadanas, como personas libres e iguales en dignidad, comparten aque-
llos valores que les son comunes y respetan mutuamente aquellos que no comparten. Con
acciones de esta naturaleza se siembran las bases entre los seres humanos para el respeto y el
reconocimiento universal a la diferencia como elementos que robustecen la dignidad humana.
El trabajo de Taylor La ética de la autenticidad insiste y amplía esta concepción de dignidad.
Los cambios que han acontecido en los sistemas educativos de diferentes paí-
ses del globo, a partir de los años ochenta, orientados por nuevos indicadores en materia de
educación, han desencadenado como una de sus consecuencias una nueva visión de la eva-
luación, por lo que «habría que hablar de cambios conceptuales, entre los que el ejemplo
paradigmático es la sustitución de nociones monolíticas por otras pluralistas y el abandono de
la idea de una evaluación libre de valores» 14.
A esto se le agregan los crecientes niveles de autonomía que los centros educa-
tivos van obteniendo cada día en la regulación de sus propias actuaciones, en las que sus ofer-
tas se van adecuando a las necesidades de su entorno en un marco de libertad, participación y
consenso, lo que demanda a la vez mayores niveles de implicación de la sociedad en los asun-
tos educativos. En este contexto, la evaluación trasciende sus raíces históricamente heterodiri-
gidas, en la que sólo el docente establecía los criterios para evaluar al alumnado. En conse-
cuencia, se ha dado paso en este proceso a la configuración de metodologías coparticipativas
que tomen en cuenta a todos los actores educativos.
14
A. Tiana (1996): «La evaluación de los sistemas educativos», en Revista Iberoamericana de
Educación, núm. 10. Madrid, Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura,
p. 39.
15
E. R. House: op. cit., p. 21. Este autor sostiene que la evaluación es un proceso complejo
aun cuando se concibe como una operación personal.
96 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
no, así como el conjunto de componentes personales y del profesorado que contribuyen a que
su tarea evaluadora sea ajustada» 16.
Las variables sobre las que vamos a recabar información son las siguientes: la
descripción del centro y su contexto, la organización y la agrupación de los alumnos, el mate-
rial didáctico que se utiliza, la organización del espacio y el tiempo y la metodología docente.
16
M. Martínez (1993): «La evaluación en educación moral», en Aula, núms. 16-17, p. 41.
17
Care (1978), citado en E. R. House: op. cit., p. 146.
18
Ibíd., pp. 148 y ss.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 97
DESCRIPCIÓN DEL CENTRO Y SU CONTEXTO
Somos conscientes que este tipo de variable no es modificable; por tanto, quizá
sea la que realmente puede condicionar el éxito o fracaso de la puesta en marcha de un pro-
grama de educación en valores.
98 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
MATERIAL DIDÁCTICO QUE SE UTILIZA EN EL CENTRO
• ¿Se utiliza material informático y audiovisuales? ¿En qué áreas? ¿Con qué
finalidad?
• ¿Se crea material propio del centro? ¿A partir de material publicado? ¿Por
equipos de profesores?
METODOLOGÍA DOCENTE
A partir de las observaciones que se realicen en cada una de las cinco variables
reseñadas, podemos establecer si las condiciones van a ser favorables en la puesta en marcha
de un tipo de educación en valores como el que hemos venido defendiendo. Suponemos que
determinadas características no facilitan la construcción racional y autónoma de valores.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 99
Por ejemplo, si la gestión del centro es horizontal y el equipo de profesores no
participa, si a la hora de tomar decisiones los criterios no son pedagógicos sino comerciales, si
la relación entre profesores no es buena, si el tipo de agrupamiento del alumnado no se ha
considerado como una variable facilitadora de determinados procesos de aprendizaje, si se
selecciona el material por criterios de mercado no por los valores que se están transmitiendo, si
la organización espacial del aula no facilita la interacción entre iguales, si no se tienen en cuen-
ta los diferentes estilos de aprendizaje de los alumnos, si no se experimentan nuevas formas de
enseñanza-aprendizaje que son la base del aprendizaje constructivista, entre otras, no se esta-
rá en condiciones de iniciar con éxito un programa de educación en valores.
Cuando se dice que la evaluación debe tener en cuenta a todos los actores del
proceso educativo, se indica la necesidad de tener en cuenta a los alumnos y alumnas como
individuos o en interacción, pero también al profesorado y a las familias. Pues todos ellos, de
una u otra forma, son las personas que intervienen en la creación del clima moral de la institu-
ción educativa; entendiéndose que este clima está conformado por todos los espacios que
configuran el centro educativo, de los cuales el clima del aula forma parte.
19
M. Martínez (1995): op. cit., pp. 13-40.
20
J. Delors (1996): La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión
Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI. Barcelona, Santillana-UNESCO, pp. 95 y ss.
100 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
ción del clima escolar, empezando por el aula, es vital, ésta es una de las condiciones esencia-
les de la educación moral (Puig, 1995). Los consejos de cursos o asambleas de cursos presen-
tan un espacio adecuado para que profesores y alumnos puedan dilucidar en conjunto cómo
se manifiesta la atmósfera moral del aula.
Por otro lado, en la evaluación del clima escolar en su totalidad deben partici-
par, como caso ideal, todos los implicados en el proyecto de centro, y en el caso de que eso no
pueda ser posible, los diferentes sectores deben estar representados, aunque el mayor peso de
esta actividad recaiga en el profesorado, sobre todo por la naturaleza de su trabajo y de su
intervención educativa. A continuación se presentan algunos criterios que podrían imprimir
dirección a la evaluación del clima o atmósfera moral escolar 21.
• ¿Cuáles aspectos del proyecto han sido discutidos por todos los implicados
en el proceso educativo?
• ¿Qué canales de comunicación existen entre todos los miembros del grupo-
clase y de la escuela?
21
Estos criterios han sido redactados partiendo del trabajo que al respecto presenta J. M. Puig
(1995): Educación moral en la enseñanza obligatoria. Barcelona, Horsori, p. 265.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 101
• ¿Cómo se resuelven los conflictos entre diferentes miembros de la comuni-
dad educativa?
• ¿Qué coherencia hay entre las propuestas del proyecto de centro y las
actuaciones concretas de los miembros de la comunidad educativa?
La evaluación del alumno, desde nuestro punto de vista, debe dirigirse a la opti-
mización constante de la construcción personal y moral de los alumnos y alumnas del centro
educativo. Evidentemente, el logro de esta finalidad depende de la colaboración y ayuda recípro-
ca de los educadores y educadoras, de los compañeros y de los padres. Como implicados en el
proceso educativo, todos tienen derecho a participar y a saber —a través de diálogos constructi-
vos— los procesos de socialización y construcción que se dan en el espacio educativo, teniendo
en cuenta que nadie puede ser juzgado por su opinión, sobre todo en aquellos temas y situacio-
nes que se discuten precisamente por su carácter controvertido. La participación de todos en la
evaluación, como comunidad educativa, fortalece las bases democráticas del centro escolar y,
por tanto, de la sociedad, de la cual ésta es una institución base de construcción constante.
102 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
sorado proporcionándole un sistema de evaluación que le ayude a la mejora de algunos aspec-
tos relativos a la educación en valores. Proponemos un modelo de evaluación formativa 22 que
ofrece una serie de indicadores de los niveles progresivos de aprendizaje y desarrollo que el
alumno presenta.
Fruto de un trabajo de investigación realizado por una parte del GREM (Grupo
de Investigación en Educación Moral de la Universidad de Barcelona) se ha obtenido un ins-
trumento para la evaluación de la educación en valores: el cuestionario de evaluación de la
personalidad moral (CEPEM). Este cuestionario pretende ser una ayuda para el profesorado,
porque éste puede acceder de manera rápida y eficaz al desarrollo en cada una de las ocho
dimensiones de la personalidad moral —autoconocimiento, autonomía y autorregulación,
capacidades de diálogo, comprensión crítica, capacidad para transformar el entorno, empatía
y perspectiva social, habilidades sociales y razonamiento moral.
22
M. Martínez, M. R. Buxarrais, M. Payà, A. Tey, E. Casals y E. Noguera (1998): Elaboración de
instrumentos y estrategias para la evaluación de los contenidos actitudinales en educación primaria y secundaria.
Memoria final. Concurso nacional para otorgar ayudas a la investigación educativa. Madrid, CIDE.
23
M. Martínez (1993): «La evaluación en la educación moral», en Aula de Innovación Educati-
va, núms. 16-17, julio-agosto.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 103
Después de constatar que los instrumentos de evaluación en el ámbito de la
educación en valores solamente atienden a una o a varias, pero no a la totalidad, de las dimen-
siones de la personalidad moral que constituyen nuestro modelo teórico, recurrimos a construir
un cuestionario ad hoc con cierto valor predictivo y heurístico, fácil de aplicar para el profeso-
rado y, en definitiva, útil para su práctica pedagógica. Con el cuestionario el profesorado evalúa
conductas fácilmente observables, que son la manifestación externa de los contenidos actitudi-
nales con relación al desarrollo moral.
