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UN NOMBRE NUEVO

Por: Yosef ben Leví

En Ap. 3,.12 vemos tras la muerte un “nombre nuevo”

Apo 3:12 Al que venza, lo haré columna en el santuario de mi Dios,


y nunca más saldrá fuera, y escribiré sobre él el nombre de mi Dios
y el nombre de la ciudad de mi Dios: la nueva Yerusalem,
la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.

¿De quién es el nombre nuevo, de HaShem o de la persona? Por la forma en que aparece el texto
griego, es una referencia al Eterno. Examinemos este concepto para el Eterno, pero también hacia la
persona porque así lo manifiesta la profecía.

El “nombre nuevo” del Eterno:

El verdadero Nombre (el shem hameforash) no lo conocemos, pues se ha perdido a lo largo de los
siglos. En su lugar contamos con la sigla YHVH, que se lee comúnmente como Adonai o Elohim. El
nombre del Eterno compuesto de cuatro símbolos que es el Tetragrámaton (Y-H-V-H), aparece por
primera vez escrito en la Torá a partir del año 2448 (1313 AEC), cuando fue revelado por el Eterno a
Moshé. Por lo tanto, cualquier descubrimiento arqueológico o hallazgo de manuscrito, después de esta
fecha, y que contenga algo diferente al YHVH, no puede ser aceptado como genuino, por la sencilla
razón de que la tradición oral en la trasmisión, no permitía una alteración del Tetragrama para dejarlo
escrito. Es decir, si Moshé no cambió el Tetragrama en la Torá al escribirlo, nadie más lo pudo hacer
después; y mucho menos dejar por escrito lo trasmitido oralmente.

Entendemos que la Torá es el único libro revelado de forma segura, drástica y literalmente, letra por
letra y línea a línea a Moshé avinu; el resto de libros del TaNaJ, los consideramos diferentes por
cuanto no ha sido usada esta forma, ya que contienen junto con la revelación de HaShem, a los
profetas en sus visiones o palabras, historia, conceptos y diálogos, que el Eterno nunca dijo copiar. No
debemos confundir por tanto, la copia literal con cada parte inspirada de cualquier otro libro en el
TaNaJ y la Nueva Alianza. Así, podemos decir que incluso la Torá contiene “inspiración” y “copia”.
Mientras que el resto de libros o relatos, son considerados inspirados por cuanto repiten palabras de la
Torá o visiones profética de HaShem a su autor en momentos determinados no continuos.

Veamos algunos textos relacionados con el Nombre:

Éx. 3:13 Dijo Moisés a ’Elohim: Cuando vaya a los hijos de Israel,
y les diga: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros, y me digan:
¿Cuál es su nombre? ¿Qué les diré?
Éx. 3:14 Respondió ’Elohim a Moisés: Yo Soy EL QUE SoY. Y añadió:
Así dirás a los hijos de Israel: Yo SoY me ha enviado a vosotros.

Éx. 6:2 Y habló ’Elohim a Moisés, y le dijo: Yo soy YHVH.


Éx. 6:3 Yo me aparecí a Avraham, a Itzjaak y a Yaakov
como ’El-Shadday, pero con mi nombre YHVH no me di a conocer a ellos.

El nombre YHVH, solo era pronunciado en el Templo por el Sumo Sacerdote (Cohen haGadol), y el
pueblo reunido lo repetía después del Cohen cuando se acababa con la formula “Bendito Sea el
Nombre del Eterno por siempre jamás” y después, no se volvía a pronunciar el nombre sagrado hasta
la siguiente celebración, en el cual su uso era custodiado por el Cohen haGadol.

El Shem haMeforash, es una combinación de 72 letras extraída por kavalistas y rabinos durante mucho
tiempo del Tetragrama: YHVH. Ellos vieron tras el estudio del TaNaJ, aspectos vinculantes al
Tetragrama y que ofrecían los títulos pertinentes para acercarse o intentar entender algo del carácter
del Creador; desde aspectos que tenían relación con la luz, la bondad, la creación, etc. En Shemot
(Libro de Exodo 3:14), cuando Moshe le pregunta a HaShem cuál es su nombre-título para
identificarlo a los Hijos de Israel, Hashem le dice: "Ehye asher ehye” - ‫ֶא ְהי ֶה ֲאשֶר ֶא ְהי ֶה‬
-
(mal traducido como: "Yo Soy el que soy") - Esto es como la esencia, el significado del nombre-título
de las letras Yod, He, Vav, He (‫)יהוה‬, el cual está relacionado con Pasado, Presente y Futuro, en
hebreo: "Haya (Fue ‫)היה‬, Hove (Es ‫)הוא‬, Yiye (Sera ‫")יהיה‬.

Torá Emet comenta sobre Ex. 3,14: Respondió Hashem a Moshé:


“E-hié Asher E-hié” (Seré El Que Seré, o sea: “Estaré con ellos en este sufrimiento
y Estaré con ellos siempre que Me requieran”) y agregó: “Así les dirás a los israelitas:
„E-hié me envió a Uds.‟.” (E-hié es un Nombre Divino que alude a Su Revelación).

