2- Foro de intercambios: “La modalidad de taller, nos permite ir construyendo conocimiento profesional a través del

intercambio, la socialización de ideas, creencias, opiniones, puntos de vista... Compartimos aquí la primera rueda de
intercambio en base a la lectura sugerida de la clase ¿quién comienza la ronda?”.

Respuesta:

¿A qué batallas con vos mismo te enfrenta la situación de práctica?

Para comenzar con el despliegue de ideas, producto de la lectura y reflexión personal de los textos propuestos, creo
conveniente recuperar el nexo entre estas lecturas y algunos versos de la canción sugerida de Jorge Rojas, “Uno mismo”.
De la pieza musical, prefiero quedarme con aquello señalado en la letra: “Y la prueba más difícil, que se enfrenta en el
camino, es sin duda, la batalla que se da con uno mismo”.

Si pensamos a la formación docente en los términos que expone Gilles Ferry: como un trabajo de desarrollo personal que
se adquiere, mediante ciertas condiciones y mediaciones, producto de la ardua y constante reflexión sobre la propia
práctica y formación, podríamos unirnos a la idea de ésta entendida como una “batalla”.

Sin embargo, creo que la mayor batalla a la que nos enfrentamos en la práctica docente se debe justamente a ese despojo de
“uno mismo”, en el encuentro con el otro. Despojo de esos supuestos acerca de lo que uno cree que es, de esas bases
oxidadas donde se funda nuestro pensamiento y que no permiten que ingrese cambio ni dan lugar a la experiencia. Despojo
de uno mismo, que permita una cierta permeabilidad, un camino de ida y vuelta, como dice Jorge Larrosa en su texto,
acerca del principio de reflexividad: “la experiencia supone un movimiento de exteriorización, de salida de mí mismo, de
salida hacia afuera, un movimiento que va al encuentro con el acontecimiento […] Porque la experiencia supone que el
acontecimiento me afecta a mí, que tiene efectos en mí, en lo que yo sé, etc.".

En nuestro caso, ateniéndonos al momento de la práctica, el acontecimiento figura la batalla. O al menos dispara el hecho
de replantearnos qué es lo que nos forma, y como nos posicionamos frente a eso. Larrosa también sugiere dos cuestiones
interesantes a tener en cuenta. La primera, en relación al principio de incertidumbre, que viene a recordarnos la
imprevisibilidad de los acontecimientos, por ejemplo en la planificación. La segunda, lo que se adhiere al principio de
alteridad de la experiencia, y es que esta “se trata de algo otro, radicalmente otro "otra cosa que yo"”

Esta última idea, aunada también a la relación con el “uno mismo”, me recordó a un texto de Carlos Skliar: “Alteridades y
Pedagogías. O…¿Y si el otro no estuviera ahí?”, pero sobretodo a aquello expuesto por Ferry como el extremo de la
fantasía Pigmalión. Puntualmente, a la crítica que establece sobre aquel que entiende a la formación como el escultor a su
escultura y pretende moldearla a imagen y semejanza.

Para Skliar, “la irrupción del otro, confunde el espacio de la mismidad” y en la búsqueda de esa mismidad, frente a la
alteridad que a veces produce miedo por el desconocimiento, existe una salida más fácil que es la de ir por aquello que ya
conocemos y nos acomoda. A mi parecer esto es relevante en cuanto a la formación en la práctica docente, ya que una

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formación pensada en términos de "fabricación" o moldeadura, considero que lleva a un cierto distanciamiento con el otro.
Esa necesidad un tanto impositora de que los alumnos vean todo del modo que yo lo veo, desde mis valoraciones, y mis
esquemas que no permita una cierta permeabilidad e idea y vuelta, solo produce una brecha aún más distante.

Esto no sucedería en un plano donde valoremos un acercamiento significativo con nuestros futuros alumnos. Un
acercamiento que considere: su formación desde sus propias alteridades y esquemas, sus formas particulares de adoptar
nuestros conceptos y sus desarrollos personales que le abran camino a nuevas experiencias.

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