Una vez que el profesor responde al cuestionario con relación a cada alumno,
se obtiene un perfil con el que se puede detectar cuáles son aquellas dimensiones en las que
se sigue un correcto desarrollo y cuáles manifiestan un cierto retraso. El cuestionario puede
aplicarse al inicio, a mitad y a final de un curso escolar para ver la evolución del alumnado en
estas dimensiones, incluso para determinar si la aplicación de determinado plan de acción o
programa específico de educación en valores tiene o no una incidencia en el nivel de desarro-
llo de los alumnos 25.
3. Presenta habilidades necesarias para pedir aquello que quiere: pide per-
miso, da las gracias.
24
Existe una versión en papel y otra en soporte informático.
25
La versión definitiva del instrumento está en fase de publicación.
104 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
8. Sabe cuándo ha actuado correcta o incorrectamente y reconoce su res-
ponsabilidad después de reflexionar sobre el hecho con un adulto.
6. Aplica las habilidades necesarias para conseguir una mejor relación con
sus compañeros.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 105
7. Es sensible a los sentimientos de los demás.
13. Es respetuoso con las opiniones y decisiones de los otros aun cuando
éstas impliquen una negativa hacia un deseo suyo.
9. Organiza su tiempo.
11. En un diálogo o debate reflexiona tanto sobre sus argumentos como sobre
sus posibles contraargumentos.
12. Ante las diferencias individuales se esfuerza para que existan relaciones
positivas en el grupo.
106 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
14. Sabe encontrar una postura consensuada cuando se encuentra implicado
en un conflicto con otros compañeros.
2. Cuando debe tomar una decisión de la vida cotidiana valora los aspectos
positivos y negativos de las diferentes alternativas.
11. En un debate respeta a todas las personas con independencia de sus opi-
niones.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 107
evaluación. Se trata, pues, de ejemplificaciones para evaluar el nivel de desarrollo de cada
dimensión en cada ciclo.
Hall y Tonna expresan al respecto que «los documentos comunican los valores
de una persona o de una organización a través de las propias palabras usadas para crear dicho
documento» 27. De acuerdo con este supuesto, consideramos que el libro de texto oficial es, en
26
M. Martínez (2000): El contrato moral del profesorado, 2.ª ed. Bilbao, Desclée de Brouwer.
M. R. Buxarrais (1999): La formación del profesorado en educación en valores, 2.ª ed. Bilbao, Desclée de Brouwer.
27
M. Bunes Portillo, J. Calzón Alvarez, I. Elexpuru Albizuri, L. Fañanas Torralba, L. Muñoz
Repiso y J. Valle López (1993): Los valores en la LOGSE. Un análisis de documentos a través de la metodología Hall-
Tonna. Bilbao, ICE-Universidad de Deusto, p. 22.
108 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
última instancia, el producto concentrado del ideario educativo y de los fines curriculares. En él
no sólo va plasmado un contenido educativo, sino una filosofía, una forma de vida, la construc-
ción de una ciudadanía. Los conceptos que en él se reflejan constituyen palabras cargadas de
energía 28 y, por tanto, configuradoras de valores con las cuales se pretende guiar las actuacio-
nes humanas una vez interiorizadas.
28
B. Hall (1988): «Valores comunes en el entorno y las instituciones», en R. Pascual (coord.)
(1988): La gestión educativa ante la innovación y el cambio. Madrid, Narcea, p. 55.
29
J. García Mínguez y M. Beas Miranda (1995): Libro de texto y construcción de materiales
curriculares. Granada, Proyecto Sur, p. 14. Véase también E. B. Johsen: op. cit., pp. 112 y ss.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 109
la presencia de las dimensiones de la personalidad moral en las actividades de aprendizaje
diseñadas para el trabajo del alumnado; en la segunda, permite proponer estrategias de inte-
gración de las dimensiones en las estrategias o actividades de aprendizaje presentes en los
libros de texto con el fin de facilitar, en forma equilibrada, la construcción de seres humanos
racionales y autónomos. Además, el conocimiento de esta realidad alerta al profesorado ofre-
ciéndole información sobre las deficiencias metodológicas que en el ámbito de la educación en
valores (si es que las hay) se encuentran presentes en los libros de texto.
Nos referimos a la unidad básica de evaluación del libro de texto como «unida-
des didácticas». Los niveles de planificación de estas unidades normalmente son muy varia-
bles, pero en nuestro caso, siempre que sea posible, la identificaremos con la unidad didáctica
planificada en el libro de texto, cuyo aprendizaje se pretende pueda conseguir el estudiantado
en espacio de una hora clase. Cuando esto no sea posible, entonces las unidades se corres-
ponderán con los capítulos o temas del texto.
En las unidades didácticas, las actividades de aprendizaje son las que deben
presentar las evidencias o los indicadores de que, conforme la persona avanza en los conoci-
mientos, se va formando y aprendiendo a ser persona. En estas actividades debe quedar plas-
mada la educación en valores para la construcción moral de la persona, para su construcción
racional y autónoma en su forma de pensar, sentir, vivir y actuar.
30
G. Pérez Serrano (1984): El análisis de contenido de la prensa. Madrid, Universidad Nacional
de Educación a Distancia, p. 57.
110 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
Las dimensiones de la personalidad moral contribuyen tanto a la formación de
actitudes como a la formación de valores y formas sociales de proceder. Esto significa que una
propuesta para la evaluación de contenidos procedimentales en las actividades de aprendizaje
de los libros de texto también se puede considerar como una evaluación, que indica evidencias
del desarrollo actitudinal que se desea en el alumnado; es decir, del desarrollo de las predispo-
siciones que se deben asumir ante los conflictos de valores que le presenta continuamente la
vida cotidiana en sus relaciones consigo mismo y con los demás.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 111
El segundo criterio se relaciona con el equilibrio de presencia de las dimensio-
nes en las actividades de aprendizaje de los libros de texto. La presencia de cada dimensión
sería más estable cuanto más próxima sea su presencia al 12,5 por 100; este porcentaje repre-
senta el promedio ideal de presencia de cada dimensión en el libro de texto; pero debido a la
dificultad que representa una existencia tal en las ocho dimensiones, se han fijado unos límites
para cada una que podrían contribuir a la estabilidad de la presencia. Los límites establecidos
varían de acuerdo al tipo de texto objeto de la evaluación. Si el texto corresponde a una de las
asignaturas tradicionales o académicas (matemáticas, ciencias, sociales, lengua castella-
na, etc.), la presencia de cada dimensión debe estar entre el 6 y el 19 por 100, con respecto a
las demás. Esto significa que el porcentaje de presencia real de cada dimensión no debe ser
inferior al 50 por 100 del valor ideal (12,5 por 100), pero tampoco superarlo en esa misma pro-
porción. El intervalo considerado tiene un nivel de confianza estimado en un 99,9 por 100.
Los criterios que hemos presentado han sido precisados a partir de un análisis
realizado a dos tipos de documentos: por una parte, a los planes de estudio de educación en
valores para la formación del profesorado, y por la otra, a los libros de texto del último año de la
112 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
educación básica en la República Dominicana 31. Aunque el contexto de referencia es muy
específico, los criterios presentados constituyen un marco de referencia como soporte de
ayuda que pueden favorecer las acciones contextuales, que en materia de evaluación de libros
de texto se puedan llevar a cabo en diferentes ámbitos educativos.
31
M. B. Florentino (2000): La formación del profesorado en educación en valores en la Repú-
blica Dominicana. Tesis doctoral no publicada, presentada en la Universidad de Barcelona.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 113
presencia estimada como óptima de las dimensiones de la personalidad
moral debe estar comprendida entre el 9 y el 16 por 100 con respecto al
total de frecuencia de las dimensiones. Ambos intervalos nos indican un
cierto equilibrio en la distribución de las diferentes situaciones de aprendi-
zaje en función de la dimensión de la personalidad moral que estimulan o
propician.
114 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
Formulario para evaluar la presencia de las dimensiones de la personalidad moral en los libros
de texto para los niveles de educación inicial, básico y medio
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 115
PRESENCIA EN LAS UNIDADES DIDÁCTICAS DEL LIBRO DE TEXTO
• DIMENSIONES DE LA PERSONALIDAD MORAL DE SITUACIONES QUE ESTIMULAN EL DESARROLLO DE LAS DIMENSIONES
DE LA PERSONALIDAD MORAL
DEFINICIÓN EJEMPLOS DE SITUACIONES
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 F %F* %U**
DE LAS DIMENSIONES QUE ESTIMULAN SU DESARROLLO
Capacidades de diálogo: Ejercicios que impliquen escu-
estas capacidades permiten char, analizar y comprender
huir del individualismo y puntos de vista diferentes,
hablar sobre todos aquellos expresar ideas, dar su opi-
conflictos de valor, no resuel- nión, cómo llegar a consenso,
tos, que preocupan en los preguntar sobre un hecho
ámbitos personal y social. moralmente relevante, inter-
Supone poder intercambiar cambiar experiencias…
opiniones, razonar sobre los Actividades que impliquen
diferentes puntos de vista e discusión sobre temas mora-
intentar llegar a un entendi- les o formas éticas de proce-
miento, a un acuerdo justo y der. Estos temas se pueden
racionalmente motivado. abordar a través de debates,
paneles, mesa redonda, gru-
pos de trabajo, conversato-
rios, plenarias...