Los 72 nombres del Eterno en la tradición oral rabínica:

Por lo tanto, vemos que el YHVH, es una clave de acceso, pero además, por la forma escrita sin
vocales, entendemos que ES UNA ABREVIATURA sobre un concepto que escapa a nuestra
capacidad mental para ser revelado en el plano físico. Es decir, para llegar a alcanzar toda la realidad
de ese concepto o “nombre-título”, deberíamos morir y ver a HaShem de cara y no por las espaldas
como hizo Moshé en harSinay (Ex. 33).

Is. 42:8 Yo, YHVH: ¡Éste es mi Nombre, No cedo mi gloria a nadie,


Ni mi alabanza a los ídolos!

Is. 52,6: "Por tanto, Mi pueblo conocerá Mi nombre;


por tanto, en aquel día que Yo soy el que habla, ¡aquí estoy!"

Sal 83:18 Y sepan que Tú solo, cuyo nombre es YHVH,


Eres ‟Elyón –Altísimo- sobre toda la tierra!

Jn 17:6 He manifestado tu Nombre a los hombres: hablo de los que me diste,


tomándolos del mundo. Eran tuyos, y tú me los diste y han guardado tu Palabra.

En todos estos pasajes podemos entender que el Eterno, no está diciendo que sabrán cómo se
pronuncian las cuatro letras o que vocales llevan. Aunque posiblemente las implicaciones tengan que
ver con el Cohen haGadol y la restauración del sacerdocio en Yeshua al final de los tiempos, sin
sacrificios por el pecado y solo se tengan las ofrendas y olamim de agradecimiento y paz, el mensaje
podría simbolizar ese aspecto en que el NOMBRE Inefable de HaShem volverá a retomar su cauce
cuando la levadura de la hipocresía y el pecado de Israel y las naciones, hayan desaparecido. Eso
también implica; “ser amigo de Elohim”.

Isa 62:2 Entonces verán las naciones tu justicia,


y todos los reyes tu gloria, y te llamarán con un nombre nuevo,
que la boca del YHVH determinará.

Esto implica una identidad espiritual que adquiere otra dimensión, no cambia, se suma, no se altera
porque se mantiene y a su vez se transforma. Es decir, a “ojos vista” o durante el suceso de redención
ante el Trono de HaShem, la persona plenamente consciente podrá “ver” o percibir esa realidad en Su
Creador y en ella misma, porque el tiempo deja de existir en ese plano espiritual.

A lo largo de la historia del ser humano y en las Escrituras Hebreas, hemos visto como el Eterno se ha
manifestado con títulos que manifiestan cualidades que el ser humano conoce. De esta manera, la
persona puede llegar a entender algo del carácter del Eterno; no lo puede entender todo, porque en el
momento en que eso ocurriere el Eterno Todopoderoso, dejaría de serlo, y nosotros seríamos menos
humanos adquiriendo un papel en la Creación para el que no fuimos diseñados.

“Conocer el “nombre” del Eterno” en la cultura hebrea, no es saber cómo se pronuncia el YHVH, sino
“ser amigo de nuestro Creador”. Es decir, en el momento en que el ser humano admite sus
limitaciones y absoluta dependencia de Su Creador, Instrucciones y Torá, entonces la cercanía es real;
el Creador lo admite en la familia espiritual tomándolo como hijo y no como extraño.

El “nombre nuevo” para la persona de entre las naciones:

Is. 56,5 “yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros,
y nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre perpetuo les daré,
que nunca perecerá.”

Vemos que llega un tiempo en que el Maljut es manifestado junto con la parte real y espiritual de la
persona cuya nueva identidad es paralela y corresponde con un título o nombre que implica no solo el
contexto que rodeará a esa nueva alma o “vida” o su carácter, sino su registro espiritual y rescatado
por El Eterno en el Libro de la Vida –Sefer Jai- junto con los “libros de las obras”.

En este caso, podríamos decir que el “nombre-título” nuevo, tendrá relación con lo que el Eterno
rescató de nuestra parte espiritual, pues cualquier acción durante la vida pasada, emerge cuando la
parte invisible del ser, creada por HaShem a “imagen y semejanza” accionó por motivos propios y de
conveniencia sus intereses hacia Su Creador y hacia su prójimo.

Los nombres propios en las Escrituras Hebreas –y aquí incluimos también la Nueva Alianza en
Yeshua- “KeTe‟R”; no son mero capricho de los padres o del azar, sino que están vinculados a
aspectos que definen a la persona en su estado presente y futuro. Esos títulos sin apellidos, son puestos
al nacer la persona, es decir al pasar de un medio de inexistencia a la existencia en el plano físico. En
este sentido podemos entender que volverá a ocurrir lo mismo tras la muerte y resurrección, de la
persona admitida y no borrada en el Sefer Jai. Al volver a “nacer” la persona adquirirá un título nuevo
pero esta vez apegado al registro de su vida cuya valoración solo la podrá hacer HaShem, que en este
caso, sería tipo o símbolo de nuestros padres.

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