116 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
PRESENCIA EN LAS UNIDADES DIDÁCTICAS DEL LIBRO DE TEXTO
• DIMENSIONES DE LA PERSONALIDAD MORAL DE SITUACIONES QUE ESTIMULAN EL DESARROLLO DE LAS DIMENSIONES
DE LA PERSONALIDAD MORAL
DEFINICIÓN EJEMPLOS DE SITUACIONES
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 F %F* %U**
DE LAS DIMENSIONES QUE ESTIMULAN SU DESARROLLO
Empatía y perspectiva social: Actividades que describan
el desarrollo de la capacidad dramas sobre situaciones
de empatía y perspectiva conflictivas en las que el
social posibilita que el alum- alumnado tenga que colo-
no/a vaya incrementando la carse en el lugar de las per-
consideración por los sonas que intervienen y se
demás, interiorizando valo- vea compelido a tomar deci-
res como la cooperación y la siones (role-playing o juego
solidaridad. La progresiva de roles).
descentración posibilita el Ejercicios que requieran al
conocimiento y la compren- alumnado la elección de
sión de las razones, los sen- ciertos personajes históricos
timientos y los valores de las o de la actualidad social que
otras personas. se hayan destacado de
manera ejemplar, explicando
los motivos de la elección
(role-model o presentación
de modelos).
Actividades que describan
dramas en los cuales se pon-
ga de manifiesto acciones de
ayuda, cooperación, afectivi-
dad, reconocimiento de los
otros.
Actividades que impliquen la
visita y ayuda a instituciones
y organizaciones caritativas
de la comunidad.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 117
PRESENCIA EN LAS UNIDADES DIDÁCTICAS DEL LIBRO DE TEXTO
• DIMENSIONES DE LA PERSONALIDAD MORAL DE SITUACIONES QUE ESTIMULAN EL DESARROLLO DE LAS DIMENSIONES
DE LA PERSONALIDAD MORAL
DEFINICIÓN EJEMPLOS DE SITUACIONES
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 F %F* %U**
DE LAS DIMENSIONES QUE ESTIMULAN SU DESARROLLO
Actividades sobre descrip-
ciones de cuestiones y accio-
nes éticas o sociales en las
que el estudiantado tenga
que reflexionar para valorar
o juzgar como buenas o
malas, justas o injustas, ade-
cuadas o inadecuadas.
TOTALES
* %F = (F / Total de F) × 100.
** %U = (F / Total de unidades del libro) × 100.
____________________________________ ____________________________________
Fecha de evaluación
DD MM AA
118 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
L A E D U C A C I Ó N E N V A LO R E S A T R A V É S
DE CTS
Mariano Martín Gordillo, Carlos Osorio
y José Antonio López Cerezo*
INTRODUCCIÓN
* Mariano Martín Gordillo, Instituto de Enseñanza Secundaria núm. 5 de Avilés, España; Carlos
Osorio, Universidad del Valle, Colombia; José Antonio López Cerezo, Universidad de Oviedo, España. Los tres perte-
necen a la Red CTS+I de la OEI.
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ción didáctica del estudio de casos CTS como simulaciones educativas de controversias públi-
cas en torno a cuestiones tecnocientíficas socialmente relevantes, así como una propuesta
para la educación en valores en la que el aula es considerada como una comunidad de inves-
tigación solidaria. En la experiencia de la Universidad del Valle, en Colombia, se exponen los
planteamientos sobre la educación medioambiental a partir de un programa de formación en
CTS para docentes en ejercicio. En este caso, se parte del concepto de Proyecto ambiental
escolar, como elemento que articula una problemática ambiental relevante para la comunidad
educativa, con una estrategia didáctica centrada en cuatro tipos de objetivos, uno de ellos en el
campo de la educación en valores. Estas experiencias se presentan como ejemplos de la fértil
interrelación entre la perspectiva CTS y la educación en valores.
1
CONDORCET (1792): Informe sobre la organización general de la instrucción pública, p. 128,
y Memorias sobre la instrucción pública, p. 93.
120 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
escolares, los fines educativos con vocación de universalidad han tenido un inequívoco carác-
ter ético y político. Lo valorativo ha sido esencial en la concepción originaria del papel de las
instituciones educativas en las sociedades democráticas. Educación moral y cívica no son, por
tanto, añadidos contemporáneos a la función social de las instituciones educativas, sino que
formaron parte de la propia definición de la educación desde su origen en la Ilustración.
Por otra parte, los mismos planteamientos ilustrados que alumbraron el discur-
so legitimador de la función social de la educación establecieron que las ciencias y las tecnolo-
gías eran los mejores medios para liberar a los seres humanos del sufrimiento provocado por
su encadenamiento a unas fuerzas naturales o sobrenaturales que desconocían, que no po-
dían controlar y, por tanto, temían. Las ciencias y las tecnologías servirían para conocer, con-
trolar y manejar en beneficio de los seres humanos todas las fuerzas y leyes de la naturaleza. A
la vez, permitirían disolver los temores a unas fuerzas sobrenaturales que se declararían inexis-
tentes o, al menos, irrelevantes para el desarrollo real de la vida humana. Por su potencialidad
para conocer y manejar el mundo que nos rodea y por su capacidad para disolver los temores
propios del oscurantismo mítico, la Ilustración consideró también que la racionalidad y el res-
peto a las observaciones empíricas propias de las ciencias y las tecnologías eran, asimismo,
elementos básicos de una educación ciudadana que buscara la liberación individual y el pro-
greso social.
Sin embargo, resulta fácil comprobar el relativo fracaso del proyecto ilustrado.
Las instituciones educativas han llegado a un grado tan elevado de balcanización 2 epistemoló-
gica, que queda en la penumbra la viabilidad de desarrollar intenciones educativas comparti-
das. El árbol de las ciencias y los saberes en las instituciones escolares no ha dado como fruto
la educación moral y cívica prometida por la Ilustración o, al menos, no lo ha hecho en la medi-
da deseada a juzgar por el renovado impulso de los discursos que reclaman la necesidad de
reforzar la educación en valores en los espacios educativos.
2
Véase Hargreaves (1994).
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 121
esos tiempos no se desarrollen valores en los niños y jóvenes. Pero, seguramente, esos valores
no coincidirían siempre con los que pretenden resumir la expresión «educación en valores». Es
necesario, por tanto, que la acción educativa no se reduzca a la mera enseñanza y transmisión
de conocimientos y destrezas. A pesar de su posible redundancia semántica, la educación en
valores pretende enfatizar ese valor añadido que ha de tener la educación sobre la mera ense-
ñanza o instrucción. En los últimos años, la renovada esperanza de que la educación contribu-
ya a la mejora de la convivencia social ha puesto de actualidad la importancia de la llamada
educación en valores.
Pero, por otra parte, en los últimos tiempos, también desde la propia práctica
docente, se ha reclamado la necesidad de la contextualización social de la enseñanza de las
ciencias y las tecnologías. Los enfoques CTS han venido evidenciando la impertinencia educa-
tiva de una enseñanza de las ciencias y las tecnologías en la que se aíslen sus contenidos res-
pecto de las condiciones históricas y sociales en las que se produjeron y no tenga en cuenta
las implicaciones de su desarrollo sobre las formas de vida de los seres humanos. En los
comienzos del tercer milenio se hace más evidente que nunca la impertinencia de una ense-
ñanza de las disciplinas científicas y tecnológicas basada en el estudio de las estructuras axio-
máticas de las primeras y el análisis de los productos construidos por las segundas. La ciencia
y la tecnología —la tecnociencia, ya que actualmente resulta difícil distinguir entre ambas—
tiene hoy una vertiginosa aceleración en su innovación y una incidencia social de tal magnitud,
que resultaría insuficiente una educación tecnocientífica que se limite a la transmisión de cor-
pus de conocimientos disciplinares cristalizados, con fronteras bien definidas y aislados de sus
implicaciones sociales.
122 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
educativas un espacio privilegiado para reproducir sus supuestos perfiles diferenciales. Según
esa imagen tópica, la ciencia y la tecnología se configuran siguiendo patrones de objetividad,
mientras que las humanidades no renuncian a la subjetividad humana que les ha dado nom-
bre. Así, en las primeras los resultados son conocimientos verdaderos o artefactos eficaces,
mientras que el campo humanístico produce obras (artísticas, de ensayo, etc.) siempre inter-
pretables y discutibles, ya que responden a criterios diversos en estilo, corriente o autor.
3
En rigor, la tradicional neutralidad valorativa de la visión tradicional de la tecnociencia sólo
contemplaba un tipo de valores como relevantes para explicar el cambio temporal de la misma, a saber, los valores
internos constitutivos de naturaleza epistémica o técnica (como, por ejemplo, la adecuación empírica y la eficien-
cia). Véase Echeverría (1999).
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 123
científicos, sino que serán valoraciones de diversa naturaleza (y muy singularmente políticas)
las que habrán de justificarla. La situación es análoga a la producción comercial de alimentos
transgénicos, la puesta en práctica de un plan de ordenamiento forestal o la regulación de emi-
siones contaminantes. Que la decisión final quede o no democráticamente legitimada
dependerá del grado de participación pública que se haya promovido en la controversia y del
grado de consenso alcanzado en la decisión final más que del nivel de dificultad de los infor-
mes técnicos que los expertos pudieran aportar en defensa de cada alternativa.
Como se ha dicho, en los últimos tiempos han sido muchas las voces, especial-
mente desde el campo de las llamadas humanidades, que han venido reivindicando iniciativas
para el desarrollo de los componentes valorativos en la acción educativa. También otras voces,
especialmente desde comprometidos renovadores de la enseñanza de las ciencias y las tecno-
logías, vienen reivindicando los aspectos sociales relacionados con ellas en el llamado movi-
miento CTS. La insistencia en lo fronterizo, en lo axiológico, en lo social por parte de ambas ini-
ciativas muestra cierta confluencia entre enfoques educativos que son ciertamente afines. CTS
y las iniciativas para la educación en valores están llamados a protagonizar una renovación
pedagógica que recupere los ideales teóricos de la Ilustración. Sin embargo, convendrá preci-
sar algo más el carácter de cada uno de esos planteamientos para entender mejor su comple-
mentariedad.
124 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
Pero al hablar de educación en valores, además de una redundancia, puede
darse también un cierto equívoco sobre lo que se entiende por valores. ¿Es lo mismo la educa-
ción en valores que la educación moral?, ¿hay otros valores además de los morales?, ¿puede
convertirse la educación en valores en adoctrinamiento? Todas estas cuestiones obligan a defi-
nir con más precisión esos valores sobre los que se pretende educar, tomando partido entre
una concepción restringida de los valores que los limite al ámbito moral o una consideración
ampliada que incluya otro tipo de valores.
Sin embargo, la idea de valores sobre los que cabe una elección autónoma y un
juicio racional que permita justificar la elección no se reduce al ámbito moral. Los valores sobre
los que puede (y debe) darse dicha elección desbordan el ámbito de las decisiones individua-
les de naturaleza ética. Los ámbitos de la convivencia social y las decisiones colectivas para la
organización de dicha convivencia son también lugares en los que existen valores plurales
entre los que se ha de elegir en democracia y que requieren una reflexión racional a propósito
de las alternativas. Asimismo, la vida humana se desarrolla en contextos (y en buena medida
los crea) susceptibles también de ser evaluados de un modo plural, ahora desde el punto de
vista estético. Por tanto, además de los valores éticos, una consideración de los valores rele-
vantes para su tratamiento educativo debería incluir también los valores políticos (los que se
refieren a las diversas formas posibles de organización de la convivencia social, la búsqueda de
la justicia y el control público del poder) y los valores estéticos (relacionados con la formación
de la norma del gusto y las diversas formas de apreciar y producir belleza en las obras huma-
nas y en la naturaleza) 4.
Por tanto, los valores éticos, estéticos y políticos podrían configurar tres dimen-
siones axiológicas que se deberían desarrollar en un planteamiento de la educación en valores
que se pretenda integrador. Esos tres ámbitos valorativos mantienen ciertas relaciones, pero
4
Una reflexión sobre el papel educativo de esas dimensiones axiológicas en relación con los
fines educativos generales puede encontrarse en Martín Gordillo (1996). Obviamente, esos fines educativos son
compatibles con los componentes propios de lo cognoscitivo y la adquisición de destrezas sobre los que también es
posible una reflexión sobre otras dimensiones valorativas habituales en la evaluación de la actividad tecnocientífica
como, por ejemplo, los valores económicos (rentabilidad, competitividad, compatibilidad, etc.), los valores militares
(disciplina, secreto, disuasión...) y, por supuesto, los valores epistémicos (adecuación empírica, precisión, rigor,
repetibilidad, etc.) y los valores típicos de la técnica y la tecnología (fiabilidad, eficiencia, utilidad, etc.). Véase al res-
pecto Echeverría (2000).
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 125
son irreductibles entre sí, por eso conviene considerar el tratamiento educativo equilibrado de
cada uno de ellos. Los tres comparten la indeterminación y la pluralidad de opciones que
caracteriza a lo axiológico, y, asimismo, los tres podrían tener el horizonte que los orienta en la
idea de felicidad en la vida humana. Precisamente por ello, esos tres ámbitos valorativos debe-
rían tener una presencia equivalente en ese modo de ayudar al aprendizaje para la vida de los
seres humanos que llamamos educación.
126 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
la universalidad de la racionalidad para la necesaria negociación en la toma de decisiones
sobre los ineludibles conflictos éticos, estéticos y políticos que afectan a nuestras vidas.
¿Qué es C TS?
Las últimas décadas del siglo XX han supuesto la crisis de la visión tradicional
de la ciencia y la tecnología como entidades aisladas de las controversias sociales. La aparición
de una orientación académica que reclama la contextualización social de la tecnociencia ha
venido a coincidir con el creciente cuestionamiento social de la autonomía del desarrollo tecno-
lógico y la supremacía de los expertos en la toma de decisiones sobre el mismo. El conflicto en
ciencia y sobre la ciencia, la controversia tecnocientífica y la polémica pública, es hoy la norma
más bien que la excepción. Lo que se conoce como movimiento o perspectiva CTS ha alcanza-
do un alto grado de desarrollo tanto en los niveles académicos, orientando estudios sobre tec-
nociencia socialmente contextualizados, como en el activismo social, suponiendo la legitima-
ción de posiciones críticas con la idea de que cualquier avance tecnocientífico habrá de ser
socialmente positivo y, por tanto, aceptable a priori por la opinión pública 5.
Esta nueva situación supone una ruptura definitiva con la concepción positivis-
ta de las relaciones entre ciencia y sociedad que fue dominante durante los dos primeros ter-
cios del siglo XX. Esa concepción (aún viva entre muchos expertos, políticos y divulgadores)
5
Véase González García y otros (1996).
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 127
sostiene que la ciencia, y la tecnología como aplicación de ella, serían el resultado de una evo-
lución epistémica que tendría sus orígenes en la filosofía, la cual habría superado una fase pre-
via de conocimiento mítico o religioso. La religión habría aportado históricamente la primera
explicación sobre la realidad postulando la creencia en entes supranaturales. Por su parte, la
filosofía (metafísica desde este planteamiento) habría supuesto un intento por sustituir esas
explicaciones irracionales por conceptualizaciones abstractas de carácter racional, aunque sin
correlatos empíricos. La frontera del conocimiento válido habría sido atravesada por la humani-
dad, según el relato positivista, con la aparición de la ciencia. Ésta superaría a la metafísica al
centrarse en el ámbito de la evidencia empírica, con el que haría posible desvelar, describir y
explicar la esencia de la realidad. De este modo, la ciencia anudaría la trama de los datos
empíricos en la urdimbre de la racionalidad lógico-matemática, sirviéndose, para ello, del bas-
tidor infalible y riguroso del método científico.
Sin entrar a enjuiciar esta imagen positivista a propósito de los saberes pre-
científicos (religión y filosofía), cabe resaltar la radical separación que se deriva de ella entre el
ámbito de las verdades (el ser propio de la ciencia e inspirador de las tecnologías) y el ámbito
de los valores (el deber ser característico de los discursos religiosos y filosóficos). Así, la ciencia
supondría la instauración de la neutralidad valorativa y el predominio de los criterios públicos y
objetivos como bases del conocimiento a la par que el destierro de lo valorativo al ámbito de los
sentimientos privados.
6
Véase Ortega (1939).
7
Véase López Cerezo y Luján (1998).
8
Véase Merton (1973).
128 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
dependerá del desarrollo del primero y de sus aplicaciones tecnológicas. Sobre este ámbito
social recaerá, además, la responsabilidad del uso del conocimiento científico y los artefactos
tecnológicos. De este modo, la ciencia y la tecnología no serían en sí mismas buenas ni malas,
sino que sería el uso que la sociedad puede hacer de ellas el que cabría calificar como benéfi-
co o perverso. Un conocido eslogan resume estupendamente esa visión clásica: «Hay átomos
para la guerra y hay átomos para la paz».
Se mantiene, así, una relación con lo tecnocientífico que recuerda las caracte-
rísticas de la tradicional relación con la divinidad: se halla en un nivel superior y tiene grandes
poderes para el bien y para el mal. Pero la causa de la bondad o perfidia tecnodivina no estaría
nunca en su caprichosa voluntad, sino en las virtudes o pecados de los humanos. Esta metáfo-
ra puede apurarse todavía más para evidenciar los tipos de actitudes sociales hacia la ciencia y
la tecnología: la veneración tecnófila de los tecnointegrados adoradores de la nueva divinidad o
el repudio tecnófobo hacia cualquier progreso tecnológico, que manifestaría para los tecnoapo-
calípticos un nuevo paso hacia la diabólica deshumanización que esos saberes provocarían 9.
La oposición entre ambas posiciones extremas, igualmente fundamentalistas, toma también la
forma de aceptación o crítica del imperativo tecnológico, según el cual todo lo que técnicamen-
te puede hacerse debe hacerse. Los tecnófobos tienden a negarlo, considerando que la socie-
dad puede redimirse si se libera del yugo de la maligna tecnología. Los tecnófilos tienden a
aceptarlo proclamando el advenimiento del paraíso tecnológico, que hará posible la redención
social 10.
9
Véase Tiles y Oberdiek (1995).
10
Véanse, respectivamente, las tradiciones humanística e ingenieril de reflexión filosófica sobre
la tecnología en Mitcham (1994).
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 129
coincidiría con lo que Fuller (1992) ha denominado irónicamente alta Iglesia, se habría iniciado
centrándose en el estudio de las determinaciones históricas y sociales que condicionan el
desarrollo científico y tecnológico, esto es, acentuando el carácter socialmente construido de la
ciencia y la tecnología. En este sentido, la tradición europea sigue la senda iniciada en los aná-
lisis clásicos sobre historia de la ciencia y la tecnología como los de Hessen (1931) y Bernal
(1964) 11.
11
Una obra clásica que se sitúa en los orígenes de esta tradición es Science, technoloy and
society: A cross-disciplinary perspective, editada en 1977 por I. Spiegel-Rösing y D. de Solla Price. Véase, sobre la
distinción entre tradiciones, González García y otros (1996).
12
Por su parte, una obra pionera de esta tradición, donde los contenidos CTS son incluidos en
un mismo campo de trabajo, es A guide to the culture of science, technology and medicine, editada por P. Durbin
en 1980.
13
Un estudio sobre los mecanismos de participación y la realidad española al respecto puede
encontrarse en López Cerezo y otros (1998).
130 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
¿Es posible la confluencia?
Pero, por otra parte, la apelación a los valores en la acción educativa permite
reorientar, asimismo, los enfoques inherentes a la educación científico-tecnológica. Indudable-
mente, ciencia y tecnología tienen un prestigio evidente como motor del desarrollo social. Hoy
resulta patente que el desarrollo de los países y regiones del planeta está más asociado a su
potencial innovador en el contexto de la nueva sociedad del conocimiento que a sus recursos
naturales o a su desarrollo industrial. La terciarización económica y el dinamismo de las nuevas
14
Véase Quintanilla (1988).
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 131
tecnologías han abierto un nuevo escenario en el que la inversión en innovación tecnológica es
reconocida como el motor del progreso económico. Así, ciencia, tecnología e innovación son
términos que se repiten en discursos e iniciativas políticas y económicas en este cambio de
siglo como talismán para afrontar los retos del futuro. Sin embargo, la innovación tecnocientífi-
ca seguramente redunda en progreso económico, pero no está garantizado que éste se traduz-
ca siempre en progreso social (salvo que por sociedad se entienda algo tan poco universal
como las sociedades anónimas o algo tan universal como las empresas multinacionales). El
movimiento CTS promueve, además de una ajustada comprensión de la ciencia y la tecnología,
una revisión de su papel social y una apuesta a diversos niveles, entre ellos el educativo, por
favorecer su control democrático. En este sentido, la insistencia en los valores sociales como
componente de la perspectiva CTS permite contrarrestar las inercias propias de la fascinación
por una idea socialmente descontextualizada de la innovación científico-tecnológica. Así, frente
a los discursos que abogan de forma abstracta por la ciencia, la tecnología y la innovación
(CT+I), cabría insistir en el carácter comprometido con los valores sociales del desarrollo cien-
tífico y tecnológico (CTS+V).
Ésta es seguramente una de las ideas que con más fuerza han vertebrado tradi-
cionalmente la organización educativa. La primacía de lo abstracto sobre lo práctico, del saber
sobre el hacer, de la comprensión conceptual sobre la producción material responde a viejos
planteamientos filosóficos que se han integrado en la organización curricular de la mano de
una consideración positivista en la que la ciencia mantendría su prioridad sobre la tecnología.
La ingenuidad epistemológica y antropológica del planteamiento positivista no es menos peli-
grosa que una consideración de la acción educativa, que la ha reducido a la transmisión con-
ceptual de saberes teóricos en los que su virtualidad práctica podía despreciarse o, como
mucho, considerarse como una mera ilustración posterior al aprendizaje de la teoría. Frente a
esta oposición, se hace patente la necesidad de estrechar la vinculación entre lo teórico y lo
práctico y de superar la idea de la prioridad de lo primero sobre lo segundo, y ello tanto en la
consideración de las relaciones entre ciencia y tecnología como en la organización de las acti-
vidades educativas 15.
15
De hecho, las orientaciones más actuales en filosofía de la ciencia se aproximan a la pers-
pectiva CTS en enfatizar la importancia e irreductibilidad del componente práctico e instrumental de la actividad
científica. Véase, por ejemplo, Buchwald (1995) y Pickering (1995).
132 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
SABERES VS. VALORES
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 133
ramas completamente independientes: la de las ciencias y la de las letras o humanidades. A la
primera correspondería el rigor lógico y el contraste empírico; a la segunda, la apertura herme-
néutica y la flexibilidad interpretativa. La falta de creatividad del talante científico sería la crítica
principal desde el campo humanístico. El carácter superfluo y el desprecio por el rigor lógico
sería la principal acusación que los científicos harían a los humanistas. No es necesario reiterar
la denuncia de Snow de los efectos perniciosos de tan artificial escisión; pero sí conviene
defender una organización educativa que no la reproduzca y en la que esos ámbitos dejen de
ser compartimientos estancos. La presencia equilibrada de ambos tipos de saberes comple-
mentarios y la disolución de las fronteras rígidas entre ellos son condiciones imprescindibles
para el desarrollo de una educación integral.
Una última oposición, que resume algunas de las anteriores, es la que declara
incompatibles la racionalidad y la creatividad. Además de una falsificación sobre la naturaleza
del proceso de innovación científica y tecnológica, esta separación radical entre las esferas de
la racionalidad y la creatividad supone una artificial escisión entre las valoraciones estéticas y
las decisiones técnicas. Sin embargo, muchas de las construcciones y decisiones técnicas
deberían incorporar la discusión sobre las evaluaciones estéticas para ser socialmente asumi-
bles (pensemos en la construcción de los espacios urbanos o en la conservación del medio
natural, por ejemplo). Nuevamente la separación entre lo racional y lo creativo parece servir de
coartada para la irresponsabilidad social de los expertos o para la falta de compromiso con el
progreso de algunos estetas que acaban rindiendo culto a la irracionalidad. Porque la propia
investigación tecnocientífica es un proceso creativo y porque los valores estéticos no deben
supeditarse a la racionalidad técnica, en los espacios educativos debiera procurarse la con-
fluencia entre ambas dimensiones. Relacionar la creatividad con la racionalidad, la tecnología
con el arte o el análisis científico con la apreciación estética serían modos de una nueva forma
de educación en la que las habilidades técnicas fueran compatibles con las artísticas y el
aprendizaje científico fuera solidario con el desarrollo del juicio estético.
134 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
temática y por el carácter fronterizo en que se sitúan sus planteamientos educativos, no tiene
un corpus heredado en el nivel epistemológico para fundamentar sus propuestas didácticas.
Ello supone la ventaja de no tener que asumir o deshacerse de los lastres de la tradición, pero
también hace que su lugar educativo en la república curricular sea menos obvio que el de las
disciplinas tradicionales y por ello deba ser defendido con justificaciones explícitas.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 135
utilización de criterios sistemáticos para su organización y exposición pública en los currículos
educativos.
Por otra parte, el intento por presentar sistemáticamente las líneas de los estu-
dios CTS desde una mirada doblemente externa puede poner de manifiesto algunas insuficien-
cias presentes en los enfoques habituales de estos análisis. Entre ellas cabe destacar la restric-
ción habitual de la dimensión social a las consecuencias sociales o ambientales, omitiendo así
los condicionantes sociales 16. No obstante, cuando éstos son tenidos en cuenta, se produce
una simplificación de muchas de las controversias sociales sobre la tecnociencia a pugnas
entre intereses económicos y valores morales.
16
Véase al respecto López Cerezo (1997).
136 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
estéticos, podría comprenderse mejor el verdadero carácter de la controversia. Así, no se trata-
ría de considerar como sujeto de derechos a seres no humanos, sino de tener en cuenta que la
ausencia de valores éticos no implica la ausencia de cualesquiera valores en ellos. Por ejem-
plo, habría buenas razones estéticas para no modificar técnicamente un ecosistema singular,
del mismo modo que habría buenas razones para desviar el trazado de una autovía para con-
servar una construcción con valor histórico-artístico. Nadie apelaría a sentimientos morales de
solidaridad con unas piedras milenarias, pero eso no significa que no puedan tener otros valo-
res por los que deban conservarse para el futuro.
En favor de la selección de esos tres ámbitos, como ejes a partir de los cuales
articular la reflexión valorativa sobre la actividad tecnocientífica, está el hecho de que éstos han
constituido los espacios de reflexión filosófica sustantiva sobre los valores desde el pensamien-
to griego en ética, filosofía política y estética.
Es, seguramente, la timidez con que se enfrenta el análisis de los valores políti-
cos y la práctica ausencia de los planteamientos estéticos en la evaluación de los efectos tec-
nológicos lo que determina el monopolio habitual de la poco fructífera y falsa dicotomía entre
intereses económicos y valores éticos en la evaluación de controversias sobre los efectos socia-
les de la tecnociencia.
Tal tipología podría quedar determinada por el cruce de dos criterios de carác-
ter filosófico muy fértiles en este caso. De un lado, la oposición tradicional entre naturaleza y
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 137
cultura (entre lo dado —natural— y lo construido —artificial—), y de otro, la oposición entre el
individuo humano y su entorno (entre el individuo tomado ontogenéticamente y el entorno en
el que filogenéticamente la especie desarrolla su existencia) 17. Estos criterios se relacionan
estrechamente con las dimensiones y los escenarios en los que el ser humano ha desarrollado
históricamente sus actividades de transformación tecnológica, a la vez que se vinculan estre-
chamente con las principales clasificaciones epistemológicas de los ámbitos del conocimiento
científico. Cruzando esos dos criterios resulta una clasificación de los casos CTS que, sin redu-
cirse por completo a su espacio tipológico, encontraría en él su mejor lugar de análisis. Ade-
más, la oposición entre naturaleza y cultura reproduce clasificaciones epistemológicas que
permiten no reducir el tipo de tecnologías susceptibles de análisis a las correspondientes a las
ciencias naturales. De otro lado, la distinción entre el individuo humano y su entorno es un
indicador sobre el tipo de valores predominantemente presentes en cada caso, en un continuo
que iría desde la primacía de los valores éticos hasta los estéticos, y con los valores políticos
solapándose con ellos.
TABLA 1
NATURALEZA CULTURA
Valores estéticos
El medio ambiente El medio humano
ENTORNO
(lo natural -physis-) (lo construido -polis-)
Valores políticos
La salud La educación
INDIVIDUO
(lo corpóreo) (lo mental/conductual) Valores éticos
17
Nos alejamos, así, de posiciones posmodernas donde estas distinciones se difuminan. Véase,
por ejemplo, Rouse (1987). Véase, no obstante, Latour (1991).
138 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
nificación urbanística o las tecnologías de la comunicación, entre otras, y
evaluable desde criterios principalmente estéticos y políticos.
TABLA 2
NATURALEZA CULTURA
18
Los ocho temas seleccionados corresponden a los módulos del curso sobre CTS a través de
Internet que se ha preparado en la OEI siguiendo esta tipología. Cada uno de los temas se desarrolla con un módu-
lo de fundamentación general y una unidad didáctica diseñada según el modelo de casos simulados que se presen-
ta más adelante (véase http://www.oei.es/cts.htm).
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 139
Los congresos de consenso como modelo para la
dilucidación de controversias C TS
19
Véase en general Renn y otros (1995), y López Cerezo y otros, sobre la situación española
(1998).
20
Arthur Kantrowitz, director de la Task force, elevó en 1976 un informe a la presidencia de
Estados Unidos donde se defendía la creación de tribunales científicos (science courts) para la resolución de con-
troversias sobre política tecnológica, como, por ejemplo, la fisión nuclear, los aditivos en alimentación, la destrucción
de la capa de ozono, las líneas de alta tensión, etc. Cuando Carter accedió a la presidencia, la Task force fue disuel-
ta y la propuesta desestimada.
140 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
en los casos anteriores, sino por ciudadanos cultos debidamente asesorados. El motivo que
aducía Shrader-Frechette para incluir a legos en estos jurados es que los aspectos políticos y
valorativos, en las controversias sobre política tecnológica y ambiental, están inseparablemente
unidos a las cuestiones «puramente» científicas 21. Es interesante considerar los cinco postula-
dos sobre los que se fundamenta la propuesta de esta autora:
21
Véanse Shrader-Frechette (1985a) y (1985b).
22
Véase la página web de la ADT en http:// www.tekno.dk
23
Véase http://www.loka.org/pages/worldpanels.html
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 141
Los objetivos de este modelo de participación son los siguientes:
Tras este trabajo previo, se convoca el panel: tres días de reuniones. En los dos
primeros días tiene lugar el asesoramiento por expertos y la deliberación de los panelistas, re-
24
Una descripción y evaluación de este caso se halla en Guston (1999). Una evaluación com-
parativa general de mecanismos de participación se encuentra en Rowe y Frewer (2000).
142 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
unidos a modo de jurado. Al final del tercer día se emite el informe final de consenso —con-
sensus statement— de cuatro páginas, se convoca una conferencia de prensa y se procede a
la diseminación de resultados en los medios 25. El comité organizador realiza entonces un
seguimiento posterior, que incluye un cuestionario a los panelistas, un seguimiento de impacto
y una evaluación del cumplimiento de los objetivos 1 y 3 enunciados anteriormente.
Respecto a esta evaluación, los resultados del congreso de Boston son simila-
res a los de otros congresos de consenso celebrados en diferentes países 26. Este tipo de inicia-
tivas tienen un déficit importante en el objetivo 1, pues no logran habitualmente una influencia
clara y efectiva sobre el proceso real de toma de decisiones, ya sea en el ámbito administrativo
o legislativo. Éste es un problema importante, dado el fin último de estos mecanismos, que
puede subsanarse en parte a través de una mayor implicación de los poderes públicos en la
organización y en la dirección de los congresos de consenso. En la medida en que se consiga
el involucramiento de los representantes de la administración pública y éstos estén autorizados
a asumir compromisos en el marco de estas iniciativas, es de esperar un carácter más efectivo
para las mismas.
No obstante, la lista anterior incluye otros dos objetivos en los que los congresos
de consenso han obtenido una muy buena calificación general, y son precisamente los objeti-
vos que más nos interesan en el marco de este artículo. Se trata de la mejora de la compren-
sión pública de la ciencia mediante el debate público informado y de la profundización de la
democracia mediante el estímulo de la implicación cívica. Una gran virtud de los congresos de
consenso es actuar como caja de resonancia para despertar el interés social por temas relacio-
nados con la ciencia y la tecnología que nos afectan directamente como ciudadanos. Cuestio-
nes que, aun pareciéndonos importantes, vemos como asuntos alejados de las capacidades de
comprensión de los no expertos, resultan ser perfectamente asimilables en rasgos generales
cuando son adecuadamente explicadas a través de los medios y se genera una motivación
entre el público por saber del tema. Ver a un grupo de ciudadanos como nosotros debatir infor-
mados y libremente sobre cuestiones como la educación a través de Internet o la regulación de
sus contenidos es un buen modo de estimular el debate social, de transmitir contenidos rele-
vantes para ese debate y de motivar la implicación social en esas cuestiones. De hecho, esos
dos objetivos constituyen dos facetas de un mismo reto: el debate público informado es parte
indispensable de la comprensión pública de la ciencia, pero, a la vez, es el mejor acicate para
la implicación cívica y, en última instancia, la profundización de la democracia.
25
Véase http://www.amherst.edu/~loka/panel/results.htm.
26
Véase Guston (1999).
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 143
rativas de esos problemas y la posibilidad de que los profanos lleven a cabo un debate infor-
mado sobre los mismos. Y se trata, por último, de mostrar en la práctica la existencia de flexibi-
lidad interpretativa en este tipo de cuestiones: distintos puntos de vista que pueden ser perfec-
tamente razonables desde distintos valores e intereses y que posiblemente aducirán diferentes
datos, metodologías o perspectivas para terminar alcanzando conclusiones científicas diver-
gentes al hacer frente a esos problemas.
144 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
En su enfoque curricular de la materia de CTS del bachillerato español, el pro-
yecto Argo plantea una propuesta que responde a las intenciones de comprensión del fenóme-
no tecnocientífico y de participación social en su desarrollo. Para ello se plantea, en primer
lugar, una consideración sustantiva y crítica sobre la ciencia, la tecnología y la sociedad, así
como sus relaciones tanto en el plano conceptual como en el histórico. Asimismo, se entiende
que la educación CTS no debe reducirse a un nuevo conjunto de conocimientos académicos,
aunque resulten novedosos por su naturaleza interdisciplinar y metateórica. De hecho, la pre-
sencia de contenidos CTS en los currículos de diferentes países se debe, en buena medida, a
que la propia naturaleza del movimiento CTS, en concreto la llamada baja Iglesia en la termino-
logía de Fuller (1992), ha propugnado su implantación educativa como forma de propiciar la
participación social en las decisiones sobre el desarrollo tecnocientífico. En este sentido, en el
proyecto Argo se considera que la educación CTS no puede reducirse a un nuevo corpus teóri-
co, sino que debe incorporar también el carácter activo, propio del trabajo directo sobre diver-
sos casos prácticos de interacción entre desarrollo tecnocientífico y sociedad.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 145
con una asignatura específica). Las unidades de las dos partes de la materia que se presen-
tan a continuación deben entenderse como desarrolladas simultáneamente y con relativa
independencia 27.
TABLA 3
Parte A: Dilucidación conceptual del ámbito de relaciones CTS Parte B: Estudio de casos CTS
La primera parte comienza con una unidad centrada en los aspectos concep-
tuales de las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad; la segunda unidad aborda la
cuestión desde una perspectiva histórica, mientras que en la tercera se plantean directamente
las cuestiones relativas a la construcción social del conocimiento y las aplicaciones y el control
social de la ciencia y la tecnología como conclusión teórica de la materia.
En cuanto a la organización del trabajo, en cada una de las partes las estrate-
gias metodológicas también son diversas. El trabajo de la parte conceptual mantiene un mayor
peso en las tareas individuales y las puestas en común en la clase. Para ello se elaboran mate-
riales de apoyo para cada una de las unidades confeccionados con criterios sistemáticos. Tam-
27
Una descripción más detallada de este proyecto curricular para la enseñanza CTS puede
encontrarse en Martín Gordillo y López Cerezo (2000).
146 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
bién en la parte conceptual (en concreto en la segunda unidad) se propone a los alumnos la
realización de trabajos monográficos diversos con carácter individual que luego serán expues-
tos y defendidos en las aulas. Se trata, por tanto, de facilitar la iniciación de los alumnos en las
destrezas de rigor en la investigación bibliográfica, realización de informes y disertación y
defensa pública de un tema, habilidades propias de la formación universitaria a cuyas puertas
se hallan los alumnos de bachillerato.
Una vez presentadas las líneas generales de la propuesta curricular del proyec-
to Argo para la materia de CTS del bachillerato español, se expone a continuación la configura-
ción de casos simulados como estrategias útiles para incorporar la educación en valores, en
línea con los congresos de consenso, a través de CTS. Asimismo, se esbozarán los plantea-
mientos didácticos del proyecto Argo para la educación en valores, definiendo el aula como
una comunidad de investigación solidaria.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 147
enmarcan estas controversias. Para su tratamiento metodológico, el proyecto Argo ha venido
desarrollando una estrategia singularmente relevante y motivadora que enlaza la educación en
valores con la educación CTS: la simulación de controversias sociales ficticias en las que han
de adoptarse decisiones sobre propuestas derivadas del desarrollo tecnocientífico.
La clave del tratamiento educativo de los estudios de casos CTS está en la idea
de decisión. Desde este punto de vista, la ciencia y la tecnología implican retos sociales porque
en su desarrollo han de tomarse numerosas decisiones con implicaciones sociales suscepti-
bles de valoraciones diversas. Por otra parte, ante los efectos de la tecnociencia tampoco la
sociedad tiene posiciones unánimes e indiscutibles, sino que la controversia entre los distintos
grupos sociales implicados en cada caso está asegurada por la diversidad de intereses y valo-
res defendidos por cada uno de ellos. Por tanto, el conflicto valorativo no debe ser evitado en
una educación científico-tecnológica que quiera ser fiel a la realidad de las relaciones entre
ciencia, tecnología y sociedad. Por el contrario, la educación CTS debe partir de la naturaleza
controvertida de estos asuntos y fomentar el aprendizaje de las destrezas para la búsqueda de
soluciones negociadas que impliquen la participación de actores sociales con diferentes pun-
tos de vista valorativos.
Los casos simulados tienen las ventajas de las dos alternativas señaladas pres-
cindiendo de sus inconvenientes. Como los casos en tiempo real, abordan cuestiones relevan-
tes y sobre las que hay un interés social claro, pero resultan pedagógicamente más manejables
al fijarse con claridad la naturaleza de la controversia y el papel de los actores participantes.
Por tanto, los casos simulados comparten con los históricos la facilidad de manejo en el aula;
pero a diferencia de éstos, siguen manteniendo la apertura y el dinamismo que caracteriza a
148 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
los casos en tiempo real. De hecho, temáticamente los casos simulados CTS que se proponen
no son diferentes de los que aparecen en los periódicos, lo que se simula son sólo las condi-
ciones concretas en las que se desarrolla la controversia a fin de hacer viable su tratamiento en
el aula. La estrategia pedagógica de los casos simulados guarda con la realidad de las contro-
versias CTS una relación muy similar a la que se da entre la investigación con variables contro-
ladas y la propia realidad en la que esas variables resultan incontrolables. La investigación en
el laboratorio no debe perder su validez ecológica por simplificar y hacer manejables las situa-
ciones sobre las que se investiga. Del mismo modo, las simulaciones en el aula siguen siendo
relevantes para el aprendizaje de la participación democrática en las controversias reales, aun-
que no suponga la inmersión directa en ellas. Una ventaja adicional es que, al no tratarse de
casos reales, son más fácilmente evitables los alineamientos emocionales previos y, de este
modo, es más factible que los alumnos lleguen a ser conscientes de la diversidad de argumen-
tos y flexibilidad interpretativa del asunto debatido.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 149
2.° Definir la red de actores: Una vez planteado el tema hay que diseñar las
posturas que defenderán los diferentes grupos con valoraciones e intereses enfrentados sobre
la propuesta. Aunque cada caso configura su propia red de actores de forma paralela a los
existentes en situaciones reales análogas, en la mayoría de ellos suele haber cuatro tipos de
actores sociales que se reproducen en el aula. En primer lugar, aquellos que se ven favoreci-
dos por la propuesta de implantación tecnológica de que se trate y que, por tanto, argumenta-
rán en su defensa (diversos agentes económicos como empresarios, sindicatos o usuarios pue-
den aparecer en esta posición). En segundo lugar, los actores cuyos intereses o valores se
oponen a la propuesta (muchas veces colectivos ecologistas y otras asociaciones ciudada-
nas, etc.). En tercer lugar, los grupos de expertos tecnocientíficos que aportan asesoramiento
en la evaluación de esa tecnología y que muchas veces se desdoblan también en grupos favo-
rables y contrarios. Por último, actores que cumplen una función de mediación en la controver-
sia, bien sea por su capacidad de seguimiento y difusión pública de la misma (por ejemplo, los
diversos medios de comunicación) o por tratarse de instancias con responsabilidad pública en
la toma de decisiones y que deberían propiciar el debate democrático sobre el tema (por ejem-
plo, el consejo escolar del centro educativo o la administración pública). No obstante, no todos
los casos se configuran como redes de actores que han de adoptar decisiones partiendo de
posturas binarias (aceptación o no de la propuesta); en muchas situaciones, la disputa entre los
actores sociales supone la evaluación y elección entre múltiples proyectos alternativos.
Nunca importa tanto la decisión final que se adopta en cada caso simulado
como el nivel de debate público y el contraste racional de informaciones, argumentos y valores
que ha podido desarrollarse en el proceso. Al fin y al cabo, la consideración de la educación en
valores que anteriormente se ha defendido pretende distanciarse del mero adoctrinamiento
(sea tecnófilo o tecnófobo) y apuesta por la racionalidad dialógica como el mejor instrumento
para la dilucidación y toma de decisiones sobre cuestiones que, como las que se plantean en
la educación CTS, tienen un carácter esencialmente abierto y problemático.
28
Véase Martín Gordillo (1999).
150 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
je. En esta propuesta didáctica se intenta desarrollar las premisas sobre la educación en valores,
planteadas con anterioridad, articulando dialécticamente lo conceptual con lo actitudinal y lo
procedimental y haciendo que el propio desarrollo de las unidades didácticas se lleve a cabo
mediante la práctica de los procedimientos que se dan en la organización de la clase. Al definir la
clase como una comunidad de investigación solidaria se pone el acento en los objetivos del tra-
bajo en clase: investigar sobre ciertos temas y hacerlo solidariamente, precisamente de la misma
forma en que el saber se ha desarrollado realmente en la historia: en comunidad. Este plantea-
miento organizativo para la educación en valores se ha venido utilizando desde hace algunos
años en las clases de ética (materia que se sitúa al final de la educación obligatoria) de diversos
institutos españoles de enseñanza secundaria. No obstante, esta propuesta del proyecto Argo
para la educación en valores no se plantea como una didáctica específica y exclusiva de aquella
materia, sino que se considera como un enfoque apropiado para una educación en valores cer-
cana a los planteamientos CTS susceptible de ser utilizado en contextos curriculares diversos.
Investigación empírica: Para cada unidad se configuran también otros dos equi-
pos de investigación empírica. Son los que intentan palpar la realidad cotidiana sobre esos
temas, así como las valoraciones morales correspondientes. Se trata de dar rigor a la disputa
de datos y opiniones que tan frecuentemente aparecen en los debates sobre los temas valora-
tivos y que en tan pocas ocasiones están bien fundamentadas. Los equipos de investigación
empírica (partiendo también de dos actividades diferentes para cada tema, que les guían en
las tareas que podrán llevar a cabo durante su investigación) obtienen información y la anali-
zan en la forma en que lo hacen las ciencias humanas. Confeccionan encuestas, hacen entre-
vistas o llevan a cabo estudios de campo centrados en los hechos (por ejemplo, reparto por
sexos de las tareas domésticas, conocimiento de los temas sexuales entre los jóvenes de su
edad) y sobre las opiniones (por ejemplo, sobre el consumo de tabaco y alcohol, sobre la inte-
29
Una justificación teórica de esos cuatro procedimientos en relación con los fines educativos
generales puede encontrarse en Martín Gordillo (1996).
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 151
gración de las minorías étnicas o los inmigrantes en su ciudad) que tienen que ver con los
temas valorativos tratados. Si el referente de los equipos de investigación conceptual es la cul-
tura universal depositada en los libros, los equipos de investigación empírica tienen que vérse-
las con su entorno vital a nivel de su comunidad más inmediata (familia, pueblo, centro educa-
tivo, barrio o ciudad). Por ello, serán también los grupos encargados de conectar a la clase con
las instituciones de la ciudad que tengan algo que ver con el tema tratado.
En cada unidad, los alumnos trabajan por equipos cada uno de los cuatro tipos
de procedimientos que se han descrito. Al pasar a la siguiente unidad, cada alumno no repite
152 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
el procedimiento de la anterior, sino que cambia su papel en la clase (incluso se establece una
configuración geográfica del aula en la que cada tipo de procedimiento tiene su propio lugar).
Al ser cuatro las unidades previstas (I. Lo femenino y lo masculino: sobre las desigualdades
entre los géneros; II. La sexualidad: sobre el placer y el amor; III. Las drogas: sobre el ocio y las
formas de socialización; IV. Los otros: sobre el respeto a las diferencias y el derecho a la igual-
dad) y cuatro los tipos de procedimientos distintos puestos en marcha, todos los alumnos
pasarán en algún momento del curso por cada uno de ellos. Este carácter dinámico de las acti-
vidades en cada unidad garantiza que el cambio de unidad no sólo motive a los alumnos por la
novedad temática, sino que también cambian el tipo de tareas que desarrollarán; una tareas
que, por otra parte, van conociendo a medida que las van ejercitando los compañeros de los
otros grupos. Por otra parte, la diversidad de actividades que permite esta combinatoria entre
temas de estudio y modo de tratarlos resulta singularmente apropiada para afrontar otro de los
retos educativos más acuciantes de la actualidad: la necesidad de atender adecuadamente a
la diversidad.
Desde hace cuatro años, la Universidad del Valle en Colombia viene desarro-
llando un programa de formación continuada en CTS para docentes de escuelas y colegios de
educación básica primaria y secundaria de municipios de la región. El programa se estructura
a partir de una concepción interdisciplinar que involucra los fundamentos epistemológicos y
sociológicos de la ciencia y la tecnología con los aspectos relativos a la organización social de la
ciencia y la tecnología en Colombia. Paralelo a este trabajo, se vincula una línea transversal de
proyectos de aula en los campos de la enseñanza de las ciencias, la educación en tecnología y
la educación ambiental (Universidad del Valle, 1996).
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 153
los esfuerzos han estado más enfocados hacia aspectos de política científica, estudios sobre
indicadores y de gestión de la innovación y cambio técnico, estudios sobre fundación de disci-
plinas y comunidades científicas, aspectos sobre la relación universidad-empresa y prospectiva
tecnológica, principalmente. Hay una debilidad de trabajos relacionados con el tema ambien-
tal, el tema de la divulgación y apropiación social del conocimiento, y en general la variable
social como categoría cognitiva (Vaccarezza, 1998).
ESTRUCTURA CURRICULAR
TABLA 4
Eje disciplinar
Niveles Ciencia Tecnología Sociedad
Eje temático
II y III Organización social de La ciencia en Colom- La tecnología en Colom- Taller de CTS (II)
la ciencia, la tecnolo- bia bia
gía y la sociedad
Problemas en la ense- Problemas en la ense- Taller de CTS (III)
ñanza de las ciencias ñanza de la tecnología
en Colombia en Colombia
Ambos tipos de ejes se unen para producir los cursos, recogiendo éstos un plu-
ralismo epistemológico en donde convergen los estudios sociales de la ciencia y la tecnología.
Entre los diferentes modos del conocimiento —los cuales permiten construir progresivamente
esta concepción holística de la interdependencia de la ciencia y la tecnología con la socie-
dad— se presenta también una autonomía, ya que cada disciplina implica unos objetos, pro-
blemas y métodos de investigación particulares.
154 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
saber científico y tecnológico. De igual manera, en este eje se presentan los fundamentos entre
la relación naturaleza y sociedad, teniendo en cuenta la ética, la estructura económica y el
desarrollo social. El eje está compuesto por dos cursos fundamentales: ¿qué es ciencia?, ¿qué
es tecnología? y un taller de ciencia, tecnología y sociedad.
Estos talleres, que se encuentran desde el primer nivel hasta el tercero, son los
espacios prácticos en donde se plantean las relaciones entre la sociedad, la naturaleza y el
conocimiento científico y tecnológico en la perspectiva de construir una estrategia didáctica
que contribuya a ampliar y valorar, desde nuevos puntos de vista, dicha relación. Igualmente,
los talleres son formadores en pasos y procesos de investigación interdisciplinar. También en
los talleres se propone formar al docente para que pueda trabajar el llamado ciclo de responsa-
bilidad (Waks, 1988) como una de las estrategias probadas en el ámbito internacional en el
campo de la formación en valores desde una perspectiva CTS. Dicho ciclo coloca, en el centro
del debate, las implicaciones presentes y futuras del desarrollo científico-tecnológico con rela-
ción a la vida de cada uno y la necesidad de ser responsables frente a ella tanto individual
como colectivamente. Para tal efecto, se recoge la noción de Issues en ciencia y tecnología, es
decir, problemas identificados cuyas causas de desequilibrio pueden encontrarse en avances
particulares de la ciencia y la tecnología para avanzar progresivamente en su conocimiento y
búsqueda de soluciones a este respecto.
30
Algunos estudios sugieren que la ciencia debe formar parte de la cultura local para que
pueda convertirse en una institución relevante en la sociedad. Véase Lafuente (1995), pp. 43-56.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 155
cativos: objetivos de adquisición de comportamientos o actitudes, objetivos de adquisición de
procedimientos o métodos de trabajo, objetivos de adquisición de conocimientos, objetivos del
campo de los valores éticos y estéticos (Giordan y Souchon, 1997).
31
Con un programa paralelo, que comienza directamente en el Proyecto ambiental escolar y no
con toda la estructura curricular descrita, y con el apoyo de una corporación que protege los recursos naturales de
la región (Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, CVC), se ha podido llegar a cerca de mil estableci-
mientos educativos oficiales de las zonas rurales y urbanas de los diferentes municipios que conforman el departa-
mento del Valle del Cauca.
156 P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S
lo cual es otra dimensión de la equidad; se observa que no se dice crecimiento sostenible, ya
que el incremento se mide en función de la renta nacional; en cambio, el desarrollo implica
algo más amplio, una noción de bienestar que reconoce componentes no monetarios (Jacobs,
1991).
Es probable que la gente del futuro sea más rica, pero heredarán un ambiente
más degradado. En este sentido, la idea de equidad intergeneracional, como la base del con-
cepto de sostenibilidad, permite movilizar la educación en valores desde una perspectiva ética.
Con el fin de evitar el carácter antropocéntrico del concepto de sostenibilidad, hay que tomar
también el carácter intrínseco de la naturaleza pese a las dificultades que implica valorar eco-
sistemas frente a los intereses de la comunidad humana. El concepto de sostenibilidad se con-
vierte así en un concepto básicamente ético, ya que busca no comprometer la capacidad
medioambiental de las futuras generaciones y propende por valorar bajo otras condiciones, por
ejemplo: el de la desaparición de una especie o bien el valorar ciertos hábitats, que en térmi-
nos económicos pueden ser muy bajos, pero cuyo impacto ambiental es grande. Esto supone ir
más allá de los enfoques ortodoxos frente a la protección del medio ambiente, que conllevan a
valorar el medio ambiente únicamente en términos coste-beneficio, en donde las generaciones
futuras quedan excluidas; además, se ignora el valor intrínseco del medio ambiente, indepen-
diente del beneficio obtenido por la humanidad. Desde este punto de vista, el análisis ético
involucra todas las funciones de la biosfera, a las que nos referíamos anteriormente.
P A P E L E S I B E R O A M E R I C A N O S 157
ción a los recursos (por ejemplo, bancos de peces y su agotamiento); bienes públicos como el
aire, incluso el agua, y sus distintos tipos de contaminación; los de las generaciones futuras,
que nunca entran en las cuentas del mercado. Esta clase de debates debe estar prevista den-
tro del componente valorativo de los proyectos ambientales escolares, y el maestro, sirviéndose
de simulaciones de debates como herramienta de evaluación de tecnologías en el espacio
escolar, de modelos de congresos de consenso y en general de todo aquello que implique el
autorreconocimiento de la persona y del reconocimiento del papel de la ciencia y la tecnología
en la sociedad, constituyen las formas por las cuales es posible aprender a valorar, conocer y
utilizar la naturaleza y la sociedad desde una perspectiva CTS.
Por definición, las redes son asociaciones de diferentes actores humanos, gru-
pos sociales e instituciones. Explotando la diversidad de experiencias, necesidades, percep-
ciones, recursos, visiones, etc., las redes operan como detectores avanzados de nuevos pro-
blemas, perspectivas y soluciones. Una red es intrínsecamente un espacio de negociación
permanente y de evaluación, así como también de entrenamiento mutuo (aprendizaje
común). El trabajo basado en las redes permite resolver situaciones altamente heterogéneas y
complejas de modo sistemático y fructífero, ya que se puede hacer uso de la multiplicidad de
know-hows científicos, técnicos y sociales involucrados, así como integrando diferentes pers-
pectivas y dimensiones —simbólica, económica, educativa, social, ética, política— (Petrella,
1994).
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